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NOVELAS EJEMPLARES .
BIBLIOTECA CLASICA .
NOVELAS
EJEMPLARES
POR
CERVANTES SAAVEDRA .
TOMO I.
MADRID
IMPRENTA CENTRAL Á CARGO DE VÍCTOR SAIZ
Calle de la Colegiata , 6
1878
A D. PEDRO FERNANDEZ DE CASTRO ,
1
AL AUTOR ,
Y si la naturaleza
En la mucha variedad
Enseña mayor beldad ,
Más artificio y belleza;
Celebre con más presteza
Cervantes raro y sutil ,
Aqueste florido Abril,
Cuya variedad admira
La fama veloz , que mira
En él variedades mil .
Á LOS LETORES .
LA GITANILLA .
Arbol preciosísimo ,
Que tardó en dar fruto
Años que pudieron
Cubrirle de luto ,
Y hacer los deseos
Del consorte puros ,
Contra su esperanza
No muy bien seguros;
De cuyo tardarse
Nació aquel disgusto ,
Que lanzó del templo
Al yaron más justo :
Santa tierra estéril ,
Que al cabo produjo
Toda la abundancia
Que sustenta el mundo ;
Casa de moneda ,
Do se forjó el cuño
Que dió á Dios la forma
Que como hombre tuvo ;
Madre de una hija ,
En quien quiso y pudo
Mostrar Dios grandezas
14 NOVELAS EJEMPLARES .
Sobre humano curso :
Por vos y por ella
Sois , Ana , el refugio
Do van por remedio
Nuestros infortunios.
En cierta manera
Teneis , no lo dudo ,
Sobre el nieto imperio
Pïadoso y justo.
A ser comunera
Del alcázar sumo ,
Fueran mil parientes
Con vos de consuno .
¡ Qué hija y qué nieto !
Y qué yerno ! Al punto ,
A ser causa justa ,
Cantárades triunfos.
Pero vos , humilde,
Fuistes el estudio
Donde vuestra Hija
Hizo humildes cursos ;
Y agora á su lado ,
A Dios el más junto
Gozais , de la alteza
Que apenas barrunto .
-
LA GITANILLA . 15
res, y pisad el polvito á tan menudito . » Y ella respondió
sin dejar el baile : «Y pisarélo yo á tan menudó . »
Acabáronse las vísperas y la fiesta de Santa Ana , y quedó
Preciosa algo cansada ; pero tan celebrada de hermosa , de
aguda y de discreta y de bailadora , que á corrillos se ha
blaba della en toda la corte . De alli á quince dias volvió á
Madrid con otras tres muchachas, con sonajas y con un
baile nuevo , todas apercibidas de romances y de cantar
cillos alegres , pero todos honestos ; que no consentía
Preciosa que las que fuesen en su compañía cantasen
cantares descompuestos , ni ella los cantó jamás , y muchos
miraron en ello y la tuvieron en mucho . Nunca se apartaba
della la gitana vieja , hecha su Argos , temerosa no se la
despabilasen y traspusiesen ; llamábala nieta , y ella la tenía
por abuela . Pusiéronse á bailar á la sombra en la calle de
Toledo , y de los que las venian siguiendo se hizo luego un
gran corro , y en tanto que bailaban , la vieja pedia limosna
á los circunstantes , y llovian en ella ochavos y cuartos
como piedras á tablado ; que tambien la hermosura tiene
fuerza de despertar la caridad dormida .
Acabado el baile , dijo Preciosa :
-Si me dan cuatro cuartos, les cantaré un romance yo
sola , lindísimo en extremo , que trata de cuando la Reina ,
nuestra señora , Margarita salió á misa de parida en Valla
dolid y fué à San Llorente : digoles que es famoso , y com
puesto por un poeta de los del número , como capitan de
batallon .
Apenas hubo dicho esto , cuando casi todos los que en la
rueda estaban dijeron á voces : «Cántale , Preciosa , y ves
aquí mis cuatro cuartos ; » y así granizaron sobre ella cuar
tos, que la vieja no se daba manos á cogerlos. Hecho ,
pues, su agosto y su vendimia, repicó Preciosa sus sona
jas , y al tono correntío y loquesco cantó el siguiente ro
mance :
16 NOVELAS EJEMPLARES .
Salió á misa de parida
La mayor Reina de Europa ,
En el valor y en el nombre
Rica y admirable joya .
Como los ojos se lleva ,
Se lleva las almas todas
De cuantos miran y admiran
Su devocion y su pompa .
Y para mostrar que es parte
Del cielo en la tierra toda ,
A un lado lleva el sol de Austria ,
Al otro la tierna aurora .
A sue espaldas la sigue
Un lucero que á deshora
Salió la noche del dia
Que el cielo y la tierra lloran .
Y si en el cielo hay estrellas
Que lucientes carros forman ,
En otros carros su cielo
Vivas estrellas adornan .
Aquí el anciano Saturno
La barba pule y remoza ,
Y aunque es tardo , va ligero ;
Que el placer cura la gota .
El dios parlero va en lenguas
Lisonjeras y amorosas ,
Y Cupido en cifras várias ,
Que rubíes y perlas bordan .
Allí va el furioso Marte
En la persona curiosa
De más de un gallardo jóven ,
Que de su sombra se asombra .
Junto á la casa del sol
Va Júpiter ; que no hay cosa
Dificil á la privanza
LA GITANILLA . 17
Fundada en prudentes obras .
Va la luna en las mejillas
De una y otra humana diosa ,
Vénus casta en la belleza
De las que este cielo forman .
Pequeñuelos Ganimedes
Cruzan , van , vuelven y tornan
Por el cinto tachonado
Desta esfera milagrosa .
Y para que todo admiré
Y todo asombre , no hay cosa
Que de liberal no pase
Hasta el extremo de pródiga .
Milan con sus ricas telas
Allí va en vista curiosa ,
Las Indias con sus diamantes ,
Y Arabia con sus aromas .
Con los mal intencionados
Va la envidia mordedora ,
Y la bondad en los pechos
De la lealtad española .
La alegría universal ,
Huyendo de la congoja,
Calles y plazas discurre ,
Descompuesta y casi loca .
A mil mudas bendiciones
Abre el silencio la boca ,
Y repiten los muchachos
Lo que los hombres entonan .
Cuál dice : «Fecunda vid,
Crece , sube , abraza y toca
El olmo felice tuyo ,
Que mil siglos te haga sombra ,
»Para gloria de tí misma ,
Para bien de España y honra,
2
18 NOVELAS EJEMPLARES .
Para arrimo de la Iglesia ,
Para asombro de Mahoma .»
Otra lengua clama y dice :
«Vivas , oh blanca paloma ,
Que nos has dado por crias
Aguilas de dos coronas ,
» Para ahuyentar de los aires
Las de rapiña furiosas,
Para cubrir con sus alas
A las virtudes medrosas . »
Otra más discreta y grave ,
Más aguda y más curiosa
Dice , vertiendo alegría
Por los ojos y la boca :
«Esta perla que nos diste ,
Nácar de Austria , única y sola ,
¡ Qué de máquinas que rompe !
Qué de designios que corta !
» ; Qué de esperanzas que infunde!
¡ Qué de deseos malogra!
¡ Qué de temores aumenta!
¡Qué de preñados aborta ! »
En esto se llegó al templo
Del fénix santo que en Roma
Fué abrasado , y quedó vivo
En la fama y en la gloria .
A la imágen de la vida ,
A la del cielo Señora ,
A la que por ser humilde
Las estrellas pisa ahora ;
A la Madre y Vírgen junto ,
A la Hija y á la Esposa
De Dios , hincada de hinojos,
Margarita así razona :
« Lo que me has dado te doy ,
LA GITANILLA . 49
Mano siempre dadivosa ;
Que á do falta el favor tuyo
Siempre la miseria sobra .
» Las primicias de mis frutos
Te ofrezco, Vírgen hermosa :
Tales cuales son las mira ,
Recibe , ampara y mejora.
»A su padre te encomiendo ,
Que humano Atlante se encorva
Al peso de tantos reinos
Y de climas tan remotas.
» Sé que el corazon del Rey
En las manos de Dios mora ,
Y sé que puedes con Dios
Cuanto pidieres piadosa . »
Acabada esta oracion ,
Otra semejante entonan
Himnos y voces que muestran
Que está en el suelo la gloria .
Acabados los oficios
Con rëales ceremonias ,
Volvió a su punto este cielo
Y esfera maravillosa .
Hermosita , hermosita ,
La de las manos de plata ,
Más te quiere tu marido
Que el rey de las Alpujarras .
Eres paloma sin hiel ,
Pero a veces eres brava
Como leona de Oran
O como tigre de Ocaña .
Pero en un tras , en un tris ,
El enojo se te pasa ,
Y quedas como alfeñique
O como cordera mansa .
Riñes mucho y comes poco ;
Algo celosita andas ;
Que es jugueton el tiniente ,
LA GITANILLA . 27
Y quiere arrimar la vara .
Cuando doncella te quiso
Uno de una buena cara ;
Que mal hayan los terceros
Que los gustos desbaratan .
Si á dicha tú fueras monja ,
Hoy tu convento mandaras ,
Porque tienes de abadesa
Más de cuatrocientas rayas .
No te lo quiero decir ;
Pero poco importa, vaya :
Enviudarás otra vez,
Y otras dos serás casada .
No llores , señora mia ;
Que no siempre las gitanas
Decimos el Evangelio ;
No llores , señora , acaba .
Como te mueras primero
Que el señor tiniente , basta
Para remediar el daño
De la viudez que amenaza .
Has de heredar , y muy presto .
Hacienda en mucha abundancia ;
Tendrás un hijo canónigo ;
La iglesia no se señala ;
De Toledo no es posible ,
Una hija rubia у blanca
Tendrás , que si es religiosa ,
Tambien vendrá á ser perlada .
Si tu esposo no se muere
Dentro de cuatro semanas ,
Verásle corregidor
De Burgos ó Salamanca .
Un ' unar tienes : ¡ qué lindo !
¡Ay Jesus, qué luna clara !
28 NOVELAS EJEMPLARES .
¡ Qué sol , que allá en los antípodas
Escuros valles aclara !
Más de dos ciegos por verle
Dieran más de cuatro blancas .
Agora sí es la risica ;
¡ Ay , que bien haya esa gracia !
Guardate de las caidas ,
Principalmente de espaldas ,
Que suelen ser peligrosas
En las principales damas .
Cosas hay más que decirte :
Si para el viernes me aguardas ,
Las oirás , que son de gusto ,
Y algunas hay de desgracias .
Cabecita , cabecita ,
Tente en tí , no te resbales ,
Y apareja dos puntales
De la paciencia bendita .
Solicita
La bonita
Confiancita;
No te inclines
A pensamientos rüines ;
Verás cosas
Que toquen en milagrosas,
Dios delante
Y San Cristóbal gigante .
1
LA GITANILLA . 55
que hermosísima , en fin era gitana : privilegio de la her
mosura , que trae al redopelo y por la melena á sus piés á
la voluntad más exenta.
De allí á cuatro dias llegaron á una aldea dos leguas de
Toledo , donde asentaron su aduar , dando primero algunas
prendas de plata al alcalde del pueblo en fianzas de que en
él ni en todo su término no hurtarian ninguna cosa . Hecho
esto, todas las gitanas viejas, algunas mozas y los gitanos
se esparcieron por todos los lugares , ó á lo menos aparta
dos por cuatro o cinco leguas de aquel donde habian asen
tado su real . Fué con ellos Andrés á tomar la primera li
cion de ladron ; pero aunque le dieron muchas en aquella
salida , ninguna se le asento ; ántes correspondiendo a su
buena sangre , con cada hurto que sus maestros hacian se
le arrancaba el alma, y tal vez hubo que pagó de su dinero
los hurtos que sus compañeros habian hecho , conmovido
de las lágrimas de sus dueños ; de lo cual los gitanos se
desesperaban , diciéndole que era contravenir á sus estatu
Los y ordenanzas , que prohibian la entrada a la caridad en
sus pechos , la cual en teniéndola , habian de dejar de ser
ladrones , cosa que no les estaba bien en ninguna manera .
Viendo , pues, esto Andrés , dijo que él queria hurtar por si
solo , sin ir en compañía de nadie ; porque para huir del pe
ligro tenia ligereza , y para acometelle no le faltaba el áni
mo ; así que , el premio ó el castigo de lo que hurtase , que
ria que fuese suyo .
Procuraron los gitanos disuadirle deste propósito , di
ciéndole que le podrian suceder ocasiones donde fuese
necesaria la compañía , así para acometer como para defen
derse, y que una persona sola no podia hacer grandes pre
sas . Pero por más que dijeron , Andrés quiso ser ladron
solo y señero , con intencion de apartarse de la cuadrilla
y comprar por su dinero alguna cosa que pudiese decir
que la habia hurtado , y deste modo cargar lo que menos
pudiese sobre su conciencia . Usando , pues, desta indus
56 NOVELAS EJEMPLARES .
tria , en menos de un mes trujo más provecho á la compa
ñía que trujeron cuatro de los más estirados ladrones
della ; de que no poco se holgaba Preciosa viendo á su
tierno amante tan lindo y tan despejado ladron ; pero con
todo eso estaba temerosa de alguna desgracia ; que no
quisiera ella verle en afrenta por todo el tesoro de Vene
cia , obligada á tenerle aquella buena voluntad por los mu
chos servicios y regalos que su Andrés le hacía .
Poco más de un mes se estuvieron en los términos de
Toledo , donde hicieron su agoslo , aunque era por el mes
de Setiembre , y desde allí se entraron en Extremadura , por
ser tierra rica y caliente . Pasaba Andrés con Preciosa lio
nestos , discretos y enamorados coloquios ; y ella poco á
poco se iba enamorando de la discrecion y buen trato de
su amante, y él , del mismo modo , si pudiera crecer su
amor , fuera creciendo : tal era la honestidad , discrecion y
belleza de su Preciosa . A do quiera que llegaban , él se lle
vaba el precio y las apuestas de corredor y de saltar más
que ninguno ; jugaba a los bolos y á la pelota extremada
mente ; tiraba la barra con mucha fuerza y singular des
treza ; finalmente , en poco tiempo voló su fama por toda
Extremadura , y 10 habia gar donde no hablase de la
gallarda disposicion del gitano Andrés Caballero y de sus
gracias y habilidades , y al par desta fama corria la de la
hermosura de la Gitanilla , y no habia villa , lugar ni aldea
donde no los llamasen para regocijar las fiestas votivas su
yas , ó para otros particulares regocijos . Desta manera iba
el aduar rico , próspero y contento , y los amantes gozosos
con solo mirarse .
