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¡No te mueras,
mamá!
1, -..�
¡NO TE MUERAS, MAMÁ!
© Henrik H0jer Mikkelsen
ISBN: 978-956-18-1037-2
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jugar con Sara o conversar con papá y los abuelos, como
lo ha hecho estos últimos días.
-¡Hola, Antonio!
Es Beatriz, viene corriendo por el pasillo. Es la pro
fesora jefe de su curso y la mejor profesora del colegio.
-¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes? -pregunta y le da
un apretado y prolongado abrazo.
Se siente bien y un poco extraño. Cuando se vuelven a
mirar, nota que ella tiene lágrimas en los ojos, él también
está a punto de llorar.
-Estoy ... estoy bien -dice, mientras mira el piso gris
del pasillo.
-Ven conmigo-dice Beatriz-.Vamos a la sala y enton
ces te cuento lo que acordamos el lunes pasado cuando
fui a tu casa, ¿recuerdas? Si tienes ganas de decir algo,
lo dices, aunque si no quieres también está bien.
Antonio asiente y la sigue en silencio. No tiene ganas
de decir nada en absoluto, espera que esto pase rápido.
Al entrar en la sala, se sienta rápidamente en su lugar al
lado de Ema. No se dicen nada. De hecho, es como si ella
no quisiera mirarlo. Antonio se da cuenta de que muchos
de los niños del curso también evitan mirarlo. En cambio,
Sara y Lisa lo miran como si fuera un mono de circo.
Mientras todos se sientan en sus puestos, Isidora de re
pente corre hacia él. No le dice nada, pero le da un abrazo
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cortito. Se siente extraño y un poco mal. Nunca lo había
hecho antes. Antonio se avergüenza un poco y se pone
colorado. Mira alrededor: ¿Alguien lo vio? ¡Espera que
nadie piense que una de las chicas del curso es su novia!
Fue agradable, como si Isidora fuera distinta a los
demás del curso. No le había ocurrido. Por ejemplo,
ella nunca se burla de nadie y, si alguien lo hace, ella
lo defendería. De hecho, Antonio piensa que es muy
tierna, a pesar de no conocerla mucho pues solo lleva
unos meses en el curso, desde que se mudó a la ciudad
con su mamá.
-Buenos días a todos -dice la profesora Beatriz-. Es
pero que hayan tenido un buen fin de semana.
Mira a todos y sonríe.
-Y como pueden ver, Antonio ha vuelto a clases.
Por suerte. Hemos esperado tu regreso con ansia, An
tonio. Alrededor de dos semanas que no vienes al
colegio...
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Beatriz deja de hablar y Antonio se da cuenta de que
carraspea de una manera especial, como si le fuera dificil
hablar de esto.
-...Pero ahora Antonio ha vuelto a estar con nosotros,
-continua la profesora-.Y como conversamos el otro día,
esta es una situación muy dificil para él. Por eso tienen
que portarse bien y no decirle tonterías. Aunque sé que
no lo harán.Ahora bien, quizás Antonio quiera hablar de
su mamá o quizás no. Él decidirá eso, ¿cierto Antonio?
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-¡Hola, Antonio!
Es Isidora. De repente está frente a él con una sonrisa
enorme.
-¿Qué tal? ¿Cómo estás?
-Bien -dice Antonio, aunque no es del todo cierto,
es dificil contar cómo se siente de verdad, en especial a
alguien que no conoce muy bien.
-¿Sabes qué? Mi papá murió hace seis meses. Por eso
con mi mamá tuvimos que mudamos a la ciudad, entonces
entré al curso de ustedes.
Antonio no sabía nada de eso. No recuerda que se haya
hablado sobre la muerte del papá de Isidora.
-No -dice Antonio-. No lo sabía. ¿Estaba muy en
fermo?
-No, murió en un accidente de auto, en el acto. Fue una
noche en la autopista. Iba solo, quizás se quedó dormido,
en fin, nadie lo sabe.
Antonio se da cuenta de que Isidora no parece muy
triste. "¿De verdad no le importará que su papá esté muer
to? ¿O puedes volver a estar contento de nuevo, siempre
que haya pasado un tiempo lo suficientemente largo?".
Y luego dice:
-Sé cómo es, ahora estás demasiado triste. Yo me sentía
igual, no pensaba en nada más que en mi papá. Cual
quier cosa que hacía me recordaba a él. Estaba allí todo
el tiempo aún sin estar. Fue muy duro.
