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2.

º de Bachillerato
Curso 2022-2023

HISTORIA
DE ESPAÑA

Departamento
de Geografía e Historia
IES Thiar # Pilar de la Horadada
Texto © 2022 Leopoldo Sánchez Lozano
Todos los derechos reservados
Esta obra es para uso exclusivo de alumnado y profesorado del IES Thiar
Se prohíbe cualquier otro uso sin permiso expreso del autor
Compuesto en Charter ITC Standard 11/15 (texto), Fakt Pro (tablas) y Bodoni ITC (portada)
ÍNDICE

Prólogo 5

Las raíces históricas de España 7

Primera parte: el siglo xix

El Antiguo Régimen y su crisis 19

El reinado de Isabel II 43

El Sexenio Democrático 67

La Restauración canovista 83

Sociedad y economía en el Estado liberal 97

Segunda parte: el siglo xx

El reinado de Alfonso XIII 123

La Segunda República. La Guerra Civil 141


en un contexto de crisis internacional

La dictadura franquista 167

La transición democrática 187


y el proceso de consolidación

Apéndices

I. Las grandes cuestiones 207

II. La PAU de Historia de España 217

III. Tablas de contextos históricos 225

IV. Tablas de definiciones 229

V. Tabla de constituciones 231

VI. Diccionario de términos históricos 233

VII. Correspondencias 249


entre temas y bloques temáticos
PRÓLOGO

Este libro es un resumen de la historia contemporánea de España. La naturaleza de un resumen


reside en dejar fuera todo aquello que no es necesario para un fin determinado. En este caso,
el fin es dar al estudiante de Bachillerato las herramientas necesarias para superar la Prueba
de Acceso a la Universidad de la Comunitat Valenciana de acuerdo con su propio nivel de exi-
gencia. Eso, y un poco más por si acaso, es lo que se puede encontrar aquí.
El currículo oficial de la asignatura divide esta en «bloques temáticos». Desafortunadamen-
te, esta división no es siempre del todo lógica (especialmente en la distribución de los apartados
de sociedad y economía) ni tampoco coincide con la división en siglos xix y xx que se aplica
en la PAU. Sin embargo, una de las preguntas de esta pide que se sitúen los textos en el bloque
temático correspondiente. Por todo ello, en este manual se ha optado por lo siguiente: 1.º) or-
ganizar el contenido en temas con la longitud adecuada para ser objeto de un examen parcial,
si procede; 2.º) ordenar esos temas para que encajen en las dos opciones de la PAU (primera
y segunda partes del índice); 3.º) indicar a qué bloque temático pertenece cada tema; y 4.º)
no numerar los temas para no crear confusión con la numeración de los bloques temáticos.
Siempre que ha sido posible, el título del tema coincide con el del bloque temático. La primera
evaluación abarca hasta el reinado de Isabel II y la segunda hasta el reinado de Alfonso XIII.
Cada tema se compone de un apartado de contexto internacional para repasar los conceptos
básicos de historia universal que se dieron en cursos anteriores y que permitirán comprender
mejor lo que se explica en los apartados siguientes. Unas conclusiones cierran la parte de teo-
ría con una visión de conjunto, así como con una referencia a las distintas interpretaciones al
respecto («El debate entre historiadores»). Esta última sección, en letra más pequeña, es para
los estudiantes más curiosos por la historia y no se exigirá en un examen. Sigue una colección
de documentos históricos representativos, que servirá para practicar la técnica de comentario
de cara a la PAU, y el tema se cierra con un apartado de biografías de las figuras más destaca-
das, lo que permite incluir detalles y curiosidades que no tienen cabida en la parte de teoría.
El manual se completa con apéndices destinados a aclarar cuestiones que pueden no quedar
del todo explicadas en cada uno de los temas, así como a orientar la preparación de la PAU.
Por comodidad y economía para el estudiante, se ha optado por no incluir ilustraciones, a ex-
cepción de algunos mapas y gráficos, el chiste de Junceda de la página 137 y los retratos de las
biografías. Esta carencia puede remediarse en clase en cierta medida.
Se han dedicado muchos esfuerzos a ofrecer una visión imparcial de los acontecimientos,
así como a evitar los tópicos que pueblan nuestra historia en su versión escolar —y a veces
universitaria—, como el de la existencia en España de la ley sálica desde el siglo xviii. Aun así,
es de suponer que no siempre se ha conseguido, por lo que se recomienda al estudiante que se
tome las páginas siguientes solo como una introducción a nuestros limitados conocimientos
sobre nuestro pasado, más que a nuestro pasado mismo, y que nunca pierda el espíritu crítico.

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LAS RAÍCES HISTÓRICAS DE ESPAÑA
Bloque Temático 2

Sumario
1. El medio físico ¶ 2. Prehistoria y Antigüedad ¶ 3. La Edad Media ¶ 4. Los Reyes Católicos ¶
5. La Edad Moderna ¶ 6. Conclusiones: problemas de la historia de España hasta el siglo xviii ¶
7. Cronología de la historia de España hasta el siglo xviii

1. El medio físico

La España actual ocupa la mayor parte de la península ibérica, situada en el extremo surocci-
dental de Europa. España se compone además de los archipiélagos balear y canario y de encla-
ves e islotes en el norte de África. Sus vías naturales hacia el exterior son los pasos a través de
los Pirineos (cordillera que hace de frontera natural con Francia y el resto de la Europa conti-
nental), el mar Mediterráneo (que comunica España con el norte de África, el sur de Europa y
el Oriente Próximo) y el océano Atlántico (vía tradicional hacia las islas británicas, la Europa
del norte y especialmente América).
El relieve.– La forma compacta de la península confiere a esta una misma identidad geo-
gráfica. Sin embargo, el territorio peninsular está dividido por un relieve accidentado cuyas
unidades separan el in­terior de la periferia. Estas dos zonas tienen las siguientes características
generales:
• Interior. Está enmarcado por la cordillera Cantábrica, el sistema Ibérico, el sistema Bético
y Sierra Morena, y está formado por la submeseta norte y la submeseta sur, dos grandes
zonas llanas y elevadas, separadas por el sistema Central. Es apto para el cultivo de ce-
reales, vid y olivo, así como para la ganadería, sobre todo ovina. Por tanto, su actividad
económica tradicional es en general la agraria.
• Periferia. Está abierta al exterior por el mar, lo que tradicionalmente le permite practicar
la economía comercial además de la agraria. En agricultura, la costa mediterránea es
apta para el cultivo de huerta, además de los citados cereales, vid y olivo.

La dificultad de las comunicaciones entre interior y periferia causada por el relieve influyó
negativamente en la economía española al contribuir a que el mercado interior fuera muy débil
y por tanto no generara capitales.
El clima.– En España impera el clima mediterráneo, de inviernos frescos y veranos calu-
rosos y secos, aunque hay variantes: de carácter oceánico (más frío y húmedo) en la fachada
cantábrica; de carácter continental (temperaturas más extremas) en el interior; y de carácter
semiárido (muy pocas precipitaciones) en el sureste. En general, ni el clima ni la calidad del
suelo favorecen la productividad de la agricultura.

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2. Prehistoria y Antigüedad

2.1. La prehistoria

El primer poblador conocido de la península ibérica es el Homo antecessor, cuyos restos se han
hallado en la Sierra de Atapuerca (Burgos) y tienen unos 780 000 años de antigüedad (inicio
del Paleolítico Inferior), lo que los convierte en los más antiguos de la Europa occidental. Los
primeros restos de Homo sapiens en España tienen unos 40 000 años (Paleolítico Medio).
El Neolítico llega a la península hacia 6 000 a. C., cuando los habitantes de esta se hacen
sedentarios: forman poblados, practican la agricultura y la ganadería, fabrican cerámica y eri-
gen monumentos megalíticos. En la Edad de los Metales, a partir de 3 000 a. C., aparecen los
primeros pueblos típicamente ibéricos como la cultura del Argar en Almería y Murcia. Durante
la Edad del Hierro, a partir de 800 a. C., la península está habitada por diferentes pueblos, que
pueden dividirse en dos grandes grupos:
Los iberos.– Habitan la costa mediterránea y la submeseta sur, practican la escritura y el
arte (Dama de Elche) y están en contacto con las colonias costeras establecidas por los fenicios
(Gadir, actual Cádiz) y los griegos (Ampurias, en Gerona).
Los celtas.– Habitan la submeseta norte y la costa atlántica y su grado de desarrollo es menor
que el de los iberos.
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2.2. Hispania

En el siglo iii a. C. se produjo un choque entre las potencias de Roma y Cartago por el control
del Mediterráneo, lo que dio lugar a las llamadas guerras púnicas. Los cartagineses (o púnicos)
eran fenicios asentados en la actual Túnez que habían ocupado parte de la costa mediterránea
de la península ibérica, donde fundaron la actual Cartagena. Este hecho llevó a suelo penin-
sular la segunda guerra púnica, en la que los cartagineses fueron derrotados por los romanos.
Estos decidieron entonces emprender la conquista de toda la península, lo que les costó duras
y largas campañas contra los pueblos celtas: primero lusitanos y celtíberos en el interior y más
tarde cántabros y astures en el norte. La conquista se completó a finales del siglo i a. C.
Los romanos hicieron aportaciones fundamentales a la historia de España, comenzando
por el nombre que dieron a la península: Hispania (término de origen probablemente fenicio)
en lugar de Iberia, que era el nombre usado por los griegos. Al igual que en el resto de sus
conquistas, sometieron la población local a la romanización (implantación de la organización
y la cultura romanas). Este hecho trascendental supuso la llegada definitiva de la civilización
a la península a través de, entre otros aspectos, la organización de una sociedad compleja; el
desarrollo de la economía (agricultura, minería, comercio); la fundación y crecimiento de las
ciudades (entre ellas, muchas de las actuales); la construcción de una red de comunicaciones
(cuyo trazado en parte se sigue utilizando); el uso como lengua general del latín (del que
provienen las lenguas peninsulares actuales, salvo el vascuence); la aplicación del derecho
romano; y, en el siglo iv d. C., la adopción de la religión cristiana, que en adelante ejerció una
enorme influencia en la vida de los pueblos hispánicos. En definitiva, los romanos pusieron las
bases de la futura España.

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3. La Edad Media

3.1. Los visigodos

En el siglo iii d. C. el Imperio romano entró en decadencia debido a la crisis económica y a la


presión de los pueblos bárbaros, algunos de los cuales (vándalos, suevos, alanos y visigodos)
llegaron a Hispania durante el siglo v. A principios del siglo vi, cuando el Imperio romano ya
había desaparecido, los visigodos se quedaron con el control de la península, a pesar de que
formaban una minoría de la población (en torno a un dos por ciento).
La gran aportación de los reyes visigodos fue superar la división entre su propio pueblo y el
hispanorromano mediante una triple unificación:
Unificación territorial y política.– Toda la península constituía un solo reino independiente
con capital en Toledo, por lo que los visigodos, en cierto sentido, crearon España como Estado.1
Unificación religiosa.– Al llegar a la península, los visigodos eran arrianos, es decir profesa-
ban una versión herética del cristianismo, lo que provocó el conflicto con los hispanorroma-
nos, que eran católicos. El rey Recaredo pacificó la situación al declarar el catolicismo religión
oficial (589). A partir de entonces, la Iglesia participó en el gobierno mediante los Concilios
de Toledo, lo que unido a su control de la vida espiritual y de la cultura comenzó a dotarla de
enorme poder e influencia.
Unificación jurídica.– El rey Recesvinto promovió el Liber Iudiciorum (Libro de los Jueces,
del año 654), un único conjunto de leyes para todo el reino que igualaba legalmente a los visi-
godos y a los hispanorromanos. El Liber Iudiciorum, traducido del latín como Fuero Juzgo, fue
durante la Edad Media la base del derecho de los reinos cristianos.
A pesar de todo, el reino visigodo padecía una gran inestabilidad política por las continuas
luchas por el trono entre los nobles, propiciadas por el hecho de que la sucesión no era here-
ditaria sino electiva. Por ello, el poder de los reyes era débil y la unidad que impusieron a su
reino fue más teórica que práctica.

3.2. Al-Ándalus

En 711 los musulmanes del norte de África aprovecharon la inestabilidad del reino visigodo
para entrar en la península.2 En pocos años la invadieron por completo, a excepción de algunas
zonas en el norte. Durante casi ocho siglos, la dominación musulmana impulsó la agricultura
(especialmente las técnicas de riego), la artesanía, el comercio, el crecimiento de las ciudades,
la ciencia, la literatura y la arquitectura (mezquita de Córdoba, Alhambra de Granada).
La etapa de mayor esplendor de al-Ándalus fue el califato de Córdoba (929-1031), un reino
de excepcional riqueza, poder y cultura en la Europa de la Alta Edad Media. Pero el califato
entró en crisis y finalmente se disolvió, dejando al-Ándalus dividido en los llamado reinos de
taifas, que cayeron sucesivamente bajo el poder de dos imperios del norte de África, el almo-
rávide y el almohade. Cuando estos fueron derrotados por los reinos cristianos en el siglo xiii,
al-Ándalus quedó reducido al reino nazarí de Granada.

1. Durante el siglo vi, el reino visigodo convivió con el reino suevo en Galicia y con el dominio bizantino del sureste,
pero a principios del siglo vii se hizo con el control de ambas zonas.
2. Existe una corriente alternativa, criticada por los historiadores como «historia-ficción», que afirma que esta inva-
sión musulmana no existió y que fue una invención de los cronistas cristianos medievales.

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3.3. Los reinos cristianos

3.3.1. La formación de los reinos cristianos. Reconquista y repoblación

La invasión musulmana juega un papel crucial en la historia de España porque rompió la uni-
ficación del reino visigodo y provocó la fragmentación de este en distintos núcleos que son el
origen tanto de los posteriores reinos cristianos medievales como, a la larga, de las diferencias
políticas y culturales entre los actuales territorios peninsulares.
Algunos nobles visigodos se refugiaron en la cordillera Cantábrica, donde se aliaron con
astures, cántabros y vascones, antiguos pueblos celtas reacios a cualquier dominación y escasa-
mente romanizados. Don Pelayo, que según la tradición derrotó a los musulmanes en la batalla
de Covadonga (722), fundó el reino de Asturias, origen de los futuros reinos de León y Castilla.
En torno a los Pirineos se formaron otros núcleos cristianos: el reino de Pamplona, más
tarde reino de Navarra; los condados que dieron lugar al reino de Aragón; y los condados ca-
talanes. El origen de estos últimos se halla en la Marca Hispánica, un territorio establecido por
Carlomagno y controlado por condes francos (provenientes de la actual Francia) para hacer de
barrera frente al avance musulmán, pero que se acabó independizando.
Hacia el siglo xi, los distintos reinos cristianos ya estaban formados. Estos reinos se fueron
expandiendo hacia el sur, recuperando terreno a los musulmanes en un proceso conocido como
Reconquista3 que finalizó en 1492 con la toma de Granada, último reino musulmán peninsular.
Este proceso fue acompañado por la repoblación de las zonas conquistadas.
En un primer momento, la repoblación se realizó sobre la llamada «tierra de nadie» (terri-
torios que habían quedado más o menos despoblados cuando los musulmanes se replegaron
al sur del Duero) mediante dos sistemas: a) la presura, régimen que daba la propiedad de las
tierras a quien las habitara y cultivara; y b) los fueros, leyes basadas en la antigua legislación
visigoda que concedían privilegios a las ciudades repobladas, permitiéndoles instituciones y
leyes propias. Los fueros iban en contra de la unidad jurídica dentro de cada reino, pero eran
muy beneficiosos para las poblaciones que los poseían y que más tarde lucharon por su con-
servación.
En una época posterior, entre los siglos xi y xiii, los reinos cristianos avanzaron hasta las
grandes zonas agrícolas de la mitad sur peninsular (Extremadura, La Mancha, Andalucía)
mediante conquistas militares en las que intervinieron la nobleza y las órdenes religiosas.4
Los reyes iniciaron entonces la práctica de premiar a estos grupos sociales con la concesión de
grandes propiedades con jurisdicción. Como consecuencia, el régimen señorial se generalizó
como el principal sistema social y económico de la España medieval, vigente hasta el siglo xix.
El régimen señorial (o feudal en su término europeo) consiste en que el señor no es un simple
propietario sino que ostenta derechos sobre sus tierras y los habitantes de estas, de modo que
tanto percibe rentas y servicios como administra justicia (tiene jurisdicción).
Por tanto, a raíz de la Reconquista la nobleza y el clero se convirtieron en los mayores pro-
pietarios y beneficiarios de tierras, o dicho de otro modo la mayor parte de las tierras quedó en
manos de unas cuantas familias nobiliarias y de las órdenes religiosas.

3. El término es actualmente discutido como parcial y poco riguroso: por ejemplo, los reinos cristianos no llegaron
a recuperar la unidad política visigoda. En cualquier caso, es útil como generalización.
4. La guerra no era llevada a cabo solo por los nobles sino también por las llamadas órdenes militares, cuyos inte-
grantes eran a la vez miembros del clero y soldados (Órdenes de Santiago, Alcántara, Calatrava...).

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3.3.2. Características y evolución de los reinos cristianos

La Reconquista y las políticas matrimoniales de cada reino dieron lugar a dos grandes enti-
dades producto de la unión de reinos anteriores: la Corona de Castilla y la Corona de Aragón.
Castilla surgió en 1230 de la unión de los reinos de León y Castilla bajo el rey Fernando III
el Santo y se amplió con la conquista de Extremadura y Andalucía, por lo que se convirtió en
el reino más extenso y más poblado de la península. Su riqueza se basaba en la agricultura y la
ganadería ovina trashumante, destinada al comercio de la lana. Los grandes ganaderos nobles
formaron la Mesta, una asociación que se hizo muy poderosa gracias a los numerosos privile-
gios que recibió de los reyes y que le permitieron poner sus intereses por encima del desarrollo
de la agricultura. La monarquía castellana evolucionó hacia un modelo fuerte y autoritario.
Aragón se formó en 1137 mediante la unión dinástica entre el reino de Aragón y el condado
de Barcelona, y más tarde se amplió con la conquista del Levante y de Baleares. Era un reino
menos extenso y poblado que Castilla, pero contaba con importantes ciudades portuarias como
Barcelona y Valencia en las que se creó una burguesía comerciante. Aun así, la agricultura
también era importante. La monarquía aragonesa tuvo un carácter menos autoritario que la
castellana, ya que se vio obligada a pactar con la nobleza y las ciudades.
Respecto al resto de la península, el reino de Navarra quedó encerrado entre Castilla y Ara-
gón, y en distintas épocas cayó bajo influencia francesa. El reino de Portugal se independizó
del de León en 1139.
Durante los siglos xiv y xv, los reinos cristianos entraron en crisis debido a distintos proble-
mas: la peste; las malas cosechas; las rebeliones campesinas por los abusos señoriales (como
las de los irmandiños en Galicia o los remensas en Cataluña); y la inestabilidad política, cuya
manifestación más grave fueron las guerras civiles por el trono, motivadas por problemas su-
cesorios y alimentadas por el pulso por el poder entre los reyes y los nobles. Asimismo, a raíz
de la Reconquista la población cristiana entró a menudo en conflicto con los mudéjares (mu-
sulmanes bajo dominación cristiana) y, de forma violenta, con los judíos, que eran vistos con
recelo por desempeñar cargos administrativos o ejercer la usura.

3.3.3. La sociedad

La organización de la sociedad era esencialmente la misma en todos los reinos cristianos hispá-
nicos, así como en Europa. Consistía en una división en tres grupos o estamentos con distintas
funciones. El primer estamento, el clero, se dedicaba a proteger las almas mediante la oración
y los sacramentos; el segundo, la nobleza, protegía las vidas mediante las armas; y el tercero y
mayoritario, el pueblo llano, debía trabajar para mantener a todos. En virtud de esta división de
tareas, los dos primeros estamentos gozaban de leyes especiales o privilegios como la exención
de pagar ciertos impuestos, lo que unido a sus grandes posesiones de tierras los convertía en
una minoría acumuladora de riqueza que ejercía el poder junto con el rey. La pertenencia a un
estamento privilegiado o no privilegiado dependía del nacimiento, y era casi imposible pasar
de uno a otro.
La división estamental se estableció cuando la población medieval era rural y se agrupaba
bajo la protección de los castillos de los nobles o bien de los monasterios de las órdenes religio-
sas. Sin embargo, con el tiempo las ciudades (o burgos, de ahí el término burguesía) crecieron
en población y en riqueza, lo que les llevó a reclamar derechos. Para ello aprovecharon las
Cortes, asambleas que el rey convocaba para negociar con los representantes de las ciudades
en busca de financiación. Las Cortes (nacidas en León en 1188) se consideran la primera ins-
titución representativa o parlamentaria de Europa.

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3.3.4. La religión y la cultura

Además de su modelo social, los reinos cristianos tanto hispánicos como europeos tenían en
común, precisamente, la religión católica. La Iglesia fue la institución más importante de la
Europa del románico: por un lado, fue el único factor de unidad europea; por otro, ejerció una
enorme influencia política y social gracias a su intervención en la salvación de las almas, una
creencia fundamental para la sociedad medieval, que buscaba una esperanza entre la miseria
y la ignorancia en que estaba sumida. La Iglesia ejerció esas funciones principalmente por dos
medios: el monacato y las peregrinaciones.
El monacato fue la institución eclesiástica que más contribuyó a la unidad de Europa, al
menos hasta el siglo xiii. Consistía en una red de comunidades formadas por monjes perte-
necientes a una orden que los sujetaba a unas mismas normas de conducta (generalmente, la
orden y la regla benedictinas, con sede en la abadía de Cluny, en Francia) y que les permitía
vivir alejados de la vida mundana en monasterios y abadías que se convirtieron en centros eco-
nómicos y culturales. Más adelante, con el desarrollo de las ciudades, los centros de influencia
de la Iglesia pasaron a ser las catedrales.
Las peregrinaciones, viajes hacia lugares donde se guardaban y exponían reliquias de san-
tos, fueron favorecidos por la Iglesia como un modo de reforzar la devoción y tuvieron un papel
fundamental tanto en la recuperación de la comunicación entre los reinos europeos como en
la extensión de la influencia política y cultural de la Iglesia. De hecho, muchos monasterios
fueron fundados en las rutas de peregrinación. En este sentido, los reinos hispánicos jugaron
un papel fundamental debido al Camino de Santiago, una ruta que cruzaba el norte de la pe-
nínsula de este a oeste hasta Santiago de Compostela conectando los reinos cristianos entre sí
y con el resto de Europa.
Otro de los factores de unidad religiosa europea fue el fenómeno de las cruzadas, una serie
de campañas militares contra los musulmanes de Tierra Santa. Sin embargo, la Iglesia eximió
de participar en la cruzadas a los reinos cristianos hispánicos, que ya estaban embarcados en
la Reconquista.
La Iglesia fue fundamental para el desarrollo del arte, que durante la Edad Media fue ma-
yoritariamente de tema religioso. El Camino de Santiago motivó la construcción de numerosos
monasterios e iglesias, lo que a su vez motivó la llegada del arte románico, promovido por la
abadía de Cluny. El interior de la catedral de Santiago de Compostela es un brillante ejemplo,
mientras que las iglesias catalanas se decoraron con algunas de las obras más representativas
de la pintura románica. A partir del siglo xiii, las grandes catedrales castellanas (Toledo, León,
Burgos, Sevilla) se construyeron en estilo gótico según el modelo francés, mientras que en la
Corona de Aragón se creaba el gótico mediterráneo (iglesia de Santa María del Mar en Barce-
lona, catedral de Mallorca).
En cuanto al conocimiento, los contactos entre cristianos, judíos y musulmanes fueron fun-
damentales para toda Europa. La Escuela de Traductores de Toledo, promovida por Alfonso X
el Sabio en el siglo xiii, puso a disposición de los eruditos cristianos una gran parte de la cul-
tura griega que no se había conservado en latín pero sí en árabe (especialmente, la obra de
Aristóteles). De hecho, eruditos de distintas partes de Europa acudían a Toledo para acceder
a estos escritos, cuya influencia fue fundamental en la evolución de la filosofía medieval del
neoplatonismo al aristotelismo, un cambio de profundas consecuencias en la historia europea.

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4. Los Reyes Católicos

Hacia 1480, Castilla estaba gobernada por Isabel I y Aragón por Fernando II, que se habían
casado y pertenecían a la misma dinastía, los Trastámara. De este modo, los dos reinos habían
llegado a la unión dinástica, pero seguían siendo independientes y conservaban sus propias
leyes. Aun así ambos reyes tenían el mismo objetivo, fortalecer el poder real por encima del de
la nobleza y la Iglesia. Para alcanzar este objetivo, que estaba en consonancia con la evolución
de la monarquía en toda Europa, los reyes actuaron conjuntamente, llevando a cabo entre otras
las siguientes reformas:
Desplazamiento de nobleza y clero del poder.– Los reyes sustituyeron a los privilegiados por
letrados de su confianza en los puestos de poder, con lo que no solo reforzaron la monarquía
sino que modernizaron la Administración y acabaron con la inestabilidad.
Unidad religiosa.– Los reyes crearon el único organismo con jurisdicción tanto en Castilla
como en Aragón: el Tribunal de la Santa Inquisición (o del Santo Oficio), dedicado a perseguir
las falsas conversiones al catolicismo de musulmanes y judíos, así como a herejes cristianos.
Más adelante expulsaron a los judíos y musulmanes que no aceptaran convertirse, a pesar de
la importancia económica de esas comunidades. Al imponer una única religión, reforzaron la
unidad de la población bajo la autoridad real.
Institución del mayorazgo.– El mayorazgo una de las medidas destinadas a compensar a la
nobleza por su pérdida de poder, en este caso consolidando sus privilegios señoriales. Obligaba
a que las posesiones de los nobles se transmitieran solo al hijo mayor sin que pudieran divi-
dirse ni venderse. Con la Iglesia se hizo algo similar mediante la figura de las manos muertas.
Estas medidas favorecieron a los estamentos privilegiados, ya que les permitían una fuente de
riqueza cómoda y permanente mediante el alquiler de la tierra a campesinos. Sin embargo, sus
efectos sobre la productividad de la agricultura fueron perjudiciales ya que al sacar las tierras
del mercado se dificultó la posibilidad de inversiones y mejoras en los cultivos que los terrate-
nientes privilegiados no necesitaban para mantener su riqueza.
Control de los ayuntamientos.– Los reyes colocaron en el gobierno de las ciudades a un fun-
cionario que los representaba, el corregidor, un antecedente de las medidas centralistas de
siglos posteriores.
Expansión territorial.– Los reyes aumentaron el poder y enriquecieron las arcas de sus Es-
tados al ampliar sus posesiones. En 1492 Castilla conquistó el reino de Granada y financió la
expedición marítima de Cristóbal Colón que descubrió América, conquistada a partir de enton-
ces por aventureros castellanos. Por su parte, Aragón se hizo con el control de Nápoles y Sicilia
en Italia. En 1512, Fernando conquistó Navarra y la anexionó a Castilla. Por último, los Reyes
Católicos practicaron una política matrimonial de alianzas con monarquías europeas como
Portugal, Inglaterra o el Sacro Imperio Germánico en oposición a Francia.
En suma, la labor de los Reyes Católicos hizo que los reinos españoles abandonaran la Edad
Media y se convirtieran en Estados modernos y potencias europeas. Además, reforzó una cre-
ciente identidad española, a pesar de que España aún no existía como Estado.

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5. La Edad Moderna

5.1. La España imperial

Esta fase de la historia española se divide en dos etapas: la de los Austrias mayores (Carlos I y
Felipe II) durante el siglo xvi, una etapa de esplendor; y la de los Austrias menores (Felipe III,
Felipe IV y Carlos II) durante el siglo xvii, una etapa que se suele considerar de decadencia.

5.1.1. Evolución política

En 1517, las coronas de Castilla y Aragón, con todas sus posesiones más allá de la península,
recayeron en Carlos I de Austria (o Habsburgo), hijo de Juana la Loca y nieto de los Reyes Ca-
tólicos. Además, Carlos recibió Borgoña (en Flandes y Francia) por herencia paterna. Carlos
comenzó su reinado con mal pie, ya que se comportó de forma prepotente y estableció fuertes
impuestos para financiar su candidatura al trono del Imperio alemán (al que logró subir con
el nombre de Carlos V). Entre 1520 y 1522 tuvo que sofocar dos graves rebeliones, la de los
Comuneros en Castilla y la de las Germanías en Valencia. Sin embargo, con el tiempo Carlos
apreció la importancia de sus dominios españoles, a donde finalmente se retiró poco antes de
su muerte.
El hecho de que todos los reinos peninsulares (a excepción de Portugal) tuvieran el mismo
rey, dio lugar al concepto de España como entidad política. Apoyado en sus inmensas pose-
siones, Carlos I emprendió una política intervencionista en Europa que convirtió España en la
potencia hegemómica en Europa. Luchó contra Francia, los protestantes alemanes y el imperio
turco en un intento tanto de dominar Europa como de defender el catolicismo contra la Refor-
ma luterana y el islam.
El hijo de Carlos I, Felipe II, no heredó el Imperio alemán, pero sí el americano, más Flandes
y otros territorios europeos. Además, accedió al trono de Portugal, reino con posesiones en
América, África y Asia. Como consecuencia, bajo Felipe II el imperio español se convirtió en
el más extenso y poderoso del mundo. Su principal problema vino de Flandes, territorio que
emprendió una rebelión de carácter político (por la independencia) y religioso (a favor de la
Reforma). Las luchas contra Francia y los turcos continuaron, y se halló un nuevo enemigo en
Inglaterra. En definitiva, el balance de casi un siglo de campañas militares, a pesar de grandes
victorias (Mühlberg, Lepanto) y de la hegemonía sobre Europa, fue negativo, ya que ni Carlos I
ni Felipe II alcanzaron sus objetivos pero sí provocaron el agotamiento de recursos (sufrido por
Castilla), el endeudamiento y la inflación.
A partir de Felipe III, el gobierno pasó a los validos, ministros que ejercían el poder en nom-
bre de los reyes. El conde-duque de Olivares, valido de Felipe IV, intentó recuperar el antiguo
prestigio español mediante nuevas campañas militares (guerra de los Treinta Años, guerra
franco-española), pero en cambio provocó un desastre: en la península estallaron rebeliones en
Aragón, Andalucía, Cataluña (que en 1640 rechazó el proyecto de la Unión de Armas, negán-
dose a contribuir económicamente al esfuerzo de guerra, y se pasó temporalmente a Francia)
y Portugal (que consiguió su independencia definitiva); en Europa, una serie de derrotas que
culminó en la batalla de Rocroi (1643) llevó al fin de la hegemonía española.

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5.1.2. Características del reinado de los Austrias

Los Austrias, siguiendo el camino marcado por los Reyes Católicos, instauraron el modelo de
monarquía autoritaria en el que ejercían la máxima autoridad pero no la única. Por ejemplo,
respetaron las leyes e instituciones de sus distintos reinos; en las ocasiones en que cambiaron
esta política hubieron de enfrentarse a rebeliones. Por otro lado, el Estado quedó organizado
mediante el modelo polisinodial, que dividía el gobierno en Consejos dedicados tanto a distin-
tos reinos como a distintas funciones (Consejos de Castilla, de Aragón, de Indias, de Estado,
de la Inquisición).
En materia de religión, los Austrias continuaron la defensa de la fe iniciada por los Reyes
Católicos: la Inquisición siguió persiguiendo cualquier desviación de la doctrina católica y Fe-
lipe III expulsó a los moriscos (musulmanes convertidos al cristianismo para permanecer en
España) a pesar de su importante papel como agricultores y artesanos. Por otro lado, un es-
pañol, San Ignacio de Loyola, fundó la Compañía de Jesús (los jesuitas), una influyente orden
religiosa al servicio del papa.
La España imperial se caracterizó especialmente por la colonización de América, de la que
se extrajeron enormes riquezas en metales preciosos (sobre todo plata) y materias primas. El
monopolio del comercio con las colonias americanas, en vigor durante tres siglos, permitió a
la España peninsular tener un mercado exclusivo de exportación de sus productos y ejercer el
papel de intermediario comercial entre América y Europa. Esta situación permitió que España
mantuviera un estatus de potencia internacional aun después de perder su hegemonía militar.
Las posesiones americanas se dividieron en virreinatos en los que se aplicó la organización
administrativa de la Corona de Castilla a la que pertenecían. Con el tiempo se fue formando
un grupo social dominante, la burguesía criolla, formada por propietarios y comerciantes de
origen peninsular pero nacidos en América.
En el terreno cultural, la época de los Austrias es conocida como el Siglo de Oro por la
aparición de grandes escritores (Cervantes, Lope de Vega, Calderón, Quevedo) y artistas (El
Greco, Velázquez, Murillo, Cano).

5.2. La llegada de los Borbones

Carlos II, el último Austria, falleció sin descendencia en 1700, si bien antes había designado
como heredero a Felipe de Anjou, sobrino nieto suyo y nieto de Luis XIV de Francia. Felipe fue
declarado rey ese mismo año, pero esto fue pronto discutido por el Sacro Imperio y Gran Breta-
ña, que apoyaron al archiduque Carlos de Austria como candidato al trono para evitar una po-
sible unión francoespañola. Esto dio lugar a la guerra de Sucesión, una guerra entre potencias
europeas para decidir el futuro de España que evidenció la decadencia de esta. Pero, además,
parte de la población de los reinos de la Corona de Aragón se puso a favor del archiduque, con
lo que el conflicto también tuvo un carácter de guerra civil. Cuando el archiduque se retiró para
asumir el título de emperador tas la muerte de su hermano, las potencias implicadas buscaron
un acuerdo que se materializó en la Paz de Utrecht (1713-1715). Según este acuerdo, Felipe V
fue confirmado en el trono español a cambio de pérdidas territoriales españolas en Europa
(incluyendo Gibraltar) y de la renuncia a sus derechos al trono francés. La guerra dio lugar a un
nuevo equilibrio de poderes en Europa al favorecer la posición internacional de Gran Bretaña
y perjudicar notablemente la de España, cuyo imperio europeo desapareció, por lo que a partir
de entonces tuvo que actuar en alianza con Francia. Asimismo, la guerra tuvo importantes re-
percusiones interiores para España, que entraba en una nueva etapa: el absolutismo borbónico.

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6. Conclusiones: problemas históricos de España hasta el siglo xviii

A lo largo de su historia, España fue acumulando un conjunto de problemas que la fueron de-
finiendo y que determinaron su evolución durante la Edad Contemporánea. Pueden resumirse
en las siguientes categorías:

Tensión entre unidad y pluralidad


Tensión geográfica.– Por un lado, la peninsularidad hace que España tenga una clara unidad
geográfica, pero por otro el relieve da lugar a territorios aislados entre sí y con características
distintas.
Tensión política.– Los reyes tienden a unificar bajo su poder todos los territorios españoles
(centralismo), pero estos tienden a defender sus intereses particulares a través de leyes e ins-
tituciones propias como los fueros (descentralización).

Inestabilidad política
El papel de la monarquía.– A causa de su carácter hereditario, la monarquía provoca dos
problemas: a) luchas internas por el trono, ya sean a raíz de crisis sucesorias o de luchas por el
poder con la nobleza, dos problemas que a veces se combinan; y b) gobiernos débiles cuando
el rey no está suficientemente capacitado.
Las invasiones.– La llegada de ejércitos extranjeros rompe abruptamente con el orden po-
lítico establecido. Ocurrió con romanos, bárbaros, musulmanes y francos, así como con las
potencias europeas enfrentadas en la guerra de Sucesión.

Desigualdades socioeconómicas
La sociedad estamental.– Los privilegiados constituyen una oligarquía que defiende sus in-
tereses a espaldas y a costa de los no privilegiados, lo que provoca graves conflictos como las
revueltas campesinas medievales. Estos conflictos, a su vez, agravan la inestabilidad política.5
La estructura de propiedad de la tierra.– La agricultura y la ganadería son la base de la eco-
nomía, pero están en manos de la minoría privilegiada, que no suele apoyar el trabajo y la
inversión. Como consecuencia, la economía es poco productiva mientras que la riqueza es
acumulada por los privilegiados.

El peso de la tradición
La defensa del catolicismo.– Esta medida unificadora comporta varios efectos negativos:
a) impide la entrada de nuevas corrientes de pensamiento bajo el control de la Inquisición; b)
provoca la expulsión de colectivos importantes: judíos, mudéjares y moriscos; y c) da lugar, en
suma, a una sociedad muy conservadora.
Falta de carácter emprendedor.– Influido por los valores sociales y religiosos, entre otros
factores, el individuo se hace conformista y da prioridad a las apariencias sobre la realidad.
Aunque en parte se trata de un tópico, durante el Siglo de Oro la sociedad española se halla
simbolizada en la literatura por la figura del hidalgo, un descendiente lejano de la nobleza (hijo
de algo) que aunque carezca de medios económicos se niega a trabajar debido a su condición
de privilegiado.

5. El pueblo llano a menudo veía la figura del rey como una garantía frente a los abusos de los señores, lo que en
caso de conflicto podía contribuir al aumento de la rivalidad entre monarquía y nobleza.

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7. Cronología de Historia de España hasta el siglo xviii

Prehistoria y Antigüedad
800000-90000 a. C. Paleolítico Inferior
90000-35000 a. C. Paleolítico Medio
35000-5000 a. C. Paleolítico Superior
5000-3000 a. C. Neolítico
3000-218 a. C. Edad de los Metales y pueblos prerromanos
575 a. C. Fundación de la colonia griega de Ampurias
228 a. C. Fundación de la colonia púnica de Cartagena por Asdrúbal
206 a. C. - 476 d. C. Hispania (dominación romana)
197-133 a. C. Guerra contra los lusitanos y los celtíberos
29-19 a. C. Guerra contra los cántabros y los astures
Edad Media
476-711 d. C. Reino visigodo
Al-Ándalus Reinos cristianos
711-756 Emirato dependiente 718 Reino de Asturias
del califato de Damasco 824 Reino de Pamplona
756-929 Emirato independiente (después de Navarra)
del califato de Bagdad 914 Reino de León
929-1301 Califato de Córdoba 960 Independencia del
1031-1085 1.os reinos de taifas condado de Castilla
1085-1145 Imperio almorávide respecto de León
1145-1147 2.os reinos de taifas 988 Independencia de los
1147-1238 Imperio almohade condados catalanes
1238-1492 3.os reinos de taifas respecto del rey franco
1492 Toma de Granada 1035 Reino de Aragón
y fin de Al-Ándalus 1134 Corona de Aragón
1230 Corona de Castilla
Los Reyes Católicos
1469 Boda de Isabel y Fernando
1474 Isabel I, reina de Castilla
1479 Fernando II, rey de Aragón
1492 Toma de Granada, expulsión de los judíos, descubrimiento de América
1515 Anexión de Navarra por parte de Castilla
La España imperial (los Austrias)
1517-1556 Carlos I
1520-1522 Revueltas de los Comuneros y de las Germanías
1547 Batalla de Mühlberg
1556-1598 Felipe II
1571 Batalla de Lepanto
1598-1621 Felipe III
1609-1613 Expulsión de los moriscos
1621-1665 Felipe IV
1640 Corpus de Sang (rebelión catalana)
1665-1700 Carlos II
Los Borbones
1700-1746 Felipe V
1702-1715 Guerra de Sucesión
1724 Luis I
1746-1759 Fernando VI
1759-1788 Carlos III
1788-1808 Carlos IV

17
EL ANTIGUO RÉGIMEN Y SU CRISIS
Bloque Temático 3

Sumario
1. Contexto internacional ¶ 2. La España de los Borbones ¶ 3. El impacto de la Revolución Fran-
cesa y la crisis del reinado de Carlos IV ¶ 4. La Guerra de Independencia ¶ 5. La política duran-
te la guerra. Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812 ¶ 6. El reinado de Fernando VII ¶
7. La emancipación de la América española ¶ 8. Conclusiones ¶ 9. Cronología ¶ 10. Textos ¶
11. Biografías

1. Contexto internacional

Hacia la mitad del siglo xviii los monarcas absolutos adoptaron algunas ideas de la Ilustración,
un movimiento filosófico y político que buscaba el progreso mediante el uso de la razón y la
difusión del conocimiento. El resultado fue el despotismo ilustrado («todo para el pueblo, nada
por el pueblo»), una forma de absolutismo que introdujo reformas pero que ignoró los cambios
en economía y sociedad, cambios como el desarrollo del comercio que llevaba a la burguesía,
el grupo adinerado del estamento no privilegiado, a prosperar y a reclamar su participación en
el poder. Como consecuencia del desfase entre el sistema político y la realidad social, agravado
por una crisis agraria y financiera y una monarquía incapaz de reaccionar, en 1789 estalló la Re-
volución Francesa, que puso fin temporalmente al Antiguo Régimen mediante la instauración
de una monarquía constitucional y más tarde una república. Los revolucionarios impusieron
nuevos principios políticos contrarios al absolutismo: soberanía nacional, división de poderes,
igualdad ante la ley y derechos naturales. Estos principios se convirtieron en la base de la ideo-
logía burguesa que se iba a imponer en el siglo xix: el liberalismo.
En 1804 la república francesa se convirtió en un imperio gobernado por Napoleón Bona-
parte, quien conquistó parte de Europa derrocando regímenes absolutistas y extendiendo las
ideas de la revolución. Pero Napoleón fue derrotado en 1815 por una coalición internacional
que, reunida en el Congreso de Viena, inició la Restauración, un período de regreso al Antiguo
Régimen. Además, se formó la Santa Alianza, un acuerdo entre potencias absolutistas con el ob-
jetivo de suprimir cualquier estallido revolucionario mediante la intervención militar. De este
modo, la oleada revolucionaria que recorrió Europa en 1820 fue reprimida, pero la de 1830
logró triunfar en Francia al instaurar la monarquía constitucional de Luis Felipe de Orléans, lo
que acabó definitivamente con el Antiguo Régimen en ese país.
En resumen, la época que va de finales del siglo del siglo xviii a principios del xix fue de
constante lucha entre los defensores del Antiguo Régimen, un sistema sentenciado pero que
conservaba la fuerza de siglos de historia, y los del liberalismo, que aún carecían de la capaci-
dad para imponerse permanentemente.

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2. La España de los Borbones

2.1. El nuevo modelo de Estado

Los decretos de Nueva Planta.– La confirmación de Felipe V en el trono por la guerra de Su-
cesión conllevó importantes cambios en el modelo de Estado. En primer lugar, Felipe V decidió
castigar a los reinos de la corona de Aragón quitándoles sus fueros y sustituyendo estos por las
leyes de Castilla mediante los Decretos de Nueva Planta (Valencia en 1707, Aragón en 1711 y
Mallorca y Cataluña en 1715). Esta decisión, que tuvo una gran trascendencia para el futuro de
España, fue controvertida porque en realidad una parte de la población de esos reinos había
permanecido fiel al rey durante la guerra y se había enfrentado a los rebeldes que apoyaban
al archiduque Carlos; la guerra de Sucesión había sido no solo un conflicto internacional sino
también una guerra civil. En cualquier caso, el resultado fue el fin de la diversidad de reinos
y el avance hacia la unificación política y jurídica de España, que ya no era un conjunto de
reinos distintos con un mismo rey que actuaba de forma diferente en cada uno, sino un Estado
centralizado, sometido a una misma autoridad y organización. La unidad no era completa; los
Decretos de Nueva Planta no eliminaron todas las particularidades de cada reino, y Navarra y
los señoríos vascos, que habían apoyado al rey durante la guerra, conservaron sus fueros. Pero
el modelo polisinodial de los Austrias había desaparecido.
La monarquía absoluta.– Todo lo anterior permitió al rey aplicar nuevos cambios en el Esta-
do, como convertir la Secretaría de Despacho en el principal órgano de gobierno (antecedente
del Consejo de Ministros actual) en detrimento de los antiguos consejos, o colocar a intenden-
tes en las ciudades como representantes de la autoridad real. Por otro lado, se puso en práctica
el regalismo, es decir una política de control de la Corona sobre la Iglesia. En suma, todos los
cambios políticos traídos por el cambio de dinastía tenían un objetivo esencial: el refuerzo de-
finitivo de la autoridad del rey. Como consecuencia, España pasó de la monarquía autoritaria
a la monarquía absoluta, basada en el principio de que la soberanía correspondía por derecho
divino al rey, quien la transmitía por vía hereditaria. Este principio conllevaba un concepto
patrimonial del poder, es decir la idea de que el poder era una posesión personal del rey, quien
por tanto era libre para ejercerlo sin limitación ni discusión.
La política exterior.– Felipe V y sus sucesores se esforzaron por defender el papel de España
como potencia internacional. Para ello, dieron prioridad a la protección del monopolio co-
mercial de la España peninsular sobre la americana, algo que los enfrentó con Gran Bretaña
(que por la Paz de Utrecht había obtenido el «navío de permiso», es decir el derecho de enviar
a América un barco comercial al año). Por otro lado, se aliaron con Francia en los llamados
Pactos de Familia para fortalecer su posición ante el resto de potencias europeas.

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2.2. Problemas económicos

La economía creció durante el siglo xviii, pero aun así no consiguió ser lo suficientemente pro-
ductiva y competitiva debido a su fuerte regulación por las instituciones del Antiguo Régimen.
El problema fundamental era la propiedad de la tierra. La agricultura era la mayor fuente
de riqueza, pero los mayores terratenientes, la nobleza y el clero, no estaban interesados en
invertir en los cultivos porque se limitaban a arrendar sus tierras a los campesinos, quienes por
su parte carecían de los medios y el incentivo para la inversión. Además, nobleza y clero presio-
naron en contra del desarrollo de la agricultura a través de la Mesta, una poderosa asociación
de ganaderos, con el fin de conservar los pastos del ganado ovino trashumante.
La artesanía estaba regulada por los gremios, asociaciones profesionales creadas en la Edad
Media que monopolizaban los oficios y por tanto impedían la libre competencia. Por otro lado,
el comercio interior tenía poca importancia debido a la escasez de excedentes agrícolas, las
dificultades opuestas por el relieve, una red de carreteras deficiente y las aduanas interiores.
Por último, la Hacienda era deficitaria porque los gastos militares eran muy elevados y
los ingresos del Estado eran limitados. Esto se debía tanto a la falta de productividad agraria
como a un sistema fiscal muy poco eficaz por una estructura caótica (dividida en innumerables
impuestos locales recaudados por agentes particulares, no estatales) y un predominio de los
impuestos indirectos (sobre el consumo y las transacciones), que afectaban sobre todo a los
pobres y no a las grandes fortunas de nobleza y clero basadas en la posesión de tierras.

2.3. Problemas sociales

La población española estaba compuesta en 1800 por unos 11 millones de habitantes, de los
cuales entre un sesenta y un ochenta por ciento vivía y trabajaba en el campo, lo que hacía de
España un país rural (solo un 6 % de la población vivía en las grandes ciudades). A pesar de
su crecimiento durante el siglo xviii, la población vivía azotada por las crisis de subsistencias
y las enfermedades.
La sociedad del Antiguo Régimen era estamental y estaba formada por dos grandes grupos.
El mayoritario era el estamento no privilegiado o pueblo llano, compuesto mayoritariamente
por el campesinado, que llevaba una vida dura y precaria, sin educación y bajo el control de los
privilegiados, especialmente la Iglesia, a la que debía el diezmo (una décima parte de las co-
sechas). Una gran parte estaba sometida jurídicamente a un señor, el propietario de las tierras
a quien además debía abonar o prestar derechos señoriales. A pesar de todo, en momentos de
crisis el malestar acumulado podía provocar estallidos de furia popular como el Motín de Es-
quilache de 1766, que aterrorizó al rey Carlos III. Por su parte, la burguesía era escasa y carecía
de peso e iniciativa en la sociedad.
El grupo minoritario estaba formado por los estamentos privilegiados: la nobleza (un 4 %
de la población) y el clero (un 2 %), que poseían la mayor parte de las tierras y por tanto de la
riqueza del país. Su condición de privilegiados se basaba en leyes especiales como la exención
de muchos impuestos o la obligación de no trabajar, por lo que a pesar de su riqueza contribuían
muy poco a la Hacienda o al crecimiento económico, como ocurría con su falta de iniciativa en
agricultura. Eran contrarios a cualquier cambio en el sistema por temor a dañar sus intereses y
por la convicción de que sus privilegios les correspondían por derecho divino e histórico y que
por tanto no podían renunciar a ninguno de ellos. Del mismo modo, creían que los pobres se
hallaban en la situación que les correspondía y con la que debían conformarse. Esta concepción
patrimonial de su posición social llevó a los privilegiados a utilizar todo su poder para frenar
las reformas ilustradas que los Borbones estaban promoviendo.

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2.4. El reformismo borbónico y sus límites

La principal aportación de los Borbones la constituyen sus intentos de solucionar los problemas
de productividad de España para convertirla de nuevo en una gran potencia a través del lla-
mado reformismo borbónico, un conjunto de medidas propias del despotismo ilustrado. Entre
ellas destacan las siguientes:
• Liberalización del comercio exterior e interior. El tráfico con las colonias americanas
(que estaba monopolizado por los puertos de Sevilla y Cádiz) se abrió a todos los puertos
españoles, y las aduanas entre reinos comenzaron a suprimirse.
• Red radial de carreteras con centro en Madrid.
• Colonizaciones de tierras deshabitadas.
• Creación de manufacturas reales para impulsar la producción artesana (Real Fábrica de
Tapices de Madrid o de Cristal de la Granja).
• Declaración de honestidad de todas las profesiones, es decir el trabajo dejó de ser un
impedimento para acceder a la nobleza (y viceversa).
• Impulso a la educación (obligatoriedad de la primaria) y el conocimiento (fundación de
las Reales Academias y de las Sociedades Económicas de Amigos del País).

Las principales reformas fueron promovidas por Carlos III con la ayuda de ministros ilustra-
dos como Campomanes, el conde de Floridablanca, el conde de Aranda o Jovellanos, quienes
hicieron un análisis crítico de la situación española. Sin embargo, el reformismo borbónico no
obtuvo resultados significativos por diversas causas: la profundidad de los problemas socio­
económicos; la oposición de los privilegiados a los cambios (que detuvieron intentos de refor-
ma agraria y fiscal); y, fundamentalmente, el hecho de que los ilustrados eran reformistas pero
no revolucionarios. Querían mejorar el Antiguo Régimen, pero no eliminarlo. De este modo,
sus reformas se quedaron siempre a medias, ya que lo que impedía el desarrollo eran las es-
tructuras del Antiguo Régimen y esas estructuras se mantuvieron.

3. El impacto de la Revolución Francesa y la crisis del reinado de Carlos IV (1789-1808)

3.1. Gobiernos de Floridablanca y Aranda

En 1788 Carlos IV subió al trono sin que se produjera ningún cambio en las políticas puestas
en marcha por su padre. Sin embargo, un año después, las noticias de la Revolución Francesa
generaron pánico en el Gobierno por la posibilidad de que algo así ocurriera también en Espa-
ña. En consecuencia, el primer ministro Floridablanca detuvo todas las reformas y estableció Texto 1
un «cordón sanitario» con Francia, es decir un fuerte control de aduanas y de los franceses en
España con el objetivo de impedir la entrada y difusión de las ideas revolucionarias. Esto evi-
denció la debilidad de la monarquía y la desconexión de esta con la realidad, agravadas por el
hecho de que Carlos IV, a pesar de ser un hombre culto, no estaba suficientemente capacitado
para reinar.
El objetivo de Carlos IV era proteger al rey de Francia, su primo Luis XVI, de los revolucio-
narios. Cuando la política de aislamiento de Floridablanca demostró no dar resultado, el rey
sustituyó a este por Aranda, quien intentó retomar las relaciones diplomáticas con Francia.
Sin embargo, las monarquías europeas decidieron atacar a Francia, cuyo Gobierno encarceló
a Luis XVI y proclamó la República, de modo que la política de Aranda quedó en evidencia y
este también fue destituido.

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3.2. El Gobierno de Godoy (1792-1808)

Figura de Godoy.– En 1792 el rey nombró primer ministro a Manuel Godoy, un curioso per-
sonaje que ascendió sorprendentemente de guardia de corps a la más alta nobleza gracias en
parte a su encanto personal y en parte al hecho de que no pertenecía a ningún grupo cortesano
y por ello su lealtad hacia el rey era indudable.1 Recibió plenos poderes del rey, lo que fue cri-
ticado como «despotismo ministerial». A pesar de que albergaba algunas buenas intenciones,
como el impulso de la ciencia y la cultura y un intento de reforma agraria, Godoy estaba aislado
porque todo el mundo lo odiaba: la nobleza, a quienes había desplazado del poder; el clero, que
comenzó a sufrir una desamortización de tierras; los ilustrados, que lo veían como un déspota;
y el pueblo, que desahogaba en él todas sus iras por la situación de escasez, hambre y enferme-
dades. A todo ello contribuyó su desastrosa política exterior, forzada por el arrinconamiento al
que Francia y Gran Bretaña habían sometido a España.
Política exterior de Godoy.– Tras la ejecución de Luis XVI, Godoy declaró la guerra a Francia.
Fue la guerra de la Convención o del Rosellón (1793-1795), en la que el avance francés obligó
a Godoy a negociar la paz. Entonces, teniendo en cuenta el bloqueo que la marina británica
ejercía sobre el comercio español con las colonias americanas y que provocaba enormes pérdi-
das económicas, Godoy cambió de política y se alió con Francia contra Gran Bretaña (tratado
de San Ildefonso de 1796). Esto llevó a una nueva y humillante derrota en la batalla naval
de Trafalgar (1805) que supuso la destrucción de la flota española (hasta entonces la tercera
del mundo). Aun así, en 1807 Godoy firmó con Napoleón el tratado de Fontainebleau, que Texto 2
permitía el paso del ejército francés por España para atacar Portugal (aliado del Reino Unido
y por tanto enemigo de Napoleón) a cambio de posesiones en Portugal para el propio Godoy.
Al mismo tiempo, en 1807, los enemigos de Godoy intentaron sustituir en el trono a Carlos IV
por el príncipe Fernando mediante una conspiración en el palacio del Escorial. Contaban con
que la población los apoyaría al ser también muy hostil a Godoy, pero fueron descubiertos y
arrestados, incluido el príncipe, quien no obstante fue perdonado por el rey tras escribir una
carta de arrepentimiento.
La crisis final.– Las tropas francesas entraron en España en virtud del tratado de Fontai-
nebleau, pero además de atacar Portugal se fueron asentando en España, lo que aumentó la
irritación del pueblo. Esta se manifestó violentamente la noche del 17 de marzo de 1808 en el
motín de Aranjuez, cuando una multitud controlada por el círculo del príncipe Fernando asaltó
la residencia de Godoy, quien se hallaba en Aranjuez con los reyes probablemente con la inten-
ción de huir a las colonias americanas. Como consecuencia, el día 19 Carlos IV se vio forzado
a abdicar en su hijo, ahora Fernando VII, que al fin había conseguido su objetivo. Aun así, no
fue por mucho tiempo. Napoleón intervino llamando a Bayona (Francia) tanto a Carlos como
a Fernando, donde los presionó para que firmaran las llamadas Abdicaciones de Bayona. En
ellas, Fernando devolvió la corona a su padre, quien previamente la había cedido a Napoleón.
De este modo, los Borbones abandonaron a su pueblo a cambio de la seguridad personal.
No obstante, para entonces el pueblo español ya había comenzado a defenderse por sí mis-
mo en la guerra de Independencia.

1. Los rumores, muy populares en su época, acerca de que Godoy era el amante de la reina no han sido confirmados
por los historiadores.

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4. La guerra de Independencia (1808-1814)

4.1. El levantamiento del  de mayo

Tras la marcha de Fernando VII, y por orden de este, se constituyó una Junta de Gobierno pre-
sidida por el mariscal Murat, hombre de confianza de Napoleón. Mientras, el pueblo de Madrid
estaba alarmado por la presencia francesa y por no saber qué estaba ocurriendo realmente.
El dos de mayo de 1808 la gente acudió al Palacio Real cuando se supo que dos hermanos de
Fernando también iban a ser trasladados a Bayona. Las tropas francesas acabaron disparando
contra la multitud, lo que provocó una rebelión heroica en toda la ciudad protagonizada tanto
por el pueblo (que combatió en las calles y las casas con cualquier cosa que tuviera a mano)
como por el ejército (defensa del Parque de Artillería de Monteleón por parte de los capitanes
Daoíz y Velarde). Al final del día, con el levantamiento sofocado, los franceses iniciaron una
cruel represión de fusilamientos indiscriminados. Estos sucesos fueron inmortalizados más
tarde por el pintor Francisco de Goya.
El mismo dos de mayo, ante las noticias de los sucesos de Madrid, se proclamó el Bando de Texto 3
los alcaldes de Móstoles (una localidad próxima), un documento en que se llamaba a la guerra
contra el invasor. En realidad era obra del político absolutista Juan Pérez Villamil, que recurrió
a una autoridad local ante el vacío de poder que se había creado por la ausencia del rey y por
la sumisión de las instituciones oficiales al dominio francés. El bajo clero se sumó a la movili- Texto 4
zación de las masas contra los franceses, considerados como anticatólicos.

4.2. Desarrollo de la guerra

Inicios.– La reacción popular y militar fue inmediata, de modo que el avance francés fue
detenido en dos frentes: a) las ciudades bajo asedio (Gerona, Tarragona y Zaragoza), que re-
sistieron heroicamente; y b) las victorias en el Bruch (Cataluña) y sobre todo en la batalla de
Bailén (Andalucía). Las tropas francesas se replegaron, y Napoleón, que no había apreciado
correctamente el potencial del pueblo español, decidió dirigir personalmente la campaña al
mando de la Grande Armée, sus tropas más veteranas y fieles. Ante el ejército más poderoso de
Europa, el español se vio impotente para la lucha en campo abierto y la invasión se completó
con facilidad a excepción de la ciudad portuaria de Cádiz, que fue sitiada pero pudo resistir
gracias a su ubicación privilegiada y a su contacto marítimo con el exterior.
La guerrilla.– La resistencia española continuó en forma de guerrillas, grupos armados que
aprovechaban su conocimiento del terreno y su rapidez de movimientos para hostigar a las
tropas enemigas y sus convoyes de aprovisionamiento. De esta forma, los franceses sufrían un
desgaste constante y solo podían controlar el territorio que ocupaban en cada momento. Las
guerrillas estaban integradas no solo por militares sino también por civiles (como el célebre
Juan Martín «el Empecinado», un campesino) e incluso clérigos, todos ellos unidos por el odio
hacia el francés a pesar de sus diferencias sociales e ideológicas.
La victoria.– En 1812 Napoleón tuvo que destinar parte de sus fuerzas al frente de Rusia. El
ejército aliado, compuesto por tropas británicas, portuguesas y españolas y comandado por el
duque de Wellington, consiguió la victoria en la batalla de los Arapiles. Los franceses contra­
atacaron, pero tras su derrota en la batalla de Vitoria (1813) abandonaron España y Napoleón
tuvo que acordar la paz con Fernando VII mediante el tratado de Valençay (si bien la guerra se
prolongó hasta 1814).

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4.3. Resultado de la guerra

La guerra de Independencia canalizó el descontento social acumulado hasta 1808 e inició el


proceso revolucionario del siglo xix. Al enseñar al pueblo español a rebelarse y combatir contra
el poder establecido, entrenó a los distintos bandos ideológicos para futuros enfrentamientos
internos. Por otro lado, la destrucción causada por la guerra sumió a España en una situación
económica crítica. Fallecieron entre trescientos mil y quinientos mil españoles (por unos dos-
cientos mil franceses), las subsistencias se agotaron (el hambre se hizo especialmente dura en
Madrid en 1812) y la recaudación se hundió. Fue una guerra terrible, llena de atrocidades, que
dejó un país en la ruina y a un pueblo que nunca fue recompensado por su sacrificio.

5. La política durante la guerra. Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812

La invasión francesa y la guerra subsiguiente provocaron que España tuviera dos Gobiernos
hasta 1813: en un lado, el Gobierno francés bajo el reinado de José I, con la participación de los
afrancesados; y, en el otro, el del frente patriota, formado primero por las Juntas y más tarde
por las Cortes de Cádiz.

5.1. José I y los afrancesados

Tras las Abdicaciones de Bayona, Napoleón dio el trono español a su hermano José e impuso
el Estatuto de Bayona, una carta otorgada que eliminaba el Antiguo Régimen mediante la su-
presión de los señoríos, la Inquisición, la tortura y gran parte de los conventos, entre otras me-
didas. José I nunca fue aceptado por la mayoría de la población, que lo ridiculizó como «Pepe
Botella» a pesar de que no bebía y de que albergaba buenas intenciones, limitadas por el control
militar impuesto por Napoleón. En 1813 José I abandonó España ante el avance de Wellington.
Un sector de los políticos e intelectuales españoles, los afrancesados, apoyaron al nuevo
rey, considerando que el dominio francés podía ser beneficioso para España ya que traería la
modernización que todo un siglo de reformismo borbónico no había conseguido. Otros, sin
embargo, se afrancesaron por oportunismo o por mera inercia. Tras el regreso de Fernando
VII, todos ellos (entre diez y doce mil) tuvieron que exiliarse para no ser encarcelados, lo que
constituyó el primer exilio político masivo de la historia contemporánea española.

5.2. Las Juntas

En el frente patriota o antifrancés el levantamiento del dos de mayo motivó la constitución


por toda España de Juntas locales y provinciales que organizaron la resistencia. En un primer Texto 4
momento estas Juntas tomaron un carácter popular y revolucionario, pero este fue pronto con-
trolado por figuras de los estamentos privilegiados, para quienes expulsar al invasor era una
forma de defender el Antiguo Régimen. A pesar de ello, las Juntas de 1808 pueden considerarse
el origen de la soberanía nacional en España; a lo largo del siglo xix, este tipo de institución
reaparecerá para sustituir al poder central en momentos conflictivos.
Aprovechando el repliegue francés de 1808 se constituyó la Junta Suprema Central (con
figuras como Jovellanos y Floridablanca al frente), que reconoció a Fernando VII como rey legí-
timo y asumió el poder mientras durara la ausencia de aquel. Los posteriores fracasos militares
obligaron a la Junta a refugiarse en la isla de León (actual San Fernando, Cádiz) y finalmente a
disolverse dando paso a un Consejo de Regencia y a una convocatoria de Cortes, la institución
de origen medieval que representaba a toda la sociedad.

25
Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

5.3. La formación de las Cortes de Cádiz

5.3.1. Composición de las Cortes

Las Cortes se constituyeron el 24 de septiembre de 1810 en la isla de León y más tarde pasaron
a Cádiz. Tras unas elecciones quedaron formadas por diputados que representaban toda la
España peninsular y la americana, aunque muchos de ellos no pudieron acudir a Cádiz y hubo
que designar a suplentes entre los naturales de cada zona presentes en la ciudad.
Composición social.– Aproximadamente la mitad de los diputados pertenecía al estamento
no privilegiado, básicamente abogados y funcionarios; un tercio de los diputados pertenecía
a la Iglesia, sobre todo al bajo clero; y el resto lo formaban principalmente militares de la baja
nobleza.
Composición ideológica.– Todos los diputados deseaban el regreso de Fernando VII y un
modelo distinto de monarquía, libre del «despotismo ministerial» que había ejercido Godoy
y que había conducido a la guerra. Sin embargo, plantearon estos objetivos desde puntos de
vista distintos: a) el de los absolutistas o serviles, que defendían un absolutismo tradicional y no
ilustrado; b) el de los ilustrados o jovellanistas, en una posición intermedia; y c) el de los libe-
rales, que querían aprovechar la ruptura que supuso la guerra para abolir el Antiguo Régimen.

5.3.2. El triunfo de los liberales

El discurso inaugural de las Cortes de 24 de septiembre de 1810, pronunciado por el sacerdote


Diego Muñoz-Torrero, constituyó una defensa de los principios liberales de soberanía nacional
y división de poderes. El punto de vista liberal, aun siendo minoritario en España, se había
impuesto gracias a diversos factores:
El desprestigio del absolutismo.– Después de un siglo de absolutismo borbónico, España, que
había sido una gran potencia, se hallaba en una situación dramática.
La mayor preparación de los liberales.– Los liberales constituían un grupo organizado y moti-
vado, con una sólida formación en el pensamiento ilustrado. Sin embargo, utilizaron el origen
de las Cortes en la España medieval para defenderse de los absolutistas, que los acusaban de
proponer las mismas reformas que estaba aplicando el Gobierno afrancesado del rey José I.
La situación de emergencia e incertidumbre provocada por la guerra.– En principio se iban a
convocar Cortes estamentales tradicionales, es decir divididas en tres cámaras (una por cada
estamento), pero finalmente una convocatoria de Cortes unicamerales se consideró más rápida
y práctica. Esto dio a los liberales una representación mayor y les permitió dar a las Cortes un
poder mayor que el de la Regencia, que teóricamente ejercía como Gobierno.
La condición de Cádiz como capital comercial y burguesa.– Cádiz se convirtió en refugio de
una minoría culta y patriota pero además influida por los principios de la Revolución Francesa,
que habían llegado por vía marítima a pesar del cordón sanitario de Floridablanca. Por tanto, se
daban en ella circunstancias muy distintas a las del resto del país que generaron un entusiasta
ambiente de cambio. En este sentido, el hecho de que se nombraran diputados suplentes entre
los residentes en la ciudad benefició a los liberales. Fue en el Cádiz de esos momentos cuando
el término liberal adquirió un significado político que pasó al vocabulario internacional.

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5.4. La obra legislativa de las Cortes de Cádiz: Constitución de 1812 y decretos

5.4.1. La Constitución de 1812

La primera constitución española se promulgó el 19 de marzo de 1812 (aniversario del motín


de Aranjuez). Fue redactada por una comisión en la que figuraban Muñoz-Torrero y Agustín Texto 5
Argüelles y firmada por 184 diputados. Con sus 384 artículos en diez títulos, es la más larga de
la historia española. El objetivo de «la Pepa», como se la conocía popularmente, era poner fin
al Antiguo Régimen mediante la abolición tanto de la monarquía absoluta como de la sociedad
estamental.
La abolición del absolutismo se estableció mediante los siguientes principios: soberanía
nacional (artículos 2 y 3) con sufragio universal indirecto (art. 34); división de poderes (arts.
15, 16, 17); definición de la monarquía como «moderada» (art. 14); y limitación de los poderes
del rey (arts. 15, 172, 225). La abolición de la sociedad estamental, es decir de los privilegios,
se estableció mediante el principio de igualdad ante la ley (arts. 8 y 248) y el reconocimiento
de derechos y libertades individuales como los derechos a la propiedad (art. 4) y a la invio-
labilidad del domicilio (art. 306) y la libertad de imprenta (es decir, el derecho a la libre ex-
presión, art. 371), así como la prohibición de la tortura (art. 303). Otras innovaciones de la
Constitución fueron el carácter electivo de los cargos municipales (art. 312), si bien de todos
modos se establecía una concepción centralizada del Estado tomada del modelo francés (arts.
10, 324), y la creación de la Milicia Nacional (art. 131), un cuerpo armado de ciudadanos que
podía ser movilizado para defender el Estado liberal contra ataques absolutistas. Por otro lado,
los artículos 1 y 2 reconocían la existencia de España como nación y no como un conjunto de
reinos bajo el poder de una dinastía.
A pesar de todo, la Constitución incluyó algunas medidas conservadoras: el derecho de veto
suspensivo del rey (art. 144, aunque solo suponía un retraso en la aprobación de las leyes) y el
reconocimiento de la religión católica como oficial y única permitida (art. 12, una disposición
que los liberales se vieron obligados a aceptar).

5.4.2. Los decretos

Además de promulgar la Constitución, las Cortes emitieron una serie de decretos que atacaban
aspectos concretos del Antiguo Régimen. En 1811 se publicó el decreto que abolía los señoríos
(es decir la capacidad de administrar justicia de los terratenientes). En 1813 se publicaron los
decretos que suprimían la Inquisición, anulaban el poder de los gremios y desamortizaban las
tierras comunales de los municipios. Para los liberales era prioritario liberalizar la propiedad
y la actividad económica, en parte porque ello les permitiría prosperar como grupo social.

5.4.3. Conclusión

La obra legislativa de las Cortes de Cádiz rompió con el Antiguo Régimen y por tanto tuvo un
carácter revolucionario, pero careció de alcance práctico. Las nuevas leyes fueron creadas por
unos políticos inexpertos que, aislados en Cádiz, se dejaron llevar por sus ideales e interese sin
reparar en que no tenían el apoyo de un país mayoritariamente rural, analfabeto y dominado
por la Iglesia. Las Cortes inauguraron la costumbre política española de concebir grandes pro-
yectos sin saber cómo llevarlos a la práctica. Aun así, lo cierto es que en este caso ni siquiera
hubo oportunidad: la guerra y después el regreso de Fernando VII impidieron que la Constitu-
ción y el resto de decretos de Cádiz pudieran aplicarse hasta 1820.

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6. El reinado de Fernando VII (1814-1833)2

6.1. El sexenio absolutista (1814-1820)

6.1.1. El regreso de Fernando VII y la restauración del absolutismo

En 1813 Napoleón firmó la paz con Fernando VII en el tratado de Valençay (nombre del palacio
francés donde el rey estaba recluido). Poco después, ya en 1814, el rey regresó a España y fue
recibido por una delegación de las Cortes que le presentó un ejemplar de la Constitución para
que la jurara; no obstante, el rey no tenía ningún deseo de hacerlo. Los diputados absolutistas,
que habían estado esperando su momento, presentaron al rey el llamado Manifiesto de los Texto 6
Persas, que apoyaba la vuelta del absolutismo con Cortes estamentales (con la intención de
controlar a los liberales, pero en parte también al rey). Además, le ofrecieron apoyo militar y Texto 7
movilizaron al pueblo para que manifestara su apoyo al rey absoluto bajo el lema «¡Vivan las
caenas!». Sabiéndose respaldado, Fernando VII dio un golpe de Estado: por un lado, emitió el
decreto de 4 de mayo de 1814 en Valencia por el que declaraba nula toda la obra de las Cortes Textos 8 y 9
de Cádiz; por otro, los liberales fueron perseguidos y encarcelados, cuando no huyeron al exi-
lio. De esta forma comenzó el período que los liberales llamaron «los seis mal llamados años».

6.1.2. Características del período Texto 9

Profunda crisis económica.– Tras la guerra, España era un país destruido. En 1815 la deuda
del Estado era veinte veces mayor que los ingresos anuales. Aun así, el rey enviaba tropas a
América para combatir la independencia de las colonias. La reforma fiscal del ministro Garay,
destinada a solucionar los problemas económicos, fue un fracaso. La población, por su parte,
intentaba combatir el aumento de impuestos mediante el contrabando.
Mal gobierno.– Fernando VII actuó siempre movido por su afán de conservar el máximo
poder en lugar de por el interés general. Sus decisiones estaban influidas por la camarilla, un
círculo privado de sórdidas amistades que intrigaba en busca de favores y ejercía el gobierno
en la sombra dejando en ridículo la labor de los ministros. Además, el rey ignoró por completo
la petición de Cortes tradicionales de los diputados «persas» que lo habían apoyado en 1814.
Inestabilidad política.– A consecuencia del carácter desconfiado del rey y de la labor de la
camarilla, a lo largo del sexenio desfilaron treinta ministros, nueve de ellos de Hacienda, por
lo que no se pudieron tomar medidas coherentes para solucionar los graves problemas del país.
Oposición clandestina.– El liberalismo seguía vivo, especialmente en el Ejército. Muchos
oficiales que no provenían de la nobleza, sino que se habían incorporado al Ejército a raíz de la
guerra de Independencia por la necesidad de combatientes, eran liberales y conspiraban contra
el absolutismo, que favorecía solo a los militares nobles. El resultado de las conspiraciones, a
menudo amparadas en el secreto de la masonería, fueron los pronunciamientos, sublevaciones
militares que invariablemente fracasaban y eran duramente reprimidas.

2. El reinado de Fernando VIII comenzó en realidad en 1808, aunque fue inmediatamente interrumpido por su
abdicación en Bayona hasta 1814.

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6.2. El Trienio Liberal (1820-1823)

6.2.1. Reformas

El malestar acumulado en el país hizo que finalmente uno de tantos pronunciamientos, el del
coronel Rafael del Riego en 1820, tuviera éxito. Fernando VII se vio obligado a jurar la Constitu- Texto 11
ción de 1812 y a nombrar un Gobierno liberal que restauró y continuó la obra legislativa de las
Cortes de Cádiz con la intención de modernizar las estructuras de la sociedad española desde
un punto de vista burgués. En cuanto a la cuestión agraria, se decretó la abolición del mayoraz-
go y del régimen señorial y la desamortización de las tierras del clero regular y comunales. En
la cuestión religiosa se llevó a cabo la abolición de la Inquisición, la supresión de los jesuitas,
la supresión de monacales (el clero enclaustrado en monasterios) y la reforma de regulares
(miembros de una orden religiosa que residen en conventos pero con labor apostólica), que se
vieron limitados en su número y autonomía. La reforma religiosa también tenía una relevancia
económica porque las tierras del clero se vendieron en subasta para cubrir el creciente déficit
fiscal. Por último, los liberales promulgaron el Código Penal, que consagraba la igualdad ante
la ley, el juicio por jurados y el derecho de propiedad.

6.2.2. Problemas

Debido a los gastos de la guerra contra la independencia de las colonias americanas y en ge-
neral a la falta de realismo de los liberales, la desamortización no fue suficiente para cubrir
el déficit, por lo que hubo que pedir préstamos a la banca francesa y subir los impuestos. Por
otro lado, la reforma del régimen señorial acabó beneficiando a la nobleza, que había perdido
el mayorazgo pero podía subir las rentas de sus tierras. Todo ello resultó muy perjudicial para
los campesinos, que no disponían de liquidez para abonar impuestos en metálico ni podían
afrontar el encarecimiento de las tierras que habían cultivado durante generaciones.
En cuanto al rey, inicialmente asumió su papel constitucional, pero la presión de las Cortes
para que aprobara medidas como la reforma religiosa llevaron a su ruptura con los liberales.
Por un lado, adoptó una política obstruccionista a través de su derecho de veto, y por otro co-
menzó a conspirar. Por su parte, la Iglesia aprovechó su influencia sobre el pueblo para ponerlo
cada vez más en contra de los liberales. En 1822, este estado de cosas llevó al estallido de dos
rebeliones: la de la Guardia Real, sofocada en las calles de Madrid por la Milicia Nacional, y la
de la Regencia de Urgel en Cataluña, cuya milicia fue derrotada por las tropas liberales.
Los liberales, por su parte, estaban divididos en dos grupos enfrentados, doceañistas y exal-
tados. Los doceañistas, los primeros en gobernar, eran antiguos miembros de las Cortes de
Cádiz que se habían moderado con los años de cárcel o de exilio y que defendían el pacto con
la monarquía. Los exaltados eran una nueva generación más radical de liberales dedicados a
desestabilizar la posición de sus adversarios a través de la prensa y las sociedades patrióticas.
En 1822 las cinco potencias europeas reunidas en el Congreso de Verona (Austria, Francia,
Reino Unido, Prusia y Rusia) acordaron invadir España ante la petición de ayuda de Fernan- Texto 12
do VII, la llegada al Gobierno de los exaltados, el fracaso de las rebeliones absolutistas y el
temor a la extensión de la revolución (que había estallado en Portugal y los territorios italia-
nos de Piamonte, Nápoles y Sicilia siguiendo el ejemplo español). En 1823 un ejército francés
conocido como los «Cien Mil Hijos de San Luis» invadió España sin apenas resistencia (a dife-
rencia de 1808) y derrocó al Gobierno liberal, que prácticamente no encontró apoyo militar
ni popular. Los liberales habían perdido otra oportunidad de imponerse al Antiguo Régimen.

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6.3. La «Década Ominosa» (1823-1833)

6.3.1. Represión, reformas y revueltas

Fernando VII, restaurado en el trono absoluto por segunda vez, derogó la legislación liberal y Texto 13
emprendió una nueva y cruel represión contra los liberales simbolizada por la ejecución humi-
llante de Rafael del Riego, el artífice del Trienio Liberal.
A pesar de la represión, una restauración del absolutismo como la de 1814 ya no era posible.
Tanto el miedo del rey a la revolución como las presiones de Francia (cuya monarquía había
permitido una especie de Constitución, la Carta Otorgada) lo llevaron a poner en práctica
reformas administrativas moderadas con el fin de asegurar la continuidad del absolutismo
en un régimen de orden. Para ello contó con absolutistas ilustrados e incluso con antiguos
liberales y afrancesados. Entre las nuevas medidas destacan la implantación del presupuesto
anual por López Ballesteros, ministro de Hacienda; la creación del Consejo de Ministros; y el
reconocimiento de los préstamos pedidos por los liberales a la banca francesa. Además, el rey
no restauró la Inquisición, que había sido eliminada durante el Trienio Liberal.
Estas reformas defraudaron a los absolutistas más radicales, conocidos como ultras o apos-
tólicos, que quedaron desplazados del Gobierno y que consideraban cualquier variación de la
tradición como un ataque al catolicismo. En 1823 habían formado una milicia, los voluntarios
realistas, con el objetivo de apoyar la invasión francesa y perseguir a los liberales. El descon-
tento de los ultras se fue acumulando hasta que en 1827 lanzaron contra el Gobierno a los
voluntarios realistas de Cataluña en la guerra dels Malcontents (o de los Agraviados), cuyo
antecedente era la revuelta de regencia de Urgel de 1822. El rey los derrotó y ejerció sobre ellos
una fuerte represión, pero este movimiento político siguió latente, esperando un momento más
propicio para imponerse.
Por su parte, los liberales exiliados en Inglaterra y Francia comenzaron a organizar pronun-
ciamientos bajo el estímulo de la revolución francesa de 1830. El rey también ejerció sobre ellos
una represión implacable, como en el caso del general Torrijos, que fue fusilado junto con unos
cincuenta seguidores tras desembarcar en las costas de Málaga.

6.3.2. La crisis sucesoria

Los ultras confiaban en que, al no tener el rey descendencia, la corona pasaría al infante Carlos
María Isidro, hermano del rey y absolutista convencido. Sin embargo, en 1830 Fernando VII
tuvo una hija, Isabel, de su matrimonio con María Cristina de Borbón. En previsión de este he-
cho, el rey había promulgado la Pragmática Sanción que derogaba el Auto Acordado de 1717
(confundido habitualmente con la ley sálica) por el cual las mujeres no tenían oportunidad
de reinar. Pero en 1832 el rey se hallaba al borde de la muerte y, bajo presión de los cortesa-
nos ultras y atemorizado por los pronunciamientos liberales, derogó la Pragmática Sanción.
Sorprendentemente, se recuperó y volvió a cambiar de parecer, dejando en su testamento a su Texto 14
esposa como regente y a su hija como heredera. María Cristina comprendió que necesitaba a los
liberales para defenderse contra su cuñado y sus partidarios, ahora conocidos como carlistas,
y permitió el regreso de los exiliados mediante la amnistía de 1832. El rey falleció en 1833, y
España quedó a las puertas de un nueva guerra, en este caso una guerra civil.

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7. La emancipación de la América española

A finales del siglo xviii, la burguesía criolla (de origen español pero nacida en América) se
sentía discriminada política y jurídicamente por su metrópoli ya que veía cómo sus gobernan- Texto 10
tes eran siempre enviados desde la península y no defendían los intereses locales, mientras el
monopolio comercial español les impedía hacer negocios con otros países. Aun así, esta bur-
guesía no consideró la idea de independizarse hasta el estallido de la guerra de Independencia.
En 1808 las colonias formaron Juntas como en la metrópoli, apoyando a Fernando VII como
su rey legítimo. Además, obtuvieron representación en las Cortes de Cádiz, donde de hecho
consiguieron ser reconocidas como territorios españoles de pleno derecho en lugar de colonias
(art. 1 de la Constitución). No obstante, en muchos casos los americanos no reconocieron la
autoridad de la Regencia y las Cortes, e interpretando que había un vacío de poder decidieron
instaurar su propia autoridad en defensa de sus intereses (algo parecido a lo que había ocurrido
con las Juntas de la España peninsular). Este hecho inició las guerras de independencia, que no
se plantearon como un enfrentamiento entre americanos y españoles sino entre independen-
tistas por un lado y realistas o leales por el otro, ya fueran nacidos en América o no. Es decir,
tuvieron un carácter de guerra civil.
El movimiento independentista fue detenido inicialmente por las tropas enviadas por Fer-
nando VII en 1814, pero rebrotó en 1816 hasta hacerse imparable aprovechando la debilidad
de los Gobiernos del Trienio Liberal. La batalla de Ayacucho (Perú, 1824) marcó el fin de la
presencia española en América a excepción de Cuba y Puerto Rico.
La independencia de los territorios americanos fue conseguida gracias a la acción de enér-
gicos líderes militares. Entre ellos destacaron San Martín y Bolívar, que abrazaron la causa del
liberalismo y pertenecían a la masonería:
• José de San Martín. Después de pasar por el Ejército español (con el que luchó contra los
franceses en la batalla de Bailén), liberó Argentina (1816) y Chile (1818) en el antiguo
Virreinato del Río de la Plata, así como Perú (1824).
• Simón Bolívar, el «Libertador». Una figura mítica en América Latina, consiguió la inde-
pendencia de Venezuela (1815), Colombia (1819) y Ecuador (1822), es decir el antiguo
Virreinato de Nueva Granada.

Las nuevas naciones se constituyeron en repúblicas federales bajo el modelo liberal, en parte
por el ejemplo de los Estados Unidos. A pesar del entusiasmo inicial, las nuevas repúblicas se
hundieron en una continua crisis por diversas causas: a) la inestabilidad política, propiciada
por el excesivo protagonismo de los militares y por las luchas por el poder; b) la marginación de
los indios y de los esclavos negros; y c) la sustitución del dominio económico español por el de
Reino Unido y Estados Unidos (país al que España había ayudado en su propia independencia).
Para España, la emancipación americana tuvo fatales consecuencias económicas ya que
los ingresos por las exportaciones y los impuestos, que desaparecieron, eran lo único que po-
día resolver el problema de la deuda generado por las recientes guerras contra Reino Unido
y Francia y agravado de hecho por la guerra contra las colonias. En resumen, España perdió
definitivamente su papel de potencia mundial al quedarse sin la mayor parte de su imperio.

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8. Conclusiones. El debate entre historiadores

A finales del siglo xviii, el Antiguo Régimen entró en crisis. La debilidad de la monarquía abso-
luta española tuvo como consecuencia la invasión, la guerra y la pérdida de las colonias ameri-
canas, todo lo cual condujo a una profunda crisis económica. Ante esta situación se intentaron
dos soluciones, en ambos casos sin éxito:
1. La salida del Antiguo Régimen. Los intentos liberales durante la guerra y el Trienio Li-
beral resultaron inmaduros e infructuosos, pero tuvieron un gran valor histórico y sim-
bólico que iba a marcar el futuro.
2. La permanencia en el Antiguo Régimen. A pesar de las posibles reformas, esta opción
estaba condenada al fracaso ya que era precisamente la que había conducido a España
a su terrible situación.

Al final del período, España se encontraba dividida entre los defensores de una y otra op-
ciones, que entraron en un enfrentamiento traumático, la guerra carlista. Fue el inicio de la
construcción del Estado liberal, un proceso lento, complejo y conflictivo.

La centralización de España aplicada por Felipe V es una cuestión polémica incluso hoy, trescientos años después. La
historiografía tradicional entendía que el rey francés trajo a España el modelo centralista de su país, pero esto se ha
discutido porque Felipe V llevó a cabo algo que los Austrias ya habían intentado (el proyecto de Unión de Armas del
conde-duque de Olivares). Elliott, no obstante, considera que ya no era el momento propicio para una «castellaniza-
ción» de España porque Castilla estaba agotada mientras que la periferia era mucho más dinámica económicamente.
Según Elliott, este desfase entre poder político y poder económico constituiría una fuente de conflictos para España.
Por otro lado, es difícil saber qué habría hecho Felipe V si en Aragón, Cataluña y Valencia no se hubiera formado una
importante corriente antiborbónica, o incluso si no hubiera estallado la guerra. La tesis de un Felipe V centralizador
y castellanizador por principio es una de las bases históricas del independentismo catalán actual.
En cuanto a la crisis del Antiguo Régimen, se trata de un período lleno de matices que ha suscitado distintos
puntos de vista por parte de los historiadores:
La guerra de Independencia.– Generalmente se admite que la respuesta del pueblo español a la invasión tuvo un
valor revolucionario porque dio lugar al abandono del Antiguo Régimen a través de las Cortes de Cádiz. Es decir,
a diferencia de la Revolución Francesa, la española habría tenido un detonante externo (la invasión). Para Josep
Fontana, en cambio, la guerra fue más bien fue una consecuencia de la destrucción del sistema por «implosión».
Los liberales.– Algunos historiadores destacan el carácter innovador de las Cortes de Cádiz al ponerse a la cabeza
del liberalismo y de la lucha contra el Antiguo Régimen en Europa mediante una revolución pacífica. Para otros
(Pérez Galdós o Carr), los liberales fueron demasiado radicales y al limitar excesivamente los poderes del rey no le
dejaron otra salida que abolir la Constitución. La labor de los Gobiernos del Trienio Liberal, por otra parte, ha sido
muy criticada por diversas razones: a) su falta de medidas eficaces, tomadas de espaldas a la población a la que
pretendían representar; b) su gusto excesivo por la oratoria y el triunfalismo; y c) su incapacidad para mantener el
orden. Sin embargo, han sido defendidos a pesar de todo por su labor al avanzar en la salida del Antiguo Régimen
(Tuñón de Lara). En general, se ha argumentado que la revolución liberal estaba destinada en el fondo a defender
los intereses económicos de la burguesía, y no los de la mayoría de la población.
Fernando VII.– Pérez Galdós, en sus Episodios Nacionales, caracterizó al rey como un personaje cobarde, hipó-
crita, caprichoso y poco inteligente, una visión compartida por muchos historiadores. Para otros (Carr, Domínguez
Ortiz) este retrato es exagerado al considerar que el rey tuvo que defender la monarquía del acoso de los extremistas
tanto liberales como absolutistas, y que el pueblo en general lo apreciaba. En este sentido, unos consideran que la
«Década Ominosa» (término despectivo de origen liberal) fue un período de regreso al despotismo ilustrado y de
transición al liberalismo, mientras que otros (Payne) lo niegan al considerar que el rey permitió las reformas solo
para proteger su poder personal.
La emancipación de la América hispana se ha interpretado tradicionalmente como una consecuencia de la dis-
criminación de los criollos, de la influencia de la Ilustración y el liberalismo y del ejemplo de las Trece Colonias nor-
teamericanas. Joseph Pérez, siguiendo a Pierre Chaunu, afirma que todo esto no tuvo nada que ver y que los criollos
fueron adoptando la posición que más les convenía en cada momento. Esta acabó siendo la de la independencia
debido precisamente a la desconfianza en los liberales de las Cortes y más tarde del Trienio Liberal. El liberalismo
de las nuevas Constituciones americanas sería, para Pérez, tan solo una justificación de los criollos para hacerse con
las riendas de la economía en detrimento del resto de la población.

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9. Cronología

Reinado de Carlos IV (1788-1808)


1777-1792 Gobierno de Floridablanca
1792 Gobierno de Aranda
1792-1797 Primer Gobierno de Godoy
1793-1795 Guerra del Rosellón o de la Convención contra la República francesa
1801-1808 Segundo Gobierno de Godoy
1805 Batalla de Trafalgar
1807 Tratado de Fontainebleau. Proceso del Escorial
Reinado de Fernando VII (1808, 1814-1833)
Guerra de Independencia (1808-1814)
17-19 de marzo, 1808 Motín de Aranjuez
2 de mayo, 1808 Levantamiento popular contra los franceses en Madrid
5-6 de mayo, 1808 Abdicaciones de Bayona
1808-1813 Reinado de José I Bonaparte
Julio, 1808 Batalla de Bailén
Noviembre, 1808 Formación de la Junta Suprema Central
24 de septiembre, 1810 Discurso inaugural de las Cortes por Muñoz-Torrero
19 de marzo, 1812 Promulgación de la Constitución
Julio, 1812 Batalla de los Arapiles
Junio, 1813 Batalla de Vitoria
Diciembre, 1813 Tratado de Valençay
Sexenio absolutista (1814-1820)
4 de mayo, 1814 Golpe de Estado de Valencia (Fernando VII anula la Constitución de 1812)
Octubre, 1814 Pronunciamiento fallido de Espoz y Mina
1815 Pronunciamiento fallido de Porlier
1817 Pronunciamiento fallido de Lacy
1820 Pronunciamiento exitoso de Rafael del Riego
Trienio Liberal (1820-1823)
1 de marzo, 1820 Fernando VII jura la Constitución de 1812
2-7 de julio, 1822 Sublevación de la Guardia Real en Madrid
Agosto, 1822 Regencia absolutista de Urgel (revuelta de los voluntarios realistas)
1823 Invasión de los Cien Mil Hijos de San Luis
Década Ominosa (1823-1833)
1823 Ejecución de Riego
1824 Creación del Consejo de Ministros
1827 Guerra dels Malcontents
1829 Publicación de la Pragmática Sanción de 1789
1830 Nacimiento de Isabel, hija del rey
1831 Ejecuciones de liberales: Mariana Pineda; Torrijos y sus compañeros
1832 Amnistía a los liberales por orden de María Cristina en calidad de regente
29 de septiembre, 1833 Muerte de Fernando VII

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10. Textos

Texto 1. Real Orden de 15 de julio de 1792


Con motivo de haber dado noticia a la vía reservada de Hacienda los Administradores de las Aduanas de Sevilla,
Cádiz y Ágreda de haber llegado a ellas varias remesas de libros franceses, preguntando lo que deberían ejecutar
[…] he resuelto que se observen las anteriores órdenes […]:
1.º Que todas las brochuras o papeles impresos o manuscritos que traten de las revoluciones y nueva Constitu-
ción de Francia desde su principio hasta ahora, luego que lleguen a las Aduanas, se remitan por los Administradores
de ellas directamente al Ministerio de Estado […].
2.º Que todos los libros en lengua francesa, que lleguen a las aduanas de las fronteras y puertos con destino a
Madrid, se remitan […] al Gobernador del Consejo, para que haciéndolos reconocer, se dé el pase a los que fueren
corrientes, deteniendo los sediciosos, y que traten de las revoluciones de Francia.

Texto 2. Tratado secreto entre el rey de España y el emperador de los franceses, relativo a la futura suerte de
Portugal (Tratado de Fontainebleau). 27 de octubre de 1807
S. M. el emperador de los franceses y S. M. el rey de España queriendo arreglar de común acuerdo los intereses de
los dos Estados, y determinar la futura suerte Portugal de un modo que concilie la política de los dos países [...] se
han convenido en lo que sigue: [...]
2.º La provincia del Alentejo y el reino de los Algarbes se darán en toda propiedad y soberanía al Príncipe de la
Paz [Godoy], para que las disfrute con el título de príncipe de los Algarbes. [...]
12.º Las dos altas partes contratantes se entenderán para hacer un repartimiento igual de las islas, colonias y
otras propiedades ultramarinas del Portugal. [...]
Convención anexa al tratado anterior, aprobada y ratificada en los mismos términos.
Art. 1.º Un cuerpo de tropas imperiales francesas de 25.000 hombres de infantería y 3.000 de caballería entrará
en España y marchará en derechura a Lisboa [...].

Texto 3. Bando de los alcaldes de Móstoles. 2 de mayo de 1808


Señores justicias de los pueblos a quienes se presentare este oficio, de mí el alcalde ordinario de la villa de Móstoles:
Es notorio que los franceses apostados en las cercanías de Madrid, y dentro de la Corte, han tomado la ofensa so-
bre este pueblo capital y las tropas españolas, por manera que en Madrid está corriendo a estas horas mucha sangre.
Somos españoles y es necesario que muramos por el rey y por la patria, armándonos contra unos pérfidos que,
so color de amistad y alianza, nos quieren imponer un pesado yugo, después de haberse apoderado de la augusta
persona del rey.
Procedan vuestras mercedes, pues, a tomar las más activas providencias para escarmentar tal perfidia, acudien-
do al socorro de Madrid y demás pueblos, y alistándonos, pues no hay fuerza que prevalezca contra quien es leal y
valiente, como los españoles lo son.
Dios guarde a vuestras mercedes muchos años.
Móstoles, dos de Mayo de mil ochocientos y ocho.– Andrés Torrejón, Simón Hernández.

Texto 4. El levantamiento contra los franceses según un liberal español


Si se hubiera establecido el gobierno de José Bonaparte, la tierra donde nací hubiera dejado de ser para mí un lugar
de esclavitud, pero, sin embargo, tan pronto como me enteré que mi propia provincia se había levantado contra los
franceses, acaricié mis cadenas y regresé sin demora al lugar donde sabía que me habría de amargar más la vida: vol-
ví a Sevilla, la ciudad más fanática de España, en el momento en que estaba bajo el control más completo del popu-
lacho ignorante y supersticioso y guiada por aquellos clérigos que me causaban al propio tiempo horror y desprecio.

José María Blanco White, The Life of the Rev. Joseph Blanco White written by himself with portions of his correspon-
dence, Londres, 1845.

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

Texto 5. Constitución de 1812


Las Cortes Generales y extraordinarias de la Nación española […] decretan la siguiente Constitución política para
el buen gobierno y recta administración del Estado.
Art. 1.º La nación española es la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios.
Art. 2.º La nación española es libre e independiente, no es ni puede ser patrimonio de ninguna familia ni persona.
Art. 3.º La soberanía reside esencialmente en la nación, y por lo mismo pertenece a esta exclusivamente el de-
recho de establecer leyes fundamentales.
Art. 4.º La nación está obligada a conservar y proteger con leyes sabias y justas la libertad civil, la propiedad y
los demás derechos legítimos de todos los individuos que la componen […]
Art.8.º También está obligado todo español, sin distinción alguna, a contribuir en proporción de sus haberes
para los gastos del Estado […].
Art. 12.º La religión de la Nación española es y será perpetuamente la católica, apostólica, romana, única verda-
dera. La Nación la protege por leyes sabias y justas, y prohíbe el ejercicio de cualquier otra […]
Art. 14.º El Gobierno de la Nación española es una Monarquía moderada hereditaria.
Art. 15. La potestad de hacer las leyes reside en la Cortes con el rey.
Art. 16.º La potestad de hacer ejecutar las leyes reside en el rey.
Art. 17.º La potestad de aplicar las leyes en las causas civiles y criminales reside en los tribunales establecidos
por la ley […]
Art. 34.º Para la elección de los diputados de Cortes se celebrarán juntas electorales de parroquia, de partido
y de provincia […]
Art. 142.º El Rey tiene derecho de veto, por dos veces consecutivas […].
Art. 172.º Primera. No puede el Rey impedir, bajo ningún pretexto, la celebración de las Cortes en las épocas y
casos señalados por la Constitución, ni suspenderlas ni disolverlas […]. Novena. No puede el Rey conceder privilegio
exclusivo a persona ni corporación alguna.
Art. 168.º La persona del Rey es sagrada e inviolable y no está sujeta a responsabilidad […]
Art. 225.º Todas las órdenes del Rey deberán ir firmadas por el Secretario del Despacho del ramo a que el asunto
corresponda. Ningún Tribunal ni persona pública dará cumplimiento a la orden que carezca de este requisito.
Art. 248. En los negocios comunes, civiles y criminales no habrá más que un solo fuero para toda clase de per-
sonas.
Art. 303.º No se usará nunca del tormento ni de los apremios.
Art. 306.º No podrá ser allanada la casa de ningún español, sino en los casos que determine la ley para el buen
orden y seguridad del Estado.
Art. 312.º Los alcaldes, regidores y procuradores síndicos se nombrarán por elección en los pueblos […]
Art. 371.º Todos los españoles tienen libertad de escribir, imprimir y publicar sus ideas políticas sin necesidad
de licencia, revisión o aprobación alguna anterior a la publicación, bajo las restricciones y responsabilidad que
establezcan las leyes.

Texto 6. Manifiesto de los Persas. 12 de abril de 1814


134.º La monarquía absoluta […] es una obra de la razón y de la inteligencia: está subordinada a la ley divina,
a la justicia y a las reglas fundamentales del Estado […].
141.º […] que a este fin se proceda a convocar Cortes, y en la forma que se celebraron las antiguas; que entre
tanto se mantenga ilesa la Constitución española observada por tantos siglos, […] que se suspendan los efectos de
la Constitución y decretos dictados en Cádiz, y que las nuevas Cortes […] tomen en consideración las resoluciones
dictadas en España desde las últimas Cortes hechas en libertad, y lo hecho contra lo dispuesto en ellas, remediando
los defectos cometidos por el despotismo ministerial […].

Texto 7. Manifiesto del brigadier Francisco Chaperón. 1814


Compañeros, una porción de hombres malvados, sin Religión, sin Patria y sin fidelidad al Rey, se han atrevido
a atacar la Fe Católica que nos enseñaron nuestros Padres y el Trono de nuestro deseado monarca el Señor D.
Fernando VII. Ellos se apoderaron de Cádiz a fuerza de engaños e intrigas, del supremo Gobierno de la Nación, y
ellos procuraron declarar que la soberanía reside esencialmente en ésta y que es un derecho imprescriptible que no
pueden depositar […]
En las agitaciones del fin funesto de su tiranía no hallaron más remedio que el de imponer al Rey una nueva
esclavitud, manifestando que la voluntad general de la Nación era que Fernando VII no fuese nuestro rey interín no
jurase la Constitución […]
Solo resta que los valientes que supieron destruir el mayor poder de Europa para dar a su rey la libertad sepan
ahora conservársela en medio de la Nación para que sus virtudes no hallen obstáculos que vencer y pueda libremente
ejercer la Soberanía en la propia forma que la han ejercido sus mayores. […]
Que Fernando reine con absoluta libertad sobre la Nación Española; que disponga y mande cuanto crea más con-
veniente a la común felicidad […]

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

Texto 8. Decreto de Fernando VII restableciendo el absolutismo. Valencia, 4 de mayo de 1814


[…] [H]aré conocer a todos no un déspota ni un tirano sino un rey y un padre de sus vasallos. Por tanto, habiendo
oído lo que únicamente me han informado personas respetables por su celo y conocimientos, y los que acerca de
cuanto aquí se contiene me ha expuesto en representaciones que de varias partes del Reino se me han dirigido,
en las cuales se expresa, la repugnancia y disgusto con que así la Constitución formada en las Cortes generales y
extraordinarias como los demás establecimientos políticos de nueva introducción, son mirados en las provincias;
y los perjuicios y males que han venido de ellos y se aumentarían si yo autorizase con mi consentimiento y jurase
la Constitución, declaro que mi Real ánimo es, no solamente no jurar ni acceder a dicha Constitución, ni a decreto
alguno de las Cortes generales y extraordinarias ni de las ordinarias actualmente abiertas, a saber: los que sean
depresivos de los derechos y prerrogativas de mi Real soberanía establecidas por la Constitución y las leyes en que
de largo tiempo la Nación ha vivido, sino el de declarar aquella Constitución y aquellos decretos nulos y de ningún
valor ni efecto, ahora ni en tiempo alguno, como si no hubiesen pasado jamás tales actos y se quitasen de en medio
del tiempo, y sin obligación en mis pueblos y súbditos de cualquier clase y condición a cumplirlos y guardarlos.
Dado en Valencia a 4 de Mayo 1814.– Yo el Rey.

Texto 9. Opinión de Pérez Galdós sobre el sexenio absolutista


Los junteros de 1808, los regentes de 1810, los constitucionalistas de 1812, cometieron grandes errores […]. La
especie de tutela a que quisieron sujetar en 1814 al Rey, viajero desde Valencey a Madrid, y el pueril formulismo
ideado para hacerle jurar a él, vástago postrero del absolutismo, la precoz Constitución de Cádiz, fueron yerros que
debían producir el golpe de Estado del 10 de Mayo. Hasta se puede sostener que Fernando estaba en su derecho al
hacer lo que hizo; pero nada de esto atenúa las grandes, las inmensas faltas de la monarquía del 14 […].
No existe nada más fuera de razón, más inútil, más absurdo, que la reacción de 1814; […] no sucedió a la gui-
llotina, porque los doceañistas no la establecieron, ni a la irreligión, porque los doceañistas proclamaron la unidad
católica; ni a la persecución de la nobleza, porque los nobles no fueron perseguidos: fue, pues, una brutalidad […].
Si Fernando hubiera cumplido la promesa hecha en el manifiesto del 4 de Mayo, si hubiera imitado la sabia conducta
de Luis XVIII, que desde la altura de su derecho saludaba el derecho de las naciones; ¡cuán distinta sería hoy nues-
tra suerte! Sin necesidad de aceptar la Constitución de Cádiz […], Fernando hubiera podido admitir el principio
liberal, inaugurando un gobierno templado y pacífico para la nación y por la nación. Pero nada de esto hizo […].
Los liberales se presentaron con la rabia del vencedor y la hiel criada en el destierro. ¿Qué les impulsaba en 1812?
La ley. ¿Y en 1820? La venganza. […].

Benito Pérez Galdós, Memorias de un cortesano de 1815, Madrid, 1875.

Texto 10. Carta de Jamaica de Simón Bolívar. 6 de septiembre de 1815


Los americanos, en el sistema español que está en vigor, y quizá con mayor fuerza que nunca, no ocupan otro lugar
en la sociedad que el de siervos propios para el trabajo, y cuando más, el de simples consumidores; y aun esta parte
coartada con restricciones chocantes: tales son las prohibiciones del cultivo de frutos de Europa, el estanco de las
producciones que el Rey monopoliza, el impedimento de las fábricas que la misma Península no posee, los privi-
legios exclusivos del comercio hasta de los objetos de primera necesidad, las trabas entre provincias y provincias
americanas, para que no se traten, entiendan, ni negocien […].
Estábamos como acabo de exponer, abstraídos, y digámoslo así, ausentes del universo en cuanto es relativo a
la ciencia del gobierno y administración del Estado. Jamás éramos virreyes, ni gobernadores, sino por causas muy
extraordinarias; arzobispos y obispos pocas veces; diplomáticos nunca; militares, sólo en calidad de subalternos;
nobles, sin privilegios reales; no éramos, en fin, ni magistrados ni financistas, y casi ni aun comerciantes: todo en
contravención directa de nuestras instituciones.

Texto 11. Manifiesto de Fernando VII jurando la constitución de 1812. 10 de marzo de 1820
Españoles: Cuando vuestros heroicos esfuerzos lograron poner término al cautiverio en que me retuvo la más inau-
dita perfidia, todo cuanto vi y escuché, apenas pisé el suelo patrio, se reunió para persuadirme que la nación deseaba
ver resucitada su anterior forma de gobierno […].
Pero mientras yo meditaba maduramente con la solicitud propia de mi paternal corazón las variaciones de
nuestro régimen fundamental, que parecían más adaptables al carácter nacional […], me habéis hecho entender
vuestro anhelo de que se restableciese aquella Constitución que entre el estruendo de armas hostiles fue promulgada
en Cádiz el año de 1812, al propio tiempo que con asombro del mundo combatíais por la libertad de la patria. […]
Marchemos francamente, y yo el primero, por la senda constitucional; y mostrando a la Europa un modelo
de sabiduría, orden y perfecta moderación en una crisis que en otras naciones ha sido acompañada de lágrimas y
desgracias, hagamos admirar y reverenciar el nombre español, al mismo tiempo que labramos para siglos nuestra
felicidad y nuestra gloria.

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

Texto 12. Tratado secreto entre los soberanos de Austria, Francia, Prusia y Rusia. Verona, 22 noviembre 1822
Art. 1.º Las altas partes contratantes, plenamente convencidas de que el sistema del gobierno representativo es
tan incompatible con el principio monárquico, como la máxima de la soberanía del pueblo es opuesta al principio
del derecho divino, se obligan del modo más solemne a emplear todos sus medios, y unir todos sus esfuerzos para
destruir el sistema del gobierno representativo de cualquier estado de Europa donde exista […].
Art. 4.º Como la situación actual de España y Portugal reúne por desgracia todas las circunstancias a que hace
referencia este Tratado, las altas partes contratantes, confiando a la Francia el cargo de destruirlas, le aseguran
auxiliarla del modo que menos pueda comprometerlas con sus pueblos, y con el pueblo francés, por medio de un
subsidio de veinte millones de francos anuales cada una, desde el día de la ratificación de este Tratado, y por todo
el tiempo de la guerra.
Art. 5.º Para restablecer en la península el estado de cosas que existía antes de la revolución de Cádiz […].

Texto 13. Decreto de Fernando VII. Gaceta de Madrid, 7 de octubre de 1823


Bien públicos y notorios fueron a todos mis vasallos los escandalosos sucesos que precedieron, acompañaron y
siguieron al establecimiento de la democrática Constitución de Cádiz en el mes de marzo de 1820: la más criminal
traición, la más vergonzosa cobardía, el desacato más horrendo a mi Real Persona, y la violencia más inevitable,
fueron los elementos empleados para variar esencialmente el gobierno paternal de mis reinos en un código demo-
crático, origen fecundo de desastres y de desgracias.
No fue estéril el grito general de la Nación: por todas las Provincias se formaban cuerpos armados que lidiaron
contra los soldados de la Constitución […].
La Europa entera, conociendo profundamente mi cautiverio y el de toda mi Real Familia […] determinaron
poner fin a un estado de cosas que era el escándalo universal, que caminaba a trastornar todos los Tronos y todas
las instituciones antiguas cambiándolas en la irreligión y en la inmoralidad. […]
[…] deseando proveer de remedio a las más urgentes necesidades de mis pueblos, y manifestar a todo el mundo
mi verdadera voluntad en el primer momento que he recobrado mi libertad, he venido en decretar lo siguiente:
l.º Son nulos y de ningún valor los actos del Gobierno llamado constitucional (de cualquier clase y condición que
sean) que ha dominado a mis pueblos desde el día 7 de marzo de 1820 hasta hoy 1.° de octubre de 1823, declarando,
como declaro, que en toda esta época he carecido de libertad, obligado a sancionar las Leyes y a expedir las Ordenes,
Decretos y Reglamentos que contra mi voluntad se expedían […].

Texto 14. Declaración del rey Fernando VII restableciendo la Pragmática Sanción. 31 de diciembre de 1832
Sorprendido mi real ánimo en los momentos de agonía a que me condujo la grave enfermedad de que me ha salvado
prodigiosamente la Divina misericordia, firmé un Decreto (18 de septiembre de 1832) derogando la Pragmática
Sanción de 29 de marzo de 1829, decretada por mi augusto padre a petición de las Cortes de 1789 para establecer
la sucesión regular en la Corona de España […]. Ni como rey pudiera yo destruir las leyes fundamentales del Rei-
no, cuyo restablecimiento había publicado, ni como padre pudiera con voluntad libre despojar de tan augustos y
legítimos derechos a mi descendencia […]. Declaro solemnemente de plena voluntad y propio movimiento, que el
Decreto firmado en las angustias de mi enfermedad, fue arrancado de mí por sorpresa: que fue un efecto de los falsos
terrores con que sobrecogieron mi ánimo; y que es nulo y de ningún valor, siendo opuesto a las leyes fundamentales
de la Monarquía y a las obligaciones que, como rey y como padre, debo a mi augusta descendencia.

