Está en la página 1de 5

COMENTARIO PELÍCULA

MON ONCLE

“Mon Oncle” se trata de una película francesa, cómica, de 1958 dirigida por
Jacques Tati. Éste fue un director de cine e intérprete francés muy
innovador y original, adelantado a su época. Su inspiración provenía de la
observación de la vida cotidiana y los personajes de sus películas eran
personas normales envueltas en la confusión de la vida moderna, como
Monsieur Hulot, el protagonista de la película analizada.

El film se trata de cine mudo al que se le ha incorporado sonido, la


verdadera protagonista de la película es la imágen junto a la mímica de los
personajes. Los planos generales utilizado son brillantes, capaces de captar
mejor todos los detalles y el clima que transmite cada lugar, dándole
importancia a todos los personajes secundarios.

Para lograr que la historia sea entretenida y perfectamente comprensible


es clave la buena dinámica de la música, los sonidos y los elementos
visuales que acompañan a la perfección las situaciones en las que se
encuentran los personajes. Un claro ejemplo de la dinámica de la película
es la escena en la que se hace un plano general de la fachada de un edificio
cuando el personaje sube las escaleras hasta su apartamento, el director
consigue crear una escena única al dejar que el espectador pueda seguir
todo el trayecto a través de las ventanas. Parece sacado de una película
animada, pero funciona a la perfección con el personaje y el tono de la
película.

El filme inicia con los títulos de crédito plasmados sobre señales de obra y
con el sonido de taladradoras y grúas como acompañamiento. Sólo con
esto ya podemos intuir cuál será uno de los mensajes principales, el
cambio. La historia retrata la vida de un hombre, Hulot, que no logra
encajar en una sociedad cuyo estilo de vida se basa en la obsesión con la
modernidad, la tecnología y el consumismo.
A lo largo la película, vemos representados dos mundos completamente
opuestos, por un lado, vemos el mundo tradicional plasmado con el
ambiente sencillo en el que sobrevive un pueblecito con sus gentes alegres
y vivarachas recorriendo las calles, lugar en el que reside Monsieur Hulot,
y por otro lado, el mundo moderno, donde vive la hermana del
protagonista, que se trata de un barrio ultramoderno, donde todo está
estratégicamente pensado y colocado, al punto de llegar a crear un
entorno frío e impersonal. La forma de conectar estos dos mundos
completamente opuestos es a través del sobrino de Hulot. Él vive en el
barrio moderno y tiene una familia moderna. Al otro lado está el tío del
niño, que vive en la parte antigua de la ciudad en una casa antigua.

Aunque los dos barrios son cercanos y solo están separados por un muro
medio caído, entre ambos existe un abismo, las diferencias estéticas traen
consigo un cambio en la sociedad y en su forma de percibir el mundo que
los rodea.

En cuanto a la estética, podríamos dividirla en diferentes niveles: la


arquitectura urbana, la casa y los objetos.

Empezando por la arquitectura, el barrio antiguo es cálido, lleno de color y


vida, su centro de interacción es la plaza y su mercado diario, lo que plasma
la importancia que tiene la vida en comunidad en este lugar. Vemos a los
niños del barrio reunirse para jugar en solares vacíos o entre los coches en
la calle. Por lo que las imágenes nos muestran en este lugar no le dan
demasiada importancia al urbanismo ni a la arquitectura, esto se refleja
hasta en el tráfico, al circular pocos coches por la zona antigua no vemos ni
señales de circulación, la gente camina por la carretera sin ningún
problema. En cambio, el barrio residencial donde vive la familia Arpel, es
una zona de viviendas unifamiliares de arquitectura moderna. Los edificios
son monocromos, sobrios y geométricos, cosa que lo hace frío y cerebral,
todo está demasiado calculado. El tráfico está perfectamente regulado por
las señales, que en ocasiones resultan hasta absurdas, como es el caso del
aparcamiento que está en medio de la nada, justo en frente de la puerta del
trabajo del señor Arpel. Todas estas diferencias se refuerzan con los
sonidos que acompañan las escenas, mientras en el barrio antiguo
escuchamos el bullicio de la gente en la plaza y el cantar de los pájaros, la
banda sonora del mundo moderno son ruidos propios de máquinas como
zumbidos, golpes, timbrazos o motores.