Sucedió , pues, que teniendo el aduar entre unas encinas,
algo apartado del camino real , oyeron una noche casi á la
mitad della ladrar sus perros con mucho ahinco y más de
lo que acostumbraban ; salierori algunos gitanos , y con
ellos Andrés , á ver á quién ladraban , y vieron que se de
fendia dellos un hombre vestido de blanco , á quien tenían
LA GITANILLA . 57
dos perros asido de una pierna : llegaron , y quitáronle , y
uno de los gitanos le dijo :
--¿Quién diablos os trujo por aquí , hombre , á tales ho
ras y tan fuera de camino ? ¿venís á hurtar por ventura ?
porque en verdad que habeis llegadu á buen puerto .
-No vengo á hurtar, respondió el mordido , ni sé si
vengo ó no fuera de camino , aunque bien veo que ven
go descaminado ; pero decidme , señores , ¿está por aquí
alguna venta ó lugar donde pueda recogerme esta noche ,
y curarme de las heridas que vuestros perros me han
hecho ?
-No hay lugar ni venta donde podamos encaminaros ,
respondió Andrés ; mas para curar vuestras heridas y alo
jaros esta noche no os faltará comodidad en nuestros ran
chos : venios con nosotros, que aunque somos gitanos, no
lo parecemos en la caridad .
-Dios la use con vosotros , respondió el hombre , y lle
vadme donde quisiéredes ; que el dolor desta pierna me
fatiga mucho .
Llegóse á él Andrés y otro gitano caritativo (que áun en
tre los demonios hay unos peores que otros , y entre mu
chos malos hombres suele haber alguno bueno) , y entre
los dos le llevaron . Hacía la noche clara con luna , de ma
nera que pudieron ver que el hombre era mozo , de gentil
rostro y talle : venía vestido todo de lienzo blanco , y atra
vesada por las espaldas y ceñida a los pechos una como
camisa ó talega de lienzo . Llegaron á la barraca ó toldo de
Andrés , y con presteza encendieron lumbre y luz , y acudió
luego la abuela de Preciosa á curar el herido , de quien ya le
habian dado cuenta . Tomó algunos pelos de los perros , frió
los en aceite, y lavando primero con vino dos mordedu
ras que tenía en la pierna izquierda , le puso los pelos con
el aceite en ellas , y encima un poco de romero verde mas
cado ; lióselo muy bien con paños limpios , y santiguole
las heridas , y dijole:
58 NOVELAS EJEMPLARES .
ANDRÉS .
Mira, Clemente , el estrellado velo
Con que esta noche fria
Compite con el dia ,
De luces bellas adornado el cielo ;
Y en esta semejanza ,
Si tanto tu divino ingenio alcanza ,
Aquel rostro figura
Donde asiste el extremo de hermosura .
CLEMENTE .
Donde asiste el extremo de hermosura ,
Y adonde la Preciosa
70 NOLELAS EJEMPLARES .
Honestidad hermosa
Con todo extremo de bondad se apura ,
En un geto cabe ,
Que no hay humano ingenio que le alabe ,
Si no toca en divino ,
En alto , en raro , en grave y peregrino .
ANDRÉS .
En alto , en raro , en grave y peregrino
Estilo nunca usado ,
Al cielo levantado ,
Por dulce al mundo y sin igual camino ,
Tu nombre ; oh Gitanilla !
Causando asombro , espanto y maravilla ,
La fama yo quisiera
Que le llevara hasta la octava esfera.
CLEMENTE .
Que le llevara hasta la octava esfera
Fuera decerte y justo ,
Dando á los cielos gusto
Cuando el són de su nombre allá se oyera ,
Y en la tierra causara ,
Por donde el dulce nombre resonara ,
Música en los oidos ,
Paz en las almas , gloria en los sentidos .
ANDRÉS .
Paz en las almas , gloria en los sentidos
Se siente cuando canta
La sirena que encanta
Y adormece á los más apercebidos ;
Y tal es mi Preciosa ,
Que es lo menos que tiene ser hermosa :
Dulce regalo mio ,
Corona del donaire , honor del brío .
CLEMENTE.
Corona del donaire , honor del brío
LA GITANILLA . 71
Eres , bella Gitana ,
Frescor de la mañana ,
Céfiro blando en el ardiente estío ,
Rayo con que amor ciego
Convierte el pecho más de nieve en fuego ;
Fuerza que ansi la hace
Que blandamente mata y satisface . '
FIN DE LA GITANILLA ,
EL AMANTE LIBERAL .
44
تس
108 NOVELAS EJEMPLARES .
que las más despachó el Cadí sin dar traslado á la parte ,
sin autos, demandas ni respuestas ; que todas las causas (si
no son las matrimoniales) se despachan en pié y en un
punto , más á juicio de buen varon que por ley alguna ; y
entre aquellos bárbaros , si lo son en esto , el Cadí es el
juez competente de todas las causas , que las abrevia en la
uña y las sentencia en un soplo , sin que haya apelacion
de su sentencia para otro tribunal .
En esto entró un chauz , que es como alguacil , y dijo que
estaba á la puerta de la tienda un judío , que traia á vender
una hermosísima cristiana : mandó el Cadí que le hiciese
entrar . Salió el chauz , y volvió a entrar luego , y con él un
venerable judío que traia de la mano á una mujer vestida
en hábito berberisco , tan bien aderezada y compuesta ,
que no lo pudiera estar tan bien la más rica mora de Fez
ni de Marruecos , que en aderezarse llevan la ventaja á to
das las africanas , aunque entren las de Argel con sus perlas
tantas . Venía cubierto el rostro con un tafetan carmesí ;
por las gargantas de los piés , que se descubrian , parecian
dos carcajes (que así se llaman las manillas en arábigo) , al
parecer de puro oro ; y en los brazos , que asimismo por
una camisa de cendal delgado se descubrian ó traslucian ,
traia otros carcajes de oro , sembrados de muchas perlas ;
en resolucion , en cuanto el traje , ella venía rica y gallar
damente aderezada . Admirados desta primera vista el Cadí
y los demas bajáes , antes que otra cosa dijesen ni pregun
tasen , mandaron al judío que hiciese que se quitase el an
tifaz la cristiana : hízolo así , y descubrió un rostro que así
deslumbró los ojos y alegró los corazones de los circuns
tantes , como el sol que por entre cerradas nubes , despues
de mucha escuridad , se ofrece á los ojos de los que le
desean : tal era la belleza de la cautiva cristiana , y tal su
brío y su gallardía . Pero en quien con más efeto hizo im
presion la maravillosa luz que habia descubierto , fué en el
lastimado Ricardo , como en aquel que mejor que otro la
EL AMANTE LIBERAL . 109
conocia , pues era su cruel y amada Leonisa , que tantas
veces y con tantas lágrimas por él habia sido tenida у llo
rada por muerta . Quedó , á la improvisa vista de la singular
belleza de la cristiana , traspasado y rendido el corazon de
Alí , y en el mismo grado y con la misma herida se halló el
de Hazan , sin quedarse éxento de la amorosa llaga el del
Cadí , que , más suspenso que todos , no sabía quitar los ojos
de los hermosos de Leonisa. Y para encarecer las poderosas
fuerzas de amor , se ha de saber que en aquel mismo punto
nació en los corazones de los tres una , á su parecer , firme
esperanza de alcanzarla y de gozarla ; y así , sin querer sa
ber el cómo , ni el dónde , ni cuándo habia venido á poder
del judío , le preguntaron el precio que por ella queria . El
codicioso judío respondió que cuatro mil doblas , que vie
nen á ser dos mil escudos ; mas apenas hubo de clarado el
precio , cuando Alí-bajá dijo que él los daba por ella , y que
fuese luego á contar el dinero a su tienda; empero Hazan
bajá , que estaba de parecer de no dejarla , aunque aventu
rase en ello la vida , dijo :
-Yo asimismo doy por ella las cuatro mil doblas que el
judío pide , y no las diera ni me pusiera á ser contrario de
lo que Ali ha dicho , si no me forzara lo que él mismo dirá
que es razon que me obligue y fuerce , y es , que esta gentil
esclava no pertenece para ninguno de nosotros , sino para
el Gran Señor solamente ; y así digo que en su nombre la
compro : veamos agora quién será el atrevido que me la
quite .
-Yo seré , replicó Alí , porque para el mismo efeto la
compro , y estáme á mí más á cuento hacer al Gran Señor
este presente , por la comodidad de llevarla luego á Cons
tantinopla , granjeando con él la voluntad del Gran Señor ;
que como hombre que quedo (Hazan , como tú ves) sin
cargo alguno , he menester buscar medios de tenerle , de lo
que tú estás seguro por tres años , pues hoy comienzas á
mandar y á gobernar este riquísimo reino de Chipre : asi
110 NOVELAS EJEMPLARES.
1
LA ESPANOLA INGLESA . 213
palacio ante la Reina , la cual ya de su camarera estaba in
formada del amor grande que su hijo tenía á Isabela , y con
lágrimas habia suplicado á la Reina perdonase al Conde .
Llegó Arnesto ante la Reina , la cual , sin entrar con él en ra
zones , le mandó quitar la espada y llevar preso á una torre.
Todas estas cosas atormentaban el corazon de Isabela y
de sus padres , que tan presto veian turbado el mar de su
sosiego . Aconsejó la camarera á la Reina que para sosegar
el mal que podia suceder entre su parentela y la de Rica
redo , que se quitase la causa de por medio , que era Isabe
la , enviándola á España , y así cesarian fácilmente todos los
efetos que debian de temerse ; añadiendo á estas razones
decir que Isabela era católica , y tan cristiana , que ninguna
de sus persuasiones , que habian sido muchas , la habian
podido torcer en nada de su católico intento . A lo cual res
pondió la Reina que por eso la estimaba en más, pues tan
bien sabía guardar la ley que sus padres la habian enseña
do , y que en lo de enviarla á España no tratase , porque su
hermosa presencia y sus muchas gracias y virtudes le
daban mucho gusto , y que sin duda , si no aquel dia , otro ,
se la habia de dar por esposa á Ricaredo, como se lo
tenía prometido .
Con esta resolucion de la Reina quedó la camarera tan
desconsolada , que no le replicó palabra , y pareciéndole lo
que ya le habia parecido , que si no era quitando á Isabela
de por medio no habia de haber medio alguno que la ri
gurosa condicion de su hijo ablandase ni redujese á tener
paz con Ricaredo , determinó de hacer una de las mayores
crueldades que pudo caber jamás en pensamiento de mujer
principal , y tanto como ella lo era ; y fué su determinacion
matar con tósigo á Isabela ; y como por la mayor parte sea
la condicion de las mujeres ser prestas y determinadas ,
aquella misma tarde atosigó á Isabela en una conserva que
le dió, forzándola que la tomase , por ser buena contra las
ánsias de corazon que sentia .
214 NOVELAS . EJEMPLARES .
Poco espacio pasó despues de haberla tomado , cuando á
Isabela se le comenzó á hinchar la lengua y la garganta , y
á ponérsele denegridos los labios y á enronquecérsele la
voz , turbársele los ojos y apretársele el pecho ; todas co
nocidas señales de haberle dado veneno . Acudieron las
damas á la Reina , contándole lo que pasaba , y certificando
que la camarera habia hecho aquel mal recaudo . No fué
menester mucho para que la Reina lo creyese , y asi fué á
ver á Isabela , que ya casi estaba espirando . Mandó llamar
la Reina con priesa á sus médicos, y en tanto que tarda
ban , la hizo dar cantidad de polvos de unicornio , con otros
muchos antídotos que los grandes principes suelen tener
prevenidos para semejantes necesidades . Vinieron los mé
dicos y esforzaron los remedios , y pidieron a la Reina hi
ciese decir á la camarera qué género de veneno le habia
dado ; porque no se dudaba que otra persona alguna sino
ella la hubiese envenenado . Ella lo descubrió, y con esta
noticia los médicos aplicaron tantos remedios y tan efica
ces , que con ellos y con el ayuda de Dios , quedó Isabela
con vida , ó , á lo menos, con esperanza de tenerla .
Mandó la Reina prender a su camarera y encerrarla en
un aposento estrecho de palacio , con intencion de casti
garla como su delito merecia , puesto que ella se disculpa
ba diciendo que en matar á Isabela hacía sacrificio al
cielo , quitando de la tierra á una católica , y con ella la
ocasion de las pendencias de su hijo . Estas tristes nuevas ,
oidas de Ricaredo , le pusieron en términos de perder el jui
cio : tales eran las cosas que hacía y las lastimeras razones
con que se quejaba. Finalmente , Isabela no perdió la vida ;
que el quedar con ella la naturaleza lo conmutó en dejarla
sin cejas, pestañas y sin cabello , el rostro hinchado , la tez
perdida , los cueros levantados y los ojos lagrimosos . Fi
nalmente , quedó tan fea , que como hasta allí habia pare
cido un milagro de hermosura , entonces parecia un mons
truo de fealdad . Por mayor desgracia tenian los que la
LA ESPAÑOLA INGLESA . 215
conocian haber quedado de aquella manera , que si la hu
biera muerto el veneno . Con todo esto , Ricaredo se la pi
dió á la Reina , y le suplicó se la dejase llevar á su casa ,
porque el amor que la tenía pasaba del cuerpo al alma , y
que si Isabela habia perdido su belleza , no podia haber per
dido sus infinitas virtudes.
-Así es , dijo la Reina ; lleváosla , Ricaredo , y haced
cuenta que llevais una riquísima joya encerrada en una caja
de madera tosca . Dios sabe si quisiera dárosla como me la
entregasteis , pero pues no es posible , perdonadme : quizá
el castigo que diere á la cometedora de tal delito satisfará
en algo el deseo de la venganza .
Muchas cosas dijo Ricaredo á la Reina , disculpando á la
camarera , y suplicándola la perdonase , pues las disculpas
que daba eran bastantes para perdonar mayores insultos.
Finalmente , le entregaron á Isabela y á sus padres , y Ri
caredo los llevó á su casa , digo , á la de sus padres . Á las
ricas perlas y al diamante añadió otras joyas la Reina y
otros vestidos tales , que descubrieron el mucho amor que
á Isabela tenía , la cual duró dos meses en su fealdad , sin
dar indicio alguno de poder reducirse á su primera hermo
sura ; pero al cabo deste tiempo comenzó á caérsele el cue
ro y a descubrirsele su hermosa tez .