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Isidora mira a Antonio de una manera que lo intimida,
aunque siente exactamente lo mismo que ella describe.
Piensa que es muy dificil concentrarse porque su mamá
está constantemente en sus pensamientos. Todo en la casa
le recuerda a su mamá.
Durante la primera clase, casi no prestó atención a lo
que dijo Beatriz, porque estaba pensando en su mamá.
-¿Tu mamá estuvo enferma mucho tiempo? -quiere
saber Isidora.
-Parece que fueron como cinco meses -dice. No sabe
si eso es mucho tiempo en realidad, ya que ha escuchado
de personas que llevan años enfermas.
-¿Me contarías sobre eso?
Por un lado, Antonio quiere hablarlo, pero por otro,
no. Es todo tan dificil.
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El peor sábado
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Antonio miró por la ventana un momento. El clima no
tenía buena pinta. Estaba bastante oscuro y parecía que
podía comenzar a llover en cualquier momento. "Clima
cambiante de otoño".
Habían hablado de arrendar una película para ver en la
noche. El último estreno de Disney que no habían alcan
zado a ver en el cine. Entonces los cuatro se sentarían en
el sofá con un montón de dulces en la mesa. En el mejor
de los casos, Antonio podría celebrar con su familia el
triunfo del partido de fútbol y hasta la posibilidad de que
hubiera anotado un gol.
Sara estaba de muy buen ánimo, súper risueña. Venía
corriendo hacia Antonio para que le hiciera cosquillas.
Se reía a carcajadas y a él le encantaba esa risa. Sara
siempre podía hacerlo feliz. Solo tenía cuatro años, siete
menos que él, la conocía de toda la vida y recordaba
perfectamente el día que nació.
De repente, se abrió la puerta y mamá entró sin
aliento con cuatro bolsas del supermercado que puso
sobre el mesón de la cocina. Antonio y Sara corrieron
para ver qué había comprado. Entonces la ayudaron
a ordenar todo: leche, avena y... mmm ... ¡esta noche
iban a comer fideos con salsa boloñesa! ¡La comi
da favorita de Antonio! ¡Perfecto! También había una
bolsa grande con dulces para más tarde. Iba a ser una
buena noche.
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Papá había regresado del jardín y estaba abrazando a
mamá. Antonio se dio cuenta de que la miraba de una
forma secreta, extraña. ¿O estaba nervioso? De repente,
sentía que ella estaba muy callada.
-Sara y Antonio -dijo mamá-. Vengan un momento a
la sala de estar. Tenemos que hablar sobre algo.
Sonaba muy seria, nunca la había escuchado hablar
así. De pronto, sintió miedo. "¿Habría pasado algo? ¿Se
irían a divorciar?".
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-No, Antonio, no creo, pero me han hecho unos exá
menes y hay que tener precaución porque parece que es
grave. Y si ... es grave, no creo que... que no sobreviva.
Porque evidentemente no lo quiero.
Papá se aclaró la garganta.
-Debemos pensar en que los médicos saben mucho
hoy en día, son muy buenos y...
Era como si le costara decir más.
A Antonio no le gustaba hablar sobre la muerte y me
nos de esta manera, aunque mamá había dicho que no
se iba a morir.
-¡Muévete! -gritó Antonio y empujó a Sara. Sin im
portarle nada, pasó a llevar un florero que estaba enci
ma de la mesa de centro. No le importó, no soportaba
quedarse allí un segundo más. Quería ir a su habitación,
¡enseguida!
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también pueden morir, pero no sucede tan a menudo. El
bisabuelo tenía ochenta y nueve cuando murió.
Tocaron a la puerta.
-¿Antonio, puedo pasar?
Era mamá. Antonio casi no podía hablar, le salió un
"sí" tan bajito que al parecer no se escuchó, pero de todos
modos igual ella entró.
Se sentó en el borde de la cama e inmediatamente An
tonio se colgó de su cuello, gritando: "¡Mamá, mamá!",
mientras lloraba y lloraba.
Le acariciaba el cabello con cariño, quizás para ella
también era dificil decir un montón de cosas que querían
decírse.
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En realidad, Antonio quería preguntar, tenía muchas
dudas, pero justo ahora no podía. Solo quería estar sen
tado allí, en silencio.
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-¿Cáncer? -dijo Antonio-. ¿¡Pero esa fue la causa de
la muerte del bisabuelo!?
