Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
John Gardner
LA ETICA EN LA LITERATURA
Mal Oettinger
ROBERT LOWELL:
INSTANTÁNEAS DEL ALMA
Paul Robinson
¿POR QUE ESCRIBIR?
Robert Rushmore
WILLA CATHER:
NOVELISTA DE LA PRADERA
Vernon Young
TEMAS DE LA POESÍA ESTADOUNIDENSE
CONTEMPORÁNEA
Frederic Golden
LA REVOLUCIÓN DE EINSTEIN
Horace Porter
REFLEXIONES DE UN HIJO NEGRO
Arch Puddington
EL PAPEL DE LOS TRABAJADORES
ORGANIZADOS EN LA POLÍTICA
ESTADOUNIDENSE
FACETAS es una publicación
trimestral de crítica y análisis
de temas intelectuales y
culturales de interés actual en
los Estados Unidos. Las
opiniones expresadas en sus
páginas son las de los
autores y no necesariamente
reflejan el punto de vista o la
política del gobierno
estadounidense.
Director:
Nathan Glick
Director Adjunto:
Geoffrey Gould
Director de Arte:
Gary Soderstrom
Asistente Editorial:
Iris L. Nelson
Oficina Editorial:
International Communication Agency/
United States of America
1776 Pennsylvania Avenue, N.W.
Washington, D.C. 20547
Redacción en Español:
Angel Carlos González Ruiz
Margarita Montero de Gesundheit
Manlio Fabio Fonseca Sánchez
Ramón Saavedra
FACETAS
1979
sección especial
LITERATURA Y VALORES HUMANOS
•ù it ·&
Por Arch Puddington 84 El Papel de los Trabajadores Organizados
en la Política Estadounidense
LIBROS
1
NOTA AL LECTOR
ace poco más de 100 años, el poeta y filósofo Ralph Emerson
N.G.
LA REVOLUCIÓN DE EINSTEIN
Por Frederic Golden
3
FACETAS
tado de sólo un puñado hace algunos años a unos 600 o 700 anuales. El
renacimiento relativista puede observarse también en la animada competen-
cia de los científicos de todo el mundo por ser los primeros en detectar las
ondas de gravedad que, según Einstein, son las trasmisoras de la fuerza
gravitacional, tal como las ondas de luz o de radio son portadoras de la
fuerza electromagnética.
Los científicos también llevan a cabo pruebas cada vez más delicadas de
la teoría de Einstein. El físico Irwin Shapiro y sus colegas del Instituto
Tecnológico de Massachusetts han estado enviando señales de radio más
allá de la corona solar, haciéndolas rebotar en otros planetas y cronome-
trando su retorno a la Tierra con una exactitud de más de una millonésima de
segundo. El objetivo: averiguar si la gravedad solar retrasa las señales en la
cantidad predicha por Einstein. Hasta el momento, la relatividad general ha
pasado estas y otras pruebas sin excepción.
Estudiante Rebelde
Había mucho que considerar. Por más de dos siglos habían prevalecido las
leyes básicas del movimiento y la gravitación postuladas por Isaac Newton.
Eran más que adecuadas para describir los movimientos planetarios, la con-
ducta de los gases y otros fenómenos físicos cotidianos. Pero para fines del
siglo XIX se habían producido graves resquebrajaduras en el edificio new-
toniano. Por ejemplo, Newton había considerado la luz como una corriente
de partículas. Los experimentos habían demostrado ya que la luz era de na-
turaleza ondulatoria. Quizás más importante, el científico inglés Michael
Faraday y el escocés James Clerk Maxwell habían demostrado que el elec-
FACETAS
Einstein pasó por alto la noción del éter. Luego formuló dos postulados:
1) Un experimento puede detectar sólo movimiento relativo, es decir, el
movimiento de un observador con respecto a otro; 2) cualquiera que sea
8
La Revolución de Einstein
Teorías Nuevas
10
La Revolución de Einstein
hoy, los científicos se maravillan ante los procesos mentales que empleó
Einstein para formularla. Dice el premio Nobel de física, Richard Feyn-
man:"Todavía no puedo entender cómo lo concibió".
