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apunzel no es una adolescente promedio.

R Por un lado, tiene una enfermedad grave que la retiene en


el interior de la misteriosa mansión Gothel. Y por el otro, su
cabello tiene cuatro metros y medio de largo. Por no hablar de que es también
la clave para salvar, en última instancia, al mundo de una destrucción segura.
Pero entonces conoce a un chico llamado Fane, quien cambia todo lo que
siempre ha conocido, y decide arriesgar todo lo familiar para descubrir quién
es en realidad.
Llena de romance, aventura y misterio, Rapunzel Untangled es una
historia que no querrás dejar. Descubre el verdadero significado del amor y la

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amistad en este giro moderno al clásico cuento de hadas.
Para mis queridos amigos y socios críticos conocidos
como El Wigz (saben quiénes son Sherry, Cami, y Jeff). Sin
ustedes, mi escritura no sería nada más que un pasatiempo
divertido. 5
Y a todos mis compañeros románticos en el mundo que
comparten mi fantasía, y la esperanza de, un felices para
siempre, sea lo que sea.
Traducido por Jane.
Corregido por Gabba

L
a mujer se puso rígida, cautivada por la niña en el lado opuesto
del recipiente lleno de manzanas. Todavía un bebé, los brazos y
las piernas se agitaban mientras felizmente golpeaba una jirafa
de peluche colgando del mango de su asiento de seguridad. El asiento
firmemente unido a la parte delantera de la cesta de la compra. La mujer sintió
un cambio dentro de ella: aquí estaba el niño, el que había esperado. Admitió
que en algún lugar profundo en su interior dudaba de la profecía y creía lo
que otros afirmaban, que Vedmak no era más que un falso brujo que solo
quería tener grandes riqueza que podría ser proporcionada por la mujer. Pero
ahora, aquí se hallaba la prueba, aquí estaba el niño que había sido
presagiado… no, prometido por Vedmak.
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El bebé miró en su dirección y se le aceleró la respiración. Los brillantes
ojos verdes que la miraban reflejaban inteligencia por encima de una sonrisa
feliz. Pero eso no era lo que había atraído a la mujer en primer lugar, aunque
reforzaba la profecía. En cambio, era el espeso cabello rubio, largo que
brotaba de la cabeza del bebé. Se detenía en un arco justo por encima de su
frente, con algunas hebras cayendo a los lados, lo suficiente para rozarle sus
orejas.
Se acercó un poco más con el pretexto de examinar las numerosas
manzanas rojas extendidas ante ella. Desde esta posición, podía oír la
conversación entre la madre del bebé y otra mujer que llevaba un gran
sombrero redondo, que parecía ser una conocida.
—¿Qué edad tiene ahora el adorable bebé? —preguntó la conocida
mientras tomaba la pequeña mano del bebé en la suya. El bebé arrulló y
agarró el dedo ofrecido. La mujer sintió un ardor en su pecho por la audacia
de la mujer del gran sombrero redondo con tanta libertad de tocar al niño
mágico.
—Cumplió seis meses hace tres días —dijo la madre con una sonrisa
cargada a la vez de amor como de agotamiento—. Se está volviendo una
alborotadora. Ya puede moverse, y sospecho que no pasará mucho tiempo
antes de que gatee.
La mujer sintió un cosquilleo de alarma. Su tiempo era más corto de lo
que pensaba.
—Su cabello es increíble —dijo la intrusa de sombrero grande—. No
creo que jamás haya visto un cabello tan largo en alguien de su edad.
—Sí —estuvo de acuerdo la madre—. Nació con un mechón de cabello
rubio, y no parece que tenga intención de dejar de crecer a corto plazo. Tendré
que cortarlo antes de tiempo si va andar alrededor gateando. Ya tengo que
atarlo para que ella se mueva por allí.
El cosquilleo de la mujer se convirtió en una alarma a toda marcha por
todo su cuerpo. Iba a tener que actuar muy, muy pronto o todo estaría
perdido. Las mujeres charlando se dieron vuelta hacia ella, y se dio cuenta que
había soltado un pequeño chirrido. Forzó una serenidad en su rostro y les
sonrió cortésmente. Como si sintieran algo, se alejaron como una. La mujer
agarró una bolsa y puso algunas manzanas. Si iba a continuar con esto, debía
parecer calmada. La emoción y el miedo se mezclaron en su pecho hasta que
sintió que podría explotar por ello.
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Se acercó a la parte delantera de la tienda y pagó su bolsa de manzanas,
viendo a la joven madre a unas pocas filas con su propia cesta de compras.
Cuando la mujer vio los elementos que la joven madre tenía: pañales, comida
para bebés, fórmula… junto con otros comestibles, se dio cuenta que
lamentablemente no tenía la adecuada preparación. Si solo hubiera
escuchado al brujo, creído plenamente en lo que había dicho, ahora no estaría
en la situación en la que se encontraba y podría actuar de inmediato.
En el exterior, se deslizó en el asiento del conductor de su auto y se
agachó para no llamar la atención. Unos minutos más tarde, la joven madre
salió de la tienda y se dirigió a su propio vehículo estacionado a corta
distancia. La mujer vio que la madre colocó primero al bebé en el auto,
asegurándola, antes de regresar a su carrito para poner los comestibles
comprados dentro del maletero. La mujer se maldijo otra vez… toda una
oportunidad desperdiciada en este momento con la madre distraída.
Supuso que ahora mismo podría obligarse a ser paciente. Había
esperado tanto tiempo, ¿o no? Tendría que actuar rápidamente para
prepararse, pero podría hacerlo… lo tenía que hacer. El destino de su hija
descansaba sobre sus hombros. No solo sus hombros, sino también los de la
niña con el cabello mágico. Puso el auto en marcha y siguió al inocente par
desde el estacionamiento.

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1
Traducido por Areli97
Corregido por Gabba

R
apunzel se paró frente a la alcoba redonda que separaba sus
habitaciones del mundo exterior. Su ventana tenía un solo
propósito: una salida para ella en caso de incendio. Su madre
era un poco… sobreprotectora. Suponía que era con una buena razón.
Se asomó por la ventana abierta y respiró el aire fresco, dejando que el
sol de la mañana calentara sus mejillas. Era bastante temprano por lo que aún
los trabajadores no se habían presentado, de modo que se sintió segura en

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hacerlo. Su madre llegaría pronto con el desayuno, exactamente a las seis en
punto, igual que cada mañana en la vida de Rapunzel. Su madre era el único
reloj que Rapunzel necesitaría alguna vez.
Miró a través de la extensión del verde césped salpicado de varios
árboles grandes de diferentes variedades y rodeados de exuberantes lechos
de flores. Desde su ventana podía ver la larga línea de la viga en la parte
posterior de la casa, lugares en los que nunca había estado debido a su
diagnóstico, y varias de las dependencias. De vez en cuando vislumbraba a los
jardineros entrar y salir del invernadero o del cobertizo, pero siempre se
agachaba para que no la pudieran ver observando.
Un pájaro azul voló cerca y aterrizó en el alfeizar de la ventana. Sonrió.
—Buenos días, Angel —dijo suavemente para no asustar a su pequeña
amiga. Lentamente estiró una mano y la abrió, con la palma hacia arriba, las
semillas de girasol expuestas. Angel revoloteó con un parloteo alarmado, pero
solo por un par de metros antes de aterrizar nuevamente. Rapunzel esperó
pacientemente. Angel saltó dos veces, moviéndose más cerca del premio. Se
detuvo, parloteando de nuevo mientras miraba alrededor en cortos y rápidos
giros de cabeza. Dos saltos más la pusieron incluso más cerca. Continuó el
patrón mientras Rapunzel esperaba, apenas respirando. Finalmente Angel
saltó sobre su mano y tomó una semilla, luego voló a la rama de un árbol
cercano, aplastando su premio mientras observaba a Rapunzel. Esto era
normal. Había estado haciendo esto desde hace ya algunas semanas. Aun así,
Rapunzel esperaba.
Angel volvió, aterrizando directamente sobre su palma. Rapunzel
literalmente jadeó, pero Angel permaneció en su sitio. Esta vez continuó
comiendo las semillas, todo el tiempo cosquilleando la palma de Rapunzel
con sus diminutos pies como alfileres. Una sonrisa se extendió por el rostro
de Rapunzel. Angel nunca antes había vuelto, mucho menos se había quedado
a comer de su palma. De repente Angel levantó su cabeza con alarma y
revoloteó lejos, gorjeando mientras lo hacía.
—¡Rapunzel! —La voz de su madre, llena de reproche la espantó lejos
de la ventana. Se giró culpable, esparciendo las semillas en el suelo.
—Madre, yo…
—¿Sabes lo que podría pasarte? —gritó su madre, corriendo hacia
delante para empujarse más allá de Rapunzel, cerrando de golpe la ventana.
Se balanceó hacia Rapunzel y la jaló en un doloroso abrazo—. Podrías ser
alejada de mí.
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—¿Alejada de ti? —cuestionó Rapunzel. Esa parecía una manera extraña
de ponerlo.
Su madre la soltó y acarició su cabello, casi frenéticamente.
—Sabes lo que quiero decir. Tu enfermedad —susurró la palabra como
siempre lo hacía, con miedo de que al decirla en voz alta de alguna manera
causara su muerte—. Rapunzel siempre debes ser cuidadosa. Siempre alerta.
Rapunzel asintió. Por años había estado abriendo la ventana, y nada
malo había pasado. Se preguntó, no por primera vez, si su madre se
encontraba equivocaba sobre la gravedad de su enfermedad. Nunca le diría a
su madre que con frecuencia abría la ventana, asustada de que le quitara su
única pequeña libertad. No solamente eso, no podía estar absolutamente
segura de que su madre estaba equivocada. Podría haber tenido mucha suerte
hasta ahora.
—Sí, madre —dijo—. Prometo ser más cuidadosa.
—Bien —ronroneó su madre—. Ahora, vamos a desayunar y luego a
comenzar tus lecciones.
Dejaron la alcoba de piedra, la cual era muy parecida a una torrecilla, a
través de la entrada abierta en la habitación principal. Un área para sentarse
estaba a su derecha, con una cocina pequeña a la izquierda. Rapunzel hacía
uso de esa área tanto como era posible incluso aunque muchas de sus
comidas fueran hechas abajo por su cocinero, a excepción de sus almuerzos,
los cuales hacía ella misma la mayoría de los días. Pero sí tenía un refrigerador
completamente abastecido y una despensa con lo que podía hornear si
realmente quería prepararse algo para comer.
Mientras comían, Rapunzel examinó a su madre discretamente. No se
parecían en nada. Los ojos y cabello oscuro de su madre eran lo opuesto al
cabello rubio y ojos verdes de Rapunzel. Incluso sus estaturas eran diferentes,
siendo Gothel ocho centímetros más alta que el metro sesenta y cinco de
Rapunzel. Gothel era fornida donde Rapunzel era esbelta.
Una vez que terminaron su comida, con su madre mirando a Rapunzel
constantemente a hurtadillas para ver si aún estaba bien, se movieron a una
segunda alcoba ligeramente más grande que la primera, ésta sin ventanas.
Dentro estaban su escritorio, computadora, impresora y un gran número de
libros. Todos eran libros que habían sido lecturas requeridas en algún punto
en su trabajo escolar. Su madre sentía que leer por placer era un pecado. Sin
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embargo, Rapunzel se las había arreglado para encontrar una manera de
hacerlo sin el conocimiento de su madre.
Se sentaron juntas, y Rapunzel abrió el libro que le proporcionaba el
esquema de su trabajo escolar para el día. Colocó su dedo en la página y se
fue desplazando conforme leía.
—Hoy tocan las páginas 293 y 294 del libro de Matemáticas; leer la
historia de la Guerra de los Cien Años; estudiar la geografía europea para la
prueba de la próxima semana; capítulo 20, “Plantas y su Estructura,” para
biología…
—Sí, sí —dijo su madre, sacudiendo impacientemente su mano.
Rapunzel sabía que su madre odiaba esto, el trabajo escolar. Recordaba
claramente el día cuando tenía seis y su madre había traído a casa su
computadora. También toda la información sobre educación en el hogar que
fue capaz de poner en sus manos. Le había enseñado a Rapunzel cómo leer
pero sentía que Rapunzel necesitaba más. Su madre trató de ayudarla a
aprender a usar la computadora pero se dio por vencida rápidamente
frustrada, dejando que Rapunzel lo averiguara por su cuenta con la estricta
advertencia de usarla nada más que las tareas. Y lo había hecho… hasta hace
poco—. Parece que lo tienes bajo control. ¿Necesitas mi ayuda?
—No. —La respuesta de Rapunzel era la esperada. Era la misma desde
que aprendió cómo encontrar respuestas por sí misma. Su madre nunca
tocaba la computadora; sentía que era un objeto que traía maldad a su hogar
pero que se vio obligada a permitirlo cuando se encontró demasiado ocupada
para pasar el tiempo necesario enseñando a Rapunzel. Le inculcaron lo
importante que era ampliar su educación.
—Bueno, entonces te dejaré en ello. —Se levantó, pasando una mano
por el cabello de Rapunzel y se dirigió hacia la entrada de la alcoba,
deteniéndose ahí para dar la vuelta—. Tengo recados que hacer que me
tomaran todo el día. ¿Tendré que mandar una bandeja arriba para cenar?
—No, hoy haré la mía.
—Bien. Entonces estaré de vuelta más tarde esta noche.
Rapunzel se despidió de ella, esperando hasta que escuchó la puerta
exterior cerrarse y bloquearse antes de empujar su libro de ejercicios a un lado
y girarse emocionada hacia su computadora. Rebotó ansiosamente en su silla 12
mientras esperaba que prendiera. Finalmente lo hizo e hizo clic en el pequeño
ícono que traía al mundo a su pequeña habitación.
Accidentalmente descubrió este nuevo sitio llamado Facebook cuando
buscaba información sobre la estructura facial para biología y había
presionado enter después de teclear “rostro”. Bueno, probablemente no un
sitio nuevo, pero definitivamente nuevo para ella.
En él, millones de personas que existían en el mundo real se conectaban
de formas en las que ella solo podía soñar. Podía hacer clic en cualquier
cantidad de nombres y leer pequeños fragmentos de información acerca de
personas que vivían una vida normal y no se encontraban confinadas a un
mundo de ciento ochenta y cinco metros cuadrados con miedo a la muerte
por ser expuestos a gérmenes externos. Tenía que crear una cuenta, lo cual la
aterrorizaba. ¿Y si se enteraba su madre?
Empezó su selección usual, leyendo con ansia acerca de todas sus vidas.
Entonces tuvo una idea. Fue a la barra de búsqueda y tecleó el nombre de la
escuela secundaria local. Inmediatamente una larga lista de nombres surgió
debajo. Contuvo su respiración. Aquí estaban otros chicos de su edad que
vivían cerca. Chicos con los que estaría yendo a la escuela, siendo amigos de
ella, si no fuera por su estúpida enfermedad.
Lentamente empezó a desplazarse en la lista, las lágrimas
hormigueando en las esquinas de sus ojos mientras escaneaba sus nombres
y sus rostros y se imaginó conociéndolos. Un nombre en particular captó su
atención y se detuvo, contemplando el rostro que le sonreía de regreso. El
nombre decía: Fab Fane Flannigan.
Hizo clic en su nombre. Su página se abrió para revelar una foto más
grande sonriéndole. Su cabello era oscuro, rozando su cuello en la parte de
atrás, dos mechones sueltos enmarcando ojos dorados que se reían, barba en
su mentón. A un lado de la imagen se alineaban algunas otras fotos: Fab Fane
Flannigan con varios grupos de chicos, en todas ellas riéndose. Sus ojos se
movieron hacia el enlace de Agregar Amigo. Movió su cursor, flotando encima
del botón, su mente se arremolinaba con las potenciales consecuencias de
seleccionarlo. Su mirada fue atraída de vuelta hacia el rostro sonriente de Fab
Fane Flannigan y, conteniendo la respiración, hizo clic en el botón.

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2
Traducido por Dianna’
Corregido por Gabba

R
apunzel se paseaba por la pequeña área de la cocina mientras
comía sus macarrones con queso. No era exactamente una cena
saludable, pero era rápida, caliente, y podía cargar el tazón
mientras se movía nerviosamente. Caminó hacia la entrada de la alcoba y se
quedó mirando la computadora.
Aún sin respuesta.
Se sentía estúpida. No debería haberlo hecho. Si supiera cómo retirar la
solicitud de amistad, lo haría. ¿Qué pensaría él? Bajó la mirada hacia el tazón
de macarrones con queso. Se habían secado en un pegote naranja con
14
grumos. Lo dejó caer en el fregadero, su apetito se había ido. Agarrándose del
borde, respiró hondo, tratando de calmar su frenético pulso. Entonces oyó
ese… pequeño ruido anunciándole que tenía un mensaje en su correo.
Corrió a la alcoba, dejándose caer en su silla mientras leía las palabras.
Fab Fane Flannigan ha aceptado tu solicitud de amistad. Sonrió, y entonces se
estremeció. ¿Y ahora qué? Casi inmediatamente un segundo mensaje
apareció. Tienes un mensaje de Fab Fane Flannigan. Lo miró con consternación. ¿Eso
qué significaba? Hizo clic en él y su página de Facebook abrió el mensaje.

Rapunzel se quedó inmóvil. Por supuesto que él querría saber quién era.
Se sorprendió incluso de que hubiera contestado que sí a la solicitud, sin saber
quién era. No tenía ninguna información en su propia página que revelara su
identidad. Fue cuidadosa con eso. Finalmente, levantó sus dedos hacia el
teclado.
Hola, Fab Fane Flannigan.
Tomó aire y luego continuó.
No pretendo ser misteriosa. No sabrías quién soy, pero vivo en la misma ciudad
que tú. No voy a tu escuela.
Cuando pulsó el botón de enter, el mensaje apareció en una pequeña
ventana en la parte inferior derecha de su computadora, sorprendiéndola.
Cuando él respondió, salió en la misma ventana.

La boca de Rapunzel se abrió de par en par.


¡Te aseguro que no soy un acosador!

NO soy un acosador. Soy una chica de diecisiete años.

Rapunzel se ofendió. Qué arrogante… 15

Oh. Pensé que lo decías en serio.

Rapunzel sonrió, disfrutando de la primera conversación que había


mantenido con alguien aparte de su madre desde… siempre, si es que esto se
podía llamar conversación.
Lo tendré en cuenta para futuras referencias cuando digas algo ridículo.

Ella se rio.
Algo así. Buen ejemplo, Fab Fane Flannigan.
Su estómago se contrajo. Si de una cosa tenía certeza, era que su
identidad no la podía revelar. Decidió intentar una táctica diferente y ver si
dejaría pasar la pregunta.
Gran palabra, Fane (por favor nota la falta de Fab). ¿Tuviste que buscarla?

No te puedo decir mi nombre.


Rapunzel mantuvo sus dedos sobre el teclado, debatiéndose.
Finalmente decidió que podría ser honesta. Se sentía protegida por el
anonimato del Internet.
Mi madre no sabe que me encuentro en este sitio. Estoy tratando de permanecer
de incógnito (y bien, ¿también necesitas buscarla?).

Muy bien.
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Tenía que darle puntos por la perseverancia.
Tal vez.

Jaja.

Más cerca que la anterior.

No.

No.
Rapunzel se sorprendió por la pregunta. ¿Por qué le importaría si tenía
calor o frío? ¿Pensó que la temperatura de su habitación le delataría su
ubicación?
No, estoy muy a gusto, gracias. Qué pregunta tan extraña.

¿Por qué pensaría que se burlaba de eso?


No. ¿Por qué?

¿Qué es G2G? ¿Y qué es un parental unit?

Ante la invitación, sintió una agradable sensación extendiéndose a


través de su vientre. No podía recordar la última vez en la que se había
divertido tanto. De hecho, no creía que alguna vez hubiera tenido ese tipo de
diversión. 17
Sí.

Rapunzel se rio, saliendo de Facebook. Buscó en Google los términos,


con la esperanza de que su madre no fuera a descubrir que usó la
computadora para otra cosa que la tarea. Sonrió cuando descubrió lo que
significaban los términos. Con un suspiro de felicidad, puso la computadora
en modo de suspensión y se recostó en su silla.
—¿Rapunzel? —Se incorporó al escuchar su nombre. No se dio cuenta
de cuánto tiempo había pasado. Se sintió aliviada de haber salido de su cuenta
antes de la llegada de su madre. La próxima vez tendría que estar más atenta.
—¡Aquí, madre! —gritó, saliendo a la habitación principal.
—¿Sigues haciendo tarea? —preguntó su madre sospechosamente.

1
G2G: “Go to Go”, al español “Tengo que irme”.
2
Parental unit: “Unidad paternal”, término para denominar a los padres de una persona de forma
impersonal.
3
TTYL: “Talk To You Later” al español “Hablamos más tarde”.
—Sí, estudiaba para… el examen. Del que te hablé. —Odiaba mentirle a
su madre, pero no quería perder la oportunidad de tener otra conversación
con Fab Fane Flannigan.
Miró a Rapunzel por unos largos segundos, pero ella no debería tener
motivos para no creerle. Finalmente dijo: “Ven”, y lideró el camino hacia el
dormitorio de Rapunzel. En la habitación predominaba una gran cama con
dosel, un pesado armario de caoba, y tocador a juego. Rapunzel se sentó en
la silla junto al tocador mientras su madre tomaba el cepillo. Jaló el cepillo a
través de las largas trenzas de Rapunzel, comenzando en la coronilla de su
cabeza hasta llegar al final de la pesada longitud de cuatro metros y medio.
Siguió con el ritual hasta que el cabello de Rapunzel brilló suavemente,
exactamente setenta y dos cepilladas.
—Rapunzel sabes lo importante que es mantener tu cabello en perfecto
estado.
—Sí, madre. —Rapunzel apenas escuchaba las palabras, sabiendo las
respuestas esperadas que aprendió de memoria.
—Rapunzel hay muchas personas que dependen de él.
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—Lo sé, madre.
—Tu propio futuro depende de él. No lo olvides.
—No lo haré, madre. —Se dio vuelta para mirarla, un pensamiento le
vino a la mente de su conversación con Fane—. Madre, ¿cuál es tu nombre?
—Rapunzel, ¿por qué? Qué extraña pregunta. —Rapunzel no pensaba
que la pregunta fuera tan extraña como la idea de no saber el nombre de su
propia madre—. Sabes mi nombre.
—No, no lo sé. Sé que te haces llamar Gothel, que es nuestro apellido,
pero no sé tu nombre.
—Todo el mundo me llama Gothel.
—¿Por qué?
—Bueno, Rapunzel, ¿es tan importante? —Algo en la voz de su madre
captó su atención y se sentó erguida. El tono de advertencia no admitía
discusión. Rapunzel había aprendido eso de pequeña.
—Supongo que no —respondió lentamente.
—Por supuesto que no lo es. Soy tu madre. ¿Qué otra cosa deberías
necesitar saber? —Paseó sus manos por el cabello de Rapunzel como siempre
hacía antes de pararse—. Te veré en la mañana.
—Buenas noches… madre —respondió Rapunzel. ¿Por qué no me dice
su nombre?, se preguntó, inquieta.
Después de que su madre se fuera, Rapunzel trenzó sus largos
mechones en una trenza gruesa. Una vez que terminó, levantó la pesada masa
y la dejó sobre su hombro, mirando hacia las hebras rubias. Su cabello tenía
magia. Eso era algo que siempre había sabido y desde su nacimiento le fue
instruido. Su madre le había contado de la profecía: Gothel daría a luz a un
hijo con el cabello dorado que crecería a un ritmo acelerado y que el destino
del mundo descansaría en su melena de oro. Gothel le había contado la
historia, vio la prueba, y no podía negar la verdad en lo que se había predicho.
La enfermedad, que le impedía a Rapunzel salir de la torre, era otra prueba.
Solo estaba agradecida de que su madre pudiera visitarla. Rapunzel era
inmune a los gérmenes de su madre.
Se trasladó hacia su cama y se acostó en la lujosa suavidad. Mientras
cerraba sus ojos, sus pensamientos regresaron al chico de ojos dorados que 19
la hizo reír. Solo veinte horas más hasta que pudiera conversar nuevamente
con él.
3
Traducido por Silvia Carstairs
Corregido por Gabba

más grandes?
R No, no, y sí. ¿Tienes listo tu diccionario para usar palabras

Soy realmente genial, pero no, es decir no es lo que representa. JK4 (ves, también
aprendo), ¿qué clases tomas en la escuela?
20

LOL5, ¿qué es una romántica glorificada? ¿Algún tipo de los aburridos?

Está bien, no más LOL. ¿Algunas otras siglas que me tome un tiempo para
estudiar y aprender que debo evitar a fin de no ofender tu sensibilidad acrónica? Desde
luego no quiero ser responsable de que alguien acabe lastimado. Realmente no sé qué
tan usuales son ya que no asisto a la escuela. Tampoco sé nada acerca del baloncesto
y lucha libre. Lo siento. :o( (¿Es el emoticón un gesto aceptable?) En realidad, tampoco
es gregario.

4
JK: “Just Kidding” Bromeaba.
5
LOL: “Laughing out loud” Reírse a carcajadas.
Jaja por los nombres, y no para bien. No vivo bajo una roca. Vivo en lo alto, por
encima de ellas, de hecho. Dije que no ASISTÍA a la escuela. No he dicho que no estoy
en edad escolar. Estudio en casa. ¿Es inusual no saber acerca del baloncesto? Supongo
que debo estudiar más.

No soy demasiado inteligente, no. No puedo…


Rapunzel vaciló, tomando un bocado de la manzana crujiente 21
reposando en su escritorio. ¿Cuánto se atrevería a contarle?
…salir de mi casa. ¿Qué es un Gollum?

Rápidamente fue a una nueva ventana y buscó “encerrada”. Le tomó


pocos minutos de lectura a través de varios enlaces que subió para finalmente
decidir que él debía estar refiriéndose a la definición de castigo de la palabra.

Aquí estoy. No, no estoy encerrada. Es una larga historia, y una que no estoy
lista para compartir aún. No, no he leído esos libros o visto las películas. ¿Debería?

6
BTW: “By The Way” Por cierto.
7
SDLA: El Señor de Los Anillos.
Que tal esto: mi primer nombre empieza con una R y mi apellido empieza con G.

Pequeña. ¿Otro personaje acerca del que debería saber?

Rapunzel cerró fuertemente sus ojos, pensando, debatiendo. Entonces,


antes de que pudiera cambiar de opinión, rápidamente escribió:
Rapunzel
No hubo nada más que su cursor parpadeando, y luego:

Sí.
22
No.

Por favor no trates de adivinar mi apellido.

Están ahora en mi lista de Impresionantes Recomendaciones por Fab Fane


Flannigan. Gracias.

¿Vas a estar repitiendo mi nombre así?


Rapunzel se encogió. ¿Y si empezaba a contarle a las personas sobre
ella y la palabra regresaba a su madre?
Pero no vas a… quiero decir, ¿recuerdas que te conté acerca de mi madre?

Rapunzel enrojeció. Desde que había mirado los otros usos de la


palabra “ardiente”, sospechaba que sabía el uso a que se refería cada vez que
él decía eso.
¿Estás revisando de nuevo el diccionario? Simplemente por curiosidad: ¿Qué te
hace pensar que soy atractiva? Puedo parecerme a una gárgola. Y… gracias por
mantener mi secreto.

No pienso que… está bien, ¿EN SERIO usas un diccionario? 23

No pienso que seas carente, que conste.

Rapunzel sonrió, luego miró al pequeño reloj digital al fondo de su


computadora. Podía hablar con Fane sin cesar, pero desafortunadamente eran
casi las seis, lo que significaba que su madre llegaría pronto para la cena.
G2G.

Escribiste mal eso. Es TTYL.

Cierto.

8
FB: Facebook.
Rapunzel cerró la sesión en la computadora, anotando los nombres de
los libros que él le contó. No sabía cómo hablaría con su madre de las
películas que deseaba ver, pero podía convencerla fácilmente de los libros.
Esperaba.

24
4
Traducido por Silvia Carstairs
Corregido por Gabba

—N
ecesito algunos libros para mi curso de artes y letras —
dijo Rapunzel a su madre. Tomó una respiración y dijo a
toda prisa—: Y necesitaré un par de películas porque
vienen con los libros y tengo que escribir sobre las diferencias.
—¿Películas? —preguntó su madre—. ¿Necesitas comprar películas
además de libros?
Rapunzel mordió su labio mientras asentía, agradecida de que en esa
única área, su madre prefería no tener que involucrarse. Deseaba que la
educación de Rapunzel fuera justo eso: educación de Rapunzel.
25
—Pero hay un lugar en Internet donde puedes ver tantas películas como
quieras si pagas una cuota mensual. Algo así como rentándolas en lugar de
comprarlas. —Por supuesto Fane le habló del sitio web.
—Ah. Bien, entonces, Rapunzel si lo necesitas para tu educación, ¿por
qué no haces simplemente eso?
Rapunzel se estremeció ante su engaño. Su madre le había dado a
Rapunzel una tarjeta de crédito para utilizar cuando necesitara hacer pedidos
para la escuela, aunque le dio a Rapunzel la dirección de su oficina para enviar
las cosas. Dijo que no quería que el repartidor expusiera sus gérmenes a su
puerta, lo que no tenía sentido ya que Rapunzel sabía que la mayoría de los
días había trabajadores de la construcción por todas partes.
—Ahora, necesito hablarte acerca de algo importante —continuó su
madre, olvidando la conversación sobre las películas.
Rapunzel se sentó en la silla y se dio vuelta para que su madre
comenzara su ritual de cepillado, realizados siempre en conteos de seis. Era
responsabilidad de Rapunzel llevar un registro de los pequeños conteos
usados para tal propósito. Un conteo hace el recuento hasta seis, el cual luego
se reiniciaba. El segundo conteo llevaba la cuenta de la cantidad de veces que
había ocurrido cíclicamente. Cuando llegaba a los doce, terminaban.
—Surgió un viaje que debo hacer.
Rapunzel se sacudió ante el anuncio. Su madre nunca se iba por más de
un día, siempre regresaba para su ritual nocturno. Sintió pánico ante la idea
de estar sola.
—¿Un viaje? ¿Qué quieres decir? ¿Qué clase de viaje? ¿Por cuánto
tiempo?
Su madre sonrió, y Rapunzel no pudo evitar comparar esto a la sonrisa
abierta que reflejaba Fane en sus fotos. Sus sonrisas parecían extenderse
desde sus ojos. La sonrisa de su madre, en contraste, era plana y no se movía
más allá de sus labios. ¿Cómo no notó esto antes?
—Cálmate. No voy a estar fuera largo tiempo. Seis días no es mucho
tiempo, ¿cierto?
—¿Seis días? —graznó Rapunzel.
26
—Por favor, Rapunzel, basta de dramas. La cocinera aceptó quedarse en
la casa mientras estoy lejos, así que no estarás sola.
—¿Pero y si hay un problema? —preguntó Rapunzel. Nunca se había
encontrado con la cocinera y si lo hacía no la reconocería—. Ella no puede
entrar aquí. Y yo no puedo salir. —Su pecho se tensó y su respiración se
aceleró.
—Rapunzel pensé en eso —dijo su madre, sacudiendo su cabello y
nuevamente dándose vuelta hacia Rapunzel, continuó cepillando. Rapunzel
sistemáticamente empezó el conteo, aunque su mente seguía pensando sin
parar—. Por favor, dame algo de crédito. ¿En qué conteo estamos?
Rapunzel miró hacia abajo, hizo la cuenta.
—Sesenta y ocho.
Su madre dio cuatro largas caricias más con el cepillo.
—Ya está. —Bajó el cepillo y colocó sus manos fuertemente sobre los
hombros de Rapunzel, mirándola en el espejo—. Tengo una sorpresa para ti.
—Se puso de pie, acariciando su rubio cabello—. Ven conmigo.
Rapunzel hizo lo que le dijo, aunque se sentía con ganas de gritar.
Apretó sus labios fuertemente cerrados y siguió a su madre. Cuando llegaron
a la sala de estar, su madre buscó en el interior de su bolso, luego se volvió y
entregó a Rapunzel un extraño rectángulo liso blanco con lazos elásticos en
cada extremo. Rapunzel simplemente lo miró y con un exasperado gruñido su
madre lo aceptó.
—Es una mascarilla médica. —La levantó a la cara de Rapunzel,
colocándola sobre su nariz y boca, fijando los dos lazos alrededor de sus
orejas. Rapunzel inmediatamente sintió claustrofobia—. Si hubiera una
emergencia, te la puedes poner y te protegerá de los gérmenes.
Rapunzel la miró por encima de la máscara, entonces mientras sus
palabras se hundían más allá del pánico, sintió algo nuevo. Esperanza.
—Quieres decir —empezó emocionada—, ¿que con esto puesto, estoy
protegida? ¿Puedo salir de mi habitación? ¿Tal vez incluso fuera de la casa?
—Su mente se llenó con visiones de ser capaz de encontrarse con Fane en los
jardines de abajo.
—¡Por supuesto que no! —espetó su madre, sobresaltándola—.
Rapunzel, ni por un segundo lo pienses. El peligro es muy real, muy presente.
27
Saca inmediatamente de tu pequeña mente ese pensamiento. —El brillo en
sus ojos atenuó a medida que parecía darse cuenta del susto de Rapunzel.
Bajando una mano sobre el brazo de Rapunzel la tranquilizó, luego la alzó
para quitar la máscara—. Es una barrera temporal, mi querida niña —dijo con
dulzura—. Esto ayudará si es absolutamente necesario, pero no puede
mantener la amenaza completamente lejos. ¿Entiendes?
Rapunzel asintió, muda con su decepción. Esperaba que esta máscara
fuera una nueva manera para tener algo parecido a una vida normal. Le
aplastó al darse cuenta que no era así. Finalmente encontró su voz, ahora
pequeña.
—¿Cuándo te irás?
—De aquí a un par de semanas, Rapunzel. Quiero darte la cantidad
suficiente de advertencias, así ambas podemos prepararnos. —Llevó a
Rapunzel dentro de su apretado abrazo que fue más doloroso que
consolador—. La idea de irme no me entusiasma. No te dejaría si pudiera
evitarlo. Te prometo que el tiempo pasará volando como si fuera sobre las
alas de un pájaro. Estaré de vuelta antes de que te des cuenta.
Rapunzel se estremeció en los brazos de su madre. El discurso sonaba
practicado, antinatural a sus oídos. No había tenido alguna conversación más
allá de su madre. Supuso que no podía realmente decir una opinión.
—¿A dónde vas?
Abruptamente su madre la empujó lejos.
—Ya te lo dije. En un viaje de negocios. Realmente debes aprender a
escuchar mejor.
—Quiero decir, ¿dónde, como en, dónde estarás? Tal vez puedo
buscarlo en la computadora, así puedo imaginarte ahí.
El rostro de Gothel se endureció.
—Rapunzel, ¿por qué lo quieres buscar? La computadora es un recurso
para tu tarea escolar. Y nada más. ¿Has estado usándola para otras cosas?
—No —le aseguró Rapunzel rápidamente, incluso su corazón latió más
rápido ante la mentira—. Por supuesto que no. Era solamente una idea.
Su madre la estudió por un largo rato. Aparentemente satisfecha, se
retiró. Rapunzel se encaminó hacia su habitación después de que su madre se
28
fuera. Justo antes de entrar a través de la gran puerta de madera, volvió hacia
la alcoba de piedra que tenía su computadora. Sin permitirse pensar en las
consecuencias, entró y encendió la computadora.
Inmediatamente el cuadro de mensajes de su Facebook apareció de
pronto.

Rapunzel sonrió cuando vio su mensaje.


¿No es eso redundante? ¿No son todos los búhos aves nocturnas?

Rapunzel suspiró.
Lo siento. Es solo que tengo malas noticias.

Mi madre se va en unas semanas.


Por supuesto que no. Estará de regreso en seis días.

Rapunzel miró fijamente su mensaje. ¿Cómo eso no podría ser cualquier


cosa sino malas noticias?
ES una mala noticia. Nunca antes ha estado fuera.

Rapunzel frunció el ceño ante las palabras.


Que yo sepa no hay un viejo viviendo aquí.

Sin hermanos.

No, el cocinero estará aquí conmigo.


29

Rapunzel sacudió su cabeza a esta extraña frase.


El cocinero es una mujer. ¿Por qué podría querer salir a hurtadillas?

¿TÚ si sales a hurtadillas a menudo?

¿Algo de eso debería tener sentido para mí?


Se preguntó si había dicho algo que sonara ignorante del mundo. Por
supuesto, era una ignorante del mundo, de modo que tendría sentido que
sonara así.
No, supongo que no.

Rapunzel contempló sus palabras. Reflejaban la fantasía momentánea


de Fane y el jardín que había tenido hace tan poco tiempo mientras
permanecía con la máscara cubriendo su cara. Sin embargo, su madre le había
asegurado que la fantasía era todavía solo eso.
Tal vez. Alguna vez. Pero no puedo todavía.

Gracias, Fab Fane.

30
Jaja (estoy diciendo eso sarcásticamente, FYI). No, en serio, gracias. Me estaba
sintiendo un poco deprimida. Ahora estoy sonriendo después de hablar contigo. Si esto
puede llamarse hablar.

Rapunzel sabía que él bromeaba, pero no pudo evitar el cálido


cosquilleo ante sus palabras. Cerró el programa y se fue a la cama con la
sonrisa aún en su rostro, pensando en Fane en lugar del inminente viaje de su
madre.
5
Traducido por Otravaga
Corregido por Sttefanye

L
as siguientes dos semanas de Rapunzel parecieron pasar
velozmente mientras hacía a toda prisa su tarea todos los días
con el fin de pasar tiempo hablando con Fane o leyendo los libros
que él le había sugerido. Estaba bastante atrapada con El Hobbit, pero no
estaba tan entusiasmada por la saga de El Señor de los Anillos. Sin embargo,
sí disfrutó las películas.
Gollum es una pequeña criatura horrible. No puedo creer que me hayas
comparado con él.
31

Oh. Bien. Sin embargo, te puedo asegurar que no me parezco en nada a él.

Rapunzel pensó en su pregunta. Realmente nunca había considerado


en cómo se veía. Corrió a su habitación y tomó su pequeño espejo de mano,
luego regresó a la computadora para verse en éste mientras le respondía.
Tengo el cabello largo y rubio. Es pesado. A veces me da dolor de cabeza. Ojos
verdes que, si me preguntas, son demasiado grandes para mi rostro. Nariz recta. He
leído que la forma de mi labio superior se describe como un arco, aunque no puedo
imaginar cómo se ve un arco. El labio inferior es ligeramente… más regordete, supongo,
que el superior. La barbilla no es ni demasiado grande ni demasiado pequeña. Mido un
metro sesenta y cinco centímetros, y peso cincuenta y dos kilogramos. Las manos y los
pies parecen del tamaño adecuado, al igual que la cabeza. ¿Eso ayuda?
Rapunzel se sonrojó ante sus palabras. ¿Cómo más iba a describirse a sí
misma? Decidió plantearle la cuestión a él.
Bueno, ¿cómo te describirías a ti mismo si te lo preguntaran?

Bueno, ahora soy yo la que está muerta de risa… y ligeramente asqueada.


¿Alguna vez has sido acusado de humildad? Vamos, lo digo en serio.

32

Sí, puedo. Solo me preguntaba cómo te describirías a ti mismo si no pudiera


verlas. ¿Cuánto mides?

Rapunzel trató de imaginarse de pie junto a él, treinta centímetros más


alto que ella. No tenía nada con lo que hacer referencia porque su madre era
la única que alguna vez había estado de pie a su lado, y era solo ocho
centímetros más alta que Rapunzel.
¿Talla de zapatos?

9
Rolling On (the) Floor Laughing. Acrónimo en inglés para “Muerto de la risa”.
Rapunzel sonrió y se movió en su silla. Entonces las siguientes palabras
de Fab aparecieron:

Su estómago se tensó ante sus palabras. Tenía una cámara, pero no


creía que estuviera dispuesta a revelarse tanto así. ¿Y si él pensaba que sí se
parecía a Gollum? Además, si no mantenía su promesa, definitivamente le
quitarían su computadora. O peor aún, si uno de sus amigos la viera y la
enviara, podría ser acosada y secuestrada, su muerte sellada. Su madre le
había contado historias de terror cuando recibió su computadora y es por ello
que nunca había utilizado la cámara de ningún modo.

Oh, lo siento, es solo que…


No le podía decir la verdad. Así que escribió:
La cámara está dañada.
33

Honestamente no sabía dónde vivía. Sabía el nombre de su casa, pero


no su dirección. Sin haber estado afuera jamás, ni siquiera sabía dónde estaba
situada dentro de la ciudad. Temerosa de que sonara extraño, en su lugar
escribió:
¿Ahora quién suena como un acosador?

G2G. TTYL.
Rápidamente se desconectó, sabiendo que estaba siendo una absoluta
cobarde. Con suerte, él pensaría que su madre se había asomado, ya que había
pasado antes. Sus palabras la hicieron entrar en pánico casi tanto como el
anuncio de su madre de irse de viaje. Él quería conocerla; la idea hizo que su
corazón se acelerara. Pero la realidad de su situación era tan fría y austera
como sus muros de piedra. No podía estar expuesta a nadie, o moriría. Sin
importar lo mucho que su corazón se estuviese rompiendo ante la idea de
que su primer y único amigo quisiera conocerla, tenía que decir que no. Sabía
sin lugar a dudas lo que deparaba cualquier otra decisión. Se secó las lágrimas
cuando escuchó a su madre entrar en su habitación y decir su nombre.
—Estoy aquí, madre —dijo mientras caminaba con el corazón
apesadumbrado a su habitación para tener su cabello mágico cepillado por
su única compañera posible.

34
6
Traducido por Rivery
Corregido por Sttefanye

—M
adre, ¿crees que alguna vez encontrarán una cura para mi
enfermedad?
Su madre se estremeció, como siempre, ante su uso
casual de la palabra enfermedad.
—Por favor, debemos concentrarnos en esto.
Rapunzel obedientemente volvió sus ojos de nuevo a la tarea delante
de ellas. Su madre le exigió que escribiera un plan diario paso a paso,
incluyendo todo lo que planeaba comer, lo que estudiaría o leería, y lo que 35
haría con su tiempo libre durante su ausencia. Rapunzel tenía una idea
bastante buena de lo que estaría haciendo en su tiempo libre y tuvo
problemas con qué escribir, así que añadió varios libros que sería capaz de
leer rápidamente. Con suerte, eso dejaría libre gran parte de su tiempo.
—Me haré la cena cada noche —dijo Rapunzel, señalando los huecos
en blanco en el calendario.
—¿Por qué harías eso? Cocinera estará aquí. Puede traer tu cena cada
noche.
—Me gusta cocinar —dijo, poniéndose de pie y moviéndose hacia la
estantería que estaba colocada contra el muro de piedra gris junto a la puerta.
Se giró hacia su madre—. ¿Quién es Cocinera de todas formas? ¿Es una criada
o algo así? —Nunca la había visto o conocido, solo había comido alimentos
preparados por ella, ya sea dejados en su puerta o bien traídos por su madre.
Su madre la miró de forma extraña.
—Es la cocinera.
Rapunzel se rio.
—¿El nombre de nuestra cocinera es Cocinera? ¿Qué tan irónico es eso?
—Por supuesto que no es su nombre —se burló su madre.
—¿Su nombre no es Cocinera? —Rapunzel estaba confundida—. Pero
entonces, ¿cuál es su nombre? ¿Por qué la llamamos Cocinera?
—No la llamamos nada. —Se puso de pie y cerró la carpeta que
contenía el horario—. Es la cocinera, por lo que la llamo Cocinera. Su nombre
no es importante.
Los ojos de Rapunzel se ensancharon. Abrió la boca para expresar su
sorpresa ante tal actitud cuando su madre se congeló. Rapunzel siguió su
mirada y vio lo que había captado la atención de su madre. Antes se le había
caído un vaso de zumo de naranja que se hizo añicos. Pensó que lo había
limpiado, pero ahora veía la mancha pegajosa bajo el borde del armario. El
temor le encogió el estómago.
—Rapunzel —dijo su madre, con voz temblorosa, el rostro de repente
pálido y sudoroso.
—Lo siento —se disculpó Rapunzel rápidamente, corriendo hacia el
fregadero para humedecer un paño. Se puso de rodillas y restregó la mancha
36
frenéticamente.
Una vez que estuvo segura de que la zona pegajosa estaba más que
limpia y había sido esterilizada con la solución blanqueadora, se giró hacia su
madre que miraba de forma impasible hacia el lugar donde había estado.
—Ahora ha desaparecido, ¿ves? —preguntó tentativamente,
moviéndose lentamente hacia su madre.
—¿Entiendes lo que puede ocurrir, Rapunzel, si bajamos la guardia
durante solo un momento, si nos volvemos descuidadas?
Rapunzel asintió tan pronto como la primera palabra escapó de la boca
de su madre.
—Lo sé y lo siento mucho. Se me pasó de alguna manera. No sucederá
de nuevo.
Su madre de repente la atrajo en un doloroso abrazo, casi asfixiando a
Rapunzel con su miedo controlador.
—No, no debe suceder de nuevo. Sabes las consecuencias.
Rapunzel le asintió a su madre, principalmente con el objetivo de tratar
de encontrar una burbuja de oxígeno. Tan repentinamente como Gothel
agarró a Rapunzel, luego la liberó.
—¿Por qué este repentino interés en Cocinera? —preguntó su madre
con suspicacia, toda preocupación olvidada.
Rapunzel tropezó ante la liberación repentina. Puso una mano contra la
encimera, recuperando un poco de equilibrio en el movimiento.
—Bueno, madre, es solo que esto es todo mi mundo, esta habitación.
Nunca he visto el resto de la casa. No tengo ni idea de cómo luce. No sé quién
más trabaja aquí, porque todo lo que he oído alguna vez es sobre Cocinera.
Ni siquiera sé nuestra dirección. —No pudo contener la exasperación en su
tono.
Su madre se presionó contra ella, su cara a centímetros de la de
Rapunzel, con un fuego en sus ojos que Rapunzel no había visto nunca antes.
—¿Por qué necesitarías saber la dirección, Rapunzel? ¿Qué diferencia
podría hacer eso para ti? —Rapunzel se encogió contra el puntiagudo filo del
mostrador. De repente su madre se relajó y bajó sus manos sobre los brazos 37
de Rapunzel con un movimiento de caricias agitado—. No tienes que
preocupar tu cabecita con esas cosas. ¿Tienes que ser tan hostigante? Olvídate
de tus preguntas tontas y sin importancia.
Se volvió hacia la puerta, recogiendo la carpeta al pasar. En la puerta, se
dio la vuelta de nuevo, con los ojos entrecerrados y una sonrisa vacía pegada
en su rostro.
—Rapunzel, aleja de tu mente los pensamientos sobre una cura. No
existe una cura.
Con esas palabras se marchó de la habitación, dejando a una
estupefacta Rapunzel intentado averiguar lo que acababa de suceder. Miró a
su alrededor a las deprimentes paredes grises que parecían acercarse más
amenazadoramente que nunca. Había vivido dentro de estos muros tanto
como podía recordar. La idea de nunca dar un paso fuera de ellos, de nunca
ver la cara de otra persona además de la de su madre… de nunca conocer
siquiera a los que vivían o trabajaban en su casa la abrumó de tristeza. ¿Cómo
se suponía que debía continuar sin esperanza?
Se giró hacia su computadora y hacia la única persona que se había
convertido en su refugio. Estaba fuera de línea, por lo que decidió dejarle un
mensaje.
Mi madre se va de viaje la próxima semana. ¿Quieres…?
Se quedó mirando al cursor parpadeante. Se puso de pie y caminó de
regreso a la sala principal, y luego a la otra alcoba con la ventana. Abrió la
ventana, sorprendida de ver a Angel posada en el árbol. El pájaro volvió su
cabeza hacia Rapunzel y pío, dejando su posadero para aterrizar en el alféizar
de la ventana.
—Lo siento, Angel, no tengo ninguna semilla para ti. —Le dio la vuelta
a su palma vacía para mostrársela al pájaro, que saltó otra vez hasta apoyarse
en la palma de Rapunzel. Le picoteó dos veces en la palma antes de
acomodarse, acurrucada bajo las alas. Rapunzel sonrió mientras acercaba su
segunda mano con cautela. Cuando acarició la cabeza de Angel esperó que el
pajarito se alejara revoloteando. En cambio, cerró los ojos como si disfrutara.
Rapunzel continuó acariciándola, y Angel se quedó quieta, girando la cabeza
de vez en cuando de un lado a otro como si alentara a Rapunzel a que no
dejara ni un solo sitio sin sus caricias. Entonces, gorgojando, salió volando. 38
Rapunzel se rio, de repente su estado de ánimo se había levantado.
Con una renovada determinación, regresó a su computadora y terminó
su mensaje.
Mi madre se va de viaje la próxima semana. ¿Quieres venir una noche?
Hizo clic en el botón de enviar sin ningún temor.
7
Traducido por Dianna’
Corregido por Sttefanye

E Rapunzel se dio cuenta de cómo debía sonar su


solicitud.
Si te sientes incómodo viniendo sin un chaperón adecuado, lo entenderé.

No estaba segura de cómo responder a eso. ¿Qué era adecuado en esta


situación? En realidad no había pensado del todo en su petición. Solo había 39
estado pensando que quería hablar con alguien más en persona. Incluso si
eso la mataba.

Las mejillas de Rapunzel ardieron.


Oh, no cuestioné eso. ¿Está bien que te preguntara, o es una petición extraña?

¿Quién? Y por favor no ROLF por mi ignorancia.

10
Kenny G: Saxofonista estadounidense ganador del Grammy.
11
Laughing Floor: En español, “piso divertido”. Se refiere a que ella se equivocó en las siglas de
“Muerto de risa”.
Rapunzel se rio de sí misma.
Ups. Quise decir… bueno, sabes lo que quise decir.

Su mente se aceleró ante la idea de tenerlo aquí, en su habitación. Un


rostro diferente. Alguien además de su madre.
Ella se va el viernes por la mañana. ¿Quieres venir el viernes en la noche? Y aquí
en mi casa, supongo.

Rapunzel de repente se dio cuenta de que en realidad no había pensado


en esto. No solo no sabía su dirección, sino que no estaba segura de cómo

40
iba a meterlo en su habitación. Obviamente, él no podía ir a la puerta principal
y entrar.
Espera un minuto.
Corrió a la ventana y, después de mirar alrededor para asegurarse de
que nadie estaba cerca, la abrió. Bajó la mirada. El suelo estaba al menos
veinte metros más abajo. Aunque la torre hubiera sido construida de piedra
en bruto, dudaba que él pudiera subirla. Podría subir al árbol, pero, ¿cómo
llegaría del árbol a la ventana? Estaba a dos metros de distancia.
Sus ojos se posaron en las construcciones anexas. Podría haber una
escalera en una de ellas, pero no tenía forma de saber a ciencia cierta.
Frustrada por su descubrimiento, resopló. Un pájaro pío cerca, captando su
atención. Angel revoloteó por encima de ella. Mientras Rapunzel observaba,
el pájaro voló justo debajo y aterrizó en el enrejado que abrazaba el lado de
la casa.
—¡Hola, Angel! —gritó—. Ojalá tuviera tiempo para jugar, pero Fane
me está esperando. —Angel chilló ruidosamente. Rapunzel metió su cabeza
devuelta al interior, colocando sus manos en la parte inferior de la ventana
para cerrarla, cuando se dio cuenta de lo que acababa de ver. Sacó la cabeza
por la ventana, miró al pájaro azul, y se rio—. Angel, eres una genio.
Entró en la cocina y tomó un puñado de semillas de girasol de su cajón.
Corrió de nuevo a la ventana y los esparció en el suelo. Angel pío y se lanzó
hacia las delicias ofrecidas. Rapunzel cerró la ventana y se dirigió de nuevo a
la computadora.
Estoy de regreso. ¿Puedo preguntar cómo te sentirías subiendo un enrejado?

Antes de que pudiera escribir una respuesta, un nuevo mensaje de él


apareció.

Sí. No puedo dejarte entrar por la puerta principal, así que tendrás que trepar a
mi habitación. Si puedo descubrir mi dirección, entonces te diré dónde encontrar el
enrejado correcto. Podría haber más.
41
Sé el nombre de mi casa. ¿Eso ayuda? En realidad es mi propio apellido.

Rapunzel respiró profundo, y luego exhaló.


Mi apellido es Gothel. Vivo en la Finca Gothel. ¿Sabes dónde está?
El cursor brilló durante tanto tiempo sin respuesta que Rapunzel pensó
que se había salido. Sin embargo, aún aparecía como conectado. Tal vez
estaba buscando en Google la información. Golpeó su frente. Por supuesto.
¿Por qué no había pensado en eso todo este tiempo? Probablemente podría
haber descubierto su propia dirección de la misma manera y no hubiera
tenido que hacerle saber que no sabía dónde vivía. Movió el mouse para abrir
una nueva pestaña para ese mismo propósito, cuando llegó su mensaje.
Rapunzel se quedó mirando sus palabras. ¿Su casa era tan conocida?
¿Por qué la llamó la Mansión Gothel en lugar de Finca Gothel? ¿Y por qué
creía que estaba bromeando acerca de vivir aquí?
Mi madre la llama Finca Gothel, ¿así que tal vez es otra diferente?

