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Bitácora de Bruno Bedoya Agüero

Fecha terrenal: 7 de julio de 2011

Existir ahí donde no hay tiempo es toda una aventura. En este lugar donde existo, no hay ni un antes ni
un después, ni ayer ni mañana. Por eso lo que voy a hacer es una hazaña.

Escribir una bitácora... (Bitácora, me gusta esa palabra... Bitácora. ¡Bitácora!) Escribir una bitácora, es
decir, un diario, una crónica, es casi una contradicción. ¿Cómo escribir una crónica donde no hay tiempo?
¿Cómo relatar lo que pasó ayer, si no existe el hoy ni el mañana?

"¿Cómo relatar lo que pasó ayer, si no existe el hoy ni el mañana?"... No corresponde que lo diga yo, ya
lo sé, ¡pero que genialidad esa frase! Es grosa. (Grosa, como me gusta esa palabra... Grosa, así, con
muchas eses... Grosssssa).

En fin... para poder hacer un relato, hay que empezar por un principio, aunque ese principio no sea el
principio, y es por eso por lo que elegí el 7 de julio de 2011 como el inicio de esta historia.

En una plácida tarde de aquel julio, mi madre estaba haciendo lo que mejor sabía hacer: cambiar el
cuerito de una canilla del baño. El baño en cuestión era el baño de un hotel en el norte, porque resulta
ser que mis padres, locos lindos, jóvenes inconscientes, habían decidido junto a sus amigos, otros locos
lindos de mis tíos, irse por ahí a "llevar su música al mundo".

En fin, no es objeto de esta bitácora juzgar la inconsciencia de un grupo de veinteañeros que se fueron
en una ridícula camioneta toda pintarrajeada a viajar sin rumbo, con una guitarrita, y con mi madre
embarazada, de mí, claro. Y por supuesto, como no podía ser de otra manera, entre viaje y viaje, entre
espectáculo y espectáculo, llegó el día en el que el bebé precioso que yo sería quiso nacer. Y ahí los
agarré, en un hotelucho de un pueblito del norte.

Cuando mi madre advirtió la inminencia de mi llegada, exagerada como siempre, grito llamando al Pela,
como a ella le gustaba llamar a mi padre. El susodicho no le hizo caso al principio, ya que creyó que se
trataba de la decimoquinta falsa alarma.

Fue el tío Rama, el más responsable de los cinco, para ser honestos, quien entendió que aquella vez la
alarma no era falsa, y así corrieron todos: Mar, mi madre; Thiago o el pela, mi padre; El tío Rama, la tía
Jazmín y el tío Tacho; y a duras penas llegaron a la clínica, donde finalmente pegue el primer grito, y
todos lloraron. De emoción, claro: había nacido yo. Porque yo, debo aclarar, hubo un tiempo en que fui
humano. Nadie es perfecto, como decía, o dirá, Torito, depende de qué lado de la línea temporal nos
paremos.

Pero no quiero perderme en digresiones. Nací, decía, un 7 de julio de 2011, en un pueblito hermoso del
norte. Y ya de entrada se empezaron a vislumbrar rasgos de genialidad en mí. Es que, vale aclararlo,
había algo extraordinario en mi concepción. Si bien nací en el 2011, fui concebido en el 2031, es decir,
veinte años después de mi nacimiento. (No ahondare en estos temas, porque, aunque soy un ser
evolucionado, no me siento cómodo imaginando a mis padres haciendo "algo distinto"). Único en la
historia, mi caso. Como se explica que yo haya sido concebido veinte años después de nacer será objeto
de otro relato.

Me llamaron Bruno, en honor a un gran amigo de mi padre, y me apellidaron, como es de suponer, con
el apellido de mi padre, aunque mi madre se resistió a la costumbre machista de apellidar solo por la
línea paterna. En mi documento puede leerse: Bruno Bedoya Agüero Tallarico Rinaldi, aunque por
cuestiones pragmáticas siempre me hice llamar Bruno Bedoya Agüero, decisión que mi madre nunca me
perdono, a pesar de que las madres todo lo perdonan.

Debo interrumpir este relato por un momento, el portal se está abriendo, y alguien está llegando por
aquí a través de él. Del otro lado del reloj, en el otro plano, es el año 2007. Allí Bruno Bedoya Agüero
aun no nacido. Y la explicación de cómo Bruno se convirtió en Tic Tac es asombrosa. (Me encanta esa
palabra: "asombrosa"...) Pero quedará para otro momento. El portal se está abriendo, y Cielo está
llegando a este plano. Y yo tengo una misión.

Esta bitácora continuara...


Sin Cielo
La misteriosa desaparición de Cielo fue un golpe muy duro para todos, y aunque con el correr de los días
y los meses fueron sobreponiéndose e intentaron continuar con sus vidas, un velo de tristeza y de
ausencia se había instalado sobre todos. Nada era lo mismo sin Cielo. Una vez más el malvado
Bartolomé Bedoya Agüero, presidente de la fundación BB, la siniestra institución que había explotado
durante años a los mismos niños que aparentaba proteger, fue el responsable de impedir que Cielo y su
amado "don Indi" se casaran.

Aquel día en que todo debió haber sido felicidad Bartolomé logró escapar, para al fin, vengarse de
aquella mucama que resultó ser la heredera de la fortuna Inchausti, la misma que él había detentado. Lo
que ocurrió aquella tarde fue una verdadera tragedia para todos. Bartolomé hirió a Nico en un hombro
cuando intentó proteger a Cielo, y luego se dispuso a hacer lo mismo con ella, pero el instante en el que
gatillo, el mecanismo del gran reloj que coronaba el altillo empezó a girar con una velocidad inusitada.
Millones de hilos de luz blanca comenzaron a surgir del interior del mecanismo, y una fuerza invisible y
poderosa detuvo la bala a escasos milímetros de Cielo. Luego un poderoso rayo de luz emerge del
centro del reloj e impacto sobre la frente de Bartolomé. Quedó inconsciente en el acto. Pero más
inquietante aun fue lo que Nico, herido y dolorido, vio a continuación: los hilos de luz brillante que salían
del reloj comenzaron a rodear a Cielo, abrazándola, como encerrándola en un capullo. La luz blanca se
volvió más intensa y, en ese momento, Nicolas vio, con una mezcla de fascinación y espanto, como por
detrás de los hombros de su amada asomaban dos enormes alas transparentes que se desplegaron,
abrazaron a Cielo y la arrastraron hacia el interior del reloj. Nico extendió su mano hacia Cielo con la
intención de retenerla, pero ella ya era solo luz, y se escurre como agua. De pronto la luz se apagó y los
mecanismos del reloj dejaron de girar. Todo había vuelto a la normalidad, pero Cielo ya no estaba allí.

Felicitas, la prima buena de Justina, idéntica físicamente a la oscura ama de llaves, fue quien encontró a
Nico malherido y llamó a la ambulancia. El despertó horas más tarde en una clínica, rodeados de los
rostros preocupados de Thiago, Mar, Tacho, Jazmín y Rama, quienes al terminar el primer gran recital de
TeenAngels, la banda que Cielo los había ayudado a formar, se enteraron de todo lo ocurrido, y
corrieron a la clínica donde estaba Nicolas, y también Bartolomé, en coma, en estado casi vegetativo. El
neurólogo le informo a Thiago que su padre tenía una mínima actividad cerebral. Tratando de entender
las razones de ese estado, se preguntaba qué era esa marca roja en la frente. Nadie pudo aclararlo. En
cambio, Nicolas si explico porque tenía una herida de bala en su hombro: el hombre que estaba en coma
le había disparado. Pero no logro decir que había pasado con Cielo. Ni siquiera él lo entendía. Poco
tiempo antes había descubierto, junto a ella, que ese reloj era, en realidad, un portal que comunicaba
este mundo con otro llamado Eudamon. Aunque no sabía que era exactamente Eudamon, ni cómo
funcionaba ese portal, tenía sin embargo una íntima tranquilidad: sentía que Cielo, allí donde estuviera,
estaba bien. Como no quiso angustiar más a los chicos hablándoles de cosas que el apenas comprendía,
solo les dijo algo que, en parte, era verdad: desconocía donde estaba Cielo y los motivos por los cuales
había desaparecido.
Pero la ausencia de Cielo no era la única tragedia que deben afrontar. Ese mismo día, Marcos Ibarlucia,
el padre biológico de Cristóbal, el pequeño hijo adoptivo de Nicolás, había intentado secuestrar al niño y
a Malvina, la ex esposa de Nicolas, quien además estaba embarazada. A este le llevó unos cuantos días
reconstruir los hechos, pero al fin llegó a saber que Marcos había sufrido un accidente al tratar de sacar
del país a su hijo en un avión, que posiblemente había caído en medio de la selva, y aún no habían
podido localizarlo. La noticia golpeó aún más a todos, pero Nicolas no se resignó a aceptar que Cristóbal
y Malvina habían muerto en ese accidente. El Cielo no podía rescatarla, no sabía cómo ni donde, pero en
cambio a ellos sí.

Entonces, en la más profunda desolación. Nico decidió separarse de todos para ir a buscarlos. A los
chicos más grandes los envió al campamento de verano del Rockland High School, un colegio ubicado en
un maravilloso lugar, sobre la playa, en el que comenzarán a estudiar el año siguiente. Por supuesto
protestaron, sobre todo Tacho, Thiago y Rama, quienes querían acompañar a Nico en su búsqueda, pero
él se negó rotundamente. No estarán solos, la insoportable Tefi, medio hermana de Mar, y el arrogante
y millonario Nachito Pérez Alzamendi también estarían allí. Y a los más chiquitos - Monito, Alelí, Lleca y
Luz- los dejo en la mansión, al cuidado de la dulce Felicitas, quien además debería fiscalizar las obras que
Nico había encargado a la mansión Inchausti. Cielo tenía un sueño: convertir ese horrible lugar que
había sido la Fundación BB en el Hogar Mágico, un lugar alegre donde se dictaran clases de canto,
música, y de cualquier disciplina que los chicos quisieran experimentar; un lugar donde cada uno podría
ser lo que quisiera ser. Nico le había prometido a Cielo que cumpliría su sueño, y no la defraudaría.

Y Nico partió rumbo al norte, hacia la selva. Pero no se fue solo ya que Lleca se las arregló para
escaparse de Feli, determinado a seguirlo.
No te rindas
Cuatro meses más tarde todos comenzaron a caer en la desesperanza. Nico había agotado las instancias
posibles para localizar la avioneta; por la información de los controladores aéreos habían podido
determinar que en la aeronave en la que viajaban Malvina y Cristóbal podría haberse estrellado en una
zona muy densa de la selva amazónica. Las autoridades locales y la embajada Argentina en Brasil habían
puesto todo a su disposición. Sin embargo, por la densidad del área y por el tamaño pequeño de la
avioneta, todos los esfuerzos habían resultado infructuosos. La policía local había abandonado la
búsqueda, los funcionarios de la embajada ya no atendían los llamados diarios de Nicolas. Otra vez
estaba solo, aunque Lleca insistía en no abandonarlo. Cuando Nico descubrió que su fiel amigo lo había
seguido, quiso hacerlo regresar de inmediato, pero Lleca se obstino y desobedeció su orden. En dos
ocasiones lo había subido al avión, y las dos veces había regresado. La última Nico entendió que no podía
persuadirlo y entonces le permitió permanecer con él. Pero la única alternativa que le quedaba era
buscar a pie, internándose en la selva, en una zona que ni los nativos se animaban a recorrer, por ser
densa y peligrosa y estar repleta de animales salvajes. Además de las dificultades que implicaba la
búsqueda por la selva, se sumaba el temor, no dicho, de que tanto Cristóbal como Malvina, y el bebé que
esperaba, no hubieran sobrevivido al accidente.

Nico se comunicaba diariamente con Felicitas, quien le hacia un reporte de cómo estaban las cosas en la
mansión. Los chiquitos seguían bien, aunque tristes, extrañándolo a él y a Cielo. Estaba bastante
preocupada por Alelí, que manifestaba que en varias ocasiones había visto a Cielo; la pequeña sostenía
charlas imaginarias con el aire, como si hablara con ella. Felicitas entendía que esas alucinaciones
respondían a la profunda angustia que esa larga ausencia le provocaba. Por otra parte, las obras en la
mansión avanzaban a paso firme, y el lugar ya tenía más cara de Hogar Mágico que de la angustia
fundación BB. Nico también recibía informes de dos científicos a los que les había encargado estudiar la
actividad electromagnética del reloj, con la esperanza de poder detectar alguna variación que indicara el
regreso de Cielo. Pero siempre le decían lo mismo: no había modificaciones. El reloj parecía lo que era:
un objeto metálico inerte.

Luego de hablar con Felicitas, Nico telefoneaba al Rockland. El campamento de verano estaba llegando a
su fin. Cada día, aproximadamente a la misma hora, los cinco amigos se reunían a esperar el llamado de
Nico, con la esperanza indisimulada de que por fin les dijera que había encontrado a Cristóbal y a
Malvina. Pero esta vez tampoco recibieron buenas noticias. Los chicos insistieron en reunirse con él para
ayudarlo, pero Nico sostuvo su decisión de que intentarán seguir con sus vidas y divertirse, aunque eso
era algo imposible para ellos. Además, la integración con sus nuevos compañeros no era para nada fácil:
la mayoría de los alumnos del Rockland seguían manteniendo una fría distancia con Mar, Tacho, Rama y
Jazmín, a quienes seguían llamando "los huerfanitos".

A pesar de los esfuerzos de Thiago por integrar sus dos mundos, mucho no había podido lograr. Mar,
por su parte, tenía una enemiga personal: su propia medio hermana, Tefi, quien la detestaba y hacia
todo lo posible por hacerla sentir incomoda. Y como si todo eso fuera poco, tanto el noviazgo de Jazmín
y Tacho, como el de Mar y Thiago, se había terminado. Unos meses antes Thiago había viajado a una
casa que su abuelo paterno le había dejado como herencia. Al regresar, Mar lo noto distinto, triste y
apagado. Finalmente, muerto de culpa, Thiago le había confesado que en ese viaje había conocido a una
chica, a la que había besado. Le aseguro que había sido algo fugaz e insignificante, pero para el corazón
desconfiado de Mar aquella traición se volvió algo imposible de perdonar, y termino la relación con él.
En cuanto a Tacho y Jazmín, nadie salvo ellos sabía lo que había pasado. Simplemente un día anunciaron
que habían cortado y no dieron más explicaciones.

Contrariamente a lo esperable, a quien no se le veía tan mal como al resto era a Rama. El más sensible
de los cinco no se mostraba tan afectado por las tragedias que los habían golpeado, y solo parecía
interesado en las bondades que le ofrecía el campamento de verano. Quería aprovechar cada instante
en ese lugar, y estaba fascinado con la variedad de chicas que se paseaban ante sus ojos, en el marco
ideal del verano y la playa. Los demás estaban sorprendidos y algo preocupados, ya que Rama se había
vuelto irrefrenable y, por otra parte, demasiado compinche de Nacho, quien directamente no conocía
los limites. Ambos no se perdían ninguna fiesta, ni le decían que no a ningún trago.

A pesar de la tristeza y la desazón, no dejaban de ser jóvenes de dieciséis años. La soltería no parecía
sentarle tan mal tanto a Tacho como a Thiago. El rubio lucia más rubio aun por el sol y el mar, y
empezaba a descubrir que las "chetas" se interesaban bastante en él. Thiago, por su parte, había
recuperado su trono en el Rockland. Siempre había sido el más codiciado, y aquel verano había vuelto a
serlo. Por su parte, a Jazmín se le veía evidentemente interesada en Matt, uno de los coordinadores,
algunos años más grande que ella, surfista y guardavidas. Mar también había ganado algunas simpatías,
pero, aunque no lo sabía, aun no había conocido al que le despertaría una gran pasión. Por supuesto,
esta ebullición veraniega ocasionaba numerosas discusiones y escenas de celos entre las exparejas.

Lo que volvió a unirlos fue, una vez más, la música. Durante todo el campamento se había desarrollado
una competencia entre dos grupos. Llegando al final del verano, ambos equipos estaban desempatados,
y el desempate se libraría en un reto musical. Los compañeros del equipo en el que estaban los
TeenAngels les pidieron que los representaran, pero los chicos no habían vuelto a cantar luego de aquel
fatídico día en que todo había cambiado. No tenían intención ni deseos de cantar. Cantar les dolía, les
recordaba demasiado a Cielo, y se excusaron diciendo que hacía mucho que no lo hacían y que, además,
no tenían canciones nuevas, lo cual no era cierto, ya que ese día Mar les había cantado una que había
escrito.

Al atardecer los cinco se encontraron en un fogón en la playa. Una guitarra llego a manos de Rama,
quien empezó a rasguearla distraídamente. Entonces los cinco se miraron, y fue Thiago quien con toda
la intención saco el tema.

-Mar, es muy linda la canción que escribiste- intento un halago.

-Hermosa- reforzó Jazmín.

-Bueno, gracias- respondió Mar, ruborizada, le costaba recibir halagos-. Igual, fue...

Tacho, quien parecía ajeno a la conversación, dijo mientras dibujaba algo con los dedos del pie en la
arena:

-Cuando Cielo supo que a mí me gustaba actuar, me dijo que una vocación era algo sagrado.
-¿Y?- pregunto Jazmín con la intención de darle el pie para que dijera lo que nadie se atrevía a decir.

-Y nada, eso- reculo Tacho.

-No, nada no- intervino Rama, dispuesto a no dejar el tema de lado-. Cielo quiso decir que uno tiene que
hacer lo que ama hacer.

-Como nosotros amamos cantar...- acoto Thiago.

Entonces todos se miraron. Ninguno se atrevía decirlo, pero deseaban volver a cantar juntos. El sonido
de la guitarra se mezclaba con el arrullo del mar.

- ¿Ustedes piensan que Cielo estaría feliz sabiendo que no seguimos adelante con nuestro sueño?
-pregunto Rama.

-Siempre, estuviéramos tristes o enojados, no importaba nada, ella siempre decía: "¡a bailar!"- agrego
Jazmín.

-Es que justamente...- dijo Mar conteniendo una puntada de angustia-. A mi cantar y bailar me
recuerdan a Cielo.

-Y esta bueno recordarla, ¿no? - le dijo con dulzura Thiago.

Entonces fue Tacho el que dio ese paso que todos querían dar y no se atrevían.

-Volvamos a cantar- dijo extendiendo su mano-. Por Cielo.

Los demás se miraron emocionados. Tacho los animaba a sellar un pacto; como tantas veces habían
hecho, los animaba a volver a cantar. Todos fueron sumando sus manos. La última fue Mar.

-Por Cielo- dijo al fin con sus ojos llenos de lágrimas...

Y dieron el paso.

Si tienes miedo a equivocarte

Ya estas equivocado.

Si tienes miedo a perder

Ya estás perdido.

La canción que había escrito Mar se llamaba provisionalmente Un paso. Y las palabras iban despertando
en ellos el eco de una pasión perdida, un fuego que parecía extinguido, pero que no lo estaba.

Si tienes miedo a vivir

Ya estas vencido,
Si tienes miedo a sentir

Es que no has elegido.

A miles de kilómetros de allí, en un claro de la selva. Nico y Lleca habían terminado de comer en un
improvisado campamento. El día había sido agotador, y una vez más, el resultado nulo. Se recostaron en
la tienda de campaña, y Lleca se durmió. Nico estaba con sus ojos abiertos de par en par, y en el silencio
más profundo, las voces suaves de los chicos parecían llegar hasta él.

Un paso, ya es el camino.

Un paso hacia tu destino.

Un paso te abre la puerta

Y sueña tu alma despierta.

Tu alma despierta.

Una angustia profunda subió en forma de llanto hasta los ojos de Nico. Se levanto sigiloso y salió de la
carpa, no quería despertar a Lleca, ni que este lo viera llorar. Camino un poco por la selva oscura, y
cuando estuvo a prudente distancia, se permitió sollozar. Lo había perdido todo: a Cielo, a su pequeño
hijo, y a su hijo por nacer. Pero lo que más lo entristecía era la certeza de que ya había perdido las
esperanzas. Aunque seguía caminando, a pesar de las ampollas y el agotamiento, a pesar del calor
intenso y los insectos, aunque seguía y seguía, sabía que solo lo hacía para no admitir que se había
rendido. Por eso lloraba, porque, aunque seguía buscando, ya no esperaba encontrar.

Entonces en ese momento sintió una suave brisa, cálida, y un aroma lábil; y aunque tenía los ojos
cerrados y anegados por el llanto, percibió una luminosidad que lo alcanzaba. Abrió sus ojos y se topó
con una imagen que ya no esperaba ver: allí, en medio de la selva, en el centro de un claro, estaba Cielo,
con su vestido de novia, como la última vez que la había visto, rodeada de una potente luz blanquecina.
Cielo le sonreía con esa paz y dulzura que el tanto añoraba; y con su voz sedosa e inconfundible le dijo lo
que el necesitaba escuchar en su desesperanza.

-No te rindas, mi amor.

Mientras Cielo se aparecía ante Nico y los chicos cantaban en la playa, algo muy extraño ocurrió en el
reloj del altillo. Los sensores electromagnéticos que los científicos contratados por Nico habían instalado
comenzaron a emitir una alarma, algo había captado. Pero no eran los únicos. En una modernísima
oficina ubicada a unas cuantas cuadras del Hogar Mágico sonaba una estridente alarma, y en el centro
de una pantalla gigante podía leerse una gran inscripción titilante: "Señal encontrada". Frente a la
pantalla, una mujer joven, de ojos oscuros y mirada gélida, vestida con un trajecito negro, sobrio y
elegante, miraba esa inscripción con fascinación. Tomo un Handy y se comunicó con alguien.
- ¿Que hacen los chicos? - pregunto Franca, con voz calma y fría.

-Nada, cantan- respondió la voz de un hombre.

- ¿Cantan? - repregunto Franka.

-Si, solo eso: cantan- repitió el hombre, minimizando.

Estaba escondido entre los médanos, a cierta distancia de los chicos, observando con unos binoculares
como ellos seguían cantando junto al fogón.

Luego de cortar la comunicación, Franka se quedó pensativa, mirando la pantalla. Enseguida tomo su
celular e hizo un llamado.

-Señor- comenzó con un tono reverencial-. Tenemos novedades. Se detecto señal electromagnética en
el reloj. Y los chicos están cantando. Espero instrucciones.
Esperanza
Como tantas veces lo había hecho antes, una vez más Cielo llego para infundirle esperanza. Nico no
estaba seguro de que aquella aparición fuera real, pero, si acaso lo era, resultaba poco común. Llevaba
todavía el vestido de novia, tal como la había visto cuatro meses antes. Alrededor de ella había un halo
de luz blanquecina, y su voz llegaba como desde un lugar lejano, aunque clara y nítida. Si bien no podía
explicar su aparición, Nico estaba seguro de que no se trataba de un desvarió: era Cielo. Y verla le hizo
dimensionar cuanto la extrañaba y amaba. Intento decírselo, pero ella, urgida, hablo antes y poco.

-No hay tiempo- dijo Cielo con una voz muy suave y calma-. Está equivocado, Indi.

- ¿Equivocado con que, mi amor? - pregunto intrigado Nico, aunque, en realidad, estaba más
interesado en abrazarla y besarla-. Te necesito, te amo, te extraño- dijo acercándose a ella, pero al
retirar su mano e intentar tocarla, el halo luminoso que la rodeaba le dio una especie de descarga
eléctrica.

Nico salió despedido y cayo inconsciente sobre la gramilla. La luminosidad que rodeaba a Cielo produjo
un destello, y ella desapareció.

En ese mismo momento, algunos miles de kilómetros al sur, los chicos terminaban de cantar la nueva
canción, en tanto que, a cientos de kilómetros de allí, en su centro de operaciones muy tecnológico,
Franka veía como los sensores dejaban de captar la señal electromagnética que habían detectado en el
reloj de la mansión. Franka pidió reporte a Croussen, uno de los científicos que Nico había contratado,
pero que en realidad trabajaba para esta misteriosa mujer. El científico corroboro lo que ella misma
había comprobado durante algunos segundos el reloj había emitido una especie de energía desconocida
e intensa; y luego todo había vuelto a la normalidad.

Unos minutos más tarde, Nico despertó en el claro del bosque, algo entumecido. Miro hacia donde
había estado Cielo, y ella ya no estaba. Confundido, regreso al campamento, pensando en las escuetas
palabras que ella le había dicho. "No hay tiempo. Está equivocado, Indi". ¿Equivocado con qué? Algo le
había querido decir, pero no lograba entender que. Sin embargo, tuvo una intuición que pudo
comprobar rápidamente: llamo por teléfono a los científicos y el compañero de Croussen le confirmo
que, en efecto, se había producido una variación electromagnética en el reloj. Por primera vez en mucho
tiempo Nico tuvo esperanzas, ya que aquella extraña aparición de Cielo coincidía con la primera
variación registrada en el portal. Entusiasmado, corrió al campamento para compartir la noticia con
Lleca, pero se paralizo cuando descubrió que ya no estaba en la carpa. Aunque era una noche cerrada,
muy oscura, lo busco por los alrededores, pero Lleca no aparecía por ningún lado. Luego de quince
minutos comenzó a desesperarse.

Paso toda la noche buscándolo, internándose en el bosque, sin saber siquiera a donde ir, pero sin
detenerse. Amaneció y a los pocos minutos el sol empezó a pegar fuerte. Estaba agotado, algo
deshidratado y a punto de insolarse. Le dolía todo el cuerpo. Mientras caminaba, recordaba las palabras
de Cielo: "Esta equivocado". ¿Tal vez en seguir creyendo que Malvina y Cristóbal seguían vivos? Lo
descarto: ella había llegado para infundirle esperanza. ¿Era erróneo el rumbo que había tomado? Podía
ser, sin embargo, estaba en la zona de la trayectoria que había hecho la avioneta. Y, además, si Cielo
hubiera querido darle una pista sobre la ubicación, lo hubiera hecho. ¿A qué se había referido entonces?
Avanzaba como un autómata pensando en eso, cuando oyó un ruido que llegaba del cielo, semejante al
sonido de un pájaro gigante. Giro, sobresaltado, y vio que algo enorme se le venía encima. Le llevo unos
segundos comprender que lo que había caído sobre él era un aladeltista. La desaparición de Lleca lo
tenía tan preocupado que por un momento creyó que era un ataque, posiblemente de los mismos que
habían secuestrado al niño. Entonces tomo un tronco del suelo y avanzo hacia el supuesto agresor, que
lentamente se quitaba el casco. Estaba por pegarle un garrotazo cuando se quedó perplejo al
reconocerlo.

- ¿Vos? - pregunto Nico con estupor.

Por el rostro incrédulo del otro, comprendido que también estaba muy sorprendido de verlo.

- ¿Nico? ¿Qué haces acá, Mandril? - dijo Salvador, apenas dando crédito a lo que veía.

Salvador era un gran amigo de Nico, al que quería mucho. Se habían conocido varios años antes, en el
sur de Asia, donde el arqueólogo dirigió una excavación. Salvador había llegado hasta allí con una rara
intoxicación, y Nico salvo su vida. Desde ese momento fueron grandes amigos, aunque se frecuentaban
poco. Nico sabía que Salvador era una amante a los deportes de riesgo y un aventurero, pero jamás
imagino encontrárselo allí. Alterado por su agotamiento y la angustia por la desaparición de Lleca, tuvo
un rapto de paranoia, asocio a Salvador con esos extraños sucesos y lo increpo.

- ¿Qué haces acá? ¿Me estas siguiendo? ¿Vos tuviste algo que ver con la desaparición de Lleca? -
gritoaun con el tronco en su mano.

Salvador, extrañado por verlo en ese estado, solo atino a cubrirse mientras gritaba:

- ¡Para, Nico! ¡Para!

Nico entonces se detuvo, y se dejó caer. Su amigo le explico que estaba junto a un grupo de deportistas
brasileños practicando ala delta, pero una corriente de aire lo había desviado de su camino y lo había
llevado hasta allí. Entonces Nico sintió que la providencia, o tal vez la misma Cielo, le habían mandado
un salvador, y con desgarro, le refirió su situación. Le conto del accidente de Malvina y Cristóbal, de su
búsqueda febril durante cuatro meses, y de la reciente y extraña desaparición de Lleca. Salvador no
daba crédito a lo que oía, pero como estaba entero y descansado, le aseguro que buscarían juntos y que
los encontrarían a todos.

La presencia de Salvador renovó las energías de Nico, y en ese momento creyó comprender las
palabrasde Cielo: "Esta equivocado".

Ella no se había referido al rumbo que seguía la creencia de que estuvieran con vida. No. Lo que había
querido decirle era que estaba buscando basado en la lógica y en la razón. Había analizado la trayectoria
de la avioneta, había evaluado la existencia de arroyo junto a los cuales podrían haberse establecido su
hijo y Malvina para garantizar su subsistencia, había considerado racionalmente todas las alternativas
posibles, pero no estaba siguiendo las señales, como ella siempre lo invitaba a hacer. Y ahora la veía con
claridad. Ahora entendía que la llegada de Salvador no era una simple casualidad; que una corriente de
aire lo hubiera desviado hasta llevarlo hasta él no era un accidente, sino una señal.
Entonces empezó a revisar todas aquellas señales que había dejado pasar, señales a las que con
seguridad Cielo se hubiera aferrado.

Recordó que había visto un pájaro muy exótico, parado sobre la rama de un árbol, que parecía mirarlo.
Nico tuvo el impulso de tomar ese camino, pero lo había desechado porque se apartaba de la
trayectoria supuesta de la avioneta.

Recordó también haber visto un extraño fenómeno: un sector del bosque en el que llovía, cuando unos
metros más allá brillaba un sol radiante. Esos fenómenos, que no eran raros en la selva, sin embargo,
habían captado su atención.

Pensó en tomar ese camino, pero enseguida lo desestimo razonando que ese sector de la selva era muy
tupido y que si habían sobrevivido no acamparían en un lugar tan poco habitable. Comprendido que
todas esas habían sido señales, y que debió haberlas seguido. Con esperanza renovada, y ahora
acompañado en su búsqueda, volvió sobre sus pasos, tratando de encontrar el camino que había
decidido no tomar.

Pero es difícil sentirse esperanzado cuando uno cree estar cerca de alcanzar aquello que quiere. La
verdadera esperanza aparece allí donde ya no hay ninguna certeza de poder lograrlo. Luego de varias
horas de caminar abriéndose paso por la espesa selva, bajo un sol que calcinaba, aquella efervescencia
había desaparecido. Estaban perdidos y agotados. Salvador insistía en pedir un helicóptero de rescate,
pero Nico se negaba: lo que él quería era rescatar a su familia.

El sol estaba cayendo. En un par de horas se haría de noche, y Nico llevaba más de un día sin dormir.
Estaba irascible y angustiado, y ante la insistencia de Salvador de pedir el rescate. Nico estallo. Empezó a
gritarle, triste y furioso. Salvador lo dejo descargarse, porque entendía que la furia de su amigo estaba
motivada en su propia desesperanza: Nico ya estaba empezando a creer que no los encontraría. Y fue en
ese momento cuando oyeron ruidos entre unos arbustos que se movieron, pasos sigilosos, como los de
un animal acercándose. Ambos se pusieron alerta y Nico tomo la faca que usaba para despejar el camino
a su paso. Estaba dispuesto a atacar el animal que los acechaba cuando algo milagroso ocurrió: de entre
los arbustos asomo la cabellera rubia y más despeinada que nunca del pequeño Cristóbal.

Los ojos de Nico se nublaron rápidamente. En el fondo de su corazón lo había sabido siempre: Volvería
a ver a su hijo. Soltó la faca, y corrió a abrazarlo, al tiempo que Cristóbal grito con su voz estrangulada
por la emoción:

- ¡Papa!

Salvador observo, muy emocionado, como padre e hijo rodaron por el suelo, abrazados, llorando de
felicidad.

Mientras se apuraba a contarle lo que había ocurrido, Cristóbal los condujo hasta el campamento que
había improvisado para él y Malvina. Cuando Marcos los estaba secuestrando en la camioneta, el niño
intento huir. Le coloco con sigilo un paracaídas a Malvina y otro a sí mismo, luego encendió una bengala
de emergencia que había cerca de la cabina, para evitar que Marcos los detuviera, abrió las puertas de la
nave, y se arrojaron al vacío. Mientras sus paracaídas de desplegaban, pudo ver como la avioneta se
prendía fuego. Evidentemente el piloto perdió el control, y la nave se estrelló.
Malvina y el cayeron en la selva. Como ella no podía desplazarse porque se había lastimado un pie,
Cristóbal organizo un precario campamento de supervivencia. Lo que más preocupaba al niño era que
Malvina estaba por dar a luz a suhermanito. Ese mismo día, unas horas antes, Malvina había empezado a
sentirse mal, y aunque se lo negó para no preocuparlo, Cristóbal supuso que el trabajo de parto había
comenzado. Malvina se refugió en una cueva que habían acondicionado para la ocasión y le ordeno que
no entrara. Pero él, afortunadamente, había encontrado la mejor ayuda que podía existir: su propio
padre.

Tras unos minutos de marcha, llegaron al campamento, que no era tan precario como Cristóbal había
afirmado. Tenía un sofisticado sistema para recoger agua de lluvia, una especie de mesada elevada para
conservar los alimentos alejados de los insectos, un par de refugios muy bien construidos y, además,
detalles de decoración seguramente aportados por Malvina. Nico le pidió a su hijo que se quedara con
Salvador, y él fue al encuentro con su exmujer. La encontró en pleno trabajo de parto, aterrada. Parecía
una versión improbable de sí misma. Sus cabellos eran una mata afro, sus ropas se veían raídas, y sus
ojos, profundos. La sobrevivencia en esas condiciones y la maternidad inminente le habían dado un
semblante maduro; era una mujer frívola que había despertado a la vida. Apenas lo vio comenzó a llorar.
El hombre que amaba, el padre de su hijo había llegado nuevamente para salvarla en el momento en el
que más lo necesitaba. Debido a las circunstancias, no hubo mucho tiempo para festejar el reencuentro.

A pesar de que Cristóbal simulaba observar a Salvador mientras esté intentaba pedir el rescate desde su
teléfono satelital, en realidad estaba pendiente de lo que ocurría en la cueva. Cuando varios minutos
más tarde se oyó el llanto de un bebe, una emoción súbita le cerro la garganta. Intentando contener la
emoción, le dijo a Salvador:

-Ha Nacido mi hermanito.

Pero no era un hermanito, sino una hermanita. Malvina estaba abrazada a la beba, y Nico abrazaba
ambas. No hablaban, porque ocurre a veces que la emoción es tan grande que las palabras parecen
pequeñas. Nico solo atino a preguntar.

- ¿Pensaste un nombre?

Malvina lo miro, asintiendo con sus ojos llenos de lágrimas. -Esperanza. Tu hija se llama Esperanza.
Cenicienta
El campamento de verano del Rockland Dayschool llegaba a su final. Ese día Mar comprendería por fin
que las apariencias engañan.

La primera apariencia engañosa era la tremenda felicidad que veía en el rostro de Thiago. Observaba
como disfrutaba del campamento casi con exageración, como recuperaba también el lugar de líder entre
los chetos; parecía además muy a gusto con las trillizas Lala, Lila y Luly. Pero lo que más indignaba a Mar
era que adjudicaba tamaña felicidad al hecho de haberse separado de ella.

-Vos lo dejaste, Mar- le recordó Jazmín cuando se quejaba mientras esperaban a los chicos para ensayar
para la competencia musical-. No tenés derecho a reclamarle nada ahora, por que vos lo dejaste.

-¡Eso no le da derecho a estar tan feliz porque lo deje!- protesto la diminuta Mar, furiosa-. Seguro me
conto que se chapo a esa fratacha para que lo dejara, y yo lo deje. ¡Que pedazo de mampara soy!

Como aquella noche habría una gran fiesta en un boliche, durante el ensayo los chicos no pudieron
disimular las ganas de irse pronto. Mar les advirtió que, si iban a cantar al día siguiente, ninguno debía
salir, para cuidarse la voz. Rama considero un exceso de profesionalismo el planteo, pero ni se gastó en
discutirlo; por supuesto planeaba ir a la fiesta y ya había convencido a los chicos de acompañarlo. Pero
como el ensayo se prolongaba, entonces los chicos decidieron fingir que estaban que estaban muy
cansados para darlo por terminado y prepararse bien para la fiesta. Estaban dispuestos a exprimir hasta
la última gota una de las últimas noches de aquel verano.

Pero no eran los únicos que tenían planes para esa noche. Jazmín había sido invitada por Matt, uno de
los coordinadores del campamento, y había aceptado. Como no quería ir sola, aunque sabía que su
amiga no aprobaba mucho su interés por Matt, al que veía como un aprovechador, un tipo más grande
que seducir a las alumnas, le suplico a Mar que fuera con ella.

-Me da culpa- objeto Mar-. Les empaste tanto la bujía a los chicos con que se acuesten temprano... ¿Y
nosotras vamos a salir?

- ¡Un ratito, amiguilla! - suplico Jazmín, y Mar no pudo negarse.

Dos horas más tarde estaban todos en el boliche. Rama parecía desatado: iba de aquí para allá,
bebiendo y encarando a cada chica que se le cruzaba. Thiago estaba decidiendo entre Lila, Lala o Luly.
Las opciones de Tacho, en cambio, eran Michi o Meme, las dos chicas encargadas del chiringuito de la
playa. Por su parte, Jazmín fue captada por Matt apenas llego: la tomo de una mano y se la llevo con él.
Mar quedo sola y refunfuñando, hasta que la encontró Hernán, un alumno del Rockland que estaba muy
interesado en ella; sin embargo, Mar no tenía ojos para nadie: aún seguía extrañando a Thiago. De todos
modos, Hernán estaba demasiado interesado en ella, y con excusas, la llevo hacia la parte trasera del
boliche, al reservado.
Aunque tenía mucha calle, Mar era muy ingenua y no se percató de las intenciones de Hernán hasta
que este intento besarla. Ella, sorprendida y abatatada, se echó para atrás y le volcó la gaseosa encima;
sin querer, terminó encendiendo las luces del lugar. Sorprendidos por la luz repentina, asomaron varias
cabezas disconformes, y ahí todos se descubrieron en situaciones comprometidas: Tacho había optado
por Michi, lo cual no le causo ninguna gracia a Jazmín, que estaba muy próxima a Matt, lo que enfureció
a Tacho; a Rama, que se divertía bastante, la situación lo divertido más; y Thiago estaba muy
entretenido con Lala. Pero apenas se encendieron las luces, se encontró con los ojos decepcionados de
Mar. La conocía bien y sabía que pasaría en un segundo de la decepción a la furia, y así fue: lo tomo de
un brazo y lo aparto.

- ¡¿Que?!- protesto Thiago ante el reclamo que se venía.

- ¿Qué? - repitió Mar furiosa-. ¡Que me parece de cuarta lo que estás haciendo! Vos, que siempre
sos tan... caballero, ahora venís y me enrostras que te levantas de a tres a la vez.

-Estoy con una sola, Mar- argumentó él como si eso pudiera calmarla.

- ¡Tres trillizas trolas son! - se exasperó ella-. Triste, ¡muy triste!

-Y vos estas con ese bobo de Hernán. ¿Yo te digo algo a vos?

-No- reconoció ella, dolida.

-Vos no sos nadie para hacerme ningún planteo. ¡No somos más novios!

-¡Ya lo sé, pero hay cosas que duelen, y si me queres un poco, me tenes que cuidar!

Y se fue muy angustiada. Thiago salió tras ella, y la encontró sentada sobre la arena, en la playa. Al
acercarse, ella le advirtió:

-No me tenes que explicar nada. Ya me dijiste que no soy nadie.

-Yo no dije eso- replico Thiago, intentando bajar los decibles-. Dije que no tengo que explicarte que hago
porque ya no sos mi novia. Quedamos en eso, ¿no? En que cada uno podía hacer su vida.

-Ya lo sé, pero para mí no es nada lindo verte con esas... trillizas.

-A mí tampoco me gusta verte con Hernán.

- ¡No paso ni va a pasar nada con Hernán!

-Y con las trillizas tampoco. Es un juego.

-¡Es un juego que yo no quiero ver!- protesto ella, ahora angustiada.

-Perdoname si te hago sufrir- dijo Thiago, sincero.

-¡Nada que ver!- grito ella, con orgullo-. ¿Te pensas que sigo muerta con vos? ¡Canchero!

-Los dos estamos muertos de celos, Mar.


-Yo siento que vos no. Vos decís que te molesta verme con Hernán, pero yo siento que no, que no te
importa verme con otro. Y eso duele. No sé qué sentís por mí.

- ¿Hace falta que te lo diga? - dijo el mirándola a los ojos.

Estaban solos en la playa, con un amanecer increíble frente a ellos. Todo el amor que sentían seguía ahí,
había atravesado tormentas más severas que las trillizas y Hernán. Era un amor que había nacido
temprano, pero que no moriría nunca.

-Si, hace falta que me lo digas- respondió Mar puchereando, necesitaba oírlo decir "te amo". Pero,
sinembargo, él dijo:

- ¿Tenes puesto el traje de baño?

- ¿Eh? - respondió ella extrañada.

Y el, sin esperar respuesta, la tomo de la mano y la llevo hacia un hotel cinco estrellas situado junto a las
cabañas donde paraban ellos. Mar intento resistirse, no debía meterse en el hotel, pero a Thiago no le
importo nada. Llegaron hasta la piscina del establecimiento, y él le dijo, mientras se sacaba los
pantalones y la remera:

- ¿Queres saber que siento por vos? Entonces vení y averigualo.

Y se tiró a la piscina. Ella dudo, temía que los descubrieran, pero más le intrigaba averiguar la respuesta,
y se sumergió. Thiago estaba bajo el agua. Ella lo busco y se encontraron entre burbujas. El la tomo de
las manos, y allí grito bien fuerte:

- ¡Te amo!

Thiago parecía haberla olvidado, parecía aliviado de haber cortado con ella y estar muy interesado en las
trillizas, sin embargo, esa apariencia engañaba, y escondía que aun la seguía amando. De todas maneras,
ambos estuvieron de acuerdo en que se habían puesto de novios siendo muy chicos, que tenían una
relación adulta cuando apenas tenían quince y dieciséis años, y consideraron que lo mejor sería seguir
así, cuidándose de no lastimarse mutuamente. Ya más adelante verían como seguiría su relación.

Sin dormir, Mar se reunió con Jazmín, debían prepararse para un acto en el que se presentarían en
nueva sociedad los nuevos alumnos del Rockland. Ninguna de las dos estaba cómoda con esa situación,
ya que no podían evitar sentirse sapo de otro pozo entre las esplendidas alumnas del Rockland. Y Tefi,
su medio hermana, no colaboraba para nada en hacerla sentir cómoda. Viendo como la trataba Tefi,
Mar comprendió muy bien la angustia que debió sentir Cenicienta.

Mientras iban en un cuatriciclo a buscar la ropa que usarían en el acto, Mar se topó con más apariencias
engañosas. Al pasar por el estacionamiento, diviso a un chico de unos dieciséis años que guiaba las
maniobras de una mujer que estacionaba su auto. El lugar estaba lleno de empleados, y Mar creyó que
era uno más. Distraída por el llamativo atractivo físico del muchacho, piso un charco con el cuatriciclo y
lo empapo de agua y barro. Se disculpo a la carrera, ya que apenas sabia como frenar el vehículo. Media
hora más tarde, volvió a cruzarse con el muchacho, que ahora estaba junto al camión de la proveeduría.
Sintiendo que debía retractarse por haberlo ensuciado, decidió darle una mano con la faena.
Se subió al camión de la proveeduría y empezó a descargar y depositar sobre sus brazos víveres, cortes
de carne y chorizos que comerían luego del acto. El muchacho quiso detenerla, pero ella no lo dejo,
nerviosa y verborrágica, porque la belleza del empleado la distraía. Mas tarde estaba yendo con Jazmín
hacia su cabaña para cambiarse, cuando lo volvió a ver. Esta vez él venía con un ramo de flores, y la
llamó. Ella interpretó que las flores se las había enviado Thiago, y las acepto feliz. Como él se quedó
mirándola, Mar se pensó que esperaba una propina, entonces busco en sus bolsillos, saco una moneda y
se la dio. El joven reacciono con desconcierto e indignación y mientras Mar se alejaba con Jazmín, dijo en
voz alta, para que ella escuchara:

-¡Estas conchetas son insoportables!

Mar se detuvo en seco.

- ¿Lo dijo por mí? - pregunto a Jazmín, que

asintió.Entonces se volvió hacia él, belicosa.

- ¿Como me dijiste?

-"Concheta", dije. Te doy flores, ¿y vos me das un peso de propina?

- ¡Encima que te doy propina! - se indignó Mar-. Que no es obligación... A ver, ¿cuánto debería

darte?Pero inesperadamente, el muchacho le toco la frente con un dedo, y dijo:

-No entendes nada. ¿Hay algo ahí adentro o esta hueca?

El gesto y el improperio llevaron la indignación de Mar a un nivel peligroso.

- ¿Que tocas? ¿Yo concheta hueca? ¿Vos sabes con quien estás hablando?

-Supongo que con la hija del juez tal, o la nieta del empresario tal- asevero el joven, el mismo dejándose
engañar por las apariencias.

La respuesta de Mar fue contundente: le estampo el ramo de flores contra la cara, una y otra vez, y
hubiera seguido si Jazmín no se la hubiera llevado a la rastra. Era pura indignación la pequeña.

Cuando llegaron al lugar donde se desarrollaría el acto, ambas sintieron todas las miradas sobre ellas. Y
no se trataba de una apariencia engañosa, era la realidad. Las alumnas del Rockland, incluida su medio
hermana Tefi, las miraron de arriba abajo, hicieron comentarios a media voz, y dejaron escapar algunas
risitas. La hostilidad que exhibían era real: la mayoría de los alumnos del colegio resentían la idea de
aceptar en tan ilustre institución a chicos huérfanos provenientes de una fundación donde se los
obligaba a robar. Tacho y Rama también estaban incomodos con esas ropas que les eran ajenas; como
las chicas, ellos percibían la mirada despectiva de los chetos, y de buena gana se hubieran ido corriendo
de allí, pero Thiago era una esperanza cierta de que no todos en ese lugar eran iguales. Además, Nico
quería que estudiaran en ese colegio, y solo por el seguían adelante.
El acto era breve y sencillo. El director del colegio daría la bienvenida a los nuevos alumnos, luego habría
un asado de integración, por la tarde la final musical de la competencia y finalmente, todos despedirían
el campamento con un gran fogón nocturno. El director comenzó a presentar a los alumnos nuevos en
parejas.

-Jazmín Romero y Juan Morales- anuncio.

Los dos se miraron. Aun persistía en ellos el encono de la noche anterior, pero él la tomó de una mano y
avanzaron hacia una tarima, en medio de un tibio aplauso de los alumnos. Solo Thiago aplaudía
orgulloso de sus amigos. El director también convocó a Ramiro Ordoñez, junto con otra chica tímida y
simpática. Y por fin llamó:

-Marianella Rinaldi, y Simón Rodríguez Arrechavaleta.

Al oír ese apellido, Mar no pudo contener una risa burlona, y comento con Hernán, que estaba junto a
ella:

- ¡Arrechatatela! Que tarado debe ser el que me toco... ¡con ese apellido!

Junto coraje y avanzó, pero se quedó estupefacta cuando vio frente a ella al mismo muchacho al que
había confundido con un empleado, al que había ensuciado con agua y barro, luego con chorizos y asado,
y al que le había pegado con el ramo de flores por haberla llamado concheta. Él estaba radiante: tenía un
pantalón de lino claro, una camisa blanca impecable, unos ojos verdes hipnóticos, y con una sonrisa
pícara y tierna. Mientras Mar avanzaba bastante confundida, el arranco una flor de la decoración y se la
dio, luego la tomo del brazo y le dijo:

-Llega el cura y nos casamos.

Ella, aturdida, tardo en comprender el chiste. Avanzaban por un pasillo hacia el escenario, ambos
vestidos con suma elegancia y tomados del brazo. Mientras Mar comprobaba nuevamente que las
apariencias la habían engañado, Thiago miraba con gran alegría y sorpresa a Simón, su gran amigo de
toda la vida.

Durante el almuerzo, Simón se reencontró con Thiago y con Nacho, con quienes había cursado toda la
primaria. Al comenzar la secundaria, Thiago había sido enviado a estudiar a Londres, y Simón se había
mudado con toda su familia a Paris, donde habían vivido hasta este momento. Ambos celebraron con
gran alegría haber regresado y el reencuentro. Mientras se ponían al día, Simón vio a Mar, que estaba
más allá, hablando con Tefi. Señalándola con discreción, le pregunto a Thiago por su nombre, y éste
creyó que se refería a Tefi.

-Es Tefi, Stefania. ¿No la conociste, vos?- pregunto Thiago extrañado.

-No, no la conozco. Me encanta- dijo Simón.

- ¿Tefi?- pregunto extrañado Thiago.

-No te hagas el gil que vos le diste a Tefi- acotó Nacho.


-¿Salió con vos?- preguntó Simón.

-Si, pero no fue nada importante- se apuró a aclarar Thiago-. Si te gusta, dale para adelante. Pero...
¿Tefi? - insistió Thiago dándole a entender que no era una buena idea.

-Si, ¡me encanta! - dijo Simón, mirando en realidad a Mar.

Y le contó todos los pormenores de su encuentro: como ella lo había empapado cuando él estaba dando
indicaciones a su madre mientras estacionaba el auto; como lo había enchastrado con asado cuando él
estaba parado junto al camión de la proveeduría, confundiéndolo con un changarín; como lo había
tratado cuando él quiso regalarle flores, cautivado por su belleza. Thiago asintió, considerando que eran
todas reacciones muy típicas de la insoportable Tefi y, advirtiéndole que se metería en un problema, le
dio su por segunda vez anuencia para avanzar con ella.

Por su parte, Mar estaba muerta de vergüenza por el equívoco con Simón. Jazmín le hizo notar que se la
veía bastante impactada con el muchacho, pero Mar lo negó con tan poca convicción que a Jazmín le
pareció innecesario insistir con el tema. Tenían por delante la competencia musical, y Mar corrió a su
cabaña a ponerse un vestido que le había regalado su madre. Como si lo hubiera presentido, en ese
momento recibió una llamada de Julia. La mama de Mar y Tefi había tenido que viajar a España por
cuestiones laborales impostergables, aunque había estado a punto de rechazar la propuesta, ya que, a
poco tiempo de haberse reencontrado con Mar, de quien la habían separado al nacer, no quería volver
a alejarse. Por ese motivo, les había propuesta a sus dos hijas mudarse con ella y su marido a España,
pero ninguna había querido. Fue Cielo quien intervino y la convenció que no desaprovechara esa
oportunidad,después de todo serian solo unos cuantos meses, y le ofreció a Tefi vivir en el hogar.

Tefi seguía sin aceptar a su hermana, y le hacía permanentes mal tratos y humillaciones que Mar
soportaba estoica. Júlia conocía muy bien a su hija menor, por eso llamaba a Mar casi a diario, para estar
al tanto de como prosperaba el vínculo. Como no quería preocuparla, Mar omitía contarle muchos de
los sucesivos desplantes y provocaciones de Tefi. Estaba hablando justamente de ese tema cuando
entro al cuarto y la vio parada muy cerca de su placard, junto con una compañera. Le resultó extraño, ya
que Tefi no dormía en su cabaña. Tras dar una excusa inentendible, Mar le ofreció pasarle el teléfono,
pero Tefi adujo que ya había hablado con su madre ese día, y se fue. Mientras Mar continuaba con la
conversación, se puso a buscar el vestido en el placard.

- ¿Te la está haciendo difícil Tefi, ¿no? - preguntó Júlia.

-Mas o menos- disimulo Mar, y enseguida cambio de toma-. Ahora lo que me preocupa es que no se si
voy a encajar en este colegio de chetos.

-Mar, si no te gusta el colegio, te podés cambiar. Pero no dejes por nada del mundo que alguien te diga
donde podes estar o donde no. Vos tenes tanto derecho como cualquiera a estudiar donde quieras. No
permitas que nadie te discrimine, mi amor.

-Tenes razón- dijo Mar angustiada, aunque animada por las palabras amorosas de su madre-. No puedo
poner el freno de mano ahora, menos ahora, que tengo que cantar.
- ¿Vas a usar el vestido que te regale?

- ¡Mas vale! - exclamo mientras sacaba la percha con el vestido.

Pero su cara se desencajo. No fue enojo. Fue una enorme tristeza al comprobar la razón de la presencia
de Tefi allí: con una maldad muy predecible, le había tajeado todo el vestido, con la clara intención de
boicotearle la actuación a su "hermanastra", como la llamaba Tefi. Mar disimulo su tristeza ante su
madre, no quería preocuparla. Pero apenas corto la comunicación, se largó a llorar. El motivo aparente
era el vestido roto, pero en realidad lloraba por tantos años de ilusiones rotas, por una vida entera de
sentirse discriminada, dejada de lado. Lloro por tener una hermanastra que le recordaba cada día que
ella era una Cenicienta. Pero como genuina Cenicienta, ella también tendría un hada madrina. Y en esta
ocasión el hada mágica sería el mismísimo Simón.

- ¡No! ¡Me quiero matar! - escucho el grito de Simón tras la puerta.

Mar se secó las lágrimas y salió al pasillo. Ahí estaba Simón, agachado frente a la puerta, revisando un
bolso. Al verla, no pudo evitar sonreír. Enseguida advirtió que tenía los ojos enrojecidos.

- ¿Estabas durmiendo? ¿Te desperté? ¿O llorabas?

-No- respondió Mar, intentando disimular-. ¿A vos que te pasó?

-Me equivoqué de bolso... ¡Me traje el de mi hermana! - exclamo el mientras sacaba un vestido
pequeño, de la talla de Mar, quien sonrió al verlo.

Una hora más tarde Mar brillaba con el vestido de la hermana menor de Simón, que le fue perfecto.
Junto a sus amigos, gano la competencia musical interpretando el tema que había escrito. Como ocurría
cada vez que cantaban juntos, una energía mágica los unió: las miradas se encontraron en el escenario,
la música broto a través de ellos, y la felicidad de haberse encontrado los inundo. De pronto los cinco
eran los ídolos de medio Rockland, mientras la otra mitad los miraba con resentimiento.

En medio de los festejos, Mar observo a su hermana, que había sido derrotada en la competencia.
Percibió el odio y el rechazo de Tefi en su mirada. Y una vez más, no capto que las apariencias a veces
engañan. Mo supo ver que detrás de aquel odio y desdén aparente había una necesidad desesperada de
acercarse, había una hermana que llegaría a adorarla y a defenderla con uñas y dientes.
Queridos Reyes Magos
Tanto en el hogar como en el campamento del verano, estalló una alegría ruidosa y se produjo un alivio
profundo cuando Nico logró comunicarse con ellos para contarles que no solo había encontrado a
Cristóbal y a Malvina, sino que además había nacido, sana y salva, su hija Esperanza.

Mar, Thiago, Jazmín, Tacho y Rama lloraron de felicidad, y festejaron por horas las buenas noticias. Lo
mismo ocurrió en el hogar cuando Feli corrió a contarles a Monito, Luz y Alelí. Nico omitió decirles que
había desaparecido Lleca, porque planeaba ir a buscarlo una vez que hubiera sacado a Malvina y a sus
hijos de la selva. Pero no hizo falta, porque cuando estaba llegando el helicóptero de rescate que
Salvador había pedido, de la misma misteriosa forma en que había desaparecido, Lleca reapareció.
Estaba empapado, con una expresión perpleja y parecía aturdido. Nico corrió a abrazarlo, y al
preguntarle donde había estado, el niño no pudo explicarlo. Lo abrazó con desesperación, había estado
muy angustiado por su ausencia. Subieron todos al helicóptero y partieron rumbo a la ciudad más
cercana.

Entretanto Feli dejo a los chicos al cuidado de Rosarito Guevara de Dios, asistente social del juzgado de
menores y, se apresuró para llegar a tiempo al horario de visitas en el penal donde estaba detenida
Justina. Felicitas la visitaba cada semana, intentando evangelizarla y redimirla, pero solo recibía insultos
y agresiones de su oscura prima.

-No tendrías que visitarla más, Feli. Esa mujer no se lo merece- protestó Rosarito.

-Pobre ssssanta, todossss se merecccccen un oportunidad- dijo Feli con su gran sonrisa cándida y
remarcando las eses-. Además, hoy van a trasssssladarla a otro penal lejano, y ya no voy a poder
vissssitarla tan seguido.

Y marchó hacia el penal canturreando canciones de alabanza.

Cuando le anunciaron que tenía la visita de su prima, Justina sintió un malestar profundo en el estómago,
sin embargo, aceptó recibirla porque era su única conexión con Luz. Aunque la hubiera criado como si
fuera su propia hija, tras descubrir tantos engaños y ser liberada del sótano donde había crecido, la
pequeña se negaba a verla, y ese era un dolor profundo en su atormentado corazón.

Dado el extraordinario parecido físico que unía a las dos mujeres, era inquietante que estuvieran frente
a frente. Pero eran tan diferentes en su interior... Feli intentó en vano conmover el corazón duro y frío
de Justina: le habló de la importancia del arrepentimiento y de la redención.

-¡Guarrrrdate el arrrrpentimiento y la rrrrredencion para vos, santurrrrrona!- le gruñó Justina


remarcando en exceso las erres-. Lo único que me imporrrrta es Lucecita. ¿Como está ella?
-¡Lo más bien, vossss vierassss!- dijo Feli con un incansable optimismo-. Un poco trisssstona a veces, un
poco rara otras... Se pelea mucho con los chiquisss, no está acosssstumbrada a compartir, y extraña
mucho a Cielitis.

- ¡No te pedí un rrrrreporte!- ladro Justina, dolida por la mención de que extrañaba a Cielo y no a ella-
.Solo decile que la quiero mucho.

-Se lo voy a decir- prometió.

Feli, que apostaba a los milagros que transforman para bien a ciertas personas, ignoraba que la situación
más espantosa que viviría sería el vehículo, al fin, de aquel milagro. A unas diez cuadras del penal,
mientras esperaba el colectivo, se detuvo junto a ella un auto negro, con vidrios polarizados, del que
bajaron dos matones y, sin darle tiempo a nada, la metieron dentro del auto, ahogando sus gritos con
una mano.

Luego de que se retirara su prima, Justina fue conducida al camión en el que sería trasladada a otro
penal. A Justina le daba lo mismo un penal u otro, ni siquiera el hecho de estar presa le provocaba
emoción alguna. Había perdido a sus dos grandes amores: Luz la odiaba, y Bartolomé, su señor, estaba
hecho un vegetal en la cama de un hospital. Nada ya tenía sentido para ella. Estaba perdida en esas
oscuras cavilaciones, cuando en el camión que la trasladaban se detuvo de golpe para no chocar con
dos autos negros que se habían cruzado en su camino. Desde la parte trasera del camión, Justina vio
como varios hombres encapuchados bajaron portando armas largas, y apuntaron a los policías que la
trasladaban; antes de que los oficiales pudieran reaccionar, los matones les dispararon dardos
paralizantes. Unos instantes después, se abrió la puerta trasera del camión y subió un matón con
Felicitas, que estaba tan sorprendida y aterrada como Justina.

- ¿Qué es esto? - exclamo la más oscura de las

primas. El matón apunto a ambas y les dijo:

-Sáquense la ropa.

Ambas se quedaron estupefactas. Fue Justina la que primero comprendió lo que estaba ocurriendo: las
obligaban a intercambiarse la vestimenta para que Justina pareciera Felicitas, y viceversa. Lo que no
entendían eran quienes eran esos hombres y porque lo hacían. Sin embargo, se la llevaron vestida con
las ropas claras y coloridas de Feli, mientras aquella quedó aterrada, esposada al camión, con las oscuras
ropas de presidiaria, ocupando el lugar de su prima.

Los matones condujeron a Justina, encapuchada, hasta unas oficinas frías y espaciosas, de techos muy
altos. Era un galpón reciclado, muy moderno. La llevaron hasta una oficina y la dejaron allí, sin
responder a ninguna de las preguntas.

Ella miró el lugar despojado, ascético y gélido. Unos segundos después entro Franka, quien con
unasonrisa muy formal le extendió la mano.
- ¡Bienvenida! ¡Felicitaciones! Es libre nuevamente- le dijo, y con un gesto la invitó a sentarse.

Pero Tina permaneció de pie le parecía un bicho aquella mocosa altanera que le hablaba como si la
conociera.

-Dígame que hago acá. ¿Dónde estoy?

-Es un lugar mucho más acogedor que la prisión, se lo aseguro- respondió distendida Franka-. Tendrá
muchas preguntas, ¿no?

-Estoy más desorientada que forense chicato- confeso Justina-. ¿Quién es usted?

-Mi nombre es Franka. Trabajo para la corporación CC.

- ¿Y eso sería?

-La corporación que la liberó de la cárcel.

- ¿Y para que me liberó? - preguntó Justina con suspicacia.

-La necesitamos- fue al grano Franka-. Gestionamos su libertad para que intercambie su identidad con la
de su prima aprovechando el asombroso parecido físico que tienen. Necesitamos que se infiltre en la
mansión Inchausti, haciéndose pasar por ella.

-Aha...- dijo Justina sopesándola-. ¿Y qué le hace pensar que voy a aceptar?

-Pensamos que tendría muchos deseos de volver a ver a su "hija", ¿no?

Y ante la mención de Luz, Justina se desarmó. Franka sonrió.

-Creo que eso si le interesa...- dijo la gélida joven y prosiguió-: Ahora escuche con atención.

Esa misma noche los chiquitos estaban muy preocupados por la tardanza de Feli y Rosarito intentaban
que comieran su cena, pero los chiquitos, acuciados por tantas ausencias, no podían evitar angustiarse.
Cuando finalmente llegó Justina, fingiendo ser su prima, tensa y aún absorta por la situación, todos
menos Luz corrieron a abrazarla.

- ¡¿Por qué tardaste tanto, Pancha?!- protestó Monito.

-Acá estoy, Monig... Monitissss- corrigió a tiempo Justina, disimulando el rechazo que le daba el abrazo
del "mugriento".

Y entonces vio a Luz. No pudo contenerse y corrió a abrazarla.

- ¡Lucecita, como te extrañé! - exclamó, y ante la mirada sorprendida de todos, agregó-: ¡Como
los extrañé!
Al rato, mientras comían todos junto a Tina, a la que creían Feli, la pobre prima bonachona pasaba su
primera noche en prisión, agotada de declamar inútilmente que ella no era ella, sino su prima.

A miles de kilómetros de la mansión, Nico pasaba su primera noche en familia en mucho tiempo.
Estaban en una clínica de una pequeña ciudad brasileña, en la que habían procurado las atenciones
necesarias a Malvina y a la recién nacida. Nico estaba agotado, pero feliz. Salvador, el más entero de
todos, se ocupaba de los trámites diplomáticos para que pudieran viajar de regreso cuanto antes. Lleca
continuaba algo aturdido, y Cristóbal estaba muy nervioso, yendo de acá para allá, intentando asegurar
los cuidados necesarios para Malvina y su hermanita. Nicolás lo vio, con su diminuta estatura,
discutiendo con una enfermera que no hablaba español. El niño estaba muy ofuscado porque nadie se
ocupaba de chequear a la beba, que había nacido en medio de la selva.

- ¡¿Pero no me entiende?!- se irritó el pequeño-. Quiero que hagan estudios de sangre. ¡nació en la selva,
puede tener malaria o algo!

La enfermera le gritó algo en portugués, evidentemente molesta, y entonces Nico intervino, tomo a su
hijo dela mano y lo aparto.

-Bueno, bueno, calma, Bauer. Venga para acá.

-Odio que me traten como a un chiquito- se quejó Cristóbal, y ante la mirada de Nico, aclaró-: Ya no soy
un nene, papá.

Entonces Nico lo sentó a upa, y con dulzura le dijo:

-Vos fuiste muy valiente cuidando a Malvina y a tu hermanita, y tuviste que hacerte cargo de una
situación que era para un adulto, no para un nene. Y lo hiciste muy bien. Pero ya está, campeón. Ya hay
adultos acá que saben lo que hacen. Ahora papá se encarga y usted no se preocupa más, ¿estamos?

-Pero, papá...- intentó protestar Cristóbal.

-Ya pasó, hijo. Ya está. De ahora en más, maneja papa, ¿estamos? - intentó persuadirlo, y para
distraerlole dijo-. ¿Sabías que mientras vos estabas en la selva pasaron los Reyes Magos?

- ¡Eso es cosa de nenes, Bauer! - protestó Cristóbal.

- ¿Y vos que sos?

-Un nene- respondió Cristóbal riéndose.

-Un nene capo, groso, inteligente... pero un nene. ¿Por qué no les escribís una carta a los reyes?
Explicales que cuando pasaron vos estabas en problemas. Preguntales si pueden hacer una excepción.

-Ya fue, pa. No hace falta- dijo Cristóbal, y se fue a ver a su hermanita.
Nico se acercó a Lleca justo cuando terminaban de revisarlo. La enfermera le explicó en portugués que
el niño estaba perfectamente bien. Entonces Nico aprovechó la situación y le preguntó a Lleca que había
ocurrido, porque había desaparecido.

-No sé, no me acuerdo bien...- contestó Lleca, que seguía algo confundido.

- ¿Alguien te llevo del campamento?

-No.…- respondió el niño sin estar seguro-. Me acuerdo de que desperté... Vos no estabas, y salí
a buscarte. Creo que me resbalé y me caí al arroyo.

- ¿Que arroyo?

-Uno... uno que había atrás del campamento. Se ve que me desmayé o algo así y el arroyo me llevó... Me
desperté y no entendía nada. Me perdí, hasta que escuché el helicóptero, seguí el ruido, y los vi a
ustedes.

A Nico le pareció que la historia tenía sentido, lo abrazó y le pidió disculpas. Se sentía responsable de lo
que había ocurrido. Y al abrazarlo le vio dos marquitas en el cuello, como dos puntos oscuros.

- ¿Y esto? - le preguntó extrañado-. Son como picaduras...

-Ni idea- dijo el niño encogiéndose de hombros.

-Te debe haber picado un bicho. ¡A lo mejor fue por eso por lo que te desmayaste! Voy a pedir que te
revisen.

Durante la última noche del campamento de verano habría un fogón de despedida. Todos estaban
felices por la noticia del hallazgo de Malvina y Cristóbal, y el nacimiento de Esperanza. Y Rama, que
estaba desatado, sentía que tenía más motivos aun para festejar. Pero Tacho y Thiago se mostraban un
poco preocupados por la conducta de su amigo. Rama siempre había sido el más medido de todos, el
más estudioso y responsable, pero aquel verano, era otro Rama. Estaba desbocado, eufórico e
irreverente con todo y todos. Salía todas las noches y bebía demasiado. Lo que más les llamaba la
atención era que Rama apenas se preocupaba por Alelí, su hermanita, que había sido la luz de sus ojos
toda la vida. A la fuerza, había vivido toda su niñez como si fuera un mayor, a cargo de su hermana
pequeña; no había tenido un padre como Nico que le quitara ese peso y le asegurara la niñez. Ahora que
ya no tenia de que preocuparse, ya que los que lo habían sometido toda su vida estaban presos, Rama
quería vivir en un solo verano todo lo que se había perdido aquellos años, y consumía cada instante con
voracidad. A Thiago además lo preocupaba el hecho de verlo tan cerca de Nacho, ya que todos conocían
perfectamente los desbordes a los que llegaba a menudo el cachetón.

A pesar de que intentaron convencerlo de quedarse al fogón de despedida, Rama, instigado por Nacho,
prefirió ir al boliche del pueblo, que quedaba a unos cuantos kilómetros del campamento. Como era
bastante lejos, Nacho propuso una solución: robar uno de los autos de los docentes, y a Rama le pareció
una idea brillante.
Mientras los dos se las ingeniaron para escaparse en el auto robado hacia el pueblo, la fiesta de
despedida transcurrió bastante tranquila. Simón volvió a acercarse a Mar, a quien llamaba, Fanny,
creyendo que su nombre era Estefanía. Ella no entendía por que la llamaba así, pero Jazmín interpretó
que en realidad la llamaba Funny, es decir, "divertida" en inglés. Paralelamente, Thiago le comentó a
Tefi que su amigo Simón estaba interesado en ella, lo cual la sorprendió agradablemente. Intentó
acercarse al nuevo compañero, pero este solo la trató con simpatía. Por su parte, Simón invitó a Mar a
ir a cabalgar por la playa para esperar el amanecer.

Muy temprano por la mañana, Nico, Malvina, y los tres niños tomaron un taxi hacia el aeropuerto. Por
fin había llegado el momento de regresar. Estaban agotados, sobre todo los pequeños que, junto con la
recién nacida, se quedaron dormidos por el camino. Nico vio una carta manuscrita que asomaba del
bolsillo de Cristóbal, y la tomo con curiosidad. Se enterneció al ver que su hijo había seguido su consejo
y le había escrito una carta a los Reyes Magos. Leyó el comienzo:

"Queridos Reyes Magos. Mi papá me dice

que tengo que escribirles y pedirles regalos porque

soy chico. Y no sé qué pedirles. Aunque pensándolo

bien, si: hay algunas cosas que quiero.

Mi papá dice que soy chico. Dice que tengo que vivir

cosas de chicos, que no hay que quemar etapas. Y la

verdad, creo que tiene razón, reyes. Por eso, si voy a

pedirles algo: quiero que paren los problemas, que se

terminen las tristezas y las desgracias. Qué toda mi

familia pueda estar bien, que podamos ser felices de

una vez, para que los chicos podamos ser chicos...

Los deseos de un niño son importantísimos, hacen a su identidad. Esta en lo que desea lo que definirá
quien será. Sin embargo, es cosa de chicos también querer y querer, sin importar los límites. Y es cosa
de grandes marcar esos límites. Así se sentía Rama, un niño grande que quería y quería, sin un adulto
que le fijara un límite. Estaba tan desaforado que hasta el inconsciente de Nacho se sorprendía ante su
actitud. Eran casi las nueve de la mañana y el boliche al que habían ido ya está cerrando, había tomado
mucho y quería seguir tomando, aunque ya nadie quería venderle nada. Rama estaba muy ebrio y sin
límites. Quería. Quería todo.

Mar cabalgaba por primera vez, aterrada. Su primera excursión, lamentablemente, fue
accidentada: cuando el caballo comenzó a galopar, perdió estabilidad y se cayó. Simón la ayudó a
levantarse, y le sugirió volver a subirse de inmediato al caballo, Ella no quería saber nada, pero el
insistió:
-Si no te subís ahora, no le vas a perder nunca el miedo.

La convenció y ella volvió a subirse. Lo taconeó y éste salió disparado. Simón largo una carcajada y corrió
tras ella.

En ese momento Rama, Nacho y sus amigos regresaban en el auto que habían robado. Manejaba Rama,
que no estaba en condiciones ni de caminar. Nacho estaba realmente asustado. Rama aceleraba
peligrosamente. Aturdido por el alcohol, no tuvo la capacidad para reaccionar a tiempo cuando un
caballo emergió del bosque, cruzándose en el camino. Mar vio venir un auto hacia ella, y no supo que
hacer. El caballo se detuvo en seco. Rama clavó los frenos, y eso hizo que el auto perdiera estabilidad,
nada pudo hacer para estabilizarlo, y el auto termino estrellándose contra un árbol.

...No les pido regalos- continuaba la carta de Cristóbal-,

les pido a mi gente conmigo, para ser felices

juntos. Les pido que los chicos podamos ser chicos, y

los grandes, grandes de verdad".


El rulo vuelve
Simón venía en su caballo siguiendo a Mar, que había desaparecido a toda carrera en el suyo. Cuando
salió al camino, quedó estupefacto por lo que vio: Mar estaba tirada, inconsciente y con una herida en la
frente. El caballo que había montado se alejada del lugar a roda carrera. Y a pocos metros de Mar,
estaba el auto que manejaba Rama, estrellado contra un árbol. Todos sus ocupantes parecían
inconscientes.
Simón se bajó alarmado del caballo y corrió a socorrerlos, primero a Mar. En ese momento vio acercarse
a un camioncito que siempre daba vueltas por el campamento y vendía helados. A pesar de que todos
los habían observado, no le habían prestado mayor atención, y Simón se sintió muy agradecido de que
apareciera justo en ese momento. Le hizo señas para que frenara. El camión se detuvo y Simón vio con
perplejidad como se bajaban tres hombres vestidos de negro y armados. Antes de poder reaccionar, ya
le habían disparado un dardo que lo desmayo de inmediato.

Los hombres corrieron a asistir a algunos de los heridos, no a todos. Ignoraron por completo a Nacho y a
sus amigos, y se concentraron en Mar y en Rama, a quienes subieron al camioncito, en cuyo interior
había cualquier cosa menos helados. Estaba repleto de monitores y radares de alta tecnología.
Depositaron a ambos jóvenes en camillas y los examinaron con un instrumental de tecnología
avanzadísima. El jefe, que era el mismo que reportaba a Franka sobre las actividades de los chicos, tomo
su handy y se comunicó con su jefa. El camioncito de los helados no era sino una fachada que disimulaba
su verdadera misión: vigilar y estudiar cada actividad de los cinco amigos. Franka estaba en su oficina
cuando recibió la noticia con alarma.

-El uno tuvo un accidente- informo el matón.

- ¿Como esta? - preguntó muy preocupada Franka.

-Esta fuera de peligro, tanto él como la siete.

-Bien. No intervengan- ordeno Franka.

Rápidamente los matones bajaron a Rama y a Mar del camión y los dejaron exactamente en la misma
posición que los habían encontrado: a Rama al volante del auto, y a Mar tirada en el piso. Luego
corrieron hacia Simón y le inyectaron algo en el cuello. Subieron todos al camión y se marcharon con
celeridad. Pocos segundos después Simón reaccionó aturdido, y sin entender que había pasado. Sin
tener siquiera un recuerdo de esos hombres que lo habían desmayado, corrió a socorrer a Mar y a los
otros. Cuando llego a Rama, que estaba con su cabeza apoyada sobre el volante, advirtió que tenía en su
nuca dos puntos rojizos oscuros. Las mismas marcas que tenía Lleca.

Franka reportó a su superior el accidente sin consecuencias fatales. Cortó la comunicación y observó las
pantallas que tenía enfrente, en las que se veía una foto de Rama y otra de Lleca, y junto a ella, decenas
y decenas de datos, números y gráficos, que variaban segundo a segundo. Junto a las dos pantallas había
otras cinco en blanco, como si estuvieran esperando sus propios datos. Franka tomó el teléfono y llamó
a Tina.
-Diga...- respondió Justina imitando exageradamente el tono edulcorado de Feli, ya que estaba en ese
momento rodeada de los chicos, esperando la llegada de Nico y los otros.

-Necesitamos intervenir hoy a Monito, así que para eso tiene que separarlo y dárselo a Croussen. Del
resto nos ocupamos nosotros.

-Perfecto, como usssted diga, dulcccce- respondió Tina relojeando a Monito.

Todos estaban muy ansiosos por el retorno de Nico. Cuando finalmente se abrió la puerta, todo fue
alegría. Justina miró a Nico con profundo odio y rechazo, pero con una gran sonrisa dibujada en su cara.
La casa estalló en abrazos y besos, lágrimas y sonrisas. Luz observaba algo apartada, y no pudo evitar
sentirse celosa de la pequeñísima Esperanza, centro de atención de todos. Nico estrujó a Justina en un
gran abrazo, y ella tuvo que contenerse para no empujarlo, asqueada.

-Feli, nunca te voy a poder agradecer lo que hiciste todos estos meses, gracias por cuidar a los chicos.

-De nada, santo, graciassss a usted por confiar en mi- dijo ella y sonó convincente.

El único que parecía descubrir su verdadero rostro era Lleca, que, si bien se dejó abrazar y besar, la
miraba como olfateándola, como si se percatara del engaño. Pero la alegría se interrumpió por un
momento cuando Cristóbal preguntó por Cielo, y Malvina se sumó a la pregunta. Todos se miraron y
comprendieron que Nico aún no les había contado la verdad. Habiendo estado secuestrados el día que
Cielo había desaparecido, nunca llegaron a enterarse de aquel suceso porque Nico aun no había tenido
el valor para hablarles. La noticia fue un duro golpe, sobre todo para Cristóbal. Cuando el pequeño pidió
más detalles de la desaparición. Nico le confesó su más íntima idea:

-Yo creo que Cielo está en Eudamon.

Y esta respuesta, si bien generaba más interrogantes que certezas, de alguna manera los tranquilizaba.

Una vez reinstalados. Nico corrió al altillo. Apenas entró, lo embargó una oleada de recuerdos. En ese
lugar había pasado los momentos más felices junto a su amada Cielo, y allí mismo la había visto por
última vez, desapareciendo por el centro del reloj, convertida en luz.

Nico saludó a los científicos que había contratado y les pidió detalles de aquella variación
electromagnética que habían registrado en el mismo momento en el que el había vuelto a ver a Cielo.
Entonces Croussen le relato en detalle lo ocurrido, aunque aún no podía explicarlo; luego salió dejando
olvidado su handy.

Mientras seguía perdido en sus recuerdos, una voz de mujer trajo a Nico de regreso a la realidad.

-Croussen, estoy esperando su reporte. Tengo entendido que regreso Bauer- era la voz de Franka.

Extrañado, Nico tomó el handy y respondió.

- ¿Quién sos?

Franka se enfureció con la torpeza de su infiltrado, pero para no agravar la situación permaneció en
silencio y cortó la comunicación.
Cuando Croussen regreso al altillo, Nico lo abordo exigiéndole explicaciones, pero el científico fingió
estar avergonzado: quien había hablado era su mujer, que gustaba de gastarle bromas. Aunque fingió
creerle, Nico desconfió de esa respuesta. Pero en ese momento recibió un llamado y una nueva noticia
lo hizo olvidar, por el momento esa sospecha: el regreso de los chicos se demoraría un poco más porque
había habido un pequeño problema. Minimizando con nerviosismo el accidente, Mar logró convencerlo
de que no había sido grave para nada, y pudo, con evasivas, disimular la responsabilidad de Rama en
todo lo sucedido. Según los dichos de Mar, por este pequeñísimo percance no regresarían junto al grupo,
sino que lo harían más tarde.

Rama le agradeció a Mar no haberlo mandado al frente con Nico, sin embargo, ella estaba molesta
consu amigo. Cuando terminaron de hacerles las curaciones y enyesarle el hombro que Rama se había
dislocado, el intentó disculparse.

-Perdoname, Mar... Casi te mato.

- ¡Casi se matan ustedes! - protesto ella-. Nacho se cortó la cara, Gus se fracturó la muñeca, vos
te dislocaste el hombro. La sacamos todos barata, ¿no te das cuenta?

-Me quiero matar- exclamó Rama, humillado y lleno de culpa-. No me acuerdo de nada.

- ¡Se ve! - se indignó Mar. Y sin querer hostigarlo, continuó-: ¿Qué te pasa, Rama? Te tomas todo,
te robaste un auto, estas desaforado... ¿Qué te pasa?

-Mar una vez en la vida, ¿no me puedo divertir? - intento protestar él.

-Por supuesto que sí. ¿Pero así?

-Ya bastante voy a tener con Nico...- suplico Rama-. Por favor, no me sermones, dale...

-No, yo no sermoneo- dijo Mar, intentando con su tono, que Rama la tomara en serio-. Solo te digo que
para dar la segunda mano de pintura hay que esperar a que seque la primera. No podés divertirte en un
verano todo lo que no te divertiste en años, Rama.

Y Rama asintió, comprendiendo cuanta razón había en sus palabras, y cuanto amor había en su
preocupación.

El director del colegio se acercó a la enfermería para comprobar que ambos estuvieran bien, y Rama le
aseguro que había sido solo un susto. El director se alivió de no tener que lamentar algo peor, y una vez
que comprobó que estaba todo en orden, con la misma calma y parsimonia, le informó que estaba
expulsado del Rockland.

Tefi estaba furiosa, porque por la "salvajada", según sus palabras, que había hecho Rama, había tenido
que quedarse, ya que debía regresar con su medio hermana. Mientras todo el grupo partido, Thiago,
Tacho, Jazmín y ella debieron esperar a que les hicieran las curaciones a Rama, Nacho y Mar. Los amigos
de Nacho que habían participado del accidente se fueron del campamento con sus padres, que se los
llevaron no sin antes protestar con el director por semejante descuido, y estas quejas de las familias más
encumbradas del Rockland habían sido la principal causa de la decisión de expulsar a Rama.
Luego de las curaciones, todos se apresuraron a subir al auto que los llevaría a la estación para tomar
por fin un micro y regresar. Como no entraron todos, Matt se ofreció para llevar a Jazmín en su
cuatriciclo. Tacho advirtió claramente las intenciones del coordinador del grupo, pero, aunque
intentó oponerse, la joven aceptó de buena gana.
Cuando el auto partió, Matt y jazmín los siguieron. Aunque a Jazmín le parecido raro que al rato
se desviara y se adentraba en los médanos alto, desde donde se veía el mar, y se detuvo.

- ¿Qué haces? - preguntó ella, sabiendo perfectamente lo que él hacía.

Su corazón le latía fuerte, pero estaba decidida a dar ese paso. En aquel verano se había propuesto
tener algo con un hombre más grande. Sentía que entre ella y Tacho había una diferencia insalvable; ella
se consideraba más madura, iba creciendo con una clara disparidad respecto de él. En cambio, veía en
Matt a un hombre adulto, más plantado y más interesante. El verano había transcurrido con una
sucesión de gestos, acercamientos e intentos de seducción, pero ninguno de los dos había dado ese
paso. Pero ahora Matt parecía estar dispuesto a darlo.

-Vamos a llegar tarde a la estación- dijo ella.

-Ya lo sé- respondió él- Pero si no hago esto ahora, me voy a arrepentir toda la vida.

Y sin agregar nada más, la besó. Ese beso tan esperado la sorprendió, ya que no fue como lo imaginaba,
y aunque no quiso reconocerlo, tuvo en alguna medida una decepción. El beso no era lo que había
prometido ser, pero ella prefirió quedarse con todo el marco que lo había rodeado: la soledad de los
médanos, el imponente mar de fondo, el sol que empezaba a caer, y un hombre "más grande", que se
había fijado en ella.

Mientras tanto Tacho estaba furioso. No solo él, sino todos. La tardanza de Jazmín podía hacerles perder
el único micro que salía hacia la capital. Mar intentaba cubrirla, pero Tacho estaba enojadísimo, no por
la tardanza en sí, sino por el motivo que él adivinaba.

Cuando ella finalmente llegó, Tacho la miro con desagrado y casi le gritó para que subiera al micro, muy
desvencijado, que tenía un cartel en el frente en el que se leía "A la capital". Tacho había sido el
encargado de comprar los pasajes, y mientras pasaba por el pasillo del colectivo, que ya se había puesto
en marcha, pensó, a pesar de enojo con Jazmín, que tenían muchas alegrías por delante- el reencuentro
con Nico y todos sus seres queridos-, y que dejaban atrás una experiencia única: un verano que, de
alguna manera, les había cambiado la vida.

Mientras esperaban con esperanzas el regreso de Nico, Feli con las chiquitas habían preparado el cuarto
de Malvina para darle la bienvenida a su hijo. Como no sabían si sería nena o varón, lo habían decorado
con colores neutros. Malvina se emocionó hasta las lágrimas cuando entró. Aún no se sentía con
derecho a recibir esas muestras de amor, ya que hacía no mucho tiempo había sido una torpe villana
con pocos escrúpulos, más bien llevada de las narices por su pérfido hermano y su cruel secuaz, Justina.
Aunque Malvina y Nico habían tenido tiempo para estar separados, el insistió en que se quedara en la
casa, porque quería estar cerca de su hija. Malvina respetaba mucho la pareja de Nico y Cielo, sin
embargo, ella ahora no estaba, y el hecho de ver a Nico cuidando de ella y de su hijita habían logrado
conmoverla.
Malvina veía el amor con el que Nico se ocupaba de la beba y, además, habiéndose ya hecho cargo de la
crianza de Cristóbal, observaba la pericia con la que el cambiaba los pañales o lograba hacerla dormir.
Malvina empezó a ilusionarse con que esa imagen familiar pudiera sostenerse en el tiempo, y aún
sabiendo que no tenía ninguna chance, se permitió fantasear con esa familia que tanto había deseado.

La que se percató rápidamente de esto fue Justina, quien la conocía con el dedillo por haber compartido
muchos años con la bólida. Sin embargo, Malvina estaba lejos de poder darse cuenta de la falsa Feli era
la antigua ama de llaves. Mientras Justina le enseñaba a cambiarle los pañales a la beba, Malvina intentó
confesarse ante ella. No hizo falta, porque la otra ya se había dado cuenta, y la animó a no callar, a
decirle a Nico lo que sentía por él. No lo hizo por solidaridad con Malvina, sino porque la posibilidad de
que Nico volviera con ella sería una especie de pequeño triunfo sobre la mucama arribista de Ángeles
Inchausti, alias Cielo Mágico.

Como Malvina no era una persona racional ni reflexiva, se manejaba por los extraños impulsos que tenía,
y en uno de ellos llamó a Nico, confiando en que escudada tras el teléfono le resultaría más fácil. En ese
momento él hablaba por el celular con Thiago, le pedía más detalles sobre el accidente de Rama, por eso
no la atendió. A ella le resultó más tranquilizador aún poder dejarle su confesión grabada en el
contestador, pero se arrepintió apenas dejó el mensaje.

Justina, entretanto, esperaba encontrar el momento propicio para poder apartar a Monito del resto y
facilitárselo a la gente de Franka. El niño tenía dolor de muelas, y la poco firme autoridad de Feli no
había logrado persuadirlo de ir al dentista. Entonces Justina decidió que esa era la ocasión y anunció que
llevaría al pequeño a consulta. Pero Malvina, que estaba queriendo hacer buena letra con Nico, con la
decreta esperanza de que él pudiera verla con otros ojos. Se ofreció a llevarlo. A pesar de que Justina no
pudo oponerse, articuló todo como para que pudieran secuestrar al niño durante la consulta.

Croussen le pidió permiso a Nico para retirarse; tenía que realizar un trámite personal. Además de aquel
extraño mensaje que había oído en el altillo, algo de Croussen no le cerraba a Nico. Y de pronto, una
súbita certeza lo invadió como un pensamiento que no fuera suyo, como si alguien pensara en el interior
de su mente "No confíes en Croussen. Monito está en peligro". No entendió porque se le ocurrió esa
idea ni que relación podía haber entre Croussen y Monito, pero no lo dudó y salió disparado.

Malvina ya arrepentida del mensaje que le había dejado a Nico, no tuvo mejor idea que robarle el
celular, y mientras atendían a Monito, ella lo esperaba en la sala, dispuesta a borrar sus palabras. En una
libretita tenía anotadas diferentes claves, pero ya se sentía mal por lo que haría.

-Un horror horrible esto- pensaba-. Sabotearles las claves de mail a Nicky, vaya y pase. Pero la clave del
celular... ¡Que bajo caí en otras épocas! - se lamentaba-. Pero bueno es un caso de vida o muerte.
Nicky notiene que escuchar este mensaje- trato de convencerse.

Cuando se disponía a borrar el mensaje que le había dejado, apareció el, casi corriendo, en la sala de
espera.

- ¡Nicky! - exclamo sobresaltada y escondiendo el celular-. ¡No levante ningún mensaje!

- ¿Qué? - preguntó Nico descolocado.


- ¿Que de qué? - dijo ella aturdida.

- ¿Dónde está Monito? - inquirió el, desestimando lo que acababa de oír.

-En el consultorio. Yo no entre porque me desmayo.

- ¿Lo viste a Croussen? El científico que trabaja en el altillo. ¿no vino para acá?

- ¿Y qué va a hacer ese en el dentista?

- ¿Dónde está Monito? - repitió él.

Ella le indicó el consultorio, y el corrió urgido en esa dirección. Entretanto ella, con la culpa del que sabe
que está haciendo algo que está mal, tipeó la clave y escuchó el mensaje que ella había dejado.

-Nicky, soy yo, Malvina. Hay algo que tengo que decirte, gordo...- Malvina escucho su propia voz en el
teléfono, y comenzó a lagrimear-. Porque las cosas que uno lleva adentro sino las sacas, te matan. Gordi,
yo te veo, me veo, nos veo... con Hoppy, con Cristis, que en este tiempo que estuvimos en la selva fue
como mi hijo. Y yo, Nicky, sé que te amo. Así de simple- Malvina asintió mientras escuchaba sus palabras.
Oírse hablando con sinceridad, desde el corazón, era algo que la sorprendía hasta a ella misma-. Y sería
muy feliz si volviéramos a ser una familia- continuaba el mensaje-. Yo sé que ahora estoy lista, lo siento.
Viste que hay cosas que uno siente... Primero no te das cuenta, pero están ahí. O sea, es como tapar una
olla a presión: llega un momento en el que explota. O es como te alisas los rulos con la planchita. Por
más que los alises... tarde o temprano... el rulo siempre vuelve.

Malvina termino de oír su mensaje con lágrimas en los ojos y admirada de sí misma. Estaba orgullosa de
la metáfora que había producido: "el rulo siempre vuelve". Sintió que esa verdad cosmética encerraba
una gran sabiduría. Por más que había querido hacer las cosas bien, respetaba el amor de Nico por Cielo,
y aceptar que ella solo era la madre de su segunda hija, aquel amor que ella había sentido por él seguía
allí, y como el rulo, por más que ella intentaba alisarlo, había vuelto. Sin embargo, no era tan valiente
como para enfrentar esa pelea aún y borró su mensaje.

Cuando Nico entró en el consultorio donde atendían a Monito, comprendió que aquella súbita certeza
que había tenido no había sido equivocada. El dentista de Monito estaba desmayado en el piso, y el
consultorio evidenciaba rastros de cierta violencia. Nico vio una puerta trasera y comprendió que
alguien por allí se había llevado al niño. Salió corriendo por allí, hasta llegar a una salida lateral que daba
a la calle. Miró con desesperación para todos lados y alcanzo a ver, con estupor, como en la esquina el
científico calvo que había contratado, Croussen, depositaba a Monito, dormido, en el asiento trasero de
un auto. Cuando el científico se disponía a subir al vehículo para marcharse, apareció Nico que se tiró
sobre contoda la fuerza y desesperación.

- ¿Quién sos?- lo increpo Nico, furioso, tomándolo del cuello-. ¿Qué le quería hacer a Monito?
¿Quéhaces en mi casa, para quien trabajas? - soltó una pregunta tras la otra.

Pero Croasen, sin inmutarse, solo dijo:


-Suélteme, Bauer. No sabe a lo que se enfrenta.

- ¡Habla! - grito Nico.

En ese momento se oyó el sonido sordo del disparo de un arma con silenciador. Antes de comprender
que había ocurrido, el científico se desvaneció en sus brazos y Nico corroboró con horror, que Croussen
estaba muerto. Entonces giró para ver de dónde había surgido la agresión y divisó un auto con vidrios
polarizados, que huía a toda velocidad. Aunque Nico no pudo verlos por el polarizado de los vidrios,
dentro del auto estaba Franka junto al matón que había disparado.
Un elefante rosa
Aquella noche en que, en medio de la selva, Nico se había topado con la imagen de Cielo, la misma
noche en que los científicos que monitoreaban el reloj del altillo habían detectado una variación
electromagnética, una discusión muy particular había ocurrido en un lugar muy particular.

Cielo no podía precisarlo, pero sentía que había pasado muchísimo tiempo desde que había llegado a
ese lugar, después de haber atravesado el portal del reloj del altillo. Lo paradójico era que, así como se
sentía que había pasado muchísimo tiempo, también sentía que había ocurrido ayer. En verdad, había
perdido toda noción del tiempo, y quizás era por eso por lo que ese hombrecito inquieto, vestido de
blanco, que cargaba decena de relojes, le decía todo el tiempo: "No hay tiempo".

Cielo recordaba el incidente: estaba buscando su pulserita de cuentas plásticas, que quería llevar en su
muñeca el día de su boda, cuando apareció Bartolomé. Tenía grabado en su memoria el momento en
que había querido matarla con un tiro a quemaropas. Y aún estaba admirada por lo que había ocurrido a
continuación: había visto como el tiempo parecía detenerse, como la bala disparada por Bartolomé
freno a milímetros de ella. Luego había sentido un calor intenso pero agradable, y todo a su alrededor se
había llenado de luz, hasta casi enceguecerla. Y al fin, el ruido estruendoso había cesado, la luz blanca
había desaparecido, y ella se encontraba en el mismo lugar, el altillo, pero este se veía algo diferente. No
había rastros de Bartolomé ni de su don Indi, que había quedado tirado en el piso, herido por un disparo
de Bartolomé. Las paredes y muebles estaban idénticas, pero sin embargo todo tenía un color diferente,
más dorado. Recorrido la habitación, y quedo sin aliento cuando miro a través de su ventana: el cielo
parecía una pintura impresionista, que la recordaba a Noche Estrellada, aquel cuadro de Van Gogh que
tanto le gustaba. El cielo era una explosión multicolor, hermoso, cálido, irreal. Tenía conciencia de que
venía de vivir una tragedia, sin embargo, sentía su corazón a pleno, sosegado, y una profunda alegría.
Decidió salir del altillo y bajar a la planta baja, creyendo que allí encontraría a todos los chicos y a Indi pero,
al abrir la puerta, se topó con un hombrecito pequeño, vestido íntegramente de blanco, y con varios
relojes colgados en los bolsillos. El hombrecito parecía un caniche blanco, excitado y movedizo, que con sus
ojos algo humedecidos y una sonrisa bien amplia abrió sus brazos de par en par y le dijo:

- ¡Bienvenida!

- ¿Y usted quién es?

-Yo soy... Me llamo... Bruno Bedoya Agüero. Pero tal vez ese apellido te traiga malos recuerdos. Mejor
decime Tic Tac...

Primero Cielo pensó que todo se trataba de un sueño. Luego temió que fuera acaso una ensoñación,
mientras en realidad estaba agonizando por el impacto de la bala. Él le aseguro que no se trataba de una
cosa ni de la otra.
- ¿Entonces qué es esto? ¿Dónde está Indi? ¿Quién es usted? ¿Dónde están todos?

-La pregunta, Cielo- dijo él-, es donde estas vos...

- ¡En mi casa estoy! - afirmó ella como si fuera una obviedad.

-Eso es cierto y falso a la vez- propuso él.

- ¡Esta es mi casa! - insistió ella, y abrió la puerta para salir.

Pero al hacerlo, vio que tras la puerta había un abismo. Ella giró para mirar a Tic Tac, que solo le sonreía.
Parecía feliz de verla.

- ¿Qué es esto? ¿Dónde estoy?

-Ahí vamos bien- dijo el satisfecho-. Esa es la pregunta correcta.

-Usted diga la respuesta correcta. ¿Esto es Eudamon?

-No.

- ¿Esto es el cielo? ¿Estoy muerta?

-Estas más viva que nunca.

- ¿Entonces dónde estoy?

-Estas en la antesala- explicó él-. Estás camino a Eudamon. No estás en Eludamos ni en el otro plano.
Por esoseguís viendo este lugar como si fuera tu casa. Seguís aferrada a lo que acabas de dejar atrás. Una
vez que puedas soltar tu pasado, vas a estar lista para marchar hacia Eudamon: tu verdadero destino.

-Jamás voy a ir a Eudamon ni a mi verdadero destino, ni nada de eso que dice. Mi lugar es con mis chicos
y con mi Indi.
-Eso es tu pasado. Ese es un plano chato, plano. ¡Un plano- plano! - dijo el hombrecito, orgulloso de su
propia ocurrencia-. ¡Qué genialidad! - agrego autocomplacido-. ¡El plano- plano! ¿Entendes? Porque es
plano, chato, sin volumen, sin vuelo... Vos vas a otro plano, un plano superior, elevado... Un plano al que
muy pocos llegan.

-No me interesa su plano superior. Mándeme de vuelta a mi plano plano y chato- dijo ella con firmeza.

-Imposible- dijo él.

Esta discusión se repitió varias veces, en lo que parecía ser para Cielo una sucesión interminable de días
y, sin embargo, todo parecía ser el mismo día. No tenía ninguna referencia temporal, y no sabía si había
llegado allí ese mismo día o hacía varios meses.
Cada vez que ella manifestaba su deseo de irse, encontraba la misma respuesta: "Imposible".
Deambulaba por la mansión, que se veía casi idéntica a la mansión en la que había vivido el ultimo día
de su vida, pero vacía. No había allí nadie más que ella y el hombrecito, que se hacía llamar Tic Tac y que
por otra parte no estaba siempre con ella. La soledad la abrumaba, pero cada vez que intentaba
marcharse, apenas abría la puerta, el exterior se convertía en un vacío multicolor. Si intentaba salir, caía
a ese vacío, solo para volver a aparecer en la misma mansión. No tenía escapatoria y eso la enfurecía, y
la irritaba aún más ver que Tic Tac parecía divertirse con sus intentos fallidos de fuga. Entonces empezó
a aceptar que ya no regresaría, y se impacientó para ser conducida a ese lugar al que supuestamente
debería ir.

-Todavía no estas lista- sentencio Tic Tac-. Todavía tenes que soltar tu pasado.

-Si con eso se refiere a olvidarme de mi familia, olvídese usted de que pueda hacerlo.

-Ya veremos- concluyó él.

- ¿Entonces que tengo que hacer? - preguntó Cielo.

Y Tic Tac comenzó a enumerarle una serie de leyes que debían observarse. La peculiaridad era que Tic
Tac llamaba a cada ley como la numero uno. Primera ley número uno. Segunda ley número uno.
Decimocuarta ley número uno.

-Es que todas las leyes son importantes y por eso son las numero uno- explicaba él.

Una de las leyes le prohibía meter sus narices en el otro plano, para querer observar lo que allí ocurría.
Pero precisamente fue la mención de esa ley lo que le dio la pauta a Cielo de que eso era posible, ya
que, si estaba prohibido, seria porque era factible romper esa ley. Así fue como comenzó a buscar la
manera de quebrantarla. Descubrió un día que, si bien todas las paredes de la casa parecían solidas
como cualquier pared, el reloj del altillo, por donde ella había llegado, lucia, a simple vista, metálico y
solido como era, pero el tacto parecía de agua. Inserto su mano entre los mecanismos y sintió como si la
estuviera haciendo un estanque calmo y cálido. Entonces se animó a asomar su cabeza y lo que ocurrió
fue maravilloso y aterrador al principio. Apenas acerco su cabeza a los mecanismos del reloj, vio pasar
frente a sus ojos millones y millones de lugares. Era como si desde allí pudiera ver cualquier punto de la
tierra.

Luego de experimentarlo varias veces, logro dominar esa visión, concentrándose en lo que quería ver.
Así fue como se concentró en Nico, en su amado Indi, al que quería volver a ver, y pudo verlo
deambulando por un hospital de la selva brasileña. comprendió que habían pasado cuatro meses desde
su desaparición, ya que con su cabeza asomada a otro plano volvió a tener noción del tiempo. Vio con
dolor la angustia de Nico intentando encontrar a Malvina y Cristóbal. Desde allí Cielo pudo ver donde
estaban la joven embarazada y Cristo, y que él, en realidad, se estaba alejando de los otros. Intentó
gritarle, hablarle, pero él no parecía escucharla. Entonces se esforzó en mandarle alguna señal, y
comprobó que podía manipular los elementos, sin entender bien como. Logró hacer llover en un sector
de la selva, con la esperanza de que Nico viera esa señal, con la que ella le mostraba el camino, pero
Nico no se percató. Intentó hacer cantar a un pájaro multicolor, pero Nico tampoco lo interpretó.
También pudo ver como unos matones que le parecían oscurísimos se habían llevado a Lleca, y entonces
se desesperó por alertar a Nico, y fue tan grande su deseo que de pronto se vio a sí misma en esa selva y,
para su sorpresa, noto que Nico la veía. Sintió por un momento que había logrado regresar y se apuró en
indicarle a Nico que estaba equivocado, que estaba en realidad alejándose de Cristo y Malvina, pero
cuando Nico quiso tocarla, ella sintió una potente fuerza que la arrastraba hacia atrás, para reaparecer
otra vez en el altillo. Allí estaba Tic Tac furioso, que la había tironeado del hombro, y moviendo su
piecito con impaciencia, le dijo:

- ¿Que dijimos?

Cielo sabía que se venía el regaño por haber desobedecido, pero ella estaba feliz, había logrado vulnerar
el encierro y, además, comunicarse con Indi. Pero Tic Tac comenzó con su sermón. Insuflado en
autoridad, empezó a enumerar las "leyes número uno", pero esta vez, al tiempo que las decía, enormes
palabras decolores salían de su boca, reforzando por escrito sus dichos.

-Ley número uno: "No interferirás en el otro plano"- grito Tic Tac al tiempo que ley número uno salía
por escrito de su boca.

-Ayer la número uno era no correr descalza- replicó Cielo, insurrecta.

- ¿Cual ayer? ¡No hay ni ayer ni mañana acá! No hay tiempo- repitió didáctico Tic Tac.

-Y si no hay tiempo. ¿Para qué se cuelga todos esos relojes? - lo desafío ella.

-Segunda ley número uno: "No demandaras ningún tipo de información de tu guía" es decir, a mí. Tenes
que obedecer Cielo, no puedo estar todo el día atrás de vos.

- ¿Todo el día? ¿No dijo que el tiempo no existe?

- ¡No existe, pero me lo haces perder! - grito el, airado.

-Relojito...- dijo ella en tono suplicante, compradora-. Yo me porto bien, lo que no me gusta es vivir acá...
sin despreciar se lo digo.

- ¡Inchausti tenías que ser! - dijo el cómo una obviedad que ella no entendió. Y para dar por terminada
lacharla, afirmó: Séptima ley número uno: "No desobedecerás las leyes".

Y la ley salió escrita de su boca en un enorme cartelón de color naranja. La palabra "desobedecerás"
salió escrita dos veces con "s", y con un movimiento de su mano la corrigió.

-Me importan un cuerno sus leyes, yo me quiero ir- protestó ella.

-Octava ley número uno: "No desearás desobedecer, porque entonces lo harás".

-Don Indi está en problemas- se justificó ella-. Y los chicos también.

-Ese no es tu problema. Y no se discute más.

-Y yo no lo escucho más.
Cielo salió del altillo y bajo las escaleras. Tic Tac la siguió, enumerando las leyes, las letras salían de su
boca y todas se iban acumulando junto a ella.

-Décimo octava ley número uno: "No observarás el otro plano, ni serás observada por el otro plano. No
intentarás comunicarte con el otro plano, directa o indirectamente".

Las letras se fueron acumulando junto a Cielo, quien las espantó irritada con sus manos.

- ¡Yo de acá me voy! - afirmó.

Entonces Tic Tac le informó que le iba a explicar las cosas de la única manera en que ella las podría
entender, chasqueó sus dedos y comenzó a sonar música. Tic Tac comenzó a bailar, y Cielo fue obligada
por una fuerza irresistible a sumarse a su número musical. Comenzaron a recorrer la casa, inmersos en
la coreografía de un gran musical, de esos que Cielo adoraba.

Bienvenida y no te enojes,

pero marcan mis relojes

que ya es tiempo de que aflojes

y vuelvas a ser bebé.

Canto Tic Tac mientras avanzaba bailando. En el otro plano, en la sala estaban Justina en su rol de
Felicitas, junto con Rosarito. Sin saber cómo ni porque, comenzaron ambas a sentir una electricidad en
el cuerpo y el deseo imperioso de bailar. Casi contra su voluntad, ambas mujeres comenzaron a moverse
al ritmo de la música que no escuchaban. En el otro plano, Tic Tac continuaba dando su explicación
musical.

Sin recuerdos, sin memoria,

sin pasado, sin historia,

esa es la requisitoria.

No preguntes el porqué,

Tic Tic, Tic Tac,

no hay ya voy, no hay después.

Tic Tac, Tic Tac,

no hay derecho, no hay revés.

Estaban en pleno baile cuando ambos planos se superpusieron y, por un instante, Cielo alcanzó a ver a
Justina con las ropas de Felicitas y se estremeció. Pero en ese momento Justina pasó por el mismo lugar
donde ella estaba, sin verla, claro, ya que, aunque coexistían, no estaban en el mismo lugar. Sin
embargo, cuando Justina paso a través de ella, Cielo tuvo un escalofrió y una revelación.
Como si hubiera podido captar la verdadera naturaleza del alma de Justina, descubrió que no era Feli y
se desesperó al comprender que los chiquitos estaban en peligro, que la malvada Tina estaba otra vez
en la mansión, haciendo de las suyas. Suplico a Tic Tac que le permitiera hacer algo para ayudarlos, pero
encontró la misma respuesta de siempre.

-No podés interferir.

Pero Cielo no se resignó e intentó con todas sus fuerzas volver a percibir el otro plano. Solo logró ver por
un instante, como una aparición borrosa, a los chiquitos jugando por la sala. Y lo que más le llamó la
atención fue que Alelí parecía haberla visto. Tic Tac le explico que muchas veces los chicos, en sus juegos,
cuando dan rienda suelta a su imaginación, llegan de alguna manera a ese otro plano de conciencia, e
incluso algunos adultos también lo logran en sus sueños. Sorprendida de que Tic Tac, siempre tan reacio
a darle información, le hubiera proporcionado esos datos, supuso que algo se traía entre manos, y lo
comprobó cuando él le dijo que ya era hora de partir, pero que le daría una chance de despedirse antes
de hacerlo.

La chance resulto ser la posibilidad de ir a un lugar que ella amaba, un campo de trigo que tenía
guardado en algún lugar de su memoria, y apenas con un chasquido de sus dedos, ella apareció en ese
trigal, con el sol tibio en su cara y las espigas que se mecían suavemente con la brisa. Cielo corrió, casi
sobrevolando ese lugar, experimentando la sensación de libertad, y se estremeció hasta las lágrimas
cuando vio aparecer en ese campo a Nico. Se acerco hacia él, que la miraba con lágrimas en los ojos,
deseoso de abrazarla y besarla, y comprendió que él estaba soñando, y soñaba con ella. En efecto, Nico
estaba en ese momento en la clínica de Brasil. Agotado luego de rescatar a su familia, se había quedado
dormido junto a Esperanza en una habitación. Y allí soñaba con ese encuentro en ese campo idílico.
Junto a ellos, enormes peces de colores parecían nadar, placidos en ese mar de trigo.

-Mi amor, te extraño tanto.

-Yo también te extraño, Indi- confesó ella.

-nació mi hija, nacido Esperanza. Encontré a Malvina y a Cristóbal.

Cielo sintió una profunda felicidad y alivio al oír esas palabras. Pero una vez más. cuando Nico quiso
tocarla y besarla, desapareció. Nico había despertado, y ella se quedó allí, en ese trigal, feliz por las
buenas noticias, pero tristísima, sabiendo que ese era un mundo que estaba dejando atrás.

Sin embargo, se obstinaba, no estaba dispuesta a olvidar a sus afectos ni a "elevarse". Lo que más le
angustiaba era ver que estaban en peligro, que había fuerzas oscuras, una vez más, acechando a sus
seres amados.

Ya había detectado a Tina, y una tarde, desobedeciendo una vez más las reglas, volvió a asomarse al
otro plano y se enteró de que Justina, en complicidad con Croussen, planeaba hacerle algo malo a
Monito, y había sido ella quien se esforzó en enterar a Nico de ese peligro. Cielo le gritó que desconfiara
de ese hombre, que lo siguiera. Y habían sido sus gritos los que Nico interpretó como un presentimiento.
Esa intuición que el había tenido nuevamente era una señal de ella. Cielo quiso asomarse por el reloj,
para poder ir a ver que ocurría con Monito, pero entonces Tic Tac intervino, tomándose ya muy en serio
la insubordinación de Cielo y su rebeldía ante su destino.
-Trigésimo cuarta regla número uno: "No.…"

- ¡Me importa tres budines la trigésimo cuarta regla número uno! - lo interrumpió ella-. ¡Voy a ver
qué pasó con Monito!

Y quiso salir de la casa detrás de Nico, pero inmediatamente cayó en el vacío multicolor, para reaparecer
en la sala, pero esta vez vestida con un jumper de colegio secundario, sobre un pupitre del que no podía
escapar. Frente a ella estaba Tic Tac, vestido con un atuendo de profesor, delante de un pizarrón.

- ¿Que es esta ridiculez? - protestó ella.

-Vos sos una alumna ahora, yo tu maestro, y esto, una clase.

- ¿Clase de qué?

- ¡Te voy a dar clases de olvido! ¡Te voy a enseñar a olvidar! - anunció el, pomposo, subiéndose
los enormes anteojos que llevaba ahora el Tic Tac profesor.

-Yo no quiero olvidar- sentenció ella-. Explíqueme qué sentido tiene vivir una vida hermosa para
después olvidarla.

-No hay que tenerle miedo al olvido.

-Deme una sola razón para que yo quiero olvidar.

-No es simplemente olvidar...- continuo él, grandilocuente-. Es renunciar a tus pequeños recuerdos
individuales, para unirte al enorme conocimiento universal. Es renunciar al amor de unos pocos, para
unirte al gran amor.

- ¡Eso es pura sarasa! - replicó Cielo.

- ¡Recontra sarasa es! - reconoció él-. Pero no puedo contarle que es Eudamon. Tenes que descubrirlo
vos sola, y para poder ir a Eudamon, tenes que aprender a olvidar, tenes que soltar, sol-tar tu pasado y
seguir adelante.

-No quiero aprender eso. Y si aprendo a olvidar, me voy a olvidar de olvidar- lo desafió ella.

- ¡Perfecto! Es la idea. ¡Comencemos! Lección número uno: pequeños olvidos- dijo, y con un
tono didáctico, continuo-: ¿Como se olvida?

Chasqueo sus dedos, y una tiza comenzó a escribir la pregunta en la pizarra. Luego otra tiza de otro color
escribió la respuesta: "No recordando".

Tic Tac leyó la respuesta, exagerando su tono didáctico.


-"No recordando". ¿Y cómo se recuerda? -prosiguió.

Mientras él hablaba, la tiza escribía y escribía.

-A partir de los sentidos. Un olor, una imagen, un sonido nos pueden disparar un recuerdo. Para eso,
hay que anular los sentidos.

- ¡Eso es un disparate, Relojito! Por más que me deje ciega, sorda y muda, voy a seguir recordando.
Ahora le voy a dar una clase yo, una clase de memoria. Haga lo que haga le digo, piense en un elefante
rosa.

Él, a desgano, lo hizo e inmediatamente, en la pizarra, se borraron todas las palabras, y apareció un
elefantito rosa, dibujado en tiza, algo asustado, que pestañeaba sin cesar.

-Bien- dijo Cielo mirando el elefantito-. Ahora olvídese del elefante.

-Fácil- dijo Tic Tac con arrogancia.

Chasqueo sus dedos una vez más, y el dibujo del elefante desapareció de inmediato.

-Ahora contésteme...- prosiguió Cielo-. ¿Qué le pedí que olvidara?

El atino que hablar, pero de pronto se dio cuenta de que detrás de él, en la pizarra, ahí estaba otra
vez elelefantito rosa, mirándolo con curiosidad.

- ¿Ve? - concluyo Cielo triunfal-. Es imposible olvidarse de lo que uno sabe que olvido. Usted no se olvida
de un simple elefante rosa que le nombre, ¿y pretende que yo me olvide de toda una vida de recuerdos?
Tic Tac atinó a interrumpirla, pero ella prosiguió serena, con profunda tristeza en sus ojos.

-Escuche mi clase de memoria, Relojero. La memoria no está en la cabeza, está en el corazón. No está
hecha de pensamientos, sino de recuerdos que son pedacitos de vida. Esos recuerdos nos hacen ser lo
que somos. Es imposible olvidar. La memoria se podrá dormir, pero no muere. Las vivencias, las
frustraciones, los deseos, todo junto y revuelto, está en nuestro corazón, listos para salir a flote a la
primera de cambio. Yo me quedare acá, por toda la eternidad, pero mis recuerdos son míos, señor. Y me
van a seguir siempre, como a usted lo sigue ese elefante rosa.

Y se marchó. Tic Tac giro y vio al elefantito que lo miraba desde la pizarra, pestañeando una y otra vez.
El hombrecito de blanco comprendió que se necesitaría mucho más que tiempo para convencer a Cielo
de dejar atrás su pasado y entregarse al futuro.
Bitácora de Bruno Bedoya Agüero.
Fecha terrenal: Julio de 2011

Por supuesto mi nacimiento terminó con esos sueños hippies y rebeldes de viajar por el mundo, y todos
volvieron, y mi padre se tuvo que poner a trabajar en serio. Pero vine con un pan bajo el brazo, ya que
las cosas empezaron a salirles mejor que antes, pero esa es otra historia. El punto es que regresamos
todos, y me crie en la misma casa que se habían criado mis padres. Allí crecí junto a mis tíos y primos, un
exceso de población, pero feliz. Y aquí pegamos un salto en el tiempo.

Fecha terrenal: 20 de agosto de 2018

A medida que crecía, yo, sagaz y perspicaz como soy, empecé a notar que tenía algunas habilidades que
me volvían diferente. Hacia flotar objetos o podía saber en que estaban pensando los demás, y cositas
por el estilo. Entonces un día mi madre y mi padre decidieron explicarme algo. Yo escuchaba más a mi
padre, ya que mi madre tenía un enorme afán de explicarme algo que ni ella misma entendía. Pero
Thiago, que para esta altura ya había abandonado los peinados rebeldes y era un hombre joven bien
peinado y que usaba lentes, muy serio y circunspecto, me explicó que yo era un ser especial, brillante,
sensible, genial, diferente y único, y que no por eso debería creérmela, y debería seguir siendo siempre
humilde, consejo que, por supuesto seguí al pie de la letra, porque si hay algo que soy, además de
genial,es humilde.

Mientras estábamos sentados en la cama del altillo de la casa donde vivíamos, me contaron que,
estando mis padres en ese mismo lugar, alguien muy malo había intentado destruir la casa, con misiles.
Pero el reloj que estaba junto a nosotros, que en realidad no era un reloj, los había protegido, emitiendo
una gran cantidad de energía. Toda esa energía había bañado a mi madre, que en ese momento estaba
embarazada de mí, Esa energía que había liberado el reloj, que en realidad era un portal, y que había
bañado a mi madre, ya embarazada de mí, era lo que me había vuelto especial.

Por supuesto comencé a hacer preguntas...

- ¿Qué quiere decir que soy especial? ¿Qué va a pasar conmigo? ¿Soy especial porque puedo
moverobjetos con el pensamiento? ¿Ser especial es algo malo o algo bueno?

Pero mis padres no tenían respuestas. Me dijeron que eso era todo lo que sabían, y que yo ya me
enteraría que significaba ser especial. Que tenía una misión y algún día la descubriría. La palabra
"Misión" me genero una especie de molestia, algo así como una sensación de domingo a las siete
de la tarde, cuando empieza a caer el sol, y hay que ir preparando los útiles para el colegio. Esas
ganas de que no termine el finde semana ni la diversión.
Pero como bien dijo mi mama, también era cierto que los lunes cuesta levantarse, pero al rato de
estar en el colegio uno ya se empieza a divertir de nuevo con los amigos. En fin, la palabra
"misión" me sonó a trabajo, a tener que estudiar, a que mientras todos iban a estar pepe pe
pepee pepe pe... yo iba a tener que estar ocupado en algo "serio".

Sin embargo, mi vida de niño, y luego mi vida de adolescente, transcurrió especialmente divertida y feliz.
Mi casa era- es- un despiporre (entiéndase como "diversión escandalosa y desordenada"). No recuerdo
un solo día en que haya estado solo, siempre había alguien o mucha gente. Mis tíos, mis tías, sus novios
y novias, luego sus hijos, los amigos de sus hijos, mis primos, los amigos de mis primos. Mi casa parecía
un campamento de verano todo el año. A la hora de comer, nunca éramos menos de diez a la mesa, y la
mayoría de las veces, éramos unos veinte.

En fin, así mi vida transcurrió feliz y agitada, y aquellas cosas que me hacían "especial" ya casi no
ocurrían. Rara vez movía objetos con la mente, y rara vez leía el pensamiento de los demás. Estaba más
bien ocupado en ser lo menos especial posible. Hasta que cumplí los diecinueve años, y algo cambió mi
vida para siempre...

Estaban los dos sumergidos bajo el agua. El acababa de decirle "te amo" y ella respondió "yo también", y
se hubieran besado si algo muy brillante no hubiera caído con un gran estruendo junto a ellos. Se
alarmaron al ver un objeto rectangular que impacto a escasos centímetros y se hundió hasta el fondo de
la piscina. Thiago se acercó al objeto y lo saco del agua; Mar salió tras él, y ambos vieron con extrañeza
esa caja dorada, brillante y pesada, que tenía símbolos raros encastrados en la parte superior. Se
preguntaron por qué seria y de donde habría salido, y concluyeron que posiblemente se les había caído
a algún pasajero del hotel, cuyas habitaciones rodeaban la pileta. Sin embargo, Mar miro alrededor y
considero que era poco probable que esa caja pudiera haber salido disparada accidentalmente desde el
balcón de una suite. Pero la otra alternativa- que hubiera caído del cielo- era más imposible aún. La
llegada de un empleado del hotel, que comprendió enseguida que esos dos adolescentes no eran
huéspedes, interrumpió sus cavilaciones.

-Chicos, ¿en qué habitación están alojados? - les preguntó, a pesar de todo, con cortesía.

Por supuesto no respondieron nada coherente y, aunque hubieran querido observar otra vez la caja, se
retiraron con bastante torpeza. De todos modos, al rato olvidarían por completo el incidente. Por eso
ahora estaban los dos muy sorprendidos: no había dudas de que era la misma caja, resultaba tan
extraña y particular que no podía haber otra parecida. Lo misterioso era que volviera a aparecer dos días
después, a cientos de kilómetros de donde la habían visto. Ignoraban - y nunca llegarían a saberlo- que
había sorteado numerosos contratiempos y que había llegado hasta allí tras una serie de casualidades.

Perdón por la interrupción, pero aquí y ahora, en este lugar sin tiempo en el que estoy, tengo una
misión que me está sacando canas verdes. Cielo Mágico o Ángeles Inchausti (¡Inchausti tenía que ser!),
se niega a aceptar su destino. Debo ocuparme de ella, y aclararle un par de leyes número uno.
Esta bitácora continuara...
Bajo siete llaves
El regreso de los chicos desde la playa resulto muy accidentado. Los cinco amigos, junto con Nacho y
Tefi, viajaban en un viejo colectivero que los llevaba a "La Capital", o eso creían. Tefi estaba furiosa; por
culpa del accidente que había provocado el groncho de Rama, habían perdido el colectivo en el que
regresaban todos sus compañeros, y ella había sido obligada a esperar a su hermana, ya que, por
órdenes de su madre, debían regresar juntas. Iba sentada en el último asiento, al lado de Nacho, con
antiojeras de avión en los ojos y auriculares en los oídos, para aislarse por completo no solo de ese
ómnibus destartalado y oloroso, sino de su indeseada compañía, cuando percibió que el colectivo se
detenía. Sintió alivio al creer que por fin habían llegado al destino, sin embargo, todos estaban
extrañados, ya que habían sido apenas cinco horas de viaje. Era imposible que hubieran llegado. Vieron
que todos los pasajeros del ómnibus descendían, y sorprendieron mucho cuando el chofer detuvo el
motor y les dijo:

-Abajo, muchachos, ya llegamos.

Todos miraron hacia afuera. Era noche cerrada, y estaban en el medio de la nada, en una vieja estación
de servicio que tenía un barcito de mala muerte.

- ¿Como que llegamos? - replicó Tacho.

-Si, llegamos.

- ¡No! - protesto el rubio-. ¡Yo saqué pasajes hasta La Capital!

- ¿Y dónde estamos? - respondió el chofer señalando un cartel que estaba al costado de la ruta.

Todos miraron el cartel oxidado: "Bienvenidos a La Capital". De nada valieron los reclamos de Tacho. El
chofer le dijo que no había estafa alguna, el había pedido pasajes para La Capital, y le habían vendido
pasajes para la localidad. La Capital, un pueblito de unos doscientos habitantes, que en algún momento
había contado como un hotel, pero ya no. Entonces se bajaron a regañadientes, furiosos y cansados.
Tacho se sentía responsable, y los demás se encargaron de hacerle sentir muy responsable. Una opción
era llamar a Nico, para explicarle la situación y pedirle que les mandara ayuda, sin embargo, ninguno de
los chicos quiso hacerlo, sobre todo por solidaridad con Rama, ya que explicar la situación en la que se
encontraban implicaría entrar en detalles, y no podrían omitir el accidente. Los padres de Nacho
estaban en Estados Unidos, y los de Tefi en España. Debian arreglárselas solos. Por allí no paraban
micros que pudieran acercarlos a la Capital, la otra, la del país. Solo quedaba desplazarse hasta la ciudad
más cercana, a unos treinta kilómetros; como no pudieron conseguir un remise que los llevara hasta allí,
no tuvieron otra alternativa que caminar.

A las tres horas de caminata, y encima cargando bolsos estaban agotados e iracundos, sobre todo Tefi,
que no paraba de proferir insultos hacia los culpables de su desgracia actual. Fue Thiago quien propuso
pasar la noche en algún hotel de ruta y, al día siguiente, pedir ayuda. El problema fue que no
encontraron ninguno, por lo que decidieron meterse en una chacra que se veía deshabitada. Se
aseguraron de que no hubiera nadie, y entraron en la casa con la esperanza de hallar algo para
comer,ya que tenían hambre.

Jazmín todavía estaba algo resentida por los maltratos y maldades que les habían hecho los chetos en el
campamento, en especial Nacho y Tefi, y sintió que aquella noche oscura, en esa casa abandonada y fría,
sería una muy buena ocasión para vengarse. Con la complicidad del resto de sus amigos, montaron una
serie de bromas espeluznantes, dignas de una película de terror. Tefi y Nacho lo pasaron muy mal y
prometieron tomarse revancha.

Por la mañana Mar se despertó temprano, y vio que en el granero de la chacra había una camioneta
fuera de funcionamiento. Creía que si conseguían nafta ella podría hacerla arrancar para ir hasta algún
lugar del cual saliera ómnibus hacia la ciudad. Luego se ocuparían de devolverla. Los chicos estuvieron
de acuerdo, y asistieron a Mar para lograr que arrancara. Luego de varios minutos la pusieron en marcha
y, cuando se disponían por fin a partir, descubrieron algo que dejo perplejos tanto a Mar como a Thiago:
al quitar la lona vieja y polvorienta que cubría la cajuela, encontraron una caja de metal dorado, con
ornamentaciones raras. Lo extraño no era solo la peculiar caja, sino que se trataba de la segunda vez
que la veían. La primera había ocurrido dos días. antes, aquel amanecer en que habían estado en la
playa y Thiago le había propuesto a Mar que fueran a nadar a la piscina de un hotel lujoso.

Luego de que ellos se marcharan, el empleado la había dejado provisoriamente en un canasto, pero
minutos más tarde un dependiente de la proveeduría del pueblo se lo llevo por error, los subió a su
camioncito y se dirigió hacia las cabañas contiguas en las que estaban alojados los chicos para entregar
la carne del asado que harían ese día. Era el mismo camión al que Mar se había subido para ayudar a
Simón cuando creía que era un empleado. Mar estuvo parada junto a la caja sin verla esta vez. La puerta
trasera del camioncito quedó mal cerrada y al cruzar con cierta velocidad una loma de burro, la caja se
cayó en medio del recorrido. Allí la encontró el director del Rockland, quien, extrañado, la recogió y la
guardó en su propio auto, el mismo en el que los chicos fueron llevados hasta la estación de ómnibus
cuando partieron. El chofer que los llevó, luego de dejarlos, fue asaltado por dos ladrones armados que
le quitaron su billetera, su reloj, revisaron el auto, y encontraron la caja, que les pareció valiosa por su
color dorado. Juntaron todo el botín y corrieron hacia su vehículo una camioneta completamente
destartalada, precisamente la camioneta que acaba de arreglar Mar. Los ladrones habían huido de la
ciudad, pero por la noche se quedaron sin nafta y detuvieron el vehículo en la chacra donde ahora
estaban los chicos. No pudiendo proseguir en ella, tomaron el botín y se marcharon. Si en ese momento
no hubieran llegado los chicos, que decidieron pernoctar en esa chacra, posiblemente los ladrones
también se hubieran llevado la caja. Pero ante la presencia inesperada de los intrusos, huyeron.

Tacho, Rama y Jazmín miraban sin comprender a Mar y Thiago, que estaban atónitos frente a ese objeto
dorado.

- ¿Es la misma? - pregunto Mar.

-Si, es la misma- dijo Thiago sin salir del asombro.


-Nosotros ya vimos esta caja- explico Mar al resto.

- ¿Y qué es? - dijo Tacho, estirando la mano.

Apenas la toco, la tapa de la caja se abrió y algo en su interior brilló como si tuviera luz propia. Los
cinco miraron con estupor lo que había dentro: un libro igualmente dorado y brillante, con los mismos
símbolos extraños labrados en la tapa, y lo más curioso era que tenía, a lo largo del canto lateral, siete
candados, que unían ambas tapas e impedían su apertura.

Casi con temor, como si se tratara de algo peligroso, tomaron el libro e intentaron abrir los candados
que a simple vista no parecían muy fuertes, pero cuando intentaron violentarlos, no cedieron. Mar tomo
un destornillador y, haciendo palanca trato de abrir uno, pero no hubo caso. También lo intento Thiago,
y luego Tacho, pero ninguno pudo abrirlos. La intriga sobre el contenido del libro creció; cualquier cosa
que escondiera, estaba muy bien protegida, bajo siete llaves.
Déjalo ser
Nico no pudo hacer nada para salvarle la vida a Croussen, a quien Franka habia infiltrado en el hogar
Magico. Luego de pasar varias horas declarando en la comisaria, el arqueólogo tenía más dudas que
certezas. Alguien había corrompido al científico que el había contratado, alguien estaba siguiendo todos
sus movimientos, y Croussen había intentado secuestrar a Monito, seguramente obedeciendo órdenes,
pero no se le ocurría que podía esconderse detrás de todos esos hechos. Lo único que tenía era el handy
con el cual el científico se había comunicado con sus superiores. Franka, por supuesto, seguía pendiente
de cada movimiento y además informada por Justina, que vigilaba el arqueólogo día y noche. Y fue a
través de ese mismo handy como Franka le tendió una trampa a Nico con un objetivo muy concreto.

Él estaba muy ajetreado preparado todo para el día siguiente, que sería el comienzo de clases, y muy
nervioso porque los más grandes aun no habían llegado de su viaje. Se había comunicado en dos
ocasiones con ellos, que le aseguraban que estaban regresando, pero justo se entrecortaban cada vez
que él les preguntaba a que se debía el retraso. Intentaba hablar con ellos cuando el handy comenzó a
emitir sonidos. Nico dejo todo y se pegó al aparato, hasta que unos minutos más tarde escuchó
claramente la voz de un hombre que citaba a otro en una esquina. Tomó nota, presintiendo que estaba
muy cerca de descubrir el misterio que se escondía detrás del científico traidor.

Se dirigió hacia la esquina en cuestión y permaneció agazapado, esperando descubrir algo que le llamara
la atención. Nada ocurría, y ya se estaba por ir cuando vio a dos hombres corpulentos que golpeaban a
un adolescente. Franka conocía perfectamente el perfil solidario y altruista de Nico, sabía que no podría
resistirse a este tipo de injusticias e intervendría para defenderlo. El muchacho, Luca Francini, era el más
joven de los colaboradores de Franka. Con apenas diecisiete años, contaba con la formación y la
experiencia de los agentes más avanzados de la corporación CC. Su rostro era adusto; la mirada, algo
triste y esquiva; el cabello, castaño claro. Tenía ojos verdes y la seguridad de quien se sabe bello.

De modo previsible, Nico vio a ese chico, que se defendía como podía de sus atacantes, e intervino para
calmar la situación. Los hombres le informaron que era un ladrón que les había robado en sus comercios,
y Luca negó los hechos, pero con poca convicción. Entonces Nico se sacó su reloj y se los dio a los
supuestos comerciantes para compensar los perjuicios ocasionados por el robo. Logró que se marcharan
y quedarse a solas con Luca, quien ya había despertado su interés. Para él no era un ladrón, sino un
joven en situación de riesgo. Con Cielo había soñado hacer el hogar Mágico un refugio para chicos como
él. Le preguntó si tenía padres y con quien vivía, pero no obtuvo respuesta. Entonces Nico le habló del
Hogar Mágico, le dio la dirección, y le aseguro que sería bienvenido cuando quisiera o cuando necesitara
algún tipo de ayuda, pero Luca se fue sin siquiera contestarle.

La operación para infiltrarlo en el Hogar Mágico había comenzado con éxito. Si bien Franka contaba con
esa reacción de Nico, sabía que no debían hacerlo demasiado obvio, ya que Bauer no era ningún
ingenuo.

Esa misma noche Luca apareció en la mansión. Traía el reloj de Nico para devolvérselo. Al verlo, este
comprendido que les había robado nuevamente, pero sin hacer ninguna mención del tema, lo invitó a
cenar y también le ofreció un cuarto para pasar la noche, en caso de que no tuviera donde hacerlo. Tras
algunas negativas, el muchacho terminó aceptando. Justina, que estaba en la cocina con él, cuestionó a
Nico.

- ¿Le parece, sssssanto, meter a un delicuente juvenil en el hogar con los chiquis? - lo
contradijo,precisamente para lograr que Nico persistiera en su decisión.

-Ese es el sentido de este lugar, Feli- contestó él, que pensó que aquella pregunta no era propia de Feli-.
Nosotros no vemos a estos chicos como delincuentes sino como víctimas, y nuestro trabajo es ayudarlos.

-No se extrañe si nos dessssvalija el hogar- insistió ella-. Si usted quiere, lo vigilo.

-No, Feli, déjalo ser- concluyó Nico.

A la mañana siguiente unos policías tocaron a la puerta, luego de haber detenido a Luca con objetos
robados en el hogar. Le informaron que lo habían visto saltar el portón portando esas pertenencias, y
quería confirmar si habían sido robadas allí.

-Si, son mías, pero no las robó, yo se las regale- mintió.

Ante esa respuesta, Luca fingió conmoverse y supo de inmediato que su objetivo se había cumplido:
ahora Luca era un desafío para Bauer. Cuando los policías se retiraron, Nico tuvo una pequeña charla
con él; le informo que en ese hogar podía tener techo, comida y educación, sin necesidad de robar. La
invitación seguía en pie, y él era libre de aceptarla o seguir su camino. Y no le dijo más, ya que, en ese
momento, al fin, llegaron los chicos de su largo y tedioso viaje.

La plazoleta frente al hogar Mágico se convirtió en un revuelto de gritos, risas y abrazos. Todos
abrazaron a Nico, felices y emocionados por el reencuentro. Estrujaron a Justina, que disimulaba el asco
que le producían esas muestras de afecto. Los más chiquitos corrieron desde la mansión al verlos llegar,
rieron, festejaron y lloraron, y luego todos fueron a conocer a Esperanza, la nueva integrante de la
familia.

El reencuentro debió realizarse a las apuradas, ya que estaban casi sobre la hora del inicio de clases y
debían apurarse. Nico miró a Rama y lo palmeó, sabía que poder ir al colegio como cualquier otro
chico había sido su sueño más importante, y el hecho de que, por fin, tanto el cómo su hermanita,
pudieran estudiar era algo que lo emocionaba mucho. Sin embargo, la emoción, desagradable, la tuvo
Nico cuando Rama le informó que había sido expulsado del Rockland Dayschool.

Resistiéndose a olvidar, Cielo aun seguía atrapada en el "antesala", sin poder regresar a su plano ni
seguir hacia Eudamon. Como sus insubordinaciones eran cada vez más frecuentes, las leyes número uno
se multiplicaba. La cuadragésimo octava ley número uno era no entrar a la habitación prohibida. Pero la
sola mención de la palabra "prohibido" encendía en Cielo su espíritu rebelde, y por eso estuvo mucho
tiempo frente a la puerta de la habitación prohibida buscando la manera de entrar.

La puerta no tenía picaporte ni cerradura y era totalmente sólida. Esas dificultades, en lugar de
detenerla, la incentivaron aún más. Entonces comenzó a desarrollar ciertas habilidades, como la de
entender que nada de lo que veía allí existía. Por lo tanto, si se concentraba en pensar que la pared no
era pared, lograría atravesarla. Al menos en la teoría. Y para su gran sorpresa, luego de varios intentos
logró su cometido y se vio a si misma dentro de la habitación prohibida, donde solo había una mesa con
una tetera y dos tazas, una azul y otra roja. Dispuesta a experimentar cualquier cosa que estuviera
prohibida, sirvió el té en la taza azul y bebió un sorbo. Un segundo después apareció en la cocina de la
mansión, detrás de Nico, que en ese momento hablaba con Luca, quien estaba aceptando quedarse en
el hogar. Ella creyó que, como en las ocasiones anteriores, había logrado asomarse y verlo, pero se
sorprendió casi al punto de asustarse cuando el despidió a Luca, giro y la vio.

- ¡Cielo! - exclamo agitado, y de inmediato ella desapareció.

Tic Tac había registrado la infracción y había intervenido. Rojo de furia, empezó a reprenderla por
haberse metido en la habitación prohibida, por haber tomado el te prohibido, por haberse dejado ver
por Bauer, algo que estaba prohibidísimo. Pero mientras el gritaba y gritaba, Cielo se bebió otra taza
frente a sus narices, y apareció nuevamente en el otro plano, esta vez en la calle, casi junto a Justina,
que avanzaba rauda hacia un auto. Ya sabía que no era Feli, sino su prima, y desconfiada la siguió. Tic
Tac apareció detrás de ella y, a su vez, empezó a seguirla, mientras la convidaba a regresar. Le ofrecía la
taza roja, para que bebiera el té que la mandaría de regreso, pero ella se rehusó a hacerlo cuando vio
que Justina se reunía con Franka junto a su auto, y se acercó para saber que estaban planeando. Luego
vio al chico que estaba con Indi y comprendió que el nuevo integrante del hogar mágico también era un
infiltrado, y se estremeció cuando escucho que, tras fallar con el secuestro de Monito, el siguiente seria
Tacho. Deberían reducirlo en el colegio y llevarlo al centro de operaciones para practicarle la
"intervención". Cielo se horrorizó y corrió para alertar a Nico de lo que ocurriría, pero Tic Tac la detuvo y
le explicó, con desesperación, que no podía intervenir, que debía dejar que las cosas siguieran su curso,
que nada podía hacer. Cielo se obstino. Tacho, todos, estaban en peligro, y ella no se quedaría sin hacer
nada. Entonces, desoyendo a Tic Tac, corrió al encuentro de Nico.

Lo encontró junto con Rama, hablando con el director del Rockland, quien se negaba rotundamente a
reincorporarlo. Nico usaba toda su diplomacia y contenía su ira ante los destratos y comentarios
discriminadores del director. Ya estaba por estallar cuando volvió a ver a Cielo, que le hacía señas
urgidas para que se acercara. Comprobó que ni Rama ni el director, ni nadie más, parecían verla, pero
allí estaba ella, aun con el vestido de novia. Con torpeza se excusó y se acercó a ella, pero Cielo,
atolondrada, pasó por alto los saludos del reencuentro.

- ¡Cielo, mi amor! - comenzó a decirle.

-Oiga, Indi, ¡hay una emergencia! - lo interrumpió ella-. ¡Feli en realidad es Tina!

- ¿Que Feli es Tina? - preguntó él, alarmado.

-Si, ¡se hace pasar por Feli! ¡Y hay más! El nuevo, Luca, trabaja con ellos. Hay una mujer que les da
órdenes. Y están por secuestrar a Tachito, se lo van a llevar directamente del colegio. ¡No deje que se lo
lleven, Indi! - grito ella, para sacarlo de la parálisis en la que parecía haber caído.
-Para, para...- la frenó él, intentando procesar la información.

- ¡Corra, hombre! Haga algo, ¡ya!

Ante este grito, Nico salió disparado. Rama, que estaba junto al director, extrañado corrió tras Nico.
Cielo los vio irse, aliviada de que le hubiera creído, y al girar vio a Tic Tac, aún con la taza roja llena de té,
que la miro con gravedad, y le dijo:

-Lo que hiciste es gravísimo.

Tacho estaba por entrar a su primera clase cuando Luca lo sorprendió con el argumento de que había
concurrido al colegio a pedido de Nico, para ver si lo tomaban. Con gesto distraído le ofreció una lata
de gaseosa en la que antes había colocado un narcótico, pero cuando Tacho estaba por beber, apareció
Nico, que le saco la mano e increpo a Luca, con desesperación.

- ¿Quién sos en realidad? ¿Para quién trabajas?

Al verse descubierto, el muchacho se echó a correr sin más. Rama, que había llegado detrás de Nico, y
Tacho no entendían lo que estaba ocurriendo. Apurado y alarmado, Nico les contó rápidamente lo que
pasaba y les pidió que fueran a la mansión, ataran a Feli y esperaran a que el regresara. Ellos, indignados,
corrieron hacer lo que les había pedido, al tiempo que Nico salió persiguiendo a Luca.

Mientras tanto Cielo permanecía en la mansión, ignorando a Tic Tac, que le exigía tomar el té de la taza
roja para regresar, pero ella quería quedarse a ver como se sucedían los hechos, estaba pegada a Justina,
quien en ese momento intentaba enseñarle a Malvina a cambiarle los pañales a Esperanza, tarea harto
difícil. Lleca, Monito, Cristóbal y Alelí, la acompañaban. Justina tenía a la beba en brazos cuando
entraron Rama y Tacho, totalmente desencajados. Rama tuvo una reacción temeraria al verla con la
beba.

- ¡Solta a la beba, urraca! - grito, y se la saco de los brazos para devolvérsela a

Malvina.Justina se quedó de una pieza, y Malvina se sobresaltó.

- ¿Pero ¿qué pasa, guys? - preguntó Malvina.

- ¡Esta turra es Justina disfrazada! - informó Tacho.

- ¿Pero que deccccisss, abejorro? - dijo Justina, exagerando más que nunca las eses y apenas
disimulandosu tensión.

- ¡Me muero muerta! - exclamó Malvina mientras abrazaba instintivamente a la beba-. ¿Sos vos, Justine?

-Pero no, gussssanitos de sssseda- dijo Justina mientras reculaba lentamente.

-Deja de actuar, basura- le ordenó Rama, e intentó sujetarla.

En ese momento Justina abandonó toda su actuación, mostró sus garras, y su voz salió tan oscura como
siempre.

-¡No me toques, rrrrroñoso!


Y sin darles tiempo a nada, tomó el brazo de Rama, se lo hizo girar en un torniquete, sacó un revólver de
su ropa, lo apuntó y amenazó a todos. Viéndose acorralada, reportó a Franka el incidente. Esta le dio la
orden de sacar a todos de la mansión, y mando una camioneta a buscarlos. Por supuesto Justina
obedeció. Cielo, que era testigo de lo que ocurría, lloraba de la impotencia, pues no podía intervenir.

Entre tanto, Nico había intentado apresar a Luca, pero lo había perdido, y regreso lo más rápido que
pudo a la mansión. Al llegar se encontró con ese cuadro gravísimo. Intentó detener a Justina, pero ella,
fría y rápida, le disparó en el pecho, y Nico murió casi de inmediato. El mundo se detuvo para Cielo al ver
el horror que había desencadenado, mientras los matones se llevaban a los chicos y Nico moría sobre la
acera.

Llorando, Cielo miro hacia el reloj y vio, con estupor, como sus manecillas empezaban a girar en el
sentido contrario, primero lentamente y luego a gran velocidad. Observó como todo se movía a su
alrededor, en reversa, y comprendió que estaba regresando en el tiempo, exactamente al momento en
el que Nico bogaba por Rama ante el director, y se vio así misma allí, junto a Tic Tac, y comprendió que
todo había sido un vistazo del futuro. Tic Tac le había permitido vislumbrar lo que ocurriría si ella
intervenía.

- ¿Ahora entedes por que no podés interferir? - le dijo Tic Tac con enorme compasión en sus ojos,
puessabia lo doloroso que era para Cielo ver a sus seres queridos en peligro y no poder intervenir.

- ¿Pero entonces don Indi no murió? - se aseguró ella-. ¿Que fue todo eso? ¿Una trampa que me
armó usted?
-Solo te mostré lo que puede pasar si vos interferís en este plano- explicó él-. No podés cambiar el curso
natural de las cosas, Cielo.

-Pero entonces...- dijo ella lagrimeando-. La turra de Justina se va a salir con la suya... A Tacho lo van a
secuestrar... ¡Van a lastimarlos!

-O no- dijo Tic Tac misterioso-. Ya veremos. Ahora toma esto.

Y le ofreció la taza roja de té. Ella miró a Nico, que intentaba convencer al director, ajeno a todas las
amenazas que lo rodeaban.

En ese momento, Mar y Jazmín rendían el examen nivelador de inglés, idioma que Mar manejaba tanto
como el chino mandarín, y eso la tenía muy nerviosa, porque sabía que su nivel era inferior al de sus
amigos y temía quedar rezagada. El examen consistía en traducir una canción del inglés al español.

-Let it be- leyó las palabras en inglés, pero entonándolas como si estuvieran escritas en español.

Comprendido que jamás lograría traducirla, y acepto con gusto la ayuda de Pablito, un chico de
primero que también daba examen y le paso un papel con la canción traducida. Mar comenzó a copiar
la letra, descubriendo mientras lo hacia el significado de aquella bellísima canción de los Beatles.

Cuando me encuentro en tiempo de problemas

La madre María viene así

Diciendo palabras sabias


Déjalo ser.

Cielo estaba afuera parada ahora afuera del salón de actos del Rockland. Tal como ya había visto, Luca
se acercó a Tacho y le ofreció de gaseosa con el narcótico: a los pocos segundos Tacho comenzó a
embotarse. Mientras tanto, Luca provocó fuego en el establecimiento y accionó la alarma contra
incendios. El lugar se volvió un caos: todos comenzaron a evacuar el recinto desordenadamente, y Tacho,
ya muy aturdido, ni se percató cuando unos matones disfrazados de bomberos lo sacaron del lugar y lo
metieron en una falsa ambulancia, propiedad de la corporación CC. Cielo observo como se lo llevaban,
llorando de impotencia.

Y en mi hora más oscura

Ella está parada frente a mi

Diciendo palabras sabias

Déjalo ser.

A esta altura de los acontecimientos, Nico estaba a punto de dejar ser diplomático y dar rienda suelta a
su bronca. El director no aflojaba, no quería reincorporar a Rama y, además, no dejaba pasar la ocasión
de demostrar el desagrado que le producían los vándalos como él. Nico comenzó a sulfurarse y a perder
las formas ante el director: le gritaba para que entrara en razones, lo que complicaba aún más las cosas.
Fue Rama quien lo detuvo cuando quiso perseguirlo luego de que el otro reafirmara que estaba
expulsado. El arqueólogo era pura indignación, no podía entender que, por una travesura peligrosa,
perotravesura al fin, le arrebatan una vez más su derecho a estudiar.

-Por algo paso así- dijo Rama, aceptando las consecuencias de su error-. Déjalo ir.

Déjalo ser, déjalo ser

Susurra palabras sabias

Déjalo ser.

Mar seguía copiando la letra de la canción, cuando de pronto se le estrujo el corazón al ver a Thiago en
el pasillo del colegio, riendo a carcajadas y coqueteando con dos chicas chetas y divinas. Tuvo el impulso
de salir al pasillo para marcar territorio, pero la mirada cómplice de Jazmín le hizo entender que debía
soltarlo, debía dejar que el hiciera su vida.

-Déjalo, Mar.

- ¿Pero ¿qué hago? ¿Me quedo mirando como se enamora de otra?

-Que fluya- aconsejó Jazmín-. Que sea lo que tenga que ser.

Y cuando la gente desolada que vive en el mundo

Se ponga de acuerdo

Habrá una respuesta


Déjalo ser.

Cielo miraba a Justina, en su rol de Felicitas, hablando con los chiquitos, fingiendo cuidarlos y quererlos.
Sufría de impotencia por la impostura, por la crueldad de ver a sus seres tan queridos otra vez a merced
de la maldad más pura que había conocido. También vio a Nico, que comenzaba a resignarse a la
expulsión de Rama, cuando descubrió a una mujer subida a una escalera, descolgando el cartel de la
inmobiliaria que anunciaba que el loft, el mismo donde había vivido Nico, se alquilaba. Como corría
peligro de caerse corrió a ayudarla. Cielo vio que la mujer era Franka, la que le daba órdenes a Justina y
a Luca. Percibió en su cara sus verdaderas intenciones: su próximo propósito era seducir a Nico.
Entonces ya no pudo más ante semejante engaño y lloro de impotencia. Y como ocurría en el
pasado, cada vez que ella lloraba, nuevamente estalló una tormenta.

-No te preocupes- dijo Tic Tac en un tono compasivo que jamás había tenido antes-. Ellos van a saber
resolverlo solos. Toma el té.

Así lo hizo y de inmediato aparecieron en el altillo, pero el del otro plano. Allí también había una gran
tormenta de colores atormentados y un viento que sacudía toda la casa. Todo lloraba con Cielo,
inconsolable. Tanto lloraba Cielo que hasta Tic Tac se permitió hacerle un mimo.

Aunque estén separados

Aún hay una posibilidad de que vean

Habrá una respuesta

Déjalo ser.

Mientras Justina seguía haciendo de las suyas, Nico y Franka se guardaban de la lluvia, próximos; al
tiempo que los matones que ella había mandado se llevaban en la ambulancia a Tacho, desmayado.

Susurra palabras sabias.

Déjalo ser.
Vamos juntos
Ajeno a todo lo que estaba ocurriendo, Thiago se divertia en los pasillos del colegio, distendido,
reencontrandose con compañeros, charlando con chicas, armando mentalmente su fin de semana,
cuando oyo una voz femenina que le resultó familiar. En el baño de mujeres, una chica cantaba una
canción que a Thiago le trajo recuerdos. Se asomó y se sorprendió enormemente al ver salir a una rubia
bellisima, muy alta, de cabellos muy largos y con un peinado muy particular que la hacía aún más alta de
lo que era. Sus largas y delgadas piernas se movían acompasadas, como si el hecho de caminar fuera una
acción elegante en sí misma.

-¡Melody!- exclamo Thiago, sorprendido de verla allí.

- ¡Thiago Bedoya Agüero! - respondió ella denotando también una gratísima sorpresa y, sin mediar
otra palabra se acercó, lo tomó de la cara y le dio un apasionado beso en los labios, que el respondió
con entusiasmo.

Este reencuentro vehemente tenía una explicación. Varios meses antes, aquel fatídico día para Mar en
el que Thiago viajó a conocer la chacra que le había dejado su abuelo como herencia, ocurrió algo que él
reveló a medias. Solo le contó que en ese viaje había conocido a una chica, y que con ella había pasado
algo, solo un beso, pero ese detalle fue suficiente para Mar y para que se produjera la ruptura entre
ellos. Lo que el evitó mencionar fueron los pormenores de ese encuentro.

Cuando Thiago estaba llegando por primera vez a la chacra, se topo con mucha gente en el lugar,
muchas luces, autos, motorhomes, percheros con muchísimos vestidos colgados y un enorme bullicio.
Cuando quiso entrar en su propiedad, alguien intentó cerrarle el paso. Le tocó explicar que era el dueño,
y en seguida notó un gran desconcierto en quien lo había retenido: ese enorme grupo de gente está
filmando una publicidad en su chacra. Le explicaron que los administradores los habían autorizado a
cambio del pago de un alto alquiler. Thiago no se extrañó de este abuso, ya que hacía demasiado
tiempo que nadie visitaba la chacra. No le molestó la intrusión y les permitió terminar el rodaje.

Ingresó por fin a la casa y comenzó a recorrerla con cierta curiosidad, hasta que golpearon a su puerta.
Al abrir, se topó con la belleza impactante de Melody, la modelo del comercial. Ella le explicó que el
baño del motorhome estaba roto y le pidió permiso para usar el de la casa. Abrumado por su belleza, el
apenas pudo autorizarla a hacerlo. Fue allí donde la escuchó cantar por primera vez; sin dudas, a Melody
le encantaba cantar en los baños. La atracción fue recíproca.

Antes de irse, ella le hizo una pregunta que lo descolocó.

- ¿Cuál es tu apellido?

-Bedoya Agüero- respondió él.

-Melody Paz de Bedoya Agüero- dijo ella sopesando las palabras.


Ante la expresión de extrañeza de Thiago por el comentario, ella le explico.

-Tengo la manía de probarme apellidos de casada. Este suena muy bien- le sonrió y volvió a su trabajo.

Al recorrer la casa, Thiago encontró docenas de discos de su abuelo, objetos, libros, y recuerdos que le
provocaron mucha emoción. Se sintió cerca de su adorado abuelo. Pero el regalo que más le gusto fue
una vieja camioneta estacionada en el garaje. Estaba claro que el vehículo no se usaba hacía muchos
años, y le llevo un buen rato hacerla arrancar. En ese momento regresó Melody para despedirse, ya
habían terminado la filmación. Entonces Thiago tuvo un impulso que nunca logró explicarse. Estaba muy
enamorado de Mar, pero a la vez sintió que no podía dejar ir así nomas a esa chica hermosa a la que
seguramente no volvería a ver. Melody le había contado que su padre era embajador y que vivía
viajando; en realidad, en ese momento el destino de su padre era Los Ángeles y estaba allí de paso.
Thiago atravesada un momento de mucho dolor: acaba de descubrir el verdadero y monstruoso rostro
de su padre y sintió que quería pasar un par de horas más junto a esa chica a la que no quiso soltar,
como no se sueltan los amores de verano, por un rato. Por eso le ofreció llevarla hasta el pueblo, donde
tomaría el micro para regresar a la ciudad. Ella aceptó la propuesta, siempre y cuando su camioneta
arrancara. Thiago rogo a su abuelo que lo ayudara en esa empresa, desde donde fuera que estuviese, y
la camioneta arrancó.

Así fue como pasaron dos horas juntos, recorriendo en esa camioneta antigua los campos sembrados,
escuchando música en la radio, y un maravilloso atardecer coronó aquella tarde perfecta. Ambos
entendieron que no volverían a verse, que ella regresaría a los Ángeles y el, a su vida y a su novia. Y casi
como una broma se juraron que, si alguna vez se reencontraban, repetirían aquel dulce beso que les
había resultado insuficiente.

Melody había cumplido su promesa. Thiago aún estaba sorprendido por ese reencuentro que ya no creía
posible cuando ella volvió a besarlo. Pero la situación ahora era diferente: él ya no estaba de novio. Sin
embargo, Mar seguía en el colegio, y el no quería lastimarla haciéndole ver algo así.

- ¿Que haces acá? - pregunto él.

-Vine a anotarme, empiezo mañana. Ya me estaba yendo.

-Vamos juntos- aprovechó para proponer él y la tomó de la mano.

Al salir del colegio pasaron junto al loft sin ver que allí estaban Nico y Franka, que se habían guarecido
de la lluvia pasajera. Ella ya le había comentado que se mudaría allí y entonces serían vecinos. Nico le
describió en pocas palabras en que consistía el Hogar Mágico, y ella le contó que era médica, lo que le
resultó muy interesante a Nico, ya que sería muy oportuno para sus chicos que viviera enfrente. Al
instante llegó Rama, quien lo puso al tanto del incendio en el salón de actos del colegio, donde en ese
momento se encontraba Tacho. Nico se despidió a las apuradas de Franka para ir con Rama a chequear
que Tacho estuviera bien. Ya sola. Franka se comunicó con los científicos que se habían llevado al joven:
aún lo tenían en la ambulancia y acababan de realizarle con éxito una intervención no quirúrgica en la
nuca. Franka les informo que Bauer se dirigía hacia el salón de actos, y les dio la orden de dejar a Tacho
en la clínica más cercana, donde habían trasladado a los intoxicados por el incendio.
Cuando Nico y Rama llegaron a la clínica, Tacho ya estaba en la guardia, reaccionando del narcótico y sin
tener la más mínima idea de lo que había ocurrido. Todos entendieron que se había desmayado por la
inhalación del humo y se aliviaron al comprender que estaba perfectamente bien. Bastó que un médico
los autorizara, para que abandonaran enseguida la clínica. La larga y rubia cabellera de Tacho ocultaba
las dos pequeñas marcas de su nuca, idénticas a las que ya habían tenido Rama y Lleca.

Nico estaba muy preocupado por el incendio en el colegio y lo que allí podría haber ocurrido, pero
exagero aún más su preocupación cuando el director, que se sentía responsable por los alumnos, vino a
comprobar que Juan Morales- o Tacho- se encontraba ileso. Nico aprovechó la situación para volver a
apelar la decisión de la expulsión de Rama y, aunque al director le pareció un reclamo oportunista,
finalmente dio el brazo a torcer, y Rama se ganó el derecho a estudiar.

En el otro plano, en lo que Tic Tac llamaba "la antesala". Cielo se había abismado a una profunda
depresión, Su alma estaba abatida por una tristeza abrumadora. Tirada en un sillón de la sala, lloraba,
se le veía inmóvil, sin interés alguno. Haber visto a sus seres amados en peligro y no poder hacer nada
por ellos la había aniquilado interiormente. Tic Tac intentó animarla haciéndole chistes y morisquetas,
pero no lo consiguió. La de Cielo no era una tristeza común. Tic Tac comprobó que se estaba apagando,
que se moría de pena, de verdad.

- ¿Como hago para que no estés triste, Cielo? - le preguntó.

-Quiero estar con los míos- respondió ella, con dolor.

- ¡Pero hacia dónde vas es un lugar mucho mejor! -argumentó él-. ¡Un lugar sin tiempo, sin espacio,
sin dolor!

-Relojero, cuando yo llegue acá, me estaba por casar. Habíamos adoptado a Monito, íbamos a tener
nuestros propios hijos. Los chicos triunfaban, cumplían su sueño...

-En el lugar que vas no hay que cumplir nada- retrucó él.

-Había recuperado a mi hermana- continuó Cielo-. Mi identidad también... Esa era la felicidad, y ustedes
me la arrebataron.

Tic Tac comprendió que su angustia era muy profunda: su alma agonizaba, la estaba perdiendo.
Entonces pensó que podía devolverle la alegría a Cielo. ¡Fácil! Lo que hacía feliz a Cielo era la música. De
todos modos, preguntó:

- ¿Que es lo que te gustaría, Cielo?

-Estar con ellos- repitió ella-. Daria lo que no tengo por estar un día al menos con ellos.

- ¿Para hacer que?

-No sé... Para estar con Indi, con los chicos... Ir a un parque de diversiones, pasar todo el día ahí
jugando, cantando, bailando...
Entonces Tic Tac miró a un lado y a otro, y bajo la voz sabiendo que lo que estaba por hacer violaría
algunas o varias tantas leyes número uno.

-Vos sabes que podés tener todo eso, si queres...- deslizo el a media voz.

- ¿Como? - se interesó ella.

-Soñándolo, imaginándolo- dijo el bajando aún más la voz, como si le estuviera revelando alguna puerta
secreta por donde se podría escapar de una cárcel.

- ¡No es lo mismo! - protestó ella defraudada-. ¡Yo quiero que sea real!

- ¿Y qué diferencia hay entre sueño y realidad? - preguntó él con franqueza.

-Hay una gran diferencia- siguió ella, frustrada-. Una cosa es pensar en un parque, y otra, muy distinta,
es estar en el parque.

- ¿Ah, ¿sí? - dijo él con picardía-. Y vos... ¿dónde estás?

Entonces Cielo giró su cabeza y vio, absorta, que estaba en un parque de diversiones vestida y peinada al
estilo de los años 50. La embargó una profunda emoción al ver llegar a Nico, peinado a la gomina, con
una campera de cuero negra y una remera blanca, como John Travolta en la película Grease, una
comedia musical que Cielo amaba. Y enseguida, como en un sueño, pero muy real, comenzó a sonar la
canción principal de Grease, Vamos Juntos.

We go together

Like rama, lama, lama, kadingy, kading- a- dong

Remeber forever

As shoowop, shoowally, wally, yippity, boom- de- boom

Chang- chang, changadee- chang- chibop

Thats the way it should be, wahoo, yeah!

"Así es como tendría que ser", sugería la canción. Cielo estaba feliz, radiante. Junto a ella estaba Nico,
bailando y cantando, y alrededor de ambos empezaron a aparecer todos los chicos, felices, tan lindos y
brillantes como siempre. Cielo volvió a verlos, a tocarlos, a olerlos. Imaginados o no, ellos estaban ahí,
eran reales, existían. ¡Estaba con ellos otra vez!

Were one of a kind

Like yip, ayip, ayip, shoowa, sha wooly- woo

Our names are signed


Abooglde, booglede, booglede, shooby, shoowop, shabop

Chang- chang, changadee- chang- chibop

Well always be like one

"Siempre seremos uno", cantó Cielo a viva voz, mientras no paraba de reír al ver a Tacho bailando con su
amada Jazmín. A Thiago y su lunar, con su adorada Mar. A Rama haciendo bailar a Alelí. A todos los
chiquitos riendo a carcajadas; a su pequeña y amada hermanita, Luz. Estuvieron cantando y bailando
juntos en el parque de diversiones toda la tarde, o quizás unos pocos minutos, o tal vez toda la vida. El
tiempo dejaba de existir, como cada vez que uno es feliz con los que ama.

Plena y radiante, Cielo volvió a la Antesala, comiendo un algodón de azúcar rosado y aun cantando el
final de la canción.

-Well always be together... always be together...

Y aunque Cielo nunca había aprendido inglés, sabía perfectamente que lo que estaba cantando
significaba "siempre estaremos juntos". Al regresar la esperaba Tic Tac, y ella tuvo un impulso de
abrazarlo para agradecerle esa maravillosa tarde en el parque que le había regalado.

- ¡Gracias Relojito! Fue increíble. Me traje un copo de azúcar... ¿No hay problema, ¿no? - pregunto ella
aún eufórica.

-El problema- dijo Tic Tac, pausado y serio- es que te trajiste algo más.

Y señaló tras ella, que enseguida giró y descubrió a Nico aún vestido a la Travolta y con una expresión
confundida. Gratamente sorprendida, Cielo sonrió.

- ¡Indi! - dijo, y luego miro a Tic Tac-. ¿Él está acá o lo estoy imaginando?

Al ver la seriedad de Tic Tac compendió que la presencia de Nico allí no significaba nada bueno. De
hecho, en el otro plano, estaba acostado en su cama, sumido en un sueño del que no despertaría
fácilmente.
Tus deseos son órdenes
Caía la noche, y aunque todos les sorprendió que Nico estuviera dormido, pues era el primero en
despertarse y el último en acostarse, decidieron dejarlo descansar ya que había tenido una jornada
agotadora. Tacho y Rama estaban sentados en una de las pocas mesas ocupadas del Bar TeenAngels,
nuevamente abierto. A pesar del otoño, aún las noches eran bastante cálidas. Rama, que aún no se
recuperaba del todo de dos frustraciones amorosas, escuchaba atentamente una teoría muy particular
de Tacho sobre el amor.

La primera herida que aún le seguía doliendo era Mar. El año anterior había sufrido mucho amándola en
secreto y viéndola enamorarse de Thiago. Incluso no hacía mucho, la noche de año nuevo, en el
campamento, en una de varias borracheras que había tenido el joven, había vuelto a besar a Mar, aun
sin resignarse a ser solo su amigo. La otra mujer que lo había cautivado, Brenda, se había ido a vivir con
su madre, lejos de la ciudad. Rama tenía siempre como un velo melancólico, por las cosas que deseaba y
nunca podía conseguir. Entonces Tacho le explicó en términos muy simples su teoría del amor.

-A ver lo que te falta es conocer más mujeres- lo instruyó con aires de sabiduría-. Tu error es buscar
calidad y no cantidad. El tema es así...- dijo acomodándose en la mesa, con la seguridad del disertante
que sabe de qué habla-. Proponerte conocer cien minas. De esas cien, diez, por lo menos, te van a gustar.
Y de esas diez, una te va a enamorar- concluyó, orondo.

- ¿A vos te resulta? - preguntó Rama escéptico.

-Voy por la cinco, me faltan noventa y cinco- explico Tacho.

-Yo prefiero dejar que la vida me lleve. Mi chica tiene que estar por ahí, esperándome- aseguró
convencido Rama.

-La vida no te lleva a ningún lado- replicó Tacho-. Lo que te lleva es lo que vos queres. Vos seguí con la
poesía, que te vas a quedar llorando toda la vida. Anda a cobrar... - dijo para cerrar el tema, señalándole
a un hombre que se ponía en pie.

Rama fue hasta la mesa y cobró la consumición. A los pocos minutos, advirtió que el cliente se había
olvidado unas carpetas. En una se leía un nombre que le llamaba la atención: "Valeria Gutiérrez". Sin
saber porque lo hacía, la abrió y observó una foto inserta en la primera página, seguramente de la tal
Valeria Gutiérrez, y quedo cautivado. Era una muchacha con expresión seria, casi torva, y desconfiada.
Tenía el cabello rubio y largo, unos ojos hermosos pero muy tristes.
Al rato, mirando un poco más, comprobó que se trataba del legajo de una interna de una institución de
menores, y descubrió una anotación escrita con tinta roja que le sobresaltó: un juez había decidido
enviar a esa joven al escorial, un reformatorio en el que ya había estado Tacho una vez, y que todos
temían, pues las historias de lo que allí ocurría eran escalofriantes. Cuando el cliente regresó por las
carpetas, antes de entregárselas, Rama quiso confirmar lo que había leído.

-Disculpe, pero hojee la carpeta y leí que esa chica va a ser transferida al escorial.

- ¿Y porque las revisaste? - lo interrogó el hombre de mal modo.

-Perdón, pero como se las olvidó, quise ver si había algún teléfono para llamarlo. Dígame... ¿Van
atrasladar a esa chica al escorial?

- ¿Y a vos que te importa? - le preguntó ya con impaciencia.

-Ese lugar es horrible, yo lo conozco porque estuvo mi amigo. No sé qué habrá hecho esa chica, pero no
la pueden mandar ahí.

-Esa chica es una delincuente- dijo el hombre mientras juntaba las carpetas-. Si tenes alguna queja,
habla con el juez de menores- concluyó y se retiró.

Al ver que Rama se mostraba inquieto, Tacho se acercó y le preguntó que había ocurrido. Rama le contó,
y Tacho se extrañó de que se hubiera quedado tan preocupado por una chica que ni siquiera conocía.

- ¿Vos sabes lo que es ese lugar, Tacho? Nadie debería ir allí.

Mas tarde, mientras le leía en la cama Aladino a Alelí. Rama no podía dejar de pensar en esa chica. La
niña se había dormido en medio de las aventuras de ese joven que alcanzaba todas sus metas gracias al
genio de la lámpara quien, cada vez que era convocado, le decía: "tus deseos son órdenes".

Cuando Rama comprobó que Alelí ya se había dormido, la arropó y se fue a su habitación. Pero no logró
conciliar el sueño. Seguía pensando en aquella desconocida, que, al día siguiente, a primera hora, sería
trasladada al escorial. El había alcanzado a leer que Valeria Gutiérrez estaba en un instituto conocido,
que queda a unas veinte cuadras de allí. Y en un impulso que no supo explicarse, se levantó de la cama y
fue hasta el lugar donde supuso que estaría la muchacha.

Cuando llegó, se preguntó para que había ido realmente, que pensaba descubrir a esa hora de la noche.
Entonces decidió emprender el regreso y, al día siguiente, a primera hora, hablar con Nico para pedirle
que interviniera, pero justo en el momento en el que pegaba la vuelta, algo le llamo la atención. De una
de las ventanas del segundo piso del instituto cayo una soga hecha con sábanas, ropa y cinturones, y a
continuación, alguien comenzó a descolgarse con destreza, hasta quedar muy cerca de donde él estaba.
Cuando la persona que había bajado giró, Rama pudo comprobar que se trataba de la misma chica de la
foto, solo que en persona era infinitamente más bella.

-No te conviene escaparte- le susurró Rama.


Ella se sobresaltó al oír una voz tan próxima: creyó que era un guardia del lugar y le pegó sin dudarlo
una trompada. Rama se protegió como pudo del ataque, y le dijo que no era un guardia, sino alguien
que quería ayudarla. Por supuesto, ella mostró desconfianza ante ese extraño aparecido de la nada,
pero Rama le explicó que él había estado en la misma situación que ella, que sabía que sería trasladada
al escorial y que tenía una solución. Sin bajar la guardia, la muchacha lo escuchó mientras hablaba del
Hogar Mágico, de Nico, y de que seguramente su tutor podría hacer algo para evitar su traslado. Ella
fingió creer todo su cuento y acatar la sugerencia.