Por difícil que sea de visualizar, el "continuo" espacio-tiempo curvo y
cuatridimensional de Einstein se compara a menudo con una sábana de hule
suspendida y tirante pero que se deforma cada vez que se posan sobre ella
objetos pesados (estrellas, galaxias o cualquier otra materia). Por lo tanto,
de acuerdo con Einstein, un cuerpo de gran masa como el Sol deforma el
espacio-tiempo a su alrededor. Los planetas, en lugar de mantenerse en sus
órbitas elípticas alrededor del Sol mediante la fuerza de gravedad, recorren
trayectorias curvas de espacio-tiempo.
Para demostrar estas teorías pasmosas, Einstein empleó primero las ecua-
ciones de campo para esclarecer una misteriosa anomalía en el movimiento
orbital del planeta Mercurio. En un siglo, el punto más cercano al Sol en la
órbita elíptica de Mercurio se desplaza 43 segundos de arco más de lo que
debería según la mecánica newtoniana. Los científicos no habían podido
explicar esta diferencia. Pero cuando las ecuaciones de Einstein fueron apli-
cadas a la órbita de Mercurio, explicaron con precisión los 43 segundos
adicionales de arco.
Adulación y Controversia
12
La Revolución de Einstein
sino también, de manera más general, expuso la teoría de los cuanta. Ade-
más, contribuyó de manera importante al renacimiento de la cosmología,
estudio del origen, historia y configuración del universo.
El Legado Perdurable
15
FACETAS
Empero, medité sobre los acontecimientos del día durante varias horas
después de mis oraciones. Pensé en mis padres. Igual que muchos negros del
Sur nacidos durante la Primera Guerra Mundial, ninguno de los dos había
cursado la escuela secundaria. Por supuesto, ninguno había ido al Norte
para hacer estudios universitarios. Y ni uno ni otro había oído hablar de
Amherst hasta que yo se lo mencioné. En el momento de abordar el avión
esa mañana, me habían prometido que rezarían por mí y me pidieron que
orara y confiara en el Señor. Mientras yacía despierto en mi lecho, trataba
de averiguar por qué había resultado tan necesario para mis padres rezar. Yo
había esperado que se sintieran tan extáticos como yo. Después de todo, no
me dirigía, como muchos de mis infortunados amigos, a los campos de
batalla de Vietnam. Iba a la universidad.
Me llevó algunos años y muchas noches de insomnio entender que mis
padres tenían poca confianza en mi seguridad y éxito. Sólo tenían la convic-
ción de mi capacidad para la perseverancia y una fe inquebrantable en la
benevolencia de Dios. Al transcurrir los años, llegué a entender las razones
por las que mis padres rezaban por mí. Habiendo escuchado numerosos
relatos de muchachos blancos que partían a la universidad y se descarria-
ban—en el mundo de las drogas, el sexo desenfrenado, la militancia política
o cualquiera de las confusiones de esa década estridente—rezaban porque
yo siguiera sirviendo a Dios y siendo un miembro leal de la familia. Y era que
también habían oído relatos de muchachos negros que con el tiempo llegan a
encontrar razones para renegar de su origen.
Mis padres rezaban porque después de las novelas y las tazas de té, yo
siguiera siendo su hijo leal, humilde y temeroso de Dios. El recuerdo de las
reacciones de mis padres seguramente avivó mis emociones, mis intuicio-
nes, algo inescrutable dentro de mí. Y rezaba de vez en cuando, silenciosa y
solitariamente.