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

11. Biografías

Aranda, Conde de (Pedro Pablo Venezuela. En 1811 se convirtió en


Abarca de Bolea, 1719-1798). el líder militar de la independencia
Militar, diplomático y político de Nueva Granada, hasta que en
aragonés. Tras ser herido en una 1814 varias derrotas lo obligaron
batalla, viajó por Europa, lo que a huir a Jamaica. Durante este pe-
lo puso en contacto con la Ilus- ríodo adquirió el título de «Liber-
tración. De 1766 a 1773, durante tador» y ocupó la presidencia de la
el reinado de Carlos III, ocupó la República de Venezuela. En 1816
presidencia del Consejo de Castilla, desde la que impulsó reemprendió la lucha, llegando a
reformas ilustradas. Después fue embajador en París, ocupar distintos cargos como el de primer presidente de
donde conoció a independentistas norteamericanos. Gran Colombia, una república que en 1831 se dividió en
Convencido de que las Trece Colonias serían en el futuro Nueva Granada (hoy Colombia), Ecuador y Venezuela.
una gran potencia, abogó por que España las ayudara en En 1830, enfermo de tuberculosis, cansado y acosado
su independencia (en lo que se le hizo caso) y al mismo por sus adversarios políticos, abandonó sus cargos y su
tiempo por dar autonomía a las colonias españolas para patria, pero murió en el viaje. Bolívar creía en la unidad
no acabar perdiéndolas (en lo que no se le hizo caso). de las repúblicas sudamericanas, algo que finalmente no
En 1792, bajo el reinado de Carlos IV, sustituyó a Flori- se hizo realidad. Por otro lado, creía que América nece-
dablanca como Secretario de Estado y Despacho (cargo sitaba un poder fuerte, por lo que impulsó una Consti-
equivalente al de primer ministro), pero fue cesado ese tución para Colombia en la que el presidente era vita-
mismo año por su política de neutralidad con Francia. licio. Hoy es considerado el gran héroe sudamericano
En 1794, a raíz de un enfrentamiento con Godoy por la en todo el continente, y es citado como inspiración por
política bélica de este contra Francia, fue desterrado a el actual Gobierno de Venezuela. La amante de Bolívar,
Jaén. Aranda fue uno de los políticos más influyentes del Manuela Sáenz, que lo ayudó a escapar de un intento
siglo xviii, hasta el punto de liderar un poderoso grupo de asesinato, también es considerada una heroína del
de presión cortesano, el llamado partido aragonés. Fue movimiento de independencia, a pesar de que murió
también uno de los principales gobernantes ilustrados, sola y en la pobreza.
junto con Floridablanca, su gran rival político.
Carlos III (1716-1788). Rey de
Argüelles, Agustín de (1776- Sicilia y Nápoles (1734-1759) y
1844). Político liberal asturiano. de España (1759-1788), hijo de
Fue uno de los diputados de ma- Felipe V y hermano de Fernando
yor peso en la Cortes de Cádiz: VI, a quien sucedió en el trono de
promovió la abolición de los se- España. Es considerado uno de
ñoríos y otras medidas de libe- los principales representantes del
ralismo económico; la abolición despotismo ilustrado en Europa y uno de los mejores
del tormento; el castigo a los es- reyes españoles, o bien de los menos malos. Su vida
clavistas; y la libertad de prensa. privada y su carácter fueron ejemplares. Su reinado se
Además, fue uno de los principales redactores de la caracterizó, además de por las reformas ilustradas, por
Constitución de 1812, junto a Muñoz-Torrero y Pérez el regalismo, es decir la defensa del poder de la corona
de Castro. Su oratoria en las Cortes le valió el sobrenom- frente al de otras instituciones, especialmente la Iglesia.
bre de «el Divino». En 1814 fue encarcelado. En 1820 Tanto el himno como la bandera actuales fueron adop-
fue liberado y nombrado ministro del primer Gobierno tados en época de Carlos III.
del Trienio Liberal, llamado «de los presidiarios» por
Fernando VII. En 1823 huyó al exilio en Gran Bretaña. Carlos IV (1748-1819). Rey de
En 1834 regresó a España y, a pesar de haber sido un España de 1788 a 1808. Hijo y
doceañista durante el Trienio, ejerció como diputado del sucesor de Carlos III, careció del
partido progresista. Como tal, contribuyó a la redacción prestigio de su padre, si bien la
de la Constitución de 1837. En 1840, en la elección de las situación internacional durante la
Cortes para sustituir a la regente María Cristina, fue el que tuvo que reinar fue muy difí-
segundo candidato más votado. Poco después, las Cortes cil. Carlos IV se interesaba por la
lo eligieron tutor de Isabel II, cargo que desempeñó de música, las artes y la caza, pero no
1841 a 1843. Argüelles fue uno de los liberales españoles por las tareas de gobierno, lo que
más influyentes. Sus restos descansan en el Panteón de permitió la intervención de la reina en asuntos de Estado
Hombres Ilustres de Madrid. También en Madrid, un así como la acumulación de poder en manos del primer
barrio cercano a la Universidad Complutense lleva su ministro Godoy. En 1789, Carlos IV aprobó la Pragmática
nombre. Sanción que facilitaba que una mujer ocupara el trono,
aunque no se llegó a publicar. En 1808, ante la invasión
Bolívar, Simón (1783-1830). Militar y político vene- francesa, planeó huir a las colonias americanas junto a
zolano. Nació en el seno de una familia rica de origen la reina y Godoy, pero el motín de Aranjuez se lo impidió
vasco. Se educó en Madrid y se casó con una española y le obligó a abdicar en su hijo el príncipe Fernando. En-
que falleció al poco tiempo. Desolado por este hecho, tonces Carlos IV escribió a Napoleón pidiéndole ayuda
viajó por Europa, se hizo masón y decidió dedicarse a la personal, sin intención de recobrar el poder, que entregó
independencia de su pueblo. En 1807 regresó a la actual voluntariamente a Napoleón mediante su abdicación

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

definitiva en Bayona. A partir de entonces estuvo re- los militares por el que anuló toda la obra legislativa de
cluido en Francia, y, una vez derrotado Napoleón, se las Cortes de Cádiz (salvo la abolición del tormento) y
estableció con la reina en el Palacio Barberini de Roma, restauró el absolutismo hasta su muerte, con la interrup-
donde falleció. La reina María Luisa de Borbón-Parma, ción del Trienio Liberal de 1820 a 1823. Fernando VII
su prima hermana, le dio catorce hijos, así como un tuvo varios sobrenombres: «el Deseado», «Rey Felón»,
serio disgusto cuando el rey se enteró, hacia el final de «Tigrekan» o «Narizotas». En general, el juicio sobre su
su vida, de los rumores acerca del adulterio entre la reinado y su personalidad es muy negativo. Tuvo cuatro
reina y Godoy. esposas: las tres primeras fallecieron; la última, María
Cristina de Borbón-Dos Sicilias, su sobrina carnal, le dio
«El Empecinado» (Juan Martín dos hijas, Isabel y Luisa Fernanda.
Díez, 1775-1825). Guerrillero
vallisoletano de la guerra de In- Floridablanca, Conde de
dependencia española. Según la (José Moñino y Redondo, 1728-
leyenda, la violación de una mu- 1808). Político murciano que fue
chacha por soldados franceses en Secretario de Estado y Despacho
1808 hizo que pasara de labrador de 1777 a 1792, bajo los reinados
a guerrillero. Lo cierto es que ha- de Carlos III y Carlos IV. Fue uno
bía sido soldado en la guerra del Rosellón (1793-1795) y de los principales gobernantes
que participó en algunas batallas contra los invasores en ilustrados españoles del siglo xvi-
1808. Pasó entonces a dirigir guerrillas, hasta el punto ii, junto con Aranda, su gran rival político. En 1792, debi-
de tener unos 10 000 hombres bajo su mando y ascender do en parte al fracaso de su política de aislamiento frente
a marsical de campo. Respetado por sus enemigos como a la Francia revolucionaria y en parte a las presiones del
estratega y por el buen trato que daba a los prisioneros partido aragonés de Aranda, fue cesado y encarcelado,
franceses (cosa poco común en una guerra muy cruel), así como sustituido por el propio Aranda. En 1794 fue
para los españoles se convirtió en una figura legendaria. liberado y se retiró de la política. Sin embargo, en 1808
Firme defensor del liberalismo, en 1814 fue desterrado formó la Junta de Murcia y presidió la Junta Suprema
a Valladolid, y en 1823 se exilió en Portugal. En 1824 se Central, cargo que ostentaba al morir en Sevilla.
le concedió permiso para regresar, pero fue arrestado
y condenado a la horca por voluntad expresa del rey. Godoy, Manuel (1767-1851). Po-
Mientras era conducido al patíbulo logró escapar, pero lítico extremeño. Procedente de
finalmente fue apresado y ahorcado. El apodo del Em- una familia acomodada, en 1784
pecinado proviene de la pecina, el cieno negruzco que ingresó en la Guardia de Corps,
se forma en los charcas típicas de Castrillo del Duero, la tropa de escolta de la familia
su pueblo. Sin embargo, este término se emplea actual- real. Favorecido por los reyes, as-
mente para designar a quien es obstinado o terco, ya que cendió hasta sargento mayor de la
el Empecinado fue un hombre valiente, incansable y fiel Guardia, y en 1792, con 25 años,
a sus principios, hasta el punto de costarle ello la vida. hasta Secretario de Estado y Despacho. En 1793 fue
Fue retratado por Goya (imagen) y descrito por Pérez nombrado duque de Alcudia, con Grandeza de España.
Galdós en su novela Juan Martín, el Empecinado, de los Godoy alcanzó un enorme poder e incluso, al casarse con
Episodios Nacionales. una prima del rey, María Teresa de Borbón, entró en la
familia real. A pesar de promover reformas ilustradas,
Fernando VII (1784-1833). Rey su acumulación de poder se consideró como despotismo
de España en 1808 (de marzo a ministerial y por tanto una ruptura con el modelo de
mayo) y de 1814 a 1833, hijo de monarquía de los Borbones anteriores. Esto lo hizo muy
Carlos IV. En 1807 intentó de- impopular y le creó poderosos enemigos, entre ellos el
poner a su padre mediante una prínicipe Fernando. A raíz de la ejecución de Luis XVI,
conspiración, evitada por el rey Godoy declaró la guerra a Francia (guerra del Rosellón,
al registrar personalmente los 1793-1795), aunque se vio obligado a negociar la paz
aposentos de Fernando, donde de Basilea (por lo que el rey lo nombró Príncipe de la
encontró documentos comprometedores. Aunque la Paz). En 1797 promovió el tratado de San Ildefonso,
camarilla de Fernando fue castigada en el llamado pro- una alianza con Francia contra Inglaterra. Aunque más
ceso del Escorial, el rey perdonó a su hijo después de que tarde intentó librarse de esta alianza, presionado por
este escribiera una carta de arrepentimiento. En 1808, Napoleón acabó reforzándola mediante el tratado de
no obstante, otra conspiración del círculo de Fernando Fontainebleau de 1807, en que permitió la entrada de
dio lugar al motín de Aranjuez, que forzó a Carlos IV a tropas francesas en España. En 1808, tras el motín de
abdicar en su hijo, ahora Fernando VII. Llamado a Ba- Aranjuez permaneció varios días escondido hasta que
yona por Napoleón, Fernando abdicó en su padre y fue fue apresado. Más tarde, acompañó a Carlos IV y su
recluido junto a su hermano Carlos María Isidro en el esposa al exilio en Francia y en Roma. Tras la muerte
palacio de Valençay. Allí, Fernando se dedicó a escribir de los reyes pasó a París, donde escribió sus memorias.
cartas de felicitación a Napoleón por sus éxitos militares Fernando VII lo desposeyó de sus bienes y títulos, pero
en España. En 1813 firmó con este el tratado de Valençay, más tarde Isabel II se los reconoció. El insólito ascen-
por el que se le permitía volver a España como rey a cam- so político y social de Godoy dio lugar a acusaciones
bio del respeto a los afrancesados, entre otros acuerdos de adulterio con la reina que no han sido confirmadas
que Fernando nunca cumplió. Al regresar a España en por los historiadores. Godoy tuvo una amante, la actriz
1814, dio un golpe de Estado en Valencia apoyado por Pepita Tudó, que lo abandonó en el destierro de París.

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

José I (1764-1844). Rey de Es- Napoleón, quien más tarde contó


paña, sucesor y antecesor de Fer- con él en las guerras napoleóni-
nando VII y hermano mayor de cas, donde Murat se distinguió
Napoleón Bonaparte. Siguiendo como comandante de caballería.
su política de colocar a familiares Casado con una hermana de Na-
en el Gobierno de los territorios poleón, se convirtió en su hom-
conquistados, Napoleón puso a bre de confianza. Anpoleón lo
José en el trono de Nápoles de nombró mariscal, creó para él el
1806 a 1808, año en que lo trasladó al trono español, al condado de Berg entre Francia y Alemania y en 1808 lo
que tenía derecho por las Abdicaciones de Bayona. A raíz destinó a España, donde ejerció el poder de facto y or-
de las primeras derrotas de las tropas francesas, José I ganizó la represión del tres de mayo. Aun así, Napoleón
abandonó Madrid, pero regresó gracias a la campaña del prefirió alejarlo de España, cuyo trono Murat ambiciona-
propio Napoleón al frente de la Grande Armée. Decidido ba pero fue finalmente para José Bonaparte. Napoleón
a ser un buen rey, intentó una política reformista con compensó a Murat dándole el trono de Nápoles que José
la ayuda de ilustrados españoles (los afrancesados), e había dejado vacante. En 1815 Murat fue derrotado por
incluso se opuso a la anexión a Francia de los territorios Austria, y finalmente apresado y fusilado, según su de-
al norte del Ebro, impuesta por su hermano. Sin embar- seo sin que le vendaran los ojos.
go, fracasó en su empeño al ser un rey títere atrapado
entre el rechazo del pueblo español (que lo llamaba Napoleón Bonaparte (1769-
«Pepe Botella», a pesar de ser abstemio) y la actuación 1821). Militar y político francés.
de los militares franceses, que obedecían directamente Destacó en diversas campañas
a Napoleón. En 1813 huyó a Francia y poco después a militares de la Francia revolu-
Estados Unidos, donde vivió gracias a la venta de bienes cionaria. En 1799 dio el golpe de
expoliados de España. Era miembro de la masonería. Estado de 18 de Brumario y fundó
el Consulado, del que fue Primer
Jovellanos, Gaspar Melchor Cónsul. En 1804 se autoproclamó
de (1744-1811). Escritor y polí- emperador de los franceses. Sus
tico asturiano. Fue, junto a Ca- conquistas cambiaron el mapa de Europa, extendieron
dalso y Campomanes, uno de los los principios de la Revolución Francesa y lo consagra-
principales ilustrados españoles. ron como un genio de la estrategia militar y un gran
De 1797 a 1798 fue ministro de líder de soldados. En 1812 su conquista de Rusia fracasó
Gracia y Justicia. En 1801, por su y acabó en una retirada larga y penosa en que la mayor
enfrentamiento con Godoy, fue parte de su ejército encontró la muerte por frío e inani-
desterrado y recluido en Mallorca. En 1808 fue liberado ción. La posterior derrota en España y en otros frentes
y pasó a formar parte de la Junta Central. En 1810, tras obligó a Napoleón a abdicar y a verse recluido en la isla
la caída de la Junta, se retiró de la política y regresó a de Elba, frente a la costa italiana. No obstante, logró es-
Asturias. Jovellanos era contrario al proyecto de Cortes capar, regresar a Francia y formar un nuevo ejército, en
de los liberales, pero aun así sus ideas económicas, ex- un período conocido como el Gobierno de los Cien Días.
puestas en su famoso Informe en el Expediente de la Ley Fue derrotado finalmente en Waterloo en 1815 y exiliado
Agraria (publicado en 1795) influyeron decisivamente a Santa Elena, otra isla pero esta vez en el Atlántico sur,
en la obra legislativa de las Cortes de Cádiz. donde falleció. Por su visión, su capacidad, sus logros y
su carisma, Napoleón es una de las grandes figuras de
Muñoz-Torrero, Diego (1761- la historia mundial.
1829). Sacerdote extremeño. En
1790 fue nombrado rector de la Pineda, Mariana de (1804-
Universidad de Salamanca. En 1831). Liberal granadina. En
1808 formó parte de la Junta de 1831 los liberales de Andalucía
Extremadura y en 1810 fue ele- esperaban el pronunciamiento
gido diputado en las Cortes de de Torrijos, lo que hizo que los
Cádiz. El 24 de septiembre pro- absolutistas redoblaran las medi-
nunció el primer discurso en la historia de las Cortes das represivas. Una de ellas fue
españolas contemporáneas, un discurso (convertido en el arresto de Mariana Pineda, en
decreto) que establecía los principios del liberalismo. cuya casa de Granada la policía encontró una bandera
Como diputado, defendió la libertad de imprenta y la liberal, o masónica, a medio bordar. A pesar de la brillan-
abolición de la Inquisición, y fue, junto a Argüelles y Pé- te defensa de su abogado, la joven fue hallada culpable
rez de Castro, uno de los redactores de la Constitución de de rebelión y condenada al garrote vil.
1812. En 1814 fue arrestado y recluido en un monasterio.
En 1820 fue liberado y elegido diputado. En 1823 huyó Riego, Rafael del (1784-1823). Militar y político astu-
a Portugal, pero allí fue apresado y encerrado hasta su riano. En 1807 entró en la Guardia de Corps. Combatió
muerte, seis años más tarde. Sus restos descansan en el en la guerra de Independencia, durante la que fue hecho
Panteón de Hombres Ilustres de Madrid. prisionero y enviado a Francia, donde entró en contacto
con el liberalismo radical y la masonería. A su regreso en
Murat, Joachim, Gran Duque de Berg y rey de Ná- 1814 se reincorporó al Ejército con el grado de teniente
poles (1767-1815). Militar francés. Durante las guerras coronel. En 1819 comenzó a participar en conspiracio-
de la Revolución Francesa estuvo bajo las órdenes de nes liberales. En 1820 se hallaba en el pueblo sevillano

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

de Cabezas de San Juan esperan- En 1812 regresó a Buenos Aires y a la vida militar, esta
do para embarcarse con sus tropas vez contra España, convirtiéndose en el líder militar de
con destino a la guerra contra las la independencia de la actual Argentina (entonces las
colonias americanas. En lugar de Provincias Unidas), de Chile y de Perú. En 1822 tuvo
esto, dio un pronunciamiento con- lugar la entrevista de Guayaquil con Simón Bolívar, tras
tra el absolutismo y a favor de la la cual San Martín decidió retirarse. Al igual que Bolívar,
Constitución de 1812, en lo que el fue rechazado por adversarios políticos, por lo que se
historiador Domínguez Ortiz con- exilió en Francia, donde trabajó como preceptor de los
sidera una deserción vergonzosa. hijos del marqués de las Marismas del Guadalquivir, un
Riego y sus tropas iniciaron entonces un periplo por antiguo compañero de armas en el Ejército español. Por
Andalucía esperando el triunfo del pronunciamiento. otro lado, fue un líder más modesto que Bolívar, carente
Finalmente, cuando parecía que este iba a fracasar y Rie- de ambiciones personales.
go había sido abandonado por muchos de sus soldados,
encontró apoyos en Galicia y más tarde en el resto de Torrijos, José María (17991-
España, lo que llevó a Fernando VII a aceptar la Consti- 1831). Militar madrileño. Partici-
tución. Durante el Trienio Liberal Riego se convirtió en pó en el levantamiento del 2 de
un símbolo popular, militó en las filas de los liberales mayo junto a Daoíz y Velarde, y
exaltados y ocupó cargos de responsabilidad. En 1823 más tarde sirvió bajo el duque de
fue apresado y condenado a muerte. Fue ahorcado el 7 Wellington. En 1817 fue arrestado
de noviembre en la plaza de la Cebada de Madrid, a la y encarcelado en Murcia por su
que fue arrastrado en un capazo de esparto tirado por participación en el intento de pro-
un burro. Riego fue considerado un héroe de la libertad, nunciamiento de Van Halen. En 1820 fue liberado. Du-
y como tal inspiró el Himno de Riego, que fue adoptado rante el Trienio Liberal se hizo liberal exaltado, participó
como himno nacional durante la Segunda República. No en las sociedades patrióticas y en una nueva sociedad
obstante, Pérez Galdós lo describe en El terror de 1824 secreta, los Comuneros, más radical que la masonería.
como un personaje arrogante y poco inteligente, que en En 1823 fue de los pocos militares que resistieron frente
sus últimos momentos pidió clemencia sin conservar la a la invasión de los Cien Mil Hijos de San Luis, en su
dignidad, a diferencia del Empecinado. caso en Cartagena. Logró exiliarse en Londres, donde
recibió ayuda de Wellington y trabajó como traductor.
San Martín, José de (1778- Inspirado por la revolución francesa de 1830, preparó un
1850). Militar nacido en la actual pronunciamiento. En 1831 zarpó de Gibraltar con unos
Argentina. El joven San Martín in- cincuenta hombres, siguiendo el plan que había trazado
gresó en el Ejército español, con el con Viriato, nombre en clave de otro conspirador que
que luchó en los frentes de África, resultó ser el gobernador de Málaga, un absolutista que
Portugal y Gibraltar, y más tarde le había tendido una trampa. Una vez en tierra, Torrijos
en la guerra de Independencia, y sus hombres fueron perseguidos, arrestados y fusila-
durante la que entró en la maso- dos sin juicio previo por orden de Fernando VII. Solo
nería. En 1810 dejó el Ejército y pasó a Londres, donde un año más tarde, la regente María Cristina amnistió a
entró en el círculo de independentistas sudamericanos. todos los liberales.

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EL REINADO DE ISABEL II
Bloque Temático 4, «La construcción del Estado liberal (1833-1874)»

Sumario
1. Contexto internacional ¶ 2. El funcionamiento del Estado liberal ¶ 3. La primera guerra carlista
y la regencia de María Cristina ¶ 4. La regencia de Espartero ¶ 5. Características del reinado de
Isabel II ¶ 6. La Década Moderada ¶ 7. El Bienio Progresista ¶ 8. El «Gobierno largo» de la Unión
Liberal ¶ 9. La crisis del reinado ¶ 10. Conclusiones ¶ 11. Cronología ¶ 12. Textos ¶ 13. Biografías

1. Contexto internacional

El avance del liberalismo.– El reinado de Isabel II tuvo lugar en la época en que el Antiguo
Régimen desaparecía bajo las oleadas revolucionarias de 1830 y 1848. En Francia, la revolu-
ción de 1830 sustituyó la monarquía absoluta borbónica por la monarquía constitucional de
Luis Felipe de Orléans, un régimen burgués conservador; la revolución de 1848, de carácter
más radical al defender los derechos de las clases media y trabajadora, supuso el paso de la
monarquía a la república. Aun así, en 1852 el liberalismo francés sufrió un retroceso con el gol-
pe de Estado de Luis Napoleón (a partir de entonces, Napoleón III), que dio inicio al Segundo
Imperio, un régimen autoritario. En Italia, entonces un territorio dividido en distintos Estados,
algunos de ellos absolutistas, la revolución de 1848 impulsó un proceso de unificación bajo la
monarquía liberal de Víctor Manuel II, rey del Piamonte, que llevó a la proclamación del Reino
de Italia en 1861.
Características del liberalismo.– El liberalismo como ideología política suponía una conti-
nuación de las ideas de las revoluciones del siglo xviii en Estados Unidos y Francia después del
paréntesis de la Restauración. El resultado de las revoluciones de 1830 y 1848 fue el traspaso
del poder político hacia la burguesía, que ya estaba accediendo al poder económico gracias a
la intensificación del comercio y al inicio de la Revolución Industrial. Los principios políticos
del liberalismo son los siguientes:
• Soberanía nacional. El poder no es algo que Dios entregue al rey, sino que proviene de
los ciudadanos, quienes lo delegan en sus representantes parlamentarios a través del
sufragio censitario (es decir, el derecho al voto y el estatus de ciudadano dependen del
nivel de riqueza). Por tanto, el liberalismo es un régimen representativo, pero esta re-
presentación es limitada. Se respeta (incluso se defiende) el papel del rey como jefe del
Estado, pero este a su vez debe aceptar el papel del Parlamento.
• División de poderes. Para evitar abusos contra los derechos ciudadanos, los poderes del
Estado deben estar separados y controlarse unos a otros. Para el liberalismo, el poder
legislativo se comparte entre el parlamento y el rey; el poder ejecutivo corresponde al
rey y en su nombre a los ministros; y el poder judicial a los tribunales.
• Derechos individuales. El liberalismo defiende los derechos ciudadanos individuales: a
la libertad, a la igualdad ante la ley, a la seguridad y a la propiedad, este último muy
importante para los intereses económicos de la burguesía; se protege especialmente la
libertad de imprenta (de expresión en la actualidad). Los derechos colectivos, como los
de reunión y asociación, no se permitieron para tener bajo control a la clase trabajadora.
• La constitución. Una ley fundamental aprobada por el Parlamento regula el Estado y so-
mete a todos los ciudadanos e instituciones, incluida la monarquía, que pasa por tanto
de absoluta a constitucional.

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2. El funcionamiento del sistema liberal en España

2.1. La monarquía

Desde 1837 hasta 1923 (salvo durante la Primera República) España vivió bajo el modelo li-
beral de monarquía constitucional, lo que significaba que las funciones de la Corona estaban
reguladas (y por tanto limitadas) por una constitución.
La Corona ocupaba la jefatura del Estado con dos funciones básicas: el ejercicio del poder
ejecutivo y la participación en el poder legislativo.
El poder ejecutivo.– En realidad, el poder ejecutivo era ejercido por el Gobierno (es decir, el
Consejo de Ministros) en nombre de la Corona, pero esta tenía la facultad de nombrar o desi-
tuir el Gobierno personalmente (la «prerrogativa regia»). De esta forma, la Corona intervenía
de forma decisiva en la vida política ejerciendo un papel de árbitro o moderador teóricamente
neutral; en la práctica, la Corona tenía el poder de favorecer al partido político que más le in-
teresara y condenar al resto a la oposición. Ahora bien, si el partido en el Gobierno no contaba
con mayoría en las Cortes podía llegarse a una situación de bloqueo. Esto se debía al «régimen
de las dos confianzas», un principio liberal según el cual un Gobierno necesitaba tanto el apo-
yo de la Corona como el de las Cortes. Aun así, si las Cortes no colaboraban la Corona podía
cerrarlas o bien disolverlas para convocar nuevas elecciones, que serían manipuladas.
La participación en el poder legislativo.– La Corona sancionaba y promulgaba las leyes apro-
badas por las Cortes (es decir, les daba validez oficial) o bien las vetaba. Además, compartía
con las Cortes la iniciativa legislativa (la capacidad de proponer leyes).
En suma, la monarquía constitucional conservó un poder considerable, pero tenía que usarlo
con prudencia porque las prácticas autoritarias podían provocar pronunciamientos o revueltas
populares. Dicho de otro modo, la Corona debía guardar un delicado equilibrio entre sus pro-
pios intereses (conservar todo el poder posible) y los de los partidos y la sociedad en general.
La incapacidad de Isabel II para guardar ese equilibrio fue lo que finalmente le costó el reinado.

2.2. Las Cortes y los partidos políticos

2.2.1. Las Cortes

Las Cortes (es decir, el Parlamento español) ejercían junto con la Corona el poder legislativo y
constituían la institución típica del Estado liberal al darle su carácter representativo. Las Cortes
constaban de dos cámaras: Senado y Congreso. El Senado, cámara alta en cuyo nombramiento
intervenía la Corona, representaba a la clase alta y hacía de contrapeso conservador al Con-
greso de los Diputados, cámara baja más representativa cuyos miembros eran elegidos por los
votantes. Aun así, el sufragio censitario hizo que el cuerpo electoral no llegara a superar el 5 %
de la población. Además, los Gobiernos manipulaban las elecciones en mayor o menor medida.
Los diputados pertenecían a distintos partidos políticos, pero a diferencia de la actualidad
estos no eran entidades oficialmente constituidas y organizadas, sujetas al seguimiento de un
programa establecido. Por el contrario, eran agrupaciones de notables con afinidad ideológica
pero divididos en facciones formadas en torno a figuras carismáticas que a menudo luchaban
entre sí por alcanzar el poder. Los diputados, por tanto, tenían plena libertad de voto y podían
actuar en defensa de intereses particulares, por lo que su postura política era variable. Estas
características, que obedecían al principio liberal de defensa de la libertad individual, contri-
buyeron a la constante inestabilidad política del reinado de Isabel II.

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2.2.2. El partido moderado

El moderado era el partido conservador, heredero de los doceañistas del Trienio Liberal y
representante en general de los intereses de la clase alta. Su ideología era el liberalismo doctri-
nario, según el cual la soberanía residía no solo en la nación (como defendía la Constitución
de 1812) sino también en la Corona, es decir era una soberanía compartida. Esto implicaba que
el poder de la Corona tuviera muy pocas limitaciones, por lo que el partido moderado fue el
preferido de la reina y por tanto el que estuvo más tiempo en el poder. El doctrinarismo también
afirmaba que la política debía estar reservada a la minoría social más capacitada (es decir, la
clase alta), lo que implicaba un sufragio censitario muy restringido.
La prioridad de los moderados era imponer la autoridad del Gobierno y mantener el orden,
dos condiciones necesarias para proteger los intereses económicos de la clase alta. Por ello,
su reconocimiento de derechos era limitado. Además, eran centralistas, en el sentido de que
daban mucha importancia al control sobre Ayuntamientos y Diputaciones provinciales por
parte del Gobierno. En religión, defendían hasta cierto punto los intereses de la Iglesia católica.
El partido moderado estaba dividido en tres sectores: un sector muy conservador, en el
fondo antiliberal; otro más a la izquierda (los «puritanos»); y el sector intermedio, que solía
imponerse y que estaba encabezado por el general Ramón María Narváez, el gran líder del
moderantismo.

2.2.3. El partido progresista

Como heredero de los exaltados del Trienio Liberal, el partido progresista estaba a la izquierda
del moderado y representaba en general a la clase media, aunque al principio contó también
con el apoyo de la clase trabajadora. Reclamaba la plena soberanía nacional de manera que
las Cortes limitaran los poderes de la Corona; la ampliación del sufragio censitario; un reco-
nocimiento amplio de derechos individuales (especialmente la libertad de imprenta); y una
cierta descentralización, ya que los progresistas tenían más influencia en los Ayuntamientos
de provincias que en la capital. En materia religiosa rechazaban los privilegios económicos de
la Iglesia, especialmente del clero regular, y defendían la libertad de culto. Para los progresis-
tas, al contrario que para los moderados, la prioridad estaba en la defensa de los derechos y
libertades.
El gran líder progresista durante la mayor parte del reinado de Isabel II fue el general Baldo-
mero Espartero, si bien tuvo grandes enemigos en su propio partido, especialmente políticos ci-
viles como Salustiano de Olózaga. En general, el partido progresista estaba menos organizado
que el moderado y estuvo mucho menos tiempo en el Gobierno, que Isabel II solo le concedía
bajo presión de revueltas populares.

2.2.4. Otros partidos

En 1849 apareció el partido demócrata, una escisión más izquierdista del partido progresista.
Reclamaba el sufragio universal y los derechos colectivos (reunión y asociación), y con el tiem-
po desarrolló una tendencia republicana. Adquirió relevancia a partir del Bienio Progresista y
especialmente al final del reinado como uno de los conspiradores contra la monarquía.
En 1857 el general O’Donnell fundó la Unión Liberal, un partido de centro que reunió a
descontentos tanto de los moderados como de los progresistas y que ocupó el Gobierno a partir
de 1863.

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

2.3. Otros sectores políticos

2.3.1. El Ejército

La guerra de Independencia y la guerra carlista dieron a los militares una enorme importancia
en la vida política española: siempre que se sentía la necesidad de un cambio, este dependía de
que los militares lo propiciaran mediante un pronunciamiento. Esto se debía a que las institu-
ciones liberales aún no estaban consolidadas y a que la burguesía española era aún minoritaria,
y por tanto un sistema burgués como el liberal carecía en España de la fuerza suficiente como
para funcionar por sí mismo. En cambio, los «espadones» (como se conocía a los militares que
intervenían en política) gozaban de prestigio entre la población gracias a sus victorias militares,
pero además tenían tropas bajo su mando y eso les daba más poder del que se podía conseguir
en unas elecciones. El poder era, de hecho, su principal interés, y no les importaba seguir de
forma oportunista la ideología que más los acercara a él.

2.3.2. La Iglesia

A pesar de las reformas anticlericales de los progresistas, que atacaron los privilegios econó-
micos eclesiásticos y llevaron a la disolución de gran parte del clero regular, la Iglesia mantuvo
un papel importante en la educación primaria y sobre todo una fuerte influencia reaccionaria
sobre el poder gracias a su posición tanto en el Senado como en el entorno de Isabel II, espe-
cialmente en el caso de los neocatólicos o neos (como el padre Claret, confesor de la reina, o sor
Patrocinio, una monja estafadora que fingía experiencias místicas). Los neos, que en el fondo
eran carlistas (ver 3.1), lideraban la defensa de la Iglesia contra los ataques del liberalismo. No
obstante, la derrota del carlismo los obligó a tolerar el liberalismo moderado, que simpatizaba
con los intereses de la Iglesia.

2.3.3. La prensa

Además de las deliberaciones de las Cortes, los partidos comenzaron a utilizar la prensa para
expresar sus ideas aprovechando la libertad de imprenta establecida por las Constituciones, de
modo que cada partido tenía su propio periódico u «órgano». Esto contribuyó gradualmente a
fomentar una conciencia política en la sociedad y también a la división de la opinión pública
en las dos grandes tendencias representadas por los partidos moderado y progresista.

2.3.4. El pueblo llano

La gran mayoría de la población esperaba que la llegada del liberalismo trajera una mejora
en sus condiciones de vida, que eran muy precarias. Ya no se trataba solo del campesinado,
sino también de los obreros de las primeras industrias urbanas (especialmente en Barcelona)
e incluso de la pequeña burguesía. Al no poder votar ni presentarse a elecciones, su único
medio de expresión política eran las revueltas (es decir, la violencia) y la formación de Juntas
revolucionarias, que solían apoyar al partido progresista. En ocasiones estas acciones lograban
presionar a la Corona y obtener cambios políticos, pero los nuevos Gobiernos que se formaban
gracias a las reivindicaciones populares no tardaban en darles la espalda.

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3. La primera guerra carlista y la regencia de María Cristina (1833-1840)

A la muerte de Fernando VII, su hija y heredera Isabel tenía tres años, por lo que María Cris-
tina, la madre de esta, quedó como regente. Pero don Carlos, el hermano del rey, reclamó su
derecho al trono en contra de la Pragmática Sanción, lo que condujo a la guerra entre carlistas Texto 2
(absolutistas) y cristinos (liberales), una guerra de la que dependía el futuro del país.

3.1. Características del carlismo

El carlismo era un movimiento antiliberal y defensor de la tradición española, es decir el catoli-


cismo, la monarquía absoluta, los fueros y el régimen de propiedad agraria amortizada. Arraigó
sobre todo en la sociedad rural de la mitad norte de España, que apoyó a don Carlos tanto por
sus convicciones religiosas como porque necesitaba defender su modo de vida y sus intereses
económicos, protegidos por los fueros pero amenazados por el liberalismo. En cuanto a la Igle-
sia, en general el alto clero permaneció fiel a la reina mientras que el bajo clero, más cercano
a los feligreses, apoyó el carlismo, incluso participando en los combates como en la guerra
de Indepedencia (cura Merino). Por el contrario, la nobleza terrateniente y la alta burguesía,
que residían en las grandes ciudades, apoyaron a los liberales precisamente porque esperaban
beneficiarse de la legislación económica liberal y porque temían a las masas que seguían a don
Carlos (el «pretendiente» para los liberales y «Carlos V» para los carlistas).
Al final, los carlistas no solo no consiguieron sus objetivos sino que con su acción estimula-
ron involuntariamente la implantación del liberalismo, ya que María Cristina, muy a su pesar,
tuvo que dar poder a los liberales a cambio de su apoyo.

3.2. Desarrollo de la guerra carlista

La insurrección carlista se hizo fuerte especialmente en el cuadrante nordeste de la península


(País Vasco, Navarra, Aragón, Cataluña y Castellón), una zona donde seguía vivo el espíritu
de las revueltas absolutistas del reinado de Fernando VII. Como entonces, en muchos casos se
siguieron empleando las tácticas de guerrilla aprendidas de la guerra de Independencia. La
guerra carlista fue la primera gran guerra civil de la España contemporánea, un conflicto largo
y lleno de atrocidades en el que se pueden distinguir tres fases entre 1833 y 1840:
3. Gobierno y corte alternativos en Guipúzcoa. Zumalacárregui, hábil estratega y líder im-
placable, organizó las fuerzas carlistas y consiguió diversas victorias en el norte, pero
murió por una bala perdida durante el infructuoso asedio de Bilbao.
4. La Expedición Real de 1837. La guerra se expandió por la península y don Carlos se puso
con sus tropas a las puertas de Madrid, pero incomprensiblemente se retiró al norte.
Cabrera, el «Tigre del Maestrazgo», obtuvo victorias en el Levante gracias a su dominio
del combate de guerrillas.
5. La división del carlismo. Los carlistas, desgastados y faltos de recursos, se dividieron en
dos bandos: los intransigentes, que querían continuar la guerra a toda costa, y los tran-
saccionistas, que querían llegar a un acuerdo con el enemigo. Finalmente se impuso esta
opción y se llegó al convenio de Vergara entre el general Maroto (carlista) y el general Texto 6
Espartero (cristino). El fin de la guerra no fue una paz entre Gobiernos sino un pacto
entre militares por el cual se acordaba que el ejército carlista se integraría en el cristino
conservando grados y pagas y que Espartero apoyaría el mantenimiento de los fueros
de País Vasco y Navarra. Cabrera no aceptó el acuerdo y siguió combatiendo hasta que
en 1840 tuvo que escapar a Francia.

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

3.3. La regencia y el Estatuto Real de 1834

La primera medida de la regente fue confirmar en el Gobierno al absolutista moderado Cea


Bermúdez, que había sido nombrado durante la etapa anterior y que se limitó a continuar la
política de reformas administrativas de la Década Ominosa. La reforma más influyente fue la
división provincial de Javier de Burgos en 1833, que se mantiene con leves modificaciones en
la actualidad. Textos 3, 11
El objetivo de Cea era neutralizar el carlismo dejando claro que la regencia también era una
monarquía absoluta, pero fracasó. La regente, necesitada de mayores apoyos, se vio obligada Texto 4
a recurrir a los liberales, y en 1834 nombró un nuevo Gobierno presidido por el doceañista
Martínez de la Rosa. La principal medida tomada por este fue el Estatuto Real, un decreto de
convocatoria de Cortes formadas por un Estamento de Próceres (cámara alta, nombrada por
la Corona) y un Estamento de Procuradores (cámara baja, elegida por un sufragio restringido
primero al 0,15 % de la población y más tarde al 0,5 %).
El Estatuto Real no era una constitución, sino una especie de carta otorgada que mantenía
el poder de la monarquía y de los privilegiados, daba a las Cortes un mero papel consultivo (no
legislativo) y ni siquiera hacía un reconocimiento de derechos a diferencia de la carta francesa
en la que se había inspirado. Sin embargo, la restauración de las Cortes con dos cámaras puso
las bases del régimen parlamentario español a imagen del británico y permitió la formación
de los partidos moderado y progresista. Además, el hecho de que las deliberaciones fueran
públicas se convirtió en un arma para la difusión de las ideas liberales. Aunque el Estatuto Real
se planteó como una medida estable que permitiera la continuidad de la monarquía absoluta,
en realidad solo sirvió para iniciar la transición hacia el sistema liberal.

3.4. La revolución liberal

3.4.1. La obra de los Gobiernos progresistas

El malestar de la población hizo que las reformas de Martínez de la Rosa se consideraran insufi-
cientes ya que el Antiguo Régimen había demostrado su incapacidad de resolver los problemas
del país, agravados ahora por la guerra carlista. Se produjeron graves revueltas populares, a
menudo anticlericales (como la matanza de frailes en Madrid en 1834 o las bullangas catalanas
de 1835), y surgieron Juntas revolucionarias que reclamaron un régimen plenamente liberal.
Bajo estas presiones, en 1835 la regente nombró presidente al progresista Juan Álvarez Mendi-
zábal, que se enfrentó a los dos grandes problemas del momento: la guerra carlista y la deuda
pública. Mendizábal ideó una solución conjunta de enorme trascendencia, la desamortización
de los bienes de la Iglesia, con la que esperaba crear una muy necesaria fuente de ingresos.
Pero en 1836 la regente, que no estaba interesada en el avance del liberalismo, nombró un
nuevo Gobierno moderado. Como consecuencia surgieron nuevas revueltas populares, además
de la sublevación de los sargentos de la Granja, que sirvió para obligar a la regente a aceptar
la Constitución de 1812 y a continuación formar un nuevo Gobierno progresista presidido
por Calatrava y con Mendizábal como ministro de Hacienda. Este Gobierno llevó a cabo la
revolución liberal, que continuó la obra de las Cortes de Cádiz y del Trienio Liberal mediante
la promulgación de una nueva Constitución y medidas para la liberalización de la economía
como la desamortización y la abolición de los señoríos, el mayorazgo, la Mesta y los privilegios
de los gremios. Además, se amplió el cuerpo electoral a un 2,4 % de la población. El Antiguo
Régimen había desaparecido definitivamente.

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3.4.2. La Constitución de 1837

Aunque el objetivo inicial de la Constitución de 1837 era simplemente actualizar la de 1812, Texto 5
el resultado fue muy distinto: un texto breve y práctico, con un espíritu de equilibrio y con-
senso, en el que se reunían principios tanto progresistas como moderados y en el que muchas
cuestiones se dejaban para leyes posteriores de modo que ambos partidos pudieran gobernar
cómodamente y se creara un régimen estable.
Los elementos progresistas son los siguientes:
• Soberanía nacional (Preámbulo).
• División de poderes (arts. 12, 45 y 63), con mención por primera vez del término «Poder
judicial» (Título X).
• Derechos individuales: igualdad ante la ley (arts. 5 y 6), seguridad (arts. 7 y 9) y propie-
dad (art. 10), además de libertad de imprenta con delitos juzgados por jurados (art. 2),
es decir sin la influencia del Gobierno.
• Control de las Cortes sobre la Corona a través por ejemplo de la autorización para con-
traer matrimonio, un importante instrumento político (art. 48).
• Tolerancia religiosa implícita (art. 11).
• Carácter electivo de los Ayuntamientos (art. 70), una medida descentralizadora.
• Milicia Nacional (art. 77).

Los elementos moderados son los siguientes:


• Cortes bicamerales por la adición del Senado, designado por la Corona de entre una lista
elegida por los votantes (arts. 13 y 15).
• Ampliación de los poderes de la Corona respecto a 1812, incluyendo la facultad de disol-
ver las Cortes (art. 26) o el derecho de veto ilimitado (art. 39).

4. La regencia de Espartero (1840-1843)

Tras la promulgación de la Constitución, María Cristina dio el Gobierno a los moderados, quie-
nes emprendieron una serie de reformas destinadas a deshacer la obra progresista, entre ellas
la Ley de Ayuntamientos de 1840, que contradecía la Constitución al establecer el nombra-
mient (y no elección) de los alcaldes. Esto motivó el surgimiento de Juntas revolucionarias a
cuyo frente se puso el general Espartero, figura de gran prestigio por sus éxitos en la guerra
carlista. María Cristina, un símbolo del Antiguo Régimen, se negó a ceder de nuevo ante los
progresistas, de modo que renunció a la regencia y se exilió en Francia dejando atrás a sus hijas.
Las Cortes eligieron al general Espartero como nuevo regente, pero este fue acusado de ac-
tuar de forma autoritaria y a favor de su círculo de militares (los «ayacuchos»). Esto le granjeó
la oposición no solo de los moderados sino también de los progresistas civiles, como Olózaga,
que se veían discriminados. En 1841 tuvo lugar sin éxito un pronunciamiento impulsado desde
el exilio por María Cristina en el que estaban implicados militares como O’Donnell y Diego de
León. En 1842 se produjo en Barcelona una insurrección en demanda de mejoras políticas y
sociales que fue reprimida implacablemente por Espartero mediante un bombardeo a la pobla-
ción, lo que costó al regente una completa pérdida de apoyos. Finalmente, en 1843, un pronun-
ciamiento liderado por Narváez pero apoyado por todos los sectores políticos y sociales obligó
a Espartero a exiliarse. En Barcelona, no obstante, las reivindicaciones populares continuaron
en la llamada Jamancia o revolución centralista (debido a que pedía la formación de una Junta
Central), que acabó en rendición tras nuevos bombardeos.

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5. Características del reinado de Isabel II

Las camarillas.– En 1843, después del fracaso de la segunda regencia, Isabel fue declarada
mayor de edad y proclamada reina por las Cortes, de modo que a los trece años se vio en la
jefatura del Estado, rodeada por toda clase de camarillas cortesanas y políticas1. Por un lado,
su madre, la antigua regente, volvió de Francia y presionó a su hija hacia medidas políticas
muy conservadoras y medidas económicas que favorecieran sus turbios negocios, hechos a
costa del Estado. Por otro lado, la camarilla eclesiástica (los neos, ver 2.3.2) controlaba al rey
consorte y presionaba para un entendimiento con el carlismo, así como jugaba a su favor con
la religiosidad de la reina y con su sentimiento de culpabilidad por su vida privada. En efecto,
el matrimonio de la reina a los 16 años con su primo Francisco de Asís, beato y al parecer ho-
mosexual e impotente, fue arreglado teniendo en cuenta los intereses de los partidos y de las
potencias europeas, pero llevó a Isabel a una vida privada frívola y llena de escándalos en la que
sus sucesivos amantes conseguían de ella honores y prebendas a costa del Estado. El mismo rey
ejercía una influencia antiliberal sobre la reina gracias a su chantaje sobre la ilegitimidad de los
hijos de esta (algo que no era un secreto pero que tampoco se reconocía). Por último, la reina
siempre contó con las opiniones de los embajadores francés y británico, que actuaron como
consejeros oficiosos. La actuación de Isabel II, imprevisible y a menudo irresponsable, ha sido
muy criticada por los historiadores, pero en parte la reina fue una víctima de las circunstancias.
La inestabilidad política.– La influencia de las distintas camarillas, combinadas con las lu-
chas por el poder entre los partidos, e incluso dentro de cada partido, hicieron que el reinado de
Isabel II estuviera fuertemente marcado por la inestabilidad política, como indica la media de
un Gobierno por año. En 1849, por ejemplo, se dio el caso del llamado «Gobierno relámpago»:
la reina, presionada por los neos, destituyó al presidente Narváez y puso en su lugar al conde
de Clonard, pero al día siguiente volvió a nombrar a Narváez bajo presión de María Cristina.
Alteraciones del orden.– La monarquía estuvo amenazada frecuentemente por acciones vio-
lentas de uno u otro signo. Al comienzo del reinado tuvo lugar en Cataluña la segunda gue-
rra carlista o guerra dels Matiners (1846-1849), promovida por el hijo de Carlos María Isidro,
Carlos Luis de Borbón («Carlos VI»), y que acabó en una nueva derrota para los carlistas. Más
adelante tuvieron lugar la revolución liberal de 1854; revueltas campesinas y huelgas obreras;
los pronunciamientos de Prim; y varias protestas y sublevaciones.

6. La Década Moderada (1844-1854)

6.1. Las reformas de los moderados

En 1836 los progresistas habían iniciado el proceso de construcción del Estado liberal mediante
la abolición definitiva del Antiguo Régimen. En 1844 los moderados se instalaron en el poder
con Narváez como presidente y continuaron ese proceso en un sentido conservador median-
te profundas reformas legislativas que lograron dos objetivos: a) reforzar la autoridad de la
Corona y por tanto del Gobierno (que actuaba en nombre de ella); y b) fijar la estructura del
nuevo Estado liberal bajo principios de racionalidad, uniformidad y centralización. Para ello
promulgaron una nueva Constitución y un conjunto muy influyente de nuevas leyes.

1. Para colmo de males, la educación de la reina durante su infancia y adolescencia, condicionada por los vaivenes
políticos, dejó mucho que desear.

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6.1.1. La Constitución de 1845

La Constitución de 1837, con su espíritu de consenso, no era útil para la visión del Estado ple-
namente conservadora de los moderados, así que estos le introdujeron modificaciones sutiles
en la forma pero profundas en su significado. El texto resultante, la Constitución de 1845, ante Texto 7
todo aumentaba el poder de la Corona mediante las siguientes disposiciones:
• Sustitución del principio de soberanía nacional por el de soberanía compartida entre
Corona y Cortes (Preámbulo).
• Sustitución del término «Poder Judicial» por el de «Administración de Justicia», que
implica el control del Gobierno (Título X).
• Los delitos de imprenta se juzgan sin jurado (art. 2), con lo que se facilita que el Gobierno
influya en la decisión de los tribunales y se suspende de hecho la libertad de imprenta.
• El Senado es designado exclusivamente por la Corona (art. 14).
• Reducción del control de las Cortes sobre la Corona, que obtiene libertad para contraer
matrimonio (art. 46).
• Centralización a través de la intervención del Gobierno en Ayuntamientos y Diputacio-
nes provinciales (art. 74).

Además, se tomaron otras medidas conservadoras como la declaración del carácter oficial
y exclusivo de la religión católica (art. 11), que implicaba el rechazo a la tolerancia religiosa, y
la eliminación de la Milicia Nacional, no mencionada en el texto.

6.1.2. Las leyes de los moderados y la estructura del Estado liberal

Los moderados recortaron mediante decretos los derechos que en principio se habían conser-
vado en la Constitución y ejercieron un mayor control sobre la población. En este sentido, ya
en 1844 se había fundado la Guardia Civil, un cuerpo militar destinado a garantizar el mante-
nimiento del orden y que sustituía a la Milicia Nacional progresista. La Ley de Administración
Local de 1845 hizo que las provincias estuvieran controladas por el Gobierno a través de un
gobernador civil y que los alcaldes fueran nombrados por la Corona. La Ley Electoral de 1846
redujo el cuerpo electoral a un 1 % de la población. Todo ello facilitó la aprobación del Código
Penal de 1848, que supuso un avance hacia la unificación jurídica.
Por otro lado, la grave situación económica fue abordada por Mon y Santillán, quienes
renegociaron la deuda pública y llevaron a cabo la reforma fiscal de 1845, que racionalizó la
Hacienda sustituyendo los caóticos impuestos tradicionales por impuestos directos sobre las
propiedades y por impuestos indirectos sobre el consumo (que se hicieron muy impopulares).
Aunque su aplicación fue problemática, la reforma fijó el sistema fiscal hasta 1899 y contribuyó
a aumentar los ingresos del Estado.
En cuanto a la cuestión religiosa, las relaciones con el Vaticano estaban seriamente dañadas
desde la desamortización de Mendizábal. Mediante el Concordato de 1851, el Gobierno obtuvo
del papa el reconocimiento de Isabel II como reina legítima (en lugar del pretendiente carlista)
y de las desamortizaciones vigentes a cambio de detener la venta de bienes de la Iglesia y de-
volver a esta diversos privilegios. El Concordato de 1851 estuvo en vigor hasta 1953.
Por último, en 1845 los moderados iniciaron la reforma de la educación mediante el Plan
Pidal, si bien en realidad esta reforma no se completó hasta una etapa posterior: en 1857, la
Ley de Instrucción Pública (Ley Moyano) hizo obligatoria la educación primaria hasta los doce
años y fijó las bases del sistema educativo durante prácticamente un siglo.

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6.2. La crisis de los moderados

Gracias tanto a sus reformas como al apoyo de la reina, que se negaba a nombrar Gobiernos
de otro partido, los moderados ejercieron un completo dominio político aplicando un estilo de
gobierno autoritario. Durante 1848, por ejemplo, ante el temor al contagio de las revolucio-
nes europeas Narváez obtuvo de las Cortes plenos poderes, lo que equivalía a una dictadura.
Además, los Gobiernos contaban con el recurso a la manipulación de las elecciones (a lo que
se llamó «influencia moral»). Por último, los moderados utilizaron su poder de forma descara-
damente corrupta para enriquecerse a costa del Estado.
A pesar de todo, las luchas internas de los moderados, unidas a los manejos de las cama-
rillas, causaron una gran inestabilidad política (a lo largo de la década hubo diecisiete Go-
biernos, entre ellos el «Gobierno relámpago»). Un intento de solución de este problema fue el
Gobierno de Bravo Murillo (1851-1852), un tecnócrata que planeó un nuevo un sistema político
aún más autoritario aunque menos corrupto en el que se gobernaría por decreto y prescindien-
do prácticamente de las Cortes, que se verían limitadas a un papel consultivo. Este proyecto
involucionista, que suponía una vuelta al Estatuto Real de 1834, recibió la oposición de todos
los sectores políticos, incluyendo a la mayoría de los moderados, que presionaron a la reina y
lograron la destitución de Bravo Murillo.
Sin embargo, el desgaste de los moderados ante la opinión pública por su autoritarismo
siguió creciendo. Esto, añadido a la ambición de los militares y políticos marginados del poder
por la reina y a una crisis de subsistencias, propició el fin de la etapa moderada.

7. La revolución de Julio y el Bienio Progresista (1854-1856)

La revolución de 1854 se inició cuando el general O’Donnell llevó a cabo el pronunciamiento


de Vicálvaro (o «Vicalvarada»), en que sus tropas se enfrentaron a las del Gobierno cerca de
Madrid sin un resultado claro. No obstante, esto estimuló la formación de juntas revolucio-
narias que organizaron diversas revueltas. Entonces O’Donnell, cuyo objetivo era alcanzar el
poder, aunque no era progresista decidió sumarse a las reivindicaciones populares. Mediante
el Manifiesto de Manzanares consiguió el apoyo de las juntas, de modo que la reina, presionada Texto 8
por esta revolución militar y popular, nombró un Gobierno progresista presidido por Espartero.
Este restauró las antiguas leyes progresistas y promovió la redacción de una nueva Constitución
(la de 1856 o Nonnata) que volvía a los principios de 1837 pero que no llegó a promulgarse.
Una vez en el poder, los progresistas se dedicaron a tomar medidas económicas en favor de
la burguesía capitalista. Entre estas medidas destacan las siguientes:
• Desamortización civil de Madoz. Se prosiguió con la desamortización de bienes eclesiás-
ticos iniciada por Mendizábal y se emprendió la de los bienes comunales.
• Ley General de Ferrocarriles y Ley de Sociedades de Crédito. La existencia de una red ferro-
viaria se consideraba imprescindible para el desarrollo económico; estas leyes regularon
su construcción permitiendo la entrada de inversiones extranjeras.

Mientras tanto, la clase trabajadora se sentía abandonada por los progresistas a los que
había aupado al poder, de modo que continuó con las revueltas para reclamar derechos como
la libertad de asociación. Espartero dimitió y O’Donnell fue nombrado en su lugar. Una vez en
el poder, reprimió las revueltas populares y restauró la Constitución de 1845 aun a pesar de
haber sido el líder de la revolución que la había neutralizado; esto demostró el oportunismo
de los «espadones» y de la vida política española en general. Una vez controlada la situación,
la reina destituyó a O’Donnell y volvió a nombrar Gobiernos moderados.

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8. El «Gobierno largo» de La Unión Liberal (1858-1863)

Aunque parecía que se había vuelto a la situación anterior a 1854, el Bienio Progresista había
dejado consecuencias como el desarrollo del capitalismo y la aparición de la figura de O’Don-
nell como alternativa ante la crisis de los moderados.
En 1858 O’Donnell volvió a la presidencia con un nuevo partido, la Unión Liberal, en lo que
fue el Gobierno liberal español más duradero de la historia (cuatro años y medio). Al reunir a
políticos de centro procedentes tanto del moderantismo como del progresismo y llevar a cabo
una política más práctica que ideológica, O’Donnell logró una etapa de estabilidad política y
de crecimiento económico.
Por otro lado, buscó una vía de escape a las tensiones nacionales en campañas militares en
el extranjero. En concreto, la guerra de África de 1859-1860 resultó un éxito militar (aunque de
poco valor estratégico) que motivó el entusiasmo popular y acrecentó el prestigio del general.
A pesar de todo, con el tiempo la Unión Liberal acusó el desgaste provocado por las divisio-
nes internas, la oposición del resto de partidos y la desconfianza de la reina, que se identificaba
más con el partido moderado y que no apoyó a O’Donnell en la crisis diplomática con Francia
a raíz de la expedición conjunta contra México. En 1863 O’Donnell dimitió y los moderados,
con Narváez al frente aunque muy divididos, volvieron al Gobierno con sus antiguas prácticas
autoritarias, cada vez menos aceptadas por la población.

9. La crisis del reinado de Isabel II

A partir de 1863 el reinado de Isabel II entró en una profunda crisis en todos los ámbitos (po-
lítico, social, económico y moral), una crisis de la que ya no pudo salir.

9.1. Crisis política

Autoritarismo del Gobierno.– En los últimos años, Narváez gobernó de forma prácticamente
dictatorial, endureciendo la represión. En 1865, el catedrático Emilio Castelar fue destituido
por un artículo en que criticaba la corrupción del entorno de la reina; cuando los estudiantes Texto 9
protestaron en la Puerta del Sol fueron tiroteados por la Guardia Civil (Noche de San Daniel).
En 1866, también en Madrid, se produjo la sublevación de los sargentos del cuartel de San Gil,
que acabó cruelmente reprimida mediante fusilamientos y encarcelamientos. Texto 10
Incapacidad de la monarquía.– La reina ejercía sus poderes de forma caprichosa y favoritista
bajo la influencia de las distintas camarillas para desesperación de los políticos que la apoya-
ban. Todo ello se agravó con las muertes de O’Donnell (1867) y Narváez (1868), que dejaron
a la reina sin sus políticos más carismáticos.
Conspiraciones progresistas.– En 1864, el partido progresista, en vistas de que la reina blo-
queaba su acceso al poder, se decidió por el retraimiento, es decir la retirada de la actividad
política como medida de boicot. Su nuevo líder, el general Juan Prim, intentó sin éxito varios
pronunciamientos (el del cuartel de San Gil fue uno de ellos) y desde 1866 conspiró en el exi-
lio para el derrocamiento de la reina, primero junto con los demócratas (Pactos de Ostende y
Bruselas) y más tarde, tras la muerte de O’Donnell, también con los unionistas.
En suma, la monarquía isabelina quedó atrapada en una contradicción: para su continuidad Textos 13 y 14
necesitaba hacer concesiones de poder (especialmente a los progresistas), pero temía que estas
dieran pie a movimientos revolucionarios que la pusieran en peligro. Ante esta contradicción,
la reina se limitó a dar la espalda a la realidad y a enrocarse en el autoritarismo.

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9.2. Otros aspectos de la crisis

Crisis económica y social.– En 1866 estalló una crisis financiera internacional que en España
se sumó a la de las sociedades ferroviarias con el resultado de la quiebra de bancos y empresas.
Por otro lado, la clase trabajadora se vio afectada por una fuerte crisis de subsistencias causada
por la escasez de trigo y la consiguiente subida de su precio y del de otros artículos básicos.
Crisis moral.– Los escándalos que rodeaban a la reina, la brutal represión de las revueltas y
la falta de respuesta a los problemas del país por parte de los Gobiernos evidenciaron la falta
de compromiso de estos hacia la población. Hacia 1868 la monarquía y el sistema liberal habían
caído en un enorme desprestigio que ponía en tela de juicio su legitimidad.

9.3. El desenlace: la revolución de 1868

La acumulación de problemas asociados a la monarquía alentó las esperanzas de cambio en


la mayoría de sectores de la sociedad, que ya no encontraban ninguna ventaja en mantener el
sistema liberal al que habían dado forma los moderados (lo que entonces se llamó «lo existen-
te»). En 1868 los conspiradores liderados por Prim lograron iniciar la revolución «Gloriosa»
que puso fin rápidamente al reinado de Isabel II.

10. Conclusiones. El debate entre historiadores

El reinado de Isabel II fue la época en que el Antiguo Régimen fue abolido definitivamente y
en que hubo que instaurar en su lugar otro sistema político, social y económico. Por tanto, fue
una época muy inestable y conflictiva en la que se enfrentaron las distintas posturas acerca
de cómo debía ser ese nuevo sistema. Después de la lucha entre absolutistas y liberales en la
guerra carlista, ganada por los liberales, la lucha fue entre los que defendían una política lo
más conservadora posible (la reina, la Iglesia, los moderados) y los que buscaban alcanzar
mayores derechos y libertades (los progresistas, el pueblo), aunque esto no deje de ser una
simplificación.
En concreto, tanto la regente María Cristina como la reina Isabel conservaron siempre un
concepto patrimonial del poder típico del absolutismo, es decir defendían la idea de que reina-
ban por derecho propio, avalado por Dios, y no por un pacto con la soberanía nacional como
defendían los liberales. Asimismo, creían su deber proteger la monarquía y su dinastía de un
constante peligro de derrocamiento. Como consecuencia, el pulso entre monarquía y liberalis-
mo impidió la consolidación del Estado liberal y de hecho llevó el país a un período caótico, el
Sexenio Democrático. A pesar de todo, durante el reinado de Isabel II se pusieron las bases del
sistema liberal (monarquía constitucional, parlamentarismo, derechos, desamortizaciones)
que más tarde servirían para la consolidación del Estado liberal durante la Restauración.

El reinado de Isabel II no ha suscitado entre los historiadores un debate tan enconado como el período anterior, pero
aun así existen distintos puntos de vista. El carlismo ha sido visto tradicionalmente como un movimiento reacciona-
rio y anacrónico, pero algunos historiadores han puesto de relieve el hecho de que defendía el modo de vida rural
de muchas zonas de España, amenazado por un liberalismo que quería uniformizar el Estado y que, de este modo,
iba en contra de la libertad de parte sus ciudadanos.
En cuanto a la rivalidad entre moderados y progresistas, los primeros han sido criticados por su autoritaris-
mo, especialmente el proyecto de Bravo Murillo. Sin embargo, Comellas ha defendido este al considerar que iba
en contra de la corrupción en que había caído el sistema liberal y en favor de un gobierno más eficaz. Fontana ha Texto 12
criticado duramente tanto a moderados como a progresistas al poner de relieve que ninguno de ellos llegó a actuar
en defensa de los intereses de la mayoría de la población (que debía soportar unas condiciones de vida miserables),
sino que más bien utilizaron u oprimieron a esta mientras se dedicaban a luchas políticas por intereses particulares.

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11. Cronología

Regencia de María Cristina de Borbón-Dos Sicilias (1833-1840)


1833 Inicio de la primera guerra carlista. Gobierno de Cea Bermúdez
1834 Gobierno moderado de Martínez de la Rosa y Estatuto Real
1835-1837 Revolución liberal
1835 Revueltas populares. Gobierno progresista de Mendizábal. Inicio de la desamortización
Mayo, 1836 Gobierno moderado de Istúriz.
Agosto, 1836 Motín de los sargentos de la Granja. Gobierno progresista de Calatrava
1837 Constitución
1839 Convenio de Vergara
1840 Revolución. Renuncia de la regente
Regencia de Espartero (1840-1843)
1841 Pronunciamiento fallido contra Espartero
1842 Bombardeo de Barcelona
1843 Pronunciamiento exitoso contra Espartero. Revolución centralista de Barcelona
Mayoría de edad de Isabel II (1843-1868)
Década Moderada (1844-1854, Gobiernos de Narváez a lo largo del período)
1845 Constitución moderada. Reforma fiscal de Mon/Santillán
1846-1849 Segunda guerra carlista (guerra dels Matiners)
1851-1852 Gobierno de Bravo Murillo
Bienio Progresista (1854-1856)
1854 Vicalvarada y Revolución de Julio. Gobierno de Espartero
1855 Desamortización de Madoz
1856 Gobierno de O’Donnell
Gobiernos moderados (1856-1858)
Gobierno de la Unión Liberal (O’Donnell) (1858-1863)
1859-1860 Guerra de África
Crisis del reinado (1863-1868)
1865 Noche de San Daniel
1866 Sublevación del cuartel de San Gil. Pacto de Ostende
1867 Muerte de O’Donnell
1868 Muerte de Narváez. Revolución «Gloriosa»

12. Textos

Texto 1. El concepto de monarquía de María Cristina de Borbón


No me lo diga usted, no hay ya entusiasmo para defender las cosas, ya solo hay intereses materiales. Allí no se quiere
a la Reyna, ni cualquiera Rey que fuera, por lo que antes se respetaron los reyes, no: no se quiere más que para que
sean la pantalla de lo que hacen debajo en su nombre, y para que se pueda ganar con ellos, sea dinero, sea empleos.
Te aseguro que si tubiera yo que dar un castigo a uno le haría Rey de España.— Ser el blanco de la envidia de todos,
siempre criticado, nunca poder ser libre para ninguna acción, no, no, nada envidiable es aquella majestad: mucho
puede en mí la idea del deber quando a pesar de esto deseo que mi hija cumpla con su deber en el puesto donde Dios
la puso y la ha conservado a pesar de tantos enemigos como tiene.

Carta fechada en París en 1855. Citada en Isabel Burdiel, Isabel II. Una biografía, Taurus, Madrid, 2010, p. 454
(ortografía del original).

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Texto 2. Manifiesto de Abrantes. 1 de octubre de 1833


Españoles:
¡Cuán sensible ha sido a mi corazón la muerte de mi caro hermano! […]. No ambiciono el trono; estoy lejos
de codiciar bienes caducos; pero la religión, la observancia y cumplimiento de la ley fundamental de sucesión, y la
singular obligación de defender los derechos imprescriptibles de mis hijos y todos los amados consanguíneos me
esfuerzan a sostener y defender la corona de España del violento despojo que de ella ha causado una sanción tan
ilegal como destructora de la ley que legítimamente y sin interrupción debe ser perpetua.
Desde el fatal instante en que murió mi caro hermano –que santa gloria haya–, creí se habrían dictado en mi
defensa las providencias oportunas para mi reconocimiento; y si hasta aquel momento habría sido traidor el que
lo hubiese intentado, ahora lo será el que no jure mis banderas […]. Encargo encarecidamente la unión, la paz y la
perfecta caridad. No padezca yo el sentimiento de que los católicos españoles que me amen, maten, injurien, roben,
ni cometan el más mínimo exceso. […].

Texto 3. Manifiesto de Cea. 4 de octubre de 1833


[…] He creído de mi deber anticipar […] los principios que he de seguir constantemente en el gobierno, de que
estoy encargada por la última voluntad del Rey […], durante la minoría de la Reina, mi muy cara y amada Hija
Doña Isabel.
La Religión y la Monarquía […] serán respetadas, protegidas, mantenidas por Mí en todo su vigor y pureza. […]
Yo mantendré religiosamente la forma y las leyes fundamentales de la Monarquía, sin admitir innovaciones
peligrosas […], probadas ya sobradamente por nuestra desgracia. La mejor forma de gobierno para un país es
aquella a que está acostumbrado. […]
Mas no por eso dejaré estática y sin cultivo esta preciosa posesión [pues] no ignoro […] los vicios que el tiempo
y los hombres han introducido en los varios ramos de la administración pública, y me esforzaré para corregirlos.
Las reformas administrativas, únicas que producen inmediatamente la prosperidad y la dicha, […] serán la materia
permanente de mis desvelos. […]
Si los españoles unidos concurren al logro de mis propósitos, y el cielo bendice nuestros esfuerzos, Yo entregaré
un día esta gran nación, recobrada de sus dolencias, a mi augusta Hija […].
En el Palacio de Madrid a 4 de octubre de 1833. Firmado: Yo la Reina Gobernadora.

Texto 4. Estatuto Real. 10 de abril de 1834


[…] S. M. la Reina Gobernadora, en nombre de su excelsa hija Doña Isabel II, ha resuelto convocar las Cortes ge-
nerales del Reino.
Art. 2.º Las Cortes generales se compondrán de dos Estamentos: el de Próceres del Reino y el de Procuradores
del Reino.
Art. 3.º El Estamento de Próceres del Reino se compondrá: 1.º De MM. RR. Arzobispos y reverendos Obispos. 2.º
De grandes de España. 3.º De títulos de Castilla. 4.º De un número indeterminado de españoles, elevados en digni-
dad e ilustres por sus servicios en las varias carreras […]. 5.º De los propietarios territoriales o dueños de fábricas,
manufacturas o establecimientos mercantiles que reúnan a su mérito personal y a sus circunstancias relevantes el
poseer una renta anual de 60.000 reales y el haber sido anteriormente Procuradores del Reino.
Art. 13.º El Estamento de Procuradores del Reino se compondrá de las personas que se nombren con arreglo a
la ley de elecciones.
Art. 14.º Para ser Procurador del Reino se requiere: […] 3.º Estar en posesión de una renta propia anual de
12.000 reales.
Art. 24.º Al Rey toca exclusivamente convocar, suspender y disolver las Cortes.
Art. 31.º Las Cortes no podrán deliberar sobre ningún asunto que no se haya sometido expresamente a su exa-
men en virtud de un decreto Real.
Art. 38.º En el caso que el Rey suspendiere las Cortes, no volverán éstas a reunirse sino en virtud de una nueva
convocatoria.
Art. 48.º Las sesiones de uno y otro Estamento serán publicas, excepto en los casos que señalare el reglamento.

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Texto 5. Constitución de 1837


Doña Isabel II, por la gracia de Dios y la Constitución de la Monarquía Española, Reina de las Españas; y en su Real
nombre, y durante su menor edad, la Reina Viuda su Madre Doña María Cristina de Borbón, Gobernadora del Reino;
a todos los que las presentes vieren y entendieren, sabed: que las Cortes Generales han decretado y sancionado,
y Nos de conformidad aceptado, lo siguiente: siendo la voluntad de la Nación revisar, en uso de su soberanía, la
Constitución política promulgada en Cádiz el 19 de marzo de 1812, las Cortes Generales, congregadas a este fin,
decretan y sancionan la siguiente Constitución de la Monarquía Española:
Art. 2.º Todos los españoles pueden imprimir y publicar sus ideas sin previa censura, con sujeción a las leyes. La
calificación de los delitos de imprenta corresponde exclusivamente a los jurados.
Art. 5.º Todos los españoles son admisibles a los empleos y cargos públicos, según su mérito y capacidad.
Art. 6.º Todo español está obligado […] a contribuir en proporción de sus haberes para los gastos del Estado.
Art. 7.º No puede ser detenido, ni preso, ni separado de su domicilio ningún español, ni allanada su casa, sino
en los casos y en la forma que las leyes prescriban.
Art. 9.º Ningún español puede ser procesado, ni sentenciado sino por el juez o tribunal competente, en virtud
de leyes anteriores al delito y en la forma que estas prescriban.
Art. 10.º No se impondrá jamás la pena de confiscación de bienes, y ningún español será privado de su propiedad
sino por causa justificada de utilidad común, previa la correspondiente indemnización.
Art. 11.º La Nación se obliga a mantener el culto y los ministros de la religión católica que profesan los españoles.
Art. 12.º La potestad de hacer las leyes reside en las Cortes con el Rey.
Art. 13.º Las Cortes se componen de dos cuerpos Colegisladores, iguales en facultades: el Senado y el Congreso
de los Diputados.
Art. 15.º Los senadores son nombrados por el Rey a propuesta, en lista triple, de los electores que en cada pro-
vincia nombran a los diputados a Cortes.
Art. 27.º Si el Rey dejare de reunir algún año las Cortes antes del 1.º de Diciembre, se juntarán precisamente en
este día […].
Art. 29.º Cada uno de los Cuerpos Colegisladores forma el respectivo reglamento para su gobierno interior […].
Art. 36.º El rey, y cada uno de los Cuerpos Legisladores, tienen la iniciativa de las leyes.
Art. 45.º La potestad de hacer ejecutar las leyes reside en el Rey […].
Art. 48. El Rey necesita estar autorizado por una ley especial: […] 5.º Para contraer matrimonio […].
Art. 46.º El Rey sanciona y promulga las leyes.
Art. 63.º A los tribunales y juzgados pertenece exclusivamente la potestad de aplicar las leyes en los juicios
civiles y criminales […].
Art. 70.º Para el gobierno interior de los pueblos habrá Ayuntamientos, nombrados por los vecinos, a quienes
la ley conceda este derecho.
Art. 71.º La ley determinará la organización y atribuciones de las Diputaciones y de los Ayuntamientos.
Art. 77.º Habrá en cada provincia cuerpos de milicia nacional, cuya organización y servicio se arreglará por una
ley especial; y el Rey podrá en caso necesario disponer de esta fuerza dentro de la respectiva provincia; pero no
podrá emplearla fuera de ella sin otorgamiento de las Cortes.

Texto 6. Convenio de Vergara. 1839


Art. 1.º El capitán general Don Baldomero Espartero recomendará con interés al gobierno el cumplimiento de su
oferta de comprometerse formalmente a proponer a las Cortes la concesión o modificación de los fueros.
Art. 2.º Serán reconocidos los empleos, grados y condecoraciones de los generales, jefes y oficiales, y demás
individuos dependientes del ejército del mando del teniente general Don Rafael Maroto, quien presentará las rela-
ciones con expresión de las armas a que pertenecen, quedando en libertad de continuar sirviendo y defendiendo la
Constitución de 1837, el trono de Isabel II y la Regencia de su Augusta Madre, o bien retirarse a sus casas los que no
quieran seguir con las armas en la mano.
Art. 3.º Los que adopten el primer caso […] tendrán colocación en los cuerpos del ejército, ya de efectivos, ya
de supernumerarios, según el orden que ocupan en la escala de inspecciones a cuya arma correspondan.
Art. 4.º Los que prefieran retirarse a sus casas, siendo generales o brigadieres obtendrán su cuartel donde lo
pidan con el sueldo que por reglamento les corresponda: los jefes y oficiales obtendrán licencia ilimitada o su retiro
según reglamento.

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

Texto 7. Constitución de 1845


Doña Isabel II, por la gracia de Dios y la Constitución de la Monarquía Española, Reina de las Españas; a todos los
que las presentes vieren y entendieren, sabed: Que siendo nuestra voluntad y la de las Cortes del Reino regularizar
y poner en consonancia con las necesidades actuales del Estado los antiguos fueros y libertades de estos Reinos, y
la intervención que sus Cortes han tenido en todos tiempos en los negocios graves de la Monarquía, modificando
al efecto la Constitución promulgada en 18 de Junio de 1837, hemos venido, en unión y de acuerdo con las Cortes
actualmente reunidas, en decretar y sancionar la siguiente Constitución de la Monarquía Española.
Art. 2.º Todos los españoles pueden imprimir y publicar sus ideas sin previa censura, con sujeción a las leyes.
Art. 11.º La Religión de la Nación española es la católica, apostólica, romana. El Estado se obliga a mantener el
culto y sus ministros.
Art. 14.º El número de Senadores es ilimitado: su nombramiento pertenece al Rey.
Art. 74.º La ley determinará la organización y atribuciones de las Diputaciones y de los Ayuntamientos, y la
intervención que hayan de tener en ambas Corporaciones los delegados del Gobierno.

Texto 8. Manifiesto de Manzanares. 7 de julio de 1854


Españoles: La entusiasta acogida que va encontrando en los pueblos el ejército liberal; el esfuerzo de los soldados
que le componen, tan heroicamente mostrado en los campos de Vicálvaro; el aplauso con que en todas partes ha
sido recibida la noticia de nuestro patriótico alzamiento, aseguran desde ahora el triunfo de la libertad y de las leyes
que hemos de defender.
[…] Día es, pues, de decir lo que estamos resueltos a hacer en el de la victoria. Nosotros queremos la conserva-
ción del Trono, pero sin la camarilla que le deshonra […], queremos la práctica rigurosa de las leyes fundamentales
mejorándolas, sobre todo, la electoral y la de imprenta […], queremos que se respeten en los empleos militares y
civiles la antigüedad y el merecimiento […], queremos arrancar a los pueblos de la centralización que les devora,
dándoles la independencia local necesaria para que se conserven y aumenten sus intereses propios, y como garantía
de todo esto queremos y plantearemos bajo sólidas bases la Milicia Nacional. Tales son nuestros intentos, que ex-
presamos francamente sin imponerlos por eso a la Nación. Las Juntas de gobierno que deben irse constituyendo en
las Provincias libres, las Cortes Generales que luego se reúnan, la misma Nación, en fin, fijará las bases definitivas
de la regeneración liberal a que aspiramos. Nosotros tenemos consagradas a la voluntad nacional nuestras espadas
y no las envainaremos hasta que ella esté cumplida.
Cuartel general de Manzanares, a 7 de julio de 1854.– El general en jefe del ejército constitucional, Leopoldo
O’Donnell, conde de Lucena.

Texto 9. La crisis moral del reinado de Isabel II según Castelar


Hace mucho tiempo que se viene encareciendo cuánto podían servir para sacar de apuros al Erario los bienes
patrimoniales de la Corona. Y, sin embargo, nada, absolutamente nada se sacará ahora; nada. […] Si después de
esto se transmite a la Corona el veinticinco por ciento de cuanto haya de venderse, quisiéramos que nos dijesen los
periódicos reaccionarios que resta del tan celebrado rasgo, qué resta sino un grande y terrible desencanto.
Los bienes que se reserva el Patrimonio son inmensos: el veinticinco por ciento, desproporcionado; la Comisión
que ha de hacer las divisiones y el deslinde de las tierras, tan tarda como las que deslindan de los bienes del Clero;
y en último resultado, lo que reste del botín que acapara sin derecho el Patrimonio vendrá a engordar a una docena
de traficantes, de usureros, en vez de ceder en beneficio del pueblo. Véase, pues, si tenemos razón; véase si tene-
mos derechos para protestar contra ese proyecto de Ley, que, desde el punto de vista político, es un engaño; desde
el punto de vista legal, un gran desacato a la ley; desde el punto de vista popular, una amenaza a los intereses del
pueblo, y desde todos los puntos de vista uno de esos amaños de que el partido moderado se vale para sostenerse
en un Poder que la voluntad de la nación rechaza; que la conciencia de la nación maldice.

Emilio Castelar, «El rasgo», en La Democracia, 25 de febrero de 1865.

Texto 10. Discurso del diputado Ríos Rosas en el Congreso a raíz de la Noche de San Daniel. 10 de abril de
1865
Sobrevino un conflicto, digo mal, a mi juicio no sobrevino conflicto. Hubo un motín, un bullicio, una asonada, un
tumulto, como queráis llamarle. El Gobierno que lo sabía; el Gobierno que estaba presente, y que por tres días había
sido espectador; […] después del tumulto no reprimido y facilísimo de reprimir a las puertas de la Universidad; el
Gobierno debió adoptar aquellas medidas que le imponía el cumplimiento de las leyes. […]
No se hizo nada de lo que era justo, de lo que era conveniente, de lo que era moral y legalmente necesario. Después
de no haber hecho esto en una multitud de parajes y calles de esta populosa ciudad, […] hubo cargas de caballería,
se dispararon armas, se acometió a ciudadanos inofensivos que transitaban descuidadamente por las calles, se
hicieron víctimas […]. No examino la cifra; me es igual desde el punto de vista jurídico que los heridos sean 100 o
200 y que los muertos sean tres, siete o diez; como quiera que esto se considere, todo es tiranía, todo es iniquidad,
todo es sangre inhumanamente derramada. […] Esa sangre pesa sobre vuestras cabezas.

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

Texto 11. El fracaso de Cea Bermúdez según Josep Fontana


Una vez más el miedo al cambio llevaba a una inútil tentativa de detener el tiempo. Inútil, porque aquellos a
quien Zea pretendía contentar con esta política no era inmovilismo lo que querían, sino hacer marcha atrás, eli-
minando incluso los minúsculos «cambios» que habían realizado los gobiernos moderados desde 1823, y estaban
ya lanzados a la revuelta para conseguir el retorno a un feliz pasado imaginario, que, como ocurre a menudo con
los reaccionarios, pensaban que era la solución adecuada para que todos los problemas del presente dejasen de
existir. Los ministros de la regente se podrían haber dado cuenta de ello, si no hubiesen estado obnubilados por sus
prejuicios, ya que antes de que se publicase el manifiesto, en la noche del 2 de octubre, se había alzado en armas
en Talavera Manuel María González […], en un movimiento que fracasó y que la historiografía tradicional señala
como el inicio oficial de una guerra carlista que […] hacía mucho tiempo que había empezado.

Texto 12. El fondo de la revolución liberal según Josep Fontana


[…] Los gobiernos iban a actuar en la práctica como si no hubiese ninguna constitución, con el más absoluto despre-
cio por las garantías fijadas por ellas. Cuando los fiscales de la Audiencia de Granada denunciaron las detenciones
arbitrarias y las prisiones «sin información previa de delito» […], lo único que consiguieron fue su destitución.
En un momento de amarga reflexión, Joaquín María López […] sintetizó el ciclo completo de la revolución es-
pañola con estas palabras: «Tal es la serie de acontecimientos desde el año [18]33 acá. El pueblo siempre esforzado
y generoso, siempre desatendido y engañado. Halagado cuando se le concitaba a la pelea, olvidado y pospuesto
después de la victoria». Se le olvidaba añadir que todos los que habían intervenido en esta historia, desde Espartero
hasta él mismo, habían sido los culpables de esta traición que, al cabo de diez años de empeños revolucionarios y
de una guerra civil desastrosa, dejaba las cosas poco más o menos como estaban en 1834.

Josep Fontana, La época del liberalismo, en Historia de España, vol. 6, Crítica/Marcial Pons, 2007.

Texto 13. El «pecado político» de Isabel II según Raymond Carr


Desde la caída de O’Donnell en 1863 hasta la Revolución de 1868, el factor revolucionario fue el boicot de los pro-
gresistas a la vida política, el retraimiento. El retraimiento, que en teoría era una protesta contra la corrupción y
las «falsificaciones» electorales, fue en realidad una represalia por las negativas de Isabel II a formar un gobierno
progresista. Así, el pecado político capital de Isabel II fue que con su negativa a admitir a los progresistas en el poder
sometió a una dura prueba su fidelidad a la dinastía empujándoles a la revolución. En 1863 y 1864, si les hubiera
puesto un cargo ante los ojos y les hubiera llamado a palacio de vez en cuando, hubiera convertido a hombres como
Prim y Madoz en fieles servidores […].

Raymond Carr, España. 1808-1975, Ariel, Barcelona, 2008.

14. La caída de Isabel II según Isabel Burdiel


El año 1863 fue tan decisivo para la historia del reinado isabelino como, veinte años antes, lo había sido el año 1843.
Entonces, en los mismos inicios del reinado de Isabel II, una intriga cortesana, amparada por el Partido Moderado,
desalojó del Gobierno a los progresistas e inició el larguísimo desencuentro entre estos y la Corona. Ahora, tras la
pulverización del moderantismo histórico y los años de gobierno de la Unión Liberal, se planteó por fin la posibili-
dad de que el Partido Progresista llegase al poder de forma pacífica. Aquella esperanza se abrió y se quebró en unos
meses o, incluso, en unas semanas y unos días de 1863.
[…] No resulta difícil imaginar que, de haberse producido una llamada de la Corona al Partido Progresista,
la suerte del reinado habría sido sin duda distinta y, con ella, toda la historia del liberalismo decimonónico y sus
complejas relaciones con la dinastía borbónica.
[…] Sin embargo, sigue resultando un misterio el porqué de la actitud suicida de la Corona. Aterrorizada por
el aliento de una revolución que cada vez veía más cercana, su mismo terror le impidió abandonar la inercia de una
resistencia que llevó al país, con la inestimable ayuda del Partido Moderado retraído, a la reproducción de aquella
entropía política, de aquel callejón sin salida que la Unión Liberal había intentado conjurar a partir de 1858 y que
naufragó definitivamente en 1863.

Isabel Burdiel, Isabel II. Una biografía, Taurus, Madrid, 2010, pp. 692-693 y 729

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

13. Biografías

Bravo Murillo, Juan (1803- nio de Vergara permitió concentrar las fuerzas cristinas
1873). Abogado y político pa- sobre Cabrera. Aun así logró huir a Lyon (Francia). En
cense, miembro del ala derecha 1848 fue nombrado comandante general de las fuerzas
del partido moderado. En 1845, carlistas en la guerra dels Matiners, pero en 1849 hubo
como diputado de las Cortes de retirarse nuevamente. En 1850 pasó a Inglaterra,
Constituyentes, participó acti- donde se casó con la hija de un rico comerciante y llevó
vamente en los debates sobre la una vida próspera y pacífica. Aunque en principio siguió
Constitución. De 1847 a 1851 ocu- apoyando el carlismo, su carácter e ideas se moderaron
pó distintos ministerios, hasta que en 1851 fue nombra- y durante el Sexenio Democrático rehusó volver a lide-
do presidente del Consejo de Ministros. Como tal ejer- rar las tropas carlistas. Finalmente, con la Restauración,
ció una importante labor: arreglo de la deuda pública; reconoció a Alfonso XII como rey legítimo, admitien-
obras del Canal de Isabel II para el suministro de aguas do que el tiempo del carlismo ya había pasado y debía
de Madrid; impulso a la construcción del ferrocarril; y prevalecer la paz. El rey reconoció su graduación y sus
Concordato. Sin embargo, en 1852 propuso su reforma títulos nobiliarios, concedidos por don Carlos: conde
de la Constitución en sentido autoritario, que al obtener de Morella y marqués del Ter. Nunca regresó a España.
el rechazo de las Cortes le costó la destitución. A partir
de entonces se retiró de la primera línea política. Calatrava, José María (1781-
1847). Político progresista ex-
Burgos, Javier de (1778-1848). tremeño. Durante la guerra de
Político granadino, uno de los Independencia fue miembro de la
principales representantes del Junta de Extramadura y diputado
reformismo ilustrado. A partir de en las Cortes de Cádiz, por lo que
1802 ocupó cargos en Granada fue encarcelado en Melilla de 1814
como afrancesado. Con el fin de la a 1820. Durante el Trienio Liberal,
guerra de Independencia se exi- como miembro del Gobierno exaltado, impulsó la abo-
lió, pero regresó en 1817. Durante lición de los señoríos. En 1823 se exilió en Francia. En
el Trienio Liberal fue diputado y director del diario El 1836 fue nombrado presidente del Consejo de Ministros
Imparcial. De 1824 a 1827 trabajó en la Administración por María Cristina, cargo desde el que promovió la revo-
de Fernando VII como negociador poco escrupuloso de lución liberal mediante la recuperación de la legislación
los préstamos suscritos con la banca francesa. En 1833, del Trienio Liberal y, en 1837, la nueva Constitución, la
como ministro de Fomento del Gobierno de Cea durante ley electoral y las desamortizaciones.
la regencia de María Cristina, llevó a cabo la división
provincial de España, basada en un proyecto del Go- Carlos Luis de Borbón («Car-
bierno liberal de 1822. Esta división impuso un modelo los VI»), conde de Montemolín
territorial centralista, de inspiración francesa, que se (1818-1861). Hijo de Carlos Ma-
mantuvo hasta la creación de las Comunidades Autó- ría Isidro y sobrino de Fernando
nomas a partir de 1979. Aun así, la división provincial VII. Fue educado en Europa y
actual es prácticamente la misma que la de Burgos. Fue acompañó a su padre durante la
miembro del Estamento de Próceres de 1834 a 1836 y primera guerra carlista, tras la
senador vitalicio desde 1845. cual se instaló con su familia en
Bourges (Francia). En 1845 su padre abdicó en él, lo
Cabrera, Ramón (1806-1877). que dio lugar a una campaña política para casarlo con
Militar carlista catalán, conocido su prima Isabel de modo que se resolviera el conflic-
como «el Tigre del Maestrazgo», to dinástico. Fracasado este proyecto, lideró de 1847 a
que operó sobre todo en el Levan- 1849 la guerra dels Matiners, considerada por algunos
te español. En 1833 abandonó la historiadores como la segunda guerra carlista. En 1860
carrera religiosa para hacerse participó personalmente en la sublevación de San Car-
guerrillero carlista, y en 1834 ya los de la Rápita, un desembarco de tropas procedentes
era coronel. Se convirtió en un de Mallorca en la costa catalana. Los soldados, que no
gran líder militar y un maestro del combate de guerri- habían sido informados del objetivo del traslado, se des-
llas al que los cristinos nunca pudieron atrapar. Como entendieron, y Carlos fue arrestado. Para ser liberado
medida desesperada, y como represalia por unos fusila- renunció por escrito a sus derechos, pero una vez libre
mientos ordenados por Cabrera, los cristinos fusilaron a se retractó. En 1861 él y su hermano fallecieron con
la madre de este. A partir de entonces, Cabrera fue cruel pocos días de diferencia, lo que alimentó rumores de
e implacable con los prisioneros, lo que hizo aumentar envenenamiento.
su leyenda con historias terribles como la del «festín
de Burjassot», según la cual Cabrera y sus oficiales dis- Carlos María Isidro de Borbón («Carlos V»), con-
frutaron de un banquete mientras a poca distancia sus de de Molia (1788-1855). Segundo hijo varón de Carlos
soldados fusilaban a decenas de prisioneros cristinos. IV y hermano de Fernando VII. En 1808 fue llevado a
En 1838 tomó Morella (Castellón), lo que le valió ser Bayona con su hermano, con el que pasó el cautiverio
ascendido a teniente general. El Maestrazgo quedó bajo de Valençay hasta 1813, al parecer haciendo calceta.
su control, y allí siguió derrotando a los cristinos hasta Durante el Trienio Liberal presidió la Junta de Estado.
1840, cuando el fin de la guerra en el norte por el conve- Durante la Década Ominosa se opuso discretamente a la

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

política reformista de su hermano, estuvo combatiendo en América,


y hacia el final del período se exilió de ahí que sus partidarios fueran
en Portugal para no tener que jurar conocidos como ayacuchos a pesar
fidelidad a su sobrina Isabel. Allí ig- de que Espartero no participara en
noró las órdenes de su hermano de esa batalla. En 1836 fue nombrado
regresar. En 1833, tras la muerte de por Calatrava jefe del Ejército del
su hermano, se proclamó rey, ini- Norte, cargo desde el que consiguió
ciando la primera guerra carlista. levantar el asedio carlista de Bilbao
En 1834 pasó a Inglaterra y más tarde logró entrar en gracias a su victoria en la batalla de Luchana. Sus éxitos
España por Navarra. Durante la guerra estableció una en la guerra carlista le permitieron negociar con Maroto
corte ambulante y un Estado paralelo en Guipúzcoa. el convenio de Vergara en 1839. En 1840 se hizo líder de
Sus partidarios fueron conocidos como ojalateros por el los progresistas y encabezó el movimiento juntista que
«ojalá» con que expresaban sus deseos de ver a don Car- resultó en el exilio de María Cristina y la sustitución de
los como rey en Madrid, algo que nunca ocurrió. Uno esta como regente por el propio Espartero. Durante su
de los motivos fue la escasa capacidad de liderazgo y de regencia se reanudaron las desamortizaciones eclesiás-
personalidad de don Carlos, que tampoco se rodeó de ticas. La creciente oposición a su autoritarismo, demos-
los consejeros adecuados. Todo ello quedó demostrado trado en su implacable represión tanto del pronuncia-
tras el fracaso de la Expedición Real, en la que no supo miento de 1841 (tras el que mandó fusilar a su antiguo
aprovechar la ventaja de hallarse con sus tropas a las subordinado, Diego de León) como de las revueltas en
puertas de Madrid. En 1839, tras el convenio de Verga- Barcelona (ciudad que mandó bombardear), le hicieron
ra, se exilió en Bourges (Francia), hasta que abdicó en perder el prestigio conseguido en la guerra carlista. En
su hijo y se le permitió marchar a Trieste (Italia), donde julio de 1843 un pronunciamiento liderado por su gran
falleció. Don Carlos estuvo casado con su sobrina Car- rival Narváez, con un amplio apoyo social, lo obligó
lota Joaquina, que falleció, y más tarde con la hermana a exiliarse en Inglaterra, donde fue recibido como un
de esta, la princesa de Beira. héroe. En España su autoritarismo fue olvidándose y fue
recordado como un héroe popular. En 1848 regresó a
Cea Bermúdez, Francisco España, instalándose en Logroño. En 1854, como resul-
(1779-1850). Político ilustrado tado de la revolución de julio de ese año, fue nombrado
malagueño. De 1823 a 1825 fue presidente del Consejo de Ministros por Isabel II, pero,
Secretario de Estado y Despacho carente de un programa definido, dimitió en 1856 para
(primer ministro) de Fernando un retiro definitivo. En 1870 fue propuesto como candi-
VII, cargo que perdió por la pre- dato a rey de España, pero declinó presentarse. Ostentó
sión de los ultras. En 1832 volvió los títulos de Conde de Luchana, Duque de la Victoria y
al cargo cuando María Cristina, como regente, necesitó Príncipe de Vergara, este concedido por Amadeo I. Su
llevar a cabo una política reformista de cara a conseguir lema, que acabó resultando cómico, fue «cúmplase la
el apoyo liberal. Sin embargo, en 1834, con la guerra voluntad nacional».
carlista en marcha, la política de Cea se reveló insufi-
ciente, y fue cesado. El tiempo del reformismo ilustrado Francisco de Asís de Borbón
había pasado. Cea falleció en París dieciséis años más (1822-1902). Rey consorte de Es-
tarde. paña. En 1846 contrajo matrimonio
con Isabel II, su prima hermana, al
Claret, San Antonio María ser el único candidato que no inter-
(1807-1870). Religioso barce- fería en los intereses de los partidos
lonés. Hijo de un artesano, fue y las potencias europeas. Fue un ab-
ordenado sacerdote en 1835. En solutista cercano al carlismo y apo-
1849 fundó la Congregación de yado por la camarilla neocatólica. Por otro lado, a pe-
Misioneros Hijos del Inmacula- sar de que la supuesta homosexualidad de Francisco de
do Corazón de María y fue nom- Asís no está demostrada (su relación con su secretario
brado arzobispo de Santiago de particular, Meneses, dio lugar a habladurías), se sabe
Cuba, cargo que ocupó hasta 1860 y desde el que ejer- que no fue el padre de los infantes. Así pues, don Fran-
ció una labor de ayuda a los desfavorecidos y contra cisco («Paquito» para los Borbones) ejerció una fuerte
la esclavitud. A su regreso a la península fue confesor influencia antiliberal sobre la reina tanto por sus con-
de Isabel II, lo que le permitió ejercer una poderosa tactos religiosos como por su continuo chantaje acerca
influencia reaccionaria sobre la reina como miembro de la ilegitimidad de los infantes. Con la revolución de
de los neocatólicos o neos. En su obra Camino recto y 1868, Francisco de Asís se exilió en Francia y se separó
seguro para llegar al cielo el padre Claret recomendaba de Isabel II, aunque disfrutó de una elevada pensión en
a los maridos tratar a la esposa «como inferior», a los precio por su silencio. No regresó a España.
jóvenes «mortificar su propio cuerpo de noche» y «huir
de los enamoramientos» y a las doncellas «no desear Isabel II de Borbón (1830-1904). Reina de España de
mirar ni ser vista». En 1868 acompañó a la reina al exilio 1833 a 1868, hija de Fernando VII y María Cristina de
en Francia, donde falleció. Fue canonizado en 1950. Borbón. Durante la regencia de Espartero su educación
fue confiada a Agustín Argüelles (ver Bloque 3). Fue de-
Espartero, Baldomero (1793-1889). Militar y político clarada mayor de edad en 1843, con lo que pasó a ejer-
progresista ciudadrealeño. De origen humilde, ingresó cer su papel como reina constitucional con solo trece
en el Ejército en 1808 como voluntario. De 1815 a 1825 años. En 1846 contrajo matrimonio, concertado según

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

criterios políticos, con su primo her- Luis Felipe de Orléans


mano Francisco de Asís de Borbón. (1773-1850). Último rey
Isabel nunca convivió con su marido, de Francia. Su padre fue
y en cambio tuvo una larga lista de guillotinado durante la
amantes (comenzando por Serrano, Revolución Francesa, en
el «general bonito») que influyeron 1793, tras lo cual Luis Fe-
en sus decisiones y que fueron al pa- lipe fue al exilio. Regresó
recer los padres de los infantes y del con la Restauración en
futuro Alfonso XII (probable hijo del militar valenciano 1815. En 1830, como con-
Enrique Puigmoltó). La reina tuvo once hijos, aunque secuencia de la revolución
cinco murieron prematuramente. La vida privada de de julio de ese año, Carlos
la reina era notoria y, a la larga, contribuyó a despres- X abdicó y Luis Felipe fue proclamado rey por la Cámara
tigiarla, dando lugar a sátiras tan irrespetuosas como de Diputados. Al principio fue un rey popular, condición
la colección clandestina de acuarelas Los Borbones en que fue perdiendo por su política cada vez más conser-
pelota, en que la reina y sus cortesanos protagonizaban vadora y favorable a la alta burguesía. Abdicó en su
escenas poco edificantes. Asimismo, su vida privada nieto como consecuencia de la revolución de febrero de
la puso en una posición de debilidad frente a su ma- 1848, si bien los revolucionarios optaron por la repúbli-
rido, que la chantajeaba con contar la verdad sobre su ca. Luis Felipe aceptó en Francia como exiliados tanto a
descendencia. También se vio influida en sentido muy don Carlos y sus partidarios como a María Cristina y los
conservador por su madre, con qiuen tuvo una relación moderados. Su hijo menor Antonio, duque de Montpen-
difícil. Por otro lado, la reina tuvo una faceta piadosa sier, se casó con Luisa Fernanda, la hermana de Isabel
bajo la influencia de la camarilla neocatólica, e intentó II. En la imagen, su famosa caricatura por Daumier, que
defender a la Iglesia de la desamortización, así como equipara su pérdida de popularidad a su creciente pare-
al papa de los liberales italianos. El fracasar en ambas cido con una pera.
cuestiones la atormentó y dificultó su relación con los
liberales. A lo largo de su reinado, y especialmente hacia Madoz Ibáñez, Pascual (1806-
el final, Isabel II actuó de forma imprevisible y a menu- 1870). Abogado y político pro-
do difícil de comprender incluso para los políticos que gresista pamplonés. Fue uno de
más la apoyaban. En general, la reina (al igual que su los liberales que regresaron a
madre la regente) nunca estuvo de acuerdo con su po- España tras la amnistía de María
sición de reina constitucional, y esa fue la causa última Cristina de Borbón en 1832. Su
de su caída. Tras la revolución de 1868 fue acogida en carrera política se inició como
Francia por el emperador Napoléon III y su esposa, la gobernador del Valle de Arán y
española Eugenia de Montijo. En el exilio se separó de como diputado por Lleida. En 1843 se opuso a Espartero
su marido. En 1870 abdicó en su hijo Alfonso. Isabel y fue ministro de Hacienda durante un breve periodo.
cortó relaciones con su hermana, Luisa Fernanda, y su Gracias a la revolución de 1854 fue nombrado goberna-
cuñado, el duque de Mont­pensier (hijo de Luis Felipe de dor de Barcelona. En 1855 fue nombrado ministro de
Orléans), quien había apoyado la revolución de 1868. Hacienda, puesto desde el que impulsó el proceso de
Por ello, se opuso (sin éxito) al matrimonio de Alfonso desamortización que se conoce con su nombre, y que
con la hija de estos, María de las Mercedes. Isabel so- poco después le costó la salida del ministerio. En 1856
brevivió a su hijo y vivió para ver el reinado de su nieto, dirigió la Milicia Nacional contra O’Donnell, por lo que
Alfonso XIII. Murió en París. hubo de exiliarse. Tras la revolución de 1868 fue nom-
brado gobernador de Madrid y miembro de la comisión
León, Diego de (1807-1841). No- enviada a Amadeo de Saboya. La muerte le sobrevino en
ble y militar cordobés. Adquirió Génova en el desempeño de esta función.
fama por su valentía en la prime-
ra guerra carlista, durante la que María Cristina de Borbón-Dos
consiguió el título de conde de Be- Sicilias (1806-1878). Aristócrata
lascoáin, fue nombrado virrey de italiana. En 1829 contrajo matri-
Navarra y ascendió hasta el grado monio con su tío Fernando VII. A la
de teniente general. En 1840, con muerte de este, ejerció como Reina
la caída de la regente, se exilió en Francia. En 1841 re- Gobernadora en nombre de su hija
gresó para participar en el pronunciamiento promovido Isabel (es decir, como regente). En
por María Cristina con el objetivo de volver a la regen- diciembre de 1833, tres meses des-
cia. El plan era doble: O’Donnell sublevaría al Ejército pués de la muerte de Fernando VII, se casó en secreto
en Pamplona mientras Diego de León y el general Con- con Fernando Muñoz, un guardia de corps al que había
cha secuestrarían a Isabel II para librarla del control conocido en el palacio de La Granja. Este matrimonio
de los progresistas, que habían nombrado a Argüelles morganático (entre un miembro de la realeza y una per-
como su preceptor. El intento tuvo lugar la noche del sona de linaje inferior) ponía en peligro la condición de
7 de octubre, aunque los alabarderos del Palacio Real regente de María Cristina (de hecho, la hacía ilegal),
impidieron a León y Concha acceder a la reina. En su por lo que no fue reconocido oficialmente hasta 1844.
huida, León fue arrestado, y posteriormente condenado Debido a su absolutismo, a raíz de la revolución de 1840
a muerte junto con otros conspirados, lo que causó una renunció a la regencia y se exilió en Francia, desde don-
gran conmoción. Fue fusilado en su uniforme de gala, de conspiró para la caída de Espartero, el nuevo regente.
dando él mismo la orden de fuego. Regresó en 1844, dedicándose hábilmente a controlar

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

las decisiones de su hija en sentido muy conservador y cual la regente lo nombró presiden-
a emprender toda clase de lucrativos negocios en aso- te del Consejo de Ministros. Desde
ciación con el marqués de Salamanca y los Rotshchild, este cargo ordenó una quinta masi-
basados en concesiones o compras por parte del Estado va y la desamortización de los bie-
que conseguía de forma corrupta gracias a su condición nes del clero secular, dos medidas
de reina madre. Todo ello la hizo muy impopular, por decisivas para la victoria liberal en
lo que en la revolución de 1854 su residencia, el palacio la guerra carlista. En 1836 dimitió
de las Rejas, fue asaltado por la multitud, obligándola ante la retirada de confianza por
a marchar de nuevo al exilio. El segundo matrimonio parte de la regente. No obstante, ese mismo año entró
de María Cristina tensó sus relaciones con Isabel, quien en el Gobierno progresista de Calatrava como ministro
tuvo que conceder títulos nobiliarios a su padrastro (I de Hacienda, cargo desde el que prosiguió con las des-
duque de Riánsares, con grandeza de España) y a sus amortizaciones. De 1844 a 1847 estuvo en el exilio y de
ocho hermanastros. 1847 a 1853, año de su muerte, fue diputado. Mendizá-
bal jugó un papel fundamental en la construcción del
Maroto Yserns, Rafael (1783- Estado liberal y en la dirección del partido progresista.
1847). Militar carlista lorquino.
Luchó en la guerra de Indepen- Merino Cob, Jerónimo (1769-
dencia, y de 1817 a 1825 en Amé- 1844). Religioso burgalense. En
rica, donde fue derrotado por San 1790 fue ordenado sacerdote. En
Martín. Más tarde acompañó a 1808 el paso de soldados franceses
don Carlos en su exilio a Portugal por su pueblo natal, Villoviado, le
e Inglaterra. Iniciada la guerra car- llevó a echarse al monte y fundar
lista, fue nombrado comandante general de Cataluña, una partida de guerrilleros. Al fin
de donde huyó ante el avance cristino, dejando a sus de la guerra de Independencia era
tropas abandonadas a su suerte. En 1838, no obstante, brigadier y comandante militar de Burgos, aunque aca-
fue nombrado jefe del Ejército del Norte. En 1839 tu- bó volviendo al sacerdocio en Villoviado. En 1823 volvió
vieron lugar los fusilamientos de Estella, ordenados por a las armas contra los liberales y en apoyo a los Cien
Maroto contra militares carlistas que se oponían a él. Mil Hijos de San Luis, enfrentándose al Empecinado,
Don Carlos lo declaró traidor, pero tuvo que retractarse su antiguo compañero de guerrilla. En 1833, con 67
al darse cuenta de que Maroto contaba con el apoyo de años, volvió por última vez al combate como capitán
las tropas. También en 1839 firmó por su cuenta con Es- general de Castilla la Vieja en el bando carlista. El fin de
partero el convenio de Vergara, que puso fin a la guerra la guerra le obligó a marchar al exilio a Francia, donde
en el norte. En 1846 se trasladó a Chile, escenario de sus murió. El cura Merino es uno de los mejores ejemplos de
antiguas campañas, donde falleció. la postura militante de la Iglesia a favor de la unión del
«trono y el altar» puesta en peligro por el liberalismo.
Martínez de la Rosa, Fran-
cisco (1787-1862). Político mo- Mon y Menéndez, Alejandro. Ver p. 121.
derado y escritor granadino. Fue
diputado en las Cortes de Cádiz. Moyano y Samaniego, Claudio. Ver p. 121.
En 1814 fue desterrado al Peñón
de la Gomera (costa norte de Áfri- Napoleón III (1808-1873). Políti-
ca). En 1822 fue nombrado mi- co y último emperador francés, so-
nistro de Estado como miembro brino de Napoleón Bonaparte. Fue
de los liberales doceañistas, y en 1823 partió al exilio elegido presidente de la II Repúbli-
en Francia. Regresó en 1831, y en 1834 fue nombrado ca en 1848, gracias en parte a una
por María Cristina presidente del Consejo de Ministros, novedosa campaña política al estilo
cargo desde el que estableció el Estatuto Real ese mis- moderno. Fue el primer presidente
mo año. Fue diputado en 1837 y ministro de Estado francés elegido por voto popular. En
en 1844, interviniendo en la elaboración de la Cons- 1852 dio un golpe de Estado y se proclamó emperador,
titución de 1845. Entre 1848 y 1849 fue embajador en iniciando el Segundo Imperio. En esta época ejerció un
París y Roma. En 1854, como presidente del Congreso, poder represivo; impulsó la economía y la reforma urba-
se opuso a Bravo Murillo, aun siendo ambos del partido nística de París; y emprendió una política internacional
moderado. Martínez de la Rosa fue un escritor román- intervencionista. Se casó con Eugenia de Montijo, una
tico de éxito, aunque su obra literaria ha sido olvidada. aristócrata granadina educada en París, que más tar-
Su mote fue «Rosita la Pastelera», lo que aludía a su de fue madrina de Victoria Eugenia, esposa de Alfonso
capacidad para contemporizar. XIII. Napoleón III prestó su apoyo a Isabel II durante el
Bienio Progresista y favoreció las posturas centristas
Mendizábal, Juan Álvarez (1790-1853). Político pro- de la Unión Liberal, pero más adelante no se opuso al
gresista gaditano, de origen judío. Prosperó en los nego- derrocamiento de la reina, a quien sin embargo acogió
cios como proveedor para las tropas enviadas a Améri- en Francia en 1868. En 1871 Francia entró en guerra con
ca, circunstancia que le permitió financiar y coordinar el Prusia (que estalló a raíz de la rivalidad entre ambos
pronunciamiento de Riego. En 1823 se exilió en Inglate- Estados por la sucesión en el trono español). Napoleón
rra, donde alcanzó un gran prestigio como asesor finan- III fue apresado tras la derrota de Sedán, mientras en
ciero. En 1835 la publicación de su programa político París se proclamaba la república. Tras ser liberado fue
animó a las Juntas revolucionarias a disolverse, tras lo al exilio en Inglaterra, donde murió dos años después.

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

Narváez y Campos, Ramón Ma- reina, por la que sentía devoción, se retiró de la polí-
ría (1800-1868), duque de Va- tica dando orden a sus seguidores (el general Serrano
lencia. Militar y político moderado entre ellos) de no rebelarse contra la reina. Falleció al
granadino. En 1815 ingresó en el año siguiente en su exilio de Biarritz (Francia). O’Don-
Ejército. En 1822, como miembro nell buscó siempre una postura intermedia que hiciera
del Batallón Sagrado, combatió compatibles el liberalismo y la monarquía, pero al final
contra la rebelión absolutista de le resultó imposible y tras su caída llegó la de la reina.
la Guardia Real de Madrid. Sufrió
el exilio, pero en 1833 regresó al Ejército, cosechando Olózaga Almandoz, Salus-
tanto éxitos contra los carlistas como una gran rivalidad tiano (1805-1873). Político
con Espartero, la cual lo llevó de nuevo al exilio en Fran- progresisa logroñés. Durante el
cia de 1838 a 1843. Allí participó en la Orden Militar Es- Trienio Liberal se hizo exaltado,
pañola, un grupo que conspiró por la caída de Espartero participando en los debates del
con apoyo de María Cristina. En 1843, tras encabezar café Lorencini, y fue oficial de
el pronunciamiento que logró expulsar al regente, fue la Milicia Nacional. En 1831 fue
aceptado como líder del partido moderado, adoptando encarcelado por conspirar contra
una postura intermedia entre los ultraconservadores el absolutismo, pero logró escapar. Regresó en 1833,
y los puritanos. Fue presidente del Consejo de Minis- acogiéndose a la amnistía de María Cristina, y fue nom-
tros en 1844-46, 1846, 1847-51 (con la interrupción brado gobernador civil de Madrid. Formó parte de la
del «Gobierno de las cuarenta horas» del conde de Clo- comisión que redactó la Constitución de 1837. En 1840
nard en 1849), 1856-57, 1864-65 y 1866-68 (hasta su promovió las revueltas contra los moderados por la Ley
muerte). de Ayuntamientos, y más tarde fue embajador en París.
En 1843, tras la caída de Espartero, quedó como líder
O’Donnell y Joris, Leopoldo del partido progresista y fue nombrado presidente del
(1809-1867), duque de Tetuán, Consejo de Ministros, gozando del aprecio de la joven
conde de Luena, vizconde de reina. Sin embargo, unos días después fue acusado por
Aliaga. Militar y político canario. los moderados de obligar mediante la fuerza a la reina,
Miembro de una estirpe de mili- que entonces tenía trece años, a firmar el decreto de
tares, de lejano origen irlandés, disolución de las Cortes, por lo que se vio obligado a
durante la guerra carlista comba- exiliarse en Inglaterra. Este hecho supuso la despedida
tió en el bando cristino a pesar de de los progresistas del poder y permitió el ascenso de los
tener hermanos en el bando contrario. Su acción en la moderados. Regresó en 1848. Tras el Bienio Progresis-
guerra le valió ser nombrado teniente general y, más ta criticó lo que llamó «los obstáculos tradicionales» al
tarde, conde de Lucena, localidad donde venció a Ca- progreso de España, con lo que se refería a los sectores
brera. En 1840 se exilió en Francia, y al año siguiente sociales y políticos reaccionarios, incluyendo a la propia
participó en el pronunciamiento promovido por María reina Isabel, cuyo derrocamiento defendió. En 1869,
Cristina, con la misión de sublevar a las tropas de Nava- durante el Sexenio Democrático, intervino en la comi-
rra. El 27 de septiembre bombardeó Pamplona desde la sión redactora de la Constitución. Más tarde fue nom-
Ciudadela para obligar a la población a apoyar el pro- brado embajador en París, donde falleció. Olózaga fue
nunciamiento, pero tuvo que huir de nuevo a Francia. uno de los políticos más competentes e influyentes de la
Allí presidió la Orden Militar Española, un grupo de era liberal. Al comienzo de su carrera, como gobernador
conspiración contra Espartero. Tras la caída de este, de civil de Madrid, se encargó del primer proceso de fraude
1844 a 1848 O’Donnell fue Capitán General de La Haba- contra sor Patrocinio, entonces una mujer joven y bella;
na. En 1848 fue nombrado senador. En 1854 se sublevó se dice que el enfrentamiento entre ambos se debía en
contra el Gobierno moderado mediante la Vicalvarada, parte a la obsesión de Olózaga por ella. En 1871, a pesar
un combate de resultado incierto entre sus tropas y las de todo, la ayudó a huir de la Comuna de París.
del Gobierno que sirvió para iniciar la revolución de
1854. Fue nombrado ministro de la Guerra, y en 1856 Patrocinio, sor (María Josefa Dolores de Quiroga,
ascendió a presidente del Consejo de Ministros tras la 1811-1891). Religiosa conquense de la Orden de la In-
dimisión de Espartero. Desde este cargo reprimió las re- maculada Concep­ción, conocida como «la Monja de las
vueltas populares, suspendió las Cortes y restableció la Llagas». En 1835 fue juzgada por fingir estigmas místi-
Constitución de 1845 con un Acta Adicional para darle cos con la intención de enriquecerse mediante donacio-
un carácter algo más liberal (esta fue más tarde supri- nes, siendo condenada al destierro fuera de Madrid. A
mida por Narváez). En 1857 fundó la Unión Liberal, su regreso entró en la camarilla neocatólica de la reina
partido con el que ascendió de nuevo a la presidencia de Isabel. Su influencia sobre esta acabó causándole un
1858 a 1863 (el Gobierno liberal más largo de la historia nuevo destierro de la corte, durante el que se dedicó
española) y de 1865 a 1866. En 1859 dirigió personal- a la fundación de conven-
mente la campaña de la guerra de África (1859-1860), tos. Con la revolución de
lo que le valió el título de duque de Tetuán. En 1866 1868 se exilió en Francia,
ordenó el fusilamiento de 66 sargentos sublevados en pero regresó durante el
el cuartel de San Gil, una acción que lo hizo muy impo- reinado de Alfonso XII. En
pular si bien la reina lo había presionado para ordenar la imagen, sor Patrocinio
muchas más ejecuciones. La reina entonces lo cesó y junto a Isabel II.
sustituyó por Narváez. Desengañado del servicio a la

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

Prim y Prats, Juan. Ver p. 81. Para ello no dudó en tomar decisiones
crueles e implacables como los fusi-
Sagasta, Práxedes Mateo (1825-1903). Ver p. 95. lamientos de Heredia, donde ordenó
la muerte de 118 soldados cristinos
Salamanca, José de. Ver p. 121. que se habían rendido bajo promesa
de conservar la vida, aunque tampoco
Santillán González, Ramón de. Ver p. 121. tuvo piedad para la falta de disciplina
o valor en sus propias tropas. Zumala-
Serrano y Domínguez, Francisco. Ver p. 82. cárregui fue objeto de la envidia y el resentimiento de
los consejeros de don Carlos (los ojalateros), que con-
Zumalacárregui e Imaz, Tomás de (1788-1835). Mi- vencieron a este para que ordenara la toma de Bilbao
litar carlista guipuzcoano. Combatió en las guerrillas en contra del parecer de Zumalacárregui, favorable a
del norte en la guerra de Independencia y estuvo en avanzar hacia Madrid. La decisión de don Carlos se de-
Cádiz en la época de las Cortes, en las que su hermano mostró fatal, ya que durante el fracasado sitio de Bilbao
era diputado liberal. Tras la muerte de Fernando VII se Zumalacárregui recibió un disparo en una pierna que
incorporó a una guerrilla carlista en Navarra, convir- acabó provocando su muerte, probablemente por septi-
tiéndose en el gran líder militar del carlismo gracias a su cemia. Sin el talento y el liderazgo de Zumalacárregui,
dominio del combate de guerrillas y a su gran capacidad el carlismo se desorganizó y perdió muchas de sus po-
como líder y organizador, que le permitió formar prácti- sibilidades de éxito.
camente de la nada un ejército muy eficaz y motivado.