-Sí, Antonio, tienes razón -dijo mamá -. Pero existen
muchas formas en las que se manifiesta el cáncer; la enfer
medad del bisabuelo era de otro tipo.Aún soy joven y sana,
así que de seguro puedo luchar mejor contra la enfermedad.
El bisabuelo, en cambio, ya era viejo y estaba más débil.
Después de intentar digerir todo lo anterior, Antonio
quiere saber si su mamá se sanará o por el contrario ...
-No lo sabemos -dijo ella-. Al menos, todavía no.
Pero la próxima semana me hospitalizarán y entonces los
médicos harán todo lo que puedan. Lo más probable es
que me operen así que tenemos que tener esperanza, todo
saldrá bien. Yo creo que me voy a sanar. Por supuesto
que todos tenemos miedo de que pueda morir por esta
enfermedad, pero bueno... siento que eso no va a pasar.
Hay muchas personas que se sanan del cáncer hoy en día.
Entonces sonrió con una de esas sonrisas que llegaban
al alma. Una sonrisa que decía que todo iba a estar bien.
A pesar de ello, Antonio no quedó nada contento.
-¡No te mueras, mamá!
Ella le dio un beso en la frente, pero no dijo nada.
Entonces se abrazaron muy fuerte.
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tenía que informarle que lamentablemente no podría
participar del partido.
A raíz de esto, mamá dijo que debió haber esperado
un poco más al contarles para no arruinar el sábado fa
miliar, hasta después del partido de fútbol de Antonio.
Pero a Antonio no le importó, no tenía ganas de jugar
fútbol, no hasta que mamá estuviera sana. Antes de eso,
no volvería a jugar. No se podía imaginar corriendo en
el campo, divirtiéndose detrás de la pelota mientras su
mamá estuviera enferma.
Por otro lado, mamá habló por teléfono casi toda la
tarde, primero con su mamá, luego con la mamá de papá
y después con una amiga y un par de colegas. A Antonio
no le gustaba oír lo que decía, porque en su voz se notaba
la tristeza que experimentaba. Dos veces pudo oír que
estaba llorando, entonces no era nada tan fuerte como
ella le había dicho.
Por supuesto que los adultos también pueden estar
tristes y llorar, era solo que a Antonio no le gustaba cuan
do pasaba. Porque él también se ponía muy triste y se
asustaba mucho.
Entre los cuatro prepararon los fideos con boloñesa y
la ensalada. Lo pasaron bien durante la cena y trataron de
pretender que nada malo estaba ocurriendo. Sara hacía
travesuras como siempre. Toda la tarde había jugado a
que "Monito" estaba enfermo del estómago y que lo iban
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a operar. Y ahora estaba en su cama debajo de la mesa.
Era como si no supiera que mamá estaba gravemente
enferma. Al parecer todo era más fácil cuando uno tenía
apenas cuatro años.
Mientras, sus papás se reían, se tomaban de las manos
y se daban besos y parecían estar muy enamorados. Anto
nio pensaba que hacía mucho que no los veía así. Ambos
decían que esa noche tenía que ser una buena noche a
pesar de todo, y que no todo debía ser tan serio. Papá
entonces contaba historias y trataba de hacer reír tanto
a Sara como a Antonio. Pero Antonio no sentía deseos
de reírse de nada. Eran historias que había escuchado
muchas veces, además, a diferencia de lo que le habían
dicho, para él ahora todo era serio, no podía pensarlo de
otro modo.
Después de la cena, el ánimo de Antonio mejoró y
decidió llamar a su amigo Mateo. A pesar de todo, esta
ba ansioso por saber cómo les había ido en el partido.
Y afortunadamente habían ganado ¡ cuatro contra uno!
Significaba que habían quedado segundos en la división
de niños.
Mateo quería saber por qué Antonio no había partici
pado del partido. "No me siento muy bien", había con
testado. No era del todo verdad, pero tampoco era del
todo mentira.
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En el hospital
Habían pasado cuatro días. Mañana sería jueves, el día
que su mamá iba a hospitalizarse. Por su parte, papá no
iría a trabajar para poder llevarla al hospital. Antonio
asistiría al colegio y Sara al jardín, y en la noche todos
irían a visitar a mamá.
