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SUBSIDIOS ORANTES

VII JORNADA MUNDIAL


DE LOS POBRES
«NO APARTES TU ROSTRO DEL POBRE»
(Tb 4,7)

Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario


19 de Noviembre de 2023
CONFERENCIA DEL EPISCOPADO MEXICANO
COMISIÓN EPISCOPAL PARA LA PASTORAL SOCIAL

Tintoreto No. 104, Cd. de los Deportes,


Alcaldía Benito Juárez, C.P. 03710
Ciudad de México, México
Teléfono: (55) 5598-2391 y (55) 5598-7512
www.caritasmexicana.org

Contenido y composición
Comisión Episcopal para la Pastoral Social
-Cáritas Méxicana

Diseño editorial
Comúnicación Social CEPS-Cáritas Mexicana

Fotografía
Comúnicación Social CEPS-Cáritas Mexicana
Red Cáritas

Edición: Octubre 2023

Publicado en México
Jornada Mundial de los Pobres 2023

SUBSIDIO 1
VIGILIA
OBJETIVO:

Reconocer cuáles son los caminos de la injusticia que de manera personal, familiar y
comunitaria hemos realizado, así como las maneras en que hemos separado nuestra
mirada del pobre para que busquemos caminos para volver a la justicia y contribuir a
una vida plena para todos y todas.

AMBIENTACIÓN DEL LUGAR

Se ponen dos letreros, uno con la frase VII JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES y
otro con la frase «No apartes tu rostro del pobre» (Tb 4,7)

Se coloca al centro del lugar donde se realice la vigilia, flores, algunas velas, un cirio y
un espacio para luego colocar ahí la Palabra de Dios.

Se colocan hojas de colores, crayones, marcadores.

También se coloca un mapa grande de México.

I.- INTRODUCCIÓN

Monitor: “La Jornada Mundial de los Pobres, signo fecundo de la misericordia del Padre,
llega por séptima vez para apoyar el camino de nuestras comunidades. Es una cita
que la Iglesia va arraigando poco a poco en su pastoral, para descubrir cada vez más el
contenido central del Evangelio.”

Jesús nos envía a evangelizar y nos envía a los más pobres, con quienes estamos
llamados y llamadas a caminar, para que con ellos, desde ellos y para ellos, podamos
hacer presente el Reino de Dios, ensanchando nuestra mirada, dejándonos interpelar
por las injusticias que se han establecido en nuestro diario vivir y a las podemos correr el
riesgo de ver como “normales”.

Por ello esta jornada es un impulso para que “Cada día nos comprometamos a acoger a
los pobres, pero esto no basta. Un río de pobreza atraviesa nuestras ciudades y se hace
cada vez más grande hasta desbordarse; ese río parece arrastrarnos, tanto que el grito
de nuestros hermanos y hermanas que piden ayuda, apoyo y solidaridad se hace cada
vez más fuerte. Por eso, el domingo anterior a la fiesta de Jesucristo, Rey del Universo,
nos reunimos en torno a su Mesa para recibir de Él, una vez más, el don y el compromiso
de vivir la pobreza y de servir a los pobres…” (VII JMP núm. 1)
Vamos a iniciar esta jornada orante, escuchando el texto bíblico que el Papa Francisco
pone en el centro de nuestra reflexión.
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II.- ENTRONIZACIÓN DE LA PALABRA

1.- Entronización de la Palabra de Dios en un lugar determinado:

a. Se coloca la Biblia en un canasto adornado con flores, le acompañan dos personas que
llevan velas o luces encendidas.

b. Se camina entre los fieles llevando la palabra hacia el lugar que se preparó.

c. Mientras se canta algo propio para recibir la palabra, por ejemplo El canto La Biblia,
que se puede encontrar en: https://www.youtube.com/watch?v=Z-4gxGQwf5s u otro
propio que la gente conozca.

d. Al llegar al centro se entrega a quien hará la lectura del texto.

2.- Lectura del Texto Bíblico Tobías 4, 5

«Acuérdate del Señor todos los días de tu vida, hijo mío, y no peques deliberadamente
ni quebrantes sus mandamientos. Realiza obras de justicia todos los días de tu vida y no
sigas los caminos de la injusticia.» Palabra de Dios.

3.- Reflexión personal (se dejan unos 5 min.)

III.- ELEMENTOS PARA NUESTRA REFLEXIÓN:

La sentencia que se encuentra inherente en el texto de Tobías es contundente: «No


apartes tu rostro de ningún pobre» (Tb 4,7). Mirar la pobreza de los hermanos más
necesitados implica una mirada interior hacia la propia existencia, es reconocer que todos
somos pobres en nuestra condición humana. A todos nos falta fuerza, tiempo, existen
limitantes de carácter económico, político y social, especialmente nos falta la capacidad
de encuentro e interacción; la pobreza, en sí misma, tiene un carácter existencial.