-No te escapes, eso va a empeorar todo. Volve y yo te aseguro que mañana a primera hora vengo con
Nico y él te va a ayudar.

-Ah, bueno, está bien- dijo ella siguiéndole la corriente.

-Listo, dale, volve...- insistió él sonriendo-. Yo soy Rama, Ramiro- agregó algo torpe, intimidado por tanta
belleza.

-Valeria- respondió ella, seca.

-Ya sé- afirmó él-. Ahora anda, volve.

Ella lo miró unos segundos, luego dio medio vuelta y se perdió por el costado del edificio.

Mientras emprendía el regreso, Rama llamó a Nico, pero no consiguió que lo atendiera, pues este seguía
inmerso en ese sueño extraño; entonces le dejó un mensaje en el contestador. Grande fue la sorpresa
cuando de pronto vio salir a Valeria corriendo a toda velocidad.

- ¿Qué pasa? - le preguntó.

- ¡Corre! - ordenó ella, y no hizo más que decirlo cuando de pronto se oyó una tremenda explosión.

Rama se tiró al piso, instintivo, la arrastró con él. Un segundo más tarde cayó frente a ellos la patente
abollada de un auto.

- ¿Qué es esto?

-Era la patente del auto del director del instituto- dijo orgullosa.

Antes de fugarse, Valeria quiso dejarle un recuerdo a la autoridad máxima, por eso había hecho estallar
su auto. Satisfecha con su venganza, empezó a alejarse. Rama, aún atónito por lo ocurrido, la siguió,
pero fueron sorprendidos por los guardias de seguridad. Aunque intentaron correr, los apresaron, y en
pocos minutos fueron trasladados a la seccional de policía más cercana.

Fue Justina quien respondió el llamado: el doctor Bauer no podía atender a nadie en ese momento, así
que iría a la seccional en cuanto pudiera. Ya estaban todos alrededor de Nico, que no se despertaba con
nada. Malvina y Cristóbal comenzaban a preocuparse y por eso Justina había mandado a llamar a Franka,
que era médica.
Mientras lo revisaba, la nueva vecina no observó ningún síntoma preocupante; simplemente no
despertaba. Entonces pidió quedarse a solas con el paciente para poder sacar de su cartera un
modernismo y extraño artefacto electrónico, una especia de escáner pequeño con el que empezó a
recorrer el cuerpo de Nico y que le reveló la actividad neuronal de Bauer. Se extrañó ante los
elevadísimos valores que mostraba. No era un sueño común: su cerebro estaba activo, como si estuviera
despierto. Franka corrió con el mismo objeto la habitación y comprobó cierta actividad que la inquietó.

En el mismo espacio, pero en el otro plano, Tic Tac iba y venía muy alterado. Lo que había ocurrido con
Bauer era algo muy irregular. que nunca había sucedido antes. Tic Tac aturdió a Nico, lo dejó como en
un trance para poder pensar con claridad que hacer con él, y llevó a Cielo al altillo para que ella viera
con sus propios ojos como en el otro plano Nico permanecía inconsciente, en una especie de coma,
mientras en este otro plano, en la antesala, había otra versión de Nico, ahora aturdido. La energía que el
escáner de Franka había percibido era la de Tic Tac y Cielo, que coexistían en el mismo espacio, pero en
diferentes planos.

-Tenes que soltar a Bauer, y dejarlo volver- le suplico Tic Tac.

- ¡Pero yo no hice nada! - se justificó Cielo-. Yo nada más fui a bailar al parque con ellos, y él me
siguió.Pero no entiendo, ¿el está acá conmigo o esta allá, dormido?

- ¡Él está acá y allá! - explico Tic Tac preocupado-. Su cuerpo esta allá, pero su alma esta acá, y vos la
estás reteniendo.

- ¡Yo no hago nada!

- ¡Si que haces! ¡Con tu deseo haces!

- ¿Y qué quiere que haga con mi deseo? ¡Si desea lo que quiere el deseo!

-Los humanos que viven en el plano- plano lo ignoran, pero el deseo es una de las fuerzas más
poderosas- explico Tic Tac-. Son como la lámpara del cuento que Rama le leía a Alelí. Todos ustedes son
como Aladino, y sus deseos son mil, o cien veces más poderosos. Con solo desear algo se materializa de
inmediato. Y eso estás haciendo con Bauer. Tu deseo de estar con él, de tenerlo de vuelta, es lo que lo
está reteniendo acá.

- ¿Y qué quiere que haga? No puedo no desear lo que deseo- argumentó Cielo.

-Mientras no lo sueltes, él va a estar así, dividido. Su alma acá, y su cuerpo allá. Él es necesario allá, Cielo,
tenes que soltarlo, tenes que dejarlo ir.

Cielo sabía que Tic Tac tenía razón. Amaba tanto a su Indi que no quería dejarlo ir, pero comprendió que
los chicos lo necesitaban más que ella. Entonces le pidió a Tic Tac que sacara del trance a Nico, y Tic Tac
lo hizo. El Nico que estaba en la antesala reaccionó, miro a Cielo y volvió a sonreír enamorado.

- ¡Cielo, no sabes cuánto te extrañaba!


-Ya lo sé, Indi. Y yo también... Pero tiene que irse. ¿sabe?

-No, yo me quiero quedar con vos.

-Usted tiene que volver, Indi. Con los chicos... con sus hijos, con Malvina.

Y le señaló más allá. Nico se vio a sí mismo, dormido en la cama, con Malvina y Cristóbal sentados junto
a él, esperando a que despertara.

-Siga su vida. Siga sin mi- dijo ella con gran dolor-. No puedo volver... pero usted tiene que seguir
adelante.

- ¿Nunca más te voy a ver?

-Quien lo sabe- dijo ella.

Le hizo una caricia, y con toda su fuerza deseo no desear, deseo soltar a Nico y permitirle el regreso.

Unos minutos más tarde, Nico despertó en su cama. No recordaba nada de lo ocurrido, apenas tenía la
sensación de haber soñado con Cielo, un enorme sentimiento de paz y armonía y, a la vez, la triste
certeza de que Cielo no regresaría.

Pero la paz duro muy poco, ya que de inmediato Justina le informó que Rama estaba detenido en la
seccional por incendiar un auto.
Retrato de familia
Tic Tac supo en el instante en que Cielo dejó ir a Nico que ya estaba lista para seguir su camino. Y
también lo supo Cielo. Algo en ella había empezado a cambiar: había comenzado a despegarse.

Entonces Tic Tac le permitió hacer un último recorrido por la vida de su familia, como una manera de
despedida. Durante todo un día, Cielo fue testigo de la cotidianidad del Hogar Mágico; siendo una
presencia invisible entre ellos, pudo ver como todos aún sufrían por su ausencia.

Observó con ternura como Nico reprendió a Rama una vez de vuelta a casa. Nico, muy sorprendido
porque siempre había sido el más responsable de todos, no podía entender como había llegado a ser el
que ahora expulsaban del colegio por robar y chocar un auto, y mucho menos como había terminado
preso por incendiar otro. Cielo sonrió, entendiendo que Nico no comprendía, aunque Rama estaba
creciendo, pero vio que seguía tan noble como siempre cuando lo oyó suplicarle a Indi que intercediera
por Valeria, y con enorme emoción captó que su adorado Ramita había vuelto a enamorarse. Cielo
también se sentó junto a Mar, que lloraba mirando una foto de Thiago. Mar ya lo había visto ir de acá
para allá con la nueva alumna del Rockland, que se llamaba Melody y no solo era hermosa, sino casi el
doble de alta que ella. Tenía mucha necesidad de Cielo, su gran confidente, la que siempre la entendía. Y
Cielo se pegó aún más a Mar para hacerle sentir que seguía estando con ella, en ella.

Se rio mucho viendo cómo se revolucionaba la casa a la mañana cuando sonaba el despertador, y Nico
se las ingeniaba para que los doce chicos se levantaran a horario, se ducharan, se cambiaran,
desayunaran y llegaran puntuales al colegio. Casi lloró de risa cuando vio la guerra de talco en el baño,
mientras Nico gritaba una y otra vez: "¡Bastaaaaaaa!", tratando de ponerlos en caja. Presenció el
desayuno multitudinario y la nueva guerra de panes que allí se desato. Se divirtió mucho observando
como Nico pasaba revista ante todos los chicos cambiados con el uniforme, numerándolos para poder
controlar mejor que ninguno se hubiera quedado rezagado. Se rio a carcajadas cuando Indi le encargó al
"ocho"- Rama- que por favor no protagonizara ningún nuevo acto de vandalismo, y lloro de emoción
cuando el junto a todo el grupo para sacarles una foto en el primer día de clases. Era un hermoso retrato
de familia.

Cielo intentó dejarles algunas señales para que pudieran sentir su presencia. Mientras los varones se
angustiaban recordándola, notando la falta que les hacía, ella hizo caer un portarretratos con una foto
donde estaba con los cinco. Cuando Mar y Jazmín se entristecieron pensando en ella, Cielo escribió unas
palabras con las letras imantadas que estaban pegadas en la heladera: "Estoy con ustedes".

También pudo ver con admiración y orgullo como Nico hablo de su familia ante Rosarito Guevara de
Dios y un psicólogo que ella había llevado para hacer un informe del hogar. El psicólogo observó cierta
laxitud en Nico a la hora de poner límites, y Rosarito manifestó sus inquietudes con relación a la
conducta de los tutelados. Enterada del arresto de Rama, y de las intenciones de Nico de conseguir la
tutela de Valeria como la de Luca, puso el grito en el cielo.

- ¿Usted entiende que va a ingresar al hogar a una delincuente juvenil, incendiaria y rebelde, y a un
muchacho problemático con más antecedentes que años, como Luca Francini? Además, Bauer, tiene
que poner un poco de límites. ¿No es cierto, licenciado? - preguntó Rosarito al psicólogo.

-Es importante no confundirlos, Bauer- comenzó el psicólogo-. Usted no es un amigo. Es un tutor, y hay
una diferencia.

-Ellos lo tienen claro- respondió Nico.

- ¿Y usted lo tiene claro? - insistió el psicólogo.

-Además...- prosiguió Rosarito, quien, aunque estimaba mucho a Nico y tenía buenas intenciones,
era estricta y algo anticuada en su forma de pensar-. Este chico, Luca, y sus antecedentes... No creo
que mezclarlo con el resto de sus tutelados sea sano desde lo institucional. Una institución necesita
reglas claras, pautas de convivencias, premios y castigos.

Entonces Nico, que hasta ese momento había escuchado silencioso y respetuoso, comenzó a hablar.

-Seguramente mi actitud no sea sana ni institucional. Los chicos vivieron cosas durísimas, ya fueron
demasiado castigados, no puedo ni quiero castigarlos más. Este lugar es un premio que Cielo y yo
quisimos darles.

-Si, pero la institución...- intentó argumentar el psicólogo.

-Esto no es una institución- lo interrumpió Nico-. Esto es una familia. Rara, atípica, pero una familia. Esto
no es un instituto, es un hogar. Feli no es la celadora de los chicos, es la tía. Malvina no es solo mi
exesposa, es como la hermana mayor de los chicos. Usted misma, Rosarito, no es la asistente del
juzgado para ellos, usted es la abuela.

Rosarito asintió, embriagada por la emoción.

-Y los chicos...- prosiguió Nico-. No son internos de una institución, son chicos, son hermanos, y como
todo chico, son traviesos, caprichosos, hermosos. ¿Vamos a juzgarlos por eso? Yo no soy el director de
una institución, yo soy como un padre, o un hermano mayor. Y un amigo. Soy alguien en quien pueden
confiar. Yo estoy para mostrarles un camino, no para obligarlos a seguirlo. Como en toda familia, a veces
los hermanos pelean, discuten. Nada más grave que eso. Y a lo mejor, hasta también hay una oveja
negra, o dos- dijo en clara alusión a Luca y Valeria-. ¿Pero por eso los vamos a apartar? No, acá los
integramos. Y por último esta Cielo, que, aunque físicamente no está, no era la directora de esta
institución, era la madre, la hermana mayor, la amiga, la confidente. Yo no sé mucho de instituciones,
pero si se de familias. De eso, se mucho.
Rosarito y el psicólogo se quedaron sin palabras, y Cielo, invisible testigo de la reunión, miró a Nico, más
enamorada que nunca, sabiendo que podía irse tranquila, porque sus chicos estaban en las mejores
manos que podían existir. Estaba segura, y pudo comprobarlo de inmediato, que Nico accedería al
pedido de Rama. Vio con satisfacción como su Indi tomaba el teléfono y comenzaba a hacer las
gestiones para que Valeria fuera trasladada al Hogar Mágico en lugar de al escorial. Unos días más tarde,
la joven llegaría con su pequeño bolso y mucho resquemor a la mansión, donde Rama, con una sonrisa
de par en par, le daría la bienvenida.

Se acercaba la hora de partir y no quería hacerlo sin darle un último beso a Nicolas. Era invisible e
intangible para él, pero cuando lo vio parado en la sala y vio entrar a Malvina, que venía con patines
pues estaba ayudando a los chicos a atender en el bar, y los mozos atendían con patines. Cielo tuvo una
idea que podía funcionar. Se puso detrás de Malvina y caminó hacia ella, decidida. Lo que pasó a
continuación fue muy extraño.

Malvina, que estaba parada frente a Nico, de pronto sintió como una fuerza interior y un blanco, como si
hubiera perdido la conciencia. Cielo se había metido en ella; eso le permitió tener, después de mucho
tiempo, la noción del peso corporal. Sintiéndose otra vez un cuerpo, Cielo avanzó con los patines hacia
Nico, y sin dilaciones, lo besó. Él se quedó perplejo. Racionalmente sabía que quien lo estaba besando
era Malvina, pero por un instante sintió que ese beso se lo estaba dando Cielo. El beso duró unos
cuantos segundos, maravillosos. Tras varios meses de distancia y de ausencia, volvían a besarse. Pero
finalmente el hechizo se terminó, y Cielo salió despedida del cuerpo de Malvina, quien se vio a si misma
besando a Nico y trato de explicar que la había llevado a hacer eso. Nico, entretanto, le dijo que no tenía
nada de que disculparse, pero le hizo saber que, aunque la quería mucho, una relación amorosa entre
ellos ya no era posible.

Cielo echó un último vistazo a lo que dejaba atrás, vio a Nico, con la pequeña Esperanza en brazos,
guardó esa imagen en su corazón, y siguió a Tic Tac, que la llevó frente a una puerta blanca. Tic Tac
aseguró que no lloraría ni se emocionaría, pero no hizo más que llorar y emocionarse. Le confesó que
todo ese tiempo sin tiempo que habían pasado juntos había sido un placer, que ella había sido una de
sus misiones más difíciles y encantadoras, y le deseo lo mejor para su nueva aventura.

- ¿Y que tengo que hacer del otro lado de la puerta?

-Vos solo busca al mensajero- respondió Tic Tac.

Ella le dio un fuerte abrazo, y cruzó la puerta blanca.

Del otro lado había un enorme prado muy verde. Ella cerró la puerta, y cuando volvió a girar, la puerta
ya no estaba allí. Cuando comenzó a caminar, el clima era muy agradable, y el lugar era idílico, bucólico.
Caminó un buen rato, tratando de encontrar al mensajero, hasta que finalmente divisó, a lo lejos, una
silueta humana. Al acercarse, vio a una mujer mayor, con sus cabellos blancos, y una sonrisa muy dulce.
La mujer tomaba el té sentada en el sillón, y la invitó a unirse a ella.

-Me encantaría tomar el té con usted, señora, pero estoy buscando al mensajero- explicó Cielo.
- ¡Ah, qué lástima que no puedas quedarte a tomar el té! - dijo la anciana.

- ¿Usted conoce al mensajero? - preguntó Cielo.

-Puede ser- respondió la mujer.

- ¿Usted quién es? - Inquirió Cielo.

-Yo soy Esperanza Bauer- respondió la anciana con una sonrisa muy dulce.

Cielo lo ignoraba, pero esa anciana era la misma que había estado frente a la mansión el día en que toda
la historia comenzó, el día en que Marianella llegó a la fundación BB, el mismo día en que Thiago había
regresado de Londres, así como Rama había llevado de regreso a Jazmín a la fundación; el mismo día en
que Nico y Cielo se habían conocido, también en la mansión. Esa mujer misteriosa ahora se encontraba
frente a Cielo y afirmaba llamarse Esperanza Bauer, exactamente igual que la hija de Nico y Malvina, la
beba que Cielo acababa de ver en brazos de su papá.
Seguí al conejo blanco
- ¡Usted no puede ser Esperanza Bauer! - dijo Cielo, descreída.

-Yo soy Esperanza Bauer- repitió la anciana.

-Pero que... ¿Es la abuela de Indi? ¿Usted es la abuela, ¿no? Claro, no puede ser la beba... o sea... ¿Es
la abuela, ¿no? ¿O es la nieta?

-Yo soy Esperanza Bauer- repitió la anciana, e insistió con la invitación de tomar el té, pero Cielo la
rechazó, pues estaba urgida para encontrar al mensajero.

Cuando le preguntó si sabía dónde podría estar él, Esperanza le dio una indicación muy extraña.

-Seguí al conejo blanco.

- ¿A qué se refiere? ¿Es una metáfora?

-Vos solamente seguí al conejo blanco.

Y en ese momento Cielo vio pasar a Tic Tac entre los árboles del bosque, vestido íntegramente de blanco,
corriendo nervioso, mientras miraba la hora en el reloj de bolsillo. Cielo corrió detrás y, al intentar
alcanzarlo, no vio un pozo de gigantes dimensiones y cayó en él. De pronto todo se volvió oscuro, y Cielo
tuvo la sensación de caer durante cientos de metros, hasta terminar desplomándose en una habitación
oscura y cerrada, sobre algo que amortiguó el impacto del golpe.

Tanto el consejo de seguir al conejo blanco, como la aparición de Tic Tac urgido corriendo mirando el
reloj y el pozo en el que había caído, le recordaba a algo. No tardó mucho en comprender que todo se
parecía demasiado a un libro que había leído cuando Indi le enseñó a leer: Alicia en el país de las
maravillas. Cielo pensó que todo era una burda puesta en escena, una recreación algo forzada de
aquella historia, y empezó a impacientarse. Tanto había insistido Tic Tac para que ella se despegara de
su pasado y siguiera su camino, para ahora traerla a ese lugar extraño, a jugar a ser Alicia y terminar
encerrada en una habitación con dos puertas y ningún picaporte. Pero de pronto el mismo Tic Tac
apareció junto a ella, actuando francamente como si fuera el conejo de la historia de Lewis Carroll.

- ¿Qué es esto, relojero? ¿A qué estamos jugando? ¿Tanta despedida recién, tanto que moqueo,
para aparecer a los dos minutos, jugando a ser el conejo de Alicia en el país de las maravillas?

- ¡No hay tiempo, no hay tiempo! - dijo Tic Tac, y abrió una puerta y salió por ella.

Cielo lo siguió por el pasillo, Tic Tac abrió otra puerta y volvieron a aparecer ambos en la habitación
donde ella había caído. Repitieron el círculo varias veces: salían por una puerta de la habitación para
terminar entrando en la misma por la otra. Ella comenzó a impacientarse e irritarse, porque creía que
una vez más estaba siendo víctima de los juegos extraños de Tic Tac.
Entonces dejó de seguirlo y vio como Tic Tac salía por una puerta y entraba por la otra, una y otra vez,
hasta que la detuvo y le exigió que terminara con ese jueguito y la llevara, de una vez por todas, con el
mensajero para que le diera elmensaje que tenía para ella.

- ¡Ah! ¿Eso es lo que queres? - dijo Tic Tac.

- ¡Y claro! - protesto ella.

-Hubieras empezado por ahí. Para ir a algún lugar, primero hay que saber a dónde queres ir.

-No empiece con sus frasecitas- ordeno ella-. Lléveme ya mismo con el mensajero.

Entonces él abrió la segunda puerta y salieron por ella. Del otro lado, aparecieron otra vez en el mismo
bosque donde estaba Esperanza Bauer. Cielo empezó a enojarse.

- ¿Me está cargando? ¡Otra vez acá! ¡Quiero ir con el mensajero! – gritó

Cielo. Tic Tac le sonrió y le señalo a Esperanza. Cielo no comprendió y

repitió:

-Llévame ya mismo con el mensajero.

Y Tic Tac exagero aún más el gesto, señalándole a Esperanza. Entonces Cielo comprendió.

- ¿Usted me está diciendo que ella es el mensajero? - protestó Cielo ante la anciana.

- ¡Correcto! - exclamó Tic Tac.

- ¿Y por qué no me dijo que usted es el mensajero? - protestó Cielo ante la anciana.

-Porque no me lo preguntaste- respondió ella con simpleza.

-Bueno... ¿Se pueden dejar de jugar a Alicia en el país de las maravillas y decirme que tengo que hacer?

-No estamos jugando- dijo Esperanza con mucha paciencia-. Cada uno ve este lugar de una manera
diferente; por alguna razón, vos lo estás viendo como una reproducción de ese hermoso libro. Lo
importante es el mensaje.

- ¿Y cuál es el mensaje?

Esperanza la tomó de un brazo y le dijo:

-Voy a mostrarte algo, Ángeles.

- ¿Que, mi mensaje? - preguntó Cielo extrañada de que esa mujer la llamara por su verdadero nombre.

-Algo así- respondió Esperanza-. Nosotros lo llamamos "El Cielo Mágico".

-Como mi nombre- dijo Cielo.


-Exactamente. Es un lugar en el que está contenido todo el universo. Leyendas, historia, filosofía,
anécdotas, tecnologías, emociones, objetos múltiples, flora, fauna... Vas a ver todo eso y mucho más en
un instante. Vas a ver, vas a aprender, vas a conocer todo. ¡Pero todo!

Y la condujo hacia un claro del bosque contiguo. Le señaló un sector y le indicó que se recostara sobre el
follaje, en un punto preciso. Cielo lo hizo, esperando instrucciones. Esperanza le señaló un punto entre
las hojas de los frondosos árboles, por el que se colaban centenares de diminutos rayos de luz solar.

- ¿Ahora qué hago? - preguntó Cielo impaciente.

-Vos solo mira hacia allá- dijo Esperanza-. Ahí vas a poder ver el universo entero. Ese es tu mensaje.

La anciana y Tic Tac se retiraron, respetuosos. Cielo quedó tendida en la tranquilidad de aquel bosque,
mirando hacia los hilos de luz solar que se filtraban en todas las hojas. De pronto, un cálido haz de luz
pareció posarse sobre sus ojos, y como si se hubiera asomado por una ventana, Cielo comenzó a ver.

Lo vio todo en un instante. Sin embargo, si hubiera tenido que enumerar todo lo que vislumbro, le
hubiera llevado cuatro o cinco vidas completas para hacerlo. Vio cada rincón del planeta tierra, cada
continente, cada país, y cada pueblo de cada país de su continente. Desde las grandes ciudades hasta
las aldeas más diminutas. Vio las altas montañas y las profundidades de los mares, vio además cada
lugar en todos los tiempos. Vio ciudades modernas y enormes y al mismo tiempo vio la fundación de
esas mismas ciudades, cientos de años antes. Vio al planeta desde adentro y desde afuera, vio toda su
historia y su futuro. Vio a la tierra como un diminuto punto entre infinitos puntos, vio los confines del
universo y mas allá. Vio el futuro del cosmos, y también su origen. Comprendido en un instante los
misterios del Genesis. Conoció y aprendió a la vez, cada idioma, cada lengua y cada dialecto de la
humanidad, incluso las lenguas muertas. Conoció a cada ser vivo, de todos los tiempos. Vislumbró todo
el amor, todo el odio, el dolor, la alegría, los miedos, y pesares, de cada ser de cada rincón del universo.
Escuchó todas las canciones existentes y admiró todo el arte creado en todos los tiempos y lugares. Vio
los mejores edificios y construcciones, y también conoció hasta el más diminuto objeto caído en el
olvido de algún cajón en alguna casa deshabitada. Conoció todas las especies animales y cada variedad
de plantas. Vio todo lo descriptible y lo indescriptible también. Y ver, en este caso, significó más que ser
un testigo; ver significo ser, porque cada gota de conocimiento que Cielo absorbió fue parte de ella,
para siempre.

Así como vio todo lo que no era ella, también vio lo que había sido y lo que sería. Vio su futuro y su
misión. Supo que al fin había entendido quien era, y cuál era el sentido de toda su existencia. Una vez
que hubo visto todo, ya no hicieron falta más explicaciones. Esperanza y Tic Tac regresaron. Ella ya sabía
quién era cada uno, sabía porque Esperanza era Esperanza, y que hacían ahí. Sabía quién era Tic Tac,
quien había sido y quien sería. Pero, sobre todo, sabía que vendría a continuación. Haber llegado al
Cielo Mágico la había cambiado para siempre, y ahora estaba lista para proseguir su viaje.

Con una gran emoción miró a ambos, y ninguno debió decir nada, pues estaba todo dicho y entendido.
- ¿Estás listas, Cielo?

-Estoy lista- dijo ella.

Entonces ambos la acompañaron hacia otra puerta blanca, plantada en el centro del bosque. Cielo sabía
que era esa puerta, así como sabía que no había puerta ni bosque. Ella sabía hacia donde estaba yendo y
lo que pasaría allí.

-Cuando cruce esa puerta, voy a saber todo, pero no voy a saber quién soy. Me voy a olvidar de todo.

-Vas a recordar lo necesario- sentenció Tic Tac.

- ¿Algún último consejo? - solicito Cielo.

-Vos solamente... seguí al conejo blanco- dijo Tic Tac, y los tres sonrieron.

Ahora Cielo entendía el significado de esas palabras: "seguí al conejo blanco" significaba, sencillamente,
seguí tu intuición.

Cielo se despidió de cada uno con un abrazo, y abrió la puerta blanca. Al hacerlo, una poderosísima luz
clara la invadió, exactamente igual al día en que Cielo había sido absorbida por el reloj. La luz la envolvió
y Cielo se fue caminando en medio de la blancura enceguedora.

Unos instantes después, comenzó a recobrar la conciencia. Estaba parada, como estaqueada, en medio
de una gran avenida de una gran ciudad. Los autos pasaban a su alrededor, tocando bocina en un
barullo infernal, sin poder creer lo que veían: en el centro había una joven hermosa, ataviada con un
vestido de novia y con una expresión de total perplejidad. Ella no sabía cómo había llegado allí ni de
donde venia, ni a donde iba. No sabía qué hacía parada en esa esquina, ni porque llevaba un vestido de
novia. No recordaba nada. Ni siquiera su propio nombre.
Bitácora de Bruno Bedoya Agüero.
Fecha Eudamonica: aquí y ahora.

Cielo, o Ángeles, acaba de irse de aquí. Mi misión era acompañarla y guiarla por ese proceso que suele
ser desconcertante para los que cruzan desde el otro plano a este. La ayude a aceptar su propia misión,
a despegarse de su historia personal y adquirir el saber universal. Una vez que estuvo lista, volvió al otro
plano, pero transformada. Ahora mi misión será monitorear sus pasos en el otro plano, intervenir de ser
necesario y guiarla, no solo a ella, sino también a los guardianes, para que estén listos para la gran
misión, que ya está muy próxima.

Para poder guiarlos a todos, se me ocurrieron dos genialidades, no porque lo diga yo, pero alguien tiene
que decirlo, y como acá estoy tan solo, no tengo otra opción que decirlo yo. ¡Son dos ideas geniales! Por
un lado, le envié una caja a Cielo al otro plano. En esa caja mandé varios objetos, en apariencia inútiles,
que la irán guiando y ayudando en su derrotero. Y en cuanto a los chicos, les envié el libro de las siete
llaves. Esta idea es genial, pero genial de verdad: les mandé un libro cerrado por siete candados. Es
imposible abrirlos sin la llave indicada. Las llaves se las iré enviando a medida que cada uno de ellos
resuelva algo importante que los ayudara a estar listos para enfrentar su gran misión. Lo más genial del
plan es que la enorme curiosidad sobre que esconde el libro de los candados será la zanahoria que los
impulsará a conseguir cada uno su llave. ¡No me digan que no es una idea brillante!

Esta bitácora continuará.


Hay un lugar
Había algo más triste aun que la ausencia de Cielo: empezar a habituarse a esa ausencia. Los días
transcurrían, y las primeras señales de otoño le daban un marco melancólico a la tristeza. Además, un
día Nico los reunió y les dijo que empezaron a comenzaran a considerar la posibilidad de no volver a
verla. El no sabía explicarlo, pero sentía que ella se había ido a un lugar del que no regresaría. Los chicos
tuvieron diferentes diferentes reacciones: algunos se angustiaron, otros se enojaron con Nico, otros
fingieron indiferencia. Pero a la ausencia de Cielo los atravesaba a todos con contundencia.

Siguiendo un consejo que Cielo le había dado alguna vez, Mar intentó poner en una canción todo lo que
sentía. No sabía bien sobre que escribir, solo tenía algunas palabras que le daban vuelta en la cabeza:
"laberinto", "estoy triste", "sin tu amor"... "Hay un lugar". Pero esas palabras aún no llegaban a ser una
canción.

Lo único que distraía a Mar de esa congoja era la sonrisa de Simón, a quien había vuelto a ver el día que
le dieron los resultados de su examen de nivelación. Él se acercó a saludarla, feliz de volver a verla, de
ser compañeros; sin embargo, Mar recibió una gran humillación cuando delante de él le informaron que
por su nivel no podría cursar con el resto de sus amigos, sino en primer año. Avergonzada, tuvo que
explicarle que, por circunstancias en las que no entró en detalles, no había podido estudiar durante su
niñez. Pero ese hecho no pareció afectar la impresión que Simón tenia de ella, a quien seguía llamando
"Fanny". Mar pensaba todavía en Thiago, pero desde que lo había visto hablando con esa rubia altísima,
que más que piernas tenía columnas, la idea de comenzar una nueva historia no le resultaba tan
descabellada. Y Simón parecía ser el hombre ideal para eso. Era perfecto, hermoso, simpático, dulce, y
se notaba que era un ser muy noble. Pero una tarde descubrió que ese hombre perfecto tenía un
problema: era muy amigo de Thiago. Para ella, eso era más que un defecto: era un límite infranqueable.
Jamás podía hacerle eso a Thiago. Y decidió olvidarse de Simón, sin intuir que dos hechos la harían
cambiar de parecer.

El primero tuvo lugar cuando Mar le explicó por qué no podía ocurrir nada entre ellos.

-Me enteré de que Thiago es tu amigo, y resulta que ese fratacho y yo fuimos novios. No da que pase
algo entre nosotros, ¿entiendes?

-Si, ya sé que pasó algo entre ustedes- respondió Simón, que tenía en su cabeza, sin saberlo,
superpuestas las historias de Mar y Estefanía-. Lo es desde que te conocí. Y de hecho lo hablé con Thiago.
Él me dijo que no tiene ningún drama en que te invite a salir...

- ¿Te dijo que no tiene ningún drama? - preguntó Mar, con desconcierto e indignación.

-Eso me dijo.
- ¿Pero te lo dijo, así como quien no quiere decir lo que dice, o te lo dijo posta?

-Me lo dijo posta- contestó Simón sonriendo.

Para Mar esa actitud de Thiago fue una daga en el centro del pecho. Que su gran amor, su primer novio,
el amor de su vida, la entregara así a un amigo, sin una pizca de celos, significaba, sin dudas, que Thiago
ya no sentía absolutamente nada por ella.

Hay un lugar al que me voy cuando estoy triste

Es un lugar dentro de mí que nunca viste

Me lo invente para sentir que me quisiste

Es un lugar al que me voy cuando estoy triste.

Al menos, tanta desazón le había servido para escribir una estrofa de la canción que pretendía crear.
Pero ocurrió otro hecho que no solo la sacó de la angustia y la enfureció, sino que le dio finalmente el
empujón para avanzar con Simón. Ya había visto a Thiago en un par de ocasiones junto a la nueva
compañera, Melody, esa que era tan alta y flaca como una antena, que tenía un pelo de publicidad de
champú, que caminaba como desfilando siempre, a la que todos miraban. Si, con esa ya lo había visto
desplegar su sonrisita compradora. Eso ya lo indignaba lo suficiente. Por supuesto, su hermana Tefi se
hizo íntima de esa tal Melody de inmediato, seguramente para fastidiarla. Y fue la propia Tefi la que le
trajo la noticia, no se iba a perder el placer de dársela ella misma.

-Mel, Melody, Menchu... ¡Es la chica con la que Thiago te metió los cuernos, gorda!

- ¿Qué? - respondió Mar dando un respingo.

- ¡Si! Que locas las vueltas de la vida, ¿no?

Tefi le contó con lujos de detalles que ella había sido la chica que Thiago conoció en aquel viaje y a la
que había besado, la razón por la cual se habían peleado. Mar, sin demoras, increpó a Thiago, quien no
tuvo otra opción que reconocerlo. Y esa fue la gota que rebasó el vaso, ya de por sí, un vaso que se
rebasaba con facilidad. Que Thiago ahora anduviera paseándose con la chica que había terminado con
su pareja y que resultó ser una bomba sexy y, sobre todo, muy alta, fue demasiado para la pequeña Mar.
Y esa indignación, sumada al desdén con el que Thiago había habilitado a Simón a avanzar con ella,
hicieron que se decidiera, ya sin culpa y con cierto aire de revancha, a aceptar la invitación de Simón a
salir. Y además se le ocurrió otra estrofa para su canción.

Y si te vas, también me voy

Y si no estas, tampoco estoy

Y nada importa, nada sirve, nada vale

Nada queda sin tu amor


Sin embargo, las relaciones nunca son tan lineales como quisiéramos, y cuando creemos que
acomodamos algo en un anaquel, se nos viene abajo toda la estantería. Thiago, que seguía sintiendo el
mismo amor de siempre por Mar, entendió que no podía lastimarla mostrándose con la chica con la que
ya la había hecho sufrir demasiado. Y aunque Melody le resultaba muy atractiva, ya había comprendido
que jamás sentiría por ella lo que sentía por Mar. Entonces habló con ella y le explicó la situación con
sencillez.

-Cuando nos conocimos, yo estaba de novio con Mar.

- ¿La petisita? - preguntó Melody, insidiosa, pues ya sabía perfectamente toda la historia por su
nuevamejor amiga Tefe.

-Si, ella. Yo le conté lo que pasó aquel día, y cortamos. Pero no quiero lastimarla, y si nos ve juntos, se va
a sentir muy mal.

Melody fingió comprender sus razones, y le dejó en claro que solo quería ser su amiga. Dicho eso,
comenzó a pensar como seducirlo para que finalmente él se decidiera a estar con ella. No tanto por que
le pasara algo importante con Thiago, sino porque no estaba dispuesta a tolerar que el rechazo de él
fuera motivado por otra, por esa morochita bajita y sin clase. No iba a ser dejada de lado por ninguna
gronchita; Melody no competía, ganaba. Fue Tefi, siempre dispuesta a humillar a Mar, quien le acercó
una idea brillante, ya que era la única que estaba al tanto el equívoco de Simón, quien creía que Mar era
ella misma. Cuando Thiago le había dicho que Simón estaba interesado en ella, la flacucha se había
entusiasmado tanto que se entregó en bandeja. Pero Simón le había aclarado, no sin incomodidad, que
no era ella, sino a su hermana a quien quería. La humillación que sintió hizo nacer en ella el deseo de
venganza, como si acaso fuera culpa de Mar, por eso no se molestó en aclarar el equívoco. Sabía que esa
carta le seria útil en algún momento. Y ese momento había llegado. Entonces le contó todo a Melody, y
ambas urdieron un plan para que Thiago se enterara de que Mar estaba saliendo con uno de sus
mejores amigos. Y el plan resultó.

Una tarde Simón le pidió a Mar un favor, que fue más bien una excusa para pasar la tarde juntos. Su
hermano menor, Valentín, cumplía años, y él se había comprometido a contratar payasos, pero a último
momento los que había conseguido cancelaron, entonces se le ocurrió reemplazarlos junto con Mar. Ella
al principio se negó, pues era muy pudorosa, pero él apareció en el lugar disfrazado de payaso y logró
convencerla, Mar sonrió, muerta de ternura por ese fratacho dulce que lograba conmoverla.

-No me podés decir que no.…- dijo el puchereando.

-Payasito...- le dijo ella.

El entonces puchereo aún más, y de sus ojos surgieron dos enormes chorros de agua, que le hicieron reír
mucho.

Esa misma tarde ambos hicieron una rutina improvisada de payasos para los amiguitos del hermano de
Simón, en su casa. Un tema aparte fue el encuentro con Corina, la mama del "payasito", quien ya la
tenía entre ceja y ceja desde el día en que había conocido en el campamento de verano; enterada luego
de los antecedentes de Mar, la quería bien lejos de su hijo. Sin embargo, Simón fue muy caballero y
supo ponerle los puntos a su madre para que no acosara a Mar.
La fiesta fue muy divertida, y todo parecía perfecto hasta que llegó Thiago y los encontró haciendo
payasadas, muy cerca uno del otro. Aquella había sido la venganza perfecta de Melody y Tefi: como
sabían que Mar estaría ayudando a Simón, se las ingeniaron para que Thiago se enterara. Y allí estalló
todo.

Cuando Thiago los vio juntos, sintió una gran decepción. Sintió que su novia y uno de sus mejores
amigos lo habían engañado a sus espaldas. Simón se sintió muy incómodo, y Mar también, y al fin todo
se aclaró. Simón se enteró de que Fanny se llamaba Mar y era el gran amor del que Thiago siempre le
hablaba. Mar se enteró de que Thiago lo había habilitado a avanzar con Tefi, no con ella. Y Thiago
comprobó que ellos no lo habían engañado, sino que todo había sido una confusión. Sin embargo, les
dejó en claro, por un lado, a Simón, y por el otro a Mar, que si le dolería mucho que algo pasara entre
ambos. Y así fue como Simón abandonó sus pretensiones sobre Mar, y ella sobre él. Pero tampoco
resultó favorable para Melody, ya que el incidente no hizo que Thiago cambiara de opinión con relación
a ella. El resultado fue que nadie estaba con nadie, una enorme confusión de sentimientos, y una nueva
estrofa de la canción.

Un laberinto sin final donde me pierdo

Y corro y corro sin parar, y no te encuentro.

Y aunque de vos quiera escapar siempre me acuerdo...

Que existe en mi algún lugar donde te tengo

Todo acabo más enrarecido que antes: Mar y Thiago más distanciados y más solos, y no parecía haber
en el horizonte posibilidades de reconciliación. Sin embargo, esa noche, mientras todos dormían,
Thiago, que a veces tenía la atrevida costumbre de ser sonámbulo, se levantó de su cama, salió de su
cuarto ante la azorada mirada de Rama, Tacho y Lleca, y se dirigió a la habitación de las chicas. Allí todas
dormían, y de pronto Mar se sorprendió al darse cuenta de que él se metía en su cama, y aun con los
ojos cerrados, le daba un beso dulce, sentido y extrañado, y luego se recostó junto a ella. También para
Thiago había un lugar al que iba en sueños: un lugar junto a Mar.
Revival
Quizá por estar en la edad del crecimiento o sencillamente por su naturaleza, Jazmín comía todo lo que
encontraba a su paso. Mezclaba dulces y salados, y luego volvía nuevamente al dulce. Para envidia de
Malvina, comía por tres, sin engordar. Por eso a Justina no le resultó difícil darle de comer una porción
de torta con un químico que la haría descomponerse. A los pocos minutos de devorar la porción, Jazmín
empezó a sentirse mal, y nadie sospecho nada malo cuando Justina se ofreció para llevarla al loft donde
vivía Franka, para que la revisara.

Una vez allí, y a pedido de "la doctora", Jazmín se recostó en el sofá con mucha dificultad, porque estaba
dolorida. Sin que pudiera darse cuenta de nada, la falsa médica le dio una descarga con un artefacto
extraño y moderno, y Jazmín perdió el conocimiento de inmediato. Luego la gélida mujer accionó un
dispositivo y una puerta disimulada se abrió en el loft. Con la ayuda de Justina, trasladaron a Jazmín a un
laboratorio secreto que habían construido especialmente en la casa contigua, en la que varios científicos
esperaban para aplicarle a la joven el mismo procedimiento que ya habían padecido Rama, Lleca y Tacho,
y que aún no habían podido practicarle a Monito.

Mientras llevaban a cabo su cometido, Jazmín se despertó y vio el moderno laboratorio en el que
estaban; escuchó además a Justina, que hablaba sin exagerar las eses. Cuando advirtieron que tenía los
ojos abiertos, la durmieron de inmediato. Una vez completado el proceso, la llevaron al loft, la
despertaron, y Franka le informó que había perdido la conciencia a causa del atracón, que por fortuna
ya estaba bien y que las imágenes que creía recordar eran producto del mismo estado en el que había
caído. No había nada de qué preocuparse; ya podía retomar su vida normal.

Pero había dos cosas que preocupaban a Franka, en un primer momento en la intervención a Tacho, él
no reaccionó bien, hasta el punto en que su vida llegó a estar en peligro. El procedimiento consistía en
implantarles un pequeñísimo microchip con el que podían tener acceso a valiosísima información
bioneural de los jóvenes. Debido a un rechazo inicial, Franka hacia monitorear sobre todo a Tacho; por
esa razón habían podido registrar en su actividad neurológica momentos de alta producción de
adrenalina, lo que afectaba al microchip y ponía en riesgo nuevamente su vida. Por orden de Franka,
Luca tenía a Tacho bajo insistente observación, para descubrir que provocaba esos desajustes
neuronales. Así Luca había descubierto que Tacho, en secreto, había empezado a participar en luchas
clandestinas de catch. Tina les explicó lo que el vikingo, como ella lo llamaba, estaba haciendo era
descargar en la lucha libre la impotencia y bronca que sentía por la desaparición de Cielo y todas las
desgracias que lo habían afectado, en especial el alejamiento de Jazmín. Franka ordenó a Luca que
evitara a toda costa que Tacho siguiera participando en esas peleas.
Pero en realidad, lo que más le preocupaba era que esa mañana los sensores que estudiaban el
comportamiento del reloj habían detectado una extrañísima variación. Su jefe, a quien no conocía
personalmente sino, de alguna manera, por su voz distorsionada, estaba convencido de que el portal se
había abierto y de que Cielo estaba de regreso. Ella no podía entender porque su superior se mostraba
tan seguro de eso, y se preguntaba, además, porque le había ordenado mandar a todos sus hombres a
buscar a Cielo por toda la ciudad si lo más lógico era que la joven regresara al mismo lugar del que había
partido.

Malvina no veía con buenos ojos a Franka, no porque su intuición le indicara que había algo oscuro de
ella, sino simplemente porque veía una mujer joven y hermosa revoloteando cerca. Y si Nico, su Nicky,
finalmente dejaba de esperar a Cielo y se decidía a conocer a otra mujer, la que seguía en la lista sería
ella y no ninguna Franka. Pero Nico seguía sin percatarse de los sentimientos de Malvina, pues ni
siquiera había pensado en la posibilidad de retomar su vida amorosa sin Cielo. No ocurría lo mismo con
Berta, la madre del arqueólogo, que había llegado a la ciudad para el bautismo de su nieta Esperanza y
que captó enseguida los anhelos de su exnuera. Una tarde, mientras cambiaba a su nieta, se puso a
observar a Malvina, que desempolvaba viejos vestidos de su vestidor. Las épocas de bonanza económica
habían pasado, y si bien Nico no le hacía faltar nada, no disponía de dinero propio, salvo lo poco que
ganaba en el bar TeenAngels. Intentaba autoconvencerse con el argumento de que la moda era cíclica, y
se volvería a usar la ropa que había usado unos cuantos años antes.

-Es como la música, you know...- le dijo Malvina a Berta-. Cada tanto se vuelven a poner de moda temas
viejos. Todo vuelve, como el rulo.

-Yo creo...- dijo Berta, mirándola con una sonrisa-. Que vos estás interesada en otro tipo de revival.

-No la entiendo- dijo Malvina, quien en efecto no entendía.

-Que creo que te gustaría mucho que otras cosas se usaran actualmente. Que otros hits del pasado
volvieran a sonar- le insinuó, y viendo que Malvina seguía sin entender, explicitó-: ¡Que te gustaría
volver a estar con mi hijo, bólida!

- ¿Tanto se nota? - preguntó Malvina, ya en evidencia.

Berta sabía que Malvina no era mujer para Bauer, claro que lo sabía. Y no se olvidaba de las maldades
que le había hecho en el pasado. Sin embargo, tenía bien en claro que había actuado bajo la nefasta
influencia de su hermano Bartolomé. Malvina podía ser bólida, pero no era mala. Y, además, era la
madre de su nieta. Y Berta era consciente de la enorme tristeza que embargaba a Nico desde la pérdida
de Cielo. Malvina era una opción tierna para él, un abrazo cálido, una mujer que lo amaba
incondicionalmente, y por eso aconsejó- e incluso alentó- a su exnuera, para que intentara reconquistar
a su hijo.
-Siendo la madre, nadie lo conoce más que yo. Es buen chico, pero es bastante pascual en muchos
sentidos.

- ¿En qué sentidos? - se interesó Malvina, anotador en mano, dispuesta a escribir los tips de una receta.

-A él le cuesta tomar el toro por las astas, vas a tener que avanzar vos. Pero primero tenes que lograr
que vuelve a verte con buenos ojos. Y Bauer, por encima de todo, lo que más ama en una mujer es el
espíritu maternal. Habiendo teniendo esta madre- dijo con ironía-, el busca mujeres madrazas.

- ¿Como usted?

- ¡No, exactamente lo opuesto a mí, bólida! Yo vivo de acá para allá, viajando, soy una madre
independiente. Él quiere una mujer gallina, que esté en la casa, cocinando y criando a los hijos.

Malvina anotó "mamá gallina" y se dispuso a llevar adelante lo que ella entendía por "espíritu maternal".
Sintió que debía mostrar el afecto y preocupación que en verdad comenzaba a sentir por todos los
chiquitos, y atenderlos con dedicación. Quiso emular a Cielo en su relación con ellos, tarea que le resultó
harto difícil. Pero Malvina era metódica y tenaz, entonces se le ocurrió una gran idea: organizar una
salida con todos los chicos, de esa manera él podría ver lo madraza gallina que era.

Y si, en efecto, Nico se sorprendió cuando Malvina le dijo que había sacado entradas paras ir los dos, con
todos los chiquitos, al teatro. Le pareció tan tierna la idea que dejó de lado las obligaciones, y marcharon
como en familia a ver una obra infantil.

Tal como suponía el jefe de Franka, Cielo deambulaba sola por la ciudad. Olvidada de todo, hasta de su
nombre, lógicamente andaba bastante confundida. Solo tenía una frase que resonaba en su mente:
"Seguí al conejo blanco", y estaba intentado descifrar que quería decir eso, cuando vio a una joven que
pasó corriendo cerca de ella, vestida de conejo blanco, y sin dudarlo se echó a correr tras la chica. La
siguió durante unas cinco cuadras hasta que la muchacha entró por una puerta en un edificio, y Cielo la
imitó. Quedó muy sorprendida al llegar a un pasillo donde había otras cuatro chicas jóvenes, también
disfrazadas de conejo blanco, aunque cuando las vio de cerca notó que el disfraz de conejo era más bien
sensual. Una de ellas la miró y le preguntó:

-¿Vos sos el reemplazo de Pamela?

Cielo, que no sabía ni su propio nombre, pensó que era tan probable que estuviera allí en reemplazo de
Pamela como que fuera la presidenta de la nación, entonces respondió:

-Si.
- ¿Y qué haces así vestida? - preguntó la chica observando el traje de novia de Cielo-. El show de hoy es
de conejas... Dale, veni que te doy uno. ¡Hay muy poco tiempo!

Y sin dejarla reaccionar, la condujo hasta un camerín en el que había otros disfraces similares. Pocos
minutos después, Cielo era una conejita más que estaba por salir a escena. Como no tenía idea de lo que
debía hacer, salvo que bailarían, le pidió a la chica que le había dado el trajo que le explicara la
coreografía. La conejita repasó muy apurada los pasos de la coreo, y Cielo los memorizó rápidamente. Ya
estaban listas para salir.

Cuando Nico, Malvina y los pequeños llegaron al teatro, a Bauer le llamó mucho la atención que
el público de la sala estuviera compuesto exclusivamente por hombres. No había niños ni
mujeres.

- ¿Qué obra exactamente vinimos a ver? - preguntó Nico.

-No sé bien, pero es de unos animalitos- le respondió Malvina.

Y en ese momento se apagaron las luces y comenzó el espectáculo. La obra de "animalitos" que creía
haber elegido Malvina era, en realidad, un show erótico de pole dancers.

Cuando aparecieron en el escenario las conejitas ligeras de ropa y comenzaron a acercarse a los caños
dispuestos en el proscenio, Nico comprendió rápidamente el equívoco de Malvina, y levantó
campamento de inmediato. Le costó bastante llevarse a Lleca, que estaba aferrado al asiento,
encantadísimo con el show. En el apuro por sacar a los chicos de ahí, Nico apenas miró hacia el
escenario. Si lo hubiera hecho, habría descubierto que una de las conejitas era Cielo. En cambio, ella si
alcanzó a ver desde el escenario al grupo, que se escabullía del teatro. Vio a los chiquitos y a Nico, y sin
saber bien por qué, sintió un escalofrió que la estremeció y casi la hace caer del caño. Siguiendo al
conejo blanco, casi se había reencontrado con los suyos.

Al terminar el show, comenzó a angustiarse, pues creía que seguir a la conejita blanca no la había
llevado a ningún lugar. La angustia de no saber quién era ni de donde venia, ni a donde iba, comenzó a
embargarla. La chica que la había ayudado se dio cuenta de que algo le pasaba y la indagó hasta que
Cielo terminó por confesarle su extraña situación. La ocasional compañera se compadeció de ella y le
ofreció su ropa, le propuso además acompañarla hasta un hospital para que la atendieran, y Cielo
aceptó el ofrecimiento.

Cuando Juan Cruz le indicó a Franka que enviara a todos sus hombres a buscar a Cielo, agregó una
extraña precisión: debían registrar todos los hospitales de la ciudad. Y ella, aunque no entendía el
porque ni su jefe se lo aclaró, acató las órdenes, como hacía siempre. De modo que cuando Cielo llegó al
hospital, había allí dos hombres de Franka, que no sabían quien era pero que la reconocieron por su foto.
Franka fue muy precisa cuando la llamaron para pedirle instrucciones.

-Desmáyenla y tráiganla al centro de operaciones.


Cielo aguardaba a ser atendida en la sala de espera. Si bien no sabía nada de si, sabía todo de todo, y
tenía una extraordinaria percepción. Con solo ver, por una fracción de segundo, a esos hombres que se
acercaban, adivinó sus intenciones y, por puro impulso, arrojó hacia ellos una camilla, y comenzó a
correr. Aunque los tomó por sorpresa, ellos reaccionaron a tiempo y la siguieron.

Alejándose a toda velocidad y haciendo maniobras para distraerlos, Cielo corrió durante unos diez
minutos, hasta que llegó a una zona descampada. Los había perdido de vista, sin embargo, no se sentía
aun segura. Pispeando el terreno detectó a lo lejos unas instalaciones, y se le ocurrió refugiarse allí; de
modo que cruzó el alambrado y comenzó a caminar hacia los edificios que veía. Pero a mitad de camino,
descubrió sobre el césped algo que le llamó mucho la atención: una gran cruz blanca, pintada con cal.
Estaba preguntándose que sería eso, cuando sintió que algo bajaba sobre ella. Giró, pero no tuvo tiempo
de nada, porque un hombre la arrolló en su descenso, de modo tal que terminaron los dos en el piso,
cubiertos por una amplia lona. El hombre, de unos treinta años, rubio y de barba muy crecida, con ojos
claros, le sonrió al verla. ¿Qué había ocurrido? Simplemente Cielo se había metido en un club de
entrenamiento de paracaidistas.

-Mucho gusto. Me llamo Salvador- dijo el muchacho.

Se trataba precisamente del gran amigo de Nicolás, quien era amante de los deportes extremos, y tenía
una marcada tendencia a precipitarse desde el cielo para ayudar a quienes estaban en problemas. Tal
vez solo respondía al significado de su propio nombre.

Salvador se quitó los arneses, enrolló la lona y sacó a Cielo de ese lugar, donde seguirían cayendo
quienes entrenaban. Ya más cómodos, en el bar del club, ella le confesó su situación. A Salvador le
extrañó su caso y se ofreció a ayudarla. Entonces llevó a esa mujer bella, que ni recordaba su nombre, a
una clínica para que un amigo médico la examinara. El doctor determinó que no tenía golpes ni
traumatismos que pudieran explicar la amnesia, así que indicó algunos estudios. De todos modos, se
inclinó a pensar que podía tratarse de una crisis de tipo nerviosa o emocional, y que sus recuerdos se
irían aclarando con el correr de los días.

Aunque dudó al principio, pues se trataba de un desconocido, aceptó el ofrecimiento de Salvador de


pasar la noche con él, en su casa, ya que, pensándolo bien, en su estado, todos le resultaban
completamente desconocidos.

Esa misma tarde, mientras Malvina hacia el intento fallido de mostrarse como madre amorosa frente a
Nico, y Cielo bailaba sin dejar de interrogarse sobre su identidad, Mar, Rama, Thiago y Jazmín recibieron
una carta muy extraña, en la que alguien los citaba en la sala de ensayos. En el lugar donde antes había
estado el taller de los juguetes, Cielo había armado un espacio para que los chicos cantaran, bailaran e
hicieran lo que quisieran hacer. Los cuatro confluyeron allí, convocados por esa misma anónima, y se
sorprendieron al ver un televisor que se encendió apenas entraron. Se emocionaron mucho cuando
comenzó a proyectarse la filmación del ultimo recital que habían dado el año anterior. Nunca habían
visto antes la filmación, y revivir esa experiencia única sobre el escenario, cantando estoy listo, les
produjo una gran nostalgia, mezclada con felicidad. Por detrás de ellos apareció Tacho, autor de las
cartas y de golpe bajo que pretendía darles a unos amigos. Supo que lo había conseguido cuando
observó los ojos vidriosos de los cuatro.
- ¿No les parece que ya es tiempo de volver? - cerro con esas palabras la puesta en escena.

En efecto, sin decirlo, todos tenían un gran deseo de volver a juntarse y seguir adelante con TeenAngels,
sin embargo, nadie lo expresaba. Fue Tacho el que se animó, y los animó. Esa puesta en escena no era la
único que había hecho, sino que ya se había comunicado incluso con el Chango, el que había sido el
mánager del grupo, y descontando que lograría convencer a sus amigos, le informó que querían volver,
que empezara a moverse. Chango, que tenía una fe ciega en la banda, rápidamente le propuso hacer
una presentación en la radio en la que él mismo trabajaba.

- ¿Vos armaste todo esto en secreto? - preguntó Mar.

- ¿Esta mal? - respondió Tacho.

- ¡Esta perfecto! - dijo Rama sonriendo.

- ¡Entonces no perdamos más tiempo! - cerró el acuerdo Tacho, los levantó de los puffs en los
que estaban sentados y los arreó hacia la radio.

Cuando se produjo el reencuentro, su mánager se alegró mucho de verlos y les preguntó si tenían temas
nuevos. Ellos dijeron que aún no, por lo que decidieron cantar una selección del disco que habían
grabado el año anterior. Ninguno podía creer que en menos de dos horas estaban en una radio, a punto
de volver al ruedo con su sueño.

Salvador se avergonzó un poco del desorden de hombre soltero y despistado que había en su casa. Pero,
en verdad, a Cielo lo que menos la inquietaba era eso: su preocupación radicaba en otras cosas. Una de
ellas que, aunque ese desconocido tenía cara de buenazo, no dejaba de ser un extraño.

Él la invitó a ponerse cómoda y se disculpó para hacer un llamado, pues habían quedado en visitar a un
amigo que acaba de ser padre. Quería conocer a su hija, de la que, además, había sido elegido padrino.

-Entonces anda, no te preocupes por mi- dijo ella.

-No, no hay problema- contesto él.

El amigo, por supuesto, era Nico. Cielo escuchó que Salvador le decía a un tal Mandril que no podía ir a
conocer a la pequeña Esperanza esa tarde, porque había surgido un imprevisto.

- ¿Una mujer? - adivinó Nico.

-Si, pero no cualquier mujer- dijo el paracaidista, bajando la voz-. Es muy loco todo, ya te voy a contar.

-Bueno, pero mañana nos vemos, mira que sos el padrino de Esperanza.

-Por supuesto, ahí estaré- prometió Salvador.


El bautismo
El día previo al bautismo de Esperanza, Nico recibió un llamado del administrador de los bienes de los
Inchausti. Antes de que Cielo atravesara el portal, ella y Luz habían sido reconocidas por la justicia como
auténticas herederas. Debido a la ausencia de Cielo y siendo Luz aún menor, Nico era el responsable del
patrimonio. El administrador informó a Nico que había fallecido el capataz de un campo de la familia, y
entonces debía hacerse cargo de la situación y decidir qué hacer con esa propiedad. Para su gran
sorpresa, al llegar al lugar descubrió que el capataz había dejado algo más que una silla vacía: había
dejado una hija adolescente.

-Caridad Martina Cuesta, para servirle- se presentó la joven.

Caridad era una muchacha de unos diecisiete años, de mejillas rozagantes y mucho aire de campo.
Criada entre animales y trigales, jamás había pisado la ciudad y apenas había salido una que otra vez
para ir al pueblo más cercano. Huérfana de madre desde chica, al perder a su padre se había quedado
completamente sola.

-No se preocupe por ella- le dijo el administrador-. Alguna institución le encontramos.

-Yo tengo una institución para ofrecerle- respondió Nico.

Se sentó a conversar con ella ante el gran mesón de madera rústica de la cocina en la que transcurría
gran parte de la vida de Caridad. Muy solicita y hospitalaria, ella le ofreció pan casero y queso de
chancho. Él aceptó la oferta, entendiendo que no podía desairarla, y hablaron de la particular situación
de la muchacha. Caridad aspiraba a permanecer allí, dado que ella sabía hacer cualquier tipo de trabajo
en el campo. Nico le informó que sería alquilado, y no era seguro que el nuevo inquilino quisiera
contratarla. Entonces le ofreció ir a un lugar lleno de chicos y chicas de su edad, en la ciudad, donde no
tendría que preocuparse por nada. Pero a ella la sola idea de pisar la ciudad le daba miedo, y rechazó la
oferta. Nico le pidió que lo reconsiderara y que, si se decidía a intentarlo, se lo hicieran saber.

Luego de un rato, cuando ese hombre con cara de bueno se estaba por ir, Caridad sintió que la cocina
era más grande de lo que pensaba, que toda la casa y el campo eran inconmensurables sin su padre, y
por primera vez se sintió sola en ese lugar que tanto amaba. Entonces, en un impulso que agradecería el
resto de su vida, se decidió a aceptar la oferta de Nico.

Desde el momento en que entraron en la ciudad, Caridad comenzó a admirarse de cada cosa que veía.
Le llamaban la atención los semáforos, los colectivos, los taxis, las avenidas repletas de vehículos, y
descreyó cuando Nico le dijo que esas aberturas especiales que había en las esquinas eran entradas a
estaciones subterráneas, ya que había un tren que iba bajo la tierra. Y al hogar mágico, se deslumbró
con tanto derroche de ladrillo y buen gusto. Frente a cada parte de la casa que Nico le enseñaba, ella
exclamaba subiendo cada vez más el volumen.
Finalmente llegaron hasta la sala de ensayo, en la que Justina despuntaba su gusto musical dando clases
a los chicos, ese día, de swing. Caridad vio con la boca abierta a ese grupo de chicos y chicas, tan de
cuidado de ellos, y sintió una alegría que no pudo explicar. Habiendo estudiado en una escuela rural,
nunca eran más de tres o cuatro en el aula, jamás había tenido amigos de su edad ni había estado tan
cerca de muchachos "tan churros", se dijo. En el aula estaba Rama, Tacho, Thiago, Simón, Luca, y el que
más le llamo la atención fue un gauchito cachetón con cara de atrevido. Nico la invitó a pasar para
conocer a los chicos, pero Caridad le dijo que no estaba arreglada, y quiso vestirse a tono para la
situación. Nico sonrió y le indico donde quedaba el cuarto, para que pudiera cambiarse.

Y hacia allí partido Caridad, con su valija de cartón duro y su ropa perfectamente lavada y planchada con
apresto. Busco entre sus prendas la que usaba para ocasiones especiales: para alguna fiesta del pueblo o
simplemente para ir a misa de nueve. Eligió su mejor vestido y se dijo: "Si, éste está bien, Caridad,
¡Como si fuera domingo!".

Cuando Nico pidió la atención de los chicos en la sala de ensayo para presentar a una nueva integrante
de la familia, se produjo un silencio perplejo. Todos miraban a esa joven algo entrada en kilos, de
mejillas rellenas y rojizas, peinada con dos trenzas prolijas, rematadas con cinta bebé, con un vestido
floreado con volados y unos zapatos casi gastados de tanto sacarle lustre.

-Quiero que conozcan a alguien- dijo Nico-. Ella es Caridad, una nueva integrante del hogar.

Todos la miraron. Mar, Jazmín y Vale, quien acababa también de incorporarse, le sonrieron dándole la
bienvenida. Lo mismo hicieron Tacho, Rama y Thiago, pero Tefi y Melody apenas pudieron contener la
carcajada ante semejante espectáculo telúrico.

-Ella vino del campo- continuó Nicolás.

-Si, se nota... por la ropa- murmuró Melody conteniendo la risa.

-Y lamentablemente perdió al... - comenzó Nico.

- ¿El buen gusto? - lo interrumpió Tefi.

Ante tremendo comentario, Melody y Nacho ya no pudieron disimular la risa, y el resto de los chicos los
miraron mal.

-Es la clase de swing, no de chacarera, Caridad- agregó Tefi, agradecida de tener un nuevo objeto de
burla.

- ¿La pueden cortar, por favor? - pidió Nico, advirtiendo que Caridad comenzaba a incomodarse.

-Sorry, Nico...- intervino Nacho, luego miró a Caridad y le dijo-: Disculpalas, son bestias. ¿Sos la nueva
mucama?

Eso ocasionó más risas en Melody y Tefi, y borró de cuajo la sonrisa de Caridad que, sin más, dio media
vuelta, corrió hacia el cuarto, y comenzó a rearmar su valija. Y se hubiera marchado en ese mismo
momento, si no hubiera aparecido Mar y Jazmín. Las chicas le hablaron de igual a igual: le dejaron bien
en claro que no todos allí eran como esos chetos insoportables, le contaron las cosas que ellas mismas
habían tenido que sufrir, y le dieron una cálida bienvenida, además de algún que otro consejo a la hora
de vestirse.

Caridad no era la mucama, pero tenía devoción por la limpieza: le gustaba que todo estuviera reluciente
y con olor a limpio, y no había actividad que le diera más satisfacción que trapear los pisos con lavandina.
Estaba terminando de repasar el baño, cuando entraron todos los chicos en tropel y comenzaron a
desordenarlo todo otra vez. Esa noche irían a un boliche, y el baño, que Caridad había dejado reluciente,
pronto se volvió un desorden de ropa tirada, piso mojado y talco por otras partes. Por supuesto que las
chicas invitaron a Caridad para que se sumara a la salida. Ella se resistió por no tener ropa como la gente,
pero las chicas le prestaron algo, y partieron todos al boliche.

Allí, además de bailar, todos jugaron el juego del gato y el ratón. Rama intentó varias veces acercarse a
Valeria, pero siempre obtuvo el mismo resultado: una negativa. Tacho miraba a Jazmín, que en realidad
estaba mirando a Matt, el coordinador del campamento de verano, quien había reaparecido y con el
que estaba saliendo en secreto. Se suponía que Matt no estaría allí esa noche, pero estaba, y con otra
chica. Jazmín seguía siendo la gitana brava que marcaba territorio, pero Matt logró convencerla de que
lo que había visto no era como ella imaginaba. Le explicó que esa chica era su ex, quien no se resignaba
a que la relación hubiera terminado. Le aseguró que ella era la única que le interesaba, pero deberían
seguir manteniéndolo en secreto, y Jazmín, con la tonta fascinación de estar saliendo con un chico más
grande, le creyó. Por su parte, Mar seguía alejada de Simón por respeto a Thiago, y alejada de Thiago
por obediencia a su despecho. Thiago intentaba mantenerse distante de Melody por respeto a Mar, y de
Mar, por respeto a la determinación de ella. Pero a diferencia de Simón, que había dejado de buscar a
Mar, Melody persistía en seducir a Thiago, y logró robarle un beso, por supuesto, ante la mirada atenta
de Mar.

Pero no fue el único beso robado esa noche, ya que entre Nacho y algunos amigos jugaron una apuesta:
el ganador sería el que lograra besar a alguna de las chicas primero que el resto. Buscando una con la
que podría ganar la apuesta, Nacho divisó a Caridad, que miraba todo con ojos enormes. Jamás había
estado en un boliche bailable, y apenas podía creer que unas horas antes una de sus diversiones
preferidas era ordeñar una vaca. Nacho pensó que no habría chica más fácil con la que ganar la apuesta,
y se acercó a ella. Caridad le sonrió, pues había algo en ese cachetón que le despertaba ternura. El
comenzó a hablarle y la invitó a bailar; le aseguro que jamás había visto una belleza semejante, y afirmó
ya estar sufriendo por ella porque creía que jamás se interesaría por él.

- ¿Pero por qué decís eso, gauchito? - dijo la muchacha, sorprendida.

-No sé, lo siento. Las chicas como vos jamás le dan bola a un looser como yo.

Caridad estaba preguntándose que sería ser "un looser", cuando de pronto Nacho la sorprendió con un
beso en los labios. Ella no supo si le había gustado o no, y tampoco tuvo tiempo de pensarlo, porque
enseguida Nacho se dio vuelta y comenzó a gritar:
- ¡Gane! ¡Gane! ¡Me chapé a una mina primero!

Y se alejó de ella, para cobrarles la apuesta a sus amigos. Caridad era inocente pero no tonta, y entendió
enseguida lo que había ocurrido. Humillada, se fue del boliche sin siquiera saber cómo volver al hogar, y
le llevó un buen rato encontrar el camino de regreso, pero finalmente lo logró.

Al llegar se topó con Berta, que estaba en la cocina armando los souvenirs del bautismo. La vio entrar
casi llorando y se alarmó. Le preguntó qué había ocurrido, y Caridad se despachó, pues no le costaba en
lo más mínimo abrir el pico y hablar. Berta la escuchó compasiva, y la dejó descargarse a gusto.

- ¡Ese gaucho cachetón me metió el perro! - concluyó, Caridad, entre llantos-. Me dijo cosas lindas, y yo
caí ahí como una chorlita. ¡Y era toda una apuesta! Yo no encajo acá, no voy a encajar nunca. ¡Se rieron
de mí!

- ¿De vos o con vos? - le dijo Berta. Caridad la miró sin entender.

-Mira, chiquita. Podrías haber sido vos o cualquier otra... Y si no encajaras acá, ellos no te darían bolilla.
Hace de cuenta que te bautizaron.

- ¿Lo qué? - dijo Caridad perpleja.

-Eso, te hicieron un bautismo. Como vamos a hacer mañana con Esperanza. La vamos a bautizar, es decir,
le vamos a dar la bienvenida. Le vamos a decir: "Vos sos parte de nuestra familia. Vos sos una más de
nosotros". Y eso hicieron con vos, Cari.

- ¿Reírse de mi es darme la bienvenida?

-Y si, mira, ese Nacho es medio pavo. A veces, a los hombres, les falta un golpe de horno. Esta en la edad
del pavo después de todo. Como vos, y como todos. ¿O no están todos enojándose, sufriendo,
buscándose unos a otros, sintiendo que todo es gravísimo, que, si el chico no te mira o te mira, se te
termina el mundo? Pero para eso es la edad del pavo, Cari. Para no tomarse la cosa tan apecho, tan en
serio. Reíte un poco, reite con él, reite con ellos. Este momento hermoso de la vida en el que estás es un
comienzo, el puntapié inicial de quien vas a ser. Estos son bautismos de fuego, querida. Solo eso.

- ¡Madre del don Nico tenía que ser! - concluyó Caridad, sintiéndose muy bienvenida.

A la mañana siguiente, Cielo despertó tan desmemoriada como el día anterior. Se había entusiasmado al
reconocer la canción, pero luego todo había pasado. Esa tarde volverían a visitar al médico para seguir
haciendo estudios, y Salvador la invitó al bautismo para que no se quedara sola.

-Linda, ¿queres venir al bautismo conmigo?

-Prefiero que no. Vas a estar con tus amigos, no tengo ganas de presentaciones, además ni siquiera
tengo un nombre para que me presentes.
-Eso hay que solucionarlo- dijo él.

- ¡Ya lo creo!

-Por ahora, y hasta que sepamos tu nombre verdadero, te voy a decir el nombre que más va con vos.

- ¿Cual?

-Linda- respondió sin dudarlo, y ella sonrió, porque le pareció que era un buen nombre provisorio.

Salvador entonces se fue a la iglesia. Cielo, entretanto, decidió salir a caminar para despejarse un poco.
Quería recorrer la ciudad con la esperanza de que algo o alguien le resultara familiar. Caminó unos
cuantos minutos, hasta que se cruzó con una chica que trotaba. Lo que más le llamo la atención fue que
en el dorso de su remera hubiera dibujado un conejo blanco. Comprendió que era otra señal, y se puso a
seguirla alrededor de la plaza; luego se detuvo, bebió agua y emprendió el regreso. Al hacerlo paso
frente a una iglesia, en la que, por casualidad- si tal cosa existe- estaban bautizando a Esperanza. Se
sorprendió al ver otra vez a ese hombre alto, rubio y de ojos verdes muy tristes que ya había visto en el
teatro. Ese hombre le resultaba muy familiar. Junto a él, había una decena de chicos y adolescentes.
Apenas los vio, Cielo sintió una puntada en su pecho y empezó a faltarle el aire. Desde donde estaba, no
alcanzó a ver a Salvador, que se sacaba fotos con su ahijada. Y sintiendo que esa gente algo significaba
para ella, a duras penas y tambaleando, avanzó hacia ellos.
El nombre del padre
Para disgusto de Malvina, Franka había sido invitada al bautismo. Nico le estaba muy agradecido por
prestar sus servicios médicos a los chicos, y además entre ellos iba naciendo cierta amistad. Fue Franka
la primera que vio a Cielo acercándose a ellos; sabía que, si alguno de los chicos la veía, ya no podría
cumplir con la orden que le habían dado. Entonces se separó del grupo y avanzó hacia ella, la sujetó y la
apartó del campo visual del resto, que seguían sacándose fotos con la beba, ya bautizada.

- ¿Te sentís bien? - le dijo Franka disimulando-. Te veo pálida. Soy médica.

-Esa gente... Yo los conozco, creo.

-Veni, sentate... Vos no estás bien, querida.

Con extrema pericia y disimulo, abrió su cartera y sacó su pequeño artefacto moderno que siempre
llevaba consigo. Fue un pasaporte al desmayo.

Media hora más tarde, Franka y sus hombres ingresaron a Cielo al centro de operaciones clandestino. Y
sin perder un minuto, Franka le informó a su superior el hallazgo exitoso de su presa.

- ¿Que hago con ella, Juan Cruz? - le preguntó en medio de la conversación.

-Hacele todos los chequeos, y después dejala donde la encontraste- ordenó su misterioso jefe.

- ¿Que la libere? - preguntó ella sin entender-. ¿No quería atraparla?

-Te repito: hacele los estudios y dejala donde la encontraste- concluyó Juan Cruz sin dar más
explicaciones, como siempre.

Franka hizo lo que le ordenaron: le realizó estudios neurológicos, confeccionó un informe exhaustivo, y
llevó de vuelta a Cielo al lugar donde la había encontrado, claro que ya no estaban los otros allí. Como
Cielo despertó en la calle, creyó que había tenido otro episodio amnésico. A esas alturas, Salvador ya
estaba muy preocupado por ella, y se tranquilizó solo cuando la vio llegar.

Aunque nadie lo haya advertido, Lleca nunca llegó a la iglesia donde bautizaron a Esperanza. Cuando
todos estaban yéndose, el seguía retrasado, afeitándose. En realidad, no tenía ninguna necesidad de
rasurarse, ya que aún no le crecía la barba, pero persistía en hacerlo, pues estaba en esa edad en la que
ya no se sentía como los demás chiquitos, pero tampoco era aceptado como un adolescente entre los
más grandes. Lleca pensaba que afeitándose estaba más del lado de los mayores, pero como cada vez
que lo hacía recibía la burla de todos, se las ingeniaba para que nadie lo viera. Por eso esperó a que
todos se fueran para afeitarse tranquilo. Estaba terminando de rasurar su barba imaginaria, cuando
sintió ruidos en los pasillos. Entonces se asomó y se quedó perplejo al ver que había dentro de la casa
tres hombres desconocidos, vestidos de negro.
Aprovechando que esa tarde todos estarían entretenidos fuera. Franka había mandado a sus matones a
buscar el misterioso libro de los candados que los chicos tenían escondido allí, y que Luca había podido
ver en una ocasión. Como Luca tenía la orden de reportar cualquier incidente extraño, le habló a Franka
de ese curioso libro, y por eso ella mandó a buscarlo. Pero no contaba con que Lleca aún estaría en el
hogar y se convertiría, sin intención alguna, en una suerte de héroe pues, tratando de huir, hizo caer un
mueble y el ruido alertó a los matones, que prefirieron escaparse a ser descubiertos. Sin embargo, Lleca
alcanzó a escuchar que buscaban el libro en cuestión.

Luego de ceremonia del bautismo, el grupo regresó a la casa para festejar. Nico encontró a Lleca en
estado de shock y, al oír su relato, le preguntó azorado de que libro hablaban. Entonces los chicos se lo
mostraron y le contaron las extrañas circunstancias en las que lo habían encontrado. Nico les reprocho
no habérselo enseñado antes, ya que apenas lo vio reconoció los símbolos Prunios que tenía en la tapa y
el lomo. Evidentemente ese libro estaba relacionado con los misterios de Eudamon. Los chicos también
le contaron - y Nico pudo comprobarlo- que los candados eran imposibles de abrir. El decidió guardarlo
en un lugar seguro hasta que pudieran encontrar la manera de abrirlo.

Mientras volvían a esconderlo, sonó el teléfono de Mar: era Simón quien la llamaba. Ella se incomodó
por estar Thiago cerca, sin embargo, lo atendió. No había sido fácil para Simón realizar ese llamado,
pues había debido atravesar ante sus propias contradicciones. Tenía una relación muy particular con su
psicoanalista, al que no iba a ver nunca, pero consultaba telefónicamente a diario, y apenas lo dejaba
hablar. Simón tenía un conflicto: por su amistad con Thiago, había decidido dejar pasar a Mar, pero no
podía olvidarse de ella. Por eso se convenció a si mismo de que no era malo tener con ella una simple
amistad, y pensó una excusa para acercarse. Sabiendo que Mar era afecta al boxeo, le propuso ir juntos
a entrenar a un club. En otras circunstancias, Mar hubiera dicho que no, pero después del beso que
había visto la noche anterior entre Thiago y Melody, no lo dudó.

-Si, quiero- dijo Mar, y Simón sonrió.

Todos los sábados Mar recibía el llamado de su madre, que continuaba en Madrid, aunque ya tenía
ganas de regresar para estar con sus hijas. A pesar de su escaso poder de síntesis, Mar le hacia un
resumen semanal. Ese sábado le contó todas las novedades de la casa: que Cielo seguía sin aparecer,
que habían bautizado a Esperanza, que Malvina estaba muerta por Nico, pero parecía que él tenía onda
con Franka, una vecina. Le conto también que había tres integrantes nuevos: un varón, Luca, que era
muy callado; Valeria, una chica retraída y bastante rea, de la que Rama estaba enamorado, pero ella no
le daba ni la hora; y Caridad, una campesina que se la pasaba limpiando la casa. También le contó que
Tacho estaba muy raro últimamente: se escapaba de noche, y dos por tres aparecía con moretones. Que
Jazmín seguía enganchada con el imbécil ese de Matt, que era más trucho que billete de dos pesos y
medio, y que Tefi seguía más insoportable que nunca, ahora culo y calzón con la jirafa cheta con la que
Thiago la había engañado. Y, sobre todo, Mar mencionaba una y otra vez a Simón. Julia escuchaba,
riéndose, cada detalle de la larga exposición de su hija, y solo logró dejarla sin palabras cuando le habló
de su padre.
-Mar... Si vos queres, yo te puedo ayudar a encontrar a tu papá.

- ¿Para qué? - se atajó Mar perturbada con la sola idea de volver a pasar por eso.

-Porque es tu papá, y tenes derecho a conocerlo. ¿Al menos queres saber su nombre?

Para Mar, escuchar el nombre del padre no era cualquier cosa. Era empezar a darle forma a una figura
que ella sabía que existía, pero no estaba, como un fantasma. Y mientras fuera fantasma, no dolería,
pero si empezaba a tener nombre y cara, ya sería otra historia.

- ¿Cómo se llama? - preguntó Mar en voz muy baja.

-Mauro Tallarico. Yo lo perdí de vista, no sé por dónde andará. Pero si queres, puedo mandarte una foto
que tengo de él.

-Como quieras- dijo Mar, no muy segura de si deseaba saber más sobre ese hombre.

Apenas cortaron, Julia buscó la foto para mandársela, en tanto Mar se preocupó por encontrar sus
guantes de box.

Como suele ocurrir cuando alguien ensaya una excusa para acercarse a otro, ambos se mostraron muy
deseosos de practicar box, como si nada les importaba tanto y el deporte fuera el centro de sus vidas. En
apariencia, lo importante no era juntarse, sino el box. Al menos, eso afirmaban.

Y ocurrió un hecho que le hizo olvidar a Mar por un momento el nerviosismo que le provocaba estar
cerca de Simón. Cuando llegaron al club, descubrió que el entrenador era Terremoto Aguirre, un
boxeador que había tenido su momento de gloria una década atrás y había sido el ídolo total de Mar en
su niñez. Para Simón, en cambio, era un perfecto desconocido.

- ¡Terremoto Aguirre! - gritó Mar emocionada-. ¡Mi ídolo! Fue un grande...- le explicó a Simón.

Terremoto la miró mal: que le recordaran su época de gloria, y en pasado, le reabría una herida.

- ¿Que quieren? - inquirió Terremoto, hosco.

-Entrenar- respondió Simón.

-A ver las manos- respondió el boxeador, solo dirigiéndose a él.

Terremoto examinó las manos de Simón, mientras Mar lo miraba sonriente, aún excitada por el
encuentro.

-Manos de tenista tenes- concluyó Terremoto.

-Soy tenista- aceptó Simón, impresionado por la pericia del boxeador.

-No va a funcionar- dijo sin vueltas Terremoto-. Tenista o boxeador. Una de dos, decídete y volve.
Y sin más, se alejó de ellos.

- ¡Espere! ¿Y yo? - dijo Mar.

- ¿Vos qué?

- ¿A mí no me miras las manos?

Terremoto la miró unos instantes, y luego sonrió.

-No entreno mujeres yo.

- ¿Porque no? - preguntó Mar con franca curiosidad.

-Porque no son para el boxeo.

Y dio por terminada la charla. Pero Mar, que se sulfuraba rápido, no iba a soportar semejante destrato
machista, ni siquiera de parte de su ídolo, y lo detuvo con prepotencia.

- ¿Y usted que sabe si puedo o no puedo boxear? Me puede tomar una prueba al menos...

- ¿Una prueba queres?

Y sin más, le tiró un par de guantes, y subió el mismo al ring. Mar se quedó impresionada. ¡No podía
creer que iba a hacer guantes con Terremoto Aguirre! Pero en realidad, la única intención de Terremoto
al aceptar tomarle la prueba era demostrarle por que las mujeres no podían, según su criterio, ser
boxeadoras. Sin embargo, debió admitir después que la diminuta aspirante a púgil tenía un gran
movimiento de cintura y una fuerza impensada. Mar sintió que había hecho un despliegue de talento
que lo había dejado boquiabierto; en sus fantasías, ya se veía ganando títulos mundiales de la mano de
Terremoto, pero el cortó de cuajo esas fantasías. No solo no hizo ningún comentario sobre la prueba,
sino que miró a Simón y, mientras se sacaba los guantes, le dijo:

-Si largas el tenis, me venis a ver.

- ¿Y yo? - preguntó Mar viendo que Terremoto ni la miraba.

-Ya te dije, piba. Yo a mujeres no entreno.

Y se alejó hacia la oficina, sin volver a mirarla. Mar se sublevó: odiaba ser ignorada de esa manera.

- ¡Usted no sabe nada! - le gritó, y viendo que él no se detenía, prosiguió-: ¡Ni siquiera sigue peleando!

Pero ni ante esa provocación reaccionó Terremoto, sino que desapareció en la mugrosa oficina. Mar lo
miró, negando, frustrada.

-Dejalo, Mar, ya fue. Busquemos otro club- le propuso Simón, y se retiraron del gimnasio, mientras
Terremoto los observaba desde su oficina.
Ignoraba ella, e ignoraba él, que algo más que el gusto por el boxeo los unía. El verdadero nombre de
Terremoto Aguirre era Mauro Tallarico. Y cuando Mar recibiera la foto que Julia le estaba enviando,
descubriría que el joven de la fotografía era precisamente ese boxeador tan admirado por ella.
Dígalo con mímica
Ya habían pasado casi tres semanas desde que Salvador había aterrizado sobre Cielo, a quien él llamaba
"Linda". La acompañaba regularmente a ver al médico, tratando de encontrar las razones de su amnesia
que no cedía. También habían ido a la policía para explicar su situación, con la esperanza de que allí
pudieran estar al tanto de alguna búsqueda, ya que suponían que la familia de Linda la estaría buscando.
Pero no había ningún avance, razón por la cual a Salvador comenzó a ocurrírsele la posibilidad de que
ella fuera uruguaya, como él, y por eso no era buscada aquí.

Cada día él se enamoraba un poco más de esa mujer bella y sin pasado. No se atrevía a decírselo,
respetando el estado de confusión en el que ella estaba y, además, no descartaba la posibilidad de que
estuviera casada o comprometida, por lo que intentaba preservarse de sentir algo especial por una
mujer que pudiera no ser para él. Por eso decidió limitarse solo a ofrecerle toda la ayuda posible, como
a una buena amiga.

Cielo empezaba a sentirse una carga para él. Por otro lado, estar todo el día sin ocupaciones no le hacía
ningún bien, entonces pensó que sería bueno conseguir un trabajo. Salvador le habló de su padre, un
empresario muy importante que tenía varias y diversas empresas.

- ¿Que sabes hacer? - le preguntó Salvador.

-De todo- contestó Cielo, con sencillez y franqueza.

Él ya había registrado que Linda parecía ser una persona muy culta y con habilidades múltiples. Era claro
que sabía idiomas, varios, ya que había notado que, cuando veían películas en inglés, ella las seguía sin
leer los subtítulos. Lo mismo había notado en dos ocasiones viendo películas francesas y hasta le pareció
observar que tampoco leía los subtítulos cuando vieron un film ruso. Además, eran evidentes sus
conocimientos informáticos, ya que le solucionó varios problemas en su computadora, e incluso le había
arreglado un desperfecto en la caldera de la losa radiante.

Al día siguiente, la llevó a conocer a su padre, un hombre muy amable y simpático; Salvador tenía una
excelente relación con él. Horacio, que así se llamaba, no abandonaba la esperanza de tener a su hijo
trabajando cerca, sin embargo, respetaba su espíritu libre. Cielo le cayó bien apenas la vio, y aunque
no preguntó demasiado, supuso que era la nueva novia de su hijo.

-Veamos, Linda, ¿qué te gustaría hacer? - preguntó Horacio.

-Lo que a usted le parezca bien- dijo Cielo, respetuosa.

-No sé cuál sería la mejor área para vos... ¿Tenes alguna especialidad?

-Linda es buena en todo, papá, créeme- intervino Salvador.

-Su hijo me dijo que usted tiene una inmobiliaria- dijo Cielo.

-Bueno, no precisamente. Es una constructora, entre otras cosas. Pero aquí, donde estamos, funciona la
fundación de la empresa.

- ¿Y a que se dedica la fundación?

-Aquí se enseñan diferentes disciplinas artísticas a chicos con capacidades diferentes.

A Cielo se le iluminó la cara, encantada. Horacio la invitó a recorrer la fundación, para ver si encontraba
algún área donde le gustaría trabajar.

-Muchas gracias- dijo Cielo.

-De nada, Linda. Hermoso nombre, por cierto. ¿Tu apellido?

Cielo quedó demudada, habían elegido un nombre sustituto, pero no habían pensado en un apellido.
Ella miró a Salvador esperando que él pudiera ayudarla, y él, por detrás de su padre, le hizo un gesto
tomándose la mejilla, que Cielo interpretó como si estuvieran jugando a dígalo con mímica.

-Me llamo Linda...- y mirando el gesto de Salvador que se tocaba su barbilla, completo-: Barba. Linda
Barba.

- ¡Qué curioso! - se rió Horacio.

Cielo y Salvador recorrieron la fundación, aun riéndose de su nuevo apellido, hasta que Cielo se quedó
impactada por una imagen. En un aula vidriada del edificio, había un grupo de chicos de edades variadas
frente a una mujer que los dirigía mientras ellos cantaban. Lo particular era que cantaban con sus manos,
pues era un coro de niños y adolescentes hipoacúsicos. Sin dudarlo, le dijo:

-Me gustaría trabajar con ellos.


-Pero, Linda...- dijo Salvador-. Son chicos hipoacúsicos. ¿Sabes lenguaje de señas?

-Si, se- dijo ella, casi avergonzada de saber casi todo.

Salvador no salía de su asombro. Linda sabía tanto que era imposible imaginar que no sabía quién era.
Hablaron con Horacio, quien sin dudarlo la presentó a Marcela, la profesora del grupo, y Cielo quiso
empezar en ese mismo momento. La profesora le contó que estaban ensayando porque participarían de
un concurso intercolegial de música, y sin perder un minuto, comenzaron a trabajar. Salvador quedó
cerca del aula y la observó desde allí. Vio con fascinación la dulzura con la que hacía las señas mientras
ensayaban. La canción elegida era Cambiar el mundo, de Alejandro Lerner. Cielo y Marcela estaban
frente al grupo, mirando a los ojos a cada uno de los chicos, mientras todos iban desgranando cada
palabra con el mismo gesto. La única voz que se escuchaba era la de Alejandro Lerner, sin embargo,
nadie podía dudar de que esos chicos estaban cantando a viva voz.

Al llegar a la fundación de su padre, Salvador creía estar enamorándose de ella. Al terminar el ensayo, ya
no tenía dudas: estaba perdidamente enamorado de Linda Barba.

Por esas curiosas casualidades que tiene la vida, tan casuales que hacen sospechar, el Rockland también
participaría del concurso intercolegial de bandas musicales. A los TeenAngels les hubiera gustado
participar e incluso se prepararon para ello con la ayuda de Justina, pero fueron ignorados por
completo en el armado de la banda representante, que fue integrada por Nacho, Tefi, Melody y, a
último momento, por Simón, al que Tefi se encargó de sumar. Sin embargo, Tina, que seguía siendo tan
mala como siempre, pero había encontrado en sus clases de baile un pasatiempo interesante, una hora
luminosa al día que valoraba por, sobre todo, se había ilusionado más que los propios chicos con
participar de ese concurso, y no estaba dispuesta a quedarse afuera por el hecho de que los otros
malcriados tuvieran más antigüedad en el colegio. Estaba descubriendo que la misma creatividad que
tenía para sus quehaceres macabros la tenía para las buenas obras, y se le ocurrió una idea brillante: el
hogar mágico no dejaba de ser una institución pedagógica, no curricular, por supuesto, pero si un lugar
donde se enseñaban artes, con la cual apeló a la organización del concurso y logró una vacante en éste.
Cuando les comunicó a los chicos que podrían participar, lo hizo con la agitación y entusiasmo de un
perro al que están por sacar a pasear.

- ¡Los Teens participarán del concursssso, santossss! - les informó.

Y a los chicos les brillaron los ojitos, pues habiendo sido bastardeados por los chetos, veían ahora la
ocasión de tomar revancha. El que no parecía tan contento era Thiago, quien seducido por Melody y con
la insistencia de Tefi y Nacho, no había podido negarse a participar con sus compañeros del colegio
cuando creía que no podría hacerlo con su banda. Ahora que los Teens si participarían, se sintió
tironeado y lo avergonzó confesar su situación. Sin poder decir no a ninguno de los grupos, llegó incluso
a ensayar con unos y con otros, sabiendo que esa situación tenía un final no muy bueno y nada lejano.
En efecto, las demoras y tardanzas que Thiago tenía en los ensayos hicieron que Mar fuera a buscarlo
por todos lados, y lo descubrió ensayando con el otro grupo. El hallazgo era decepcionante para
cualquiera, pero para Mar la decepción fue mayor: una traición de ese tipo por parte de Thiago, luego
de todo lo vivido, era imperdonable. Lo mismo sintieron el resto de sus amigos, y decidieron denegarle a
Thiago la posibilidad de participar con ellos. Era la primera ruptura que sufrían los TeenAngels desde su
creación. El enojo contra Thiago pasó a mayores, y tuvo que intervenir Nico.

-No sé qué hacer, Nico- dijo Thiago, conflictuado-. Los dos grupos son mis amigos. No quiero joder a
ninguno. Además, en uno esta Mar, y en el otro Melody, ¿Me entendes?

-Por supuesto que te entiendo. ¿Sabes las veces que me pasó? Esta bueno tener opciones, pero hay que
elegir.

-Es que yo quiero cantar con los Teens, pero...

-De las minas hablaba yo- aclaro Nico.

Thiago se rio, pero lo miro esperando que Nico le diera instrucciones para actuar.

- ¿Que hago, Nico?

-Ah... ¿vos queres que yo viva por vos? Dale...- y despeinándose el pelo, al estilo del corte de Thiago,
comenzó a remedarlo-. Voy a dejar que los dos grupos se peleen por mí. Que las minas se agarren de los
pelos por mi...- dijo y continúo imitándolo-. ¡Que gane el mejor! Y ahí elijo yo.

La imitación exagerada de Nico le provocó una sonrisa.

-Que idiota sos- le dijo Thiago sonriente, reafirmando una vez más porque quería tanto a Nico.

-Pero soy un winner- remarcó Nico, imitándolo. Luego se puso serio, y dijo: - De verdad, Thiago,
tenes que elegir.

Nico también tuvo que intervenir con el resto de los Teens, que estaban tan indignados por la deslealtad
que sufrían la situación casi como un deja vu de sus tiempos de sometimiento; era, para ellos, una
humillación más de los chetos. Entonces Nico los bajó sin demoras de semejante exageración y lo hizo
ponerse en el lugar de Thiago, pensando en lo tironeado que debía sentirse, y les pidió que no lo
juzgaran tan duramente. Cuando Thiago, al fin, se decidió por cantar con su banda, los chicos, a duras
penas, terminaron aceptándolo.

Nico quedo satisfecho. La crisis podía no ser grave, podía no figurar en ningún periódico ni tener
consecuencias mayores, pero el bien sabía que esos enfrentamientos pueden lastimar los vínculos, y
esos lazos eran el único capital que tenían.

Así fue como el grupo conformado por Tefi, Nacho, Simón y Melody llegaron al concurso intercolegial en
el cual se enfrentarían con los Teens. Al evento concurrieron todos los chicos de la fundación,
acompañados por Nico, y por supuesto por Justina, quien en su rol de coach de la banda estaba histérica,
como en la víspera de un estreno importante.

El encuentro se desarrollaba en un teatro, y estaban todos en el foyer esperando su turno para cantar,
cuando Nico comenzó a oír un tema que amaba, de Alejandro Lerner. Avanzó hacia el interior de la sala
para escuchar a quienes estaban cantándolo y se quedó fascinado cuando vio que se trataba de un
grupo de chicos hipoacúsicos que participaban fuera del concurso. Admirando al ver como se
expresaban a través de señas, no registró bien a las mujeres que estaban frente al grupo, guiándolos en
la canción; una de ellas, claro, era Cielo. Como solía ocurrir desde que la había perdido, le llamó la
atención una cabellera rubia. Nico sintió un escalofrió que lo estremeció, pero en ese momento se le
acercaron Monito y Cristóbal, que estaban buscándolo porque los chicos se estaban por agarrar a
trompadas con los chetos del Rockland, en la previa del concurso, recalentando el enfrentamiento.

Al terminar la presentación, Cielo y su grupo fueron ovacionados. Cuando se retiraron, Salvador, que
estaba presente, se unió a ella y la felicitó, admirado de su capacidad. Se ofreció a buscarle algo para
tomar, y ella quedó esperándolo cuando de pronto vio a una chiquita de unos diez años que la estaba
mirando, petrificada. Cielo sintió la misma opresión en el pecho que había sentido en la iglesia, cuando
vio a aquel grupo de gente. La niña, que la miraba con lágrimas en los ojos, se acercó diciéndole:

- ¡Cielo! ¡Sos vos!

Cielo volvió a estremecerse al oír ese nombre. Alelí, que era quien la había visto, salió corriendo a buscar
a Nico, para informarle el hallazgo. Cielo quedó paralizada, y solo atinó a salir tras la niña, cuando vio a
Salvador, que venía hacia ella con una botella de agua. Estaba pálido, y a pocos metros colapsó y perdió
el conocimiento. Se armó un gran revuelo en el floyer del teatro, y unos paramédicos que la
organización del encuentro había dispuesto, atendieron rápidamente a Salvador, lo subieron a la
ambulancia y se lo llevaron, junto a Cielo. Cuando Alelí por fin logró encontrar a Nico y llevarlo al lugar
donde había visto a Cielo, ella ya no estaba, y Nico, como el resto de los chicos, terminaron
desestimando la afirmación de la pequeña, ya que no era la primera vez que aseveraba haberla visto.

- ¡Pero te juro que era ella! - insistió Alelí, angustiada.

-Yo también creo verla todos los días- le dijo Nico, compasivo-. Pero seguro que no era.

El concurso intercolegial no terminó bien. Respetando los turnos, cada banda hizo su presentación. Los
Teens debieron admitir que el grupo integrado por Nacho, Tefi, Melody y Simón sonó muy bien, y nadie
se sorprendió cuando ambos grupos fueron elegidos finalistas. Para desempatar, la organización
introdujo un nuevo desafío: un duelo de hip hop rapeando. Cada equipo debería elegir a un
representante que se enfrentaría con su contrincante en el escenario, y sobre una base percusiva, cada
uno debería improvisar una estrofa, intercalándose, en una suerte de diálogo musical. El equipo del
Rockland eligió a Melody por su lengua afilada, y los Teens eligieron a Mar, por su elocuencia. Ambas
salieron a competir sin red, ya que no deberían apelar a la inventiva y no a lo ensayado. Los demás
integrantes permanecieron detrás del escenario, dándole apoyo moral a su representante. Mar y
Melody se pararon en el centro del escenario, una frente a otra, y comenzó a sonar la base rítmica. La
primera que disparó fue Mar, quien comenzó a bailar al ritmo del hip hop y cantó:

Somos del hogar mágico y damos pelea Este hormigón armado, corta polea.

A lo que Melody respondió:


Soy del Rockland, no soy médica,Pero tu pierna, es ortopédica.

La hinchada del Rockland estalló en aplausos, y Melody sonrió saludando a la platea. Mar se puso roja,
se había burlado de su forma de bailar, entonces, redobló la apuesta.

Volve al golf y a la raqueta

¡Hip- hopear no es de concheta!

Ahora los aplausos fueron para Mar. Pero Melody, sin perder el aplomo, replicó:

Si vuelvo al golf, vos al fratacho

Como buen marimacho.

Marimacho era demasiado. Mar salió a mostrar sus dientes.

Estas jugando a la lotería

¡Te vas a ganar una piña mía!

Y Tefi, que se salía de la vaina por intervenir, entro al escenario, cantando.

Sorry, jueces, si molesto

¡No mezcles tu rollo en esto!

Le canto a Mar, entonces Jazmín salió a defender a su amiga.

Ya salió a mostrar la hilacha

La que mezcla sos vos, ¡guacha!

Entonces quien salió a responderle fue Nacho.

No te metas, gitanita

Se te compra con la guita.

Ante ese ataque, Tacho salió a defender a Jazmín, pero una vez en el escenario, se quedó sin palabras.
Detrás de él salió Thiago a tapar el bache.

No es que me pase de bando,Pero ya se están zarpando.

Y Tacho, queriendo colaborar, reforzó su final.


¡Zarpado!

El público aplaudía y vivaba, entusiasmados con la competencia que iba subiendo de tono. Simón no se
sentía muy a gusto y no intervino, pero no hizo falta, porque Nacho, que amaba ganar más que el dinero,
no estaba dispuesto a perder, y se envalentonó.

Para el hip- hop no les da el talle

Mejor vuelvan a la casa.

Y sin esperar la réplica, continuó:

Cuiden las billeteras y los gorros

¡Son los huerfanitos chorros!

Y ante eso se produjo un silencio. Los Teens miraron a Nacho, heridos en su orgullo y buen nombre, y al
cabo de unos segundos, Tacho saltó hacia el cachetón.

- ¡Yo te mato! - dijo desaforado, y se abalanzó sobre él.

Tefi y Melody gritaron, Mar y Jazmín se fueron sobre ellas. Rama y Thiago intentaron separarlas, y
también Simón a los suyos, pero estando Thiago aún molesto porque aún su amigo seguía rondándole a
Mar, no perdió la ocasión de cobrarle la factura, dejando escapar algún que otro codazo. En fin, se armó
un gran revuelo en el escenario, y la situación violenta no fue tolerada por las autoridades, y ambas
bandas fueron descalificadas.

Luego de recibir las atenciones médicas, Cielo llevó a Salvador hasta su casa, y buscó el momento
propicio para hablar de algo que había escuchado en la clínica donde lo habían atendido y la había
preocupado.

-Soy monorrenal- le había aclarado Salvador al médico.

Ella quiso saber más, entonces él le confesó algo que le había ocultado hasta ese momento.

-Hace unos años mi papá tuvo una enfermedad renal muy severa y necesitó una donación. Yo fui el
donante. Esa es toda la historia.

-Sos increíble, Salva- dijo ella, emocionada.

-Lo que cualquier hijo haría por su padre, ¿no?

-Pero entonces no deberías hacer esas cosas que haces. Tirarte de paracaídas o ala delta, o todos esos
deportes de riesgo que te gustan.

- ¿Porque no? Nada más tengo que cuidarme con las comidas, y a veces no lo hago- dijo él, minimizando-.
Pero no hablemos más de eso. Quiero hablarte de otra cosa.
- ¿De qué? - dijo ella.

-No sabía si decirte esto o no. Hace varios días que quiero hacerlo, pero no quería sumarte más
confusión a la que ya tenes. Estos días que te vi trabajando con esos chicos... Bueno, lo que tengo para
decirte creció, y ya no lo puedo callar más.

-Habla, Salva, por favor.

-Me cuesta decírtelo. Por eso hable con Marcela, y le pedí que me enseñara un poco del lenguaje de
señas. Así va a ser más fácil para mí.

Entonces se incorporó en el sillón, se plantó frente a ella y empezó a hablarle en lenguaje de señas. Ella
iba a quedando impactada mientras comprendía cada una de las palabras que el escribía en el aire con
sus manos, en medio del silencio más profundo.

"Linda, los dos perdimos la memoria. Desde que te encontré, empecé a estar perdido. Desde que te vi,
no me reconozco en el espejo. ¿Soy yo ese que te mira todo el día? ¿Soy yo ese que no puede dejar de
sonreír? ¿Soy yo ese que sin más palabras que estas te ama? Si, soy yo. Sos un antes y un después en mi
vida. Con vos soy otro. De vos estoy perdidamente enamorado".

Finalmente lo había dicho, con mímica, con gestos, con señas. Salvador le confesó todo su amor, y Cielo
no pudo evitar conmoverse ante semejante declaración. No sabía quién era y no tenía nada en el mundo,
pero si tenía un nuevo nombre y a alguien que amaba a Linda Barba.
Bitácora de Bruno Bedoya Agüero.
Fecha terrenal: 7 de julio de 2030

¡El día de mi cumpleaños número diecinueve! Un día especial, alegre, festivo... mi día.

Me despertó mi madre, llorando de emoción, como cada cumpleaños. Pero esta vez estaba
especialmente angustiada, ya que el hecho de verme cumpliendo mis 19, pareció recordarle que ya
estaba próxima a cumplir sus 40. No era tanto el paso del tiempo lo que la angustiaba, sino que temía
que los años no le dieran tiempo para tener los ocho hijos que quería. Luego de mí, nacieron mis seis
hermanos menores: Mora, Santino, los mellizos Mariana y Juan Pedro, Dorita, y el enfant terrible, el
pequeño Urbino. Mamá aún quería tener a su octavo hijo, al que llamaría Octavio si era varón, y por
supuesto papa intentaba disuadirla, tanto del nombre, como de tenerlo.

Aun siendo el mayor de una familia tan numerosa, debo reconocer que mis padres supieron dividirse
muy bien para querernos y cuidarnos a todos por igual. Pero ahora, mamá sentía que su Brunito ya
estaba a punto de abandonar el nido, y venía sufriendo por ese tema desde un año antes.

Papá se me apareció cuando estaba desayunando, y me hizo un regalo que en el momento me pareció
un poco insulso, ya que esperaba algo de tecnología, sin embargo, él, afecto a las cosas antiguas, me
regaló un reloj de bolsillo, muy añoso, una verdadera reliquia. Pienso en aquel día y me emociono, y
muchas veces, cuando estuve frente a él sin que supiera que yo fui su hijo, quise infringir algunas leyes
número uno, y decirle que este reloj que llevo en el bolsillo de mi chaleco es que el me regalo aquel día.

Luego llegaron mis hermanos menores, me llenaron de regalos y de besos, y también vinieron los tíos
Tacho y Jazmín, Rama, y por supuesto Nico y Cielo. Al mediodía seguía cayendo gente, y en ese
almuerzo estuvieron todos, pero todos... menos Cristóbal, el hijo de Nico y Luz, por supuesto, de los
que, por diferentes razones, no sabía nada hacía muchos años.

Fue un cumpleaños muy feliz, y aunque nadie lo sabía - ahora lo entiendo- fue una especie de
despedida... A veces, cuando tengo ciertos resabios de melancolía humana, pienso que me hubiera
gustado sacarle un poco más el jugo a aquel almuerzo.

Sin embargo, por la tarde, a pesar del festejo, mi padre no me permitió faltar a la universidad, así que
como todos los días debí tomar el tren para ir a mi clase de física cuántica, cuando de pronto, el tren en
el que viajaba estalló en mil pedazos.

Eso sí que es un cambio drástico, ¿no? Pues bien, esa tarde...


Del otro lado del portal, Cielo estaba teniendo algunos problemas para seguir al conejo blanco, de modo
que tengo que intervenir... Esta parte de mi trabajo es de las que más me gusta. Pasar al otro plano y
verlos... sobre todo, ver a papá y a mamá... tan jóvenes aun, tan enamorados y peleadores...

En fin, esta bitácora continuará...


Departamento de objetos
perdidos
Si bien Mar parecía no haberse interesado demasiado cuando su madre le propuso mandarle una foto
de su padre, al pasar los días y no recibirla, la llamó para sondear si la había mandado o no, y Júlia le
confirmó que, si lo había hecho, hacía ya casi dos semanas, por correo privado. Mar fingió desinterés,
sin embargo, la impaciencia la puso muy irritable. Por otra parte, tras el episodio en el que Thiago
estuvo a punto de abandonar la banda, ella se había distanciado aún mas de él, no le perdonó la
deslealtad, aunque hubiera terminado cantando con ellos, y por la misma razón, se acercó más a Simón,
ya sin sentir culpa. Fue él quien se ofreció acompañarla a reclamar la carta al correo, siempre atento a
encontrar excusas para pasar tiempo juntos, y ella, aunque fingió restarle importancia, aceptó su
sugerencia.

El nerviosismo que le generaba la idea de conocer, al menos por foto, a su padre se traducía en
irritabilidad, y por eso trato de muy mala manera a los empleados de la oficina de correos. Simón
intento apaciguarla, y esto a ella la puso más nerviosa aún. Así estaba, hecha una pila de nervios, cuando
descubrió que a unos metros alguien más, también con muy mal genio, le gritaba a un empleado.

-Flaco, ¿vos sabes quién soy yo?

- ¡Terremoto Aguirre! - exclamó Mar señalándolo.

El boxeador la miró con su habitual displicencia, y como si no la hubiera registrado, volvió su mirada
hacia el empleado.

-Terremoto Aguirre soy, quiero mi guita, pibe, estoy en la lona y necesito esa mosca. ¿Está claro,
muñeco? ¿Dónde está mi sobre?

Si bien Mar no se olvidaba del destrato que el hombre había tenido con ella, no podía evitar admirarlo, y
más aun viéndolo exigir con vehemencia lo que le correspondía, tal como solía hacerlo ella. Entonces
intervino, sumándose a su causa.

-Claro, viejo, Terremoto Aguirre es. ¿Como no lo conoces? - lo interrogo, y acodándose junto al boxeador,
apelo a su complicidad diciéndole-: En este lugar son de terror.

-Nosotros somos...- intento aclarar Simón viendo que Terremoto la miraba como si ella hablara sueco.

-El tenista y la cocorita son, ya se.

Volvió a concentrarse en su reclamo, y ella, nuevamente ofendida, en el suyo. El empleado no encontró


la carta de Mar, y ante la ofuscación de ella, le indicó, de mal modo, que, si tenía algún reclamo, se
dirigiera al departamento de objetos perdidos.
Indignadísima quiso irse, pero Simón había registrado, por los propios dichos de Terremoto, que el
boxeador estaba en mala situación económica, y se le ocurrió que era un buen motivo para insistir con
el entrenamiento de Mar.

-Capo...- dijo acercándose-. Disculpe, pero ¿escuche que esta con problemas de plata?

Tanto Mar, como Aguirre, lo miraron con muy mala cara y ella lo codeó, incómoda.

- ¿Como le preguntas eso, payasito? - lo reprendió.

-No, disculpe, pero lo pregunto porque por ahí le viene bien tomar a Mar como pupila, le podemos
pagar bien.

-Yo no le puedo pagar bien- se apuró a aclarar ella.

-Pero yo si- replicó Simón.

-Y yo ya les dije que no entreno mujeres.

-Bueno, vale igual la plata de las mujeres que la de los hombres- intervino Simón, con evidentes dotes
de negociador, y agregó muy seguro-: Piénselo.

Y tomó del brazo a Mar, como para irse, pero ambos se sorprendieron cuando lo oyeron decir.

-Pero soy muy exigente yo, eh...

- ¿La entrena? - preguntó Simón entusiasmado.

-Pasen mañana, después del mediodía.

Mar apenas pudo contener la emoción, pero comprendido que no convenía ponerse efusiva con ese
hombre que claramente tenía aversión a las demostraciones afectuosas. Combinaron verse al día
siguiente, y Mar se fue, sin la foto de su padre, pero con la aceptación de un entrenador idolatrado.

La carta de su madre, en efecto, estaba extraviada en alguna estantería del correo. Si la hubieran
encontrado y Mar hubiera podido ver la foto del joven Mauro Tallarico, devenido Terremoto Aguirre, se
hubiera llevado una enorme sorpresa.

A diferencia de Mar, Rama si tuvo ocasión de llevarse una gran sorpresa al descubrir un secreto que
ocultaba Valeria. Desde su llegada al hogar, la joven incendiaria no había profundizado demasiado los
lazos con ninguno de los chicos. Por supuesto tenía afinidad con las chicas con las que compartía el
cuarto, sobre todo con Mar y Jazmín. También se llevaba muy bien con la nueva, Caridad, y sin dudas
detestaba a Tefi. Sin embargo, ninguna había podido llegar a intimar verdaderamente con ella, como si
les pusiera una valla y no las dejara avanzad más allá de lo que estaba dispuesta a contar de sí. Menos
aún había intimado con los varones, especialmente con Rama, que no se cansaba de intentar
acercamientos, siempre con la misma suerte. La virulencia con la que Valeria lo rechazaba hacía
suponer que había algo más que simple desinterés. Él notaba que ella se comportaba como si estuviera
de paso, como si no pensara permanecer demasiado tiempo allí. Y, en efecto, esas eran las intenciones
de Valeria.

Rama notó que algunas tardes ella se ausentaba pasado el mediodía, y regresaba casi a la noche. Luego
advirtió que eso siempre ocurría los días sábados. Primero intentó preguntarle a que se debían esas
salidas, y como encontró una respuesta no solo esquiva, sino agresiva, creyó que debía investigar por su
cuenta. Tacho le desaconsejó rotundamente seguirla, ya que eso lo colocaría en una categoría distinta
de la de un enamorado.

-Eso es de chapa- concluyó Tacho.

Sin embargo, Rama se sentía responsable por ella, como si hubiera transferido la preocupación que toda
su vida sintió por Alelí en Valeria, y tenía la certeza de que ella estaba en problemas. Y ante las
reiteradas negativas a darle explicaciones, sintió justificada su decisión de seguirla.

El sábado siguiente, como la hacía cada semana, Valeria abandonó la mesa tras el almuerzo, mientras
todos permanecían en ruidosa sobremesa, y se fue del hogar. Rama la siguió hasta la estación, y se subió
al mismo tren al que subió ella, pero en otro vagón. Viajaron durante unos cuarenta minutos, hasta que
ella bajó. Rama hizo lo propio y la siguió durante unas diez cuadras, y cuando llegaron a destino,
comprendió de que se trataban esas misteriosas salidas al verla colocarse en la fila de visitas a los
presidarios de un penal. Ante ese descubrimiento, Rama considero que ya hacia ido demasiado lejos,
por eso decidido irse antes de que ella lo viera. Fue demasiado tarde: Valeria estaba mirándolo, furiosa,
desde la fila. Él solo atinó por sonreírle, como si se le hubiera ocurrido inventarle que estaba allí por una
casualidad, pero ella no le dio tiempo de nada.

- ¡Me seguiste! ¡Vos este re loco, chabón! - gritó ella enfurecida.

-Me preocupé por vos, Vale. Estabas rara, con esas salidas misteriosas, y ...- intentó justificarse él.

- ¿Quién te crees que sos para seguirme? ¿Qué te preocupas por mí? ¿Qué te importo yo?

-Por supuesto que me importas... ¡Mucho me importas!

- ¡¿Y qué me importa si te importo?! ¡¿No entendes que no me pasa nada con vos, que no me interesas
y nunca te voy a dar bola, gil?!

-Esto no tiene nada que ver con eso- dijo él, dolido por sus palabras-. Te tengo aprecio y me preocupé.
¿A quién tenes acá? - intentó conducir la discusión a una charla más tranquila.

- ¡¿Que te importa?!

- ¿Tenes algún familiar preso?

- ¡Mi novio está preso! - confeso ella por fin.

Esta revelación llegó a los oídos de Rama como una daga afilada; había pensado en numerosas
posibilidades, pero jamás en la existencia de un novio. Ahora comprendía tanta distancia y rechazo, y
tanto silencio sobre su vida personal; tenía un novio preso, y eso, sin dudas, la avergonzaba. Pero él
estaba tan enamorado de ella que pensarla amando a alguien más lo llevo a una angustia ya conocida:
una vez más volvía a enamorarse de una mujer que no podía amarlo.

Se disculpó por haberla seguido y haber invadido su privacidad, y emprendió el regreso; sin embargo,
durante el viaje en tren, no pudo deshacerse de la sensación de que Valeria estaba en peligro. Intentó
no ser prejuicioso, pero no podía omitir el detalle de que Valeria seguía visitando a un novio que estaba
preso. Apenas llegara, pondría a Nico al tanto de lo que había descubierto.

En efecto, Nico le dijo que había hecho bien en contárselo, no se tomó a la ligera ningún aspecto del
relato que acababa de oír, y le aseguró que él se encargaría de la situación. Aunque sería imposible
abordar el tema sin mencionarlo, temiendo la reacción de Valeria, Rama intentó seguirle que no le
revelara todo lo que sabía. Y, como supuso Rama, Valeria se enfureció con el cuándo descubrió que
había compartido con otro su secreto. Sin embargo, Nico logró obtener un poco más de información
incluso: Vale le contó que Gabo, su novio, era unos años más grande que ella y había caído preso por
robo.

-Pero es inocente- aclaró, sin convicción.

Nico le dejó en claro que no le prohibiría visitarlo, pero que, a partir de ese momento, debería pedir
siempre autorización para ir y, además, tendría que hacerlo acompañada, sin excepción, por Feli o por él.

-Y quiero conocerlo- agregó.

Valeria aun no sentía parte del hogar mágico. Si bien estaba agradecida con Nico por haberle evitado
terminar en el escorial y por su buen trato, solo estaba allí esperando a que Gabo pudiera salir de prisión,
para luego marcharse con él. Esta intromisión en su vida hizo que se sintiera juzgada y amenazada, y tras
un fuerte enfrentamiento con Rama, al que insultó por haberla seguido y haberla delatado, decidido irse
de inmediato del hogar.

Tacho vivía ajeno a todos los padecimientos de sus amigos. Por su filosofía de vida, no se tomaba
demasiado a pecho nada y estaba disfrutando de su nueva vida. Además, estaba cada vez más
apasionado con su nuevo hobby secreto, el catch. Desde muy chico lo fascinaba en su mundo; cada
domingo se iba corriendo hasta el pueblo cerca del cual vivía, a espiar desde la ventana el único bar el
televisor donde veían el programa de luchadores. Quedaba como en trance observando a esos
personajes épicos, que se enfrentaban en lucha libre, algunos defendiendo al bien, otros operando para
el mal. Estaba el hombre mosco, quien con un zumbido ensordecedor aturdía a sus oponentes; o
Ferroso, el hombre de hierro, quien por una extraña enfermedad hormonal tenía hierro liquido en lugar
de sangre, y algunas veces, tras recibir un golpe, hasta le brotaban gotas metálicas de la herida. Su
preferido, era el maestro Zen, un luchador corpulento, de rasgos orientales, que apenas se desplazaba
por el cuadrilátero, y prácticamente derrotaba a sus contrincantes con el poder de su mente. Atesoraba
esos recuerdos con profunda nostalgia, y cuando vio un aviso en una revista sobre un club de catch, se
acercó con curiosidad, tratando de reencontrarse con su pasión infantil.
No le resultó tan sencillo meterse en ese mundo. Al principio encontró cierta resistencia por su parte de
los luchadores profesionales, pero si Tacho tenía una virtud, esa era su tenacidad. Tras numerosas
insistencias, por fin logró que le permitieran participar de una lucha para lo que ya tenía su traje
preparado. Lo había confeccionado el mismo, en secreto. Cortando y cosiendo los retazos de tela que
encontró en la casa, le hizo unos apliques rojos a un jean, y sacrificando un almohadón de cuero del
mismo color, confeccionó la máscara, e incluso la bordó el mismo. Completó el atuendo con una
musculosa roja, y así se presentó el combate. Antes de salir al ring, el organizador le dijo que deberían
bautizarlo, y él, en honor a su banda musical, su otro gran amor, le anunció por primera vez el
presentador del espectáculo con que nombre lucharía:

- ¡El ángel rojo!

Aquella primera lucha fue un estrepitoso fracaso. No dominando aun la técnica del catch, no sabía caer
ni evitar los golpes, sin embargo, al terminar, agotado y dolorido, se sentía feliz. A eso se debían los
moretones que a veces los chicos le veían, pero el prefería mantener en reserva su actividad: era algo
suyo, y solo suyo. Solo lo sabía Luca, que quien sabe por qué razón una vez había terminado allí y lo
había descubierto. Y encima le insistía con que debería dejar de luchar, pero él no tenía ninguna
intención de hacerlo.

Feliz con su afición secreto y con el regreso de su banda, solo le faltaba algo para que su felicidad fuera
completa: Jazmín. Ya hacia demasiado que estaban separados, y si bien no había perdido el tiempo,
había conocido a otras chicas y se había divertido mucho, seguía amándola. Como últimamente pasaban
más tiempo juntos por los ensayos de la banda, sentía que la antigua chispa estaba reviviendo. Le
pareció incluso que en el concurso intercolegial habían tenido una conexión muy diferente, y se dio
cuenta de cuanto la extrañaba. Y una tarde, cuando ella se le acercó y le habló con mucha ternura, y
hasta lo abrazó, notó que a ella le estaba pasando lo mismo.

La vio alejarse y subir al puentecito de piedra que había junto a la mansión, sobre una arcada que
asomaba de una de las columnas del hogar. Si bien tenía una función exclusivamente decorativa, les
gustaba subir allí porque tenía una linda vista de la plazoleta en la que se ubicaba la mansión. Consideró
que era una buena oportunidad para acercarse. Él no se detenía demasiado a pensar, más bien se
dejaba llevar por sus impulsos, directamente actuaba. Entonces subió por la estrecha escalera hasta el
puentecito, pero al llegar casi a la cima, descubrió que Jazmín no estaba sola, sino con Matt, quien de
hecho parecía como escondido. Jazmín no podía ver a Tacho desde donde estaba, pero el sí, y lo que vio
fue un golpe demasiado duro para su frágil corazón. Jazmín estaba besándose en secreto con Matt. Y no
fue solo el beso lo que lo entristeció, sino la conversación que alcanzo a oír.

- ¿Que fue eso de recién con Tacho? ¿Me queres dar celos con él? - dijo Matt.

-Nada que ver- dijo ella, sintiéndose en evidencia.

-Supongo que nada que ver. Vos no tenes nada que ver con ese pibe- reiteró Matt-. O sea, si me vas a
dar celos, hacelo con un hombre, no con un nene.
El espíritu del luchador se encendió en Tacho, sin embargo, pudo controlarse porque escuchó a
Jazmín,al menos, algo lo defendía.

-No hables mal de Tacho.

- ¿Por qué no? ¿Qué onda? ¿Qué pasa con Tacho?

-Tacho es un divino- explicó ella-. Es piola, divertido... Pero ya me di cuenta de que no es para mí. Él es...
¿cómo decirte?

- ¿Pendejo? - propuso Matt.

-Si, tal vez es eso. Es chico. Bastante infantil...

Y ahí se detuvo porque lo vio, con sus ojos inundados. Tacho no le dijo nada, descendió del puente y se
fue hacia la mansión.

Una hora más tarde Jazmín fue a hablar con él, arrepentida. Él ni la miro, y fingió concentrarse en el libro
que estaba leyendo, pero ella insistía en hablar, se sentía muy culpable, porque era cierto que había
usado a Tacho para darle celos a Matt, quien a su vez le daba celos con otras chicas. Dar celos no tenía
nada de malo, pero usar a Tacho para eso sí, y Jazmín era consciente de ello. Tras varios intentos por
lograr su atención, Jazmín desistió.

-Ok, no me vas a hablar. ¿Pero me podes escuchar? Yo no quise lastimarte- se justificó-. Sos la última
persona en el mundo a la que lastimaría, pero se dio así. Lamento mucho que hayas visto eso... Pero
bueno, es verdad, estoy saliendo con Matt, y siento que es lo que tengo que hacer: probar. Pero a vos te
adoro, y odiaría que nos peleemos, sos mi amigo y...

Y ante eso, Tacho no pudo más y la cortó con un gesto. Jazmín quedó demudada, porque vio el enojo y
el dolor en los ojos de Tacho.

-Ahora escuchame vos a mi- le ordeno con tono categórico-. Yo también conocí minitas, yo también
"probé". Pero ¿vos te acordas de algún momento de que yo te haya hecho sufrir? ¿Lloraste por mí?

Jazmín negó con su cabeza.

-Eso es porque yo te cuidé. Lo primero que sentí cuando los vi y los escuché fue un gran dolor, sentí que
te perdía para siempre. Pero ¿sabes que, bonita? Aunque me veas como un "pendejo", tengo más calle
que vos y que ese Matt juntos. Yo no perdí nada. Vos perdiste. Hay cosas que se pierden y las encontrás,
pero hay cosas que las perdiste es para siempre. Yo perdí muchas cosas en mi vida... - dijo, y sonrió-.
Una oficina de objetos perdidos llena tengo... Pero vos estas empezando a perder. Ahora me perdiste a
mí. Después vas a perder la ilusión, cuando ese chabón, que no es "pendejo", se aburra de la "pendeja"
y te deje en banda. Recién ahí te vas a dar cuenta de cuanto perdiste, y de lo que nunca vas a recuperar.
Caretas
Obligada a fingir todo el día que era la santurrrrona de su prima, a veces Justina se encerraba en el
escritorio, su centro de operaciones en los días en los que reinaba su Señor Bartolomé, se calzaba su
antiguo turbante negro y daba rienda suelta a la oscuridad, largando unos cuantos improperios y
liberando las erres que mantenía a raya en todo momento.

"Mirate, Justina Garrrrrrcia, mirate para no trastorrrrrnarrrte: ¡esta sos vos! ¡Esta! ¡No la santurrrrrona
de tu prima!", afirmaba mirándose en el espejo. "¿Perrrrdon? ¡Marrrch!", ensayaba sus latiguillos
preferidos. "¡Soy yo, Justina Garrrcia! Y vine por carrros carrrgados de muerrrrtos, carruseles de
gurrumines despanzurrados, ¡repugnantes!"

Estaba en el apogeo de su catarsis, cuando divisó una caja que un tiempo atrás Nico había recibido a
nombre de Cielo. Con mucha curiosidad, se dispuso a hurgarla y como tenía la orden de reportar
cualquier hecho extraño, tomó el teléfono y comunico a Franka el hallazgo.

- ¿Una caja a nombre de Cielo? - preguntó extrañada-. ¿Y que tiene?

-Chucherías, baratijas. Y una nota.

-¿Que chucherías?- la cortó Franka, con impaciencia.

-Ya te particularizo- dijo Justina, mascullando la impertinencia que le daba no poder mandar al demonio
a esa mocosa insolente.

Fue describiéndole el contenido de la caja a medida que lo examinaba.

-Una brújula rrrota. Una espada de madera, una pluma con un tintero, vacío. Una especie de dije de
madera. Un espejo de mano. Un perrrfumero con un líquido dentro, color ámbar. Un ovillo de lana con
su parrr de agujas, un porrrtarretrato, un dado de madera, un disco de vinilo, un canario de plástico, una
vela, un diapasón, un bumerán grande, una caja de té de madera, con distintas hierbas y saquitos.

-¿Y la nota que dice?- preguntó Franka extrañada.

-Te la leo: "Sigue al conejo blanco. Equipamiento para cumplir la misión". ¿Qué misión? - se preguntó.

Muy intrigada por el contenido de esa caja, Franka le ordenó llevársela de inmediato a su centro de
operaciones para examinarla. Justina se quitó el turbante, destrabó la puerta del escritorio, se asomó y
miró con sus ojos de lechuza bien abiertos hacia la sala, y viendo que no había nadie cerca, tomó la caja
de cartón y salió a toda velocidad hacia el loft. Pero como el hogar mágico y todos los que allí Vivian
estaban influenciados por una extraña secuencia de casualidades, una vez más el azar operó para que
esa caja terminara en otras manos.
Justina, siempre relojeando para todos lados, salió de la mansión, y cruzó rauda hacia el loft,
esquivando la fuente, pero al atravesar el bar, se encontró con Rama, que le pidió ayuda por un pedido
de bebidas que acaba de llegar. La buena de Felicitas no se hubiera negado bajo ninguna circunstancia,
por eso, mordiéndose por dentro, tuvo que ayudarlo. Dejó depositada la caja en el piso, junto a una
mesa, a pocos centímetros de la salida del colegio. Mientras ayudaba a Rama, no vio que de allí mismo
salían unos changarines que estaban acarreando cajas similares a la que ella traficaba, y uno de los
operarios terminó cargando en el flete, junto al resto, la que había robado Tina. Cuando terminó de
ayudar a Rama, vio con horror como la caja se iba en el flete. Intentó correrlo, pero tampoco podía
llamar demasiado la atención, así que solo le quedó ver como se alejaba el vehículo con la misteriosa
caja.

Pero el remate de toda la escena ocurrió a unas treinta cuadras de allí, cuando la camioneta, que
avanzaba a cierta velocidad, tuvo que frenar bruscamente en una esquina y, al hacerlo, la caja robada
por Tina se movió y terminó cayendo en el medio de una calle transitada. Los fleteros no lo notaron,
pero alguien que justo pasaba por allí la vio, sin poder hacer nada. Quien había presenciado eso era
Cielo.

Como pensó que tal vez volvieran a reclamar la caja, junto los objetos desparramados y se quedó
esperando unos minutos. Al ver que pasaba el tiempo y no regresaban, se llevó la caja, que con el golpe
se había abierto, a la casa de Salvador. Una vez allí buscó entre los objetos, con la intención de
encontrar algún remitente para devolverla, pero lo que halló fue la nota. "Sigue al conejo blanco.
Equipamiento para cumplir la misión". Quedó demudada porque esa frase la perseguía, y algo estaba
queriendo decirle, entonces comenzó a revisar cada cosa con la esperanza de encontrar algo familiar,
alguna señal que la llevara de regreso a casa. Pero los objetos no le decían nada: todos parecían viejos y
usados. Aunque lo que más le llamo la atención fue la brújula, que tenía una cadena para usarla como
colgante. La aguja estaba evidentemente desimantada: no señalaba al norte, sino que giraba
erráticamente. Pero, de pronto, comenzó a tomar velocidad hasta clavarse, como una flecha, indicando
la puerta de entrada del departamento. Y en ese momento sonó el timbre.

Cielo se impresionó mucho y observó por la mirilla para ver de quien se trataba. Quedó perpleja cuando
descubrió que era el rubio que había visto en el teatro el día que actuó como conejita.

- ¿Quién es?

-Soy Nicolás, un amigo de Salvador- respondió Nico-. ¿Sos Linda, ¿no?

Salvador ya le había hablado de esa mujer que le había cambiado la vida, y Nico decidió pasar a visitarlos,
ya que había tenido que realizar un trámite cerca de su casa, y de paso, quiso invitarlos a una fiesta que
Darian en la mansión.

- ¿Esta Salvador?

-No- dijo Cielo nerviosa-. Pero espera que busco las llaves y te abro.

La voz de Linda, aun embotada detrás de la puerta, le resultó extremadamente familiar, pero ni se le
ocurrió pensar que podría encontrar allí a Cielo. Mientras ella buscaba las llaves, él recibió un llamado
de Rama, que estaba desesperado; se le oía gritar y forcejear, en medio de estruendos.
- ¡Se quiere ir, Nico! ¡Se va, tenes que venir! - gritó Rama.

Le llevó un rato entender que estaba ocurriendo: Rama, que había sorprendido a Valeria en plena fuga
del hogar, solo atinó a encerrarla con llave en el escritorio. Los estruendos y gritos que oía Nico eran de
ella, quien, cual leona enjaulada, golpeaba la puerta y rugía para que le abrieran. Entendiendo que esa
situación no terminaría bien, desistió de la visita y salió corriendo hacia la mansión, disculpándose ante
Cielo, que acababa de encontrar las llaves. Luego la llamaría. De cualquier manera, y aun con esa
sensación extraña en su pecho, ella abrió la puerta y alcanzó a verlo cuando desaparecía al final del
pasillo. Miro la brújula, pero la aguja se movía otra voz vacilante, sin dirección.
Nico logró controlar la situación y contener a Valeria, que estaba furiosa por el rapto desesperado que
había cometido Rama. Ella dio sus razones para querer fugarse: se sentía perseguida y juzgada, y ya no
quería quedarse. Pero Nico fue muy claro cuando le dijo que ahora era su tutor legal, y que no podía irse
cuando quisiera, al menos no de esa manera.

-Si tenes un problema con Rama o con alguno de los chicos, lo hablamos, lo resolvemos, pero la
situación no es irte. Y si de verdad no queres estar más acá, el procedimiento es trasladarte a otra
institución.
Logro apaciguarla, pero no que aceptara hablar con Rama ni estar cerca; lo ignoraba por completo, y el
comprendió que nunca había estado más lejos de poder conquistarla. Nico le habló de la fiesta que
darían ese fin de semana. Lo hacía hablado con Malvina y con Thiago; los tres consideraban que era
necesario hacer un festejo para volver a juntarse todos, para recuperar algo de la alegría que habían
perdido el día en que se fue Cielo. Nico supuso que la fiesta ayudaría a integrar tanto a Valeria como a
Luca, que parecían andar siempre separados del resto. Para hacerla más divertida, decidieron que fuera
de disfraces.

Luego de la visita frustrada, Salvador llamó a Nico por teléfono y éste aprovechó para invitarlos a la
fiesta. A Salvador le divirtió mucho la idea, pero se excusó diciendo que no tenían disfraces.

-No importa, pónganse un par de caretas y listo- propuso Nico.

Sin dudas, había en el hogar mágico una gran necesidad de diversión, porque la fiesta de disfraces
resultó muy concurrida y animada, un derroche de creatividad. Los disfraces fueron osados, ocurrentes y
divertidos. Nacho fue disfrazado de Darth Vader, y no paró en toda la noche de reírse de Caridad, que se
había vestido como un espantapájaros; sin embargo, sin entender porque, no podía dejar de estar
pendiente de ella. Jaz se disfrazó de estatua viviente, y estaba ansiosa esperando la llegada de Matt, a
quien invitó en secreto, aprovechando el anonimato de disfraces. Matt le dijo que iría disfrazado de
super héroe, sin saber que Tacho había decidido disfrazarse de Batman, lo cual provoco una lamentable
confusión. Con el propósito de ser divertida, Tefi se disfrazó de la bolsa de su marca de ropa preferida.
Sabiendo que la palabra no era su fuerte, Simón se disfrazó de mimo: al menos podría decirle a Mar a
través de gestos lo que sentía. Rama estaba convencido de que a Valeria le gustaban los chicos reos y no
los sensibles o románticos como él, entonces se disfrazó de Guasón, intentando causarle alguna
impresión, pero ella siguió ignorándolo, aún más que de costumbre. Thiago se disfrazó de payaso, una
clara provocación a Mar, que llamaba de esa manera a Simón; Nico, de Frankestein; Malvina, de mujer
maravilla, y Tina, de Cruella De Vilb, aprovechando para jugar a ser despiadada y despuntar un poco el
vicio.
Nadie entendió que representaba el disfraz de Lleca. Luz, siempre apartada, no quiso disfrazarse. Alelí lo
hizo de mujer antorcha; Cristóbal, de hombre elástico, y Monito de super pancho, un superhéroe
inventado por él. Mar comprendió que se había equivocado en su elección cuando vio a Melody, quien
solo para provocarla, fue de boxeadora, con unos shorts muy cortitos que dejaban ver sus larguísimas
piernas. Mar miró su disfraz de empanada y maldijo su idea y su eterna costumbre de esconderse del
mundo.
Franka no dejaba de monitorear ni un segundo los movimientos de Cielo, y por supuesto ya sabía que
estaba viviendo con un tal Salvador. Lo que no sabía es que él era amigo de Nicolás, y cuando interceptó
la llamada en la que Nico lo invitaba a la fiesta, se alarmó. Que Cielo estuviera viviendo con un amigo de
Bauer era asombroso. No debía permitir que Nico se encontrara con ella; por alguna razón Juan Cruz lo
había prohibido expresamente. Sin embargo, cuando Franka le comunicó la novedad y le dijo que era
muy probable que ambos asistieran a la fiesta, su jefe le dio la orden de dejarla ir, siempre evitando que
la reconociera. Quería que ella ingresara a la casa, precisamente al altillo del reloj, y que no fuera vista
por nadie.

Aunque los riesgos eran enormes, el hecho de que fuera a una fiesta de disfraces facilitaba un poco la
difícil misión. De todos modos, se montó un gran operativo aquella noche. Como primera medida,
investigaron de que se disfrazarían Salvador y Cielo, entonces alquilaron un traje de odalisca, idéntico al
elegido por ella. Luego buscaron a una chica de características similares- mismo color de pelo, altura, y
color de ojos- y la disfrazaron de esa manera. La noche de la fiesta de la mansión estuvo rodeada de
hombres de Franka, que se comunicaban entre si todos los movimientos, y los reportaban a Franka, que
monitoreaba la operación desde su centro de control. Luca y Tina, en el interior de la fiesta, también
tenían instrucciones muy precisas.

En el momento en que Salvador y Cielo llegaron, Luca fue advertido y se acercó a Nico con la intención
de alejarlo de la entrada, para evitar que viera a Cielo de cerca. Los chicos, que bailaban muy
entretenidos, pendientes de sus historias amorosas, ni repararon en la entrada de la bella odalisca, que
tenía casi todo su rostro cubierto por un velo y solamente dejaba ver sus inconfundibles ojos. Mientras
Luca entretenía a Nico, Justina se acercó a recibir a Salvador y a Cielo, a la que el presentó por supuesto
como Linda; y el ama de llaves sintió un escalofrió que le recurrió toda la espalda al verla.

En un momento en que Cielo quiso ir al baño, Justina aprovechó la situación para apartarla de la fiesta.
Mientras subían las escaleras, ocurrió algo impensado: apenas Alelí vio sus ojos, como aquella vez en el
concurso de bandas, la reconoció. Corrió a buscar a Nico, que ya estaba saludándose con Salvador, y lo
tironeó hasta que lograr que le prestara atención.

- ¡Vi a Cielo! ¡Cielo esta acá!

- ¿Como? - dijo Nico, extrañado.

-Si, la vi. Esta disfrazada de odalisca... ¡Subió con Felicitas por las escaleras!

-No- se apresuró a aclarar Salvador-. Ella es Linda, la chica que está conmigo.

- ¡Te digo que es Cielo! - insistió Alelí.


Salvador no discutió, pues en realidad Linda no era Linda. Nico le había hablado por supuesto de Cielo,
su mujer, la que había desaparecido el día de su boda, y aunque sería una casualidad increíble, no podía
descartarse que su Linda fuera Cielo. Nico, que ya había tenido que contener a Alelí en un par de
ocasiones similares, decidió quitarle esa obsesión y subieron a buscarla.

-Disculpame, Salva. Pero la extraña tanto que cree verla por todos lados.

Salvador iba a subir con ellos, pero una vez más apareció Luca, que lo retuvo con un pretexto. Nicolás y
Alelí registraron toda la casa, y finalmente la encontraron en la sala de ensayos: estaba de espaldas a la
puerta. Nico se estremeció al verla: el parecido con Cielo era asombroso. Cuando ella giró, el sintió un
nuevo escozor.

- ¿Vos sos Nico? - pregunto ella.

- ¿Vos sos Linda?

-Si- dijo ella sonriente.

Al oirla hablar, comprendió que no era Cielo, sin embargo, Alelí insistió en verle la cara. Entonces Nico le
pidió, respetuoso, si podía descorrerse el velo: en efecto, Linda era bastante parecida, pero no era Cielo.
Por supuesto, a quien estaban viendo ambos era a su doble.

Mientras tanto, Justina retenía con excusas a Cielo en el altillo de la planta alta. Pero nada podía hacer
para evitar que escuchara a los Teens, que cantaban en la fiesta uno de sus temas. Entonces Cielo
comenzó a sentir algo inexplicable: una angustia que la embargó y la sensación inequívoca de estar en
casa. Justina vio azorada como, casi en trance, la muchacha se fue acercando al reloj, hasta tocarlo, y en
ese momento todos los mecanismos comenzaron a vibrar. Eso mismo era lo que Juan Cruz quería que
Franka observaba: la actividad electromagnética provocada por el reloj. Sin embargo, no fue solo eso lo
que observaron. También se producían alteraciones cuando los chicos cantaban.

Justina se asustó ante la vibración del reloj y apartó a Cielo. Y todo se detuvo. Como la vio pálida y algo
descompuesta, buscó a Salvador, quien decidió que se retiraran de inmediato. Por su parte, Franka dio
la orden de que sacaran a la doble; ya no hacía falta que permaneciera en la casa. La misión podía darse
por cumplida: Nico estaba convencido de que había conocido a Linda y, además, habían logrado que
Cielo se acercara al portal.

Nadie vio salir a Cielo junto a Salvador porque en ese momento una situación de tensión que había
persistido toda la noche finalmente estalló. Como Jazmín esperaba a Matt disfrazado de superhéroe,
creyó que era él cuándo vio a Batman y se acercó, lo tomó de la mano y lo apartó. Tacho estaba
desconcertado por su accionar, y más aún cuando ella lo besó, acción que él no impidió. Pero al
comprobar que no se trataba de su nuevo novio, quedó expuesta la confusión, y Tacho se enfureció al
darse cuenta de que ella lo estaba esperando. Cuando vio entrar al hombre araña, supo que era Matt, y
estuvo toda la fiesta buscando una excusa para descargar su ira. Así fue como, tras un pequeño choque
que tuvieron, encontró el argumento perfecto y, sin medir advertencia. Batman se tiró sobre el hombre
araña, rodaron por el suelo y provocaron un gran revuelo. El combate de los superhéroes permitió que
Luca y Tina lograran asegurar la salida de Cielo sin que fuera vista.
Rama había advertido que Valeria no había querido disfrazarse y que había estado toda la noche
pendiente de su teléfono. En el momento en que subieron a cantar, él lo hizo con la esperanza de que
ella estuviera mirándolo: tenía la ilusión de que al verlo en el escenario lo observara con otros ojos. Sin
embargo, mientras cantaba, volvió a mirar hacia el lugar donde ella había estado, pero ya no se
encontraba allí.

Todo tenía una explicación: aquella noche Gabo intentaría la fuga, con la connivencia de un guarda
cárcel. Cuando ella finalmente recibió el llamado que le anunciaba que él ya era libre, corrió a esperarlo
en la puerta de la mansión. Él llego, se abrazaron y se besaron furtivos, y ella lo escondió allí mismo, en
el sótano, hasta decidir que harían.
De una u otra manera
Franka tenía la orden de terminar de aplicar los implantes en los chicos; llevarlos a su loft, con la excusa
de una descompostura, era lo más sencillo. Para ganar tiempo, mandó a captar a Mar y a Monito en
simultaneo, por lo que Tina recurrió, una vez más, el señuelo de la torta narcotizada. A Monito, que
comía sin parar todo el día, la torta apenas le dio unos retorcijones, pero eso bastó para que la doctora
lo revisara de inmediato, después del primer quejido. En cambio, a Mar casi le hizo perder la conciencia,
y Luca fue el encargado de trasladarla. Con celeridad les aplicaron los implantes a ambos, y los
restituyeron al hogar.

Ya habían aplicado el procedimiento a casi todos los señalados por Juan Cruz, excepto a Thiago, para
quien su jefe parecía tener planes especiales, por supuesto, a espaldas de Franka. Sin embargo, Juan
Cruz le dio la orden de pasar a la fase dos.

-Es hora de hacerle saber a Bauer de nuestra existencia. - indicó con la voz grave y metálica del
modificador de tonos-. Ya tengo todo listo. Será mañana, en el momento preciso en que se los indique.
¡Que sea un gran show!

Al día siguiente, Nico acompañó a los chiquitos al colegio, como solía hacer. El otoño ya era un hecho:
los árboles pelados y el frío húmedo matinal le recordaban a Cielo e, inexorablemente, su ausencia.

Estaba extraviado en sus pensamientos, cuando dos camionetas negras con vidrios polarizados frenaron
frente a él, cortándole el paso. Apenas pudo reaccionar cuando vio bajar a casi media docena de
matones vestidos de negro y con sus rostros cubiertos, quienes rápidamente lo redujeron, le pusieron
una capucha y lo subieron a uno de los vehículos. Juan Cruz había ordenado que fuera un gran show, y
eso hizo Franka. Con una ostentosa demostración de poderío, le dejaron en claro que se estaba
enfrentando a un enemigo difícil de vencer. Lo pasearon durante unos cuantos minutos, y finalmente lo
depositaron en una silla desvencijada, en el centro de un galpón abandonado. Allí le sacaron la capucha.
Nico gritaba desesperado tratando de lograr alguna explicación de los matones, que se mantenían en el
más profundo mutismo. De pronto, oyó una voz profunda, distorsionada, que provenía de una pequeña
habitación en el entrepiso.

-Bienvenido, doctor Bauer- le dijo Franka, oculta tras un vidrio polarizado, utilizando un distorsionador
de voz, similar al que usaba su jefe.

- ¿Quién sos? ¿Qué quieren? - preguntó Nico, desconcertado y con temor.

-Queremos algo que usted tiene, por supuesto- respondió ella.

- ¿Que?

-Sus conocimientos sobre el portal. Queremos que trabaje para nosotros.


Nico se quedó estupefacto. Había detectado algunas cosas extrañas; entre ellas, el científico que se
había infiltrado y que había intentado secuestrar a Monito, y a quien habían matado en sus narices.
Nunca le había cerrado la desaparición de Lleca en la selva, ni las marquitas que le había encontrado.
Ahora comenzaba a comprender... Alguien estaba detrás del portal y sus misterios, pero muerto
Ibarlucia, el rival de toda su vida, no se explicaba de quien podría tratarse.

-El precio puede ser muy alto- insistió la voz.

-Ni por todo el oro del mundo voy a trabajar para ustedes- desafío Nico a esa voz misteriosa.

-No me entiende. El precio que puede llegar a pagar usted puede ser muy alto. Estoy intentando
persuadirlo por las buenas... Sepa que de una u otra manera va a hacerlo. Pero mejor obsérvelo con sus
propios ojos.

Mas allá se encendió un televisor en el que Nico no había reparado hasta ese momento y, con estupor,
vio las imágenes que comenzaron a proyectarse: eran grabaciones caseras de los procedimientos
aplicados a los chicos. Alguien había filmado el momento en que unos encapuchados se metían en la
carpa en la que había estado Nico con Lleca en la selva. Vio como sacaron de allí al niño desmayado y lo
condujeron a una ambulancia, y como le hacían algo en la nuca que le dejaba las marcas que el ya había
visto. Pudo enterarse además de cómo le habían hecho lo mismo a Rama: lo captaron en la playa del
campamento de verano, lo durmieron y le aplicaron el procedimiento dentro del falso camión de los
helados. También aparecían en la filmación, víctimas de lo mismo, Tacho, Jazmín, Alelí, Monito y Mar.

Por supuesto, en ninguna de las imágenes se veía a quienes estaban realizando los procedimientos. Nico
estaba horrorizado, y furioso.

- ¿Que les hicieron? - gritó.

-Tranquilo, Bauer- respondió la voz masculina-. No corren peligro. Pero si usted no acepta nuestra
propuesta... ¿Va a colaborar con nosotros?

Nico no contestó, seguía con la mirada vidriosa y la ira contenida.

-Supongo que su silencio es un si- concluyo Franka-. Usted tiene espíritu paternal, no pondría en riesgo
la vida de esos chicos, ¿verdad? Sepa que todos tienen un implante imposible de retirar, y que a través
de él podemos manipularlos, y provocarles desde pequeños malestares, hasta muy serias
complicaciones.

- ¿Que quieren que haga? - accedió él, abatido.

-En principio, que comparta con nosotros toda la información que tenga sobre el portal. Y para eso,
mañana a primera hora va a recibir a un científico de nuestra organización. Le permitirá ingresar al
hogar y lo presentará a los chicos como si se tratara de un profesor. Trabajará junto con él y le dará toda
la información que le solicite. ¿Está claro?

Sintiendo que no tenía ninguna escapatoria y que negarse o resistirse implicaría poner en riesgo a los
chicos. Nico asintió.
-Entonces, si me permite, le doy la bienvenida a la organización.

Cielo había quedado muy impactada tras lo ocurrido en la mansión la noche de la fiesta de disfraces.
Todo le resultaba enigmático: lo que sintió en ese lugar, lo que pasó con ese extraño reloj, y la
descompostura abrupta que sufrió. Además, Salvador le mencionó el encuentro que supuestamente ella
había tenido con Nico, y su preocupación creció al no recordarlo. Aunque no se atrevió a compartirlo
con él, estaba cada vez más convencida de que había algo extraordinario en su pasado, en especial en
relación con su amnesia. Le resultaba llamativa esa caja con esa nota que rezaba "Sigue al conejo
blanco", y todos esos objetos, en apariencia inútiles. Lo que más la intrigaba era esa brújula que no
señalaba el norte, sino cada vez en una dirección distinta. Entonces se dejó guiar por una idea tal vez
descabellada: avanzar siguiendo la aguja.

Tomó un taxi, y le fue dando indicaciones al conductor. Luego de media hora de ir sin sentido de aquí
para allá, el taxista se impaciento, sobre todo al ver que Cielo lo estaba conduciendo por una zona
despoblada, que se veía algo peligrosa.

- ¿Qué es esto, piba?

-Ya estamos cerca.

- ¿Cerca de donde? - preguntó con tono de queja el hombre.

-Cuando lleguemos le voy a decir.

-No, basta, te bajas acá.

Cielo insistió. Le dio dinero para que se quedara tranquilo de que le pagaría el servicio, pero el taxista se
negó, y la obligó a descender allí mismo. Pero ella estaba convencida de que la brújula la estaba
conduciendo hacia algún lugar importante, y sin medir el peligro- no sentía ningún miedo-, siguió
avanzando siempre en la dirección que marcaba la aguja. Luego de unos cuantos minutos de caminata,
pareció clavarse en una única dirección. Cielo levantó la vista, y divisó un galpón abandonado.

Era el lugar en el que Franka, oculta, estaba ultimando las negociaciones forzadas con Bauer. De
inmediato sus hombres le informaron que Cielo se dirigía hacia allí, Franka se sorprendió enormemente:
no podía entender que hacía Cielo allí, de modo que ordenó su retirada de inmediato.

Los matones volvieron a encapuchar a Nico y lo subieron a una camioneta. Franka subió a la otra, y se
marcharon de inmediato. Cielo se sorprendió al ver salir a ambos móviles del galpón; se apartó cuando
se le vinieron encima y los vio alejarse sin poder distinguir nada debido al polarizado de los vidrios. Cada
vez más convencida de que su intuición la había llevado a algún lugar importante, entro al galpón. Allí
vio la silla en la que minutos antes había estaba sentado Nico, y un brillo dorado le llamó la atención. En
el forcejeo, el medallón con símbolos prunios que Nico siempre llevaba colgado de su cinturón se había
desprendido. Lo recogió y se detuvo a observar esos símbolos. Y del modo en que, sin saber cómo, sabía
todo, también supo que eso era prunio antiguo y que significaba "Sigue al conejo blanco".
Nico fue liberado minutos después en el mismo lugar donde fue secuestrado, y con la misma diligencia,
los matones abandonaron el lugar. Permaneció allí unos minutos, procesando lo que había ocurrido, y
finalmente salió corriendo: necesitaba pedir ayuda. Y solo se le ocurrió una persona.

-Franka. Te necesito.

Lo recibió en el loft. Nico le dijo que lo que tenía para contarle era extraño y peligroso, pero ella le
aseguro que no tenía miedo y que quería ayudarlo. Sin entrar en los detalles de aquello que perseguía la
organización que lo había secuestrado, le contó todo lo que sabía hasta el momento. Franka le propuso
hacerles chequeos a los chicos para quedarse tranquilo, pero él le respondió que no quería alarmarlos.
Pero ella lo convenció aduciendo que podían decirles que se trataba de una rutina usual.

Y eso hicieron: llevaron a todos los chicos a la clínica sugerida por Franka, donde les hicieron análisis de
sangre, radiografías y tomografías computadas. Cuando tuvieron los resultados, la evidencia fue
contundente.

-Es cierto- dijo ella fingiendo estar horrorizada-. Acá están, ¿los ves? - concluyó, y le mostró como
se veían los microchips implantados en las radiografías.

Nico se dejó caer en la silla: ahora reconocía que la amenaza era real. Ella le dijo que no tenía manera de
saber qué era eso, pero que consideraba que intentar removerlos sería muy riesgoso, y le sugirió
cooperar con esa gente, quisieran lo que quisieran.

Nico regresó a su casa, atribulado. A su estado de desesperación e impotencia, se agregó otro


ingrediente: los más chiquitos jugaban con un hombre de baja estatura, de ojos achinados, con sonrisa
pícara y aspecto bonachón, que tenía a todos los chicos colgados sobre sus brazos. Justina y Malvina
estaban con ellos, riendo a carcajadas.

- ¿Qué es esto? ¿Quién es este hombre?

- ¡El tío Charly! - respondieron todos a coro.

Charly era el científico enviado por la corporación CC, un hombre simpático, de unos cuarenta años, que
rápidamente se había ganado la simpatía de Malvina y los chiquitos, y se había presentado como el
nuevo profesor de cine, contratado por Nico.

- ¿Como quién soy, Nico? Charly, el profesor de cine- le dijo con intención.

Nico comprendió al instante a que se refería, y le siguió la corriente. Se encerraron en el escritorio, y


Charly, sin perder la simpatía, le anunció que pasarían mucho tiempo juntos.

- ¿Que queres? - le preguntó Nico conteniendo la ira.

-Para empezar, que me entregues un librito muy lindo, dorado, con siete candados. ¿Puede ser? –
le respondió sin perder la sonrisa.
Ajenos a todo, los chicos seguían con su vida normal. Ese día Justina, en uno de sus recreos de sus
obligaciones mafiosas, dio una clase de baile, para la que eligió un tema de Blondie: One way or another.
Como creía que las chicas necesitaban un poco de esa fuerza para poder plantarse y seducir en el
escenario, las instó a sacar toda su sensualidad. Con pasión arrastró a los varones, que charlaban
tranquilos en los pasillos, a la sala de ensayos, y los ubicó uno por uno frente a las chicas, a quienes les
indicó que cantaran y bailaran provocándolos. Jazmín, por supuesto, no perdió la oportunidad de
histeriquear a Tacho, que, si bien había decidido bajarle el telón, aun no podía- ni podría jamás-
resistirse a la seducción tan particular de ella. Sin embargo, el despliegue sensual de las chicas era un
fracaso, y Justina detuvo la música para frenarlas en seco.

- ¿Qué es esto? ¿Esto es bailar para ustedes? ¿Esto es seducir? ¡Vamos, mis queridassss! Esto es
Blondie...Darky.... powerrrr...! ¡Escuchen la letra!

Y repitió el mismo tema, que comenzó a sonar, mientras ella les gritaba los versos, en español. De una

manera o de otra...

¡Te voy a encontrar!

¡Te voy a conseguir!

De una manera o de otra...

¡Te voy a ganar!

Y a medida que la música avanzaba, las chicas se iban animando. Mar, sin saber cómo, comenzó a sentir
que sus ojos hablaban, y mirando fijamente a Thiago, y luego a Simón, les decía con la mirada que ella
no sería para cobardes, que se animaran a conquistarla o se olvidaran de ella. Melody y Tefi hacían sus
mejores esfuerzos por captar las miradas de los chicos, pero sin dudas era Jazmín la que se manejaba
con mayor comodidad a la hora de seducir.

Algún día... tal vez la semana que viene

Voy a conocerte, a encontrarte.

Jazmín movía sus caderas con sus ojos fijos en Tacho, que solo sonreía, y ella sabía que, aunque
el intentara mostrarse distante y bajarle el telón, le resultaría imposible: sus ojos y sus curvas
eran irresistibles para él, y ella lo sabía.

De una manera o de otra...

Te voy a engañar.

Con gran agitación, pero muy satisfecha, Justina dio por terminada la clase, y todos se dispersaron, con
cierta perturbación. Tacho, convencido de que, al bailar, Jazmín había propiciado un reencuentro,
volvió a acercarse a ella, y se odio profundamente al comprobar que solo se trataba de otro jueguito
de ella.
-Estoy de novia con Matt, Tacho, y lo sabes. Además... vos fuiste muy claro: "Telón, Gitanita", dijiste.

-Vos sos una histérica- concretó él, furioso.

-Y vos sos un pendejo- replicó ella.

-Si, soy un pendejo, pero vos, de una o de otra manera, vas a estar conmigo. ¡Y lo sabes!

Y enojadísimo consigo mismo, corrió a su escondite secreto, buscó su bolso donde guardaba su traje de
Ángel Rojo, y fue al club de catch para descargar su bronca. Esa noche había una competencia libre, y el
premio era una moto en duro, de color rojo. Estaba convencido de que debía pertenecer al Ángel Rojo.

Por su parte, Jazmín se preparó para una salida con Matt, quien luego de algunas evasivas y excusas, le
había prometido llevarla a cenar aquella noche, pero al ser día de semana, ella no tendría permiso para
salir, y menos con Matt, a quien Nico no veía con buenos ojos, sobre todo después de la pelea con Tacho
la noche de la fiesta de disfraces; de modo que, con la complicidad de Mar, aunque sin su apoyo, se
puso una minifalda bastante corta, y se escapó para ir al encuentro de Matt.

Tacho peleó con una fuerza inusitada ante cada rival que le tocó: veía en todos los rostros, el de Matt,
lo que le daba la fuerza necesaria para derribar hasta a los rivales que lo doblaban en peso. Luego de
siete peleas, el Ángel Rojo fue coronado como el vencedor de la noche y se hizo acreedor a la moto. Se
subióa ella extasiado: el angelito tenía móvil.

Jazmín ya llevaba unos treinta minutos esperando a Matt en la esquina convenida, cuando el la llamó,
con voz lastimera, pidiéndole perdón por no haber podido avisarle antes: se le hacía imposible llegar
debido a un extraño inconveniente con su abuela, que siempre parecía tener problemas. A esa altura,
aunque seguía obnubilada, más que con él, con la idea de salir con alguien más grande, Jazmín ya
empezaba a abrir los ojos y a darse cuenta de que Matt no Valia la pena. Le cortó, furiosa, y
emprendió el regreso.

Ya era noche cerrada. No había pensado en ningún momento en el peligro de caminar sola a esa hora
por las calles desiertas, pero lo hizo cuando divisó a dos muchachones que comenzaron a mirarla
fijamente. Apuró el paso y consiguió lo contrario de lo que quería: esa minifalda sensual parecía darles
a ellos el permiso para decirle cualquier barbaridad, y comenzaron a acosarla. La siguieron durante casi
una cuadra, invitándola a ir con ellos a tomar algo, o detenerse a charlar, y finalmente, como ella no le
contestaba, le cortaron el paso. La situación se volvió decididamente peligrosa para Jazmín, quien
maldijo el momento en el que decidió salir sola y en secreto. Incluso gritó cuando uno de ellos intentó
agarrarle una mano.

- ¡No me toques!

-Dale, rubia, no seas arisca, tomate una birra con nosotros.

- ¡No me toques, dije! - suplicó ella, a punto de llorar.


Y en ese momento ocurrió algo impensado: se oyó el rugir de una moto que se acercó y se detuvo a
pocos metros de ellos. Manejaba un extraño personaje, vestido con un jean y con una musculosa y
máscara de cuero rojas. Al ver esa extraña aparición, los muchachos comenzaron a mofarse de
semejante vestimenta.

-Raja de acá, payaso- le gritaron, y se volvieron hacia Jazmín.

El encapuchado se bajó de la moto, con parsimonia, y sin emitir una sola palabra, se acercó hacia ellos.
Uno de los matones le salió al cruce, e intentó asestarle una trompada, pero el enmascarado le tomó la
mano en el aire, lo doblegó y con un rápido movimiento lo tiró al suelo. El otro le saltó encima, pero con
la misma destreza el improbable superhéroe lo redujo. Luego de unos pocos segundos de contienda,
ambos agresores huyeron, aterrados ante la invencibilidad del luchador. Jazmín miró a ese hombre
musculoso, con esa máscara ceñida que apenas dejaba entrever una boca muy atractiva, y se
estremeció cuando él, con movimientos muy precisos, la tomó de la mano y la condujo hacia su moto.
La hizo subir, y se subió adelante. Arrobada por completo ante el misterio de su salvador, ella le indicó a
donde ir. Se aferró a su cintura, con su corazón latiéndole acelerado, y se dejó conducir. Iba como
flotando, mientras la suave brisa le golpeaba la cara.

Al llegar a la mansión, ella descendió e intentó entablar un diálogo, pero Tacho no contestó: no quería
que advirtiera que era el quien se escondía tras la máscara.

-Muchas gracias- dijo Jazmín, mirando esos ojos claros que apenas se adivinaban tras la máscara.

El respondió apenas con un movimiento de cabeza.

- ¿No me vas a decir tu nombre, al menos?

Y el entonces tomó la campera roja que tenía atada en la moto y se la colocó. Le mostró su espalda, en
la que se leía en letra prolijamente bordaba "El Ángel Rojo".

- ¿El Ángel Rojo? - preguntó ella con estupor.Y el asintió.

-Bueno, muchas gracias, angelito.

Él sonrió, y volvió a subirse a la moto, pero Jazmín no quería dejarlo ir así nomas.

- ¿Te vas a ir así? ¿Sin hablar?

Entonces el miró esos ojos que tanto lo enamoraban, vio a la Jazmín que amaba desde que eran muy
pequeños, y ya no pudo contenerse. La tomó suavemente del mentón, acercó su boca y le dio un suave
y dulce beso. Ella cerró los ojos y se entregó, arroba por el heroísmo y la magia de su salvador.
Mientras la besaba. Tacho pensó que no se había equivocado cuando asevero que, de una u otra
manera, estarían juntos.
Inconsciente
Una mañana Salvador llamó a Nico para despedirse: partirían con Linda hacia Uruguay, pues la policía
había agotado la búsqueda en la ciudad, sin resultados positivos, y tenían información de que en
Montevideo una familia buscaba a una chica con las mismas características de su misteriosa compañera.
Salvador escuchó a su amigo triste, pero Nico no quiso entrar en detalles de lo que le ocurría, y
respondiéndole con evasivas, le deseó suerte con la búsqueda y se despidieron.

En el hogar mágico, salvo para Nico, que estaba desesperado por la amenaza que pendía sobre los
chicos, todo transcurría con absoluta normalidad. Mar seguía con sus clases de box; Terremoto se
mostraba exigente e intolerante con ella, lo que la empecinaba aún más en demostrarle que era capaz.
Esos encuentros eran, además, una excusa para encontrarse con Simón, quien, si bien estaba
completamente enamorado de ella, no se decidía a avanzar, por supuesto a su gran amigo. Thiago
estaba muerto de celos, pero a pesar de todos los intentos de Melody por reconquistarlo, no parecía
estar interesado en ella. Tefi seguía igual de odiosa y cruel con su hermana, muy envidiosa de que tanto
Thiago como Simón estuvieran enamorados de Mar, pero sobre todo por la contundente realidad de
que nadie lo estuviera de ella. Obligada a vivir en ese hogar que despreciada, estaba siempre de mal
humor y destratando a todo el mundo, sobre todo a Luca, ese "groncho" que tanto miedo le daba:
siempre callado, siempre mirando a todo el mundo de reojo. Y Luca cumplía al pie de la letra las
directivas de Franka: su objetivo era ganarse la confianza de los chicos, y mantener vigilado a Tacho,
para que no se expusiera demasiado en las peleas de catch por los riesgos de su implante.

Rama, por su parte, seguía absorbido por su inalcanzable Valeria, a pesar de que ella desde el día de la
fiesta estuviera aún más distante. Ignoraba que ella tenía escondido en el sótano de la mansión a Gabo,
con quien ya habían decidido irse del país, pero para eso necesitarían dinero, y Gabo la instó a tomarlo
de las arcas del hogar. Lejos de poder percatarse de esa situación, Rama había notado que Valeria ya no
iba los sábados a visitar a su novio al penal, lo que hizo creer en el joven soñador la esperanza de que
esa relación se hubiera terminado.

Aunque Malvina estaba tan enamorada de Nico como siempre, al verlo muy próximo a Franka, había
decidido asumir su condición de soltera, y empezó a salir más seguido, con la expectativa de conocer a
alguien; sin embargo, cada vez que lo hacía no podía dejar de pensar en Nico y en su pequeña hija, y se
apresuraba a regresar a su casa y abrazar a su beba, con quien, para sorpresa de todos, había logrado un
vínculo muy profundo.

Caridad se integraba cada día un poco más, y también, progresivamente, iba metejoneándose con
Nacho, aunque él, la despreciara. Lo del cachetón era más que un rechazo, era aversión, casi un
ensañamiento. Tefi y Melody, enteradas de este interés de la Paisana- así la llamaban-, se burlaban de
Nacho, lo que a él lo exasperaba aún más ya que la idea de que alguien pudiera vincular a Nachito Pérez
Alzamendi con esa tonelada de grasa que era la Paisa lo horrorizaba. Sin embargo, Caridad seguía
prendada de ese cachetón atrevido, y las odiosas amigas se encargaban de darle falsas esperanzas.
Lleca permanecía dividido entre dos mundos: se sentía cada vez manos parte de los más chicos, y aun
era ignorado por los más grandes, aunque continuaba afeitándose con la esperanza de que algún día le
brotaba la barba que demostrara su ingreso a la adolescencia. Lo más chiquitos intentaban integrar a
Luz, quien, si bien iba al colegio con ellos y daba algunas muestras de estar más sociable, seguía huraña
y retraída. Felicitas parecía consentir esta actitud de ella y apañaba sin disimulo a la que sin duda era su
preferida, pues la única razón que tenía para estar allí, simulando ser su prima, y acatando las órdenes
de Franka, era estar en secreto cerca de su hija adorada.

Y Jazmín seguía coqueteando con Matt y rechazando a Tacho, mientras soñaba en secreto con el Ángel
Rojo, aquel misterioso salvador que no había vuelto a aparecer. Lo había comentado con Mar, pero su
amiga lo había tomado como una fabulación o una exageración de la gitana. Pero las allá de las
tribulaciones amorosas, había algo que la inquietaba mucho, a pesar de que intentaba negarlo y
olvidarlo: ciertas visiones de futuro que a veces tenía en sueños, o incluso despierta.

Pocos días antes de que la tragedia la golpeara por primera vez en su vida con el asesinato de sus
padres, ella había tenido un sueño muy extraño en el que había visto una daga, sangre, un habano
encendido y unos zapatos lustrosos que le provocaron mucho miedo. Una semana después volvió a ver
esas mismas imágenes, pero ya no en un sueño, sino en la realidad. Escondida bajo la cama de su
cuarto, vio los zapatos de alguien que entro, sintió el olor penetrante del habano, constató la presencia
de una daga, descubrió sangre, y presencio, escondida, el asesinato de sus padres. Desde entonces, le
tuvo pavor a esos sueños: sabía que cada vez que tenía una de esas visiones algo malo le ocurría a
alguien muy querido. Por eso trataba de ignorarlas y, a fuerza de luchar contra ellas, durante muchos
años no volvieron a repetirse. Pero desde el verano anterior había empezado a tener fogonazos; al
principio eran imágenes sueltas, luego sueños inquietantes, hasta que por fin se volvieron más claros.
Soñaba con su padre, que le decía que su asesino y el de su madre seguía impune, y le encomendaba la
gigantesca tarea de buscar justicia.

Algo de la habitual alegría de la gitana se iba apagando a medida que esos sueños despertaban cada vez
con mayor vigor, y aunque intentaba sepultarlos en las profundidades de su alma, volvían con
intensidad, por eso comprendió que ya no podría evitarlos la mañana del día de su cumpleaños, cuando
Mar, junto con Caridad y Valeria la despertaron con una torta y una ruidosa demostración de cariño. A
pesar de que el gesto había sido amoroso, la reacción que tuvo Jazmín fue muy agresiva: les gritó,
argumentando odiar ser despertada de esa manera y se encerró en el baño. Las chicas se quedaron muy
sorprendidas y dejaron que Mar, su más íntima amiga, acudiera a solas a investigar porque había
reaccionado de esa manera.

Al comienzo Jazmín se resistió a hablar, persistiendo en explicar que solo le había molestado ser
despertaba a los gritos, pero Mar la conocía: sabía que la Gitana odiaba hablar de sus verdaderos
sentimientos y, aunque le llevó unos cuantos minutos sonsacarle que le estaba ocurriendo, finalmente
Jazmín, con un quiebre abrupto y sus ojos inyectados en lágrimas, se abrió:

-Odio el día de mi cumpleaños, porque es el día que mataron a mis padres- confesó al fin.
Mar se quedó demudada. Esperaba algún conflicto de tipo amoroso- alguna pelea con Tacho o algún
desplante de Matt-, pero jamás imaginó semejante motivo y de inmediato abrazó a su amiga, tratando
de transmitirle todo su cariño, toda su amistad. Ante su abrazo, Jazmín se quebró por completo, y
llorando como nunca Mar la había visto, le contó todo.

