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DE LA MANO DE DIOS.

EL NACIONALISMO CATÓLICO
CHILENO Y LA GUERRA DEL PACÍFICO, 1879-1881
El tema principal del texto es el análisis de la dimensión ideológica de la Guerra del
Pacífico en Chile, específicamente, la influencia del nacionalismo católico en la
construcción de la identidad nacional durante esta guerra. Se destaca cómo la guerra se
convierte en un escenario en el que las ideologías nacionales utilizan símbolos
religiosos y nacionalistas para justificar la violencia y movilizar a los combatientes. Se
menciona que este tema no ha recibido suficiente atención por parte de los historiadores
y se propone explorar cómo el clero chileno reelaboró un discurso nacionalista en clave
católica durante la guerra. Además, se plantea la importancia de estudiar los aspectos
ideológicos de la guerra y su relación con la sociedad y la cultura. Se argumenta que la
guerra y el nacionalismo están estrechamente vinculados, ya que es durante las guerras
que una nación se imagina como una comunidad con valores específicos. En este
sentido, se subraya la importancia de comprender el nacionalismo católico y su relación
con la historia intelectual de Chile en el siglo XIX

EL IMAGINARIO NACIONALISTA EN CLAVE CATÓLICA

El texto habla sobre la relación entre la religión y el nacionalismo, refutando la idea de


que el nacionalismo es una categoría secular y defendiendo que la religión ha
desempeñado un papel fundamental en la formación de las naciones. El autor menciona
la interpretación de Adrien Hastings de que la religión cristiana fue responsable de crear
los cimientos del nacionalismo, citando el ejemplo de Israel como un modelo de proto-
nación. Se menciona la crítica de Hastings a la escuela modernista, que no ha logrado
explicar claramente las tensiones nacionalistas en Europa Oriental y el surgimiento
temprano del nacionalismo en América Latina. Además, se discute el caso de España y
su relación entre la Iglesia y la idea de lo nacional. El texto también menciona el trabajo
de Ernest Tuveson, que revela que en el siglo XIX Estados Unidos fue percibido como
una nación elegida por Dios para salvar y redimir al mundo. Se argumenta que la
religión ha sido una base importante para la cohesión nacional en Europa y que el
fanatismo religioso ha sido fundamental en el fortalecimiento del nacionalismo
emergente. Se destaca que, a pesar de la negación del legado religioso en la
construcción del nacionalismo, el elemento religioso de tipo excluyente todavía juega
un papel importante en muchas naciones. Finalmente, se menciona la importancia del
nacionalismo religioso en Hispanoamérica, particularmente en Chile en el siglo XIX.
ESPACIOS Y CONTENIDOS DEL NACIONALISMO CATÓLICO CHILENO
DURANTE LA GUERRA DEL PACÍFICO

Durante la Guerra del Pacífico, el clero chileno brindó un apoyo incondicional al


ejército. El vicario capitular de Santiago de Chile, Joaquín Larraín Gandarillas, en una
pastoral le pidió a sus fieles que rezaran por la victoria y declaró que la oración era una
poderosa arma para obtener la protección divina. El clero organizó novenas, rogativas,
procesiones y exposiciones del Santísimo Sacramento para rogar por la victoria de
Chile. Los sermones pronunciados durante estas actividades sacralizaron la guerra y la
definieron en términos religiosos. Los sacerdotes compararon la lucha de Chile con la
de personajes bíblicos y santos, como Moisés y Juana de Arco, para inspirar a los fieles
a luchar y rezar por la patria. Promovieron la idea de que la guerra era un juicio divino y
que Chile debía ganarla para obtener el engrandecimiento nacional. Los sermones
utilizaron imágenes impactantes y violentas para alertar sobre la importancia y los
peligros de la guerra. Los tres sacerdotes que pronunciaron los sermones formaron parte
de una generación de jóvenes sacerdotes educados por el obispo Rafael Valentín
Valdivieso, quien fue un reformador de la Iglesia Católica en Chile.)

Santiago de Chile fue sede de un seminario donde diversos sacerdotes fueron formados.
Estos sacerdotes tuvieron una participación activa en la Iglesia, asumiendo cargos como
redactores de un periódico católico, rectores de iglesias y del seminario, profesores de
teología y literatura, y hasta obispos. Durante la Guerra del Pacífico, estos sacerdotes
utilizaron el púlpito de la catedral para abordar temas relacionados con la legitimación
de la guerra y la defensa de la fe cristiana, denunciando el ateísmo y la influencia de las
ideas liberales. La religión católica fue una fuerza determinante en el desarrollo de Chile
y la lucha entre el catolicismo y el liberalismo se convirtió en el problema central de la
historia cultural del país. El enfrentamiento con el liberalismo generó una
transformación en la estructura de la Iglesia chilena, que buscaba un mejor
posicionamiento en el debate ideológico público. Esta transformación incluyó la
formación del clero, la organización de las diócesis, la mejora en la administración de
los sacramentos y la promoción de las misiones rurales. La difusión de material
impreso, como las pastorales, desempeñó un papel importante durante la Guerra del
Pacífico, siendo el párroco el encargado de transmitir su contenido a los fieles.