Sí, por supuesto.


Ella tomó una decisión.
Bueno, es hora de que deje de ser tan “sigilosa” como dices. Pero tengo buenas
razones para serlo. Tengo una enfermedad.
Se detuvo y borró las últimas tres palabras.
No puedo salir a la calle porque si lo hago voy a ponerme muy enferma. Vivo en
un área específica de la casa. Es la esquina sureste. Solo sé eso porque tengo una 42
brújula. No sé mi dirección porque nunca he tenido alguna razón para que necesite
saberla. Supongo que podría haberla buscado en Google, pero sinceramente la idea
nunca pasó por mi mente. ¿Es raro que viva aquí?
No hubo respuesta de nuevo por unos minutos antes de que él
respondiera.

Uh, ¿la torre? No lo sé. ¿Es una torre?

Rapunzel percibió la diferencia en su tono. Algo no estaba bien.

Está bien.
8
Traducido por Verae
Corregido por Aniiuus

L
a madre de Rapunzel se reunió con ella para el desayuno como
de costumbre en la mañana del viernes. Todo el ser de Rapunzel
vibraba de nervios con la anticipación de la partida de su madre
y su visitante programado.
—Solo son seis días, Rapunzel. Vas a estar bien. —Le entregó a
Rapunzel un teléfono pequeño—. Te llamaré todos los días. ¿Sabes cómo
funciona esto?
Rapunzel negó con la cabeza. Por supuesto que no. Los había visto en
Internet y en algunas de las películas que había visto, pero nunca había
43
agarrado uno. Su madre sacó un teléfono a juego de su bolso y apretó un
botón. El teléfono en la mano de Rapunzel vibró, sorprendiéndola.
—Pulsa este botón de aquí —señaló su madre. Así lo hizo, y después de
unos momentos su madre lo llevó a su oído. Gothel imitó el mismo gesto y
cuando habló, Rapunzel escuchó sus palabras resonando en el teléfono—. Así
es como nos vamos a comunicar. —Su madre pulsó otro botón, mostrando a
Rapunzel qué hacer para terminar la llamada—. Te llamaré cada noche a las
seis. Ahora, Rapunzel, ¿recuerdas lo que hablamos?
—Sí —dijo, repitiendo las palabras que la habían perforado a diario
desde que su madre le explicó lo que estaba sucediendo—. Cepillar mi cabello
cada noche con setenta y dos cepilladas, permanecer alejada de la ventana y
mantener mis aposentos limpios.
—Sí, eso es, buena chica. —Acarició el cabello de Rapunzel antes de
darle un rápido abrazo torpe—. Mantente a salvo. Hay mucho que depende
de ti.
—Lo sé —respondió. Mientras su madre se iba, Rapunzel volvió hacia
las habitaciones que siempre había sentido reconfortantes y familiares. Ahora
se sentían vacías y frías. Se estremeció y entró en la alcoba para completar su
tarea. Una vez que terminó con eso, abrió el sitio de películas en línea. Buscó
en la página principal hasta que encontró una que le pareció interesante.
Se descargó rápidamente y trató de concentrarse en ella, realmente lo
hizo, pero Rapunzel no podía mantener su mente desconectada de Fane.
Habían hablado todas las noches por Facebook, pero ahora se sentía
restringida de alguna manera. Se preguntó si era el nerviosismo ante su
inminente encuentro… o si era algo más.
Estaba a punto de cerrar la película cuando los dos personajes
principales comenzaron a besarse. Se recostó en la silla y miró, tocando su
propia boca mientras observaba la acción. ¿Ella nunca sería besada?
Probablemente no. Un beso podría matarla. Cuando los dos personajes se
alejaron y se miraron en los ojos del otro, sintió una punzada de pérdida.
Nadie podría mirarla de esa manera, nadie podría abrazarla de esa manera.
Cerró la computadora y salió de la alcoba, limpiando sus lágrimas.
Escudriñó la habitación, asegurándose de que estaba perfectamente 44
limpia y estéril. En un capricho decidió hornear galletas. Dos horas más tarde,
una vez más la habitación estuvo estéril pero perfumada con el olor de las
galletas recién horneadas, se dirigió a su habitación entonces. Estaba sentada
en su tocador y se miró.
Había visto recientemente una película en la que una chica normal se
volvía hermosa al maquillarse, para posteriormente ser codiciada por el héroe
de la película. Deseó tener algo de maquillaje para verse mejor, pero eso no
estaba permitido. Se tocó su cabello trenzado. Tiró del lazo que ataba su
trenza, deshaciéndola con los dedos hasta que las hebras quedaron colgando
libres. Se cepilló hasta que brilló.
Miró el reloj en el microondas. 7:45. Su estómago se tensó. Se dirigió a
la alcoba, abriendo la ventana en caso de que él llegara temprano. No había
ninguna luz en la alcoba. Era bastante débil sentirse segura allí de pie
esperando. Lo vio cuando dio la vuelta en la esquina de su casa y sus nervios,
ya tensos, se sintieron como si fueran a romperse.
—¡Rapunzel! —llamó en un susurro.
—Aquí estoy —contestó de la misma manera. Se inclinó un poco hacia
delante para que viera dónde estaba. Él hizo un gesto.
—Voy a subir.
Observó mientras él tiraba contra el enrejado, poniendo a prueba su
resistencia. Cuando empezó a subir, ella sacó la máscara de su bolsillo y la
aseguró alrededor de sus orejas. Su respiración rápida presionaba
fuertemente detrás de la máscara y podía oír los fuertes latidos de su corazón.
En el último momento, cuando su mano tocó el alféizar de la ventana, ella
tomó una decisión, arrancando la máscara de su cara y metiéndola en su
bolsillo.
Cuando su rostro apareció por la ventana, pudo ver el contorno de él,
pero la luz era demasiado tenue para obtener más detalles. Aun así, su pulso
se aceleró. En unos momentos estaría viendo a otra persona de cerca, aparte
de su madre, por primera vez en su vida.
—Hola —dijo, y ella pudo ver sus dientes completamente blancos
contra la oscuridad.
—Hola —respondió ella. 45
Él se impulsó sobre la cornisa, cayendo en medio de la alcoba con una
risa.
—¿Tienes luces por aquí? —preguntó.
Rapunzel cerró las cortinas, dejándolos en la profunda oscuridad antes
de encender la luz tenue de la lámpara, creando una luz débil. Cuando
consiguió su primer vistazo de ella, dejó de moverse. Su boca se abrió
ligeramente a medida que la veía. Por un momento Rapunzel se preguntó si
esto era un error, si había cometido un terrible error de juicio al permitirle
entrar. Entonces él tragó, ruidosamente.
—Vaya, eres realmente… hermosa —dijo exhalando lentamente el
aliento.
Sus mejillas se calentaron y levantó sus manos para tocarlas,
ligeramente preocupada de porqué de repente se sentían tan calientes. Elevó
las comisuras de sus labios en una sonrisa, avergonzada por sus palabras.
—Um… gracias, supongo —dijo en voz baja.
Él agitó su cabeza como si tratara de librarse de algo, y entonces se
elevó en toda su estatura. Ahora era su turno para estar aturdida. Había tenido
una idea de cómo era, por supuesto, de sus fotos en Facebook. Era alto, como
había sabido. Su cabello oscuro se apartaba de su frente, un abundante
cabello que caía sobre su sien, descendiendo sobre una patilla corta. Sus ojos
lucían oscuros bajo la luz tenue, sus labios llenos sobre un parche de barba
oscura en su mentón. Siguió justo hasta debajo de sus hombros. Era delgado
pero de alguna manera sólido, ancho de hombros. Llevaba jeans y una camisa
polo de manga larga remangada justo debajo de sus codos, dejando al
descubierto sus brazos musculosos. Igual de guapo como lo había visto en las
fotos, y lo era aún más de pie frente a ella.
—¿Quieres…? —comenzó con nerviosismo, extendiendo una mano
hacia la sala de estar—. ¿Quieres pasar?
Él finalmente apartó los ojos de su rostro y miró más allá de ella.
—Claro —respondió, caminando junto a ella. Mientras lo hacía, inhaló
profundamente el aroma de otro ser humano. No estaba segura de cómo
describir el olor: limpio, almizclado, algo totalmente diferente a cualquier cosa
que hubiera olido antes y muy, muy agradable. 46
—Vaya —repitió mientras salía de la alcoba a la sala de estar—. Esto es
todo un esquema el que tienes aquí.
Miró alrededor. Se veía igual para ella como lo que hacía todos los días,
como cada día de su vida. Él se detuvo junto a la estantería y se volvió hacia
ella. Rapunzel permaneció de pie junto a la abertura de la alcoba.
—Entonces, ¿cuál es el problema? —preguntó—. Has dicho que no
puedes salir nunca a la calle. ¿Por qué no? ¿Qué pasa si lo haces?
—Moriré —respondió con simpleza. Los ojos de él se abrieron de par
en par y ella comprendió que tal vez había hablado con demasiada
brusquedad—. Quiero decir —trató de enmendar—, tengo una enfermedad…
Se alejó de ella, un pequeño movimiento, pero obvio, no obstante.
—¿Qué tipo de enfermedad? —Su voz sonó tensa aunque claramente
trató de sonar normal—. ¿Es contagiosa?
—No —su respuesta fue firme. Sabía a ciencia cierta que ella no era el
peligro. Era el mundo el que amenazaba su vida—. Tengo SCID, acrónimo de
Síndrome de Inmunodeficiencia Combinada Severa. Es una deficiencia del
sistema inmune de nacimiento. Si me expongo a cualquier germen o bacteria,
mi cuerpo no será capaz de luchar contra ellos, y voy a morir.
Su mirada se volvió aún más preocupada.
—¿No es peligroso tenerme aquí? ¿Quién sabe qué gérmenes traje
conmigo?
Negó con la cabeza. Había considerado esa posibilidad antes de haberle
pedido que viniera. La invitación no había sido extendida a la ligera.
—No importa —dijo rápidamente, con los ojos hacia el suelo—. He
estado aquí sola durante tanto tiempo que a veces pienso que vale la pena
arriesgarse, exponerme, solo para pasar unas horas con alguien.
Relajó su postura preocupada, ahora mirándola con simpatía.
—Eso apesta —dijo.
Ella sonrió y se rio cuando él unió su sonrisa a la suya.
—Supongo que esa es una forma de decirlo —dijo.
—¿Así que solo te sientas aquí, todos los días, sola? —Su tono era de 47
incredulidad.
Solo asintió en respuesta mientras se adentraba aún más en la
habitación y hacia la luz.
—¡Guau! —exclamó, al ver su cabello—. Nunca he visto un cabello
como ese.
Tímidamente sacó una hebra larga hacia el frente y jugó distraídamente
con ella mientras se sentaba en la silla. Él se sentó frente a ella en el sofá.
—Es bastante pesado para cargarlo todo el día. Nunca lo he cortado —
dijo.
—Eso es increíble. —Se inclinó hacia delante—. ¿Puedo tocarlo?
Se asustó por un momento, luego se dio cuenta que no podía hacerle
daño al tocarlo.
—Está bien —dijo.
Rodeó la mesa ovalada que los separaba. Se agachó a su lado y casi con
reverencia alargó el brazo. Tomando una gruesa hebra entre su pulgar y su
dedo índice, lentamente tiró hacia abajo hasta que casi llegó al extremo antes
de soltarlo.
—Es tan suave —murmuró. Ella se alegró de haberse tomado el tiempo
para cepillarlo por completo antes de su llegada. Sus ojos cayeron en el parche
de vello en su barbilla. Nunca antes había visto el vello facial. Él levantó la
mano y pasó ligeramente sus dedos a través de él—. ¿Crees que mi mamá
hace bien al querer afeitarlo?
Sacudió su cabeza, y llevó una mano a medio camino.
—¿Puedo? —preguntó, buscando su permiso.
Asintió y ella tocó con la punta de sus dedos las hebras nervudas y
erizadas. No había sentido algo así antes, rugoso y áspero. Pellizcó un
pequeño trozo, sorprendida por el espesor de la misma. Sus ojos se abrieron
en asombro.
Él la miró por debajo de sus largas pestañas oscuras, y su aliento
atrapado en su garganta. Nunca antes había estado tan cerca de un chico.
Nunca antes había estado tan cerca de nadie, además de su madre. Sus ojos
se posaron en la boca de ella, y sin pensarlo, se lamió los labios, recordando 48
el beso que había visto antes en la película. Sus ojos volvieron a los suyos, y
algo en su interior, algo intenso y hambriento envió una corriente por su
espalda. Levantó lentamente el rostro hacia ella. El movimiento provocándole
un tirón. Como si eso rompiera el hechizo que los sostenía, parpadeó y se
apartó de ella. Se trasladó de nuevo al sofá, y ella sintió la pérdida de… algo.
No estaba segura de qué.
Se encogió de hombros y extendió las manos vacías.
—No traje pizza.
—Está bien. —Ella sonrió—. Podría haber sido un poco difícil de subir
cargando una pizza.
—Fue un poco difícil subir sin cargar una pizza.
Su sonrisa cayó.
—Lo siento. No consideré eso. No fue justo de mi parte que…
—Oye —interrumpió él—. No era una queja. Solo estoy declarando un
hecho.
—Oh. —Levantó las comisuras de su boca temporalmente, volviendo la
mirada hacia el suelo.
—Así que… esto es incómodo, ¿eh? —preguntó.
Se encogió de hombros, luego recordó las galletas.
—Oh, hice unas galletas. ¿Quieres algunas?
—Nunca digo que no a las galletas. —Se puso de pie y la siguió a la
cocina—. Vaya —dijo una vez más—. Tu cabello es lo más increíble que haya
visto nunca. ¿Qué tan largo es?
—Creo que alrededor de unos cuatro metros y medio —dijo,
sonrojándose.
—Eso tiene que ser algún tipo de record. Probablemente podría estar
en el Libro de los Récords Guinness.
—Eso requeriría que alguien viniera a medirlo, ¿verdad? Y eso no está
permitido. No creo que solo acepten mi palabra para eso —dijo.
—Oh, sí, claro. —Se sentó en uno de los taburetes de la barra en el
mostrador y ella colocó el plato de las galletas frente a él—. Así que esto es
49
como, ¿tu propio apartamento?
—Supongo —dijo, dirigiéndose a la nevera—. ¿Quieres algo de beber?
—Claro, ¿qué tienes?
Miró hacia el frío interior.
—Leche, limonada o agua.
—¿Qué va mejor con las galletas que la leche? —preguntó con una
sonrisa.
Llenó dos vasos y se sentó junto a él, tomando una galleta.
—Son fantásticas —dijo con la boca llena de galleta—. ¿Las hiciste?
—Sí. —No pudo evitar el rubor de orgullo por su genuino placer.
—Tengo que decirlo —dijo—, estaba bastante escéptico sobre venir
aquí.
No sabía cómo responder a eso, por lo que se limitó a asentir.
—No por ti —dijo. Podía sentir el peso de su mirada, así que se volvió
para mirarlo—. No podía esperar a conocernos finalmente cara a cara. —Sintió
que sus mejillas se calentaban, pero sostuvo su mirada—. Es solo que,
honestamente, no creía que fueras quien dijiste que eras.
—Pensabas que era un acosador espeluznante, ¿eh? —bromeó, y él se
rio, rompiendo la tensión.
—Definitivamente no eres espeluznante —dijo—. Queda ver si eres una
acosadora.
Ella se echó a reír.
—Es algo difícil acosar desde mi… torre.
—La chica de la torre —murmuró—. ¿Quién pensaría que eso era
verdad?

50
9
Traducido por Areli97
Corregido por Aniiuus

D
espués de que Fane se terminó la mitad del plato de galletas,
para el asombro de Rapunzel, se paró y miró alrededor.
—Entonces, ¿me vas a dar el gran tour?
—Uh, seguro. —Lo guio a la alcoba donde estaba su computadora.
—¿Ahí es dónde te sientas cuando estamos hablando? O chateando, o
como quieras llamarlo —preguntó, adentrándose y mirando alrededor.
—Sí.
51
—Genial. Ahora seré capaz de imaginarte. Antes era solo como este
extraño… vacío cuando trataba de imaginarte a ti o tus alrededores. —La
miró—. ¿Qué te imaginabas de mí?
Rapunzel levantó la mirada hacia el segundo mechón de cabello que
había escapado de su cabello cepillado hacia atrás, enmarcando su rostro.
—Bastante similar a como te ves ahora, porque te pareces mucho a tus
fotos. Quizás mejor. —Él sonrió conocedor y ella bajó la mirada—. Supongo
que solo imaginé el área donde te sientas igual que la mía.
Él colocó su mano contra la rugosa superficie de la pared de piedra y la
restregó, su mano vibrando a través de la superficie dispareja.
—No hay paredes de rocas en mi casa —dijo casualmente.
—Oh. —Realmente no sabía qué decir a eso. ¿Era anormal tener
paredes de piedra? Estaban únicamente en las dos alcobas. En las otras
habitaciones las paredes eran de cemento y estaban pintadas—. Bueno, aquí
es donde hago mi trabajo escolar. —Se giró y salió de la alcoba. Él tomó un
vistazo más alrededor antes de seguirla. Lo llevó hasta su dormitorio, y él dejó
salir un silbido bajo.
—Conozco a un montón de chicas que matarían por una habitación
como ésta —dijo.
Rapunzel escaneó el dormitorio. Se sentía normal para ella, pero dado
que nunca había estado en otra habitación no podía realmente comparar.
Él caminó hacia la cama y recorrió con una mano uno de los cuatro
gruesos postes que se encontraban en cada esquina. Se inclinó hacia delante
y se asomó por encima de uno de los materiales de gasa blanca que estaban
colgando en una larga X de esquina a esquina. Se sentó en la orilla del
colchón, lo cual podía hacer fácilmente sin tener que saltar hasta la cama
como ella hacía, y rebotó arriba y abajo algunas veces.
—Cielos… ¿ese es tu baño? —preguntó incrédulamente, inclinándose
hacia delante. Sin esperar una respuesta, se levantó y caminó hacia el cuarto
del que había hablado, encendiendo el interruptor de luz. Los pisos y estantes
de mármol blanco brillaron—. ¡Este maldito es enorme! —exclamó, mirando
la bañera hundida—. Podrías nadar en esa cosa.
—Apenas la uso —admitió—. Parece un desperdicio llenarla con tanta
agua para una sola persona. Además, es mucho más fácil lavar mi cabello en
la ducha.
52
La miró de nuevo, se estiró y tocó una hebra casi sin pensarlo, luego se
giró en un medio círculo.
—Ahí es dónde sucede la magia, ¿eh? —preguntó, indicando la ducha
encerrada por vidrio. Ella no sabía a qué magia se refería pero asintió de todas
formas. Él corrió su mano a lo largo de la encimera del largo de ambos
lavamanos, abriendo un cajón solo un poquito antes de cerrarlo. Sus cejas se
alzaron con humor ante las toallas con monograma.
Rapunzel observó su reflejo en el espejo mientras él rodeaba su baño.
Parecía curioso acerca de su espacio, lo cual se sentía raro para ella. Él vivía
en el mundo donde veía todo tipo de cosas, no encerrada como ella en un
mundo limitado. ¿Cómo algo de esto podía ser interesante?
Salieron de nuevo a la sala principal. Él se detuvo, mirando alrededor
expectantemente.
—Así que, ¿qué hay arriba?
—Oh —dijo, sorprendida de que a él le importara un cuarto tan
pequeño—. Solamente mi cuarto de ejercicio.
—Genial. No puedo esperar a ver eso.
Rapunzel se encogió de hombros y guio el camino hacia arriba de las
estrechas escaleras de caracol hasta el pequeño cuarto apenas lo
suficientemente grande para contener una bicicleta fija, una máquina de
pesas, una caminadora y un muy pequeño parche de piso donde se podía
estirar.
—¿Esto es todo?
Rapunzel se encogió de hombros otra vez.
—Sí. Es todo lo que necesito. —Fane la miró extrañamente, con los ojos
entrecerrados, la cabeza inclinada—. ¿Qué? —preguntó finalmente.
—Esta torre es enorme, Rapunzel. Me estás diciendo que de todo el
espacio disponible, ¿ésta es el área dónde vives?
Miró alrededor de ella a las paredes de piedra que encerraban por
completo el cuarto de ejercicio exceptuando al umbral abierto.
—Bueno… sí. ¿Por qué?
—Hay dos pisos debajo de ti, y tres encima de ti. Si estás encerrada aquí
53
dentro, ¿por qué no dártelo todo?
Rapunzel estaba sorprendida. Había sabido que probablemente había
dos pisos debajo, pero no tenía idea de que había tanto arriba.
—Bueno, mi madre tiene que tener algún lugar para vivir —dijo—. Si
tiene esos pisos y el espacio que puedo ver afuera, probablemente no es
mucho más de lo que yo tengo. —Bueno, excepto por los tres pisos por
encima de mí de los que no sabía, pensó.
Fane solo la miró en silencio por un largo momento. Finalmente, dijo:
—Realmente nunca has estado fuera de tu habitación, ¿verdad? —Ella
sacudió la cabeza, ahora sintiéndose avergonzada—. Rapunzel, leí que tu casa
tiene como, mil ochocientos o dos mil metros cuadrados más o menos. ¿Qué
tan grande es tu habitación? ¿Quizás cien de eso? Eso deja demasiado de la
casa para solo tu madre.
La boca de Rapunzel cayó abierta. ¿Su casa era así de grande? Sacudió
su cabeza. Él tenía que estar exagerando.
—¿Nunca has tenido curiosidad acerca de qué hay afuera de tu
habitación?
Realmente, no lo había cuestionado. Siempre le habían dicho que su
vida dependía en permanecer en sus habitaciones y no había pensado en lo
que había fuera de su puerta, sabiendo que solamente tenía el potencial de
ser fatal para ella.
—¿Nunca has aunque sea mirado a hurtadillas fuera de tu puerta? —
preguntó. Cuando ella solo lo miró fijamente, se deslizó más allá de ella,
tomando su mano mientras lo hacía y medio arrastrándola de regreso a la
sala. No se detuvo hasta que estaban en la puerta, su mano colocada en el
pomo. Ella miró su mano con un estremecimiento de miedo inundando su
estómago—. ¿Vamos? —le dijo.
Tragando por encima del nudo en su garganta, asintió. Él giró el pomo
y…
Nada. La puerta estaba bloqueada.
—Eso es raro —murmuró Fane. Trató de girarla otra vez—. No tiene
sentido —dijo Fane, girándose para enfrentarla—. ¿Por qué deberías estar 54
encerrada desde dentro? Quiero decir, puedo ver por qué quizás quieras dejar
a otros fuera para mantenerte a salvo, pero esto… —Le echó un vistazo a la
puerta, tratando con el pomo de nuevo—. Esto es raro.
Rapunzel trató de encontrarle sentido. Sabía que su madre usaba una
llave cada vez que se iba, pero asumía que era solo para poder salir. Lo cual
por supuesto no tenía ningún sentido porque entonces sería razonable que
Rapunzel también necesitara una llave. Una idea la golpeó.
—Quizás hay una llave aquí —dijo.
El rostro de Fane se iluminó. Empezó a buscar alrededor de la puerta,
corriendo sus dedos a través de la parte superior del marco. Casi
inmediatamente Rapunzel supo que era inútil. Ella mantenía el lugar limpio,
estéril, de hecho, y conocía cada grieta y hueco. No había ningún lugar donde
podría estar que no hubiera encontrado.
—Fane —dijo, jalando su bazo para alejarlo de la alfombra—. Es inútil.
Si hubiera una llave aquí, yo lo sabría.
—Hmmm —gruñó, perplejo en su exploración. De repente sonrió—.
¿Tienes un destornillador?
—No —dijo, sacudiendo la cabeza—. ¿Por qué tendría uno de esos?
Fane se encogió de hombros, frustrado en su determinación.
—Está bien, ¿qué hay de algunas cartas? Puedo enseñarte a jugar póker
y corromper tu inocencia.
Rapunzel se rio.
—Cartas sí tengo.
Se movieron de regreso al sofá, Fane viró hacia la cocina.
—¿Puedo? —dijo, indicando el tazón de manzanas que había en la
barra.
—Por supuesto —dijo, caminando hacia el refrigerador para tomar otra
manzana y reemplazar la que él había tomado del tazón. Encontró su juego
de cartas y se las entregó a Fane, quien la miró extrañamente mientras mordía
la manzana.
—¿Hay algo mal? —preguntó.
—Uh… no. —Soltó una pequeña risa y tomó las cartas del paquete, 55
barajándolas mientras se sentaban uno frente al otro en la mesa. Después de
descubrir que ella no tenía nada que satisficiera a Fane como algo útil para lo
que él llamaba “fichas de póker”, decidió enseñarle un juego llamado “Go
Fish” en su lugar.
Cuando él finalmente consideró el momento para ir a casa, Rapunzel
sintió una profunda decepción. Se había divertido más de lo que había
esperado. Era asombroso pasar el rato con alguien más además de su madre.
Mientras balanceaba su pierna por encima del borde de la ventana, ella dijo
rápidamente:
—Si quieres venir otra vez… alguna vez… podría preparar la cena.
—Eso suena bien —dijo—. ¿Qué te parece el domingo?
El corazón de Rapunzel se disparó ante el pensamiento de tenerlo aquí
de regreso tan pronto. Estuvo ligeramente decepcionada de tener que esperar
dos días.
Mientras empezaba a descender por el enrejado, repentinamente
asomó su cabeza una vez más por el borde.
—Oye, ¿Rapunzel?
—¿Sí?
—Sabía que eras atractiva. —Él sonrió. Rapunzel se rio, y él descendió.
Ella se apresuró a la ventana y lo miró ansiosamente hasta que sus pies
tocaron con seguridad el suelo debajo. Lo saludó. Él devolvió el gesto y trotó
a la esquina de la casa. Se giró de nuevo y ella vio el brillo de sus dientes en
la oscuridad otra vez antes de que desapareciera alrededor de la esquina.

56
10
Traducido por LizC
Corregido por Aniiuus

R
¿Skype?
Las cejas de Rapunzel se fruncieron ante su mensaje.

Eh…

57

Rapunzel sintió la preocupación roer en ella. Aunque también preferiría


ver a Fane mientras hablaban, le preocupaba las posibles ramificaciones.
Voy a pensar en ello.

Sabía que solo estaba burlándose. Desde que descubrió lo mucho que
la avergonzaba cada vez que se refería a ella como alguien “atractiva”, Fane
se salía con la suya al hacerlo tan a menudo como fuera posible. Sabía que él
no lo decía en serio. Aun así, su corazón saltaba de emoción cada vez que lo
hacía.
¿Crees que tu falsa adulación puede convencerme? Es un triste y patético
intento.

Rapunzel se rio.
Debes pensar que soy una niña tonta como para caer en tales artimañas tan
superficiales.

Está bien, cambio de tema, por favor.

¿Ah, sí? ¿Qué?

Se quedó mirando sus palabras. Seguramente estaba bromeando, pero


no sabía qué hacer con ellas.

58
Oh. Está bien. Bueno, qué mal ya que probablemente me podrías matar con un
beso.
Tan pronto como Rapunzel apretó el botón “enviar”, se llevó la mano a
la boca. ¿Por qué escribió tal cosa?

Le temblaban las manos cuando vio el mensaje de Fane. Después de un


momento, se echó a reír. Por supuesto que no tomaría sus palabras en serio,
ni tampoco decía sus palabras en serio.
Ya quisieras.

Por muy tentador que es tu oferta, creo que soy capaz de contener mi curiosidad
hasta mañana.

Mientras Rapunzel miraba perpleja otra de sus frases extraña, de


repente él tecleó:
Se quedó mirando la pantalla, su cara se iluminó con una sonrisa.
¿Qué quieres decir con “qué locura”?

Oh. Estaba planeando un viaje a París, pero podría ser persuadida a posponerlo.

¿Cómo crees que vas a traer la cena, y mi sorpresa, y aun así ser capaz de subir
mi torre?

Rapunzel miró el reloj. Ahora era las 4:30. Podría ser las 5:59 y no

59
importaría. No era como si se sintiera presionada o tuviera que estar en algún
lugar.
Voy a estar aquí.

***

Rapunzel permaneció de pie en la ventana, sosteniendo a Angel en su


mano. El pajarito había regresado por más semillas y más masajes en el cuello.
Se alegró no solo por la compañía de su amiga, sino también por la excusa
para estar de pie en la ventana y esperar a Fane. Eran cerca de las 6:15, y
trataba de no creer que había sido plantada. Sin embargo, no pudo detener
la lágrima escapando y aterrizando en Angel. El pájaro se sacudió la humedad
de sus plumas, trayendo una sonrisa reacia al rostro de Rapunzel.
De repente, Angel tomó vuelo con un alto pío. Rapunzel la vio volar
hacia abajo hasta que desapareció por la esquina de la casa. Una brillante
sonrisa iluminó su rostro cuando vio un poco del oscuro cabello de Fane al
girar esa misma esquina. Él miró de izquierda a derecha antes de ver detrás
de él. Finalmente su mirada encontró la de ella, y levantó una mano a modo
de saludo.
Corrió hacia la parte inferior del enrejado y comenzó su ascenso
precario, con un bolso abultado en la espalda. Subió sobre el alféizar de la
ventana con una gran sonrisa, que igualó la de ella.
—Hola, preciosa —dijo.
Rapunzel no pudo evitar el rubor impulsándose en sus mejillas, a lo que
él respondió con una carcajada. Negándose a darle ninguna satisfacción más,
ella respondió:
—Hola, Fab.
—Ah —dijo en broma—, finalmente entiende mi verdadera naturaleza.
—De verdad te gustas a ti mismo, ¿no?
—Sí. Y a ti también… no lo niegues. —Sus ojos brillaron con humor
mientras se quitaba el bolso de los hombros.
—¿Eso es lo que me trajiste? —preguntó, evitando intencionadamente
su pregunta—. ¿Un bolso para llevar en mis hombros?
60
—No, Rapunzel, no te traje una mochila. Es lo que hay dentro de la
mochila lo que cuenta.
Se dirigió a la cocina, Rapunzel siguiéndolo con curiosidad. Dejó la
mochila sobre la encimera y lo abrió, ella se acercó. Él la miró, deteniéndose
repentinamente.
—Oye —dijo Fane—. Trenzaste tu cabello.
—Sí —dijo, acariciándolo con timidez.
Caminó junto a ella, tocándolo, levantando la pesada masa desde
donde la punta apenas rozaba el suelo.
—Eso debe tomarte mucho tiempo, ¿eh?
—No es tan malo —dijo—. Lo trenzo casi todos los días. Eso hace que
sea mucho más fácil de maniobrar.
—Sí, puedo ver eso —dijo—. ¿Cuánto pesa tu cabello?
Rapunzel reunió la mayor parte del mismo y lo puso sobre los brazos
de él para sostener la pequeña cantidad reunida.
—¡Mierda! Eso es pesado. ¿Cómo diablos puedes arrastrar eso todo el
día?
—Supongo que estoy acostumbrada a él.
—¿No te da dolor de cabeza?
—A veces —dijo y se encogió de hombros.
Fane soltó el cabello poco a poco, no dejándolo caer en un solo
movimiento. Puso sus manos a ambos lados del cuello de ella. Una sensación
extraña se deslizó por su espalda ante su toque. Sus manos fueron delicadas
mientras sus dedos masajeaban su cuello.
—Tienes buenos músculos en el cuello, ¿eh? —comentó, soltándola.
Rapunzel no podía responder, profundamente afectada por las sensaciones
causadas por su toque. Fane no pareció inmutarse, regresando a su mochila.
Sacó una caja plana y grasienta—. La pizza probablemente está un poco
estrujada por ir de lado, pero aún va a tener buen sabor. —Sacó un paquete
más pequeño envuelto en papel de aluminio—. Pan de ajo —anunció con una
61
sonrisa.
Rapunzel inhaló el olor embriagador. Nunca había probado ni la pizza
o el pan de ajo, pero olían celestialmente. Sacó dos platos del gabinete y los
puso sobre la encimera. Fane abrió la caja y maniobró la masa pastosa de
nuevo a alguna forma que asemejaba un círculo. Colocó un pedazo en cada
plato antes de abrir el papel de aluminio y colocar un pedazo de pan en cada
uno.
Rapunzel se sentó junto a él y tomó su primer bocado de pizza. Sus ojos
se abrieron de par en par mientras miraba a Fane. Una sonrisa se extendió por
su cara a medida que rápidamente tomaba dos bocados más, llenando su
boca.
Él se echó a reír.
—¿Te gusta?
—Ujum —murmuró en torno a otro bocado.
—Saborea el pan —le sugirió.
A regañadientes, dejó la pizza sobre el plato y tomó el pan. Una vez
más, el asombro iluminó su cara.
—Fane —dijo con entusiasmo—. ¡Eso es lo mejor que he probado
nunca!
Él sonrió con satisfacción a medida que ella volvía a devorar su convite.
Cuando estuvo llena, terminó otra rebanada de pizza y la mitad de un trozo
de pan de ajo hasta que se sintió un poco mal. Valió la pena.
—Bueno —dijo Fane—, estoy impresionado por la cantidad de comida
que te las arreglas para meter en ese pequeño cuerpo. La mayoría de las chicas
comerían una cantidad minúscula y dejarían la mesa todavía hambrienta para
impresionarme.
Rapunzel volvió sus horrorizados ojos hacia él.
—Yo… no…
Fane se rio y levantó una mano.
—Por favor, no te disculpes. No me impresiona cuando hacen eso. Me
gusta mucho más ver mi dinero bien gastado en un gran apetito. 62
Rapunzel sonrió con incertidumbre.
—¿No vas a preguntarme? —Él inclinó la cabeza y la miró.
Sus cejas se fruncieron en confusión.
—¿Preguntarte qué?
—Por qué se me hizo tarde.
—Oh, eso. —Se encogió de hombros—. Estás aquí ahora, así que eso es
todo lo que importa, ¿verdad?
Sacudió la cabeza con asombro.
—Definitivamente no eres como las otras chicas que conozco. —
Rapunzel no sabía si tomar eso como algo bueno o malo—. Voy a decirte de
todos modos. Puesto que estás sentada aquí en el olvido, puede que no sepas
que tu casa es por lo general un hervidero de trabajadores.
Rapunzel entrecerró sus ojos.
—Resulta que sé eso, Sr. Obvio.
Fane rio.
—Eso no es… no importa. Bueno, lo que quizás no sabes es que tuve
que esperar a que se fueran antes de poder colarme. Aparentemente trabajan
hasta las seis.
—Oh —fue todo lo que Rapunzel podía decir. No había pensado en los
trabajadores cuando arregló que viniera. Porque los escuchaba pero rara vez
los veía, eran casi un cero a la izquierda en su mundo.
—¿Lista para ver lo que te traje? —bromeó.
—¿No era la pizza? —Se sorprendió. La pizza era más que suficiente.
—No, ya te dije que iba a traer a la cena. Esa no es la sorpresa.
—Entonces, ¿esta es la cosa por la que vale la pena matarme si me
hubieras dicho antes de traerlo?
—Absolutamente. —Metió la mano en su mochila y sacó una
voluminosa bolsa marrón del tamaño de un libro y se lo entregó. Podía sentir
cientos de pequeños discos en su interior.
—¿M&M? —leyó. Cuando él no respondió, levantó la vista para ver que
63
la miraba con una expresión de asombro—. ¿Qué? —preguntó.
—¿No sabes lo que son los M&M?
Rapunzel volvió a mirar el paquete.
—¿Debería?
—Oh, mi amiga —gimió Fane—. Has sido demasiado sobreprotegida.
—Golpeó una mano en la encimera, sorprendiéndola—. He decidido a partir
de ahora que, es mi privilegio… no, mi deber —golpeó el aire con un dedo
levantado—, presentarte todas las maravillas de la vida que te has estado
perdiendo.
Rapunzel se rio.
—Bueno, en base a la pizza, no puedo esperar.
Fane le quitó el paquete y rasgó una de las esquina.
—Este caramelo tiene un doble propósito. No solo son deliciosos… —
Tomó uno de los dulces y lo acercó a su boca. Ella la abrió y él lo metió—.
También sirven como excelentes fichas de póker.
Rapunzel mordió el caramelo de chocolate y le sonrió.
—¿Te gustan? —le preguntó.
—Oh, sí —dijo, tendiéndole una mano por más. Él dejó una pequeña
cantidad de los discos de colores brillantes en su mano, pero se negó a darle
más, alegando que los necesitaba para el póker. Se sentaron a la mesa y le
explicó el valor de los diferentes caramelos de colores, lo cual le fascinó con
lo bonito que eran, junto con las reglas del póker y cómo apostar.
Rapunzel descubrió que tenía una habilidad especial para el juego, y
con gran placer, observó a Fane tornarse más y más frustrado. Después de
una hora, tiró las cartas.
—¡Caray! —exclamó.
—¿Caray? —repitió Rapunzel.
—Significa que me doy por vencido. ¿Segura que nunca has jugado
antes a este juego?
—Nunca —confirmó.
—Espera —dijo—, ¿dónde están todas tus ganancias?
64
Rapunzel miró su relativamente pequeño montón de caramelos de
colores brillantes.
—Me los comí —dijo.
—En ese caso, yo gano —declaró Fane.
—No, no lo hiciste. Gané y lo sabes.
—Mira mi pila en comparación con la tuya. —Indicó su pila,
decididamente más grande que la suya.
Rapunzel se llevó tres caramelos más a la boca.
—Yo gané —afirmó—. Y me comí mis ganancias. Así que en realidad,
he ganado dos veces.
Fane negó con la cabeza, rascándose distraídamente su perilla.
—Eres un poco terca, ¿eh?
Ella se encogió de hombros. Nunca antes había tenido nada por lo cual
ser terca, jamás había discutido con su madre. Pero realmente disfrutaba
discutir con Fane.
Él suspiró profundamente, se levantó y se dirigió a su mochila.
—Te he traído una cosa más.
Emocionada, se levantó de un salto y corrió hacia él.
—Pero no sé si debo dártelo. Quiero decir, a menos que estés dispuesta
a conceder mi victoria.
—Nunca —dijo, inclinándose intencionadamente hacia él contra la
encimera.
Suspiró de nuevo, esta vez de forma dramática.
—Bien. Tú ganas. Además, esto es tanto para mí como para ti. Tal vez
más.
Rapunzel se enderezó, la anticipación duplicándose. Fane sacó un
destornillador de su mochila y lo levantó triunfalmente.
65
—¡Voilà! —exclamó.
Rapunzel negó con la cabeza.
—No lo entiendo.
—Esta es nuestra llave, Rapunzel. Así es como vamos a salir de esta
habitación y exploraremos la casa.
Los ojos de Rapunzel volaron a la puerta, como si alguien pudiera estar
allí de pie escuchando. Su corazón latía salvajemente en su pecho. No había
pensado alguna vez poner un pie fuera de la puerta. Por supuesto que
tampoco había imaginado tener a alguien más además de su madre en sus
habitaciones. Volvió la vista a la ansiosa mirada inquisitiva de Fane. ¿Se
atrevería?
11
Traducido por âmenoire90
Corregido por Dianna’

—Q
ué hay de Cocinera? —preguntó Rapunzel.
—Seremos silenciosos —dijo Fane. Se quedó
quieto junto a la perilla de la puerta, mirándola—.
Espera, ¿es peligroso para ti, Rapunzel? ¿Crees que
puedes enfermarte por ir ahí fuera? Porque eso no vale la pena.
Rapunzel ni siquiera había pensado en eso. Recordó la máscara.
—Espera —dijo. Corrió hacía la cocina y jaló el cajón donde la guardaba.
Volvió con Fane y se la mostró. Él sonrió. 66
—Brillante. —Él la tomó, colocándola sobre su boca y nariz,
enganchando los elásticos detrás de las orejas y presionando el elástico a lo
largo del borde superior para adaptarla a la forma de su nariz y mejillas—.
Listo, ahora luces…
—Sí, atractiva, lo sé —dijo, con voz apagada, poniendo los ojos en
blanco.
Fane sonrió.
—Iba a decir que como una doctora, pero si crees que te ves atractiva,
entonces ya sabes, ¿quién soy yo para discutir? —bromeó y luego agregó—:
Una doctora atractiva.
El rostro de Rapunzel se cubrió con calor. Afortunadamente la máscara
cubría una buena parte de sus mejillas, ocultando su turbación.
—¿Lista? —preguntó. Ella asintió y él se giró hacia el pomo. Después de
poco tiempo, tiró del pomo, jalándolo. Rapunzel jadeó mientras empujaba
hacia el otro lado, el pomo cayendo con un golpe seco y tranquilo del otro
lado. Había un pequeño agujero donde la manija había estado. Metió un dedo,
empujó un poco y la puerta se abrió. La miró y sosteniendo su mirada, abrió
por completo la puerta.
El pánico se arrastró por la garganta de Rapunzel a medida que
contemplaba el enorme agujero donde su puerta debería estar. Más allá de la
apertura había un pasillo alfombrado con una pared en el lado opuesto, lo
que explicaba la falta de ruido cuando cayó la manija. La luz ambiental
provenía de una fuente desconocida. Fane asomó la cabeza por la puerta y
ella sintió la imperiosa necesidad de jalarlo hacia el interior. Miró a ambos
lados y se giró de nuevo hacia Rapunzel, con una amplia sonrisa.
Si no hubiera sido por esa sonrisa, nunca habría tenido el valor de
agarrar la mano que le ofrecía. Se aferró con fuerza mientras pasaba
sigilosamente a través del umbral. Se detuvo en seco antes de dar el mismo
paso y él miró hacia atrás con una pregunta en su cara. Respiró hondo, tirando
de todo el coraje que pudo encontrar, exhaló y salió de su habitación por
primera vez en su vida.
Fane le apretó la mano dos veces, como si entendiera lo que le costaba.
Se dio la vuelta y se movió por el pasillo, con Rapunzel siguiéndolo,
temblando violentamente. Cuando llegaron al final, encontraron unas 67
escaleras que subían y bajaban. Él escuchó durante un minuto y luego se
volvió.
—¿Arriba o abajo? —preguntó.
Rapunzel sabía que abajo probablemente estaba Cocinera, por lo que
dijo:
—Arriba.
La decepción frunció el rostro de Fane, pero ascendió de todos modos.
Subir con las manos tomadas era incómodo, pero Rapunzel dudaba que
pudiera continuar sin aferrarse a él. Las escaleras subía en espiral, las sombras
se profundizaban mientras ascendían. Al llegar a la parte superior, se
enfrentaron a una pesada puerta de madera. Fane agarró la manija, que giró
con bastante facilidad bajo su agarre, pero la puerta no se movió. Se vio
obligado a dejar ir su mano con el fin de empujar con el hombro. Dio varios
empujones antes de detenerse.
—No se abrirá —afirmó lo obvio. Sacó el teléfono de su bolsillo,
apretando un botón para encenderlo. Con la pequeña cantidad de luz podían
ver la cerradura atornillada desde el otro lado—. Bueno, no creo que mi “llave”
vaya a abrir ésta. Supongo que nos toca bajar. —Pasó junto a ella, agarrando
su mano otra vez mientras descendían.
Pasaron su puerta abierta y Rapunzel tuvo un impulso momentáneo de
entrar y cerrarla, para recuperar una sensación de seguridad. En cambio,
continuó siguiendo a Fane por el siguiente tramo de escaleras. El descanso se
abría a un pasillo grande que conducía a un pequeño pasillo similar al que
estaba frente a la habitación de Rapunzel. Luz se reflejaba desde las escaleras
de la planta baja, de modo que Fane la condujo por el amplio pasillo, yendo
poco a poco y escuchando con atención.
Finalmente llegaron a una T, el pasillo continuaba a la izquierda y la
derecha. Lo que aturdió a Rapunzel. La barandilla a la cabeza de la T daba a
una habitación grande que comenzaba en el suelo debajo de ellos y se
elevaba una docena de metros por encima de donde se encontraban. Las
paredes estaban pintadas con algún tipo de patrón que les daba profundidad,
casi las hacía sentir vivas. Una chimenea de piedra recorría la altura de la
habitación. Mullidos sofás, sillas, mesas elegantes y lámparas llenaban el
espacio en el piso.
Estanterías llenas se alineaban en la pared a cada lado de la chimenea. 68
La pared de la derecha estaba en su mayoría compuesta por seis ventanas que
debían de tener casi cinco metros de alto entre todas.
—Vaya —exhaló Fane, manteniendo su voz en un susurro—. Es muy
bonito, pero es tan… normal.
Rapunzel lo miró.
—¿Debería ser diferente?
Él miró hacia otro lado, como si buscara las palabras.
—Bueno, no, es solo que… —Negó con la cabeza—. No, simplemente
no se ve como esperaba. Vamos.
Tomó su mano, y continuaron por el pasillo, pasando por la amplia y
elegante escalera cónica que conducía a la gran sala. Pronto estaban
encerrados en otro pasillo, que tenía hileras de puertas a cada lado. Seis a la
izquierda y seis a la derecha. Fane la llevó a la primera puerta y puso su oreja
contra ella antes de girar la manija y abrir lentamente la puerta.
La habitación estaba vacía. Las paredes estaban pintadas y el suelo
alfombrado, pero aparte de la ventana no había nada que interrumpiera la
monotonía de la cruda blancura. Pronto descubrieron que todas las doce
habitaciones eran idénticas.
—¿Eso es normal, tener habitaciones vacías de esa manera? —preguntó
Rapunzel, refiriéndose a las doce habitaciones.
—Mm… no estoy seguro. En una casa de este tamaño, tal vez. —Sus
palabras fueron vacilantes y ella sintió que evitaba una respuesta directa.
Salieron de la última habitación y doblaron en una esquina del pasillo.
Otra escalera descendente apareció en frente de ellos. Fane tomó su mano y
la condujo hacia la escalera. Cuando comenzaron su descenso, oyeron una
voz y se congelaron al momento. La sangre se drenó del rostro de Rapunzel,
el miedo vibró a largo de su columna.
—Dímelo a mí —dijo la voz de una mujer que se acercaba a ellos—.
Pero estoy planeando tomarme el día libre mañana. —Pausa—. Sí, lo sé, pero,
¿cómo va a saber que no estoy aquí? La niña ha estado cuidándose por sí
misma, haciéndose su propia comida. ¿Por qué tengo que sentarme aquí todo
el día, todos los días? —Pausa—. Llamará a las 6:00 a.m., como de costumbre,
entonces me iré. Puedo estar con mamá para las ocho. —Pausa—. No, solo
tengo que desviar los teléfonos hacía mi celular para que pueda responder
69
cuando llame en la noche. No necesitaría preocuparme por estar de regreso
hasta el lunes. —Pausa—. Nada va a suceder. Pondré la alarma. —Pausa—.
Está bien, suena bien. Te veré mañana, entonces. Te amo.
La oyeron moverse alrededor y su sombra se proyectó sobre la luz en
la parte inferior de las escaleras. Rapunzel y Fane se lanzaron escaleras arriba,
el corazón de Rapunzel golpeando tan fuerte que estaba segura que la mujer
podía oírlo. Una vez que estuvieron en el pasillo y caminando de vuelta hasta
la escalera de caracol, Fane se giró hacia ella con humor en sus ojos.
—Eso estuvo cerca—dijo, riendo.
Rapunzel se le quedó mirando. ¿Cómo podía estar tan tranquilo? Se
sentía como si fuera a ahogarse con el pánico inundándola. Cuando
regresaron a su habitación, se apresuró dentro, el alivio fluyendo a través de
ella.
—Voy a poner esto de nuevo —dijo, tomando la manija y un
destornillador. Salió mientras Rapunzel tomaba algunas respiraciones
tranquilizadoras—. ¿Oye, Rapunzel? —gritó Fane un momento después, con
confusión atando su voz.
—¿Sí? —respondió a través de la máscara que todavía llevaba.
—Es posible que quieras ver esto.
De mala gana se movió a donde él estaba de rodillas en el pasillo. Salió
de la habitación y se asomó por la puerta, siguiendo su mirada. Él tocaba un
mecanismo con aspecto de gancho y la veía con preocupación.
—¿Qué es? —preguntó.
—Un pestillo.
—¿Un qué?
—Un bloqueo.
—Ah. —No podía entender por qué un bloqueo lo tenía preocupado.
Sabían que la puerta estaba cerrada con llave.
—Está en el exterior —enfatizó. Ella se encogió de hombros,
indiferente—. Rapunzel, este bloqueo se puso aquí para encerrarte adentro.
Así, posiblemente no podrías salir incluso si tuvieras una llave. Solo podrías
salir si alguien te dejara. ¿Por qué necesitas estar encerrada?
70
Los ojos de Rapunzel regresaron al pestillo mientras su mente
procesaba sus palabras. Estaba en lo cierto. ¿Por qué necesitaba estar
encerrada, más de lo que ya estaba con la manija?
—No lo sé —murmuró, volviendo a su habitación.
—Por suerte no estaba enganchado, o nunca habríamos salido de la
habitación.
Fane rápidamente volvió a armar la manija, dejándola desbloqueada.
Llegó a donde ella estaba sentada en la barra, su mente repasando esa
cerradura. Había algo tan… mal sobre esto. Se quitó la máscara, arrugándola
bajo su mano.
—Eso fue un bombazo —dijo Fane mientras se sentaba a su lado,
agarrando una manzana del tazón. Ella se puso de pie y se acercó al
refrigerador, sacando otra y sustituyéndola. Fane gruñó y ella lo miró—. ¿Por
qué haces…? —Se detuvo cuando se dio cuenta de la expresión de su cara—.
¿Estás bien?
Le dio una sonrisa a medias.
—Ah, sí, estoy bien. Solo pensando en esas habitaciones vacías —
mintió.
Él se encogió de hombros.
—Sí, un poco raro. Pero teniendo en cuenta lo que no pudimos ver de
la casa, estoy seguro de que hay un montón de habitaciones no vacías.
—¿Cuánto de la casa no vimos? —preguntó, sintiéndose de repente
como si estuviera a la deriva en un océano. Pensó que conocía su mundo, pero
solo estaba descubriendo que había cosas de que las que no tenía ni idea.
—Mucho —enfatizó—. Pero, si empezamos mañana temprano,
probablemente podamos ver mucho más.
—¿Mañana temprano? —repitió.
—Bueno, sí —dijo en torno a un bocado de manzana—. Ya has oído a
la mujer de la planta baja. Va a salir por la mañana y no volverá hasta el lunes.
—Pero, ¿qué hay de los otros trabajadores?
—Bueno, estoy seguro que los chicos de la construcción no trabajan los
domingos.
71
—¿Cómo lo sabes? —preguntó, poniendo el plato con las galletas
restantes frente a él mientras terminaba su manzana. Sonrió en señal de
gratitud, escogiendo una y tomando un gran bocado.
—Mmm, muy buena —gimió—. De todos modos, lo sé porque todos
saben eso. Trabajan seis días a la semana.
Sus ojos volaron a los suyos, como si hubiera revelado demasiado.
Rapunzel se encogió de hombros. Sonaba correcto trabajar seis días y tener
un día libre. ¿Cierto?
Jugaron otra ronda de póker, esta vez utilizando los Skittles que Fane
trajo. Rapunzel los disfrutó, aunque no tanto como los M&M, de modo que
cuando terminaron todavía tenía un montón respetable. Le mostró otro juego
de cartas llamado “Rummy”. Finalmente, le dijo que se tenía que ir.
—Entonces, ¿debo volver mañana? —preguntó.
—Sí, definitivamente —dijo, emocionada ante la idea de pasar otro día
con él.
—Volveré por la mañana, si quieres, para que podamos tener todo el
día para explorar la casa.
La idea de más exploración trajo una emoción de miedo a su estómago.
Entonces pensó en el pestillo al otro lado de la puerta y decidió que no quería
nada más que descubrir esta casa en la que vivía, pero en la que realmente no
vivía. Esperó que él estuviera en lo correcto respecto a Cocinera yéndose todo
el día.
—Claro —dijo—. Me levantaré temprano, así que ven cuando quieras.
—No desayunes —dijo—. Voy a presentarte las maravillas de un
McMuffin de huevo.
Si se trataba de algo como las comidas que había traído hasta el
momento, estaba más que feliz de descubrir cualquier otra cosa que le llevara.
Mientras ponía una pierna por encima de la cornisa, se dio la vuelta y
tomó su mano entre las suyas, tirando de ella más cerca.
—Gracias, Rapunzel. Me la pasé bien hoy. —Se inclinó hacia delante y
le dio un suave beso en la mejilla. El calor inundó sus mejillas y estuvo
agradecida por la penumbra de la alcoba.
72
Lo vio descender con seguridad, observando hasta que la saludó antes
de desaparecer en la esquina. Caminó de regreso hacia la sala de estar,
manteniendo una mano sobre su mejilla como si pudiera atrapar la sensación
de su beso allí. Miró hacia la puerta que de repente se sentía como señal de
mal agüero. Quería interrogar a su madre acerca de ello, pero, ¿cómo podría
sin dar a conocer sus acciones de hoy?
Suspiró y se fue a su dormitorio, tocando la trenza de su cabello
mientras pensaba en el día que pasó con su mano tomada de la de Fane.
Sonrió feliz, dejándose caer en la cama, y por primera vez en su vida, se fue a
dormir con su ropa del día.
12
Traducido por Jane.
Corregido por Nanis