Un País Extranjero
16
Reflexiones de un Hijo Negro
Orgullo Negro
18
Reflexiones de un Hijo Negro
tanto culpable porque no había una comunidad negra donde trabajar o jugar
en la ciudad de Amherst. Empecé a tomar quizás demasiado en serio las
acusaciones de los nacionalistas negros militantes y otros críticos de la
sociedad estadounidense, que sostenían que los estudiantes negros en uni-
versidades prestigiosas estaban siendo comprados, que nuestra lealtad era
asediada sutilmente por el "sistema", que la vida en torres de marfil era un
lujo que no podíamos permitirnos tan tardíamente, que era responsabilidad
de mi generación derrocar a los "perpetuadores del mal".
La Retórica de la Rebelión
20
Reflexiones de un Hijo Negro
Ideas en el Aula
Marx y Kateb podían atraer una multitud a medianoche. Sólo tenía que
correrse la voz de que uno u otro o ambos habían decidido hablar sobre,
digamos, la Guerra de Vietnam, la Constitución, o la amnistía a los evasores
del reclutamiento, para que todos acudiéramos. Ninguno de los dos citaba lo
mejor de Pericles o Lincoln con la belleza oratoria de Henry Comma-
ger—nadie de este lado del paraíso puede hacerlo—pero sus cursos resulta-
ban extraordinariamente gratificantes.
Empecé a observar a Kateb cuando yo era estudiante de primer año. En
una conmovedora alocución a la clase de 1969, advirtió que el radicalismo se
estaba volviendo incontenible. No obstante, les aseguró que "vuestra de-
cencia es incandescente". Y la clase radical se puso de pie para aplaudir.
Durante el segundo trimestre de 1970, cuando los estudiantes organizaban
huelgas en todo el país, Kateb caminó entre una multitud ruidosa y habló.
Convencido de que la academia estaba amenazada desde afuera, declaró
conmovedoramente: "Considero que Amherst y los lugares como éste son
un refugio; un refugio donde el pensamiento—esa cosa frágil, débil, pre-
ciosa—puede ir, aunque sólo sea para esconderse".
Me inscribí en su curso sobre pensamiento político estadounidense al año
siguiente. Los asistentes al curso se reunían en el mejor salón de conferen-
cias de Amherst, el Salón Rojo en Converse Hall. (Se trata de un salón
alfombrado en rojo, con sillas giratorias, ceniceros con pedestal y luces
suaves.) Kateb nos instaba a escuchar, no a tomar notas. Sin embargo, sus
clases eran demasiado buenas para no ser anotadas. Cada clase traía otro
toque de dulzura, otra gema de luz. Citaba a los grandes: "Cuando los
hombres están vacíos de propósito, el vacío se convierte en su propósito",
decía, recordando a Nietzsche. "De los dioses sospechamos, de los hom-
bres sabemos, que como consecuencia de su naturaleza, gobiernan donde-
quiera que pueden", dijo, citando a Tucídides. Ocasionalmente, se refería
con admiración a su difunto maestro radical, C. Wright Mills. Pero hasta
Kateb era blanco de acerbas críticas durante esos años. Una vez, un estu-
diante de segundo año lo llamó "prostituta de la razón".
Leo Marx también dictaba conferencias en el Salón Rojo. El gran recurso
pedagógico de Marx era un don para crear un aura de espontaneidad. Si
FACETAS
22
Reflexiones de un Hijo Negro
Graduación y Vida
habían sido acariciadas por algunas de las mentes más preclaras de los
Estados Unidos. Significaban que habíamos aprendido algo de lo mejor que
se había pensado y dicho. Significaban que habíamos experimentado una
dulzura y claridad profundas.
Pero no significaban que hubiéramos llegado a la comprensión de esas
verdades brutales aprendidas en la universidad del infortunio. No significa-
ban que tuviéramos un conocimiento íntimo de "los fuegos de la crueldad
humana" o que hubiéramos adquirido una conciencia aguda de lo que signi-
fica estar en situación desventajosa, ya sea por ley o por costumbre. Quizás
Amherst nunca podría enseñar eso, y tampoco las universidades humanis-
tas. Yo no lo sabía. Pero el mundo de mi casa paterna me había instruido
bastante acerca de esas realidades de la vida. Ese conocimiento me distin-
guía de la mayoría de mis condiscípulos. Y mi mente aprovechó el momento
para depurarlo.
