Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Fecha: 14-05-2022
Cordada: Damir Mandakovic y José Pedro Pinedo
Contexto
José Pedro Pinedo (Pino) y yo, Damir Mandakovic, planificamos un ascenso a la cara
sur del Volcán Callaqui desde el Río Malla.
Acceso
Partimos el jueves 12 de mayo en la tarde a Chillán. El viernes 13 de mayo en la tarde
partimos rumbo a la comunidad de Malla Quepuca.
Nos recibió una señora que gestiona el camping y el acceso al cerro de forma muy
amable y nos dijo que a la vuelta viéramos el pago. Ella saldría el domingo a las 10AM
y creíamos que no habría problema para llegar antes.
Nos dijo que no era buena la señal en ese lugar, pero que en el sendero había buena
señal a ratos.
Aproximación
Dejamos el auto de Pino un poco más adelante.
Partimos caminando a las 19:00 del viernes hacia el CB. Nos acompañó un perro muy
fiel que llegó solo. El camino es para 4x4 dentro de un bosque. Paramos en un mirador
que permite ver la cara sur del Volcán Callaqui. Nos convenció la arista central entre los
dos sectores glaciares más evidentes.
Ascenso
Iniciamos el ascenso a las 06:20 del sábado. Nuestro amigo perruno se quejaba por el
frío y a veces se nos interponía como intentando que dejáramos de subir y nos
devolviéramos. Después de varios intentos, logramos que se devolviera.
El punto donde podríamos descender con menos complicaciones. Arriba se ven las bandas de hielo
del glaciar a la derecha de nuestra ruta.
Continuamos el ascenso, y en las últimas secciones nos topamos con hielo que requirió
ir con mayor atención, pero nada más. Ahí pensé que se me haría complicado el
Se observa la capa de hielo del sector cercano a la cumbre, pero con poca pendiente.
Cumbre
El sector cumbrero del Volcán Callaqui es enorme. Las fumarolas estaban intensas y el
viento vestía toda prominencia cercana con gases tóxicos. Decidimos avanzar hasta el
extremo norte de la cumbre para poder ver la Sierra Velluda y el Antuco desde ahí.
Llegamos al cráter a las 11:45 así que íbamos muy adelantados según nuestras
estimaciones. Lo pasamos bien.
El avance partió sencillo pero de a poco nos fuimos encontrando con nieve más dura y
secciones de hielo que hacían complicada la bajada. Esta ladera era continua hasta la
base del volcán, pero lo ignoré y estaba más concentrado en asegurar bien cada paso.
Vi más adelante a Pino descender una sección desescalando. Al llegar ahí seguí sus
pasos, marcados ínfimamente por sus crampones en el hielo. Bajé de frente en
diagonal, y me acomodé lentamente para empezar a desescalar la sección más dura y
un poco más inclinada del hielo.
No tengo claridad de lo que ocurrió en ese instante, pero creo que apoyé mi peso sobre
el bastón o el piolet, y este resbaló obviamente. Como estaba en una posición
intermedia, maniobrando para desescalar, probablemente solo estaba dependiendo de
un solo pie y la caída fue inmediata.
Consciente de que estaba en una sección de hielo y caía rápido, atiné a soltar el
bastón y gritar para anunciarle mi caída a Pino. Lo alcancé a ver correrse hacia un lado
mientras me esforzaba por adoptar una posición de autodetención. Puse el piolet en
posición. La cámara me molestaba, así que la ignoré y sacrifiqué para poder hacer uso
del piolet. La velocidad era mucha, así que inconscientemente no intenté frenar de
golpe, si no intentar que el piolet me ayudara al menos a ir bajando la velocidad.
Sentía que iba pegando saltos, y de pronto el piolet quedó atascado en la nieve, pero
no tuve fuerza para sostenerme. Seguí cayendo e inmediatamente comencé a dar
vueltas en la ladera pegando saltos. Ya no tenía ningún control sobre mi cuerpo y
comencé a pensar que un golpe me mataría.
Me concentré en intentar que los crampones no se engancharan para evitar una
fractura.
230 metros más abajo de donde tropecé, una milagrosa sección de nieve más blanda
me detuvo. Durante toda la caída fui gritando, y no paré hasta varios segundos
después de haberme detenido. Estaba eufórico por lo vivido, por no haberme golpeado
en una roca y porque empecé a sentir un dolor intenso en el pie derecho.
Comencé a tiritar de frío, ya que iba en primera capa solamente. Intenté sacarme la
mochila, pero los broches estaban llenos de nieve dura que no me dejaba
desabrocharlos. Miré hacia arriba a Pino, que se había sentado a evaluar la situación.
Le hice una seña para que tuviera la tranquilidad de que el bulto que pasó a su lado
seguía vivo.
Mientras Pino bajó hacia mí, seguí evaluando la situación, pero el frío y el shock eran
inmovilizantes. Mi crampón izquierdo se había salido y lo tenía amarrado a la canilla. La
polaina derecha tenía un pequeño tajo. Estaba vivo.
Al pasar por el mirador, me tomé un descanso y aproveché que había señal para hablar
con amigos y sentirme un poco más acompañado en lo que quedaba. Iba pasando por
distintos estados de ánimo, los que se reflejaban en el ritmo y concentración que
lograba tener para avanzar.
A menos de 2 kms de llegar, casi a las 13:00, me encontré con dos perros que
finalmente significaban que no tendría que caminar más. Más atrás iba Kevin, un
estudiante que es sobrino de la señora que nos recibió el primer día. Me ayudó con
mucha cordialidad a subir al caballo y a bajar, mientras él cargaba mi mochila para
abajo. Según Pino, entre que Kevin subió y nuestra llegada pasaron cerca de 15
minutos. Yo me habría demorado al menos una hora más.
Kevin me dijo que el creía que lo que tenía era una zafadura. Me comentó que en el
pueblo había una persona que era buena para volver a encajar zafaduras. Muy
agradecido, le dije que prefería esperar a atenderme en Santiago.
Abajo nos despedimos de Kevin, sumado a los infinitos agradecimientos que le debía.
Partimos de vuelta con Pino, en un largo viaje hasta Santiago interrumpido solo por
paradas en servicentros en donde caminar se me hacía cada vez más doloroso.