Cuando se descubre el carácter existencial de la pobreza, ya no se mira solamente al


interior, sino que se empieza a hacer un proceso de exteriorización: nos damos cuenta
que no solo yo soy pobre, sino que los otros también en distintos modos. «Tobit, en el
momento de la prueba, descubre su propia pobreza, que lo hace capaz de reconocer a
los pobres» (VII JMP núm. 3). Esto nos mueve a la empatía y al encuentro. Tobit sale al
encuentro de los más necesitados desde su juventud (cf. Tb 1, 7. 13) y anima a su hijo a
vivir el encuentro con los demás como un acto de caridad y justicia (cf. Tb 4, 7). Solo la
empatía despierta en la persona esa fuerza que nos empuja a ejercer el amor hacia los
demás; solo en ese momento, se reconoce “esa bendita pertenencia común de la que no
podemos ni queremos evadirnos; esa pertenencia de hermanos” (Francisco, Jornada de
oración por la pandemia, 2020).

En efecto, sólo el amor empuja a ver a todos como hermanos. Esto implica salir de la
comodidad y del egoísmo, y realizar obras concretas en favor de los demás. La situación
de los pobres, desde la mirada de la fraternidad universal se vuelve apremiante, pues, el
desarrollo de la humanidad, comprendida como una familia bajo el mismo amor, se ve
impedido hasta que todos los hermanos se vean unidos en un estado de bienestar que
logre el común desarrollo social e integral.

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Así, Tobit canta la acción de gracias al Dios que mueve al amor: “¡Bendito sea Dios!
¡Bendito sea su gran Nombre! ¡Benditos sean todos sus santos ángeles! ¡Que su gran
Nombre esté sobre nosotros! ¡Benditos sean los ángeles por todos los siglos! Porque él
me había herido, pero […] ahora veo a mi hijo Tobías”» (11,13-15). El poder ver a su hijo es
el signo de salir de sí mismo y encontrarse con el otro, esto mueve a una alegría casi
escatológica, que revela como la fuerza del amor común, de la acción por los pobres,
abre los ojos y crea una comunidad solidaria y fraterna. Es por ello que para llegar a la
realización plena de la persona, solo se puede hacer con acciones concretas de amor
hacia los pobres, de tal modo que se incorporen a nuestra alabanza existencial a Dios
“llevando a su plenitud su obra en el mundo” (Plegaria Eucarística IV).

Se deja un momento de silencio personal para la reflexión.


Se proponen estas preguntas:

a) Dice el texto bíblico. «No apartes tu rostro de ningún pobre» (4,7). ¿Ante qué rostros de
la pobreza hemos volteado el rostro de manera personal, familiar y comunitaria para no
verlos y no sentirnos interpelados/as por ellos?

b) ¿Cuáles son los caminos de la injusticia que tendríamos que eliminar hoy?

c) A la luz de este texto ¿Qué significa realizar obras de justicia hoy?

Terminado ese momento personal, se dialoga 15 minutos por tríos, una vez que
concluyeron, se plasma en una hoja a través de un símbolo, la reflexión de las tres
personas (se les ofrecen colores, plumones, crayones que están en el centro del lugar
para que dibujen el símbolo). Para cerrar el momento se hace un canto.

4.- Terminado el momento de los tríos, se invita a todas/os los presentes que se
acerquen al centro donde están los símbolos, ahí junto al mapa, se va compartiendo
la reflexión y sus símbolos que se irán colocando alrededor del mapa.

IV.- EXPOSICIÓN DEL SANTÍSIMO (30 MIN.)

1. Se hace la exposición mientras se canta un canto eucarístico

2. En este momento se van intercalando espacios de silencio con lectura de los siguientes
párrafos de iluminación:

a. «Como se puede apreciar, lo que el anciano Tobit pide a su hijo que recuerde, no se
limita a un simple acto de memoria o a una oración dirigida a Dios. Se refiere a gestos
concretos que consisten en hacer buenas obras y vivir con justicia. La exhortación se
hace aún más específica: a todos los que practican la justicia, «da limosna de tus bienes
y no lo hagas de mala gana» (4,7)». (VII JMP núm. 2)

a. «Cuando estamos ante un pobre no podemos volver la mirada hacia otra parte, porque
eso nos impedirá encontrarnos con el rostro del Señor Jesús». (VII JMP núm. 3)

b. «Fijémonos bien en esa expresión «de ningún pobre». Cada uno de ellos es nuestro
prójimo». (VII JMP núm. 3)

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c. «No importa el color de la piel, la condición social, la procedencia. Si soy pobre, puedo
reconocer quién es el hermano que realmente me necesita». (VII JMP núm. 3)

d. «Estamos llamados a encontrar a cada pobre y a cada tipo de pobreza, sacudiendo de


nosotros la indiferencia y la banalidad con las que escudamos un bienestar ilusorio».(VII
JMP núm. 3)

V.- PETICIONES:

A cada petición vamos a responder: R.- Padre, que no apartemos nuestra mirada del
pobre

1. Padre, que sepamos luchar para erradicar la pobreza, que tu presencia nos impulse a
ser tejedores de vida plena para todos y todas y para la creación.
Roguemos al Señor: R.-

2. Que, ante el pobre y cada tipo de pobreza, seamos capaces de sacudirnos de nosotros
la indiferencia y la banalidad con las que escudamos un bienestar ilusorio.
Roguemos al Señor: R.-

3. Que sepamos despojarnos de todo aquello que ata nuestro corazón y nos mantiene
aislados de quienes sufren diversos tipos de despojos: de la paz, de sus territorios, de
su inocencia, de su dignidad. Para que junto a ellos, tengamos el valor de luchar por
erradicar toda injusticia.
Roguemos al Señor: R.-

4. Que sepamos sensibles y comprometidos para buscar los caminos que erradiquen
esa pobreza y la vida plena sea una realidad para todos y todas.
Roguemos al Señor: R.-

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Jornada Mundial de los Pobres 2023

SUBSIDIO 2
ROSARIO
AMBIENTACIÓN DEL LUGAR

Se coloca en el centro del lugar una imagen de la Virgen María, y se le adorna con
algunas flores y velas.

