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Gobernador Constitucional
CONSEJO EDITORIAL
Consejeros
Marcela González Salas y Petricioli, Rodrigo Jarque Lira, Gerardo Monroy Serrano, Jorge
Alberto Pérez Zamudio
Comité Técnico
Félix Suárez González, Rodrigo Sánchez Arce, Laura G. Zaragoza Contreras
Secretario Ejecutivo
Alfredo Barrera Baca
ISBN: 978-607-8785-57-5
Atodos los que estuvieron, a los que no llegaron, y a todos los que
mantienen vivo el espíritu de aquellos tiempos.
A todos aquellos que directa o indirectamente colaboraron con su
conocimiento y experiencia en la investigación de este libro.
Contenido y colaboradores
Benjamín Salcedo
Director de la revista Rolling Stone
Rubén Mendieta
Director de publicaciones de Ediciones del Lirio
Equipo de producción
Claudia Trujillo
Vicky Silva
Gerardo Arcos
Heriberto Maciel
Manuel Sánchez
Promoción Digital
Rue 300
Kristel Torres
Diego Caballero
Créditos Fotográficos
Archivo de Armando Molina
Archivo de Benjamín Salcedo, director de la revista Rolling Stone
Archivo del libro Nosotros
Colaboradores del libro:
Humberto Rubalcaba
Karen Lee de Rubalcaba
Alfredo González
Mario Ongay
Fotografías del libro:
Jorge Bano
José Pedro Camus
Francisco Drohojowski
Joel Turok
Edición del libro: Humberto Rubalcaba, 1972
Archivo del libro Yo estuve en Avándaro de Graciela Iturbide, Trilce
Ediciones, 2017
Archivo de Ricardo Ortega
Archivo personal de Luis de Llano Macedo
Preámbulo
JUSTINO:
ARMANDO MOLINA:
En aquellos días previos a la organización y preproducción del Festival
de “Rock y Ruedas” de Avándaro, tú, Luis, nos habías reclutado a Jaime
Almeida, Óscar Sarquiz y a mí para la elaboración de los guiones del
programa La Onda de Woodstock. Estábamos recién egresados de la
Carrera de Ciencias y Técnicas de la Información de la Universidad
Iberoamericana.
El caso es que un día me llamas por teléfono, Luis, y me citas para
una junta. Yo pensé que el tema de la reunión tendría que ver con el
programa de televisión, pero para mi gran sorpresa me enteré de lo que
se estaba “cocinando” en Avándaro, y como tú ya sabías que yo tenía
muy buenas relaciones con los grupos rockeros mexicanos del
momento, acepté.
La tarea no fue nada fácil, ni sencilla. Como anécdota recuerdo que
por el tema del presupuesto casi estuve a punto de llegar a los puños
con Javier Bátiz, pues el presupuesto planteado era de 40 mil pesos de
aquel entonces, pero para todo el elenco, y Javier me pedía como pago
por su participación el total del presupuesto.
Gracias a la intervención de Waldo Tena, integrante de los icónicos
Rebeldes del Rock, el pleito no llegó a mayores, (aunque más tarde, el
mismo Javier y su grupo intentaron unirse al evento, pero para nuestra
desgracia, y para la del rock mexicano, no llegaron a tiempo).
Con la idea de lograr el mejor elenco posible, me puse en contacto
con mis buenos amigos de los grupos Peace and Love y el Ritual, dos
de las bandas más destacadas del momento, y ellos siempre bien
disciplinados me apoyaron con la decisión de asistir, ya que yo era su
representante.
En la siguiente junta contigo y los directivos de la Compañía Go,
empresa encargada de organizar las competencias automovilísticas, nos
dieron la luz verde para seguir adelante con la iniciativa.
