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Corte Suprema de Justicia. Sala de lo Constitucional.

SENTENCIA No.79
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. SALA DE LO CONSTITUCIONAL. Managua,
veintiséis de febrero del dos mil veinte. Las ocho y treinta minutos de la
mañana.

VISTOS RESULTA:
I
Mediante escrito presentado en Secretaria de la Sala de lo Constitucional de esta
Corte Suprema de Justicia, a las ocho y quince minutos de la mañana del veinte de
diciembre del año dos mil diecinueve, por el licenciado PABLO CÉSAR MEDINA
MANZANARES, abogado, mayor de edad, de este domicilio, identificándose con
cedula de identidad No. 001-300672-0061W y carne CSJ No. 15022, en calidad de
apoderado general judicial de la señora ROSARIO LEIVA ESPINOZA, ama de casa,
mayor de edad, soltera, de este domicilio y portadora de la cedula de identidad No.
001-230756-0039B, interpone RECURSO DE HECHO en contra de los Honorables
magistrados que integran la Sala Civil Número Dos y de Familia por Ministerio de
Ley, del Tribunal de Apelaciones de la Circunscripción Managua, por haber dictado
auto de las once y ocho minutos de la mañana del veintidós de octubre del año dos
mil diecinueve que en su parte medular expresa: “…Esta Sala ha mantenido
constantemente el criterio que el recurso de amparo contra las resoluciones
judiciales procede únicamente por excepción, esto es, cuando se le lleve el ánimo de
la Sala la certeza o convicción de que la autoridad judicial recurrida actuó en
contravención a la competencia que la Ley le faculta, establece u otorga, o actuó a
margen de esta, lo que permita inferir evidente violación de derechos
constitucionales. Estima la Sala que por la excepcionalidad que establece el artículo
52.1 de la Ley No. 983, es necesario que el escrito del recurso de Amparo, refleje y
fundamente de manera contundente, univoca, la evidente violación de derechos
constitucionales en que presuntamente incurrió la autoridad judicial al emitir la
resolución contra la que se pretende recurrir de amparo, Lo anterior se determinara
mediante el examen exhaustivo del libelo o escrito del recurso, de tal manera que
esa es la excepción por la que procede el recurso de amparo. En tal sentido, la
queja o libelo de amparo, debe llevarle el onus probando al ánimo del juzgador,
mediante la noticia veraz y comprobada de una presunta actuación ilegal del
funcionario, empleado o autoridad contra quien se recurre, alegado también
conocido como el fumus boni iuris…RESUELVE: No se admite a trámite el Recurso
de Amparo…”. En su libelo recursivo de hecho, el Apoderado General de la
recurrente, pese a que erróneamente identifica a los miembros de la Sala Civil de
este Supremo Tribunal como el encargado de conocer el presente Recurso de
Hecho, en síntesis aduce que la Sala Receptora debió dar el tramite al recurso de

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Amparo y no aplicar selectivamente precedentes jurisdiccionales desvinculados de la
necesidad de garantizar el derecho subjetivo que pertenece al núcleo duro de los
derechos humanos, como es el derecho a la vivienda y la protección de los
ancianos. Continúa señalando que la Sala Civil del Tribunal Receptor se ha excedido
al no dar trámite al Recurso de Amparo, no estando dentro de sus facultades
conocer el fondo del asunto, ni sobre la procedencia o improcedencia del mismo.
Señala lugar para oír notificaciones. Por, lo que.