También se coloca el letrero del día anterior que dice: «No apartes tu rostro del pobre»
(Tb 4,7)

Alrededor de la imagen se forma un círculo con hilo o gis, donde se van a ir colocando
flores de papel o naturales, una por cada Ave María. El Padre nuestro se puede
diferenciar con una veladora.

I.- INTRODUCCIÓN

En esta VII Jornada Mundial del Pobre, el Papa Francisco nos hace un claro llamado a
darnos cuenta de las formas en que en este momento de la historia, hacemos de lado
la responsabilidad que tenemos, como seguidores de Jesús de atender a los pobres. El
llamado es a no apartar nuestra mirada de ellos, no sólo para verlos como destinatarios
de ayuda, de servicio, de caridad, sino sobre todo de escucha, de reconocimiento de la
divina presencia que mora en ellos.

No apartar nuestro rostro del pobre, significa colocar su dignidad de hijo e hija de Dios,
en el centro del servicio, para que junto con ellos, busquemos los caminos de la justicia.
No podemos ayudar al pobre sin antes escuchar sus necesidades, sus deseos, como una
y otra vez lo hizo Jesús en los evangelios. Sólo de esta manera la salvación viene con ellos
y desde ellos.

Les invitamos a iniciar este rosario, en el que particularmente, queremos pedir a Dios, que
nuestras prácticas de caridad estén impulsadas por el profundo deseo de caminar hacia
la justicia, pues una caridad sin justicia corre el riesgo de ponernos como protagonistas
de una acción, que tiene que llevar, sobre todo, a la transformación de las estructuras
sociales, políticas, económicas y religiosas que generan la pobreza.

Cantamos: Nuestra Señora de América

1. Madre de los pobres, de los peregrinos,


te pedimos por América Latina,
tierra que visitas con los pies descalzos,
apretando fuerte un niño entre tus brazos.

2. Coro: América, despierta.


Sobre tus cerros despunta
la luz de una mañana nueva.
Día de salvación que ya se acerca
Sobre los pueblos que están en tinieblas
ha brillado una gran luz.

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Coro:
2. Luz de un niño frágil que nos hace fuertes,
luz de un niño pobre que nos hace ricos,
luz de un niño esclavo que nos hace libres,
esa luz que un día nos diste en Belén.

Coro:
3. Madre de los pobres, hay mucha miseria,
porque falta siempre el pan en muchas casas,
el pan de la verdad falta en muchas mentes,
el pan del amor que falta en muchos hombres.

Coro:
4. Conoces la pobreza porque la viviste,
alivia la miseria de los cuerpos que sufren,
arranca el egoísmo que nos empobrece,
para compartir y avanzar hacia el Padre.

INICIO

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos, Señor Dios Nuestro. En el
nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

ACTO DE CONTRICIÓN

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío. Por ser
Tú quién eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo
corazón haberte ofendido. También me pesa que puedes castigarme con las penas
del infierno. Ayudado de tu divina gracia propongo firmemente nunca más pecar,
confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.

Amén.

Señor, ábreme los labios.


Y mi boca proclamará tu alabanza.

Dios mío, ven en mi auxilio.


Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.


Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

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MISTERIOS DOLOROSOS:

Primer Misterio, La oración de Jesús en el huerto

L1.- Escuchemos la palabra del Papa Francisco:

L2.- «No apartes tu rostro del pobre» (Tb 4,7). Esta Palabra nos ayuda a captar la esencia
de nuestro testimonio. Detenernos en el Libro de Tobías, un texto poco conocido del
Antiguo Testamento, fascinante y rico en sabiduría, nos permitirá adentrarnos mejor en
lo que el autor sagrado desea transmitir. Ante nosotros se despliega una escena de la
vida familiar: un padre, Tobit, despide a su hijo Tobías, que está a punto de emprender
un largo viaje. El anciano teme no volver a ver a su hijo y por ello le deja su “testamento
espiritual”. Tobit había sido deportado a Nínive y se había quedado ciego, por lo que era
doblemente pobre, pero siempre había tenido una certeza, expresada en el nombre que
lleva: “El Señor ha sido mi bien”. Este hombre, que siempre confió en el Señor, como
buen padre no desea tanto dejarle a su hijo algún bien material, cuanto el testimonio
del camino a seguir en la vida, por eso le dice: «Acuérdate del Señor todos los días de tu
vida, hijo mío, y no peques deliberadamente ni quebrantes sus mandamientos. Realiza
obras de justicia todos los días de tu vida y no sigas los caminos de la injusticia» (4,5)».
(VII JMP núm. 1)

L1.- Señor, que la prisa, cotidiana compañera de la vida, no nos impida detenernos a
socorrer y hacernos cargo de los demás. Que el ejemplo del buen samaritano (cf. Lc 10,25-
37) no sea un relato del pasado, sino que interpele nuestras conciencias en el presente
de cada uno de nosotros y nos mueva a la acción. Delegar en otros es fácil; ofrecer dinero
para que otros hagan caridad es un gesto generoso; la vocación de todo cristiano es
implicarse en primera persona. (Cfr. VII JMP núm. 4)

Padre Nuestro, Ave María, Gloria.