En este tiempo los padres de Ricaredo , pareciéndoles no
ser posible que Isabela en sí volviese , determinaron enviar
por la doncella de Escocia con quien primero que con Isa
bela tenian concertado de casar á Ricaredo ; y esto sin que
él lo supiese , no dudando que la hermosura presente de la
nueva esposa hiciese olvidar á su hijo la ya pasada de Isa
bela , á la cual pensaban de enviar á España con sus pa
dres , dándoles tanto haber y riquezas , que recompensasen
sus pasadas pérdidas .
No pasó mes y medio , cuando , sin sabiduría de Ricaredo ,
la nueva esposa se le entró por las puertas , acompañada
como quien ella era , y tan hermosa , que despues de la
216 NOVELAS EJEMPLARES .
Isabela que solia ser , no habia otra tan bella en todo Lón
dres . Sobresaltóse Ricaredo con la improvisa vista de la
doncella , y temió que el sobresalto de su venida habia de
acabar la vida á Isabela ; y así , para templar este temor , se
fué al lecho donde Isabela estaba , y hallóla en compañía de
sus padres, delante de los cuales le dijo :
-Isabela de mi alma , mis padres , con el grande amor
que me tienen , áun no bien enterados del mucho que yo
te tengo , han traido á casa una doncella escocesa , con
quien ellos tenian concertado de casarme antes que yo co
nociese lo que vales ; y esto , á lo que creo , con intencion
que la mucha belleza desta doncella borre de mi alma la
tuya , que en ella estampada tengo . Yo , Isabela , desde el
punto que te quise , fué con otro amor de aquel que tiene
su fin y paradero en el cumplimiento del sensual apetito ;
que puesto que tu corporal hermosura me cautivó los sen
tidos , tus infinitas virtudes me aprisionaron el alma , de
manera que si hermosa te quise , fea te adoro , y para con
firmar esta verdad , dame esa mano .
Y dándole ella la derecha y asiéndola él con la suya ,
prosiguió diciendo :
-Por la fe católica que mis cristianos padres me ense
ñaron , la cual , si no está en la entereza que se requiere ,
por aquella juro que guarda el Pontifice romano , que es la
que yo en mi corazon confieso, creo y tengo ; y por el ver
dadero Dios que nos está oyendo , te prometo , ¡ oh Isabela ,
mitad de mi alma ! de ser tu esposo , y lo soy desde luego ,
si tú quieres levantarme á la alteza de ser tuyo .
Quedó suspensa Isabela con las razones de Ricaredo , y
sus padres atónitos y pasmados . Ella no supo qué decir ni
hacer otra cosa que besar muchas veces la mano de Rica
redo , y decirle con voz mezclada con lágrimas que ella le
aceptaba por suyo y se entregaba por su esclava . Besóla
Ricaredo en el rostro feo , no habiendo tenido jamás atre
vimiento de llegarse á él cuando hermoso . Los padres de
LA ESPAÑOLA INGLESA . 217
Isabela solemnizaron con tiernas y muchas lágrimas las
fiestas del desposorio ; Ricaredo les dijo que él dilataria el
casamiento de la escocesa que ya estaba en casa , del modo
que despues verian , y cuando su padre los quisiese enviar
á España á todos tres , no lo rehusasen , sino que se fuesen
y le aguardasen en Cádiz o en Sevilla dos años, dentro de
los cuales les daba su palabra de ser con ellos , si el cielo
tanto tiempo le concedia de vida ; y que si deste término
pasase , tuviesen por cosa certísima que algun grande im
pedimento, ó la muerte , que era lo más cierto , se habia
opuesto á su camino . Isabela le respondió que no solos
dos años le aguardaria , sino todos aquellos de su vida hasta
estar enterada que él no la tenía , porque en el punto que
esto supiese , sería el mismo de su muerte .
Con estas tiernas palabras se renovaron las lágrimas en
todos, y Ricaredo salió á decir á sus padres cómo en nin
guna manera no se casaria ni daria la mano á su esposa
la escocesa , sin haber primero ido á Roma á asegurar su
conciencia . Tales razones supo decir á ellos y á los parien
tes que habian venido con Clisterna , que así se llamaba la
escocesa , que como todos eran católicos , fácilmente las
creyeron , y Clisterna se contento de quedar en casa de su
suegro hasta que Ricaredo volviese , el cual pidió de tér
mino un año . Esto así puesto , Clotaldo dijo á Ricaredo
cómo determinaba enviar á España á Isabela y á sus pa
dres , si la Reina les daba licencia ; quizá los aires de la
patria apresurarian y facilitarian la salud que ya comen
zaba á tener. Ricaredo , por no dar indicio de sus desig
nios , respondió tibiamente a su padre que hiciese lo que
mejor le pareciese ; solo le suplicó que no quitase á Isabela
inguna cosa de las nezas que la Reina le habia dado .
Prometióselo Clotaldo , y aquel mismo dia fué á pedir li
cencia a la Reina , así para casar á su hijo con Clisterna ,
como para enviar á Isabela y á sus padres á España . De
todo se contentó la Reina , y tuvo por acertada la determi
218 NOVELAS EJEMPLARES .
nacion de Clotaldo ; y aquel mismo dia , sin acuerdo de le
trados y sin poner á su camarera en tela de juicio , la con
denó en que no sirviese más su oficio , y en diez mil escu
dos de oro para Isabela ; y al conde Arneslo , por el desafío ,
le desterró por seis años de Inglaterra .
No pasaron cuatro dias , cuando ya Arnesto se puso á
punto de salir á cumplir su destierro , y los dineros estu
vieron juntos . La Reina llamó á un mercader rico que habi
taba en Lóndres , y era frances , el cual tenía corresponden
cia en Francia , Italia y España , al cual entregó los diez
mil escudos y le pidió cédula para que se los entregasen
al padre de Isabela en Sevilla ó en otra plaza de España. El
mercader , descontados sus intereses y ganancias , dijo a la
Reina que las daria ciertas y seguras para Sevilla , sobre
otro mercader frances , su correspondiente , en esta forma:
que él escribiria à Paris, para que allí se hiciesen las cé
dulas por otro correspondiente suyo, á causa que rezasen
las fechas de Francia , y no de Inglaterra , por el contra
bando de la comunicacion de los dos reinos, y que bas
taba llevar una letra de aviso suya , sin fecha, con sus con
traseñas , para que luego diese el dinero el mercader de
Sevilla , que ya estaria avisado del de Paris . En resolucion ,
la Reina tomó tales seguridades del mercader, que no dudó
de ser cierta la paga ; y no contenta con esto , mandó llamar
á un patron de una nave flamenca, que estaba para partirse
otro dia á Francia , á solo tomar en algun puerto della tes
timonio , para poder entrar en España á título de partir de
Francia, y no de Inglaterra , al cual pidió encarecidamente
llevase en su nave á Isabela y á sus padres , y con toda se
guridad y buen tratamiento los pusiese en un puerto de
España , el primero á do llegase . El patron , que deseaba
contentar á la Reina , dijo que sí haria , y que los pondria
en Lisboa , Cádiz o Sevilla .
Tomados, pues , los recaudos del mercader, envió la Rei
na á decir á Clotaldo no quitase á Isabela todo lo que ella
LA ESPAÑOLA INGLESA . 219
le habia dado , así de joyas como de vestidos . Otro dia vi
nieron Isabela y sus padres á despedirse de la Reina , que
los recebió con mucho amor. Dióles la Reina la carta del
mercader, y otras dádivas de dineros y regalo para el viaje .
Con tales razones se lo agradeció Isabela , que de nuevo
dejó obligada á la Reina para hacerle siempre mercedes:
despidióse de las damas , las cuales, como ya estaba ſea,
no quisieran que se partiese , viéndose libres de la envidia
que á su hermosura tenian , y contentas de gozar de sus
gracias y discreciones . Abrazó la Reina á los tres , y enco
mendándolos a la buena ventura y al patron de la nave , y
pidiendo á Isabela la avisase de su buena llegada á España ,
y siempre de su salud , por la vía del mercader frances, se
despidió de Isabela y de sus padres , los cuales aquella
misma tarde se embarcaron , no sin lágrimas de Clotaldo y
de su mujer y de todos los de su casa , de quien era en todo
extremo bien querida . No se halló á esta despedida pre
sente Ricaredo; que por no dar muestras de tiernos senti
mientos , aquel dia hizo que unos amigos suyos le llevasen
á caza . Los regalos que la señora Catalina dió á Isabela
para el viaje fueron muchos, los abrazos infinitos, las
lágrimas en abundancia , las encomiendas de que la escri
biese sin número , y los agradecimientos de Isabela y de
sus padres correspondieron a todo ; de suerte que , annque
llorando , los dejaron satisfechos.
Aquella noche se hizo el bajel á la vela , y habiendo con
próspero viento tocado en Francia, y tomado en ella los
recaudos necesarios para poder entrar en España , de alli
á treinta dias entró por la barra de Cádiz , donde desem
barcaron Isabela y sus padres , y siendo conocidos de to
dos los de la ciudad , los recebieron con muestras de mu
cho contento. Recebieron mil parabienes del hallazgo de
Isabela y de la libertad que habian alcanzado , así de los
moros que los habian cautivado ( habiendo sabido todo su
suceso de los cautivos que dió libertad la liberalidad de
220 NOVELAS EJEMPLARES .
Ricaredo) , como de la que habian alcanzado de los in
gleses .
Ya Isabela en este tiempo comenzaba á dar grandes es
peranzas de volver á cobrar su primera hermosura . Poco
más de un mes estuvieron en Cádiz , restaurando los tra
bajos de la navegacion , y luego se fueron á Sevilla , por
ver si salia cierta la paga de los diez mil escudos , que li
brados sobre el mercader frances traian . Dos dias despues
de llegar á Sevilla le buscaron y le hallaron , y le dieron la
carta del mercader frances de la ciudad de Londres : él la
reconoció , y dijo que hasta que de Paris le viniesen las le
tras y carta de aviso no podia dar el dinero, pero que por
momentos aguardaba el aviso . Los padres de Isabela alqui
laron una casa principal frontero de Santa Paula , por oca
sion que estaba monja en aquel santo monasterio una so
brina suya , única y extremada en la voz, así por tener
la cerca , como por haber dicho Isabela á Ricaredo que si
viniese á buscarla la hallaria en Sevilla , y le diria su casa
su prima la monja de Santa Paula , y que para conocella no
habia menester más de preguntar por la monja que tenía
la mejor voz en el monasterio , porque estas señas no se le
podian olvidar.
Otros cuarenta dias tardaron de venir los avisos de Pa
ris , y á dos que llegaron , el mercader frances entregó los
diez mil escudos á Isabela , y ella á sus padres , y con
ellos , y con algunos más que hicieron , vendiendo algunas
de las muchas joyas de Isabela , volvió su padre á ejerci
tar su oficio de mercader, no sin admiracion de los que
sabian sus grandes pérdidas . En fin, en pocos meses fué
restaurando su perdido crédito , y la belleza de Isabela
volvió a su ser primero , de tal manera , que en hablando
de hermosas , todos daban el lauro á la Española Inglesa ,
que tanto por este nombre como por su hermosura era
de toda la ciudad conocida .
Por la orden del mercader frances de Sevilla escribieron
LA ESPAÑOLA INGLESA . 221
Isabela y sus padres á la Reina de Inglaterra su llegada ,
con los agradecimientos y sumisiones que requerian las
muchas mercedes della recebidas: asimismo escribieron á
Clotaldo y á su señora Catalina , llamándolos Isabela pa
dres , y sus padres señores . De la Reina no tuvieron res
puesta ; pero de Clotaldo y de su mujer sí , donde les daban
el parabien de la llegada á salvo , y los avisaban cómo su
hijo Ricaredo , otro dia despues que ellos se hicieron á la
vela , se habia partido á Francia , y de allí á otras partes,
donde le convenia ir para seguridad de su conciencia ; aña
diendo á estas otras razones y cosas de mucho amor y de
muchos ofrecimientos; á la cual carta respondieron con
otra no menos cortés y amorosa que agradecida .
Luego imaginó Isabela que el haber dejado Ricaredo á
Inglaterra sería para venirla á buscar á España , y alen
tada con esta esperanza vivia la más contenta del mundo ,
y procuraba vivir de manera que , cuando Ricaredo llegase
á Sevilla , ántes le diese en los oidos la fama de sus virtu
des que el conocimiento de su casa . Pocas ó ninguna vez
salia de su casa sino para el monasterio ; no ganaba otros
jubileos que aquellos que en el monasterio se ganaban .
Desde su casa y desde su oratorio andaba con el pensa
miento , los viernes de Cuaresma , la santísima estacion de la
Cruz , y los siete venideros , del Espíritu Santo ; jamás visitó
el rio , ni pasó á Triana, ni vió el comun regocijo en el
campo de Tablada y puerta de Jerez, el dia , si le hace claro ,
de San Sebastian, celebrado de tanta gente , que apenas
se puede reducir á número ; finalmente, no vió regocijo
público ni otra fiesta en Sevilla : todo lo libraba en su re
cogimiento y en sus oraciones y buenos deseos , esperan
do á Ricaredo .
Este su grande retraimiento tenía abrasados y encendi
dos los deseos , no sólo de los pisaverdes del barrio , sino
de todos aquellos que una vez la hubiesen visto : de aquí
nacieron músicas de noche en su calle , y carreras de dia .
222 NOVELAS EJEMPLARES
Deste no dejar verse y desearlo muchos , crecieron las al
hajas de las terceras, que prometieron mostrarse primas y
únicas en solicitar á Isabela , y no faltó quien se quiso
aprovechar de lo que llaman hechizos , que no son sino
embustes y disparates ; pero á todo esto estaba Isabela
como roca en mitad de la mar, que la tocan , pero no la
mueven las olas ni los vientos .