SE CONSIDERA:
I
El concepto de Justicia Constitucional, al cual han equiparado o diferenciado con el
de Jurisdicción Constitucional o Derecho Procesal Constitucional, surge con el
proceso mismo de la constitucionalización del Estado Moderno, este avance
determina la supremacía de las normas constitucionales sobre todas aquellas de la
legislación ordinaria, cuando para ello se requiere de la defensa de esa categoría
especial de norma positiva determinada en el texto constitucional. Afirma Quiroga
León (1987), que la jurisdicción o justicia constitucional surge entre finales del Siglo
XVIII y principios del Siglo XIX, luego de la independencia de los Estados Unidos y
de la Revolución Francesa, a la par con el especial proceso de constitucionalización
que ocurre en Inglaterra a la muerte de Cromwell en 1658. En Alemania también se
produjo el mismo fenómeno en el Siglo XIX, aunque las luchas constitucionales
germánicas no puedan compararse con las grandes revoluciones mundiales que
cambiaron la historia del hombre moderno. No obstante, las constituciones de la
Monarquía Constitucional alemana no olvidan el problema de la supremacía
constitucional como se aprecia de las Constituciones de Baviera de 1818 y de
Sajonia de 1831. (Quiroga León, Aníbal. La Justicia Constitucional. 1987). Fix-
Zamudio (1968), señala que en un principio los alemanes, precisamente a partir de
Schmitt fueron quienes utilizaron primero la definición de Defensa de la Constitución
(Der hiter der Ver fassung), para luego variarlo al de Justicia Constitucional
(Verjússungsgerichtsbarkeit) a partir de la Constitución del Weimar de 1919. Los
franceses utilizaron preferentemente el concepto de Control de la Constitucionalidad,
en tanto que un sector de los juristas italianos se refieren a la giurisdizione
cumtituziunale o al proceso constitutizionale; siendo para los angloamericanos la
denominación frecuente la de Judicial Review o revisión judicial de la Constitución.
(FIX-ZAMUDIO. Veinticinco años de evolución de la Justicia Constitucional. 1940-
1965; Inst., de Investigaciones Jurídicas; UNAM, México, 1968). La importancia de la
Justicia Constitucional es evidente. El verdadero equilibrio de los poderes o, como
modernamente se conoce, el de las funciones competenciales de los diferentes
Órganos del Estado, hace necesario la existencia de una instancia autónoma que

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interprete adecuada y definitivamente los postulados constitucionales, determinando
también con imparcialidad las violaciones constitucionales cometidas tanto desde el
Legislativo a través de leyes y normas inconstitucionales, como del Ejecutivo a
través del exceso de poder manifestado en actos inconstitucionales cuya forma
puede ser diversa y variable. También el Poder Judicial puede estar incurso en las
violaciones constitucionales a través de actos o normas inconstitucionales, cuanto
por la ausencia del respeto a la garantía del Debido Proceso Legal u otros principios
y garantías constitucionales. En efecto, ya no sólo se considera a la Constitución
como el vértice superior del Ordenamiento Jurídico, sino que como norma política
que contiene principios y postulados fundamentales para la organización social,
política y económica de la Nación, los que por su propia naturaleza y finalidad han
de tener una vigencia históricamente dinámica, cambiante en el tiempo y en el
espacio. De allí, pues, que los esquemas de la interpretación jurídica tradicional
resulten estrechos y ampliamente superados por una necesidad y requerimiento
mucho mayor de aprehender las esencias constitucionales y políticas de las que
dependen la estructuración permanente de la Nación. De tal suerte, que ha
prevalecido la idea acerca de una interpretación tradicional de la Constitución, sin
embargo las modernas corrientes de interpretación constitucional, a partir
precisamente de la aplicación de la Justicia Constitucional, ha cambiado de plano
estas tradicionales concepciones que fueron inicialmente formuladas y
sistematizadas por Von Savigni, y después profusamente desarrolladas por
tratadistas como Francesco Messineo y Emilio Betti. En tal sentido, coincidimos
plenamente con el tratadista italiano Mauro Cappelletti que afirma: "El genio del
hombre ha descubierto el instrumento más perfeccionado de la relativización de los
postulados constitucionales, haciéndolos flexibles a una interpretación autorizada
que permita su permanente adecuación al sistema político y a la realidad histórica a
través de la justicia constitucional. Por medio de esta institución se confía a jueces
imparciales la humanización de lo absurdo, la concreción de los abstracto, la
correcta aplicación y realidad históricamente actual de los valores supremos, que
serían fría y estáticamente irrealizables si se consideraran encerrados y cristalizados
en las fórmulas normativas de la Constitución". Por ello, concluye el tratadista, "el
sentido de la Justicia Constitucional es la vida, la realidad y el porvenir de las Cartas
Constitucionales de nuestra época''. (Citado por Fix-Zamudio, op. Cit. P. 163). En
este orden de ideas en la actualidad existe una consolidación en el convencimiento
de que ya no era suficiente el consagrar los valores supremos de la organización
social y político en un documento denominado Constitución Política, sino que era
imperativo establecer los mecanismos necesarios para la garantía consecuente de
esos valores supremos en aras de una mayor efectividad cotidiana. Podemos
entonces, concluir que por Justicia Constitucional podemos entender aquel proceso