R
apunzel se levantó más temprano que de costumbre a la
mañana siguiente, incapaz de dormir por más tiempo con la
emoción de que Fane viniera una vez más. Se duchó, se lavó el
cabello, lo que tomó una buena cantidad de tiempo. Sin tener tiempo para
secarlo, se trenzó el cabello mientras estaba húmedo. Todavía esperaba
inquieta a Fane, que debía haber llegado hacía más de un hora.
Por último, él rodeó la esquina de la casa. Se apresuró a subir el

73
enrejado, y empezó a escalar. El bulto de su mochila era más grande de lo que
había sido el día anterior. Ella sonrió a la espera, preguntándose qué había
traído hoy. Cuando se acercaba a la cima, la miró y sonrió. Un fuerte crujido
resonó en el aire de la mañana. Con horror, vio que el enrejado comenzaba a
caer lejos de la pared. Un chillido se le escapó cuando vio sus ojos llenos de
miedo. Miró a su alrededor buscando algo para ayudarlo. Ante el sonido de
un segundo crujido, le entró el pánico y tiró el final de su trenza por la ventana
hacia él.
—¡Agárrate! —gritó. Él dudó un nanosegundo hasta que el enrejado se
inclinó precariamente lejos de la pared. Rápidamente tomó la gruesa cuerda
que su trenza proveía y usó su peso para hacer palanca del enrejado contra la
pared. Tiró de su cabello, y ella lo agarró cerca de la base del cráneo con las
manos para aliviar un poco la presión. Usando su cabello como la cuerda que
le ofrecía, trepó por la pared sobre la cornisa, cayendo al suelo con Rapunzel
debajo de él.
Él la miró fijamente, su rostro a centímetros del suyo. Ambos respiraban
pesadamente ante las consecuencias de su casi caída. De repente, envolvió
sus brazos alrededor de ella y la abrazó con fuerza contra él.
—Gracias —le susurró al oído antes de ponerse de pie, tirando de ella
con él.
Rapunzel se sentía inestable mientras el alivio la inundaba. Se rio,
incapaz de detener el sonido. Fane la miró fijamente antes de reírse también.
Extendió la mano y la pasó por su trenza. Ella inclinó la cabeza para mirar el
gesto antes de volver su mirada hacia él.
—En serio, gracias —dijo con seriedad—. Me salvaste la vida.
—Oh bueno… —No sabía cómo responder, mirando hacia abajo con
timidez.
Él puso su mano en su mejilla, acariciando su pulgar a lo largo de su
mandíbula. El corazón le latía desbocadamente, y sintió el calor aumentar en
sus mejillas, como siempre parecía suceder cuando él estaba cerca.
—¿Recuerdas el desayuno? —preguntó con un temblor, tratando de
sonar indiferente.
—¿Cómo podría olvidarlo? —Él sonrió y, agradeciendo que volviera a
ser el mismo de siempre, se dirigió a la cocina.
74
Los sándwiches de desayuno que comieron, que tuvieron que ser
calentado un poco en el microondas, fue otro elemento que Rapunzel
saboreó. Le hizo darle un poco de dolor de estómago, pero nunca lo admitiría
a Fane. Decidió que su próxima lista de comestibles incluiría magdalenas,
salchichas, queso y huevos para poder hacer su propia versión.
—Tengo que admitirlo —dijo Fane con la boca llena de sándwich—.
Nunca pensé que mi vida iba a ser salvada por el cabello de alguien. Eso es
definitivamente algo nuevo para los libros.
Rapunzel tocó su gruesa trenza.
—No tenía nada más que arrojarte. Me entró el pánico.
—Bueno, gracias a Dios por tu particular manera de entrar en pánico.
En serio. Eso fue pensar rápido. También estaba en pánico, pero de una
manera completamente diferente. Aun así, nunca hubiera pensado en gritar:
“Rapunzel, deja caer tu cabello”.
Rapunzel se rio ante la imagen de él gritando eso. Si lo hubiera hecho,
probablemente no habría arrojado su trenza solo por el puro ridículo de la
solicitud.
—¿Lista para explorar un poco más? —preguntó Fane cuando
terminaron y limpiaron.
—Sí, vamos —dijo, caminando hacia la puerta y abriéndola.
—¿Dónde está tu máscara? —preguntó.
—No la usaré hoy. —Cuando él levantó una ceja, se encogió de
hombros—. El aire tiene que ser el mismo que aquí, ¿verdad? Creo que voy a
estar lo suficientemente a salvo.
Fane vaciló pero finalmente la siguió hasta la puerta. Rapunzel se sintió
segura hasta que llegaron a la misma escalera donde habían oído la voz del
día anterior. Fane reconoció su indecisión.
—Está bien. Su auto se ha ido.
—Oh… —dijo Rapunzel. Todavía sentía un poco de miedo ante la idea
de entrar en esta parte de la casa. Fane tomó su mano entre las suyas mientras
seguía las escaleras abajo, y sintió un poco de su confianza regresar.
En la parte inferior de las escaleras giraron a la izquierda en una gran
cocina. Los grandes electrodomésticos relucientes, incluyendo dos hornos 75
espaciosos, mostradores anchos, un refrigerador que era el doble del tamaño
del de ella, y una ventana de seis paneles que permitía el brillo del sol de la
mañana llenar la habitación, eso impresionó a Rapunzel.
—Genial —dijo Fane, pasando una mano por encima del mostrador de
granito. Rapunzel tuvo miedo de hacer lo mismo. Simplemente agarró la
mano de Fane más fuerte.
Descubrieron una despensa bien surtida tan grande como el salón
principal de Rapunzel. Una puerta en el otro extremo de la habitación se abría
a un comedor de techo alto con una larga y elegante mesa de madera oscura
lo suficientemente grande como para acomodar a veinte personas, pero solo
tenía seis sillas agrupadas en un extremo. Papel tapiz de brocado rojo cubría
las paredes y una alfombra oriental roja y negra casi cubría todo el suelo de
madera. Una araña de cristal colgaba encima de la mesa, haciendo juego con
los candelabros encima del aparador. Un excesivamente gran ramo de flores
secas dominaba el centro de la mesa.
A partir de ahí entraron en el vestíbulo. La luz del sol se filtraba a través
de una puerta alta de madera con cristales de vidrio de colores en patrones
que hicieron que el pánico llenara su vientre una vez más. En el lado opuesto
de la puerta se encontraba el mundo exterior que había visto solo alguna vez
desde la ventana alta en su torre. Dio un paso hacia la puerta como si fuera a
entrar en el mundo, pero Fane tiró de ella suavemente hacia atrás. Señaló la
cajita blanca colocada en la pared junto a la puerta que brillaba con una luz
roja.
—La alarma —dijo—. Si abres la puerta, sonará.
Rapunzel asintió, decepcionada de no poder seguir su instinto. Un
amplio conjunto de escaleras conducía a un rellano, donde las escaleras se
separaban en direcciones opuestas. Rapunzel pensó que podrían subir, pero
en su lugar, Fane la llevó alrededor de la base de la escalera a un área más
oscura. Abrió una puerta estrecha. Un conjunto de escaleras que descendían
por debajo de las otras. A medida que bajaban, la casa cambió.
Estaba más oscura aquí, la poca luz disponible procedente de arriba y
las ventanas pequeñas metidas contra el techo en las habitaciones que
pasaban, todas con paredes de cemento y suelos, polvo y telarañas en
evidencia de su falta de uso. Rapunzel se estremeció, no completamente por
el frío penetrando esta zona de la casa.
Se encontraron con un conjunto de escalones de madera que conducía
76
arriba. Por consentimiento mutuo en silencio, los siguieron, solo para
encontrar que terminaban en una pared de cemento. No había puerta, sin
pasillos, solo una pared sólida.
—Mm —dijo Fane, sin sonar tan sorprendió. El descubrimiento
sorprendió a Rapunzel. ¿Cuál era el punto de la escalera?
Descendieron, descubriendo varios otros juegos de escaleras, tanto
ascendentes como descendentes que terminaban de la misma manera, o, a
veces en una puerta que daba a una pared. Cuantas más encontraban, más
aumentó la sensación de malestar en la boca del estómago de Rapunzel.
Finalmente encontraron un conjunto de escaleras que daba a un pasillo
estrecho. Fane sacó el teléfono para iluminar el camino en la oscuridad.
Rapunzel podía sentir las piezas blandas y fibrosas de las telarañas pegándose
a su cara y brazos y, tembló, trató de quitar la idea de eso de su mente. El
camino se prolongaba por algunas direcciones, y Fane le preguntó si pensaba
que deberían dar la vuelta.
—Tal vez —dijo—. ¿Qué piensas?
Él pensó por un momento y luego dijo:
—Vamos a ir un poco más allá y ver si encontramos una salida. Si no,
volvemos.
Rapunzel aceptó y pronto llegaron a una puerta. Fane apoyó el hombro
contra ella y le dio un par de golpes fuertes. Se abrió de golpe, cayendo en
una habitación como las otras que tenían luz entrando por las ventanas sucias.
—Mira, unas escaleras —dijo él, apuntando hacia el lado opuesto de la
habitación. Subieron, terminando en una escotilla por encima de sus cabezas.
Fane la abrió y dio un paso hacia arriba y fuera del agujero. Miró a su alrededor
antes de inclinarse y ofrecer sus manos a Rapunzel. Ella puso sus manos en
las suyas, y la levantó y salió hacia una brillantez que le hizo daño en los ojos.
—¿Qué es esto? —exhaló ella, mirando a su alrededor con asombro
ante la habitación de cristal. Plantas y flores crecían por todas partes, incluso
árboles. Rapunzel se acercó y reverentemente rozó sus dedos sobre la rosa
rosada que tenía más cerca. Respiró hondo, aspirando los olores frescos, una
mezcla de olores que nunca había experimentado.
—Un invernadero, o guardería —dijo Fane—. La gente utiliza estos
sitios para cultivar plantas donde pueden florecer durante todo el año. De esa
manera no van a morir en el invierno.
77
Rapunzel se dirigió por el pasillo, el asombro iluminando sus ojos. Fane
dejó caer la escotilla, lo que la hizo estremecerse y mirar hacia atrás.
—Bueno, creo que sé cómo puedo salir de la casa esta noche sin
arriesgar mi cuello en el enrejado que probablemente va a caer cuando me
suba en él.
Rapunzel ni siquiera había pensado en eso. Estaba tan contenta de que
hubiera llegado en forma segura que no se le había ocurrido encontrar la
manera de que pudiera volver a salir. Corrió la distancia corta para alcanzarla.
Le tomó la mano una vez más, y aunque ella no lo necesitaba por seguridad,
se alegró de la sensación de su mano firmemente en la suya. Esto era todo
tan surrealista que medio pensó que era un sueño, y dio la bienvenida a algo
real y sólido para sostenerse.
Fane nombró muchas de las plantas para ella. Algunas de ellas le eran
familiares, otras de las que ni siquiera había oído hablar. Pronto descubrieron
pequeños palillos de madera en la base de cada planta etiquetando aquellas
que ninguno de los dos conocía. Cuando se encontraron con un naranjo,
Rapunzel respiró el aroma cítrico con placer.
—Todo esto es tan increíble —dijo Rapunzel, frotando una hoja de arce
entre sus dedos—. Nunca antes había tocado una planta viva.
—¿No siempre tienes flores o plantas en tu habitación?
—No. Madre dice que pueden traer gérmenes indeseados.
Fane la miró con horror, sus ojos abarcando las plantas que los
rodeaban.
—Tal vez deberíamos salir de aquí —dijo él.
—¡De ninguna manera! —Rapunzel rio—. Pase lo que pase, esto vale la
pena. —Le dirigió una sonrisa deslumbrante a Fane, y se la devolvió a pesar
de que la preocupación no se desvaneció por completo de sus ojos.
Pasaron más tiempo explorando las plantas hasta que llegaron a la
puerta de doble ancho en el extremo del edificio. Fane pasó los dedos por los
bordes de la puerta.
—Eh —dijo—. No hay alarma aquí. —Miró a Rapunzel—. Tu mamá debe
estar consciente del túnel que conduce de la casa hasta aquí.
Rapunzel contempló el césped verde y exuberante en el lado opuesto
78
del cristal. Y volvió la cabeza hacia Fane.
—Quiero tocar el césped —dijo.
Fane negó con la cabeza.
—No creo que sea una buena idea, Rapunzel. Quiero decir, ya nos
hemos arriesgado con todos los lugares en los que hemos estado hoy.
—Fane —dijo, volviéndose hacia él plenamente—. He pasado toda mi
vida en mis habitaciones. Todo mi mundo se compone de esa pequeña
cantidad de espacio. Hace unos años, abrí la ventana, a pesar de que me
habían advertido que me podía hacer daño. Pero había mirado hacia fuera
durante tanto tiempo que la tentación fue demasiado. —Se encogió de
hombros y dio un paso más cerca de él, elevando ambas manos, tratando de
transmitir sus sentimientos—. No me hizo ningún daño en absoluto. Y me dio
algo a lo que aspirar. Es probablemente ridículo para ti que hiciera algo tan
simple como abrir una ventana, pero eso se volvió muy importante para mí.
—Tomó una respiración profunda y la soltó—. Pero el césped. —Volvió la
cabeza y miró a la extensión verde—. El césped siempre ha estado fuera de
mi alcance. He pasado mucho tiempo pensando en él, su olor, su sensación,
incluso el sabor. —Volvió sus ojos de nuevo a él—. Por favor.
—Bueno. Vamos a salir, pero solo con una condición —dijo—.
Prometerás no comer césped. Definitivamente eso hará que te enfermes.
Rapunzel asintió con facilidad, una sonrisa iluminó su rostro.
—Muy bien, entonces —dijo Fane, dando a sus manos una pequeña
sacudida—. Vamos a conocer el césped.

79
13
Traducido por Mari NC
Corregido por Nanis

—T
ienes hambre?
La pregunta de Fane sacó a Rapunzel de su
fascinación por el césped donde yacía, deleitándose en
la sensación suave y espinosa del mismo bajo ella,
oliendo el aroma limpio y tomando el sol cálido que se sentía como si la
envolviera.
—¿Tú tienes hambre? —preguntó.
—Por supuesto que sí. Soy un chico adolescente. —Él se rio. Rapunzel 80
no estaba segura de lo que quiso decir con su comentario, pero se rio de
todos modos. La idea del largo viaje de regreso a través del tenue y sucio
sótano la hizo encogerse. Eso, y la idea de dejar la increíble hierba y el sol.
Había sentido el sol en su cara y brazos antes, pero no en todo su cuerpo así.
Y el césped… se sentía justo como había imaginado que lo haría y olía incluso
mejor.
—Entonces, vamos a comer —dijo, respirando una última bocanada del
glorioso césped antes de levantarse.
Caminando por el invernadero, Rapunzel respiró hondo, tratando de
memorizar el olor. Volvieron abajo a lo que Fane llamó divertidamente “El
Calabozo”. El viaje de regreso fue mucho más corto, y en nada estuvieron de
regreso en sus habitaciones. Comieron sándwiches de jamón: Rapunzel uno,
Fane tres.
Después del almuerzo fueron por el pasillo en dirección opuesta, Fane
llevaba una linterna pesada que había guardado en su mochila y descubrieron
una puerta abierta que conducía a los pisos inferiores de la torre. Se
arrastraron a través de frías salas oscuras, con paredes de piedra llenas de
polvo y telarañas. En el nivel inferior, descubrieron una habitación oscura con
una puerta que daba al exterior en el lado opuesto de ella.
—No creo que ésta dispare la alarma —dijo Fane, después de pasar sus
dedos alrededor del perímetro de la puerta.
—¿Por qué? —preguntó Rapunzel, temblando entre el frío y la
humedad que penetraba su piel y se filtraba en sus huesos.
—No hay conexiones, ni cables, nada más que un marco de madera.
Giró la manija y tiró. Se estremecieron cuando las bisagras de la puerta
crujieron y dieron un suspiro de alivio cuando ninguna alarma sonó. La luz del
sol inundó la habitación y Rapunzel cerró los ojos, absorbiendo el calor. Abrió
los ojos y miró a Fane, solo para verlo mirando por encima de ella a la
habitación de la torre con una expresión de horror en su rostro. Cuando ella
comenzó a voltear para ver lo que causó tal reacción rápidamente la agarró,
manteniéndola en su lugar.
—No creo que debas mirar, Rapunzel.
Lo miró fijamente, tratando de leer su rostro. Finalmente negó con la
cabeza.
81
—Tengo que mirar, Fane. Esta es mi casa, donde vivo. No puede ser más
extraño que lo que ya hemos visto, ¿verdad? —Le sonrió, pero Fane no le
devolvió la sonrisa. Eso reforzó su decisión de mirar.
Inhalando para tomar valor, se volvió. La habitación estaba pintada
enteramente de negro. Una estrella de seis puntas grande y pintada de blanco
dominaba el piso. Seis diseños iguales estaban pintados en las paredes en el
mismo espacio. Seises estaban escritos a mano con tiza en casi todo el espacio
disponible restante, a veces dibujados como un número, a veces en números
romanos, y, a veces en letras.
Un espacio ennegrecido en el centro de la estrella en el suelo indicaba
que un fuego había sido quemado allí en algún momento. Rapunzel pensó en
lo que eso significaba, fuego ardiendo debajo de ella en un piso de madera,
ella encerrada en su habitación sin escapatoria. Levantó la vista y vio las
marcas de humo en el techo.
La habitación se sentía aún más fría ahora que podía verla. Las paredes
negras y la sobreabundancia de seises eran abrumadoras. Un escalofrío le
recorrió el cuerpo, y Fane se acercó más. Mirándolo, pudo notarlo ponerse
incómodo también.
—Debemos salir de aquí —dijo él.
Rapunzel asintió en acuerdo, incapaz de hablar. Su garganta se apretó
con la mala sensación que la habitación le dio. Esperó a que Fane cerrara la
puerta, y luego tomó su mano con fuerza mientras rápidamente pasaban a
través de la habitación. Sentía como si las sombras los persiguieran. Subieron
las escaleras, Fane insistiendo en que fuera por delante de él. Una vez de
vuelta en el calor del pasillo, Rapunzel se estremeció de nuevo, esta vez no
teniendo nada que ver con el frío.
—Creo que hemos explorado lo suficiente por hoy —dijo Fane—.
¿Deberíamos volver a tu habitación?
Rapunzel no contestó, pero lideró el camino. Una vez allí, Fane cerró
firmemente la puerta detrás de ellos. Rapunzel miró a su piso, imaginar la
habitación con un techo manchado de humo debajo de la suya la hizo sentirse
insegura.
—Fane —dijo, volviéndose para ver que él también estaba mirando el 82
suelo. Miró hacia arriba ante el sonido de su voz—. La puerta al exterior,
¿estaba bloqueada?
—Sí, tenía un cerrojo. —Se encogió de hombros—. Eso no significa que
alguien más no haya estado escabulléndose y usando la habitación.
Rapunzel se estremeció ante la idea de extraños escabulléndose en su
casa, provocando incendios dos pisos más abajo.
—No hay manera de que pueda decirle a mi madre sin que sepa que
he estado fuera.
—¿Crees que estaría disgustada porque estabas fuera de tu habitación?
Fane sonó un poco incrédulo.
Rapunzel pensó en ello. Parecía extraño que estuviera en problemas por
salir de sus habitaciones para pasear en su propia casa. Y, sin embargo, algo
le dijo que la poca libertad que había obtenido le sería inmediatamente
arrebatada si Gothel sabía lo que había hecho.
—Sí. No puedo decirle. Se preguntará cómo incluso salí de mi
habitación.
—Sí, tampoco hay muchas madres que estarían felices de que su hija
haya metido a un chico en su habitación.
Rapunzel no sabía si eso era cierto o no. Era cierto para ella debido a su
SCID, pero no tenía idea de lo que era normal para chicas sanas. Suponía que
tendría que asumir que era verdad si Fane lo decía.
Él sacó una laptop de su mochila.
—Traje esto, así puedo mostrarte cómo utilizar Skype —dijo—. Oh,
espera, olvidé que dijiste que la cámara se dañó. Así que supongo que no hay
ningún punto en mostrarte.
Rapunzel todavía no estaba segura de que fuera una buena idea, pero
la idea de no ser capaz de ver a Fane cuando hablaran por Internet fue
suficiente para disponerla a por lo menos intentarlo.
—Um, bueno, en realidad… no está dañada. —Él la miró con la ceja
levantada, y ella se encogió de hombros—. No te conocía. No estaba segura
de poder confiar en ti. Así que te dije que estaba dañada, así no tenía que
enviar una foto.
Fane rio.
83
—Siempre piensas rápido.
—¿No estás molesto?
—No. Eso fue inteligente de tu parte. Algo similar a dar a un extraño tu
número de teléfono con un número falso.
Ella frunció el ceño en confusión. ¿La gente hace eso?
—No importa. —Le sonrió—. Ven, vamos a configurarlo.
Cargó el programa en su computadora, vinculando sus cuentas, y le
enseñó a trabajar en él. Ella se rio cuando su rostro llegó por primera vez a su
pantalla desde donde se sentó en la otra habitación. Su imagen era un poco
desigual, y aunque podía escuchar sus palabras con claridad, su imagen a
veces se congelaba por un segundo o dos antes de ponerse al día. Aun así,
pensó que era maravilloso y estuvo emocionada por hablar con él.
Él le tendió una bolsa llena de barras pequeñas de dulce, ninguna de
las cuales había probado, o incluso oído hablar. Probó una de cada clase, su
estómago gruñendo por la sobrecarga de chocolate.
—Tómalo con calma —dijo Fane—. No irán a ninguna parte. Puedes
guardarlos y comerlos después. No tienes que comerlos todos a la vez.
Rapunzel miró la bolsa de dulces, preguntándose cómo podía
conservarla. No podía explicársela a su madre. Miró a su alrededor, tratando
de descubrir algún lugar que pudiera ocultar de forma segura tal tesoro.
—Una sorpresa más —dijo—. Lo siento.
—¿Lo sientes? ¿Por qué?
—No —dijo, sonriendo. Sacó una caja cuadrada de su mochila, con la
palabra “Lo Siento” impresa en letras grandes en la parte superior—. Es un
juego.
—¿Por qué se llama “Lo Siento”? —preguntó.
—Debido a que el juego es todo acerca de la crueldad y la venganza,
de modo que terminas diciendo mucho lo siento.
Rapunzel estaba intrigada. Desafortunadamente no fue tan hábil en
este juego como en el póker, pero estaba divirtiéndose, incluso si la venció
tres veces seguidas. 84
Ella le hizo la cena. La alegría de tenerlo aquí en sus habitaciones,
mientras hacía algo para él la llenó.
—Me gustaría poder sacarte —dijo—. Ya sabes, a un verdadero
restaurante, donde cocinan para ti.
—Puedo hacer que cocinen para mí en cualquier momento que quiera
—dijo—. Prefiero cocinar yo.
—No se trata tanto de la comida preparada para ti —dijo, caminando
hacia la cocina y apoyándose en el mostrador, mirando mientras ella cocinaba
el sofrito en su wok—. Se trata más de las personas, el ambiente. Se trata de
estar en público, ver a otras personas.
Rapunzel le sonrió.
—Ahora esa parte suena maravillosa.
Después de comer, vieron un par de películas en la laptop de Fane
mientras se relajaban en el sofá, una delicia que se sentía de alguna manera
tortuosa. Fane le dio un poco de palomitas de microondas.
—Si sigues viniendo, voy a pesar 500 kilos —dijo Rapunzel, lanzando
otro grasiento y delicioso puñado de rosetas en su boca.
—Eso es tan femenino de tu parte —dijo Fane, codeándola ligeramente
mientras metía la mano en las palomitas.

* * *

—Bueno, mejor me voy —dijo Fane más tarde después de la segunda


película—. Si no estoy en casa a las diez con escuela mañana, mi mamá me va
a castigar con seguridad.
Rapunzel temía que se fuera, sabiendo que estaría completamente sola
en la casa. No estaba segura de por qué le molestaba ya que nunca antes supo
si había alguien aquí o no. Pensó en la sala de negro dos plantas por debajo
de ella y se estremeció.
—¿Debo acompañarte hasta abajo? —preguntó.
—No —dijo—. Tengo la linterna, así puedo encontrar el camino en la
85
oscuridad.
Rapunzel estaba un poco decepcionada de que no quisiera que
caminara con él e inmensamente aliviada de no tener que hacer el viaje de
vuelta sola. Tenía la sensación de que sin Fane a su lado, su valor sería un
fracaso.
—Ten cuidado —le advirtió mientras él se alejaba de su habitación.
—Palabra de explorador —dijo, sosteniendo dos dedos en alto. Las
palabras confundieron a Rapunzel pero pudo sentir la promesa en ellas. Cerró
la puerta una vez que desapareció de la vista y corrió hacia la ventana. Solo
entonces se dio cuenta de que no sería capaz de verlo salir desde este lado
de la casa. Aun así, esperó.
Finalmente él dio vuelta a la esquina, con el rostro vuelto hacia la
ventana. Cuando la vio allí, hizo un gesto, y ella lanzó un suspiro de alivio,
saludando de regreso. Cerró la ventana y fue a su computadora. Abrió su
página de Facebook y le envió un mensaje.
Gracias, Fane, por pasar el día conmigo. Nunca he disfrutado tanto un día. Me
divertí mucho contigo. Y, seamos sinceros, el chocolate ayudó a establecer mi opinión
de ti hacia una definitivamente positiva.
Cerró la computadora y se fue a la cama. Una vez metida bajo las
sábanas, cerró los ojos, envolviendo sus brazos alrededor de su cintura,
fingiendo que eran los brazos de Fane una vez más como lo había hecho
cuando cayó por la ventana. Por segunda noche consecutiva, se quedó
dormida con una sonrisa en su rostro.

86
14
Traducido por Booklover:3
Corregido por Veroonoel

E
sa noche, soñó.
Yacía en un campo de hierba, verde hasta donde alcanzaba
la vista, la única cosa interrumpiendo el brillante color eran
puntos de rosas color rosa, cada una brotando de la hierba de un solo tallo.
El sol calentaba su piel, iluminándola. Mientras inhalaba los olores que se
habían convertido en queridos para ella en tan poco tiempo, rio en voz alta
con alegría pura.
Escuchó que él la llamaba. Se puso de rodillas mientras lo miraba trotar
a través de la llanura esmeralda. Se le ocurrió que si se ponía de pie, podría
87
abrazarla otra vez.
Apoyó las manos contra la frondosa hierba para hacer precisamente eso
pero se detuvo ante la sensación bajo sus manos. Miró hacia abajo; la hierba
desapareció, reemplazada por una suave manta verde adornada por capullos
de rosas rosadas. Sus manos se habían convertido en las de un bebé. Incapaz
de comprender la situación, giró su cabeza, buscándolo. Tablillas de madera
sustituyeron la llanura de hierba, y más allá de eso, el color verde se
transformó en paredes rosa claro. Él se había ido.
Confundida, se tumbó de espaldas. Sobre su cabeza giraba el móvil de
un bebé, tocando una canción que casi podía oír, pero no totalmente. Un par
de manos la alcanzaron. Sobresaltada, echó un vistazo más allá de ellas para
ver a una mujer con el cabello rubio claro, sus rasgos imperceptibles. Extendió
sus brazos hacia la mujer, deseando nada más que ser sostenida por ella
cuando todo desapareció repentinamente. Estaba tumbada sobre un piso
duro de madera, mirando fijamente arriba a un círculo ennegrecido en el
techo de madera sobre ella.
El terror se apoderó de ella, y se incorporó abruptamente, adulta otra
vez. La oscuridad fantasmal de la habitación y las paredes dibujadas con seises
la rodearon. Se tendió, sofocada, acostada en medio de la estrella negra
extendida a través del piso frío. No podía apartar la vista del ardiente círculo
sobre su cabeza. Un murmullo bajo llamó su atención. Seis figuras vestidas
con capas negras cubriendo sus cabezas se balanceaban alrededor del
perímetro de la estrella, cantando en voz baja.
El horror la llenó, y rápidamente se puso de pie, buscando la puerta.
Todas las figuras también se pusieron de pie, lentamente, sin detener su canto.
Avanzó un paso, y las paredes se movieron más cerca. Se detuvo, asustada
por el extraño acontecimiento. Un segundo paso trajo las paredes más cerca
otra vez, y un tercero. No dio un cuarto paso. Su miedo aumentaba con cada
respiración.
—Mami —murmuró. Con su palabra, una de las figuras caminó del
círculo hacia ella. Trató de retroceder pero no pudo, como si una pared
estuviera detrás. La figura la alcanzó bajando la capucha de su cabeza.
Mientras el rostro familiar de cabello y ojos oscuros aparecía, abría su boca
y… 88
El grito de Rapunzel la despertó. Estaba sentada en su cama, las
lágrimas corriendo por su rostro, su pecho agitado. El miedo todavía apretaba
su garganta a pesar del hecho de que sabía que estaba a salvo en su
habitación, en su cama. Empujó las mantas y se tambaleó al cuarto de baño,
presionando el interruptor e inundando el cuarto con una bienvenida luz.
Humedeció un pañuelo y limpió su rostro con el paño fresco. Echándose
un vistazo en el espejo, rio con voz temblorosa. Qué sueño tan extraño.
Intentó pensar en la parte en la que se había despertado, pero ya había
desaparecido de su mente. Recordó las paredes cerrándose, aunque estaba
segura que algo había pasado después, algo terrible.
Esa parte era nueva, la parte con la habitación negra, pero no había
ninguna duda del por qué se había infundido en su sueño. El principio
también era diferente y también era fácil ver por qué lo había soñado. Sin
embargo, la parte del medio, con ella siendo un bebé, era un sueño que había
tenido en varias ocasiones cuando era niña. No sabía cuántas noches se había
despertado llorando, aunque con una sensación de pérdida en vez del terror
que esta nueva versión le inspiró. Siempre terminaba con la mujer
alcanzándola y su deseo de ser sostenida por la mujer. No había tenido ese
sueño desde hacía varios años ya.
Presionó el interruptor para apagar la luz mientras salía del cuarto de
baño, y luego rápidamente la volvió a encender cuando la oscuridad la rodeó.
Decidió que no haría daño dormir con la luz encendida por una noche.

89
15
Traducido por Gemma.santolaria
Corregido por Veroonoel

F
ane fue a casa de Rapunzel todos los días tan pronto como los
trabajadores se iban, se quedaba a cenar, hasta el día antes en
que esperaba que su madre volviera a casa. Rapunzel sabía que
él quería explorar aún más la casa, podía sentir su inquietud, pero cada vez
que pensaba en ello, pensaba en la habitación debajo de la suya, en descubrir
más inquietantes secretos, no podía atreverse a salir de la habitación.
Había descubierto un pasillo trasero que lo hacía subir a sus

90
habitaciones sin pasar por la cocina o la sala de estar donde Cocinera siempre
parecía estar. Aun así, Rapunzel se preocupaba por él cada vez que venía y se
iba.
Trajo un par de juegos diferentes para poder jugar. El Monopolio era
uno de sus favoritos, aparte del póker. Se entristeció al pensar que sus
encuentros terminarían. Su madre nunca antes se había ido de la ciudad, así
que no tenía ninguna razón para creer que lo volvería a hacer otra vez.
—Supongo que mañana volveremos a las conversaciones en Facebook
—le dijo mientras comían sus burritos de pollo caseros.
—Facebook no —dijo—. Skype.
—Oh, sí. —Sonrió—. Supongo que es mejor. Al menos se sentirá como
estar de algún modo juntos. —Dio otro mordisco, observándolo mientras
devoraba el suyo—. ¿Tus amigos no están molestos de que hayas estado
pasando todo tu tiempo aquí? —Le había hablado acerca de algunos de ellos.
Se encogió de hombros, luciendo incómodo.
—No les dije que estaba aquí.
Rapunzel sabía eso, porque él había prometido no decirlo.
—¿Dónde creen que has estado?
La miró y rápidamente apartó la mirada. Aclaró su garganta y se
removió en su silla.
—No te enfades, ¿está bien? —dijo.
Rapunzel negó con la cabeza.
—No lo haré.
Llevó su limonada a su boca como si fuera a tomar un trago, luego
suspiró y la dejó donde estaba sin hacerlo.
—Les dije que conocí a esta chica atractiva que vive cerca, pero que no
la conocían ya que no va a nuestra escuela.
—Está bien —dijo ella.
Solamente se quedó mirándola.
—Bueno, todo es cierto… excepto la parte de la “chica atractiva” —
continuó.
—¿No estás enfadada?
91
—¿Por qué lo estaría? —Rapunzel estaba realmente confundida.
—Porque les dije sobre ti.
—No les dijiste ni quién soy ni dónde vivo, ¿verdad? —Él asintió—. Por
lo tanto, está bien.
—Huh. —Tomó otro gran bocado de su burrito—. Creo que he estado
saliendo con chicas que necesitan demasiada atención. —Rapunzel no sabía
qué quería decir con eso, pero no preguntó. Él le sonrió—. Y solo para que lo
sepas, la parte de “chica atractiva” es cierta. Eres una de las chicas más
atractivas que conozco.
Rapunzel lo empujó ligeramente contra su hombro, riendo, su rostro
calentándose como siempre lo hacía cuando se burlaba de ella de esa manera.
Cuando se acercaba la hora de que se fuera, Rapunzel sintió una oleada
de tristeza. Estaban al lado de la puerta cerrada, la que no atravesaría de nuevo
por no sabía cuánto tiempo. De repente se lamentó no haber pasado el
tiempo fuera de la habitación con Fane. Le habría encantado ver otra vez el
invernadero.
—Voy a extrañar… —empezó, pero perdió el valor y terminó con—:
ganarte en el póker.
—Yo no voy a extrañar que me pateen el culo cada día. —Se rio. Se
acercó más, levantando una mano para deslizarla a lo largo de su mandíbula.
Un escalofrío la recorrió ante su toque—. Pero voy a echarte de menos.
Se tragó el nudo de miedo en su garganta e hizo frente a la pregunta.
—¿Vas a besarme antes de irte?
Fane la miró sorprendido y dio un paso hacia atrás. Rapunzel leyó la
vacilación en sus ojos. Su corazón se desplomó, y bajó la mirada. Él empujó
su barbilla hacia arriba hasta que lo miró.
—No es que no quiera. Pero tú… quiero decir, si yo… —Soltó el
aliento—. Puedo hacer que te enfermes, Rapunzel. Podría matarte.
Le dio una sonrisa temblorosa.
—Tal vez —admitió—. Pero también pensé que me podría matar estar
alrededor de extraños y dejar mi habitación. No fue así. La cosa es que, puede
que nunca vuelva a tener la oportunidad de verte otra vez, o a cualquier otra 92
persona ya que estamos. No quiero vivir toda mi vida preguntándome.
—¿Preguntándote si un beso puede matarte? —preguntó.
—Preguntándome cómo se siente —respondió.
Fane negó con la cabeza, el movimiento apenas perceptible. Dio un
paso adelante una vez más, sus ojos fijos firmemente en los de ella,
preguntándole en silencio si estaba segura. Contestó con una pequeña
inclinación de cabeza. Su mano se acercó a su cara una vez más, luego la otra,
hasta que su mandíbula se encontraba entre ellas. Se inclinó hacia delante, sin
apartar nunca sus ojos de los de ella. En el último segundo, justo cuando tocó
sus labios con los de ella, cerró sus ojos.
Rapunzel observó, una extraña sensación inundándole desde la parte
superior de su cabeza hasta la punta de los dedos de sus pies. Era una
sensación similar a cuando se acostaba sobre el césped y el sol la envolvía,
calentándola. Dejó que sus ojos se cerraran y se dio cuenta de lo que se estaba
perdiendo al mantenerlos abiertos. Ahora podía simplemente sentir. Sus
pulgares en el borde de su mandíbula, moviéndose ligeramente arriba y abajo.
Sus dedos cerrándose ligeramente alrededor y en la parte posterior de su
cuello. Sus labios moviéndose suavemente a través de los suyos se sentían
diferente a todo lo que alguna vez podría haber imaginado, suave y cálido, la
presión ligera pero firme. Su barba le hacía cosquillas en la barbilla.
Él inclinó la cabeza, instándola a inclinar la suya en la dirección opuesta
con la menor presión de sus pulgares. El beso cambió, volviéndose más
exigente. Su boca se abrió ligeramente, y ella hizo lo mismo con valentía. El
calor del sol se puso abrasador, y con sus ojos cerrados encontró el coraje
para deslizar sus manos alrededor de su cintura. Él tomó sus manos y las puso
en sus hombros, poniendo las suyas en su cintura y acercándola más. Ella,
audazmente, entrelazó sus dedos en el cabello de la nuca de su cuello.
El pulso de Rapunzel golpeó rápidamente en su pecho ante la cercanía.
Finalmente, alzó su boca de la suya, y la pérdida fue inmediata. Envolvió sus
brazos con fuerza sobre ella, hundiendo su cara en el hueco de su cuello. Ella
apretó su abrazo, y se quedaron así, en silencio, por unos minutos. La paz
envolvió a Rapunzel, algo que no podía recordar haber sentido antes.
Fane la soltó lentamente hasta que estuvo a un paso y sosteniéndola
con las dos manos. Sonrió y dijo:
—Vaya. —Rapunzel asintió, sonrojándose furiosamente.
93
—Gracias —susurró. Él llevó sus manos a su boca, besándolas mientras
retrocedía hacia la puerta. Rapunzel estuvo de pie en la entrada hasta que
desapareció de la vista, retorció el pestillo de la cerradura antes de cerrar la
puerta, y luego corrió hasta la ventana a esperar. Siempre saludaba desde
abajo. Esta noche no fue la excepción, aunque esta noche también le lanzó un
beso. Sonrió ante el gesto.
Después de que se fuera, se llevó sus dedos a los labios. Se sentía
cambiada, renovada. El tiempo diría si el beso la enfermaría, pero no le
importaba. Si no se despertaba mañana, sería feliz. Entró en su habitación y
se sentó en su tocador, mirando su imagen. Se veía igual que siempre. Se tocó
los labios de nuevo y se maravilló ante el recuerdo del beso, una sonrisa detrás
de sus dedos.
La sonrisa desapareció cuando se dio cuenta que nunca sería besada así
de nuevo. Tendría el recuerdo toda la vida, algo sobre lo que podría pensar,
soñar.
También tendría el recuerdo para atormentarla.
16
Traducido por Selene
Corregido por Veroonoel

L
a madre de Rapunzel regresó al sexto día como había prometido.
Por mucho que la había extrañado, Rapunzel casi lamentó verla
porque eso significaba que no tendría más visitas de Fane.
—Hola —dijo su madre, entrando a la habitación. Habían pasado seis
días, pero no fue a abrazar a Rapunzel, ni le dijo que la extrañó, lo que molestó
a Rapunzel.
—Hola, madre.
—¿Estuvo todo bien en mi ausencia? 94
Rapunzel sonrió. Bien no comenzaba a describirlo.
—Sí, madre, todo estuvo… bien.
—¿Terminaste tu tarea?
—Sí.
—¿Comiste suficiente comida?
—Sí.
—¿Cepillaste tu cabello setenta…?
—Sí, madre. —Rapunzel no pudo mantener la exasperación fuera de su
tono—. Cepillé mi cabello cada noche. Me lavé los dientes dos veces al día.
Mantuve mi habitación limpia.
Los ojos de su madre se estrecharon en ella.
—¿Por qué esa actitud, Rapunzel?
Rapunzel sacudió su cabeza.
—Lo siento. No quise decirlo de esa manera.
Su madre movió sus manos hacia ella, como para restar importancia a
su disculpa. Por primera vez deseó que su madre le prestara más atención.
Debería insistir en tratar de entender por qué Rapunzel se sentía frustrada.
¿No podía ver los cambios que Rapunzel sentía?
—Madre… —comenzó Rapunzel mientras su madre llevaba la comida
que Rapunzel estaba segura que fue preparada por Cocinera—. ¿Crees…?
Cuando no terminó su pensamiento, su madre la miró con irritación.
—Completa tus oraciones, por favor, Rapunzel.
Rapunzel tomó aire.
—¿Crees que, si uso la máscara, podría dejar mi habitación? ¿Ir a algún
otro lugar de la casa?
Su madre palideció, y luego se puso roja mientras la ira inundaba su
rostro.
—¿De qué estás hablando? ¿Crees que arriesgaría tu vida de esa
manera? Rapunzel, conoces la profecía. Sabes lo que se perdería si tú no vives.
95
Rapunzel se encogió al oír las palabras de su madre. Honestamente no
sabía exactamente lo que se perdería, solo que ella era la clave. Pensó en pasar
el resto de su vida dentro de estas paredes… en nunca ser besada de nuevo.
—¿Y si no me lastima? ¿Y si estar dentro de la casa está bien?
Simplemente no me gustaría pasar los próximos cincuenta o sesenta años en
esta habitación.
Su madre comenzó a pasearse, retorciéndose las manos.
—Sabes que no es posible. El riesgo es demasiado alto. No puedes salir
de aquí, Rapunzel. No puedes hacerlo.
Si su madre hubiera estado gritando las palabras, Rapunzel podría
haber continuado presionando. Pero las palabras salieron medio entre dientes
en un asalto de nervios, las manos de su madre temblando.
—No solo me pondrías en peligro a mí, sino que pondrías todo en
peligro. ¿Entiendes? —Rapunzel creía que ya no le estaba hablando a ella. Su
estómago se apretó con un tipo diferente de miedo. De repente, su madre se
volvió hacia ella y la agarró de sus brazos, acercándola a su cara—. ¿Entiendes?
¿No lo he hecho todo por ti? ¿No te he protegido, manteniéndote a salvo?
Construí esta torre solo para ti. —Una visión de la sala negra cruzó por la
mente de Rapunzel—. ¿Cómo puedes cuestionarme ahora? Todo esto es por
ti.
Apartó a Rapunzel de su lado y se dirigió hacia la puerta, abriéndola de
golpe. Volteándose hacia Rapunzel, la furia encendida en sus ojos, con una
voz baja y llena de advertencia, su madre dijo:
—No vuelvas a pedirme salir de nuevo, Rapunzel.
Rapunzel tragó saliva y asintió.
Su madre cerró la puerta con un golpe, y Rapunzel se dejó caer al suelo.
Envolvió sus brazos alrededor de sus rodillas, enterrando su rostro mientras
se balanceaba hacia atrás y adelante. Un temblor nervioso sacudió su cuerpo
en silencio. Se sintió como si hubiera sobrevivido a un terremoto, no es que
supiera cómo se sentía uno.
Después de unos minutos, se levantó y limpió la cena sin comer. No
tenía apetito. Se sentó frente a su computadora, preguntándose si la encendía,
encontraría a Fane en el otro extremo. Levantó la mano para intentarlo, pero 96
se detuvo, sus dedos flotando encima del teclado. Con un suspiro dejó caer
su mano de nuevo en su regazo. No podía decirle lo que había pasado. No
estaba del todo segura de qué había sucedido. ¿Y qué podía hacer, de todos
modos?
Sacó un libro de la estantería y se sentó en el sofá. Nunca abrió la
portada. Su mente seguía girando en los eventos y las extrañas palabras de su
madre. Conocía la profecía, o una parte por lo menos. Se la habían repetido
desde que podía recordar. Siempre le habían dicho que tenía que mantenerse
saludable y nunca cortarse el cabello. Se dio cuenta que su madre nunca había
dicho por qué realmente, solo que su futuro dependía de ella, que el mundo
sería destruido si algo le pasaba. Su madre decía que su enfermedad era parte
de la prueba de mantenerse completamente segura y lejos del resto del
mundo. Ahora empezaba a dudar de la autenticidad de eso. Después de todo,
había sobrevivido al tener a otra persona en su habitación y estando fuera de
sus habitaciones. Incluso al aire libre.
Había sobrevivido a ser besada. Había disfrutado ser besada.
Fue a su habitación, mirando el reloj. Había pasado suficiente tiempo
así que dudaba que su madre regresara. Se preparó para acostarse y se cepilló
el cabello. Apartó las sábanas y se metió en la cama. Mientras lo hacía, un
pensamiento la golpeó y se levantó. Miró hacia la puerta de su dormitorio y
hacia la sala de estar.
Salió de su habitación lentamente, esperanzada. Se acercó a la puerta y
lentamente giró el picaporte, con el corazón latiendo a millón en su pecho.
Resultó fácil y cuando tiró de ella, la puerta se abrió. Su aliento salió corriendo
mientras miraba alrededor del borde de la puerta.
Miró hacia atrás al microondas. La hora brillaba roja en la oscuridad de
la habitación: 9:56. Miró hacia el pasillo, pudiendo ver un borde de luz que
venía de otro lugar. Su madre probablemente estaba arriba todavía. Otros
podrían estar despiertos también, como Cocinera, y… bueno, las otras
personas que vivían en la casa. Cerró la puerta y se dirigió a su habitación.
En lugar de subir de nuevo a la cama, se quitó el camisón y se vistió una
vez más.

97
17
Traducido por Salilakab
Corregido por Beatrix85

A
medianoche se sintió segura para dejar sus habitaciones, hizo
a un lado las mantas que había enterrado debajo, por si acaso
su madre regresaba a revisar, y caminó hacia la puerta. Aún se
abría libremente, podía haber recordado y haber venido a encerrarla de
nuevo. Más allá de la puerta todo estaba oscuro. Deseó que Fane hubiera
dejado la linterna, entonces pensó en el teléfono celular que su madre aún no
le había quitado, recordando que Fane lo usó para iluminar el camino.

98
Antes de cruzar el umbral se detuvo, los nervios vibraban por sus
piernas y por sus brazos. Todo su cuerpo se estremeció con la idea de
aventurarse en la casa sin Fane a su lado. Insegura de su sabia decisión, vaciló,
se dio la vuelta y se volvió hacia la puerta abierta.
Tomando una respiración revitalizante se movió al pasillo con una mano
tocando las paredes para guiarla, no se atrevió a usar la luz del teléfono aquí,
solo esperaba que sus manos no dejaran una marca que su madre pudiera
descubrir. Se dirigió hacia la sala principal, mientras pensaba en ella, la única
con ventanas altas y una chimenea, asentada en la oscuridad, con algún tipo
de luz filtrándose desde el exterior. Bajó las escaleras que la llevaban a la
habitación.
Moviéndose lentamente, con cuidado para no tropezar con algo y
llamar atención no deseada se abrió paso a través de la sala. En el lado
opuesto, se encontró con una abertura en la que supuso estaba otra
habitación. Caminó por el pasillo, manteniendo las manos en la pared. De
repente, se topó con una pared sólida frente a ella. Se movió a la derecha, a
la izquierda pero no encontró ninguna abertura, solo se terminaba ahí.
¿Cómo?
Regresó por el pasillo, y luego hacia abajo de nuevo, sintiendo ambas
paredes, solo para descubrir que no había puertas, aberturas, sin escape del
vestíbulo. Raro. Encendió la luz del teléfono y descubrió que era como
pensaba, solo un pasillo con paredes, caminó hacia la sala principal y se
congeló cuando oyó un ruido.
El corazón le latía con tanta fuerza en los oídos que apenas podía
escuchar los sonidos, entonces se dio cuenta que era una voz conocida, la
misma que ella y Fane habían oído en su primera noche en la habitación.
—El loco murciélago viejo está celebrando una de sus sesiones de
espiritismo de nuevo… No, no puedo aún… Ella estaba particularmente
agitada después de subir a la torre… Sí, quién sabe, algún tipo de… —Su voz
se desvaneció mientras se alejaba.
Rapunzel se asomó por la esquina pero no vio a nadie. ¿Por qué
Cocinera estaba caminando por los alrededores a ésta hora de la noche
hablando por teléfono? Rapunzel esperó unos minutos, luego se deslizó de
nuevo a las escaleras. En lugar de subir fue detrás de las escaleras encontrando
otro pasillo y un segundo conjunto de escaleras descendentes. Se asomó por
la escalera pero solo había oscuridad, su último viaje por un conjunto de 99
escaleras no terminó en nada bueno así que las pasó por alto y continuó por
el pasillo.
Llegó a una puerta cerrada y pegó la oreja a ésta, cuando no escuchó
nada abrió y miró dentro. Era un baño amplio pero básico. Cerró la puerta y
se fue a la siguiente, un armario de ropa se encontraba detrás. Unas cuantas
puertas más adelante reveló una habitación de visitantes escasamente
decorada.
Al final del pasillo había otra habitación, pero era diferente a todas las
demás, más grande aunque aun escasamente amueblada. Miró hacia atrás, se
aseguró de que estaba sola y entró a la habitación. Abrió las puertas del
armario y fue asaltada inmediatamente por un olor familiar. Abrió la boca
dándose cuenta que estaba en la habitación de su madre. Pero, ¿por qué su
madre le proporcionaría una habitación tan opulenta y vivía en una tan
utilitaria?
Se acercó a la cama rozando la almohada de su madre, justo antes de
que hiciera contacto, rápidamente retiró la mano. La cama estaba hecha a la
perfección, las sábanas y mantas apretadas, las almohadas suaves. Tenía la
sensación de que su madre se daría cuenta de cualquier cosa fuera de lugar,
incluso una pequeña huella sobre la almohada.
De pronto con miedo de estar en la habitación, Rapunzel se volvió hacia
la puerta para salir cuando pisadas se escucharon por el pasillo. Presa del
pánico miró a su alrededor por una salida. Una ventana en el lado opuesto de
la habitación llamó atención y se apresuró a ella. Se subió al bastidor
conforme los pasos se acercaban. Mirando hacia fuera vio un pequeño balcón.
Pasó las piernas por encima del alféizar y empujó la ventana cerrándola en
silencio y lo más rápido que pudo.
Se apretó contra la pared exterior, como si pudiera ser invisible de esta
manera. Una luz se encendió en la habitación, sudor frío recorría su frente
mientras se sacudía con miedo. Al mirar a escondidas por el borde de la
ventana, pudo ver la alta sombra de su madre moverse dentro. No supo
cuánto tiempo estuvo en su lugar hasta que la luz del interior se apagó.
No se movió durante varios minutos, paralizada por la idea de ser
capturada. Finalmente se despegó de la pared y se inclinó por la barandilla,
no había escaleras que condujeran desde el balcón y todavía estaba en el
segundo piso. 100
Sopesó sus opciones, podía sentarse aquí toda la noche con la
esperanza de colarse de nuevo en la madrugada sin ser vista o podía encontrar
un camino hacia abajo. La primera opción parecía el riesgo más grande así
que decidió planear su camino a abajo. Supuso que podría colgarse de la
barandilla y saltar, pero decidió que podía terminar con una pierna rota. Miró
hacia arriba, nada tampoco. No había enredaderas que adornaran las paredes
aquí, estaba totalmente atascada.
Se apretó contra la pared y se preguntó si se atrevería a colarse de
nuevo por ese camino, pero no sabía lo fácil que su madre se despertaba. Se
estremeció ante la idea de ser atrapada en la habitación de su madre en medio
de la noche. Su mano se cerró alrededor del teléfono celular, inútil para llamar
a alguien que no sea su madre.
Salvo…
Un día, cuando Fane vino a visitarla, le mostró cómo enviar un texto.
Por supuesto, la única persona para enviarle un mensaje era él ya que nadie
más sabía de ella. Apretó un botón en el teléfono y se iluminó, brillante como
un centro de atención a su mente petrificada. Se encorvó sobre el teléfono
para blindar la luz y comenzó a presionar botones al azar, tratando de recordar
cómo lo había hecho.
Por milagro encontró el último texto que él le había enviado. Ahora
bien, si tan solo pudiera recordar cómo enviarle un texto. A través de ensayo
y error finalmente descubrió lo que pensaba que era la manera correcta.
Tecleó:
Fane soy yo, Rapunzel. Necesito un poco de ayuda.
El mensaje se mostró en el teléfono pero pensó que desaparecería y
entonces recordó que tenía que enviarlo. Encontró el pequeño botón con la
orden de envío y lo presionó. Tan pronto como lo hizo deseó recuperarlo.
Fane estaría dormido, por supuesto e incluso aunque lo despertara no podría
salir en medio de la noche para rescatarla.
Su teléfono sonó, el sonido fue muy fuerte durante la noche. Lo
presionó contra ella, respirando rápidamente mientras esperaba que no
hubiera sido lo suficientemente fuerte para despertar a su madre. Cuando no
hubo movimiento desde dentro se atrevió a mirar el teléfono.
101
Rapunzel respiró.
En el balcón de mi madre. Es una larga historia. No hay forma de bajar. ¿Alguna
idea?