Año y medio era ya pasado, cuando la esperanza propin
cua de los dos años por Ricaredo prometidos comenzó con
más ahinco que hasta allí á fatigar el corazon de Isabela ;
y cuando ya le parecia que su esposo llegaba , y que le te
nia ante los ojos, y le preguntaba qué impedimentos le
habian detenido tanto ; cuando ya llegaban á sus oidos las
disculpas de su esposo , y cuando ya ella le perdonaba y le
abrazaba y como á mitad de su alma le recebia , llegó
á sus manos una carta de la señora Catalina , fecha en
Londres cincuenta dias habia: venía en lengua inglesa ;
pero leyéndola en español , vió que así decia :
Y tambien dice :
17
264 NOVELAS EJEMPLARES .
fo y sus camaradas , cubiertos los rostros , miraron los de
la madre y de la hija y de la criada . Alborotose el viejo ,
y reprochóles y afeóles su atrevimiento : ellos le respon
dieron con muecas y burla , y sin desmandarse á más , pa
saron adelante . Pero la mucha hermosura del rostro que
habia visto Rodolfo, que era el de Leocadia, que así quieren
que se llamase la hija del hidalgo, comenzó de tal manera
á imprimirsele en la memoria , que le llevó tras sí la vo
luntad, y despertó en él un deseo de gozarla , á pesar de
todos los inconvenientes que sucederle pudiesen : y en un
instante comunicó su pensamiento con sus camaradas , y
en otro instante se resolvieron de volver y robarla por dar
gusto á Rodolfo ; que siempre los ricos que dan en libera
les , hallan quien canonice sus desafueros y califique por
buenos sus malos gustos ; y así , el nacer el mal propósito ,
el comunicarle , y el aprobarle , y el determinarse de robar
á Leocadia , y él robarla , casi todo fué en un punto .
Pusiéronse los pañizuelos en los rostros , y desenvain?
das las espadas , volvieron , y á pocos pasos alcanzaron . á
los que no habian acabado de dar gracias a Dios, que ; de
las manos de aquellos atrevidos les habia librado . / Arre
metió Rodolfo con Leocadia , y cogiéndola en brazo ? s , dió
á huir con ella , la cual no tuvo fuerzas para defende ;rse , y
el sobresalto le quitó la voz para quejarse , y áun l: a luz de
los ojos, pues desmayada y sin sentido , ni vió qui én la lle
vaba , ni á donde la llevaban . Dió voces su padre ,, gritó su
madre , lloró su hermanico , arañóse la criada ; » pero ni las
voces fueron oidas , ni los gritos escuchados , ni movió á
compasion el llanto , ni los araños fueron de provecho al
guno ; porque todo lo cubria la soledad ciel lugar, y el
callado silencio de la noche , y las crueles entrañas de los
malhechores . Finalmente , alegres se fuer on los unos , y
tristes se quedaron los otros . Rodolfo lle :gó a su casa sin
impedimento alguno , y los padres de Lec ,cadia llegaron á
la suya lastimados, afligidos y desesper cados : ciegos, sin
r
LA FUERZA DE LA SANGRE 265
los ojos de su hija, que eran la lumbre de los suyos ; solos ,
porque Leocadia era su dulce y agradable compañía ; con
fusos, sin saber si sería bien dar noticia de su desgracia á
la justicia , temerosos no fuesen ellos el principal instru .
mento de publicar su deshonra . Veíanse necesitados de fa
vor, como hidalgos pobres; no sabian de quién quejarse,
sino de su corta ventura .
Rodolfo , en tanto , sagaz y astuto , tenía ya en su casa y
en su aposento á Leocadia , á la cual, puesto que sintió
que iba desmayada cuando la llevaba, la habia cubierto los
ojos con un pañuelo , porque no viese las calles por donde
la llevaba , ni la casa ni el aposento donde estaba , en el
cual , sin ser visto de nadie , á causa que él tenía un cuarto
aparte en la casa de su padre , que aún vivia , y tenía de su
estancia la llave y las de todo el cuarto (inadvertencia de
padres que quieren tener sus hijos recogidos) , ántes que
de su desmayo volviese Leocadia , habia cumplido su deseo
Rodolfo: que los ímpetus no castos de la mocedad , pocas
veces 6 ninguna reparan en comodidades y requisitos que
más los inciten y levanten .
Ciego de la luz del entendimiento , á oscuras robó la me
jor prenda de Leocadia ; ý como los pecados de la sensua
lidad por la mayor parte no tiran más allá la barra del tér
mino del cumplimiento dellos , quisiera luego Rodolfo que
de allí se desapareciera Leocadia , y le vino a la imagina
cion de ponerla en la calle así desmayada como estaba ; y
yéndolo á poner en obra , sintió que volvia en sí, diciendo :
-¿Adónde estoy, desdichada? ¿Qué escuridad es esta ?
¿Qué tinieblas me rodean? ¿ Estoy en el limbo de mi inocen
cia ó en el infierno de mis culpas? ¡Jesus! ¿Quién me toca?
¡ Yo en cama? ¿Yo lastimada? ¿ Escuchaisme , madre y señora
mia? ¿Oisme, querido padre? ¡ Ay, sin ventura de mí ! que
bien advierto que mis padres no me escuchan y que mis
enemigos me tocan . Venturosa sería yo si esta escuridad
durase para siempre , sin que mis ojos volviesen á ver la
266 NOVELAS EJEMPLARES .
luz del mundo , y que este lugar donde ahora estoy, cual
quiera que el fuese , sirviese de sepultura á mi honra ,
pues es mejor la deshonra que se ignora , que la honra que
está puesta en opinion de las gentes . Ya me acuerdo (ique
yo nunca me acordara ! ) que há poco que venía en la com
pañía de mis padres ; ya me acuerdo que me saltearon ; ya
me imagino y veo que no es bien que me vean las gentes .
¡ Oh , tú , cualquiera que seas , que aqui estás conmigo ( y en
esto tenía asido de las manos á Rodolfo ), si es que tu alma
admite género de ruego alguno , te ruego que ya que has.
triunfado de mi fama, triunfes tambien de mi vida : quíta
mela al momento ; que no es bien que la tenga la que no
tiene honra ! Mira que el rigor de la crueldad que has usado
conmigo en ofenderme, se templará con la piedad que usa
rás en matarme ; y así , en un mismo punto vendrás á ser
cruel y piadoso conmigo .
Confuso dejaron las razones de Leocadia á Rodolſo , y
como mozo poco experimentado , ni sabía qué decir ni
qué hacer ; cuyo silencio admiraba más á Leocadia, la cual
con las manos procuraba desengañarse si era fantasma ó.
sombra el que con ella estaba ; pero como tocaba cuerpo y
se le acordaba de la fuerza que se le habia hecho viniendo
con sus padres , caia en la verdad del cuento de su desgra
cia ; y con este pensamiento tornó á añudar las razones que
los muchos sollozos y suspiros habian interrumpido, di
ciendo :
- Atrevido mancebo , que de poca edad hacen tus he
chos que te juzgue , yo te perdono la ofensa que me has
hecho , con sólo que me prometas y jures que , como la has
cubierto con esta escuridad , la cubrirás con perpétuo si
lencio sin decirla á nadie . Poca recompensa te pido de tan
grande agravio ; pero para mí será la mayor que yo sabré
pedirte , ni tú querrás darme . Advierte en que yo nunca he
visto tu rostro , ni quiero vértele , porque ya que me acuerde
de mi ofensa no quiero acordarme de mi ofensor, ni guar
LA FUERZA DE LA SANGRE . 267
dar en la memoria la imágen del autor de mi daño : entre
mí y el cielo pasarán mis quejas, sin querer que las oiga
el mundo , el cual no juzga por los sucesos las cosas , sino
conforme á él se le asienta en la estimacion . No sé cómo te
digo estas verdades , que se suelen fundar en la experien
cia de muchos casos y en el discurso de muchos años , no
llegando los mios á diez y siete ; por do me doy á entender
que el dolor de una misma manera ata y desata la lengua
del afligido, unas veces exagerando su mal , para que se le
crean , otras veces no diciéndole , porque no se le remedien :
de cualquier manera , que yo calle o hable , creo que he de
moverte á que me creas ó que me remedies , pues el no
creerme será ignorancia , y el remediarme imposible de te
ner algun alivio . No quiero desesperarme , porque te cos
tará poco el dármele , y es este : mira , no aguardes ni con
fies que el discurso del tiempo temple la justa saña que
contra tí tengo , ni quieras amontonar los agravios ; mién
tras menos me gozares , y habiéndome ya gozado , ménos
se encenderán tus malos deseos ; haz cuenta que me ofen
diste por accidente , sin dar lugar á ningun buen discurso ;
yo la haré de que no nací en el mundo , ó que si nací , fué
para ser desdichada . Ponme go en la calle , ó á lo menos
junto á la Iglesia Mayor, porque desde allí bien sabré vol
verme á mi casa ; pero tambien has de jurar de no seguir
me , ni saberla , ni preguntarme el nombre de mis padres,
ni el mio , ni el de mis parientes , que á ser tan ricos como
nobles, no fueran en mí tan desdichados . Respóndeme á
esto , y si temes que te pueda conocer en la habla , há
gote saber que , fuera de mi padre y de mi confesor, no he
hablado con hombre alguno en mi vida , y á pocos he oido
hablar en tanta comunicacion , que pueda distinguirles por
el sonido de la habla .
La respuesta que dió Rodolfo á las discretas razones de
la lastimada Leocadia no fué otra que abrazarla , dando
muestras que queria volver a confirmar en él su gusto , y
968 NOVELAS EJEMPLARES.
en ella su deshonra . Lo cual visto por Leocadia , con más
fuerzas de las que su tierna edad prometia , se defendió con
los piés , con las manos , con los dientes y con la lengua ,
diciéndole :
-Haz cuenta , traidor y desalmado hombre, quien quiera
que seas , que los despojos que de mí has llevado son los
que pudiste tomar de un tronco ó de una coluna sin senti
do , cuyo vencimiento y triunfo ha de redundar en tu infa
mia y menosprecio ; pero el que ahora pretendes, no le has
de alcanzar sino con mi muerte . Desmayada me pisaste y
aniquilaste ; mas ahora , que tengo brios, antes podrás ma
tarme que vencerme ; que si ahora despierta , sin resisten
cia concediese con tan abominable gusto , podrias imaginar
que mi desmayo fué fingido cuando te atreviste á des
truirme .
Finalmente , tan gallarda y porfiadamente se resistió
Leocadia , que las fuerzas y los deseos de Rodolfo se enfla
quecieron ; y como la insolencia que con Leocadia habia
usado no tuvo otro principio que de un impetu lascivo , del
cual nunca nace el verdadero amor que permanece , en
lugar del impetu que se pasa , quedó en él, si no el arre
pentimiento , a lo menos una tibia voluntad de segundalle .
Frio , pues , y cansado Rodolfo , sin hablar palabra algu
na , dejó á Leocadia en su cama y en su casa , y cerrando el
aposento , se fué á buscar á sus camaradas para aconse
jarse con ellos de lo que hacer debia . Sintió Leocadia que
quedaba sola y encerrada , y levantándose del lecho, an
duvo todo el aposento , tentando las paredes con las ma
nos , por ver si hallaba puerta por do irse ó ventana por
do arrojarse. Halló la puerta , pero bien cerrada , y topó una
ventana , que pudo abrir, por donde entró el resplandor de
la luna , tan claro , que pudo distinguir Leocadia los colores
de unos damascos que el aposento adornaban . Vió que era
dorada la cama , y tan ricamente compuesta , que más pa
recia lecho de principe que de algun particular caballero ;
-
LA FUERZA RE LA SANGRE . 269
contó las sillas y los escritorios ; notó la parte donde la
puerta estaba , y aunque vió pendientes de las paredes al
gunas tablas , no pudo alcanzar á ver las pinturas que con
tenian . La ventana era grande , guarnecida y guardada de
una gruesa reja ; la vista caia á un jardin , que tambien se
cerraba con paredes altas; dificultades que se opusieron á
la intencion que de arrojarse á la calle tenía . Todo lo que
vió y notó de la capacidad y ricos adornos de aquella es
tancia , le dió á entender que el dueño della debia de ser
hombre principal y rico , y no como quiera , sino aventaja
damente . En un escritorio que estaba junto a la ventana
vió un Crucifijo pequeño , todo de plata , el cual tomó y se
le puso en la manga de la ropa, no por devocion ni por
hurto , sino llevada de un discreto designio suyo : he
cho esto , cerró la ventana como ántes estaba , y volvióse
al lecho , esperando que fin tendria el mal principio de su
suceso .
No habria pasado á su parecer media hora , cuando sintió
abrir la puerta del aposento , y que á ella se llegó una per
sona , y sin hablarle palabra , con un pañuelo le vendó los
ojos, y tomándola del brazo , la sacó fuera de la estancia , y
sintió que volvia á cerrar la puerta . Esta persona era Ro
dolfo, el cual , aunque habia ido á buscar á sus camaradas ,
no quiso hallarlos, pareciéndole que no le estaba bien ha
cerlos testigos de lo que con aquella doncella habia pasa
do ; antes se resolvió en decirles que , arrepentido del mal
hecho y movido de sus lágrimas, la habia dejado en la mi
tad del camino . Con este acuerdo , volvió tan presto á poner
á Leocadia junto a la Iglesia Mayor, como ella se lo habia
pedido , antes que amaneciese y el dia le estorbase de
echarla , y le forzase á tenerla en su aposento hasta la no
che venidera, en el cual espacio de tiempo, ni él queria 1
volver á usar de sus fuerzas, ni dar ocasion á ser conoci
do . Llevola , pues, hasta la plaza que llaman de Ayunta
miento , y allí , en voz trocada y en lengua medio portu
270 NOVELAS EJEMPLARES .
guesa y castellana , le dijo que seguramente podia irse á su
casa , porque de nadie sería seguida ; y ántes que ella tu
viese lugar de quitarse el pañuelo , ya él se habia puesto
en parte donde no pudiese ser visto .
Quedó sola Leocadia , quitóse la venda , reconoció el lu
gar donde la dejaron , miró á todas partes , no vió á perso
na ; pero sospechosa que desde léjos la siguiesen , á cada
paso se detenia , dándolos hácia su casa , que no muy léjos
de allí estaba ; y por desmentir las espías , si acaso la se
guian , se entró en una casa que halló abierta , y de allí á
poco se fué á la suya , donde halló á sus padres atónitos y
sin desnudarse , y áun sin tener pensamiento de tomar des
canso alguno . Cuando la vieron corrieron á ella con los
brazos abiertos , y con lágrimas en los ojos la recibieron .
Leocadia , llena de sobresalto y alboroto , hizo á sus padres
que se retirasen con ella aparte , como lo hicieron , y'allí
en breves palabras les dió cuenta de todo su desastrado
suceso , con todas las circunstancias dél , y de la ninguna
noticia que traía del salteador y robador de su honra ; di
joles lo que habia visto en el teatro donde se representó la
tragedia de su desventura : la ventana , el jardin , la reja , los
escritorios , la cama , los damascos , y á lo último les mostró
el Crucifijo que habia traido , ante cuya imágen se renova
ron las lágrimas , se hicieron deprecaciones , se pidieron
venganzas y se desearon milagrosos castigos . Dijo asi
mismo que aunque ella no deseaba venir en conocimiento
de su ofensor, que si á sus padres les parecia ser bien co
nocerle , que por medio de aquella imágen podrian , ha
ciendo que los sacristanes dijesen en los púlpitos de todas
las parroquias de la ciudad que el que hubiese perdido tal
imágen la hallaria en poder del religioso que ellos señala
sen ; y que así , sabiendo el dueño de la imágen , se sabria
la casa y áun ia persona de su enemigo .
