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Catrín, la historia del esqueleto elegante y bailador

Catrín es una palabra que nació en México, aproximadamente durante la época


del Porfiriato. Se refiere a los hombres que tenían cierto abolengo y nivel
socioeconómico, lo que era notable en las costosas prendas de vestir que
llevaban, imitando a la alta alcurnia de Europa.
En poco tiempo, el típico humor mexicano (también naciente) se dio a notar, cuando la
moda europea y aquellos quienes se podían dar el lujo de vestirla, pasaron a ser parte de
la dura crítica social de parte de los grandes pensadores y artistas de la época; quienes
les dedicaban graciosos e ingeniosos versos que conocemos el día de hoy
como calaveritas literarias.

Antes del Catrín, las calaveritas


Las calaveritas literarias originales, tuvieron lugar y auge durante los gobiernos
de Sebastián Lerdo de Tejada, Benito Juárez y Porfirio Díaz. Estas rimas
estaban inspiradas en los obituarios y epitafios de aquellos adinerados que
repudiaban sus propias raíces. Se las dedicaban especialmente por perpetuar actitudes
denigrantes contra la verdadera identidad nacional y su gente, así como
por imponer costumbres, tradiciones y modas sobre las originarias de México.
Estas calaveritas salían en los periódicos conocidos como de Resistencia, adornados por
los que se le pueden considerar, los primeros catrines y catrinas. Estas, eran pequeñas
ilustraciones con formas esqueléticas, pero representaban una escena del día a día,
pues buscaban reflejar el descontento y las condiciones en las que la mayor parte de la
sociedad vivía.

La primera Catrina
El catrín, bastante parecido a como lo conocemos en la actualidad, hizo su primera
aparición durante el Porfiriato, momento en el que la crítica social se fijó especialmente
en aquellos con raíces indígenas y orígenes mestizos, que rechazaban su propia raza,
herencia y cultura.
El grabador, ilustrador y caricaturista, José Guadalupe Posada Águilar, tomó la figura de
las calaveras que acompañaban a las calaveritas literarias e hizo el grabado
llamado “La Calavera Garbancera”, la primera imagen de la Catrina, dedicándosela a
aquellos mexicanos que se avergonzaban de sus orígenes, muchas veces siendo “puras
apariencias”, pues en realidad no podían costearse un estilo de vida como el de la alta
sociedad.
En pocas palabras y usando las del maestro José Guadalupe Posada, la Calavera
Garbancera, así como a quienes representaba, estaban en los puros huesos, pero eso
sí, con su sombrero de plumas de avestruz.
El nacimiento del Catrín y la Catrina, por mano de Diego Rivera
El término Catrín nació en México durante los tiempos de la Revolución Mexicana, para
referirse a aquellos caballeros de antaño que tenían el nivel social y económico para
portar las más ostentosas prendas de la época.
Pero no fue sino hasta 1945 que gracias al grandioso muralista, Diego Rivera, que la
palabra Catrín tomó una nueva imágen y un nuevo significado, con el que se le
asociaría para siempre, a nivel mundial.
Este ícono del Día de Muertos nació de la imaginación del artista mexicano, Diego
Rivera. Fue gracias a su maravilloso mural titulado “Sueño de una tarde dominical en la
alameda central”, que México vio nacer a la Catrina como la conocemos hoy en día. La
imagen en el mural fue la primera vez que se veía a una Catrina completamente
caracterizada, con un largo vestido y hasta un tocado de plumas, el cual simboliza a
Quetzalcoatl. A partir de ahí, el pueblo de México y su arte le dieron a la Catrina una
pareja de pachanga, el Catrín.
Desde entonces, el Catrín y la Catrina han sido retratados en toda clase de
situaciones, representando a toda clase de personajes, pero siempre con un significado
muy mexicano, pues sin importar quienes somos ni de dónde venimos, al final todos
vamos hacia el mismo lugar, así que mejor gozar.
Bailando, riendo, cantando, bebiendo y comiendo se la pasan los catrines y las
catrinas, disfrutando de la vida una vez más cada vez que se acerca el Día de Muertos.
El viento anuncia la llovizna que acompaña a las almas del Mictlán, que aparecen entre
los vivos para traer bendiciones y buenas noticias a sus familiares.
Algunos, los más antiguos, aquellos que ahora son simples calaveras porque han logrado
despojarse por completo de toda atadura con su vida terrenal, se divierten poniéndose los
atuendos que solían usar en vida. A carcajadas van las elegantes calacas, con sus
rimbombantes atuendos, luciendo la muerte el catrín y encantada con la vida la
catrina.
Por más de 100 años, La Catrina persiste como icono de la muerte y revive en el espíritu de
protesta ante la desigualdad y la injusticia