Rapunzel soltó el aliento que había estado conteniendo. Esperaba que


él viniera, sabía que lo haría, aunque sabía que probablemente no debería.
Ahora solo tenía que esperar.
18
Traducido por Rivery
Corregido por Beatrix85

S
e sintieron como siglos, aunque fueron solo quince minutos de
acuerdo con el teléfono, antes de que Fane llegara. Rapunzel lo
observó explorar el patio, luego los muros más altos, antes de
localizarla. Se escabulló hasta estar debajo de ella.
—¿Estás bien? —susurró. Ella apenas lo oyó, pero asintió. Él levantó un
único dedo, luego corrió ligeramente al otro lado del patio.
Pronto estuvo de vuelta, cargando una escalera. La inclinó
cuidadosamente poniéndola vertical y la colocó contra el lado del balcón. El
aluminio tintineó al ser apoyado, y el aliento de Rapunzel quedó atrapado
102
mientras se apretaba contra la pared. Fane se congeló, las manos a los lados
de la escalera. Un crujido provino desde dentro de la habitación, como si su
madre se hubiera movido, o por lo menos sonó así a oídos de Rapunzel.
Largos y tensos minutos pasaron mientras esperaban. Por fin, Fane le sonrió,
sus dientes brillando a la luz de la luna, y comenzó su lento ascenso.
Cuando llegó a su lado, apoyó sus antebrazos casualmente en la
baranda del balcón.
—Entonces, ¿qué está haciendo una chica tan linda como tú en un sitio
como éste? —preguntó en voz baja en algún extraño acento. Ella se echó a
reír y rápidamente se llevó una mano sobre la boca. Le golpeó el hombro
ligeramente—. Vamos —dijo inclinándose hacia atrás para darle espacio para
pasar por encima.
—¿No quieres bajar primero? —susurró ella.
—No, voy contigo para asegurarme de que no te caigas.
—¿Qué pasa si la escalera se cae con los dos en ella?
—Buen punto —dijo—. Pero ve lento. Ésta no es la escalera más
silenciosa que se haya inventado. —Descendió y luego sostuvo la escalera
firmemente mientras ella pasaba por encima de la baranda. Estaba
aterrorizada mientras miraba el suelo muy por debajo de ella, confiada en que
al menos Fane haría que la escalera estuviera estable. Cuando sus pies tocaron
el suelo, dio un suspiro de alivio.
Fane le dio un abrazo.
—¿Estás bien? —preguntó.
Envolvió sus brazos alrededor de él con fuerza, cerrando los ojos.
Asintió contra su pecho. Un pájaro pío cerca, sobresaltándolos. Rapunzel se
preguntó si era Angel, y por qué estaría fuera por la noche.
—Vámonos —dijo Fane, soltándola. Retiró con cuidado la escalera y la
bajó. Retumbó cuando la dejó caer los últimos centímetros. Fane la empujó
rápidamente y apretó a Rapunzel contra la casa bajo el balcón, aplastándose
contra ella. Una luz se encendió por encima de ellos, iluminándolo mientras
Rapunzel se imaginaba a su madre retirando las cortinas para mirar fuera.
Escuchó que levantaban la ventana y se imaginó a su madre inclinada sobre
el alféizar. Presionada contra Fane, con la cabeza girada hacia un lado,
103
Rapunzel solo podía esperar que estuvieran ocultos de la vista.
Después de unos minutos, la ventana se cerró y al poco tiempo la luz
se apagó. Pero aun así se quedaron quietos, Rapunzel aplastada entre Fane y
el muro de piedra áspera. Era consciente del latido de su corazón contra su
oído, el tacto de sus brazos presionados protectoramente a su alrededor, la
sensación de su calor contra el frío. Él bajó la cabeza, frotando su mejilla contra
la parte superior de su cabeza, y ella cerró los ojos ante la maravillosa
sensación que la inundó.
Él se echó hacia atrás, el aire frío de la noche helando su piel. Le sonrió.
—Eso estuvo cerca —susurró. Ella solo pudo asentir, su garganta
estrangulada por la emoción. Se inclinó para recuperar la escalera, y ella lo
ayudó a llevarla mientras la conducía hacia el invernadero. La dejaron en el
suelo, y Fane probó las puertas, que se abrieron fácilmente.
Sacó su teléfono del bolsillo para iluminar el camino y la llevó de la
mano a través de las plantas y flores. Rapunzel lamentó tener que darse prisa,
deseando poder parar y olerlas. Fueron a través del oscuro túnel por debajo
de la casa donde se presionó más cerca de Fane, luego hasta la parte principal
de la casa. Fane abrió lentamente la puerta en la parte superior de las
escaleras, arrastrándose sigilosamente alrededor de la esquina para echar un
vistazo. Regresó, la tomó de la mano y fueron corriendo hacia su habitación,
parándose en cada esquina para mirar primero. Una vez que estuvieron en su
habitación con la puerta cerrada, Rapunzel se hundió en el sofá.
Fane se sentó junto a ella, tirando de su mano en la suya.
—Así que —empezó—, ¿hay una razón por la que estuvieras pasando
el rato en un balcón en medio de la noche?
—Yo… sí… no. —Le apretó la mano—. Lo siento, por llamarte tan tarde.
No sabía qué más hacer.
Fane sonrió.
—Puedes llamarme en cualquier momento, aunque admito que estuve
estupefacto al ver tu mensaje.
—Lo siento —dijo otra vez.
—Por favor, deja de disculparte. Lo digo en serio cuando digo que está
bien. Estoy curioso por saber cómo llegaste allí. 104
Rapunzel suspiró, las lágrimas escociendo en sus ojos.
—Ven aquí —dijo Fane tirando de ella junto a él y poniendo su brazo a
su alrededor. Ella se relajó en su abrazo.
—Mi madre llegó a casa hoy. Decidí preguntarle si creía que podía salir
de mis habitaciones.
Fane se puso tenso.
—¿Le dijiste que habías estado fuera?
—No. —Se relajó con su respuesta—. Ni siquiera quiso discutirlo.
Quiero decir, sé que está preocupada por mí, pero no quiso hablar conmigo
al respecto. Se enfadó y nos peleamos. Me dijo que nunca vuelva a preguntar.
Fue un poco… extraña, su reacción quiero decir.
—Así que, ¿decidiste continuar de todas formas?
—Sí, supongo que sí. En realidad no sé por qué. Creo que tal vez solo
quería ver si se sentía diferente, con ella aquí, me refiero.
—¿Y fue así?
—Fue diferente, pero creo que tuvo más que ver con no estar contigo
que con que ella esté aquí.
La risa de Fane retumbó bajo su oreja.
—Es agradable saber que me extrañabas —bromeó. Ella sonrió—.
Entonces, ¿cómo acabaste en el balcón? Dijiste que ésa era su habitación, ¿no?
—Sí, así es. La encontré mientras deambulaba por allí, y tenía
curiosidad. —Se sentó y lo miró—. Nunca he tenido curiosidad antes de que
vinieras —dijo con asombro—. ¿Por qué crees que es así? ¿Por qué nunca me
he preguntado qué había justo fuera de mi puerta? ¿O por qué nunca me he
preguntado si podría sobrevivir ahí fuera?
Fane se encogió de hombros.
—No lo sé, realmente. Quizá porque esto era todo lo que conocías.
Quiero decir, solo has tenido a tu mamá así que por qué no creerías todo lo
que decía, ¿verdad?
Rapunzel negó con la cabeza.
—Debería haber preguntado un par de cosas al menos. No sé mucho 105
sobre el dinero, pero una casa como ésta tiene que ser un poco cara, ¿no?
—Muy cara —confirmó.
—Entonces, ¿por qué no tiene doctores o algo aquí arriba tratando de
descubrir cómo puedo vivir una vida real? —Se puso de pie agitada—. ¿Tengo
que pasar el resto de mi vida aquí, encerrada en estas habitaciones? ¿Con
nadie más? Sin amigos, sin marido, sin hijos. Sin vida. Solo ella y yo. ¿Qué pasa
cuando se muera?
Fane se levantó y le agarró las manos de nuevo.
—Lo averiguaremos.
Rapunzel le sonrió.
—No vas a estar ahí para siempre, Fane. Tienes una vida real.
Miró al suelo, sin responder. Entonces dijo:
—Siempre seré tu amigo.
Por alguna razón, sus palabras le causaron un dolor en el pecho,
pequeño, pero estaba allí no obstante.
—Sinceramente, ni siquiera sé por qué dejé mi habitación esta noche.
Estaba en la cama, y de repente se me ocurrió preguntarme si había cerrado
con llave la puerta. Cuando descubrí que no lo había hecho, decidí
marcharme.
—La curiosidad es algo bueno —dijo.
—Pensé que mató a un gato.
Se echó a reír.
—Tal vez a veces. Pero a ti no.
Lo miró con escepticismo.
—Debería irme —dijo él—, antes de que alguien se levante.
—Por favor, ten cuidado —dijo ella.
La atrajo a otro abrazo y ella se apoyó en él.
—Oye, ¿Fane?
—¿Sí?
106
—Ya que estás aquí, de todas formas, ¿crees que podrías…? —Se fue
callando, sorprendida de sí misma. Estuvo a punto de pedirle que la besara de
nuevo. ¿Qué le pasaba?
—¿Podría qué?
—Nada.
Él le dio un apretón.
—Vamos, vine corriendo todo el camino hasta aquí, arriesgando mi vida
para rescatarte y ni siquiera terminarás la frase.
—No —dijo ella.
—Bien. —Hizo una pausa—. ¿Qué tal un beso entonces?
Su corazón dio una voltereta, y ella le sonrió.
—Supongo que es lo menos que puedo hacer. —Levantó la cara y él la
besó. Tenía que admitir que francamente se preguntó si su primer beso fue
una casualidad, increíble simplemente porque era nuevo. Pero este beso
refutó esa teoría.
Se marchó y ella esperó junto a la ventana como de costumbre, sin
pensar que él realmente haría el esfuerzo de dar la vuelta para que pudiera
saludarlo. Lo hizo y el alivio la inundó. Sabía que él aún no estaba
completamente fuera de peligro, que todavía tenía que mover la escalera y
salir del patio a salvo.
Se desnudó y se metió en la cama, poniendo el teléfono en su cajón.
Contaba con la falta de conocimientos técnicos de su madre para evitar que
averiguara que le había enviado un mensaje a alguien. Fane los había borrado
del teléfono, así que solo podía esperar que no hubiera manera de que su
madre aun así los encontrara.
Cerró los ojos y se sumió en un sueño intranquilo.

107
19
Traducido por Jessy
Corregido por Beatrix85

R
apunzel no tenía ganas de salir a hurtadillas de su habitación
otra vez, pero tenía curiosidad si podría si quisiera hacerlo. La
noche siguiente, después de que su madre se fuera, un giro en
la manilla reveló que no podía. Estaba cerrado.
La puerta cerrada le preocupó. Mostraba una falta de confianza de parte
de su madre. Se rio de sí misma. Como si mereciera su confianza. ¿No había
estado husmeando? Está bien, así que la confianza no era el problema, pero

108
los motivos lo eran. Se preguntó por qué su madre la mantenía encerrada
como una prisionera más que como un paciente en cuarentena. Estoy
encarcelada con mi madre como mi único visitante. No tenía la libertad de
elegir por sí misma si quería pasear fuera de su habitación y arriesgar su
salud… y quizás su vida.
Fue a su computador y abrió Skype. Fane no estaba conectado. Fue a
su cocina y consiguió uno de sus pedazos escondidos de chocolate. No estaba
segura de por qué, pero el chocolate siempre la hacía sentir mejor. Se hallaba
inquieta, aburrida.
Un sonido que vino de su computadora le hizo sonreír. Era el sonido del
zumbido de Skype, había solo una persona que podría ser. Se apresuró de
vuelta a su computadora y apretó el botón de vídeo. Medio segundo más
tarde el rostro ligeramente borroso pero sonriente de Fane estuvo frente a
ella.
—Hola, hermosa —dijo el saludo que estaba segura que él sabía que
pondría sus mejillas rosadas. Funcionó, por supuesto.
—Hola, Fane.
—¿No estás atrapada en ningún balcón esta noche necesitando
rescate?
Rapunzel se rio.
—Nop, no esta noche. Lo siento.
—Es una lástima —dijo con indiferencia, reclinándose en su silla y
poniendo las manos tras su cabeza—. En cierto modo, me gustó el pago que
recibí. Me podría acostumbrar a rescatar damiselas en apuros.
Rapunzel se sonrojó frenéticamente, lo podía decir por la cantidad de
calor en sus mejillas.
—Sí, bueno, no te acostumbres. —Intentó un tono casual, pero temió
que pudiera oír la tensión en su voz.
Fane se echó a reír y se inclinó hacia delante otra vez, con los ojos en
su escritorio. Rapunzel conocía esa pose. Quería decir que estaba nervioso.
—Entonces… —comenzó él, arrastrando la palabra—. Se acerca
Halloween.
—Sí, lo sé —dijo Rapunzel, confundida por su comportamiento. ¿Creía
109
que no tenía conocimiento de Halloween? Bueno, lo sorprendería. Había
estado leyendo últimamente sobre cosas que las personas normales hacían
para que así no pareciera tan inocente—. Es una costumbre extraña, no crees,
¿enviar niños disfrazados de monstruos a golpear las puertas de desconocidos
para pedir dulces? —A Rapunzel definitivamente le parecía extraño.
Fane la miró con una pequeña sonrisa.
—Sí, supongo, ahora que lo pones de esa manera.
—Quiero decir —continuó, orgullosa de su conocimiento—. ¿No es
normal que los padres les adviertan a sus hijos no recibir dulces de extraños?
Y luego en esta sola noche, está bien. ¿No les envía eso un mensaje confuso
a los niños?
Fane sonrió abiertamente ahora.
—Supongo que sí.
Intentando sonar madura y bien informada, dijo:
—Supongo que para cuando tenemos nuestra edad entonces quizás no
es tan extraño, porque podemos entender que ésta es la única noche en la
que está permitido, pero un niño pequeño no lo entendería.
Luego, porque no sabía en realidad nada sobre niños, añadió:
—¿Lo harían?
—Eres encantadora, ¿lo sabes?
Rapunzel se sintió enrojecer nuevamente. ¿Qué pasaba con ella?
—¿Qué? —tartamudeó.
—Ojala estuviera allí para ver lo rojas que están tus mejillas.
—Fane —le reprendió—. Deja de burlarte de mí.
Él rio.
—¿Dónde estaría la diversión en eso?
—Sabes que puedo simplemente desconectarte12 si quiero, ¿cierto? —
dijo ella, sosteniendo un dedo amenazadoramente sobre el botón de
encendido, sabiendo que nunca lo haría.
110
—No es posible —dijo él, meneando las cejas divertido.
Cuando ella no respondió, él dijo:
—Bueno, ese fue un doble sentido desperdiciado.
—¿Qué es un doble sentido? —preguntó.
Fane se echó a reír.
—No es algo que vaya a explicar, o me sonrojaré tanto como tú.
Cambiemos el tema, o al menos volvamos al original, que es Halloween.
—Está bien —dijo Rapunzel, sin saber por qué quería seguir hablando
de Halloween. Tal vez era importante para él de alguna manera—. ¿Qué
deberíamos discutir sobre Halloween?

12
Turn off: En inglés, que con doble sentido significa enfriar, quitar interés, apagar el
deseo, etc.
Aclaró su garganta.
—Bueno, hay esta fiesta de Halloween a la que voy. Es una gran cosa.
Uno de mis amigos la tiene todos los años, ya que Halloween es su fiesta
favorita.
—Oh, eso suena divertido —dijo.
—Sí, lo es. Y ya que Halloween cae viernes este año, es doblemente
bueno porque la fiesta es en realidad en Halloween.
Obviamente era importante que Halloween fuera un viernes, aunque
por su vida no podía comprender por qué. Sin entender, no hizo ningún
comentario y solo asintió.
—Y quiero que vengas conmigo —dijo él.
La mandíbula de Rapunzel cayó abierta.
—Espera, ¿qué? ¿Cómo podría ir contigo?
Fane levantó una mano.
—No será fácil, lo sé. Iré a buscarte después de que tú madre salga de 111
tu habitación en la noche.
—Pero, Fane, no puedo… todas esas personas.
—Pensé en ello —dijo él—. No habría preguntado a menos que tuviera
un plan.
La curiosidad la dominó nuevamente.
—¿Qué plan?
—Estuve hablando con uno de mis amigos que trabaja en un lugar de
suministros médicos. Tienen estas mascarillas que utilizan las personas que
son muy sensibles a los gérmenes.
—¿Le contaste sobre mí? —Rapunzel no pudo evitar sentirse un poco
traicionada.
—No, por supuesto que no —dijo Fane—. Te di mi palabra. No le diré
a nadie.
Rapunzel se recostó en su asiento. Se lo imaginó, una fiesta con otras
personas de su edad rodeándola. Hablando con ellos como si fuera normal.
Aunque intrigante, también la llenaba de miedo.
—¿No me veré fuera de lugar, sentada ahí usando una mascarilla?
—Pensé en eso también. Es una fiesta de disfraces. Vas a ir como una
enfermera o doctora, o algún tipo de personal médico. Así se verá bien. —Se
inclinó hacia la pantalla otra vez, y Rapunzel se sintió vacilar, queriendo hacer
esto por él—. Él afirma que filtra casi todos los gérmenes. Pero si piensas que
hay algún riesgo en absoluto, Rapunzel, entonces no lo haremos. No vale la
pena arriesgar tu vida solo por una fiesta.
Rapunzel tocó con un dedo en la esquina inferior de la pantalla, donde
sabía que Fane no la vería. Preferiría mucho más estar tocando a Fane que a
su versión electrónica. Debería estar agradecida por haber llegado a tocarlo.
Consideró su petición. Caminar por la casa no la había enfermado.
Acostarse en el césped tampoco lo había hecho.
—Quiero hacerlo —dijo.
—¿Quieres venir a la fiesta?
112
—Sí, Fane, quiero ir a la fiesta. Aunque tendrás que organizar lo del
disfraz. No tengo ningún modo de conseguir uno. —O siquiera saber dónde
buscar uno, pensó, o qué podría ser apropiado.
—Puedo hacer eso. —Sonrió—. Lo prometo, Rapunzel, te mantendré a
salvo. Si en algún momento piensas que no es seguro, te llevaré directamente
a casa.
—Sé que lo harás. Confío en ti.
20
Traducido por Fanny
Corregido por Mari NC

F
ane trajo una escalera para llegar a ella. Le sorprendió que
hubiera encontrado una lo suficientemente larga para alcanzar su
ventana.
—¿Dónde conseguiste eso? —susurró Rapunzel mientras lo ayudaba
sobre el alfeizar.
—No fue fácil —dijo él—. Esa cosa está pesada. Y no es exactamente
para cargarla a través de tu jardín.
—Lo siento —dijo. 113
—Yo no lo siento —respondió—. Estoy completamente avivado.
—¿Avivado?
—Emocionado, ilusionado, eufórico, lleno de alegría.
—Bien, cálmese, Sr. Diccionario. —Rio, alzando sus manos en rendición.
Fane se quitó su mochila y la abrió. Sostuvo en alto una pieza de
material blanco y se lo entregó.
—¿Qué es esto? —preguntó, sosteniéndolo en alto. Parecía ser una
camiseta muy larga.
—Tu disfraz. Es un traje de enfermera. ¿No has estado lo suficiente en
un hospital con tu SCID para haber visto a una?
—No. Nunca he estado en un hospital —respondió distraídamente—.
¿Dónde está lo demás del traje?
—¿Nunca has estado en un hospital? —Sonó incrédulo ante la idea.
Tomó el disfraz de su mano y la sostuvo—. Esto es todo. Se supone que sea
atractivo.
Rapunzel se quedó boquiabierta.
—No hay manera que vaya a algún lugar en eso, Fane. —Lo tomó de él
y lo sostuvo contra ella. Apenas y llegaba a la parte superior de sus muslos—
. Mira qué tan corto es esta cosa.
Fane se encogió de hombros.
—Bueno, no puedes culpar a un chico por intentarlo. —Sacó otro objeto
de su mochila, un delgado y transparente material que era de un hermoso
tono azul pavorreal.
—Vaya —dijo, tomando una de las piezas—. Eso es hermoso. —Lo
sostuvo en alto y miró a Fane a través del material. Elevó una ceja—. ¿En serio?
Fane rio.
—Hay más.
Le entregó los otros objetos y sacó más de la mochila. Le explicó cómo
se usaba y fue a su habitación a ponérselo. Una vez vestida, se miró en el
espejo. Fane explicó que esto era un traje de bailarina de la danza del vientre.
El pantalón estaba hecho de un material transparente, suelto y fluido. La blusa 114
era manga larga, pero lo suficiente corta para exponer su vientre. Tiras de
perlas con aplanados discos metálicos colgaban por toda la sección del medio
y también de sus caderas. Debajo de todo eso, usaba un largo leotardo de
una pieza color carne que cubría desde sus muñecas hasta sus tobillos. Sin él,
no usaría el traje. Con él, todavía se sentía expuesta, pero cuando puso el velo
sobre su cabeza y el pañuelo sobre la mitad inferior de su rostro, de alguna
manera se sintió escondida… segura.
Trenzó su cabello tan apretado como pudo y lo envolvió alrededor de
su cabeza bajo el velo para que solo colgara hasta sus rodillas. Salió
tímidamente de la habitación.
—Estoy lista —dijo. Cuando Fane no respondió, lo miró.
Él la miraba, una de las galletas que había horneado especialmente para
él, estaba a medio camino de su boca. Sus ojos la escanearon. Esa mirada la
hizo sonrojar más que todas las veces que la había molestado llamándola
hermosa.
—¿Dónde está la máscara? —preguntó ella.
Él sacudió la cabeza como si estuviera despertando. Fue a su mochila y
sacó una máscara blanca. Esta no era suelta y holgada como la otra. Esta se
acomodaba mejor. La deslizó debajo de la bufanda.
—¿Tienes una chaqueta? —preguntó él. Su voz sonaba divertida, como
ahogada—. Hace un poco de frío.
Rapunzel fue al armario y sacó una larga chaqueta. No era suya,
pertenecía a su madre. Hace unos años, ella la tenía puesta cuando había
venido a ver a Rapunzel y accidentalmente la dejó. Rapunzel la había colgado
en el armario, creyendo que vendría a buscarla. Nunca lo había hecho, y
Rapunzel la había conservado. Solo por si acaso. Se puso la chaqueta,
cerrándola a su alrededor.
—Creo que deberías dejarte puesto eso toda la noche —dijo Fane. Ella
lo miró interrogativamente.
—¿Para cubrir mi cabello? —preguntó.
—Junto con otras cosas —murmuró. Fane la llevó a la ventana—. Bajaré
y sostendré la escalera para ti.
Rapunzel lo vio descender, los nervios revoloteando en su estómago.
115
Lo había visto subir y bajar, pero ahora que era su turno, parecía una distancia
muy larga para llegar al piso. Cuando los pies de Fane tocaron el piso, agarró
la escalera para indicarle que ahora era su turno de descender.
Miró detrás de ella. Fane le había enseñado a arreglar sus almohadas
para que luciera como si estuviera en cama. Dudaba que pudiera engañar a
su madre si llegara a venir. Habían apagado todas las luces menos la de la
pequeña lámpara en la alcoba. Consideró lo que estaba a punto de hacer.
Una cosa era pasear alrededor de su casa. Otra completamente
diferente pensar en dejar la casa. El pánico se arrastró hacia su garganta
mientras miraba hacia donde estaba Fane. Pensó en despedirlo e irse a la
cama. Entonces él le sonrió mientras se encontraba poniendo una pierna
sobre el alfeizar. Determinada a no mirar hacia abajo, descendió por la
escalera mientras miraba la ventana abierta, su corazón en su garganta todo
el tiempo.
Cuando sus pies tocaron el piso, un temblor comenzó en sus piernas.
Quería con desesperación subir por la escalera. En cambio, se giró y lanzó sus
brazos alrededor de la cintura de Fane. Él se tambaleó un poco por su ataque
pero se recuperó y le regresó el abrazo.
—¿Estás bien? —preguntó.
Ella asintió contra su pecho.
—Solo necesito un minuto.
—Bueno —dijo, apretando su agarre. Después de unos cuantos
minutos, su pánico comenzó a disminuir. Ella podía hacer esto. Soltó a Fane y
se alejó, sonriendo apenada.
—Lo siento —dijo—. Solo me alteré un poco ante la idea de irme.
—Está bien. Probablemente yo también estaría un poco preocupado si
fuera tú, supongo. Nunca has salido. —La preocupación cruzó por su rostro—
. Rapunzel, ¿es esto muy peligroso para ti? Si lo es, entonces olvídalo. Nos
quedaremos aquí por un rato.
Estuvo tentada. Recordó lo mucho que había disfrutado al tenerlo ahí,
comiendo juntos, viendo películas. También recordó lo emocionado que
estaba por esta fiesta. 116
—No, iremos —dijo—. Quiero ir.
La estudió por unos minutos como para ver si estaba diciendo o no la
verdad. Finalmente, cedió.
—Bien, pero solo nos quedaremos por un raro, ¿sí?
Ella asintió, luego se arrodilló para pasar sus manos a través del césped.
No era tan suave como antes. Arrancó unas hojitas y las olió. Estaba
comenzando a hibernar y había perdido mucho de su olor. Fane estiró una
mano hacia ella. Puso su mano en la de él, siguiéndolo a través del jardín,
tratando de sacar de su mente el miedo de lo que estaba haciendo.
Fane la llevó alrededor de un lado de la casa, el lugar donde siempre
venía a saludarla. Se detuvieron mientras él miraba, luego se apresuraron a
través de la gran extensión de césped. Sobre este lado de la casa, había un
par de grandes fuentes de piedras y varías camas de flores vacías. Corrieron a
la puerta. Justo antes de que salieran, Rapunzel se giró para mirar la casa.
Era una monstruosidad. Había sabido que era grande, por supuesto,
pero no pudo haberse imaginado el tamaño. Desde el invernadero solo había
visto la parte trasera de la casa y no había sido capaz de verla por completo.
Desde aquí, podía ver la mayor parte. Era deforme, con raros apéndices,
andamios apoyados a un lado. Era alta e imponente. Ahora podía entender
por qué Fane se había sorprendido por el tamaño de las habitaciones. Se dio
cuenta que ellos ni siquiera habían visto una pequeña parte en sus paseos.
—¿Todo bien? —preguntó Fane, apretando su mano.
Ella asintió.
—Sí. Bien. Vamos.

117
21
Traducido por Shilo
Corregido por Mari NC

R
apunzel sabía lo que eran los autos, por supuesto. Los había
visto en películas, había leído de ellos en libros, y los había visto
en Internet. Pero nunca había visto uno de verdad, ya que su
ventana no encaraba alguna calle, menos subirse a uno. Fane le puso el
cinturón, y estuvo agradecida una vez empezaron a moverse. El vehículo rugía
bajo ella, el mundo pasando acelerado fuera de la ventana. Quería ver ese
momento, pero cada vez que miraba por la ventana, una nueva ola de terror
la engullía y sentía como si fuera a vomitar. Entonces mantuvo sus ojos
firmemente plantados en su regazo, concentrándose en su respiración para
que Fane no viera su ansiedad, temerosa de que insistiera en llevarla a casa si
118
lo hacía.
Cuando se detuvieron y Fane se bajó, exhaló una sonora respiración,
inhalando otra profundamente, tratando de calmar su tambaleante corazón.
Fane caminó alrededor y le abrió la puerta, lo que fue algo bueno porque no
tenía ni idea de cómo abrirla por sí misma. Salió del auto y miró la casa en la
que se encontraban.
Velas parpadeaban por todos lados, alineadas en la acera, el porche y
esparcidas por el césped. También habían tumbas en el césped. Rapunzel
pensó que era raro que enterraran a sus muertos en el patio del frente, pero
eso podía ser normal por todo lo que sabía. Fantasmas colgaban de las ramas
de los árboles y calabazas esculpidas se alineaban en el frente de la casa.
Rapunzel podía escuchar la música retumbando desde dentro de la
casa. Fane tomó su mano mientras caminaban hacia la puerta. Antes de tocar,
se volvió hacia ella con una pregunta en su rostro. Sabía lo que preguntaba.
Este era el punto de no retorno. Asintió.
Una chica abrió la puerta. Rapunzel solo podía mirar fijamente mientras
Fane las presentaba.
—Rapunzel, esta es mi amiga Marissa. Marissa, Rapunzel.
Marissa era exóticamente hermosa. Tenía una piel color canela
asombrosa, amplios ojos verdes enmarcados de negras pestañas, largo
cabello marrón oscuro que colgaba liso, y una sonrisa que iluminaba su rostro.
Esa sonrisa estaba dándole la bienvenida a Rapunzel. Fane la guio a la casa
donde fue asaltada por sonidos y olores que eran completamente extraños
para ella.
La música sonaba alta, el ruido era solo superado por la conversación y
las risas. La gente estaba reunida en cada parte visible de la habitación.
Algunos estaban bailando, algunos estaban de pie en pequeños círculos
hablando, y otros estaban sentados en varias sillas y sillones. Los olores de la
comida provenían de algún lado, una variedad de comidas todas combinadas
con un inherente olor a sudor. Rapunzel sospechaba que si no tuviera puesta
su máscara los olores podrían ser abrumadores.
—Gran disfraz —dijo Marissa en voz alta para ser escuchada por encima
de la música mientras tomaba el abrigo de Rapunzel. Ella simplemente asintió.
119
Otra chica se acercó a ellos, viéndose similar a Marissa con ojos oscuros, piel
bronce, y cabello que caía en largos rizos. Su sonrisa era tan amigable y alegre
como la de Marissa. Sacó una mano hacia Rapunzel.
—Hola, soy Ashlynn.
—Mi hermana —aclaró Marissa.
—Esta es Rapunzel —dijo Fane.
—¿La chica no puede hablar por sí misma? —bromeó Ashlynn.
—Claro que puede —dijo Fane—, pero ha estado enferma, así que está
usando una máscara para que no propague los gérmenes. Tal vez no seas
capaz de escucharla. —Fane ya le había dicho por adelantado lo que él iba a
decir. Como lo predijo, no lo cuestionaron.
—Bonito disfraz —dijo Ashlynn—. Una manera genial de cubrir la
máscara.
Marissa le guiñó el ojo a Rapunzel, y ella tuvo el presentimiento que
Marissa era la responsable de proveerlo.
—Ven con nosotras —dijo Marissa, envolviendo un brazo alrededor de
su cintura y guiándola más allá en el caos. Fane se quedó atrás, siguiéndolas—
. ¿Estás hambrienta? ¿Sedienta?
Rapunzel negó con la cabeza, mirando nerviosamente hacia atrás para
asegurarse de que Fane estuviera ahí todavía. Marissa la condujo a una mesa
con una banca acolchonada que cubría tres cuartos de la mesa. Ella y Ashlynn
se deslizaron y se corrieron, haciendo espacio para que ella y Fane se les
unieran.
—Entonces, ¿cómo conociste a Fane? —preguntó Ashlynn.
Rapunzel lo miró, insegura de qué decir. Decidió decirles la verdad.
—En Facebook —dijo.
—Oh, Facebook —se rió Ashlynn—. Amo Facebook.
—Es lo mejor —estuvo de acuerdo Marissa—, pero puede ser obsesivo.
Tengo que limitarme o pasaría todo el día ahí leyendo los estados de la gente.
—Y jugando —agregó Ashlynn.
Rapunzel no podía dejar de mirar fijamente a las dos hermosas
120
hermanas. Parecían innatamente alegres, como si nunca dejaran de sonreír.
Se preguntó si una de ellas era la novia de Fane y así era como se conocían.
Luego decidió que probablemente no, ya que se sentaba del otro lado,
sosteniendo la mano de Rapunzel. Dudaba que cualquier chica dejara a su
novio hacer eso, aunque no podía estar segura.
Algunos otros llegaron a saludar a Fane y a conocer a Rapunzel. No
había manera posible de ser capaz de recordar alguno de sus nombres, pero
estaba cautivada por todos ellos, y lo diferentes que se veían en sus disfraces
variados. Ashlynn fue a traerle bebidas a ella y a Fane. Estaban en copas que
se encendían en el fondo y tenían niebla en la parte superior.
—Cerveza de raíz —le dijo Fane bajito cuando la miró de reojo.
También trajo un plato con galletas pequeñas en forma de murciélago
y magdalenas de calabaza en él. Rapunzel de verdad quería probar las
galletas, pero sabía que sería imposible con la máscara puesta. También sabía
que era imposible beberse la cerveza. Finalmente, empujó hacia arriba la parte
inferior de la máscara y deslizó una galleta por debajo hacia su boca. Valió la
pena.
—¿Quieres bailar? —preguntó Fane.
Ella sacudió su cabeza.
—No sé cómo.
—Ya somos dos —dijo, sonriendo. Se levantó y la levantó con él. La
condujo en medio del gentío que estaba saltando con la música. Miró a su
alrededor, temerosa de que se rieran de su torpeza. Fane empezó a rebotar
con ellos, cómicamente. Rapunzel se rio y empezó a moverse, aunque mucho
más cohibida que Fane.
Unos minutos después la canción terminó y empezó a sonar una más
lenta. Todos a su alrededor cayeron en los brazos de sus parejas y empezaron
a balancearse. Rapunzel se rio. Aparentemente cuando la canción se
ralentizaba, solo abrazabas a alguien. Fane extendió los brazos hacia ella y con
alegría fue hacia ellos.
Él la empujó más cerca y empezó a balancearse junto a los otros. Ella
descansó su mejilla contra su pecho, mirando alrededor de la habitación
mientras él le daba vueltas en lentos círculos. La casa estaba tenuemente
iluminada, pero eso no parecía molestar a nadie. Vio a gente vestida de todo, 121
desde disfraces de monstruo a unos que le recordaban el primer disfraz de
enfermera que Fane le había dado, riendo y hablando, algunos haciendo el
abrazo-balanceo, y otros comiendo. La tristeza cayó sobre ella mientras se
daba cuenta de lo que se había perdido su vida entera. Nunca había tenido la
libertad de estar con un grupo de amigos. Nunca había tenido la libertad de
tener amigos.
Era lo suficientemente inteligente para saber que Fane se aburriría de
colarse en sus habitaciones y que eventualmente estaría sola de nuevo. Su
largo y solitario futuro se estiró frente a ella y el peso de él cayó sobre sus
hombros. Lágrimas pincharon sus ojos y abrazó con más fuerza a Fane. Si esta
era la única fiesta a la que iría en su vida, la aprovecharía al máximo para que
tuviera el recuerdo para conservarlo.
Cuando la música cambió a un ritmo alegre, ella soltó a Fane e
inmediatamente empezó a saltar de nuevo. Ashlynn y Marissa llegaron y se les
unieron, riéndose con ella. Empezaron a enseñarle un montón de pasos de
baile, la mayoría ridículos, los que ella copió, al igual que Fane para su
diversión. Le enseñaron uno que llamaban el baile en línea, en donde nadie
bailaba con un compañero. Además del abrazo-balanceo, parecía que la gente
solo bailaba de todas formas, tuvieran compañero o no.
Fane encontró un popote para que pudiera beber la nebulosa cerveza,
que estaba deliciosa, y le hizo cosquillas en la parte trasera de su garganta.
Estaba lo suficientemente hambrienta para atreverse a bajarse la máscara lo
suficiente para comer un rollo de naranja y algunos chips. Fane le disparó una
mirada preocupada cuando hizo eso, pero ella le sonrió con una seguridad
que en realidad no sentía.
Fane se mantuvo a su lado la noche entera, su mano en la de ella. Un
par de veces algunos chicos se acercaron, y Fane ponía su mano alrededor de
sus hombros, acercándola. Rapunzel se preguntó acerca del extraño
comportamiento hasta que Marissa se rio y lo pinchó en el pecho con un dedo.
—¿Celoso, Fane?
—No —dijo defensivamente.
—Pero no vas a dejarla bailar con alguien más, ¿verdad? —bromeó ella.
Él entrecerró sus ojos, pero sacudió breve y espasmódicamente su
cabeza, lo que provocó que ambas, Marissa y Ashlynn, explotaran a reír.
122
Finalmente, después de la medianoche, Fane les dijo que él y Rapunzel tenían
que irse. Rapunzel estaba decepcionada. No quería que la noche terminara.
En el auto, se sintió más relajada a como había estado en el viaje de ida
y miró por la ventana a las casas oscurecidas y edificios que rápidamente
pasaban. Se sentía como si estuviera en una película y que los lugares no
podían ser reales, con gente real detrás de esas ventanas.
—¿Te divertiste? —preguntó Fane.
Rapunzel inclinó la cabeza en el reposacabezas.
—Estuvo genial, Fane. Gracias por llevarme. Lo recordaré por el resto de
mi vida.
Él estiró la mano y tomó la suya en la de él. Ella quería decirle que la
dejara en el volante porque parecía que necesitaba ambas manos para
controlar el veloz auto. Pero se sentía tan bien sostener su mano que dejó ir
la ansiedad. Él gentilmente acarició su palma con su pulgar.
—Me alegro de que te hayas divertido. —Volvió sus ojos preocupados
hacia ella—. ¿Estás segura que vas a estar bien?
—Me siento fantástica —le dijo.
—¿Fantástica? —repitió con una sonrisa—. Bueno, eso es algo
entonces, ¿verdad?
—Es todo —suspiró ella.
Él llevó su mano a su boca y la besó. El pulso de Rapunzel dio un salto
con el gesto.
—El tiempo contigo nunca es aburrido —dijo.
Llegaron cerca de su amenazante casa, y Fane estacionó el auto al lado
del camino. Cerró la puerta silenciosamente cuando salió, luego hizo lo mismo
con la de ella. Corrieron agachados a través del césped y alrededor de la casa
a la parte trasera donde la escalera esperaba en su ventana. La casa seguía tan
oscura como lo estaba cuando se fueron.
—¿Quieres que suba para asegurarme que todo está bien? —preguntó
él.
—No —dijo—. Si las cosas no están bien, entonces definitivamente no
te quiero ahí. No quiero que te metas en problemas. Y si las cosas están bien, 123
entonces no hay necesidad.
—De acuerdo —dijo él. Recorrió su trenza con una mano—. Recogeré
el disfraz en otra ocasión. ¿Tienes un lugar para esconderlo?
—Sí. —Volvió su rostro hacia él, esperando por un beso. Luego se dio
cuenta que no podría besarla con la máscara y bufanda puestas.
Valientemente, bajó ambas.
Fane sonrió, colocando una mano a lo largo de su mandíbula,
acariciando ligeramente con su pulgar. Ella cerró los ojos ante la sensación.
—Eso se siente tan bien —dijo. Sus ojos se abrieron cuando se dio
cuenta de lo que había dicho, pero él no se estaba riendo de ella como había
temido. Estaba observando sus labios, sus ojos casi cerrados. Un cosquilleo
empezó en su pecho mientras su ritmo cardíaco aceleraba. Se inclinó, sus ojos
fijos en los de ella mientras sus labios tocaban ligeramente los suyos. Sus ojos
se cerraron mientras inclinaba la cabeza, profundizando el beso, y sus propios
ojos se cerraron también. Trató de memorizar la sensación de su boca en la
de ella, la suavidad de sus labios, su brazo detrás de su espalda, su mano
acunando su mejilla.
Él se inclinó hacia atrás y le sonrió. Ella sonrió en respuesta.
Él sostuvo la escalera mientras ella la escalaba. Mirando por encima del
alféizar, observó que su habitación estaba como la había dejado. Subió lo más
calladamente posible, dándose la vuelta para despedirse de Fane. Él lenta y
cuidadosamente bajó la escalera, alejándola de la pared. Resonó fuertemente
y ambos se congelaron. Cuando nada se agitó, la levantó y la llevó de vuelta
a través del césped. Se sintió mal mientras lo observó luchar contra el
incómodo y largo peso, tratando de hacerlo en silencio. En la esquina, le
dirigió una sonrisa de vuelta.
Rapunzel cerró la ventana y caminó a la sala. Estaba callado. Demasiado
callado. Fue a su dormitorio y se quitó el disfraz a regañadientes, lavando su
cara y preparándose para dormir. Se saltó cepillarse el cabello. Metió el disfraz
en la esquina trasera de su armario, debajo de una pila de pantalones. Se subió
a la cama y sonrió.
Lo había hecho. Y había sobrevivido. Tal vez su madre estaba
equivocada. Tal vez tenía la oportunidad de vivir una vida normal si tenía
cuidado. La esperanza la llenó mientras se dejaba llevar por el sueño.
124
22
Traducido por Gemma.Santolaria
Corregido por Mari NC

R
apunzel no sabía lo que estaba mal con ella. Se sentía adolorida
en sus brazos y piernas. Supuso que todo el baile y subir y bajar
la escalera podían tener algo que ver con ello. Pero aunque
antes hubiera tenido dolor por hacer ejercicio, éste se sentía diferente de
algún modo. Probablemente porque también estaba cansada. No había
dormido mucho la noche de la fiesta, volviendo a casa tan tarde como lo hizo.
Y a pesar de que había dormido mucho la noche anterior, yendo a la cama
temprano y no despertando hasta que su madre entró, todavía se sentía como
si necesitara una siesta. 125
Se acercó a la ventana y la abrió. Angel se posaba en la rama del árbol,
a pesar del frío. Se preguntó cuánto más tiempo el pájaro estaría alrededor
antes de dirigirse a climas más cálidos. Rapunzel se asomó, el aire frío helando
su cabeza caliente. Extendió un puñado de semillas, y Angel voló, aterrizando
justo en la palma.
—No te he visto mucho últimamente, mi pequeña amiga —le dijo al
pájaro.
Angel la miró, ladeando la cabeza de lado a lado como si estuviera
tratando de descifrar las palabras de Rapunzel. Una ola de mareo golpeó a
Rapunzel, y agarró el alféizar con la otra mano, estabilizándose. Eso fue
extraño, pensó. Angel pío hacia ella y voló de regreso a la rama. Rapunzel
esparció el resto de semillas sobre el alféizar y cerró la ventana.
Había pensado en cocinar para su madre esta noche, pero no pudo
reunir la energía. Volvió a entrar en la habitación, sintiéndose todavía
demasiado caliente mientras su madre entraba con su cena. Rapunzel fue a
ayudar a llevar la comida dentro.
Se sentó frente su madre y miró la comida. Enchiladas de pollo. Uno de
sus favoritos. Sin embargo, la idea de comer le revolvió el estómago. De
repente se sintió extremadamente fría y empezó a temblar mientras a su
cuerpo se le ponía la piel de gallina.
Una mirada de alarma apareció en los ojos de su madre.
—Rapunzel, ¿qué te pasa? —Se inclinó sobre la mesa, tocó la mano de
Rapunzel, y entonces rápidamente la retiró como si se hubiera quemado,
jadeando.
—¿Qué? —preguntó Rapunzel, mirando hacia abajo a su mano. ¿Había
algo allí que la delató de ir a la fiesta?
—¿Te estás sintiendo… enferma? —preguntó, levantándose de la silla y
colocando una mano sobre la frente de Rapunzel—. Oh —exclamó Gothel sin
aliento, la alarma en sus ojos cambiando hasta el pánico.
—Estoy bien —dijo Rapunzel—. Solo un poco cansada. —Aunque ahora
que lo pensaba, se sentía un poco rara por dentro. Su estómago gruñía, y su
cabeza le daba vueltas—. Realmente, en serio necesito acostarme —dijo,
levantándose. Mientras lo hacía, la habitación giró en un remolino 126
enfermizamente rápido y la oscuridad llenó su visión.

* * *

Rapunzel se estaba muriendo. Había tomado el riesgo, sabiendo del


posible resultado, y ahora pagaría el precio. Simplemente no sabía que sería
tan absolutamente miserable al morir. Le dolía el cuerpo profundamente hasta
sus huesos, como si hubiera estado corriendo y levantando pesas sin parar
durante días y días.
El fuego la consumía. Quemaba de algún lugar profundo dentro de la
boca de su vientre. Quería suplicarle a alguien que apagara las llamas, pero
cuando trató de hablar, su garganta se sintió como si hubiera estado llena con
rocas y arena, y el dolor le hacía imposible hablar.
Alguien había amarrado su brazo hacia abajo. Débilmente intentó
levantarlo, abriendo sus ojos solo una rendija para ver lo que sucedía, y vio
algunos claros tubos de plástico unidos a su brazo. Lo dejó caer de nuevo en
la cama.
—Descansa, Rapunzel —oyó a su madre decir. Se volvió hacia la voz
pero solo vio una versión desenfocada de su madre sentada junto a ella, la
preocupación arrugando su rostro. Dejó que sus ojos se cerraran. Un frío, de
repente, le penetró en la frente y las axilas. ¿Por qué las axilas? En cuestión de
segundos un frío que se hundía hasta los huesos reemplazó al fuego. Se
estremeció violentamente, la acción abusando de sus músculos adoloridos,
así que quiso suplicar por un poco de calor. Oyó una discusión pero no pudo
hacer que las palabras salieran más allá de sus dientes castañeando que
repicaban con fuerza en su cabeza palpitante.
Si fuera posible, se puso aún más fría mientras la frialdad se presionaba
contra ella una vez más. Deseó violentamente que el fuego volviera y la
consumiera, que la sacara de su miseria. Oyó un gemido bajo y se dio cuenta
que venía de un lugar profundo de su pecho. El sonido la aterrorizó. La
oscuridad se apretó contra ella y se elevó rápidamente, agradeciendo su
encuentro.
127
* * *

La oscuridad invadía la habitación cuando Rapunzel abrió los ojos. Se


acostó de lado, mirando la pared. Su cabeza palpitaba, su cuerpo le dolía, y el
extraño tubo de plástico seguía pegado a su brazo. Pero al menos no estaba
ardiendo o congelándose, aunque su cama estaba húmeda debajo de ella.
Decidió permanecer inmóvil hasta que supiera si moverse iba a doler. Cuando
se sintió preparada, se dio la vuelta, mirando hacia la puerta dónde la luz
ambiental entraba en la habitación.
Voces se filtraban desde la habitación de al lado. Se sentía como si
estuviera escuchándolos debajo del agua. Una voz pertenecía a su madre,
pudo reconocer eso. Pero la otra era desconocida, profunda y masculina.
—¿Por qué no está mejorando? —oyó a su madre preguntar con
urgencia.
Hubo una pausa, y luego el hombre habló de nuevo, su voz mucho más
cerca como si se hubiera movido más cerca de su puerta. Cerró los ojos.
—Tienes que entender que no ha creado una inmunidad normal,
estando confinada como lo ha estado. Incluso la gripe y faringitis no son
fáciles de hacer frente para el cuerpo de una persona normal.
—¿Cómo se puso enferma? —dijo su madre entre dientes.
Otra vez silencio, roto solo por los crujidos. Abrió los ojos solo una
ranura muy pequeña y vio al hombre sosteniendo sus brazos en alto, como
para indicar su confusión.
La cabeza de su madre quedó a la vista, y cerró los ojos de nuevo.
Cuando habló, su voz fue un susurro ronco.
—Ella no puede morir. ¿Entiendes eso?
—Sí, lo hago, pero…
—No hay pero, Henreich. Mucho depende de Rapunzel. Si ella muere,
tú sabes las consecuencias.
El hombre suspiró, y el destello un recuerdo apareció en la mente de
Rapunzel. El nombre Henreich le alertó. ¿Quién era?
—Soy muy consciente, Gothel. Pero tal vez es hora de reconsiderar tus
128
acciones. Me parece muy injusto y potencialmente peligroso mantener a la
chica encerrada arriba…
—¿Te atreves a cuestionarme? —Rapunzel se estremeció ante el veneno
en la voz de su madre. Se atrevió a mirar de nuevo y vio al hombre
retorciéndose las manos—. Tienes mucho de lo que protegerte al mantener
el secreto, Henreich. ¿O necesitas que te lo recuerden?
¿Secreto? ¿Qué secreto? Rapunzel sintió náuseas, su estómago
estrujándose ante las palabras.
—Escucha, Gothel, te agradezco lo que has hecho. Pero ahora, tal vez…
—Escúchame, Henreich. Lo perderás todo; tus hijos lo perderán todo.
¿Crees que te permitirán seguir siendo doctor? —Rapunzel de repente tuvo
un vago recuerdo de él cuando ella era una niña. Había venido una vez cuando
era joven, pero el recuerdo era demasiado confuso—. ¿Cómo va a sobrevivir
tu familia contigo en la cárcel? ¿Qué pensarán de ti, entonces?
Los hombros de Henreich se hundieron, y Rapunzel se preguntó de qué
hablaba su madre.
—Simplemente no se siente bien mantenerla aquí, Gothel —murmuró
tan bajo que Rapunzel no estaba segura de haberlo escuchado bien.
—¿Pero? —incitó Gothel.
—Pero mantendré tu secreto —dijo.
—Nuestro secreto —reiteró ella.
El hombre se volvió hacia Rapunzel, y ella rápidamente cerró los ojos.
Lo oyó moverse por la habitación y sintió su mano en su frente.
—Lo siento —susurró, y Rapunzel sintió que las palabras eran para
ella—. La fiebre se ha ido —dijo en voz alta a Gothel. Pronto las manos de su
madre estuvieron en ella, y Rapunzel lentamente abrió los ojos.
—Rapunzel, ¿estás mejor? —dijo su madre con urgencia.
—Va a tomar algún tiempo —dijo Henreich. Los ojos de Rapunzel se
dirigieron a él. Su rostro reflejaba tristeza, y algo similar a culpa—. No te
preocupes —le dijo—. Vamos a conseguir que te mejores. Solo relájate y
tómalo con calma, dale a tu cuerpo tiempo para recuperarse.
Rapunzel asintió y dejó que sus ojos se cerraran de nuevo. Quería
129
reproducir la conversación en su mente otra vez, como si se estuviera
perdiendo una clave que no podía entender del todo. Pero el letargo se
apoderó de ella, y fue incapaz de luchar contra él.
23
Traducido por Salilakab
Corregido por Nanis

P
asaron varios días hasta que Rapunzel se sintió lo suficientemente
fuerte como para salir de la cama sin ayuda, Henreich había venido
el día anterior y había quitado la venoclísis de su brazo, explicando
las intravenosas y su función. Se estremeció de terror cuando vio el largo tubo
saliendo de ella, debajo de su piel.
Quería bañarse, madre o Henreich habían estado a su lado
constantemente y ésta era la primera vez que estaba sola. Agradecida, de

130
forma temblorosa se levantó de la cama y lentamente se dirigió al cuarto de
baño. Evitó mirarse en el espejo después de haber visto lo mal que se veía las
últimas veces que había estado aquí con la ayuda de su madre.
Dejó caer su pijama de su delgado cuerpo y se metió en la ducha,
deleitándose con la sensación de agua caliente deslizándose por su cuerpo.
Permaneció de pie por muchos minutos, dejando que el agua le calmara antes
de comenzar el arduo proceso de lavarse el cabello.
Salió media hora más tarde, exhausta pero renovada, se secó con una
toalla y acababa de ponerse pantaloncillos cortos de gimnasia y una camiseta
cuando su madre regresó.
—¡Rapunzel! ¿Qué estás haciendo fuera de la cama? —Su madre se
apresuró revoloteando a su alrededor.
—Necesitaba un baño —dijo—. Me siento mejor ahora.
—Tienes que volver a la cama de inmediato.
—¿No puedo sentarme en el sofá por un rato?
—No. —El tono de su madre no dejaba lugar a discutir—. Debes
descansar y reponerte, es necesario que te acuestes. Cocinera traerá pronto
tu cena.
Rapunzel dejó que la llevara de vuelta a la cama. Su cena llegó y su
madre se quedó para verla comer. No tenía mucho apetito y no era capaz de
comer mucho, pero su madre pareció complacida y la dejó sola para dormir.
Pero Rapunzel no quería dormir, estaba aburrida e inquieta.
Quería hablar con Fane.
Una hora más tarde su madre regresó y Rapunzel fingió estar dormida.
Satisfecha, su madre se fue y Rapunzel apostando a que su madre no volvería
de nuevo, se levantó de la cama y se dirigió a su computadora.
Tomó unos minutos para que encendiera, cuando lo hizo se conectó
rápidamente a Internet y entró en Facebook. Él no estaba en línea.
Vio que tenía mensajes e hizo clic en el pequeño ícono. Mensajes de
Fane aparecieron uno tras otro. Comenzaban con un tono alegre y
rápidamente preocupantes.