A esto replicó el padre :
-Bien habias dicho , hija , si la malicia ordinaria no se
LA FUERZA DE LA SANGRE . 271
opusiera á tu discreto discurso , pues está claro que esta
imágen hoy en este dia se ha de echar ménos en el apo
sento que dices , y el dueño della ha de tener por cierto
que la persona que con él estuvo se la llevó , y de llegar á
su noticia que la tiene algun religioso , antes ha de servir
de conocer quién se la dió al tal que la tiene , que no de
declarar el dueño que la perdió ; porque puede hacer que
venga por ella otra á quien el dueño haya dado las señas ;
y siendo esto así, ántes quedaremos confusos que inſor
mados , puesto que podamos usar del mismo artificio que
sospechamos , dándola al religioso por tercera persona . Lo
que has de hacer, hija , es guardarla y encomendarte a ella ,
que pues ella ſué testigo de lu desgracia , permitirá que
haya juez que vuelva por tu justicia ; y advierte , hija , que
más lastima una onza de deshonra pública que una arroba
de infamia secreta ; y pues puedes vivir honrada con Dios
en público , no te pene de estar deshonrada contigo en se
creto . La verdadera deshonra está en el pecado , y la ver
dadera honra en la virtud : con el dicho , con el deseo y con
la obra se ofende á Dios ; y pues tú ni en dicho ni en pen
samiento , ni en hecho le has ofendido, tente por honrada ,
que yo por tal te tendré , sin que jamás te mire sino como
verdadero padre tuyo .
Con estas prudentes razones consoló su padre á Leoca
dia ; y abrazándola de nuevo su madre, procuró tambien
consolarla . Ella gimió y lloró de nuevo , y se redujo á cubrir
la cabeza , como dicen , y á vivir recogidamente debajo del
amparo de sus padres , con vestido tan honesto como pobre .
Rodolfo en tanto , vuelto a su casa , echando menos la
imágen del Crucifijo , imaginó quién podia haberla llevado ;
pero no se le dió nada , y como rico , no hizo cuenta dello ,
ni sus padres se la pidieron cuando de allí á tres dias , que
él partió á Italia , entregó por cuenta á una camarera de su
madre todo lo que en el aposento dejaba. Muchos dias ha
bia que tenía Rodolfo determinado de pasar á Italia , y su
272 NOVELAS EJEMPLARES.
padre , que habia estado en ella , se lo persuadia , dicién
dole que no eran caballeros los que solamente lo eran en
su patria ; que era menester serlo tambien en las ajenas .
Por estas y otras razones se dispuso la voluntad de Ro
dolfo de cumplir la de su padre , el cual le dió crédito de
muchos dineros para Barcelona , Génova , Roma y Nápoles ;
y él, con dos de sus camaradas , se partió luego , goloso de
lo que habia oido decir a algunos soldados de la abundan
cia de las hosterias de Italia y Francia , y de la libertad que
en los alojamientos tenian los españoles. Sonábale bien
aquel: Eco li buoni polastri picioni, presuto et salcicie,
con otros nombres deste jaez, de quien los soldados se
acuerdan cuando de aquellas partes vienen á estas, y pa
san por la estrecheza é incomodidades de las ventas y me
sones de España. Finalmente, él se fué con tan poca me
moria de lo que con Leocadia le habia sucedido , como si
nunca hubiera pasado .
Ella en este entretanto pasaba la vida en casa de sus pa
dres con el recogimiento posible , sin dejar verse de per
sona alguna , temerosa que su desgracia se la habian de leer
en la frente. Pero á pocos meses vió serle forzoso hacer
por fuorza lo que hasta allí de grado hacía : vió que le con
venia vivir retirada y escondida, porque se sintió preñada ;
suceso por el cual las en algun tanto olvidadas lágrimas
volvieron á sus ojos, y los suspiros y lamentos comenzaron
de nuevo á herir los vientos , sin ser parte la discrecion de
su buena madre á consolarla . Voló el tiempo , y llegóse el
punto del parto , y con tanto secreto , que aun no se osó
fiar de la partera . Usurpando este oficio la madre , dió a la
luz del mundo un niño de los hermosos que pudieran ima
ginarse. Con el mismo recato y secreto que habia nacido ,
le llevaron á una aldea , donde se crió cuatro años, al cabo
de los cuales, con nombre de sobrino , le trujo su abuelo á
su casa , donde se criaba , si no muy rica, á lo menos muy
virtuosamente .
LA FUERZA DE LA SANGRE . 273
Era el niño (á quien pusieron nombre Luis , por llamarse
así su abuelo) de rostro hermoso , de condicion mansa , de
ingenio agudo , y en todas las acciones que en aquella
edad tierna podia hacer, daba señales de ser de algun no
ble padre engendrado ; y de tal manera su gracia , belleza
y discrecion enamoraron á sus abuelos , que vinieron á te
ner por dicha la desdicha de su hija, por haberles dado tal
nieto . Cuando iba por la calle , llovian sobre él millares de
bendiciones : unos bendecian su hermosura , oíros la madre
que le habia parido ; estos el padre que le engendró , aque- .
llos á quien tan bien criado le criaba . Con este aplauso de
los que le conocian y no conocian , llegó el niño á la edad
de siete años , en la cual ya sabía leer latin y romance , y
escribir formada y muy buena letra ; porque la intencion
de sus abuelos era hacerle virtuoso y sabio , ya que no le
podian hacer rico ; como si la sabiduría y la virtud no fue
sen las riquezas sobre quien no tiene jurisdicion los la
drones ni la que llaman fortuna.
Sucedió , pues , que un dia que el niño fué con un recaudo
de su abuela á una parienta suya , acertó á pasar por una
calle donde habia carrera de caballeros : púsose á mirar, y
por mejorarse de puesto , pasó de una parte á otra á tiempo
que no pudo huir de ser atropellado de un caballo , á cuyo
dueño no fué posible detenerle en la furia de su carrera :
pasó por encima dél , y dejóle como muerto , tendido en el
suelo , derramando mucha sangre de la cabeza . Apenas
esto hubo sucedido , cuando un caballero anciano , que es
taba mirando la carrera , con no vista ligereza se arrojó de
su caballo y fué donde estaba el niño , y quitándole de los
brazos de uno que ya le tenía , le puso en los suyos; y sin
tener cuenta con sus canas , ni con su autoridad , que era
mucha , á paso largo se fué á su casa , ordenando á sus
criados que le dejasen y fuesen á buscar un cirujano que
al niño curase . Muchos caballeros le siguieron , lastimados
de la desgracia de tan hermoso niño, porque luego salió
18
274 NOVELAS EJEMPLARES .
la voz que el atropellado era Luisico , el sobrino de tal ca
pallero , nombrando á su abuelo . Esta voz corrió de boca en
boca , hasta que llegó á los oidos de sus abuelos y de su
encubierta madre ; los cuales , certificados bien del caso ,
como desatinados y locos salieron á buscar á su querido ;
y por ser tan conocido y tan principal el caballero que le
habia llevado , muchos de los que encontraron les dijeron
su casa , á la cual llegaron á tiempo que ya estaba el niño
en poder del cirujano.
El caballero y su mujer, dueños de la casa , pidieron á
los que pensaron ser sus padres que no llorasen ni alzasen
la voz á quejarse , porque no le sería al niño de ningun
provecho . El cirujano , que era famoso , habiéndole curado
con grandísimo tiento y maestría , dijo que no era tan mor
tal la herida como él al principio habia temido . En la mitad
de la cura volvió Luis en su acuerdo , que hasta allí habia
estado sin él , y alegróse en ver á sus tios , los cuales le
preguntaron llorando que cómo se sentia . Respondió que
bueno , sino que le dolia mucho el cuerpo y la cabeza .
Mandó el médico que no hablasen con él , sino que le dejasen
reposar: hízose así , y su abuelo comenzó á agradecer al
señor de la casa la gran caridad que con su sobrino habia
usado . A lo cual respondió el caballero que no tenía que
agradecerle , porque le hacía saber que cuando vió al niño
caido y atropellado , le pareció que habia visto el rostro de
un hijo suyo , á quien él queria tiernamente , y que esto le
movió a tomarle en sus brazos y traerle á su casa , donde
estaria todo el tiempo que la cura durase , con el regalo
que fuese posible y necesario . Su mujer, que era una no
ble señora , dijo lo mismo , y hizo aún más encarecidas pro
mesas .
Admirados quedaron de tanta cristiandad los abuelos ;
pero la madre quedó más admirada , porque habiendo con
las nuevas del cirujano sosegadose algun tanto su albo
rotado espíritu , miró atentamente el aposento donde su
1
LA FUERZA DE LA SANGRE . 275
hijo estaba , y claramente por muchas señales conoció que
aquella era la estancia donde se habia dado fin á su honra
y principio á su desventura ; y aunque no estaba adornada
de los damascos que entonces tenía , conoció la disposicion
della , vió la ventana de la reja que caņa al jardin , y por es
tar cerrada á causa del herido , preguntó si aquella ven
tana respondia á algun jardin , y fuéle respondido que sí ;
pero lo que más conoció fué que aquella era la misma cama
que tenía por tumba de su sepultura ; y más , que el propio
escritorio , sobre el cual estaba la imágen que habia trai
do , se estaba en el mismo lugar . Finalmente , sacaron á luz
la verdad de todas sus sospechas los escalones , que ella
habia contado cuando la sacaron del aposento , tapados los
ojos ; digo , los escalones que habia desde alli á la calle ,
que con advertencia discreta contó ; y cuando volvió a su
casa , dejando á su hijo , los volvió á contar y halló cabal el
número ; y confiriendo unas señales con otras , de todo
punto certificó por verdadera su imaginacion , de la cual
dió por extenso cuenta á su madre , que como discreta , se
informó si el caballero donde su nieto estaba habia tenido
ó tenía algun hijo , y halló que el que llamamos Rodolfo lo
era , y que estaba en Italia ; y tanteando el tiempo que le di
jeron que habia faltado de España , y vió que eran los mis
mos siete años que el nieto tenía .
Dió aviso de todo esto á su marido , y entre los dos y su
hija acordaron de esperar lo que Dios hacía del herido , el
cual dentro de quince dias estuvo fuera de peligro , y á los
treinta se levantó , en todo el cual tiempo fué visitado de la
madre y de la abuela , y regalado de los dueños de la casa
como si fuera su mismo hijo ; y algunas veces , hablando
con Leocadia doña Estefanía, que así se llamaba la mujer
del caballero , le decia que aquel niño se parecia tanto á
un hijo suyo que estaba en Italia , que ninguna vez le mi
raba que no le pareciese ver á su hijo delante . Destas
razones tomó ocasion de decirle una vez que se halló sola
976 NOVELAS EJEMPLARES .
con ella , las que con acuerdo de sus padres habia determi
nado de decirle , que fueron estas ú otras semejantes :
-El dia, señora , que mis padres oyeron decir que su so
brino estaba tan mal parado , creyeron y pensaron que se
les habia cerrado el cielo y caido todo el mundo á cuestas :
imaginaron que ya les faltaba la lumbre de sus ojos y el
báculo de su vejez , faltándoles este sobrino , á quien ellos
quieren con amor de tal manera , que con muchas ventajas
excede al que suelen tener otros padres á sus propios
hijos; mas como decirse suele que cuando Dios da la llaga
da la medicina , la halló el niño en esta casa , y yo en ella el
acuerdo de unas memorias que no las podré olvidar mién
tras la vida me durare . Yo , señora , soy noble , porque mis
padres lo son , y lo han sido todos mis antepasados , que
con una medianía de los bienes de fortuna han sustentado
su honra felizmente donde quiera que han vivido ...
Admirada y suspensa estaba doña Estefanía, escuchando
las razones de Leocadia , y no podia creer, aunque lo veia ,
que tanta discrecion pudiese encerrarse en tan pocos años ,
puesto que á su parecer la juzgaba por de veinte , poco
más ó ménos ; y sin decirle ni replicarle palabra , espero
todas las que quiso decirle , que fueron aquellas que basta
ron para contarle la travesura de su hijo , la deshonra
suya , el robo , el traerla á aquel aposento , las señales en
que habia conocido ser aquel mismo que sospechaba ; para
cuya confirmacion sacó del pecho la imágen del Crucifijo
que habia llevado , á quien dijo :
- Tú , Señor , que fuiste testigo de la fuerza que se me
hizo , sé juez de la enmienda que se me debe hacer: de en
cima de aquel escritorio te îlevé con propósito de acor
darte siempre mi agravio , no para pedirte venganza dél ,
que no la pretendo , sino para rogarte me dieses algun
consuelo con que llevar en paciencia mi desgracia . Este
niño, señora , con quien habeis mostrado el extremo de
vuestra caridad , es vuestro verdadero nieto . Permision fué
LA FUERZA DE LA SANGRE . 277
del cielo el haberlo atropellado , para que , trayéndole á
vuestra casa , hallase yo en ella, como espero que he de
hallar, si no el remedio que mejor convenga con mi des
ventura , á lo ménos el medio con que pueda sobre
llevarla .
Diciendo esto , abrazada con el Crucifijo, cayó desmaya
da en los brazos de Estefanía , la cual , en fin , como mujer y
noble , en quien la compasion y misericordia suele ser tan
natural como la crueldad en el hombre , apenas vió el des
mayo de Leocadia , cuando juntó su rostro con el suyo ,
derramando sobre él tantas lágrimas , que no fué menester
esparcirle otra agua encima para que Leocadia en sí vol
viese .
Estando las dos desta manera , acertó á entrar el caba
llero , marido de Estefanía, que traia á Luisico de la mano ,
y viendo el llanto de Estefanía y el desmayo de Leocadia ,
preguntó á gran priesa le dijesen la causa de do procedia.
El niño abrazaba a su madre por su prima , y á su abuela
por su bienhechora , y asimismo preguntaba por qué llo
raban .
-Grandes cosas , señor , hay que deciros, respondió Este
fanía á su marido , cuyo remate se acabará con deciros que
hagais cuenta que esta desmayada es hija vuestra y este
niño vuestro nieto . Esta verdad que os digo me ha dicho
esta niña , y la ha confirmado y confirma el rostro deste niño ,
en el cual entrambos habemos visto el de nuestro hijo .