Segundo Misterio, la flagelación de Jesús, atado a la columna.

L1.- Escuchemos la palabra del Papa Francisco:

L2.- Tobit, en el momento de la prueba, descubre su propia pobreza, que lo hace capaz
de reconocer a los pobres. Es fiel a la Ley de Dios y observa los mandamientos, pero esto
no le es suficiente. La atención efectiva hacia los pobres le era posible porque había
experimentado la pobreza en su propia carne. Por lo tanto, las palabras que dirige a su
hijo Tobías son su auténtica herencia: «No apartes tu rostro de ningún pobre» (4,7). (VII
JMP núm. 3)

L1.- Señor, que al igual que Tobías, nosotros también sepamos mantener nuestro rostro
frente al pobre y frente a la pobreza, para que comprometidos al igual que Jesús, que
luchó para transformar esas realidades, nosotros también tengamos la fuerza necesaria
para trabajar por la transformación de estructuras de muerte que crean la pobreza y
atentan contra la dignidad humana.
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.

Canto: Se sugiere uno mariano que la comunidad pueda cantar

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Tercer Misterio: La coronación de espinas.

L1.- Escuchemos la palabra del Papa Francisco, al referirse al texto de Tobit.

L2.- «En nuestra fiesta de Pentecostés, que es la santa fiesta de las siete Semanas, me
prepararon una buena comida y yo me dispuse a comer. Cuando me encontré con la
mesa llena de manjares, le dije a mi hijo Tobías: “Hijo mío, ve a buscar entre nuestros
hermanos deportados en Nínive a algún pobre que se acuerde de todo corazón del
Señor, y tráelo para que comparta mi comida. Yo esperaré hasta que tú vuelvas» (2,1-2).
(VII JMP núm. 2)

L1.- Sería muy significativo si, en la Jornada de los Pobres, esta preocupación de Tobit
fuera también la nuestra. Invitar a compartir el almuerzo dominical, después de haber
compartido la Mesa eucarística (VII JMP núm. 2). ¿Qué gestos concretos que consisten en
hacer buenas obras y vivir con justicia estamos llamados a realizar de manera personal,
familiar, comunitaria?

Padre Nuestro, Ave María, Gloria.

Cuarto Misterio, Jesús con la cruz a cuestas.

L1.- Escuchemos la palabra del Papa Francisco

L2.- En el 60 aniversario de la Encíclica Pacem in terris, es urgente retomar las palabras del
santo Papa Juan XXIII cuando escribía: «Observamos que [el hombre] tiene un derecho
a la existencia, a la integridad corporal, a los medios necesarios para un decoroso nivel
de vida, cuales son, principalmente, el alimento, el vestido, la vivienda, el descanso, la
asistencia médica y, finalmente, los servicios indispensables que a cada uno debe prestar
el Estado. De lo cual se sigue que el hombre posee también el derecho a la seguridad
personal en caso de enfermedad, invalidez, viudedad, vejez, paro y, por último, cualquier
otra eventualidad que le prive, sin culpa suya, de los medios necesarios para su sustento»
(n. 11). (VII JMP núm. 6)

L1.- Señor, que sepamos reconocer y asumir el trabajo que tenemos todavía por delante
para que estas palabras se hagan realidad. Ayúdanos para que nuestro trabajo, promueva
un serio y eficaz compromiso político y legislativo al servicio del bien común desde una
verdadera justicia social.

Padre Nuestro, Ave María, Gloria.

Quinto Misterio, Jesús muere en la Cruz.

L1.- Escuchemos la palabra del Papa Francisco:

L2.- ¿Cómo no llamar la atención, además, sobre el desorden ético que marca el mundo
del trabajo? El trato deshumano que se reserva a tantos trabajadores y trabajadoras
la retribución que no corresponde al trabajo realizado; el flagelo de la precariedad;
las excesivas víctimas de accidentes, provocadas a menudo por una mentalidad que
prefiere el beneficio inmediato en detrimento de la seguridad. Vuelven a la mente las
palabras de san Juan Pablo II: «El primer fundamento del valor del trabajo es el hombre
mismo. […] El hombre está destinado y llamado al trabajo; pero, ante todo, el trabajo está

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“en función del hombre” y no el hombre “en función del trabajo”» (Carta enc. Laborem
exercens, 6). (VII JMP núm. 7)

L1.- Señor, que Nuestra atención hacia los pobres siempre esté marcada por el realismo
evangélico. Que lo que compartamos responda a las necesidades concretas de los demás.
Que sepamos discernir, bajo la guía del Espíritu Santo, para reconocer las verdaderas
exigencias de los hermanos y no nuestras propias aspiraciones.

Padre Nuestro, Ave María, Gloria.

María, Madre de gracia

María, Madre de gracia, Madre de misericordia.


Defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.

Letanías de la Santísima Virgen1


Señor, ten piedad
Cristo, ten piedad
Señor, ten piedad

Cristo, óyenos
Cristo, escúchanos
Dios Padre celestial.
Ten misericordia de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo.
Ten misericordia de nosotros.
Dios Espíritu Santo.
Ten misericordia de nosotros.
Trinidad Santa, un solo Dios.

Santa María,
Ruega por nosotros
Santa Madre de Dios,
Ruega por nosotros
Santa Virgen de las Vírgenes,
Ruega por nosotros…
Madre de Cristo,
Madre de la Iglesia,
Madre de la Misericordia
Madre de la divina gracia,
Madre de la Esperanza,
Madre purísima,
Madre castísima,

1Cómo rezar el Rosario, paso a paso - El Santo Rosario

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Madre siempre virgen,
Madre inmaculada,
Madre amable,
Madre admirable,
Madre del buen consejo,
Madre del Creador,
Madre del Salvador,
Virgen prudentísima,
Virgen digna de veneración,
Virgen digna de alabanza,
Virgen poderosa,
Virgen clemente,
Virgen fiel,
Espejo de justicia,
Trono de la sabiduría,
Causa de nuestra alegría,
Vaso espiritual,
Vaso digno de honor,
Vaso insigne de devoción,
Rosa mística,
Torre de David,
Torre de marfil,
Casa de oro,
Arca de la Alianza,
Puerta del cielo,
Estrella de la mañana,
Salud de los enfermos,
Refugio de los pecadores,
Consuelo de los migrantes
Consoladora de los afligidos,
Auxilio de los cristianos,
Reina de los Ángeles,
Reina de los Patriarcas,
Reina de los Profetas,
Reina de los Apóstoles,
Reina de los Mártires,
Reina de los Confesores,
Reina de las Vírgenes,
Reina de todos los Santos,
Reina concebida sin pecado original,
Reina asunta a los Cielos,
Reina del Santo Rosario,
Reina de la familia,
Reina de la paz.

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L1.- Para concluir, escuchemos la Palabra del Papa Francisco:
El Libro de Tobías nos enseña cómo actuar de forma concreta con y por los pobres.
Es una cuestión de justicia que nos compromete a todos a buscarnos y encontrarnos
recíprocamente, para favorecer la armonía necesaria, de modo que una comunidad
pueda identificarse como tal. Por tanto, el interés por los pobres no se agota en
limosnas apresuradas; exige restablecer las justas relaciones interpersonales que han
sido afectadas por la pobreza. De ese modo, “no apartar el rostro del pobre” conduce a
obtener los beneficios de la misericordia, de la caridad que da sentido y valor a toda la
vida cristiana .

Oración final

Oración a María, madre de la Iglesia y madre de nuestra fe


Papa Francisco 3

¡Madre, ayuda nuestra fe!


Abre nuestro oído a la Palabra, para que reconozcamos la voz de Dios y su llamada.
Aviva en nosotros el deseo de seguir sus pasos, saliendo de nuestra tierra y confiando en
su promesa.
Ayúdanos a dejarnos tocar por su amor, para que podamos tocarlo en la fe.
Ayúdanos a fiarnos plenamente de él, a creer en su amor, sobre todo en los momentos
de tribulación y de cruz, cuando nuestra fe es llamada a crecer y a madurar.
Siembra en nuestra fe la alegría del Resucitado.
Recuérdanos que quien cree no está nunca solo.
Enséñanos a mirar con los ojos de Jesús, para que él sea luz en nuestro camino.
Y que esta luz de la fe crezca continuamente en nosotros, hasta que llegue el día sin
ocaso, que es el mismo Cristo, tu Hijo, nuestro Señor.

Se puede concluir con otro canto mariano

2https: //adn.celam.org/vii-jornada-mundial-de-los-pobres-un-llamado-a-vencer-con-gestos-concretos-la-
indiferencia-y-el-descarte/
3Las oraciones del Papa Francisco a la Virgen María (desdelafe.mx)

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APOYO PARA LOS SUBSIDIOS

MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO


VII JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES
Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario
19 de noviembre de 2023
«No apartes tu rostro del pobre» (Tb 4,7)

1. La Jornada Mundial de los Pobres, signo fecundo de la misericordia del Padre, llega por
séptima vez para apoyar el camino de nuestras comunidades. Es una cita que la Iglesia
va arraigando poco a poco en su pastoral, para descubrir cada vez más el contenido
central del Evangelio. Cada día nos comprometemos a acoger a los pobres, pero esto
no basta. Un río de pobreza atraviesa nuestras ciudades y se hace cada vez más grande
hasta desbordarse; ese río parece arrastrarnos, tanto que el grito de nuestros hermanos
y hermanas que piden ayuda, apoyo y solidaridad se hace cada vez más fuerte. Por eso,
el domingo anterior a la fiesta de Jesucristo, Rey del Universo, nos reunimos en torno a
su Mesa para recibir de Él, una vez más, el don y el compromiso de vivir la pobreza y de
servir a los pobres.