En muy poco tiempo ya había apalabrado la participación de los
grupos Peace and Love, El Ritual y El Epílogo, y la voz se comenzó a
correr entre los grupos rockeros y se pusieron en contacto conmigo las
bandas Tinta Blanca, los Yaki y los Dug Dug’s, más tarde La Revolución
de Emiliano Zapata, y tuve acercamientos muy interesantes con grupos
de primer nivel como La Tribu de Monterrey, El Amor o Love Army e
incluso un grupo emergente que se llamaba Three Souls in My Mind
que lideraba “un tal Alejandro Lora”.
Aquello ya tenía muy buena pinta y se puso mejor, aunque por ahí no
faltaron los envidiosos que trataron de boicotear o aprovecharse de mis
iniciativas, pero fracasaron en el intento. El verdadero problema fue que
una de las condiciones para armar el elenco era la cuestión
presupuestal, pero sin falsa modestia me puedo sentir muy orgulloso de
haber tenido la chispa y el empuje necesarios para reunir a 12 de los
mejores exponentes del rock mexicano de principios de la década de los
70 con un módico presupuesto de 40 mil pesos.
Los organizadores fueron los primeros sorprendidos cuando cerré el
elenco y creo que el espíritu de hacer historia y la voluntad de que
México ya estaba preparado y debería de tener un festival de gran
alcance, y no conformarnos con los realizados en el extranjero,
finalmente triunfó y en el cartel promocional con mucha emoción
pudimos anunciar la presencia de los grupos El Amor de Monterrey;
Bandido del Norte; Los Dug Dug’s de Durango; El Epílogo de la Ciudad
de México; Love Army de Tijuana; Peace and Love de Tijuana; El Ritual
de Tijuana; Tequila de la Ciudad de México; Three Souls in My Mind de
la Ciudad de México; Tinta Blanca de la Ciudad de México; La Tribu de
Monterrey; Los Yaki de Reynosa con Mayita.
CARLOS ALAZRAKI:
Y así fue que entras tú en escena Luis, y yo, que para aquel entonces
formaba parte de tu equipo en Telesistema Mexicano, en donde también
estaban Adolfo Rodríguez, Roberto Naranjo –mejor conocido como “Bob
Orange”–, Michell y Enrique Strauss, Julio Molina, Georgina Beamonte,
Ringo, Pepe Ambriz, Eduardo Davis el “Custer”, entre otros amigos y
compañeros que éramos conocidos como “La Familia Telerín”.
Recuerdo que para Luis como para muchos de nosotros el Festival de
Woodstock era nuestro máximo referente rockero, y una vez que
recibimos el visto bueno de la directiva de Telesistema Mexicano para
armar y producir el programa nos juntamos para intercambiar diferentes
opciones.
El hecho es que en nuestras juntas creativas en nuestra oficina de
promoción de los canales 2, 4 y 5 comenzamos a soñar, nos fuimos de
scouting hasta Avándaro y de una simple tardeada musical esto se
convirtió en todo un festival.
Cuando llegamos a Avándaro a montar todo el equipo fui nombrado
responsable de la producción técnica, así como de la grabación y la
dirección de cámaras del evento. Nunca olvidaré aquella noche y los
comentarios de los camarógrafos y del floor manager subidos en las
torres laterales, rodeados por decenas de jóvenes que se protegían de la
lluvia y se negaban a bajarse de las mismas. El camarógrafo me dijo:
“Oye… se está moviendo mucho y los chavos no se bajan”.
En algún momento hasta creo que alguno estaba rezando, pero
afortunadamente ninguna torre se cayó y no hubo ningún lastimado,
¡uuff!, qué experiencia, ver en las cámaras a tanta gente, sus caras, las
acciones y movimientos de todos los que aplaudían y bailaban al ritmo
de la música.
ENRIQUE STRAUSS:
MICHELL STRAUSS:
JULIO MOLINA:
ADOLFO RODRÍGUEZ:
Quizá nuestro único error fue haber invitado únicamente a los medios
que cubrían eventos y espectáculos, pero no incluímos a los reporteros
de primera sección y la nota roja, los cuales se dedicaron a tergiversar,
a atacar y a hablar mal de lo que sucedió, aun cuando no estuvieron
presentes, con encabezados muy exagerados y con muy mala intención.