131

Rapunzel contó, había más de treinta mensajes juntos, se regresó en la


pantalla hasta el primero y se dio cuenta que habían pasado diez días. ¿Diez
días? ¿Cómo era posible que hubiera pasado tanto tiempo? Sentía como si
solo hubieran sido unos pocos.
De repente, su ventana de Skype apareció, parpadeando para mostrar
que Fane estaba llamando. Rápidamente respondió con vídeo, pero
inmediatamente se arrepintió al ver su reflejo en la pequeña ventana con el
cabello pegado a un lado de su cara y su rostro pálido.
Fane se inclinó sobre la cámara y a pesar de la baja calidad de la imagen,
ella podía ver la preocupación grabada en su rostro.
—¿Rapunzel? ¿Eres tú? ¿Estás bien?
Sonrió deleitándose con la visión de él.
—Sí, lo estoy ahora.
—¿Ahora? ¿Qué significa eso?
—No me sentí bien por unos… por un tiempo. Estaba enferma, pero
estoy mejor ahora.
Fane entrecerró los ojos un poco, examinando su rostro. La
preocupación nunca lo dejó.
—¿Estás segura que estás mejor? Te ves realmente… cansada.
—Lo estoy —dijo—. Pero me siento mucho mejor.
Fane se reclinó en su silla, girando hacia atrás y adelante, con los brazos
132
cruzados y mordiendo uno de sus pulgares.
—Es mi culpa, ¿cierto?
—¿Qué es tu culpa? —preguntó.
—Tú… estando enferma. ¿Y si… y si te hubieras muerto o algo así?
Rapunzel no podía negar que había pensado que se estaba muriendo,
más de una vez. Así que no contestó esa pregunta en particular.
—No, Fane. No es tu culpa, es mía. No debería haber levantado la
máscara.
—No debería haberte llevado conmigo para empezar —dijo.
—No digas eso —dijo—. Tú eres la única diversión que he tenido en
toda mi vida. Incluso si muriera mañana, estaría bien con eso. Fane, ¿entiendes
cómo es mi vida?
Él no respondió, solo miró hacia abajo.
—Me siento dentro de estas paredes, todo el día, todos los días, sin
hacer nada, sin ver a nadie, hablando con un pájaro que vive en el árbol fuera
de mi ventana. No quiero vivir más así.
Sus ojos volvieron hacia ella.
—¿Qué quieres decir?
Miró a su alrededor, como si su madre hubiera entrado y pudiera
escucharla.
—Cuando estaba enferma escuché a mi madre y a mi médico hablar.
Fue muy raro.
—¿Sí? ¿Qué dijeron?
—No puedo recordar todo —dijo con un suspiro—. Estaba muy
enferma, así que honestamente no estoy segura de cuánto escuché y cuánto
me imaginé. Pero él estaba diciéndole que yo no debería estar dentro tanto
tiempo, dijo algo de que era malo para la comunidad.
—¿Malo para la comunidad? —Las cejas de Fane se juntaron mientras
su boca se tensaba. 133
—Lo sé, no tiene sentido para mí tampoco. Pero ella dijo que si contaba
su secreto, no podría ser médico nunca más y su familia estaría avergonzada
de él. —Las lágrimas pinchaban los ojos de Rapunzel, no estaba segura lo que
todo eso significaba. De alguna manera se sentía mal que su madre tuviera
un secreto que la involucrara, un secreto tan malo que un hombre no pudiera
ser más un doctor, que podría ir a prisión si lo revelaba. Había podido conocer
un poco al Dr. Henreich y se dio cuenta que era un hombre amable y cariñoso.
—¿Qué puedo hacer para ayudar?
Rapunzel se tragó el nudo en su garganta, sabía que él haría todo lo
que pudiera.
—Realmente no lo sé —dijo—. ¿Puedes preguntar por ahí para saber si
alguien ha escuchado algo? ¿Averiguar qué tengo que ver con la comunidad?
—Absolutamente —dijo.
—Y ven a verme pronto —dijo en voz baja.
Fane se aclaró la garganta.
—¿Crees que es una buena idea?
Ella le sonrió.
—Creo que es la mejor idea que he tenido.
—Pero y si hago que tú…
—Por favor —susurró.
Él dejó de hablar ante su súplica, luego asintió.
—Bueno, voy a tratar de ir tan pronto como me sea posible.
Rapunzel rodó sus hombros, aún estaba un poco dolorida.
—Estoy cansada, creo que debería ir a acostarme.
—Definitivamente —dijo—. Deberías ir a acostarte.
—¿Fane?
—¿Sí?
—Me alegro que estuvieras conectado, gracias por preocuparte tanto
por mí.
134
—Me alegra que estés bien —dijo él con la voz llena de emoción.
24
Traducido por Veroonoel
Corregido por Nanis

C
ada día Rapunzel se sintió más fuerte hasta que finalmente
terminó de tomar las pastillas, antibióticos los llamó el Dr.
Henreich. Se las arregló para salir de la cama por períodos más
largos de tiempo, y pronto su madre había reducido sus visitas a dos veces al
día. Eso le dio a Rapunzel tiempo para tratar de descubrir las cosas navegando
en Internet.
Comenzó buscando SCID. Leyó acerca de David Vetter, conocido como

135
el Chico Burbuja, y estuvo agradecida de que no tenía que vivir en el mismo
tipo de ambiente estéril que él. Aunque él por lo menos fue capaz de tener
algo de contacto social con otros en vez de ser encerrado en una torre. No
sabía qué era peor.
Estuvo emocionada cuando leyó sobre una vacuna o cura posible, luego
se volvió descorazonada cuando leyó que era solo para los niños. Leyó sobre
la posibilidad de un trasplante de médula ósea o terapia genética, pero de
nuevo se dio cuenta que eso solo funcionaba en niños pequeños.
Había muchos sitios relacionados con el Síndrome de
Inmunodeficiencia Combinada Severa, pero la mayoría repetían la misma
información. La única esperanza que parecía tener era en un sitio que hablaba
de los posibles falsos negativos. Se preguntó si era una posibilidad en su caso,
aunque su reciente enfermedad parecía negar eso. Pudo encontrar un montón
de información sobre causas y síntomas de su enfermedad, pero nada
definitivo que dijera si estaría a salvo al salir con el público en general si era
cuidadosa.
Pensó en preguntarle a su madre sobre eso, pero sabía que no había
ninguna posibilidad en base a su reciente enfermedad. Recordó cuando tenía
seis años y preguntó por primera vez si podía salir afuera y jugar.
—No, Rapunzel, y no debes preguntar eso de nuevo. —El tono de su
madre fue firme.
—¿Pero por qué? —preguntó su joven ella.
—Porque, querida, fue profetizado que debes vivir para salvarnos.
Debes vivir, y nunca debes cortarte el cabello.
—¿Por qué?
—Porque, Rapunzel —dijo, su voz llena de irritación—, alguien te
predijo antes de que nacieras. Me dijo que tendría una niña con cabello
dorados que sería la salvadora de… la humanidad. Me dijo que vivirías para
salvar todo, y que tu largo y dorado cabello sería el faro para iluminar el
camino.
Rapunzel no tenía idea de lo que significaban esas palabras, pero
sonaban ominosas. Y su madre le había repetido la historia una y otra vez a
través de los años hasta que se la había memorizado. Aunque confundida
sobre cómo se suponía que salvaría a la humanidad desde una torre, no quería
causar la caída del mundo con su egoísmo.
Apagó su computadora, no había posibilidad de que Fane estuviera en
136
línea durante el horario de escuela, y se retorció un mechón de cabello
alrededor de su dedo. Lo miró, brevemente consideró cortarlo, no por primera
vez, y supo que nunca lo haría. No podía correr el riesgo.
Caminó hacia la ventana con un puñado de semillas para pájaros y vio
a Angel acurrucada en la rama de un árbol. Gris y nublado, el cielo prometía
nieve pronto. No pensó que el pequeño pájaro aún estuviera por allí, a la
intemperie del frío.
Abrió la ventana, respirando el fresco, limpio y frío aire. Oler el aire libre
fue un alivio. No se había dado cuenta de lo mucho que lo extrañaba. Angel
voló hacia allí y la miró, inclinando su cabeza como preguntándole dónde
había estado.
—He estado enferma, pequeña —le dijo.
Angel pareció satisfecha y picoteó una semilla de su palma.
—Estoy mejor ahora.
Angel alborotó sus plumas y tomó otra semilla.
—Desearía que pudieras hablarme —dijo—. Desearía que pudieras
responder mis preguntas. Desearía que alguien pudiera. —Mientras decía las
palabras, el Dr. Henreich cruzó su mente. Se preguntó si podría responder sus
preguntas o si sería tan hermético sobre todo como su madre—. ¿Crees que
el buen doctor respondería mis preguntas? —le preguntó al pájaro azul. Angel
agitó sus alas, luego se recostó de nuevo para obtener más semillas—. No sé
cómo interpretar eso. —Angel la miró, parpadeó, y se balanceó para otro
bocado—. Bueno, supongo que si no pregunto nunca sabré, ¿cierto? —Angel
pío y arrebató otro picotazo de semillas antes de revolotear hacia su asidero.
Rapunzel lanzó el resto de las semillas, recostándose sobre sus codos y
observando a su amiga.
—Deberías irte pronto. Va a nevar en poco tiempo. No quieres quedar
atrapada en el frío.
Como si sus palabras fueran el impulso necesario, Angel voló hacia el
sur. Rapunzel la observó irse, triste, ya que podría no ver a su pequeña amiga
de nuevo hasta la primavera. Tomó unas respiraciones profundas más y cerró
su ventana.
Se dejó caer en su sofá, mirando a su alrededor el área que había sido
137
su vida entera; hasta Fane, eso era. Pensó de nuevo en la profecía. ¿Quién le
había dicho a su madre su destino? Rapunzel se puso de pie, con la intención
de volver a su computadora para buscar profecías para ver qué podía
descubrir. Cuando entró en la alcoba dónde se encontraba su computadora,
escuchó que la puerta de su habitación se abría. Se dio vuelta con
culpabilidad, como si hubiera estado a punto de hacer algo malo.
—¿Te sientes mejor? —preguntó su madre con demasiada
preocupación en su voz. Rapunzel levantó una ceja ante el tono falso hasta
que vio al Dr. Henreich siguiendo a su madre.
—Sí, lo estoy —dijo.
—Me gustaría revisarte, Rapunzel —dijo—. Quiero hacer un par de
pruebas para asegurarnos de que no vamos a tener una recaída.
Los ojos de Gothel se agrandaron.
—¿Es una posibilidad, Henreich? —preguntó, con genuina
preocupación en su voz ahora.
—Claro que lo es —respondió—. Aunque es poco probable. Sin
embargo, debido a… las inusuales circunstancias de Rapunzel… uh,
enfermedad, deberíamos asegurarnos.
Rapunzel se preguntó por su discurso vacilante.
Guio el camino a su habitación, seguida por los otros dos. El Dr.
Henreich siguió una serie de procedimientos, escuchó su corazón y pulmones,
miró su garganta, ojos y oídos.
—Me gustaría sacar algo de sangre para hacer algunas pruebas también
—le dijo. Asintió, sin saber cómo iba a sacar la sangre de ella. Cuando sacó
una aguja, se echó atrás con miedo—. Es solo un pequeño pinchazo —le
aseguró.
Rapunzel miró a su madre, abriendo su boca para pedirle que sostuviera
su mano. Pero su madre miraba la aguja como si fuera una víbora.
—Voy a estar aquí afuera —murmuró, saliendo rápidamente de la
habitación.
La atención de Rapunzel volvió a Henreich mientras ataba lo que
parecía una gran banda de goma alrededor de la parte superior de su brazo.
138
—Ayudaría si miras en otra dirección.
Asintió, tomó una vigorizante respiración, y se volvió hacia la puerta por
donde había desaparecido su madre. Sintió un pinchazo en la parte interior
de su codo, y unos segundos después la banda de goma fue liberada. Miró su
brazo y vio la sangre fluyendo dentro de un pequeño frasco que había
colocado en la aguja.
—Eso no dolió —dijo, su tono reflejando su sorpresa.
—Bien —dijo, sonriéndole cálidamente. De repente se dio cuenta:
estaba a sola con el doctor.
—Dr. Henreich, ¿puedo preguntarle algo? —preguntó rápidamente
antes de que su coraje la abandonara.
—Por supuesto. —Sacó el vial y lo reemplazó con otro.
—Es sobre mi SCID. —Sus ojos se movieron nerviosamente hacia la
puerta. Continuó—: Me estaba preguntando… ¿cree que podría haber una
cura? O algo… ¿alguna forma de que podría quizás al menos estar lo
suficientemente bien para salir, o ver a otras personas?
Henreich sacó la aguja de su brazo, presionando una bola de algodón
contra el punto de sangre que brotó.
—Pon un poco de presión en esto —le dijo. Rapunzel comenzó a pensar
que no respondería su pregunta mientras marcaba los pequeños viales—. Es
difícil de decir, Rapunzel. Hay algunas curas que están siendo usadas en la
actualidad, pero depende en cada caso individual.
—Bueno, ¿con quién tendría que hablar sobre eso? —preguntó
emocionada.
Henreich se aclaró la garganta y miró hacia la puerta una vez más.
—No creo que ninguna de las curas funcione en ti —dijo con voz baja.
El corazón de Rapunzel se desplomó—. Pero no porque no crea que no
puedas ser curada.
—¿Qué? —¿Qué demonios quiso decir?
Henreich tragó con fuerza, como si estuviera nervioso. Rapunzel pensó 139
en el secreto que compartía con su madre. Miró a la puerta una vez más, y
Rapunzel siguió su mirada.
—¿Hay algo que… usted sepa? ¿Sobre mí? —susurró.
Los ojos de Henreich se reunieron rápidamente con los suyos. Abrió su
boca como si fuera a hablar, pero la voz de su madre interrumpió desde la
otra habitación.
—¿Ya terminó, Henreich? —gritó.
Cerró sus ojos, apretó su mandíbula, y se puso de pie. Rapunzel sintió
como si se le estuviera escapando una oportunidad.
—Por favor —dijo, extendiendo su mano para tocar su brazo—. Si hay
algo que debería saber…
Se congeló ante su toque, y puso una mano sobre la suya mientras su
madre aparecía en la puerta.
—Vas a estar bien, Rapunzel —dijo, acariciando su mano, sonando
preocupado. Pero sus ojos se clavaron en los de ella, pareciendo que quisiera
que encontrara sentido a sus palabras. Apretó su mano ligeramente—. Estás
bien.
—Bueno, eso es un alivio, ¿cierto? —preguntó su madre, adentrándose
en la habitación. El rostro de Henreich se tensó mientras se alejaba, colocando
todas sus herramientas de nuevo en su bolso. Rapunzel lo observó, sintiendo
una vez más como si se estuviera perdiendo algo que, si podía descubrir qué
era, podría cambiar su vida.

140
25
Traducido por Veroonoel
Corregido por Nanis

—C
uando me preguntaste sobre tu enfermedad y la
comunidad, ¿es posible que quisieras decir inmunidad?
Rapunzel parpadeó. Había estado mirando a Fane
bastante duro a través de la pantalla de la computadora mientras le
obsequiaba historias sobre la escuela, y la ponía al día sobre las hermosas
hermanas Marissa y Ashlynn. Con toda honestidad, salvo cuando habló sobre
las hermanas no prestó mucha atención, solo aprovechaba la oportunidad

141
para mirarlo. Lo echaba de menos desesperadamente. No se había dado
cuenta lo sola que estaba hasta que él llegó.
—¿Inmunidad? —repitió ella.
—Sí. Yo… —Se interrumpió, luciendo claramente incómodo, con la
mirada baja—. Le pregunté a mi mamá qué enfermedades tenían que ver con
la comunidad. —Levantó la mirada hacia ella como para ver su reacción.
—¿Qué dijo? —lo presionó.
—Muchas. —Sonrió—. Y después de mucho escucharla hablar sobre
enfermedades que afectan comunidades, comenzó a hablar sobre
la inmunidad y de repente me pregunté si era eso lo que habías oído.
—Podría haber sido —dijo, asintiendo—. Las dos palabras suenan
similares.
—Tendría más sentido —dijo—. ¿Recuerdas algo más de lo que estaban
hablando?
—No mucho —admitió—. Todo es un poco difuso. Solo algo sobre ser
mantenida dentro por ser mala para la comunidad… o la inmunidad, supongo.
Tiene sentido ya que el SCID es una enfermedad de deficiencia inmunológica,
¿cierto?
—Eso definitivamente tiene más sentido —dijo, inclinándose hacia
delante con entusiasmo—. Busqué algunas cosas después de que dijo eso, y
leí en varios lugares que los bebés que son mantenidos en el interior no tienen
la oportunidad de desarrollar sistemas inmunológicos normales.
—¿Los bebés tienen que estar expuestos al mundo para desarrollar su
sistema inmunológico?
—Sí. No sabía mucho sobre inmunidad, así que leí algunas cosas. Es la…
cosa en tu cuerpo que te impide enfermarte. Eso no es del todo correcto. Es
como el sistema de defensa de tu cuerpo. Es la forma en que eres capaz de
luchar contra los virus, bacterias y otras cosas que hacen que te enfermes. Si
un bebé no es expuesto a algunas de esas cosas cuando es un bebé, no tienen
una buena inmunidad, lo que significa que la más mínima exposición los
puede poner enfermos, realmente enfermos.
La confusión se arremolinó en la cabeza de Rapunzel.
—¿No lo entiendes? —preguntó Fane. Rapunzel sacudió su cabeza—.
Quizás lo que ha hecho que seas incapaz de salir es el hecho de que tu mamá
te ha mantenido dentro toda tu vida. Tenía miedo de que te enfermaras. Pero
ahora, dado que no tienes ese sistema inmune que necesitas, eso significa que
142
es más probable que te enfermes si sales.
Rapunzel dejó caer su barbilla en sus manos, manteniendo sus ojos
pegados al rostro de Fane. Incluso toda esta información desconcertante no
podía atenuar su alegría de verlo.
—¿Entonces cómo arreglo esto? —preguntó.
Él se desplomó en su silla.
—No lo sé.
La desesperación se arremolinó alrededor de Rapunzel.
—¿Entonces cómo se supone…? Me tengo que ir —dijo rápidamente,
cerrando el programa mientras oía que giraba la manija de su puerta. Puso la
página de matemática en la que había estado trabajando antes de la
vídeollamada por Skype con Fane.
—¿Aún haciendo la tarea, Rapunzel? —le preguntó su madre mientras
entraba campante en la habitación—. Vas a causarte una recaída si no
descansas más.
Rapunzel suspiró. Había pasado casi tres semanas desde que se había
levantado por primera vez de la cama después de su enfermedad. Se sentía
completamente normal, pero su madre quería que se acostara en la cama todo
el día por miedo a una “recaída”. Rapunzel casi consideró fingir una solo para
ver si podía hacer que el Dr. Henreich volviera para cuestionarlo de nuevo.
—Me siento bien, madre —dijo, levantándose de su asiento y uniéndose
a ella en la cocina.
—Bueno, no podemos ser demasiado cuidadosas, ¿o sí?
Rapunzel no respondió la pregunta retórica. Se deslizó en el asiento
opuesto al de su madre y observó mientras sacaba el pollo, papas al horno, y
pastel de manzana de la cesta que había usado para llevarlo a la planta alta.
La cocina era otra actividad que su madre sentía que era demasiado
extenuante y no permitía que Rapunzel hiciera.
—¿Puedo preguntarte algo? —dijo Rapunzel. Su madre no respondió,
pero Rapunzel sabía que no lo haría. Siempre esperaba a oír la pregunta antes
de comprometerse a responder—. ¿Recuerdas la profecía de la que me
hablaste? ¿Me la puedes explicar de nuevo?
143
Los ojos de Gothel se agudizaron.
—¿Por qué la curiosidad, Rapunzel?
Rapunzel escuchó la leve nota de advertencia en su voz y su voluntad
flaqueó. Aunque estaba determinada a saberlo.
Bajó la mirada y se encogió de hombros.
—Es que no me lo has dicho desde hace un tiempo. Quiero estar segura
de que lo entiendo.
—¿Qué quieres decir con entenderlo? ¿Entender qué?
Rapunzel juntó sus manos nerviosamente bajo la mesa, sintiendo como
si estuviera de pie sobre una delgada capa de hielo sobre aguas peligrosas.
—Es que pasé algún tiempo pensando en ello mientras estaba enferma,
y me preocupa que la esté olvidando, o no recordándola correctamente. Es
importante, ¿cierto?
Lentamente, levantó su mirada mientras su madre la miraba en silencio.
Finalmente, dejó su plato a un lado y Rapunzel supo que le contaría.
—Supongo que tienes razón. Eres mayor ahora, y quizás más capaz de
comprender la importancia de lo que se me dijo.
Rapunzel no estaba segura de lo que debía hacer: seguir comiendo y
fingir indiferencia para sacarle más información a su madre con suerte o darle
toda su atención. Dejó el plato a un lado y volvió su mirada a su madre. Los
ojos de Gothel adquirieron una especie de resplandor, confirmando que
Rapunzel había tomado la decisión correcta.
—He ido a un montón de síquicos antes, pero todos eran falsos
profetisas —comenzó, su voz adquiriendo fervor—. Sin embargo, nunca perdí
la fe de que encontraría a alguien que pudiera responder mis preguntas. Y
entonces, un par de años antes de que nacieras encontré a Vedmak.
Rapunzel sintió una descarga de chispas a través de ellas. Nunca había
escuchado el nombre antes… o si lo había hecho, no lo recordaba.
—Él sabía cosas, Rapunzel, cosas que no podría haber sabido sobre mí.
Sabía de mi sed por un niño. Sabía sobre mis padres y la forma en que habían
muerto tan jóvenes.
»Así que volví a él una segunda vez, y luego una tercera. Cada vez sabía 144
cosas sobre mi pasado. Le pregunté por mi futuro, el futuro de mi hija, y me
dijo sobre ti. —Gothel sonrió, pero no era dirigida a Rapunzel, más bien a un
recuerdo lejano—. Dijo que un niño de cabello dorado, una niña, vendría a mi
vida. Pero que no sería una niña ordinaria. Oh, no, no mi niña. Mi niña
sería todo, no solo para mí sino para mi hija también. —¿Cómo podría
Rapunzel ser tan importante para ella misma? No tenía sentido—. Eres quien
iba a salvar todo.
Un escalofrío recorrió la espalda de Rapunzel al escuchar que se
hablaba de ella como algún tipo de ser extraordinario, más que humano.
No quería ser una especie de… salvadora.
—Vedmak me dijo que tendrías cabello hermoso, como hilo de oro, y
que sería mágico. Me explicó que tu cabello crecería a un ritmo inusual, y que,
al igual que Sansón, nunca debería ser tocado por la hoja de una cuchilla. Dijo
que al hacerlo drenaría la magia de tu cabello, y las consecuencias serían
devastadoras. —Gothel se inclinó hacia delante, agarrando la mano de
Rapunzel con urgencia—. Devastadoras, Rapunzel. —Se relajó, liberando la
mano de Rapunzel—. Y luego te encontré —dijo Gothel.
Rapunzel se sobresaltó.
—¿Me encontraste? —preguntó, su voz alta por la sorpresa.
—Te tuve —dijo Gothel—. Te tuve. Y eras exactamente como Vedmak
te había descrito, desde tu grueso, largo y dorado cabello hasta tus grandes
ojos verdes, y sonreías todo el tiempo. Sabía que eras tú. Sabía que eras a
quien había previsto, mi restaurada hija.
La mente de Rapunzel estaba volando. Sus pensamientos seguían
tropezando con esa palabra: encontrado. Su madre se había corregido, pero
no podía conseguir que la palabra dejara de girar en su mente.
—Cuando te llevé a él, confirmó que eras tú quien había predicho,
Rapunzel. Te reconoció inmediatamente. Y luego me dijo el resto de la
profecía. “Había peligro de perderse para siempre”, me dijo, “y serías tú quien
la salvara”.
—¿La salvara? —intervino Rapunzel. El pánico la asfixió.
—Salvar al mundo, Rapunzel. ¿Quieres que te cuente esto, o quieres
seguir interrumpiéndome?
Los ojos de su madre se clavaron en ella, y Rapunzel se encogió.
145
—Lo siento —murmuró.
—Sí. Bueno. —Gothel miró de nuevo mientras continuaba—. Salvarás
todo. Habló de tu cabello. Me dijo que todo estaba relacionado: tu cabello, tu
seguridad, y la seguridad del mundo. Que debía protegerte a toda costa, y
que tu cabello nunca debía ser tocado por la hoja de una cuchilla. Y he hecho
eso, Rapunzel. He hecho todo lo que me ha pedido, y hasta ahora hemos
estado protegidas del peligro.
El brillo en los ojos de Gothel enervó a Rapunzel. Aun así encontró el
coraje para preguntar:
—¿Y mi enfermedad, el SCID? ¿Sabía acerca de eso?
Gothel se puso de pie y se alejó de Rapunzel. Se acercó al fregadero y
apoyó sus manos en el borde del mostrador, empujando su peso contra sus
brazos.
—Me dijo que serías frágil. Me dijo que necesitarías protección. —Se
volvió de nuevo hacia Rapunzel—. Así que, sí, supongo que lo sabía.
Rapunzel asintió, sintiéndose demasiado conmocionada por lo que
había escuchado para formar cualquier palabra más. Le había contado la
historia muchas veces en su vida, pero nunca de esta manera, nunca con tanto
detalle. Tenía más preguntas que cuando había preguntado. Su estómago se
revolvió.
—Rapunzel, tengo que irme de nuevo, en un par de días.
Si hubiera palabras para sacar a Rapunzel de su sentido de fatalidad,
eran esas. Que su madre se fuera significaba que podría ver a Fane de
nuevo. Trató de mantener la alegría fuera de su rostro.
—¿Ah, sí? —se las arregló para decir.
Su madre se acercó a ella, tomando sus manos en las suyas.
—Será solo por seis días de nuevo. Parecías muy bien cuando me fui la
última vez. ¿Estarás bien de nuevo? Si no es así, puedo cambiarlo, puedo…
—No —dijo Rapunzel rápidamente—. Ve. Estuve bien entonces y
también estaré bien esta vez.
—Me aseguraré que haya comida preparada para ti cada día. 146
—No es necesario, madre. Puedo alimentarme.
—No podemos arriesgarnos a una recaída, Rapunzel. Entiendes el
peligro ahora.
—Por eso debería hacerme mis propias comidas, madre. ¿Cómo me
traerá Cocinera la comida sin exponerme a los posibles gérmenes que podría
traer? —La culpa plagó a Rapunzel por jugar la carta de los gérmenes, pero
definitivamente no quería una niñera echando a perder su poca libertad.
Gothel pensó en las palabras de Rapunzel, luego asintió en acuerdo.
—Sí, supongo que tienes razón. Entonces haz una lista de compras y te
traeré lo que necesites.
Rapunzel se dejó caer en la cama una hora más tarde, luego de escribirle
a Fane con las noticias sobre el viaje pendiente de su madre. Quería entrar a
Internet y buscar tantas cosas que su madre le había dicho, pero estaba
demasiado agotada emocionalmente. Más que eso, quería hablar con Fane
sobre eso, ¿pero debería? ¿Cómo podría explicar las cosas que le habían dicho
sin que pensara que ella y su madre estaban locas? ¿La miraría de manera
diferente si le dijera todo lo que le había dicho?
No era un riesgo que estuviera dispuesta a tomar, no ahora.

147
26
Traducido por Fanny
Corregido por Sttefanye

I
nmunidad: un estado de tener suficientes defensas biológicas
para evitar infecciones, enfermedades, o alguna otra invasión
biológica. Es la capacidad del cuerpo para resistir que los
microbios entren a él.
Rapunzel leyó varias veces la definición hasta que se la supo de
memoria. Con la SCID, definitivamente no tenía suficientes defensas contra
invasiones biológicas. Trató repetidamente de recordar la conversación que

148
escuchó entre su madre y el Dr. Henreich, pero no pudo recordar los detalles.
Leyó sobre los diferentes tipos de inmunidad: la inmunidad adquirida
por ser expuesto a ciertos gérmenes y bacterias en el mundo, y la inmunidad
adquirida por recibir vacunas contra ciertos gérmenes y bacterias. Trató de
recordar si alguna vez había sido vacunada pero no sabía.
Sus dedos estaban sobre el teclado. Sabía que podría estar abriendo
una puerta que era mejor tenerla cerrada, ¿o qué era esa cosa griega sobre la
que leyó? ¿Caja de Pandora? Fane le había advertido. Sus dedos tocaron las
teclas. Estaba cansada de ser la única que no sabía nada sobre su vida. Escribió
“Finca Gothel”.
En la búsqueda salió: ¿Quisiste decir Mansión Gothel?
Hizo clic sobre las palabras subrayadas, sorprendida mientras páginas
de enlaces salían. El Misterio de la Mansión Gothel. Mansión Gothel:
¿Mito o Realidad? Legado Embrujado de la Mansión Gothel. La
Torre Fantasma de la Mansión Gothel. Casi todos los títulos sonaban
sensacionalistas, con solo unos pocos que parecían apegarse a lo histórico.
Tomando una vigorizante respiración, hizo clic sobre una que parecía evitar
lo sensacionalista.
La Mansión Gothel, construida a principios del año 1700
por el pionero Lawrence Gothel, no era nada más que una pequeña
cabaña con dos habitaciones donde vivía él, su esposa, Clarisse,
y sus ocho hijos cuando se mudaron al territorio del norte de
California. Como renombrado comerciante de pieles, la suerte
de Lawrence no se extendió a su familia. En menos de una década,
desde que se mudaron, seis de sus hijos, junto con Clarisse,
habían muerto.
Vaya, pensó Rapunzel. Qué horrible perder seis hijos y a tu esposa.
Los dos hijos que le quedaban se casaron, pero solo uno
tuvo un niño, un hijo.
Este descenso de suerte continuó en la familia Gothel por
más de un siglo, hasta la Fiebre del Oro en el 49, cuando Lucas
Gothel se hizo rico. Construyó sobre la cabaña hasta que se
convirtió en una gran casa. La enorme casa fue en vano. Lucas
solo fue capaz de engendrar a un solo niño, un hijo llamado
Frederick.
Frederick era un genio financiero, y es por él que la 149
familia ha prosperado en el medio siglo desde entonces.
Frederick ató la fortuna de la familia en empresas rentables,
incapaz de ser interrumpida por ninguno de sus descendientes,
lo que ha asegurado la continua prosperidad de la fortuna Gothel
para las muchas generaciones por venir.
Actualmente, por primera vez, la casa es propiedad de un
Gothel que no lleva su sangre. El último heredero, Nigel Gothel,
se casó con Bonnie Higby, quien tiene un pasado cuestionable.
Hubo cierta especulación en cuanto a la muerte prematura de los
padres de Higby. Sin embargo, con evidencia inconclusa, a Higby
no se le imputó ningún crimen. Gothel se casó con Higby, y
luego murió en un accidente tres años después. De nuevo, Higby
fue puesta bajo especulación, pero una vez más, no hubo
evidencia que probara que tuviera algo que ver con la muerte
de Gothel. Desde entonces, ha construido en la casa, a pesar
de vivir ahí sola.
Desafortunadamente, la pareja no tuvo ningún hijo, y con
ningún otro heredero, la casa y fortuna ha sido dejada a Higby.
Espera, ¿qué? Rapunzel leyó las últimas dos líneas de nuevo. “Sin hijos…
vive sola”. Pero entonces, ¿quién soy?
Higby, quien ahora lleva el nombre legal de Gothel, reside
en la casa. Nunca se casó de nuevo, y queda por ver a quién le
dejará la fortuna cuando muera.
Rapunzel terminó de leer el artículo, el cual tenía unas cuantas
imágenes de su casa, incluyendo una vista aérea. Las viejas imágenes
mostraban una casa mucho más pequeña, y su torre definitivamente no
estaba. Fue atrás y leyó la línea de nuevo: “…la pareja no tuvo ningún hijo”. Si
estaba en lo correcto, Bonnie Higby era el nombre de su madre. Su madre
quien tenía un pasado “cuestionable”.
¿Por qué nadie sabía sobre Rapunzel? ¿Era su nacimiento un secreto?
Se sintió abrumada por lo que había leído. Entonces, ya que estaba así de
lejos, decidió que muy bien podría seguir, hizo clic en el enlace llamado: El
Misterio de la Mansión Gothel.
Puede que Shasta Country, California, no tenga un parque
de diversiones adornado con ratones parlantes de grandes
orejas, pero tiene algo mucho más siniestro. La Mansión Gothel.
150
La Mansión Gothel ha tenido un largo legado de propietarios
menos que sanos sobre los años, con la maldición sobre cada
heredero de solo ser capaces de producir un hijo para seguir
con el legado.
Hasta ahora.
Ahora la Mansión y la fortuna Gothel están en las manos
de la acusada de asesinatos, Bonnie Higby.
La boca de Rapunzel cayó abierta. ¿Asesinatos?
Los padres de Bonnie Higby murieron cuando el gas en su
hogar les causó asfixia. No hubo fuga. El horno había sido
encendido, la luz piloto apagada. Bonnie parecía estar pasando
la noche en la casa de una amiga. Parecía estar. Aunque nunca
pudo ser probado que Bonnie mató a sus padres, hubo muchas
sospechas y especulaciones. Había rumores de abuso por parte
de los padres de Bonnie.
Cuando se las arregló para enganchar al soltero codiciado
Nigel Gothel, el mundo estuvo sorprendido. Cuando tres cortos
años después de su matrimonio Nigel murió en un accidente de
senderismo con su esposa en las Montañas de las Cascadas cerca
de su hogar, una vez más, Bonnie se volvió una sospechosa. Sin
embargo, sin testigos que probaran que él no se había resbalado
como clamaba Bonnie, una vez más, fue liberada.
Y ahí es cuando las cosas se pusieron realmente raras.
Después de la muerte de Nigel, y aparentemente sin ningún
otro heredero, la fortuna terminó en manos de Bonnie la Mala.
O tal vez sería más apropiado llamarla Bonnie la Loca. Bonnie
la Loca, quien vive como una ermitaña, consulta médiums, y
lleva a cabo sesiones espiritistas. Ha habido rumores de
brujería probablemente incursionada por ella. Entre todas sus
actividades extracurriculares, Bonnie la Loca construye.
Sí, es correcto. Construye. Siempre hay construcciones en
la enorme mansión. Abundan los rumores de que la construcción
es casi constante y también inútil. Un trabajador de
construcción anterior, dijo que personalmente trabajó en unas
escaleras que no van a ningún lado, y puertas que abren a
paredes. “Y siempre”, dice, “son seis trabajadores en total”.
151
Claramente, Bonnie la Loca está obsesionada con el número
seis. Seis trabajadores en todos los equipos todo el tiempo,
trabajando seis horas, seis días a la semana. Las puertas deben
tener seis paneles, también ventanas, o ya sea seis paneles o
seis ventanas por habitación. Todo debe ser medido en
incrementos de seis. Por ejemplo, una habitación debe ser de
doce, dieciocho, veinticuatro metros. Cualquiera que sea
divisible en seis. Los techos son de doce metros. Y aquellos
que no lo fueren se han modificado a un gran costo.
El misterio más grande es la gran torre. Construida hace
dieciocho años, se rumora que esta torre alberga a una chica,
¿tal vez la hija de Bonnie la Loca? Aunque no se sabe del
nacimiento de ningún hijo de la mujer, más que del niño que
abortó. Trabajadores han reportado haber visto una figura en
la ventana alta en rara ocasión. Tal vez es un fantasma de una
de las últimas esposas Gothel. Hay mucha especulación sobre
ella, pero nada que haya sido corroborado, como los asesinatos
de Bonnie la Loca.
El estómago de Rapunzel se revolvió. Podría haber pasado todo el
asunto por tonterías, si su madre no le hubiera dicho la historia sobre Vedmak.
Si no hubiera visto la sala oscura de seises.
Si no hubiera visto las escaleras y puertas.
Si ella no fuera la chica fantasma.
Cerró su computadora. Fane sabía todo esto, le había dicho que no
buscara la casa en Google, lo que significaba que él sabía lo que iba a
encontrar. Se puso de pie y salió de la alcoba. Su mirada atrapó el tazón de
manzanas, el tazón en el que siempre se requería que hubiera seis manzanas.
Fue a su habitación, pasó al baño, y por primera vez en su vida, vomitó.

152
27
Traducido por Selene1987
Corregido por Sttefanye

R
apunzel ignoró los repetidos mensajes que Fane le dejó en su
página de Facebook. Estaba preocupado de nuevo. Ella lo sabía
y se sentía mal. No podía enfrentarse a él, no ahora, no sabiendo
lo que sabía. Ya era suficientemente difícil enfrentarse a su madre, fingiendo
que todo estaba bien.
Su madre sentía que algo estaba mal.
—Te sientes enferma de nuevo, ¿no? Muy bien. Voy a cancelar mi viaje.
—No —dijo Rapunzel rápidamente. Necesitaba un tiempo a solas—. De 153
verdad, madre, me siento bien. —Sonrió ampliamente—. Solo estoy un poco
preocupada por un examen que tengo próximamente. Utilizaré el tiempo que
no estés para estudiar y todo estará bien. Lo prometo.
Su madre la miró de reojo. Rapunzel se irguió y actuó lo más normal
posible durante los próximos días hasta que su madre estuviera convencida
de que estaba bien.
El día antes del viaje, su madre sacó el tema de Cocinera.
—Voy a darle días libres. No tiene sentido tener a alguien en la casa,
extendiendo gérmenes innecesariamente. —Colocó un mechón de cabello de
Rapunzel tras la oreja, acariciándolo como siempre lo hacía.
—Es una buena idea —contestó Rapunzel, sin mencionar que había sido
su propia idea originalmente.
—¿Aún tienes el teléfono? —preguntó Gothel, al darse cuenta que no
se lo había quitado anteriormente.
—Sí. —Rapunzel intentó calmar su agitado corazón. ¿Se lo pediría su
madre y vería sus mensajes con Fane?
—Bien —dijo—. Asegúrate de cargarlo. Te llamaré cada noche.
—¿A las seis? —preguntó Rapunzel con gracia, mordiéndose la lengua
por el rencor.
Su madre no comentó nada, simplemente respondió con una
afirmación. Claro que no le pediría ver el teléfono. No tenía ninguna razón
para creer que Rapunzel haría otra cosa con él. ¿A quién llamaría?
Su madre se marchó después de asegurarse que Rapunzel estuviera
repleta de comida. El día que se marchó, Rapunzel consideró quedarse en la
cama todo el día. Estaba deprimida. Se obligó a salir de la cama y caminó
hacia su única ventana. Era un domingo por la mañana en noviembre, y el
cielo gris del exterior hacía juego con su estado de ánimo. No había visto a
Angel en un par de semanas, y aunque se alegraba de que el pajarillo hubiera
volado hacia el sur, echaba de menos a su único amigo, además de Fane. Pero
también le había echado de su vida. Simplemente no esperaba que doliera
tanto.
Regresando a la sala principal, miró hacia la puerta, preguntándose si
no estaba cerrada con llave. Estaba sola, después de todo, durante seis días.
Podría ver el resto de la casa, ver por sí misma la locura de Bonnie Gothel. Dio
154
la vuelta al pomo de la puerta… cerrado. Claro.
Intentó recordar cómo Fane había abierto la puerta antes con el
destornillador. No es que tuviera un destornillador. Y aunque lo tuviera, no
estaba segura de que pudiera hacerlo. Se puso en cuclillas y examinó el
picaporte. Los tornillos tenían una especie de x marcado en el centro.
Se dirigió a su cocina y abrió el cajón de los utensilios. Entonces se miró
a sí misma. Aún tenía puesto el pijama. No podía caminar por la casa en
pijama. ¿Y por qué no?, pensó. No había nadie más aquí, ¿qué diferencia
habría? De hecho, ¿por qué se vestía siquiera, solo para ver a su madre? Sin
duda a su madre no le importaba cómo se veía.
Buscó entre el contenido del cajón, intentando encontrar algo que
funcionara. No tenía nada que fuera como la forma de la marca. Eligió un
cuchillo afilado, preguntándose si la punta funcionaría.
Regresando a la puerta, se arrodilló y colocó el cuchillo, girando
lentamente. Su cabeza cayó, derrotada, pero se recuperó cuando oyó
movimiento en el otro lado de la puerta. ¿Su madre había decidido quedarse
en casa después de todo? ¿O Cocinera? ¿O era alguien más…? Se alejó de la
puerta, sin estar segura de qué hacer mientras oía un ruido de arañazos contra
la puerta. Su corazón latió salvajemente. Sujetó el cuchillo para defenderse, y
entonces se dio cuenta de que si fuera su madre no podría explicar por qué
sujetaba un cuchillo como si fuera un arma. Lo escondió tras su espalda
mientras el picaporte empezaba a girar. Se apretó contra la pared,
observando.
La puerta se abrió lentamente. No era su madre. Su madre jamás
entraría tan sigilosamente, o al menos, eso pensaba. El calor la inundó
mientras sus nervios saltaban, y sujetó el cuchillo de nuevo. Un pie salió tras
la puerta, el pie de un hombre, y se quedó sin respiración.
—¿Rapunzel?
El sonido de la voz de Fane seguido de su cabeza asomándose por la
puerta trajo una ola de alivio en Rapunzel. Dejó caer el cuchillo y corrió,
sorprendiendo a Fane quien había estado mirando a otro lado. Se lanzó contra
él, casi empujándole al suelo. Sus brazos la rodearon mientras ella se aferraba
a él desesperadamente.
—¡Vaya, Rapunzel! ¿Estás bien? ¿Qué pasa? —La alejó de él lo suficiente
para mirarla, viendo el pánico en su cara antes de abrazarla nuevamente—.
155
¿Qué ha pasado?
Ella meneó la cabeza, dándose cuenta de lo ridícula que había sido, y
se alejó de él, secándose las lágrimas de alivio en sus mejillas.
—Nada. Lo siento. Solo… ¿por qué estás aquí? ¿Cómo has entrado?
Él alzó una ceja.
—¿Cómo crees? Y el por qué también debería ser obvio. —Dio un paso
hacia delante y colocó las manos de ella en las suyas—. He estado preocupado
por ti. ¿Por qué no has contestado ninguno de mis mensajes ni te has
conectado a Skype? Pensé que quizás estabas enferma de nuevo. Pensé…
Rapunzel meneó la cabeza y quitó las manos de las de él. Se dio la
vuelta, sentándose en el sofá. Él la siguió, pero en vez de sentarse se puso en
cuclillas frente a ella.
—¿Qué es lo que pasa, Rapunzel?
Quería mentir, decirle que no pasaba nada. Quería decirle que se
marchara y que no regresara jamás. Pero no podía. Lo miró, abrumada por
cuánto le había echado de menos. Quería pedirle que la sacara de esta torre
y la escondiera de su loca realidad en su lugar.
—Pensé que entraba alguien —dijo—. Estaba asustada.
—Lo siento mucho. Te dije que iba a venir, pero quizás… supongo que
no has leído mis mensajes, ¿no?
Rapunzel negó.
Cuando Rapunzel no dijo nada, continuó:
—Supuse que no querías que viniera, pero quería asegurarme que
estabas bien. Siento haberte asustado. Debería… debería irme ya. —Se puso
de pie y se dirigió a la puerta.
Debería dejarle marchar.
—¡Espera! —dijo cuando él abría la puerta. Se dio la vuelta—. No te
vayas. Por favor.
—¿Estás segura? —preguntó.
Asintió, y él dio la vuelta para sentarse junto a ella. 156
—¿Estás enfadada conmigo por algo? —preguntó.
Su boca cayó abierta.
—Claro que no. ¿Por qué estaría enfadada contigo?
—Bueno, no has contestado ninguno de mis mensajes, y pareces… un
poco distante, supongo.
Ella tragó y decidió contárselo.
—He buscado en Google algunas cosas —empezó.
La cara de él cambió, el entendimiento cruzó sus ojos.
—¿Has buscado en Google tu casa? —preguntó. Ella asintió—. No
deberías haberlo hecho, Rapunzel. El Internet está lleno de mentiras e historias
que la gente se inventa solo para hacer que la gente las lea.
Rapunzel negó tristemente, mirando sus manos empapadas.
—No todas eran mentiras, Fane. Lo sabes tan bien como yo. —Cuando
no dijo nada, dijo—: Puedes irte si quieres. Debes pensar…
—¿Debo pensar qué? —Ella lo miró de nuevo—. Rapunzel, toda esa
mierda no es nada nuevo para mí. ¿Recuerdas cuándo me dijiste por primera
vez quién eras? —Ella asintió—. No te creí porque creía todo eso. Pero ahora
sé que no eres un fantasma. Es entonces cuando me imaginé que todas esas
historias tenían que ser falsas.
—¿Crees que son falsas?
Se encogió de hombros.
—Bueno, algunas tienen que serlo. ¿Verdad?
—No lo sé —dijo ella honestamente—. Hay cosas… es decir, es cierto
todo lo de la construcción, y las escaleras y las puertas que no van a ninguna
parte. Y los seises. Ya viste la habitación. Pero hay más. —Fane esperó—. No
pensé en nada de eso hasta que leí las historias. —Se puso de pie y caminó
hacia el bol de manzanas, tomando una—. Se me pide siempre mantener seis
manzanas aquí. Viene cada noche a las seis para cenar. Tengo seis tenedores,
cucharas y cuchillos en el cajón. Seis vasos en la vitrina, y seis platos y cuencos.
Si está en la ciudad, todo lo del frigorífico y la despensa está en múltiplos de
seis. —Se detuvo al venirle un nuevo pensamiento—. Ha estado fuera de la
ciudad dos veces… seis días cada vez.
157
Fane se puso de pie y cruzó la habitación, llevándola a sus brazos de
nuevo. No se había dado cuenta de lo mucho que temblaba hasta que él la
sostuvo.
—¿Qué puedo hacer? —preguntó.
—Ayúdame a descubrir la verdad —dijo.
—Está bien. Puedo hacer eso. O intentarlo, de todas maneras.
Rapunzel se relajó contra él.
—¿Rapunzel?
—¿Sí?
—¿Por qué hay un cuchillo en el suelo cerca del sofá?
Rio secamente.
—Estaba intentando utilizarlo para salir de la habitación —dijo—. Y
luego era mi defensa cuando te oí fuera de la puerta.
La risa de Fane retumbó en su oreja.
—¿Planeabas arañarme con eso?
Lo alejó.
—No te burles de mí.
—Tenemos que conseguirte un arsenal mejor —dijo Fane—. No habrías
salido, Rapunzel. No solo el picaporte estaba cerrado, el gancho tenía un
pestillo.
Rapunzel pensó en eso, en lo que significaba. Había estado encerrada
de verdad. ¿Por qué?
De repente recordó que aún estaba en pijama. La vergüenza la inundó
y se llevó las manos a las mejillas.
—¿Qué? —preguntó Fane ante su gesto.
—Ahora regreso —dijo, dándose la vuelta y corriendo hacia su
habitación. Cerró la puerta y se vistió rápidamente, se lavó los dientes y se
cepilló el cabello, maldiciendo todo el tiempo que hacía falta para domesticar
la cantidad de cabello. Se sintió mucho mejor cuando regresó a la sala.
158
—¿Cómo supiste que era seguro venir a la casa? —preguntó Rapunzel.
—Observé cuando tu madre se marchaba.
—Oh. —Había estado preocupado de verdad, decidió. Que alguien se
preocupara tanto por ella hizo que una pequeña ola de calor brotara de su
pecho—. ¿Viste a alguien más?
—No. No había más autos aquí, de todas maneras. Si hay alguien aquí,
no estaba en ninguno de los lugares por los que pasé.
—Mi madre me dijo que iba a darle días libres a Cocinera mientras
estuviera fuera. Supongo que no habrá nadie en toda la semana. Eso significa
que podemos explorar más la casa.
—¿Segura que quieres hacer eso?
Asintió.
—Necesito descubrir todo lo que pueda.
28
Traducido por Jessy
Corregido por Sttefanye

—E
sta debe ser parte de la casa original.
Se habían arrastrado por las escaleras y habían
caminado por la casa un poco antes de determinar que
estaban solos. La alarma estaba instalada en las puertas. El silencio les dio la
bienvenida en cada habitación. Rapunzel pasó una mano por la pared de
troncos en la habitación a la que acababan de entrar. El techo aquí era más
bajo que en el resto de la casa. Se veía muy parecido al interior de una vieja

159
cabaña de madera, así que creía que probablemente tenía razón. Aparte de
una vieja estufa a leña ocupando la mayor parte de la esquina y una chimenea
cubierta con una pantalla de metal, la habitación estaba vacía.
—Dejó esta parte de la casa intacta —dijo Rapunzel—. Me pregunto por
qué.
—Debe haber sido dejada de esta manera por sus dueños anteriores —
dijo Fane—. Construyeron alrededor de esto. Ella no es la primera en haber
construido sobre la casa original. Es la única que, ya sabes, se le fue la mano.
—¿Cuánto de la casa estaba aquí cuando ella se mudó?
—No estoy seguro —dijo Fane—. Pero seguramente podemos
averiguarlo.
Rapunzel prestó mucha atención a cada detalle de cada lugar en el que
habían estado, lo que consistía en aproximadamente veinte habitaciones hoy
antes de llegar a la habitación de madera. Cada habitación estaba construida
con seis paneles de ventanas, seis paneles en las puertas, y seis bombillas o
fuentes en cada luminaria en cada habitación. A excepción de esta parte de la
casa. Entre más miraban, más preguntas tenía. ¿Quién era esta mujer que era
su madre? Se sentía como una completa extraña.
—Mira esto —gritó Fane desde la otra habitación. Rapunzel pasó por
una pequeña puerta que guiaba hacia lo que debió haber sido el dormitorio
original de la cabaña.
Una cama de troncos cubría casi todo el espacio. Un gran edredón de
color rojo cubría un colchón lleno de bultos. En el medio del edredón yacía
una pequeña colcha de bebé. Aunque el gran edredón se veía claramente
envejecido, la colcha de bebé no parecía tan vieja. La tela de color rosa
decolorado cubierto con elefantes indicaba que no era tan nueva, pero
definitivamente no tan vieja como la tela roja. Mirando hacia la colcha, una
sensación extraña de déjà vu golpeó a Rapunzel.
Se acercó y la agarró. Antes de darle vuelta supo lo que vería en la parte
trasera, tela verde con capullos de color rosa.
—Creo que esta debe haber sido mi manta de bebé —dijo—. La
recuerdo.
—Lo dudo —dijo Fane. Lo miró inquisitivamente y él señaló la esquina
inferior—. Tiene bordadas las iniciales S.R.
—Oh. Entonces, tal vez no. Pero la recuerdo, así que quizás era de 160
alguien más y luego mi madre la utilizó para mí.
—Quizás —admitió él—. Me pregunto quién es S.R.
—No tengo idea —dijo—. Salgamos de aquí. —Extendió la manta de
vuelta en la cama, tratando de ponerla en el mismo lugar ya que era el área
sin polvo. El resto de la casa se mantenía muy limpia, pero estas dos
habitaciones de la cabaña original estaban un poco polvorientas. Cuando se
dio la vuelta para seguir a Fane fuera de la habitación, sus pies chocaron con
algo debajo de la cama. Se agachó y vio un viejo baúl bajo la cama—. Fane,
espera.
Él volvió a la habitación, arrodillándose para ver lo que miraba.
—Anotación —dijo con una sonrisa.
Una hora más tarde seguían sin poder abrirlo. El baúl era viejo, pero la
cerradura era nueva y muy resistente.
—No creo que consigamos abrirla.
—No hoy, de todos modos —dijo Fane.
—¿Qué quieres decir?
—No tenemos las herramientas adecuadas —respondió.
Empujaron el baúl de vuelta debajo de la cama y salieron de la
habitación.
—¿Cuántas habitaciones tiene este lugar de todos modos? —dijo
Rapunzel mientras serpenteaban por otro pasillo. Esta parte de la casa
también había sido restaurada, aunque sin duda era más antigua que las
partes donde habían estado previamente, y polvorienta como las habitaciones
de madera.
—No estoy seguro —dijo Fane—. Nadie parece saberlo de forma
exacta. El rumor es que alrededor de ciento cincuenta, pero no sé qué tan
cierto es eso.
Rapunzel dejó de caminar.
—¿Ciento cincuenta?
Fane también se detuvo y volvió hacia ella.
—Es solo un rumor, Rapunzel.
161
—Pero seguramente es verdad, ¿cierto? ¿Al igual que todos los otros
rumores? —El pánico subió a su garganta.
—Me sorprende que tu mamá te dejara, sabes, con Acción de Gracias y
todo eso.
—¿Qué? —El extraño comentario de Fane la hizo olvidar el número de
habitaciones.
—Jueves. Es Acción de Gracias.
Rapunzel no se había dado cuenta que ya era Acción de Gracias. Pero
él tenía razón. El dolor serpenteó alrededor de su corazón ante el hecho de
que su madre se fuera con las fiestas esta semana. Habían pasado cada Acción
de Gracias juntas. Ni siquiera le había dejado un pavo a Rapunzel.
—No me había dado cuenta que era… —Lágrimas llenaron sus ojos y
parpadeó para retenerlas, negándose a llorar en frente de Fane. Pareció que
él las vio de todos modos y dio un paso más cerca.
—Lo siento. No quería hacerte llorar.
—No eres tú —dijo, sonriendo a través de las lágrimas—. Es ella. Ella
fue la que se fue. Madre siempre le daba mucha importancia a las fiestas,
diciéndome que esta era la más importante porque teníamos mucho que
agradecer.
Fane puso el brazo a su alrededor, y ella intentó no sentir lástima por sí
misma cuando se apoyó en él.
—Deberías venir a mi casa —dijo él.
—¿Qué? —sollozó.
—El jueves. Ven a mi casa para Acción de Gracias.
—No puedo hacer eso —dijo—. No conozco a tu familia.
—Y nunca lo harás si no te reúnes con ella —dijo—. Vienen algunos
familiares, pero será divertido.
—Dudo que tu familia quiera que vaya. Ni siquiera les has preguntado.
—Te garantizo que mi mamá amará tenerte ahí. La conozco lo suficiente
para saber eso. Ella es de las personas que les gusta tener grandes grupos de
personas durante las fiestas.
162
—¿Grandes grupos? —preguntó Rapunzel, con la voz temblorosa.
—Más pequeño que el grupo en la fiesta de Halloween. —Entonces,
como si recordara lo que vino después de la fiesta, dijo—: Tal vez esa no es
tan buena idea. Quiero decir, te enfermaste después de esa. No quiero que te
enfermes otra vez.
—Fane —dijo ella. Sus hombros cayeron, y le sonrió—. No pretendo
vivir el resto de mi vida dentro de mi torre.
—¿Qué quieres decir?
—Quiero decir, he pensado mucho sobre ello. ¿Quiero quedarme
encerrada en mi habitación durante los próximos cincuenta o setenta años
solo para permanecer saludable? ¿O quiero vivir? Prefiero vivir dos años que
vivir cientos dentro de la torre.
—Rapunzel, no digas eso. No puedes…
—Por supuesto que puedo —lo interrumpió—. Simplemente no puedo
aún. No puedo tomar mis propias decisiones hasta que tenga dieciocho, que
es en siete meses. Quizás mi madre se enojará y me eche después de eso. Es
increíblemente egoísta de mi parte, lo sé, pero…
—Espera, ¿por qué es egoísta?
Rapunzel se mordió una uña mientras se debatía en decírselo a Fane.
Había una buena posibilidad de que él nunca regresara si se lo decía. También
había una buena posibilidad de que se quedara. Después de todo, sabía sobre
el resto de la locura, y todavía estaba allí.
—Volvamos a mi habitación —dijo ella—. Nos prepararé almuerzo y
luego te contaré una historia.
—¿Qué tipo de historia?
—¿Crees en profecías? —le preguntó. Él no respondió, pero la siguió
cuando se dirigió de regreso a su habitación.