La Catrina es un icono de la cultura mexicana que, desde hace tiempo, es integrante de

los elementos asociados al Día de Muertos, una de las tradiciones más importantes de

este país. Sin embargo, su sentido principal no fue, en un inicio, el de servir a los

propósitos de estas fechas. El origen de este personaje va más allá, incluso, se dice que

está vinculado a la diosa azteca de la muerte, Mictecacihuatl.

Para comprender mejor el origen de La Catrina es preciso revisar un antecedente. De

acuerdo con el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA), durante las

administraciones de Benito Juárez, Sebastián Lerdo de Tejada y Porfirio Díaz, existía un

recurso satírico basado en dibujos de cráneos y esqueletos, acompañados de textos que

se mofaban de las clases privilegiadas y de la situación del país.

Este tipo de publicaciones eran, principalmente, dirigidas a periódicos conocidos como de

“combate”. Entre los grabadores e ilustradores que sobresalieron por su trabajo, están

Santiago Hernández, Constantino Escalante, Manuel Manilla y, por su puesto, José

Guadalupe Posada. Fue este último quien creo a la “La Calavera Garbancera” o, como se

le conoce actualmente, La Catrina.

La Catrina: símbolo de muerte y sátira social

José Guadalupe Posada fue un ilustrador, grabador y caricaturista originario de

Aguascalientes, México. Su trabajo se distinguió por subrayar el carácter festivo de los

mexicanos y por protestar en contra de las condiciones del país. Además, la obra de este

artista retrataba las diferencias sociales que había durante el Porfiriato.

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A lo largo de esta racha de trabajos que siguió la línea mencionada, José Guadalupe

Posada creó, en 1912, a “La Calavera Garbancera”. La versión original de este personaje

llegó a través de un grabado en metal. Otro dato importante sobre esta primera impresión

es que dicha figura solo contaba con un sombrero. El resto de elementos de su atuendo

fue algo que vino después.

El artista mexicano llamó “La Calavera Garbancera” a esta obra porque era, en realidad,

una burla hacia las personas que vendían garbanzos en el país. Según la Secretaria de

Bienestar, esta gente, a pesar de contar con sangre indígena, buscaba dejar sus

orígenes atrás con el fin de pretender ser vistos como europeos al vender esta semilla.

Dicho de otra manera, La Catrina tenía la función de satirizar a las mujeres que

alcanzaban otro nivel socioeconómico y, que por ello, renegaban de sus orígenes para

dar seguimiento a las modas europeas. Para muestra de esto, el sombrero, exagerado y

lujoso, representa el deseo de esta calavera por ostentar una realidad distinta.

Adicionalmente, están los moños detrás de las orejas, los cuales eran característicos de

las empleadas domésticas.

Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central

La historia de La Catrina no podría estar completa sin Diego Rivera. El pintor y muralista

mexicano dejó, entre sus obras más importantes, a Sueño de una tarde dominical en la

Alameda Central. Este trabajo, que actualmente se expone en Museo Mural Diego Rivera,

es un autorretrato del artista en el cual, éste se ve acompañado por diversos personajes

emblemáticos de la historia de México.

Como se puede apreciar en la obra de 1947, en primera línea, está “La Calavera

Garbancera”, la que fue bautizada después por el muralista como La Catrina. Un aporte
más de Diego Rivera, al personaje, resultó ser la figura de cuerpo completo y, además, el

resto de ropas que vestirían al icono cultural.

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en Día de Muertos

CONACULTA agrega que el nombre que recibió este personaje, gracias al muralista

mexicano, viene de la palabra “catrín”. Ésta era una forma para referirse a un hombre

elegante y bien vestido, usualmente acompañado por una mujer de las mismas

características. La anterior fue una imagen común de la aristocracia de finales del siglo

XIX y principios del XX.

Actualmente, La Catrina es uno de los símbolos del Día de Muertos. Su presencia es


común en papel picado, en disfraces y en altares. La mayoría de la gente asocia a la
figura con estas fechas tan importantes para la cultura mexicana. Sin embargo, vale
recordar su sentido inicial y el trasfondo de su origen, ya que, hasta la fecha, “La Calavera
Garbancera” es un recurso de protesta.

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