La revolución organizacional iniciada por Valdivieso tuvo un impacto en todas las


áreas, incluyendo la esfera pública. La Revista Católica, fundada en 1843, fue una
plataforma importante para los debates religiosos durante la Guerra del Pacífico. A
pesar de estos avances, los rituales y la oratoria sagrada seguían siendo importantes y
competían directamente con la oratoria republicana. Durante la guerra, El Boletín
Eclesiástico, El Estandarte Católico y El Mensajero del Pueblo fueron vehículos
importantes para promover el nacionalismo religioso y también funcionaron como
espacios organizativos para la sociedad civil. Estos periódicos publicaban artículos
sobre el conflicto, informes sobre ceremonias patriótico-religiosas y sermones
funerarios. Los editoriales de estos periódicos reflejaban un nacionalismo religioso que
enfatizaba la importancia de la Iglesia en la guerra y buscaba inspirar un sentimiento de
valentía y confianza nacional. La oración también fue un tema frecuente en estos
editoriales, destacando la importancia de la fe y la protección divina en la guerra. La
victoria en Angamos fue celebrada como una evidencia de que Dios estaba del lado de
Chile. Los editoriales también resaltaban el heroísmo cristiano y utilizaban figuras
bíblicas y de la historia de la Iglesia como ejemplos de valentía y sacrificio. Además, se
mostraban triunfalistas y se burlaban de sus enemigos. En general, estos periódicos
desempeñaron un papel importante en la promoción del nacionalismo religioso durante
la Guerra del Pacífico y en la formación de opinión pública.

En este extracto se muestra el punto de vista de varios sectores de la sociedad chilena


durante la Guerra del Pacífico. Muñoz Donoso, un periodista, cuestiona por qué el
ejército chileno no puede dominar el interior de Perú, refiriéndose a los peruanos como
"tribus de indios afeminados y campos solitarios". El clero chileno, por su parte, pide
por el fin del conflicto y exige un castigo ejemplar por las acciones de los guerrilleros
peruanos. Se hace hincapié en la importancia de la paz y se menciona que esta debe ser
"estable, honrosa y reparadora". Se destaca también la participación de la Iglesia en el
conflicto, a través de textos como "El Guerrero Cristiano" escrito por el obispo de
Concepción, José Hipólito Salas. Este texto defiende la guerra como una "expiación" y
como una forma de regeneración por medio de la sangre. Salas también argumenta la
importancia de la unión entre el Estado y la Iglesia, y resalta los valores trascendentales
que la Iglesia provee para crear una sociedad disciplinada en tiempos de guerra.
Además, se menciona el peligro de que la ferocidad de la guerra ingrese al cuerpo
político chileno. En general, la Iglesia busca mantener el carácter católico de la nación
chilena a través de la intervención en los acontecimientos humanos y la militancia

DE LAS PALABRAS A LOS HECHOS


La Iglesia Católica no solo se limitó a discursos y escritos durante la guerra, sino que
también participó activamente en movilizaciones públicas y ceremonias religiosas. Una
de las procesiones más destacadas fue llevada a cabo en Santiago por el obispo de
Martyrópolis para celebrar las victorias sobre Perú. La procesión contó con la
participación de alumnos de diversas instituciones católicas, así como de organizaciones
religiosas. La iglesia también organizó eventos masivos como funerales, bendiciones de
armas y despedidas de soldados que partían al frente de batalla. Miembros destacados
del clero, como Ramón Ángel Jara, pronunciaron discursos patriótico-religiosos
dirigidos a los soldados. Los capellanes del ejército fueron instruidos en su doble misión
de brindar servicios religiosos y cuidar de los heridos en combate. La Iglesia también se
aseguró de proporcionar los objetos de culto necesarios y los gastos fueron cubiertos por
la Comisión Eclesiástica. La principal preocupación de la Iglesia era civilizar y
moralizar a los soldados.

La lectura de la correspondencia del arzobispado con los capellanes que fueron enviados
al frente de batalla durante la guerra revela que se trató de tomar una distancia pública
respecto a la propia brutalidad y barbarie, para luego arremeter contra la del enemigo.
Los capellanes tenían la tarea de evangelizar a los soldados y a la población civil,
administrando los sacramentos y fomentando la piedad a través de misas y catecismo.
Además, realizaron rituales religiosos en el frente de batalla, como la administración de
la confesión y la comunión, para reafirmar el vínculo entre Dios y la Patria. La llegada
de los capellanes a los territorios ocupados también tuvo un impacto en la moralidad y
civilidad de la población, que se reflejó en la mejora de los templos y en un mayor
interés por la religión. La Iglesia chilena utilizó esta cruzada moral y civilizadora para
legitimar la guerra y promover su discurso nacionalista católico. Los rituales religiosos
desempeñaron un papel fundamental en el frente de batalla, permitiendo a la Iglesia
convertirse en generadora de ideología patriótico-religiosa y mostrar su capacidad de
alivio espiritual y disciplinamiento social.

Durante la Cuaresma de 1880, el capellán Cruzat decidió instruir a ocho grumetes


chilenos para su Primera Comunión. Con la autorización del comandante Montt, se
llevó a cabo una ceremonia solemne en la cámara de los comandantes del barco, en
donde se creó un altar improvisado. Según Cruzat, esta ceremonia tuvo un efecto
transformador en los niños, quienes mostraron un cambio notable en su conducta y se
volvieron más obedientes y dispuestos a sobrellevar las dificultades de la campaña. Por
otro lado, el sacerdote Madariaga se convirtió en una figura popular durante la guerra,
siendo reconocido por sus hazañas y su fervor religioso. A pesar de las dificultades
políticas y la disolución de la alianza entre la Iglesia y el ejército, el legado ideológico
del nacionalismo católico perduró, reflejado en textos y poesías que exaltaban la
victoria chilena y su supuesta superioridad moral.

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