«No apartes tu rostro del pobre» (Tb 4,7). Esta Palabra nos ayuda a captar la esencia
de nuestro testimonio. Detenernos en el Libro de Tobías, un texto poco conocido del
Antiguo Testamento, fascinante y rico en sabiduría, nos permitirá adentrarnos mejor en
lo que el autor sagrado desea transmitir. Ante nosotros se despliega una escena de la
vida familiar: un padre, Tobit, despide a su hijo Tobías, que está a punto de emprender
un largo viaje. El anciano teme no volver a ver a su hijo y por ello le deja su “testamento
espiritual”. Tobit había sido deportado a Nínive y se había quedado ciego, por lo que era
doblemente pobre, pero siempre había tenido una certeza, expresada en el nombre que
lleva: “El Señor ha sido mi bien”. Este hombre, que siempre confió en el Señor, como
buen padre no desea tanto dejarle a su hijo algún bien material, cuanto el testimonio del
camino a seguir en la vida, por eso le dice: «Acuérdate del Señor todos los días de tu vida,
hijo mío, y no peques deliberadamente ni quebrantes sus mandamientos. Realiza obras
de justicia todos los días de tu vida y no sigas los caminos de la injusticia» (4,5).

2. Como se puede apreciar inmediatamente, lo que el anciano Tobit pide a su hijo que
recuerde no se limita a un simple acto de memoria o a una oración dirigida a Dios. Se
refiere a gestos concretos que consisten en hacer buenas obras y vivir con justicia. La
exhortación se hace aún más específica: a todos los que practican la justicia, «da limosna
de tus bienes y no lo hagas de mala gana» (4,7).

Las palabras de este sabio anciano no dejan de sorprendernos. En efecto, no olvidemos


que Tobit había perdido la vista precisamente después de realizar un acto de misericordia.
Como él mismo cuenta, su vida desde joven estuvo dedicada a hacer obras de caridad:
«Hice muchas limosnas a mis hermanos y a mis compatriotas deportados conmigo a
Nínive, en el país de los Asirios. [...]
Daba mi pan a los hambrientos, vestía a los que estaban desnudos y enterraba a mis
compatriotas, cuando veía que sus cadáveres eran arrojados por encima de las murallas
de Nínive» (1,3.17).
Por su testimonio de caridad, el rey lo había privado de todos sus bienes, dejándolo
completamente pobre. Pero el Señor aún lo necesitaba; habiendo recuperado su puesto
como administrador, no tuvo miedo de continuar con su estilo de vida.

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Escuchemos su relato, que también nos habla hoy a nosotros: «En nuestra fiesta de
Pentecostés, que es la santa fiesta de las siete Semanas, me prepararon una buena
comida y yo me dispuse a comer. Cuando me encontré con la mesa llena de manjares,
le dije a mi hijo Tobías: “Hijo mío, ve a buscar entre nuestros hermanos deportados
en Nínive a algún pobre que se acuerde de todo corazón del Señor, y tráelo para que
comparta mi comida. Yo esperaré hasta que tú vuelvas”» (2,1-2). Sería muy significativo si,
en la Jornada de los Pobres, esta preocupación de Tobit fuera también la nuestra. Invitar
a compartir el almuerzo dominical, después de haber compartido la Mesa eucarística. La
Eucaristía celebrada sería realmente criterio de comunión. Por otra parte, si en torno al
altar somos conscientes de que todos somos hermanos y hermanas, ¡cuánto más visible
sería esta fraternidad compartiendo la comida festiva con quien carece de lo necesario!
Tobías hizo como le había dicho su padre, pero regresó con la noticia de que habían
asesinado a un pobre y lo habían abandonado en medio de la plaza. Sin vacilar, el anciano
Tobit se levantó de la mesa y fue a enterrar a aquel hombre. Al volver a su casa, cansado,
se durmió en el patio; sobre los ojos le cayó estiércol de unos pájaros y se quedó ciego
(cf. 2,1-10). Ironía de la suerte: haces un gesto de caridad y te sucede una desgracia. El
hecho nos lleva a pensar así; pero la fe nos enseña a ir más en profundidad. La ceguera
de Tobit será su fuerza para reconocer aún mejor las numerosas formas de pobreza que
le rodeaban. Y el Señor se encargará a su tiempo de restituir al anciano padre la vista y
la alegría de volver a ver a su hijo Tobías. Cuando llegó ese día, Tobit «lo abrazó llorando
y le dijo: “¡Te veo, hijo mío, luz de mis ojos!”. Y añadió: “¡Bendito sea Dios! ¡Bendito sea su
gran Nombre! ¡Benditos sean todos sus santos ángeles! ¡Que su gran Nombre esté sobre
nosotros! Benditos sean los ángeles por todos los siglos! Porque él me había herido, pero
[…] ahora veo a mi hijo Tobías”» (11,13-15).

3. Podemos preguntarnos: ¿de dónde le vienen a Tobit la valentía y la fuerza interior que
le permiten servir a Dios en medio de un pueblo pagano y de amar al prójimo hasta el
punto de poner en peligro su propia vida? Estamos frente a un ejemplo extraordinario:
Tobit era un esposo fiel y un padre atento; fue deportado lejos de su tierra y sufría
injustamente; fue perseguido por el rey y por sus vecinos. A pesar de tener un alma
tan buena, fue puesto a prueba. Como a menudo nos enseña la Sagrada Escritura, Dios
no les evita las pruebas a los que hacen el bien. ¿Cómo es posible? No lo hace para
humillarnos, sino para afianzar nuestra fe en Él.