Antonio, mamá y papá aprovechaban de conversar en
la cocina mientras Sara dormía. Antonio quería saber más
sobre lo que iba a pasar en el hospital. Para calmarlo,
mamá dijo que le iba a contar todo lo que sabía. Iban a ha
cerle algunos exámenes y después los médicos decidirían
cuál era el plan. Estaba casi segura de que primero, eso sí,
la iban a operar. Lo que pasaría después, no lo sabía aún.
Pero después de un tiempo, esperaba volver a estar sana.
Conversaron hasta tarde, Antonio tenía ganas de que
darse despierto toda la noche y seguir conversando. Aun
que eran cosas serias, prefería enterarse de todo. A pesar
de que entendía que ella tampoco supiera mucho, le daba
seguridad escuchar lo que le iban a hacer a mamá, aunque
es cierto también que estaba asustado. De todos modos,
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todo se aclararía y solucionaría una vez que estuviera
hospitalizada.
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supieran, no era necesario, además, Antonio lo prefería
así. "Mamá se recuperaría pronto y, por lo mismo, no
había por qué contarle a los demás".
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Conversaban de todo un poco, más sobre cosas que
no tenían que ver con la enfermedad. Sobre lo que había
pasado en el colegio de Antonio, el jardín infantil de Sara
y papá hablaba un poco de su trabajo.
Mamá dijo que al otro día le iban a sacar una radiogra
fia y que los primeros días de la próxima semana, proba
blemente, la operarían. Además, creía que la dejarían ir a
casa mañana porque era fin de semana, quizás estuviera
allí cuando Antonio llegara del colegio.
Antonio no se lo esperaba. "¡Mamá estaría en casa de
nuevo mañana!".
Fue un fin de semana muy agradable. La temporada de
fútbol había terminado, de modo que Antonio no tenía
ningún otro plan que estar con mamá, papá y Sara.
El sábado por la noche fueron a un restaurante elegan
te. Rara vez salían a comer, pero papá había dicho: "No
queremos cocinar hoy", y así fue. Era un restaurante
chino y sirvieron un montón de pocillos con muchas
comidas interesantes. Arrollado primavera, pollo, pato
y muchas cosas ricas.
Aunque lo pasaban bien comiendo cosas ricas todos
juntos, ahora se sentía distinto. Como si a propósito qui
sieran pasarlo bien a toda costa y conversar aún más.
En casa casi siempre era mamá quien se encargaba de
todo. Papá estaba ocupado con su trabajo. Muchas veces
tampoco decía mucho, pero estos últimos días hablaba
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más de lo habitual. Todo era perfecto. Pero mamá estaba
enferma y la iban a operar pronto, y aunque era entreteni
do estar juntos y conversar, Antonio no podía sacarse de
la cabeza que mamá estaba enferma y en peligro. Toda la
noche experimentó ese sentimiento desagradable, como
un bichito que no lo deja tranquilo.
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y el abuelo se reían y parecían estar contentos. "¿Quizás
no fuera tan desolador? ¿Quizás mamá estaría nueva
mente sentada en una silla leyendo una revista cuando la
visitaran al otro día?". Por su parte, Sara estaba jugando
con "Monito" mientras escuchaba lo que conversaban.
¿Entendería de qué se trataba?
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De repente, Sara empezó a llorar y gritar, también
se había asustado, la mamá estaba irreconocible. Sara
había traído a "Monito" pero lo tiró al suelo. Cuando
papá le pidió que lo recogiera, contestó que "Monito"
estaba muerto y que ya no importaba. Entonces Antonio
lo recogió y lo abrazó.
Mamá estiró el brazo en un gesto para que se acercaran.
Antonio quería, pero encontraba todo un poco terrorífico.
Mamá tenía el rostro casi blanco y esas mangueras raras
colgando lo asustaban mucho. No se parecía en nada a
la mamá que él conocía, aunque, obviamente sabía que
era la misma.
Al final Antonio y Sara se subieron a la cama, uno
a cada lado. Comprobaron que no era terrorífico, al
contrario. Era rico sentir a mamá cerca, tocarla, oler
su aroma.
Parece que a mamá le gustó el regalo que Antonio le
llevó, pero no pudo comer el chocolate, por lo que al
final, Antonio y Sara se lo comieron todo.
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que no volviera a trabajar hasta que no se sintiera bien
como para hacerlo.
En cierto sentido, todo era como antes de que mamá se
enfermara; sin embargo, sabía que no era tan así. A veces,
se percibía una atmósfera extraña. No se podía olvidar
tan fácilmente que mamá, en realidad, seguía enferma. Y
Antonio por su parte tampoco quería olvidar. Solo quería
que mamá sanara lo más rápido posible.