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histórico cuya génesis es el propio desarrollo de los Estados Modernos de Derecho,
que establecieron mecanismos de control, autocontrol y defensa de la supremacía y
vigencia constitucional. De ahí que la X Conferencia Iberoamericana de Justicia
Constitucional (Santo Domingo 2014), afirmara en su resumen que: “Las
constituciones iberoamericanas tienen una gran semejanza en lo que concierne a la
naturaleza, el rango normativo y valor jurídico. Si bien con algunas diferencias de
matices o énfasis en su formulación, todas ellas contienen disposiciones que
reconocen: 1) el valor normativo de la Constitución; 2) la supremacía constitucional
sobre el resto del ordenamiento jurídico; 3) la Constitución como fundamento y
fuente primaria del Derecho interno de cada nación; 4) la Constitución como
parámetro de validez de las demás normas jurídicas; y 5) la eficacia jurídica y su
carácter vinculante a los poderes públicos, órganos, instituciones, autoridades y
personas”. Es así, que en este marco contextual e histórico en fecha veintinueve de
enero del año dos mil catorce, la Asamblea Nacional de Nicaragua aprobó la Ley No.
854, Ley de Reforma Parcial a la Constitución Política de la República de Nicaragua,
publicada en La Gaceta, Diario Oficial, No. 26 del 10 de febrero del 2014, entrando
en vigencia a partir de su publicación. La ley dispuso en su artículo cuadragésimo
segundo reformar el artículo 184 de la Constitución Política de Nicaragua el que se
leerá así: “Artículo 184 Son leyes constitucionales: la Ley Electoral, la Ley de
Emergencia y la Ley de Justicia Constitucional, que se dicten bajo la vigencia de la
Constitución Política de Nicaragua”. De la misma manera el artículo cuadragésimo
tercero reforma el artículo 190 constitucional, adicionando en su parte final lo
siguiente: “La Ley de Justicia Constitucional regulará los Recursos y mecanismos
establecidos en este capítulo”. Y finalmente el artículo cuadragésimo noveno de la
Ley de Reforma Parcial dispone en su numeral 3 lo siguiente: “3) La Ley de Amparo
continuará en vigor hasta que entre en vigencia la Ley de Justicia Constitucional”. En
consecuencia el legislador dispuso un mandato constitucional al Poder Legislativo, a
fin de que este elaborara y aprobara una Ley de Justicia Constitucional sustitutiva de
la Ley de Amparo y sus reformas, que incorporara todos los recursos y mecanismos
jurídicos tendientes a garantizar el principio de supremacía constitucional mediante
el control jurisdiccional de la Constitución Política que permita su permanente
adecuación a la realidad histórica y al sistema político imperante. En cumplimiento
de ese mandato constitucional, el legislador ordinario elaboró y aprobó en fecha
once de diciembre del año dos mil catorce la Ley No.983, Ley de Justicia
Constitucional, publicada en La Gaceta, Diario Oficial, No.247 del 20 de diciembre
del 2018, que entro en vigencia el día de su publicación. Y es que la Justicia
Constitucional, tal y como lo expresa la exposición de motivos del anteproyecto
presentado ante la Asamblea Nacional, se define como el control jurisdiccional de la
Constitución, es decir, la protección de la Constitución en sede jurisdiccional.

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Configurándose como un conjunto de órganos, mecanismos y procedimientos que
tienen como objetivo común preservar el contenido fiel de la Constitución para
asegurar el reinado del principio de supremacía constitucional. La Ley de Justicia
Constitucional, en su artículo 1 define que tiene como objeto y finalidad: “La presente
ley constitucional, tiene como objeto regular los mecanismos de control aplicables a
la justicia constitucional y como finalidad la protección de los derechos y garantías
constitucionales…”; y para tal fin establece los siguientes instrumentos: 1.- Recurso
de Exhibición Personal; 2.- Recurso de Habeas Data: 3.- Recurso de Amparo; 4.-
Recurso por Inconstitucionalidad; 5.- Inconstitucionalidad en caso concreto; 6.-
Recurso de Inconstitucionalidad por Omisión; 7.- Conflicto de Competencia y
Constitucionalidad entre Poderes del Estado; 8.- Conflicto de Constitucionalidad
entre el Gobierno Central y las Regiones Autónomas de la Costa Caribe: 9.-
Conflicto de Constitucionalidad entre el Gobierno Central y los Gobiernos
Municipales. Reiterando en su parte in fine su objeto y finalidad al señalar: “La
justicia constitucional garantiza la supremacía constitucional y la protección de
derechos y garantías constitucionales”.