-Estábamos festejando mi cumpleaños. Como llovía, no pudimos salir, y mi papá me despertó con el
regalo que yo quería: una filmadora de video. Mi mamá empezó a bailar conmigo, y mi papá nos filmaba.
Cuando se empezaron a escuchar gritos y ruidos, mi mamá se puso seria y me escondió debajo de la
cama. Desde allí escuché como se abría la puerta. Mis padres empezaron a gritar, y yo vi los zapatos de
un hombre que entro, vi un cuchillo... y...

No pudo seguir, tampoco hizo falta, pues Mar pudo imaginarse el resto. Permanecieron unos cuantos
minutos abrazadas. Por primera vez Mar pensó en la terrible experiencia que había tenido que sufrir su
amiga, y sintió un enorme deseo que el dolor pudiera compartirse, para así tomar una parte del
sufrimiento de ella y así no le doliera tanto.

-Es por eso por lo que odio festejar mi cumpleaños, porque siempre me recuerda ese día, y no quiero
pensar en eso. Lo quiero olvidar, quiero que se termine.

Pero Mar tenia su propia experiencia al respecto: sabía que todo aquello que uno quiere enterrar en lo
profundo de su alma retorna de una y mil maneras, pujando por volver consciente lo inconsciente, y por
eso la incitó a seguir hablando del tema. Jazmín le confesó algo más que la angustiaba: no solo eran esos
sueños extraños, en los que su padre le pedía justicia, sino un inquietante encuentro que había tenido
con una vieja gitana, un tiempo atrás. Esperando a Matt, un día en el que, como tantas otras veces, faltó
a la cita, vio a una anciana que ofrecía leer las manos por unos pocos pesos. Desconfiada por naturaleza,
le intrigó comprobar si la vidente tenía el don o era una estafadora, y le mostró su mano. La gitana hizo
una seria de gestos destinados a sugestionar, que Jazmín conocía muy bien, y luego se negó a decirle
que veía. Esa negativa la intrigó sobremanera, e insistió en su determinación de querer enterarse de que
veía, y tanto se obstinó que finalmente la vidente le gritó su videncia:

-Si tanto lo quieres, aquí lo tienes. Tu familia fue muy poderosa y tú eres la única heredera de esa
fortuna. Tus padres fueron asesinados. Y su asesino fue tu tío, el hermano de tu padre.

- ¿Mi tío? ¡Si yo no tengo tío! - protesto Jazmín, ya descreída.

-Tienes. Es un ser perverso, que te robó tu reino. El mató a tus padres para quedarse con todo.

Lo que había impactado a Jazmín por sobre todas las cosas no fue solo la afirmación de que su tío era el
asesino de sus padres, sino el hecho de haber olvidado todos esos años que tenía uno. Pero, sin
embargo, el recuerdo de su tío y todo el misterio alrededor de la muerte de sus padres había
permanecido en su inconsciente.

Entre tanto, en Uruguay, Cielo no había encontrado rastros de su familia, pero en cambio tuvo una
propuesta que la dejó sin palabras. Como ella no tenía documentos, no habían podido salir del país por
buque o por avión, sino que Salvador se había arriesgado a cometer un ilícito, y
habían cruzado el rio en un yate de su padre. Estaban en la mitad del trayecto, cuando el motor tuvo un
desperfecto y quedaron varados en medio del rio, sin embargo, Cielo no se preocupó porque tenía la
certeza de poder arreglarlo. Ya a esta altura Salvador pensaba que ella sabía sobre casi todo, pero aquella
vez, aun a riesgo de manifestarse machista, quiso ser el quien solucionara el percance. No se sentía a
gusto con la idea de dejar que una mujer se ocupara de tan masculina tarea, y ella, divertida con su
determinación, lo dejó hacer. Cuando ya llevaba una hora intentándolo en vano, ella propuso que le
dejara hacerlo, pero él se negó, y descartándolo problemas en el motor, concluyó que podían ser algas
enredadas en la hélice, y sin darle tiempo a ella a decirle nada, se arrojó al agua. Lo vio flotar y luego
sumergirse una y otra vez, tratando de llegar hasta la hélice, y pensó en todo lo que ese hombre
maravilloso hacía por ella. Recordó cada una de las palabras que él le había dicho en silencio, en lenguaje
de señas; pensó que no podía seguir mostrándose indiferente ante lo que el sentía, y en un impulso cuyo
origen no pudo explicar, se arrojó al agua. Salvador se sorprendió al verla emerger junto a él.

- ¡Linda! ¿Qué haces acá? ¿Tan poca fe me tenes?

-Te tengo mucha fe- dijo ella, y como respuesta a la tierna declaración amorosa que él le había hecho
unos días antes, le dio un tierno beso en medio del rio, casi como una metáfora de como ella se sentía,
flotando en las aguas de su amnesia, apenas aferrada a un salvavidas.

A partir de aquel beso, Cielo percibió en El Salvador una nueva sonrisa, una luz que no le había visto
antes,y entendió que realmente estaba enamorado de ella.

La pista que los llevó a Montevideo no resultó positiva: Cielo no era la persona que la familia uruguaya
estaba buscando con desesperación, y se encontraron tan desorientados como al principio, sin
embargo,decidieron permanecer allí unos días más.

Una noche, luego de haber pasado toda una semana deambulando por Montevideo, yendo de una
seccional de policía a otra. Salvador la llevó a cenar al restaurante preferido de su ciudad natal. Estaban
esperando el postre cuando Cielo vio aparecer a una banda de mariachis, que lentamente fueron
ocupando posiciones a espaldas de Salvador, y ante un gesto que el hizo, y que a Cielo le resultó muy
ensayado, comenzaron a cantar una serenata para ella. Antes de que el terminara de entonar junto a los
músicos, ella, sonrojada por el pudor, adivinó lo que vendría a continuación, sin embargo, no dejó de
sorprenderse cuando el tomó una rosa y, con afectación impostada, aunque con palabras sinceras, le
pidió que aceptara ser su novia. Se quedó sin palabras, conmovida profundamente con todo el trabajo
que él se había tomado para hacerla sentir querida, pero por respeto a él, no pudo darle una respuesta
inmediata; de todas maneras, Salvador no se dejó amedrentar por eso y entonó una nueva canción con
sus cómplices músicos.

Mientras caminaban de regreso al hotel en el que estaban parando, Cielo le explicó porque no pudo
contestar a tan hermosa declaración de amor.

-Yo te adoro. Vos fuiste y sos mi Salvador. Y desde el día en que me dijiste todo lo que sentías por mí sé
que vas a estar siempre en mi vida.
-Pero...- se anticipó él.

-Pero hay algo que tengo que contarte, Salva. Hace algunos días me despierto teniendo un sueño muy
particular. Sueño que hay un hombre, que es mi pareja, de quien estoy muy enamorada.

- ¿Pero conoces a ese hombre? O sea... ¿sabes quién es?

-No- respondió ella, sin ser del todo sincera.

Sin entender cómo ni por qué, ella soñaba con el hombre que había visto en tres ocasiones: en la platea
de aquel teatro donde había actuado como conejita; luego en el atrio de una iglesia, rodeado de muchos
chicos, y finalmente a través de la mirilla de la puerta de la casa de Salvador. No se lo había comentado
antes por temor a hacerlo sentir mal, pero cada vez que veía a ese hombre, sentía la misma opresión en
el pecho. También para no lastimar a Salvador, omitió decirle que en sueños estaba enamorada de un
amigo de él.

-Yo siento que ese sueño algo me quiere decir... ¿Me entendes?

-Perfectamente- respondió él, no sin cierta tristeza-. Sentis que soñas con alguien que puede ser tu
novio, ¿no?

-No lo sé...

Ella había descartado esa posibilidad, ya que, supuestamente, ella y el amigo de Salvador se habían
conocido la noche de la fiesta de disfraces, aunque ella no lo recordaba por el malestar que había
sentido. Sin embargo, Nico, el amigo de Salvador, le había dicho que habían estado charlando, y
evidentemente el no había manifestado conocerla de antes.

-Lo que si siento o temo... es que tal vez... en algún lugar del mundo, tengo un novio, un marido,
buscándome... Y aunque te adoro, y también siento que me estoy enamorando de vos... no puedo ser tu
novia si existe la posibilidad de que alguien me esté esperando.

Salvador la comprendió, y no persistió en su propuesta. En cambio, le dijo que era hora de, además de
seguir buscando a su familia, encarar un tratamiento psicológico, buscar una ayuda profesional que
pudiera orientarla con esa amnesia tan particular que atravesaba, y ella estuvo de acuerdo. Entonces el
pidió recomendaciones a sus conocidos en Montevideo, y consiguió un turno con el mejor especialista
de la ciudad.

Cielo acudió a una entrevista en el psicoanalista tan recomendado, y este la escuchó atentamente
mientras ella le contó toda la historia, y además le mencionó esos extraños sueños que estaba teniendo.

-Tal vez esos sueños no signifiquen nada... - minimizó ella.

-Todo lo contrario- afirmó el profesional-. Esos sueños, por ahora, son la única certeza de ese pasado
que olvidaste. Vienen directamente de tu inconsciente, el último refugio de tu identidad. Desde esas
profundidades quieren comunicarte algo.
- ¿Usted cree que ese hombre con el que sueño existe, licenciado Temporale?

- ¿Has leído Alicia en el País de las Maravillas? - pregunto él.

-Lewis Carroll, 1865- respondió ella.

-Bien...- sonrió él complacido-. Como Alicia, tu estas en el laberinto. Y la manera de salir del mismo es...
siguiendo al conejo blanco.

- ¡Esa frase! ¡La tengo incrustada! - se quejó ella-. ¿Pero qué significa eso?

-El conejo blanco son esos destellos... esas fugaces irrupciones de tu inconsciente. Siguiéndolas,
explorándolas, tirando de esa piola, podemos desenredar la madeja. En tu inconsciente esta tu
verdadera identidad.

- ¿Y cómo llego a ella?

-No hay tiempo, terminó la sesión, Linda- concluyo él.

Cielo se fue de la sesión aún más confundida, pero el licenciado Temporale quedó complacido. Ella no lo
había reconocido, pero el enigmático psicoanalista no era otro más que Tic Tac, el que había sido su guía
en el otro plano, y que ahora, en éste, intentaba guiarla otra vez de regreso a casa.
El monstruo debajo de la cama
A pesar de que se esforzaba por mostrarse como siempre. Thiago ya no era el mismo. Intentaba
remedar su propio semblante feliz de momentos ya pasados, como una mueca vacía de felicidad, sin
embargo, en silencio, no podía superar dos grandes pérdidas: Mar y su padre.

Lejos de mejorar, las cosas con su exnovia habían empeorado, y la distancia entre ellos era cada vez
más insalvable. Él se reconocía como el único responsable de esa brecha entre ambos, y seguía
lamentando aquel desliz en el que había sido infiel con Melody, y por esa misma razón rechazaba con
cortesía cada insinuación de la hija del embajador. Pero eso no alcanzaba, y aunque Mar sin dudas
seguía amándolo, su confianza se había roto para siempre. Y para peor, alguien más se había metido
entre ellos, haciendo esa brecha más profunda aun: Simón. Su gran amigo de la infancia le había dado su
palabra- no intentaría ningún acercamiento con su exnovia por respeto a el-, sin embargo, Thiago sabía
perfectamente que buscaba el amor a veces se pierde la amistad. No obstante Simón, firme en su
determinación, había empezado a salir con otra chica, Agustina, lo que sin dudas había provocado
enormes celos en Mar, y por esa razón le pidió al tenista que dejara de acompañarla a las clases de box.
Aunque aún no había ocurrido nada entre ellos, Thiago sabía que había algo latente que los unía, y que
tarde o temprano aquella situación se resolvería de alguna manera.

Haber perdido a Mar le provocaba una profunda sensación de vacío, que resultaba un corolario para la
gran desolación que sentía desde el episodio en que su padre había quedado en coma. Siendo
Bartolomé el monstruo odiado por todos, y el coma en el que había caído el castigo con el que, aun sin
decirlo, todos se contentaban, Thiago les ocultaba a sus amigos que esporádicamente iba a visitarlo al
hospital en el cual estaba internado. Desde el día en el que un rayo del reloj había impactado en su
frente, Bartolomé no había vuelto a despertar, aunque su organismo estaba sano. Su hijo iba a verlo
como mínimo una vez al mes, e incluso los días en que más triste se sentía, hablaba con el cómo jamás
lo había hecho cuando su padre tenía dominio absoluto de sus facultades. No estaba seguro de haberlo
perdonado, pero si estaba convencido de que no le gustaba verlo así. Hasta hubiera preferido verlo
preso, pero bien; eso le hubiera dado la posibilidad de reprocharle todo el daño que le había hecho.

No podía compartir con nadie esas visitas, y mucho menos se había atrevido a confesar que se había
hecho cargo económicamente de los gastos médicos de Bartolomé. El único que estaba al tanto era Nico,
quien además le facilitaba el dinero para afrontarlos. Justina conocía también la determinación del joven,
y se emocionaba en secreto porque su adorado Niño Thiago se ocupaba de su señor.

Pero este gran vacío por las pérdidas que no lograba superar se acrecentó aún más el día en que su
padre desapareció del hospital. Fue a visitarlo una tarde y no estaba; los médicos no se explicaban que
había ocurrido, y los testimonios eran confusos: no había ninguna chance de que Bartolomé hubiera
despertado y se hubiera ido por sus propios medios; la otra opción era que alguien se lo hubiera llevado.
¿Pero quién?
Corrió a contárselo a Nico, quien a su vez compartió la novedad con Justina. El ama de llaves se
estremeció en silencio, pues se ilusionó con la idea de que su señor podía haber regresado, y hasta
fantaseó con el misterioso jefe que se escondía detrás de Franka pudiera ser él. Todo tenía sentido para
ella: que le hubieran ordenado intercambiarla por su propia prima, que la hubieran restituido en la
mansión y que mantuviera oculta y apartada de Bauer a la camuca arribista, ahora nuevamente
amnésica. Justina no tenía dudas: su amor, su señor, estaba detrás de todo eso, y se regocijó
esperándolo.

Pero Nico tuvo otra lectura, aunque no la compartió con nadie. Enterado ya de que una oscura
corporación estaba interesada en los chicos y en los misterios del portal, no descartó que fueran ellos
mismos los que lo habían secuestrado; después de todo Bartolomé estaba en coma por efecto del portal
y su estado podía aportar alguna información sobre los alcances de la energía electromagnética de este.

Por supuesto omitió transmitirle sus sospechas a Thiago, así como había callado las reales intenciones
de Charly en esa casa, y los peligrosos implantes que tenían los chicos.

Estaba tan sumido en sus preocupaciones que no se percató de que su hijo Cristóbal atravesada un muy
mal momento. Ya había tenido dos crisis asmáticas, que no era nada extrañas en él, sin embargo,
parecía haberlas superado el día en que se había reencontrado con su madre. Cuando Malvina le
comunicó que había tenido dos en una semana, Nico lo atribuyó al cambio de estación. Pero una tarde
su pequeño hijo tuvo una crisis que ya no pudo ignorar.

Con la excusa de ser un profesor de cine, Charly deambulaba impunemente por la mansión. Era en
efecto un cinéfilo apasionado, y hablaba siempre con referencias a películas famosas. A decir verdad,
como profesor de cine resultó excelente, y los chicos disfrutaron muchísimo de sus clases, sobre todo
cuando les habló sobre el género de la comedia romántica. Pero Nico apenas podía disimular ante todos
los odios que le generaba ese intruso, al que debía permitirle cada día acercarse al reloj del altillo a
hacer mediciones con unos extraños artefactos, además había tenido que dejarse revisar una mano,
aquella que Nico había estirado el día que Cielo se fue por el portal. En aquel momento, intentando
retenerla, alcanzó a meter parte de su parte de su mano izquierda dentro del reloj, y a veces sentía
cosquilleos extraños en esta. También había tenido que entregarle el libro de los candados que él tenía
en custodia.Pero finalmente llego el día en que el intruso le pidió algo que Nico no pudo darle.

-Necesito las llaves de los candaditos, Bauer- dijo Charly con una sonrisa afable.

-No las tengo- contestó Nico conteniendo su impotencia.

-Vamos, Bauer...

-No tengo las llaves.

Evidentemente, Charly y los que estaban detrás de él habían intentado abrirlo, con los mismos
resultados que habían tenido Nico y los chicos. Esos candados eran imposibles de abrir. Si bien le creyó
cuando dijo que no las tenía, decidió hacerle una pequeña demostración de poder, solo en caso de que
no hubiera sido del todo sincero. Fue hasta el centro de operaciones secreto que Franka tenía junto al
loft, y desde ahí lo llamo por teléfono.
-Necesito las llaves, Bauer-insistió.

-Ya te dije que no las tengo.

-Vos recordas lo que le puede pasar a tus chicos si no colaboras, ¿no es cierto?

- ¡No las tengo!

- ¿Con quién hablas, Nico? - preguntó Lleca, que estaba junto a él.

En el momento en que sonó el teléfono. Lleca estaba intentando tener una charla de hombre a hombre
con Nico, dando mil vueltas para llegar a un tema que le costaba abordar; pero el arqueólogo apenas lo
escuchaba, convencido de la existencia de una conspiración de la que estaba siendo víctima. Cuando
Charly oyó del otro lado del teléfono la voz de Lleca, le preguntó de inmediato.

- ¿Ese es Lleca, ¿no? Mira lo que les puede pasar también al resto si te negas a colaborar.

La hizo una señal a Franka, que estaba junto a las pantallas que monitoreaban a los chicos a través de los
implantes, y tipeando algo en un teclado moderno, le envió una pequeña descarga eléctrica al niño a
través del microchip. De inmediato Lleca empezó a tener una fuerte migraña, que lo hizo retorcerse de
dolor, y ante esa imagen Nico se desesperó.

- ¿Que le haces? - grito al teléfono-. ¡Dejalo en paz! ¡No tengo las llaves!

-No me mientas, Bauer- insistió con calma Charly mientras se oían los gritos doloridos de Lleca.

- ¡Esta bien, veni a buscarlas! - mintió Nico.

Charly sonrió, satisfecho. Franka volvió a tipear algo, y la migraña de Lleca desapareció de forma tan
abrupta como había comenzado.

Minutos más tarde, Charly se apersonó en el hogar, con una sonrisa afable, y apenas lo vio, Nico se
arrojó sobre él, lo tomó del cuello y empezó a asestarle golpes. Habían cruzado un límite que no estaba
dispuesto a tolerar. Entre golpes, le reafirmó que no tenía las llaves, y le advirtió que si volvían a
meterse con sus chicos iba a dejar de lado su pacifismo. A Charly le quedó tan claro la amenaza como
que realmente no tenía las llaves; de haberlas tenido, no hubiera arriesgado a los chicos. Pero Nico se
preocupó cuando se dio cuenta de que Cristóbal había observado, casi en shock, como su padre
golpeaba con violencia al tío Charly.

Nico intentó disimular y hacer pasar la golpiza como una extraña broma con Charly, pero su hijo
permaneció en silencio, perturbado por la violencia que había visto en su papá. A partir de ahí las
crisis del pequeño se agudizaron, sus dificultades respiratorias se agravaron, y el síntoma se convirtió
en angustia. Malvina le sugirió a Nico que llamara a la psicóloga que esporádicamente visitaba a los
chicosdel hogar, y así lo hicieron.
-Yo siempre fui un padre muy presente- se justificó Nico ante la psicóloga-. Pero últimamente me
pasaron cosas terribles... Hace casi seis meses perdí a la mujer con la que me iba a casar, estoy a cargo
de una docena de chicos, y ahora tengo algunas... situaciones que me preocupan- concluyó omitiendo
hablar de la amenaza que pendía sobre los chicos.

-Nadie te está juzgando como padre ni como tutor, Nicolás- lo tranquilizó la psicóloga-. Cristóbal está
angustiado, y eso es algo que ningún padre puede evitarle a un hijo. Lo que si podés hacer es lo estás
haciendo: ocuparte de él.

- ¿Qué le pasa?

-No quiso contarme que lo angustia. Pero hay algo en relación con vos que lo asusta.

- ¿Le doy miedo? - se aterró Nicolás-. Debe ser porque me vio peleando con un tipo, y ...

-Siente que hay algo que le ocultas. Y siente miedo de eso que no puede ver.

Nicolás subió a ver a su hijo, y lo encontró acostando en su cama, respirando con dificultad y tratando
de serenarse.

- ¿Qué te pasa, papu? - le preguntó recostado junto a él.

-No sé, papá. Tengo miedo- pudo decir Cristóbal.

- ¿Miedo a qué?

-No sé.

Nico empezó a arriesgar posibles causas de ese miedo: algún compañero del colegio que lo maltrataba,
temor de perder a alguien más como había perdido a Cielo... Pero el niño decía que no a todo.

-Es como .... cuando era chiquito, no puedo precisar-. ¿Te acordar cuando era chiquito y tenía miedo
cuando me iba a dormir?

-El monstruo debajo de la cama- recordó Nico, y Cristóbal asintió.

Nico entonces recordó aquellos días en que su hijo había tenido verdadero pánico a la hora de ir a
dormir; cada vez que lo dejaba en su cama, el pequeño comenzaba a temblar de terror, y no quería
quedarse solo, hasta que por fin le confesó que estaba seguro de que debajo de su cama vivía un
monstruo que salía por las noches cuando se apagaban las luces. De nada servía que Nico se quedara
con él hasta que se durmiera, o las explicaciones racionales; Cristóbal tenía la certeza de que ese
monstruo existía. Entonces Nico le propuso resolverlo con una investigación casi arqueológica. Pusieron
una lámpara debajo de la cama y una filmadora que grabaría todo durante la noche. De esa manera
pudieron ver que lo que había debajo de la cama era apenas un ratoncito que salía por un agujerito del
zócalo cuando todos dormían. En la oscuridad del cuarto, los ruidos de sus diminutas patitas resonaban
para Cristóbal como sonidos aterradores de un enorme monstruo.
Ahora Cristóbal le decía que sentía aquel mismo miedo, y Nico comprendió que su hijo le temía a lo que
no podía ver. Sin dudas, desde que estaba siendo sometido a amenazas, su actitud había cambiado: la
tensión y el terror que el sentía no pasaba inadvertido ni pasa su hijo ni para el resto de los chicos. Los
ruidos que hacia esa rata de Charly se transformaban en fantasmas atemorizantes para todos, Y para
colmo esta vez no se trataba de un ratoncito inofensivo, por eso mismo tomó una decisión.

-Quiero que juntes a todos los chicos, voy a hablar con ellos, Feli- le pidió a Justina.

-¿Pasa algo, Solccccito?- se intrigó la falsa Felicitas.

-Quiero contarles lo que está pasando.

- ¿Y que está passsssando?

Justina se enteró antes de que los chicos de la preocupación de Bauer. Y por supuesto se alarmó, pues
entendió que Franka no vería con buenos ojos que hiciera un blanqueo, e intentó disuadirlo, pero él ya
lo había decidido.

-Es el peor secreto. Ellos sienten que algo pasa, y no lo pueden ver, y el miedo se agiganta. Quiero que
vean claramente a que nos enfrentamos. Voy a sacar a la luz al monstruo debajo de la cama.

Siguiendo los consejos de Mar, Jazmín decidió corroborar la videncia de la anciana, que afirmaba que su
tío había sido el asesino de sus padres. Lo había mantenido en el olvido durante muchos años, y solo
recordaba que se llamaba Josemi Ismael Romero. Como su nombre no figuraba en la guía, lo único que
se ocurrió hacer para obtener alguna información fue regresar a su antiguo barrio, en el que había vivido
con sus padres.

Al aproximarse, divisó los inconfundibles árboles de jacaranda de su infancia. Caminó otra vez por esas
calles que no había pisado en diez años y, casi de memoria, llegó hasta la que había sido su propia casa.
Cada paso que daba por esas veredas y calles le producía un nuevo dolor, una nueva emoción: estar
frente a su casa natal, prácticamente igual a la de su recuerdo, la conmocionó. Estaba allí, como
estaqueada, cuando de pronto se asomó una mujer, a la que pudo reconocer de inmediato: era su tía
Ámparo. Miro a Jazmín con expresión rara, como si su rostro le resultara familiar; sin embargo, la joven
comprendió que no la había reconocido cuando le preguntó:

-¿Vos sos la muchacha de la limpieza que mando Rosario?

-Si- respondió Jazmín sin saber por qué.

- ¡Ah, hola! - sonrió su tía, ahora con simpatía-. Pasa, querida, te estaba esperando.
Luego de diez años volvió a entrar en su casa, aquella donde nació y creció, la misma donde terminó
abruptamente su infancia. Ante los dichos de la gitana, su tío se había convertido en su mente en un
monstruo asesino, pero al reencontrarse con su tía, y luego con Josemi, vio en su simpatía y alegría que
estaban ambos muy lejos de ser esos mafiosos que la vidente la había inducido a pesar de que eran. Su
tía era toda dulzura y alegría, y tal vez el hecho de no haber tenido hijos le había impreso un excesivo
tono maternal. Su tío era un hombre muy vivaz, bonachón y simpático, muy cariñoso con su mujer, de
la que estaba evidentemente muy enamorado. Además, fue muy respetuoso con ella, y mientras le
sirvieron té de frutas, con torta, le dijeron que estarían muy felices de tomarla para que trabajara allí.
Por alguna incomprensible razón, Jazmín no se atrevió a decirles que en realidad era su sobrina, pero
como también quería permanecer cerca de ellos para, de alguna manera, recuperarlos, aceptó. Ya
descartada la posibilidad de que su tío fuera ese temible fratricida, ahora se sentía contenta de poder
recuperar parte de su familia.

Su tía la llevó a recorrer la vivienda, para señalarle cuales serían sus tareas, y ella volvió a mirar con
lágrimas en los ojos cada rincón de aquella casa, que había heredado Josemi tras la horrible muerte
de su hermano, según le confió Amparo. Ese dato de la herencia reavivó en parte la sospecha, pero el
semblante de ambos la contradecía. Cuando su tía la condujo al que había sido su cuarto, Jazmín se
estremeció. Allí estaban prácticamente los mismos muebles; era un cuarto de niña, que Amparo había
conservado con la esperanza de algún día tener sus propios hijos. Con lágrimas en los ojos, la gitanita vio
su cama, bajo la cual se había escondido cuando fue testigo del asesinato de sus padres. Todo su terror
estaba condensado allí, debajo de esa cama.
Prueba de amor
Jazmín regresó del encuentro con sus tíos y, acelerada, le contó a Mar como su miedo y su preocupación
habían desaparecido; ver a sus tíos le había devuelto la tranquilidad y la certeza de que Josemi era
inocente.

- ¿Y te reconocieron? - preguntó Mar.

-No.

- ¿Y que dijeron cuando les dijiste que eras su sobrina?

-No les dije.

Mar se extrañó muchísimo cuando Jazmín le contó la confusión que había ocurrido, y que había
aceptado ser la mucama.

- ¿Por qué? ¿Por qué no les dijiste?

-No sé. Ellos pensaron que era la mucama... y no se los aclaré.

- ¿Será porque en algún lugar seguís desconfiando? ¿Queres estar cerca para investigarlo, ¿no?

-Al principio sí. Ahora no, ahora estoy segura de que es inocente. ¡Esa gitana era una estafadora!

En ese momento se acercó Rama y las llamó: Nico quería hablar con ellos en el cuarto de estar. Cuando se
encontraron todos juntos, Mar sintió la misma alegría de siempre, cuando se juntaban; esa sensación de
pertenecer a una familia tan numerosa le daba felicidad. Pero la cara de Nico no prenunciaba buenas
noticias, se lo veía pálido y tenso, y Felicitas le decía por lo bajo que no lo hiciera.

- ¿Qué pasa, Nico? - preguntó Thiago preocupado.

- ¿Yo tengo que estar acá sí o sí? - preguntó Tefi, odiosa como de costumbre.

-Eso pregunto yo... ¿Ella tiene que estar acá? - replicó Tacho, quien no la soportaba.

En pocos segundos se armó una discusión ruidosa, como cada vez que se reunían, y Nico los apaciguó
con su clásico grito de "¡Basta!" Y todos hicieron silencio.

-No, Tefi, no hace falta que vos estés acá. Podes irte- dijo Nico.

Ella se fue de inmediato, y también Nico liberó a Caridad, a Valeria y a Luca. No quería incluir en esa
reunión a los más nuevos, porque no estaban familiarizados con los misterios que escondía el reloj del
altillo; sería mucho lo que debería explicarles para que entendieran, y prefirió preservarlos. Buscó las
palabras más adecuadas para contarles a los que se quedaron lo que estaba ocurriendo, a pesar de la
insistencia de Justina para que no lo hiciera. Pero en ese momento sonó el teléfono de Nico.
-Salvador, no puedo hablar en este momento- contestó.

-No podes decirme que no- le dijo Salva, con una extraña euforia en su voz.

- ¿Qué pasa?

-Me estoy casando con Linda y necesito que seas mi testigo.

Nico quedó demudado.

Luego de haber estado varios días en Uruguay sin haber hallado nada, Salvador y Linda habían decidido
regresar. El licenciado Temporale había insistido mucho en sus sesiones con la idea de que era
fundamental volver al lugar donde había aparecido el día en que había olvidado todo, pues sin dudas allí
habría más respuestas que en Montevideo.

Ante la avería del yate, tuvieron que viajar por tierra, y fue allí cuando el ingreso ilegal de Cielo fue un
inconveniente. A pesar de la libre circulación entre ambos países, la supuesta Linda Barba era una
indocumentada que había ingresado de forma irregular, y por eso fue demorada. A la angustia de
convivir con una amnesia que no cedía, ahora se sumaba la de estar presa.

Salvador removió cielo y tierra para poder solucionar el percance, y gracias a los contactos de su padre
pudo dar con un juez que se mostró bastante predispuesto a ofrecer una solución. El problema, que era
más burocrático que penal, residía en la condición de indocumentada, y ante la confesión de que
ignoraban la verdadera identidad de Linda, era imposible pedir antecedentes al registro civil de alguno
de los dos países para extenderle nueva documentación. Se trataba de un caso muy atípico y de difícil
solución. Entonces a Salvador se le ocurrió la idea de casarse con ella, para de esa manera poder darle la
nacionalidad uruguaya y así transitar libremente. La solución no era del todo perfecta, ya que no
solucionaba del todo la situación, pero lo bueno fue que ciertos favores que el juez le debía al padre de
Salvador aceleraron el proceso.

Cuando le comunicó a Cielo que podrían irse ese mismo día si se casaban, ella estalló en un llanto
abrupto que lo descolocó.

- ¿Qué pasa, Linda? ¿Te molestó la idea?

-No es eso, Salva. Es muy tierno de tu parte.

-No hace falta que nos casemos. Era solo una idea para poder sacarte de acá.

-Ya lo sé, y te lo agradezco.

- ¿Y porque lloras?

Ella lo miró a los ojos, y temió lastimarlo al revelarle lo que le ocurría, pero habían acordado ser siempre
sinceros entre ellos.
-Vos me hablas de casamiento...- explicó ella-. Y yo no puedo olvidarme de que hace casi dos meses
aparecí en el medio de la calle, vestida de novia y totalmente amnésica. ¿Por qué tenía puesto un
vestido de novia? ¿De dónde venía? ¿Iba a casarme? ¿Me había casado? ¿O venia de una fiesta de
disfraces? Mira si me casé o estaba yendo a mi casamiento... Mira si hay un novio que deje plantado con
el frac...- explicó entre llantos.

La comprendió, pues el mismo había pensado varias veces esa posibilidad.

-Olvídate del casamiento- dijo entonces.

Pero como no había otra alternativa que la sacara de esa situación angustiante, en la que podía pasarse
dos o tres meses más, hasta que al fin recordara quien era, finalmente decidieron hacerlo, allí mismo, en
el juzgado donde estaba detenida. Fue tan rápido e improvisado que ni testigos tenían, y accediendo a
otra irregularidad más, el juez permitió que tuvieran un testigo telefónico, y Salvador no pensó en otro
más que en Nicolás. De ahí la urgencia del llamado.

Ante semejante pedido, Nico tuvo que posponer un poco la charla que iba a tener con los chicos, y se
encerró en su escritorio. Lo pusieron en altavoz para que fuera testigo auditivo de la boda, y así,
telefónicamente, se saludó con Linda.

-Hola, Linda.

-Hola. Nicolás- dijo ella.

Esa voz que ya había escuchado en dos ocasiones volvió a producirle el mismo sobrecogimiento. Le
recordaba a Cielo, claramente, pero además toda la absurda situación del casamiento a distancia le hizo
revivir su propia boda frustrada. Habiendo visto a la doble que había mandado Franka la noche de la
fiesta de disfraces, a Nicolás jamás se le ocurrió pensar que estaba siendo testigo telefónico del
casamiento de su gran amor con uno de sus mejores amigos.

Linda y Salvador se casaron en una gris oficina de un juzgado lejano, con Nicolás como testigo a distancia.
Cielo vio que en él había una irreprimible felicidad por haberse casado, y esto la enamoro aún más de su
salvador, quien nuevamente le había dado una contundente prueba de amor.

Aun bastante conturbado por el extraño casamiento de su amigo y por la agitación de los recuerdos,
Nico volvió al cuarto de estar, donde los chicos lo esperaban muy ansioso. Le costó mucho encontrar
las palabras para informarlos de todo; no quería asustarlos, pero tampoco mentirles, sino que supieran
que se enfrentaban a gente muy peligrosa, pero, por, sobre todo, no quería devolverlos a épocas
oscuras en las que habían vivido sometidos.

-Como ustedes saben, esta casa tiene algo muy especial. El reloj que está en el altillo no es un simple
reloj.

-Es un portal a Eudamon- explicó Cristóbal.

Los chicos estaban familiarizados con ese lenguaje, aunque no todos entendían a que se refería Nico con
la palabra "portal", y mucho menos como Cielo podría haberse ido por allí; sin embargo, si Nico lo
afirmaba, ellos lo creían.
-El portal es algo extraordinario, y no somos los únicos que sabemos de su existencia. Hay otros que
también lo buscan, e incluso hay gente muy peligrosa que está dispuesta a hacer cualquier cosa para
desentrañar sus misterios.

- ¿Que gente? ¿Qué cosas? - preguntó Thiago advirtiendo que la situación era seria de verdad.

Entonces Nico les dijo lo que sabía. Les habló de esa amenazadora corporación que se había infiltrado
entre ellos, y les reveló el procedimiento que habían hecho con alguno de los chicos. Todos se
impresionaron sobremanera cuando se enteraron de que tenían implantados unos microchips con los
que podían manipularlos, y rápidamente se esparció el pánico como un reguero de pólvora.

-Ustedes tienen que estar tranquilos, no les va a pasar nada. Ya estoy investigando la manera de
sacárselos.

- ¿Pero ese dolor de cabeza que tuve fue por eso, boncha? - preguntó Lleca, asustado.

-Si, pero pueden neutralizarse.

Nico explicó que había consultado con un amigo experto en física y química, y que este había
determinado que los implantes, de alguna manera, eran afectados por la energía del portal que
coronaba la casa. Modificando con un mecanismo la energía electromagnética de este, podían
neutralizar las activaciones remotas sobre los implantes. Como casi nadie pareció entender lo que
explicó, lo tradujo:
-Quiere decir que mientras estén cerca de la casa, nada les puede pasar.

- ¿Pero si estamos lejos? - inquirió Tacho.

-Por ahora son vulnerables, pero estamos estudiando la manera de removérselos. Además, tienen que
saber que Charly, el tío Charly como ustedes lo llaman, el profesor de cine es uno de ellos, de modo que
nadie tiene que confiar en él.

Todos volvieron a decidir, ahora con sus semblantes serios por el miedo y la preocupación.

-Quería que supieran a que nos enfrentamos, porque es la única manera de poder resolverlo- explicó
Nico-. Pero ahora que lo saben, quiero que vivan sin miedo.

- ¿Y cómo hacemos eso? - dijo Mar, muy asustada.

-Confiando en mí, sabiendo que yo estoy acá para cuidarlos, y que no voy a dejar que nada malo les pase.
Quiero que hagan una vida normal, que sigan con sus cosas, que se diviertan, que esto no modifique en
nada sus rutinas. No quiero que pierdan la alegría.

Todos asintieron, aunque muy inquietos. Y Cristóbal miro a su padre, complacido. También estaba
preocupado, pero una vez más Nico había proyectado luz bajo la cama para espantar al monstruo.
Salvador y Linda regresaron casados de Uruguay, y ella con un documento que afirmaba, al menos por el
momento, que era Linda Barba. Con el correr de los días, la esperanza de encontrar por fin a su familia
empezaba a desvanecerse, y esto por un lado la angustiaba, pero por el otro la hacía aferrarse cada vez
más a su flamante esposo, su único sostén en aquel desierto. Manteniendo la misma promesa de ser
sinceros siempre, Salvador le dijo que lo hacía muy feliz el hecho de estar casados, y que asumiendo las
consecuencias de que el día en que recuperara su historia podrían hallar, con dolor, que ella tenía
esposo, aun así, la manifestó su deseo de sostener ese casamiento.

-Es un poco egoísta, porque yo sé quién soy, y sé que te amo.

-Yo también siento que te amo, Salva.

-Si, te creo, pero en tu caso no sabes quién sos. Aun así, me gustaría reafirmar este casamiento. Ya
no para poder salir de la cárcel, sino porque queremos.

Ella lo pensó largamente y al cabo de unos cuantos días le dijo que sí. No sabía que había dejado atrás,
pero si sabía lo que tenía por delante: un gran hombre que había dado todo por ella. Entonces
decidieron hacer una pequeña ceremonia, para algunos familiares y amigos de él. Cuando Nico supo que
habían regresado y que planeaban festejar ese casamiento, le advirtió que no podría saltearse la clásica
despedida de solteros.

-Me encantaría- le dijo Salvador por teléfono-. Pero Linda no conoce a nadie y no va a tener despedida,
me da lástima.

-Se la hago yo- irrumpió la voz de Malvina en la línea.

No había podido abandonar la costumbre de escuchar las conversaciones telefónicas de Nico, siempre
desconfiada de Franka.

- ¿Estabas escuchando la conversación, Malvina?

-Si, pero porque justo sonó el teléfono y levanté el otro tubo. Saviour, decile a Beauty que yo le organizo
su despedida- concluyó ella.

El viernes siguiente, por la noche, los chicos se preocupaban para salir. Los más grandes tenían una
fiesta en un boliche, y los más chicos irían con Nico, Malvina y Felicitas al cine. Lleca quiso sumarse al
plan de los más grandes, pero teniendo trece años no sería admitido, por lo que debía contenerse con lo
que había. Harto de esa situación, se negó a hacerlo y argumento que se quedaría durmiendo, con la
secreta decisión de escaparse y hacer la suya. Pero no era el único que planeaba una fuga, ya que
aquella era la noche elegida por Valeria y su novio para huir de la mansión y de la ciudad.

Los sótanos de la mansión, donde seguía oculto Gabo, les traían recuerdos muy oscuros a todos y por
esa razón nadie descendía jamás allí. El hecho de haber sido diseñados como un verdadero laberinto
facilito a Valeria mantenerlo oculto. Bajaba varias veces al día a visitarlo y a llevarle ropa y comida. Él
había dejado pasar un buen tiempo desde su fuga como para que se relajaran un poco las
averiguaciones que, sin dudas, estarían haciendo, pero ya hacían algunos días que venía insistiendo con
la idea de fugarse con Valeria y ella siempre encontraba alguna excusa para no hacerlo.
- ¿Vos no te quieres ir de acá, loca? - pregunto un día el, harto.

-Si, no es eso, es que no es el momento.

Sin embargo, el siguió insistiendo y ella por fin decidió que aquel viernes lo hicieran: era el momento
ideal ya que no habría nadie en la casa por la noche. Para no llamar la atención, Valeria fue al boliche
con el resto de los chicos, y en un momento de la noche se apartó de todos y los miró: era una
despedida silenciosa. Vio a Caridad y su eterna sonrisa inocente, que no dejaba de mirar al insoportable
Nacho. Observó a sus más amigas, Mar y Jazmín; a Thiago, a Tacho, e incluso a Rama, quien con su
insistencia había logrado exasperarla. Su vida hasta entonces había sido ir constantemente de un lugar
a otro, pero por primera vez, supo que tras esta nueva huida tendría a quien extrañar. De todas
maneras, ella no le fallaría a Gabo; no estaba segura de que lo que los unía fuera amor, pero cuando se
está solo en la calle, la lealtad es el valor que más se cuida, y ella no dejaría de serle leal ahora que
había caído en desgracia.

Por fin se escabulló de la mirada de los demás, y regresó al hogar, al tiempo que Lleca se escapaba para
ir al boliche, con una secreta ilusión.

La ida al boliche no resultó del todo animada, ya que la noticia que Nico les había dado unos días antes
aun los tenía muy impresionados. Tacho se frustró cuando una vez más vio aparecer a Matt y a Jazmín
arrobada con él, pero aquella noche algo distinto ocurrió, y fue Nacho quien le transmitió la novedad.

- ¡Se la va a comer, man!

- ¿Que?

- ¡Matt, man! Viene laburandosela hace tiempo, y esta noche ella va a caer. Hay que hacer algo.

- ¿Por qué vos tenes que hace algo?

-Porque, aunque nunca paso nada, la gitanita me puede. Si no está conmigo, que este con vos, pero
no con ese pastel.

-Que haga lo que quiera- dijo Tacho, afectando desinterés.

-¡Se la va a comer! Los escuche. Mira, ¡se están yendo! - dijo mientras los señalaba.

Cuando Tacho vio cómo se iban ambos del boliche, su mirada se transformó, y en un impulso irracional
salió tras ellos. Con mucho desagrado los siguió hasta el estacionamiento, y allí fue testigo de cómo
Matt intento avanzar, hablándole de todo el amor que sentía por ella, y ella le aseguró que lo mismo
sentía por él. Entonces Matt le insinuó que necesitaban pasar a otra instancia y darse pruebas de ese
amor. Tacho casi se indigesta con semejante verso, y además le desagradó profundamente que el
intentara concretar algo tan importante para Jazmín en el estacionamiento de un boliche, y por esa
razón decidió que tenía que intervenir.
Entre tanto, Rama se había percatado de la ausencia de Valeria, y siendo ella su único interés, decidió
marcharse. Valeria estaba despidiéndose en silencio del hogar. Gabo la había convencido de robar
dinero de la caja fuerte, y ella lo hizo, pero cuando se estaba yendo, sintió que no podía hacerle caso a
los que, a fin de cuentas, la habían tratado con respeto y cariño por primera vez en su vida.

De modo que devolvió el dinero, bajo a buscar a Gabo, y huyeron juntos. Cuando el registro que no
tenía la plata,se ofuscó.

-Nos vamos así. No voy a tocar un peso- cerró el tema ella.

Y abandonaron el lugar. Justo cuando Rama estaba llegando, y fue testigo de la fuga.

A Tacho se le ocurrió una idea brillante para frustrar el avance de Matt. Corrió de regreso al boliche, y
fue hasta el guardarropa a retirar el bolso que había dejado cuando llegó, pues había ido a bailar
directamente desde su entrenamiento de catch. Mientras esperaba que le devolvieran su bolso con el
atuendo del Ángel Rojo, divisó a Luca, que estaba hablando con una chica y lo apartó, pensando que se
lo había enviado la Providencia ya que él era el único que conocía su secreto; habiéndolo descubierto en
sus luchas clandestinas, sabía que él era el Ángel Rojo, de modo que podría llevar a cabo su plan con la
colaboración de su amigo.

- ¡Vos este re loco, Tacho! - exclamó Luca cuando oyó el plan-. Además, ¿no es medio enfermito
espiarlos así?

-Enfermo es ese chabón, ¡tengo que salvar a la gitana!

El plan consistía en que Luca, con una capucha, se hiciera pasar por un ladrón que interrumpiera la
situación amorosa, con la supuesta intención de robarles el auto, y en medio del robo, aparecería el
Ángel Rojo para salvarlos del ladrón. Pero la indicación específica era que, además de cortar el clima,
Luca golpeara a Matt en alguna zona que inhabilitara cualquier intento posterior del surfer de retomar
sus intenciones con la gitana.

Matt y Jazmín se besaban en el auto, mientras él avanzaba con las caricias. Ella no se sentía del todo
cómoda, pero creía que él, siendo más grande, se ofuscaría ante una negativa de ella, por considerarla
una reacción de "pendeja". Y si bien se asustó mucho cuando un encapuchado les abrió la puerta y bajo
a Matt del auto, en algún rincón de su corazón sintió alivio de que algo hubiera interrumpido la situación.
Tacho, ya enfundado en su traje de Ángel Rojo, espiaba el accionar de Luca, esperando el momento para
intervenir. Al ver la actuación de su amigo, descubrió que tenía extraordinarias dotes para la pelea,
además de mucha fuerza y una técnica refinada. Matt, que era muy cobarde, no atinó a defenderse, y le
dio su billetera y reloj, y le gritó a Jazmín para que ella le diera todo lo que tenía de valor. Pero Luca,
posesionado de su rol, se extralimitó y golpeó en exceso a Matt en la entrepierna. Entonces, casi como si
escuchara una música que lo presentaba, emergió teatral el Ángel Rojo. Jazmín, que estaba muy
asustada gritando para que el ladrón soltara a Matt, exclamó con alivio y fascinación.
- ¡El Ángel Rojo!

Entonces el misterioso superhéroe de un salto intervino en la reyerta. Con unos cuantos golpes, redujo
al supuesto ladrón, sin dejar pasar la ocasión para, "sin querer", golpear a Matt en el fragor de la lucha.
Luca devolvió lo robado, y huyó. Tacho, ignorando a Matt, se acercó a ella, le devolvió el botín, le sonrió,
y se alejó caminando erguido y sacando pecho, satisfecho con el suspiro que le oyó soltar a ella,
mientras Matt permanecía agachado, aun dolorido en su entrepierna.

Thiago, afectado por las noticias que le había contado Nico, mientras estaban en el boliche sintió la
necesidad de acercarse a Mar, de estar todos unidos ante la nueva adversidad, y se dedicó aquella
noche a iniciar la aproximación, pero de pronto se detuvo la música, se encendieron las luces, y un
animador subió a un escenario para anunciar una entrega de premios y algunos juegos que harían esa
noche.

- ¡Comenzamos con la prueba de amor! - anunció.

Thiago se apartó, aterrado con la posibilidad de que lo eligieran para participar, pero el elegido fue
Simón, porque estaba acompañado por su novia Agustina. El animador explicó que el juego consistiría
en vendarle los ojos a Simón y ponerlo frente a cinco chicas, entre las que estaría su novia. El debería
tocarles el pelo y la cara y, dando una verdadera prueba de amor, reconocer a su novia, y besarla con los
ojos vendados. Entre las cinco chicas estaban Tefi, que se ofreció sola, y Mar, que no podía negarse.
Thiago observaba todo desde la pista, y con preocupación adivinó lo que ocurriría a continuación.

Simón recorrido el escenario, tocando el pelo y el rostro de las chicas. Mar sintió como su corazón se
aceleraba cuando el toco su frente, su nariz y su boca, pero estaba segura de que reconocería a Agustina,
pues sus rulos y su altura eran inconfundibles.

- ¿Pudiste reconocer a tu novia?

-Creo que si- dijo Simón aun con los ojos vendados.

-Bien... ¡Adelante con tu prueba de amor!

Y entonces Simón volvió a pasar ante cada una de las participantes. Se detuvo ante Mar, pero siguió de
largo, se paró frente a Agustina, pero finalmente volvió sobre sus pasos y fue a Mar a quien besó.
Aquella prueba de amor terminó con su breve noviazgo y puso en riesgo su amistad con Thiago. Y abrió
con Maruna puerta que ya sería muy difícil de cerrar.
El tutor
Nico, Malvina y Justina y los más chicos estaban entrando al hogar, de regreso del cine, cuando él recibió
un llamado en su celular.

- ¿Nicolas Bauer? - preguntó una voz en el teléfono.

-Si, soy yo.

- ¿Usted es el padre de "Lleca"?

-No, soy el tutor. ¿Qué paso?

-El menor intentó ingresar a un boliche bailable. Lo tenemos demorado en las oficinas del
establecimiento.

Nico entonces corrió al boliche, en un punto enojado, pero a la vez no podía evitar reírse ante la actitud
persistente de Lleca por pegar su esforzado estirón. Intento mostrarse serio cuando lo vio aparecer en la
oficina del boliche, con la mirada torva, ropa que le había robado a Thiago y que le quedaba grande, y un
par de cortes en el mentón que se había hecho con la máquina de afeitar. Aprovechando que ya estaba
allí, espero a los más grandes, pues ya era muy tarde, y regresaron todos juntos y apretujados en el auto
de Nico. A Lleca apenas le habló y le aseguró que lo harían al día siguiente.

El clima en el auto era tenso. Thiago tenía el entrecejo fruncido y no podía dejar de pensar en el beso
que Simón le había dado a Mar, y aunque éste había intentando justificar su confusión, Thiago le
reprochó a ella haberse prestado al juego, y a él, haberse "confundido" precisamente con ella. Por su
parte, Caridad volvía, como cada noche, desolada por los nuevos desaires de Nacho, y Jazmín, con el
agotamiento por la adrenalina de todo lo vivido. Tacho y Luca se miraban cómplices, y el rubio se sentía
muy satisfecho. Nico les había preguntado por Rama y Valeria, a los que nadie había visto, y aunque
alguno fantaseó con que al fin habían concretado, encontraron la respuesta apenas llegaron al hogar y
vieron a Valeria entrar furiosa, con los ojos llenos de lágrimas, y detrás de ella a Rama, agitado y serio.
Valeria, sin saludar ni dar explicaciones, corrió a su cuarto, y fue Rama quien les refirió lo sucedido.

Al regresar al hogar la había visto huyendo con su novio, al que suponía preso. Desesperado, los siguió
hasta la estación de trenes, y ahí comprobó cual era el plan: huir con él. Rama sintió que no podía
permitirlo e intervino. Valeria se había irritado al verlo una vez más inmiscuirse en sus asuntos, y Gabo,
con una actitud intimidante, lo había enfrentado, pues, aunque Vale jamás le había contado del
enamorado que tenía, él lo adivino apenas vio la desesperación con la que Rama intentaba detenerla. La
discusión entre ambos varones creció hasta casi pasar a la violencia física, cuando apareció un policía
que resolvió la situación. Ante el pedido de documentos, Gabo se sintió amenazado e intento huir, pero
otro policía apareció y lo redujeron. Una vez chequeados los antecedentes, comprobaron que era un
prófugo y quedó detenido de inmediato. Por esa razón Valeria estaba más furiosa que nunca con él,
además de angustiada porque su novio estaba otra vez en prisión, con su situación agravada por la fuga.
Rama estaba seguro- y todos acordaron en eso- de que esta vez Valeria no lo perdonaría; sin embargo,
elcreía que había hecho lo correcto, y Nico se lo corroboró.

Valeria no podía dejar de llorar mientras Nico le habló; con serenidad, pero con firmeza, la reprendió
por lo que intentó hacer, por haber expuesto a todos escondiendo a su novio prófugo en la mansión, y
por haber intentado la fuga, pasando por alto que el fuera su tutor y ella su responsabilidad. Ella se
disculpó y le aseguró que no volvería a traerle problemas.

Al día siguiente, Nico tuvo la charla que había anticipado a Lleca. Mientras Nico quitaba las hojas
muertas a unos plantines que estaba cuidando con dedicación, escuchó el descargo de Lleca, quien lejos
de disculparse le manifestó todo su enojo.

-Todos me tratan como un nene, y no soy un nene.

-Eso no justifica que te hayas escapado y me hayas mentido. Y mucho menos lo que intentaste hacer
ayer.

Lleca lo miró y calló. Enterado de que Nico estaba organizando una despedida de soltero para Salvador,
se dio por invitado e intentó incluso contratar "chicas" para el festejo. Cuando Nico lo sorprendió
llamando a teléfonos que aparecían en algunos avisos clasificados del diario, Lleca le había guiñado un
ojo asegurándole que de la fiesta se encargaba él. Por supuesto Nico le había quitado el teléfono y el
diario y le había informado que no estaba invitado a la despedida, decisión que se sumó a la frustración
de Lleca, motivo de su reproche.

-Pero, papu...- exclamó Lleca con su tono más comprador-. Soy Lleca, tu gomia, tu par... ¿Como no te
voy a hacer el aguante en la partuza?

-No soy tu par, Lleca- dijo Nico, siempre ocupándose de los plantines-. ¡Qué fuerte te agarro la edad del
pavo, che! Agarrar clasificados, llamar chicas... Por favor, Lleca, ¡sos un nene!

- Sabia que ibas a decir eso! - se quejó-. No soy un bepi... ¡Ya tengo trece, viejo! Ya me cansé de
las inferiores, estoy para jugar en primera. ¡A ver si te entra!

- ¿Jugar en primera? - preguntó Nico, mirándolo.

- ¡Si! Y vos me tenes que hacer la gamba. Por eso llamé a las chicas. O sea... Si yo voy de frente con
las namis, me cortan el rostro... pero si vos la chamuyas, voy a poder... ¡debutar en primera!

Nico lo miró comprendiendo por donde iba el reclamo de Lleca. Sin perder la calma, aunque con mucha
inquietud por encontrar la mejor manera de resolver ese tema, le dijo:
-Entiendo lo que te pasa, Lleca, pero, papu, esa no es la forma.

- ¿Y cuál es la forma, a ver? - se enojó Lleca, cruzado de brazos.

-Vos estas a mi cargo, ¿sí? Y yo, como tu tutor, te doy libertad, pero esa libertad tiene límites. Vos decís
"Ya tengo trece", y yo te digo "recién tenes trece". No te apures, date tiempo, ¿sí?

- ¿Más tiempo? - se quejó el niño, para quien los catorce años estaban muy lejanos.

-Todo llega, papu. Hacer algo de "grande", solo porque lo hacen los adultos, eso no te va a hacer más
grande, y, además, te puede dejar marcas fuleras para siempre. Ya va a aparecer una chica, te lo juro.
Vas a descubrir cosas nuevas, hermosas, que nunca sentiste. Vas a ir descubriendo todo, no te pierdas lo
lindo de esta etapa por saltar a la otra.

-Te pusiste la gorra...- se quejó, pero ya más apaciguado.

Nico sonrió, y tomo un palito de madera, y con mucha delicadeza lo clavó en la tierra de la maceta, junto
a un plantín, luego tomó un pedacito de hilo y ato el frágil tronco del brote a la varilla.

- ¿Sabes cómo se llama esto? - le preguntó.

-Palito...- dijo Lleca encogiéndose de hombros.

-Esta varilla se llama "tutor"- dijo Nico-. Se lo pongo a la planta para que pueda mantenerse derecha, y
no se tuerza mientras crece, Y como tutor tuyo, papu, ese también es mi trabajo. Ayudarte a crecer, sin
desvíos.

Sin que lo supieran, Luca había escuchado la charla; nadie hubiera dado crédito a sus ojos si lo hubieran
visto, pues el rudo Luca, casi por primera vez en su vida, tenía lágrimas en sus ojos.

Al oír a Lleca, Luca recordó como era su vida cuando el tenía trece años, Habiendo perdido a sus padres
siendo muy pequeño, como la mayoría de los chicos que Vivian en el hogar, se había criado en la calle,
pero él no había tenido la suerte de Lleca de toparse con alguien como Nico, sino, muy por el contrario,
se había topado con Franka.

La fría asistente de Juan Cruz había aparecido en su vida, en principio, como una salvadora. Luca había
tenido un confuso episodio en la calle, donde un hombre lo había atacado, y el pequeño se había
defendido, dueño ya por ese entonces de una fuerza extraordinaria. La pelea había culminado con un
golpe fuerte en la cabeza del agresor, que lo dejo inerte en el suelo. Luca entró en shock ante la
posibilidad de haber matado a alguien, y se escondió cuando se acercaron un par de policías.
Permaneció oculto mientras llegó la ambulancia y se llevaron al hombre, y nunca supo si lo había
matado o no, sin embargo, una jovencísima mujer que apareció y dijo haber sido testigo de todo le
aseguro que el hombre había muerto. Ante la desesperación de Luca, ella le prometió que lo protegería,
y le ofreció un lugar seguro, fuera de las calles. Así fue como Luca encontró un particular tutor, uno que,
con la excusa de defenderlo y apartarlo de lo malo, lo formó para ser el sicario desalmado que era en
ese momento, cuatro años más tarde. Franka lo había entrenado en artes marciales y diferentes
disciplinas de lucha y era esa la razón por la que Tacho se había sorprendido al verlo pelear con Matt.
Luca era un matón entrenando, creado a imagen y semejanza de su mentora: era frío, calculador y
peligroso como ella. Por eso se emocionó al escuchar las palabras de Nico hacia Lleca, pensando en
cuan distinto hubiera sido su destino si hubiera crecido con otro tipo de tutor.

Pero las cosas eran así y no podían cambiarse, y él era quien era, y tenía ordenes que cumplir, aunque
por primera vez, desde que estaba con Franka, experimento escrúpulos ante una directiva. Franka aun
seguía teniendo la orden que no permitía que ni Bauer ni nadie del hogar mágico tuvieran contacto
con Cielo. Enterados de la boda, debía encargarse de que Bauer no asistiera a ésta, y por supuesto,
que Malvina nunca llegara a la despedida de soltera que había organizado para Linda. No era algo
complicado, pero Franka ya estaba cansada de Malvina, quien por sus celos desmedidos hacia Nico
había posado sus ojos en ella, que estaba siempre cerca del arqueólogo para ganarse su confianza, e
incluso seducirlo para tenerlo dominado.

Aun enamorado de Cielo, Nico no estaba demasiado abierto a un nuevo amor, por lo que el
acercamiento de Franka siempre encontraba algún freno. Así y todo, Malvina se Moria de celos, y quizás
por ello tenía una profunda desconfianza hacia la falsa médica. Ese resquemor había ocasionado que en
más de una ocasión la bólida hubiera estado a punto de descubrir su verdadero rostro. Ese asedio de
Malvina era un verdadero incordio para ella, por eso le dio la orden a Luca de detenerla aquella noche,
para que no llegara a ver a Cielo, a cualquier precio. Esas palabras, para él, tenían un significado muy
claro.

Aquella noche, cuando Salvador llegó al hogar a buscar a Nico y vio que Malvina aún estaba allí, pensó
que había suspendido la salida con Linda, pero la bólida se disculpó y le explicó que estaba demorada, a
punto de salir hacia su casa, donde la esperaba Linda, a la que tenía muchos deseos de conocer. Pero el
sonido del timbre la obligó a asomarse; era un hombre, que venía a traer un encargo.

-Aquí están las perritas que me pidieron.

Nico se desorbitó, y miró a Lleca, quien se había vestido para la ocasión. En secreto había logrado hacer
el pedido de "perritas" a un teléfono que había sacado de los clasificados.

-Por favor, Nico, dejalas estar en la despedida- suplicó.

-No tengo ningún problema- respondió Nico.

Y Lleca se sorprendió de su permiso, pero se frustró de inmediato cuando el hombre hizo pasar a dos
caniches vestidas con volados; eran perras acróbatas. El anuncio cumplía lo que prometía: Lleca había
contratado dos perritas juguetonas.

Malvina se fue de la mansión en medio de las risas por el equívoco, y se tomó un taxi. En las sombras, un
glacial Luca la estaba siguiendo. El conductor del vehículo que había detenido era un matón de la
corporación CC, quien, aprovechando el despiste permanente de Malvina, la llevó a cualquier dirección,
menos a la indicada.
-Es acá- le dijo el taxista.

Malvina miró el lugar, muy oscuro y alejado, y dudo de que allí viviera Salvador.

-No, creo que hubo un error. No es acá.

-Te traje a donde me dijiste.

-Pero no es acá.

-Bueno, pero yo ya me estoy volviendo a mi casa, así que bajate y tomate otro.

De nada valieron las protestas de ella; debió bajarse en medio de aquella boca del lobo, mientras
insultaba al conductor. Luca observaba la escena, parapetado en la oscuridad; se había puesto un
pasamontaña negro, y sostenía en su puño una manopla, con la que pensaba ocuparse de Malvina. Y
quiso la Providencia, o las extrañas casualidades que los rodeaban, que a pocas cuadras de allí Tacho
estuviera en una de sus habituales luchas de catch clandestinas, pero esta no llegó a su fin. Una redada
policial hizo que tanto los espectadores como los luchadores deberían huir raudamente del lugar.
Ataviado como el Ángel Rojo, Tacho divisó a Malvina, que permanecía rabiosa en una esquina,
esperando otro taxi. Extrañado de verla allí, se detuvo para no ser visto, pero entonces fue testigo de la
amenaza que se cernía sobre ella. Al descubrir al encapuchado que se acercaba a la bólida con actitud
amenazante, comprendido sus intenciones y se arrojó sobre él. Malvina vio con estupor como el
encapuchado y el enmascarado de rojo se enfrentaban.

- ¿Que hacen? - gritó, pero ambos jóvenes estaban trabados en una lucha bestial.

-Odio las murgas- concluyó ella, al tiempo que vio aparecer otro taxi, lo detuvo y se alejó.

Tacho no sabía que su contrincante era Luca, pero este si sabía quién se escondía bajo la capucha del
Ángel Rojo, de modo que no quería pegarle, en parte por los problemas que ya había tenido con el
implante, y en parte por el incipiente afecto que los unía. Pero Tacho estaba muy consustanciado con su
rol de superhéroe y no quería detenerse. Entonces Luca tuvo que hacer lo que sabía, y con tres golpes
precisos y potentes, lo dejó inconsciente. Era lamentable lo que había tenido que hacer, pero peor
hubiera sido haber fallado en su misión.

Mientras Luca intentaba reanimar a Tacho, Malvina llegaba finalmente al departamento de Salvador.
Llevaba consigo varias bolsas con cotillón, pues, aunque serian solo dos en la despedida, no podían
faltarlos disfraces ni la matraca, ni el papel picado. Y la sorpresa fue enorme cuando la puerta se abrió.

- ¡Hola! ¿Vos sos Malvina, ¿no? Yo soy...

- ¡Cielo! - exclamó Malvina, con su corazón sobresaltado.


Nos veremos otra vez
Cuando supieron que Cielo estaba viviendo con Salvador, Franka y su gente pusieron micrófonos ocultos
en el departamento, así se enteraron de inmediato de que Malvina había llegado a verla y la había
reconocido. Franka estaba furiosa y sorprendida de que Luca por primera vez hubiera fallado, pero ya
habría tiempo para castigarlo; ahora debían resolver la situación. Mientras decidía como hacerlo, ella y
Charly oían la conversación que ambas tenían.

-Toma un poco de agua- dijo Cielo alcanzándole un vaso.

Malvina estaba sentada en el sillón, sin poder dejar de llorar. Haberse topado, y de esa manera, con
Cielo, la había desbordado. Quería decir tantas cosas, pero no podía articular ni una palabra. Cielo había
sido su enemiga, la heredera que la había despojado tanto de su fortuna como de su Nicky. Sin embargo,
la redención había tocado el corazón de Malvina, y ahora, ver a Cielo luego de tantos meses, le hizo
darse cuenta de cuanto la quería y la había extrañado. Cielo la miraba con preocupación, mientras veía
como tomaba nerviosa, casi descontrolada, el agua.

- ¿Queres que llame a un médico? - propuso.

-Estoy bien... estoy bien- logró articular, al fin, Malvina, y con un hilo de voz, y tomándole una mano,
agregó-: Sos vos... ¿Vos no te acordas de mí?

-Bueno, si- respondió Cielo-. Hablamos por teléfono un par de veces, y...

- ¡Soy Malvina, Cielo! ¡Soy yo... “la doñita”, como me decías vos! O "la bólida", como me dicen
todos-exclamó al borde de las lágrimas.

- ¿Vos decís que me conoces de antes? - se estremeció Cielo-. No sé si sabias, pero yo tengo un
problema de amnesia, no recuerdo quien soy.

- ¡Ahora entiendo todo! - dijo Malvina, llorando aún más.

- ¿Qué es lo que entendes? ¿Vos me conocías a mí?

Malvina asintió, incapacitada de emitir sonido. El corazón de Cielo latía cada vez con mayor intensidad.

- ¿De dónde me conoces? - se ilusionó-. ¿Conoces a mi familia? ¿Somos parientes? ¿Amigas?

-Vos sos la novia de Nicolás, Cielo- dijo ella por fin.

Al principio, esas palabras impactaron fuertemente en Cielo, pero al cabo de algunos segundos creyó
entender la confusión. Salvador le había referido lo que había ocurrido en la fiesta de disfraces, y que
ella no recordaba tal vez por el malestar que sintió entonces. Él le había explicado que una chiquita, Alelí,
la había confundido con una tal Cielo, y que el propio Nicolás había admitido que eran muy parecidas.
-Creo que estas confundida, Malvina- intentó calmarla-. Ya sé lo que pasa, ya me lo dijo Salvador... Soy
muy parecida a esa tal Cielo.

- ¡No, Sky! ¡Sos vos! No tengo dudas, no me confundo.

-Tal vez es muy grande el parecido, pero...

-¡Sos! Y te lo voy a demostrar.

Y tomó su teléfono para llamar a Nicolás, pero éste estaba en plena ronda de chistes con su amigo y los
chicos, y no escuchó el teléfono. Malvina iba a intentarlo nuevamente cuando su celular sonó y ella
atendió pensando que era Nicolás.

- ¡Nicky! ¡Encontré a Cielo!

-Mira vos, Lunarcito- dijo una voz masculina que no era la de Nico-. Te habla el tío Charly.

- ¿Que queres basura? - dijo ella, ya enterada por Nico de su verdadera identidad.

-Que bajes el tono, que te olvides de que viste a Cielo y salgas inmediatamente de ahí.

- ¿Ah, ¿sí? Mira vos...- se atrevió a desafiarlo.

-Hacelo si queres volver a ver con vida a tu hija. Porque de tanto llorar, se puede ahogar.

Y acercó el teléfono a la beba, que estaba en brazos de Justina, en el centro de control. Ante la
contingencia, Franka había mandando de inmediato a llamar a Justina y le había dado la orden de llevar
a la beba. Al oír llorando a su hija, Malvina se estremeció y recordó las advertencias de Nico sobre la
peligrosidad de esa gente.

- ¡Hope! - exclamó al borde del llanto.

- ¿Qué pasa? - dijo Cielo advirtiendo su estado.

-Escucha muy bien lo que vas a hacer- indico Charly-. Primero, le decís a Cielo que fue toda una
confusión, que sos taaan bólida que creíste que era Cielo, pero que no lo es. Segundo, te vas de ahí, y
tercero, no intentes hacer nada estúpido.

Malvina no tuvo otra alternativa que obedecer punto por punto las órdenes de Charly: le aseguró sin
convicción a Cielo que se había confundido, y se disculpó por tener que cancelar la despedida.

-Pero que... ¿Te vas? - exclamó Cielo, más confundida que antes.

-Si, si... me tengo que ir. Nos veremos otra vez, seguramente.

-Si, claro- dijo Cielo, confundida.


La despedida de Salvador también se interrumpió, en este caso debido a la llegada de Luca con Tacho,
malherido por la golpiza que él mismo le había dado. Obviamente, para preservar el secreto de Tacho,
Luca le había quitado la máscara del Ángel Rojo, y le había puesto una campera encima. Nico, y todos, se
alarmaron, y Luca mintió diciendo que así lo había encontrado en la calle. Mientras se ocupaban de
reanimarlo, entro Malvina a la mansión, y sin saludar subió desesperada las escaleras. Nico esperó a que
Tacho reaccionara para ir a ver por qué había entrado así.

-Estaba en la calle cuando vi que un encapuchado iba a atacar a Malvina- dijo con debilidad Tacho
cuando recuperó el conocimiento.

- ¿A Malvina?

-Si. Me tiré encima del tipo... peleamos, y después no me acuerdo de nada.

Salvador se preocupó por Linda, pues Malvina había ido a verla y había regresado así, de improviso. La
llamo por teléfono, y se enteró de la confusa situación que había tenido con Malvina. Entretanto, una
vez recuperado Tacho, Nicolas subió para enterarse de que le había ocurrido a Malvina. La encontró aun
angustiada, abrazando a Esperanza.

- ¿Que pasó, Malvina? ¡Por Dios, mira cómo estás! ¿Qué pasó?

Viendo que su beba estaba a salvo, pensó que era mejor contarle a Nico todo lo ocurrido, pero cuando
fue a dejar a la beba en el moisés, encontró una nota de Charly recordándole la amenaza, y decidió
callar.

-Estoy así porque... Linda, la mujer de Salvador, es muy parecida a Cielo y...

-Ah, si- recordó Nicolás.

-La vi, me impresioné mucho, y me puse mal... Me acordé de Sky... La extraño.

-Te entiendo- dijo él, abrazándola-. Me pasa lo mismo. Pero me dijo Tacho que alguien intentó atacarte
en la calle.

- ¿Qué? No- respondió ella, que en realidad ni se había percatado de que había estado en peligro.

A Nico le pareció todo muy confuso; si bien seguramente habría alguna explicación que justificara los
últimos acontecimientos, había algo que no le cerraba, así como tampoco había quedado del todo claro
para Tacho la excusa dada por Luca.

- ¿Como que me encontraste en la calle? ¿Que hacías por ahí?

-Pasaba, iba a verte al club de catch- mintió Luca-. Y te vi tirado. Te saqué la máscara para que no se
dieran cuenta de lo del angelito, y te traje.

Tacho pareció contentarse con la respuesta, y fue a buscar hielo, ya que estaba muy dolorido por los
golpes recibidos.
A la mañana siguiente, mientras Nico se preparaba para asistir a la boda de su amigo, Malvina recibió la
visita de Charly, quien le reiteró las amenazas hechas la noche anterior.

- ¿Por qué hacen esto? - protestó ella, intimidada.

-Vos nada más mantené tu boquita cerrada. Y decile a Bauer que no vas a ir a la boda, inventa un resfrío
o lo que prefieras.

Nicolás se sorprendió mucho cuando ella, argumentando una gripe repentina, le dijo que no iría. Temió
que quizás el motivo real fuera que el además había invitado a Franka, y que la "gripe" de Malvina eran
en realidad, celos encubiertos. A decir verdad, el no había invitado a Franka, sino que ella,
habíamanifestado su deseo de acompañarlo y él no se había atrevido a rehusarse.

Por supuesto, Franka tenía un plan para evitar que Nico llegara a la boda. Cuando se encontraran para ir
juntos, el auto que los llevaría sufriría un percance que les impediría llegar a tiempo a la iglesia. Él estaba
esperándola en una esquina, y ella estaba unos metros más allá, dentro de una de sus camionetas,
ultimando las directivas para que el operativo saliera a la perfección, pero no tuvo en cuenta el coraje
que Malvina escondía bajo su impronta de bólida.

Había permanecido abrazada a su hija, muy angustiada, pensando en las perversas razones que esa
gente tendría para mantener a la pobre Cielo, amnésica y lejos de ellos. Y entonces recordó que ella aun
seguía en deuda con la que había sido su rival, a la que le había hecho mucho daño en el pasado, hasta
intentar, incluso, asesinarla; entonces se rebeló a la amenaza que le habían hecho, y decidió que su
Nicky y Cielo tenían derecho a reencontrarse. Llamó a Justina y le encargó que no se separara un
segundo de Esperanza, y corrió a la esquina en la que Nico se encontraría con Franka.

La médica estaba por bajar de la camioneta para acercarse a él, que la esperaba con impaciencia,
cuando, fuera de todo cálculo, vio aparecer a Malvina, corriendo y desencajada. Franka miró a Charly
con reproche: evidentemente sus amenazas no habían sido suficientes.

- ¿Te arrepentiste? ¿Venís? - le preguntó Nico, sorprendido de verla.

-No, no voy, ¡pero vos tenes que ir ya! - le ordenó ella.

-Si, claro, estoy esperando a Franka para ir...

-No- dijo Malvina-. ¡Anda ya! ¡Anda en taxi, anda corriendo, pero anda ya! No quieren que la veas, lo van
a impedir, es una trampa. ¡Tenes que ir corriendo! ¡Ya!

- ¿De qué hablas?

Nico no entendía el estado de Malvina, y menos su insistencia para que corriera de inmediato a la
iglesia.Ante el aturdimiento de él, Malvina detuvo un taxi, y casi lo subió a la fuerza.

- ¡Los tipos que te amenazan no van a dejar que llegues, que la veas! ¡Charly me amenazó!
- ¿Qué?

- ¡Corre, Nicky, por favor!

-Pero Malvina... ¿Qué pasa?

- ¡Corre, Nico! - exclamó terminante, y le indicó al chofer-: A la iglesia San José. ¡Ya

mismo!Mientras le cerraba la puerta, Nico insistió:

- ¿Me vas a decir que te pasa?

-Ya te vas a enterar- prometió ella, y grito-: Go, go!

Con lágrimas en los ojos vio alejarse el taxi y, al girar, advirtió que una camioneta negra se ponía en
marcha. En un nuevo rapto de coraje, se interpuso en su camino, adivinando que el vehículo pertenecía
a esos delincuentes que los acechaban. La camioneta debió detenerse ante Malvina al tiempo que el taxi
donde viajaba Nico se alejaba.

Muchas veces la vida parece ser escrita por un guionista que articula la serie de eventos necesarios para
que lo importante ocurra de la manera en que debe suceder. Cielo había elegido para ingresar a la
iglesia una canción de Seru Giran que le producía una emoción que no podía poner en palabras. Las
puertas se abrieron y Salvador, en el altar, se extasió al ver a esa mujer mágica que le había cambiado la
vida, avanzando como un ángel, tomado del brazo de un hermano de su padre, ya que Horacio no había
podido asistir a la boda. Con su silueta recortada por la luz del sol, que se colaba a sus espaldas, llevaba
un vestido blanco hasta el piso, escotado, y unos zapatos blancos exquisitos; el pelo, recogido en un
rodete, y ornamentado con pequeñas flores y perlas.

Aunque te abraces a la luna,

Aunque te acuestes con el sol

No hay más estrellas que las que dejes brillar

Tenga el cielo tu color.

El taxi en el que viajaba Nico arribó finalmente a destino. Sabiendo que llegaba tarde, pagó urgido y bajo
casi corriendo; se acomodó el traje y el pelo, e ingresó a la iglesia exactamente por la misma puerta por
la que acaba de entrar la novia. No había vuelto a pisar una capilla desde el día de su frustrado
casamiento. Al ver el lugar, especialmente decorado para la boda, y al oír esa canción que también lo
conmovía, sintió una puntada en su estómago, como cada vez que recordaba cuanta falta le hacía Cielo.
Sin embargo, estaba allí para compartir la felicidad de su amigo, al que vio en el altar, con una amplia
sonrisa, recibiendo a la novia. Se tomaron de las manos frente al sacerdote, de espaldas a los invitados,
y fue entonces que Nico posó sus ojos en Linda. Ya le había ocurrido cuando la vio disfrazada de
odalisca: su parecido con Cielo lo había impactado, pero esta vez la similitud le provocó algo más que un
sobresalto: esta vez se transformó en certeza. Aquella mujer que estaba viendo de espaldas, apenas
dándole un cuarto de su perfil, era Cielo.
No estés solo en esta lluvia

No te entregues por favor

Si debes ser fuerte en estos tiempos

Para resistir la decepción

Y quedar abierto en mente y alma

Yo estoy con vos.

La iglesia, los invitados, la boda y su amigo Salvador habían desaparecido para Nico, como si se hubieran
evaporado. Y mientras avanzaba lentamente por el pasillo lateral derecho hacia el altar, solo eran ella, él
y aquella canción que seguía sonando.

Si te hace falta quien te trate con amor.

A medida que él se acercaba hacia el altar y podía observarla mejor, cada vez más claramente, su
corazón le galopeaba en el pecho, le latía en las sienes y en las manos. Su raciocinio le decía que aquella
mujer no era Cielo, sino Linda, que no podía ser su mujer, que era su deseo el que lo estaba
confundiendo. Pero su corazón le confirmaba que no había dudas: era ella, la que tanto extrañaba, la
que lloraba cada noche, la que lo había dejado con todo ese amor con el que no sabía qué hacer.

Si no tenes a quien brindar tu corazon.

Todos los invitados miraban a ese hombre alto y rubio, con su rostro desencajado, que se acercaba al
altar, y que miraba fijamente a la novia. El propio Salvador giró y vio la perplejidad de su rostro, pero se
percató de que Nico no lo miraba a él, sino a Linda. Nico ya la tenía de frente, y una angustia repentina
se anticipó a su voz: ya no había dudas.

-Cielo...- susurro apenas.

Si todo se vuelve cuando más lo precisas.

Salvador siguió la mirada de Nicolas, y miro a Linda, quien en ese momento también desvió su mirada, y
miró a Nico, que la contemplaba con sus ojos llorosos y con un desasosiego que la estremeció. Ella
seguía amnésica. No lo reconoció. Sin embargo, por la forma en que él la miraba, supo de inmediato que
el la había reencontrado.

Nos veremos otra vez.


Bitácora de Bruno Bedoya Agüero
Fecha terrenal: 7 de julio de 2030

Esa tarde yo viajaba en uno de los últimos vagones del tren, y estaba examinando el reloj antiguo que
me había regalado papa, cuando de pronto sentí un calor atroz que me invadió desde atrás; el vagón se
ilumino en un destello, y los pasajeros caímos hacia adelante. Todo fue caos y confusión: el tren se
descarrilo, y me aferre con todas mis fuerzas hasta que la formación se detuvo, quebrada en dos. Por el
aturdimiento que tenía, me llevo unos minutos reaccionar, pero luego comprobé que estaba vivo e ileso,
sin un rasguño, milagrosamente. Entonces, de inmediato, comencé a ayudar a la gente que estaba
lastimada, o que había quedado atrapada La vía del tren se volvieron un infierno: gente herida, otros
ayudando, bomberos, curiosos, prensa. Algunos decían que había sido un atentado contra la
corporación del gobierno. A mí no me interesaba eso, quería salvar a todos los que pudiera. No se
cuento tiempo pasé entrando y saliendo del tren destruido, hasta que en un momento vi a mi papa y a
mi mama acercándose al lugar. Corrí hacia ellos, y vi en sus rostros una expresión de pánico y horror. El
lugar era un mundo de gente que se cruzaba entre nosotros, pero a la distancia les grité:

- ¡Papá! ¡Mamá! ¡Acá estoy!

Pero no me oían, entonces me abrí paso entre la gente para llegar a ellos.

- ¡Ey, mamá! ¡Pela! ¡Acá estoy! ¡Estoy bien!

Pero seguían sin oírme, y me acerqué un poco más. Mi madre miraba algo en el suelo, y se largó a llorar
y dio un gran grito, desgarrado. Papá la abrazó, con sus ojos llenos de lágrimas. Cuando ya estaba casi
junto a ellos, pude ver lo que veían. Era yo mismo, o más bien mi cuerpo, tendido en el piso, con el reloj
que papá me había regalado en la mano.

Si bien donde estoy ahora no hay tiempo, ni emociones mundanas, este ejercicio de escribir mis
memorias me provoca cierta alegría en los ojos... así que debo interrumpir por un momento... Además,
por las paradojas del tiempo- algo que a los del otro lado les cuesta tanto comprender- estoy por tener
un encuentro con mi padre, sin que él, por supuesto, sepa que soy, o fui, o seré su hijo.

Esta bitácora continuará...


Cielo y Linda
En el centro de operaciones de Franka todo era tensión y ofuscamiento. Estaba furiosa. Llena de odio
por haber fracasado, descargaba su ira sobre Luca, que no había frenado a tiempo a Malvina; sobre
Charly, por no haberla intimidado lo suficiente como para disuadirla de hablar, y sobre Justina por no
haberse atrevido a usar a la beba, a cuyo cuidado había quedado, para extorsionar a la madre. Como en
la estructura jerárquica de la corporación Charly no era un subordinado de Franka, sino su par, no le
permitió que ella le gritara como lo hacía con Luca y Justina.

-No sos mi jefa, hermosa, no te pases.

- ¿Vos te das cuenta de que Bauer no podía ver a Cielo?

-Me doy cuenta de que tenes un problema serio- puntualizó Charly, mirando el teléfono de Franka, que
aún no sonaba.

Pero ella sabía que Juan Cruz la llamaría de inmediato, pues había fallado en la orden más importante
que su jefe le había dado. Tomo su handy y pidió un reporte a los hombres que había mandado a la
iglesia.

- ¿Qué pasó?

-La boda se suspendió- informó uno de sus hombres-. Bauer se puso como loco cuando se dio cuenta de
que era Cielo la que se estaba casando con su amigo.

- ¿Y que hizo?

-Empezó a gritarle que no podían casarse, y la quiso sacar de ahí, entonces tuvo una discusión muy
fuerte con Salvador. Bauer lo acusó de mentirle, pero el otro trato de convencerlo de que era toda una
confusión, que Linda no era su mujer.

- ¿Y ella? ¿Se acordó de Bauer al verlo?

-No lo sé- respondió el hombre-. Se largó a llorar y se fue corriendo de la iglesia.

- ¿Y ellos que hicieron?

-Siguieron discutiendo, y luego salieron corriendo detrás de ella.

Como había informado el matón de Franka, Cielo, muy angustiada, había ido a refugiarse al
departamento de Salvador. Los dos amigos la siguieron y continuaron la discusión en el palier, ya que
ella, atormentada, se negó a abrirles y se limitó a oírlos gritar del otro lado de la puerta.

- ¡Vos sos un mentiroso, una basura! ¿Como te vas a casar con Cielo? - rugió Nico.
- ¡No es Cielo! ¡Es Linda! - le gritó a su vez Salvador.

- ¡Es Cielo! ¡Cielo! ¿Me vas a decir que no sabias que era ella?

- ¡Vos mismo me dijiste que no era ella! Cuando esa nena la vio y se la confundió, vos la viste y dijiste
queera parecida, ¡pero no era Cielo!

- ¡La que vi no era la misma que acabo de ver! La que estaba en mi casa no era Cielo, pero la que está
acá dentro... ¡si lo es!

- ¡Es Linda! - persistía a los gritos, irracional, Salvador.

-Cielo, mi amor, por favor, abrí la puerta- suplicó Bauer.

-No le digas "Cielo", terminala, la estás poniendo mal.

Finalmente, cuando Cielo ya no soportó oírlos gritar y discutir de esa manera, les abrió la puerta. Los dos
se precipitaron sobre ella, sintiéndose ambos con derecho a consolarla.

-Mi amor, por favor, no llores- suplicó Nico.

- ¡No le digas "mi amor”! - se sulfuró Salvador-. Linda, por favor, tranquila, esto es una terrible confusión.

- ¡No es una confusión! - se exasperó Nico-. Vos sos Cielo, vos sos mi novia, estas casadas por civil
conmigo,y nos íbamos a casar por la iglesia el día que desapareciste.

Al ver que Linda se estremecía al oír esas palabras, Salvador intentó llevarse a Nico de allí.

-Basta, la estás poniendo mal. Andate.

-No me voy a ir. Cielo es mi mujer.

- ¡Es mi mujer! ¡Y se llama Linda!

- ¡Es Cielo!

La discusión continuó en ese tono durante unos cuantos minutos. La gran paradoja es que ambos tenían
razón, porque en ese lugar, aunque en apariencia había solo tres personas, en realidad eran cuatro:
Nicolás, Salvador, Cielo y Linda.

Notando que con sus gritos la ponían cada vez peor, los dos hicieron un esfuerzo por serenarse y
conversar con más calma. Nico le suplicó a Salvador que le permitiera hablarle un instante a Cielo, a
solas, y aun vestido con su frac, y con la alianza que había alcanzado a intercambiar con Linda en su
anular, se retiró, a su pesar, a su habitación para dejarlos solos.

-Cielo... sé que estas amnésica. Y no es la primera vez que te pasa. Cuando te conocí, tenías una amnesia
rara, y no te acordabas de nada hasta tus diez años. Ya te pasó esto, y evidentemente te está pasando
otra vez. Pero mírame... ¿No te produce nada verme?
-La verdad es que me pasa algo cuando te veo...- confesó ella-. Pero no sé, todo el tiempo me siento rara.

-Soy yo, Cielo, Nico... Indi... Sos mi mujer, nos estábamos por casar. Vos y yo nos amamos.

Ella veía la desesperación con la que él le hablaba, y escucharlo decir que ellos iban a casarse
confirmaba su peor temor: esa era la razón por la cual estaba vestida de novia el día que había conocido
a Salvador. La idea de que ese hombre desesperado fuera su amor y que, además, hubiera tenido que
encontrarla casándose con su mejor amigo la alteró tanto que comenzó a faltarle el aire. En la
habitación de al lado, Salvador estaba pendiente de cada palabra y contaba los minutos que pasaban;
cuando sintió que ya se demoraba mucho el encuentro a solas, intervino.

-Ya está, Nico, la estás poniendo mal.

-No te metas, por favor.

-Me meto, porque tal vez sea cierto que ella es Cielo, pero para mí es Linda, y es mi mujer.

Nico le creyó a Salvador cuando le repitió, por enésima vez que él no sabía que ella era, supuestamente,
su novia, que jamás había visto una foto de ella cuando había ido a su casa, y que, si eso era, en efecto,
como Bauer afirmaba, todo había sido una trágica confusión. Pero como notaba que persistía en ellos
cierta reticencia a creerle, Nico les suplicó que lo acompañaran a un lugar para demostrarles su versión.

Aquella tarde, los TeenAngels se presentarían en un repechaje del concurso intercolegial del que habían
sido descalificados. Gracias a las gestiones de Justina, les habían permitido volver a participar con la
advertencia de que no sería tolerada ningún tipo de indisciplina. Para ser equitativos, también habían
permitido que Nacho, Tefi, Melody y Simón participaran por el Rockland. Nico confiaba en que, si Cielo
veía a los chicos cantando, eso podría despertarle algún recuerdo, y además cuando ella y Salvador
vieran que los jóvenes también la reconocían ya no tendrían dudas.

El repechaje había pasado por varias instancias, en las que las dos bandas habían tenido un excelente
desempeño, y también la competencia sirvió para dirimir otro tipo de disputas. Tras el confuso episodio
en el que Simón había besado a Mar en el juego del boliche, la tensión entre los tres había crecido, hasta
que una tarde Thiago decidido darle un corte a esa situación y provocó un careo entre ellos. Les pidió a
las dos sinceridades y los animó a confesar lo que les pasaba. Simón finalmente admitió que no podía
evitar lo que sentía por ella, y Mar, con renuencia, terminó por aceptar que estaba confundida por el
sentimiento que le despertaban ambos. Thiago, por su parte, reconoció seguir enamorado de Mar. Más
tarde, ella le reclamó que esa charla entre los tres le había resulta muy incómoda.

-Los tres tenemos un problema- concluyó Thiago-. Los dos estamos enamorados de vos, y vos pareces
estar confundida con nosotros. La solución cae de madura.

- ¿Qué es lo que sea cae de maduro? - preguntó Mar.

-Que la manera más conveniente de romper este triángulo es que vos y yo volvamos a estar juntos.
Mar quedó demudada y no pudo darle una respuesta; por esa razón, durante el repechaje. Thiago
aprovecho una canción que deberían interpretar juntos para meter presión. En un intento por ofrecer
una presentación innovadora, hicieron un mash up, es decir, una fusión entre Hay un lugar, el tema
solista que cantaba Mar, y Nena, una canción compuesta por Thiago. Rama se encargó de tocar la
guitarra en vivo, fusionando ambas melodías, y ellos cantaron sus respectivas canciones, mezclándolas.
Comenzó ella, con la canción que había escrito pensando en él.

Hay un lugar al que me voy cuando estoy triste

Es un lugar dentro de mí que nunca viste

Me lo inventé para sentir que me quisiste

Es un lugar al que me voy cuando estoy triste.

Entonces Rama fusionó con su guitarra la melodía de Hay un lugar con la de Nena, y Thiago comenzó a
cantar.

Hay muñecas que guardar

Ya es momento de dejarlas atrás

Es la vida y hay que aceptar

Cuando nos dice que debemos cambiar

Y dejar de jugar

Y ponerse a pensar

Que es tiempo de buscar un amor

¿Y vos que esperas?

Thiago cantaba cada palabra mirándola a los ojos. Ambos sabían que las frases estaban cargadas de
intención. Un nuevo cambio musical, y nuevamente sonó la melodía de Hay un lugar y esta vez cantaron
a dúo.

Y si te vas, también me voy

Y si no estás, tampoco estoy

Y nada importa, nada sirve, nada vale

Nada queda, sin tu amor.

Estallo el estribillo de Nena y Thiago lo cantó sin quitarle los ojos de encima, mientras se acercaba a ella.

Nena ya no hay cuentos de hadas


Nena no te pierdas nada

Nena te voy a buscar

Nena ya no tengas miedo

Nena no digas no puedo

Nena te invito a soñar.

Estaban muy próximos, mirándose con intensidad cuando el terminó de cantar, y ante las miradas
recelosa de Melody y dolida de Simón, que estaban en la platea, se dieron un beso que hacía ya
demasiado tiempo deseaban.

Ni ellos que se besaban, ni Rama que los miraba sorprendido, guitarra en mano, ni Tacho y Jazmín que
aplaudieron ese beso desde bambalinas, sabían que en la sala estaban Cielo y Salvador, a quienes Nico
había llevado, Cielo estaba conmovida de ver a esos chicos que no le resultaban indiferentes, y así como
ese mash up entre las canciones de Mar y Thiago era una metáfora de la conexión que ambos tenían,
también lo era de la indisoluble unión que había entre Cielo y Linda.

Ella sobrepasada por las emociones vividas ese día, no se sentía muy cómoda allí, pero él mismo insistió
con que esperara a verlos cantar a los cinco juntos. Como corolario del repechaje, la banda en pleno
subió a cantar su canción himno, Estoy listo, y ya desde los primeros acordes y con las primeras estrofas
de la canción. Cielo comenzó a sentir una angustia insoportable que la embargó, y se fue corriendo del
lugar, desestabilizada. Salvador le pidió a Nico que le diera una tregua, y acordaron dejarla un momento
a solas.

Pero al regresar a la casa de Salvador, ella se encontró con el pequeño Cristóbal, quien quedó mudo
apenas la vio, se le cerró el pecho y comenzó a respirar con dificultad por la conmoción. Luego de evitar
que Nico fuera desviado de su camino, Malvina regresó al hogar, y le confió a Justina lo que estaba
ocurriendo; esa charla fue escuchada por Cristóbal, quien se preocupó por su padre y salió corriendo
hacia la iglesia. Pero al llegar se enteró de que el casamiento se había suspendido, y decidió ir a la casa
de Salvador en busca de su padre. Como nadie le respondió, y su padre no atendía el celular, decidió
esperar allí unos minutos, y así fue como se topó con Cielo.

Ella lo hizo pasar al departamento, le ofreció un vaso con agua y lo ayudó a serenarse.

-Cielo...- dijo el con su vocecita trémula.

-Veo que me conoces...- dijo ella con lágrimas en los ojos, conmovida con la dulzura del niño, que lloraba
con una intensa emoción, por haberla reencontrado.

- ¡Claro que te conozco! ¿Estas amnésica otra vez?


-Si- reconoció ella.

-Soy Cristóbal, el hijo de Nicolás.

- ¿Yo soy tu...? - se estremeció ella.

-No, no sos mi mama. Pero es como si lo fueras. Te extrañé muchísimo, Cielo. Muchísimo.

Ambos lloraban, tratando de entender algo en medio de tan grande sinsentido.

-Todos los chicos te extrañan. Y tu hermana también.

- ¿Tengo una hermana?

-Si, se llama Luz, tiene diez años. ¿No te acordas de nada?

Ella negó con un movimiento de cabeza, y a él se le ocurrió una idea que tal vez podía ayudar.

- ¿Porque no vamos a la casa? A lo mejor, si estas ahí, si te encontras con los chicos, con tus cosas... a
lo mejor te acordas.

Ella lo miró, con su corazón estrujado.

Los chicos regresaron triunfadores del repechaje; ambas bandas se habian ganado el derecho a
continuar en el concurso, que se desarrollaria durante buena parte del año. Estaban todos muy
euforicos, y decidieron hacer un happy hour para la gente que permanecía en el bar, tomando algo. Mar
y Thiago se miraban cómplices: ese beso había renovado la certeza de que se pertenecían. Mas allá,
sentada en uno de los bancos frente a la mansión, estaba Malvina, abrazada a Esperanza y vigilando a
Monito, Luz y Alelí, que jugaban. Nico había invitado a Salvador para que le diera un poco de aire a Cielo,
y para hablar tranquilos de lo que estaba ocurriendo. Lleca advirtió el semblante contrariado de los dos,
y se sorprendió de que Salvador estuviera allí.

La primera en verla fue Alelí.

- ¡Cielo! - exclamó.

Poco a poco, todos fueron mirando hacia donde señalaba la niña, unos cuantos metros más lejos de
donde estaban Cielo, ya sin su vestido de novia, llegaba al lugar de la mano de Cristóbal. Alelí corrió
hacia ella. Monito pegó un grito que denotó, aunque nunca lo había dicho, cuanto la había extrañado.
Luz quedó paralizada, y comenzó a llorar. Rama dejó caer la bandeja que sostenía, con todos los tragos.
Mar se quedó sin aliento, y se aferró a Thiago, que solo miraba a Cielo, sin parpadear. Jazmín se largó a
llorar de inmediato, y corrió a abrazarla, arrastrando a Tacho de la mano, que se había quedado como
estaqueado.
Nico y Salvador, unos metros más allá, vieron como todos los chicos comenzaron a rodearla, abrazarla, a
besarla. Malvina y Esperanza se unieron al grupo, y hasta la retraída Luz terminó por correr a abrazar
con todas sus fuerzas a su hermana. Ante esa oleada de besos, abrazos y caricias, Cielo se quebró por
completo, y se largó a llorar. Aunque no los recordaba, sin dudas había encontrado a esa familia que
tanto había buscado. Nico observó que Salvador también lloraba: por un lado, estaba feliz de que Linda
hubiera encontrado a sus seres queridos, y a la vez estaba desolado por el infortunio de una verdad
incontrastable.

-Te lo dije, Salva- expresó Nico mientras pasaba un brazo por los hombros de su amigo. - Linda es Cielo.
Una clase de arqueología
Los temores de Franka se hicieron realidad rápidamente. Desde el balcón del loft, fue testigo del
reencuentro de Cielo con los chicos, y asistió al fracaso contundente de su misión. Vio como todo el
mundo ingresó a la mansión, y poco minutos después recibió el llamado de su jefe, con su voz robótica
más grave que de costumbre. Juan Cruz no la reprendió ni la insultó por su falla, lo que la mortificó más,
sino que escueto y lacónico, le dio la orden de capturarla sin levantar sospechas y, en paralelo,
completar los procesos de implante en los chicos que faltaban.

-Señor... Me gustaría explicarle- atinó a justificarse ella.

-Ya hablaremos de tu falla- dijo él, y le cortó.

Justina le informó por teléfono que no sería fácil secuestrar a la amnésica ex mucama, dado que no la
dejaban sola ni un instante, sino que estaban todos encima de ella, mostrándole cada rincón de la casa,
cada foto tomada, y relatándole cada anécdota compartida con la intención de ayudarla a recordar.

-En cuanto quede sola, avísale a Charly- la interrumpió Franka-. Y anda preparando todo para hacerle los
implantes a Thiago, Cristóbal y Luz.

- ¡A mi Lucecita no se te ocurrrrra tocarrrrrla!- gruñó Tina y le cortó.

Franka debió tomarse un analgésico, algo insólito en ella.

Cielo se sentía muy a gusto en medio de aquel recibimiento ruidoso, pero a pesar de que todos hacían
su mayor esfuerzo para evocarle algunos recuerdos, ella seguía tan amnésica como había llegado. Y
aunque las intenciones eran nobles, empezó a sentirse abrumada. Salvador lo había advertido desde el
principio, pero cuando quiso llevársela a su casa para preservarla, generó una nueva discusión con su
amigo, y esta nueva pelea agobio aún más a Cielo. Los relatos superpuestos de los chicos, la emoción
que tenía aquella hermanita que ella no recordaba y, sobre todo, las fotos que le mostraron, donde ella
se vio a si misma viviendo una vida de la cual no guardaba una sola imagen, la sobrepasaron, y decidió
alejarse un poco. Se disculpó y manifestó que deseaba irse un rato de la casa, para poder procesar lo
que estaba viviendo.

No sin cierta preocupación, respetaron su deseo, y la dejaron ir. Nico tuvo una charla con Salvador, en la
que acordaron que, a pesar de la difícil situación que atravesaban, harían prevalecer su amistad y
priorizarían en primer lugar, el bienestar de Cielo.

Una hora más tarde, los chicos empezaron a inquietarse porque ella no regresaba, hasta que Salvador
recibió un llamado.

- ¡Linda! - exclamó.

Nicolás, sin importarle las formas, le arrebató el celular.


- ¡Cielo! ¿Dónde estás? ¿Por qué no volves? - preguntó Nico.

-Salí a caminar un rato. Todo lo que pasó fue muy fuerte- dijo Cielo con su voz muy serena y pausada-.
Necesito un poco de distancia, y de tiempo. Espero que me entiendan.

-Pero, Cielo...- intentó oponerse él.

-Necesito estar sola. Explicale a Salvador y a los chicos, por favor. Necesito tomarme unos días...

- ¿Unos días? - se alarmó él.

-Si, uno, dos, diez días... No lo sé. Por favor, entiéndanme. Cuando pueda digerir todo esto, voy a volver-
dijo, y cortó.

Nico transmitió sus palabras a Salvador y a los chicos, y todos se conmocionaron: no podían aceptar esa
decisión de Cielo. Luego de meses de extrañarla y de esperarla, ahora que la habían recuperado, los
desesperaba la idea de que se alejara otra vez; sin embargo, no tuvieron otra alternativa más que
aceptar su decisión.

Pero esa no era la causa de por qué no había regresado. Cielo estaba secuestrada en un palacete muy
oneroso, ubicado en un barrio exclusivo. Apenas salió de la mansión buscando desahogarse un poco,
alertado por Justina, Charly la estaba esperando, y sin que ella pudiera resistirse, la durmieron y
trasladaron a una cárcel muy lujosa. El llamado que habían recibido fue hecho en realidad por Franka,
quien recurrió a un sofisticado sistema sonoro para reproducir, casi a la perfección, el tono de voz de
Cielo.

Para calmar la ansiedad que esta nueva separación produjo en los chicos, Nico decidió realizar alguna
actividad que pudiera distraerlos.

- ¡Una clase de arqueología! - anunció.

Pero su idea tuvo una aceptación nula, como siempre. Cuando inauguraron el hogar mágico, Nico
contrató a varios docentes para que se ocuparan de las diferentes disciplinas que allí se dictaban, y en
aquel momento informó, con excitación, que el mismo dictaría un curso de arqueología para
principiantes, pero se frustro muchísimo cuando comprobó que solo su hijo se había anotado en éste. El
escaso interés que los chicos tenían por su amada ciencia lo hería en lo más profundo de su orgullo. Sin
embargo, aquel día les dijo que la clase no era optativa, sino obligatoria.

-La arqueología es una ciencia dedicada a reconstruir la historia de la humanidad a partir de


pequeñísimos hallazgos de objetos antiquísimos- comenzó-. Los arqueólogos somos detectives que
vamos detrás del difuso rastro de la historia.

Y miro a los chicos que apenas le prestaban atención, conformando un auditorio bastante aburrido.

-Eso es lo que está haciendo ahora Cielo- agregó.


Ante la mención de Cielo, todos los chicos empezaron a prestar atención. Nico no quería, en verdad,
instruirlos en su especialidad, sino que pretendía hablarles, con un discurso que le era propio, de la
situación en la que se encontraba ella.

-Cielo está empezando a reconstruir su historia, va a empezar a hacer excavaciones en su pasado, y va a


ir obteniendo pequeños hallazgos. Hay que ser muy delicados con ella, y tratar con extremo cuidado
cada pequeño objeto de su historia que ella vaya encontrando. Debemos ser muy pacientes, reconstruir
una historia no es nada sencillo. Por eso les pido que no se angustien por este nuevo alejamiento.
Entiéndanla: está atravesando algo muy difícil.

La clase de arqueología logró acallar un poco las inquietudes de los chicos, quienes se sentían
imponentes ante el hecho de haber reencontrado a Cielo para descubrir que ella los miraba como a
desconocidos.

Las palabras de Nico resonaron en Jazmín de una manera muy especial. Además de darle una
perspectiva diferente sobre la situación de Cielo, también la llevaron a reflexionar sobre la necesidad de
reconstruir su propia historia. Habían pasado ya varios días desde que había encontrado a sus tíos, a los
que había vuelto a ver unas cuantas veces. Por supuesto, no había trabajado para ellos como mucama,
dado que no podría justificar su ausencia cada día en el hogar, pero había acordado ir una vez por
semana a ayudar a su tía. Pero en ningún momento les reveló que era su sobrina, a pesar de que Mar la
animaba a hacerlo. Aquella tarde, luego de la clase de Nico, decidió que debía decirles el vínculo familiar
que los unía para empezar, por fin, a reconstruir su propia historia.

En la que ahora era la casa de sus tíos, Amparo la recibió con la misma alegría de siempre. Jazmín
preguntó por Josemi, y su tía le dijo que regresaría en cualquier momento.

- ¿Por qué me preguntas? -Porque quiero hablar con ustedes- respondió Jazmín, decidida a terminar
conel secreto.

Mientras esperaban al tío, Amparo le pidió que la ayudara a buscar a su pequeña mascota, un cachorrito
muy travieso que desaparecía a cada rato, escondiéndose en los lugares más insólitos de la casa. Jazmín
salió a buscarlo por las habitaciones hasta que entró al que había sido su cuarto de la infancia. Revisó
bien la habitación y, al mirar bajo la cama, observó que el zócalo estaba movido de lugar, y de inmediato
tuvo un recuerdo muy nítido. Tras ese zócalo, había un agujero en el que ella, de pequeña, escondía sus
pertenencias más privadas. Aun fascinada por ese recuerdo, lo movió, estiró su mano y, como tantas
veces lo hiciera en el pasado, sacó algunos objetos que permanecían allí, escondidos. Había una caja de
madera que contenía algunas fotos, cartas y un diario íntimo. También encontró una muñeca y, para su
sorpresa, la filmadora que le habían regalado para su cumpleaños el día en que asesinaron a sus padres.
Así como había suprimido de su mente gran parte de sus recuerdos, como, por ejemplo, que tenía un
tío, comprendido entonces que también había olvidado que aquel día, cuando todo ocurrió, la filmadora
estaba encendida, grabando.
Aprovechando que su tía había salido al jardín a buscar a su mascota, Jazmín tomó todos los objetos
hallados y se fue presurosa de la casa. Al llegar al hogar, enchufó la filmadora, rogando que a pesar de
los años que habían pasado aun funcionara. Espero que la batería se recargara lo suficiente y, luego de
unos minutos, comprobó que la filmadora estaba intacta. Abrió la tapa y encontró en perfectas
condiciones el único casete que había colocado en el artefacto. Si acaso algo había llegado a grabarse,
ahora podría verlo. En ese punto se dio cuenta de que no podría hacerlo sola, y decidió recurrir a Nico.

Cuando él se enteró de lo que Jazmín había estado haciendo todo ese tiempo, se enojó bastante, ya que
odiaba que le ocultaran cosas. Como tutor, era muy abierto y comprensivo, y les permitía hacer casi
todo lo que deseaban, por eso le dolía, y también preocupaba, que ellos no confiaran en él. Ella se
disculpó, y le explicó que no lo había dejado al margen por falta de confianza, sino porque le costaba
mucho abrir su corazón. Nico le reprochó haberse expuesto de esa manera a una situación que podría
haber sido peligrosa, si en verdad ese hombre era el asesino de sus padres; pero ella le habló de las
personas que había encontrado, de la amabilidad de sus tíos, de lo cariñoso que era él y la confianza que
le había inspirado. Sin embargo, el hecho de estar frente a una prueba que podría echar luz sobre lo
ocurrido aquel día de la angustiaba profundamente. Nico le dejó en claro que la acompañaría a hacerlo
cuando estuviera dispuesta, y ella reunió el coraje necesario.

Nico subió un televisor al altillo, para poder verlo en privado, y se percató de que Jazmín intentaba
controlar un leve temblor nervioso mientras lo hacía. Una vez que la filmadora estuvo conectada al
televisor, ella se abrazó a él y la encendieron.

La grabación duraba cuatro minutos y veinte segundos. Al comienzo apareció al padre de Jazmín,
enfocándose a sí mismo, comprobando que estuviera en marcha.

- ¡Anda! - exclamó.

Y a Jazmín se le cerró la garganta al volver a oír la voz de su padre. Luego se vio a sí misma, con sus
largas y amplias polleras andaluzas, moviendo sus manos y contorsionando sus caderas al ritmo de las
palmas que, hacia su madre, a la que se alcanzaba a ver apenas en la filmación. Al cabo de unos
cuantos segundos, se oyó un fuerte estruendo, como el de una puerta cerrándose, y los gritos
apagados de un hombre.

- ¡Es él! - exclamó su madre, repentinamente aterrada.

- ¡Se quedan acá! - ordenó su padre-. Escondela.

La filmación en ese punto se volvió confusa y caótica, y por las palabras de su madre y lo que se
alcanzaba a oír, era evidente que la estaban escondiendo bajo la cama. El plano de la filmación quedó
quieto y ladeado, hacia un costado; desde ese encuadre se podía ver, claramente, al hombre de los
zapatos lustrosos que entraba, con un cigarro en su boca, y una daga en su mano. Su padre intentó
detenerlo, yendo hacia él, pero el otro, con su rostro enrojecido por el odio, en un rápido movimiento lo
apuñaló. Su madre comenzó a gritar, y al intentar defender a su marido, recibió otra puñalada. Jazmín
cerro sus ojos, inundados en lágrimas, y se refugió en los brazos de Nico, que la abrazó con todas sus
fuerzas. Ya habían visto demasiado. Aquel hombre enfurecido, que había terminado con la vida de sus
padres, era, tal y como lo había anunciado la vieja gitana, Josemi Ismael Romero, su tío, el hermano de
su padre.
Recorriendo un camino oscuro y casi a ciegas, Jazmín había logrado echar a andar la justicia que su
padre le había pedido en sueños, y si bien había transitado aquel camino prácticamente sola, una vez
que sus amigos se enteraron de lo ocurrido, se pegaron a ella y no la abandonaron ni un solo instante.
Nico consideró que ella ya había sufrido bastante y no quiso que tuviera que ocuparse de nada más; fue
él quien se encargó de hacer la denuncia y presentar las pruebas en una fiscalía. Cuando supo de la
detención de Josemi, se lo informó a ella.

-Tu tío está preso- le dijo, tomándola de las manos.

Jazmín asintió sin responder, con sus ojos humedecidos, y se abrazó a Mar, que no se había separado de
ella ni por un segundo. Ahora deberían atravesar un proceso largo, hasta que se desarrollara el juicio; de
todas maneras, su tío permanecería detenido, y la gitanita sintió que el hecho más traumático de su
vida comenzaba a cerrarse.

Tres días después Justina le comunicó que una mujer quería verla, y Jazmín se puso pálida y tensa
cuando vio a su tía Amparo, que parecía diez años mayor que la última vez que la había visto. Estaba
muy compungida, y antes de pronunciar una palabra, se largó a llorar.

-Yo te juro que no lo sabía, Jazmín. No lo sabía. ¿Como podría haberme imaginado que mi Josemi había
hecho semejante horror? No puedo dormir, no puedo vivir... Mi vida se me partió en mil pedazos...
Pienso que viví durante años en la misma casa donde él los...

Jazmín la miró fijo a los ojos. Percibió verdadera conmoción en la congoja de la mujer, y creyó en la
ignorancia de su tía; sin embargo, el hecho de haber vivido diez años junto a un asesino, en la misma
casa donde había realizado la masacre, la convertía al menos en cómplice involuntaria.

-Te pido perdón. Por él, por mí.

-Él es el culpable- dijo por fin, Jazmín.

-Si, claro que sí. Pero yo también... porque debí haberte buscado. Me conformé con las excusas de que
me dio él... Después de lo de tus padres, empecé a buscarte. Josemi me dijo que te había llevado Joselo
a vivir con su clan. Me juró que había intentado recuperarte, pero que habías desaparecido. Creímos
que te habían mandado a alguna provincia. Durante años seguí buscándote, pero la vida... Me siento tan
culpable.
Azul y oro
Todos seguían esperando a Cielo, y con el correr de los días comenzaron a preocuparse, ya que podría
haberse extraviado otra vez, o haber caído en manos de los enemigos que los acechaban; sin embargo,
cada vez que la preocupación comenzaba a inquietarlos demasiado, recibían un nuevo llamado de ella
que los tranquilizaba. En el último, Cielo había hecho un pedido especial.

-Necesito esa caja que encontré, y que está en la casa de Salvador.

Nico miró a Salvador, que desde que Cielo se había alejado iba cada día al hogar a compartir su ansiedad
con Nico, Salvador explicó que era una caja que ella había encontrado de casualidad en la calle, que
estaba repleta de objeto usados y sin valor, pero a los que ella les daba mucha importancia.

- ¿Que objetos? - preguntó Nico.

Salvador se los describió y Nico comprendió que se trataba de la misma caja que el había recibido un
tiempo atrás, dirigida a Cielo cuando ella aún estaba desaparecida. De la misma manera misteriosa que
había llegado, había desaparecido. Nico ignoraba que había llegado, había desaparecido. Nico ignoraba
que Justina había intentado acercársela a Franka, y así la había perdido y, por obra del azar, había
llegado a manos de Cielo. Por supuesto Franka y su gente ya estaban al tanto del hallazgo gracias a los
micrófonos ocultos que tenían en el departamento de Salvador. Era ella y no Cielo quien la estaba
pidiendo por teléfono, utilizando una vez más el modificador de voz.

Cielo seguía secuestrada en el palacete. Todos sus intentos de fuga habían fracasado, aunque había
estado por lograrlo en una ocasión. Ya advertidos sobre sus extraordinarias habilidades, habían
dispuesto un sofisticado sistema de seguridad en la habitación donde la habían recluido y cuyo
perímetro era custodiado por una energía invisible pero poderosa, que neutralizaba a Cielo cada vez que
intentaba escaparse. Sin embargo, los conocimientos extraordinarios de ella le servirían una vez más, y
estaba abocada a construir, disimulando ante sus captores, un artefacto casero, a partir de elementos
cotidianos como cubiertos, invisibles para el pelo, la aguja imantada de la brújula que llevaba siempre
consigo, y fibra de acero, con el que pretendía captar una señal radiofónica y así lograr comunicarse con
Salvador para advertirle de su situación.

Detrás de vidrios espejados, un grupo de científicos- entre los que estaba Charly- la monitoreaban y
estudiaban día y noche. Cada tarde el falso profesor de cine la sometía a test extrañísimos, lo que más lo
fascinaba era ver que no había problema matemático o ejercicio de lógica que ella no pudiera resolver.

Aunque no sospechaban que quien los llamaba no era Cielo, si dudaban de su comportamiento y de ese
extraño pedido, entonces Nico le propuso a Salvador examinar esos objetos y, en su lugar, enviar una
caja falsa por medio del cadete que Cielo dijo que mandaría, y seguir a ese mensajero para dar con ella.
Por supuesto que el muchacho llevaría la caja a Franka, quien enseguida advirtió el engaño.
-Me mandaron cualquier cosa- les dijo con la voz de Cielo-. ¿Por qué no me mandan mi caja?

-Si queres tu caja, vas a tener que venir a buscarla, Cielo- le dijo Nico con serenidad-. Estamos muy
preocupados por vos, y nos parece muy raro todo eso.

-Yo estoy bien, ya les expliqué que necesito estar sola, pero también necesito esa caja.

-Si la necesitas, veni a buscarla- concluyo él.

Salvador le reprochó un poco ese tono, pero Nico le hizo ver que había algo muy extraño alrededor de la
conducta de Cielo, y enterándolo de la misteriosa corporación que lo acechaba, le confesó que no
descartaba que la mujer que ambos amaban estuviera en manos de ellos y obligada a hacer esos
pedidos. Ante esa revelación, Salvador se desesperó y los dos se dedicaron a rastrearla.

Pensaron que tal vez podían encontrar alguna pista observando bien los objetos de la codiciada caja,
pero a excepción de la brújula que ella llevaba consigo, estaban todos los demás, y no hallaron nada
excepcional en ellos. Si les llamó la atención el disco, por eso Nico mandó a buscar un viejo tocadiscos
que estaba guardado en algún rincón del hogar. Pero al hacerlo funcionar, sonó una vieja canción que
ninguno conocía, no había en ella nada extraordinario. Lo extraño ocurrió cuando Nico fue a sacarlo de
la bandeja: al moverlo sin querer en sentido contrario, creyeron escuchar algo llamativo, entonces
volvieron a mover el disco hacia atrás, y se sobresaltaron al comprobar que, en efecto, escondía un
mensaje.

-No hay tiempo. Azul y oro- se escuchó nítidamente, pero en un tono espectral.

- ¿Azul y oro? - repitió Nico mirando a Salvador.

Estuvieron unos cuantos minutos tratando de interpretar ese misterioso mensaje.

Era sábado por la noche, y Mar estaba muy preocupada por dos hechos. A partir de aquel beso que se
había dado en el repechaje con Thiago, habían decidido volver a ponerse de novios, y como suele
suceder, los primeros momentos fueron de mucha plenitud, pero con el correr de los días, y con la
ayuda de Tefi y Melody, Mar comenzó a volverse desconfiada. Ella ya lo era por naturaleza, pero ahora
Thiago tenía en el haber una infidelidad, y para colmo, la participe necesaria de aquel delito, estaba
revoloteándole siempre cerca, y pasaba muchas horas al día en el hogar con su inseparable Tefi.

Melody había presenciado aquel beso y eso le había provocado un odio irrefrenable. No estaba
dispuesta a que esa miniatura llena de grasa le ganara a un hombre, de modo que con la ayuda de Tefi
se dedicaron a sembrarle dudas, le hacían escuchar conversaciones confusas, y fueron preparando el
terreno para desatar las sospechas de Mar, quien, tras haberse quemado una vez con leche, veía
fantasmas por todos lados.

Aquel sábado los dos hechos que preocupaban a Mar eran que, por un lado, los varones habían decidido
hacer una noche de machos, es decir, juntarse solo ellos, sin mujeres. Eso ya no le gustaba para nada.
No tenía problemas en que Thiago saliera con sus amigos, pero ¿qué necesidad había de excluirla a ella?
El otro hecho que la inquietaba era que hacía varias horas que no sabía nada de él. Ni de Melody.

Sin embargo, Thiago en ese momento estaba lejos de estar reincidiendo en una infidelidad, sino que
muy por el contrario estaba inconsciente en la camilla del centro de operaciones de Franka, donde le
estaban implantando el microchip que varios ya tenían. Una vez completado el proceso, Franka ordenó
que lo despertaran y lo dejaran en la puerta de la mansión, sin preocuparse por disimular la intervención:
ya que Bauer la había enfrentado, ella quería mostrarle que podían hacer lo que quisieran, y cuando
quisieran.

Todos los varones estaban encerrados en su habitación, bebiendo tragos que preparaba Nacho, Rama y
Simón tocaban la guitarra; Luca y Tacho jugaban partidos de futbol de video games, y aunque le habían
permitido a Lleca participar de la noche de machos, no lo dejaban jugar con ellos porque era
extremadamente competitivo y peleador, casi, casi, como Nacho. No tenían planeado salir, sino
simplemente compartir una noche entre hombres. Mar no les creyó cuando le dijeron que Thiago no
estaba con ellos, y que además no sabían nada de él, sino que pensaba que estaba allí escondido, y con
Melody. Debieron abrirle la puerta y permitirle entrar para que se convenciera de que no estaba.

- ¡No lo cubran! - les gritó, impotente ante la mirada de todos los varones.

-Chau, Mar- concluyó Rama y le cerró la puerta.

Ella quedó en el pasillo, gritándoles que no era tonta, que no la engañaban, y que era de muy poco
hombre tapar las infidelidades de un amigo, y no advirtió que por detrás de ella avanzaba Thiago,
totalmente boleado y con paso errático, producto de la intervención que acaban de hacerle.

- ¡Acá estás! - gritó cuando lo vio-. ¿Dónde estabas?

Thiago apenas podía mantenerse en pie. Intento hablar, sonrió, y como prácticamente cayó en sus
brazos, ella creyó que se había emborrachado.

- ¡Estás borracho! ¡Fratacho, pedazo de mampara mal reciclada! ¡Te voy a bajar la medianera!

Pero Thiago no podía ni balbucear, y prácticamente se desvaneció sobre ella, convenciéndola más aun
de que estaba alcoholizado. Así los encontró Nico, quien no pudo calmar a Mar, indignada por el nuevo
engaño de Thiago, al que ya lo imaginaba de jarana con Melody, bañados con champagne. Pero Nico,
queintentaba sujetar a Thiago y hacerlo reaccionar, descubrió algo que lo puso muy serio.

-No está borracho- dijo con preocupación.

- ¡No lo cubras vos tampoco! ¡Hombre tenías que ser! Se cubren entre ustedes, niegan lo que no se
puede negar. Tiene una mamua padre. ¿Con quién estuviste? ¿Estuviste con la jirafa? ¡Habla, Fratacho!

- ¡No está borracho, Mar! - insistió Nico.


Y le señaló las dos marquitas rojizas que Thiago tenía en su nuca, Mar quedo paralizada. Y Nico se
enfureció al comprobar que, una vez más, se habían aprovechado de los chicos en sus narices.

A la mañana siguiente, anticipándose a la preocupación que generaría el ataque a Thiago, sumada a la


incertidumbre por la nueva ausencia de Cielo, Nico decidió hacer un asado para distenderlos. Encargó a
cada uno una tarea diferente y todos se entusiasmaron con la idea. Sin embargo, no pudieron evitar
inquietarse por lo ocurrido con Thiago, quien manifestó no recordar nada de lo que le había ocurrido el
día anterior. Mar no sabía que pensar, Nico le decía que le habían hecho algo, y ella no podía dudar de él,
sin embargo, una vocecita interna le decía permanentemente que no fuera tan confiada. Y eso se
potenció cuando Melody, invitada por Tefi al asado, subió la voz sabiendo que Mar la estaba
escuchando, para contarle a Tefi lo bien que lo había pasado el día anterior con "él". Jamás nombró a
Thiago, pero sabía que lograría que Mar así lo creyera.

Muy fastidiada por estar otra vez en esa situación, Mar decidió dejar de pensar en el tema, y se ofreció
para ir a comprar la carne para el asado. Como Simón ya tenía registro de conductor, se ofreció a llevarla.
Mar subió al altillo donde estaba Nico con Salvador y le pidió el dinero; él se lo dio y siguió hablando con
su amigo. Antes de irse, Mar llegó a escuchar que ambos se preguntaban acerca del posible significado
del mensaje del disco.

-Azul y oro- repitió Mar con simpleza-. La esquina.

- ¿Que esquina? - preguntó Nico.

-La esquina de Mar Azul y Fray Justo no sé cuánto de Oro...- precisó ella-. ¿Que hay en esa esquina?

Salvador y Nico se miraron. Tal vez tenían una punta.

En medio de los preparativos para el asado, Tacho y Rama empezaron a notar ciertas conductas algo
extrañas en Thiago, que al principio les provocaron risas, pero luego comenzaron a preocuparlos. Thiago
parecía estar como adormilado o algo entonado por unas copitas de alcohol, aunque les constaba a
todos que no había bebido. Le pidieron que les alcanzara una gaseosa, y él les dio hielo. Luego le
pidieron la ensaladera roja, y el trajo la azul. Al principio pensaron que era una broma, pero luego
observaron que el estaba muy convencido de que la ensaladera azul era roja. Entonces anoticiaron a
Nico de ese extraño comportamiento. Thiago estaba en ese momento ayudando con las ensaladas a
Caridad, a la que llamaba "Castidad".

Nico le hizo algunas pruebas, y comprobó que Thiago estaba sufriendo algún tipo de dislexia, pues
confundía objetos, nombres y colores, y de inmediato lo llevo al loft de Franka, para que lo examinara.

-Lo agarraron los mismos tipos- dijo él con angustia-. Le hicieron lo mismo que a los otros.

Franka fingió horrorizarse otra vez, y se dispuso a revisarlo, de verdad preocupada por aquellos efectos
colaterales. Mientras se ocupaba de Thiago, Nico reparó en un artefacto extraño que ella se había
olvidado de guardar: se trataba de aquellos modernísimos escáneres que usaban para analizar la
actividad electromagnética, y que Nico reconoció como el objeto con el que Charly le estudió su mano.
- ¿Qué es eso? - preguntó él inquieto.

Franka se tensó al verlo, y disimuló con gran aplomo.

-Es un escáner de baja frecuencia. Me lo dieron en la clínica para que lo probara. Es última tecnología-
dijo con naturalidad.

Nico pareció contentarse con la respuesta, sin embargo, miró a Franka y por primera vez se preguntó si
Malvina no tendría razón cuando afirmaba que algo no le cerraba de ella.

La mujer terminó de realizarle un examen neurológico básico a Thiago, y le dijo a Nico que no había de
que preocuparse. En efecto, estaba sufriendo una leve dislexia, seguramente producto de la
intervención, pero considero que se normalizaría en breve, de todos modos, indicó que lo
mantuvieranen observación y ante cualquier cambio lo llevaran a una clínica.

Nico llevó a Thiago de regreso al hogar, para comer el asado, pero se encontró con que todos
estaban ofuscados porque Mar y Simón nunca habían regresado con la carne.

Ella seguía en su diatriba contra Thiago en particular, y contra el género masculino en general; aun sin
poder creer en su inocencia, intentaba lograr que Simón pisara el palito y le confesara por fin en qué
clase de chanchada había incurrido Thiago la noche anterior, sin embargo, él insistía en que no sabía
nada.

Al llegar a la carnicería, se habían encontrado con que el carnicero estaba cerrado, listo para partir con
su camión frigorífico. Ella intentó, al principio de buen modo, que los atendiera, pero el hombre estaba
muy apurado para ir a ver al equipo de sus amores, que esa tarde jugaba el súper clásico.

-En un minuto- insistió ella, seductora-. Unos kilitos de asado, unos chori, unas morci... dos minutos.

-No puedo, piba, ya cerré- dijo el carnicero mientras ponía el candado en la cortina metálica.
Todos para uno
A la preocupación por el estado de Thiago, se sumaba ahora la desaparición de Mar y Simón. Ya eran las
seis de la tarde, y ni señales de ellos. Nico le encargó a Malvina que vigilara a Thiago, que seguía
haciendo y diciendo incoherencias, y salieron todos a buscarlos. Las puertas del hogar se abrieron para
que una horda de jóvenes y niños se dispusieran a encontrar a los que faltaban. Así funcionaban ellos:
aun cuando parecían estar distanciados o desconectados, eran un equipo sólido, semejante al de una
novela de Dumas. Una docena de mosqueteros: uno para todos, y todos para uno.

Si bien temieron numerosos peligros, nadie pudo siquiera imaginar la odisea que en verdad estaban
viviendo Mar y Simón. Cuando advirtieron que el camión se había puesto en marcha, se desesperaron y
gritaron inútilmente, hasta casi perder la voz. Lo mismo ocurrió cuando llegaron al estadio: los cánticos
del carnicero y sus amigos se fundieron con la de los millares de hinchas que arribaban al encuentro,
Mar y Simón comprendieron que, si no hacían algo para escaparse de allí, morirían congelados.

Simón intentó abrir la puerta a hombrachos, mientras Mar buscaba el termostato del frigorífico para
cortar el frío, pero ninguno de los dos tuvo éxito. Al cabo de dos horas, ambos estaban sentados, con la
piel pálida y los labios azulados, muy pegados uno al otro, cubiertos con unos overoles que habían
encontrado. Ya habían pasado por diferentes estados anímicos: optimismo, pesimismo, desesperación.

Ante la posibilidad de morir, se habían hecho las confesiones más impensadas, y ahora estaban
encaminándose hacia la resignada entrega a su destino. Ninguno lo mencionaba, pero ambos sabían que
no podrían resistir mucho más. El había leído alguna vez algo sobre la muerte blanca, es decir, la muerte
por congelamiento: la víctima siente una profunda necesidad de dormir, y se entrega de a poco a ese
sueño, que termina en la muerte. Por esa razón, sin saber si la historia era veraz o un mito, le insistía a
Mar con que no debía dormirse; sin embargo, ambos sucumbieron al sueño y entraron en una especie
de letargo, hasta que percibieron que una vez más el vehículo se ponía en marcha y despertaron.
Dedujeron que había terminado el partido y se entusiasmaron con la esperanza de que ahora si serian
hallados, pero ya no tenían fuerzas para gritar ni para gritar ni para golpear las paredes del camión.

Cuando volvió a detenerse, esperaron unos instantes a que se abriera la puerta, pero eso no ocurrió;
seguro el carnicero se había ido. Entonces sí tuvieron la certeza de que no sobrevivirían, y Simón pensó
que no quería morirse sin decirle a Mar lo que sentía por ella. Imaginó que diría su psicólogo si se
enteraba de que esa situación tan extrema le transmitía el coraje necesario para ir tras su deseo, y se
pegó a ella.

-Hay una sola cosa que no me perdonaría si hoy muero- dijo él.

- ¿Qué? - dijo ella tiritando y con un hilo de voz.

-No haberte besado. O al menos, no haberlo intentado.


En otras circunstancias ella habría dicho muchas cosas, hubiera hablado y hablado sin parar ante
semejante planteo, pera ahora no tenía fuerzas para hacerlo y, además, debía reconocerlo, ella también
había tenido el mismo deseo. Entonces lo miró, y sin palabras, lo invitó a dar ese paso, al borde del
abismo. Con gran dificultad, fueron acercando sus labios azulados, para unirse en ese beso previo al final,
cuando de pronto la puerta se abrió, y allí estaban el carnicero y Thiago, que los miraban.

Como Thiago aun seguía en un estado de confusión, Nico lo había dejado al cuidado de Malvina, quien
vivía confundida. En menos de diez minutos lo había descuidado y, al regresar, Thiago ya no estaba.
Entonces el grupo no solo buscaba a Mar y Simón, sino al errante Thiago, quien en su deambular caótico
tenía en mente que debía comprar carne para el asado, y así fue como había llegado a la carnicería,
donde el dueño lo encontró esperando a ser atendido.

- ¿Qué queres?

-Ravioles para el asado- dijo Thiago.

El carnicero interpretó que a ese muchacho no le funcionaba bien la cabeza, le dijo que estaba cerrado y,
muy tranquilo, se dispuso a abrir su camión para descargar la mercadería que vendería al día siguiente, y
así fue como ambos se toparon con los moribundos a punto de besarse.

Aquella noche de domingo fue muy ajetreada, Mar y Simón estaban convalecientes, volando de fiebre y
tapados hasta las narices. Los padres de Simón habían viajado, por esa razón estaba pasando unos días
en el hogar. El enfriamiento les había provocado una congestión importante. Pero no eran los únicos
que se sentían mal: como los síntomas de Thiago fueron empeorando. Nico debió llevarlo a una clínica.
Por los resultados de los estudios que le hicieron con suma urgencia, el médico determinó que ese
extraño implante lo estaba afectando a nivel neurológico, así que lo dejaron internado para evaluar al
día siguiente si era necesario efectuar una cirugía. No fue posible: a primera hora de la mañana
descubrieron que Thiago se había fugado.

Lejos de la vista de todos, Nico lloró en silencio, de impotencia, por lo que estaban viviendo.
Desesperado, regresó al hogar para chequear si Thiago estaba allí, cuando recibió un llamado de
Salvador. Cielo, por fin, había logrado comunicarse unos pocos segundos con él a través del artefacto
casero fabricado por ella, y le había confirmado que la tenían secuestrada.

- ¡Yo sabía! - se lamentó Nico, mortificado-. ¿Alcanzo a decirte algo más?

-Me dijo que desde la ventana de donde estaba, veía unos angelitos de yeso.

- ¿Angelitos de yeso?

-Si, Nico... Fui a la esquina esa que dijo Marianella, Mar azul y Fray Justo Santa María de Oro. ¿Y sabes
qué? Hay una casa antigua que tiene angelitos de yeso.

- ¡Esta ahí! - exclamó Nico.

Se sentía tan tironeado por la situación: quería correr a rescatar a Cielo, pero también le urgía hallar a
Thiago.
-Yo estoy en el lugar, te espero- le dijo Salvador.

-No puedo ir ahora, Salva. Desapareció Thiago y...

-Thiago esta acá- le dijo Salvador, con sorpresa.

- ¿Como ahí?

Mientras Salvador hablaba, desde el interior de su auto había visto aparecer a Thiago, aun con la bata de
la clínica, avanzando y hablando solo como si estuviera alcoholizado.

- ¿Que hace ahí?

-No sé. Vino y se paró frente al lugar. Parece borracho.

-Está mal. Agarralo y no lo dejes ir. ¡Voy para allá!

Salvador se apresuró a bajarse para sujetar a Thiago, que hablaba incoherencias y se resistía a dejarse
llevar, pero finalmente, con esfuerzo, Salva logró meterlo dentro del auto.

Nico estaba por salir hacia la esquina indicada, cuando lo interceptó Cristóbal: había oído completa la
conversación.

- ¿Encontraron a Cielo, ¿no?

-Si, hijo. No se muevan de acá.

-Quiero ir con vos, te quiero ayudar.

-No, voy solo. Vos quedate acá y no le digas a nadie.

- ¿No le digas a nadie que cosa? - preguntó Tacho, que estaba junto a Rama.

El secreto que Nico intentaba guardar rápidamente se hizo público: todos los varones del hogar se
enteraron de inmediato, y le resultó imposible hacer desistir a Tacho y a Rama de la idea de ir con él.

-Nosotros vamos a rescatar a Cielo- dijo Tacho, contundente-. Luca, venís con nosotros, ¿no? - dijo
Tacho al verlo aparecer.

Nico tuvo que aceptar que los más grandes fueran con él, pero dio la orden estricta de que Lleca, las
chicas y los más chiquitos permanecieran al margen.

- ¿No te parece que debería ir el Angelito, por las dudas? - le susurró Rama a Tacho, mientras salían.

Un tiempo antes, en una de sus esporádicas apariciones, Rama había descubierto el secreto de Tacho, y
emocionado con la doble vida de su amigo, se había convertido en su admirador número uno y, por
supuesto, guardaba su secreto. Tacho admitió que cuando de accionar se trataba, el Ángel Rojo era
mucho más fuerte, valiente e inteligente que él mismo, de modo que tomó su bolso con la ropa, por si
acaso.
Mar había amanecido resfriada, pero mejor, y quiso ir a ver a Thiago, que estaba internado, y el resto de
las chicas la acompañó. Entretanto, Cristóbal no aceptó haber sido dejado al margen, y en pocos
minutos montó un centro de monitoreo, y le entregó a Lleca una filmadora con un dispositivo curioso y
un celular para estar comunicados, y lo mandó a hacer tareas de logística al lugar.

Cuando Nico, junto con Rama, Luca y Tacho, llegaron a la esquina de Azul y Oro, divisaron el auto de
Salvador, estacionado a unos cuantos metros. Thiago seguía en el asiento trasero, cada vez más perdido.
Mientras Nico proponía llevarlo de regreso a la clínica para luego abocarse al rescate, divisaron a Charly,
quien ingresó a un pequeño y lujoso palacete, custodiado por dos hombres. Ya no tenían dudas: Cielo
estaba ahí.

Se demoraron un par de minutos en evaluar la manera de infiltrarse, pero eso bastó para que Thiago,
con su andar cansino y errante, se acercara, en el estado en el que seguía, al palacete. Nico intentó
detenerlo, pero ya era tarde, porque los custodios lo advirtieron y lo apresaron de inmediato. Entonces
el arqueólogo decidió intervenir, pero al girar para brindarles instrucciones a Salvador y a los chicos,
detectó que tampoco estaba Tacho.

- ¿Tacho? - preguntó.

- ¿Y eso? - dijo Salvador casi al unísono.

Todos giraron y vieron como un enmascarado vestido de rojo avanzaba a toda carrera hacia el palacete.
Luca y Rama se miraron.

-El Ángel Rojo- dijo Rama.

- ¿Qué? - dijo Nico.

Se quedaron duros cuando vieron que el encapuchado se lanzaba contra los custodios, trabándose en
lucha.

- ¡Vamos! - ordenó Nico, y salieron corriendo hacia el palacete.

Por la vereda de enfrente venían Mar, Jazmín, Valeria y Caridad, quienes se dirigían al hospital.

- ¡El Angelito! - exclamó la gitana, señalando al superhéroe del que tantas veces les había hablado a
susamigas, que la oían sin creerle.

- ¡Y Thiago! - gritó Mar sorprendida.

- ¡Y los chicos, y el don Nico! - exclamó Caridad.

Ninguna de las cuatro comprendía que estaba ocurriendo, pero salieron corriendo tras ellos.

Nico y el resto se sumaron a la lucha cuerpo a cuerpo que el Ángel Rojo tenía con los custodios, hasta
que estos dieron la alarma y, de inmediato, acudieron otros en su ayuda. De pronto el apacible barrio
residencial se alborotó: los jóvenes luchaban con los custodios, y las chicas gritaban pidiendo
explicaciones, hasta que un disparo acalló a unos y a otros.
-Pero mira que ternura, los angelitos- dijo Charly, arma en mano-. Calladitos y en filita, entran todos, si
no quieren salir lastimados.

Mientras eran ingresados al palacete, Jazmín miró en todas direcciones buscando al Angelito, pero el ya
no estaba allí. Charly los condujo hacia una sala espaciosa, donde los hizo sentar en el piso para luego
maniatarlos. A las chicas se las veía muy asustadas, no comprendían aun donde estaban ni para qué. El
único que parecía ajeno a todo era Thiago, quien en ese momento creía ser Pablo de Erreway, y le
hablaba a Rama como si él fuera Manuel, y le insistía con que debían ensayar para el show. Todos le
seguían la corriente, pero lo miraban con preocupación, pues su estado se agravaba.

- ¡Callate la boca! - le gritó un custodio a Thiago, que no dejaba de hablar.

- ¿No ves que no está bien? - protestó Nico-. Por favor, tráiganle un vaso con agua... Está mal, en serio.

Nico evaluó la situación en la que se encontraban: se miraron con Salvador, y ambos comprendieron
que estaban metidos en serios problemas. Pero no contaban con el apoyo logístico que Cristóbal había
organizado, ni con la astucia del Ángel Rojo, que había huido de la batalla para servir para otra guerra.
Lleca había llegado al lugar con la filmadora y los micrófonos que le había dado el pequeño Bauer, quien
con la ayuda de Monito, Luz y Alelí, había intervenido la frecuencia del handy de su padre, y estaba
entrando de todo lo que ocurría. Le pidió por celular a Lleca que se infiltraba y filmara el frente del
palacete; a través del extraño artefacto que tenía la filmadora, el podría verlo desde el hogar, y así se
hizo una composición del lugar.

-Ahora entregate- ordenó Cristóbal.

- ¿Que? ¿Estás loco? - dijo Lleca.

--Entregate. Necesito que te lleven con mi papa y me lo pases por el celular.

Lleca persistió en su negativa, pero fue hallado por los custodios y llevado con el resto del grupo. Una
vez que los dejaron solos, le pasó el celular a Nico, que así pudo hablar con su hijo, quien, para su
grata sorpresa, había desobedecido su orden de no intervenir. Cristóbal le comunicó su análisis del
lugar. la casa tenía tres plantas, y si ellos estaban en la segunda, lo más probable era que Cielo
estuviera en la tercera, en la que se divisaba una especie de altillo. Este le refirió que, por lo antigua
que se veía la construcción, la instalación eléctrica sería algo obsoleta y fácil de sabotear.

-Tenes que lograr hacer un corto circuito, pa.

-Sos un genio, hijo- comentó Nico en voz baja, ante la mirada de custodios que los vigilaban unos metros
más allá.

Nico se miró con Luca, que le hizo una seña de que habían logrado aflojar sus ataduras, y evaluó las
posibilidades de tener éxito en un intento de evadirse, sin poner en riesgo a los chicos. Sin dudas, Luca
era un doble agente en ese momento: era parte de CC, pero fingía ser una víctima, como los otros. Y por
alguna razón que aún no comprendía, estaba intentando ayudar a Nico y a los chicos a escapar de allí
cuando debería haber hecho lo contrario.
Mientras esto ocurría, el intrépido paladín de la justicia local había logrado llegar a la terraza del
palacete. Se había metido en el edificio contiguo, había subido al último piso, y desde ahí se descolgó,
con gran destreza. No le resultó nada difícil reducir al custodio que vigilaba la puerta de acceso a la
terraza; desde allí logró descender al tercer piso del palacete, donde, como había supuesto Cristóbal,
tenían secuestrada a Cielo. Dos científicos la vigilaban detrás de un vidrio espejado. Tacho se detuvo a
pensar de qué manera rescatarla, cuando de pronto hubo un apagón. Nico, siguiendo los consejos de
su hijo, le había indicado a Luca que provocara un cortocircuito derramando agua sobre una zapatilla
repleta de enchufes. El joven logró hacerlo, y tras unos chispazos se cortó la luz, lo que provocó
incertidumbre en los hombres. Aprovechando la confusión, Luca fue desatando a los demás, y todos lo
fueron haciendo unos a otros, hasta quedar todos liberados.

En la planta superior, Cielo, que había registrado el corte de luz, supuso que la contención energética
que rodeaba la habitación ya no estaría activa, y tras comprobarlo, derribó de una patada la puerta. Los
científicos que la vigilaban atinaron a desmayarla con una pistola de dardos tranquilizantes, pero no
advirtieron al Ángel Rojo, que los sorprendió por detrás. Cuando por fin los redujeron, Tacho y Cielo
comenzaron a correr escaleras abajo, conformado un dúo imbatible. Él, con el arrojo que le daba su
traje, y ella, gracias a las extraordinarias habilidades adquiridas en Eudamon, eran una máquina
invencible que dominaba todas las artes marciales combinadas. Al llegar al segundo piso, se toparon
con el resto; los custodios quisieron detenerlos apuntándolos con sus armas, pero en ese momento
todos los que creían atados se pararon a la vez, y de pronto se convirtieron en una masa de gente
imposible de dominar.

Tras reducir a los custodios, Nico se aseguró de sacar a todos de allí con urgencia, y arrastró a Thiago,
que seguía pensando que estaba por salir a hacer un show de Erreway. Cuando vio a ese enorme grupo
de gente escapando, mancomunados, pensó que había sido un verdadero trabajo en equipo. Realmente
no hubiera podido lograrlo sin los varones que se sumaron; sin las chicas, que aparecieron de casualidad;
incluso sin Thiago, que en su desvarió les había permitido obtener el agua con la que Luca provocó el
corto. Sin dudas Cristóbal y los más chicos también habían tenido mucho que ver en el éxito de esa
empresa. Se sintió muy orgulloso de su gente al comprobar que, una vez más, todos habían estado allí
para salvar a uno de ellos.

- ¿Y vos dónde estabas? - le preguntó a Tacho cuando lo vio unirse al grupo que huía del lugar.

-Me mandé por atrás, para sorprenderlos- mintió él, ante la mirada cómplice de Rama y de Luca.
También Cielo lo miró, sonrió y calló: a ella no había podido engañarla.

Por la noche, ya en el hogar, escucharon a Cielo, que les contó lo que le habían hecho esos días, sin
entender quienes eran esos hombres ni que querían. Nico estaba seguro de que no tardarían en llegar
las represalias, pero ahora debía ocuparse de Thiago, que no mejoraba, y estaba en ese momento con
una guitarra eléctrica, cantando una canción de Erreway, convencido de estar en el escenario. Si bien
era evidente que no se había repuesto, a todos les daba cierta gracia verlo así.

-Pablo, veni, vamos a ver al médico- le dijo Nico, siguiéndole la corriente.

Pero Thiago seguía compenetrado con su actuación, y de pronto, dando los acordes finales con su
guitarra, colapsó, y cayó al piso. Fue un golpe seco, y sus ojos quedaron en blanco.
El tren
El tren esta silencioso y limpio. A través de la ventana, se ven campos sembrados y un sol tibio y
brillante. Todo está normal, salvo que Thiago no sabe exactamente de donde viene ni a donde va. El
guarda, un hombre de baja estatura, vestido con una camisa blanca, chaleco gris y un sombrero extraño,
se le acerca y le pide el boleto. Thiago busca en su billetera, y se da cuenta de que no lo tiene; y el
guarda se burla de él: no le cree, supone que se coló. El joven le ofrece pagarle el boleto, pero advierte
que tampoco tiene dinero.

-No tiene boleto ni tiene dinero- dice el guarda alzando la voz para que el resto de los pasajeros
escuche- ¡Inchausti tenía que ser!

- ¿Como sabe que yo...? No, pero yo no soy Inchausti, soy Bedoya Agüero.

- ¿Vos no sos el sobrino nieto de Amalita Inchausti?

-Si, pero yo soy Bedoya Agüero.

-Es lo mismo- le dice el guarda.

-No, no es lo mismo. ¿Pero cómo sabe usted que yo soy...?

- ¿Tenes el boleto o no tenes el boleto?

-No. Pero en la próxima estación me bajo, saco dinero de un cajero y le pago.

-Ah, muy lindo. El problema es que no hay próxima estación.

-Bueno, espere que busco bien.

-Busca, busca tranquilo. Mientras...

El guarda chasquea sus dedos, y comienza a sonar una canción que Thiago jamás escuchó en su vida; sin
embargo, sabe que se llama Big girls dont cry y que es de un grupo llamado The Four Seasons. Todos los
pasajeros se ponen de pie y empiezan a bailar al unísono, al ritmo de la música, armando una
coreografía espontanea. El guarda avanza por el pasillo bailoteando y Thiago va detrás de él. Ya se dio
cuenta de que nada de lo que ocurre es real, y empieza a sospechar que pueda ser un sueño, o algo
peor.

- ¿Qué es esto? ¿Qué pasa acá? ¿Estoy soñando?

-No, no. Claro que no.


- ¿Me estoy muriendo? ¿Es eso? Ahora viene el túnel, la luz blanca... ¿Es eso?

-No, no.… claramente no.

- ¿Entonces dónde estoy?

- ¿Y dónde vas a estar? ¡En el tren!

Mar lloraba desgarrada sobre el cuerpo de Thiago, mientras Nico intentaba sofrenarla, para permitir
que los camilleros pudieran ponerle el cuello ortopédico, subirlo a la camilla y trasladarlo al hospital. A
su alrededor estaba Malvina, llorando con desesperación y sintiéndose muy culpable por no haberlo
cuidado. Tacho, Rama y Jazmín estaban paralizados, aterrados. Los chiquitos miraron a Nico, buscando
en la tranquilidad, pero al ver en su rostro tan desencajado, entendieron que lo que estaba ocurriendo
era grave. Los camilleros comenzaron a sacar a Thiago, inconsciente, y lo llevaron hacia la ambulancia.

Abriéndose paso entre la gente que baila, Thiago se acerca al hombrecito ridículo, que se desplaza con
movimientos torpes, al ritmo de la música.

- ¿Qué es esto? ¿Dónde estoy?

-Ya te dije. En el tren.

-Bueno, me quiero bajar.

-Mira vos... Te queres bajar... Pero ya te dije que no hay próxima estación, no te vas a poder bajar.

-Me estoy muriendo. ¡Es eso! Me estoy muriendo.

-Es una posibilidad.

-No. ¡Yo quiero vivir!

Ante su grito, el hombrecito levanta su mano; la música se detiene y todos hacen silencio.

-¡Aha! Queres vivir... ¿Y para que queres vivir?

-Porque soy joven todavía no viví... Hay un montón de cosas que quiero hacer todavía.

- ¿Por ejemplo...?

-Por ejemplo, triunfar con mi banda... cumplir mi sueño.


- ¿Qué más?

-Casarme... y tener hijos.

- ¿Qué más?

-No sé... Ser feliz... viajar.


- ¡Que tierno, viajar! Inchausti, dame una buena razón para vivir, y te bajas del tren.

Franka estaba al tanto del colapso de Thiago, y en su rostro podía leerse la enorme preocupación.

- ¿Qué pasa? - pregunto Charly al verla así.

-Thiago se está muriendo. Su cerebro rechazó el implante, y no podemos removérselo.

-Ese chico no se puede morir, o vamos a estar en serios problemas- dijo Charly con gravedad.

-Ya lo sé.

- ¿Qué sentido tiene todo esto? - se preguntó Charly, por primera vez en atisbos de escrúpulos.

- ¿Qué pasa? ¿Dudas? ¿Te queres bajar del tren?

-Sabes que no podemos hacer eso... al menos no con vida. ¿Pero no te preguntas el sentido de todo esto?

-El sentido de todo esto es el portal. Cielo lo cruzó siendo una analfabeta y volvió convertida en un genio.
Bauer apenas cruzó su mano y su estructura molecular está totalmente modificada. Ese portal es poder.
Una energía ilimitada. Con eso, tal vez, podemos terminar con el hambre en el mundo.

- ¿Y a vos te importa el hambre en el mundo?

-Me importa ser parte de algo trascendental- concluyó Franka.

-Una razón para estar vivo, Inchausti- le pide el guarda.

Thiago supone que el otro está esperando que le dé una razón de peso, algo grande, y le dice:

-Luchar por la paz en el mundo.

-Aha, mira vos...- le dice sin creerle-. ¿Qué más?

-Terminar con el hambre en la tierra.

-Hambre tenes vos, y tierra en las uñas- se burla-. Deja de decirme frases grandilocuentes, Inchausti.
Mira... te voy a dar una ayuda, a ver si te das cuenta más o menos por dónde va el sentido de tu vida.

Señala una de las puertas del tren, ahora detenido, y Thiago ve a subir a Mar, que se sienta. Por el
pasillo, se ve a sí mismo caminando, buscando donde sentarse, y ve un lugar junto a ella. Se da cuenta
de que está siendo testigo de una escena de su vida, y se asusta, pensando que de eso es de lo que
hablan cuando dicen que antes de morir pasa toda tu vida por tu mente.

- ¡Estoy viendo escenas de mi vida! ¡Me estoy muriendo!

-No seas tan cobarde- dice, remarcando la palabra "cobarde"-. Mira.


Thiago observa y recuerda aquel día en que Mar y el decidieron jugar a que no se conocían, y fingieron
un encuentro en el tren, emulando aquella película que les había encantado: Antes del amanecer.
Jugaron a encontrarse por primera vez, a conocerse otra vez, a conocerse otra vez, y a enamorarse en el
trayecto de un viaje en tren. Ahora ve esa escena como un testigo, y presencia como Mar y el mismo
juegan a enamorarse a primera vista. El tren se detiene y ellos bajan.

- ¿Los sigo?

-Seguilos. Seguite- le dice el guarda.

Thiago entonces los sigue por la estacion y los ve sentarse sobre una baranda. Ve, y recuerda, como
aquel día le dijo:

- ¿Crees en al amor a primera vista?

-No sé- dijo Mar-. ¿A vos alguna vez te pasó?

-Si, hoy- le respondió él-. Me enamoré de vos a primera vista. Otra vez.

-Te amo- le dijo Mar.

Ve como se besaron; y el guarda, que aparece por detrás, mira su reloj de bolsillo y le pregunta:

- ¿Que ves en esa escena, Thiago?

-Amor.

- ¡Ay, que cursi! ¿Que ves? ¿Ves en esa escena tu razón de existir?

- ¿El amor es mi razón de existir? ¿Amar a Mar?

- ¡Ay, ¡qué lindo! ¡¿Que ves?!- le grita.

Aunque Nico intentó preservar a Mar, no pudo convencerla de que se quedara en la mansión con el
resto, y estaban ambos, con Malvina, en la sala de espera de la clínica donde atendían a Thiago. Mar fue
a buscar café para todos, y en ese momento salió el médico, que les explicó la situación.

-Es muy complicado remover el implante, puede no sobrevivir. Pero si no lo sacamos, seguro que no
resiste.

- ¿Que me está diciendo? - preguntó Nico, perplejo.

-Le estoy pidiendo autorización para removerlo, pero es muy difícil que podamos salvarlo.

Mar, que regresaba con los cafés y alcanzo a escuchar la última parte, tuvo una atronadora crisis de
nervios. Malvina comenzó a llorar de manera inconsolable, al tiempo que Nico intentaba contener a Mar,
angustiada y furiosa.
En la mansión estaban todos intranquilos, esperando novedades de Thiago. Justina se sentía morir- el
niño Thiago había sido siempre su debilidad-, pero se mantenía fuerte, intentando distraer a los más
chiquitos, haciéndolos bailar. Los más grandes estaban todos reunidos con Salvador, en silencio; y hasta
la frívola Tefi parecía esta vez conmovida. Rama. Jazmín y Tacho se apartaron, compartían una angustia
profunda, y se sentían muy culpables por no haber tomado en serio los desvaríos de Thiago. Se habían
reído de su dislexia, y se habían tomado a broma su condición sin advertir que en verdad estaba muy
mal. Cielo se les acercó con una bandeja con gaseosas. Verla entrar otra vez a su habitación, como
tantas veces en el pasado, mitigó un poco tanto dolor. Rama y Jazmín aceptaron un vaso de gaseosa.

- ¿Vos no queres, Tacho? - preguntó Cielo.

- ¿Te acordaste de mi nombre? - se ilusiono él.

-No, no me acordé, me lo dijeron el otro día, cuando se presentaron- lamentó ella-. Sigo sin acordarme
de nada.

-Tranquila, ya te vas a acordar- le dijo Rama con dulzura.

Cielo vio una foto en la que estaba ella cantando con los cinco, y ellos le mostraron otras, de aquel show
que dieron el día en que ella iba a casarse.

-Pero vos nunca llegaste a tu boda- le contó Tacho-. Te agarró Barto, y...

-¿Barto?- preguntó ella, extrañada.

-Si, es una larga historia. Ya te la vamos a contar.

- ¿Y cómo estuvo el show?- cambió de tema Cielo, viendo que su amnesia era algo que angustiaba
a todos.

-Buenísimo. ¿Queres verlo? - propuso Jazmín.

Y los cuatro vieron la filmación, que no le despertó ningún recuerdo; pero verlos en el escenario,
cantando estoy listo, le produjo una profunda emoción, como la que se siente al volver a casa después
de mucho tiempo de ausencia.

-Yo creo que ustedes deberían ir a la clínica, con Thiago. El los necesita- les dijo Cielo.

- ¿Y a vos no? - replicó Tacho.

-Si, Cielo. Vos también venís con nosotros, a vos también te necesita Thiago.

Thiago estaba irritado. El guarda petiso y ridículo se hace el misterioso y quiere que le dé algún tipo de
respuesta, pero él no tiene idea de que debe decir. Se sienta en el cordón de una vereda, pero el guarda
lo agarra del hombre y le ordena.

-Vení.

Lo lleva a una habitación muy rara, llena de flechas que señalan una puerta.
- ¿Me podés decir dónde estamos? ¿Qué es esto? ¿Quién sos?

- ¡¿Que hice para merecer a los Inchausti?! Mismo carácter, testarudo, preguntón, ciego, terco...
¡Inchausti ciento por ciento!

- ¡Soy Bedoya Agüero!

- ¡Inchausti! No me hagas perder el tiempo, y mira por la cerradura.

Thiago se agacha, y por el ojo de la cerradura puede ver otra escena de su vida, aquella en la que Cielo lo
ayudó a abrir los ojos, y ver quien era su padre, y como explotaba a sus amigos.

- ¿Para qué me haces ver esto?

- ¿Que ves ahí, Thiago? ¿Cuál es el sentido de tu vida?

-No sé...- arriesga, intentando conformarlo-. ¿Luchar contra la explotación... en todos sus sentidos?

El irritante hombrecito se empieza a reír a carcajadas ante sus respuestas, entonces Thiago se
descontrola le grita:

- ¡¿Quién sos?! ¡¿Quién carajo sos?!

- ¿Que importa quién soy? No pierdas el sentido del humor, y encontrá el sentido de tu vida. Vení,

mira. Lo hace asomar otra vez por la cerradura, y entonces se ve a sí mismo frente a su padre, en la

cárcel.
Barto le dice que es un Bedoya Agüero y que no va a poder renunciar a la sangre, que algún día va a
despertar y va a descubrir que lleva en sus venas todo lo que odia de él.

- ¿Que viste? - le pregunta el guarda.

-A ver si le pego... ¿El sentido de mi vida puede ser algo así como... no ser como mi viejo?

El guarda niega, frustrado, abre la puerta y sale. Y Thiago sale tras él, cargando su propia frustración.

Cuando Cielo llegó con los chicos al hospital, Nico le pidió a Malvina que con la ayuda de ellos se llevara
un rato a Mar de allí. Una vez solo con Cielo, le confesó la gravedad de lo que estaba ocurriendo: Thiago
se moría y no podrían hacer nada para salvarlo.

-Quiero ver los electroencefalogramas- dijo Cielo.

- ¿Para qué? - se extrañó él, pues ella no sabía casi ni leer.

-Quiero verlos.

-Está bien, vení- concedió él.

La tomó de la mano y, al rozar la piel de ella, ambos sintieron una descarga eléctrica. Nico minimizó el
hecho pensando que se trataba de un simple caso de estática, pero ella tuvo otra lectura, por eso le
preguntó:
- ¿Que tenes en esa mano?

-Nada. No hay nada raro en mi mano, fue estática.

-Eso no fue estática- aseguró ella-. Algo especial tenes en esa mano.

Entonces Nico recordó que Charly la había hecho un par de estudios y ató cabos.

-Lo único raro que tiene esta mano es que, cuando te fuiste por el portal, yo la extendí para tratar de
frenarte.

-Veni conmigo- le pidió ella.

El guarda lo conduce por un pasillo, hasta una habitación de hospital. Al entrar, Thiago se estremece al
verse a sí mismo, ve como lo atienden los médicos.

- ¡Estoy muerto! Yo soy mi alma... ¿Vos sos un ángel?

-Casi- dice el guarda y se ríe-. Escuchame... ¿Vos me ves alas a mí? Está bien, soy divino- reconoce-. Pero
de ahí, a ser un mensajero celestial...

-Al grano.

-Al grano. No estás muerto, te aclaro. Todavía- y estalla en una ruidosa carcajada-. Bueno, concentrate.
Recapitula en todo lo que viste, en el tren, en Mar, en Cielo, en tu padre. Ahora pensa... Cuando estabas
con Mar y le dijiste todo lo que sentías por ella, ¿qué sentiste?

-Amor...- arriesga.

- ¡Mas vale que amor! - grita el guarda como un loco-. Pero cuando quisiste expresar todo ese amor,
¿qué sentiste? Cuando Cielo te ayudo a ver quién era tu padre, ¿qué sentiste? Cuando enfrentaste a tu
padre, ¿qué sentiste? Al verte ahora en un hospital, muriendo, ¿qué sentís?

- ¿Miedo? - arriesga ya sin esperanza.

-No- dice el guarda, pero de inmediato exclama-. ¡Si! ¡Si! ¡Miedo!

Y empieza a saltar como loco, festejando el acierto. Le muestra una tarjeta en la que tenía la respuesta
correcta: "miedo".

-Bien, bien...- dice y se entusiasma-. ¿Y qué hiciste con ese miedo?

-Lo superé- vuelve a arriesgar.

- ¡Correcto! - grita él, y le muestra otra tarjeta donde se lee "lo superé"-. ¿Y lo superaste con...? -
preguntaya muy exaltado.

-Con... ¿coraje?
- ¡Si! - estalla triunfal el guarda-. ¡Coraje! Coraje para ser quien sos, coraje para encontrar el sentido de
tuvida, ¡para animarte a luchar por tu deseo! ¿Entendes ahora?

- ¿El coraje es el sentido de mi vida?

-Con coraje le vas a dar sentido a tu vida- corrige el guarda.

-Ya está, ¿ahora puedo vivir?

-Si, pero vas a necesitar un poco de ayuda.

- ¿Tuya? ¿Vos estas seguro de que no sos un ángel?

-Yo no. Ella sí.

Y señala la puerta de la habitación por la que Thiago ve entrar a Cielo, seguida de Nico.

Cielo se quedó muy intrigada después de la descarga eléctrica que se produjo cuando Nico la rozó, y él
aún más, cuando ella quiso observar su mano con un mamógrafo de la clínica. Ella le explicó que ese
artefacto tenía una sensibilidad especial, que podía ayudarla a entender lo que ocurría. Y fue así, porque
al ver la placa quedo maravillada.

- ¿Qué pasa, Cielo? - le pregunto él.

-Creo que tu mano... puede curar- dijo ella.

Y sin que Nico entendiera que se proponía hacer, les pidió a los chicos que los acompañaran y entraron
todos juntos en la habitación en la que Thiago se debatía entre la vida y la muerte. Los médicos que lo
atendían se exasperaron.

-No pueden estar acá.

Cielo los ignoró, y les dijo a Nico que se parara detrás de Thiago.

- ¿Que hago, Cielo?

-Tu mano es un canal. A través de ella, nosotros le vamos a pasar toda nuestra energía y lo vamos a
curar.

Los instó a tomarse de las manos, y a transmitirle todo su amor y fuerza a Thiago. Nico, sin poder creer
lo que hacía, ignoró a los médicos, que seguían exigiéndoles que se retiraran.

-Bueno, yo voy yendo- le dice el guarda-. Y vos anda.

- ¿Ya estoy bien? ¿Me salve?

-Ellos lo están haciendo. Algo más... En la estación del tren hay algo más que el recuerdo con Mar. No lo
dejes ir. No lo dejes ir.
- ¿Por qué?

-Te lo digo yo- asegura, y agrega mientras se retira-. ¡Que trabajo me dan los Inchausti!

El microimplante que Thiago tenía en su cerebro se zafó de la zona donde estaba incrustado, y entró al
torrente sanguíneo. Minutos después, Thiago abrió los ojos, y se encontró rodeado de sus seres
queridos.

Su recuperación fue tan rápida como lo había sido su caída, y esa misma tarde estaba de regreso en su
casa. Atrapado por el afecto de todos, que no se despegaban de su lado, perdió de vista a Mar. Sentía
que había algo que tenía que decirle, y qué hacer con ella. Apenas pudo, se despegó del grupo y fue a
buscarla.

Mar estaba en la sala de ensayos, hablando con Simón, que seguía muy atribulado.

-Me siento una bosta, Mar- le dijo Simón.

-No digas eso.

-Pero es así... Mientras Thiago estaba por morirse, yo estaba intentando besarte.

-Nosotros no sabíamos lo que estaba pasando. Y además no lo hicimos.

-Pero yo quería...

-Simón... Vos y yo también estábamos al borde de la muerte, y fue una...

-Así fuera el ultimo día de mi vida, así fueras la única mujer del mundo... Yo no puedo querer besarte a
vos. ¡Sos la novia de mi mejor amigo! -Bueno, ya está. No dramatices... No pasó nada.

- ¿Sabes que es lo peor? Que todavía quiero.

Ella lo miró sin responder, y en ese momento entró Thiago, que estaba buscándola. Simón se sintió peor,
pero su amigo lo tranquilizó.
-Está todo bien, Simón. Necesito hablar con vos, Mar, quiero que me acompañes a un lugar.

Simón los vio irse juntos, y comprendió que tendría que arrancarse de inmediato lo que sentía por ella.

Thiago condujo a Mar a la estación de trenes donde aquella vez habían jugado a no conocerse y a
enamorarse a primera vista. Por alguna razón, sentía que debía ir allí.

- ¿Para qué me trajiste acá? ¿Me vas a decir lo mismo que me dijiste aquella vez?

-No. Quiero decirte algo que ya sabes... Que sos el amor de mi vida.

-Si, ya lo sé.

-Pero además quiero decirte que estoy dispuesto a jugarme por vos. Para que esto funcione, no quiero
tener más miedos.
-Yo tampoco, mi amor.

-Te amo.

-Te amo.

Mientras se besaban, Mar vio a un vendedor de helados que pasaba por la vereda de enfrente, y
propuso comprar un par. Thiago siguió hablando de lo que había significado para él la experiencia de
haber estado al borde de la muerte, sentía que ya no quería perder tiempo con problemas sin sentido.
No quería vivir sin atreverse a hacer lo que deseaba, y en el medio de una frase, mientras comía helado,
pegó un grito de dolor.

- ¿Que pasó? - se asustó ella.

Había mordido algo duro. Retiro el objeto que casi le había roto un diente, y se quedó consternado al
comprobar que se trataba de una llave pequeña y de color plateado. Mientras él la miraba con extrema
curiosidad, por detrás de ellos pasó un tren. En uno de los vagones viajaba el diminuto guarda del tren,
vestido de blanco, que los observó satisfecho. Thiago no podía recordarlo, pero el guarda que había
visto en su ensoñación era nada menos que Tic Tac.
Dos
Poco a poco Cielo iba regresando al hogar. Tras el episodio de la cura milagrosa de Thiago, Nico había
sentido que, por un momento, los dos habían experimentado algo de la conexión de siempre. Debido a
la descompostura de Thiago, apenas habían podido hablar, de modo que, en cuanto tuvo un momento a
solas con ella, le propuso algo que había querido hacer desde el primer momento en que volvió a verla.

-Quiero que te quedes acá, Cielo. Esta es tu casa, somos tu familia, y los chicos te necesitan... Yo te
necesito.

Vio en sus ojos que ella aceptaría, y se ilusionó, creyendo que de a poco la recuperaría, por eso, cuando
vio entrar a Salvador, los dejó solos para hablar; entendía que ella tomaría una distancia de su amigo,
como primera medida para resolver el complicado triángulo en el que estaban inmersos. Salvador y
Cielo fueron al altillo para poder conversar en privado, y con mucho dolor pusieron en palabras el
conflicto que tenían.

-Aunque no me acuerdo de esta casa ni de los chicos... sé que esta es mi casa- comenzó ella.

-Comprendo lo que me queres decir, Linda- dijo él, que no podía evitar llamarla así-. Esta es tu casa, acá
esta todo lo tuyo, está tu historia, tu vida.

-Pero vos ahora también sos parte de mi vida, y no te quiero dejar.

-A mí las relaciones de tres nunca me interesaron. Siempre terminan mal. Soy celoso, inseguro...

-Lo que yo siento por vos no cambia- dijo ella tomándole las manos.

-Pero lo que yo siento por vos si cambió. Yo te amo más que nunca ahora, pero vos sos la mujer de
Nicolás. Y él es mi amigo, mi hermano.

-No sabes la culpa que siento- confesó ella-. No me acuerdo ni de lo que sentía por él.

-Pero en algún momento te vas a acordar, y cuando te acuerdes... yo...

-Entiendo lo que sentís, pero no sabes cuánto te necesito en este viaje. No te alejes de mi- le suplicó.

Le hizo una caricia, y el no pudo contenerse más, y le dio un beso, justo en el momento en que Nico
entraba al altillo. Los vio, y la disputa que estaba latente entre ellos estalló.

Nico le reprochó que besara a su mujer, en su propia habitación, y por su parte Salvador expresó toda la
impotencia que sentía por aquella maldita casualidad; aunque lo lamentara, nada cambiaba el hecho de
que estuviera enamorado de Linda, porque para él, ella seguía siendo Linda Barba.

-Ella es Cielo. Cielo, grabatelo. Y es mi mujer. Así que abrite.

-Yo no me voy a abrir- dijo Salvador.


La discusión fue interrumpida por la entrada de Mar y Thiago, que corrieron presurosos a mostrarle su
hallazgo. Cielo se llevó de inmediato a Salvador, y Nico, aun enojado, se quedó con los chicos. Thiago le
refirió las insólitas circunstancias de aquel hallazgo; ahora, poniéndolo en perspectiva, entendían que el
regalo tardío que Jazmín había recibido de su madre no era una casualidad.

-Hace unos días, la gitana encontró una llave- relató Mar-. Y ahora Thiago encuentra otra... Ya son dos.

Era demasiada casualidad. Los tres coincidieron en que, sin dudas, ambas llaves estaban relacionadas
con el libro de los siete candados. Pero no tenían como comprobarlo: Nico había tenido que ceder ante
las presiones de Charly y se lo había entregado. Les encargó que guardaran bien ambas llaves, hasta que
pudieran recuperar el libro.

Salvador no estaba tan dispuesto a deponer sus armas. Aun admitiendo la evidencia de que Linda era
Cielo, no podía deshacerse de un momento para el otro de todo su amor, y se negaba a dejarla allí. Nico
esperaba un gesto de grandeza por parte de su amigo; sabiendo ahora que se trataba de su mujer, tenía
la esperanza de que diera un paso al costado, pero como no lo hizo, Nico decidió apelar a todas sus
armas para recuperar lo que era suyo, ya sin miramientos. Sabía que Cielo lo amaba intensamente, solo
necesitaba recordarlo, y para eso se le ocurrió pedirle que lo acompañara a un lugar.