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Navidad
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No había necesidad de hablar sobre su estado de salud
todos los días. Para Antonio era mejor así, quizás por
que sentía miedo de escuchar que le iba mal o estaba
empeorando con el paso del tiempo.
De todos modos, un par de veces le preguntó a papá
cómo pensaba que estaba mamá. La mayoría de las veces
contestaba que todo iba a estar bien, aunque Antonio
sentía que papá prefería no hablar mucho del asunto.
En el colegio, en tanto, iba todo bien. Unos días atrás
mamá había dicho a Antonio que creía que el curso
debería saber acerca de su enfermedad y la profesora
había estado de acuerdo. Fue entonces cuando Beatriz lo
comunicó a sus compañeros. Antonio se puso colorado.
Era incómodo escuchar a otros hablar sobre su mamá
y, por supuesto también de él. "¿Era lo mejor, según lo
que pensaban los adultos?".
Con el paso del tiempo y al finalizar el día, sus com
pañeros no le preguntaban tan a menudo cómo estaba su
mamá. Por suerte, porque en el colegio Antonio prefería
no pensar tanto en que su mamá seguía enferma.
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la Navidad se acercaba. Había dulces navideños en la
mesa de centro y la decoración hermosa de la abuela
estaba encendida. Todo, casi todo, estaba como siem
pre en Navidad.
Mamá, de repente, con una gran sonrisa resplandeció
y dijo:
-¡ Sara y Antonio, les tenemos una sorpresa!
Antonio miró a mamá, luego a papá. "¿Qué podrá ser?".
-Papá ha hecho reservas para un viaje. Los cuatro
vamos a tomarnos unas vacaciones largas justo después
de Año Nuevo. Iremos a Nueva Zelanda, claro, si ustedes
qmeren.
Sara y Antonio gritaban de felicidad, aunque Sara
nunca había escuchado de Nueva Zelanda. Preguntó:
-¿Qué son Nuevas Celdas?
Entonces mamá y papá comenzaron a explicar el viaje
que empezaría el dos de enero y duraría dieciocho días.
Antonio sabía un poco sobre Nueva Zelanda: "es un país
que queda casi precisamente al otro lado del globo, que
tiene muchas ovejas, y que la capital se llama Wellington,
que significa bota de goma".
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Después de acostarse, Antonio estuvo pensando en el
viaje a Nueva Zelanda. "¡Sería fantástico y había tantas
cosas que quería ver allá!". Anhelaba contarle a sus com
pañeros de clase que se iba de viaje. Aunque encontraba
un poco extraño hacer un viaje tan largo. No estaban acos
tumbrados a viajar, casi nunca había tiempo para eso por
que mamá y, especialmente papá, trabajaban mucho. Pero
habían organizado todo tan de repente sin decirle nada a
Sara ni a Antonio... quizás era para darles una sorpresa.
Lo cierto es que se iban sí o sí, y Antonio tenía muchas
ganas de partir. Notaba que los demás sentían lo mismo.
Iban a ser las vacaciones de sus vidas, había dicho
mamá.
"Las vacaciones de sus vidas". Antonio tuvo un pen
samiento, pero lo descartó rápidamente. No quería pen
sar, quería esperar ilusionado. Emocionarse con la No
chebuena y, de la misma manera, esperar el viaje con
expectación.
Mamá y papá sacaron de la biblioteca varios libros
sobre Nueva Zelanda e imprimieron muchas páginas de
Internet. Antonio leía todo lo que podía, quería estar bien
preparado para el viaje y halló muchas cosas que quería
ver, muchas más de las que se podían visitar en dieciocho
días.
Al día siguiente, en casa de Mateo, Antonio contó
sobre el viaje a Nueva Zelanda. También llevó un libro
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para mostrarle fotos. Se podía dar cuenta de que sonaba
muy orgulloso del viaje, casi jactándose de su aventura,
pero finalmente encontraba que estaba bien. Y Mateo le
dijo: "¡qué genial!". Por otro lado, la mamá de Mateo lo
abrazó y le dijo que necesitaban unas buenas y extensas
vacaciones en familia.
CI)
En Dinamarca, se acostumbra comer arroz con leche, bien cremoso,
con almendras partidas, excepto una, que se deja entera. El comensal
a quien le toque la almendra entera recibe un regalo extra esa noche.