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EL SEXENIO DEMOCRÁTICO
Bloque Temático 4, «La construcción del Estado liberal (1833-1874)»

Sumario
1. Contexto internacional ¶ 2. Los partidos políticos del Sexenio Democrático ¶ 3. La Revolución
de 1868 y el Gobierno provisional ¶ 4. La regencia de Serrano ¶ 5. La monarquía democrática
de Amadeo I ¶ 6. La Primera República española ¶ 7. Conclusiones ¶ 8. Cronología ¶ 9. Textos ¶
10. Biografías

1. Contexto internacional

El Sexenio Democrático (1868-1874) fue una época de cambios y conflictos que reflejó los que
ocurrían en esa época en Europa y Estados Unidos.
En Europa estaba teniendo lugar la creación de dos nuevos Estados, Italia y Alemania, en
ambos casos mediante campañas militares que lograron unificar numerosos Estados hasta en-
tonces independientes. En el caso de Alemania, la unificación se culminó con la guerra fran-
co-prusiana (1870), cuyo detonante fue la oposición de Francia a la candidatura de un príncipe
prusiano al trono español, vacante tras la revolución de 1868. Tras la victoria de Prusia se pro-
clamó el Imperio alemán, mientras que el Imperio francés desapareció y fue reemplazado por
la Tercera República. El pueblo de París aprovechó la confusión provocada por esta situación
para instaurar la Comuna, un movimiento revolucionario que se hizo con el control de la ciudad
pero terminó brutalmente reprimido por el nuevo Gobierno republicano. Aun así, la Comuna
de París hizo que entre los Gobiernos europeos cundiera el pánico hacia el naciente movimiento
obrero, que estaba dando base teórica y capacidad de organización a lo que hasta entonces eran
revueltas populares espontáneas que la burguesía había podido controlar.
Por su parte, el reino de Italia había sido proclamado en 1861 bajo la monarquía de Víctor
Manuel II de Saboya, un rey liberal, pero la unificación no se completó hasta 1871 con la con-
quista y anexión de los Estados Pontificios, que hasta entonces habían sido dominio del papa.
Este enfrentamiento entre el rey y el papa suscitó en la España católica y conservadora la ene-
mistad hacia el reino de Italia y la casa de Saboya.
En Estados Unidos había tenido lugar la guerra de Secesión (1861-1865), una guerra civil
que enfrentó a los estados del sur, que luchaban por defender sus valores tradicionales y su
economía esclavista, con los del norte, que defendían la abolición de la esclavitud en una re-
pública federal democrática que uniera a todos los estados. Tras la victoria del norte, Estados
Unidos inició su carrera hacia la posición de primera potencia mundial. En Europa, en cambio,
la caída del suministro de algodón estadounidense a raíz de la guerra contribuyó a la crisis
económica de 1866.

67
Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

2. Los partidos políticos del Sexenio Democrático

La revolución de 1868 cambió el panorama político español al provocar la disolución del parti-
do moderado y la ascensión al poder de partidos que hasta entonces habían estado relegados.

2.1. Partidos revolucionarios

2.1.1. Partidos monárquicos antidinásticos

Los partidos a favor de la monarquía pero no de los Borbones formaron una coalición, lo que
les permitió organizar y llevar a cabo con éxito la revolución al reunir un apoyo muy amplio
en el que entraba la burguesía, el pueblo y gran parte del Ejército. Tenían en común el estar a
favor de la monarquía pero en contra de los Borbones, dado que Isabel II los había marginado
del poder. Eran los siguientes:
• Partido progresista. El partido más importante del momento, representaba la postura
política centrista de la burguesía. Su líder era el carismático general Juan Prim. Tras el
asesinato de este, el partido se escindió en dos: el constitucional de Sagasta (partidario
de pactar con los unionistas) y el radical de Ruiz-Zorrilla (más a la izquierda).
• Partido unionista. Era la antigua Unión Liberal de O’Donnell, ahora liderada por el ge-
neral Francisco Serrano y compuesta en su mayoría por generales exiliados por orden
de Isabel II, que aportaron a la revolución el apoyo militar. Más adelante se los conoció
como conservadores ya que formaban el partido más a la derecha de la revolución.
• Partido demócrata. Se formó en 1849 como una escisión del partido progresista que
reclamaba el sufragio universal y los derechos colectivos. Estas reivindicaciones lo con-
vertían en el partido izquierdista de la coalición y aportaron a la revolución el apoyo
popular. En 1868 los demócratas partidarios de la república abandonaron el partido y
por tanto la coalición. Los que quedaron, partidarios de pactar con el sector radical de
los progresistas, fueron conocidos como cimbrios.

2.1.2. Partido republicano

Este partido, que defendía la república como forma del Estado, surgió como una escisión del
partido demócrata cuando parte de este optó por apoyar la monarquía. Durante el Sexenio los
republicanos se dividieron en dos tendencias:
• Federalistas. Defendían alcanzar un grado completo tanto de descentralización, a través
de la división y federación de España en estados autónomos, como de separación entre
Iglesia y Estado. Eran los políticos más izquierdistas de la revolución, por lo que recibie-
ron inicialmente el apoyo de la clase trabajadora, que creía que una república federal so-
lucionaría sus problemas mediante, por ejemplo, el reparto de tierras entre campesinos
pobres. Los federalistas se dividieron a su vez en dos grupos: los benévolos, partidarios
de respetar la legalidad y cuyo líder era Pi y Margall, y los intransigentes, partidarios de
la insurrección popular como forma de crear la federación «de abajo a arriba».
• Unitarios. Formaban el sector minoritario, que defendía una república centralista y más
conservadora. Su líder fue el famoso orador parlamentario Emilio Castelar.

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2.2. Partidos monárquicos no revolucionarios

Partido alfonsino.– Fue formado por Antonio Cánovas con el objetivo de apoyar el regreso
de los Borbones en la persona de Alfonso, el hijo de Isabel II, en quien esta había abdicado en
1870. Fue el partido heredero del moderado, que había desaparecido a causa de la revolución.
Partido carlista.– Ante el cambio de situación política, los carlistas decidieron participar
en la actividad parlamentaria. Sin embargo, la abdicación de Isabel II y la llegada en 1871 de
Amadeo I (un rey extranjero y considerado enemigo del papa al ser hijo de Víctor Manuel II)
los animó a tomar de nuevo las armas para poner en el trono a su nuevo líder, «Carlos VII», un
nieto de Carlos María Isidro.

3. La Revolución de 1868 y el Gobierno provisional

3.1. La revolución «Gloriosa» de 1868

El origen de la revolución se halla en la crisis del reinado de Isabel II. En 1868 la monarquía
isabelina y el sistema liberal habían caído en un gran desprestigio político y moral, pero se
mantenían gracias al gobierno autoritario y represivo del partido moderado. La reina impedía
el acceso al Gobierno de los progresistas desde 1856 y de la Unión Liberal desde 1866, año en
que su líder O’Donnell se retiró de la política. Esto llevó a esos partidos, junto al demócrata,
a organizar la revolución como única forma de alcanzar el poder. En 1866, los progresistas
de Prim firmaron con los demócratas el pacto de Ostende (ratificado en 1867 por el pacto de
Bruselas) para acordar los objetivos de la revolución: derrocar a la reina e instaurar el sufragio
universal como forma de determinar la futura forma del Estado. Los generales unionistas se Texto 1
unieron a la conspiración tras la muerte de O’Donnell en 1867.
Otro factor que contribuyó a la revolución fue la grave situación económica. La crisis finan-
ciera internacional de 1866 se unió en España a la crisis de las compañías ferroviarias y a una
crisis de subsistencias, todo lo cual provocó un profundo descontento en toda la sociedad.
La revolución comenzó el 18 de septiembre de 1868 en Cádiz mediante el clásico pronun-
ciamiento, en este caso la sublevación de la escuadra del brigadier Topete (unionista). Desde Texto 2
allí, Prim recorrió en una fragata la costa mediterránea sublevando las principales ciudades
portuarias hasta Barcelona. Serrano, por su parte, se puso al mando de un ejército que venció
a las fuerzas isabelinas en la batalla de Alcolea el 28 de septiembre. Al día siguiente, Isabel II,
que se hallaba de vacaciones en San Sebastián, partió para el exilio en Francia. La revolución
había conseguido su principal objetivo en cuestión de días.
Paralelamente a las acciones militares se formaron Juntas revolucionarias que tomaron el
poder en las ciudades, defendiendo los siguientes principios: ampliación de derechos (libertad
de imprenta, derechos de asociación y reunión); sufragio universal; supresión del impuesto de
consumos (sobre productos de primera necesidad) y de las quintas (reclutamientos por sorteo
de los que los ricos podían librarse); libertad de culto; e incluso republicanismo. Las Juntas se
apoyaron en una milicia, los «Voluntarios de la Libertad».
La revolución, por tanto, surgió con un doble carácter militar y popular. Los líderes militares
como Prim y Serrano, que no querían perder el control de la situación, anularon rápidamente al
sector popular al conseguir la disolución de las Juntas y de la milicia a cambio del compromiso
de aplicar sus reivindicaciones. A continuación, formaron un Gobierno provisional.

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3.2. El Gobierno provisional y la Constitución de 1869

Serrano fue nombrado presidente y Prim ministro de la Guerra. Aun así, el líder en la práctica
era Prim, ya que su fuerte personalidad y su habilidad para pactar con demócratas y unionistas
habían hecho posible el derrocamiento de Isabel II.
La primeras medidas del Gobierno provisional fueron, por un lado, emitir una serie de de-
cretos que satisfacían algunas reivindicaciones de las Juntas (como la abolición del impuesto
de consumos), y por otro convocar elecciones constituyentes con sufragio universal para definir
las características del Estado según lo pactado en Ostende y Bruselas. Los partidos monárquicos
antidinásticos mantuvieron su coalición al presentarse a las elecciones, que ganaron con un 70
% de los votos; los republicanos obtuvieron un 20 % y los carlistas un 5 %.
Las Cortes surgidas de las elecciones aprobaron en 1869 la primera Constitución democrá- Textos 3, 4
tica de la historia española y una de las más avanzadas de su época, en la que se recogían los
principios de los primeros decretos del Gobierno provisional.
Las novedades aportadas por esta Constitución fueron las siguientes:
• Declaración de derechos y libertades mucho más amplia que en cualquier Constitución
anterior (artículos 3, 7, 16 y 17), incluyendo la libertad de imprenta y los derechos de
reunión y de asociación, reconocidos por primera vez (art. 17). Otra novedad consiste
en que los derechos se entienden como naturales e ilegislables, de modo que se admite
que el ciudadano posee derechos aunque no estén reconocidos expresamente por la
Constitución (art. 29).
• Soberanía nacional (art. 32).
• Sufragio universal (Preámbulo, art. 60).
• Poder legislativo ejercido exclusivamente por las Cortes (art. 34), por primera vez sin
participación del rey.
• Senado plenamente electivo, sin intervención del rey (art. 60).
• Reducción de las funciones del rey, cuya persona ya no es «sagrada» como anterior-
mente. Además de la pérdida de participación en el poder legislativo, el rey solo puede
disolver las Cortes una vez por legislatura (art. 71) y pierde el derecho de veto.
• Libertad de culto, con mantenimiento de la Iglesia católica por parte del Estado (art. 21).
• Fin del control de Ayuntamientos y Diputaciones por el Gobierno (art. 99).

La Constitución de 1869 rompió con el liberalismo doctrinario de 1845 recuperando y lle-


vando más lejos el carácter progresista de 1837. Debido a la inestabilidad política del Sexenio,
la Constitución de 1869 gozó de poca vigencia práctica, pero aun así supuso un gran cam-
bio ideológico que influyó considerablemente en la posterior Constitución de la Restauración
(1876).

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4. La regencia de Serrano (1869-1871)

Tras la promulgación de la Constitución, Serrano fue nombrado regente y Prim presidente del
Gobierno (además de seguir siendo ministro de la Guerra). El Gobierno detuvo entonces las
reformas de carácter popular (lo que Topete, por su parte, llamaba «mantener el rumbo de la
revolución») y dedicó su atención a los siguientes problemas:
La deuda pública.– El ministro de Hacienda, Laureano Figuerola, intentó solucionar el pro-
blema de la deuda mediante la reforma del sistema fiscal, creando un impuesto sobre la renta
en lugar de los suprimidos impuestos de consumos. Sin embargo, la inestabilidad de la si-
tuación impidió que la reforma pudiera aplicarse eficazmente, de modo que la recaudación
cayó. Esto, unido a los crecientes gastos generados por las insurrecciones y las guerras, acabó
causando el aumento de la deuda.
Guerra en Cuba.– En octubre de 1868 se produjo el «Grito de Yara», es decir la declaración
de la primera guerra de independencia de Cuba (una de las últimas colonias españolas junto
con Puerto Rico y Filipinas), guerra que no terminó hasta 1878. La necesidad de enviar tropas
hizo que el Gobierno diera marcha atrás en la abolición de las quintas, una de las principales
reivindicaciones populares.
Insurrecciones federalistas.– Los federalistas intransigentes y gran parte del pueblo, que no
apreciaba mejoras en sus condiciones de vida, se sintieron traicionados por la revolución y
siguieron reclamando cambios. Esto llevó a revueltas que, al estar mal organizadas y contar
con pocos medios, fueron fácilmente sofocadas por el Ejército. Ante esta situación, el Gobierno
declaró la suspensión de las garantías constitucionales, un recurso habitual de los moderados
durante el reinado de Isabel II.
La búsqueda de un rey.– España era una monarquía sin rey, de manera que Prim se puso al
frente de las gestiones diplomáticas para encontrarlo entre las dinastías católicas europeas.
Después de examinar diversas alternativas problemáticas, las Cortes eligieron a Amadeo de
Saboya, hijo del rey Víctor Manuel II de Italia y por tanto perteneciente a una dinastía de ca-
rácter liberal (aunque inaceptable para la Iglesia).

5. La monarquía democrática de Amadeo I (1871-1873)

Días antes de la llegada de Amadeo a España, Prim murió a causa de un atentado cuyos autores
no fueron identificados. La desaparición del líder del nuevo régimen provocó la división del
partido progresista y el fin de la coalición revolucionaria, lo que dio lugar a una gran inestabi-
lidad política ya que cada partido actuaba por su cuenta y ninguno tenía mayoría en las Cortes,
de modo que el rey no podía nombrar ningún Gobierno sólido. En resumen, las luchas políticas
hicieron que nadie contribuyera a fortalecer la monarquía. Por otro lado, el rey tuvo que sufrir
el desprecio de la nobleza, que permanecía leal a los Borbones.
Mientras tanto, se producían nuevas insurrecciones federalistas y la guerra de Cuba seguía
en marcha. Por si esto fuera poco, el acceso al trono de una dinastía extranjera y enemistada
con el papa hizo que en 1872 estallara la tercera guerra carlista. Al igual que en 1833, el teatro
de operaciones se situó en el País Vasco, Navarra y Cataluña, y se formó un Estado carlista
paralelo (en este caso fiel a «Carlos VII»).
En 1873 el Congreso aprobó la disolución del cuerpo de Artillería, que había protestado,
con el apoyo del rey, contra el nombramiento de un general. Ante este desafío del Congreso,
el rey, obligado por la Constitución, firmó la ley pero inmediatamente presentó su renuncia al Textos 5 y 6
comprender que estaba solo y que su situación carecía de sentido.

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6. La Primera República española (1873-1874)

6.1. La proclamación de la República y el proyecto de Constitución federal

Tras conocer la abdicación del rey, las dos cámaras se constituyeron en asamblea nacional y
votaron la proclamación de la República (lo que supuso un comienzo ilegal, ya que la Consti-
tución establecía que las cámaras no podían deliberar juntas). Se nombró como presidente del
Poder Ejecutivo al republicano federal Estanislao Figueras.
La llegada de la República motivó el entusiasmo popular pero dio paso a una etapa llena de Texto 7
confusión y desórdenes públicos. En Barcelona se declaró el Estado catalán hasta que intervino
el Ejército, que por su parte sufría un grave problema de indisciplina entre la tropa; en Monti-
lla (Córdoba) se produjo una revuelta campesina que costó la vida al terrateniente local; y en
Madrid los demócratas radicales intentaron un golpe de Estado.
Figueras convocó elecciones a Cortes Constituyentes para definir la forma de la República
(federal o unitaria) con una victoria aplastante de los federales, aunque este resultado no era
representativo dado que la abstención había sido del 60 % y varios partidos se habían retraí-
do; es decir, aunque España era una república los republicanos eran minoritarios. Las nuevas
Cortes proclamaron la República Federal, pero Figueras, superado por las dificultades, huyó a
Francia. Pi y Margall, que hasta entonces había sido ministro de Gobernación, fue nombrado
presidente.
El 17 de julio se presentó a las Cortes un proyecto de Constitución federal que nunca llegó Textos 8, 9
a promulgarse debido al agravamiento de los conflictos (ver 6.2) y a la pasividad de los di-
putados. Sus principales novedades respecto a 1869 eran la descentralización de España en
diecisiete estados regionales autónomos (incluyendo Cuba y Puerto Rico) y la separación entre
Iglesia y Estado (es decir, el fin de la financiación pública de la Iglesia).

6.2. La insurrección cantonal

Pi y Margall intentó mantener el orden, pero para cuando el proyecto constitucional fue pre-
sentado su Gobierno había perdido el control de la situación. En Alcoy tuvo lugar una huel-
ga revolucionaria («revolución del Petróleo») en la que el alcalde (que era republicano) fue
asesinado. Sin embargo, lo más determinante fue el estallido de la insurrección cantonal, en
que la proclamación del cantón de Cartagena (12 de julio) fue seguida por la de muchas otras Textos 10, 11
localidades de la periferia en el sur y el Levante. La insurrección cantonal fue un movimiento fe-
deralista intransigente, aliado en ocasiones con el naciente movimiento obrero, que pretendía
construir la federación «de abajo a arriba» mediante la declaración de Estados independientes
(cantones) que más tarde se federarían. De este modo, la pequeña burguesía y la clase traba-
jadora, que habían dejado de confiar en los políticos, intentaban solucionar sus problemas por
sí mismas, aunque de forma desorganizada.
Pi y Margall, ante la perspectiva de enviar al ejército contra los cantones, prefirió presentar
su dimisión tras poco más de un mes como presidente. Su sucesor en el cargo, Nicolás Salme-
rón, sí ordenó la represión militar de los cantones, lo que en la práctica puso el poder en ma-
nos de los generales, que eran contrarios a la República. Aunque tenía el apoyo de las Cortes,
Salmerón dimitió antes de dos meses cuando los militares le presionaron para que implantara
la pena de muerte como medio de atajar la indisciplina y las deserciones entre los soldados.
Los cantones fueron sofocados poco después a excepción del de Cartagena, que resistió hasta
enero de 1874.

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6.3. El fin de la República

El nuevo presidente fue Emilio Castelar, un republicano que se había pasado del sector federal
al unitario. Castelar estimó que la única forma de salvar la República era imponer un Gobierno
autoritario que mantuviera el orden, para lo que, con el apoyo de los militares, gobernó por
decreto, suspendió la libertad de imprenta y cerró las Cortes. No obstante, había programada
una sesión del Congreso para el 2 de enero de 1874, y en ella se aprobó una moción de censura Texto 12
contra el propio Castelar, quien presentó su dimisión. Entonces el general Pavía dio un golpe
de Estado al hacer entrar en el Congreso a la Guardia Civil, que disparando algunos tiros al aire
puso en fuga a los diputados.
El objetivo del golpe era impedir un giro de la República a la izquierda tras la caída de
Castelar. Para asegurar este resultado, Pavía dio el poder a Serrano, que disolvió las Cortes,
suspendió la Constitución de 1869 y gobernó de forma dictatorial durante casi un año. Aunque Texto 13
su intención era permanecer indefinidamente en el poder, tuvo que marcharse cuando a finales
de 1874 se produjo un pronunciamiento que proclamó rey a Alfonso XII. Era el fin del Sexenio
Democrático y el comienzo de la Restauración borbónica.

7. Conclusiones. El debate entre historiadores

El Sexenio Democrático o Revolucionario fue una época de una enorme inestabilidad en la que
todas las tensiones que se habían acumulado durante el reinado de Isabel II estallaron violen-
tamente. Todas las fuerzas políticas y sociales que se habían visto marginadas en el período
anterior (desde los generales unionistas hasta los campesinos pobres, pasando por la burguesía
progresista) se lanzaron a la conquista de sus aspiraciones, entrando en conflicto unas con otras
mientras las fuerzas más conservadoras (a excepción de los carlistas) les dejaban hacer a la
espera del momento adecuado para regresar al poder.
Aun así, era la primera vez que se instauraba en España un sistema democrático, más avan-
zado que el liberal en materia de derechos y de sufragio. Esta experiencia contribuyó más tarde
a la formación del sistema de la Restauración.

El Sexenio Democrático o Revolucionario es un período muy complejo que ha suscitado distintas interpretaciones
por parte de los historiadores, sobre todo acerca de las causas de su fracaso. Según la explicación tradicional, las Textos 14, 15
causas fueron la muerte de Prim y la inestabilidad política. En cambio, para Tuñón de Lara la burguesía que empren-
dió la revolución a través del partido progresista se equivocó al aliarse con «las clases del Antiguo Régimen», repre-
sentadas por los unionistas, en vez de con el pueblo, al que dio la espalda deteniendo la revolución. Josep Fontana
se muestra de acuerdo al sostener que el fracaso del Sexenio «se cimentó en la frustración de las esperanzas de las
capas populares», con lo cual abunda en su tesis (vista en el tema anterior) de que los políticos nunca estuvieron
interesados en defender los intereses generales y de que utilizaron al pueblo como medio de alcanzar el poder. Para
Fontana, el Sexenio no fue una época negativa por su inestabilidad o sus conflictos sino porque supuso una oportu-
nidad perdida de alcanzar la democracia, es decir un sistema más justo socialmente que el liberal.
Tanto Tuñón como Fontana consideran que la revolución de 1868 no trajo cambios profundos. Raymond Carr,
por su parte, matiza que la conquista de derechos democráticos marcó un antes y un después al acabar con el libe-
ralismo doctrinario de los moderados. Carr, además, explica el fracaso del Sexenio por la guerra de Cuba, que según
él fue «un cáncer que socavó la vitalidad de la revolución».
Vicens Vives sostiene, al igual que Tuñón y Fontana, que en el fondo no hubo grandes cambios respecto a la etapa
anterior, pero lo achaca a que el Sexenio fue la época de la «ascensión de las provincias periféricas» (tanto por el
cantonalismo como por el carlismo), ante la cual los Gobiernos del Sexenio reaccionaron imponiendo el centralismo
liberal de los tiempos de Isabel II. Para ello, tuvieron que recurrir al Ejército, que era monárquico y acabó por traer
de vuelta a los Borbones.

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8. Cronología

Gobierno provisional (1868-1869)


18 y 19 de septiembre, 1868 Pronunciamiento de la escuadra de Topete en Cádiz
28 de septiembre, 1868 Batalla del puente de Alcolea
3 de octubre, 1868 Gobierno provisional de Serrano
10 de octubre, 1868 Grito de Yara (inicio de la primera guerra de independencia cubana)
1869 Promulgación de la Constitución
Regencia (1869-1871)
1869-1870 Gobierno de Prim
Nueve días de 1870-1871 Gobierno interino de Topete por la muerte de Prim (30 de diciembre)
Monarquía democrática de Amadeo I (1871-1873)
1871 Amadeo I jura la Constitución
1871-1873 Gobiernos de Serrano, Ruiz Zorilla, Malcampo y Sagasta
(total: seis Gobiernos)
1872 Declaración de la tercera guerra carlista
11 de febrero, 1873 Abdicación de Amadeo I
Primera República Española (1873-1874)
11 de febrero, 1873 Proclamación de la I República.
Febrero-junio, 1873 Figueras, Presidente del Poder Ejecutivo
Junio-julio , 1873 Pi y Margall, Presidente del Poder Ejecutivo
12 de julio, 1873 Proclamación del cantón de Cartagena
Julio-septiembre, 1873 Salmerón, Presidente del Poder Ejecutivo
Septiembre, 1873-enero, 1874 Castelar, Presidente del Poder Ejecutivo
3 de enero, 1874 Golpe de Estado de Pavía
Enero-diciembre, 1874 Serrano, Presidente del Poder Ejecutivo (Gobierno dictatorial)
14 de enero, 1874 Rendición del cantón de Cartagena y fin de la insurrección cantonal
29 de diciembre, 1874 Pronunciamiento de Martínez Campos

9. Textos

Texto 1. Pacto de Bruselas. Junio de 1867


Después de una breve discusión […] se acordó por unanimidad lo siguiente:
1.º Que el objeto y bandera de la revolución en España es la caída de los Borbones.
2.º Que siendo para los demócratas un principio esencial de su dogma político el sufragio universal y admitiendo
los progresistas el derecho moderno constituyente del plebiscito, la base de la inteligencia de los dos partidos fuera
que por un plebiscito […] o por unas Cortes Constituyentes elegidas por sufragio universal, se decidiría la forma
de gobierno que se había de establecer en España, y siendo la monarquía, la dinastía que debería reemplazar a la
actual; en la inteligencia de que, hasta que así se decidiese había de ser absoluta la libertad de imprenta y sin ninguna
limitación el derecho de reunión, para que la opinión nacional pudiese ilustrarse y organizarse convenientemente.
[…] [Q]ue se reconocía como jefe y director militar del movimiento al general Prim.

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Texto 2. Proclama de los militares sublevados en Cádiz. 19 de septiembre de 1868


Españoles:
La ciudad de Cádiz, puesta en armas con toda su provincia, […] declara solemnemente que niega su obediencia
al Gobierno que reside en Madrid, segura de que es leal intérprete de los ciudadanos que, en el dilatado ejercicio de
paciencia, no hayan perdido el sentimiento de la dignidad, y resuelta a no deponer las armas hasta que la nación
recobre su soberanía, manifieste su voluntad y se cumpla. […]
Hollada la ley fundamental, convertida siempre antes en celada que en defensa del ciudadano, corrompido el
sufragio por la amenaza y el soborno, dependiente la seguridad individual, no del derecho propio, sino de la irres-
ponsable voluntad del cualquiera de las autoridades; muerto el Municipio, pasto la Administración y la Hacienda
de la inmoralidad y del agio, tiranizada la enseñanza, muda la prensa, y solo interrumpido el universal silencio por
las frecuentes noticias de las nuevas fortunas improvisadas, del nuevo negocio, de la nueva real orden encaminada
a defraudar el Tesoro público, de títulos de Castilla vilmente prodigados, del alto precio, en fin, a que logran su
venta la deshonra y el vicio, tal es la España de hoy. Españoles, ¿quién la aborrece tanto que se atreva a exclamar:
«Así ha de ser siempre»?
No, no será. Ya basta de escándalos.
[…] Queremos que una legalidad común, por todos creada, tenga implícito y constante el respeto de todos.
Queremos que el encargado de observar y hacer observar la Constitución no sea su enemigo irreconciliable.
[…] Queremos vivir la vida de la honra y la libertad.
Queremos que un Gobierno provisional que represente todas las fuerzas vivas del país asegure el orden en tanto
que el sufragio universal echa los cimientos de nuestra regeneración social y política. […]
Españoles: acudid todos a las armas, […] con la solemne y poderosa serenidad con que la justicia empuña su
espada.
¡Viva España con honra!

Cádiz, 19 de septiembre de 1868.- Duque de la Torre.- Juan Prim.- Domingo Dulce.- Francisco Serrano Bedoya.-
Ramón Nouvilas.- Rafael Primo de Rivera.- Antonio Caballero de Rodas.- Juan Topete.

Texto 3. Constitución de 1869


La Nación española, y en su nombre las Cortes Constituyentes, elegidas por sufragio universal, deseando afianzar la
justicia, la libertad y la seguridad, y proveer al bien de cuantos vivan en España, decretan y sancionan la siguiente
Constitución.
Art. 3.º […] Toda detención se dejará sin efecto o elevará a prisión dentro de las setenta y dos horas de haber
sido entregado el detenido a la autoridad competente. […]
Art. 7.º En ningún caso podrá detenerse ni abrirse por la Autoridad gubernativa la correspondencia confiada al
correo, ni tampoco detenerse la telegráfica. Pero en virtud de auto de juez competente podrán detenerse una y otra
correspondencia […].
Art. 16.º Ningún español que se halle en el pleno goce de sus derechos civiles podrá ser privado del derecho de
votar en las elecciones de Senadores, diputados a Cortes, Diputados provinciales y Concejales.
Art. 17.º Tampoco podrá ser privado ningún español del derecho de emitir libremente sus ideas y opiniones, ya
de palabra, ya por escrito, valiéndose de la imprenta o de otro procedimiento semejante; del derecho de reunirse
pacíficamente; del derecho de asociarse para todos los fines de la vida humana que no sean contrarios a la moral
pública […].
Art. 21.º La Nación se obliga a mantener el culto y los ministros de la religión católica. El ejercicio público o
privado de cualquier otro culto queda garantizado a todos los extranjeros residentes en España, sin más limitaciones
que las reglas universales de la moral y del derecho. Si algunos españoles profesaran otra religión que la católica,
es aplicable a los mismos todo lo dispuesto en el párrafo anterior […].
Art. 29.º La enumeración de los derechos consignados […] no implica la prohibición de cualquier otro no con-
signado expresamente.
Art. 32.º La soberanía reside esencialmente en la Nación, de la cual emanan todos los poderes.
Art. 33.º La forma de gobierno de la Nación Española es la Monarquía.
Art. 34.º La potestad de hacer las leyes reside en las Cortes.
Art. 35.º El poder ejecutivo reside en el Rey, que lo ejerce por medio de sus Ministros.
Art. 36.º Los Tribunales ejercen el poder judicial.
Art. 38.º Las Cortes se componen de dos Cuerpos Colegisladores, a saber: Senado y Congreso.
Art. 60.º Los senadores se elegirán por provincias. Al efecto, cada distrito municipal elegirá por sufragio univer-
sal un número de compromisarios […].
Art. 99.º La organización y atribuciones de Diputaciones provinciales y Ayuntamientos se regirán por sus res-
pectivas leyes. […]

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Texto 4. La Constitución de 1869 según J. Solé Tura y E. Aja


El texto de 1869 consagra derechos hasta entonces desconocidos en nuestro constitucionalismo, como la inviola-
bilidad de la correspondencia, la libertad de trabajo para los extranjeros, la gran extensión de la libre emisión del
pensamiento y sobre todo recoge por primera vez los derechos de reunión y asociación (art. 17). La cuestión religiosa
recibe también un tratamiento avanzado: libertad de cultos privado y público y mantenimiento por el Estado del
culto y clero, sin ninguna referencia al valor religioso (art. 21). Este artículo, que los republicanos querían convertir
en separación total de Iglesia y Estado, originó una fuerte polémica y sirvió de excusa para un nuevo levantamiento
carlista.
El carácter tan democrático de la declaración de derechos en esta Constitución se explica por la fuerza relativa
que tenían los republicanos, unidos a los demócratas monárquicos y una parte de los progresistas en las Cortes, y por
la previa conquista de los derechos más controvertidos, como el sufragio universal, en las jornadas revolucionarias.
También es preciso tener en cuenta que el liberalismo más o menos democrático de la época concebía los derechos
políticos como naturales y superiores a cualquier ley –«ilegislables», dijeron los republicanos en la asamblea–, y
cifraban en su amplio reconocimiento la panacea del buen gobierno.

Jordi Solé Tura y Eliseo Aja, Constituciones y períodos constituyentes en España (1808-1936), Madrid, 1977.

Texto 5. Abdicación de Amadeo I. Congreso de los Diputados, 11 de febrero de 1873


Al Congreso:
Grande fue la honra que merecí a la Nación española eligiéndome para ocupar un Trono, honra tanto más
por mí apreciada, cuanto que se me ofrecía rodeada de las dificultades y peligros que lleva consigo la empresa de
gobernar un país tan hondamente perturbado. Conozco que me engañó mi buen deseo. Dos años largos hace que
ciño la Corona de España, y la España vive en constante lucha, viendo más lejana la era de paz y de ventura, que tan
ardientemente anhelo. Si fueran los extranjeros los enemigos de la felicidad de España, al frente de estos soldados,
tan valientes como sufridos, sería el primero en combatirlos; pero todos los que con la espada, con la pluma, con
la palabra agravan y perpetran los males de la Nación, son españoles, todos invocan el dulce nombre de la Patria,
todos pelean y se agitan por su bien; y entre el fragor del combate, entre el confuso, atronador y contradictorio
clamor de los partidos, entre tantas y tan opuestas manifestaciones de la opinión pública, es imposible atinar cuál
es la verdadera, y más imposible todavía hallar el remedio para tamaños males. Lo he buscado ávidamente dentro
de la ley, y no lo he hallado. Fuera de la ley no ha de buscarlo quien ha prometido observarla. […]

Texto 6. Discurso de Emilio Castelar ante la Asamblea Nacional. 11 de febrero de 1873


Señores, con Fernando VII murió la monarquía tradicional; con la fuga de Isabel II, la monarquía parlamentaria; con
la renuncia de don Amadeo de Saboya, la monarquía democrática; nadie ha acabado con ella, ha muerto por sí mis-
ma; nadie trae la República, la traen todas las circunstancias, la trae una conjuración de la sociedad, de la naturaleza
y de la Historia. Señores, saludémosla como el sol que se levanta por su propia fuerza en el cielo de nuestra patria.

Texto 7. Circular del Ministerio de la Gobernación (de Pi y Margall) a todos los gobernadores de provincias.
14 de febrero de 1873
Vacante el trono por renuncia de D. Amadeo de Saboya, el Congreso y el Senado constituidos en Cortes Soberanas,
han reasumido todos los poderes y proclamado la República.
A consolidarla y darle prestigio deben ahora dirigirse los esfuerzos de todas las Autoridades que de este Ministe-
rio dependen. Se la ha establecido sin sangre, sin sacudimientos, sin la menor alteración del orden y sin disturbios;
conviene que se la sostenga para que acaben de desengañarse los que la consideraban inseparable de la anarquía.
Orden, libertad, justicia: tal es el lema de la República. Se contrariaría sus fines si no se respetara e hiciera
respetar el derecho de todos los ciudadanos, no se corrigiera con mano firme todos los abusos y no se doblegara al
saludable yugo de la Ley todas las gentes. Se los contrariaría también si no se dejara ancha y absoluta libertad a las
manifestaciones del pensamiento y la conciencia, si se violara el menor de los derechos consignados en el Título I
de la Constitución de 1869. […] Conviene no olvidar que la insurrección deja de ser un derecho desde el momento
en que universal el sufragio, sin condiciones la libertad y sin el límite de la Autoridad Real la soberanía del pueblo,
toda idea puede difundirse y realizarse sin necesidad de apelar al bárbaro recurso de las armas.
Confío en que penetrándose V. S. bien de estas ideas, determine por ellas su conducta. […] Sin un profundo
respeto a la ley sería la República un desengaño más para los pueblos; y los que componemos el Poder Ejecutivo no
hemos de defraudarles, sin consentir que se les defraude la última esperanza.

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Texto 8. Proyecto de Constitución de 1873


Art. 1.º Componen la Nación Española los Estados de Andalucía Alta, Andalucía Baja, Aragón, Asturias, Baleares,
Canarias, Castilla la Nueva, Castilla la Vieja, Cataluña, Cuba, Extremadura, Galicia, Murcia, Navarra, Puerto Rico,
Valencia, Regiones Vascongadas. […]
Art. 34.º El ejercicio de todos los cultos es libre en España.
Art. 35.º Queda separada la Iglesia del Estado.
Art. 36.º Queda prohibido a la nación o al Estado federal, a los Estados regionales y a los Municipios subvencio-
nar directa ni indirectamente ningún culto.
Art. 39.º La forma de gobierno de la Nación española es la República federal.
Art. 92.º Los Estados tienen completa autonomía económico-administrativa y toda la autonomía política com-
patible con la existencia de la Nación.

Texto 9. Las Cortes Constituyentes republicanas según Pérez Galdós


Las sesiones de las Constituyentes me atraían, y las más de las tardes las pasaba en la tribuna de la prensa, entrete-
nido con el espectáculo de indescriptible confusión que daban los padres de la Patria. El individualismo sin freno,
el flujo y reflujo de opiniones, desde las más sesudas a las más extravagantes, y la funesta espontaneidad de tantos
oradores, enloquecían al espectador e imposibilitaban las funciones históricas. Días y noches transcurrieron sin que
las Cortes dilucidaran en qué forma se había de nombrar Ministerio: si los ministros debían ser elegidos separada-
mente por el voto de cada diputado, o si era más conveniente autorizar a Figueras o a Pi para presentar la lista del
nuevo Gobierno. Acordados y desechados fueron todos los sistemas. Era un juego pueril, que causaría risa si no nos
moviese a grandísima pena.

Benito Pérez Galdós, De Cartago a Sagunto, 1911.

Texto 10. Primera proclama de la Junta cartagenera. 12 de julio de 1873


[…] Proclamada como forma de gobierno para España la República Federal, el pueblo republicano en su inmensa
mayoría reclamaba, como imperiosamente exigían las circunstancias, que se organizase la Federación, establecien-
do inmediatamente la división regional de los cantones y dando a estos y al municipio la autonomía suspirada hace
tanto tiempo […].
Pero el pueblo, ansiosísimo de estas reformas, sediento de esta redención tan deseada, veía prolongarse indefi-
nidamente sus momentos de agonía, veía amenazada la República de un golpe de muerte y no veía en el gobierno
ni en la Cámara Constituyente una inmediata predisposición para la inmediata ejecución de estas reformas, y cree
que sin ellas […] se perdería indudablemente para muchísimos años la libertad en esta tierra de España.
Esta Junta […] se ha puesto en armas porque ha creído ver en inminente riesgo la santa causa de la República
Federal […].
¡Viva la República Federal! ¡Viva la soberanía del pueblo!

Texto 11. Opinión sobre los cantonales del general Nicolás Estévanez (ministro de la Guerra del 11 al 28 de
junio de 1873)
La insurrección cantonal de Cartagena, secundada en varias provincias andaluzas, fue la causa determinante de
la caída de Pi y Margall. En su lugar fue elegido Salmerón. Este combatió a los cantonales con la mayor energía,
logrando, al fin, dejarlos reducidos a Cartagena y sus fuertes.
Pero allí se mantuvieron firmes hasta enero del siguiente año. Los cantonales han cargado con las culpas de
todos los federales y de todos los republicanos. Se les achaca la muerte de la República, y no digo yo que la favo-
recieran; lo que afirmo es que muchos de nosotros vimos en aquella insurrección una consecuencia natural de la
mansedumbre y la apatía de la Asamblea Constituyente, una Constituyente que nada constituyó. Se componía de
hombres honrados, pero harto sometidos a la autoridad de los prohombres. No discutió siquiera la Constitución,
obra de Castelar; su mismo autor y otros muchos, poniendo trabas a toda iniciativa lograron enterrarla desde antes
que naciera. Los diputados de la derecha decían que no era ocasión de discutir, sino de someter a los rebeldes; y estos
se habían rebelado porque la Asamblea no discutía el proyecto de Constitución, un verdadero círculo vicioso. […]
Si la insurrección de Cartagena perjudicó a la República, no se puede decir que la matara. En realidad, no fue
otra cosa que la última convulsión de la moribunda revolución de septiembre.

Nicolás Estévanez Murphy, Mis memorias, Madrid, sin fecha.

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Texto 12. La moción de censura contra Castelar y el golpe de Pavía (en dos textos)

12a. Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados. Siete de la mañana del 3 de enero
El señor Presidente: Señores Diputados, hace pocos minutos que he recibido un recado u orden del capitán gene-
ral […] para decir que se desalojara el local en un término perentorio… (Varias voces: Nunca, nunca.) […]
El señor Chao: Esto es una cobardía miserable. […]
Un señor Diputado: ¡Viva la soberanía nacional! ¡Viva la República! ¡Viva la Asamblea!
(Estos vivas fueron contestados por todos los lados de la Cámara.)
El señor Presidente: No esperaba yo menos, señores Diputados: ahora somos todos unos. (Varios señores Diputa-
dos: Todos, todos.) Se han borrado en este momento todas las diferencias que nos separaban, hasta tanto no quede
reintegrada esta Cámara en la representación de la soberanía nacional (muy bien), y que se le podrá arrancar por la
fuerza de las bayonetas, pero no se le arrancará el derecho que tiene. […]
El señor Benítez de Lugo: Es para rogar a los señores Diputados de la izquierda y del centro que han votado conmi-
go, yo que no puedo ser sospechoso, porque he consumido un turno contra la política del señor Castelar, que en este
momento la Cámara entera dé un voto de confianza al señor Castelar. (Muchos señores Diputados: Por unanimidad.)
El señor Presidente del Poder Ejecutivo (Castelar): Ya no tendría fuerza, y no me obedecerían.
El señor Presidente: […] No tenemos más remedio que ceder ante la fuerza, pero ocupando cada cual su puesto.
Vienen aquí y nos desalojan. ¿Acuerdan los señores Diputados que debemos resistir? ¿Nos dejamos matar en nuestro
asientos? (Varios señores Diputados: Sí, sí, todos.)
El señor Presidente del Poder Ejecutivo (Castelar): Señor Presidente, yo estoy en mi puesto, nadie me arrancará
de él. Yo declaro que me quedo aquí, y aquí moriré.
Un señor Diputado: Ya entra la fuerza armada en este salón. […]
Varios señores Diputados: ¡Qué escándalo!

12b. Continuación de los hechos según Pérez Galdós


Aparecieron por la puerta de la izquierda soldados con armas. Su aire era tímido, receloso. En su actitud se conocía
que traían orden de no hacer daño. […]
En esto sonó en los pasillos un tiro. Luego otro y otros… Terrible pánico. […] Algunos de los que habían jurado
dejarse matar dentro del Congreso antes de rendirse al imperio de la fuerza, recogieron sus prendas en el guardarro-
pa y ganaron cabizbajos y silenciosos la calle de Floridablanca. En cambio, los más exaltados trataban de imponerse
a los militares con razones iracundas y argumentos contundentes. […]
En el banco azul, Castelar, con semblante dolorido y actitud de suprema consternación, permanecía en su sitio
como un estoico que apura el cumplimiento del deber hasta el último instante. […]
Por fin, los fieles adeptos del gran tribuno consiguieron arrancarle de su asiento, y sacarle de la cámara ardiente
al pasillo. Abrieron paso respetuosos los militares…

Benito Pérez Galdós, De Cartago a Sagunto, 1911

Texto 13. Manifiesto a la nación del gobierno de Serrano. 8 de enero de 1874


[…] El orden social, la integridad de la patria, su honra, su vida misma, han sido salvados […] por un acto de fuerza
[…]; mas ahora, no solo digno de disculpa, sino de imperecedera alabanza.
La guarnición de Madrid no ha hecho más que ser el instrumento y el brazo de la opinión pública unánime […].
Reunidos y consultados los hombres de importancia que residen en Madrid y representan dignamente a todos
los partidos liberales, aclamaron y reconocieron al general Serrano por Jefe del Poder Ejecutivo […].
Mientras […] sigan alzados en armas los carlistas en las provincias del Norte, infestando y depredando otras
muchas con sus partidas, y sosteniendo una guerra civil sangrienta […]; mientras el pendón antinacional siga
enhiesto en Cartagena destruyendo nuestra Marina y siendo escándalo y abominación de los pueblos cultos; y
mientras en las provincias de Ultramar arda la tea de la discordia y persistan hijos ingratos en renegar de la madre
patria y en querer despojarla de la hermosa Isla, es imposible el ejercicio de todas las libertades. Antes es necesario
un poder robusto […].
Con el advenimiento de este poder no se destruye la Ley fundamental, se suspende solo lo para que en realidad
y en verdad resplandezca y domine, una vez vencida, como esperamos, la anarquía material y moral que hoy nos
devora. […]
Contra los que propaguen estas ideas, subvirtiendo el orden y retardando el restablecimiento de la paz y de
la libertad, será el Gobierno severísimo. […] Sólo así, sólo por medio de esta ruda disciplina, habrá de renacer el
sosiego público […].

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Texto 14. Valoración de la revolución de 1868 por Raymond Carr


El fracaso político inmediato de la Revolución de 1868 oscurece su importancia fundamental en la historia del siglo
xix. Las premisas de una monarquía católica, creadas y sostenidas por el liberalismo conservador, habían sido de-
safiadas por las premisas de la democracia y el librepensamiento. […]
Los derechos inscritos en la Constitución de 1869 no podían ser tolerados cuando se volvían en contra de un
gobierno que se consideraba a sí mismo como el auténtico heredero de la Revolución. De ahí la suspensión de
garantías constitucionales de Sagasta en 1869 y su amaño electoral en 1872; de ahí la dictadura de Castelar y la
censura de la prensa de 1874, cosas todas ellas que ofendían los «principios de septiembre» por la reafirmación de
la autoridad del gobierno. […]
Pero los principios de la Revolución, aunque violados en la práctica, eran los principios de una España liberal.
Hasta 1923 las «conquistas liberales» nunca perdieron condición de derecho público, incluso aunque las leyes que
contenían esos principios fueran suspendidas o violadas […].

Raymond Carr, España: 1808-1975, ed. Ariel, Barcelona, 1982.

Texto 15. Valoración de la revolución de 1868 por Josep Fontana


La revolución de 1868 fue un movimiento organizado desde arriba por políticos y militares que tenían unos objeti-
vos limitados: acabar con el bloqueo del sistema parlamentario que impedía el acceso al poder de los progresistas
e implantar unas medidas de urgencia para resolver la mala situación económica, en particular la de las empresas
ferroviarias.
Lo habían intentado desde 1866 por medio de golpes predominantemente militares, pero su fracaso les obligó
a una movilización más amplia, aprovechando el malestar de la población, a la que presentaron un programa de
una deliberada vaguedad, que les permitía simular que aspiraban a realizar transformaciones políticas y sociales
profundas. Se trataba de dejar que cada uno creyese encontrar en la revolución lo que buscaba, con un lema como
el de «¡Abajo lo existente!», que era susceptible de las más diversas interpretaciones.
Una vez conquistado el poder, el proceso revolucionario, que las juntas apenas habían iniciado, se cortó rápi-
damente desde arriba y un nuevo gobierno central tomó el control antes de que hubiera que pasar de las promesas
a las concesiones. […]
Cuando el Gobierno provisional mandó que [las juntas] se disolvieran, la mayoría lo hicieron felicitándose por
el orden con que todo se había desarrollado (su compensación era que se convalidaban los ayuntamientos y dipu-
taciones provinciales interinos que habían designado, lo que permitía a sus miembros mantenerse en el poder).

Josep Fontana, La época de los liberales, ed. Crítica/Marcial Pons, Madrid, 2007.

79
Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

10. Biografías

Amadeo I (1845-1890). Rey de Es- de 1874 fue el cuarto presidente del Poder Ejecutivo
paña de 1870 a 1873 y primer duque de la República. Al perder el apoyo del Congreso en la
de Aosta, hijo de Víctor Manuel II, sesión de 2-3 de enero de 1874, dimitió, lo que causó el
rey de Italia. En 1867 fue herido de inmediato golpe de Pavía. Entonces se retiró de la polí-
gravedad durante la batalla de Cus- tica, pero regresó en 1876 como líder del Partido Repu-
tozza contra los austríacos. En 1870, blicano Posibilista, que en 1893 se integró en el Partido
tras rechazar inicialmente la oferta Liberal de Sagasta. Falleció en la Casa del Reloj de San
de Prim, aceptó ser candidato al tro- Pedro del Pinatar, durante unas vacaciones. Castelar
no español y fue elegido por las Cortes por 191 votos ha sido elogiado por unos como el hombre que podría
contra 121. Al desembarcar en Cartagena fue informado haber salvado la República y criticado por otros como
de la muerte de Prim; su primer acto al llegar a Madrid un político oportunista y superficial, e incluso se ha su-
fue visitar el féretro de Prim en la basílica de Atocha. gerido su conformidad secreta con el golpe de Pavía. Se
Acto seguido juró su cargo ante las Cortes. Fue un rey lo considera el orador más brillante de la historia de las
campechano y humilde, aunque nunca aprendió correc- Cortes (se lo conocía como «el hombre del Sinaí» por el
tamente el español y su vida privada dio que hablar. Su comienzo de uno de sus discursos más famosos). Tiene
esposa, la reina María Victoria, tuvo que sufrir tanto sus un monumento en el Paseo de la Castellana de Madrid.
infidelidades como los desaires de la nobleza. En 1872
Amadeo sufrió un atentado sin consecuencias, tras el Figueras, Estanislao (1819-1882).
que manifestó, en italiano: «¡No entiendo nada, esta- Político republicano barcelonés.
mos en una jaula de locos!». El 11 de febrero de 1873, Abogado de prestigio, se inició en
tras ser desafiado por el Congreso, que le puso a la firma la política como miemro del partido
una ley que le contrariaba, presentó su abdicación y progresista, aunque más tarde pasó
regresó a Turín, su ciudad natal, donde falleció 17 años al demócrata y finalmente al repu-
más tarde, con 44 años. Fue miembro de la masonería. blicano federal. A partir del Bienio
Progresista fue diputado, actividad
Carlos María de Borbón y Aus- que compaginó con el periodismo de tendencia repu-
tria-Este («Carlos VII»), duque blicanana. En 1867 tuvo que exiliarse en Portugal para
de Madrid (1848-1909). Nieto evitar el arresto por su actividad revolucionaria. El 12
de Carlos María Isidro y sobrino de febrero de 1873, tras la abdicación de Amadeo I, fue
de Carlos Luis, nacido en el exilio. elegido presidente del Poder Ejecutivo de la I República.
Fue el cuarto pretendiente carlista A pesar de su prestigio como orador, no pudo controlar
al trono español, después de que las distintas fuerzas desencadenadas por la llegada de
su padre don Juan renunciara a sus la República, aquejado de un estado depresivo tras la
derechos en 1861 y su tía-abuela, la princesa de Beira, lo muerte de su mujer. En una sesión del Congreso perdió
defendiera como pretendiente legítimo. Aprovechando los nervios y gritó: «Senyors, ja n’hi ha prou. Els hi seré
la expulsión de Isabel II en 1868 y la confusión política franc. N’estic fins als collons de tots nosaltres». Supera-
del Sexenio Democrático, Carlos relanzó el carlismo, do por las dificultades y temiendo por su vida, en junio
primero a través del partido carlista en las Cortes y en de 1873 cogió un tren a Francia en secreto, habiendo
1872 a través de la Tercera Guerra Carlista, en la que dejado su dimisión en su despacho. Poco después re-
fue derrotado en 1875. De nuevo en el exilio, vivió en gresó, pero su papel no dejó de ser testimonial, incluso
varios países (incluyendo una época de servicio en el durante la Restauración, durante la que organizó un
Ejército rumano). Partido Republicano Orgánico.

Castelar y Ripoll, Emilio (1832- Figuerola y Ballester, Laureano. Ver p. 120.


1899). Escritor y político republi-
cano. Nacido en Cádiz, pasó su Pavía y Rodríguez de Albur-
infancia en Elda. En Madrid compa- querque, Manuel (1827-1895).
ginó la política con el periodismo, Militar gaditano. En 1866 participó
con tendencia demócrata. En 1857 en la sublevación de Prim en Villa-
ganó la cátedra de Historia Crítica y rejo de Salvanés, tras la que hubo de
Filosófica de España en la Universi- exiliarse. En 1868 volvió a España y
dad Central de Madrid, de la que fue expulsado en 1865 combatió a los carlistas y los canto-
por su artículo «El rasgo», que denunciaba una opera- nales andaluces; por esto último re-
ción corrupta del Gobierno moderado de Isabel II. Este cibió la Gran Cruz de San Fernando.
suceso provocó la tragedia de la Noche de San Daniel, Tras la dimisión de Castelar en la
en que la Guardia Civil tiroteó a civiles en la Puerta del sesión del Congreso de 2-3 de enero
Sol para disolver la protesta a favor de Castelar. En 1866 de 1873, como capitán general de
participó en la sublevación del cuartel de San Gil, por la Castilla la Vieja, rodeó y desalojó la cámara mediante
que tuvo que huir a Francia. Tras la revolución de 1868 la Guardia Civil. A pesar de convertirse en el amo de la
regresó a España, y con la proclamación de la I Repúbli- situación, no quiso ostentar el poder y, tras la negativa
ca fue nombrado ministro, como miembro del partido de Castelar, se lo ofreció a Serrano. En 1880 fue nom-
republicano. Del 7 de septiembre de 1873 al 3 de enero brado senador vitalicio.

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

Pi y Margall, Francisco (1824- ya que la reina apoyó a Prim. Como agradecimiento,


1901). Abogado, escritor y político Prim bautizó a su hija como Isabel. Sin embargo, en
republicano barcelonés. Hijo de un 1863 Prim volvió al partido progresista, y en 1864 ini-
obrero textil, estudió en un semina- ció su carrera como conspirador contra Isabel II: siete
rio, pero lo abandonó por la carrera pronunciamientos fallidos, un continuo ir y venir entre
de Derecho. En 1847 pasó a Madrid, España y el extranjero y experiencias estrafalarias como
donde se inició en la literatura po- estancias en escondites o viajes disfrazado. Alentado
lítica, tanto en prensa como en en- por sus fracasos, promovió una política de alianza con
sayos donde expuso su teoría federalista, basada en los demócratas a pesar de estar en desacuerdo con su
Proudhon. También trabajó en el bufete de abogados ideología. Tras la suma de los unionistas a la alianza,
de Figueras. En 1866, tras la sublevación del cuartel de lideró la revolución de 1868 que expulsó a la reina Isa-
san Gil, se exilió en París, de donde regresó en 1868. bel II. A partir de entonces fue ministro de la Guerra del
Fue diputado en 1869 y rivalizó con Figueras en el li- Gobierno provisional y presidente del Gobierno bajo la
derazgo del partido republicano federal. Fue ministro regencia de Serrano, su antiguo superior en pasadas
de Gobernación con Figueras, a quien reemplazó como campañas. Ocupando este cargo fue el máximo res-
presidente del Poder Ejecutivo del 11 de junio al 18 de ponsable de la proclamación de Amadeo I como rey de
julio de 1873. Ante la falta de apoyo por parte de los in- España, y comenzó a gestionar una salida negociada a
transigentes y la perspectiva de enviar al ejército contra la guerra de Cuba. Falleció el 27 de diciembre de 1870
los cantones, dimitió. Tras el golpe de Pavía se retiró como consecuencia de los disparos recibidos en un aten-
de la política, a la que volvió como diputado a partir tado tres días antes (recientemente, un análisis forense
de 1886. Pi y Margall ha sido elogiado como un políti- de su momia indicó que había sido estrangulado tras el
co honrado, desinteresado y coherente con sus ideas, atentado, pero un contraanálisis desmintió esta expli-
pero también criticado como un intrigante que no hizo cación). Prim fue un hombre de gran personalidad y
nada para estabilizar la Republica. Lo cierto es que Pi y ambición que puso como objetivo de su vida la conquis-
Margall fue la máxima figura española del federalismo, ta del poder. Todas sus acciones estuvieron al servicio
entendido como un sistema político basado en la liber- de ese objetivo, por encima de aparentes incoheren-
tad de los pactos, de lo personal a lo local y nacional, en cias o bandazos. Por ejemplo, como progresista debía
lugar de en la autoridad del Gobierno. ser librecambista, pero apoyó el proteccionismo para
defender los intereses de la industria textil catalana y
Prim y Prats, Juan (1815-1870). conseguir su respaldo. Probablemente por un motivo
Conde de Reus, marqués de Casti- similar se hizo máson.
llejos, militar y político progresista
tarragonés. Su padre combatió en Ruiz-Zorrilla y Ruiz-Zorrilla,
la guerra de Independencia, y en Manuel (1833-1895). Político pro-
1834 Prim ingresó en un cuerpo gresista soriano. En 1856 fue co-
voluntario cristino. Al final de la mandante de la Milicia Nacional, y a
guerra carlista ya era coronel y te- partir de 1858 fue diputado. En 1866
nía la Cruz Laureada de San Fernando por su valor en se unió a los intentos revolucionarios
el combate. En 1841 fue elegido diputado progresista de Prim, y en 1868 fue miembro del
por Tarragona. Favorecido inicialmente por Espartero, Gobierno provisional. Tras la muerte
se enemistó con este y en 1843 participó en el pronun- de Prim, chocó con Sagasta en la dirección del partido
ciamiento contra Espartero en Reus (su ciudad natal) progresista, por lo que formó el partido radical. Fue
y Barcelona. Ello le valió el grado de brigadier y los prácticamente el único político fiel a Amadeo I, a quien
títulos de conde de Reus y vizconde del Bruch. Segui- acompañó a Portugal tas la abdicación. Con la Restau-
damente, participó en el sofocamiento de la revolu- ración se exilió en París, donde se hizo republicano y
ción centralista o Jamància de Barcelona mediante el organizó una serie de pronunciamientos militares de
bombardeo de la ciudad desde el castillo de Montjuïc, esta tendencia (como el de Villacampa de 1883), todos
algo similar a lo hecho por Espartero dos años antes. fallidos. En 1891 fue elegido diputado, pero se negó a
Gracias a ello consiguió el fajín de general, cumplién- regresar a España, algo que sí hizo en 1895 tras retirarse
dose su lema de aquellos días, «O caja o faja». En 1847, de la actividad política por su salud.
después de ser procesado sin mayores consecuencias
por un complot contra Narváez, fue nombrado capitán Salmerón Alonso, Nicolás (1838-
general de Puerto Rico, que gobernó con mano dura. 1908). Filósofo y político republica-
Durante los años 50 ascendió a teniente general y se no almeriense. Fue alumno de Sanz
pasó a la Unión Liberal; en general, se convirtió en una del Río, el filósofo que introdujo en
figura política incómoda para unos y otros. Su heroica España el krausismo. En 1866 con-
participación en la guerra de África (1859-1860) le va- siguió la cátedra de Filosofía en la
lió el título de marqués de Castillejos, con Grandeza de Universidad Central de Madrid, aun-
España, y una enorme popularidad incluso en Barcelo- que en 1867 fue encarcelado por su
na, donde su actuación de 1843 fue olvidada. En 1862 actividad revolucionaria. En 1868 participó en la Junta
lideró el contingente español de una operación militar revolucionaria de Madrid. En 1869 ganó la cátedra de
europea en México con el objeto de obligar a este país Metafísica de la misma Universidad. Del 18 de julio al 7
a abonar su deuda externa, pero se retiró sin consultar de septiembre de 1873 fue el tercer presidente del Poder
al Gobierno, lo que creó un incidente internacional que Ejecutivo de la I República. Tras dimitir por negarse a
contribuyó a la caída del Gobierno largo de O’Donnell, firmar dos sentencias de muerte contra militares indis-

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

ciplinados, pasó a ser presidente del Congreso, cargo la tercera guerra carlista. Durante la I República parti-
desde el que organizó una fuerte oposición al presidente cipó en un intento frustrado de golpe de Estado, tras
Castelar. Debido a las medidas autoritarias de Cánovas el que hubo de exiliarse. Regresó poco antes del golpe
a comienzos de la Restauración, no pudo ocupar su cá- de Pavía, suceso que le permitió ocupar el Gobierno
tedra durante unos años, que pasó en París. Regresó de forma dictatorial. A pesar de que su intención era
en 1884, y fue diputado desde 1886 hasta su muerte. perpetuarse en el poder, al estilo del presidente francés
En sus últimos años apoyó el catalanismo moderado. Mac-Mahon, el pronunciamiento de Martínez Campos
Salmerón ha sido elogiado por su integridad, una repu- le obligó a marcharse. Poco después reconoció a Alfonso
tación a la que contribuyó su dimisión como presidente. XII, con la intención de seguir optando al poder como
Por otra parte, el escritor y político Menéndez Pelayo líder de los liberales. No obstante, el rey y Cánovas opta-
escribió que tuvo que cambiar de Universidad porque ron por Sagasta, por lo que Serrano fundó el partido Iz-
Salmerón advirtió al comenzar el curso que, dado que quierda Dinástica. Aunque este partido llegó a gobernar
el conocimiento de la metafísica era inalcanzable, iba a durante tres meses (con Posada Herrera), acabó inte-
suspender a todo el mundo. grado en el Partido Liberal de Sagasta. Serrano falleció
al año siguiente. A lo largo de su vida se distinguió como
Serrano y Domínguez, Fran- el arquetipo de espadón, al defender contínuamente y
cisco (1810-1885), duque de la sin reparo posturas opuestas según las circunstancias
Torre. Militar y político gaditano. del momento y las posibilidades de acercarse a poder,
Hijo de militar, nacido en la isla que era su único objetivo. Aun así, durante su dictadura
de León (Cádiz) en la época de era notorio que Serrano actuaba bajo la influencia de su
las Cortes. Militar desde los doce esposa, una prima suya más joven a la que se conocía
años, en 1831 participó en los fu- como «la mariscala Serrano» (por ser Serrano mariscal
silamientos de Torrijos en Málaga. de campo) y cuyas infidelidades al parecer eran conoci-
Su participación en la guerra carlista le valió el ascenso das por todos menos por el propio interesado.
a brigadier y la Cruz Laureada de San Fernando. En
1843 participó en el pronunciamiento contra Espartero. Topete y Carballo, Juan Bau-
Poco después se convirtió en el primer amante conocido tista (1821-1885). Marino y po-
de la reina, por lo que se lo conoció como «el general lítico español, nacido en México.
bonito». En 1854 se puso a favor de Espartero, y desde En la Armada desde los 17 años,
1856 apoyó a O’Donnell y la Unión Liberal. Ese año fue alcanzó un gran prestigio como
embajador en París. De 1859 a 1862 fue capitán general marino. En 1862 fue diputado
de Cuba, después de lo cual obtuvo el título de duque de la Unión Liberal. En 1863 se
de la Torre, con Grandeza de España. En 1866 participó batió en un duelo a sable con el
en la represión del cuartel de San Gil. En 1867, tras la poeta Ramón de Campoamor, quien había criticado a
muerte de O’Donnell, pasó a liderar la Unión Liberal y a los oficiales de la Marina. Su oponente, espadachín más
participar en el movimiento revolucionario contra Isa- hábil, lo hirió y desarmó, tras lo que el duelo acabó
bel II. En 1868 fue presidente del Gobierno provisional de forma amigable. En 1868, como jefe del Puerto de
y desde 1869 hasta la llegada de Amadeo I fue regente. Cádiz, preparó la sublevación que inició la revolución
Una de las teorías sobre el asesinato de Prim pone a «Gloriosa». Formó parte del Gobierno provisional, pero
Serrano como instigador. Fue el primer presidente de la dimitió con la llegada de Amadeo I ya que apoyaba la
monarquía, a pesar de haber apoyado la candidatura al candidatura del duque de Montpensier. Ocupó la pre-
trono del duque de Montpensier. Durante este período sidencia del Gobierno de forma interina durante nueve
al parecer declaró: «Hay que echar a este imbécil», en días tras la muerte de Prim. En 1872 fue ministro de
referencia a Amadeo I. En 1872 negoció con los carlistas Sagasta durante la monarquía, y en 1874 de la dictadura
el convenio de Amorebieta, que detuvo temporalmente de Serrano. Con la Restauración se retiró de la política.

82
LA RESTAURACIÓN CANOVISTA
Bloque Temático 5, «La Restauración y su crisis»

Sumario
1. Contexto internacional ¶ 2. El inicio de la Restauración ¶ 3. La política de la Restauración
¶ 4. El reinado de Alfonso XII ¶ 5. La regencia de María Cristina ¶ 6. El nacimiento de los na-
cionalismos ¶ 7. La Edad de Plata de la cultura española ¶ 8. Conclusiones ¶ 9. Cronología ¶
10. Textos ¶ 11. Biografías

1. Contexto internacional

La Restauración borbónica española se inició en la época del imperialismo, caracterizada por


el dominio político y económico de las potencias europeas (las metrópolis) sobre territorios
menos desarrollados en el resto de continentes (colonias), especialmente África y Asia; gra-
cias a este dominio, las naciones europeas se convirtieron en imperios. España, sin embargo,
siguió el proceso inverso, ya que en el siglo xvi había fundado el primer gran imperio colonial
europeo (junto con el portugués); en la década de 1820 había perdido la mayor parte; y du-
rante la Restauración iba a perder lo que le quedaba. El acontecimiento más representativo de
la nueva situación internacional fue la Conferencia de Berlín de 1885, en la que se reguló el
reparto colonial de África entre los imperios europeos (y en la que España adquirió territorios
en el Sahara Occidental).
Estados Unidos, por su parte, había superado la crisis de la guerra de Secesión y se había
convertido en la gran potencia americana, lo que le permitió emprender una política de ex-
pansión e influencia sobre el resto del continente y el océano Pacífico justificada por la teoría
del «destino manifiesto».
Tanto para Europa como para Estados Unidos, esta fue también la época de consolidación
del sistema liberal, así como de la segunda revolución industrial, caracterizada por nuevas
fuentes de energía como la electricidad y el desarrollo del gran capitalismo.

2. El inicio de la Restauración borbónica

En 1868, a raíz de la revolución «Gloriosa», Isabel II se vio obligada a exiliarse en Francia,


donde fue acogida por el emperador Napoleón III. En 1870 abdicó en su hijo Alfonso, que fue
educado en Austria, Suiza e Inglaterra bajo la tutela de Antonio Cánovas, líder del partido
alfonsino.
En España, hacia 1874 la experiencia democrática había fracasado. El país, que nominal-
mente era una república, se encontraba bajo el Gobierno autoritario y por tiempo indefinido de Texto 1
Serrano y seguía sufriendo las guerras carlista y cubana. Cánovas aprovechó esta situación para
publicar en nombre de Alfonso el Manifiesto de Sandhurst, en el que el príncipe se ofrecía para
reinar en España mediante una monarquía constitucional equilibrada. La intención de Cánovas
era lograr la restauración borbónica por vías políticas contando con el apoyo de la clase alta,
que deseaba un régimen político capaz de garantizar el orden y la estabilidad necesarios para
el desarrollo económico. Sin embargo, a finales de 1874 el general Martínez Campos se ade-
lantó a Cánovas mediante un pronunciamiento en Sagunto en el que proclamó como nuevo rey
a Alfonso XII. Este pronunciamiento, el último importante del siglo xix, tuvo un rápido éxito
y Serrano tuvo que dejar el poder. Entonces Cánovas formó un «ministerio-regencia» hasta la
llegada en febrero de 1875 del príncipe Alfonso, que se convirtió en rey a los 17 años.

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

3. La política de la Restauración

3.1. Los partidos políticos

3.1.1. Partidos liberales dinásticos

Durante los primeros años de la Restauración se formaron dos grandes partidos liberales que
apoyaban la monarquía borbónica. Fueron los siguientes:
• Partido Conservador. Era el partido de Cánovas, formado por anteriores miembros del
partido alfonsino y de la Unión Liberal, así como de la Unión Católica (partido neocatóli-
co cercano al carlismo). Representaba los intereses de la clase alta; mantenía los valores
de orden y estabilidad por encima de los derechos y libertades; y defendía la soberanía
compartida. Todo esto lo convertía en heredero del partido moderado.
• Partido Liberal. Estaba dirigido por Práxedes Mateo Sagasta, antiguo progresista y minis-
tro de distintos Gobiernos del Sexenio. Representaba en general a la clase media y por
tanto era heredero del partido progresista. Su misión fue incorporar paulatinamente al
sistema de la Restauración los avances democráticos del período anterior.

3.1.2. Otras fuerzas políticas y sociales

Las fuerzas restantes o eran minoritarias o bien estaban marginadas por el sistema político
impuesto por Cánovas. Estas fuerzas fueron básicamente las siguientes:
• Partidos surgidos durante el Sexenio Democrático: carlista y republicano. Tanto el uno
como el otro se dividieron en distintos sectores. Entre los republicanos, los posibilistas
de Castelar acabaron integrándose en el sistema de la Restauración al apoyar a Sagasta.
• Partidos nacionalistas: la Lliga Regionalista catalana o el Partido Nacionalista Vasco.
• El movimiento obrero. Por un lado estaba el Partido Socialista Obrero Español (PSOE,
dirigido por Pablo Iglesias), que inicialmente tuvo poca repercusión. Por otro, las fuer-
zas más influyentes eran los sindicatos, especialmente los anarquistas, agrupados en la
Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE).

3.2. Cánovas y su pensamiento político

Antonio Cánovas del Castillo apareció en la política española con la revolución de 1854 (el
Manifiesto de Manzanares fue redactado por él), y entre 1864 y 1865 fue ministro de Gobiernos
de la Unión Liberal. Gracias a su doble condición de historiador y político pudo crear una teoría
destinada a solucionar los graves problemas políticos de España y además llevarla a la práctica.
Es decir, fue una síntesis de pensador y realizador, algo poco común en la política española. Su
teoría se puede resumir en dos grandes principios: Texto 1
Existencia de una «constitución interna».– Para Cánovas, la historia de España ha ido for-
mando dos instituciones indiscutibles que existen independientemente de las constituciones
escritas y que se necesitan mutuamente: la monarquía hereditaria y las Cortes. Es decir, Cáno-
vas vuelve al principio doctrinario de la soberanía compartida.
La política como el «arte de lo posible».– Cánovas cree que el político no debe intentar impo-
ner sus intereses a toda costa, como habían hecho los moderados, sino adaptarse a las circuns-
tancias. En el caso de la España posterior al Sexenio, esto implicaba la necesidad de hallar un
«equilibrio de fuerzas contrapuestas» (es decir, entre partidos rivales) que evitara las luchas
por el poder y garantizara la estabilidad.

84
Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

3.3. El sistema canovista

3.3.1. Objetivos

Cánovas diseñó el sistema político de la Restauración, o sistema canovista, inspirándose en el


sistema británico y utilizando elementos ya conocidos en la política del reinado de Isabel II y del
Sexenio Democrático, pero con los objetivos de pacificar el país, lograr la estabilidad política
y dar el poder a los políticos civiles, impidiendo futuras intervenciones de los militares. Esos
objetivos fueron alcanzados, aunque a través de un Estado corrupto que daba la espalda a los
problemas sociales. El sistema canovista se basaba jurídicamente en la Constitución de 1876 y
en la práctica en el turnismo y el caciquismo.

3.3.2. La Constitución de 1876 Texto 3

Las Cortes Constituyentes de 1876 fueron elegidas por sufragio universal y un 30 % de sus
miembros provenía de las Cortes del Sexenio. Todo ello reflejaba la voluntad de Cánovas de
conservar cierta continuidad con la etapa anterior. La Constitución aprobada por estas Cortes
era breve y flexible, ya que por un lado dejaba muchas cuestiones a leyes posteriores de manera
que distintos partidos dinásticos pudieran gobernar con comodidad, y por otro contenía rasgos
tanto de la Constitución de 1845 como de la de 1869. Todo ello la asemeja a la de 1837, aunque
en este caso la ideología predominante era la conservadora.
Los rasgos conservadores son los siguientes:
• Soberanía compartida (queda implícita en el Preámbulo).
• Cortes bicamerales con Senado semielectivo en cuyo nombramiento interviene la Co-
rona (art. 20).
• Reforzamiento de la Corona, que recupera sus poderes de 1845 (como la plena partici-
pación en el poder legislativo, art. 18) además de su intervención en el Senado.
• La religión católica vuelve a ser oficial (art. 11).
• Derechos y libertades regulados mediante leyes posteriores (art. 14). Por tanto, ya no
son naturales ni ilegislables como en 1869.

Los rasgos liberales son los siguientes:


• Declaración de derechos muy similar a la de 1869.
• Tolerancia religiosa, al permitir el culto privado de religiones distintas a la católica (art.
11).

El artículo 11 fue muy polémico porque la Iglesia, a cambio de retirar su apoyo al carlismo
y dárselo a Alfonso XII, demandaba la unidad religiosa, mientras que los liberales defendían
la libertad de culto. Cánovas, en su empeño por no excluir a ningún sector importante, logró
imponer la tolerancia religiosa como solución de compromiso.
En cuanto al tipo de sufragio, se dejó para futuras leyes. La Ley Electoral de 1877 estableció
el sufragio censitario, pero en 1890 el Gobierno liberal de Sagasta aprobó definitivamente el
sufragio universal masculino. El cuerpo electoral pasó de un 5 % a un 25 % de la población,
aunque esta era una cuestión puramente formal debido al fraude electoral.
La Constitución de 1876 tuvo sobre todo un valor teórico, ya que en la práctica el turnismo
y el caciquismo fueron más determinantes, y el propio Cánovas la consideraba una «ley ordi-
naria» sujeta a interpretación. Tal vez por ello sigue siendo la Constitución española que ha
estado vigente más tiempo (47 años hasta 1923).

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

3.3.3. El turnismo

Tanto Cánovas como Alfonso XII estaban de acuerdo en no caer en el error del «exclusivismo»
que había causado la gran inestabilidad política del reinado de Isabel II. Ello implicaba que el
rey no favoreciera a un solo partido mediante su facultad de nombrar al Gobierno (la llamada
«prerrogativa regia», art. 54 de la Constitución), sino que ejerciera un auténtico papel mode-
rador repartiendo el poder según las necesidades del momento. Sin embargo, para que este
reparto del poder no supusiera un peligro para el sistema, Cánovas promovió la formación de
dos grandes partidos dinásticos que se turnarían en el poder, de modo que mientras uno go-
bernara el otro ejerciera una oposición leal a la monarquía. Estos partidos debían integrar a la
mayoría de sectores políticos para minimizar las fuerzas contrarias al sistema, que quedaron
marginadas del poder.
Una vez formados los dos grandes partidos, el Conservador y el Liberal, y por tanto estable-
cida una situación de bipartidismo al estilo británico, se llegó al llamado «turno pacífico», una
práctica que seguía el siguiente proceso:
1. El Gobierno de turno se desgasta y el rey nombra un nuevo Gobierno del otro partido.
2. El nuevo Gobierno convoca elecciones.
3. El encasillado. El ministro de Gobernación hace una distribución de los escaños de las
Cortes entre todos los partidos, de forma que a) el partido que gobierna tenga una clara
mayoría; b) la segunda fuerza más votada sea el partido que ha dejado el Gobierno; y c)
el resto de escaños (como media, un 23 %) se reparta entre las minorías. A continuación,
el ministro comunica esta distribución a los gobernadores civiles de las provincias.
4. El fraude electoral. Los gobernadores civiles comunican a los caciques (ver 3.3.4) el Textos 4 y 5
resultado deseado en cada distrito electoral, y estos influyen en los votantes y en las
mesas electorales para obtenerlo. En muchas ocasiones se recurre al pucherazo, es decir
la manipulación directa de los votos.
5. Siempre gana las elecciones el partido que gobierna, de manera que las Cortes siempre
están a su favor y puede gobernar cómodamente hasta que se desgaste y «corra el turno».

En teoría, tras llegar al Gobierno el partido de turno dependía del «régimen de las dos con-
fianzas», según el cual para gobernar necesitaba tanto el apoyo del rey como de las Cortes. Sin
embargo, en la práctica el apoyo del rey era el determinante ya que las Cortes estaban formadas
según los intereses del partido nombrado por el rey y no de los electores.
A pesar de todo, el turnismo permitió que, por primera vez en la historia contemporánea
española, los militares pasaran a un segundo plano y los pronunciamientos desaparecieran de
la vida política dado que ya no eran necesarios para el relevo en el poder.

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

3.3.4. El caciquismo

La eficacia del turnismo dependía de la actuación de los caciques. Este fue el nombre que se
dio a figuras que por su riqueza y sus contactos a escala local ejercían una fuerte influencia en
la población, especialmente en cuanto al voto. Podía tratarse de terratenientes, empresarios
o políticos, o a veces de una mezcla de estos papeles en la misma figura. El caciquismo era un
sistema clientelar, es decir una red ramificada de contactos y favores políticos que conectaba
los intereses locales con los del Gobierno y que hacía funcionar la maquinaria del Estado de
forma corrupta, ya que los caciques podían paralizar o acelerar gestiones, conseguir del Go-
bierno nombramientos o inversiones públicas, influir en los tribunales o en la recaudación de
impuestos… Uno de los resultados típicos de este sistema era que a cada cambio de Gobierno
se producía la sustitución en bloque de los empleados del Estado por otros que tenían contactos
en el partido que entraba a gobernar.

4. El reinado de Alfonso XII (1875-1885)

Tras ser proclamado, Alfonso XII ratificó el ministerio-regencia de Cánovas, quien además de
llevar a cabo la instauración del nuevo sistema político tenía la prioridad de pacificar el país
acabando con la guerras carlista y cubana. En cuanto a la primera, el rey en persona, aunque de
forma simbólica, se puso al frente de las tropas que combatían a Carlos VII, quien fue derrotado
en 1876 y tuvo que partir al exilio. La guerra de Cuba terminó en 1878 con la Paz de Zanjón,
negociada por Martínez Campos, por la que el Gobierno español se comprometía a abolir la
esclavitud y permitir la representación de Cuba en las Cortes.
En cuanto al sistema político, Cánovas necesitaba reforzarlo evitando cualquier oposición.
Por un lado, controló la opinión pública mediante medidas autoritarias como la restricción de
las libertades de imprenta y de cátedra, esta última a través del decreto Orovio. Por otro, com- Texto 2
pensó a la Iglesia por su pérdida de poder durante el Sexenio con el objetivo de que retirara su
apoyo al carlismo y se lo diera a Alfonso XII. Una de sus medidas en este sentido fue favorecer
la recuperación del clero regular, que casi había desaparecido a raíz de las desamortizaciones.
Por último, impuso el centralismo mediante dos medidas: a) control del Gobierno sobre las
Diputaciones y Ayuntamientos mediante los gobernadores civiles, lo que era muy importan-
te para la eficacia del turnismo ya que los Ayuntamientos elaboraban las listas electorales; y
b) abolición de los fueros vascos, aunque a cambio se estableció el concierto económico (abono
al Estado de una cuota fija en concepto de impuestos).
En 1881 el rey nombró el primer Gobierno liberal de Sagasta (hasta 1883), que anuló las
medidas autoritarias de Cánovas. El sistema de turno pacífico aún no estaba claramente es-
tablecido, pero en 1885 el rey falleció de tuberculosis y ante el temor de que el régimen de la
Restauración cayera bajo la presión de las fuerzas contrarias (carlistas y republicanos) los dos
líderes acordaron definitivamente el turnismo en lo que se llamó «Pacto del Pardo».

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5. La regencia de María Cristina (1885-1902)

5.1. La aportación del Partido Liberal

Tras la muerte del rey, su viuda María Cristina de Habsburgo fue nombrada regente. Para hacer
efectivo el Pacto del Pardo, y a causa del desgaste de su Gobierno, Cánovas cedió el poder a
Sagasta (entre 1885 y 1890). Mientras que los conservadores se habían encargado de instaurar
la nueva monarquía, los liberales se encargaron de incorporarle rasgos democráticos: Ley de
Asociación de 1887 (que regulaba este derecho constitucional), Ley del Jurado de 1888 y Ley
Electoral de 1890 (la ley del sufragio universal). Por otro lado, en 1889 se aprobó el Código
Civil. Una vez concluidas estas reformas, el Partido Liberal se quedó sin un programa definido
y la política de la Restauración se estancó en un turno entre dos partidos que en la práctica
se diferenciaban poco, así como en una actividad corrupta que marginaba a gran parte de la
población.
Bajo el Gobierno de Sagasta se produjo el pronunciamiento republicano de Villacampa de
1886, un pronunciamiento al viejo estilo cuyo fracaso evidenció la evolución de la política
española hacia la estabilidad.

5.2. La guerra hispano-americana y el desastre del 98

El cumplimiento de los términos de la Paz de Zanjón de 1878 fue incompleto y tardío (la aboli-
ción de la esclavitud no se aplicó en Cuba plenamente hasta 1886) a causa de la presión ejercida
por los capitalistas con intereses económicos en la isla (basados en la producción y comercio de
azúcar). Esto llevó a la Guerra Chiquita de 1879, una insurrección que fue sofocada ese mismo
año, y más tarde al «Grito de Baire» de 1895, la declaración de una nueva guerra de indepen-
dencia promovida por el intelectual José Martí, entre otros.
Cánovas envió a Cuba a Martínez Campos, pero lo sustituyó al poco tiempo por el general
Weyler, que practicó una cruel represión sobre la población civil sin conseguir vencer a las gue-
rrillas que operaban en la selva cubana. En 1897 Cánovas fue asesinado por un anarquista, tras
lo que el nuevo Gobierno liberal destituyó a Weyler y ofreció a Cuba un proyecto de autonomía.
Era demasiado tarde, ya que Estados Unidos intervino a favor de Cuba así como de Filipinas,
donde también había surgido un movimiento independentista.
Estados Unidos tenía en Cuba intereses estratégicos (control del Caribe) y económicos, ya
que era el mayor importador de productos cubanos. El presidente McKinley hizo a España una
oferta de compra de la isla que fue rechazada. En 1898 el acorazado estadounidense Maine, Texto 8
fondeado en el puerto de La Habana, explotó y se hundió (por causas nunca aclaradas), un inci-
dente que Estados Unidos aprovechó para declarar la guerra a España. La moderna y poderosa
flota americana destruyó fulminantemente a la anticuada flota española en Santiago (Cuba)
y Cavite (Filipinas) y España tuvo que rendirse. En virtud de la Paz de París de 1898, Cuba se
hizo independiente y Puerto Rico y Filipinas fueron vendidas a Estados Unidos (que, además,
consiguió el control de Cuba en la práctica).
El resultado de la guerra hispano-americana fue el llamado desastre del 98, por el que Espa-
ña perdió lo que le quedaba de su antiguo imperio de ultramar, sacrificó unas 56 000 vidas (la
mayoría por enfermedades tropicales) y sufrió un fuerte aumento de la deuda pública. Todo
ello evidenció la ineficacia de los Gobiernos de la Restauración y sometió el país a la humilla-
ción internacional, lo que causó una profunda crisis moral. El sistema canovista resistió, pero
aun así políticos e intelectuales lo pusieron en cuestión e iniciaron el movimiento conocido
como regeneracionismo, que buscaba una renovación profunda del país.

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6. El nacimiento de los nacionalismos

El Romanticismo de mediados del siglo xix, con su vuelta al pasado medieval y a los parti-
cularismos, suscitó en España el surgimiento del regionalismo, un movimiento cultural que
ensalzaba la identidad de las distintas regiones españolas y que fue evolucionando hacia el
nacionalismo político como forma de reacción contra el centralismo de la Restauración. Los
nacionalismos más importantes fueron el catalán y el vasco, aunque aparecieron también el
gallego, el valenciano, el aragonés y el andaluz.

6.1. El catalanismo

La lengua catalana, que había pasado por una larga época de decadencia literaria, fue promo-
vida a partir de 1859 por los Jocs Florals, certámenes literarios que iniciaron un movimiento
cultural llamado Renaixença. Este fue creciendo hasta que a finales de siglo Cataluña experi-
mentó un gran esplendor literario y artístico mediante el movimiento modernista.
Paralelamente, se desarrolló una conciencia política catalana inspirada en las tradiciones
tanto carlista como republicana y estimulada por los nuevos intereses de la poderosa burguesía
industrial. Es decir, el catalanismo se nutrió de distintas ideologías políticas e intereses sociales. Texto 6
El iniciador del catalanismo político fue el republicano Valentí Almirall, autor del ensayo Lo
catalanisme y fundador del Centre Català. Almirall promovió el Memorial de Greuges (Memo-
rial de Agravios) de 1885, en el que se pedía a Alfonso XII el fin del centralismo y el respeto a Texto 7
la identidad catalana. En 1891 se fundó la Unió Catalanista, dirigida por el conservador Enric
Prat de la Riba, que defendió la autonomía política de Cataluña mediante las Bases de Manresa
(1892). Sin embargo, el catalanismo no obtuvo el apoyo de la clase alta catalana hasta el de-
sastre del 98, cuando los industriales y comerciantes, que habían apoyado la Restauración, se
vieron perjudicados por la pérdida del mercado colonial y por un nuevo conjunto de impuestos.
Esto los llevó a protestar en 1899 mediante el tancament de caixes, es decir el cierre de negocios
para evitar pagar impuestos de forma legal. En 1901 Prat de la Riba y Francesc Cambó funda-
ron la Lliga Regionalista, un partido nacionalista conservador que ese mismo año consiguió
representación en las Cortes.

6.2. El nacionalismo vasco

En las provincias vascas el nacionalismo surgió a raíz de la derrota del carlismo en 1876 y de la
supresión de los fueros por parte de Cánovas. Su promotor fue una sola persona, Sabino Arana,
quien desarrolló una teoría acerca de la superioridad racial de los vascos, inventó el término
Euzkadi y la ikurriña; y en 1895 fundó el Partido Nacionalista Vasco.

7. La Edad de Plata de la cultura española

Además del nacimiento de los nacionalismos, durante la Restauración se inició lo que se conoce
como Edad de Plata de la cultura española, y que tuvo lugar hasta la Guerra Civil: en literatu-
ra, la novela realista de Pérez Galdós, Valera y Clarín, así como los escritores conocidos como
miembros de las generaciones del 98 (Unamuno, Baroja, Valle-Inclán), del 14 (Jiménez, Miró)
y del 27 (Alberti, García Lorca, Salinas); en la filosofía, Ortega y Gasset; en las artes, la pintura
de Rosales, Fortuny y Sorolla, la escultura de Benlliure y la arquitectura Gaudí; y en la música,
los compositores Albéniz, Falla, Granados y Turina.

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8. Conclusiones. El debate entre los historiadores

El sistema de la Restauración se caracterizaba oficialmente por la monarquía borbónica, el Texto 9


turnismo bipartidista, el centralismo y el civilismo (la no intervención de los militares). Gracias
a este sistema, Cánovas logró hallar un equilibrio entre el liberalismo doctrinario y los logros
democráticos (aunque no obstante predominó el carácter conservador) y España disfrutó del
periodo de paz y estabilidad que necesitaba para su desarrollo económico. En suma, se había
puesto fin al largo proceso de construcción del Estado liberal y se entraba en su consolidación.
Sin embargo, todo ello dependió, en el terreno político, de dos aspectos problemáticos:
• La profunda corrupción del sistema. El falseamiento del régimen parlamentario hacía
que las Cortes fueran escasamente representativas, algo que no preocupaba a la mayoría
de la clase política ya que el turnismo aseguraba su posición. De este modo, el sistema
canovista, una vez consolidado, fue incapaz de dar respuesta a las nuevas necesidades de
la sociedad, como demostraron tanto la aparición de los nacionalismos o del movimiento
obrero como la pérdida definitiva del Imperio de ultramar.
• El personalismo de los dos grandes partidos, que dependían en exceso de sus líderes,
Cánovas y Sagasta. Cuando estos desaparecieron, las luchas internas comenzaron a de-
bilitar a sus partidos y por tanto al sistema canovista.

Por tanto, el éxito del sistema de la Restauración llevaba implícitos factores que, con el
tiempo, iban a llevarlo a su crisis.

El debate entre los historiadores refleja las dos caras de la Restauración. Cánovas, por ejemplo, ha gozado de un
gran prestigio como político dada su enorme capacidad para pacificar y estabilizar un país tan conflictivo como la
España del siglo xix. Sin embargo, también ha sido criticado por no tener en cuenta los problemas que su sistema
iba a acarrear en el futuro. Para Ramón Villares, el sistema canovista creó una España oficial que cada vez estaba
más alejada de la España real. Josep Fontana es de la misma opinión, siguiendo su tesis de que el liberalismo dio la
espalda a la mayoría de la población y negó a esta el acceso a la democracia (ya que los derechos estaban regulados
por el Gobierno y el sufragio universal estaba manipulado). Por su parte, según Vicens Vives el papel que Cánovas
dio al rey era «muy peligroso», ya que debido a la falsedad de las elecciones el rey no podía apreciar cuál era la opi-
nión pública real, que los dos grandes partidos no representaban. A pesar de la aparente estabilidad, las tensiones
que estos problemas iban acumulando llevarían con el tiempo a la crisis del Estado liberal, con el resultado trágico
de la Guerra Civil de 1936.
La diferencia entre la España oficial y la real también afecta a la interpretación del caciquismo. Tradicional-
mente ha sido muy criticado como un sistema corrupto a través del cual los poderosos oprimían a la mayoría de la
población. Azcárate, un intelectual de la época, lo calificó como el «nuevo feudalismo», y para el regeneracionista
Joaquín Costa era una de las causas de la decadencia española. Sin embargo, esta interpretación ha sido matizada.
Ya en la misma época, el gran científico Ramón y Cajal consideró el caciquismo «un órgano indispensable de la vida
nacional […], el único vínculo entre el campo y la ciudad, entre el pueblo y el Estado». Actualmente se considera
que el caciquismo «se había desarrollado de forma natural» (Raymond Carr) y que funcionaba como «un gran pacto
entre el poder central y las elites locales» (Villares). En otras palabras, el caciquismo sería un mal necesario que,
en cierto modo, representaba a las poblaciones locales ante el Gobierno central mejor que el sistema electoral y
parlamentario. Ya que este dependía de los caciques, gracias al caciquismo el sistema de la Restauración no sería
tan centralista como parecía oficialmente: la política, en vez de funcionar de arriba a abajo (desde la autoridad del
Gobierno hacia la población) lo haría al revés, de forma ascendente y desde las provincias (irónicamente, lo que
defendían los republicanos federalistas). Villares concluye su explicación del caciquismo citando a la novelista Pardo
Bazán: «El pueblo es muy semejante a los caciques que le oprimen».

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9. Cronología

1 de diciembre, 1874 Manifiesto de Sandhurst


29 de diciembre, 1874 Pronunciamiento de Martínez Campos
31 de diciembre, 1874 Ministerio-regencia de Cánovas
Reinado de Alfonso XII (1875-1885)
1875-1881 Gobierno conservador de Cánovas
1876 Fin de la Tercera Guerra Carlista. Promulgación de la Constitución
1878 Paz de Zanjón en Cuba
1881-1883 Primer Gobierno liberal de Sagasta
1883 Insurrecciones federalistas
1885 Memorial de Agravios. Muerte del rey y Pacto del Pardo
Regencia de María Cristina de Habsburgo-Lorena (1885-1902)
1886-1890 «Gobierno largo» de Sagasta
1887 Ley de Asociaciones
1890 Ley Electoral con sufragio universal
1890-1892 Gobierno de Cánovas
1892-1895 Gobierno de Sagasta
1895-1897 Gobierno de Cánovas
1895 Fundación del PNV. «Grito de Baire» en Cuba
1897 Asesinato de Cánovas
1897-1899 Gobierno de Sagasta
1898 Guerra hispano-americana y Paz de París
1899-1901 Gobiernos conservadores de Silvela y Azcárraga
1901-1902 Gobierno de Sagasta
1901 Fundación de la Lliga Regionalista

10. Textos

Texto 1. Manifiesto de Sandhurst. 1 de diciembre de 1874


He recibido de España un gran número de felicitaciones con motivo de mi cumpleaños […]. Cuantos me han escrito
muestran igual convicción de que solo el restablecimiento de la monarquía constitucional puede poner término a la
opresión, a la incertidumbre y a las crueles perturbaciones que experimenta España. Dícenme que así lo reconoce
ya la mayoría de nuestros compatriotas, y que antes de mucho estarán conmigo los de buena fe, sean cuales fueren
sus antecedentes políticos […].
Por virtud de la espontánea y solemne abdicación de mi augusta madre, tan generosa como infortunada, soy
único representante yo del derecho monárquico en España […]. Afortunadamente la Monarquía hereditaria y cons-
titucional posee en sus principios la necesaria flexibilidad y cuantas condiciones de acierto hacen falta para que
todos los problemas que traiga su restablecimiento consigo sean resueltos de conformidad con los votos y la conve-
niencia de la nación.
No hay que esperar que decida yo nada de plano y arbitrariamente; sin Cortes no resolvieron los negocios ar-
duos los Príncipes españoles allá en los antiguos tiempos de la Monarquía, y esta justísima regla de conducta no he
de olvidarla yo en mi condición presente, y cuando todos los españoles están ya habituados a los procedimientos
parlamentarios. […]
Cuanto se está viviendo enseña que las naciones más grandes y prósperas, y donde el orden, la libertad y la
justicia se admiran mejor, son aquellas que respetan más su propia historia. […] Sea lo que quiera mi propia suerte,
ni dejaré de ser buen español, ni como todos mis antepasados, buen católico, ni, como hombre del siglo, verdade-
ramente liberal.

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Texto 2. Circular de Orovio, ministro de Fomento, a los rectores de las Universidades. 26 de febrero de 1875
A tres puntos capitales se dirigen las observaciones del Ministro que suscribe, a evitar que en los establecimientos
que sostiene el Gobierno se enseñen otras doctrinas religiosas que no sean las del Estado; a mandar que no se tolere
explicación alguna que redunde en menoscabo de la persona del Rey o del régimen monárquico constitucional; y,
por último, a que se restablezcan en todo su vigor la disciplina y el orden en la enseñanza. Si V. S. consigue que en
ese distrito universitario se observen los principios aquí consignados, habrá interpretado fielmente los propósitos
del Gobierno de S. M.

Texto 3. Constitución de 1876


Don Alfonso XII, por la gracia de Dios, Rey constitucional de España; a todos los que las presentes vieren y entendie-
ren, sabed: Que en unión y de acuerdo con las Cortes del Reino actualmente reunidas, hemos venido en decretar y
sancionar la siguiente Constitución de la Monarquía Española.
Art. 11. La religión Católica, Apostólica, Romana, es la del Estado. La Nación se obliga a mantener el culto y sus
ministros. Nadie será molestado en territorio español por sus opiniones religiosas, ni por el ejercicio de su respectivo
culto, salvo el respeto debido a la moral cristiana. No se permitirán, sin embargo, otras ceremonias ni manifestacio-
nes públicas que las de la religión del Estado.
Art. 13. Todo español tiene derecho: De emitir libremente sus ideas y opiniones, ya de palabra, ya por escrito,
valiéndose de la imprenta o de otro procedimiento semejante, sin sujeción a la censura previa. De reunirse pacífica-
mente. De asociarse para los fines de la vida humana.
Art. 14. Las leyes dictarán las reglas oportunas para asegurar a los españoles en el respeto recíproco de los
derechos que este título les reconoce, sin menoscabo de los derechos de la Nación, ni los atributos esenciales del
Poder público. […]
Art. 18. La potestad de hacer las leyes reside en las Cortes con el Rey.
Art. 19. Las Cortes se componen de dos Cuerpos Colegisladores, iguales en facultades: el Senado y el Congreso
de los Diputados.
Art. 20. El Senado se compone: 1.° De senadores por derecho propio; 2.° De senadores vitalicios nombrados por
la Corona; 3.° de senadores elegidos por las corporaciones del Estado y mayores contribuyentes en la forma que
determina la ley. […]
Art. 28. Los Diputados se elegirán y podrán ser elegidos indefinidamente por el método que determine la ley.
[…]
Art. 48. La persona del rey es sagrada e inviolable.
Art. 54. Corresponde además al rey: […] Noveno. Nombrar y separar libremente a los Ministros.

Texto 4. Protesta del republicano de Castellón Francisco González Chermá en las Actas del Ayuntamiento de
Castellón. 10 de febrero de 1877
Resultando que el Sr. Gobernador Civil de la provincia se ha presentado en la mañana del 6 de febrero en la puerta
de varios Colegios en que se estaba verificando la elección de mesas. Resultando que con ademanes iracundos, des-
compuestos y amenazadores ha mandado retirarse a los electores bajo el pretexto de que formaban grupos cuando,
como de costumbre, reinaba el mayor orden […]. Resultando que las listas electorales están falseadas, alteradas
y llenas de intencionadas equivocaciones. Considerando que haciendo retirar el Gobernador a los electores les ha
impedido el ejercicio de un derecho. Considerando que estos abusos son penables ya que impiden y dificultan la
elección; Protesta de los actos ejecutados por el Gobernador y de la falsedad y modo de haberse ejecutado los libros
y listas electorales, reservándose el derecho de acudir al Gobierno y a los Tribunales de Justicia para obtener la
debida reparación y la nulidad de unas elecciones de tal manera preparadas.

Texto 5. El pucherazo según Varela Ortega


Las autoridades locales tenían, por ley, una participación teóricamente neutral en el proceso electoral que el Go-
bierno se encargó de desvirtuar y utilizar de forma partidista, como prueban las circulares de algún gobernador
convocando previamente a los electores para evitar sorpresas o engaños y enseñar directamente la candidatura más
simpática al Gobierno. Es más, en los pocos lugares donde fue necesario, las autoridades y organizaciones locales
de partido recurrieron a coacciones explícitas. Recaudadores de impuestos recorrieron distritos embargando a los
enemigos y perdonando deudas a los amigos. En un pueblo de la provincia de Valladolid, se enviaron soldados por
temor –se dijo– a posibles desórdenes, pero que, en realidad, hicieron de votantes a favor del candidato ministerial.
En Sevilla, muchos de los votos emitidos desaparecieron de las urnas. En el distrito de Medina Sidonia (Cádiz) la
entrada de los colegios se vio obstruida por la policía municipal. Los electores de oposición fueron, primero, cercados
en el casino por la Guardia Civil y, luego, detenidos; a alguno que pidió explicaciones a la autoridad, se le contestó:
«¡Yo soy el primer alcalde y como tal puedo disponer de usted como me dé la gana!»

José Varela Ortega, Los amigos políticos, Madrid, Marcial Pons y Junta de Castilla y León, 2001.

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

Texto 6. Memorial de agravios (1885)


Señor: Jamás Comisión alguna ha debido presentarse ante V. M. más conmovida […] en súplica de que V. M. se
digne fijar su atención en las desgracias que sobre nuestro país viene acumulando la política centralista y unificadora
de los partidos […].
Lo que nosotros deseamos, Señor, es que en España se implante un sistema regional adecuado a las condiciones
actuales de ella […]. Lo deseamos no sólo para Cataluña, sino para todas las provincias de España […].
Señor, se nos arrebató nuestro sistema administrativo, que hoy encuentran bueno e imitan naciones cultas de
Europa, para ser substituido, primero por el sistema castellano, y hoy por una copia imperfecta y viciosa del sistema
francés.
No podemos usar nuestra lengua más que en nuestros hogares y en conversaciones familiares: desterrada de las
escuelas, lo ha sido más tarde de la contratación pública y también de los tribunales, en los cuales muchas veces, y
por muy ilustrados que sean, ni los jueces entienden a los testigos y procesados, ni estos entienden a los jueces. […]
A fuerza de trabajo y privaciones sin cuento, nuestros industriales han creado una industria española que en
cuarenta años ha progresado y alcanzado altísimo nivel. Esta industria viene siendo atacada de raíz de algunos
años a esta parte […]

Texto 7. Bases per a la Constitució regional catalana (Bases de Manresa, 1892)


Base segunda. En su parte dogmática, la Constitución regional catalana mantendrá el temperamento expansivo
de nuestra legislación antigua, reformando, para adecuarlas a las nuevas necesidades, las sabias disposiciones que
contiene respecto a los derechos y libertades de los catalanes.
Base tercera. La lengua catalana será la única que, con carácter oficial, podrá usarse en Catalunya y en las rela-
ciones de esta región con el Poder central.
Base séptima. El Poder legislativo regional radicará en las Cortes catalanas […]. Las Cortes se formarán por
sufragio de todos los cabezas de familia agrupados en clases fundadas en el trabajo manual, en la capacidad o en
las carreras profesionales y en la propiedad, industria y comercio […].

Texto 8. Las causas de la guerra hispano-americana en un artículo de Pablo Iglesias


Tal como están las cosas, es muy difícil que la guerra entre los Estados Unidos y España no estalle. Los falsos patrio-
tas, los mercaderes políticos y los que hacen de las desdichas de sus conciudadanos filón para sus negocios, aseguran
con el mayor desenfado que los causantes de la guerra son los Estados Unidos. No es verdad […]. Los verdaderos
culpables de cuanto hoy nos ocurre están en casa, son de nuestro propio país […].
Si cuando la Isla de Cuba se mostró ansiosa de libertades, los Gobiernos de la Metrópoli se las hubieran concedi-
do, no habrían estallado allí formidables insurrecciones. Si al verificarse, hace tres años, el alzamiento que tan caro
nos cuesta, Sagasta o Cánovas hubiesen otorgado la autonomía, la guerra habría cesado. Y si Sagasta, viendo que
la autonomía dada por él era tardía para lograr la paz en Cuba, se hubiera decidido a ofrecer la independencia a los
insurrectos, habríanse ahorrado a estas fechas muchas vidas y muchos millones de pesetas, y se vería libre España
del tremendo trance en que hoy se halla.

El socialista, 22 de abril de 1898, Madrid.

Texto 9. La Restauración según Artola


La restauración de la monarquía en Alfonso XII vino a restablecer la monarquía constitucional. Cánovas, aleccionado
por la experiencia isabelina, estimó necesario integrar en el sistema político a todas las fuerzas políticas organi-
zadas del país, al tiempo que trataba de organizarlas en dos grandes partidos que coincidiesen en algunos puntos
fundamentales tales como la forma monarquial del gobierno, el parlamentarismo dualista y el mantenimiento del
sistema capitalista y liberal de la economía. Cuando surgieron nuevas opciones políticas organizadas –republicanos,
socialistas, nacionalistas– a los que no se pudo o quiso dar entrada en el juego político, a costa de hacer cada día
mayor el fraude electoral y la presión gubernamental, el sistema político se hizo extraño a un sector cada vez mayor
de la opinión pública [...].

«El Estado», en Miguel Artola (dir.), Enciclopedia de Historia de España, vol. II, Madrid, 1988.