Entonces llegó el momento de levantarme. Me puse de pie y volví la
cabeza, encontrándome con la mirada de mi madre. Y mientras caminaba
hacia la plataforma, vino misteriosamente a mi memoria un poema de Längs-
ten Hughes que había aprendido años antes. Escuché una voz, una dulce
voz sureña que decía:
25
FACETAS
Beneficios Indirectos
Interacciones Complejas
28
Telecomunicaciones y Desarrollo
Reducción de Costos
En una época de extrema tolerancia lite- los "Comentarios" que siguen a este
raria, el novelista John Gardner declara artículo pueden encontrarse otras opi-
la guerra a lo que considera las actitudes niones adversas.
nihilistas y cínicas que se hallan en gran John Gardner es uno de los más conoci-
parte de la novela contemporánea. Sos- dos novelistas estadounidenses jóvenes, a
tiene que toda gran literatura tiene una la vez que poeta, profesor universitario,
clara base moral, y afirma, en última ins- erudito en literatura inglesa medieval y li-
tancia, los valores humanos. Su artículo bretista de varias óperas. Sus novelas in-
está extractado de su libro reciente, On cluyen Grendel, The Sunlight Dialogues
Moral Fiction (La ética en la litera- (Diálogos a la luz del Sol), y October Light
tura)—publicado por Basic Books—que (Luz de octubre), que ganó el Premio Na-
incluye críticas de un buen número de cional de Críticos de Libros en 1976. Ac-
sus colegas. Uno de ellos, John Barth, ta- tualmente enseña en la Universidad Esta-
chó el libro de Gardner de "intelectual- tal de Nueva York en Binghamton.
mente inmoral y autocomplaciente". En
30
la larga sean altas para el buen arte, ya que las culturas que sobreviven se
complacen, casi por definición, en lo bueno—incluso lo bueno en lengua
extranjera—las probabilidades a corto plazo son desalentadoras. El creador
del buen arte—el artista civilizado—puede caer fácilmente en una situación
de desventaja ya que es capaz de reconocer virtudes en el tipo de arte que
prefiere no realizar, puede pensar en excusas y justificaciones incluso para
la pornografía más baja—por no hablar de un arte falso más formidable, más
"serio"—en tanto que el productor de basura, el bárbaro, se preocupa me-
nos por ser justo. Es un hecho que las ideas elevadas, los ejemplos nobles
del comportamiento humano, pueden pasar de moda pero seguir siendo tan
reales y aplicables como siempre (sencillamente pueden olvidarse, ser ente-
rrados por el "progreso").
John Gardner.
Modelos de Conducta
32
La Etica en la Literatura
vela verdaderos, más cerca del ensayo versificado al estilo de Pope que del
teatro isabelino.
Esta literatura puede ser—y usualmente es—moralista, y el escritor, al
crearla, puede ser moralmente cauteloso; es decir, puede trabajar ardua-
mente para no decir más que la verdad. Pero en lo que describo como
auténtica literatura moral, el "arte" no es meramente ornamental: controla
el argumento y le da su rigor, obliga al escritor a ejercer una vigilancia
intensa aunque desapasionada y desprejuiciada, y lo lleva—en formas que la
lógica abstracta no puede igualar—a descubrimientos inesperados y, fre-
cuentemente, a un cambio de parecer.
La literatura ética comunica significados descubiertos mediante el pro-
ceso de su creación. Podemos ver este proceso en marcha cuando estudia-
mos los borradores de un libro de cierto tipo de autor. Por ejemplo, Tolstoi
empieza con un conjunto de ideas y actitudes en Dos matrimonios, un pri-
mer borrador de Ana Karenina—en el que Ana, por increíble que parezca,
se casa con Vronsky—y gradualmente descubre, borrador por borrador,
inferencias cada vez más profundas en su relato; revisa sus juicios; descubre
relaciones; adquiere nuevas percepciones; hasta que finalmente consolida
las actitudes o ideas que hallamos dramatizadas, con tal irrevocabilidad y
convicción que nos parece imposible que no hubieran surgido ya maduras de
la mente de Tolstoi, en la novela publicada. De igual manera, Dostoïevski se
angustió por las mejores o peores consecuencias de la inqcencia e impoten-
cia de Mishkin en Los hermanos Karamazov. Lo mismo observamos,
cuando estudiamos los borradores sucesivos de obras de Franz Kafka.