- ¿Que es este lugar? - exclamó fascinada.

Estaban en el galpón donde había ensayado tantas veces. Nico le contó que ella era acróbata y hacia
vuelos en el circo, y que allí mismo se había dado su primer beso, en el aire. Cielo entendió de inmediato
sus intenciones, y aceptó de buena gana, ya que nadie más que ella quería recuperar sus recuerdos. No
tenía memoria de sus días de acróbata, sin embargo, por ese conocimiento absoluto que parecía tener,
supo exactamente como colocarse los arneses, y como levantar vuelo.

Pocos minutos después estaban los dos deslizándose por el espacio, en la altura, sintiendo el viento en
sus rostros, y experimentando aquella primera vez, sus sogas se entrelazaron, y empezaron a girar hasta
encontrarse. Él la sujetó por la cintura, y sin ningún pudor, le expresó todo su amor, y le habló de lo
que significaban el uno para el otro. Vio en sus ojos la emoción de ella, y creyó advertir un vestigio de
aquel amor. Sintiéndose con derecho a hacerlo, la besó. Si bien no lograba recordarlo a él ni al amor que
se tenían, ella se entregó a ese beso, pensando por un instante que despertaría alguno de sus
recuerdos, como si fuera la Bella Durmiente. Pero eso no ocurrió, y solo tuvo la sensación de estar
besando a un extraño.

Nico sintió rabia y dolor por ese fracaso, y se enojó febrilmente con la vida, ya que no podía descargarse
con ella ni con Salvador. Frustrado, descendió a tierra, y volvieron al hogar, casi sin hablar.

De regreso, intentó concentrarse en sus actividades, en reforzar las medidas de seguridad para evitar
futuros ataques de esa corporación que seguía acechándolos, pero no podía evitar sentir enojo cada vez
que se cruzaba con Salvador, quien se resistía a alejarse de Cielo. Toda esa furia contenida estallo
cuando Cielo los reunió a ambos para hacerles una propuesta.

-Yo estuve pensando... y decidí que me voy a quedar acá- comenzó ella.

-Me parece bien- la cortó Nico.


-Pero también necesito que Salvador se quede.

Nico la miró con desconcierto, no podía creer estar oyendo aquel desatino.

-Muy bien, me parece bárbaro- ironizó entonces el arqueólogo, y viendo que Salvador hacia un gesto
reprobando su ironía, lo miró a los ojos y continuó-: Buenísimo. Los triángulos siempre funcionan. Mira,
"amigo", si hace dos días me decías que querías mudarte a mi casa, hubiera estado feliz, pero ahora no
me parece lo más sano que te quedes.

- ¿Sano para quién? - protestó Salvador-. Deja los celos de lado, por favor.

- ¿Por qué no dejas vos los celos de lado? - dijo ya sulfurándose-. Abrite, da un paso al costado,
date cuenta de que estas en el medio.

- ¿Pueden pensar un minuto en mí, en lo que me está pasando? - intentó mediar Cielo-. Entiéndanme.
Yo encontré a mi familia, y por más que no me acuerde de ustedes, no quiero dejarlos. Pero también
necesito a Salvador conmigo, él fue muy importante para mí durante todo este tiempo.

Nico oyó esas palabras con dolor, y tratando de contener las lágrimas, decidió.

-Está bien, me parece bien. Estás en todo tu derecho, él ahora es tu marido, y esta es tu casa, no mía,
vos sos la dueña.

-Nico, por favor, no nos lastimemos más- pidió Salvador.

-Lo único que te pido, Cielo, es que dejes que Malvina se quede con mi hija hasta que pueda
conseguirles un lugar.

- ¿De qué hablas? - preguntó Cielo con desconcierto.

-Hay que resolver esto- concluyó Nico-. Acá tenemos un problema matemático: somos tres, y debemos
ser dos. El que sobra, evidentemente, soy yo. Tres menos uno, dos. Ustedes se quedan, yo me voy.

Se negaba a aceptarlo, se enfurecía con la idea de que su mujer ya no fuera suya, y aunque no podía
entender el sentido de lo que estaba ocurriendo, tuvo admitir que Cielo ya no era solo Cielo, sino que,
además, era Linda. Ya no era una persona, ahora eran dos.
Bitácora de Bruno Bedoya Agüero.
Fecha terrenal: julio de 2030

Cuando recuerdo el dolor de mi padre y mi madre ante mi cuerpo inerte en las vías del tren, agradezco
que Mar y Thiago, los adolescentes, cuando viajaron al futuro, hayan respetado la regla de no establecer
contacto con sus otros "yo", los de 40. Si lo hubieran hecho, se hubieran encontrado con la versión
desolada de sí mismos.

A partir de aquella tarde del atentado contra el tren en el que viajaba, mi vida se desdobló. Por un
lado, estaba mi cuerpo, y por el otro, mi alma. Pero mi espíritu parecía vagar errante, sin que nadie lo
advirtiera; al tiempo que mis padres lloraban junto a mi cuerpo, internado en una clínica.

Mamá y papá se alternaron para estar junto a la cama donde yacía Bruno, inconsciente. Mamá no se
resignaba a perderlo, aunque los médicos ya le habían dicho que nada podía hacerse. Estaba en un
coma irreversible.

Lo intentaron todo. Absolutamente todo. Incluso Cielo. que tantas veces había curado con sus dones,
nada pudo hacer esta vez.

Yo permanecía junto a ellos, intentando comunicarme en vano. A veces mamá parecía verme, o
sentirme, pero nadie, ni siquiera Cielo o Paz, que también era especial, me registraban.

Pienso ahora que cuando me tocó ayudar a papá, cuando él tenía dieciséis años y estuvo al borde de la
muerte por aquel implante, fue muy significativo que nuestro encuentro haya sido en un tren. En un
tren, él perdió a un hijo, y en otro, yo salvé a mi padre.

Papá pasaba las noches sentado junto a la cama de Bruno, y yo estaba ahí, junto a ellos, invisible. Veía a
papá llorando, sintiéndose culpable por haberme obligado a ir a la universidad, siendo mi cumpleaños.
Yo veía cuan parecidos éramos. Todo el mundo lo decía, yo era un calco de papá cuando tenía mi edad.
Y ahí los veía a los dos, tan parecidos, tan unidos antes, y ahora, tan desgarrado mi padre. Yo quería
tocarle el hombre, y decirle que no sufriera por mí, que yo estaba bien, pero no me oía.

Comencé a desesperarme.

Pero ahora, del otro lado, los muchachos se pusieron ansiosos, y van a intentar abrir el libro de
los candados antes de tiempo... voy a disuadirlos, y divertirme un poco...

Esta bitácora continuará...


La falla
Así como Franka intentó que Nico trabajara para ellos sin revelarle su verdadera identidad,
coaccionándolo, ella misma fue reclutada por Juan Cruz sin saber realmente quien era él. Respondió a
un aviso del periódico en el que solicitaban a jóvenes biólogos interesados en dedicarse a la
investigación biomolecular, y una semana después le informaron que había sido contratada, con un
sueldo muy superior al que podía aspirar un profesional bien recibido. La asignaron a un área de la
corporación CC dedicada al estudio de las células madre, y cuando cumplía al tercer mes de trabajo,
recibió un llamado del dueño de la compañía, del que había oído hablar, pero al que jamás había visto.

Juan Cruz le comentó que todos los informes sobre su desempeño eran extraordinarios, y la invitó
a participar de una investigación muy especial, revolucionaria. Franka, ávida de desafíos, aceptó
de inmediato, y él le anunció que ya le haría saber cómo seguirían. Quedó muy sorprendida, no solo por
elofrecimiento sino por la particular voz de su misterioso jefe, que sonaba metálica, robótica. Ninguno
de sus compañeros de trabajo, ni siquiera sus superiores, lo habían visto en persona. Corría el rumor
de que era un anciano, que estaba postrado en una silla de ruedas, con todo su cuerpo paralizado, y
quehablaba a través de una computadora que transformaba los movimientos de sus dedos en sonidos.

Franka comenzó a recibir notas e investigaciones sobre los efectos de cierta energía electromagnética
en la corteza cerebral, y una vez por semana atendía el llamado de Juan Cruz, para que le transmitiera
su opinión. Así, durante meses, fueron estrechando el vínculo, aun cuando seguían sin conocerse
personalmente. Ya llevaba más de un año trabajando en la corporación CC cuando su jefe le hizo una
nueva invitación, esta vez para formar parte de un proyecto no solo revolucionario, sino además ultra
secreto. No dudó ni un instante en decir que sí. Como respuesta, él le dijo que pasaría a buscarla un auto,
para llevarla a otra dependencia de la corporación que ella no conocía.

La primera vez que entró al centro de control se quedó sin palabras: el lugar estaba repleto de
tecnología de avanzada, que ella jamás había visto en su vida. Sonó su teléfono, y era su jefe; fue una
enorme decepción enterarse de que tampoco lo conocería en esa oportunidad.

-Quiero que sepas que a partir de ahora todo lo que veas o escuches será confidencial. Lo que acá
investigamos va mas allá de los límites de la ciencia. Si tenes escrúpulos, deberás dejarlos afuera. Y si
eso no es posible, serás vos la que tendrás que quedarte afuera.

-Estoy adentro- dijo ella muy resuelta, asumiendo que estaba ingresando a un mundo que ignoraba y
que parecía peligroso.

-Tenes que saber que una vez entras, ya no podés salir. Y mucho menos, compartir con nadie, jamás,
cualquier tipo de información.

- ¿De qué se trata todo esto?

-Se trata de una fuente de poder única. Algo que ningún escritor pudo imaginar en la más extravagante
de las ficciones. Detrás de esta puerta, vas a encontrar todas las respuestas.
Ella avanzó hacia una puerta metálica, con idénticas proporciones de curiosidad y temor.

-Y una cosa más, Franka. Tenes que saber que además de no tolerar la traición, lo que más deploro en
mis colaboradores es la falla.

Siete años más tarde, Franka seguía escalando posiciones dentro de aquella organización secreta, cada
vez más comprometida con la causa; incluso ya había dejado atrás todos sus escrúpulos. Lo único que
seguía inalterable era su ignorancia sobre la identidad de su jefe. Pero sabía perfectamente, como le
había dejado muy en claro aquella tarde, que él no toleraba las fallas de su gente, y en los últimos días
ella había cometido muchas. No había podido evitar el reencuentro de Cielo y Bauer, ni había podido
evitar que la rescataran del secuestro: el implante que le había practicado a Thiago le había provocado
alteraciones en su salud, tanto que el joven había estado al borde de la muerte, y ella sabía que por
alguna razón ese muchacho era extremadamente importante para Juan Cruz.

Pero para coronar, una nueva situación hacía peligrar toda la operación, y Franka temía que esa última
falla terminara con la confianza de su jefe. Tras el episodio del implante que casi le había costado la vida
a Thiago, sin que nadie lo supiera, Nico hizo poner cámaras de seguridad en toda la casa para detectar
movimientos extraños, sobre todo cuando se ausentaba. No quería dejarlos, bajo ningún punto de vista,
desprotegidos, de modo que reunió a Justina, a Rama, y a Tacho en su escritorio y les contó lo que había
hecho.

- ¡Pero bien, jefecito, que bien estuvo ahí, me ssssorprendio! - exclamó Justina, disimulando su tensión:
aquellas cámaras ocultas podrían haber registrado las llamadas secretas que ella hacía o recibía de
Franka, o las charlas que tenía con Luca, o alguno de sus momentos privados, cuando se encerraba en el
escritorio a darle rienda suelta a sus improperios cargados de erres.

Nico encargó a Rama y Tacho que revisaran los tapes para ver si habían grabado algo extraño, y aunque
Justina se ofreció a hacerlo, no pudo evitar que los chicos se pusieran a revisar uno por uno. Sintiéndose
acorralada, le pidió ayuda a Franka, quien de inmediato mandó a Luca a encargarse de solucionar la
contingencia, y los tres se calmaron cuando elles dijo que había logrado borrar de las grabaciones
algunos momentos que los comprometían.

Pero una tarde Bauer mandó a llamar a Tina, y cuando entro al escritorio y se vio rodeada por Rama,
Tacho y Bauer, comprendió que algo había salido mal.

- ¿Que necessssita, jefeccccito?

-Quiero que me expliques algo, Feli.

Y sin decir más, cliqueó en su computadora, y Justina vio con horror la toma de una cámara de seguridad
colocada en ese mismo escritorio, donde se le veía a ella hablando sola, con todas sus erres.

-Ay, si, usted dirá que loca... pero a veces hablo sola- intento descomprimir.

-Y hablas como tu prima, como Justina.

- ¿Le parece?
-A todos nos parece- dijo con seriedad Nico.

- ¿Que me está queriendo decir, jefecito? ¿Usted dice que yo...? ¿Qué dice?

- ¿Sos Felicitas? - fue al grano Nicolas.

- ¡Pero claro que sssi! ¡Pero por favor! ¿Como se le ocurre? ¡Soy yo, soy yo! Mire, tengo una marca en
el musssslo, ¿quiere. verla!

- ¡No! - exclamaron los otros.

-Por favor, jefecccito, ¿cómo va a dudar de mí? Llame a la cárcel, preguntale a Justina si es Justina o...

-Ya lo hice.

- ¿Ah, ya lo hizo? - se estremeció ella.

Entonces Nico comenzó a avanzar hacia ella, lentamente, felicitándola por haber conseguido sostener el
personaje durante tanto tiempo, y por la innegable astucia para engañar hasta a la policía. Justina
reculaba, siempre negando ser quien era y más ceceosa que nunca, pero cuando comprendió que
estaba perdida, salió corriendo del escritorio. Nico, Rama y Tacho salieron tras ella, y la vieron acercarse
a Malvina, a la que había divisado con el cochecito en el que estaba Esperanza. Cielo, que venía desde la
cocina, vio toda la situación y entró en estado de alerta: su respiración se volvió profunda, sus pupilas se
dilataron y se quedó en la inmovilidad absoluta. Para evitar que la persiguieran, Justina sacó un arma,
tomo a Malvina por el cuello y amenazándola con el revólver, gritó:

- ¡Nadie se mueva o vacío el carrrrrrrrrgador a la bólida!

Al oír esa entonación tan particular, Malvina la reconoció, y se aterró.

- ¿Justine?

-Si, soy yo, pedazo de bólida. Nadie se mueve si no quieren que la tarúpida o el rrretoño salgan
lastimados.

Y escudándose tras los cuerpos de Malvina y la beba, logro salir a la calle, con la intención de huir. Nico
pidió a los chicos que llamaran a la policía, y salió tras ellas, desesperado; Cielo lo siguió. Justina se alejó
unas cuantas cuadras del hogar, siempre encañonando a Malvina, que lloraba muy alterada y le pedía
que por lo menos dejara a la beba, pero Justina, viendo que Bauer la perseguía, tomó el cochecito y lo
empujó hacia el centro de la avenida. Malvina quedó en completo shock. Nico se desesperó y trató de
alcanzar el cochecito. Solo Cielo permaneció impasible, pues ella vio algo que nadie más logro ver; y
Nico y Malvina respiraron con enorme alivio al advertir que el carrito seguía de largo, sin que ningún
auto lo rozara. ¿Qué había ocurrido? Alguien había sacado el cochecito con destreza, un hombre que se
manejaba como si nadie pudiera verlo. Pero Cielo lo reconoció de inmediato: era el mismísimo
licenciado Temporale, el psicoanalista que la había atendido en Uruguay.
Cuando Nico se aseguró de que su hija y Malvina estaban bien, intentó ir tras Justina. Ya era tarde: la
farsante había desaparecido. Sin embargo, dos horas más tarde recibieron un llamado de la policía para
informarles que Justina García había sido detenida, y seria ingresada de inmediato a prisión; en el
mismo momento liberarían a la infortunada Felicitas.

Franka estaba furiosa con Luca, porque si bien había borrado las imágenes de las cámaras, no había
advertido la existencia de una copia extra en la computadora de Nico, lo que había ocasionado ese total
desastre. Justina había sido descubierta, y Juan Cruz fue muy claro al respecto: la quería adentro. Para
eso, mandó a detenerla y fraguó el llamado de la policía; se disponía a hacer un nuevo intercambio entre
las primas, con el riesgo que eso conllevaba. Franka estaba en el loft, furiosa, y tenía frente a si el libro
de los siete candados. Había estado estudiándolo mientras reprendía a Luca.

- ¿Qué te pasa? ¡Estas estúpido últimamente!

-Fue un error- se justificó él.

- ¡Un error estúpido! Vos no sos así, ¿qué te pasa que estas fallando tanto?

- ¿Quien está fallando? ¿Vos o yo?

- ¡No te insolentes! - exclamó, y bajando un poco su tono, le advirtió-: Necesitamos hacerle


nuevos estudios a Jazmín, así que tenes que traerla.

- ¿Para qué más estudios? Si ya la implantaron...- intervino él, como si estuviera a favor de los chicos.

- ¿Y a vos que te importa? Tengo que estudiarla, por ciertas visiones que ella tiene.

Traela.Y para su enorme sorpresa, él se quedó inmóvil y se negó.

- ¿Como? - preguntó Franka, que no entendía en absoluto lo que pasaba.

-Que no lo voy a hacer, ya le hiciste bastante, dejala en paz.

- ¿Perdón?

- ¡Si! ¿No te alcanzó con lo que le hiciste a Thiago?

- ¿Qué te pasa a vos? ¿Te encariñaste con ellos? ¿Te enamoraste de Jazmín?

Luca le sostuvo la mirada, como siempre. Franka había dado en el clavo: era tan cierto que se estaba
encariñando con esa gente a la que debía espiar, como que le estaban pasando cosas desconocidas con
Jazmín.

-No es eso- mintió.

-Si, es eso. ¡Idiota! ¡Te enamoraste! ¿No te das cuenta de que no podes enamorarte? Es un error, ¡una
falla!

- ¡No es una falla, no estoy enamorado! - gritó él-. ¡Es que ya estoy cansado de esta mierda!
Y en un estallido furioso e irracional, tomó el libro de los candados que estaba sobre la mesa y lo arrojó
por la ventana. Debajo, en una de las mesas del bar, junto al loft, Mar, Thiago, Tacho, Rama y Jazmín
hablaban, horrorizados, sobre el descubrimiento de Tina, cuando oyeron un estruendo a sus espaldas, y
al girar, descubrieron que allí estaba ese misterioso libro, que nuevamente había caído del cielo junto a
ellos.

Sin explicarse como había aparecido, corrieron a buscar a Nico. Impulsados por la intriga sobre el
enigma que escondía en su interior, intentaron probar de inmediato si las llaves halladas por Thiago y
Jazmín abrían los candados, pero apenas colocaron la primera llave, tanto el libro como toda la casa
comenzaron a vibrar. Al principio la vibración fue suave, como las que a veces producía el reloj del altillo,
pero a los pocos segundos creció, y todo a su alrededor comenzó a sacudirse. Ninguno de ellos había
estado en un terremoto, sin embargo, se sintieron en uno.

En ese momento, en el frente de la mansión los chiquitos estaban jugando con los autitos, cuando los
sorprendió el tremendo sacudón; quedaron perplejos al ver que la tierra comenzaba a agitarse, y en una
rajadura de unos diez centímetros de ancho perforaba el asfalto.

- ¿Que fue eso, pancho? - preguntó Monito, atónito.

-No lo sé- dijo Cristóbal.

De pie ante la rajadura, solo pensó en esperar a que su padre confirmara su teoría. Esa grieta tenía todo
el aspecto de una falla geológica.
El eco
Varios vecinos del barrio se reunieron frente a la mansión, alrededor de la grieta, e incluso se acercó
gente de la municipalidad para examinar el fenómeno. Descartaban la posibilidad de un terremoto, ya
que no estaban sobre una falla geológica, la explicación más creíble era que podría tratarse de una
réplica de un terremoto que había ocurrido unos días antes en una zona trasandina. Sin embargo, Nico
sabía que aquel sacudón había tenido que ver con otra cosa, aunque no podía explicar que era.

Ya no había dudas de que ese libro escondía algo sobrenatural. El movimiento telúrico les hizo desistir
de cualquier intento de abrir los candados; por unanimidad, llegaron a la conclusión de que deberían
esperar a encontrar el resto de las llaves. A partir de las experiencias de Jazmín y de Thiago, Nico pudo
esbozar un patrón común entre ambas. Los dos habían hallado sus llaves luego de haber resuelto algo
importante en sus vidas: Jazmín, después de llegar a la verdad sobre su historia, y él, luego de superar
una situación límite, de la que regresó con algunas revelaciones, aunque no recordara lo que había
vivido durante su estado de inconsciencia.

- ¿Vos decís que cuando todos nosotros resolvamos algo importante vamos a encontrar nuestras llaves?
-preguntó Mar.

-Tal vez- dijo Nico.

-Pero son siete... y nosotros somos cinco.

-Habrá que esperar.

Desde que Nico decidió irse de la casa, no tuvo respiro, por esa razón propuso la partida. Ahora cabía
esperar el retorno de Felicitas para hacerlo; Cielo le había pedido especialmente que se quedara, porque
ella no podía hacerse cargo sola del hogar.

-Los chicos te necesitan, Nicolás.

-A los dos nos necesitan.

-Por eso, estemos los dos acá.

-Seguimos siendo tres. No puedo verte con Salvador.

-Yo no estoy con él, si eso es lo que te preocupa.

-Ah, ¿no?

-No. Él es mi amigo, está acompañándome en este momento, aunque decidimos no estar juntos.
Nico renació ante esa información, y ya no le costó convencerlo.

-Ahora que decidiste quedarte- dijo ella sin esperar su respuesta-. hay algo que me preocupa.

- ¿Que?

-Como se puso Thiago cuando se enteró de que esa mujer era en realidad Justina.

Cielo no recordaba ni a Justina ni a Felicitas, sin embargo, le quedó perfectamente claro el engaño,
y entendió por qué Justina era tan temida cuando la vio arrojar el cochecito contra los autos, pero
nohabía comentado con nadie eso que había visto solo ella.

-Si, para todos es terrible, pero para Thiago más, porque él se crió con esa mujer. No te inquietes, yo me
voy a ocupar.

Pero no tuvo ocasión de hacer demasiado. Mientras Nico estaba en el penal, porque había sido
convocado para hacer el reconocimiento e intercambio de las primas, llegó Thiago.

- ¿Qué haces acá, Thiago?

-Quería verla cara a cara- dijo él, con los ojos llenos de rabia.

Justina, lejos de mostrar arrepentimiento, seguía destilando odio y resentimiento contra Bauer, al que
acusaba de todos los males de su señor. Pero de pronto, en medio de la tensa situación, Thiago estalló
con una violencia que Nico jamás le había visto.

- ¿Hasta cuando vas a seguir jodiéndonos la vida? ¿Hasta cuándo, basura?

-Thiago, por favor, calmate.

- ¿Que me calme? ¡Hay que matarle a esta mina!

-Con todo lo que hice por vos, Thiaguito, hablarme así...- osó decir Justina.

Y estas palabras despertaron una furia incontrolable en Thiago, que se abalanzó sobre ella, y a pesar de
que Nico intentó frenarlo, alcanzó a darle un manotazo, y Tina trastabilló, impactada por el ataque de su
niño Thiago.

Nico logró sacarlo del lugar, y esperaron a que liberaran a Felicitas. Sin embargo, una vez más, los
tentáculos de la Corporación CC llegaron hasta el interior del penal, y volvieron a intercambiar a las
primas: Felicitas regresó a la celda sin haber podido siquiera asomar su nariz a la calle, y Justina, al hogar,
mas deseosa y blanca que nunca, ahora fingiendo una desorbitada felicidad por volver a ser libre luego
de meses de encierro injusto.

Todos los chicos salieron a recibir con alegría a Felicitas. Nico quiso hablar a solas con Thiago, pero al
llevarlo a la planta alta, se toparon con una sorpresa que desagradó por completo al muchacho.

-Hola, hijo- le dijo Ornella.


En la habitación de Malvina estaba su madre, junto a su tía, conociendo a Esperanza. Ahora se hacía
llamar Kendra, llevaba un vestido de vual claro, bien suelto, y tenía un semblante relajado.

-Ella es Ornella- le explicó Malvina a Nico-. La madre de Thiago, aunque ahora se llama Kendra.

- ¡Ah! ¿Qué tal? - se sorprendió él.

Pero Ornella solo estaba pendiente de Thiago, que la miraba receloso, sin hablar. No había vuelto a verla
luego de aquella tarde en que se había marchado, cuando él era un niño; apenas había recibido de ella
algunas cartas.

- ¿Qué haces acá?

-Vine a verte- dijo ella, apacible.

- ¿Que carajo haces acá? - se irrito él.

-Hijo...- intentó hablar ella.

- ¿Hijo me decís? ¿Hijo?

-Thiago, no le hables así, es tu mamá- intervino Malvina.

- ¿Este desastre es mi mamá?

El no dejaba de gritar, y por los gritos se acercó Mar, que se quedó muda al registrar lo que estaba
ocurriendo.

-Esta mina se fue cuando yo tenía diez años, y me dejó solo. ¡Solo! Con un explotador. No quiero que
esté en esta casa, no la quiero ver- afirmó convencido, y antes de retirarse del cuarto, se detuvo ante
Mar, y le dijo-: Haces bien en desconfiar de mí, Mar. Soy la cruza de un explotador y de una mentirosa.
Seguramente te voy a fallar.

Y se fue. Ornella se miró con Nico; no parecía angustiada ni sorprendida, sino una mujer que sabía y
aceptaba las consecuencias de sus actos.

Justina estaba de regreso, sin embargo, aunque todo había vuelto a aquella perversa normalidad en la
que ella se movía, algo había cambiado: todos los chicos del hogar habían organizado una bienvenida
muy tierna para Felicitas, a la que llenaron de besos, abrazos, agasajos y pedidos de disculpas por no
haber advertido antes el engaño. Por alguna razón, esas muestras de afecto la angustiaron
profundamente, y corrió a refugiarse en su cuarto, para aislarse de tantas demostraciones de amor que
la hostigaban, y al meter sus manos en el bolsillo de su falda, encontró una carta que la verdadera
Felicitas había dejado para ella.
Mi querida y oscura Tinitis:

Ya que vas a seguir ocupando mi lugar, quería darte algunas recomendaciones. Te aseguro que además
de los fines oscuros que tenes para estar ahí, no te pierdas la magia de vivir en esa casa. Cuando éramos
chicas, te enojabas porque todas querían ser mis amigas y no las tuyas, y eso era por una sola razón,
Tinitis... Yo no les pegaba ni las maltrataba como vos. Ella te devolvía tu trato, y a mí, el mío. Todo lo que
va vuelve, es una ley universal. No quiere decir que haya que dar especulando con recibir algo a cambio...
Pero la vida es sabia y te da justo lo que das... Si das especulación, te devuelve especulación. Aveces, uno
dice: "¿Que hice para merecer esto?". Y la verdad... a veces uno no hace nada. La vida no siempre es
justa. Dicen que hay que poner la otra mejilla, y, ay, Dios me perdone, pero yo digo que no. Si alguien te
da una bofetada, no hay que poner la otra mejilla, hay que hacerle una caricia... Esa es la verdad más
universal de la vida, Tinitis. La vida es como el eco, como un espejo: nos devuelve lo que damos. Mirate
al espejo, Tini... Mirate y decime si te gusta lo que ves.

Cuando Tina terminó de leer la carta, un llanto profundo brotó de sus ojos. Se miró al espejo, como le
recomendó su prima, y lo que vio no le gustó. Si bien había tenido éxito y continuaba en su impostura,
había algo que había comenzado a caminar en ella. El golpe que Thiago le había dado en el penal aun le
dolía, pero en el alma. Ella, como Ornella, ahora debía soportar la furia del joven al que tanto querían.
Todo ese odio era producto exclusivamente de sus actos, era un eco que les devolvía la indiferencia y
maltrato al que ambas lo habían sometido.
No hay tiempo
Si bien Valeria nunca le había perdonado a Rama la intromisión que derivó en el nuevo encierro de su
novio, depuso un poco su hostilidad hacia él y lograron tener al menos una convivencia aceptable; y así
como algo había empezado a cambiar en Justina y también en Luca, que estaban en crisis con su
condición de espías, también en Valeria el hogar mágico estaba irradiado su gracia, y ella ya se sentía
parte de ese lugar.

La perseverancia era la principal cualidad de Rama, en especial si la ejercía sobre la persona a la que
amaba tanto. Aún estaba muy lejos de resignarse, y por eso apeló a la complicidad de Caridad, para que
le sonsacara a Valeria algunos gustos simples y así poder halagarla.

-Le gustan los sándwiches de salame y queso, el turrón de avena y chocolate, y también le gusta ir a ver
como despegan y aterrizan los aviones- informó Caridad.

Rama se extrañó un poco por lo particular de los gustos, sin embargo, preparó todo para
sorprenderla. Con una excusa que no resultó muy creíble, la sacó del hogar, pidiéndole que lo
acompañara a buscar unos libros.

-Bueno, pero esperame que termino la tarea- dijo ella.

- ¡Dale! - insistió él.

-No tenemos que ir ya, Rama, hay tiempo para eso.

-No hay tiempo- persistió él, y la arrastró.

Cuando ella se percató de que estaban cerca de la zona del aeropuerto, le vinieron a su memoria las
tardes que había pasado allí con los padres adoptivos con los que había vivido un tiempo. Al llegar a un
sector donde Rama ya había preparado todo para un picnic, comprendió que las insistentes preguntas
que le había hecho Caridad tenían un objetivo.

- ¡Armaste todo esto con Caridad! - se quejó ella.

- ¿Esta mal? - dijo él-. Decime... ¿No te tienta un sándwich de salame y queso?

Destapó un recipiente y ella vio unos cuantos sándwiches apetitosos. También vio que el había
preparado el turrón de avena y chocolate, y la emocionó. No era algo que se compraba, era algo que
había que prepararlo, y él se había tomado la molestia de hacerlo para ella.

-Además- dijo el sacando unos almohadones de un bolso- traje esto para tirarnos en el piso a ver
despegar los aviones.
Por primera vez Rama logró derribar un poco las murallas que ella había levantado, y pasaron una tarde
muy agradable. Comieron todo lo que había llevado, y vieron despegar y aterrizar unos cuantos aviones.
Con sus cabezas apoyadas en los almohadones, ella giró para mirarlo, y por primera vez vio en él a
alguien en quien refugiarse, una ternura que ya no le resultó amenazante. Ninguno de los dos advirtió
que, mas allá, un joven de la edad de ellos los estaba observando.

Desde que había regresado a la cárcel, Gabo estaba cada vez más demandante con Valeria, quien ya no
podía ir a verlo tan seguido. Y encima percibía que ella estaba más a gusto en ese lugar, y no podía
olvidar que, si lo habían atrapado, había sido gracias a ese rubio al que se la tenía jurada. Estaba seguro
de que ese tal Rama estaba enamorado de ella. Debido a las visitas cada vez menos frecuentes, él
empezó a sospechar que Valeria lo engañaba precisamente con ese rubio. El muchacho que los espiaba
en el picnic era el hermano de Gabo, quien por supuesto le confirmó que sus sospechas eran fundadas.

Cielo, Nico y Salvador habían logrado tener una convivencia tolerable, incluso se dedicaron a tratar de
resolver juntos la amnesia de ella. Por supuesto concurrieron a un médico especialista, sin embargo,
Nico y ella intuían que la solución vendría por otro lado. Sin tener una idea muy clara de cómo avanzar,
siguieron la intuición de ella, quien creía que en los objetos de la caja podrían hallar alguna pista. Sin
embargo, ninguno parecía tener una utilidad concreta, e incluso tanto la brújula como el disco ya no
parecían servirles como antes. La aguja de la brújula directamente ya no se movía, y aunque habían
escuchado todo el disco en sentido inverso, no habían obtenido ninguna revelación, ni siquiera habían
vuelto a escuchar las palabras que antes los habían guiado hasta Cielo.

- ¿Eso te dice algo? - pregunto Nico extendiéndole el búmeran.

-Es un búmeran- dijo ella sopesándolo-. Es un arma que tras ser lanzada regresa a su punto de partida-
recitó, como si fuera una enciclopedia.

-Me refiero a si te trae algún recuerdo.

-No. Nada.

-Proba con tirarlo a ver si pasa algo- propuso Salvador.

Ella lo pensó un instante, y luego lo arrojó en el jardín de la mansión. El objeto salió disparado, girando
sobre su eje, desapareció detrás de los muros, y nunca regresó.

En ese momento, en el frente de la mansión, conversaban Valeria y Rama, quienes desde la tarde del
picnic estaban cada vez más próximos. Rama estaba esperando encontrar el momento oportuno para
abordarla; todos los momentos la parecían indicados, e interpretaba cada mirada de ella o cada sonrisa
como un pie. Él contó un chiste, y ella se rió, y él consideró que era el momento ideal para un primer
beso, y lo hubiera hecho si en ese momento no hubiera aparecido Gabo, sorprendiéndolos.

-Así que es por esto por lo que no me vas a ver más, ¿no?

-Gabo, ¿qué haces acá? - se alarmó ella-. ¿Te escapaste?

Rama se sobresaltó al verlo, y Valeria comprendió al ver los ojos furiosos de Gabo que había venido a
vengarse de Rama.
-Andate, Gabo. Andate de acá.

-De acá me voy con vos, pero antes voy a arreglar un par de cositas con el rubio- dijo, y sacó una navaja.

Valeria se alarmó e intentó interponerse, pero Rama quiso protegerla a ella, y de un tirón la puso a sus
espaldas, exponiéndose ante Gabo.

-Andate de acá- ordenó.

-Ah, mira que machito que sos.

-Vos también sos muy machito con un cuchillo.

Pero Gabo no tenía ganas de demostrar quién era más macho, sino que deseaba vengarse e iba a
hacerlo allí mismo. Pero de repente se oyó un golpe seco, y Gabo cayó desmayado. Rama y Valeria
vieron a su lado, con infinita sorpresa, el bumerang cuyo impacto lo había derribado. Aunque lo más
sorprendente vendría después: cuando llego la policía para apresar al prófugo, Cielo se acercó y Gabo la
miró con resquemor.

- ¡Vos! - le dijo, reconociéndola.

- ¿Me conoces?

- ¿Como no te voy a conocer, si por vos estoy preso?

La revelación impactó a todos, y no dejaron ir a Gabo hasta que éste no les explicó a que se refería. El
muchacho contó como unos meses antes él había intentado robarle una cadenita en la calle, pero que
ella lo había reducido con un par de golpes muy precisos. Lo más extraño fue que mencionó que ella
estaba vestida de novia y, además, eso había ocurrido en el verano anterior, es decir, durante los días en
que ella había estado desaparecida. La boda frustrada con Nico había sido en diciembre del año anterior,
y Salvador la había encontrado en abril de ese año. Donde había estado ella durante esos cuatro meses
era un misterioso, y ahora, por primera vez, aparecía un dato de ese tiempo que la involucraba.

Luego de que se llevaran a Gabo de regreso al penal, Caridad les hizo otra revelación igual de
sorprendente. Al oírlos hablar del curioso relato en el que Gabo la había visto con el atuendo de novia,
ella contó:

-Si, a mi también me pareció raro cuando la vi así.

- ¿Vos ya me habías visto a mí? - exclamo Cielo.

-Claro, el año pasado, en el campo.

- ¿Vos estás seguras de haber visto a Cielo en el campo, vestida de novia, el año pasado? - repreguntó Nico.

-Si, claro, ¡como para olvidarlo! Una doñita tan linda, vestida así...
- ¿Y qué hacía yo en ese campo?

-Fue a hablar con mi difunto papi, que en paz descanse.

- ¿Y qué le dije?

-No se bien. Nada más sé que él dijo que en el campo había algo que el tenía que cuidar mucho, pero no
sé qué.

Ahora el desconcierto era total; que ella se hubiera presentado ante Gabo durante el verano tenía cierta
lógica, después de todo no sabían que había hecho durante aquellos meses, pero que hubiera estado en
el campo un año antes, vestida de novia, cuando ni siquiera había pensado en casarse, eso sí era extraño.
Los relatos eran inquietantes. Parecía como si ella se hubiera desplazado en el tiempo y el espacio, y
hubiera estado en diferentes lugares, en diferentes tiempos.

Conversaban en el living, y más allá estaba Malvina, que ya no sabía qué hacer para calmar a Esperanza,
que no dejaba de llorar, pero de pronto la beba se calmó. Ninguno de los presentes atribuyó ese final
abrupto del llanto a nada especial, pero Cielo pudo ver, claramente, que junto al moisés había alguien
haciéndole morisquetas, alguien que nadie más veía, el mismo hombre que la había atendido en
Uruguay, haciéndose llamar "licenciado Temporale". Como advirtió que nadie más que ella tenía esas
visiones, calló por temor a estar volviéndose loca. Cuando Malvina se llevó a la beba a la planta alta, el
hombrecito se fue con ellas, actuando con la impunidad de saber que no era visto.

Cielo se excusó ante Nicolás y Salvador, que seguían pensando que le habría pedido ella al padre de
Caridad, y subió las escaleras. Malvina dejo a la beba, ya dormida, en su cuarto y salió. Unos segundos
después, Cielo entró en la habitación, y ahí estaba el hombrecito, cantando suavemente una canción
de cuna; giro para mirarla, y volvió enseguida la mirada a la beba, como si ella no estuviera ahí.

- ¿Quién es usted? - dijo ella.

El hombrecito giró su cabeza, estaba pálido.

- ¿Vos me ves?

-Claro que lo veo. Nadie más que yo lo ve, "licenciado Temporale". Explicame que es esto.

El hombrecito intentó en vano convencerla de que era su psicoanalista, y que estando de paso por la
ciudad, había venido a ver como progresaba su caso.

- ¿Y por qué nadie más lo ve?

- ¿Como que nadie me ve? No sé de qué hablas- disimuló él inútilmente.

-Vamos, no se haga el tonto. También lo vi el día que salvo a Esperanza, en la calle. ¿Qué haces acá?
¿Qué haces con la beba?
-Cielo, ya te lo expliqué- dijo el-. Soy el licenciado Temporale, vine a verte. Seguramente vos creíste
verme... producto del mismo cuadro de amnesia, y...

-¡No me tome por tonta! No creí verlo, lo vi, como lo estoy viendo ahora. ¡Diga de una vez quien es!

-Ahora no puedo...- dijo él escabulléndose por la puerta-. ¡No hay tiempo!

Y salió. Ella fue tras él, pero al cruzar la puerta no le llamó la atención no verlo allí, ya que esas últimas
palabras habían despertado en ella algunos recuerdos. "No hay tiempo", había dicho también Tic Tac... Y
ella, como un aluvión, empezó a tener fogonazos, no de su vida pasada, sino de sus días en la antesala a
Eudamon. Y al empezar a recordar lo vivido junto a Tic Tac, algo de todos los misterios descubiertos ese
día empezaba a tener sentido para ella, aunque claro, sería muy difícil de explicar a los demás.

Nico y Salvador decidieron ir al campo, a seguir la pista brindada por Caridad. La estancia había sido
alquilada tras la muerte del capataz, y aunque Nico se había encargado de la operación, no conocía a los
inquilinos, sobre los que solo sabía que pertenecía a una empresa que se dedicaba al pool de siembra.Al
llegar a la estancia, se sorprendieron mucho cuando no los dejaron entrar, ni siquiera cuando Nico se
presentó como el propietario; aun así, los custodios no les permitieron el ingreso. Lo que más les llamó la
atención no fue en si la negativa, sino el hecho de que un campo tuviera custodia armada en su ingreso;
eso hacia evidente que algo ocultaban.

Como el perímetro del campo era inmenso, y no estaría todo custodiado, buscaron un flanco por donde
infiltrarse, y atravesaron unos cuantos kilómetros a campo traviesa, hasta llegar a las proximidades del
casco, donde advirtieron un movimiento febril de gente. No había campos sembrados ni animales
pastoreando; el campo como actividad agropecuaria no parecía ser el interés de sus inquilinos, en
cambio, había al menos dos docenas de hombres trabajando en algo que a Nico le recordó a una
excavación arqueológica. A unos doscientos metros de la construcción principal de la estancia, había
cavado un pozo bastante profundo, y junto a la tierra removida había un objeto de unos dos metros de
diámetro, cubierto por una lona. Salvador y el esperaron unos cuantos minutos a que se retiraran, pero
en ningún momento dejaron el objeto que custodiaban. Al cabo de una hora, apareció alguien que
parecía ser el jefe, y cuando entró en el campo visual de ellos. Nico quedó azorado al ver que se trataba
de Charly, que se aproximó al objeto e hizo retirar la lona que lo cubría. Tanto él como Salvador
sintieron un escalofrió cuando vieron de que se trataba: frente a ellos había un reloj exactamente igual
al del altillo de la mansión.
El placer de los dioses
A instancias de Mar, que no paró de hablarle de la necesidad de amigarse con su pasado, poniendo
como ejemplo su propia historia con su madre, Thiago accedió a reunirse con Ornella, y escuchar lo que
tenía que decirle. Mar se ofreció a acompañarlo, y él se lo suplicó.

Su madre seguía siendo una mujer bella, etérea, aunque no se veía nada bien, sino que parecía hacer un
esfuerzo enorme por mantenerse incólume, pero Mar y Thiago lo atribuyeron al nerviosismo que le
provocaría la situación. El joven tenía muchos reclamos, que eran, en definitiva, uno solo:

- ¿Por qué me abandonaste así?

Su madre entonces tomó aire, y contó su versión de los hechos, aunque omitiendo algunos. Contó que,
por algo que había ocurrido antes de que Thiago naciera, Bartolomé se había enfurecido con ella, y
debido a sus maltratos, había estado a punto de dejarlo, pero como justo en ese momento quedó
embarazada, Barto prácticamente la obligó a casarse. Ella había resistido algunos años viviendo con ese
hombre que detestaba, solo por su hijo, pero llegó el día en que no resistió más, y quiso irse.

- ¿Así de fácil? Te fuiste, huiste de él y me dejaste a mi...- le reprocho él.

-Claro que no- dijo ella-. Quise llevarte conmigo. De ninguna manera te hubiera abandonado, pero
cuando él supo que iba a dejarlo, me echó de la casa.

- ¿Que?

-Si, mi amor. Ese día que vos volviste del colegio y yo no estaba, no fue porque decidí irme, sino porque
el me echó. Me sacó como un perro de la casa, y me amenazó con matarme si volvía.

- ¡No te lo puedo creer! - dijo Thiago, llenándose de odio contra su padre, otra vez.

Mar le apretó una mano, y ambos escucharon, con espanto, el resto del relato. Ornella les contó como
había intentado por todos los medios rescatar a su hijo de las manos de Bartolomé, que en aquel
momento era muy poderoso, y había amenazado incluso con lastimar al niño. Ella no tenía recursos ni
fortaleza, y nunca pudo acercarse. Hasta que un día se enteró de que su padre lo había mandado a
estudiar al exterior, con la clara intención de alejarlo de ella, y hacerle perder su rastro. Thiago, por su
parte, le refirió los argumentos que le había dado su padre, y los contestaron. Conociendo el paño, era
muy probable que las cosas hubieran sido tal como Ornella explicaba.

-Cuando supe que te había sacado del país, moví cielo y tierra para encontrarte, pero no tenía dinero
para pagar un investigador privado, además ni siquiera sabía dónde estabas. Te perdí el rastro, y me
volví loca. Terminé con una depresión muy profunda, hasta que encontré en el camino espiritual un
consuelo que me devolvió un poco de paz, y de cordura.
-Pero... ¿y las cartas que me mandaste? - preguntó el extrañado.

-Jamás te mandé una carta, Thiago, porque no tenía a donde mandártelas.

Dedujeron que había sido Bartolomé el que las había escrito, solamente para incrementar el odio de su
hijo hacia ella.

-Hace poco tiempo me enteré de que tu padre estaba en coma, y que vos estabas de regreso, y apenas
lo supe, vine a verte. No te llamé porque sabía que no ibas a querer atenderme, esperaba verte, con la
esperanza de que me escucharas y me creyeras.

De pronto todo el odio que había acumulado hacia su madre se desvanecía, pero a la vez se dio cuenta
de que ni siquiera sabía que sentir por ella, hasta eso le había arrebatado su padre. Lo habló con Nico, y
ambos entendieron que la versión de su madre, aunque tenía algunas inconsistencias, era más creíble
que le daba por Barto, ahora que conocían su verdadero rostro.

Thiago intentó obtener alguna información de Malvina, único testigo de aquellos días, pero su tía le
recordó que cuando el nacido, ella era apenas una nena, y lo único que si recordaba era que Bartolomé
y Ornella peleaban mucho, todos los días y a los gritos. La posibilidad de que su padre le hubiera
arrebatado a su madre cuando más la necesitaba, reencendió en el un odio profundo, y Mar le aconsejó
que intentara dejar de lado esa furia y, en cambio, se dedicara a recuperar el tiempo perdido con su
madre, que sonaba sincera.

Sin embargo, su madre, volvió a faltar a la cita, como tantas veces a lo largo de su vida. Thiago la había
invitado a cenar, pero su madre nunca llegó. Esa ausencia lo enfureció nuevamente y la desautorizó,
pues creyó que todas sus palabras habían sido una mentira, y que ella seguía siendo esa mujer que
había abandonado a su hijo casi con desprecio. Lleno de ira, corrió hasta el hotel donde se alojaba, con
la intención de gritarle todo lo que pensaba de ella, pero al llegar el conserje le explicó, con pesar, que
Ornella había tenido una descompensación y la habían trasladado a una clínica.

Su madre estaba en su cama, leyendo un libro. Se veía más demacrada, aunque la última vez que la
había visto y aunque intentó minimizar su estado, Thiago comprendido que era serio.

- ¿Qué tenes mamá?

-No lo tienen del todo claro- confesó ella.

- ¿Pero es grave?

- ¿Cómo supiste?

-Fui a buscarte al hotel, y ahí me dijeron.

- ¿Te enojaste porque no fui a cenar, ¿no?

-Más o menos- minimizó él.


Ella miró con profunda ternura a ese hijo de cuya infancia la habían privado, aunque ya se había
convertido en hombre, aún conservaba aquella inocencia y esa voz rasposa que tenía desde que empezó
a hablar.

-Perdoname por no poder ir.

-Está todo bien, mama... No fue tu culpa. Nada de todo eso fue tu culpa- dijo ahora con odio contenido.

-Yo sé cuánto odias a tu papá. Y cuanto me odiaste a mí, pero hijo, si me permitís, quiero decirte algo. El
otro día, cuando nos volvimos a ver... te vi furioso. Vi odio en tus ojos.

-Ni en coma deja de joderme papá.

-Deshacerte de ese odio, Thiago. Toda esta historia está llena de venganzas.

- ¿De venganzas?

-El odio de tu padre fue una venganza. Lo que motivo ese odio fue otra venganza.

- ¿De qué hablas?

Ella no estaba lista aun para hablar de eso, en su lugar de mostro el libro que leía.

- ¿Leíste esto?

Thiago miró la tapa del libro, en la que se leía el título La Orestiada.

-No- respondió él.

Su madre le habló de aquella trilogía de tragedias de Esquilo, de las más antiguas del teatro griego, en la
que una madre se vengaba de su marido por haber matado a su hija. Luego el hijo se vengaba de su
madre por haber matado al padre, y, por último, unas diosas vengadoras reclamaban un castigo sobre
elhijo por haber matado a la madre. Una historia repleta de revanchas, que engendraban más odio.

-Muy lindo el librito que estás leyendo- bromeó él.

- ¿Sabes cómo termina la obra? Con la institución de la justicia. Es el primer juicio de la historia, donde
deciden dejar de lado la venganza, el ojo por ojo, para dar paso a la justicia. Yo sé que estás furioso por
todo lo que te hizo vivir tu padre, que estas enojado con el mundo, y que te gustaría devolver la
trompada. Pero la venganza es el placer de los dioses. Para nosotros, los mortales, la justicia es el único
camino.

Thiago habló con los médicos, a quienes pidió información sobre la enfermedad de su madre y los costos
de su tratamiento. Le causó una gran sorpresa que, al contárselo a Nico, él le dijera:

-Es la misma enfermedad que tuvo Carla, la mamá de Cristóbal.


En efecto, era un síndrome muy extraño, que se daba en rarísimas ocasiones. El hecho de que dos
mujeres cercanas lo padecieran era llamativo. El año anterior, cuando Carla había reaparecido, al
principio para extorsionarlo, le había revelado que padecía esa extraña dolencia.

-Pero no te angusties, Thiago. Carla hizo un tratamiento muy bueno y se curó. Ahora está perfecta.

-Quiero hablar con ella, para que me diga donde la trataron.

-Por supuesto.

Una de las principales razones por las que Tefi se había hecho amiga de Melody, además de que tenían
personalidades idénticas, era porque su padre tenía el cargo de embajador. Si existía un mundo que
sintetizara todo aquello a lo que Tefi aspiraba era el ambiente diplomático: viajes, cocteles, ropa cara y
elegante, y mucho glamur. Apenas supo que su esbelta nueva amiga era la única hija de un embajador
encumbrado, se pegó a ella, con la esperanza de que fuera su puerta de acceso a ese fascinante
universo. Sin embargo, Melody jamás la había invitado a su casa, ni le había dado su teléfono de línea, y
se mostraba muy reacia a permitirle a ella y a cualquiera asomar sus narices en la intimidad de su hogar.
Tefi pensó que eso podía deberse a políticas de seguridad de su padre, y confió en que, pasado el
tiempo, y cuando Melchu entendiera que ella era su super, mega, archi amiga, terminaría por abrirle las
puertas de su palacio; sin embargo, eso nunca ocurrió.

Entonces como Tefi estaba convencida de que, si quería algo, debía ir por él, decidió una tarde visitarla
sin previo aviso. La atendió una mucama, quien puso una cara como de susto cuando ella preguntó por
Melody.

- ¿Qué pasa, no está? - preguntó ante el mutismo de la mucama.

-No... Si... pero... ¿Quién la busca?

-Tefi, su ami...

Por detrás de la mucama, apareció Melody, cuyo rostro se desencajo al ver a Tefi.

- ¡Tefi! ¿Qué haces acá?

-Pasé cerca y tuve ganas de visitarte- dijo dándose por invitada, y entró.

Tal como imaginaba, la casa del embajador era un derroche de lujo y buen gusto, miró cada rincón
sacando fotos con sus ojos para tomar ideas para el día en que tuviera su propia casa. Registró cierta
tensión tanto en Melody como en la mucama, y supuso que su padre sería muy estricto en cuanto a
recibir visitas, pero consideró que ella era una chica muy entradora, y se ganaría al embajador apenas la
conociera.

- ¿Qué pasa, Melchu? ¿Porque me miras así?

-Vamos a tomar algo por ahí- propuso Melody.

-No doy más de caminar. Tomemos algo acá. ¿No están tus viejos?

-No. No están- dijo Melody, tensa.


Tefi vio como la mucama miró a Melody muy seriamente, y no entendió que estaba ocurriendo, pero de
todas maneras se sentó en el living.

- ¿Me puede traer un poco de agua? - le dijo a la mucama.

-Si, traele agua- ordenó Melody.

-Pero, Melita...- atinó a cuestionar la mucama.

-Traele agua- le cortó Melody-. Y ya te dije que no me digas Melita.

La mucama negó con su cabeza, y se retiró para volver a los pocos segundos con el agua. Tefi se puso
cómoda y empezó a hablar de lo que había hecho ese día, hasta que la incomodidad de Melody se hizo
muy evidente, y consideró que, si aspiraba a frecuentar esa casa, no debía tirar mucho de la cuerda, y
decidió irse. Melody la despidió, y al cerrar la puerta, se tomó con la mucama, que la miraba con enojo y,
a la vez con dolor.

- ¿Otra vez, Melody? ¿Otra vez mintiendo?

-No me molestes, mamá- dijo Melody con un tono de desprecio, y se retiró a su cuarto, en el ala de
servicio de la mansión del embajador.

Melody era la hija de la mucama, y había nacido en aquella casa. El embajador y su mujer eran un
matrimonio muy amable, que no habían tenido hijos, y le habían permitido a la mucama tener a su hija
con ellos. A cada destino que viajaban, llevaban a la leal mucama, y con ella iba su hija, y por esa razón
Melody había viajado por buena parte del mundo. La pareja la trataba con mucho cariño, y ella había
crecido maldiciendo no haber sido hija de ellos, en lugar de ser hija del personal de servicio. Tanto
deseaba ser parte de ese mundo, que había llegado hasta inventarse una realidad paralela, en la que se
presentaba al mundo como la hija del embajador, negando a su propia madre. Por esa razón jamás
invitaba a nadie a su casa, para que no descubrieran su secreto.

No se avergonzaba de su mentira, estaba convencida de que a fuerza de afirmar algo, podría


materializarlo. Ella se sentía parte de ese mundo, una princesa en su palacio. Se movía en una realidad
de lujos, sofisticación y placeres, y ella aspiraba a ser una Cenicienta para la que nunca dieran las doce.
Si bien había una delimitación muy clara entre la casa del embajador y el ala de servicio donde ella vivía,
no estaba dispuesta a renunciar a ese universo que se había inventado; el lujo no sería solo cosa de ricos;
el placer no era solo de los dioses, ella también se sentía parte de eso.
El rompecabezas
Franka y sus científicos hacían una revisión diaria, de rutina, de la información brindada por los
implantes que tenían casi todos los chicos. Intentaban registrar a través de estos dispositivos alguna
actividad neuronal extraordinaria, debido al vínculo del portal con los habitantes del hogar. Una tarde,
mientras cumplimentaban la rutina analizando a Lleca, la consola tuvo una sobrecarga de tensión por un
instante, y tras un momento de sobresalto, se relajaron al ver que nada había ocurrido.

En ese momento Lleca estaba hablando con Tacho y Luca, y de pronto se quedó como congelado, con la
mirada perdida y una frase a medio terminar. Tacho y Luca lo miraron, y creyeron que sería otra de sus
bromas, pero Lleca no estaba allí, sino inmerso en un recuerdo que había borrado: una mujer y un
hombre le acercaban una torta, con dos velitas, mientras le cantaban el feliz cumpleaños.

¡Que los cumplas, León!

¡Que los cumplas, feliz!

- ¡León! ¡Me llamo León! - exclamó Lleca, volviendo en sí.

Tacho y Luca lo miraron descreídos, pero el niño salió corriendo, desesperado a buscar a Nico. El
proceso que había estado realizando Franka, por alguna razón desconocida, había producido un efecto
químico en el cerebro de Lleca, trayendo a su conciencia un recuerdo reprimido del día que cumplió los
dos años. Como Nico no estaba en la casa, recurrió a Cielo.

-Estaba hablando con los chicos- explicó Lleca, acelerado-, y de repente, pum, veo un nami, linda, rubia,
que me canta que los cumplas feliz. Y atrás de ella había un boncha, no lo vi bien. Y me dijeron: "León".

- ¿Habrá sido un sueño, Lleca? - arriesgó ella.

-No, Cielo, ¡no! No fue un sueño, yo estaba despierto. Fue un recuerdo, ¿entendes? Me acordé de mis
jovies... y de mi nombre. Vos no te acordás, pero yo busco a mis jovies, y no sabía cómo me llamaba...
¡Pero me llamo León!

Este descubrimiento era muy importante para él, ya que era el único de todos sus amigos que no sabía
su nombre, y a pesar de que habían intentando bautizarlo en varias ocasiones, él siempre se había
rehusado, pues había decidido esperar a descubrir su verdadero nombre. Y eso, por fin, había ocurrido.
Era una certeza: se llamaba León. Y, a decir verdad, le encantó su nombre. Pero eso no era todo: había
tenido un recuerdo de sus padres, a los que siempre había buscado. Ahora, al menos, tenía una pista
concreta para desenredar el rompecabezas de su historia.
Como parecía estar bastante convencido de que aquella visión era un recuerdo, Cielo le pidió que
describiera a las personas que había visto. Al hombre no lo tenía del todo claro, pues no había
alcanzado a verlo bien, pero de la mujer pudo dar muchos detalles. Para ayudarlo, Cielo le propuso
hacer un identikit, y Lleca quedó azorado al descubrir que ahora ella también era una dibujante muy
dotada. Al cabo de un par de horas, Cielo había elaborado un dibujo de la supuesta madre de Lleca, o
León, y el consideró que el identikit se parecía muchísimo a la mujer que había recordado. Ahora tenían
una herramienta concreta para empezar a buscarla.

Cuando Nico regresó de la estancia, ella le comentó lo ocurrido con Lleca, y él le informó el asombroso
descubrimiento que él y Salvador habían hecho allí.

- ¿Un reloj igual a este? - preguntó Cielo.

-Idéntico. Y ya sabemos que este reloj es un portal. Posiblemente no sea el único, y ese que tenía Charly
en el campo tal vez sea otro.

-Si eso es así, algo tan importante en manos de esa gente es un peligro- concluyó Cielo, y Nico concordó
con ella.

Él ya venía pensando desde un tiempo atrás que había llegado la hora de enfrentar realmente a esa
gente. Lo que al principio fue algo amenazante se había convertido en algo muy peligroso. Ya habían
secuestrado a Cielo, habían intentado matar a Malvina, y a causa de esos implantes, Thiago estuvo a
punto de morir.

-Hasta ahora venimos atajando los golpes- dijo Nico-. Creo que ya es hora de defendernos en serio.

-No estarás pensando en dar golpes vos, ¿no es cierto? - le preguntó Cielo, quien con amnesia o sin
ella,siempre fue una persona en extremo pacifista.

-No lo sé, Cielo. Lo único que sé es que yo tengo que protegerlos a ustedes, y cuidarlos de estos asesinos.

-Evidentemente, el poder de ellos radica en que no les conocemos las caras. Solo la de Charly, pero,
asícomo habían infiltrado a esa mujer, Tina, podemos estar rodeados de ellos sin saberlo.

Y Nico, nuevamente, concordó con ella; ya lo había pensado, y había comenzado a sospechar hasta de
su propia sombra. Una decisión iba tomando forma en el fondo de su corazón: debía conocer el rostro
de su enemigo, y entonces urdió un plan para poder desenmascararlos.

Con la ayuda de Salvador, regresaron al campo, esperando volver a ver a Charly, y este no tardo en
aparecer. Esperaron hasta que se separara del grupo de hombres que trabajaba en la excavación, y
cuando lo vieron irse en su auto, lo siguieron. Nico lo interceptó, ofreciéndose como carnada, y Charly
bajo de su auto, sonriente.

-Bauer, Bauer... ¿Como te llaman? ¿Mi nombre es peligro? Que manía de meter las narices donde te la
pueden rebanar...

-Y vos, que manía de subestimarme...


Antes de que Charly pudiera darse cuenta de nada, Salvador lo abordó por detrás, reduciéndolo, y en un
rápido operativo, lo trasladaron a un galpón abandonado, donde lo ataron a una silla, y lo amenazaron,
intentando sonar creíbles, para que hablara.

- ¿Para quién trabajas? ¿Qué es lo que quieren?

Por supuesto Charly no dijo nada relevante, sino que siguió haciendo chistes y referencias a películas de
terror, y advirtiéndoles que se estaban metiendo en serios problemas. Sin embargo, Nico se le acercó y
le dijo:

-Suponía que no ibas a hablar. Por eso me vine preparado- le dijo, y sacó de su bolsillo un frasquito que
puso frente a sus ojos, mientras le anunciaba su contenido-: Pentotal sódico, o suero de la verdad.

Y Charly se puso serio. Si bien tanto Bauer como su amigo intentaban mostrarse amenazantes, la
torpeza con la que se manejaban revelaba que solo se trataba de un arqueólogo y un deportista
intentando parecer matones. No les tenía miedo a sus amenazas, pero si a ese suero, que podría
hacerle revelar información. No estaba seguro de si Bauer estaba dispuesto en verdad a llegar a eso.
Pero en un momento en que Nico y Salvador se alejaron, dejándolo atado, el comprobó que era un par
de improvisados, ya que olvidaron sacarle el celular que el llevaba encima, y que en ese momento vibró.
Charly lo atendió como pudo, a pesar de las ataduras.

- ¿Dónde estás? - dijo Franka.

-Bauer y el amigo me secuestraron.

- ¿Qué? - se alarmó ella.

-Me descubrieron en la estancia. Ahora me tienen en un galpón, y quieren asustarme para que hable.
Estos tipos son unos estúpidos, ni siquiera me sacaron el celular.

-No subestimes a Bauer.

-Lo mismo me dice él, pero me amenaza con un arma que tiene puesto el seguro. No me van a hacer
nada, pero vení a buscarme. Rastrea mi celular para saber dónde estoy.

Franka cortó, preocupada; ella no se tomaba tan a la ligera lo que Bauer estaba haciendo, pero en ese
momento sonó su celular, y se sorprendió al ver que la llamaba Nico.

-Hola, Nico- saludó con tono diáfano para disimular.

-Franka, necesito tu ayuda- le dijo el casi susurrando-. Secuestré a Charly, el tipo que está detrás de los
implantes de los chicos.
- ¿Qué? ¿Pero te volviste loco?

-Me cansé, me cansé de las amenazas de esta gente, me cansé de que mi gente esté en peligro.

-Pero, Nico, vos no sos un matón, no hagas locuras, por favor.

-Ya lo estoy haciendo. Pero te necesito. Conseguí pentotal sódico. Se lo quiero dar, para que hable.

- ¡Ah, no, pero de verdad te volviste loco!

-Voy a llegar hasta las últimas consecuencias. Necesito que me ayudes a inyectarlo.

-Nico, ese suero funciona solo en las películas. No es que se lo inyectas y empieza a hablar.

-Por favor, vení. Te necesito.

Le dio la dirección de donde estaba, y Franka, urgida, reunió a algunos de sus matones para ir hacia el
lugar, ahora sí, temiendo que Bauer se saliera con la suya y lograra sonsacarle algo a Charly.

Ya había anochecido cuando llegó al galpón en el que Nico y Salvador tenían secuestrado a Charly.
Ordenó a sus matones que rodearan el lugar, y que intervinieran en caso de que ella no lograra
disuadirlo de liberarlo, y luego, desde la camioneta llamó a Nico.

-Ya estoy en el lugar, ya llegué. ¿Dónde estás?

-Ocupándome de Charly.

-Por favor, Nico. Estás buscando venganza...

-No- dijo él, abriendo la puerta de la camioneta en la que ella estaba, y asustándola- Estoy buscando
justicia.

-Nico...- se sobresaltó ella al verlo-. ¿Y Charly?

-Él está bien, no te preocupes. Que linda camioneta, es idéntica a la de los tipos que mataron a
Croussen delante de mí. ¿Cuándo te la compraste?

-Me la prestó un amigo de la clínica. ¿Por qué estás tan raro? ¿Le aplicaste el pentotal a Charly?
-preguntó ella disimulando su inquietud.

-No. Te lo aplique a vos.

Ella se quedó desconcertada ante esa respuesta, y por el rostro de Nico y su tono de voz, comprendió
que algo había cambiado. Entonces Nico comenzó a hacerle un relato que la sorprendió, y le hizo
verificar cuanta razón había tenido al decirle a Charly que no lo subestimara.
-Hace días y días que vengo tratando de armar este rompecabezas, ¿sabes? Y me preguntaba porque
Malvina me insistía, una y otra vez con que no confiara en vos...

-Bueno, esta celosa, ¿no? Ella vio que entre vos y yo estaba pasando algo, y...

-Si, claro que lo pensé. Pero después vi en tu casa ese escáner moderno, y era el mismo que utilizaba
Charly para estudiar mi mano.

-Es algo que existe en el mercado, Nico. Ellos también tienen acceso.

-Si, claro, también lo pensé. Pero fijate que la otra noche encontré una pieza que me faltaba para
empezar a armar el rompecabezas. Después de que descubriéramos a Tina, vi muy angustiada a Alelí,
que me contó que se había acordado de algo. Ella una vez había descubierto a Tina, pero luego lo olvidó,
sin saber cómo, y esa misma noche, cuando la llevé a su cama, vi un frasco de pastillas que le habías
recetado vos.

-Si, cuando le hicimos los estudios, y saltó que estaba anémica.

-Claro. Pero por las dudas, hice analizar esas pastillas por un amigo químico. ¿Y sabés que descubrió?
Que las pastillas tenían etanol, un químico muy peligroso que se usa para inhibir recuerdos.

- ¿Y vos pensás que yo le recete eso? ¿No pensaste que tal vez fue la propia Tina la que cambió
las pastillas para que Alelí olvidara que la había descubierto?

-Si, claro que lo pensé. Pero no podía quedarme con la duda, porque como me enseñaron en la facultad,
hay que pensar en cada hipótesis. Y todos cometen torpezas, y vos cometiste una. Dejaste en el frasco la
dirección de la farmacia donde prepararon las pastillas. Y fui a ver al farmacéutico. ¿A que no sabés de
quien era la receta de las pastillas a base de etanol? De Franka Meyerhold.

-Seguramente Tina me robó el talonario.

-También lo pensé. Pero ya tenía muchas dudas, entonces decidí quitármelas, y para eso secuestré a
Charly. No quería sonsacarle nada, sino usarlo como carnada. Le dejé su celular encima, no para rastrear
sus llamadas, porque supuse que tendría el celular bloqueado, sino para rastrear las tuyas. Hoy estuvo
Cielo en tu casa, ¿no?

Franka asintió, recordando que esa tarde Cielo había ido a verla para hacerle una consulta sobre
Esperanza. Nico entonces le reveló como Cielo, sin que ella se diera cuenta, le había puesto un
rastreador a su propio teléfono.

-Fueron tus llamadas y no las de Charly las que me interesaba rastrear. ¿Y sabés que descubrimos? Que
vos llamaste a Charly. Era la ficha que me faltaba para armar el rompecabezas. Se terminó Franka.
Ante un movimiento de ella, él sacó su arma.

-Ni lo intentes- dijo apuntándola.

-Solo iba a darte esto- dijo ella, sacando su celular.

-Basta, levanta las manos. Se terminó.

- ¿Sí? ¿Se terminó? - dijo ella con lágrimas en los ojos. Y en ese momento sonó el celular que ella
le estaba acercando - Atendé. Es para vos- afirmó, sabiendo lo que ocurriría a continuación.

Nico atendió el celular, sin dejar de apuntarla.

-Doctor Bauer- se oyó una voz profunda.

- ¿Quién habla?

-En términos técnicos, soy la persona que te quita el sueño. En términos contractuales, soy el jefe de
Franka.

-Otro cobarde.

-Entiendo tu enojo, pero lo cortés no quita lo valiente. Dejame presentarme, mi nombre es Juan Cruz.

Al oír su nombre, dicho con esa voz grave y profunda, Nico tuvo un estremecimiento, pero se sobrepuso.

- ¿Quién sos? ¿Qué querés?

-Por ahora, que dejes ir a Franka.

-Ni lo sueñes. La estoy apuntando.

-Las armas no son tu fuerte. Además, estas rodeado de francotiradores; a una orden mía, disparan. Vos,
o cualquiera de tus chicos, pueden salir lastimados. Te recomiendo que la dejes ir.

Nico miró a su alrededor y comprobó que era cierto, al divisar a tres hombres en la oscuridad que lo
apuntaban. No tuvo opción y debió liberarla.

- ¿Quiénes son? ¿Qué es lo que quieres? - le gritó mientras ella cerraba la puerta de la camioneta.

Nico pudo ver lágrimas en los ojos de ella mientras se iba. No estaba conmovida por el hecho de que la
hubiera descubierto, sino porque sabía que su carrera en la corporación CC estaba terminada.

Al regresar al galpón encontró a Salvador, tirado en el piso, y la silla donde había estado Charly, vacía.
Evidentemente los matones habían atacado a su amigo, y se habían llevado a su secuaz. El plan había
resultado, y había logrado desenmascarar a Franka, sin embargo, un nuevo personaje secreto y
enigmático había aparecido en escena.
El hombre de las mil caras
Tina supo por Nico sobre el plan por medio del cual habían descubierto a Franka, y se lo comentó a Luca
para que averiguara como seguían, ya que la persona a la que reportaban estaba complicada. Luca
concurrió al centro de operaciones secreto que estaba junto al loft, donde encontró a Charly, quien le
informo a él y al resto de la gente que Franka había sido desplazada de su cargo, y que ahora estaba él al
mando.

- ¿Qué pasó con Franka? - le preguntó Luca, quien tenía un afecto especial por su mentora.

-Eso a vos no te preocupa.

Nico estuvo bastante conforme con el resultado de su plan, si bien había tenido que dejar de ir a Franka,
y no había podido enterarse de quien era su misterioso jefe, ni sus reales intenciones, sentía que por fin
habían tenido un triunfo, y por primera vez habían manejado ellos la situación. Además, ese plan lo
había unido con Cielo, y la cercanía que estaban teniendo lo reconfortaba. Sin embargo, una nueva
inquietud difuminaba la sensación de triunfo que tenían: ¿quién era Juan Cruz?

Entonces Cielo sintió que había una manera de obtener la información que se les estaba escapando.
Subió a la primera planta, donde Esperanza dormía plácidamente en su moisés, y le quitó el chupete,
pidiéndole perdón por molestarla. Se alejó de la habitación y, a los pocos segundos, la beba comenzó a
llorar. Cielo esperó unos instantes, y cuando oyó que la beba había dejado de llorar, volvió a entrar en el
cuarto, y tal como esperaba, ahí estaba lo que quería encontrar.

- ¿Por qué llora esta beba linda? ¿Que la despertó a esta gordita linda, linda? - decía embobado
el hombrecito de blanco, Tic Tac, Relojito, o el licenciado Temporale.

- ¡Así lo quería agarrar!

Él otra vez se sobresaltó, no habituado a ser visto en ese plano.

- ¿Otra vez me ves? - se lamentó-. Pero la pucha, ¿cómo haces?

-Ya sé que nadie más que yo lo ve, pero sé que siempre estás cuidando a Esperanza, por eso la hice
llorar.

-Crueldad inmensa la tuya, hacer llorar a una inocente beba.

-Basta. ¿Quién es usted? Hable.

-Antes me tuteabas. ¿Pero cómo hacés para verme? - se preguntó.

-No solo lo veo, sino que me acuerdo de usted.

- ¿De todo- todo te acordás? - se interesó él.


-De todo- todo, no. De todo- algo.

- ¿Qué recordás?

-Recuerdo haber estado con vos en otro lugar. O era este mismo lugar, pero distinto, no me
recuerdo bien. Pero yo estuve con vos, ¿no? En el tiempo en el que estuve desaparecida, y del que
no me recuerdo estuve con vos, ¿no?

Tic Tac la miró, intentando hacerse el impenetrable, pero al cabo de unos segundos, se emocionó.

- ¿Qué pasa? - se intrigó ella.

-No... Es que es un poco injusto, che... Un poco triste, porque cuando vos estuviste allá, conmigo,
llegamos a ser grandes amigos, y que ahora apenas te acuerdes de mí, no se...

- ¡Relojito! - dijo ella, recordando cada vez un poco más-. ¡Me voy acordando!

- ¿Y te acordás de que yo soy de otro plano?

Ella ladeó un poco su cabeza, tanto no se acordaba.

-Más o menos.

-Bueno, si yo soy de otro plano. Por eso los demás no me ven. Pero bueno, el punto es que vos tenés
una misión en este plano. Y yo, desde mi plano, tengo la misión de vigilar que vos cumplas tu misión.

-Yo sé que tengo una misión- dijo ella-. Pero no se cual es.

-Y yo no te puedo ayudar con eso, y vos ya sabes por qué.

- ¿Porque me olvidé de todo lo que viví en el otro plano si es tan importante?

-Eso es normal- dijo él acordándose junto a ella, contento de volver a estar así, ayudándola a descubrir
lo que ya sabía-. Porque vos, en el otro plano, tuviste acceso a mucha, mucha, mucha, mucha, mucha,
mucha, mucha, mucha, muuuuucha información.

- ¿Es por eso por lo que yo sé todo lo que se? - adivinó ella.

- ¡Claro! Exactamente. Pero esos "saberes" te van apareciendo de a poco, ¿no? Eso es porque tu cuerpo
no podría soportar tanta información toda junta, y se tiene que ir habituando de a poco. Por eso tu
amnesia, ¿entendes? Es un sistema de protección, para que no te acuerdes de todo junto y eso te vuelva
loca.

Ella lo escuchaba fascinada, por fin alguien le despejaba un poco sus dudas, aunque también era muy
probable que estuviera delirando y hablando con el aire.

-Bueno, yo me tendría que ir yendo...- dijo él, e hizo ademán de retirarse, pero ella lo detuvo.
-Espera. Decime algo más.

- ¿Que?

- ¿Quién es Juan Cruz?

Él la miró unos instantes, como sopesando que debería hacer. Finalmente se sentó, cruzó sus piernas y
le dijo:

-Hablemos de Juan Cruz.

Desde la noche anterior, cuando Nico la había desenmascarado, Franka permanecía en una celda con las
paredes revestidas en láminas de hierro, sentada en una silla metálica, sin comida, con apenas una jarra
de agua. Luego de que Bauer le tendiera esa emboscada, y que Juan Cruz hubiera intervenido,
llamándolo por teléfono, ella regresó a su casa, y permaneció allí un par de horas, sentada en el sofá,
esperando a que la viniera a buscar. Sabía que esta vez sí sería castigada, y también era consciente de
que no tenía chances de huir, por eso solamente esperó. Cuando llegó Charly, acompañado de dos
custodios, supo que venían a buscarla.

La habían llevado a una sala especial de detención, que ella no conocía, y había pasado toda la noche
despierta, sentada, esperando a que le comunicara cual sería su castigo, aunque conociendo a Juan Cruz,
precisamente por las numerosas ordenes que le había dado durante esos años, imaginaba que no sería
ordinario, ni leve. Siguiendo el perfil de su jefe, intentó imaginar cual sería la pena elegida para ella, pero
cuando las horas fueron pasando, llegó a creer que tal vez ese era su castigo: permanecer allí, por
tiempo indefinido, con apenas una jarra de agua, esperando la muerte. Sonrió, con amargura, y pensó
que ese castigo era muy propio de Juan Cruz.

-Vos no te vas a acordar- explicó Tic Tac a Cielo, que lo escuchaba atentamente-. Pero yo te conté una
vez sobre unas personas que buscan el portal.

-Bueno, si lo buscan ya lo encontraron, porque saben que acá hay uno, y ahora parece que en un campo
hay otro.

-Lo que buscan es cruzar el portal, y para eso, tienen que abrirlo, y eso sí que no saben cómo hacerlo.
Toda la gente que esta detrás de esto, desde Franka, Charly y Tina, hasta el último matón, todos
trabajan para alguien. A ese alguien lo llamamos "El hombre de las mil caras".

Aceptando la idea de morir, Franka pensaba que no habría mayor castigo por parte de Juan Cruz que
matarla sin haberle revelado nunca su identidad. Durante ocho años había trabajado para esa voz
robótica en el teléfono. Solo dos veces se había atrevido a sugerirle que quería conocerlo. La primera
había sido en una de las iniciales conversaciones telefónicas que tuvieron; mientras él le daba
indicaciones, ella lo interrumpió:

-Señor, ¿no le parece conveniente que nos juntemos y hablemos de estos temas personalmente?

-No. No me parece.
Su respuesta había sido tan cortante que ella entendió claramente el límite que había establecido su jefe.
La segunda vez que se lo había pedido fue durante una crisis que ella tuvo, cuando él, por primera vez,
le dio la orden de mandar a matar a una persona. Ella se había preparado para ser una brillante
científica y había ido mas allá, aceptando trabajar para una corporación que hacía experimentos no
avalados por los estándares científicos, pero matar, o mandar a matar a una persona, era algo muy
distinto. Juan Cruz, que era muy persuasivo, le hizo ver que el fin que perseguían justificaba algunos
medios, y entonces ella, casi como una extorsión, había vuelto a sugerirle que quería conocerlo. Pero
aquella vez Juan Cruz ni siquiera se molestó en responderle.

Ahora que su relación laboral estaba, sin dudas, a punto de terminar, pensó con amargura que había
trabajado buena parte de su vida para él, lo había admirado, y hasta casi se había enamorado de un
hombre sin rostro.

- ¿El hombre de las mil caras? ¿Así se hace llamar ese Juan Cruz? - preguntó Cielo.

-Así lo llamamos nosotros.

- ¿Y quién es?

-Ese es el asunto, mi querida. ¿Quién es? - dijo Tic Tac -. En un principio, puedo decirte que Juan Cruz
hace un tiempo cruzó el portal, como vos lo hiciste. Él era como vos, un elegido; hizo la misma evolución,
pero al regresar de Eudamon algo salió mal, y él se convirtió en un... en un "ángel caído", digamos.

- ¿Pero si el ya cruzo el portal, eso quiere decir que puede abrirlo? ¿Por qué decís que lo que busca
es abrirlo?

-Vamos de a poco. No puedo decirte todo. Solo te digo que el portal tiene sus mecanismos de defensa.
Ahora... sobre quien es Juan Cruz... Su apodo lo dice: es El hombre de las mil caras. Puede tener
cualquier aspecto.

- ¿Se transforma?

-No exactamente. Pero el mutó. Digamos... que ya no es quien fue. Hoy puede ser joven, viejo, hombre,
mujer, un niño, una monja o un vikingo. Puede tener mil caras, y todos los esfuerzos que ustedes hagan
por descubrirlo son inútiles.

- ¿Entonces no podemos hacer nada?

-Ustedes solo tienen que ocuparse de ser fuertes, cuanto más fuertes sean ustedes, más débiles son
ellos. Pero no pierdan tiempo intentando conocer su verdadera cara, puede ser cualquiera, incluso, el
menos pensado- concluyó Tic Tac.

-Si de alguien no esperaba este fracaso, era de vos- se oyó la voz inconfundible de Juan Cruz en la celda.
Franka se puso de pie, y su corazón se aceleró. Aunque la voz provenía de un altoparlante, y el podía
estar llamándola desde miles de kilómetros de distancia, ella supo que estaba cerca, tras el vidrio
espejado de la celda.

-Juan Cruz- dijo ella con respeto-. Se que cometí un error imperdonable.

-Ya sé que lo sabés, Franka. Si sos brillante, y por eso te elegí, te estarás preguntando como voy a
castigarte, ¿verdad?

-Me hago completamente responsable de mis errores.

-Ya lo sé. Franka... Siempre quisiste conocerme ¿no es cierto?

Ella permaneció en silencio. No esperaba esa pregunta, ni lo que ocurrió a continuación.

-Creo que, a esta altura de nuestra relación, te merecés al menos eso.

Y la puerta metálica de la habitación se abrió. Una luz muy potente inundó la celda, y Franka, confundida,
vio una sombra oscura que ingresó, lentamente, como si se desplazara en lugar de caminar.

- ¿Juan Cruz? - preguntó ella, aun encandilada por la luz.

-Si, Franka. Yo soy Juan Cruz.

Y ahí ella pudo, finalmente, verle la cara a su jefe, Franka se petrificó al verlo, y retrocedió medio paso,
profundamente impactada al descubrir el rostro del hombre para el que había trabajado todos esos
años.

-¡¿Vos?! ¡¿Vos sos Juan Cruz?!- exclamó ella en un grito crispado.

Evidentemente Franka ya lo había tratado antes, y descubrir que esa persona impensada resultó ser su
jefe le produjo una inmensa conmoción.
Bitácora de Bruno Bedoya Agüero.
Fecha Eudamonica: aquí y ahora.

Lo que acabo de revelarle a Cielo, lógicamente, es parte de la verdad, pero no toda. Por supuesto, por
mi posición privilegiada, conozco cada una de las mil caras de Juan Cruz, y perfectamente podría haberle
dicho bajo cual se esconde ahora, ¿pero de que serviría? El sentido de todas las cosas es el camino, no la
llegada, y yo debo asegurarme de que ella haga su camino.

Desde los tiempos de los tiempos, existen "Juan Cruces" que quieren apoderarse del portal, y Ángeles
que lo defienden...

Esta bitácora continuará...


Amigos
La desaparición de Franka generaba mucho desconcierto e incertidumbre en Justina y Luca, y por eso el
muchacho, casi a diario, concurría al centro de operaciones para intentar indagar algo sobre ella.

-Ya te dije que no pienses más en Franka- le ordenó Charly-. Ahora tenés que encargarte de tu próxima
misión.

- ¿De qué se trata?

-Necesitamos que empieces a operar sobre Thiago. Tenés que lograr resentirlo, enojarlo, enfrentarlo
con sus amigos y su familia, para aislarlo.

-No va a ser tan sencillo, son muy unidos.

-Ay, que ternura. Vamos a desunirlos entonces. Empezá por separarlo de su noviecita, y para eso usa a
Simón, sembrale dudas a Thiago.

-Eso también lo veo difícil. Thiago y Simón son muy amigos.

-Vos sembrale dudas. Después me contás de esa amistad.

A medida que pasaban los días, Cielo se integraba cada vez más a la vida cotidiana del hogar. Si bien
seguía sin recordar nada de su vida pasada, salvo algunos fragmentos de su paso por el otro plano, su
amnesia era apenas un detalle, casi mínimo, pues se manejaba con todos como si nada hubiera
pasado. Nico además notaba que día a día el vínculo entre ambos se estrechaba un poco más, y para
mejor, Salvador, advirtiendo esta proximidad entre ellos, había tomado una decisión.

-Creo que sobro- le dijo a Cielo.

-No, Salva, ¿Por qué decís eso?

-Porque es la verdad. Esta no es mi casa. Si bien todos los chicos me tratan bien, me ven y me hablan
como al intruso, como el que está en el medio, entre Nico y vos. Él hace muchos esfuerzos por no
pelearse conmigo, pero es evidente que tampoco me quiere acá. Y siento que también soy una carga
para vos: tenés que estar siempre pendiente de mi para que no me sienta mal.

-No quiero que te alejes.

-No me voy a alejar, pero no quiero vivir más acá, en serio.

Ella entendió que no podría convencerlo y, llena de culpa y dolor, dejó ir a ese hombre de que había sido
tan importante. Sin embargo, se le ocurrió una idea para que no se alejara tanto.

-Ahora que desapareció Franka, quedo libre el loft de acá enfrente.

- ¿A vos te parece? - dijo Salvador-. Ese lugar me da un poco de escalofríos.

-Las casas son casas, Salva. Dale, así estamos cerca.


Cielo habló con Nico, a quien le pareció una buena idea, y como el había sido el primer inquilino de ese
lugar, tenía una buena relación con la dueña, que no dudo en alquilárselo a su amigo. Charly tuvo que
apurarse a sellar la puerta trampa que comunicaba el loft con el centro de operaciones para que
Salvador no la hallara.

Si bien el paracaidista no dejo de estar presente y comunicado con ella, que se hubiera ido de la casa le
dio el pie que Nico necesitaba para iniciar sus movimientos tendientes a reconquistar a Cielo.
Intentando parecer casual, preparó una bandeja con comida y se cruzó "accidentalmente" con Cielo, y,
"ya que estaban", le dijo que por qué no comían y conversaban sobre como seguir la investigación. Para
no hablar de estos temas delante de los chicos, "se le ocurrió" que podían comer en el altillo, habitación
que él le había cedido tras su regreso. Y así lo hicieron, pero, aunque ella insistía en hablar sobre aquella
charla que había tenido con Tic Tac, el en ningún momento se interesó en el tema, sino que persistía en
hablar de ellos, de otras noches como aquella y de todo lo que había tenido que hacer para conquistarla.
Ella se divertía mucho con ese hombre verborrágico, y entendió porque en su vida anterior se había
enamorado de él. Sin embargo, se nubló, y él lo advirtió de inmediato.

- ¿Qué pasa, Cielo?

-Me angustia mucho no acordarme de nada. Siento que es injusto con vos, con los chicos.

-Pero no tenés ninguna culpa, y tampoco, por ahora, eso tiene remedio. Así que te propongo que
empieces a reconstruir cada vínculo desde cero. Con los chicos, con Malvina, con tu hermana... conmigo.

-Eso estamos haciendo, ¿no? Para eso es esta cena "casual".

-Para eso. Tomalo como una primera cita. Quiero volver a seducirte.

Pero era difícil para el contener sus ganas de besarla, teniendo en cuenta que ella era su mujer legal, ya
que se habían casado por civil. La noche era tan perfecta que se animó a darle otro beso. Esta vez, ella
no sintió la angustia que había sentido cuando la besó en el aire, ni pensó que le estaba siendo infiel a
Salvador. Este beso era más acorde con lo que estaba sintiendo por él, de todas maneras, consideró
queno era prudente avanzar en ese sentido hasta tener las cosas un poco más claras.

-No quiero lastimarte, pero mejor sigamos así... ¿te parece?

- ¿Así como?

-Así. Siendo amigos...

-Amigo de mi propia mujer...- se quejó él, y ella se rió.

En ese momento sonó el teléfono de Nico. Era Franka, con su voz apagada, vencida. Se notaba que había
estado llorando y, además, hablaba bajo, como si intentara no ser escuchada.

-Nicolás...

- ¿Que querés basura?

Cielo se puso alerta, y le pidió con gestos que pusiera el altavoz, así ambos escuchaban a Franka.
-Quiero advertirte algo sobre los chicos. Corren peligro por los implantes que les pusimos.

-Eso ya lo sé.

-No. No lo sabes. Lo que pasó con Thiago puede volver a pasar. El implante que le hicieron a Tacho
también tuvo problemas. Hay que removérselo.

- ¿Ahora te preocupas por ellos?

-No pretendo que me creas, pero sí. Mi mundo cambió por completo desde la última vez que nos vimos.
Quiero ayudarte.

- ¿Y cómo?

-Diciéndote como se pueden sacar esos implantes.

- ¿Vos pensás que te voy a creer algo?

-Te voy a mandar un archivo por mail con las instrucciones para hacerlo. Consultalo con un médico de tu
confianza, vas a ver que el procedimiento es el indicado.

- ¿Y por qué haces esto?

-Yo estoy acabada. Vos no tenés idea de lo que me espera por haber fallado. ¿Pero sabes por qué
fracasé? Porque en este tiempo que estuve cerca de ustedes... me encariñé. Con vos, con los chicos. Por
eso voy a ser castigada. Pero antes de... eso, quiero hacer algo por vos- dijo, y cortó. Su tono parecía
sincero, sin embargo, tenían demasiadas pruebas para no confiar en ella.

-Con mostrarte a un médico lo que mande no perdemos nada- sugirió Cielo-. Y además no hay
alternativa: hay que sacarle eso a los chicos.

En ese momento se abrió la puerta y emergió Rama, muy serio, había estado escuchando.

- ¿Estamos en peligro, ¿no?

Nico intentó minimizar, y quitarle la preocupación.

-Ni lo intentes, Nico. Escuché todo. Ella va a mandar instrucciones para sacarlo.

-No podemos confiar en Franka.

- ¿Y si dijo la verdad? Tenemos que probar- propuso Rama.

-Si, por supuesto. Si ella manda lo que dijo, lo voy a consultar con diez médicos, y si dicen que es viable,
lo vamos a pensar- decretó Nico.

-Si dicen que es viable, quiero que prueben conmigo.

-Eso lo voy a decir yo.


-No. Eso lo decido yo- dijo Rama-. Por favor, Nico; por favor, Cielo. Prométanme que, si hay una
chance de sacarnos esto, voy a ser yo el que lo pruebe.

A primera hora de la mañana siguiente, Nico y Cielo concurrieron a consultar con un médico amigo de él,
quien rápidamente convocó a un ateneo con otros colegas. Estudiaron toda la información que tenían:
las placas hechas a los chicos, los estudios realizados a Thiago cuando había sido intervenido, y el
instructivo que Franka, en efecto, le había enviado por mail. Luego de varias horas de analizarlos, los
profesionales concordaron que el procedimiento indicado en ese archivo era correcto, y que además
conllevaba un bajo riesgo para los pacientes. De todas maneras, Nico y Cielo tenían sus dudas, pero no
pudieron ocultarle a Rama las ultimas noticias, ya que estaba muy determinado a ser el conejillo de
Indias.

- ¿Vos entendes, Rama, que no tenemos ninguna certeza de que esto pueda salir bien? - preguntó Nico.

-Por supuesto. Pero también tenemos la certeza de que, si no nos sacan esto, puede ser muy
peligroso para nosotros.

-Dejanos investigar un poco más. Esperemos a estar seguros.

-Nunca vamos a estar seguros. Hagámoslo ya.

Tras discutirlo con Cielo durante un largo rato, decidieron aceptar la propuesta de Rama, felicitándolo
por su coraje, y dándole todas las garantías del caso. Optaron por no revelarle a nadie lo que harían para
no generar preocupaciones.

Sin embargo, Justina, que, si estaba al tanto, se sentía muy inquieta. Desde que había regresado luego
de ser descubierta, no era la misma. Estaba experimentando algo que no había sentido jamás en su vida:
escrúpulos. Pero justamente por desconocerlos, interpretaba esos pensamientos como una especie de
demencia. No se había percatado, pero esos raptos de conciencia sobre sus actos se agudizaban cuando
estaba cerca de Esperanza; y eso tenía una razón muy concreta: aunque nadie lo viera, Tic Tac siempre
estaba cerca de la beba, y cuando Justina se encontraba próxima a él, se divertía tocándole el corazón.
Ella lo vivenciaba como un escalofrió, e inmediatamente después comenzaba a experimentar impulsos
más propios de su prima, a la que estaba emulando, que de ella misma. Era como si, a fuerza de fingir
ser su prima, se fuera convirtiendo lentamente en ella. Por eso, cuando supo que Rama se expondría a
una intervención experimental, sintió que se pondría muy triste si ese rrrroñoso no contaba el cuento, y
quiso asegurarse de que el mensaje enviado por Franka era verídico y no otra trampa de la corporación.
Como no quería deschavarla, en caso de que hubiera sido una ayuda sincera, llamó a Charly, e intentó
sonsacarle información. No obtuvo mucho, solo la reiteración de que Franka había sido castigada,
encerrada, y que nunca volverían a verla. Tina entendió entonces que era posible que la mocosa hubiera
tenido a último momento un rasgo de humanidad. Y angustiada, como había advertido que Luca se
mostraba más blando con los chicos, le comentó lo que ocurría, sin darse cuenta de que Valeria estaba
cerca y había alcanzado a escuchar que Rama estaba por someterse a algo peligroso.

- ¿Donde esta Rama?


- ¿Que escuchaste Valeritis?

- ¿Donde esta Rama, gato? - repitió la rubia con su tono más reo, mirando a Luca.

Rama estaba ya preparado para la intervención, y si bien tenía temores, se lo veía más decidido que
asustado. La operación seria con anestesia local, de todas maneras, le Darian un sedante para que no
estuviera del todo consciente mientras lo intervenían. Se despedía de Nico y de Cielo cuando llegó
Valeria, hecha una furia, y los sorprendió a todos. Cielo tomó el brazo a Nico: debían tener una charla
privada.

- ¿Qué haces acá, Valeria? - dijo Rama.

-Levantate de ahí y ponete esto, gato- dijo ella dándole su ropa.

-No me voy a ir- aseguro él.

-Si, te vas a ir. Vos no vas a hacer esta locura- replicó ella.

-No sé qué te dijeron, pero...

-No me mientas. Se que te van a hacer no sé qué cosa para sacarte eso que tienen en la cabeza. Y sé que
es peligroso. Así que vos te vas de acá.

-Peligroso es lo que nos hicieron. Justamente para resolverlo es que estoy haciendo esto.

- ¿Y por qué lo tenes que hacer vos?

- ¿Y por qué no! Alguien lo tiene que hacer, Vale- aseguró Rama.

- ¡Pero vos no, Tronco! - dijo ella, por fin, mostrando su angustia.

- ¿Como me dijiste?

-Tronco. Porque sos más que Rama, sos un tronco, de madera, duro, testarudo. Así como me insististe
por meses para que te diera bola, ahora te voy a perseguir yo para que te vayas acá.

A Rama lo fascinó y emocionó ver que por fin ella daba señales claras de que él no le era indiferente, sin
embargo, ni siquiera esa emoción lo hizo cambiar de opinión.

-Dejame que te explique algo, Vale- dijo él tomándola de la mano.

Ella se serenó un poco, aunque tenía sus ojos inyectados en lágrimas.

-Esto lo hago por mis amigos. Toda la gente que quiero, que siempre me bancó, está en peligro, y yo los
quiero ayudar. Los amores pueden ir y venir, pero los amigos no. Podría estar un año entero contándote
las cosas que hicieron mis amigos por mí, sin esperar nada a cambio. Cuando alguien es tu amigo de
verdad, tus problemas son sus problemas. Un amigo no te deja en banda, no especula si le conviene
estar o no con vos. Un amigo está, siempre. Podes ir y venir, podes pelearte una y mil veces, pero la
amistad esta más allá de eso, como un lazo transparente, que te une de por vida.

-Pero no se te ocurra morirte- le dijo ella, dejando escapar sus lágrimas.

-Ahora que aflojaste, no me muero ni loco.

Sin saber al peligro al que se sometía Rama, Thiago seguía atendiendo el bar TeenAngels. Luca,
siguiendo instrucciones de Charly, se acercó, y se sentó en una silla junto a él.

-No entiendo cómo te bancas eso- dijo señalando algo.

Thiago miro en la dirección indicada, y vio a Simón hablando con Mar, en la puerta del hogar.

- ¿Que tiene? - dijo Thiago, algo molesto con el comentario de Luca.

- ¿Que tiene? Un buitre dando vueltas alrededor de tu novia.

-Son amigos- dijo Thiago, irritado-. Y además Simón es uno de mis mejores amigos.

- ¿Sí? Con amigos así...- deslizó Luca.

-Yo no tengo dudas.

-Bueno, mejor así.

Pero Thiago ya había picado.

- ¿Por qué lo decís?

-No, por nada. Que se yo... Son códigos. En la calle... un amigo ni se acerca a tu mina. Pero ustedes son
distintos... Si vos decís que no pasa nada, no pasa nada.

Lo palmeó y se alejó. Y al pasar junto a Simón, sin que este se diera cuenta, Luca deslizó en su mochila
un anillo que le había quitado a Mar, uno que Thiago le había regalado.
Bajo mi piel
Valeria permaneció en la clínica en la que estaban operando a Rama, y junto con Cielo y Nico esperaron,
tensos, a tener resultados. Valeria, que no era muy propensa a hablar, sino más bien retraída, no dejó
de hacerles preguntas sobre la intervención que estaban haciéndole, preguntó tanto que logró
exasperar a Nico, ya de por sí muy nervioso.

Cielo fue a buscarle algo para tomar, cuando de pronto se topó con alguien que le resultó conocido. En
el final del pasillo había una mujer, con ropa de enfermera, que miraba hacia todos lados,
nerviosamente. Cielo la miró por unos instantes, tratando de recordar por que le parecía familiar, hasta
que se dio cuenta que era muy parecida al identikit que ella misma había dibujado de la supuesta madre
de Lleca. Considerando que no tenía nada que perder preguntándole, la siguió, pero la mujer avanzaba
raudamente por el pasillo, llegó hasta una puerta, y salió. Cielo la siguió, hasta que logró alcanzarla.

- ¡Disculpe! ¿Podemos hablar dos minutos?

-No, me tengo que ir.

-Es un minuto.

- ¿Que queres? - le dijo la mujer, molesta y mirando para todos lados.

-Le quiero hacer una pregunta... algo extraña. Pero... ¿es posible que usted haya perdido un hijo cuando
este tenía dos años?

La mujer la miró con el entrecejo fruncido, como azotada por el planteo, y Cielo entendió que se había
ofendido.

-Yo sé que es raro lo que le pregunto, pero estamos buscando a los padres de un nene que fue robado
cuando tenía dos años. Y solo tenemos un dibujo que se parece bastante a usted...

- ¿Quién sos vos?

-Mi nombre es Cielo, y yo soy la tutora del nene. Él vive en el hogar mágico. Si a usted no le robaron
ningún hijo, disculpe la pregunta, pero...

Justo cuando la mujer, que parecía muy perturbada, iba a hablar, apareció un hombre, también vestido
de enfermero, que se acercó.

- ¿Pasa algo? - dijo mirando a ambas mujeres.

-No, nada, nada- contestó la supuesta enfermera, y mirando a Cielo dijo-: Me tengo que ir.

-Cualquier cosa... me puede llamar al hogar mágico. Figura en la guía.


La mujer apenas asintió, y se alejó, nerviosa, con el enfermero. Cielo regresó al pasillo, y comentó el
incidente con Nico, quien le sugirió no decirle nada a Lleca para no generarle falsas esperanzas.

Un cuarto de hora más tarde por fin salió los médicos, radiantes: la operación había sido un éxito,
habían logrado extirparle el microchip, y Rama estaba en excelentes condiciones.

- ¡Vamos, Tronco, ¡carajo! - gritó Valeria.

Cielo advirtió en el grito que profirió Vale algo más que un simple alivio.

Una vez comprobado que el procedimiento era seguro y eficaz, se decidieron a compartir con el resto de
los chicos la información, y a programar las futuras operaciones para remover todos los implantes. Cielo
y Nico no terminaban de entender porque Franka los había ayudado, pero decidieron no mirarle los
dientes a aquel caballo regalado; esta vez, tenían motivos para festejar. Acordaron con los médicos las
diferentes intervenciones, y en los días subsiguientes, uno a uno, todos los que habían sido implantados
acudieron a la clínica, y todos los microchips fueron removidos con éxito.

El día en que estaban interviniendo a Lleca sonó el teléfono de la mansión: era para Cielo.

-Te habla Mercedes, soy la mujer con la que hablaste en la clínica. Me preguntaste si yo había perdido
un hijo- dijo con la voz tomada por los nervios y la angustia.

-Ah, sí, ¿qué tal? Perdone que le hable así el otro día, pero...

-El chico... el que busca a sus padres...- interrumpió la mujer-. ¿Como se llama?

-Bueno, él no está seguro ya que no recuerda que nombre tenía antes de que lo robaran, pero cree
llamarse León.

La mujer hizo un silencio, y Cielo creyó oír que lloraba. En efecto, mientras jugaba en una plaza, le
habían robado a su pequeño hijo. Aquel episodio había destruido su vida y su matrimonio con Marcelo;
cada día se había vuelto un infierno, tratando de recuperar a ese hijo que ya hacia once años le faltaba.
Luego de investigar sin resultados durante muchos años. Mercedes había dado con una pista de la que
podría ser la banda de traficantes que lo había raptado; como no tenía nada que perder, se había
infiltrado para poder averiguar el paradero de su hijo. Por eso estaba vestida como una enfermera en la
clínica, pues había sido mandada por primera vez a marcar bebes recién nacidos, con el objetivo de
robarlos. El enfermero que había interrumpido la charla con Cielo era uno de los delincuentes para los
cuales ella supuestamente trabajaba. Si, su hijo se llamaba León, No podía entender de donde había
sacado a Cielo semejante dato... ¿Y si se trataba de una trampa para desenmascararla como infiltrada en
la banda?

- ¿Mercedes? ¿Esta ahí?

-Si- se recompuso ella.

-Dígame... a usted le robaron un hijo, ¿sí o no?


-Puede ser.

- ¿Como puede ser?

-Encontrémonos- propuso la mujer.

Nico y Cielo decidieron no informarle nada a Lleca por el momento.

Thiago había logrado hablar con Carla, la mamá de Cristóbal, sobre el tratamiento que ella había hecho
para vencer su extraña enfermedad. Carla, que estaba en la ciudad y había ido a visitar a su hijo como lo
hacía cada mes, tranquilizó a Thiago diciéndole que había dado con especialistas idóneos, y a través de
una combinación de disciplinas se había curado por completo. Le pasó los datos de los médicos que la
habían atendido, y además le dio su teléfono para que Ornella se comunicara directamente con ella.
Pero cuando Thiago fue con toda esta información a ver a su madre, se preocupó al oír su determinación.

-Yo no quiero la medicina occidental para mí, Thiago.

-Mamá, por favor, dejate de joder con esos delirios.

-No son delirios. Según mis creencias, todas las enfermedades tienen un origen espiritual, y si voy a
encontrar la cura, es por medio de este camino.

-Hace el camino que quieras, pero, además, anda a consultar a un médico.

-No te preocupes por mí, hijo- quiso cerrar el tema Ornella.

-Quieras o no, te voy a llevar, así tenga que obligarte.

-Hijo, cada cual elije como vivir, y como morir.

-Mamá, ¡no quiero que te mueras! - se exaspero él.

-Yo tampoco me quiero morir, quiero vivir, pero voy a hacerlo a mi manera.

- ¿Y cuál es tu manera?

-Encontré a un hombre que trabaja en este tipo de casos. Me está ayudando.

Thiago desconfió, lo imaginó un chanta que se aprovechaba de los enfermos desahuciados, pero no
pudo convencer a su madre de consultar a los médicos que le había conseguido. Si, en cambio, aceptó
el teléfono de Carla y prometió que la llamaría para compartir lo que cada una sabía de la enfermedad.

A los pocos minutos de que Thiago bajara a la recepción del hotel en uno de los ascensores, se abrió la
puerta de otro, y de este salió un hombre que se acercó a la habitación de Ornella.

- ¡Kendra! - exclamó sonriente y amistoso.


Ella sonrió y lo hizo pasar. Era el hombre que la estaba ayudando con técnicas muy novedosas, y
espirituales, a superar su enfermedad. Si Thiago se hubiera demorado unos pocos segundos más,
hubiera descubierto que el sanador era nada menos que Charly.

Luego de la intervención, Rama fue recibido como un héroe. Para él fue realmente satisfactorio sentirse
tan querido, pero, sobre todo, lo que le interesaba era retomar aquella charla con Valeria, previa la
cirugía. Ella, sin embargo, ahora que él estaba fuera de peligro, volvió a mostrarse otra vez esquiva y
retraída. De todas formas, no fue un impedimento, porque Rama ya empezaba a conocer cómo
funcionaba ella: todo lo que mostraba era coraza. Valeria era dura por fuera y tiernita por dentro.
Entonces pensó que a una mujer que se mostraba inabordable e imposible de conmover debía encararla
con un exceso de romanticismo, dejar de lado las medias tintas, y arremeter con una acción que
chorreara cursilería. Para eso, decoró la sala de ensayos, y con la colaboración de Luz y Alelí, montó una
puesta en escena bien barroca.

Una tarde, Alelí llamó a Valeria y le pidió que la ayudara con cierta tarea, pero la rubia le aconsejó que
mejor recurriera a su hermano, que era el bocho, y no a ella que era un arado; sin embargo, Alelí
insistió. Cuando entraron en la sala de ensayos, Valeria quedó impactada al ver a Rama vestido con un
traje pretencioso, de anchas solapas bordadas, peinado con un jopo, y con un micrófono antiguo, de pie.

- ¿Qué es esto, gato? - dijo ella.

Como única respuesta, comenzó a sonar una melodía que no le era desconocida, ya que se trataba de
una canción que su padre adoptivo, ese que ella había querido mucho, pero con él que no había
podido estar lo suficiente, adoraba.

Rama cantó con su voz dulce y cálida ese tema inmortalizado por Frank Sinatra, y lo hizo en inglés,
mientras Luz y Alelí iban mostrando cartulinas en las que podía leerse la traducción de la letra. Valeria
observaba alternadamente al ridículo pero tierno Rama, que actuaba como si fuera un cantor de los
años cincuenta, y las cartulinas.

Te llevo bajo mi piel

Te llevo tan profundamente en mi corazón

que ya sos parte de él.

Valeria comenzó a reírse, mientras Rama intentaba mantener la galanura de cantor engominado, y con
una gracia que no le había visto nunca, empezó a acercarse a ella, siempre cantando.

Intente no rendirme

Y me dije a mi mismo que esto nunca funcionaria,

Pero por que intentaría resistirme si sé muy bien

Que te llevo bajo mi piel.


Rama llegó hasta ella y la tomó por la cintura. Siguió cantándole al oído mientras se movían lentamente
al ritmo de la música. Con un gesto de su mano indicó a las chiquitas que se fueran, y quedaron solos,
bailando en aquella sala decorada para la ocasión. Esta vez Rama no sintió ansiedad por besarla,
simplemente permaneció allí, pegado a ella, disfrutando de que por primera vez su gata adorada no
pusiera una insalvable distancia entre su piel y la de ella.
La edad de los ¿por qué?
Mercedes era una madre desesperada: había abandonado todo por buscar a su hijo, se había vuelto una
mujer temeraria. En cambio, su marido, tras años de angustias y frustraciones, se dio por vencido. Ella
jamás le perdonó esa renuncia: decidió dejarlo y continuar sola. Aceptar que jamás volvería a ver a su
hijo había hecho de Marcelo un hombre apagado y hosco; sin notarlo, volcaba parte de ese
resentimiento en las clases de gimnasia, tratando de manera distante a sus alumnos.

Cuando el hombre bajo cuyas órdenes trabajaba vio a Mercedes conversando con Cielo, ordenó que la
observaran de cerca. El extraño contenido de la conversación telefónica, luego del primer encuentro, le
dio la pauta a su jefe de que Mercedes podía formar parte de la policía o ser una madre que no se había
resignado a perder a su hijo. En cualquier caso, era una infiltrada; por eso decidieron terminar con ella.

Nico y Cielo se prepararon para reunirse con Mercedes, la idea era corroborar su relato con el de Lleca, y
si había coincidencias, comenzar con el proceso de constatación de la filiación. Aunque intentaron
manejarlo discretamente, como solía ocurrir siempre en el hogar, Lleca terminó enterándose. Nico
intentó calmar su desasosiego explicándole que solo se trataba de una posibilidad bastante improbable,
y que ellos querían ahorrarle pasar por tanto nerviosismo. Sin embargo, Lleca fue contundente.

-Toda mi vida viví sin mis viejos. ¿Te pensas que si esto sale mal me va a doler más? Si hay una chance
de que esa nami sea mi javie, quiero estar ahí.

-Bueno, pero voy a decidir yo- dijo Nico.

- ¿Por qué?

-Porque soy tu tutor y vos sos menor, y las decisiones las tomo yo.

- ¿Por qué?

-Porque es así, te la tenes que bancar.

- ¿Por qué me la tengo que bancar? - continuaba desafiándolo Lleca.

-Lo que Nico te quiere decir, Lleca, es que cuando estemos más seguros de quien es esa mujer, ahí te
vamos a llevar- le dijo Cielo.

-Me llamo León- dijo él, enojado-. ¿Y por qué no ahora?

-Bueno, basta, Lleca... ¿Qué te pasa? ¿Volviste a la edad de los por qué?

Nico advirtió que Lleca se había ofendido con él, y bajo un poco el tono.

-Dejanos manejar esto a nosotros, papu... ¿No confias en Cielo y en mí?


-Obvio que sí, Nico. Pero quiero estar ahí y mirarla a la cara. No sé, capaz los dos nos miramos y nos
damos cuenta si es mi javie, ¿entendes?

No tuvieron elección; Lleca se obstinó y debieron llevarlo con ellos, pero al llegar a la cita, ocurrió algo
muy confuso, que les llevó un buen rato comprender. Mercedes los esperaba en un bar, el mismo desde
donde había llamado. Cuando la mujer vio llegar a Cielo junto a un hombre y a un niño de unos trece
años, sintió un temblor en su pecho que la estremeció. El joven tenía el color de cabello de su padre y
sus mismos ojos, perfectamente podría ser su hijo. Lo mismo sintió Lleca al ver a la mujer a través de la
ventana del bar: era la misma que había aparecido en aquella visión extraña que tuvo. Nico y Cielo
advirtieron que cuando Lleca los tomó de las manos al cruzar la calle, las tenía húmedas. Pero cuando
estaban aproximándose al bar, ante sus ojos se desplegó un operativo policial: dos patrulleros se
detuvieron frente al local, bajaron de ellos a toda velocidad unos cuantos oficiales, y se llevaron
esposada a la mujer. Lleca se desesperó; la mujer solo lo miraba a él, con lágrimas en los ojos.

-Nico, es mi javie. ¡Se la están llevando! ¿Por qué se la llevan? ¿Por qué?

-No lo sé. Lleca, no lo sé- dijo Nico, conteniéndolo.

Unas horas más tarde, luego de hablar con un oficial de la seccional, Cielo les comunicó a Lleca y a Nico
una triste noticia.

-Se la llevaron detenida porque esa mujer...- comenzó con cautela- era integrante de una banda que
robaba bebes.

- ¿Qué? - pegó un respingo Lleca.

-Si. Yo la conocí en el hospital, haciéndose pasar por enfermera. Descubrieron que estaba ahí marcando
bebes recién nacidos para robarlos. Lo lamento mucho, Lleca.

- ¿Pero ¿cómo puede ser? - se angustió-. Si yo la vi... Yo me acordé de ella... Me cantaba el


feliz cumpleaños.

-Ya te dije, que no podías tener un recuerdo claro de los dos años, Lleca- le dijo Nico con tacto-. Tal vez
te acordaste de ella porque... porque fue la que te robó, y no tu mamá.

Lleca se fue a su cuarto, y aquel día no quiso hablar con nadie, ni cenar.

Esa noche era el cumpleaños de Melody, y para enorme sorpresa de Tefi, su rubia amiga decidió hacer
una gran fiesta para todos sus amigos, en su casa. Era algo inusual, ya que como ella misma había
comprobado, Melchu era muy celosa de su intimidad.

- ¿Se coparon tus viejos con que hagas fiesta en tu casa? - pregunto intrigada Tefi.

-Mis viejos están de viaje- respondió Melody con una sonrisa cómplice.

Irma, su madre, la mucama del embajador, nada pudo hacer ante la irrefrenable Melody, que enterada
de que el matrimonio estaba de viaje, se decidió a hacer una ostentosa reunión en la residencia. Irma
era una mujer sumisa, de poco carácter, y jamás había logrado imponerse ante su altanera hija. La bella
joven sabía que no podía tomarse la contravención a la ligera, pues debería asegurarse de que nadie
más del servicio doméstico estuviera presente aquella noche, ni el chofer, ni la otra mucama, ni siquiera
los agentes de seguridad de la garita. Además, tampoco podría utilizar bebidas ni comida de los
propietarios, ya que no notarían la falta, y eso le traería problemas a su madre; de modo que se las
arregló para conseguir todo lo necesario, por canje. Era una experta para conseguir cosas de favor, así
conseguía ropa desfilando para algunas marcas; lo mismo hizo esta vez con una marca de cerveza, otra
de gaseosa, e incluso logro que el dueño de una panadería le hiciera todo el catering, prácticamente por
cero pesos. En lo único en lo que gastó parte de sus ahorros fue en el infartarte vestido escotado que
eligió para la ocasión, y se preparó para recibir a todos sus compañeros del Rockland a festejar el
cumpleaños de "la hija del embajador". Por supuesto también invitó a los chicos del hogar, quería tener
a Thiago cerca, y no iba a perderse la ocasión de humillar a Mar, demostrando que eran diferentes no
solo en la altura.

Irma tuvo que resignarse a la locura completa de Melody: debió aceptar vestir su uniforme de mucama,
atender a los invitados, y recibir órdenes de su propia hija, que la negaba. Y en general ese cumpleaños
sirvió para resolver algunos asuntos latentes, y para hacer estallar otros.

Unos días antes, Mar y Jazmín habían decidido vengarse de Nacho, luego de que él, por enésima vez,
humillara a Caridad. La paisa, eterna enamorada del cachetón, caía una y otra vez en los maltratos de él,
que se burlaba casi con saña del amor que ella le demostraba. Pero una vez había incluso hasta llegado a
llevársela a su casa, le había hecho todo el acting del enamorado, con la única intención de tener sexo
con ella. Pero la cándida Caridad estaba muy lejos de pensar en esas cosas; entonces, cuando advirtió
que no tendría suerte, Nacho la despachó de su casa.

-Encima que te doy bola, man, ¿vos te haces la arisca? - le había dicho.

Para Mar y Jazmín, eso fue un límite imperdonable, y decidieron darle su merecido. Para eso, Jazmín,
consciente del poder que tenía sobre él, que siempre le había deseado, le pagó con la misma moneda: le
hizo creer que estaba dispuesta a tener una noche de amor, y él, entregado a su juego, se dejó hacer a
voluntad. Ella lo disfrazó de bebote, lo esposó, y con la complicidad de Mar, lo expuso delante de todos
los chicos, dejándolo en ridículo. Nacho era extremadamente orgulloso y vengativo, pero su odio no lo
dirigió hacia Jazmín, a la que no dejaba de desear, sino hacia Mar: e incluso redobló la apuesta, y su
venganza consistió en ponerle unas pastillas sospechosas en su mochila, y denunciarla anónimamente al
director por vender drogas en el colegio. La situación se volvió complicada para Mar, que se vio obligada
a demostrar su inocencia; aunque hicieron analizar las pastillas en un laboratorio y descubrieron que
eran simples analgésicos, su prestigio ya estaba por el suelo en todo el colegio. Nacho había hecho
correr un rumor y, como quien rompe un almohadón de plumas al viento, una vez desparramadas, es
imposible volver a juntar todas las plumas.

Sin embargo, fue gracias a una acción inesperada de Tefi, que se pudo resolver el asunto de la denuncia.
En principio, ella había sido cómplice de Nacho, siempre dispuesta a molestar a Mar, o a la Morci, como
le decía, burlándose de su estatura y su tono de piel. Pero cuando advirtió que Nacho no se contentaría
con ridiculizarla, intentó frenarlo; ya era tarde, porque el cachetón estaba ciego de odio, y siguió
adelante. Cuando Tefi se dio cuenta de que en el colegio todos miraban a Mar como si fuera una
delincuente, sintió una novedosa solidaridad con ella y, contrariada, le confesó entre lágrimas a Mar y a
Nico que había sido una broma de Nacho.

Todo esto había ocurrido en los días previos al cumpleaños de Melody, y Mar eligió aquella noche para
intentar recoger varias de las plumas del rumor esparcido. Nacho estaba muy altanero, haciendo chistes
entre su grupo de amigos, y jamás pensó que Mar se animaría a hacer lo que hizo. Cuando llegaron a la
fiesta los chicos del hogar, los invitados estaban haciendo karaoke. Mar solicitó el micrófono, pidió que
bajaran la música, se paró en una silla, y llamando la atención de todos, expuso su caso, denunciando
públicamente a Nacho. Con enorme dignidad, y con todos sus amigos secundándola, incluso su hermana,
lo miró fijo a los ojos, y admitió que con su jueguito había logrado ensuciarla, y que seguramente
muchos le habrían creído, sin embargo, la que no tenía, ni jamás tendría, su dignidad ni a los amigos que a
ella le cubrían las espaldas. Además, Thiago no sabía que había sido Nacho el responsable de las pastillas,
y al enterarse en la fiesta, estuvo a punto de trompearlo; por primera vez se enfrentó a su amigo.

Nacho miro con odio a Tefi, y se prometió íntimamente vengarse contra ella, pero la flacucha estaba
muy segura de haber hecho lo correcto; una cosa era despreciar a la Morci y otra era lastimarla
gratuitamente.

Una vez aclarados los tantos entre Mar y Nacho, comenzaron a bailar, y Rama no perdió el tiempo, pues
había decidido que esa noche era la ideal para por fin concretar ese acercamiento con Vale que venía
deseando. Habían logrado avances importantes, y estaba seguro de que esa noche, a la luz de la luna y
en el jardín, ella cedería. Sin embargo, Valeria se mostró tan reacia o más que siempre, y luego del
tercer intento fallido de Rama por bailar con ella, él se ofusco y le dijo que lo tenía harto con sus
vaivenes, que se olvidaría de ella, y se fue de la fiesta. Valeria se quedó dura; hasta ese momento Rama
había sido seguidor como perro de sulky, como lo había definido Caridad, pero ahora que se había
mostrado firme y resuelto a olvidarla, Valeria temió que lo hiciera.

Por su parte, Luca seguía adelante con su plan, y estaba, poco a poco, horadando la confianza de Thiago,
era un verdadero trabajo de hormiga. Pero como le estaba pasando a Tefi, también él estaba sintiendo
escrúpulos con relación a como debía actuar; su principal objetivo era hacerse amigo de los chicos y
ganarse su confianza, y lo había logrado, Ahora lo trataban y querían como a un amigo, con la forma
particular que ellos tenían de vivir la amistad. Luca estaba trabajando, pero ellos eran sinceros, y él no
podía dejar de ver que, por primera vez en su vida, tenía amigos de verdad, que lo querían
genuinamente. Sin embargo, aún no estaba listo para cuestionar el sistema de valores en el que había
sido criado, y las órdenes seguían siendo sagradas.

A partir de comentarios sutiles y de aparentes hechos casuales, había ido generando un campo propicio
para sembrar la discordia entre los dos amigos. Luego siguió el episodio del anillo. Mar le juró y perjuró
que no se lo había regalado y Simón, que no sabía cómo había llegado a su mochila. Thiago terminó por
creerles, sin embargo, Luca sabía que estaba preparando el terreno para lo que vendría.
Aquella noche Charly le había entregado un químico para suministrarle en un trago a Simón; se
trataba simplemente de un potente desinhibidor, de efecto similar al de una borrachera. Todos
pensarían que se había alcoholizado, y ellos lograrían su objetivo. Sabían, tanto Charly como Luca, que
Simón estaba enamorado de Mar, solo que por códigos y respeto a su amigo Thiago se había
conminado a alejarse. Con la pequeña ayudita de ese químico, lograrían que por fin pudiera expresar
lo que tanto reprimía. Y el químico resultó potente, y eficaz.

Promediando la noche, Simón empezó a sentirse algo chispeado. Comenzó haciendo chistes, algo
rarísimo en él, y a medida que se iba desinhibiendo, la imagen de Mar, bailando en el parque de la
mansión de Melody, comenzó a obsesionarlo. Sin poder controlarse, primero la piropeó estando sola, y
luego, aun estando con Thiago. Mar advirtió que parecía borracho, pero de todos modos se puso muy
incómoda. Ante el segundo piropo frente a Thiago, este se irritó, y como Simón no podía refrenarse, lo
increpó:

- ¿Qué te pasa, flaco? ¿Estás loco?

-Si, estoy loco- confesó Simón, sin filtro-. ¡Loco de amor por amor!

Todos los que estaban alrededor quedando mudos, mirando a Thiago, lleno de furia. Advirtiendo que
estaba punto de desbarrancar, Rama y Tacho quisieron llevarse a Simón, pero mientras lo alejaban, el
alcanzó a confesar, con gran profusión de palabras, que estaba muerto de amor por ella; que no podía
evitar pensar, soñar mi fantasear con ella, y que el hecho de que fuera la novia de su mejor amigo no
lograba hacer que la olvidara.

Por fin lograron llevárselo de la fiesta, lo metieron en un taxi y lo mandaron a su casa. Mar había
quedado tensa; Thiago, furibundo, y Luca, con un gran cargo de conciencia.

Luego, a la hora de la torta, todos se reunieron a cantar el feliz cumpleaños, y Melody estaba por apagar
las velitas cuando llegaron el embajador y su mujer, y se sorprendieron al toparse con el festejo. El
rostro de Melody se desencajó y solo se preguntó: ¿por qué?

Esa misma noche, mientras todos los amigos de Melody saludaban a "sus padres", y Nacho le decía
"suegro" al embajador, Mercedes pasaba su primera noche en prisión. Se sorprendió muchísimo cuando
le entregaron una carta, pues nadie sabía que estaba allí, ni tendría motivos para escribirle. El corazón se
le hizo de agua cuando vio que era de Lleca.

Señora:

No sé cuál es su nombre de verdad, pero ya sé que sos la mina que me afanó de pibe. ¿Vos no tenes
hijos? ¿No sabes que eso jode, y jode de verdad? ¿Lo haces por la moneda? Hay mucha gente que no
tiene para comer, y no hace lo mismo. ¿Robar un bebé? ¿Por qué? ¿Por qué destruir una familia? ¿Solo
por plata? Toda la vida me pregunte por qué. ¿Por qué este garrón? ¿Por qué no puedo estar con mis
viejos? ¿Por qué no puedo saber mi nombre? Pero ya me cansé de tantos por qué. A lo mejor hay
preguntas que no tienen respuesta. Me toco así, no puedo hacer nada. Pero vos sí. Podes seguir
haciendo lo que haces o podés pensar en las familias que jodiste. Por qué no se puede ser feliz con el
dolor de los demás.

¿León?

Mercedes lloro toda la noche y el día siguiente, y todo el mes entero, con la carta estrujada contra su
pecho. Su hijo se preguntaba si su nombre seria León, y ella sabía que sí, y mientras él la odiaba,
creyéndola la persona que lo había robado, y ella pagaba cara la osadía que había tenido, en un rincón
de su corazón estaba feliz por haberlo encontrado.

Valeria había quedado muy inquieta luego del desplante de Rama, y advirtiendo que se había ido de la
fiesta, lo siguió. Lo encontró en el baño, malhumorado, a punto de darse una ducha antes de acostarse.

- ¿Que queres? - dijo él, de mal modo.

-Tronco... ¿por qué me tratas mal? - dijo ella, apenada.

-Está todo bien, Valeria, pero si no me alejo un poco de vos voy a terminar hecho pelota- le advirtió, y
abrió la ducha. Quiso entrar, pero ella lo retuvo.

-No podés ser tan chiquilín, no te podés enojar porque yo...

-No me enojo con vos, me enojo conmigo. Lo estoy pasando mal, Valeria. Me muero por partirte la boca
de un beso, y entiendo que vos no queres. Pero no me lo banco más, así que lo mejor, es que me olvide
de vos, ¿sí?

- ¡Minga lo mejor! - gritó ella de repente. Rama la miró, descolocado, y ella continuó:- Sos de madera,
Tronco. No entendes nada. Me buscaste, me buscaste, y ahora me tenes tarada. Me partiste al medio,
Tronco, y no sé qué hacer. ¿Por qué?

- ¿Por que qué?

- ¿Por qué sos tan dulce, gato? Sos un tipazo, te jugas por la gente que queres, me cantas, me haces
picnics... Y si, ¿queres que te lo diga? ¡Me muero de amor por vos, pero tengo a Gabo preso! Pero
vos...no te vas a olvidar de mí, ¿estamos?

-No sé qué decirte- dijo Rama, asombrado.

-No digas nada, ni me preguntes por qué.

- ¿Por que qué? - repitió él.

-Porque esto- dijo Valeria.

Y en un impulso que lo tomó completamente por sorpresa, lo besó, apasionada, empujándolo dentro
del cubículo de la ducha. Y así, mojados y agitados, por fin la Gata y el Tronco se dieron su primer beso.
De cabeza
El concurso intercolegial en el que tanto el hogar mágico como el Rockland estaban participando había
llegado a una nueva instancia en la que cada banda debería presentar un videoclip. Nacho, resentido y
más competitivo que nunca, quería destruir a los Teens grabando el mejor video; sin embargo, no
encontró demasiada motivación en su equipo, porque cada uno andaba embargado en sus propias
preocupaciones.

Tefi aun seguía enojada con él por la excesiva venganza que había llevado a cabo con Mar. Sin bien
seguía teniendo diferencias con su medio hermana, y la detestaba, creía que Nacho había cruzado un
límite y él no le perdonaba haberlo delatado; la relación entre ellos nunca había sido tan tensa.

Melody aún no se reponía de lo ocurrido la noche de su cumpleaños, cuando llegaron imprevistamente


el embajador y su esposa. Afortunadamente para ella, el matrimonio no mostró enojo; el embajador,
que era un hombre muy amable y simpático, saludó a todos sus amigos con una sonrisa, decidió no
interrumpir el festejo, y contestó a las disculpas de Irma, la mucama, con tranquilidad. Lo mismo la
esposa, al menos en lo inmediato. Sin embargo, algo que ocurrió a continuación la tenía muy
preocupada: mientras su madre le reprochaba una vez más, en la cocina, la osadía que había tenido
apareció Mar, que alcanzó a escuchar cuando Irma la llamaba "hija". Si bien Melody disimuló la situación,
sabía que Mar ya conocía su secreto, y temía que lo usara para vengarse de ella. La llegada de Cielo, que
había ido a buscar a los chicos a la fiesta, interrumpió la escena. Y un hecho muy curioso cambió el eje
de la situación: apenas dl embajador vio a Cielo, la reconoció y la saludó.

- ¡Hola! ¡Que sorpresa verte acá!

Cielo ya había vivido la experiencia de ser reconocida por personas que no recordaba, e indujo la charla
para averiguar de dónde se conocían. El funcionario le recordó que lo habían hecho en Dubái, tres
meses antes, donde él estaba trabajando. Supuestamente ella se había acercado y le había solicitado
que protegiera muy bien cierta excavación arqueológica. Lo recordaba perfectamente debido a la
curiosa vestimenta que ella llevaba: un vestido de novia, Cielo se fue con los chicos, con una nueva
incógnita: ¿de que excavación le hablaría, y como habría ella estado en Dubái, tres meses antes, y con
su vestido de novia?

Al terminar la fiesta, Melody tenía un sabor agridulce: por un lado, su secreto no había sido expuesto
aun entre sus amigos, pero la esposa del embajador lo había solicitado a Irma que su hija abandonara la
casa de inmediato. Su decisión no estaba motivada por la fiesta clandestina, sino porque había advertido
la mentira de Melody quien, además, había negado a su madre. Irma era muy querida por los dueños de
casa, y la señora no toleró el destrato absurdo que Melody había tenido. Ahora la joven estaba
realmente en problemas: su secreto corría peligro en la boca de Mar, y además no tenía donde vivir.
¿Como iba a concentrarse en el videoclip que le reclamaba Nacho?

Simón tampoco estaba en condiciones de ocuparse de nada. Al despertar en su casa, al día siguiente de
la fiesta, lo asaltaron de inmediato las imágenes de lo que había hecho; cayó en una crisis de angustia y
de culpa profundas. Sin entender como una copa de cerveza lo había llevado a cometer semejante
desastre, recordaba con claridad cada palabra dicha a Mar, enfrente de Thiago. Aquel secreto tortuoso
que había sobrellevado durante meses había explotado, y se había mandado de cabeza a confesarlo en
público.

A los Teens no les iba mejor en la grabación de su video, ya que los cinco estaban con sus propios
malestares. La confesión publica de Simón, sumado al episodio del anillo que había aparecido
misteriosamente en su mochila, con el agregado de las sospechas que sutilmente había deslizado Luca,
habían hecho efecto, y Thiago estaba muy molesto, furioso con Simón, e incluso con Mar, a la que llegó
a acusar de darle pie a su amigo para que la cosa hubiera llegado tan lejos. Ella se enojó mucho con él
por esa presunción, y más se disgustó cuando oyó que le prometía a Melody que intercedería ante Nico
para que ella se quedara unos días en el hogar. Melody le había dicho que harían obras de remodelación
en su casa, y que no quería irse con sus padres, que estaban a punto de viajar. Mar ya estaba casi segura
de que era toda una mentira, pero no dijo nada.

Rama se sentía muy alterado por una situación indeseada que le había complicado las cosas con Valeria,
y eso que venían muy bien. Luego del beso que se habían dado en la ducha, ella había aflojado bastante
su actitud; pero Luz y Alelí, los habían visto y comenzaron a esparcir por todo el hogar que estaban
juntos. Cuando Tacho y Jazmín felicitaron a Valeria por el incipiente noviazgo, ella volvió a agriarse, a
enojarse con Rama por hacer correr ese rumor falso cuando aún ella tenía novio. Otra vez estaban
distanciados.

Tacho y Jazmín tampoco atravesaban un buen momento. Ella, por fin, se había separado de Matt. Harta
de los innumerables plantones y mentiras de él, lo había seguido para ver en que andaba, y así pudo ver
que salía con ella y con dos chicas más. Pero para cortarle, vengativa, utilizó a Tacho. Convocó a Matt
para hablarle, y mientras lo esperaba, sedujo a Tacho, que cayó en sus redes. Cuando el surfer llegó, la
vio besándose con él y le hizo un planteo, y ahí ella se despachó, lo humilló ponderando a Tacho, lo
llamó poco hombre, y lo echó de la casa. Tacho comprendió de inmediato que lo había utilizado, pero
feliz porque había dejado a Matt, no le importó, y quiso proseguir con la historia, pero la gitanita,
esquiva como siempre, lo freno. Entonces el rubio se decidió a darle su merecido, y reapareció como el
Ángel Rojo, sabiendo que su alter ego le provocaba una fascinación que la dejaba sin aliento. Tacho, en
su rol heroico, la abordó y, como siempre actuó sin usar palabras, la tomó por la cintura y volvió a
besarla, demostrándole, internamente, que podría rechazar a Tacho, pero el angelito era irresistible. Sin
embargo, en medio del beso, ella, ganada por la curiosidad, quiso conocer el rostro del superhéroe, y en
un rápido movimiento le quitó la máscara. Grande fue el impacto al ver que se trataba de Tacho. El rubio
se resignó a que su secreto se descubriera, pero se descolocó cuando ella, indignada, le reprochó
hacerse pasar por su "Angelito" para besarla.

-Que pendejo que sos, Tacho- le dijo, y se fue.

Aun con esos malestares, ambos grupos grabaron sus videoclips para presentarlos en la competencia.
Pero Simón no podía estar en paz consigo mismo, y reuniendo el coraje necesario, se acercó al hogar
para aclarar lo ocurrido tanto con Mar como con Thiago. Ella lo trató con piedad, conmovida por lo que
el había hecho, y entendiéndolo como un derrape involuntario. En cambio, Thiago fue un poco más
duro. Le recriminó su falta de códigos, su traición, y el papelón al que los había expuesto. Con lágrimas
en sus ojos, Simón le pidió perdón y reconoció que no podía manejar lo que le estaba ocurriendo con
Mar, pero prometió olvidarse de ella, deseando poder hacer prevalecer su amistad. Y se negó, en
principio, a concurrir al evento en el que se presentarían los videoclips. Ya en su casa, recibió una visita
que lo sorprendió, y mucho.

-Luca, ¿qué haces acá?

-Yo sé que no somos muy amigos, pero te escuché hablando con Thiago, y la verdad te entendí.

- ¿Que entendiste?

-Te enamoraste, macho, ¿qué le vas a hacer?

-Bueno, enamorarse de la novia de un amigo es un problema.

-Si, pero el que esté libre de pecado que tire la primera piedra, ¿no?

Siempre siguiendo las órdenes de Charly, Luca era quien había operado en las sombras para que ese
conflicto estallara, y ahora seguía haciéndolo con la sutileza de un Yago- al mejor estilo de Shakespeare-,
para profundizarlo. Simón le ofreció algo para tomar, y lo dejó solo en su cuarto, donde Luca, tras
revisarlo con ojo experto, encontró algo con lo que podría darle el toque final a su trabajo.

En un teatro del centro se reunieron las bandas participantes del concurso intercolegial para exhibir
formalmente sus videoclips. Los Teens, por un lado, y Nacho, Tefi y Melody por el otro, aguardaban
ansiosos la presentación de sus trabajos. Se alegraron cuando vieron aparecer a Simón, a quien Luca
había convencido de asistir. Thiago miró a su amigo aún con resentimiento, pero así y todo le dio la
mano; apenas se sonrieron, y sin decir palabras, ambos supieron que ya empezaban a superar el
percance.

Luego de ver varios clips de otros grupos, llego el turno de los Teens, que presentaron el video del tema
Un paso, aquel que Mar había escrito en el verano. El auditorio se sorprendió ante la creatividad del
trabajo, en el que se veía a los cinco interpretes cantando y bailando frente al hogar mágico, con
diferentes cambios de ropa, mientras eran salpicados con chorros de pintura multicolor. Nacho hervía
de celos y envidia: reconocía que era mucho mejor que el clip que ellos habían hecho. Cuando llegó su
turno, el operador del video busco el que le habían dejado los alumnos del Rockland, sin advertir que
Luca se había metido en la consola, y había cambiado el original por otro que encontró en la
computadora de Simón: era la grabación de una tarde especial, en la que compuso un tema.

Mar, Thiago, y el resto de los chicos, pero sobre todo Simón, se sorprendieron muchísimo cuando vieron
aparecer en la pantalla gigante del escenario el rostro de Simón, sentado en su cama, con una guitarra, y
hablando por teléfono con su psicoanalista. Esa tarde, mientras componía, había encendido la filmadora
para luego poder escucharlo. Tomado por la angustia, llamo a su psicólogo, y buena parte de la
conversación quedó grabada.
-Si, intenté despejarme, doc, pero no puedo dejar de pensar en ella, de hecho, estoy componiendo
untema, para Mar. Gracias, doc, después lo llamo.

Simón se tomó la cabeza, y se hundió, avergonzado en su butaca. Thiago, sentado un poco mas allá, ni
siquiera giró a mirarlo. Mar, estremecida, miraba la pantalla, donde Simón empezó a rasgar la guitarra, y
cantar el tema que le había escrito.

De cabeza por tu amor

Y con mi mundo al revés

Tengo la tierra en mis manos

Y llevo el cielo en los pies

Y llevo el cielo en los pies

Un silencio sepulcral recorría la platea. Nacho estaba furioso, no entendía quien había cambiado su clip
por esa paparruchada. Tefi y Melody miraban a Mar, resentidas, envidiosas de que la pequeña tuviera a
dos hombres que la amaran así. Simón no podía moverse de su lugar, y menos aún asomar la cabeza,
había caído en un pozo profundo del que no hubiera querido salir nunca más. Mar sufría por él, y Thiago
sabía que ya había perdido a su amigo, al que empezaba a odiar.

De cabeza por tu amor

Y con los ojos sin ver

Yo te busco en las estrellas

Para volverte a tener

Para volverte a tener.

Simón logró despegarse de su asiento y, muerto de vergüenza, abandonó el lugar ante la mirada fija de
Thiago.

Y en cada paso te encuentro

Y en cada esquina de mi alma te pierdo

Y en cada estrofa de esta canción

Puse las letras que el cielo me dio:

Y en cada paso te encuentro

Y en cada esquina de mi alma te pierdo

Y en cada estrofa de esta canción


Puse las letras que un día me dio tu corazón.

En el fondo de la sala, Luca observó a Simón, que se retiraba, humillado. Miró a Thiago, que seguía
inmóvil, un volcán a punto de estallar, y a Mar, que lo observaba con angustia.

Mientras esto ocurría, Cielo estaba en el altillo, siempre intentando encontrar señales que la ayudaran a
recuperar su identidad. Tenía la intuición de que la caja repleta de objetos, que tenía aquella nota que
rezaba "Seguí al conejo blanco", le seria de utilidad. Por eso, cada día, pasaba algunas horas revisando
su contenido, tratando de encontrarle algún uso diferente a cada cosa. Así como la brújula le había
señalado - ahora lo sabía- a Nico, que estaba tras la puerta de la casa de Salvador, y el disco había
revelado coordenadas para encontrarla, e incluso, el bumerang había servido para salvar a Rama del
ataque de Gabo, suponía que cada objeto tenía una utilidad específica y podría serle útil en alguna
ocasión.

Revisó uno por uno, miró en detalle la pluma y el tintero, rebuscó dentro del ovillo de lana, examinó el
contenido del perfumero, pero nada le reveló algo extraordinario. Hasta que se le ocurrió algo en lo que
no había pensado: observando el portarretratos, se dijo que para que podría servir sino para exhibir una
foto, entonces buscó en el altillo alguna que cupiese allí. Encontró una en la que se veía recostada en esa
misma cama, durmiendo, junto a Cristóbal. Con la misma extrañeza con la que miraba cada imagen de
aquellos días que no recordaba, se preguntó en qué circunstancias habría sido tomada, mientras la
colocaba en el portarretratos.

Lo que ocurrió a continuación fue asombroso, incluso para ella, que ya había vivido unas cuantas cosas
asombrosas. Una vez colocada en el marco, la foto cobró vida, y ella pudo contemplar la escena
completa. Vio que quien estaba tomando la foto era Nico, que los había encontrado durmiendo, y se
había enternecido. Con solo observar esa secuencia, ella empezó a recordar las circunstancias que los
rodeaban en aquel entonces: recordó que en ese momento la madre del pequeño había reaparecido,
que Cristóbal había ido a buscar consuelo en ella, y que conteniéndolo se habían quedado dormidos.
Pero ese recuerdo en movimiento que le mostraba el portarretratos fue apenas una puerta de entrada
al mundo de su memoria. Febril, Cielo comenzó a poner diferentes fotos en las que aparecía, y en cada
caso las fotos cobraban vida, iluminando su memoria, que había permanecido en sombras. Fascinada
con su descubrimiento, Cielo se arrojó de cabeza a recuperar su identidad.
Furia
El único saldo positivo de aquella tarde negra fue para Nacho, quien mientras estaba protestando ante
las autoridades, afirmando que había sido un error y que aquel video no era el que habían grabado ellos,
oyó, con enorme sorpresa, que el clip de Simón había sido elegido finalista por su simpleza y calidez.
También el de los Teens resultó ganador, y ambos equipos pasaron a la siguiente ronda.

Sin embargo, Thiago estaba muy lejos de poder disfrutarlo. Lo que ahora sentía ya no era un simple
enojo, ni irritación, era furia. No creyó en la inocencia de Simón cuando dijo que no había sido él quien
puso ese video, e incluso cuando esbozó su sospecha sobre Luca, el único que había estado en su casa,
pero aquel negó la acusación, y no le resulto difícil convencer a Thiago de su inocencia. Mar intentó
aplacarlo, pero no había forma, y lo único que logró distraerlos fue la noticia, esperadísima y feliz, de
que Cielo había empezado a recordar.

Ella y Nico les contaron el milagro y como había ocurrido, como a partir de las fotos había empezado a
reconstruir su historia, y como, al principio lentamente, pero luego como un tropel, iba recuperando sus
recuerdos. Ahora ya no era necesario explicar nada ante cualquier mención del pasado, ahora ella los
entendía; volvían a tener una historia y códigos en común. Recordaba el vínculo especial y amoroso que
tenía con todos y con cada uno. Y por supuesto, había recordado el profundo amor que sentía por su
don Indi.

Cuando Salvador supo que al fin su amnesia había empezado a ceder, se alegró honestamente por ella, y
la felicitó con un abrazo muy sentido, aunque no pudo negarse a sí mismo que lo conflictuaba el hecho
de que ahora ella ya no tuviera dudas de lo que sentía por Nicolás. Cielo le hizo saber que recuperar su
memoria no le había hecho perder todo el cariño que también le tenía.

Ese día hubo festejos, una cena especial, y una larga sobremesa donde se recordaron anécdotas, pero
ahora ya no eran los demás quienes se la contaban, sino la propia Cielo, con su gracia y dulzura
particular. Sin embargo, había algo que opacaba un poco esa gran la alegría, y aquella noche, cuando
todos se fueron a dormir, recurrió a Malvina en secreto, ya que era la única con la que podía hablar de lo
que le estaba pasando. Cielo le explicó que, desde un tiempo a esa parte, había notado ciertos cambios
en su cuerpo que la intranquilizaron, y aunque intentó no pensar en ello, ya no podía seguir negándolo.

- ¿Como embarazada? - preguntó perpleja Malvina.

-No sé, nunca lo estuve. Pero siento que lo estoy- dijo Cielo, con cierta angustia.

-Pero... a ver... Oh, my god! Vos... con Nicky, o sea... desde que volviste de donde sea que estuviste... ¿Él
y vos...?

-No, no estuve con Nico. No al menos desde que volví.

-Y si fuera de antes, estarías ya por parir. O sea que si estas embarazada... ¿sería de Salvador?

-Tampoco estuve con Salvador.


- ¿Entonces con quien estuviste, Sky? - se asustó Malvina.

-Con nadie. No estuve con nadie.

- ¡Entonces no estas embarazada, bolida! Ah, por ahí te olvidaste de cómo es la cosa por el tema este
de la amnesia... pero para estar embarazada, el papá, tiene que sembrarle la semillita a la mamá... o
sea, you know.

-Se cómo se engendra un hijo, Malvina. Y también siento que estoy embarazada, no me preguntes
por qué.

-Bueno, como sea, la duda hay que sacarla cuanto antes. Y eso es lo que vamos a hacer.

Aunque ya era muy tarde, Malvina insistió en ir de inmediato a la farmacia. La discreción sobre el tema
que Cielo le había contado fue una utopía que no tardó en estrellarse, ya que la bólida entró en la
mansión con la caja de prueba de embarazo en la mano; de puro ansiosa no aceptó la bolsa que le
ofreció el farmacéutico. Nico, que se había desvelado mirando televisión en el living, la vio entrar. Él ya
había pasado un par de veces por esa situación, y reconoció fácilmente el producto.

- ¡Malvina! - exclamó-. ¿Eso es para vos?

- ¡No, Nicky! ¿Como va a ser para mí? ¿De quién?

- ¿Entonces para quién es?

-Para una amiga- intento disimular.

-Vos no tenes amigas.

-Miles tengo.

- ¿Quien? ¡Me muero! ¿Mar? ¿Jaz? ¿Vale? ¡Los mato!

- ¡No es para las chicas!

- ¿Entonces para quién?

-Para Cielo- debió reconocer.

Nico sintió un fuerte cimbronazo al oír su nombre, pero Malvina lo tranquilizó, ya que estaba segura de
que no había ninguna posibilidad de que estuviera embarazada. Solo había comprado el test para que
Sky se quedara tranquila, era apenas un trámite para serenarla.

- ¿Pero por qué cree que puede estarlo?


-Porque se siente rara, distinta. Yo le dije que seguro es anemia, o algún tema hormonal. Vos, easy. Es
un trámite, lo hacemos, y nos quedamos tranquilos.

Pero el simple trámite tuvo un resultado contundente: positivo. Y lo mismo indicó el segundo test, y el
tercero. Y el cuarto. Aunque Malvina insistía que debían estar vencidos, Cielo se estremeció, pues lo
cuatro test solo confirmaban lo que ella ya había percibido en su interior: estaba embarazada.

Esta vez Malvina si se comprometió a ser discreta, y lo fue; nadie se enteró por el momento, pero a Nico
no pudieron ocultárselo, y su reacción fue brutal e inesperada. Nunca se había atrevido a preguntarlo,
pero desde el día en que encontró a Cielo a punto de casarse con Salvador, se le había incrustado una
idea en su cabeza que lo torturaba. Si ellos estaban juntos y a punto de casarse, era muy probable que
hubiera tenido relaciones, y si bien entendía perfectamente las circunstancias, y podía discernir que no
había culpables, la idea de que su mujer se hubiera acostado con su mejor amigo le resultaba
devastadora. En parte por discreción, y en parte por no acceder a una verdad dolorosa, no lo había
preguntado, pero ahora aquel resultado era una respuesta incontrastable.

Eran las tres de la mañana, y él, en pijamas como estaba, comenzó a juntar desordenadamente ropa
para irse.

- ¿A dónde vas, Nicolás? - lo detuvo Cielo.

-Me voy. No soporto más. No quiero estar acá.

-Por favor, no seas infantil.

- ¿Infantil me decís? Se perfectamente como se hace un hijo, Cielo. ¿De cuánto estarás? ¿De un mes,
dedos, de tres? Los dos tenemos claro que no es mío.

-Tampoco es de Salvador.

- ¿Y de quien es entonces?

-No sé lo que está pasando. Yo no estuve con vos, ni con él, ni con nadie.

-Perdoname, Cielo, pero eso no lo puedo creer. Los chicos no nacen de un repollo, ni acá ni en Eudamon.

-No lo puedo explicar. Pero yo no estuve con Salvador.

-Vamos a ver si él dice lo mismo.

-Me estas ofendiendo- se quejó ella, muy seria.

Pero no lo pudo detener, y él se fue, dolido. Y furioso.

Llorando como un nene, en un arranque de ira casi infantil, Nico fue hasta su jeep, cargó su bolso,
mientras llamaba a su madre; le dejó un mensaje diciéndole que la necesitaba. Arrancó el vehiculo, y
vagó sin saber a dónde ir, y sin poder quitarse de su cabeza la imagen espantosa de Salvador y Cielo.
Estaba sollozando cuando percibió algo frío en su sien, levantó la cabeza, y se quedó perplejo cuando vio
a Charly que le sonreía.

-Lo lamento, che, pero no tengo pañuelitos.

A la mañana siguiente, a Cielo se le hizo muy difícil explicarles a los chicos la ausencia de Nico. Aun
cuando odiaba mentir, inventó una excusa. Mientras tanto Malvina se encargaba de buscarlo para
convencerlo de que regresara, pero su celular permanecía apagado.

Por la tarde, Cielo fue a Salvador, para saber si había tenido noticias de Nico, y ante la negativa, le
confesó lo que estaba ocurriendo. Él tuvo una reacción similar: al enterarse del embarazo, pensó que
era de Nico, ya que le constaba que ella y él no habían tenido relaciones. Estaban hablando de la
situación cuando percibieron la entrada de Horacio, el padre de Salvador, quien luego de varios meses
de estar fuera del país había venido a visitar a la flamante pareja, a cuyo casamiento no había podido
asistir.

- ¿Embarazada dijiste? ¿Ya me van a hacer abuelo, Linda? - exclamó Horacio, feliz.

Cielo le reprochó por lo bajo a Salvador no haber aclarado la situación con su padre, y él se justificó
argumentando que le había resultado imposible explicarle semejante embrollo, y le suplicó que le
siguiera la corriente por ese día. A regañadientes, Cielo fingió ante Horacio que seguía siendo Linda, la
esposa de su hijo.

Nico había sido encapuchado y trasladado a una celda subterránea, no sabía dónde. El secuestro no le
sorprendió, pues ya tenía claro que era una práctica frecuente de esa gente; lo que, si lo descolocó, y
mucho, fue descubrir que en una celda contigua estaba detenida Franka, en un estado bastante
deplorable. Ella le contó que la habían apresado a partir de que él la había descubierto, y le preguntó,
con un interés que sonaba genuino, si habían removido con éxito los implantes. Nico le dijo que sí.

-Me alegro- dijo ella-. Por favor, bajo ninguna circunstancia les digas que fui yo la que te dije como
hacerlo.

- ¿Quiénes son estos tipos, Franka? ¿Quién es ese Juan Cruz? ¿Qué es lo que quieren?

Pero la llegada de Charly interrumpió el diálogo, y el simpático y siniestro matón le explicó a Nico que lo
habían llevado allí para convencerlo de trabajar, finalmente, para ellos. Si él aceptaba, tanto el trato
como el hotelería serían muy diferentes. Si no, seguiría allí, hasta que pudieran convencerlo de
colaborar.

-Nunca voy a trabajar para ustedes.

-Claro que sí, Bauer. Lo vas a hacer, entre otras cosas porque cuando te enteres de lo que estamos
haciendo te va a fascinar, porque sos un hombre de ciencia, como nosotros.

-Entre ustedes y yo hay una diferencia muy grande. Ustedes son asesinos.
-No hay tanta diferencia, che. Nosotros defendemos con uñas y dientes lo que consideramos importante,
como vos lo harías por los tuyos. ¿O no matarías por salvar a tus chiquitos?

- ¡No se te ocurra hacerles nada!

-Te preocupas demasiado por ellos, Bauer. Y ese cuidado no es recíproco. Si supieras como te sufren en
tu ausencia.

- ¿De qué hablas?

-Abandonaste la casa dolido, resentido. ¿Vos crees que Cielo o alguno de los chicos te extraña?

-No voy a entrar en tu jueguito.

-No hace falta. Mira.

Entonces Charly, con el objetivo de desmoralizarlo y quebrarlo, le acercó una laptop en la que podía
verse una cámara de seguridad instalada por Luca en la mansión.

- ¿Te gusta espiar, basura?

-Espía vos, dale. Mira lo que pasa en tu casa, en tu ausencia.

Nico miró la cámara y pudo observar como la vida allí seguía con normalidad, ya que los chicos, a los que
Cielo no les había contado de la partida de Nico, permanecían ajenos a este hecho. También pudo ver,
con enorme desagrado, como Salvador y Cielo se mostraban juntos, y unidos, frente al padre de
Salvador, quien se obstinaba en abrir un champagne para festejar que lo harían abuelo.

Nico se nubló. Al dolor por el embarazo de Cielo se sumaron esas imágenes fuera de contexto, y no
pudo distinguir que se trataba de una gran confusión. Se llenó de odio y dolor, y ante una nueva
provocación de Charly, estiró sus manos a través de la reja, lo tomó por el cuello, y comenzó a
estrangularlo con todas sus fuerzas. Desde la celda contigua, Franka percibió la situación y empezó a
gritarle que no lo hiciera, pero Nico estaba ciego de odio, y siguió apretando aquel cuello, hasta que
comprendió lo que estaba haciendo y lo soltó.

Charly cayó al piso. Durante unos cuantos segundos Nico pensó que lo había matado, pero cuando aquel
finalmente tosió y empezó a incorporarse, agitado, Nico respiró aliviado. Charly se rió y lo miro de cerca,
a través de la reja.

- ¿Viste, Bauer, que no somos tan distintos? Vos también estás lleno de furia.
Telenovela
Escena 1: Interior pasillo. Día.

Rama se topa con Vale en el pasillo.

Rama: Valeria Rocío...

Vale: Ramiro Gastón...

Rama: Tengo algo muy importante que decirte. (CON DESESPERACION) ¡Te amo! ¡Te amo y no lo puedo
callar más!

Vale: No quiero escucharte, ya no hay tiempo para el amor.

Rama: No me escuches... Mirame, mirame a los ojos y date cuenta de cuanto te amo.

Vale: En tus pupilas veo a Marianella Mariana, ella fue y será tu verdadero amor, yo solo soy una
segunda opción.

Rama: No, ella es solo un espejismo, mi verdadero amor, eres tú. ¡Te amo!

Voz en off: Pero era verdad que Valeria Rocío no era el único amor de Ramiro Gastón, ya que el nunca
había olvidado a su amada, Marianella Mariana...

Escena 2. Interior Cuarto Varones- Día.

Rama entra al cuarto y es sorprendido por Thiago, que lo mira con recelo.

Thiago: Ramiro Gastón Ordoñez, escuché todo...

Rama: ¿Escuchaste que, Thiago Juan Pedro Bedoya?

Thiago: (ACLARA) Agüero, Bedoya Agüero. Escuché que amas a Marianella Mariana Rinaldi.

Rama: Ese vicio de escuchar detrás de la puerta...

Thiago: Tu eres esa puerta, ¡la que nos separa!

Entra Marianella, se angustia al verlos enfrentados.

Mar: ¡Noo! No se peleen por mí, Ramiro Gastón es solo mi amigo...

Rama: ¡No! Thiago Juan Pedro tiene razón, te amo, Marianella Mariana, ¿No te das cuenta de quién es él?
¡Un Bedoya!

Thiago: (SE ENOJA MAS) ¡Agüero pues! ¡Y yo te amo más!


De pronto, entra Simón, decidido.

Simón: ¡Y yo la amo más que los dos!

Mar, Thiago y Rama hablan al unísono, sorprendidos.

Al unísono: ¡Simón Pablo!

Mar: (SUFRE) ¡Basta! Ninguno de los tres me ama, solo compiten... ¡No me sigan!

Y sale. Los tres hombres se miran con resentimiento. La cámara panea a la ventana, en la que están
asomadas Tefi y Melody, espiando como chusmas.

Melody: ¡Esta chirusa! Esta conquistando a toda la casa...

Tefi: ¿Qué tal si la dejamos ciega? O paralítica...

Melody: ¡No! ¿Tú estás loca? Eso hará que la quieran más, haremos que la desprecien...

Y se ríen a carcajadas, mientras se oye la voz en off.

Voz en off: Las crueles Melody María y Tefi Candela planeaban la ruina de su rival. Entre tanto,
Marianella Mariana se sentía sola, atrapada entre el amor de tres hombres.

Escena 3. Interior baño- Dia.

Ahora vemos a Mar llorando en el baño. Continua la voz en off

Voz en off: Solo el consejo de su amiga Jazmín Eugenia podía ayudarla en ese trance trágico...

Mar: Marianella Mariana, Marianella Mariana, si tan solo tuvieras aquí contigo a tu amiga Jazmín
Eugenia...

Mar gira, y se sorprende al ver a Jazmín besándose con el Ángel Rojo en la ducha.

Mar: ¡Jazmín Eugenia! ¡Ángel Rojo Fuego!

Jaz: ¡No es lo que parece!

Mar: Pero Jazmín Eugenia... ¡Tu estas enamorada de Tacho Nicolas!

Jaz: (AL ANGEL ROJO) ¡No la escuches! Tan solo escucha mi corazón, palpitando por ti, pidiendo más y
más...

Ángel Rojo: Mi heroína, ¡he venido a raptarte!

Jaz: Ángel Rojo Fuego, ¿es cierto eso?

Ángel Rojo: Tanto como lo que palpita debajo de mi pecho. Deja todo y ¡fugate conmigo!
Jaz: ¿Y mis amigos? ¿Mis estudios? ¿Mis obras de caridad?

Ángel Rojo: Yo soy tu mejor obra de caridad. Deja tu mundo y vente al mío, ¿quieres?

Jaz: ¡Quiero!

Suena la canción del Ángel Rojo. Pero en ese momento se abre la puerta, y entra Luca, vestido de
superhéroe, con capa y moño azul.

Luca: ¡Tu no raptas a nadie, Ángel Rojo

Fuego!Jaz: (SORPRENDIDA) ¡El demonio azul!

Los dos superhéroes se enfrentan por el amor de Jazmín, que en ese momento.

- ¿Qué haces? - se oyó la voz de Rama.

Valeria, que estaba muy compenetrada en la escritura, giró para descubrir a Rama, parado detrás.

-Escribo- dijo ella, algo avergonzada.

- ¿Que escribís?

-No sé... Siempre me gustó escribir, y me mandé...

- ¡Que bueno! ¿Y que estás escribiendo?

-Una telenovela.

La ficción que Vale estaba escribiendo, basada en parte en las historias de sus amigos, y con un
tono decididamente inspirado en los culebrones extranjeros que amaba en su infancia, era una
tontería comparada con la telenovela que estaba por estallar en el hogar mágico.

Debido a la ausencia de Nico, la vida en el hogar se había vuelto aún más caótica, ya que luego de estar
unos cuantos meses al frente, Bauer había logrado cierta armonía entre tantos niños y adolescentes,
pero ahora que se había alejado, a Cielo no le resultaba tan sencillo ocuparse de que catorce menores
más una invitada, Melody, e incluso una beba, se levantaran cada mañana, se bañaran, desayunaran, y
llegaran a tiempo al colegio. Y en las horas siguientes, mientras los chicos estudiaban, debía encargarse
del orden y limpieza del hogar, y a la vez asegurarse de que al medio día estuviera listo el almuerzo para
todos. Por la tarde había que encargarse de coordinar las diferentes clases que se dictaban; y por lo
general, alguno de los chicos tenía algún turno con el médico, o alguna actividad fuera del hogar. La
merienda de la tarde casi se pegaba con la cena, para luego encargarse de que todos fueran a dormirse
no muy tarde. Y al día siguiente recomenzaba nuevamente esa rutina. Todo esto con el agregado de que
no era un grupo dócil ni sumiso, sino muy ruidoso; permanentemente se hacían bromas o se
enfrascaban en virulentas discusiones que pasaban tan rápido como habían comenzado. Y, además,
Cielo ya estaba padeciendo los síntomas de los primeros meses de embarazo, que la tenían nauseosa y
cansada todo el día. Aunque contaba con la ayuda de Felicitas y de Malvina, se le hacía muy pesado. Por
eso le agradeció mucho a Salvador que le diera una mano esos días, mientras esperaban el regreso de
Nico, que no había dado señales de vida hasta el momento. Esa situación ya había empezado a enojar
mucho a Cielo; podía entender que él se hubiera sentido dolido por ese embarazo que ella no podía
explicar, pero su alejamiento era infantil y caprichoso.

Ignoraba ella y todos, por supuesto, que Nico había sido secuestrado por Charly. Luego del arranque de
furia en el que Bauer casi lo había estrangulado, empezó a buscar la manera de fugarse de allí, y
advirtiendo esto Charly ordenó que se lo facilitaran ya que confiaba en que su curiosidad científica
podría más que su deseo de huir. Cuando Nico vio que la seguridad se había relajado un poco, no lo
dudo, y quiso además ayudar a Franka, que estaba bastante débil. Si bien el aun no le perdonaba todo lo
que les había hecho, incluso por obedecer las órdenes de Juan Cruz, era evidente que ella ahora estaba
sufriendo el peso del castigo de sus antiguos empleadores. Pero cuando quiso sacarla de la celda, ella se
resistió, pues sabía que no podrían llegar muy lejos, pero él la arrastro de todas maneras.

Cuando lograron salir de la instalación subterránea en la que los habían encerrado, Nico se sorprendió
enormemente al registrar que se trataba de la instancia de los Inchausti que el había alquilado, sin
saberlo, a la Corporación CC, la misma donde habían visto una réplica del reloj del altillo. Tal como
suponía Charly, en lugar de huir, Nico barajó la posibilidad de quedarse a investigar qué era lo que
hacían. Terminó de decidirlo cuando vio a Charly paseando y hablando animadamente con Ornella, la
madre de Thiago. Con su extraño accionar, aquella mujer ya le había generado dudas, y verla allí las
multiplicó. Intentó acercarse a ellos para escuchar de que hablaban, pero fue descubierto por un par de
matones de Charly, quien, en lugar de enfurecerse y mandarlo a encerrar, lo invitó a unirse. Nico increpó
a Ornella para saber que hacía en la estancia y con ese hombre, pero ella, sonriente, se alejó y los dejó
solos.

- ¿Qué es esto? ¿Qué hace Ornella acá?

-Nosotros no somos lo que vos pensas, Bauer. Somos, si, científicos, y algunas veces vamos un poco al
límite, es cierto, pero lo que buscamos es algo notable.

- ¿Que hace Ornella acá?

-Vos ya viste que acá hay otro reloj. Y sabes, como yo, que esos relojes son muy particulares.
Descubrimos que estos portales afectan de manera asombrosa a las personas que están cerca, y por eso
ella está acá, la estamos ayudando a curarse de su enfermedad.

- ¿Estando cerca del reloj la pueden curar? - preguntó Bauer, ya con escepticismo científico.

-Mira... todavía no tenemos claridad sobre cómo opera, pero si pudimos determinar algunos patrones, y
como vos sabes la enfermedad que aqueja a Ornella, muy extraña hasta para los médicos, es la misma
que tuvo Carla.

Nico se extrañó de que Charly hablara de Carla con esa familiaridad, pero no lo interrumpió.
-En los dos casos podemos encontrar un denominador común: las dos fueron madres que abandonaron
a sus hijos.

- ¿Esa enfermedad es por haberlos abandonado?

-Esa enfermedad se desató en proximidad a los portales.

- ¿Queres decir que el portal castiga a las madres que abandonan a sus hijos con una enfermedad?

-No. Quiero decir que el portal las afecta de alguna manera y que, en todo caso, la enfermedad es un
camino para que puedan sanar la verdadera causa del padecimiento: la culpa por lo que hicieron. No
podés negar que la cura de Carla coincidió con su redención... En el momento en que ella reconstruyó el
vínculo con Cristóbal, y que renunció a la tenencia para devolvértelo, quedó completamente curada.

Nico se quedó pensativo, e impactado por esas revelaciones, y por supuesto advirtió que esa gente
venía investigándolos hacia mucho tiempo. Pero también era innegable que ellos estudiaban los
portales desde una perspectiva realmente novedosa para él. Entonces Charly le dijo algo que lo
descolocó.

-Mira, Bauer... El secuestro, la prisión... fueron una puesta en escena. La verdad es que nosotros te
queremos trabajando por nosotros. Necesitamos asociarnos, compartir la información, estudiar juntos
esta maravilla a la que tenemos acceso. Nos encantaría que aceptaras. Así que sos libre de irte o de
quedarte. Pero si te quedas, podemos los dos aprender mucho sobre Eudamon y sus portales.

Charly le permitió la libre circulación, y también a Franka; juntos se fueron a recorrer el campo a caballo,
mientras Nico pensaba en la propuesta. Franka insistía en que no confiara en ellos, sin embargo, Nico ya
había sido ganado por su curiosidad científica, aunque por supuesto tenía claro que no podía confiar en
esa gente. Estaban tan concentrados cabalgando y hablando que no notaron que en un camino contiguo
al campo estaban Caridad y Nacho, observándolos, azorados, sobre todo ella.

La Paisa y el cachetón avanzaban y retrocedían en una relación sumamente despeja y curiosa. Ella,
enamorada de él, desde el primer día, toleraba con paciencia todos los maltratos y desbordes del
muchacho. Él, en cambio, sentía una enorme vergüenza por reconocer que esa muchacha rellenita,
grasa, ordinaria y pajuerana lo volvía loco. Se lo negaba con vehemencia a cualquiera, y hacia enormes
refuerzos por dirigir su gusto hacia alguna chica de doble apellido, sin embargo, La Paisa siempre
terminaba cautivándolo de alguna manera. Cedía un poco a esta pasión y se permitía avanzar con ella,
siempre en secreto, pero rápidamente emprendía la huida, rompiéndole el corazón, para volver al
tiempo con el caballo cansado, como le decía ella. Era un perfecto círculo vicioso de ilusiones y
desencantos. Aquella tarde había sido una de las claudicaciones de Nacho, cuando ella lo invitó a pasar
una tarde en la zona de campo, donde ella había crecido. Y fue en ese paseo en el que descubrieron a
Nico conversando amablemente con Franka.
Cuando Caridad le refirió el hecho a Cielo, desató una ira muy inusual en la pacifica acróbata, que supo
de inmediato que lo que sentía eran celos, pero con un plus. Podría hasta llegar a entender a Nico, en su
despecho por ese embarazo, hubiera recurrido al consuelo de los brazos de otra mujer, pero que fuera
con Franka era algo inexplicable. Esa misma tarde Cielo escuchó que Salvador intervenía en una
discusión de los chicos, durante la cual les habló con autoridad, y les hizo ver que no la estaban
ayudando para nada, y los instó a que de una vez por todas colaboraran con ella. Que Salvador la
defendería y cuidara así, y justo en ese momento, la conmovió en extremo. Movida por ese gesto y,
sobre todo, por el despecho de la escapada de Nico con Franka, se pegó a él, quien no desaprovechó la
ocasión. Estaban a punto de besarse cuando Nico regresó de la estancia.

Finalmente, había decidido no aceptar la propuesta de Charly, y aquel no cumplió su palabra de


devolverle su libertad, de modo que Bauer emprendió el regreso. Pero como al llegar se encontró con
semejante situación, tras una discusión muy virulenta con ambos, metió unas pocas prendas en un bolso
y regresó a la estancia; al menos su amor por la ciencia y por Eudamon era algo inalterable, y fiel. Casi
como si se tratara de una telenovela, tantos equívocos y desencuentros tuvieron como resultado que
Nico se alejara de Cielo y empezara a trabajar para la Corporación CC.

Por su parte, Thiago, Mar y Simón estaban sumergidos en su propio culebrón. Luego de que Luca
hubiera expuesto públicamente el video de Simón, el enfrentamiento de los amigos tomó proporciones
definitorias. Thiago se negaba a volver a ver a Simón, y Mar, compadecía con aquel, había intentado
llamarlo para ver cómo estaba. Thiago lo descubrió y se enojó también con ella. Pero lo que provocó
realmente la ruptura, como en una buena telenovela, fue la acción de la villana; en efecto, la gota que
vertió Melody para rebasar el vaso los separó definitivamente.

Viendo que el rio estaba revuelto, la falsa hija del embajador sintió que era su oportunidad, y con la
ayuda de un amigo experto en diseño, adulteró unas fotos y se las hizo llegar a Mar. Cuando la pequeña
vio esas imágenes en las que Thiago se besaba con Melody, y que llevaba una fecha muy reciente
estampada al pie, se enfureció por completo; era una venganza muy baja por un hecho que, en
definitiva, no había ocurrido. Entonces cortó la relación con Thiago, quien, lejos de poder aclarar lo
ocurrido, se irritó con ella por considerar que lo dejaba para poder estar con Simón. Y por esa razón,
cuando Jazmín llegó con una propuesta que había recibido para grabar un demo con la banda, para
sacar otro disco, Thiago se negó a participar.

Tacho y Rama se enojaron mucho con él, que anteponía sus problemas personales a la banda, y fue Luca
que con sutileza les dio la idea de que lo reemplazaran. Los cuatro Teens dudaron, pero Luca llevó,
engañado, a Simón a la sala de grabación, y logró convencerlos de que fuera precisamente él quien
ocupara el lugar de su amigo en la banda. Por supuesto, cuando Thiago se enteró, su enojo creció en
proporciones épicas y tuvo un durísimo enfrentamiento con sus amigos por lo que interpretó como una
traición. Ya enfrentado con todos- como Charly le había ordenado a Luca-, Thiago le pidió a Salvador que
le diera asilo en su loft, ya que no quería seguir viviendo con los demás.

