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Nombre de la materia

DESARROLLO EN LA ADULTEZ Y
SENECTUD

Nombre de la licenciatura
PSICOLOGIA ORGANIZACIONAL

Nombre del alumno


SOFIA VENTURA VEGA CAMPOS

Matrícula
240521556

Nombre de la tarea
ACTIVIDAD 7

Unidad #
7

Nombre del Profesor


DIOSINANTZIN GARCIA BUCIO

Fecha
11/12/2023
Unidad
Materia

Tarea 7

Tarea

Es momento de que realices la Tarea de esta semana y participes en el tema: ¿Cómo enfrentar la propia
muerte?

El objetivo de esta actividad es que apliques los temas revisados en esta unidad mediante el análisis de la
presentación “La muerte y el proceso de morir”. Sigue las indicaciones:

Presentación

 Pérez (2015). La muerte y proceso de morir. Obtenido en: https://prezi.com/yrrsqjr_tvid/copy-of-la-


muerte-y-proceso-de-morir/

Responde las siguientes preguntas:

1. ¿Consideras que en general las personas de la tercera edad están preparadas para enfrentar su
proceso de muerte? Argumenta tu respuesta.
2. Desde tu punto de vista y a través del material revisado en esta semana ¿Qué tan preparadas están
las personas para afrontar de un modo adecuada la pérdida de un ser cercano (proceso de duelo)?
Argumenta tu respuesta.
3. Después de la revisión de nuestro curso realiza una propuesta sencilla de apoyo para enfrentar la
muerte, tanto a nivel personal cómo la de un ser cercano.

Integra un documento que incluya una breve introducción, el desarrollo de los puntos solicitados, un
apartado de conclusiones y las referencias bibliográficas.

Para continuar

Utiliza el Formato de tareas y envía a tu profesor(a). Continúa con tu participación en el Foro.

¿Cómo enfrentar la propia muerte


Unidad
Materia

INTRODUCCIÓN:

El miedo a la muerte es universal, natural y puede acontecer en diversas situaciones de la vida por lo
que es importante saber afrontarlo y aceptar nuestro propio duelo antes de que llegue ese
irremediable final.

Miedo a la muerte ¿qué tememos en realidad?

Como decía Machado: “La muerte es algo que no debemos temer porque, mientras somos, la muerte
no es y cuando la muerte es, nosotros no somos.” Efectivamente, vida y muerte es una dicotomía que
no debería preocuparnos, pues mientras vivimos no hay muerte y, una vez que desaparecemos, ya
no sentimos dolor. Sin embargo, de manera inevitable, lo que realmente nos produce desasosiego
puede girar en torno a varios factores:

DESARROLLO:

1. ¿Consideras que en general las personas de la tercera edad están preparadas para
enfrentar su proceso de muerte? Argumenta tu respuesta.

Yo considero que son conscientes de lo que van ha perder. Saber que ya no podrán estar con
sus seres queridos, vivir experiencias o separarse de los bienes materiales que los producen placer
es una de las causas de nuestros temores.

Preocupación por los que se quedan. Sentirse responsables de las emociones que va a generar la
pérdida en sus seres queridos también puede ser motivo de sufrimiento.

Miedo al dolor físico o pérdida de facultades. La idea de perder vitalidad, convertirse en personas
dependientes o el desgaste físico por la vejez o enfermedad es otra de las ideas que los pueden
provocar angustia.

Estos pueden ser algunos de los miedos a los que los enfrenten, porque recuerdan que, una vez
muertos, no van a sentir dolor, ni pérdida. El miedo, en realidad, es al temor en vida, que los
puede atormentar y de lo cual tienen que ser consciente para evitar sufrimiento innecesario.

Las etapas del duelo en la propia muerte

Del mismo modo que ante cualquier pérdida, las fases del duelo también se pueden dar cuando nos
enfrentamos a nuestra propia muerte. Evidentemente, estas etapas cambiarán según cada persona y
sus circunstancias, por ejemplo seguramente aparecerán de manera más intensa si nos
enfrentamos a un diagnóstico de una enfermedad terminal. Según la psiquiatra especialista en
esta temática Kubler-Ross, pasamos por cinco fases ante la proximidad de nuestro fallecimiento:

1. Negación
Unidad
Materia

Nuestra primera reacción ante la noticia de que nos queda poco tiempo de vida puede ser de
rechazo a la realidad, estamos en shock y somos incapaces de aceptar que lo que nos pasa
sea real y de verdad nuestra vida vaya a tener un final cercano.

2. Ira
En esta etapa, la desubicación inicial pasa por un estado de enfado, que puede ser hacia
uno/a mismo/a o hacia los otros, proyectado en formas diversas como rabia, sentimiento de
culpabilidad o impotencia ante lo inevitable de la situación.

3. Negociación
La negociación suele ser con nosotros mismos, prometiendo cambiar cosas a futuro si el
pronóstico cambia o, de cara al pasado, pensando qué deberíamos haber cambiado para
evitar encontrarnos ante esa enfermedad.

4. Depresión
Esta es la fase de derrumbe, de inacción ante lo inevitable. Sentimos que nada se puede
hacer y nos abandonamos ante la falta de esperanza. Puede ir unida ante una sensación de
culpabilidad o de injusticia, por sentir bien el peso de lo que ha pasado, bien no entendiendo el
porqué nos está pasando a nosotros.