II
La Ley No. 983, Ley de Justicia Constitucional en su artículo 51, establece el
RECURSO DE HECHO definiéndolo así: “Si el Tribunal de Apelaciones denegara sin
fundamento alguno la tramitación del recurso, el recurrente podrá comparecer
directamente ante Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia. Debe
acompañar la certificación de las piezas principales del objeto del recurso. Una vez
obtenidas, el recurrente tendrá un plazo de quince días para comparecer. La Sala de
lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia tramitará el recurso conforme el
procedimiento establecido en la presente ley”. Es decir, si las Salas Receptoras
denegaran sin fundamento alguno la tramitación del recurso, el recurrente
acompañando la certificación de las piezas principales del objeto del recurso, podrá
comparece directamente ante la Sala de lo Constitucional en un plazo de quince
días y esta tramitara el recurso conforme el procedimiento establecido en la Ley de
Justicia Constitucional. El citado artículo tiene su precedente en el artículo 28 de la
derogada Ley de Amparo y sus reformas, no obstante la Ley de Justicia
Constitucional mandata que esta Sala de lo Constitucional debe tramitar el recurso
conforme el procedimiento establecido en la ley, el cual omitió desarrollar el
legislador. Pese a ello, la Ley de Justicia Constitucional en su artículo 2) numeral 3),
literal a) contiene como Principio Procesal de la Justicia Constitucional el de la
obligatoriedad de impartir justicia constitucional, no pudiendo suspender ni denegar
el acto de impartir justica por contradicciones entre normas, oscuridad o falta de
noma jurídica. En este mismo sentido el artículo 116 de la Ley de Justicia

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Constitucional establece la supletoriedad del Código de Procedimiento Civil, en lo
que fuere aplicable y compatible, con los principios de la justicia constitucional, los
criterio s de interpretación y la naturaleza, objeto y finalidad de éstos en aras de
proteger los contenidos de la Constitución Política. Bajo esta tesitura esta Sala de lo
Constitucional observa dos escenarios, a saber: Aplicamos la supletoriedad del
Código de Procedimiento Civil o se desarrolla una interpretación a partir de los
principios de la Justicia Constitucional. Aplicando el primer razonamiento tenemos
que el Código de Procedimiento Civil no contiene un medio recursivo con tal
denominación. No obstante, en consideración al principio procesal de irrelevancia
del “nomen iuris”, debemos atender no al nombre del recurso, sino a la acción e
interés jurídico que pretende la parte y que se corresponde con el medio procesal
denominado Recurso por Denegatoria de Admisión. El citado recurso se desarrolla a
partir del artículo 578 y siguientes que disponen lo siguiente: Artículo 578 Objeto: “El
recurso por denegatoria de admisión tiene por objeto el examen del auto que
deniegue la interposición del recurso de apelación o del recurso de casación”.
Artículo 579 Solicitud de copia certificada: “Denegado el recurso de apelación, pedirá
la parte recurrente dentro de tercero día de notificado, fotocopias a su costa, del auto
o sentencia impugnada y su notificación, del escrito de interposición del recurso de
apelación y negativa del recurso con su notificación, debidamente razonadas por
secretaría. En el caso de denegatoria del recurso de casación, se acompañará
fotocopias del auto o sentencia impugnada del juzgado o Tribunal de Apelaciones y
su notificación, del escrito de interposición del recurso, del auto denegatorio y su
notificación, debidamente razonados por secretaría. La autoridad judicial deberá
expedir y entregar dentro de tercero día, las copias certificadas a las que se refieren
los párrafos anteriores, y no podrá denegarlas bajo pretexto alguno. Una vez
razonadas por secretaría las copias, se pondrá en conocimiento del recurrente
mediante auto para que en el término de diez días las retire. Si la parte no lo hiciere
se tendrá por desistido el recurso, ordenando el cierre y archivo de las diligencias del
recurso por denegatoria de admisión”. En cuanto a los requisitos el artículo 581
establece que se interpone ante el órgano competente para conocerlo, por escrito
con las formalidades establecidas para la demanda, en los diez días siguientes a la
entrega de la copia razonada. Posteriormente el artículo 582 lista el contenido del
escrito del recurso por denegatoria, mismo que debe incluir lo siguiente: 1) Relación
sucinta de los hechos; 2) Identificación de la resolución recurrida y fecha de su
notificación; 3) Fecha de la interposición del recurso de derecho; 4) Identificación del
auto denegatorio y fecha de su notificación; 5) Los fundamentos por los cuales la
parte recurrente estima que el recurso debió ser admitido; 6) Solicitud de admisión a
trámite del recurso interpuesto; y 7) Relación de los documentos anexos que
acompaña. El artículo 583 enuncia que al escrito se debe acompañar el poder con el