163
29
Traducido por Veroonoel, Flochi,
âmenoire90 y Shilo
Corregido por Aniiuus

F
ane escuchó sin interrupciones mientras le relataba toda la
historia bizarra que su madre le había dicho. Sonaba incluso más
extraña para ella mientras la decía en voz alta. Aun así, se la contó
exactamente como se la había relatado a ella.
Cuando terminó, él se sentó en silencio. Ella se puso nerviosa,
preguntándose si se había dado cuenta en la loca situación en la que se
encontraba. Más loca de que lo que incluso había sospechado.
—Entonces, ¿qué piensas? —preguntó.
164
—Creo que la Twilight Zone13 existe.
—¿Twilight Zone? —preguntó Rapunzel—. ¿Como en los libros?
Eso trajo una pequeña sonrisa de Fane.
—No, no los libros. No hay vampiros brillantes en esta historia. Al
menos aún no.
Rapunzel suspiró.
—Me crie creyendo su historia, aunque no tenía todos los detalles de
por qué lo creía. Solo lo acepté como verdad. Ahora… no sé. Parece un poco…
descabellado.
Fane se encogió de hombros.

13
Twilight Zone: conocida en Hispanoamérica como La dimensión desconocida, y en algunos países
de América como La quinta dimensión. Fue una serie de televisión estadounidense, en la cual en cada
capítulo se recreaba un relato de fantasía, terror o ciencia ficción, a menudo rematado por un final
sorprendente.
—Realmente no puedo elegir una de las dos opciones. Nunca antes he
hablado con un psíquico o un profeta o lo que sea, incluso nunca consideré
si son reales o no. Quizás deberíamos investigarlos. O encontrar a una e ir a
verla. O verlo.
Rapunzel se volvió con ojos preocupados hacia él.
—¿Y si confirman lo que me dijo?
—¿Y si no lo hacen?
—Sí —dijo Rapunzel—. ¿Y si no lo hacen? Eso significa que mi vida
entera ha sido una mentira. No sé qué sería peor.
Fane asintió.
—Desearía que hubiera una respuesta fácil para ti, Rapunzel. Parece que
mientras más descubrimos, sabemos menos.
—Exactamente —dijo—. Desearía solo poder preguntarle a mi madre,
pero si lo hago, estará enojada conmigo.
—Bueno, entonces averiguaremos lo que podamos, para que cuando le
preguntes al menos sepas qué preguntar.
165
Los ojos de Rapunzel se llenaron de lágrimas de nuevo. No sabía qué le
pasaba que sentía muchas ganas de llorar últimamente.
Fane se sacudió ante las lágrimas.
—Uh… estás… quiero decir, ¿dije algo malo? ¿Te hice llorar?
Rapunzel se rio a través de las lágrimas.
—No. No sé por qué sigo llorando. Definitivamente no eres tú. Al
menos, no de una mala manera. ¿Qué haría sin ti, Fane? Si no te hubiera
conocido, probablemente todavía estaría aquí sentada en mi torre, contenta
con mi no-vida.
—No sé si debería disculparme, o…
—No te disculpes. Por favor. Estoy agradecida.

* * *
Para cuando llegó el jueves, Fane y Rapunzel habían explorado mucho
más de la casa. Fane no tenía clases porque estaban de vacaciones, y Rapunzel
se puso al día con su tarea en línea rápidamente con su ayuda.
Fane le había traído un destornillador y una dura regla plana del grosor
de un papel y le enseñó cómo quitar la manija de la puerta, y cómo deslizar
la regla en el espacio entre la puerta y el marco para levantar el pestillo.
—¿Ves? Es bastante fácil. Ahora inténtalo tú. Espera, déjame salir y
volver a engancharla.
Ahora podía salir de su habitación cuando quisiera. Se sentía mucho
más segura. Estar encerrada le asustaba con la sala quemada de seises dos
pisos más abajo.
Rapunzel salió de la cama el jueves con los nervios zumbando. No
estaba preocupada de si se podría enfermar de nuevo. Estaba preocupaba de
cómo la recibiría la familia de Fane. No tenía idea de cómo comportarse en
un entorno social. La fiesta de Halloween había sido bastante fácil porque con
la música a todo volumen, no se requería mucho de ella. Tenía la sensación
de que no habría música a todo volumen hoy.
166
Decidió usar la única falda que tenía. La había usado una vez cuando la
había conseguido. No tenía una razón para haberla conseguido, solo el deseo
de tener una. Sin embargo, era muy inconveniente usarla solo para pasar el
tiempo en sus habitaciones. Ya que no tenía que bajar por la escalera hoy,
imaginó que podría usarla.
Se encontró con Fane abajo. Se sentía diferente esperarlo en la gran
sala de estar en lugar de escondiéndose en su torre. Se sentía como si
estuviera protagonizando una de esas películas que había estado mirando
donde el héroe recoge a la heroína para una verdadera cita, algo que nunca
había experimentado. Supuso que la fiesta de Halloween podría ser
considerada como una cita, pero aun así. Algo sobre no tener que descender
por la escalera lo hacía sentir más como una verdadera cita. Por supuesto, aún
tendrían que dirigirse a través del túnel oscuro. Que ya no le asustaba dado
que habían pasado por allí un par de veces. Ahora se sentía… familiar.
—Vaya.
Rapunzel se sobresaltó y se dio la vuelta ante el sonido de la voz de
Fane detrás de ella. No lo había oído entrar. Sus ojos recorrieron su cabello,
el que había envuelto en una trenza al estilo de una corona, luego usado unas
pocas trenzas finas para dirigir desde la corona hasta la gruesa trenza que le
recorría la espalda. Su mirada luego cayó al suéter azul encima de la falda
blanca. Llevaba zapatillas blancas. Sabía que probablemente no era lo que la
moda dictaba que usara con un suéter, pero no tenía nada más aparte de
pantuflas y chanclas. El clima frío le quitaba toda posibilidad de llevar
chanclas. Sus ojos viajaron de regreso a su cabello, y Rapunzel sintió que su
rostro se ruborizaba ante la mirada de sus ojos.
—Te ves hermosa —dijo, sus palabras cargadas con sentimiento y un
poco asombradas. Su sinceridad se sintió más dulce entonces que cuando se
burlaba de ella sobre ser “atractiva“. Quiso echarse a reír y descartar sus
palabras como hacia generalmente, pero esta vez no pudo.
Fane dio un paso hacia delante y tomó su mano en la suya, su mirada
fija en la de ella. Llevó su mano a sus labios, el gesto de alguna manera más
íntimo que todas las veces que lo había hecho antes, más íntimo que los besos
que habían compartido.
—Creo que deberíamos quedarnos aquí el día de hoy, así no tendré que
compartirte con nadie —dijo sonriendo. Pero sus palabras tenían un tono
serio. 167
—¿No es una fiesta importante para las familias?
Fane gruñó.
—Sí, supongo que mamá nunca me perdonaría si no aparezco.
—¿En serio? —Rapunzel estaba fascinada. ¿Su madre le guardaría
rencor por siempre por perder un día con la familia?
Fane se echó a reír.
—No, no en serio. Se enojaría, pero lo superaría. Sin embargo, no quiero
lastimarla, por lo tanto asistiré. ¿Dónde está tu máscara?
Rapunzel se encogió de hombros.
—No quiero usarla.
Los ojos de Fane se llenaron de preocupación.
—Pero, Rapunzel, estás enferma. ¿Qué pasa si…?
—Por favor, Fane, no quiero conocer a tu familia así. Quiero ser…
normal.
—Lo normal está sobrevalorado —murmuró. Sin embargo, en sus ojos
había cierto tipo de comprensión. No discutió más.
La ayudó a ponerse el viejo abrigo de su madre, después la condujo de
la mano a través de la casa y el túnel caminando lentamente a través del
invernadero para darle tiempo a que admirara y tocara todas las flores y
plantas. El aire de afuera era frío con nubes oscuras bajas.
El auto seguía siendo un poco aterrador incluso con su mano
fuertemente aferrada a la de Fane. Detuvo el auto en la entrada de una casa
similar a la que habían ido para Halloween. Solo que en lugar de estar llena
de calabazas talladas, había unas pocas sin tallar en el porche delantero sobre
un fardo de heno. Un animal de peluche parecido a un pavo sonriente con un
sombrero de peregrino también estaba puesto allí.
Fane se estacionó y abrió la puerta del auto para ella. Rapunzel pudo
sentir la tensión en su agarre y se dio cuenta que estaba preocupado por ella.
Por lo contrario, ella se encontraba sorprendentemente en calma. No quería
enfermarse de nuevo pero no podía encontrar en su interior preocupación al
respecto. Había decidido que lo que sea que el destino le tuviera reservado
ocurriría si usaba la máscara o no. Después de todo, ¿no se había enfermado 168
mientras llevaba puesta una?
Él volvió a tomar su mano y la condujo a la puerta principal. Abrió la
puerta y un increíble aroma salió a su encuentro, envolviéndola. Reconoció el
aroma a pavo, pero había otros olores desconocidos. Olía delicioso. Había
esperado que se escuchara el ruido de muchas personas, pero parecía
bastante tranquilo, aparte de alguna música baja reproduciéndose. Se
preguntó si era una tradición estar en silencio en Acción de Gracias.
La habitación en la que se encontraban era similar a la sala de Rapunzel
con dos sofás, una mesita de café, y un comedor. Sin embargo, la habitación
tenía un gran televisor que ocupaba la mayor parte de la pared, una estantería
llena de DVDs y vídeo juegos.
—¡Mamá!
El grito de Fane asustó a Rapunzel. Una mujer llegó de alguna parte del
fondo de la casa y entró a la sala. Era alta y delgada, y sus ojos eran del mismo
marrón dorado que los de Fane. Tenía cabello rojo recogido en un moño
desordenado en la parte posterior de su cabeza. Usaba un delantal con un
pavo de aspecto asustado dentro de un horno estampado en el frente y las
palabras: “Bien, ¿quién fue el sabiondo que me dijo que esta era el sauna?"
debajo. Su aspecto joven sorprendió a Rapunzel. Era muy bella.
—Rapunzel, esta es mi madre. Mamá, Rapunzel.
La mujer le tomó la mano, como para estrechársela, pero luego encerró
la mano de Rapunzel con la otra de modo que fue un gesto más íntimo. Sonrió
con calidez.
—Hola, Rapunzel. Gran nombre. Por cierto, mi nombre es Beth. —Lanzó
una mirada entrecerrada hacia Fane cuando dijo eso, como para recordarle de
sus malos modales—. Bienvenida a nuestra casa. Estoy tan feliz de que vineras.
Rapunzel no pudo evitar devolverle la sonrisa a la madre de Fane. Todo
en ella, desde su sonrisa y ojos hasta su lenguaje corporal, añadía sinceridad
a sus palabras.
—Gracias por invitarme —dijo.
—¿Fane dijo que tu mamá tuvo que salir de la ciudad por una
emergencia familiar? —Lo expresó en forma de pregunta, y Rapunzel miró a
Fane, agradecida por no tener que tratar de inventar su propia excusa.
169
—Sí.
—Eso es muy malo. Esperemos que todo salga bien.
—¿Dónde está papá? —preguntó Fane.
—Fue a recoger a la abuela y al abuelo. Estarán en casa pronto.
—Voy a mostrarle a Rapunzel mi habitación —dijo Fane, tomándola de
la mano y guiándola hacia un pasillo.
—Deja la puerta abierta —canturreó su mamá mientras se iba por la
puerta por la que acababa de entrar. Fane puso los ojos en blanco, sonriéndole
a Rapunzel como si ella debería ser parte de la broma, pero no lo entendía.
Rapunzel siguió a Fane por un estrecho pasillo. Los techos eran mucho
más bajos que cualquiera de los techos de su casa, excepto en la zona donde
estaba la casa original. Luchó un par de veces contra el impulso de agacharse.
Se sentía casi claustrofóbica. Él abrió la puerta de su habitación y dio un paso
atrás para que entrara por delante de él.
Su habitación era muy diferente a la de Rapunzel. Una estrecha cama
cubierta con una colcha azul oscura salpicada en blanco se encontraba contra
la pared opuesta. Sus paredes estaban cubiertas de carteles de grupos de
personas, películas y un par que mostraba guitarras. Un armario en la esquina
contenía algunos trofeos en la parte superior y una pila de libros. Su mochila
estaba en el suelo junto a la cómoda.
—Ups. —Se lanzó frente a ella y cerró la puerta del armario, lanzándole
una avergonzada sonrisa.
Sobre la mesa estaba su computadora donde probablemente se habían
conocido a través de Facebook y donde hablaba por Skype con él. Echó un
vistazo al área detrás de su computadora. Su cama estaba detrás de ella, y un
par de los carteles en la pared de encima. No había mirado lo suficientemente
cerca como para notar los carteles, probablemente porque siempre mantenía
su mirada tan intensamente en él.
—¿Quiénes son las personas en los carteles? —preguntó.
—Las bandas que escucho —dijo—. Esta es Linkin Park, mi favorita. ¿Los
conoces?
—No.
—Bueno, eso es solo una farsa —bromeó sarcásticamente. Se acercó a
170
una caja blanca que tenía altavoces con un objeto cuadrado más pequeño
puesto en la parte delantera—. IPod —dijo, señalando al pequeño cuadrado—
. Contiene toda mi música.
Pensó que era extraño que algo tan pequeño pudiera contener toda su
música. No debía tener mucha. Apretó un botón un par de veces y la música
estalló en la habitación. Rápidamente giró el dedo por la parte frontal del
mismo y el volumen disminuyó.
—Toma asiento —dijo, señalando la silla de escritorio con ruedas—. Te
va a encantar esto. —Señaló el iPod.
Ella se sentó en la silla y él se sentó en la cama. Giró la silla hacia él,
sintiéndose tímida al estar sentada en su habitación. No estaba segura de por
qué debía estarlo. Había pasado un montón de tiempo a solas con él en sus
habitaciones. Solo que había algo acerca de estar aquí, en su habitación.
—¿Nerviosa? —preguntó.
Ella asintió.
—Es más tranquilo de lo que pensé que sería —admitió.
—Solo espera. Una vez que todas las tías, tíos y primos vengan, estarás
deseando la tranquilidad. Disfrútalo mientras puedas.
El estómago de Rapunzel se tensó ante sus palabras.
—¿Cuántos vienen?
—Vamos a ver —dijo, volviendo la mirada hacia el techo y contando
con los dedos—. Creo que probablemente alrededor de treinta.
La boca de Rapunzel cayó abierta.
—¿Treinta?
Fane se encogió de hombros como si no fuera un número gigante.
—Mis padres son los únicos en la familia que tuvieron solo un hijo. Mi
papá tiene dos hermanos, y mi mamá tiene un hermano y dos hermanas. Los
hermanos de mi papá tienen tres y cuatro hijos, las dos hermanas de mamá
vienen y ellas tienen tres y cinco hijos. Los padres de mi papá y el papá de
mamá, más nosotros cuatro; eso es aproximadamente como treinta personas,
¿verdad?
La cabeza de Rapunzel daba vueltas por los números. No podía
171
empezar a contarlos basada en su discurso.
—¿Cómo voy a recordar sus nombres? —murmuró.
—Mi mamá pensó en eso —dijo Fane. Rapunzel se sonrojó; no había
querido decirlo en voz alta—. Les está haciendo a todos etiquetas con sus
nombres que también muestran cómo están emparentados. Debería ser
interesante de ver si mis primos en realidad se quedan con las correctas
puestas. —Fane se rio.
—Oh —dijo Rapunzel, abrumada. Prefería ser un poquito más invisible,
no tener a todos haciendo algo inusual para adaptarse a ella.
—Mi abuela, la mamá de mi mamá, murió hace un par de años. Ha sido
bastante duro para el abuelo, así que no te sorprendas si los ves llorando de
vez en cuando. —Luego, como si acabara de pensar en eso preguntó—:
¿Tienes abuelos?
—No. —Rapunzel sacudió su cabeza—. Si las historias que leímos son
ciertas, los padres de mi madre murieron en circunstancias sospechosas, y los
padres de mi padre murieron antes inclusive de que se casara.
—Oh. Sí. Claro. —Fane sonó arrepentido de preguntar, pero Rapunzel
estaba atrapada por sus palabras. Nunca antes había pensado realmente en
su padre. Jamás había cuestionado su existencia, o su falta de existencia, hasta
que leyó acerca de él en los artículos. Parecía extraño que hubiera un hombre
que la hubiera engendrado, que hubiera sido una gran parte de su vida si
hubiera vivido. Se preguntó si realmente se había resbalado por ese
acantilado, o si…
—¿Estás bien? —Fane se inclinó hacia delante, mirándola con
preocupación.
—Me acabo de dar cuenta que tengo, o tuve, debería decir, un padre. Y
abuelos.
—Sí, supongo que sería extraño que no hubieras sabido nada de él. O
ellos. —Sonrió y tomó su mano en la suya—. Vas amar a mis abuelos. Y ellos
te amarán también.
Rapunzel miró sus manos. Fane acariciaba el dorso de su mano
ociosamente. Su mano era más grande, más oscura, comparada con sus dedos
delgados, pálidos y frágiles. Aunque estaba segura que el gesto no significaba
mucho para él, le hacía cosas graciosas a su vientre.
172
—Entonces, ¿por qué tus padres solo te tuvieron a ti? —preguntó, su
voz temblando.
Fane se encogió de hombros.
—Mi mamá casi murió cuando me tuvo. Tuvo una apoplejía cuando yo
solo tenía seis meses. Se las arreglaron para mantenerla embarazada por un
par de semanas, pero luego me tuvo. Solo pesé seiscientos ochenta gramos.
—¿De verdad?
Fane levantó y flexionó un músculo del brazo, impresionantemente, y
bromeó:
—De un debilucho de seiscientos ochenta gramos a un Hulk de ochenta
kilos en dieciocho cortos años. —Rapunzel no podía apartar la mirada de su
brazo. Finalmente lo bajó—. Después de eso, le dijeron que era demasiado
arriesgado tener otro bebé. Podría haber muerto. Mi papá dijo que no valía la
pena el riesgo. Así que solo estoy yo.
—¿Extrañas tener hermanos?
Sacudió la cabeza.
—Soy bastante cercano a mis primos. Además, tengo un montón de
amigos. Por lo tanto, nunca extrañé tener hermanos o hermanas. Además, casi
siempre me salgo con la mía dado que no hay nadie que discuta conmigo.
Rapunzel pensó acerca de eso.
—Tampoco tengo a nadie con quién discutir, pero no me salgo con la
mía. Todo es como dice mi madre.
Fane asintió.
—Tu vida es un poco diferente de la mía, ¿no?
—¿Tú crees? —dijo Rapunzel, usando una de las frases de Fane. Se
miraron y se rieron.
—El mundo es un lugar más pobre por no tenerte en él, Rapunzel. Es
una pena tenerte encerrada en esa torre.
—Gracias —dijo, sintiéndolo de verdad. Al menos una persona en el
mundo real era consciente de ella.
173
30
Traducido por Fleurence20
Corregido por Aniiuus

N
o pasó mucho tiempo para que Rapunzel descubriera que
Fane tenía razón sobre el ruido. Tan pronto como llegaron sus
familiares, se tornó muy ruidoso en su casa.
—Oye, Rapunzel, ¿cuándo vas a deshacerte de este imbécil y salir con
un hombre de verdad?
Rapunzel miró a Kevin, el primo de Fane. No era la primera vez que
hacía un comentario similar. Había estado coqueteando con Rapunzel acerca
de salir con él desde que había llegado a la casa. Tenía la misma edad que
Fane, mayor por dos meses, un hecho que nunca dejaba a Fane olvidar.
174
—Deberías salir con un hombre de verdad, como yo —continuó.
—No estoy saliendo con Fane. Solo somos amigos —le dijo.
Kevin golpeó Fane en el hombro.
—¿Qué te pasa, hermano? Tienes una chica hermosa como ésta dando
vueltas, ¿y no estás saliendo con ella? Debes estar loco14. ¿Ves de lo que estoy
hablando, Rapunzel? Si te vas con un hombre de verdad, como yo, no duraría
en salir contigo.
Rapunzel miró a Fane, su mandíbula apretada y una mancha de color
rojo en la mejilla. ¿Estaba enojado con Kevin por insinuar que él debería estar
saliendo con ella? La atención de Rapunzel fue apartada de Fane y Kevin por
Ava y Liv, las primas de once y doce años de edad, que estaban trenzado la
parte posterior de su cabello.
Tan pronto como habían llegado a la casa y vieron su cabello, gritaron
de alegría y le suplicaron que les permitiera trenzarlo. Se dejó la trenza en

14
Loco: En el original.
forma de corona, pero aflojó la que colgaba en la espalda, la cual estaban
trenzando en un montón de trenzas pequeñas. Ahora estaban tomando las
trenzas pequeñas y girándolas en una sola trenza por su espalda.
Su madre, Sandy, entró en la habitación.
—¿Todavía están torturando el cabello de Rapunzel? —preguntó a las
chicas.
Las chicas la ignoraron por completo, pero Rapunzel sonrió a la tía de
Fane.
—Está bien. No me importa. Se siente un poco agradable tener a
alguien más peinándome por una vez.
—¿Peinas tu propio cabello? —Sandy pareció sorprendida.
—Sí, mi madre lo hizo cuando era pequeña, por supuesto, pero no lo
ha hecho desde hace varios años. Normalmente yo simplemente lo recojo en
una sola trenza para que no arrastre en el suelo.
—Nunca he visto el cabello tan largo en una persona tan joven —dijo
Sandy—, de hecho, no creo haber visto un cabello tan largo en cualquier 175
persona de cualquier edad.
Rapunzel no estaba segura de cómo responder a eso, así que se limitó
a sonreír.
—¿Podemos poner cintas en tu cabello? —preguntó Ava.
—¿Dónde crees que vas a conseguir cintas en una casa que tiene solo
un adolescente y no hay chicas jóvenes? —preguntó Sandy.
—No me sorprendería si Fane usara cintas en el cabello —intervino
Kevin—, ya que no es aún lo suficientemente hombre para pedirle a una chica
una cita decente.
En ese momento, Fane abordó a Kevin por la cintura, tirándolo al suelo.
Rapunzel se paró alarmada, pero David, el tío de Fane, caminó tranquilamente
en la habitación y dijo:
—Háganlo afuera, chicos.
Kevin se echó a correr, golpeando la puerta delantera, Fane pisándole
los talones. Todos se apresuraron a las ventanas delanteras para ver el
espectáculo, riendo y haciendo apuestas sobre quién ganaría. Rapunzel no
estaba segura de qué hacer con toda la situación. ¿No estaban asustados de
que uno lastimara al otro? Pero cuando miró por la ventana vio que Fane y
Kevin reían mientras luchaban. Finalmente, Fane quedó a horcajadas sobre
Kevin, sosteniendo los brazos sobre su cabeza. Kevin riendo mientras gritaba:
—¡Tío! ¡Tío!
Rapunzel miró a los tíos, sorprendida de que ninguno de ellos hiciera
caso a su llamado.
Fane se paró, extendió una mano hacia abajo para ayudar a Kevin a
ponerse de pie. Kevin pasó un brazo alrededor del cuello de Fane, frotando la
parte superior de la cabeza con los nudillos. Justo en ese momento, Kevin y
Fane, se detuvieron y miraron hacia el cielo.
—¡Está nevando! —gritó Kevin. Los ojos de Fane llegaron a Rapunzel, y
él le sonrió. En aquella mirada que ella supo que él entendía que nunca antes
había estado afuera en la nieve.
—Sal —articuló Fane, haciéndole un gesto.
En cuestión de segundos la casa se había vaciado de casi todas las
personas, ya que todos estaban afuera, mirando hacia el cielo y los copos
176
cayendo a la deriva. Fane llegó a Rapunzel y tomó su mano entre las suyas. Su
mano estaba helada. Una mirada de preocupación cruzó su rostro.
—Probablemente no deberías estar aquí. Te vas a enfermar —dijo.
Antes de que pudiera responder, Beth sacó la cabeza por la puerta.
—Todos ustedes entren aquí, salgan del frío. La cena está lista.
Eso trajo una alegría, sobre todo de los hombres, y todos ellos
tropezaron uno sobre el otro, empujándose en el camino de regreso a la casa.
Fane y Rapunzel esperaron atrás. Ella levantó la mano cuando un copo de
nieve cayó en ella e inmediatamente se fundió.
—He sentido la nieve fuera de mi ventana —le dijo—, pero nunca he
puesto un pie en ella.
Fane se llevó su mano a la boca y dijo:
—Vamos a comer hasta que estemos enfermos, y luego te encontraré
un abrigo decente y unos guantes y volveremos a salir.
—¿Tenemos que comer hasta estar enfermos? ¿Por qué?
Fane solo rio y se encaminó a la casa.

* * *

Rapunzel quedó asombrada de cómo la familia de Fane tenía múltiples


conversaciones en voz alta sucediendo a lo largo de la cena. No estaba segura
de qué conversación seguir y no intentaría saltar a cualquiera de ellas a menos
que le hicieran una pregunta directa. Podría haber sido fácilmente abrumador.
En su lugar, Rapunzel se encontró disfrutando completamente el caos. Nunca
había estado con ningún miembro de la familia que no sea su madre.
También había más comida de la que jamás había visto en un solo lugar.
Los tíos de Fane comieron tanta comida, que estaba segura que sus vientres
explotarían. Rapunzel se dio cuenta de que Fane había estado solo
bromeando a medias acerca de comer hasta que estuvieran enfermos.
Mientras comían, la tormenta de nieve había aumentado en intensidad,
hasta que el mundo se volvió blanco por la cantidad de nieve que caía del
cielo. Para cuando terminaron de comer, había una buena base de nieve en el
177
suelo. Fane se mantuvo fiel a su palabra. Colocó una de las capas gruesas de
invierno de su mamá sobre ella. Le caía sobre las rodillas, abultada con
plumas, y se sentía tan cálida como un capullo. Le dio un gorro de lana y unos
guantes gruesos para llevar. Su madre le prestó un pantalón de chándal para
ponerse bajo la falda para mantener sus piernas calientes, y un par de botas
que eran solo media talla demasiado grande. Salieron, seguidos de Kevin, Ava,
Liv y el resto de los primos. Hacía más frío de lo que esperaba, pero
rápidamente se calentó a medida que todos comenzaron a perseguirse unos
a otros en la nieve. Liv le enseñó cómo hacer un ángel de nieve, y algunos de
los otros primos intentaron construir un muñeco de nieve, pero la nieve estaba
demasiado húmeda y todavía no había suficiente.
Pronto, otra de las tías de Fane salió y los llamó adentro por chocolate
caliente. Rapunzel pensó que se negarían ya que acababan de comer un gran
festín, pero todos fueron corriendo como si no hubieran comido durante días.
Rapunzel empezó a seguirlos hasta que Fane tomó su mano entre las
suyas y puso un dedo en sus labios, indicando que debía estar en silencio. Tan
pronto como el último primo desapareció por la puerta, la condujo alrededor
de la casa. Miró furtivamente de izquierda a derecha y luego rápidamente la
llevó fuera del patio delantero y por la acera.
Rapunzel no tenía idea de dónde la llevaba, pero confiaba en él lo
suficiente como para seguirlo. Después de unos minutos llegaron a una
amplia extensión de hierba cubierta de nieve. Varios árboles poblaban la zona,
así como algunos bancos y zonas de juegos infantiles. Había visto áreas de
juego como estas en películas pero nunca había visto uno por sí misma.
—¿Qué es este lugar? —preguntó con asombro.
—Es un parque —dijo, y señaló—: Esos son los patios de recreo.
Supongo que nunca has estado en uno, ¿eh?
Rapunzel no contestó, pero señaló al parque infantil.
—¿Podemos verlos más cerca?
—Podemos hacer algo mejor que eso.
Se acercaron a la zona de juegos y Fane se detuvo junto a una estructura
alta que tenían largas cadenas colgando con rodajas de goma entre cada
conjunto de cadenas. 178
—¿Alguna vez te has columpiado antes? —preguntó.
—¿Columpiado? —repitió.
—Oh colega, te has perdido el paseo de tu vida —dijo.
Le enseñó a sentarse en el trozo de goma y dónde agarrar las cadenas,
luego se movió para colocarse detrás de ella.
—Agárrate fuerte —dijo, poniendo sus manos a ambos lados de su
cintura y luego dio marcha atrás, arrastrándola con él hasta que sus pies
estuvieron fuera de la tierra—. Mantén los pies en alto —le advirtió y la dejó
ir.
El estómago de Rapunzel cayó en picada mientras volaba hacia delante
con el movimiento. Entró en pánico por un segundo, pero luego la sensación
se apoderó de ella y se echó a reír. Fane continuó empujando más y más alto,
mientras ella se aferraba con fuerza a las cadenas, sus piernas estirándose
delante de ella todo el tiempo.
Fane saltó sobre el columpio al lado de ella y lo empujó hacia atrás,
balaceándose a sí mismo a su lado. Le enseñó a bombear sus piernas para
mantener el movimiento en marcha. Sin embargo, Fane, mucho más
experimentado, pronto fue mucho más alto que ella. Después de unos
minutos, se lanzó desde el columpio, aterrizando a unos diez metros delante
de los columpios.
—¿Quieres saltar? —preguntó.
—No, gracias. —Se echó a reír.
Fane su ralentizó descenso y le dijo:
—Tienes que probar el tobogán.
Fane le mostró lo que era cada pieza del equipo y cómo usarlo. Las
"barras-de-monos", como las llamó, estaban más allá de su habilidad de
sostenerse con los guantes gruesos. Se subió a la parte superior en cambio y
se sentó encima del artefacto de metal.
De pie bajo ella, Fane la llamó.
—Rapunzel, deja caer tu cabello. —Con las manos cruzadas
dramáticamente frente a su pecho.
Rapunzel se echó a reír y lo dejó caer a través de los barrotes.
179
—Envuélvelo alrededor de la barra dos veces —le dijo. Hizo lo que le
pidió, confundida. Él agarró el extremo y empezó a subir como si fuera una
cuerda. La barra tomó su peso en el cabello, solo tirando ligeramente contra
su cuero cabelludo mientras él subía. En la parte superior se agarró a la barra
para sostener su peso y le dijo—. Inclínate.
Así lo hizo, y él se irguió, besándola través de los barrotes. Luego se
dejó caer de nuevo al suelo cubierto de nieve. Rapunzel, disfrutando del juego,
dijo:
—Sube de nuevo.
Esta vez dejando su rostro cerca de las barras. Alardeando, Fane hizo
flexiones cuando llegó a la cima, besándola cada vez que se acercaba.
Por último se dejó caer de nuevo al suelo.
—Baja. Va a ser mucho más fácil besarte aquí abajo.
Rapunzel estaba más que feliz de hacerlo.
El carrusel le hizo sentir mal, pero el sube y baja fue su favorito. Sabía
que Fane hizo la mayor parte del trabajo para mantenerlos en movimiento
arriba y abajo en el sube y baja. La sensación de volar en el aire y luego caer
de nuevo al suelo le dio placer sin fin, incluso más que los columpios.
Finalmente, decidió que mejor regresaban a la casa antes de que su
madre “llamara a la Guardia Nacional”. Cuando le preguntó qué era la Guardia
Nacional, le dijo que era algo así como la policía militar. Sabiendo que la
policía seguramente diría a su madre que había estado fuera de la casa,
prácticamente corrió a la casa de Fane. Cuando llegaron, Rapunzel se quedó
atónita al ver que ya era hora de comer una vez más. Tarta, esta vez.
Después de un par de horas y los juegos de fútbol, que le parecieron
inútiles y violentos a Rapunzel, los familiares de Fane comenzaron a
despedirse. Rapunzel estuvo triste de verlos partir. Cuando Kevin salió la
abrazó y le dijo:
—Tan pronto como estés lista para un hombre de verdad, solo llámame.
—Rio mientras Fane gruñía y lo empujaba lejos de ella.
Fane y Rapunzel se instalaron frente al televisor para ver una película
con sus padres. La nieve comenzó a caer con fuerza otra vez, y Beth miró
180
preocupada por la ventana al cielo oscuro.
—Se está poniendo mal ahí fuera —dijo—. Quizá deberías pasar la
noche aquí, Rapunzel, y Fane puede llevarte a casa mañana, cuando las
carreteras se hayan secado.
La aprehensión apretó el estómago de Rapunzel ante la idea de no estar
en casa, en su torre, donde pertenecía. Entonces se dio cuenta que su madre
nunca sabría que no había pasado la noche en casa. También, sonaba
increíblemente atractivo quedarse aquí en la calidez y comodidad de la casa
de Fane. Estuvo de acuerdo y Beth le dio un pantalón de chándal seco y una
sudadera para llevar a la cama. También le dio un cepillo de dientes y toalla.
Fane le mostró a su habitación.
—Vas a tener que compartir el baño conmigo —dijo, señalando una
puerta abierta por el pasillo—. Lamento si está lleno de cosas de chicos en
lugar de las cosas que estás probablemente acostumbrada a tener en tu
propio cuarto de baño.
—No me importa —dijo Rapunzel—. Es muy amable de tu madre
dejarme quedar aquí.
—Déjame saber si necesitas cualquier cosa, como más mantas o
almohadas o…
—Fane, todo está fantástico. No te preocupes por mí. —Fane arrastró
los pies, incómodo y Rapunzel le puso la mano en su brazo—. Gracias, Fane,
por compartir hoy conmigo. Nunca imaginé cuán estupendo podría ser
Acción de Gracias. Tu familia es realmente increíble.
Fane arqueó una ceja.
—Entonces… ¿qué piensas de Kevin?
—Es muy agradable. Puedo ver que lo bromista está en tu familia.
—Sí, pero, ¿crees que él era, no sé, lindo, supongo?
—Bueno, sí, por supuesto —dijo. La decepción tiñó el rostro de Fane
hasta que le dijo—: Creo que todos tus primos son lindos, especialmente Ava
y Liv.
Fane sonrió.
—¿Así que no piensas tener una cita con él?
181
Rapunzel negó con la cabeza.
—No puedo salir con nadie, Fane. Sabes eso.
Fane se veía frustrado.
—¿Pero si pudieras?
—¿Por qué iba a salir con él? Me gusta… —El calor inundó su rostro
ante lo que había estado a punto de decir.
—¿Te gusta…?
Rapunzel desvió la mirada, avergonzada, y murmuró:
—Alguien más.
Fane sonrió.
—Yo soy el único “alguien más” que conoces.
Rapunzel lo miró.
—¿Y?
Fane no respondió, simplemente inclinó la cabeza para besarla.
Rapunzel envolvió sus brazos alrededor de su cintura y lo abrazó con fuerza.
Cuando levantó la cabeza, él le dijo:
—También me gustas.
Más tarde, cuando Rapunzel yacía en una cama extraña en una casa
extraña, nunca se sintió más a gusto.

182
31
Traducido por Mapu
Corregido por Nanis

R
apunzel abrió sus ojos y rápidamente se incorporó,
sobresaltada. Por un momento no supo dónde estaba y
entonces recordó que estaba en la casa de Fane. Un golpeteo
sonó en la puerta y dijo:
—Pase. —Su rostro dio paso a una sonrisa ante la vista de Fane ahí
parado.
—Buenos días —dijo Fane.
—Buenos días —respondió. 183
—Hay toallas y cosas en el baño por si quieres tomar un baño o algo.
—Gracias.
—Tengo una idea —dijo Fane—. Para abrir el baúl.
—¿De verdad? —respondió Rapunzel esperanzada.
—Después de que te vistas, desayunaremos y te contaré mi plan.
Dos horas después, caminaban a través del invernadero. Subieron a la
habitación de Rapunzel para así poder cambiar su camisa. Fane había llevado
algunas herramientas. Se dirigieron hacia la vieja cabaña y sacaron el baúl.
—Eso es lo que pensaba —dijo Fane, señalando los diminutos tornillos
en las bisagras. Sacó un destornillador y comenzó a remover los tornillos. Miró
a Rapunzel y dijo—: ¿Estás segura de esto?
Ella asintió y él levantó la tapa. Dentro del baúl vieron una cantidad de
papeles, algunos viejos, y algunos de los cuales se veían un poco recientes.
Rapunzel revolvió algunos de los papeles, sin mirarlos realmente. Un vestido
de boda, envuelto en papel de seda, descansaba bajo los papeles. Lo tomó,
cuidadosa con el frágil material amarillento. El vestido era claramente viejo,
pero hermoso. Había un par de viejas piezas de joyería en el fondo y algunas
fotografías. Mientras miraba esos elementos, Fane revisó los papeles.
—Uh, Rapunzel, deberías echarle un vistazo a estos.
—¿Qué son? —preguntó.
—Parece que algunos de estos papeles podrían ser de tu madre.
—¿Qué? —preguntó Rapunzel, dejando caer el anillo que había estado
examinando en el baúl y tomando los papeles.
En ese momento, escucharon un ruido en el piso de arriba. Ambos se
congelaron. Fane llevó un dedo a sus labios y entonces hizo un gesto para
que se quedara ahí mientras él iba a investigar. Se acercó a la puerta y
lentamente giró la perilla, abriendo solo una diminuta grieta para mirar fuera.
Escuchó por uno o dos minutos, entonces cerró la puerta y volvió al lado de
Rapunzel.
—Parece que tal vez tu cocinera ha llegado a casa.
—¿Qué vamos a hacer? —susurró Rapunzel, el terror llenando su mente, 184
haciendo imposible pensar claramente.
—Tenemos que ir a hurtadillas —dijo, moviéndose para poner los
papeles de vuelta al baúl.
—No —dijo Rapunzel—. Llevaré esos papeles conmigo, así puedo
darles un vistazo después.
—Está bien —dijo Fane.
Rapunzel volvió a meter los otros objetos, y Fane cuidadosamente cerró
la tapa. Poniendo de nuevo los tornillos en las bisagras. Colocó el montón de
papeles bajo su camisa y guardó su camisa dentro del pantalón, para tener
sus manos libres. Con cuidado, deslizó el baúl de vuelta bajo la cama. Fane
tomó su mano y la condujo hacia la puerta.
Ahí escuchó de nuevo y entonces decidió que por lo visto era lo
suficientemente seguro. Abrió la puerta y condujo a Rapunzel por la
habitación de madera. Bajaron sigilosamente por el pasillo, deteniéndose a
mirar en la esquina. El corazón de Rapunzel latía fuertemente, estaba segura
de que Cocinera, asumió que era Cocinera quien estaba en casa, podría
escucharlos. Pasaron el primer tramo de escaleras y subieron. Solo hasta que
sus pies tocaron el último escalón, oyeron una voz. Fane rápidamente se
inclinó y bajó unos escalones, tirando a Rapunzel con él.
Silenciosamente se arrastraron de nuevo algunos pasos más y entonces
se congelaron cuando Cocinera entró en su visión. Era la primera vez que
Rapunzel había visto a la mujer quien le había estado suministrando alimento
por lo que asumía, durante toda su vida. Era más joven de lo esperado,
aparentemente estando cerca de la edad de su madre. Se veía normal, cabello
castaño, altura media, y más delgada de lo que Rapunzel imaginaba que una
cocinera podía ser.
Cocinera estaba hablando en su celular, paseándose de un lado a otro.
Después de algunos minutos, desapareció por uno de los pasillos, todavía
hablando por su celular, nunca mirando en su dirección. La parte de atrás del
cuello de Rapunzel estaba salpicado con gotas de sudor ante el miedo de ser
atrapados. Tan pronto como Cocinera desapareció, Fane tomó su mano, y
corrieron rápidamente por las escaleras y luego en la dirección opuesta. Tan
silenciosamente como era posible, se precipitaron a su habitación.
—¡Vaya! —dijo Fane, inclinándose contra la puerta cerrada—. Eso
estuvo cerca. 185
—¿Cómo vas a salir de aquí? —preguntó Rapunzel preocupada.
—Simplemente tendré que ser extra astuto —dijo Fane. Luego dio una
palmadita en su vientre—. ¿Deberíamos echarle un vistazo?
Se movieron hacia la barra, y Fane colocó los papeles en la superficie.
Decidieron dividir la pila a la mitad y solo empezar a examinarlos uno por uno.
Rapunzel comenzó a leer de la cima de su pila de papel.

Septiembre 5:
Voy a ir de excursión con Nigel mañana en otro de sus
estúpidos viajes. No sé por qué piensa que disfruto haciendo
esas cosas con él. Prefiero mucho más quedarme en casa y
continuar tratando de comunicarme con mi hija perdida. Ya no
le hablo de eso porque cada vez que lo hago comienza a decir
que necesito terapia. ¡NO NECESITO TERAPIA! ¿Por qué no puede
entender eso? ¿Cómo puede ser su verdadero padre si niega el
conocimiento de su existencia? Estoy comenzando a preguntarme
si no es su padre. Tal vez ella era un regalo para mí de los
espíritus. Tendré que encontrar a alguien para hablar sobre
eso. Mientras tanto, me uniré a Nigel en su estúpida excursión.
¿No sería una pena si un accidenten sucediera y no regresara a
casa conmigo?
~BHG

La cabeza de Rapunzel deba vueltas. Parecía obvio que su madre


escribió las páginas. ¿Por qué papeles sueltos y no un libro, un diario o algo
así?, se preguntó. Sabía sobre el bebé, por supuesto, por los artículos de
noticias, pero en todos esos años su madre nunca le había hablado sobre el
bebé. Tampoco podía quitarse esa última frase de su cabeza. Recordaba la
especulación en los artículos sobre la muerte de su padre no siendo un
accidente. Con algo de miedo, pasó a la siguiente hoja.

Septiembre 16:
Fui forzada a aguantar la simpatía fingida de todos los 186
vecinos y otros curiosos en el funeral de Nigel. Sé que todos
solo estaban ahí para observar la casa y para tratar de
congraciarse conmigo, tal vez esperando algo de mi dinero. Gané
ese dinero. Es mío. Pagué por él con la sangre de mi hija.
Difícilmente podía desempeñar la parte de la afligida viuda
cuando todo lo que quería hacer era bailar con alegría ya que
mi plan había funcionado. Soy libre ahora para hacer lo que sea
necesario para obtener a mi hermosa hija de vuelta.
~BHG

Rapunzel se lanzó rápidamente a la siguiente página.

Julio 17:
Buenas noticias, hoy encontré a Vedmak. Es auténtico, no
como todos los farsantes que han llegado antes. Él sabe todo
sobre mi hija y cuán importante es para mí tenerla en mi vida
otra vez. Me contó que tendría una hija de cabellos dorados que
será mi salvadora. No estoy segura de cómo tendré otro bebé
cuando no planeo estar con otro hombre de nuevo. Sin embargo,
si lo que sospecho sobre mi hija es cierto, entonces no necesito
un hombre de todas formas. Imagino que pronto estaré embarazada.
~BHG

Noviembre 3:
No he concebido todavía, aunque Vedmak me asegura que
tendré una hija, que debo ser paciente. Me ha dicho mucho más
de la profecía, que mi hija no solo será mi salvadora, sino que
será la herramienta para devolverme a mi primera hija. Al
principio, pensé que tal vez solo estaba diciendo esas cosas
para tratar de obtener más dinero de mí. Pero habla con tal
sinceridad que ahora creo que está diciéndome la verdad, y no
ha aceptado más dinero, lo cual me prueba que tiene mis

187
intereses en el corazón. Trataré de ser paciente, aunque mi
ansiedad por ser reunida con mi hija supera casi todo lo demás
en mi vida.
~BHG

Febrero 25:
Es muy tarde pero no puedo esperar hasta mañana para
escribir lo que Vedmak me ha contado. Él dijo que la razón de
que aún no me había reunido con mi hija es porque hay algo que
debo hacer primero. Dijo que los espíritus no están felices con
lo estancada que se ha vuelto mi vida. Dijo que serían felices
si comenzaba una construcción en mi casa y siempre que
continuara construyendo y expandiendo la mansión, quedarían
satisfechos conmigo y me facilitarían mi reunión con mi
preciosa, hija de cabello rubio. Aun así, es necesario que
supervise el trabajo, de acuerdo con Vedmak. He hablado con un
hombre que es propietario de una compañía de construcción.
Vendrá la próxima semana a empezar a trabajar. Puedo sentir qué
tan cerca estoy de cumplir mis sueños.
~BHG

Junio 6:
¡HOY LA VI! Mi hermosa hija de cabellos dorados. Ahora me
doy cuenta por qué no he concebido. Es porque debía encontrarla
y hoy la encontré. Estaba en una tienda de comestibles, lugar
al que nunca voy. Tengo otros quienes compran por mí, pero hoy
me sentí obligada a ir. Claramente, los espíritus estaban
tratando de mostrarme el camino y fue ahí cuando la vi. Ella
es exactamente como Vedmak la describió. Tiene un largo cabello
dorado a pesar de su corta edad. Me miró directamente e
inmediatamente supe que había encontrado el recipiente que
traería a mi propio bebé de vuelta. No creo que sea una
coincidencia que hoy sea el sexto día del sexto mes y que ella
tenga seis meses de edad. Tan pronto me di cuenta que la había
encontrado bajé la mirada para ver si tenía seis manzanas en
mi canasta. Mi propio bebé tendría cumplidos seis ese mismo
día. Claramente seis es el número que mi hija está tratando de
mostrarme. Debe estar conectado de alguna manera a su regreso.
188
Entiendo y tendré en cuenta lo que ella dice. Ahora puedo ver
que ella solo estaba preparándome para esto. Seis será el número
con el que viviré mi vida de ahora en adelante. Ahora debo
planear. Debo ser diligente y cuidadosa con el fin de traer a
mi bebé a casa. Mañana, le hablaré a Vedmak y estaré segura de
que los espíritus me guiarán en mis actividades.