Tobit, en el momento de la prueba, descubre su propia pobreza, que lo hace capaz de


reconocer a los pobres. Es fiel a la Ley de Dios y observa los mandamientos, pero esto
no le es suficiente. La atención efectiva hacia los pobres le era posible porque había
experimentado la pobreza en su propia carne. Por lo tanto, las palabras que dirige a su
hijo Tobías son su auténtica herencia: «No apartes tu rostro de ningún pobre» (4,7). En
definitiva, cuando estamos ante un pobre no podemos volver la mirada hacia otra parte,
porque eso nos impedirá encontrarnos con el rostro del Señor Jesús. Y fijémonos bien
en esa expresión «de ningún pobre». Cada uno de ellos es nuestro prójimo. No importa el
color de la piel, la condición social, la procedencia. Si soy pobre, puedo reconocer quién
es el hermano que realmente me necesita. Estamos llamados a encontrar a cada pobre
y a cada tipo de pobreza, sacudiendo de nosotros la indiferencia y la banalidad con las
que escudamos un bienestar ilusorio.

4. Vivimos un momento histórico que no favorece la atención hacia los más pobres. La
llamada al bienestar sube cada vez más de volumen, mientras las voces del que vive en
la pobreza se silencian. Se tiende a descuidar todo aquello que no forma parte de los
modelos de vida destinados sobre todo a las generaciones más jóvenes, que son las más

Jornada Mundial de los Pobres 2023 17


frágiles frente al cambio cultural en curso. Lo que es desagradable y provoca sufrimiento
se pone entre paréntesis, mientras que las cualidades físicas se exaltan, como si fueran la
principal meta a alcanzar. La realidad virtual se apodera de la vida real y los dos mundos
se confunden cada vez más fácilmente. Los pobres se vuelven imágenes que pueden
conmover por algunos instantes, pero cuando se encuentran en carne y hueso por la
calle, entonces intervienen el fastidio y la marginación. La prisa, cotidiana compañera de
la vida, impide detenerse, socorrer y hacerse cargo de los demás. La parábola del buen
samaritano (cf. Lc 10,25-37) no es un relato del pasado, interpela el presente de cada uno
de nosotros. Delegar en otros es fácil; ofrecer dinero para que otros hagan caridad es un
gesto generoso; la vocación de todo cristiano es implicarse en primera persona.

5. Agradecemos al Señor porque son muchos los hombres y mujeres que viven entregados
a los pobres y a los excluidos y que comparten con ellos; personas de todas las edades y
condiciones sociales que practican la acogida y se comprometen junto a aquellos que
se encuentran en situaciones de marginación y sufrimiento. No son súper-hombres,
sino “vecinos de casa” que encontramos cada día y que en el silencio se hacen pobres
y con los pobres. No se limitan a dar algo; escuchan, dialogan, intentan comprender la
situación y sus causas, para dar consejos adecuados y referencias justas. Están atentos a
las necesidades materiales y también espirituales, a la promoción integral de la persona.
El Reino de Dios se hace presente y visible en este servicio generoso y gratuito; es
realmente como la semilla caída en la tierra buena de estas personas que da fruto (cf. Lc
8,4-15). La gratitud hacia tantos voluntarios pide hacerse oración para que su testimonio
pueda ser fecundo.

6. En el 60 aniversario de la Encíclica Pacem in terris, es urgente retomar las palabras del


santo Papa Juan XXIII cuando escribía: «Observamos que [el hombre] tiene un derecho
a la existencia, a la integridad corporal, a los medios necesarios para un decoroso nivel
de vida, cuales son, principalmente, el alimento, el vestido, la vivienda, el descanso, la
asistencia médica y, finalmente, los servicios indispensables que a cada uno debe prestar
el Estado. De lo cual se sigue que el hombre posee también el derecho a la seguridad
personal en caso de enfermedad, invalidez, viudedad, vejez, paro y, por último, cualquier
otra eventualidad que le prive, sin culpa suya, de los medios necesarios para su sustento»
(n. 11).

Cuánto trabajo tenemos todavía por delante para que estas palabras se hagan realidad,
también por medio de un serio y eficaz compromiso político y legislativo. Que pueda
desarrollarse la solidaridad y la subsidiariedad de tantos ciudadanos que creen en el
valor del compromiso voluntario de entrega a los pobres, no obstante, los límites y en
ocasiones las deficiencias de la política en ver y servir al bien común. Se trata ciertamente
de estimular y hacer presión para que las instituciones públicas cumplan bien su deber;
pero no sirve permanecer pasivos en espera de recibir todo “desde lo alto”; quienes
viven en condiciones de pobreza también han de ser implicados y acompañados en un
proceso de cambio y de responsabilidad.

7. Lamentablemente, debemos constatar una vez más nuevas formas de pobreza que
se suman a las que se han descrito anteriormente. Pienso de modo particular en las
poblaciones que viven en zonas de guerra, especialmente en los niños privados de
un presente sereno y de un futuro digno. Nadie podrá acostumbrarse jamás a esta
situación; mantengamos vivo cada intento para que la paz se afirme como don del Señor
Resucitado y fruto del compromiso por la justicia y el diálogo.