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que acredita la calidad de su comparecencia, cuando este no conste y las copias
razonadas emitidas por el juzgado o tribunal a las que se refiere este Título, las que
deberán ser entregadas por la secretaria o secretario judicial o la oficina respectiva,
dejando constancia de la fecha de su entrega al interesado. Y finalmente el artículo
584 dispone en cuanto a la tramitación y decisión lo siguiente: “Presentado el
recurso por denegatoria de admisión, el órgano competente examinará si cumple los
requisitos legales. De ser así, en el plazo de cinco días mediante auto, ordenará la
autoridad judicial que dictó la resolución, que continúe con la tramitación del recurso
de apelación o casación en su caso, conforme lo establece este Código. Si el
recurso fuera infundado, se declarará firme la resolución recurrida, notificándolo a las
partes y comunicándolo al órgano judicial inferior. La parte recurrente será
condenada al pago de las costas del recurso. En ningún caso se podrá reclamar la
remisión de los autos originales. La interposición y tramitación de este recurso, en
ningún caso suspenderá la eficacia de la resolución recurrida”. Del análisis
procedimental de dicho recurso, la Sala de lo Constitucional denota que la
tramitación del mismo seria en contravención de los principios contenidos en la Ley
de Justicia Constitucional, tales como: De aplicación más favorable a los derechos y
los procesales de: Celeridad, economía procesal y concentración, habida cuenta de
que se prolongarían los plazos y términos para acceder a esta Sala, violentando la
tutela judicial efectiva. Consecuentemente y en atención al principio de
obligatoriedad del precedente constitucional, esta Superioridad debe establecer que
cuando cualquier Sala de lo Civil de los Tribunales de Apelaciones del País
denegare sin fundamento la tramitación del Recurso de Amparo, el recurrente podrá
interponer directamente ante esta Sala de lo Constitucional el Recurso de Hecho
contenido en el artículo 51 de la Ley de Justicia Constitucional. Para ello, una vez
debidamente notificado del auto denegatorio tendrá un plazo de veinticuatro horas
para solicitar, a su costa, certificación de las piezas principales del objeto del
recurso, las cuales deben ser entregadas al recurrente en un plazo similar de
veinticuatro horas (artículo 6 de la Ley de Justicia Constitucional). Una vez obtenidas
las piezas certificadas el recurrente tendrá un plazo de quince días para comparecer
ante esta Sala de lo Constitucional (artículo 51 Ley de Justicia Constitucional). El
escrito de interposición del recurso de hecho debe dirigirse en contra de los
miembros del órgano receptor que emitió el auto denegatorio y contener, al menos:
a) Identificación del auto denegatorio y fecha de su notificación; b) Los fundamentos
por los cuales la parte recurrente estima que el recurso debió ser admitido; c)
Solicitud de admisión a trámite del recurso de hecho; d) Relación de los documentos
que adjunta y e) Señalamiento de lugar del recurrente en la ciudad sede del tribunal
para oír notificaciones, así mismo podrá señalar una dirección de correo electrónico
y/o número telefónico cierto. Presentado el recurso de hecho, la Sala de lo

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Constitucional, en un plazo de veinticuatro horas, mediante auto lo admitirá a trámite
para su estudio y resolución. La Sentencia que estimare ha lugar al recurso ordenara
al órgano receptor admitir a trámite el recurso de Amparo denegado y cumpla con el
procedimiento correspondiente contenido en la Ley de Justicia Constitucional.
Contra las resoluciones dictadas por la Sala de lo Constitucional resolviendo el
recurso de hecho no habrá recurso ulterior.