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11. Biografías

Alfonso XII (1857-1885). Rey de Arana, Sabino (1865-1903). Político


España de 1875 a 1885. A raíz de la nacionalista viz­caíno. Inicialmente car-
revolución de 1868, con diez años, lista, en 1882 dio un giro a sus ideas al
pasó al exilio en Francia con su ma- comprender que el fuerismo era un mo-
dre, Isabel II, quien abdicó en él en vimiento españolista, pasando a inves-
1870. Se educó en París, Viena y la tigar las raíces culturales de Vizcaya.
academia militar de Sandhurst, en En 1893 pronunció ante una reunión de
Inglaterra, un dato significativo ya sus allegados el Juramento de Larrazá-
que el sistema político británico tuvo una gran influen- bal, en el que declaró su dedicación a la
cia en la monarquía de la Restauración. En enero de causa vizcaína bajo el lema «Dios y leyes antiguas». Ese
1875, con 17 años, volvió a España y fue proclamado rey. mismo año comenzó a publicar el folleto nacionalista
Anteriormente se había enamorado de su prima María Bizkaitarra, que le costó cuatro procesos judiciales. En
de las Mercedes de Orléans (imagen inferior), con quien 1895 fundó el Partido Nacionalista Vasco, uno de los
contrajo matrimonio en 1878 a pesar de la oposición de más antiguos en la actualidad. Diseñó la ikurriña, la
Isabel II (la novia era hija del duque de Montpensier, actual bandera autonómica vasca. Las ideas de Arana
quien había colaborado con los revolucionarios de 1868 estaban fuertemente basadas en el catolicismo y en la
y matado en duelo al primo de la reina, don Enrique de creencia de que el pueblo vizcaíno era superior al del
Borbon). La joven pareja real se convirtió en un símbo- resto de la península ibérica. Así pues, lo que Arana pre-
lo esperanzador de un mejor futuro para España, pero tendía era concienciar a su pueblo para que rechazara
María de las Mercedes falleció de tifus meses más tar- la influencia de los maketos (inmigrantes del resto de
de. Alfonso se casó al año siguiente con María Cristina España), que corrompía la esencia vizcaína. Arana ha
de Habsburgo-Lorena, archiduquesa de Austria. Este sido muy criticado por los comentarios abiertamente
matrimonio fue de conveniencia y Alfonso tuvo varias racistas con que apoyó sus teorías. No obstante, en sus
aventuras, especialmente con la cantante Elena Sanz, últimos años se moderó, inclinándose hacia una estrate-
que le dio dos hijos ilegítimos. Por esas fechas sufrió gia política que aceptaba la unidad de España.
dos atentados anarquistas, sin mayores consecuencias.
En 1883 el rey realizó una gira europea con el objetivo Cambó, Francesc (1876-1947).
de iniciar una política exterior de que hasta entonces Es- Político catalanista gerundés. En
paña había prácticamente carecido. No obstante, el via- 1901 participó en la fundación
je resultó un fiasco porque la entusiasta identificación de la Lliga Regionalista, lo que lo
del rey con el ejército alemán motivó una fría acogida llevó a convertirse junto a Prat de
cuando llegó a Francia. De vuelta en España, Alfonso la Riba en el líder del catalanis-
visitó, contra el criterio del Gobierno, a soldados afecta- mo conservador. Como diputado
dos por una epidemia de cólera, un a Cortes, Cambó combinó sus de-
gesto que reforzó su popularidad. mandas catalanistas con su intervención en la política
Dos años más tarde, con 27 años, nacional, en la que defendió los intereses industriales.
falleció de tuberculosis. Como rey, En 1916 consiguió neutralizar el proyecto del ministro
mantuvo un deliberado segundo Santiago Alba, que pretendía un reparto equitativo de
plano, dejando hacer a los políticos los beneficios del mercado a raís de la Gran Guerra me-
para evitar los errores cometidos diante un impuesto especial a las empresas. En 1917
por su madre. promovió la protesta de la Asamblea de Parlamentarios,
pero poco después formó parte de distintos Gobiernos
Almirall, Valentí (1841-1904). de concentración. En 1922 promovió el conocido como
Político republicano catalán. De fa- «arancel Cambó», el último de los grandes aranceles de
milia burguesa acomodada, se ini- la Restauración. En la época del pistolerismo apoyó la
ció como seguidor de Pi y Margall, represión del gobernador Martínez Anido en Barcelo-
pero durante el Sexenio Democráti- na. Durante la II República reorganizó el catalanismo
co se distanció de él y mantuvo una conservador, que había sido superado por Esquerra
intensa actividad como federalista Republicana de Catalunya, pero obtuvo escaso éxito.
intransigente. Renunció al cargo de Después de la sublevación militar que inició la Guerra
alcalde de Barcelona, para el que había sido elegido, por Civil, financió al Gobierno franquista. Tras la guerra se
negarse a prestar el juramento establecido. Con la llega- trasladó a Argentina, donde falleció. Cambó fue uno de
da de la Restauración se dedicó a promover y organizar los políticos de mayor prestigio del reinado de Alfonso
el catalanismo mediante diversas iniciativas: fundación XIII, aunque sin dejar de ser una figura controvertida.
del Diari Català (primer periódico en catalán) en 1879; Fue además un exitoso hombre de negocios que amasó
fundación en 1882 del Centre Català, donde reunió a una considerable fortuna con la que reunió una famosa
distintos sectores sociales en defensa del catalanismo; colección de obras de arte.
redacción en 1885 del Memorial de Greuges, enviado al
rey; y publicación en 1886 de su ensayo Lo catalanisme, Cánovas del Castillo, Antonio (1828-1897). Histo-
la primera exposición de la teoría catalanista. Debido riador y político liberal malagueño. Ingresó en el sector
a su personalidad radical, el sector conservador aban- puritano del partido moderado. Más tarde fue archivero
donó el Centre Català. Almirall murió solo, dejando su de O’Donnell, para quien redactó el Manifiesto de Man-
casa y su biblioteca al Ayuntamiento de Barcelona. zanares. Tras el Bienio Progresista fue ministro con un

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

Gobierno moderado y con otro de retirada estratégica de Cánovas. En 1893, como capitán
la Unión Liberal. Tas la revolución general de Cataluña, sufrió un atentado fallido. En 1895
de 1868 practicó el retraimiento, fue enviado a Cuba con motivo de la nueva guerra de
pero en 1869 volvió como dipu- Independencia, pero su política pacificadora no satisfizo
tado líder del partido alfonsino. a Cánovas, que lo sustituyó por Weyler.
En 1873 recibió plenos poderes
de Isabel II para dirigir la causa Prat de la Riba, Enric (1870-
alfonsina. En 1874 año redactó el 1917). Político catalanista barce-
Manifiesto de Sandhurst, firmado por el príncipe Al- lonés. En 1892, como secretario
fonso, y el 31 de diciembre ocupó la presidencia del de la Unió Catalanista, partici-
Gobierno (la primera de seis ocasiones). A partir de la pó en la redacción de las Bases
proclamación de Alfonso XII en 1875 se dedicó a la or- de Manresa, un documento que
ganización del Partido Conservador, la instauración del proponía la autonomía de Cata-
sistema de la Restauración y la pacificación de España. luña. En 1901, tras la escisión de
Durante los turnos del Partido Liberal en el Gobierno, la Unió Catalanista, Prat contribuyó a la fundación de
se dedicó a su labor de historiador. En 1897, en una la Lliga Regionalista, el principal partido catalanista
estancia en el balneario de Santa Águeda (Guipúzcoa), conservador. En 1905 fue diputado a Cortes, y en 1907
Cánovas fue asesinado por el anarquista italiano An- fue elegido presidente de la Diputación de Barcelona,
giolillo como represalia por su represión del atentado cargo en el que creó el Institut d’Estudis Catalans, un
de la Procesión del Corpus en Barcelona. Cánovas fue organismo decisivo en la promoción de la lengua y la
el artífice de la Restauración, una etapa de estabilidad cultura catalanas. En 1914 fue elegido primer presiden-
que dio por concluido el proceso de construcción del te de la Mancomunidad catalana. Prat de la Riba fue un
Estado liberal. A pesar de las críticas que se le han he- político precoz, aunque su actividad fue truncada por
cho, basadas en la corrupción de su sistema político y su su temprana muerte.
cortedad de miras hacia los nuevos problemas, fue una
figura excepcional en la política española. Sagasta, Práxedes Mateo (1825-
1903). Político progresista riojano.
María Cristina de Habsburgo y Se inició en política en la Junta de
Lorena (1858-1929). Archiduque- Zamora de la revolución de 1854;
sa de Austria y regente de España de seguidamente fue diputado. En
1885 a 1902. Nació en Moravia (actual 1863 abogó por el retraimiento de
República Checa). El 29 de noviembre su partido y más tarde se unió a la
de 1879 contrajo matrimonio con Al- actividad revolucionaria de Prim.
fonso XII. Un mes más tarde, la pareja En 1868 fue ministro del Gobierno provisional de Se-
real sufrió un atentado fallido. María rrano, y bajo Amadeo I, etapa en la que se enfrentó a
Cristina, «Crista» para su marido, al parecer quiso a este Ruiz-Zorrilla y fundó el partido constitucionalista, fue
y sufrió discretamente sus infidelidades. Le dio dos hijas presidente del Gobierno. Volvió al cargo durante el Go-
y un hijo póstumo, el futuro Alfonso XIII. María Cristina bierno de Serrano de 1874. En 1875 reconoció la mo-
no tenía una buena relación con Cánovas, quien la envió narquía borbónica, y algo más tarde formó el Partido
al teatro para despejar los rumores sobre la salud del rey Fusionista para entrar en el turno pacífico del sistema
precisamente la noche en que este murió. Por su parte, canovista, llegando a gobernar de 1881 a 1883. En 1885,
por esas fechas Cánovas declaró que no sabía qué hacer a raíz de un acuerdo entre liberales conocido como «ley
«con esta tonta», temiendo que la desaparición del rey de garantías», formó el Partido Liberal, en el que quedó
hiciera caer el sistema bajo el peso de las fuerzas con- organizado definitivamente el antiguo progresismo y
trarias. Sin embargo, María Cristina despejó cualquier con el que suscribió con Cánovas el Pacto del Pardo. A
duda sobre su capacidad como regente, continuando el partir de entonces ocupó el Gobierno cuatro veces, has-
estilo de reinado no intervencionista de su marido. Tuvo ta poco antes de su muerte en 1903. Sagasta fue uno de
preferencia por Sagasta, que gobernó durante doce de las grandes figuras del liberalismo, un personaje curtido
los dieciséis años de la regencia. En 1886 los implicados en mil batallas, un profesional del poder. A diferencia de
en el pronunciamiento republicano de Villacampa fue- Cánovas, su cultura y sus inquietudes intelectuales eran
ron indultados por petición suya. En 1902 dejó el trono mínimas, pero su eficacia como político era difícil de su-
a su hijo, sobre quien ejerció una gran influencia. perar. Ante la preocupación de Amadeo por la «pureza»
de unas elecciones, Sagasta contestó tranquilamente
Martínez Campos, Arsenio (1831- que serían «todo lo puras» que se podía en España.
1900). Militar y político segoviano.
Combatió en la guerra de África a las Villacampa del Castillo, Manuel
órdenes de Prim, y contra los carlistas (1827-1889). Militar coruñés. En
y los cantonales en la I República. El 1843 participó en el levantamiento
29 de diciembre de 1874 realizó un contra Espartero, y en 1854 se unió a
pronunciamiento en Sagunto a favor O’Donnell y participó en la Vicalvara-
de Alfonso XII sin el visto bueno de Cánovas, con lo que da. En los años siguientes, como man-
inició la Restauración. Ascendido a capitán general de do de la Guardia Civil se distinguió en
Cuba, negoció la paz de Zanjón que puso fin a la Guerra la lucha contra el bandolerismo y las revueltas rurales,
de los Diez Años. De marzo a diciembre de 1879 fue lo que le valió continuos ascensos. En 1868 participó
presidente de un Gobierno conservador, durante una en la revolución y más tarde combatió el carlismo y el

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

cantonalismo. Destituido fulminantemente, alegó ha- ca a la que Martínez Campos se había negado. Debido
ber sido objeto de calumnias y Castelar lo repuso, lo a la falta de suministros y condiciones higiénicas en un
que alimentó su lealtad hacia la República. Después clima tropical, los internados murieron a miles (según
del pronunciamiento de Martínez Campos, Villacampa estimaciones, entre 60 000 y 400 000), lo que generó
entró en contacto con Ruiz-Zorrilla y se vio implicado un estado de opinión internacional contrario a España
en tentativas de pronunciamientos republicanos, lo que y favorable a los cubanos. En Estados Unidos, donde
le costó el encarcelamiento. En 1882 fue elegido pre- la prensa llamó a Weyler «el Carnicero», la reconcen-
sidente de la Unión Republicana Militar, una entidad tración predispuso al Gobierno y a la opinión pública
clandestina que en 1886 organizó el conocido como a favor de una intervención militar que finalmente se
pronunciamiento de Villacampa, que contó con tropas efectuó en 1898 tras el hundimiento del Maine (aun-
del cuartel de San Gil como el de Prim veinte años an- que algo más tarde los estadounidenses emplearon los
tes. Aunque fracasó, el pronunciamiento costó la vida a campos de concentración en su guerra contra la Repú-
varios militares leales al Gobierno. Fue el último de la blica Filipina). Apoyado por los conservadores, el nue-
larga serie de pronunciamientos del siglo xix. Villacam- vo Gobierno liberal de Sagasta sustituyó a Weyler por
pa y sus compañeros fueron apresados y condenados a el general Blanco y Erenas. Weyler es recordado como
muerte en consejo de guerra, pero finalmente fueron el iniciador de los campos de concentración e incluso
indultados por intercesión de la regente María Cristina. como un genocida, y ya en su misma época sufrió las
Villacampa murió poco después en el hospital militar críticas de los liberales, de las que se defendió en el
de Melilla. Senado pidiendo respeto para los militares bajo una ve-
lada amenaza de golpe de Estado, o afirmando que «la
Weyler y Nicolau, Valeriano guerra no se hace con caramelos» (palabras capatadas
(1838-1930), marqués de Teneri- por la primera grabación de sonido hecha en España).
fe y duque deRubí. Militar y políti- A partir de 1901, Weyler fue ministro de la Guerra y de
co mallorquín. Tras su intervención Marina, así como Jefe del Estado Mayor, en distintas
en la campaña de Santo Domingo ocasiones. También fue senador durante gran parte de
(1863, por la que recibió la Cruz su carrera. En 1909 era capitán general de Cataluña, por
Laureada de San Fernando), la lo que se encargó de la represión de la Semana Trágica.
guerra de los Diez Años y la tercera Opuesto a la dictadura de Primo de Rivera, en 1925
guerra carlista, Weyler ejerció como capitán General en dimitió como Jefe del Estado Mayor, y en 1926 (con 87
Canarias, Filipinas y Cuba (1896), donde había estalla- años) participó en la Sanjuanada, por la que fue multa-
do la segunda guerra de independencia. Para privar de do. Weyler tuvo un papel activo en la historia de España
apoyos a las guerrillas cubanas llevó a cabo una política durante siete décadas, desde el reinado de Isabel II has-
de «reconcentración», es decir el internamiento de la ta el del nieto de esta, Alfonso XIII (de hecho,murió a
población civil en campos de concentración, una políti- unos meses de la proclamación de la república).

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LA SOCIEDAD Y LA ECONOMÍA DEL ESTADO LIBERAL
Bloque Temático 4, «La construcción del Estado liberal»
Bloque Temático 5, «La Restauración y su crisis»

Sumario
1. Contexto internacional ¶ 2. La evolución demográfica ¶ 3. La sociedad de clases ¶ 4. Inicios y
desarrollo del movimiento obrero ¶ 5. La educación ¶ 6. La agricultura ¶ 7. La incorporación de
España a la Revolución Industrial ¶ 8. Las finanzas ¶ 9. El proteccionismo ¶ 10. Conclusiones ¶
11. Documentos ¶ 12. Biografías

Los apartados 3, 4 y 5 pertenecen al Bloque 4. Los apartados 2, 6, 7, 8 y 9 pertenecen al Bloque 5.

1. Contexto internacional

La construcción del Estado liberal fue un proceso político que permitió a España dejar atrás
el absolutismo, pero para eliminar el Antiguo Régimen también era necesario transformar las
estructuras sociales y económicas como se estaba haciendo en Europa.
Durante el siglo xviii Gran Bretaña experimentó una revolución de la producción agraria
que generó una gran riqueza. Esto permitió que hacia 1760 se diera un proceso aún más influ-
yente, la Revolución Industrial, que consistió en el paso de un modelo de producción artesanal
a un modelo de producción mediante máquinas movidas por nuevas fuentes de energía (en
un principio, el vapor). Este proceso se extendió a la mayor parte de Europa tras el fin de las
guerras napoleónicas en 1815, y más tarde a todo el mundo, provocando cambios radicales en
la economía y la sociedad.
La economía dejó de basarse en el sector agrario y de estar limitada por el orden jurídico y
pasó a una base industrial y al libre mercado. Así se instauró un nuevo sistema económico, el
capitalismo, basado en los principios del liberalismo económico: la búsqueda del máximo be-
neficio a través de la libre iniciativa privada en empresas e inversiones. En cuanto a la sociedad,
el capitalismo hizo que la división en estamentos desapareciera y dejara paso a una división en
clases, diferenciadas solo por el nivel de riqueza. Por un lado, al hacerse con las riendas de la
economía la burguesía capitalista ascendió de estatus social, equiparándose a la nobleza, mien-
tras que por otro lado las fábricas motivaron la aparición de un nuevo grupo social, el proleta-
riado, compuesto por trabajadores asalariados no cualificados que vivían en la miseria y que,
poco a poco, se organizaron para luchar por sus derechos en el llamado movimiento obrero.
En suma, las revoluciones políticas liberales, con sus constituciones y sus reformas, elimina-
ron jurídicamente el Antiguo Régimen, pero no fue todo una mera cuestión de defensa de la li-
bertad contra la tiranía del absolutismo. La vieja estructura del Antiguo Régimen condicionaba
toda la actividad económica, y los liberales se dispusieron a echarla abajo para, sencillamente,
hacer negocios.

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

2. La evolución demográfica

2.1. El crecimiento de la población

La población española fue creciendo durante el siglo xix a un ritmo lento, pasando de unos
11,5 millones de habitantes en 1800 a unos 18,6 millones en 1900 (tasa media anual en torno
al 0,5 %). Aunque la tasa de natalidad era alta, la tasa de mortalidad (en torno al 30 ‰) tam-
bién lo era, especialmente la infantil. La esperanza de vida en 1900 no llegaba a los 35 años,
mientras que en Gran Bretaña superaba los 45.
Todo ello se debía principalmente a dos motivos: a) la carestía de alimentos, agravada pe-
riódicamente por las crisis de subsistencias (1847, 1856-1857, 1867-1868, en total doce en el
siglo xix); y b) las epidemias, como las de fiebre amarilla o de cólera (1834, 1865, 1885). Esto
significa que las revueltas populares coinciden a menudo con las épocas de carestía o epidemia.
Hacia 1900, España entró en la transición demográfica, es decir el paso de un modelo demo-
gráfico antiguo, caracterizado por tasas de mortalidad y natalidad altas, a un modelo moderno
caracterizado por tasas de mortalidad y natalidad bajas. La causa fue la mejora en las condi-
ciones de vida (tanto de la dieta como de la higiene), que hizo que la mortalidad bajara a un
ritmo más rápido que la natalidad dando lugar a un crecimiento natural más pronunciado. En
1930 la población española era de 23,5 millones de habitantes y la esperanza de vida llegaba Tablas 1 y 2
a los 50 años.

2.2. Las migraciones y sus consecuencias

El aumento de la población, sumado al efecto negativo de las desamortizaciones sobre el cam-


pesinado, hizo que a partir de 1860 se iniciara el éxodo rural hacia Madrid y las grandes ciuda-
des de la periferia (Barcelona, Valencia, Bilbao, Sevilla). Estas migraciones tuvieron diversas
consecuencias. En primer lugar, el tradicional predominio de la población rural se fue debili-
tando, de modo que hacia 1930 cerca de la mitad de la población vivía en ciudades medianas o
grandes. Como ejemplo, mientras que hacia 1900 Madrid y Barcelona contaban con algo más
de medio millón de habitantes, hacia 1930 llegaban al millón.
El éxodo rural motivó que las ciudades crecieran y se renovaran. Las antiguas murallas y
los conventos desamortizados, que ocupaban grandes extensiones urbanas, fueron derribados;
se construyeron ensanches ortogonales (como el Eixample de Barcelona, resultado del Plan
Cerdá, o el Barrio de Salamanca de Madrid); y se introdujeron mejoras como el alumbrado, el
alcantarillado o la canalización de aguas. Como contrapartida, la distribución de la población
se hizo muy desequilibrada, con altas densidades en torno a las grandes ciudades y con zonas Mapa 1
poco pobladas o casi desérticas en el interior. En el terreno social y político, se dio un creci-
miento de la población obrera industrial y de clase media, mientras que el caciquismo, que era
menos influyente en las ciudades, se fue debilitando.
Además de la emigración hacia las ciudades, se produjo una creciente emigración hacia
América Latina (Cuba, Argentina, México y Brasil). Los emigrantes salieron mayoritariamente
desde Galicia, donde había una alta densidad de población y la agricultura era muy poco pro-
ductiva, pero también desde Asturias, Cantabria, Canarias y Cataluña. Esta emigración alcanzó
su máximo entre 1900 y 1914, año en que la guerra mundial cortó las rutas transoceánicas y
favoreció el empleo en España. Hasta entonces se habían embarcado entre un millón y medio
y dos millones de españoles.
La emigración a América Latina originó la figura del indiano, un emigrante que después de
hacer fortuna volvía a España, en ocasiones para convertirse en cacique.

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3. La sociedad de clases

La sociedad del Antiguo Régimen estaba dividida en tres estamentos: dos estamentos minorita-
rios que gozaban de privilegios jurídicos (nobleza y clero) y uno mayoritario y no privilegiado
(el pueblo llano), formado tanto por campesinos pobres como por burgueses ricos. La perte-
nencia a un estamento determinado la daba el nacimiento, es decir no se podía pasar de uno a
otro (salvo entrando en el clero). Este estado de cosas fue alterado por la burguesía mediante
la revolución liberal, que al establecer la igualdad ante la ley abolió los privilegios y por tanto
la división estamental. A partir de entonces la sociedad pasó a estar dividida en clases, es decir
grupos abiertos (con movilidad entre unos y otros) y diferenciados por su nivel económico, lo
que permitió a la burguesía ascender socialmente en virtud de su riqueza.

3.1. La clase alta

Este grupo era reducido pero acumulaba la riqueza y el poder. Estaba formado, por un lado,
por los antiguos privilegiados (nobleza y alto clero), y por otro por la alta burguesía y los altos
mandos militares. La actitud de la clase alta fue en general la de una oligarquía más interesada
en conservar su estatus que en modernizar el país a través de la inversión.

3.1.1. La nobleza

La nobleza o aristocracia debía su riqueza y su poder a la posesión de tierras (hacia 1900


acumulaba un 42 % de la tierra a pesar de constituir menos de un 1 % de los propietarios). La
revolución liberal trajo la obligación para todos de pagar impuestos y la abolición del régimen
señorial, pero esto no resultó perjudicial para la nobleza porque la reforma agraria le permitió
consolidar e incluso aumentar sus propiedades mediante la transformación de los señoríos en
títulos de propiedad así como mediante la compra de tierras desamortizadas. Aunque algu-
nas casas nobiliarias no supieron adaptarse a los nuevos tiempos y se arruinaron, la mayoría
salieron beneficiadas y por ello apoyaron la construcción del Estado liberal, dando la espalda
a los carlistas. Por otro lado, durante el siglo xix el número de nobles aumentó considerable-
mente dado que los reyes practicaron una política de ennoblecimiento de políticos, militares
y burgueses.
En definitiva, la nobleza pudo mantener su habitual actitud rentista y absentista, es decir Texto 6
un modo de vida a espaldas de las tierras de las que surgía su riqueza ya que solía vivir en sus
palacios de Madrid, desde donde podía ejercer su influencia conservadora en la corte y el Se-
nado. A partir de 1900, sin embargo, la nobleza comenzó a invertir en la industria.

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3.1.2. El clero

Tradicionalmente, los miembros de la Iglesia católica se dividían entre el clero secular (los cu-
ras a cargo de parroquias) y el regular (monjes, monjas y frailes enclaustrados en conventos),
pero formaba un solo estamento privilegiado. Con la llegada de la sociedad de clases, pasaron
a dividirse tambén entre a) altos cargos eclesiásticos, que se integraron en la clase alta; y b)
bajo clero, que correspondía a la clase media o bien a la baja en el caso de gran parte del clero
regular. En cualquier caso, al contrario que la nobleza, el clero se vio muy perjudicado por la
revolución liberal al ser considerado (especialmente el clero regular) una carga económica
para el Estado y un apoyo para el absolutismo.
Por un lado, la reforma agraria liberal (especialmente la desamortización y la supresión del
diezmo) constituyó un ataque de los progresistas al poder de la Iglesia al privarla de su princi-
pal fuente de ingresos, las rentas de las tierras. Además, supuso el cierre de obras benéficas, el
expolio del patrimonio artístico y el abandono de la vida religiosa de una gran parte del clero
regular, expulsada de los conventos desamortizados. A pesar de que las Constituciones obliga-
ban al Estado a financiar a la Iglesia, el endeudamiento público impedía que este compromiso
se cumpliera adecuadamente.
Por otro lado, se produjeron ataques anticlericales por parte de la clase trabajadora, desde
la matanza de frailes de Madrid en 1834 o las bullangas de Barcelona de 1835 hasta la Semana
Trágica de 1909 en Barcelona y, finalmente, los asesinatos y las quemas de iglesias y conventos
durante la Guerra Civil.
Por último, los partidos políticos más a la izquierda (demócrata y republicano) reclamaron
y finalmente impusieron durante el Sexenio Democrático la libertad de culto, que minaba la
influencia social y cultural de la Iglesia.
Todo ello hizo que el clero se integrara en el carlismo o bien en los sectores más conserva-
dores de la monarquía de Isabel II (los neocatólicos), consiguiendo que los moderados detu-
vieran la desamortización en 1844 o negociaran el Concordato de 1851. Finalmente, con la
Restauración, la Iglesia fue muy favorecida por Cánovas, que necesitaba su apoyo para eliminar
el peligro del carlismo. A cambio, la Iglesia recuperó su influencia en la política a través del
Senado y en la sociedad a través del control de la educación, además de lograr la recuperación
del clero regular.

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

3.1.3. La alta burguesía

Generalmente se entiende por burguesía el grupo social formado por personas que gozan de
un modo de vida acomodado basado en sus negocios.
La burguesía fue el grupo social promotor de la revolución liberal, o al menos fue el más
beneficiado por ella. Mediante la revolución, la burguesía logró liberalizar la propiedad y la
actividad económica eliminando todas las trabas establecidas por el orden jurídico del Antiguo
Régimen. De este modo, pudo acceder a la propiedad de la tierra y emprender la actividad in-
dustrial, con lo que se enriqueció y formó un nuevo grupo social, la alta burguesía capitalista,
que se equiparó en poder a la antigua nobleza. De hecho, a partir del reinado de Isabel II la
alta burguesía comenzó a integrarse en la nobleza a través de matrimonios y de la concesión
por parte de la Corona de títulos nobiliarios a burgueses ricos e influyentes, ya fuera por sus
negocios o por su actividad política. Por tanto, en general la alta burguesía no tuvo en España
el carácter emprendedor que demostró en otros países más transformados por la Revolución
Industrial; más bien se esforzó en adquirir una posición económica y social de poder y prestigio,
sin interesarse por el desarrollo general del país.
La alta burguesía se dividía en varios grupos: la burguesía financiera, dedicada a la espe-
culación mediante crédito e inversiones y radicada en Madrid; la comercial, en las ciudades
portuarias; la agraria; y la industrial, la de carácter más emprendedor especialmente en el caso
de la industria textil barcelonesa.
Por último, se puede considerar como del mismo estatus a los altos mandos militares. A
partir de la guerra de Independencia los puestos de oficial dejaron de estar reservados a la
nobleza, y muchos hijos de burgueses o incluso de trabajadores lograron entrar y ascender en
el Ejército hasta alcanzar la nobleza, la riqueza y los cargos políticos (fue el caso, por ejemplo,
de Espartero).

3.2. La clase media

Durante el siglo xix, la clase media constituía en torno a un tercio de la población. Se carac-
terizaba por vivir de su trabajo diario con cierta comodidad, y se dividía en distintos grupos.
Por un lado estaba la pequeña burguesía, que se dedicaba al pequeño comercio (dueños de
tiendas) o a la artesanía (maestros de taller). Por otro estaban los funcionarios, que en su ma-
yoría ocupaban las oficinas de la Administración del Estado en Madrid. Este grupo dio lugar a
una de las figuras más típicas del siglo xix español, especialmente durante la Restauración: el
cesante, una persona sin cualificación específica que solo tenía trabajo cuando el partido en el
que tenía contactos estaba en el Gobierno. Otros grupos de clase media eran los profesionales
liberales (abogados, médicos, ingenieros), los maestros, los pequeños propietarios agrarios y
los oficiales del Ejército. Gracias al establecimiento de la igualdad ante la ley, la clase media
tenía posibilidades de ascenso social mediante los negocios o la actividad política y militar.
A pesar de su limitado poder económico, la clase media ejerció una influencia política con-
siderable como origen de miembros de los partidos liberal, demócrata o republicano y como
base de las sucesivas revoluciones, ya que muchos de sus miembros se lanzaron al combate en
las revueltas populares, a menudo como miembros de la Milicia Nacional, o bien participaron
en las Juntas revolucionarias en busca de la ampliación del sufragio censitario y de mayores
libertades.

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3.3. La clase obrera

La gran masa de la población vivía en la pobreza ya que dependía de otros para conseguir un
medio de vida, generalmente a través de un salario o jornal que quedaba casi siempre por de-
bajo de las subidas de los precios, que a su vez eran constantes a causa del desabastecimiento
provocado por las guerras y las malas cosechas.
Este sector mayoritario de lo que había sido el estamento no privilegiado fue conocido como
clase obrera, clase trabajadora o proletariado, y se dividió básicamente en campesinado y en
proletariado industrial (otros grupos eran el del servicio doméstico y el de los soldados rasos).

3.3.1. El campesinado

A principios del siglo xix, la gran mayoría de la población española estaba formada por cam-
pesinos. Estos fueron quienes más sufrieron los efectos de la guerra de Independencia, sin que
la revolución liberal los compensara nunca por sus sacrificios.
Una pequeña parte vivía en condiciones más o menos favorables, especialmente en el norte
de España, donde había campesinos propietarios de superficies pequeñas o medianas o bien
arrendatarios con contratos a largo plazo (enfiteusis) que les permitían estabilidad y gozar en
la práctica de una situación similar a la de los propietarios (era el caso de los rabassaires cata-
lanes, dedicados al cultivo de la vid).
No obstante, la mayoría del campesinado vivía en condiciones precarias. Una parte la cons-
tituían los arrendatarios con contratos cortos. La desamortización tuvo un efecto muy negativo
sobre ellos al defraudar sus esperanzas de acceder a la propiedad, someterlos a la subida de las
rentas a manos de los nuevos propietarios y privarlos del uso de las tierras comunales munici-
pales. La desamortización también los perjudicó indirectamente en muchos casos al causar el
cierre de los establecimientos de beneficencia de la Iglesia y de las escuelas de los Ayuntamien-
tos, que ya no se podían mantener por la pérdida de los ingresos provenientes de las tierras. El
resultado de todo ello fue la proletarización de estos campesinos, es decir el empeoramiento
de su condición, que se asimiló a la de los jornaleros.
Los jornaleros o braceros eran los campesinos asalariados y por tanto constituían el proleta- Texto 1
riado agrario. Vivían mayoritariamente en los latifundios de Andalucía y Extremadura. Hacia
1860 eran unos 2,5 millones de personas, es decir un 54 % del campesinado y un tercio de la
población activa. Trabajaban de sol a sol por una paga muy baja, carecían de posesiones y su-
frían una gran inestabilidad laboral ya que dependían de ser contratados día a día en función
del ciclo de las cosechas o los deseos del terrateniente (en total, unos 200 días al año). Además
no gozaban de ninguna protección legal.
La pobreza del campesinado español, por un lado, dio lugar a que el sector mayoritario de
la población cayera en una situación cada vez más desesperada que lo impulsó a las protestas
violentas; por otro lado, afectó negativamente a la economía nacional al mantener un nivel de
consumo muy bajo.

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3.3.2. El proletariado industrial

Este nuevo grupo social estaba formado por los obreros de las fábricas, y por tanto surgió y
creció con la industrialización. Habitaba las ciudades donde se instalaban las fábricas, que iban
atrayendo a los campesinos perjudicados por las desamortizaciones o a los artesanos desampa-
rados por la supresión de los privilegios de los gremios. Inicialmente minoritario, el proletaria-
do industrial creció de forma sostenida, de un 10 % de la población en 1850 a un 30 % en 1930.
Los obreros, al igual que los campesinos, vivían en condiciones miserables, en su caso en Texto 2
barrios y viviendas insalubres o en ocasiones en barracones habilitados por las empresas. Sus
jornadas laborales eran muy largas, de más de doce horas, y se desempeñaban en fábricas o
minas carentes de medidas de seguridad. Existía el trabajo infantil, el despido era libre y no se Texto 3
concedían bajas por enfermedad ni ninguna otra clase de protección legal.

4. Inicios y desarrollo del movimiento obrero

4.1. Inicios del movimiento obrero

El movimiento obrero es el conjunto de actividades organizadas por parte de los trabajadores


con el fin de conseguir mejoras en sus condiciones de trabajo y de vida. Este movimiento surgió
de forma espontánea y desorganizada pero con el tiempo desembocó en la creación de ideo-
logías y organizaciones obreras muy influyentes. Entre las reivindicaciones que originaron el
movimiento obrero se hallan las siguientes:
• Derecho de reunión y asociación. Para reclamar mejoras en las condiciones de vida y de
trabajo era vital organizarse. En 1839 el Gobierno progresista autorizó la formación de
sociedades mutuas, pero estas sufrieron continuas prohibiciones.
• Sufragio universal para elegir a representantes políticos propios.
• Aumento de salarios y reducción de la jornada laboral hasta las diez horas.
• Supresión del impuesto de consumos y bajada de los precios en artículos básicos. Du-
rante las crisis de subsistencias, la carestía se unía a la subida de los precios y el pueblo
se veía azotado por el hambre.
• Abolición de las quintas. El reclutamiento de soldados se hacía por sorteo entre un quinto
de la población en edad de servicio militar, pero podía ser evitado mediante el pago de
una exención. Por tanto, solo los pobres iban a filas.

Las primeras protestas obreras fueron ataques luditas, es decir los dirigidos por artesanos
contra las máquinas que les dejaban sin trabajo: destrucciones en Alcoy en 1821; incendio de
la fábrica Bonaplata de Barcelona en 1835; y huelga general de Barcelona en 1855 contra las
máquinas selfactinas. En el campo también surgieron conflictos, como el apoyo al carlismo en el
norte o las revueltas en Andalucía a partir de 1840, que consistieron en ocupaciones y repartos
de tierras, quemas de cosechas y ataques a terratenientes o a la Guardia Civil. El ejemplo más
destacable es la masiva revuelta campesina de Loja de 1861 (famosa por ocurrir en las tierras
de Narváez) que fue duramente reprimida por el Ejército. También se dieron ataques anticle-
ricales o el bandolerismo practicado por desposeídos que recurrían a asaltar diligencias y que
se convirtió en uno de los tópicos de la imagen de España en el exterior. En cuanto a la política,
el hecho de carecer del derecho al voto junto a la esperanza de mejorar su situación llevaron
a la clase trabajadora a apoyar activamente el liberalismo progresista mediante revueltas que
en ocasiones fueron decisivas para el triunfo de los pronunciamientos. Sin embargo, una vez
alcanzado el poder los liberales daban la espalda a las reivindicaciones populares.

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4.2. El internacionalismo y las ideologías obreras

En 1864, la organización del movimiento obrero europeo y por tanto su capacidad de presión
tomaron un impulso decisivo con la fundación en Londres de la I Asociación Internacional de
Trabajadores (AIT), que albergaba dos corrientes: el socialismo y el anarquismo.
El socialismo científico o marxismo fue creado por el filósofo y economista alemán Karl
Marx (principal impulsor de la AIT) junto con su colaborador Friedrich Engels. Según esta
teoría, la historia de la humanidad consistía en una lucha de clases entre opresores (la burgue-
sía) y oprimidos (el proletariado), una lucha que a través de una revolución social llevaría a la
dictadura del proletariado, fase provisional que serviría para eliminar la propiedad privada y
por tanto las clases sociales y que finalmente daría paso a una sociedad igualitaria.
El anarquismo, defendido por Mijaíl Bakunin, tenía el mismo objetivo igualitario pero de-
fendía la total libertad del individuo y por tanto la eliminación del Estado y de cualquier otra
forma de autoridad, lo que lo ponía en contra de la dictadura del proletariado. Como alter-
nativa proponía una sociedad organizada en comunas autogestionadas mediante un sistema
asambleario y que establecerían relaciones libres entre sí.

4.3. El internacionalismo español

En España, el fracaso del Sexenio Democrático supuso la última decepción política de la clase
trabajadora, que a partir de entonces comenzó a defender sus derechos por sí misma en contra
del sistema liberal. El internacionalismo acababa de entrar en España y no había tenido tiempo
de consolidarse, pero constituyó la base de la organización del movimiento obrero en las déca-
das siguientes, en las que aumentó la capacidad de negociación de los trabajadores y se consi-
guieron mejoras como el descanso dominical o la reducción de la jornada laboral a ocho horas.

4.3.1. Anarquismo

El internacionalismo fue introducido en España en 1868 por un miembro anarquista de la


AIT, Giuseppe Fanelli. En 1870, gracias al derecho de asociación de la Constitución de 1869,
se fundó la Federación Regional Española de la AIT (FRE), de tendencia anarquista. No obs-
tante, el papel del movimiento obrero en las insurrecciones federalistas y cantonales, así como
las noticias sobre la Comuna de París, hicieron que el Gobierno declarara ilegal la AIT en 1871
y la FRE en 1874. En 1881, la FRE resurgió como la Federación de Trabajadores de la Región
Española (FTRE), pero se disolvió en 1888. Esto llevó a la división del anarquismo español en
dos tendencias:
• El terrorismo o «acción directa». Consistió en la comisión de atentados contra la clase alta
y los dirigentes políticos: bomba en el Teatro del Liceo de Barcelona (1893), asesinatos
de los presidentes Cánovas (1897), Canalejas (1912) y Dato (1921) y atentado contra el
rey Alfonso XIII (1906).
• El anarcosindicalismo. Fue la tendencia iniciada por la FTRE, y a la larga la más influ-
yente. Defendía la acción organizativa y reivindicativa de los sindicatos, especialmente
a través de la huelga, un recurso que alcanzó su nivel máximo en la década de 1910. Su
principal organización fue la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), fundada en
Barcelona en 1910 a partir del sindicato Solidaridad Obrera.

El anarquismo fue la ideología obrera mayoritaria del proletariado agrario (especialmente


los jornaleros de Andalucía y Extremadura) y de la industria barcelonesa.

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4.3.2. Socialismo

En 1871 llegó a España Paul Lafargue, yerno de Marx, quien influyó en un grupo de tipógra-
fos que en 1872 fueron expulsados de la FRE. Este grupo formó en 1879 el Partido Socialista Texto 4
Obrero Español (PSOE), liderado por Pablo Iglesias. Los socialistas consideraban que la re-
volución liberal había servido solo para que la burguesía tomara el poder en defensa de sus
propios intereses y a expensas de la clase obrera. Por ello, perseguían los objetivos marxistas
de toma del poder y de eliminación de las clases sociales, aunque en principio a través de la
acción política legal.
En 1888 Iglesias fundó el sindicato Unión General de Trabajadores (UGT) y en 1910 fue ele-
gido diputado gracias a la coalición entre socialistas y republicanos, con lo que se convirtió en
el primer miembro del movimiento obrero con un escaño en las Cortes. En los años 20 la UGT
obtuvo un triunfo estratégico sobre la CNT al colaborar con la dictadura de Primo de Rivera en
la organización de comités de obreros y patronos para la resolución de conflictos laborales. El
PSOE, por su parte, no ejerció una actividad política importante hasta la llegada de la Segunda
República en 1931. Mientras, su estrategia de actuar dentro del sistema establecido hizo que
en 1922 una sección del partido más radical e influida por el comunismo (la rama soviética del
marxismo) se escindiera y fundara el Partido Comunista Español (PCE).

5. La educación

La España del siglo xix era un país sumido en el analfabetismo (un 75 % en 1860). Aunque las
distintas constituciones establecían el derecho a la educación, en realidad los presupuestos
dedicados a ella eran bajísimos, lo que contribuyó al atraso económico y social del país.
La enseñanza estuvo básicamente en manos de la Iglesia hasta el Plan Pidal de 1845 (du-
rante la Década Moderada), la primera regulación liberal de la «instrucción pública» (como
se la conocía entonces), que ponía la enseñanza universitaria a cargo del Gobierno pero la
primaria a cargo de los Ayuntamientos, cuyos recursos eran limitados (sobre todo después de
la desamortización de Madoz). De aquella época procede el dicho «Tener más hambre que un
maestro de escuela».
La Ley de Instrucción Pública de 1856 (Ley Moyano, también de los moderados) consolidó
la intervención del Estado en la educación haciendo la educación primaria obligatoria además
de gratuita en caso de necesidad. En 1930, el analfabetismo se había reducido a un 27 %.
En 1876 un grupo de catedráticos republicanos apartados de la Universidad de Madrid por
las medidas autoritarias de comienzos de la Restauración (entre ellos Francisco Giner de los
Ríos, Gumersindo de Azcárate y Nicolás Salmerón) fundó la Institución Libre de Enseñanza,
en la que también participaron intelectuales como Joaquín Costa, el autor más importante del
regeneracionismo. La ILE estaba influida por el krausismo (una corriente filosófica idealista
alemana que arraigó notablemente en España) y se convirtió en un importante estímulo de la
vida cultural española a través de sus publicaciones y conferencias, en las que participaban
grandes figuras internacionales. Además, introdujo métodos pedagógicos modernos destina-
dos a fomentar el pensamiento crítico. De esta forma, la ILE ejerció una notable influencia en
los futuros artífices de la II República.

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6. La agricultura

6.1. La baja productividad agraria y sus causas

A principios del siglo xix la productividad del campo español era muy baja debido principal-
mente a dos motivos: el medio físico y la estructura de propiedad de la tierra.

6.1.1. El medio físico

El relieve y la escasa pluviosidad hacen que en general el suelo español sea poco fértil, sobre
todo si se emplean técnicas de cultivo tradicionales como ocurría en el siglo xix.

6.1.2. La estructura de propiedad de la tierra

Por un lado, la propiedad de la tierra presentaba fuertes desequilibrios originados en el modo Mapa 2
en que se realizó la Reconquista a lo largo de la Edad Media. En Galicia la tierra estaba dividida
en minifundios, parcelas tan pequeñas que apenas daban para alimentar a una familia. En el
resto de la franja norte peninsular, así como en el Levante, había parcelas de tamaño medio
trabajadas por sus propietarios o por arrendatarios con contratos a largo plazo (enfiteusis). En
el resto de la península, especialmente Andalucía y Extremadura, la tierra se dividía o bien en
fincas trabajadas por arrendatarios a corto plazo, o bien en latifundios, grandes extensiones
trabajadas por jornaleros (campesinos asalariados). A causa de todo ello, la mayoría de la tierra
era propiedad de una minoría, los privilegiados (nobleza y clero), y por tanto era trabajada por
campesinos que no la poseían.
Por otro lado, la tierra estaba sometida al régimen señorial o feudal del Antiguo Régimen,
que daba más importancia a los derechos de explotación sobre la tierra que a la propiedad. De
este modo, los privilegiados eran considerados legalmente como señores, lo que por un lado los
hacía titulares de los derechos sobre las tierras pero por otro no les permitía disponer libremen-
te de ellas. Las de la Iglesia estaban amortizadas (manos muertas) y las de la nobleza estaban
vinculadas mediante el mayorazgo, lo que en ambos casos significaba que sus titulares no po-
dían venderlas, únicamente arrendarlas. Como los ingresos por arrendamiento o rentas (junto
con algunos derechos señoriales y el diezmo) constituían la principal fuente de riqueza para
los privilegiados, estos no sentían la necesidad de invertir en la modernización de las técnicas
de cultivo (por ejemplo, introducción de maquinaria). En ocasiones, incluso dejaban tierras
sin cultivar. Los campesinos arrendatarios, por su parte, ni tenían capacidad de inversión ni se
sentían incentivados a ello debido a la corta duración de sus contratos. Además, como la tierra
estaba fuera del mercado, nadie que tuviera el capital y la iniciativa suficiente para invertir en
ella podía adquirirla.
Todos estos factores económicos y sociales limitaron la productividad de la agricultura es-
pañola, que era básicamente de subsistencia, es decir no generaba excedentes para el comercio.
Esto tuvo un efecto negativo generalizado en la economía y la sociedad. Por un lado, la mayoría
de la población vio muy limitada su capacidad de consumo, lo que a su vez limitó la recauda-
ción del Estado, la producción industrial y las posibilidades de acumulación de capitales para
la inversión. Por otro lado, la dieta era pobre, lo que agravaba la mortalidad; más aún, en los
años de malas cosechas se producían irremediablemente crisis de subsistencias que dejaban a
la población indefensa ante el hambre y las enfermedades y la abocaban a las revueltas.
La agricultura era la base de la economía española, pero, a diferencia de otros países euro-
peos como el Reino Unido, esta no era una base sólida.

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6.2. La reforma agraria liberal: la desamortización

6.2.1. Origen, objetivo y medidas de la reforma agraria

Para solucionar los graves problemas de la agricultura española, y por tanto de la economía del
país, los liberales promovieron una reforma agraria que eliminara las limitaciones impuestas a
este sector por el orden jurídico del Antiguo Régimen. Esta necesidad ya había sido apreciada
en la época del despotismo ilustrado: Jovellanos redactó un famoso Informe sobre la ley agraria
(publicado en 1795) en el que defendía, entre otras medidas, la desamortización de tierras, y en
1798 Godoy inició una desamortización de algunas propiedades de la Iglesia que fue detenida
por la guerra de Independencia. Más tarde, las Cortes de Cádiz y los Gobiernos del Trienio
Liberal también emprendieron una reforma agraria que incluía desamortizaciones, pero todo
fue anulado con la restauración del absolutismo por parte de Fernando VII.
A raíz de la revolución liberal durante la regencia de María Cristina, los liberales, en concre-
to los progresistas, pudieron finalmente llevar a cabo la reforma agraria. Su objetivo principal
era consolidar y liberalizar la propiedad agraria de modo que esta se pudiera vender y comprar
libremente. Esto permitiría un reparto más equitativo de la tierra y un aumento de la produc-
tividad a través de las inversiones.
Para conseguir este objetivo, los progresistas restablecieron y ampliaron la reforma agraria
de las Cortes de Cádiz y el Trienio Liberal con medidas como la abolición del régimen señorial,
la desvinculación de las tierras de la nobleza (es decir, la abolición del mayorazgo), la supresión
del diezmo, abolición de la Mesta y sobre todo la desamortización.

6.2.2. La desamortización

La desamortización consistió en el proceso de nacionalización (expropiación por el Estado) y


posterior venta de las propiedades que estaban hasta entonces fuera del mercado, a excepción
de los mayorazgos de la nobleza, que solo fueron desvinculados. Se dividió en tres fases:
Desamortización de Mendizábal.– La primera desamortización fue llevada a cabo de 1836 a Texto 5
1837 durante la regencia de María Cristina por el progresista Juan Álvarez Mendizábal, prime-
ro en calidad de presidente del Gobierno y más tarde como ministro de Hacienda. Afectó a los
bienes del clero regular, que era considerado por los progresistas como una carga económica
para el Estado y un nido de defensores del Antiguo Régimen. Además del objetivo de reformar
la propiedad agraria, esta desamortización tuvo el objetivo específico de afianzar la construc-
ción del Estado liberal mediante tres procedimientos: a) conseguir ingresos rápidos con los
que pagar la deuda pública y la guerra contra el carlismo; b) ganar apoyos para la causa liberal
entre los nuevos propietarios agrarios; y c) debilitar a la Iglesia como apoyo del absolutismo.
Desamortización de los bienes del clero secular.– La segunda fase de la desamortización fue
iniciada en 1841 durante la regencia de Espartero y detenida en 1844 por los moderados. Estos
se comprometieron mediante el Concordato de 1851 a no continuar con las desamortizaciones
a cambio de que el papado aceptara las que ya se habían realizado (y apoyara a Isabel II como
reina legítima).
Desamortización de Madoz.– La desamortización conocida también como general o civil fue
emprendida en 1855 durante el Bienio Progresista mediante la Ley General de Desamortización
del ministro Pascual Madoz y afectó tanto a los bienes que le quedaban a la Iglesia como a los
bienes comunales de los municipios. En este caso, el objetivo específico era obtener ingresos
para el pago de las subvenciones a la construcción de la red de ferrocarril.

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6.2.3. Resultado de la reforma agraria

Las desamortizaciones afectaron aproximadamente al 20 % del suelo español, lo que permitió


el aumento de la superficie cultivada y por tanto de la producción, lo cual a su vez contribuyó
a la mejora de la alimentación. También permitieron el derribo de muchos conventos en el
interior de las ciudades y por tanto el desarrollo urbanístico moderno.
Pero el objetivo de repartir la tierra equitativamente, así como de aumentar la productivi- Texto 7
dad, no se alcanzó, ya que los liberales dieron mucha más importancia al objetivo de afianzar el
Estado liberal: la desamortización de Mendizábal logró evitar la quiebra del Estado y financiar
la guerra hasta la derrota del carlismo en 1840, así como sólidos apoyos para el nuevo régimen
político entre la burguesía y la nobleza.
En cuanto a la burguesía, las ventas de la desamortización de Mendizábal se llevaron a cabo
mediante subasta, lo que permitió a la clase alta acaparar las tierras, generalmente con el ob-
jetivo de obtener rentas o de especular y no de mejorar los cultivos. Gracias a ello la burguesía
pudo acceder por primera vez a la propiedad de la tierra.
La nobleza, por su parte, no solo no perdió sus derechos de explotación sobre las tierras
sino que los consolidó al convertirlos en propiedad mercantil (con ayuda de los tribunales, que
dictaminaron a su favor y contra los pueblos en los pleitos en que las escrituras de propiedad
no se conservaban). De este modo, aunque perdió sus privilegios jurídicos, la nobleza se vio
beneficiada económicamente y por ello apoyó la construcción del Estado liberal.
Así pues, desde el punto de vista de los políticos liberales la reforma agraria fue un éxito, y
por ello la siguieron llevando a cabo hasta desamortizar todas las tierras de la Iglesia y de los
municipios.
Sin embargo, hubo muchos perjudicados. La Iglesia y los municipios se quedaron sin recur-
sos al perder la posibilidad de arrendar tierras, y los campesinos pobres sufrieron el empeora- Texto 6
miento de su condición al perder el uso de las tierras comunales municipales, al sufrir el au-
mento de las rentas por parte de los nuevos propietarios (que buscaban recuperar su inversión)
y al no poder recurrir a la beneficencia de la Iglesia (que ya no podía costearla), por no hablar
de su decepción al no poder acceder a la propiedad de la tierra.
En conclusión, la reforma agraria era muy necesaria para el desarrollo económico, pero el
modo en que se llevó a cabo fue a costa de los sectores más débiles de la sociedad y en beneficio
de la clase alta.

6.3. Los cambios en la producción agraria

El siglo xix fue una época de crecimiento de la producción agraria debido a diversos factores:
el aumento tanto de la superficie cultivada como de la población y por tanto del consumo;
la mejora en la integración del mercado interior, hacia el que se destinaba la producción de
cereales; y la exportación a Francia y Gran Bretaña de productos como cítricos, vino y aceite.
Sin embargo, hacia el último cuarto del siglo se produjo la llamada crisis agropecuaria por la
llegada a Europa de productos mucho más competitivos procedentes de las colonias, de Estados
Unidos y de Rusia (por ejemplo, el cereal). Esta crisis fue superada entrado el siglo xx gracias
a las fuertes medidas proteccionistas de los Gobiernos de la Restauración y a que finalmente
se adoptaron mejoras en los cultivos como el uso de abonos o de maquinaria, que aumentaron
la productividad.

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7. La incorporación de España a la Revolución Industrial

7.1. Las dificultades de la industrialización española y sus causas

La revolución liberal, al igual que hizo con la agricultura, eliminó las trabas que el orden jurí-
dico del Antiguo Régimen ponía al desarrollo de la libre iniciativa industrial y la libre compe-
tencia: en 1834 se suprimieron los privilegios de los gremios y en 1836 se concedió la libertad
de industria. Sin embargo, España sufría un cúmulo de problemas económicos y sociales que
causaron que se incorporara a la Revolución Industrial con retraso respecto a otros países
europeos, así como de forma incompleta e ineficiente y con una distribución regional desequi-
librada. Esos problemas, que se encontraban estrechamente relacionados, fueron básicamente
los siguientes:
Falta de capitales.– España era un país pobre, agobiado por una profunda deuda pública y
cuya economía se basaba en una agricultura de subsistencia. Como consecuencia, su capacidad
de inversión en la industria era limitada. La legislación liberal estimuló a algunos empresarios
a invertir en la instalación de fábricas, pero estas no se extendieron a lo largo del país sino que
se concentraron en los pocos núcleos de la periferia donde existía una burguesía con el capital
suficiente (Barcelona, Málaga, Vizcaya). De ahí el desequilibrio regional de la industrialización
española.
Falta de demanda.– La gran mayoría de la población carecía de capacidad de consumo y por
tanto el mercado para los productos industriales era muy reducido.
Red de comunicaciones insuficiente.– El accidentado relieve español dificultaba la comunica-
ción entre las distintas partes del país, necesaria para el transporte de materias primas y pro-
ductos industriales. De hecho, el mercado interior comenzó a integrarse gracias al transporte
marítimo, que por ejemplo llevaba cereal castellano de los puertos cantábricos a los puertos
mediterráneos.
Falta de competitividad y dependencia del exterior.– La industria española dependía en gran
parte de suministros del exterior tanto en tecnología como en materias primas y fuentes de
energía. Ello encarecía la fabricación, y como consecuencia los productos nacionales eran me-
nos competitivos.
Mentalidad especulativa.– La clase alta, la única que poseía capitales, no solía arriesgarlos
en inversiones industriales, al igual que no lo hacía en la mejora de los cultivos. Prefería las
inversiones especulativas, como la Bolsa.
La inestabilidad política.– Los continuos cambios de Gobierno, pronunciamientos y revuel-
tas, por no hablar de las guerras coloniales o carlistas, impedían la creación de un clima pro-
picio para la inversión.

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7.2. El proceso de industrialización

7.2.1. La industria textil catalana

La zona de Barcelona y alrededores contaba con una burguesía emprendedora gracias a la


tradición portuaria y comercial de la ciudad. A partir de 1830 se especializó en la industria
de paños de algodón, introduciendo las primeras hiladoras a vapor (de ahí que las fábricas
recibieran el nombre de vapores). Hacia 1860, la industria catalana alcanzó el cuarto puesto
mundial en producción textil algodonera. Sin embargo, dependía de la importación de carbón
y especialmente de algodón estadounidense, lo que hacía que fuera poco competitiva y nece-
sitara protección arancelaria. La guerra de Secesión de Estados Unidos, al cortar el suministro
de materia prima (la llamada «hambre de algodón»), causó una crisis de producción, y a partir
de 1898 la pérdida del mercado colonial cubano supuso un golpe aún más duro tras el que la
industria catalana tuvo que destinarse a un mercado peninsular pobre, bajo una dependencia
completa de los aranceles.

7.2.2. La industria siderúrgica vasca Tabla 3

El primer intento de industria del hierro fue en Málaga a partir de 1826, pero fracasó a media-
dos de siglo por falta de demanda y de fuentes de energía.1 El segundo intento fue en Asturias
gracias a sus yacimientos de hulla, una fuente de energía que no obstante era poco eficiente.
Esta industria acabó superada ampliamente por la vasca. La existencia en Vizcaya de mi-
neral de hierro de gran calidad permitió, a partir de 1876, la exportación de este a la industria
galesa a cambio de carbón de coque galés, de mayor poder calorífico que la hulla asturiana.
Gracias a ello surgió una potente industria siderúrgica que a finales de siglo aportaba casi dos
tercios de la producción nacional. En 1902 las distintas empresas del sector se unieron para
formar Altos Hornos de Vizcaya, la empresa siderúrgica más importante de España durante la
mayor parte del siglo xx.

7.2.3. La minería

El subsuelo español era considerablemente rico en recursos: hulla de Asturias, plomo de Sie-
rra Morena y Cartagena, cobre de Río Tinto (Huelva) y mercurio de Almadén (Ciudad Real).
Sin embargo, la falta de capitales y de demanda impedía su explotación. Esta llegó gracias a
la legislación del Sexenio Democrático, que permitió una desamortización del subsuelo y la
formación de sociedades mineras con capitales y técnicos extranjeros (Gran Bretaña, Francia,
Bélgica). Esto hizo que la minería se convirtiera en una de las principales actividades econó-
micas de la Restauración, pero al mismo tiempo que tanto los minerales como los beneficios
salieran en su mayor parte al extranjero. Además, no se hizo una explotación racional, sino
puramente especulativa, y los filones se agotaron a principios del siglo xx.
La Sierra Minera de la Unión, con sus minas y castilletes abandonados, o el casco antiguo
de Cartagena, una vez lujoso y lleno de actividad pero actualmente ruinoso, son ejemplos del
desaprovechamiento del boom de la minería.

1. Como revela este ejemplo, la industrialización española fue acompañada de una desindustrialización.

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7.2.4. La modernización de las infraestructuras: el ferrocarril

A mediados del siglo xix la red de caminos era insuficiente y se hallaba en malas condiciones
de mantenimiento. Los liberales optaron por conectar las regiones españolas mediante el fe-
rrocarril para activar el mercado interior y estimular la industrialización, siguiendo el modelo
británico (a pesar de que la situación económica de España no era comparable).
Las primeras líneas fueron las de La Habana-Güines (Cuba, 1837), Barcelona-Mataró (1848)
y Madrid-Aranjuez (1851). Durante el Bienio Progresista la construcción de la red ferroviaria
tomó un fuerte impulso gracias a la Ley General de Ferrocarriles (1855) y a la Ley de Sociedades
de Crédito (1856), que hicieron posible la formación de compañías de inversión con capital
extranjero (francés, en su mayor parte). Estas compañías recibieron del Estado concesiones
subvencionadas (financiadas por la desamortización de Madoz) y el permiso de importar mate-
riales de construcción libres de aranceles. Así se pusieron en marcha las líneas Madrid-Alicante
(1858), Sevilla-Cádiz (1861), Barcelona-Zaragoza (1862) y Madrid-Irún (1864).
Como gracias a la política de concesiones el negocio consistía en construir líneas y no nece- Gráfico 1
sariamente en explotarlas, la red ferroviaria creció por encima de la demanda y resultó defici-
taria. Como consecuencia, las acciones de las compañías ferroviarias se desplomaron coinci-
diendo con la crisis financiera europea de 1866, y la construcción se detuvo. A partir de 1873
se reemprendió, pero solo a cargo de la Compañía del Norte y la MZA, las dos empresas que
habían sobrevivido a la crisis ferroviaria.
Al igual que ocurrió con las desamortizaciones o la minería, la construcción del ferrocarril
fue una medida liberal que acabó beneficiando a una minoría. Además, no favoreció la indus-
trialización ya que atrajo la mayoría de capitales disponibles para la inversión y no supuso un
aumento de la demanda industrial al utilizar materiales importados gracias a la exención de
aranceles.2 Otros problemas del ferrocarril fueron el ancho de vía, que al ser mayor que el euro-
peo dificultó el transporte exterior, y el diseño radial de la red viaria (siguiendo el de la red de
carreteras), que no daba preferencia a la comunicación entre las zonas portuarias e industriales
de la periferia. Con todo, la construcción del ferrocarril tuvo a la larga un papel importante en
la comunicación entre las distintas regiones y en la integración del mercado interior.

En cuanto a otras infraestructuras, durante el primer tercio del siglo xx se procedió al asfaltado
de la red de carreteras para adaptarla al tránsito de automóviles. En cuanto a las telecomunica-
ciones, el telégrafo comenzó a instalarse en 1854; el teléfono se instaló muy pronto (en 1877,
un año después de su invención), pero su uso no se extendió hasta la fundación de la Compañía
Telefónica Nacional de España en 1924.

2. Por otro lado, es dudoso que la industria española tuviera la capacidad de suministrar adecuadamente a la
construcción del ferrocarril.

111
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8. Las finanzas

8.1. La deuda pública y la Hacienda

Uno de los grandes problemas económicos de la historia contemporánea de España lo consti-


tuyen el déficit y la consiguiente deuda pública. Debido a las guerras de finales del siglo xviii el
Estado comenzó a gastar más de lo que ingresaba, situación que se agravó por varias causas: la Gráfico 2
falta de recaudación durante y después de la guerra de Independencia; los gastos de la guerra
contra las colonias americanas; la pérdida de estas; y finalmente la primera guerra carlista.
Para cubrir su enorme déficit, el Estado se fue endeudando cada vez más. La necesidad impe-
riosa de obtener ingresos, que el sistema económico del Antiguo Régimen no podía resolver,
contribuyó a la moderación del absolutismo durante la Década Ominosa y finalmente a la
instauración del liberalismo.
Uno de los objetivos de la desamortización de Mendizábal fue sanear la deuda pública me-
diante los ingresos por la venta de tierras. Esto se cumplió inicialmente, pero el Estado volvió
a endeudarse muy pronto por varias causas: la mala política presupuestaria de los Gobier-
nos liberales, que seguían gastando más de lo que ingresaban; la obligación constitucional de
mantener a la Iglesia, que se había quedado sin ingresos propios por la desamortización; la
continuación de las guerras y otros conflictos; y la desorganización de la Hacienda heredada
del Antiguo Régimen.
Como solución temporal, los liberales intentaron retrasar el pago de la deuda mediante Texto 8
conversiones (renegociaciones a la baja por parte del Estado de los términos de la deuda)
cuyo efectos fueron el empeoramiento de las condiciones del crédito, el cierre a los Gobiernos
españoles de las Bolsas de Londres y París y el recurso a concesiones estatales (como las del
ferrocarril) a cambio de préstamos.
La única solución eficaz consistía en aumentar la recaudación, y para ello había que renovar
la Hacienda, sacándola del Antiguo Régimen. El sistema fiscal era caótico porque no estaba cen-
tralizado sino que se componía de una gran multitud de impuestos que variaban de una región
a otra y eran recaudados por agentes particulares. El primer intento influyente de solucionar
esta situación fue la reforma fiscal de Alejandro Mon y Ramón Santillán de 1845, durante la
Década Moderada. Su objetivo fue aumentar la recaudación mediante la simplificación de los
impuestos en dos clases básicas: a) impuestos directos, como la contribución territorial para
propietarios; y b) impuestos indirectos, como el de consumos, que gravaba los artículos de
primera necesidad y que por tanto se hizo odioso para la clase trabajadora. El aumento de la
recaudación fue limitado porque el Estado carecía de medios eficaces contra el fraude fiscal,
pero aun así la reforma sentó las bases del sistema fiscal de la España contemporánea. En el
Sexenio Democrático, el ministro Laureano Figuerola eliminó el impuesto de consumos y lo
sustituyó por un impuesto personal sobre la renta, pero la grave inestabilidad política impidió
el cobro de este impuesto y el déficit y la deuda acabaron por aumentar. A pesar de todo, en
1899 y bajo la emergencia por los gastos de la guerra hispano-americana, el ministro Fernández
Villaverde logró estabilizar finalmente la Hacienda mediante una conversión de deuda y una
nueva reforma fiscal.

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8.2. La unidad monetaria y el desarrollo de la banca moderna

8.2.1. La unidad monetaria

Durante el primer tercio del siglo xix el sistema monetario español era tan caótico como el
sistema fiscal. En realidad, se componía de distintos sistemas no decimales que provenían de
distintas épocas y regiones, e incluso de moneda extranjera (especialmente francesa). Después
de intentos poco influyentes en 1848 y 1864, Figuerola unificó el sistema monetario mediante
dos medidas. La primera fue la imposición de la peseta en 1868, al comienzo del Sexenio De-
mocrático. Fue una medida de largo alcance, ya que la peseta estuvo en vigor hasta la adopción
del euro en 2002.
La segunda medida de Figuerola, la adopción de un patrón bimetálico (plata y oro), no
alcanzó el mismo éxito. Las consecuencias fueron el desplazamiento del oro por la plata (de
modo que el oro desapareció de la circulación) y finalmente la adopción en la práctica de un
patrón fiduciario. Todo ello contribuyó a aislar la economía española de la de los países de su
entorno, en donde imperaba el patrón oro.

8.2.2. El desarrollo de la banca moderna

El impulso a la banca llegó por iniciativa del Estado, muy necesitado de una fuente estable de
crédito. El primer gran banco español fue el Banco Nacional de San Carlos, fundado en 1782
con el objetivo de administrar la deuda pública. El fracaso de este banco llevó a la fundación del
Banco Español de San Fernando en 1829, y en 1844 se fundó el Banco de Isabel II. Ambos entra-
ron en crisis, por lo que en 1848 se decidió fusionarlos. En 1856 la Ley de Bancos y Sociedades
de Crédito dio a la nueva institución el nombre de Banco de España, y en 1874 el Gobierno de
Serrano, al final del Sexenio Democrático, le concedió el monopolio de la emisión de billetes
a cambio de un generoso préstamo. A partir de entonces, su principal cliente fue el Estado. El
Banco de España existe en la actualidad como banco central español dentro del Eurosistema.
En cuanto a la banca de iniciativa privada, la crisis de 1866 y el monopolio de emisión por
el Banco de España causaron la desaparición de numerosas entidades. De las que sobrevivie-
ron, el Banco de Barcelona, que surgió en 1844 junto con el de Isabel II, acabó entrando en
decadencia; el Banco de Bilbao y el Banco de Santander, por otro lado, lograron estabilizarse
y expandir su actividad, en el caso de Bilbao gracias en parte a la intensa actividad económica
de la industria siderúrgica. Más adelante, la repatriación de capitales tras la pérdida de Cuba
dio lugar a la creación del Banco de Vizcaya (también reforzado por la riqueza siderúrgica), el
Banco Hispanoamericano y el Banco Español de Crédito (Banesto) entre 1901 y 1902.

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9. El proteccionismo

El liberalismo defendía una economía de libre mercado (librecambismo) como política comer-
cial. Sin embargo, la producción agraria e industrial española era muy poco competitiva, por
lo que los productores pedían medidas proteccionistas, es decir aplicación de aranceles para
dificultar la entrada de productos del exterior. Por tanto, a pesar de la revolución liberal, la
política económica española del siglo xix vivió inmersa en un debate entre librecambismo y
proteccionismo. Este último se impuso a partir de la Restauración, sobre todo a raíz de la crisis
agropecuaria de finales del siglo xix (propiciada, entre otras causas, por la llegada de cereales
baratos del exterior). El conocido como «viraje proteccionista» consistió en la aplicación de una
serie de fuertes aranceles (en 1891, 1906 y 1922) que supuso la instauración del nacionalismo
económico en lugar del liberalismo económico.
El proteccionismo, en línea con la política de la Restauración, mantuvo la estabilidad social
al asegurar el desarrollo de la producción y evitar tanto que los empresarios entraran en pér-
didas como que se produjeran despidos y aumentaran las protestas obreras. Sin embargo, ese
desarrollo fue lento y ajeno a la modernización, ya que los productores no sentían la necesidad
de mejorar su competitividad. Además, al impedir el libre mercado, el proteccionismo mantuvo
un nivel de precios alto que recayó sobre la población.

10. Conclusiones. El debate entre historiadores

La construcción del Estado liberal supuso el fin de la sociedad estamental, en la que la desigual-
dad estaba impuesta por la ley. Los liberales aplicaron el principio de igualdad ante la ley (es
decir, el fin de los privilegios), pero su objetivo no era eliminar la desigualdad sino las barreras
legales que les impedían acceder a la riqueza y el poder. De este modo, un miembro de la alta
burguesía podía ocupar su puesto en lo alto de la sociedad junto a la nobleza, que antes no lo
habría aceptado. Por otro lado, la clase media pudo crecer y asentarse modestamente.
El fin del Antiguo Régimen también tuvo motivos económicos. A principios del siglo xix, el
endeudamiento del Estado y la falta de productividad agraria habían puesto a España en una
situación crítica para la que el Antiguo Régimen no tenía soluciones. Para encontrarlas, los libe-
rales eliminaron las antiguas restricciones mediante reformas que establecieron los principios
de igualdad, libertad y propiedad.
Sin embargo, el modo en que se aplicaron esas reformas hizo que el proceso de cambios
fuera lento, desigual y limitado. En cuanto a su lentitud, hasta el siglo xx no se mejoró la pro-
ductividad agraria, ni se estabilizó la Hacienda, ni se consiguieron mejoras en las condiciones
de la clase trabajadora. En cuanto a la desigualdad, se crearon grandes diferencias entre unos
pocos núcleos industrializados y el resto del país, o entre una minoría rica y poderosa y una
gran mayoría que vivía en la pobreza. Y por último, en cuanto a la limitación de los cambios,
España no llegó a alcanzar un nivel de desarrollo similar al de otros países de la Europa occi-
dental.
En definitiva, los cambios económicos y sociales no redujeron las desigualdades, incluso en
ocasiones las agravaron (como ocurrió con los campesinos afectados por la desamortización),
lo que generó tensiones y conflictos cada vez más fuertes. La clase trabajadora, que en un
principio participó en las revoluciones liberales, acabó formando un movimiento de defensa
de sus propios intereses, el movimiento obrero, que se enfrentó al Estado liberal. Esta división
entre clase alta y clase trabajadora, fruto de una revolución que desde el punto de vista de los
trabajadores se había quedado a medio camino, se convirtió en uno de los cánceres del sistema
liberal y en última instancia contribuyó a la destrucción traída por la Guerra Civil.

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Para muchos historiadores, generalmente de escuela marxista, los cambios en la economía y la sociedad fueron
puramente formales, no en profundidad, de modo que las desigualdades del Antiguo Régimen se mantuvieron en
la práctica. Tuñón de Lara afirma que la agricultura se vio afectada por la pervivencia del feudalismo a pesar de las
reformas y que ello lastró toda la economía, que no acabó de adoptar el sistema capitalista durante todo el siglo xix.
Ello se debió a que la burguesía se alió con la nobleza en lugar de hacerlo con la clase trabajadora en busca de un
sistema más justo, algo que es difícil de negar. Sin embargo, otros historiadores critican como poco objetivo el culpar
a la burguesía por defender sus intereses, y señalan que de todos modos sí se dieron transformaciones económicas
importantes y el nivel de vida subió a la larga.
Una cuestión que suscita enfoques muy distintos es la desamortización. Fontana, uno de los grandes historia-
dores marxistas, resalta el hecho de que a principios del xix los campesinos se estaban rebelando por su cuenta
contra el sistema del Antiguo Régimen, que se estaba desmoronando, e interpreta que la desamortización tuvo
como objetivo evitar que accedieran a las tierras, insistiendo en el concepto de alianza entre burguesía y nobleza
contra la clase trabajadora. Herr interpreta que la desamortización permitió que las tierras cambiaran de manos
pero sin alterar la estructura de propiedad, que incluso se hizo más injusta. Sin embargo, Tortella se basa en la es-
casez de los datos disponibles para afirmar que esa interpretación no se puede demostrar. Otros señalan que no se
puede establecer una valoración general de la desamortización ya que su aplicación y efectos fueron muy distintos
según los lugares. Los historiadores conservadores, por su parte, han criticado el modo en que la desamortización
desposeyó a la Iglesia de unos bienes que le pertenecían legalmente y por los que no fue indemnizada. Otros en-
tienden que la desamortización era inevitable y tuvo efectos positivos como el aumento de la producción agraria.
Por último, mientras unos ven la desamortización como una reforma agraria fracasada, otros la interpretan como
una operación financiera exitosa.
Otra cuestión en la que no hay acuerdo es la del proteccionismo. Tamames ha defendido que los aranceles eran
la única forma de proteger la industria nacional, y que sin ellos se habría producido un desastre económico, pero
Tortella también rebate esta teoría al sostener que carece de base objetiva.

11. Documentos

Texto 1. La vida de los jornaleros en los latifundios


Lo característico del régimen de la gran propiedad era, más que nada, la existencia de una clase de jornaleros con
condiciones de vida miserables y cuyos ingresos, merced al mismo hecho de la abundancia de mano de obra, per-
manecían de forma habitual en el borde mismo de la dieta mínima. […] Ya Costa señaló su insuficiencia y describió
cómo se paliaba: «Lo que ha dado lugar al llamado problema agrario o cuestión social de los campesinos se reduce
a estos sencillos términos: que el jornalero, aun con la ayuda de su familia, no gana estrictamente lo necesario para
alimentarse, de modo que su déficit alimentario se cubría disputando las hierbas a las bestias del campo, mero-
deando las campiñas en busca de trigo, […] yendo desnudos o descalzos los muchachos o cubiertos de harapos los
adultos, enviando a los niños no a la escuela sino a pedir limosna, viviendo hacinados en cuevas o chozas inmundas».
[…] En su Andalucía trágica, Azorín describió a estos campesinos que parecían ancianos con tan solo treinta años
y apuntó: «El odio de estos labriegos acorralados, exasperados, va creciendo, creciendo». La respuesta del sistema
social y político acostumbraba a ser, sin embargo, ignorar esta realidad.

Javier Tusell, Historia de España en el siglo xx, vol. I, Taurus, Madrid, 1998.

Texto 2. Peticiones de los obreros catalanes al general Espartero. Barcelona, 11 de mayo de 1855
Los obreros […] piden en beneficio de su salud, de su independencia, del adelanto de la industria y del aumento
del consumo:
Que se fije en diez el máximum de las horas del jornal, y se sujeten a inspección los locales de los establecimien-
tos fabriles para ver si llevan las condiciones higiénicas necesarias; que se establezca el mayor número posible de
escuelas gratuitas industriales, en donde aprendan los obreros los medios menos violentos, más útiles y modernos
para cumplir sus diversas operaciones y fundar tal vez sus inventos, y, por último, que se establezcan también salas
de asilo para los hijos de los obreros que, ocupados en su trabajo, se ven en la necesidad de tenerlos casi todo el día
abandonados a los peligros físicos y morales de la poca edad, y que se prohíba a sus padres que les pongan a trabajar
antes de la edad de diez años […]

Citado en Josep Benet y Casimir Martí, Barcelona a mitjan segle xix: El moviment obrer durant el Bienni Progressista,
1854-1856, Barcelona, 1976, p. 666.

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Texto 3. El trabajo infantil en la Cataluña de la Restauración


En Reus trabajan los niños sesenta y seis horas semanales; entran en las fábricas a los seis años de edad, y desde
esta hasta la de catorce años ganan de seis a dieciséis reales por semana. […] En Igualada la situación de los niños
es tristísima; trabajan trece horas diarias, y empiezan también a los seis años. […] En Mataró y Badalona trabajan
doce horas diarias, y ganan muy poco, como en todas partes; buena prueba de ello, las formidables y tenaces huelgas
que por esta causa han sostenido sus padres en diferentes ocasiones. […]
Además de los datos referentes a la edad y jornales de estos infelices, hay que añadir las desgracias que ocurren
en el trabajo de los niños, y que, partiendo de las noticias suministradas por El Obrero, de Barcelona, y otras pu-
blicaciones de trabajadores, únicas interesadas en recoger estos datos, puede asegurarse que no bajarán de ciento
cincuenta accidentes desgraciados al año en todas las fábricas de España […].
Las infelices criaturas de seis años, que para llegar al trabajo necesitan recorrer largas distancias, se duermen
a cada momento en las fábricas de la alta montaña de Cataluña, instaladas a orillas de los ríos, y en las cuales se
trabaja de día y de noche, alternando por grupos. Excusado es advertir que no faltan en estos ingenios de esclavos
blancos mayordomos de fábrica que les hacen despertarse con una dulzura relativa.

Ministerio de Fomento. Comisión de Reformas Sociales, Información escrita practicada en virtud de la Real Orden de
5 de diciembre de 1883, Madrid, 1890, p. 174-176.

Texto 4. Manifiesto fundacional del Partido Socialista Obrero Español. 20 de julio de 1879
Considerando que esta sociedad es injusta, porque divide a sus miembros en dos clases desiguales y antagónicas:
una, la burguesía, que, poseyendo los instrumentos de trabajo, es la clase dominante; otra, el proletariado, que, no
poseyendo más que su fuerza vital, es la clase dominada.
Que la sujeción económica del proletariado es la causa primera de la esclavitud en todas sus formas: la miseria
social, el envilecimiento intelectual y la dependencia política.
Que los privilegios de la burguesía están garantizados por el Poder Político, del cual se vale para dominar al
proletariado.
Considerando que la necesidad, la razón y la justicia, exigen que la desigualdad y el antagonismo entre una y
otra clase desaparezcan, reformando o destruyendo el estado social que tiene sumidos en la más espantosa miseria a
los que emplean toda su vida en producir la riqueza que poseen los que muy poco o nada son útiles a la sociedad; […]
El Partido Socialista tiene por aspiración:
Primero.– La posesión del poder político por la clase trabajadora.
Segundo.– La transformación de la propiedad individual o corporativa de los instrumentos de trabajo (la tierra,
las minas, los transportes, las fábricas, etc.) en propiedad común de la sociedad entera. […]
En suma el ideal del Partido Socialista es la completa emancipación de la clase trabajadora. Es decir, la abolición
de todas las clases sociales y su conversión en una sola de trabajadores libres e iguales, honrados e inteligentes […].

Texto 5. Decreto desamortizador de Mendizábal. 19 de febrero de 1836


A su Majestad la Reina Gobernadora.
Señora: vender la masa de bienes que han venido a ser propiedad de la nación no es tan sólo una promesa
solemne y dar una garantía positiva a la deuda nacional por medio de una amortización […]; es abrir una fuente
abundantísima de felicidad pública; vivificar una riqueza muerta; desobstruir los canales de la industria y de la cir-
culación; apegar al país por el amor natural y vehemente a todo lo propio; ensanchar la patria, crear nuevos y fuertes
vínculos que liguen a ella; es, en fin, identificar con el trono excelso de Isabel II, símbolo de orden y libertad. No es,
Señora, ni una fría especulación mercantil, ni una mera operación de crédito […]: es un elemento de animación,
de vida y de ventura para la España: Es […] el complemento de su resurrección política.

Texto 6. Los efectos de la desamortización


Antes de verificarse la poco meditada y peor ejecutada Ley de desamortización, era el colono [arrendatario] casi
dueño de las fincas que cultivaba, pagaba por ellas una módica renta en especie, y hasta en carros de leña… Tenía
además el consuelo de vivir cerca de las casas del propietario, en donde siempre encontraba el remedio para cual-
quier urgencia imprevista; pero hoy los dueños de las casas importantes han desaparecido de los pueblos rurales
para trasladarse a las grandes poblaciones, dejando en su lugar a los administradores encargados de ir aumentando
las rentas, porque así lo exigen los gastos que aumentan también cada día si han de vivir en los grandes centros de
población con el lujo y esplendor que requiere su posición social.

Manual de la Agricultura Práctica para la provincia de Oviedo, 1889.

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Texto 7. La reforma agraria liberal


El proceso de revolución liberal-burguesa se inicia en 1808 y concluye aproximadamente treinta años más tarde,
después de haber recorrido una trayectoria llena de avatares entre los que se incluyen dos etapas contrarrevolucio-
narias y una guerra civil. Estos hechos ponen de manifiesto las fuertes resistencias que el proceso revolucionario
suscitó y que hubieron de ser superadas en base a la transacción, al pacto, cuyos términos ha sintetizado J. Fonta-
na: «En España la liquidación del Antiguo Régimen se efectuó mediante una alianza entre la burguesía liberal y la
aristocracia latifundista, con la propia monarquía como árbitro, sin que hubiese un proceso paralelo de revolución
campesina».
Este carácter transaccional de que está imbuido el proceso de revolución burguesa en España, y que se hace
especialmente operativo en su fase final —entre 1833 y 1837—, es de la mayor importancia para comprender tanto
el alcance social del conjunto de medidas promulgadas respecto al sector agrario que constituyen la expresión
legal de la reforma agraria liberal, como la orientación del capitalismo español durante el siglo xix y parte del xx.
En cuanto al alcance social, la necesidad de establecer un nuevo marco legal para la actividad económica —cuyos
pilares fundamentales son el liberalismo económico y la propiedad particular no condicionada de los medios de
producción— se concilia respecto de la propiedad territorial de la aristocracia terrateniente y, simultáneamente, con
el provecho de la antigua y nueva burguesía —rentistas no privilegiados, labradores ricos, profesionales liberales,
comerciantes, etc. En cuanto a la orientación del desarrollo del capitalismo, el proceso revolucionario forjará una
burguesía latifundista —propietarios supervivientes del Antiguo Régimen, más los nuevos terratenientes— que será
la fracción dominante de la clase burguesa […].

Á. García Sanz y J. Sanz Fernández, «Agricultura y ganadería», en M. Artola (dir.), Enciclopedia de Historia de Espa-
ña, vol. I., p. 56, Alianza Editorial, Madrid, 1998.

Texto 8. El negocio de la deuda pública


El agotamiento del crédito español hacía que el Estado se viera obligado a entregar activos reales, concesiones o
derechos […], o a pagar precios exorbitantes por los créditos que recibía […]. Beneficiarios eran no solo los pres-
tamistas expertos, sino, además, todos aquellos que gracias a este método de financiación del déficit podían pagar
impuestos muy bajos en relación con su riqueza […]. Los perjudicados, además de los prestamistas incautos, eran
los españoles en su conjunto, y en particular los contribuyentes pobres, así como los campesinos afectados por la
desamortización.

Gabriel Tortella y Clara Eugenia Núñez, El desarrollo de la España contemporánea, Madrid, 2011.

Mapa 1. La distribución de la población por provincias en el siglo xix

Habitantes por kilómetro cuadrado. Negro: > 100. Rallado: 50-100. Blanco: 0-50.
Fuente: Miguel Artola (dir.), Enciclopedia de Historia de España, vol. I, Alianza Editorial, Madrid, 1988.

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Mapa 2. La estructura de propiedad de la tierra en el siglo xix

Fuente: AA. VV., Historia de España, Vicens Vives, Barcelona, 2007.

Tabla 1. Crecimiento de la población


Crecimiento anual
Año Habitantes
acumulado (%)
1797 10.545.975 0,14
1860 15.645.072 0,34
1877 16.622.175 0,36
1887 17.549.608 0,54
1897 18.108.610 0,31
1900 18.594.405 0,89
1910 19.927.150 0,70
1920 21.303.162 0,67
1930 23.563.867 1,01

Tabla 2. Movimiento natural de la población (en ‰)


Año Tasa de natalidad Tasa de mortalidad

1859 35,9 28,8


1879 35,4 30,3
1900 33,9 28,17
1909 32,6 23,07
1924 29,02 19,18
1936 21,09 16,74

Fuente de las tablas 1-3: Miguel Artola (dir.), Enciclopedia de Historia de España, vol. I, Alianza Editorial, Madrid,
1988.

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Tabla 3. Producción de hierro colado (en miles de toneladas)

Años España Málaga Oviedo Vizcaya


1861-1865 45,65 12,43 13,17 11,73
1886-1870 42,56 1,91 19,24 10,73
1871-1875 45,53 3,08 24,9 8,72
1876-1880 62,57 3,36 28,84 17,24
1881-1885 131,59 1,51 40,08 76,71
1886-1890 147,22 – 33,18 138,97
1891-1895 185,49 – 44,3 Sin datos
1896-1900 289,24 – 52,1 227,69
1901-1905 354,69 28,01 61,19 230,07
1906-1910 395,01 – 68,13 277,07
1911-1913 412,22 – 65,68 298,14

Gráfico 1. Ferrocarriles abiertos al público (de 1850 a 1895)

Fuente: Miguel Artola (dir.), Enciclopedia de Historia de España, vol. I, Alianza Editorial, Madrid, 1988.

Gráfico 2. La Hacienda: ingresos y gastos del Estado

Fuente: AA. VV., Historia de España, Vicens Vives, Barcelona, 2007.

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12. Biografías

Bakunin, Mijaíl (1814-1876). Pen- fuertemente proteccionista). Figuerola también llevó a


sador y revolucionario ruso, funda- cabo una reforma fiscal que permitió abolir el impuesto
dor del anarquismo colectivista. Na- de consumos, aunque los conflictos del Sexenio Demo-
cido en el seno de una familia noble, crático impidieron su aplicación y por tanto causaron un
ingresó en el Ejército ruso, pero lo descenso de la recaudación. Durante la Restauración,
abandonó para estudiar filosofía. En Figuerola mantuvo una postura política republicana.
1844 viajó a París, donde comenzó
su carrera revolucionaria. Su parti- Giner de los Ríos, Francisco
cipación en la revolución de 1848 en Praga y el levan- (1839-1915). Catedrático, peda-
tamiento de Dresde en 1849 le costó ser repatriado y gogo y filósofo malagueño. Llegó
encarcelado en San Petersburgo durante ocho años, tras a Madrid gracias a un empleo con-
los que fue enviado a un campo de trabajo en Siberia. seguido por su tío, el político de
Logró escapar a Japón, y de allí pasó a Estados Unidos la Unión Liberal Ríos Rosas. Allí
e Inglaterra, hasta establecerse en la Europa continen- se hizo discípulo de Sanz del Río,
tal. En 1868 ingresó en la I Asocación Internacional de filósofo introductor del krausismo
Trabajadores, donde su defensa del anarquismo como en España. En 1868 consiguió una cátedra de Derecho
ideología obrera lo hizo chocar con Marx, quien logró en la Universidad de Madrid, pero renunció a ella en so-
expulsarlo de la AIT. Bakunin respondió formando una lidaridad con Sanz del Río, que había sido expedienta-
AIT paralela en 1872, aunque al año siguiente se retiró do por los moderados. Poco después, tras la revolución
de la actividad organizativa. Sus obras más representa- «Gloriosa», ocupó la cátedra, pero en 1875 fue destitui-
tivas son Estatismo y anarquía (1873) y Dios y el Estado do por el decreto Orovio. Esto lo llevó a fundar, junto a
(publicada póstumamente en 1882). otros catedrácticos en la misma situación, la Institución
Libre de Enseñana. En 1881 fue repuesto en su cátedra
Fernández Villaverde, Rai- por el Gobierno de Sagasta, aunque siguió trabajando
mundo (1848-1905). Abogado en la ILE, desde la que defendió el papel fundamental
y político conservador madri- que una educación moderna tenía en el progreso de
leño. Fue diputado desde 1872 España.
hasta su muerte. En 1890 Cáno-
vas contó con él para el Minis- Iglesias Posse, Pablo (1850-
terio de Gracia y Justicia y en 1925). Tipógrafo y político socialis-
1892 para el de Gobernación. ta coruñés. De niño quedó huérfano
En 1899, con Silvela como presidente, fue nombrado de padre y emigró a Madrid con su
ministro de Hacienda, puesto en el que consiguió una madre y su hermano; allí, la madre
etapa de superávit gracias a su reforma fiscal y su con- se vio obligada a enviar a sus hijos al
versión de la deuda pública. Aun así, su política le gran- hospicio, donde Iglesias aprendió el
jeó una fuerte oposición por parte de las asociaciones oficio de tipógrafo. En 1869 se afilió
patronales (tancament de caixes en Cataluña). En 1903 y a FRE (la sección española de la AIT), que era mayori-
1905 ocupó la presidencia del Gobierno, en un momen- tariamente anarquista. En 1872, Iglesias y otros miem-
to en que pugnaba con Antonio Maura por la jefatura bros marxistas de la FRE fueron expulsados, lo que los
del partido conservador tras la retirada de Silvela. Falle- llevó a fundar bajo la influencia de Paul Lafargue, yer-
ció mes y medio después de verse forzado a dimitir de la no de Marx, una sección paralela de la AIT, la Nueva
presidencia por falta de apoyo en las Cortes. Federación Madrileña, de corta vida. En 1874 Iglesias
fue nombrado presidente del sindicato de su oficio, la
Figuerola y Ballester, Lau- Asociación General del Arte de Imprimir, de la que fue
reano (1816-1903). Abogado, presidente. En 1879 fundó el Partido Socialista Obrero
catedrático y político progresista Español, a cuyos miembros impuso un estricto código
barcelonés. En 1860 fue miembro de moralidad. En 1888 fundó un sindicato marxista,
fundador de la Sociedad Libre de la Unión General de Trabajadores. En 1905 fue elegido
Economía Política, una institución concejal del Ayuntamiento de Madrid, y en 1910 fue ele-
librecambista que se oponía a las gido diputado gracias a la formación de la conjunción
demandas de proteccionismo de republicano-socialista, impulsada por el clima político
los industriales catalanes. En 1868 fue nombrado mi- posterior a la Semana Trágica. Iglesias presidió el PSOE
nistro de Hacienda del Gobierno provisional de Serra- y la UGT hasta su muerte en 1925, y fue diputado hasta
no, puesto desde el que aplicó sus ideas librecambistas 1923. Además de su labor política, Iglesias cultivó el
mediante la Ley de Bases Arancelarias. En su famosa periodismo político en diversos semanarios obreros, es-
base quinta se preveía una moratoria arancelaria de seis pecialmente El socialista, órgano del PSOE fundado en
años, tras los cuales determinados aranceles debían ba- 1886 y del que fue director. Iglesias logró labrarse una
jar gradualmente. Figuerola hubo de dimitir cuando el reputación de integridad, aunque no exenta de polémi-
propio Prim lo desautorizó al defender a los proteccio- ca, por ejemplo a causa de sus declaraciones en el Con-
nistas catalanes, de modo que la base quinta nunca llegó greso en contra de Maura a raíz de la Semana Trágica,
a aplicarse (más tarde Cánovas practicó una política en las que justificó el «atentado personal».

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Marx, Karl (1818-1883). Filóso- ministro de Gobernación, y junto a


fo, economista y revolucionario Mon, su cuñado, encabezó el sector
socialista alemán. Tras estudiar del partido moderado que impulsó
filosofía en las Universidades de la Constitución de 1845. Ese mis-
Bonn y Berlín, y recibir la influen- mo año reformó la educación me-
cia de la obra de Hegel, comenzó diante el llamado Plan Pidal, que
a escribir en publicaciones radi- supuso un antecedente de la Ley
cales. En 1843 se mudó a París y Moyano. En 1846 fue ministro de
trabó amistad con Friedrich Engels, su gran colabora- Gobernación y en 1848 ministro de Estado, cargo en el
dor. En 1848 publicó junto a Engels el Manifiesto co- que trabajó en el Concoradato de 1851. A pesar de una
munista, y, expulsado por la autoridades francesas, se ideología muy conservadora, se opuso al proyecto auto-
mudó a Londres, donde residió el resto de su vida. En ritario de Bravo Murillo en defensa del papel de las Cor-
1864 entró en el Consejo General de la AIT, donde se tes. En 1856 volvió al ministerio de Estado y más tarde
enfrentó a Bakunin. En los años siguientes escribió su fue nombrado embajador en Roma y senador vitalicio.
gran obra, El capital. Marx es considerado uno de los
pensadores más influyentes de la historia no solo por Salamanca y Mayol, José de
ser el fundador del socialismo científico, que fue la base (1811-1883), marqués de Salaman-
teórica de los regímenes comunistas y de gran parte del ca y conde de los Llanos (con Gran-
movimiento obrero, sino también por su profundo aná- deza de España). Hombre de nego-
lisis del funcionamiento de la economía y la sociedad de cios y político moderado granadino.
la era industrial. Durante su etapa como articulista del En 1831 tomó parte en el pronun-
New York Tribune, Marx escribió una interesante serie ciamiento de Torrijos; en 1833 fue
de artículos sobre la guerra de Independencia y la revo- nombrado alcalde de Monóvar; y en
lución liberal españolas. 1836 fue elegido diputado, lo que inició una carrera
parlamentaria que terminó como senador a su muerte.
Mon y Menéndez, Alejandro (1801- Como hombre de negocios, en 1844 fue socio fundador
1882). Político moderado asturiano. del Banco de Isabel II. Aliado de Narváez en negocios
Fue elegido diputado por primera vez bursátiles, en 1845 se enemistó con él y pasó al sector
en 1837, ocupó el cargo de ministro puritano del partido moderado. Esto le permitió ser
de Hacienda en cinco ocasiones, el nombrado en 1847 ministro de Hacienda, puesto desde
de presidente del Congreso en 1847- el que completó la fusión de los Bancos de San Fernando
1848 y del Gobierno en 1864. Junto y de Isabel II preparada por Santillán. Salamanca tam-
a Pidal, su cuñado, formó parte del sector central del bién hizo negocios con el duque de Riánsares, el marido
partido moderado que impulsó la Constitución de 1845. de la antigua regente María Cristina, especialmente en
En su segundo ejercicio como ministro de Hacienda, el campo de la Bolsa y el ferrocarril. Por otro lado, in-
durante la Década Moderada, elaboró junto a Ramón virtió en la construcción del ensanche de Madrid, que
Santillán la reforma fiscal de 1845, que sacó la Hacienda hoy lleva su nombre (Barrio de Salamanca). Amasó
española del Antiguo Régimen. Asimismo, Mon suspen- una enorme fortuna, pero con la crisis del ferrocarril de
dió la venta de bienes de clero secular iniciada por la 1866 entró en crisis y ya no pudo recuperarse. Salaman-
desamortización de 1841. ca fue todo un personaje, el ejemplo más representativo
de la economía especulativa, ligada a la corrupción po-
Moyano y Samaniego, Claudio lítica, que se impuso durante los procesos de construc-
(1809-1868). Político moderado ción del Estado liberal y de industrialización.
zamorano. En 1841 fue alcalde de
Valladolid, y en 1844 y 1846 fue Santillán González, Ramón de
diputado. En 1850 fue rector de la (1791-1863). Militar, economista y
Universidad de Madrid. En 1853 fue político moderado burgalés. Com-
ministro de Fomento, puesto desde batió en la guerra de Independencia
el que promovió la Ley de Instrucción Pública, conocida y permaneció en el Ejército hasta
también como Ley Moyano, que reformó el sistema edu- 1825, en que se retiró con el grado
cativo español hasta prácticamente la ley de 1970. La de coronel. Se hizo funcionario de
Cuesta de Moyano de Madrid es en la actualidad la sede Hacienda, puesto que le permitió participar en la re-
tradicional de las casetas de compraventa de libros. forma fiscal de 1845 junto al minsitro Mon. Llegó a ser
ministro de Hacienda durante breves periodos en 1840
Pidal y Carniado, Pedro José (1799-1865), marqués y 1847. En esta última ocasión preparó la fusión del
de Pidal. Historiador y político moderado. Durante Banco de San Fernando y el Banco de Isabel II, origen
la Década Ominosa fue encarcelado por liberal, pero del actual Banco de España. Fue gobernador de esta
después pudo ocupar varios cargos oficiales hasta que entidad, el Nuevo Banco de San Fernando, desde 1849
en 1838 fue elegido diputado. En 1844 fue nombrado hasta su muerte.

121
EL REINADO DE ALFONSO XIII
Bloque Temático 5, «La Restauración y su crisis»

Sumario
1. Contexto internacional ¶ 2. España a principios del siglo xx ¶ 3. Intentos de modernización del
sistema de la Restauración ¶ 4. El impacto de la Primera Guerra Mundial y la crisis de 1917 ¶ 5. La
descomposición del sistema de la Restauración ¶ 6. La dictadura de Primo de Rivera ¶ 7. La caída
de la monarquía ¶ 8. Conclusiones ¶ 9. Cronología ¶ 10. Documentos ¶ 11. Biografías

1. Contexto internacional

Cuando Alfonso XIII subió al trono en 1902, Europa vivía en plena Paz Armada, un período
sin conflictos declarados pero con una tensión creciente entre las distintas potencias imperia-
listas, cuya rivalidad fue aumentando por conseguir la primacía tanto en Europa como en las
colonias. Finalmente, en 1914 se declaró la Primera Guerra Mundial (conocida entonces como
la Gran Guerra) entre los Imperios centrales (alemán, austrohúngaro y otomano) y los Aliados
(Francia, el Imperio británico y el Imperio ruso). La guerra, de efectos devastadores, terminó
en 1918 con la victoria de los Aliados, a los que en 1917 se había sumado Estados Unidos, que
desde entonces dejó claro su estatus de primera potencia mundial.
Tras la guerra, Europa vivió la generalización de la democracia liberal, un sistema político
surgido del liberalismo pero con un sentido más igualitario y mayoritario. Gracias a la exten-
sión del sufragio universal y a la ampliación de los derechos, las masas trabajadoras entraron en
la vida política, los partidos obreros moderados (socialdemócratas) alcanzaron los Gobiernos y
se tomaron medidas sociales destinadas a elevar el nivel de vida de la mayoría de la población.
Sin embargo, la democracia entró pronto en crisis bajo el avance de las dictaduras.
La guerra también causó la desaparición del Imperio ruso al provocar el estallido de la
revolución de 1917, de la que surgió el primer Estado comunista, la Unión de Repúblicas So-
cialistas Soviéticas (URSS), bajo el liderazgo de Lenin. La revolución rusa causó una enorme
conmoción política y social en Europa al dar aliento al movimiento obrero y aumentar el temor
a la revolución social entre la clase dirigente.
La primera gran consecuencia del miedo al comunismo se dio en la Italia de 1922, donde el
rey dio el gobierno al dictador Benito Mussolini, creador del fascismo. Esta ideología totalita-
ria, nacionalista y militarista, que rechazaba tanto el liberalismo como el marxismo, iba a ser
crucial para llevar a Europa hasta la Segunda Guerra Mundial.
En economía y sociedad, los «felices años 20» fueron una época de bonanza y de moderniza-
ción de los modos de vida que marcó, tras el trauma de la guerra mundial, el cambio definitivo
de la sociedad respecto del siglo xix. Se había producido una segunda revolución industrial
que había estimulado la concentración empresarial y la sociedad consumista, y se generalizó
el automóvil, la aviación, la electricidad, el teléfono, la radio, el cine, el gramófono y el jazz.
El sufragio femenino comenzó a aprobarse por todo el mundo, y de hecho la mujer de clase
media comenzó a emanciparse, introduciéndose en el mundo laboral más allá de la agricultura
y el servicio doméstico.
Toda esta prosperidad terminó abruptamente cuando se produjo el crac de la Bolsa de Nue-
va York de 1929, inicio de una crisis económica mundial (la Gran Depresión) que atenazó el
mundo occidental hasta la Segunda Guerra Mundial.

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

2. España a principios del siglo xx

Tras el Desastre del 98 España seguía bajo el sistema canovista de la Restauración, en que dos
grandes partidos (Conservador y Liberal) se turnaban en el poder gracias al papel moderador
del rey y al falseamiento de las elecciones apoyado en el caciquismo. Este sistema, a pesar de
ser corrupto, había traído a España una larga época de estabilidad reflejada en la continua vi-
gencia de la Constitución de 1876. Sin embargo, todo estaba cambiando y el sistema comenzó
a sufrir graves tensiones en política, economía y sociedad.
Política.– Los dos grandes partidos comenzaron a experimentar fuertes luchas internas
cuando perdieron a sus líderes fundadores (Cánovas y Sagasta) sin contar con nuevas figuras
igual de carismáticas. La cuestión clerical, es decir el debate entre el grado de separación entre
Estado e Iglesia, enfrentó cada vez más a los conservadores, que defendían un trato de favor a
la Iglesia, con los liberales y la clase obrera, que eran anticlericales. Otras cuestiones conflic-
tivas fueron el ascenso de los nacionalismos (sobre todo el catalán), la creciente presencia del
Ejército en la vida política y la actitud intervencionista del rey. En 1905 estas tres cuestiones
quedaron patentes a raíz de un grave incidente: un grupo de oficiales asaltó la redacción de la
revista barcelonesa Cu-Cut, que había publicado un chiste acerca del Ejército. Los asaltantes Ilustración 1
no fueron castigados, y además el Ejército presionó para que los llamados «delitos contra la
Patria» fueran juzgados por tribunales militares. El Gobierno se negó, pero el rey intervino a
favor del Ejército forzando la dimisión del Gobierno y la llamada Ley de Jurisdicciones. A partir
de entonces, el poder militar se puso por encima del poder civil rompiendo con el civilismo,
una de las características básicas del sistema de la Restauración. Además, la intervención de
Alfonso XIII demostró que el rey no estaba dispuesto a continuar con el papel secundario que
habían adoptado tanto su padre como su madre la regente, sino que tenía la intención de inter-
venir activamente en política con una gran afinidad con el Ejército. Otra consecuencia de estos
hechos fue la formación de Solidaridad Catalana, una gran coalición de partidos catalanistas
que logró vencer en las elecciones de 1907 a los candidatos monárquicos. Estos nunca volverían
a ganar en Cataluña, otra ruptura con el sistema del turnismo.
Economía.– Los cambios agrarios y la industrialización comenzaban a dar resultados positi-
vos, si bien los grandes capitalistas presionaban a los Gobiernos para obtener fuertes medidas
proteccionistas que aislaban el mercado español y recaían sobre el consumidor en forma de
impuestos y precios altos.
Sociedad.– El movimiento obrero se había organizado hasta lograr la capacidad de convocar
huelgas masivas para protestar contra sus pésimas condiciones de trabajo y de vida, y en 1910,
gracias a su alianza con los republicanos, el PSOE obtuvo su primer escaño en el Congreso,
ocupado por Pablo Iglesias.
El regeneracionismo.– Tras el desastre del 98 había cundido la conciencia de que España
pasaba por un momento crítico y que para superarlo era necesario modernizar el sistema de la
Restauración en sentido democrático, renovando sus estructuras y acabando con la corrupción
política de forma que toda la sociedad se viera representada. Los intentos por alcanzar esa
modernización dieron lugar a un movimiento político y cultural llamado regeneracionismo. Su
iniciador fue Joaquín Costa, un intelectual que criticó la oligarquía y el caciquismo y defendió
la necesidad de una nueva reforma agraria. Costa fracasó, pero los grandes partidos aceptaron
el reto e intentaron modernizar el sistema de la Restauración.

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3. Los intentos de modernización del sistema de la Restauración

3.1. El regeneracionismo conservador de Maura

3.1.1. La política de Maura

El primer gobernante regeneracionista fue el conservador Francisco Silvela, que había sucedido
a Cánovas como líder del partido y que en 1903 creó el Instituto de Reformas Sociales, desti-
nado a recopilar información sobre los problemas de la clase trabajadora y a elevar propuestas
de solución que sin embargo no solían ser escuchadas por los Gobiernos. Silvela se retiró poco
después y el liderazgo de los conservadores recayó en Antonio Maura, que presidió el Gobierno
en 1904 y de 1907 a 1909 («Gobierno largo» de Maura). Su objetivo era integrar en el sistema
político a las masas populares a través del llamado «descuaje del caciquismo» eliminando la
corrupción y mejorando las condiciones de la clase trabajadora, en suma emprendiendo lo que
él llamaba la «revolución desde arriba». Para ello, creó la Ley Electoral de 1907 y un proyecto
de reforma de la Administración local que daría más autonomía a Ayuntamientos y Diputacio-
nes, dos medidas tendentes a reducir el poder de los caciques y a atender las demandas de los
nacionalistas. Sin embargo, la Ley Electoral resultó no ser eficaz y la reforma de la Adminis-
tración no fue aprobada en las Cortes. En política social, Maura impulsó, entre otras medidas,
la Ley de Descanso Dominical (1904), así como el Instituto Nacional de Previsión (1908), un
antecedente de la actual Seguridad Social.
A pesar de que Maura defendía la limpieza de la política, para llevar a cabo sus reformas sin
oposición manipuló las elecciones con un encasillado muy desfavorable a los liberales, quienes
interpretaron esto como una ruptura del pacto del turnismo. Como reacción, se aliaron con los
republicanos formando un «bloque de izquierdas», lo que a su vez Maura consideró una trai-
ción. Estas tensiones políticas, que no se conocían en la política española desde hacía décadas,
fueron agravadas por un problema de política exterior: la guerra de Marruecos.

3.1.2. El problema de Marruecos y la Semana Trágica

En la Conferencia Internacional de Algeciras de 1906 se acordó que España recibiera el pro-


tectorado del Rif (zona norte de Marruecos). De esta forma, España pretendía recuperar ante Texto 1
las potencias coloniales el prestigio perdido en 1898 y salir de su aislamiento internacional,
además de acceso a recursos mineros. Los ataques de las cabilas bereberes contra la ocupación
española (desastre del Barranco del Lobo) motivaron un envío adicional de tropas mediante
la movilización de reservistas, es decir personas que llevaban una vida civil y debían dejar sus
trabajos y a sus familias. Como protesta, anarquistas, socialistas y republicanos convocaron una
huelga para el 26 de julio 1909 en Barcelona que derivó en una revuelta anticlerical violenta,
con barricadas en las calles y ataques a edificios religiosos. Este suceso, conocido como Semana
Trágica, provocó 112 muertes y motivó la declaración del estado de guerra y una represión muy
dura por parte del Ejército. Los más de mil arrestados fueron juzgados por tribunales militares,
que ordenaron la ejecución de cinco personas mediante juicios sumarísimos.
Esta represión, simbolizada por la ejecución del educador anarquista Francisco Ferrer y
Guardia (cuya culpabilidad en los hechos era dudosa), generó un escándalo internacional y
una fuerte campaña de oposición al Gobierno por parte del bloque de izquierdas bajo el lema
«¡Maura no!». Como consecuencia, el rey nombró un Gobierno liberal.
La destitución de Maura supuso el fracaso de su política regeneracionista, pero también el
que a partir de entonces actuara llevado por el resentimiento contra el rey y los liberales.

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3.2. El regeneracionismo liberal de Canalejas

En 1910 el rey apostó por un nuevo líder liberal, José Canalejas, quien dio la espalda al bloque
de izquierdas con la intención de respetar el turnismo y planteó un objetivo similar al de Mau-
ra: democratizar el sistema fomentando la participación de toda la sociedad (lo que Canalejas
llamaba «nacionalización de la monarquía», también conocido como un modelo de «república
coronada»). Para ello impulsó un amplio programa de reformas que atendía algunas reivin-
dicaciones populares. En cuanto a la cuestión social, eliminó parcialmente los impuestos de
consumos y las quintas y reguló las condiciones de trabajo de la mujer, entre otras medidas. A
diferencia de Maura, emprendió una política anticlerical que creía necesaria para la moderni-
zación de la sociedad, con medidas como la polémica Ley del Candado, que limitaba el esta-
blecimiento de nuevas órdenes religiosas. Como concesión a los catalanistas puso en marcha el
proyecto de las mancomunidades, por el cual las provincias que lo desearan podrían unirse en
una entidad superior. A raíz de ello, en 1914 se creó la Mancomunidad de Cataluña, presidida
por Prat de la Riba.
A pesar de todo, los conflictos sociales aumentaron durante el Gobierno de Canalejas, quien
no dudó en aplicar la represión y fue asesinado en represalia por un anarquista (1912). Una vez
más, los intentos de modernización del sistema se quedaban a medias.

3.3. La crisis del bipartidismo

Tras la caída de Maura y la muerte de Canalejas, los dos grandes partidos perdieron cualquier
posibilidad de liderazgo fuerte y se dividieron definitivamente en facciones formadas en torno
a figuras de menor entidad que no dependían del apoyo de su partido sino del nombramiento
del rey para convertirse en líderes de forma temporal. Esta división causó que ningún Gobierno
consiguiera suficientes apoyos en las Cortes, donde incluso sufría la oposición de sectores de su
mismo partido. Esto a su vez causó el aumento de la inestabilidad política y el recurso cada vez
más frecuente por parte de los Gobiernos a una medida que en principio era extraordinaria: el
cierre de las Cortes. De 1913 a 1917 estuvieron abiertas durante solo un año en total. En 1917,
ante las demandas de apertura de las Cortes (que llevaban cerradas casi un año), el Gobierno
conservador de Dato suspendió las garantías constitucionales y aplicó una fuerte censura a la
prensa.

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4. El impacto de la Primera Guerra Mundial y la crisis de 1917

En 1917 el sistema de la Restauración se vio sometido a una grave crisis, basada en principio
en el impacto económico de la Primera Guerra Mundial pero pronto extendida a la oposición
que vino del Ejército, de los partidos minoritarios y del movimiento obrero.
La crisis económica.– Cuando estalló la Gran Guerra, el Gobierno conservador de Eduardo
Dato se declaró neutral. Dado que la guerra había suspendido el comercio entre los países
beligerantes, estos recurrieron al mercado español, lo que generó a las empresas grandes be-
neficios. No obstante, la exportación masiva causó un desabastecimiento del mercado interno
y por consiguiente una fuerte inflación (subida de precios). Como los salarios no subieron
en consonancia, el nivel adquisitivo de la mayoría de la población se redujo y el descontento Gráfico 1
general aumentó.
Las Juntas de Defensa Militar.– El Ejército sufría un exceso de oficiales debido a los ascensos
conseguidos por acciones de guerra. Sin embargo, la posibilidad de recibir esos ascensos se
reservaba a los oficiales destinados en Marruecos (los «africanistas»), discriminando a los que
permanecían en la península. La llegada de la crisis económica en 1917 agravó la situación, y los
descontentos formaron las llamadas Juntas de Defensa Militar como forma de protesta. Aun-
que las Juntas reclamaron mejoras del sistema político, con un carácter regeneracionista, en
realidad perseguían presionar al Gobierno para obtener un aumento salarial y que los ascensos
fueran estrictamente por antigüedad. El rey, que no solo era afín al Ejército sino que además
sabía que dependía de este para reprimir los intentos revolucionarios, nombró un Gobierno
que cedió ante las Juntas.
La Asamblea de Parlamentarios.– La protesta del Ejército y el cierre de la Cortes animaron a
Francesc Cambó (diputado de la Lliga Regionalista) a convocar en Barcelona una reunión de Texto 2
diputados y senadores para protestar contra la corrupción del sistema parlamentario y pedir
tanto la apertura de Cortes Constituyentes con elecciones limpias como la descentralización
del Estado. El éxito de la convocatoria fue reducido (acudieron nacionalistas, republicanos y
reformistas),1 pero aun así la Asamblea fue disuelta por la Guardia Civil.
La huelga general revolucionaria.– En 1916 los sindicatos CNT (anarquista) y UGT (socialis-
ta) lograron ponerse de acuerdo y convocaron con éxito una huelga general. En su manifiesto
de 1917 criticaban la corrupción del sistema político (en cierta consonancia con la Asamblea Texto 3
de Parlamentarios), protestaban por las duras condiciones de la clase obrera y llamaban a la
huelga general revolucionaria. Sin embargo, estos sindicatos no acabaron de superar sus di-
ferencias y los socialistas convocaron por su cuenta una huelga general revolucionaria para el
13 de agosto de 1917. Debido a su desorganización, la huelga solo tuvo repercusión en Madrid,
Barcelona, el actual País Vasco y Asturias. El Gobierno declaró el estado de guerra y el Ejército
reprimió duramente a los huelguistas, a pesar de que estos esperaban que se solidarizara con
ellos debido a las reivindicaciones de las Juntas. Hubo unos 70 muertos y unos 2 000 detenidos.

1. El Partido Reformista de Melquíades Álvarez era una escisión de los republicanos que aceptaba la monarquía.

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5. La descomposición del sistema de la Restauración

5.1. El fin del turnismo

La crisis de 1917, en sus distintos aspectos, evidenció la debilidad del sistema político de la
Restauración. Como intento de solución el rey puso fin al turnismo y nombró Gobiernos de
concentración (es decir, formados por políticos de partidos distintos) presididos primero por
el liberal García Prieto y luego por el conservador Maura (el llamado «Gobierno nacional» de
1918); una de las novedades de estos Gobiernos fue que, por primera vez, hubo un ministro
catalanista (Cambó). Cuando esta iniciativa fracasó por las diferencias políticas en el seno de
los Gobiernos, se intentó recuperar el turnismo, pero ya no era posible porque el caciquismo
había perdido eficacia y los dos grandes partidos estaban divididos, de modo que las elecciones
no daban mayorías claras. En esa situación, los Gobiernos se sucedían con rapidez, en medio
de la suspensión de las garantías constitucionales y el cierre de las Cortes.

5.2. Conflictos sociales. El pistolerismo

Aunque la huelga general de 1917 había fracasado, a partir de entonces el movimiento obrero
creció y se radicalizó. Se dio un aumento espectacular tanto en el número de afiliados a sindi- Tabla 1
catos (especialmente CNT) como en el de huelgas. En el campo andaluz tuvo lugar el llamado
«trienio bolchevique» (1918-1921), un período de revueltas con quemas de cosechas y ocupa-
ciones de tierras. En Barcelona, en 1919, tuvo lugar la huelga de «La Canadiense» (la compañía
de abastecimiento eléctrico), que dejó el centro de la ciudad a oscuras durante mes y medio.
Gracias a la mediación del Gobierno, los obreros lograron sus reivindicaciones (entre ellas, la
jornada de ocho horas), pero la clase alta, organizada en la Federación Patronal, respondió
mediante el lock-out o cierre patronal de empresas, que paralizó la vida económica de la ciu-
dad durante tres meses dejando a los obreros sin medios de vida. A esto se sumó la represión
militar y policial favorecida por la Ley de Fugas (que permitía disparar contra los presos con
el pretexto de que intentaban fugarse). Como resultado, estalló una guerra entre pistoleros Tabla 2
de ambos bandos, con asesinatos de obreros, capataces y patronos. Hubo luchas incluso entre
obreros de la CNT (llamado entonces Sindicato Único) y de los Sindicatos Libres de carácter
católico y aprobados por la patronal.

5.3. El desastre de Annual y el pronunciamiento de Primo de Rivera

En Marruecos la guerra continuaba, ya que la oposición de las tribus del Rif impedía completar
la ocupación del protectorado. En 1921 el general Silvestre se adentró en territorio enemigo
hasta alcanzar una posición al oeste de Melilla, cerca de Annual, en la que fue acorralado.
Durante su caótica retirada a Melilla, las tropas españolas, que se hallaban en muy malas con-
diciones, fueron atacadas sin piedad por las cabilas de Abd-el-Krim, que causaron unas diez mil
bajas (entre ellas, la del propio Silvestre). Se instruyó el Expediente Picasso (por el nombre del
general instructor) para determinar unas responsabilidades que en los debates del Congreso
el socialista Indalecio Prieto atribuyó al Gobierno y a la monarquía. Por otro lado, el nuevo
Gobierno de concentración liberal de García Prieto planteó reformas del sistema en sentido
democrático.
Ante esta situación, cuando el Expediente Picasso estaba a punto de debatirse en el Congre-
so, el capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, llevó a cabo un pronunciamiento Textos 5 y 6
y consiguió que el rey le diera el Gobierno.

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6. La dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)

6.1. Las causas de la dictadura

Primo de Rivera emitió un manifiesto en el que justificaba su actuación como una medida Texto 4
de regeneracionismo autoritario, considerando que el sistema de la Restauración no solo no
había sido capaz de solucionar los problemas de España sino que incluso constituía uno de
esos problemas. Primo de Rivera pretendía defender la monarquía acabando con la corrupción
política, el caciquismo, los conflictos sociales, los nacionalismos y el problema de Marruecos.
Además, con su pronunciamiento protegió el prestigio del Ejército al evitar la depuración de
responsabilidades por el desastre de Annual.