18 Jornada Mundial de los Pobres 2023


Tampoco puedo olvidar las especulaciones que, en diversos sectores, llevan a un
dramático aumento de los costes que vuelven a muchísimas familias aún más indigentes.
Los salarios se acaban rápidamente, obligando a privaciones que atentan contra la
dignidad de las personas. Si en una familia se debe elegir entre la comida para subsistir
y las medicinas para recuperar la salud, entonces debe hacerse escuchar la voz del que
reclama el derecho de ambos bienes, en nombre de la dignidad de la persona humana.
¿Cómo no llamar la atención, además, sobre el desorden ético que marca el mundo
del trabajo? El trato deshumano que se reserva a tantos trabajadores y trabajadoras;
la retribución que no corresponde al trabajo realizado; el flagelo de la precariedad;
las excesivas víctimas de accidentes, provocadas a menudo por una mentalidad que
prefiere el beneficio inmediato en detrimento de la seguridad. Vuelven a la mente las
palabras de san Juan Pablo II: «El primer fundamento del valor del trabajo es el hombre
mismo. […] El hombre está destinado y llamado al trabajo; pero, ante todo, el trabajo está
“en función del hombre” y no el hombre “en función del trabajo”» (Carta enc. Laborem
exercens, 6).

8. Esta enumeración, ya de por sí dramática, describe sólo parcialmente las situaciones


de pobreza que forman parte de nuestra cotidianidad. No puedo pasar por alto, en
particular, un modo de sufrimiento que cada día es más evidente y que afecta al mundo
juvenil. Cuántas vidas frustradas e incluso suicidios de jóvenes, engañados por una
cultura que los lleva a sentirse “incompletos” y “fracasados”. Ayudémosles a reaccionar
ante estas instigaciones nefastas, para que cada uno pueda encontrar el camino a seguir
para adquirir una identidad fuerte y generosa.

Es fácil, hablando de los pobres, caer en la retórica. También es una tentación insidiosa
la de quedarse en las estadísticas y en los números. Los pobres son personas, tienen
rostros, historias, corazones y almas. Son hermanos y hermanas con sus cualidades y
defectos, como todos, y es importante entrar en una relación personal con cada uno de
ellos.

El Libro de Tobías nos enseña cómo actuar de forma concreta con y por los pobres.
Es una cuestión de justicia que nos compromete a todos a buscarnos y encontrarnos
recíprocamente, para favorecer la armonía necesaria, de modo que una comunidad
pueda identificarse como tal. Por tanto, el interés por los pobres no se agota en
limosnas apresuradas; exige restablecer las justas relaciones interpersonales que han
sido afectadas por la pobreza. De ese modo, “no apartar el rostro del pobre” conduce a
obtener los beneficios de la misericordia, de la caridad que da sentido y valor a toda la
vida cristiana.

9. Nuestra atención hacia los pobres siempre está marcada por el realismo evangélico.
Lo que se comparte debe responder a las necesidades concretas de los demás, no se
trata de liberarse de lo superfluo. También en esto es necesario el discernimiento, bajo la
guía del Espíritu Santo, para reconocer las verdaderas exigencias de los hermanos y no
nuestras propias aspiraciones. Lo que de seguro necesitan con mayor urgencia es nuestra
humanidad, nuestro corazón abierto al amor. No lo olvidemos: «Estamos llamados a
descubrir a Cristo en ellos, a prestarles nuestra voz en sus causas, pero también a ser sus
amigos, a escucharlos, a interpretarlos y a recoger la misteriosa sabiduría que Dios quiere
comunicarnos a través de ellos» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 198). La fe nos enseña
que cada uno de los pobres es hijo de Dios y que en él o en ella está presente Cristo:
«Cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo»
(Mt 25,40).

Jornada Mundial de los Pobres 2023 19


10. Este año se conmemora el 150 aniversario del nacimiento de santa Teresa del Niño
Jesús. En una página de su Historia de un alma escribió: «Sí, ahora comprendo que la
caridad perfecta consiste en soportar los defectos de los demás, en no extrañarse de sus
debilidades, en edificarse de los más pequeños actos de virtud que les veamos practicar.
Pero, sobre todo, comprendí que la caridad no debe quedarse encerrada en el fondo del
corazón: Nadie, dijo Jesús, enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino
para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de la casa. Yo pienso que esa
lámpara representa a la caridad, que debe alumbrar y alegrar, no sólo a los que me son
más queridos, sino a todos los que están en la casa, sin exceptuar a nadie» (Ms C, 12r°:
Obras completas, Burgos 2006, 287-288).

En esta casa que es el mundo, todos tienen derecho a ser iluminados por la caridad,
nadie puede ser privado de ella. Que la perseverancia del amor de santa Teresita pueda
inspirar nuestros corazones en esta Jornada Mundial, que nos ayude a “no apartar el
rostro del pobre” y a mantener nuestra mirada siempre fija en la faz humana y divina de
nuestro Señor Jesucristo.

Roma, San Juan de Letrán, 13 de junio de 2023, Memoria de san Antonio de Padua,
patrono de los pobres.

Francisco

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VII JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES
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