Lenguaje y Trama
34
La Etica en la Literatura
36
La Etica en la Literatura
Metáforas y Descubrimientos
Tales son mis argumentos en favor de lo que es para mí "la mejor litera-
tura de ficción". Estoy convencido de que todas las artes funcionan en
forma algo similar, aunque no estoy capacitado para demostrar este punto.
No hace falta decir que en todo esto no pretendo ser excesivamente seve-
ro. No tengo nada en contra de los refranes picarescos, los cuentos de niños
y perros o los primeros capítulos de la serie televisiva Viaje a las estrellas.
Me opongo decididamente al culto del sexo y la violencia, y más aún al cul-
to del cinismo y la desesperación, pero no recomiendo la censura. Estoy
convencido de que, una vez que ha sonado la alarma, el buen arte vence al
malo, y que la escasez actual de arte de primera línea no se debe a la enfer-
medad de la sociedad, sino al contrario. En las últimas décadas nos hemos
sacudido, aquí en los EUA, la ingenuidad infantil y la mojigatería que ve-
mos, por ejemplo, en algunas películas de los treintas y los cuarentas. Pero
en nuestra búsqueda de una verdad más grande, hemos caído en la creencia
de que lo más cruel y desagradable que podamos decir tiende a ser lo más
verdadero. El arte real nunca se ha dejado engañar por semejante necedad;
el arte real la rechaza.
El arte serio, por los medios técnicos específicos que he descrito, aclara la
vida, establece modelos de acción humana, lanza redes hacia el futuro, juzga
cuidadosamente nuestras tendencias buenas y malas, festeja y lamenta. No
desvaría. No se mofa o ríe en presencia de la muerte; inventa plegarias.
Concibe visiones que vale la pena tratar de convertir en realidad. No llori-
quea, ni se agazapa, ni alza las manos, ni pestañea. No hace que la espe-
ranza dependa de la aceptación de alguna teoría religiosa. Desata el relám-
pago o es relámpago, cualquiera de las dos cosas.
Es indudable que el abismo negro ejerce cierta fascinación, o no pagaría-
mos tanto dinero a tantos artistas, para seguir contemplándolo. Pero el
38
La Etica en la Literatura
Cuando apareció el libro de John Gardner ciertas partes del argumento fueron con-
On Moral Fiction (del que se extractó el vincentes, pero muchos otros discreparon
ensayo precedente), tuvo lugar un debate de él. Presentamos aquí los siguientes co-
sobre la tesis altamente polémica del au- mentarlos críticos, a fin de equilibrar los
tor. Para algunos comentaristas, al menos vigorosos puntos de vista de Gardner.
39
FACETAS
40
Comentarios Críticos a "La Etica en la Literatura"
Gardner cree que existe algún consenso universal sobre cómo debe com-
portarse la gente, un consenso que bien podría llamarse "justa razón" o
"sentido común", o cualquiera de los términos filosóficos más complicados.
Es un sentimiento que es claro y "moral" y "tan viejo como las montañas".
Por eso le sorprende a Gardner que la mayor parte del arte contemporáneo,
especialmente la novela, se desvíe tanto de esta "verdad llana".
He aquí a un respetado y reconocido novelista que nos subyuga como sólo
puede hacerlo un hábil ensayista, y que nos murmura al oído la "verdad".