La irritación que Thiago tenía por estas cuestiones amorosas y amistosas se asentaba, además, sobre la
enorme preocupación que le había originado un llamado telefónico. Por oficio de Charly, un supuesto
médico le había comunicado que el estado de salud de su madre era muy grave y que ella persistía en
no dejarse atender. Le dijeron además que existía un tratamiento que podría salvarla, pero que era
extremadamente caro.

El rencor y el resentimiento lo habían convertido en alguien muy diferente del que era; sus reacciones,
lejos de acercarlo, lo fueron alejando cada vez mas del resto. Y la crisis definitiva ocurrió cuando Thiago,
solo para vengarse de Mar, besó a Melody delante de ella, y además aceptó unirse a la banda del
Rockland para enfrentarse con sus examigos en el intercolegial. Hasta el propio Simón, que hasta ese
momento había intentado recomponer el vínculo por sentirse en falta, increpó a Thiago y le anunció
que ese tipo agresivo en el que se había convertido ya no era su amigo, y le anticipó que ahora si
avanzaría con Mar, ya sin culpa.

En una clara revancha por la deserción de Thiago y su posterior pase a la banda contraria, los Teens
decidieron ofrecerle a Simón sumarse a ellos. Este al principio se había negado, pero luego de la
discusión con Thiago y sus provocaciones, decidió aceptar.

El culebron habia alcanzado su maxima tension: Thiago estaba cada vez mas lejos de Mar y de sus
amigos, y muy cerca de la villana; ademas ahora formaba parte de la banda antagonica. A Simon y Mar
se los veia cada vez mas cerca, y para colmo, el era el nuevo integrante de los TeenAngels.
Ángeles caídos
Luca había sido impecable en su accionar. Le habían encomendado una misión, y la habían llevado a
cabo con asombroso éxito. "Necesitamos a Thiago aislado, lejos de su novia y de sus amigos", le había
ordenado Charly, y todo eso había ocurrido. Thiago nunca había estado más lejos de sus amigos ni de
Mar, y además estaba viviendo en el loft con Salvador.

-Felicitaciones, Luca- le dijo Charly-. Ahora falta el golpe de gracia.

- ¿Por qué hacen esto con Thiago? ¿Qué es lo que quiere Juan Cruz con él?

-Eso a vos no te importa. Escuchame lo que vas a hacer...

Luca estaba atravesando una profunda contradicción. Lo que había empezado por simpatía o simple
cariño por los jóvenes del hogar, había terminado siendo una conmovedora amistad. Jamás había tenido
amigos, y ahora estaba rodeado de ellos. Advertir que Tacho lo considerara un amigo entrañable lo
había sumido en una profunda depresión. Él también se sentía muy amigo suyo, y de todos, e incluso se
había contenido la gran atracción que sentís por Jazmín, precisamente porque su amistad con Tacho era
más importante para él.

El hogar mágico había operado un milagro en Luca: le había permitido hacer lazos con pares, algo que
nunca le había ocurrido en su vida, y sentía una gran angustia por seguir siendo un espía entre ellos. Y
aunque sabía que su renuncia no sería aceptada, por primera vez quiso alejarse de la Corporación CC. Y
además intentó reparar el daño que había hecho con Thiago, y de la misma manera en que lo había
manipulado para aislarlo, ahora intentó hacerlo para reunirlo, pero ya era demasiado tarde. Thiago
estaba lleno de bronca, de odio, y se había vuelto agresivo, casi oscuro.

El golpe de gracia del que había hablado Charly implicaba algo muy particular. Thiago estaba solo,
sentado frente al bar, cuando fue abordado por el hombre de la Corporación CC. Al principio tuvo recelo,
pues no se olvidaba de que había estado a punto de morir por culpa de ese implante que le había hecho,
pero Charly intentó persuadirlo de que las apariencias lo habían engañado, y de que ellos no eran tan
malos como parecían.

-De hecho, si fuéramos tan malos, Bauer no estaría trabajando para nosotros, ¿no te parece?

Thiago lo consideró lógico. Todos ya saben que Nico estaba en la estancia, en parte por despecho, pero
en parte por trabajo, ya que como él mismo les había dicho, era mucha la información que podía
obtener de esa gente.

- ¿Qué es lo que queres de mí? - lo cortó Thiago.

-Quiero que trabajes para nosotros.

-Olvidate- respondió Thiago.


-Estoy hablando de mucho dinero. Se que tu madre está mal y que su tratamiento es caro. Te estoy
hablando de un trabajo con el que podrías costear su cura.

Por supuesto, estas palabras no le resultaron indiferentes, pues la enfermedad de su madre era algo que
lo tenía muy angustiado; de todas maneras, persistió en su negativa. Pero Charly sabía que solo era
cuestión de tiempo, ya que toda la operación era una gran manipulación. No solo lo habían aislado y lo
habían asustado con la salud de Ornella, sino que habían alejado a Nico de todos ellos. Sabía que los
jóvenes, alejados de la figura paterna que significaba Nico, eran más fáciles de manipular. De modo que
solo se sentó a esperar el devenir de los acontecimientos.

Aun furioso por la incorporación de Simón a los Teens, Thiago decidió vengarse de todos. Tanto Cielo
como Tina intentaron recomponer la situación. A ellas les parecía un desatino la ruptura de los Teens, y
sobre todo la incorporación de Simón, pero no hubo caso, todos estaban demasiado enojados; de modo
que se prepararon para las semifinales, donde volverían a encontrarse. Pero Thiago consideró que le
habían jugado sucio, y decidió responderles de la misma manera: los espió mientras sus excompañeros
preparaban su presentación, y les copió todas las ideas, que llevó a su nuevo grupo.

Cuando los Teens vieron al otro grupo en el escenario, haciendo una réplica de uno de sus cuadros, se
enfurecieron, definitivamente, con Thiago. Entonces a los nuevos Teens les tocó improvisar algo distinto,
para no quedar como los plagiadores, y desde ese instante le hicieron la cruz a Thiago, no sin antes
tener una durísima discusión con él, a los gritos. Y se hubieran ido a las manos si no hubiera intervenido
Cielo. De todas maneras, los insultos preferidos a Thiago reavivaron la llama de su odio.

Por eso dejo de cavilar cuando un nuevo llamado del supuesto médico de Ornella le informó que su
madre entraba en una fase terminal. Cuando el teléfono de Charly sonó, y vio en la pantalla que era
Thiago quien llamaba, sonrió satisfecho.

-Voy a hacerlo- le dijo sin preámbulos Thiago-. Acepto trabajar para vos. ¿Qué queres que haga?

Y Thiago se impactó ante la primera orden que le dio su nuevo jefe.

Mientras esto ocurría, Nico seguía en la estancia, sumado a las investigaciones de la Corporación CC.
Una tarde volvió a ver a Ornella, pero ahora hablando con Carla, su exmujer y madre de Cristóbal, quien
al menos una vez al mes iba a la ciudad para visitar a su hijo. En el último viaje había aprovechado para ir
a hablar con Ornella, que transitaba por el mismo proceso por el que ella había pasado. Cuando vio a
Nico, lo saludó con un abrazo afectuoso, sorprendida de encontrarlo ahí. Bauer le confió sus dudas y
contradicciones por estar colaborando con esa gente, pero Carla le habló de Charly como el "ángel" que
le había salvado la vida.

-Estos no son ángeles- aseguró Nico-. En todo caso, son ángeles caídos.

-Te aseguro que no- le dijo Carla con una gran sonrisa,

Y le detalló cómo y en que había consistido su cura, más bien como un proceso espiritual. Le relató
como Charly le había ayudado a comprender el enorme error que había cometido al abandonar a
Cristóbal, como había estado perdida durante toda su vida, y la milagrosa cura que había tenido
cuando empezó a reparar sus errores.
Nico notó que Ornella, que estaba presente en la conversación, se había angustiado.

-Vos estás haciendo lo mismo- le dijo Nico-. Ya empezaste a arreglar las cosas con Thiago, le aclaraste
todo. Deberías empezar a curarte.

-Es que no fui del todo sincera con Thiago- reconoció ella, angustiada.

- ¿Como que no? ¿No es cierto que fue Bartolomé el que te separó a la fuerza de él?

-Eso fue así, pero no es toda la verdad. Hay algo que no le dije, un secreto que me está carcomiendo. Ese
secreto es mi enfermedad.

- ¿Y porque no le decís lo que tenes que decir?

-Tengo mucho miedo de arruinarle la vida.

- ¿De qué estás hablando? - se preocupó Nico.

Ornella no pudo confesarlo tampoco a él, sin embargo, Nico y Carla la instaron a que terminara con
ese secreto tan grave y lo hablara con Thiago, y ella, con mucho dolor, se decidió a hacerlo.

Cuando fue a reunirse con su hijo, se encontró con un Thiago mucho más irascible y triste. Antes de que
ella pudiera decirle nada, él le reprochó no estar haciendo el tratamiento y haberse entregado. Muy
enojado, le hizo jurar que aceptaría hacerlo y le dejó en claro que por la plata no deberían preocuparse,
ya que él la había conseguido.

- ¿Como la conseguiste? - se intrigó ella.

-Eso no importa. Vos vas a hacer el tratamiento. Seguí haciendo las terapias alternativas que quieras,
pero este lo haces.

Ornella se enterneció mucho de que ese hombrecito quisiera cuidarla con tanta vehemencia, y le
prometió que lo haría. Charly le había dicho que la medicina tradicional no estaba en contradicción con
el proceso espiritual que debía hacer, de modo que aceptó combinar ambos. Sin embargo, el secreto
que escondía Ornella y que había decidido blanquear a su hijo le pesaba tanto que no tuvo el valor para
hablarlo frente a frente, y decidió hacerlo por medio de una carta que cobardemente le dejó en el loft.
Lo que no imaginó jamás fue que no sería Thiago, sino Malvina, quien la encontrara y, sin poder
resistirse a su curiosidad, la abriera y la leyera. El contenido de la carta le provocó un enorme impacto.

La misiva era muy escueta. Ornella afirmaba que Thiago no era hijo biológico de Bartolomé, sino de un
medio hermano de éste, y por lo tanto, también medio hermano de Malvina; era un hijo no reconocido
de Tatita. Le confesaba a Thiago que había nacido de un amor que ella había tenido con ese hombre, y
que Bartolomé, enfurecido al enterarse, había matado a su amante, la había obligado a casarse, y había
criado a ese hijo como propio. Ante semejante revelación, Malvina sintió estupor, y de inmediato le vino
un recuerdo a su memoria.

Una tarde, cuando ella era una niña, jugaba feliz en una plaza; peinaba a sus muñecas, intentando alisar
sus rulos, cuando se le acercó un muchacho de unos veinte años, morocho y de ojos azules, que le hablo
con mucha dulzura, aunque ella se negó a entablar una conversación con él, ya que Tatita le había dicho
que no hablara con extraños. Pero cuando el joven intentaba decirle algo, apareció Barti, en aquel
entonces también un veinteañero, y echó a trompadas al muchacho, que finalmente se alejó. Este
recuerdo, confuso, la estremeció más.

Malvina rompió la carta, y corrió a buscar a Ornella, a la que justo encontró a punto de irse. Con
lágrimas en los ojos, increpó a la madre de su sobrino, acusándola de mentirosa y cobarde, por dejarle
en una carta ese montón de mentiras a Thiago.

-Thiago es hijo de Barti, y todo lo que decís es bullshit.

-Te consta que no, Malvina- respondió con aplomo Ornella-. Eras muy chica, pero vos sabes muy bien de
quien hablo en esa carta.

- ¡No, no lo sé! - gritó Malvina.

En efecto, ella no tenía muy en claro sus recuerdos, sin embargo, la conmoción que le había
provocadoesa revelación la daba la pauta de que había algo en su historia que no terminaba de cerrar.

-Vos no le vas a quemar la cabeza a Thiago con esas mentiras, ¿sabes?

-Es la verdad, Malvina. Y él tiene derecho a saberla.

-Entonces si es la verdad, decíselo en la cara, no en una carta, ¡cobarde!

Pero Malvina no podía quedarse con esa angustia, entonces solo se le ocurrió que había una persona
que podía despejarle esa duda, y viajó hasta el penal en el que supuestamente estaba presa Justina.
Logró una entrevista con Felicitas, a la que encontró en el patio de la penitenciaria dirigiendo un coro de
reclusas que entonaban canciones de iglesia. Malvina, contrariada como venía, no reparó en ese detalle
que hablaba más de Felicitas que de Justina, pero la desafortunada prima, siempre temerosa de
descubrir el secreto y desencadenar la ira de su prima, simuló ser Justina. Sin embargo, no pudo decirle
mucho cuando Malvina le preguntó si era cierto que ella y Bartolomé habían tenido un medio hermano
al que Barti había matado. Felicitas, que ignoraba por completo esos hechos, contestó con evasivas, y
Malvina se fue más confundida de lo que había llegado.

Hubo otra carta ese día. En este caso, fue Charly quien se topó en el centro de operaciones con una nota
que le había dejado Luca.

"Desde que estoy con ustedes aprendí a no sentir culpa, y ahora entiendo por qué. La culpa es un dolor
insoportable. Pensar en todo lo que destruí, lo que hice... me tortura. Los TeenAngels eran mucho más
que una banda, eran un grupo de amigos que se sostenían. Hice caer a Thiago. Y la caída de Thiago va a
arrastrar muchas otras cosas. Y por primera vez en la vida no soporto esa culpa, voy a tratar de reparar
el daño que hice. Se que me vas a detener, pero bueno, son las reglas del juego, ¿no? Seré en definitiva
otro ángel caído. Toma esta carta como mi telegrama de renuncia.

Luca"

Charly suspiro, negando, pues le costaría mucho tener que tomar una decisión más terminante en caso
de que Luca persistiera en querer alejarse. Fue a buscarlo y lo interceptó cuando intentaba marcharse.

-Dejame en paz, Charly.

-La única paz a la que podés aspirar, si te vas, es a la del cementerio.

- ¿Por qué? ¡¿Porque tengo que hacer esta mierda?! ¡¿Por qué no los dejan tranquilos?!

-No te puedo responder eso.

-Entonces decime por que Thiago. ¿Por qué le hacen esto? ¿Qué quiere Juan Cruz con él?

Charly lo miró, ni siquiera él sabía todo, pero entendió que alguna respuesta debería darle para calmarlo.

-Juan Cruz quiere oscurecer a Thiago.

- ¿Por qué?

-No lo sé- dijo Charly, y era sincero.

Malvina, muy angustiada por esa puerta que se había abierto hacia su pasado, se alivió muchísimo al
regresar al hogar y encontrar a Nico, que estaba de visita. Lo condujo al escritorio para referirle todo lo
que había ocurrido.

- ¿Bartolomé no es entonces el padre de Thiago? - preguntó el perplejo, luego de oír el extraño relato.

-Eso dice Ornella. Pero no se...

-Pero vos... ¿Te acordas de ese medio hermano del que habla?

- ¡No! Pero me acuerdo de algo...- dijo Malvina, y empezó a llorar.

- ¿De qué te acordas? - pregunto él, cada vez más preocupado.

Malvina entonces le contó aquel episodio en el que ese desconocido se había acercado a ella, y al que
Bartolomé había alejado con violencia. Y mientras se lo contaba, Malvina parecía haber recordado algo
más.

-Ese chico que se me acercó...- relato entre lágrimas-. Me dijo que era mi hermano, y eso fue lo que
enfureció a Bartolomé. Y mientras le pegaba, le decía que era un bastardo, que no era ni seria jamás un
Bedoya Agüero. Pero le dijo algo más...- concluyó Malvina, y el espanto no la dejó continuar.
- ¿Qué más? - la animó a hablar Nico.

-Barti le dijo el nombre- aseguró Malvina, y estalló en llanto.

- ¿El nombre de tu otro hermano? ¿Como se llamaba?

-Juan Cruz- confesó y se abrazó a él, sollozando.

Instalado en su modernísima oficina, desde la que monitoreaba todo, y a todos, Juan Cruz recibió un
reporte de Charly.

-Jefe. Thiago aceptó mi propuesta de trabajar para nosotros.

- ¿Y te entrego lo que le pediste? - se interesó Juan Cruz.

-Si. Acaba de traerme el libro de los candados y las dos llaves que encontraron.

Juan Cruz sonrió con satisfacción, no tanto por haberse hecho de esos objetos, sino porque en la acción
de entregarlos, supo que había logrado su objetivo con Thiago. Con la manipulación que había derivado
en esa traición hacia su gente, Juan Cruz había logrado convertirlo en un ángel caído.

Ahora que su alma se había vuelto más oscura, podía operar sobre el con mayor facilidad, y moldear a
su propio hijo, a su imagen y semejanza.
Bitácora de Bruno Bedoya Agüero.
Fecha terrenal: agosto de 2030

Así operan las fuerzas del mal, tratando de echar su manto de oscuridad sobre los seres luminosos. Y
para eso existen seres como yo, para iluminar las sombras. (Está mal que lo diga yo, pero que
poético que soy, re poético, recontra poético, me encanta ser poético, que linda palabra...
"poético".)

Pero volviendo a mis memorias, por aquellos días estaba muy lejos aún de ser el ser especial y grosso
que soy. ("Ser el ser", grossa frase, esa ni a Shakespeare se le ocurrió.)

Bruno, o sea yo, es decir, mi cuerpo... seguía en coma. Entonces mis padres, desahuciados decidieron
llevarme al altillo de la mansión, ya que como había ocurrido otras veces, el efecto del portal podría ser
sanador. Los médicos no estuvieron de acuerdo, pero mis padres entendieron que Bruno, o sea yo, es
decir mi cuerpo, ya no estaba en manos de la medicina.

Junto a ellos, también fui yo invisible testigo de esa tragedia. Y si bien mi cuerpo no pareció
experimentar ninguna mejoría con la proximidad al portal, si la sentí yo, es decir, mi alma. Apenas entre
el altillo, vi el reloj rodeado de una luz multicolor, y pensé que como había ocurrido con Cielo cuando
mis padres eran adolescentes, yo sería absorbido por el mismo, pero eso no ocurrió, sino que detecté
que mi reloj, el de bolsillo, el que me había regalado mi padre, también irradiaba luz. Entonces lo tomé,
oprimí el botón para abrir la tapa y, apenas lo hice, las manecillas comenzaron a girar alocadamente, y
de pronto miré alrededor y ya no estaba en el altillo, sino en un pueblito del Norte, varios años antes,
siendo testigo de mi propio nacimiento.

Debo interrumpir por un par de asuntitos de los que debo ocuparme en el otro plano... Despertar a Cielo
que aún no se avispó del todo, y de paso, divertirme un poco iluminando el corazón de Justina, porque
yo, soy un re ser de luz.

Esta bitácora continuará...


Escalada
Estaba comenzando el invierno, que se anticipaba muy frío, y todos los chicos que habían pasado su
infancia en la fundación BB valoraban más que el resto, la calefacción que había instalado. El clima los
obligaba a realizar menos actividades al aire libre y a estar más tiempo en casa, pero la crisis por la que
atravesaban las relaciones los mantenía en permanente tensión. Justina, cuya redención ya estaba en
marcha, sufría mucho al ver el distanciamiento que Thiago tenia del resto y el resquemor que crecía en
todos contra él.

- ¡Hay que hacer algo, sssssanta! - le suplicó a Cielo-. Las cosas entre ellos no mejoran. Uno agrede,
el otro se la devuelve, y una nueva agresión... ¡Esto ya es una verdadera escalada de violencia!

Cielo concordó con ella, sin embargo, no fue mucho lo que pudo hacer para aplacar las cosas, ya que
luego del enfrentamiento en el intercolegial, en el que Thiago había plagiado a sus excompañeros, la ira
contra él se había intensificado, Cielo intento acercarse, comprendiendo que necesitaba ayuda, pero
encontró una rotunda negativa e, incluso, hasta estuvo agresivo con ella. Cielo no lo sabía, pero la
acción de Juan Cruz por oscurecer al joven había sido efectiva.

Simón, definitivamente peleado con su amigo, estaba dejando atrás al muchacho cuidadoso que había
sido, y se había decidido a abordar a Mar; para lograrlo, no tuvo mejor idea que declarársele
públicamente en el bar TeensAngels. No lo sabía- y tampoco le hubiera importado- que Thiago también
fue testigo de ese pedido de noviazgo desde el balcón del loft en el que estaba viviendo. Mar se
conmovió por esa declaración pública, sin embargo, pudorosa, no le dio una respuesta inmediata;
íntimamente aun albergaba la esperanza de recomponer las cosas con Thiago, al menos la amistad, y
sabía que, si comenzaba un noviazgo con Simón, eso sería una ruptura definitiva con su ex. Sin
embargo,no pudo negarse a aceptar una invitación muy particular que él le hizo.

Nico se alejó de la estancia en la que había estado investigando al enterarse de los pormenores de
algunos experimentos. Charly le contó que habían detectado que el portal parecía reaccionar ante los
diferentes estados emocionales de quien estuviera junto a él y para probarlo pusieron en observación a
un voluntario, al que sometieron a diferentes estados anímicos a partir de químicos. Nico y Franka
vieron con estupor como un hombre joven atravesaba diferentes emociones por las drogas que le
inoculaban, y advirtieron, al principio con admiración, que el reloj de la estancia vibraba y que una tenue
luz blanca comenzaba a crecer en su interior. Ante este principio de apertura del portal, los bioquímicos
aumentaron tanto la dosis que el joven voluntario empezó a tener convulsiones, a la par que el reloj
vibraba con mayor intensidad, basta que de él surgió un rayo que, como en el caso de Bartolomé, lo
abatió.
Horrorizado ante la actitud general que habían mostrado durante el experimento, Nico decidió
marcharse de inmediato. Charly argumentó que la ciencia a veces necesitaba de algunos sacrificios para
avanzar, pero este tipo de atrocidades era un límite para Bauer. Por un momento dudó de que lo
dejaran marchar, sin embargo, no encontró ningún tipo de resistencia. Quiso también llevarse a Franka,
pero ella se negó: sabía que no se lo permitirían. Nico insistió, y vivió como un triunfo personal que
lograra sacarla de allí a escondidas. Lejos estaba de advertir que se trataba de otra maniobra de Charly;
todo lo que había hecho Franka hasta ese momento, desde el instructivo para remover los implantes,
hasta sus consejos y su solidaridad en prision, habia sido producto de un riguroso plan para que Nico
volviera a confiar en ella.

Ya de regreso a la ciudad, Franka siguió su camino, y el regresó al hogar. Allí se topó con Malvina y su
angustia por la historia revelada por Ornella, y ahora estaba junto a ella, inmerso en la resolución del
misterio del medio hermano de Malvina, el supuesto padre de Thiago. Antes de informarle al muchacho-
ya de por sí muy golpeado-, decidieron investigar más al respecto, y para eso fueron a hablar con
Ornella, quien les dio un poco más de información.

La mamá de Thiago le contó que, siendo la novia de Bartolomé, había conocido a un muchacho muy
joven, de penetrantes ojos azules y cabello muy oscuro, que se llamaba Juan Cruz. Ella se enamoró
profundamente de él, y cuando decidieron romper el noviazgo, Bartolomé comenzó a hacerle la vida
imposible. Ornella finalmente quedó embarazada, no tenía dudas de que el padre de su hijo era Juan
Cruz, pero cuando intentó abandonar a Bartolomé y éste supo el motivo, se volvió completamente loco,
y le rebeló que ese bastardo era su medio hermano. A eso se había referido Ornella cuando le dijo a
Thiago que toda esa historia era una larga cadena de venganzas, pues entendió que incluso el amor de
Juan Cruz por ella había sido una revancha del joven, al sentirse rechazado por su familia.

Su amante había admitido que le había mentido, que en efecto acarreaba un enorme dolor, porque ni su
padre ni sus hermanos lo habían aceptado, sino que por el contrario lo habían despreciado, Pero le
aseguró que su amor por ella era genuino. Cuando Bartolomé se enteró de que ese bastardo al que
odiaba había embarazado a su mujer, fue a enfrentarlo, lo cual derivo en la desaparición de Juan Cruz.
Ornella no había vuelto a verlo y, aunque no podía afirmarlo, estaba convencida de que Bartolomé lo
había matado. La historia continuaba como ella ya había relatado: el enfurecido Bedoya Agüero la había
obligado a casarse, había criado a Thiago como a su hijo, y cuando ella se había hartado del
sometimiento y los maltratos y quiso dejarlo, él la separo de su único hijo.

Nico y Malvina escucharon consternados la historia. Por supuesto a él no se le había pasado por alto que
el supuesto padre de Thiago se llamara exactamente igual que el hombre misterioso que se escondía
tras la Corporación CC, y por eso le pidió algún dato más sobre ese hombre. Ornella les habló de la
madre de Juan Cruz, que era la encargada de la limpieza de una pequeña parroquia en la localidad
cercana de Escalada.
Cielo comprendió que debía hacer algo para detener a tiempo la escalada de equívocos que había
derivado en el alejamiento de Nico. Para terminar con el malentendido, decidió acercarse a una clínica
para someterse a un análisis genético, con el objetivo de determinar la misteriosa paternidad del hijo
que esperaba. Cuando Charly, que no había dejado de espiarlos, se enteró de lo que ella planeaba hacer,
se comunicó con Juan Cruz para solicitarle instrucciones.

-Cielo irá a hacerse un examen genético para determinar quién es el padre de su hijo.

- ¿Qué hijo? - respondió Juan Cruz.

- ¿Como que hijo? - repreguntó Charly-. El hijo que está esperando...

-Repito: ¿qué hijo? - volvió a decir Juan Cruz, y Charly entendió perfectamente lo que estaba
queriendodecirle su jefe.

Cielo hizo una primera consulta con un médico, para hacerse el examen, pero el profesional, luego de
revisarla, le informó algo que la impactó.

-Usted no está embarazada, señora Inchausti. Lo que tiene es un quiste que está produciendo esos
síntomas. No es grave, pero hay que quitarlo.

Cielo no se quedó tranquila con esa respuesta; además de que cuatro test caseros habían dado positivo,
ella sentía que estaba embarazada, por lo que decidió apelar a una segunda opinión. La segunda opinión,
que coincidió con la primera, fue incluso más contundente.

-Es un quiste, y no es tan inocuo. Hay que quitarlo ya.

Ante dos opiniones médicas que afirmaban lo mismo, Cielo decidió operarse, pensando tristemente en
como ese equívoco la había distanciado de Nico.

Cuando el segundo médico la anestesió y Cielo quedó inconsciente, aparecieron Charly y Franka, que
eran cómplices de todo. En realidad, los dos profesionales que la habían revisado respondían a Charly,
que a su vez seguía una orden que, aunque no había sido explicita, le había dado a entender Juan Cruz.
Ese hijo que si estaba esperando Cielo no debía nacer. Pero antes de abocarse a la siniestra tarea, con
instrumental modernismo, hicieron un examen de ADN no invasivo para descubrir el misterio de la
paternidad de ese bebé, y con enorme sorpresa determinaron que el padre del hijo que esperaba Cielo
era Nicolás Bauer.

Mar finalmente aceptó la curiosa invitación de Simón, quien la llevó hasta un club en el que se
practicaba escalada. Cuando ambos estaban frente a un paredón altísimo, lleno de muescas y
protuberancias para apoyarse, y con un arnés que los sujetaba, ella se preguntó que la había llevado a
consentir eso.
-No tengas miedo- le dijo Simón-. Es muy seguro.

- ¿Miedo yo? Yo no sé lo que es el miedo, payasito...- dijo ella, aterrada.

Cuando comprobaron que estaban bien sujetos por el arnés, comenzaron a escalar el paredón, poco a
poco, y luego de unos minutos, Simón le advirtió:

-No mires para abajo.

Pero ya era tarde, pues Mar acababa de hacerlo, y al registrar que estaban a tanta altura, se asustó, pisó
en falso y resbaló, pero el arnés amortiguó la caída. Quedó a escasos metros del suelo, colgando de una
soga, con su cabeza hacia abajo, y gritando. Simón se asustó, y descendió rápidamente, y se colocó en la
misma posición que ella, a la par. Mar se había llevado un gran susto, pero ahora que se sentía a salvo,
comenzó a reírse. Él, a su lado, también se tentó, y se rieron unos cuantos minutos. Luego ella le
propuso pedir ayuda para que los bajaran, pero cuando se disponía a gritar para que los socorrieran, él
la detuvo, tomándole una mano.

- ¿Qué? - dijo ella.

-No te muevas.

- ¿Por qué?

-Por esto- le dijo Simón.

Y aprovecho la cercanía y la situación, la besó. Mar se estremeció, pero finalmente decidió dar ese paso
que tanto le había costado. Y así, colgando de cabeza, como el título de la canción que él le había
dedicado, se dieron su primer y dulce beso.
Un triángulo perfecto
Tacho, quien siempre tenía teorías muy personales del amor, compartió con Rama una nueva que había
elaborado a partir de cierto libro que había leído.

-Una pareja nunca es algo de dos- afirmó con convencimiento.

- ¿De qué hablas, Tacho?

-De que siempre en una pareja hay un tercero que complementa.

- ¿Eh? - lo miró confundido Rama, ya que esas palabras no sonaban propias de Tacho.

-Bue, no entiendo demasiado lo que leí en el libro, pero hay algo que es posta. En una pareja, siempre
hay un tercero fantasmático que equilibra...

- ¿Fantasmático? - repreguntó Rama cada vez más sorprendido.

-Claro, quiere decir que no hace falta que esté, pero siempre hay un tercero en discordia. Un ex o
alguien con quien quisieras estar. Es así siempre. Una pareja, en realidad, es un triángulo perfecto.

-No me parece.

-Pero es así. Y es necesario, Ramita, porque eso enciende el deseo.

-A mí un tercero me enciende la bronca.

-Y el deseo- insistió Tacho-. Por eso, es mejor que el tercero sea fantasmático. Escucha lo que pensé.

Entonces Tacho le reveló un plan que había elaborado a partir de aquella teoría del amor que había
leído. Aceptando la ineludible existencia de un tercero, Tacho había decidido que el tercero en discordia
ideal entre él y Jazmín debía ser el Ángel Rojo. De esa manera, se aseguraba que dos de los tres vértices
del triángulo fueran él mismo. Rama se alejó, pensando en la manera de terminar con el tercero que aún
era una discordia entre él y Vale, ya que ella aún no se decidía ni a terminar esa relación ni a avanzar con
él.

Resuelto a llevar adelante su plan, Tacho comenzó a hacerle visitas a Jazmín en su rol de superhéroe, y
cada vez que él aparecía, ella quedaba fascinada. La Jazmín altanera e histérica desaparecía bajo el
efecto hipnótico que le producía el enmascarado. Al principio Tacho se regodeaba internamente de ser
el mismo el tercero que los separaba, pero no pudo evitar sentirse celoso de su alter ego cuando
empezó a contar que ella prefería al Ángel Rojo y no a el mismo. Pero esta desproporción geométrica
volvió a cambiar una tarde en que apareció Michi, una de las chicas con las que Tacho había salido
durante el campamento de verano, argumentando ante una celosa Jazmín que él la había citado por
medio de un mensaje de texto.
Nico y Malvina, aun impactados por la historia revelada por Ornella, viajaron a Escalada, un pequeño
pueblito que quedaba a unos dieciocho kilómetros de la capital. No les costó encontrar la única capilla
del pueblo, en la que, para su sorpresa, aun trabajaba la mujer encargada de la limpieza del lugar, quien
vivía en una pequeña casita contigua a la parroquia. Cuando se presentaron y Malvina le reveló el
motivo de la visita, la señora palideció.

-Yo soy Malvina Bedoya Agüero. Y creo que soy la medio hermana de su hijo, Juan Cruz.

El primer impulso de la mujer fue rehusarse a hablar, pero ante la insistencia del arqueólogo, aceptó
recibirlos. Los condujo hasta su casa, y ahí les ofreció un té y les confirmó que había sido mucama en la
casa del padre de Malvina, mucho antes de que ella hubiera nacido. En esas circunstancias, había sido
seducida por su patrón, del que había quedado embarazada, pero apenas él lo supo, la echó de la casa.
La mujer había recalcado en aquella parroquia, donde el cura le había dado un hogar y trabajo, y allí
había criado a su pequeño Juan Cruz. Pero cuando él creció comenzó a preguntarle sobre su padre, y si
bien la mujer quiso mantenerlo alejado de ese hombre siniestro, le tuvo que contar la verdad. Cuando
Juan Cruz intento acercarse a su padre, solo obtuvo un violento rechazo, y la misma suerte ocurrió con
su medio hermano. El rechazo y rotundo desprecio de su familia sanguínea lo habían angustiado
muchísimo. El tiempo pasó sin novedades, hasta que una tarde Bartolomé se acercó hasta allí y,
enfurecido, atacó a su hijo. La mujer no había presenciado el enfrentamiento, pero desde aquel día no
había vuelto a ver a su hijo.

A Nico le llamó la atención que la mujer en ningún momento mencionó la palabra "muerto", sino que
hablaban de la "desaparición" de su hijo. Esto había ocurrido diecisiete años atrás, y aunque Juan Cruz
no había vuelto a aparecer, Nico no podía dejar de asociarlo con el hombre que los acosaba. Al darse
cuenta de que Malvina miraba emocionada algo, siguió la dirección de sus ojos, y notó que se trataba de
un portarretratos apoyado sobre un mueble.

- ¿Ese era Juan Cruz? - preguntó Nico.

La mujer y Malvina asintieron. Ella había reconocido a su medio hermano, el mismo muchacho que
había querido acercarse a ella una vez. Nico miró la foto deteriorada, en la que se veía a un adolescente
bastante agradecido, de cabellos oscuros y ojos azules muy penetrantes. Pero ni esa foto ni la historia
que la mujer les contó fueron las revelaciones más importantes de aquel día, sino lo que vieron cuando
se retiraban. Al regresar al auto, debieron pasar por un ala lateral de la capilla, en la que un andamio con
unas lonas, apoyado contra una pared, le llamaron la atención a Nico, quien solo por curiosidad,
preguntó:

- ¿Ahí va un vitreaux?

-No- dijo la mujer-. Un reloj.

- ¿Un reloj? - se extrañó Nico.

-Si- respondió la mujer, extrañada por su reacción.


- ¿Lo puedo ver?

-Lo están restaurando, pero se puede asomar.

Para gran sorpresa de Nico, ese reloj era idéntico al que había en el altillo de la mansión, y al que habían
descubierto en la estancia.

Cielo estaba dormida sobre la camilla del consultorio cuando oyó que alguien le chistaba.
Instintivamente giró su cabeza para ver quien, hacia ese sonido, y se sorprendió al descubrir la
presencia de Tic Tac. Le resultó algo extraño que estuvieran solos, ya que un momento antes la había
visitado el médico que la intervendría, pero Tic Tac le dijo sin preámbulos que estaba dormida,
anestesiada, y que eso era un sueño.

- ¿Estoy dormida? Entonces déjeme dormir...

- ¡No! ¡Tenes que despertar!

-Me están operando, Relojito. Tengo algo malo.

-Lo único malo que tenes vos es el olfato. ¿Dónde está tu intuición de elegida? ¿Dónde está tu sabiduría
eudamoniana?
-No empiece con sus frases grandilocuentes. Si me quiere decir algo, dígalo.

-Vos no tenes ningún quiste, Cielo. Estás embarazada. Y esta gente quiere interrumpir tu embarazo.

- ¿Que dice? - se horrorizó ella.

-Lo que escuchas- le confirmó, y acercándose, le gritó-: ¡Tenes que despertar ahora!

Charly y Franka asistían al médico que se disponía a llevar a cabo sus planes macabros, cuando de
pronto Cielo despertó casi dando un salto, y con movimientos muy ágiles, atacó al hombre, que no tuvo
tiempo de reaccionar. Paralizados por la sorpresa, nadie atinó a nada, y Cielo, arrojándose encima la
camilla en la que había estado acostada, huyó de inmediato. Charly ordenó que la detuvieran, pero fue
imposible: Cielo era experta en artes marciales, y neutralizó a todos los matones que intentaron
frenarla. Sin mayor dificultad, logró huir de la falsa clínica en la que la habían tenido engañada, y
regresó al hogar.

Allí se encontró con Salvador y con Nico, que había regresado de Escalada, y les refirió a los dos las
extrañas y peligrosas circunstancias que había atravesado. Ellos le reprocharon haberse expuesto a todo
eso sola.

-De todas maneras- dijo Salvador-, no podés guiarte por un sueño, Linda. A lo mejor lo que te dijo el
médico es verdad...

-Cuando me escapé, vi a Charly y a Franka- dijo Cielo-. No hay dudas de que algo querían hacerme. Lo
que tuve no fue un simple sueño.
- ¿Franka estaba con Charly? - preguntó Nico con cierto tono de decepción, ya que había creado en
elcambio de ella.

La llamó de inmediato, creyendo que no iba a atender, pero no fue así. La increpó por lo que Cielo le
había contado, y ella admitió que había estado en el lugar, pero obligada por Charly, que la había
forzado a prestarle sus conocimientos médicos para atender el caso de Cielo. Con angustia, reconoció
que, en efecto, Cielo estaba embarazada y lo que habían intentado hacer. Nico, siempre con reservas,
creyó en su palabra.

Si bien estaban seguros de que se trataba de un embarazo, seguía sin saber quién era el padre, y los dos
amigos estuvieron de acuerdo en que ella no debía exponerse a un examen genético para saberlo. Sin
embargo, Nico ya estaba cansado de que todos los temas tuvieran que ser siempre hablados y
consensuados entre los tres, y así se lo planteó a Cielo.

- ¿Vos ahora venís a hacerme un planteo de celos, cuando me dejaste sola para irte con Franka y Charly?
-dijo ella, aun resentida.

-Ya te expliqué que no me fui, sino que me llevaron. Y si me quede ahí fue porque quería conocerlos
mejor y saber que quieren. Además, no quería estar acá para ver como vos jugabas a la pareja feliz
con Salvador.

-Y yo ya te expliqué que eso fue una confusión, una actuación ante el padre de Salva. Pero vos seguís
encaprichado, y además ahora estas todo el día con Malvina de acá para allá- deslizó ella.

-Estoy con Malvina averiguando algo muy importante sobre la historia de Thiago, ya te lo expliqué.

Y la conversación siguió un buen rato, en el mismo tono de reproches mutuos, hasta que Nico decidió
darle un corte a todo eso.

-Cielo... nos estamos lastimando los dos. Yo no puedo aceptar a Salvador metido en el medio. No puedo
superar que estés esperando un hijo que no es mío. No soporto más este triangulo.

- ¿De qué triangulo hablas? - dijo ella, dolida.

-De lo que estamos haciendo, y de cómo nos estamos lastimando hablo. Vos pensas que yo me fui con
Franka, o que volví con Malvina, y con una reacción infantil te acercas a Salvador. Yo, también como si
fuera un chico, me alejo más de vos. Pero me parece que así no se resuelven los problemas.

Estaban teniendo esta charla en el escritorio; entonces Nico tomo un papel y dibujo un triángulo, y
señalando los vértices, le dijo:

-Si vos miras un triángulo, lo que queda claro es que cada uno de los vértices está solo. Y de esto se trata
esto, de soledades. ¿Como se rompe un triángulo formado por soledades? No con matemáticas, esto se
resuelve con el corazón.
- ¿Que me estas queriendo decir? - se anticipó ella al tono amargo de Nico.

-Creo que tenemos que tomar una decisión, Cielo. Y creo que lo más sano va a ser que vos y yo nos
divorciemos.

- ¿Por qué decís eso? ¿Te parece momento de plantearme algo así?

-Cuando me case con vos, los dos estábamos enamorados. Ahora todo está demasiado confuso. Creo
que no tenemos que estar atados por una libreta o por lo que hubo. Lo mejor va a ser divorciarnos,
liberarnos el uno del otro. Y si el amor permanece, o renace, volver a elegirnos.

Nico permaneció en el escritorio varios minutos luego de que Cielo se hubiera retirado, angustiada y al
borde del llanto por la propuesta de él. Bauer también había dejado escapar unas lágrimas, y hubiera
salido corriendo a retractarse de sus palabras si no hubiera tenido una revelación asombrosa.

El triángulo que había dibujado para ejemplificarse a Cielo como veía su relación había quedado sobre el
escritorio. El que había dibujado era un equilátero: sus tres lados eran idénticos, al igual que los tres
ángulos formados por ellos. Pero lo que para Nico resulto una revelación fue que uno de los ángulos
señalaba, casualmente, el membrete del papel en el que lo había dibujado, en el que se leía "Hogar
Mágico". Junto a otro de los vértices, había una anotación que el había hecho con anterioridad, cuando
Ornella les había dicho que podrían encontrar a la madre de Juan Cruz en Escalada. Junto al vértice
podía leerse "Capilla de Escalada". Y en ese momento Nico recordó el reloj idéntico al del altillo y al de la
estancia, que había descubierto esa tarde con gran asombro.

Y de pronto, una idea lo iluminó, y con la excitación que se tiene al estar frente a la posibilidad de un
gran descubrimiento, buscó un mapa de la región, que no le fue sencillo encontrar. Revisó toda la
biblioteca hasta dar con uno, y febrilmente dibujó en éste un punto rojo indicando el lugar donde se
situaba la mansión, y donde había uno de los relojes hallados. Luego buscó el sitio donde estaba la
localidad de Escalada, en línea recta hacia la izquierda, a unos dieciocho kilómetros de la ciudad, y lo
marco con otro punto rojo. Y luego se hizo una composición de lugar para determinar donde se
emplazaría la estancia. Sabía, por haber hecho el trayecto varias veces, que el campo quedaba a apenas
dieciocho kilómetros del hogar, y la coincidencia de las distancias fue en parte lo que le había dado la
revelación. Concluyó que la estancia estaba ubicada en un punto equidistante, al norte de la capital y de
Escalada, y marcó el tercer punto rojo. Y así, maravillado, pudo comprobar que los tres vértices
formaban un triángulo equilátero perfecto.

Lo que Nico había intuido, y que más tarde confirmaría, era que, en efecto, la estancia estaba situada a
exactamente 17,8 kilómetros al noreste de la mansión, en tanto que Escalada quedaba precisamente a
17,8 kilómetros de ambos lugares, formando los tres puntos un triángulo perfecto. Los tres relojes eran
los que aproximadamente 154 años antes, habían puesto en funcionamiento los maestros relojeros
prunios, asistidos por ese hombrecito de blanco llamado Tic Tac, que parecía haberse triplicado, ya que
todos los relojes comenzaron a funcionar al mismo tiempo, produciendo un destello azulado que unió
los tres puntos y que podría haber sido detectado desde el cielo.
El campo de ortigas
De nada valieron todos los esfuerzos que Tacho hizo para convencer a Jazmín de que él no había citado
a Michi por mensaje de texto; los celos gitanos de la joven habían surgido, pasionales. Michi se ofendió
con él por el desaire y se marchó, pero su escueta aparición había servido para romper, al menos por un
momento, el triángulo amoroso formado por Jazmín, Tacho y el Ángel Rojo. Ahora ella hervía de celos y
Tacho se regocijó por ello, sin embargo, no quiso tirar demasiado de la cuerda, ya que sabía que Jazmín
enojada era mucho peor que el campo de ortigas al que tanto le temía cuando era chico.

Por esa razón se esmeró en convencerla de que hacía unos días que su celular había desaparecido y no
recordaba donde lo había puesto, y por eso motivo no podría haberle mandado ningún mensaje. Jazmín
le dejó en claro que no le creía, pero de todas maneras tampoco le importaban, mintió, ya que entre
ellos no pasaba nada.

Tacho olvidó el episodio hasta que unos días más tarde lo abordó Rama y le entregó cincuenta pesos.

- ¿Para qué me das esto, Ramita? - preguntó Tacho, extrañado.

-Porque me los pediste vos.

-Yo no te pedí nada- replicó Tacho.

-Si, me mandaste un mensaje de texto, y me dijiste que necesitabas cincuenta pesos. Lo raro fue que me
pediste que los dejara en la plaza, pero ya que te veo te los doy.

Tacho se dio cuenta de que o había enloquecido y hacia cosas que no recordaba, o no había extraviado
su celular, sino que alguien se lo había sustraído y se dedicaba a enviar mensajes muy raros a sus
contactos. Entonces, con la ayuda de Rama, elaboró un plan para descubrir al ladrón.

Aún irritada por la irrupción de Michi, que la había encendido, Jazmín decidió, fiel a su estilo, devolverle
la estocada a Tacho, y ante la ausencia del Ángel Rojo, decidió acercarse a Luca para darle celos. Ya se
había percatado de que él se sentía atraído por ella, aunque era muy clara su determinación de no
decirle nada por respeto a Tacho.

Solo para embroncar al rubio, decidió seducir a Luca, y en su intento por aproximarse a él, tuvo ocasión
de descubrirlo en una situación sospechosa con Charly. En un momento que lo vio salir del hogar, lo
siguió con la intención de provocar un encuentro "casual", y entonces fue que vio como Luca se reunía
con ese hombre al que todos le tenían aprehensión, Jazmín esperó a que el otro se alejara, y abordó a
Luca de inmediato. El muchacho, sorprendido, le dijo que lo había visto rondando y lo había increpado,
para pedirle explicaciones sobre que hacía cerca. Le dijo además que no había obtenido ninguna
respuesta, y Jazmín le creyó. Pero cuando dos días más tarde advirtió su sobresalto al recibir un llamado
y lo vio apartarse para atenderlo, fue detrás de él y descubrió que hablaba otra vez con Charly.

-Ya te dije que me quiero abrir, Charly. No voy a hacer lo que me pedís- dijo Luca, y le cortó.
Perpleja y asustada por lo que había oído, Jazmín se escabulló en el cuarto de los varones, para revisar
las pertenencias de Luca, y con estupor, encontró entre sus cosas algunos objetos que la alarmaron,
sobre todo un extraño artefacto pequeño que tenía grabado en una de sus caras un logo de la
Corporación CC.

- ¿Qué haces? - la sorprendió la voz de Luca.

- ¿Vos que haces? - le dijo ella, atemorizada.

Luca la apartó de su cama, y volvió a guardar lo que ella había sacado, e intentó dar una nueva excusa,
pero esta vez Jazmín no le creyó.

- ¿Que tenes que ver vos con esa gente?

-Nada.

-Te vi con Charly en la calle, después te escuché hablando con él por teléfono, le decías que te querías
abrir... Ahora encuentro esto... Decime la verdad- lo enfrentó ella, aunque estaba un poco atemorizada.

-Te estoy diciendo la verdad, rubia- aseguró el, muy tenso.

-Y yo no te creo nada- replicó ella mientras salía, y le advirtió-: Voy a hablar con Nico y le voy a contar
todo lo que vi.

- ¿Que le vas a contar? No viste nada.

-Si no me decís ya que está pasando, voy y hablo con Nico.

Luca noto que Jazmín hablaba en serio; si ella hablaba con Nico, estaría perdido. Pero en realidad no era
el hecho de ser descubierto lo que lo angustiaba, sino la idea de que pudiera separarlo de ese lugar del
que ya se sentía parte, y por esa razón, Luca, que jamás había llorado en su vida, se quebró, y entre
lágrimas le reveló quien era en verdad.

-Toda mi vida viví en la calle, no tenía nada. Una vez maté a alguien en un accidente- le contó con
crudeza, y Jazmín se estremeció. El continuó hablando: - Ahí fue cuando apareció Franka. Yo tenía trece
años y no tenía casa, nada, ni a nadie. Estaba solo. Ella me ofreció todo, me enseñó todo. Al principio era
como un juego, pero después no. Me entrenó para otra cosa. Así fue como empecé a laburar para ellos.
Hasta que llegue acá, para espiarlos.

Ante esa revelación, Jazmín sintió miedo y rechazo, y tuvo el impulso de irse, pero a la vez estaba
cautivada por la confesión de Luca.

-Ustedes me cambiaron- dijo él, llorando-. Por eso le dije a Charly que me quiero abrir, y él no me deja.
No quiero joderlos más a ustedes. Es la primera vez que me siento querido, que tengo amigos, que soy
alguien. Es la primera vez que puedo amar a una mujer. Podes decirme que me vaya y no voy a volver
nunca más, o me podés dar esa posibilidad de quedarme acá, y ser un buen tipo.

- ¿Qué posibilidad te puedo dar yo?


-Si vos me deschavas, yo me voy a ir. Te juro que me voy. Pero si vos me das una chance, yo te puedo
demostrar que puedo cambiar. Decime vos... ¿Me voy o me ayudas?

-O te denuncio...

-Voy a tener que defenderme- advirtió el, y ella se asustó más.

-Me das asco- le dijo entre lágrimas-. ¿Vos ayudaste a esos mañosos a que nos pusieran los implantes en
la cabeza?

-En parte- reconoció él-. Pero también los ayudé a ustedes sin que lo supieran. No sé qué hacer, tengo
un quilombo en la cabeza. No quiero estar más con ellos, quiero quedarme acá. Te pido una chance, una
sola. No le podés contar a Nico, si él se entera me va a rajar, y se va a arruinar todo. No por ahora. Te
pido un día.

-Un día- concedió ella al fin, llorando.

En un lugar de su corazón, aunque estaba aterrada, confiaba en la nobleza de Luca, y fiel a su palabra,
no le dijo a nadie durante un día lo que había descubierto sobre él.

Con la ayuda de Rama, Tacho le tendió una emboscada al misterioso ladrón de su celular. Suponiendo
que se trataba de un estafador que quería sacarles plata a sus amigos, le pidió a Rama que le mandara
un mensaje a su teléfono diciéndole que le dejaría la plata en el lugar acordado, y así lo hizo. Luego los
dos amigos se escondieron cerca para sorprender in fraganti al delincuente.

Media hora después vieron aparecer a un muchacho menudo, más o menos de la edad de ellos, que se
dirigió al banco de la plaza en el que Rama había dejado un sobre, y los dos corrieron a sorprenderlo.
Cuando Tacho llego hasta el ladrón y lo hizo girar para detenerlo, se quedó duro. Pero más aturdido
quedó Rama al ver lo que ocurrió a continuación: lejos de insultar o increpar al impostor, Tacho lo
abrazó con una emoción en sus ojos que Rama le había visto pocas veces. Es que a pesar de que hacía
una década que no lo veía, y que la última vez que habían estado juntos ambos eran muy pequeños, lo
reconoció de inmediato: era Josecito, el Melli, su hermano mellizo. Inmediatamente después del abrazo
del reencuentro, Tacho comenzó a interrogar a su hermano.

- ¿Qué haces acá? ¿Por qué carajo me robaste el celular? ¿Qué estás haciendo?

- ¿Quién es, Tacho? - preguntó Rama, que seguía confundido.

-Es mi hermano, El Melli.

Y Rama abrió grande sus ojos. Josecito era más o menos de la altura de Tacho, pero de una contextura
mucho más pequeña. También era rubio, aunque llevaba el pelo bien corto y tenía una mirada apagada.
Además, así como lo había sido de niño, era bastante callado y parco. De modo que Tacho tardó
bastante en obtener alguna explicación del curioso accionar de su hermano. El Melli al fin explicó que
había venido a la ciudad a buscarlo, y que le había llevado un buen tiempo saber algo de él; muy a su
pesar, no había tenido el valor para encararlo.
- ¿Por qué, Melli? - le preguntó Tacho una vez que estuvieron a solas-. ¿Por qué no me viniste a

ver?El Melli no respondió, solo se encogió de hombros.

- ¿Por qué me robaste el celular y le pedís plata a mis contactos?

-Necesitaba guita...

- ¿Y por qué no me pediste a mí? - se impacientó Tacho.

Pero, aunque el Melli persistía en su mutismo, el igualmente estaba feliz con la aparición de su hermano.
Durante toda su infancia lo había recordado con recelo, ya que gracias a lo que él consideró una traición,
había terminado separado de su familia y adoptado por otra de la ciudad, que lo había despreciado,
razón por la cual Tacho huyó e inició así su desafortunado derrotero por las calles, que culminó con su
ingreso a la fundación BB.

Tacho llevó a su mellizo al hogar, donde lo presentó a Cielo, a Nico y al resto de los chicos, quienes le
ofrecieron quedarse unos días allí. Era evidente que el Melli llevaba un buen tiempo comiendo
salteando ya que devoró una triple ración de comida en la cena. Por la noche, cuando todos se fueron a
dormir, los dos hermanos quedaron solos en el living del hogar. El Melli miraba la televisión fascinado,
mientras Tacho intentaba generar una conversación.

- ¿La mami? - preguntó Tacho.

-Bien- contestó lacónico José.

- ¿El papi?

-También- dijo el otro sin despegar los ojos del televisor.

- ¿Los demás?

-Están todos bien. Los que conociste y los que no.

- ¿Tuvieron más hijos? - dedujo Tacho.

-Si, cuatro más.

Tacho sintió una puntada extraña en el pecho. Además de toda la familia que no había vuelto a ver,
tenía cuatro hermanos que ni conocía. Pero, aunque intentó profundizar en la conversación, el Melli
solocomía, miraba televisión y contestaba con monosílabos.

- ¡Bueno, cortala con esto! - se irritó Tacho, y apagó el televisor.

No solo le molestaba que lo ignorara, sino que además la acción de mirar televisión le traía a su mente
aquel televisor blanco y negro que sus padres habían recibido como regalo de la familia que lo había
adoptado. Para Tacho eso había quedado grabado en su alma como un simple trueque: lo habían
canjeado por un televisor. Blanco y negro.
- ¿Qué te pasa? - reaccionó mal el Melli cuando Tacho apagó el televisor.

- ¿A vos que te pasa? Venís de la nada, me robas mi celular, haces cosas raras y ahora ni me hablas.

- ¿Y qué queres que te diga?

-Que me hables, que me cuentes. ¡Que me expliques por qué! - estalló finalmente la tensión que
estaba latente.

- ¿Por que qué?

- ¡Por qué me hiciste eso, Melli! ¿Por qué me engañaste ese día, y me mandaste en lugar tuyo con
esa familia?

El Melli lo miró como si no entendiera el dolor de Tacho.

-Te hice un favor, Juancito- le dijo con sencillez.

- ¿Un favor? ¡Me traicionaste, Melli! Vos eras el único en el que confiaba, y me traicionaste.

- ¡Te hice un favor, y me lo deberías agradecer! - la charla comenzaba a transformarse en discusión-.


Mira como vivís. Mira la casa en la que estás... La plata que hay acá, la ropa que usas, el televisor que
tienen, el colegio al que vas... En lugar de venirme con pavadas, deberías decirme gracias.

- ¿Gracias? ¿Por haberme engañado y por haberme separado de mi familia?

- ¿Sabes cómo vivimos allá? Muertos de hambre, en la miseria. ¿Familia? ¿Qué familia? El juzgado
de menores les va a sacar la tenencia al papi y a la mami, y a todos los hermanitos los van a mandar
a orfanatos distintos. De esa te salvé, Juancito. Así que decime gracias- dijo, y se levantó para irse.

- ¿A dónde vas?

-Me voy.

-Veni acá.

-Solta.

Entonces Tacho se impuso, y lo detuvo. Estaban muy próximos, y él reconoció en los ojos
desesperanzados de su hermano a su adorado Melli de la infancia. Recordó aquellas tardes de verano en
el monte, los días enteros de pesca en el arroyo con cañas que ellos mismos fabricaban, y el enorme
campo de ortigas que Josecito le había enseñado a cruzar sin respirar, para que las ortigas no picaran.

- ¿Vos te pensas que yo siempre viví así? - dijo, y registro que la voz le salía como estrangulada-. ¡No!
Yo antes de lograr esto, viví en la calle, en orfanatos donde me maltrataban de frío, o me molían a
golpes. Llegué a este lugar, que era una fundación donde me hacían robar, y trabajar, y si no obedecía
me encerraban en una celda de castigo. Pero yo siempre supe que iba a poder salir adelante.
-Para vos hablar es fácil, Juancito.

- ¡No, carajo, no! No hablo porque sí. Se lo que estoy diciendo. Yo también la pasé muy mal, y si
yo pude, vos también vas a poder. Vos sos el que me enseñó a caminar entre las ortigas, ¿te
acordas?

- ¿Y eso qué?

-La vida no es fácil para nadie, Melli. Vos pensas que yo tuve suerte, y sé que mi vida al lado de la tuya
parece una fiesta, pero me costó sangre, loco, en serio. Para cada uno la vida es un campo de ortigas,
nada más hay que aprender a cruzarlo.

El Melli, visiblemente conmovido, se separó de Tacho, y sin decirle nada, se fue del hogar. Pero regresó
al día siguiente, mientras Tacho trabaja en el Bar TeenAngels. La tensión entre ellos persistía, y además
no era fácil relacionarse con su hermano al que prácticamente no conocía, pero con el que, sin embargo,
tenían una importante historia en común.

- ¿Que vas a hacer? ¿Te vas a ir? - preguntó Tacho.

Pero el Melli, corto de palabras como era, se sentó en la fuente, frente al hogar, y sin medir explicación,
sacó de un bolsito unas fotos y se las empezó a mostrar.

-Mira... Este es el Yayo, nunca lo llegaste a conocer- le dijo señalando la imagen de un nene de unos
ocho años, que tenía el mismo pelo enrulado y rubio que Tacho.

Tacho se pegó a su Melli, y con lágrimas en los ojos fue mirando las fotos de sus hermanos que no había
visto crecer, y a los que ni siquiera había conocido.

- ¿Y este? ¿Sabes quién es?

- ¿El Curly? - preguntó azorado Tacho, al ver que era su hermano mayor, ahora gordo y casi pelado.

-Si, ya está pelado- se rió el Melli-. Ésta es la Vivianita...

Permanecieron unos cuantos minutos junto a la fuente viendo a las fotos de la numerosa familia
Morales, hasta que llegaron Mar y Rama, entusiasmados, a contarles las novedades.

-Hablamos con el Chango- dijo Rama.

-Ya empezó a anunciar por la radio el show que vamos a hacer.

El Melli miró a su hermano sin entender, y Tacho le explicó:

-Mis amigos y yo vamos a hacer un show para juntar guita para ayudar a los papis. Nadie les va a sacar a
los hermanitos. Te lo aseguro.

El Melli, corto de palabras e inexpresivo como era, se separó un paso de Tacho para poder agradecerle,
Y los mellizos, que eran tan diferentes, pero inconfundibles hermanos, se fundieron en un abrazo, el que
se debían desde aquel día en que habían sido separados.
¿Qué somos?
- ¿Que somos? - preguntó Caridad haciendo puchero.

- ¿Como que somos, Paisa? No te entiendo...- respondió Nacho en tono desentendido.

-No te hagas el perro que tumbo la olla, gaucho. ¡Sabes lo que te digo!

Nacho y Caridad estaban a los arrumacos en la sala de ensayos, que él se había encargado
especialmente de cerrar con llave. El particular vinculo que tenían avanzaba y retrocedía, pero siempre
en la misma dirección.

-Somos dos personas que se quieren mucho, Paisa- verseó Nacho.

-No me vengas con esas palabritas almibaradas- se impuso Caridad-. Sos un pato criollo: un paso, una
macana. Vas y venís, y ya me cansé de tenerte la vela.

- ¿De qué? - dijo el descolocado.

-Que quiero definiciones, gaucho. Si me vas a seguir festejando, legalicemos.

- ¿En qué sentido? - preguntó él para ganar tiempo y pensar una respuesta conveniente.

- ¿Somos novios o no somos novios?

Nacho tragó saliva. El arrogante Pérez Alzamendi estaba irremediablemente enamorado de Caridad. Esa
paisana rústica, pero hermosa, lo había vuelto loco. Al principio se había reído de ella, pero al cabo de
un tiempo, y de frecuentarla en el colegio y en el hogar, empezó a estar siempre pendiente de ella, y le
llevo un buen rato admitir ante sí mismo que Caridad le encantaba. Eso le había costado bastante, pero
lo que de ninguna manera estaba dispuesto a hacer era admitirlo frente a los demás. Le daba vergüenza
su amor por la Paisa; sin rodeos, esa era la realidad. Jamás podría presentarla entre sus amigos del
colegio, o los del country, y mucho menos ante su familia, como su novia. Por eso, cuando Caridad, muy
determinada, insistió con la pregunta- "¿Somos novios o no somos novios?"-, rápido de reflejos, él
respondió:

-Si, pero en secreto.

Una situación similar había vivido Mar y Simón luego del beso que se dieron en el paredón de la
escalada. Habían decidido comenzar con un noviazgo, pero manejarlo con cierta discreción, por razones
diferentes a las que tenía Nacho. Si bien aún estaban todos molestos con Thiago, no querían provocarlo
con la noticia. Sin embargo, como suele ocurrir, esas informaciones secretas corren más rápido que las
otras, y Thiago terminó enterándose.

Todos supusieron que se iba a poner más loco todavía, pero en verdad, estaba bastante angustiado y
arrepentido de todo lo que había ocurrido. Se lamentaba por la ruptura con Mar, y por el alejamiento de
los Teens. Simón, además, había tenido un gesto que el consideró noble; luego de la competencia en la
que lo habían reemplazado, le comunicó al resto de los Teens que no se sentía a gusto ocupando su
lugar y había desertado. Tacho, Rama, Jazmín e incluso Mar, no se habían opuesto, ya que sentían lo
mismo: era un desatino que fuera precisamente él su reemplazo. Decidieron que ese quinto lugar
quedaría vacante, o, en algún momento, si se recomponían las cosas, volvería a ser de Thiago.

A instancias de Nico, con el que había vuelto a hablar a menudo. Thiago estaba dispuesto a intentar
recomponer los vínculos, y para eso, se le ocurrió una idea. Estaba en el loft de Salvador cuando vio a
Mar sola en el bar TeenAngels. Bajo y la llamó para hablar. Si bien se veían todos los días en el colegio,
estar a solas, frente a frente, no era cómodo para ninguno.

-Me enteré de que estas saliendo con Simón.

-Mira, fratacho, si vas a venir con tus planteos otra vez... - se atajó ella.

-No- respondió Thiago, apresurado-. Quiero hacer una tregua con vos, y con todos los chicos. No te
voy a negar que me duele saber que están juntos, pero quiero decirte que por mi está todo bien.

- ¿Me estás dando un abendición? - preguntó ella.

-Una bendición- corrigió él, sonriendo.

- ¡No me corrijas! - se quejó ella.

Pero luego se miraron, y aflojaron un poco.

-Bueno, está bien. Me alegro de que quieras arreglar las cosas con todos- dijo ella.

-Si. Y para eso quiero que me acompañes a un lugar.

- ¿Qué lugar?

-Es sorpresa.

-No, no me gusta esto. Te vas a mandar una de las tuyas.

-Mar, confía en mí.

-Pero no me gustan las sorpresas. Además, ya es casi de noche. ¿A dónde vamos a ir?

-Confía en mí.

Mar temía sobre todo que él intentara un acercamiento y ella no estaba segura de poder resistir si lo
hacía, ya que, por supuesto él le seguía empastando la bujía, y lo que no quería era lastimar a Simón,
con el que estaba comenzando una linda relación. Pero Thiago parecía arrepentido y sincero, entonces
se dejó conducir hacia esa sorpresa.

-Al menos decime a donde vamos, fratacho.


-Vamos a la casa de mi abuelo, a buscar algunas cosas.

A ella, esa casa no le traía buenos recuerdos, pero terminó aceptando. Cuando llegaron ya era de noche,y
ella recién ahí se preguntó que podría querer Thiago en ese lugar. Al notar que la casa estaba
completamente a oscuras, temió que todo hubiera sido una avivada de él.

-Bueno, basta, perno, decime que hacemos acá.

Y en ese momento se encendieron las luces, y se oyó un grito unánime.

- ¡Sorpresa!

Mar quedó boquiabierta al ver que allí estaban todos sus amigos, incluso Melody y Tefi, y por supuesto,
Simón. Tardó un poco en entender que Thiago no solo no se había olvidado de que al día siguiente era
su cumpleaños, sino que él le había organizado una fiesta sorpresa, con la complicidad de todos, incluso
la de su mejor amigo. Nadie le dijo feliz cumpleaños pues había que esperar hasta las doce, pero de
inmediato se pusieron a bailar, y a jugar a una serie de juegos que había organizado Thiago. Fue una
fiesta inolvidable, y muy divertida.

Mar se regocijó al ver que Thiago había empezado a recomponer los vínculos con Tacho, Rama y Jazmín,
y también, aunque persistía cierta tensión, habían llegado a un respetable buen trato con Simón.
Cuando se hicieron las doce, y Thiago fue a desearle feliz cumpleaños, no pudo evitar besarla muy cerca
de la comisura de los labios, y aunque le dijo que aceptaba como se habían dado las cosas, le confesó
que la extrañaba y que no podía evitar seguir queriéndola. Este acercamiento molesto un poco a Simón,
pero las cosas no pasaron a mayores.

Cuando la fiesta sorpresa estaba terminando, Mar salió al jardín y se sentó sola en la reposera, y
permaneció un momento allí, pensando en lo que había hecho Thiago, sin encontrar aun un lugar donde
colocarlo en su corazón. Ya no eran novios, pero tampoco podían ser amigos. No podían estar lejos,
pero tampoco juntos. Así y todo, su gesto le había dado mucha paz, y se sentía satisfecha. Estaba
pensando en eso cuando alguien la sorprendió por detrás.

- ¿Qué pasa, Mar? ¿Te quedaste sin pareja? - se oyó la voz insidiosa de Tefi.

Mar la miró: su medio hermana estaba apoyada en el respaldo de la reposera, con un chupetín en la
boca.

- ¿Para qué viniste, Tefi?- le dijo Mar, algo molesta.

-Si, la verdad que no se para que vine- reconoció Tefi-. Porque no somos amigas, no somos hermanas,
no somos nada...

-No hacía falta que estuvieras acá si no querías. A mí me gustaría que vinieras porque vos queres.

Tefi se le quedó mirando, algo tocada por la sinceridad de Mar, pero aún no dispuesta a reconocer lo
que empezaba a sentir por su hermana.
-Que mersa que sos, ¿eh? ¿Me queres hacer llorar?

-Te voy a decir una cosa- Mar fue por más-. Aunque no sé qué somos vos y yo, y aunque vos seas muy
malo, y desalmada, yo te tengo mucho cariño. Y me parece que vos también, por algo estas acá.

-Claro- admitió Tefi-. Como el cariño que se le tiene a un perro.

Se miraron un instante, y luego las dos se echaron a reír.

- ¿Ves? Un poco me queres...- señaló Mar.

-Un poco, no. Mucho- dijo Tefi, sincera-. O sea que, si no te odiara tanto, yo creo que te querría
mucho más.

Y con esta particular manera de decirle que la quería, dio medio vuelta para volver a la fiesta, pero antes
de entrar, se volvió y le dijo.

-Ah, feliz cumple.

Y entró en la casa. Mar se quedó un momento más allí, con una enorme sonrisa dibujada en su cara.

A la mañana siguiente, Justina recibió un llamado para que asistiera al centro de operaciones, donde la
esperaban Charly y Franka. El ama de llaves corroboró que esta seguía al mando como siempre, y
entendió que su desaparición había sido una gran puesta en escena para volver a engañar a Bauer.
Como ella le transmitió las nuevas órdenes, Tina, cuyo corazón había comenzado lentamente a
redimirse, se horrorizó.

- ¿Pero qué barbaridad me está pidiendo? - dijo, con la piel erizada.

-Lo que escucho, Justina- respondió Franka, tan gélida como siempre.

- ¡Yo no voy a hacer eso!

-Claro que lo va a hacer.

- ¿Pero por qué?

-Necesitamos que Cielo pierda ese embarazo. Por eso usted va a ocasionarle un accidente.

-No lo voy a hacer.

- ¿Prefiere que el accidente lo tenga su hija, Luz? - le dio en su punto débil Franka. Justina la miró con

recelo, y con impotencia, y con voz temblorosa, le dijo:

- ¿Qué somos, Franka, simples asesinos? ¿Bestias? ¿Para quién y por qué hacemos esto? ¿Qué somos?

-Somos soldados, y acatamos órdenes. Usted ya tiene las suyas- ordenó.


Justina se alejó del lugar llena de atribulaciones. Sentía horror por una orden que, si se la hubieran dado
un año antes, hubiera cumplido con mucho gusto, sin embargo, ya no era la misma. Pero sabía que con
la frialdad con la que le habían mandado a hacer eso, podrían meterse con su chiquita en caso de que
ella desobedeciera. Se sentía realmente atrapada en un dilema: por un lado, estaba lo que debía hacer, y
por el otro, por primera vez en su vida, estaban los escrúpulos que se lo impedían.
Gracias
La tarde previa al show a beneficio de la familia Morales, Jazmín, que seguía angustiada e inquieta por la
revelación que le había hecho Luca, intentó hablar con Nico. Entendió que todo lo que le había contado
él, era demasiado pesado como para ocultarlo, y que con su silencio ponía en riesgo a todos. Pero justo
cuando iba a decirle, Nico recibió un llamado extraño y se fue de inmediato. Luca, que estaba cerca y
percibió lo que iba a ocurrir, le reiteró su pedido de tiempo para hacer él mismo su confesión.

El llamado era de Tina, impostando la voz de Felicitas, por eso Nico había salido apurado hacia el penal
para verla. Pero cuando llegó a la sala de visitas se encontró con ambas primas, y una vez más el
parecido físico lo abrumó. La única diferencia que tenían era la ropa de carcelaria que llevaba una, y las
ropas claras que llevaba la otra.

- ¡Jefeccccito!- no pudo contener la alegría la genuina

Feli.Nico la miró mal, y le dijo:

-Deja de actuar, basura- ordenó, y luego miró a Tina- ¿Qué pasa, Feli? - le dijo a Tina-. ¿Para qué
me hiciste venir?

-Lo hice venir para acabar con esto- dijo, y mirándolo a los ojos, y dejando de lado la actuación agregó-:
Lo engañé, Bauer.

- ¿Con que me engañaste, Feli?

-No soy Feli. Soy Justina.

Nico se quedó pasmado. La verdadera Tina estaba atravesando una crisis de conciencia muy profunda;
transformada gracias a su vida en el hogar, y ayudada por algunos toquecitos a su corazón que le había
dado el invisible Tic Tac, ya no podía sostener la impostura, y quiso que la encarcelaran para no acatar
más las órdenes siniestras que le daban. Pero de pronto la santurrona de su prima habló.

- ¡Terrrrrminala santurrrrrona!- grito Feli, con un gran esfuerzo por parecer cruel-. No le haga
caso,Bauerrrr, mi prima está loca.

- ¿Que decís? - preguntó Tina, sin poder creer que su prima la cubriera cuando ella estaba confesando.

- ¡Digo que estás locas y me dejes en paz! - y miró a Nico-. Esta santurrrrona quiere ocupar mi lugar de
buenuda que es. Llévesela de acá.

Nico miró a una y a otra, y finalmente creyó en la actuación de la verdadera prima buena, miró a Justina
y le dijo:

- ¿Por qué haces esto, Feli? Te pasas de buena ya. Deja que tu prima se pudra en la cárcel- dijo,
y mirando a Feli con desprecio, se retiró.
Tina se quedó un momento más allí, e incrédula, le preguntó:

- ¿Por qué hiciste eso santurrrrona? Estaba confesando, te estaba dando la oporrrtunidad de
salirrrrrlibre.

-Tinitisss... Esa casa te está cambiando. Yo lo veo. ¿Como voy a privarte de ese milagro, de essssta
oportunidad que te está dando la vida? No puedo sacarte de esa cassssa que te está transformando.

-Pero... ¿y vos?

-Yo me las voy a arreglar. No te preocupes por mí. Vos nada mass segui por ese camino.

Las dos primas tenían sus ojos llenos de lágrimas. Antes, el acto altruista de Feli le hubiera repugnado a
Justina. Ahora veía cuanto amor había en esa decisión. Aun sin poder creerlo, se paró y antes de irse le
dijo:

-Gracias.

Sin embargo, el camino de redención que había comenzado Justina no sería sencillo, ya que Franka ya
había comenzado a presionarla con ferocidad para que cumpliera sus órdenes, y el golpe bajo con el que
la extorsionaba era el talón de Aquiles de la renovada ama de llaves. Le dejaron en claro que, si no hacia
lo que debía, pagaría Luz, y Tina sabía que cumplían con su palabra. De modo que se resignó a aceptar
que un cambio profundo ya no era una alternativa para ella.

El show a beneficio que organizaron los Teens les dio a todos un plus de satisfacción. Esta vez no
estaban preparándose simplemente para alcanzad un sueño, para beneficio personal, ahora su música
serviría para algo muy importante: ayudar a la familia de Tacho. Por esa razón en muy poco tiempo
organizaron algo muy grande, energizados por la maravillosa fuerza de la solidaridad. El gesto altruista,
además, les permitió dejar de lado mezquindades y rencores, y debido a que Thiago ya había dado
muestras de arrepentimiento cuando organizó el cumpleaños sorpresa de Mar, Tacho y Rama fueron los
encargados de invitarlo a cantar con ellos en el show. Claro que cada una de las partes sostuvo un
poquito su orgullo, pero lo depusieron de inmediato, y los cinco estuvieron felices de volver a cantar
juntos.

Lo hicieron en la plazoleta frente al hogar, y resultó un éxito. Como escenario, construyeron una tarima
de hierro y madera, con forma de cruz de cinco puntas, y como tantas veces lo habían hecho, los Teens
brillaron en el escenario, reencontrándose en esa ocasión, emocionados, con Thiago. Todos los demás
integrantes del hogar estaban allí, colaborando en la organización, en el sonido o en la venta de tortas y
bebida que habían hecho ellos mismos para sumar unos pesos a la recaudación. Y por supuesto, estaba
la atribulada Justina, con la consigna de cumplir su misión allí mismo.

Ya había hecho un par de intentos, con una enorme perturbación. Había puesto cera y aflojado la
baranda de la escalera, para que Cielo sufriera una caída, pero sin saber por qué, a último momento una
opresión en el corazón la había obligado a salvar a Cielo, a la que apartó justo a tiempo, para terminar,
cayendo ella misma. También pensó en darle una descarga eléctrica mientras presentaba el show de los
chicos, pero también cuando estaba por hacerlo, una fuerza poderosa la conminó a evitarlo. Y ahora,
mientras Cielo aplaudía feliz a los Teens, que en ese momento presentaban una nueva canción, titulada
A decir que si, Justina la observaba con mucha angustia, decidiendo su nuevo ataque. Lo que ella no
sabía, ni podría saber, era que todo el tiempo había estado junto a ella el invisible Tic Tac, quien se
divertía tocándole el corazón cada vez que la malvada en vías de redención se decidía a actuar.

Como invitados especiales del show, los Teens contaron con Nico y Cielo, que cantaron juntos una
canción, Salvador estaba entre el público, y al verlos en el escenario le tocó reconocer que el de ellos era
un gran amor. Cantaron para vos, una canción que ella le había dedicado, y a pesar de que habían
decidido divorciarse, no dejaron de mirarse a los ojos ni un instante, con la certeza inequívoca del amor.

Sobre el final del show, los cinco amigos estaban cantando el bis, cuando de pronto, Jazmín, mirando a
Thiago, se estremeció y quedo congelada. Fueron unos pocos segundos, y casi nadie lo advirtió, pero la
gitanita se había puesto pálida: una vez más había tenido una de sus visiones, y esta vez, lo que vio la
espantó.

Por la noche todos estaban exultantes con el resultado del beneficio, la recaudación había sido
extraordinaria, y Tacho intentaba lograr que el Melli esbozara algún tipo de emoción. Su hermano
estaba muy conmovido por todo, pero le costaba mucho expresarlo. Con lo recaudado podrían generar
algún emprendimiento para que el Melli, junto a su padre, pudieran mantener económicamente a la
familia y evitar así ser separados. Para Tacho no era una causa cualquiera, el conocía muy bien el dolor
de este tipo de desarraigo.

- ¿Que sabes hacer, Melli?

-No sé, no mucho.

-Pero algo...

-Me las ingenio bastante para arreglar las cosas.

- ¿Qué cosas?

-Electrodomésticos y esas cosas...- dijo el Melli, siempre parco.

-Bueno, algo de eso podemos armar- dijo Tacho.

Y fueron a prepararse, ya que esa misma noche los mellizos y Nico partirían hacia el norte, a llevar la
ayuda para la familia Morales, justo a tiempo para evitar la disgregación familiar, que era inminente.

Cielo se despidió antes de ellos, ya que tenía turno con el médico. Justina volvió a ser presionada para
ultimar sus directivas, e incluso fueron más allá cuando le hicieron saber que Luz estaba con ellos. Ante
esto, Justina no tuvo otra opción que ir detrás de Cielo, y el invisible Tic Tac se desesperó, porque no
podía despegarse de Esperanza, la beba, y no pudo ir tras ella para frustrar una vez más sus intentos.
Justina estaba acorralada, no tenía ninguna intención de dañar a Cielo ni de interrumpir su embarazo,
pero debiendo elegir entre ella y su Lucecita, no lo dudo. Decidió que lo mejor era atropellara, y se
subió al auto, llorando de impotencia.

Cielo avanzaba por una avenida, pensando en lo que habían hecho esa tarde, y aunque miró al cruzar,
no advirtió que un auto emprendió contra ella cuando estaba en la mitad de la calle. Pero de pronto
sintió un empujón y rodó: al incorporarse para ver quien le había ayudado, vio a Salvador, que venía tras
ella, y actuó al advertir que estaban a punto de embestirla. Cielo ni miró al veloz auto que casi la había
atropellado, ya que Salvador había quedado tendido en la calle, lastimado por el impacto que había
recibido el en su lugar.

Cuando estaban a punto de partir hacia el norte, Luca se acercó a Nico, trémulo y pálido, y le manifestó
que necesitaba hablar con él. Bauer estaba apurado pues debían irse de inmediato, pero notó la
expresión de Luca que debía ocurrirle algo grave, de modo que se tomó unos minutos para escucharlo.

Nico sintió una profusión de emociones desagradables cuando el otro, por fin, y tal como le había
prometido a Jazmín, le confesó quien era. Sintió bronca, decepción, impotencia, miedo, furia y hartazgo.
Sin embargo, también creyó en su sincero arrepentimiento y su enorme deseo de liberarse de esa gente
que lo tenía sometido, Luca era otro chico en situación de riesgo al que debía ayudar. Y así como no lo
juzgo antes, cuando lo reconoció como un falso ladrón, tampoco lo hizo ahora, aunque sabía que debía
tomar recaudos.

-Perdoname, Nico. Yo sé que te traicioné, a vos, y a todos...

-Lo que me importa- dijo Nico- es que los estás traicionando a ellos. Y eso para mí es suficiente. Ahora
tengo que irme, pero cuando vuelva vamos a hablar. Lo mejor va a ser que les hagas creer que seguís
leal a ellos, pero por supuesto no cumplas ninguna orden que pueda lastimar a nadie.

-Quedate tranquilo, que no voy a hacer nada.

-Eso espero.

- ¿No me odias? ¿No me vas a echar?

-Claro que no, Luca. Vos sos la víctima acá.

Luca lo miró, sintiendo que si bien no había tenido la suerte de toparse con alguien como Nico cuando
tenía trece años, lo había hecho ahora, y esa profunda gratitud lo emocionó hasta las lágrimas.

En el hospital Cielo recibió el parte médico sobre el estado de Salvador.

- ¿Está bien? ¿Fue grave? - preguntó ansiosa.

-No, no fue grave el choque. No tiene quebraduras ni golpes importantes.

- ¡Cuanto me alegro! - exclamó Cielo, aliviada.


-Pero él está grave, más allá del choque.

- ¿Cómo?

El médico le explicó que, habiéndolo examinado para descartar traumatismos, encontraron una
patología preexistente, muy seria.

-Tiene un solo riñón, es donante- aclaró ella.

-Eso ya me lo dijo, pero no es ese el problema.

- ¿Que tiene Salvador?

El médico la miró, serio, y le informó que Salvador tenía una enfermedad en la sangre, que le había
comprometido varios órganos.

- ¿Tan grave es? - se estremeció ella.

-Es irreversible- concluyó con contundencia el médico-. No tiene mucho tiempo por delante.

- ¿Pero él lo sabe?

-Claro que lo sabe. Él me lo dijo.

A Cielo le llevó varios minutos sobreponerse a esa noticia, y se maldijo por haber dejado pasar todas las
señales que había tenido. Ya había advertido varios episodios en los que Salvador se había indispuesto;
el primero, aquel día en el teatro, cuando se desmayó, pero luego pensó que se había tratado de un
malestar por su condición de monorrenal. Sin embargo, a esa siguieron otras situaciones semejantes.
Ahora Cielo sabía lo que tenía, y por supuesto, él también lo sabía. Salvador se estaba muriendo y se lo
había ocultado. Comprendido que no había querido preocuparla, ni conmoverla, ni condicionar su
decisión por la gravedad de su estado. Había sido otro acto de amor, y esa actitud lo engrandeció aún
más.

Cuando Tacho, Nico y el Melli ya salían de la mansión, Luca se acercó otra vez. Antes, durante la charla,
impactado por la respuesta comprensiva de Nico, lo logró reaccionar como hubiera querido. Necesitaba
expresarle su gratitud.

-Gracias- le dijo conmovido, y lo abrazó.

A pocos metros, también el Melli pudo sintetizar, en una palabra, todo lo que su escaso vocabulario
le impedía. Miró a su hermano a los ojos, y largó un escueto y casi inaudible.

-Gracias.

En la habitación del hospital donde se recuperaba Salvador, ella lo observaba mientras dormía. De
pronto el registró su presencia, y la miró. Le sonrió, débil, y ella tomó su mano.
-Gracias- dijo Cielo, y aunque se refería al hecho de haberla salvado de ser atropellada, su
agradecimiento iba mucho mas allá. Era gratitud por haber sido tan generoso con ella, tan noble y
amoroso. Por haber ocultado su enfermedad para no condicionarla o manipularla. Y comprendió que, si
ese hombre iba a morir y el así lo deseaba, ella pasaría el tiempo de vida que le quedara a su lado.
Superar al padre
Thiago seguía viviendo en el loft de Salvador, aunque ya había empezado a considerar su regreso al
hogar, pues ya estaba recomponiendo los vínculos. Siempre preocupado por su madre, la llamó por
teléfono y como no atendió, le dejó un mensaje pidiéndole que se comunicara de inmediato.
Apenas cortó, sonó su celular y atendió creyendo que era ella.

-Ya era hora, mamá. ¿Dónde te metiste?

-No soy tu mamá- dijo una voz grave y metálica.

- ¿Quién habla? - preguntó extrañado.

-Tu padre- respondió Juan Cruz.

En un primer momento, Thiago se estremeció, y recordó que Bartolomé unos meses antes había
desaparecido de la clínica en la que estaba internado. Pero esa voz no era la de Bartolomé, de todas
maneras, tratándose de él, todo era posible. Lleno de dudas, preguntó:

- ¿Papá?

-No soy Bartolomé, si eso preguntas- dijo Juan Cruz.

- ¿Quién habla? - se impacientó Thiago.

-Ya te lo dije... tu padre.

-Ok. Chau, pa...- dijo Thiago con sorna, y se dispuso a cortar.

- ¿No queres escuchar lo que tengo para decirte? - continuó Juan Cruz.

- ¿Quién carajo sos?- se enojó Thiago-. ¿Qué queres?

-Ya te dije quién soy. Y lo que quiero es lo que todo buen padre quiere para su descendencia... que el
hijo pueda superar al padre.

Thiago cortó, ofuscado, sin embargo, aquella voz y esas palabras tan particulares lo dejaron intranquilo.

Nico, Tacho y el Melli llegaron muy temprano al pequeño pueblo norteño, cerca del monte en el que
había vivido Tacho siendo un niño. El lugar ya no era tan pequeño como él lo recordaba, sino que había
crecido bastante, no obstante, era aún localidad chica y precaria. Durante el viaje se habían puesto de
acuerdo en cómo proceder: primero irían a ver a la familia, y luego se encargarían de buscar un local
para alquilar, donde instalar la casa de reparaciones que el Melli llevaría. Luego, cuando abriera el
juzgado, Nico y Tacho irían a hablar con el juez para abogar por su familia.

Cuando llegaron a la casa familiar, a Nico se le estrujo el corazón al ver las condiciones en las que vivían,
y en las que había crecido Tacho. La casa era más bien un rancho: los pisos de tierra y los techos de
chapa, sin aberturas ni ventanas, y apenas había una puerta. Se veían algunos animales de corral
sueltos,y una decena de niños, desde los cuatro hasta los quince años. Tacho saludó con un beso y un
abrazo a todos, a excepción del padre, al que le dio la mano. Nico vio que allí las demostraciones de
afecto era algo que incomodaba a todos.

La madre de Tacho era una mujer aún más retraída que el Melli, siempre miraba hacia abajo, y se cubría
la boca para sonreír, para ocultar los dientes faltantes. El padre era un hombre rústico, de mirada
altanera y de muy pocas palabras. Nico dejo que Tacho les contara con excitación para que habían
venido y como los ayudarían, pero no encontró ninguna respuesta ni expresión de alegría o
agradecimiento en nadie. Cuando se estaban retirando de la casa, Tacho posó su mirada sobre un objeto
que le provocó una puntada en el pecho. Arrumbado sobre el mueble derruido, estaba el viejo televisor
blanco y negro, por el que lo habían cambiado. Nico no le hizo ningún comentario sobre su familia para
no incomodarlo, pero era evidente que para el joven el encuentro también había sido duro, un claro
constante entre la familia que había idealizado en su recuerdo, y la familia ideal.

Junto al Melli fueron hasta el centro del pueblo, y buscaron un local para alquilar. Hallaron uno que
reunía las condiciones, aunque estaba muy venido abajo, pero el precio era ideal. Hicieron un
preacuerdo con el propietario, y el Melli se quedó allí para empezar a hacer la limpieza, mientras
Nico y Tacho concurrieron al juzgado.

Bauer tenía claro que no sería una tarea sencilla, pero estaba esperanzado en que el juez atendiera el
reclamo, debido a todo lo que habían hecho para cambiar la situación de la familia Morales, pero se
sorprendió cuando se toparon con un juez hosco, y muy poco receptivo a revisar la causa. Nico y
Tacho intentaron persuadirlo, pero ante la negativa firme y agria del magistrado, Tacho se ofuscó.

- ¿Usted es juez de menores? ¿Usted defiende a los menores separándolos de la familia? ¿Qué clase
de justicia es esa?

Entonces el juez, sin perder la calma, le explicó las razones de su decisión.

- ¿Usted sabe por qué le quito la tenencia de los menores a su padre? Porque el señor Morales vende
a sus hijos.

- ¿Qué?

-Lo que escuchó. Da a sus hijos en adopción por dinero.

Tacho cayó en la silla, devastado. No solo lo impactó la afirmación, sino que además le corroboró una
sospecha que él había tenido. Si bien siempre había pensado que su valor de cambio había sido un
televisor blanco y negro, no era inocente al respecto, y muchas veces había pensado en la posibilidad de
una transacción económica por su adopción.

Mientras tanto, en la ciudad, Mar recibió una visita inesperada. Abrió la puerta principal del hogar y ahí
estaba Terremoto, quien fiel a su estilo entró sin saludar, y de muy mal modo la increpó.
-Escuchame una cosa, cocorita, tanto me jodiste para que te entrenara, ¿y después desapareces?

-Hola, ¿no?

- ¿Que te pasó?

-Estuve con muchas cosas...

-Bueno, escuchame. Campeonato nacional de boxeo femenino, ¿te va?

- ¿Para ir a ver?

- ¡Para participar, Tractorcito!

- ¿Qué? No, no, no... No, no... ¡No!

- ¿Ves que sos una cobarde?

- ¿Qué? ¿Ahora si entrenas mujeres y crees en el boxeo femenino?

-Creo en vos- le dijo Terremoto.

Mar miró a ese hombre que había admirado tanto y a quien, a su manera, le tenía aprecio. Ahora venía
a buscarla para participar de un torneo de box, algo que había sido un sueño en su vida. Pero ese sueño
ya había pasado...

-No- le dijo.

Y Terremoto la miró muy mal.

La llamada que había recibido Thiago lo había alterado más de lo que podría admitir. Además, no fue la
única, sino que esa misma tarde recibió otra. Estaba en el loft con Salvador, que ya había regresado del
hospital. Lo había acompañado Cielo, que le dio una enorme lista de recomendaciones y le pidió a
Thiago que se quedara a cuidarlo. Una vez que estuvieron solos y Thiago se interesó por su salud,
Salvador le pidió que lo acompañara a volar un avión bimotor que había alquilado.

-Vos estás loco, Salva- dijo Thiago-. Acabas de llegar del hospital, tenes que hacer reposo.

-Yo estoy bien. Por favor, me muero por volar ese bimotor. Acompañame.

Thiago no pudo negarse, y Salvador entró en el baño para darse una ducha. En ese momento sonó el
teléfono de Thiago y otra vez era esa voz irritante.

- ¿Cómo estás, hijo?

- ¿Qué queres? - se alteró Thiago.

- ¿Otra vez? Quiero que me superes, ya te lo dije. Pero para eso, vas a tener que vencer la cobardía.
- ¿Qué?

-Y si... Digamos que sos un poco cobarde, hijo.

-Yo no soy tu hijo- le gritó Thiago, desencajado, y cortó.

Salvador salió del baño, alarmado por su grito.

- ¿Pasó algo?

-No. Nada.

Thiago intentó disuadirlo otra vez de su idea de ir a pilotear un avión, pero Salvador se obstinó, y
además le suplicó que Cielo no se enterara de eso.

Dos horas más tarde, estaban levantando vuelo en la pequeña aeronave. Thiago observaba como
Salvador disfrutaba el vuelo; era, sin dudas, un amante de los deportes de riesgo. Luego de unos
cuarenta minutos, mientras Salvador iniciaba las maniobras de descenso, escucharon el timbre del
teléfono de Thiago. Salvador le dijo que no era frecuente, pero que a veces se captaba la señal cuando
estaban a determinada altura. Thiago atendió: era nuevamente la voz sepulcral.

-Hijo.

- ¿Que queres? - se sulfuró Thiago.

-Se que estás volando con Salvador, y también sé que ese muchacho está mal de salud. Con una
pequeña ayuda mía, se va a poner peor aún.

Thiago miró a Salvador y registró que estaba pálido, sudoroso, y tenía un leve temblor en las manos.

-Los bimotores...- continuó Juan Cruz-. Son piezas de ingeniería... delicadas. Una fallita y pierden
sustentabilidad.

Thiago vio que Salvador tuvo un pequeño vahído, y notó que un movimiento involuntario del control de
la nave produjo una oscilación preocupante.

-Salvador...- dijo Thiago advirtiendo su malestar.

- ¿Que pasaría, hijo, si el piloto desfallece? - siguió diciendo la voz-. Tal vez tengas que dejar de
ser cobarde y hacer algo. ¿No te parece?

- ¡Salvador! - dijo Thiago advirtiendo que estaba a punto de desmayarse.

-Quieras o no quieras, para ser digno hijo mío, tendrás que ser valiente... y superarme.

- ¡Salvador! - gritó Thiago, desesperado, cuando lo vio perder el conocimiento.


Antes la ausencia de Nico, Malvina fue la encargada de acompañar a Cristóbal a la academia de
arqueología, donde el pequeño presentaría un trabajo en una muestra nacional. Cristóbal había armado
una maqueta en la que gran volcán entraba en actividad, lo que generaba un desplazamiento tectónico.
Malvina estaba admirada de la inventiva del pequeño, pero lo notó muy nervioso cuando llegaron y
advirtió que había empezado a respirar con dificultad. Apenas llegó, los docentes a cargo lo recibieron
con efusividad, y felicitaron al pequeño Bauer, recordando a su ilustre abuelo, y a su famoso padre,
augurándole la misma gloria al pequeño, pero esos comentarios, lejos de animarlo, lo pusieron incluso
más nervioso.

Cuando le adjudicaron su stand para instalar su presentación. Malvina lo vio ofuscarse, porque el
espacio era pequeño, porque su trabajo era demasiado precario, y no estaba a la altura de esa muestra.
Malvina, genuinamente admirada de lo que había hecho, intento persuadirlo de que era una genialidad,
pero en ese momento un padre se acercó con su hijo, que también presentaba un trabajo, y al enterarse
de que era el hijo de Bauer, el hombre le habló maravillas de Nicolas, diciendo que era evidente que el
pequeño seguiría los geniales pasos del arqueólogo. Inesperadamente, Cristóbal estalló en una crisis
muy extraña: se ofuscó con el otro niño cuando quiso espiar su trabajo, lo empujó, le pegó, y en el
mismo arranque de agresividad, terminó arrojando al piso su maqueta, que se rompió, para culminar en
una nueva crisis asmática. Malvina lo contuvo, aunque estaba también desbordada, sin comprender lo
que estaba ocurriendo.

Tacho y Nico salieron del juzgado impactados por la afirmación del juez, y regresaron al local que
alquilarían. En el camino Tacho apenas habló, pero al llegar al lugar y al ver a su padre y a su madre en el
interior, junto al Melli, se detuvo y miró a Nico.

-No me extraña para nada lo que dijo el juez- afirmó.

-Me imagino que no.

Entonces Tacho, con gran angustia, empezó a recordar la verdadera naturaleza de su padre: un hombre
violento y agresivo, que mantenía sometida a su madre, y los maltrataba a él y a sus hermanos cuando
eran chicos. Recordó, como si lo estuviera vivenciando nuevamente, el terror que todos le tenían. Pero
Tacho ya no era aquel niño, y supo que, si iba a ayudar a su familia, debería hacer algo más que darles
dinero y ponerles un local para que se sustentaran. Nico se ofreció a acompañarlo, pero Tacho
manifestó que debía hacerlo él mismo, solo. Nico permaneció en la vereda mientras el joven ingresaba
al local. En ese momento sonó su teléfono, era Malvina.

-Nicky, Cristóbal no está nada bien- le dijo.

- ¿Que le pasó? - se alarmó Nicolás.

Malvina le refirió el incidente, y Nicolás se extrañó, pues esa conducta violenta no era propia de su hijo.

- ¿Te dijo algo?

-Si- afirmó ella-. Hable con él, yo soy re psicóloga con los kids, you know.
- ¿Qué te dijo?

-Que él nunca va a ser tan grosso como vos.

Nico se angustió. Sabía que su hijo lo admiraba muchísimo, y que eso era algo bueno, pero a veces
también percibía que esa admiración que le tenía lo hacía sentir algo disminuido. Entonces le pidió a
Malvina que le pasara con su hijo.

- ¡Me dijo Malvina que me cambiaron a mi hijo! ¿Qué paso, papu? ¿En serio le pegaste a un nene? ¿Vos?

-Más o menos- reconoció Cristóbal-. No sé qué me paso, papa.

-Trabajaste mucho en esa maqueta, Cris... ¿De repente no te gusta más y la rompes?

-No es que no me gustaba... Es que...- intentó explicar, y ahogando las lágrimas dijo-: Vos sos muy grosso,
pa, yo al lado tuyo no puedo ni empezar...

-Hijo, mi amor... ¡Yo soy el que no arranca al lado tuyo! - le respondió Nico enternecido.

Entendía perfectamente lo que estaba ocurriendo: Cristóbal se identificaba con él, pero al mismo
tiempo, se sentía opacado por su figura. Era uno de esos momentos en que los padres tienen que saber
dar el espacio para que los hijos puedan surgir.

Algo similar está ocurriendo entre otro padre y su hija, aunque ellos aun lo ignoraran. Terremoto se
había decepcionado por la negativa de Mar a participar del torneo de box, y habiendo advertido que la
pequeña era muy parecida a él en cuanto al carácter, sabia precisamente como pincharla.

- ¿Sos sordo o te explotó el termotanque? - le gritó Mar ante su insistencia-. ¡No quiero ser
boxeadora profesional!

- ¿Y por qué me rompiste tanto las guindas para que te entrene? - la provoco él.

-Porque me parecía injusto que no entrenaras mujeres.

- ¿Ahora sos la defensora del feminismo mundial? Tomatelas... Vos sos muy cocorita, pero estás
muerta de miedo- la pinchó.

- ¡No tengo miedo!

- ¡Muerta de miedo estás!

Mientras ella seguía arguyendo que no era miedo, sino desinterés, él se colocó un guante y le tiró una
piña, suave, en la cara.

- ¿Qué haces? - dijo ella ya engranando.

Le tiró otra trompada, y Mar, no pudiendo contenerse, se colocó un guante, y le devolvió el golpe.
-No tengo miedo, te digo. Nada mas no quiero.

La discusión se veía intercalada ahora por golpes de puño que se tiraban uno al otro mientras gritaban.

- ¡Muerto de miedo estás! Y no está mal, todos tenemos miedo, pero tenes que superarlo...

- ¿Para qué?

- ¡Porque tenes que aprovechar ese talento que tenes! No hay nada peor en la vida que la cobardía.

- ¡No soy cobarde!

-Demostramelo entonces. Vamos, dale, pega, ganame si podes. ¡Ganame!

Terremoto no se había equivocado: Mar tenía el mismo carácter belicoso que él, y esa provocación
surtió efecto. Cocorita como era, se calzó ambos guantes y empezó a pegar. El boxeador solo frenaba
sus golpes, mientras la seguía provocando, para que ella sacara uppercut tras uppercut

- ¡No tengo miedo!

-Entonces, pega, mantequita. Vamos, pega, si sabes que naciste para esto. Pega, gáname, dale, ¡gáname!

Terremoto sabía que para que su pupila pudiera surgir, debía superarlo, pero sin hacérsela fácil.

Lo mismo sabia Nicolás, quien entendía que Cristóbal ya estaba en esa edad en la que los padres ya no
se dejaban ganar más por el hijo para darle satisfacción. Ahora Cristóbal se estaba abriendo su propio
camino, y en ese camino él era un gran referente, pero por eso mismo podía inhibirlo.

-Yo a tu edad, era un pelmazo- le dijo Nico y provocó una sonrisa en su hijo-. Vos sos grosso de verdad,
hijo. A veces te miro y me pregunto: ¿yo crié a este genio?

-No exageres, Bauer- dijo el niño.

-No exagero. Sos inteligente, maduro, bueno, sensible. Y tenes mucha más pinta que yo.

-Pero yo me pongo mal cuando hay un problema, en cambio vos... siempre resolves todo.

-Eso es solo porque soy más grande, hijo. Porque viví más. Pero te aseguro que vos a mi edad me vas
asacar diez vueltas.

En ese momento, dentro del local pegado al lugar desde el cual Nico hablaba con su hijo, el niño
sometido y temeroso que había sido Tacho estaba intentando superar a ese padre mítico que era el
suyo, no era el que tenía enfrente, sino al de su recuerdo, ese que lo atemorizaba. El señor Morales
tomaba un mate que le acerco su mujer, mientras el Melli seguía sacando trastos viejos para ponerlo en
condiciones. Tacho observó a su padre, y vio el desprecio con el que este le devolvió el mate a sumujer.

-Está frío.
-Lo caliento- respondió solicita y sometida la mujer.

- ¿Me dejas hablar a solas con él? - dijo Tacho a su madre.

La mujer asintió y se apartó. Entonces Tacho juntó coraje, y como le había enseñado a hacer el Melli,
contuvo la respiración para atravesar un nuevo campo de ortigas. El padre estaba pelando una manzana
con un pequeño cuchillo.

-Esta cueva no va a funcionar- dijo el hombre, escéptico.

-Tenes razón. Mientras vos estés acá, este negocio no se abre- se animó a decir, por fin, Tacho. El padre
lo miró extrañado, y Tacho continuó. - Hablé con el juez, y dice que te sacó a mis hermanitos porque vos
los vendías- dijo con la voz quebrada-. Sos una porquería, papá. Un tipo que hace plata con sus hijos, sos
una basura. ¿Cuánto te dieron por mí, ¿eh?

El padre no respondió, solo le sostuvo la mirada, denso. El Melli, más atrás, se detuvo en su accionar, y
los observó.

-Quiero que te vayas- dijo Tacho intentando imponerse a ese padre que le resultaba demasiado grande-.
Que la dejes a la mami y a mis hermanos en paz.

-Volve a la ciudad, mi hijo- le recomendó el padre sin perder el aplomo.

-No. Vos te vas a ir- se mantuvo Tacho.

Entonces el padre se acercó a él, era bastante más alto que Tacho, y su mirada era atemorizante. Aun
sostenía el cuchillito con el que había pelado su manzana, y encargándose de que Tacho lo viera bien, se
le pegó y le dijo:

-Te vas de acá, y te dejas de joder.

Tacho por un momento volvió a sentir el mismo temor que le tenía en la infancia, ese pánico que les
producía a él y a sus hermanos el enojo de su padre, sobre todo cuando había bebido.

-Volve a tu vida de señorito, y olvidate de que tenes familia- concluyó su padre, amenazante.

Pero Tacho no reculo, ahora el también era un hombre.

-Yo te tenía mucho miedo, ¿sabes? - le dijo juntando valor-. Siempre nos maltrataste, nos pegabas a
nosotros y a la mami. Pero ya no soy un nene, y no te tengo miedo.

- ¿Ah, ¿no? - dijo el padre esgrimiendo el cuchillo.

-No. Lástima te tengo. Y vergüenza.

Ante eso, el padre levantó su mano, como tantas veces había hecho en el pasado para pegarle, pero esta
vez Tacho le frenó la trompada en el aire, y con una fuerza evidentemente superior, le torció el brazo y
logró doblegarlo.
- ¿Qué haces? ¡Soy tu padre! - dijo el hombre, y ya no sonaba tan atemorizante como antes, ahora
era una persona asustada.

-El padre que me arruinó la vida a mí y a toda mi familia- le dijo Tacho sin soltarlo-. Ahora escuchame
bien... Te vas a mandar a mudar, bien lejos de acá. Nunca más vas a joder a ninguno, ¿está claro?

Y lo soltó. El hombre trastabilló, y lo miró de lejos. Ahora que alguien se había rebelado a su
sometimiento, era un pobre hombre, muy asustado. El Melli también pareció resurgir con la valentía de
Tacho, e incluso la madre, que no se había ido del todo, volvió, pero no para asistir al padre, sino para
secundar al hijo.

-Imaginate lo que hubiera sido yo a tu edad, en medio de la selva y con una mujer embarazada-
continuó Nico al teléfono-. ¡Me hubieran comido los piojos, hijo! En cambio, vos hiciste una ciudad
enmedio de la selva, cuidaste a Malvina, a tu hermana... y creciste mucho.

-Pero sigo sin ser como vos- se lamentó el pequeño.

-Y eso es genial. No tenes que ser como yo. Ahora es lógico que me tengas como ídolo, pero te aseguro
que cuando seas grande, vos vas a ser mi ídolo, hijo.

Mientras Nico intentaba no ser una figura demasiado grande para su hijo, Terremoto lograba hacer
surgir a la luchadora que había en Mar y Tacho se animaba a derribar a ese padre enorme que los
atemorizaba, otro padre continuaba torturando a su hijo.

Luego del aterrizaje forzoso que Thiago había tenido que hacer ante la descompostura de Salvador,
estaba enfurecido con esa persona que lo llamaba afirmando ser su padre. Con la ayuda de su amigo,
que había podido reaccionar un poco, logró aterrizar la aeronave. Ya de regreso, en el loft, lo dejó al
cuidado de Cielo, que le reprochó severamente su idea de ir a volar.

Thiago recordaba que Malvina en un par de ocasiones había intentado decirle algo en relación a su
padre, pero nunca se había animado. Ahora que alguien que no era Barto lo llamaba y le aseguraba ser
su verdadero padre, comenzó a llenarse de intriga. Antes de irse, le preguntó a Cielo si sabía que había
detrás de todo eso, y Cielo solo le dijo que, si existía una verdad era, era Ornella quien debía
revelársela. Entonces Thiago corrió a buscar a su madre, a la que encontró internada en una clínica, más
grave.

El secreto que guardaba y aún no había tenido el valor de confesarle a su hijo la torturaba. Sabía que la
carta no había llegado a sus manos. Charly insistía en que la única posibilidad de cura era terminar con
los secretos, pero contarle a Thiago tantos detalles oscuros le resultaba muy difícil. De todas maneras,
cuando su hijo llego y le preguntó directamente si era cierto que su padre era otro y no Barto, ella debió
admitirlo.

-Es verdad, hijo- reconoció.

- ¿Es verdad? - se desesperó Thiago-. ¿Como no me lo dijiste antes?

-No pude.
- ¿Quién es mi papa? ¿Quién es ese enfermo que me llama?

-Tu papá se llama Juan Cruz.

Ante ese nombre, a Thiago se le aflojaron las piernas. Por supuesto estaba al tanto de que la persona
que estaba detrás de la corporación que los acosaba se llamaba Juan Cruz, y esta coincidencia de
nombres le provoco un escalofrío.

Ornella, debilitada en su cama, intentó darle explicaciones, pero Thiago estaba desbordado. Desde un
tiempo a esa parte, él ya no era el mismo: desbordado de ira y de ofuscación, y esa revelación lo había
enfurecido aún más.

-Ahora tenes que mirar hacia adelante, hijo. Todo esto es pasado, tenes que pensar en tu futuro.

- ¿De qué futuro me hablas? - gritó él a viva voz-. ¡Me arruinaron la vida, me quemaron la cabeza!
¿De qué futuro hablas?

En la mansión, Rama entró en el cuarto de las chicas a buscar un libro que le había prestado a Valeria, y
cuando estaba yéndose, creyó oír un sollozo. Se detuvo, volvió sobre sus pasos, y encontró a Jazmín,
llorando, muy angustiada.

- ¡Gitana! ¿Qué te pasa? - le preguntó muy preocupado.

- ¡Es horrible! - dijo ella.

Y se abrazó llorando a él, que intentó serenarla, adivinando en parte lo que le estaba ocurriendo, El día
anterior, durante el show, solo él había advertido cuando ella se quedó paralizada en el escenario. Lo
había olvidado, pero ahora, viéndola así, y conociendo esas extrañas visiones que ella tenía, adivinó que
le había pasado.

- ¿Tuviste otra de tus visiones? ¿Es eso?

Pero la gitanita le tenía pavor a esas revelaciones que la asaltaban sin aviso, por eso nunca las contaba.
Sin embargo, esta vez Rama logró sonsacarle que había visto.

-Vi a Thiago. Estaba como loco, gritaba... en una terraza- dijo al fin ella.

Thiago discutía con vehemencia con Ornella, cuando sonó otra vez su celular, y el atendió de inmediato,
sacado.

-Ahora que lo sabes, ¿queres conocerme? - dijo la voz grave y metálica de Juan Cruz.

- ¿En dónde estás? - grito Thiago, furioso.

-Muy cerca. En la terraza...

- ¿En qué terraza?


-En la de este edificio. Si te animas a verme la cara, veni.

Rama alarmado, le pidió más detalles a Jazmín sobre su visión.

- ¿Qué hacía en esa terraza? ¿Por qué estaba como loco?

-No sé, gritaba desesperado, no sé a quién, pero estaba sacado, como nunca lo vi. Y de pronto...

- ¿De pronto qué?

-De pronto salía corriendo y se tiraba al vacío- confesó ella al borde del llanto.

Rama, pálido, la levantó de un tirón de la cama, y salieron corriendo de la habitación.

Ornella, debilitada, veía con extrañeza como Thiago se alteraba sobremanera mientras hablaba por
teléfono.

-Thiago, mi amor, ¿quién es? - le preguntó ella.

-¿Sos vos, no? El que nos viene jodiendo la vida... ¿Sos vos? ¿Por qué carajo nos haces esto?

-Ya vas a tener todas las respuestas. Te espero en la terraza.

Sin responder las preguntas de su madre, Thiago abandono la habitación, y salió al pasillo, y corrió hasta
la escalera más cercana, y comenzó a subir hacia la terraza, mientras Juan Cruz seguía hablándole por
teléfono.

-Es una buena noticia que no seas hijo de Bartolomé, un explotador, un mentiroso, una lacra... Por
suerte llevas mi sangre, sos mi príncipe.

Esa voz profunda provocaba en Thiago un estado como de trance, y furia. Lo único que quería era ver
cara a cara a esa sombra que lo acechaba, y febril, subía uno a uno los escalones.

-Te voy a sacar bueno...- continuó calmo, Juan Cruz-. Vas a ser mejor que yo, nos esperan grandes cosas.

Thiago finalmente llegó a la terraza, abrió la puerta de una patada, y salió. Solo vio los equipos de aire
acondicionado de la clínica. Siempre con el celular en la oreja, rojo y agitado, corrió por la terraza,
buscando a ese hombre que lo torturaba psicológicamente.

- ¿Dónde estás, enfermo? ¡Da la cara, basura! - gritó, desaforado.

Tal como lo había percibido Jazmín en su visión, Thiago corrió de un extremo al otro por la azotea,
gritándole al aire, con sus ojos llenos de lágrimas; parecía en trance.

- ¿En dónde estás? - gritó.

Y de pronto, lo vio. En el extremo de la terraza, junto al precipicio, había un hombre de espaldas, vestido
con un largo piloto negro, y cabellos largos, con sus manos en los bolsillos. Thiago dejó caer su celular,
con los ojos nublados por el llanto. Ahora, sin teléfono, el seguía escuchando la voz de Juan Cruz en su
cabeza.

-Si, soy yo el que te habla por el celular.

El hombre frente a él no parecía humano, sino más bien una sombra, y ahora, oyendo esa voz como si le
hablara en el interior de su cabeza, Thiago empezó a enloquecer.

- ¡Date vuelta! ¡Da la cara!

En ese momento se abrió la puerta de la azotea, y aparecieron Jazmín y Rama, agitados de tanto correr.
Cielo les dijo que había ido a ver a Ornella a una clínica que quedaba a pocas cuadras de allí. Al llegar a la
habitación, ella, preocupada y urgía, les contó que Thiago se había enfurecido hablando por teléfono y
que había subido a la terraza. Al oír esas palabras, Jazmín y Rama se estremecieron y subieron a buscarlo.
Apenas llegaron, vieron como gritaba, como su voz rasgaba el aire. Nadie podía distinguir esa sombra
frente a la que el vociferaba. Cuando Jazmín contempló la escena, compendió que estaba por cumplirse
su visión.

- ¡Thiago! - intentó hacerlo reaccionar Rama.

- ¡Da la cara! - gritó Thiago al aire, sin registrar a su amigo.

Y de pronto echo a correr, enajenado, hacia el borde de la terraza. Rama reaccionó a tiempo, corrió
hacia él y logró detenerlo a escasos centímetros del borde. Thiago gritaba y pataleaba, y Rama lo
abrazó con todas sus fuerzas para sujetarlo mientras lloraba desesperado, hasta que pudo hacer foco
en Rama, y al volver a mirar hacia adelante, vio que ahí donde había estado la sombra de su padre no
había nada.

Thiago lloró durante unos cuantos minutos, abrazado por Rama y Jazmín, sin poder explicarles lo que
había vivido. Ahora lo sabía: Juan Cruz, su padre, no era un hombre que los acechaba desde la oscuridad,
sino que era una sombra que se metía en su cabeza.
Bitácora de Bruno Bedoya Agüero.
Fecha terrenal: agosto de 2030

Mi mirada sobre el mundo, y sobre la vida, cambió desde el día en que me desdoblé, y mi alma errante,
descubrió que las agujas de ese reloj de bolsillo que me había regalado mi padre comenzaron a girar
alocadamente, y a llevarme de un lado a otro por las líneas temporales. Primero vi mi nacimiento, y
luego me fue llevando aleatoriamente por cada día de mi vida. Viajé al pasado, y al futuro. Las
manecillas del reloj giraban, y estaba de pronto en el año 700 A. C., y al instante, en el 3042, era un
viaje vertiginoso, que no podía controlar, y comencé a asustarme.

Hasta que de pronto todo se detuvo, y yo estaba parado en medio de la nada absoluta, sin vestigios de
civilización humana a la vista, salvo por un anciano de baja estatura, rasgos indígenas y cubierto por una
piel de mamut que avanzó lentamente hacia mí. Era el año 5228 antes de Cristo.

-Brea pre lunga- dijo el anciano, y yo supe que me estaba dando la bienvenida, y que, por fin, alguien
mepodría explicar que me estaba sucediendo.

Esta bitácora continuará...


La rana y el escorpión
Justina había ido ya tres veces a consultar al médico, pues estaba convencida de lo que sentía en el
centro del estómago era gastritis o una úlcera, pero el gastroenterólogo le aseguraba, una y otra vez,
que estaba perfectamente sana.

-Eso que esssstas sintiendo, dulcccce, se llama "escrúpulos", y aunque se sienten medio feúchos, son un
buen conssssejero- le explicaba Feli durante las frecuentes conversaciones telefónicas que tenían desde
que Justina había comenzado su camino de redención.

Esos escrúpulos que Tina sentía cada tanto eran aguijoneados por los toquecitos que le daba,
divirtiéndose, el invisible Tic Tac. Así lo hacía en ese momento, en el cuarto de las chiquitas, mientras
Justina les leía un cuento al tiempo que Esperanza dormía plácidamente junto a ellas en su moisés.

- ¡Este, Feli! - eligió un cuento Alelí.

-A ver cual...- dijo Justina tomando el libro-. ¿Justo este?

- ¡Si!

-Bueno...- carraspeo, tensa, y empezó a leer "El escorpión y la rana".

Pero recrear ese cuento que habla de la naturaleza traidora del escorpión le resultó demasiado, y llamó
a Luca, que pasaba por el pasillo, y le pidió que mejor se hiciera cargo el de la lectura. Luca se dispuso a
leer con gusto esta historia que narra la inconveniente relación de una rana a la que un escorpión le
solicita que lo cruce al otro lado del rio en su lomo, y por supuesto, la rana se niega por temor a ser
picada por él. Cuando Luca leyó el fragmento en el que el escorpión la convence con el argumento de
que si la picaría morirían ambos porque, como él no sabe nadar, se ahogarían, pensó que la rana no
debió haber sido tan confiada. Comprobó su sospecha al seguir leyendo: a mitad del rio, la rana sintió el
aguijón en su lomo, y mientras desfallecía, le pregunto por qué lo había hecho. La respuesta del
escorpión fue contundente: "Lo lamento, Rana. Está en mi naturaleza".

Un llamado de Charly para que acudiera al laboratorio secreto interrumpió la lectura. El joven tenía la
determinación de abrirse, sin embargo, por pedido de Nico, seguía simulando serles leal, de modo que
acudió. Allí se encontró con Justina, también convocada para recibir órdenes, y los dos quedaron
aturdidos cuando Charly explicó el motivo de su llamado.

-Es hora de terminar con Malvina.

- ¿Como? - exclamó Justina, con la piel erizada.

-Lo que oyeron. Y van a encargarse los dos.

-Pero ¿porrrr qué? - insistió Tina-. Si la bólida es inofensiva, no molesta a nadie más que con sus pavadas.
-Son órdenes de Juan Cruz.

- ¡Que me la de él en mi propia cara! -se envalentonó Justina.

-Malvina muere. Hoy. Pero no vamos a dejar rastros para eso...- comenzó a explicar, y sacó una pequeña
caja de cartón, la abrió, y Luca se estremeció al ver lo que allí había: un escorpión enorme, y muy
venenoso.

Cielo regreso al loft, al que había ido a visitar a Salvador, que se recuperaba, y se encontró con Nico y
Tacho que ya habían regresado de su viaje al norte. Ella los saludó con alegría, y luego apartó a Nico
para referirle las extrañas circunstancias que había vivido Thiago, con esa voz que le hablaba no solo en
el teléfono, sino en su cabeza.

Al rato Tacho fue a encontrarse con sus amigos, deseoso de contarles las experiencias de su viaje. Los
encontró reunidos en la sala de ensayo. Allí estaban Mar, Rama y Jazmín, alrededor de Thiago, del que
no se despegaban un instante desde que lo habían encontrado en la terraza a punto de arrojarse al
vacío.

- ¿Paso algo? - dijo Tacho al verlo.

-No nada- dijo Rama, mientras le hacía señas a Tacho indicándole que luego le contaría.

Tacho se sentó junto a ellos y les relató, entusiasmado, como había resultado su viaje. Les pormenorizó
la llegada, el reencuentro con su familia, y el enfrentamiento con su padre, quien luego de su
advertencia tomó sus pertenencias y se marchó, para alivio de toda la familia. Ante este hecho, Nico y
Tacho hicieron una nueva apelación ante el juez, quien al comprobar la deserción del señor Morales, y
que ahora la familia tendría una fuente de ingresos para sustentarse, decidió prorrogar su decisión.

Sus amigos estaban sorprendidos por la historia, pero Tacho les aseguro que había dos cosas más
asombrosas aún. La primera era que luego de enterarse- o más bien confirmar- que su padre había
recibido dinero por dar a sus hijos, quiso saber si eso había ocurrido con él, pero quedó perplejo al
comprobar que no había sido así, sino que su adopción fue legal, y lo más curioso fue el nombre de la
asistente social que había tramitado su trasladado.

- ¿Esperanza Bauer? - dijo Rama, incrédulo.

-Si- confirmó Tacho-. La asistente social que llevó mi caso se llamaba como la hija de Nico. ¿Una
coincidencia muy rara, ¿no?

Todos estuvieron de acuerdo. Y el otro relato llamativo que tenía que hacerles, era que antes de
despedirse de su familia, quisieron dejarlos con el local funcionando. Para lograrlo y probar además la
pericia del Melli, Tacho había insistido en que reparara el viejo televisor blanco y negro, por el cual creyó
que lo habían cambiado. Sentía que era una forma de cerrar esa historia y ese dolor. El Melli accedió, y
al abrir el artefacto para repararlo, Tacho dio un respingo al encontrar adentro una pequeña llave de
color plateado, que era lo que estaba produciendo el desperfecto. Tacho sacó la llave que había traído
del norte, y se les mostró.

-Es igual a la que encontraron ustedes, ¿no? - exclamó Mar.

-Creo que si- dijo Jazmín.

Y propuso ir a compararlas, pero al llegar al escondite donde estaban las dos llaves y el libro, se llevaron
una desagradable sorpresa: no estaban. Thiago, cabizbajo y lleno de remordimientos, los miró sin
decirles que había sido él quien las había entregado.

El noviazgo secreto de Caridad y Nacho proseguía, sin embargo, ella ya estaba cansada de ser negada,
yle dio un ultimátum.

-Oficializamos o se terminó.

-Pero, Paisa...- puchereo él.

-Pero, Paisa nada, ¡gaucho sotreta! Me presenta como su novia legal y oficial o se olvida de mí.

-Dame tiempo.

-Le doy. Hasta mañana, que es su cumpleaños. Ahí me presenta a sus amigos y a toda la prole de su
familia. ¿Estamos?

Nacho no soportaba la idea de perder a la Paisa, y, atormentado, se comprometió a acceder a su pedido,


sin embargo, fiel a su naturaleza, urdió una estrategia para no tener que pasar por la vergüenza de
mostrar en el country que estaba enamorado de una campesina que comía pan con chicharrón y tortas
fritas.

Cuando llegaron al hogar dos chicas jóvenes y espléndidas le dijeron a Caridad que eran de un centro
de estética, y que ella se había ganado en un sorteo un cambio total de look, inocente por naturaleza
como era, no se le ocurrió pensar que todo era idea de su cachetón.

Dos horas más tarde, él fue a comprobar los resultados de la misión, y quedó boquiabierto al verla. Le
habían hecho un corte y un peinado muy modernos, la habían vestido con ropa que favorecía sus curvas
y disimulaba sus excesos, y ¡la habían maquillado! La Paisa jamás usaba pinturitas, como ella les decía.
No es que a Nacho no le gustara en su versión natural, pero esta versión tuneada de Caridad si era digna
de ser presentada en el country.

Al día siguiente, antes que los chicos se fueran al cumpleaños de Nacho, Nico los reunió para hablar con
ellos de algo importante. Solo había convocado a los adolescentes y, cuando todos vieron que junto a
Nico estaba Luca, muy serio, al principio pensaron que les informarían que dejaría el hogar. Pero
quedaron muy impactados cuando Luca, a instancias de Nico, les confesó que había sido durante todo
ese tiempo un espía de la Corporación CC. Jazmín lo miró con una sutil sonrisa, pues era testigo de su
arrepentimiento, pero Tacho lo sintió como una bofetada, ya que era su amigo más próximo.
-¿Como pudiste ser tan garca?

-Él no tiene la culpa de lo que lo obligaron a hacer, Tacho- intervino Nico.

- ¿Y vos lo sabias? - le preguntó a Jazmín al advertir que era la única que no se mostraba sorprendida.

-Ella me descubrió- admitió Luca.

- ¿Y te quedaste callada, gitana? - dijo Mar.

-Me dijo que él se lo contaría a Nico, y lo hizo.

-Chicos, quiero que entiendan...- continuó Nico- que Luca es una víctima, así como ustedes lo fueron de
Bartolomé. Él era obligado a hacer esto, pero se quiere abrir, y de hecho ya lo hizo. Se ofreció, además, a
seguirles la corriente para ahora espiarlos nosotros a ellos.

-Eso no es muy arriesgado? - se preocupó Jazmín.

-Es lo menos que puedo hacer por ustedes- les dijo Luca, con ojos suplicantes.

-Luca es de los nuestros- sentenció Bauer.

Sin embargo, a excepción de Jazmín, todos empezaron a tratarlo con recelo y desconfianza, y Luca lo
acepto, pues sabía que debía dar muchas pruebas de confianza para que volvieran a creer en él.

- ¿Vos fuiste el que les dio el libro y las llaves? - lo increpó Rama.

Y Luca negó, pero no se atrevió a decir que había sido Thiago. Nico miró a todos.

- ¿Como que no están el libro y las llaves? - preguntó Nico.

-No. Alguien se lo llevó y seguro fuiste vos- dijo Tacho mirando a Luca.

-Yo no fui- insistió Luca, sin denunciar a Thiago.

-Fui yo- confesó él, por fin.

Todos miraron a Thiago con desconcierto, y aunque él les explicó en qué circunstancias lo había hecho,
volvió a despertarse en todos la desconfianza que habían empezado a tenerle. Nico hizo un esfuerzo por
comprenderlo, pero no pudo apaciguar los ánimos del resto de los chicos, que comenzaron a agredirlo.

- ¿Que se puede esperar de vos? - cerró Tacho, hiriente-. Después de todo, sos un Bedoya Agüero.

Thiago calló, y recordó lo que Bartolomé le dijo aquel día en que lo había visitado en la cárcel: que no
podría renunciar a la sangre, y que un día despertaría y se daría cuenta de que llevaba en sí mismo todo
lo que odiaba de él. Ahora, además, lo mortificaba pensar que no solo tenía esa herencia, sino la de Juan
Cruz, su padre biológico.
La tensa charla fue interrumpida por la entrada de Caridad, que los descolocó a todos con su nuevo look,
y Nico los animó a ir a la fiesta, pues necesitaban distraerse. De todas maneras, Thiago prefirió no ir, y
tampoco Luca.

Nacho estaba muy nervioso, vestido con un saco muy elegante, rodeado de toda su familia y sus amigos
del Rockland y del country, en la ostentosa fiesta organizada en el elegante club house. Ya había
anunciado que presentaría a su novia, y su padre, el severo juez Adolfo Pérez Alzamendi, se sentía
orgulloso por adelantado, esperando conocer a una señorita de doble apellido, seguramente hija de
algún empresario. Pero todos, y sobre todo Nacho, enmudecieron cuando vieron entrar al grupo de
chicos del hogar mágico rodeando a Caridad, que no solo no tenía ya el look impuesto por las
esteticistas enviadas por Nacho, sino que había exagerado su aspecto campesino. Se había colocado una
pollera larga y floreada, con volados, una blusa blanca bordada, y dos largas trenzas hasta la cintura.
Había ocurrido que, antes de ir a la fiesta, habían regresado las profesionales contratadas por Nacho,
enviadas por el para asegurarse de que su aspecto estuviera impecable, y ella, con gran dolor, las había
oído llamándolo por teléfono cuando se iban y confirmándole que el trabajo estaba hecho. Con enorme
desazón comprobó que el gaucho sotreta no perdía las mañas, y que nunca podría dejar de ser como era;
y decidió darle una lección, pues ella tampoco podía ir contra su naturaleza, y por eso fue a la fiesta lo
más Paisa que pudo.

El juez la miró como si fuera un chiste, algunos amigos de Nacho se rieron, pero él se desesperó, y casi
llorando, la tomo del brazo y la sacó al exterior, donde estaba por largarse a llover.

- ¿Por qué me hiciste esto? - le dijo más bien dolido que enojado-. ¿Por qué te cambiaste la ropa?
Si estabas divina...

-Soltame. Me voy- contestó ella y comenzó a caminar por el césped prolijamente recortado.

-Veni acá, ¿a dónde vas?

-Me voy a pata.

Se soltó de él y siguió caminando. Se oyó un trueno, y la tormenta, que había amenazado todo el día, al
fin se desató. Ella amaba la lluvia, pero él ni la registró, lo único que le interesaba era entender por qué
ella había actuado así.

- ¿Por qué hiciste esto? ¿Por qué un chiste hoy? ¡Justo hoy, no!

-Soy del campo- dijo ella enfrentándolo-. Pero no soy ninguna caída del catre. ¡Le pagaste a esas mujeres
para que me hagan a tu medida!

-Si, si- admitió él, angustiado.

-Yo soy así- dijo ella, con toda su dignidad.

-Ya sé, ya sé que sos así... Fue un detalle eso nomas- intento minimizar él.
- ¿Tanta vergüenza te doy?

Nacho se quedó callado. Ella, con un dolor enorme, emprendió la retirada, y él la siguió, desesperado.

- ¡Entendeme!

- ¿Qué queres que te entienda? - preguntó ella, y se detuvo-. ¡Me tratas como a un perro! Yo no
quiero eso- aseguró, e intentó irse, entonces Nacho la detuvo.

La lluvia caía sobre ellos. Caridad vio que él era un pollito mojado, llorando como un nene, tratando de
dejar de ser quien era.

-Por favor, no me dejes solo- suplicó-. Está bien, tenes razón... Siento vergüenza- admitió al fin.

Caridad sintió lástima, pero no de sí misma, sino de él.

-Me muero de vergüenza- reconoció el con un llanto desgarrado-. Pero no por vos, ni por lo que siento
por vos, sino... de mí. Porque... esto soy yo. Esta bosta de persona soy yo. Pero vos me estás cambiando,
Paisa. Nunca nadie me quiso bien. Y yo tampoco nunca quise bien a nadie. Por favor, no me dejes solo.

Cuando Adolfo Pérez Alzamendi vio regresar al salón a su hijo, empapado por completo, junto con esa
campesina ordinaria, igualmente mojada, y de la mano, pensó que se trataba de una extraña broma.

-Ignacio... ¿Qué es esto? - lo increpó, contenido.

-Ella... ¡es mi novia, papá!- anunció Nacho a toda voz, y sin soltarle la mano, la llevó hacia la pista, donde
se unieron al resto de los chicos que ya bailaban.

Mar, Jazmín y Valeria le sonrieron a Caridad, aun sorprendidas por el cambio que había producido en
Nacho. Y ella, mientras su adorado cachetón la besaba delante de todos, pensó en que si era cierto que
el que nace barrigón es al ñudo que lo fajen, entonces debería ser que el gaucho arrogante que
mostraba Nacho era solo una máscara que ocultaba su verdadera naturaleza, un pobre chico solo, que
necesitaba ser querido.

Luca miraba la cajita de cartón con el peligroso escorpión que tenía en sus manos, recordaba el cuento
que le había leído a los chiquitos, y consideró que esa historia escondía una gran sabiduría. Era cierto
que nadie escapa a su propia naturaleza, que es como un río que nunca modifica su curso. La verdadera
esencia de cada uno se mantiene inalterable, y por esa razón ahí estaba él, con ese escorpión, a punto
de hacer uso de su veneno.

Cuando sintió un terrible ardor en su espalda, Charly pensó lo mismo que Luca. El joven, en su esencia,
era una persona noble, y ahora que estaba redimido, no traicionaría a los que eran su familia, y por esa
razón había atacado a su propio jefe con el escorpión.
La otra orilla
El cumpleaños de Nacho no solo sorprendió por la oficialización, escandalosa, de su noviazgo con
Caridad, sino por otra también, presentación en sociedad muy particular. Mar, Jazmín, Tacho y Rama
estaban en una mesa, riendo a carcajadas mientras veían a Caridad, sentada a la mesa de la familia de
Nacho, contando a viva voz como preparaba requesón en el campo, ante la mirada espantada del juez,
su señora, y sus amigos del country. De pronto, se detuvo la música, y Nacho, ya cambiado de ropa y con
el pelo seco, subió al escenario con un micrófono, y agradeció la presencia a los invitados. Y luego de,
por si no hubiera sido suficiente, reafirmar su amor por la Paisa en público, se refirió al concurso
intercolegial en el que participaban, y del que ambas bandas eran finalistas. Nacho relató que él y sus
compañeros, a partir de haberse consolidado como grupo, tenían la firme determinación de continuar, y
para eso, esa noche, además de su festejo seria la presentación oficial de Man!!

- ¿Man? - se preguntaron los Teens al unísono.

-¡¡Con ustedes, Man!!- anunció Nacho en un grito.

Detrás de él, unas telas negras cayeron dejando al descubierto un enorme cartel en el que se veía el logo
de la nueva banda, en letras enormes y rojas, con dos siglos de exclamación al final, nombre tomado, sin
dudas, del latiguillo que repetía permanentemente uno de los fundadores del conjunto. Comenzó a
sonar una canción compuesta para la ocasión, llamada Dieciséis, y subieron al escenario Tefi, Melody, y
Simón, y ahora todos comprobaron que sus vestuarios estaban engomados con el que llevaba Nacho.
Era evidente que los jóvenes habían estado muy ocupados en la creación de la formación musical.

Los Teens, aun en shock, aplaudieron y celebraron la novedad, pero apenas pudieron disimular la
inquietud que les generó. Si bien no eran competitivos, la idea de que los chetos formaran una banda y
fueran competencia no les fue indiferente.

- ¿Cuándo armaron esto? - se preguntó Jazmín.

-Ni idea. ¿A vos no te dijo nada tu novio? - preguntó Tacho a Mar.

- ¡No! - se indignó ella-. Anduvo medio ocupado este último tiempo, pero no me dijo nada.

-Suenan bien- reconoció Jazmín.

-Mmm...- relativizó Rama.

-Si, Rama, no seas competidor- dijo Mar-. Suenan bien.

-Se dice competitivo- le corrigió Rama-. Y no lo soy. Soy competente.

- ¡Esa! - festejó Tacho, y chocó sus manos.


Sin embargo, el hecho de tener a una banda rival, parada en la otra orilla, los intranquilizó a todos.

El grupo terminó de cantar Dieciséis, la gente aplaudió a rabiar- "porque son amigos", afirmó Mar- y
Nacho entonces hizo un último anuncio.

-Man!! ¡Como sonó! Les presento a Tefi, Melody, Simón, y quien les habla, Nacho.

A medida que los nombró, ellos fueron saludando y el público aplaudiendo.

-¡¡¡Pero no somos los únicos integrantes, sino que Man!! tiene un quinto integrante.

- ¡Que originales! - dijo por lo bajo Tacho, embroncado.

Cuando decidieron profesionalizarse y formar un grupo, fue a instancias de Nacho, que, en su afán en
ganar en todo, quiso hacerles perder un poco del terreno a los Teens, que venían arrasando, y aportó al
grupo, además del nombre, una idea de marketing que consideró brillante, para difundir la banda.

-Y ese quinto integrante... sos vos- anunció-. O vos, o vos, o vos...- decía a medida que señalaba entre el
público-. Porque el quinto integrante será elegido en un casting. ¡Todos pueden ser parte de Man!!

Los cuatro Teens se miraron, encendidos.

-Mañana reunión urgente de los Teens- decretó Tacho.

En la mansión antes de irse a dormir, Nico hizo una recorrida por las habitaciones de los chicos para
chequear a los que estaban allí. Los chiquitos dormían todos, también Thiago estaba en su cama, pero
no vio a Luca. Preocupado, lo buscó y lo encontró sentado en la oscuridad de la sala de ensayos.

- ¿Qué haces, Luca?

Y al encender la luz, registró que estaba llorando.

- ¿Qué pasó? - se asustó.

Luca lo miró, y se secó las lágrimas. Nico se sentó junto a él, y cuando le pidió explicaciones, Luca se
largó a llorar como un nene y lo abrazó. Nico, alarmado, logró serenarlo, y hacerlo hablar.

-Contame que pasó.

-Charly me dio una orden. Terrible.

- ¿Qué orden?

-Me pidió que matara a Malvina.

- ¡¿Qué?!

-Me dio un escorpión. Con eso tenía que matarla. Y si yo no lo hacia, el iba a atacar a cualquiera de
los chicos, me amenazó- dijo sollozando.
-Luca, ¿qué hiciste? - dijo Nico, pálido.

Luca lloró con impotencia, y Nico casi tembló de pavor.

-Por favor, ¿qué le hiciste a Malvina?

- ¡Nada! No pude, no quise.

-Entonces está muy bien, Luca- dijo Nico aliviado-. No lo hiciste, eso es lo que importa.

Pero Nico volvió a angustiarse, y Nico comprendió que si había hecho algo.

- ¿Qué hiciste?

-Maté a Charly- confesó Luca, al fin, quebrado.

Nico finalmente pudo sonsacarle los detalles de lo que había hecho, y cuando supo que lo había dejado
atado en el centro de operaciones, agonizando por el veneno, lo obligó a decirle como llegar a ese lugar.
Luca se resistió, a pesar de que lo que lo estaba torturando era haber comprobado que no podía escapar
a su naturaleza asesina, aunque su víctima hubiera sido su victimario, y por eso intentó persuadirlo a
Nico de que lo mejor para todos era dejarlo morir. Sin embargo, el arqueólogo fue muy firme.

-¡Llevame ya a ese lugar!

Luca lo condujo por una entrada trasera, sin tener que pasar por el loft, abrió la puerta con su tarjeta
magnética. Encontraron a Charly agonizando entre estertores. Nico pidió una ambulancia de inmediato,
y lo trasladaron a una clínica en la que pudieron salvarle la vida.

A la mañana siguiente, Charly, pálido y ojeroso, con evidentes resabios de envenenamiento, aunque
recuperado, le hizo una visita a Nico en el hogar.

- ¿Que queres? - se inquietó Nico.

-Vengo a agradecerte por salvarme la vida.

-Lo hice por Luca, no por vos.

-De todas maneras, me salvaste la vida. Estoy en deuda con vos.

-No te metas con los míos, y estamos a mano.

-Justamente eso venía a ofrecerte. Yo te garantizo que ni vos ni los tuyos van a ser molestados. Pero
para eso me vas a tener que entregar a Luca- dijo Charly con mucha seriedad, con un brillo de rencor en
sus ojos.

-No- respondió Bauer, contundente.

-Me parece que vos no entendes nuestros códigos- amenazó Charly.


-Alejate de Luca y de todos nosotros- dijo Nico, y con eso dio por concluida la reunión.

Pero entendió que, aunque en sus códigos mafiosos, Charly valoraba que le hubiera salvado la vida, de
todas maneras, tomaría represalias con Luca por lo que había hecho, y por esa razón, no solo reforzó la
vigilancia en el hogar y sobre Luca, sino que urdió un plan con él. Bauer entendió que esa gente a la que
se enfrentaban no se detendría ante nada, y que cualquier esfuerzo por proteger a Luca seria en vano, y
por esa razón decidió tenderles una trampa ofreciéndolo como carnada.

¡¡¡Al otro día se realizó en un predio al aire libre la final del concurso intercolegial, donde los Teens y la
recientemente creada Man!! eran finalistas. La competencia entre ambos grupos ya había tenido sus
episodios de hostilidad, pero esta rivalidad creció exponencialmente ahora que la suerte estaba echada
y debería haber un solo ganador. El clima estaba bastante caldeado, y en camerines, todo empezó con
sutiles provocaciones y bromas, que fueron subiendo su tono a medida que avanzaban las
presentaciones. Cada banda debería cantar tres temas, por turnos.

En este contexto Nico urdido en su plan. Con la anuencia de Luca, en lugar de esconderlo, lo llevó a la
final, supuestamente para presenciar la actuación de sus amigos. Por supuesto Cielo y Nico estaban
alertas y vigilantes, y Luca tenía una protección especial, un chaleco antibalas que Bauer había
conseguido. El plan consistía en permitir que Charly y su gente cometieran el atentado para así ser
apresados in fraganti. Y pudieron lograrlo gracias a la valentía de Luca, al ingenio de Nico y a las
habilidades de Cielo.

Charly enceguecido por el rencor, quiso ocuparse él mismo de Luca, y aunque Franka intentó evitarlo, ya
que tenía una especial relación con su protegido, no pudo hacer nada ante la venia de Juan Cruz por
exterminar a ese espía que se les había dado vuelta. El lugar estaba repleto de jóvenes que había
asistido al concurso, y a Charly no le resulto difícil parapetarse a cierta distancia para matarlo allí mismo.
Cuando Franka vio que el joven se movía entre la gente sin ningún tipo de cuidado, le resultó extraño y
sospechoso, pero no pudo disuadir a Charly, cuya sed de venganza lo había enceguecido. Le disparo allí
mismo, en medio de la gente. Ambos vieron a Luca caer, y Franka debió contener el dolor que esto le
generó. Pero cuando se disponían a huir, se toparon con media docena de policías- ya advertidos por
Bauer- que los rodearon y los detuvieron. Mientras se los estaban llevando, vieron a reaparecer a Luca,
quien, si bien estaba dolorido por el impacto, se encontraba ileso y caminaba al lado de Nico.

Nico los miró con serenidad mientras se los llevaban en un patrullero, y Charly comprendió que la
primera vez en su vida que había perdido la sangre fría lo había arrastrado a la cárcel.

Ajenos al plan de Nico, el resto de los chicos seguía enfrascado en su competencia, y cuando estaban en
camerines, esperando a salir a, escenario para hacer la última presentación, las bromas y agresiones
comenzaron a espesarse. La tensión creció, hasta que una provocación de Nacho hizo que Tacho
reaccionara; todos se sumaron, y se desató una pelea de gritos, insultos y algunos manotazos, hasta que
intervino Cielo, logró separarlos y comenzó a reprenderlos con firmeza. Y mientras los sermoneaba,
nadie se percató de que algo extraño había comenzado a ocurrirle a Thiago. Estaba sentado junto al
resto, escuchando las palabras de Cielo, cuando empezó a mirar a su alrededor. De pronto, se puso de
pie, y comenzó a gritar, y todos quedaron mudos.
- ¿En dónde estás? ¿Quién sos? - gritó enajenado.

Cuando Cielo se acercó a él y le preguntó que le ocurría, Thiago empezó a correr por todo el camerin
desesperado.

- ¡¿Dónde estás?!

Como ya lo había hecho antes, Juan Cruz estaba hablándole en su cabeza, y esa voz, profunda e
inquietante, lo desesperaba. En la puerta del camerin había un guardia de seguridad que custodiaba el
concurso, y fue sorprendido por Thiago que corrió junto a él, le quitó el arma, y con el revolver en alto
empezó a desplazarse por el lugar, buscando el origen de esa voz que lo torturaba. Todos se aterraron
cuando lo vieron enloquecido, moviendo el arma erráticamente. Cielo intentaba acercarse y hablarle,
pero él ya no los veía, ni escuchaba. Todo lo que lo rodeaba había desaparecido. Veía solo oscuridad, y
en esa oscuridad escuchaba solo esa voz profunda y mortificante.

-Estoy en todos lados, y en ninguno. Y veo todo, y a todos.

- ¡¿Que queres?!- gritó Thiago, con el arma en alto, y sus ojos inyectados.

-Quiero que aceptes tu destino, y que cruces de orilla. Tu lugar está conmigo.

- ¡Basta! ¡Dejame en paz!

Los gritos de Thiago resonaban en la habitación, y todos los demás estaban agachados en el piso,
protegiéndose como podían de ese rapto de locura de Thiago. Mar lloraba, sufriendo por verlo así, y
solo Cielo avanzaba lentamente hacia él, repitiendo una y otra vez su nombre, para traerlo de vuelta.
Hasta que logro pegarse a él, le tomó suavemente la mano que sostenía el arma, se pegó a su oído, y le
gritó con voz firme.

- ¡Thiago!

Ante este grito, Thiago pareció reaccionar. Las sombras que lo rodeaban se desvanecieron, y volvía a
tener conciencia de donde estaba. Se vio a si mismo con un revolver en la mano; vio a todos los chicos
agachados en el piso, mirándola con pavor; vio a Mar llorando, angustiada, y a Rama y a Jazmín,
mirándolo con pena, pues era la segunda vez que lo veían así. Y entonces se desmoronó, cayó sin
fuerzas al piso; Cielo lo sostuvo y lo abrazó hasta que dejo de llorar.

Media hora más tarde, Cielo reunió a todos, ¡¡tanto a los Teens como a los Man!!, y les explicó lo que
le estaba sucediendo a Thiago.

-El escucha la voz de Juan Cruz en su cabeza, y eso lo tortura, lo desespera.

-Pero que... ¿se volvió loco? - preguntó Mar, aún angustiada.

-No. No se volvió loco. No cree escuchar esa voz. La escucha.


- ¿Y vos como lo sabes? - le preguntó Tacho.

-Porque yo también la escuché.

La idea de que había una persona que podía hablarles en la cabeza era muy difícil de aceptar y de creer,
pero Cielo no quería mentirles. Les dijo que Thiago era muy vulnerable a él, y que la única manera de
ayudarlo a resistir esos ataques era estar cerca, contenerlo y apoyarlo. Una red de contención amorosa
era la mejor armadura para sobrellevar los ataques de Juan Cruz. Por ese motivo, Cielo los animó a
continuar con el show, y les propuso hacer algo más.

-Esta competencia los llevó al peor lugar de ustedes mismos. Lo que debió haber sido una competencia
sana y divertida, se convirtió en una guerra descarnada. Y así están perdiendo todos. Por eso, quiero
proponerles algo- les dijo Cielo, y los chicos la escucharon atentamente.

Toda la audiencia, e incluso los jueces y organizadores del concurso quedaron perplejos cuando vieron
subir al escenario a los nueve integrantes de ambas bandas, quienes se negaron a competir, y en
cambio cantaron juntos una canción. Ninguno ganó, sino que el premio se lo dieron a otro colegio, pero
todo el grupo volvió fortalecido de aquella competencia. Desde ese momento, y a pesar de las
diferencias que aun tenían, comenzaron a funcionar como un gran bloque. Ya no fueron unos por un
lado y otros por otro, desde ese día fueron un gran grupo de amigos.

Esa noche, luego de cenar, Luca se acercó a Nico para agradecerle a solas todo lo que había hecho por él,
desde aceptarlo a pesar de su confesión, hasta protegerlo de Charly.

-Lo único que no entiendo, Nico... es porque salvaste a Charly. Él es tu enemigo, él es el que los está
persiguiendo, y jodiéndoles la vida.

-No lo hice por él- reiteró Nico-. Lo hice por vos. Si Charly hubiera muerto, vos te hubieras convertido en
un asesino.

-Yo te lo agradezco, pero creo que lo mejor va a ser que me vaya. Ahora están presos, pero no van a
durar nada ahí, y lo sabes. Tarde o temprano van a venir, y van a querer vengarse de mí, y eso puede ser
peligroso para todos.

-Yo no te voy a dejar en banda- aseguró Nico-. Vos sos uno de nosotros.

-Vos no tenes idea de con quién te estás metiendo, Nico. Vos no sabes de verdad de lo que son capaces.

-Pero si de que sos capaz vos, Luca. Y eso es lo que me importa. Acompañarte en este momento en el
que estás.

- ¿De qué hablas?

-Nosotros estamos en una orilla. Y ellos están en la otra. Y vos estas en el medio del río. Ya tuviste el
coraje de tirarte al agua, y venís nadando contra la corriente para llegar a esta orilla. ¿Vas a parar ahora?
Estás en la mitad, entre una orilla y la otra, y ahí la cuenca es más profunda, y la correntada es más
fuerte. Yo sé que es un momento difícil para vos, pero ¿sabes que tiene de bueno estar en la mitad del
río? Que tenes la misma distancia hasta tu punto de partida, que hasta el punto de llegada. Es el mismo
esfuerzo ir hacia uno u otro lugar. Si vos decidís venir a esta orilla, yo te puedo tirar un salvavidas.

Aceptando la invitación de Nico, Luca se decidió a seguir avanzando por ese rio caudaloso en dirección
hacia la orilla que había elegido, y para eso, entendía que debía decir todo lo que sabía y había ocultado
hasta el momento. Por esa razón fue a ver a Cielo, y a terminar con un misterio que la había angustiado
mucho y había ocasionado mucho dolor. Sentados en la cama del altillo, Luca se sinceró con ella, y le
dijo que ese accidente en el que habían atropellado a Salvador, en realidad, había estado dirigido a ella.

- ¿Me quieren matar?

-No. Quieren terminar con tu embarazo.

-Si, eso ya lo sé- dijo ella-. Ya lo habían intentado una vez, pero ¿por qué?

-Porque ellos saben quién es el padre de tu hijo, y por alguna razón, no quieren que nazca.

- ¿Como que ellos saben quién es el padre de mi hijo?

Desde el día en que se había enterado de su embarazo, la angustia por no poder encontrarle una
explicación lógica la había apesumbrado, y, además, distanciado de Nico. La idea de que esa
gente supiera esa verdad la estremeció.

- ¿Como lo saben?

-Porque te hicieron estudios. Ese día que intentaron operarte te hicieron un estudio genético. El padre
de tu hijo es Nico.

Una inmensa alegría invadió el corazón de Cielo, en algún lugar ella lo sabía, a pesar de que no podía
justificarlo. Y casi no hizo falta la explicación de Luca, pues ella ya había comenzado a entender ese
misterio.

-Ellos dedujeron- continuó Luca- que vos ya estabas embarazada de él cuándo cruzaste el portal

-Y como del otro lado, en Eudamon, no hay tiempo...- completó ella-. Cuando volví a este plano, para mí
no había pasado el tiempo que paso acá.

-Exacto. Te fuiste embarazada de días, y volviste igual.

Cielo se emocionó hasta las lágrimas y lo abrazo. Aunque ahora estaba distanciada de Nico, el hijo que
ambos habían soñado tener, estaba en camino.
Deiciséis
La carta que la mamá de Mar le había enviado con una foto de su padre, y que había quedado
extraviada en el correo, finalmente un día llegó, pero quien la recibió fue Justina. Como tenía la orden
de revisar la correspondencia que recibían en el hogar, la abrió, la leyó, y quedo atónita al comprobar
que ese profesor de boxeo que a veces venia para entrenar a Mar era su padre, hecho que ambos
ignoraban.

Esa misma mañana, cuando Justina los vio juntos, se puso extremadamente nerviosa y no supo bien que
hacer. Por un lado, sentía que su otrora odiada Marianegra tenía derecho a saber quién era ese hombre
que estaba a su lado, pero por el otro suponía que la mente intrincada de su jefe, al que no conocía,
querría guardarse esa información para sí. Y, en efecto, cuando estaba a punto de entregar la carta a
Mar y Terremoto, recibió un llamado de Juan Cruz, quien por primera vez se comunicaba directamente
con ella. El misterioso hombre le dio la orden estricta de callar ese secreto y hacer desaparecer la nota.

- ¿Pero por qué? - se quejó Justina, y no obtuvo respuesta. Sin embargo, aunque una parte suya
quería hacer las cosas bien, esa voz perturbadora la animaba a no desobedecer.

No obstante, la verdad venia abriéndose paso, y estuvo muy cerca de salir a la luz esa misma mañana,
cuando el boxeador le solicitó a Mar sus datos completos para inscribirla en el concurso.

-Nombre completo.

-Marianella Rinaldi

- ¿Edad?

-Dieciséis.

-Además, voy a necesitar la autorización de tus padres- le dijo.

-Mi mama está en España.

-Está bien, que mande la autorización por fax. Pasame el teléfono, así lo tengo por cualquier cosa.

Mar busco en su celular el número del teléfono de Sandra, y se lo paso.

- ¿Como se llama? - continuo él.

-Julia. Bah, en realidad, el nombre legal, el del documento es Sandra.

- ¿Que apellido?

-Rinaldi. Yo tengo el apellido de ella.


Cuando Terremoto escuchó ese nombre, retrocedió en su silla como si hubiera recibido un tremendo
cross de derecha. Mar lo miró, extrañada.

- ¿Qué te pasa?

- ¿Como dijiste?

-Sandra Rinaldi. ¿Por qué?

- ¿Y tú papa como se llama?

-No conozco a mi papa- dijo ella, algo avergonzada.

- ¿Pero sabes quién es?

-El nombre nada más.

- ¿Y cómo se llama?

- ¿Que son tantas preguntas? ¿Sos policía ahora?

Terremoto disimuló un poco su tensión. Esa mocosa que le producía una ternura que ya había olvidado,
y que por alguna razón la sentía tan parecida a él, acababa de decirle que el nombre de su madre era el
mismo de la mujer que había sido el gran amor y el gran dolor de su vida. Podrían existir decenas de
Sandra Rinaldi, pero para él se había abierto una puerta abrumadora.

-Te pregunto nada más, no seas arisca. ¿Cuál es el nombre de tu padre?

-Mauro Tallarico.

Ahora lo que recibió el púgil fue un gancho en la mandíbula que, literalmente, casi lo desmaya. Mar
advirtió que el hombre se puso pálido, balbuceante, y se paró de la silla.

- ¿Qué te pasa, che? ¡Estás muy raro!

-Tengo que irme- dijo él, agitado.

-Pero ¡para! Tenemos que completar los formularios.

-Ahora no- dijo él, y huyo.

Mar se quedó muy extrañada, sin embargo, estaba más preocupada por Thiago que por la rara conducta
de Terremoto, de quien ya sabía que era bastante excéntrico. Ella olvidó el episodio de inmediato, pero
él no. Cuando oyó a Mar mencionar su verdadero nombre, sintió como si una grieta se abriera bajo sus
pies, y había comenzado a caer, y caer.
Vagó sin rumbo durante varios minutos, hasta que por fin recuperó el aliento y pudo definir los pasos a
seguir. Buscó el número de teléfono que le había pasado Mar, y llamó a Sandra para confirmar la
impactante noticia.

Por pedido de Nico y Cielo, ni Rama ni Tacho se despegaban un minuto de Thiago, que aún no se
recuperaba del episodio del camerin. Si bien no quería hablar del tema, tampoco quería hacer ninguna
actividad para despejarse. Entonces los chicos pensaron en ver alguna película para pasar el rato. Fueron
a buscar la laptop que estaba en el cuarto de las chicas, y al hacerlo comprobaron que la odiosa Tefi
había dejado su fotolog personal abierto, y loggeado. Los amigos se miraron, cómplices, y casi al unísono
se les ocurrió hacerle una broma a Tefi. Minutos más tarde, la flacucha empezó a recibir mensajes y
llamados en su celular, de amigas del colegio que la llamaban para reírse de las fotos que había subido al
fotolog. Ella corrió hasta dar con una computadora y ver de que estaban hablando, y cuando descubrió
una media docena de fotos de ella, horribles, las que había mandado a la papelera de reciclaje, se quiso
morir. Los chicos habían buscado en su computadora y habían encontrado esas fotos que ella había
eliminado, las habían recuperado y subido a su fotolog.

Tefi trinó, furiosa, pero nunca se imaginó que habían sido los chicos, sino que dirigió su bronca y
venganza hacia Mar y Jazmín, y sin decirles nada, comenzó a espiarlas y fotografiarlas hasta encontrar
alguna imagen confusa, que con ayuda de algún programa de computación pudo modificar un poco para
dejarlas en ridículo. Melody la acompañaba, pero sabiendo que Mar sabia su secreto, y temiendo que
aquella, en represalia por estas fotos que subirían, terminara revelándolo, intentaba disuadirla.

-¿No te parece mucho, Tef?

-Ay, gorda, ¿vos me decís que es mucho?

- ¡No! Me encanta molestarla a la tortita negra de Mar, pero no se... se va a enojar.

-Es la idea- dijo Tefi, vengativa. Y apretó enter.

A los pocos minutos, estando Mar y Jaz reunidas con algunos de los chicos, alguien recibió el aviso de que
había fotos subidas de tono en el fotolog de ambas.

-Yo no uso esa gilada- dijo Mar, desestimando.

Sin embargo, al encender la computadora, se encontraron con la foto que había subido Tefi, en la que
se veía a Mar junto a Simón, en una situación confusa, y otra de Jazmín, producida como una bomba
sexy, algo indecorosa. Thiago y Tacho, presentes, saltaron ofuscados como si se tratara de sus novias, y
Simón debió marcarle a Thiago que el que podría estar molesto era él.

Cuando Mar y Jazmín comprobaron que la autora de esas fotos había sido Tefi, decidieron vengarse, sin
calcular que la guerra informática treparía a niveles peligrosos, rompiendo con la armonía grupal
recientemente lograda.
Cielo acababa de asimilar la noticia que le había dado Luca, y tras una charla con Tic Tac, al que halló,
como siempre, junto a Esperanza, pudo verificar que la teoría era certera. Ella ya estaba embarazada al
cruzar el portal, y los casi cinco meses que había estado en el otro plano no habían pasado para ella, y
por eso razón ahora tenía un embarazo de casi cuatro meses. Sin dudas, el padre de su hijo era Nicolás.
Lo buscó para contarle la noticia que sabía que lo haría inmensamente feliz, pero cuando estaba por
decírselo, recibió una llamada que lo hizo salir corriendo de inmediato, sin darle explicaciones.

Cielo advirtió que Malvina había estado escondida escuchando la charla que habían tenido, pero
deseosa de compartir la noticia, le contó a la bólida que el hijo que estaba esperando era de Nicolás.
Malvina sintió una extraña felicidad: por un lado, adoraba a Cielo, y sabía que era el genuino amor de su
amado Nicky; sin embargo, hasta el momento, ella era la madre de su hija, y era algo que la volvía única.
Ahora el embarazo de Cielo le arrebataba esa exclusividad.

Por su parte, Terremoto, deambulaba por la calle luego de hablar con Sandra, que le había confirmado
que Mar era hija de ambos. Estaba en shock, pues la verdadera razón de la debacle del boxeador había
sido ese gran amor que había desaparecido de su vida de un día para el otro. Sandra, dieciséis años
después, le reveló lo que antes no había podido: cuando su padre se enteró de ese embarazo, la llevó a
un campo y la obligó a dar a ese bebé, al que no había vuelto a ver hasta el año anterior. Para el corazón
golpeado de Terremoto, comprender que no solo le habían robado ese gran amor, sino también a su hija,
fue devastador, y caminaba como un fantasma en la calle, cuando se topó con una escena
desconcertante.

Lo mismo estaba viendo Nicolás, del otro lado de la calle, a la que había acudido por el llamado de Mar.
Allí, ante sus ojos, había una brutal pelea callejera entre los varones del hogar mágico y los chetos del
Rockland.

Lo que había comenzado como una broma de los chicos a Tefi había derivado, inexplicablemente, en esa
pelea. Luego de que Tefi había subido esas fotos trucadas de Mar y Jazmín, ellas captaron fotos de la
flacucha cuando estaba depilándose, y subieron una en la que se veía realmente fea. Tefi redobló la
apuesta, y subió entonces un video en el que se veía a Mar y Jazmín duchándose y hablando entre ellas
como hablan las amigas en charlas íntimas. Todos los chicos y medio Rockland las vieron en la ducha
confesando, una, que se moría por estar con el Ángel Rojo, y a la otra, admitiendo que, si bien estaba
muy bien con su payasito, cada vez que veía a Thiago se le empastaba la bujía.

Estas declaraciones provocaron una íntima sensación de triunfo en Thiago, y también en Tacho en tanto
él era el Ángel Rojo, sin embargo, también provocaron ira en Tacho, celoso de su alter ego, y en Simón
por haber sido ridiculizado de esa manera. Cuando Mar y Jazmín fueron a increpar a Tefi, ella estaba
rodeada de todos sus amigos, entre ellos Nacho, Jero, un compinche suyo muy arrogante, y un par más.
La discusión se volvió violenta y física, pero estaban frente al hogar, de modo que Simón, ciego de ira,
propuso resolverlo en otro lado lugar, y los del Rockland, orgullosos, no pudieron negarse. Además,
podrían grabar la pelea y subirla luego a internet, ya que subir ese tipo de videos les daba un extraño
prestigio y popularidad.
Ese fue el panorama con el que se encontraron por un lado Nico, y por el otro Terremoto. Mientras los
varones se peleaban, las chicas intentaban separarlos, y Nico se metió de lleno en la trifulca para
cortarla. Pero en un momento en el que Mar quiso sacar a Tacho del medio de la pelea, sin intención,
Nacho le dio un fuerte codazo que la tiro al piso. Ante esa situación, inesperadamente, Terremoto tuvo
una reacción irracional: apartó a Nacho del resto y olvidando la prohibición de los boxeadores de pelear
fuera del ring, ajustició al muchacho con una trompada demoledora. La pelea se cortó de cuajo, y Mar,
indignada, empezó a gritarle a Terremoto, aunque éste la hubiera defendido de Nacho.

- ¿Qué te pasa? ¿Como le vas a pegar a un chico? Es un pibe, ¿estás loco?

Pero Terremoto estaba tomado por la ira, aun en shock por la revelación que acaba de recibir. Fue Nico
el que lo frenó, y a los empujones lo sacó del lugar, diciéndolo lo mismo que Mar.

-A ese mocoso ya lo tengo acá- dijo Terremoto, señalándose la garganta.

- ¡Pero para, carajo! - lo frenaba Nico-. ¿Como le vas a pegar?

- ¡Le pego a la nena! - gritaba el boxeador.

-No le vas a pegar- lo sujetaba Nico al púgil, irrefrenable.

- ¡Le pego a la nena! - insistía, enceguecido-. Con la nena no. ¡A mi hija no le va a pegar! ¡A mi hija
no! -dijo finalmente, y todos enmudecieron.

Por detrás de Nico emergió Mar, aun con sangre en la comisura del labio por el codazo que le había
dado Nacho, y con un hilo de voz, le preguntó:

- ¿Que dijiste?

Y Terremoto enmudeció.

La pelea callejera derivo en una intervención policial: fueron detenidos tanto el boxeador como Nicolas,
como responsable de los menores, Bauer comprendió que estaban en serios problemas cuando vieron
aparecer en la seccional a Nachito, con su ojo morado por la trompada recibida, acompañado por su
padre, el juez. Nico intentó dialogar con él, pero este solo preguntó.

- ¿Quien fue, Ignacio?

-Él- dijo su hijo, señalando a Terremoto.

Sin decir una palabra más, el juez se retiró, dejando antes una orden expresa de no liberar a ninguno de
los dos, bajo ninguna circunstancia.

Cuando Cielo se enteró del enfrentamiento que habían protagonizado los chicos, y las razones de este,
se sintió enormemente defraudada, pues sintió que la charla que habían tenido durante la final del
intercolegial no había tenido ningún sentido, y por esa razón esta vez no les dijo nada, simplemente los
obligó a permanecer en sus cuartos, sin salir, sin celular, computadoras, ni juegos electrónicos. A los
chicos no les dolía tanto el castigo, como el mutismo de Cielo.

Malvina enterada de la detención de Nico, fue a verlos a la comisaria, pero no solo por él, sino porque
en las frecuentes visitas de Terremoto al hogar ella había empezado a sentirse especialmente atraída
por ese hombre rustico que era exactamente lo opuesto a ella. La bólida intento inútilmente hacer
gestiones para liberarlos, entorpeciendo y complicando aún más su situación. Nico vociferaba a los
policías.

- ¡No me pueden retener acá! ¿Me escuchas? ¡Tengo a cargo a quince menores!

-Dieciséis- acotó Malvina.

Pero Nico, sin registrarla, continuaba clamando por su situación.

-Por favor, flaco, yo lo único que hice fue separar a los chicos. No puedo quedarme acá. En serio, ¡hay
quince chicos que dependen de mí!

-Dieciséis- volvió a corregir Malvina.

- ¡Cortala con dieciséis, Malvina! ¡Son quince!

-Son dieciséis- se obstinó ella, pero no quería entrar en detalles porque Cielo le había pedido que
mantuviera el secreto, ya que quería ella darle la noticia.

-No, aprende a contar- insistio el-. Los cuatro chiquitos, más los cinco Teens, nueve. Mas Lleca, Valeria,
Luca y Caridad, trece. Tefi como invitada, catorce. Y Esperanza, quince.

- ¡Son dieciséis! - gritó ella-. El hijo que espera Cielo es tuyo,

Nicky.Nico se quedó impactado, sin capacidad de reacción.

- ¿Por qué decís eso?

-Porque es la verdad- dijo ella, emocionada-. Es así. No me pidas que te explique por qué no lo entendí,
pero es tuyo.

- ¿Voy a ser papá? ¿Otra vez? - se emocionó él.

Y ella, igualmente emocionada, le tomó las manos a través de las rejas.

-Papá de dieciséis hijos- corroboró ella.


Rock and roll
Los chicos llevaban ya un día de severo castigo, y habían pasado todo el sábado encerrados y
custodiados por Justina, para que nadie se escapara, ni accedieran a celulares o computadores, como
había dispuesto Cielo. Cuando empezó a anochecer, ya estaban muy aburridos, lamentando haberse
perdido la salida del sábado por la noche. Los varones estaban reunidos en su habitación, y las chicas en
la suya, y a ninguno le llamo la atención que Lleca hubiera pasado toda la tarde en el baño, ya que
conocían su afección por afeitar su barba inexistente. Pero cuando algunos quisieron entrar en el baño,
se encontraron con que ambas puertas estaban cerradas con llave.

El baño estaba situado entre ambas habitaciones, tenía una puerta que daba al pasillo, y dos más que
daban una a cada habitación. Las chicas comenzaron a golpear la que daba a su cuarto, y los varones la
suya para que Lleca les abriera, y todos quedaron atónitos cuando el niño abrió las dos a la vez, y les
permitió el acceso. Estaba a oscuras, pero de inmediato se encendieron luces de colores, apuntadas
hacia una gran bola de espejos colgada desde el techo.

- ¿Qué es esto, Lleca? – preguntó Mar.

-Esto es... ¡el Cheboli de Lleca! - anunció señalando un cartel que refrenaba sus dichos-. Y esto... ¡es
Rockand Roll! - gritó.

Accionó un control remoto y el equipo de música, colocado sobre la bacha del baño, se encendió y
comenzó a escucharse I was made for loving you, de Kiss. De modo inesperado, Lleca había encontrado
la manera de sortear la prohibición y esa noche no se quedarían sin su salida: tenían un boliche allí
mismo, en el cuarto del baño. Con evidentes dotes de comerciante, Lleca se había ocupado de todo, no
solo había luces, y música, sino que también bebidas.

- ¿Y Feli? - preguntó Jazmín.

-Todo liso, gitana- le guiñó Lleca.

Justina había sido distraída convenientemente por los chiquitos, en complicidad con Lleca. De modo que,
divertidos, todos entraron al cheboli de Lleca, cerraron las puertas, y comenzó la fiesta.

Thiago no olvidaba lo que había oído en aquel video, grabado en ese mismo baño, en el que Mar
reconocía que, si bien estaba con Simón, aun se le empastaba la bujía con él. Y aprovechando la
ausencia de su amigo, que cumplía su propio castigo en su casa, se acercó a Mar, la sacó a bailar, y se
esmeró por derribarle la medianera.

- ¿Que estamos haciendo, Mar? - le dijo él entre giro y giro.

-Estamos bailando- dijo ella.

-No. ¿Que estamos haciendo? Vos con Simón... Yo en cualquiera...


Ella lo miró y no supo que decirle.

Rama y Valeria estaban cada vez mejor desde que se habían dado aquel beso, sobre todo a partir de que
ella le aseguró que había cortado definitivamente su lazo con Gabo. Sin embargo, eso no era del todo
cierto, y el no tardaría en descubrirlo.

Por su parte, Tacho estaba iniciando su propia estrategia con Jazmín, aprovechando la canción con la
que Lleca había decidido inaugurar su cheboli.

Yo fui hecho para amarte

Vos fuiste hecha para amarme.

Le canto al oído, traduciendo la letra, y pegándose aún más a ella, le dijo:

-Quiero amarte, gitana.

Y Jazmín lo miró, entendiendo perfectamente que escondía la poética rockera de Tacho.