5. Aceptación
Esta es la etapa más activa, en la que, conscientes de la situación, vivimos el presente,
realizando las despedidas que consideremos o cerrando asuntos pendientes.

Estas etapas pueden no vivirse de manera secuencial y producirse saltos entre cada una de
ellas. Identificar en qué momento estamos puede suponer un modo de canalizar nuestras
propias emociones, dejando que fluyan y sabiendo que se trata de sensaciones temporales y
naturales.

2. Desde tu punto de vista y a través del material revisado en esta semana ¿Qué tan
preparadas están las personas para afrontar de un modo adecuada la pérdida de un ser
cercano (proceso de duelo)? Argumenta tu respuesta.

El ser humano necesita de los vínculos para crecer y desarrollarse. Cuando algunos de esos
vínculos se rompen, surge un periodo de gran intensidad emocional al que llamamos duelo.
Si la pérdida es radical y definitiva, como en el caso de la muerte, todas las dimensiones de la
persona se ven afectadas (dimensión física, emocional, cognitiva, conductual, social y
espiritual) de tal manera que la persona se puede llegar a sentir incapaz de superarlo y/o
desarrollar un duelo patológico que requerirá la intervención profesional para su recuperación.
Son muchos los factores que intervienen en el tipo de duelo, como circunstancias de la
muerte, relación con el fallecido, personalidad y antecedentes del deudo y, el contexto
sociofamiliar.
Para el completo restablecimiento de una pérdida, el deudo atravesará una serie de etapas o
fases y deberá realizar cuatro tareas fundamentales: 1. Aceptar la realidad de la pérdida. 2.
Expresar las emociones y el dolor. 3. Adaptarse a un medio en el que el ser querido está
Unidad
Materia

ausente. 4. Recolocar emocionalmente al fallecido y continuar viviendo.

3. Después de la revisión de nuestro curso realiza una propuesta sencilla de apoyo para
enfrentar la muerte, tanto a nivel personal cómo la de un ser cercano

La pérdida de alguien significativo produce una amplia gama de reacciones que pueden y
deben considerarse como normales y adaptativas, tal y como hemos visto en apartados
anteriores. No debemos olvidar que la mayoría de las personas son capaces de afrontar y
realizar adecuadamente el duelo sin ayuda. Las decisiones diagnósticas y de intervención han
de ser prudentes para evitar la interferencia en un proceso humano normal.

Desde esta perspectiva, apunta que realicemos unas tareas para ser conscientes e integrar a
nivel emocional el recuerdo de la persona o figura ausente.

1. Aceptar la pérdida: Se trata de afrontar la realidad y evitar la negación. Ayuda a tomar


conciencia el hecho de realizar rituales según la cultura y la creencia de la persona fallecida,
compartiendo así el dolor con la familia y los amigos más cercanos.
2. Experimentar las emociones y el dolor: Aunque hayan pasado semanas o meses después
de la muerte, es frecuente acordarse y sentir dolor. Hay que permitirse que surjan las
emociones y sentirlas.
3. Adaptarse al medio en el que la persona no está: Para ello hay que cambiar tanto la rutina
como plantearse nuevos objetivos, siendo flexible y reinventarse, para que la vida adquiera un
nuevo sentido.
4. Recolocar emocionalmente al fallecido y continuar viviendo: No consiste en renunciar a la
persona fallecida sino en tratar de recordarla de una manera adaptativa, sin dolor, aunque
cierta tristeza es inevitable hasta que poco a poco el dolor se desvanezca.

CONCLUSIÓN:

Los duelos, por muy dolorosos y complicados que resulten, pueden ser oportunidades
excepcionales para nuestro crecimiento personal y realización, siempre y cuando seamos
capaces de afrontarlos y de integrar la correspondiente pérdida. La persona sana es aquella
que no intenta escapar del dolor, sino que sabiendo que ocurrirá intenta saberlo manejar.

Nos guste o no, el hospital se ha convertido en el marco institucional que engloba y recoge en
Occidente el proceso de morir (hasta los años 50 el 80 % de las muertes tenían lugar en casa y
apenas un 15 % en el Hospital; hoy casi el 75 % de la muerte urbana se ubica en el medio
hospitalario [69]]... sin embargo no se han dotado los medios pertinentes de
infraestructuras materiales y personales para acoger esta nueva praxis (aunque creemos que lo mejor
sería morir en casa).
Cómo nos indican Cabello Mohedano et al [70] se precisan de componendas inaplazables ÉTICAS y
ESTÉTICAS.

§ Éticamente no se debe alargar la agonía estérilmente, delimitándose el punto de frontera que


permite respetar la DIGNIDAD HUMANA, aliviándola de una fría supervivencia tecnológica.
Unidad
Materia

§ Estéticamente dotando a los hospitales y al P.S. de medios y conocimientos para atender las
necesidades BIOPSICOSOCIALES (somáticas, afectivas, emocionales y espirituales) que el paciente
demande, centradas en la DIGNIDAD DEL BIEN MORIR.

BIBLIOGRAFIAS:

 https://www.grupoasvserviciosfunerarios.com/blog/como-afrontar-nuestra-propia-muerte

 https://www.psicologiamorali.com/estrategias-para-superar-el-duelo/

 https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1137-66272007000600012

 https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1135-76062002000400004

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