Parece casi descortés rechazar verdades ofrecidas con tanto entusiasmo y
buena intención, pero cuando Gardner pasa de lo general a lo específico,
resulta algunas veces tan fácil decirle no a él como al misionero de la es-
quina. Cuando trata de basar su argumento en la estructura de la teoría
estética, es solemnemente tedioso. Cuando emplea las "piedras de toque"
de Homero o Shakespeare para juzgar correctamente a contemporáneos
como Ron Sukenick o William Gass, se entrega a la misma exageración
cómica que critica. Algunas veces parece como si su admirable sentido del
pasado hubiera deformado su idea del tiempo. La mayor parte de su argu-
mento se refiere a la literatura de ficción escrita en los últimos 15 años.
Gardner se afana en juzgar a escritores que aún están a la mitad de su ca-
rrera, como si fueran los "Miltons mudos e ignominiosos" de Elegy (Ele-
gía), de Gray.
Además, tenemos aquí la extraña circunstancia de que un escritor serio,
cuyas propias obras de ficción han sido aclamadas y han gozado de gran
aceptación popular, encuentra amenazada la naturaleza del arte en los vapo-
res de una ficción "experimental" cuyo público es tan pequeño que cabe
bajo las uñas de Gardner. En realidad, el sentido de emergencia literaria que
Gardner necesita para hacer de su libro un documento importante, queda
desvirtuado por el ejemplo que él cita de un escritor como John Fowles que
sí escribe "literatura ética" y que es reconocido y apreciado por ello por
cientos de miles de lectores. De hecho, Gardner y Fowles por sí solos
cuentan quizás con más lectores que toda la lista de contemporáneos a
quienes Gardner considera triviales.
FACETAS
Pero, ¿por qué es tan difícil y—con unas cuantas excepciones (sobre todo
el príncipe Michkin en El idiota de Dostoïevski y el personaje que da su
nombre a la novela Billy Budd de Hermán Melville)—tan aburrida la repre-
sentación de la bondad en la literatura? Quizá Tolstoi, cuyos puntos de vista
sobre la ética en la literatura comparte Gardner, ofreció la mejor explicación
de esto cuando escribió en ¿Qué es el arte?: " L o bueno es aquello que no
puede definirse con nada pero que define todo lo demás".
Esto no invalida la teoría de John Gardner sobre la ética en la literatura,
pero sí pone de relieve la dificultad de teorizar exhaustivamente sobre una
forma tan evasiva como la novela. No puede encontrarse mayor prueba de
esta dificultad que los propios juicios de Gardner sobre los novelistas. Estos
juicios son, con mucho, las partes más decepcionantes de su libro, y ponen
todo lo demás en duda. Cabe preguntar cómo una teoría tan sólida puede dar
por resultado una práctica tan mala.
La moraleja de On Moral Fiction puede ser que, en literatura, una teoría
expuesta y llevada a cabo con demasiado cuidado sólo puede terminar, para
los novelistas y los críticos, en una práctica mala. Ningún novelista de
primera clase escribió jamás de acuerdo con una teoría estricta de la fic-
ción. Tolstoi escribió una novela, Resurrección, en aras de su teoría de la
ficción, y es, como reconoce Gardner, una novela menos valiosa que otras,
como La guerra y la paz y Ana Karenina, escritas sin una teoría.
42
ROBERT LOWELL: INSTANTÁNEAS
DEL ALMA
Por Mal Oettinger
43
FACETAS
Un Poeta Público
"Todos los poemas son en realidad uno solo", escribió en cierta ocasión
Lowell. Al final, se dedicó a pulir sus poemas anteriores, poniendo aquí
mayor énfasis en una idea, dando allá una resonancia nueva a un verso. Su
obra estaba anclada a su vida, a sus imágenes personales, a sus sentimientos
hacia los amigos y seres queridos. Empero, era también un "poeta público"
en un sentido raro para su época: reflejó a un grado sobresaliente la vida de
su tiempo y su país, la política de su generación; se sentía especialmente
fascinado por la herencia de su Nueva Inglaterra natal.