III
Ahora bien, en este estado de cosas, llama la atención de esta Sala de lo
Constitucional al analizar el presente Recurso de Hecho, que en el auto denegatorio
de admisión a trámite del recurso de Amparo interpuesto por el Apoderado del
recurrente, se expresa: “…Esta Sala ha mantenido constantemente el criterio que el
recurso de amparo contra las resoluciones judiciales procede únicamente por
excepción, esto es, cuando se le lleve el ánimo de la Sala la certeza o convicción de
que la autoridad judicial recurrida actuó en contravención a la competencia que la
Ley le faculta, establece u otorga, o actuó a margen de esta, lo que permita inferir
evidente violación de derechos constitucionales. En el caso sub lite, estima la Sala
que por la excepcionalidad que establece el artículo 52.1 de la Ley No. 983, es
necesario que el escrito del recurso de Amparo, refleje y fundamente de manera
contundente, univoca, la evidente violación de derechos constitucionales en que
presuntamente incurrió la autoridad judicial al emitir la resolución contra la que se
pretende recurrir de amparo, Lo anterior se determinara mediante el examen
exhaustivo del libelo o escrito del recurso, de tal manera que esa es la excepción por
la que procede el recurso de amparo. En tal sentido, la queja o libelo de amparo,
debe llevarle el onus probando al ánimo del juzgador, mediante la noticia veraz y
comprobada de una presunta actuación ilegal del funcionario, empleado o autoridad
contra quien se recurre, alegado también conocido como el fumus boni
iuris…RESUELVE: No se admite a trámite el recurso de Amparo…”. Y, es que esta
Superioridad observa, no con cierta perplejidad, la afirmación de la Honorable Sala
Civil Número Dos del Tribunal de Apelaciones, Circunscripción Managua de que el
recurso de Amparo procede contra resoluciones judiciales, cuando se le lleve al
ánimo, certeza o convicción de que la autoridad judicial recurrida actuó en
contravención a la competencia que la ley le facultad, lo cual es idéntico a decir que
la Sala Receptora elaborara un estudio de fondo del asunto a fin de concluir si le
llevo al ánimo, convicción o certeza que hubo por parte de la autoridad judicial una
falta o deficiente competencia en su actuación. Lo cual prima facie contradice todo
un criterio jurisprudencial y legal que ya ha sido abundantemente expuesto en los
considerandos II y III de esta sentencia. No obstante, y para mayor ilustración de los
miembros de la Sala Receptora, esta Sala desea hacer las siguientes acotaciones:

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Corte Suprema de Justicia. Sala de lo Constitucional.
La norma prevista por el artículo 188 de la Constitución, que instituye el recurso de
amparo constitucional, es general y tiene un alcance amplio no restrictivo, en cuanto
se refiere a toda disposición, acto o resolución y en general en contra de toda acción
u omisión de cualquier funcionario, autoridad o agente de los mismos que viole o
trate de violar los derechos y garantías consagrados en la Constitución Política.
Como se podrá advertir la norma emplea un nomen juris con una acepción amplia,
pues funcionario, en el sentido empleado por la Constitución, es toda persona que
desempeñe una función o servicio estatal o público; y acto u omisión contienen
todas las posibles conductas humanas conocidas. En consecuencia, en una
interpretación sistemática de las normas previstas en la Constitución y la Ley de
Justicia Constitucional, se llega a la conclusión de que ni el Constituyente ni el
legislador ordinario previeron una restricción sobre los alcances del amparo
constitucional contra las decisiones de los Jueces o Tribunales Judiciales, lo que
significa que no se excluyen del control de constitucionalidad, por vía de tutela de los
derechos fundamentales, las sentencias judiciales, cuando estas vulneran esos
derechos. Consecuentemente cualquier acción, omisión, ley, decreto o norma que
pretenda contradecir los postulados constitucionales, simplemente es ilícita, ilegal e
inexistente y por tanto inconstitucional. Ahora bien, entre los derechos humanos
proclamados por el Estado democrático constitucional tanto en la Constitución
cuanto en los instrumentos internacionales que forman parte del bloque de
constitucionalidad (Artículo 46 Cn.), se tiene el derecho de toda persona a un
recurso efectivo y rápido para la protección efectiva e idónea de sus derechos
humanos. Así, el art. 8 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos
proclama que “toda persona tiene derecho a un recurso efectivo, ante los tribunales
nacionales competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos
fundamentales reconocidos por la Constitución o por la Ley”; por otro lado el art. 25.1
de la Convención Americana sobre Derechos Humanos dispone que “toda persona
tiene derecho a un recurso sencillo y rápido o a cualquier otro recurso efectivo ante
los jueces o tribunales competentes, que la ampare contra actos que violen sus
derechos fundamentales reconocidos por la Constitución, la ley o la presente
Convención”. Ese recurso sencillo y efectivo es precisamente el amparo
constitucional, tal y como lo contiene el artículo 188 de la Norma Suprema. Lo
anterior es enriquecido por nuestra Carta Magna, en su artículo 34, que contiene las
garantías del debido proceso y tutela judicial efectiva, siendo apuntalado por el
legislador ordinario cuando en la reforma del 2014 en la parte in fine adicionó que las
garantías mínimas del debido proceso y la tutela judicial efectiva son aplicables a los
procesos administrativos y judiciales. Solamente la redacción simple y llana del auto
dictado por la Sala Receptora, ad limine es inconstitucional, pues pretende
desconocer, contravenir y atropellar lo contenido en el artículo 188 Constitucional