Esto creó una pésima imagen de lo que ocurrió en esos días.
Pero como dicen, las buenas noticias no venden y esto en alguna
forma creó un mito acerca de lo ocurrido en Avándaro, que nos costó 10
años de castigo por parte del gobierno, pero al mismo tiempo, fue un
parteaguas en la cultura del rock y de la juventud del momento en
México.
ARMANDO MOLINA:
Empezamos las pruebas de sonido el viernes y para ello se nos
ofrecieron grupos voluntarios que llegaron allá por su propia cuenta y
riesgo. Otros más se colaron en el camión que conseguimos para
transportar a los músicos oficiales. Lo cierto es que no estábamos muy
organizados que digamos, pero eso no importó mucho ni afectó en nada
el espíritu del evento.
Fue muy padre ver que muchas bandas llegaron con la esperanza de
obtener una oportunidad y se les dio sin restricciones. Los primeros en
abrir el escenario, como prueba de sonido, fue la banda El Amor, recién
desempacados de Monterrey. Después subió a la tarima El Three Souls
in My Mind, luego los Dug Dug’s; para la noche, en cuanto se logró
encender el sistema de iluminación no pude resistirme a la tentación y
yo mismo toqué en el sagrado escenario, organizando el jam ante algo
así como cinco mil espectadores. Al final, y ya cansado, planché la oreja
en un camión de mudanzas que estaba muy cerca del escenario y de
plano me desconecté.
A las seis de la mañana del sábado, mi padre, que me acompañó al
Festival, me despertó diciéndome que todo mundo andaba preguntando
por mí. Salí de mi tienda de campaña y corrí hacia el escenario y casi
me caigo de la impresión. En la madrugada del sábado había llegado
muchísima gente… y de plano no se podían calcular cuántos estaban
allí frente al entarimado, pero deben de haber sido como 50, o no sé,
100 mil los presentes.
Para cuando dieron las 8 de la mañana y aunque solo había un
micrófono conectado y le llegó el momento de subir al escenario a un
grupo teatral de la UNAM, quienes se la rifaron presentando la ópera
rock Tommy. Y créanme que hicieron su mejor esfuerzo pues el actor
principal nunca llegó y el director de la obra, Eduardo Ruiz “El hormigo”,
tuvo que interpretar el papel protagónico. El público, aunque algo
desmañanado, les reconoció con una gran ovación el titánico esfuerzo.
Y así fue pasando la mañana y nosotros seguimos haciendo pruebas
de sonido, y otros grupos no programados se subieron “al ruedo”, como
la banda Soul Masters o los cuates del grupo Zafiro.
Ya como a la una de la tarde nos enteramos que la banda de
Monterrey, La Tribu, no iba a poder llegar por razones que hasta la fecha
desconocemos, pero sería sustituida por el grupo La División del Norte
de Reynosa, Tamaulipas, y además ya estaba presente el grupo La
fachada de Piedra, originarios de Guadalajara; con lo cual, todo el
movimiento norteño, jalisciense y del centro de nuestro país estaba ya
muy bien representado.
A la fiesta previa se unió el grupo La Ley de Herodes, en el cual
estaba presente un muy jovencito Fernando Arau, “El chicho” de
Chachún y su hermano Sergio Arau, quien años más tarde sería
fundador del grupo Botellita de Jerez. El sol siguió su camino, aunque
en el cielo los nubarrones anunciaban una tormenta, pero la verdadera
tormenta que se nos avecinaba era el momento de tomar una decisión
que habíamos postergado: ¿Cuál sería el orden en que se presentarían
los grupos oficialmente anunciados en el cartel?