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-¡Wow!, siempre has tenido tanta suerte Lucía-gritó
el abuelo paterno y se largó a reír.
-Esta vez, no tienes tanta razón, Johannes -dijo la
abuela materna.
Se produjo un largo silencio hasta que Sara preguntó
cuándo iban a bailar alrededor del arbolito. Lo harían
en un momento, pero primero llevarían todos los platos
sucios a la cocina.
El árbol navideño tenía velas, Antonio no recordaba
haberlo visto así antes. En su casa, el arbolito de Navidad
tenía luces eléctricas, en este en cambio, había adornos
muy antiguos, algunos de la infancia de mamá y un ángel
de cartón que mamá había hecho cuando era pequeña.
Mientras lo admiraba, Antonio pensaba que era el
árbol navideño más hermoso que había visto. Estuvo
mucho tiempo contemplándolo. "Era muy hermoso".
-¿Estás aquí, Antonio? -era papá que le pasaba la
mano delante de la cara para distraerlo de su perplejidad.
De repente, notó que casi todos lo estaban mirando y
sintió vergüenza aunque no sabía por qué.
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Antonio recibió muchos regalos: un nuevo celular,
el último modelo. También un iPod y botas de trekking,
unas sandalias, poleras y shorts, junto a muchas otras
cosas que necesitaría para el viaje a Nueva Zelanda. Le
encantaron todos los regalos, pero su favorito fue el
celular.
Sara había hecho un regalo de Navidad para mamá en
el jardín infantil. Era un dibujo gigante de Sara, Antonio
y papá.
-¿Entonces dónde estoy yo? -preguntó mamá y pasó
el dedo índice por el dibujo.
-Estás aquí, rió Sara. Y entonces contó que había he
cho el dibujo porque mamá quería mucho a su familia.
Eso había dicho un día.
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El viaje
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tonio era llegar a Nueva Zelanda. Allí empezarían las
vacaciones de verdad.
Después del desayuno, recorrieron un poco más la ciu
dad antes de tomar un taxi al aeropuerto para emprender
el último tramo a Nueva Zelanda.
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Al día siguiente despertaron descansados y listos
para grandes experiencias. Ahora iban a empezar las
vacaciones de verdad. Los primeros diez días pasearían
por la isla norte de Nueza Zelanda. Antonio, en el avión,
había hecho una especie de lista de deseos con las cosas
que él quería conocer. En especial quería visitar el par
que nacional Tongariro. Allí habían filmado "El señor
de los anillos". Era su saga favorita. Había visto todas
las películas tres veces y las amaba. Las tenía en DVD
y antes del viaje las volvió a ver. ¡Y cuando llegaron al
parque reconoció varios lugares! ¡Era fantástico! ¡Ima
gínate estar donde habían estado los hobbits, los orcos
y todos los demás personajes!
También vieron un volcán, Mountain Ruapehu, una
selva, una cascada inmensa y muchas, muchas otras co
sas.
Incluso un día visitaron un verdadero pueblo maorí.
Antes del viaje, Antonio había leído bastante sobre los
maoríes, los nativos de Nueva Zelanda.
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Algunas noches Antonio y Sara se acostaban antes
que mamá y papá, entonces, Antonio podía escucharlos
conversar aunque lo hicieran muy bajo. No podía escu
char con exactitud lo que decían, pero sonaban serios,
"¿quizás hablarían sobre la enfermedad de mamá?".
Llegó el día de volver a casa. Desde la ciudad de
Christchurch volarían directo a Copenhague.
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Antonio, papá y Sara estaban desempacando y a veces
ella despertaba. Les sonreía con una sonrisa cansada y
se volvía a dormir.
Antonio volvió al colegio. Les contó a sus compañe
ros sobre el viaje y todos estuvieron muy interesados.
Dentro de unos días les contaría más y les mostraría
fotos de Nueva Zelanda. Lo pasó súper.
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La enfermedad
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Vengo llegando del hospital. Mamá y yo tuvimos una
reunión con el médico jefe y nos dijo que no hay nada
más que puedan hacer. La enfermedad ha ganado.
"La enfermedad ha ganado". Era una expresión extraña,
como si fuera un partido de fútbol. De todos modos se en
tendía la metáfora, la idea era clara. La enfermedad había
ganado y mamá había perdido. Todos habíamos perdido.