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Corte Suprema de Justicia. Sala de lo Constitucional.
que de manera clara y meridiana establece el Recurso de Amparo en contra de toda
acción u omisión de cualquier funcionario, autoridad o agente de los mismos que
viole o trate de violar los derechos y garantías consagrados en la Constitución
Política. Es decir, y valga lo reiterativo, la protección abarca TODOS LOS
DERECHOS Y GARANTIAS CONTENIDOS EN LA CONSTITUCIÓN POLITICA Y
ELLA MISMA. Asimismo eleva a carácter omnímodo el criterio de que solamente
puede admitirlos si tienen, la Sala Receptora, el ánimo de certeza que actuó en
contravención a la competencia que la ley faculta, un criterio ; el de la competencia,
obsoleto y retrogrado que era el que utilizaba la Ley derogada, no la filosofía de los
derechos y garantías fundamentales que enarbola la nueva Ley de Justicia
Constitucional vigente. Pretendiendo, en contravención a ley expresa, otorgar
facultades que le son privativas a la Sala de lo Constitucional, como es el estudio de
fondo del recurso en estricto apego al principio de especialidad de la justicia. Y es
que los procesos constitucionales de tutela de derechos no tienen por propósito,
prima facie, verificar si los jueces, en el ejercicio de la jurisdicción, infringieron
normas procesales que no incidan en el contenido constitucionalmente protegido del
derecho a la tutela procesal (error in procedendo) o acaso, que no hayan
interpretado adecuadamente el derecho material (error in iudicando). La
competencia del juez constitucional se traduce en examinar dichos errores cuando
los mismos son constitutivos de la violación de un derecho fundamental. De esa
manera, el amparo contra resoluciones judiciales no tiene el efecto de convertir al
juez constitucional en una instancia más de la jurisdicción ordinaria, pues la solución
de las controversias surgidas de la interpretación y aplicación de la ley es de
competencia de las autoridades jurisdiccionales ordinarias, siempre, claro está, que
esa interpretación y aplicación de la ley se realice conforme a la Constitución y no
vulnere derechos fundamentales. En consecuencia, paralelamente a la positivización
se ha generado un proceso de judicialización de los derechos humanos; de manera
que frente a los actos o decisiones ilegales e indebidos de funcionarios o
autoridades públicas, incluidas las judiciales, que los suprimen o restringen, se
activan las garantías jurisdiccionales, como son las acciones tutelares, para otorgar
la protección inmediata, eficaz e idónea. No existe Estado democrático constitucional
si las autoridades o funcionarios disponen de poderes ilimitados; o de existir límites
impuestos, éstos carecen de efectividad para controlar el campo de su actuación
válida. De manera que un adecuado funcionamiento del Estado democrático
constitucional y el desarrollo equilibrado de las relaciones entre las personas
particulares y el Estado conlleva el establecimiento de límites al accionar de las
autoridades o funcionarios. Esos límites están previstos por la Constitución con la
distribución de funciones a los órganos de poder, la delimitación de competencias, y
atribuciones, la proclamación de los derechos fundamentales y la fijación de las