La indignación del juez Pérez Alzamendi por el ataque a su hijo no se calmó con la detención del
boxeador, sino que quiso ir por más. Sin admitir que había sido su propio hijo unos incitadores de la
pelea, convoco a los padres de los otros muchachos involucrados, y todos juntos concurrieron al hogar
mágico a pedir explicaciones a los responsables por la actitud vandálica de los menores. Estando Nico
aún detenido, debió recibirlos Cielo, y fue una situación realmente desagradable, ya que tanto el juez
como sus allegados acusaban a los miembros del hogar, y ponían como pobres víctimas indefensas a los
otros. El más indignado de los padres era el de Simón, al que Cielo no había conocido hasta el momento,
y le resultó bastante prepotente y desagradable. De todas maneras, ella no perdió las formas para evitar
que el conflicto siguiera creciendo, y les comentó que los chicos estaban muy arrepentidos de lo que
habían hecho y que habían aceptado el castigo recibido. Y para demostrárselo, los condujo a las
habitaciones para que los propios chicos se disculparan con los padres de sus compañeros.

Cuando llegaron al pasillo, y Cielo escuchó la música embotada que provenía del baño, palideció, pero
ya era tarde, porque en ese momento Lleca abrió la puerta para ir a buscar más hielo para la barra que
había armado, y Cielo y todos los demás vieron azorados como los chicos bailaban muy pegados bajo la
bola de espejos.

-Ya veo lo arrepentido que están tus chicos- le dijo el padre de Simón con displicencia a Cielo, y de
inmediato se retiraron todos, escandalizados.

Los chicos miraron a Cielo, mortificados por la culpa, y una vez más ella se retiró sin decirles nada.
Recién al día siguiente, cuando Nico por fin fue liberado, ambos reunieron a todos para tener una charla.

-Saben que a Nico y a mí no nos gusta tener que retarlos- comenzó ella.

-Pero es necesario. Tal vez a ustedes se les confunden las cosas, porque nos ven como a hermanos
mayores, cercanos, permisivos. Pero con Cielo tenemos que marcarles el camino.
-No es fácil para nosotros, chicos. A nosotros nadie nos enseñó a ser padres. Nico y yo teníamos nuestra
vida, y nunca se nos cruzó la idea de estar a cargo de tantos chicos. Y si elegimos asumir este desafío es
nada más porque los amamos.

-Y queremos brindarles las mejores herramientas para que tengan una buena vida- siguió Nico-. Pero ya
son grandes, y si quieren exponer su vida peleándose en una esquina, o subiendo cosas íntimas en
internet, allá ustedes.

-Me parece que están exagerando- intentó minimizar Tacho.

-No- respondió Cielo con firmeza.

-Si los dejo hacer lo que quieren, libremente, pueden terminar mal- continuó Bauer, también con
firmeza.

-La mayoría de ustedes tienen dieciséis, edad en la que pueden tomar cualquier rumbo y terminar
lastimados- explicó ella-. No vamos a obligarlos a creer que lo que decimos es la verdad absoluta, pero
sepan que todo lo que hacemos es por el bien de ustedes.

-Hay momentos en que tienen que decir que no- y elevando el tono para que entendieran que iba en
serio, Nico agregó-: Y quiero que les quede claro que en el hogar mágico no está permitido jugar con sus
intimidades en internet.

-Ni a la violencia física ni verbal- agregó ella.

Y sin darles la oportunidad de discutir ni argumentar, Nico y Cielo abandonaron la sala de ensayos en la
que habían estado reunidos. Los chicos se miraron, cabizbajos, además de admitir que habían ido
demasiado lejos y que Nico y Cielo tenían razón, odiaban defraudarlos.

Por su parte, ellos tenían enormes motivos para apartarse a hablar. Con gran emoción, Nico le dijo que
ya sabía la noticia que ella había querido darle, y aunque ella se ofuscó porque Malvina la había privado
de poder hacerlo, se fundieron en un abrazo de felicidad. Cielo le explicó todo lo que Luca le había
contado, y que luego Tic Tac le había corroborado, y él se disculpó por haber desconfiado de ella y por
su enojo.

-Eso ya pasó- le dijo Cielo con dulzura-. Ahora tenemos que mirar hacia adelante, y pensar en este hijo o
hija que está viniendo.

-Y además tenemos que pensar en nosotros y en lo que vamos a hacer, Cielo- dijo él-. Yo te extraño.

Ella lo miró y se estremeció, pues sentía y pensaba lo mismo, sobre todo desde la confirmación de la
paternidad, pero no podía dejar de sentirse culpable por Salvador, al que le había asegurado no dejarlo
solo mientras estuviera enfermo.

-Le hace peor que estés con él por lastima.


-No estoy con él por eso, sino por gratitud, y por cariño.

-De todas maneras, no es amor, Cielo. Vos me amas a mí, y yo a vos.

La conversación se interrumpió por la llegada de Mar, quien, aunque se sentía en falta por todo lo que
había ocurrido, quería hablar con Nico por lo que Terremoto había dicho el día de la pelea. Nico
entonces le comentó que el boxeador seguía detenido, ya que Pérez Alzamendi estaba enseñado
especialmente con él, pero por supuesto mientras habían compartido la celda, lo había interrogado por
sus dichos.

- ¿Y qué te dijo? - preguntó Mar con el corazón palpitante.

-Me dijo que fue una forma de decir. Que te quiere como a una hija, y que por eso reacciono así.

-Claro- dijo Mar, sin confesar que por un momento había llegado a ilusionarse con esa posibilidad.

De todas maneras, algo no le cerraba, y por esa razón llamó a su madre a España, para pedir más datos
de su padre.

-Los vamos a hablar personalmente cuando vaya, ¿te parece? - fue la intrigante respuesta que recibió.

Había ocurrido que, aun estando preso, Terremoto había logrado llamar a Julia, o a Sandra como él la
había conocido, y le había pedido que aún no le digiera la verdad a su hija.

Aunque todo el episodio había sido teñido por la violencia, ni Nico ni Cielo pasaron por alto el contenido
de las bromas que se habían hecho por internet, ni el tenor de las charlas registrada en el video. Las
parejas que se habían formado entre los chicos avanzaban, retrocedían, se consolidaban, se rompían y
volvían a formarse, pero lo que quedaba en evidencia era que todos eran adolescentes atravesando un
momento turbulento de sus vidas, en el que los deseos se estaban volviendo imperiosos.

Abordar el tema era algo que a Nico lo ponía muy nervioso, sin embargo, los dos tenían muy en claro
quedebían comenzar a generar un dialogo al respecto.

- ¡Hay que hablarles de sexo, Nico! - dijo Cielo.

- ¡No lo nombres! ¡No le digas así! - dijo él, aterrado.Cielo se rió.

- ¿Y cómo queres que le diga?

-No sé, pero así no. Decile Rock and Roll.

-Bueno, hay que hablarles del Rock and Roll- dijo Cielo-. Con las chicas tuvimos algunas charlas sobre
cuestiones femeninas. Sería bueno que vos tuvieras una charla con los varones.

- ¡Una profesional les voy a conseguir! - se le ocurrió a él.


- ¿Qué? - se impactó ella.

-Si, eso. Una profesional del sexo- y viendo la cara de pavor de Cielo se apuró a aclarar-. ¡Una sexóloga
digo! O un sexólogo. Alguien que sepa del tema, que pueda hablar con los chicos sin pudores, y que les
pueda aclarar todas las dudas.

A Cielo le pareció una buena idea, y Nico se puso en campaña para conseguir la ayuda profesional.

Pocos días después, Justina, motivada por el cheboli de Lleca, y el rock and roll, armó una clase especial
sobre ese ritmo, y estaba muy entusiasmada montando un cuadro con los más chiquitos, disfrazados y
maquillados al estilo de la banda Kiss. La otrora cruel ama de llaves brillaba como nunca cuando daba
esas clases, pero no notó la presencia de Cielo que en ese momento la estaba observando de manera
muy especial.

Cielo seguía revisando su caja de objetos, tratando de encontrar en ellos nuevas señales que pudieran
ayudarla en su misión, y ese día había tomado el espejo de mano. Avanzaba por el living preguntándose
para que podría servir, cuando se cruzó con la clase de Feli y de casualidad alcanzó a verla reflejada en
su espejo. La que tenía enfrente, bailando, estaba vestida con los característicos ropajes de Felicitas,
colores claros, pastel, y el pelo suelto. Pero la que veía reflejada en el espejo llevaba un vestido negro,
largo hasta el piso, y el pelo recogido en el inconfundible turbante de Justina. El espejo le devolvía la
imagen real de la otra; pudo ver su verdadera esencia, y descubrir que quien tenía enfrente no era otra
que la cruel ama de llaves.

Entre tanto, Nico, excesivamente nervioso, reunió a todos los chicos y las chicas en la sala de ensayos,
para presentarles a la sexóloga que había contratado. Enterada del objeto de la clase, Caridad corrió a
buscar a Nacho, que estaba ensayando con Simón, Tefi y Melody.

-Nachito, vamos a hablar de sexo- disparó.

- ¿Qué? - se entusiasmó él.

Pero Caridad le aclaró que había una profesora que les hablaría de ese tema, y extendió la invitación a
las chicas, y también a Simón. Y por supuesto, todos se sumaron.

-Chicos...- comenzó Nico, excesivamente nervioso-. Les quiero presentar a la licenciada Farenheit... Ella,
bueno... es especialista en... o sea, ella les va a hablar de... bueno, de chucu chucu, o sea de...

-De sexo- dijo la mujer con simpleza.

- ¡No lo nombre! - le pidió él-. Digamosle Rock and Roll.

En ese momento quiso sumarse Lleca, pero Nico lo sacó de inmediato de la habitación. Muy nervioso
volvió a sentarse junto a la sexóloga, considerando que la mujer era demasiado sensual, y creyó que eso
podría ser contraproducente con los varones. Pero ella, experimentada en la materia, comenzó a
hablarles con sencillez a los chicos.
-El sexo es algo que no tiene que incomodarnos- dijo, mirando a un Nico muy incómodo-. Ustedes están
en una edad en la que la sexualidad empieza a jugar un papel muy importante.

- ¡Muy importante! Decímelo a mi...- dijo Lleca, reingresando, y volvió a ser expulsado por Nico.La licenciada

Farenheit retomó su charla.

-Los cambios en la adolescencia no son solo cambios físicos, sino también emocionales, y tener que
enfrentar situaciones nuevas, cambios que tienen que ver con la madurez personal y también de las
parejas da miedo, porque los cambios dan miedo. Por eso está bueno hablar de sexo.

-Rock and Roll- dijo Nico superponiéndose.

-Porque si esquivan el tema- continuó ella, mirándola-, y no se informan, llega un momento que debería
ser hermoso, pero termina siendo algo desafortunado por miedo, por desconocimiento o incluso por
vergüenza. Y terminan actuando sin pensar, y ahí es donde aparecen los inconvenientes, como por
ejemplo los embarazos no deseados. Pero bueno, más que para hablar, estoy acá para que me cuenten
ustedes.

-No hacen falta que hablen ellos- intervino Nico, muy tenso.

-Se que hay algunos que están en pareja- dijo la joven, ignorándolo.

-Se están conociendo- minimizo él.

- ¿Alguno tiene alguna pregunta?

-Si, yo- dijo Lleca, entrando ahora por otra puerta.

- ¡Usted se va a jugar con los autitos! - gritó Nico.

- ¡Tengo trece! - grito más aun Lleca.

-Que se quede. Ya tiene edad- concluyó la sexóloga.

La mujer vio que Caridad levantaba su mano, con sus mejillas ruborizadas, y le dio la palabra.

- ¿Es verdad que solo hay que rockandrollear cuando hay amor de por medio?

- ¡Bien! Bien por esa pregunta- la felicitó Nico-. Bien ahí.

-Aunque no es una condición, siempre es mucho mejor cuando hay amor- contestó la especialista.

Tacho levantó la mano, y formuló su pregunta más bien dirigida a Jazmín.

- ¿Cuál es la edad para empezar a rockandrollear?

-Treinta y cinco, cuarenta años aproximadamente- acotó Nicolás.


-Por favor, calladito- pidió la sexóloga.

-No los apure- suplico él.

- El momento de la iniciación sexual es cuando se está preparado física y emocionalmente.

- ¿Y cómo te das cuenta de eso? - preguntó Rama.

-Te das cuenta cuando sos una persona responsable de tus actos.

- ¿Y qué es ser responsable? - preguntó Melody-. ¿Saber cuidarse?

-Cuando uno puede contestarse sus propias preguntas, ¿Por qué quiero yo... rockandrollear? ¿Es por
satisfacer una necesidad mía? ¿O de mi novio o novia? ¿O es por presiones de mis amigos? ¿Puedo
asumir las consecuencias si los cuidados fallan y se produce un embarazo?

- ¿Que riesgos tiene rockandrollear?- preguntó Caridad notando que Nacho se había
acercadodemasiado a ella.

-Bueno, el embarazo no deseado es una. Pero también hay otros, como, por ejemplo, las enfermedades
de transmisión sexual.

Thiago y Simón vieron que Mar, roja de vergüenza, levantaba su mano para hacer una pregunta y la
escucharon atentamente.

-No sé si mi pregunta va a aguar la mezcla...- comenzó ella, tensa-. No es que me pase a mí esto, sino a
alguien que tiene esta duda o sea... Y la duda es: ¿cómo saber si la otra persona es la indicada?

Ante su pregunta, tanto Thiago como Simón sintieron una puntada de angustia. El primero porque la
duda de Mar indicaba que estaba pensando en esas cuestiones y su novio actual era Simón. Y para este,
la desazón sobrevino al comprobar que, en efecto, Mar estaba dudando de él.

-Siempre es mejor esperar a sentir que estamos ante la persona indicada- concluyó la especialista.

Todos despidieron a la profesional con un aplauso, y ella prometió volver, para seguir hablando de otras
cuestiones, como técnicas anticonceptivas. Nico quedó agotado como si hubiera corrido cincuenta
kilómetros, y advirtió que la charla había producido cierta perturbación en Lleca, entonces le propuso.

- ¿Vamos a correr?

-Minitas- preguntó el niño, esperanzado.

Justina había ido hasta la cocina para preparar jarras de limonada, tenía aun la excitación que le
producían sus clases, y se preparaba ahora para la que daría a los más grandes. Notó que Cielo la
observaba seria, y ella, energizada como estaba, la tomó por las manos y la hizo bailar. Sin
embargo, Cielo no se reía.

- ¿Te pasa algo, Cielitis? ¿Estás bien?


-Yo estoy muy bien. ¿Y vos... Justina?

El ama de llaves se puso pálida de golpe, se soltó de ella y le dio la espalda, apoyándose sobre la mesada.

- ¿Vos estas sobria, Cielitis?

-Ciega estuve, pero ya no.

Entonces Tina, sabiéndose descubierta, sin darle tiempo a nada, tomó un palo de amasad y en un rápido
movimiento el desmayó de un golpe.

Cielo reaccionó minutos más tarde, estaba atada en el sótano de la mansión, donde había estado
escondido Gabo, y el mismo donde Justina había criado a Luz. Giro sus ojos y vio al ama de llaves,
manipulando un neceser. Cuando vio que había despertado, angustiada, comenzó a lamentarse.

- ¿Por qué, Cielo? ¿Por qué? ¡Estábamos tan bien así!

- ¿Que estás haciendo, Justina?

- ¡Estábamos tan bien! - seguía lamentándose Justina.

Y era honesta en su queja, ya que ella se estaba sintiendo muy bien en su nuevo camino de redención,
se sentía feliz de vivir entre ellos, asumiendo la personalidad de su prima. Ahora que había sido
descubierta, volvería a la cárcel y a su antigua oscuridad... No podía permitirlo. Estaba embargada por la
angustia.

- ¡Estábamos tan bien así! - repetía casi entre lágrimas.

En ese momento entró Malvina, que había visto a Justina metiéndose ahí, y bajó sonriendo.

- ¿Que estarán haciendo acá ustedes?

Y no llegó a entender por qué Cielo estaba atada, porque Justina rápidamente la desmayó de un golpe
en la nuca.

Jazmín estaba haciendo la tarea en su cuarto cuando golpearon a la puerta. Cuando abrió, allí estaba
Tacho, quien no solo se había peinado un poco, sino que se había perfumado.

- ¿Qué pasa? - le preguntó Jazmín.

-Tenemos que hablar- dijo él, con un tono que pretendía ser el de un adulto.

-Decime...

Entonces Tacho empezó a hablar detenidamente, escogiendo con cuidado cada palabra que decía.

-Mira, Jazmín... Tu preparación física y emocional... es tan alta como la mía. Y cualquier
complejo... complejo de... culpa, yo te lo puedo sacar. Y en cambio, poner... más confianza entre
nosotros...
-Esas palabras son las que dijo la profesora, Tacho. Ya te dije que eso tiene que fluir, ¡no es un tema para
hablar! ¡No se habla de eso!

- ¡No, no! Exacto, no se habla, no sirve hablar.

-Tampoco sirve ser un calentón que lo único que piensa es en rockandrollear todo el tiempo.

-Lo que digo es que ya estamos listos.

- ¿No podés ser un poco más directo?

- ¿Mas directo? Quiero rockandrollear con vos. Pero ojo, protegidos. Quiero la mejor... ecualización
paramis bajos, altos... o sea para mis miedos, y...

-¡Sos un tarado, Tacho!

-Escuchame, gitana...- intento calmarla él.

-Ya te dije, Tacho. Tengo dieciséis, no quiero rockandrollear todavía.

- ¡Claro! - se enojó él-. Con Tacho no, pero con Matt si querías, ¿no?

Lo que había comenzado como una charla que pretendía ser de adultos, terminó en una nueva discusión
de la joven pareja, frecuente entre ellos. Sin embargo, tras unos minutos de gritos cruzados, ella al fin
pudo confesar.

-Me da miedo, Tacho.

-Yo te voy a cuidar.

-Me muero por rockandrollear con vos- admitió ella-, pero dame tiempo, ¿sí?

Pocos minutos después, Mar y Valeria recibieron un mensaje de Jazmín en el que las citaba para hablar
de algo muy importante. Lo mismo hizo Tacho con Rama y Thiago. Ambos integrantes de la pareja se
reunieron con los amigos para compartir con ellos lo que estaba pasando, y la decisión que estaban a
punto de tomar. Mar y Valeria se emocionaron con Jazmín y le dieron todo tipo de recomendaciones.
Rama hizo lo propio con Tacho, además de facilitarle un preservativo. Y Thiago le dio las llaves de la casa
de su abuelo para que la llevara allí.

En el sótano, Justina se disponía a ultimar a las dos testigos de la impostura. Cielo solo miraba a Justina,
mientras Malvina, aterrada, suplicaba.

- ¡No te olvides de que yo tengo a Hopy, Tina!

- ¿Para qué se metió, bólida? - le reprochó, y miró a Cielo-. Y vos, buscona, buscona, ¡buscona!

-Te pido por favor que no me mates, Tini- suplicó Malvina-. La policía te va a venir a buscar...
- ¡Cállese! - ordenó Justina, mientras cargaba una ampolla en una jeringa-. Las voy a tener que matar a
las dos, chicas- advirtió, contrariada.

Pero cuando se acercó a Cielo para hacerlo, la otra hacía rato que había logrado soltarse, y con un
rápido movimiento de su mano le retuvo la jeringa, y redujo a la falsa Felicitas.

- ¿Que vamos a hacer con vos, Justina? - se lamentó Cielo.

Pocos minutos después, la que estaba atada era Justina, y Malvina, ya liberada, seguía furiosa.

-Perdón- suplicaba Justina, arrepentida.

- ¡Nada de perdón! - gritó Malvina, indignada-. ¿Como podés ser tan malvada? ¿Como podés volver una
y otra vez, como podés engañarnos a todos? ¡A los chiquitos, a Luz! No hay nada peor que una bólida
enojada- le gritó-. Le voy a contar todo a Nicolás, ¡ya!

Pero Cielo, que había permanecido callada, la detuvo.

-No le vas a decir nada a Nicolás, ni a nadie. Este va a ser nuestro secreto.

-What?- dijo Malvina, descolocada.

-Yo creo que, si la denunciamos y la llevan presa, la perdemos para siempre- dijo Cielo.

- ¡Esa es la idea! Mejor perderla que encontrarla- se exasperó Malvina.

-La vamos a dejar libre- concluyó Cielo.

-No, no, ¡no!

-Por favor, Malvina. Confía en mí.

Entonces, con la misma calma, liberó a Justina y la ayudó a ponerse de pie. Malvina la miraba atónita,
sin poder creer lo que estaba haciendo.

-Malvina y yo te vamos a dejar libre. No le vamos a decir nada a nadie. Es más fuerte estar libre que
estar obligado a algo, ¿no?

-No, Cielo- suplicó Malvina-. Justina a la cárcel, ¡por favor!

-No. Y vos...- dijo mirando a Tina-. Hace lo tuyo.

Justina la miraba con su corazón palpitante, extrañada y conmovida por esta nueva posibilidad que le
daba Cielo.

-Yo no merezco esto, Cielo. No lo merezco.


-Tenes que dar una clase, ¿no? - concluyó Cielo.

Mar, Thiago, Caridad, Valeria y Rama esperaban en la sala de ensayos, donde ya se había retrasado la
clase de Rock and Roll. Todos sabían las razones por la que Jazmín y Tacho estaban ausentes, pero no
hablaban de eso. Se abrió la puerta y entró Justina, aun consternada por lo vivido. Cielo y Malvina
permanecieron en la puerta, observándola. La acróbata estaba serena, y la bólida aún no entendía que
había hecho la otra.

-Les quiero hablar del Rock and Roll, que no es tan fácil de entender. El rock and roll...- dijo mirando a
Cielo- es... libertad. Una libertad que vino como regalo del cielo, y hay que saber cómo usarla, porque
ser libre significa responsabilidad, no es simplemente hacer lo que queremos, sino hacerlo sin hacer
daño a nadie.

Mientras Nico y Lleca corrían en la plaza, el pequeño divisó a una chica de su edad, de su colegio, que le
encantaba y a la que nunca se había atrevido a abordar. Ahora la vio allí, corriendo junto a su madre,
como él estaba haciendo con Nico. De inmediato le confió que esa era la chica que lo desvelaba, y Bauer,
solidario con él, se sumó a la carrera de las otras, sacándole charla a la madre, para que Lleca pudiera
hacer lo propio con la hija.

-Ser libres a veces da miedo- continuó Justina en su clase-, y necesitamos de alguien que nos de alas
para poder desplegar nuestro propio vuelo- se emocionó hasta las lágrimas, mirando a Cielo.

Tacho estaba en su habitación, eligiendo la ropa para su encuentro con Jazmín, El corazón le latía de una
forma inusual.

- ¿Qué es lo mejor de la libertad? - se preguntó Justina-. Poder tomar nuestras propias decisiones.

Jazmín también se preparaba en su habitación, con el mismo nerviosismo de Tacho. Y aunque estaba
segura de lo que sentía, no podía dejar de pensar en que la decisión que estaba tomando no era una
más, sino una crucial en su vida.

- ¿Qué es lo peor de la libertad? - continuó Tina, y repitió la misma frase que acababa de decir-. Tener
que tomar nuestras propias decisiones. Y en el Rock and Roll, las decisiones se toman de a dos, es un
baile de pareja, se decide juntos. ¿Giramos o no giramos? ¿Hacemos o no la pirueta? Hay que ser libres
para elegir- concluyó mirándose con Cielo.

Sabía que eso era lo que había hecho la acróbata. En lugar de denunciarla, le había dado la libertad de
elegir. Ahora solo dependería de Justina qué camino tomar, y eso era lo mejor, y lo peor de la libertad.
Con la garganta cerrada por la emoción, no pudo seguir hablando y entonces puso música, un rock
rabioso para hacerlos rabiar.

Mientras todos se sumaban al pogo rockandrollero, Nico se sonreía con ternura viendo que el locuaz
Lleca se había quedado demudado ante la chica que le gustaba, en tanto que Jazmín y Tacho se
encontraba para ir juntos a la casa del abuelo de Thiago, donde harían uso de su propia libertad.
No me falles
Mar venia notando ciertas cosas que no le gustaban demasiado en Simón. En algunas ocasiones,
estando juntos, él había recibido el llamado de su padre, y ella había registrado que Simón siempre le
mentía, le decía que estaba en camino a su casa, o en la casa de Nacho, o de algún otro amigo, pero
nunca le decía que estaba en el hogar mágico, y mucho menos con ella. Mar suponía que tenía que ver
con el episodio de la pelea callejera, pues Cielo le había comentado lo ofuscado que estaba el padre de
Simón. Sumado a esto, desde que habían ido al cumpleaños de su hermano menor, Simón nunca más la
había llevado a su casa. Sin dudas, ella y Corina, la mamá, no se habían caído bien mutuamente. Pero lo
que termino de inquietarla fue que, cuando fue a buscarlo a la casa luego de un par de días de no tener
noticias de él, la recibiera una mucama que le dijo que toda la familia, incluido Simón, se habían ido de
vacaciones y volverían recién hacia el final del receso de invierno del colegio. Esto le molestó muchísimo,
ya que él ni le había comentado que se iría de viaje.

Al regresar al hogar, dispuesta a descargar su enojo con sus amigas, su caso paso a segundo plano ya
que Jazmín ya estaba de regreso, ansiosa por contarles lo que había ocurrido. Las dos amigas, junto a
Caridad y Valeria, se reunieron a hablar en la habitación, y Jazmín se tiró en el piso, sobre la alfombra, y
todos la imitaron, naciendo así la ronda de amigas, una costumbre que conservarían muchos años:
consistía en acostarse en ronda en el piso, boca arriba, a hablar cada una de lo que estaba ocurriendo.
Jazmín decepcionó un poco a todas al decirles que al final no había tenido su primera vez, ya que los
nervios los habían traicionado, y habían terminado los dos muertos de risa, pero sin llegar a hacerlo. Sin
embargo, todo había sido maravilloso, tierno, y habían regresado más unidos que antes, habiendo
decidido hacerlo cuando surgiera naturalmente y no hacer de ese acontecimiento algo tan programado.

Una charla similar tuvo lugar en la habitación de los varones, aunque Tacho no quiso traicionar las
expectativas masculinas de sus amigos, y si bien no mintió, tampoco corrigió la opinión general de que si
había ocurrido. En esa charla intervino Nico, que le aconsejo guardar para él y para Jazmín lo que
pertenecía a su intimidad. La charla terminó en ese momento, pero todos quedaron convencidos de que
Tacho si había tenido su primera vez con Jazmín.

Por su parte, Malvina seguía en claro desacuerdo con Cielo, que había decidido darle una segunda
oportunidad a Justina, y aunque se comprometió a no revelarle a nadie el secreto, hizo varios intentos
por dejar expuesta al ama de llaves, pero sin ningún éxito. Por supuesto Cielo tuvo una larga charla con
Justina, donde le expresó las razones de su decisión y le dejó en claro lo que esperaba de ella. Además,
se comprometió a ayudar a Felicitas, que estaba padeciendo en el penal. Con ayuda de un abogado,
inició gestiones para que la pobre prima buena fuera trasladada a cumplir su sentencia en una granja de
rehabilitación, un lugar mucho más ameno. Felicitas, a la que Cielo fue a ver tras enterarse de todo, se
manifestó en un todo de acuerdo, y concordó con ella en no interrumpir el proceso de redención de
Tina.

También Cielo se ocupaba de Salvador, al que visitaba a diario y le propiciaba cuidados por su
enfermedad, que parecía estar controlada. Si bien no estaban de novios, ella tampoco accedía a los
insistentes abordajes de Nico, para no lastimar a Salva, pero cuando éste la llamó para decirle que
viajaría a Sudáfrica para participar de un safari, ella no pudo hacer mucho para convencerlo de no ir.

-Cielo, todavía estoy vivo, y quiero hacer cosas que me lo recuerden.

-Pero, Salva... ¿Te parece un safari?

-Es un sueño por cumplir. Vos tenes que pensar en vos. Y en ese hijo que estaba esperando, y en el
padre de tu hijo- la habilito él.

Salvador logró convencer a Cielo, que no sospechó que se trataba de una mentira para ocultar la
verdadera razón de su alejamiento: estaba internado en una clínica esperando que apareciera un
donante, ya que su cuadro había empeorado debido al delicado estado de su único riñón. El que si sabía
la verdad era Nicolás, y aceptó ser cómplice de él en esta mentira, ya que Salvador no quería que Cielo
siguiera postergando su vida por él.

-Nico, por favor, no le digas nada.

-No le voy a decir nada.

-Por favor te lo estoy pidiendo. No me falles.

A Nico lo conmovió muchísimo esta decisión, y no dejó de visitarlo un solo día mientras esperaban que
apareciera el donante.

Luca, por su parte, desde que Franka y Charly habían sido apresados, se sentía liberado. Ni él ni Justina
había recibido nuevas órdenes, tampoco Juan Cruz había dado señales, la Corporación CC, parecía
haberles dado un respiro, aunque tanto el cómo Nico sabían que no podían relajarse. Sin embargo, este
paréntesis le dio a Luca la posibilidad de dedicarse a ser lo que era: un adolescente de diecisiete años.
Con el correr de los días, la hostilidad de los demás fue cediendo, y poco a poco volvieron a confiar en él,
y como de ninguna manera se permitiría traicionar a Tacho, a quien consideraba su mejor amigo,
decidió olvidarse de lo que sentía por Jazmín y encontrar a otra chica a quien invitar a salir.

Tefi que detestaba a todos, pero sobre todo a Luca, al que veía como un groncho peligroso, lo escuchó
hablando con Tacho y con Thiago de esto, y por una confusión- algo a lo que Tefi era muy afecta-
termino creyendo que Luca pensaba invitarla a salir a ella. Su primera reacción fue escozor y de rechazo,
pero luego se dio cuenta de que era la primera vez en mucho tiempo que un hombre se fijaba en ella,
entonces empezó a mirar a Luca con otros ojos, y descubrió que detrás de todo el prejuicio que había
proyectado sobre él, había un muchacho muy pero muy buen mozo, masculino, buen mozo, atractivo, y
buen mozo. Entonces, dejando de lado sus pruritos, se decidió a aceptar su invitación.

Lo encontró en el baño, recién bañado y peinándose, y le sonrió. Él le devolvió la sonrisa.

-Te dejo.

- ¿Como dijo ella?


-Que te dejo el baño. ¿No querías usar el baño?

-Ay, dale, tonto. Te la vine a hacer fácil...

- ¿Hacerme fácil qué?

-Se que soy tipo la "inaccesible"- dijo ella entrecomillando con los dedos de la palabra-. Onda te decís
"esta diosa nunca me va a decir que sí", pero dale, decímelo, te voy a decir que sí.

- ¿Decirte que, Tefi?

-Ay, gordi... Que me queres invitar a salir. Dale, te escuché.

-No, Tefi, perdón- dijo el, incomodo por la situación-. No hablaba de vos.

Sin dejar de mirarlo, ella primero se rió. Y luego salió corriendo, llorando. La furia que sintió
rápidamente se transformó en dolor, una herida que llevaba mucho tiempo y que ella se esforzaba en
ocultar. Entonces Luca la siguió, y ella no quiso dejarlo entrar en la habitación, pero él era más fuerte y
abrió la puerta.

-Quiero decirte algo- pudo al fin decirle-. No hablaba de vos, hablaba de otra chica. Pero si no te invité a
salir a vos, fue porque es verdad que pensaba que me ibas a decir que no. Se que me ves como a un
groncho, un negro cabeza, que te doy miedo. Solo por eso ni se me ocurrió invitarte a salir, y no porque
no me gustaría, porque la verdad, si me gustaría, y mucho.

Y ella, aún llorando, dejó escapar una sonrisa.

Thiago recibió la visita de su madre, ya recuperada. Ornella fue a despedirse de él ya que viajaría para
continuar su tratamiento en Europa. Le pidió que no se alejara otra vez, y ella le aseguró que eso no
ocurriría; ahora que los secretos se habían terminado entre ellos, estarían siempre unidos. Sin embargo,
no era tan así: antes de irse, quiso dejarle algo en caso de que él quisiera saber más sobre su propia
historia.

-Esta es la dirección de Hilda, la mamá de Juan Cruz, tu papá.

- ¿Y para que querría hablar con ella?

-Tal vez tengas preguntas, Thiago. Es una buena mujer.

Aunque no pensaba buscarla, guardó la dirección, y se despidió de madre. Sin saberlo, Hilda ya había
intentado acercarse a él en varias ocasiones, pero nunca se había animado.

Hacia el final de las vacaciones de invierno, la molestia de Mar respecto a la actitud de Simón ya se había
convertido en furia, y no espero a encontrárselo en el colegio el primer día de clases, sino que se fue
hasta la casa el domingo anterior, por la noche. Cuando Simón la recibió, ella notó que se puso muy
nervioso, y apenas empezó a hacerle sus reproches, él la interrumpió.
-Mar, por favor, hablemos mañana, ¿sí?

- ¡Encima me echas! Te vas sin despedirte, no me llamas ni me mandas un mensaje, y ahora me echas,
¿qué te pasa?

Pero Simón no pudo contestarle nada, porque por detrás de él asomó su padre, al que se lo veía muy
ofuscado.

- ¿Quién es Simón?

- ¿Qué tal, como le va? - lo saludó Mar, respetuosa.

-Ah, sos vos- dijo Francisco, con displicencia.

- ¿Me dejas hablar con Mar, papá?

-No, no te dejo. Anda para adentro.

Mar miró a Simón extrañada, sin entender por qué su padre lo trataba así. Sin esperar a que su hijo se
retirara, le habló con dureza a Mar.

-Ya vos te digo: deja en paz a mi hijo. No te quiero ver por acá, ni cerca de él, ¿te queda claro?

Mar, que en otras ocasiones hubiera respondido con beligerancia, solo espero a que Simón la
defendiera, sin embargo, el joven, muy angustiado y con la respiración entrecortada, lo único que le
dijofue:

-Anda, Mar, por favor.

El padre cerró la puerta, y pocos segundos después se apagó la luz del porche. Mar regresó al hogar,
enojada y decepcionada de Simón.

Al día siguiente, en el colegio, él la esperó a la salida para abordarla. Ella se mostró distante y dolida.
Sabía perfectamente que los padres de él la veían como a una mala influencia, que su mamá la había
detestado desde que la conoció, y el padre les tenía aprehensión desde el episodio de la pelea, pero lo
que no podía entender era por qué Simón no la había defendido ante su padre. Solo se limitó a pedirle
disculpas, pero ella no se conformó con eso, y quiso explicaciones. No hubo caso: Simón, atribulado, se
fue sin dárselas.

Unos días después, los Teens estaban reunidos decidiendo si participarían o no en un concurso televisivo
de bandas que podría ser una buena plataforma de lanzamiento para ellos. Mientras todos opinaban,
menos Thiago, que parecía algo ausente, apareció Lleca corriendo para avisarles que, a pocas cuadras
del hogar, ¡¡¡los Man!! habían organizado un recital al aire libre, donde presentarían al quinto
integrante, luego del casting que habían llevado adelante. Salieron disparados hacia el lugar para ver
que se traía la competencia.
El show de presentacion de Man!! era un despliegue de marketing que les hizo sospechar que no
estaban solos ni eran una banda autogestiva. De hecho, Francisco, el padre de Simón, un reconocido
productor de espectáculos los estaba patrocinando. ¡¡Los Man!! estaban en la terraza de un edificio,
emulando una famosa presentacion que habían hecho los Beatles, cantando una versión bilingüe del
clásico de aquella banda: Don't let me down.

No me falles.

No me falles.

Pero además de toda la parafernalia que habían montado, la gran sorpresa para los Teens fue la
identidad del quinto integrante, en especial para Rama. Sobre la terraza, parada frente a un micrófono
de pie, junto al resto, estaba Valeria.

Nobody ever loved me like she does,

Ooh, she does, yeh, she does

And if sobody loved me like she do me.

Ooh, she do me, yes, she does.

Ante la mirada perpleja de los Teens, Nacho gozaba de su triunfo. Valeria miró a Rama, que la observaba
con profunda decepción. Simón, en cambio, se miraba con Mar, mientras Francisco miraba a ambos, y
ella creyó comprender en la presencia del hombre allí el motivo del alejamiento inexplicable de Simón.
Nadie reparó en que Thiago no había ido con ellos.

Él estaba en la mansión, escribiendo una carta, entre lágrimas. Aunque no se lo había dicho a nadie,
durante todo este tiempo Juan Cruz no había dejado de hablarle en sus pensamientos. Ya no era
simplemente una voz en el teléfono o en su cabeza, ahora también se metía en sus sueños, instándolo a
hacer cosas espantosas, Temía estar volviéndose loco, ya que mientras dormía se topaba con una
versión siniestra de sí mismo: un Thiago vestido de negro, pálido, con ojeras, que lo invitaba a cometer
ataques contra los suyos. Juan Cruz le decía que su alter ego que veía era su verdadera esencia, su
auténtico ser, y Thiago temía no poder resistir mucho tiempo más a esos embates. Por eso, había
tomado una decisión.

Fue Malvina quien encontró la carta y la leyó, con angustia y desesperación.

"Queremos confiar en los demás. Siempre esperamos que nos digan la verdad. La decepción es una de
las cosas que más nos lastiman ... "

Cielo hubiera estado de acuerdo con Thiago en cuanto a la decepción cuando descubrió la mentira que
Nico le había ayudado a sostener a su amigo. Intrigada por ciertas salidas que Nico hacia sin dar
demasiadas explicaciones, un día lo siguió y lo descubrió visitando a Salvador en una clínica, en la que
agonizaba esperando el trasplante. Se sintió muy dolida por la mentira de Salvador, y muy defraudada
por la complicidad de Nico.

".. Todos odiamos que nos mientan, que nos fallen, y defrauden. Y también odiamos tener que mentir,
fallar y defraudar a los que amamos, y eso es lo que yo no quiero hacer- afirmaba Thiago-. No quiero
decepcionarlos. . "

Sobre la decepción versó el reclamo que Rama le hizo a Valeria cuando ella regresó del recital. Le
reprochó que no solo se hubiera unido a su banda enemiga, sino que se lo hubiera ocultado. Ella, por su
parte, le hizo su propio reproche.

-Vos nunca me invitaste a participar en tu banda. Ellos sí. Pensé mucho en vos antes de aceptar, porque
no quería lastimarte, pero esto no lo hice para joderte a vos, lo hice para sentirme bien yo.

"...Nos preocupamos mucho por no fallarle a los demás...- continuaba la carta de Thiago-. Por no
defraudar su confianza. Uno espera que sus seres más queridos no le fallen, porque si eso ocurriera,
seria insoportable. "

¡¡Tacho se acercó a Jazmín para seguir despotricando con ella contra los Man!!, que estaban jugando
fuerte en la competencia, pero se encontró con que ella lo estaba mirando con rencor. Cuando le
preguntó por qué lo miraba así, ella le hablo con enorme desilusión, ya que luego de aquel acercamiento
íntimo que habían tenido, lo último que se esperaba era que él se hubiera ufanado con sus amigos de
algo que no había ocurrido. El equívoco que él no se había encargado de corregir con sus amigos había
llegado finalmente a oídos de la gitana, que ahora estaba profundamente dolida.

". Todos le tenemos mucho miedo a que nos fallen, pero ese no es el peor de los miedos. Lo peor es
fallarse a uno mismo .. "

¡¡Luego de verlo en la presentación de Man!!, evidentemente patrocinada por Francisco, Mar por
fin increpó a Simón ahí mismo, en la calle, para saber si las razones de su destrato tenían que ver
con la competencia de bandas, sin embargo, Simón le aseguro que nada tenía que ver con eso.

- ¿Entonces por qué es? - exigió ella una respuesta.

-Mis viejos no quieren que yo salga con vos, Mar.

- ¡Eso me quedo claro! Lo que no entiendo es por qué no le pones los puntos. ¿Por qué les
permitís tratarme así, y tratarte a vos así?

Y de pronto Simón, que siempre era muy dulce y tranquilo, estalló en un grito que era más motivado por
la angustia que por el enojo.

- ¡Bueno, hago lo que puedo, Mar!

Ella se sorprendió muchísimo por esa explosión del dulce payasito.


-No puedo hacer más- continuo él-. Mis viejos tuvieron una vida muy dura, vos no sabes lo que ellos
sufrieron.

-Bueno, yo también tuve una vida dura, y...

-Yo tenía un hermano más grande que se murió- disparó el, al fin-. Después vino Sole, y es para ellos
difícil vivir con ella.

Mar estaba muda. Ya había conocido a Soledad, la hermana menor de Simón, que tenía alrededor de
diez años y era autista, pero ignoraba por completo la historia de ese hermano que había perdido.

-Es muy difícil para mis viejos aceptar lo de Sole y lo de mi hermano. Por eso mi viejo tiene todas las
expectativas puestas en mí, y no le quiero fallar.

- ¿Por qué les vas a fallar? ¿Por salir conmigo?

-Mi hermano era el favorito de mi viejo- continuó Simón con dolor-. Y ahora... él espera mucho de mí, y
si le fallo.

-Bueno, Simón, pero es tu vida también...- dijo ella deponiendo su enojo, ya que lo veía muy quebrado.

-Mi familia es mi vida- dijo el-. Mi papá, mi mamá, mis hermanos. No puedo fallarles de nuevo.

- ¿Por qué de nuevo?

Entonces Simón inspiró profundamente y con el llanto que era el de un niño pequeño, le contó la
historia.

-Mi hermano se murió ahogado. Se cayó a la pileta y se golpeó la cabeza. Y yo estaba ahí, enfrente. Yo
era chico... y pensé que estaba bromeando, y no hice nada... Fue mi culpa- dijo sollozando.

Mar lo abrazó, sin poder encontrar las palabras para decirle. Tampoco dijo nada cuando apareció
Francisco, y con solo mirar a su hijo, el comprendió que debía irse. Mar los vio yéndose juntos, y se
compadeció de su payasito.

"...No queremos fallar con lo que esperan de nosotros los que amamos. Pero menos quiero fallar con lo
que espero de mí mismo- insistía Thiago..."

Luca estaba muy ilusionado por salir con Tefi, y ella también. Feliz después de tanto tiempo de ser
ignorada por los hombres, se había preparado con muchas expectativas, sin embargo, Luca nunca llegó.
Cuando estaba yendo a su encuentro, lo sorprendieron Charly y Franka, que estaban de regreso, ya
liberados de la prisión, y lo llevaron al centro secreto de operaciones. Allí le reclamaron la lealtad que les
debía, y él les respondió con gran determinación que ya no trabajaba para ellos. Charly le recordó que
abrirse de la organización no era una opción.
-No podés renunciar. No podés irte de acá. Al menos vivo.

-Entonces matame- dijo Luca.

-Eso sería demasiado fácil- se sonrió Charly.

Y con severidad, le recordó las numerosas formas que tenían para obligarlo a obedecer, usando a sus
nuevos amigos como amenaza. Cuando la presión se volvió insoportable, Luca reacciono desarmando a
Franka, y apuntándolos.

- ¿Me vas a matar? - le dijo Charly sin temor.

-No. Voy a terminar con esto- afirmo Luca y se acercó a una computadora.

- ¿Que vas a hacer? - le dijo Franka adivinando su reacción.

Pero Luca no le contesto. Sabiendo que jamás lo dejarían en paz, decidió darle un corte radical a la
situación. Él tenía un implante igual que los chicos, salvo que el suyo no había sido removido. Entonces
Luca accedió con la computadora a su implante, y sin dudarlo se dio a sí mismo una descarga eléctrica
que lo hizo colapsar de inmediato. Franka, espantada, corrió a socorrerlo, mientras Charly permanecía
paralizado: jamás pensó que la determinación de Luca llegara tan lejos como para preferir morir a
continuar siendo parte de la organización.

"...Ese miedo a fallar a los que amamos nos hacen valientes, nos convierten en héroes. Antes que
defraudar, preferimos sacrificarnos..."

Justina, que estaba muy agradecida con Cielo por su nueva oportunidad, hacia diarios esfuerzos por no
fallarle. Sin embargo, toda su determinación comenzó a flaquear una tarde que recibió un llamado, y
oyó la voz inconfundible de su amor, su señor don Bartolomé.

-Hola, mi fiel cancerbero.

- ¿Mi señor? - dijo ella espeluznada.

-El mismo que viste y calza, Justin.

-¿Señorrrr? ¿Es usted?

-Pero claro, chitrula. Llegó la hora de volver. Vos y yo juntos, como en los viejos tiempos.

- ¿De qué habla? - dijo ella con pavor.

-De venganza, Tina. De darles a esa camuca arribista y a ese pica huesos de Bauer donde más les duele.

-Señor, me da mucha alegría volverrr a escucharrrlo, pero las cosas cambiaron.

-Y por eso las vamos a poner en su lugar. Vos y yo volvemos a la carga, Justin, y espero que no me falles.
"...Aunque no lo dije, Juan Cruz sigue metiéndose en mi cabeza- confesó Thiago en su carta-. Algo está
cambiando en mí, me está torturando y oscureciendo. No solo me da pánico fallarles a ustedes, sino que
me da terror fallarme a mí mismo, traicionarme y convertirme en lo que toda la vida odié. Por eso me
despido sin despedirme, para no darles la chance de que me convenzan de quedarme. Los amo, y por
eso no quiero fallarles ni fallarme.

Thiago"

Malvina salió corriendo a buscarlo, pero él ya estaba demasiado lejos, con su bolso- y sus temores-
sobre la espalda.
Bitácora de Bruno Bedoya Agüero.
Fecha terrenal: año 5228 a.c.

En la inmensidad de una valle verde y despoblado, me encontré frente a un anciano con rasgos
indígenas, que se sentó en el piso y me invitó a hacer lo mismo. Si bien yo percibía que hablaba en un
idioma que no era el mío, ni siquiera uno que yo hubiera conocido, entendía cada una de sus palabras.
El anciano me explicó que estábamos sentados en el centro exacto de un triángulo formado por tres
portales que nos rodeaban, uno a 17,8 kilómetros del otro. Yo le transmití que sabía de qué hablaba,
pues conocía todo sobre el triángulo perfecto formado por los portales, pero no entendía donde estaba
la civilización. Entonces el anciano me explicó que estábamos en el año 5228 antes de Cristo. Y yo le creí,
pues siendo un espíritu errante como era, no podía sorprenderme nada.

El anciano me explicó que aproximadamente cada dieciocho años los portales se activaban, y elegían a
alguien para llevarlo a Eudamon y devolverlo evolucionado. Su raza, los prunios, tenían la mansión de
mantener el equilibrio de fuerzas entre el bien y el mal en la tierra, y para eso cada dieciocho años
daban al mundo un nuevo ángel transformador. Me relató que a lo largo de la historia de los portales
habrían de transformar a personalidades famosísimas de la ciencia y del arte, o a héroes ignotos. Los
nombres de esas personas serán objetos de otro relato (van desde un Da Vinci hasta a un Lennon,
imaginen). -Los portales se abrirán por primera vez en el día de hoy- me dijo el anciano en prunio, y yo lo
entendí-, y desde el año 5228 a.c. en adelante, aproximadamente cada dieciocho años ocurrirá lo mismo,
una y otra vez.

- ¿Y para eso estoy acá? ¿Voy a ir a Eudamon? - pregunté en español.

Y el anciano me contestó que no. Que mi misión era otra porque el mío era un caso único en la historia.
Hay humanos que viven toda su vida en el plano terrenal. Otros que cruzan a Eudamon y deciden
permanecer allí para siempre. Otros que van a Eudamon y luego regresan a la tierra a cumplir su misión.
Pero en mi caso, yo había sido alcanzado por la energía del portal estando en el vientre de mi madre, y,
además, en medio de una paradoja temporal, pues eso había ocurrido en el año 2031, cuando ellos eran
de otro tiempo.

Esa combinación de factores extraordinarios y únicos me habían conferido un don especial: yo era el
único ser que podía estar en ambos planos a la vez: podía estar en Eudamon y en el plano terrenal, ir y
venir, ser de ambos planos sin ser de ninguno. Y eso, que en principio era un inconveniente, me daba un
lugar privilegiado respecto a la historia. -Y por esa razón, te rogamos que aceptes una misión muy
especial- me pidió.

Esa bitácora continuará...


Un gran amor.
Franka corrió desesperada, sin la ayuda de Charly, para llegar a tiempo al hospital, donde por un milagro
alguien lograra reanimar el cuerpo inerte de Luca. Los médicos que lo atendieron quedaron
impresionados ante el cuadro para nada habitual que se les presentó; fue ella quien dio las instrucciones
necesarias para que pudieran salvarle la vida.

Espero angustiada, durante dos largas horas, en el pasillo del piso de urgencias, hasta que el médico a
cargo salió a hablar con ella y la tranquilizó cuando le dijo que habían logrado salvarle la vida, pero le
exigió explicaciones sobre ese extraño implante que había provocado la conmoción. Ante sus respuestas
evasivas, le advirtieron que deberían dar parte a la policía, y ella, a punta de pistola, se escapó del lugar,
llevándose a Luca, que ya estaba fuera de peligro.

Una vez de regreso en el centro de operaciones, Franka se sentó con él, respirando con profundo alivio.

- ¿Por qué hiciste eso, Luca?

- ¿Porque me salvaste la vida, Franka?

- ¿Como voy a dejarte morir?

-Yo no voy a trabajar más para ustedes. Si el precio que tengo que pagar es ese, prefiero pagarlo ya.

-Yo nunca te voy a dejar morir- afirmo ella.

-¿Por que?

-Por que te quiero, Luca. Porque estas conmigo desde que eras un nene.

-Lo mismo me pasa a mi, pero con los del hogar. Ellos son mis amigos, mi familia ahora. Y yo no puedo
devolverles lo que me dan con traicion.

-¿Y que te dan?

-Un gran amor.

Cuando el estuvo del todo recuperado, Franka lo dejo ir, sabiendo que habia perdido a Luca para
siempre.

Cielo y Nico tuvieron una fuerte discusion tras la complicidad de el con su amigo, pero se obstuvo de
hacerle reproches a Salvador, al menos hasta que fuera operado, pues afortunadamente habia
aparecido un donante.

-Es injusto que postergues tu vida por mi, Cielo.


-Es injusto que me mientan así. Pero ya lo vamos a hablar. Ahora tenes que ponerte bien- concluyó ella.

Ya en el hogar, Nico seguía justificándose con ella, argumentando que el solo había cumplido un deseo
de su amigo. La presencia de Malvina interrumpió la conversación; muy angustiada, les refirió la huida
de Thiago. De inmediato, junto con el resto de los chicos, se unieron para buscarlo, pero el desosegado
joven no aparecía por ningún lado. Y para inquietarlos incluso un poco más, ese día apareció Tic Tac en
su rol de licenciado Cayetano Temporale, quien además de hablarles sobre los peligros del cambio
climático que estaba evidenciado, les advirtió que debían ocuparse de Thiago, cuya alma estaba más
vulnerable que nunca.

- ¿Se los digo con otras palabras? Thiago está en peligro. - sentenció Tic Tac.

El cambio climático no hacía solo referencia a la cuestión atmosférica, también era una metáfora al
mejor estilo de Tic Tac, que por supuesto nadie captó en ese momento. Estaba comenzando la
primavera, sin embargo, persistía un crudo frío invernal, y una noticia curiosa asombro a todo el país: en
la pequeña localidad de Escalada, ese día había amanecido nevando. A nadie se le ocurrió relacionar la
mención de esa localidad con el destino de Thiago, pero ahí era donde había acudido el joven; siguiendo
la dirección que le había dado su madre, viajó hasta el pueblito a conocer a su abuela.

Percibió una expresión de alegría y ternura inexplicable en su rostro cuando lo vio.

- ¿Usted es Hilda, la mamá de Juan Cruz? - dijo, y como la mujer asintió, se presentó-: Yo soy Thiago,
y creo que soy su nieto.

Hilda lo tomó de una mano y lo invitó a entrar para beber un té caliente, pues hacía un frío extremo y la
nieve se acumulaba en las calles. Tuvieron un diálogo poco fluido, durante el cual ella le confirmó la
historia que ya le había contado su madre. Su hijo, Juan Cruz, había tenido una relación con Ornella,
hasta que un día había aparecido Bartolomé a buscarlo y se trenzaron en una feroz discusión. Desde
ese momento no había vuelto a verlo. Mientras Thiago la escuchó referir esos hechos, tuvo la impresión
de que no era del todo sincera. Y no se equivocó.

-Quisiera que me hablara más de él- le pidió Thiago.

A pesar de que el tema la llenara de dolor, lo condujo al que había sido el cuarto de su hijo. Thiago
observó, con una sensación indescriptible, la habitación en la que había vivido su padre.

- ¿Qué paso con él? - preguntó Thiago a su abuela.

-No hay mucho más de lo que ya te contaron- dijo la mujer, algo evasiva, y agrego-: Quedate todo lo que
quieras acá, voy a hacerte otro té. Hace mucho frío.

Dio unos pasos para salir de la habitación, pero se volvió movida por un impulso, le hizo una caricia en la
mejilla, y le dijo con emoción.
-Sos tan parecido a Juan Cruz cuando tenía tu edad...

A Thiago lo perturbó mucho ese comentario, y además le llamó la atención la aclaración de la mujer
respecto de la edad, ya que según le habían contado, su padre había fallecido siendo no mucho mayor
de lo que era él. Hilda salió y el comenzó a examinar el cuarto. Era la habitación de un adolescente, con
posters en las paredes y una enorme colección de libros y casetes, entre los cuales encontró varios de la
banda británica The Police, grupo que Thiago también amaba. Se estremeció al oír nuevamente la voz de
Juan Cruz.

-A vos también te gusta mucho The Police, ¿no es cierto? ¿Ves que somos muy parecidos?

-Acá estoy. Vine a tu casa, ¡ahora quiero verte la cara! - gritó al aire.

-Ya te lo dijo mi madre, somos muy parecidos.

- ¡Yo no soy parecido en nada a vos! - gritó Thiago.

En ese momento regresó Hilda, y Thiago, sobresaltado, la tomó por el cuello, pensando que era Juan
Cruz. Se disculpó al reconocerla, y quiso irse de inmediato, pero ella lo retuvo.

-No, quedate.

-Yo no estoy bien, señora, soy un peligro.

-Lo que te pasa no me asusta. A mi Juan Cruz, antes de... desaparecer... le pasaban cosas parecidas.

- ¿Qué? - se interesó él.

-Eso que te está pasando a vos, Thiago- le dijo ella, compadecida.

La mujer insistió para que se quedara, y él aceptó la invitación. Una hora más tarde, apareció Nico: lo
había llamado Hilda, preocupada por su nieto. Thiago se disculpó con él por haberse ido de esa manera,
pero persistió en su decisión de no regresar, pues temía lastimar a sus seres queridos.

-Yo entiendo lo que te pasa, Thiago, pero vos tenes que estar allá, con nosotros. Todos juntos vamos a
resolver esto.

-Juan Cruz me está volviendo loco, Nico. Me quema la cabeza, quiere que haga cosas horribles. Quiere
que los lastime a ustedes... tengo miedo.

-Te repito. Esto lo vamos a resolver todos juntos.

Nico lo llevó de regreso al hogar, donde todos lo recibieron con afecto. Thiago reunió a sus amigos y les
confesó lo que estaba atravesando, y desde ese día, no lo dejaron solo ni por un instante.
Durante una semana entera, Cielo y Nico estuvieron pendientes de la evolución del trasplante de
Salvador, que felizmente había resultado exitoso. Ambos se turnaban para cuidarlo y colaborar con
Horacio, que estaba pendiente de las necesidades de su hijo, atormentado por pensar que por haberle
salvado la vida a él ahora Salvador estaba al borde la muerte. Pero su hijo había tenido una recuperación
alentadora, y dos semanas después de la intervención pudo salir de la clínica. Quiso regresar al loft, pero
no se lo permitieron; lo llevaron al hogar y lo instalaron en el altillo, ya que de esa manera podían
asistirlo día y noche. Además, confiaban en que la proximidad del reloj contribuiría a su recuperación,
pues ya habían tenido sobradas evidencias de la influencia positiva y sanadora que el portal tenía sobre
los que estaban cerca.

Una serie de hechos casuales hicieron que aumentara repentinamente la fama del Ángel Rojo. En
algunas ocasiones, Tacho se había topado con delitos menores en los que se había visto obligado a
intervenir. Como casi siempre llevaba consigo un bolsito con el atuendo del Angelito, y sabía que cuando
estaba así vestido era más fuerte y valiente, sus intervenciones habían sido bajo la identidad del Ángel
Rojo. Pero una noche en que frustró un asalto a un local, su participación fue filmada por las cámaras de
seguridad y esas imágenes recorrieron todos los canales de noticias. En apenas unas pocas horas, el mito
del superhéroe creció de manera exponencial, y aparecieron por todos lados testimonios de víctimas de
delitos que habían sido socorridos por el enmascarado.

Una vez más Tacho se sintió celoso de su alter ego por la notoriedad que había logrado. Jazmín, en
cambio, estaba cada vez más fascinada con el Angelito, que era un verdadero paladín de la justicia. La
indignación de Tacho llego al límite cuando Rama le contó que ya se vendían máscaras y disfraces del
Ángel Rojo en los comercios, y que incluso había un álbum de figuritas con ilustraciones del héroe.

Pero un día, mientras Tacho estaba paseando con Jazmín, ella pego un grito histérico al ver al Angelito
entrando en una panadería. Nadie estaba más seguro que Tacho de que se trataba de un impostor, y por
eso entró con ella en el comercio. El doble tenía un disfraz bastante bien logrado, pero Tacho advirtió de
inmediato que no era un homenaje, sino que el otro estaba utilizando el atuendo para robar, Jazmín,
fascinada, no se percató de que estaba robando, y quiso hablarle, pero el ladrón huyo sin dirigirle la
palabra.

-Ay, este Angelito, siempre tan tímido.

- ¡Ese no era el Ángel Rojo! - se indignó él.

-Ay, Tacho, no seas celoso.

- ¿Pero no viste que era un chorro? Estaba robando.

-Seguramente para dárselo a los que menos tienen- dijo ella, negadora.

-Jazmín, ¿cuándo vas a entender que el Ángel Rojo ¡soy yo!?

-Bonito...- dijo ella-. Cortala con eso, ya sé que no sos el Ángel Rojo. ¡Basta!
Tacho desistió de convencerla, pues no era la primera vez que Jazmín no se rendija ante la evidencia de
que él era quien se escondía tras la máscara, y en cambio, decidió olvidar el incidente e ir a pasear al
puerto juntos. Cuando llegaron, Jazmín fue a buscar algo para tomar y, apenas se quedó solo, Tacho
volvió a ver al falso Angelito, quien evidentemente estaba cometiendo su recorrido delictivo por la zona.
Entonces, como buen superhéroe, decidió detener al delincuente, y para eso, se calzó el verdadero
atuendo, que llevaba por supuesto con él. El falso héroe estaba subiendo a un yate con la clara intención
de desvalijarlo, y ahí mismo fue sorprendido por el original.

Cuando Jazmín regreso con las bebidas, se quedó perpleja al ver a dos Angelitos luchando entre sí en la
cubierta de un yate, y Tacho, que estaba reduciendo el ladrón, se quedó paralizado al verla, y en ese
momento el malhechor logró sacarle la máscara, y huyo. El joven quiso perseguirlo, pero Jazmín lo
detuvo.

-Para, Tacho, ¿qué haces?

- ¡Dejame!- gritó él.

- ¿Por qué insistís en disfrazarte del Angelito? - se quejó ella.

-Jazmín, el Ángel Rojo, ¡soy yo! - gritó él.

- ¡No, Tacho! Era él, dejalo en paz.

- ¡Te digo que no, bonita! - se exasperó-. No es el gil ese. El Ángel Rojo, o sea yo, no es chorro. No roba
y le da a los que no tienen. Vos lo idealizas, me idealizas, o sea... Pero soy yo, en serio.

- ¿Por qué? - le dijo ella, sonriente.

-Y bueno, no sé por qué lo hice, se dio...- dijo él-. Me parece que a vos te van los superhéroes, y yo con
el Ángel te doy eso...

-No, te pregunto por que te haces pasar por él. ¿Para que yo te ame?

-Pero yo no me hago pasar por él, yo soy...- se frustró Tacho.

- ¿Te haces el superhéroe para que te ame? – continuó ella-. ¿Vos crees que yo te amo por esta boca, o
por estos rulitos divinos que tenes, o por este cuerpazo, o porque sos lindo? Bueno, eso ayuda pero no
alcanza. Yo te amo por como sos. Por cómo me amas. Y por cómo me cuidas. Y la imagen que yo tengo
de vos no viene de ninguna máscara, créeme- explicó, y tocándole el corazón, le dijo-: Viene de acá, acá
adentro esta tu ángel. A ese amo. Y lo otro es un juego, es una fantasía, pero no es real.

-Pero, bonita... el Ángel Rojo soy...

-Shhh- lo calló ella con un dedo sobre sus labios-. Disfrazate de Ángel Rojo, de Batman, de Superman, de
lo que prefieras. Cambiame el envase las veces que quieras, pero yo amo el contenido- dijo ella, y lo
besó.
Nico bajaba de la planta alta e iba hacia la cocina cuando se detuvo en seco al ver a Salvador, con sus
bolsos, junto a la puerta de entrada.

- ¿A dónde vas? ¿Qué haces?

Salvador le aseguró que ya estaba recuperado y en condiciones de valerse por sí mismo, pero de todas
maneras no era esa la razón por la cual se retiraba.

-No solo me voy del hogar, sino que me voy de ustedes, doy un paso al costado, salgo del medio.

- ¿De qué hablas? - dijo Nico.

-De un gran amor- le dijo Salvador con simpleza-. Linda... o Cielo es la mujer que más ame en mi vida-
confesó.

-Salva, no hablemos de eso ahora... Vos no estás bien, y.…- lo interrumpió Nico, pero Salva retomó
el diálogo.

-Yo no siento ni vivo de la misma manera desde que la conocí, pero también sé que ella no me mira
cómo te mira a vos. No tiene sentido que esté en el medio de ustedes. Ustedes se aman, Nico, y lo mejor
es que yo me retire para que puedan vivir ese amor. Los amores como el de ustedes son amores que
están destinados, que te transforman. Son amores únicos, ideales. El de ustedes es un gran amor. Y yo
no tengo derecho a impedirlo.

Nico despidió a su gran amigo con un abrazo, admirando su entereza y queriéndolo aún más por eso.

Tacho se sentía feliz por haber derrotado al Ángel Rojo en el corazón de Jazmín, y pensaba en esto
mientras se seguían besando en el yate. Ella se separó de él y le hizo notar que estaban en un barco
ajeno, pero Tacho, impulsivo como era, le dijo:

- ¿Te gustaría ir a navegar?

Ella lo miró algo alarmada, pero antes de que respondiera, él ya estaba encendiendo el motor del yate, y
pocos minutos después estaban en mitad del rio. Tacho detuvo el navío para observar el atardecer que
estaba comenzando, y ella no paraba de reírse de la osadía de su bonito, que la miraba con los mismos
ojos arrobados con los que la había observado el día que la conoció, siendo aún niños. Acarició esa piel
tan suave, que lo estremecía apenas rozarla. Miró esos ojos claros, profundos, y supo que, sin pensarlo
ni programarlo, el gran día que los dos deseaban había llegado. El amor que se tenían había fluido, como
lo hacía ese rio sobre el que navegaban. Entonces comenzó a besarla y a acariciarla, y ella le devolvió sus
besos y sus caricias. Tacho quiso decir algo, tal vez pedir un permiso, pero ella lo calló y le dijo que no
hacían falta las palabras.

Bajaron al camarote del yate, y allí, entre besos y risas se entregaron a experimentar por primera vez la
expresión más pura del amor. Ella estaba segura de que él era su amor, y lo mismo sentía Tacho. Y aquel
atardecer, de manera inesperada, aunque deseada, ambos se expresaron mutuamente ese gran amor.
Sin nombre
Había pasado bastante tiempo desde que Jazmín recibiera su llave tras esclarecer el asesinato de sus
padres, que Thiago encontrara la propia al salvarse de la muerte, y que Tacho hallara la suya en el
televisor blanco y negro por el que él siempre creyó que lo habían cambiado; y ya casi todos se habían
olvidado de las llaves y del libro, cuando repentinamente aparecieron dos más en el transcurso de unos
pocos días.

La primera de ellas fue hallada por Rama, tras atravesar una particular crisis. Las cosas no venían bien
con Valeria desde que ella se había integrado a la banda antagónica de los Teens, pero un par de
situaciones complicaron aún más la relación. Lo primero fue un equívoco de Valeria, quien malentendió
dichos de Rama y reaccionó de muy mala manera con él. Luego de que Tacho y Jazmín regresaran de su
particular escapada en el yate, ambos integrantes de la pareja corrieron a compartirlo con sus amigos
más íntimos. Rama, contento por la felicidad de su amigo, comentó con Valeria lo felices que se veían, e
imagino el día en que llegara ese momento para ellos, pero ella lo interpretó como una sugerencia
directa a imitarlos, se sintió presionada y reaccionó con hostilidad hacia él. Si bien él logró hacerle
entender que esa no había sido su intención, las cosas quedaron algo tensas entre ambos. Y para
coronar la crisis, el descubrió que ella aún seguía intercambiando mensajes con Gabo, a pesar de
haberle asegurado que ya no tenía relación con él.

-No pasa nada con Gabo- afirmó Valeria-. Nada más me manda mensajes cada tanto, y le contesto
porque le tengo cariño.

-Me mentiste, Valeria.

-Porque sabía cómo te ibas a poner.

-Me mentiste- repitió él, y se alejó.

Pero lo que realmente desato una profunda crisis en Rama fueron dos hechos extraños que ocurrieron
un mismo día.

Esa tarde los TeenAngels debían presentarse en el concurso televisivo La Bestia Pop. El premio del
certamen era la producción de un disco, y los jóvenes tenían todas las expectativas de ganar, con el
consecuente despegue comercial que significaría para la banda. ¡Por supuesto, el competitivo Nacho se
había enterado y se había inscrito con Man!!, reeditando la competencia de las bandas. Rama estaba en
el living esperando al resto de sus amigos cuando Lleca recibió la visita de Lucia, la chica de su colegio
que le gustaba, la misma que Nico lo había ayudado a contactar cuando salieron a correr. Lleca y ella
habían trabado una amistad, por eso la había invitado a ir a su casa, pero la niña, de su misma edad, no
fue sola, sino acompañada por su abuela. Apenas la mujer vio a Rama, frunció el entrecejo, agarró a su
nieta del brazo y le aseguró que no se quedaría en esa casa.
- ¿Por qué no? ¿Qué pasa abuela?

- ¿Él vive acá? - preguntó la mujer señalando a Rama.

-Si, claro, es Rama- dijo Lleca-. Es uno de los gomias que vive acá.

-Entonces no te vas a quedar en donde vive un delincuente- dijo la abuela.

Rama, bastante afligido, no dijo nada, pues, así como la mujer lo había reconocido, él también recordaba
muy bien quien era. Algunos años antes, en la época de Bartolomé, la abuela de Lucia había sido una de
las víctimas de los robos que los chicos estaban obligados a hacer. Rama la recordaba perfectamente
porque al arrebatarle la cartera, la había tirado al piso y le había lastimado las rodillas, y, además,
porque Bartolomé había estallado en una ruidosa felicitación cuando vio el botín: en la cartera de la
mujer había unos cuantos miles.

-Quiero que sepas...- le dijo la señora con miedo y la voz entrecortada por la angustia- que la plata que
me robaste era para la operación de mi nietita, que estaba muy mal.

Lleca y Lucia estaban mudos. La niña recordó aquellos días en que debió ser operada, y que a ese
infortunio se había sumado el robo del que había sido víctima su abuela.

- ¡Delincuente! - le gritó-. No te importa nada todo el daño que hiciste, ¿no es cierto? Vamos,
Lucia, vámonos de acá.

Y se fue, llevándose a su nieta, Lleca se había quedado mal por la visita frustrada, y culpó a Rama por
ello, pero advirtió que también él se había quedado especialmente angustiado por el encuentro. De
todas maneras, todos concurrieron al canal de música en el que se desarrollaba el certamen La Bestia
Pop, y Rama, que aún no se recuperaba del episodio con la abuela de la amiga de Lleca, tuvo un nuevo
reencuentro con su pasado delictivo.

Con el vértigo propio del mundo de la televisión, la banda fue conducida a camarines apenas llegaron.
Los maquillaron, les pusieron los micrófonos y los mandaron al set a hacer lo suyo. Cuando terminaron
de cantar, el conductor los presentó y les comunicó que recibirían la devolución del jurado. Entonces
Rama miró hacia los escritorios donde estaban los tres profesionales del mundo de la música, y se puso
pálido al reconocer entre ellos a otra mujer a la que también había robado. Cristina, una famosa coach
de cantantes, parecido reconocerlo pues se quedó mirándolo fijamente, e hizo una evaluación muy
desfavorable, para alegría de Nacho, Tefi y Melody. Si bien no había tenido contacto directo con ella,
Rama estaba convencido de que lo había recordado.

A partir de estos dos encuentros, Rama entró en una espiral descendente de angustia, y aunque Nico,
enterado de ambos episodios, intentó hacerle entender que él no era responsable por lo que lo habían
obligado a hacer en el pasado, el joven no encontraba consuelo. Sentía un gran desasosiego que no
podía poner en palabras. Un profundo dolor sin nombre lo había opacado por completo.
Como no lograba quitarse esa sensación, decidió hacer algo para reparar el dolor que había ocasionado.
Nico lo habló con Cielo, y ambos decidieron darle a Rama el dinero necesario para devolverles a ambas
mujeres la cantidad que en su momento les había arrebatado.

La abuela de Lucia aceptó tanto la plata como el pedido de disculpas, y, además, enterada por Nico de las
circunstancias en las que Rama había cometido el delito, se compadeció de él, y lo perdonó. Lo mismo
intentó hacer Rama con Cristina, quien al principio se rehusó a tomar contacto con él porque consideró
inapropiado hablar con un participante fuera del concurso. Pero debió ceder ante la insistencia de Rama.

-Por favor...necesito reparar lo que hice, y devolverle lo que le robé. Yo no quería hacerlo, me obligaron,
y ahora necesito repararlo- dijo Rama, muy angustiado.

- ¿Sabes qué pasa? Lo que me robaste no se puede devolver. No es el valor monetario lo que me
arrebataste, sino el valor sentimental. En la cartera había un relicario que había sido de mi madre, y era
lo único que conservaba de ella.

La imposibilidad de devolverle ese objeto lo angustió más, y le pidió entonces a la mujer una foto del
relicario. Rama recordaba bien los lugares en los que Barto y Tina, en las épocas oscuras de la fundación
BB, reducían los objetos robados, y concurrió a un oscuro anticuario donde posiblemente hubieran
colocado el relicario robado. Pero por supuesto, habiendo pasado tantos años, el objeto ya no estaba allí
y el dueño del comercio no tenía manera de rastrearlo.

Nico, Cielo y los chicos advirtieron que Rama se había obsesionado con el tema, e intentaron sosegarlo,
pero el, lejos de olvidarse, ahora había decidido rastrear a cada una de las personas a las que había
robado.

-Pero, Rama... eso es imposible- le dijo Valeria una tarde en la que él estaba pensando febrilmente la
forma de encontrarlos-. En todos los años que estuviste con Bartolomé pudiste haberle robado a
decenas, o cientos de personas. Es imposible que los encuentres a todos.

-Tengo que intentarlo- le dijo él, enceguecido.

-Es imposible, Rama.

- ¡Tengo que hacerlo! - grito él y comenzó a llorar.

Valeria, impotente, no supo que hacer ni que decirle y recurrió a Cielo, y ella a la psicóloga que los
visitaba con frecuencia. Fue la terapeuta quien lo ayudó a ponerle palabras a lo que sentía.

- ¿Qué es lo que te pasa Ramiro?

-Lastimé a mucha gente. No puedo ser feliz sabiendo todo el dolor que generé. Tengo que repararlo.

-Hay cosas que no se pueden reparar.

-Eso no es consuelo.
-Pero hay algo que si podés reparar. Y es el profundo dolor que te genera esa culpa que no es tuya.

-Si, es mía, porque yo podría haberme negado, podría haberme rebelado frente a Barto y no hacer lo
que me pedía.

-Sabes que no es así, Rama. Vos mismo me contaste que ese hombre te amenazaba, estabas aterrado
por Alelí, y eras un nene.

- ¡Era un delincuente!

-Eras una víctima. Y tal vez esto que estás haciendo es una manera de olvidar que fuiste una víctima.
Para vos es más tolerable castigarte por haber sido un victimario, que perdonarte por haber sido víctima.

Rama comenzó a llorar, un llanto que había estado acumulado en su alma durante muchos años. La
terapeuta le hizo ver que lo que él sentía no era simple culpa, sino un estigma.

-Sentis que lo que fuiste obligado a hacer está marcado en tu piel, como un tatuaje indeleble. Porque
alguna vez fuiste obligado a robar, sentís que estas manchado para siempre. Lo mismo te pasa con el
amor y con lo que pasó con tu mamá.

- ¿Que tiene que ver eso?

-Porque tuviste la desgracia de ser abandonado por tu mamá, sentís el estigma de ser el abandonado, y
por eso siempre estás enamorado de mujeres esquivas, o temiendo ser abandonado por tu novia. Pero
vos no fuiste responsable de nada de eso, Ramiro. Ni del abandono de tu madre, ni de lo que fuiste
obligado a hacer.

Las heridas de Rama eran mucho más profundas de lo que pensaba. Cuando Tacho y Jazmín habían
encontrado sus llaves tras resolver algo de su historia, él había llegado a pensar que la suya llegaría el
día en que se reencontrara con su madre. Pero ahora, empezaba a aceptar aquello que no se podría
cambiar. Así como no podía restituir a las víctimas de sus robos lo que les había arrebatado, tampoco
podía cambiar sus años en la fundación BB, ni podría recomponer las cosas con su madre. La suya era
una madre que no volvería, su historia no tenía una resolución feliz, de reencuentro. La gran solución
para Rama era empezar a aceptar aquello que no se puede cambiar. Y si bien lloro unos cuantos días,
sus heridas habían empezado a sanar.

De todas maneras, un día apareció en la mansión el dueño del anticuario. Por una extraña casualidad, el
relicario en cuestión había regresado a su comercio, y si él estaba interesado podía vendérselo. Rama lo
compró de inmediato, y se lo llevo al jurado del concurso, quien al recibirlo se conmovió hasta las
lágrimas.

-No lo puedo creer- dijo la mujer.

-Yo tampoco. Pero bueno, ahí está. Y aunque no fui responsable de eso, le pidió disculpas.

Ella aceptó sus disculpas, y le reiteró que eso no modificaría en nada sus valoraciones en el concurso.
-Por supuesto- sonrió él, y cuando se estaba retirando de la casa, ella lo detuvo.

-Espera. Toma, esto no es mío.

Él giró y se sorprendió enormemente ante lo que veía. La mujer había abierto el relicario y dentro había
encontrado una llave. Pequeña. Y plateada.

Lleca estaba muy nervioso antes de un entrenamiento de futbol en el colegio en el que Marcelo, el profe
de gimnasia, seleccionaría al equipo para participar del campeonato intercolegial. Lleca sabía que
necesitaba algo más que virtuosismo para jugar pues la relación con el profesor no era precisamente
fluida. El hombre era bastante malhumorado, y con Lleca tenía una relación especialmente conflictiva.
Sin embargo, el futbol era todo lo que a Lleca le importaba en la vida, además de Lucia, y por esa razón
estaba dispuesto a hacer sacrificios para ser seleccionado, a pesar de la mala relación con el docente.
Entonces comenzó a hacer buena letras, a asistirlo en las clases, en las que era siempre al primero en
llegar y el último en irse, ya que se quedaba guardando las pelotas u ordenado el vestuario. Esta actitud
comedida no había logrado muchos progresos en el vínculo, sin embargo, fue seleccionado, puramente
por sus dotes para el deporte.

El equipo de Lleca cosechó unos cuantos triunfos, y se encaminaban a conseguir un puesto en la final; y
el niño fantaseaba con meter el gol del triunfo ante la miraba de Lucia, sin embargo, una tarde ocurrió
un hecho que hizo peligrar su lugar en el equipo. Estaba en el vestuario, guardando las remeras sucias
en un cesto, cuando oyó un celular que sonaba. Comprendido que era de Marcelo, y como él no estaba,
lo atendió. Oyó una voz de mujer, a quien le extrañó que no fuera el profesor el que había atendido;
Lleca le explicó que se había olvidado el celular allí. En ese momento el regreso y se enojó mucho con el
niño por haber atendido su teléfono; de nada valieron las justificaciones de Lleca. Marcelo le ordenó
que se retirara, pero Lleca solo se apartó un poco, y se quedó a esperarlo para disculparse, pues temía
que por esa situación fuera enviado al banco de suplentes. Mientras seguía ahí, oyó que el profesor
hablaba por teléfono, y dedujo que se trataba de la esposa, o exesposa; le llamó mucho la atención
escucharlo hablar de un hijo que habían perdido, y del que debían olvidarse, según los dichos del
hombre. Lleca no fue indiferente a eso: podía entender bien el dolor de perder a un ser querido. Y
además dedujo que el hijo que había perdido el profe no estaba muerto, ya que había escuchado
cuando él le decía a la mujer que se olvidara, pues ya no tenían chance de encontrarlo. Y eso también
era algo que lo unía aún más al profesor.

-Mira a donde te llevo esa obsesión, Mercedes, estás presa.

Esa frase impactó a Lleca de tal manera que se le aflojaron las piernas, y casi cayó de espaldas contra los
lockers del vestuario, lo cual produjo un gran estruendo. Cuando Marcelo descubrió que seguía en el
vestuario, volvió a enojarse, ahora por haberse quedado a escuchar una conversación privada.

-Perdone, profe, pero escuche que usted... ¿perdió un hijo?

-No seas maleducado.

-No se enoje, pero le pregunto porque... yo también perdí a mis jovies, ¿sabe? Se lo que siente.
-Es un dolor que no se puede explicar. Cuando perdes a tu mujer, sos viudo. Si perdes a tus padres, sos
huérfano. Pero cuando perdes a un hijo... eso no tiene nombre.

El hombre se puso muy mal. Nuevamente cayo atrapado en su habitual malhumor y le dijo a Lleca que
se marchara. Fue obediente, pero no pudo dejar de pensar en lo que había escuchado.

Entró corriendo al altillo en el que Cielo estaba hablando con Nico, y casi sin aliento les refirió los hechos.
Y tanto Nico como Cielo coincidieron con él: era demasiado casual que su profesor hubiera perdido un
hijo, y que su mujer estuviera presa, y se llamara Mercedes. Todos, por supuesto, recordaron a aquella
mujer que había sido detenida en sus narices, supuestamente por integrar una banda que robaba bebes.

Cuando le informaron a Mercedes que tenía visitas, ella pensó que se trataba de Marcelo, pero se quedó
perpleja al ver aparecer a Nico y a Cielo en el penal. La pareja había solicitado el permiso de visita para
corroborar con ella la sospecha que les había surgido, pero no tuvieron que relatarle nada, pues apenas
los vio, la mujer comenzó a llorar con desesperación, agradeciendo a Dios que ellos hubieran ido a verla.
Desde el día en que la detuvieron, y después de recibir la carta de Lleca, había hecho lo imposible por
comunicarse con ellos, pero no lo había logrado, pues había estado incomunicada desde entonces.
Recién la tarde anterior, el abogado que le habían asignado había conseguido que le permitieran hacer
un llamado, y ella marco el único número que recordaba, el de su exmarido. Esa había sido la
comunicación que, por esas milagrosas casualidades, había atendido Lleca. Mercedes habían intentado
en vano decirle a Marcelo que estaba segura de haber encontrado a su hijo, pero el hombre, lleno de
dolor por esa herida que seguía abierta, no había querido escucharla, sobre todo por la conmoción que
le había producido enterarse de que estaba detenida por haberse infiltrado en la banda.

-Ese chico, Lleca, es mi hijo, es León- afirmó la mujer entre lágrimas.

-Mire...- le advirtió Nico-. Lleca ya sufrió mucho por esto. Si esto es una mentira o...

- ¡No es una mentira! - se desesperó ella, y les relató con detalles las circunstancias que la habían
llevado a esa situación.

Todo coincidía: la edad del chico, el nombre que él recordaba, y las circunstancias en las que había sido
robado. La mujer quedo aún más sorprendida cuando ellos le dijeron que Lleca era alumno de Marcelo,
su exmarido.

La situación sorprendió y conmovió a todos, sin embargo, decidieron avanzar con cuidado dada la
delicada naturaleza del asunto. El siguiente paso fue ir a hablar con el profesor, y de eso se encargó Nico.
Cuando el arqueólogo le relató todos los hechos, y le mencionó la posibilidad de que ese alumno
revoltoso que era Lleca fuera su hijo, el hombre, que siempre se mostraba hosco y malhumorado, se
desarmó entre lágrimas durante unos cuantos minutos.

Los tiempos y la burocracia que siguieron a ese día fueron desesperantes tanto para Lleca, como para
sus padres. Lo primero que hicieron fue tomarles muestras de ADN para confirmar la paternidad, y
gracias a los contactos de Nico lograron que le dieran un carácter de urgencia al examen.
El día de la final del campeonato Lleca estaba desconcentrado; aunque intentaba no hablar del tema,
tanto el profesor como el niño estaban muy nerviosos por la espera. El partido estaba empatado, y un
par de torpezas cometidas por Lleca hicieron que Marcelo se decidiera a sacarlo de la cancha, pero Lleca
no había llegado hasta ahí para perderse la final, y le suplico que no lo hiciera. El profesor accedió, pero
le exigió concentración, y Lleca hizo su mejor esfuerzo. Mientras Lleca intentaba focalizar en el juego, no
advirtió que Nico se acercó a Marcelo, que estaba en el banco de suplentes. Lleca, en vena otra vez,
logró meter el gol del triunfo. Mientras todos sus compañeros lo levantaban en andas, buscó con la
mirada al profe para festejar con él, y lo divisó, junto a Nico, llorando de emoción. Lleca se apartó del
grupo que festejaba, y se acercó a los hombres.

- ¿Vio el gol, profe? - le preguntó.

Pero antes de que pudiera decir algo más, Marcelo corrió hasta él y lo abrazó tan fuerte que le cortó la
respiración. Lleca vio los ojos repletos de lágrimas de Nicolás, y entendió que el resultado había sido
positivo: Marcelo era su padre.

Ahora que finalmente había encontrado a sus jovies, solo restaba liberar a Mercedes de su injusta
prisión, lo cual no les resultó sencillo. Entonces, todos los chicos del hogar mágico, conmovidos y
solidarizados con Lleca, concurrieron al penal a hacer una sentada para pedir por la liberación de la
mujer. Los oficiales del servicio penitenciario quisieron removerlos, pero los jóvenes, acompañados por
Justina, Nico, Malvina y Cielo, no se movieron de allí, Finalmente fue Caridad la que tuvo la idea que
resolvió la situación.

El noviazgo de Nacho y Caridad, aunque ya era oficial, no era reposado ni tranquilo, pues si bien el
cachetón había hecho progresos, seguía siendo el mismo tarambana de siempre, según los dichos de
Caridad. Cuando hacía de las suyas, ella le cortaba el chorro, y él volvía con el caballo cansado, pidiendo
perdón. En ese momento estaban en una de sus peleas, porque ella lo había descubierto coqueteando
con una chica del country, y le había retirado el saludo. Nacho estaba sufriendo por el desdén de la Paisa
y se ilusionó cuando recibió un llamado de ella.

- ¿Me perdonaste, Paisa?

-Lo voy a perdonar si logra que su padre, el pelado, haga un tiro para el lado de la justicia.

- ¿De qué hablas?

Y Caridad le explicó las condiciones para su perdón: que lograra que el juez interviniera en el caso de
Mercedes, y la liberaran.

Si bien el caso estaba radicado en otro juzgado, Adolfo Pérez Alzamendi, quien no le negaba nada a
Nacho, logró la inmediata liberación de la mujer, y así por fin madre e hijo pudieron fundirse en un
abrazo que había esperado más de once años.

Al día siguiente, Mercedes y Marcelo fueron a visitarlo al hogar, y le manifestaron que los dos estaban
dispuestos a intentar recuperar su matrimonio, con la ilusión de poder restituirle el hogar del que lo
habían arrebatado. Lleca se emocionó, y con una sonrisa que no le cabía en la boca los abrazó. Había
crecido sin padres y sin nombre. Y ahora, allí estaban ellos, y ahí estaba el, León.

Además de esas buenas noticias, su padre le había llevado un regalo que había guardado todos esos
años. Era una pista eléctrica de autitos, cuya caja ya estaba amarillenta, y los controles algo oxidados, de
todas maneras, la armaron sobre la mesa de la cocina, e intentaron hacerla funcionar, pero les costó
porque tenía un extraño desperfecto. Revisando el juguete para ver por qué no funcionaba, Lleca
encontró, dentro de unos de los autitos, una llave pequeña y plateada.
El período Saros
Ya recuperado de su operación, Salvador citó a Cielo para contarle una historia que había omitido
referirle hasta el momento, pues era algo de lo que no se enorgullecía, pero ahora, debido a un nuevo
episodio, se decidió a hablar.

A pocos días de regresar de su internación, había recibido una llamada de un hombre con una voz
extraña, que le había dicho cosas muy inquietantes. Al principio pensó que se trataba de una broma
aleatoria, pero cuando las llamadas se sucedieron, comenzó a cortarle apenas escuchaba esa voz
profunda. Al negarse a recibir los llamados, una noche la misma voz que lo llamaba por teléfono siguió
hablando en su cabeza. Por supuesto esto lo aterró, y lo asoció con lo que le estaba ocurriendo a Thiago.

- ¿Juan Cruz te está hablando a vos también? - se preocupó Cielo.

-Eso no es lo peor, Cielo. Y de eso quería hablarte.

Entonces, con enorme dificultad, Salvador le confió un episodio muy confuso que había vivido algunos
años atrás en el que había fallecido la que era su novia. En aquel entonces, unos meses antes de la
muerte de Laura, también había comenzado a oír una voz en su cabeza que le decía que debía matar a
su novia. Salvador se había asustado muchísimo y había consultado con un psiquiatra. Lo habían
diagnosticado como un episodio esquizoide, producto de una medicación que había tomado. De
inmediato le suspendieron la medicación y la reemplazaron por otra para acallar esas alucinaciones, sin
embargo, no dejo de oír la voz, que cada día se volvía más siniestra. Una noche despertó con sus manos
ensangrentadas, junto al cuerpo de su novia muerta, y si bien nunca pudo establecer que había
ocurrido, el quedó devastado ante el convencimiento de que la había matado. Hubo una investigación
policial, y los peritos psiquiatras llegaron a la conclusión de que había tenido un episodio de demencia
temporal, y lo habían absuelto.

Salvador entró en una profunda depresión tras eso y jamás había vuelto a ponerse de novio hasta que la
conoció a ella. Cielo quedó bastante impactada por el relato, aunque se esforzó por no juzgarlo. Pero
ahora que esa voz había vuelto, Salvador estaba convencido de que quien le hablaba entonces era Juan
Cruz.

- ¿Y qué relación puede tener Juan Cruz con vos?

-No lo sé.

- ¿Y qué te dice?

-No mucho por ahora, solo me habla. Pero Cielo, durante años pensé que me había vuelto loco y había
matado a Laura. Ahora estoy convencido de que ese tipo estuvo detrás de todo esto, no sé cómo ni por
qué, pero estoy decidido a encontrarlo y llegar al fondo de esto.
Cielo se fue del loft, muy impresionada, dimensionado que el misterioso de Juan Cruz era mucho más
complejo de lo que imaginaban. No solo se trataba de un hombre que, aunque todos creían muerto,
evidentemente estaba vivo y obsesionado con Thiago, sino que era alguien que lograba meterse en la
cabeza de la gente y obligarlos a hacer cosas espantosas. Aterrada por lo que pudiera hacerle a Thiago,
corrió a referirle los hechos a Nico, al que encontró rodeado de papeles y anotaciones, inmerso en sus
pensamientos.

También él quedó muy impactado cuando ella le reiteró el relato de Salvador, y entendieron que debía
empezar a abrir sus mentes para comprender a que se estaban enfrentando.

- ¿Vos que estás haciendo? - preguntó ella al ver las anotaciones que rodeaban a Nico.

-Pensaba... trataba de unir las piezas del rompecabezas.

- ¿Cuál de todos?

-Eudamon- dijo él-. Siempre vuelvo a mi primer amor.

Y le manifestó que no podía dejar de pensar en el descubrimiento que había hecho de los tres relojes: el
de la mansión, el de la estancia, y el de la capilla de Escalada, que formaban un triángulo perfecto.
También seguía pensando en esos extraños encuentros que ella había tenido tanto con Gabo, el ex
novio de Vale, como con Caridad y con el padre de Melody, en Dubái, en todos ella vestida de novia. En
especial el que más le intrigaba era este último, en el que el embajador había manifestado que ella le
pidió que cuidara ciertos objetos de una excavación arqueológica. Bauer había estado en esa excavación
unos años antes, precisamente porque allí se había encontrado indicios de los prunios, una civilización
antigua, extinguida, a quienes se atribuía ser los portadores del secreto de la ubicación de la isla de
Eudamon. Desde que había descubierto que el reloj del altillo era un portal que conducía a Eudamon,
había comprendido que no se trataba de una isla literal, sino de algo metafórico.

-Lo que yo creo- compartió con Cielo algunas conclusiones- es que los prunios llamaban "la isla de
Eudamon" era este triángulo conformado por los tres relojes. Lo que todavía no entiendo es que hacían
los prunios en Dubái, o en tantos otros lugares del mundo donde mi viejo encontró rastros de ellos, si la
isla estaba acá.

En ese momento entró Malvina para convidarles una porción de torta que habían cocinado las chicas en
una clase de repostería que les había dado Pierre, el chef contratado.

-Prueben lo que es esta isla flotante- dijo Malvina.

Nico probó un bocado, y al hacerlo encontró la pieza que le estaba faltando a su rompecabezas.

- ¡Isla flotante! - exclamó, pero bien podría haber dicho < ¡eureka!>

- ¿Qué? - preguntó Cielo, intrigada.


Entonces el arqueólogo se puso de pie, y empezó a buscar diferentes papeles entre la montaña que
tenía y a hablar atropelladamente, con ese vértigo que se siente cuando se obtiene una revelación.

- ¡Claro! ¡Ahora entiendo todo! ¡Es una genialidad!

-Explicame, por favor.

-El secreto de los prunios eran estos portales que conducen a Eudamon. Si bien son independientes, se
necesita de los tres para que funcionen. Le llamaban "isla" al triángulo formado por los tres portales-
reitero él.

-Si, eso lo entiendo- dijo ella.

-"Esta historia se remonta al comienzo de los tiempos", nos dijo Jasper el año pasado, cuando nos habló
de Eudamon. ¿Te acordas?

- ¡Me acuerdo! - dijo ella.

- ¡Los prunios custodian la isla hace siglos! - se entusiasmó él-. Siempre hubo piratas que querían
apropiarse de ese tesoro. Entonces ellos trasladaban la isla cada vez que estaba en peligro. Por eso hay
rastros de ellos en Dubái, en China, en el sur de África y en Perú. Si iban desplazando de un lugar a otro,
desmontando los portales, y volviendo a montarlos en el nuevo lugar elegido. La isla de Eudamon es...
¡una isla flotante! Que se desplaza. ¿Entendes, Cielo?

- ¡Si! - dijo ella compartiendo su emoción.

Nico no tenía por qué saberlo, pero aquel verano del año 1854, cuando Tic Tac juntó a los maestros
relojeros prunios pusieron en funcionamiento los tres relojes, provenían de Perú, donde la isla había
estado instalada hasta ese momento, y por eso el doctor Inchausti le había dicho a su mujer que había
conocido a ese particular hombrecito en el Perú.

-Seguramente cuando vos estuviste en Eudamon fuiste enviada a Dubái, y a la estancia, para asegurarte
de que el rastro de los prunios estuviera protegido de los que lo están persiguiendo.

- ¿Y lo de Gabo? ¿Para qué puedo haberme topado con él?

-Tal vez eso solo fue para que empecemos a pensar en esto. Cuando él nos dijo que te había visto, nos
pusimos alertas, y no dejamos pasar las otras señales. Esto es genial, Cielo, La isla es flotante, y la van
desplazando por el planeta para mantenerla a salvo.

Junto a ellos, sin que lo vieran estaba Tic Tac, orgulloso de la verdad que había alcanzado.

Unos días más tarde, Salvador llegó a la mansión con enorme entusiasmo, pues el mismo había accedido
a una revelación. Le contó a Nico que estaba en su casa cuando volvió a escuchar la voz de Juan Cruz
que le hablaba. Había intentado seguir con lo que estaba haciendo como si esa voz no existiera, y puso
uno taza de té en el microondas, y al encender el electrodoméstico, registró que la voz cesó. Extrañado,
apagó el microondas, y volvió a escucharla, luego lo encendió una vez más, y obtuvo el mismo resultado.
Sin dudas, la voz que escuchaba sufría algún tipo de interferencia cuando el microondas estaba en
funcionamiento, por lo que dedujo que es sistema que Juan Cruz utilizaba para hablarles se basaba en
algún tipo de onda corta.

-Lo interesante de esto- explicó Salvador- es que, si es así, lo hace desde algún lugar, y como es
una frecuencia de ondas, podemos determinar de dónde proviene, ¡y encontrarlo!

Nico se iluminó con el descubrimiento de Salvador, y de inmediato concurrieron a consultar con su


amigo en común, experto en tecnologías, quien les ayudó a desarrollar un dispositivo para rastrear la
frecuencia. Ahora solo les restaba esperar a que El hombre de las mil caras volviera a comunicarse con
alguno de ellos.

Una semana después habían organizado una despedida para León, que se mudaría con sus padres.
Reacio a alejarse del hogar, Lleca había convencido a su padre de que alquilara una casa que quedaba
en la misma manzana que la mansión, y que tenía sus patios lindantes. León quiso hacer la fiesta en.
su cheboli, pero eran demasiados para caber allí. Esa noche, en el transcurso del festejo, varias
personas recibieron una extraña llamada al mismo tiempo.

Por un lado, Luca recibió una llamada de Franka, quien hacía mucho tiempo que no se comunicaba con
él. En el mismo momento, Justina recibió nuevamente una llamada de Bartolomé, quien venía
llamándola en secreto desde hacía un buen tiempo. Malvina, en el mismo instante, recibió una llamada
de su hermano, el que nunca había conocido. También sonó el celular de Cielo, que estaba con Salvador
perfeccionando el sistema de rastreo, y ella no se sorprendió tanto cuando la voz profunda e
inquietante se presentó como Juan Cruz. También Thiago volvió a escuchar esa voz en su celular.

Los cinco, en el mismo momento, fueron alcanzados por las palabras de Juan Cruz, Pues el supuesto
Bartolomé que venía llamando a Justina no era otro que el misterioso villano, que hacía que ella oyera la
voz de Bedoya Agüero. Lo mismo ocurría con Luca: identificaba la voz de Franka, pero eran las palabras
de Juan Cruz las que estaban oyendo. En todos los casos, el efecto era el mismo: un discurso intenso,
inquietante, que, sin embargo, producía un magnetismo imposible de resistir.

- ¿Quién habla? - dijo Malvina, que en ese momento estaba junto a Nicolás.

-Tu hermano- respondió la voz de Juan Cruz.

-Diga...- dijo Justina mientras decoraba una torta para la despedida de Lleca.

-Soy yo, ¡chitrula! - era la voz de Bartolomé.

-Hola, Luca, habla Franka.

-Hola. hijo- le dijo Juan Cruz a Thiago.

-Hola, Cielo- la saludó a ella.


Cielo, sin perder la calma, accionó el manos libres del teléfono para que también Salvador escuchara,
mientras él se apuraba a conectar el dispositivo que había diseñado.

-Llamó para hablarte de algo muy importante, que está por comenzar- le dijo a Cielo-. El período Saros.

- ¿Y qué es eso? - preguntó ella.

-Te explico. Desde los tiempos de los tiempos, cada una fracción de tiempo, los portales, la isla flotante,
se activan, y algo maravilloso ocurre.

-Y eso está por ocurrir- dijo la misma voz a Malvina, que lo oía junto a Nico.

-Y yo te necesito de mi lado, Tinita- le dijo la voz de Barto a Justina.

-Y aunque reniegues, hijo, ya estás de mi lado- le dijo a Thiago.

-Sos de los nuestros, y esta es una guerra- le aseguró la voz de Franka a Luca.

Y en un discurso único y continuo, les fue diciendo a todos lo mismo.

-Una guerra en el interior de sus almas. Dos aspectos de sí mismos lucharan en su interior. Dicen que
hay un aspecto bueno y otro malo, un ángel y un demonio, pero en el período Saros ya no habrá
dualidades, ni malos ni buenos. Para eso, hay que elegir.

-Y vos lo hiciste el día que cruzaste el portal, Cielo.

-Cuando hiciste todas esas maldades para retener a ese hombre que está junto a vos, Malvina.

-Cuando hiciste todo lo que se te ordenó por nuestra causa, Luca.

-Cuando te viene ese deseo incontenible de ajusticiar al bonsái de Alelí, Tini.

-Cuando aceptaste que te ayude, cuando traicionaste a tus amigos, Thiago. Vos ya elegiste, y me elegiste
a mí, estás de mi lado.

En ese momento se cortaron todas las comunicaciones al unisono, y todos quedaron inquietos por esas
palabras. Pero Salvador miró a Cielo con un brillo en sus ojos.

-Pude rastrear de donde provenía la frecuencia.

- ¿De dónde?

-De acá mismo, Cielo- dijo el consternado-. ¡Juan Cruz está en la mansión!

De inmediato, Cielo comenzó a correr por toda la casa, Salvador tras ella. Se toparon con Nico, que venía
alarmado por la conversación que había oído entre Malvina y su hermano, y ellos le comunicaron de
inmediato que Juan Cruz estaba allí mismo. Lo buscaron por cada rincón de la casa, incluso por el sótano,
pero no lo hallaron. O bien se había ido a tiempo, o era alguno de los que estaban allí.

-No puede ser, eso no- dijo Cielo.

- ¿Quien está en la casa? - preguntó Salvador.

-Nosotros, todos los chicos, Felicitas, Malvina, Simón, Nacho, Melody, y los padres de Lleca.

Salvador estaba muy seguro de que el artefacto no había fallado, había detectado la frecuencia y sin
dudas había provenido de allí mismo. Sin embargo, no encontraron rastros de Juan Cruz.

Aunque todos habían sido perturbados por la llamada recibida, la más vulnerable era Justina, que ya
hacia un buen tiempo que recibía esos llamados de Bartolomé que la incitaban a volver a los años
pasados, y hacer venganza por él. Ella, casi hipnotizaba, estaba lejos de advertir que todo era un truco
de Juan Cruz, que utilizaba la voz de Bartolomé para conmoverla. El objetivo de este era oscurecerla e
interrumpir su redención, y aquella noche había logrado su cometido. Casi en trance, Justina salió en
busca de Alelí, con la intención de hacerla pasar a mejor vida, para satisfacción de su amor, su señor.

Estaba a punto de hacerlo cuando fue detectada por Nico y Cielo, quienes la redujeron de inmediato.
Justina reaccionó como si despertara de una pesadilla, y cuando comprendió lo que había estado por
hacer, se largó a llorar. Tratando de explicarse que había pasado, ella no pudo más, y confesó las
llamadas que venía recibiendo y lo que la habían empujado a hacer, y para eso debió además confesar el
secreto que había mantenido con Cielo. Nico se enfureció por haberla cubierto. Su intención fue llevarla
de inmediato a la cárcel, pero Cielo le suplicó que no lo hiciera.

- ¡Casi mata a Alelí! - gritó.

-Esa no era ella- afirmó Cielo-. Ese era Juan Cruz. Él es el que está manipulando a todos, y a él es a quien
hay que encontrar.

-Ahora me interesa encerrar a Justina- decretó Nicolás.

-Ahora tenemos que pensar en lo que dijo, y descubrir a que se refirió con eso de período Saros.
Crisis de ansiedad
Una tarde primaveral, luego de casi dos meses sin verse, Terremoto volvió a aparecer por el hogar. Mar
estaba algo resentida, ya que a pesar de estar disgustada con él por haberle pegado a Nacho aquella
tarde había ido a buscarlo a la comisaria donde estaba detenido, y allí le informaron que había salido en
libertad varios días antes. Ella no entendía por que el boxeador no había vuelto a verla, sobre todo luego
de haberla convencido de participar en el campeonato de box. Ahora ahí estaba el hombre, mirándola
cabizbajo y con más dificultad para hablar que de costumbre.

- ¿Que te paso, Terremoto? ¿Por qué desapareciste así?

-Estuve con quilombos- dijo él, elíptico.

- ¿Y el campeonato? Tanto insististe para que me anotara, ¿y después desapareces?

-Perdoname- dijo él-. Pero no pude... se me complicó.

-Si, ya veo...- dijo ella molesta-. Estas muy raro vos... Ademas, eso que dijiste el dia de la pelea...

-Yo ya le expliqué a Bauer porque dije lo que dije...

-Si, ya sé. Pero no sé... Algo no me cierra. Cuando te dije el nombre de mis viejos, te pusiste muy raro.

-Eso fue...- dijo el algo cortado- porque yo... yo conocí a tu viejo.

- ¿Qué? - dijo ella dando un respingo.

-Si, yo conocí a Mauro Tallarico.

- ¿Vos sabes dónde está?

-Eso venía a decirte, piba- dijo él, apesumbrado-. Mejor olvidate de él... Mejor perderlo que encontrarlo,
creeme.

- ¿Por qué decís eso?

-Porque... lo se. Si hubiera sido antes, era otra cosa. De joven tu padre era un tipo lleno de sueños, de
vida... Antes era antes, pero ahora es un tipo acabado. Y creeme que te va a joder la vida acercarte a él.

Mar no podía entender por qué Terremoto venía ahora a decirle eso, y aunque si le creyó cuando dijo
que conocía al padre, no se convenció de los argumentos que le dio, sino que quedó persuadida de que
la verdad era que el hombre en cuestión, habiéndose enterado de su existencia, no quería conocerla. Y
por esa razón el boxeador venía ahora a intentar disuadirla.
Al igual que le había ocurrido cuando surgió la posibilidad de conocer a su mamá, volvía a embargarla
esa angustia infantil que tanto la perturbaba, y así la encontró Thiago, lagrimeando.

- ¿Qué te pasa, Mar?

-Nada- intentó minimizar ella.

-Nada no. Contame.

-No.…- dijo ella, y le largó otra información-. Es que Rama ya encontró su llave, y hasta a Lleca, que ni
barba tiene, le llegó una. Vos tenes la tuya, la gitana y Tacho también, ¿y yo? ¿Cuándo voy a encontrar la
mía? ¿Porque todos son llave menos yo? - dijo sollozando.

A Thiago le pareció una exageración tanta angustia por ese tema, pero consideró que Mar era, en
esencia, exagerada, y le creyó. A Mar le tocaba atender el bar ese día, y allí se encontró con una mujer de
unos setenta años, de pelo corto, completamente blanco, de aspecto severo, parada frente a la barra.

- ¿Que le sirvo?

-Una habilitación municipal- dijo la mujer-. Y un café.

- ¿Perdón?

-Perdón nada. Dora Benítez, inspectora municipal- dijo la mujer, con muy pocas pulgas.

-Ah, nosotros tenemos todo en regla- dijo Mar, con un excesivo nerviosismo que delataba que tal vez las
cosas no estuvieran tan en regla como afirmaba.

- ¿La habilitación?

-No sé bien donde, pero en algún lugar tiene que estar.

- ¡Exhibida tiene que estar! - se alteró la mujer y comenzó a labrar un acta, y preguntó a continuación-:
¿Usted trabaja acá?

-Si, claro- dijo Mar.

- ¿Qué edad tiene?

-Dieciséis.

- ¿Es menor y trabaja? - y labró otra acta.

-Bueno, trabajo, trabajo...- dijo Mar-. Somos así como dueños.

- ¿Somos quienes?

-Mis amigos y yo.


- ¿Hay más menores que trabajan? Este bar se clausura.

Hasta ese momento, Mar se había mantenido respetuosa ante la autoridad, pero la prepotencia de la
mujer, que además se tomó el café sin pagarlo, más el enojo que tenía por los dichos de Terremoto, la
enfurecieron.

- ¡Usted no clausura nada!

- ¿Perdón?

-Vamos, diga, ¿de cuánto estamos hablando?

- ¿Usted me está intentando coimear?

- ¿Usted no? - dijo Mar.

- ¡Clausuradísimo esta esté bar!

Y de inmediato sacó una faja con la intención de pegarla en la puerta, pero en ese momento reapareció
Terremoto, que se había quedado mal por la conversación con Mar, y al ver a Dora se sorprendió.

- ¡Mamá! ¿Qué haces acá?

- ¿Mamá? - dijo Mar absorta-. ¿Esta fratacha es tu mamá?

- ¿Como me llamó la hormiga atómica ésta? - dijo Dora, quien tenía tan mal genio como su hijo y su nieta.

-Si, Dora es mi vieja, y es inspectora municipal.

-Entonces decile a tu vieja que no sea ortiva.

- ¡Y usted no sea ordinaria!

-Mamá... dejate de joder, no te pongas la gorra con los chicos.

- ¡Este trámite no se cajonea! - insistió Dora-. Además de irrespetuosa, hace un café horrible- afirmó,
ya que era adicta al café.

Entonces el boxeador, viendo que abuela y nieta estaban a punto de pelearse a los gritos, apartó a su
madre, y le suplicó en privado que suspendiera la clausura.

-De ninguna manera, jamás lo hice, y jamás lo haré.

-Esta vez sí lo vas a hacer.

- ¿Pero por qué defendes tanto a esa insolente?

-Porque es mi hija, mamá. Es tu nieta.


Terremoto debió alejar aún más a su madre del bar para que Mar no oyera los gritos de la mujer, que
había pasado de la estricta inspectora municipal a una cándida abuela en un segundo. El boxeador,
torturado por ese secreto que venía guardando hacia un tiempo, no se pudo contener y decidió
compartirlo con su madre, y ella, que tanto había sufrido por los infortunios de su hijo, consideró que
esa hija que le había llegado tarde era la bendición que había estado necesitando. Sin embargo,
Terremoto le dejó bien en claro que la niña no sabía el vínculo que los unía, ni lo sabría.

- ¿Por qué no?

-Ella está mejor sin mí.

-Eso es una estupidez.

-Esa es mi decisión y vos no vas a decir nada, ¿estamos?

Sin entender del todo a su hijo, Dora accedió, al menos por el momento, a no decir nada. No obstante,
regresó al bar y, con una dulzura que descolocó a Mar, le informó que el café que le había servido era
exquisito, que no le clausuraría el bar, y que en cambio le daba un tiempo para que resolvieran las
irregularidades.

- ¿Usted está bien, doña?

-Perfectamente bien- dijo la mujer, mirándola con una sonrisa embobada-. ¡Pero urgente me resolves
todo! - dijo volviendo a su rol de severa inspectora-. Planillas de horarios, los menores tienen que
tener permiso del ministerio, y cumplir horarios estrictos de trabajo. ¿Si, hermosa? - volvió a
dulcificarse.

Cuando Terremoto por fin se la llevó, Mar se quedó pensando que el boxeador era digna astilla de la
loca de su madre. Cuando Rama llegó al bar a trabajar, Mar le contó el episodio con Dora, y su amigo
se sonrió por una extraña casualidad.

- ¿Qué? - preguntó Mar.

-No- dijo Rama-, que vengo de leer un corto que está escribiendo Vale, en el que puso que clausuraban
el bar... Me pareció muy loca la casualidad.

Mar le restó importancia, y por alguna razón se quedó pensando en esa particular inspectora municipal.

¡¡El padre de Simón llevó a todos los integrantes de Man!! a comer a un exclusivo restaurante, con el
objetivo de fijar los pasos a seguir para lograr la profesionalización de la banda. El empresario era un
experto en esos asuntos y les daba las directivas con precisión, pero todos notaban, algo incómodos, el
trato que tenía con su hijo, al que descalificaba a cada momento. Rechaza sus propuestas y comentarios,
respondió ignorándolo o desestimando sus ideas y, en cambio, valoraba las ocurrencias de Nacho, de
quien destacaba su ambición. Todos se compadecieron de su amigo, pero nadie dijo nada para no
ponerlo peor; sin embargo, en un momento en que Simón recibió un llamado y Francisco advirtió que
era de Mar, no solo lo obligó a no atenderla, sino que a partir de ahí la hostilidad y destrato fue peor. El
joven comenzó a respirar con dificultad, tratando de soportar el desdén de su padre, hasta que empezó
a ahogarse. Se puso rojo, se le cerró la garganta, y tuvo la certeza de que se estaba muriendo.

Los duelos del restaurante llamaron a una ambulancia, y el médico que acudió informó que lo que había
sufrido era una crisis de ansiedad; ese diagnóstico pareció defraudar un poco más a Francisco. Al
regresar al hogar, Tefi le contó a Mar lo que había sucedido, y ella, aunque sabía que no era bienvenida
en su casa, fue de todas maneras. Para evitar una situación desagradable, directamente se acercó a la
ventana de la habitación de él, y lo encontró acostado en su cama abatido, respirando aun con cierta
dificultad. Golpeó el vidrio, y él abrió la ventana y la hizo pasar.

- ¿Qué pasó, payasito?

-No se- dijo él-. Tuve una crisis de ansiedad.

-Si, me dijeron. ¿Pero ya estás bien?

-Ahora que te veo a vos, sí.

Ella notó que él estaba escuchando una canción muy lenta, en francés. Le explicó que era una cantante
francesa, a la que conocía del tiempo que había vivido en Paris, y que le daba mucha paz escuchar.

- ¿Y qué dice? - dijo ella acostándose junto a él.

Entonces Simón empezó a cantar suavemente la canción, y a traducírsela en simultaneo.

Quand tu es près de moi

(cuando estas cerca de mi)

Cette chambre n'a plus de parois

(este cuarto no tiene paredes)

Mais des arbres oui, des arbres infinis

(sino arboles infinitos)

Et quand tu es tellement près de moi

(y cuando estas realmente cerca de mi)

C'est comme si ce plafond- là

(es como si este techo...)

Il n'existait plus, je vois le ciel penche sur nous

(no existiera, veo el cielo sobre nosotros).


Mar lo escuchaba arrobada, no tanto por la belleza de la letra, sino por la tristeza infinita que parecía
tener Simón. Él le dijo que lo mismo que la canción era lo que ella le producía: mucha paz y una enorme
sensación de libertad.

Para evitar una nueva discusión, Mar se fue de la casa antes de que la vieran los padres de Simón, y al
llegar al hogar, se topó con Thiago, que estaba en la sala de ensayos, también pensativo y escuchando
una canción.

- ¿Cómo esta Simón?

-Pachucho- dijo ella-, pero bien. ¿Y vos? ¿Estás bien?

Desde que Thiago atravesaba esos confusos episodios con Juan Cruz, todos se alarmaban ante la más
mínima variación en el estado de ánimo de él.

-Si, estoy bien. Nada más escuchaba esta canción que me encanta.

- ¿Qué es?

Él le dijo que era un tema de Oasis, que amaba cuando vivía en Londres, y que lo había acompañado en
su viaje de regreso.

-Se llama Don't look back in anger.

Y así como Simón le había cantado y traducido esa canción, Thiago hizo lo propio. Y entonces pudo
percibir en él su tristeza. Él le explicó que en esa canción se había apoyado el día que decidió rebelarse
ante Bartolomé y ahora estaba buscando el mismo coraje para hacerlo con Juan Cruz.

Esa noche Mar tenía su propia crisis de ansiedad, que compartió con sus amigas.

-El payasito me parte el alma, pobre. Encima me canta en francés, lo veo hablando así, purcua la baguet
y la bujía empaste... Y Thiago, que me mira con ese lunar que tiene, y me canta en inglés, guon chun gan
in anga, ai chen chu chein...

-No podés seguir enamorado de los dos, Mar- dijo Jazmín, pragmática.

-No, no es eso- dijo Mar-. Es que... pobre payasito. El padre lo tiene para el cachetazo, y él, como no se
le puede plantar, se ahoga. Y por el otro lado Thiago, al que lo vuelve loco ese enfermo de Juan Cruz...
Para tener padres así, yo prefiero seguir sin padre- dijo, y se angustió.

Valeria, Caridad y Jazmín se miraron intrigadas ante ese quiebre abrupto de Mar, quien de pronto salió
disparada de la habitación, y corrió a llamar a Terremoto, Desde que el había ido a hablarle de su padre,
ella había fingido desinterés como siempre, sin embargo, saber que en algún lugar de la ciudad estaba
ese hombre le había generado mucha inquietud. Presa de su propia ansiedad, llamó al boxeador y como
no la atendió, le dejó un mensaje lleno de enojo.
-Escuchame una cosa, fratacho... No podés venir a decirme que conoces a mi viejo, que el tipo fundio
biela, que mejor perderlo que encontrarlo y desaparecer. ¡Aparece ya! Veni y contame todo, y si ese
perno no quiere verme, decimelo, pero no me dejes así- y cortó, llorando con profunda congoja.

No solo las chicas estaban espiándola mientras lo hacía, sino también Justina, quien ahora en vías de
redención, no soportó ver el dolor de Mar, mucho menos sabiendo lo que ella sabía. Y para, además,
hacer buena letra con Bauer, al que quería convencer de su cambio, fue corriendo a contarle.

Le habló de aquella carta que había interceptado en sus tiempos oscuros, y justificó su silencio de una
manera muy poco consistente. Sin perder tiempo, Nico llamó a Julia, quien le confirmó la versión de Tina
y le explicó que no le había dicho nada a Mar porque Mauro- o Terremoto como ellos lo conocían- le
había dicho que no quería que Mar se enterara. Julia había querido evitarle que sufriera el rechazo de su
padre, y por eso no dijo nada. Nico estaba comentando toda esta revelación con Cielo cuando, al abrir la
puerta del altillo, se toparon con Mar, con los ojos cargados de lágrimas. Había escuchado todo.

-Mar... ¿Hace mucho que estás acá?

-Es mi papá. Ese perno mal tuneado es mi papá- dijo, y comenzó a llorar.

Mientras la contenía, Cielo no dejaba de pensar en la extraña casualidad de que tanto Mar, como Lleca,
hubieran estando juntos a sus padres, sin saberlo.
Padre e hijo
Luego de confirmar la historia con su madre, Mar, rabiosa y muy decepcionada del que había sido su
ídolo de la infancia, comenzó a llamarlo para poder decirle en la cara todo lo que pensaba de él; sin
embargo, el pugilista más bien parecía un pusilánime que no se atrevía a dar la cara. Por esa razón, con
un cambio abrupto de su estado de ánimo, ella se mostró superada, sin ganas de seguir pensando en
ese cuerito flojo; mejor se concentraba en el ensayo de la presentación que deberían hacer en La Bestia
Pop.

-Mar.… ¿No queres que hablemos de esto? - propuso Cielo.

- ¿Para qué? Si estoy perfecta.

-Pero...

-Perfecta, Cielo, perfecta- y fue a buscar a sus compañeros.

En ese momento todos estaban fascinados con algo que Caridad había hecho en secreto. Amante de la
limpieza y el orden, un día se había topado con el sótano de la mansión, que era un rancherío, según
explicó, y no pudiendo con su genio, tiró toda la basura, lo limpió y baldeó con lavandina. Luego
consideró que no le vendría nada mal una manito de pintura, y después le colocó unas luces. También
llevó unos sillones y pufs que no se usaban y así armó un cálido espacio para juntarse con los amigos.

-Es chiquito- dijo-, es un rinconcito, pero un rinconcito de luz- lo bautizó-. ¿Les gusta?

- ¡Me encanta! Es muy acogedor- dijo Tacho mirándose con Rama, ya pensando en otros usos para
el rinconcito de luz de Cari.

Lo que para la Paisa era un inocente refugio para pasar las tardes entre amigos, para ellos fue un
excelente lugar donde podrían tener la intimidad que les faltaba en el hogar. A espaldas de Cari,
empezaron a organizarse con los horarios.

Rama llevó a Valeria y una guitarra, con la excusa de tocar algo allí, ya que tenía mejor acústica, pero el
muchacho no perdía las esperanzas de poder llevar la relación a otra instancia. Sin embargo, Valeria
seguía irritándose ante cualquier insinuación. De modo que él comenzó a tocar una canción, y eligió
para ese momento una de Cat Stevens, llamada Padre e hijo. La melodía era triste, y la letra era un
diálogo entre un padre y su hijo, a quien le daba consejos. A Rama esa canción lo emocionaba no
precisamente por recordarle a su padre, que era un desconocido, sino por no haber tenido alguien con
quien sostener esos diálogos. Allí lo encontró Mar- quien afirmó estar perfecta- y se lo llevó a la sala de
ensayos para preparar el tema que cantarían en el concurso. Como había estado cantando ese, Rama
propuso a sus amigos hacer un cóver de éste, y todos estuvieron de acuerdo. Conmovida por la canción,
Valeria tuvo la misma idea, ¡¡y esta fue aceptada por los Man!!
Aunque la casa que había pedido Lleca era más cara, Marcelo hizo el esfuerzo de alquilarla; entendía
que su hijo no quería alejarse del hogar. Cuando la casa estuvo en condiciones, fueron a buscarlo para
mudarse, y León quiso pasar su ultimo día en el hogar a lo grande. Primero exigió que hubiera bolomqui
matutino en el baño, y todos le dieron el gusto, dejando el lugar hecho un reguero de champú, talco y
agua, que por supuesto Caridad se encargó de limpiar. Luego se tomó su tiempo para afeitarse, pero
esta vez fue acompañado por Thiago. Los dos amigos se pararon frente al espejo, con sus caras
embadurnadas en espuma de afeitar, y comenzaron a rasurarse, en lo que era un ritual con mucha
seriedad. Antes de terminar, Lleca le confesó a Thiago que lo consideraba como a su hermano mayor, y
que no quería que eso cambiara, y Thiago le aseguró que eso se mantendría inalterable, y se abrazaron,
enchastrándose con la espuma, y cuando estaban a punto de emocionarse, iniciaron una nueva guerra,
ahora de espuma. León también pidió desayuno comunitario, y por supuesto, solicitó faltar al colegio
ese día. Cuando todos se habían ido, fue a su habitación y ahí se topó con Nico, que estaba junto a su
cama, y se esforzaba para mostrarse sonriente.

-Estaba pensando que hacer con tu cama- dijo Nico.

-Ya llegó mi vieja- dijo Lleca.

- ¿Y tu papá?

-Está viniendo.

- ¿Todo bien, papu?

-Si, todo liso- contestó Lleca con la voz estrangulada-. No sé, por ahí pensaba... No sé, capaz ustedes me
extrañan ahora que me voy, y...

-No, no- dijo Nico, como si hablaran de otra cosa.

- ¿No? Porque qué se yo, por ahí si es muy de golpe que me vaya ya, me puedo ir en unos días.

-No, no.… anda nomas.

- ¿Vos? ¿Me vas a extrañar?

-Si, claro, claro... Vamos a estar un poco... tristes, pero...

-Yo si te voy a extrañar- dijo al fin Lleca, y corrió a abrazarlo.

-Yo te voy a extrañar muchísimo- reconoció Nico-. Te quiero mucho, mucho.

-Igual estamos al lado- dijo Lleca-. Cualquier cosa, me llaman y vengo...

-Si, obvio. Y vos también, si queres, veni cuando quieras.

-Pero te quiero decir algo...Porque ahora encontré a Marcelo, y es mi papá, y es un capo... pero para mí
vos también sos mi papá.
Nico asintió, sabiendo que si abría la boca para hablar se largaría a llorar. Lleca tomó su bolso para irse,
pero volvió sobre sus pasos, y de un salto se abrazó a ese hombre que le había salvado la vida.

-Te quiero mucho, Nico.

-Ya lo sé. Ahora anda, anda con tus viejos, disfrutalos. Está siempre va a ser tu cama, siempre.

Hasta ese momento, Lleca había sido uno de sus dieciséis hijos, y ahora León iba al encuentro de sus
padres.

Una hora más tarde, Nico estaba hablando con Salvador en el jardín, pensando en cómo perfeccionar el
dispositivo para rastrear a Juan Cruz cuando de entre en medio de las ligustrinas vio emerger a Lleca,
entusiasmado con haber encontrado en el alambrado un hueco que comunicaba a ambas casas. Nico se
alegró también, pero le hizo notar que su madre lo estaba llamando para almorzar.

Ya había terminado de comer, y estaban lavando los platos en la cocina del hogar cuando volvió a
aparecer Lleca.

- ¿Como andan? ¿Todo liso?

- ¿Qué pasa, Lleca? - dijo Nico.

-Nada, quería ver como andaban. ¿Todo bien?

- ¿Qué pasa, Lleca? - insistió Nico, y el niño lo miró.

Entonces le comentó que se estaba sintiendo extraño, que sus padres eran copados, y hacia un gran
esfuerzo por hacerlo sentir bien, pero que no era lo mismo. Con cierta culpa, confesó que se aburría, y
que extrañaba vivir en el hogar. Entonces Nico le aseguro que podía venir al hogar cuando quisiera, pero
también era hora de conocer a sus padres y empezar a construir un vínculo con ellos.

Luca estaba en el cuarto de los varones, escribiendo algo, y cuando Cielo entró lo sorprendió llorando.
Preocupada por él, lo animó a hablar, y Luca le contó que estaba escribiendo una carta para su madre.

- ¿Y dónde está tu mama?

-No, mi mama falleció. Pero a veces le escribo cartas, porque siento que así me comunico con ella...

Conmovida, Cielo le pregunto qué había pasado con su madre, y él le contó que había muerto cuando él
era muy chico, siendo ella muy joven.

- ¿Y qué le pasó?

-Al principio creía que se había muerto de tristeza, por lo que le había hecho mi viejo, pero ahora pienso
otra cosa.
- ¿Qué pensas ahora?

-Que la mataron.

Y Cielo lo miró, extrañada.

Terremoto no había contestado los mensajes de Mar no por displicencia, sino porque no los había
escuchado. Siempre corto de dinero, no tenía crédito y no había podido levantarlos. Sin embargo, en ese
momento llegaba al bar, llevado de las orejas por Dora, su madre, que intentaba hacerlo reaccionar.

-No podés escaparte así. Este cobarde no es el hijo que crié.

-No es cobardía, mamá. Lo hago por ella.

-No me vengas a mí con esos expedientes raros. Es susto.

-Ella no necesita a un padre como yo.

-Ella tiene derecho a saber la verdad. Eso es lo que necesita.

En ese momento la vieron salir, junto al resto de sus amigos del hogar; se dirigían al canal para
presentarse al concurso. Dora lo empujó hacia ella, y Mar se detuvo en seco al verlo. Terremoto se puso
más torpe y lacónico de lo que era, y ella- que estaba perfecta- viendo que él no iba a decirle nada,
siguió de largo, con sus amigos. Dora le reprochó a su hijo el mutismo, y él se impacientó.

-Hago lo que puedo, mamá.

-Hace más- le dijo ella, y se fue.

Terremoto se quedó pensando, y finalmente se decidió a hacer lo que si podía: decirle su verdad, por
carta. Le llevó un buen rato escribirla, y otro animarse a dejarla. Pero apenas lo hizo, se arrepintió, pues
considero que no podía ser tan cobarde como para no enfrentar la situación, y cuando quiso regresar
para recuperarla, fue sorprendido por una camioneta de la que bajaron dos matones y avanzaron hacia
él.

¡¡¡Los chicos llegaron al canal, donde por supuesto se encontraron con los Man!! y con la desagradable
sorpresa de que la otra banda haría el mismo cover que ellos. Rama una vez más se indignó con Valeria
por considerar que le jugaba sucio, pero tuvo que admitir que ella no le había robado nada, sino que los
dos habían tenido la misma idea, de modo que la discusión entonces derivó en cuál de las dos bandas la
cantaría. Mientras tanto llegó Justina, a quien los chicos todavía creían Felicitas, trayendo la carta que
había encontrado.

-Dice para Tractorcito, de Terremoto- dijo Tina-. Me imaginé que Tractorcito eras vos.

-Si, así me dice ese perno. ¿Una carta me dejo? ¿Tan cobarde es?

-Leela. Haceme caso... Dale una oportunidad.


Mar tomó el sobre y lo abrió. Justina la dejó sola en un camerin del canal, y ella comenzó a leer las
palabras de su padre.

"Tractorcito:

Hace lo que yo digo, pero no lo yo hago. Y sí, soy un cobarde. Tengo julepe. Pero no julepe de ir y decirte
esto, así en la jeta. No, no. El miedo mío es joderte la vida, hacértela fulera. Porque por estas cosas raras,
viste, de la vida... vos una vez viniste a buscar un entrenador y en realidad encontraste un padre. Pero
creeme, no queres este padre. A veces, los padres les joden la vida a sus hijos, eso hizo tu abuelo. Me
arruinó la vida a mí y a tu mamá, y a lo mejor a vos, no sé. A mí me knockearon, tractorcito, yo estoy en
la lona, ya perdí..."

Mientras ella leía la carta, Terremoto era trasladado inconsciente al centro de la Corporación CC, donde
Franka y Charly lo recibieron. Ella se dispuso a cargar una jeringa con una ampolla.

"...Pero no te quiero arrastrar a vos, te mereces otra cosa. La relación entre padre e hijo es una relación
especial, que se construye... durante toda la vida..."

En el patio de la casa vecina, León estaba intentando conocer a su padre. Por un lado, estaban las
fantasías que había tenido toda la vida sobre como serian ellos, por el otro, el hombre que estaba ahí
era en definitiva su malhumorado profesor de gimnasia. Pero al fin de cuentas, los que estaban jugando
a la pelota en el jardín, eran Marcelo y León, padre e hijo, intentando construir un vínculo.

"...Un padre no te da la vida nada más, sino que te muestra cómo vivirla. Yo no quiero que crezcas
viendo como yo arruine mi vida. Tenes tanto por delante, querida. Y gente buena, ellos te quieren y te
van a saber guiar. No es tiempo de que hagas un cambio. Con un gran amor de padre te digo, Tractorcito,
estas mejor sin mí".

Mar releyó las palabras, y sin tener muy claro que pensar y que sentir, se dirigió al set donde sus amigos
aún no se ponían de acuerdo. Esta vez no manifestó estar perfecta, simplemente quiso cantar. Rama y
Vale, viendo que no podrían ponerse de acuerdo, tuvieron una idea que a la producción del programa le
pareció bien, y entonces las dos bandas volvieron a unirse, y cantaron Father and son.

Cielo se reunió con Nico para hablar sobre la charla que había tenido con Luca.

-Luca cree que la corporación mató a su madre.

- ¿Y por qué cree eso?

-No sabe, pero está bastante convencido. ¿Porque querrían matar a la mamá de Luca? - se preguntó ella.

-No sé, pero ellos estudian algo que tiene que ver con la relación que existe entre el padre e hijo, y el
portal. Carla y Ornella eran madres que abandonaron a sus hijos, y por alguna razón ellos veían una
conexión.

-Bueno, en esta casa, donde está el portal, siempre hubo huérfanos- analizó Cielo.
-Me cuesta entender la lógica de esta gente.

-Pero tenemos que entenderla, Nico. Porque estamos avanzando a ciegas.

A unas cuantas cuadras de allí, Franka y Charly trasladaban nuevamente a Terremoto, aun inconsciente,
a un galpón equipado con alta tecnología, y lo dejaron en un lugar especialmente acondicionado.

- ¿Para qué ordenó esto Juan Cruz? - preguntó Charly.

-Juan Cruz fue muy claro- dijo Franka-. No quiere padres, no quiere hijos. Quiere huérfanos.

Y se fueron, dejando a Terremoto en su cama, junto a otra en la que, también inconsciente, se


encontraba Bartolomé.
Bitácora de Bruno Bedoya Agüero.
Fecha terrenal: año 5228 a.c.

Me llevó unas cuantas horas asimilar la misión que el anciano prunio me comunicó. La paradoja
temporal en la que me encontraba cuando fui bañado por el portal, en el vientre materno, me confirió
una habilidad única: la atemporalidad.

No es lo mismo que poder desplazarse por el tiempo, como hacen los ángeles de Eudamon como Cielo,
sino simplemente existir por fuera del tiempo.

-No hay tiempo- me dijo el anciano, y yo comprendí perfectamente que hablaba.

Podría estar en todos lados, en todos los tiempos y al mismo tiempo, y por eso era importante. Podría
asistirlos a ellos, los prunios, en la protección de los portales, que serían detentados por villanos de
todos los colores en todos los tiempos y lugares. Podría ser el guía que condujera a cada elegido en su
difícil trance de un plano al otro. Podría luego guiarlos para cumplir su misión en este plano.

Había sido conducido al año 5228 a.c. porque ese día se pondría en marcha la isla de Eudamon. Yo sería
el primero en cruzar al otro plano y en adquirir el saber universal, y desde entonces, comenzaría a guiar
a los que vendrían, por los siglos de los siglos.

La idea de la inmortalidad me resultó muy solitaria, aunque a la vez tendría la ocasión de estar siempre
cerca de mis seres queridos.

Acepte mi misión.

Esta bitácora continuará...


La identidad de un superhéroe
"Soy una princesa que vive en la torre más alta de un castillo, sobre una montaña tan alta que está
cubierta de nubes. El malvado Frisco me tiene encerrada en esa torre, nadie puede enfrentarse a él. Solo
espero que un día un héroe pueda vencer al malvado y rescatarme".

Soledad, la hermana de Simón, no podía hablar, ni comunicarse, salvo por sus dibujos. Desde pequeña
había sido muy particular, y al transcurrir los años, sus padres habían recibido un gran impacto un
diagnóstico que los asustó: autismo. El único que lograba comunicarse con ella, de alguna manera, era
Simón, quien parece comprenderla, y solo él lograba calmarla cuando tenía ciertos episodios de angustia,
miedo y enojo.

Thiago, enterado de la crisis de ansiedad que había sufrido Simón, fue a visitarlo, y mientras Francisco
apartó a su hijo para hablarle, se puso a observar el dibujo que estaba haciendo la niña. Advirtió que
había dibujado un castillo y a una princesa; era una niña asomada por la ventana de la torre, con su
rostro compungido. Frente al castillo había un hombre con cara de malvado. Si Soledad hubiera podido
hablar, le hubiera dicho que ese era el siniestro Frisco. A Thiago le pareció que el villano del dibujo tenía
un cierto aire al señor Arrechavaleta.

El padre de Simón le decía que recibirían la visita de unos empresarios japoneses, y le pidió que lo
acompañara en el almuerzo. Como Thiago estaba presente, Simón lo invitó y Francisco les pidió que se
vistieran de traje para sentarse a la mesa.

Media hora más tarde, cuando los japoneses llegaron, una de las mucamas sirvió sushi. Durante la charla,
que fue en inglés, Simón mostró muy poco interés en los negocios de su padre, y en cambio prefirió
divertirse intercambiando miradas cómplices con su amigo, que luchaba por comer el sushi con palitos.
Simón y Thiago no dejaban de ser dos adolescentes en una situación que les daba mucha risa, y
terminaron ambos tentados por completo, para irritación de Francisco, quien, sin embargo, guardó las
formas. Cuando los empresarios se retiraron, Simón y Thiago se echaron a reír a carcajadas, y fueron
sorprendidos cuando el padre regresó, ahora si decididamente ofuscado, y comenzó a gritarle y a
defenestrar a su hijo. Thiago se quedó perplejo, y se compadeció de su amigo al ver el trato que recibía.

- ¿Estas contento, imbécil? Los japoneses no van a cerrar el trato.

-Papá, hice lo que pude.

-Si, Fran, no fue culpa de Simón...- intentó mediar Thiago.

-Mira, Thiago, yo sé que, con el ejemplo de tu padre, vos podés estar algo desviado, Pero a vos, Simón,
te marco el camino y te vas a la banquina, riéndote como un nene estúpido.
Thiago se quedó impactado por las palabras de Francisco. Ninguno registró que Soledad
habíacomenzado a mecerse con inquietud mientras salía al jardín.

-Era inútil seguir intentándolo, papá. El tipo no iba a firmar, no se dio.

-No se dio por tu culpa, imbécil. A veces pienso que no sos mi hijo.

- ¿Como podes ser tan mierda? - dijo Simón, profundamente angustiado.

Y su padre, irracional, le dio vuelta la cara de una cachetada. Thiago se tapó la boca instintivamente, sin
poder creer lo que estaba viviendo. Cuando Simón quiso irse, el padre lo frenó.

-No, ahora me vas a escuchar. Vos te vas, Thiago.

-Thiago se queda, y vos no me vuelvas a poner una mano encima- se animó Simón a enfrentarlo.

- ¿O qué? No me digas que vas a romper el cascarón y te vas a animar a hacer algo. Si sos un cobarde.

- ¡No soy un cobarde! - le gritó Simón, tomándolo por las solapas.

-Te vas, Thiago- gritó el hombre, soltándose de su hijo.

- ¡Cortala! - gritó Simón, enceguecido.

Y de pronto los tres fueron sorprendidos por un ruido que los alarmó, alguien se había arrojado a la
piscina, y los gritos desesperados de Soledad les hicieron saber quién era. Thiago salió corriendo al
jardín, y Francisco detrás, en tanto que Simón quedó paralizado por unos segundos, volviendo a revivir
lo que había pasado con su hermano mayor. Thiago vio a Soledad en el agua, hundiéndose, y se tiró de
inmediato a rescatarla. Francisco llegó hasta ellos, desesperado, y miró a Simón, que también había
acudido. Seguro que pensaba que también esa vez era el culpable.

Como Luca se resistía a regresar a las filas de la corporación, Charly urdió un plan para recuperarlo.
Sabía que las razones de su deserción tenían que ver con la fraternidad que había encontrado entre los
chicos del hogar, y por eso decidió romperla. Cuando Luca vio a Charly entrando en la habitación de los
varones, supo de inmediato que no se habría expuesto a meterse allí para nada, pero no tuvo mucho
tiempo de averiguar el motivo, porque el hombre de inmediato lo durmió con la descarga eléctrica de
un artefacto, lo llevó hasta el cuarto de las chicas, y lo acostó en la cama de Jazmín, junto a ella, también
convenientemente dormida.

Cuando Tacho fue a buscar a la gitana porque había reservado el rinconcito de luz de Cari, y los vio
durmiendo juntos, se volvió loco. Tuvo que intervenir Nico porque Tacho estaba decidido a molerlo a
trompadas. Tanto Jazmín como Luca reaccionaron atontados, no tenían idea de lo que había ocurrido;
de nada sirvió explicarle que todo había sido obra de Charly.

- ¡Si, claro, Charly y Juan Cruz lo que quieren es que vos te encames con Jazmín! - le gritó
Tacho,descreído.
-No, quieren que me pelee con ustedes, ¿no lo entendes?

-Lo que entiendo es que le tenes ganas a la gitana desde que llegaste, cero códigos tenes vos.

-Tacho, creo que deberías escuchar a Luca- propuso Nico.

-No, vos escuchame a mí- le dijo el joven, furioso-. O se va este garca de acá, o me voy yo.

-Tacho... estás exagerando- intentó frenarlo Nico.

-Por favor, bonito- suplicó Jazmín-, no pasó nada con él. No sé porque estaba en mi cama, pero te juro...

-Te repito, Nico- interrumpió Tacho-. O se va él, que fue un espía de esos tipos, o me voy yo. Decidí vos.

Y se fue sin esperar una respuesta, lleno de ira. Luca reiteró sus argumentos ante Nico, quien, si bien le
creyó, también llego a comprender la furia del otro. Entonces decidió insistir con Tacho y lo siguió. Como
había visto que su amigo había agarrado su bolsito, dedujo que habría ido al club de catch, sin imaginar
que Franka y Charly lo estaban siguiendo.

Tacho, que descargó toda su ira sobre un rival novato, fue tan contundente que debieron bajarlo del
ring, y pedirle que se retirara: se notaba que ese día no estaba en condiciones de pelear. Más sacado de
lo que había llegado, Tacho se fue, aún vestido del Ángel Rojo.

Cuando Luca estaba llegando al gimnasio, registró que Charly y Franka lo seguían, y empezó a correr.
Ellos aceleraron, pero el joven, que era muy ágil, desapareció rápidamente. Abstraído en la idea de
localizarlo, Charly no vio la moto roja que se le cruzaba por delante. Era Tacho, que salía del gimnasio:
tras el impacto sorpresivo, voló por el aire, y quedo inconsciente, tirado en la acera. Luca, que llegó a ver
todo, se acercó desesperado al lugar y les exigió a los otros que se fueran, y de inmediato llamó a una
ambulancia. Alterada por todo lo ocurrido, Franka logró convencer a Charly para que se retirara.

Nico acudió de inmediato a la clínica a la cual lo trasladaron, y se sorprendió al verlo con el atuendo del
Ángel Rojo, aunque sin la máscara. Luca le refirió como habían sido los hechos y le aclaró que no habían
tenido la intención de matarlo, pero no pudo seguir hablando: apenas reacciono y lo vio allí, Tacho le
ordenó a los gritos que se fuera. Ya solos, Nico le preguntó porque estaba vestido de esa manera.

- ¿Vos sos el Ángel Rojo?

-Shhhh, Nico. La identidad de un superhéroe es secreta- fue la respuesta que recibió.

Caridad se había sentido muy identificada con Mar cuando ésta le contó que los padres de Simón la
trataban con desdén, pero ella, mujer de armas tomar, no iba a permitir que le hicieran lo mismo el
pelado de su suegro ni la estirada - literal y metafóricamente- de su suegra, quienes seguían mirándola
con asco. De modo que decidió primero intentar por la vía diplomática: cayó de sorpresa con una
canasta con chorizo, queso de chancho, tortas fritas y pan con chicharrón para agasajarlos.
La madre de Nacho no estaba, pero el padre si, y el hombre la miró con todo el asco que podía sentir. La
muchacha intentó ser amable y entradora, pero el hombre no le dio espacio ni para ofrecerle los
productos, sino que la denigró con palabras que ella jamás había escuchado. Caridad no era ninguna
modosita, y bien parada con sus brazos en jarra, comenzó a decirle todo lo que pasó por su cabeza.

-Ahora entiendo tanto al cachetón... ¡Bastante bien salió siendo su hijo de usted!

-Alejate de mi hijo, conteiner de grasa- le dijo el juez.

-Usted debería alejarse pa' no seguir echándolo a perder al cachetón. Él es dulce y buenito cuando no se
quiere parecer a usted.

-Mira, mocosa...

-No, no miro nada. Mírese usted al espejo y vea esa cara de vinagre que tiene. Usted es más malo que la
peste, pero a malo, mala y media. La luz mala soy yo, si quiero.

Suegro y nuera estaban discutiendo a los gritos en la puerta de la casa cuando emergió Nacho, azorado,
y Caridad se indignó cuando el soreta salió en defensa de su padre y no de ella.

- ¿Te volviste loca, Caridad?

-Este pelado mal arriado... ¿quién se cree que es?

- ¿Cómo le vas a hablar así a mi papá?

- ¡¿Cómo me va a hablar así él?!- rugió ella.

-Andate de acá, sos una maleducada- concluyó Nacho.

Y le cerró la puerta en la cara, Caridad se volvió con la canasta en una mano y un pañuelo en la otra,
secándose las lágrimas y jurándose no perdonarle esta al gaucho sotreta. Pero a las pocas cuadras, vio
pasar a su arrogante suegro en su auto, y decidida a no dejarse atropellar por ningún cogotudo, se subió
a un taxi y lo hizo seguir.

Al llegar a su destino se encontró con dos sorpresas. La primera era que el hombre había ido hasta una
casa en la que vivía Lucia, la amiguita de Lleca, con su madre. La segunda, que la niña le decía "papá" al
pelado, y a la mujer "mi amor".

La caída de Soledad a la pileta, lejos de apaciguar la pelea entre Simón y su padre, la hizo explotar.
Mientras Simón secaba a Soledad, que seguía meciéndose en el sofá, Francisco continuaba con sus
apreciaciones.

-Gracias que estaba Thiago, porque si no... ¿pero cómo podes ser tan inútil, Simón? ¡Ni para cuidar a
tu hermana servís!

-Basta, papá- suplicó Simón.


- ¿A quién saliste tan cobarde?

- ¡Cortala, papá! - gritó, sufriente, su hijo.

-Ahora reaccionas, ¿por qué no reaccionaste cuando casi se ahoga tu hermana?

Simón no lo soporto más, y salió del living; enceguecido de ira, Francisco lo siguió. Thiago se quedó con
Soledad, que se mecía con su mirada fija en el techo; desde ahí siguió escuchando los gritos de Simón y
su padre.

-Veni para acá. ¡Me vas a respetar! Es la última vez que me gritas.

- ¡Dejame en paz! – gritó llorando Simón.

- ¡Tu hermana casi se muere por tu culpa!

Thiago vio que Soledad se apartó de él, retomó sus lápices y siguió dibujando, sin dejar de mecerse.

"Un superhéroe tiene que enfrentarse al mal, ser fuerte, valiente, tiene que tener el coraje para rescatar
a su princesa".

Al regresar al hogar, Tacho seguía vistiendo la ropa del Ángel Rojo, aunque sin la máscara. Cuando
Jazmín lo vio, no pudo creerlo.

- ¿Otra vez con el Ángel Rojo,

Tacho?Y el estalló.

- ¡Me tenes harto con el Ángel Rojo! ¡Harto! Anda, anda con él, o con Luca, o con el que prefieras.

-No me hables así. Yo no voy a explicarte lo de Luca porque no pasó nada. Y lo del Angelito...

Entonces Tacho se enfureció, ya ni intentó convencerla de que él era la verdadera identidad del
superhéroe, sino que la acusó de ser una idiota que estaba enamorada de una fantasía, y fue a
encerrarse al rinconcito de luz.

Jazmín lo siguió y lo encontró recostado sobre el sillón, furioso. Se disculpó y él la miró a los ojos.

-La posta. ¿Qué le ves al Ángel Rojo?

-Es un juego, Tacho.

- ¿Pero que le ves?

-A cualquier chica le gusta fantasear con un superhéroe...que sea fuerte, que te defienda. Que te lleve
avolar...

- ¿Vos queres volar? - dijo Tacho, muy seguro, y comenzó a besarla.


"Los cuentos de hadas, las historias de superhéroes son como un refugio donde la vida es más fácil; en
la vida real, nadie es tan fuerte, ni tan poderoso, ni tan invencible".

Nacho, aún molesto con ella, llegó hasta la esquina donde Caridad lo había citado. Ahora la Paisa era un
pollito mojado, compadecida por la terrible noticia que iba a darle a su gauchito. Lo había meditado
mucho, incluso había llamado a Mar para pedirle consejo, y su amiga le había dicho que lo que debía
hacer era decirle a su novio la verdad sobre el juez.

-Que desbocada que sos, Cari...- le dijo él cuando la vio-. Te tenes que ubicar, Paisa... Te juro que yo te
quiero, pero a veces me dan ganas de acogotarte.

-Bueno, vos enojate, acogotame, echame...- dijo ella, condolida.

-Basta, basta, no quiero que te hagas más la pobrecita... Tan sumisa no, porque si no yo me aprovecho,
no lo puedo controlar, me aprovecho.

-No, no, yo no me sumiso, ¿eh? Bah, si queres que me sumise, me sumiso. ¿Qué queres? - dijo
ella,comedida, para ayudarlo a pasar el mal trago que se venía.

-Que cuides las formas, eso quiero- dijo él en tono paternalista-. Delante de papá, cuida las formas. Él
es un grosso, un ídolo para mí, la tiene clara, sabe lo que está bien y lo que está mal, imparte justicia,
¿entendes? Además, es un padre excelente, cuando era chiquito, era como un superhéroe para mí.
Ahora no lo veo tanto porque el trabajo lo demanda, pero él es mi referente, cuando sea grande quiero
ser como él.

Ante esa afirmación, Caridad empezó a pucherear, dudando si debía o no romperle la ilusión a su novio.

-Ey... ¿qué pasa? ¿Te pusiste mal, tonta? Dale...

-Tal vez...- se animó ella- tu papi no es tan, así como vos pensas... A lo mejor no es jabón de buen oler...

- ¿Que queres decir?

-Eso- dijo ella, señalando el auto del juez.

Nacho se quedó perplejo al verlo.

-El auto de papá. ¿Qué hace acá?

-Toca timbre en esa casa, y te vas a enterar.

Nacho la miró sin entender, pero ella insistió. Entonces se acercó hasta la casa y tocó el timbre; sabia,
por la expresión de Caridad, que no estaba jugando. Una mujer de unos cuarenta años abrió la puerta, y
palideció al verlo.

-Ignacio... ¿qué haces acá? - dijo tensa.

- ¿Como sabes mi nombre? ¿Quién sos? ¿Y mi papá?


-Ignacio... Esta no es la forma...- atinó a decir la mujer.

Pero Nacho no la escuchaba, estaba viendo una foto sobre un mueble, en la que se veía a su padre,
junto a la mujer y a una nena. Con el pecho oprimido, se abrió paso por la casa, zafándose de ella, que
quiso retenerlo, hasta llegar a la cocina, donde encontró a su padre sentado en la mesa, ayudando con
la tarea a Lucia. El juez se puso muy serio al verlo.

- ¿Qué pasa, papá? - preguntó Lucia.

Y Nacho sintió que su mundo se derrumbaba, arrastrándolo hacia un abismo.

"Detrás de la máscara, los superhéroes son frágiles como cualquier ser humano, Cuando se cae la
máscara, el super héroe puede llegar a ser imperfecto: es que los superhéroes no existen".

Thiago sufría por Simón, al que oía gritar y llorar en el escritorio, mientras junto a él, Soledad seguía
dibujando, y meciéndose.

- ¡Me tenes harto, papa!

-Pedazo de inútil, ¿otro accidente querías? Deja de llorar, a ver si te comportas alguna vez como un
adulto... ¡Cobarde! No llores, y no me vengas con ataquecitos de pánico ahora. ¡Los cobardes tienen
ataques de pánico!

- ¡Basta!

-Acá la única enferma de verdad es tu hermana, y mira lo que hiciste.

- ¡Yo no le hice nada!

-Exactamente, ¡nada! - gritó el padre, enrojecido-. ¡Nada! Sino fuera por Thiago, la dejas morir a
ella también.

- ¡A Octavio no lo deje morir! - gritó Simón, con el llanto atravesándolo.

- ¡Tampoco hiciste nada!

-Era un nene, ¿qué querías que hiciera?

-Si hubiera sido al revés, él te hubiera salvado.

-Y yo me hubiera muerto y vos serias feliz, ¿no? Él era perfecto para vos, era el mejor, otro superhéroe
como vos, ¿no es cierto?

Entonces Simón se paró, y aun llorando, y con su pecho oprimido, se enfrentó a su padre, que de
pronto pareció pequeño junto a él.

-No lo pude salvar, porque era chico. Vos tenías que estar ahí, dejaste a dos nenes en una pileta sin
protección. Odiame, pero yo no tuve la culpa.
Entonces Francisco cayó sentado sobre la silla de su escritorio, y comenzó a llorar, tomándose la cabeza.
La herida por la pérdida de su hijo no sanaba, ni sanaría. Era una culpa que acarrearía toda su vida.

-Ya sé que no soy el hijo que te gustaría tener. Pero yo soy esto: otro enfermo. Tenes dos hijos enfermos,
papá no dos héroes.

"Yo no espero que ningún superhéroe me venga a rescatar. Ahora sé que alguien real me va a sacar de
esta prisión, alguien sin poderes especiales".

Nacho salió de la casa, impactado, sin querer oír a su padre, que tampoco tenía mucho que decir. Solo
corrió a abrazarse con la Paisa, la única a la que podía aferrarse en ese naufragio.

"Alguien que me lleve a caminar de la mano, alguien real que me cuide y me abrace cuando todos los
superhéroes fallen".

Jazmín y Tacho se besaban en la oscuridad del rinconcito de luz. El lugar pareció llenarse de estrellas, y
ambos sintieron que volaban.

"Entonces sí, alguien imperfecto, sin superpoderes, me rescatara, me tomara de la mano y me


llevara volando lejos, muy lejos de esta prisión".

Francisco lloraba en su escritorio. Simón lo hacía detrás de la puerta. Thiago, con lágrimas en los ojos, se
preguntaba como podía contenerlo, mientras Soledad terminaba de dibujar.
No hay tal crisis
A partir de que Salvador logró rastrear las frecuencias por las que se comunicaba Juan Cruz nadie más
volvió a recibir un llamado de él, sin embargo, el hecho de saber que aquella noche había estado en
lamansión los inquietaba. Pero a Cielo le preocupaba algo más: que aun pudiera estar ahí.

Obsesionado con encontrar a ese hombre que, sin saber por qué razón, le había arruinado la vida en el
pasado, a Salvador se le ocurrió recurrir a una ayuda profesional y contrató a un detective privado. A
Nico y Cielo les ofreció que un simple investigador no era la persona indicada para resolver el caso, que
estaba bañado de misterios, pero tampoco les pareció desatinado. Salvador hizo unas cuantas
averiguaciones y, unos días después, llegó a su casa un hombre de unos treinta años, muy elegante,
vestido con un traje moderno.

- ¿Salvador Quiroga Harms? - indagó mientras le tendía la mano.

- ¿Sí? - respondió sorprendido Salvador.

-Serafín Saul Svomósimo- se presentó el hombre y con gesto simpático le ofreció una tarjeta personal, al
tiempo que ingresaba al loft, muy dueño de sí mismo.

Salvador observó la tarjeta en la que se leía S.S. Svomósimo. Detective privado.

-Bueno, contame ese caso tan particular del que me hablaste- dijo Serafín tomando una botella de vino
de la mesada.

Pocos días después, Malvina entró en la cocina del hogar, donde estaban merendando Mar, Thiago,
Simón, Jazmín, Luca, Caridad y Salvador, todos en silencio y sumidos en sus pensamientos. Al captar el
clima que había, se preocupó.

- ¿Que tal guys? - preguntó sonriente-. ¿Todo bien?

Caridad la miró, y pensó que no, que nada estaba bien, que desde el día en que había intentado abrirle
los ojos a su gauchito, todo se había ido al demonio. El pelado sotreta le había metido un verso a su hijo,
y el muy negador lo había creído, y no solo eso, sino que se había enojado con el mensajero, o sea ella, y
la había tratado muy mal. Caridad le insistía para que hablara con la amiguita de Lleca, Lucia, pero
Nacho se negaba, y lo peor que fue que le informó que había decidido irse a los Estados Unidos, a hacer
un intercambio durante unos cuantos meses. Por supuesto, fue idea de su padre. En un momento
Caridad pensó que tal vez la aliviaría compartir todo eso con los demás, pero en cambio, respondió:

-Si, doña Malvina, todo bien.


Simón, por su parte, ni quiso hablar de lo que había ocurrido con su padre, quien tras la discusión tras
que habían tenido había sufrido un infarto y seguía internado. No solo debía cargar con la culpa familiar
de la tragedia de su hermano, sino ahora con la salud de su padre, sin embargo, solo dijo:

-Todo bien.

Luca estaba soportando estoico el destrato de Tacho, quien, aunque le diera el beneficio de la duda
sobre el episodio de la cama, estaba convencido de que algo le pasaba con Jazmín. Para peor, Charly y
Franka seguían hostigándolo para que volviera a trabajar para ellos, y sus fuerzas estaban empezando a
ceder. Además, había decidido cortar la historia con Tefi, que le estaba gustando cada vez más,
justamente para no exponerla, ya que sabía que los otros lo atacarían donde más le doliera. Quiso
explicarle los motivos de su alejamiento, pero ella no quería oír razones: solo se dejó llevar por el enojo
y la angustia.

-Todo bárbaro- dijo, irónico.

Malvina sonrió y observó a Mar, que la miraba con cara seria. Claro que no estaba todo bien, todo
pésimo estaba. Después de pelearse con su padre, Simón se había sumergido en el malestar y había
decidido cortar con ella, lo que la afectó mucho. Pero, por otra parte, Thiago venia pidiendo pista, y la
verdad, ella no se olvidaba de él ni de sus lunares, y entonces, dejando pasar un tiempo prudencial,
decidió volver con Thiago, justo en el momento en que Simón volvió arrepentido, a decirle que quería
que siguieran juntos. Mampara como era, no pudo negarse cuando él le contó que su padre se había
infartado, ¿cómo, ante ese cuadro, le iba a decir que estaba con Thiago? Y ahora ahí la tenía, uno a cada
lado, y ella metida en flor de entuerto. Y como si eso no fuera suficiente el perno mal torneado de
Terremoto seguía sin dar la cara, incluso ahora que sabía que ella estaba al tanto de que él era su padre.
Sin embargo, sonrió a Malvina y le dijo:

-Yo estoy perfecta, Malvina.

Si bien Salvador estaba muy abocado a la búsqueda de Juan Cruz y seguía de cerca la investigación de
Serafín, algo lo tenía preocupado: nuevamente se había sentido mal, y había detectado algunos
hematomas en su espalda que no se iban. Aunque no quería pensar en eso, la extraña y grave
enfermedad en su sangre no cedía. Pero sonrió a Malvina y dijo:

-Bien, en mi mejor momento.

Thiago ni siquiera sonrió, pues algo lo estaba torturando y no se atrevía a compartirlo con nadie. Hacía
unos días que tenía unos sueños espantosos en los que se veía a sí mismo en su versión oscura, pálido,
ojeroso y vestido de negro, avanzando por el hogar, que en su sueño estaba en penumbras, y todos sus
amigos tirados por doquier, en apariencia muertos. Él caminaba entre los cuerpos, indiferente, hasta
llegar al altillo donde yacían Nico y Cielo, también inconscientes. Thiago tomaba la espada y el bumerán
de la caja de Cielo y se acercaba al reloj, con la intención de hacer algo. Siempre se despertaba en ese
momento del sueño, agitado y asustado, con la certeza de que algo espantoso iba a ocurrir o, peor aún
de que él iba a hacer algo terrible.
-Todo bien, Malvina- dijo, sin embargo.

Jazmín lo miró, ella tenía su propia preocupación, ya que también hacia días que venía experimentando
otras de sus visiones, y en ellas veía algo realmente trágico, en lo que no quería ni pensar.

-Todo bien- contestó también ella.

-Great! - dijo Malvina, alegre-. ¡No hay tal crisis entonces!

Terremoto y Bartolomé seguían inconscientes, retenidos en un galpón de la corporación, equipado con


instrumental médico. Algunos científicos los monitoreaban a diario, y los mantenían en ese estado por
medio de un químico que les suministraban. Pero una tarde un enfermo que les cambió el suero, en un
descuido, le movió la vía a Terremoto, que dejo de recibir durante varias horas la droga que lo mantenía
inconsciente. Cuando el enfermo regreso en el siguiente turno fue sorprendido por el boxeador; a pesar
de estar aún muy confundido y aletargado, logró reducirlo y sacarle el celular. No recordaba muchos
números de teléfono, pero si sabía bien el de Tractorcito, y fue a ella a quien llamó.

Cuando Mar escucho su voz pastosa, se puso tensa, sin embargo, se mostró desafectada.

-Escuchame, Tractorcito... Me tienen... me agarraron.

Cuando advirtió el tono vacilante de su voz, pensó que estaba ebrio.

- ¿Tomaste? ¿Encima de cobarde, borracho?

-No, Tractorcito. Me secuestraron...

-Ah, ¡mira vos! No te da la cara a vos... Desapareces, rata cobarde, y ahora llamas copeteado. ¿Y me
queres hacer creer que te secuestraron y por eso desapareciste? Contate otro.

- ¡Es en serio! - intentó convencerla él, aun boleado por el narcótico.

Pero en ese momento aparecieron dos guardias, que le sacaron el teléfono y volvieron a dormirlo. Mar
espero a que volviera a llamar, pero como no lo hizo, desestimó su llamado, convencida de que estaba
bebido y que tenía razón cuando afirmaba que a él era mejor perderlo que encontrarlo. Sin embargo,
comenzó a dudar cuando Dora apareció en el bar, muy preocupada.

- ¿A qué viene? ¿A hacerse cargo de lo que su hijo no se hace cargo?

- ¿Que? ¿Te lo dijo?

-Por carta me lo dijo el muy cobarde.

-Bueno, pero no te lo cajoneó, nena... o sea, a su manera, lo hizo- argumentó, y le pellizcó una mejilla-.
Soy tu abuela- dijo enternecida.

-No toque- le retiró la mano Mar.


-No seas arisca- se enojó Dora.

- ¿Que quiere acá?

-Vine porque estoy preocupada, nena. Tal vez vos sabias algo.

- ¿De qué?

-De Maurito. Hace días que no me llama, ni va al gimnasio, ni aparece por la pensión. Nadie sabe nada,
¿Vos lo viste?

-Me acaba de llamar- dijo Mar.

- ¿Y qué te dijo? ¿Dónde está?

-Estaba borracho.

- ¿Que? Hace años que no toma, no puede ser.

-Dijo...- comenzó a decir Mar, confundida- que estaba secuestrado.

- ¿Que? ¿Como? ¿Mi Maurito secuestrado? ¡No puede ser! - se descompensó la mujer.

-Pero ya le digo: estaba borracho. A lo mejor...

-Pero no, nena, te digo que no toma. ¡Algo le pasó! - afirmó convencida, y salió corriendo.

Ahora si Mar se quedó preocupada; tal vez era verdad que algo le había ocurrido a Terremoto... Pero no
pudo detenerse a pensar demasiado, porque en ese momento llegó Tefi, a los gritos, aterrada, chillando.
Mar debió tranquilizarla: no lograba entender lo que decía, porque los alaridos eran incomprensibles.
Cuando pudo respirar, Tefi le contó que Luca estaba atrapado, en manos de la corporación CC.

Como Charly y Franka no cesaban de hostigarlo, Luca había aprendido de ellos, y muy bien, que la mejor
manera de enfrentar a un acosador era adelantándose. Entonces empezó a seguirlos para poder
determinar que planeaba hacer, y así había descubierto el galpón donde tenían a Barto y al boxeador.
Luca entró en el galpón sigiloso, para descubrir que escondían, y empezó a sacar fotos con su celular,
para luego analizarlas. Vio unos cortinados de plásticos que le llamaron la atención, se asomó y se topó
con los dos hombres. A Bartolomé no lo conocía, pero si reconoció a Terremoto; cuando quiso irse para
pedir ayuda, fue detectado por Charly, quien lo redujo. Antes de que pudieran sujetarlo, Luca había
hecho una llamada en su celular al último número marcado, que resultó ser el de Tefi, y ella alcanzó a
escuchar una charla confusa, en la que quedó claro que lo habían atrapado. Pero, además, el muchacho
se las había ingeniado para dar una pista de su localización.

- ¿Que hacen en este galpón de los silos? - preguntó Luca, antes de que le arrebataran el teléfono.

Mar y Tefi corrieron a hablar con Nico, pero no lo encontraron, y le contaron todo a Cielo. Tacho, Thiago
y Rama se sumaron a la conversación, y entre todos pudieron deducir a que se había referido Luca. Eran
unos galpones que estaban cerca del gimnasio en el que Tacho practicaba catch, frente a unos silos
abandonados. Decidieron salir todos de inmediato a rescatarlo. Cuando Tina los vio salir, ya al tanto de
la situación del joven, con el que ella se había encariñado especialmente por compartir su condición de
espías obligados, quiso ir también, y Malvina, que estaba con ella, se sumó para no ser la excepción.

Así fue como todo el grupo llegó hasta los galpones; ninguno- ni siquiera Tacho, aun molesto con Luca-
quiso dejarla sola. Mucho menos Tefi, que no iba a permitir que el único chico que la había invitado a
salir en el año le fuera arrebatado por mafiosos. Con mucho sigilo, abordaron el galpón desde diferentes
flancos, pero nadie previó que Tefi concurriera con los tacos que usaba siempre; apenas entró en el
galpón, se cayó con gran estruendo. La muchacha fue capturada por Charly, quien le apuntó con un
arma larga y exigió que todos los que la acompañaban se hiciera ver. Y así lo hicieron casi todos, menos
Tacho y Thiago, que permanecieron ocultos. Tras ponerse de acuerdo con Cielo, irrumpieron cuando ella,
con un rápido movimiento, desarmó al matón.

A partir de ese instante, se armó un gran revuelo: los varones se trabaron en lucha con los hombres de
Charly, en tanto que las chicas corrieron a buscar a Luca, al que encontraron atado. Pero la confusión
acabo cuando se oyó la sirena policial, gracias a Cielo, que había llamado a las autoridades antes de
acudir al galpón. Ante eso, Charly y sus hombres debieron huir, teniendo que dejar lo que allí ocultaban.

Luego de chequear que todos estaban bien, Cielo ordenó marcharse de allí inmediatamente, pero Luca
la detuvo.

-Hay algo que tienen que ver- dijo, y se acercó hasta el cortinado plástico, y lo descorrió.

Mar se estremeció al ver a Terremoto, inconsciente, y corrió hacia él, maldiciéndose por ser tan
malpensada. Los demás la siguieron, y todos se quedaron perplejos cuando advirtieron quien estaba en
la cama contigua.

- ¿Barti? - dijo Malvina al borde de las lágrimas.

- ¿Señorrr? - murmuró Justina.

Thiago estaba como estaqueado, incapaz de pronunciar palabra.

Una hora más tarde, la policía logró cercar la zona y estaba tras la pista de los secuestradores, aunque
Cielo y Luca sabían perfectamente que no darían con ellos; y los médicos ya se estaban ocupando de
Terremoto y Bartolomé. El medico explicó que los habían mantenido en un estado de coma inducido, y
por esa razón Terremoto fue el primero que reaccionó ya que había pasado menos tiempo así.

Malvina, Thiago y Justina permanecieron tensos, esperando la evolución de Bartolomé, aunque no


confiaban en que tuviera la misma suerte que el boxeador, ya que permanecía en ese estado desde el
episodio del reloj. Sin embargo, luego de unos cuantos minutos, Bartolomé empezó a mover una mano,
y después, con gran esfuerzo, abrió sus ojos. Al borde de las lágrimas, su hijo y su hermana se acercaron
a él que intentaba hacer foco. Detrás de ellos, Justina lloraba en silencio por ese milagro que ya no
creía posible.

Thiago, atravesado por sentimientos contradictorios, acarició la frente de su padre, que en ese
momento pareció distinguirlo, y con mucha debilidad susurró:

-Purrete...

Y estiró su mano hacia él. Thiago la tomó, llorando, y Malvina, muy conmovida, se acercó.

-Ya está todo bien, Barti- dijo ella, acariciándolo-. No hay tal crisis... No hay tal crisis.

Bartolomé cerró los ojos, y volvió a dormirse.


Talk show
Si bien Terremoto y Bartolomé se sentían aturdidos por el tiempo que habían pasado en coma inducido,
ambos estaban físicamente bien, y no hubo necesidad de internarlos para que terminaran de
recuperarse. Mar, carcomida por la culpa al haber desconfiado de su padre, le pidió a Cielo que los
trasladaran a la mansión hasta que estuviera completamente bien, y por supuesto ella estuvo de
acuerdo. Lo mismo hicieron con Bartolomé, pero este, a pesar de que había abierto sus ojos y dicho una
sola palabra, había vuelto a dormirse y no despertaba. Justina lo acomodó en un cuarto de huéspedes,
donde lo asistía día y noche, así como Malvina y Thiago.

Terremoto, en cambio, estaba mejor, aunque seguía en cama, Mar se acercó a él, con un té, y ambos se
miraron incómodos; había una charla pendiente, que no era nada fácil encarar. Justo cuando tomaban
coraje para tocar el tema, se oyó el grito escandaloso de Dora.

- ¿Dónde está mi hijo? - iba gritando por los pasillos, hasta que irrumpió con ímpetu en el cuarto-.
¡Hijito! - exclamó al verlo.

-No grites, mamá- dijo el hombre corpulento.

-Mi amor, mi chiquito, ¿qué te hicieron? - y en un repentino cambio de tono le reprocho-. ¿Como
te dejas secuestrar, pedazo de bibliorato? ¿Viste? - le dijo a Mar-. Es vago, corto, pero no cobarde.
Ya mismo te cocino unas milanesas. ¿Habrá pan rallado?

-Eh, bueno...- dijo Mar-. Él ya está bien, ¿no convendría llevarlo mejor a su casa?

-Tu padre se queda acá, con su hija.

-Bue, lo del padre... lo vamos a hablar cuando se le acomoden bien los bulones- dijo Mar.

- ¡Chito! - ordenó Dora-. En nuestra familia hay un esquema verticalista: primero la palabra de la
abuela, luego la del padre, y por último la del nieto. Así que preparate, porque la abuela dice que el
padre se queda acá- y salió a cocinar.

Mar se miró con Terremoto, abrumada por el huracán que era su abuela.

-Y con vos es dulce- aclaro él.

Se miraron unos instantes, hasta que por fin Mar se decidió a hablar.