Igual que muchos poetas, Lowell gustaba de ese recurso poético llamado
oxímoron ("oscuridad brillante, roca blanda"). También su vida estuvo
llena del mismo tipo de contradicciones poéticas. Fue uno de los poetas más
respetados de los EUA, y un delincuente convicto. Provenía de una familia
distinguida a la que contemplaba con orgullo burlón. Apreciaba mucho la
libertad pero ingresó en ocasiones en instituciones siquiátricas. En su juven-
tud se convirtió al catolicismo y produjo poemas que reflejaban la fe apasio-
nada del místico cristiano; en años posteriores su fe decayó pero su obra
siguió estando configurada por la creencia religiosa. Escribió parte de la
poesía estadounidense más original, aunque las raíces clásicas de su inspi-
ración son muy profundas. Su verso incluye algunos de los poemas moder-
nos más difíciles y oscuros, y algunos de los más conmovedores y accesi-
bles. Empleaba con la misma gracia el estilo coloquial estadounidense y
frases del Dante.
Gran parte de la poesía de Lowell es autobiográfica, al grado en que ha
44
Robert Lowell: Instantáneas del Alma
Robert Lowell.
Raíces de un Poeta
¡Padre, perdona
mis ofensas,
como yo perdono
a quienes me
han ofendido!
Nunca ascendiste
el Monte Sión, pero dejaste
gigantescos
pasos de muerte
sobre la corteza
donde debo caminar.
46
Robert Lowell: Instantáneas del Alma
Un Asunto de Conciencia
acto fue a la vez violento y pasivo, y estaba calculado para poner a sus
padres en una situación muy incómoda. En lo que no fueron sino pasos
preliminares, trató de alistarse dos veces en la marina, pero fue recha-
zado. Pronto, sin embargo, el bombardeo masivo de civiles hirió sus
principios morales; y cuando fue convocado de acuerdo con la Ley de
Servicio Selectivo, se declaró opositor por motivos de conciencia. En
lugar de presentarse sencillamente ante la junta competente y declarar
sus convicciones, se negó a comparecer, obligando así a las autoridades
a enjuiciarlo.
Estilo y Sustancia
48
Robert Lowell: Instantáneas del Alma
como importante poeta joven en los Estados Unidos. Este libro incluye
versiones revisadas de algunos de sus primeros poemas, práctica en la que
persistió Lowell hasta su muerte, de acuerdo con su filosofía de que la obra
de un artista es realmente un solo poema, nunca perfecto, sutilmente cam-
biante. Las diferencias en el estilo y la perspectiva de Lowell están ilustra-
das por dos versiones de un incidente en su vida que lo impresionó profun-
damente: lo que consideró el acto cainesco de golpear a su padre. En 1946,
Lowell relató el incidente en un poema llamado "Rebelión":
El poema continúa, relatando la culpa cósmica del hijo; dice que el acto ha
hecho que "el mundo se expanda". El metro es exacto, los versos riman;
pero no hay explicación de lo que produjo la confrontación.
En 1976, Lowell recuerda el mismo incidente de manera mucho más ca-
sual, en verso informal, en un poema titulado "Río Charles" (que corre a
través de Boston) y dedicado a una novia de juventud:
Erudito y Padre
49
FACETAS
Hasta 1959, cuando apareció Life Studies, Lowell se había escondido tras
el pastiche de estilos ajenos, oscureciendo sus reacciones personales por el
empleo de formas difíciles, clásicas, o poniendo palabras en boca de perso-
najes en complicados monólogos dramáticos. Aunque estos primeros poe-
mas contenían símbolos de importancia personal para él que repetiría más
explícitamente después, no constituían el mensaje directo del poeta; olían a
erudición. Después de nueve años de virtual silencio poético, Lowell pro-
dujo la gran obra de "confesión", Life Studies, en la que se reveló a sí
50
Robert Lowell: Instantáneas del Alma
La Norma de Veracidad
53
FACETAS
Con fines de análisis, "¿Por qué escribir?" puede dividirse en dos subpre-
guntas: ¿Cuáles son los motivos para escribir? y ¿Quién es el público? Las
respuestas más probables a esas preguntas parecen inadecuadas.