Al centrar nuestra atención en las casas, seguimos notando el abismo entre


ambas representaciones del mundo. Hulot vive en la buhardilla de un
edificio antiguo cuyo acceso es difícil debido al laberinto de escaleras y la
extraña distribución de los descansillos, pero este problema provoca que
difícilmente puedas evitar la conversación con los vecinos, por lo que al
igual que el barrio, pese a haber sido construido sin tener en cuenta la
comodidad de los vecinos está lleno de vida. En cambio, la casa de los Arpel
es una burbuja super moderna cerrada al exterior por una verja que lo
separa del resto del barrio. Encerrado entre los muros se encuentra un
jardín diseñado al milímetro, todo está tan pensado que llega a ser
incómodo cuando tratas de realizar cualquier actividad en él. Toda la
vivienda se caracteriza por líneas rectas, formas geométricas y la ausencia
de ornamentos, el único color que tiene viene del escaso mobiliario,
creando así un ambiente despersonalizado. Por la casa podemos ver la
fascinación de los dueños por los objetos modernos y la tecnología. La
modernidad ha avanzado imparable invadiendo los espacios con todo tipo
de dispositivos, sin los cuales la gente del mundo moderno no pueden vivir.
Todo gira entorno a estos medios y automatismos, cosa que Tati ridiculiza
en su película, como la escena en que Hulot entra a la cocina de su hermana
y se encuentra perdido debido a la cantidad de botones iguales que se
confunden y resultan tener funciones absurdas. Tanto empeño en
conseguir un espacio lleno de tecnología, para hacerlo más práctico y
eficiente acaba consiguiendo el efecto contrario.

Las diferencias estéticas que separan los dos mundos también provocan un
distanciamiento entre la gente de los dos mundos por su forma de
relacionarse.
En el mundo antiguo, tienen una vida simple y sencilla, las prioridades de la
gente son tan simples como pasar la tarde en un bar o hacer alguna broma.
Esto se ve reflejado en la actitud de Hulot, quien constantemente
interactúa con animales y niños. Además aquí todos parecen disfrutar de
sus trabajos comunes, podemos ver diferentes personas vendiendo sus
productos en el mercado, al barrendero hablando con los vecinos y
bromeando con ellos… Es como si el tiempo no pasara para ellos, la vecina
de Hulot crece pero sigue viviendo en el mismo portal con su abuela,
siguen saludandose por las mañanas de la misma manera, el barrendero
sigue siendo el mismo, en definitiva el barrio sigue siendo igual de cálido y
entrañable.

Mientras que en el mundo moderno las escasas relaciones entre los


vecinos giran entorno a la superficialidad y la apariencia, los Arpel,
representa la típica familia burguesa, que cae en la ridiculez de guiarse por
las apariencias y utiliza las posesiones materiales para reafirmar su
estatus. Además la figura del niño puede considerarse una crítica a los
nuevos sistemas familiares, donde los padres trabajadores se distancian de
sus hijos, quienes acaban siendo afectivamente más cercanos a otros
parientes, su tío en este caso. En este mundo el trabajo se muestra de
manera diferente, en este caso el ser humano está sujeto a la máquina, el
empleo está despersonalizado por el trabajo en cadena. Todo esto provoca
que los personajes de este mundo se olviden de vivir la vida, tantas horas
trabajando en un lugar completamente mecanizado para poder costearse
una casa con objetos modernos con la última tecnología que no necesitan
para otra cosa que no sea aparentar, que parece que se olvidan de vivir sin
reglas, sin tecnología, sin perfección, como si no se estuvieran dando
cuenta de que el tiempo sigue corriendo.

Dicho esto, podría decirse que el filme de Tati se trata de una sátira sobre
la sociedad moderna ultratecnificada y la minoría social que se beneficia de
ella a través de la utópica modernidad de los años cincuenta. Aunque todo
está automatizado y perfectamente diseñado, todo va mal, el matrimonio
se queda encerrado en el garaje, la fuente del jardín salpica a todo el
mundo, la asistenta no entiende para qué sirven los botones... El director
critica a los arquitectos, ingenieros y diseñadores que están tan centrados
en pensar en las formas, los colores y los volúmenes que se olvidan de que
los seres humanos necesitan vivir.

En mi opinión si lo que Tati criticaba era la modernidad debo mostrarme en


desacuerdo puesto que considero que lo tradicional y lo nuevo pueden
combinarse, puesto que los avances aportan esperanza y comodidades a
todo lo que ya conocíamos. Pese a que la tecnología no siempre acierta ha
aportado grandes avances positivos. Pero si lo que el director critica es el
capitalismo, el consumismo y el derroche que caracterizan a la familia
Arpel, estoy de acuerdo, no todos los avances son positivos, deberíamos
empezar a ser conscientes de los procesos que son necesarios para la
fabricación de un producto, saber cómo impacta en el medio ambiente,
deberíamos pensar dos veces antes de comprar un producto en si
realmente lo necesitamos, porque de lo contrario estaríamos generando
residuos y contaminando el planeta de forma innecesaria.

Laura Araujo Fernández


Escuela Superior de Diseño, ESDi
Historia del Diseño II

También podría gustarte