-Si más no os declarais , señora , yo no os entiendo ,
replicó el caballero .
En esto volvió en sí Leocadia , y abrazada del Crucifijo,
parecia estar convertida en un mar de llanto . Todo lo
cual tenía puesto en gran confusion al caballero , de la
cual salió contándole su mujer todo aquello que Leocadia
le habia contado , y él lo creyó por divina permision del
cielo , como si con muchos y verdaderos testigos se lo hu
bieran probado .
278 NOVELAS EJEMPLARES .
Consoló y abrazó á Leocadia , besó á su nieto , y aquel
mismo dia despacharon un correo á Nápoles , avisando á su
hijo se viniese luego , porque le tenian concertado casa
miento con una mujer hermosa sobremanera , y tal cual
para él.convenia . No consintieron que Leocadia ni su hijo
volviesen más á la casa de sus padres , los cuales , conten
tísimos del buen suceso de su hija , daban infinitas gracias
á Dios por ello . Llegó el correo á Nápoles , y Rodolfo , con
la golosina de gozar tan hermosa mujer como su padre le
significaba, de allí á dos dias que recebió la carta , ofre
ciéndosele ocasion de cuatro galeras que estaban á punto
de venir á España, se embarcó en ellas con sus dos cama
radas, que aun no le habian dejado , y con próspero suceso ,
en doce dias llegó á Barcelona , y de allí por la posta en
otros siete se puso en Toledo , y entró en casa de su padre
tan galan y tan bizarro , que los extremos de la gala y de
la bizarría estaban en él todos juntos . Alegráronse sus pa- .
dres con la salud y bienvenida de su hijo . Suspendióse
Leocadia , que de parte escondida le miraba , por no salir
de la traza y órden que doña Estefanía le habia dado . Los
camaradas de Rodolfo quisieran irse á sus casas luego ,
pero no lo consintió Estefanía , por haberlos menester para.
su designio .
Estaba cerca la noche cuando Rodolfo llegó , y en tanto
que se aderezaba la cena , Estefanía llamó aparte los cama
radas de su hijo , creyendo sin duda alguna que ellos de
bian de ser los dos de los tres que Leocadia habia dicho
que iban con Rodolfo la noche que la robaron , y con gran
des ruegos les pidió le dijesen si se acordaban que su hijo
habia robado á una mujer tal noche , tantos años habia ;
porque el saber la verdad desto importaba la honra y el
sosiego de todos sus parientes ; y con tales y tantos en
carecimientos se lo supo rogar, y de tal manera les ase
gurar que de descubrir este robo no les podia suceder
daño alguno , que ellos tuvieron por bien de confesar ser
1
LA FUERZA DE LA SANGRE . 279
verdad que una noche de verano , yendo ellos dos y otro
amigo con Rodolfo, robaron en la misma que ella seña
laba á una muchacha , y que Rodolfo se habia venido con
ella mientras ellos detenian á la gente de su familia , que
con voces la querian defender , y que otro dia les habia
dicho Rodolfo que la habia llevado a su casa ; y solo esto
era lo que podian responder á lo que les preguntaban .
La confesion destos dos fué echar la llave á todas las
dudas que en tal caso se podian ofrecer ; y así determinó
de llevar al cabo su buen pensamiento , que fué éste . Poco
antes que se sentasen á cenar, se entió en un aposento á
solas su madre con Rodolfo , y poniéndole un retrato en
las manos, le dijo :
-Yo quiero , Rodolfo hijo , darte una gustosa cena con
mostrarte á tu esposa ; este es su verdadero retrato , pero
quiérote advertir que lo que le falta de belleza le sobra de
virtud : es noble y discreta , y medianamente rica ; y pues
tu padre y yo te la hemos escogido , asegúrote que es la
que te conviene .
Atentamente miró Rodolfo el retrato , y dijo :
-Si los pintores , que ordinariamente suelen ser pródi
gos de la hermosura con los rostros que retratan , lo han
sido tambien con este , sin duda creo que el original debe
de ser la misma fealdad : á la fe , señora y madre mia , justo
es y bueno que los hijos obedezcan á sus padres en cuan
to les mandaren ; pero tambien es conveniente y mejor que
los padres den á sus hijos el estado de que más gustaren ;
y pues el del matrimonio es ñudo que no le desata sino la
muerte , bien será que sus lazos sean iguales y de unos
mismos hilos fabricados. La virtud , la nobleza , la discre
cion y los bienes de la fortuna bien pueden alegrar el en
tendimiento de aquel á quien le cupieron en suerte con su
esposa ; pero que la fealdad della alegre los ojos del espo
so , paréceme imposible . Mozo soy , pero bien se me en
tiende que se compadece con el sacramento del matrimo
280 NOVELAS EJEMPLARES .
nio el justo y debido deleite que los casados gozan , y que
si él falta, cojea el matrimonio y desdice de su segunda in
tencion . Pues pensar que un rostro feo , que se ha de tener
á todas horas delante de los ojos, en la sala , en la mesa y
en la cama , pueda deleitar, otra vez digo que lo tengo por
casi imposible . Por vida de vuesa merced , madre mia , que
me de compañera que me entretenga y no enfade, porque ,
sin torcer á una ó á otra parte , igualmente y por camino
derecho llevemos ambos á dos el yugo donde el cielo nos
pusiere . Si esta señora es noble , discreta y rica , como
vuesa merced dice , no le faltará esposo que sea de dife
rente humor que el mio : unos hay que buscan nobleza ,
otros discrecion, otros dineros y otros hermosura , y yo
soy destos últimos ; porque nobleza , gracias al cielo y á
mis pasados y á mis padres, ellos me la dejaron por he
rencia ; discrecion , como una mujer no sea necia , tonta ó
boba , bástale que ni por aguda despunte ni por boba no
aproveche ; de las riquezas, tambien las de mis padres me
hacen no estar temeroso de venir á ser pobre : la hermo
sura busco , la belleza quiero , no con otra dote que con la
de la honestidad y buenas costumbres ; que si esto trae mi
esposa , yo serviré á Dios con gusto y daré buena vejez á
mis padres .
Contentisima quedó su madre de las razones de Rodolfo ,
por haber conocido por ellas que iba saliendo bien con su
designio : respondióle que ella procuraria casarle conforme
su deseo ; que no tuviese pena alguna ; que era fácil desha
cerse los conciertos que de casarle con aquella señora es
taban hechos . Agradecióselo Rodolfo, y por ser llegada la
hora de cenar, se fueron a la mesa ; y habiéndose ya sen
tado á ella el padre y la madre , Rodolfo y sus dos camara
das , dijo doña Estefanía al descuido :
-¡Pecadora de mí , y qué bien que trató á mi huéspeda !
Andad vos , dijo á un criado ; decid á la señora doña Leo
cadia que sin entrar en cuentas con su mucha honestidad ,
LA FUERZA DE LA SANGRE. 281
nos venga á honrar esta mesa, que los que á ella están to
dos son mis hijos y sus servidores .
Todo esto era traza suya , y de todo lo que habia de ha
cer estaba avisada y advertida Leocadia . Poco tardó en sa
lir Leocadia, y dar de sí la improvisa y más hermosa
muestra que pudo dar jamás compuesta y natural hermo
sura . Venía vestida , por ser invierno , de una saya entera
de terciopelo negro , llovida de botones de oro y perlas , cin
lura y collar de diamantes ; sus mismos cabellos , que eran
luengos y no demasiadamente rubios , le servian de adorno
y tocas , cuya invencion de lazos y rizos, y vislumbres de
diamantes que con ellos se entretejian , turbaban la luz de
los ojos que los miraban . Era Leocadia de gentil disposi
cion y brio ; traia de la mano á su hijo , y delante della ve
nian dos doncellas , alumbrándola con dos velas de cera en
dos candeleros de plata . Levantáronse todos á hacerla re
verencia , como si fuera alguna cosa del cielo que allí mi
lagrosamente se habia aparecido . Ninguno de los que allí
estaban embebecidos mirándola , parece que de atónitos no
acertaron á decirle palabra . Leocadia , con airosa gracia y
discreta crianza , se humilló á todos , y tomándola de la mano
Estefanía, la sentó junto á sí , frontero de Rodolfo . Al niño
sentaron junto a su abuelo .
Rodolfo, que desde más cerca miraba la incomparable
belleza de Leocadia , decia entre si :
-Si la mitad desta hermosura tuviera la que mi madre
me tiene escogida por esposa , tuviérame yo por el más di
choso hombre del mundo . ¡ Válame Dios! ¡qué es esto que
veo! ¿Es por ventura algun ángel humano el que estoy mi
rando?
YE esto , se le iba entrando por los ojos á tomar pose
sion de su alma la hermosa imágen de Leocadia , la cual,
en tanto que la cena venía , viendo tambien tan cerca de si
al que ya queria más que á la luz de los ojos con que al
guna vez á hurto le miraba , comenzó a revolver en su
282 NOVELAS EJEMPLARES .
imaginacion lo que con Rodolfo habia pasado : Comenzaron
á enflaquecerse en su alma las esperanzas que de ser su
esposo su madre le habia dado , temiendo que a la cortedad
de su ventura habian de corresponder las promesas de su
madre . Consideraba cuán cerca estaba de ser dichosa ó sin
dicha para siempre ; y fué la consideracion tan intensa y los
pensamientos tan revueltos, que le apretaron el corazon
de manera , que comenzó á sudar y á perderse de color en
un punto , sobreviniéndole un desmayo , que le forzó á re
clinar la cabeza en los brazos de doña Estefanía , que como
así la vió , con turbacion la recibió en ellos . Sobresaltáronse
todos , y dejando la mesa , acudieron á remediarla ; pero el
que dió más muestras de sentirlo fué Rodolfo, pues por
llegar presto á ella , tropezó y cayó dos veces . Ni por des
abrocharla ni echarla agua en el rostro volvia en sí , antes
el levantado pecho y el pulso , que no se le hallaban , iban
dando precisas señales de su muerte ; y las criadas y cria
dos de casa , como ménos considerados , dieron voces y la
publicaron por muerta . Estas amargas nuevas llegaron a los
oidos de los padres de Leocadia, que para más gustosa
ocasion los tenía doña Estefanía escondidos ; los cuales
con el cura de la parroquia , que asimismo con ellos estaba ,
rompiendo el orden de Estefanía, salieron a la sala .
Llegó el cura presto , por ver si por algunas señales daba
indicios de arrepentirse de sus pecados , para absolverla
dellos ; y donde pensó hallar un desmayado , halló dos ,
porque ya estaba Rodolfo puesto el rostro sobre el pecho
de Leocadia . Dióle su madre lugar que á ella llegase , como
á cosa que habia de ser suya ; pero cuando vió que tambien
estaba sin sentido , estuvo á pique de perder el suyo , y le
perdiera , si no viera que Rodolfo tornaba en sí , como vol
vió , corrido de que le hubiesen visto hacer tan extremados
extremos ; pero su madre , casi como adivina de lo que su
hijo sentia , le dijo :
-No te corras, hijo, de los extremos que has hecho ,
LA FUERZA DE LA SANGRL . 283
sino córrete de los que no hicieres cuando sepas lo que
no quiero tenerte más encubierto , puesto que pensaba de
jarlo hasta más alegre coyuntura . Has de saber , hijo de mi
alma, que esta desmayada que en los brazos tengo , es tu
verdadera esposa ; llamo verdadera , porque yo y tu padre
te la teníamos escogida ; que la del retrato es falsa .
Cuando esto oyó Rodolfo , llévado de su amoroso y en
cendido deseo , y quitándole el nombre de esposo todos
los estorbos que la honestidad y decencia del lugar le po
dian poner, se abalanzó al rostro de Leocadia , y juntando
su boca con la della , estaba como esperando que se le sa
liese el alma para darle acogida en la suya . Pero cuando
más las lágrimas de todos por lástima crecian , y por el
dolor las voces se aumentaban , y los cabellos y barbas de
la madre y padre de Leocadia , arrancados , venian á ménos,
y los gritos de su hijo penetraban los cielos , volvió en sí
Leocadia , y con su vuelta volvió la alegría y el contento
que de los pechos de los circunstantes se habia ausentado .
Hallóse Leocadia entre los brazos de Rodolfo, y qui
siera con honesta fuerza desasirse dellos ; pero él le dijo :
-No , señora , no ha de ser así ; no es bien que pug.
neis por apartaros de los brazos de aquel que os tiene en
el alma .
A esta razon acabó de todo en todo de cobrar Leocadia
sus sentidos, y acabó doña Estefanía de no llevar más
adelante su determinacion primera , diciendo al cura que
luego desposase a su hijo con Leocadia . El lo hizo asi ;
que por haber sucedido este caso en tiempo cuando con
sola la voluntad de los contrayentes , sin las diligencias y
prevenciones justas y santas que ahora se usan , quedaba
hecho el matrimonio , no hubo dificultad que impidiese el
desposorio; el cual hecho , déjese á otra pluma y á otro in
genio más delicado que el mio el contar la alegría univer
sal de todos los que en él se hallaron ; los abrazos que los
padres de Leocadia dieron á Rodolfo; las gracias que die
284 NOVELAS EJEMPLARES .
ron al cielo y á sus padres ; los ofrecimientos de las par
tes; la admiracion de los camaradas de Rodolfo , que tan
impensadamente vieron la misma noche de su llegada tan
hermoso desposorio , y más cuando supieron , por contarlo
delante de todos doña Estefanía , que Leocadia era la don
cella que en su compañía su hijo habia robado , de que no
menos suspenso quedó Rodolfo; y por certificarse más de
aquella verdad , preguntó á Leocadia le dijese alguna señal
por donde viniese en conocimiento entero de lo que no
dudaba , por parecerle que sus padres lo tendrian bien ave
riguado .
Ella respondió :
-Cuando yo recordé y volví en mí de otro desmayo , me
hallé , señor, en vuestros brazos sin honra ; pero yo lo doy
por bien empleado , pues al volver del que ahora he tenido ,
asimismo me hallé en los brazos del de entónces , pero
honrada ; y si esta señal no basta , baste la de una imágen
de un Crucifijo , que nadie os la pudo hurtar sino yo, si es
que por la mañana le echasteis ménos , y si es el mismo que
tiene mi señora ...
-Vos lo sois de mi alma , y lo sereis los años que Dios
ordenare , bien mio .
Y abrazándola de nuevo , de nuevo volvieron las bendi
ciones y parabienes que les dieron .