La solución fue decidirlo al azar, previendo que algunos
representantes nos fueran a acusar de tener favoritismos. De la manera
más simple y sencilla depositamos en una pecera, que apareció
mágicamente y en el mejor momento, 11 papelitos y uno a uno, y en
presencia de todos, fuimos sacando los nombres de los grupos y los
horarios de presentación se resolvieron de acuerdo al orden de
aparición:
1. Dug Dug’s.
2. El Epílogo
3. División del Norte
4. Tequila
5. Peace and Love
6. El Ritual
7. Bandido
8. Los Yaki con Mayita
9. Tinta Blanca.
10. El Amor
11. Three Souls in My Mind
Que las viejas y nuevas generaciones a las que dejamos como herencia
aquellos días de paz, amor, música y fraternidad nunca olviden nuestra
gesta casi heroica.
Desde la salida a la carretera de Toluca, se veía la caravana de jóvenes
rumbo a Avándaro.
En el Valle de Bravo hubo rock, pero no hubo ruedas, y el nombre de
Avándaro se convirtió en un mito.
Chavos de todas las clases sociales llegaron como pudieron y el valle se
fue llenando…
Desde el jueves previo, hasta el mismo día del concierto, no dejó de llegar
la gente por el bosque, caminando.
EL EPÍLOGO
TEQUILA
EL RITUAL
BANDIDO
EL AMOR
Avándaro fue el parteaguas de una cultura joven que quería otra forma de
escuchar su propia música.
Desde las alturas y a lo lejos se podía ver la luz de las antorchas, hasta que
se perdió en el paisaje y la oscuridad.
Aunque la lluvia nunca dejó de caer, los jóvenes estaban felices: enlodados
pero unidos.
No había escándalos, cada quien estaba en su rollo, toda la gente estaba
feliz, compartiendo unos con otros.
Fuimos una generación fantástica que seguía a sus bandas de rock favoritas
con mucho corazón.
Hay que pensar bien en nuestros hijos; los excesos son lamentables
y reprobables, pero la juventud mexicana, en general, es sana y
positiva.
Luis H. Ducoing, líder de la Mayoría Parlamentaria del H. Congreso de
la Unión
A MANERA DE CONFESIÓN
Era muy emocionante ver que todo mundo compartía con el de al lado,
todo…
Índice
Presentación
Agradecimientos
Contenido y colaboradores
Preámbulo
Capítulo 1
Armando y desarmando Avándaro
Memoria fotográfica
PARTE 1. Y juntos caminamos como hermanos rumbo al sol…
CAPÍTULO 2
Orígenes, paisajes y panoramas del rock and roll y sus tiempos
Los motores del cambio
La música al ritmo de los tiempos
Rebeldes con y sin causa
La revolución mundial del rock and roll
El México rocanrolero de los sesenta
CAPÍTULO 3
Woodstock, el festival que transformó al planeta
CAPÍTULO 4
La década decadente
CAPÍTULO 5
Un México de “onda”
CAPÍTULO 6
Jóvenes al poder
CAPÍTULO 7
Mi tragedia musical en cuatro movimientos
Primer movimiento: preludio y sonata
CAPÍTULO 8
Segundo movimiento: allegro
CAPÍTULO 9
Tercer movimiento: tocata
Del anochecer al amanecer. Reseña del concierto por Armando
Molina y otros muchos trasnochados
CAPÍTULO 10
Cuarto movimiento: adagio y fuga
Memoria fotográfica
PARTE 2. Bajo un techo de lluvia, nosotros fuimos las
estrellas…
CAPÍTULO 11
Crimen y castigo: las secuelas del Avandarazo
CAPÍTULO 12
Rock y rejas
CAPÍTULO 13
Ríos de tinta: negra, blanca, roja y amarilla
CAPÍTULO 14
Testimonios de leyenda
CAPÍTULO 15
Los hijos de Avándaro
CAPÍTULO 16
Los archivos perdidos de Avándaro 71
(Durante el concierto… y unas cuantas décadas imaginarias
después)
CAPÍTULO 17
Avándaro 50 años, redescubriendo el mito
CAPÍTULO 18
Postdata
A manera de confesión
Memoria fotográfica
PARTE 3. El hueco en el tiempo donde asomó el rostro mi
generación…
Muchas mujeres acudieron al evento y la realidad es que se tuvo un saldo
absolutamente blanco.