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1° ORACIÓN: Dios habla en la Creacion

Presencia de Dios: tomarme unos minutos para ponerme en presencia de Dios


Creador, sentir su mirada que se posa sobre mí con ternura… hacerme
consciente de mi respiración… en cada inhalación y exhalación es Dios mismo
regalándome ser, vivir….

Petición: que pueda encontrarme con Dios en la creación que es obra de sus
manos, en la naturaleza, en lo que me rodea… Que pueda encontrarme conmigo mismo/a como creatura amada de
Dios….

BUENA NOTICIA DE LA CREACIÓN – Laudato Sí –

# 12 – San francisco propone reconocer la naturaleza como un espléndido libro en el cual Dios nos habla y nos refleja
algo de su hermosura y de su bondad. A través de la grandeza y de la belleza de las criaturas se conoce por analogías
al autor. Sb 13,15. El mundo es más que un problema a resolver, es un misterio gozoso que contemplamos con una
esperanza feliz.

# 76 Para la tradición judío-cristiana, decir « creación » es más que decir naturaleza, porque tiene que ver con un
proyecto del amor de Dios donde cada criatura tiene un valor y un significado. La naturaleza suele entenderse como
un sistema que se analiza, comprende y gestiona, pero la creación sólo puede ser entendida como un don que surge
de la mano abierta del Padre de todos.

Amas a todos los seres y no aborreces nada de lo que hiciste, porque si algo odiaras, no lo habrías creado. Sb. 11,24
– Dante Alighieri habla del amor que mueve el sol y las estrellas… Por las obras se asciende hasta su amorosa
misericordia.

El hombre

# 81 El ser humano, si bien supone también procesos evolutivos, implica una novedad no explicable plenamente por
la evolución de otros sistemas abiertos. Cada uno de nosotros tiene en sí una identidad personal, capaz de entrar en
diálogo con los demás y con el mismo Dios. La capacidad de reflexión, la argumentación, la creatividad, la
interpretación, la elaboración artística y otras capacidades inéditas muestran una singularidad que trasciende el
ámbito físico y biológico. La novedad cualitativa que implica el surgimiento de un ser personal dentro del universo
material supone una acción directa de Dios, un llamado peculiar a la vida y a la relación de un Tú a otro tú.

# 84 Cuando insistimos en decir que el ser humano es imagen de Dios, eso no debería llevarnos a olvidar que cada
criatura tiene una función y ninguna es superflua. Todo el universo material es un lenguaje del amor de Dios, de su
desmesurado cariño hacia nosotros. El suelo, el agua, las montañas, todo es caricia de Dios. La historia de la propia
amistad con Dios siempre se desarrolla en un espacio geográfico que se convierte en un signo personalísimo, y cada
uno de nosotros guarda en la memoria lugares cuyo recuerdo le hace mucho bien. Quien ha crecido entre los
montes, o quien de niño se sentaba junto al arroyo a beber, o quien jugaba en una plaza de su barrio, cuando vuelve
a esos lugares, se siente llamado a recuperar su propia identidad.

# 88 Los Obispos de Brasil han remarcado que toda la naturaleza, además de manifestar a Dios, es lugar de su
presencia. En cada criatura habita su Espíritu vivificante que nos llama a una relación con Él [65].

# 65 La Biblia enseña que cada ser humano es creado por amor, hecho a imagen y semejanza de Dios (cf. Gn 1,26).
Esta afirmación nos muestra la inmensa dignidad de cada persona humana, que «no es solamente algo, sino alguien.
Es capaz de conocerse, de poseerse y de darse libremente y entrar en comunión con otras personas» [37]. ¡Qué
maravillosa certeza es que la vida de cada persona no se pierde en un desesperante caos, en un mundo regido por la
pura casualidad o por ciclos que se repiten sin sentido! El Creador puede decir a cada uno de nosotros: «Antes que
te formaras en el seno de tu madre, yo te conocía» ( Jr 1,5)

Cuidar y trabajar la tierra nuestra misión: virtudes ecológicas.

# 127. Decimos que «el hombre es el autor, el centro y el fin de toda la vida económico social». No obstante, cuando
en el ser humano se daña la capacidad de contemplar y de respetar, se crean las condiciones para que el sentido del
trabajo se desfigure. Conviene recordar siempre que el ser humano es «capaz de ser por sí mismo agente
responsable de su mejora material, de su progreso moral y de su desarrollo espiritual». El trabajo debería ser el
ámbito de este múltiple desarrollo personal, donde se ponen en juego muchas dimensiones de la vida: la creatividad,
la proyección del futuro, el desarrollo de capacidades, el ejercicio de los valores, la comunicación con los demás, una
actitud de adoración…El fin de la marcha del universo está en la plenitud de Dios, que ya ha sido alcanzada por Cristo
resucitado, eje de la maduración universal. Así agregamos un argumento más para rechazar todo dominio despótico
e irresponsable del ser humano sobre las demás criaturas. El fin último de las demás criaturas no somos nosotros.
Pero todas avanzan, junto con nosotros y a través de nosotros, hacia el término común, que es Dios, en una plenitud
trascendente.

No hay que pensar el aire

No hay que pensar el aire


para que se filtre al último rincón de los pulmones,
ni hay que imaginar la aurora
para que decore el nuevo día
jugando con los colores y las sombras.
No hay que amenazar a los pájaros
para que canten ni vigilar a los trigales para que crezcan,
ni espiar la semilla de arroz
para que se transforme en el secreto de la tierra.
En dosis exacta de luz y de color,
de canto y de silencio, nos llega la vida sin notarlo,
don incesantemente tuyo, trabajador sin sábado, Dios discreto.
Para que tu infinitud no nos espante,
te regalas en el don en que te escondes.
(Benjamín González Buelta, SJ)

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