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Antonio afirmó y fue a buscar su abrigo y sus bo
tas. No recordaba haber ido a buscar a Sara junto con
papá. Pero lo dio por sentado. Era imposible imaginar no
acompañarlo, no tenía ganas de quedarse solo en casa.
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llegaba a casa y se encontraba con papá enojado, igual
de hastiado. La única que podía hacerlo reír era Sara, las
mejores horas en casa las pasaba con ella.
También podía pasarlo bien con Mateo, con quien se
juntaba a veces.
Antonio y Sara iban todos los días al hospital. Mamá
estaba casi siempre en cama y había empezado a estar
cansada siempre. Papá contaba que era probable que
fuera por un remedio que le estaban dando. Una de las
noches cuando la visitaron ni siquiera se dio cuenta de
que estaban allí. Solo dormía.
Beatriz, la profesora jefe de Antonio, había hablado va
rias veces con papá y en muchas ocasiones le preguntaba
si podía ayudar en algo. Pero no sabía bien qué contestar.
Era agradable el solo hecho de preguntar y querer conver
sar sobre la situación. En el curso también habían hablado
sobre el tema. Todos lo sabían y estaba bien de ese modo.
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que no se lograba nada al operar de nuevo y que tam
poco había otra cosa que la ayudara. No había ninguna
esperanza, solo restaba esperar.
En ese contexto era duro ir al colegio, imposible con
centrarse, escuchar, hacer trabajos y todo lo demás. Solo
había una cosa en su cabeza: mamá iba a morir, cada
vez se sentía peor. Estaba cansada y triste, pero ahora
casi nunca lloraba. Tampoco decía mucho cuando estaba
despierta y cada vez dormía más. Ahora mamá era una
persona muy callada.
Papá estaba siempre en el hospital, le habían dado
permiso en su trabajo, pasaba allí las veinticuatro horas
del día.
La abuela se había ido a vivir con ellos y el abuelo
también estaba ahí casi todo el tiempo. Siempre había
alguien en casa cuando Antonio y Sara llegaban del cole
gio y el jardín. Todos los días venía papá a buscarlos para
visitar a mamá. Pero era casi imposible tener contacto
con ella, dormía casi todo el tiempo.
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Y entonces les contó con más detalle lo que había pa
sado y que de cierta manera había sido muy lindo todo.
Que mamá ya estaba en paz y no sufriría más.
Para Antonio todo era muy irreal. Afuera todo estaba
completamente oscuro, estaba cansado, tenía sueño y
ahora le decían que su mamá había muerto; que ya no
tenía mamá.
Sara se quedó dormida enseguida. Estaba acostada en
el sofá mientras Antonio, papá y los abuelos conversa
ban. Antonio quería saber exactamente qué había pasado.
Si papá había estado cuando falleció, cómo había sido,
qué iba a pasar ahora.
Papá dijo que todos deberían tratar de dormir un poco
más y que a las diez tenían que ir al hospital a ver a mamá
por última vez.
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Finalmente, todos entraron. Había dos velas encendi
das junto a la cama. En las manos entrelazadas de mamá
había un ramo de flores, fuera de eso nada más, estaba
acostada como si estuviera durmiendo.
Antonio pensó: "en cualquier momento despierta y
nos sonríe". Pero en el fondo de su corazón sabía que
eso no iba a ocurrir. Y aunque todo era terrible, inmen
samente triste, todo estaba tranquilo y, estar allí, era ex
trañamente agradable. Ahora podía ver con sus propios
ojos que mamá no tenía dolores ni estaba cansada.
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La despedida
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En cierto momento de la conversación, Beatriz sacó
un gran sobre marrón de su maletín y dijo que era un
regalo para Antonio.
Fue ahí cuando les contó que todos los niños del curso
le habían enviado un saludo. Sacó una de las cartas del
sobre y la leyó. Decía:
Hola, Antonio
Con cariño,
Mathilda
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Volvió a la cocina justo cuando Beatriz se iba, sólo
podía quedarse media hora más porque tenía que estar en
el colegio a las once. Se despidió con otro abrazo fuerte.
-Nos vemos mañana -dijo en la puerta, y Antonio
entendió que iría al funeral.
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"Gracias por todo. Andrés, Antonio y Sara.
Te amamos ".
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familia, en el trabajo y en otros lugares, pero por sobre
todo, lo que había hecho en su vida.
También se refirió a lo injusto que era morir a tan
temprana edad. Asimismo habló sobre Dios, quien ahora
cuidaría de ella.