El horror corrió a través de Rapunzel. Levantó la mirada a la canasta de


seis manzanas que descansaba en su encimera. Con una cadena naciente de
entendimiento, golpeó la canasta de frutas de su encimera tirándola
violentamente al suelo. Inmediatamente Fane alargó su mano para tocar su
brazo.
—¿Rapunzel? ¿Estás bien?
Miró a Fane pero no pudo hablar debido a la repugnancia asfixiándola.
Solo pudo recoger los papeles y confiar en Fane. Él lo leyó completamente, su
expresión reflejando la de ella.
—¿Crees que tú eres de la que ella está hablando? —preguntó Fane—.
No puede ser, ¿verdad? Quiero decir eso significaría… no es posible. Eso
significaría que ella…
Rapunzel se alejó de él. Se sentía enferma. No era suficientemente malo
que toda su vida fuera una mentira y que su madre posiblemente hubiera
matado a su padre sino que ahora tal vez su madre nunca fue su madre.
Entonces… ¿quién era?
Fane llegó por detrás y la envolvió con sus brazos. Ella se giró y se aferró
a él. Enterró su cara contra el pecho de él, apretando sus ojos, esperando
borrar de su mente las palabras que acababa de leer. Fane la condujo al sofá
y la sentó, llevándola a su lado y sosteniéndola con fuerza. Después de un
tiempo, le habló.
—¿Qué vas a hacer?
—No sé. No tengo idea de qué hacer con esta información. Ella estará
en casa mañana. ¿Debería mostrarle lo que encontré?
—Yo no lo haría todavía —dijo Fane—. Asegurémonos que tenemos
toda la información antes de confrontarla. 189
Rapunzel levantó la mirada hacia él.
—¿Tenemos? —repitió.
—Sí —dijo—. Eso es, si tú me quieres ahí contigo.
Rapunzel colocó su cabeza contra su pecho otra vez y asintió.
—Es tarde. Mejor me voy —dijo Fane de mala gana.
Rapunzel suspiró.
—Lo sé. —Se levantó y lo miró—. Examinaré los papeles, los pondré en
orden, y los leeré todos.
—¿Cómo vas evitar que los vea?
Ella encogió los hombros.
—Los voy a esconder bajo mis sábanas, supongo. Ella solo viene a mi
habitación para cepillar mi cabello así que estarán suficientemente a salvo. —
Lo miró—. ¿Vendrás en un par de días y me ayudarás a decidir qué hacer con
todo esto?
—Claro —respondió él sin vacilar—. Trata de no estresarte mucho hasta
entonces, ¿de acuerdo?
Ella asintió, sabiendo que iba a ser una tarea difícil. Pero aligeraba algo
del peso de Rapunzel sabiendo que Fane estaría ahí para ella y la ayudaría a
decidir el camino a tomar.
Fane decidió hacerle frente al enrejado en lugar de correr el riesgo a ser
atrapado. Rapunzel trató de hablar con él sobre eso, pero él sentía que estaría
lo suficientemente a salvo, con su ayuda.
Él se sostuvo del final de su cabello mientras trepaba y colocaba el
primer paso vacilante en el enrejado. Este comenzó a alejarse de la pared y
Rapunzel rápidamente le dio un tirón a su cabello con fuerza, atrayéndolo de
nuevo con un chillido. Él le sonrió aunque ella podía ver el pánico y alivio
mezclado en su rostro. Sosteniéndose con fuerza de su cabello, alcanzó
lentamente el suelo. Una vez llegó al final de su cabello, el enrejado pareció
estar conectado sólidamente. Antes de liberar su cabello, él lo llevó hasta su
boca y presionó sus labios contra el mismo. Rapunzel podía jurar que sintió el
beso subir a través de su cabello hasta su cuero cabelludo. Liberó su cabello,
y ella lo subió de vuelta en la torre. 190
32
Traducido por LizC
Corregido por Nanis

R
apunzel era un bebé. Estaba en su cuna balanceando el móvil
que colgaba encima de su cabeza. Una mujer apareció a la vista
pero no era su madre y, sin embargo esta mujer era más familiar
que su madre, de alguna manera. Tenía el mismo cabello dorado que
Rapunzel y ojos amables. Se agachó para recoger a Rapunzel, pero antes de
que pudiera llegar a ella la cuna se desvaneció y Rapunzel estaba sentada en
la oscura sala rodeada por los seises.
Había seis personas en capuchas negras cantando, y Rapunzel estaba
aterrorizada. No sabía quiénes eran esas personas o lo que querían. Solo sabía 191
que la sensación que percibía de ellos era fría y vacía. Quería correr pero se
sentía atrapada por el círculo dibujado alrededor de ella.
De repente, su madre estaba allí, solo que en lugar de sentirse
consolada por su presencia, el miedo de Rapunzel se disparó en alto. Cuando
su madre dio un paso hacia ella, dijo:
—Eres la clave. Todo depende de ti. Mi hija depende de ti.
Un hombre se acercó y Rapunzel se encogió de miedo. Era alto y oscuro,
de ojos negros y sin vida. También llevaba una capa con capucha de color
negro. Puso las manos sobre la cabeza de ella y comenzó a cantar palabras
exóticas y extrañas. Rapunzel quería alejarse de él, pero no pudo.
El cabello de Rapunzel comenzó a crecer a un ritmo sobrenatural,
rodeándola, envolviéndola, ahogándola. Ella trató de escapar, pero no pudo
liberarse. Ya no podía ver a la gente cantando o su madre. Abrió la boca para
gritar, pero fue detenida en su intención cuando su cabello cubrió su boca y
apretó con fuerza.
Rapunzel se despertó con un grito. Yacía en el suelo de su dormitorio,
envuelta en sus sábanas. Cuando se dio cuenta que estaba a salvo, y no en la
sala de los seises, comenzó a llorar, el alivio inundándola. Yació así durante
algún tiempo antes de desenredarse y ponerse de pie. Se sentó en el borde
de la cama y miró al colchón. Debajo del colchón estaban todos los papeles
que había pasado horas leyendo.
Algunos de los papeles eran inofensivos, registros históricos de la
familia Gothel. Fueron los otros papeles, los escritos por su madre, que la
perturbaban. O más bien, los no escrito por su madre sino por la mujer que la
había secuestrado y ahora decía ser su madre.
Todo el mundo de Rapunzel había llegado a un punto muerto y apenas
colgaba en él. Sentía como si lo único que era capaz de hacer era gritar. Pero
si comenzaba, podría nunca parar.
Se levantó y se fue a su cuarto de baño, quitándose su pijama
empapada en sudor y entrando en la ducha. El agua caliente fue casi dolorosa
contra su piel frágil. Abrió el agua fría, y dejó que el agua helada corriera sobre
sus nervios deshilachados, adormeciéndolos.
Después de tender cuidadosamente su cama y asegurándose que no
192
hubiera pruebas de los papeles que había debajo, entró en su salón principal,
tomó la cesta y las manzanas derramadas y las recolocó en la encimera. Se
sirvió un plato de cereal, pero solo fue capaz de comer unos cuantos bocados
antes que su estómago se sublevara. Vertió el resto por el desagüe y lavó la
taza. Entonces, decidiendo que dejar los papeles bajo el colchón podría
parecer obvio, regresó y reunió todo. Se los llevó a su cuarto de ejercicio y los
escondió debajo de la cinta de correr. Se sentó en su sofá y esperó.
Cuando la manija de su puerta giró, su estómago se tensó. No creía
poder fingir como si toda su vida no hubiera cambiado por completo hace
menos de veinticuatro horas. Gothel entró en la habitación y le llevó a
Rapunzel todo su esfuerzo para no despreciar a la mujer abiertamente.
—Rapunzel, ahí estás —dijo Gothel. ¿Dónde más podría ser?, pensó
Rapunzel, sarcásticamente. Se puso de pie a medida que Gothel se acercaba—
. ¿Cómo estás? ¿Todo fue bien mientras estuve fuera?
—Sí —respondió Rapunzel tajante.
—Bien. Siempre me preocupo tanto por ti cuando tengo que salir.
—¿En serio? —preguntó Rapunzel con incredulidad—. Dime, ¿dónde
fuiste?
—Uh, fui a una reunión de trabajo, Rapunzel. Sabes eso.
—¿Qué trabajo? —preguntó Rapunzel—. ¿Qué haces?
—¿Por qué yo…? ¿Qué pasa con todas las preguntas, Rapunzel? ¿Me
voy por seis días y vuelvo a casa para recibir un interrogatorio? ¿Es esa la
manera de tratar a tu madre? Estabas bien cuando hablé contigo por teléfono
ayer por la noche.
Rapunzel se rio, mordazmente. Se alejó de su madre y se detuvo en el
lado opuesto de la mesa de la cocina.
—¿Qué te pasa hoy? Estás actuando muy extraño —dijo Gothel.
—¿Comparado con qué?
—¡Rapunzel! Soy tu madre y no voy a tolerar esta falta de respeto.
Rapunzel no lo había planeado, pero de alguna manera encontró su
mano cerrándose alrededor de una manzana, la cual lanzó con fuerza
impresionante a través de la habitación. La mandíbula de Gothel cayó abierta
193
de sorpresa.
—¡Tú no eres mi madre!
—¿Qué? —La voz de Gothel fue suave, con incredulidad.
—Lo sé todo sobre ti. Sé que mataste a tus padres. Sé que mataste a tu
marido y sé que no soy tu hija. Me secuestraste. ¿Cómo pudiste hacer eso?
¿Qué clase de persona eres?
A medida que Rapunzel observaba, algo en el rostro de Gothel cambió.
Una maliciosa mirada consciente sustituyó la conmoción. Se movió
lentamente hacia Rapunzel, y ella se dio cuenta de su error. Tendría que haber
esperado a Fane. Estaba fuera de su elemento en esto. Había permitido que
sus emociones gobernaran sus acciones. Se alejó del acercamiento de Gothel
hasta que su espalda golpeó el borde del mostrador.
—Crees que me conoces, ¿verdad? —dijo Gothel, su voz prácticamente
rezumando de ella—. No sabes nada, Rapunzel.
Rapunzel buscó detrás de ella, cerrando la mano en el tirador de un
cajón. Lo abrió, hurgando en el interior, manteniendo sus ojos firmemente
fijos en la mujer frente a ella, la mujer que había pensado era su madre, pero
ahora era una extraña. Sus manos se cerraron sobre un objeto, y una pequeña
sonrisa se dibujó en sus labios. Sacó un par de tijeras del cajón, llevando su
trenza al frente, colocó las cuchillas contra las hebras de seda.
—¡No! —Gothel se congeló, con las manos extendidas en alto, como si
pudiera detener las acciones de Rapunzel. Luego continuó moviéndose hacia
Rapunzel, hablando con dulzura—. Rapunzel, sabes las consecuencias de
tomar tal acción. Cálmate, cariño. Baja las tijeras.
La furia recorrió a Rapunzel.
—No me llames cariño —dijo con los dientes apretados. Juntó las
hojillas, cortando un trozo a un lado del cordón grueso de cabello.
—¡No! —gritó Gothel de nuevo, corriendo hacia delante y arrebatando
las tijeras de la mano de Rapunzel—. Eres una horrible, terrible, chica egoísta
—exclamó. Arrojó la tijera al otro lado de la habitación, levantando una mano
y bajándola escociendo contra la mejilla de Rapunzel. Ella se sorprendió por
la acción. Nunca antes la habían abofeteado. Gothel envolvió rápidamente sus
brazos contra sus costados. Rapunzel luchó contra una fuerza que no sabía
que su madre tenía—. ¡Basta, Rapunzel! ¡Basta ya!
194
Rapunzel ignoró el chirrido de Gothel mientras trataba de escapar. Algo
picó su hombro justo cuando lograba liberar un brazo. Tropezó, la sala
girando e inclinándose salvajemente.
—¿Qué…? —dijo, encontrando imposible formar un pensamiento
coherente a medida que caía de rodillas, con un brazo todavía en manos de
Gothel. Trató de recuperar el equilibrio, pero no pudo mientras Gothel
comenzaba a arrastrarla. Vio a través de su visión borrosa una jeringuilla
colgando de la mano opuesta de Gothel.
Gothel la arrastró fuera de sus habitaciones, por la puerta, y bajando las
escaleras, sin importarle que la columna vertebral de Rapunzel cayera
dolorosamente escalón a escalón. La oscuridad se arremolinó en los bordes
de su visión. Gothel la arrastró a través de pisos y bajando más juegos de
escaleras… algunas que Rapunzel y Fane ni siquiera habían encontrado en su
exploración. Al menos, no lo creía. Estaba teniendo problemas para pensar
con claridad.
Finalmente llegaron a una viscosa sala de cemento oscuro. El aire era
frío y húmedo. Arrastró a Rapunzel al centro de la habitación y la soltó ahí.
Rapunzel cayó pesadamente al suelo.
—Lo juro, niña, si has arruinado todo con tu estupidez, tendrás que
pagar —dijo Gothel, inclinándose para acercar su rostro al de Rapunzel. Miró
su mano, como si acabara de recordar que sostenía la jeringa. Con disgusto,
la arrojó a un lado. Se dio la vuelta y salió de la habitación, cerrando la puerta
detrás de ella, dejando a Rapunzel en la oscuridad absoluta. Oyó el sonido de
una llave girando en una cerradura.
Poco a poco se puso de rodillas, tambaleándose. Arrastrándose hacia la
delgada línea de luz debajo de la puerta, cayendo un par de veces en el
camino, levantó la mano y giró el pomo. Sabía que era inútil, había oído la
cerradura siendo puesta en su lugar. Sin embargo, la realidad de ello
negándose a ceder bajo su mano era demasiado. Rapunzel se derrumbó
contra la puerta mientras las lágrimas corrían por su rostro en silencio.

* * *
195
Pasó el tiempo, aunque Rapunzel no estaba segura de cuánto. Sus ojos
se habían ajustado un poco de modo que podía distinguir vagos contornos
de las formas en la habitación, pero nada con claridad. Tenía sed. Más sed de
lo que alguna vez había tenido. Incluso consideró lamer las paredes para tratar
de obtener algún tipo de humedad en su boca, pero tenía miedo de qué otras
cosas más podría haber en las paredes que acabarían en su boca.
Se preguntó si Gothel encontraría los papeles debajo de la cinta de
correr. Si lo hacía, Rapunzel podría nunca encontrar a su verdadera madre. Si
pudiera dar marcha atrás a través de las pistas, podría ser capaz de descubrir
de dónde venía. Podía probar que Gothel había hecho todas esas cosas
horribles de las que había sido acusada.
Tocó el corte en la trenza que se había hecho. El cabello se sentía rígido
y espinoso. A pesar del hecho de que Gothel probablemente era una loca,
todavía está preocupada por la profecía. Le habían enseñado la profecía toda
su vida. Nunca había tenido motivos para dudar de ella. Dejar de lado la
creencia ahora no era fácil, aunque intelectualmente pensaba que era
probablemente falsa.
La profundidad de la desesperación que rodeaba a Rapunzel se sentía
insuperable. La mujer que era su madre, quien la había criado, le enseñó a
trenzar su cabello, le enseñó a cocinar, que era su única compañera hasta
Fane, era una mentira. ¿Qué tenía ahora? Nada.

196
33
Traducido por Selene
Corregido por Nanis

R
apunzel estaba fría. No había estado mal al principio, pero
cuanto más tiempo estaba sentada en la oscuridad, sin comida
ni agua, más fría se ponía. Se preguntó si Gothel la dejaría morir
de esta manera. ¿No iba contra la profecía?
Deseó desesperadamente saber algo sobre Fane, estaba preocupada
por él. Se había colado antes, cuando su madre se fue, dispuesto a arriesgarse
solo para ver si estaba bien. Sabiendo todo lo que habían hecho, no tenía

197
ninguna duda de que iba a tratar de entrar una vez más por la misma razón.
Solo que esta vez Gothel no había ido a ninguna parte. Rapunzel temía lo que
haría Gothel si lo atrapaba.
Oyó movimiento fuera de la puerta y trató de levantarse, pero estaba
demasiado débil. Logró sentarse contra la pared mientras la puerta se abría.
Gothel estaba en la puerta, con una bandeja de comida en la mano. Los ojos
de Rapunzel cayeron al vaso de agua, no pudo mirar hacia otro lado, nunca
había querido tanto algo en su vida.
—Se me ocurrió —dijo Gothel—, que no estoy obligada a mantener el
lujo con el que te he tratado todos estos años. Solo estoy obligada a
mantenerte con vida y mantener tu cuerpo saludable. —Puso la bandeja de
comida en el suelo y sin decir una palabra más salió de la habitación,
cerrándola tras de sí.
Rapunzel se arrastró lo más rápido que pudo a la bandeja.
Desesperadamente tragó el agua. Cuando el vaso estaba medio vacío, se
obligó a parar. No tenía idea de cuánto tiempo podría pasar hasta que
consiguiera más. Examinó el resto del contenido de la bandeja.
Un sándwich y seis zanahorias bebé estaban en el plato. También había
un pequeño recipiente de pudín. Tomó el sándwich y le dio un mordisco. El
pan estaba seco y duro, y el pavo un poco rancio. Pero era lo mejor que nunca
había probado. Se comió todo y las zanahorias, pero decidió guardan el pudín,
por si acaso.
Se aferró al pudín y medio vaso de agua, con la espalda hacia el lado
opuesto de la habitación. Por lo menos si Gothel decidía llevárselos, tendría
que entrar en la habitación.
Rapunzel se sentía mucho mejor ahora. Pero todavía estaba fría, aunque
al menos no tenía hambre y sed. Se tendió en el cemento frío y dejó que su
mente de nuevo vagara en el día que estuvo en la casa de Fane. Las risas y el
ruido de tener una familia a su alrededor era algo que anhelaba. Nunca habría
imaginado que querría eso. Ahora que sabía lo bueno que era, lo quería.
Mucho.
Recordó el amor entre todos ellos. Cómo se tocaban y abrazaban
fácilmente. Incluso las peleas y las discusiones eran con amor. La comodidad
de la casa de Fane, de toda su familia, la sencillez con la que se preocupaban
por los demás valía más que toda una vida de seguridad en una torre. Tan
pronto como escapara, haría todo lo que quisiera.
Cerró los ojos y se dejó llevar por el sueño, las lágrimas se deslizaron
198
por sus mejillas.
Rapunzel se sentaba frente a Fane en el sube y baja. El sol brillaba y
estaban en un campo de hierba verde. Estaba feliz y contenta. Cuando Fane
se levantó y el sube y baja tocó el suelo, él desapareció y ella era un bebé, una
vez más en la misma manta verde con capullos de rosa de color rosa. Solo que
esta vez, en lugar de estar en una cuna estaba en el medio de una cama en
una casa de troncos.
Esperaba que la mujer rubia viniera a buscarla, pero en lugar de ella,
Gothel entró en la habitación. Rapunzel quiso gritar pero no pudo hacer
ningún ruido. Gothel tomó la manta y la ató con fuerza alrededor de Rapunzel,
cubriendo su cabeza. La oscuridad la estaba asfixiando. Rapunzel no podía
respirar. Luchó, pero estaba apretada con tanta fuerza que no podía moverse
más de un centímetro.
Sintió que la levantaban y se movió, a dónde no tenía ni idea. Pero
cuando por fin levantaron la manta de su cabeza, estaba en el centro de la
estrella en la sala negra rodeada por personas que cantaban. Quería
arrastrarse lejos pero fue incapaz de moverse. Estaba demasiado débil.
La sala negra se desvaneció y ahora estaba acostada en un campo de
nieve. Todo lo que podía ver era blanco hacia cualquier lugar que veía.
Empezó a llamar a Fane, sabiendo que era el único que podía encontrarla.
Pero sin importar cuánto tiempo o lo fuerte que llamara, él nunca llegó.

199
34
Traducido por IvanaTG
Corregido por Nanis

L
a repentina luz al abrirse la puerta despertó a Rapunzel. Se
incorporó de donde descansaba cuando Gothel entró con más
comida. Esta vez, en lugar de dejar caer la bandeja y salir, entró,
llevando también una linterna. Cerró la puerta detrás de ella y llevó la bandeja
a medio camino de la habitación. La puso en el suelo, sus ojos en Rapunzel
mientras lo hacía, luego se retiró hasta la puerta.
Rapunzel la miraba con recelo, temerosa de moverse. Cuando no lo

200
hizo, Gothel finalmente habló:
—No voy a alimentarte, Rapunzel —dijo Gothel con desdén. En lugar
de irse, se sentó frente a la puerta, colocando la linterna a su lado.
Rapunzel se arrastró hacia la comida, estirando su brazo cuando se
hallaba a su alcance para acercar la bandeja. Chirrió ruidosamente contra el
suelo de cemento. La acercó a su posición contra la pared. Tragó un poco de
agua, luego tomó el panecillo y comenzó a masticarlo. El pensamiento
repentinamente la golpeó, Gothel quería envenenarla e inmediatamente lo
escupió.
—Tienes que comer, Rapunzel. Tú cuerpo debe mantenerse saludable.
—Cuando Rapunzel no hizo ningún otro movimiento para comer, dijo—: Si
no vas a comer voluntariamente, nosotros te obligaremos a comer.
Rapunzel no sabía quiénes eran “nosotros” y no lo quería averiguar.
—¿Hará que me enferme? —preguntó a Gothel—. ¿O matarme?
Gothel puso los ojos en blanco.
—¿Por qué iba a hacer una cosa así? Si no mantenemos tu cuerpo sano,
el procedimiento no se puede completar.
—¿Qué procedimiento?
—Come —ordenó Gothel.
Rapunzel se sacudió por el tono duro y comenzó a masticar el panecillo
de nuevo. Un pedazo de pollo en la bandeja demostró ser mucho más sabroso
que su anterior sándwich.
—¿Por qué haces esto? —preguntó Rapunzel.
—Debido a la…
—Profecía —interrumpió Rapunzel con frustración—. Lo sé. Pero, ¿qué
significa eso? ¿Por qué soy parte de ella?
—Es realmente, muy sencillo. Eres el recipiente.
—¿El recipiente? —El apetito de Rapunzel huyó pero se obligó a seguir
comiendo—. ¿Un recipiente para qué?
—¿Para qué? Para el regreso de mi hija, por supuesto.
La conmoción impactó a Rapunzel como fulminada por un rayo. Ahora
dejó el pollo. 201
—¿Tu hija? —repitió, con su boca seca, siendo apenas capaz de formar
las palabras.
—Mi hija, Rapunzel. Sabes, siempre pensé que eras bastante inteligente.
Quizás te subestimé. No importa, cuando ella regrese va a continuar con la
educación que empezaste y será tan brillante como sé que lo es.
Rapunzel recogió el agua y la movió alrededor de su boca, tragando
con dificultad. Lágrimas escocían sus ojos, y se estremeció contra el frío.
—¿Te refieres a la niña que murió? —preguntó finalmente.
La mirada de Gothel se disparó a ella a medida que se levantaba
rápidamente. Se movió amenazadoramente hacia Rapunzel, quien se encogió
contra la pared.
—¡Ella no murió! —gritó Gothel—. ¿Me oyes? ¡No murió!
Rapunzel asintió mientras las lágrimas caían, sosteniendo un brazo a la
defensiva.
—Sí. Sí, te escucho. No murió.
Gothel retrocedió ante las palabras de Rapunzel. Se movió de nuevo a
su posición sentada cerca de la puerta. Se alisó el cabello, y luego echó un
vistazo a la bandeja.
—Debes comer un poco de todos los productos en la bandeja —dijo
Gothel tranquila, como si su estallido no hubiera sucedido.
Los ojos de Rapunzel cayeron a la bandeja. Pollo, panecillos, judías
verdes, puré de manzana, una manzana y el agua estaban en la bandeja. Seis
productos.
Ella le dio un mordisco a unos de los productos que aún no había
probado. Una vez que lo hizo, Gothel pareció mucho más tranquila.
—Dijiste que era la salvadora del mundo —dijo Rapunzel.
—¿De qué otra forma conseguiría que te ocupes de ti misma? —escupió
Gothel—. Desde el principio fue evidente que eres sentimental, preocupada
por todo el mundo y todo lo que no seas tú. No te preocuparías lo suficiente
de ti para mantenerte saludable, pero para salvar a otros lo harías.
Rapunzel se mordió el labio, pensando en los riesgos que había tomado
con Fane y al salir de la casa.
202
—El procedimiento para todo esto comenzó hace años —dijo Gothel
como si Rapunzel le hubiera preguntado—. La primera vez que conocí a
Vedmak. Él vino con los otros. Tengo una habitación, una sala especial, donde
por primera vez comenzamos el ritual. —Rapunzel se estremeció cuando la
sala negra de seises vino a su mente—. Vedmak me enseñó los cánticos, los
necesarios para obtener las respuestas de los espíritus. En un primer
momento, necesitábamos fuego. Luego, una vez que viniste, solo te
necesitábamos a ti.
Rapunzel pensó en todas las extrañas pesadillas y se dio cuenta de que
debían ser recuerdos.
—¿Me tenías en esa habitación? —susurró.
—Por supuesto. No habríamos podido continuar los preparativos sin ti
allí.
—¿Le has hecho algo a mi cabello? —preguntó, pensando si esa era la
razón por la que creció tan rápido.
Los ojos de Gothel ardían cuando lanzó una mirada a Rapunzel.
—No, Rapunzel, esa eras tú. ¡Hiciste algo en tu cabello! Lo cortaste. Tú
lo dominas no yo, y lo hiciste de todos modos. —Rapunzel se sentó en
silencio, con miedo de respirar. Gothel era terrible en su ira. Y luego, en un
parpadeo, Gothel acomodó su cabello, tomando una profunda respiración—.
Vedmak estará aquí pronto. Y entonces sabrá si el daño es reversible. —Su
boca se apretó—. Por tu bien, espero que mejor no sea así.
El silencio se prolongó. Gothel no parecía enfadada. Rapunzel pensó en
lo que le había revelado. Odiaba la idea de que estuviese en esa horrible
habitación. Recordó lo escalofriante de los seises por todas las paredes.
—¿Por qué seis? —aventuró quedamente, temerosa de provocar otro
estallido.
Gothel chasqueó su lengua con irritación.
—Basta de preguntas —dijo—. Deja la bandeja de nuevo en el centro
de la habitación y aléjate.
Rapunzel empujó la bandeja de nuevo al centro de la habitación, y
rápidamente se escabulló de vuelta a su posición original. No tenía ningún
deseo de estar cerca de Gothel, quien parecía como si estuviera manteniendo 203
tenuemente el control, así como estaba.
Gothel recogió la bandeja y retrocedió a la puerta, observando a
Rapunzel mientras lo hacía.
Abrió la puerta y salió, sin apartar la mirada de Rapunzel, cerrando la
puerta y encerrando a Rapunzel en la oscuridad una vez más.
35
Traducido por Selene1987
y Veroonoel
Corregido por Nanis

C
uando Gothel vino de nuevo, trajo tortitas. Rapunzel asumió que
eso significaba que era de mañana. Una vez más, colocó la
bandeja en el medio de la habitación y luego la movió para
sentarse al lado de la puerta. Aunque esta vez, también trajo una manta que
había dejado junto a la bandeja.
Rapunzel se puso de pie y recogió la bandeja y la manta. Se colocó la
manta a su alrededor antes de sentarse al lado de la comida.
—Gracias —dijo, señalando la manta.
204
—No puedo dejar que enfermes —fue la única respuesta de Gothel.
Rapunzel se comió la mitad del montón de las tres tortitas, ambos
trozos de bacón, y se bebió la mayor parte del agua en silencio. La ponía
inquieta y nerviosa tener a Gothel allí, observándola comer. Sin embargo, el
silencio era lo peor de todo.
—¿Por qué construyes tanto en esta casa? —preguntó.
—Es parte de la profecía, Rapunzel. Los espíritus de Vedmak no estaban
felices con cómo estaba viviendo, obsesionada con nada más que el regreso
de mi hija. —Rapunzel tuvo un escalofrío ante sus palabras—. Necesitaba una
actividad que los apaciguara. Cuanto más construyo, más espacio les doy para
deambular.
Rapunzel miró a su alrededor preocupada, como si estuvieran en la
habitación con ellas.
—Mientras siga construyendo, son felices.
—¿Pero por qué escaleras que no llevan a ningún sitio, puertas que se
abren a paredes? No tiene ningún sentido.
Gothel sonrió, con la expresión completamente ausente de humor.
—Ahí está la belleza de todo esto, Rapunzel. Confunde a los espíritus.
Se quedan atascados al final de las escaleras, o dentro de las puertas, porque
no saben a dónde ir. Así es como reduzco sus números.
La mandíbula de Rapunzel cayó abierta. ¿Qué? Esa explicación incluso
tenía menos sentido que la extraña construcción. Por primera vez Rapunzel se
dio cuenta que Gothel estaba loca de verdad, y el miedo se metió en sus
sentidos. Se acercó más la manta.
—¿Seis trabajadores, seis horas al día, seis días a la semana?
—Bueno, sí, por supuesto.
Rapunzel la miró boquiabierta. Actuaba como si fuera normal aunque
ahora sabía que no lo era.
—¿Todo con seises?
—¿Por qué esa repentina curiosidad? Jamás has cuestionado nada de
205
esto. —Gothel parecía menos enfadada que de costumbre, así que Rapunzel
siguió presionando.
—Dijiste que tenía que educarme, ¿verdad? —Intentó recordar las
razones que Gothel le había dado para la importancia de la educación, pero
no recordaba ninguna de ellas. Aunque no importaba, ya que una mirada
fanática se instaló en los ojos de Gothel. Rapunzel reconoció esa mirada.
—Tienes razón. Me han dado instrucciones de que me asegure que seas
educada antes de que llegue el momento de la transformación. He sido
descuidada con eso, ¿no? —Miró a Rapunzel, con las cejas entrecerradas—.
Qué mal que vaya a ser como tú. Hubo un tiempo donde pensé que eras
hermosa, un recipiente digno, pero ahora… ahora me preocupa que la fealdad
de tu corazón lo eche a perder.
Rapunzel solamente podía quedarse mirando a Gothel mientras se
levantaba. Sus palabras se retorcían como un cuchillo en su corazón. Gothel
la había criado, era la única madre que había conocido. No había dudado que
Gothel la quería. Ahora parecía obvio que no era así.
—Empezaremos con tu educación esta noche —anunció Gothel
mientras abría la puerta. Miró a Rapunzel severamente—. Échate una siesta.
Necesitaremos que tu mente esté despejada. —Cerró la puerta tras ella, sin
molestarse en llevarse la bandeja.
Los ojos de Rapunzel se inundaron de lágrimas mientras miraba el rayo
de luz por debajo de la puerta. No sabía qué quería decir Gothel cuando habló
de ella como un recipiente para su hija. Un recipiente llevaba cosas. ¿Qué se
suponía que iba a llevar ella?
—Un recipiente con un feo corazón, aparentemente —murmuró, sin
poder detener el nudo en su voz o las lágrimas que siguieron.

* * *

Rapunzel estaba en el invernadero. Caminaba lentamente entre las


flores aromáticas, recorriendo sus dedos con suavidad sobre ellas. Llegó hasta
un rosal y se agachó para oler su aroma. Mientras lo hacía, las espinas del tallo
pincharon su dedo. Echó su mano hacia atrás, mirando el pequeño punto de
206
sangre que salía. Miró de nuevo a la rosa, que se transformó en un capullo y
se convirtió en la manta verde de bebé con capullos rosas.
A diferencia de antes, cuando la manta no era nada más que eso, esta
vez fue algo de mal agüero mientras crecía e iba tras ella. Corrió, pero el
invernadero nunca terminaba. No había ninguna escotilla, ninguna puerta
hacia el mundo exterior, solamente filas de plantas que extendían sus ramas
para ralentizarla mientras la manta se abalanzaba sobre ella. Hiperventiló
mientras la manta la cubría, asfixiándola, atándola, alejándola de…
—¡Rapunzel!
Rapunzel se irguió despierta con el sonido de la voz de Gothel. Estaba
cubierta por la manta que Gothel le había traído anteriormente y entró en
pánico durante un momento mientras los vestigios del sueño le venían.
Aunque no era la manta de bebé, y sin duda no estaba en el invernadero.
Se sentó, tratando de quitarse el sueño de su mente. Gothel colocó una
bandeja en el centro de la habitación y salió de nuevo, dejando la puerta
entreabierta. Rapunzel se quedó mirando la puerta abierta, sorprendida.
¿Gothel se había olvidado? Se puso de pie, su mente ya previendo un escape
mientras Gothel volvía a entrar con unos papeles.
Sus hombros se hundieron mientras se acercaba y tomaba la bandeja,
volviendo a su lugar en la pared. Su estómago gruñó cuando empezó a comer,
sorprendiéndola de lo hambrienta que estaba. Fue entonces, con su
oportunidad para escapar perdida y su estómago gruñendo que se dio cuenta
que si quería una oportunidad para escapar, iba a tener que mantenerse sana
y fuerte. Negarse a comer y dormir todo el tiempo no iba a lograr eso. Si podía
convencer a Gothel de que estaba de acuerdo con lo que fuera este loco plan,
y conseguir que se relajara, podría tener la oportunidad de nuevo cuando
estuviera más fuerte.
Devoró la comida en la bandeja, luego la apiló con los otros platos de
la mañana y los colocó todos de nuevo en el medio de la habitación. Con
calma, regresó a su lugar y le dio su atención a Gothel, quien lucía complacida.
—Ya que preguntaste por los seises, comenzaremos con eso —
comenzó—. El seis siempre ha sido mi número de la suerte. Tenía seis años
cuando mi madre me enseñó por primera vez lo muy importante que es vivir
una vida estricta y disciplinada. Antes de eso había sido demasiado 207
despreocupada. Era descuidada. A la edad de seis aprendí que el mundo es
un lugar duro y solo puede ser controlado mediante la autodisciplina.
—¿Cómo te enseñó eso? —preguntó Rapunzel, confundida.
Gothel apartó la mirada de Rapunzel hacia la oscuridad.
—Había estado jugando en el canal cerca de nuestra casa a pesar de
que había sido advertida de no hacerlo. Me caí y casi me ahogo. Me sacó antes
de que fuera demasiado tarde y me dio seis latigazos por mi desobediencia,
uno por cada año de mi edad.
Rapunzel jadeó ante la idea de golpear a un niño, y mucho menos uno
que casi se había ahogado.
—Eso es terrible.
La mirada afilada de Gothel volvió a ella.
—No, no lo es. Me enseñó que había una razón para las reglas. Eran
para protegerme. Esos seis latigazos puede que hayan salvado mi vida
innumerables veces.
La boca de Rapunzel cayó ante el razonamiento retorcido.
—Luego de eso, cada vez que cruzaba la línea, mi padre o ella me daban
seis latigazos para recordármelo. O me harían perder seis comidas. Una vez
me encerraron en el armario durante seis días por una infracción
particularmente terrible. Así que, ya ves, aprendí. Aprendí a disciplinarme y
eso me ha hecho la mujer que soy hoy.
Rapunzel estaba sosteniendo sus manos a los lados de sus mejillas,
aturdida por la revelación. Su corazón se rompió por la niña Gothel que había
sido tratada tan mal por sus padres. No era de extrañar que Gothel no
entendiera el verdadero afecto.
—Mis padres murieron el doce de diciembre. Pensé que era irónico
cuando más tarde tuve tiempo de examinar lo que significaba. Eran los seis
de nuevo. Y luego mi hermosa niña nació el seis de junio. —Rapunzel estuvo
asombrada de nuevo. ¿El primer bebé de Gothel nació en la misma fecha que
ella había nacido?—. Cuando conocí a Vedmak, me explicó la importancia del
número seis, y no fue coincidencia que cuando te encontré era el sexto día
del sexto mes cuando tenías seis meses de edad. —Se inclinó hacia delante
con entusiasmo—. El seis es un gancho. —Señaló uno de los seises dibujados 208
en la pared más cercana a ella—. Sostiene todo junto. Es sobre el balance y el
orden.
—Y me encontraste el sexto día del sexto mes.
—¡Sí! —La respuesta entusiasta de Gothel indicaba que no había oído
el desaliento en el tono de Rapunzel—. Así que ahora empiezas a ver. Ha sido
una fuerza guía en mi vida. Y pronto, en tu cumpleaños, cuando hayas vivido
tres ciclos, ella podrá volver a mí.
—¿Ella?
Gothel se puso de pie, ignorando su pregunta.
—Es suficiente por hoy. Te traje algunas cosas para leer. Si te las arreglas
para educarte con ellas para mañana, te traeré una almohada.
Gothel reemplazó las bandejas por los papeles y su linterna, y salió de
la habitación. Rapunzel quería ignorar los papeles. No quería saber nada más
que Gothel quisiera “enseñarle”, pero el duro cemento no era reconfortante
para su cabeza que aún dolía donde había sido golpeada en las escaleras
cuando fue arrastrada hasta ahí abajo, y una almohada sonaba casi mejor que
agua ahora.
Recogió los papeles de mala gana, agradecida por la linterna. Todas
eran páginas sobre los diferentes sentidos y significados del número seis.
Algunas se referían al cristianismo, algunas a la numerología, otras respecto a
la demonología, y varias hacían referencia al número seis en la brujería.
Rapunzel se estremeció. Leyó algunas antes de decidir que no quería una
almohada lo suficiente como para seguir leyendo esos papeles. No por algo
en los papeles, sino porque podía ver líneas que alimentaban la locura de
Gothel.
Dejó los papeles a un lado, y decidió ejercitarse. Se sintió mucho mejor
haciéndolo con la pequeña cantidad de luz proporcionada por la linterna.
Corrió por la habitación un par de veces, cansándose rápidamente. Hizo
algunos abdominales, pero el movimiento le hizo dar vueltas la cabeza.
Decidió que era demasiado pronto para eso. Tendría que ir despacio.
Se acostó en el cemento, manteniendo la linterna cerca, agradecida por
ella. Envolvió la manta a su alrededor y dejó que el sueño la tomara una vez
más. 209
36
Traducido por Mari NC
Corregido por Beatrix85

G
othel se paseaba agitadamente frente a ella. Rapunzel mantuvo
sus ojos en Gothel mientras comía su desayuno. Le preguntó a
Rapunzel si había leído los papeles y cuando ella asintió, Gothel
aceptó su respuesta y no insistió más. El extraño estado de ánimo de Gothel
le impedía aclarar cualquier duda aunque definitivamente quería preguntar
cómo exactamente es que ella era un recipiente.
Gothel no se quedó mucho tiempo, ni siquiera esperó a que Rapunzel

210
terminara de comer antes de salir de la habitación. Rapunzel no se encontraba
segura de si se sentía aliviada o molesta por el extraño comportamiento de
Gothel. Mientras se hallaba sentada cavilando, la linterna comenzó a
parpadear, atrayendo su atención. La tomó y examinó. Estaba caliente, las
pequeñas bolsas dentro brillaban intensamente. Mientras miraba, continuaron
atenuándose y después de unos minutos, la linterna se apagó.
Rapunzel se encogió en la oscuridad. Había estado tan feliz de tener la
luz y supuso que se quedaría. Ahora ya no estaba. La oscuridad parecía aún
más apremiante ahora que había tenido el breve respiro. Deseaba su
computadora para poder Googlear al respecto para entender por qué se
apagó y cómo hacer que encienda de nuevo.
Deseaba su computadora para poder hablar con Fane.
Empujando más allá su desdén por la oscuridad, se puso de pie y
comenzó a trotar suavemente en su lugar. No se atrevía a moverse demasiado
sin la luz. Hizo abdominales, notando que no se cansó tan fácilmente como lo
hizo la noche anterior, a pesar de que todavía tenía un fuerte dolor de cabeza
cuando terminó.
El aburrimiento gobernó su día más que el miedo a la oscuridad. Ahora
sabía que Gothel vendría, con comida y agua, y que, agitada o no, no parecía
interesada en hacerle daño próximamente. No es que Rapunzel dudara de que
lo haría, solo que no creía que lo haría sin ser provocada. Y Rapunzel no tenía
intención de provocarla antes de que lo sintiera necesario.
Cuando Gothel entró, pareció sorprendida por la oscuridad.
—¿Por qué estás sentada a oscuras, Rapunzel?
—La linterna se apagó.
Gothel chasqueó la lengua mientras cruzaba la habitación para
recuperar la linterna. Se agachó junto a Rapunzel, lo suficientemente cerca
como para tocarse, colocando la bandeja en el suelo. Rapunzel miró más allá
de ella hacia la puerta abierta. Era demasiado pronto. No estaba lo
suficientemente fuerte.
Gothel se fue, encerrándola en la oscuridad. Rapunzel esperó su regreso
antes de tocar la bandeja. Regresó con la linterna encendida otra vez.
—No puedes mantenerla encendida todo el tiempo. Se queda sin
gasolina. Tienes que apagarla cuando no lo estás utilizando.
—¿Cómo puedo volver a encenderla? —preguntó. 211
Gothel se acercó una vez más, en cuclillas para mostrarle a Rapunzel
cómo encenderla y apagarla, y el botón de chispa para accionar la llama. De
repente levantó la mirada hacia Rapunzel como si se diera cuenta de la
posición tan vulnerable en la que se puso. Rapunzel forzó una sonrisa en su
rostro, que no fue devuelta por Gothel, quien se puso de pie y se alejó.
Rapunzel comenzó a comer, tratando de parecer tan favorable como fuera
posible.
—Puede que tengamos que adelantar el procedimiento —anunció
Gothel.
Rapunzel bajó el tenedor.
—¿Qué procedimiento?
—La transformación. Habíamos planeado hacerlo en tu cumpleaños,
pero Vedmak piensa que puede funcionar igual de bien el veinte de
diciembre. Por lo menos, vamos a tener que intentarlo ya que cortaste tu
cabello. Quién sabe cuánta magia agotaste por hacerlo. Esperemos que quede
suficiente para completar la transformación.
Rapunzel de repente lamentó haber comido. Ésta amenazó con salir a
medida que su estómago se revolvía.
—¿Qué transformación? —susurró.
—¿Has estado prestando atención a algo, Rapunzel? Tu transformación,
el procedimiento para traer a mi hija de vuelta usando tu cuerpo.
El pavor llenó a Rapunzel ante la implicación. ¿Traer a su hija de vuelta?
Rapunzel sabía que ella no era hija de Gothel, por supuesto, pero también
sabía que la hija de Gothel había muerto. Hace muchos años.
—No lo entiendo —dijo.
Gothel sonrió como si estuviera hablando con alguien ignorante.
—En realidad no importa si entiendes esta parte. Esta parte no es
esencial para en quién te convertirás. —Inclinó la cabeza—. Sin embargo,
supongo que no puede hacer daño decirte. Fuiste traída a mí para ser el
recipiente del regreso de mi niña. Vedmak comenzó el procedimiento tan
pronto como llegaste. Él sabe de magia, el tipo de magia que otros solo
pueden soñar. ¿Por qué crees que tu cabello creció tan rápido? —Rapunzel
tocó su trenza, el terror sacudiendo sus dedos—. Vedmak hizo eso. Fue quien
212
me enseñó a cómo prepararte. Y cuando llegue el momento, será el quien
realice el procedimiento.
Un temblor comenzó en las manos de Rapunzel, se extendió
rápidamente por sus brazos y bajó por su espalda hasta sus piernas.
—¿Para qué es el procedimiento? ¿Qué va a pasarme?
—Te irás, Rapunzel, y tu alma será reemplazada con el espíritu de mi
verdadera hija.
37
Traducido por Jadasa Youngblood
Corregido por Beatrix85

R
apunzel atenuó la linterna, pero no se atrevió a traer de vuelta
la más absoluta oscuridad. No dejó de temblar desde que
Gothel se fue. La idea de que fue robada de su familia a fin de
cumplir una fantasía loca de Gothel para traer de vuelta al espíritu de su hija
muerta utilizando el cuerpo de Rapunzel como el “recipiente” la llenaba de un
terror incontrolable. Gothel no le dio detalles sobre lo que pensaban hacer
con ella, solo dijo que Rapunzel “se iría”.

213
Su mente seguía dando vueltas alrededor de esas palabras. ¿Ir a dónde?
Intentó imaginar cualquier número de escenarios a dónde podría ir, pero nada
tenía ningún sentido. Cerró sus ojos con fuerza e imaginó a Fane.
—Fane, ¿dónde estás? Por favor, ayúdame —suplicó quedamente.
Para el momento en que Gothel regresó con su desayuno, se
encontraba agotada. No durmió mucho, y lo poco que consiguió hacerlo era
invadido por las pesadillas de la habitación de seises, el cántico, y las figuras
encapuchadas. Gothel, como si fuera consciente del pánico de Rapunzel,
colocó la bandeja en el centro del piso y se retiró. Rapunzel echó un vistazo a
la bandeja y luego cerró sus ojos. Ni siquiera podía reunir la energía para
arrastrarse hasta la bandeja para agarrarla.
—Rapunzel, tienes que comer.
—No tengo hambre —dijo con apatía.
—Eso no importa. Debes mantener tu cuerpo saludable.
—No me importa. —Se alejó de Gothel, mirando la pared y tirando de
la manta más cerca a su alrededor.
Farfulló cuando el agua fría empapó su cabeza. Se sentó rápidamente
enredándose con la manta, con prisa. La bandeja cayó al suelo detrás de ella.
Miró a Gothel, quien se alejó y quedó cerca de la puerta, aturdida.
—¿Por qué hiciste eso? —preguntó.
—Necesitas comer —repitió.
Rapunzel miró el plato de avena sobre la bandeja. Solo. Su mirada se
movió rápidamente de nuevo a Gothel. ¿Una cosa? Siempre había seis. Podría
negarse a comer si no tuviera miedo de que Gothel pudiera quitarle su
linterna.
Recogiendo la cuchara, tomó un bocado. Era demasiado dulce, como si
Gothel lo hubiera llenado con tanta azúcar como avena. Hizo una mueca
mientras lo tragaba.
—Está muy dulce —dijo.
—Come —ordenó Gothel.
Rapunzel tomó otro bocado de la mezcla azucarada, tragando con
dificultad. 214
—Al menos dame un poco de agua o algo de beber con esto.
—Cuatro bocados más —dijo Gothel—, entonces te daré el agua.
Rapunzel tomó la cantidad requerida de cucharadas, aunque en lo
posible, los bocados fueron muy pequeños. En el cuarto bocado, mientras
deslizaba la cuchara de su boca, lo sintió. Un mareo cálido la atravesó. Se
tambaleó un poco, pensando que debía estar más cansada de lo que pensó.
Hasta que vio a Gothel mirándola fijamente. Miró la avena, luego de nuevo a
Gothel.
—¿Qué hiciste? —exclamó, aunque las palabras salieron incoherentes,
apenas comprensibles más allá de su lengua hinchada.
La habitación comenzó a girar, y fue forzada a recostarse. Observó con
ojos soñolientos que Gothel abría la puerta. Pero no se iba. En vez de eso,
entró un hombre. Los ojos de Rapunzel se abrieron ampliamente al reconocer
al hombre de sus pesadillas. Intentó gritar, pero no podía. La habitación se
arremolinaba hacia abajo en la negra oscuridad que intentó evitar.
* * *

Rapunzel de nuevo tenía frío. Abrió sus ojos, confundida por qué debía
ser. Se dio cuenta que de nuevo se encontraba acostada sobre el piso de
cemento, solo que esta vez no tenía manta. Se enderezó, respirando
profundamente para combatir el mareo.
Recordó a Gothel trayéndole la avena, y luego… ¿qué? Frotó su cara con
sus manos, sus mangas cayeron hasta sus codos. Espera, eso no estaba bien.
Se miró a sí misma y vio que ahora tenía puesto una túnica larga y blanca.
¿Pero cómo…?
Y de repente recordó. El mareo después de la avena, el hombre
entrando en la habitación mientras se desmayaba. Contuvo la respiración
mientras intentaba desesperadamente recordar lo que ocurrió entre entonces
y ahora. No había nada, ningún recuerdo que encontrar.
Las lágrimas cayeron mientras tiraba más cerca la prenda extraña,
tratando de retener algún tipo de calor. La túnica estaba hecha de algún tipo
de tela de nylon, fina y ligera, no protegía contra el aire frío. ¿Por qué le ocurría 215
esto a ella?
No pasó mucho tiempo antes de que Gothel regresara con otra bandeja
de comida. La llevó directamente hasta Rapunzel, sin darse cuenta o
preocuparse por las lágrimas que seguían cayendo.
—Come —ordenó. Ni de broma, pensó Rapunzel—. No te daré ninguna
lección más en esta encarnación. Una vez que la transformación esté
completa, ayudaré a mi hija a comprender todo lo que ella necesite saber.
Se fue sin decir otra palabra. Rapunzel se estremeció. Ellos ya habían
comenzado la transformación. ¿Qué significaba para ella? No podía luchar
contra ello si ni siquiera podía recordar lo que le habían hecho. Miró la
bandeja de comida y la pateó lejos. Esta cayó por el suelo, destrozando el vaso
de agua. Un gran trozo de vidrio rebotó a su costado. Lo recogió, examinando
los bordes afilados. Alejando de su mente las consecuencias, empujó el trozo
de vidrio contra la esquina de la pared detrás de ella, donde no sería obvio
desde la puerta.
Algún tiempo después, Gothel regresó. Vio la bandeja volcada y la
comida derramada. Rapunzel esperó la explosión, el pánico sofocándola. Se
encontraba segura de que el trozo de vidrio detrás de ella era tan visible como
ella misma, y que Gothel vería que lo escondió.
Gothel caminó hacia el desorden y recogió la base de vidrios rotos. Giró
hacia Rapunzel y la miró fijamente durante largos segundos de tensión.
Rapunzel tragó el nudo seco alojado en su garganta. Entonces Gothel se dio
la vuelta hacia la bandeja, recogiendo las cosas que fueron derramadas,
incluyendo los pedazos de vidrio. Sin decir una palabra, se dirigió a la puerta
y salió, sin nada más mientras miraba de nuevo a Rapunzel.
Rapunzel dejó escapar el aliento que había estado conteniendo. Se llevó
las rodillas contra su pecho debajo de la bata, intentando calentarse. De nuevo
tenía ganas de llorar, pero decidió que no lograría nada con eso. Lamentaba
perder a la mujer que creyó que era su madre. Quería retroceder el tiempo y
regresar a cuando se encontraba en su torre, Gothel cepillando su cabello, no
era exactamente amorosa, pero al menos era una compañía cariñosa.
Gothel regresó horas después, tiempo durante el cual Rapunzel dormía
ligeramente. Tenía miedo de lo que podría ocurrir si se quedaba dormida
profundamente. Gothel trajo otra bandeja y la colocó en el centro del piso.
—Rapunzel, comerás. Si no lo haces, pondremos un tubo en tu garganta
216
y te obligaré a alimentarte. ¿Comprendes?
Rapunzel asintió, no teniendo duda de que hablaba en serio.
—El momento se acerca —continuó Gothel—. Necesitamos tu cuerpo
fuerte.
Al salir, Rapunzel intentó calcular el tiempo solo para saber
exactamente cuánto tiempo tenía. No se encontraba segura ya que el paso
del tiempo era vago en esta habitación. No tenía la iluminación exterior para
determinar los días. Las comidas esporádicas que Gothel traía podían o no
indicar un nuevo día cada vez que le traía un desayuno. Ya no podía contar
con algo normal con Gothel.
Se acercó a la bandeja, sus piernas temblorosas por la debilidad. No iba
a comer ni beber nada proporcionado por Gothel, lo sabía. No podía
someterse a sí misma de nuevo a esa oscuridad. Tampoco quería un tubo en
su garganta.
Recogió la bandeja y se dirigió a la esquina más lejana y más oscura en
la que procedió a volcar la comida y el agua. Colocó de nuevo la bandeja en
el centro de la habitación y se acostó de nuevo. Ahora no podía darse el lujo
de hacer ejercicio, ya que no iba a comer o beber alguna cosa.
Cuando Gothel regresó, examinó la bandeja con satisfacción. Rapunzel
se aseguró de mantener la linterna de forma que la luz no llegaría a la esquina
donde arrojó la comida.
—Buena chica —dijo, yéndose una vez más.
Este patrón se repitió varias veces. Rapunzel cada vez se sentía más
débil, temerosa de que no pasaría mucho tiempo antes de que se rindiera y
bebiera el agua que ansiaba con más fuerza que nunca, o comiera alimentos
para calmar su estómago que daba vueltas. La mayor parte de su tiempo se
dedicó a hablar con Fane, esperando que de alguna manera, la escuchara.

217
38
Traducido por Selene
Corregido por Beatrix85

R
apunzel se estremeció. Ahora se encontraba constantemente
temblando. Gothel finalmente cedió y le dio una manta, pero
solo cuando Rapunzel le dijo que podría resfriarse otra vez.
Había esperado que Gothel trajera al Dr. Henreich. Por supuesto, sería difícil
para ella explicar por qué mantenía a Rapunzel en el calabozo. Bueno, si
Gothel lo llamaba.
Tocó el trozo de cristal que se hallaba junto a ella en el suelo de piedra.