Vino la cena , y vinieron músicos que para esto estaban
prevenidos . Vióse Rodolfo á sí mismo en el espejo del ros
tro de su hijo ; lloraron sus cuatro abuelos de gusto ; no
quedó rincon en toda la casa que no fuese visitado del jú
bilo , del contento y de la general alegría ; y aunque la noche
volaba con sus ligeras y negras alas , le parecia á Rodolfo
que iba y caminaba no con alas , sino con muletas : tan
grande era el deseo de verse á solas con su querida esposa .
Llegóse , en fin , la hora deseada , porque no hay fin que
no le tenga . Fuéronse á acostar todos ; quedó toda la casa
sepultada en silencio , en el cual no quedará la verdad deste
LA FUERZA DE LA SANGRE . 285
cuento , pues no lo consentirán los muchos hijos y la ilus
tre descendencia que en Toledo dejaron , y agora viven ,
estos dos venturosos desposados , que muchos y felices
años gozaron de sí mismos, de sus hijos y de sus nietos ,
permitido todo por el cielo y por La Fuerza de la Sangre,
que vió derramada en el suelo el valeroso , ilustre y cris
tiano abuelo de Luisico .
4
EL CELOSO EXTREMEÑO . 311
démonos un verde de música, que no haya más que ver.
- Más ha de haber que ver, replicó la dueña ; que le he
mos de tomar juramento como la otra noche .
-El es tan bueno , dijo una de las esclavas , que no re
parará en juramentos .
Abrió en esto la dueña la puerta , y teniéndola entre
abierta , llamó á Loaysa , que todo lo habia estado escuchan
do por el agujero del torno , el cual , llegándose á la puerta ,
quiso entrarse de golpe ; mas poniéndole la dueña la mano
en el pecho , le dijo :
-Sabrá vuesa merced , señor mio , que en Dios y en mi
conciencia , todas las que estamos dentro de las puertas
desta casa somos doncellas como las madres que nos pa
rieron , excepto mi señora ; y aunque yo debo de parecer
de cuarenta años , no teniendo treinta cumplidos , porque
les faltan dos meses y medio , tambien lo soy , mal pecado ;
y si acaso parezco vieja, corrimientos , trabajos y desa
brimientos echan un cero á los años , y á veces dos , segun
se les antoja; y siendo esto así , como lo es , no sería ra
zon que á trueco de oir dos , ó tres , ó cuatro cantares ,
nos pusiésemos á perder tanta virginidad como aquí se
encierra ; porque hasta esta negra , que se llama Guiomar ,
es doncella . Así que , señor de mi corazon , vuesa merced
nos ha de hacer, primero que entre en nuestro reino, un
muy solemne juramento de que no ha de hacer más de lo
que nosotras le ordenáremos , y si le parece que es mucho
lo que se le pide , considere que es mucho más lo que se
aventura ; y si es que vuesa merced viene con buena in
tencion , poco le ha de doler el jurar; que al buen pagador
no le duelen prendas .
-Bien y rebien ha dicho la señora Marialonso , dijo una
de las doncellas ; en fin , como persona discreta y que está
en las cosas como se debe ; y si es que el señor no quiere
jurar, no entre acá dentro .
A esto dijo Guiomar la negra, que no era muy ladina :
312 NOVELAS EJEMPLARES.
-Por mí , más que nunca jura , entre con todo diablo ;
que aunque más jura , si acá estás , todo olvida .
Oyó con gran sosiego Loaysa la arenga de la señora Ma
rialonso , y con grave reposo y autoridad respondió :
-Por cierto , señoras hermanas y compañeras mias , que
nunca mi intento fué, es ni será otro que daros gusto y
contento en cuanto mis fuerzas alcanzaren , y así no se
me hará cuesta arriba este juramento que me piden ; pero
quisiera yo que se fiara algo de mi palabra , porque dada
de tal persona como yo soy , era lo mismo que hacer una
obligacion cuarentigia ; y quiero hacer saber á vuesa mer
ced que debajo del sayal hay al , y que debajo de mala
capa suele estar un buen bebedor; mas para que todas es
tén seguras de mi buen deseo , determino de jurar como
católico y buen varon ; y así , juro por la intemerata eficacia
donde más santa y largamente se contiene , y por las en
tradas y salidas del santo Líbano monte , y por todo aquello
que en su proemio encierra la verdadera historia de Carlo
magno , con la muerte del gigante Fierabrás , de no salir ni
pasar del juramento hecho y del mandamiento de la más
mínima y desechada destas señoras , so pena que si otra
cosa hiciere o quisiere hacer, desde agora para entonces ,
y desde entonces para agora , lo doy por nulo y no hecho
ni valedero .
Aquí llegaba con su juramento el buen Loaysa , cuando
una de las doncellas , que con atencion le habia estado es
cuchando, dió una gran voz , diciendo :
-Este sí que es juramento para enternecer las piedras;
mal haya yo , si más quiero que jures , pues con sólo lo ju
rado podias entrar en la misma sima de Cabra .
Y asiéndole de los gregüescos , le metió dentro , y luego
todas las demas se le pusieron a la redonda . Luego fué una
á dar las nuevas á su señora , la cual estaba haciendo cen
tinela al sueño de su esposo , y cuando la mensajera le dijo
que ya subia el músico , se alegró y se turbó en un punto ,
EL CELOSO EXTREMEÑO . 313
y preguntó si habia jurado . Respondióle que sí , y con
la más nueva forma de juramento que en su vida habia
visto.
-Pues si ha jurado , dijo Leonora , asido le tenemos. ¡ Oh
qué avisada que anduve en hacelle que jurase!
En esto llegó toda la caterva junta , y el músico en me
dio , alumbrándolos el negro y Guiomar la negra . Y viendo
Loaysa á Leonora , hizo muestras de arrojársele á los piés
para besarle las manos . Ella , callando y por señas , le hizo
levantar, y todas estaban como mudas sin osar hablar, te
merosas que su señor las oyese , lo cual considerado por
Loaysa , les dijo que bien podian hablar alto , porque el un
güento con que estaba untado su señor tenía tal virtud ,
que, fuera de quitar la vida , ponia a un hombre como
muerto .
-Así lo creo yo , dijo Leonora ; que si así no fuera, ya
él hubiera despertado veinte veces, segun le hacen de
sueño ligero sus muchas indisposiciones , pero despues que
le unté , ronca como un animal .
-Pues eso es así , dijo la dueña , vámonos á aquella sala
frontera , donde podremos oir cantar aquí al señor y re
gocijarnos un poco .
-Vamos , dijo Leonora ; pero quédese aquí Guiomar por
guarda, que nos avise si Carrizales despierta.
A lo cual respondió Guiomar:
-Yo negra quedo ; blancas van ; Dios perdone á todas .
Quedóse la negra ; fuéronse á la sala , donde habia un rico
estrado, y cogiendo al señor en medio , se sentaron todas .
Y tomando la buena Marialonso una vela , comenzó á mirar
de arriba abajo al bueno del músico , y una decia : « ¡ Ay, qué
copete que tiene tan lindo y tan rizado ! » Otra : « Ay, qué
blancura de dientes! ¡ mal año para piñones mondados , que
más blancos ni más lindos sean ! » Otra : «¡Ay, qué ojos tan
grandes y tan rasgados! ¡ y por el siglo de mi madre , que
son verdes , que no parecen sino que son de esmeraldas! »
314 NOVELAS EJEMPLARES .
Esta alababa la boca , aquella los piés , y todas juntas hicie
ron dél una menuda anatomía y pepitoria . Sola Leonora
callaba y le miraba , y le iba pareciendo de mejor talle que
su velado . En esto la dueña tomó la guitarra que tenía el
negro , y se la puso en las manos de Loaysa , rogándole
que la tocase y que cantase unas coplillas que entónces
andaban muy válidas en Sevilla , que decian :
Madre, la mi madre,
Guardas me poneis.
Madre, la mi madre,
Guardas me poneis ;
Que si yo no me guardo
No me guardareis.
Si la voluntad
Por sí no se guarda ,
No la harán la guarda
Miedo ó calidad :
1
EL CELOSO EXTREMEÑO. 315
Romperá en verdad
Por la misma muerte ,
Hasta hallar la suerte
Que vos no entendeis ;
Que si yo , etc.
Es de tal manera
La fuerza amorosa ,
Que á la más hermosa
La vuelve en quimera ,
El pecho de cera ,
De fuego la gana,
Las manos de lana ,
De fieltro los piés ;
Que si yo no me guardo,
Mal me guardareis.
T
1
EL CELOSO EXTREMEÑO . 317
amorosas que Marialonso le dijo , de las cuales coligió la
mala intencion suya , y propuso en sí de ponerla por anzuelo
para pescar á su señora . Y estando los dos en sus pláticas ,
las demas criadas , que estaban escondidas por diversas
partes de la casa , una de aquí , otra de allí , volvieron á ver
si era verdad que su amo habia despertado ; y viendo que
todo estaba sepultado en silencio , llegaron a la sala donde
habian dejado á su señora , de la cual supieron el sueño de
su amo , y preguntándole por el músico y por la dueña , les
dijo dónde estaban , y todas con el mismo silencio que ha
bian traido , se llegaron á escuchar por entre las puertas lo
que entrambos trataban .
No faltó de la junta Guiomar la negra ; el negro sí , por
que así como oyó que s'ı amo habia despertado , se abrazó
con su guitarra y se fué á esconder en su pajar , y cubierto
con la manta de su pobre cama , sudaba y trasuda ba de mie
do ; y con todo eso no dejaba de tentar las cuerdas de la
guitarra : lanta era (encomendado él sea á Satanás) la afi
cion que tenía á la música . Entreoyeron las mozas los re
quiebros de la vieja, y cada una le dijo el nombre de las
pascuas : ninguna la llamó vieja , que no fuese con su epi
teto y adjetivo de hechicera y de barbuda , de antojadiza, y
de otros que por buen respeto sė callan ; pero lo que más
risa causara á quien entonces las oyera , eran las razones
de Guiomar la negra , que por ser portuguesa , y no muy la
dina , era extraña la gracia con que la vituperaba . En eſeto,
la conclusion de la plática de los dos fué que él condescen
dería con la voluntad della , cuando ella primero le entre
gase á toda su voluntad á su señora .
Cuesta arriba se le hizo á la dueña ofrecer lo que el mú
sico pedia ; pero á trueco de cumplir el deseo que ya se le
habia apoderado del alma y de los huesos y médulas del
cuerpo , le prometiera los imposibles que pudieran imagi
narse . Dejółe, y salió á hablar á su señora ; y como vió su
puerta rodeada de todas las criadas, les dijo que se reco
318 NOVELAS EJEMPLARES .
giesen á sus aposentos , que otra noche habria lugar para
gozar con ménos ó con ningun sobresalto del músico ; que
ya aquella noche el alboroto les habia aguado el gusto .
Bien entendieron todas que la vieja se queria quedar
sola ; pero no pudieron dejar de obedecerla , porque las
mandaba á todas . Fuéronse las criadas , y ella acudió á la
sala á persuadir á Leonora acudiese á la voluntad de Loay
sa , con una larga y tan concertada arenga , que pareció que
de muchos dias la tenía para este efecto estudiada. Enca
recióle su gentileza , su valor , su donaire y sus muchas
gracias; pintóle de cuánto más gusto le serían los abrazos
del amante mozo que los del marido viejo , asegurándole el
secreto y la duracion del deleite , con otras cosas semejan
tes á estas , que el demonio le puso en la lengua , llenas de
colores retóricos , tan demostrativos y eficaces, que mo
vieran , no sólo el corazon tierno y poco advertido de la
simple é incauta Leonora , sino el de un endurecido már
mol . ¡Oh dueñas , nacidas y usadas en el mundo para per
dicion y total ruina de mil recatadas y buenas intenciones!
¡ Oh luengas y repulgadas tocas , escogidas para autorizar
las salas y los estrados de señoras principales , y cuán al
reves de lo que debíades , usais de vuestro casi ya for
zoso oficio ! En fin, tanto dijo la dueña , tanto persuadió la
dueña , que Leonora se rindió , Leonora se engañó y Leo
nora se perdió, dando en tierra con todas las prevenciones
del discreto Carrizales , que dormia el sueño de la muerte
de su honra .
Tomó Marialonso por la mano á su señora , y casi por
ſuerza , preñados de lágrimas los ojos, la llevó donde
Loaysa estaba , y echándoles la bendicion con una risa
falsa de demonio , cerrando tras sí la puerta , los dejó en
cerrados , y ella se puso a dormir en el estrado , ó por me
jor decir, á esperar su contento de recudida ; pero como el
desvelo de las pasadas noches la venciese , se quedó dor
mida en el estrado .
---
EL CELOSO EXTREMEÑO . 319
Bueno fuera en esta sazon preguntar á Carrizales , á no
saber que dormia , que á dónde estaban sus advertidos
recatos , sus celos , sus advertimientos , sus persuasiones,
los altos muros de su casa , el no haber entrado en ella ni
áun en sombra alguien que tuviese nombre de varon , el
torno estrecho , las gruesas paredes , las ventanas sin luz ,
el encerramiento notable , la gran dote en que á Leonora
habia dotado , los regalos contínuos que la hacía , el buen
tratamiento de sus criadas y esclavas , el no faltar un punto
á todo aquello que él imaginaba que habian menester y
que podian desear. Pero ya queda dicho que no habia para
qué preguntárselo, porque dormia más de aquello que
fuera menester; y si él lo oyera, y acaso respondiera, no
podia dar mejor respuesta que encoger los hombros , enar
car las cejas y decir: «¡Todo aqueso derribó por los funda
mentos la astucia , á lo que yo creo , de un mozo holgazan
y vicioso , y la malicia de una falsa dueña , con la inadver
tencia de una muchacha rogada y persuadida!» Libre Dios
á cada uno de tales enemigos , contra los cuales no hay
escudo de prudencia que defienda , ni espada de recato que
corte .
Pero con todo esto , el valor de Leonora fué tal , que en
el tiempo que más le convenia , le mostró contra las fuer
zas villanas de su astuto engañador, pues no fueron bas
tantes á vencerla , y él se cansó en balde , y ella quedó
vencedora , y entrambos dormidos. Y en esto ordenó el
cielo que , a pesar del ungüento , Carrizales despertase , y
como tenía de costumbre , tentó la cama por todas partes ,
y po hallando en ella á su querida esposa , saltó de la cama
despavorido y atónito , con más ligereza y denuedo que
sus muchos años prometian ; y cuando en el aposento no
halló á su esposa , y le vió abierto y que le faltaba la llave
de entre los colchones , pensó perder el juicio ; pero repor
tándose un poco , salió al corredor, y de allí , andando pié
ante pié por no ser sentido , llegó á la sala donde la dueña
320 NOVELAS EJEMPLARES .
dormia , y viéndola sola sin Leonora , fué al aposento de la
dueña , y abriendo la puerta muy quedo , vió lo que nunca
quisiera haber visto ; vió lo que diera por bien empleado
no tener ojos para verlo : vió á Leonora en brazos de
Loaysa , durmiendo tan á sueño suelto , como si en ellos
obrara la virtud del ungüento y no en el celoso an
ciano .