6.2. Medidas políticas

Primo de Rivera decretó el estado de guerra (que duró hasta 1925) e impuso la dictadura a tra-
vés de las siguientes acciones: suspensión de la Constitución de 1876; disolución de las Cortes;
cese de las autoridades civiles y sustitución de estas por militares; cierre de partidos políticos y
sindicatos; represión del movimiento obrero; censura; y prohibición del uso de lenguas y sím-
bolos regionales (la Mancomunidad catalana fue disuelta más tarde, en 1925). Como Gobierno
estableció un Directorio Militar compuesto por ocho generales y un contraalmirante, aunque
Primo de Rivera como presidente tomaba todas las decisiones. En principio, la dictadura se
planteó como una medida provisional, y de hecho no suscitó la oposición popular.
Con el fin de eliminar el caciquismo, se creó el Estatuto Municipal y más tarde el Provincial,
que daban más competencias a Ayuntamientos y Diputaciones. Sin embargo, el Directorio te-
nía todo el control, ya que nombraba a los cargos y nunca llegó a convocar elecciones. De este
modo, en realidad se sustituía un caciquismo por otro.
En cuanto al problema de Marruecos, en 1925 se produjo el desembarco de Alhucemas, una
ofensiva a gran escala conjunta con Francia (la primera gran operación anfibia de la historia)
que logró derrotar a Abd-el-Krim y completar la ocupación del Rif. Esta victoria dio al dictador
un gran prestigio, y de hecho supuso el gran éxito de la dictadura.
Pronto quedó claro que Primo de Rivera no tenía intención de dirigir un régimen provisio-
nal, ya que comenzó a tomar medidas de institucionalización mediante la ampliación de su
apoyo social. Para ello creó la Unión Patriótica, un partido único de carácter católico del que
salían los cargos del Gobierno, y el Somatén, una milicia de apoyo a las fuerzas de seguridad.
En 1925 la dictadura entró en su segunda fase, el Directorio Civil (en el que entraron minis-
tros civiles), fase durante la que el dictador pretendía completar la institucionalización de su
régimen. Con este objetivo convocó una Asamblea Nacional con carácter consultivo y corpora-
tivo (es decir, con representantes de los distintos sectores sociales), controlada por el Gobierno,
a la que encargó la redacción de una nueva Constitución.

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

6.3. Medidas económicas y sociales

Aprovechando la prosperidad de los «felices años 20», Primo de Rivera emprendió medidas
para el impulso de la economía basadas en el intervencionismo del Estado. Nacionalizó empre-
sas y concedió monopolios, como el del teléfono a la Compañía Telefónica Nacional de España
o el del petróleo a Campsa. También emprendió un programa de obras públicas que incluía las
Confederaciones Hidrográficas (para el estímulo de la energía hidroeléctrica y del regadío) y
el Plan de Firmes (que supuso el asfaltado de la red radial de carreteras). Estas dos medidas
modernizadoras, como contrapartida, se financiaron a costa del aumento de la deuda pública.
En lo social, Primo de Rivera estableció la Organización Corporativa del Trabajo, cuyo obje-
tivo era resolver los conflictos laborales mediante comités paritarios (formados por patronos y
obreros). Para ello contó con la colaboración del sindicato UGT, que de esta forma se fortaleció
aprovechando la ilegalización de su rival, la CNT.

6.4. El fin de la dictadura

A pesar del éxito en Marruecos, Primo de Rivera se encontró con una oposición cada vez mayor.
Su política de ascensos por méritos y su intento de reforma militar lo enfrentaron con parte del
Ejército, como se manifestó en la «Sanjuanada» (un pronunciamiento fallido en contra del dic-
tador en 1926). La dictadura también cosechó la oposición tanto de los intelectuales como de
los estudiantes universitarios, que estaban organizados en la Federación Universitaria Escolar
(FUE) y que en 1928 convocaron manifestaciones en protesta contra la política universitaria
de la dictadura, que favorecía a las asociaciones de estudiantes católicos. También aumentaron
las protestas obreras. La economía se vio fuertemente afectada por la devaluación de la peseta,
fruto de la desacertada política monetaria de la dictadura. Por último, Alfonso XIII comenzó
a dudar de la conveniencia de apoyar al dictador, y la relación entre ambos se hizo cada vez
más tensa.
Ante esta situación, Primo de Rivera envió una circular a los mandos militares pidiendo su
apoyo. Al no recibirlo, presentó su renuncia el 30 de enero de 1930 y se exilió en París, donde
murió dos meses después.

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7. La caída de la monarquía

Tras la marcha de Primo de Rivera el rey nombró presidente del Gobierno al general Dámaso
Berenguer, abriendo una etapa que fue conocida como «dictablanda». Como Alto Comisario Texto 7
en Marruecos en 1921, Berenguer había sido sancionado por su responsabilidad en el desas-
tre de Annual, pero la dictadura lo había amnistiado. La intención de Berenguer era volver al
régimen constitucional anterior a la dictadura, pero actuó con lentitud e indecisión. Por otro
lado, la monarquía estaba totalmente desprestigiada debido a su apoyo a la dictadura en con-
tra de la Constitución de 1876, de modo que Alfonso XIII encontró muy pocos apoyos entre los
antiguos políticos monárquicos (Romanones, Cambó), cuyos partidos habían sido disueltos
por la dictadura.
Como consecuencia de esta situación, se produjo un fuerte auge del republicanismo. En
1930 representantes de diversas fuerzas de oposición a la monarquía se reunieron y firmaron
el Pacto de San Sebastián con el objetivo de lograr la caída de la monarquía y la llegada de la
república. Se trataba de partidos republicanos tanto de derecha como de centro y de izquierda
entre los que figuraban nacionalistas catalanes y gallegos. El PSOE y la UGT se unieron al pacto
más adelante.
Todas estas fuerzas constituyeron un comité revolucionario que planeó una sublevación a
escala nacional en colaboración con militares republicanos. Debido a su descoordinación, esta
tentativa fracasó y supuso la ejecución de los capitanes Galán y García Hernández, que suble-
varon a la guarnición de Jaca antes de tiempo (diciembre de 1930). Días después se produjo la
sublevación del aeródromo de Cuatro Vientos en Madrid, que también fracasó.
Por su parte, el general Berenguer convocó elecciones a Cortes ordinarias, pero la mayoría
de fuerzas políticas amenazaron con boicotearlas mediante el retraimiento y exigieron Cortes
Constituyentes. Incapaz de manejar la situación, Berenguer presentó su dimisión, y el rey nom-
bró en su lugar al almirante Aznar, que convocó elecciones municipales para el 12 de abril de
1931 como preparación de las elecciones a Cortes. Aunque las candidaturas monárquicas ob-
tuvieron más votos, las republicanas ganaron en la gran mayoría de las capitales de provincia,
lo que fue interpretado por todos, incluido el rey, como un rechazo general a la monarquía, ya
que el voto urbano se consideraba menos falseado por el caciquismo y el sistema electoral daba
al voto rural más importancia de la que tenía en realidad. El 14 de abril varios Ayuntamientos Texto 8
proclamaron la Segunda República y el rey partió al exilio, embarcándose en Cartagena para
nunca regresar.

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

8. Conclusiones. El debate entre historiadores

El Estado liberal diseñado por Cánovas se creó pensando en solucionar los problemas de la Es-
paña del siglo xix, pero sin contar con las transformaciones que el país estaba experimentando
y que crearon un panorama político, económico y social muy distinto al llegar el siglo xx. El
desastre del 98, el surgimiento de una conciencia regeneracionista o la reducción del carácter
rural del país fueron factores que permitieron que el caciquismo encontrara una oposición cada
vez mayor y que las fuerzas ajenas al sistema de la Restauración (catalanistas, republicanos y
movimiento obrero) comenzaran a abandonar el papel marginal que Cánovas les había reser-
vado, mientras por su parte el Ejército volvía a imponer su influencia sobre el poder político.
Para regeneracionistas como Maura y Canalejas, la solución a las tensiones políticas y socia-
les que se estaban generando residía en avanzar hacia una democratización de la monarquía,
es decir modificar el sistema político para que diera cabida a toda la sociedad. Sin embargo, sus
intentos fracasaron, y el sistema liberal entró de lleno en una profunda crisis que dejó el país
expuesto a la dictadura. Esta fue la apuesta del rey, pero cuando la dictadura también fracasó
la monarquía y todo el sistema de la Restauración se hundieron definitivamente con ella. La
tarea de democratizar España iba a recaer en un sistema totalmente distinto, la república.

Los historiadores han aportado visiones muy distintas acerca de la crisis del Estado liberal. Maura ha sido apreciado
por sus intentos regeneracionistas pero también ha sido criticado como un político autoritario y arrogante. En cuan-
to a la decisión del rey de destituirlo tras la Semana Trágica, ha sido criticada por los historiadores conservadores
como un bloqueo de las posibilidades de modernización y por tanto como un ejemplo negativo del intervencionismo
del rey; por otro lado, Seco Serrano defendió al rey por no ceder ante Maura y actuar de forma responsable para
con el sistema del turnismo. La dimensión de la figura de Canalejas también es discutida, al ser considerado o bien
la última oportunidad de modernización de la monarquía liberal o bien un mero continuador de reformas poco
novedosas y poco eficaces.
Tradicionalmente, el reinado de Alfonso XIII se ha considerado una época de crisis absoluta. Santos Juliá recoge
esta visión al considerar que los políticos de la Restauración, a pesar de ser conscientes de la necesidad de reformas
democráticas para conseguir la continuidad del sistema, no fueron capaces de llevarlas a cabo y quedaron inevita-
blemente condenados al fracaso. Por otro lado, Moreno Luzón ha aportado una visión más positiva, afirmando que
en realidad esta fue la época del «apogeo de la monarquía liberal», en la que se llevaron a cabo muchas reformas
políticas y sociales y en la que el sistema demostró una notable capacidad de adaptación que le permitió superar
crisis como las de 1909 o 1917.
En cuanto a la dictadura, se ha establecido el debate de si esta acabó con los intentos de democratización (Carr)
o si llegó porque estos ya habían fracasado (Tusell). Moreno Luzón, en una posición intermedia, sostiene que en
Texto 5
1923 había «diversos futuros abiertos» y critica a Alfonso XIII, acusándolo de precipitar la crisis del Estado liberal
mediante su apoyo a Primo de Rivera.

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9. Cronología

Se detallan solo los Gobiernos más importantes. De 1902 a 1923 hubo 31 Gobiernos, es decir una media de 0,6
Gobiernos por año.

1898 Gobierno liberal de Sagasta


1899-1901 Gobierno conservador de Silvela
1901-1902 Gobierno liberal de Sagasta
Reinado constitucional de Alfonso XIII (1902-1923)
1902 Coronación de Alfonso XIII
1903-1904 Gobierno corto de Maura
1905-1906 Gobiernos liberales de Montero Ríos y Moret
1907-1909 Gobierno largo de Maura
1909-1913 Gobiernos liberales de Moret, Canalejas (asesinado en 1912) y Romanones
1909 Guerra de Melilla
Julio, 1909 Semana Trágica
1913-1915 Gobierno conservador de Dato
1915-1917 Gobiernos liberales de Romanones y García Prieto
1917 Gobierno conservador de Dato. Juntas de Defensa, Asamblea de Parlamentarios
y huelga general
1917-1918 Gobiernos de concentración de García Prieto y Maura
1917-1923 Pistolerismo en Cataluña
1918-1919 Gobiernos liberales de García Prieto y Romanones
1918-1921 «Trienio bolchevique», revueltas campesinas en Andalucía y Extremadura
1919-1921 Gobiernos conservadores de Maura y Dato
1921 Desastre de Annual
1921-1922 Gobierno de concentración de Maura
1922-1923 Gobierno liberal de García Prieto
1923 Pronunciamiento de Primo de Rivera
Dictadura de Primo de Rivera y caída de la monarquía (1923-1931)
1923-1925 Directorio Militar
1925 Desembarco de Alhucemas
1925-1930 Directorio Civil
1930 Dimisión de Primo de Rivera
1930-1931 «Dictablanda» de Berenguer
1931 Gobierno de Aznar. Elecciones municipales de 12 de abril. Proclamación de la II República

10. Documentos

Texto 1. Moción de la Asamblea Obrera de Terrasa. 21 de julio de 1909


Considerando que la guerra es una consecuencia fatal del régimen de producción capitalista. Considerando, ade-
más, que dado el sistema español de reclutamiento del ejército, solo los obreros hacen la guerra que los burgueses
declaran.
La Asamblea protesta enérgicamente:
1.- Contra la acción del gobierno español en Marruecos.
2.- Contra los procedimientos de ciertas damas de la aristocracia, que insultaron el dolor de los reservistas, de
sus mujeres y de sus hijos, dándoles medallas y escapularios, en vez de proporcionarles los medios de subsistencia
que les arrebatan con la marcha del jefe de la familia.
3.- Contra el envío a la guerra de ciudadanos útiles a la producción, y en general, indiferentes al triunfo de la
cruz sobre la media luna, cuando se podrían formar regimientos de curas y frailes que, además de estar directamen-
te interesados en el éxito de la religión católica, no tienen familia, ni hogar, ni son de utilidad alguna al país […].

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Texto 2. Protesta de la Asamblea de Parlamentarios. Julio de 1917


B) Que habiendo declarado el Gobierno y los partidos que tienen mayoría en las actuales Cortes, que estas
no pueden actuar en funciones Constituyentes, y considerando la Asamblea que urge deliberar y resolver sobre la
organización del Estado, la autonomía de los municipios y los demás problemas que las circunstancias plantean
[…], entiende que es indispensable la convocatoria de nuevas Cortes que, en funciones de Constituyentes, puedan
deliberar sobre estos problemas y resolverlos.
C) Que para que el país pueda manifestar libremente su opinión […], las Cortes Constituyentes no pueden ser
convocadas por un Gobierno de partido, que fatalmente seguiría los habituales procedimientos de adulteración del
sufragio […].
D) Que es indispensable que el acto realizado por el Ejército el día 1.º de junio vaya seguido de una profunda
renovación de la vida pública española […].

Texto 3. Manifiesto conjunto UGT-CNT. Madrid, 27 de marzo de 1917


[...] Cada día que pasa representa para el proletariado una agravación creciente de la miseria ocasionada por la
carestía de las subsistencias y por la falta de trabajo.
[…] ¿[H]abrá algún gobernante español que pueda afirmar en conciencia que las condiciones insoportables
de nuestra vida, agravadas sin duda y puestas de relieve por la guerra europea, no son la consecuencia de un régi-
men tradicional de privilegio, de una orgía constante de ambiciones privadas, de la desenfrenada inmoralidad que
encuentra en los organismos públicos el amparo y la defensa que debían prestar a los primordiales intereses de la
vida del pueblo? […]
Las denuncias diarias de la prensa, los abusos que descubren las públicas discusiones de las asambleas, la labor
misma de las Cortes, tan estéril para el bien como reveladora de crecientes impurezas, son los folios de un largo y
complicado proceso cuya sentencia habrá de ser dictada y cumplida por el pueblo […].
El proletariado organizado ha llegado así al convencimiento de la necesidad de la unificación de sus fuerzas en
una lucha común contra los amparadores de la explotación erigida en sistema de gobierno. Y respondiendo a este
convencimiento, los representantes de la Unión General de Trabajadores y los de la Confederación Nacional del
Trabajo han acordado por unanimidad:
Primero. Que […] no encontrando […] satisfechas las demandas formuladas por el último congreso de la Unión
General de Trabajadores y Asamblea de Valencia, y con el fin de obligar a las clases dominantes a aquellos cambios
fundamentales de sistema que garanticen al pueblo el mínimum de las condiciones decorosas de vida y de desarro-
llo de sus actividades emancipadoras, se impone que el proletariado español emplee la huelga general, sin plazo
definido de terminación, como el arma más poderosa que posee para reivindicar sus derechos.

Texto 4. Manifiesto de Primo de Rivera. 13 de septiembre de 1923


Españoles: Ha llegado para nosotros el momento más temido que esperado (porque hubiéramos querido vivir siem-
pre en la legalidad y que ella rigiera sin interrupción la vida española) de recoger las ansias, de atender el clamoroso
requerimiento de cuantos amando la Patria no ven para ella otra salvación que libertarla de los profesionales de la
política, de los que por una u otra razón nos ofrecen el cuadro de desdichas e inmoralidades que empezaron el año
98 y amenazan a España con un próximo fin trágico y deshonroso. La tupida red de la política de concupiscencias
ha cogido en sus mallas, secuestrándola, hasta la voluntad real. […]
Pues bien, ahora vamos a recabar todas las responsabilidades y a gobernar nosotros u hombres civiles que
representen nuestra moral y doctrina. Basta ya de rebeldías mansas […]. No tenemos que justificar nuestro acto,
que el pueblo sano demanda e impone. Asesinatos de prelados, exgobernadores, agentes de la autoridad, patronos,
capataces y obreros; […] rastreras intrigas políticas tomando por pretexto la tragedia de Marruecos; incertidumbre
ante este gravísimo problema nacional; indisciplina social, que hace al trabajo ineficaz y nulo, precaria y ruinosa
la producción agraria e industrial; impune propaganda comunista; impiedad e incultura; justicia influida por la
política; descarada propaganda separatista […].

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Texto 5. El debate historiográfico sobre el pronunciamiento de Primo de Rivera


El significado de este pronunciamiento en la historia contemporánea ha dado lugar a una famosa polémica que ha
enfrentado a dos grupos de historiadores. Por una parte, el de los que se podrían denominar optimistas, […] en
cuya opinión el cuartelazo vino a hundir un régimen que en 1923 daba señales de encaminarse hacia la democracia
parlamentaria […]. Carr escribió […] que «no era la primera, ni la última vez, que un general aseguraba rematar
un cuerpo enfermo cuando, de hecho, estaba estrangulando a un recién nacido». Por otra, el de los pesimistas, que
[…] han insistido en que el sistema de la Restauración estaba agotado. En palabras de Tusell, […] «el capitán general
de Cataluña no estranguló a un recién nacido, sino que enterró a un cadáver […]».
Hablar de democratización de la monarquía española resultaba a todas luces exagerado […]. No obstante,
el sistema de la Restauración en crisis había mostrado una notable capacidad para adaptarse a las circunstancias
mediante concentraciones o coaliciones que prolongaron su vida y lo estabilizaron, había introducido medidas so-
cioeconómicas significativas –de la jornada de ocho horas al arancel– e integrado a parte de sus críticos, como los
catalanistas o los reformistas. […] Por lo tanto, nada estaba decidido y diversos futuros seguían abiertos cuando el
capitán general y su soberano decidieron romper amarras con la legalidad y aventurarse por el imprevisible camino
de la violencia insurreccional.

R. Villares y J. Moreno Luzón, Restauración y dictadura, en Historia de España, vol. 7, 2009.

Texto 6. El papel histórico de la dictadura de Primo de Rivera según J. P. Fusi y J. Palafox


La Monarquía española y el sistema parlamentario arrastraban un grave problema de representatividad, en razón
de su naturaleza oligárquica y caciquista. La cuestión a partir del 98 fue precisamente ver si el régimen de 1876
era o no capaz de evolucionar gradualmente –como otras monarquías europeas– hacia un sistema constitucional
y parlamentario verdaderamente democrático. Visto lo sucedido –golpe militar en 1923, caída de la Monarquía en
1931–, cabría concluir que la evolución no fue posible […]. Pero las cosas pudieron haber sido de otra forma […].
El pronunciamiento de 1923 fue, evidentemente, resultado de la crisis política, pero el detonante fue el desas-
tre militar sufrido por el Ejército español en julio de 1921 en Annual […]. La crisis de Marruecos vino a agravar
decisivamente la situación española. Generó una amplia campaña de la oposición en la calle y en el Parlamento
contra la Monarquía y por el abandono de Marruecos, campaña liderada por los socialistas […] Convencido de que
la responsabilidad última de Annual estaba en la decadencia del parlamentarismo, en el desorden público y en el
estado de crisis nacional que atravesaba el país, el Ejército volvió a asumir su papel como instrumento de salvación
nacional […].
La Dictadura cambió decisivamente el curso de la historia española. Como a su modo intuyó al hilo de los acon-
tecimientos Antonio Maura, la Dictadura trajo la República y la República, la Guerra Civil. De no haberse producido
el golpe, las cosas podrían haber sido ciertamente de otra manera. De ahí que Raymond Carr considerase el golpe
de 1923 como el hecho más determinante de la historia de España del siglo xx.

Juan Pablo Fusi y Jordi Palafox, España. 1808-1996. El desafio de la Modernidad, Espasa, Madrid, 1997.

Texto 7. «El error Berenguer». Artículo de Ortega y Gasset en el diario El Sol. 14 de noviembre de 1930
[…] A ese hecho responde el Régimen con el Gobierno Berenguer, cuya política significa: volvamos tranquilamente
a la normalidad por los medios más normales, hagamos «como si» aquí no hubiese pasado nada radicalmente nuevo,
sustancialmente anormal.
Eso, eso es todo lo que el Régimen puede ofrecer, en este momento tan difícil para Europa entera, a los veinte
millones de hombres ya maltraídos de antiguo, después de haberlos vejado, pisoteado, envilecido y esquilmado
durante siete años. Y, no obstante, pretende, impávido, seguir al frente de los destinos históricos de esos españoles
y de esta España. […]
[El Régimen] quiere una vez más salir del paso, como si los veinte millones de españoles estuviésemos ahí para
que él saliese del paso. Busca a alguien que se encargue de la ficción, que realice la política del «aquí no ha pasado
nada». Encuentra solo un general amnistiado.
Este es el error Berenguer de que la historia hablará.
Y como es irremediablemente un error, somos nosotros, y no el Régimen mismo; nosotros, gente de la calle,
de tres al cuarto y nada revolucionarios, quienes tenemos que decir a nuestro conciudadanos: ¡Españoles, vuestro
Estado no existe! ¡Reconstruidlo!
Delenda est Monarchia. [La monarquía ha de ser destruida.]

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Texto 8. Renuncia de Alfonso XIII. Madrid, 14 de abril de 1931


Las elecciones celebradas el domingo, me revelan claramente que no tengo el amor de mi pueblo. Mi conciencia
me dice que ese desvío no será definitivo, porque procuré siempre servir a España, puesto el único afán en el inte-
rés público hasta en las más críticas coyunturas. Un Rey puede equivocarse y sin duda erré yo alguna vez, pero sé
bien que nuestra Patria se mostró siempre generosa ante las culpas sin malicia. Soy el Rey de todos los españoles
y también un español. Hallaría medios sobrados para mantener mis regias prerrogativas en eficaz forcejeo contra
los que las combaten; pero resueltamente quiero apartarme de cuanto sea lanzar a un compatriota contra otro, en
fratricida guerra civil.
No renuncio a ninguno de mis derechos, porque más que míos son depósitos acumulados por la Historia de cuya
custodia me han de pedir un día cuenta rigurosa. Espero conocer la auténtica expresión de la conciencia colectiva.
Mientras habla la nación suspendo deliberadamente el ejercicio del Poder Real reconociéndola como única señora
de sus destinos.
También quiero cumplir ahora el deber que me dicta el amor de la Patria. Pido a Dios que también como yo lo
sientan y lo cumplan todos los españoles.

Tabla 1. Afiliados de CNT y UGT


Año CNT UGT

1911 29.510 77.749


1919 705.472 211.342 (en 1920)
1931 534.168 277.011 (en 1930)

Tabla 2. Asesinatos por causas sociales en Barcelona


Agentes
Año Patronos Capataces Obreros
de la autoridad
1917 2 – – 3
1918 3 3 – 6
1919 – 3 5 7
1920 8 4 1 26
1921-1923 9 13 2 128

Fuente de las tablas:


Miguel Artola (dir.), Enciclopedia de Historia de España, vol. I, Alianza Editorial, Madrid, 1988.

Gráfico 1. Precios y salarios de 1915 a 1923

136
Gráfico 2. Huelgas de 1905 a 1931

Fuente de los gráficos 1 y 2:


AA. VV., Historia de España, Vicens Vives, Barcelona, 2007.

Ilustración 1. El chiste de la revista Cu-Cut de 1905, por Junceda

En el Frontón Condal
—¿Qué se celebra aquí, que hay tanta gente? [El militar, en castellano.]
—El Banquet de la Victòria. [El civil, en catalán, refiriéndose a la celebración de la victoria electoral de la Lliga
Regionalista en las elecciones municipales de 1905.]
—¿De la victoria? Ah, vaya, serán paisanos.

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11. Biografías

Alfonso XIII (1886-1841). Rey de tuó en su contra. En 1931, y ante


España de 1902 a 1931, hijo de Alfon- la negativa de destacados polí-
so XII y de María Cristina de Habsbur- ticos de aceptar la presidencia,
go. Aunque fue proclamado rey al na- fue nombrado presidente de un
cer, su madre ocupó la regencia hasta Gobierno de concentración que
que Alfonso fue declarado mayor de estaba dirigido en realidad por
edad con 17 años. El diario del joven Romanones (liberal), La Cier-
rey demuestra que era consciente de va (conservador) y el general
la trascendencia de su reinado: «Yo puedo ser un Rey Berenguer. Este Gobierno, que
que se llene de gloria regenerando la patria; […] pero fue el último de la monarquía,
también puedo ser un Rey que no gobierne, que sea go- convocó las elecciones de 12 de
bernado por sus ministros, y, por fin, puesto en la fronte- abril de 1931 que condujeron a
ra». El rey, por tanto, decidió ejercer un papel activo en la proclamación de la II Repú-
política como garantía de éxito para su reinado, a pesar blica. En la imagen, aparece a la izquierda.
de lo cual no pudo evitar ser «puesto en la frontera».
Alfonso XIII se casó en 1906 con Victoria Eugenia de Berenguer, Dámaso, conde de Xauen (1873-1953).
Battenberg, nieta de la reina Victoria, lo que obedecía Militar español nacido en Cuba. Debido a sus acciones
en parte a una política exterior de alineamiento con en la guerra de Marruecos fue ascendido a general,
el Reino Unido. Después de la boda, cuando la pare- y en 1918 fue nombrado ministro de la Guerra en el
ja real recorría en carruaje la calle Mayor de Madrid, Gobierno de concentración de García Prieto. En 1919
el anarquista Mateo Morral les lanzó desde un balcón fue nombrado Alto Comisario de Marruecos, pero fue
una bomba escondida en un ramo de flores. Los reyes cesado en 1922 y procesado por su responsabilidad en
salieron ilesos, pero murieron once personas. Alfonso el desastre de Annual, al considerarse que no había im-
XIII tuvo una marcada formación militar, lo que le hizo pedido el avance imprudente del general Silvestre, que
apoyar al Ejército en los conflictos de este con distintos era su subordinado. Primo de Rivera lo amnistió, y el rey
Gobiernos. Además, fue muy aficionado a los coches y a lo nombró jefe de su Casa Militar en 1924. En 1930, tras
la aviación, y tuvo un gran interés en la modernización la renuncia de Primo de Rivera, el rey lo nombró presi-
de España. Bajo su reinado, Madrid se renovó mediante dente del Gobierno con el encargo de volver a la situa-
la apertura de la Gran Vía y del Metro y la construcción ción anterior a la dictadura. Falto de apoyos, presentó
de la Ciudad Universitaria (sobre terrenos donados por su dimisión. Durante la II República fue procesado y
el rey). Por otro lado, encargó de forma reservada a más tarde amnistiado. Escribió un libro de memorias
los hermanos Baños la producción de varias películas titulado De la Dictadura a la República, en el que definió
pornográficas para su proyección en su círculo privado. la situación de España durante su Gobierno como «una
Una de las acciones más reconocidas de Alfonso XIII botella de champán que se destapa». En la imagen su-
fue la fundación a raíz de la Primera Guerra Mundial perior, aparece a la derecha.
de la Oficina Pro-cautivos, que financió de su bolsillo,
y que se encargaba de localizar a prisioneros de gue- Canalejas, José (1854-1912). Político
rra para ponerlos en contacto con sus familias. Gracias liberal coruñés. Inicialmente se dedicó a
a su prestigio, intervino a favor de muchos de ellos y la docencia, pero no consiguió una cáte-
consiguió el fin del torpedeo de barcos hospitalarios en dra universitaria y se pasó a la política en
la guerra submarina. El 14 de abril de 1931, mientras el partido liberal, después de haber reci-
se proclamaba la República, Alfonso XIII dejó Madrid bido la influencia de republicanos como
en su Duisenberg, conduciendo él mismo, hasta Car- Castelar. En 1888 fue nombrado ministro
tagena, donde se embarcó para Marsella. Su familia se de Fomento en el Gobierno de Sagasta,
reunió con él en París, y más tarde fijaron su residencia y seguidamente ocupó otros ministerios,
en Roma. En España, la II República lo condenó por pero en 1897 se alejó del partido por diferencias de cri-
traición y confiscó sus bienes. En 1941 abdicó en su hijo terio. Más tarde participó en las luchas internas por la
Juan, falleciendo un mes después. Alfonso XIII tuvo sie- jefatura del partido, que finalmente consiguió cuando
te hijos con la reina Victoria Eugenia; debido a proble- fue nombrado presidente en 1910, en un intento por
mas de salud de sus dos primeros hijos, Alfonso y Jaime, parte del rey de salida política a la crisis abierta por
su heredero fue Juan, su sexto hijo y tercero varón. Tuvo la Semana Trágica. El 12 de noviembre Canalejas fue
varios hijos ilegítimos, entre ellos tres con la actriz Car- asesinado por un anarquista frente al escaparate de la
men Ruiz Moragas. La figura de Alfonso XIII sigue sien- librería San Martín (hoy número 6 de la Puerta del Sol).
do muy controvertida, ya que por un lado ha sido muy
criticado por su intervencionismo político y su apoyo a Dato, Eduardo (1856-1921). Abogado y político con-
la dictadura de Primo de Rivera, mientras que por otro servador coruñés. En 1899 ocupó su primer ministerio,
ha sido defendido precisamente por ejercer su papel de y en 1913 su primera presidencia. A partir de entonces
rey constitucional con intenciones regeneracionistas. lideró el sector más moderado del partido conservador,
los idóneos, preferido por el rey y enfrentado a los mau-
Aznar-Cabañas, Juan Bautista (1860-1933). Militar ristas. Dato fue quien decidió la neutralidad de España
gaditano. Como almirante, participó en la ofensiva pos- en la Primera Guerra Mundial. Cesado en 1915, volvió
terior al desastre de Annual. En 1923 se mostró contra- a la presidencia en 1917 sustityendo a García Prieto.
rio al pronunciamiento de Primo de Rivera, pero no ac- Aunque Dato cedió ante las Juntas de Defensa, acabó

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

destituido ese mismo año. Durante de la Escuela Moder-


su Gobierno de 1920 emprendió di- na, supuso el cierre
versas medidas regeneracionistas en de la escuela y el pro-
favor de la clase trabajadora, disolvió cesamiento de Ferrer
una de las bandas de pistoleros de por complicidad, aun-
la patronal barcelonesa y autorizó la que fue absuelto. Pasó
actividad de la CNT. A pesar de ello, unos años en Francia
fue asesinado por tres anarquistas y Bélgica, pero a su
frente a la Puerta de Alcalá de Madrid en 1921. De Dato vuelta en 1909 fue acusado de promover la revuelta
se cuenta que, en los días en que no se había decidido la de la Semana Trágica y en concreto de incendiar un
posición de España ante la Gran Guerra, fue asediado convento. Su juicio militar se celebró sin ninguna garan-
por los periodistas tras un Consejo de Ministros. Reacio tía, y a pesar de las protestas de su abogado, el capitán
a contestar, finalmente preguntó a los periodistas si sa- Francisco Galcerán, y de no existir pruebas concluyen-
bían guardar un secreto. Todos respondieron que sí, y tes en su contra, fue condenado a muerte y ejecutado
entonces Dato dijo: «Yo también». en los fosos del castillo de Montjuïc. La ejecución de
Ferrer provocó una masiva oleada de protestas en Euro-
Fernández Silvestre, Manuel pa y una fuerte campaña en España contra el presidente
(1871-1921). Militar español naci- Maura, que fue destituido.
do en Cuba. A lo largo de su ser-
vicio en la guerra de Cuba recibió García Prieto, Manuel (1859-
diversos disparos y puñaladas, 1938), marqués de Alhucemas.
aunque finalmente solo le queda- Abogado y político liberal leonés. En
ron secuelas en un brazo. En 1904 1888 fue elegido diputado por Astor-
se inició su servicio en la guerra de ga, y en 1905 fue nombrado ministro
Marruecos. Aprendió árabe, obteniendo sobresaliente; por primera vez, destacando su labor
curiosamente, su profesor fue Abd-el-Krim, quien cau- durante el Gobierno de Canalejas. A
saría la muerte de Silvestre años después. Por sus ac- partir de 1913 fue el líder del sector
ciones en Marruecos ascendió hasta general, y en 1920 más a la izquierda del partido liberal, enfrentado al sec-
asumió la Comandancia General de Melilla. Desde ese tor de Romanones. En 1917 fue nombrado presidente,
puesto ordenó la campaña para completar la ocupación pero dimitió por su negativa a ceder ante las Juntas de
del Rif, que inicialmente se desarrolló con éxito. Subes- Defensa Militar. En 1918 presidió el primer Gobierno
timando la capacidad del enemigo, en 1921 alcanzó la de concentración de la monarquía, y en 1922 el último,
posición de Igueriben, cerca de Annual, donde se quedó disuelto por la dictadura de Primo de Rivera, durante la
aislado de la retaguardia y sin suministros. El 22 de julio que García Prieto se retiró de la política. En 1931 volvió
ordenó la retirada, sin saber que estaba rodeado por las brevemente a esta cuando fue nombrado ministro del
fuerzas de Abd-el-Krim, que comenzaron a disparar so- Gobierno de Aznar, el último de la monarquía. García
bre los españoles, entre los que cundió el pánico. La re- Prieto fue un ejemplo del caciquismo de la Restaura-
tirada se hizo caótica y se produjo una carnicería. El ge- ción, ya que fue la cabeza visible de la red clientelar
neral Silvestre falleció ese mismo día en circunstancias gallega iniciada por su suegro, Montero Ríos, presidente
desconocidas; su cadáver nunca se encontró. Las tropas del Gobierno en 1905.
que sobrevivieron al ataque de Igueriben se refugiaron
en Monte Arruit, en gran parte gracias a la carga suicida Maura, Antonio (1853-1925). Aboga-
del Regimiento de Cazadores de Alcántara, bajo mando do y político conservador mallorquín.
del teniente Fernando Primo de Rivera (hermano del Se inició en la política en el partido
futuro dictador), que falleció poco después. El general liberal de la mano de su cuñado, Ger-
Navarro, al mando de las tropas de Monte Arruit, nego- mán Gamazo. En 1892, como ministro
ció la rendición de modo que se permitiera su retirada de Ultramar, propuso un plan de auto-
a cambio de la entregar de las armas. Sin embargo, las nomía para Cuba que fue rechazado.
tropas desarmadas fueron atacadas, y de unos 3 000 A partir del desastre del 98 desarrolló
hombres solo unos 60 consiguieron llegar a Melilla. Los una política regeneracionista de denuncia de la corrup-
rebeldes rifeños se ensañaron con los españoles no solo ción, y en 1902 pasó al partido conservador. En 1904,
de Monte Arruit sino de otras posiciones que también con la retirada de Silvela de la política, ejerció el lide-
cayeron. En total, el desastre de Annual costó, según las razgo del partido y fue nombrado presidente, aunque
fuentes, entre 8 000 y 13 000 bajas. dimitió ese mismo año debido a la oposición que en-
contraban sus proyectos regeneracionistas. En 1907 se
Ferrer Guardia, Francisco (1859-1909). Educador inició el llamado «Gobierno largo de Maura», en el que
barcelonés. Se inició en la política como republicano este intentó de nuevo llevar a cabo amplias reformas
colaborador de Ruiz-Zorrilla. Su participación en el pro- del sistema político, que quedaron interrumpidas esta
nunciamiento republicano de Villacampa en 1886 lo vez por la campaña en su contra a raíz de la represión
obligó a exiliarse en Francia. Allí se hizo masón, se inte- de la Semana Trágica de 1909. Tras su desitución por
resó por el anarquismo y se ganó la vida como profesor el rey ese año, por un lado sus relaciones con este que-
de español. Gracias a la herencia de una alumna regresó daron muy dañadas, y por otro Maura quedó muy re-
a Barcelona y fundó la Escuela Moderna, donde aplicó sentido contra el partido liberal, lo que contribuyó a la
una pedagogía innovadora. El atentado en 1906 contra crisis del turnismo. A partir de 1913 lideró un sector del
los reyes por parte de Mateo Morral, que era empleado partido conservador enfrentada a los idóneos de Dato,

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preferidos por el rey para formar Gobierno. Aun así, en catalana, a la que más tarde dio la espalda con sus me-
1918 Maura fue nombrado presidente de un Gobierno didas anticatalanistas. Su dictadura se inició el 13 de
de concentración (el «Gobierno nacional»), y en 1922 septiembre de 1923, con la aprobación del rey. Primo de
presidió el Gobierno que gestionó el desastre de An- Rivera, por un lado, actuó en defensa de la monarquía,
nual mediante el encargo del Expediente Picasso. La pero por otro su relación con el rey se fue enrareciendo,
oposición de las Juntas de Defensa a esta investigación sobre todo a partir de declarar «A mí no me borbonea
motivó su dimisión, la última de su carrera. Antonio nadie». En 1930 dimitió y se exilió en París, donde mu-
Maura fue uno de los políticos más importantes de la rió al cabo de mes y medio.
Restauración, una figura muy controvertida por la de-
terminación con la que defendía sus puntos de vista, que Romanones, conde de, Álvaro de
le ha granjeado la consideración de político autoritario. Figueroa y Torres (1863-1950).
Por otro lado, fue un ferviente defensor de la Iglesia, Jurista y político liberal madrileño.
mientras que tuvo que sufrir el desprecio de parte de sus En 1894 fue nombrado alcalde de
opositores por su origen judío. Su hijo Miguel participó Madrid. En 1901 comenzó su carrera
en el Gobierno provisional de la II República, donde como ministro, y en 1909 fue nom-
también defendió a la Iglesia. brado presidente del Gobierno por
primera vez. Tras la muerte de Canalejas se convirtió
Primo de Rivera y Orbaneja, en líder del sector conservador del partido liberal, en-
Miguel, marqués de Estella (1870- frentado al de García Prieto. Como tal, presidió el Go-
1930). Militar y político gaditano. bierno en tres ocasiones más (1912-1913, 1915-1917 y
Pertenecía a una prestigiosa estirpe 1918-1919). Defendió la entrada en el bando aliado de
de militares: su abuelo José Primo la Primera Guerra Mundial. La mediación de su último
de Rivera participó en las guerras de Gobierno facilitó la resolución de la huelga de «La Ca-
Independencia española y de las co- nadiense» mediante, entre otras, una medida pionera,
lonias americanas; su tío Fernando la jornada de ocho horas. No obstante, este conflicto
fue revolucionario de 1868 y combatió en la tercera derivó en el pistolerismo. En 1923, Romanones ocupaba
guerra carlista; y su hermano Fernando fue un héroe la presidencia del Senado cuando se produjo el pronun-
de la guerra de Marruecos que falleció en el desastre de ciamiento de Primo de Rivera. Junto a Melquíades Álva-
Annual. Miguel Primo de Rivera ingresó en el Ejército rez, presidente del Congreso, pidió al rey la reapertura
con catorce años. Fue destinado a Marruecos (donde de las Cortes, sin ningún éxito. En 1926 participó en
fue condecorado), Cuba, Filipinas y de nuevo a Marrue- la Sanjuanada, una sublevación militar contra la dic-
cos. En 1919 fue nombrado Capitán General de Valencia tadura, por lo que se le impuso una elevada multa que
y más tarde de Madrid, aunque fue destituido debido a dio que hablar ya que Romanones tenía fama tanto de
su defensa pública del abandono militar de Marruecos. millonario como de tacaño. En 1931 entró en el Gobier-
En 1922 fue nombrado Capitán General de Cataluña, no de Aznar, y después de las elecciones municipales
donde participó en la represión de los conflictos sociales negoció con los republicanos la marcha del rey. Roma-
y planeó su toma del poder con una intención regenera- nones compaginó su actividad política con los negocios,
cionista, en la línea del «cirujano de hierro» que había amasando una fortuna que en su época lo convirtió en
predicado Joaquín Costa, es decir una figura autorita- el paradigma del hombre rico. Escribió un valioso libro
ria capaz de eliminar la corrupción del sistema de la de memorias, además de varias biografías como la de
Restauración. Contó con el apoyo de la alta burguesía Amadeo I.

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LA SEGUNDA REPÚBLICA.
LA GUERRA CIVIL EN UN CONTEXTO
DE CRISIS INTERNACIONAL (1931-1939)
Bloque Temático 6

Sumario
1. Contexto internacional ¶ 2. Los inicios de la Segunda República ¶ 3. El bienio reformista ¶
4. El bienio conservador ¶ 5. El Frente Popular ¶ 6. La sublevación militar ¶ 7. El desarrollo de la
Guerra Civil ¶ 8. Dimensión internacional de la guerra ¶ 9. Evolución política de los dos bandos ¶
10. La retaguardia ¶ 11. Los efectos de la guerra ¶ 12. Conclusiones ¶ 13. Cronología ¶ 14. Documen-
tos ¶ 15. Biografías

1. Contexto internacional

La Segunda República ocupó la década de los años treinta. En economía, estos fueron los años
en que el mundo estaba sumido en la Gran Depresión, una profunda crisis económica surgida
a raíz del crac de la Bolsa de Nueva York en 1929.
En política, Europa se dividió en dos tipos de Estado: democrático y dictatorial. Después de
la Primera Guerra Mundial la democracia se extendió por toda Europa, pero al cabo de unos
años la dictadura se extendía por muchos países debido a factores como la reducción del nivel
de vida traída primero por la guerra y después por la Gran Depresión o el miedo a una revolu-
ción social al estilo soviético. En algunos casos se trató simplemente de Gobiernos autoritarios
ejercidos por militares, pero en otros se creó un nuevo tipo de Estado basado en ideologías de
carácter totalitario.
El totalitarismo es un tipo de régimen autoritario (es decir, antidemocrático) en que el Esta-
do controla todos los aspectos de la sociedad anulando al individuo, ya que todo está al servicio
del Estado y su ideología; el fin último sería la creación de un orden nuevo. El totalitarismo se
basa también en el culto a un líder carismático y en la existencia de un partido único asimilado
al Estado, y se mantiene gracias al control de los medios de comunicación y a la represión.
En la Unión Soviética, el comunismo se convirtió en un sistema totalitario sobre todo duran-
te el estalinismo, es decir el período en que Iósif Stalin ostentó el poder absoluto (entre 1924
y 1953). El segundo tipo de dictadura totalitaria fue el fascismo, una ideología nacionalista y
militarista aplicada en la Italia de la década anterior por la dictadura de Mussolini. A pesar de
su intervencionismo económico, el fascismo respetaba la propiedad privada, por lo que era
fuertemente antimarxista. El fascismo inspiró nuevas dictaduras como las de Austria, Croacia,
Grecia e incluso la de Primo de Rivera en España, pero sobre todo la del régimen nazi de Hitler
en Alemania, caracterizado por el antisemitismo y por una agresiva política expansionista.
Las democracias de la Europa occidental no reaccionaron contra los fascismos por miedo
a una nueva guerra y porque estos actuaban de barrera entre ellas y la Unión Soviética, a la
que veían como el origen de una posible revolución social europea. De hecho, Francia y Reino
Unido, las principales democracias europeas, adoptaron una política de apaciguamiento que
las llevó en 1938 a consentir a Alemania la conquista de los Sudetes (Checoslovaquia) y la ane-
xión de Austria. Aun así, cuando Hitler invadió Polonia en septiembre de 1939, las democracias
tuvieron que enfrentarse a Alemania, y la Segunda Guerra Mundial estalló. Para entonces, la
Segunda República española había desaparecido y había sido sustituida por una dictadura
inspirada en el fascismo.

141
Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

2. Los inicios de la II República

2.1. El advenimiento de la República

La mañana del 14 de abril de 1931, tras conocerse los resultados de las elecciones municipales
del día 12, los concejales electos del Ayuntamiento de Éibar proclamaron la República, un
hecho que se repitió en numerosas ciudades hasta que en Madrid los integrantes del comité
revolucionario se constituyeron en Gobierno provisional y proclamaron oficialmente la Segun-
da República española ante la multitud congregada en la Puerta del Sol. Mientras ocurría todo
esto, Alfonso XIII partía hacia el exilio.
La llegada del nuevo régimen fue favorecida por el director de la Guardia Civil, el general
Sanjurjo, que decidió no actuar contra los republicanos, quienes hasta hacía poco habían esta-
do en la cárcel por su actividad revolucionaria. Contrariamente a los planes de estos, la Repú-
blica no llegó a través de una revolución sino sencillamente por la debilidad de la monarquía y
de forma pacífica, en un ambiente de fiesta popular.

2.2. El Gobierno provisional

2.2.1. Formación del Gobierno provisional

El Gobierno provisional estaba formado por los integrantes del Pacto de San Sebastián de
1930 y del posterior comité revolucionario, y representaban ideologías muy distintas. Pueden
dividirse en dos grupos: republicanos burgueses y socialistas.
El objetivo de los republicanos burgueses era instaurar una democracia que permitiera mo-
dernizar España, algo que no se había logrado durante el reinado de Alfonso XIII. Estaban
divididos en las siguientes ideologías, con las siguientes figuras:
• Derecha. Niceto Alcalá-Zamora, del partido Derecha Republicana, de carácter conserva-
dor y católico. Fue nombrado presidente del Gobierno provisional ya que era el único
con experiencia de gobierno (como ministro liberal durante la monarquía).
• Centro. Alejandro Lerroux, del Partido Radical, el de mayor tradición republicana ya que
provenía de la época de la Semana Trágica, si bien desde entonces se había moderado
considerablemente. Fue nombrado ministro de Estado.
• Izquierda. Manuel Azaña, de Acción Republicana, ministro de la Guerra. Dentro de la
izquierda había también dos políticos nacionalistas: Casares Quiroga, de la Organización
Gallega Autónoma, y Nicolau d’Olwer, del Partit Catalanista Republicà.

Los socialistas, es decir los representantes marxistas del movimiento obrero, adoptaron la
estrategia de colaborar con la República a pesar de considerarla un régimen burgués como un
medio de alcanzar más adelante sus objetivos revolucionarios.1 Entre lo socialistas estaban
Indalecio Prieto, presidente del PSOE, que defendía una postura moderada; y Francisco Largo
Caballero, presidente de la UGT, de tendencia más revolucionaria. A lo largo de la República
el socialismo sufrió una tensión constante entre estos dos líderes y sus respectivas posturas.

1. Para los socialistas la forma del Estado debía ser la república, pero según el modelo marxista y no el democrático
burgués. Así pues, los historiadores no llaman «republicanos» a los socialistas para distinguirlos de los republicanos
«burgueses» como Alcalá-Zamora, Azaña o Lerroux. Este, en particular, era muy contrario a los socialistas.

142
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2.2.2. Actuaciones del Gobierno provisional

Las primeras medidas del Gobierno provisional fueron convocar elecciones a Cortes Constitu-
yentes, decretar una amnistía para los presos políticos y controlar las aspiraciones catalanistas,
ya que el 14 de abril el líder del partido Estat Català, Francesc Macià, había declarado la Repú-
blica Catalana dentro de una futura Federación Ibérica. El Gobierno intervino, negociando la
concesión a Cataluña de autonomía y de un Gobierno regional (la Generalitat), de modo que
Macià dio marcha atrás.
Por otro lado, en mayo se produjo el primer conflicto grave de la República, que rompió el
clima pacífico inicial y planteó uno de los mayores problemas del nuevo régimen: la cuestión
religiosa. Este conflicto consistió en el incendio de edificios religiosos por parte de grupos de
izquierda, un acto ante el que el Gobierno no actuó con decisión provocando la protesta de sus
miembros de derecha.
El Gobierno provisional inició un conjunto de reformas que fue continuado por el Gobierno
siguiente. Las primeras medidas se destinaron a solucionar los problemas considerados más
urgentes, y entre ellas destacan la reforma del Ejército y la reforma laboral.
Reforma del Ejército.– El ejército español sufría un exceso de oficiales (uno por cada cinco
soldados, aproximadamente). Esto suponía tanto una carga económica como un peligro para la
República, ya que la fidelidad del Ejército al nuevo régimen era dudosa. Para solucionar estos
dos problemas, el ministro Azaña creó entre otras medidas una Ley de Retiro de la Oficialidad
que permitía retirarse con paga completa a los oficiales que no desearan jurar fidelidad a la
República. Un 37 % de la oficialidad se acogió a la ley, pero aun así la reforma tuvo efectos
limitados.
Reforma laboral.– El socialista Francisco Largo Caballero, ministro de Trabajo, impulsó la
Ley de Jurados Mixtos, una ampliación de los comités paritarios de la dictadura que se aplicó en
principio a la industria pero más adelante se extendió al campo. También amparó los derechos
de los trabajadores mediante la Ley de Contratos de Trabajo, y se establecieron la jornada de
40 horas semanales y la subida de salarios. Al mismo tiempo, el Gobierno provisional tomó
medidas para mejorar las condiciones de los jornaleros mientras se preparaba una reforma
agraria a gran escala (ver 3.2).

143
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2.2.3. La Constitución de 1931

Las elecciones a Cortes Constituyentes del 28 de junio dieron como vencedora a la coalición Gráfico 1
formada por los partidos republicanos de izquierda y el PSOE. Las nuevas Cortes ratificaron el
Gobierno provisional y en diciembre aprobaron la nueva Constitución, claramente democrática Texto 2
y de izquierdas. Sus características son las siguientes:
• Soberanía nacional (Preámbulo, art. 1).
• Poder legislativo ejercido por unas Cortes unicamerales (el Congreso de los Diputados)
elegidas por sufragio universal (art. 51) a partir de los 23 años y extendido por primera
vez a las mujeres (art. 23) gracias a la campaña de la diputada Clara Campoamor.
• Poder ejecutivo dual, compartido entre el presidente de la República como jefe del Es-
tado (art. 67) y el presidente del Consejo de Ministros como jefe del Gobierno (art. 86).
El presidente de la República nombraba y destituía al Gobierno, al igual que hacía antes
el rey, lo que a lo largo de la República supuso una fuente de conflictos.
• Organización territorial: el Estado se considera «integral» (art. 1), pero se permite su
descentralización mediante la creación de regiones autónomas (art. 8). Es decir, se evitó
el modelo de descentralización federal intentado en la I República.
• Declaración de derechos muy amplia, enfatizando la igualdad ante la ley y el rechazo
a la discriminación (arts. 2 y 25). La educación primaria se hace obligatoria y gratuita
(art. 48), y se permite el divorcio (art. 43).
• Relación Iglesia-Estado: el Estado se declara laico (art. 8); la Iglesia pierde cualquier Texto 1
privilegio, incluyendo la financiación por el Estado (art. 26); y se concede libertad de
culto (art. 28).
• En economía, el Estado puede expropiar y socializar la propiedad privada «por causa de
utilidad social» (art. 44).

Esta Constitución fue producto de la mayoría de izquierdas de las Cortes, con una clara
influencia de los socialistas. Sin embargo, la composición de las Cortes no reflejaba fielmen-
te la opinión pública porque la derecha monárquica, tras la caída de la monarquía, no tuvo
tiempo de organizarse para las elecciones y obtuvo una representación minoritaria que no se
correspondía con su apoyo real en la sociedad. Por ello, esta derecha no pudo participar en la
redacción de la Constitución y no se tuvo en cuenta su postura contraria a las disposiciones
sobre autonomía y religión. De hecho, el trato dado a la Iglesia en el artículo 26 dividió a la
sociedad española, además de que motivó la dimisión del presidente Alcalá-Zamora, un político
católico, y su sustitución por Azaña.

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3. El bienio reformista (1931-1933)

3.1. La formación del Gobierno de Azaña

Tras la promulgación de la Constitución, Alcalá-Zamora fue nombrado presidente de la Re-


pública, es decir jefe del Estado. Desde este puesto nombró como presidente del Gobierno a
Azaña, quien optó por aliarse con los socialistas y no con el Partido Radical de Lerroux. Su
intención era fortalecer la República al contar con el apoyo de la clase obrera, ya que el PSOE
era la fuerza con más representación en las Cortes, y al dejar en la oposición a Lerroux, consi-
derando que era republicano y que por tanto sería leal al nuevo régimen.

3.2. Las reformas

Azaña continuó con las reformas iniciadas por el Gobierno provisional, con el objetivo de lograr
una modernización radical de la sociedad española. Estas reformas, que se añadían a la militar
y la laboral del Gobierno provisional, fueron las siguientes:
Reforma agraria.– Fue la más ambiciosa de este período, ya que su objetivo era acabar con Textos 4 y 5
las injusticias sociales que se daban en el campo español y aumentar la prosperidad del país,
algo que las reformas liberales del siglo xix no habían logrado. La situación del campo era
crítica, y de hecho en 1931 había dado lugar a enfrentamientos violentos entre campesinos
y Guardia Civil, con muertos por ambos bandos. Durante el Gobierno provisional se habían
tomado medidas urgentes de protección del jornalero, como la jornada de ocho horas, el «la-
boreo forzoso» (por la que el terrateniente no podía dejar sin trabajo a los jornaleros) o la Ley
de Términos Municipales (por la que no se podía contratar a jornaleros de fuera hasta que no
se contratara a todos los del municipio). Durante el Gobierno de Azaña, en 1932, se aprobó
la Ley de Reforma Agraria, que basándose en el artículo 44 de la Constitución permitía la ex-
propiación de tierras de latifundios con el fin de entregarlas a campesinos para que formaran
asentamientos, bajo la gestión del Instituto de Reforma Agraria. A pesar de su importancia, esta
reforma se llevó a cabo muy lentamente por las trabas burocráticas y la falta de fondos públicos
para pagar las indemnizaciones a los propietarios.
Reforma territorial.– A raíz tanto de la promesa de autonomía hecha a Cataluña por el Go- Texto 3
bierno provisional y como del artículo 8 de la Constitución, la Generalitat presentó el Estatut
de Núria, un proyecto de estatuto de autonomía. Las Cortes lo aprobaron con modificaciones
en 1932, a pesar de la oposición de la derecha (ver 3.3.3) y en parte gracias al discurso pro-
nunciado por Azaña en defensa de la autonomía. De esta forma, se inició la descentralización
del Estado, que no continuó hasta que se aprobó el estatuto de autonomía vasco en 1936, ya
durante la Guerra Civil.
Reforma religiosa.– Una de las prioridades del Gobierno de Azaña, reflejada en la Consti- Texto 1
tución, fue reducir la influencia de la Iglesia en la sociedad, ya que la consideraban un freno a
la modernización. Para ello, se prohibió la enseñanza a las órdenes religiosas mediante la Ley
de Congregaciones Religiosas; se expulsó a los jesuitas; y se estableció el matrimonio civil y el
divorcio.
Reforma educativa.– El Gobierno de Azaña, inspirado en los principios de la Institución Libre
de Enseñanza, defendió una educación universal, laica y mixta como una fuente de progreso
para el país. Se emprendió la construcción de escuelas públicas para sustituir a las religiosas,
algo que no se consiguió totalmente. Por otro lado, se promovieron las Misiones Pedagógicas,
grupos educativos que recorrían los pueblos.

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3.3. Los problemas del bienio reformista

3.3.1. La economía

Aunque la crisis económica mundial no afectó tanto a España como a otros países, estos recorta-
ron sus importaciones y por tanto las exportaciones españolas cayeron drásticamente, mientras
que el sector de la construcción también se vio afectado. Como consecuencia, se produjo un
aumento del paro en una época en que la población española había experimentado un gran
crecimiento y la emigración al exterior se había detenido. Además, las inversiones en obra pú-
blica de la dictadura habían aumentado la deuda del Estado. En esta situación económica, las
reformas del Gobierno de Azaña eran difíciles de financiar y por tanto de llevar a cabo.

3.3.2. Conflictos sociales

La lentitud de la reforma agraria, que defraudó a los campesinos, y la acción de los anarquistas
(la CNT), que querían iniciar la revolución social contra el sistema burgués (con el que cola-
boraban sus rivales sindicales, los socialistas de la UGT), provocaron un fuerte aumento de los
conflictos sociales (huelgas, insurrecciones y ocupaciones de tierras), que aunque fracasaron
fueron desgastando al Gobierno. En 1932, por ejemplo, los mineros del Alt Llobregat llevaron
a cabo una insurrección anarquista que motivó el envío del Ejército, aunque sin mayores con-
secuencias. El incidente más grave fue la matanza de campesinos anarquistas por parte de la
Guardia Civil en Casas Viejas (Cádiz) en 1933, de la que la oposición responsabilizó al propio
Azaña.

3.3.3. La oposición política

La radicalidad de las reformas de Azaña acentuó la división de la sociedad española, generando


una fuerte oposición. Gran parte de la población se sentía ofendida en su sensibilidad religiosa;
patronos y terratenientes se veían perjudicados en sus intereses económicos; y parte del Ejér-
cito consideraba las autonomías como una amenaza a la unidad de España. En este sentido,
el debate sobre la autonomía de Cataluña motivó en 1932 la «Sanjurjada», una sublevación
militar fallida liderada en Sevilla por el general Sanjurjo, director de la Guardia Civil, que fue
encarcelado. Esta sublevación, en realidad, sirvió para impulsar la aprobación del estatuto
catalán en las Cortes.
La oposición más importante al Gobierno procedió de la reorganización de la derecha cató-
lica en defensa de los valores tradicionales, el orden social y la propiedad privada, que consi-
deraba amenazados por las reformas del Gobierno y por el avance del movimiento obrero. La
Iglesia dio respuesta a este malestar promoviendo la formación de un nuevo partido derechista,
Acción Popular (1932), que poco después se unió a otras fuerzas políticas para formar la Confe-
deración Española de Derechas Autónomas (CEDA, 1933), liderada por José María Gil-Robles.
Su máximo objetivo era alcanzar el poder para cambiar la Constitución en un sentido favorable Texto 6
a la Iglesia. Para ello, optó por el accidentalismo, es decir la actitud de no oponerse al sistema
político vigente sino utilizarlo para perseguir sus fines políticos.
Por otro lado, surgió la Falange, un partido que combinaba el fascismo italiano con la de-
fensa de la tradición española y que estaba liderado por José Antonio Primo de Rivera, hijo del
dictador.

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4. El bienio conservador (1933-1936)

4.1. Caída de Azaña y triunfo de la CEDA

En 1933, el presidente Alcalá-Zamora retiró su confianza a Azaña por discrepancias respecto a


la Ley de Congregaciones Religiosas y al papel de los socialistas en el Gobierno, de modo que
se convocaron nuevas elecciones para el 18 de noviembre de 1933. Estas elecciones dieron la Gráfico 2
victoria a la CEDA y, en general, una gran mayoría a la derecha. Los republicanos de izquierda
y los socialistas se presentaron por separado, lo que los perjudicó dado que la ley electoral fa-
vorecía a las coaliciones. Alcalá-Zamora no confiaba en la fidelidad de la CEDA a la República,
así que nombró presidente del Gobierno a Lerroux, líder del Partido Radical, que había sido
la segunda fuerza más votada. Esta etapa se caracterizó por la detención de las reformas de
Azaña y por una gran inestabilidad política, con sucesivos Gobiernos del Partido Radical que
dependían del apoyo en las Cortes de la CEDA. La estrategia de Gil-Robles era la de utilizar ese
apoyo para más adelante entrar en el Gobierno, primero con algunos ministros de la CEDA y
finalmente presidiéndolo él mismo.
Mientras tanto, los socialistas, bajo el liderazgo de Largo Caballero, abandonaron su estra-
tegia de colaboración con la República y comenzaron a preparar la revolución social.

4.2. La revolución de 1934

En octubre de 1934, Alcalá-Zamora permitió la entrada en el Gobierno de tres ministros de la


CEDA. Esto provocó una oposición violenta desde dos sectores, el obrero y el catalanista, que
consideraban la CEDA un partido fascista.
Los socialistas convocaron una huelga general revolucionaria que fracasó en la mayor parte
de España pero que en Asturias triunfó inicialmente gracias por un lado a la unión en la Alian-
za Obrera de socialistas (UGT), anarquistas (CNT) y comunistas (PCE), y por otro a que los
mineros asturianos habían conseguido armas y dinamita. Los mineros asaltaron cuarteles de
la Guardia Civil, quemaron iglesias, asesinaron a eclesiásticos y controlaron industrias y Ayun-
tamientos, en suma tomaron el poder por la fuerza. El Gobierno envió contra ellos desde Ma-
rruecos al general Franco al mando de la Legión, que sofocó la rebelión tras casi dos semanas
de combates que causaron unos 1 400 muertos. La represión posterior dio lugar a ejecuciones
sumarias y miles de arrestos; además, los obreros implicados que no habían sido arrestados
fueron despedidos u obligados a aceptar contratos muy duros.
Simultáneamente, en Cataluña el presidente de la Generalitat, Lluís Companys, declaró el Texto 7
«Estado Catalán de la República Federal Española» en defensa de la autonomía catalana y de
la república democrática. Por su parte, los sindicatos organizaron una huelga revolucionaria,
aunque sin la participación de la CNT, lo que le restó mucha fuerza. La sublevación catalana
fue sofocada por el Ejército, Companys y su Gobierno fueron arrestados y el estatuto de auto-
nomía fue anulado.
La revolución de octubre de 1934 sirvió para reforzar a la CEDA, ya que Gil-Robles entró en
el Gobierno como ministro de la Guerra y aplicó medidas en contra de las reformas de Azaña:
los jurados mixtos fueron disueltos y la reforma agraria fue derogada, por lo que los campesinos
asentados en las tierras concedidas por la República fueron expulsados de ellas.
Cuando salieron a la luz escándalos de corrupción que afectaban al Partido Radical, Gil-Ro-
bles presionó para ser nombrado presidente del Gobierno, lo que le permitiría reformar la
Constitución. Alcalá-Zamora, que seguía desconfiando de la CEDA, se negó, y como salida a la
situación optó por una nueva convocatoria de elecciones.

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5. El Frente Popular y los nuevos Gobiernos de izquierda (1936)

Para evitar el triunfo de la CEDA en las elecciones Azaña impulsó un pacto entre todas las Texto 8
fuerzas de izquierda, tanto burguesas como obreras. Los socialistas aceptaron pactar, pero con
la condición de que se trataría solo de un pacto electoral y de que no entrarían en el Gobierno
como en 1931. Por su parte, los comunistas (PCE) aceptaron porque Stalin había impuesto al
comunismo europeo la estrategia de colaborar con las democracias para evitar la extensión del
fascismo. La CNT no participó pero tampoco se opuso.
La coalición de izquierdas, con el nombre de Frente Popular, ganó por estrecho margen las Gráfico 3
elecciones de 16 de febrero de 1936, favorecida por la ventaja electoral de las coaliciones, la
promesa de anular las represalias por la revolución de 1934 y el hecho de que la derecha se
presentó sin un programa definido, limitado a una política antirrevolucionaria. Alcalá-Zamora
nombró presidente del Gobierno a Azaña, que formó un Gobierno en minoría solo con republi-
canos de izquierda. A continuación, como tanto los partidos de izquierda co­­mo los de derecha
de las nuevas Cortes consideraban a Alcalá-Zamora demasiado inter­vencionista, promovieron
su destitución mediante el artículo 81 de la Constitución. Azaña lo reemplazó como presidente
de la República y nombró como presidente del Gobierno a Casares Quiroga, un hombre de su
confianza.
Durante esta etapa se llevó a cabo la amnistía a los arrestados por la revolución de 1934;
se obligó a las empresas a readmitir a los despedidos; y se reemprendió la reforma agraria, lo
que dio lugar a ocupaciones masivas de tierras por parte de los campesinos, dirigidos por el
sindicato socialista Federación Española de Trabajadores de la Tierra, a las que el Gobierno no
se opuso. En las ciudades se convocaron nuevas huelgas. Por otro lado, se inició una escalada
de asesinatos (en torno a cuatrocientos) por parte tanto de Falange (que no había conseguido
escaños en las elecciones) como de grupos obreros. En el terreno político, la tensión entre la
izquierda y la derecha se hizo cada vez más fuerte. En una sesión de las Cortes, el diputado Texto 10
derechista José Calvo Sotelo (de Renovación Española) defendió un Estado de inspiración
fascista y una posible sublevación militar, lo que causó un gran escándalo.

6. La sublevación militar

El 12 de julio se produjo el asesinato del teniente Castillo, miembro de la Guardia de Asalto (un
cuerpo de seguridad creado por la República); en represalia, sus compañeros asesinaron el 13
a Calvo Sotelo. Tanto este asesinato como la ausencia de una clara reacción en su contra por
parte del Gobierno fueron aprovechados para iniciar una sublevación militar por un grupo de
generales africanistas, miembros de la Unión Militar Española, que estaban conspirando desde
hacía tiempo contra la República bajo la dirección del general Mola. Su intención era tomar
el poder con rapidez para establecer una dictadura militar que garantizara el orden público.
La sublevación, conocida como «Alzamiento Nacional», comenzó el 17 de julio de 1936 en Textos 9 y 11
Marruecos, donde el general Francisco Franco se puso al frente del Ejército. A continuación,
el general Queipo de Llano tomó el control de Sevilla y el general Mola el de Navarra, donde
recibió el apoyo de los tradicionalistas (antiguos carlistas). Los sublevados, conocidos como
«nacionales», también controlaron Galicia y Castilla y León.
En cambio, Madrid, el centro peninsular y las fachadas cantábrica y mediterránea perma-
necieron fieles a la República, lo que significó para esta el control de las zonas industriales. Al
no conseguir el apoyo de todo el Ejército, los sublevados fracasaron en su intento de golpe de
Estado, pero tampoco fueron derrotados. Este hecho condujo a la división de España en dos
bandos y al enfrentamiento de estos en una guerra civil.

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7. El desarrollo de la Guerra Civil

Los nacionales lograron pasar las tropas de Marruecos a la península gracias a aviones italianos Mapas 1 y 2
y alemanes. Desde Andalucía Franco inició el avance hacia Madrid, pero se desvió hacia Toledo
para liberar el Alcázar, sitiado por las tropas republicanas, con lo que logró una victoria de gran
valor propagandístico. Una vez a las puertas de Madrid, Franco no pudo vencer la resistencia
de la ciudad y decidió realizar maniobras envolventes, pero en la batalla del Jarama las tropas
nacionales fueron detenidas, y en la de Guadalajara el Corpo di Truppe Volontarie italiano su-
frió una severa derrota (1937). Entonces Franco cambió de táctica, optando por una guerra de
desgaste, y tomó el norte con sus importantes zonas industriales. El bombardeo de Guernica,
efectuado por la aviación alemana, fue parte de esta campaña. Desde el norte, los nacionales
avanzaron hacia el Mediterráneo, venciendo en el frente de Aragón, con lo que aislaron Ca-
taluña del resto de la zona republicana (1938). Las fuerzas republicanas lanzaron una gran
contraofensiva para recuperar el terreno perdido (batalla del Ebro), pero finalmente fueron
derrotadas y los nacionales tomaron Cataluña. Franco ordenó entonces el ataque sobre Madrid,
que se rindió en marzo de 1939, y logró la ocupación de toda la costa mediterránea. El 1 de
abril de 1939 firmó el célebre último parte de guerra: «Cautivo y desarmado el Ejército Rojo,
han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado».

8. La dimensión internacional de la guerra

Tras el estallido de la guerra, el Gobierno de la República buscó el apoyo de las democracias Textos 18 y 19
europeas, especialmente de Francia y Reino Unido. Sin embargo, estos Gobiernos prefirieron
no intervenir por temor a varias consecuencias: a) favorecer la revolución social en Europa;
b) tensar las relaciones con Hitler, respecto al que llevaban a cabo una política de apacigua-
miento; y c) agravar el conflicto. En consecuencia, Francia y Gran Bretaña crearon el Comité
de No Intervención, al que se adhirió un gran número de países, para vigilar la neutralidad
internacional. No obstante, este comité resultó ser una farsa.
Alemania e Italia apoyaron abiertamente al bando nacional, con el que tenían una afinidad
ideológica, mediante un importante envío de tropas y armamento. Alemania tenía en la guerra
española un interés militar, ya que la aprovechó para ensayar armamento y tácticas de combate
de cara a la próxima guerra mundial, pero también estratégico: distraer la atención sobre su
propia política de expansión en Europa central y evitar una alianza de España con Francia y la
URSS. Para Mussolini, apoyar a Franco era una forma de extender su área de influencia en el
Mediterráneo. Franco también contó con el apoyo de Portugal, donde ya había una dictadura.
El bando republicano, por su parte, recibió armamento y asesores de la Unión Soviética
(con cargo a las reservas de oro del Banco de España). Stalin, que controlaba la Comintern
(Internacional Comunista), intervino también en la evolución política del bando republicano a
través del PCE y de la actuación de agentes de su policía secreta, la NKVD (que persiguió a sus
rivales políticos, como los miembros del POUM). Además, la Comintern organizó las Brigadas
Internacionales, tropas formadas por miles de comunistas extranjeros que llegaron a España
para luchar contra el fascismo a título personal. Por último, México también prestó ayuda al
bando republicano.
En suma, la Guerra Civil española reflejó las tensiones políticas que se vivían en Europa
entre las democracias, el comunismo y los fascismos, y por tanto puede verse o bien como el
cierre de la época de conflictos internos iniciada a raíz de la Primera Guerra Mundial (Finlan-
dia, Rusia, Hungría, Alemania, Italia) o bien como el anuncio de la Segunda Guerra Mundial.

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9. Evolución política de los dos bandos

9.1. El bando republicano

Gobierno de Giral (1936).– El primer presidente republicano durante la guerra fue José Gi-
ral (sin contar a Martínez Barrio, que dimitió como presidente al cabo de un día tras no lograr
negociar con los militares sublevados). La decisión más importante de Giral fue permitir la
distribución de armas entre las milicias obreras, que contribuyeron a detener la sublevación
militar en distintos lugares. Sin embargo, otra consecuencia de esta decisión fue el hecho de
que los grupos obreros tomaron el poder en toda la zona republicana, colectivizando industrias Textos 12 y 13
(Cataluña) y tierras (Consejo de Aragón, de carácter anarquista), así como persiguiendo y
asesinando a eclesiásticos y capitalistas. En suma, se produjo el hundimiento del Estado repu-
blicano, que dio paso a la revolución social.
Gobierno de Largo Caballero (1936-1937).– El segundo presidente, el socialista Largo Caba-
llero, formó un Gobierno con republicanos, socialistas, comunistas y anarquistas, incluyendo a
los sindicatos UGT y CNT. La intención de Largo Caballero era volver a concentrar el poder en
el Gobierno y detener la revolución social, considerando que lo prioritario era ganar la guerra.
Pero en Barcelona, la CNT y el Partido Obrero de Unificación Marxista (el POUM, un partido
comunista contrario a Stalin) se aliaron para continuar la revolución, lo que llevó en mayo
de 1937 a combates entre el bando formado por CNT y POUM y el formado por republicanos,
socialistas y comunistas. Aunque estos acabaron venciendo, este conflicto, junto a los fracasos
militares, propició la marcha de Largo Caballero. Durante esta etapa, con los nacionales a las
puertas de Madrid, el Gobierno se trasladó a Valencia y dejó en Madrid una Junta de Defensa.
Gobierno de Negrín (1937-1939).– El último presidente fue el socialista Juan Negrín. Pres-
cindió de los sindicatos para reforzar el Gobierno y expresó su política en el Programa de los
Trece Puntos, con el que pretendía atraerse el apoyo de Francia y Reino Unido y que proponía
unas bases para un posible acuerdo de paz entre los dos bandos, que fue rechazado por Fran- Texto 16
co. No obstante, su política principal fue la de resistir a toda costa hasta que se declarara la
guerra en Europa y las potencias democráticas se vieran obligadas a intervenir a favor de la
República; para ello reorganizó el Ejército (llamado ahora Ejército Popular). La derrota en la
batalla del Ebro convenció a Azaña y al ministro de la Guerra, el socialista Indalecio Prieto, de
que la guerra estaba perdida, por lo que Negrín se apoyó cada vez más en los comunistas, que
compartían su política de resistencia. El Pacto de Múnich de 1938, por el que Reino Unido y
Francia reconocían la ocupación alemana de los Sudetes, desautorizó la política de resistencia
de Negrín, que aun así quería continuar combatiendo para conseguir una paz negociada con
mediación internacional. Tras el reconocimiento del Estado franquista por parte de Francia y
Reino Unido en febrero de 1939, Azaña, que estaba exiliado en Francia, dimitió como presi-
dente de la República. Debido a todo ello, en Madrid se produjo el golpe de Estado del coronel
Casado, apoyado por militares, republicanos, socialistas y anarquistas, contra Negrín y los
comunistas. El éxito de este golpe dio lugar a la formación de un Consejo Nacional de Defensa
en sustitución del Gobierno de la República con el objetivo de negociar la rendición con Franco.
El intento fue inútil, ya que Franco no aceptó ninguna condición.
En resumen, el bando republicano sufrió de desunión, desorganización y luchas internas
que debilitaron decisivamente su capacidad para ganar la guerra.

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9.2. El bando nacional

En un primer momento, los generales sublevados constituyeron una Junta de Defensa Nacional
que anuló la legislación republicana. La Junta decidió poner el bando nacional bajo un mando
único, para lo que nombró a Franco «Jefe del gobierno del Estado y Generalísimo de los Ejérci-
tos», es decir le dio el liderazgo tanto político como militar. Franco formó entonces una Junta
Técnica de Estado, una especie de Gobierno provisional controlado por los militares pero con
políticos civiles.
El bando nacional contaba con el apoyo de grupos monárquicos y fascistas que defendían Texto 14
distintos objetivos de cara al fin de la guerra. Franco decidió acabar con esta situación, evitan-
do la división de su bando y fortaleciendo su poder mediante el Decreto de Unificación (abril
de 1937). Este decreto estableció un partido único según el modelo fascista: Falange Española
Tradicionalista y de las JONS, fruto de la fusión forzosa de un partido carlista (Comunión
Tradicionalista) y de dos partidos fascistas (la Falange y las Juntas de Ofensiva Nacional Sin-
dicalista). El nuevo partido se caracterizó por la camisa azul falangista, la boina roja carlista y
el saludo fascista con el brazo en alto.
Por otro lado, Franco contó con el apoyo de la Iglesia católica, que, continuando con su Texto 15
política iniciada en la época de la CEDA, consideró la sublevación militar como una cruzada,
es decir un movimiento en defensa de la identidad religiosa y tradicional de España. El apoyo
de la Iglesia fue esencial para Franco porque el catolicismo era el factor común a todos los sec-
tores antirrepublicanos, además de porque le proporcionaba una buena imagen en el exterior.
A medida que sus tropas avanzaban, Franco impuso una política de represión sistemática y
despiadada para anular cualquier oposición y desmoralizar al enemigo (ver apdo. 10.1).
En enero de 1938, Franco formó su primer Gobierno oficial, el llamado «Gobierno de Bur-
gos», convirtiéndose en «Caudillo de España» y estableciendo una dictadura católica y de base
militar y fascista que seguiría vigente una vez terminada la guerra.
A diferencia del bando republicano, el nacional quedó sólidamente organizado en torno a
un liderazgo indiscutible, lo que le dio una gran ventaja que sumó a su mejor preparación y
equipamiento militares y al crucial apoyo de Alemania e Italia.

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10. La retaguardia

10.1. La represión Texto 17

Ambos bandos pusieron en marcha una campaña violenta de limpieza política y social del te-
rritorio que controlaban, lo que dio a la Guerra Civil un carácter de guerra total. En el bando
nacional la represión fue llevada a cabo por el Ejército, aunque también por grupos paramili-
tares falangistas o carlistas, y se dirigió especialmente contra personas que ocupaban cargos
políticos relacionados con el Frente Popular así como contra líderes sindicales, además de los
fusilamientos de militares que no se unieron a la sublevación. En total, los nacionales asesi-
naron a unas cien mil personas. Uno de los casos más terribles fue el de las matanzas en la
provincia de Badajoz al paso de las tropas del general Yagüe (unas 6 610 personas, incluidos
ametrallamientos masivos en la plaza de toros de Badajoz). Franco utilizó la guerra como una
operación de limpieza política a través de la represión, por lo que no tuvo prisa en obtener la
victoria. Aun así, la represión franquista continuó después de la guerra mediante la Ley de
Responsabilidades Políticas (febrero de 1939), que permitía procesar a todo aquel que hubiera
estado relacionado con la República a partir de octubre de 1934.
En el bando republicano, la represión fue llevada a cabo por milicias, partidos u otros grupos
obreros contra militares sublevados, dueños de tierras o de fábricas y miembros de la Iglesia,
además de asaltos y quemas de edificios religiosos; en total, unos 55 000 asesinatos (unos
6 800 de religiosos, el 17 % de la población eclesiástica). En ambos bandos, el mayor número
de muertes se produjo en los primeros meses de la guerra, en general con mayor gravedad en
el interior rural que en las ciudades periféricas.
Los asesinatos se llevaban a cabo mediante «paseos» y «sacas». En los «paseos», las víctimas
eran detenidas y llevadas sin juicio previo a alguna carretera o a las tapias de un cementerio,
donde eran tiroteadas y dejadas allí mismo o enterradas en fosas comunes. En las «sacas», las
víctimas eran reunidas previamente en cárceles o «checas» (centros de detención en el bando
republicano, bajo control obrero) y de allí conducidas a un lugar de ejecución masiva. En el
bando republicano, las «sacas» se producían en ocasiones tras asaltos obreros a las cárceles,
aunque también por orden de las autoridades como en las tristemente famosas sacas de Madrid
a Paracuellos de Jarama y Torrejón de Ardoz, donde se asesinó a unas 2 700 personas.
En muchos casos, las víctimas eran delatadas por sus vecinos, que aprovechaban la situación
de guerra para ajustar cuentas personales mediante acusaciones arbitrarias. Muchas víctimas
fueron personas que no tenían ninguna vinculación política especial, pero eran religiosas o bien
simpatizaban con determinado partido o sindicato.

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

10.2. La vida cotidiana

La represión motivó desplazamientos de población de un bando a otro. Las ciudades del bando
republicano recibieron decenas de miles de refugiados, lo que, unido a los problemas de abas-
tecimiento, motivó la escasez y una fuerte inflación que llevaron al racionamiento y al hambre.
Mientras Barcelona se convirtió inicialmente en la capital de la revolución social y más tarde
en el escenario de lucha internas, Madrid se convirtió en un símbolo de la resistencia contra el Texto 13
fascismo bajo el lema de «No pasarán», aunque, por otro lado, el clima de asedio y el temor a la
«quinta columna» llevó a las «sacas» de prisioneros políticos. En general, las duras condiciones
de vida del bando republicano redujeron sus opciones de victoria en la guerra.
Las mujeres de ambos bandos llevaron a cabo una importante tarea asistencial y sanitaria,
(o incluso productiva en las fábricas del bando republicano), lo que les confirió temporalmente
un papel social más relevante del habitual. En el bando republicano apareció la figura de la
miliciana que combatía en el frente, pero el Gobierno de Largo Caballero envió de nuevo a la
mujer a la retaguardia.
Ambos bandos hicieron uso de la propaganda para subir la moral de combatientes y pobla-
ción civil, ya fuera a través de emisiones de radio a cargo de líderes militares, noticiarios cine-
matográficos o carteles impactantes ilustrados por artistas como el comunista Josep Renau.

11. Los efectos de la guerra

Los historiadores no se ponen de acuerdo aún hoy en cuanto a los muertos causados por la gue-
rra. Las bajas en combate se cifran entre las 110 000 y las 400 000; los muertos por la represión
en torno a los 155 000; y los muertos por hambre y enfermedades en torno a 200 000. En total,
la cifra de muertos ronda los 600 000, siempre con grandes variaciones según las fuentes. Se
estima que las bajas fueron mayores en el bando republicano.
La derrota del bando republicano motivó el exilio de miles de refugiados a Francia (donde
fueron confinados en campos de concentración) y a América Latina (el Gobierno de la Repúbli-
ca en el exilio huyó a México). Durante la guerra, muchos niños del bando republicano fueron
enviados a la Unión Soviética y otros países europeos o americanos para salvarlos del hambre
y la muerte. La producción agraria e industrial y el comercio se redujeron drásticamente. Las
ciudades quedaron dañadas por los bombardeos, al igual que las infraestructuras (carreteras,
puentes, red ferroviaria). Al final de la guerra, España se enfrentaba a una época de miseria.

12. Conclusiones. El debate entre historiadores

La Segunda República supuso la oportunidad de convertir España en un país plenamente de- Textos 18 y 19
mocrático, solucionando los problemas del sistema liberal de la Restauración y modernizando
la sociedad. Sin embargo, esos problemas eran tan graves y la sociedad estaba tan dividida que
no fue posible crear un sistema aceptado por todos: la propiedad de la tierra, las relaciones
laborales, la organización territorial del Estado o la relación entre el Estado y la Iglesia fueron
cuestiones cruciales en las que no se llegó a ningún consenso a lo largo de los distintos Go-
biernos republicanos. Al contrario, la República fue utilizada por distintos sectores políticos y
sociales para defender sus propias ideologías o intereses, entrando en conflicto unos con otros.
De este modo, la guerra supuso la definitiva explosión de todas las tensiones políticas y sociales
que se habían ido acumulando desde el proceso de construcción del Estado liberal en el siglo
xix. La derrota de la República comportó el fin de esas tensiones con la entrada de España en
un largo período en que la sociedad estuvo fuertemente controlada: la dictadura franquista.

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El período que comprende la Segunda República y la Guerra Civil es el que ha levantado más polémica entre los
historiadores de la España contemporánea, ya que por un lado es muy complejo y por otro todavía es cercano y sus
enfrentamientos ideológicos, en parte, siguen hoy vigentes. Durante la dictadura, solo los historiadores extranjeros
o exiliados pudieron tratar la cuestión con libertad; con la Transición, la reivindicación del bando republicano fue
predominante; y, más recientemente, el paso del tiempo y la polémica en torno a la Ley de Memoria Histórica han
avivado un debate en que todas las interpretaciones se han visto revisadas.
Uno de los aspectos más interesantes de este debate, que no solo es representativo de la complejidad del período
sino también de las contradicciones del conocimiento histórico, reside en comprobar que los historiadores no solo
discrepan en la interpretación de los hechos, sino también en el mismo relato de esos hechos, ya sea porque destacan
o ignoran determinados datos o incluso porque manejan datos contradictorios.
El debate se centra en la búsqueda de responsabilidades por el estallido de la Guerra Civil, o, visto de otro modo,
en si esta guerra pudo haberse evitado. Básicamente, pueden distinguirse dos interpretaciones distintas, la de los
historiadores conservadores y la de los progresistas. Como ejemplo de los primeros puede tomarse a Stanley G.
Payne, y de los segundos a Julián Casanova; ambos son autores que han expuesto sus tesis en obras publicadas en
los últimos años. El análisis de los apartados 4 y 5 de este tema revela las discrepancias entre ambos historiadores:
El Bienio conservador.– Payne considera que la CEDA tenía derecho a gobernar ya que había ganado las eleccio-
nes de 1933 y no había dado muestras de ser antirrepublicana. Así pues, tanto la revolución de 1934 como la actua-
ción de Alcalá-Zamora en contra de un Gobierno de la CEDA habrían sido contrarias a los principios democráticos
de la República. Payne considera también que los casos de corrupción del Partido Radical no eran importantes y
que se utilizaron como mera excusa para convocar nuevas elecciones, cuando se tenía que haberle dejado gober-
nar ya que era el partido más moderado. Por otro lado, afirma que la represión por la revolución de 1934 no fue
excesivamente dura y que los maltratos a los presos fueron casos aislados. Casanova, por su parte, considera que
la CEDA estaba dando muestras de autoritarismo y de proximidad al fascismo (especialmente a través de su sector
Juventudes de Acción Popular) y que Gil-Robles se dedicó, en lugar de apoyar a los radicales, a provocar continuas
crisis de Gobierno para forzar su propio nombramiento como presidente. En cuanto a la represión de 1934, la califica
como muy dura, con torturas generalizadas a los presos.
El Frente Popular.– Según Payne, el Frente Popular ganó las elecciones, pero aun así las manipuló para aumentar
sus resultados reales, tanto físicamente a través de grupos obreros que alteraron las votaciones como administra-
tivamente a través de la Comisión de Validez de Actas. También sostiene que el Gobierno llevó a cabo una política
extremista y de tolerancia con las acciones revolucionarias o incluso criminales de los grupos obreros, y considera
esta etapa como la de mayor «desorden civil de la historia española». Casanova, en cambio, afirma que las elecciones
fueron limpias; que el programa político del Frente Popular era moderado; que el grado de conflictos no fue mayor
al de épocas anteriores; y que de hecho los grupos obreros habían renunciado a su estrategia revolucionaria después
del fracaso de la huelga de 1934.
En resumen, para Payne fueron los republicanos de izquierda y las fuerzas obreras quienes con su actuación
extremista y su abuso de poder provocaron la sublevación militar; sin embargo para Casanova los problemas de
la República no fueron tan graves como para justificar que no se respetara la legalidad, de modo que la guerra fue
únicamente responsabilidad de los militares sublevados, representantes de la clase alta más reaccionaria.
Una visión intermedia sería la de Santos Juliá, que aun siendo progresista prefiere no adjudicar culpas ni tomar
partido. Por ejemplo, aun rechazando la tesis del extremismo de Payne, considera que el primer Gobierno de Azaña
se puso a reformar con una actitud excluyente, sin tener en cuenta que su mayoría en las Cortes no reflejaba fiel-
mente a la sociedad española. Esta, además, carecía aún de la madurez política necesaria para sostener un régimen
democrático. Juliá también destaca el efecto negativo que tuvo la defraudación de las grandes expectativas que gran
parte de la población había puesto inicialmente en la República.
Otro aspecto polémico del debate es el de las atrocidades cometidas. Tanto conservadores como progresistas
tienden a minimizar o destacar el alcance de la represión en uno u otro bando, según su tendencia. Por ejemplo,
Paul Preston, un historiador progresista y uno de los mayores expertos en la Guerra Civil y en Franco, interpreta
que, aunque ambos bandos cometieron atrocidades, las del bando franquista fueron más censurables porque fueron
ordenadas por los altos mandos, mientras que las del bando republicano fueron obra de milicianos incontrolados.
Esto último ha sido discutido por Julián Casanova.
En suma, el debate historiográfico sigue teniendo un fuerte componente ideológico que le resta objetividad,
aunque hoy el lector joven tiene la oportunidad de comparar distintos enfoques y sacar conclusiones propias y
desapasionadas. Lo que está claro es que la Guerra Civil española fue una enorme tragedia que ha marcado profun-
damente la identidad de España.

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13. Cronología de Gobiernos de la República y la Guerra Civil

Gobierno provisional de Alcalá-Zamora (14 de abril-14 de octubre)


1931
Gobierno provisional de Azaña (14 de octubre-16 de diciembre)
Presidencia de la República de Alcalá-Zamora (1931–1936)
Bienio reformista o azañista (1931-1933)
1931-1933 Gobierno de Azaña
Bienio conservador o radical-cedista (1933-1936)
1933 Gobierno de Lerroux
1933 Gobierno de Martínez-Barrio
1933-1934 Gobierno de Lerroux
1934 Gobierno de Samper
1934 Gobierno de Lerroux
1935 Gobierno de Chapaprieta
1935-1936 Gobierno de Portela Valladares
Etapa del Frente Popular (1936)
1936 Gobierno de Azaña
Presidencia de la República de Azaña (1936–1939)
Gobierno de Barcia (cuatro días)
1936
Gobierno de Casares Quiroga
Guerra Civil (1936–1939)
Bando republicano Bando nacional
18/6/1936 Gobierno de Martínez Barrio (un día) 1936 Junta de Defensa Nacional
1936 Gobierno de Giral 1936-1938 Junta Técnica de Estado
1936-1937 Gobierno de Largo Caballero
1937-1939 Gobierno de Negrín
1938 Gobierno de Burgos (primer Gobierno
de la dictadura franquista)

14. Documentos

Texto 1. Discurso de Azaña sobre religión en las Cortes Constituyentes. 13 de octubre de 1931
La revolución política, es decir, la expulsión de la dinastía y la restauración de las libertades públicas ha resuelto
un problema específico de importancia capital, ¡quién lo duda!, pero no ha hecho más que plantear y enunciar
aquellos otros problemas que han de transformar el Estado y la sociedad españoles hasta la raíz. Estos problemas, a
mi corto entender, son principalmente tres: el problema de las autonomías locales, el problema social en su forma
más urgente y aguda, que es la reforma de la propiedad, y éste que llaman problema religioso y que es, en rigor, la
implantación del laicismo del Estado con todas sus inevitables y rigurosas consecuencias. Ninguno de estos proble-
mas los ha inventado la República. La República ha rasgado los telones de la antigua España oficial monárquica,
que fingía una vida inexistente y ocultaba la verdadera; detrás de aquellos telones se ha fraguado la transformación
de la sociedad española, que hoy, gracias a las libertades republicanas, se manifiesta, para sorpresa de algunos y
disgusto de no pocos, en la contextura de estas Cortes, en el mandato que creen traer y en los temas que a todos
nos apasionan.
Cada una de estas cuestiones, Sres. Diputados, tiene una premisa inexcusable, imborrable en la conciencia pú-
blica, y al venir aquí, al tomar hechura y contextura parlamentaria, es cuando surge el problema político. Yo no me
refiero a las dos primeras, me refiero a esto que llaman problema religioso. La premisa de este problema, hoy político,
la formulo yo de esta manera: España ha dejado de ser católica: el problema político consiguiente es organizar el
Estado en forma tal que quede adecuado a esta fase nueva e histórica el pueblo español.
Yo no puedo admitir, Sres. Diputados, que a esto se le llame problema religioso. El auténtico problema religioso
no puede exceder de los límites de la conciencia personal, porque es en la conciencia personal donde se formula y
se responde la pregunta sobre el misterio de nuestro destino.

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

Texto 2. Constitución de 1931. 9 de diciembre


España, en uso de su soberanía, y representada por las Cortes Constituyentes, decreta y sanciona esta Constitución.
Art. 1.º España es una República democrática de trabajadores de toda clase, que se organiza en régimen de
Libertad y de Justicia. Los poderes de todos sus órganos emanan del pueblo. La República constituye un Estado
integral, compatible con la autonomía de los Municipios y las Regiones. […]
Art. 2.º Todos los españoles son iguales ante la ley.
Art. 3.º El Estado español no tiene religión oficial.
Art. 8.º El estado español, dentro de los límites irreductibles de su territorio actual, estará integrado por Muni-
cipios mancomunados en provincias y por las regiones que se constituyan en régimen de autonomía. […]
Art. 25.º No podrán ser fundamento de privilegio jurídico: la naturaleza, la filiación, el sexo, la clase social, la
riqueza, las ideas políticas ni las creencias religiosas. El Estado no reconoce distinciones y títulos nobiliarios.
Art. 26.º Todas las confesiones religiosas serán consideradas como Asociaciones sometidas a una ley especial.
El Estado, las regiones, las provincias y los Municipios, no mantendrán, favorecerán, ni auxiliarán económicamente
a las Iglesias, Asociaciones e Instituciones religiosas. […] Una ley especial regulará la total extinción, en un plazo
máximo de dos años, del presupuesto del Clero. […]
Art. 27.º La libertad de conciencia y el derecho de profesar y practicar libremente cualquier religión quedan
garantizados en el territorio español, salvo el respeto debido a las exigencias de la moral pública.
Art. 34.º Toda persona tiene derecho a emitir libremente sus ideas y opiniones, valiéndose de cualquier medio
de difusión, sin sujetarse a la previa censura. […]
Art. 36.º Los ciudadanos de uno y de otro sexo, mayores de veintitrés años, tendrán los mismos derechos elec-
torales conforme determinen las leyes.
Art. 38.º Queda reconocido el derecho de reunirse pacíficamente y sin armas. […]
Art. 39.º Los españoles podrán asociarse o sindicarse libremente para los distintos fines de la vida humana,
conforme a las leyes del Estado. […]
Artículo 43.º […] El matrimonio se funda en la igualdad de derechos para ambos sexos, y podrá disolverse por
mutuo disenso o a petición de cualquiera de los cónyuges, con alegación en este caso de justa causa.
Artículo 44.º […] La propiedad de toda clase de bienes podrá ser objeto de expropiación forzosa por causa de uti-
lidad social mediante adecuada indemnización […]. Con los mismos requisitos la propiedad podrá ser socializada.
Art. 48.º […] La enseñanza primaria será gratuita y obligatoria. […] La enseñanza será laica […].
Art. 51.º La potestad legislativa reside en el pueblo, que la ejerce por medio de las Cortes o Congreso de los
Diputados.
Art. 52.º El Congreso de los Diputados se compone de los representantes elegidos por sufragio universal, igual,
directo y secreto.
Artículo 67.º El Presidente de la República es el Jefe del Estado y personifica a la Nación. […]
Artículo 75.º El Presidente de la República nombrará y separará libremente al Presidente del Gobierno, y, a
propuesta de éste, a los Ministros. […]
Artículo 81.º El Presidente podrá disolver las Cortes hasta dos veces como máximo durante su mandato cuando
lo estime necesario […]. En el caso de segunda disolución, el primer acto de las nuevas Cortes será examinar y
resolver la necesidad del decreto de disolución de las anteriores. El voto desfavorable de la mayoría absoluta de las
Cortes llevará aneja la destitución del Presidente.
Artículo 86.º El Presidente del Consejo y los Ministros constituyen el Gobierno.

Texto 3. Discurso de Manuel Azaña en el debate de autonomía de Cataluña. Sesión de las Cortes de 27 de
mayo de 1932
A nosotros, señores diputados, nos ha tocado vivir y gobernar en una época en que Cataluña no está en silencio,
sino descontenta […]. Cataluña dice, los catalanes dicen: «Queremos vivir de otra manera dentro del Estado es-
pañol». La pretensión es legítima; es legítima porque la autoriza la ley, nada menos que la ley constitucional […].
Los catalanes han cumplido los trámites, y ahora nos encontramos ante un problema que se define de esta manera:
conjugar la aspiración particularista o el sentimiento o la voluntad autonomista de Cataluña con los intereses o los
fines generales y permanentes de España dentro del Estado organizado por la República.
No se puede entender la autonomía, […] si no nos libramos de una preocupación: que las regiones autónomas
–no digo Cataluña–, las regiones, después que tengan la autonomía, no son el extranjero; son España […]. Y, ade-
más, está esta otra cosa: […] el organismo de gobierno de la región –en el caso de Cataluña, la Generalidad– es una
parte del Estado español, no es un organismo rival […]. Y mientras esto no se comprenda así, señores diputados,
no entenderá nadie lo que es la autonomía.

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Texto 4. La república y el problema agrario según Azaña


El nuevo régimen se instauró sin causar víctimas ni daños. Una alegría desbordante ínundó todo el país. La República
venía realmente a dar forma a las aspiraciones que desde los comienzos del siglo trabajaban el espíritu público, a
satisfacer las exigencias más urgentes del pueblo. […]
La República, como era su deber, acentuó la acción del Estado. Acción inaplazable en cuanto a los obreros
campesinos. El paro que afectaba a todas las industrias españolas, era enorme, crónico, en la explotación de la tie-
rra. Cuantos conocen algo de la economía española saben que la explotación lucrativa de las grandes propiedades
rurales se basaba en los jornales mínimos y en el paro periódico durante cuatro o cinco meses del año, en los cuales
el bracero campesino no trabaja ni come. Con socialistas ni sin socialistas, ningún régimen que atienda al deber de
procurar a sus súbditos unas condiciones de vida medianamente humanas, podía dejar las cosas en la situación en
que las halló la República.

Manuel Azaña, Causas de la guerra de España, 1939.

Texto 5. La finalidad de la reforma agraria según Marcelino Domingo, ministro de Agricultura. Sesión de las
Cortes de 15 de junio de 1932
Todos los proyectos presentados persiguen, en primer término, la resolución del paro obrero. […]
La segunda finalidad es la redistribución de la tierra. Ha de redistribuirse de nuevo para que cumpla la función
que ahora no realiza; la expropiación ha de hacerse por razón de su origen y por razón de su empleo. El no tener la
tierra un origen legítimo dentro del régimen democrático en que vivimos y los bienes comunales, que han perdido
su verdadero origen.
Tercera finalidad del proyecto. Racionalizar el cultivo […].
Si el proyecto tiene una tendencia, podría ser esta: la de intervenir el Estado en todos los órdenes de la economía
agraria para disciplinarla en todos sus aspectos y para racionalizar la producción. El cuidar que la tierra cumpla la
función social que le corresponde. […] Ya sabemos que este problema, como el religioso, tenía que levantar tem-
pestades sobre los hombres que los impulsaran. Este es el sino de los hombres que asisten a los inicios de un cambio
de régimen.

Texto 6. Discurso de Gil-Robles en el acto de constitución de la Confederación de Derechas Autónomas.


Marzo de 1933
Debemos felicitarnos de los trabajos, de la misma diversidad de tendencias manifestadas, porque sólo han revelado
la pugna de llevar a las conclusiones la interpretación más fiel y avanzada de la doctrina social y política cristiana.
Dios ha bendecido nuestros trabajos porque los ha presidido la humildad del corazón y la pureza de los fines.
Me limito, pues, a darle las gracias y a declarar solemnemente que ha quedado constituida la CEDA, que ha de ser
el núcleo derechista que salve a la Patria, hoy en peligro […]. Al discutirse, por la tarde, después de terminar todas
las secciones sus respectivos trabajos, el Estatuto de la CEDA, se admitieron como coincidencias fundamentales de
los partidos que la integran […] las siguientes, debidas a la iniciativa de la Derecha Regional valenciana:
– Afirmación y defensa de los principios fundamentales de la civilización cristiana.
– Necesidad de una revisión constitucional de acuerdo con dichos principios. […]

Texto 7. Proclama del presidente Companys. 6 de octubre de 1934


Las fuerzas monarquizantes y fascistas que desde hace algún tiempo pretenden traicionar a la República han con-
seguido su objetivo y han asaltado el poder. […]
Los hechos acontecidos dan a los ciudadanos la clara sensación de que la República, en sus fundamentales pos-
tulados democráticos, se encuentra en gravísimo peligro. Todas las fuerzas auténticamente republicanas de España y
los sectores sociales avanzados, sin distinción ni excepción, se han alzado en armas contra la audaz tentativa fascista.
La Cataluña liberal, democrática y republicana no puede estar ausente de la protesta que triunfa a lo largo del
país, ni puede silenciar su voz de solidaridad con los hermanos que, en las tierras hispanas, luchan hasta la muerte
por la libertad y el derecho. Cataluña enarbola su bandera y llama a todos al cumplimiento del deber y a la obe-
diencia absoluta al Gobierno de la Generalitat, que, desde este momento, rompe toda relación con las instituciones
falseadas.
En esta hora solemne, en nombre del pueblo y del Parlamento, el Gobierno que presido asume todas las faculta-
des del poder en Cataluña, proclama el Estado Catalán de la República Federal Española, y al establecer y fortificar
la relación con los dirigentes de la protesta general contra el fascismo, les invita a establecer en Cataluña el Gobierno
provisional de la República, que encontrará en el pueblo catalán el más poderoso impulso de fraternidad en el común
anhelo de edificar una República Federal libre y magnífica.

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

Texto 8. Manifiesto del Frente Popular. El socialista, 16 de enero de 1936


Los partidos republicanos Izquierda Republicana, Unión Republicana y el Partido Socialista, en representación del
mismo y de la Unión General de Trabajadores; Federación Nacional de Juventudes Socialistas, Partido Comunista,
Partido Sindicalista, Partido Obrero de Unificación Marxista, sin perjuicio de dejar a salvo los postulados de sus
doctrinas, han llegado a comprometer un plan político común que sirva de fundamento y cartel a la coalición de
sus respectivas fuerzas en la inmediata contienda electoral y de norma de gobierno que habrán de desarrollar los
partidos republicanos de izquierda, con el apoyo de las fuerzas obreras, en el caso de victoria […].

Texto 9. Instrucción reservada del general Mola, director de la sublevación militar. 5 de junio de 1936
Tan pronto tenga éxito el movimiento nacional, se constituirá un Directorio […]. El Directorio ejercerá el Poder con
toda su amplitud […]. Los primeros Decretos-Leyes serán los siguientes:
a) Supresión de la Constitución de 1931.
b) Cese del presidente de la República y miembros del Gobierno.
c) Atribuirse todos los poderes del Estado, salvo el judicial, que actuará con arreglo a las Leyes y Reglamentos
preestablecidos que no sean derogados o modificados.
d) Defensa de la Dictadura Republicana. Las sanciones de carácter dictatorial serán aplicadas por el Directorio
sin intervención de los Tribunales de Justicia.
e) Derogación de las Leyes […] que no estén de acuerdo con el nuevo sistema orgánico del Estado.
f ) Disolución de las actuales Cortes […].
Conquistado el poder instaurará una dictadura militar que tenga por misión inmediata restablecer el orden
público, imponer el imperio de la ley y reforzar convenientemente al ejército […].

Texto 10. Discurso de Gil-Robles. Sesión de las Cortes de 15 de junio de 1936


Convénzase el señor Casares Quiroga. Hay en el Frente Popular unos partidos que saben perfectamente a dónde
van […]. Los grupos obreristas saben perfectamente a dónde van: van a cambiar el orden social existente; cuando
puedan, por el asalto violento al poder, por el ejercicio desde arriba de la dictadura del proletariado; pero mientras
ese momento llega, por la destrucción paulatina, constante y eficaz del sistema de producción individual y capitalista
que está viviendo España. Para ello, un día son las perturbaciones, las agitaciones, las huelgas sistemáticas que re-
traen el capital, que producen la huida del capital […]. Otro día son bases del trabajo que no significan propiamente
el deseo de legítimas reivindicaciones obreras, sino más bien el propósito de matar la producción capitalista […].

Texto 11. Discurso del general Francisco Franco. 18 de julio de 1936


A cuantos sentís el santo amor a España, a los que en las filas del Ejército y la Armada habéis hecho profesión de fe
en el servicio de la Patria, a los que jurasteis defenderla de sus enemigos hasta perder la vida, la Nación os llama a
su defensa.
La situación de España es cada día que pasa más crítica. La anarquía reina en la mayoría de sus campos y de
sus pueblos; autoridades de nombramiento gubernativo presiden, cuando no fomentan, las revueltas. A tiros de
pistolas y ametralladoras se dirimen las diferencias entre los bandos de ciudadanos, que, alevosa y traidoramente,
se asesinan, sin que los poderes públicos impongan la paz y la justicia.
Huelgas revolucionarias de todo orden paralizan la vida de la Nación, arruinando y destruyendo sus fuentes
naturales de riqueza y creando una situación de hambre que lanzará a la desesperación a los hombres trabajadores.
[…] Pactos electorales, hechos a costa de la integridad de la propia Patria, unidos a los asaltos a Gobiernos
Civiles y cajas fuertes, para falsear las actas, formaron la máscara de la legalidad que nos preside. […]
¿Es que se puede consentir un día más el vergonzoso espectáculo que estamos dando al mundo?
¿Es que podemos abandonar España a los enemigos de la patria, con un proceder cobarde y traidor, entregán-
dola sin lucha y sin resistencia?
¡¡Eso no!! Que lo hagan los traidores, pero no lo haremos quienes juramos defenderla. […]

Texto 12. Las colectivizaciones en el Bajo Aragón


No se pagaban alquileres, y también eran gratuitos la luz eléctrica (donde la había), el barbero, la asistencia médica
y las medicinas. […]
La vida tradicional en España había sido muy a menudo, en las pequeñas poblaciones de Castilla y Aragón, ex-
traordinariamente limitada. La conquista del poder por los trabajadores había creado problemas, pero gran parte
del tedio de la antigua vida había desaparecido, arrastrado por un mar de lemas, de estímulos para trabajar más, de
canciones revolucionarias, viejas canciones con letras modernas, de emisiones radiofónicas y reuniones de comité,
que daban la ilusión, al menos, de que existía una vida política en la que podían participar todos.
Desde el punto de vista del gobierno, la principal desventaja práctica de las colectividades era que no pagaban
impuestos.

Hugh Thomas, La Guerra Civil española, 1936-1939, Barcelona, Ediciones Éxito, 1978.

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

Texto 13. La Barcelona revolucionaria según Orwell


Por primera vez en mi vida, me encontraba en una ciudad donde la clase trabajadora llevaba las riendas. Casi todos
los edificios, cualquiera que fuera su tamaño, estaban en manos de los trabajadores y cubiertos con banderas rojas
o con la bandera roja y negra de los anarquistas; las paredes ostentaban la hoz y el martillo y las iniciales de los
partidos revolucionarios; casi todos los templos habían sido destruidos y sus imágenes, quemadas. Por todas par-
tes, cuadrillas de obreros se dedicaban sistemáticamente a demoler iglesias. En toda tienda y en todo café se veían
letreros que proclamaban su nueva condición de servicios socializados […].

George Orwell, Homenaje a Cataluña, 1938.

Texto 14. Decreto de Unificación. Boletín Oficial del Estado. Burgos, 20 de abril de 1937
Llegada la guerra a punto muy avanzado y próxima la hora victoriosa urge ya acometer la gran tarea de la paz, cris-
talizando en el Estado nuevo el pensamiento y el estilo de nuestra Revolución Nacional. Unidos por un pensamiento
y una disciplina común los españoles todos han de ocupar su puesto en la gran tarea. Esta unificación […] precisa
tener en cuenta que […] Falange Española y Requetés [milicias carlistas] han sido los dos exponentes auténticos
del espíritu del alzamiento nacional iniciado por nuestro glorioso Ejército el diecisiete de julio.
Como en otros países de régimen totalitario, la fuerza tradicional viene ahora en España a integrarse en la fuerza
nueva. Falange Española aportó con su programa masas juveniles, […] los Requetés [aportaron] junto a su ímpetu
guerrero, el sagrado depósito de la tradición española […]. Por todo lo expuesto,
Dispongo:
Artículo 1. Falange Española y Requetés, con sus actuales servicios y elementos, se integran bajo Mi Jefatura,
en una sola entidad política de carácter nacional, que de momento se denominara Falange Española Tradicionalista
y de las JONS.
Esta organización, intermedia entre la Sociedad y el Estado, tiene la misión principal de comunicar al Estado el
aliento del pueblo y de llevar a este el pensamiento de aquél a través de las virtudes político-morales, de servicio,
jerarquía y hermandad […].
Quedan disueltas las demás organizaciones y partidos políticos.
Dado en Salamanca a diecinueve de abril de mil novecientos treinta y siete.– Francisco Franco.

Texto 15. Carta colectiva del episcopado español sobre la guerra. 1 de julio de 1937
[…] [P]orque Dios es el más profundo cimiento de una sociedad bien ordenada –lo era de la nación española– la
revolución comunista, aliada de los ejércitos del Gobierno, fue, sobre todo, antidivina. Se cerraba así el ciclo de la
legislación laica de la Constitución de 1931 con la destrucción de cuanto era cosa de Dios […].
La guerra es, pues, […] la lucha cruenta de un pueblo partido en dos tendencias: la espiritual, del lado de los
sublevados, que salió a la defensa del orden, la paz social, la civilización tradicional, la patria y la religión; y de
la otra parte, la materialista, llámese marxista, comunista o anarquista, que quiso sustituir la vieja civilización de
España con todos sus factores, por la novísima «civilización» de los soviets rusos.
La Iglesia no podía ser indiferente en la lucha […]. Afirmamos que el levantamiento cívico-militar ha tenido en
el fondo de la conciencia popular un doble arraigo: el del sentido patriótico, que ha visto en él la única manera de le-
vantar a España y evitar su ruina definitiva; y el sentido religioso, que lo consideró como la fuerza que debía reducir
a la impotencia a los enemigos de Dios, y como la garantía de la continuidad de su fe y de la práctica de su religión.

Texto 16. Extracto del Programa de los Trece Puntos de Negrín. 30 de abril de 1938
1. Asegurar la independencia absoluta y la integridad total de España. Una España totalmente libre de toda
injerencia extranjera, sea cual sea su carácter y origen […].
2. Liberación de nuestro territorio de las fuerzas militares extranjeras que lo han invadido, así como de aquellos
elementos que han acudido a España después de julio de 1936 […].
4. La estructuración jurídica y social de la República será obra de la voluntad nacional libremente expresada,
mediante un plebiscito que tendrá efecto tan pronto termine la lucha […].
7. El Estado garantizará la propiedad legal y legítimamente adquirida […].
13. Amplia amnistía para todos los españoles que quieran cooperar a la inmensa labora de reconstrucción y
engrandecimiento de España.

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Texto 17. La represión según Santos Juliá
[T]odo este cúmulo de circunstancias fue lo que movió la dinámica de la violencia que desde el primer momento
acompañó al golpe de Estado y que solo en los barrios obreros de Sevilla, en Triana, en San Julián, en unos pocos
días, sembró las calles de miles de cadáveres. No hizo falta una guerra larga, en realidad no hizo falta siquiera una
guerra, en Sevilla ni en Badajoz, para proceder a operaciones masivas de limpieza política: lo lograron en cuestión
de horas.
No es preciso, por tanto, suponer la existencia de un plan fríamente elaborado de exterminio del adversario po-
lítico para dar cuenta de lo ocurrido en las horas que siguieron al golpe de Estado, como tampoco es posible reducir
los asesinatos del verano de 1936 a una mera respuesta a los crímenes de la otra parte.
[…]
[L]a revolución se había soñado como destrucción de lo existente, como derrumbe de un mundo podrido y
nuevo amanecer entre temblores de la madre naturaleza. Por eso, la particular violencia ejercida contra sacerdotes,
religiosos y seminaristas, que pagaron a la revolución en sus dos primeros meses un tremendo tributo de sangre: se
mataba a los curas por el solo hecho de ser curas, como le dijo un grupo de jóvenes a mosén Josep Puig, un sacerdote
al que habían detenido, después de haberse refugiado en la rectoría, con el propósito de protegerle frente a incur-
siones de anarquistas forasteros, con la fatalidad de que a los pocos días de la primera incursión fueron sus mismos
captores los que subieron a por él para decirle que venían a matarle. «Querría saber por qué», les dijo el cura. «Usted
es bueno y hasta lo queremos», le respondieron, «pero tenemos que matarlo porque es cura» […].
Haber mostrado simpatías por la derecha, ser católico o propietario de un negocio, vestir bien, llevar sombrero,
se convirtieron de pronto en motivos para morir […].