Mientras la pastora hablaba de mamá, papá lloraba como
Antonio nunca lo había visto llorar. Los abrazó y sólo llo
raba y lloraba más. Fue muy dificil. Su papá, tan grande
y tan fuerte, en estos momentos se mostraba tal y como
se sentía realmente, no podía ocultar su tremendo dolor.
Luego rezó un "Padre Nuestro" y cantaron dos salmos
más, entre ellos: "Hermosa es la tierra". A Antonio le
gustaba mucho ese salmo, aunque pensaba que solo se
cantaba para Navidad. Al hablar con la pastora en la pre
paración del funeral, habían decidido cantarlo porque no
solo era navideño y porque a mamá le gustaba mucho.
Mientras cantaban, Antonio pensaba que lo había can
tado nada más hace tres meses atrás, cuando pasaron la
Navidad en casa de los abuelos. Y ahora estaba cantán
dolo de nuevo, pero esta vez no era alegría navideña,
estaba todo mal.
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de Kim Larsen que Antonio conocía muy bien. Aunque
las palabras no se cantaban, iba repasando la letra en la
cabeza mientras sonaba la melodía.
"Dentro de poco
reinará el silencio.
Dentro de poco
se terminará.
¿ Viste lo que quisiste?
¿Escuchaste tu melodía?".
50
Primavera otra vez
***
51
Han pasado casi dos meses de la muerte de la mamá de
Antonio. Piensa mucho en ella. De hecho está en sus
pensamientos todos los días, muchas veces en el día.
Se siente bien pensar en ella, aunque hay momentos en
que se pone triste al hacerlo. A veces llora en la casa.
Los tres lloran. Pero entonces hablan de ella y eso los
ayuda. Hablan de lo lindo que fue tenerla y de lo que
significaba para ellos y cuánto la querían. Y de que,
de cierta manera, sigue existiendo en Antonio y Sara.
A veces, miran todas las fotografías de ella, especial
mente las de Nueva Zelanda, de esa manera también la
recuerdan.
Han empezado a tener otras rutinas diarias. No es tan
caótico como los primeros días y semanas después de
la muerte de mamá. Ahora es una vida totalmente dis
tinta. Casi todo ha cambiado. A pesar de ello, Antonio
ha empezado a tener la sensación de que todo va a estar
bien. Aunque extraña terriblemente a mamá, hay muchas
cosas que lo hacen feliz. Ama a Sara y a su papá, pasar
tiempo con ellos es lo mejor.
Le gusta mucho ir al colegio y jugar fútbol. Días pasa
dos, Alfredo, su entrenador, dijo que pensaba que Mateo,
Ahmed y Antonio eran talentos tan grandes, que quizás
deberían buscar un club profesional para jugar.
"¡Tal vez la próxima temporada! ¿Imagínate poder
llegar a ser futbolista profesional?".
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Antonio sigue hablando mucho con Isidora. Se juntan
por lo menos una vez a la semana después del colegio.
Antonio e Isidora tienen algo en común que no pueden
compartir con otros, por eso les resulta bueno conversar.
Muchas veces saben lo que piensa y siente el otro. Por
ejemplo, el otro día hubiera sido el cumpleaños de la
mamá de Antonio, cumpliría treinta y nueve años y fue
muy difícil para Antonio. Lo habló con Isidora quien le
contó que se había sentido igual el día que hubiera sido
el cumpleaños de su papá.
El día del cumpleaños de mamá vino toda la familia.
Los abuelos maternos, los abuelos paternos, el tío Julio
y Linda. Comieron bollos y pastel, igual como si mamá
hubiese estado allí. Lo pasaron bien esa noche.
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con papá que antes. Y conversan más también. No tra
baja tanto y está más interesado en lo que ellos hacen
en el colegio y en el jardín. Antes, sus días de trabajo
eran muy largos y casi no le interesaba nada más que
eso. Ya no es así para nada, ahora es mejor. ¡El mejor
papá del mundo!
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propuso viajar a Italia. Ese sí que es un país futbolero
donde se comen mucha pasta con salsa boloñesa. El país
ideal para Antonio, con todo lo que le gusta.
Sara, en cambio, ha propuesto pasar las vacaciones en
la Antártica. Acababa de ver un programa en la tele sobre
pingüinos y le parecería entretenido ir a verlos. Se rieron
a carcajadas. ¡Cómo si se pudieran pasar vacaciones en
la Antártica!
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