Sin pulsos quedó Carrizales con la amarga vista de lo
que miraba ; la voz se le pegó á la garganta , los brazos se
le cayeron de desmayo , y quedó hecho una estatua de már
mol frio; y aunque la cólera hizo su natural oficio, aviván
dole los casi muertos espíritus , pudo tanto el dolor, que
no le dejó tomar aliento . Y con todo eso , tomara la ven
ganza que aquella grande maldad requeria , si se hallara
con armas para poder tomarla ; y así determinó volverse á
su aposento á tomar una daga , y volver á sacar las man
chas de su honra con sangre de sus dos enemigos , y áun
con toda aquella de toda la gente de su casa . Con esta de
terminacion honrosa y necesaria volvió , con el mismo si -
lencio y recato que habia venido , á su estancia , donde le
apretó el corazon tanto el dolor y la angustia , que sin ser
poderoso á otra cosa , se dejó caer desmayado sobre el
lecho .
Llegóse en esto el dia , y cogió á los nuevos adúlteros
enlazados en la red de sus brazos . Despertó Marialonso, y
quiso acudir por lo que á su parecer le tocaba ; pero viendo
que era tarde , quiso dejarlo para la venidera noche . Albo
rotóse Leonora viendo tan entrado el dia , y maldijo su des
cuido y el de la maldita dueña , y las dos con sobresaltados
pasos fueron donde estaba su esposo , rogando entre dien- ·
tes al cielo que le hallasen todavía roncando ; y cuando le
vieron encima de la cama callando , creyeron que todavía
obraba la untura , pues dormia , y con gran regocijo se
abrazaron la una á la otra . Llegóse Leonora á su marido ,
y asiéndole de un brazo , le volvió de un lado á otro por
EL CELOSO EXTREMEÑO . 321
ver si despertaba sin ponerle en necesidad de lavarle con
vinagre, como decian era menester para que en sí volvie
se . Pero con el movimiento volvió Carrizales de su desma
yo, y dando un profundo suspiro , con una voz lamentable
y desmayada , dijo :
-;Desdichado de mí , y á qué tristes términos me ha
traido mi fortuna!
No entendió bien Leonora lo que dijo su esposo; mas
como le vió despierto y que hablaba , admirada de ver que
la virtud del ungüento no duraba tanto como habian signi
ficado , se llegó á él , y poniendo su rostro con el suyo , te .
niéndole estrechamente abrazado, le dijo :
-¿Qué teneis, señor mio, que me parece que os estais
quejando?
Oyó la voz de la duice enemiga suya el desdichado
viejo , y abriendo los ojos desencajadamente, como atónito
y embelesado , los puso en ella , y con grande ahinco , sin
mover pestaña , la estuvo mirando una gran pieza , al cabo
de la cual le dijo :
-¿Hacedme placer, señora , que luego luego envieis á
llamar á vuestros padres de mi parte , porque siento no sé
qué en el corazon que me da grandísima fatiga, y temo que
brevemente me ha de quitar la vida , y querríalos ver antes
que me muriese .
Sin duda creyó Leonora ser verdad lo que su marido le
decia , pensando antes que la fortaleza del ungüento , y no
lo que habia visto , le tenía en aquel trance; y respondién
dole que haria lo que la mandaba , mandó al negro que
luego al punto fuese á llamar á sus padres, y abrazándose
con su esposo, le hacía las mayores caricias que jamás le
habia hecho , preguntándole qué era lo que sentia, con
tan tiernas y amorosas palabras , como si fuera la cosa del
mundo que más amaba . Él la miraba con el embelesa
miento que se ha dicho , siéndole cada palabra ó caricia
que le hacía una lanzada que le atravesaba el alma .
21
322 NOVELAS EJEMPLARES .
Ya la dueña habia dicho a la gente de casa y á Loaysa la
enfermedad de su amo , encareciéndoles que debia de ser
de momento , pues se le habia olvidado de mandar cerrar
las puertas de la calle , cuando el negro salió á llamar a los
padres de su señora ; de la cual embajada asimismo se ad
miraron , por no haber entrado ninguno dellos en aquella
casa despues que casaron a su hija . En fin , todos andaban
callados y suspensos , no dando en la verdad de la causa
de la indisposicion de su amo , el cual de rato en rato tan
profunda y dolorosamente suspiraba , que con cada suspiro
parecia arrancársele el alma . Lloraba Leonora por verle
de aquella suerte , y reíase él con una risa de persona que
estaba fuera de sí , considerando la falsedad de sus lágri
mas . En esto llegaron los padres de Leonora , y como ha
llaron la puerta de la calle y la del patio abiertas, y la casa
sepultada en silencio y sola , quedaron admirados y con no
pequeño sobresalto . Fueron al aposento de su yerno , y
halláronle , como se ha dicho , siempre clavados los ojos en
su esposa , á la cual tenía asida de las manos, derramando
los dos muchas lágrimas ; ella con no más ocasion de ver
las derramar á su esposo ; él por ver cuán fingidamente
ella las derramaba .
Así como sus padres entraron , habló Carrizales y dijo :
-Siéntense aquí vuesas mercedes , y todos los demas
dejen desocupado el aposento , y sólo quede la señora Ma
rialonso .
Hiciéronlo así, y quedando solos los cinco , sin esperar
que otro hablase , con sosegada voz, limpiándose los ojos,
desta manera dijo Carrizales :
-Bien seguro estoy , padres y señores mios , que no será
menester traeros testigos para que me creais una verdad
que quiero deciros : bien se os debe acordar (que no es po
sible se os haya caido de la memoria) con cuánto amor,
con cuán buenas entrañas hace hoy un año , un mes , cinco
dias y nueve horas , que me entregasteis á vuestra querida
FL CELOSO EXTREMEÑO . 323
hija por legitima mujer mia : tambien sabeis con cuánta li
beralidad la doté , pues fué tal la dote , que más de tres de
su misma calidad pudieran casar con opinion de ricas : asi
mismo se os debe acordar la diligencia que puse en ves
tirla y adornarla de todo aquello que ella se acerto á de
sear y yo alcancé á saber que le convenia : ni más ni ménos
1 babeis visto , señores , cómo llevado de mi natural condi
2 cion , y temeroso del mal de que sin duda he de morir, y
1 experimentado por mi mucha edad en los extraños y varios
0 acaecimientos del mundo , quise guardar esta joya que yo
e escogi y vosotros me disteis , con el mayor recato que me
e fué posible . Alcé las murallas desta casa , quité la vista á
las ventanas de la calle , doblé las cerraduras de las puer
. las , púsele torno como á monasterio de monjas , desterré
a perpétuamente della todo aquello que sombra ó nombre de
0 varon tuviese ; dile criadas y esclavas que la sirviesen ; ni
y les negué à ellas ni á ella cuanto quisieron pedirme; hícela
n mi igual , comuniquéle mis más secretos pensamientos y
0 entreguéla toda mi hacienda. Todas estas eran obras para
que , si bien lo considerara , yo viviera seguro de gozar sin
е sobresalto lo que tanto me habia costado , y ella procurara
no darme ocasion á que ningun género de temor celoso
0. entrara en mi pensamiento ; mas como no se puede preve
AS nir con diligencia humana el castigo que la voluntad divina
2 quiere dar á los que en ella no ponen del todo en todo sus
deseos y esperanzas , no es mucho que yo quede defrau .
ar dado en las mias , y que yo mismo haya sido el fabricador
S, del veneno que me va quitando la vida . Pero porque veo
la suspension en que todos estais, colgados de las palabras
rá de mi boca , quiero concluir los largos preámbulos desta
ad plática con deciros en una palabra lo que no es posible
decirse en millares dellas : digo , pues , señores , que todo lo
que he dicho y hecho ha parado en que esta madrugada
CO hallé á ésta , nacida en el mundo para perdicion de mi so
siego y fin de mi vida ( y esto señalando á su esposa) , en
324 NOVELAS EJEMPLARES .
los brazos de un gallardo mancebo, que en la estancia desta
pestífera dueña ahora está encerrado.
Apenas acabó estas últimas palabras Carrizales, cuando
á Leonora se le cubrió el corazon , y en las mismas rodillas
de su marido se cayó desmayada . Perdió la color Maria
lonso , y á las gargantas de los padres de Leonora se les
atravesó un nudo que no les dejaba hablar palabra . Pero ,
prosiguiendo adelante Carrizales , dijo:
-La venganza que pienso tomar desta afrenta no es ni
ha de ser de las que ordinariamente suelen tomarse ; pues
quiero que así como yo fui extremado en lo que hice ,
así sea la venganza que tomare, tomándola de mí mismo
como del más culpado en este delito ; que debiera conside
rar que mal podian compadecerse en uno los quince años
desta muchacha con los casi ochenta mios. Yo fuí el que ,
como el gusano de seda , me fabriqué la casa donde murie
se ; y á tí no te culpo , ¡oh niña mal aconsejada! (y diciendo
esto se inclinó y besó el rostro de la desmayada Leonora) ;
ao te culpo, digo , porque persuasiones de viejas taimadas
y requiebros de mozos enamorados, fácilmente vencen y
triunfan del poco ingenio que los pocos años encierran ;
mas , porque todo el mundo vea el valor de los quilates de
la voluntad y fe con que te quise , en este último trance de
mi vida quiero mostrarlo de modo que quede en el mundo
por ejemplo, si no de bondad , al menos de simplicidad ja
más oida ni vista ; y así , quiero que se traiga luego aqui un
escribano para hacer de nuevo mi testamento , en el cual
mandaré doblar la dote á Leonora , y le rogaré que despues
de mis dias , que serán bien breves, disponga su voluntad ,
pues lo podrá hacer sin fuerza , á casarse con aquel mozo ,
á quien nunca ofendieron las canas deste lastimado viejo; y
así verá que si viviendo jamás salí un punto de lo que pude
pensar ser su gusto , en la muerte hago lo mismo , y quiero
que le tenga con el que ella debe de querer tanto. La demas
bacienda mandaré á otras obras pías ; y á vosotros , seño
EL CELOSO EXTREMEÑO . 325
res mios, dejaré con que podais vivir honradamente lo que
de la vida os queda. La venida del escribano sea luego,
porque la pasion que tengo me aprieta de manera , que á
más andar me va acortando los pasos de la vida .
Esto dicho , le sobrevino un terrible desmayo , y se dejó
caer tan junto de Leonora, que se juntaron los rostros: ; ex
traño y triste espectáculo para los padres, que a su que
rida hija y á su amado yerno miraban! No quiso la mala
duefia esperar a las reprensiones que pensó le darian los
padres de su señora; y así se salió del aposento , y fué á
decir á Loaysa todo lo que pasaba, aconsejándole que
luego al punto se fuese de aquella casa, que ella tendria
cuidado de avisarle con el negro lo que sucediese, pues ya
no habia puertas ni llaves que lo impidiesen . Admirose
Loaysa con tales nuevas, y tomando el consejo , volvió á
vestirse como pobre , y fuése á dar cuenta á sus amigos del
extraño y nunca visto suceso de sus amores.
En tanto , pues, que los dos estaban transportados, el
padre de Leonora envió á llamar á un escribano amigo
suyo, el cual vino á tiempo que ya habian vuelto hija y
yerno en su acuerdo . Hizo Carrizales su testamento en la
manera que habia dicho, sin declarar el yerro de Leonora ,
más de que por buenos respetos le pedia y rogaba se ca
sase , si acaso él muriese, con aquel mancebo que él la ha
bia dicho en secreto . Cuando esto oyó Leonora , se arrojó á
los piés de su marido, y saltándole el corazon en el pecho ,
le dijo :
- Vivid vos muchos años, mi señor y mi bien todo , que ,
puesto caso que no estais obligado á creerme ninguna
cosa de las que os dijere, sabed que no cs he ofendido
sino con el pensamiento .
Y comenzando á disculparse y á contar por extenso la
verdad del caso, no pudo mover la lengua , y volvió a des
mayarse . Abrazola así desmayada el lastimado viejo , abra
záronla sus padres, lloraron todos tan amargamente , que
326 NOVELAS EJEMPLARES .
obligaron y áun forzaron á que en ellas les acompañase el
escribano que hacía el testamento , en el cual dejó de co
mer á todas las criadas de casa , orras las esclavas y el
negro , y á la falsa de Marialonso no le mandó otra cosa que
la paga de su salario ; mas sea lo que fuere, el dolor le
apretó de manera , que al seteno dia le llevaron á la se
pultura .
Quedó Leonora viuda , llorosa y rica ; y cuando Loaysa
esperaba que cumpliese lo que ya él sabía que su marido
en su testamento dejaba mandado , vió que dentro de una
semana se entró monja en uno de los más recogidos mo
nasterios de la ciudad : él , despechado y casi corrido , se
pasó á las Indias. Quedaron los padres de Leonora tristi
simos , aunque se consolaron con lo que su yerno les habia
dejado y mandado por su testamento . Las criadas se con
solaron con lo mismo, y las esclavas y esclavo con la li
bertad , y la malvada de la dueña , pobre y defraudada de
todos sus malos pensamientos ; y yo quedé con el deseo de
llegar al fin deste suceso , ejemplo y espejo de lo poco que
hay que fiar de llaves , tornos y paredes, cuando queda la
voluntad libre , y de lo menos que hay que confiar de ver
des y pocos años si les andan al oido exhortaciones destas
dueñas de mongil negro y tendido , y tocas blancas y luen
gas . Sólo no sé qué fué la causa que Leonora no puso más
ahinco en desculparse y dar á entender á su celoso marido
cuán limpia y sin ofensa habia quedado en aquel suceso ;
pero la turbacion le ató la lengua , y la priesa que se dió á
morir su marido no dió lugar á su disculpa .
Págs.
DEDICATORIA ....... 1
PRÓLOGO AL LETOR. 3
AL AUTOR POR VARIOS INGENIOS ... 7
NOVELAS EJEMPLARES .-La gitanilla .... 11
El amante liberal .. 89
Rinconete y Cortadillo .. 143
La española inglesa .... 185
El licenciado Vidriera ... 233
La fuerza de la sangre . 263
El celoso extremeño .. 286
인
A
1
BIBLIOTECA CLASICA .