- ¿Por qué rajaste cuando te enteraste de que podías ser mi viejo?

-No me raje, me secuestraron. Pero bueno, es verdad que me dio recule, me agarró mal parado el
tema,casi beso la lona, pero yo nunca tiraría la toalla, Tractorcito. Vos... vos sos muy especial para mí...

-Bueno, no me vengas ahora a hacer un tol chow...- lo cortó Mar.


Los dos eran reacios a las expresiones excesivamente emotivas, y lo que Mar no quería era emular esas
escenas lacrimógenas de reencuentro propias de un talk show: por esa razón pasaron a temas más
livianos que la paternidad. Sin embargo, ambos estaban felices de haberse encontrado, y orgullosos de
que el padre y la hija fueran precisamente ellos.

-Bueno- dijo Mar-. Otro tema... ¿No tenes nada para darme vos?

- ¿Algo como qué?

-Algo, no sé... Que se yo, tiro por tirar... ¿No tenes que darme una llave o algo así?

Terremoto la miró raro. A partir de que se había resuelto el enigma de la identidad del padre y de que se
había reencontrado con él, Mar estaba convencida de que ahora si llegaría su llave, sin embargo,
Terremoto no tenía nada para ella. En ese momento, regresó Dora con las milanesas para su hijo y unas
cuantas más para ella, y mientras los obligaba a comer, sacó de su cartera una caja.

-Esto- dijo mirando a su hijo- es un regalo que tu padre había comprado para vos.

Era una mentira muy evidente, pero a Mar no le importó porque sabía, emocionada, que ahí venia su
llave. Abrió el paquete y lo que encontró fue una mamushka, un adorno tradicional ruso de muñecas de
madera de diferentes tamaños que se encastran una dentro de la otra. Mar agradeció a ambos el regalo
y corrió a abrirlo con sus amigos, pues estaba convencida de que allí estaba su llave.

- ¡Que loco! - exclamó ante la mirada ansiosa de Tacho, Jazmín, Rama y Thiago-. Digo, esto de
resolver algo, y pumba, te llegó la llave. Yo ahora siento lo que sintieron ustedes digo, eso de ser
llave, ser un elegido, no sé bien para qué, pero...

- ¡Dale, abrila! - la cortó Rama.

Mar empezó a abrir las muñecas, separo las dos partes, y quitó la muñeca más pequeña, y mientras iba
abriendo una tras otra, no paraba de hablar.

- ¡Que loco! Mira donde viene a estar mi llave... Se siente tan especial esto... Es grosso... la sensación
de ser una llave... grosso.

Hasta que finalmente llegó a la última muñeca, pequeña, y cuando intentó abrirla, descubrió que era de
una sola pieza. Rebuscó en todas las mitades abiertas, por arriba y por abajo.

- ¡No hay llave! - se frustró.

Esa misma tarde, los chicos concurrieron a una nueva presentación en La Bestia Pop. La joven sin llave
estaba muy angustiada con la posibilidad de no ser, finalmente, una elegida, y eso la preocupaba
bastante, pero un planteo que le hizo Simón la hizo olvidar, por el momento, del tema.

- ¿Estás saliendo con Thiago y no me dijiste nada?


Simón no había elegido un buen lugar ni un buen momento para plantearlo, pero lo hizo apenas se
enteró, y delante de Thiago.

- ¿Quién te lo dijo? - preguntó Mar, pero tuvo la respuesta al ver a Tefi que más allá no quería perderse
la situación.

- ¿Que importa eso? - dijo Simón-. ¿Es verdad?

-Decile, Mar- dijo Thiago-. Ya está.

- ¿Que ya está? - se alarmó Simón.

-Bueno, no es tan así- empezó a justificarse Mar, muy nerviosa-. O sea, vos me dejaste, Simón... y
después viniste con que no querías dejarme, y además estabas con el tema de tu viejo internado...

- ¿Y vos ya estabas saliendo con Thiago? ¿No te parece que me lo tendrías que haber dicho?

-Era difícil.

-Bueno, vas a tener que terminar con esto. No podés seguir jugando con él y conmigo- le exigió el
payasito, muy enojado.

-Es verdad, Mar. Tenes que ser clara- concordó Thiago.

- ¡Soy clarísima!

-No lo sos- dijeron los dos a dúo.

- ¿Pero que les pasa a todos con el tol chow, hoy? ¿Qué es esto de que todo se tenga que hablar
delante de todos? ¡Y en un canal de televisión!

Thiago y Simón hubieran querido llegar al fondo del asunto, pero debieron ocuparse de la presentación
que debían hacer. Ambas bandas se prepararon para hacer sus actuaciones, sin embargo, una secuencia
de hechos convertiría el certamen en un verdadero talk show, y de los más escandalosos.

En primer lugar, a pocos segundos de salir al aire. Mar vio llegar a Dora con Terremoto, aun débil y algo
mareado. Su imparable abuela no había querido perderse la presentación de su nieta, y se sentaron
entre el público, pero apenas el presentador comenzó a hacerles preguntas a los chicos, Dora se salió de
la vaina para que las cámaras tomaran al padre.

-Él es el padre de la nena, ¡También es famoso! - dijo Dora.

- ¿Ah, ¿sí? ¿Quién es? - se interesó el presentador.

- ¿Como quién es? Es el recordado Terremoto Aguirre, quien si bien se retiró no fue por toda la sarta
de barbaridades que se dijeron. Aclara, nene, ¡aprovecha a aclarar!
Mar y Terremoto estaban rojos de vergüenza, pero solo el corte comercial logró acallar a Dora. No
obstante, el escándalo mediático recién estaba comenzando, ya que luego del corte, y ante otra
pregunta del conductor, surgió un nuevo escándalo.

-Melody...- dijo el animador cuando tocó el turno de los Man!!- ¡Que revuelo armaste con tus fotos!

Ella sonrió, incomoda. Unos días antes, había sido convocada para la portada de una revista de moda, y
si bien ella había exigido que no se mencionaran de ninguna manera aspectos de su vida privada, el
título de dicha tapa terminó siendo "La hija sexy del embajador". Ante eso, el embajador, y sobre todo
Alice, su esposa, habían tenido un fuerte entredicho con la joven: le reprocharon duramente que
lastimara a su madre con semejante mentira, y le conminaron a terminar con esa impostura. Entonces el
conductor no iba a perder la ocasión de preguntarle por esas fotos y las consecuencias que habían
tenido.

-Fueron unas fotos, nada más...- intentó minimizar Melody.

- ¿Nada más? No me quiero imaginar cual habrá sido la reacción de tu padre. Dicen que el embajador
es muy conservador.

-Papá es una persona inteligente- dijo Melody, muy incómoda, pero incapaz de evitar que la mentira de
perpetuara.

Pero de pronto se oyó una voz firme, desde el público, que con indignación gritó:

- ¡Un momento!

Las cámaras rápidamente enfocaron a quien había interrumpido. Era Alice, la mujer del embajador,
quien harta de la farsa, y sabiendo que en el programa de televisión no dejarían de hablar del tema, fue
personalmente para aclarar los hechos en caso de que Melody no lo hiciera.

-Yo soy la esposa del embajador. Esa chica miente, no es nuestra hija.

Todo el público, y todos los chicos, menos Mar, que ya lo sabía, exclamaron asombrados, como en todo
buen programa de escándalos. A partir de ahí todo fue griterío y confusión. Melody, muerta de
vergüenza, quiso irse, pero la mujer estaba decidida a que la verdad saliera a la luz, y fue más allá. Tomó
la palabra y explico quién era en realidad la muchachita: la hija de la mucama. Y aunque los gritos y
exclamaciones se multiplicaron, los compañeros de Melody tuvieron cierta solidaridad con ella, y
reclamaron que comenzara de una vez la presentación musical.

- ¡Esto es un concurso de bandas, gatos, no un programa de chimentos! - se quejó Valeria.

Pero de pronto Nacho, envalentonado por el tono de denuncia pública que había tomado el programa,
quiso sacarse el entripado que tenía desde que había descubierto la doble vida de su padre. Si bien en
un principio lo había negado y había creado las mentiras del juez, finalmente Caridad lo había
confrontado con Lucia, quien le confirmó que Adolfo era también su padre, y que con su madre no tenía
una relación clandestina, de amantes, sino que... ¡estaban casados! Nacho había descubierto una verdad
muy dolorosa y no encontró mejor manera de vengarse que denunciarlo públicamente.

- ¡Yo quiero contarles que mi padre, el juez Adolfo Pérez Alzamendi es flor de

bígamo!Un nuevo uuuuuhhhh recorrió la tribuna.

-Si, Pérez Alzamendi, que se escuche bien, tiene dos familias y no se hace cargo de ninguna. Pero yo no
soy como él, yo no niego ni mi sangre ni mis lazos. En la tribuna está mi hermana.

Y la cámara enfocó hacia la tribuna, donde Lucia estaba sentada junto a Lleca. Desde allí, Caridad,
alarmada por el embale de su cachetón, le gritó:

-Para un poco con el ventilador, gaucho.

-Y ella es Caridad- continuó él envalentonado-. Mi novia. Mi papá, el juez Adolfo Pérez Alzamendi, quería
que la dejara, porque es pajuerana, medio sin formas y con poca gracia, pero yo la amo así.

Nacho vio cómo su medio hermana estaba huyendo, avergonzada ante el acoso de las cámaras.

-Lucia, no sientas vergüenza. Ni vos ni yo tenemos culpa del padre que nos tocó.

-Flor de sinvergüenza- acotó Dora, y las cámaras fueron a ella-. Ese hombre encarceló injustamente a mi
pobre hijo.

-Su hijo de pobre no tiene nada- respondió Nacho-. Me fajó y me dejo la cara así de hinchada.

-No te metas con mi viejo- saltó Mar.

-Mar, abrí lo ojos- le recomendó Nacho-. Este tipo hoy te reconoce, mañana se chupa y te deja tirada.

- ¡Yo te emboco, cachetón! - se calentó Terremoto.

-Quieto, Maurito- ordenó Dora, y luego dijo hacia la cámara-: El temita de la bebida de mi hijo es algo
privado, acá estábamos hablando de la hija del embajador- quiso desviar el foco de atención Dora.

- ¡No es nuestra hija! - reiteró Alice, que no se había ido.

-Deci algo, gorda, es un quemo esto- le recomendó Tefi a Melody por lo bajo.

Entonces la joven modelo, furiosa por la vergüenza pública que Alice le había hecho pasar, redobló la
apuesta.

-Es verdad. Soy hija de la mucama de Alice. De la mucama... ¡y del embajador! - mintió.

El concurso musical se había transformado en el más escandaloso de los talk shows. El público estaba
enardecido y los gritos y discusiones cruzadas crecían y crecían. Algunos de los chicos trataban de
apaciguar, pero Tefi estaba muy divertida con la situación como para querer que terminara tan pronto.
- ¡No, no, que siga! - pidió tentada-. ¡Que alguien más se tire otra revelación!

-Yo- se escuchó la voz de una mujer en la tribuna.

Todos miraron y vieron a una señora menuda, morocha, y bastante alicaída, de unos cuarenta años.

- ¿Y quién es usted? - dijo el conductor.

-Mi nombre es Juana Vaca.

-Aja... ¿Y nos va a tirar alguna bomba, señora Vaca?

-No. Solo decir que...- tomó aire, y con timidez dijo-. Yo soy la madre biológica de Estefanía, Tefi, del
grupo Man!!

Una nueva oleada de exclamaciones bajó desde la tribuna y Tefi, desencajada, miró a esa mujer que
afirmaba ser su madre con desconcierto, y salió corriendo, muy mortificada.
La vida es maravillosa con vos en el mundo
La enfermedad avanzaba irremediablemente, pero Salvador, lejos de reposar y entregarse a los cuidados
médicos, continuaba obsesionado con descubrir a Juan Cruz y todo el misterio que lo envolvía. Para eso,
seguía bien de cerca los pasos de Serafín, el investigador privado que había contratado. El detective, era
un hombre muy particular, una especie de dandy, muy locuaz y con una personalidad extrovertida y
alegre. Salvador le pedía avances, y el otro solo le pedía paciencia.

- ¿Pero qué línea de investigación estás siguiendo?

-Estoy investigando a las caras visibles de esa organización.

- ¿Y?

- ¡Paciencia!

Salvador era paciente, pero temía que su cuerpo no le diera tiempo. No quería morirse sin antes
resolver el misterio, y, además, por alguna razón, pensaba que hasta su enfermedad estaba relacionada
con todo eso. Después de todo, la enfermedad autoinmune que le recorría la sangre había comenzado
siete años antes, poco después de que la voz de Juan Cruz lo hubiera enloquecido hasta llevarlo a matar
a su propia novia.

Como Serafín no mostraba progresos, decidió investigar al investigador, y al hacerlo se llevó una
sorpresa muy desagradable: lo halló en el baño de un bar, besándose apasionadamente con Franka.
Muy impactado, Salvador permaneció en el cubículo del baño contiguo, tratando de escuchar que
hablaban, pero no pudo oír nada relevante. Apenas Franka se marchó, increpó con violencia a su
contratado.

- ¿Que estás haciendo? ¿Jugas para ellos?

Pero Serafín ni se inmutó, en cambio sonreía, mientras se acomodaba las solapas de su traje italiano.

-Tranquilo, Teletubbie- dijo Serafín con aplomo-. No entendes nada.

-¡Explicame!

-La mejor forma de investigarlos en infiltrándome, ¿no te parece?

Entonces el detective le explicó que venía haciendo un fino trabajo de abordaje con la mujer, tarea que
por otra parte no le disgustaba para nada, según dijo, ya que la bióloga era muy atractiva. Le informó
que ya había logrado ganarse su confianza y que poco a poco la mujer le empezaba a contar cosas
relacionadas con su trabajo. Salvador consideró que tenía lógica lo que él otro le decía, sin embargo,
receloso, decidió vigilarlo más de cerca; ya tenía demasiadas pruebas de que no se podía confiar en
nadie.
Al regresar del canal, todos los chicos estaban muy impactados por los hechos y revelaciones
acontecidas durante el programa. Y no solo ellos, ya que el show había tenido mucha audiencia y todo
el mundo estaba al tanto de las primicias allí divertidas. Melody había desaparecido de inmediato tras
la presentación, y nadie sabía nada de ella; tampoco había regresado a su casa. Todos se preguntaban si
sería cierto que era la hija del embajador, o al menos la hija ilegítima. Nacho, por su parte, debió
enfrentarse a su propia madre, que sufrió un colapso nervioso por la denuncia pública que había hecho.
Del padre no había noticias.

En cuanto a Tefi, la aparición de la señora Vaca parecía haber tocado una fibra muy sensible en ella, ya
que había huido corriendo del lugar, para ir a llorar a su habitación. No quiso hablar con nadie, y la única
que logró un acercamiento fue Mar, quien se sorprendió mucho cuando, sin decirle nada, Tefi se abrazó
llorando a ella.

-Tranquila, tranquila- le dijo Mar mientras la acariciaba.

- ¿Que tranquila, morcilla?- dijo Tefi, acongojada-. ¿Vos viste lo que hizo esa mujer? Me escrachó
en público la Vaca esa, ¡Justo a mí!

-Bueno, digamos que el tol chow fue un quemo para todos, grisin- intentó consolarla Mar.

-Bueno, Tefi, pero lo que importa es que esa mujer puede ser tu...

- ¿Mi qué?

-Tu...

- ¡Mi nada! - cerró el tema Tefi.

Pero en ese momento golpearon a la puerta, Mar abrió y allí estaba Luca, acompañado de la señora
Vaca, que se veía muy apocada y sumisa. Al verla, Tefi pegó un alarido, tomó a Luca de una mano, lo
metió en la habitación y le cerró la puerta en la cara a la mujer.

- ¡¿Como la vas a traer acá?!

- ¡Vino sola! ¿Por qué no hablas con la señora, Tefi? Nada más quiere hablarte.

-No quiero.

-Llamala a mamá- propuso Mar-. Preguntale si esta señora Vaca puede ser tu mama biológica.

Pero Tefi se negó rotundamente, pidió que la echaran, y se encerró en el baño a llorar. Entonces Mar,
entendiendo que su hermana estaba sobrepasada, hizo ella misma lo que había propuesto: llamó a Julia
y le relato lo que había ocurrido.

-Es ella. Es la mama biológica- afirmó Julia cuando se enteró del nombre de la mujer.

-La mujer la quiere conocer, pero Tefi no.


-Ni va a querer, sé muy bien como es Tefi.

-Bueno, pero ¿qué onda? Esta mujer tiene derecho, ¿no?

-No, derecho no- aclaró Julia-. En todo caso, Tefi es la que tiene derecho a conocerla, si quiere, pero no
la obligación.

Entonces Julia le explicó que Tefi nunca se había mostrado interesada en conocer a sus padres
biológicos, había aceptado el hecho de ser adoptada con naturalidad, pero jamás había sentido esa
inclinación.

-Además, Mar... Esa mujer no quiso ni verla cuando nació. Yo la llame varias veces para que la conociera
luego de que me la dio, pero nunca quiso. Y me parece sospechoso que aparezca ahora en la tele.

Mar concordó con ella, y Julia le pidió que cuidara mucho a Tefi, y le comunicó que en breve estaría de
regreso.

-Si, mamá, vení pronto. Tefi no está nada bien con este tema.

En ese momento reapareció Tefi desde el baño, atacada, y le arrebató el teléfono.

- ¿A quién le contas todo? - preguntó hablándole al teléfono-. No sé quién sos, pero acá no pasó
nada- dijo y cortó-. Sos negra chismosa, Mar, ¿eh? ¡Yo estoy bien! - afirmó alterada, y volvió a
encerrarse, dando un portazo.

Entonces Mar fue a hablar con la señora Vaca, que aun esperaba ser atendida, y le explicó que Tefi no
quería verla, que no estaba interesada, y además le había caído muy mal la manera en la que se había
presentado. Sin embargo, la mujer, algo apenada, insistió, solo quería hablar un momento con ella.

- ¿Y por qué tanto interés de golpe de hablar con el espárrago? - preguntó Mar, desconfiada.

- ¿Qué espárrago? - dijo la mujer extrañada.

- ¡No me digas así! - chilló Tefi, que evidentemente estaba espiando.

La flacucha intervino y le exigió a la mujer que se fuera, le aclaró con contundencia que para ella no era
su madre, y que jamás aceptaría verla ni hablar con ella, y volvió a encerrarse en su cuarto. Mar vio que
la mujer se apenaba tanto que decidió hacer un intento más para aflojar a su hermana, sin embargo,
Tefi seguía mostrándose furiosa, y angustiada.

- ¡No te metas, basta!

-Si me meto es porque te quiero, fratacha.

- ¡Si no queres a nadie vos! - le dijo Tefi, intratable.

-Esa sos vos, grisin- dijo Mar, sonriendo.


-Callate, morcilla- respondió Tefi.

Entonces Mar encontró la grieta en la coraza para tratar de aflojarla. Le dijo que nadie más que ella
podía entenderla ya que había pasado por algo similar, pero Tefi, atinadamente, marcó una diferencia.

-Lo mío es distinto, Mar. A vos y a mamá las separaron. En cambio, a mi...- y dejó filtrar cierto dolor-.
Esa mujer me abandonó, no me quiso. Ahora ya está.

-Pero por algo vino...

-Por culpa. Que se busque un psicólogo, o un cura.

-Tal vez te quiere pedir perdón. Si te da miedo, yo te hago la segunda y te acompaño.

-No, puedo sola- dijo Tefi, secándose las lágrimas.

Tefi accedió a hablar con ella, apenas diez minutos, y fue a retocarse el maquillaje, en tanto Mar fue a
decirle a la señora que Tefi la recibiría. Mar la condujo a la sala de ensayos y le indicó que esperara allí,
pero al retirarse por una de las puertas para dejarlas solas, sintió algo extraño, como una intuición de
que algo no estaba bien, y se quedó tras la puerta escuchando. Justo la mujer recibió un llamado en su
celular.

-Si, negro, me va a atender- dijo en un tono muy diferente al sumiso y acongojado que había mostrado
antes-. No sabes lo que es... Es hermosa, fina...

En ese momento, Tefi, ya recompuesta, llegaba a la sala de ensayos por el otro lado, y también se quedó
escuchando. Al oír que la mujer hablaba así de ella sintió una extraña emoción, y por eso se demoró un
momento para seguir oyéndola. Ambas hermanas la escuchaban ocultas detrás de diferentes puertas,
sin verse entre sí.

-Se nota que tiene nivel- agregó la mujer-. Vive en una casa increíble, acá hay mucha plata, Negro, con
esta chica quedamos parados.

A la par, Mar y Tefi quedaron atónitas cuando oyeron eso. La flacucha sintió una profunda decepción, y
Mar, furia. Entonces, cuando Tefi iba a mandarse a la sala de ensayos para echar a esa mujer, vio que
Mar se le había anticipado, y sin ser vista, presencio la encendida defensa que hizo.

-Mi marido está ansioso por ver que pasa...- dijo la mujer al cortar el teléfono, volviendo a su impostura
desvalida.

-Si le sale el tongo o no, ¿no es cierto?

- ¿Cómo? - le dijo la mujer, haciéndose la desentendida.

-Escuché lo que le dijo a su marido, señora Vaca. ¿Cómo se puede ser tan basura? La abandonó cuando
nació, vaya y pase, ahora la ve en la tele, piensa que es exitosa... ¿y la busca para sacarle plata?
La mujer intentó persistir en su mentira, pero Mar, que era muy combativa y además estaba indignada,
le dejó muy en claro lo que pensaba sobre las personas como ella, y le exigió que le retirara de
inmediato del lugar. Pero la mujer no quiso irse sin ver a Tefi.

-Tengo derecho a hablar con ella.

-Ella tiene derecho- dijo Mar repitiendo las palabras de Julia-. Pero mire que loco, no quiere usar su
derecho. Ella ya tiene un papá y una mamá, los que la adoptaron y la aman, no la necesita a usted.

-Que me lo diga ella- se puso más densa la mujer.

- ¡Se lo digo yo! - dijo Mar, ahora mostrando ella sus dientes-. Se va o le bajo la medianera. Usted no va
a lastimar a mi hermana.

Y sin escuchar excusas ni justificaciones, Mar la sacó casi a empujones del hogar. Cuando se quedó sola,
pensó para si en que explicación le daría a Tefi de por qué se había retirado la mujer, pues no quería
decirle lo que había escuchado. Pero después de que Tefi oyera la escena completa, la angustia
provocada por la señora Vaca había desaparecido por completo, opacada por la emoción que sintió
cuando su hermana la defendió de esa manera.

Esa noche había un acontecimiento muy especial. Luego de que Nico descubriera el centro de
operaciones secreto que la Corporación CC, tenía junto al loft, estos habían abandonado el lugar porque
había perdido su clandestinidad. Como además de ser lindero al loft lo era del bar TeenAngels, y este
estaba funcionando muy bien, a los chicos se le ocurrió alquilarlo para hacer una ampliación. Y esa
noche seria la inauguración, para la cual habían organizado un karaoke.

Todos los chicos del hogar estaban en el bar trabajando, atendiendo mesas, recibiendo amigos; la
inauguración era un éxito, y todos se iban alternando para subir a cantar. En un momento subió Tefi al
escenario, tomó el micrófono y manifestó que quería cantar una canción.

-Hola- dijo a todos, y había algo especial en ella: sonreía.

Se hizo un silencio y todos la miraron. Mar, que estaba en una de las mesas junto a Thiago, también la
miró, pero se compadecía, pues no había decidido aún si decirle lo que había oído o no, y temía que la
mentira que le había dicho a Tefi- que la mujer debió irse de urgencia por una súbita fiebre- no hubiera
sido convincente.

-Les quiero cantar una versión en español que hice yo misma de una canción muy hermosa- dijo Tefi-. Se
llama Tu canción, es de Elton John, y se la dedico a una persona muy especial.

Todos miraron a Luca, que estaba más allá, en el teclado, y chiflaron, pues creyeron que hablaba de él.
El también pareció creerlo ya que se ruborizo. Tefi lo miró, y con mucha dulzura le dijo:

-A vos te cantaría miles de canciones, pero esta no. Esta es para una persona que odio con todo mi
corazón. La odio tanto como la quiero. Esta canción es para la morcilla.
Mar dio un respingo en su silla, y Thiago la miró. Sabiendo el recelo que Tefi tenía con Mar, supuso que
la flacucha le haría algún tipo de broma desde el escenario, y Mar también pensó lo mismo por un
momento.

-Esta canción es para Mar- continuo Tefi-, mi hermana.

Las dos se miraron a los ojos, con una emoción súbita. La palabra "hermana" por primera vez cobraba
peso.

-Quiero decirte que todo es mucho mejor desde que estás en mi vida.

Y comenzó a cantar la adaptación que ella misma había hecho de Your song.

Se siente tan raro todo este amor

La vida es fácil cuando estoy con vos.

Y aunque plata no tenga debes saber que yo

Compraría una casa enorme para las dos.

Jazmín se miró con Mar, sorprendidas; de alguna manera seguían esperando el remate malintencionado
de Tefi, pero ahí estaba el espárrago, con sus ojos emocionados cantándole una canción a la morci.

Si fuera escritor, si fuera el mejor

Podría escribir tus ojos en una canción.

Y aunque sé que no es mucho, pero salió del

corazónMi regalo es mi canción, y es para vos.

Tefi había pasado toda la tarde adaptando la canción para ella. Quería que fuera especial, quería que
cada palabra expresara lo que sentía por su hermana, Elton había hecho un trabajo magistral, y Tefi
quiso decirle a Mar que esa era su canción.

Y podés decirles a todos que es tu

canción Y tal vez sea simple, tal vez no.

Yo solo espero, no te moleste, que todos sepan hoy

Mi vida es más feliz con vos bajo el sol.

Yo solo espero, no te moleste, que todos sepan hoy

El mundo es más feliz con vos bajo el sol.


Mar subió de un salto al escenario, pero no se atrevió a abrazarla; Tefi no era así, no todavía. Y en Mar,
siempre tan verborrágica, esta vez las palabras habían desertado.

-Te odio, Morci- le dijo Tefi, emocionada.

-Yo también, grisin- dijo Mar, llorando.

Esa misma noche, Tefi se acercó a Mar, y le aclaró las razones de su cambio: la había visto defenderla
con todas sus garras de esa mujer, y en esa furia había descubierto todo el amor que le tenía, y en el
mismo momento había descubierto todo el afecto que sentía por ella y se negaba a reconocer. Además
de la canción, también tenía otro regalo para ella: le dio un estuche. Mar lo abrió y allí había una
cadenita de plata, y el colgante era una llave. Pequeña. Y plateada.

En el mismo momento en que Tefi estaba cantando Your song para Mar, junto al bar, en el loft, Salvador
se despertada de una siesta. Se había sentido todo el día muy débil, su enfermedad avanzaba
velozmente. La cama estaba ubicada en un entrepiso que había en la casa, y desde allí se escuchaba la
canción de Tefi, pero, además, también empezó a oír dos voces que provenían de la planta baja del loft.
Le llevo unos pocos segundos reconocer una de ellas, la de Cielo.

- ¿Estas bien? - preguntó ella.

Pero Salvador se extrañó muchísimo cuando identificó la otra voz.

-Casi una maravilla...- dijo Serafín.

Azorado, aunque débil, Salvador fue asomándose a la barandilla del entrepiso para ver qué era lo que
estaba ocurriendo abajo, y pudo ver que Serafín estaba parado muy cerca de Cielo, tomándola de la
cintura. Eso era de por sí muy extraño, ya que ellos no se conocían, pero mucho más raro aún era la
familiaridad que parecían tener.

- ¿Casi? - le pregunto Cielo-. ¿Qué faltaría para que fuera una maravilla?

-Vos- le dijo Serafín, seductor.

Salvador abrió muy grandes los ojos, y más aún lo impactó ver la sonrisa de Cielo.

-Estoy acá- dijo ella-. ¿No me ves?

-Yo sí, pero vos todavía no- respondió enigmático Serafín.

Y como la canción de Tefi se escuchaba nítidamente. Serafín la acerco más aun tomándola por la cintura,
para hacerla bailar al ritmo de la música, y le canto una parte, en inglés.

How wonderful life is while you're in the world.

Ella sonrió, y él, por si hiciera falta se la tradujo.


-La vida es maravillosa con vos en el mundo.

Cielo sonrió, negando con su cabeza, él la abrazó y siguieron bailando al ritmo de la canción. Salvador
sintió un escalofrió sobrecogedor.
Algo muy importante
Luego de recibir la llave, Mar salió corriendo, lo que desconcertó a Tefi. Estaba fascinada con que su
llave finalmente hubiera llegado de manos de su hermana, eso sí que había sido inesperado.
Emocionada, corrió a compartir su exaltación con sus amigos, los que ya eran llave, pero no encontró a
ninguno. Llamó a Rama, pero él no la atendió, y entonces ella insistió.

- ¿Qué pasa, Mar? - respondió al fin el con fastidio.

Luego de la inauguración del nuevo sector del bar, él y Vale se habían quedado ordenando, y
aprovechando la soledad había intentado avanzar con ella hacia una zona que cada vez estaba más
próxima, por eso no iba a dejar que Mar les interrumpiera ese momento.

- ¡Soy llave! - anunció Mar estridente.

-Me alegro, chau- quiso cortar el.

- ¡No me cortes, perno! Encontré la llave...- comenzó a decir ella-. Bue, la llave me encontró. Que loco
es esto... Yo creía que iba a aparecer cuando resolviera lo de Terremoto, pero fue cuando me hermané
con Tefi. ¿Dónde están todos? ¡Me recibo de llave y todas las demás están desparramados por ahí!

-Mar, estoy ocupado con algo muy importante- dijo él.

- ¡Esto es algo muy importante! - se irritó ella, y él le corto. Ella, indignada, salió corriendo a buscar a los

demás.

- ¡Llave Tacho! ¡Llave Jazmín! - gritaba por los pasillos.

Llego hasta la puerta del sótano y encontró un cartel que rezaba "Peligro. Escalera rota", y era la clave
que tenían para informar que el rinconcito de luz estaba ocupado, pero no le importó, ya que haberse
recibido de llave era más importante que cualquier cosa. Descendió las escaleras y ahí estaban a los
arrumacos Tacho y Jazmín.

- ¡Soy llave! - gritó Mar, y los asustó.

Tacho y Jazmín, sobresaltados y fastidiados, la echaron de inmediato, mientras ella vociferaba. Cuando
le cerraron la puerta en la cara, Mar se quedó gritando.

- ¿Así tratan a una llave nueva? Yo estuve ahí cuando ustedes recibieron la suya, ¿eh? Una llave
tiene preguntas, dudas, ¡necesita contención! - gritó, mientras marcaba en su celular el número de
Thiago.

- ¿Qué pasa, Morci?- preguntó Tefi apareciendo de golpe.

- ¡Tero! - se asustó Mar-. No te puedo contar.


- ¿Como? ¿No somos hermanas íntimas ahora?

-Si, claro, pero esto no entra en la hermandad. Lo hago para protegerte, te juro. ¿La viste a la llave
Thiago?

- ¿Eh?

-Nada, nada. No puedo hablar de esto- dijo Mar, sintiéndose muy especial con su llave, y salió a buscar a
Thiago.

El no respondía porque en ese momento estaba junto a Cielo y Nico, todavía sorprendidos por la
aparición de Hilda, su abuela. Thiago se había retirado antes del bar para ir a ver a Bartolomé, que
seguía sin despertar en el cuarto de huéspedes. Luego de estar un momento con él, se dirigió a su
cuarto,pero al pasar por la entrada oyó el sonido del timbre. Extrañado por la hora, atendió, y ahí estaba
su abuela, algo pálida y asustada, manifestando que se encontraba en peligro. De inmediato Thiago la
condujo con Nico y llamaron a Cielo, que estaba en el loft, Ella regresó al hogar de inmediato, y
encerrados en el altillo, la animaron a hablar.

-No fui del todo sincera con ustedes- reconoció a la mujer.

Nico y Cielo se miraron, y Thiago asintió, recordando que él lo había presentido.

- ¿Que nos ocultó? - le preguntó Nico.

Y la mujer, torturada, les contó una parte de la historia no revelada. Luego de que su hijo Juan Cruz
desapareciera, había empezado a llamarla, afirmando ser el, pero con otra voz. Y la había seguido
llamando durante todos esos años.

- ¿Juan Cruz desapareció más o menos diecisiete años, no es cierto? - quiso ordenar la historia Nico.

-Si, unos meses antes de que naciera Thiago- dijo la mujer.

- ¿Cuánto tiempo pasó hasta que el volvió a llamarla?

-Unos meses- dijo sin precisar la mujer.

Nico y Cielo se entendieron con la mirada. Tic Tac ya le había explicado que Juan Cruz había sido un
elegido que también había cruzado el portal, seguramente el que estaba en la parroquia de Escalada, ya
que allí mismo había sido la discusión con Bartolomé. Habían deducido que, así como había ocurrido con
Cielo, posiblemente en esa misma pelea, cuando Bartolomé estaba por matarlo, el reloj se lo había
llevado. Como había dicho Tic Tac, Juan Cruz había regresado de Eudamon transformado, como ella,
pero algo había fallado y él se había convertido en un ángel caído. Esa parte del misterio estaba aclarada,
Juan Cruz no había muerto, sino que había estado en Eudamon.

- ¿Que le dice cuando se comunica con usted?

-Me habla raro. Ese que me llama no es mi hijo- dijo la mujer, con espanto.
- ¿Pero ¿qué le dice?

-Me dice... y hace... cosas horribles. Tengo mucho miedo.

- ¿Volvió a verlo?

-No- dijo la mujer.

- ¿Desde qué desapareció hace diecisiete años no volvió a verlo? - quiso confirmar Nico, ya que
había advertido que la mujer daba información con reticencia.

La mujer negó, y Thiago volvió a tener la misma sensación que la primera vez: no decía toda la verdad.

-Para nosotros es importante, Hilda- le dijo Thiago-. Si usted lo ve, o sabe dónde lo podemos encontrar...

-Yo no sé dónde está. Pero ustedes tienen que mantenerse lejos de él, sobre todo vos, querido- le dijo a
Thiago, asustada.

En ese momento, se abrió la puerta del altillo, y apareció Salvador; se lo veía agitado y furioso. Todos lo
miraron sorprendidos.

- ¿Qué pasa, Salva? - dijo Cielo.

- ¡Eso te pregunto yo a vos! - dijo Salvador, enajenado-. ¡Te vi, Cielo! ¡Te vi abrazada con Serafín!

- ¿Qué? - dijo ella.

Todos miraban con perplejidad a Salvador, por sus dichos y por su estado.

- ¿Que hacías con Serafín?

- ¿Que Serafín? ¿El detective que contrataste? No lo conozco- dijo ella.

- ¡Te vi con él! Y se conocen bastante, por lo que vi- grito él.

-Jamás lo vi en mi vida, Salvador, ¿qué decís?

- ¿Desde cuándo me mentís? ¡Decime quien sos!- gritó, y la sujetó por las manos.

Cielo se asustó, y Nico se interpuso, tratando de frenar a Salvador, que estaba enloquecido.

En ese momento Serafín estaba parado frente a la mansión, apenas iluminado por la luz de la luna, bajo
el gran reloj que coronaba el altillo, y mirando en esa dirección. Cerró sus ojos, concentrándose, y
comenzó a hablar en la cabeza de Salvador.

-Te miente, Salvador, te engaña y te usa- dijo la voz de Juan Cruz y solo Salvador lo oyó.

-¡Callate! ¿Me queres volver loco otra vez? - comenzó a gritar al aire, como lo había hecho antes Thiago.
Todos comprendieron lo que estaba ocurriendo: Juan Cruz estaba hablándole en sus pensamientos,
manipulándolo.

-Ella y Nicolás te engañan, te quieren ver muerto.

-Salva, por favor, reacciona- le dijo Nico.

-No los escuches- presionaba Juan Cruz-. ¡Termina con ellos!

Bajo el dominio hipnótico de la voz de Juan Cruz, Salvador intentó atacarlos, pero entre Nico y Thiago
lograron reducirlo, hasta que perdió el conocimiento. Hilda los miró y afirmó sin ningún resto de duda:

-Fue él.

Todos concordaron en que había sido Juan Cruz el que había manipulado a Salvador, aunque la mujer
seguía sosteniendo que ese ser que los hostigaba y se hacía llamar Juan Cruz no era su hijo. Sin embargo,
Cielo se había quedado muy intrigada sobre la acusación que Salvador le había hecho, por eso, cuando
este volvió en sí, le preguntó con cuidado:

-Salva, ¿por qué dijiste que me viste con Serafín?

-Porque los vi recién, en el loft- dijo él, aturdido.

-Yo no estuve con Serafín en el loft, no lo conozco- afirmó ella, segura.

-Pero yo los vi, bailando- dijo él confuso.

-Eso es lo que hace ese ser siniestro- afirmó Hilda-. Los hacer ver lo que quiere que vean, puede estar
delante de ustedes y ser invisible, puede hablar con mil voces, puede mostrar mil caras.

- ¿Y que más sabe, Hilda? - le dijo Nico ya impaciente-. ¿Nos ocultó algo más?

Pero la mujer se rehusó a decir algo más. Todos se quedaron muy intrigados por el episodio, sobre todo
Salvador, cuyas sospechas sobre Serafín ya se habían vuelto certezas. Luego de unos minutos, manifestó
sentirse mejor y se fue al loft.

Esa noche Nico y Cielo permanecieron varios minutos analizando todo lo ocurrido. Thiago, por su parte,
invitó a su abuela a quedarse en la mansión, ya que ella seguía bastante asustada; aceptó agradecida.
Cuando se quedó sola en la habitación de huéspedes donde la alojó Thiago, tomó su celular y dejo un
mensaje en un contestador telefónico.

-Ya estoy adentro. Espero instrucciones.

A la mañana siguiente, Salvador amaneció padeciendo algo muy similar a la resaca de una gran
borrachera. Se miró al espejo y se vio pálido y ojeroso, y de inmediato le volvió a la memoria la
secuencia de la noche anterior, pero fragmentada. Recordaba haber despertado y haber visto a Cielo
bailando con Serafín en su casa, luego tenía un bache en sus recuerdos, y lo siguiente que recordaba era
estar en el altillo, increpándola, y oyendo la voz de Juan Cruz. Indudablemente lo que debía hacer era
pedirle explicaciones al detective, pero este no respondió a sus llamados, de modo que se decidió a
buscarlo. Se compro un café enorme en un bar, y se sentó en su auto a esperarlo, frente a su oficina. Su
estado de salud empeoraba velozmente, los hematomas proliferaban, y su respiración se había vuelto
pesada y rasposa. Luego de unos cuantos minutos- o tal vez horas- vio aparecer a Serafín, tan elegante y
radiante como siempre, y acompañado de Franka. Los siguió un par de cuadras, los vio sentarse en un
banco de la plaza, y se acercó lo más que pudo a ellos para oír la conversación.

Franka advirtió que Juan Cruz, el hombre junto al que estaba, se quedó callado en el medio de una frase,
como percibiendo algo que ella no podía detectar.

- ¿Qué pasa? - preguntó ella.

-No estamos solos- dijo él, sin inmutarse-. Nos siguen.

- ¿Quién?

-Salvador- le dijo él, sonriente.

- ¿Eh? ¿Como que nos sigue Salvador? - preguntó ella.

-Está sospechando- aseguró él, y viendo que ella estaba confundida, continuó-: Es hora de hacer mi
trabajo. Como buen investigador, tengo que entregarle lo que me encargó- dijo sonriente.

- ¿Pero eso no es peligroso? - preguntó ella.

-Es necesario- concluyo él y le dio una orden.

Salvador seguía acercándose lentamente a ellos, y cuando estuvo bastante próximo, alcanzo a oír muy
claramente que ella lo llamaba "Juan Cruz". Salvador se retrajo sobre un árbol, agitado y aturdido. Ese
hombre misterioso, que torturaba a todos hablándoles en sus pensamientos, el mismo que lo había
enloquecido siete años antes al punto de llevarlo a cometer un asesinato, era ese detective que el
mismo había contratado para descubrirlo. Estaba pensando en eso cuando de pronto Serafín, con
anteojos oscuros y su amplia sonrisa apareció delante de él.

- ¡Teletubbie!- exclamó-. ¡Descubrí a Juan Cruz!Salvador lo miró, aterrado.

Cuando despertó y se vio atado, comprendido que había estado inconsciente. Recorrido el lugar con la
mirada, y advirtió que estaba en una dependencia de la Corporación CC. Forcejeó para soltarse, y en ese
momento apareció Serafín, con las manos en los bolsillos del pantalón del traje italiano.

-Tranquilo, Teletubbie- le aconsejó.

- ¿Qué me hiciste?
-Es por tu propia seguridad- le respondió Serafín señalando sus ataduras.

-Así que vos sos Juan Cruz...- dijo Salvador.

-No te podes quejar. Hice mi trabajo, che. ¿Vos querías descubrir a Juan Cruz? Bueno, lo descubriste.
Acá estoy- y se le acercó.

- ¿Que me vas a hacer? - preguntó Salvador, resignado.

-Nada. Solamente vamos a hablar, porque resulta que yo te necesito a vos. Vos y yo... vamos a hacer
algo muy importante.
El mal de la época
Juan Cruz, o Serafín, como lo había conocido Salvador, sostenía dos manzanas doradas en la mano.
Frente a él estaba Franka, con una expresión de desconcierto, y junto a ellos estaba Salvador,
inconsciente en una camilla, recibiendo una trasfusión de sangre.

- ¿Cuál es la idea? - preguntó Franka-. ¿Qué le estás haciendo?

-Lo que le hago a todos- explicó Juan Cruz-. De a poco lo voy acercando a la verdad. La idea es que él
juegue para mí.

-Lo dudo, Salvador es un tipo noble- argumentó ella.

-Con algunos me cuesta más- reconoció él-. Pero Salvador no se me va a resistir mucho más.

- ¿Y por qué lo necesitas?

-Yo no puedo entrar en el hogar. Él lo va a hacer por mi- dijo sopesando las manzanas doradas-. Ahora
déjame solo.

Franka se retiró, y Juan Cruz le dio unas palmadas en la cara a Salvador para hacerlo despertar. Cuando
abrió sus ojos, vio el catéter en su brazo, y se inquietó.

- ¿Que me haces?

-Una transfusión de sangre, tranquilo. Estas débil por tu enfermedad, y no quiero que te mueras. Te
necesito, te dije.

-Me vas a volver loco- dijo Salvador, abrumado.

-La locura es...- dijo Juan Cruz- el mal de la época. Sin embargo, la locura puede ser sabiduría. Pero vos
todavía no sos tan sabio. Te elegí para grandes cosas, Salvador. No te estoy reclutando como un matón
más, ni como mi segundo, para eso está Franka.A vos te quiero a la par.

-Me estoy muriendo, no te voy a ser de mucha utilidad.

-No te voy a dejar morir. Al menos no sin antes hacer algo muy importante, ya te lo dije.

Nico estaba en la cocina del hogar, disfrutando de un momento de inusual tranquilidad, sentado frente
a una máquina de escribir antigua. Hacía ya unos días que tenía una sensación extraña que no podía
explicarse, una especia de sobresalto que lo mantenía como en estado de alerta. Si bien era cierto que
tenían demasiados motivos para sentirse en peligro, demasiados misterios inquietantes, la sensación
que lo embargaba iba más allá de eso. Sentía que algo grave iba a ocurrir, pero no sabía qué. Tal vez por
esa inquietud había decidido usar su tiempo libre en algo que siempre había postergado: escribir un
libro. Según el dicho popular, todo hombre o mujer debían escribir un libro, tener un hijo y plantar un
árbol para acceder a cierta realización, y, además, como una forma de dejar un legado. Hijos ya
tenía muchos, y uno más en camino. Arboles había plantado unos cuantos en su vida. Su única
asignatura pendiente era el libro.

Entonces se decidió a volcar en el papel todo lo que había descubierto sobre Eudamon; era también una
suerte de homenaje póstumo a su padre, que había dedicado toda su vida a aquel mito. "Sobre como
llegué a mi Eudamon", fue el título elegido. Pero no tuvo ocasión de escribir demasiado porque
empezaron a entrar poco a poco los chicos. De todas maneras, no le importó, ya que disfrutaba mucho
de estar en familia. Dejó de lado la máquina de escribir y se dedicó a hablar con ellos para enterarse que
les estaba ocurriendo.

Mientras almorzaban, León le contó como avanzaba el vínculo con sus padres: se pelean mucho entre
ellos. Mar lo puso al tanto, intentando ser discreta sin éxito, de que ya era llave, y con la suya, ya tenían
seis. Solo restaba encontrar la última, y por supuesto, recuperar el libro, en manos de Juan Cruz desde
que Thiago lo había entregado. Todos se preguntaron quién sería el séptimo poseedor de la llave
faltante. Por su parte, Tacho le informó que no podía estar del todo seguro, pero creía que Jazmín había
tenido otra de sus visiones; ella respondió con evasivas. Aunque reconoció que algo le estaba
perturbando, no pudo precisar las imágenes de sus visiones.

Luego del almuerzo y la larga sobremesa, todos volvieron a sus actividades. Al llegar al living, se
encontraron con dos paquetes de regalo, con una nota en cada uno.

Cuando Juan Cruz le expresó a Salvador que lo necesitaba para algo importante, se refería a esos regalos.
Antes de encargarle la diligencia, le contó un bellísimo mito griego.

- ¿Sabes cómo se desato la guerra de Troya? - le había preguntado Juan Cruz. Y ante la negativa de

Salvador, le contó la historia con gran histrionismo.

-Un día hubo una fiesta en el Olimpo, todos los dioses y diosas estaban invitados, menos Eris, la diosa de
la discordia, por obvias razones. Eris, furiosa, decidió arruinarles la fiesta y para eso envió una manzana
de oro con una inscripción que decía: "Para la más linda". Las diosas empezaron a competir por ser la
más linda. La discordia estaba sembrada. Decidieron recurrir a un humano para dirimir la cuestión, y así
fue que llamaron a Paris, príncipe de Troya. Las diosas intentaron sobornarlo: Hera le ofreció reinar
sobre Asia y Europa; Atenea, habilidad militar y fama, y Afrodita le ofreció la mujer más hermosa de la
tierra. Paris no lo dudo, eligió a Afrodita como la más bella y las otras diosas se enfurecieron. Afrodita
entonces lo recompensó con Helena, la mujer más hermosa de la tierra. Ambos se enamoraron de
inmediato, y Paris la raptó y la llevó a Troya, lo que desató la furia de Menelao, su esposo. Menelao
emprendió la cruzada hacia Troya para vengarse de Paris y así comenzó una guerra que duraría diez
años y que destruiría a Troya.

Salvador lo escuchaba como hipnotizado, mientras se completaba la trasfusión sanguínea.

-Todo, por una manzana de oro...- le dijo Juan Cruz sonriente.


Horas más tarde, Salvador, en trance hipnótico, manipulado por Juan Cruz, había llevado esas dos cajas
de regalo. La nota que tenía una, rezaba: "Para la más linda, talentosa y bueno". Y la otra: "Para el más
lindo, talentoso y bueno".

Al comienzo, todos se intrigaron, y comenzaron a bromear, manifestando cada uno ser el destinario de
esos regalos. Sin embargo, con el correr de las horas, lo que empezó como una broma se fue
transformando en discusiones cada vez más agresivas. Juan Cruz sabía muy bien como sembrar la
discordia y solo se sentó a esperar. Las chanzas sobre quién era el más lindo, bueno y talentoso se
fueron convirtiendo en pequeños chuceos, luego en críticas, y más tarde en peleas. Todos los
resentimientos o cosas no dichas empezaron a salir a la superficie, y al anochecer de ese día se había
instalado un clima de franca hostilidad entre todos, incluso Malvina de pronto parecía haber despertado
de su bolidez, y se había enfurecido con Cielo, ventilando un viejo rencor por haberle robado a Nicky,
aun cuando ella había tenido una hija suya.

Por su parte, Justina empezó a expresar su enojo con todos los chicos por el modo de tratar a Bartolomé,
que permanecía inconsciente en la mansión. Ninguno quería tenerlo cerca. aun dormido. Las chicas
comenzaron a discutir entre ellas, dejando escapar críticas e ironías unas sobre otras, y lo mismo
terminaron haciendo los varones. La tensión y el rencor latente entre Thiago y Simón, que estaba en la
mansión, terminó estallando y se pasaron viejas facturas. Lo mismo ocurrió entre Tacho y Luca, y entre
Nacho y Caridad. Valeria y Rama terminaron teniendo un fuerte entredicho, agresivo e injurioso. Mar
volvió a enfrentarse con su hermana, e incluso tuvo un fuerte altercado con Jazmín. La armonía y
concordia del hogar se había evaporado.

Desde el loft, Juan Cruz miraba por la ventana hacia la mansión, y parecía fortalecerse con la discordia
creciente en el hogar mágico. Salvador dormía en su cama, y Franka, un paso más atrás de Juan Cruz, lo
escuchaba arrobada, como encantada.

- ¿Sabes cuál es el verdadero mal de la época, Franka?

Ella calló, pues sabía que solo preguntaba para dar pie a su propia respuesta.

-El mal de la época no es el hambre ni la pobreza. Tampoco es la violencia, ni las guerras...

Nico y Cielo intentaron apaciguar los ánimos, pero era demasiado tarde, y todos se dispersaron y
dividieron, manteniendo sus rencillas. Tacho estaba discutiendo acaloradamente con Jazmín, cuando vio
las dos cajas de regalos que habían desatado todo, y las agarró con furia.

- ¡Todo por esta porquería! - se quejó.

Y rasgo los papeles que cubrían los regalos, y allí se encontró con las dos manzanas doradas que Juan
Cruz les había enviado utilizando a Salvador.

- ¿Tanto lio para esto? - se preguntó Tacho, y arrojó las dos manzanas al piso.
Las manzanas salieron rodando. Se oyó un ruido sutil que provenía de estas, y de pronto, ambas
comenzaron a echar un humo muy blanco, que empezó a desmayar a todos de inmediato.

-En todos lados hay angustia y depresión...- continuó con su oratoria Juan Cruz-. Pero tampoco esto es el
mal de la época. A mayor tecnología, mayor incomunicación. La incomunicación es un serio problema,
pero tampoco es el mal de la época...

Thiago se encerró en la sala de ensayos, luego de discutir acaloradamente con Mar y con Simón. Ahí lo
encontró Justina, que tampoco estaba de buen talante. El manifestó que saldría a dar una vuelta, y ella
le recomendó que se pusiera un piloto pues estaba por largarse a llover. Thiago miro hacia donde ella
había señalado, vio un pilotín negro y se lo colocó. Cuando estaba por salir, se vio reflejado en un espejo
y quedo paralizado. Se vio a si mismo vestido con ese piloto oscuro, su rostro desencajado por el enojo,
pálido y ojeroso, y se dio cuenta de que ese era el Thiago oscuro con el que venía soñado. En ese
momento volvió a oír la voz de Juan Cruz en su cabeza.

-Hola, hijo.

Y esta vez, Thiago no le gritó ni se ofuscó, sino que en cambio le dijo:

-Hola.

-La ciencia avanza en la lucha contra las enfermedad- le dijo Juan Cruz a Franka-, pero nuevas plagas y
virus van siempre un paso más adelante... Sin embargo, esto tampoco es el mal de la época.

Thiago estaba parado frente al espejo, contemplando la versión oscura de sí mismo mientras escuchaba
la voz de su padre.

-La banda que a los dos nos gusta tanto, Thiago, The Police, ya en los años ochenta, comprendió hacia
donde iba el mundo en que Vivian. Eso dice Mensaje en una botella: un náufrago solo en una isla
desierta pide, en un grito "Rescátenme antes de que caiga en la desesperación".

- ¿Qué queres? - le preguntó Thiago, pero sin hostilidad esta vez.

-Hay que estar a la altura del propio destino, hijo. Cuando se está destinado a la grandeza, a la
superioridad, hay que aceptarlo. Como hay que aceptar cuando se es "el más lindo, el más bueno y el
más talentoso".

Sin que Juan Cruz se lo indicara, Thiago supo a donde debía ir. Salió de la sala de ensayos, y vio que el
pasillo estaba oscuro; allí estaban desmayados, casi desparramados, Tacho, Jazmín, Rama y Mar,
exactamente tal como lo había soñado (y como Jazmín lo había visto en sus visiones). Sin embargo,
Thiago no se detuvo a socorrerlos, sino que siguió avanzando.

-Nadie quiere la soledad- Juan Cruz continuó su arenga ante Franka-, sin embargo, todos tienden a ella.
Y el aislamiento te vuelve débil, frágil...
Al llegar al living, Thiago se encontró con el resto de los chicos, todos desmayados, junto a Malvina y
Justina. Pero tampoco se detuvo, sino que empezó a subir las escaleras. En el pasillo de la planta alta, se
topó con los más chiquitos, también inconscientes por el gas que habían liberado las manzanas doradas,
pero tampoco se detuvo a ayudarlos, sino que apuró su paso hasta el altillo.

-Hoy murió el Thiago que querías ser. Hoy nace el verdadero Thiago. No mires atrás, hijo, no te
detengas,solo avanza hacia tu destino de gloria.

Thiago llego al altillo: ahí estaban, también inconscientes, Nico y Cielo, pero Thiago ni los miró.

-Muy bien. Ahora toma el bumerang y la espada- ordenó Juan Cruz.

Thiago, en trance, tomó ambos objetos de la caja de Cielo, si advertir que estaba replicando el sueño
que había tenido.

-Y ahora, la llave- susurró Juan Cruz.

Thiago se acercó a Cielo y le retiró la pulsera de cuentas plásticas, la misma que le había regalado su
abuelo cuando ella era una niña.

Enfrente, Juan Cruz seguía observando lo que ocurría desde el loft, mientras hablaba con Franka y, a la
vez, con Thiago.

-Entonces, Franka- concluyó-. Ni el hambre ni la pobreza, ni la angustia ni la depresión, tampoco la


incomunicación ni las enfermedades ni las plagas, nada de eso es el verdadero mal de la época, sino que
todos ellos son, en realidad, hijos del verdadero mal de nuestro tiempo: la soledad.

Y ahora sí, con la protección del hogar totalmente vulnerada, se dispuso a avanzar hacia él.

Thiago, siguiendo sus órdenes, tomo los objetos indicados y se acercó al reloj. Sin tener noción de lo que
hacía, apoyó la pulsera de Cielo en el centro de engranajes, y una luz tenue empezó a brillar: el portal se
estaba abriendo.

Y en ese mismo momento, Juan Cruz avanzaba hacia él.


Sin Nico
Alrededor de la pulsera de Cielo se fue abriendo una especie de grieta luminosa, de un color
espeluznante. El portal se estaba abriendo, pero no de la manera en que lo había hecho otras veces; era
más bien una fisura, una apertura forzada. Juan Cruz avanzaba hacia la mansión, como desplazándose, y
Thiago seguía aturdido. El hombre de las mil caras ingresó a la mansión sin encontrar esta vez
resistencia, y subió a la planta alta, avanzando hacia el altillo. Pero en ese momento Nico, inconsciente,
abrió sus ojos, y sin entender lo que ocurría, advirtió que Thiago estaba como en trance, con sus manos
apoyadas en el reloj, que ahora parecía bañado por una luz espectral, verdosa. El altillo había sido
invadido por un sonido brutal, tenebroso y metálico.

- ¡Thiago! - le gritó.

Pero el joven no reaccionó, entonces Nico, con todas sus fuerzas, se arrojó sobre él y logró apartarlo del
reloj. Al caer, Thiago comenzó a reaccionar, sin tener conciencia de como había llegado hasta ahí. La
puerta se abrió: aunque nadie lo vio, Juan Cruz ya había entrado. Pero ahora el reloj estaba protegido
por Nico, que permanecía parado frente a él. El arqueólogo sintió una fuerza invisible que se arrojaba
contra él, y luego vio como una luz blanca lo envolvía. Y el ruido infernal cesó de golpe.

En la mansión, lentamente todos fueron volviendo en sí, sin entender lo que había ocurrido,
Comenzaron a asistirse unos a otros, chequeando que todos estuvieran bien. Lo mismo ocurrió en el
altillo, donde Cielo se incorporó y ayudó a Thiago a hacer lo propio. El reloj parecía tan inerte como
siempre. Nadie entendía que había sucedido. Todos los chicos, también Malvina y Justina, comenzaron a
asomarse al altillo en busca de respuestas para lo que había ocurrido, pero Cielo no supo que decirles
cuando comenzaron a preguntar por Nicolás.

Lo buscaron por toda la casa, pero no había rastros de él. Pasó esa noche y el día siguiente, y cuando ya
llevaban más de veinticuatro horas sin aparecer, todos comenzaron a angustiarse al comprobar que, así
como habían tenido que sobrellevar la ausencia de Cielo, ahora se encontraban en una situación
semejante: estaban sin Nico.
Bitácora de Bruno Bedoya Agüero.
Nicolas no está en Eudamon. En este período Saros la elegida fue Cielo, y él es su guardián, pero por esa
razón fue convocado a tomar conocimiento de una situación de extrema gravedad.

En este periodo de la historia en el que ellos están, las fuerzas del mal son devastadoras. Juan Cruz es,
tal vez, el villano más poderoso al que nos enfrentamos. Su reinado durara muchos años, y las
consecuencias de su destrucción serán desoladoras.

Cielo y los guardianes deberán ser extraordinariamente fuertes e inteligentes para poder revertir el
daño ocasionado. Y para esto Nicolas fue conducido a un lugar donde obtendrá respuestas.

Se acercan tiempos oscuros, la hora más nefasta de Eudamon y, en definitiva, de la humanidad. Y por
supuesto, la prueba más difícil de mi dificultosa misión.

Esta bitácora continuará...


Purretes
Me miro al espejo y allí estoy.

¿Es ese que veo el que soy?

¿En dónde me encuentro, a donde voy?

¿A quién reconozco y quien está hoy?

Rama se había recluido en el rinconcito de luz. Las ausencias lo angustiaban especialmente, y se apartó
del resto que seguían preguntándose que había ocurrido con Nico y con todos ellos. Vivía en un mundo
sin certezas, y con todas esas preguntas que lo acuciaban decidido hacer una canción.

Mi miro y la veo, aquí esta.

¿Es esa que llega y se va?

¿A quién ama ahora, a quien amará?

¿Es mía o de otro, por quien llorará?

Valeria, arrastrando su propia angustia, estaba sentada en el rellano de la escalera del sótano,
mirándolo tocar, y afirmando una vez más por que se había enamorado de ese Tronco tan dulce.
Descendió y se sentó junto a él, y le pidió que siguiera tocando cuando se detuvo. Rama no quería
hablar, evitaba estar al borde de las lágrimas; entonces ella lo invitó a dar una vuelta. Y él aceptó.

Franka observaba a Salvador, que seguía durmiendo desde la noche anterior, en la que Juan Cruz había
intentado abrir el portal utilizando a Thiago. Se lo veía cada vez más pálido y débil. Por fin, ella vio
aparecer a Juan Cruz; estaba furioso, y su ira era fría e inquietante.

- ¿Qué pasó? - le preguntó ella.

-Ya me había apoderado de Thiago, y estaba por completar la transferencia, pero intervino Bauer.

- ¿Y qué paso con él? - inquirió ella.

Juan Cruz solo desvió la mirada, y hundió sus ojos en la nada.

Tampoco Cielo tenía esa respuesta, y nada podía hacer para aplacar la ansiedad que les generaba a los
chicos la desaparición de Nico, del que solo había quedado su escudo con símbolos prunios, que había
caído junto al reloj luego de que este produjera una enorme irradiación de luz. Como Hilda, la abuela de
Thiago estaba en la mansión, acudió a ella para preguntarle si tenía alguna explicación para lo que había
ocurrido, pero la mujer también estaba inquieta. Thiago no pudo explicar lo que había sucedido, solo
recordaba que iba a dar una vuelta por la calle, luego se veía en el altillo, y tenía en su mente la imagen
de un fogonazo blanco, pero por el relato que hicieron los demás sobre el desmayo que les provocaron
esas manzanas, entendió que ese sueño que había tenido tantas veces se había hecho realidad.

El que aportó algunas respuestas, siempre en su estilo fue Tic Tac, quien acudió cuando Cielo estaba
llorando, impotente, en el altillo.

- ¿Que está pasando, Relojito? ¿Dónde está Nico?

-Esa respuesta no te la puedo dar. Pero vos sabes lo que pasó ayer. Juan Cruz atacó, estuvo a punto de
abrir el portal y acceder a Eudamon.

- ¿Y Nico lo impidió?

-La pregunta es: ¿por qué casi pudo?

- ¿Tampoco me va a dar esa respuesta? - dijo ella, afligida.

-Es que ya la tenes. Antes del ataque, ¿qué pasó? ¿Que viste?

-Todos se pelearon con todos.

-Y esa fue la obra de Juan Cruz.

Ella le pidió que fuera más claro, y él le explicó:

-Juan Cruz esta siempre acechando, pero no puede entrar al hogar, porque el portal tiene un escudo
protector, producto de la comunión de las almas que viven acá. Todos los que llegan a la mansión
Inchausti lo hacen por una razón. El problema es que ese escudo protector a veces se debilita.

Tic Tac le explicó que cuando el ramillete de almas que forman los guardines se divide, ellos se debilitan;
y por esa fisura es por donde entra Juan Cruz.

-Cielo...- continuó él-. En el mundo en el que ustedes viven, el amor es un milagro, una excepción a la
regla. Allí vive cada uno en su propia isla, aislados, y es por eso que se vuelven vulnerables. No hay nada
más fuerte que la unión de las almas, y nada más débil que un rejunte de individualidades.

- ¿Entonces? - dijo ella, afligida.

-Entonces... el amor, Cielo. Cuando se destierra el amor, la oscuridad es la ley.

La conversación se interrumpió porque vinieron a informarle a Cielo que Bartolomé había despertado.
Ella fue hasta la habitación de huéspedes, y ahí estaba, el otrora amo y señor de la fundación BB, que
ahora era un hombre cándido, con excepción confundida y sonrisa inocente. Estaba recostado en la
cama, rodeado por Justina, Malvina y Thiago.

- ¿Hablo? - preguntó Cielo.


-No todavia, Capitana- le dijo Justina.

En ese momento Bartolomé comenzó a recorrer la habitación con la mirada, como registrando donde
estaba, hasta que hizo foco en Thiago y al verlo sonrió.

-Purrete...- y sonó como un abuelito dulce.

-Hola, papá- respondió Thiago, contrariado.

-Hola, Barti...- lo saludó Malvina, emocionada.

Bartolomé la observó, y su mirada volvió a dulcificarse.

-Purrete...- repitió él.

-No, ¿cómo purrete? Soy yo, la bolida...

-Señor Bartolomé...- le dijo Justina, en un medio tono entre Tina y Feli, ya que Thiago aun no sabía quién
era ella en verdad.

Bartolomé la miro, como tratando de discernir cuál de las dos eras, y en un tono interrogativo,
como preguntando "que prima sos", le dijo.

- ¿Purrete?

Cielo se miró con Thiago y con el resto, todos confundidos.

- ¡Se taró! - dijo Malvina-. Solo dice "purrete".

En ese momento asomaron los chiquitos, que miraba recelosos a Bartolomé, ya que les generaba
desconfianza verlo allí y despierto. Al divisarlos, es gremio una sonrisa beatifica, y les dijo:

- ¡Purretes!

Rama y Valeria caminaban de la mano por las calles de la ciudad; el notó que ella no avanzaba sin
dirección, sino que parecía estar rumbeando hacia un lugar específico.

- ¿A dónde estamos yendo? - pregunto él.

- ¡Acá! - dijo ella, y señalo un salón de fiestas infantiles.

Rama miro el local, que estaba cerrado, y se intrigó. Ella le explicó que sus padres adoptivos la llevaban a
jugar allí cuando era chiquita, durante el tiempo que había vivido con ellos. Ya había notado que Valeria
se emocionaba cada vez que hablaba de ellos, y lo entendía: habían sido la única familia de verdad que
tuvo. Pero eso había durado muy poco, ya que sus padres adoptivos eran inmigrantes y fueron
deportados, tras lo cual ella debió regresar a un instituto.
Valeria apoyó su frente contra la vidriera y espió ese patio en el que había sido efímeramente feliz, y
pensó que a ambos les faltaba un poco de juego. Observó que en el fondo del local se podía ver una
escalera, y dedujo que debía tener una terraza desde la que acceder.

- ¿Te parece? - le dijo él, dudoso, cuando ella le comentó lo que quería hacer.

-Me re parece- le respondió y lo tomó de la mano.

Treparon a un tapial, y caminando por el filo de este, accedieron hasta la terraza del salón. Buscaron por
allí la puerta hasta que la encontraron, cerrada obviamente, pero Valeria no había olvidado sus
habilidades para el delito, y no le costó forzar la cerradura. Pocos minutos después entraron en el salón
de juegos, y se toparon con un enorme pelotero.

-Estamos re locos, Tronco- dijo ella, con cierto vértigo.

-Ya se- dijo él, divertido.

La tomó de una mano, corrieron juntos hasta el pelotero y se arrojaron como si fuera una piscina. Como
dos chicos se sumergieron entre las pelotas de colores, buscándose en ese mar de plástico multicolor.
Como flotando, se encontraron, y comenzaron a besarse.

Los días en que ella fue una niña de la calle y él, un purrete de la fundación BB, parecían muy lejanos, sin
embargo, en parte, seguían siendo niños que jugaban, solo que el juego ahora estaba cambiando, así
como habían cambiado sus cuerpos. Con la emoción que genera lo novedoso, o un simple cambio de
escenario, esa tarde las caricias en el pelotero cobraron otro sentido para ambos, y el contacto de la piel
les provocó a los dos, sensaciones que nunca antes habían sentido. Entre besos, se miraron y se
sonrieron.

-Gracias, Tronco- le dijo ella.

- ¿Por qué?

-Por cambiarme la vida.

-Y si- dijo él, haciéndose el canchero-. Digamos que te moví la estantería, que te pateé el tablero, que
te...

Pero ella lo calló con un beso, que se prolongó, y Rama supo que había llegado el momento de ir más
allá. Pero inoportunamente sonó su teléfono: era Mar, que lo llamaba porque creía que las llaves
deberían reunirse para analizar la situación que estaban atravesando. Sin ganas de escucharla hablar, le
cortó; esta vez nada iba a interrumpirlos. Apagó el teléfono, y se sumergieron entre las pelotas de
colores, besándose.
Pero la pasión nuevamente tuvo un freno, y esta vez fue por el dueño del establecimiento, quien ante
un llamado de un vecino que había visto movimientos raros, acudió al lugar para ver de qué se trataba.
Rama y Valeria pensaron que hubiera sido más fácil explicar que eran ladrones.

El propietario del local entendió de inmediato que no eran delincuentes, sino un par de jóvenes
enamorados buscando cierto exotismo para su amor, pero como estaba por comenzar un cumpleaños
infantil y la animadora le había fallado, se le ocurrió que podrían compensar la intrusión y el destrozo de
la cerradura con una actuación. Además, curiosamente, había reconocido a Valeria por el concurso
televisivo La bestia Pop, ¡¡y Rama no pudo evitar sentirse algo envidioso al descubrir que el hombre era
fan de Man!! Aprovechando la situación, les pidió un show de la banda completa como reparación de lo
ocurrido.

Valeria llamó a sus compañeros para que la ayudaran, pero recibió una rotunda negativa: Melody seguía
desaparecida desde el día del talk show; Nacho no pensaba moverse si no había dinero a cambio; Simón
estaba con su padre, que se recuperaba de a poco, y Tefi no quería salir del hogar desde el episodio con
la señora Vaca. ¡¡Entonces como no pudieron contar con la presencia de los Man!!, el dueño les dio un
par de disfraces y les encomendó la animación de la fiesta.

Media hora más tarde, disfrazados de He- man y de Shera, intentaban llevar adelante una animación
para un grupo de niños.

El resultado fue decoroso, y el propietario, que resultó un hombre agradable y comprensivo de las
travesuras adolescentes, como pago por su actuación, les regaló una estada en una de sus cabañas
turísticas.

-Es un mejor lugar que este para agasajar a tu novia- le dijo, guiñándole un ojo a Rama.

Lo más maravilloso de todo fue que no hicieron falta las palabras. Rama se había preguntado muchas
veces como abordar ese momento tan trascendente para sus vidas y para la pareja, sin poder encontrar
las frases correctas para insinuarlo. Las veces que lo había intentado, había provocado el enojo o la
irritación de Valeria; no había tenido hasta entonces la sensibilidad para captar los tiempos de ella. Pero
ahora que el tiempo había llegado, Rama asistió a una enseñanza de vida: en los momentos importantes,
las palabras huelgan.

Riéndose a carcajadas cuando recordaban el episodio del pelotero, fueron hasta las cabañas del
propietario del salón, que resultaron ser un lugar soñado, junto al rio, con habitaciones de madera.
Cuando se encontraron en la intimidad del cuarto, Rama comprendido que ambos habían dejado de ser
esos purretes que jugaban en el pelotero. Ahora eran un hombre y una mujer decididos a explorar todas
las aristas de su amor, y de sus cuerpos.
El mal agüero
Mar salió de ducharse, se agachó con su pelo extendido para secarlo con una toalla, y al levantar la vista,
vio que en el espejo empañado habían aparecido escritas unas palabras desconcertantes: "Agüero 219.
Algo muy importante". Sintió un escalofrió e interpretó el mensaje como un mal augurio.

Llamó a Tefi y a Jazmín, y entre todas esbozaron diferentes hipótesis sobre quien podría haber escrito
eso y que podría significar, pero sus amigas no le dieron ninguna importancia, sin embargo, Mar-
siendo ahora llave- sentía que tenía que estar atenta a las señales.

-Agüero 219- desestimó Jazmín-. Es solo una dirección...

-No, no.… ese Agüero es de mal agüero- afirmó ella.

Justina le consiguió a Bartolomé una silla de ruedas para poder trasladarlo por la casa, y tenerlo junto a
ella. El hombre seguía en estado de confusión, pronunciando solamente la palabra "purrete". Cielo
había advertido que todos los chicos no se sentían a gusto con tenerlo allí, aun cuando ahora fuera
inofensivo, y por esa razón le encargó a Tina que lo cuidara, pues temía represalias por tantos años de
hostigamiento del malvado director de la fundación BB.

El ama de llaves lo llevó consigo durante todo el día, manteniendo largas conversaciones con él, aun en
su lenguaje de un único vocablo, que solo ella parecía comprender.

- ¿Tiene hambre, señor?

-Purrete.

- ¿Usted se acuerda de algo de lo que pasó? Cuando lo secuestraron de la clínica, digo... ¿vio a alguien?

-Purrete. Purrete... ¡Purrete!

- ¡No diga! - respondió Justina como si hubiera comprendido.

Estaban en la cocina, ella preparaba la merienda mientras los chiquitos hacían las tareas. Desde su silla
de ruedas. Bartolomé los observaba con una sonrisa de abuelo, y los chicos lo miraban con desprecio.
Justina debió salir un momento, y les pidió a Cristóbal y Monito que lo vigilaran y que no lo insultaran,
como ya habían hecho, pero no se percató que el estado de confusión de su señor era toda una
impostura, ya que apenas salió, él vio la ocasión de empezar a vengarse de toda esa manga de sucios
huerfanitos que lo habían destruido. Sin que nadie lo advirtiera, abrió las llaves del gas, esperó a que
regresara Justina.

-Purrete- le dijo.

- ¿El baño? - comprendió ella-. Vamos.


Y empezó a sacarlo mientras él se reía internamente pensando en que los borregos quedarían gaseados
en pocos minutos. Pero Justina percibió el olor, y aunque al principio pensó que su señor se había
gaseado, de inmediato vio las hornallas abiertas. Ni se le paso por la mente sospechar de él, sino que
creyó que había sido una represalia de los niños, y por eso los reprendió, pero los chiquitos negaron ser
responsables y acusaron a Bartolomé.

-Pero si esta hecho una marmota, ¿cómo va a hacer eso?

- ¡Si fue él! - le dijo Alelí, señalándolo, furiosa.

-Purrete...- dijo Bartolomé con cara de pinchocito.

Justina dio un pequeño sermón a los chiquitos sobre la inutilidad e inconveniencia de la venganza, y se
llevó en su silla a Bartolomé, que se alejó prometiéndoles a los niños más revancha con la clara
expresión en su mirada.

Mar- quien creía que ser llave le confería cierta responsabilidad con relación a la seguridad mundial- aun
sentía que esa inscripción aparecida en el espejo era una señal negativa. A partir de allí, comenzó a ver
malos presagios en todos lados: en un gato negro que pasó-" es pardo, medio verde", le aclaró Jazmín-:
en alguien que cruzo por debajo de una escalera; en una clienta del bar que vestía de amarillo, y aunque
le aclararon que solo en el escenario es mala suerte el amarillo, ella estaba convencida de que algo
terrible sucedería. Solo logró distraerla de su obsesión la llegada de Valeria, que convocó a una ronda de
amigas de urgencia.

Recostadas sobre la alfombra circular, con sus cabezas concéntricas, Mar, Jazmín y Caridad escucharon
muy atentas el relato que les hizo Valeria de toda la peripecia vivida con Rama, y su final feliz. Sus tres
amigas exclamaron emocionadas a las palabras.

-Y lo primero que me pregunta después de hacerlo- relató Vale- fue, con esa vocecita que tiene:"¿Estas
bien?"

- ¡Más tierno ese mampara!

- ¡Un divino!

- ¡Gaucho dulzón!

-"obvio", le digo... "¿Y vos?" "Feliz", me dice él.

- ¡Ahhhhh! - exclamaron las tres al unisono.

De pronto, una cabecita asomó entre las cuatro, todas voltearon a mirar de quien se trataba, y era Tefi,
quien distraídamente se había colado en la ronda de amigas, que le había estado negada hasta el
momento.

- ¿Qué haces, gato? - le dijo Valeria al advertirla.


-Es la nueva amiga- ironizó Jazmín.

-Es mi hermana, che, no la bardeen.

-Gracias, Morci- dijo Tefi, y miró a Vale-. Seguí, seguí. ¿Entonces, Rama bien?

-No quiero que este ella- se quejó Valeria.

-El Tero ahora es amiga- aclaro Caridad.

-Dale, seguí- dijo Mar.

-Bueno...- retomo Valeria-. Me dice... "¿Cuantos segundos van desde que te di el último beso? Porque
me parece una eternidad..."

-Ahhh...- suspiraron las tres.

-Ay, gorda, estas re exagerando- opino Tefi-. Ningún varón es tan romántico.

-Gata- dijo Valeria a Mar-, todo bien que sean hermanas ahora, pero ¿todas la tenemos que bancar?

La ronda de amigas siguió unos minutos más, hasta que Tefi hizo otro comentario insidioso, y todas le
arrojaron almohadones, y uno de ellos chocó contra un paragüero, del que cayó un paraguas negro y se
abrió de golpe, y ante eso Mar pegó un grito, espeluznada.

- ¡El mal agüero! - se estremeció.

Como ya nadie podía pararla, le propusieron ir hasta la dirección que había aparecido en el espejo, y ella
pidió a los varones que las acompañaran, sobre todo a los que eran llave. Sin embargo, no podían hallar
a Thiago, y Malvina les explicó que había acompañado a Hilda, su abuela, que había regresado a su casa
en Escalada, y aun no había regresado. A Mar eso también le dio mala espina.

Simón se vistió con una camisa bastante formal, se peinó con prolijidad, y se presentó en un bar en el
que solicitaban empleados. Luego de que su padre se había recuperado, tras un momento en el que,
bajó la guardia por su enfermedad, a los pocos días había vuelto a ser el mismo de siempre, y por esa
razón, decidido comenzar a independizarse, y para eso, el primer paso era conseguir un trabajo. Cuando
ingresó al bar, no podría jamás haber imaginado la secuencia de hechos sorprendentes que ocurrieron a
continuación.

El primero fue toparse con Melody. Desde el día del escándalo en el canal no la habían vuelto a ver: no
había regresado al colegio ni a su casa, ni había atendido un solo llamado de sus amigos. El pensó que
ella estaba allí de casualidad, pero pronto notó que ella era la moza. Que Melody, que hasta ese
momento había tenido para todos una imagen más cercana a la realeza, estuviera trabajando de moza
en un bar fue tan contrastante como la afirmación vertida por Alice. Notó de inmediato la incomodidad
de ella al verlo, pero Simón no acostumbrara a juzgar a nadie, y tampoco lo hizo en esa ocasión. No le
preguntó nada sobre el entredicho con Alice, y en cambio le reprochó que hubiera desaparecido de esa
manera.
-Me da mucha vergüenza- dijo ella.

-Nadie te va a juzgar.

-Todos me juzgan. Yo me juzgo.

Aunque él dejó en claro que no necesitaba ningún tipo de aclaración, ella quiso hacerlo. Le confesó
que Alice había dicho la verdad: ella era la hija de la mucama, y su padre no era el embajador.

-Todo comenzó como una mentira de nena, inocente, y fue creciendo, creciendo...- le contó acongojada,
pero debió interrumpir la charla porque tenía que atender las mesas.

Simón se quedó esperando que lo recibiera el dueño, para pedir trabajo, pero otro hecho lo descolocó
por completo, además de asustarlo en este caso. En la barra del bar, junto al cajero, estaba Gabo, el ex
novio de Vale, con moretones en su cara, y armado, asaltando el bar.

Los moretones se debían a otra concatenación de hechos igualmente asombrosos. Ya hacía unos días
que Gabo deambulaba por las calles, no había conseguido su libertad, ni se había fugado, sino que en
connivencia con un guardia cárcel le permitían salir algunas horas al día a robar, para luego compartir el
botín con el policía. En una de esas salidas, se había acercado al hogar, siempre receloso con Rama, con
afán de vengarse. Así los había visto dirigirse al salón de fiestas infantiles, y luego los siguió cuando
fueron a las cabañas. Al comprender lo que iba a ocurrir, se decidió a tomarlos por asalto para impedirlo,
y de paso, vengarse de Rama. Pero justo cuando quiso colarse en la habitación, Rama abrió los postigos
de la ventana para apreciar la vista al rio, y le dio un fuerte golpe en la cara, que provocó que se cayera.
Rama y Valeria jamás se enteraron de que mientras ellos tenían su primera vez, Gabo yacía inconsciente
a pocos metros de la habitación. Cuando recobró el conocimiento, ellos ya no estaban allí, y él, furioso,
salió a completar su faena delictiva antes de regresar a la prisión, prometiéndose que en la próxima
salida ajusticiaría a Rama.

Así que cuando llegó al bar donde estaban Simón y Melody, golpeado y furioso, intentando obtener un
botín antes de regresar. Sin embargo, el azar o la providencia empañarían una vez más sus planes, pues
en ese momento entraron en tropel Mar, Jazmín, Valeria, Rama y Tacho, que habían acudido para
aquietar la intranquilidad de Mar. "Agüero 219" era la dirección escrita en el espejo, y también el
nombre del bar en el que estaban.

Pero también esta vez fue casi un accidente, un tropiezo, la manera en la que frustraron los planes de
Gabo, ya que, al entrar en tropel, Rama trastabillo con el escalón, cayó sobre una mesa, que chocó
con otra, y Gabo recibió un fuerte golpe en la cadera y cayó, soltando el arma.

Así fue como aquella tarde lograron reducir a Gabo, y reencontrar a Melody.

Justina podaba los rosales en el jardín de la mansión, mientras le hablaba a Bartolomé, que estaba junto
a ella en su silla, pendiente de los más chiquitos, que jugaban con barquitos de papel en el pequeño lago
artificial que ornamentaba el jardín. Justina le estaba contando, por lo bajo, que, si bien era ella misma,
una maravillosa redención se había operado de su corazón.
-Purrete- le dijo Bartolomé, desconfiado.

-Créame, mi señor, de tanto imitar a la santurrona de Feli.... de Feli... de mi prima- nunca podía
pronunciar el nombre de Felicitas-, de tanto hacer de ella, me convertí en ella, o casi.

Pero él estaba más pendiente de lo que ocurría en el lago, en el que había caído una pelota con la que
jugaba Lleca. Justina le informó a Bartolomé que iría a buscar fertilizante y regresaría de inmediato. Una
vez solo, él buscó la forma de ultimar a esos roñosos y la encontró enseguida. En el laguito, sobre el
puente de madera, había un equipo de música que habían llevado los chicos, y que estaba conectado
con una prolongación a un enchufe. Aprovechando que nadie lo veía, se acercó hasta el equipo,
desenchufó el alargue, y estaba por sumergirlo en el agua, mientras Lleca y Monito metían sus pies para
buscar la pelota. Pero de pronto, la silla de ruedas perdió sustentabilidad, y Bartolomé terminó cayendo
con silla y todo al agua, acarreando el enchufe, y recibiendo solo él la descarga. Así lo encontró Justina,
mojado y electrizado.

-Purrete- dijo él, tiritando, pero Justina ya lo miraba con sus ojos de lechuza.

Media hora más tarde, ella terminó de secarlo en la habitación de huéspedes.

-Purrete- dijo él, a modo de agradecimiento.

-¡Nanain!- dijo ella-. Déjese de purretear que ya sé que usted es usted, el mismo de siempre.

-Purrete...- dijo el puchereando, con su mejor cara de inocente.

- ¡No me ponga esa cara de sarcófago mal cerrado! - ordenó ella-. Lo agarré a punto de electrocutar a
los mocosos, como en las viejas épocas. ¡Usted es usted mismo!

-Pero claro, botarate- le dijo el bajito y confidencial-. Lo que lo tiró de las patas, che... ¡Se te constipó el
alma en serio a vos!

-Y si, ya le dije. Pero se siente de bien, señor...

-Me das arcadas, che...

- ¡Anímese al cambio! Yo lo ayudo...

-Perdiste la chaveta, chitrula. ¡Tenemos que vengarnos!

-En serio, mi señor... ¿Ni medio gaga le afloja a la maldad? Déjese de escorchar, ¿quiere?

-No puedo, Tini- dijo él con sinceridad-. No puedo dejar de ser quien soy.

- ¿Y quién es?

-Un Bedoya Agüero, uno auténtico.


Ella se sentó, y lo escuchó con todo el amor de siempre en sus ojos, casi divertida de verlo expresarse de
esa manera.

-Soy así, che. Lo llevo en la sangre, Tini. Todos los Agüero somos así: yo, Tatita, el tata de Tatita.
Llevamos la maldad, el odio y el resentimiento en la sangre.

-Pero se puede cambiar, señor. La vida le dio la chance, ¡cambié!

-La vida solo me dio derrotas. No tengo más que odio. Tini, vos lo sabes, ni mi hijo es mi hijo. No tengo
nada.

-Puede tener mucho amor, se lo aseguro.

-Quedate con tu amor, y a mi dejame con mi odio. Yo no puedo cambiar. Estoy enfermo de una
enfermedad hereditaria. Es el mal Agüero, el de todo mi linaje de resentidos. Y no tiene cura.
Ángeles y la física cuántica
Mientras Cielo recorría el hogar, se ocupaba de todo y de todos con su mejor sonrisa, pero varias veces
por día se encerraba a llorar en el altillo, o en el sótano, y en soledad se permitía expresar todo el dolor
y miedo que tenía por la ausencia de Nico. En ese momento estaba en el sótano, ahogando sus lágrimas
y esperando a que se pasara un poco el enrojecimiento de sus ojos para volver a sus tareas, cuando
divisó una sombra en una de las paredes. Por un momento pensó que se trataba de Nico, y su corazón
se paralizó. Pero el que emergió de la nada fue Tic Tac, ataviado como un maestro.

- ¿Qué hace? ¡Me asustó!

-Te estaba buscando para darte una clase.

- ¿Clase de qué ahora?

-Hoy...- dijo señalando un pizarrón que apareció también de la nada- "Ángeles y la física cuántica"

Tacho y Rama aun no entendían por qué Mar se había empecinado en llevar a Gabo, aun algo boleado
por el golpe, a la mansión y no lo habían entregado a la policía. Ella estaba convencida de que era lo que
había que hacer, por una simple razón: el muchacho tenía estampada en su remera una inscripción, y
entre las palabras podía leerse "algo muy importante", y ese había sido el mensaje recibido junto a la
dirección en el baño. Mar estaba persuadida de que, por alguna razón, Gabo era importante en ese
momento. Lo tenían atado; tanto los varones como Valeria consideraban que era un desatino tenerlo
ahí.

-A ver, chicos... llaves- dijo Mar mirando a Tacho y Rama-, que el árbol no les tape el bosque. Acá, la
posta es el bosque.

-Eso que viste en el baño puede haber sido cualquier cosa- dijo Tacho.

-Si, hay que llamar a la cana- dijo Rama.

- ¡Esperen! Voy a buscar a Cielo, ella piensa más como llave que ustedes- dijo, y salió a buscarla.

En ese momento Gabo, que se estaba haciendo el dormido, se tiró sobre Rama, y empezaron a pelear en
el piso, mientras Tacho intentaba separarlos. En ese momento entro Tefi, con sus tacos altos, trastabilló
con los jóvenes luchadores, y cayó muy cerca de Gabo, quien ya se había soltado de sus ataduras, y
rápido de reflejos la tomó de rehén. A Tefi lo único que se le ocurrió fue dar uno de sus alaridos.

Mientras tanto, Bartolomé estaba en el escritorio, el que había sido su bunker en otros tiempos,
intentando convencer a Justina de volver a sus huestes, en tanto ella procuraba arrearlo a él hacia la
nueva senda.

- ¿Dónde quedo esa sepulturera amante del correctivo y adoradora de la parca? - la provoco él.
-La enterré, señor- dijo ella con candidez.

- ¡Hay que recuperar el poder y vengarnos de esos chitrulos, y de esa camuca arribista que te
mandó presa!

-Y que también me perdonó- cerró el tema ella-. Pórtese bien, le voy a buscar algo de comer.

-Se taró nomas, che...- comentó Bartolomé para si mientras ella se iba, y se asomó solo un poco por la
puerta entreabierta al living.

Divisó a Marianella, que estaba buscando a Cielo, pero en cambio se encontró con Dora y con Terremoto,
que habían ido hasta allí con la intención de convencerla para que se anotara nuevamente en el
campeonato de box, pero ahora Mar no estaba para nada interesada. Mientras su abuela la retenía,
Barto la miró con todo el odio que podía contener; detestaba a todos, pero especialmente a Marianegra,
esa chiruza que había alejado a Thiaguito de su lado. De pronto una imagen le vino a la memoria: un
recoveco en la biblioteca en el que escondía su antigua Luger. Rogó al cielo que aun estuviera allí, y
descubrió, fascinado, que los usurpadores de su mansión no la habían hallado. Allí estaba el arma, y
cargada. La tomó con delicadeza, y se dispuso a dirimir sus diferencias con Marianegra, para siempre.

En el sótano, Tic Tac daba pequeños saltitos, y movía sus caderas como un perro contento: amaba darle
clases a Cielo. Ella estaba un poco urgida por volver a ocuparse del hogar, pero lo escuchaba
atentamente.

-Como sabrás, no vengo a enseñarte nada, sino a ayudarte a descubrir cosas que ya sabes. En este caso,
física cuántica.

-Cuántica, de quantum- recitó ella-. La porción más pequeña que se puede obtener de algo.

-Bien, hablamos de átomos- dijo Tic Tac-. Lo importante es saber que la física subatómica nos permite
conocer el mundo que escapa al ojo humano. Por ejemplo, esta mesa está compuesta por átomos.

Cielo asintió, todo eso ya lo sabía. Tic Tac movió el puntero y en el pizarrón se dibujó un átomo, con un
electrón que giraba en su órbita.

-Los átomos tienen un núcleo duro, y electrones que giran a su alrededor, ¿correcto?

Ella asintió, y él señaló el espacio entre el núcleo y el electrón del átomo.

-Podemos notar que el espacio entre el electrón y el núcleo es varias veces mayor al tamaño del núcleo,
o sea...

-O sea que hay mucho espacio vacío- dijo ella.

- ¡Correcto! Sin embargo- dijo, y golpeó la mesa-, la mesa es bien sólida, o "parece" sólida.

-Si, todo eso lo sé, Relojito. Al grano...


-Al grano, al grano... Impaciente... ¡Inchausti tenías que ser! Bueno... desde que volviste del otro plano,
notaste varios cambios con vos, ¿no es cierto? Enumeralos.

-Lo primero...- dijo ella- es que se todo, o casi todo.

-Saber absoluto- dijo el estirando su pulgar para contar.

-También tengo como más desarrollado el oído, a veces escucho cosas desde muy lejos, y, por ejemplo,
el diapasón ese que está en la caja siempre vibra en una nota diferente, y yo se cual es apenas la
escucho. La visión también, como que veo mejor. Una vez estaba bailando con Nico, y por un momento
me pareció que mis pies se despegaban del piso. Y después, otra cosa rara fue que varias personas me
vieron en diferentes lugares, casi al mismo tiempo.

-Saber absoluto, oído absoluto, visión absoluta, levitación, y manipulación del continuo espacio- tiempo-
enumero el con todos sus dedos extendidos-. Y algunas otras cositas que todavía no descubriste. De
manera que ya podríamos afirmar que vos sos especial.

- ¿Eso es tanto misterio? Porque eso ya lo sé...

-Si, pero no sabes por qué sos especial- y logró captar su interés-. Ángeles, hablemos de quien sos, y de
cuál es tu misión.

Enseguida Tic Tac tomo un libro, paso una mano frente a él y lo convirtió en flor.

- ¿Ahora empieza el show de magia? - protestó ella.

-No, te estoy demostrando que no hay libro, que tampoco hay flor- dijo ahora haciendo desaparecer la
flor-. Solo hay energía, el tema es como la percibís. Ahora bien, tenes oído absoluto, ¿qué significa?

-Que escucho cualquier sonido y se en que nota vibra- dijo ella algo fastidiada por la excesiva pedagogía
de él.

- ¿Y qué más?

Ella encogió sus hombros.

- ¡Aja! - festejó él-. ¡Una que no sabes! Bien...- se envaneció-. El sonido, Ángeles, es energía. Así
que ahora, sin moverte, lleva tu oído absoluto a través de la energía, hacia otros lugares.

Ella sin comprender del todo lo que le proponía, lo intentó, aunque sin resultados. Se esforzó por
escuchar algo lejano, pero no percibió nada.

-No te estoy diciendo que hagas fuerzas con el oído. A ver... Te lo pongo en estos términos: sos una vieja
re chusma, con el oído re grosso, y queres escuchar todo. Así que ahora mentalmente anda a donde
quieras ir... ¡y escucha!
Entonces Cielo comprendió que no era un esfuerzo de su aparato auditivo lo que se le pedio, sino de su
mente. Cerró sus ojos, y empezó a imaginarse que se desplazaba por toda la casa, y así comenzó a
percibir sonidos y murmullos, hasta que pudo oírlos con total nitidez. Primero fue hasta el living y oyó
voces superpuestas, creyó oír la voz de Mar, que discutía con su abuela Dora, y luego avanzó hacia el
escritorio, y ahí oyó, nítida, la voz de Bartolomé.

-Una balita para Marianegra, otra para la gitanita... Van a caer como moscas- oyó relamerse a Bartolomé.

- ¡Barto va a hacerle algo a las chicas! - exclamó dando un respingo y abriendo sus ojos-. No sé si lo
pensó o lo dijo, pero algo les va a hacer...

Y quiso salir del sótano, pero Tic Tac la retuvo.

-Tranquila, tranquila... ¿Qué más?

Volvió a cerrar sus ojos, y deambuló por la casa, y esta vez, llegando mentalmente hasta la sala de
ensayos, escucho:

- ¡Me siguen y la flaquita es boleta! - decía alguien, estaba segura de que era la voz de Gabo.

- ¡Soltala! - ordenó tenso Luca, que se había sumado a la situación.

Entre todas las voces y gritos desesperados que oyó, Cielo pudo contemplar el cuadro de la situación:
Gabo estaba en la mansión y amenazaba con lastimar a Tefi. Abrió sus ojos cada vez más alarmada, y le
pregunto a Tic Tac si eso que había oído estaba pasando realmente.

-Claro...- dijo él-. ¿Ahora vos que vas a hacer?

Gabo iba saliendo, siempre llevando a Tefi del cuello. Ahora la amenazaba con un cuchillo que había
encontrado. Rama, Tacho y Luca iban tras él, muy tensos. Rama se apartó del grupo y atravesó corriendo
otra de las puertas de la sala de ensayos para sorprenderlo al girar por el pasillo, y así logro empujarlo y
liberar a Tefi, que se refugió en los brazos de Luca, pero Gabo, enajenado completamente, le arrojó el
cuchillo a Rama.

- ¡No! - gritó Cielo con voz atronadora.

Se había asomado justo desde el sótano para ser testigo directa de la situación, pero quedó perpleja
cuando registró que, tras su grito, todo se había congelado, menos ella. Los chicos quedaron paralizados,
como si hubieran sido embalsamados con el grito, y el cuchillo que había arrojado Gabo se había
detenido a escasos milímetros del cuello de Rama. Lo mismo había ocurrido en el living: la bala que
Bartolomé había disparado finalmente en dirección a Mar estaba congelada, a medio camino entre él y
ella, que quedaron igualmente paralizados.

Por detrás de Cielo, en el pasillo, asomo Tic Tac.

-Bien, Cielo, muy bien- dijo satisfecho y le guiñó un ojo.


El hombrecito de blanco se acercó a Rama y tomó del aire el cuchillo.

-La realidad, como el tiempo, es una percepción- explicó Tic Tac mientras salvaba a Rama del puntazo-.
Una vez que dominas ese principio, podes operar esa realidad. No queremos que Rama se lastime, ¿no?
- dijo, y clavó el cuchillo en el marco de la puerta, junto al que había quedado Rama congelado. Luego la
palmeó, y agregó: - ¡Lo que es tener un ángel de la guarda, ¿no?!

Tras eso, salió hacia el living y le hizo un gesto a Cielo para que lo siguiera. Allí se encontraron con Mar,
Jazmín Dora y Terremoto, congelados en una expresión que denotaba cierto sobresalto. Vieron a
Bartolomé de pie, sin silla de ruedas, asomado por la puerta entreabierta del escritorio, con el arma
extendida, y una bala congelada en el aire, apuntando hacia Mar. Como hicieron antes, esta vez
tomaron la bala y la apartaron de la escena. Mientras todos seguían como estatuas, el continuo:

- ¿Te das cuenta el poder que tenes? Podes estar en dos lugares y en dos tiempos a la vez. Así fue
como estuviste en la estancia, en Dubái y deteniendo a Gabo. Si ellos te pudieran ver ahora, verían
que te desplazas a la velocidad de la luz.

-Ya entendí- dijo ella-. Esto es un sueño, ¿no?

- ¡Nada entendiste! - se ofuscó él-. Es al revés: estas despertando, porque estas tomando posesión de
tus dones. Ahora escondete, que va a ser muy loco para ellos si descubren que paso.

- ¡Ah, sí, porque para mí es re normal! - se quejó ella y se escondió.

Fueron al escritorio, le quitaron el arma a Bartolomé, y cerraron la puerta. Con un chasquido de sus
dedos, el malvado se descongeló, y se aturdió sobremanera al ver la puerta cerrada y el arma en el piso.

-What the hell! ¿Tan flojito estoy que se me cae un arma, che? - dijo, y en ese mismo momento registró
a Cielo, parada junto a él-. ¡Purrete!- exclamo dulcificando su mirada.

De todas maneras, Mar, Jazmín y sus acompañantes creyeron haber oído un ruido, y hasta sintieron el
olor de la pólvora, pero pensaron que había sido Lleca, que había estado jugando con sus petardos, y
continuaron la charla. En tanto que, en el pasillo, Rama miró el cuchillo clavado en el marco, se alivió
porque no lo había asestado, aunque estuvo cerca, y ahora sí, entre los varones redujeron finalmente al
delincuente. Cielo llamó a Justina para que se ocupara de Barto, en tanto ella volvía a chequear lo
ocurrido con Gabo. Bartolomé persistió en fingir su invalidez, pero como Cielo ya lo había descubierto, le
encargó a Justina que lo vigilara y se fue.

Apenas salió, Bartolomé buscó la complicidad de Justina.

- ¡Me descubrió la buscona! ¿La matamos?

Cielo llego al pasillo, y Mar y Jazmín la siguieron. Allí Gabo ya estaba reducido, y Tacho y Luca debían
contener a Rama, quien, harto y furioso, querían descargar su ira en él, que seguía provocándolo. Cielo
hizo callar a todos y pidió explicaciones de lo ocurrido. Mar le refirió los hechos a partir de lo que para
ella era un comienzo: la nota aparecida en el espejo del baño. Todos le dijeron que la cortara con ese
delirio, pero Cielo concordó con ella.

-Mar tiene razón: eso fue una señal, y por eso Gabo es importante. Déjenme con él.

Con orgullo de llave, Mar festejó que Cielo le diera la razón. Rama se opuso, ya que quería que se lo
llevaran de inmediato de allí, pero Cielo insistió en tener una charla a solas con Gabo. Lo condujo a la
habitación de los chicos, donde permaneció, desconfiado y furioso, y además atado. Cielo lo observó
pensativa desde la ventana del cuarto que daba al pasillo, y junto a ella apareció Tic Tac, pero Gabo,
claro, no lo vio.

-A ver... ¿Por qué es importante Gabo?

- ¿Sigue la clase práctica?

- ¡Correcto! Volviendo a la física cuántica, ya sabemos que Gabo, y todos, somos trillones y trillones
de electrones girando alrededor de trillones y trillones de núcleos, o sea, energía pura. Ahora, observa
a Gabo, ¿que ves? No digas rulos- se puso a aclarar.

Ella hizo un esfuerzo y empezo a observarlo, pero de otra manera, hasta que por fin empezó a ver la
luminosidad que irradiaba. Se maravilló.

- ¡Veo! Veo sus colores...

-Mira mejor. No con tus ojos, Ángeles.

Ella siguió observando esa luminosidad, azul verdoso que se movía alrededor de Gabo, y de pronto
comenzó a percibir algo más: pudo ver y sentir a la vez toda la tristeza y el dolor que el muchacho
acarreaba encima; la furia y el resentimiento, tanta angustia y pesar.

- ¿Qué ves? - preguntó nuevamente Tic Tac.

-Veo su dolor, siento su dolor. Una vida terrible.

-Ese es Gabo- dijo él, satisfecho-. "El chorro", "el violento"; todo es una máscara. Vos ves mas allá, viste
su esencia. Gabo no le pudo dar un sentido a ese dolor, no logró transformarlo en algo positivo, y vos
podes ayudarlo a conducir esa violencia por otro camino.

Cuando Cielo ingresó en la habitación, Gabo se mostró tan esquivo e iracundo como siempre, sin
embargo, ella empezó a hablarle con suavidad y compasión. El muchacho la miró con aprehensión
cuando ella empezó a revelarle cada detalle de su vida tortuosa; cuando le describió la tragedia familiar,
cuando le habló de su padre preso, de su madre muerta por una bala perdida, de su hermano alcohólico.
Pensó que ella era policía y por eso tenía tanta información. Cielo siguió relatándole lo que había visto
cuando lo había visto cuando lo observó con otros ojos, y descubrió todo el dolor de ese niño, la
indefensión y los peligros que vivió en la calle, y como el delito fue la única alternativa. Conmocionado
por oírla relatar cosas de su vida que ni siquiera Valeria sabía, termino estallando en un llanto abrupto,
infantil, desconsolado.

-Vos no sos culpable de lo que pasó- le dijo ella.

-Yo ya no puedo hacer otra cosa- dijo él.

-Vos podes cambiar.

Gabo lloró durante un cuarto de hora, y Cielo lo contuvo, con una mano apoyada en su cabeza. Desde el
pasillo, Valeria los espió, impactada por lo que veía.

Media hora más tarde, la policía llegó al hogar, acudiendo a un llamado de Cielo con el que Gabo estuvo
de acuerdo. Antes de regresar a la prisión, el muchacho quiso decirle algo a Valeria y a Rama. A ella le
dijo que la amaba mucho, que era lo único puro en su vida, y que la dejaba libre. A él le pidió perdón. Su
mirada era sincera, y su voz, entrecortada; ambos entendieron que su arrepentimiento era verdadero.

Al anochecer de ese día, Tic Tac condujo a Cielo otra vez al sótano para cerrar la particular clase teórico-
practica que le había dado ese día.

- ¡Ahora se viene la revelación! - anuncio él.

-Ya hablamos de física cuántica, pero dijiste que la clase era sobre "Ángeles y la física cuántica". Deduzco
que me vas a hablar de Ángeles Inchausti ahora...- arriesgó Cielo.

-No, simplemente de ángeles vamos a hablar, sin apellido y en minúsculas.

- ¿De qué habla?

- ¿No lo ves todavía, Cielo?

-No, pero usted me lo va a hacer ver.

-Tu misión, y quien sos, son la misma cosa- dijo él, sentándose junto a ella, ahora en un tono directo y
llano-. Todas las habilidades que tenes son cualidades de lo que ustedes, en este plano, llaman ángeles.
¿Sabes que significa la palabra "Ángel"?

-Proviene del griego, y quiere decir mensajero- dijo ella.

- ¡Correcto! Y Eudamon proviene de Eudamonia, felicidad en griego. Vos, Cielo, y permite que haga
sonarlas fanfarrias...

Cielo se sobresaltó por unas trompetas estridentes que retumbaron en el sótano.

-Vos... sos un ángel de Eudamon, es decir: "un mensajero de la felicidad".


Ella se emocionó al oírlo, sorprendida, y a la vez no, pues descubrió que en realidad lo sabía antes de
que él lo dijera. Esa había sido la real transformación vivida en Eudamon: se había convertido en un
ángel.

-La misión de un ángel en la tierra, Cielo, es transformar las almas a su paso. Y eso es lo que estás
haciendo vos, por ejemplo, con Justina, o Luca... e incluso con Tefi, Nacho y Melody, esos chicos que, si
bien no eran malos, los aguardaba una adultez complicada. Tu influencia va haciendo renacer la luz, aún
en las almas más oscuras.

Mientras Gabo reingresaba a la prisión, modificado, Tic Tac le explicaba a Cielo que iluminar el corazón
de la gente buena es algo sencillo, pero hacerlo con las almas de los seres más oscuros, ese ya es tarea
de un ángel. El relojero hizo aparecer de la nada pañuelitos de papel que ofreció a Cielo, que lagrimeaba
sin parar, y le explicó.

-Esa es tu misión, Cielo. Nicolás siempre pensó que su misión era llevar a otros a Eudamon. Pero en
verdad, el objetivo era traer a Eudamon a este plano. Uno no llega a Eudamon, sino que él llega a uno. Y
vos sos un canal para traer a Eudamon, es decir, la felicidad, a la vida de los demás.

Esa noche Cielo recibió a Salvador en el hogar; si bien seguía débil, estaba algo mejor desde la última vez
que lo había visto. Él se disculpó por lo ocurrido aquella noche, y ella, por supuesto, lo dispensó, pues
sabía que había actuado bajo el influjo de Juan Cruz. Cielo lo abrazó, pero no percibió que un velo rojizo
pasó como una sombra por los ojos de Salvador, porque Juan Cruz aún lo manipulaba; el joven era un
enviado captado por él. Sin embargo, aún resonaba en su mente una advertencia que le había hecho Tic
Tac luego de la gran revelación.

-Pero los ángeles como vos... tienen una cualidad que es, a la vez, una debilidad: la inocencia. Tu
desafío será perder en parte esa inocencia, y poder ver aquello que escapa hasta a la mirada de los
ángeles.
Factor desencadenante
Al día siguiente, Mar estaba muy preocupada porque Thiago no había regresado; llamó a Hilda y ésta le
dijo que Thiago estaba bien pero no podía atenderla, y eso, a Mar, que era llave y muy intuitiva, no le
cerró. De todas maneras, concurrió a una clase de guion, solo para distraerse. En la sala de ensayos
estaban varios de los chicos, pero la más interesada era Valeria, apasionado con la tarea del escritor.
Rama siempre quería leer sus textos porque estaba convencido de que lo que ella escribía ocurría.
Cuando Tina vio llegar al profesor, sintió cierta extrañeza, pues, aunque no lo conocía, le resultó
familiar. El profesor no era otro más que Tic Tac, ahora visible para todos, y la única razón por la que
estaba dando esa clase era porque le encantaba la docencia. Mar lo miró- era la primera vez que lo
veía- y sintió algo extraño. Él le sonrió: si bien estaba seguro de que no tenía forma de reconocerlo,
sabía que en esa morada había cierta conexión, pero engrano cuando la oyó preguntar a Justina.

- ¿Este petiso es el profesor de guion?

-Bue, mira quien habla- dejo escapar él.

-Yo no soy petisa- dijo ella.

-Y yo tampoco, ¿o sí? - la desafió, y cuando ella lo miró, le dijo-: Entre bomberos no nos vamos a pisar
la manguera, ¿no?

-Ordinario- dijo ella sin saber porque, y se sentó.

-Bien, muchachos- comenzó él-. Hablemos de estructura gramática. ¿Como empiezan los cuentos?

-Empiezan con "había una vez", dijo Valeria, entusiasmada con la clase.

- ¡Correcto! - dijo Tic Tac-. El "había una vez" nos sitúa en la historia. "Había una vez... tal cosa". Pero
ahí viene el "pero un día", y ese, pero es el momento más importante de la historia. Es el que
desencadena todo lo que va a ocurrir. Por ejemplo...- dijo, mirando a Caridad y Nacho-, había una vez
una pareja que estaba en problemas, pero un día ella conoce a otro, y todo cambia.

"Ya lo creo", pensaron Nacho y Caridad, que venían de tener un fuerte encontronazo. El gauchito, que
no perdía las mañas, persistía en su marcha y contramarcha, y ella lo había pescado pirateando un par
de veces, pero unos días antes había aparecido en el bar TeenAngels otro gauchito, uno de verdad, de
bombacha de campo, alpargatas y boina, muy bien parecido y payador, que le hizo pensar que sería una
mejor idea andar en yunta con los de su especie que con ese cachetón de ciudad. Cuando Nacho vio a
Caridad haciéndole ojitos a Segundo, sus cachetes se pusieron rojos de furia, y ahora él era el inseguro y
demandante. Comprendieron ambos que ese "pero un día" había cambiado el "había una vez".

-También podemos decir- prosiguió Tic Tac- que había una pareja que estaba terminada- y miró a Mar y
Simón-, pero un día ella lo ve a él cerca de otra, y eso la inquieta.
Mar y Simón, y también Melody, captaron perfectamente el concepto, ya que, si bien la pareja de ellos
estaba terminada, y Mar estaba otra vez con Thiago, ella se había percatado de que Simón y Melody
habían comenzado a entenderse demasiado, sobre todo desde que el la había encontrado en el bar, y la
trajo de regreso, animándola a enfrentar a todos, a reconocer su mentira con dignidad y a comenzar una
nueva etapa. Mar vio las señales inequívocas de una chispa amorosa y se sintió celosa. Estaba bien con
Thiago,"pero un día" Simón se fijó en otra.

-Como se darán cuenta...- continuó Tic Tac- el "pero un día" es muy importante, porque es el que genera
todos los conflictos, y de eso vive el guionista. Esta herramienta imprescindible se llama "factor
desencadenante".

Luego de haber descubierto la impostura de Bartolomé, Cielo lo confinó al cuarto de huéspedes, le


prohibió salir y dejó a Justina a su cuidado, hasta que estuviera completamente bien para volver a la
cárcel.

-Purrete, purrete...- intentó en vano seguir disimulando él.

-Tan inofensivo...- intentó disimular Justina-. Tan gaga, ¿quién lo ha visto y quién lo ve?

-Yo lo he visto- dijo Cielo, con firmeza-, y esta tan gaga e inofensivo como vos sos Feli.

Y le advirtió que se dejara de "travesuras" o la conocería. Cuando Cielo se retiró, Bartolomé volvió a
apelar a la complicidad de Justina.

-La que la tiró de las patas a la doméstica, che.

-Tenga paciencia, mi señor. A lo mejor Cielito lo deja quedarse con nosotros y se vuelve bueno como yo.

Él le gruñó y ella salió a buscarle un té. Bartolomé estaba preguntándose que había ocurrido con la
maldad en el mundo cuando vio entrar a un hombre de unos treinta años, rubio, al que jamás había
conocido. Era Salvador, que lo miró muy serio y le dijo:

-Traigo un mensaje para vos, de parte de Juan Cruz.

Aunque Salva había intentado resistirse, seguía en trance. La voz de Juan Cruz resonaba
permanentemente en su cabeza, obligándolo a hacer cosas que no quería, utilizándolo para ingresar al
hogar, un acto que por el momento tenía prohibido. En esta ocasión, enterado de que su medio
hermano estaba en el hogar, le mandó en su nombre a cobrarle viejas deudas. Juan Cruz pensaba desde
fuera del hogar, y Salvador lo ponía en palabras frente a Bartolomé.

- ¿Te acordas de Juan Cruz, tu medio hermano?

Barto empezó a mirar a ese desconocido con inquietud.


-Lo humillaste, lo maltrataste...- continuó Salvador con ojos como idos-. ¿Te acordas o no? Ornella
amaba a Juan Cruz, y tuvieron un hijo que vos les arrebataste. Pensaste que lo habías matado, pero él
esta acá.

El temerario Bedoya Agüero esta vez tuvo miedo, sobre todo cuando Salvador se le acercó y con voz
siniestra le dijo:

-Él está acá, pero vos... no estás más.

Los ojos de Salvador se tiñeron de rojo, avanzó con sus manos extendidas, y comenzó a ahorcarlo.

La irrupción de Cielo y Justina, alarmada por los gritos ahogados, le salvó la vida a Bartolomé, aunque
ambas le creyeron a Salvador, que a instancias de Juan Cruz disimuló y acusó al otro de haberlo atacado
primero. Aunque Bartolomé se desesperó argumentando que había intentado asesinarlo, Cielo no le
creyó, sino que en ese momento se le terminó la paciencia y decidió entregarlo a la policía de inmediato
para que volviera a prisión. Cuando salió para llamar al comisario, Bartolomé apeló a Justina, la única
que podía creerle.

- ¡Te juro que él me ataco, Tini! ¡Ese rubio es un bicho!

-Es un santo, cállese.

-Una vez que digo la verdad, nadie me cree, che- se lamentó él-. Por favor, Tini, hay que reflotar el viejo
hampa, ¡no me dejes tirado!

-Señor, tan orgulloso de su maldad... sepa que los malos a los que nos enfrentamos ahora son más
terribles que usted, que al lado de ellos es un purrete.

- ¡Justamente! Les convengo, Tini. Yo los hacia laburar, estos, por lo que me contaste, les meten cosas
en el cerebro. Les conviene que yo sea el villano de la historia, che.

- ¿Quiere rezar, señor?

-Ah, no, estas chitrula, chitrula. ¿No te me vas a unir entonces?

-Nanain, yo sigo por esta vereda.

-Entonces, al menos... y por los viejos años dorados... ¿me dejarías escapar?

Minutos más tarde, cuando la policía llegó para trasladarlo, al abrir la puerta de la habitación Cielo se
topó con Justina atada y amordazada en la silla en la que había estado Bartolomé. Apenas la desataron,
el ama de llaves explicó apenada que su antiguo jefe la había sorprendido, reduciéndola.

-Me ató, y se escapó- mintió, y fue creíble.


Justina estaba redimida, y en ningún momento se sintió tentada a regresar bajo el ala de Bartolomé, sin
embargo, el siempre había sido su debilidad, su amor inconcluso, su señor, y por esa razón lo dejó
escapar, haciéndole jurar antes que ya no atacaría a los purretes.

Mar venia bastante bien, resistiendo los celos que le provocaba ver a Melody y Simón tan próximos,
pero algo que escucho le resultó tan indignante que no pudo dejarlo pasar. Se acercó "de casualidad" a
donde los otros dos hablaban y escuchó que Simón la invitaba a practicar escalada, y se sulfuró.

Le va a comer la boca escalando- dijo para si-. ¡Turro y repetitivo!

Los vio irse, y se dijo a si misma que debería dejarlo hacer su vida, aunque fuera justo con la jirafa, pero
mientras se recomendaba a si misma eso, no pudo con su genio y lo abordó, haciéndole una injustificada
escena de celos. Simón se molestó y le hizo notar que ellos no eran novios y ella no tenía ningún
derecho a hacerle un planteo de ese tipo, y Thiago, que había regresado y estaba parado detrás de ella,
concordó con su amigo.

Mar se puso muy nerviosa, pescada in fraganti celando a otro, y lo abrazó; como una forma de evadirse
de la situación, le reclamó que hubiera desaparecido, pero sin embargo Thiago no mostró enojo ni celos
por lo que había visto, en cambio les anuncio que tenía algo para comunicarles.

Una hora más tarde Thiago estaba frente a todos los adolescentes del hogar, y a Cielo, que esperaban
ansiosos que él les transmitiera eso tan importante que tenía para decir. Se mostraba sereno, aplomado,
incluso más adulto. Cuando contó con la atención de todos, les informó que había estado ausente ese
tiempo debido a un viaje que había realizado. Explicó que había acompañado a su abuela a Escalada, y
estando parado cerca del reloj de la parroquia, había ocurrido algo asombroso.

-Vi que el reloj de Escalada empezó a iluminarse, sentí como un hueco en el estómago, y la sensación de
caer al vacío.

- ¿Fuiste al otro plano? - preguntó Cielo, sorprendida.

-En realidad, no- contestó Thiago-, pero tuve un encuentro muy especial.

- ¿Con Nico? - preguntaron varios, ansiosos por saber de él.

-No. Con el Escriba.

- ¿El Escriba? - preguntó Rama.

- ¿No será el escribano? - intentó corregir Tacho.

-No. El Escriba.

Entonces Thiago empezó a relatarles el extraño encuentro que había tenido con ese hombrecito
pequeño que se hacía llamar Escriba. Cielo comprendió que era otra de las personalidades que Tic Tac
asumía según lo que quería graficar y ante el relato de Thiago, también entendió que la clase de guion
que había insistido en darles había sido precisamente para brindarles elementos que les permitieran
comprender el mensaje que ahora traía Thiago.

Thiago contó que el Escriba lo invitó a sentarse, pero como él, extrañado por ese sueño inquietante, no
quiso hacerlo, el hombrecito había tomado una pluma y en un libro enorme y dorado escribió "Thiago se
sienta". Y de inmediato él se sentó, atraído por el sillón como si tuviera un imán en la cola.

-El Escriba me contó que lo que el escribía en ese libro es lo que llamamos destino- relató Thiago al resto.

Todos lo miraban raro, pensando que comida en mal estado había ingerido para haber alucinado
semejante cosa, sin embargo, Cielo los obligó a callar y escuchar, y Thiago continuó su relato.

Para demostrarle lo mismo que ahora les estaba contando Thiago, que se mostró tan escéptico como
sus amigos, le permitió ver como lo que escribía ocurría de inmediato y así comprobó que los eventos
acontecidos en el hogar en el último día habían sido escritos en el libro dorado por el hombrecito.
Thiago persistía en su escepticismo y el Escriba atinó a escribir que Mar, celosa de Simón, se veía
tentada a regresar con él.

- ¡No, no, no! ¡Eso no! - se enojó Thiago.

-Ah, ¿entonces reconoces que yo escribo sus historias?

-Si, pero escribí que Mar se olvida de Simón.

El Escriba sonrió. Thiago, sin estar seguro de que aquello no fuera un sueño, de todas maneras, siguió
lalógica de ese encuentro.

- ¿O sea que yo no decido nada en mi vida? Es un embole. Pero bueno, también quiere decir que
cuando me equivoco, no es mi culpa, sino tuya porque vos lo escribís.

- ¿Entonces todo lo que hacemos lo escribe un chabón atrás del reloj de Escalada? - preguntó
Rama extrañado.

-Lo mismo le pregunté yo- le aclaró Thiago-. Le dije: ¿entonces todo lo que nos pasa lo escribís vos?

-Todo no. Pero todo lo que escribo pasa- había respondido el Escriba-. El desafío que tienen ustedes es
salirse del libreto, y escribir su propia historia. Lo que yo escribo ustedes lo llaman "destino"; cuando se
salen del libreto, lo llamamos "libre albedrio". Tienen que arriesgarse a contar sus propias historias; al
final de cuentas, cada uno elige su destino, escribiéndolo o dejándolo ser.

El mensaje enviado por Tic Tac a través de Thiago, y en un lenguaje que el mismo se había encargado de
transmitir en la clase de guion, dejo pensando mucho a Cielo. Relojito les había señalado un margen de
acción entre lo que no se puede cambiar y lo que se puede hacer a partir de eso inalterable.
Los chicos, en principio, no se tomaron del todo en serio el mensaje, ya que aprovecharon para bromear,
diciendo que cada error que habían cometido en su vida había sido obra de ese Escriba que los
manejaba como a títeres, sin embargo, con el tiempo llegarían a comprender mejor esas palabras.

Mas tarde, a solas, Cielo indagó a Thiago por si había traído algún mensaje más.

- ¿El Escriba te dijo algo más? ¿Te dijo dónde estaba Nico?

-Le pregunté, pero no quiso responder. Pero si me dijo algo más que no quise decirles a los chicos
porque me quedé muy preocupado.

- ¿Qué?

-Me dijo que el libro de los siete candados es tan importante como el que tiene del otro lado, que es
muy poderoso y tiene la fuerza de aquel, y que debemos protegerlo. ¡Pero yo se lo entregué a Juan Cruz!

-Así estaba escrito- dijo ella, y le guiñó un ojo.

-También me dijo que no intentemos abrirlo hasta no encontrar la séptima llave.

Cielo permaneció unos cuantos minutos más, pensando en la razón por la cual Tic Tac había elegido
presentarse ante Thiago: y así como poco a poco todo el saber que tenia se le iba revelando, Cielo
recordó algo que supo tras su paso por Eudamon: Tic Tac fue en su momento el hijo que Mar y Thiago
tendrían. Ella sonrió para sí, pues, aunque Tic Tac era un ser muy singular, tenía algunas reminiscencias
de sus emociones humanas. Relojito simplemente había querido estar unas horas con su padre. Omitió
decírselo cuando lo vio aparecer, pues sabía que Tic Tac era reacio a mostrar sus emociones.

-A Thiago no le dijiste, pero a mí sí. Decime donde esta Nicolás.

- ¿Vos perdiste tu inocencia ya? - cambio de tema él.

- ¿Nicolás esta con vos? ¿Está en Eudamon?- insistió ella.

Tic Tac sacó su reloj de bolsillo, miró la hora, inquieto, taconeando con su zapato en el piso, impaciente.

- ¡No entiendo por qué no me podés contestar eso! - se enojó ella.

-Cielo...- le dijo él con paciencia-, si el primer día que llegaste al otro plano yo te hubiera dicho
"Bienvenida, vos sos un ángel de Eudamon", te me hubieras reído durante diez años seguidos y todavía
estaríamos ahí, vos vestida de novia y yo rezongando. No hay mejor aprendizaje que el que uno hace
paso a paso- le señaló y atinó a irse, pero enseguida giró y la tomó de las manos-. Hace algo con todo lo
que sabes, Cielo.

- ¿Pero ¿qué?

-Perde de una vez tu inocencia- le sugirió mientras salía.


- ¿Nunca me vas a tirar una punta, vos? ¡Decime quien es Juan Cruz de una vez por todas!

-Ingrata- dijo él exagerando la ofensa-. La solución está en tus manos.

Y se fue. Ella abrió el puño de la mano que le había tomado Tic Tac, y ahí encontró un papelito con una
extraña inscripción.

A2 E3 L11 PG2 PA2

A3 E4 L2 PG10 PA3

A3 E2 L1 PG1 PA0
El espejo
Cielo acudió a los cinco Teens, que estaban reunidos, y les mostró esa misteriosa clave que le había
dejado Tic Tac.

-Somos seis para descifrarlo, ¿me ayudan?

-Hay letras, números...- dijo Mar con aires detectivescos-. ¿Serán patentes de autos?

- ¿Para qué nos va a dar patentes de autos Tic Tac? - le dijo Rama.

-Bueno, perno, al menos arriesgo algo... Somos llaves, Ramita, hay que ver más allá...

- ¿Por qué no te dijo lo que tenía que decir y punto? - se quejó Tacho.

-Chicos, en Eudamon nada que se diga tiene valor si uno no llega por sí mismo a esa verdad. Las señales
están todo el tiempo ante nuestros ojos, solo se trata de mirarlas de otra manera.

La charla se interrumpió con la llegada de Simón, ¡¡que venía a ensayar con Man!!, y como estaba a
cargo de su hermanita y no tenía con quien dejarla, pregunto si podía quedarse allí. No era la primera
vez que la llevaba, y todos le tenían mucho aprecio a Soledad, además la niña parecía sentirse a gusto
en el hogar. De modo que la llevaron con los más chiquitos, quienes ya la conocían y de inmediato le
ofrecieron lápices de colores para que hiciera sus dibujos. Caridad se quedó con ellos para cuidarlos,
Simón se fue a su ensayo, y Cielo y los Teens se encerraron en el escritorio para tratar de descifrar la
clave enviada por Tic Tac. Era muy importante, ya que si la revelaban podrían terminar con el misterio
de Juan Cruz.

Franka recibió un llamado que la sorprendió, pues hacia varios días que no tenía novedades de su jefe.

-Franka, reuní a la gente en Gorriti.

- ¿Qué gente?

-Todas las cabezas, vos y Charly también, por supuesto.

- ¿Se puede saber para qué?

-Si, claro. Hoy voy a presentarme ante ellos. Van a conocer mi cara.

- ¿Te parece conveniente? - dijo ella, quien hasta el momento era la única que conocía su rostro.

-Si, llegó la hora. Nos vemos allí.

Cortó con Franka y despertó a Salvador, que estaba cada vez más débil, adormilado en su cama.

- ¡Arriba, marmota! - le gritó.


Salvador abrió los ojos y vio otra vez allí a ese hombre que lo estaba torturando.

-Dejame en paz- suplicó.

-Vamos, vamos, arriba, que hoy es un gran día- dijo Juan Cruz, quien había llegado a su vida como el
detective Serafín y resulto ser el sospechoso que buscaba.

Salvador se incorporó, pues ya sabía que no podía resistirse a las pretensiones de su verdugo, y enfiló
hacia el baño para, al menos, lavarse la cara antes de salir. Se miró al espejo y vio un pálido reflejo del
joven atlético y vivaz que había sido; ahora era un hombre enfermo, pálido, en los últimos días de su
agonía.

En el escritorio de la mansión, Mar, Thiago, Tacho, Rama, Jazmín y Cielo seguían reunidos, frente a un
pizarrón en el que habían anotado la secuencia de letras y números de la clave escrita por Tic Tac, pero
tras un par de horas de infructuosos esfuerzos ya estaban algo desmoralizados. Cielo los animó a no
dejarse abrumar.

-Hay que mirar de otra manera, chicos. Hay que pensar distinto.

-Ya pensamos en todo, no se me ocurre que puede significar eso- dio Rama, apoyado contra la
biblioteca.

En ese momento se abrió la puerta y entró Soledad, que traía en la mano un papel con un dibujo.
Caridad entro tras ella.

- ¡Disculpen! Se me escapó. Veni, Sole, dejalos que están ocupados...- dijo y quiso tomarla de la
mano,pero Soledad la ignoró, se acercó a Cielo, y le entregó el dibujo.

- ¿Para mí? ¡Gracias, hermosa! - le dijo Cielo y le dio un beso.

Soledad se retiró, y Caridad se fue tras ella. Cielo observó el papel y quedó admirada al verlo. Era un
dibujo del escritorio donde ellos estaban, realizado con mucho detalle y talento.

-Guau, como dibuja la nena...- dijo Mar.

- ¿En cuánto hizo eso? - se sorprendió Thiago.

Y examinaron el dibujo en el que se veía la biblioteca que cubría las paredes del escritorio, desde el piso
hasta el techo. Y de pronto Rama pareció iluminarse.

- ¡Miren! - exclamó, y señaló el dibujo, en el que se podía advertir que debajo de cada anaquel de
la biblioteca había una letra A. Además, sobre cada estante, había una letra E.

Cielo se miró con Rama, y con Thiago. Jazmín abrió grande sus ojos.

- ¿Qué? ¿Qué? - dijeron a dúo Mar y Tacho, que eran los más lentos.
Cielo fascinada, se puso de pie y fue hasta el pizarrón con el dibujo en la mano, y luego mirando la
biblioteca les explicó que creían haber encontrado el significado de esa clave.

-La A de la clave significa "anaquel de la biblioteca". La E significa "estante".

-L es "libro"- aportó Thiago-. PG quiere decir "página".

- ¿Y PA? - preguntó Mar.

- ¡Párrafo! - dijeron Rama y Cielo al unisono.

Febriles, comenzaron a seguir las coordenadas dejadas por Tic Tac.

-A2 E3 L11 PG2 PA2- dictó Cielo.

-Anaquel dos, estante tres, libro once...- dijo Rama mientras seguía las instrucciones.

Tomó el libro y miró la portada.

-El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde- leyó.

Siguiendo las restantes coordenadas, hallaron otros dos libros. Mar tomó el segundo, y leyó en voz alta
el título:

-Fisiología de los parásitos.

Todos se miraron muy intrigados, y buscaron el tercer volumen. Era un libro al que le faltaba la portada,
sin embargo, la indicación de "párrafo cero" los desconcertó, y al manipular el libro cayó de este un
folleto. Tacho lo recogió del piso y lo leyó.

-Es un folleto de un cementerio parque. Se llama "El Espejo".

Los seis estaban exultantes, el hallazgo a partir del dibujo de Sole les había abierto un nuevo mundo.

-Ahora hay que buscar en la página indicada de cada libro, y leer el párrafo señalado- ordenó Cielo.

Thiago tomó el primer libro, lo abrió en la página dos, y leyó el segundo párrafo.

-"Esta novela de misterio de Stevenson es una alegoría moral; el bien y el mal conviven en una persona:
el medico Henry Jekyllm que inventa una poción capaz de transformarlo en un monstruo temible: Míster
Hyde".

Se miraron intrigados, aun no podían armar el rompecabezas. Cielo le pasó el segundo libro a Rama, que
leyó el tercer párrafo de la página diez.

-"El parásito se aloja en un huésped sano y se alimenta de él hasta dejarlo exhausto. Cuando el huésped
muere, el parásito se muda a otro huésped sano, y así sigue su ciclo".
La euforia que sintieron al descubrir la clave empezó a evaporarse; esos párrafos no les decían nada
concreto aún. El folleto hallado en el tercer libro los confundió aún más.

-Y esto no es nada- dijo Mar-. Una propaganda del cementerio El Espejo.

-Es el cementerio donde están enterrados los Bedoya Agüero, solcccito- dijo Tina, entrando con cafés
para el grupo.

Ante esta revelación de Justina, todos volvieron a mirarse; las piezas seguían encajando, aunque aún no
podían ver la totalidad. Cielo miró el folleto, y agregó:

-Acá habla de un lugar en el ala oeste del cementerio.

-Si, precisamente ahí está el panteón familiar- dijo, y se retiró.

-Vayamos a ese cementerio- propuso Thiago.

- ¡Si, vamos ya! - dijo Cielo.

Le pidió a Rama, Jazmín y Mar que siguieran leyendo los libros para encontrar más puntas que pudieran
servirles y corrieron hacia el cementerio.

En el último piso de una torre muy moderna y alta, existía una oficina que contaba con un ascensor que
se tomaba en el subsuelo del edificio, y llegaba directamente al último piso, sin pasar por ningún piso
intermedio. Ningún empleado de la Corporación CC había pisado jamás esa oficina enorme, vidriada y
despojada. Solo había estado Juan Cruz allí, y ningún empleado, ni siquiera los que trabajan en pisos
contiguos, lo habían visto jamás. Alrededor de una mesa de directorio, estaban Franka, Charly, y tres
colaboradores más, esperando conocer a su misterioso jefe, para el que habían trabajado tantos años.
Franka fue la única que no se sorprendió cuando se abrió la puerta e ingresó Juan Cruz, y todos vieron
por fin su verdadero rostro.

- ¿Crees que nos va a llevar a algún lado esto? - preguntó Thiago a Cielo mientras avanzaban por
el cementerio parque.

Era un enorme campo verde en el que reinaba un silencio respetuoso que no quisieron interrumpir con
sus voces.

-Esperemos- susurró ella.

Y se dirigieron al ala oeste, como había indicado el folleto. Una vez que llegaron comenzaron a mirar
todo en detalle, tratando de encontrar una nueva señal, y esta no se hizo esperar.

-Mi abuela- dijo Thiago señalando mas allá.


Cielo miró con sorpresa a Hilda, que a unos cincuenta metros de ellos dejaba unas flores en una parcela.
Se acercaron a ella, que se sorprendió un poco al verlos.

- ¿Qué haces acá, Hilda? - preguntó Cielo.

-Le traje flores a mi hijo. A tu padre, Thiago. Juan Cruz- dijo la mujer bajando a su cabeza.

Thiago y Cielo se impacientaron, pues la mujer siempre se mostraba evasiva y nunca les había contado la
historia completa.

- ¿Pero usted no nos contó que su hijo desapareció, y que después de eso empezó a llamarla?

-Yo les dije que ese no es mi hijo.

- ¿Pero Juan Cruz, tu hijo, mi padre, está vivo o muerto?

-Está muerto, y enterrado en esta tumba- dijo la mujer con dolor.

-Por favor, Hilda, déjese de dar vueltas, y cuéntenos la historia verdadera de una vez- exigió Cielo.

Hilda apesumbrada, se decidió a hablar, y esta vez por fin fue sincera. Mientras desmalezaba la lápida de
su hijo, y acomodaba las flores, les relató la historia completa.

-Cuando Bartolomé se llevó a Juan Cruz, pensé que no volvería a verlo. Pero volvió... distinto, frío,
siniestro. Hacia cosas raras, aparecía y desaparecida, de la nada. También escuchaba lo que yo decía,
aunque estuviera lejos.

Cielo asintió, eso tenía sentido si había cruzado el portal; como ella, poseería las mismas habilidades.

-Pero un día, años después... enfermo. De una rara enfermedad autoinmune en la sangre.

-Como Salvador- dijo Thiago, estremecido.

En ese momento Hilda descorrió las flores frente a la lápida, y Cielo y Thiago pudieron ver una foto de
Juan Cruz sobre el mármol. Lo reconocieron: era el mismo de la foto que ya habían visto en Escalada, en
la casa de Hilda. Pero si alguno de ellos hubiera podido ver a Serafín, el detective que contrató Salvador
hubiera comprobado que era la misma persona.

De pie frente a su más selecto grupo de colaboradores, estaba Juan Cruz, vestido con un espléndido
traje italiano, y unos anteojos oscuros de sol. Hablaba con el carisma y persuasión de un verdadero líder.

-El Gran Dia llegó. Granizo y fuego mezclados con sangre, así fue anunciada la Batalla Final. Nadie puede
impedirla está escrito. Y ustedes han elegido bien al decidir acompañarme. Querían conocerme... aquí
me tienen. Yo soy Juan Cruz.

El líder de la corporación CC se miró al espejo que había frente a él, pero el que estaba allí reflejado era
Salvador.
Luego de unos minutos, tras dar unas pocas directivas precisas, Juan Cruz dio por terminada la reunión.
Todos se retiraron y el quedo solo frente al espejo. En ese momento, Salvador comenzó a tener
conciencia de sí, y se estremeció al ver que, aunque enfrente veía a Juan Cruz, en el espejo se reflejaba
el solo.

- ¿Que está pasando? - preguntó Salvador.

- ¿Todavía no te diste cuenta? Mirate en el espejo.

Salvador volvió a hacerlo, en shock. El veía en frente a él a Juan Cruz, sin embargo, en el espejo se veía
solamente a el mismo.

- ¿Como haces eso? - preguntó Salvador impresionado.

-Es muy simple, Teletubbie- le dijo Juan Cruz-. Yo no estoy junto a vos. Yo estoy en vos.

-Juan Cruz empeoró rápidamente, enfermaba sin remedio- siguió relatándoles Hilda a Cielo y Thiago-, y
una noche ya no hubo más que hacer. Falleció. Eso fue hace siete años.

-Me expulsaron de Eudamon- le confesó Juan Cruz a Salvador-, pero cuando volví, me di cuenta de que
podía hacer muchas cosas, tenía "poderes". Sin embargo, al poco tiempo de regresar, empecé a
enfermarme. Los médicos decían que era una enfermedad en la sangre, pero yo sabía que mi cuerpo
estaba rechazando a mi alma oscura. Y así, morí.

Salvador lo miró impactado, sin poder dejar de observar el espejo en el que se reflejaba solo él.

-Pero cuando morí- continuó Juan Cruz-, ocurrió algo increíble. Descubrí que mi alma, separada de mi
cuerpo, seguía existiendo. Era como una sombra, un espíritu errante. Necesitaba otro cuerpo para
reencarnar, un huésped. Y ese huésped fuiste vos.

-Esto es una locura.

-Se que parece eso, pero creeme, esto no es esquizofrenia. Esto es una realidad.

Se desplazó por la oficina; sin embargo, Salvador notó que la imagen de Juan Cruz no se reflejaba en
ninguno de los espejos que rodeaban la habitación.

-Ser solo un alma era interesante- prosiguió Juan Cruz-. Se siente liviandad, libertad... Pero claro, para
poder accionar, se necesita un cuerpo, un recipiente. Sin embargo, hay una complicación, y es que todas
las personas tienen algo así como un escudo protector, algunos lo llaman "aura". Para poder meterme
en otro cuerpo, necesito romper ese escudo.

- ¿Como? - preguntó Salvador.

-Quebrándolo, oscureciéndolo. Empujándolo a cometer algún crimen, para que así pierda su alma. Y te
encontré a vos. Eras el huésped ideal: deportista, atlético, sano. Y amigo de Bauer, guardián del portal.
Salvador negó con su cabeza, abrumado.

-Eras el sueño de todo parásito- exclamó extasiado Juan Cruz-, un cuerpo lo suficientemente fuerte
como para ignorar mi alma. Pero para poder poseerte, necesitaba quebrarte.

- ¿Y por eso te metiste en mi cabeza? Me enloqueciste hasta hacerme matar a Laura...

- ¡Bien, Teletubbie! Vas entendiendo. Vos pensaste que te volvías loco, pero fue mi voz la que te fue
trastornando, hasta llevarte a matar a tu novia. Y una vez que diste ese paso, fuiste vulnerable. No me
costó nada romper tu escudo y entrar. Desde que mataste a Laura, hace siete años, habito en vos.

Cielo y Thiago ya estaban de regreso, y reunidos frente al rostro de los Teens, contándoles lo que habían
averiguado.

-Según Hilda- explicó Thiago-. Juan Cruz murió hace siete años.

-Pero si Juan Cruz murió- pregunto Mar, confundida-, ¿quién es el que nos vive atacando?

-El cuerpo de Juan Cruz fue lo que murió, pero su alma sigue viva- explicó Cielo-. Eso es lo que nos quiso
decir Tic Tac con su mensaje.

Tomó el libro La fisiología de los parásitos, y explicó.

-El alma de Juan Cruz es como un parásito, se aloja en otros cuerpos para existir.

- ¿Y el cuerpo donde se mete Juan Cruz no se da cuenta que lo tiene? – preguntó Rama.

Cielo entonces tomó el ejemplar de El extraño caso del Dr. Jekyll y Me. Hyde.

-Y para eso nos indicó este libro Tic Tac- dijo ella entendiéndolo mientras lo decía-. Dr. Jekyll es un
médico brillante y un hombre ejemplar, pero ignora que por las noches es un monstruo despiadado,
llamado Mr. Hyde.

-Soy tu Mr. Hyde- le dijo Juan Cruz sonriendo a Salvador-, y vos sos mi Dr. Jekyll. Un amigo bueno, noble,
y ¡vegetariano! ¿Quién sospecharía de vos?

-Tenes un problema- dijo Salvador ya asimilando la información-. Nos estamos muriendo.

-No. Vos te estas muriendo, y eso es porque tu cuerpo me rechaza. Por eso tenes una enfermedad
autoinmune, tu cuerpo se ataca a sí mismo; bueno, en realidad, ataca a mi alma, pero el que sufre es tu
cuerpo.

-El parásito se alimenta del huésped hasta quitarle la última gota de vida- les explicó Cielo a los chicos-, y
de ahí se muda a otro cuerpo.

-Para eso tenían a Bartolomé y a Terremoto, ¿no? - comprendió Salvador-. Eran cuerpos de repuesto.
-Vas entendiendo, Teletubbie- lo felicitó Juan Cruz.

- ¿Y a Thiago? Todo lo que le hiciste para oscurecerlo... ¿es porque lo queres de repuesto, también?

-Thiago es especial porque lleva mi sangre. Pero es demasiado noble, y todavía no pude quebrarlo. El día
que pueda, será mi gran triunfo: mi espíritu en mi propia sangre.

- ¡No puede ser! - dijo Salvador, abrumado, y se sentó. Se miró al espejo: estaba solo en la inmensa

oficina.

-Nunca imaginaste que buscando a Juan Cruz ibas a llegar a vos mismo, ¿no es cierto? Y eso que te di
pistas, ¿eh? ¿Te acordas de cómo se llamaba el detective que contrataste?

Juan Cruz sacó una tarjeta como la que le dio el día que se presentó ante Salvador. La puso delante de el:
se leía "S.S. Svomósimo. Detective privado".

-Es un anagrama- le explicó divertido-. Si reordenas las letras, se forma...

Y apuntando con su dedo, las letras del nombre se reordenaron en la tarjeta, y Salvador leyó la nueva
frase formada: "Sos vos mismo".

- ¡Era fácil, tortuga! ¿Te acordas del día que me seguiste y me viste compartiendo un baño en un bar
conFranka? Ese día empezaste a tomar conciencia de mí. En realidad, en aquel baño estábamos los dos
con ella. Vos con tu cuerpo, y yo con mi espíritu.

En efecto, Franka, con quien estaba manteniendo una relación pseudo amorosa era con Salvador,
aunque ella ya sabía que dentro de él habitaba Juan Cruz.

-Vos me estás queriendo volver loco. ¡Vos existís! - afirmó Salvador-. Si Cielo te vio, bailaste con ella,
se conocen.

-No, Salvador- dijo sonriendo Juan Cruz-. Ella te vio siempre a vos, a tu cuerpo, con vos bailó, con vos
habló.

- ¿Qué queres conmigo? - preguntó finalmente, abatido, Salvador.

-Tenes dos opciones: colaborar conmigo y ayudarme a quebrar definitivamente a Thiago, así podría
abandonar tu cuerpo y tomar el de él; o podés seguir rechazándome, y morir.

Un silencio espeso recorría la sala de ensayos. Cielo y los chicos estaban muy pensativos con lo que
acababan de descubrir. No tenían certeza en que cuerpo estaba Juan Cruz, pero ya habían descifrado el
misterio de su existencia.

-Esta guerra se libra en nuestras almas, chicos- les dijo Cielo-. Él puede meterse en cualquiera de
nosotros, por eso es El hombre de las mil caras.
Salvador subió a ese ascensor que tantas veces había utilizado durante siete años, sin tener conciencia
de lo que hacía. Siguió mirándose en el espejo, y vio cómo se amalgamaba Juan Cruz con el mismo. Se
vio vestido con el traje italiano negro y elegante, y su piel cetrina y enfermiza. Ya no veía a Juan Cruz
como un otro, sino que ya era parte de sus pensamientos:

-"El monstruo que tanto busque afuera estaba en mí. Con nuestros ojos podemos ver todo, salvo a
nosotros mismos. Para eso, necesitamos un espejo. Hace falta mucho coraje para mirarse al espejo y
aceptar lo que vemos. Porque nos guste o no, es lo que somos".

Salvador, o Juan Cruz, ya estaba en la calle, se colocó sus anteojos oscuros de sol, y se perdió caminando
lentamente por un boulevard.
Bitácora de Bruno Bedoya Agüero.
Fecha terrenal: agosto de 2030.

Me llevó un buen tiempo- si tal cosa existía ya para mí- asimilar la idea de abandonar mi vida mundana
para entregarme a la existencia eterna. El anciano prunio me aseguró que, si yo no aceptaba mi misión,
podía volver a mi vida de antes, que mis padres verían mi despertar del coma y todo seguiría como
siempre hasta el final de mi vida terrenal. Sin embargo, la solidaridad y valentía que me habían
enseñado mis propios padres, a los que no quería lastimar, me impulsaban a aceptar mi misión.

Lo que me decidió a hacerlo fue tomar conciencia de todos los seres oscuros que lucharían por
apoderarse de Eudamon a lo largo de la historia, los millones de "Juan Cruz" que, como el en algún
momento había acosado a mis padres, lo harían con otros, en otros lugares y otros tiempos. La mía es
una lucha sin final contra los "Juan Cruz".

Antes de iniciarme en mi misión, se me dio la chance de despedirme de mis padres. Regresé al año 2030,
donde Mar y el Pela seguían velando por mi cuerpo inerte. Aún recuerdo sus ojos emocionados al verme
aparecer junto a ellos. Sin embargo, ya estaban acostumbrados a estos misterios y no hicieron falta
muchas explicaciones. Les Conte todo el viaje que había realizado mientras mi cuerpo permanecía en
coma, y la importante misión que, al fin, me había sido revelada. Ellos lo habían sabido desde antes de
mi nacimiento: su hijo era especial y estaba destinado a algo grande. Pero jamás imaginaron que para
eso deberían soltarme.

Los tres permanecimos unidos durante unos cuantos minutos: ellos aceptando la idea de soltarme, y yo,
la de soltar toda mi vida mundana. El consuelo era que, siendo inmortal, estaría junto a ellos el resto de
sus vidas, aunque de otra forma.

Finalmente, mi alma y mi cuerpo volvieron a unificarse, y partí otra vez hacia mi viaje por el tiempo, sin
límite.

Esta bitácora continuará...


¿Lobo está?
- ¿Y Salvador? - preguntó Franka.

Estaban en el loft, y a quien tenía enfrente era al agonizante Salvador, sin embargo, no se refería a él.

-Está encerrado en un recoveco de mi psiquis- explicó Juan Cruz en el cuerpo del otro-, está dormido.
Ahora mando yo.

- ¿Qué pasa si se despierta?

-No se va a despertar.

-Hay algo que no entiendo- dijo ella-. Si el escudo protector del hogar te repele, ¿cómo haces para
entrar cuando entra Salvador?

-Entra su cuerpo, nada más. Yo quedo afuera. Para que pueda entrar, necesitamos romper ese escudo.

- ¿Y cómo?

-La protección del portal en una mesa de cuatro patas. Bauer, Cielo, la unión de los chicos, y el portal
mismo. Sin Bauer, están débiles, pero en pie. Si les sacamos una pata más, la mesa se derrumba. Y para
eso, la mejor arma, será el miedo- dijo y se incorporó.

Si bien Juan Cruz era muy poderoso, y todas sus habilidades adquiridas en Eudamon permanecían
intactas, e incluso potenciadas, el cuerpo en el que habitaba estaba en sus últimos días, enfermo, débil,
apagándose. A Franka a veces le resultaba muy paradójico el hecho de estar frente a un moribundo que
era en realidad el ser más poderoso que había conocido en su vida. Juan Cruz avanzó arrastrando las
piernas y algo tembloroso hasta la heladera, mientras siguió hablando.

-Es tiempo de volver al embarazo de Cielo. Ese bebé no tiene que nacer.

-Su embarazo está muy avanzado, casi veinte semanas, va a ser muy difícil ya.

-Ese bebé no puede nacer- le dijo él, volviéndose, con una voz grave y siniestra.

Sacó una jarra de agua de la heladera, pero el cuerpo débil de Salvador tuvo un vahído. Franka se
alarmó y corrió a sostenerlo.

-Salvador está muy mal. ¿Cuánto tiempo más va a aguantar?

-Muy poco- dijo Juan Cruz recuperando el aire-, por eso hay que preparar a Thiago para la transferencia.

-Cuando estés en el cuerpo de Thiago vas a ser un adolescente- dijo Franka, y sonrió-. Va a ser raro.

-Cuando entiendas que el alma es inmortal, vas a comprender que la edad del cuerpo importa poco.
Ocupate de Thiago ahora. Y recorda: miedo, terror, pánico. Alguien asustado es muy fácil de manipular.
Juan Cruz ignoraba que los chicos habían llegado a descifrar el misterio de su identidad, pero esta
revelación, que en principio les dio ánimos, poco a poco los fue asustando, pues se enfrentaban a un
enemigo casi imposible de detectar. Cielo seguía reunida con los chicos en la sala de ensayos, y todos
estaban abrumados por el descubrimiento.

-Lo repito para ver si entendí bien...- dijo Tacho-. ¿El alma de Juan Cruz vive en el cuerpo de alguien que
ni siquiera lo sabe?

-Si, Tacho, creo que es así.

- ¿Y es posible que se haya metido en alguno de nosotros? - pregunto Jazmín, asustada.

No lo dijo, pero todos pensaron que era así, el elegido había sido Thiago. El también lo pensó, claro, y
hundió su cabeza entre sus manos.

-No lo creo- dijo Cielo-. Porque pienso que Juan Cruz no puede entrar acá.

- ¿Y por qué piensa eso, capitana? - preguntó Justina entrando, pálida. Fue evidente que había
estado escuchando todo, pero a nadie le importó.

-Porque si así fuera ya lo hubiera hecho- dijo Cielo, pero al notar que Thiago estaba perturbado, y los
demás recelosos, fue más allá-. No creo que este en Thiago, chicos, si es lo que están pensando. Es
imposible. A él solamente intenta manipularlo, hablando en su cabeza, como lo hace con Salvador.

A Cielo no se le pasó por alto la posibilidad de que Salvador fuera ese huésped en el que habitaba el
alma de Juan Cruz, sin embargo, consideró que eso era tan probable como que estuviera en cualquier
otro. Ignoraban entonces que el cuerpo tomado por ese espíritu comenzaba a enfermar, y sin ese dato
no podían concluir que se trataba del pobre Salvador. Pero justamente, esa incertidumbre era lo que les
causaba miedo: el monstruo podía estar escondido en cualquier lado, podía ser cualquiera, el menos
pensado, alguien que ya conocían, o un desconocido. La paranoia comenzó a crecer en ellos porque
todos se volvieron una amenaza.

-Nosotros tenemos una sola defensa contra él- explicó Cielo cuando vio la inquietud creciente en los
chicos-. Estar juntos, unidos. Todo el amor que nos tenemos, la felicidad de estar juntos, eso nos hace
fuertes. Cuando bailamos, cuando cantamos, cuando somos felices, somos fuertes.

Pero de pronto Thiago, que había permanecido callado, estalló en un grito.

- ¿Vos me estas cargando? ¿Vos queres que cantemos y bailemos como idiotas mientras un
enfermo intenta destruirnos?

-Para, fratacho- le dijo Mar-. No te la agarres con Cielo.

- ¿Vos no entendes nada? - gritó él, ofuscado-. ¡Juan Cruz puede estar en cualquiera de nosotros!

-La capitana dijo que acá no nos puede hacer nada- dijo Tina sin estar muy convencida de eso.
- ¿Y lo que me hace a mí? ¿Qué pasa si un día despierto y veo que los mate a todos?

Todos saltaron a decirle que eso no iba a ocurrir, pero en verdad, nadie podía estar seguro. Como había
previsto Juan Cruz, el miedo comenzaba a esparcirse entre ellos como un gas invisible. En ese momento
empezó a oírse una canción proveniente de alguno de los cuartos.

No te vayas lejos, no te quedes solo

Si buscas afuera, encontras al lobo.

Siempre está esperando que te invada el miedo

Siempre está buscando que te quedes ciego.

¡¡En el cuarto de las chicas estaban los Man!! escuchando el demo de una canción que había acercado
Nacho, supuestamente de su autoría. Todos estaban admirados de la creatividad del cachetón, de lo que
no había habido muestras hasta entonces. Pero por alguna razón, Nacho no quería que la escucharan allí.

-No, no apaguen- dijo.

- ¿Pero por qué? Deja escuchar...- le pidió Valeria apartándolo.Si te quedas quieto y lo aceptas todo

Nada hay más oscuro que el odio del lobo.

Busca entre tus grietas y te llega hondo

Te deja una herida y tocas el fondo.

Nacho insistió en detener el demo, nervioso.

-¿Pero qué te pasa?- le preguntó Tefi.

-No quiero que la escuchen los Teens- argumento él, pero siguieron escuchándola.

Y entonces te ataca, y entonces te atrapa

Y después te asusta, y al final te mata.

El lobo esta aquí, acechando.

El lobo esta aquí, matando.

El lobo esta aquí, esperando.

¿Lobo esta?

En la sala de ensayos la música se oía algo lejana, y los Teens, menos Thiago, le prestaron atención.
-Son los Man!!- dijo Tacho-. Están ensayando para la final de la Bestia Pop.

-Y ustedes deberían hacer lo mismo- quiso animarlos Cielo-. Me imagino que querrán ganar ese
concurso.

- ¿Vos de verdad pensas que nos vamos a poner a bailar como tarados, Cielo? - continuó iracundo, Thiago.

-Lo que quiere decir la capitana- tercio Tina- es que juguemos en el bosque mientras el lobo no está, ¿no?

- ¡Pero está! ¡Está! - gritó él-. Puede estar en cualquier lado, y estamos indefensos, sobre todo ahora
que no está Nico.

-Vayan a ensayar y ocupense de sus cosas- ordenó Cielo.

-Estoy harto de que nos quieras hacer creer que vivimos en un cuento de hadas- redobló él la apuesta-.
¡Estamos en el medio de una guerra!

-Rama...- dijo Cielo-, ¿ya tiene la canción elegida para el final?

-Estamos en eso- contestó Rama-. Íbamos a ensayar hoy.

-Yo los ayudo- propuso Tina.

-Si, la verdad nos falta una bocha- concordó Tacho.

Viendo que todos iban aceptando la propuesta de Cielo, Thiago se puso de pie, irritado.

-Si quieren bailar y cantar, háganlo. Yo voy a cuidar de verdad a la gente que quiero- dijo, y se fue dando
un portazo.

Atraídos por los gritos de Thiago, asomaron los chiquitos, algo asustados, captando la tensión. Luz
preguntó, temerosa que sucedía.

-Nada, nada...- dijo Tina-. ¿Vamos al jardín al lugar? ¿Jugamos a "Lobo está”? - y se miró con Cielo-.
O bueno, no, a otra cosa. Vamos, vamos.

Justina se fue con los más chiquitos, y Cielo les pidió al resto que intentaran seguir con sus vidas
normalmente; ella se ocuparía de contener a Thiago.

Sin resignarse a su derrota, esa noche Bartolomé regresó a la mansión con un nuevo intento de sabotaje.
Se coló por los pasillos del sótano, cortó la luz, e intentó poner una bomba que terminó explotándole en
las manos, sin producir consecuencias graves, ya que la pólvora del artefacto estaba húmeda,
afortunadamente para él. Pero Justina lo detectó y volvió a reprocharle que persistiera con ese vicio de
ser villano, y estaban discutiendo esos asuntos, cuando fueron descubiertos por Thiago y Mar, quien no
solo descubrieron a Barto en sus andanzas, sino que finalmente descubrieron también que Felicitas, una
vez más, era Justina. Los dos jóvenes se enfurecieron, pero sobre todo Thiago con su padre, quien aún,
no dispuesto a rendirse ante el fracaso, sacó un arma.
-Señor, por favor, baje eso- suplicó Justina.

-Vos callate, traidora- le ordenó, y miró a Thiago-. Dale, llora hijo... llora por este monstruo que no
termina de morir.

-No voy a llorar por vos.

-Mira, hijito... de crianza, aclaró, para que no te ofendas, ahora que ya lo sabes.

-No te quiero escuchar. Vos ya sabes lo que tenes que hacer. Y vos también- le dijo Thiago a Tina, tras lo
cual quiso irse.

- ¿Qué tengo que hacer? - lo provocó Bartolomé-. ¿Convertirme en una mariposa technicolor como Tini?
¿Bailotear como un tarupido? ¡Dejame de escorchar! Triste, triste y patética vida tienen ustedes.

Entonces Thiago, que estaba muy nervioso por todo lo que estaba ocurriendo, comenzó a descargarse
con Bartolomé, escupiéndole todo el odio y dolor acumulado durante tanto tiempo.

-Antes me preguntaba por qué eras así, pero ahora lo entiendo. Sos un resentido, que viviste toda tu
vida sin nadie que te quisiera. No te quiso ni tu viejo ni tu mujer, ni siquiera yo.

-Si no me quisieras, no me hubieras pagado el tratamiento mientras estuve en coma. ¿No te parece?

-Lo hice por lástima. Pero bueno, ya ni eso siento por vos. Igual no tenes la culpa, sos esta bosta porque
nadie te quiso ni te quiere, ni te va a querer. Si queres hacer algo bueno con ese revolver, usalo contra
vos- dijo, y se fue; lo dejo solo y se llevó a Mar.

Ninguno de los dos vio el quiebre que tuvo Bartolomé, las palabras de su hijo habían calado ondo en su
corazón. Justina, como siempre, se apiado de él y le recomendó que se entregara a las mieles agridulces
de la redención, el único camino posible.

-Estoy un poco cansado, che- reconoció el al final, y Justina supo que Bartolomé se entregaría.

Sin embargo, las cosas estaban lejos de arreglarse, ya que además de la tensión que les había producido
la incertidumbre sobre Juan Cruz, haber descubierto que Justina seguía entre ellos, y que Cielo la había
cubierto, generó más bronca y miedo en los chicos. Thiago sintió que estaban todos al cuidado de
alguien que al menos pecaba de inocente, y tuvo un fuerte encontronazo con Cielo, a la que acusó de
irresponsable por ponerlos a todos en peligro. Justina intentó defenderla, pero el resto de los chicos
también se sumó a la postura de Thiago, ya que nadie quería a Justina allí; todos empezaban a temer
que Cielo no fuera idónea para protegerlos. Estaban en la sala de ensayos, y para empeorar las cosas
seguían sin luz por el cortocircuito que había provocado Bartolomé, y como suele suceder, en la
oscuridad se potencian los miedos. Se superponían los gritos y acusaciones, Thiago injuriaba a Cielo, los
chicos discutían entre si e insultaban a Justina, quien, llorando, ofrecía entregarse a la policía, pero Cielo
persistía en que el ama de llaves no iría a ningún lado.
Mientras el miedo y el caos se apoderaban de todos, Juan Cruz, siempre acechando, percibía la fisura: el
escudo protector del hogar se debilitaba, el miedo estaba haciendo su trabajo. Y era esto lo que Cielo
comprendía mejor que nadie, pues, aunque la vieran temeraria, inocente o irresponsable, ella sabía que
la mejor defensa que tenían era la armonía y la unidad, el amor y la alegría, y por esa razón, mientras
seguían los gritos y discusiones, ella buscó pilas y las colocó en un equipo de música.

- ¿Qué vas a hacer? - le gritó Thiago-. ¿Vas a poner música? ¿Nos vas a querer hacer bailar?
¡Reacciona,Cielo!

Pero ella ya había decidido no contestarle más, en cambio, encendió el equipo y buscó un CD, siempre
en silencio, y lo colocó. Comenzó a sonar un tema muy festivo, bailable, y para el desconcierto de todos,
comenzó a bailar, en la oscuridad, agarrando a los chiquitos y a las chicas, incitándolos a bailar. Algunos
se miraban con desconcierto, Thiago se enojó aún más, pero Cielo, ignorándolo tomó al ama de llaves
redimida, y la hizo bailar. Thiago, ofuscado, la increpaba a los gritos, y por como respuesta, ella solo
cantaba. Algunos empezaron a plegarse al baile de Cielo.

- ¿Qué hacen, idiotas? - se enfureció Thiago.

-Vamos, ¡pogo!- arengó Cielo.

- ¡Era Justina y no dijiste nada! - le reprochó Lleca a Cielo-. Hay que llamar a la yuta.

-Si, eso, llamen, me rrrrindo- dijo Justina entre lágrimas.

-La policía, después, ¡ahora bailen! - insistió Cielo, siempre danzando.

Entonces, Thiago, lleno de ira apagó el equipo, se hizo un silencio, y volvió a increpar e injuriar a Cielo, y
ahora sí, ella encaró a Thiago, no enojada, pero firme y determinada.

-Si, Thiago, quiero que bailen y canten como idiotas, quiero alegría, quiero fiesta, quiero pogo, ¡y quiero
que la termines! Estamos en peligro, si, ya lo sé. ¿Pero qué queres hacer? ¿Te pensas que ganas algo
cerrando las puertas con llave? ¿Queres poner rejas? ¿Queres que compremos armas? ¿Qué queres?

-Que reacciones- dijo él.

-Estoy reaccionando. Esto es lo que tenemos que hacer. Ser quienes somos. Hacer lo que hacemos.

-Y mientras tanto que Juan Cruz se prepare para destruirnos, ¿no?

-Si, que haga lo que quiera- insistió ella, firme-. El lobo siempre está, chicos.

-Y vos crees de verdad que juguemos en el bosque mientras el lobo no está... pero se está preparando, y
va a venir.

- ¿Y qué vamos a hacer? ¿Estas agazapados, tiritando de miedo, esperando a que llegue? ¿Ustedes
confían en mí?
-No es que no confiemos- dijo Mar, más diplomática que Thiago-, pero haces cosas medio raras, Cielo.

- ¿Confían en mí, si o no?

-Si- respondieron todos.

-Bien. Lo que hay que hacer entonces, es... bailar.

- ¡Cielo! - volvió a ofuscarse Thiago.

- ¡Si, Thiago! Si tarde o temprano el lobo va a venir, si no se puede evitar... entonces lo mejor es
olvidarse del lobo. Y cuando tenga que venir, que nos encuentre bailando. Y así, bailando y
divirtiéndonos, darle pelea.

Volvió a encender el equipo, y arengó a todos para bailar, pero esta vez su carisma no fue efectivo; el
miedo era más fuerte; la respiración agitada del lobo los inquietaba a todos. No solo nadie bailó, sino
que siguieron gritando, discutiendo e insultándose. Ella, angustiada e impotente, tomó el equipo de
música y salió del lugar, se sentó en un rincón oscuro del pasillo y comenzó a llorar. Y como tantas otras
veces, afuera estalló una tormenta.
¿Dónde está el amor?
Franka terminó de colocar un catéter en el brazo de Salvador para practicarle una nueva transfusión de
sangre, eso le daba un alivio momentáneo. Mientras lo hacía, Juan Cruz estaba con sus ojos cerrados,
concentrado.

- ¿En qué pensas?- preguntó ella.

-No pienso yo- sonrío-. Hago que ellos piensen.

- ¿Podes lograr eso?

-Lo hago todo el tiempo. Me meto en sus cabezas y los hago pensar en lo que quiero, sobre todo cuando
están enfrentados y disgregados como ahora. Sin embargo, son fuertes. ¿De dónde pensas que viene
ese poder que tienen?

-Si me pongo cursi, te diría que del amor...- arriesgó ella.

- ¿Vos crees que el amor existe? - se interesó Juan Cruz.

Si alguien hubiera escuchado a Salvador hablando así, se hubiera encontrado con un hombre serio,
circunspecto, de mirada profunda y con un discurso cautivante.

-Yo no creo en nada- dijo Franka, manteniendo su personaje de escéptica.

-Si el amor existe, ¿por qué la gente que ama desconfía, se enoja, cela o tiene envidia del ser amado?

Franka terminó de canalizarlo y se sentó a escucharlo, su mirada de la vida y del mundo la subyugaban.

-Los sentimientos surgen de lo que pensamos- continuo él-. El supuesto amor no es más que un puñado
de cosas que pensamos de alguien. Y los pensamientos se pueden cambiar.

- ¿Eso es lo que estás haciendo con ellos?

-Exacto. ¿Dónde está el amor? - interrogó, y ella se encogió de hombros; luego agregó-: ¿En el
corazón,en la mente, en el estómago? Experimentemos, descubramos donde está el amor.

Volvió a cerrar los ojos, y a concentrarse en los chicos de la mansión; podía meterse sutilmente en sus
pensamientos, y seguir enfrentándolos unos a otros. Un relámpago iluminó su rostro pálido por un fugaz
instante.

En el hogar, Cielo seguía llorando en el pasillo, mientras escucha los gritos e insultos cruzados entre los
chicos, también hacia Justina, e incluso hacia ella. Pero de pronto oyó una voz que no era voz, era más
bien un pensamiento. Lo percibió como flotando entre ellos, y enseguida comprendió de que se trataba.
Sin moverse, cerró sus ojos, y considerando que Juan Cruz podía comunicarse telepáticamente, también
podría hacerlo ella, de modo que se concentró, y le dijo, con el pensamiento: "Te escuché, Juan Cruz".
En el loft, él se sobresaltó y abrió los ojos. No estaba acostumbrado a que su peculiar forma de
comunicarse fuera recíproca, podía hablar, pero jamás había escuchado a alguien en su cabeza. Se sintió
extraño, sin embargo, sonrió. A partir de allí comenzó un diálogo silencioso entre ambos. Franka miraba
extrañada a Juan Cruz, que iba cambiando su expresión a medida que se desplegaba la disertación con
Cielo.

"Veo que vas descubriendo nuevas habilidades. Ahora podes hablar sin hablar", le dijo él.

"¿Ese es todo tu poder? ¿Sembrar malos pensamientos, oscuridad y miserias?" le preguntó Cielo.

"¿Y ese es el tuyo? ¿Maquillar con abracitos, bailes y te quieros lo que realmente sienten unos por otros?
Se desprecian, se envidian, se odian", la provocó.

"Ellos se aman", replicó ella.

"Dudo de que el amor exista", expreso él.

"Existe, y te lo puedo demostrar. ¿Apostamos? Si logro demostrarte que el amor existe, vos das la cara",
le propuso ella.

Franka vio que Juan Cruz sonreía.

"Es un trato. Pero ya gané la apuesta, Cielo. ¿O no los escuchas discutir? Ustedes viven en la ilusión del
amor, que es otra cosa", pensó él y Cielo lo oyó.

"El amor existe", insistió ella, buscando otro CD para poner en el estéreo.

"Si existe, es muy débil, lábil, porque con solo estimular pensamientos oscuros, provoque semejante
caos. Escuchalos: se odian", afirmó convencido.

En efecto, junto a Cielo, la discusión crecía; los gritos ya eran rugidos; algunos lloraban, otros se
insultaban. Sin embargo, sin perder la calma ni la sonrisa, ella ignoró los gritos, y puso una canción muy
alegre en el equipo.

"Tengo algo mejor que escuchar. Mejor escucha este", le dijo el con el pensamiento.

Y ella vio, con mucha sorpresa como empezaba a sonar otra canción.

"Ya vas a aprender a hacer ese truco"- bromeo él-. "¿Entendes inglés, ¿verdad? Escucha esa

canción".Se trataba de Where is the love? de Black-Eyed Peas.

"¿Dónde está el amor, Cielo?"

¿Qué es lo que pasa en el mundo?

La gente vive como si no tuviera madre.


El mundo entero es adicto al drama.

Solo se sienten atraídos por traumas.

Thiago le gritaba con toda su furia a Rama, quien insólitamente defendía a Justina, que lloraba. Tacho se
la había agarrado con Luca, que había asomado por los gritos, y también defendía a Justina. Jazmín
lloraba, los chiquitos estaban asustados. Hubo un forcejeo, un empujón. La furia estaba por desatarse. Y
seguían a oscuras. Pero Cielo se alejó, como indiferente a lo que ocurría, fue hasta el living, y comenzó a
subir las escaleras, mientras seguía oyendo a Juan Cruz.

"¿Dónde está el amor, mi reina?", la provoco él.

Si solo amas a los de tu raza

Das lugar a la discriminación

Y discriminar, solo genera odio.

Cielo avanzó por el pasillo de la planta alta hasta el altillo, allí recogió un sobre blanco y grande, y luego
fue hasta el cuarto de Malvina e ingresó. Ella dormía.

- ¿Qué pasa, Sky? ¿Qué son esos gritos?

Tan fuertes eran que se oían hasta allí arriba.

-Vine a pedirte algo- le dijo Cielo.

Pero Juan Cruz le seguía hablando a través de la mente: "¿Estas escuchando la canción? Mira que linda
foto de tu mundo feliz...

Gente matando, gente muriendo.

Niños heridos a los que escuchas llorar.

¿Podes poner en práctica lo que predicas?

¿Pondrías la otra mejilla?

¿Dónde está el amor?

"Acá está el amor", le respondió Cielo con su pensamiento.

Estaba bajando las escaleras, llevando a Esperanza en sus brazos. Malvina la seguía, intrigada.