Santos Juliá, «Víctimas del terror y de la represión», en Demasiados retrocesos, Galaxia Gutenberg, Madrid, 2019,
pp. 170-171 y 186-187.

Texto 18. La Guerra Civil según Paul Preston


La derrota final de la República española se produjo después de un cerco constante de tres años durante los cuales
se vio asediada desde fuera y desde dentro; desde fuera, por las fuerzas del fascismo internacional y sus cómplices
inconscientes entre los Estados democráticos y, desde dentro, por las fuerzas de la extrema izquierda que antepu-
sieron sus ambiciones revolucionarías al propósito de realizar un esfuerzo bélico centralizado.

Paul Preston, La República asediada. Hostilidad internacional y conflictos internos durante la guerra civil, 1999.

Texto 19. La Guerra Civil según Santos Juliá


[La Guerra Civil] fue una lucha por las armas, pero tuvo también la evidente dimensión de guerra de religión y de
nacionalismos enfrentados; guerra entre dictadura militar y democracia republicana, entre fascismo y comunismo,
entre revolución y contrarrevolución. En los primeros momentos, parece una guerra de otro tiempo, con tantos
muertos en las cunetas como en las trincheras, con campesinos fusil al hombro enfrentados a militares al mando de
tropas mercenarias; pero luego la intervención extranjera la convierte en prólogo de la guerra futura, de tanques
y aviones, de ciudades bombardeadas, un guerra civil de alcance internacional, con una coalición de democracias
y comunismo enfrentada a potencias fascistas, anuncio de los campos en que se dividirá Europa tres años después.

Miguel Martorell y Santos Juliá, Manual de historia política y social de España (1808-2011), Barcelona, 2012.

Mapas 1 y 2. El desarrollo de la Guerra Civil

Fuente: AA. VV., Historia de España, Vicens Vives, Barcelona, 2007.


Gráfico 1. Elecciones generales de 28 de junio 1931

Gráfico 2. Elecciones generales de 18 de noviembre 1933

Gráfico 3. Elecciones generales de 16 de febrero de 1936

Fuente de los gráficos: Miguel Artola (dir.), Enciclopedia de Historia de España, vol. 6, Madrid, 1988.

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

15. Biografías

Alcalá-Zamora, Niceto (1877- Besteiro Fernández, Julián


1949). Abogado y político con- (1870-1940). Catedrático y polí-
servador cordobés. Entró en el tico socialista madrileño. Alumno
sector de García Prieto del parti- de la Institución Libre de Ense-
do liberal, con quien fue ministro ñanza, fue miembro de la Unión
de Fomento en 1917-1918 y de la Republicana de Salmerón y del
Guerra en 1922-1923. A pesar de Partido Radical de Lerroux, pero
ser inicialmente liberal y monár- más tarde se afilió al PSOE y a la
quico, la dictadura de Primo de UGT, que presidió como sucesor
Rivera lo llevó a apoyar la sustitución de la monarquía de Pablo Iglesias. En 1917 fue arrestado como organi-
de Alfonso XIII por una república moderada. En 1930 zador de la huelga general revolucionaria, pero fue li-
formó parte del Pacto de San Sebastián y del comité berado tras ser elegido diputado en 1918. Fue el primer
revolucionario, representado al republicanismo conser- presidente de las Cortes republicanas, de 1931 a 1933.
vador. Fue detenido, pero en 1931, a raíz de la renuncia En 1937 fue enviado por Azaña a Inglaterra y Francia
de Alfonso XIII, fue nombrado presidente del Gobier- para intentar conseguir su apoyo para la República,
no provisional (14 de abril), ya que era el único de los sin éxito. Fue el líder socialista más moderado, y en
miembros del comité que tenía experiencia de gobierno. 1939 apoyó el golpe de Casado contra Negrín, como
Más tarde dimitió por estar en desacuerdo con las me- miembro del Consejo Nacional de Defensa. Cuando las
didas contra la Iglesia incluidas en la Constitución (14 tropas franquistas entraron en Madrid no intentó huir;
de octubre). Sin embargo, fue elegido presidente de la fue arrestado y condenado a la cárcel por un consejo de
República por las Cortes (10 de diciembre). Su principal guerra. Falleció en la cárcel de Carmona en 1940.
responsabilidad era nombrar o destituir al presidente
del Gobierno, una función por la que fue criticado como Campoamor Rodríguez, Clara
intervencionista (hizo nueve nombramientos en cinco (1888-1972). Abogada y política
años) y que finalmente le costó la destitución por las madrileña. Debido a los apuros
Cortes en 1936. El estallido de la Guerra Civil le pilló económicos familiares, opositó
de vacaciones en Noruega, por lo que ya nunca volvió y consiguió trabajo como funcio-
a España. Vivió en Francia y más tarde en Argentina, naria, al tiempo que surgían sus
donde falleció. En 2008, sus diarios, que habían sido primeras inquietudes políticas.
robados, reaparecieron y fueron objeto de polémica ya En 1924 consiguió la licenciatura
que el Ministerio de Cultura los retuvo, impidiendo su en Derecho y poco después entró
publicación hasta 2011. Alcalá-Zamora fue miembro de en el Colegio de Abogados de Madrid. En esa época
la RAE. llevó a cabo una intensa actividad como conferenciante
sobre la situación de la mujer y como colaboradora en
Azaña, Manuel (1880-1940). Escritor organizaciones como la Federación Internacional de
y político izquierdista madrileño. En Mujeres de Carreras Jurídicas o la Liga Femenina por la
1913 se afilió al Partido Reformista de Paz, por la que intervino ante la Sociedad de Naciones.
Melquíades Álvarez, con el que rompió En 1931 fue una de las tres mujeres con escaño en las
en 1923. El fracaso de la dictadura de Cortes Constituyentes, en su caso por el Partido Radical.
Primo de Rivera lo animó a participar A diferencia de Victoria Kent y Margarita Nelken, que
en el Pacto de San Sebastián y el comité defendían un aplazamiento del sufragio femenino, Cla-
revolucionario como representante del ra Campoamor hizo campaña por su aprobación inme-
republicanismo burgués de izquierda. diata, objetivo logrado por cuatro votos de diferencia. A
En 1931, durante el gobierno provisional, su prestigio pesar de su activa labor parlamentaria, en las elecciones
intelectual y su capacidad de liderazgo lo llevaron ser de 1933 no pudo renovar su escaño, aunque Lerroux la
ministro de la Guerra (14 de abril) y presidente de la nombró directora general de Beneficiencia y Asistencia
República en sustitución de Alcalá-Zamora (14 de oc- Social. La represión de la revolución de 1934 le hizo
tubre). Más tarde fue el primer presidente del Consejo abandonar el Partido Radical, gesto que no le valió ser
de Ministros del Gobierno oficial de la República (16 de ser aceptada por otras fuerzas políticas. Al no poder
diciembre). En 1933 fue destituido por Alcalá-Zamora y presentarse a las elecciones de 1936 abandonó España,
en octubre de 1934 fue arrestado en Barcelona, acusado a la que ya nunca pudo volver porque la dictadura fran-
erróneamente de participar en la revolución. En 1936 quista dio orden de arresto contra ella. Pasó el exilio en
volvió a presidir el Gobierno y más tarde a sustituir a Al- Buenos Aires y Lausana, donde murió.
calá-Zamora como presidente de la República. Durante
su presidencia estalló la Guerra Civil. En 1938 se exilió Calvo Sotelo, José (1983-
en Francia y poco después dimitió como presidente de 1936). Político derechista ga-
la República. En 1940 fue arrestado con su familia por la llego. Se inició en política como
Gestapo. Ya estaba muy enfermo y falleció unos meses hombre de confianza del conser-
después. Azaña fue autor de una abundante obra lite- vador Antonio Maura. Fue elegi-
raria, compuesta por ensayos, discursos y sus Diarios, do diputado en 1919 y nombra-
de gran importancia como fuente histórica. En 1926 do por Maura gobernador civil
ganó el Premio Nacional de Literatura por su obra Vida de Valencia en 1921. En 1923 fue
de don Juan Valera. nombrado director general de la

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

Administración por el dictador Primo de Rivera, cargo franquistas, exiliándose en Francia. En 1940, tras la
en el que redactó el Estatuto Municipal y el Estatuto Pro- ocupación alemana, rehusó marcharse de Francia para
vincial. En 1925 fue ascendido a ministro de Hacienda. permanecer en contacto con su hijo, hospitalizado por
En 1931, con el advenimiento de la República, marchó una enfermedad mental. En consecuencia, fue arresta-
al exilio en Portugal, a pesar de ser elegido diputado por do por los alemanes y deportado a España. Fue juzgado
Renovación Española. Volvió a España en 1934, y tras el de forma sumaria y fusilado en el foso del castillo de
triunfo del Frente Popular sustituyó a Gil-Robles como Montjuïc (Barcelona).
líder de la derecha en la Cortes. Sus polémicos discur-
sos, en los que se identificó con el fascismo y sugirió un Franco Bahamonde, Francis-
golpe militar contra la República, hicieron que fuera la co (1892-1975). Militar coruñés.
víctima elegida como represalia al asesinato del tenien- En 1907 ingresó en la Academia
te Castillo. La noche del 12 al 13 de julio de 1936, un Militar de Infantería de Toledo,
grupo formado por guardias de asalto, un guardia civil y y en 1912 fue destinado a Meli-
pistoleros del PSOE visitaron la residencia de Calvo So- lla. Sus acciones en Marruecos lo
telo y se lo llevaron (al parecer, se despidió de su familia llevaron a ascender hasta general
hasta pronto «a no ser que estos señores se me lleven de brigada en 1926, con solo 33
para darme cuatro tiros»). Una vez en la camioneta de la años. En 1928 fue nombrado director de la Academia
Guardia de Asalto, recibió dos disparos desde el asiento Militar de Zaragoza, hasta que en 1931 Azaña la cerró.
posterior. Su cuerpo fue encontrado en el Cementerio Para entonces Franco era uno de los militares españoles
del Este al día siguiente. Durante la dictadura franquis- de mayor prestigio. En 1934 coordinó las operaciones
ta, Calvo Sotelo fue considerado «protomártir de la cru- de represión de la revolución de octubre. En 1935 se
zada». En 1960 se le dedicó un monumento en la Plaza le concedió la Gran Cruz del Mérito Militar y fue nom-
de Castilla de Madrid, donde se halla en la actualidad. brado comandante en jefe de las tropas de Marruecos,
donde gozaba de gran prestigio. Tras el triunfo del Fren-
Casares Quiroga, Santiago te Popular, Azaña lo consideró un posible golpista y lo
(1884-1950). Abogado y político destinó a Canarias. El asesinato de Calvo Sotelo lo deci-
izquierdista coruñés. En 1930 par- dió a participar en la conspiración contra la República
ticipó en el Pacto de San Sebastián dirigida por el general Mola. Un avión pagado por el
y en el comité revolucionario como empresario Juan March recogió a Franco en Canarias
representante de la ORGA, un par- y lo llevó a Marruecos, donde se puso al frente de la
tido izquierdista y nacionalista sublevación. La muerte de Sanjurjo y de Mola dejó a
gallego. El comité lo envió a Jaca Franco como figura de mayor prestigio de la subleva-
para informar a Galán y Hernández ción, por lo que fue elegido por el resto de generales
de que el pronunciamiento republicano se había pos- para ejercer el mando único (Generalísimo), que ya no
puesto, pero, al llegar de noche, prefirió irse a dormir y dejó hasta su muerte en 1975. A partir de su triunfo en
dejarlo para la mañana siguiente. Como consecuencia, la Guerra Civil, la biografía de Franco se equipara a la
Galán y Hernández fueron los únicos militares que se historia de su dictadura. Se casó con Carmen Polo y tuvo
sublevaron, de modo que el pronunciamiento fracasó una sola hija, Carmen, fallecida en 2017. La hija mayor
y ellos fueron fusilados. Casares se convirtió en hom- de esta, Carmen Martínez-Bordiú, se casó con Alfonso
bre de confianza de Azaña, con quien ocupó diversos de Borbón (primo de Juan Carlos), por lo que algunos
ministerios y finalmente la presidencia del Gobierno en consejeros de Franco apoyaron a este como sucesor. La
1936. Al día siguiente de estallar la Guerra Civil presen- vida privada de Franco se distinguió únicamente por su
tó su dimisión. Acompañó a Azaña al exilio en Francia, afición a la caza, la pesca y algunos deportes. En 1941
donde murió. Casares Quiroga es un ejemplo de cómo escribió bajo seudónimo el guion de Raza, una película
la inexperiencia e ineficiencia de muchos políticos repu- patriótica. Para más información sobre la personalidad
blicanos supuso un lastre para la República. y figura de Franco, ver Texto 13, p. 182.

Companys i Jover, Lluís (1882- Gil-Robles y Quiñones, José


1940). Abogado y político cata- María (1898-1980). Abogado y
lanista de izquierda leridano. Se político católico salmantino. Du-
inició en política como miembro rante la dictadura de Primo de
de la Unión Republicana de Sal- Rivera fue colaborador de Calvo
merón. En 1909 fue uno de los de- Sotelo. A lo largo de la Segunda
tenidos por la Semana Trágica. En República fue diputado, primero
1920 fue encarcelado como líder por los agrarios y más tarde por la
sindical, pero en 1921 fue elegido CEDA, partido que lideró. En 1935
diputado. Fue encarcelado de nuevo en 1930 por su fue ministro de la Guerra, pero tras la victoria del Frente
actividad republicana, pero en 1931 fue también elegi- Popular en 1936 pasó a la oposición y perdió peso políti-
do diputado. En 1932 fue presidente del Parlament de co en favor de Calvo Sotelo. Al estallar la guerra se retiró
Cataluña y en 1933 Azaña lo nombró ministro de Mari- de la política y manifestó su apoyo al bando franquista.
na. Poco después, tras la muerte de Macià, fue elegido Sin embargo, más tarde se opuso a la dictadura: en 1962
presidente de la Generalitat y líder de ERC, hasta que en participó en el Congreso del Movimiento Europeo en
1934 fue destituido y encarcelado por su participación Múnich y en 1973 fue abogado de los sindicalistas de
en la revolución de octubre. En 1936 fue repuesto en CC. OO. en el «proceso 1001». Con la transición volvió
el cargo, pero en 1938 huyó de la llegada de las tropas a la política, pero no consiguió ser elegido diputado.

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

Largo Caballero, Francisco Macià i Llusà, Francesc (1859-


(1869-1946). Estuqusita, sindica- 1933). Militar y político catala-
lista y político socialista madrile- nista barcelonés. Alcanzó el grado
ño. En 1890 se afilió a la UGT y de teniente coronel, pero dejó el
en 1893 al PSOE. En 1904 entró Ejército por su desacuerdo con el
como vocal en el Instituto de Re- asalto a la redacción de la revista
formas Sociales creado por Silve- Cu-Cut en 1905. De 1907 a 1923
la. En 1905 fue elegido concejal fue diputado por Solidaritat Ca-
del Ayuntamiento de Madrid. En talana y más tarde Estat Català.
1917 fue detenido junto a Besteiro y otros socialistas Durante la dictadura de Primo de Rivera estuvo exiliado
como organizador de la huelga general revolucionaria, en Francia, donde en 1926 preparó un intento de inva-
pero en 1918 salió elegido diputado y fue liberado. Tam- sión de Cataluña que fracasó. En 1931, como ganador
bién en 1918 fue elegido secretario general de la UGT. de las elecciones municipales con su partido ERC, Macià
De 1924 a 1929 colaboró con los comités paritarios de proclamó la República Catalana, pero tuvo que dar mar-
la dictadura de Primo de Rivera. En 1930 participó en cha atrás por las presiones del Gobierno provisional y a
el Pacto de San Sebastián y el comité revolucionario, y cambio de la promesa de autonomía. Fue presidente de
en 1931 fue nombrado ministro de Trabajo del gobierno la Generalitat catalana hasta su muerte en 1933.
provisional republicano, cargo desde el que impulsó la
reforma laboral. En 1933, con la caída de Azaña, Largo Miaja Menant, José (1878-
Caballero cambió la tradicional postura del PSOE de 1958). Militar asturiano. Inició
colaboración con el sistema establecido por una pos- su carrera militar en 1900 en
tura revolucionaria, cuyo resultado fue la revolución Marruecos. En 1932 llegó a gene-
de octubre de 1934. Fue detenido, juzgado y absuelto. ral de brigada, y en 1936 ocupó
En 1936 apoyó el Frente Popular, y tras el estallido de brevemente el cargo de ministro
la guerra Azaña lo nombró presidente del Gobierno en de la Guerra, por nombramiento
sustitución de Giral. En 1937 dimitió, y en 1939 partió de Azaña. Durante la sublevación
al exilio en Francia. En 1940 fue arrestado y deportado militar se hallaba destinado en
al campo de concentración nazi de Sachsenhausen, de Madrid. Se mantuvo fiel a la República y fue de nuevo
donde fue liberado por el Ejército Rojo en 1945. Poco ministro de la Guerra en el breve Gobierno de Martínez
después se trasladó a París, donde murió. Largo Caba- Barrio. Ese mismo año, tras la marcha del Gobierno a
llero, el «Lenin español», fue el líder del ala radical del Valencia, fue nombrado presidente de la Junta de De-
PSOE, un político con una larga trayectoria que empezó fensa de Madrid, encargado de la resistencia de la ciu-
desde abajo y que sobrevivió a todo. dad ante el avance franquista. En 1937 fue nombrado
comandante del Ejército del Centro, y en 1938 del Gru-
Lerroux y García, Alejandro po de Ejércitos de la Región Central. En 1939 apoyó el
(1864-1949). Político republi- golpe de Estado del coronel Casado contra Negrín, tras
cano barcelonés. Se inició en la el cual ocupó la presidencia del Consejo Nacional de
política como republicano junto a Defensa, encargado de negociar la rendición con Fran-
Ruiz-Zorrilla. En 1901 fue elegi- co. Dado el fracaso de las negociaciones, Miaja partió al
do diputado por la Unión Repu- exilio antes del fin de la guerra, instalándose en México,
blicana de Salmerón, aunque se donde falleció. El general Miaja fue uno de los militares
distanció de este por su apoyo al republicanos más populares, si bien tanto su eficacia en
catalanismo, que Lerroux recha- el mando como su grado de lealtad a la República han
zaba. En 1908 fundó el Partido Republicano Radical. sido discutidos por los historiadores.
En 1909 fue uno de los agitadores de la Semana Trágica,
por la que tuvo que huir a Argentina. En 1930 participó Mola Vidal, Emilio (1887-
en el Pacto de San Sebastián y el comité revolucionario 1939). Militar nacido en Cuba,
como el republicano más veterano, aunque para enton- cuando todavía era territorio es-
ces ya no era el político radical de sus inicios, sino uno pañol. En 1904 ingresó en la Aca-
mucho más moderado, enemigo del marxismo. En 1931 demia de Infantería de Toledo y
fue ministro de Estado del Gobierno provisional, pero en 1907 fue destinado a Melilla.
más tarde pasó a la oposición frente a Azaña. Tras el En 1927 fue nombrado general de
triunfo de la CEDA en 1933, Alcalá-Zamora lo nombró brigada, y en 1930 director gene-
presidente de Gobierno para que contuviera a la de- ral de Seguridad. En 1936, Azaña
recha. Entre 1933 y 1935 ocupó la presidencia en tres lo destinó a Navarra para aislarlo, al considerarlo uno
ocasiones durante las que su figura se vio muy perjudi- posible golpista; no obstante, lo que hizo fue ponerlo en
cada por escándalos de corrupción. Tras las elecciones medio de territorio carlista y por tanto fervientemente
de 1936 perdió toda influenca política, y tras estallar la antirrepublicano. A partir de entonces Mola se convirtió
guerra se exilió en Portugal. Regresó a España en 1947 en el líder de la conspiración contra la República (el
y falleció dos años después. Lerroux es un ejemplo del «Director») y en el diseñador de una estrategia de terror,
político profesional capaz de cambiar su postura con los sin vuelta atrás. Estuvo entre los militares golpistas que
tiempos. En concreto, fue de un populismo de discursos lograron controlar su zona, pero falleció en 1937 al es-
incendiarios (en los que, por ejemplo, animaba a los trellarse el avión en que viajaba.
obreros a asaltar conventos y violar novicias) a su aso-
ciación con la derecha católica de Gil-Robles.

164
Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

Negrín López, Juan (1893- fue ministro de Hacienda del Gobierno provisional y
1956). Médico y político socialis- ministro de Obras Públicas del Gobierno de Azaña. Fue-
ta canario. Estudió Medicina en ron pistoleros de su círculo los que participaron en el
Alemania, donde ejerció, aunque asesinato de Calvo Sotelo. Durante la Guerra Civil fue
por la Gran Guerra volvió a Espa- ministro de Marina y de Aire con Largo Caballero, y
ña, donde obtuvo la cátedra de ministro de Defensa Nacional con Negrín, con quien
Fisiología de la Universidad Cen- se enfrentó al entender que la guerra estaba perdida y
tral de Madrid en 1919. A pesar de que la resistencia no tenía sentido. En 1938 abandonó
su gran prestigio como científico, la política y se instaló en México. Durante la dictadura
derivó hacia la política. En 1929 entró en el PSOE, y en intentó la coordinación de la oposición a Franco, pero
1931 fue elegido diputado. En 1936 Largo Caballero sin éxito. Falleció en Ciudad de México. Prieto fue el
lo nombró ministro de Hacienda, y en 1937 Azaña lo líder del sector «centrista» del PSOE, no tan moderado
nombró presidente del Gobierno. En 1939, tras el gol- como Besteiro pero tampoco tan radical como Largo
pe de Casado, partió al exilio en Francia, Inglaterra y Caballero.
México. Fue presidente del Gobierno republicano en
el exilio hasta 1945, pero fue expulsado del PSOE en Primo de Rivera y Sáenz de
1946. Murió en París. Negrín es una de las figuras más Heredia, José Antonio (1903-
polémicas de la República debido a decisiones como las 1936). Abogado y político ma-
de asociarse a los comunistas, entregar a los soviéticos drileño. Primogénito del dictador
el oro del Banco de España o resistir hasta el final, por Primo de Rivera. En 1933 fundó
las que ha sido o bien criticado como un irresponsable o Falange Española, un partido fas-
bien alabado como un estadista fuerte y audaz. cista y católico con el que consi-
guió ser elegido diputado en las
Orwell, George (Eric Arthur elecciones de ese año. Sin embar-
Blair, 1903-1950). Escritor, perio- go, en las elecciones de 1936 perdió su escaño, lo que
dista, crítico literario y editor in- impulsó a los falangistas a la violencia. Fue arrestado
glés. Trabajó como policía en Bir- por el Gobierno republicano, condenado por conspi-
mania y como profesor y librero en rador contra la República y finalmente fusilado en la
Inglaterra, mientras iniciaba su ca- cárcel de Alicante. Más tarde, la dictadura lo glorificó
rrera como escritor y adoptaba una como un mártir y un precursor. Se lo conoció como «el
ideología marxista. En 1936 viajó Ausente», aunque por otro lado las multitudes grita-
a España para «combatir el fascis- ban «José Antonio, ¡presente!»; su retrato se difundió;
mo». En Barcelona se afilió al POUM, y más tarde pasó al se le dedicaron avenidas; su partido se convirtió en el
frente de Aragón. De vuelta en Barcelona, presenció los germen del partido único de la dictadura, FET y de las
sucesos de mayo de 1937, en los que como miembro del JONS, más tarde Movimiento Nacional; y fue enterrado
POUM fue acusado de fascismo por los comunistas. Vol- en el Valle de los Caídos (donde más tarde fue enterra-
vió al frente, pero fue herido y trasladado a Barcelona, do Franco; curiosamente, Franco falleció al igual que
de donde finalmente tuvo que huir junto a su mujer para él un 20 de noviembre, reforzando la significación de
no ser arrestado. Su experiencia en España le supuso un este fecha entre los franquistas que cada año se des-
profundo desengaño que contribuyó decisivamente a plazaban al Valle de los Caídos). En realidad, Primo de
su obra: Homenaje a Cataluña, crónica de su paso por la Rivera y Franco se trataron muy poco y no se llevaron
Guerra Civil, Rebelión en la granja, una alegoría contra bien. Franco lo utilizó una vez muerto como un recurso
el totalitarismo de Stalin, y 1984, una obra futurista so- propagandístico puesto al servicio de sus propios fines
bre la soledad e indefensión del individuo ante un poder de control del poder.
político (el «Gran Hermano») capaz de controlarlo todo,
incluso las ideas. La visión del mundo de Orwell sigue Queipo de Llano y Serra,
siendo muy influyente; las ventas de 1984 se dispararon Gonzalo (1875-1951). Militar va-
a raíz de la llegada de Trump a la presidencia de Estados llisoletano. Inició su carrera mili-
Unidos y de su política de comunicacón basada en los tar en Cuba entre 1896 y 1898.
«hechos alternativos», lo que Orwell llamó «doblepen- Más tarde pasó a Marruecos, lo
sar» en su novela. que le permitió ascender a gene-
ral de brigada en 1923. Militar in-
Prieto y Tuero, Indalecio dividualista y poco disciplinado,
(1883-1962). Político socialista en 1928 fue pasado a la reserva.
ovetense. Se inició en la política En 1930 conspiró a favor de la República (intento de
como dirigente socialista en Bil- golpe de Cuatro Vientos junto a Ramón Franco, her-
bao. Fue elegido diputado por el mano de Francisco), por lo que marchó al exilio. En
PSOE en 1918, cargo con el que 1931 la República le concedió importantes cargos, in-
desempeñó un papel destacado cluyendo el de jefe del cuarto militar del presidente de
en las críticas al gobierno por el la República (Alcalá-Zamora, de quien fue cosuegro)
desastre de Annual. Durante la como general de división. Decepcionado con el rumbo
dictadura de Primo de Rivera se opuso a la estrategia de la República, en 1936 participó en la sublevación
de colaboración practicada por Largo Caballero, con militar haciéndose con el control de Sevilla, donde puso
quien manuvo una larga rivalidad dentro del PSOE. En en marcha una fuerte represión. Más tarde fue jefe del
1930 participó en el comité revolucionario, y en 1931 Ejército del Sur, distinguiéndose por su uso de la guerra

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

psicológica mediante sus discursos radiofónicos. Duran- tener su apoyo a la monarquía, lo


te la posguerra recibió la Gran Cruz Laureada de San que facilitó el advenimiento de la
Fernando y fue nombrado marqués de Queipo de Llano, República. Sin embargo, en 1932
pero Franco le privó de responsabilidades debido a una se sublevó contra la República en
notoria antipatía mutua. Sevilla («Sanjurjada») a causa de
las reformas de Azaña. La suble-
Rojo Lluch, Vicente (1894- vación fue sofocada y Sanjurjo
1966). Militar valenciano. En fue encarcelado, aunque en 1933
1914 fue destinado en Barcelona, fue amnistiado y partió al exilio
y en 1915 pasó a Marruecos. De en Portugal. El 20 de julio de 1936 tomó un avión para
1922 a 1932 fue profesor de la volver a España como líder de la sublevación militar,
Academia de Infantería de Tole- pero el avión en que viajaba se estrelló.
do. En julio de 1936 se mantuvo
fiel a la República. Fue enviado a Stalin, Iósif (1879-1953). Po-
conferenciar con el general Mos- lítico georgiano. Participó en la
cardó en el Alcázar de Toledo, sitiado por los republi- revolución rusa de 1917 como
canos y donde Rojo era bien conocido. Fue ascendido bolchevique. En 1922 fue nom-
a teniente coronel y nombrado Jefe del Estado Mayor brado por Lenin Secretario Ge-
de las Fuerzas de Defensa, encargadas de la resistencia neral del PCUS, cargo que ocupó
de Madrid ante el avance franquista. En 1937 fue as- hasta 1952. A la muerte de Stalin
cendido a coronel y nombrado Jefe del Estado Mayor consiguió eliminar cualquier opo-
Central, así como del Ejército de Tierra. Más tarde fue sición y se convirtió en el dictador
ascendido a general. Durante esta época Rojo se centró de la Unión Soviética, un Estado totalitario. Durante su
en el frente de Aragón. Tras la derrota republicana en la dictadura, Stalin impuso una política de culto al líder
batalla del Ebro, Rojo supervisó la retirada de las tropas y ejerció una represión masiva, que llevó a la muerte a
a Francia, a donde pasó él mismo. Vivió en Argentina y millones de personas. Las terribles hambrunas de los
Bolivia, país en el que fue muy bien recibido y donde años 30 y 40 son atribuidas por algunos historiadores a
volvió a ejercer la docencia. En 1957 regresó a España, la política económica de Stalin. Otra de las característi-
donde fue juzgado e inhabilitado. El general Rojo fue cas de su dictadura fue la intervención en otros países
uno de los militares más populares y respetados del ban- mediante el control del Partido Comunista en cada uno
do republicano, cuya aportación más decisiva fue la de de ellos. En España, el Frente Popular fue en parte po-
organizar y profesionalizar el Ejército Popular. sible gracias a las instrucciones de Stalin de colaborar
con partidos burgueses para detener el fascismo. Tras el
Sanjurjo, José (1872-1936). Militar navarro. Se dis- estallido de la guerra, la NKVD o policía secreta soviéti-
tinguió en las campañas de Marruecos, donde alcanzó ca secuestró, torturó y asesinó tanto a antirrepublicanos
el grado de general. Apoyó la dictadura de Primo de como a trotskistas (Andreu Nin del POUM). Stalin ven-
Rivera, y en 1925 ocupó el mando del desembarco de dió al Gobierno republicano ayuda militar, pagada con
Alhucemas, tras lo que fue nombrado alto comisario de oro del Banco de España, no siempre de buena calidad.
Marruecos. En 1928 fue también nombrado director de La influencia comunista en el gobierno de Negrín fue
la Guardia Civil. El 14 de abril de 1931 se negó a man- uno de los motivos del golpe de Casado.

166
LA DICTADURA FRANQUISTA (1939-1975)
Bloque Temático 7

Sumario
1. Contexto internacional ¶ 2. Características de la dictadura franquista ¶ 3. La primera etapa
de la dictadura: posguerra, aislamiento y autarquía ¶ 4. La segunda etapa: el desarrollismo ¶
5. La crisis de la dictadura ¶ 6. Conclusiones ¶ 7. Cronología ¶ 8. Documentos ¶ 9. Biografías

1. Contexto internacional

La dictadura franquista transcurrió en un período en que el mundo sufrió profundas transfor-


maciones. En 1939, cinco meses después del fin de la guerra civil española, estalló la Segunda
Guerra Mundial, que enfrentó a los Aliados (Francia, Reino Unido, la Unión Soviética y Estados
Unidos) con el Eje (la Alemania nazi, la Italia fascista y el Japón imperial). Desde el punto de
vista de los Aliados, la guerra era una lucha contra el fascismo, enemigo común tanto de las
democracias como del comunismo. Sin embargo, tras la derrota del Eje en 1945 el mundo se
dividió en dos nuevos bloques internacionales formados en torno a dos superpotencias, Estados
Unidos y la Unión Soviética (sistema bipolar). El enfrentamiento entre ambos bloques, cuyos
respectivos líderes nunca entraron abiertamente en combate, fue conocido como guerra fría.
El bloque occidental, liderado por Estados Unidos, era democrático y capitalista, vivía bajo
el estado del bienestar y estaba organizado militarmente a través de la OTAN. La Europa occi-
dental, reconstruida gracias al dinero estadounidense del Plan Marshall, inició un proceso de
unificación que dio lugar a la Comunidad Económica Europea (actual Unión Europea). Por su
parte, el bloque oriental estaba controlado por la URSS, que extendió su modelo de dictadura
comunista, la democracia popular, sobre los países «satélites» de la Europa oriental que forma-
ban el «telón de acero», una frontera ideológica que cruzaba Europa de norte a sur y aislaba el
bloque oriental, con un nivel de vida más bajo, de sus rivales occidentales. La URSS también
impuso a sus satélites una organización militar, el Pacto de Varsovia. La división de Europa
según su pertenencia a uno de ambos bloques quedó ejemplificada en la división de la antigua
Alemania en dos países: la República Federal Alemana, o Alemania occidental, y la República
Democrática Alemana o Alemania oriental bajo control de la URSS (esta situación, a su vez,
se dio a escala más pequeña en la ciudad de Berlín, dividida por un muro erigido por la RDA).
Otra consecuencia del fin de la guerra fue la fundación de la Organización de las Naciones
Unidas (ONU), destinada a velar por la paz internacional y el respeto a los derechos humanos.
Desde el final de la guerra hasta 1973 el mundo occidental vivió la época de mayor creci-
miento económico de la historia, que dio lugar al estado del bienestar, al baby boom y a un
gran desarrollo tecnológico. La juventud adquirió voz propia y comenzó a desafiar los valores
tradicionales, como simbolizó el movimiento del Mayo del 68 en Francia. La Iglesia católica,
por su parte, abordó su apertura al mundo contemporáneo mediante el Concilio Vaticano II
(1962-1965). En el bloque oriental, el dominio soviético encontró movimientos de resistencia
que fueron duramente reprimidos (revolución húngara de 1956, Primavera de Praga de 1968).
Después de la guerra mundial los imperios coloniales desaparecieron y sus antiguas colo-
nias se convirtieron en Estados independientes, un proceso conocido como descolonización.
Una de las consecuencias de este proceso fue el conflicto entre palestinos e israelíes. Cuando en
1973 los países árabes cortaron la exportación de petróleo en protesta por el apoyo occidental
a Israel, el fuerte aumento del precio del petróleo provocó una crisis económica mundial.

167
Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

2. Características de la dictadura franquista

2.1. Principios políticos e ideológicos

Autoritarismo ultraconservador.– El régimen de Franco fue una dictadura personal o cesa- Textos 16 y 18
rista, es decir dirigida por un jefe único que concentraba todos los poderes del Estado. Surgió Texto 11
con el objetivo de defender los intereses de los sectores conservadores de la sociedad contra las
reformas de la República, acabando no solo con la democracia republicana sino también con la
herencia liberal del siglo xix. Es decir, la dictadura franquista era antiliberal y antidemocrática,
por lo que rechazaba los derechos y libertades, la soberanía nacional, el parlamentarismo y la Textos 1,
9 y 12
división de poderes. También era antimarxista y por tanto contraria al movimiento obrero y a
la revolución social. Otra muestra del autoritarismo franquista fue la represión, que se ejerció
de forma sistemática y continuada sobre los opositores a la dictadura.
Ideología de base fascista.– El régimen de Franco no se presentaba a sí mismo como una dic-
tadura, sino como un sistema representativo llamado «democracia orgánica» en que la sociedad Texto 8
era representada por sus órganos propios (la familia, el municipio y el sindicato) en lugar de
por los partidos políticos, aunque esta representación era puramente simbólica. Este sistema
estaba basado en el corporativismo sindical del fascismo italiano, una ideología totalitaria. No Textos 1,
4, 13, 16
obstante, con el tiempo la dictadura se fue desentendiendo de sus orígenes fascistas.
Nacionalismo y centralismo.– La dictadura promovió un patriotismo tradicional mediante Textos 1, 8, 14
la exaltación de conceptos como la unidad y el pasado imperial de España, a la que definió
como «una, grande y libre» o una «unidad de destino en lo universal». Para ello, por un lado,
recuperó símbolos históricos, como el yugo y las flechas; creó la asignatura Formación del Es- Textos 2, 6
píritu Nacional; e hizo que los escolares formaran a diario ante el izado y arriado de la bandera
nacional. Por otro lado, impuso un fuerte centralismo mediante la abolición de los estatutos de
autonomía republicanos y la prohibición tanto del uso público de las lenguas como de cualquier
manifestación política o cultural de Cataluña, el País Vasco y Galicia, ya que consideraba todo
ello como un peligro para la unidad de la patria.
Catolicismo.– El relación con el nacionalismo, el valor tradicional más determinante para la Textos 1,
4, 6, 7, 8
dictadura fue la religión católica, en oposición directa al laicismo republicano. Franco declaró
España un Estado confesional católico y dio a la Iglesia tanto financiación pública como el con-
trol de la educación, gracias a lo cual la Iglesia pudo ejercer sobre la sociedad una influencia
muy fuerte, más incluso que antes de la II República. Esto conllevó la imposición de una moral
oficial muy conservadora y puritana, en virtud de la cual la mujer perdió sus derechos y quedó
supeditada legalmente al padre y al marido.
Capacidad de adaptación.– La prioridad de Franco era mantenerse en el poder y controlar la
sociedad, y para conseguirlo fue modificando aspectos de su régimen cuando las circunstancias
lo requerían (cambios de política exterior y de colaboradores, alejamiento respecto al fascismo,
liberalización económica, desacuerdos con la Iglesia).
Culto al líder.– La figura y la imagen de Franco fueron exaltadas por la propaganda de la Textos 2, 6
y 11
dictadura, que presentó a Franco como el salvador de la patria enviado por Dios contra las
amenazas del comunismo, el ateísmo o la masonería. Era el jefe del Estado, del Gobierno y del
partido único, y ostentaba los títulos de Caudillo y Generalísimo. La propaganda del régimen
también mitificó la figura de José Antonio Primo de Rivera (el fundador de Falange ejecutado
por la República) a pesar de que en realidad su relación con Franco había sido indirecta.
Control de los medios de comunicación.– La dictadura de Franco hizo un fuerte uso de la pro-
paganda y ejerció la censura sobre los medios de comunicación (prensa, radio, cine y más tarde
televisión) para asegurar su poder y evitar cualquier oposición o desviación de sus directrices.

168
Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

2.2. Las familias de la dictadura

Para alcanzar el poder, Franco recibió el apoyo de distintos sectores sociales a cambio de defen- Textos 13,
16 y 18
der sus intereses contra las reformas republicanas. Para seguir contando con ese apoyo conce-
dió parcelas de poder a esos sectores, conocidos como «familias», pero actuó como árbitro entre
ellas de forma que se contrapesaran y la autoridad suprema del dictador no se viera discutida.
El Ejército era la base principal de la dictadura al garantizar su poder y su estabilidad, y
de hecho era la familia a la que el propio Franco pertenecía. Los militares ocuparon muchos
e importantes cargos políticos a lo largo de la dictadura; el mejor ejemplo es el del almirante
Carrero Blanco, mano derecha de Franco.
La Iglesia apoyó a Franco desde la Guerra Civil, a la que definió como una «cruzada» contra
los enemigos del catolicismo. En un principio, la organización católica con más influencia en
la dictadura fue la Asociación Católica Nacional de Propagandistas (ACNP), aunque más tarde
lo fue el Opus Dei, que entró en conflicto con la ACNP y sobre todo Falange por ocupar puestos
en el Gobierno.
El Movimiento Nacional fue el nombre que se dio a partir de 1943 a Falange Española Tra- Textos 8 y 13
dicionalista y de las JONS, el partido único surgido del Decreto de Unificación de 1937. En
un principio, los falangistas proporcionaron la base ideológica del régimen, de orientación
fascista (nacionalsindicalismo), y ocuparon gran parte de los cargos de la administración. El
Movimiento englobaba, además de Falange, otras organizaciones que controlaban distintos
sectores sociales: la Organización Sindical Española (OSE) o Sindicato Vertical (el único per-
mitido), el Frente de Juventudes, la Sección Femenina y el Sindicato Español Universitario
(SEU). No obstante, con el tiempo Franco fue apartando del poder a los falangistas, ya que su
apoyo ideológico le fue resultando cada vez más innecesario e incluso inconveniente (ver 3.3).

2.3. Las Leyes Fundamentales

En lugar de utilizar una constitución, la dictadura se institucionalizó a través de las llamadas


Leyes Fundamentales, que se fueron promulgando según las necesidades de cada momento.
En algunos casos se limitaban a ratificar lo que ya existía en la práctica, y en general preten-
dían disimular el carácter dictatorial del régimen, cuyas características Franco no estaba muy
interesado en fijar. Fueron las siguientes:
Fuero del Trabajo (1938).– Inspirado en la Carta di Lavoro del fascismo italiano, establecía Texto 1
los principios del nacionalsindicalismo (basados en un sindicato único y vertical, es decir diri-
gido por el Gobierno).
Ley Constitutiva de Cortes (1942).– Según esta ley, las Cortes eran el «órgano superior de
participación del pueblo español en las tareas del Estado», aunque en realidad solo tenían un
papel consultivo. Sus miembros eran los procuradores.
Fuero de los Españoles (1945).– Conjunto de derechos y deberes de los españoles. Los dere- Texto 4
chos quedaban supeditados al control del Estado mediante los artículos 33 y 35, por lo que en
la práctica no existían.
Ley de Referéndum Nacional (1945).
Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado (1947).– Esta ley constituía España como reino, y
dejaba a Franco la potestad de designar a su sucesor «a título de rey».
Ley de Principios Fundamentales del Movimiento Nacional (1958).– Recogía las características Texto 8
básicas del franquismo.
Ley Orgánica del Estado (1966).– Confirmaba el carácter del Estado como reino y separaba Texto 11
las jefaturas de Estado y de Gobierno.

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

3. La primera etapa de la dictadura: posguerra, aislamiento y autarquía (1939-1959)

3.1. El inicio de la dictadura

La dictadura franquista se inició en 1936 cuando la Junta de Defensa Nacional del bando su-
blevado de la Guerra Civil nombró a Franco su único líder militar y político. Franco entonces
fundó un «Estado Nuevo» dictatorial y represivo, cuyo primer Gobierno oficial se formó en
1938 («Gobierno de Burgos») y que en 1939 sustituyó definitivamente a la República. España
se sumió entonces en una larga etapa de pobreza, la posguerra.

3.2. La represión

La dictadura planteó la represión como una actividad institucional y sistemática cuyo objeti-
vo era depurar la sociedad española de opositores al nuevo régimen. De este modo, lejos de
buscar la reconciliación nacional, el régimen fomentó la división de España entre vencedores
y vencidos.
Durante la Guerra Civil, las fuerzas franquistas ejercieron la persecución y represión de
miembros del bando republicano (llamados despectivamente «rojos») en los territorios que
iban ocupando. En 1939, antes del fin de la guerra, el Gobierno de Burgos promulgó la Ley
de Responsabilidades Políticas, que hacía delictiva la colaboración con la República a partir
octubre de 1934 (es decir, era una ley con carácter retroactivo), y en 1940 se promulgó la Ley
de Represión del Comunismo y la Masonería. Los procesos contra los arrestados en virtud de
estas leyes eran instruidos de forma sumaria por tribunales militares, que condenaron a unas
ciento cincuenta mil personas, de las que unas cincuenta mil fueron ejecutadas. El resto quedó
confinado en prisiones o campos de concentración o bien destinado a los Batallones de Traba-
jadores, a menudo sufriendo torturas. España estuvo bajo estado de guerra hasta 1948, y los
delitos políticos no dejaron de ser juzgados por tribunales militares hasta 1963, cuando se creó
el Tribunal de Orden Público. Además, se llevaron a cabo confiscaciones de bienes y despidos
de funcionarios y trabajadores no adheridos al Movimiento Nacional.
La represión también eliminó a opositores al empujarlos al exilio. Muchos intelectuales se
marcharon a América Latina o Estados Unidos, donde encontraron trabajo en las universida-
des, y muchos combatientes pasaron a Francia, donde fueron capturados y enviados a campos
de concentración por los nazis o bien se integraron en la Resistencia.

3.3. El nacionalsindicalismo y el papel de España en la II Guerra Mundial

Política interior.– Los primeros Gobiernos de la dictadura se caracterizaron por el predomi-


nio de los falangistas, liderados por el cuñado de Franco, Serrano Suñer. Falange defendía la
aplicación en España del modelo sindical corporativista del fascismo en lo que fue conocido
como nacionalsindicalismo.
Política exterior.– Al estallar la Segunda Guerra Mundial en 1939 España se declaró neu-
tral, pero cambió a estatus de no beligerante tras la invasión nazi de Francia en 1940. Ese año,
Franco se entrevistó con Hitler en Hendaya para tratar la posible intervención de España en la
guerra a favor del Eje. Las condiciones puestas por Franco (entre ellas, el control del norte de
África) fueron inaceptables para Hitler, pero aun así España colaboró con Alemania suminis-
trando wolframio y enviando al frente ruso en 1941 a la División Azul, un cuerpo de voluntarios
(al menos oficialmente) que se integró en la Wehrmacht (el ejército de tierra alemán). En 1943
la guerra se decantó a favor de los Aliados, y Franco decidió volver a la neutralidad.

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3.4. La autarquía

La autarquía fue una política de autosuficiencia económica puesta en marcha a raíz de la esca- Texto 15
sez de productos causada por la Guerra Civil y bajo la influencia de la ideología nacionalista y
falangista. La autarquía implicó la intervención del Estado en los siguientes sectores:
• Comercio exterior. Se restringieron las importaciones, a excepción de algunas materias
primas básicas como el petróleo o el trigo (cuyo déficit aumentó tras la Guerra Civil).
• Industria. En 1941 se creó el Instituto Nacional de Industria (INI), que impulsó la crea-
ción de empresas públicas y la nacionalización o intervención estatal de empresas priva-
das consideradas estratégicas. Así surgieron Renfe e Iberia en los transportes, Endesa en
electricidad, Ensidesa en siderurgia y Seat en automóviles, entre otras empresas.
• Agricultura. A través de organismos como el Servicio Nacional del Trigo, el Estado com-
praba los productos agrarios directamente a los productores y luego regulaba su venta
al público, en ambos casos con precios fijados por el propio Estado.
• Consumo. Las cartillas de racionamiento fijaban qué productos, en qué cantidad y a qué
precio podía comprar una familia a lo largo del mes. Esto dio lugar al mercado negro,
donde se podían encontrar a un precio mucho más alto productos no controlados por el
Estado, una situación de la que a menudo se beneficiaban dirigentes corruptos.

El resultado de la autarquía fue desastroso. La producción, la competitividad, los salarios y


el consumo se hundieron. La renta per cápita y la producción bajaron a niveles muy anteriores
a la Guerra Civil, y su nivel de 1936 no se recuperó hasta 1954. Mientras el resto de Europa
era reconstruida gracias a la ayuda económica estadounidense del Plan Marshall, la autarquía
hundía España en el hambre y la miseria provocadas por la Guerra Civil. Texto 14

3.5. El aislamiento internacional

Con el fin de la guerra mundial, Franco cambió de estrategia de cara a las potencias democrá-
ticas vencedoras, de modo que fue alejando a los falangistas del Gobierno y eliminando los
símbolos fascistas (como el saludo oficial con el brazo en alto) para reforzar la imagen católica y
antimarxista de su régimen. Las Leyes Fundamentales de esta época tenían la misma intención.
A pesar de ello, en 1946 la ONU (fundada por los países vencedores) condenó el régimen de Texto 5
Franco como antidemocrático y relacionado con las potencias del Eje y recomendó la retirada
de los embajadores en España. En respuesta, la dictadura denunció esta postura como fruto
de una «conspiración universal judeomasónica» mediante una manifestación multitudinaria
ante el Palacio Real de Madrid.

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

3.6. El nacionalcatolicismo y el fin del aislamiento internacional

La percepción internacional de la dictadura cambió a partir de 1947 con el inicio de la guerra


fría. Estados Unidos apreció la ubicación estratégica de España y el papel de Franco como
precursor en la lucha contra el comunismo, y presionó a la ONU para que permitiera la vuelta
de los embajadores, cosa que ocurrió en 1950. Para aprovechar este cambio, Franco remode-
ló el Gobierno en 1951, pasando del nacionalsindicalismo, con predominio de falangistas, al
nacionalcatolicismo, caracterizado por políticos católicos y de perfil menos autoritario (como
Ruiz-Giménez, ministro de Educación) así como por la designación de un militar, Carrero Blan-
co, como secretario de presidencia.
Esta política fue dando resultado y España entró por primera vez en organismos interna-
cionales como la Organización Mundial de la Salud en 1951 y la Unesco en 1952. En 1953
Estados Unidos reconoció el régimen de Franco mediante un tratado por el que aportó una
importante ayuda económica a cambio de la instalación en suelo español de bases militares
estadounidenses (Torrejón de Ardoz, Morón, Zaragoza y Rota). Ese mismo año se firmó el
Concordato con la Santa Sede, por el que España ratificaba la confesionalidad católica del Es-
tado. En 1955 España entró en la ONU. A pesar de que no se permitió su entrada en la OTAN y
la CEE, España se había integrado en el bloque occidental. Por otro lado, la entrada de divisas
y una relajamiento de las medidas autárquicas permitieron el aumento de importaciones y el
comienzo del crecimiento económico.

3.7. La oposición

Durante los primeros años de la dictadura, los distintos sectores contrarios a Franco tanto en el
interior como en el exterior confiaban en que una victoria de los Aliados en la guerra mundial
precipitaría el fin de la dictadura y se preparaban para ese momento.
En España, por un lado se formó la Alianza Nacional de Fuerzas Democráticas, una organi-
zación política que reunía distintas ideologías, y por otro el maquis, una guerrilla de combatien-
tes comunistas y anarquistas de la Guerra Civil que lanzaban ataques desde sus refugios rurales
(como el fracasado ataque al Valle de Arán en 1944). También surgieron los primeros conflictos
sociales en protesta por las pésimas condiciones de vida: huelgas industriales (a pesar de ser
ilegales) y boicot de la población de Barcelona a los tranvías por la subida del precio del billete
en 1951. En 1956 se produjeron graves disturbios a raíz de la protesta contra el SEU por parte
de estudiantes universitarios que pertenecían a una nueva generación que no había vivido la
guerra y apostaba por la reconciliación nacional. Franco controló la situación mediante la des-
titución del ministro Ruiz-Giménez y la anulación de su política aperturista.
En el exterior se mantuvieron las Cortes republicanas y más tarde se formó el Gobierno
de la República en el exilio, con sede en México, aunque sus miembros seguían sin ponerse
de acuerdo, en este caso respecto a la estrategia que debían seguir. Por su parte, don Juan de
Borbón publicó en 1945 el Manifiesto de Lausana, en el que atacaba la dictadura y defendía la Texto 3
vuelta de la monarquía borbónica liberal. Los monárquicos, representados por Gil-Robles, y
los socialistas, a través de Indalecio Prieto, llegaron a un principio de acuerdo en el pacto de
San Juan de Luz.
A pesar de todo, la oposición tanto interior como en el exilio tuvo que replantearse sus es-
trategias cuando quedó claro que la dictadura había sobrevivido a la derrota del Eje.

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

4. La segunda etapa del régimen: el desarrollismo (1959-1969)1

4.1. La política

El Gobierno nombrado en 1957 relegaba aún más a los falangistas para dar entrada a los lla-
mados tecnócratas, una nueva generación de políticos pertenecientes al Opus Dei y apoyados
por Carrero Blanco. Estos políticos impulsaron la institucionalización de la dictadura con el
objetivo de reforzarla desde el punto de vista administrativo y no ideológico mediante diver-
sas leyes que culminaron en la Ley Orgánica del Estado de 1966 (última Ley Fundamental en
vida de Franco, aprobada en referéndum) y en la designación en 1969 de don Juan Carlos de
Borbón, hijo de don Juan, como sucesor en la jefatura del Estado. Por otro lado, se inició la
«apertura», es decir una cierta reducción del autoritarismo mediante medidas como la Ley
de Convenios Colectivos (1958), que permitía la negociación entre obreros y empresarios; la
despenalización de la huelga por motivos puramente económicos (1965); y la Ley de Prensa de
Manuel Fraga, ministro procedente de Falange, por la que se abolía la censura previa (1966).
Aun así, la dictadura seguía ejerciendo la represión cuando lo consideraba necesario: en 1963
se produjo la ejecución del dirigente comunista Julián Grimau, a pesar de una ola de protestas
internacionales.
Por otra parte, durante este período España fue abandonando su dominio sobre territo-
rios africanos: el Protectorado de Marruecos en 1956, a raíz de que Francia hiciera lo mismo;
Guinea en 1968; e Ifni en 1969 (tras una guerra con Marruecos en 1957–58). Río de Oro (más
tarde, Sahara Occidental) fue abandonado en una época posterior (ver apdo. 5.2).

4.2. El Plan de Estabilización

El fin del aislamiento internacional, el riesgo de bancarrota del Estado y la pérdida de poder del
falangismo facilitaron que Franco autorizara el abandono de la autarquía bajo las recomenda-
ciones de los tecnócratas. Estos defendían la entrada en la economía internacional de mercado
y una gestión económica bajo criterios técnicos y de racionalidad como medio de asegurar la
viabilidad del régimen, en lugar de la antigua política autárquica condicionada por la ideología
falangista.
En 1959 los tecnócratas lanzaron el Plan de Estabilización con la financiación de Estados Texto 9
Unidos y del Fondo Monetario Internacional (en el que España había entrado en 1958). El
objetivo era reducir el déficit público y liberalizar la economía interior y exterior. En la interior
se estableció la liberalización de precios, mientras que de cara al exterior se optó por la de-
valuación y cotización con el dólar de la peseta y la concesión de facilidades a las inversiones
extranjeras. El plan permitió que España se beneficiara de la bonanza económica internacional
de la época, de modo que el PIB y la renta per cápita crecieron de forma sostenida hasta la crisis
de 1973. Por ello esta etapa se conoció como «desarrollismo» y se habló de «milagro económico
español», aunque este concepto ha sido cuestionado por los historiadores (ver apdo. 7).
Como complemento al Plan de Estabilización, a partir de 1964 se emprendieron los Pla-
nes de Desarrollo Económico y Social, unos proyectos cuatrienales dirigidos por López Rodó
(el hombre fuerte de los tecnócratas) que no dieron el resultado esperado. Estos planes indi-
can que aunque el nuevo Gobierno promovía la liberalización de la economía, sobre todo en
comparación con la etapa anterior, el intervencionismo seguía siendo una característica de la
dictadura.
1. Desde un punto de vista económico, puede considerarse que esta etapa llega hasta 1973, año de la crisis del
petróleo.

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

4.3. El crecimiento económico y sus desequilibrios

4.3.1. El crecimiento de los distintos sectores económicos

Agricultura.– Durante el desarrollismo tuvo lugar el fin de la agricultura tradicional gracias


a un doble proceso: por un lado, el aumento tanto de la producción como de la productividad
gracias a la tecnificación, el mayor uso de fertilizantes y la extensión del regadío; por otro lado,
el masivo éxodo rural, que hizo disminuir drásticamente la población campesina, de un 48 %
en 1950 a un 23 % en 1970 (ver 4.4.1). Debido a estos cambios, la cuestión de la estructura de
propiedad de la tierra, que había sido una fuente de conflictos desde el siglo xix, dejó de tener
importancia.
Industria.– El sector secundario experimentó un rápido crecimiento gracias a distintos fac-
tores: la disponibilidad de mano de obra llegada del campo y pagada con salarios bajos; la
importación de tecnología; y las inversiones extranjeras. La industria se extendió fuera de sus
zonas tradicionales (Barcelona y Vizcaya) y se diversificó en distintas actividades. La pobla-
ción industrial pasó del 26 % en 1950 al 38 % en 1970. El símbolo de este crecimiento fue la
fabricación del Seat 600, el coche más popular de la época.
Los servicios.– La gran innovación en el sector terciario fue el boom del turismo. En los años
60 España era un país muy barato para los europeos de clase media que buscaban el sol, la
playa y unas costumbres y gastronomía pintorescas, lo que favoreció una llegada masiva de ve-
raneantes (de 4 millones en 1959 a unos 35 en 1973). Esto a su vez estimuló el desarrollo de la
construcción, la hostelería y las infraestructuras. La población ocupada en los servicios pasó del
26 % en 1950 al 37 % en 1975. La balanza comercial siguió siendo deficitaria, pero los ingresos
del turismo, las remesas enviadas por los emigrantes y la inversión extranjera permitieron que
la balanza de pagos presentara superávit.

4.3.2. Los desequilibrios del crecimiento

La rapidez del crecimiento económico enriqueció a la clase alta (favorecida por el régimen a
través de la actuación de las «familias») a costa de la generación de fuertes desequilibrios: el
interior agrícola, a pesar de las mejoras, permaneció atrasado y abandonado respecto a los
centros industriales y turísticos de la periferia. Para paliar esta situación, el régimen fijó un
programa de modernización de distintas zonas, los Polos de Desarrollo, pero sin resultado. Por
otro lado, no se invirtió en investigación, de modo que no se pudo superar la dependencia del
exterior en tecnología e inversiones.
El sistema fiscal de la dictadura, en un claro retroceso, dio más importancia a los impuestos
indirectos, lo que favoreció a la clase alta a costa de reducir la capacidad de recaudación del
Estado.

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4.4. Demografía y sociedad

4.4.1. Demografía

A partir de 1960, la mejora en las condiciones de vida y la política de estímulo de la natalidad Texto 4
permitieron el descenso de la mortalidad (sobre todo la infantil) y la subida tanto de la natali-
dad como de la esperanza de vida. El resultado fue el aumento de la población, en consonancia
con el baby boom del mundo occidental.
Sin embargo, el fenómeno demográfico más característico de esta época fue la emigración
interior y exterior. La falta de trabajo agrario motivó el éxodo rural, que llevó a unos cuatro
millones de personas del campo a las grandes ciudades y del interior a la periferia entre 1962
y 1973 e hizo que la población campesina dejara de ser mayoritaria por primera vez en la
historia de España (ver 4.3.1). Como la industria española no tenía capacidad para absorber
toda la emigración rural, se produjo también la emigración a la Europa industrial: un millón y
medio de españoles emigró a Francia, Alemania, Suiza y Bélgica, lo que tuvo un notable efecto
beneficioso sobre la economía española debido a las remesas que los emigrantes enviaban a
sus familias desde el exterior.

4.4.2. Sociedad

Los cambios económicos y demográficos permitieron el crecimiento de la clase media y del pro-
letariado industrial, que gracias a la subida del nivel de vida empezó a acceder a comodidades
como los electrodomésticos, el teléfono, el automóvil o incluso la televisión; España entraba
en la sociedad de consumo. El analfabetismo se redujo, y la Ley General de Educación de 1970
ordenó todo el sistema educativo por primera vez desde la Ley Moyano de 1857. Los modos de
vida empezaron a cambiar, dejando atrás los valores tradicionales gracias a la apertura al exte-
rior, la llegada de turistas, el abandono del campo y el relevo generacional. La mujer comenzó
a trabajar e independizarse, y la juventud se interesó por los cambios culturales del exterior
como la música pop (conciertos de los Beatles en 1965).
Sin embargo, la sociedad también experimentó serios desequilibrios. El creciente proleta-
riado industrial carecía de libertad sindical (ver 4.6), y su llegada masiva a las ciudades motivó
el despoblamiento del interior rural pero también un crecimiento urbano rápido y especulativo
que dio lugar en los extrarradios a barrios obreros mal equipados, o a veces incluso de chabolas.
Por otro lado, el desarrollo incontrolado de los centros turísticos no tuvo ninguna considera-
ción hacia el medioambiente (como ocurrió en La Manga) o la arquitectura tradicional.

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

4.5. La oposición

Las nuevas circunstancias sociales fueron socavando el apoyo de la población hacia la dictadura
y permitieron que se movilizaran distintos sectores de oposición, que aun así carecieron de la
fuerza suficiente al no emprender una acción conjunta.
En 1962 tuvo lugar en Múnich el IV Congreso del Movimiento Europeo, que aprovechó la
reciente petición de entrada en la CEE por parte de Franco para reclamar libertades políticas Texto 10
para España. Para ello se reunieron políticos de la oposición tanto exterior como interior, y
tanto moderados (incluyendo antiguos franquistas desengañados con la dirección que había
tomado el régimen) como socialistas. La dictadura reaccionó calificando el Congreso como
«contubernio de Múnich» y confinando o exiliando a los participantes que regresaron a España.
En cuanto al movimiento obrero, esta época vio el crecimiento de la población industrial y
por tanto de la conflictividad. Entre 1962 y 1963 se produjo una primera oleada de huelgas,
especialmente en la minería. En 1964 se creó Comisiones Obreras (CC. OO.), un sindicato
clandestino que sin embargo actuaba en la legalidad aprovechando las estructuras del Sindi-
cato Vertical y que fue perseguido por su vinculación con el PCE. Este, por su parte, adoptó una
postura de defensa de la democracia y de la reconciliación nacional.
La Iglesia española, por su parte, se fue distanciando de la dictadura en consonancia con el
Concilio Vaticano II, apostando por la apertura y la reconciliación.

5. La crisis de la dictadura (1969-1975)

5.1. El Gobierno monocolor

Hacia 1969 la dictadura comenzó a sufrir el desgaste y se hizo cada vez más propensa a las
luchas internas y vulnerable ante la oposición.
Luchas internas.– El poder de arbitraje de Franco había disminuido, de modo que el franquis-
mo se dividió abiertamente en dos sectores rivales: los aperturistas de Falange (como Fraga)
y los inmovilistas vinculados al Opus Dei y Carrero Blanco, vicepresidente del Gobierno desde
1967. En 1969 se produjo un fuerte enfrentamiento entre ambos cuando los aperturistas desta-
paron en la prensa un caso de corrupción que afectaba a los inmovilistas (el escándalo Matesa).
Franco zanjó la cuestión nombrando un nuevo Gobierno conocido como «monocolor» por el
predominio de los tecnócratas, lo que ponía fin al equilibrio entre familias característico de la
dictadura hasta entonces. Franco ratificó su apoyo a este sector en 1973 cuando Carrero Blanco
pasó a ocupar la presidencia del Gobierno, según lo previsto en la LOE de 1966.
Conflictos sociales.– Durante esos años aumentaron las huelgas y las manifestaciones por
parte de obreros y de estudiantes universitarios, ante las que el Gobierno reaccionó mediante
la represión violenta y la declaración del estado de excepción. En 1972, los líderes de CC. OO.
fueron arrestados y condenados a fuertes penas de prisión en el llamado «proceso 1 001».
Terrorismo.– En 1970 varios miembros de ETA, una organización nacionalista vasca creada
en 1959 y dedicada al terrorismo desde 1968, fueron condenados a muerte por un consejo de
guerra, aunque Franco conmutó las penas ante la presión internacional. En 1973 ETA asesinó
al presidente Carrero Blanco en un espectacular atentado, con lo que la dictadura perdió a su
principal baluarte en un momento en que la salud de Franco estaba ya muy deteriorada.

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

5.2. El Gobierno de Arias Navarro

Al final de 1973 Franco nombró presidente a Arias Navarro, quien formó Gobierno sin contar
con ningún tecnócrata y anunció en un discurso ante las Cortes un programa de medidas aper-
turistas en lo que se conoció como el «espíritu del 12 de febrero» (por la fecha del discurso). Sin
embargo, este anuncio quedó en nada ya que el Gobierno, presionado por el sector inmovilista
(conocido desde entonces como el «búnker»), siguió ejerciendo una dura represión contra la
oposición. En 1974 se produjo la ejecución del anarquista Puig-Antich, y en 1975 las de terro-
ristas de ETA y el FRAP.
La oposición política intentó coordinarse, pero sin lograr todavía una acción conjunta. Por
un lado, se creó la Junta Democrática de España en torno al PCE, mientras que por otro se creó Texto 12
la Plataforma de Convergencia Democrática en torno al PSOE. Ambas organizaciones reunían
a partidos y figuras de ideologías muy distintas (partidos obreros, socialdemócratas, monár-
quicos, nacionalistas, carlistas) pero que reclamaban el fin de la represión, el reconocimiento
de los derechos y libertades y el inicio de un proceso constituyente basado en la soberanía
nacional, en suma el fin de la dictadura. En 1974, el obispo de Bilbao monseñor Añoveros fue
sujeto a arresto domiciliario por una homilía en favor de la identidad vasca. Ese mismo año, los
efectos de la crisis del petróleo se notaron con más crudeza, y el número de huelgas aumentó
espectacularmente.
El Gobierno debió enfrentarse además a la Marcha Verde de 1975, una invasión pacífica y
popular de la colonia española del Sahara Occidental lanzada por el rey Hassan II de Marrue-
cos. Incapaz de gestionar esta situación, España abandonó ese territorio a manos marroquíes,
creando un problema que perdura hoy día.
Pocos días después del abandono del Sahara, el 20 de noviembre de 1975, Franco falleció.
El 22 de noviembre, don Juan Carlos de Borbón asumió la jefatura del Estado a título de rey
ante las Cortes franquistas. La incertidumbre ante el futuro de la dictadura acentuó la división
entre aperturistas e inmovilistas.

6. La cultura durante la dictadura

La Guerra Civil y la llegada de la dictadura supusieron el fin de la edad de plata de la cultura


española, en parte por el exilio de intelectuales, escritores y artistas y en parte por la imposición
de una cultura nacionalista oficial. No obstante, muchas figuras volvieron a España (Marañón,
Ortega y Gasset) o no se marcharon (Aranguren, Marías) siguieron produciendo dentro de la
censura, manteniendo la conexión con la tradición liberal española y con las corrientes del
exterior. Por su parte, la literatura (Cela) y el cine (Bardem) comenzaron a reflejar la realidad
cotidiana de forma crítica.
Durante el desarrollismo, por un lado la cultura se alejó cada vez más de los cauces oficia-
les a raíz de los cambios sociales y de factores como el fin de la censura previa; las influencias
exteriores, que entraban en España más abiertamente; y el relevo generacional, que fue muy
importante en las universidades. Las artes plásticas, por ejemplo, se unieron a las corrientes
de vanguardia internacionales (grupos El Paso o Dau al Set). Por otro lado, el desarrollismo
promovió una imagen cultural estereotipada de España de cara al turismo (el flamenco, los
toros) y apareció un cine de comedias chabacanas o «españoladas». La televisión amplió el pa-
pel cultural que hasta entonces tenía la radio al ofrecer programas de variedades, cine, series
(Historias para no dormir) o teatro (el programa Estudio Uno).

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

7. Conclusiones. El debate entre historiadores

La dictadura de Franco y de Salazar en Portugal fueron las únicas surgidas en la Europa del
período de entreguerras que sobrevivieron a la Segunda Guerra Mundial. Mientras que las de-
mocracias europeas se fortalecían y se iniciaba un proceso de unificación económica, España
estaba dominada por un régimen reaccionario e inmovilista propio de otros tiempos, impuesto
mediante la fuerza militar y la represión y basado en la autoridad absoluta de su líder, el ge-
neral Franco. Esta dictadura anuló el debate sobre las grandes cuestiones en torno a las que
había girado la política española desde la crisis del Antiguo Régimen: la soberanía, el grado
de representación del sistema político, las libertades individuales y colectivas o la separación
entre Iglesia y Estado.
Sin embargo, una vez superada la larga posguerra, la economía y la sociedad españolas
siguieron evolucionando. La subida del nivel de vida y el crecimiento de la clase media permi-
tieron ir dejando atrás los extremismos tanto reaccionarios como revolucionarios que se habían
enfrentado en la Guerra Civil, allanando el camino hacia un sistema democrático.

El origen de la dictadura en una sublevación militar, su carácter autoritario y reaccionario, su larga duración y la
represión y censura que ejerció son factores que han llevado a que actualmente Franco y su dictadura estén conside-
rados de forma generalizada como un capítulo nefasto de la historia española. El apoyo minoritario a la actuación
de Franco que aún existe utiliza el mismo argumento de los primeros franquistas, el de la salvación de España de la
revolución social y del control de la URSS.
Uno de las cuestiones que los historiadores siguen debatiendo es la definición de la dictadura. Un buen ejemplo
de ello es la fuerte polémica surgida en 2011 cuando el Diccionario biográfico de la Real Academia de la Historia, Texto 16
subvencionado por el Ministerio de Cultura, describió la dictadura franquista como un régimen «autoritario, pero
no totalitario». La definición de la dictadura como régimen fascista se puede considerar insuficiente ya que Franco
fue abandonando con el tiempo las tendencias fascistas, mientras que la definición como totalitario se ha discutido
ya que la concesión de parcelas de poder a las distintas familias por parte de Franco supondría que su control sobre
la sociedad no hubiera sido absoluto, o al menos que hubiera sido delegado parcialmente. Por otro lado, Santos
Juliá rechaza la existencia de las familias, prefiriendo el término burocracias para definir los grupos en los que se
basaba el poder de Franco. Texto 17
Otro debate es el referente a la modernización económica y social de España durante la dictadura. Las trans-
formaciones de los años 60 y 70 han sido interpretadas por Domínguez Ortiz como las mayores de toda la historia
española, y de hecho en su momento fueron definidas con el término «milagro español». Fraga, antiguo ministro
franquista, declaró al final de su vida que Franco había dejado España mejor que la encontró. Sin embargo, también
puede argumentarse que esas transformaciones no ocurrieron gracias a la dictadura sino a pesar de ella, y que en
realidad la dictadura las retrasó, agravando el atraso económico y tecnológico que España sufre actualmente res-
pecto a gran parte del mundo desarrollado.
En cualquier caso, al igual que ocurre con la Segunda República, la perspectiva histórica sigue siendo limitada
y las distintas ideologías e incluso experiencias siguen pesando sobre la objetividad del juicio que pueda hacerse
sobre la dictadura franquista.

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

7. Cronología

1938-1939. Primer Gobierno franquista («Gobierno de Burgos»)


1938 Fuero del Trabajo
1939 Fin de la Guerra Civil
1939-1945. Gobiernos «azules» formados por falangistas y militares
1939 Neutralidad en la II Guerra Mundial
1940 No beligerancia (apoyo al Eje)
1943 Vuelta a la neutralidad
1945 Manifiesto de Lausana
1945-1951. Gobiernos del aislamiento internacional
1946 Condena de la ONU a la dictadura de Franco
1951 Boicot al tranvía en Barcelona
1951-1957. Gobiernos del fin del aislamiento internacional
1953 Acuerdos con Estados Unidos y Santa Sede
1956 Revueltas universitarias. Abandono del protectorado de Marruecos
1957 Entrada de los tecnócratas en el Gobierno
1957-1958 Guerra de Ifni
Ingreso en la FAO, la Unesco y la ONU
1957-1973. Gobiernos tecnócratas del desarrollismo
1959 Plan de Estabilización
1962 «Contubernio de Múnich»
1964 Fundación del sindicato Comisiones Obreras
1966 Ley de Prensa (fin de la censura previa)
1969 Escándalo Matesa: enfrentamiento entre aperturistas e inmovilistas.
1973 Gobierno de Carrero Blanco, asesinado por ETA
1974-1975. Gobierno de Arias Navarro
1974 «Espíritu del 12 de febrero»
1974-1975 Huelgas, ejecuciones de terroristas
1975 Crisis del Sahara Occidental. Muerte de Franco

8. Documentos

Texto 1. Fuero del Trabajo. 1938


Renovando la Tradición Católica, de justicia social y alto sentido humano que informó nuestra legislación del Im-
perio, el Estado, Nacional en cuanto es instrumento totalitario al servicio de la integridad patria, y Sindicalista
en cuanto representa una reacción contra el capitalismo liberal y el materialismo marxista, emprende la tarea de
realizar –con aire militar, constructivo y gravemente religioso– la Revolución que España tiene pendiente y que ha
de devolver a los españoles, de una vez para siempre, la Patria, el Pan y la Justicia.

Texto 2. Circular a los maestros de la provincia de Barcelona por el inspector jefe de la enseñanza primaria.
6 de junio de 1939
[E]sta inspección se dirige a todo el Magisterio Primario […] para hacer las indicaciones siguientes:
Primera. La reposición del Santo Crucifijo marca la apertura del curso […].
Segunda. Además del retrato del Caudillo, habrá en el salón de clase una imagen de la Virgen, con preferencia
la Inmaculada, y en sitio preferente.
Quinta. El Crucifijo sería conveniente que tuviese como fondo la Bandera de la Patria.
Sexta. La ceremonia de colocar la Bandera antes de empezar las clases y arriarla al terminar, mientras se entona
el Himno Nacional, es obligatoria para todas las escuelas.

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

Texto 3. Manifiesto de don Juan de Borbón. Lausana, 19 de marzo de 1945


Hoy, […] el régimen implantado por el general Franco, inspirado desde el principio en los sistemas totalitarios
de las potencias del Eje, […] es fundamentalmente incompatible con las circunstancias que la guerra presente está
creando en el mundo. […]
Por estas razones me resuelvo, para descargar mi conciencia del agobio cada día más apremiante de la respon-
sabilidad que me incumbe, a levantar mi voz y requerir solemnemente al general Franco para que, reconociendo
el fracaso de su concepción totalitaria del Estado, abandone el poder y dé libre paso a la restauración del Régimen
Tradicional de España, único capaz de garantizar la Religión, el Orden y la Libertad. Bajo la Monarquía –reconci-
liadora, justiciera y tolerante– caben cuantas reformas demande el interés de la Nación. Primordiales tareas son:
aprobación inmediata por votación popular de una Constitución política; reconocimiento de todos los derechos
inherentes a la personalidad humana y garantía de las libertades políticas correspondientes; establecimiento de una
Asamblea legislativa elegida por la Nación; reconocimiento de la diversidad regional; amplia amnistía política; una
más justa distribución de la riqueza y la supresión de injustos contrastes sociales contra los cuales no sólo claman
los preceptos del cristianismo, sino que están en flagrante y peligrosísima contradicción con los signos político-eco-
nómicos de nuestro tiempo. […]

Texto 4. Fuero de los Españoles. 30 de junio de 1945


Art. 6. La profesión y práctica de la Religión Católica, que es la del Estado español, gozará de la protección ofi-
cial. Nadie será molestado por sus creencias religiosas ni por el ejercicio privado de su culto. No se permitirán otras
ceremonias ni manifestaciones externas que las de la Religión Católica.
Art. 16. Los españoles podrán reunirse y asociarse libremente para fines lícitos de acuerdo con lo establecido
por las Leyes […].
Art. 22. El Estado reconoce y ampara a la familia como institución natural y fundamento de la sociedad, con
derechos y deberes anteriores y superiores a toda Ley humana positiva. El matrimonio será uno e indisoluble. El
Estado protegerá especialmente a las familias numerosas. […]
Art. 33. El ejercicio de los derechos que se reconocen en este Fuero no podrá atentar a la unidad espiritual,
nacional y social de España.
Art. 35. La vigencia de los artículos 12, 13 («secreto de la correspondencia»), 14 («fijar libremente su residencia
en el territorio nacional»), 15, 16 y 18 podrá ser temporalmente suspendida por el Gobierno total o parcialmente
mediante decreto-ley, pero que taxativamente determine el alcance y duración de la medida.

Texto 5. Resolución de la ONU sobre las relaciones con España. 1946


A) Por su origen, naturaleza, estructura y comportamiento general, el régimen de Franco es un régimen fascista,
organizado e implantado en gran parte merced a la ayuda de la Alemania nazi y de la Italia fascista de Mussolini.
B) Durante la larga lucha de las Naciones Unidas contra Hitler y Mussolini, Franco prestó una ayuda muy con-
siderable a las potencias enemigas, a pesar de las continuas protestas de los aliados. […]
La Asamblea General, convencida de que el Gobierno fascista de Franco en España […] no representa al pueblo
español […], recomienda que se prohíba al Gobierno de Franco pertenecer a los organismos internacionales creados
por las Naciones Unidas, o relacionados con ellas, […] hasta que se forme en España un gobierno nuevo y adecuado.
Además […], recomienda que, si dentro de un plazo razonable, no se establece en España un gobierno cuya au-
toridad proceda de sus gobernados y que se comprometa a respetar la libertad de expresión, de religión y de reunión,
y a celebrar cuanto antes elecciones en las que el pueblo español pueda expresar su voluntad, libre de coacción y de
intimidación, […] el Consejo de Seguridad estudie las medidas para remediar tal situación.
Asimismo, la Asamblea recomienda que todos los Estados miembros de las Naciones Unidas retiren inmediata-
mente a los embajadores y ministros plenipotenciarios que tienen acreditados en Madrid.

Texto 6. Extracto de un libro escolar de 1952


El niño español deberá amar preferentemente:
1.º A Dios sobre todas las cosas y a la Virgen María.
2.º A la Patria y a su gloriosa bandera roja y gualda.
3.º A sus padres.
4.º Al ilustre Caudillo que ha sabido despertar y reanimar las energías de nuestra raza.
5.º A los superiores y maestros.
6.º A los amigos y, en general, a todos sus semejantes.

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

Texto 7. Concordato entre España y la Santa Sede. 27 de agosto de 1953


Artículo I. La Religión Católica, Apostólica Romana, sigue siendo la única de la Nación española […].
Artículo VI. […] Los sacerdotes españoles diariamente elevarán preces por España y por el Jefe del Estado […].
Artículo XIX. 1.º La Iglesia y el Estado estudiarán de común acuerdo, la creación de un adecuado patrimonio
eclesiástico que asegure una congrua dotación del culto y del clero. […]
Artículo XXIX. El Estado cuidará de que en las Instituciones y servicios de formación, de la opinión pública en
particular en los programas de radiodifusión y televisión, se dé el conveniente puesto a la exposición y defensa de
la verdad religiosa […].

Texto 8. Ley de Principios del Movimiento Nacional. 17 de mayo de 1958


I. España es una unidad de destino en lo universal. El servicio de la unidad, grandeza y libertad de la Patria es
deber sagrado y tarea colectiva de todos los españoles.
II. La Nación española considera como timbre de honor el acatamiento a la Ley de Dios, según la doctrina de la
Santa Iglesia Católica Romana, única verdadera y fe inseparable de la conciencia nacional […].
IV. La unidad entre los hombres y las tierras de España es intangible. La integridad de la Patria y su independen-
cia son exigencias supremas de la comunidad nacional […].
Los Ejércitos de España, garantía de su seguridad y expresión de las virtudes heroicas de nuestro pueblo, debe-
rán poseer la fortaleza necesaria para el mejor servicio de la Patria.
V. […] Los intereses individuales y colectivos han de estar subordinados siempre al bien común de la Nación
[…].
VI. Las entidades naturales de la vida social: familia, municipio y sindicato, son estructuras básicas de la comu-
nidad nacional. […]
VII. […] Su forma política [del Estado español] es, dentro de los principios inmutables del Movimiento Nacional
y de cuanto determinan la Ley de Sucesión y demás Leyes Fundamentales, la Monarquía tradicional, católica, social
y representativa.
VIII. El carácter representativo del orden político es principio básico de nuestras instituciones públicas. La par-
ticipación del pueblo en las tareas legislativas y en las demás funciones de interés general se llevará a cabo a través
de la familia, el municipio, el sindicato y demás entidades con representación orgánica que a este fin reconozcan las
leyes. Toda organización política de cualquier índole, al margen de este sistema representativo, será considerada
ilegal.

Texto 9. Decreto-ley 10/1959 de 21 de julio, de ordenación económica


Resueltos un sin fin de problemas, hay que enfrentarse ahora con otros derivados tanto del nivel de vida ya alcan-
zado cuanto de la evolución de la economía mundial, especialmente la de los países de Occidente, en cuyas organi-
zaciones económicas está integrada España. […]
En este aspecto, el Decreto-ley que a continuación se articula establece la liberalización progresiva de la im-
portación de mercancías, y paralelamente, la de su comercio interior; autoriza la convertibilidad de la peseta y una
regulación del mercado de divisas […].
Es indudable que las medidas restrictivas de emergencia entrañaban un carácter transitorio. Superadas aquellas
circunstancias, ha llegado el momento de iniciar una nueva etapa que permita colocar nuestra economía en una
situación de más amplia libertad, de acuerdo con las obligaciones asumidas por España como miembro de pleno
derecho de la OECE [Organización Europea para la Cooperación Económica].

Texto 10. Resolución del Congreso del Movimiento Europeo. Munich, 8 de junio de 1962
El Congreso estima que la integración, en forma de adhesión o de asociación, de todos los países a Europa, exige
de cada uno de ellos instituciones democráticas, lo que significa para España: 1.º) La restauración de instituciones
auténticamente representativas y democráticas que garanticen que el gobierno se basa en el consentimiento de los
gobernados. 2.º) La efectiva garantía de todos los derechos de la persona humana, en especial los de la libertad
personal y de expresión, con supresión de la censura gubernativa. 3.º) El reconocimiento de la personalidad de las
distintas comunidades naturales. 4.º) El ejercicio de las libertades sindicales sobre bases democráticas y de la de-
fensa por los trabajadores de sus derechos fundamentales, entre otros medios, por el de huelga. 5.º) La posibilidad
de organización de corrientes de opinión y de partidos políticos. El Congreso confía en que la evolución conforme
a estas bases permitirá la incorporación de España a Europa, de la que es un elemento esencial […].

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

Texto 11. Artículo Sexto de la Ley Orgánica del Estado. BOE de 10 de enero de 1967
El Jefe del Estado es el representante supremo de la Nación: personifica la soberanía nacional; ejerce el poder su-
premo político y administrativo; ostenta la jefatura Nacional del Movimiento y cuida de la más exacta observancia
de los Principios del mismo y demás Leyes fundamentales del Reino, así como de la continuidad del Estado y del
Movimiento Nacional; garantiza y asegura el regular funcionamiento de los Altos Órganos del Estado y la debida
coordinación entre los mismos, sanciona y promulga las leyes y provee a su ejecución; ejerce el mando supremo de
los Ejércitos de Tierra, Mar y Aire; vela por la conservación del orden público en el interior y de la seguridad del
Estado en el exterior; […] en su nombre se administra justicia; ejerce la prerrogativa de gracia; confiere, con arreglo
a las leyes, empleos, cargos públicos y honores […].

Texto 12. Manifiesto de la Junta Democrática. 1974


La Junta Democrática propugna:
1. La formación de un Gobierno provisional que sustituya al actual, para devolver al hombre y a la mujer espa-
ñoles, mayores de dieciocho años, su plena ciudadanía mediante el reconocimiento legal de todas las libertades,
derechos y deberes democráticos.
2. La amnistía absoluta de todas las responsabilidades por hechos de naturaleza política y la liberación inme-
diata de todos los detenidos por razones políticas o sindicales.
3. La legalización de los partidos políticos, sin exclusiones.
4. La libertad sindical, y la restitución al movimiento obrero del patrimonio del Sindicato Vertical.
5. Los derechos de huelga, de reunión y de manifestación pacífica.
6. La libertad de prensa, de radio, de opinión y de información objetiva en los medios estatales de comunicación
social, especialmente en la televisión.
7. La independencia y la unidad jurisdiccional de la función judicial.
8. La neutralidad política y la profesionalidad, exclusivamente militar para la defensa exterior, de las fuerzas
armadas.
9. El reconocimiento, bajo la unidad del Estado español, de la personalidad política de los pueblos catalán, vasco,
gallego y de las comunidades regionales que lo decidan democráticamente.
10. La separación de la Iglesia y el Estado.
11. La celebración de una consulta popular […] con todas las garantías de libertad, igualdad de oportunidades
e imparcialidad, para elegir la forma definitiva del Estado.
12. La integración de España en las Comunidades Europeas, el respeto a los acuerdos internacionales, y el reco-
nocimiento del principio de la coexistencia pacífica internacional.

Texto 13. Franco y el franquismo según Domínguez Ortiz


La psicología del personaje ha sido analizada desde diversos ángulos, y […] hay coincidencias que se imponen por-
que son evidentes: fue un hombre de chance en grado increíble; la muerte de Calvo Sotelo, Sanjurjo, Mola y José
Antonio apartó de su camino hacia el poder supremo los rivales más cualificados. En su larguísimo mandato no
surgió dentro de España ninguna oposición que pudiera inquietarlo, y cuando los sucesos internacionales llegaron
a un punto en el que parecía imposible que no fuera derrocado, el panorama evolucionó de tal manera que encontró
apoyos inesperados. Fue un caso singular y quizá irrepetible, sin conexión con los espadones de nuestro siglo xix,
ni con el bonachón y extravertido Primo de Rivera […]. Franco carecía de calor humano; helaba al interlocutor,
no con la majestad de Felipe II, sino con su frialdad de pescado. No fue un asceta; con frecuencia abandonaba su
mesa de despacho atiborrada de papeles para dedicarse a la caza o a la pesca; su verdadera pasión era el poder, y
lo satisfizo más allá de toda expectativa […].
Tuvo apariencias fascistoides el franquismo por motivos históricos y por oportunismo muy dentro del gusto
de la época […]. El poder de Franco no emanaba de Falange, sino, en primer lugar, del ejército, luego de amplios
poderes fácticos amenazados por la revolución y de grandes masas populares poco o nada interesadas en la política
y que ansiaban paz y orden. Del fascismo clásico el franquismo, a través de Falange, tomó ciertos signos externos:
saludo, camisa […]. Pero las relaciones entre Estado, Falange y Movimiento nunca fueron claras porque la única
fuente real de poder era el Caudillo.

Antonio Domínguez Ortiz, España, tres milenios de Historia, ed. Marcial Pons, Madrid, 2000.

182
Texto 14. La vida de posguerra según Carmen Martín Gaite
De la misma manera había que mirar a Franco y al Papa […]. Crecimos bajo la vigilancia de aquellos dos rostros, el
del casquete blanco y el del bigotito, donde no puede decirse que anidaran precisamente la ternura, la compasión
ni la fantasía. Miradas de alerta y severidad, acechando el más leve desmán contra la disciplina. «Que el niño per-
ciba que la vida es milicia, o sea, disciplina, sacrificio, lucha y austeridad». Y el niño lo percibía, ya lo creo. Percibía
en casa, en la calle y en la escuela una atmósfera tensa, un clima de encogimiento que coartaba la espontaneidad.
Además, por mucho silencio entusiasta que se predicara, nadie podía dejar de reconocer que casi todo el mundo
pasaba hambre, y que no había carbón, ni gasolina […].
[…] Pero Franco lo había dicho en enero de 1942: «No hemos venido a regalarnos con la vida ni a disfrutar con
la paz que muchos burgueses aman».
Ni a él ni a los ideólogos del nuevo Régimen, que al principio vivieron de prestado de la retórica falangista, se
les ocurría ahondar en la contradicción existente entre la austeridad que predicaban y el escandaloso florecimiento
del estraperlo, la prostitución y los negocios sucios […].
En algunos textos de entonces, la jactancia del «pobres pero honrados» adquiere tonos fanáticos, mitad de
esperpento, mitad de rabieta infantil: «[…] Que no haya sobre la bendita tierra de España otras costumbres que
las nuestras. […] No queremos el progreso, el romántico y liberal, capitalista y burgués, judío, protestante, ateo y
masón progreso yanqui. Preferimos el atraso de España, nuestro atraso, el que nos lleva a considerar que ante unos
valores fundamentales deben sacrificarse los intereses materiales. […] Bendito nuestro atraso […] que nos lleva
a considerar la familia como una sociedad jerarquizada en que los padres tienen el deber de educar a sus hijos al
servicio de Dios y de la Patria, y los hijos no tienen derecho a vivir su vida, sino a que su vida sirva para algo».

Carmen Martín Gaite, Usos amorosos de la postguerra española, ed. Anagrama, Madrid, 1987.

Texto 15. Los efectos de la autarquía según J. L. García Delgado y J. C. Jiménez


[C]omo sucediera con la industria, también para la agricultura la peor consecuencia de la Guerra Civil fueron
los largos años que vinieron inmediatamente después. La política agraria, y la de redes y canales de comercialización
–con el Servicio Nacional del Trigo y la Comisaría de Abastecimientos y Transportes como estandartes–, anclada
en simplistas dictados autárquicos e intervencionistas, al tiempo que dio alas a transacciones que escapaban a la
legalidad, no pudo evitar muy generalizadas situaciones de hambre y subconsumo […].

Santos Juliá, J. L. García Delgado, J. C. Jiménez y J. P. Fusi, La España del siglo xx, ed. Marcial Pons, Madrid, 2007.

Texto 16. El carácter de la dictadura franquista según Borja de Riquer


Historiadores, politólogos y sociólogos han estado debatiendo desde hace años sobre el carácter y la naturaleza del
régimen franquista y han elaborado todo tipo de definiciones para caracterizarlo. […] Es evidente que el régimen
franquista fue un sistema político dictatorial que iba mucho más allá del simple autoritarismo tradicional o de una
solución provisional o de emergencia. […] El franquismo tampoco fue únicamente una dictadura militar y personal,
aunque los militares tuvieron siempre un papel fundamental en su construcción, consolidación y larga existencia.
[…]
Se ha convertido en una obsesión, a veces excesiva, la búsqueda de una definición del régimen franquistas y
la voluntad de examinarlo en función de su mayor o menor semejanza a otros regímenes autoritarios coetáneos,
especialmente el fascista italiano. Es evidente que desde 1939 el régimen franquista intentó crear unas instituciones
políticas nuevas, difundir unos nuevos valores ideológicos y toda una nueva cultura política basándose tanto en
la tradición antiliberal y reaccionaria de la extrema derecha española como en los nuevos valores ideológicos del
fascismo. Por ello, el franquismo fue, en un sentido laxo, el fascismo español. Fue un movimiento antidemocrático
y contrarrevolucionario surgido en el marco de la crisis de los sistemas parlamentarios liberales, pero con sus par-
ticularidades, y también con sus elementos comunes. Sin embargo, hay un elemento originario y diferenciador: el
español fue el único régimen fascista que se impuso tras una brutal ruptura social, una larga y sangrienta guerra
civil […].

Borja de Riquer, La dictadura de Franco, en Historia de España, vol. 9, ed. Crítica/Marcial Pons, Madrid, 2010.

Texto 17. El carácter de la dictadura franquista según Santos Juliá


[En] 1942, Franco procedió a un amplio cambio de gobierno. […] Que no hubiera vencedores (Falange) ni vencidos
(Ejército) fue la recomendación de Carrero a Franco, ofreciendo así los primeros materiales para una de las claves
interpretativas de la dictadura: la de un régimen de poder personal con Franco en el papel de árbitro, […] sostenido
en el control de la población ejercido por tres burocracias nacionales; una dictadura cesarista con una base militar,
fascista y católica.

Miguel Martorell y Santos Juliá, Manual de historia política y social de España (1808-2011), ed. RBA, Barcelona, 2012.

183
Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

9. Biografías

Arias navarro, Carlos. Ver p. 204. Hitler, Adolf (1889-1945). Mili-


tar y político austríaco. Combatió
Borbón y Battemberg, don en la Primera Guerra Mundial,
Juan de (1913-1993). Aristócra- siendo herido en la batalla del
ta segoviano. Fue el tercer hijo Somme. Tras la derrota de los im-
de Alfonso XIII y la reina Victoria perios centrales, apoyó la teoría
Eugenia. De 1931 a 1935 sirvió de «la puñalada por la espalda»,
en la Marina británica. En 1933 según la cual la derrota se debió
fue nombrado príncipe de Astu- exclusivamente a la traición de los
rias, y por tanto sucesor de su políticos. Esto alimentó su resentimiento y su naciona-
padre, debido a la renuncia de lismo pangermánico. En 1919 se afilió al Partido Obrero
sus hermanos mayores. En julio de 1936 intentó entrar Alemán Nacional Socialista (NSDAP en sus siglas en
en España para unirse a los sublevados, quienes sin em- alemán), que contó entonces con siete afiliados. En
bargo lo expulsaron para evitar cualquier relación con 1923 llevó a cabo un intento fallido de golpe de Esta-
la anterior monarquía. Don Juan siguió viviendo en el do, el putsch de Múnich, por el que fue encarcelado, lo
exilio en varios países hasta fijar su residencia en Estoril que aprovechó para escribir su obra programática Mi
(Portugal), cerca de España y donde podía desarrollar lucha. En 1932 su partido contaba con dos millones de
su afición por la navegación. En 1945, antes del fin de la afiliados, y tras las elecciones de 1933 fue nombrado
Segunda Guerra Mundial, don Juan publicó el Manifies- canciller. Entonces dio un golpe de Estado y proclamó
to de Lausana, donde exigía a Franco el abandono del el III Reich, un Estado totalitario fascista, iniciando una
poder y se ofrecía como rey de una España democrática. política expansionista y antisemita que condujo al es-
No obstante, y a pesar de su mutua antipatía, en 1948 tallido de la Segunda Guerra Mundial. En 1945, tras
llegó a un acuerdo con Franco, con quien se reunió en el tener media Europa bajo su poder, Hitler se suicidó en
yate Azor, para la educación en España de don Juan Car- su búnker de Berlín, ante la inminente llegada de las
los, hijo de don Juan. Franco nombró a este su sucesor tropas soviéticas. Hitler, junto con Mussolini, apoyó la
en 1969, dejando a don Juan fuera de la línea sucesoria. sublevación militar española de 1936, en parte por afi-
Sus partidarios, no obstante, lo trataban como Juan III. nidad ideológica, en parte por motivos estratégicos y
En 1977, finalmente, don Juan renunció a sus derechos en parte como ensayo militar (bombardeo de Guernica
dinásticos en favor de su hijo, que había sido nombrado por la Legión Cóndor de la Luftwaffe en 1937). En 1949,
rey por las Cortes franquistas en 1975 pero que había Hitler se reunió con Franco en Hendaya (Francia), sin
iniciado el proceso democratizador. Don Juan conservó ningún resultado. En otras ocasiones se reunió con lí-
oficialmente el título de conde de Barcelona. deres franquistas como Muñoz Grandes, comandante
de la División Azul, o Serrano Suñer. Envió a Himmler
Carrero blanco, Luis (1903- a España en 1940.
1973). Marino y político cántabro.
Formado en la Escuela Naval Mi- López Rodó, Laureano (1920-
litar, fue destinado a Marruecos 2000). Abogado, catedrático y
(1924-1926), y más tarde comba- político católico barcelonés. Tras
tió en la Guerra Civil en el bando ejercer la cátedra de Derecho Ad-
sublevado. Sin embargo, fue tras ministrativo en Santiago y Madrid,
la guerra cuando alcanzó puestos en 1956 fue llamado como colabo-
relevantes. En 1939 ocupó la Je- rador de Carrero Blanco, y en 1962
fatura de Operaciones del Estado Mayor de la Armada. pasó a encargarse de los Planes de
En 1941 fue nombrado subsecretario de la Presidencia Desarrollo. En 1973 fue nombrado
y consejero nacional de Falange. En 1967, con el rango ministro de Asunto Exteriores, pero tras la muerte de
de almirante, fue nombrado vicepresidente, y en 1973 Carrero Blanco fue destinado a Viena como embajador.
fue el primer presidente del Gobierno de la dictadura Durante la transición fue diputado por Alianza Popular.
distinto de Franco. Ese mismo año fue asesinado por López Rodó fue la figura más representativa de los tec-
ETA, que hizo estallar una bomba bajo la calle en el nócratas del Opus Dei que reformaron la economía de la
momento en que pasaba el coche de Carrero Blanco, dictadura franquista a finales de los años 50.
que había estado oyendo misa en la iglesia de San Fran-
cisco de Borja de Madrid. El choche salió despedido por Ruiz-Giménez, Joaquín (1913-
los aires, hasta unos cinco pisos de altura, y cayó en el 2009). Catedrático, abogado y
alero interior de un edificio. Carrero Blanco fue la mano político español. Su padre fue al-
derecha de Franco, probablemente la única persona en calde de Madrid como miembro
la que este confió siempre. Existe un debate acerca de del partido liberal. Ruiz-Giménez
si la muerte de Carrero Blanco facilitó la posterior tran- fue director del Instituto de Cultura
sición. Asimismo, el atentado ha sido objeto de varias Hispánica (1946-1948), embajador
teorías de la conspiración. ante la Santa Sede (1948-1951) y
ministro de Eduación (1951-1956),
Fraga Iribarne, Manuel. Ver p. 204. cargo del que fue destituido a raíz de los disturbios uni-
versitarios. En 1963 fundó la revista Cuadernos para el
Franco Bahamonde, Francisco. Ver p. 163. diálogo, de orientación democristiana, y en 1975 par-

184
Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

ticipó en la creación de la Plataforma de Convergen- Exteriores, cargo desde el que fue responsable de las
cia Democrática. En 1982 fue el primer Defensor del relaciones con la Alemania nazi, con la que se sentía
Pueblo de la democracia. Debido a su perfil cristiano, identificado, así como promotor de la División Azul.
Ruiz-Giménez fue una de las apuestas de Franco para Los intentos de Serrano y Falange a favor de entrar en
lavar la imagen fascista de su dictadura. Sin embargo, la guerra dentro del Eje y de un régimen plenamente
en este caso hubo de retirarla debido a que la actuación fascista generaron fuertes tensiones con el resto de fa-
aperturista de Ruiz-Giménez se hizo incompatible con milias de la dictadura que provocaron enfrentamientos
el autoritarismo de Franco. violentos, hasta que en 1942 unos falangistas lanzaron
dos granadas a la salida de una misa en la Basílica de
Serrano Suñer, Ramón (1901- Nuestra Señora de Begoña de Bilbao por los carlistas
2003). Abogado y político nacido caídos en la Guerra Civil (sin víctimas mortales). Franco
en Cartagena, donde su padre es- quería evitar un exceso de poder del falangismo y una
taba destinado. En 1932 se casó relación demasiado estrecha con Alemania, que había
con una hermana de Carmen comenzado a perder la guerra, así que aprovechó el in-
Polo, la esposa de Franco. Durante cidente de Begoña para destituir a Serrano de manera
la Segunda República fue diputa- fulminante, acabando con su influencia política. En esa
do derechista. Trabó amistad con época Serrano tuvo una hija natural, Carmen Díaz de
José Antonio Primo de Rivera y organizó una reunión Rivera, con la aristócrata Sonsoles de Icaza. Años más
entre este y Franco que no fue fructífera. Durante la tarde, Carmen se enamoró del hijo legítimo de Serra-
Guerra Civil se convirtió en mano derecha de Franco, no, con quien planeaba casarse hasta que su madre la
contribuyendo al Decreto de Unificación de 1937 y al informó de por qué no podía hacerlo, lo que le causó
carácter fascista de la dictadura. En 1938 fue nombrado una profunda crisis. Más tarde, Carmen Díaz de Rivera
ministro de Gobernación; en 1939, presidente de la Jun- fue jefa de gabinete de Adolfo Suárez, lo que le valió el
ta Política de Falange; y en 1940 ministro de Asuntos sobrenombre de «musa de la Transición».

185
LA TRANSICIÓN DEMOCRÁTICA
Y EL PROCESO DE CONSOLIDACIÓN
Bloque Temático 8

Sumario
1. Contexto internacional ¶ 2. La transición democrática ¶ 3. Los Gobiernos democráticos desde
1982 ¶ 4. El papel de España en el contexto internacional ¶ 5. Cambios sociales y económicos ¶
6. Retos y problemas del presente ¶ 7. Conclusiones ¶ 8. Cronología ¶ 9. Textos ¶ 10. Biografías

1. Contexto internacional

En 1975, a la muerte de Franco, el mundo seguía dividido en dos bloques, el occidental capi-
talista y el oriental comunista, enfrentados en la guerra fría. España era la única dictadura
europea del bloque occidental, ya que en 1974 las dictaduras de Salazar en Portugal y de la
Junta de los Coroneles en Grecia habían sido derribadas dejando paso a repúblicas democráti-
cas. Mientras tanto, la integración europea continuaba mediante la entrada de nuevos países
miembros en la Comunidad Económica Europea (que en 1992 se convirtió en la actual Unión
Europea). En economía, el mundo seguía inmerso en la crisis del petróleo, iniciada en 1973 y
con una segunda fase en 1979.
En los años 80 la economía occidental mejoró, mientras que el bloque oriental entró en
crisis. En 1989 se produjo el derribo del Muro de Berlín y varios países satélites rechazaron el
control de la URSS, y en 1991 esta finalmente se disolvió, de modo que todos los territorios que
la constituían se convirtieron en repúblicas independientes. Para Europa, esto significó que los
países de la Europa oriental que antes formaban el «telón de acero» pudieran evolucionar hacia
la democracia, el capitalismo y la integración en la Europa comunitaria. La Republica Demo-
crática Alemana se unió a la Republica Federal Alemana, la actual primera potencia europea.
Por otro lado, en los Balcanes el fracaso del comunismo junto con conflictos étnicos y religiosos
dieron lugar a la guerra que desintegró Yugoslavia (1991-1999).
A escala mundial, la caída de la URSS supuso el fin de la guerra fría y del sistema bipo-
lar, dejando una única superpotencia, Estados Unidos. Como tal, este país lideró la coalición
internacional que apoyó a Kuwait contra Irak, que lo había invadido, en la guerra del Golfo
(1990-1991). Este conflicto inició un nuevo conflicto que sustituyó a la guerra fría: la guerra
entre el mundo occidental y el integrismo islámico, extremada a raíz de los atentados del 11
de septiembre de 2001 en Estados Unidos.

187
Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

2. La transición democrática

2.1. La Ley para la Reforma Política y el fin de la dictadura franquista

El 22 de noviembre de 1975, dos días después de la muerte de Franco, las Cortes proclamaron
rey a don Juan Carlos de Borbón. A pesar de que en su discurso habló del comienzo de una Texto 1
nueva etapa histórica, Juan Carlos I asumió las mismas funciones que Franco y ratificó en su
cargo a Arias Navarro, que era presidente del Gobierno a la muerte del dictador. De este modo,
a pesar del cambio en la jefatura del Estado, España seguía bajo la dictadura franquista. En ese
momento se plantearon tres opciones políticas: inmovilismo, reforma y ruptura.
El inmovilismo era la opción del núcleo duro del franquismo, conocido como el «búnker»,
que rechazaba cualquier cambio. La reforma era la opción de los aperturistas que se hallaban
en el Gobierno, impulsada por el ministro Fraga y consistente en la introducción de medidas
menos autoritarias pero dentro de la dictadura y sin consultar a la oposición. Por último, la
ruptura era la opción de la oposición democrática, que finalmente logró unirse en un solo
organismo llamado Coordinación Democrática (popularmente, la «Platajunta»). Su estrategia Texto 2
consistió en lograr la «ruptura democrática pactada», es decir presionar al Gobierno mediante
la movilización social para negociar la apertura de unas elecciones a Cortes Constituyentes en
que el pueblo decidiría la forma del Estado.
La movilización social aumentó espectacularmente en 1976, con huelgas y manifestaciones
masivas en las capitales y las zonas industriales. El Gobierno se vio desbordado y se limitó a
aplicar una fuerte represión policial que acabó con la vida de varios huelguistas (sucesos de
Vitoria). Por otro lado, el proyecto de reforma fracasó al verse frenado por los inmovilistas.
Incapaz de gestionar los conflictos sociales ni de llevar a cabo la reforma, el Gobierno quedó
rápidamente desprestigiado.
Juan Carlos I había aceptado la continuidad de Arias al frente del Gobierno, pero era cons-
ciente de la necesidad de dejar atrás la dictadura. Su primer paso en ese sentido fue el nombra-
miento de Torcuato Fernández-Miranda, su antiguo preceptor, como presidente de las Cortes
y del Consejo del Reino. Como político franquista pero a la vez fiel al rey, Fernández-Miranda
utilizó sus cargos para facilitar el paso a la democracia desde dentro, una estrategia que resultó
crucial. El siguiente paso del rey, en julio de 1976, fue forzar la dimisión de Arias y nombrar
presidente del Gobierno a Adolfo Suárez, un político joven y partidario de la democratización
que entonces formaba parte del Gobierno de Arias. Para poder nombrarlo, el rey necesitaba que
Suárez estuviera en la terna de candidatos propuesta por el Consejo del Reino, algo de lo que se
ocupó Fernández-Miranda. Una vez en la presidencia, Suárez inició contactos con la oposición;
promulgó una amnistía para presos políticos; y legalizó los partidos políticos (menos el PCE) y
los sindicatos. Pero su medida más determinante fue la presentación a las Cortes franquistas del
proyecto de Ley para la Reforma Política, que reconocía la soberanía nacional y establecía unas Textos 3 y 4
Cortes bicamerales en las que el Congreso era elegido por sufragio universal. Tras negociar
con los procuradores, Suárez logró que las Cortes aprobaran esta ley, con lo que la dictadura
se eliminó a sí misma mediante un proceso legal (yendo «de la ley a la ley», según la frase de
Fernández-Miranda, quien había redactado el proyecto). Finalmente, el 15 de diciembre de
1976, el pueblo español aprobó esta reforma mediante referéndum.
Por tanto, Suárez combinó las opciones de reforma y ruptura, consiguiendo el paso a la de-
mocracia buscado por la oposición pero con el control del Gobierno. La oposición, por su parte, Texto 11
dificultó la continuidad de la dictadura mediante la unidad política y la movilización social.

188
Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

2.2. Los obstáculos de la reforma política

A pesar de que la eliminación de la dictadura franquista se había efectuado en muy poco tiempo
y de forma legal, no estuvo exenta de serios obstáculos.
Los grupos terroristas intentaron sabotear la transición mediante una estrategia de provo-
cación. Por un lado, los grupos de extrema izquierda (ETA, GRAPO, FRAP) siguieron come-
tiendo asesinatos y secuestros de autoridades civiles y militares, creyendo que de este modo el
Ejército intervendría y, como reacción, estallaría la revolución. Por otro lado, un comando de
ultraderecha asesinó a cinco personas en un despacho de abogados laboralistas vinculados al
PCE de la calle Atocha de Madrid, con la intención de provocar a los comunistas para obligar
al Ejército a intervenir. Sin embargo, unos y otros terroristas consiguieron el efecto contra-
rio, ya que tanto la sociedad civil como el Ejército mantuvieron la calma. El PCE protestó de
forma pacífica y consiguió la solidaridad del resto de la sociedad, de modo que el proceso de
transición quedó reforzado mediante la reconciliación nacional. A lo largo de la transición se
produjeron centenares de muertes violentas, principalmente por terrorismo pero también por
represión policial.1
En el terreno económico, España entró en recesión como consecuencia de la crisis de 1973,
agravada por el hecho de que el Gobierno, más preocupado por los problemas políticos, no
había tomado medidas.

2.3. La política de consenso

2.3.1. Las primeras elecciones democráticas y los pactos de la Moncloa

Una vez eliminada la dictadura, Suárez siguió adelante con el proceso de democratización:
convocó elecciones para el 15 de junio de 1977, y para reforzar la legitimidad de estas legalizó
el PCE, una decisión arriesgada que le granjeó fuertes protestas del Ejército y los franquistas.
Por su parte, don Juan de Borbón contribuyó a legitimar el nuevo régimen político mediante
la renuncia a sus derechos dinásticos en favor de su hijo, Juan Carlos I.
Suárez ganó las elecciones con su nuevo partido, la Unión de Centro Democrático (UCD, Texto 5
una coalición de partidos centristas), aunque sin obtener mayoría absoluta en las Cortes. Una
de sus medidas fue la Ley de Amnistía, que liberó a presos políticos de uno u otro bando como
medida de reconciliación. Para enfrentarse a la crisis económica, que llevó la inflación al 24,5 %
anual (la más alta desde entonces), y teniendo en cuenta su falta de mayoría parlamentaria,
promovió una política de consenso cuyo resultado fueron los Pactos de la Moncloa, en los que
reunió a partidos políticos, patronal y sindicatos para tomar medidas con las que paliar los altos
niveles de inflación, deuda exterior y desempleo: disminución del gasto público, devaluación
de la peseta, reforma fiscal con un impuesto sobre la renta y mayor liberalización de la econo-
mía. Estas medidas proporcionaron una estabilidad económica que fortaleció la transición, si
bien las huelgas no dejaron de aumentar hasta 1979, y el paro hasta 1985. Texto 6
Además de su dimensión económica, la importancia de los Pactos de la Moncloa residió en
que reunieron a políticos que hasta entonces habían sido enemigos (como Fraga, ministro fran-
quista, y Carrillo, dirigente comunista del Madrid republicano durante la guerra). Por tanto,
los pactos reforzaron la reconciliación nacional mediante el perdón mutuo entre los distintos
bandos de la Guerra Civil.

1. Según la historiadora Sophie Baby, un total de 714, con 509 por terrorismo y 67 por represión policial.

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2.3.2. La Constitución de 1978

La Constitución fue obra de una ponencia formada por políticos de diversas ideologías: Fraga Texto 7
(derecha); Cisneros, Pérez-Llorca y Miguel Herrero (UCD); Roca (catalanista de centro); Pe-
ces-Barba (socialista); y Solé Tura (comunista). Por tanto, esta Constitución se considera otro
logro de la política de consenso, ya que no surgió de la imposición de la mayoría parlamentaria
como en otras ocasiones sino de un acuerdo entre todas las fuerzas políticas (salvo el PNV, que
se abstuvo de participar).
La Constitución, vigente en la actualidad, fue aprobada por el pueblo español en referén-
dum el 6 de diciembre de 1978. Volvía a los principios democráticos de la de 1931, pero enten-
didos de forma más moderada. Sus características son las siguientes:
Definición del Estado.– España queda definida como un «Estado social y democrático de De-
recho», con soberanía nacional y una monarquía parlamentaria como sistema político (art. 1).
La Corona posee funciones representativas y un papel moderador (art. 56).
Poderes del Estado.– El poder legislativo es ejercido por las Cortes Generales, que son bi-
camerales (Congreso y Senado, art. 66) y se eligen por sufragio universal (arts. 68 y 69). El
poder ejecutivo es ejercido por un presidente nombrado por las Cortes a propuesta del rey y
con capacidad para proponer a sus ministros (arts. 98, 99 y 100). El poder judicial es declara-
do independiente (art. 117), está dirigido por un Consejo General (art. 122) y cuenta con un
Tribunal Supremo (art. 122) y un Tribunal Constitucional (art. 159).
Declaración de derechos y libertades.– Es la más amplia de la historia constitucional española,
e incluye la libertad ideológica y de culto (art. 16), los derechos a la intimidad (art. 18), de re-
unión (art. 21) y asociación (art. 22), a la educación (art. 27), a la huelga (art. 28), al divorcio
(art. 32), al trabajo (art. 35) e incluso a «una vivienda digna y adecuada» (art. 47).
Organización territorial.– Se establece la «indisoluble unidad» de España pero se reconoce el
derecho a «la autonomía de las nacionalidades y regiones» y «la solidaridad entre todas ellas»
(art. 2), además de la cooficialidad de las lenguas autonómicas en sus Comunidades respectivas
(art. 3). Por tanto, se establece un modelo de Estado descentralizado.
Relación Iglesia-Estado.– El Estado es aconfesional (carece de religión oficial) pero se com-
promete a mantener «relaciones de cooperación con la Iglesia Católica» (art. 16), lo que implica
financiación pública y exenciones fiscales.