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garantías constitucionales. Entonces, si se toma en cuenta que el respeto a los
derechos fundamentales es uno de los más importantes límites que la Constitución
impone a los órganos del poder público, así como a sus autoridades y funcionarios
es fácil entender que los Jueces y Tribunales de justicia no pueden estar exentos de
esos límites; por lo mismo no puede alegarse la inimpugnabilidad de sus sentencias
en aquellos casos en los que éstas vulneren franca y abiertamente los derechos
fundamentales o garantías constitucionales de las partes que intervienen en el
proceso. De contrario, admitir que las sentencias judiciales no puedan ser
impugnadas a través del amparo constitucional, de manera excepcional, invocando
la autoridad de cosa juzgada, el principio de seguridad jurídica, el principio de
definitividad o el principio de legalidad y especialidad de la justicia, así aquellas
violen la Constitución, colocaría a los jueces y tribunales por encima de la Ley
Fundamental convirtiéndolos en un poder omnímodo, lo cual es inadmisible en un
Estado democrático constitucional y el sistema constitucional adoptado por nuestra
Nación. Dada su naturaleza jurídica el amparo constitucional es una acción
jurisdiccional de carácter subsidiario; lo que significa que no es una instancia
adicional, alternativa o complementaria a las acciones ordinarias y especiales
previstas por la Constitución y la Ley para la defensa de los derechos. Ello supone
que esta vía constitucional sólo se activa cuando la persona no dispone de otra vía
legal para la protección inmediata de sus derechos fundamentales o garantías
constitucionales vulnerados. Lo cual, de manera similar se configura con el instituto
procesal de la litispendencia, instituto que ha sido profusamente señalado en nuestra
jurisprudencia y conforma un criterio precedente de la Sala de lo Constitucional.
(Pueden consultarse las Sentencias Números: 522-10; 704-10; 522-11; 1547-13;
818-14; 825-14; 1043-14; 1086-14; 461-15 y 138-18). Con base en lo expresado y
precisamente para garantizar el respeto a los principios de seguridad jurídica, de
legalidad y de especialidad de la justicia, es que el conocimiento de fondo de los
recursos de amparo está dado con exclusividad a la Sala de lo Constitucional y la
declaración de improcedencia se incluye en éste. Acoger la tesis de que el recurso
de amparo interpuesto contra resoluciones judiciales debe decretarse improcedente
ad portas por la Sala receptora, lesionaría el derecho fundamental de acceso a la
justicia de la ciudadanía; y pretender que dicho órgano realice un estudio de fondo
del recurso, a fin de comprobar si es evidente la alegada violación a los derechos
constitucionales, sería otorgarle competencias que no le están dadas por la Ley de
Justicia Constitucional, ley de rango constitucional. Así como estaríamos ante una
violación fragrante al contenido del mandato constitucional establecido en el artículo
188. Así es dable llegar a la conclusión, sobre la base de toda la exquisita, uniforme
y reiterada jurisprudencia; criterio s sostenidos por esta Sala de lo Constitucional,
aun antes de su creación; el principio de obligatoriedad del precedente

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constitucional, contenido en la Ley de Justicia Constitucional; y la voluntad del
legislador al elaborar y aprobar la Ley de Justicia Constitucional, esta Superioridad
afirma que las atribuciones de las Salas de lo Civil de los Tribunales de Apelaciones
como órgano receptor se limitan a conocer únicamente de las primeras actuaciones
hasta la suspensión del acto reclamado. Podrá mandar a subsanar las omisiones de
forma que notare en el escrito de interposición en un plazo de cinco días,
declarándolo no interpuesto si no lo hiciere. Estándole vedado conocer el fondo del
asunto, dentro de los cuales se encuentran posibles causas de improcedencia,
extemporaneidad, agotamiento de la vía administrativa y cualesquiera otra
relacionada. Consecuentemente, debe esta Sala de lo Constitucional declarar Ha
Lugar al presente Recurso de Hecho y ordenar al Tribunal Receptor admitir a trámite
el recurso de Amparo denegado.

POR TANTO:
De conformidad con todo lo expuesto, artículos 1, 2, 3, 6, 51 y 116 de la Ley No.
983, Ley de Justicia Constitucional y los criterio s jurisprudenciales dictados por esta
Sala de lo Constitucional, los suscritos Magistrados que integran la Sala de lo
Constitucional de la Corte Suprema de Justicia RESUELVEN: HA LUGAR AL
RECURSO DE HECHO interpuesto por el licenciado PABLO CÉSAR MEDINA
MANZANARES, abogado, mayor de edad, de este domicilio, identificándose con
cedula de identidad No. 001-300672-0061W y carne CSJ No. 15022, en calidad de
apoderado general judicial de la señora ROSARIO LEIVA ESPINOZA, ama de casa,
mayor de edad, soltera, de este domicilio y portadora de la cedula de identidad No.
001-230756-0039B, en contra de los Honorables magistrados que integran la Sala
Civil Número Dos y de Familia por Ministerio de Ley, del Tribunal de Apelaciones de
la Circunscripción Managua, por haber dictado auto de las once y ocho minutos de la
mañana del veintidós de octubre del año dos mil diecinueve que deniega a trámite el
Recurso de Amparo interpuesto, de que se ha hecho mérito. Esta sentencia está
escrita en seis hojas de papel bond de tamaño legal, con membrete de la Sala de lo
Constitucional de la Corte Suprema de Justicia y rubricadas por la Secretaria de la
misma. Cópiese, notifíquese y publíquese. FCO. ROSALES A., MANUEL
MARTÍNEZ S., ARMANDO JUÁREZ LÓPEZ, ANTE MÍ; ZELMIRA CASTRO
GALEANO, SRIA LAS SUSTITUTIVA de la Ley de Amparo y sus reformas, que
incorporara todos los

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