"¿Un bebe es el amor?", se burló Juan Cruz. "¡Qué lugar común! ¿Qué queres hacer, un poster?"

"Lugar común o verdad universal", respondió ella en su interior. "Pero el amor está acá, en nosotros. En
la esperanza de que ese amor exista".
Y se dirigió con la beba hacia la sala de ensayos. En ese momento, regresó la luz, y todos se quedaron
tranquilos al ver a la beba y depusieron un poco su actitud, para no asustarla. Pero Cielo avanzó entre
ellos, y le pasó la beba a Thiago, quien, al tomarla en sus brazos, de inmediato empezó a calmarse.

- ¿Qué pasa, Cielo? - preguntó Mar.

-Nada más quería presentarles a alguien y para eso teníamos que estar todos.

- ¿Qué? ¿A quién? Estoy re intrigada, Sky- dijo Malvina.

Entonces Cielo abrió el sobre que había traído, y sacó las fotos de una ecografía 3D que le habían hecho.

- ¿Y eso? - dijo Tacho.

-Ella es Paz, mi hija, y de Nico.

Todos se enternecieron ante eso, y empezaron a acercarse a mirar las fotos. Malvina se emocionó y le
habló a Esperanza, que seguía en los brazos de Thiago.

-Hopy, ¡mira! Es tu little sister. ¡Se va a llamar Peace!

Todos empezaron a hacer comentarios. La ira había pasado, ahora se miraban casi con vergüenza por lo
que acababan de hacer, pero Cielo ni eso les permitió sentir. Volvió a poner música, ya no los hizo bailar,
no era necesario. Y mientras todos hablaban de Paz, la nueva integrante de la familia que estaba en
camino, ella volvió a hablarle a Juan Cruz, con su pensamiento: "El amor existe cuando logramos acallar
tu voz, esos pensamientos destructivos que todos llevamos dentro. Desconfianza, envidia, resentimiento,
todas esas voces injuriantes con las que nos atacas... Todos se acallan cuando entra la Esperanza".

Espero una respuesta, pero él callaba.

"Vos me preguntaste donde está el amor, ¿no? Está en nosotros, en lo más profundo. Porque cuando
logramos acallarte, solo queda eso: esperanza y paz. Y por supuesto, amor".

Cielo se despertó muy temprano a la mañana siguiente. Mientras aun todos dormían, y la tormenta ya
había pasado, salió a la calle: amaba respirar el aire fresco tras la lluvia. Se sentó de cara al sol, y cerró
sus ojos, y en ese momento oyó una voz en su mente, que no la sorprendió. Era la voz de Juan Cruz:
"Ganaste, parece. Me demostraste que el amor existe y donde está. Soy un hombre de palabra, vas a
verme la cara".

Cielo entonces giró, y no había nadie. Comenzó a caminar por el frente de la mansión, hasta que de
pronto sintió una presencia. Volteó a mirar y quedó muy impactada cuando vio frente a ella a Salvador.
La botella rota
-Acá estoy. Acá me tenes. Esta es mi cara, ¿te gusta?

-Es una linda cara- sonrió Cielo, escéptica.

Parado con sus manos en los bolsillos, Salvador le sonreía, pero de pronto Cielo vio que a quien tenía
realmente frente a si era a Juan Cruz, el de la foto, el que Salvador había conocido como Serafín, en su
elegante traje italiano.

- ¿Y esta cara? ¿Te gusta? Bien cara de villano, elegante, frío- la desafió.

-Ese fuiste vos, ya no lo sos- le dijo Cielo.

- ¿Y está? - ahora frente a ella estaba Thiago-. Una cara de nene bueno, un inocente.

-Te gustaría, pero no- replicó Cielo.

Entonces frente a ella apareció Justina, con su rostro más malvado.

- ¿Y esta cara que trataste de cambiar sin mucha suerrrte? Podría ser...- dijo, y luego agregó con la voz
de Felicitas-: ¿No que ssssi? O también esta cara, Sky, la de alguien que quiere venganza- dijo bajo el
rostro de Barto, y siguió-: O esta cara también podría ser, ¿quién sospecharía de la bólida? - dijo como si
fuera Malvina.

Cielo se mantenía serena ante esa ilusión óptica que le estaba generando Juan Cruz, pero sintió un
verdadero escozor cuando se vio a si misma frente a ella, con una expresión siniestra.

-O podría ser esta linda carita, ¿no? Podría ser todas o ninguna. Por algo me llaman "El hombre de las
mil caras". ¿Cuál será, ¿no?

La habilidad de generar una ilusión en los demás era algo que Cielo aún no podía hacer, sin embargo,
entendía cómo funcionaba. Juan Cruz estaría cerca, haciéndole ver lo que deseaba que viera, pero
también sabía que sus trucos se alimentaban del miedo y por eso permaneció en calma. No era inocente
que él hubiera comenzado por mostrarle la cara de Salvador. Por un lado, había cumplido su palabra y se
había revelado, pero por el otro, empezando por él, haría que Cielo lo descartara de inmediato.

-Muy lindo el truco, pero sos un cobarde- le dijo Cielo-. Un simple imitador. Nada más que una mala
copia, pero yo voy a terminar con vos.

-Cuando quieras- le dijo Juan Cruz con el rostro de una Cielo siniestra.

Aunque los chicos decidieron confiar en Cielo y sus razones, persistía la desconfianza, y precisamente
una crisis sobre ese tema estaba desatándose entre Tacho y Jazmín. Si bien estaban juntos, él se sentía
permanentemente intranquilo con ella. La acusaba de histérica, y en parte Jazmín lo era, en el sentido
de querer gustarles a todos los hombres. El amor idealizado que tenía Jazmín por el Ángel Rojo era un
gran conflicto para Tacho, y nadie lo podía entender. Cuando el rubio le confesó a Rama que quería
cortar con Jazmín y que esa era una de las razones, a su amigo le pareció un desatino, Jazmín, que había
estado escuchando la conversación, lo increpó.

- ¿Vos queres dejarme?

-Lo que digo es que con vos es pan para hoy y hambre para mañana- dijo él.

- ¿De que estas hablando? - se ofendió ella.

-De que estoy harto de vivir esperando el garrotazo. Todo el tiempo pienso que en cualquier momento
te vas a enamorar de otro que sea más alto, más grande, más lindo... más "el hombre de tus sueños".

- ¿Todo esto es por lo del verano? - dijo ella-. ¿Todavía con eso?

En ese momento, Rama, Caridad, Vale, Lleca y Tefi estaban escuchando la discusión tras la puerta del
baño y se preguntaron:

- ¿Qué es lo del verano? ¿Qué paso el verano?

Rama y Tefi recordaron que durante el campamento en la playa, Tacho y Jazmín se habían separado de
golpe, sin dar ninguno de los dos explicaciones de lo sucedido. Ahora estaban hablando de eso y nadie
quiso perderse la revelación de ese misterio.

- ¿Todo esto es por la botella rota? - insistió Jazmín.

-Si, es por eso. Así que mejor, telón- dijo Tacho, y se retiró.

Los que estaban espiando se quedaron más intrigados aún, y acudieron de inmediato a Jazmín, para que
les aclarara el misterio de la botella rota, pero ella se negó.

Thiago seguía inquieto y molesto, sobre todo luego de haberse enterado de que era Tina la que estaba
entre ellos y que Cielo la había cubierto, y aunque ella le aseguró de que Felicitas estaba cumpliendo
condena por decisión propia y en un lugar ameno, a él le pareció muy injusto. Justina, que tenía un
especial afecto por él, intentó acercarse cuando estaba al colegio con Mar, y los interceptó en la
plazoleta, frente al hogar.

-Solo quería decirles que el señor Bartolomé se entregó.

-Mira que bien- dijo Thiago, cortante-. Podrías imitarlo, ¿no?

-Si, claro. Eventualmente lo voy a hacerrrr. Cielo habló con el abogado, van a ponerlo en el mismo lugar
donde está mi prima, es un lugarrrr bastante lindo, una especia de granja de rehabilitación, y...

- ¿No quieren darle un premio también?

-Yo entiendo cómo te sentís, Thiaguito, pero...- dijo Tina.


-No, ¡no entendes nada!- dijo él.

-La verdad, Justina- concordó Mar-, es horrible saber que vos estas riéndote de nosotros hace ya tanto
tiempo...

Justina reconoció que cuando llegó al hogar era tan mala como siempre, y además esa última vez llegó
dominada por la Corporación CC, pero les aseguro que el cambio que había experimentado era sincero.

-Me fui dando cuenta de que amarlos me hacía mucho más feliz que odiarlos- confesó, con lágrimas en
los ojos-. Ustedes hicieron este milagro. Ustedes y Cielo, con la chance que me dio.

-Yo no me puedo olvidar de quien sos vos- le dijo Mar.

- ¡Y no te olvides! Porque yo no me olvido de quien fui. Ver el odio y el miedo que me tienen me lo
recuerda. Yo voy a ser feliz el día en que vea amor por mí en sus ojitos.

-No sé, es muy raro esto- dijo Thiago-. Yo te miro y te quiero, pero porque para mí sos Feli.

-Y es lógico- reconoció Justina-. Pero yo no me rrresigno, y sueño con que algún día me puedan
quererrrr a mí, a Justina Medarda Garrrrrcia, tanto como a ella.

Aunque había fingido desinterés, esa tarde Thiago fue hasta el lugar donde estaba detenida Feli para
hablar con Bartolomé. Como había afirmado Justina, era más bien una granja de rehabilitación y no una
prisión. Los encontró juntos en el jardín, mientras Felicitas intentaba animarlo a jugar al chinchón.

- ¿Jugamos? ¡Dele que sssssi! Usted va a costar más que Tinitisssss, pero lo vamos a apastelar ya verá,
¿no que sssi?

-¡Que copia trucha de Justin que sos, botarate!

En ese momento ambos divisaron a Thiago, y Feli empezó a fingir que era Tina, pero el joven le dijo que
ya sabía todo. Manifestó su desacuerdo con que cumpliera condena en su lugar, pero Felicitas le explicó
sus razones, que eran las mismas de Cielo: ayudar en el proceso de redención de Tina. Tras unos
minutos, Feli los dejo para que padre e hijo hablaran a solas. Thiago había ido con la intención de cerrar
internamente los asuntos pendientes con él, pero se encontró con un Bartolomé quebrado, y más
propenso a hablar. Thiago le contó que había reaparecido Ornella en su vida y la versión que ella le
había dado de los hechos. Bartolomé no lo negó, pero le agregó otra información que cambio bastante
la mirada de Thiago.

-No te mandé a Londres para separarte de tu mamá. O no solo por eso, digamos que, de paso, cañazo,
te alejé de la zanguanga que me hizo corneta. La verdad es que te saqué del país para alejarte de ese
loco de tu verdadero padre. Hace años que sé quién es: un lunático, ¡estaba obsesionado con vos!

Thiago quedó muy impactado al enterarse de que no era la primera vez que Juan Cruz intentaba
acercarse a él, y le creyó cuando Bartolomé le aseguró que no era un padre que quería simplemente
conocer a su hijo.
-No. Era un demente que te quería para otra cosa. Vos, Thiaguito...- dijo Barto con sinceridad- fuiste lo
único que quise en mi vida. Se que no te quise del todo bien, pero sí de la mejor manera que pude. Pero
vos, por suerte, no saliste a tu papá. Ni a mí ni al otro. Vos sos distinto.

-Algo tenes vos que ver, supongo- dijo Thiago con sus ojos bañados en lágrimas.

-Yo nunca fui un buen hombre, hijo. Ni la falsa Justina que esta acá, ni Sky, ni ese reloj de porquería me
van a poder cambiar. Pero algo bueno hice: quererte a vos.

-Yo no puedo odiarte- confesó Thiago llorando.

-Deberías, Thiaguito. Así tal vez me olvides.

Jazmín utilizó toda su seducción para aflojar el repentino distanciamiento que quiso imponerle Tacho. Se
hizo dos trencitas, se vistió con un jumper, interpretando a una nena, y con los ojitos dulces, que eran su
mejor arma, intentó abordarlo, haciéndole una coreografía de Chiquititas, para divertirlo y seducirlo,
pero él seguía impenetrable. Entonces ella se enojó y le reprochó que le parecía una pendejada que el
cortara por una tontería que había ocurrido muchos meses antes. De todos modos, el siguió de largo y
se fue al colegio. Rama, Vale, Lleca, y Tefi, cada vez más intrigados, volvieron a abordarla.

- ¿Qué paso en el verano? ¿Qué es eso de la botella rota?

Y esta vez Jazmín se decidió a compartirlo. Conto que el ultimo día del año anterior, cuando estaban en
la playa, Tacho le había propuesto escribir tres deseos, guardarlos en una botella, y arrojarla al mar
durante la noche, cuando comenzara el año nuevo. A ella le había parecido una idea divertida, y lo
hicieron. Colocaron papelitos con los deseos, sellaron la botella, y esperaron a la noche para arrojarla.
Sin embargo, Tacho tenía mucha intriga por leer que había escrito ella, pero a instancias de Rama,
desistió de hacerlo. Dejo la botella sobre la mesa de luz y salió, pero como había quedado mal apoyada,
cayó al piso y se rompió. Antes de colocar los papeles en otra botella, Tacho no pudo con la curiosidad y
leyó los deseos de Jazmín.

- ¿Y qué habías escrito? - le preguntó Rama.Ella recordó sus deseos, y se angustió:

-Que Nico encuentre a Cris y a Malvina, que Cielo vuelva y encontrar al hombre de mis sueños.

- ¿Eso pusiste, gata? - se sorprendió Valeria-. ¿Y estabas de novia con él? ¡Yo te mato!

-Fue una pendejada- reconoció ella-. Pero ya está, no sé porque le agarro eso otra vez ahora.

- ¿Me dejan con ella? - dijo Tacho, que había regresado-. Y no se queden escuchando en el baño,
por favor.

Todos salieron y Jazmín se sentó junto a él, angustiada.


-Bonito, de verdad no me podes castigar toda la vida por eso. Fue una pendejada, pero ya crecí, y ahora
sé que vos sos el hombre de mi vida.

-Puede ser que ahora creas eso, pero por ahí, después, "te das cuenta" de que no era así. No leí nada
nuevo ese día, yo ya lo sabía.

- ¿Qué sabias?

-Que nunca te ibas a conformar conmigo. Primero no me dabas bola porque yo no era gitano. Después
me humillaste con Nacho porque como tenía guita, pensabas que te podía dar "eso" que vos buscabas.
Después fue con Matt, porque creías que un tipo más grande era lo que necesitabas. Incluso el Ángel
Rojo es más que yo. ¡Nadie está a tu altura! Estás conmigo, pero siempre estas esperando al "hombre de
tus sueños". Pero ese hombre es como el Ángel Rojo: no existe.

-Pero bonito...

-Yo no quiero vivir siempre con un nudo en la garganta porque en cualquier momento puede venir la
puñalada. Yo no puedo vivir así- aseguró, y se fue.

Ella comprobó que hablaba en serio y sintió un profundo dolor. Era verdad - debía admitirlo-, en un
lugar de su corazón sentía que Tacho no era suficiente, y aunque lo amaba, seguía buscando a ese
hombre ideal. Pero lo que más le angustiaba era comprobar que con sus vaivenes había roto el corazón
de Tacho, en fragmentos, como aquella botella que había desatado todo. Así como esa botella rota ya
no podía repararse, lo mismo ocurre a veces con un corazón lastimado.

Como bien lo había comprendido Jazmín, hay momentos en que un simple error desata una tragedia
irreparable; lo mismo estaba por comprobar Cielo. Cuando Thiago regreso de visitar a Bartolomé, se
encontró con ella en la plazoleta frente a la mansión. Él le pregunto si había alguna novedad, y Cielo
prefirió omitir por el momento el particular encuentro que había tenido con Juan Cruz. En ese instante
Salvador salió del loft y se acercó a ellos, y Cielo se preocupó por el estado lamentable en el que se lo
veía, sin embargo, el afirmó que se sentía bien.

-Vine a pedirles ayuda. Me compré una computadora, pero no entiendo nada, necesito una mano.

-Yo podría, pero más tarde- dijo Cielo.

-Vamos, yo te ayudo- dijo Thiago, y Salvador sonrió.

Cielo entró al escritorio, y se sentó en el sillón. A pensar. Había algo de su charla con Juan Cruz, y su
encuentro con sus múltiples caras que la inquietaba, aunque no podía discernir que. Apoyó su cabeza
sobre la mesa, abrumada, y al levantarla nuevamente allí estaba Tic Tac, sentado con sus piernas
cruzadas frente a ella.

-Soy el licenciado Temporale si queres. No te veo bien.

-Juan Cruz me tiene mal- explicó ella.


-Bueno, podrías empezar por agradecerme, ¿no? Te di una ayudita, ahora ya sabes cómo es todo el
asunto.

-Si, pero no sé quién es, en que cuerpo está.

-Sabes que yo no puedo soplarte la lección, che... pero vos tenes la "inteligencia"- remarcó- para
descubrirlo sola.

- ¿Y cómo? ¿Agarro el espejo de la caja y persigo a todo el mundo para verlo? Es un ilusionista, Tic Tac, te
hace ver lo que él quiere.

-A veces...- deslizó Tic Tac- la mejor solución es la más simple.

Ella lo miró son entender nada aún.

-Si, pero me mostró mil caras.

-Cierto, pero ¿no te parece que para hacer esa ilusión óptica debería estar cerca?

- ¿El cuerpo donde está alojado? ¿De eso hablas?

-Correcto. La ilusión óptica te la hizo a vos, desde tu punto de vista observaste lo que él quiso. Pero tal
vez, desde otra perspectiva... tal vez se haya visto.

Y Cielo dio un respingo, iluminada.

En el loft, Thiago estaba conectando la computadora para Salvador, mientras este- en realidad Juan
Cruz- lo observaba atentamente. Thiago le había contado sobre su visita a Bartolomé, y él, su otro padre,
se interesó especialmente en eso.

- ¿Pero vos lo sentís como un padre a Bartolomé?

-Cuando era chico, yo quería ser como él, lo amaba- dijo Thiago con melancolía-, pero bueno, después
todo cambió.

- ¿Y Juan Cruz? - preguntó él mismo.

-Ese enfermo...- dijo Thiago-. Me mato si me parezco en algo a él. Esto ya está-dijo por la PC, y vio que
Salvador había preparado una picada con dos cervezas-. Vos no deberías tomar cerveza, ¿no?

-No, pero vos no le vas a contar a nadie, ¿no?

Cielo revisaba con frenética ansiedad las grabaciones de las cámaras de seguridad que Nico había
instalado en la mansión. Era una posibilidad muy concreta. Si bien Juan Cruz había manipulado su
percepción, no podría haberlo hecho con una cámara de seguridad. Encontró en la computadora las
grabaciones de la cámara colocada en el frente, y comenzó a revisarlas. Recorrido la grabación
hasta llegar a la hora en la que había tenido su encuentro.
Thiago aceptó la cerveza y la picada. Juan Cruz propuso un brindis, y ambos bebieron. Salvador apenas
un poco, pero Thiago bebió media botella de dos sorbos. Pocos segundos después, empezó a sentir
cierto sopor.

Finalmente, Cielo llego hasta el momento en que la cámara de seguridad había registrado su encuentro
con Juan Cruz. Se vio a sí misma, parada frente al vacío, hablando al aire, y apenas unos metros más allá,
estaba Salvador, mirándola fijo, sin moverse.

- ¡Salvador! - exclamó Cielo-. ¡Está en El Salvador!

Y de inmediato recordó que Thiago había ido a su casa por pedido suyo, a ayudarlo, y comprendido que
todo había sido una trampa. Corrió desesperada, abrió de un portazo el escritorio, atravesó la sala y
salió al exterior. Dando zancadas corrió como un rayo hasta el loft, y subió los escalones de tres en tres,
abrió la puerta de la casa de Salvador de una patada, y vio la picada y dos botellas de cerveza abiertas,
una a medio beber, y la otra casi intacta. Pero no estaban ni Salvador ni Thiago.
El sonido del silencio
El plan de Juan Cruz resultó tal como lo pensó. El objetivo no era dañar a Thiago, sino todo lo contrario.
El cuerpo de Salvador estaba en sus últimos momentos de vida, y seria imperioso abandonarlo y pasar a
otro, para ello debía oscurecer a Thiago hasta quebrarlo. Lo secuestró no para atacarlo sino para usarlo
de carnada. Lo condujo hasta un galpón, y mando a Franka a dejarse atrapar por Luca.

Cielo regreso al hogar, desesperada, y sin perder el tiempo reunió a todos los chicos para contarles lo
que estaba ocurriendo. Cuando Mar supo que Thiago estaba en peligro, se desesperó y se sintió muy
culpable por haberlo dejado solo. Luca propuso recurrir a Franka o a Charly para averiguar el paradero
del joven, y Cielo, que en otras circunstancias no lo hubiera permitido, esta vez aceptó y los dejo actuar.

Tal como lo había previsto Juan Cruz, Franka se puso al alcance de Luca. Ya en el hogar, cuando
intentaron que dijera lo que sabía, durante un buen rato ella fingió mantenerse inconmovible, para que
fuera creíble lo que confesaría. Luca empezó hablarle acongojado, suplicándole que dejara de responder
a ese ser siniestro, que solo generaba dolor. Y Franka, siguiendo el plan, fingió quebrarse y reveló donde
y con quien estaba Thiago.

Mientras esperaba al rescate, Juan Cruz lo despertó; Thiago, confundido, a quien vio fue a su madre. El
letal hombre de las mil caras le estaba generando una ilusión óptica. Esta vez Ornella había llegado para
revelarle en el cuerpo de quien estaba Juan Cruz: en el de Marianella. Thiago se resistió a creerle, pero
ella siguió hablándole, le aseguraba que ella ya no era su novia y que su cuerpo estaba tomado por ese
ser oscuro. Thiago no estaba en dominio de sus facultades, sino a merced de la manipulación de su
padre. El plan de Juan Cruz era simple: lograr que Thiago matara a Marianella, para así quebrar su
corazón y producir una grieta en su alma por donde colarse. Lo mismo que había hecho en su momento
con Salvador, cuando él ordenó que matara a Laura.

Cielo fue específica: solo ella y Luca irían a rescatar a Thiago. Dio la orden de que encerraran a Mar, que
estaba desgarrada y furiosa. Justina fue la encargada de vigilarla, mientras rezaba las oraciones que
Felicitas le había enseñado, rogando por el niño Thiago. Pero en un momento el ama de llaves recibió un
llamado y se apartó del escritorio donde Mar estaba encerrada, y Franka, aún en la casa, le permitió salir,
Mar, enajenada, corrió hacia el galpón donde tenían a Thiago.

-Mar está yendo para allá- le aviso Franka a Juan Cruz; sin embargo, sus ojos húmedos denotaban que
dudaba del sentido de todo lo que hacía para obedecer a su jefe.

El hombre de las mil caras solo esperó, mientras seguía manipulando a Thiago, que creía estar hablando
con su madre, quien lo instaba a matar a Mar. El plan marchaba a la perfección, salvo por un detalle que
no tenía previsto Juan Cruz.

- ¡Mi purrete no me odia, che! - exclamó Bartolomé en un grito.

El llamado que había recibido Justina era de él, quien estaba emocionado y quería contarle la charla que
había tenido con Thiago esa tarde.
-Me abrazó y todo, Justin. ¡No sabes lo bien que se siente! - exclamó, y como notó que ella lloraba
del otro lado de la línea, le preguntó-: ¿Qué te pasa, zanguanga? ¿Lloras de alegría?

-Mi señor- dijo ella llorando-, Juan Cruz se llevó a Thiaguito.

- ¿Qué? - se puso muy serio de golpe.

-Si, señor, se lo llevó. Cielo fue a buscarlo; lo tienen en un galpón, esa gente es siniestra... No sabemos
que pueden hacerle.

- ¡Con mi purrete, no! - gritó Bartolomé.

Thiago levantó la vista y vio que tenía cerca un revólver. Junto a él estaba Ornella, que ya había logrado
convencerlo de que Juan Cruz estaba con Mar; le había dado cientos de pruebas de ello, y él ya estaba
persuadido. Solo necesitaba el coraje para disparar y terminar de una vez por todas con esa sombra que
los torturaba. Por supuesto, Thiago estaba en trance, era incapaz de resistirse a la terrible influencia de
Juan Cruz.

Y de pronto, todo se volvió un infierno. Miró sus manos: estaba sosteniendo el revólver. La puerta del
galpón se abrió, y entraron Cielo y Luca, agitados. Ellos gritaban, le decían que soltara el arma, pero la
voz suave y persistente de Ornella le decía que a ellos no debía escucharlos. Por detrás de ambos entró
Mar, que lloraba y gritaba. Pero al mirarla, Thiago no vio al amor de su vida, sino al monstruo que
habitaba en ella.

- ¡Es él! – gritó Ornella-. ¡Es Juan Cruz!

¡Disparale!Y Thiago lo hizo.

Pocos segundos después, reaccionó, como despertando de una pesadilla, sin tener una noción clara de
lo que había hecho. Vio a Cielo y a Luca agachados en el piso, tomándose la cabeza, gritando y llorando.
Registró que él también estaba tirado en el piso y con el arma en la mano. Aturdido, se levantó y se
acercó a los otros, y vio a Mar llorando, arrodillada en el piso, que le gritó:

- ¿Qué hiciste?

Tambaleante, se acercó un poco más, y vio boca arriba y con una herida de bala en el pecho a Bartolomé,
que había corrido para salvar a Thiago. Al advertir que dispararía, se cruzó ante Mar para recibir el
disparo.

Hello darkness, my old friend

(Hola oscuridad, mi vieja amiga)

I've come to talk with you again.

(Vine a hablar con vos otra vez)


Because a vision softly creeping.

(Porque una visión arrastrándose suavemente)

Left its seeds while I was sleeping

(Dejó sus semillas mientras yo dormía)

And the vision that was planted in my brain still remains

(Y la visión que fue sembrada en mi cerebro aún permanece)

Within the sound of silence

(Con el sonido del silencio)

Thiago, Malvina y Justina consideraron que era una triste casualidad que mientras Bartolomé estaba
muriendo en una habitación, en la música funcional de los pasillos de la clínica sonara ese tema que era
el preferido de Barto: El sonido del silencio.

Cielo, Mar, y el resto de los chicos acompañaban a Thiago, tratando de sostenerlo; sabían que no se
perdonaría lo que había ocurrido. Aunque no hablaba, y estaba con sus ojos inyectados, rogando que
lograran salvarle la vida a su padre, comprendía perfectamente lo que había hecho: se había dejado
manipular por Juan Cruz, le había disparado a Mar, y en cambio, le había asestado a su padre. Sus
peores temores se habían hecho realidad: era un peligro para los que amaba.

Mientras los médicos intentaban salvarle la vida, Bartolomé tenía una extraña conciencia de sí. No oía
nada de lo que sucedía a su alrededor, sino una infinidad de voces, ecos de su vida pasada. Comprendió
que estaba muriendo.

"Voces, ruidos, gritos, la voz de Tatita gritándome "inútil, bueno para nada", la voz de mama diciéndome
que me quiere. No sé si es un recuerdo o un deseo. Muchas voces... Peleas, gritos, discusiones. Mamá
gritándole a Tatita, insultando a ese hijo bastardo que tuvo, el suspiro de mama muriendo de tristeza, La
angustia, el dolor, tienen sonido, suenan a nudo en la garganta, a lluvia y frío".

Mar se abrazó a Thiago, queriendo traerlo de vuelta de la soledad en la que se había recluido. Lo notó
frío, pero no era la frialdad de su cuerpo, sino de su alma. Vio en sus ojos un dolor que no le había visto
jamás.

"El llanto de los purretes, susurros en la oscuridad, escucho su odio por lo que les hice. El odio tiene
sonido, suena a gritos incrustados en mi cabeza, murmullos atormentados. Oigo el llanto de Thiaguito
cuando nació, su voz suave y rasposa, la primera vez que me dijo "papá", su voz suave y rasposa cuando
me dijo "no puedo odiarte". Todas esas voces y sonidos en mi cabeza se van alejando, desapareciendo,
acallándose y solo queda el sonido del silencio".
Los médicos dijeron que nada podía hacerse, una hemorragia interna lo estaba perdiendo. Primero
entró Justina y lo miro, con el amargo cinismo del final y entre lágrimas le confesó llorando lo que
nunca había podido decirle:

-Toda mi vida estuve enamorada de usted, mi amorrr, mi señorrr.

Malvina acarició la frente de su hermano, también para ella había sido un padre, el que pudo, pero un
padre al fin. En el fondo de la habitación estaba Thiago, con sus mejillas empapadas por el llanto, y su
mirada llena de dolor y desolación. Barto entreabrió sus ojos, yéndose, y los vio, como a la distancia.

"Ahora que soy solo silencio diría tantas cosas, che... ¿Que tiene el silencio? ¿Porque uno reza en
silencio? ¿Por qué el dolor es amigo del silencio? Amar en silencio tiene un dejo de tristeza, sabe a tinta
en el tintero, a amarrete. Amas en silencio y un día te encontras mudo, lleno de palabras que te
atormentan. Uno habla, habla, habla y no escucha. Para escuchar, primero hay que callar".

Un monitor empezó a emitir una alarma estridente, los médicos quisieron sacarlos de la habitación,
pero Thiago se arrojó sobre el cuerpo de su padre. Cielo intentó apartarlo, pero el muchacho se aferró a
Barto con todas sus fuerzas, gritándole con la voz quebrada:

-¡Perdoname! Papá, por favor, ¡perdoname!

Bartolomé lo miró tan lejos como estaba, y con un enorme esfuerzo dijo sus últimas palabras.

-Purrete... ¡perdoname vos!

"Todo se va, se aleja, los gritos se acallan, los sonidos se desvanecen... Ya no puedo escuchar el llanto de
Thiaguito, ya no puedo decirle "purrete, hijito, te amo, che", ya no puedo pedirle perdón. El silencio es
ausencia. Como la luz en la oscuridad, nos muestra lo que no hay, lo que no está. Ya no hay murmullos
ni susurros, ni el sonido de la respiración, todo se fue, solo silencio".

Thiago salió corriendo por un pasillo, sin consuelo. Mar quiso seguirlo, pero el bajo corriendo las
escaleras, y ella lo perdió. Ya no lloraba, ahora era puro odio.

"De chiquito, Thiaguito no le tenía miedo a la oscuridad, sino al silencio. Para dormir, me pedía que le
dejara la radio encendida. Ahora, que soy solo silencio, creo entender por qué tanto miedo al silencio, al
sonido del silencio".

Thiago salió a la calle. Anochecía. Su cuerpo estaba abatido, y su alma, fragmentada. A la distancia, una
presencia siniestra lo observaba, como siempre acechando. El plan había fracasado: no había matado a
Mar como Juan Cruz quería. Sin embargo, aun así, había logrado su cometido: Thiago había asesinado a
Bartolomé, y ahora si su alma estaba perdida. El escudo protector del joven estaba fracturado. La
sombra de Juan Cruz avanzó a toda velocidad hacia él.

"Todo se fue... y el resto es silencio".


A mi manera
Cielo ya había entendido todo. Sabía que Juan Cruz estaba en Salvador, y como éste agonizaba, el
parasito necesitaría un nuevo huésped. También comprendió que toda su acción con Thiago había sido
para oscurecerlo y quebrarlo, pues su hijo sería el próximo. Aunque Thiago no había matado a
Bartolomé, el joven estaba persuadido de que él era el responsable, y por eso se presentaba totalmente
vulnerable al accionar de Juan Cruz. Cuando Cielo supo que Thiago se había ido del hospital, corrió con
una velocidad que la sorprendió hasta a ella misma.

Thiago salía por los jardines delanteros de la clínica; todo a su alrededor se había vuelto más oscuro y
ventoso, y él avanzaba sin rumbo, enceguecido. Cielo apareció como de la nada; solo ella vio esa sombra
oscura que avanzaba hacia Thiago, y en un acto instintivo, se colocó delante de él de un salto y gritó con
voz firme hacia la sombra:

- ¡No!

El viento recrudeció y Cielo creyó oír un gruñido furioso. De inmediato el viento cesó: Thiago estaba
fuera de peligro, y unos metros más allá, ella vio a Salvador, desvaneciéndose. comprendió después lo
que había ocurrido: Juan Cruz había abandonado el cuerpo de Salvador para arrojarse hacia a Thiago; el
espíritu fue repelido por la presencia de Cielo, y Salvador cayó rendido.

Cielo decidió que la mejor solución seria internar a Salvador en el altillo, pues sabía que allí, bajo la
influencia del portal, Juan Cruz era débil.

Aires trágicos habían inundado la mansión. Thiago había caído en un pozo del que no podía salir, y sus
amigos estaban más unidos que nunca, junto a él, pero nadie podía quitarle el desconsuelo ni la culpa
que sentía por haber asesinado a su padre, ni el horror de pensar que la destinataria de ese disparo
había sido, en realidad, Mar. Sin embargo, ni ella ni nadie lo culpaba; de manera unánime entendieron
que todo había sido obra de Juan Cruz y de su poder inquietante.

La idea de Cielo de retener a Salvador en el altillo generó cierto escozor entre los chicos, pero ella les
hizo comprender que era la mejor manera de mantener neutralizado a Juan Cruz. Pero ahora una nueva
tragedia se avecinaba: Salvador estaba muriendo: era inevitable. En los escasos momentos de lucidez
que tenía, Cielo hablaba con él. Además de débil, estaba muy deprimido por la revelación a la que había
arribado: durante siete años Juan Cruz había estado en él, por eso sentía la misma culpa que Thiago, o
peor.

Cielo no encontraba la forma de animar a su gente, y fue Caridad la encargada de hacerlo: si bien no
quería interrumpir el modo en que cada uno sobrellevaban sus dolores y preocupaciones, les contó que
era su cumpleaños, y aunque el horno no estaba para bollos, quería festejar. En un principio nadie le
hizo caso, pero tanto insistió ella- había decidido hacer una fiesta de disfraces de superhéroes- que
terminaron dándole el gusto, aunque sin ganas. Ella organizó todo con tanto esmero que logró
distraerlos y divertirlos, al menos por una noche. Y resultó aún más conmovedor su gesto cuando
descubrieron que era mentira que cumplía años, simplemente lo había hecho para subir los ánimos del
hogar.

Poco a poco todos intentaron seguir con sus vidas. Valeria empezó a escribir una película con el
propósito de filmarla basándose en las historias reales de ellos y su lucha contra El hombre de las mil
caras. A ninguno le gustó verse reflejado en la mirada de Vale, sin embargo, la insistencia de ella por
filmar también colaboró a sobrellevar el mal momento. Además, el guion terminaba con las bodas de
todas las parejas, y como Rama sostenía que lo que escribía Vale se cumplía, se ilusionó con lo que les
esperaba un final feliz. Sin embargo, Valeria no quiso contar el final de su película, y esto intrigó mucho
a todos.

Melody, Nacho y Simón permanecían mucho tiempo en el hogar, lo hacían para estar junto a Thiago en
ese duro trance. La relación entre Simón y Melody seguía avanzando, y en una clase que Tina les dio de
tango, entre milonga y milonga se dieron su primer beso. Mar los vio, pero esta vez no sintió celos, sino
que se alegró mucho por ellos.

En cuanto a Tefi, el horror vivido la había acercado aún más a Luca, quien, por fin, ya era libre de
temores, se decidió a jugarse por ella. Tefi estaba feliz, cada vez más encantada con su Negri, como lo
llamaba. Sin embargo, a los pocos días de estar saliendo algo la angustió: empezó a sentir que no
combinaban. Pero no en cuanto a sus personalidades, sino a indumentaria. Ella era muy exquisita con la
ropa y cuidaba mucho las combinaciones, él era muy despreocupado con el tema; pero ella pretendía
que ambos estuvieron engramados, y para eso empezó a cambiarle poco a poco su look, hasta estar
finalmente armonizados.

Como la final de La bestia pop estaba muy cerca, Cielo le encargó especialmente a Justina que los
ayudara a todos con eso, con la esperanza de que el certamen y sus preparativos pudieran distraer a los
chicos de todas las inquietudes que tenían. Cielo estaba muy preocupada por Thiago, al que no lograban
arrancarle la tristeza; en ese estado era mucho más vulnerable que nunca ante Juan Cruz. Sin embargo,
no habían vuelto a tener señales de él; posiblemente había quedado debilitado tras el ataque fallido
contra Thiago. A Cielo le estaba costando muchísimo sobrellevar el hogar, y extrañaba a Nico más que
nunca, pero una noticia inesperada renovó las esperanzas en todos.

Acostumbrados a no tomar nunca en serio las historias de Malvina, nadie le prestó mucha atención
cuando ella contó que había conocido a un muchacho muy buen mozo, morocho, ojos divinos, bueno y
trabajador, con el que había empezado a salir. La bólida le contaba siempre al que tuviera a mano como
avanzaba ese noviazgo que le había devuelto la ilusión y la fe en el amor, pero todos le prestaron
atención cuando ella anunció que se casaría.

- ¿Cómo que te casas? - dijo Cielo.

-Si, con Ciro, Sky, te lo vengo diciendo.

- ¿Pero casarte de casarte? - preguntó Mar.

-Si, te conté, Maritis, que me lo había propuesto.


- ¿Pero por civil? ¿O te vas a vivir con él? - preguntó Thiago.

-Guys! Hello! ¿En que hablo cuando hablo?¿No me escuchan?

Todos se sintieron avergonzados, ya que nadie le había prestado real atención en ese tiempo, mientras
ella forjaba su nueva relación. Malvina les anunció además algo muy curioso que había ocurrido en el
registro civil, cuando con Ciro había ido a pedir turno. Ella debió aclarar que ya había estado casada,
luego divorciada, y ahora solicitaba turno para sus segundas nupcias.

-Si, divorciada de Nicolás Bauer- le había dicho la empleada.

-Right- dijo Malvina.

- ¡Qué curioso! - comentó la mujer-. ¡Los dos se van a casar por la misma época!

- ¿Qué? - dijo Malvina.

- ¿Qué? - dijeron todos.

Malvina explicó que la empleada les había dicho que Nicolás Bauer había solicitado un turno para
casarse con Ángeles Inchausti. Esta noticia causó una gran conmoción, y Cielo, descreyendo un poco de
Malvina, llamo al registro civil, donde le corroboraron los dichos de la otra. Fue todo muy
desconcertante, pues nadie sabía dónde estaba Nico, pero estaban seguros de que, si había regresado,
acudiría al encuentro de ellos antes que al registro civil.

-Tal vez es otro Nicolás Bauer y otra Ángeles Inchausti- arriesgó Mar.

Pero todos consideraron que eso sería una casualidad demasiado grande.

-Tal vez es cosa de Juan Cruz- dijo Thiago, que no podía ver nada más que amenazas detrás de cada cosa
que ocurría.

Permanecieron con la duda a la espera de que se aclarara de alguna forma; sin embargo, en un rincón
de su corazón Cielo empezó a abrigar una esperanza.

-Ahora...- dijo Mar volviendo al casamiento de Malvina- ¡Que guardado que te lo tenías! ¿Y así de golpe
te vas a casar?

-Y si, guys, así hago las cosas yo... ¡A mi manera! Si bien los chicos iban deponiendo su hostilidad hacia
Justina, ella advertía que a todos les resultaba muy injusto que Felicitas estuviera presa en su lugar, y a
ella le ocurría lo mismo: por esa razón acudió a hablar con Cielo.

-Tal vez... ya es hora de que parrrrta, capitana.

Y esta vez Cielo concordó con ella. Con gran emoción, Justina la tomó de las manos y le agradeció la
enorme oportunidad que le había dado, gracias a la cual se había producido el milagro de su redención.
-Vos sabes que yo era más oscura que luto de pueblo- dijo entre lágrimas-. ¡Ni yo misma puedo creer
este cambio!

-Ese cambio es todo tuyo, Justina- respondió Cielo, también emocionada.

-Lo único que me da miedo... es que cuando me vaya de acá, lejos de ustedes. ....me aparezcan las viejas
mañas. Tal vez. .. no estoy del todo rrrrredimida.

- ¿Queres comprobarlo?

Justina asintió, y Cielo sacó el espejo de mano de la caja, el mismo con el que la había descubierto al
verla reflejada en sus días de turbante.

- ¿Estás listas? - preguntó Cielo, y Justina, muy tensa, le dijo que sí.

Entonces Cielo puso el espejo frente a su rostro. Justina no podía verse más que a sí misma, sin
embargo, Cielo veía en ese espejo la verdadera esencia de los demás. Y esta vez vio a una Justina serena,
y en paz consigo misma. El ama de llaves se abrazó a Cielo, aliviada y feliz, y lloró durante unos cuantos
minutos.

-Eudamon llegó a tu vida, Tina. A todos nos llega de maneras distintas, vos tuviste que recorrer este
camino.

-Pero me despaché a unos cuantos- dijo, culposa, Justina.

-Pero salvaste a Luz.

- ¡Torturé a los purrretes!- replicó Justina

-Y después diste tu vida por ellos- replicó Cielo.

- ¿Como podes ser tan buena? ¿Como pudiste perdonarme? ¡Si te intenté matar tantas veces!

-Que yo te perdoné no es lo importante. Vos tenes que perdonarte.

Tina asintió, secando sus lágrimas, y luego le dijo:

-Como que va llegando el momento de partir, ¿no?

A continuación, se pusieron de acuerdo para organizar su traslado: ella volvería a la cárcel, y Felicitas
a ocupar su lugar en el hogar. Justina suplicó que no le dijera nada a los chicos, no quería despedidas,
y Cielo concordó.

De todas maneras, Justina se tomó un momento con cada uno y elípticamente se fue despidiendo de
ellos, agradeciéndoles el perdón y la ayudada brindada aún sin saberlo. Organizó una clase especial con
los más chiquitos, bailó con todos, y tuvo un momento tierno, de despedida, con Luz. Logró participar en
una ronda de amigas, donde dio consejos amorosos a todas. Se inmiscuyó en una charla de varones y los
instruyó sobre cómo tratar a las mujeres, y sobre como apoyar a la capitana en sus momentos difíciles. Y
por último, se tomó un momento especial para despedirse de Thiago. Lo encontró mientras él intentaba
planchar una camisa en la cocina. Seguía con su mirada vencida y triste.

- ¿De dónde aprendiste a planchar? - le dijo.

-De vos- reconoció Thiago.

-Dame esa plancha, zanguango. Vas a quemar la camisa.

-No, quiero plancharla yo. Es para un momento especial con Mar.

-Si, ya se- dijo Tina-. Estuve en ronda de amigas. No debería revelar los secretos, pero bue...

En ese momento especial se trataba de un compromiso que habían decidido hacer entre ambos. Luego
de la muerte de Barto, habían estado muy juntos, y ella lo había sostenido en todo momento,
reafirmando el amor que se tenían. Él, como agradecimiento, y ante la posibilidad, inconfesada, de
morir en el intento de luchar contra Juan Cruz, quería cumplir uno de sus sueños: comprometerse con
ella. Y Mar aceptó.

- ¿En qué momento te hiciste hombrecito? - preguntó Tina emocionada-. Ayer nomas yo te alzaba y
vos jugabas a sacarme el turrrrbante, ¡y ahora te vas a comprometer!

No pudo ocultar más sus lágrimas y él la miró.

- ¿Estás triste? - le preguntó Thiago.

- ¡Estoy feliz! Yo sé que empalago, pero quiero decirte que te quiero mucho. Y pedirte perdón.

-Ya está, Justina, no pidas más perdón.

- ¿No me vas a olvidar, ¿no? Digo, algún día lejano, cuando ya no esté... visita mi tumba, ¿sí?

-Imposible olvidarte. Y para lo otro, falta mucho.

Ella lo abrazó llorando, y él no pudo evitar emocionarse.

- ¿Planchas el cuello vos? A mí no me sale muy bien.

- ¡Yo decapito como ninguna! - dijo ella tomando la plancha.

Dos horas más tarde, Justina ya estaba con sus bolsos en la puerta, y Felicitas en un móvil policial, listas
para hacer el cambiazo de las primas. Cielo le pidió a Tina que la acompañara a la sala de ensayos un
momento, y al entrar se encontró con todos los chicos, absolutamente todos, chiquitos, grandes, Teens,
Man!!, todos, listos para hacerle una despedida. Por supuesto se habían enterado, y nadie quiso dejarla
ir así nomas, en definitiva, todos se habían encariñado con la nueva Justina. Ella dejó escapar un llanto
sin fin, mientras se fue despidiendo de cada uno.

-Fue idea de los chiquitos- dijo Tacho-, yo te hubiera dado un correctivo.


-Melenudo rrrroñoso- dijo ella emocionada-. Años de teatro y no aprendiste a disimular. ¡Yo sé que me
queres!

-Y a mí me ama- acotó Jazmín-, pero se hace el duro.

-Mi amor...- dijo Justina agachándose hacia Luz-. Por algo te puse Luz, chiquita.

-Te quiero mucho- le dijo la niña y la abrazó.

- ¡Floripondio maldito! - le gritó a Alelí como en sus viejas épocas, e hizo el gesto del escupitajo que
solía hacer.

- ¡Vieja fea! - replicó Alelí, esta vez sonriendo.

-Pancha... estás frita. ¡Vas a quedarte solterona a esta altura! - le dijo Monito.

-Y vos más orangután, ¡enano del demonio! - exclamo, y sonriendo se acercó a Cristóbal-. Mini
Bauer...Ojito con mi hija, eh... la lastima y le corrrrto ese jopo rrrrebelde que tiene.

Luego miró a todo el grupo que la observaba, embargados de emocion.

-Bueno, yo ya me despedí hoy de ustedes. Lo quise hacer sin levantar tanto rrrrrevuelo, yo soy más bien
de irme por la puerta de atrás, y con la frente marrrrchita. Pero, creer o reventarrr, me voy por la
puerta grande a picar piedras, pero eso es un detalle. Solo me rrresta decir: perdón y muchas gracias.

-Tina, vos no te vas a ir así- le dijo Cielo.

- ¿Y cómo me voy entonces?

-Urraca- le dijo Lleca-, vos te vas a tu manera, ¡cantando!

Le acercaron un micrófono y todos se sentaron a escuchar su última canción antes de partir, y ella eligió
la que mejor describía su vida.

El final, se acerca ya

Lo afrontare, serenamente.

Ya ven, yo soy así

Se los diré, sinceramente.

La voz se le estrangulaba mientras miraba las lágrimas en los ojos de cada uno de esos rrrroñosos, que,
sibien la habían querido creyéndola Felicitas, ahora la seguían queriendo, aun sabiendo que era Justina.

Viví la inmensidad

Sin conocer jamás fronteras.


Jugué, sin descansar

Y a mi manera.

El estribillo lo cantó mirándose con Cielo, que la observaba en paz y satisfecha, acariciando su panza,
donde crecía su hija. La historia entre ambas había comenzado cuando Justina la había mandado a morir
en el bosque, y ahora, Cielo Mágico, alias Ángeles Inchausti, la mucamita arrribista a la que tanto había
odiado, le había salvado la suya.

Tal vez llore, o tal vez reí,

Tal vez gane o tal vez perdí.

Ahora sé que fui feliz,

Que, si llore, también

ame. Puedo seguir, hasta

el final A mi manera.

La música siguió sonando, y Justina hizo mutis sin decir una palabra. Corrió con sus bolsos hasta el frente
de la mansión, donde Felicitas la esperaba con sus ojos llenos de ansiedad. Al ver venir a su prima,
sonrió.

-¡Tinitisssss!

-Santurrrona rrrrrepulsiva- dijo Justina con sus ojos aún bañados en lágrimas-. ¡Gracias por todo!

-Gracias a vossss, dulce- dijo Felicitas con su sonrisa bien amplia.

El ama de llaves subió al patrullero, y se alejó llorando rumbo a la cárcel, con su corazón en paz y lleno
de amor. En la sala de ensayos todos habían quedado mudos, embargados por cierta angustia, mientras
la música seguía sonando. Vieron entrar a Felicitas, tan blanca y radiante como siempre, que tomó el
micrófono dejado por su prima, y termino de cantar la canción.

Y así, logré vivir a mi manera.

Porque sabrán, que un hombre al fin

Conocerán por su vivir.

Mejor que hablar, hay que decir.

Y recordar, no hay que fingir.

Puedo seguir, hasta el final.

A mi manera.
Todos los chicos corrieron a abrazar y dar la bienvenida a Felicitas, cómplice de Cielo en el camino de
redención de Justina. Y mientras la prima buena se reinsertaba en el lugar que le habían arrebatado, la
prima redimida vivía como una bendición la prisión en la que pagaría por los crímenes cometidos por
aquella que había sido.

Rama advirtió, durante la despedida de una García y la bienvenida a la otra, que Jazmín se había
quedado paralizada, y había salido corriendo. Supo de inmediato que había tenido otra de sus visiones
por la manera en que reaccionó. Tacho también lo advirtió y se encargó de sonsacarle el motivo.
Minutos más tarde se acercó a Rama, que estaba inquieto y le preguntó:

- ¿Tuvo otra visión?

-Si- dijo Tacho, muy serio.

- ¿Que vio?

-No lo tiene del todo claro. Pero tuvo una visión de un... funeral.

Rama palideció.

- ¿De quién?

-De Thiago- reveló Tacho.

Pero Rama, lejos de sorprenderse, le acercó una hoja que había estado leyendo.

- ¿Qué es esto? - preguntó Tacho.

-El guion de la película de Vale. El final que no nos quería mostrar... Leelo- le pidió, impresionado.

Tacho lo leyó y quedo aterrado al comprobar que en la ficción de Vale también había un funeral: el del
personaje de Thiago.
El sentido de todas las cosas
Rama y Tacho fueron a ver a Cielo con la inquietante revelación: la visión de Jazmín concordaba con el
escrito de Vale, y Rama sostenía que algunas cosas que ella escribía luego se hacían realidad. Fueron a
hablar con Jazmín y ella pudo dar algunos detalles más: primero había visto a Thiago enajenado en el
estadio, gritando, cayendo al vacío, y luego el funeral. Para completar la inquietud, habían recibido una
notificación de La Bestia Pop, y la final del certamen seria en un estadio. Los chicos, inquietos, pensaron
en no participar en el cierre del concurso, pero Cielo les dijo que no creía que esa fuera la manera de
evitarlo. Les pidió que no compartieran esa información con Thiago para no preocuparlo.

Él y Mar, en ese momento, estaban en otro lugar, concentrados en un asunto menos angustiante. Ella
había aceptado su propuesta de compromiso, y decidieron hacerlo a solas: solo ellos dos en el
carromato de Cielo, que aún estaba en el jardín de la mansión. Se vistieron con sus mejores ropas para
la ocasión: ella con un vestido sencillo y hermoso, y él con la camisa que Tina le ayudó a planchar. Como
estaban muy nerviosos, decidieron escribir sus votos y leerlos. Comenzó Thiago.

-Yo, Thiago, tu fratachito, me comprometo a amarte toda la vida, a cuidarte cada vez que se te "parta el
eje", y a ayudarte a volver al camino cada vez que te estés yendo al pasto.

Ella lo escuchaba emocionada, viendo como él usaba sus propias palabras para decirle cuanto la amaba.

-Mar.… sos la mujer de mi vida, todos los días elijo estar con vos y cada día me convenzo más de que no
me equivoco. Te amo.

Él tomó uno de los anillos que habían dispuesto sobre un platito, y se lo colocó. Entonces fue el turno
de ella, que carraspeando comenzó a leer.

-Yo, Mar.…- dijo, y ya se quebró.

Él la animó a seguir; ella se recuperó un poco, y continuó.

-Yo, Mar, la perna mayor... me comprometo amarte toda la vida, a mandarme doscientos mocazos y a
enojarme por millones de pavadas...

Él sonrió.

-Porque no soy perfecta... pero justamente lo que más me enamora de vos... es que me amas tal cual
soy. Te amo, fratachito.

Ella tomó el otro anillo y se lo colocó en el anular. Con mucha emoción, que iba más allá de un simple
juramento romántico, se dieron un beso, sabiendo que ese amor era para toda la vida.

Aunque decidieron mantener ese compromiso para si, a los pocos minutos de hacerlo, los dos quisieron
que todos se enteraran, y para eso se esforzaron en hacerles ver a sus amigos los anillos que llevaban,
pero nadie se dio cuenta. Viendo que Jazmín no se percataba de que tenía puesto un anillo, Mar
terminó revelándole lo ocurrido, y Jazmín estalló en un llanto abrupto que descolocó a Mar.
La gitana lloraba por la visión que les ocultaba, ante la idea de que su adorado amigo Thiago falleciera;
lloró de emoción por la felicidad de Mar, pero también se entristeció por la distancia con Tacho, a quien
ahora si estaba segura de amar, sin insatisfacciones. Era el hombre de su vida, y lo había comprobado
cuando él le bajo el telón.

Las dos amigas callaron cuando a la sala de ensayos entraron Rama, Tacho y Thiago, pues debían
ensayar para la final de La Bestia Pop, aunque los tres, que estaban al tanto de la visión de Jaz, se
sentían bastante perturbados por eso. Cielo entró a ayudarlos, ya que Tina ya no estaba, pero en ese
momento entro Tic Tac y cerró las puertas.

- ¡El profesor de guion! - exclamó Mar.

- ¡El Escriba! - dijo Thiago.

-En realidad, chicos- dijo Cielo-, él es Tic Tac, el hombrecito de Eudamon del que les hablé.

-Y vine a darles una última clase, pero falta una llave.

- ¡Yo! Yo soy llave- dijo Mar, con obsecuencia-. Se hizo esperar, pero bueno, lo mejor viene en
frasco chico...

-Yo me refería a otra llave.

-Todavía no encontramos la séptima- dijo Thiago.

- ¡A él me refiero!

Y señaló la puerta por la que entró Lleca.

- ¿Que sapa? - dijo este sentándose junto a ellos.

-Ahora si- dijo Tic Tac mientras desplegaba una tela blanca para usar como pantalla- comenzamos la
clase.

- ¿De qué vamos a hablar? - preguntó Jazmín.

-El tema elegido es... el sentido de todas las cosas- anunció Tic Tac.

Todos se miraron intrigados mientras el tomó un puntero, dispuesto a graficarles la lección.

-Vayamos al comienzo de esta historia...- propuso Tic Tac-. Como ustedes ya saben, los portales forman
un triángulo...- explico, y señaló con su puntero la pantalla donde apareció un gráfico con los tres
portales; luego continuó-: Esos tres portales forman una...

Los miró, animándolos a dar la respuesta. Mar se Moria por responder, ya que consideraba que una
llave debía saberlo, pero no supo que decir. Lo hizo Cielo en su lugar.

-Una isla flotante- respondió ella.

-Y esa isla flotante tiene un ciclo ¿llamado...?


Nuevamente Mar se ufanó por dar la respuesta, pero no tenía la más pálida idea.

-Periodo Saros- respondió otra vez Cielo.

- ¡Correcto! - dijo Tic Tac.

-Bue, que viva- se quejó Mar-. Ella sabe todo porque cruzó el portal.

-Basta, esto es serio- dijo Tic Tac y prosiguió-: Los portales se accionan y se abren cada dieciocho años
aproximadamente, y a eso le llamamos Periodo Saros. Ahora voy a llevarlos en el tiempo, hacia atrás
dieciocho años, cuando comenzó el anterior Periodo Saros.

Señaló la pantalla, donde los chicos empezaron a ver algunas escenas ignoradas. En este caso eran las
imágenes de una cámara de seguridad, de las que había instalado don Inchausti, que se monitoreaban
desde la sala secreta, contigua al escritorio. En la pantalla se veía a Bartolomé con Justina, dieciocho
años más jóvenes, en la plenitud de su época más oscura. A Thiago lo angustió ver a su padre otra vez.

-Hace dieciocho años...- relató Tic Tac sobre las imágenes- Bartolomé llegaba a la mansión para ganarse
el favor de su tía y heredarla. Había tomado al ama de llaves, Justina, como su colaboradora. Años más
tarde, ambos se desharían de las herederas, Ángeles y Luz. Barto, sin saberlo, estaba tomando posesión
de uno de los portales de la isla flotante. En aquel momento, Kendra era Ornella y estaba embarazada,
pero no de Bartolomé.

Y precisamente esa fue la escena que pudieron ver en la pantalla, cuando Justina le confirmaba a
Bartolomé que su mujer estaba embarazada, pero de otro hombre.

-Si quiere vengarrrrrse... esta humilde serrrrrvidora puede contener todo su despecho.

- ¿Pero de quién es? - preguntó Bartolomé iracundo.

-Confirmado- dijo Justina-. De su hermanastro, el bastarrrrdo.

Thiago vio en la pantalla la furia en el rostro de su padre, y como éste tomaba su Luger y salía del
escritorio, dispuesto a matar.

-Perdón Thiago, que tengas que ver esto- le dijo Tic Tac-. Pero es necesario. Bien, ya saben lo que
intento hacer Bartolomé ese día, quiso matar a Juan Cruz y este fue absorbido por el reloj de Escalada y
llevado a Eudamon. El Periodo Saros comenzaba una vez más, y Eudamon se llevaba a su elegido para
revelarle la misión sagrada. Pero algo falló. Su ambición y sus miserias pudieron más, se convirtió en un
ángel caído. El elegido se convirtió en el enemigo de Eudamon.

- ¿O sea que Juan Cruz no era malo? - preguntó Thiago con cierta esperanza en sus ojos.

-No. Pero se convirtió en el peor...- respondió Tic Tac-. Por suerte, como la isla se autoprotege, formó su
ejército. Pero Juan Cruz, cuando cruzó hacia Eudamon, tuvo acceso al saber universal, y sabía muy bien
quienes eran los guardianes elegidos, por eso pudo intervenir...
Y a continuación comenzó a mostrarles escenas de la vida de cada uno, ya no tomadas por una cámara
de seguridad. Con su magia, Tic Tac fue revelándoles cosas que ellos no hubieran tenido otra manera de
saber. Mar, acongojada, pudo ver a su abuelo, el padre de Julia, y advertir que su rapto de locura cuando
la separó, recién nacida, de su madre, no había sido algo normal, sino que el hombre parecía poseso. Y
así lo confirmo Tic Tac.

-Fue Juan Cruz quien manipuló al abuelo de Mar para que, lleno de ira, se la arrancara a su madre y la
dejara en la parroquia... y también fue Juan Cruz quien manipulo al tío de Jazmín. Lo encegueció de
ambición para que matara a sus padres...

Entonces todos vieron en la pantalla a Josemi en el momento en que decidió matar a su hermano y a su
cuñada, su expresión era la misma: la de alguien desencajado, poseído.

-Fue Juan Cruz quien llevó a la enfermera "trucha" a robar a León cuando jugaba en una plaza con su
madre.

Lleca, azorado, observó la escena en la que fue sustraído, y una vez más la mujer que lo robaba tenía los
ojos como en blanco, producto de un extraño influjo. Pero Tic Tac fue más allá, y les mostró y reveló
algo muy impactante para Rama.

-Fue Juan Cruz quien manipuló a la madre de Rama y Alelí para que los abandonara. La mujer lo hizo sin
tener conciencia de lo que hacía.

Rama comenzó a llorar en silencio, viendo el rostro de su madre, de pronto nublado, abandonándolos
en la casa de una amiga. A continuación, aparecía el padre de Tacho, concretando una transacción con
su familia: estaba vendiéndolo, pero sus ojos estaban de igual de enajenados.

-También fue él quien manipuló al padre de Tacho para que vendiera a sus hijos. Y en realidad, fue por
Juan Cruz que Bartolomé mandó a Thiago a Londres. Lejos de sus padres, Thiago fue un huérfano más.

Thiago pudo ver el momento en que se aferraba a su padre, suplicándole que no lo enviara de viaje, y la
fría respuesta de él, imperturbable.

- ¡¿Y por qué?! ¿Por qué nos hizo esto? - preguntó llorando Jazmín.

-Dejarlos huérfanos era su manera de debilitar a los guardianes, es decir a ustedes. Juan Cruz quiere
huérfanos, chicos...

Todos quedaron impactados, y Cielo recordó la charla que había tenido con Luca, y la conclusión similar
a la que había llegado con Nico. Juan Cruz los quería huérfanos, y ahora empezaba a entender por qué.

-Nada fue casualidad- continuó Tic Tac-. Una vez que los dejó a todos huérfanos, ahí si se sintió seguro:
ya nadie podría detener sus planes de dominación. Pero paso algo que no preveía: su cuerpo comenzó a
enfermar, rechazaba su alma oscura. Y como ustedes ya saben, su alma se separó de su cuerpo y
encontró otro huésped.

-Salvador- dijeron todos, pensando en el pobre amigo de Nico, que agonizaba en el altillo.
-Correcto. Pero... ante la acción de Juan Cruz, la isla, Eudamon, se autoprotegió. Así fue como los atrajo
a todos ustedes a la mansión- y sonrió-. Bueno, la peli que les voy a mostrar los va a sorprender, pero
sirve para graficar...

Esta vez en la pantalla vieron la escena que compartieron Justina y Bartolomé, un año antes, cuando
estaban presos. Justina había tenido una revelación e intentaba que su señor la comprendiera. Ella
sentía que nada había sido azaroso, sino que el destino había reunido a esos roñosos que habían
terminado con ellos.

-Justina fue muy sabia al advertirlo- dijo Tic Tac-. Ustedes no se daban cuenta, pero muchos aliados
invisibles estuvieron trabajando para que esto ocurriera, y confluyeran todos acá.

-Si, pero... ¿Cuál es el sentido? - preguntó Tacho, aún apenado.

-Si, ¿por qué sufrimos todo esto? ¿Para qué? - dijo Rama.

-Bueno, esta es la parte más difícil de explicar, y para eso es esta clase, para entender el sentido de
todas las cosas. Todos ustedes, Cielo incluida, pasaron por muchas, pero ese dolor, ese camino de
espinas, fue parte fundamental de su formación. Así fueron templando sus almas para lo que vendría.
Pero tampoco fue casual la llegada de Nico y de Cielo. Como les consta a todos, ellos vinieron a esta casa
para liberarlos de la explotación. Para abrir sus ojos también. Y cuando fueron libres, ¡por fin!, el Periodo
Saros volvió a comenzar. Casi dieciocho años habían pasado y Eudamon volvió a escoger a su elegido:
Cielo.

Ahora todos pudieron ver en la pantalla en el momento en el que el reloj absorbió a Cielo; quedaron
impactados, pues salvo Nico, nadie había sido testigo de ese prodigio.

-Allá llegó...- continuó Tic Tac-, y fue este humilde servidor quien, modestamente, con brillantez,
sencillez y método impecable, la inició en los misterios, para devolvérsela modificada.

Los chicos miraron a Cielo, todos tenían sobradas pruebas de su cambio.

-Cielo volvió con un saber absoluto y una misión. Cielo- ahora lo sabe- es un ángel de Eudamon, es decir,
un "mensajero de la felicidad". Y su misión es conducir a cada uno a su Eudamon, a su felicidad. Pero
para eso, hay que vencer a Juan Cruz. Y para vencerlo, necesitan el libro que perdieron.

Volver a recuperar el libro perdido los inquietó a todos y llenó nuevamente de culpa a Thiago.

-Yo entregué ese libro- reiteró apesumbrado-, otra cosa más que me hizo hacer Juan Cruz.

-Eso no importa. La cosa es que tienen que recuperarlo... Y ese no es el problema mayor.

- ¿Y cuál es entonces? - preguntó Rama.

-Las llaves. Les falta todavía encontrar la séptima llave. Como saben, aparecen solas. Y hay algo más que
deben saber antes de que llegue el momento de abrir el libro.

Se paró frente a ellos y mirándolos a los ojos, con una seriedad inusual en él, agregó:
-Es el momento para el que se han venido preparando tantos años, lo que dará sentido a todo, el Gran
Para Que. Abrir ese libro será el comienzo de la fase final. Sera ahí cuando estén listos, cuando todo lo
que ocurrió desde el día en que nacieron cobre un sentido. Sus vidas enteras cambiaran. Deberán
asumir el destino para el que nacieron.

- ¿Y si no queremos eso? - preguntó Tacho, que no se sentía muy a gusto entre tantas cosas extrañas.

-Morales, Morales... Nadie puede negar su propio destino. Ahora...

Tic Tac apuntó el puntero hacia el pizarrón, y empezaron a aparecer escritas sus palabras.

- ¡Tareas! Uno: recuperar el libro. Dos: encontrar la última llave y abrir el libro. ¿Alguna

pregunta?Mar levantó su mano, tímida.

-Yo... yo sé que soy llave, re-llave... pero no me quedó muy claro todo este bondi... ¿Tenemos que salvar
el mundo?

-No, encontrar el libro, Mar- explicó Rama.

-Por el libro no se preocupen, pertenece a ustedes y tiene alma. El libro los va a buscar solito. Ahora, una
cosa más antes de irme: ustedes son los guardianes, pero no son los únicos elegidos.

-Y no.… falta el séptimo- dijo Mar.

-Además del séptimo- dijo Tic Tac-, hay otras almas que están de nuestro lado. Cada uno de los chicos
que llego a la mansión llego por algo. Nada fue casual. Sus vidas también fueron influenciadas por Juan
Cruz, y nosotros también tuvimos que ver con sus llegadas al hogar. Por ejemplo, no fue casual que
Nacho y Simón se convirtieran en los mejores amigos de Thiago...

Y todos vieron una escena en la pantalla en la que la anciana Esperanza Bauer- a quien solo Cielo
conocía- intervenía para que Nacho, Simón y Thiago, siendo niños, se hicieran amigos.

-Tampoco fue casual que Caridad llegara acá- afirmó Tic Tac.

Y todos vieron en pantalla como la misma anciana fue la que le sugirió al padre de Caridad, cuando ella
era una niña, que pidiera trabajo en la estancia Inchausti.

-Tampoco fue casual que Melody y Valeria llegaran al hogar.

Se sorprendieron muchísimo al ver que Valeria y Melody ya se habían conocido una vez siendo niñas,
peleando en una plaza. La misma anciana intervino en la discusión, y todos quedaron perplejos al oír lo
que la anciana le decía a Melody:

- ¿Así que tu papá es embajador? Mira que bien. ¿Y a que colegio vas a ir cuando seas grande? Yo
diría,Melody, que la hija de un embajador no puede menos que ir al Rockland, ¿no?

Ninguno podía creer lo que veía, ni deducir quien era esa mujer que los había inducido para que
pudieran encontrarse. Luego la vieron acercarse a Valeria, que la miraba con desconfianza.
-Hoy podés sentir que no tenes suerte al lado de las chicas como Melody- le dijo con mucha dulzura la
anciana-, pero vas a ver que, cuando seas mayorcita, un príncipe va a venir a rescatarte. Se va a
llamar Ramiro: rubio, lindo... No seas tonta, ¡dejate rescatar!

Rama quedó demudado ante esa revelación.

- ¿Y Luca? - preguntó Cielo.

-Con él se nos anticipó Franka- admitió Tic Tac.

Y les hizo ver las imágenes de como Luca, con trece años, había sido reclutado por la gélida mujer. Pero
sabían que, tarde o temprano, "Luquita" iba a terminar ahí y que el reloj haría su trabajo.

- ¿Y Tefi? - preguntó Mar.

-Tefi también llegó a esta historia por nosotros- afirmó Tic Tac.

Y les mostró imágenes donde se veía a la señora Vaca, jovencita a punto de abandonar al bebé en un
tacho de basura. Entonces apareció la misma anciana y le recomendó dejarla en una casa específica. La
señora Vaca le hizo caso, y la dueña de la casa era Julia, quien vivía allí con su marido.

-Todos ellos fueron convocados también- concluyó Tic Tac.

-Todavía no me explicaste cual es el sentido de tanto dolor- dijo Tacho, algo resentido.

-Ya les expliqué que nada fue casual en la historia. Ahora, el verdadero sentido de todo, lo van a
descubrir cuando abran ese libro.

- ¡Pero no lo tenemos! - dijo Thiago. Y Tic Tac sonrió.

El libro estaba en una dependencia de la Corporación CC, y Franka era la encargada de custodiarlo.
Desde que Cielo había recluido a Salvador en el altillo, no había tenido novedades de Juan Cruz, pero
ella estaba esperando su regreso con paciencia. Revisó el compartimiento secreto donde esconderlo, en
un panel disimulado en la pared, pero cuando estaba haciéndolo pegó un respingo al ver a una rata en el
piso. Franka, que no dudaba en matar, le temía a las ratas, y se subió a una silla y pidió ayuda a un
matón que se aproximaba acarreando un carrito con ruedas, lleno de expedientes. El hombre soltó el
carrito y corrió a espantar a la rata, que desapareció por una abertura en el zócalo. Mas aliviada, Franka
bajo de la silla y se retiró.

-Cuando entendes que todo en la vida tiene un sentido, es como hacer la plancha: uno solo flota, se deja
llevar...- les dijo Tic Tac a los chicos.

Nadie hubiera podido llegar al escondite secreto donde estaba el libro, nadie excepto la rata que había
asustado a Franka, que avanzó por el interior de la pared hueca, y se detuvo a mordisquear unos cables
del sistema de seguridad. Produjo un corto, y unos chispazos y unos papeles que estaban guardados
junto al libro se incendiaron. El matón notó que empezaba a salir humo de la pared, y debió abrir el
compartimiento secreto para ver bien que ocurría. Pero al hacerlo, la puerta de este se abrió de golpe, y
el libro salió como eyectado para terminar cayendo sobre el carrito con expedientes, que rápidamente
se prendieron fuego, y el matón, aturdido, solo atinó a sacar el carrito fuera de la habitación.

-La vida es un rio...- dijo Tic Tac-. Avanza siempre en la misma dirección. Se puede nadar contra la
corriente hasta agotarse, pero el rio se va a encargar solito de llevarte hacia donde debas ir. Todo tiene
un sentido, todo forma parte de un gran cuento que se está escribiendo permanentemente. Y así pasan
cosas de la manera más misteriosa...

El matón sacó el carrito incendiado al medio de la calle e intentó apagarlo, pero en ese momento un
auto que avanzaba a toda velocidad no pudo frenar y lo chocó. El libro que estaba sobre éste salió
disparado y cayó sobre la cajuela de una camioneta que justo arrancaba. El matón ni se percató de lo
que se iba en ella.

-Por más que te hagas lo que hagas, lo que deba ser será- afirmó Tic Tac.

Los cinco Teens y Lleca estaban sentados alrededor de las mesas de la calle del bar TeenAngels. El
verano se aproximaba y aprovechaban el buen clima, mientras hablaban tratando de asimilar toda la
información vertida por Tic Tac. Junto a ellos se detuvo la camioneta del reparto de bebidas, y entonces
se acercaron para ayudar a descargar el pedido. Apenas pusieron un pie en la camioneta, se
encontraron otra vez con el libro que tantas veces los había seguido, y una vez más los había vuelto a
encontrar. Los seis se miraron fascinados; ahora solo restaba esperar a que apareciera la séptima llave.

"Todo tiene un sentido, aunque no siempre entiendas cual es", pensó Tic Tac mientras los miraba
sonriente.
Bitácora de Bruno Bedoya Agüero.
Fecha Eudamonica: aquí y ahora.

Soy un ser del tiempo, y me muevo a través del tiempo como si nadara en un estanque. Ahora que mi
misión es guiar a mis padres adolescentes, mientras ellos aun ni sueñan con el hijo que tendrán y que se
convertirá en este ser que ahora los guía, reafirmo que no me arrepiento de la decisión que tomé.

Como Bruno era idéntico a Thiago, decidí cambiar mi fisonomía cuando me presento ante ellos, pues
sería muy impactante ver los mismos lunares, los mismos ojos y oír la misma voz rasposa de mi padre.
Me convertí para ellos en este petiso gracioso y movedizo, y aunque conservo la altura heredada de mi
madre, su locuacidad y falta de humildad, ellos no me reconocen.

Aunque serán muy felices, sus vidas estarán marcadas por muchos dolores y pérdidas, y por eso vivo
haciéndoles chistes, para que no se tomen todo tan en serio, y conserven siempre esa sonrisa que tanto
gusto me da volver a ver.

Esta bitácora continuará...


Sí, acepto
Luego de que los chicos corrieran a mostrarle a Cielo el libro que, tal como les había dicho Tic Tac, los
había vuelto a encontrar, ella se estremeció sabiendo que la resolución de los intrincados y peligrosos
misterios estaba cerca, no dejaba de pensar en cómo sería ese acontecimiento. Aunque su mente
estaba en mil lugares, esos días se hizo tiempo para ayudar a Malvina con los preparativos de su boda.

Pocos días después, el gran momento había llegado, y antes de ir hacia el registro civil- donde seria
testigo de casamiento- fue a llevarle la comida a Salvador y a estar un momento con él, como hacía
varias veces cada jornada. Pero al entrar en el altillo con la bandeja, sintió un vacío gélido en el
estómago al no encontrarlo. No se sorprendió, ya que sabía muy bien que la guerra contra Juan Cruz no
estaba ganada, que él solo estaba revitalizando su fuerza, y esperando el momento en que Salvador se
mejorara lo suficiente como para volver a manipularlo. Juan Cruz, en el cuerpo de su querido Salva,
había escapado otra vez. Y ahora las visiones de Jazmín cobraban otro sentido: Thiago corría peligro. Sin
embargo, Cielo estaba convencida de que esas visiones podían ser algo más que anticipaciones:
ofrecían la chance de cambiar el destino.

Bajaba desde la planta alta, abstraída en estos pensamientos, cuando recibió un sobre de un cadete que
tocó el timbre de la mansión: era una invitación a su propia boda con Nicolás Bauer, para ese día. Por un
lado, la sorpresa la embargó de emoción, pero por el otro, de inquietud. El turno que alguien había
sacado en el registro civil y esa invitación olían a trampa. Aunque se propuso manejarse con cuidado, no
pudo, en un rincón de su corazón, evitar ilusionarse con la posibilidad de que Nico concurriera a casarse
con ella ese día. Eso pensaba cuando una nueva emergencia la sacó de sus cavilaciones.

- ¡Me muero muerta! ¡Hay tal crisis! - gritó Malvina en shock.

-¿Qué paso, Malvina?- dijo Cielo alarmada.

- ¡No me caso!

Había ocurrido que la noche anterior Malvina les pidió a los varones que le hicieran una fiesta de
despedida de soltero a Ciro, ya que como él era de Uruguay casi no tenía amigos en la ciudad. Siempre
dispuestos a aceptar cualquier excusa para festejar, los chicos lo agasajaron el bar TeensAngels, y Tacho,
con la libertad de recién separado, no reparó en gastos ni en mujeres. Las chicas, enteradas de esto,
decidieron aguarles la fiesta, y Jazmín, desesperada con la posibilidad de perder a Tacho, tuvo una idea:
ella y sus amigas pagaron el doble a las bailarinas contratadas por los chicos para que se fueran, y ellas
ocuparon su lugar. Cuando llego la torta gigante que Tacho había contratado- para cumplir su sueño de
vivir, una vez en su vida, ese cliché- todos los varones se pusieron alrededor de esta, enardecidos. Ciro
estaba bastante bebido, o no tanto, pero no acostumbrado a tomar, los dos tragos que lo habían
obligado a beber lo habían mareado.

La torta se abrió y salió Jazmín bailando; todos los chicos enmudecieron, pero Ciro, enardecido por
la arenga masculina, terminó besándola. Las consecuencias del hecho fueron numerosas, pero la
más lamentable fue que Malvina decidió cancelar su boda. Sin embargo, cuando le comunicó a Cielo
que no se casaría, llevaba puesto el vestido del civil.
-Malvina...- le dijo Cielo, paciente-. ¿Por qué te pusiste el vestido si no queres casarte?

-Just in case- dijo Malvina puchereando-. Por si me arrepiento.

Cielo tuvo una conmovedora charla con ella, donde le habló del evidente amor que Ciro le tenía, y le
hizo entender que por una confusión algo escandalosa no podía terminar con su propio sueño. Aunque
logró convencerla de concurrir al registro civil, Malvina le confesó que aún no estaba decidida a decir "Si,
acepto".

Como la desahuciada bólida había anunciado que no se casaría, los chicos, tras la despedida de
solteros, se quedaron resolviendo sus propios problemas con sus novias. Tacho disfrutaba de ser el
único que no debía ahora atravesar por esas discusiones y pedidos de disculpas por ser el soltero del
grupo, sin embargo, Jazmín, que estaba cada vez más desesperada por la idea de perderlo, le hizo una
declaraciónde amor tan sincera que lo descolocó.

-Estaba tan seguro de no volver con ella- le confesó Tacho a Rama-, pero ahora, con todo lo que me dijo,
no sé. Me complicó la vida.

-Volve con la gitana, Tacho- le aconsejó Rama.

- ¡Es que me da miedo! Me cuesta confiar en ella. Ahora dice todo eso porque le dije que no,
pero apenas yo diga si, va a empezar con la histeria otra vez.

-Ponele condiciones- propuso Rama.

Tacho lo miró, interesado, y Rama continuó.

-Hacele una lista de condiciones. Pone todas las cosas que no queres para la relación. La haces jurar por
sus raíces gitanas, y listo.

- ¿Y vos decís que la gitana va a aceptar? - preguntó Tacho.

- ¡Si, acepto! - se oyó la voz de Jazmín a través del intercomunicador.

Desde la cocina había oído la charla que ellos tuvieron en la habitación. Jazmín, comedida, dispuesta a
todo para recuperarlo, le aseguro que acataría las condiciones que él quisiera imponerle, y Tacho
prometió pensarlas.

Mar venia por el pasillo hacia el baño cuando empezó a oír los gritos de su abuela y su padre, pensó
porque razón su familia paterna no podía hablar en lugar de gritar. Entró al baño y se encontró con
Dora y Terremoto acosando a Thiago, que los miraba descolocado, con los ojos bien abiertos.

- ¿Qué pasa acá? - ya engranó Mar-. Dora, ¿qué pasa?


- ¡Decime "abuela"! Y pasa... ¡que nos cajoneaste tu compromiso! Mocosa... todavía no cambiaste
los dientes de leche y ¿ya queres hincarlos en un centrofoward?

-No es así- intentó explicar Mar-. Fue un juego íntimo, apenas una diversión de pareja.

- ¡Pareja! ¡Intimo! Por Dios... ¡Y deci algo vos!- le dijo a Terremoto, que miraba ceñudo a Mar.

- ¿Como es eso de que se comprometieron? - dijo el hombre al fin, intentando darse aires de autoridad-.
¿Te olvidas de que tenes un padre, una abuela? No podes hacerlo sin nuestro permiso.

-Bue, me parece una exageración...- quiso intervenir Thiago.

-Vos no abras la boca, rugbier- ordenó Terremoto.

-Es que de verdad fue algo simbólico, íntimo...- intentó atemperarlo Thiago.

- ¡Nada de esas cosas íntimas con mi nena! - gruñó el hombre, y Dora asintió.

- ¡No! ¡Mas vale! Ni hablar...- dijo Thiago tenso.

- ¿Ustedes creen que la cosa es así, me comprometo porque me da la gana y listo? - continuó
Terremoto, y Mar vio un brillo en los ojos de su padre-. ¿Ustedes saben de verdad lo que es un
compromiso? ¿Qué creen que están aceptando cuando dicen "¿Si, acepto”?

Dora sonrió, complacida con su hijo. Mar y Thiago se sentaron en el banco del baño, y lo escucharon,
atentos.

-Comprometerse no es intercambiar un par de anillos de morondanga- dijo en su tono hosco de


boxeador-, es estar ahí, jugársela por el otro. Es saber que ya no vas a subir solo al ring. Ahora cada piña
que venga viene para los dos, y también cada triunfo. ¿Ustedes están listos para una pelea así, de a dos?
¿De verdad se le animan al compromiso?

Thiago y Mar se miraron enamorados, y luego, al unisono, dijeron que sí. Entonces Terremoto les dio su
bendición, y no solo eso, sino que le entregó a Mar un nuevo DNI, en el que podía leerse "Marianella
Talarico Rinaldi". Ella se emocionó hasta las lágrimas, y finalmente Terremoto se llevó a Dora, que seguía
vociferando su desacuerdo con el compromiso; la abuela se había perdido la niñez de su nieta y quería
tratarla como una nena durante cinco o diez años más.

Para confeccionar la lista de condiciones, Tacho pidió el consejo de sus amigos, para asegurarse de que
nada le quedara sin contemplar. Mientras tanto Jazmín, acompañada de las chicas, escuchaba la
disertación a través del intercomunicador.

-Esto es una locura, gata. Vos no podes aceptar eso- le dijo Vale.

-Es lo que quiero- dijo Jazmín, alejada de la gitanita rebelde-. Lo único que espero es que no me salga
con lo de no usar minis.
-La primera- dijo Tacho- es no usar minis.

Y Rama, Thiago, Simón, Nacho y Luca, que lo acompañaban, estuvieron de acuerdo.

-Yo pondría no usar ningún tipo de pollera- fue un poco mas allá Rama.

-Pone- aportó Nacho- que dos o tres veces por semana te deje salir con tus amigos. Fundamental.

Todos concordaron, mientras Tacho iba tomando nota.

-Que no te hable mientras miras deportes- propuso Thiago.

-Que no tenga amigos varones- agregó Rama.

-Que borre todos los teléfonos de los ex- fue idea de Nacho.

-Que no se maquille tanto, menos con rouge- ese fue Luca.

-Que nunca salga sola después de las 10- propuso Simón.

-Mas despacio, más despacio- pidió Tacho mientras anotaba en su cuaderno, y así fueron completando
la lista.

-Que nunca le duela la cabeza. Que te haga masajes. Que no le importe si echas panza. Que no eche
panza ella. Que nunca pregunte por las ex. Que no abombe con mensajitos de texto.

-Y si no acepta- dijo Tacho-, a otra cosa mariposa.

Todos lo felicitaron, y se hicieron una copia de la lista.

Las chicas le dijeron a Jazmín que aceptar era una locura, pero ella estaba dispuesta a todo para
recuperarlo. Tacho le pasó la lista por escrito, ella la leyó- aunque ya la había escuchado- y sin más le
dijo:

-Si, acepto.

-Mira, Jazmín, que esto no es joda, ¿eh?

-Yo quiero estar con vos, Tacho. Ser tu novia.

-Para mí estar de novios significa poder confiar en que nunca me vas a lastimar.

-No lo voy a hacer.

Ella aceptó, y él accedió a volver. Pero claro, estaban firmando un pacto que no se podría cumplir. No
obstante, la lista tuvo más consecuencias, ya que, alentados por Tacho, el resto de sus amigos
también quiso imponer condiciones a sus respectivas novias. Ellas estaban indignadas con Jazmín, ya
que su aceptación había sentado un precedente indigno para el género.
-Primero...- intentó poner las condiciones Rama.

-Primero me bajas el dedo- ordenó Vale, muy seria.

-Segundo...- le dijo Nacho a Caridad.

-Segundo está disponible y a caballo, así que no te hagas el guapo o me voy con el otro gaucho.

-Tercero...

- ¿Tercero qué? - dijeron Tefi, Mel, Vale y Caridad con sus brazos en jarra, y ellos debieron

desistir. Mar entró en el cuarto de los varones y encontró a Thiago escribiendo en su cuaderno.

- ¿Qué onda mi comprometido?

-Prometido se dice- corrigió él sonriente.

- ¡No me corrijas! ¿Que escribís? No estarás haciendo vos la famosa lista de Tacho, ¿no perno? -
advirtió ella.

Él le aseguró que no, y guardó su cuaderno, fue al baño luego de proponerle dar un paseo, y ella no
pudo con su genio: leyó lo que él había estado escribiendo.

"Cosas que quiero hacer antes de morir".

Mar se estremeció al leer eso, pero continuó.

"1. Raparme. 2. Irme de un restaurante sin pagar. 3. Componer la canción perfecta. 4. Ver un glaciar. 5.
Ir a una marcha de algo, no importa de qué. 6. Volar en parapente. 7. Triunfar con mi banda. 8. Hacer el
amor con Mar. 9. Casarme con Mar. 10. Tener hijos de Mar."

Ella se estremeció, y reprimió el llanto cuando él regresó. Aunque habían intentado ocultarle las visiones
de Jazmín, era obvio que el presentía que algo le pasaría, y se estaba preparando para eso.

Malvina, con su vestido de novia, llegó al registro civil, acompañada por Cielo, afirmando aún que no
estaba segura de casarse. Apenas llegó, vio a Ciro con su traje, tan buen mozo, y ya empezó a dudar.
Su prometido se disculpó, le explicó que jamás en su vida había bebido, y que no había tenido
conciencia de sus actos.

-Ay, Sky- le dijo Malvina apartándola-. Mira que churro es. Además es bueno, trabajador, ama a Hopy y
ella lo ama, me ama... Soy re bólida si no me caso, ¿no?

Cielo se apresuró a llamar a los chicos para pedirles que concurrieran al recinto ya que ella finalmente se
casaría, pero la jueza les dijo que no tenían tiempo para esperarlos, de modo que debieron hacerlo sin
invitados; de todas maneras, los chicos los esperarían en el bar TeenAngels para el festejo.
Cielo, con Esperanza en brazos, y unos pocos familiares de Ciro fueron los únicos presentes en la boda,
que sin embargo fue muy emotiva, y en la que la jueza les habló del significado profundo del matrimonio.
No fue la boda soñada por Malvina, pero fue el acto de amor más sincero que había hecho en su vida.
Mientras estaban aún festejando. Cielo alcanzó a escuchar que la jueza le preguntaba a su asistente.

- ¿Quienes siguen?

-Inchausti- Bauer- dijo el asistente mirando la lista.

Cielo sintió palpitaciones en su pecho y se miró con Malvina. Ambas estaban muy intrigadas por toda la
historia de ese turno, pero, aunque Cielo estaba más inclinada a pensar que se trataba de una broma
demal gusto o de una trampa de Juan Cruz, una parte de ella mantenía viva la ilusión de verlo aparecer.
Malvina le ofreció que se quedaran a esperar, pero a los pocos minutos Cielo le pidió que fuera a
festejar con su marido.

Cielo se sentía una tonta por estar esperando que Nicolás apareciera para casarse con ella: todo debería
tratarse de un siniestro chiste. Nicolás nunca concurrió, y cerraron el juzgado. Regresó caminando hasta
la mansión, tristísima, llorando al reconocer cuanto había deseado que todo aquello fuera verdad.

Al llegar al hogar, se topó con Thiago y con Mar que salían de la mano hacia el bar para participar en el
festejo de Malvina y Ciro. Ellos la notaron triste y llorosa e interpretaron que era por la ausencia de Nico.

-Él va a volver- le dijo Thiago, conteniéndola.

-Además, si no vuelve- dijo Mar-, yo cruzo el portal ese y lo busco. Para algo estamos las llaves, ¿no Cielo?

Intentaron animarla y convencerla de que fuera a festejar con Malvina, pero, aunque ella les prometió
que iría a cambiarse y más tarde concurriría, ambos supieron que solo se trataba de una vana promesa.

Durante el festejo, el episodio de la lista de condiciones que los varones quisieron imponer a las chicas
derivó en tensiones y malestares. Feli, el alma blanca de la fiesta, decidió intervenir.

-Si me permiten, puedo darles unasss recomendacionesss- y todos la miraron algo incrédulos-. Así,
pastel como me ven, yo tuve una vida amorossssa plena.

-Conta, ¿plena de qué? - le dijo Lleca descreído.

-Ay, chicuelo, chicuelo... Te falta sopa y pegar el estirón para que yo empiece a contarte titulares de mi
vida amorosssa.

Malvina, abrazada a su marido, bajo la música, y todos se sentaron a escucharla en torno a ella.

-Se pocas cosas, pero todasss tiene que ver con amar y ser amado- comenzó Feli-. Con respetarse y
aceptarse. Nunca con someterse, sino con tolerar. Usssar mini no es malo ni bueno- dijo-. Si él no quiere
que la usesss para que nadie más te mire, te está diciendo "sos mía", y eso no es amar.

Las chicas miraron a sus novios como diciendo "¿vieron?".


-Si ella quiere usarla para que todas la miren y la dessseen, le está diciendo a él "ojo que no sos el único",
y eso tampoco es amar.

Ahora los varones fueron los que miraron a las chicas.

-Amar...- concluyó Feli- tiene que significar otra cosa, ¿no que sí? ¿Será que amar no se trata de
fundirsssse ni perderssse en el otro? ¿Será que se trata de dos individuos que crecen juntos?

Cielo, decepcionada y muy triste, ingresó a la mansión por la ochava que daba directo al sector de las
habitaciones de los chicos. Venia cabizbaja y por eso lo primero que vio fue un sendero de pétalos de
rosa que comenzaba casi a sus pies y recorría todo el pasillo hasta doblar en el recodo. Una súbita
emoción la embargó, y empezó a recorrer el camino.

-Aceptar al otro esss tenerle fe- dijo Feli a su auditorio-. Respetar sus tiempos y sus esssspacios.
Entender sus silencios y sus palabras.

El camino de pétalos conducía hasta el living. Al entrar, lo vio decorado con más flores, y en esa calidad
penumbra. Una canción muy suave y conocida estaba sonando. Su corazón palpitaba como nunca lo
había hecho.

-Amar es amar todo- dijo Feli- lo que nossss gusta y lo que no nosss gusta del otro. Es decirle "porque te
conozco, te elijo, y porque te elijo, te acepto, y porque me aceptas, soy feliz".

Cielo vio que en el centro de la sala había una mesa ornamentada, una especia de altar griego, y
comenzó a llorar. Primero lo vio en el espejo, luego giró, y ahí estaba Nico. Sonriente, usaba su
sombrero de Indiana, y estaba igualmente emocionado.

-Pensé que me habías plantado en el altar- dijo él.

Y ella rompió a llorar, y corrió a abrazarlo. Se dieron un beso que pareció durar dos vidas.

-Y a semejante amor- concluyó Feli-, por supuesto, le digo "ssssi, acepto".


¡Estoy listo!
Dulcificados por el discurso de Feli y por la boda de Malvina, los chicos regresaron al hogar, en parejas, y
relanzando sus amores ahora más equilibradamente. Entraron en el living, profesándose el amor a los
besos cuando oyeron.

- ¿Me voy unas horas y ya están como sopapas? - era la voz de Nico.

Todos los chicos se quedaron congelados, giraron sus cabezas y lo vieron parado en el centro del living,
junto a Cielo.

- ¿No tiene nada que decir? Yo sí. ¡Hola, familia!

Todos corrieron a abrazarlo, se le tiraron encima, lo derribaron en montonera, y le preguntaron a la vez


donde había estado, que había pasado, porque se había ido. Y además todos querían contarle lo que
había pasado durante su ausencia. Ante el tremendo griterío, el vocifero su clásico:

-¡Baaaaaaaasta!

Se callaron, y Nico les dijo que ya les explicaría que había pasado y les manifestó estar al tanto de todo
lo que había ocurrido en su ausencia.

-Muy bien eso de dar el ejemplo y aceptar las condiciones de Tacho- le dijo a Jazmín.

- ¿Perdón? - le dijo Cielo.

-Era un chiste, Ahora, el Ángel Rojo... ¿ya sabes que es Tacho, ¿no?

- ¿Vos también con eso? ¡Tacho no es el angelito! - se rió Jazmín

-Dale, gato, deci donde estuviste- le dijo Valeria a Nico.

-Catorce...- la miro él-. Ese tono no me gusta. Menos, después del episodio del pelotero.

- ¿Vos sabes...? ¿Qué sabes? - palideció Vale.

-Ni me cuente. Me dijeron que al ocho no lo favoreció el disfraz de He- man. Volviendo a usted, catorce,
escribió una película y ¿yo no estoy?

-Eh, no.… si... pero si queres te agrego.

-Mi amor... ¿no vamos a casarnos nosotros? - le dijo Cielo.

Todos los chicos se quedaron perplejos. En efecto, el turno había sido pedido por Nico, y la jueza de paz
estaba concurriendo a la mansión en ese momento.

- ¡Para! No me dijo nada a mí todavía- dijo Mar.


-Usted pésimo, seis- le dijo a ella-. ¿Es llave y se lleva biología? ¿Es llave y me usa ese escote? ¿Es llave y
dudaba entre el payaso y el rugbier? Ojo, muy bien lo del compromiso, eh. Ahora, hasta el casamiento,
¡nada!

Y así siguió hablándole a cada uno sobre cuestiones que habían ocurrido en ese tiempo de ausencia, y
así comprobaron que el había permanecido cerca en todo momento, aunque no decía aún donde había
estado ni haciendo que.

-Volviendo a usted, ocho- le dijo a Rama-, bien que no me destrozó ningún auto más; ahora, lo del
matafuegos con el director en su oficina...

- ¿Qué? - dijo Rama extrañado.

-Ah, no, claro- registró Nico-. Eso no pasó todavía, pero ¡puede pasar! Así que ojo con la joda, y...

En ese momento sonó su teléfono: era Tic Tac, que estaba tomando el té junto a Tina, en la prisión.

- ¿Qué hacemos, Bauer? - reprochó Tic Tac-. Estabas por revelarles cosas que todavía no pasaron...
¿en qué quedamos?

-Si, ya se, fue la emoción.

-No podes revelarles el futuro. ¿Estamos? - le dijo, e interrumpió el diálogo; la charla siguió con
Justina,pues ahora que estaba redimida, tenía para ella una misión.

Luego de hablar con los chicos, Nico fue a reencontrarse con los demás. Hubo una nueva montonera
cuando se acercó a los chiquitos; Malvina derramó lágrimas de emoción al verlo, y le presentó a su
flamante esposo, y por supuesto se reencontró con Esperanza, su hija. El que estuvo un poco esquivo
fue Lleca, quien fingió poca emoción al verlo, para al fin reconocer que le había dolido su ausencia
porque lo necesitaba mucho. Nico le hizo saber que estaba al tanto de todo lo que le había ocurrido, y
que había estado siempre pendiente de él.

Finalmente llegó la jueza; debían apurarse para concretar el casamiento, pero los chicos y las chicas
aseguraron que no permitirían que se casaran- por segunda vez- sin despedida de solteros. Nico propuso
que tomaran como válida la que habían hecho el año anterior, antes del otro casamiento, pero no hubo
caso: querían hacerla. De modo que entre Felicitas y Berta, que había llegado para el tercer casamiento
por civil de su hijo, entretuvieron a la jueza haciendo tiempo para que tuvieran la despedida.

Acelerados como si fuera un video adelantado en velocidad, los varones le hicieron una despedida a
Nico y las chicas, a Cielo. Los enchastraron con huevo, harina y otras yerbas. Los disfrazaron, los hicieron
bailar un compilado de temas clásicos de fiestas, y, por último, los juntaron frente al hogar, y los
manguearon a ambos para sacarles el enchastre que les habían hecho.

Media hora más tarde, y cuando la jueza ya se estaba yendo, después de las distracciones de Feli y Berta,
llegaron los novios junto a los chicos, todos mojados y desgreñados.
-Bauer...- dijo la jueza, impaciente-. ¿Estás listo o no estás listo?

- ¡Estoy listo! - anuncio él.

Y en esas condiciones, los dos volvieron a dar el sí por segunda vez. Apenas lo hicieron, comenzaron a
festejar, y sacaron en andas a los novios hasta el frente de la mansión, donde siguieron bailando. En
medio de la alegría, Jazmín volvió a tener sus visiones: esta vez vio a Nico dando un responso en un
cementerio, ante la tumba de Thiago.

Juan Cruz, en el cuerpo de Salvador, estaba recibiendo una nueva trasfusión de sangre en el centro de
operaciones de la Corporación CC. Franka lo asistía mientras miraba impresionada el cuerpo de Salvador,
que estaba en sus últimas horas.

-Bauer volvió- dijo Juan Cruz, retirándose la mascarilla de oxígeno.

-Ahora están más fuertes que nunca, ¿no? - dijo Franka-. Tienen todas las patas de la mesa. ¿Cuál es
el plan ahora?

-El plan es...- dijo Juan Cruz con evidentes dificultades respiratorias- un hachazo en medio de la mesa.
Vamos a matar a Thiago, y esa muerte los va a destrozar.

- ¿Pero no quería a Thiago con vida para usar su cuerpo?

-Ahora sé que no voy a poder lograrlo. Pero si puedo matarlo, eso los va a fragmentar, los debilitará, y
ahí si voy a poder hacer lo que quiera.

Muy angustiada, Jazmín recurrió a Nico y a Cielo, que estaban en el altillo con Esperanza, para hablarles
de sus visiones. Nico intentó transmitirle tranquilidad.

-Tus visiones nos muestran un futuro posible, justamente para que lo evitemos. Si se convencen de que
algo malo va a pasar, puede convertirse en una profecía autocumplida- le explicó Nico.

Jazmín no podía quitarse la angustia, y él la animó a prepararse con sus amigos para la final de La Bestia
Pop, que sería al día siguiente.

-Pero es que ahí mismo va a ocurrir- protestó Jazmín-. ¡Lo vi a Thiago tirándose en una terraza frente al
estadio!

-Vamos a ocuparnos de que eso no pase- prometió Cielo.

-No vayamos a la final- propuso Jazmín.

-Eso es lo que ellos quieren, Jaz- insistió Nico-. Nosotros vamos a seguir con nuestra vida normalmente.

Jazmín se retiró, aunque seguía intranquila. Cuando él se disponía a contarle a Cielo donde había estado
todo ese tiempo, su teléfono sonó: era Juan Cruz, pero en el cuerpo y con la voz de Salvador.
-No hay nada más lindo que la familia unida, ¿no, Bauer? - dijo con su voz fatigada-. Volves, te casas, y
no me llegó la invitación.

-No necesitas invitación, amigo, esta es tu casa- dijo Nico.

Ya sabía que Juan Cruz habitaba en el cuerpo de su gran amigo, sin embargo, no se dirigió a él, sino
a Salvador. Sabía que él, desde algún lugar, lo estaría escuchando. En efecto, en el rincón de su
propia psiquis en el que estaba recluido, Salvador oía, lejanas, las palabras de Nico. Intentó gritar
para conseguir que pudiera realmente escucharlas, pero Juan Cruz estaba al mando.

-Me conmoves, Bauer- se burló-. Gracias.

-No hablo con vos- dijo Nico, y prosiguió-: Salva, amigo. Yo sé que me escuchas. Te perdiste mi
despedida y el civil, pero falta la ceremonia, y te quiero ahí. Te extraño, amigo, y te necesito. Te estoy
esperando y sé que vas a poder llegar.

-Apelar a los golpes bajos, Bauer. Ese no era tu estilo.

-Estas en problemas, Juan Cruz- dijo Nico, ahora sí, dirigiéndose a él.

- ¿Yo? ¿O ustedes? Creo que no te gustó lo que viste en ese viaje que viste, ¿no?

-Vos no sabes lo que vi- dijo Nico.

-Lo intuyo. Si no, harías algo para salvar a Thiago, pero ya sabes que es imposible.

-Lo que se- dijo Nico- es que no vas a poder. Se todo lo que hiciste, pero también sé que no podes con el
milagro de esta casa. Dejaste huérfanos a los chicos, influiste en todos para quebrarlos, trataste de
dañarlos, de captarlos y debilitarlos porque sabes que han sido elegidos. Pero fallaste. Usaste a Barto, a
Malvina, a Luca y a Justina. Querías alimentarte de almas débiles y oscuras para controlar ese portal,
pero también fracasaste. Ellos ahora son de los nuestros. Trataste de nublar a tu hijo, de separarlo de
sus seres queridos, pero tampoco lo lograste.

-Ya ves lo que hice con tu amigo Salvador, no deberías subestimarme.

-Con él tampoco vas a poder- y volvió a hablarle a Salvador-. Salva, amigo, acá te estamos esperando
todos, porque te amamos- dijo y cortó.

Juan Cruz se quedó pensativo e intranquilo, en tanto Salvador, recluido en su interior y tocado por las
palabras que había escuchado de Nico, hacia fuerza por librarse de su prisión.

Finalmente, Nico le contó a Cielo el extraordinario viaje que había hecho. Le relató que aquel día en el
que Thiago, en trance, había producido una fisura en el portal, Juan Cruz había estado a punto de hacer
la transferencia al cuerpo de Thiago, pero él pudo evitarlo. En ese mismo momento fue conducido a otro
lugar.

- ¿A un spa? - se extrañó Cielo.


-Si, resulta que mi hija, Hope, cuando sea grande, va a tener un centro de estética; en realidad, es
Malvina quien lo va a poner, y Esperanza seguirá sus pasos. Se va a llamar "No hay tal crisis".

- ¿Y cómo sabes todo eso? - se extrañó ella.

Entonces él le reveló que durante todo ese tiempo había estado en el futuro, conducido por Tic Tac y
por Esperanza, de setenta años. La misma mujer de pelo blanco que tantas veces había intervenido en la
historia, sin que nadie lo supiera, había llevado esta vez a su padre al futuro, y ahí le habían hecho
algunas revelaciones que él solo podría compartir con Cielo. El propósito era entrenarlo, para poder
afrontar algo que se avecinaba, y para advertirlo sobre la lucha inminente.

-Como Tic Tac les dijo ese día en la clase- prosiguió Nico-, nada fue casual, cada situación tuvo un
sentido. Todos llegamos a esta casa por algo. Y ella, Esperanza- dijo el señalando a la beba- fue la que
armó todo esto. Ella, desde el futuro, viajó al pasado, y fue reuniéndonos a todos acá.

- ¿Y para que hizo eso? - se extrañó Cielo.

-Algo horrible va a pasar- dijo Nico-. Y por nosotros tenemos que preparar a los chicos, para que estén
listos para su misión.

- ¿Qué es lo que va a pasar, Nico? - preguntó ella, angustiada.

Los TeenAngels y los Man!! corrían contra el reloj, ultimando los detalles de la gran competencia. Los
Teens ensayaban en el bar, pues habían cedido generosamente la sala de ensayos a los Man!! como una
muestra de camaradería. La llegada de Nico, y el casamiento, los había animado un poco, en medio de
tantos pesares y preocupaciones. Tacho, Rama y Thiago repetían una parte de la coreo de un tema, y
Mar se las marcaba con mucha seriedad.

Jazmín los observaba conmovida, mientras pensaba en el largo camino que habían recorrido: "Este año
crecí, lloré y reí tanto. Tuve muchos miedos, pero aprendí a ser valiente. Este año aprendí a decir que sí".

Tacho la estaba mirando, y al ver sus ojos vidriosos, comprendió lo que estaba sucediendo, ya que a él le
pasaba lo mismo. Nada le daba más felicidad que estar con sus amigos, en un ensayo de banda, y cerca
de su bonita. Sobre todo, cuando dimensionaba desde donde había partido y a donde había llegado. "La
vida me pego desde que nací, y supongo que me seguirá pegando, pero ahora sé que mientras esté con
mis amigos, mis hermanos, somos fuertes. Que sigan tratando de destruirnos... A ver si puedes", pensó
con arrojo.

En la sala de ensayos, los Man!! repasaban los pasos con nerviosismo, y Nacho, el más obsesionado con
ganar, se impacientaba ante la dificultad de Simón para retenerlos. Sin embargo, Caridad, que los
observaba desde lejos, le hizo un gesto para que se calmara, y él sonrió.

Nacho pensaba: "Siempre fui un nene bien. Caprichoso, egoísta. Hijo único y nene de papá. Pero este
año descubrí que no era el único hijo y que papá no era quien creía. Pero además encontré amigos, otra
familia, y a mi Paisa. Antes era uno, ahora somos Dieciséis".
Feli estaba presenciado el ensayo de los Teens, y para que su prima no se perdiera el progreso, la llamó
por teléfono y le hizo escuchar el ensayo de la banda. Tina sonreía emocionada al oírlos, mientras
reflexionaba sobre su propio camino: "Esos soles me arrancaron de las tinieblas. Pagaré por siempre mis
errores, pero sé que Hay un lugar en el que puedo brillar".

Luca estaba en la puerta de la sala de ensayos, espiando a Tefi, su flaquita adorada, mientras una vez
más se sintió agradecido por la chance que le habían brindado en el hogar. "Nunca quise ser el que era",
pensó. "Siempre quise ser el que soy. Era cuestión de decidirme a cruzar la otra orilla, juntar coraje y dar
un paso".

Valeria, ya libre de inhibiciones, brillaba cantando su solo, sacando una voz que sorprendía a todos, y
mientras sus compañeros la aplaudían, ella pensó: "Un milagro me cruzó con Rama, y llegué a este
hogar. Ayer me escapaba explotando autos, hoy me quedo explotando de alegría. Amo a Rama por su
dulzura y por enseñarme a vivir a pleno".

Cielo asimilaba con lágrimas en los ojos la revelación que acababa de darle Nico. Una noticia
desgarradora. Sin embargo, ella encontró consuelo en sus ojos, y mientras él la abrazaba en el altillo,
ella recordó cuanto lo necesitaba. "La historia larga o la corta termina en Nico. Me ayudó a excavar en
mi pasado, pude saber quién fui y quien soy", pensó mientras lo miraba. "Mi amor, estaba perdida sin
las Señas tuyas".

Mar intentaba disimular la angustia y el miedo por lo que se venía, mientras observaba como Thiago
ensayaba su solo en una canción. Ese fratachito era la razón de su existencia y si no podían evitar la
tragedia que estaba flotando en el aire, sabía que moriría con él. "Él supo esperar a que yo creciera.
Ahora me siento su mujer, aunque a veces haga cosas de nena. Soy su mujer, y su Nena", concluyó.

Melody se emocionó cuando Simón se acercó durante un descanso del ensayo de los Man!!, le robó un
beso y siguió de largo. Y sonrió, feliz, al ver a su madre, que había traído torta para ella y sus amigos. La
relación entre ambas estaba recompuesta, ella había podido pedirle perdón. "Llegué vendiendo una
imagen, mintiendo, pero me animé a cambiar y me dieron la chance", pensó. "Pude aceptar lo que soy y
eso me dio la posibilidad de soñar con los que Puedo ser".

Caridad estaba enternecida viendo a Melody abrazada a su madre, pero más la enterneció cuando el
gauchito cachetón, eligió su regazo para descansar en el break del ensayo. Acariciando el pelo de Nacho,
pensó en el camino recorrido. "Este año perdí a mi papá, antes había perdido a la mami. Y sentí que
perdía mi rancho, mis pagos. Pero acá encontré paisanos, una familia y un amor. Hoy puedo abrir la
tranquera, sin miedo a jugar a ¿Lobo está?"

Rama se sentía feliz con Valeria, que aprovechó el descanso del ensayo para correr hasta el bar a darle
un beso. Todos los demás empezaron a arrojarle almohadones, bromeando con que no querían a la
competencia en su ensayo. Rama la besó hasta que la arrancaron de sus brazos, y riendo mientras se la
llevaban, pensó en ese gran viaje que habían hecho: "Sufrí, lloré, me enojé, y de tanto buscar a alguien
que me quisiera, aprendí a quererme primero yo. Después el amor vino solo. Ahora soy yo. Ahora me
reconozco en El espejo".
Tefi se enterneció cuando Luca entró con agua mineral a la sala de ensayo, y vio que él había hecho su
mejor esfuerzo por combinar los colores de su ropa con los de ella, aunque no lo había logrado.
Mientras la tomaba de la cintura y la besaba, ella agradeció haber vencido sus prejuicios y no haber
dejado pasar a ese Negri que la hacía tan feliz. "Siempre tuve miedo a perder", reflexionó. "Este año
gané una hermana, a mi Negri, a mis amigos y una nueva familia. Ya no tengo que perder a nadie. ¡No
más goodbye!".

Simón hablaba con su suegra y con Melody, en realidad hablaban ellas y él las escuchaba, y mientras lo
hacía, pensó en como su mundo se había dado vuelta por completo ese año, y lo agradeció: "Parte de mi
vida la pasé anestesiado, escapándole al dolor. Por suerte todo cambió, nada es igual a la vida para la
que me preparé. Hoy soy feliz así, con mi mundo De cabeza".

Lleca entró al escritorio y encontró un regalo que lo sorprendió. Varios meses antes habían hecho el
juego del amigo invisible y por un error con los papelitos, todos recibieron su obsequio, menos él. Lleca
lo había buscado durante meses, pensando que se había perdido. Cuando ya ni pensaba en eso,
apareció: era una afeitadora eléctrica. Él sonrió, y aunque sabía que era de Nico, no lo agradeció, así
eran las reglas del amigo invisible. "Yo sentía que no tenía puesto en el equipo, que lo mío era el banco
de suplentes. Pero encontré a mis jovies, y en esta casa mis gomias, Cielo y Nico, me pusieron la
camiseta. Además, con Lucia voy bien, aceptó ser mi novia. Hoy más que nunca soy el cinco. Y soy
León.Soy Alguien", pensó.

Nico observaba como Cielo seguía lagrimeando, aun impactada por lo que había relatado. La abrazó y
esperó a que dejara de llorar. "Viví rescatando el pasado y este año viajé al futuro", reflexionó el
arqueólogo. "Esta familia, este hogar, esta mujer que amo, esa hija que espero, me hicieron otro. Este es
el verdadero viaje, acá si siento que no hay tiempo, me siento como en un rio de besos".

Cielo se separó de él, y aun sin resignarse a la información que el había traído del futuro, le preguntó:

- ¿Pero eso va a ser así? ¿Si o sí? ¿No se puede cambiar?

-No lo creo, Cielo- dijo él apesumbrado.

-Entonces... ¿él va a morir?

-Si- le confirmó Nico, resignado.

Thiago se había retirado del ensayo un momento y los estaba escuchando tras la puerta, en el hall del
altillo. Al oír la revelación de Nico se estremeció, pero, a la vez, sintió un coraje que le sirvió de
consuelo. Aunque no recordaba el encuentro con Tic Tac en el tren, él tenía en el alma todo el coraje
necesario para aceptar su destino, su para qué. "Enfrentar la verdad sobre Barto. Enamorarme de Mar,
Luchar, amar, odiar, sufrir. Mi vida rota en mil pedazos. Descubrir que soy hijo de alguien que me odia y
quiere apoderarse de mi alma. Todo lo pasé. Y todo lo pasaré", afirmó para sí. "Venga lo que venga,
ahora sé que Estoy listo".
Un mundo agradable
Frente al estadio donde se ultimaban los preparativos para la gran final de La Bestia Pop, estaban
sentados en un banco Esperanza Bauer, la señora de cabellos grises de setenta años, y Tic Tac, vestido
de blanco y con una ridícula sombrilla blanca, cubriéndose del sol. Esperaban para ser testigos de lo que
allí ocurriría, mientras ella, con una sonrisa cándida, le hablaba.

-Tener una necesidad es útil. Nos pone en movimiento para satisfacerla.

-Correcto- concordó Tic Tac.

-Tener un deseo es más potente aún. Cuando deseamos algo con el alma, cada célula de nuestro cuerpo
se esfuerza por lograrlo.

-Decímelo a mi- dijo él.

-Tener un sueño- continuó ella- conlleva una fuerza casi sobrenatural. Nos esforzamos durante
días,meses, años por alcanzar ese sueño.

-Miralos a ellos si no, con su sueño musical- aportó Tic Tac.

-Pero necesidades, deseos y sueños son pequeños al lado de la utopía- afirmó ella-. Tener una utopía es
algo superior, vital.

-De eso podemos dar fe nosotros- dijo Tic Tac.

-Una necesidad, un deseo, un sueño pueden cambiar nuestra vida- dijo ella-. Pero una utopía puede
cambiar el mundo. Y para bien o para mal, esa es la utopía de todos: vivir en un mundo agradable.

Mar noto que Thiago había regresado al ensayo un poco nublado, y aunque siguió adelante con las
coreografías, algo había cambiado en él. Sin embargo, manifestó que no le ocurría nada. Por la
noche, ella insistió y él volvió a decirle que todo estaba bien. Y lo mismo le preguntó Mar al día
siguiente, cuando ya estaban todos listos para partir hacia el estadio.

-Está todo bien, Mar- le aseguró.

En el instante en el que tomaba su bolso para partir, recibió un llamado: era Juan Cruz, ya sin disimular
la voz de Salvador con el modificador.

- ¿Ya sabes que vas a morir hoy, Thiago? - le dijo su padre-. Va a ser en el final de La Bestia Pop.

- ¿Y? - lo desafió Thiago.

-Quería advertirte que no hagas pavadas, ya que solo vos podés evitar que nadie más salga lastimado, o
muerto.
-No me asustas- le dijo Thiago, valiente-. Intenta lo que quieras, pase lo que pase, yo estoy listo- le dijo,
y le cortó.

Mar, que había advertido que hablaba con Juan Cruz, lo felicitó por haberle puesto los puntos al perno
mayor. Y partieron juntos hacia el estadio, aunque por supuesto todos estaban muy intranquilos por lo
que podía suceder. Sin embargo, Nico y Cielo, que también concurrieron con ellos, les aseguraron que
estarían cuidándolos para que nada malo ocurriera.

El estadio estaba repleto. Ambas bandas fueron conducidas a los camerines para prepararse; esta vez no
hubo hostilidad ni violencia, sino camaradería y alguna que otra broma sobre quién sería el ganador.
Todos conformaban un grupo muy unido.

Los primeros en subir al escenario fueron los Man!!, que brillaron cantando su tema dieciséis. Mientras
esto ocurría, entre las patas del escenario había una decena de matones de Juan Cruz, con el atuendo y
las credenciales de la empresa de seguridad contratada para la ocasión. Uno de ellos se comunicó con
Franka para informarle que todo marchaba según los planes. Ella estaba en la terraza de un edificio
contiguo al estadio, asistiendo a Juan Cruz, ya que el cuerpo de Salvador estaba, literalmente, en sus
últimos momentos.

- ¿Como estás? - le preguntó tras un acceso de tos que él tuvo.

- ¿Como están ellos? - preguntó Juan Cruz por sus matones.

-Todos manifiesten sus posiciones- dijo ella.

- ¿Y Charly?

-Charly va a cumplir lo que tiene que hacer- aseguró Franka, y advirtiendo que ese era el temor de su
jefe agregó-: No te va a traicionar.

-Mejor para él- dijo Juan Cruz, y volvió a toser.

Ella intentó asistirlo pero él se la sacó de encima.

- ¡No te traje de enfermera! Estamos acá para matar a Thiago.

- ¿Y qué más? Porque hay algo más, ¿no? Si no ¿Para qué tanto despliegue? Le hubieras pegado un tiro
y listo.

-Matar es fácil- dijo Juan Cruz-. Entretener es lo difícil. Se trata de hacer de su muerte un espectáculo,
que muera delante de todos ellos, los va a destruir.

¡¡Mientras los Man!! cantaban, Cielo y Nico llevaron a Jazmín frente al estadio, y le pidieron que
recorriera el lugar para intentar determinar en la terraza de que edificio ocurriría, según sus visiones,
el incidente trágico de Thiago. Ella miró todos los edificios de la cuadra, hasta que lo reconoció.

- ¡Es ese!
-Justo frente al estadio- dijo Nico.

Precisamente en la terraza de ese edificio, aunque ellos no los veían, estaban Franka y Juan Cruz. Jazmín
preguntó a Nico cuales eran los pasos a seguir, pero ellos le dijeron que solo volviera al estadio a hacer
su show; ellos se encargarían del resto.

Cuando Jazmín regresó, estaban por subir los TeenAngels al escenario. Los cinco brillaron cantando A
decir que sí.

Luca, a pedido de Nico, estaba entre las patas del escenario, vigilando. En un momento reconoció entre
el personal de seguridad a uno de los matones de CC, pero no tuvo tiempo de nada porque enseguida lo
amenazaron con un arma. Sin que nadie se diera cuenta, se lo llevaron a la terraza del edificio contiguo.

En el mismo momento, Cielo y Nico, que estaban parados cerca del edificio donde todo ocurría,
fueron interceptados por Charly, que los apuntó con un arma.

-Sherlock y Watson- dijo el hombre de Juan Cruz-, ¡que ternura me dan!

Y también fueron conducidos a la terraza, al tiempo que los Teens terminaban de cantar su primera
canción. Estaban de regreso en el camerin, esperando a que los Man!! hicieran su segunda presentación,
cuando Thiago recibió un nuevo llamado de Juan Cruz.

-Hola, hijo. Yo que vos no cortaría- se anticipó él-. Supongo que no querras cargar con la culpa de otra
muerte más, además de la de Bartolomé. Mira la foto que te mando.

Y a través del celular le envió una foto de Luca, atado, y con signos de haber sido golpeado.

-Si no queres que Luca muera en tu lugar, sin decirle nada a nadie, veni a la terraza del edificio de
enfrente del estadio- le ordenó, e interrumpió la llamada.

Thiago quedó tenso e intranquilo, aunque intentó disimular frente a sus amigos. Pronto deberían
regresar al escenario para hacer su segunda canción, de modo que todos fueron a cambiarse de ropa
pero él, temiendo el final, quiso despedirse de Mar.

- ¿Estás contenta, Mar?

-No, ¡manzana!- dijo ella-. Imaginate que yo ni soñaba con tener un apellido y ahora tengo dos, y cuando
me case con vos voy a tener cuatro. Mucho menos me imaginaba esto- dijo, y él sonrió.

-Te amo, Mar. Nunca te olvides. No sé si lo hago bien, pero te amo todo lo que puedo, lo mejor que
puedo. ¿Vos te sentís amada por mí?

-Mas amada sería un exceso- dijo ella emocionadísima-. ¿Vos te sentís amado por mí? - preguntó ella,
ya insegura.
-A veces te miro sin que te des cuenta, ¿sabes? Y veo cómo te brillan los ojos cuando me nombran, o
como me defendes si alguien me ataca... y lloraría como un tarado, porque todavía no puedo creer que
me ames a mi...

- ¡Y yo tampoco puedo creer que vos me ames a mí! - confesó ella-. Bueno, pero no empastemos más
la bujía que tenemos que subir al escenario. Voy a cambiarme. No te vayas sin mí, ¿estamos?

-Imposible que me vaya sin vos- dijo él y le dio el que, tal vez, sería el último beso.

- ¡Bienvenido! - exclamó Juan Cruz cuando vio aparecer a Thiago en la terraza.

Thiago vio a Luca, atado a un poste y golpeado. También, mas allá, estaban Nico y Cielo, de rodillas, e
igualmente atados. Cielo solo miraba fijamente a Juan Cruz.

-Acá me tenes- dijo Thiago decidido-. Soltalos a todos.

- ¡Que enojado llegaste! ¿Tenes ganas de matarme como hiciste con Bartolomé? - lo provocó Juan Cruz.

Nico le rogó a Thiago que no se enganchara con las provocaciones, que se mantuviera tranquilo y en
calma, ya que de ese miedo y desesperación se nutría Juan Cruz. Thiago insistió con que soltara a todos
ahora que el había acudido.

-A tus amigos no voy a hacerles nada, hijo, quedate tranquilo. Solo los traje par mirar.

- ¿Qué queres?- preguntó Thiago.

Estaban parados uno frente al otro, cerca de la cornisa del edificio.

-Tantas cosas quiero- dijo Juan Cruz, avanzando lentamente hacia él-. Pero la que más quería me la
negaste: tu cuerpo

-Mirame a mí, Thiago- exhortó Nico-. No lo escuches, mirame a mí.

- ¿A dónde te llevaron los consejos de Nicolás, Thiago? Si me hubieras escuchado a mí, las cosas
hubieran sido tan distintas...

-Me das lastima- le dijo Thiago.

Y ante esa afirmación un destello de odio cruzó por los ojos de Juan Cruz.

-No te equivoques, Thiago. Lástima se le tiene a los muertos, y yo todavía estoy vivo. En cambio, vos...

Y de pronto, en un rápido movimiento, Juan Cruz se acercó a Thiago, y sin darle tiempo a nada, lo
empujo al vacío. Cielo permaneció como estaqueada. Nico gritó desesperado, y Luca ahogó el llanto,
Juan Cruz, agitado y rengueando, se acercó a la cornisa para comprobar el resultado de su crimen.
Cincuenta metros más abajo, en la acera del edificio, yacía el cuerpo sin vida de Thiago.
A unos pocos metros de distancia, Esperanza y Tic Tac observaban la escena con una expresión
indescifrable.

- ¿Para qué sirve la utopía, Tic Tac, ¿si siempre se aleja?

-Para caminar- dijo él-. Las utopías son el motor de la historia, del mundo. La utopía de Gandhi cambió el
mundo.

-También la de Hitler- dijo ella con amargura.

Al día siguiente, en el cementerio parque El Espejo, todo era desolación. Un grupo de jóvenes y niños se
reunieron alrededor de una tumba para despedir a un amigo muy querido. Tal como lo había anticipado
Jazmín en sus visiones, Nico, vestido de negro, con sus ojos rojos de tanto llorar, se abrió paso entre
ellos, apoyándose en un bastón, rengueando, y se paró frente a la tumba, sin decir palabra. Cielo,
conmocionada por completo, se apartó del grupo para llorar a solas. Sin encontrar consuelo, se sentó en
un banco; Justina, que había obtenido permiso para asistir al funeral, se acercó junto a ella.

- ¿Que paso, capitana? - le preguntó con la voz quebrada.

Cielo secó sus lágrimas y comenzó a relatarle lo que había acontecido.

-Sabíamos que Juan Cruz quería matar a Thiago- comenzó ella, angustiada-, y con Nico armamos un plan
para evitarlo. Gracias a las visiones de Jazmín pudimos enterarnos del lugar en que iba a ocurrir, y como
sabíamos que el edificio iba a estar rodeado por sus matones, nos dejamos atrapar por Charly. Pero no
era parte del plan que atraparan a Luca.

Cielo le contó a Justina que cuando Thiago los había escuchado hablando de aquella muerte inevitable
en el altillo, se les había presentado a decirles que estaba dispuesto a enfrentarlo. Ellos le dijeron que
tenían un plan que consistía en que Thiago, bajo ningún concepto, hiciera caso a los pedidos de Juan
Cruz. Solo debía cantar con su banda y no salir del estadio, ya que ellos se encargarían de todo. Pero
cuando advirtieron que Juan Cruz había capturado a Luca y extorsionado a Thiago amenazándolo con
lastimarlo, temieron que él no cumpliera con su parte del plan y acudiera a la terraza.

-Y Thiaguito fue- se lamentó Justina.

Cielo le refirió como Juan Cruz lo había arrojado al vacío y como después, exultante, comenzó a gritarle a
ella.

- ¿Y Cielo? ¿Qué paso con la elegida? ¡Con el ángel de Eudamon! ¿Qué paso con todos ustedes que no
pudieron evitar esta tragedia? ¿Qué paso con el amor que los hacia tan fuertes? ¿Dónde está el amor?
¡Murió el amor! - festejó en el paroxismo de la locura.

Mientras él se ufanaba de su obra y se burlaba del fracaso de ellos, con movimientos imperceptibles
Cielo logró soltarse de sus ataduras, Juan Cruz, enajenado, les habló a sus hombres.
-No quiero que llegue la policía ni la ambulancia, Quiero que todos los amigos de mi hijo vean su cadáver
estrellado en la vereda.

Pero en ese momento, desde el estadio, comenzó a oírse los TeensAngels cantando Estoy listo, y entre
voces se distinguía claramente la de Thiago. Juan Cruz se perturbó un instante, pero luego supuso que
sería una grabación, sin embargo, uno de sus matones le confirmó por handy que Thiago estaba
cantando en el escenario con el resto. Franka se miró con Charly, y ambos observaron a Juan Cruz; todos
habían visto al joven caer al vacío. Entonces El hombre de las mil caras giró y miró a Cielo: ya había
comprendido lo que había ocurrido.

-Muy bien, mi reina- le dijo a Cielo, con genuina admiración-. Aprendiste a ser una ilusionista, ¿no?

En el cementerio, Cielo siguió contándole a Justina lo ocurrido. Afortunadamente, Thiago había resistido
la presión de Juan Cruz y, tal como habían acordado, no acudió a su llamado. La aparición de Thiago y su
caída por la cornisa, todo había sido una ilusión óptica creada por Cielo. A partir de aquel día en que
Juan Cruz se le había aparecido mostrándole múltiples caras, ella había comenzado a practicar esa
habilidad que sabía que podría desarrollar y que le seria útil en alguna ocasión. Y lo había logrado, ni
siquiera Juan Cruz se había percatado de que le estaba gritando al vacío cuando hablaba con Thiago, y
que había empujado al aire por la cornisa.

Pero al comprobar el engaño, Juan Cruz enfureció y anunció que ahora si sufrirían todos, ya que haría
una matanza indiscriminada. Sin embargo, el plan de Nico y Cielo no terminaba ahí. Ella ya había logrado
soltarse, y en un rápido movimiento, desarmó a Charly y con el arma apuntó a Juan Cruz.

-Hacelo, Cielo- le dijo Nico.

- ¿Para qué me apuntas? - dijo Juan Cruz sin perder la calma-. Si no vas a dispararle a Salvador.

-A él no, pero a vos si- dijo ella.

y le disparó en una pierna, con un arma de las que usaban los matones de CC, que daban una descarga
eléctrica. Mientras Juan Cruz aullaba de dolor en el piso, Cielo liberó a Nico, y éste liberó a Luca. Cuando
ambos desarmaron a Franka, la situación parecía controlada. Cielo entonces les indicó a Luca y Nico que
acudieran al estadio para vigilar que los matones no atacaran a ninguno de los chicos mientras ella se
ocuparía de Juan Cruz. Pero este, aunque herido, no se resignó, y tomo su handy con el que le dio la
orden a los matones de que mataran a Thiago de un balazo, en el escenario.

Por alguna extraña razón, esa comunicación entró en la frecuencia de los equipos del canal que estaban
transmitiendo el certamen, y tanto los Man!!, que miraban la actuación por un monitor, como Malvina,
Lleca y los chiquitos, que lo miraban por televisión desde la casa, oyeron claramente la orden de matar a
Thiago, y todos de inmediato salieron disparados a evitarlo.

Nico, con el arma que le había quitado a Franka en su mano, apuntó ahora a Charly y ordenó a Juan Cruz.

-Frena a tus hombres.


-No vas a matar a Charly- sonrió Juan Cruz.

-Si tengo que hacerlo, lo hago- aseguró Bauer.

-No te preocupes, lo hago yo- dijo Juan Cruz.

Sacó un arma de entre sus ropas y le disparó a su colaborador, que murió casi al instante. Franka vio
morir a su compañero con espanto, y las dudas que venía teniendo sobre el sentido de esa causa
crecieron. Juan Cruz, aún con la pierna herida, se puso de pie y le dijo a Cielo:

-Reina, ni se te ocurra hacer otro truquito, mejor ocupate de Bauer, que está herido.

Y sin más, le disparó a Nico en una pierna, que cayó, gritando de dolor. Luca y Cielo corrieron hacia él, al
tiempo que Franka recuperaba el arma que le habían arrebatado. Ahora Juan Cruz estaba en dominio de
la situación otra vez.

- ¡Esposalos!- le gritó a Franka, que miraba como aturdida el cuerpo inerte de Charly, y por el handy dijo-:
Toledo. ¿Ya está muerto Thiago?

-Estamos en eso- respondió el matón.

En efecto, un francotirador estaba parapetado, dispuesto a dispararle en el momento en que Thiago


saludaba con el resto de la banda al finalizar la canción. Pero cuando estaba por concretarlo. Nacho y
Simón, alarmados por la voz de Juan Cruz, que se había filtrado, lo evitaron justo a tiempo.

- ¿Y Toledo? - preguntó Juan Cruz con impaciencia.

-Vas a tener que venir vos, basura- le dijo Simón por el handy, tras reducir a Toledo y al francotirador.

Juan Cruz volvió a enfurecerse, y tomo una resolución: le ordenó a Franka que mantuviera a Luca y a
Cielo esposados, y se llevó con él a Nico, que estaba muy dolorido por el disparo de la pierna.

Justina escuchaba con estupor el relato que Cielo le estaba haciendo. Seguían apartadas del resto, que
estaba alrededor de la tumba. Cielo prosiguió con su relato y le contó que Juan Cruz, enceguecido de ira,
llevó a Nico hasta la mansión y, herido como estaba, lo arrojó junto a la fuente, bajo el altillo del reloj,
revelándole sus planes: el escudo protector del portal se rompería y él accedería nuevamente a
Eudamon, de donde había sido expulsado. Para lograrlo, había dispuesto un enorme operativo.

Los Man!! fueron reducidos en uno de los camerines del estadio por dos matones, lo mismo hicieron
con los Teens en el otro camerin. Otro grupo de hombres estaba vigilando a Malvina y los chiquitos que
habían querido salir de la mansión para ir al estadio. Franka estaba en la terraza apuntando a Luca y
obligando de esa manera a Cielo a no hacer nada raro para Salvarlos. Cielo intentaba disuadirla y hacerle
entender que no tenía ningún sentido seguir respondiendo a ese hombre que, sin una gota de culpa,
había matado a un colaborador de tantos años, pero Franka persistía en su lealtad. Juan Cruz tenía a
todos a su merced, de modo que, si Thiago no se entregaba a su destino, morirían todos, uno por uno.
"Podrían haber hecho esto más fácil, pero no", le dijo Juan Cruz a Nico. "Ahora van a llorar de verdad la
muerte".

Justina miró hacia la tumba, con sus ojos llenos de lágrimas y comprobó con amargura que Juan Cruz
tenía razón. Cielo continúo relatándole como se había ido encadenando todo hacia ese desenlace. Juan
Cruz dio la orden a sus matones de que llevaran a Thiago a la mansión, donde pensaba matarlo frente al
reloj, pero en el momento en que quisieron hacerlo, todos sus amigos, desesperados y acorralados,
saltaron con uñas y dientes para defenderlo. Los Man!! contra sus captores y los Teens contra los suyos
lucharon con bravura y sin armas, pero lograron reducirlos y huir. Los matones dispararon desde el piso
mientras Tacho y Rama corrían desventaja: iban a la retaguardia.

Justina y Cielo miraron a Tacho y a Rama, reunidos juntos en la tumba, muy tristes, y agradecieron que
ellos hubieran salido ilesos. Junto a ellos estaban todos los Man!!, abrazados, aunados en el dolor.

Cielo también le contó a Justina la bravura con la que Lleca, Malvina y Caridad defendieron a los
chiquitos de los matones que los retenía en la cocina, y como se habían salvado de ellos, huyendo. Y allí
estaban todos también, tan pequeños y rodeando la tumba, en un silencio triste y respetuoso.

Luego Cielo recordó el momento en que Franka recibió la orden de Juan Cruz de matar a Luca, por
traidor, y de llevarla a ella a la mansión, para que presenciara también la muerte de Thiago. Mientras
observaba a Luca, tristísimo junto a la tumba, le contó a Justina como el joven había comenzado a hablar
con Franka, a suplicarle que salvara su alma, que dejara de ser leal a ese monstruo que les había
arruinado la vida a todos. Franka, finalmente quebrada y arrepentida, los había dejado escapar.

Nico no podía tenerse en pie, estaba tendido junto a la fuente, mientras miraba a Juan Cruz, en el
cuerpo de Salvador, en el apogeo de su locura mesiánica. Entonces comenzó a hablarle a Salvador, a su
amigo, que estaría en algún recodo del interior de su cuerpo.

-Salva, hermano... Yo sé que estas ahí.

-Si, tu amigo Salvador- se burló Juan Cruz- seguro está llorando, muerto de miedo el muy cobarde.

-Mandril- continuó Nico-, ¿te acordas del día en que nos vimos veinticuatro capítulos seguidos de Viaje a
las estrellas? Me decías: "Me arden los ojos, no puedo más, pero pone otro"- recordó Nico, emocionado.

Aunque Juan Cruz lo mantenía oprimido, en el interior de su alma Salvador escuchaba las palabras de
Nico.

- ¿Y cuándo nos hicimos los desmayados en la carrera de atletismo?

Las palabras le llegaban lejanas a Salvador; en su prisión, eran palabras cargadas de emoción, de años
de historia compartida. Palabras de amor fraternal.

- ¿Te acordas, Salva? Íbamos primeros, pero a la quinta vuelta quedamos últimos y nos hicimos los
desmayados para no pasar un papelón, y vino Berta y nos dijo: "Pascuales, levántense, no tienen nada".
Salvador fue renaciendo con sus recuerdos, no tenía dominio de su cuerpo, pero sí de su identidad.
Juan Cruz, que lo tenía dominado, pero aún vivo, notaba como Salvador, cuya conciencia siempre
estaba adormilada, empezaba a despertar.

Salvador Quiroga Harms seguía existiendo.

- ¿Y te acordas de esa canción que nos encantaba, Salva? Un mundo agradable, de Seru. ¿Te acordas?

Desde el interior de su prisión, Salvador empezó a recordar la canción, y todo lo que significaba para
ambos.

Quiero despertarme en un mundo agradable

Quiero darme libertad.

Todos los chicos corrían desesperados hacia el hogar, donde ya sabían que Juan Cruz tenia a Nico,
herido. Franka se asomó por la terraza, llorando, y vio como Cielo y Luca corrían hacia la mansión. Luego
miró a Charly, muerto, y comprendió que debía hacer algo más.

Ya no quiero dar lo que no tiene sentido.

Solo quiero aquí estar.

Juan Cruz estaba resistiendo con sus últimas fuerzas a la conciencia de Salvador, que pujaba por
despertar. Nico seguía hablándole a su amigo, trayéndolo a la vida a través de los recuerdos en común.

Todas las personas pueden mejorar.

Todos los caminos pueden ayudar.

Si estas ahí, si lo deseas.

-Yo sé que estas ahí, Salva. Yo lo sé- afirmó Nico, desfalleciendo.

- ¡Basta! - gritó Juan Cruz apuntándolo.

Pero Nico no se detuvo, cuando Juan Cruz, ciego de odio, se dispuso a matarlo, aparecieron todos los
chicos, agitados, corriendo, desesperados. Muy asustados pero decididos, fueron rodeándolo, Juan Cruz
recorrido cada uno de sus rostros: allí estaban Nacho y Caridad de la mano. Simón y Melody, Valeria y
Rama. Todos al lado de Thiago, que sostenía la mano de Mar. Todos dispuestos a jugarse por todos.
Tacho y Jazmín, y Tefi también, tiritando, y en sus tacos. Y Luca y Cielo llegaron tras ellos. Malvina, más
atrás, retenía a Lleca y a los chiquitos que quisieron correr hacia Nico, herido. Juan Cruz sintió una
repentina debilidad al verse rodeado.

Este es mi sueño y el de muchos más.

Esta es mi casa donde quiero estar


Calmar mi sed, viajar en paz.

Juan Cruz miró esa cortina humana que habían formado entre todos y sonrió, sin dejar de apuntar a
Nico.

-Bien, que bueno que están acá, porque van a ser todos testigos.

Pero en ese instante, por detrás, se oyó la voz de Franka, que avanzaba con un arma en la mano,
apuntando a Juan Cruz.

-Ya está, Juan Cruz, se terminó- dijo ella.

- ¿Vos sos mi Judas? - le dijo él con cierto dolor-. Pensé que habías entendido, Franka. Esto no
terminó,esto está empezando- dijo ahora apuntándola a ella.

-Matame si queres- respondió ella, llorando-. Mata a todo el mundo. ¿Qué vas a ganar? Ya perdiste.
Perdiste todo el día que vos traicionaste tu misión. Nunca vas a volver a Eudamon.

-Franka... no se trata de volver a Eudamon. Te perdiste la posibilidad de cambiar el mundo.

Y sin más, le disparó. Todos se estremecieron y Luca, en shock, corrió a sostenerla mientras ella caía. La
apartó de todos, y le sostuvo la mano hasta que ella murió. Antes de cerrar sus ojos, él vio en ellos una
profunda paz: por fin había encontrado un sentido para su vida, poco antes de morir.

El asesinato a Franka causo conmoción y temor en los chicos, sin embargo, nadie retrocedió. Había un
silencio total en esa ronda de aliados, reunidos en torno a la fuente, y en el centro Salvador, poseído por
Juan Cruz, que apuntaba a Nico.

-Hagamos un enroque- propuso Juan Cruz-. Nico por Thiago.

- ¡No! - gritó Nico.

Pero Thiago, decidido, se adelantó. Mar, aterrada, se aferró a Tefi, quien no paraba de tiritar. Tacho,
Rama y Simón saltaron a anteponerse a Thiago.

-A él no lo tocas- dijo Tacho, decidido.

-Puede morir él o los tres, ustedes deciden- dijo Juan Cruz.

-Matanos a todos si queres- dijo Nacho sumándose a los otros.

-Pero cuanto amor, che...- se burló Juan Cruz-. Bueno, ya que quieren morir todos... ¿Por quién
arranco? - preguntó apuntando a uno y a otro.

Justina escuchaba el relato en el cementerio con horror, mientras ya todos se iban reuniendo para el
responso.

- ¡Que valiente se volvió el cachetón! - dijo Tina, mirándolo-. Y también Simón, que amigo de fierrrro.
A unos pasos estaban Nacho y Simón, junto a Tacho y a Rama, hermanados en el dolor.

- ¿Entonces? - dijo Tina.

Cielo continuó con su relato, y narró como Thiago había empujado a sus amigos, dispuesto a entregarse
él; sin embargo, para sorpresa de todos, había sacado un arma que le había robado a un matón en el
estadio y apuntó a Juan Cruz, que de inmediato también le apuntó. Todos contuvieron un grito de
estupor. Era un duelo.

-Por favor, Thiago, es lo que quiere, que lo mates, que te pierdas- le dijo Nico, débil, desde el piso, y le
rogó que no lo hiciera. Luego le grito a Juan Cruz: - ¡Si te da lo mismo, acá me tenes a mí, matame a mí!

-Si va a correr sangre, prefiero que sea de la mía- aseguró Juan Cruz.

- ¡Dispara! - dijo Thiago.

-Dispara vos... ¿No queres salvar al mundo, hijo? ¿No queres un mundo más agradable? ¡Dispara!

-¡Matame de una vez!- gritó Thiago.

- ¿Como se sigue sin vos? - dijo Cielo, finalmente en el funeral, parada frente a la tumba-. ¿Como
seguimos viviendo sabiendo que entregaste tu vida por nosotros? Que diste tu juventud... ¿Como se
agradece?

Nico, apoyado en su bastón, y su rostro contraído por el llanto, continuó con el responso.

- ¿Cómo se agradece semejante acto de amor? Se nos fue un pilar, un miembro de nuestra

familia. Todos los chicos lloraban, con sus cabezas gachas. Mar estaba abrazada a Cielo,

desconsolada.

-Se que hoy sentirás lo mismo que nosotros- continuó Nico-. Bronca, impotencia, angustia, culpa.
Muchas preguntas, pocas respuestas, y mucho dolor.

Los gritos cruzados entre Thiago y Juan Cruz continuaban, y el padre impulsaba al hijo a matarlo, pues
sabía que en el momento en el que Thiago, aun dueño de sus actos, disparara, su alma se perdería y el
podría finalmente poseerlo. Pero Thiago ya conocía su juego y por eso no lo hizo, en cambio, soltó su
arma, tomó la que sostenía Juan Cruz y apuntándola hacia su propio pecho le gritó:

- ¡Dispara! No voy a convertirme en un asesino, matame.

Todos gritaron desesperados, pero en ese momento Thiago vio en el rostro de Salvador un dejo de
extrañeza. El amigo de Nicolás, azuzado por la evocación de recuerdos que Bauer había hecho, estaba
despertando, y de pronto todos vieron la lucha de las dos personas que habitaban en ese mismo cuerpo.
Salvador pujaba por tomar el control, en tanto Juan Cruz se ufanaba por seguir al mando.

- ¿Thiago? - preguntó Salvador como extrañado, como despertando de un largo sueño.

- ¡Salva! - gritó Nico-. Salva, ¿sos vos?


- ¡Salvador está muerto! - gritó Juan Cruz y se abalanzó sobre Thiago.

Todos vieron con pánico el forcejeo que se produjo entre Thiago y Juan Cruz con el arma entre ellos, y
de pronto se oyó un disparo. El silencio y el horror invadió a todos. Thiago y Salvador cayeron al piso,
uno sobre el otro. Nadie respiraba, hasta que Thiago se sacó de encima el cuerpo de Salvador, y vieron
que el había recibido el disparo. Thiago era el único que sabía lo que había ocurrido, y miró a Nico, que
yacía junto a ellos.

-Se disparó, Nico. Se disparó él mismo. ¡Salva se disparó! - gritó Thiago.

Entonces Salvador, ya dueño de si otra vez, aunque agonizando, con sus últimas fuerzas dijo:

-Lo maté, Thiago. Maté a Juan Cruz.

En los últimos segundos de su vida, Salvador había logrado tomar el control de su cuerpo, apartando a
Juan Cruz, y en un acto de amor final, se inmoló, disparándose a sí mismo para acabar con el parásito
que habitaba en su cuerpo.

En el funeral, al lado de Nico emergió Thiago, que colocó una flor junto a la lápida, en la que se veía una
foto de Salvador, junto a su nombre.

-Diste tu vida por nosotros, Salva- dijo Thiago llorando-. Ojalá tengamos la fuerza para seguir adelante
y que tu muerte no haya sido en vano. Ojalá podamos cumplir tu sueño de vivir en un mundo más
agradable.

Luego del funeral, regresaron a la mansión, abatidos, agotados. Todos tenían secuelas físicas y
emocionales de la dura batalla que habían librado. Cielo y Nico los reunieron en la sala de ensayos para
hablarles. Justina aún estaba con ellos, pero manifestó que ya debía regresar a la granja. Cielo le dijo
que antes debían hablar de otra cosa.

- ¿De qué? - preguntó Justina.

-De esto- dijo Nico y sacó el libro de los candados.

No solo estaban presentes Tina, Lleca, Luca y los Teens, sino que también estaban Valeria, Caridad, Tefi,
Melody, Simón y Nacho, quienes jamás habían visto el libro. Nico les explicó a ellos:

-Hace un tiempo, los chicos encontraron este libro, o mejor, el libro los encontró a ellos. Luego Jazmín,
Tacho, Rama, Thiago, León y Mar fueron encontrando llaves que abren estos candados.

- ¿Esas eran las famosas llaves, gato? - le preguntó Valeria a Mar, que no paraba de mencionarlas.

- ¿Y cómo las encontraron? - preguntó Simón.

-Cada vez que alguno de ellos resolvió algún tema importante de su vida, apareció una llave- explicó
Cielo-. ¿Todos tienen sus llaves?
Cada uno de los seis sacó la suya, que llevaban colgada en el cuello, y las depositaron junto al libro.

-Llegó el momento de abrir este libro- dijo Nico- y descubrir cual es misterio que encierra.

-Falta una- notó Luca.

-Bueno- dijo Nico-, todos estuvieron unidos, luchando por algo en común. Nos arriesgamos y dimos
nuestra vida por los que amamos. Y todos resolvimos algo importante.

-No hubiéramos podido sin Salva- acotó Thiago.

-Claro que no- dijo Cielo, y sacó la séptima llave.

Todos se quedaron impactados, y ella y Nico explicaron donde la habían encontrado. Luego de que
Salvador se inmolara por ellos, ordenaron a todos que ingresaran al hogar. Nico y Cielo permanecieron
junto al cuerpo de Salvador hasta que una ambulancia pasó a recogerlo, y en ese momento divisaron
que Salva llevaba en el cuello un colgante con la llave. Pequeña y plateada.

-Salvador pudo vencer por un instante a Juan Cruz- explicó Nico-, y se sacrificó por nosotros. Dio su vida
para terminar con Juan Cruz, resolvió algo importante para él, y nos salvó.

-La séptima llave la tenía Juan Cruz- dijo Cielo-, pero Salva lo venció y la recuperó para nosotros. Esta
séptima llave es de todos.

-Así que ahora...- dijo Cielo- llegó la hora de abrir el libro, ¿están listos?
Casi Ángeles
-Pero... no entiendo... ¿Se puede cambiar el futuro? - le preguntó Nico a Tic Tac y a Esperanza
cuando ellos lo llevaron a otro tiempo.

-Ya vas a entenderlo- le dijo Esperanza-. Ya vas a entender que hago yo, tu hija, con setenta años,
hablando con vos.

-Thiago no puede morir- dijo Tic Tac-, tienen que evitarlo.

-Cada vez que evitamos el destino, todo cambia- advirtió Esperanza-. Ese día el que va a morir será
Salvador.

De eso habían hablado Nico con Cielo en el altillo, y Thiago pensó que hablaban de él cuándo los
escuchó. Tic Tac y Esperanza le dijeron algo más:

-No solo te trajimos al futuro para que evites la muerte de Thiago, sino también para mostrarte otra
cosa que va a ocurrir. Algo serio.

- ¿Más serio que la muerte de Thiago? - había preguntado Nico.

Ahora, de regreso a su tiempo, Nico y Cielo estaban preparando a los chicos para "eso tan serio" que le
habían anticipado Esperanza y Tic Tac. Sabían que lo que vendría seria difícil e incierto para los chicos,
sin embargo, no podían darles demasiada información. Estaban todos frente al libro y a las siete llaves,
ansiosos por abrirlo, pero Nico y Cielo anunciaron que debían hacerlo luego de la ceremonia de boda,
que sería al día siguiente, en un parque.

-Mañana cuando el reloj de la mansión de las 21:07 de la noche, se van a reunir ustedes, los guardianes,
junto a la fuente, frente al hogar.

- ¿Todos todos? ¿Por qué? ¿Qué es esto? - empezaron a hacer preguntas.

- ¿No eran siete los guardianes? - preguntó Thiago.

-Todos ustedes fueron iniciados en los misterios de Eudamon- puntualizó Nico-. Todos tuvieron el coraje
para afrontar esta lucha.
-Fueron perseverantes- continuó Cielo-, tuvieron fe en que podían cambiar. Todos, de una manera o de
otra, hicieron un camino de redención. Y todos se sostienen en el amor de unos por otros. No son
guardianes por ser siete, sino porque tienen los siete valores de Eudamon: conocimiento, coraje,
sensibilidad, perseverancia, fe, redención y amor.

- ¿Y si no quiero ser un guardián? - preguntó Nacho algo aprehensivo.

-Si no lo fueras, no hubieras enfrentado a los matones para salvar a Thiago- le señaló Nico.

-Igual nadie está obligado a estar presente cuando se abra el libro, él que no quiera, no lo hace- aclaró
Cielo.

-Cielo...- dijo Thiago-. Tic Tac dijo que cuando abriéramos ese libro, nuestra vida iba a cambiar por
completo.

-Si- ratificó Nico-. Y que iban a entender el sentido de todo.

- ¿Y no podrá venir Cielo con nosotros, que es un ángel? - dijo Lleca-. Por las dudas, digo.

-Nuestra misión fue prepararlos a ustedes- dijo Nico-. Cielo es un ángel, pero los que tienen que hacer
esto, son ustedes, porque son casi ángeles.

Por la noche todos estaban inquietos e intrigados pensando que habría dentro del libro y porque les
cambiaría la vida, sin embargo, por delante tenían el casamiento de Nico y Cielo, y luego el resultado del
concurso La Bestia Pop, que transmitirían por la televisión al día siguiente. Si bien los sucesos
acontecidos luego del concurso les habían hecho olvidar todo, Nacho estaba muy pendiente del
resultado, ya que creía que ganar si le cambiaría de verdad la vida.

Nico y Cielo hicieron una recorrida por el hogar antes de irse a dormir. Por primera vez en mucho
tiempo, todos vivían sin temor de saber que alguien los estaba acechando. Nico debió contener los
exabruptos de padre protector al descubrir que en cada rincón de la casa había una parejita
profesándose su amor. Cielo, divertida, y más permisiva con los chicos, los iba sacando de cada
habitación. Cuando encontraron en el rinconcito de luz a Jazmín y a Tacho. Nico quiso demolerlo; los dos
enamorados, que estaban reafirmando su amor y su decisión de estar juntos, maduraron la madurez
personal y de pareja que habían alcanzado ese año. Lo mismo ocurrió entre Rama y Valeria, y entre la
incipiente pareja de Simón y Melody.

Nico se divirtió mucho viendo como la Paisa le ponía los puntos a Nacho, definitivamente domado.
Thiago y Mar hablaban sobre la lista de deseos de él, y aunque ya no se sentía en riesgo de morir en lo
inmediato, no quería esperar a estar en peligro otra vez para cumplirlos. Mar se inquietó porque pensó
que se refería al punto ocho, y Nico pensó lo mismo cuando los oyó, pero Thiago hablaba del punto uno:
raparse. Y así lo hizo esa noche: a los gritos, se fue rapando cada mecha, ante la mirada de Mar que
sufría por esa melena que caía. Así nació el apodo de "el Pela", que lo acompañaría el resto de su vida.
Nico y Cielo se divirtieron mucho con la improbable pareja de Luca y Tefi, viendo los esfuerzos que ella
hacía por combinar; y con ellos Nico se relajó: estaban aún muy lejos de la idea de rockanrollear. Incluso
Lleca estaba dando sus primeros pasos en el amor, en el altillo, con su noviecita Lucia. Nico le pidió un
taxi a la niña y le exigió a Lleca que esperara a soplar dos velitas más antes de querer jugar en primera.

Por fin, estresado por tanto adolescente enamorado, se recostó en el altillo, y abrazó a Cielo. Durmieron
temprano esa noche, pegados y en paz. Después de tanto tiempo podían dedicarse solamente a ser
felices, y a esperar a esa niña que estaba por venir.

A la mañana siguiente los despertaron muy temprano. Los varones se llevaron a Nico, y las chicas a Cielo,
y por separado, entre todos, los fueron preparando para la boda. Mientras los varones afeitaban a Nico,
él, embargado de emoción, pensó en el largo y extraño viaje que había realizado durante toda su vida:
"Yo buscaba Eudamon como quien busca un tesoro, jamás imaginé que al final de mi viaje, lo que iba a
encontrar era un puñado de hijos, hermanos y amigos".

Las chicas, ruidosas, maquillaban y peinaban a Cielo, y ella las dejó hacer, entregada, mientras pensaba
en su propia historia: "De acróbata de circo amnésica a ángel de Eudamon. Ese fue mi viaje. Fui Cielo
Mágico, Ángeles Inchausti y Linda Barba. Pero encontré mucho más que una identidad: encontré a mi
familia, mi gran familia".

Los varones terminaron de ataviar a Nico, con un traje de lino claro, impecable. Todos vestidos de
blanco, sacaron a Nico por la puerta trasera del hogar, para que no se cruzara con Cielo. Lo subieron al
jeep y se fueron al campo, donde se casarían. Mientras Nico sentía el viento en su cara, rumbo a la
ceremonia que no había podido concretar el año anterior, repasó todos los sufrimientos que debieron
soportar: "Cada cosa que vivimos, cada alegría, cada tristeza, cada sueño y cada decepción, cada
encuentro y cada desencuentro, cada muerte y cada renacer, todo fue un aprendizaje para poder estar
listos".

Mientras las chicas conducían a Cielo hacia el auto que las aguardaba en el frente, también todas
vestidas de blanco, ella llegaba emocionada a la misma conclusión que Nico: "Estar listos para aceptar
que existimos por una razón. Listos para ser los protagonistas de nuestro cuento, listos para amar y para
el futuro".

Por supuesto, la canción elegida para musicalizar la boda fue Estoy listo, pues lo sintetizaba todo. Sobre
un enorme prado verde habían colocado unas pocas sillas cubiertas por telas blancas y un altar austero.
Los invitados eran pocos, y selectos. Estaban Feli, por supuesto, junto a su prima Justina, con un nuevo
permiso de salida, y por primera vez en su vida, vestida de blanco. Estaba Rosarito Guevara de Dios, con
un joven acompañante del que no dio mayores detalles. Estaba Berta, ya algo harta de asistir a los
casamientos de su hijo. Y por supuesto Malvina, con su apuesto marido, y Esperanza. Todos se pararon
cuando vieron llegar a Cielo, caminando por el prado, llevando un vestido blanco exquisito, suelto y de
cola larga, que no disimulaba su pancita de embarazada, el pelo recogido con una flor blanca sobre su
oreja, rodeada de todas las adolescentes, y precedida por Luz y Alelí, que iban tirando pétalos blancos a
su paso.
Por el extremo, apareció Nico, acompañado de todos los varones. Cristóbal y Monito arrojaban pétalos a
su paso, sobre el prado. Los novios se encontraron en el centro de un pasillo delimitado por floreros
repletos de jazmines, y avanzaron de la mano y con sus ojos vidriosos hacia el altar. En ese momento se
dieron cuenta de que no había cura, y que no habían designado a nadie para que fuera el orador; sin
embargo frente a ellos apareció sorpresivamente Mogli, el gran amigo zahorí de Nico, que había partido
un año antes a su tierra, pero que no había querido perderse el casamiento de Micola con la Diusa.

-Primero... buonos deseos- indicó Mogli.

Y cada uno de los invitados fue diciendo en voz alta los augurios: "Felicidad. Amor eterno. Buena fortuna.
Fuerza. Paciencia. Esperanza. Paz. Alegría. Sinceridad. Pasión. Coraje".

Luego Mogli les pidió a los novios que hicieran sus votos.

-La primera vez que te vi- dijo Nico- pensé "que pedazo de camión".

Todos rieron, imaginaban que su discurso seria gracioso, sin embargo, igual se emocionaron al oír
sus palabras.

-Me pasaste por encima, me arrasaste. Me cambiaste la vida, Cielo. Te amo como jamás soñé amar. Por
eso yo, Nicolás Bauer, te tomo por esposa para amarte y respetarte, y para cuidar nuestro Eudamon.

-Yo tampoco podría vivir sin vos- le dijo ella-. No sé cómo hacia antes de conocerte, pero ya no me
imagino una vida sin vos. Por eso yo, Cielo Mágico, te tomo por esposo para amarte y respetarte y para
cuidar cada día de nuestra vida nuestro Eudamon.

-Micola, poderer besar Diusa- dijo entonces Mogli.

Ellos se besaron y de inmediato estalló la música, y como no podía ser de otra manera, bailaron y
cantaron Tan alegre el corazón durante muchas horas, bajo el sol de diciembre. Mientras los chicos
arrojaban a Nico hacia el aire, él miró el cielo y recordó las palabras que tantas veces le había dicho su
padre: "Tras las nubes el cielo es siempre azul".

De regreso al hogar, Nico y Cielo ultimaron los preparativos para el viaje de luna de miel que harían ese
mismo día. No sería una escapada de pareja, sino que irían con ellos Cristóbal, Monito, Luz y Alelí, y Feli
los acompañaría. También habían invitado a Malvina y su marido, con Esperanza. Irían a la playa.

Mientras Nico terminaba de cargar el auto con las valijas, Cielo reunió a los adolescentes y a Lleca para
hablarles. Justina estaba esperando que el oficial de justicia pasara a buscarla.

-No te preocupes, Tina, le pedí que te buscaran después de la 21:07, porque antes tienen que abrir el
libro- la tranquilizó Cielo.

- ¿Por qué no nos decís de una vez que va a pasar de una vez por todas? - se quejó Tefi.
-Es aburrido querer saber lo que va a pasar. Antes de irme, me gustaría darles algo- dijo Cielo, y empezó
a sacar de la caja de cartón los objetos que la habían acompañado en su camino-. Estas chucherías me
han ayudado mucho y me gustaría regalarle una a cada uno. Es mi souvenir de casamiento.

Se acercó a Luca, y le extendió la brújula.

-Para que nunca pierdas el camino- le dijo, y él comprendió de que hablaba.

A Tacho le regaló el disco y le señaló:

-Cuando te desconciertes, recorda que hasta en una simple canción puede haber señales.

Luego tomo el bumerang, y sin dudarlo se lo dio a Rama.

-Te salvo tantas veces, ¿no? - le dijo, y Rama sonrió.

Se acercó a Valeria y le entregó el tintero y la pluma.

- ¿Qué mejor que lo tenga una escritora? - le preguntó con complicidad. A Jazmín le dio la lana y las agujas.

-Ahora que sos una mujer recatada...- bromeó.

Le entregó a Caridad el dado gigante de madera.

-Nada es azaroso- le dijo.

A Tefi le otorgó la vela.

-Si se corta la luz, mejor tener una vela a mano.

A Simón le dio el diapasón.

-Dicen que sirve para afinar, yo digo que sirve para escuchar. Si te falla el oído, hacelo vibrar- le indicó.

Le regaló a Nacho el canario de plástico; él lo tomó algo decepcionado.

-Vola, Nachito- le dijo, y lo dejo pensando.

Para León era el portarretratos.

-Hay goles que son para ponerles un marco- le comentó sonriente.

Tomó el espejo y se lo regaló a Justina, que ya estaba lagrimeando.

-Vos sabes por qué- le dijo en clave, y Tina asintió.


-Hay detalles que nos identifican- le explicó a Melody mientras le entregaba el dije de madera.

Luego tomó el perfumero y se lo dio a Mar.

-Dicen que los olores te trasladan directamente, sin escalas, al pasado.

Por fin, tomó la espada de madera, y se la regaló a Thiago.

-No te olvides de jugar- le recomendó.

Todos notaron que había quedado sin entregar la caja con saquitos de té, y ella aclaró:

-Esto es para otra persona. ¿Ahora si están listos?

El sol ya estaba cayendo cuando Nico terminó de cargar el auto con todas las valijas. Malvina y Ciro
llegaron en su propio auto, dispuestos a partir hacia la playa. Todos los adolescentes, Tina y Lleca, se
acercaron para despedirlos, y como eran tantos, el saludo duró más de cuarenta minutos. Entre abrazos,
lágrimas y recomendaciones se dijeron adiós, y aunque regresarían en quince días, todos tuvieron la
sensación de que se alejarían por más tiempo.

-Bueno, angelitos...- dijo por fin Nico mirándolos-. Bah, casi angelitos... Les están creciendo las alas, y así
debe ser.

-Cuiden a las chicas- pidió Cielo a los varones, guiñándoles un ojo.

-Mejor si no hace falta que tengan necesidad de cuidarse... O sea, mejor si no hacen lo que...- dijo Nico
sin poder concluir la frase.

- ¿Cabriolar la zamacueca, don Nico? - preguntó Caridad, y todos estallaron en risas.

-Los quiero mucho, pero mucho- dijo Nico-. ¿Lo saben?

-Afloja, Nico. Se van dos semanas nada más- comentó Tacho.

Cielo y Nico se miraron con cierta complicidad, y por fin el grito.

- ¡Familia!

Y todos volvieron a abrazarse y a besarse mientras el sol comenzaba a caer.

"Las despedidas son promesas de reencuentros", pensó Nicolás en medio de esa marea amorosa.

"Los finales son posibilidades de nuevos comienzos", pensó Cielo.

Todos permanecieron frente al hogar hasta que los autos en los que se iban a la playa desaparecieron al
final de la calle. Con una extraña emoción, regresaron al hogar, a esperar que se hiciera la hora indicada
para abrir el libro.
Cuando faltaban pocos minutos para las 21:07, todos salieron llevando consigo el objeto que les había
regalado Cielo, pues así se los había indicado. Cada cual llevaba su llave. Thiago traía el libro y la séptima
llave, además de la suya. Los otros, menos familiarizados que los guardianes en esos misterios, estaban
muy inquietos. Como notaron que faltaba Nacho, corrieron a buscarlo: estaba adentro, frente al
televisor,esperando a que anunciaran al ganador de La Bestia Pop.

- ¡Vamos, Nacho! - ordenó Luca.

- ¡Que me importa ese librito! Quiero saber quién ganó.

-Ya te vas a enterar, vamos- le pidió Luca, y se lo llevó a la rastra.

Afuera, junto a la fuente, Justina estaba llena de dudas. El reloj marcaba ya las 21:06.

-Perrrrrdon, pero... ¿qué hay que hacer? ¿Hay que hacer algun rrrito? ¿Rezar?

-No, veni- le dijo Mar, en superada-. En un minuto abriremos los candados, vos tranquila que las llaves la
tenemos clara.

-Yo quedé en verme con mi nami- dijo Lleca-. ¿Tengo que estar acá?

-Tu nami es mi hermana- le recordó dándole un coscorrón Nacho, que había llegado-. ¿Abrimos el librito?

-Faltan treinta segundos- dijo Thiago.

-Esto es un delirio, ¿no? - dijo Simón, inquieto.

Todos se fueron callando, mientras observaban con ansiedad el gran reloj que coronaba la mansión. Así
permanecieron en silencio, hasta que el minutero se movió. Eran las 21:07.

Todos se miraron y durante unos instantes nada ocurrió. Pero al fin, la fuente frente a la que estaban
comenzó a vibrar, y de pronto el copón central, formado por tres peces tallados en mármol de los que
brotaban agua, se abrió como una flor y dejó ver una especie de atril con una hendidura en la que
encajaba perfectamente el libro. Todos quedaron azorados por lo que había ocurrido, sobretodo Justina,
que había vivido en esa mansión casi toda su vida y jamás imaginó que los peces escondían ese secreto.

-Es un delirio- confirmó Simón.

- ¿Ahí irá el libro? - aventuró Rama.

Y sin tener instrucciones precisas, se guiaron por la intuición. Thiago se acercó con el libro y lo depositó
sobre la hendidura y el objeto se encastro a la perfección.

- ¿Y ahora? - dudó Luca.

-Y ahora... ¡abrámoslo! - dijo Thiago.


Con inquietud creciente, casi con un temor reverencial, todos se pararon alrededor de la fuente. Thiago
le pasó a Justina la séptima llave, y ella, casi temblando, intento abrir un candado, pero nada ocurrió.
Entonces Rama intentó con su llave, pero tampoco tuvo suerte. Valeria lo tomó de una mano y le dijo
que volviera a intentarlo, y esta vez el candado cedió.

- ¿Como hiciste? - dijo Tacho.

-No sé...- dijo Rama confundido-. Valeria me tomó la mano y...

Entonces todos entendieron la pauta, y cada poseedor de la llave tomó la mano del que estaba al lado.
Mar tomó la mano de Tefi y con su llave abrió otro candado. Tacho se abrazó a Nacho, y así abrió otro.
Lleca lo hizo con Luca, Tina con Melody, Jaz con Caridad, y Thiago se abrazó a Simón. Así, uno a uno, en
parejas, fueron abriendo y retirando los siete candados. Ahora si, por fin, podrían abrir el libro.

Thiago se miró con todos, estiró su mano hacia el libro y abrió la solapa dorada. Apenas lo hizo, del
centro del libro brotó una potente luz aurea que los iluminó a todos, al tiempo que el reloj comenzó a
vibrar, pero esta vez la vibración fue más potente que otras veces, como si un motor enorme y poderoso
se hubiera puesto en marcha. Todos, aturdidos y asustados, atinaron a tomarse de las manos, y así
formaron una ronda alrededor de la fuente. Con asombro vieron como del centro del reloj comenzó a
abrirse un hueco de luz que se fue agrandando, hasta que un potente haz de luz brillante conectó el
reloj con el brillo. Se produjo una luminosidad que envolvió a todos: sintieron un intenso calor, además
de quedar cegados.

Por fin el reloj produjo un último destello que inundó el lugar con una luz de un blanco desconocido, y
todo se detuvo.

El reloj dejó de vibrar y su luz se extinguió. En el centro de la fuente, el libro ya no estaba, y el copón de
peces volvió a unirse. El agua de la fuente volvió a correr, y todo se quedó en silencio y tan normal como
siempre, salvo que Justina y los chicos ya no estaban allí, sino que habían desaparecido.

Todos habían sido elegidos por alguna razón, y ahora estaban viajando hacia una nueva aventura, a
cumplir una tarea extraordinaria para la que estaban capacitados. Tras haber superado todas las
pruebas, ahora eran casi ángeles, y estaban listos para su gran misión.
Bitácora de Bruno Bedoya Agüero

Fecha Eudamonica: aquí y ahora.

Finales y comienzos, partidas y llegadas. Son solo momentos del viaje, de este cuento eterno que esta
escribiéndose permanentemente.

Mi misión en este tiempo terminó. Guié a Cielo en su transformación, a ayudé a todos a estar listos.
Como se habrá podido deducir por las paradojas temporales de las que hable, ahora ellos también están
viajando en el tiempo, precisamente veintidós años al futuro. Al llegar, se encontrarán en el año 2030, y
allí comenzará otra gran aventura, en la que también contarán con mi ayuda, de modo que un buen
viaje es todo lo que puedo desearles.

Y así como el tiempo- aunque no exista- una vez más llegó un final, también esta bitácora por ahora no
continuará.

Sin embargo, como le tomé el gustito a la escritura, mientras ellos vivirán su gran misión en el futuro, me
dedicaré a hacer otra crónica, la de como continuaron sus vidas mis padres y mis tíos al regresar de su
viaje en el tiempo. Privilegio de mi existencia sin tiempo, sé quiénes fueron, quienes son y quienes serán.

Me convertiré en una especie de periodista de espectáculos, bien chismoso, y revelaré cada secreto y
todo lo que vivieron a partir del "fin" de esta historia que no se cierra con un punto, sino con un signo de
interrogación.

De modo que esta bitácora si continuará...

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