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2.4. La crisis de UCD y el golpe de Estado

Tras aprobarse la Constitución se convocaron nuevas elecciones para el 1 de marzo de 1979,


con resultados similares a las anteriores aunque, a diferencia de la etapa anterior, en esta no
hubo política de consenso y Suárez encontró serios obstáculos: la fuerte oposición ejercida por
Felipe González, líder del PSOE, consolidado como la segunda fuerza política en el Congreso
(donde promovió una moción de censura fallida); la pérdida de poder en las grandes capita-
les tras las primeras elecciones municipales; las críticas desde dentro de su propio partido, la
UCD; la presión por el terrorismo de ETA; y el deterioro de su relación con el rey. Finalmente, Texto 8
estos problemas motivaron la dimisión de Suárez en enero de 1981 y la propuesta de Leopoldo
Calvo-Sotelo, también de la UCD, para sustituirlo en la presidencia.
Los problemas del Gobierno de Suárez generaron entre la sociedad un clima de desencanto
hacia la política, mientras que el terrorismo y el avance de la democratización (con la lega-
lización del PCE o el inicio del proceso autonómico) produjeron un creciente malestar en el
Ejército. Como consecuencia, un grupo de altos mandos militares, formado entre otros por el
general Armada y el teniente coronel Tejero de la Guardia Civil (que ya había sido condenado
por la Operación Galaxia, un intento de golpe en 1978), llevó a cabo un golpe de Estado el 23
de febrero de 1981. En plena sesión de investidura de Calvo-Sotelo, Tejero y un grupo de guar-
dias civiles ocuparon el Congreso, donde mantuvieron secuestrados a los poderes legislativo y
ejecutivo mientras el general Milans del Bosch se sublevaba en Valencia sacando los tanques a
la calle. Después de horas de incertidumbre, a la una y media de la madrugada, el rey dio un Texto 9
discurso televisado confirmando el mantenimiento del orden constitucional, es decir negando
su apoyo al golpe. La sublevación no fue secundada por el Ejército en el resto de España, y Te-
jero, que había discutido con Armada respecto a los objetivos del golpe, se rindió a la mañana
siguiente.
Finalmente, Calvo-Sotelo fue investido presidente del Gobierno. Aunque su acción fue bre-
ve, logró restaurar la normalidad política después del golpe; avanzar en la aceptación interna-
cional de España mediante la entrada en la OTAN y la negociación para la entrada en la CEE; y
pactar con el PSOE la finalización del proceso autonómico. Conseguido esto y ante la división
de su partido, Calvo-Sotelo convocó elecciones anticipadas para el 28 de octubre de 1982.

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2.5. El Estado de las autonomías

Uno de los sectores de la oposición democrática a la dictadura, integrado en la Platajunta, era el


de los nacionalismos, y de hecho una de las demandas de ese organismo fue el reconocimiento
de «nacionalidades» dentro del Estado. El Gobierno de Suárez, en el marco de la política de
consenso, atendió inicialmente estas demandas permitiendo un régimen preautonómico a de-
terminadas regiones: la primera fue Cataluña, cuya Generalitat fue restaurada en septiembre
de 1977 con Josep Tarradellas (ERC) como presidente. Seguidamente, el País Vasco, Galicia,
Navarra y Andalucía formaron sus propios Gobiernos autonómicas.
El debate acerca de la descentralización del Estado residía en establecer qué regiones ten-
drían derecho a un régimen autónomo. Finalmente, a través de la Constitución se permitió a Texto 7
todas las regiones alcanzar el mismo estatus, una doctrina conocida como «café para todos».
La única diferencia entre Comunidades Autónomas sería el procedimiento de creación, más o
menos rápido.
En 1979 el Estado de las Autonomías comenzó a establecerse plenamente mediante la pro-
mulgación de los Estatutos de Autonomía de Cataluña y del País Vasco, que como «comunida-
des históricas» podían acogerse al procedimiento acelerado del artículo 151 de la Constitución;
en 1981 Galicia y Andalucía hicieron lo mismo. Entre 1982 y 1983 se promulgaron los Estatutos
de las 13 Comunidades restantes según el procedimiento del artículo 143, más lento. Finalmen-
te, en 1995 Ceuta y Melilla se constituyeron en Ciudades Autónomas.
El Estado autonómico se basa en el traspaso de competencias de la Administración central
a las Comunidades Autónomas, en los terrenos tanto ejecutivo como legislativo y judicial. Es
decir, supone el establecimiento de Gobiernos, parlamentos y tribunales autonómicos, ins-
tituciones que quedan reguladas por los Estatutos de Autonomía. Todo ello implica la plena
descentralización del Estado.
El proceso de traspaso de competencias quedó regulado en 1982 por la Ley Orgánica de
Armonización del Proceso Autonómico (LOAPA), pactada entre Calvo-Sotelo y Felipe Gonzá-
lez. Sin embargo, los nacionalistas recurrieron esta ley ante el Tribunal Constitucional, que
anuló varios artículos, de modo que finalmente la regulación quedó bajo la Ley de Proceso
Autonómico de 1983. Desde entonces se han producido frecuentes tensiones entre el Gobierno
central y las Comunidades causadas por demandas y conflictos de competencias, así como por
la financiación.

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2.6. La formación de un sistema de partidos

Las elecciones de 15 de junio de 1977, las primeras democráticas desde 1936, inauguraron el
nuevo sistema de partidos que sustituyó al Movimiento Nacional, el partido único de la dicta-
dura (disuelto por Suárez en abril de ese año). Este sistema se caracterizó, en líneas generales,
por un equilibrio entre dos partidos mayoritarios, uno conservador y otro progresista pero
ambos de carácter moderado, complementados por partidos minoritarios de dos tipos: fuerzas
de implantación nacional y fuerzas autonómicas nacionalistas. Para fortalecer la estabilidad
política se optó por un sistema electoral basado en la ley d’Hondt, las listas cerradas y los dis-
tritos provinciales que favorecía a los grandes partidos, además de a los nacionalistas. De este
modo, se obtuvo un sistema de partidos conocido como bipartidismo imperfecto.
Las fuerzas políticas de este sistema eran básicamente las siguientes:
Derecha.– Alianza Popular (AP), partido fundado por Manuel Fraga con otros antiguos diri-
gentes de la dictadura. En 1982 se convirtió en el principal partido de la oposición. En 1989 se
refundó como Partido Popular (PP) con un carácter más centrista, y en 1996 pasó a gobernar.
Centro.– Unión de Centro Democrático (UCD), partido fundado por Suárez en 1977 y disuel-
to en 1983. Tras su dimisión como presidente del Gobierno, Suárez fundó en 1982 el Centro
Democrático y Social (CDS), que tuvo poca relevancia. A partir de 1996 el centro-derecha lo
ocupó el PP.
Izquierda, dividida básicamente entre socialismo y comunismo:
• Partido Socialista Obrero Español (PSOE): En 1974 se había renovado en el congreso de
Suresnes (Francia) eligiendo como secretario general al abogado laboralista Felipe Gon-
zález. Bajo su liderazgo, en 1979 el PSOE abandonó el marxismo y adoptó la socialdemo-
cracia. En 1982 pasó a gobernar. El PSOE es el partido en activo más antiguo de España.
• Partido Comunista de España (PCE): Su secretario general desde 1960 era Santiago Ca-
rrillo, sucedido por Gerardo Iglesias en 1982 y Julio Anguita en 1998. Desde 1986 el PCE
está integrado en la coalición Izquierda Unida (IU). En 2011 IU se integró en la coalición
Izquierda Plural, y actualmente se halla coaligado en Unidas Podemos.

Nacionalistas.– Los nacionalismos con más peso, al igual que en la Restauración y en la


Segunda República, eran el catalán y el vasco.
• Cataluña: En el centro-derecha se hallaba Convergència i Unió (CiU, 1978-2015), fuerza
heredera de la Lliga Regionalista de Cambó. Su líder fue Jordi Pujol (presidente de la
Generalitat de 1980 a 2003). CiU colaboró en la gobernación de España en ocasiones
como los pactos de investidura con el PSOE en 1993 y el PP en 1996. En 2015 se disolvió
por discrepancias sobre su postura independentista, dando lugar al Partit Demócrata Eu-
ropeu Català (PDeCAt) del que se escindió el actual Junts per Catalunya. En la izquierda
se halla Esquerra Republicana de Catalunya (ERC, fundado en 1931).
• País Vasco: En la derecha se halla el Partido Nacionalista Vasco (PNV, 1895), liderado por
Carlos Garaicoetxea y más tarde Xabier Arzalluz. El PNV ha gobernado el País Vasco du-
rante la mayor parte de la etapa democrática. En la izquierda están los partidos aberzales
(patriotas) como Herri Batasuna, que más tarde fueron ilegalizados por su identificación
con ETA. Esto provocó el surgimiento de nuevos partidos aberzales como el actual Bildu.

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3. Los Gobiernos democráticos de 1982 a 2011

3.1. Los Gobiernos del PSOE (1982-1996)

El PSOE ganó las elecciones de 1982 con mayoría absoluta. Este hecho, que certificó la normali-
dad democrática del nuevo sistema político español, suele ser considerado por los historiadores
como el fin de la transición ya que suponía la vuelta al poder de un partido que había gobernado
durante la República. Felipe González y el PSOE gobernaron hasta 1996, ganando también las
elecciones de 1986, 1989 y 1993 (la última vez sin mayoría absoluta). Esta etapa se caracterizó
por una serie de reformas que permitieron la entrada de España en el estado del bienestar y su
plena integración en el orden internacional.

3.1.1. Medidas

En 1984 se inició la reconversión industrial, que desmanteló el sector industrial público here-
dado de la dictadura con el objetivo de hacer la industria española más competitiva. Para ello
se privatizó el Instituto Nacional de Industria y se cerraron o renovaron instalaciones siderúr-
gicas, navales y mineras. Como contrapartida, la industria pesada española se redujo llevando
a muchos trabajadores al paro.
A partir de 1985 se dio un pronunciado crecimiento económico con aumento de la inversión
extranjera y del turismo. El Gobierno lo aprovechó para aumentar el gasto social (sanidad,
educación, pensiones y subsidios de desempleo) y las inversiones en infraestructuras (red de
autopistas y autovías, AVE). Además, se promovieron grandes eventos como la Exposición Uni-
versal de Sevilla y los Juegos Olímpicos de Barcelona, ambos en 1992.
Los socialistas también reformaron el Ejército, colocándolo bajo la dirección política del
Gobierno mediante el Ministerio de Defensa, dirigido por un civil.
En 1985, a través del ministro de Exteriores Fernando Morán, el Gobierno firmó el Tratado
de Adhesión por el que España se convertía en miembro de la Comunidad Económica Europea.
Ante la dureza del terrorismo de ETA, que perpetró sanguinarios atentados como el de
Hipercor en Barcelona o los de los cuarteles de la Guardia Civil de Zaragoza y Vic, el Gobierno
promovió la colaboración policial con Francia y los acuerdos entre fuerzas políticas (Pacto de
Ajuria Enea, 1988).

3.1.2. Problemas

A pesar del fuerte carácter simbólico que tuvo en 1982 la llegada de un Gobierno socialista, este
cosechó una creciente oposición. El PSOE ignoró su programa electoral al apoyar la perma-
nencia en la OTAN en el referéndum de 1986 (en el que ganó el «sí» pedido por el PSOE) y en
1988 los sindicatos convocaron la primera huelga general de la democracia. A partir de 1992,
año en que se inició una fuerte crisis económica, el desgaste de los socialistas se hizo patente.
Salieron a la luz numerosos escándalos relativos tanto a la corrupción política y la financiación
ilegal del PSOE como a la «guerra sucia» contra el terrorismo a cargo de los GAL, grupo armado
que asesinó y secuestró a presuntos etarras con el conocimiento de miembros del ministerio
del Interior. El propio ministro Barrionuevo, junto con otros altos cargos de Interior, fue sen-
tenciado a prisión por hechos relacionados con los GAL.
Todo esto, unido a una crisis económica que elevó el paro hasta casi un 24 %, fue creando
lo que se conoció como la «crispación», un clima de fuerte tensión política y social simbolizado
por el «Váyase, señor González» de Aznar, líder de la oposición en el Congreso.

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3.2. Los Gobiernos del PP (1996-2004)

Como consecuencia de la crisis económica y el desgaste del PSOE, el PP ganó las elecciones
anticipadas de 3 de marzo de 1996, sin mayoría absoluta, y José María Aznar fue nombrado
presidente.
El primer Gobierno del PP se distinguió por gestionar un enorme crecimiento económico,
favorecido por la bonanza internacional y caracterizado por la privatización de empresas pú-
blicas (como Endesa o Telefónica). El desempleo y la inflación se redujeron, y se cumplieron
los requisitos para la integración en la unión monetaria europea (llegada del euro en 2002).
La reforma laboral estabilizó el empleo, y el Pacto de Toledo hizo lo mismo con las pensiones.
En julio de 1997, ETA secuestró a Miguel Ángel Blanco, concejal del PP en Ermua (Vizca-
ya), amenazando con asesinarlo de no cumplirse sus demandas de acercamiento de presos al
País Vasco. El Gobierno no cedió y la banda cumplió su amenaza. La conmoción de la opinión
pública española se expresó en manifestaciones multitudinarias que dieron lugar al «espíritu
de Ermua», un ambiente político y social que facilitó el acuerdo de los partidos políticos contra
ETA y su entorno político (Herri Batasuna).
El PP ganó con mayoría absoluta las elecciones de 12 de marzo de 2000. Las nuevas medidas
del Gobierno encontraron la oposición de los sindicatos (huelga general de 2002) o del PSOE
(por el Plan Hidrológico Nacional, basado en el trasvase entre cuencas fluviales). En 2002 las
Cortes aprobaron la Ley de Partidos, que permitía ilegalizar los partidos que apoyaran el terro-
rismo, si bien fue criticada como autoritaria por sectores de la izquierda.
A partir de entonces, el Gobierno sufrió el desgaste causado por dos graves problemas ines-
perados: la catástrofe ecológica provocada por el hundimiento del petrolero Prestige frente a
las costas gallegas (2002) y la muerte de 62 militares españoles en el accidente del Yak-42, un
avión de transporte militar (2003). No obstante, la oposición más grave llegó a causa del apoyo
del Gobierno a la invasión de Irak por parte de Estados Unidos en 2003, que no contaba con la
aprobación de Naciones Unidas. Ello generó manifestaciones multitudinarias en toda España
que criticaban como autoritario el uso que hacía Aznar de su mayoría absoluta.
El 11 de marzo de 2004, a tres días de las elecciones generales, un atentado islamista con
bombas contra cuatro trenes de cercanías de Madrid mató a 192 personas. El 14 de marzo, el
PSOE salió ganador de las elecciones, contra pronóstico.

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

3.3. Nuevos Gobiernos del PSOE (2004-2011)

La primera legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero, nuevo líder del PSOE (conocido en-
tonces por su promesa de «talante»), se caracterizó por el crecimiento económico, que el presi-
dente aprovechó para promover políticas de dos tipos: a) ampliación de derechos cívicos (Ley
de Igualdad, Ley de Dependencia y legalización del matrimonio homosexual, que creó una
creciente tensión con la Iglesia); y b) reapertura de debates que hasta entonces se considera-
ban cerrados, como el modelo autonómico (al apoyar al nuevo Estatuto catalán de 2006) y la
reconciliación nacional de la transición (al impulsar la Ley de Memoria Histórica de 2007 a
favor de represaliados de la dictadura).
En 2006 el Gobierno abrió el llamado proceso de paz al negociar con ETA, algo que habían
intentado Gobiernos anteriores y que como entonces acabó fracasando, en este caso cuando
ETA perpetró un atentado en el aeropuerto de Barajas. A partir de entonces, el Gobierno en-
dureció la acción policial contra ETA, que en 2011 declaró el fin permanente de su actividad
violenta y en 2018 se disolvió.
Rodríguez Zapatero ganó las elecciones de 2008 con la promesa de la «legislatura del pleno
empleo» y negando los efectos de la crisis financiera desatada en Estados Unidos. No obstante,
España se sumió en la Gran Recesión, y Rodríguez Zapatero hubo de convocar elecciones anti-
cipadas para 2011. La victoria, con mayoría absoluta, fue para el PP de Mariano Rajoy.

4. El papel de España en el contexto internacional

Uno de los objetivos de la transición fue la integración de España en el orden político inter-
nacional. El primer paso fue la entrada en la OTAN2 en 1981, lo que permitió que el Ejército
adquiriera una función en misiones exteriores (de la que carecía prácticamente desde 1925) y
de este modo se facilitara su desvinculación de la política interior. Como miembro de la OTAN,
España envió tropas en misiones humanitarias y de seguridad a la guerra de Yugoslavia y la
del Golfo durante los años 90. En 2003, con el PP, España reforzó su colaboración con Estados
Unidos en la guerra de Afganistán y la de Irak, pero en 2004 el nuevo Gobierno socialista retiró
las tropas de este país al considerar que la ocupación no contaba con la aprobación de la ONU.
Esto tensó las relaciones diplomáticas con Estados Unidos.
En 1985 España entró en la Comunidad Económica Europea, un paso decisivo en la integra-
ción de España en la economía de mercado internacional y que supuso la entrada de fuertes
ayudas económicas (los Fondos de Cohesión). España ha ocupado la presidencia de la Unión
Europea en cuatro ocasiones, y como país miembro apoyó el proceso de unión monetaria que
puso el euro en vigor en 2002.
España también ha dado un papel primordial en política exterior a su relación con Ibe-
roamérica, y desde 1991 ha participado en las Cumbres Iberoamericanas. En la de 2007 se
produjo el famoso «¿Por qué no te callas?» de Juan Carlos I a Hugo Chávez, presidente de Ve-
nezuela, que había llamado «fascista» al expresidente Aznar e interrumpía el turno de palabra
de Rodríguez Zapatero.

2. Uno de los motivos de la caída de Suárez en 1981 fue su falta de apoyo al ingreso en la OTAN, que era defendido
por el rey y parte de la UCD (incluso finalmente por el PSOE).

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5. Cambios sociales, culturales y económicos

Durante la etapa democrática, la sociedad española se ha transformado de forma rápida y


profunda, dejando atrás muchas de sus características tradicionales.

5.1. Demografía, sociedad y cultura

5.1.1. Demografía

A causa de la plena entrada de España en el mundo desarrollado, tuvo lugar la segunda


transición demográfica, que consiste en la reducción de la tasa de natalidad y el
mantenimiento de la tasa mortalidad. Esto, añadido al aumento de la esperanza de vida
(actualmente, unos 82 años), conducía al crecimiento negativo y el envejecimiento de la
población. No obstante, la llegada masiva de inmigrantes a partir de los años 90 compensó
esa tendencia, permitiendo un crecimiento de la población en torno al 1,7 % anual.
Actualmente la población española es de unos 47,4 millones de habitantes, de los cuales un
7 % es población inmigrante, y el crecimiento se ha frenado hasta el 0,1 %. Un 81 % de la
población vive actualmente en las ciudades, por lo que se ha abandonado definitivamente el
carácter rural tradicional de la población.

5.1.2. Sociedad y cultura

España es actualmente un país de clase media urbana. La población activa dedicada a la


agricultura y la industria (los sectores tradicionales) es del 4 % y del 20 % respectivamente,
lo que deja un 76 % dedicado a los servicios.
En educación, la enseñanza gratuita y obligatoria se fijó en los 14 años y más tarde en los 16;
el número de estudiantes universitarios llegó a un 4 % de la población (si bien en los últimos
años se ha reducido al 3,5 %); y el analfabetismo se ha reducido hasta un 2 %.
La cuestión religiosa ha ido perdiendo importancia, y la influencia de la Iglesia en la política
y la sociedad se ha reducido en un proceso conocido como secularización. Por otra parte, la
Iglesia conserva un papel importante en la educación a través de la red concertada de centros
educativos.
La mujer ha aumentado su presencia en el empleo; en la Universidad, donde hay más alum-
nas que alumnos; y en puestos de responsabilidad en las grandes empresas y las instituciones
públicas.

5.2. Economía

La economía española se basa en el sector terciario y, dentro de este, su actividad más carac-
terística es el turismo. De 1984 a 1992, España vivió una etapa de crecimiento que permitió
modernizar las infraestructuras y alcanzar el estado del bienestar, en gran parte debido a la
llegada de fondos de cohesión de la Comunidad Europea. De 1992 a 1993 España entró en
recesión y en 1994 el paro llegó al 24 %, pero desde 1997 la economía volvió a crecer y hasta
2007 ocupó el octavo puesto en el ranking de PIB de las economías mundiales. Sin embargo, el
crecimiento económico de la década del 2000 se basó en gran medida en la especulación sobre
el sector de la construcción, lo que causó la crisis de la «burbuja inmobiliaria» que se sumó a la
crisis financiera internacional de 2008, la Gran Recesión.

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6. Retos y problemas del presente

6.1. Política

El sistema electoral estableció un fuerte bipartidismo entre el PSOE y el PP, favoreciendo


además a los partidos nacionalistas a costa del resto de fuerzas nacionales.3 Además, las
listas electorales son cerradas y los parlamentarios están sujetos a la disciplina de voto
por parte de sus partidos. Parte de la opinión pública, expresada en 2011 a través del
movimiento 15-M, considera que la democratización de España no es completa ya que el
sistema político no es auténticamente representativo, y defiende una nueva reforma política
que afecte a la Constitución. Las protestas contra el sistema actual se han visto reforzadas
por los casos de corrupción relacionados a menudo con la financiación ilegal de los partidos,
así como por la ruptura del consenso entre PSOE y PP en cuestiones fundamentales como
terrorismo o política exterior. De hecho, esas críticas se han extendido a la transición
democrática al considerarse que el «régimen del 78» se diseñó para garantizar la continuidad
de los privilegios políticos a costa de las desigualdades sociales (la teoría de «la casta» de
Podemos). Este estado de cosas se ha visto reflejado en el surgimiento de nuevos partidos
(Podemos, Ciudadanos) y plataformas electorales que desde las elecciones generales de
2016 han provocado la ruptura del bipartidismo hasta la formación del primer Gobierno de
coalición de la democracia en 2019.
Otro debate político muy relacionado con el anterior concierne a la legitimidad y utilidad
de la monarquía. Los escándalos que han rodeado a Juan Carlos I y su familia han debilitado
el prestigio que la monarquía española había adquirido durante la transición aun a pesar de
su origen en la dictadura (un hecho puesto de relieve por republicanos como los de UP). Juan
Carlos I respondió a esta situación mediante su abdicación en 2014, propiciada también por sus
problemas de salud, y su sucesor Felipe VI se enfrentó a las críticas defendiendo en su discurso
de proclamación el papel de la monarquía como institución independiente que garantizaría la
unidad democrática de España, una postura respaldada por PP y PSOE.
El Estado de las Autonomías, una de las grandes características de la transición españo-
la, también ha recibido críticas. Unas vienen de los nacionalismos catalán y vasco: tanto el
«plan Ibarretxe» del Gobierno vasco (2004) como el proyecto de Estatuto de Cataluña (2006)
proponían una relación bilateral entre estas comunidades y el Estado. El proyecto vasco fue
rechazado por las Cortes, mientras que el estatuto catalán fue aprobado en un principio si bien
el Tribunal Constitucional lo revocó parcialmente y tuvo que ser modificado. Este hecho, unido
a las luchas por el poder autonómico entre los partidos catalanistas, intensificó el movimiento
independentista hasta que en 2017 el Parlament emitió una declaración unilateral de indepen-
cia que llevó a la suspensión temporal de la autonomía catalana en virtud el artículo 155 de la
Constitución. Otras críticas al Estado de las Autonomías vienen del lado centralista, es decir
de quienes sostienen que el modelo autonómico es inviable (teniendo en cuenta el endeuda-
miento de las Comunidades); fomenta el clientelismo y la corrupción; y crea desigualdades
entre españoles.
El poder judicial también ha suscitado polémicas debido al control sobre el nombramien-
to de sus miembros ejercido por los dos grandes partidos, o también a los conflictos entre el
Tribunal Supremo y el Tribunal Constitucional. Además, la Justicia española es muy lenta, en
parte por falta de medios.
3. En las elecciones generales de 2019 Junts per Catalunya consiguió un 2,21 % de los votos y Más País un 2,33 %;
sin embargo, Junts tiene ocho diputados y Más País tiene tres. Con 228.856 votos, el PACMA no tiene diputados,
pero con 19.761 votos ¡Teruel Existe! tiene uno.

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6.2. Sociedad y economía

La Gran Recesión puso en peligro el estado del bienestar ya que los ingresos del Estado se
redujeron drásticamente y los Gobiernos de PSOE y PP emprendieron una política de recorte
del gasto público bajo presión de la Unión Europea. El paro subió hasta el 26 % en 2013 (la
mayor tasa de la historia reciente, más de seis millones de parados) y se ha ido reduciendo
hasta el 13 % actual (aunque la crisis del coronavirus destruyó un millón de empleos de marzo
a junio de 2020). En educación, la falta de consenso político en las sucesivas leyes educativas
ha contribuido a un sistema con una alta tasa de fracaso escolar, mientras que el auge de las
universidades se ha visto detenido por la subida de las tasas y por el desempleo que afecta a
los nuevos titulados (un 9 %). Una vez conseguida la generalización de la educación, se ha
planteado el debate sobre el papel de la educación concertada y privada (un 32 %, por encima
de la media europea). La crisis causó también una pérdida de capital humano debido a la «fuga
de cerebros», es decir la emigración de personal cualificado en busca de mejores oportunida-
des laborales. A pesar del creciente papel de la mujer en la sociedad, el «techo de cristal» y la
igualdad salarial siguen siendo motivo de reinvindicación, si bien por otro lado ha crecido la
sensibilidad hacia la violencia de género.
En cuanto a la economía, la Gran Recesión hizo caer el PIB un 3,7 % en 2009, pero la crisis
del coronavirus causó una caída del 11 % en 2020 (la mayor desde la Guerra Civil). El PIB espa-
ñol ocupa al decimoquinto puesto mundial. La reconversión industrial de los años 80 no supuso
una recuperación del sector debido a la falta de inversiones en investigación y en teconología,
por lo que España depende de los servicios (un 67 % del PIB) y estos del turismo (segundo
puesto mundial con 82,8 millones de visitas antes de la pandemia), una actividad muy afectada
por la crisis del coronavirus. La balanza comercial española es negativa (−2,6 % en 2019), y la
deuda pública alcanzó el 125 % del PIB en 2021, un nivel desconocido en 140 años.

7. Conclusiones Textos 10 y 12

La transición democrática dio forma a la España actual al conducirla mediante la acción política
hacia un régimen democrático estable y en general próspero, un hecho que supone la resolu-
ción del gran problema de la historia contemporánea española. Esto se consiguió mediante el
establecimiento de un sistema político equilibrado que daba cabida a los distintos sectores de
la sociedad española, algo que no se había conseguido a lo largo de todo el proceso de cons-
trucción del Estado liberal ni de forma efectiva durante la Segunda República. La clave de este
logro se debe a varios factores: la evolución de la sociedad española a partir de los años 60
hacia una mayoría de clase media y dedicada a los servicios, con una nivel de vida más alto
que en el pasado; la gestión de la crisis de la dictadura franquista por parte de figuras como
Juan Carlos I o Adolfo Suárez; y la presión ejercida por la oposición política y la movilización
social. Desde entonces, la transición se ha considerado en España y fuera de ella un proceso
ejemplar, si bien esta visión se ve cada vez más discutida por distintos sectores que ponen de
relieve sus aspectos negativos, como la violencia, o critican su legado en cuestiones que van
desde la monarquía al Estado de las Autonomías.
Sin embargo, a lo largo de los años la sociedad española ha seguido cambiando y se han
ido creando nuevas necesidades y preocupaciones que suponen nuevos retos para el sistema
político. Los debates sobre la Constitución, la calidad de la democracia o la vigencia de la mo-
narquía; la ruptura del bipartidismo; los efectos de las crisis económicas sobre el estado del
bienestar; son factores que plantean el que nos hallemos entre el cierre de una etapa histórica
y la apertura de una nueva.

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

8. Cronología

1975 Proclamación de Juan Carlos I. Ratificación del Gobierno de Arias Navarro


1976 Gobierno de Suárez y Ley para la Reforma Política
1977, junio Primeras elecciones generales democráticas después de la dictadura
Primer Gobierno democrático de Suárez (1977-1979)
1977, octubre Pactos de la Moncloa
1978 Nueva Constitución
Segundo Gobierno democrático de Suárez (1979-1981)
1981 Golpe de Estado y Gobierno de Calvo-Sotelo (UCD)
Gobiernos de Felipe González (PSOE) (1982-1996)
1985 Entrada en la CEE
1986 Referéndum sobre la OTAN
1987 Atentado de ETA en Hipercor (Barcelona)
Gobiernos de José María Aznar (PP) (1996-2004)
1997 Atentado de ETA contra Miguel Ángel Blanco y espíritu de Ermua
2002 Entrada de España en el euro
2004 Atentado islamista del 11-M
Gobiernos de Rodríguez Zapatero (PSOE) (2004-2011)
Gobiernos de Rajoy (PP) (2011-2018)
Gobiernos de Sánchez (PSOE) (2018-hoy)

9. Textos

1. Discurso de Juan Carlos I en su proclamación. 22 de noviembre de 1975


La institución que personifico integra a todos los españoles, y hoy, en esta hora tan trascendental, os convoco porque
a todos nos incumbe por igual el deber de servir a España. Que todos entiendan con generosidad y altura de miras
que nuestro futuro se basará en un efectivo consenso de concordia nacional. […]
El Rey quiere serlo de todos a un tiempo y de cada uno en su cultura, en su historia y en su tradición.

2. Manifiesto de la Plataforma de Convergencia Democrática. Marzo de 1976


La Dictadura no es reformable. La Libertad no se puede negociar.
En esta situación:
1.º Las organizaciones políticas y sindicales abajo firmantes forman una Plataforma de Convergencia Democráti-
ca abierta a todos los partidos y organizaciones de carácter democrático de los diversos pueblos del Estado Español,
sin exclusión alguna, que se compromete al restablecimiento y consolidación de la soberanía popular mediante la
indispensable ruptura con el régimen actual y la apertura de un proceso constituyente.
3.º La forma de gobierno debe quedar sujeta a la decisión de la voluntad popular expresada en elecciones.
5.º La Plataforma de Convergencia Democrática, consciente de la existencia de nacionalidades y regiones con
personalidad étnica, histórica o cultural propia en el seno del Estado Español, reconoce el derecho de autodetermi-
nación de las mismas y la formación de órganos de autogobierno en las nacionalidades del Estado desde el momento
de la ruptura democrática y propugna una estructura federal en la Constitución del Estado Español.
La Plataforma de Convergencia Democrática reitera su decisión de impulsar la movilización popular que permita
frente a la opresión, un régimen de Justicia y Libertad.

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

3. Discurso de Adolfo Suárez sobre la Ley para la Reforma Política. 10 de septiembre de 1976
Reconocido en la declaración programática del Gobierno el principio de que la soberanía nacional reside en el
pueblo, hay que conseguir que el pueblo hable cuanto antes. Con ello hacemos realidad el deseo expresado por Su
Majestad el Rey ante el nuevo Gobierno de «pulsar y conocer en profundidad las aspiraciones del pueblo español y
acertar a canalizarlas por cauces de autenticidad y normalidad».
Y esto es lo que el Consejo de Ministros acaba de aprobar: el Proyecto de Ley para la Reforma Política. Es un
proyecto sencillo y realista que trata de servir de cauce formal para que el pueblo pueda desempeñar el protagonis-
mo que le corresponde. Trata de allanar los caminos para que sea posible, con el máximo consenso, acomodar la
legalidad a las realidades nacionales.
Evidentemente, podíamos sentir la tentación de redactar una Constitución completa y definitiva reguladora de
todos los aspectos de la vida política. Hemos preferido, sin embargo, dar paso a la legitimidad real de los grupos
y partidos por medio del voto. Con ello comenzamos a convertir en realidad lo que ya dije en otra ocasión: elevar
a la categoría política de normal lo que a nivel de calle es simplemente normal; quitarle dramatismo y ficción a la
política por medio de unas elecciones.
He dicho la palabra «elecciones» y, efectivamente, esta es la clave del proyecto.

4. Ley para la Reforma Política. 18 de noviembre de 1976


Artículo Primero. 1) La democracia, en el Estado español, se basa en la supremacía de la Ley, expresión de la
voluntad soberana del pueblo. Los derechos fundamentales de la persona son inviolables y vinculan a todos los
órganos del Estado. 2) La potestad de elaborar y aprobar las leyes reside en las Cortes. […]
Artículo Segundo. 1) Las Cortes se componen del Congreso y del Senado. 2) Los diputados del Congreso serán
elegidos por sufragio universal, directo y secreto de los españoles mayores de edad.

5. Discurso electoral de Suárez. 13 de junio de 1977


Prometimos devolverle la soberanía al pueblo español, y pasado mañana la ejerce. Prometimos normalizar nuestra
vida política, gestionar la Transición en paz, construir la democracia desde la legalidad, y creemos que, con las
lógicas deficiencias, lo hemos conseguido. Prometimos que todas las familias políticas pudieran tener un lugar en
las Cortes, y el miércoles pueden lograrlo. […]
No puedo asegurar que se arreglen rápidamente problemas que se vienen arrastrando desde hace muchos años.
[…] Pero si ustedes nos dan su voto, […] puedo prometer y prometo intentar elaborar una Constitución en colabo-
ración con todos los grupos representados en las Cortes […].
Puedo prometer y prometo […] dedicar todos los esfuerzos a lograr un entendimiento social que permita fijar
las nuevas líneas básicas que ha de seguir la economía española en los próximos años. […]
Puedo prometer y prometo un marco legal para institucionalizar cada región según sus propias características.

6. Acuerdo sobre el programa de saneamiento y reforma de la economía (extracto de los Pactos de la Mon-
cloa). 27 de octubre de 1977
La economía española atraviesa en estos momentos por una grave situación, caracterizada por tres desequilibrios
fundamentales:
Una persistente y aguda tasa de inflación.
Un desarrollo insatisfactorio de la producción con una caída importante de las inversiones, lo que ha generado
unas cifras de paro elevadas […].
Un fuerte desequilibrio en los intercambios con el extranjero.
Estos desequilibrios de la economía española se producen en un contexto económico internacional en el que
todavía no han aparecido signos duraderos de recuperación económica.
Los representantes del Gobierno y de los diversos partidos políticos con representación parlamentaria manifies-
tan su unánime preocupación ante esta situación y su deseo de afrontar y resolver constructivamente esos problemas
en un clima de cooperación responsable que contribuya a la consolidación de la democracia. […]

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

7. Constitución de 1978
Art. 1. 1) España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores
superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político. 2) La soberanía
reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado. 3) La forma política del Estado español es la
Monarquía parlamentaria.
Art. 2. La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible
de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la
integran y la solidaridad entre todas ellas.
Art. 14. Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de na-
cimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.
Art. 16. 1) Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos […]. 3) Ninguna confesión
tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y
mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia católica y las demás confesiones […].
Art. 56. 1) El rey es el jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia, arbitra y modera el funcionamiento
regular de las instituciones, asume la más alta representación del Estado español en las relaciones internacionales
[…].
Art. 66. 1) Las Cortes Generales representan al pueblo español y están formadas por el Congreso de los Diputa-
dos y el Senado […]. 2) Las Cortes Generales ejercen la potestad legislativa del Estado […].
Art. 68. 1) El Congreso [es elegido] por sufragio universal, libre, igual, directo y secreto […].
Art. 69. 1) El Senado es la Cámara de representación territorial. 2) En cada provincia se elegirán cuatro Sena-
dores por sufragio universal, libre, igual, directo y secreto […].
Art. 137. El Estado se organiza territorialmente en municipios, en provincias y en las Comunidades Autónomas
que se constituyan. Todas estas entidades gozan de autonomía para la gestión de sus respectivos intereses.

8. Discurso de dimisión de Suárez. 29 de enero de 1981


He llegado al convencimiento de que hoy, y, en las actuales circunstancias, mi marcha es más beneficiosa para Es-
paña que mi permanencia en la Presidencia. […]
He sufrido un importante desgaste durante mis casi cinco años de presidente. Ninguna otra persona, a lo largo
de los últimos ciento cincuenta años, ha permanecido tanto tiempo gobernando democráticamente en España. Mi
desgaste personal ha permitido articular un sistema de libertades, un nuevo modelo de convivencia social y un nue-
vo modelo de Estado. Creo, por tanto, que ha merecido la pena. Pero como frecuentemente ocurre en la Historia,
la continuidad de una obra exige un cambio de personas y yo no quiero que el sistema democrático de convivencia
sea, una vez más, un paréntesis en la historia de España.
Trato de que mi decisión sea un acto de estricta lealtad. De lealtad hacia España, cuya vida libre ha de ser el fun-
damento irrenunciable para superar una historia repleta de traumas y de frustraciones […]; de lealtad a la Corona,
a cuya causa he dedicado todos mis esfuerzos por entender que sólo en torno a ella es posible la reconciliación de
los españoles y una Patria de todos, y de lealtad, si me lo permiten, hacia mi propia obra.
Pero este profundo sentimiento de lealtad exige hoy también que se produzcan hechos que, como el que asumo,
actúen de revulsivo moral que ayude a restablecer la credibilidad en las personas y en las instituciones. […]
Por eso no me puedo permitir ninguna queja ni ningún gesto de amargura. Tenemos que mantenernos en la
esperanza, convencidos de que las circunstancias seguirán siendo difíciles durante algún tiempo: pero con la segu-
ridad de que si no desfallecemos vamos a seguir adelante.

9. Discurso de don Juan Carlos I tras el golpe de Estado de 23 de febrero de 1981


Ante la situación creada por los sucesos desarrollados en el Palacio del Congreso y para evitar cualquier posible
confusión, confirmo que he ordenado a las autoridades civiles y a la Junta de Jefes de Estado Mayor que tomen todas
las medidas necesarias para mantener el orden constitucional vigente. Cualquier medida de carácter militar que en
su caso hubiera de tomarse, deberá contar con la aprobación de la Junta de Jefes de Estado Mayor.
La Corona, símbolo de la permanencia y unidad de la patria, no puede tolerar en forma alguna acciones o acti-
tudes de personas que pretendan interrumpir por la fuerza el proceso democrático que la Constitución, votada por
el pueblo español, determinó en su día a través de referéndum.

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

10. Discurso de abdicación de Juan Carlos I. 2 de junio de 2014


En mi proclamación como Rey, hace ya cerca de cuatro décadas, asumí el firme compromiso de servir a los intereses
generales de España, con el afán de que llegaran a ser los ciudadanos los protagonistas de su propio destino y nuestra
Nación una democracia moderna, plenamente integrada en Europa.
Me propuse encabezar entonces la ilusionante tarea nacional que permitió a los ciudadanos elegir a sus legítimos
representantes y llevar a cabo esa gran y positiva transformación de España que tanto necesitábamos.
Hoy, cuando vuelvo atrás la mirada, no puedo sino sentir orgullo y gratitud hacia vosotros. Orgullo, por lo mucho
y bueno que entre todos hemos conseguido en estos años.
Y gratitud, por el apoyo que me habéis dado para hacer de mi reinado, iniciado en plena juventud y en momentos
de grandes incertidumbres y dificultades, un largo período de paz, libertad, estabilidad y progreso.
Fiel al anhelo político de mi padre, el Conde de Barcelona, de quien heredé el legado histórico de la Monarquía
española, he querido ser Rey de todos los españoles. […]
En la forja de ese futuro, una nueva generación reclama con justa causa el papel protagonista, el mismo que
correspondió en una coyuntura crucial de nuestra historia a la generación a la que yo pertenezco.

11. La reforma política de Suárez según Santos Juliá


Celebrándose las elecciones bajo el control del gobierno, se pensaba que la mayoría de los procuradores en Cortes
pasarían luego a ocupar un escaño en alguna de las Cámaras. Con esas promesas y no pocas amenazas a los intere-
sados […], el gobierno obtuvo un éxito insospechado: de los 531 procuradores, 425 votaron a favor de una reforma
que implicaba su desaparición […]. Con su triunfo, el gobierno rompía la estrategia de la oposición al asumir como
tarea propia el objetivo que la oposición había asignado a un gobierno de consenso democrático: convocar eleccio-
nes generales. […]
Suárez culminaba así la primera fase de una transición legal de la Dictadura a la democracia, con la neutra-
lización de la capacidad de bloqueo de sus adversarios, el desplazamiento de la legitimidad hacia la Corona y al
gobierno, la derogación de hecho de las Leyes Fundamentales, la disolución de las instituciones franquistas y la
paulatina incorporación de la oposición a un proceso controlado desde el gobierno.

S. Juliá, J. L. García Delgado, J. C. Jiménez, J. P. Fusi, La España del siglo xx, Marcial Pons, Madrid, 2007.

12. La monarquía democrática de Juan Carlos I según Santos Juliá


La duración del reinado de Juan Carlos I ha roto esa especie de maleficio que ha llevado a España al primer lugar
de la clasificación de reyes depuestos. La razón consiste en que, por primera vez en nuestra asendereada historia, la
Monarquía se ha reconciliado definitivamente con la democracia, y no porque desde el origen Juan Carlos no haya
sido un rey demócrata sino porque la Constitución de 1978 relegó al olvido una constante de las constituciones
españolas del siglo xix: que el Rey era, con las Cortes, soberano.

Santos Juliá, «Último servicio a la democracia», El País, 3 de junio de 2014.

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

9. Biografías

Arias Navarro, Carlos (1908- jó como miembro de la Internacional Comunista, y en


1989). Abogado y político fran- 1960 fue nombrado secretario general del PCE, cargo
quista malagueño. Durante la desde el que promovió la unidad democrática contra la
Guerra Civil entró en el bando dictadura. En 1976 volvió a España; fue detenido, pero
franquista y actuó como fiscal puesto en libertad días después. Fue diputado de 1977 a
en los juicios que condenaron a 1986. En 1982 dimitió como líder del PCE a causa de los
muerte a unos 17 000 republica- malos resultados electorales. En 1985 fundó el Partido
nos tras la toma de Málaga, por de los Trabajadores de España-Unidad Comunista, que
lo que fue conocido como «el car- no llegó a conseguir representación. El papel de Carrillo
nicero de Málaga». De 1965 a 1973 fue alcalde de Ma- en la transición fue fundamental para el éxito de este
drid, y en 1973 ministro de Gobernación. A pesar de ser proceso (según Tusell, solo detrás del rey y Suárez), si
responsable de la seguridad cuando fue asesinado el bien a partir de entonces tanto su figura como el PCE
presidente Carrero Blanco, Arias fue nombrado presi- quedaron relegados por el éxito del PSOE.
dente en su lugar. Continuó en ese puesto hasta 1976,
cuando el rey Juan Carlos I le pidió la dimisión debido Fernández-Miranda, Torcuato
a la represión ejercida por su Gobierno y a su fracaso en (1915-1980). Político franquista,
llevar a cabo la reforma política de la dictadura. El rey catedrático y abogado gijonés.
no obstante lo nombró marqués de Arias Navarro, con Fue catedrático de Derecho Polí-
Grandeza de España. En 1977 se presentó a las eleccio- tico y rector de la Universidad de
nes al Senado por Alianza Popular, sin ser elegido. Oviedo, así como procurador en
Cortes. De 1969 a 1974 fue Minis-
Aznar López, José María tro-Secretario General del Movi-
(1953). Político conservador e miento Nacional. En 1973, tras
inspector de Hacienda madrileño. la muerte de Carrero Blanco, ejerció como presidente
En los 70 fue miembro del Frente del Gobierno interino durante un par de semanas. En
de Estudiantes Sindicalistas, de 1975 Juan Carlos I lo nombró presidente de las Cortes
corte falangista. En 1977 se afilió y del Consejo del Reino, cargos que ocupó hasta 1977,
a Alianza Popular. En 1982 fue cuando dimitió para retirarse de la política. Entonces
elegido diputado por Ávila. En fue nombrado duque de Fernández-Miranda y caballero
1987 fue elegido presidente de de la Orden del Toisón de Oro por el rey. Su papel en
Castilla-León. En 1990 fue nombrado presidente del la transición fue breve y discreto, y por tanto ha sido a
Partido Popular, la antigua Alianza Popular, al que dio menudo eclipsado por el del rey o Suárez, pero aun así
un carácter más centrista. En 1993 perdió las elecciones fue crucial en la eliminación legal de la dictadura.
contra el PSOE de Felipe González y se convirtió en
líder de la oposición en el Congreso. En 1995 sufrió un Fraga e Iribarne, Manuel
atentado de ETA del que salió ileso. En 1996 ganó las (1922-2012). Político conserva-
elecciones y fue elegido presidente del Gobierno tras dor, catedrático y escritor lucen-
pactar con Convergència i Unió (Pacto del Majestic) y se. En 1948 obtuvo una cátedra
Coalición Canaria. En 2000 renovó su mandato al ganar en la Universidad de Valencia, y
las elecciones con mayoría absoluta. Decidió no volver en 1953 en la Universidad Com-
a presentarse, de modo que desde 2004 se ha dedicado plutense. De 1962 a 1969 fue Mi-
a la empresa privada y la impartición de conferencias. nistro de Información y Turismo,
Carente del carisma de Felipe González, Aznar potenció cargo desde el que promovió el boom turístico español
su imagen como político eficaz, de la que conserva el (de esos años es el famoso eslogan «Spain is different»)
prestigio por la gestión de una fuerte crisis económica y la Ley de Prensa de 1966. Como miembro del sector
y por el ejercicio de un papel destacado en la política aperturista del franquismo, y aprovechando su control
europea. Sin embargo, sigue cosechando críticas por su de los medios de comunicación como ministro, difundió
carácter arrogante y por el apoyo personal al presidente el «escándalo Matesa» contra los tecnócratas, tras lo
estadounidense Bush en la guerra de Irak, dos caracte- que hubo de abandonar el ministerio y fue nombrado
rísticas de su segunda legislatura. embajador en Londres. Entre 1975 y 1976 fue Ministro
de Gobernación del Gobierno de Arias Navarro, época
Carrillo, Santiago (1915- en que pronunció su famosa frase «La calle es mía» y
2012). Político comunista gijo- ejerció la represión policial contra la oposición. Intentó
nés. Su padre fue dirigente del ser el líder de la reforma política de la dictadura, pero
PSOE y la UGT. En 1924 llegó el rey prefirió confiar esa labor a Suárez. En 1976 fundó
a Madrid, donde ingresó en las Alianza Popular, un partido derechista con el que se pre-
Juventudes Socialistas. En 1936, sentó a las elecciones de 1977. Desde ese año hasta 2011
tras viajar a la URSS, se afilió fue diputado. En 1978 participó en la redacción de la
al PCE. Durante la Guerra Civil Constitución. En 1982 se convirtió en líder de la oposi-
fue consejero de Orden Público, ción en el Congreso. En 1987 fue elegido eurodiputado.
cargo que lo relaciona con las ejecuciones masivas de En 1989 inició la refundación de su partido, que pasó a
presos políticos en Paracuellos de Jarama, una polémica llamarse Partido Popular y a orientarse hacia el centro
que lo acompañó en sus últimos años. En el exilio traba- político. En 1990 abandonó la presidencia del PP y pasó

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

a la política autonómica como presidente de la Junta de título de rey, para lo que juró fidelidad a los principios
Galicia hasta 2005. De 2006 a 2011 fue senador. Fraga del Movimento Nacional. Esto tensó las relaciones con
fue uno de los políticos más importantes y hábiles del su padre, que esperaba llegar a ser rey. En 1974 y 1975
siglo xx español al jugar un papel destacado tanto en Juan Carlos asumió la jefatura del Estado de forma in-
la dictadura como en la transición y en la democracia. terina a causa de los problemas de salud de Franco. Tras
la muerte de este, fue proclamado rey el 22 de noviem-
González Márquez, Felipe bre de 1975 y coronado en ceremonia religiosa el 27 de
(1942). Político socialdemócrata noviembre. A continuación, el rey tomó medidas para
y abogado laboralista sevillano. la eliminación de la dictadura, iniciando la transición
En 1964 se afilió al Partido So- democrática. En 1981 intervino decisivamente para
cialista, entrando en la corrien- impedir el éxito del golpe de Estado de 23-F (aunque
te crítica contra la dirección del recientemente se han difundido afirmaciones sobre su
partido, ostentada en el exilio participación inicial). A partir de entonces, su actividad
por Rodolfo Llopis. La negativa política se hizo meramente simbólica y su figura gozó de
de este a aceptar su destitución una gran aceptación popular, además de un gran pres-
en el congreso de 1972 motivó la división del partido tigio internacional (especialmente en Iberoamérica)
entre el PSOE histórico, de Llopis, y el PSOE renovado, potenciado por sus continuos viajes oficiales por todo
en cuya dirección estaba González. Este, por esa época, el mundo. Durante gran parte de su reinado, la figura
y debido a que actuaba en la clandestinidad, adoptó el y la vida privada del rey y su familia fueron respetados
sobrenombre de Isidoro. En el congreso de 1974 de Su- escrupulosamente por los medios de comunicación, a
resnes (Francia), González fue elegido secretario gene- pesar de que esto fue criticado como un caso de tabú
ral, es decir líder del partido, ya que en el PSOE el cargo que chocaba con la libertad de expresión. Sin embargo,
de presidente es honorífico. En 1977 fue elegido dipu- en los últimos años tanto Juan Carlos como su familia
tado, cargo que desempeñó hasta 2004. En 1979, tras se han visto envueltos en escándalos que han dañado
un fracaso inicial, logró imponer en el PSOE el cambio seriamente su prestigio, lo cual, unido a continuos pro-
de ideología marxista a socialdemócrata. En 1982 fue blemas de salud, llevó a la abdicación de Juan Carlos en
elegido presidente del Gobierno, cargo que desempe- su hijo Felipe en junio de 2014.
ñó durante cuatro legislaturas (1982-1986, 1986-1989,
1989-1993, 1993-1996), convirtiéndose por tanto en el Pujol i Soley, Jordi (1930).
presidente democrático con más años en el cargo. En político catalanista barcelonés.
1997, tras su derrota electoral, dejó la secretaría general Su padre era miembro de ERC,
del PSOE. Durante la presidencia de González, España aunque Pujol evolucionó hacia un
experimentó una fuerte modernización económica y so- catalanismo conservador y cató-
cial que consolidó el estado del bienestar, mientras en- lico. Estudió medicina y trabajó
traba plenamente en el orden internacional. González como gerente de unos laborato-
fue un político hábil, capaz de adaptarse a las circuns- rios farmacéuticos. En 1960 pro-
tancias manteniendo su popularidad, incluso después tagonizó los sucesos del Palau de
de los numerosos escándalos surgidos durante sus man- la Música, una protesta catalantista contra la dictadura
datos (González se desvinculó del caso GAL, que supuso por la que fue condenado a siete años de cárcel, de los
la condena de miembros de su ministerio del Interior, que cumplió dos y medio. En 1974 fundó Convergència
alegando enterarse de ello «por la prensa», una frase Democràtica de Catalunya, partido que se coaligó con
que se hizo famosa). Su figura marcó fuertemente la Unió Democràtica de Catalunya para formar CiU. De
política española incluso después de su retirada, dando 1977 a 1980 Pujol fue diputado a Cortes Generales, y
lugar al término felipismo, referido a la existencia de un de 1980 a 2003 fue diputado del Parlament de Cata-
estilo de hacer política y a una estructura de poder más lunya. Durante el mismo período fue presidente de la
allá de la doctrina del PSOE. Generalitat de Catalunya por CiU. Pujol fue un político
hábil, capaz de asegurarse un fuerte apoyo del catala-
Juan Carlos I de borbón nismo al tiempo que participaba en la política nacional,
(1938). Rey de España de 1975 sin comprometer nunca una postura definitiva acerca
a 2014. Hijo de Juan de Borbón y de la cuestión territorial. Ha sido uno de los políticos
Battenberg (heredero de Alfon- más influyentes de la España democrática, si bien en
so XIII) y María de las Mercedes los últimos tiempos su prestigio se ha visto socavado por
de Borbón y Orleans. Nació en escándalos económicos.
Roma, donde la familia de Al-
fonso XIII, su abuelo, se hallaba Rajoy Brey, Mariano (1955).
exiliada. Más tarde, la familia de Político conservador y registra-
don Juan se instaló en Estoril (Portugal). En 1948 don dor de la propiedad compostela-
Juan pactó con Franco que Juan Carlos pasara a Espa- no. En 1981, como miembro de
ña para su formación. En 1956 se produjo la muerte Alianza Popular, fue elegido di-
de Alfonso, hermano menor de Juan Carlos, mientras putado del parlamento gallego, y
ambos jugaban con un revólver. En 1962 Juan Carlos en 1983 concejal de Pontevedra.
se casó con la princesa Sofía de Grecia, y en 1963 el Es mismo año fue nombrado pre-
matrimonio se instaló en el Palacio de la Zarzuela, su re- sidente de la Diputación de Pon-
sidencia oficial hasta la actualidad. En 1969 Juan Carlos tevedra, y en 1988 secretario general de AP en Galicia.
fue designado Príncipe de España y sucesor de Franco a En 1989 entró en la dirección del Partido Popular y en

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

1993 fue elegido diputado a Cortes por Pontevedra, con cedió el título de duque de Suárez. En 1982 se presentó
lo que dio el salto a la política nacional. En 1996 formó a las elecciones generales con su nuevo partido, Centro
parte del primer Gobierno de Aznar como ministro de Democrático y Social, por el que fue elegido diputado,
Administraciones Públicas. Más adelante fue también cargo que renovó en las elecciones de 1986 y 1989. En
ministro de Educación, del Interior y de la Presidencia, 1991 dimitió de la presidencia del CDS y se retiró de
además de vicepresidente primero. En 2004, ante la re- la política. En 1996 se le concedió el Premio Príncipe
tirada de Aznar, se presentó a las elecciones generales, de Asturias de la Concordia. En 2001 y 2004, respec-
pero fue derrotado por Rodríguez Zapatero. Volvió a tivamente, su esposa y su hija murieron de cáncer. En
perder en 2008, de modo que hasta 2011 ejerció la fun- 2005 su hijo reveló que Suárez padecía Alzheimer. En
ción de líder de la oposición en el Congreso. Tras ganar 2007 el rey lo nombró caballero de la Orden del Toisón
las elecciones de 2011 se convirtió en el sexto presidente de Oro, a pesar de que para entonces el propio Suárez
de la democracia española. no tenía conciencia de su anterior carrera política. En
2009 se abrió el Museo de Adolfo Suárez y la Transición
Rodríguez Zapatero, José en Cebreros, su pueblo natal. A pesar de su papel en la
Luis (1960). Político socialista transición, a partir de 1979 Suárez sufrió una fuerte
vallisoletano. En 1979 se afilió al oposición, y durante su etapa en el CDS quedó relegado
PSOE, y en las elecciones de 1986 a una segunda fila política. Sin embargo, en los últimos
fue elegido diputado a Cortes, años su figura ha sido reivindicada y actualmente es
convirtiéndose en el más joven en considerado uno de los grandes políticos de la historia
ese momento. Fue diputado hasta española.
2011. En 1988 fue elegido líder
del PSOE de León. En 1997 entró Tarradellas i Joan, Josep
en la dirección nacional del partido, donde encabezó (1899-1988). Político catalanista
una corriente de opinión llamada Nueva Vía. En 2000, de izquierdas barcelonés. Como
tras la crisis de liderazgo en el PSOE provocada por la miembro de Esquerra Republica-
marcha de Felipe González, fue elegido secretario gene- na de Catalunya, durante la Re-
ral del PSOE, venciendo a candidatos más veteranos. De púbica fue diputado en las Cortes
este modo, pasó a convertirse en el líder de la oposición y en el parlamento catalán, así
en el Congreso. En 2004 ganó las elecciones generales como consejero de la Generali-
y fue elegido presidente del Gobierno, cargo que reno- tat. En 1939 partió al exilio en
vó en las elecciones de 2008. Al perder las elecciones Francia, donde en 1954 fue elegido presidente de la
de 2011 se retiró de la política. La figura de Rodríguez Generalitat. Tras la muerte de Franco regresó a España
Zapatero ha suscitado la simpatía de parte de la pobla- y fue nombrado por Suárez presidente del Gobierno
ción, que apreció su política igualitaria y reivindicati- preautonómico catalán. En 1979 se convirtió en el pri-
va, e incluso su personalidad alejada de la arrogancia mer presidente autonómico de Cataluña, cargo que dejó
y elitismo de Aznar (según el propio «ZP», su «talante», en 1980. En 1985 fue nombrado marqués de Tarradellas
un término que explotó en su primera campaña). Por por el rey. Su breve actuación tuvo tanto para el catala-
otro lado, ha sido criticado por alimentar la controver- nismo como para la transición un gran valor simbólico,
sia social, así como por su débil papel internacional o su expresado en su célebre frase «Ciutadans de Catalunya,
gestión de la crisis económica de 2008. ja sóc aquí!», pronunciada desde el balcón del palacio
de la Generalitat.
Suárez González, Adolfo
(1932-2014). Político centrista Tejero Molina, Antonio
abulense. Licenciado en Dere- (1932). Militar malagueño. Ocu-
cho, desde 1955 se puso bajo la pó diversos destinos como oficial
tutela de Herrero Tejedor, un po- de la Guardia Civil hasta ascender
lítico vinculado tanto a Falange en los años 70 a teniente coronel,
como al Opus Dei. En 1958 pasó cargo a pesar del cual fue amo-
a Madrid, donde entró en la di- nestado y arrestado en varias oca-
rección del Movimiento Nacional. siones por discrepancias con sus
En 1967 fue nombrado procurador en Cortes por Ávila superiores. En 1979 fue condena-
y en 1968 gobernador civil de Segovia. En 1969 pasó a do a siete meses de cárcel por conspirar para llevar a
dirigir RTVE, y tras la muerte de Herrero Tejedor ocupó cabo un golpe de Estado en lo que se conoció como Ope-
el puesto de este como Ministro-Secretario General del ración Galaxia. El 23 de febrero de 1981 dio un golpe de
Movimiento Nacional en el Gobierno de Arias Navarro. Estado al ocupar el Congreso con efectivos de la Guar-
En 1976 fue nombrado presidente del Gobierno por el dia Civil, un acto que fue registrado por las cámaras que
rey Juan Carlos I, puesto desde el que llevó a cabo la cubrían el debate de investidura de Calvo-Sotelo. Al no
sustitución de la dictadura por la democracia. En 1977 obtener suficiente apoyo y ser desautorizado por el rey,
fundó la Unión de Centro Democrático. En 1977 y 1979 Tejero se rindió al mediodía del 24. Fue expulsado de la
fue elegido democráticamente presidente del Gobierno, Guardia Civil y condenado a 30 años de prisión, aunque
pero en 1981 presentó su dimisión. Ese año el rey le con- accedió a la libertad condicional en 1996.

206
Apéndice I
LAS GRANDES CUESTIONES

En este apéndice se hace un repaso de la historia contemporánea de España no por cronología


sino por temas, lo que resulta útil como visión de conjunto y también a la hora de enfrentarse a la
pregunta 4b de la PAU.

Sumario
1. Planteamiento ¶ 2. La monarquía ¶ 3. España como nación ¶ 4. La organización territorial ¶ 5.
El Ejército ¶ 6. «¡Con la Iglesia hemos topado!» ¶ 7. La violencia ¶ 8. Las «dos Españas» ¶ La política
exterior

1. Planteamiento

1.1. Política

La historia contemporánea de España se puede resumir, en cuanto a política, en0 la búsque-


da de un sistema representativo estable. Este proceso va desde el fin del absolutismo hasta
la democracia actual, y ha sufrido avances y retrocesos. Como avances se puede destacar las
Cortes de Cádiz; la revolución liberal de 1836-1837; el Sexenio Democrático; la II República;
y la democracia actual. Como retrocesos, la restauración del absolutismo de Fernando VII en
1814; la Década Moderada bajo Isabel II (Constitución de 1845); y las dictaduras de Primo
de Rivera y de Franco. La Restauración constituiría un período intermedio (un sistema poco
representativo pero estable).
Esos avances y retrocesos se aprecian en las distintas formas de entender los distintos
aspectos del sistema político, como se explica en la siguiente tabla:

Avances Retrocesos
Aspectos Liberalismo progresista, Absolutismo, liberalismo
democracia conservador, dictaduras
Soberanía Nacional Real, compartida o indefinida
Derechos y libertades individuales Amplios Limitados
Absolutismo y dictaduras: no.
División de poderes Sí Liberalismo conservador: sí, pero limitando
la independecia del poder judicial.
Relación Iglesia-Estado Libertad de culto o laicismo Catolicismo como religión oficial
Centralismo: control de ayuntamientos y
Descentralización: ayuntamientos electivos,
Organización territorial provincias por el Gobierno, sin autonomía
regiones autónomas
regional
Pronunciamientos y revoluciones Golpes de Estado conservadores: Pavía,
Intervención del Ejército
progresistas: 1820, 1854, 1868 Primo de Rivera, Franco, 23-F
Prioridad al mantenimiento de la
En general Prioridad a los derechos y libertades
autoridad y del orden

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

1.2. Economía y sociedad

En economía y sociedad se establece otro gran proceso, relacionado con el anterior: por un
lado, la salida de una economía de subsistencia y de base agraria poco productiva; por otro, la
reducción de las desigualdades sociales. También aquí puede considerarse que hay avances y
retrocesos.

Avances:
• Abolición de los privilegios (estamentos) por parte de las Cortes de Cádiz y de la
revolución liberal de 1836-37.
• Abolición de la esclavitud en las colonias (completada en 1886).
• Intentos de reforma agraria de los liberales y de la Segunda República.
• Intentos de industrialización.
• Búsqueda de mejoras en las condiciones de vida y trabajo del proletariado a través del
movimiento obrero y de medidas regeneracionistas.
• Crecimiento de la clase media y subida del nivel de vida durante la segunda mitad del
siglo xx (desarrollismo)
• Aumento de la población urbana y descenso de la rural.
• Entrada en el Estado del bienestar durante la democracia actual.

Retrocesos o resistencias:
• La restauración del Antiguo Régimen con Fernando VII.
• Ineficacia de las reformas agrarias.
• Dificultades para la industrialización.
• Represión del movimiento obrero, especialmente durante el reinado de Alfonso XIII y las
dictaduras de Primo de Rivera y de Franco.
• La autarquía de la dictadura franquista.

1.3. Conclusión

La evolución política, económica y social puede resumirse en la idea de que España, durante
los siglos xix y xx, se plantea su modernización, es decir el abandono del Antiguo Régimen y la
sustitución de este por un sistema nuevo. Este proceso avanza gradualmente, generando gra-
ves conflictos debido a que, por un lado, requiere abandonar las características tradicionales
de España, lo cual choca con los intereses de distintos sectores, incluyendo la Iglesia; por otro
lado, a los Gobiernos les surgen problemas que no saben afrontar, como el movimiento obrero,
la política exterior o los nacionalismos. En la actualidad, y a grandes rasgos, la modernización
se ha alcanzado gracias a la conjunción del sistema representativo (democracia) y la reducción
de las desigualdades, lo que ha permitido la estabilidad política y social.
En los siguientes apartados, todas estas consideraciones se ejemplifican en distintos aspec-
tos de la historia de España.

208
Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

2. La monarquía

Entre 1808 y la actualidad, es decir un período de 214 años, la monarquía (absoluta, consti-
tucional o parlamentaria, sin contar la dictadura franquista) ha sido la forma del Estado en
España durante 167 años, o sea un 78 % de la historia contemporánea del país, y han reinado
once monarcas, incluyendo a tres regentes. Aunque seis de esos monarcas se vieran forzados a
abandonar el trono (Juan Carlos I no incluido), no se puede negar que la monarquía, en espe-
cial la de los Borbones, ha jugado un papel esencial en la historia de España.
La monarquía es una institución heredada del Antiguo Régimen. Como tal, su razón de ser
proviene de Dios, ya que los reyes absolutos lo son por derecho divino. En otras palabras, los
monarcas se sienten seres elegidos y superiores que no pueden renunciar a su poder. La inva-
sión francesa de 1808 contradijo ese principio, ya que expulsó del trono a Fernando VII y puso
en su lugar a una persona que ni siquiera era de la nobleza, José I Bonaparte. Casi al mismo
tiempo las Cortes de Cádiz también rompieron con el absolutismo porque la soberanía nacional
que decretaron limitaba la del rey. Así pues, la historia contemporánea de España comienza
con la ruptura a raíz de la monarquía absoluta.
A partir de 1814 se entabló una lucha entre la monarquía, que defendía su derecho divi-
no, y los liberales, quienes insistían en modernizar la política ejerciendo parte del poder. El
primer asalto de este combate lo ganó Fernando VII (sexenio absolutista), pero el empuje de
los liberales (Trienio Liberal) le hizo comprender que para mantenerse en el trono tendría
que aceptar ciertos compromisos (Década Ominosa). Carlos, el hermano del rey, rechazó esos
compromisos, lo que provocó una segunda lucha, en este caso por los derechos históricos de
la monarquía, es decir la sucesión (guerra carlista). Carlos no solo la perdió, sino que además
causó la desaparición de la monarquía absoluta al poner a su cuñada, la regente María Cristina,
en la disyuntiva de perderlo todo o conservar el trono para su hija. Para lograr esto último, no
tuvo más remedio que dar poder a los liberales, a quienes ya no pudo controlar (Constitución
de 1837). Una vez perdida esa batalla, el papel de Isabel II fue el de conservar el máximo
poder posible. Para ello favoreció a los liberales moderados y a «espadones» como Narváez
y O’Donnell, aunque también entrara en tensiones con ellos. Al final, Isabel II fracasó, ya que
no pudo conservar el trono para sí ni para su dinastía (revolución de 1868). Sin embargo, los
revolucionarios no supieron administrar su victoria (Sexenio Democrático), de modo que para
1874 quedó claro que la lucha entre la monarquía y las tendencias modernizadoras no podía
tener un claro vencedor. La Restauración supuso un nuevo cambio de estrategia por parte de
la monarquía, que asumió el papel constitucional de poder limitado pero estable e indiscutido
a través de un acuerdo con los liberales, quienes también renunciaron a su propio carácter re-
volucionario. Esta situación de equilibrio se mantuvo hasta el reinado de Alfonso XIII, cuando
aparecieron nuevos peligros para la monarquía: el movimiento obrero (que amenzaba con una
revolución), los nacionalismos o una segunda generación de republicanos. Fue entonces cuan-
do, de nuevo en busca de protección, Alfonso XIII rompió el acuerdo con los liberales y rechazó
su propio papel constitucional a través de un dictador, Primo de Rivera. Esa ruptura del acuerdo
condujo a una nueva derrota, aunque no a un sistema alternativo estable (Segunda República).
El regreso de la monarquía borbónica en 1975 supuso una vuelta al equilibrio, aunque con
dos diferencias respecto a la Restauración: a) el rey no ejerce el poder, ya que este lo controla
el parlamento; y b) es el propio rey quien impulsa ese nuevo sistema. El crucial papel de Juan
Carlos I en la transición, en cierto modo, sigue siendo el papel tradicional de la monarquía: la
supervivencia.

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

3. España como nación

El concepto moderno de nación está relacionado con la existencia de una comunidad formada
por ciudadanos que gozan de derechos; se sienten identificados y vinculados por unos mismos
rasgos históricos,geográficos y culturales; y ejercen conjuntamente la soberanía. Los conceptos
de Estado (como conjunto de instituciones) o de país (como territorio delimitado por unas
fronteras) son objetivos, pero el de nación depende de los sentimientos de identidad o perte-
nencia que desarrolle cada ciudadano, y por tanto es un concepto problemático. Aun así, es otro
de los aspectos que marcan la ruptura con el Antiguo Régimen, ya que el concepto de nación
surgió a raíz de las revoluciones liberales en oposición al antiguo concepto de reino, es decir el
conjunto de súbditos de un monarca.
España se convirtió oficialmente en nación gracias a la Constitución de 1812, que utiliza
este término en sus primeros artículos, lo que convierte a España en el segundo país europeo y
tercero del mundo en definirse como nación en el sentido moderno. Sin embargo, una nación
no existe solo porque una ley lo diga, y en España, desde 1812 hasta la actualidad, no se ha dado
una identificación uniforme entre ciudadanos y nación. Según su relación con el concepto de
nación española, pueden distinguirse tres grandes grupos políticos: a) nacionalistas centralis-
tas o estatales; b) nacionalistas regionales o subestatales; y c) indiferentes.
Los nacionalistas centralistas son conservadores que exaltan el pasado imperial de España,
su catolicismo o su unidad como bases de la grandeza nacional. Cánovas, Primo de Rivera,
Franco y actualmente los miembros de Vox pueden adscribirse a esta corriente, con particula-
ridades en cada caso. Los nacionalistas regionales, ya sean de izquierda o derecha, defienden
la existencia de una nación en una parte del territorio español; los más influyentes, en virtud
de una lengua propia y de un mayor poder económico, son los catalanes (Lliga Regionalista,
ERC, CiU) y los vascos (PNV, ETA, Bildu), cuyas reivindicaciones han ido desde la autonomía
hasta la secesión o independencia (es decir, la creación de un Estado propio).
El enfrentamiento entre ambos sectores ha sido constante, aunque no se declaró abierta-
mente hasta la formación de partidos nacionalistas regionales fuertes a finales del siglo xix.
Cánovas y los dictadores utilizaron el sistema educativo o las restricciones al uso público del ca-
talán o el vasco como medio de fomentar una conciencia o «espíritu» nacional, pero fracasaron,
de modo que en la transición se optó por un concepto flexible de nación. Ahora bien, el término
«nacionalidades» utilizado en la Constitución de 1978 fue un mero compromiso, mientras que
el concepto de «nación de naciones» que el PSOE propone actualmente es un contrasentido.
Así pues, la cuestión sigue sin resolverse.
En suma, mientras que otros Estados originados en constituciones liberales (Estados Uni-
dos, Francia) emprendieron con éxito un proceso de construcción nacional o «nacionaliza-
ción», en España este fue descuidado o mal ejecutado, o sencillamente no es posible llevarlo a
buen término debido a condicionantes geográficos, históricos o económicos.

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4. La organización territorial

España entró en la Edad Contemporánea con tensiones entre la organización territorial im-
puesta por la monarquía y la realidad vivida en los distintos territorios. La visión de una España
dividida entre un interior tradicional y estancado y una periferia dinámica y próspera no deja
de ser un tópico, pero lo cierto es que España contiene territorios y poblaciones con distintas
características históricas, económicas y culturales. A raíz de esas diferencias, en el siglo xix se
planteó el debate entre centralismo y descentralización.
El centralismo es la opción de la monarquía, de los liberales conservadores y de los dictado-
res. Permite modernizar la Administración mediante la uniformización (de normas, impuestos,
moneda…); ejercer una autoridad fuerte; y defender principios nacionalistas que asocian la
grandeza de España con su unidad y en virtud de los cuales la descentralización viene a ser
anti­española. La descentralización, por su parte, es la opción de los liberales progresistas (a
los que permitía un mayor control de los censos electorales), de la mayoría de republicanos y
de los nacionalistas regionales.
Sin embargo, no es todo tan sencillo. Los carlistas eran monárquicos ultraconservadores que
en su momento apoyaron a Franco, pero defendían los fueros, es decir la autonomía jurídica
de los territorios del norte de España; de hecho, el carlismo constituye uno de los orígenes de
los nacionalismos catalán y vasco. Por su parte, los liberales progresistas defendían la auto-
nomía de los ayuntamientos, pero no de las regiones. Por último, la clase alta catalana apoyó
inicialmente la Restauración y más tarde las dictaduras, regímenes muy centralistas, para que
defendieran sus intereses económicos a través del proteccionismo o la represión del movimien-
to obrero.
Como resultado de esta distribución de intereses, España ha sido centralista durante unos
162 años, es decir un 76 % de su historia contemporánea. Las primeras experiencias descen-
tralizadoras (las dos repúblicas) acabaron en fracaso, pero finalmente la descentralización
se impuso a través del Estado de las Autonomías de la Constitución de 1978, en parte porque
Suárez necesitaba el apoyo (o al menos la no oposición) de los nacionalismos. De hecho, la
descentralización se extendió más allá de lo previsto: la autonomía se ofrecía como posibilidad,
no como norma, pero acabó convirtiéndose en eso mismo.
La descentralización actual de España, aceptada y consolidada, aunque no exenta de con-
troversia, puede entenderse como un signo de modernización asociado a la estabilidad del
sistema democrático. Sin embargo, otros países modernos y prósperos, como Francia, tienen
Estados centralizados, de modo que la evolución española del centralismo a la descentraliza-
ción responde también a las características particulares del país.

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

5. El Ejército

Además de la organización territorial, uno de los aspectos de la historia de España que más ha
cambiado es el papel del Ejército, en concreto su intervención en política.
La lucha de los «espadones» por el liberalismo.– La invasión francesa de 1808 supuso otra
ruptura con el Antiguo Régimen, en este caso desde el punto de vista militar: tanto la necesi-
dad de nuevos oficiales como los ascensos por méritos de guerra rompieron el monopolio de
la nobleza sobre los mandos militares. Aunque Fernando VII licenció a muchos de los nuevos
oficiales después de la guerra, los que quedaron conservaron los ideales modernizadores libe-
rales por los que habían luchado y que les habían permitido prosperar. Más tarde, la primera
guerra carlista volvió a renovar las filas del Ejército. Como consecuencia, muchos militares
lucharon a favor del liberalismo durante los reinados de Fernando VII y de Isabel II. Es dudoso
que muchos de ellos se sintieran impulsados solo por sus ideales, si es que los tenían: Riego,
el primer militar liberal exitoso, mediante su pronunciamiento se libró de combatir en las co-
lonias americanas y además fue nombrado mariscal y capitán general; O’Donnell transitó del
liberalismo moderado al progresista hasta quedarse en un término medio, la Unión Liberal,
de la cual Prim pasó al partido progresista. En cualquier caso, lo cierto es que la debilidad del
sistema liberal favoreció la intervención a título personal de figuras con prestigio militar (los
«espadones») mediante pronunciamientos.
La defensa corporativa de la unidad y el orden.– El papel de los militares cambió a raíz del
Sexenio Democrático, cuando les tocó combatir al mismo tiempo en la primera guerra de in-
dependencia de Cuba, la tercera guerra carlista y la insurrección cantonal. El republicanismo
y el internacionalismo influyeron negativamente en la disciplina de la tropa, que desobedecía
o desertaba, mientras que el cantonalismo amenazaba la unidad de España. Ante tal situa-
ción, a la que se unía la inestabilidad política, los altos mandos se alzaron contra la República
y apoyaron el Gobierno autoritario de Serrano (es muy significativo que Pavía, quien dio el
golpe de Estado, no quisiera ocupar el poder). Poco después, Cánovas colocó al Ejército en
un segundo plano, pero esto fue a cambio de dotarlo de autonomía, de modo que el Ejército
adquirió personalidad propia como institución al margen del Estado. Además, su identidad
como protector de España se convirtió, en la mente de los altos mandos, en la creencia de que
el Ejército encarnaba la verdadera voluntad nacional. Por estos motivos, cuando surgieron
amenazas a la monarquía, al orden público y a la unidad de España por parte del movimiento
obrero y los nacionalismos (sumadas a la humillación de la guerra hispano-americana), el
Ejército comenzó a actuar de forma corporativa o colectiva en un sentido muy conservador: las
Juntas de Defensa Militar consiguieron poner en jaque a los Gobiernos liberales con el apoyo de
Alfonso XIII, y la sublevación militar de 1936, aunque elevó a Franco como único líder, surgió
del conjunto de generales africanistas como una medida de mantenimiento del orden público
y de la autoridad, una obsesión para los militares. Incluso una figura destacada como Primo de
Rivera, al margen de sus deseos de perpetuarse en el poder, actuó en defensa del prestigio del
Ejército tras el desastre de Annual y más tarde dimitió al perder el apoyo de sus compañeros.
La neutralidad política.– El siguiente cambio del papel histórico del Ejército llegó con su
colaboración en la transición (incluso a pesar del golpe de Estado), en parte por fidelidad al
jefe del Estado, Juan Carlos I (que al igual que Franco era el jefe de las Fuerzas Armadas); en
parte por la actuación del ministro de Defensa, el general Gutiérrez Mellado; y en parte porque
la circunstancias habían cambiado notablemente desde 1936. Desde entonces, el Ejército no
ha intervenido en política y sí en misiones internacionales o de protección civil, otro aspecto
del proceso de modernización que llevó a la etapa democrática actual.

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6. «¡Con la Iglesia hemos topado!»

Durante la mayor parte de la historia contemporánea de España, hasta la década de 1960, la


Iglesia católica ha desempeñado un papel de oposición a la modernización, que ha conside-
rado contraria a sus intereses. Esto no se es solo a una cuestión de religión, sino también de
economía.
Por un lado, la Iglesia se enfrentó a la implantación del liberalismo y de la democracia repu-
blicana para proteger su propia influencia sobre la sociedad, una influencia que se basaba en la
creencia de que solo la Iglesia puede salvar las almas de la condena eterna y que se ejercía a tra-
vés del culto, los sacramentos (bodas, bautizos, confesiones, extremaunción), los funerales, los
sermones, las festividades, las campanadas, la educación y la Inquisición. Desde la época de la
Ilustración, la Iglesia temía las libertades de pensamiento y de culto, principios que consideraba
importados por ilustrados y masones y por tanto antiespañoles, ya que la identificación entre
España y catolicismo que hacía la Iglesia era total. Al igual que los reyes protegían su derecho
divino ante cualquier limitación de su poder político, la Iglesia protegía su poder espiritual.
Pero, por otro lado, al luchar contra el liberalismo la Iglesia también protegía enormes
posesiones de tierras e inmuebles de las que surgía su riqueza y que posibilitaban la vida con-
templativa de decenas de miles de miembros del clero regular. Y hacía bien, porque los liberales
se las quitaron en cuanto pudieron.
La postura tradicional de la Iglesia se resume muy eficazmente en el título de una obra muy
popular en su época: El liberalismo es pecado (padre Sardá y Salvany, 1884). Las tensiones entre
Isabel II y sus Gobiernos liberales se explican en parte por el hecho de que la reina era católi-
ca, y como tal temía condenarse al permitir las medidas liberales (como la desamortización),
lo que la llevaba a dejarse influir por fanáticos religiosos (los neos). Una de las razones de la
pervivencia del carlismo fue el apoyo de los curas locales (algunos de los cuales empuñaron las
armas), y una de las razones de la victoria de Franco en la Guerra Civil y de su permanencia en
el poder fue el apoyo declarado y en bloque de la Iglesia.
Sin embargo, esta visión del papel histórico de la Iglesia puede completarse teniendo en
cuenta otros aspectos: en primer lugar, la Iglesia ha dado respuesta a las necesidades espiri-
tuales de millones de personas durante generaciones; el clero contribuyó al nacimiento del
liberalismo a través de figuras como Diego Muñoz-Torrero, miembro destacado de las Cortes
de Cádiz; la Iglesia llevaba a cabo una labor asistencial que los Gobiernos liberales no asumie-
ron después de las desamortizaciones, cuando la Iglesia se vio desposeída y mal financiada; y,
por último, a raíz del Concilio Vaticano II, en que el catolicismo se alineó con la democracia, la
Iglesia española se distanció de la dictadura franquista, privándola de un aval político y social
muy importante. Su apoyo a la transición, personificado en el cardenal Tarancón, se vio refle-
jado en el carácter aconfesional (y no laico) del Estado establecido en la Constitución de 1978,
que menciona las «relaciones de cooperación» del Estado con la Iglesia.

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

7. La violencia

Una de las constantes en la historia contemporánea de España es la violencia contra el adver-


sario. Por un lado, están los enfrentamientos contra fuerzas extranjeras: la guerra de Indepen-
dencia contra Francia (1808-14), la expedición a Cochinchina (1858), la «guerra de África»
contra Marruecos (1859-60), la expedición a México (1861), la guerra hispano-americana
(1898) y la guerra de Ifni contra Marruecos (1957-58). Por otro lado están las guerras colonia-
les: contra la independencia de las colonias suramericanas (1810-24), contra la independencia
de Cuba (1868-78 y 1895-98), guerras del Rif (1893-94 y 1911-27) y guerra de Melila (1909).
Luego están las guerras civiles: guerra dels Malcontents (1827), tres guerras carlistas (1833-40,
1847-49, 1872-76) y la de 1936-39. Y, finalmente, innumerables conflictos de toda clase: pro-
nunciamientos casi innumerables, revoluciones (1835-36, 1840-43, 1854, 1868, 1934); contra-
rrevoluciones como la rebelión de la Guardia Real y de las partidas realistas (1822); revueltas
populares como las bullangas de Barcelona (1835-37), la insurrección cantonal (1873-74), la
Semana Trágica (1909) y las huelgas revolucionarias (1917, 1932), además del maquis (1939-
1965) y actos anticlericales como la matanza de frailes en Madrid (1834) o los asesinatos de
la Guerra Civil; terrorismo, ya sea anarquista, de extrema derecha (Triple A, Guerrilleros de
Cristo Rey) o de extrema izquierda (ETA, FRAP, GRAPO); y la constante represión guberna-
mental. Incluso en la transición hubo un grado considerable de violencia. Solo a partir de la
declaración de cese de la violencia de ETA (2011) España puede considerarse un país donde
reina la paz, si excluimos el crimen común y enfrentamientos entre manifestantes y policía.
Y esto no es más que un resumen que sirve para mostrar que, a lo largo de la historia, en
España se ha dado muy poco valor a la vida humana, colocada a menudo por debajo de los
objetivos políticos y sociales de unos y de otros. Cosas que ahora son impensables, como que
grupos de personas corrientes se líen a tiros por las calles, o que el Ejército bombardee una
ciudad o dispare contra civiles, se repitieron cada cierto tiempo hasta el fin de la Guerra Civil
(y no es que la violencia terminara entonces). Si a esto se suman la pobreza y el hambre, puede
decirse que la historia contemporánea española es en gran parte una historia de sufrimiento.
Con todo, en otros países europeos las cosas se han dado peor; España al menos no sufrió las
guerras mundiales (excluyendo a la División Azul).
Para dar una idea más concreta de la dimensión de la violencia en la historia española, la si-
guiente tabla recoge estadísticas de bajas de algunas guerras en las que España ha participado.

Muertes de españoles Muertes del enemigo


Fechas Guerra
Estimación mínima Estimación máxima Estimación mínima Estimación máxima
1808-1814 Independencia 300 000 500 000 200 000
1810-1821 Indep. de México 425 000
1810-1823 Indep. de Colombia 250 000
1833-1840 Primera carlista 32 650 140 000

1847-1849 Segunda carlista 3 000 10 000
1859-1860 África 4 000 6 000
1872-1876 Tercera carlista 7 000 50 000 –
1868-1878 Diez Años (Cuba)* 50 000 200 000 100 000 150 000
1895-1898 Indep. de Cuba* 45 320 62 853 169 000 300 000
1898 Hispano-americana 5 000 55 000 2 446 5 000
1921-1926 Rif 4 000 50 000 5 000 (con heridos) 30 000
1936-1939 Civil 365 000 1  200 000 –

* Las bajas españolas en Cuba se debieron en su mayoría a enfermedades tropicales. Fuente: necrometrics.com.

214
Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

8. Las «dos Españas»

Una interpretación tradicional de la historia contemporánea de España plantea una división


en dos grandes sectores, uno reaccionario o conservador y otro modernizador, o bien uno au-
toritario y otro democratizador. El primero estaría integrado por Fernando VII, los carlistas,
Narváez, Cánovas, Primo de Rivera (padre e hijo) y Franco. De hecho, el nacionalcatolicismo
franquista no era más que una continuación de un tendencia iniciada mucho antes. En el se-
gundo grupo tendríamos a los liberales de las Cortes de Cádiz, luego los liberales exaltados y
progresistas, el movimiento obrero y los republicanos. Estos dos sectores se habrían opuesto
a lo largo de la historia mediante guerras, revoluciones y golpes de Estado hasta su enfrenta-
miento definitivo en la Guerra Civil. Este fenómeno, es decir el de que una nación u otra clase
de comunidad se divida en dos grupos enfrentados, se conoce como polarización.
Esta interpretación coincide con la realidad en el sentido de que refleja los constantes en-
frentamientos que han marcado la historia de España, especialmente a raíz de los intentos
de romper con el Antiguo Régimen y de instaurar un nuevo sistema. Pero, aun así, no deja de
tratarse de una simplificación, en primer lugar porque la realidad es siempre mucho más com-
pleja. Por ejemplo, los carlistas, al defender los fueros, estaban en cierto modo adelantándose
a las demandas de descentralización de la oposición a la dictadura franquista; los liberales
arrasaron con modos de vida tradicionales beneficiosos para la población rural, como el uso
de tierras comunales; las corrientes marxistas del movimiento obrero buscaban una sociedad
igualitaria, pero a través de una dictadura (la del proletariado); y el Gobierno de Azaña, que
promovió la Constitución democrática de 1931, al mismo tiempo utilizó la Ley de Defensa de la
República o posteriormente la de Orden Público como instrumentos autoritarios de represión
por encima de las garantías constitucionales.
En segundo lugar, la visión de una España polarizada deja fuera a un tercer sector de perso-
nas que por sus ideas o sus circunstancias no entraban en rivalidades y que a menudo sufrieron
el rechazo de ambos bandos de un conflicto, cuando no la represión.
La transición supuso una moderación de las posturas y la creación de un consenso respecto
al sistema político y a la convivencia, de modo que muchas de las divisiones entre los partidos
políticos actuales casi ni se notarían en épocas anteriores: un falangista de la década de 1930 se
asombraría del parlamentarismo asumido por el Partido Popular (surgido de Alianza Popular,
un partido fundado por miembros del Movimiento Nacional), mientras que un socialista de la
misma época reaccionaría igual ante el rechazo al marxismo asumido por su partido en 1979.
Pero en los años 30 las desigualdades sociales y económicas eran muy profundas, mientras
que la España actual es un país de clase media con un nivel de vida mucho más alto que el de
entonces. El predomino de la moderación ha traído estabilidad y ha reducido la polarización,
pero el enfrentamiento, más o menos enconado, sigue siendo el principal mecanismo de la
vida política.

215
Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

9. La política exterior

España entró en la Edad Contemporánea a raíz de un acontencimiento traumático que demos-


tró la inferioridad española respecto a otras potencias europeas: la invasión francesa. A partir
de ahí, la pérdida del imperio de ultramar a lo largo del siglo xix, los límites de la industria-
lización, los conflictos internos y la falta de visión de los Gobiernos dificultaron que España
pudiera volver a ejercer un papel relevante en el orden internacional.
Durante el siglo xix, Francia y Reino Unido ejercieron una fuerte influencia: Francia se
encargó de invadir España de nuevo en 1823 y de ejercer una tutela sobre Fernando VII, y más
tarde los embajadores francés y británico actuaron como consejeros oficiosos de Isabel II. Al
final del siglo, nadie ayudó a España cuando Estados Unidos le quitó Cuba, Puerto Rico, Filipi-
nas y Guam, de modo que el Gobierno se vio abocado a una guerra que sabía que iba a perder.
El principal efecto de la guerra hispano-americana de 1898 en la política exterior española fue
el intento de no perder más puestos en la carrera colonial a través de la presión diplomática.
Esa labor dio resultado y España recibió una parte del protectorado de Marruecos, cedida por
Francia. Sin embargo, este protectorado se convirtió en una sangría para la sociedad española
y en un insalvable factor de inestabilidad: provocó la Semana Trágica de 1909; la división del
Ejército entre la casta de los africanistas y los juntistas de 1917; la incontable pérdida de vidas
en combate, incluyendo el desastre de Annual de 1921; y a la larga la Guerra Civil de 1936-39,
iniciada por los africanistas.
España tuvo otra oportunidad de reintegrarse en el «concierto de las naciones»: entrar en la
Primera Guerra Mundial. El Gobierno de Dato optó por no hacerlo, lo que Romanones criticó
mediante un artículo titulado «Neutralidades que matan». El problema era que España estaba
dividida entre aliadófilos y germanófilos, de modo que, de haber entrado en la guerra, es difícil
saber si lo habría hecho en el bando ganador.
En la siguiente oportunidad, la Segunda Guerra Mundial, Franco apostó por alinearse con
las potencias fascistas, otro error de política exterior que el mismo Franco corrigió en la dé-
cada siguiente al entrar en la esfera de Estados Unidos. Desde entonces, ese país ejerció una
importante influencia sobre España, ya fuera públicamente mediante acuerdos bilaterales o
clandestinamente mediante la actividad de la CIA, incluyendo su papel en la transición de-
mocrática. Suárez quiso desligarse de Estados Unidos, pero esto contribuyó a su caída ya que
chocaba con el criterio del rey y de parte de la UCD. El vínculo con Estados Unidos se reforzó
entonces con la entrada de España en la OTAN y el apoyo de Aznar en la guerra de Irak, una
jugada estratégica en busca de mayor relevancia internacional que finalmente quedó en nada
por la demostración de que Estados Unidos había justificado la guerra con acusaciones falsas
y por el cambio de postura del Gobierno de Rodríguez Zapatero.
La medida más relevante de integración internacional ha sido la entrada en la Comunidad
Económica Europea (más tarde Unión Europea), cuyas ventajas e inconvenientes siguen sien-
do objeto de debate. Por un lado, promovió el desarrollo de España mediante los Fondos de
Cohesión, la liberalización del comercio con otros países miembros (a los que España destina
la mayor parte de sus exportaciones) y el apoyo financiero durante la Gran Recesión. Por otro,
limitó la soberanía española en asuntos económicos sin incluirla por ello en el grupo de cabeza
de los Estados europeos (al contario, España ha sido incluida informalmente en los «PIGS»,
países con arraigo en la UE pero a remolque de las grandes potencias).
La principal baza de España en el orden internacional es su tradicional ascendencia en Amé-
rica Latina. Sin embargo, esta ventaja se está perdiendo a raíz del ascenso del populismo en esta
región, por lo que España no tiene visos de mejorar su papel internacional en el futuro próximo.

216
Apéndice II
LA PRUEBA DE ACCESO A LA UNIVERSIDAD
DE HISTORIA DE ESPAÑA

En este apéndice se explican las preguntas de la PAU de Historia de España y se dan orientaciones
sobre cómo responderlas.

1. Tipos de fuente

Una fuente histórica es un documento de cualquier clase que aporta información de cualquier
clase sobre el pasado. Una fuente histórica (generalmente, un texto) se puede clasificar me-
diante distintos criterios: a) según su procedencia (primaria o secundaria); b) según su desti-
natario; c) según su naturaleza; y d) según su contenido.

1.1. Fuentes primarias y secundarias

1.1.1. Fuente primaria: definición de fuente primaria y modo de reconocerla.

Una fuente primaria es la que procede de la época a la que se refiere, por lo que ofrece infor-
mación de primera mano. Un examen indica el título, autor y fecha de la fuente. Si la fecha
es cercana a los hechos sobre los que informa la fuente, esta es primaria. La naturaleza de la
fuente también ayuda a reconocer si es primaria o secundaria (ver 1.3 y 1.4).

1.1.2. Fuente secundaria: definición y modo de reconocerla

Una fuente secundaria ha sido elaborada en una época posterior a la que se refiere, a partir
de fuentes primarias. Se trata generalmente de documentos elaborados por historiadores. La
fuente secundaria de un examen estará extraída de una obra cuyo título irá en cursiva si se
trata de un libro y entre comillas si se trata de un capítulo de libro o de un artículo de revista,
en cuyo caso el nombre de la revista irá normalmente en cursiva. Ejemplos extraídos de la PAU:

Carlos Seco Serrano, Historia de España (12), “El régimen de Franco y la transición a la democracia (de 1939 a
hoy)”, Planeta, Barcelona, 1991, p. 454.

Jordi Canal, “Carlismo y contrarrevolución”, La Aventura de la Historia, núm. 77 (2005).

En ambos casos se trata de una fuente secundaria. No obstante, la forma más fácil de com-
probarlo es fijarse en la fecha de publicación: si es claramente posterior a la época de la que
se habla, es secundaria. Pero hay que tener cuidado de no confundir la fecha de publicación,
que es la que hay que tener en cuenta y aparece en último lugar, con las fechas que pueden
aparecer en un título (como en el primer ejemplo). La PAU de 2020 causó controversia porque
incluía una fuente de 1870 (una novela de Pérez Galdós) que no dejaba clara la época a la que
se refería (el Trienio Liberal), por lo que muchos examinandos optaron por clasificarla como
primaria, cuando era secundaria.

217
Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

1.1.3. Confusión entre fuente primaria y secundaria

En caso de ambivalencia, cualquier respuesta será correcta siempre que se razone adecuada-
mente. Ejemplo:

Victoria Prego, “I. Adolfo Suárez. La apuesta del Rey (1976-1981)” en Presidentes. Veinticinco años de historia
narrada por los cuatro jefes de gobierno de la democracia. Barcelona, Plaza & Janés, 2000, pp. 57-66.

Esta fuente, aparecida en la PAU de julio de 2014, consistía en un extracto de unas declara-
ciones hechas por Adolfo Suárez a la autora del libro. Es una fuente primaria ya que en ella un
protagonista de los hechos descritos da información de primera mano. Sin embargo, algunos
examinandos la clasificaron como fuente secundaria porque aparece en un libro de una época
posterior. Esto no se consideró incorrecto cuando se justificaba.

1.2. Fuentes según su destinatario

1.2.1 Fuentes públicas

Las fuentes públicas son documentos elaborados para su difusión general, es decir al alcance
de todo el público (que una fuente se haya acabado publicando no siempre significa que se
elaborara con esa intención). Ejemplos: leyes, manifiestos, artículos periodísticos.

1.2.2. Fuentes privadas

Las fuentes privadas no se elaboran para estar al alcance del público (aunque más tarde al-
guien las haga públicas), sino para una sola persona o un grupo específico. Son normalmente
primarias. Ejemplos: cartas, diarios, comunicaciones internas (circulares), informes internos,
tratados secretos.

1.3. Naturaleza de las fuentes primarias

La naturaleza se refiere al origen de la fuente, aunque también se puede relacionar con su


finalidad. Una fuente no tiene por qué tener una única naturaleza.

1.3.1. Programática

Documentos que exponen una postura determinada, ya sea una defensa o una crítica, como
forma de justificación o de buscar apoyos. Son generalmente fuentes públicas de contenido
político que provienen de figuras o grupos políticos. Ejemplos: discursos, manifiestos, procla-
mas, declaraciones.

1.3.2. Jurídica

Textos de carácter legal, que emanan de representantes o instituciones del Estado (reyes, Go-
biernos, Cortes) y que establecen normas de obligado cumplimiento, es decir son vinculantes.
Se trata de fuentes públicas, salvo en el caso de documentos secretos. Ejemplos: Constituciones,
leyes (decretos, órdenes, resoluciones), acuerdos, tratados, convenios, abdicaciones.

218
Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

1.3.3. Periodística

Textos publicados en periódicos o revistas (no de historia), de destinatario público. Ejemplos:


artículos de opinión, editoriales, noticias, entrevistas.

1.3.4. Informativa

Documentos que se limitan a proporcionar información, sin expresar una postura determinada
y sin carácter vinculante. Pueden ser públicos o privados. Ejemplos: informes, circulares, tablas
y otras series de datos.

1.3.5. Literaria

Obras de ficción o ensayo que reflejan la época en la que fueron escritas, normalmente públicas.

1.3.6. Epistolar

Cartas, por tanto textos privados.

1.4. Naturaleza de las fuentes secundarias

1.4.1. Historiográfica

Documentos de estudio y análisis histórico, elaborados por historiadores, de destinatario pú-


blico. No se deben clasificar como de naturaleza «histórica», ya que se sobreentiende que cual-
quier fuente que aparezca en un examen de Historia es histórica. Ejemplos: libros de historia
(excepto libros de texto escolares) o artículos en revistas de historia.

1.4.2. Estadística

Documentos que aportan series de datos, de destinatario generalmente público. Ejemplos: ta-
blas estadísticas, censos, registros de nacimientos, relaciones de socios, gráficos. Los gráficos, si
bien nunca han aparecido en la PAU, pueden ser a) lineales, cuando describen la evolución en
el tiempo de un fenómeno determinado (por ejemplo, el aumento y disminución de las impor-
taciones de trigo a lo largo del siglo xix); b) de barras, cuando comparan un mismo fenómeno
en momentos o lugares distintos (la cantidad de trigo importado en el siglo xix en distintas
provincias); o c) de sectores, cuando indican la composición de un fenómeno, a menudo en
porcentajes (resultados electorales).

1.4.3. Literaria

Obras de ficción ambientadas en una época histórica, de carácter público, básicamente novela
histórica.

219
Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

1.5. Contenido

Independientemente de su naturaleza, una fuente puede presentar distintos contenidos según


el ámbito de la vida al que se refiera. Ejemplos:
• Político. El Estado, su organización y características, los partidos.
• Económico. Sistemas, organizaciones y actividades económicas (agricultura, industria,
servicios, consumo).
• Social. Los distintos grupos sociales, su organización y sus condiciones de vida, especial-
mente la clase trabajadora, a menudo en documentos relacionados con los sindicatos.
• Demográfico. La población (natalidad, mortalidad, migraciones).
• Cultural. Religión, educación, las artes.
• Militar o bélico. El Ejército y la guerra.

Al igual que ocurre con la naturaleza, una fuente no tiene por qué presentar un solo contenido.
En historia, la mayoría tiene como mínimo un cierto contenido político, ya que, al fin y al cabo,
todo lo que se hace en sociedad tiene un valor político.

1.6. Qué contestar en un examen

Se debe identificar la fuente según sea primaria o secundaria; pública o privada; y según su
naturaleza y contenido, justificando brevemente esa identificación. Ejemplos:

El documento 1 es una fuente primaria de destinatario público, ya que procede de la época a la que se refiere
y aporta información de primera mano, y ha sido elaborado para su difusión general. Tiene una doble natura-
leza periodística y programática y un contenido político, al tratarse de un artículo de opinión en un periódico
y al referirse a la acción del Gobierno. [Se dejaría para la pregunta de ideas principales cuál es la opinión sobre el
Gobierno expresada en ese artículo.]

El documento 2 es una fuente secundaria de destinatario público, ya que ha sido elaborado en una época pos-
terior a la que se refiere a partir de fuentes primarias para su difusión general. Es una tabla de naturaleza esta-
dística y contenido económico, al aportar una serie de datos sobre la producción de trigo.

El documento 1 es una fuente primaria, ya que procede de la época a la que se refiere y aporta información de
primera mano. Tiene un destinatario privado al tratarse de una carta que no ha sido elaborada para estar al
alcance del público. Por tanto, es un texto de naturaleza epistolar, así como de contenido político al referirse al
sistema colonial español.

220
Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

2. Ideas principales, contexto histórico y bloque temático

La pregunta 2 consta de tres partes en las que hay que contestar de forma escueta, sin desarro-
llar, ya que para eso están las preguntas 4a y 4b.

2.1. Ideas principales

Las ideas principales consisten en una síntesis del documento en la que se identifica su infor-
mación esencial. Un documento de examen no tiene más de dos o tres ideas principales, y a
menudo solo tiene una. A la hora de redactarla, es útil buscar un sustantivo que exprese la pos-
tura o la finalidad del documento. No se debe copiar frases del texto, ni es necesario mencionar
las ideas secundarias. Tampoco debe incluirse información relacionada con el texto pero no
mencionada en él, que ya se explicará más adelante en otras preguntas del examen.
Fórmulas orientativas para iniciar la idea principal de una fuente primaria:

La idea principal del Documento 1 es la defensa de / la crítica de / la demanda de / el rechazo de / la instauración


de / la anulación de / la justificación de…

Fórmulas orientativas para iniciar la idea principal de una fuente secundaria:

La idea principal del Documento 2 es la explicación de las causas de / las consecuencias de / los factores de…

Ejemplo de respuesta (PAU de julio de 2013, segunda opción):

La idea principal del Documento 1 es la justificación del golpe de Primo de Rivera por la crisis del Estado liberal,
en concreto por la corrupción política, los nacionalismos, los conflictos sociales y la guerra de Marruecos. La
idea principal del Documento 2 es la exposición de dos interpretaciones distintas de la dictadura de Primo de
Rivera: según la primera, la dictadura interrumpió la democratización; según la segunda, la democratización
ya había fracasado cuando llegó la dictadura.

Se debe evitar que las ideas estén vacías de contenido. Ejemplos:

Incorrecto: La idea principal es la postura de Azaña respecto a la separación entre Iglesia y Estado.
Correcto: La idea principal es la defensa por parte de Azaña de la separación entre Iglesia y Estado.

Una redacción alternativa consiste en buscar un verbo adecuado, en lugar de un sustantivo.


Los ejemplos anteriores quedarían así:

Como ideas principales, en el Documento 1 Primo de Rivera justifica su golpe basándose en la crisis del Estado
liberal… El Documento 2 expone dos interpretaciones distintas…

221
Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

2.2. Contexto histórico

La respuesta de contexto consiste en situar las fuentes en la etapa histórica a la que se refieren,
concretando todo lo que se pueda e indicando las fechas de inicio y fin, si es posible. Después se
debe añadir una breve caracterización de esa etapa, es decir un resumen en el que se enumeren
los aspectos y sucesos más significativos (el sumario de cada tema puede servir de orienta-
ción). Hay que tener cuidado de no extenderse y no entrar en explicaciones que pertenecen a
la pregunta 4a. A veces las dos fuentes del examen tienen el mismo contexto; en ese caso, no
es necesario redactarlo dos veces. El siguiente ejemplo corresponde a una sola fuente:

El Documento 1 se sitúa en el Gobierno de Pi y Margall durante la I República española (1873-1874), una etapa
del Sexenio Democrático (1868-1874). Este es un periodo inestable y conflictivo que se caracteriza por el fin del
reinado de Isabel II a raíz de la revolución de 1868, la formación de un Gobierno provisional, la Constitución
democrática de 1869, la regencia de Serrano, el reinado de Amadeo I y la citada República, que termina con la
Restauración borbónica.

2.3. Bloque temático

Solamente se debe indicar el número y el título del bloque temático al que pertenece el docu-
mento, así como las fechas cuando estas forman parte del título. En la PAU, las dos fuentes de
cada opción deben pertenecer al mismo bloque. Ejemplo:

Los Documentos 1 y 2 pertenecen al Bloque Temático 4, «La construcción del Estado liberal (1833-1874)».

Se han dado casos de ambivalencia. Por ejemplo, en la segunda opción de junio de 2019, cen-
trada en el Bloque 5, el segundo texto estaba fechado en mayo de 1931 (Bloque 6), pero se refe-
ría a acontecimientos anteriores (por cierto, era una fuente primaria, al recoger declaraciones
de Alfonso XIII, un protagonista de los hechos). Por tanto, se podía situar tanto en el Bloque 5
como en el 6, en este caso si se justificaba. En caso de duda, justificar la respuesta asegura una
corrección positiva. Antiguamente, los bloques se llamaban «núcleos», por lo que es posible
que sea este el término que aparezca en el examen.

2.4. Ejemplo de respuesta 2 completa

Ideas principales: La idea principal del Documento 1 es el acuerdo entre los sindicatos UGT y CNT de recurrir
a la acción conjunta, así como a la huelga general indefinida como principal medio de reivindicación obrera. La
ideas principales del Documento 2 son la crítica al Gobierno y la demanda de medidas regeneracionistas como
la convocatoria de elecciones democráticas a Cortes Constituyentes.

Contexto histórico: Ambos textos se sitúan en el reinado de Alfonso XIII (1902-1931), en concreto en la cri-
sis de 1917. El reinado de Alfonso XIII se caracteriza por el regeneracionismo liberal de Maura y Canalejas; la
Semana Trágica; el impacto de la Primera Guerra Mundial y la crisis de 1917; el fin del turnismo; los conflictos
sociales; la guerra de Marruecos y el desastre de Annual; la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930); la «dic-
tablanda» de Berenguer y Aznar; y, finalmente, la renuncia del rey y la proclamación de la Segunda República.

Bloque temático: Ambos textos pertenecen al Bloque Temático 5, «La Restauración y su crisis».

(PAU de junio de 2016, segunda opción. Más ejemplos de contextos en Apéndice iii).

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

3. Definiciones

Esta respuesta debe tener dos partes por cada uno de los dos términos propuestos: una parte de
definición y otra de relación con el temario, en especial con el bloque temático correspondiente.
En algunos casos, la definición puede coincidir con otra pregunta del examen (contexto, de-
sarrollo); por eso es bueno leer todo el examen antes de ponerse a escribir, e intentar redactar
respuestas específicas. Aun así, a veces algunas repeticiones son inevitables. Hay que tener en
cuenta que el desarrollo va en la pregunta 4a, no en la 3.
En algunos casos, cuando los términos están estrechamente relacionados, es conveniente
no redactar dos definiciones separadas, sino ligarlas en una respuesta fluida; esto supone un
detalle de calidad que un buen corrector puede apreciar. También se puede mencionar los
textos si es oportuno.
Los términos suelen ser muy generales, es decir no exclusivamente relacionados con un blo-
que temático ni con las fuentes, ni siquiera con la historia de España: «democracia», «derecho
de huelga», «soberanía», «sufragio femenino»… Por tanto, la capacidad de responder correc-
tamente depende muchas veces de un dominio general de la asignatura, así como de un buen
planteamiento, más que del estudio de cada bloque temático en concreto. Ejemplo:

Una huelga general es un período en que todos los trabajadores de un país se niegan colectivamente a trabajar
como medida de presión para conseguir mejoras laborales o políticas. La huelga general revolucionaria, ade-
más, busca un cambio de sistema político. En España se produjeron huelgas generales revolucionarias durante
el reinado de Alfonso XIII, como la de 1917.

(PAU de junio de 2016, segunda opción. Más ejemplos en Apéndice iv).

4a. Pregunta de desarrollo

Esta respuesta consiste en explicar y ampliar los aspectos del bloque temático que aparecen en
las fuentes o están relacionados con ellas. La dificultad estriba en evitar tanto el desarrollo de
un tema puramente teórico como la simple repetición de las ideas de los documentos (paráfra-
sis). Para ello es conveniente combinar el desarrollo del tema con referencias al texto («primer
párrafo», «líneas 3 y 4») o con alguna cita literal breve, en este caso siempre entre comillas. No
citar los textos se penaliza en la PAU con 0,25 puntos.
La respuesta debe tener una estructura de ideas clara. Como norma general se debe seguir
el orden cronológico, es decir no dar saltos adelante y atrás en el tiempo. El orden cronológico
permite destacar las relaciones de causa y consecuencia entre sucesos históricos, lo que es muy
importante para redactar una buena respuesta.
Es conveniente también empezar por una breve introducción, y siempre se debe finalizar
con unas conclusiones. En ellas se hace una valoración de lo que se ha explicado en relación con
el bloque temático en general. No se trata solo de hacer un resumen de lo que ya se ha dicho,
ni se debe aportar información nueva.

223
Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

4b. Pregunta de «cambios y permanencias»

Los criterios de corrección establecen que la respuesta a esta pregunta «es muy abierta y per-
mite diversos razonamientos correctos. Con ello se valorará si el alumnado sabe refundir datos
e ideas procedentes del proceso de aprendizaje de la materia y los que proceden del análisis
de las fuentes facilitadas». Los especialistas de las Universidades llaman a esta pregunta «de
cambios y permanencias», ya que esperan que se explique la evolución de una determinada
cuestión a lo largo del tiempo (qué cambia y qué no). Aunque las preguntas suelen dar para
mucho, hay que centrarse en lo básico, ya que hay poco tiempo. Al igual que en la pregunta 4a,
se trata de una respuesta de desarrollo, que es conveniente enmarcar con una introducción y
unas conclusiones. Se pueden citar los textos, aunque esto no se pide.

Consejos generales

Una PAU de Historia de España óptima combina cantidad de información con madurez y cla-
ridad de exposición. Una buena redacción puede hacer que el corrector bonifique la nota, al
igual que aportar información complementaria que no se solicite expresamente pero que esté
relacionada con las preguntas. El corrector tiene instrucciones de «valorar el conjunto de la
composición».
No es frecuente, pero es posible que el examen nos sorprenda, por ejemplo incluyendo
fuentes de bloques distintos, o poco claras, o preguntando por términos o temas demasiado
especializados, o incluso con preguntas mal formuladas. En esos casos, el corrector presente
en el aula durante el examen debe hacer las aclaraciones pertinentes. Aun así, lo importante
es contestar a todas las preguntas como mejor se pueda de forma que el corrector tenga base
para poner la nota más alta posible. Nunca se debe dejar una respuesta en blanco.
Después de pegar las etiquetas y rellenar la solapa, es muy importante leer y comprender
bien todas las preguntas y los documentos, ya que incluso pueden dar pistas para algunas
respuestas (por ejemplo, aclarando el contexto, o aportando fechas). En las preguntas 4a y
4b puede ser útil hacer un esquema en borrador (en las última páginas del cuadernillo de res-
puestas, indicando «Borrador» o «No corregir»). Los minutos invertidos en estas tareas no son
tiempo perdido, todo lo contrario. Si nos lanzamos a escribir sin más, puede que a mitad de
examen comprendamos que no estamos contestando lo que preguntan.
En noventa minutos hay tiempo suficiente para completar el examen, incluso para repasar
la ortografía o algún olvido (como huecos de corrector líquido; es mejor usar el de cinta).

