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La temperatura es una medida de la energía cinética que poseen las moléculas que constituyen un cuerpo. En la tabla 1 se
recogen las equivalencias entre las distintas unidades de temperatura que se utilizan.
La temperatura se mide mediante un termómetro. Los termómetros pueden estar graduados en cualquiera de las tres escalas
de temperatura: Kelvin, Celsius y Fahrenheit.
La escala Celsius, utiliza dos puntos básicos de referencia: cuando el agua empieza a congelarse (0 º C) y cuando empieza
a hervir (100 º C).
La escala Kelvin, utiliza como referencia la ausencia total de calor en un cuerpo (0 ° K) y el punto en el que empieza a
hervir el agua son 373 ºK.
La escala Fahrenheit, está orientada a medir el tiempo climatológico. Una de las teorías dice que su inventor Fahrenheit,
estableció el 0 °F y los 100 °F en la escala, al grabar la más baja temperatura climatológica que él pudo medir en invierno y
su propia temperatura corporal, al encontrarse en un ligero estado de fiebre.
Como vemos en la figura 1, observaras que tanto el termómetro graduado en Kelvin como el Celsius, disponen de 100
intervalos de temperatura que corresponden a una diferencia de 100 grados. Esto da como consecuencia que los
incrementos de temperatura en grados Kelvin y centígrados coinciden. Veamos un ejemplo de lo aclare. Vamos a
calcular primero cuál es el incremento de temperatura, T, al pasar de 30 °C a 250 °C.
Si convertimos ahora las temperaturas inicial y final en grados Kelvin y calculamos de nuevo el incremento de temperatura
comprobaremos que ambos coinciden.
Esta relación es muy importante ya que las diferencias de temperatura suelen expresarse en K y no en °C, puesto que
coinciden. Por ejemplo, se habla de que el diferencial de un termostato es de 5K, o de un recalentamiento de 3K en una
máquina frigorífica.