218
La calidad de las comidas fue empobreciéndose de forma constante,
Rapunzel se preguntó si Gothel las cocinaba o si tenía a Cocinera
preparándolas. El vidrio roto descansaba bajo sus dedos, burlándose de ella,
tentándola. ¿Tenía el coraje de tratar de luchar por su libertad? Más aún, ¿tenía
la fuerza para hacerlo? No estaba segura de cualquiera de ninguna de las dos.
Quería actuar como una guerrera, dirigir su destino en lugar de dejarse
arrastrar por él. Quitó los dedos de la pieza de vidrio y suspiró abatida. Incluso
ahora dudaba, aunque sabía que Gothel la secuestró cuando era una bebé y
la había mantenido como prisionera todo este tiempo, dudaba que pudiera
lastimar a la mujer que siempre conoció como su madre.
Rapunzel envolvió más apretada la manta a su alrededor. En algún
momento había creído que podía distinguir la noche del día en función de la
temperatura de la habitación. La rendija de luz que provenía de la parte
inferior de la puerta nunca cambió, lo que significaba que era un pasillo
iluminado, y que la luz no venía del exterior. Así que por lo que sabía, podría
ser de noche. La linterna se había apagado hace mucho tiempo, dejándola en
la oscuridad una vez más.
Gothel no le había traído ni comida ni agua hoy si su aproximación del
tiempo era correcta. Tenía sed más allá de lo posible, aunque no se sentía
particularmente hambrienta. Con su falta de alimentos, su cuerpo se ajustó a
no comer tan a menudo. Dudando que algo cambiara cerró sus ojos.
Los ruidos en la puerta la despertaron. Sonaba como si algo rascara y al
principio pensó que se trataba de un ratón o una rata tratando de entrar. Se
sentó, preguntándose cuánto tiempo pasó mientras dormía. Cuando los
ruidos de arañazos continuaron, se le ocurrió que no era Gothel. Ella tenía una
llave y simplemente habría abierto la puerta para entrar. Sonaba como si
alguien estuviera tratando de entrar, pero no tuviera la llave.
El pánico se apoderó de ella. Buscó hasta que encontró el trozo de
cristal. Empujándose a sí misma dolorosamente desde el suelo, se movió hasta
que se puso de pie junto a la puerta. Por un salvaje segundo, se imaginó que
era Fane, pero sabía que no había forma de que la hubiera encontrado. Gothel
le aseguró que nadie la encontraría.
Pensó en sus pesadillas y la gente cantando en la sala de seises y su
tiempo perdido después de que comió la avena y de repente tuvo la seguridad
de que uno o todos habían venido por ella. Después de largos minutos de
tensión, la manija de la puerta fue empujada y la puerta se abrió, el suelo
crujió. Y entonces lo supo. Tenía que ser Fane. Ese era el truco que usó para 219
sacarla de su habitación la primera vez. La puerta se abrió lentamente y una
linterna brilló.
—¿Rapunzel?
Ante el sonido de su voz, dejó caer el trozo de cristal, rompiéndolo. El
sonido atrajo la linterna de Fane. Ella se adelantó y se lanzó contra él.
Inmediatamente sus brazos estaban a su alrededor mientras él se tambaleaba
hacia atrás, recorriendo con sus manos su trenza.
—Rapunzel —dijo de nuevo, con más seguridad. Sus brazos se
apretaron, levantándola, y hundió el rostro en el hueco de su cuello. La abrazó
con fuerza durante varios minutos antes de finalmente levantar la cabeza y
decirle—: No puedo creer que por fin te encontré.
La besó entonces, salvajemente y con urgencia. Rapunzel se unió a su
fervor.
—¿Cómo me has encontrado? —le preguntó.
—No fue fácil —dijo—. He estado buscándote desde la última vez que
te vi. Entré en tu habitación varias veces, pero no pude encontrarte en ningún
lugar.
—¿Qué hora es? —preguntó—. De hecho, ¿qué día es hoy?
—Ya han pasado diez días desde que te vi por última vez —le dijo.
—¿Diez días? ¿He estado aquí tanto tiempo?
—Sí, y yo he estado frenético. Estoy tan contento de encontrarte por
fin. Ah, y creo que son las dos y media.
—¿De la mañana?
—Sí. Vamos a salir de aquí. Ahora.
Manteniendo un brazo firmemente alrededor de sus hombros, y con los
brazos de Rapunzel envueltos alrededor de su cintura, salieron de la
habitación hacia el pasillo. El brillo cegó sus ojos que no habían visto la luz
durante tanto tiempo. Quería preguntarle a Fane qué día era, pero decidió
que era más importante salir de allí antes de responder sus preguntas.
El suelo y las paredes de piedra eran vagamente familiares de cuando
220
Gothel la arrastró para que bajara, aunque no tenía ni idea de qué ruta los
sacaría de la casa. Ahora que Fane se encontraba aquí, sabía que juntos
podrían encontrar el camino. La condujo hacia un tramo de escaleras cuando
de repente Rapunzel comenzó a recordar los papeles.
—Espera, Fane. Debemos conseguir los papeles de mi habitación.
—Es demasiado arriesgado —dijo—. Tendremos que dejar que la
policía los consiga. —Fane alcanzó su rostro y la tocó suavemente—. No
tienes idea de lo bueno que es verte. —La besó rápidamente, luego puso su
brazo alrededor de ella una vez más y siguió caminando.
—Qué conmovedor —dijo una voz detrás de ellos, arrastrando las
palabras.
39
Traducido por LizC
Corregido por Mari NC

R
apunzel y Fane saltaron ante el sonido de la voz de Gothel
detrás de ellos. Se dieron la vuelta para verla de pie detrás de
ellos con una sonrisa maliciosa en su rostro. Fane empujó a
Rapunzel detrás de él.
—La voy a sacar de aquí. Usted no me puede detener —dijo.
—¿No puedo? —Gothel sacó un objeto de aspecto extraño que parecía
el mango de una pistola detrás de su espalda. Jaló un gatillo y alguna clase
de alambre se disparó hacia delante, hacia Fane. De inmediato cayó al suelo
gimiendo, su cuerpo retorciéndose y con espasmos.
221
Rapunzel gritó y cayó al suelo junto a él.
—¿Qué le hiciste? —sollozó.
—No te preocupes, se recuperará. Tal vez. —Gothel dio un paso
adelante y, agarrando el brazo de Rapunzel, la apartó de él—. Sin embargo,
su recuperación depende de ti, Rapunzel.
—¿Qué quieres decir? —Rapunzel no podía apartar los ojos de Fane,
quien ya no se retorcía, pero ahora respiraba pesadamente, sus ojos estaban
en blanco.
—Rapunzel, significa que si deseas que este chico viva, entonces vas a
hacer exactamente lo que yo digo.
Rapunzel deseó haber conservado su trozo de cristal. No era mucho,
pero era algo. Miró a Gothel, la ira consumiéndola.
—¿Y si no lo hago? —preguntó ella, desafiante.
Gothel apretó el gatillo de la cosa una vez más y el cuerpo de Fane se
puso rígido y se retorció, gemidos sobrenaturales vinieron de él.
—¡Alto! —gritó Rapunzel, derrotada—. Voy a hacer todo lo que digas.
Solo detente.
—Aléjate de él —dijo Gothel. Una vez que Rapunzel lo hubo hecho,
Gothel se adelantó y tiró de él en una posición sentada. Sacó un cuchillo de
alguna parte y lo puso contra la garganta de Fane.
Rapunzel gimió.
—Por favor, madre. Dije que iba a hacer todo lo que pidas. Por favor,
no le hagas daño.
—¿Quién es este chico para ti? —preguntó Gothel sospechosamente.
—Él es mi amigo —dijo Rapunzel.
—¿Cómo te las arreglaste para hacer un amigo cuando nunca has
estado fuera de tu habitación?
Rapunzel sabía que mentir a Gothel a estas alturas sería para sellar el
destino de Fane.
—Por mi computadora —dijo—. Lo conocí en Internet.
222
—Así que este es el chico que me ha causado tantos problemas. —
Gothel tiró de la cabeza de Fane hacia arriba, presionando aún más firme el
cuchillo contra su piel—. Simplemente debería deshacerme de él ahora
mismo.
—¡No! —gritó Rapunzel, sosteniendo sus manos en súplica hacia
Gothel—. Por favor, no le hagas daño. Te lo ruego.
Su mirada cayó en Fane, y vio que estaba recuperando la consciencia.
Sus ojos se encontraron con los de Rapunzel, y le dio una pequeña sacudida
de cabeza. Gothel también pareció darse cuenta que él estaba casi volviendo
en sí.
Gothel se inclinó al oído de Fane y con una voz llena de advertencia,
dijo:
—No intentes nada. —Dio un pequeño tirón en la cosa de alambre,
todavía atada al abdomen de Fane—. Te derribaré en dos segundos. Asiente
si entiendes.
—No voy a dejarla aquí contigo —contestó Fane entre dientes, con
rabia.
—No creo que tengas opciones —respondió Gothel.
—¡Corre, Rapunzel! —dijo Fane.
—¡No, no voy a dejarte aquí!
—Vete ahora —dijo.
Gothel apretó el cuchillo contra su garganta.
—Ella no correrá si te tiene algún aprecio en absoluto.
—Prefiero morir que verla aquí bajo tu indulgencia.
—Una vez más, conmovedor, pero también inútil. Ella no tiene a dónde
ir. Sin embargo, tú, creo que irás a la tumba por todos los problemas que has
traído a mi casa al venir aquí. ¿Entiendes lo que has hecho? ¿Entiendes lo que
será destruido si algo le pasa a Rapunzel?
—Estás loca —dijo Fane.
Gothel empujó el borde de la hoja en su piel, lo suficiente como para
formar una línea de sangre. Fane gruñó contra el dolor, y Rapunzel gritó.
—Te preocupas mucho por este chico, ¿no? —dijo Gothel
223
amenazadoramente.
Con el corazón latiendo con fuerza, esperando contra toda esperanza
que estuviera haciendo la decisión correcta, dijo:
—Deja que se vaya, Gothel. Si no lo haces, voy a tomar mi propia vida.
La mano de Gothel tembló un poco, aliviando la presión del cuchillo en
la garganta de Fane. Tan pronto como lo hizo, Fane apartó su mano. Gothel
luchó con él, tratando de recuperar la ventaja. Su mano se cerró alrededor del
gatillo de nuevo y Rapunzel vio con horror como el cuerpo de Fane se crispó
en línea recta, su cabeza cayendo contra el suelo. Rapunzel encontró una
oleada de fuerza que no podía haber imaginado tener y se tambaleó de nuevo
al calabozo, con la mano en la pared para no perder el equilibrio.
—¡Rapunzel! —gritó Gothel.
Rapunzel se empujó en la habitación odiada, buscando
desesperadamente. Allí estaba, en el rincón más alejado. Corrió, sus manos
cerrándose alrededor de la bandeja que había dejado Gothel anteriormente.
—¡Rapunzel! —Gothel estaba ahora más cerca. Tan pronto como Gothel
irrumpió en la habitación, levantó la bandeja y la dejó caer sobre la cabeza de
Gothel. En su estado debilitado, no hizo el daño que había esperado, pero
Gothel tropezó y cayó de rodillas. Sin esperar a ver lo que haría a continuación,
Rapunzel corrió de la habitación, de nuevo al lado de Fane.
Se dejó caer a su lado. Él se veía muy pálido, frío y empapado de sudor,
con los ojos cerrados.
—Fane, por favor, tienes que despertar. ¡Tenemos que irnos!
—No vas a ir a ninguna parte —espetó Gothel, viniendo hacia ellos.
Tropezó mientras caminaba, sangre chorreando por su cara.
—Fane, por favor —rogó Rapunzel, sacudiéndolo pero sin apartar los
ojos de Gothel.
Gothel levantó el cuchillo por encima de su cabeza, agarrado con ambas
manos. Rapunzel se lanzó a través de Fane.
—¡Ahora el chico muere! —gritó Gothel.
—¡Gothel, para! 224
Rapunzel se volvió al oír la voz de un hombre extraño. El hombre era
alto, aprehensivo, vestido con una capa de color negro. Tenía el cabello y los
ojos tan oscuros como su ropa.
—¿Por qué me detienes, Vedmak? —le dijo Gothel al hombre,
deteniéndose pero sin soltar el cuchillo.
Rapunzel se estremeció al oír el nombre. Este malvado hombre era
quien había alimentado la locura de Gothel. Al verlo, dudó que estuviera más
cuerdo que Gothel.
—No quieres molestar a la chica, Gothel. Si vamos a completar la
transformación, la necesitamos feliz. Aléjate del chico.
Gothel pareció recordar a Fane y miró al cuchillo.
—No puedo. Para que mi hija regrese, él debe morir. Hay demasiado en
juego.
Gothel agarró el cuchillo firmemente y se agachó, como para obtener
una mejor posición. Ella saltó hacia delante, y un fuerte ruido explotó. Gothel
voló hacia atrás, golpeando contra la pared, aturdida. El cuchillo de Gothel
cayó al suelo. Rapunzel jadeó y se volvió para mirar al hombre. Él dio un paso
adelante y se puso de cuclillas.
—Ahora todo va a estar bien.
—Por favor —susurró ella, mirando hacia Fane.
—Vamos a hacer un trato —dijo Vedmak. La mirada de Rapunzel fue
atraída de nuevo al hombre. Sus ojos eran como dos interminables oscuras
piscinas arremolinadas—. Tú cooperas con nosotros, y voy a insistir a Gothel
que perdone su vida.
Los pensamientos de Rapunzel eran confusos. Sabía que ellos no
dejarían a Fane con vida. No podían. Como si él adivinara sus pensamientos,
dijo:
—Puedo borrar su memoria, Rapunzel. Él no te va a recordar. No
recordará este lugar. Parecerá como un sueño. Te prometo que lo dejaremos
ir si cooperas. —Se inclinó más cerca, y Rapunzel sintió el poder en sus ojos
una vez más.
—Dame tu palabra —murmuró.
225
Él puso una mano sobre el brazo de ella, cada línea de su cuerpo y cara
exudando empatía… a excepción de sus ojos, que permanecieron fríos e
insondables.
—Tienes mi palabra, Rapunzel.
—¡No! —protestó Gothel.
Los ojos de Vedmak fueron más allá de Rapunzel para aterrizar en
Gothel. Rapunzel se sorprendió al ver a Gothel retroceder bajo su mirada.
—Despídanse —le dijo a Rapunzel.
Ella se volvió hacia Fane, inclinándose para besarlo. Él respondió
débilmente, sus ojos apenas abriéndose una fracción.
—Te amo, Fane. Lo hago desde que vi tu foto. Has hecho que mi vida
valga la pena, y nunca te olvidaré. —Una lágrima cayó en su barbilla desde la
mejilla de Rapunzel—. Aunque olvídate de mí.
—No, Rapunzel —dijo con voz débil—. Es una trampa. Corre.
Su cuerpo se tensó de repente, su mandíbula apretándose, gruñidos
retumbando en su garganta mientras un espasmo lo recorría.
—Es suficiente, Gothel —ordenó Vedmak.
Rapunzel volvió sus furiosos ojos a Gothel, quien apretaba el gatillo. De
repente, el arma fue arrancada de sus manos por una fuerza invisible.
Rapunzel jadeó.
Vedmak dio un paso adelante y se inclinó para recoger al inconsciente
Fane. Rapunzel trató de aferrarse a él, pero en su estado de debilidad no era
rival para el hombre grande. Se llevó a Fane a través del calabozo que ella
había ocupado recientemente. Se puso de pie y lo siguió.
Vedmak lo acostó en el suelo y se volvió a Rapunzel.
—¿Ves? —preguntó—. Estoy cumpliendo con mi palabra. He quitado
los cables de él. Se despertará pronto. Voy a volver después de que hayamos
terminado y borraré su memoria según lo prometido.
Guio a Rapunzel fuera de la habitación. Ella no tenía otra opción, era lo
único que podía hacer por Fane. Miró hacia atrás donde él yacía en el suelo
frío, su pecho subiendo con sus respiraciones. Vedmak cerró la puerta detrás
226
de sí, dejando a Fane encerrado en ella. Tomó el brazo de Rapunzel y la
condujo fuera del calabozo.
—Ven, Gothel —le ordenó a medida que pasaban donde ella
tranquilamente estaba sentada en el suelo. Le lanzó una furiosa mirada a
Rapunzel, tan llena de odio y hostilidad que hizo a Rapunzel estremecerse
lejos de ella. Después que pasaron, Rapunzel la escuchó levantarse y seguirlos.
40
Traducido por LizC y Shilo
Corregido por Mari NC

R
apunzel se estremeció y retrocedió con fuerza cuando vio que
Vedmak la llevaba a la oscura sala de los seises.
—¡No! —gritó—. ¡No, por favor, no allí!
Vedmak se volvió hacia ella, calmado.
—Bueno, Rapunzel, yo mantuve mi palabra. ¿No vas a mantener la tuya
y cooperar?
Rapunzel negó con la cabeza frenéticamente.
227
—Por el bien de tu amigo —añadió, con voz fría y firme.
Rapunzel se quedó inmóvil y lo miró. La amenaza era evidente en sus
palabras. Inmediatamente abandonó la lucha.
Dentro de la habitación que invadía sus pesadillas, estaba un catre
negro en el centro de la estrella. Lideró a Rapunzel al mismo y le indicó que
debía acostarse. El miedo la sacudió mientras lo hacía.
—Has dejado que se debilite —le reprendió Vedmak a Gothel cuando
ella entró en la habitación.
—Se negó a comer —se quejó Gothel.
—Deberías haber tomado el control —dijo Vedmak—. Después de
todo, eres la madre.
Las fosas nasales de Gothel flamearon ante el insulto, pero se mantuvo
en silencio.
—¿Debo buscar el tubo? —preguntó.
—Solo si deseas que sobreviva al procedimiento —dijo.
Gothel salió de la habitación. Vedmak se apartó de ella, haciendo algo
en una mesa negra contra la pared que no recordaba haber visto antes.
Rapunzel se movió rápidamente para incorporarse y correr a través de la
puerta abierta. Fue interrumpida en su intención por las correas que la
sujetaron fuertemente. Se quedó mirándolas. ¿Qué demon…? No recordaba a
Vedmak colocándolas sobre ella, sin embargo, las correas negras claramente
cruzaban su pecho, estómago y piernas.
Vedmak chasqueó la lengua, con la espalda aún frente a ella.
—Me estás haciendo dudar lo mucho que vas a mantener tu palabra,
niña. Por favor, ten en cuenta que el destino de tu amigo reposa sobre ti.
Rapunzel se calmó de inmediato. Gothel regresó de pronto, y Rapunzel
se vio obligada a someterse a un tubo siendo empujado por su garganta.
Tosió y se atragantó, las lágrimas corrían de sus ojos. Una vez que estuvo
insertado, Vedmak colgó un envase en un poste al lado de su cabeza y lo
conectó al tubo. Miró al envase y leyó “Ensure” en él.
Vedmak siguió su mirada.
—No hay de qué preocuparse. No es nada más que nutritivo. 228
Las lágrimas continuaron fluyendo junto con el líquido espeso que
corría en su estómago.
—¿Cuándo empezamos? —se quejó Gothel—. Tú me prometiste a mi
hija.
Vedmak volvió sus ojos negros hacia ella.
—Paciencia, Gothel. Mañana va a estar más fuerte y los demás estarán
aquí. No podemos seguir sin ellos.
Rapunzel tenía una idea bastante buena de quiénes eran los “demás”.
Sus pesadillas se estaban volviendo más claras por momentos.

* * *

Gothel se sentó en silencio a su lado durante toda la noche. Cuando el


envase de nutrición líquida se vació, lo quitó. Luego, dos horas más tarde,
colgó uno nuevo, negándose a mirar a Rapunzel. Esto continuó durante
bastante tiempo. Rapunzel observó como la delgada línea de luz alrededor de
la puerta se iluminó. El ambiente se calentó. Supuso que era alrededor del
mediodía cuando Vedmak regresó.
—Ve a descansar un poco —le dijo a Gothel—. Vamos a comenzar a las
seis.
Gothel sonrió, la expresión llena de malevolencia. Se fue, y ahora
Vedmak velaba por Rapunzel. No parecía tan satisfecho como Gothel a
permanecer en silencio.
Sentado a su lado, tomó la trenza de Rapunzel, que yacía en el suelo a
un lado del estrecho catre. Chasqueó la lengua de nuevo, moviendo la cabeza.
—No deberías haber hecho esto —dijo, levantando su cabello y
mostrándole el trozo que había quitado.
Los ojos de Rapunzel se agrandaron. Se había olvidado de eso y ahora
temía lo que iba a hacerle debido a eso.
—¿Sabes lo duro que trabajé para poner magia en tu cabello? —
preguntó, acariciando el pedazo, observando el movimiento. Rapunzel no
podía hablar con el tubo en su garganta—. Me tomó muchos, muchos años
229
de rituales. Hubo momentos en que casi me drenaba de mi propio poder. Y
ahora… —Sus ojos fríos y duros volvieron a los de ella—, un momento de
temperamento infantil puede haber deshecho todo mi trabajo. —Se acercó
más—. Por tu bien, espero que quede lo suficiente en la parte ilesa.
Rapunzel se estremeció al oír sus palabras.
—Estoy muy cerca de convertirme en todo poderoso —dijo—. Tú eres
mi última pieza de magia. Aprender a aprovechar un tipo específico de magia
y manipularlo a voluntad es la única cosa que no he hecho. Vas a ayudarme a
hacer eso, tú y ese cabello en el que he invertido tantos años. Has liberado
parte de la magia cuando lo cortaste, pero espero que no sea nada. Una vez
que haya re-vinculado la magia a tu cabello, te sacrificaremos y la magia será
mía. Entonces voy a tener todo. Voy a ser todo.
Un graznido escapó de su garganta. Ella podría ser ingenua de la
mayoría de las cosas del mundo, pero estaba muy consciente de lo que
significaba “sacrificar”. Sacudió la cabeza violentamente, y él le sonrió. La
sonrisa estaba destinada a ser tranquilizadora, pero la intención se perdió en
el proceso.
—No te preocupes, niña, vamos a asegurarnos de que no sientas nada.
Se puso de pie y se alejó tranquilamente de ella, como si no acabara de
decirle que planeaban asesinarla. Rapunzel miró a su alrededor
desesperadamente en busca de algo que pudiera ayudarla a escapar. Echó un
vistazo a las correas que la sujetaban firmemente a la cama. Al darse cuenta
que su pánico no estaba ayudando, Rapunzel se obligó a calmarse, respirar
profundamente, y contar hasta diez.
Una vez que su frenesí cedió, manipuló sus manos alrededor hasta que
pudo tocar la correa. Movió sus manos a lo largo de la unión hasta que llegó
a la hebilla de metal. Sus ojos se dispararon a Vedmak. Él todavía se
encontraba de espaldas a ella. Metió sus dedos lo más lejos que pudo llegar,
apenas capaz de tocar el borde del mecanismo de elevación que liberaría la
hebilla.
De repente, una mujer entró en la habitación, alguien a quien Rapunzel
no había visto antes. Sus ojos apenas se fijaron en Rapunzel antes de dirigirse
a Vedmak.
—Estoy aquí —anunció solemnemente.
230
—Bien —respondió Vedmak, no volviéndose a reconocerla de cualquier
otra manera. La mujer se movió hacia un lado y sacó algo de un gancho.
Envolvió la capa oscura a su alrededor, tirando de la capucha sobre su cabeza,
y Rapunzel tembló hasta las profundidades de su ser. Era una de las figuras
encapuchadas de su pesadilla hecha realidad.
Gothel entró en la habitación, ya llevando un manto negro, fijándose en
Rapunzel con una mirada furibunda, sonriendo satisfecha.
—¿Dónde están los demás? —le preguntó a la mujer encapuchada—.
Es casi la hora.
—Están en camino —dijo la mujer. Rapunzel oyó el desprecio en la voz
de la mujer mientras hablaba a Gothel.
—¿Tres más? —preguntó Gothel.
La mujer no respondió, y Gothel se volvió a Vedmak.
—¿Tres más, cierto, Vedmak?
—Más o menos —murmuró él.
—No —espetó Gothel—. Ni más, ni menos. Tres personas más, de
modo que seamos seis.
Vedmak se volvió para enfrentarla. La mirada en su rostro aterrorizó a
Rapunzel, pero Gothel no cedió terreno.
—Dime que habrán seis. Sabes la importancia del número.
Vedmak suspiró como si estuviera lidiando con un niño al que tuviera
que revelarle una dura verdad.
—Es tiempo de dejar de alimentar estas fantasías tuyas, Gothel.
—¿Fantasías? —chilló—. Fuiste el que confirmó mi creencia en el seis.
Todas las cosas en sextetos para traer a mi hija de vuelta. El gancho,
¿recuerdas?
La voz de Vedmak se endureció.
—Nada más que para apaciguarte. ¿De qué otra forma iba a conseguir
tu colaboración voluntaria? Tus ideas son ridículas.
Los hombros de Gothel se encogieron hacia atrás como si la hubiera
atacado físicamente.
231
—Los sextetos son tu obsesión, Gothel. No mía. Y no son necesarios
para el ritual.
—¿De qué estás hablando? —preguntó Gothel con furia, empujando
sus hombros hacia delante agresivamente, pareciendo no notar el velo de ira
abarcando a Vedmak. Rapunzel miró a la mujer encapuchada y vio que miraba
a ambos embelesada. Movió de nuevo sus dedos sin prisa a lo largo de la
correa, buscando el pestillo de la hebilla.
—El ritual que efectuaremos aquí no es para ti, Gothel.
—¡Claro que es para mí! El regreso de mi hija no puede ser para nadie
más. No puedes retirarte ahora.
—Oh, no planeo hacerlo —murmuró ominosamente.
Como si no hubiera hablado, Gothel continuó:
—¿No he estado trabajando en esto a tu lado por casi dieciocho años?
¿No he hecho todo lo que has pedido? He continuado construyendo para
calmar tu estado de ánimo.
Vedmak explotó en carcajadas, junto con la mujer encapuchada. Los
dedos de Rapunzel se congelaron en su búsqueda por el sonido. No había ni
un gramo de humor en la risa de Vedmak y solo desprecio en la de la mujer
encapuchada.
—¿De qué otra manera podía conseguir que dejaras de molestarme? —
demandó, toda pretensión de humor ausente, su rostro oscureciéndose—. Tus
llamadas constantes queriendo a tu hija de vuelta casi me llevan al borde.
Haciendo que pasaras tu tiempo vigilando una construcción inútil fue nada
más un medio para un fin para mí.
Gothel farfulló.
—Eres más fácil de controlar cuando tienes un propósito. Lo admito, la
primera vez que viniste a mí creí que eras un espíritu afín. No pasó mucho
tiempo hasta que descubrí que no eras más que una loca vieja chalada. —La
boca de Gothel cayó abierta, así como la de Rapunzel. ¿Cómo se atrevía a
hablarle de esa manera? Obviamente Gothel no era tan intimidante para
Vedmak como lo era para Rapunzel—. Pero necesitábamos tu casa y tu dinero,
ambos fueron lo suficientemente fáciles de conseguir alimentando tus
ilusiones. 232
—¡Estás mintiendo! —exclamó Gothel, aunque sus ojos se crispaban y
su voz temblaba.
—No, Gothel —dijo Vedmak, dando un paso hacia Gothel—, no lo hago.
Gothel se movió hacia la mujer encapuchada, y Rapunzel deslizó un
dedo bajo la hebilla. Aunque no pudo levantarla. Inhaló, exhaló, y deslizó un
poco más su dedo.
—Verás, Gothel, dudé que pudieras tener un hijo. Y tenía razón, no lo
hiciste. Pero hiciste la siguiente cosa que era mejor: encontraste uno. —
Vedmak movió una mano hacia Rapunzel justo cuando la hebilla se levantó.
Su corazón se detuvo por haber sido atrapada, pero ninguno de ellos miraba
en su dirección. Sostuvo firmemente ambos lados de la hebilla,
manteniéndola en su lugar hasta que estuvo segura que no iban a darse
cuenta—. También, en buena hora. Estaba a punto de darme por vencido
contigo y buscar a alguien más. Me trajiste a la chica que necesitaba para el
ritual y no la encontraste solamente, te la quedaste, la criaste, alimentaste.
¿Tienes idea de cuántos problemas me ahorraste? ¿Cuánto dinero? Si alguien
la veía, serías tú la que caerías.
Rapunzel hubiera jadeado si el tubo no hubiera estado todavía en su
garganta. Parpadeó unas cuantas veces por la profundidad de la falsedad de
Vedmak. ¡Y ella pensó que Gothel era mala! Calladamente bajó las hebillas a
la cama, cuidando que no cayeran e hicieran algún ruido. Luego movió sus
manos para deshacer la correa sobre su pecho, lentamente, con cuidado para
no atraer la atención.
Gothel caminó otro paso hacia la mujer encapuchada.
—Si no te necesitara para traer a mi hija de vuelta, te echaría ahora
mismo —siseó.
—Tu hija no va a volver. —Las palabras de Vedmak fueron crueles, para
nada suavizando el golpe.
Gothel se desinfló como si hubiera sido golpeada en el pecho.
—Pero, Vedmak —gimió Gothel, su voz suplicante. Rapunzel
desabrochó las correas alrededor de sus muslos—, lo prometiste. Prometiste
que ella volvería a mí. Ahora. Hoy.
—Mentí.
233
Gothel dejó salir un chillido que hubiera mandado a correr a la más
valiente de las criaturas. La mujer encapuchada cubrió sus oídos mientras
Gothel sacaba una pistola del interior de su capa. La apuntó hacia Vedmak.
Rapunzel gritó, agradecida que el tubo en su garganta amortiguara el ruido.
Vedmak levantó una mano hacia Gothel. Rapunzel miró con asombro
como una luz azul se formaba contra su palma. Como si estuviera tirando una
bola de béisbol, impulsó su mano hacia delante, la luz azul lanzándose hacia
Gothel. Ella se agachó, y la luz golpeó a la mujer encapuchada en el centro del
pecho, arrojándola contra la pared de piedra con un crujido nauseabundo.
Gothel se levantó inmediatamente y apuntó de nuevo la pistola, tirando
del gatillo. Rapunzel se arrancó el tubo de su garganta, ahogándose y
teniendo arcadas mientras salía de su esófago, los ruidos cubiertos por el
rebote de la pistola.
Vedmak rugió, el sonido atemorizante en el espacio cerrado. El eco se
arremolinó alrededor de la sala, creando un torbellino. Rapunzel rodó de la
cama lejos de ellos, agachándose mientras Vedmak tiraba otra luz azul hacia
Gothel, golpeándola contra la pared y presionándola en alto, más allá del piso.
La alarma llenó el rostro de Gothel mientras la fuerza se presionaba más fuerte
contra ella, y se puso roja por el esfuerzo para respirar.
Rapunzel no esperó. Se volvió y huyó de la habitación. No estaba segura
de cuál dirección seguir para encontrar a Fane. Tropezó y se encontró en el
fondo de unas escaleras. ¡Dirección equivocada! Se volvió hacia la dirección
contraria cuando escuchó el furioso grito de Vedmak.
—¡Rapunzel!
Se lanzó hacia arriba por las escaleras, sabiendo que la única
oportunidad de ayudar a Fane ahora era escapar. Subió dos niveles y se dio
cuenta que estaba en el nivel principal. Evadió las esquinas, esperando
encontrar la entrada. Finalmente llegó a un área con la que estaba
familiarizada y supo que estaba a la vuelta de la cocina. Patinó hasta detenerse
por el sonido de voces.
—¿Qué está pasando? —escuchó a un hombre decir.
—No estoy seguro —contestó otra voz masculina—, pero si hay
problemas, no me voy a quedar aquí.
Rapunzel se asomó por la esquina y vio a tres hombres y dos mujeres
234
reunidos en la cocina. Ninguno de ellos miró en su dirección, entonces inhaló
y se deslizó por la esquina hacia las escaleras. Una vez que las alcanzó, se
precipitó hacia el único refugio seguro que jamás había conocido.
41
Traducido por Booklover:3
Corregido por Mari NC

R
apunzel estaba en el centro de su habitación, mirando a su
alrededor con incredulidad. Se había ido. Todo había
desaparecido. Ningún mueble. Los armarios abiertos revelaban
sus vacíos interiores. Su computadora y las fotos que había colgado en las
paredes se habían ido. Corrió al dormitorio. Vacío. Era como si ella nunca
hubiera existido.
Al darse cuenta de que se había atrapado a sí misma en la torre, se

235
apresuró a regresar a la sala principal para irse.
—No vas a hacer eso —dijo Vedmak. Rapunzel se congeló ante el
sonido de su voz al otro lado de la habitación. Se detuvo en la entrada de la
esquina, donde estaba la ventana—. Tampoco nadie te escuchará si gritas.
Fane está encerrado abajo, y los otros se han ido.
—¿Cómo sabes su nombre? —preguntó ella, con la boca de pronto
seca.
—Sé todo acerca de ti, Rapunzel. —Dio un paso hacia ella.
—¿Para qué me quieres? —preguntó, alejándose de él—. La
transformación no puede ocurrir sin Gothel.
Vedmak se burló mientras continuaba acechándola lentamente.
—¿De verdad crees que tengo algún interés en los delirios de Gothel?
Nunca hubo alguna intención de traer a su hija de vuelta a través de ti. Nunca
hubo alguna oportunidad de traer de vuelta a su hija en absoluto. Solo
necesitábamos esa historia para conseguir que hiciera lo que queríamos.
Estaba obsesionada lo suficiente para creernos.
—¿Por qué toda la construcción? —preguntó, tratando de detenerlo.
Había oído su excusa antes pero necesitaba tiempo para formar un plan—.
¿Qué hay en eso para ti?
—Nada. —Rapunzel estaba sorprendida de que lo admitiera—. No era
nada más que una manera de mantener a Gothel ocupada. Gothel es mucho
más fácil de controlar cuando está ocupada. La construcción le dio un
propósito, o eso pensó.
—¿Así que no hay espíritus viviendo aquí?
—No he dicho eso —dijo levantando una ceja con sarcasmo.
—¿Y los seises?
—Obsesión personal de Gothel. Te lo diré, podría haber logrado lo que
necesitaba mucho antes si ella no hubiera estado obligada por ese particular
toque de locura. Nos limitamos al seis de la habitación cada vez que nos
reuníamos para adelantar el ritual. No soy más que un hombre paciente.
Lo dijo con tanto orgullo que Rapunzel se preguntó si quería un
cumplido.
236
—¿Por qué yo? —preguntó.
—Fuiste pura casualidad. Gothel quería un bebé para reemplazar a su
hija. Cuando fue obvio que no quedaría embarazada ya que vivía sola sin
pareja, planté la semilla de que podría encontrarte. No me importaba a quién
encontrara, solo que fuera una niña pequeña para mí. Quería detalles así que
le dije del cabello rubio y ojos verdes. Por casualidad, encajas con la
descripción, desde tener el cabello más largo de lo que debería ser posible en
una niña tan pequeña. Por suerte para mí también, ya que estaba a punto de
renunciar a Gothel y seguir adelante.
Las náuseas se levantaron en la garganta de Rapunzel. ¿Suerte? ¿Dónde
estaba la suerte en eso? Había estado tan cerca de no haber sido robada, tan
cerca de que Vedmak renunciara. ¿Gothel aún la habría tomado si él se
hubiera ido? Nunca lo sabría.
El pánico de Rapunzel aumentó.
—¿Qué quieres de mí? —repitió.
—Eres consciente de lo que quiero contigo. Ya lo he explicado. Debes
morir por mí para traerte de vuelta. Gothel no estaba completamente
equivocada. Tu cuerpo es un recipiente para alguien, pero no para su hija.
—¿Para quién? —susurró, retrocediendo hacia la puerta mientras él
acechaba cerca.
—Una poderosa bruja que fue erradica de la tierra mucho antes de su
tiempo. Otro encontró una manera de aprovecharse de ella y atraparla en el
mundo de los espíritus. El que pueda liberarla y darle un cuerpo poseerá un
poder que no puedes imaginar. Voy a ser el brujo más poderoso que exista.
Nada ni nadie podrá detener mi reinado de poder. Y con la muerte de Gothel
—Rapunzel jadeó—, serás la única heredera de la fortuna que la familia Gothel
acumuló. Nadie sabrá que no eres tú, ya que nadie te conoce en absoluto.
—¿Gothel está muerta? —preguntó, sorprendida por el dolor que la
asfixiaba. Gothel podría haber estado preparando a Rapunzel para su propia
muerte, pero aun así, había sido la única madre que había conocido.
—Por supuesto que lo está. Ese era el plan desde el principio. Has
puesto un pequeño giro en el plan con tu patético intento de escape. No
importa. Solo comenzaremos de nuevo.
237
Rapunzel estaba explorando el lugar frenéticamente en busca de algo,
cualquier cosa, para usar como un arma mientras él hablaba.
—Estás loco —dijo ella, avanzando lentamente hacia la puerta abierta
mientras él seguía rodeándola cada vez más cerca—. No hay tal cosa como la
magia o brujas o hechiceros o lo que crees que eres.
—¿No? —cuestionó con calma. Rapunzel corrió hacia la puerta. Esta se
cerró de golpe. Agarró la manija y la giró. Se movió con facilidad por debajo
de su agarre, pero la puerta no se movió. Miró hacia atrás con pánico, hacia
Vedmak, que siguió avanzando lentamente, acosándola intencionadamente.
Era su peor miedo, estar encerrada en la torre una vez más.
—¡Aléjate de mí! —gritó.
—No quiero hacerte daño —dijo con una pequeña sonrisa—. Pero lo
haré si peleas conmigo.
Rapunzel rio con desdén.
—¿Crees que voy a hacerlo más fácil para ti?
—No quieres enojarme —dijo, la sonrisa todavía en su lugar, los ojos
volviéndose duros. La habitación empezó a temblar, y Rapunzel miró a la
ventana abierta. ¿Estaban teniendo un terremoto? Mientras miraba, la ventana
se cerró de golpe, y ella saltó, un grito de alarma se le escapó.
Rapunzel corrió a la cocina, abriendo un cajón tras otro, buscando un
cuchillo olvidado o cualquier otro objeto afilado.
—Déjame ayudarte —dijo Vedmak. Cada puerta del cajón y del
gabinete se abrió de golpe.
Pensando rápidamente, Rapunzel agarró el cajón más cercano y lo sacó,
arrojándolo a Vedmak.
Él levantó una mano, y el cajón se movió a su alrededor sin causar daño.
—¿Es así como quieres jugar? —preguntó. Otro cajón fue lanzado de
repente desde donde estaba abierto y se dirigió hacia ella. Se agachó justo a
tiempo.
Cuando se levantó de nuevo, Vedmak había borrado su sonrisa y ahora
parecía inaudiblemente enfadado.
238
—Esto no tiene que ser tan difícil —dijo con enojo.
—¿Ah, sí? ¿Para quién? —dijo ella, esquivando hacia un lado cuando
otro cajón fue hacia ella. La habitación empezó a temblar aún más fuerte,
haciendo difícil mantener el equilibrio. Y aun así Vedmak caminó hacia ella,
lentamente, como un depredador.
Un golpe sonó en la puerta.
—¿Rapunzel? —oyó a Fane llamándola.
—¡Fane! Ayúdame.
Vedmak lanzó una mirada de furia a la puerta.
—¡Muchacho entrometido!
—No puedo abrir la puerta. —Oyó lo que parecía a Fane golpeando su
hombro contra la puerta, seguido por gritos de dolor.
—Vedmak está aquí —gritó ella.
—¿Qué?
—Él no puede ayudarte —dijo Vedmak.
Oyó el gruñido de frustración de Fane.
—¡Vedmak! Tienes que dejarla salir ahora.
La sonrisa había vuelto mientras Vedmak lo escuchaba.
—Qué conmovedor —dijo y Rapunzel se estremeció ante la repetición
de las palabras que había dicho Gothel. Ella caminó de regreso a la puerta
otra vez. Tiró de ella cuando sintió las vibraciones de Fane embistiéndola
desde el lado opuesto. Era difícil decir la diferencia entre su embestida y la de
la casa temblando y astillándose.
Entonces Vedmak estuvo a su lado, atrapándola entre su alta figura
ancha y la puerta. Ella gritó.
—¡Rapunzel! —exclamó Fane.
—¡Suficiente! —ordenó Vedmak. Quitó el lazo de su cabello, enredando
sus dedos en los mechones rubios. Su trenza se desarmó por culpa de su
asalto, largos mechones de cabello cayendo al suelo donde ella lo había
cortado. Rapunzel intentó zafarse pero él la golpeó con su mano, tirándola y 239
atrapándola con dolor. Él comenzó a cantar, los ojos cerrados, y el terror se
apoderó de Rapunzel.
De repente, oyó un fuerte chirrido. Levantó la vista y vio a Angel por
encima de ellos. Las placas de yeso se astillaban y pedazos del techo caían.
Escuchó el crujido de la roca que rodeaba la torre y más allá la voz frenética
de Fane.
La tranquilidad la invadió mientras observaba a Angel, como si hubiera
sido suspendida en el tiempo. El color azul de Angel estaba brillando como el
reflejándose en zafiros. Por primera vez, Rapunzel pensó que no era
coincidencia que Angel hubiera llegado a ella, sino más bien el destino. Quizás
el nombre que Rapunzel le dio al pajarito, Angel, era más apropiado de lo que
se había dado cuenta. Metiendo un ala, Angel miró a Rapunzel directamente
a los ojos. Fue entonces que lo supo tan bien como si Angel hubiera hablado.
Miró a Vedmak.
—No puedes tomar la magia a menos que yo te la dé —dijo en voz baja.
Sus ojos se abrieron de golpe, llenos de rabia.
—¿Qué has dicho? —Sus dedos se apretaron dolorosamente.
—No tienes poder —dijo en voz más alta—, sin mi cabello. Es la última
pieza y sin ella, pierdes todo.
Se rio con desdén.
—Esto no es una película infantil de fantasía donde puedes tener un
final feliz solo por encontrar las palabras correctas que decir.
El pánico se deslizó por su columna. Angel pío de nuevo, llamando la
atención de Rapunzel. El temor se disipó y se puso de pie más recta, no una
tarea fácil con la ruidosa habitación rompiéndose y balanceándose, y el
doloroso agarre de Vedmak contra su cráneo.
—Tal vez no —dijo ella—. Pero es la verdad, ¿no? Apostaste todo en mí,
en la magia que infundiste en mi cabello. Pero no puedes tomarla sin permiso.
¿Cómo vas a conseguir que te la dé? —jadeó cuando la respuesta llegó a
ella—. Fane. Sabías sobre él todo el tiempo.
—Te dije que sé todo sobre ti. ¿Cómo crees que el patético chico te
encontró en ese calabozo?
Rapunzel miró hacia la puerta. Las paredes alrededor del marco se
astillaban mientras observaba. Rapunzel empujó su pánico hacia abajo. Tenía
240
que jugar el juego. Le sonrió a Vedmak.
—Él está a salvo ahora. No tienes nada.
Con un gruñido, Vedmak arrojó una esfera azul de luz hacia la puerta.
Rapunzel saltó sin pensar en frente de ella, entre Vedmak y la puerta, la cual
no protegería a Fane. Cerró los ojos, esperando el dolor. Cuando no llegó, sus
ojos se abrieron de golpe y miró hacia abajo. No estaba herida. Vedmak gritó
y lanzó otra. Rebotó en ella como si no fuera nada más que una bola de
algodón.
—Solo tienes el poder que te permito tener sobre mí, Vedmak —dijo
ella con más fuerza, moviéndose hasta que estaba de pie justo enfrente de
él—. Lo que significa que no tienes poder para hacerme daño. No me puedes
tener, ¡y no puedes tener mi cabello!
Un ruido bajo de furia sonó en la base de la garganta de Vedmak. Con
un aullido, movió las manos en su dirección, arrojándola lejos de él. Tropezó
en el suelo, girando rápidamente para mantener su mirada sobre él.
—¡No sabes lo que haces! —gritó él.
Rapunzel tragó. Luego se puso de pie.
—Me voy —dijo—. Y no puedes detenerme.
Grandes pedazos de yeso llovieron desde el techo mientras Vedmak
gemía, sus dedos retorciéndose en su propio cabello ahora. Se tambaleó en
su camino hacia el centro de la habitación como si no tuviera el control de sus
acciones. Rapunzel corrió hacia la puerta, con las manos sobre su cabeza. La
puerta seguía atascada.
—Abre la puerta, Vedmak —le ordenó.
Sus ojos se abrieron, y él la señaló.
—¡No sabes lo que haces!
—Sí, lo hago —dijo—. Estoy recuperando mi vida.
Él gritó de nuevo cuando la habitación empezó a sacudirse de arriba
abajo. Rapunzel tropezó, agarrándose de la manija de la puerta. Esta vez, se
abrió.
Ella dio un paso hacia el pasillo justo cuando el suelo se rompió por
debajo de ella. Gritó mientras caía. De repente, se detuvo bruscamente.
241
Mirando hacia arriba, vio que Fane la había atrapado, acostado boca abajo,
esforzándose para tirar de ella hacia arriba. Y entonces estaba en el pasillo con
él. Miró de nuevo a la torre y vio que Vedmak todavía estaba en el centro de
la habitación, sin suelo bajo sus pies. Sus manos y cara comenzaron a
marchitarse mientras se retorcía con un dolor interno. Una y otra vez gemía:
—¡No sabes lo que haces!
De repente otra forma apareció junto a él, claramente allí y no muy
sólida, como una niebla espesa. Vedmak dio una mirada petrificada a la
criatura que era oscura, con largo, esponjoso y negro cabello salvaje, y vestida
con un oscuro traje vaporoso que estaba destrozado y desgarrado. Donde los
ojos deberían haber estado había grandes agujeros de nada. Sus largas garras
negras se levantaron amenazadoramente hacia Vedmak. Rapunzel se
preguntó frenéticamente si este era el espíritu que Vedmak esperaba que
albergara dentro de su cuerpo.
—¿Qué dem…? —La voz sorprendida de Fane le llamó la atención. Ella
vio que miraba con horrorizada incredulidad la escena ante él.
—¡No! —gritó Vedmak, aterrorizado, temblando con tanta violencia
que sus facciones parecían desdibujarse—. Por favor, traté de conseguirla…
Sus palabras se ahogaron a medida que la mano de niebla se movía
hacia él. Ella observó conmocionada mientras Vedmak parecía implosionar.
Era como si su cuerpo se derrumbara sobre sí mismo, envejeciendo a una
velocidad vertiginosa mientras rayos de color azul claro se disparaban desde
sus manos, rebotando por la habitación hasta que finalmente convergieron
en él en una gloriosa esfera azul de luz cegadora, consumiéndolo a él y a la
turbia forma que lo rodeaba.
Una ruidosa repercusión desgarró el aire cuando un enorme pedazo de
la torre cayó.
—¡Vamos, tenemos que salir de aquí! —gritó ella por encima del ruido
de la casa despedazándose.
Fane apartó la vista de la torre, centrándose en ella.
—Correcto —dijo. Juntos, dieron la vuelta y se dirigieron abajo, dando
tumbos contra el movimiento y esquivando las cosas que caían. Por último, se
tambalearon por la puerta principal y corrieron lo más rápido posible lejos de 242
la oscilante casa.
Rapunzel miró hacia atrás y vio que la casa se derrumbaba detrás de
ellos.
42
Traducido por Jadasa Youngblood
Corregido por Nanis

R
apunzel se sentaba en el borde de la dura cama de hospital. La
severa deshidratación, desnutrición y agotamiento habían
requerido que permaneciera en el hospital.
No tenía el Síndrome de Inmunodeficiencia Combinada Severa.
Ese fue el primer análisis que le hicieron. Aparentemente, no fue más
que una trampa que Gothel usó para que fuera obediente sobre permanecer
encerrada en la torre.
La policía encontró los papeles, leyeron todo lo que Rapunzel tenía, y 243
ahora sabían que Gothel fue la responsable de la muerte de los padres y
marido de Gothel… y que secuestró a Rapunzel.
Le hicieron una prueba de ADN para descubrir quién era en realidad.
Era desconcertante no saberlo. Todo lo que siempre había creído de sí misma
era falso. No estaba enferma, no era una Gothel, y no era Rapunzel. Incluso su
edad y fecha de nacimiento no eran suyos. Gothel le había puesto como fecha
de cumpleaños el seis de junio, cuando en realidad su cumpleaños era el tres
de diciembre. Era seis meses mayor de lo que pensaba. De hecho, su décimo
octavo cumpleaños ocurrió mientras se encontraba en el calabozo. Le dijeron
que su nombre de nacimiento era Sara Rowley. Sus padres biológicos eran
John y Karen Rowley, quienes ahora se hallaban divorciados.
Extraños.
No tenía a dónde ir.
La puerta se abrió, y Fane entró. Su rostro se ensanchó con una sonrisa,
un poco vacilante cuando sus ojos cayeron hacia el vendaje blanco que cubría
la parte delantera de su cuello y su brazo en un cabestrillo. Su hombro tenía
un severo esguince por embestir contra la primera puerta del calabozo para
romperla, luego la puerta de la torre tratando de llegar a ella. Se encogió al
pensar en lo mucho que debió dolerle su hombro maltratado cuando la atrapó
mientras caía. Esta mañana, él había sido dado de alta.
—Incluso en el hospital, te las arreglas para verte atractiva. ¿Cómo haces
eso? —preguntó, cruzando la habitación hacia ella, colocando su mano libre
al costado de su cuello, y levantando su mentón hacia arriba. Rapunzel no se
ruborizó, solo sonrió mientras se inclinaba para besarla. Su boca se movió a
través de la suya, hambriento, desesperado, agradecido. Rapunzel quería
saltar y presionarse contra él con más fuerza, pero tenía miedo de lastimarlo
o derribarlo con su fervor—. No tienes ni idea de lo bien que se siente hacer
eso sin tener que preocuparme por el daño que podría causar —dijo con voz
ronca.
—Te extrañé mucho —le dijo.
Fane se rio.
—Me encontraba aquí esta mañana.
—Lo sé —dijo, ahora ruborizándose—. Quiero decir durante el tiempo
que Gothel me encerró en el calabozo. Cada momento de cada día, todo lo 244
que quería hacer era hablar contigo. Te deseaba con más ganas de lo que
jamás deseé a nada.
—¿Incluso el chocolate? —bromeó.
—Eres mucho mejor que el chocolate.
—Sabía que te gustaba. —Se rio.
Fane se sentó en la cama junto a ella y entrelazó sus dedos con los
suyos.
—Estoy asustada —dijo.
Fane la miró, apretando su mano.
—¿De qué?
—Ahora no tengo a dónde ir. No tengo una casa. Aunque ella no era
realmente mi madre, Gothel es la única familia que he conocido.
Fane envolvió su brazo a su alrededor y la atrajo hacia sí mientras sus
lágrimas comenzaban a caer.
—Rapunzel, no te preocupes. Puedes quedarte con nosotros. —
Rapunzel se estremeció contra su costado—. Y no soy solo yo quien está
diciendo eso. Mis padres extendieron una invitación.
Rapunzel levantó su mirada hacia él.
—¿En serio? —Fane asintió—. Pero… ¿crees que me dejarán quedarme
contigo? —Señaló con una mano hacia la puerta.
—Rapunzel, tienes dieciocho años. Puedes hacer lo que quieras.
—Oh.
—Oye, me acabo de dar cuenta que estoy saliendo con una mujer
mayor —dijo Fane—. No tendré dieciocho años hasta febrero.
Rapunzel bajó su mirada hacia sus manos entrelazadas, sintió el peso
de su brazo alrededor de su hombro.
—¿Estás saliendo conmigo? —preguntó tímidamente.
—Nos salvamos el uno al otro. Después de eso, parece que deberíamos
estar saliendo, ¿no? Eso es si… si quieres.
245
Rapunzel empujó su cara contra su pecho.
—Fane, sé que no debería amarte, pero lo eres todo para mí. Así que,
sí, creo que deberíamos salir.
—¿Por qué no deberías amarme? —preguntó.
Ella se encogió de hombros.
—No lo sé. Supongo que siempre pensé que no debería amar a alguien
porque eso no podría transformarse en algo más. Nunca esperé ser capaz de
amar a alguien. Además, ya sabes, mi vida en su mayor parte es toda una
locura. ¿Quién quiere tener algo que ver con eso?
—Yo —dijo con una sonrisa—. Contigo, nunca hay un momento
aburrido. —Hizo una pausa, abrazándola más cerca—. Y ahora sabes que
puedes amar a alguien, porque puedes hacer con tu vida cualquier cosa que
desees. Cuando digo que puedes amar a alguien, lo que quiero decir es, que
deberías amarme a mí.
Rapunzel oyó la nota burlona en su voz.
—Ya te amo —dijo.
—Bien. —Hizo una pausa—. Yo también te amo. Entonces eso funciona
bien para mí, ¿cierto?
Rapunzel se rio.
—Para ambos.
Se sentaron en silencio, simplemente sosteniéndose el uno al otro. Por
varios minutos, Rapunzel se sintió satisfecha, incluso eufórica.
—¿Pronto vienen a cortarte el cabello? —preguntó.
—Sí.
—¿Preocupada?
Rapunzel se estremeció.
—Aterrorizada.
—Estaré justo aquí —prometió—. Sé que no será fácil para ti —dijo—,
dejar que te lo corten.
—Dijeron que pueden utilizarlo para hacer pelucas para las personas
que perdieron su cabello. Me dijeron que era una “generosa contribución”.
246
—Oh, sí —dijo Fane—. Mi mamá me contó que te hablaron sobre donar
a Locks of Love15. Eso es algo realmente genial para hacer.
—¿Y si ocurre algo malo? —dijo Rapunzel con un escalofrío.
—No pasará nada. —Fane la apretó de nuevo.
—¿Cómo lo sabes? —preguntó.
—Supongo que no lo sé. El mundo podría terminar en cualquier
momento y por cualquier razón, ¿verdad? Pero no. Simplemente sigue
adelante. Cuando me levanté esta mañana, mi vecino se encontraba afuera
limpiando el camino de entrada, como lo hace cada vez que cae nieve.
Conduje pasando por Starbucks y la cola se hallaba fuera de la puerta, como
cualquier otro día. Tuve que parar y cargarle combustible a mi auto, y fue tan
caro como siempre. Rapunzel, el mundo sigue su curso. Y en realidad, ahora

15
Locks of Love: Es una organización benéfica sin fines de lucro con sede en Estados Unidos. La
organización acepta donaciones de cabello humano y dinero con la declara intención de fabricar
pelucas para los niños canadienses y estadounidenses que necesitan debido a condiciones médicas
que causaron que pierdan su cabello.
que estás fuera de la torre, es mucho mejor de lo que era antes. Cortándote o
no tu cabello.
Rapunzel suspiró.
—Supongo que tienes razón. El mundo no depende de mí.
—El mío sí. —Fane se rio.
—Ja, ja —dijo ella, sonriendo, acurrucándose contra él. No por primera
vez, estando agradecida, no por primera vez, porque el destino le trajo a Fane
a su vida.

247
43
Traducido por Mapu
Corregido por Nanis

E
l terremoto fue el más fuerte en golpear el norte de California en
más de cien años. El daño fue extenso en todas partes, y aun así
ningún sitio había estado tan dañado como lo estaba la Mansión
Gothel. Por supuesto, el terremoto se había originado cerca de los cimientos
de la mansión, una vieja línea de fallo inactiva que no se había movido en la
historia, ni siquiera como resultado de otros terremotos.
Rapunzel sabía. Sabía por qué el terremoto había golpeado y por qué
había venido de la mansión. Era la furia de Vedmak que había creado una
perturbación que había cambiado a la misma tierra. Sin embargo, no podía 248
decirle a nadie, ni siquiera a Fane. Él creía que era coincidencia, o por lo menos
afirmaba que eso era lo que creía. Rapunzel sospechaba que en algún lugar
profundo, él lo sabía también. Pero no podía forzarlo a admitirlo. Ella deseaba
poder convencerse a sí misma de que la verdad era alguna cosa más.
Rapunzel estaba en paz. Sabía que nadie podía herirla. Había
sobrevivido a Gothel y Vedmak, y se había vuelto una persona mucho más
fuerte.

* * *

—¿Estás segura de esto? —preguntó Fane.


Ella asintió. Él se encogió de hombros, estacionando el auto antes de
abrir la puerta para ella. Tomó su mano y juntos caminaron hacia los
escombros de lo que una vez fue la Mansión Gothel. Un equipo de
construcción la rodeaba, esta vez retirando los escombros en vez de construir
una monstruosidad.
—¿Cómo está hoy, señorita Rowley? —preguntó el encargado. Estrechó
la mano de Fane.
—Bien, gracias. ¿Cómo va todo? —preguntó ella, indicando la pila de
madera y piedra con un amplio movimiento de su mano.
—Es un desastre, pero terminaremos pronto —le aseguró—. Hay algo
que creo que debería ver.
Le dio a ambos un casco, y luego los condujo por el camino hacia la
parte trasera de la casa. A medida que se acercaban a ver lo que él quería
mostrarles, Rapunzel jadeó.
—Es la cosa más inaudita —dijo el encargado, rascándose la cabeza por
debajo del casco—. Los troncos son viejos así que deberían haber colapsado
bajo el peso de la casa. Pero una vez lo descubrimos, pudimos ver que la
madera se mantenía firme. —Se encogió de hombros mientras miraba la casa
de madera sosteniéndose en medio de las pilas de ruinas desmoronadas—.
No solamente se mantiene, está en perfecta condición estructural. Asumí que
querría dejarla intacta —dijo él, mirando a Rapunzel.
Una sonrisa cruzó su rostro. No solo la “cubierta” de una casa se había 249
ido para ella, sino que había dejado solamente la parte más importante de la
casa, la original, en los modestos comienzos que deberían haber sido.
—Sí, por supuesto. ¿Dijiste que está bien? Estructuralmente, quiero
decir.
—Sí, señora. Tan perfecta como el día en el que fue construida. En
realidad, probablemente más ahora. —Un hombre cercano llamó al
encargado—. Discúlpenme —dijo, corriendo hacia el hombre y dejando solos
a Rapunzel y Fane.
—Bueno, quién lo diría —dijo Fane en un suave susurro.
Ella se giró hacia Fane.
—Es hora de irme —dijo ella—. He estado tanto tiempo en este lugar
que, creo que estaba asustada de que si me iba, no me reconocería. —Levantó
la mirada hacia él—. No creo más en eso. Ahora la única cosa que queda es
la cosa más importante. El comienzo.
Rapunzel vio a Angel asentada en el único pilar al lado de donde el
enrejado había estado. Angel agitó sus plumas e inclinó la cabeza. Entonces
voló lejos. Libre.

Fin.

250
Cindy C. Bennett nació y se crio en la hermosa Salt Lake City, creciendo
a la sombra de las majestuosas Montañas Rocallosas. Ella y su esposo (quien
resulta ser su novio de secundaria) criaron a sus dos hijos y dos hijas allí. Ahora
cuenta también con dos nueras. Desarrolló un amor por la escritura en
secundaria cuando un maestro le presentó la dicha de escapar de la realidad
por diez minutos al día escribiendo.
Cuando no está escribiendo, leyendo, o contestando emails (noten que
no hay mención sobre limpiar, cocinar o nada remotamente doméstico), a
menudo se le puede encontrar montando su Harley a través de los hermosos

251
cañones cerca de su casa. (Sí, maneja una Harley).
Flochi y LizC

âmenoire90
Areli97 Aniiuus
BookLover;3 Beatrix85
Dianna' Gabba
Fanny LizC
Fleurence20 Mari NC
Flochi Sttefanye
Gemma.santolaria Veroonoel
IvanaTG
Jadasa Youngblood
Nanis
252
Jane.
Jessy
LizC
Mapu
Mari NC
Otravaga
Rivery LizC y Nanis
Salilakab
Selene
Selene1987
Shilo
Silvia Carstairs
Verae Francatemartu
Veroonoel
253

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