224
Apéndice III
TABLAS DE CONTEXTOS HISTÓRICOS

En este apéndice se aporta material para redactar una respuesta de contextos. Los resúmenes son
solo orientativos, ya que existen muchas formas correctas de redactarlos.

Primera opción PAU: siglo xix

BLOQUE TEMÁTICO 3, «EL ANTIGUO RÉGIMEN Y SU CRISIS»

Reinado de Carlos IV (1788-1808)


Resumen: El reinado de Carlos IV se caracteriza por el impacto de la Revolución Francesa, la política exterior
de Godoy, la invasión napoleónica, las Abdicaciones de Bayona y el estallido de la guerra de Independencia.

Guerra de Independencia (1808-1814)


Resumen: La guerra de Independencia se inicia con el levantamiento del dos de mayo contra la invasión
francesa y se caracteriza por la división de España en el reinado de José I Bonaparte y por otro lado las Juntas
locales, provinciales y Central y las Cortes de Cádiz con la Constitución de 1812.

Reinado de Fernando VII (1814-1833)


Etapas:
Sexenio absolutista (1814-1820)
Trienio Liberal (1820-1823)
Década Ominosa (1823-1833)
Resumen: El reinado de Fernando VII se caracteriza por el golpe de Estado del rey contra las Cortes liberales
y la restauración del absolutismo durante el sexenio absolutista; el regreso del liberalismo durante el Trienio
Liberal; la invasión de los Cien Mil Hijos de San Luis, que permite una nueva restauración del absolutismo
durante la Década Ominosa; y la crisis sucesoria de final del reinado.

BLOQUE TEMÁTICO 4, «LA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO LIBERAL (1833-1874)»

Reinado de Isabel II (1833-1868)


Etapas:
Regencia de María Cristina y primera guerra carlista (1833-1840)
Regencia de Espartero (1840-1843)
Década Moderada (1844-1854)
Bienio Progresista (1854-1856)
Gobierno de la Unión Liberal (1858-1863)
Crisis del reinado y revolución «Gloriosa» (1863-1868)
Resumen: El reinado de Isabel II se caracteriza por la regencia de María Cristina, en la que tuvieron lugar la
revolución liberal, la Constitución de 1837 y la primera guerra carlista; la regencia de Serrano; la Década
Moderada, con la Constitución de 1845; el Bienio Progresista; el Gobierno de la Unión Liberal; y la crisis del
reinado con la revolución «Gloriosa» de 1868.

225
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Sexenio Democrático (1868-1874)


Etapas:
Revolución «Gloriosa» de 1868
Gobierno provisional (1868-1869)
Regencia de Serrano (1869-1871)
Monarquía democrática de Amadeo I (1871-1873)
Primera República (1873-1874)
Dictadura de Serrano (1874)
Resumen: El Sexenio Democrático fue una época intestable y conflictiva caracterizada por el fin del reinado de
Isabel II mediante la revolución «Gloriosa» de 1868; la formación de un Gobierno provisional; la primera guerra
de Cuba; la Constitución de 1869; la regencia de Serrano; la monarquía democrática de Amadeo I; la tercera
guera carlista; la Primera República, con la insurrección cantonal; y la dictadura de Serrano hasta el inicio de la
Restauración borbónica con el pronunciamiento de Martínez Campos.

BLOQUE TEMÁTICO 5, «LA RESTAURACIÓN Y SU CRISIS»

Reinado de Alfonso XII y regencia de María Cristina de Habsburgo (1875-1902)


Etapas:
Reinado de Alfonso XII (1875-1885)
Regencia de María Cristina de Habsburgo (1885-1902)
Resumen: La Restauración, durante el siglo xix, se caracteriza por la vuelta al trono de los Borbones en la
persona de Alfonso XII, la estabilidad política a causa de la instauración del sistema canovista, la regencia de
María Cristina tras la muerte del rey, el surgimiento de los nacionalismos y el desastre del 98.

ECONOMÍA Y SOCIEDAD

Los Bloques 4 y 5 contienen una parte de economía y sociedad. Si los textos y las preguntas se refieren a
estas cuestiones, y no a política, los contextos pueden ser los mencionados en las tablas anteriores. Otra
opción es un resumen de este estilo: «Esta época se caracteriza por la reforma agraria liberal, incluyendo las
desamortizaciones; las dificultades de la industrialización; la construcción de la red de ferrocarril; el crecimiento
de la población; el paso a una sociedad de clases; y el origen y desarrollo del movimiento obrero».

Segunda opción PAU: siglo xx

BLOQUE TEMÁTICO 5, «LA RESTAURACIÓN Y SU CRISIS»

Reinado de Alfonso XIII (1902-1931)


Etapas:
Reinado constitucional (1902-1923)
Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)
«Dictablanda» de Berenguer y Aznar (1930-1931)
Resumen: El reinado de Alfonso XIII se caracteriza por el regeneracionismo liberal de Maura y Canalejas; la
Semana Trágica; el impacto de la Primera Guerra Mundial y la crisis de 1917; el fin del turnismo; los conflictos
sociales; la guerra de Marruecos y el desastre de Annual; la dictadura de Primo de Rivera; la «dictablanda» de
Berenguer y Aznar; y, finalmente, la renuncia del rey y la proclamación de la Segunda República.

226
Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

BLOQUE TEMÁTICO 6, «LA SEGUNDA REPÚBLICA Y LA GUERRA CIVIL EN UN CONTEXTO DE CRISIS


INTERNACIONAL (1931-1939)»

Segunda República (1931-1939)


Etapas:
Gobierno provisional (1931)
Bienio reformista (1931-1933)
Bienio conservador (1933-1936)
Gobierno del Frente Popular (1936)
Guerra Civil (1936-1939)
Resumen: La Segunda República se proclama a raíz de la renuncia de Alfonso XIII y se caracteriza por la
formación de un Gobierno provisional; la Constitución de 1931; el Gobierno de Azaña durante el bienio
reformista; el bienio conservador y la revolución de 1934; el Gobierno del Frente Popular y la sublevación
militar; y la división de España en dos bandos enfrentados durante la Guerra Civil, que acaba con la victoria de
los sublevados bajo el mando de Franco.

BLOQUE TEMÁTICO 7, «LA DICTADURA FRANQUISTA (1939-1975)»

Dictadura franquista (1939-1975)


Etapas:
Posguerra (1939-1959)
Desarrollismo (1959-1969)
Crisis (1969-1975)
Resumen: La dictadura franquista se inicia en la Guerra Civil y se caracteriza en su primera etapa de posguerra
por la instauración de un régimen autoritario por parte del general Franco, la represión, el aislamiento
internacional, la autarquía y el fin del aislamiento con el paso del nacionalsindicalismo al nacionalcatolicismo.
La dictadura entra entonces en una segunda etapa de crecimiento económico, el desarrollismo, y finalmente
en una etapa de crisis que, tras la muerte de Franco, llevará a la democracia.

BLOQUE TEMÁTICO 8, «LA TRANSICIÓN DEMOCRÁTICA Y EL PROCESO DE CONSOLIDACIÓN»

Reinado de Juan Carlos I (1975-2014)


Etapas:
Transición democrática (1975-1982)
Primer Gobierno de Suárez (1976-1977)
Segundo Gobierno de Suárez (o primero democrático, 1977-1979)
Tercer Gobierno de Suárez (o segundo democrático, 1979-1981)
Gobierno de Calvo-Sotelo (1981-1982)
Gobiernos de la democracia (1982-actualidad)
Resumen: La transición se caracteriza por la proclamación como rey de Juan Carlos I y el paso de la dictadura
franquista a la democracia mediante los Gobiernos de Suárez, la Ley para la Reforma Política, la política de
consenso y la Constitución de 1978, así como por el golpe de Estado de 23-F y la victoria electoral del PSOE
en 1982.

227
Apéndice IV
TABLAS DE DEFINICIONES

En este apéndice se dan ejemplos de cómo plantear las definiciones de la pregunta 3 de la PAU. No
obstante, se trata solo de orientaciones, ya que existen muchas formas correctas de responder.

Junio de 2014: «democracia» y «nacionalismo»


La democracia es un sistema político basado en la soberanía nacional, el sufragio universal, los derechos y
libertades y la igualdad. En España ha habido principalmente tres etapas democráticas: el Sexenio Democrático,
la Segunda República y la actualidad.
El nacionalismo, en la España del liberalismo y de la democracia, es un movimiento político que defiende el
derecho a la autonomía de regiones como Cataluña o el País Vasco, basado en la defensa de una identidad
propia por motivos históricos, culturales o económicos, entre otros.

Julio de 2014: «amnistía» y «soberanía popular»


La amnistía es el perdón legal de los delitos. En política, se concede normalmente cuando se instaura un nuevo
Gobierno o régimen para liberar a los opositores del régimen anterior y conseguir apoyos. En España esto ha
ocurrido durante la regencia de María Cristina, con los liberales, y durante el Gobierno de Suárez en la transición,
con los opositores al franquismo.
La soberanía popular es un principio político de la democracia que establece que el poder emana del pueblo,
quien lo delega en sus representantes mediante el sufragio universal. Surge de la soberanía nacional, un principio
del liberalismo muy similar pero que admite el sufragio restringido o censitario. En España, la soberanía popular
se ha reconocido en el Sexenio Democrático, la Segunda República y la actualidad.

Junio de 2015: «laicismo» y «Estado confesional»


Ejemplo de respuesta fluida que relaciona ambos conceptos.
El laicismo es un principio político de la democracia que establece la separación entre Iglesia y Estado, por
ejemplo a través de la no financiación pública de la Iglesia. El laicismo se impuso en España durante la Segunda
República mediante la Constitución de 1931. Por el contrario, un Estado confesional es aquel en que hay una
religión oficial. España ha sido un Estado confesional durante gran parte de la época liberal y durante la dictadura
de Franco.

Julio de 2015 «Golpe de Estado» y «Constitución»


Un golpe de Estado es la toma del poder político por la fuerza, generalmente llevada a cabo por militares en
busca de un cambio de régimen. En España ha habido varios golpes: el de Pavía (Primera República); el de Primo
de Rivera (aunque también se puede considerar un pronunciamiento); el de Franco junto a otros militares (inicio
de la Guerra Civil); y el de Tejero (transición democrática).
Una Constitución es la ley fundamental de un Estado, elaborada por los representantes de los ciudadanos en las
Cortes Constituyentes. La Constitución regula las características del Estado, garantiza los derechos y libertades
y sirve de base al resto de las leyes. Es una característica del liberalismo y la democracia. En España ha habido
siete Constituciones en vigor: 1812, 1837, 1845, 1869, 1876, 1931 y 1978.

Junio de 2016: «huelga general» y «turnismo»


Una huelga general es un período en que todos los trabajadores de un territorio (un país, una ciudad) se niegan
colectivamente a trabajar como medida de presión para conseguir mejoras laborales. La huelga general
revolucionaria, además, busca un cambio de sistema político. En España se han producido huelgas generales
como la de 1855 en Barcelona o la revolucionaria de 1917.
El turnismo fue una práctica política de la Restauración caracterizada por la alternancia en el Gobierno pactada
entre dos partidos, el Conservador y el Liberal. Es una de las bases del sistema canovista, basada en el fraude
electoral, y estuvo en vigor hasta la crisis de 1917 del reinado de Alfonso XIII.

229
Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

Junio de 2017: «reformas sociales» y «CEDA»


Otro ejemplo de respuesta que relaciona ambos conceptos, al igual que el siguiente.
Las reformas sociales son cambios en la legislación impulsados por un Gobierno para mejorar las condiciones
de vida y de trabajo de la población. En España se comenzaron a llevar a cabo durante la época del liberalismo,
especialmente durante el regeneracionismo del reinado de Alfonso XIII, aunque las más profundas fueron
llevadas a cabo por los Gobiernos de izquierdas de la Segunda República.
Las reformas sociales republicanas encontraron la oposición de la Iglesia y la clase alta, que vieron amenazados
sus intereses. Por ello, impulsaron la fundación de la Confederación Española de Derecha Autónomas (CEDA),
una coalición de partidos políticos de derechas liderada por Gil-Robles que ganó las elecciones de 1933 y entró
en el Gobierno en 1934, deteniendo las reformas anteriores.

Junio de 2019: «dictadura militar» y «Gobierno constitucional»


Una dictadura militar es un régimen autoritario instaurado y mantenido por la fuerza (a menudo tras un golpe
de Estado), en el que los poderes del Estado se concentran en un militar o en un grupo reducido de militares
y en el que no se respetan la soberanía nacional ni los derechos y libertades. En España, esto ha ocurrido
durante las dictaduras de Primo de Rivera y de Franco. Por el contrario, un Gobierno constitucional se rige por
una Constitución, a la que debe su legitimidad, está controlado por el Parlamento y protege los derechos y
libertades. En España se ha dado a partir de 1837, con la excepción de las dictaduras.

Junio de 2020: «sufragio femenino» y «república democrática»


El sufragio femenino es el derecho y la acción de voto de las mujeres en elecciones políticas. En España fue
reconocido por primera vez por la Constitución de 1931, durante la Segunda República. Fue abolido por la
dictadura franquista y restaurado durante la transición en 1977.
Una república democrática es una forma de Estado en que la jefatura del mismo es ejercida por un presidente
elegido por la nación, ya sea directamente o a través de un parlamento, así como basada en la soberanía
nacional, los derechos y libertades y la igualdad de oportunidades. España ha tenido dos repúblicas
democráticas, la primera entre 1873 y 1874 y la segunda entre 1931 y 1939 (cuando fue eliminada por la
dictadura franquista a raíz de la Guerra Civil).

230
Apéndice V. TABLA COMPARATIVA DE CONSTITUCIONES ESPAÑOLAS
CONSTITUCIÓN, PODER CORTES ORGANIZACIÓN RELACIÓN
IDEOLOGÍA, SOBERANÍA DERECHOS PODER EJECUTIVO PODER JUDICIAL OTROS
LEGISLATIVO Y SUFRAGIO* TERRITORIAL IGLESIA-ESTADO
FORMA DEL ESTADO
1812 Nacional Igualdad ante la ley, Las Cortes con el Rey El Rey; Los tribunales Unicamerales Alcaldes electivos Religión católica Milicia Nacional
Liberal libertad de imprenta, nombra y cesa a los (Congreso de los oficial
Monarquía propiedad, seguridad ministros, promulga Diputados);
constitucional las leyes, veto sufragio universal
limitado sobre las masculino indirecto
Cortes
1837 Nacional Similar a 1812; Las Cortes con el Rey; El Rey, similar a 1812; Los tribunales Bicamerales: Alcaldes electivos Libertad de culto; Milicia Nacional
Revisión de 1812 juicios con jurado las Cortes autorizan veto ilimitado; Congreso [sufragio el estado financia
Liberal progresista para delitos de al Rey a contraer puede disolver las censitario] y Senado a la Iglesia
con rasgos moderados imprenta matrimonio Cortes nombrado por el
Monarquía Rey a propuesta del
constitucional electorado
1845 Compartida Similar a 1837; Las Cortes con el Rey; El Rey, similar a 1837 Los tribunales; Bicamerales: Alcaldes nombrados Religión católica
Revisión de 1837 juicios sin jurado para Cortes sin control el término “Poder Congreso [sufragio por el Rey oficial;
Liberal moderada delitos de imprenta sobre el matrimonio judicial” sustituido censitario] y Senado (centralización) el estado financia
Monarquía del Rey por “Adminsitración nombrado por el Rey a la Iglesia
constitucional de Justicia”
1856 (Nonnata) Nacional Como 1837 Bicamerales Libertad de culto Milicia Nacional
Liberal progresista
Monarquía
constitucional
1869 Nacional Amplia declaración de Las Cortes El Rey, sin veto Los tribunales; Bicamerales: Ayuntamientos Libertad de culto;
Monarquía derechos naturales e vuelve el término Congreso y Senado electivos tutelados el estado financia
democrática ilegislables, con “Poder judicial” elegidos por sufragio por las Cortes y el Rey a la Iglesia
libertad de reunión y universal masculino
asociación
1873 (proyecto) Nacional 17 estados federados
Republicana federal
1876 Compartida Similares a 1869, Las Cortes con el Rey El Rey, como 1845 Los tribunales, Bicamerales: Como 1845 Religión católica
Liberal conservadora pero no naturales ni como 1845 Congreso [sufragio oficial con libertad
ilegislables censitario y más tarde de culto privado
universal] y Senado
de tres cuerpos con
intervención del Rey
1931 Nacional Amplia declaración Las Cortes Dual: Presidente Independencia Unicamerales Estado integral con Estado laico;
Republicana (no se explicita) de derechos de la República y de los jueces; (Congreso) elegidas regiones autónomas la Iglesia pierde la
de izquierdas Presidente del Tribunal Supremo y por sufragio universal (descentralización) financiación del
Consejo de Minsitros Tribunal de Garantías (con voto femenino) Estado
Constitucionales
1978 Nacional La más amplia Las Cortes Presidente Consejo General del Estado de las Estado aconfesional, El Rey tiene funciones
Estado social y (no se explicita) declaración del Gobierno Poder Judicial, Autonomías libertad de culto, representativas
democrático de Derecho de derechos (elegido por el Tribunal Supremo y (descentralización) el Estado coopera con Es jefe supremo de
Monarquía Congreso a propuesta Tribunal la Iglesia católica las Fuerzas Armadas
parlamentaria del Rey) Constitucional Propone al candidato
a presidente tras las
elecciones
* El tipo de sufragio no se establecía normalmente en las Constituciones, sino en leyes separadas. En este caso, se indica entre corchetes [ ].
Apéndice VI
DICCIONARIO DE TÉRMINOS HISTÓRICOS

abdicación. Acción por la que un rey renuncia a la africanista. En el primer tercio del siglo xx, militar que
corona, e s decir a su derecho a reinar, normalmente a ha desempeñado su carrera en la guerra de Marruecos,
favor de un sucesor. En 1808 Carlos IV abdicó en su hijo gracias a la cual ha conseguido ascensos. Durante el
Fernando VII, forzado por el motín de Aranjuez; poco reinado de Alfonso XIII se formaron Juntas de Defensa
después, en las Abdicaciones de Bayona, Fernando dejó Militar en protesta por el favoritismo del que disfruta-
la corona a su padre y este a Napoleón (Bloque 3). En ban los africanistas, lo cual dividió al ejército español.
1873, el rey Amadeo I abdicó sin sucesor, lo que condujo Más tarde, los africanistas (como Franco) se sublevaron
a la proclamación de la I República (Bloque 4). En 1931, contra la II República en 1936. (Bloque 6).
Alfonso XIII renunció a seguir reinando pero no a sus
derechos dinásticos, por lo que su renuncia no puede alfonsino. Partido político monárquico que apoyaba
considerarse exactamente un abdicación (Bloque 5). al príncipe Alfonso, hijo de Isabel II, como futuro rey de
España durante el Sexenio Democrático. Fue liderado
absolutismo. Sistema político propio del Antiguo Ré- por Cánovas, quien consiguió su objetivo en 1875.
gimen según el cual el rey ejerce sin limitaciones todos
los poderes del Estado por derecho divino. Esto implica amnistía. Según la RAE, «olvido legal de los delitos,
una organización centralista del Estado. En España se que extingue la responsabilidad de sus autores». En po-
introduce en el siglo xviii con el cambio en el trono a lítica, la amnistía es un perdón que se concede normal-
la dinastía borbónica (Felipe V), y desaparece definiti- mente cuando se instaura un nuevo régimen, que de ese
vamente en 1837, si bien los carlistas lo mantienen en modo pretende recabar apoyos permitiendo la integra-
los territorios bajo su control en las guerras carlistas. ción de aquellos que antes estaban encarcelados o exi-
Durante el siglo xix los liberales dan a los absolutistas liados por sus ideas políticas. La amnistía de la regente
distintos nombres: serviles, ultras, apostólicos, realistas María Cristina en 1832 afectó a los liberales perseguidos
o carlistas. Ver monarquía. (Bloques 3 y 4). por Fernando VII (Bloque 3); Adolfo Suárez promulgó
dos: la de 1976 afectó sobre todo a represaliados de la
accidentalismo. Actitud política que muestra indife- dictadura franquista (políticos de izquierda o naciona-
rencia por la forma del Estado mientras esta sirva para listas y miembros del movimiento obrero), y la de 1977
alcanzar los fines que se persiguen. Se dio especialmente a presos políticos de todos los sectores, incluyendo te-
durante la II República, cuando partidos como la CEDA rroristas. Por ello, esta ley ha sido criticada por partidos
(católico) o el PSOE (revolucionario obrero) actuaron políticos y organizaciones internacionales (Bloque 8).
dentro del sistema, incluso llegando al Gobierno. (Blo-
que 6). anarquismo. Teoría y práctica social del movimiento
obrero que defiende la libertad individual y rechaza toda
administración del Estado. Conjunto de institucio- clase de autoridad, y por tanto persigue una sociedad
nes por las que un Gobierno gestiona las necesidades del igualitaria a través de una revolución social que elimi-
Estado y la población. Existen tres niveles de Administra- ne el Estado y otras instituciones como el Ejército o la
ción: central o nacional; regional (en un Estado descen- Iglesia. Fue propuesta por Mijaíl Bakunin, entre otros.
tralizado, como la España autonómica actual); y local, En España formó dos corrientes distintas: el terrorismo
ya sea provincial o municipal. El término Administración (asesinato de Cánovas en 1897, atentado contra Alfonso
de Justicia se refiere a la actividad del poder judicial. XIII en 1906) y el anarcosindicalismo u organización
del proletariado en sindicatos federados. Esta última
aconfesionalidad del Estado. Situación en que un corriente acabó teniendo mayor implantación, con su
Estado no posee religión oficial, y que implica la libertad punto álgido en la participación del sindicato CNT en el
de culto aunque no necesariamente un Estado laico. La Gobierno de la II República durante la Guerra Civil. Des-
Constitución de 1837 puede considerarse aconfesional pués de esta, el anarquismo perdió toda su influencia.
de forma implícita, mientras que la de 1978 lo es de Ver federalismo, internacionalismo. (Bloques 4, 5 y 6).
forma explícita, admitiendo además la «cooperación»
con la Iglesia católica, lo que ha ocurrido especialmente anticlericalismo. Actitud política y social contraria
en el terreno de la financiación (Bloque 8). Ver laicismo. a los privilegios económicos y la influencia de la Iglesia
católica que se dio durante el siglo xix y hasta la Guerra
afrancesados. Españoles que apoyaron al rey José I, Civil. Fue practicado, por un lado, por liberales progre-
hermano de Napoleón, durante la guerra de Indepen- sistas o por republicanos mediante medidas políticas, y
dencia. Los afrancesados podían serlo por inercia u por otro por el pueblo mediante ataques a edificios ecle-
oportunismo, o bien por patriotismo al entender que siásticos y asesinatos de religiosos. (Bloques 3, 4, 5 y 6).
el dominio francés contribuiría a la modernización de
España. Al regreso de Fernando VII en 1814 fueron per- Antiguo Régimen. Sistema político, social y econó-
seguidos, y muchos emigraron a Francia (entre diez y mico propio de la Edad Moderna (siglos xvi-xviii), ca-
doce mil), en lo que fue el primer exilio político masivo racterizado por la monarquía autoritaria y más tarde
de la historia contemporánea española. Durante el Trie- absoluta, la división social en estamentos, la economía
nio Liberal se les permitió regresar, e incluso ocuparon de base agraria y la fuerte influencia de la religión sobre
puestos de responsabilidad durante la Década Ominosa. la vida diaria. (Bloques 3 y 4).
(Bloque 3).

233
Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

anti-España. Término utilizado durante la Guerra Ci- benévolo. Durante el Sexenio Democrático, miembro
vil y la dictadura franquista tanto por la Iglesia como por del partido republicano federal partidario de la acción
Franco para referirse al bando republicano y su carácter política legal, en oposición a los intransigentes. Su líder
laico, que consideraban contrario a la esencia histórica era Pi i Margall. (Bloque 4).
de España y una influencia nociva extranjera de carácter
democrático, masón o comunista. (Bloques 6 y 7). bicameral. Ver Cortes.

apostólico. Ver absolutismo. bienes comunales. Propiedades (normalmente tie-


rras) que pertenecen a una comunidad de vecinos o a un
aperturismo. Actitud política por la que un régimen municipio. Según los casos, pueden recibir el nombre de
autoritario permite ciertas libertades. En la dictadura baldíos o de propios. Durante el Antiguo Régimen eran
franquista, fue una corriente formada a partir de los bienes amortizados, es decir que no se podían vender.
años 60 por políticos falangistas como Fraga, que pen- Fueron desamortizados por Madoz en 1855, lo que su-
saban que para su supervivencia el régimen de Franco puso un empobrecimiento para los pueblos al privarlos
debía ser menos autoritario. De esta forma se oponían del disfrute de sus alquileres o de su uso gratuito para
al inmovilismo del Ejército o de los miembros del Opus pastos o recogida de leña. (Bloques 3 y 4).
Dei. (Bloque 7).
bipartidismo. Situación política en la que dos grandes
arancel. Impuesto comercial aplicado a productos ex- partidos se alternan en el Gobierno, sin que otros parti-
tranjeros para favorecer la venta del producto interior. dos tengan opción de gobernar. Es típica del turnismo de
Es una medida económica proteccionista, o de nacio- la Restauración entre los partidos Conservador y Liberal
nalismo económico, que se impuso sobre todo durante (Bloque 5), así como de la democracia hasta el 2019
la Restauración (ver nacionalismo). Los aranceles más entre el PSOE y el PP (Bloque 8).
importantes de ese período son los de 1891, 1906 y 1922.
(Bloque 5). búnker. Construcción subterránea de carácter defensi-
vo. A finales de la dictadura franquista y principios de la
autarquía. Política económica de autosuficiencia por Transición, este término se utilizó para designar al sector
la que un Estado utiliza materias primas y productos inmovilista del franquismo. (Bloques 7 y 8).
propios, sin recurrir al comercio exterior (es decir, a las
importaciones). En España la autarquía se aplicó duran- burbuja inmobiliaria. Situación económica en que
te la primera etapa de la dictadura franquista (de 1939 el precio de las viviendas aumenta por encima de la
a 1959 aproximadamente), si bien se hicieron algunas demanda, a lo que puede contribuir la especulación. Se
importaciones básicas como trigo o petróleo. (Bloque 7). dio en España como antecedente de la Gran Recesión
de 2008. (Bloque 8).
autonomía. Capacidad de una región para establecer
instituciones y leyes propias dentro del Estado al que burguesía. Grupo social integrado por personas que
pertenece. Ello implica un modelo de Estado descentra- no desempeñan un trabajo manual y que disfrutan de
lizado. En la España actual, las regiones se denominan un modo de vida acomodado gracias a sus negocios y
Comunidades Autónomas y sus instituciones están re- propiedades, generalmente en las ciudades. Es el grupo
guladas por su Estatuto de Autonomía, un texto jurídico promotor del liberalismo, y puede distinguirse entre alta
que debe estar sujeto a la Constitución nacional. Las burguesía (de clase alta) y pequeña burguesía (de clase
Comunidades Autónomas no han existido antes de 1979. media), según su nivel de riqueza y de poder.
(Bloques 6 y 8).
burocracia. Estilo de gobierno basado en la abundan-
autoritarismo. Actitud política por la que el Gobierno cia de trámites por un exceso de reglamentación y que
ejerce su autoridad por encima de los derechos de los suele ser lento e ineficiente. Burocracia puede referirse
ciudadanos o de los demás poderes del Estado, como también, según la RAE, a la «excesiva influencia de los
ocurrió en los Gobiernos moderados del reinado de funcionarios en los asuntos púbicos».
Isabel II o en el Gobierno de Serrano al final de la I
República (Bloque 4). También se puede referir al tipo cacique, caciquismo. Durante la Restauración, el
de régimen político que tiene esa actitud política como cacique era una persona con gran influencia local a causa
característica principal, como en el caso de las dicta- de sus propiedades, sus negocios o su cargo, especial-
duras (Bloques 5 y 7). En este caso, el autoritarismo se mente en zonas rurales. El caciquismo era el sistema
relaciona con el totalitarismo, pero a diferencia de este por el cual los caciques influían en el voto de sus vecinos
no implica una ideología política definida (Bloque 7). siguiendo las indicaciones del Gobierno, y por tanto era
fundamental para el fraude electoral típico del turnis-
ayacuchos. Partidarios del general Espartero durante mo. El término cacique designa originalmente al jefe de
la regencia de este (1840-1843). El resentimiento por el una tribu indígena en la América hispana. Ver encasi-
favoritismo de Espartero hacia los ayacuchos, general- llado. (Bloque 5).
mente militares, fue una de las causas del pronuncia-
miento que obligó a este a dejar la regencia y exiliarse. camarilla. Grupo de personas cercanas a un gober-
(Bloque 4). nante que, sin poseer un cargo político, influyen en sus
decisiones y constituyen un «Gobierno en la sombra».
baldíos. Ver bienes comunales. Las camarillas influyeron en la inestabilidad política de
los reinados de Fernando VII e Isabel II. (Bloques 3 y 4).

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

cantonalismo. Durante la I República española, movi- competencias legislativas (capacidad de hacer leyes) a
miento de insurrección federalista con apoyo del movi- instituciones regionales. Los Gobiernos moderados, la
miento obrero que consistía en la creación de Gobiernos Restauración o las dictaduras son ejemplos de centra-
locales desvinculados del Gobierno central, con el obje- lismo. Los fueros, el federalismo o las actuales Comu-
tivo de federarse posteriormente en una república. Este nidades Autónomas son ejemplos de descentralización.
movimiento fue reprimido por el Ejército. (Bloque 4).
centro. En política, postura o ideología que combina
capitalismo. Sistema económico de la Edad Contem- ideas de la derecha y la izquierda. En la España del siglo
poránea en el que la propiedad de los medios de pro- xix, la Unión Liberal puede considerarse un partido de
ducción es privada y cuya finalidad es la obtención de centro. En el siglo xx, lo era la UCD o más tarde el CDS.
beneficios. Surge de la Revolución Industrial y se basa en Actualmente, los partidos mayoritarios practican políti-
el liberalismo económico. Fue analizado por Karl Marx. cas centristas (no confundir con centralistas), de modo
(Bloque 5). que el PP es un partido de centroderecha y el PSOE de
centroizquierda o socialdemócrata, mientras que Ciu-
capitán general. Mando temporal que ostenta el jefe dadanos sería un partido de centro más o menos puro.
de una región militar, o capitanía general, en las que se
divide España. Los capitanes generales eran militares de cesante. Durante el siglo xix, especialmente la Res-
cierto prestigio que podían desde su puesto llevaban a tauración, empleado de la Administración que ha sido
cabo la represión o bien daban golpes de Estado (Pavía cesado por el Gobierno entrante y que debe esperar la
en 1874, Primo de Rivera en 1923 y Milans del Bosch vuelta del saliente, o cualquier otra forma de influencia,
en 1981). para recuperar su empleo. Hasta 1918 las plazas de la
Administración no se ocupaban por oposición sino por
carlismo. Movimiento político tradicionalista que designación (o «enchufe»), lo que las hacía objeto de la
defiende la monarquía absoluta, la religión católica y corrupción del turnismo. (Bloques 4 y 5).
los fueros, y que se forma en España tras la muerte de
Fernando VII para apoyar los derechos de sucesión del checa o cheka. Grupo de la policía secreta soviética
hermano de este, Carlos María Isidro. Da lugar a tres con labores de espionaje y represión. En la Guerra Civil
guerras carlistas: la primera, de 1833 a 1840; la segunda española, se llamó checas a los locales donde grupos
o dels Matiners (que algunos historiadores consideran obreros retenían, torturaban o asesinaban a acusados
solo una revuelta), de 1846 a 1849; y la tercera, de 1872 de pertenecer al bando franquista. (Bloque 6).
a 1876. Después de esta, el carlismo se escinde en dos
tendencias. Interviene en la Guerra Civil, en el bando Cien Mil Hijos de San Luis. Ejército enviado por el
franquista, con el nombre de tradicionalismo, y sus com- Gobierno francés en 1823, tras acuerdo del Congreso de
batientes reciben el nombre de requetés. Durante la Tran- Verona, para reponer a Fernando VII en el trono absoluto
sición, la tendencia izquierdista del carlismo forma parte de España. Fue comandada por el duque de Angulema,
de Coordinación Democrática y sufre el atentado de la sobrino del rey de Francia, Luis XVIII, y primo de Fer-
procesión de Montejurra (1976). (Bloques 3, 4, 7 y 8). nando VII. En realidad fueron unos 60 000 soldados, a
los que se unió un número indeterminado de voluntarios
carta otorgada. Documento jurídico sujeto a la auto- españoles, cuya crueldad con los liberales sorprendió a
ridad del monarca que regula el Estado y los derechos los propios franceses. De hecho, Angulema se mostró
de los ciudadanos. A diferencia de una Constitución, no en contra de la represión ejercida por Fernando VII. La
emana de la soberanía nacional (Estatuto de Bayona de intervención de los Cien Mil Hijos de San Luis puso fin
1808, promovido por Napoleón, Bloque 3). El Estatuto al Trienio Liberal y permitió el regreso del absolutis-
Real de 1834 está influido por la Carta Otorgada fran- mo, para lo cual las tropas francesas permanecieron en
cesa de 1814. (Bloque 4). España hasta 1828 (incluso ayudando a Fernando VII
en la guerra dels Malcontents) a cargo de las arcas del
censo. Según la RAE, «padrón o lista de la población o Estado. (Bloque 3).
riqueza de una nación o pueblo». El censo electoral es
la lista de los ciudadanos con derecho a voto en unas cimbrio. Durante el Sexenio Democrático, miembro de
elecciones determinadas. Durante la época del libera- una escisión del partido demócrata que optó por pactar
lismo (Bloques 4 y 5), los censos electorales los confec- con los monárquicos unionistas y progresistas en lugar
cionaban los ayuntamientos; por este motivo, y ya que de reclamar la república (Bloque 4).
los progresistas tenían más votantes en los pueblos, los
moderados les quitaban autonomía (centralismo) y los ciudadano. Miembro de una nación que goza de de-
progresistas se la daban (descentralización). rechos políticos como el de voto.

centralismo, centralización. Forma de organiza- civilismo. Actitud política que se dio durante la Res-
ción política y administrativa según la cual la autoridad tauración y que se basaba en apartar del poder a los
de un Estado se fija en un solo centro (normalmente la militares, que hasta entonces lo habían acaparado (Blo-
capital de la nación) y en la que se aplican las mismas que 4).
leyes en todo el territorio nacional. En España, el centra-
lismo fue introducido por el absolutismo y continuado clero. En España, conjunto de miembros de la Iglesia
por el liberalismo, que buscaba la mejora del gobierno católica. Durante el Antiguo Régimen constituye el pri-
mediante criterios racionales y uniformes. Lo contra- mer estamento de la sociedad, una minoría social que
rio es la descentralización, que implica el traspaso de goza de privilegios y basa su riqueza en la posesión de

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

tierras. El clero regular es el sometido a una orden mo- Durante el reinado de Isabel II, los liberales conservado-
nástica y por tanto vive enclaustrado en monasterios y res se llamaban moderados; a partir de la Restauración
conventos (monjes, frailes); los liberales legislaron en su se llaman conservadores. El carlismo o el franquismo son
contra al considerarlo una carga para la sociedad (ver movimientos políticos ultraconservadores.
anticlericalismo). El clero secular es el que desempeña su
actividad entre el resto de la sociedad (curas párrocos, Congreso de los Diputados. Una de las cámaras de
obispos). Solo durante la II República se permitió la las Cortes Generales (la otra es el Senado). Recibe tam-
existencia de clero no católico. bién el nombre de «cámara baja». En el siglo xix era la
cámara de carácter plenamente electivo, representativa
clientelar. Relación de interdependencia que se es- de todo el electorado. Fue establecido en la Constitución
tablece entre una persona con poder para conceder fa- de 1837, y su sede actual (en la Carrera de San Jerónimo,
vores y otra que se pone a su servicio. El caciquismo se en Madrid) se inauguró en 1850.
basaba en una red de relaciones clientelares. (Bloque 4).
Constitución. Documento jurídico que regula las ca-
coalición. Unión de distintas personas o grupos que racterísticas de un Estado y los derechos y libertades de
persiguen un mismo fin. Una coalición electoral se da sus ciudadanos, y en el que se basa todo el ordenamiento
cuando distintos partidos se presentan a unas eleccio- jurídico de ese Estado. Por ello, se la llama también ley
nes unidos en una misma candidatura. Una coalición de fundamental. Una constitución se compone de un preám-
gobierno se da cuando este está formado por políticos de bulo o introducción y de títulos divididos en artículos.
partidos distintos, como ocurrió en la II Republica y en Contiene un parte dogmática, que expresa principios
el bando republicano durante la Guerra Civil (Bloque 6) generales, y una parte orgánica que establece normas.
u ocurre en la actualidad (Bloque 8). Las leyes que desarrollan aspectos de una constitución se
llaman orgánicas. Una constitución es una característica
colectivización. Proceso por el que bienes de pro- de los sistema liberales y democráticos, al intervenir en
piedad privada pasan a ser de propiedad colectiva. Este su elaboración la soberanía nacional a través de Cortes
proceso se dio durante la Guerra Civil española en las Constituyentes. En España ha habido siete constitucio-
zonas bajo control anarquista del bando republicano, nes en vigor (1812, 1837, 1845, 1869, 1876, 1931 y 1978)
como en el caso de las colectivizaciones de fábricas en y dos no promulgadas (1856 y 1873). El Estatuto de
Barcelona o de tierras en el Bajo Aragón (Bloque 6). Bayona (1808) y el Estatuto Real (1834) no se consi-
deran constituciones al emanar de la Corona y no de
colonia. Territorio conquistado (generalmente no eu- Cortes representativas. El origen del término se halla
ropeo) dominado políticamente y explotado económi- en la Edad Media, cuando los distintos reinos cristianos
camente por un país (la metrópoli, generalmente euro- llamaban constituciones a sus leyes o privilegios propios,
pea). A principios del siglo xix España poseía colonias en de tipo foral. Para Cánovas, quien basó parte de su teoría
América del Sur y Central, en el sudeste asiático y en el política en la España medieval, existía por encima de
África atlántica. En 1824 había perdido las colonias ame- las constituciones escritas una constitución interna no
ricanas (Bloque 3) salvo Cuba y Puerto Rico, además de escrita y creada a lo largo de la historia (Bloque 5).
Filipinas, perdidas en 1898 (Bloque 5). En 1912 pasó a
administrar por concesión de Francia el Protectorado del consumos. Impuesto sobre la compraventa estable-
Rif, en el norte de Marruecos. Las colonias africanas se cido en la reforma fiscal de Mon/Santillán de 1845. Al
perdieron durante la dictadura franquista (Bloque 7). encarecer los bienes de primera necesidad, afectaba
especialmente a la clase trabajadora, que a lo largo del
Comunidad Autónoma. Ver Autonomía. siglo xix reivindicó su eliminación. Fue eliminado par-
cialmente en 1911 por el Gobierno de Canalejas. (Blo-
comunismo. Teoría y práctica política proveniente del ques 4 y 5).
marxismo y puesta en práctica en la Unión Soviética. En
España, el comunismo está representado por el Partido corporativismo. En política, sistema en que la repre-
Comunista de España (PCE), fundado en 1922 por una sentación no se ejerce por sufragio y partidos políticos
escisión del PSOE influida por el Partido Comunista de sino por corporaciones, es decir grupos sociales con ac-
la Unión Soviética. El comunismo español llegó a su auge tividad o intereses comunes (por ejemplo, agricultores,
durante la Guerra Civil, cuando el PCE ocupó puestos en militares o profesores). Los partidarios del corporati-
el Gobierno republicano. Ver marxismo. (Bloques 4 y 6). vismo consideran que este sistema es más justo que el
liberal o el democrático. Es una de las características de
concordato. Convenio o tratado sobre las relaciones los regímenes fascistas. Ver fascismo. (Bloque 7).
de un Estado con la Iglesia católica, firmado entre ese
Estado y el Vaticano. Los concordatos más importantes Cortes. Institución parlamentaria de origen medieval
firmados por España son el de 1851 (Bloque 4), 1953 que representa en España la soberanía nacional y des-
(Bloque 7) y 1979 (Bloque 8). empeña el poder legislativo, en algunas épocas junto
con el rey. Las Cortes se llaman Constituyentes cuando
confesionalidad. Ver aconfesionalidad del Estado. su objetivo es elaborar una Constitución, tras lo cual se
disuelven y se convocan elecciones a Cortes ordinarias.
conservador, conservadurismo. En política, es- Están integradas por representantes electos y pueden ser
tos términos se refieren a la ideología de derecha que unicamerales (de una sola cámara, el Congreso de los
defiende el mantenimiento de la autoridad y del orden Diputados) o bicamerales (de dos cámaras, Congreso y
social establecido, así como los intereses de la clase alta. Senado). El término completo actual es Cortes Generales.

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

crecimiento natural o vegetativo. En demografía, demócrata. En el siglo xix, partido político surgido
crecimiento de la población según la diferencia entre la en 1849 como una escisión del partido progresista. De-
tasa de natalidad y la tasa de mortalidad, sin tener en fendía el sufragio universal y los derechos naturales,
cuenta las migraciones. así como en algunos casos la república como forma del
Estado (Bloque 4).
criollos. Españoles nacidos en las colonias americanas.
Formaban la burguesía de las colonias y fueron los im- derecha. Ver conservador, moderado.
pulsores de la emancipación de estas en el primer tercio
del siglo xix. (Bloque 3). derecho. Según la RAE, un derecho es la «facultad del
ser humano para hacer legítimamente lo que conduce
crisis de subsistencias. Ver subsistencias. a los fines de su vida». En política se habla de derechos
ciudadanos, civiles, individuales o fundamentales, o bien
cristino. Partidario de la regente María Cristina de de derechos y libertades, que están reconocidos por las
Borbón (conocida entonces como la «Reina Goberna- Constituciones como una de las principales caracterís-
dora») durante la primera guerra carlista (Bloque 4). ticas del ordenamiento jurídico. Se llaman naturales
cuando se considera que el ser humano los adquiere al
cruzada. Expedición militar de los reinos cristianos nacer y que por tanto su validez está por encima de las
medievales para expulsar a los musulmanes de Tierra leyes. Los derechos pueden ser a la igualdad, la libertad,
Santa. En España, este término fue utilizado por el ban- la propiedad, la seguridad, la reunión, la asociación,
do franquista y la Iglesia católica para referirse a la Gue- el libre pensamiento, la libre expresión, etc. Por otro
rra Civil, ya que para ellos esta suponía la lucha contra lado, el derecho es el conjunto de las leyes. Ver Estado
la legislación laica de la II República. Ver anti-España. de derecho.
(Bloque 6).
desamortización. En el siglo xix, proceso de nacio-
cuerpo electoral. Conjunto de ciudadanos con dere- nalización y venta de bienes amortizados, es decir fuera
cho a voto. La amplitud del cuerpo electoral depende de del mercado por su vinculación a la Iglesia o a munici-
las leyes electorales, que determinan el tipo de sufragio. pios. En España se emprenden dos grandes desamorti-
Ver sufragio. zaciones, promovidas por los liberales progresistas: la
de Mendizábal, sobre bienes eclesiásticos (1836); y la
decreto. Norma jurídica que emana del Gobierno con de Madoz, sobre bienes eclesiásticos y civiles (1855).
el fin de resolver asuntos ordinarios que o no requieren Ambas forman parte de la reforma agraria liberal, una
la participación de las Cortes o bien son demasiado ur- de las aportaciones más importantes y más controverti-
gentes para ser sometidos a trámite parlamentario. Se das de este movimiento político. Ver bienes comunales,
llama «gobernar por decreto» a la acción de un Gobierno manos muertas, desvinculación. (Bloques 4 y 5.)
que abusa de su poder de emitir decretos para actuar al
margen de las Cortes, lo que se considera autoritario. desarrollismo. Segunda etapa de la dictadura fran-
Esto ocurrió, por ejemplo, durante los Gobiernos mode- quista iniciada en 1959 a raíz del Plan de Estabilización
rados de Isabel II, el Gobierno de Serrano al final de la I creado por el Gobierno de 1957, formado por tecnó-
República o el reinado de Alfonso XIII, aunque también cratas. Pone fin a la autarquía y se caracteriza por la
ha ocurrido en la democracia actual (Bloques 4 y 5). modernización de la economía española, basada en la
apertura a la economía internacional de libre mercado.
deflación. Descenso general de los precios y subida del (Bloque 7).
valor de la moneda. Tiene un efecto económico negativo
al inhibir el consumo. desastre del 98. Crisis política y moral sufrida por Es-
paña a raíz de la derrota en la guerra hispano­americana
democracia. Sistema político basado en la soberanía de 1898 y de la consiguiente pérdida de las últimas co-
nacional que consiste en la intervención del pueblo en lonias de ultramar: Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Esta
la legislación y el gobierno a través de representantes derrota no causó un impacto económico generalizado
elegidos por sufragio universal. Otros valores de la de- debido a la repatriación de capitales, si bien la indus-
mocracia es el respeto a los derechos y libertades y la tria textil catalana se vio afectada al perder su principal
búsqueda de la igualdad de oportunidades. Este sistema mercado. El desastre del 98 está considerado el inicio de
surge de la evolución del liberalismo. En realidad, el la crisis del sistema de la Restauración y por tanto del
término se suele referir a la democracia liberal o represen- Estado liberal. (Bloque 6).
tativa, ya que la directa basada en referéndums no suele
darse de forma continuada en la práctica. En la España descentralización. Ver centralismo.
contemporánea ha habido tres etapas democráticas: el
Sexenio Democrático, la II República y la actualidad. despotismo ilustrado. Última etapa del absolutis-
No se incluyen la España de las Cortes de Cádiz por la mo, en la que se emprenden reformas según los princi-
situación de guerra ni la Restauración por su manipu- pios de la Ilustración pero sin cuestionar las estructuras
lación sistemática del sufragio universal. La dictadura básicas del Antiguo Régimen (monarquía absoluta, so-
franquista se definió como «democracia orgánica», lo ciedad estamental). (Bloque 3).
que indicaría que el pueblo era representado a través de
sus «órganos» (la familia, el sindicato y el municipio), desvinculación. Proceso de abolición de los mayoraz-
pero no a través de sufragio. gos, que permitió que estos bienes pudieran ser dividi-
dos y vendidos. Constituyó una de las reformas básicas

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

del liberalismo español, establecida por primera vez distrito. Tipo de división territorial. En política, zona
durante el Trienio Liberal, derogada por Fernando VII y por la que un candidato se puede presentar a unas elec-
vuelta a establecer definitivamente por los progresistas ciones generales, y que en la España actual coincide
en 1836. La desvinculación fue una forma de desamor- con la provincia. Durante la Restauración, un distrito
tización, aunque, a diferencia de las manos muertas y propio era aquel cuyo candidato al Congreso por un par-
los bienes comunales, los mayorazgos no fueron nacio- tido determinado era originario de allí, mientras que un
nalizados para no perjudicar a la nobleza que los poseía. distrito cunero era aquel en el que un partido colocaba
(Bloque 4). a un candidato forastero por intereses particulares y
no del distrito (Bloque 4). También se llama distrito a
deuda pública. Préstamos obtenidos por el Estado una de las partes en que se divide el municipio de una
para financiarse. Estos préstamos pueden proceder de ciudad grande.
personas o entidades del mismo país (deuda interior)
o del extranjero (deuda exterior). En España, la guerra división de poderes. Principio del liberalismo, enun-
de Independencia, la restauración del absolutismo y la ciado por el ilustrado Montesquieu en 1748, que estable-
emancipación de las colonias generaron una enorme ce que los poderes del Estado deben ser ejercidos por
deuda pública que comprometió el desarrollo económi- personas o instituciones distintas para evitar abusos y
co del país durante el siglo xix. (Bloques 4 y 5). garantizar las libertades. También conocido como sepa-
ración de poderes. Ver poderes del Estado.
dictadura. Forma de gobierno que concentra los po-
deres del Estado en una sola persona o en un grupo doceañistas. Término que designa a los liberales con-
reducido y en la que se suspenden los derechos y liber- servadores durante el Trienio Liberal (1820-1823), y
tades, teóricamente como recurso de emergencia y tem- que hace referencia a la anterior participación de estos
poral. En España, el régimen de Primo de Rivera recibió en las Cortes de Cádiz y en la Constitución de 1812. Los
el nombre de dictadura, mientras que el de Franco no doceañistas como Martínez de la Rosa eran partidarios
se consideró oficialmente como tal (Bloques 5 y 7). La de pactar con la monarquía y de modificar la Consti-
dictadura del proletariado es una fase de la revolución tución de 1812 en sentido conservador, añadiendo un
marxista. Ver marxismo (Bloque 4). Senado a las Cortes (Bloque 3). Son el origen del partido
moderado del reinado de Isabel II (Bloque 4).
diezmo. Durante el Antiguo Régimen, décima parte de
las cosechas, que se pagaba como impuesto a la Iglesia. doctrinarismo. Corriente política originada en la
(Bloque 3). Francia de principios del siglo xix que defiende un li-
beralismo conservador, basado en la soberanía com-
dinástico. Al ser la monarquía una institución here- partida entre rey y Cortes; el liderazgo de una minoría
ditaria y por tanto vinculada a una estirpe familiar o capacitada; y un sufragio muy restringido. En España,
dinastía, los derechos dinásticos son aquellos que per- esta ideología fue adoptada por el partido moderado.
miten a una persona heredar legítimamente el trono del (Bloque 4).
rey anterior. Una crisis dinástica o sucesoria es la que se
produce cuando un rey no deja un heredero, o cuando emancipación. Acto por el que alguien se libera de
existe una disputa por los derechos dinásticos entre va- una tutela o una subordinación. Este término se em-
rios sucesores, como ocurrió a menudo en la Edad Media plea para referirse al proceso de independencia de las
o más tarde en la guerras de Sucesión y carlistas. Una colonias americanas en el primer cuarto del siglo xix
unión dinástica se produce con el matrimonio de reyes (Bloque 3).
de dinastías distintas o cuando personas de una misma
dinastía ocupan el trono de reinos distintos; los Reyes encasillado. Durante la Restauración, distribución
Católicos pertenecían a la misma dinastía y procedían previa de los escaños de las Cortes entre los distintos
de reinos distintos (Bloque 2). partidos políticos que se presentan a unas elecciones,
elaborada por el ministro de la Gobernación y garan-
diputado. Miembro del Congreso de los Diputados, y tizada por el caciquismo. El encasillado era una de las
por tanto del poder legislativo, en calidad de represen- bases del turnismo. (Bloque 4).
tante de la soberanía nacional.
escisión. En política, creación de un partido por la sa-
diputación. Institución administrativa provincial. lida de un grupo de miembros disidentes de un partido
Hasta la creación de las Comunidades Autónomas a anterior. El partido demócrata fue una escisión del pro-
partir de 1979, España estaba dividida en provincias, gresista, el republicano fue una escisión del demócrata
cuyas diputaciones administraban servicios y recursos y el comunista fue una escisión del socialista (Bloque 4).
comunes a los municipios de cada una. Las diputaciones
siguen existiendo hoy en día, si bien su utilidad se ha espadones. En el siglo xix, altos mandos militares que
visto discutida. se dedicaban a la política, convirtiéndose en líderes de
los distintos partidos políticos y ocupando la jefatura
directorio. Organismo compuesto por varios miem- del Gobierno. En ocasiones protagonizaban pronuncia-
bros que ejercen el gobierno de forma colegiada. Duran- mientos. Generalmente sus ideas políticas estaban poco
te la dictadura de Primo de Rivera hubo un Directorio definidas, e incluso podían cambiarlas si les era nece-
Militar (1923-1925) y un Directorio Civil (1925-1930), sario para conseguir o conservar el poder. Los más im-
aunque en la práctica el poder lo ejercía el propio Primo portantes fueron Espartero, Narváez, O’Donnell, Prim,
de Rivera. (Bloque 5). Serrano y Martínez Campos (Bloque 4). Primo de Rivera

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

o incluso Franco pueden considerarse herederos de los de base agraria a otra de base industrial. En España se
espadones, aunque en circunstancias distintas. produce primero desde mediados del siglo xix hasta la
I Guerra Mundial, y más tarde y con mayor importancia
Estado. Conjunto de instituciones que vinculan a los en la década de 1960, durante la dictadura franquista.
ciudadanos de una misma nación. En España, el cargo (Bloques 5 y 7).
de jefe de Estado ha sido ocupado por el monarca (rey,
reina o regente), el Presidente de la República y el dic- Falange, falangista. Falange fue un partido político
tador Franco. fascista fundado por José Antonio Primo de Rivera en
1933, durante la II República. En 1937 fue unificado por
Estado de derecho. Término que se emplea habitual- Franco con otros partidos fascistas y uno carlista, adqui-
mente para designar el Estado en que todas las personas riendo el nombre de Falange Española Tradicionalista y
e instituciones están sometidas al imperio de la ley, que de las JONS, más comúnmente conocido como Falange.
a su vez es creada por la soberanía nacional. Por tanto, En 1943 pasó a llamarse Movimiento Nacional. Los fa-
se considera lo contrario al absolutismo o la dictadura, langistas seguidores de Primo de Rivera, anteriores a la
aunque estos sistemas también cuenten con leyes. unificación, recibían el nombre de «camisas viejas», por
la camisa azul oficial del partido. (Bloques 6 y 7).
Estado del bienestar. Situación en la que el Estado
garantiza las necesidades básicas de la población, tales familia. Durante la dictadura franquista, sector de la
como la sanidad, la educación o las pensiones. Está re- sociedad que colabora con Franco y goza de parcelas
lacionado con un modelo económico mixto en que el Es- de poder permitidas por este: el Ejército, la Iglesia y el
tado interviene parcialmente en la economía mediante Movimiento Nacional. (Bloque 7).
regulación y gasto público, así como con la sociedad de
consumo. Se considera que España entra en el Estado del fascismo. Movimiento político surgido en Italia en los
bienestar después de la Transición, durante el Gobierno años 20 del siglo xx bajo el liderazgo de Benito Mussoli-
del PSOE. (Bloque 8). ni. El fascismo se caracterizaba por el ultranacionalismo,
el control de Estado sobre el individuo, el papel de un
estamento. Grupo social propio del Antiguo Régimen, líder carismático, la existencia de un partido único, el
determinado por el nacimiento y no por el nivel de ri- militarismo y un modelo de Estado corporativo. Se pre-
queza, como ocurre posteriormente con la clase social. sentaba como una alternativa tanto al liberalismo y la
Existían dos estamentos privilegiados (nobleza y clero, democracia como al marxismo. El fascismo influyó en
que gozaban de leyes especiales por las que no pagaban dictaduras europeas como la nazi o la franquista, que
impuestos y no podían trabajar) y uno no privilegiado, por tanto suelen ser consideradas también regímenes
el pueblo llano. La división estamental fue disuelta por fascistas. (Bloque 6, ver corporativismo y totalitarismo.)
los liberales al declarar la igualdad ante la ley en las
Constituciones de 1812 y 1837. (Bloques 3 y 4). federalismo. Teoría política que defiende la organi-
zación descentralizada del Estado o de cualquier co-
estatuto. Ver Autonomía. munidad mediante la federación de distintos territorios
o grupos. En un Estado federal, territorios o Estados
exaltados. Término que designa a los liberales radica- independientes deciden unirse conservando sus propias
les durante el Trienio Liberal, partidarios de mantener leyes y características, en lugar de ser el Gobierno cen-
a toda costa la Constitución de 1812. Pertenecen a una tral el que permita leyes propias a los distintas regiones
generación posterior a los doceañistas y constituyen el de un país, como ocurre en el sistema autonómico. En el
origen del partido progresista. (Bloque 3). siglo xix, los federalistas estaban a la izquierda de pro-
gresistas y demócratas. Durante la I República se intentó
exclusivismo. Práctica política por la que la reina imponer en España un sistema federal, tanto de forma
Isabel II nombraba únicamente Gobiernos del partido legal (proyecto de Constitución de 1873) como revolu-
moderado, marginando al progresisa y a la Unión Li- cionaria (ver cantonalismo). El federalismo es también
beral. Se considera una de las causas de su caída, y uno una corriente filosófica que defiende la organización
de los problemas que Cánovas quiso evitar durante la de la sociedad a partir de la libertad individual y me-
Restauración. (Bloque 4). diante el establecimiento de relaciones libres entre los
individuos y sus comunidades, «de abajo a arriba». Esta
exilio. Emigración al extranjero forzada por motivos corriente influyó en el anarquismo. (Bloque 4).
políticos, ya sea por desacuerdo con el Gobierno existen-
te o como huida de la represión que este ejerce. En la his- feudal, feudalismo. El sistema feudal se desarrolló
toria contemporánea española ha habido varios exilios en la Alta Edad Media, y está en el origen del Antiguo
colectivos: los de afrancesados y liberales (Bloque 3); Régimen. Consiste en la división del poder político en
los de carlistas y republicanos del Sexenio Democrático feudos, es decir territorios dentro de un reino que son
(Bloque 4); y los de los republicanos de la Guerra Civil gobernados por un señor (miembro de la nobleza o el
(Bloque 6). También hubo frecuentes exilios persona- clero), quien además posee derechos sobre esas tierras
les, generalmente cuando un político o un espadón caía y sus habitantes. La existencia en España del feudalismo
en desgracia (Prim) o bien sufría un pronunciamiento europeo ha sido disctutida por algunos historiadores,
(Espartero, Bloque 4). que prefieren emplear el término régimen señorial. El
feudalismo implica un concepto de propiedad distinto
éxodo rural. Movimiento migratorio masivo del cam- al actual, no mercantil, en el que lo determinante es el
po a la ciudad, que implica el paso de una economía derecho de uso, que no incluye la venta. Los liberales

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abolieron el régimen feudal o señorial y lo sustituyeron de Godoy se inició al ingresar en la guardia de corps de
por el derecho a la propiedad. Ver desamortización y Carlos IV (Bloque 3). El segundo marido de la regente
desvinculación. (Bloques 2 y 3). María Cristina de Borbón, Fernando Muñoz (más tarde
duque de Riánsares) también fue guardia de corps.
franquismo. Término que se refiere al conjunto de
principios y prácticas asociados a la dictadura de Fran- guerrilla. Forma de combate basada en el hostiga-
co, así como a los partidarios de este. Según Linz, el miento al enemigo llevado a cabo por pequeñas tro-
franquismo es más una mentalidad que una ideología. pas irregulares (conocidas también como guerrillas),
No debe confundirse con la dictadura franquista; esta contando con la ventaja del factor sorpresa, del despla-
terminó en 1976, mientras que el franquismo sigue exis- zamiento rápido y del conocimiento del terreno. Las
tiendo hoy día. Hacia el final de la dictadura, el arraigo primeras guerrillas importantes se formaron durante la
de este régimen entre la sociedad fue conocido como guerra de Independencia con combatientes de distintos
franquismo sociológico. (Bloques 7 y 8). grupos sociales e ideologías. Su acción contribuyó a la
derrota del ejército francés (Bloque 3). Más tarde, los
fueros. En los reinos cristianos medievales, estatutos carlistas (Bloque 4), los independentistas cubanos (Blo-
jurídicos privilegiados concedidos por los reyes a las ques 4 y 5) y el maquis (Bloque 7) también practicaron
ciudades y sus territorios para estimular su repoblación, el combate de guerrillas.
permitiéndoles leyes e instituciones propias. En el siglo
xix, la demanda de protección de los fueros es una de las Gobierno. Dentro del Estado, el Gobierno es la institu-
bases del carlismo y en parte el origen de los nacionalis- ción que ejerce el poder ejecutivo (aplica o hace cumplir
mos regionales. Los fueros son lo contrario al centralis- las leyes), si bien además puede emitir normas adminis-
mo y la unidad de códigos constitucional, características trativas (a través de decretos, órdenes y resoluciones).
de la política liberal (Bloque 4). La dictadura franquista Está dirigido por un presidente del Consejo de Minis-
empleó el término «fuero» para algunas de sus Leyes tros y dividido en distintos departamentos o ministe-
Fundamentales (Bloque 7). rios, dirigidos por ministros, especializados en distintos
campos de actuación. Las decisiones del Gobierno se
gasto social. Inversión del Estado en servicios básicos toman en el Consejo de Ministros. El actual Ministerio
o asistenciales prestados a la población. Ver Estado del del Interior era antiguamente el de Gobernación, que
bienestar. durante la Restauración se encargaba del encasillado; el
de Defensa era el de Guerra; y el de Instrucción Pública
Generalitat. Nombre heredado de la Edad Media que era el de Educación. El término se escribe con iniclal
recibe el conjunto de las instituciones autonómicas en mayúscula cuando se refiere a la institución.
Cataluña y en la Comunitat Valenciana. En Cataluña, la
Generalitat se instauró en 1932, durante la II República, Gobierno de concentración. Es aquel formado por
y existe en la actualidad desde 1977. La valenciana existe todos los partidos políticos relevantes de un país en mo-
desde 1982. (Bloques 6 y 8). mentos de emergencia o de crisis política. Durante el rei-
nado de Alfonso XIII, el rey recurrió a formar Gobiernos
gremio. Asociación medieval de artesanos de un mis- de concentración ante la crisis del turnismo. (Bloque 5).
mo oficio en una misma ciudad, que regulaba su activi-
dad profesional y los precios de sus productos. El poder golpe de Estado. Toma del poder político por la fuer-
de los gremios, contrario a la libre competencia, fue za, efectuada por militares o con el apoyo de estos, y que
abolido en 1834, durante la regencia de María Cristina. implica el control de las instituciones del Estado con la
(Bloques 2, 3 y 5). intención de cambiar el régimen político en defensa de
los intereses de un grupo social determinado. En gene-
Guardia de Asalto. Cuerpo de seguridad fundado por ral, se considera distinto a la revolución, debido a que el
el Gobierno de Azaña en 1932, durante la II República, golpe de Estado se lleva a cabo «desde dentro» y con un
con la finalidad de mantener el orden ante las moviliza- sentido conservador, es decir sus autores ya forman par-
ciones sociales en las ciudades, para lo que se le armó te del poder establecido y pretenden impedir políticas
con porras y pistolas. La Guardia de Asalto actuaba como progresistas, mientras que los revolucionarios aspiran a
contrapeso a la Guardia Civil, un cuerpo históricamente alcanzar el poder para imponer políticas progresistas. En
conservador, odiado en el medio rural, y no adaptado a España se han dado el golpe de Fernando VII (1814, Blo-
la acción contra masas urbanas. que 3); el de Pavía (1874, I República, Bloque 4); el de
Primo de Rivera (1923, reinado de Alfonso XIII, Bloque
Guardia Civil. Cuerpo armado dependiente del Ejér- 5); el «Alzamiento Nacional» (1936, II República), que
cito, fundado en 1844 por el duque de Ahumada, miem- dio lugar a la Guerra Civil; y el de 23 de febrero de 1981
bro del Gobierno moderado, para asegurar el manteni- (transición, Bloque 8). Ver pronunciamiento.
miento del orden, especialmente en zonas rurales, y en
sustitución de la Milicia Nacional. Los guardias civiles Hacienda. Conjunto de ingresos del Estado prove-
patrullaban en parejas y estaban armados con fusiles nientes de rentas e impuestos. También se refiere a la
Mauser. La izquierda política y la clase trabajadora veían administración que recauda los impuestos, elabora los
la Guardia Civil como un instrumento de represión en presupuestos y controla los gastos del Estado (en la Es-
manos de los Gobiernos conservadores. paña actual, el Ministerio de Hacienda).

guardia de corps. Cuerpo militar encargado de la huelga. Período en que los trabajadores se niegan co-
protección y escolta de la familia real. La carrera política lectivamente a trabajar como medida de protesta por sus

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

condiciones laborales. Es la principal medida de movili- internacionalismo. Sector del movimiento obrero
zación obrera. La huelga general revolucionaria afecta a vinculado a la Asociación Internacional de Trabajado-
todos los trabajadores y tiene como objetivo cambiar el res (AIT), destinada a organizar la acción reivindicativa
sistema político. (Bloques 4, 5 y 6). obrera y dividida en dos ideologías distintas, marxismo
y anarquismo. (Bloque 4).
Ilustración, ilustrado. Movimiento cultural y polí-
tico europeo del siglo xviii que defiende la importancia intervencionismo del Estado. Actitud política por
de la razón, la educación, el individuo y la naturaleza la cual un Estado interviene en la economía, ya sea en la
como principios para el progreso de la sociedad. En Es- producción o en el mercado. Es contraria a los principios
paña se desarrolla durante el reinado de Carlos III. Ver del liberalismo económico. El intervencionismo ha sido
despotismo ilustrado. (Bloque 3). aplicado en España por Gobiernos tanto conservadores
como progresistas, mediante el proteccionismo de la
impuesto de consumos. Ver consumos. Restauración (Bloque 5), las reformas de la II Repúbli-
ca (Bloque 6) o la autarquía de la dictadura franquista
indiano. Durante el siglo xix y principios del xx, emi- (Bloque 7).
grante que volvía a España después de hacer fortuna en
las colonias americanas (también conocidas como las In- intransigente. Durante la primera guerra carlista,
dias). A menudo los indianos se convertían en caciques miembro del bando carlista partidario de continuar la
e invertían en proyectos artísticos o eclesiásticos, como guerra y por tanto contrario a los transaccionistas, que
el marqués de Comillas (Bloques 4 y 5). buscaban un acuerdo con los liberales (el convenio d
Vergara de 1839). Cabrera era un intransigente, mien-
inflación. Subida general de los precios. La inflación es tras que Maroto era un transaccionista. Durante el Se-
un fenómeno económico normal, pero cuando se acelera xenio Democrático, miembros del partido republicano
conlleva la devaluación de la moneda y la pérdida del federal partidarios de la insurrección, en oposición a los
poder adquisitivo de la población. En la España de Al- benévolos. (Bloque 4).
fonso XIII, la inflación creció por el impacto económico
de la I Guerra Mundial, contribuyendo a la crisis de 1917 involucionismo. Actitud política que defiende la
(Bloque 5). También se sufrió en el bando republicano vuelta a sistemas del pasado. En la transición española,
durante la Guerra Civil (Bloque 6), o a raíz de la crisis se refiere a los intentos de evitar la democratización,
del petróleo de 1973 (Bloques 7 y 8). como el golpe de Estado del 23-F. (Bloque 8).

infraestructura. Según la RAE, «conjunto de ele- izquierda. Ver progresismo.


mentos, dotaciones o servicios necesarios para el buen
funcionamiento de un país, de una ciudad o de una or- Jamancia. Término despectivo con que se denominó la
ganización cualquiera». Las redes de comunicaciones o revolución centralista de 1843, la revuelta del pueblo de
de energía forman parte de la infraestructura de un país. Barcelona contra el Gobierno tras la marcha de Espar-
tero. El término se refiere a jamar (‘comer’ en argot), y
iniciativa legislativa. Capacidad de proponer una sugiere que los revolucionarios serían unos muertos de
ley para su aprobación parlamentaria. Puede corres- hambre. (Bloque 4).
ponder a las Cortes, al rey, al Gobierno o al pueblo,
dependiendo de las épocas. jornalero. Campesino que trabaja por cuenta ajena a
cambio de un salario. Durante el siglo xix y la primera
inmovilismo. Situación en que un régimen político mitad del xx, los jornaleros o braceros formaron el pro-
se niega a introducir cambios demandados por la oposi- letariado agrario, una masa de trabajadores que vivía
ción o la población. Durante la dictadura franquista, los en la miseria, sobre todo en los latifundios de Andalucía
inmovilistas, vinculados al Ejército y el Opus Dei, eran y Extremadura, y que constituía la mayoría de la clase
lo contrario de los aperturistas, vinculados a Falange trabajadora. (Bloque 5).
(Bloque 7).
jovellanista. Durante la crisis del Antiguo Régimen
Inquisición. Tribunal creado por los Reyes Católicos y la regencia de María Cristina de Borbón, partidario
con jurisdicción en Castilla, Navarra y Aragón para per- de una política de reformas ilustradas, pero dentro del
seguir las falsas conversiones y la herejía. Considerado Antiguo Régimen, como en el caso de Cea Bermúdez.
un organismo incompatible con el liberalismo, además Toma su nombre de Jovellanos, una de las figuras más
de un símbolo de oscurantismo, fue abolido durante las destacas de la Ilustración española. (Bloques 3 y 4).
Cortes de Cádiz y más tarde el Trienio Liberal. (Bloques
2 y 3). jesuitas. Nombre por el que se conoce comúnmente a
los miembros de la Compañía de Jesús, una orden reli-
insurrección. Acto de rebelión del pueblo o de un giosa sometida a la obediencia al Papa. Por este motivo,
grupo contra el orden establecido. Con este sentido se distintos Gobiernos, desde Carlos III a la II República,
usan también los términos revuelta, cuando es de carác- la han expulsado de España, a pesar (o a causa) de su
ter popular, y sublevación, cuando es de carácter militar, importante papel en la educación.
aunque en realidad no hay una diferencia etimológica
clara entre todos estos términos, a los que se puede aña- Junta. Institución de carácter generalmente popular y
dir el de rebelión. local que se forma espontáneamente y que toma el poder
en momentos de emergencia o vacío de poder, o para

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

coordinar revueltas contra el Gobierno (1808, 1834, fese la religión que prefiera. Se considera propia de los
1843, 1854, 1868). Las Juntas surgen como alternativa a Gobiernos progresistas (Constituciones de 1837, 1869,
la falta de representatividad del sistema político del siglo 1931 y 1978), aunque en la actualidad constituye un
xix. Durante el reinado de Alfonso XIII se forman Juntas principio comúnmente aceptado. En la Restauración,
de Defensa Militar en el Ejército en protesta por los pri- así como en la dictadura franquista, se combinó la exis-
vilegios de los militares africanistas. (Bloques 3, 4 y 6). tencia de una religión oficial con la libertad de culto
privado (Bloques 5 y 7).
jurados mixtos. Durante la II República, organismos
de regulación de las relaciones laborales integrados por libertad de imprenta. Es uno de los derechos básicos
patronos y obreros, y creados por la reforma laboral defendidos por el liberalismo, y se refiere a la libertad
de Largo Caballero (UGT). Se basaron en los comités de expresión mediante publicaciones. El moderantismo
paritarios de la dictadura de Primo de Rivera, en los que la limitaba mediante el juicio sin jurado para delitos de
también intervino la UGT. (Bloque 5 y 6). imprenta, ya que de este modo el Gobierno podía influir
en la sentencia para controlar a sus adversarios (Bloque
krausismo. Doctrina filosófica racionalista, liberal y 4). Equivale a la actual libertad de expresión.
laica originada en las ideas del pensador alemán Karl
C. F. Krause. Entró en España a mediados del siglo xix librecambismo. Teoría y práctica del liberalismo eco-
gracias al filósofo Sanz del Río, e influyó en numerosos nómico que defiende la libre circulación de mercancías
intelectuales, especialmente los de la Institución Libre de un país a otro, sin aranceles. Es lo contrario de pro-
de Enseñanza, de tendencia republicana. (Bloque 4). teccionismo. (Bloque 5).

laicismo. En política, corriente que defiende la separa- lock-out. Cierre patronal, es decir cierre de fábricas
ción total entre Iglesia y Estado, especialmente en mate- y empresas por parte de sus dueños como medida de
ria de financiación. Este concepto es en principio propio castigo contra trabajadores huelguistas. Se dio durante
de ideologías progresistas o de izquierda. Se introdujo el reinado de Alfonso XIII tras la crisis de 1917, especial-
en el proyecto de Constitución de 1873, durante la I Re- mente en Barcelona. (Bloque 6).
pública (Bloque 4), y entró en vigor en la Constitución
de 1931, durante la II República, provocando una fuerte ludismo. Actividad reivindicativa de comienzos de la
oposición (Bloque 6). No equivale a aconfesionalidad. Revolución Industrial y del movimiento obrero, surgida
en Inglaterra, que consistía en la destrucción de telares
legislatura. Período de vigencia de unas Cortes entre mecánicos en protesta por el paro causado por estos. El
unas elecciones y las siguientes. término proviene de una figura legendaria, el capitán
Ned Ludd. En España, los principales ataques luditas son
ley sálica. Conjunto de normas, elaborado por los fran- los de Alcoy (1821), el incendio del vapor o fábrica Bona-
cos salios entre los siglos iv y vi, en el que se prohibía plata en Barcelona (1835) y la huelga general contra las
que las mujeres ocuparan el trono. En España, Felipe V máquinas selfactinas en Barcelona (1855). (Bloque 5).
promovió una ley similar mediante el Auto Acordado
de 10 de mayo de 1713 (o Nuevo Reglamento sobre la malcontents. Grupo de absolutistas catalanes que en
Sucesión en Estos Reynos), en que el rey acordaba con 1827 iniciaron una revuelta contra Fernando VII, cono-
las Cortes dar preferencia a la sucesión masculina en cida como guerra dels Malcontents o de los Agraviados,
línea principal (de padre a hijo) o lateral (a hermanos proveniente de la revuelta realista de 1822 (que dio lu-
y sobrinos) sobre la línea femenina. En la práctica, esto gar a la Regencia de Urgel) y antecedente de la primera
impedía la sucesión femenina, pero no la prohibía. El guerra carlista.
Auto Acordado fue abolido por Fernando VII en 1829
al publicar la Pragmática Sanción de 1789, lo que dio mancomunidad. Durante el reinado de Alfonso XIII,
lugar a la crisis sucesoria que a su vez provocó la primera organismo regional fruto de la unión de varias diputa-
guerra carlista. (Bloque 3). ciones provinciales, permitido por el Decreto de Manco-
munidades Provinciales de 1913, durante el Gobierno
liberalismo. Teoría y práctica política que defiende los de Dato. Solo se creó la Mancomunidad de Cataluña,
derechos ciudadanos, la igualdad ante la ley, la sobera- en 1914, con la función de gestionar servicios regiona-
nía nacional, la división de poderes y la existencia de les. Fue disuelta en 1924 por la dictadura de Primo de
una Constitución que establezca todos esos principios. Rivera (Bloque 5). Es el antecedente de la Comunidad
El término liberal apareció por primera vez con sentido Autónoma.
político hacia 1810 en las Cortes de Cádiz, y pronto fue
adoptado internacionalmente para designar esa ideolo- manifiesto. Texto destinado a la declaración de ideas,
gía. (Bloques 3, 4 y 5). intenciones o programas por parte de una persona o
un grupo, ya sea para recabar apoyos o para justificar
liberalismo económico. Teoría que defiende la no una acción.
intervención del Estado en la actividad económica, que
debe ser libre y buscar el beneficio privado. Fue enun- manos muertas. Tierras pertenecientes a la Iglesia
ciada por Adam Smith en el siglo xviii, y constituye la por cesión hereditaria y que no pueden dividirse ni ven-
base teórica del capitalismo. derse. Generalmente son tierras de bajo rendimiento,
por lo que serán objeto de las desamortizaciones libe-
libertad de culto. Uno de los derechos ciudadanos, rales. Son el equivalente eclesiástico del mayorazgo.
por el que el Estado permite que cada ciudadano pro- (Bloques 2, 3 y 4).

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

maquis. Guerrillas de resistencia contra la dictadura mente nombrando uno de ellos para gobernar, o bien
franquista formadas tras el fin de la Guerra Civil por desituyéndolo. Este poder fue ejercido por los monarcas
combatientes comunistas y anarquistas, y que operaron de la Restauración (la regente María Cristina, Alfonso
hasta los años 50. El término, que proviene de la resis- XII y Alfonso XIII) para repartir el poder entre los par-
tencia francesa durante la II Guerra Mundial, se aplica tidos conservador y liberal mediante turno y conseguir
también a los integrantes de esas guerrillas. (Bloque 7). estabilidad.

marxismo. Teoría socioeconómica elaborada por Karl monarquía. Régimen político o forma de Estado en
Marx y Friedrich Engels en el siglo xix, también conoci- que la jefatura del mismo es ocupada por una sola per-
da como socialismo científico, basada en el concepto de sona, de forma vitalicia y por vía hereditaria (salvo en
lucha de clases. Según esta teoría, el proletariado o clase el caso de los regentes o de Amadeo I, quien fue elegido
trabajadora debe liberarse de la opresión del capital, por las Cortes). En la monarquía absoluta, propia del
ejercida por la burguesía, mediante una revolución que Antiguo Régimen, el rey concentra todos los poderes
instaure la dictadura del proletariado de forma tempo- del Estado por derecho divino (Bloque 3). En la monar-
ral. De este modo se eliminarían la propiedad privada quía constitucional, las funciones del rey están reguladas
y las clases sociales para llegar a una sociedad justa e por una Constitución, y consisten fundamentalmente
igualitaria. El marxismo dio origen en España al PSOE en ejercer el poder ejecutivo (Bloques 4 y 6). En la mo-
y más tarde al PCE (Bloque 4). narquía parlamentaria, el rey no ejerce ninguno de los
poderes del Estado y en general cumple funciones sim-
masonería. En el siglo xix, fraternidad internacional bólicas (Bloque 8). La dictadura franquista se consideró
de carácter secreto, ideología liberal y origen burgués, a sí misma como reino o monarquía, por lo que Franco
organizada en logias y dedicada a la adquisición y trans- nombró su sucesor a un miembro de la dinastía borbóni-
misión de conocimientos esotéricos con fines altruistas. ca, el príncipe Juan Carlos. La monarquía se ha conside-
En la España de Fernando VII, el secretismo de las logias rado tradicionalmente un régimen menos democrático
masónicas fue utilizado por los liberales para conspirar que la república.
contra el absolutismo, por lo que los masones fueron
perseguidos (Bloques 3 y 4). Más adelante, la masonería monocolor. Término empleado para designar un Go-
ejerció una gran influencia entre los liberales progresis- bierno cuyos integrantes pertenecen al mismo partido o
tas y los republicanos (Bloques 4 y 6). ideología. Se emplea con respecto al Gobierno de 1969
de la dictadura franquista, formado mayoritariamen-
mayorazgo. Norma jurídica medieval que vincula al te (no exclusivamente) por tecnócratas del Opus Dei.
primogénito de un noble determinada parte del patri- (Bloque 7).
monio de este (especialmente tierras), que no se puede
vender ni dividir. Ese patrimonio también se denomina monopolio. En economía, situación en la que una em-
mayorazgo. Es el equivalente civil de las manos muertas presa, o un grupo empresarial, controla en exclusiva una
de la Iglesia. Los mayorazgos fueron objeto de desvin- misma actividad económica. En la dictadura de Primo de
culación por parte de los liberales. (Bloques 2, 3 y 4). Rivera se concedieron monopolios a empresas públicas,
como las comunicaciones a Telefónica o los combusti-
metrópoli. País que conquista y domina colonias. bles a Campsa (Bloque 5). Actualmente el monopolio se
considera contrario a la libre competencia y suele estar
Milicia Nacional. Una milicia es un cuerpo armado castigado por las leyes.
formado por civiles. La Milicia Nacional fue establecida
por la Constitución de 1812 y destinada a actuar en de- movimiento obrero. Conjunto de actividades por
fensa del Estado liberal en situaciones de emergencia, parte de los trabajadores para la reivindicación de sus
como la rebelión de la Guardia Real de 1822. A partir derechos laborales, especialmente a través de oganiza-
de entonces fue una característica de las Constituciones ciones anarquistas y marxistas.
progresistas. Durante el Sexenio Democrático se convir-
tió en los «Voluntarios de la Libertad». (Bloques 3 y 4). mutua. Asociación a la que contribuyen económica-
mente sus miembros para percibir servicios (por ejem-
ministerio. Ver Gobierno. plo, sanitarios) en caso de necesidad. Fue el modelo
según el que se establecieron las primeras asociaciones
moderado, moderantismo. Moderado es aquello obreras. (Bloque 5).
que evita el exceso. En política, los moderados de cual-
quier ideología son los que buscan un término medio, nación. Comunidad de ciudadanos que tienen con-
en oposición a los radicales o extremistas. En el siglo ciencia de los lazos étnicos, culturales, históricos, eco-
xix y hasta el Sexenio Democrático se llamó modera- nómicos, etc., que los vinculan y los diferencian de otras
dos o partido moderado a los liberales conservadores comunidades. El concepto de nación se crea durante la
o doctrinarios, y moderantismo a su ideología, basada Ilustración y se impone a raíz de las revoluciones libe-
en el apoyo a la Corona, a la autoridad y a los intereses rales y del Romanticismo, dando lugar al estado nación,
de la clase alta; era por tanto una ideología de derecha o identificación entre la nación y sus instituciones. Ac-
(Bloque 4). A partir de la Restauración se los llamó con- tualmente, el concepto de nación está sujeto a discusión.
servadores (Bloque 5). Ver doctrinarismo.
nacionales. Durante la Guerra Civil, nombre que se
moderador. En política, poder del jefe del Estado para dio a los miembros del bando sublevado, liderado por
arbitrar entre los distintos partidos políticos, general- el general Franco. (Bloque 6).

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

nacionalidad. En la Constitución de 1978, término oligarquía. Etimológicamente, «autoridad de unos


que hace referencia a las regiones o «comunidades his- pocos». La oligarquía es un grupo no institucional de
tóricas» que reclamaban la autonomía a raíz de poseer personas que gracias a su riqueza influyen en la política,
características propias (lengua, cultura, historia) y que actuando por encima de la soberanía nacional, de forma
habían redactado estatutos de autonomía durante la II que los gobernantes actúan en realidad a su servicio.
República, como en el caso de Cataluña, País Vasco y En la España de la Restauración, la oligarquía estaba
Galicia. (Bloque 8). formada por la clase alta (nobleza terrateniente, alta
burguesía, alto clero, altos mandos militares), y su papel
nacionalismo. En la España del liberalismo y de la fue denunciado por los regeneracionistas (Bloque 5).
democracia, corriente política que defiende el derecho
a la autonomía de regiones como Cataluña o el actual Opus Dei. Institución de la Iglesia católica fundada por
País Vasco (Bloques 6 y 8). Evoluciona a partir del regio- en 1928 por Escrivá de Balaguer, cuyos miembros son en
nalismo, una corriente más cultural que política surgida su mayoría seglares y que fomenta los valores católicos
a raíz del Romanticismo (Bloque 4). En el caso de la en el trabajo y la vida cotidiana. Durante el desarrollis-
dictadura franquista, el nacionalismo se entendía como mo de la dictadura franquista, el Opus Dei obtuvo un
la exaltación de los valores patrióticos y tradicionales de creciente poder político a través de miembros que en-
España, e iba en contra de las particularidades regio- traron en el Gobierno, los llamados tecnócratas (Bloque
nales (Bloque 7). El nacionalismo económico es aquel 7). En la actualidad existen empresas, medios de comu-
que busca defender la economía nacional mediante el nicación y centros educativos vinculados al Opus Dei.
proteccionismo (Bloque 5) o la autarquía (Bloque 7).
Parlamento. Institución que ejerce el poder legisla-
nacionalización. Proceso de expropiación por el cual tivo. En España su nombre tradicional es el de Cortes.
bienes o empresas privadas pasan a ser propiedad pú-
blica (del Estado), y que se lleva a cabo por razones particularismo. Defensa de los intereses y valores de
de interés general. La desamortización liberal implicó una región determinada, hecha por sus habitantes. (Ver
la nacionalización de bienes eclesiásticos y municipa- nacionalismo.)
les (Bloque 4), mientras que la reforma agraria de la II
República nacionalizó latifundios (Bloque 6). Ver des- partido político. Asociación de personas que com-
amortización. parten una misma ideología con el fin de hacer cambios
en la sociedad a través de las instituciones del Estado, a
nacionalcatolicismo. Ideología predominante de la las que pueden acceder mediante elecciones. En el siglo
dictadura franquista a partir de 1945, caracterizada por xix, los partidos surgen como grupos no constituidos
la vinculación del Estado con la Iglesia católica y los oficialmente y poco organizados, cuyos miembros no
valores asociados a ella, en detrimento de la relación tienen por qué seguir un mismo programa político e
con Falange y el fascismo (Bloque 7). Sus orígenes se incluso pueden enfrentarse. Actualmente, en cambio,
hallan en la ideología católica impuesta por Cánovas a son asociaciones reguladas por estatutos y sometidas
comienzos de la Restauración (Bloque 5). a una disciplina dictada por su directiva que intenta
ocultar las discrepancias.
nacionalsindicalismo. Ideología predominante de
la dictadura franquista desde sus inicios hasta 1945, paseo. Durante la Guerra Civil española, acto represivo
impuesta por Falange, el partido único de la dictadura en el cual fuerzas de un bando detenían y asesinaban a
creado durante la Guerra Civil según el modelo fascista un supuesto simpatizante del bando opuesto (Bloque 6).
italiano. Se manifiesta a través del sindicato vertical, que
no está al servicio de los trabajadores sino del Estado y patrón fiduciario. Sistema monetario en que el valor
que está dirigido por falangistas. (Bloque 7). del dinero de un país depende de su política de emisión
de moneda o del peso de su economía, entre otros fac-
neocatólicos, neos. Durante el reinado de Isabel II, tores. El patrón fiduciario, en el que el dinero carece de
sector político ultraconservador cercano al carlismo que valor en sí mismo, es el que impera en la actualidad.
formó una de las camarillas de la reina, influyéndola
para nombrar exclusivamente Gobiernos del partido patrón oro. Sistema monetario en que el valor del
moderado (ver exclusivismo). Una de las principales dinero de un país depende de sus reservas de oro, y en
bazas de los neos fue el rey Francisco de Asís, marido el que por tanto el dinero es convertible en oro. Este
de la reina. (Bloque 4). sistema, que favorecía los intercambios internacionales,
imperó hasta la Gran Depresión en la década de 1930.
nobleza. En el Antiguo Régimen, el segundo estamen-
to de la sociedad, una minoría social que goza de privi- patronal. Este término se emplea en general para de-
legios, basa su riqueza en la posesión de tierras y está signar el conjunto de los patronos, o empresarios, pero
formada por los caballeros que ostentan títulos recibidos también se refiere a asociaciones empresariales de una
del rey, así como por sus familiares. La condición de actividad o lugar concretos. La primera asociación patro-
noble se transmite por herencia. Después del Antiguo nal de España fue Fomento del Trabajo Nacional (cons-
Régimen, la nobleza pierde sus privilegios, pero sigue tituida en Barcelona en 1889, aunque con un origen
acumulando riquezas y formando parte de la clase alta. anterior). Durante los conflictos sociales de la Barcelona
También se la denomina aristocracia. (Bloques 3 y 4). posterior a la huelga general de 1917, se fundó la Fede-
ración Patronal, que impuso el lock-out como medida
contra el movimiento obrero. (Bloque 5).

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

pistolerismo. Conflicto social de la España de Alfonso progresismo, progresista. En política, estos térmi-
XIII tras la huelga general de 1917, producido sobre todo nos se refieren a una ideología de izquierda preocupada
en Barcelona, en el que pistoleros tanto de la patronal por la modernización, la ampliación de los derechos
como de los sindicatos asesinaban a miembros del bando ciudadanos y los problemas de la clases media y traba-
contrario. Fue una de las causas del golpe de Estado de jadora, en oposición a los conservadores o la derecha.
Primo de Rivera. (Bloque 5). Más concretamente, en el siglo xix el partido progresista
daba prioridad a la soberanía nacional y las libertades
poderes del Estado. Funciones distintas que desem- sobre la autoridad del Gobierno, en oposición a los mo-
peña un Estado: básicamente, el poder legislativo elabora derados (Bloque 4). A partir de la Restauración los pro-
las leyes, el poder ejecutivo las aplica y el poder judicial gresistas fueron conocidos simplemente como liberales.
castiga su incumplimiento. En la monarquía absoluta (Bloque 5).
o en una dictadura, los tres poderes se concentran en
una persona. En un Estado liberal o democrático es- proletariado. Conjunto de trabajadores manuales
tán separados en distintas instituciones, de la siguiente asalariados. Se lo conoce también como clase trabajado-
manera: las leyes son propuestas por el poder ejecutivo ra o clase baja. Está formado por el proletariado agrario
(Gobierno) o un partido con representación parlamen- (los campesinos jornaleros, mayoritarios en España) y el
taria, que las somete al poder legislativo (las Cortes o industrial (los obreros). Para Karl Marx, el proletariado
Parlamento); este las aprueba con o sin modificaciones, estaba compuesto por estos últimos (el grupo con más
dependiendo del número de parlamentarios que tenga «conciencia de clase»), que debían ir a la revolución
el partido que propone la ley o de la capacidad de nego- para librarse de la opresión por parte de la burguesía. El
ciación de este. Más tarde el Gobierno se encarga de la término hace referencia a que la única posesión a la que
gestión de las necesidades del Estado basándose en esas podía aspirar el trabajador era su prole o descendencia.
leyes. El poder judicial es ejercido por los tribunales. Ver (Bloque 4).
división de poderes.
pronunciamiento. Sublevación militar que tiene
posibilismo, posibilista. En general, actitud de como objetivo provocar un cambio de Gobierno o de
flexibilidad política, por la que se renuncia a algunos régimen político. A diferencia del golpe de Estado, el
principios en busca de un bien mayor. En concreto, el pronunciamiento no toma el poder directamente, sino
partido republicano posibilista fue fundado por Castelar que ejerce presión sobre él. Es muy común en el siglo xix,
para cooperar con el sistema de la Restauración, algo durante el que se produjeron, entre otros muchos, los de
que en principio no entraba en su ideología (Bloque 5). Riego (1820, inicio del Trienio Liberal), Narváez (1843,
fin de la regencia de Espartero), O’Donnell (1854, inicio
Pragmática Sanción. Norma jurídica que emana de del Bienio Progresista), la escuadra de Topete (1868,
los monarcas durante el Antiguo Régimen. La de 1789 inicio del Sexenio Revolucionario) y Martínez Campos
en España abolía el Auto Acordado de 1713, pero no en- (1874, inicio de la Restauración). (Bloques 3 y 4).
tró en vigor hasta su publicación en 1829 por Fernando
VII, y permitía la sucesión femenina en el trono. Fue propios. Ver bienes comunales.
considerada nula por los carlistas, lo que dio lugar a la
crisis sucesoria y a la primera guerra carlista (Bloque proteccionismo. Teoría y práctica económica que de-
3). Ver ley sálica. fiende la intervención del Estado en la economía para
favorecer el mercado interno, evitando o dificultando la
preámbulo. Ver Constitución. entrada de productos del exterior mediante aranceles
(impuestos a la importación). Es lo contrario a librecam-
prerrogativa regia. Capacidad del rey, originada en bismo. (Bloque 5).
el Antiguo Régimen y recogida por las constituciones
liberales, de nombrar y separar (destituir) el Gobierno. pucherazo. Fraude electoral mediante la manipula-
Ver moderador. ción de los votos. Se dio especialmente durante la Res-
tauración, en conexión con el encasillado y el caciquis-
prócer. Según la RAE, «persona de alta calidad o digni- mo (Bloque 5).
dad». Durante la regencia de María Cristina de Borbón,
miembro del Estamento de Próceres, o cámara alta de puritanos. Durante el reinado de Isabel II, los miem-
las Cortes según el Estatuto Real de 1834 (Bloque 4). bros más moderados del partido moderado, que defen-
dían llegar a acuerdos con los progresistas.
procurador. Durante la regencia de María Cristina
de Borbón, miembro del Estamento de Procuradores, o quinta columna. En una guerra, término que designa
cámara baja de las Cortes según el Estatuto Real de 1834 un sector de la población que se halla en territorio del
(Bloque 4). Durante la dictadura franquista, miembro bando contrario, donde realiza acciones generalmente
de las Cortes (Bloque 7). clandestinas en favor de su propio bando. Las personas
dedicadas a estas actividades son conocidas como quin-
productividad. Relación entre la producción (como tacolumnistas. El término se originó en la Guerra Civil
cantidad) y los medios y el tiempo empleados para obte- española y pronto pasó al vocabulario internacional.
nerla. Una baja productividad (problema tradicional de Aun así, se desconoce el origen exacto, que se atribuye
la economía española) implica una producción reducida a unas declaraciones del general Mola en las que habló
a un coste elevado, lo que disminuye la competitividad de que cuatro columnas del Ejército marchaban sobre
y lleva al proteccionismo (Bloque 5). Madrid mientras que ya había una quinta columna de

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civiles en el interior de la ciudad. La represión en ambos viuda de Fernando VII (de 1833 a 1840); la de Espartero
bandos se dirigió a menudo contra la formación de una (1840-1843); y la de María Cristina de Habsburgo-Lore-
quinta columna en la retaguardia. (Bloque 6). na, viuda de Alfonso XII (1885-1902). (Bloques 3 y 4).

quintas. Sistema de reclutamiento del siglo xix por regeneracionismo. Movimiento político y cultural
el cual debía prestar servicio militar un quinto de los español de finales del siglo xix y principios del xx, en
hombres en edad para hacerlo, que se designaba por conexión con el desastre del 98, que pretendía moderni-
sorteo. El reclutamiento podía evitarse pagando una zar y democratizar España. El regeneracionismo estaba
exención o enviando a otra persona en sustitución, por lo en contra de la oligarquía y del control del poder que
que los jóvenes de la clase alta lo evitaban. La abolición esta ejercía gracias al caciquismo, la corrupción y la
de las quintas era una reivindicación tradicional de la ignorancia del pueblo. Sus figuras más importantes son
clase trabajadora, que fue atendida parcialmente por el Joaquín Costa (a través de sus escritos) y los políticos
Gobierno de Canalejas (1910-1912). (Bloque 5). Antonio Maura y José Canalejas. (Bloque 5).

reacción, reaccionario. Actitud política que defien- régimen señorial. Ver feudalismo.
de ideas o sistemas del pasado, es decir ultraconser-
vadora. Se considera que los carlistas, los neos o los regionalismo. Ver nacionalismo.
franquistas eran reaccionarios.
represión. Acción de un Gobierno que persigue y cas-
realista. Durante el reinado de Fernando VII, partida- tiga a la oposición política o las protestas y la rebeldía
rio radical del absolutismo. Esta corriente se enfrentó de la población. La represión ha sido una constante de
a los liberales durante el Trienio Liberal mediante los la España contemporánea: ha sido especialmente carac-
Voluntario Realistas, un cuerpo opuesto a la Milicia Na- terística del reinado de Fernando VII, los Gobiernos mo-
cional y que combatió a favor de la regencia de Urgel en derados de Isabel II, el Sexenio Democrático, el reinado
1822. En 1827 los realistas se enfrentaron al rey durante de Alfonso XIII, la Guerra Civil y la dictadura franquista.
la guerra dels Malcontents. Son el origen del carlismo. (Bloques 4, 5 y 7).

reconversión industrial. Proceso que se da cuando retraimiento. Abandono de la actividad política por
las instalaciones y técnicas de una industria quedan y parte de un partido como forma de protesta. En el reina-
obsoletas y es necesario renovarlas para mantener la do de Isabel II, el partido progresista practicó el retrai-
competitividad. En España se dio en la década de 1980, miento ante la negativa de la reina a permitirle gober-
durante el Gobierno del PSOE, causando conflictos so- nar; más tarde, pasó a la conspiración, lo que condujo a
ciales por el aumento del paro (Bloque 8). la revolución de 1868 (Bloque 4).

Reconquista. Entre los siglos ix y xv, proceso por el república. Régimen político o forma del Estado en
que los reinos cristianos avanzaron hacia el sur toman- que la jefatura del mismo no es hereditaria ni vitalicia
do tierras que estaban bajo control musulmán. Actual- (monarquía) sino electiva y temporal, y es ocupada por
mente es un término con poco prestigio entre algunos un presidente. En España se han dado dos repúblicas, en
historiadores, que lo consideran simplista o heredero del 1873-1874 (Bloque 4) y en 1931-1939 (Bloque 6). La re-
nacionalismo franquista. pública se ha considerado tradicionalmente un régimen
más democrático que la monarquía.
referéndum. Según la RAE, «procedimiento jurídico
por el cual se somete a voto popular leyes o actos admi- requeté. Miembro de las milicias carlistas que com-
nistrativos cuya ratificación por el pueblo se propone». batieron en el bando franquista durante la Guerra Civil
Es un instrumento de la llamada democracia directa. Los española.
referéndums proponen una pregunta a la que se puede
votar «sí» o «no». En la España del siglo xx se han cele- reservista. Miembro del Ejército que lleva una vida
brado seis referéndums, entre la dictadura franquista civil pero puede ser llamado a filas en caso de necesi-
y el reinado de Juan Carlos I: 1947, 1966, 1976, 1978, dad. La protesta por la movilización de reservistas por
1986, 2005. Ver democracia. (Bloques 7 y 8). la guerra de Marruecos en 1909 dio lugar a la Semana
Trágica de Barcelona (Bloque 5).
reformismo borbónico. Conjunto de medidas adop-
tadas por los reyes Borbones durante el siglo xviii para revolución. En política, movimiento que provoca
modernizar España según los principios del absolutismo un cambio de régimen de forma rápida. En España ha
y el despotismo ilustrado. (Bloque 3). habido a) revoluciones meramente políticas, como la
revolución liberal de las Cortes de Cádiz (Bloques 3) y
refrendo. Figura jurídica por la cual los actos o deci- de los progresistas en 1836-1837 (Bloque 4); b) revolu-
siones del rey no tienen validez si no son aprobados por ciones violentas militares y populares como las de 1854
el Gobierno. y 1868 (Bloque 4); y c) revoluciones obreras o sociales,
también violentas, como la de 1934 en Asturias o la ini-
regencia, regente. Institución o persona que ejerce ciada durante la Guerra Civil en el bando republicano
temporalmente la jefatura del Estado debido a incapaci- (Bloque 6). En otros casos, en que el movimiento es de
dad del monarca o a que este fallece cuando su sucesor es menor magnitud y no consigue cambios significativos,
menor de edad. En la España contemporánea se dan tres se habla de insurrección, sublevación o revuelta, aunque
regencias: la de María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, la diferencia con no siempre es clara. Ver insurrección.

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

Revolución Industrial. Proceso histórico iniciado poder de los señores (lo que se llamó «malos usos»). Ver
en la década de 1760 en Inglaterra por el que se pasó feudalismo. (Bloques 2 y 3).
de un modelo de producción artesanal en talleres a otro
de producción por máquinas en fábricas. Este proceso señoríos. Tierras en las que los campesinos se hallan
implicó el desarrollo de las fuentes de energía, el co- sometidos a un señor por relaciones de dependencia.
mercio y las comunicaciones, así como del capitalismo Los señoríos pueden ser de dos tipos: a) territoriales o
y la burguesía, y en general generó un cambio radical solariegos, basados solo en la posesión del suelo; y b)
en la economía y la sociedad que se extendió por todo jurisdiccionales, si además los propietarios administran
el mundo. La Revolución Industrial contribuyó al fin justicia sobre los ocupantes de sus tierras (es decir, si tie-
del Antiguo Régimen, y por tanto está relacionada con nen jurisdicción). Los señoríos jurisdiccionales fueron
las revoluciones liberales del siglo xix. España se incor- abolidos por primera vez por las Cortes de Cádiz (Bloque
poró a esta revolución en el siglo xix de forma tardía e 3) y definitivamente por el Gobierno progresista de 1836
incompleta. (Bloque 5). (Bloque 4). Ver feudalismo.

revuelta. Ver insurrección. separación de Iglesia y Estado. Ver laicismo.

rey. Jefe del Estado en una monarquía, que ocupa el separación de poderes. Ver división de poderes.
trono generalmente por herencia.
servil. Término despectivo con que los liberales llama-
rojo. Término con que se designaba despectivamente ban a los absolutistas, en parte para enfatizar su rechazo
a los miembros del movimiento obrero, cuyas organiza- a la libertad política y en parte porque suena como «ser
ciones, y más tarde la Unión Soviética o China, adopta- vil». Ver absolutismo. (Bloque 3).
ron la bandera de color rojo. Durante la Guerra Civil y la
dictadura posterior, se llamó rojos a los comunistas pero sindicato. Asociación de trabajadores (inicialmente de
también a cualquier miembro del bando republicano. un mismo oficio) cuyo objetivo es reivindicar derechos
laborales y por tanto la mejora de las condiciones de
saca. Durante la Guerra Civil española, acto represivo vida. Los sindicatos de clase son los surgidos del movi-
por el que miembros del bando republicano, a menudo miento obrero internacionalista y adheridos a una de
comunistas, sacaban de la cárcel a grupos de presos las ideologías de este (marxismo o anarquismo). Los
políticos (acusados de pertenecer al bando franquista) principales sindicatos de clase españoles son la Unión
para ejecutarlos (Bloque 6). General de Trabajadores (UGT, socialista), la Confede-
ración Nacional del Trabajo (CNT, anarquista) y Comi-
sanción. En política, acto jurídico por el cual el rey da siones Obreras (CC. OO., de tendencia comunista). Los
validez a las leyes aprobadas por las Cortes. sindicatos verticales son impuestos por el Gobierno, en
España durante la dictadura franquista y bajo control
Santa Alianza. Tratado de colaboración entre los mo- falangista. Ver internacionalismo. (Bloques 4-8).
narcas del reino de Prusia y los imperios de Austria y
Rusia, firmado en 1815 con el objetivo de defender el soberanía. Capacidad o derecho para ejercer los pode-
absolutismo europeo de posibles revoluciones. Habi- res del Estado, es decir principio de autoridad ejercido
tualmente se considera que la invasión de los Cien Mil en un Estado. La soberanía nacional es un principio del
Hijos de San Luis, en 1823, fue un acuerdo de la Santa liberalismo progresista según el cual los poderes de un
Alianza, pero en realidad lo fue de las potencias reunidas Estado residen en los ciudadanos de este, quienes los
en el Congreso de Verona de 1822: Austria, Francia, delegan en sus representantes por medio de sufragio.
Prusia, Reino Unido y Rusia. (Bloque 3). La soberanía compartida es un principio liberal conser-
vador según el cual la soberanía no pertenece solo a la
Santo Oficio. Ver Inquisición. nación sino también al rey.

secularización. Proceso por el que se reduce la in- sociedad de consumo. Aquella sociedad cuyo pro-
fluencia de la religión en una sociedad mediante la li- greso económico se basa en la adquisición creciente de
bertad de culto o la aconfesionalidad o el laicismo del bienes por parte de la mayoría de la población. Es una
Estado. característica del mundo occidental a partir de la Revo-
lución Industrial y sobre todo de la II Guerra Mundial.
Senado. Una de las cámaras de las Cortes (la otra es
el Congreso). En el siglo xix, el Senado representa a la socialismo. Teoría y práctica política del movimiento
clase alta y suele no ser plenamente electivo, en el caso obrero que denuncia las injusticias sociales del sistema
de existir senadores por derecho propio o nombrados capitalista y defiende una sociedad igualitaria. En la
por el rey. Se lo denomina también «cámara alta». En la historia se han dado diversas clases de socialismo: el
actualidad, el Senado tiene una función de representa- utópico; el científico o marxismo; y la socialdemocra-
ción territorial establecida por la Constitución de 1978. cia. En España, el socialismo está representado por el
Partido Socialista Obrero Español (PSOE), fundado en
señor. Desde la Edad Media, miembro de un estamento 1879 como un partido marxista si bien en la actualidad
privilegiado que posee derechos sobre unas tierras y defiende posiciones socialdemócratas. (Bloques 4 y 8).
también sobre sus habitantes, por lo que ejerce el poder
en ellas (régimen señorial). En los siglos xiv y xv se socialdemocracia. Corriente del socialismo propia
produjeron rebeliones campesinas contra los abusos de de la Europa occidental posterior a la Segunda Guerra

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Historia de España · Dpto. de Geografía e Historia del IES Thiar

Mundial, y basada en el keynesianismo (políticas de transacción, transaccionista. Actitud política que


gasto público), que defiende la búsqueda de la igualdad busca el acuerdo con el adversario, y que por tanto está
y el Estado del bienestar a través de reformas políticas dispuesta a renunciar a algunos principios propios. Los
en lugar de la revolución del proletariado. progresistas de 1837 se consideran transaccionistas ya
que redactaron una Constitución con elementos mo-
sublevación. Ver insurrección. derados. Los carlistas transaccionistas fueron los que
promovieron el convenio de Vergara con los cristinos
subsistencias. Bienes de primera necesidad. La cri- en 1839. (Bloque 4).
sis de subsistencias es una situación de escasez de esos
bienes (por ejemplo, por malas cosechas) que provoca transición demográfica. Proceso por el que se pasa
el desabastecimiento del mercado y la subida de los pre- de un modelo demográfico antiguo (natalidad y mor-
cios. Afecta gravemente a la clase trabajadora, sometién- talidad altas) a otro moderno (natalidad y mortalidad
dola al hambre, por lo que suele contribuir al estallido bajas). En España se da hacia 1900. Durante la demo-
de revueltas. Durante el siglo xix se producen doce crisis cracia actual se da una segunda transición demográfica
graves, entre ellas las de 1847, 1856-57 y 1867-68. La que consiste en la reducción de la natalidad y la esta-
economía de subsistencia es aquella que produce solo lo bilización de la mortalidad, con una esperanza de vida
necesario para el sustento de los productores, sin ex- alta. (Bloques 5 y 8).
cedentes dedicados al comercio; es de base agraria y
familiar. (Bloques 4 y 5). tratado. En política internacional, acuerdo entre dos
o más países, de naturaleza jurídica.
sufragio. Acción y derecho de votar en elecciones. Pue-
de ser de dos tipos: a) censitario o restringido (limitado turnismo. Sistema político por el cual dos partidos
a ciudadanos con un determinado nivel de riqueza); y políticos se alternan en el poder de forma pacífica y
b) universal, aunque en España no incluyó a la mujer tácita. En España, este sistema se implanta con éxito en
hasta 1931. El tipo de sufragio se establece habitual- la Restauración gracias al encasillado y el caciquismo.
mente mediante leyes electorales, aunque el universal se (Bloque 5).
incluye en las Constituciones españolas de 1812, 1869, ultra. Durante el reinado de Fernando VII, partidario
1931 y 1978. radical del absolutismo. Ver absolutismo y realista.

tecnócrata. Persona perteneciente o asociada a un unidad de códigos. Figura legal presente en las Cons-
Gobierno que participa o influye en la toma de decisio- tituciones españolas del siglo xix, típica del centralismo
nes políticas por sus conocimientos técnicos más que liberal, que establece la aplicación de las mismas leyes
por su ideología. Los Gobiernos del desarrollismo fran- en todo el territorio nacional y prohíbe la existencia de
quista (a partir de 1957) se caracterizaron por contar leyes particulares. Por tanto, es lo contrario de los fue-
con tecnócratas del Opus Dei, responsables del Plan de ros o de las autonomías. A pesar de todo, en la práctica
Estabilización y de los Planes de Desarrollo (Bloque 7). siempre se permitieron particularidades regionales en
mayor o menor medida, especialmente en Navarra y el
terrorismo. Actividad violenta que pretende ejercer actual País Vasco. (Bloque 4).
presión sobre el poder para conseguir cambios políticos
o sociales, o bien iniciar una revolución con ese objeti- unionista. Miembro del partido Unión Liberal, espe-
vo. El terrorismo ha sido practicado en España por los cialmente durante el Sexenio Democrático. (Bloque 4).
anarquistas (Bloques 4 y 5) y por ETA (Bloques 7 y 8).
unitario. Republicano contrario a la república federal,
totalitarismo. Régimen político no democrático que es decir partidario de un Estado centralizado. Castelar
no reconoce los derechos naturales ni la soberanía na- fue su líder entre 1873 y 1874. (Bloque 4).
cional y en el que no existe la división de los poderes del
Estado, que se concentran en una persona o en un par- vapor. Nombre que recibían las primeras fábricas con
tido político único. En un régimen totalitario el Estado máquinas de vapor, a partir de la década de 1830. El
anula al individuo y por tanto controla todos los aspec- Vapor Bonaplata fue una fábrica textil barcelonesa in-
tos de la vida de una sociedad. El totalitarismo ha sido cendiada por los trabajadores en 1835. (Bloque 4).
adoptado por regímenes distintos, como el fascismo y el
nazismo, por un lado, o el comunismo soviético por otro. veto. Capacidad de una persona o institución para blo-
En España, la CEDA (durante la II República) se aproxi- quear la aprobación de una ley o la aplicación de una
mó a una ideología totalitaria, y la dictadura de Franco decisión, como en el veto del rey sobre leyes elaboradas
surgió como un régimen totalitario de inspiración fascis- por las Cortes durante gran parte de la era liberal. (Blo-
ta; sin embargo, algunos historiadores consideran que ques 3 y 4).
no era un régimen plenamente totalitario debido a la
existencia de distintas «familias» de poder que operaban Nota: los términos guerrilla, junta, liberal y quinta co-
por debajo de la autoridad de Franco. (Bloque 7). lumna se originaron en España y pasaron al vocabulario
internacional (como neologismos en los dos primeros
tradicionalismo. Ver carlismo. casos).

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Apéndice VII
TABLA DE CORRESPONDENCIAS
ENTRE TEMAS Y BLOQUES TEMÁTICOS

Temas de este libro Bloques temáticos oficiales


El Antiguo Régimen y su crisis Bloque Temático 3, «El Antiguo Régimen y su crisis»
El reinado de Isabel II Bloque Temático 4, «La construcción
El Sexenio Democrático del Estado liberal (1833-1874)»
La Restauración Bloque Temático 5, «La Restauración y su crisis»
Apartados de sociedad: Bloque Temático 4,
«La construcción del Estado liberal (1833-1874)»
Sociedad y economía en el Estado liberal
Apartados de demografía y economía:
Bloque Temático 5, «La Restauración y su crisis»
El reinado de Alfonso XIII Bloque Temático 5, «La Restauración y su crisis»
Bloque Temático 6, «La Segunda República.
La Segunda República. La Guerra Civil
La Guerra Civil en un contexto de crisis internacional
en un contexto de crisis internacional (1931-1939)
(1931-1939)»
Bloque Temático 7, «La dictadura franquista
La dictadura franquista (1939-1975)
(1939-1975)»
La transición democrática Bloque Temático 8, «La transición democrática
y el proceso de consolidación y el proceso de consolidación»
En las filas resaltadas en gris, los temas y los bloques temáticos tienen el mismo título.

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