Se escribe para ganar dinero. Naturalmente, algunos escritores—princi-
palmente los novelistas y los autores de libros de texto—sí ganan dinero, y
un gran número de ellos escribe, al menos en parte, con la esperanza de
ganar dinero. Pero la mayoría de los autores saben que no se gana dinero con
escribir, y aquellos que no lo saben lo descubren bastante rápido. Al decir
"no se gana" hago un juicio comparativo: se gana ridiculamente poco en
comparación con lo que se puede ganar siendo médico, dentista, abogado,
hombre de negocios o incluso maestro de escuela. Estas son las compara-
ciones pertinentes porque los escritores, en conjunto, son personas inteli-
gentes e industriosas que, aparte de una aversión temperamental, sin duda
tendrían bastante éxito en las profesiones que dejan dinero. Algunas veces
he tratado de calcular mi ingreso por hora como escritor. Si tomara en
cuenta sólo las regalías, sería vergonzosamente bajo, quizá menos de 50
centavos de dólar, e incluso si incluyera la mitad de mi sueldo como profesor
(suponiendo que la Universidad Stanford me pagara tanto para escribir
como para enseñar), éste se aproximaría, en el mejor de los casos, al salario
mínimo fijado por el gobierno. Si se examina el asunto estadísticamente,
entonces sólo los tontos escriben para ganar dinero.
Se escribe para tener prestigio. Hay algo de cierto al respecto, pero se
trata de un asunto engañoso y sumamente subjetivo. La fama se relaciona
estrechamente con los lectores. No dudo que la mayoría de los escritores
desean ser apreciados, pero creo que a menudo se engañan con respecto a
quien los escucha, como trataré de mostrar en breve.
Se escribe para decir la verdad. Este es el motivo más atrayente por ser el
más desinteresado, pero ha sufrido daños irreparables en el siglo XX. En
casi todas las áreas de investigación, desde las ciencias naturales hasta las
humanidades, la noción de verdad ha sido impugnada, y junto con ella el
antiguo modelo acumulativo del quehacer intelectual: la "marcha de la eru-
dición". Max Weber, Thomas Kuhn y muchos otros nos han convencido, en
diversos grados, de que la vida intelectual no consiste en remplazar ideas
falsas con verdaderas, sino en sustituir ideas impracticables con ideas útiles.
Naturalmente, aún debemos decir la verdad, pero no siento que los autores
escriban fundamentalmente para disipar el error. La búsqueda de la verdad
no constituye en modo alguno una inquietud despreciable, pero ya no tiene
la fuerza de la que gozara alguna vez.
54
¿Por qué Escribir?
espíritu con el que suponemos que fueron escritos. Entre mis propias lectu-
ras recientes, el libro de Donald Howard, The Idea ofthe Canterbury Tales
(La idea de los cuentos de Canterbury), cae dentro de esta categoría. Lo
menciono en especial porque contiene un análisis del origen de la lectura y
de los libros (lo que Howard llama "librismo") que esclarece en forma
impresionante el dilema que nos ocupa aquí.
Empero, el punto ineludible es que dichos libros son, como se dijo antes,
excepcionales. Si se necesitan pruebas, recomiendo un recorrido informal
por las estanterías de una biblioteca importante. Tómese cualquier libro de
un estante y lo más probable será que se tenga en la mano una obra de eru-
dición que no ha sido consultada en años, aunque con ella su autor haya ob-
tenido una titularidad en alguna universidad o, lo que es más intimidante,
"coronado" una carrera distinguida. Y allí descansa, tan muerta como una
crónica medieval. Su única esperanza de supervivencia es como fuente pri-
maria de información para eruditos más jóvenes que estén escribiendo una
historia de la disciplina. Pero aun cuando la especie se canibaliza, las opor-
tunidades de cualquier volumen dado son contadas. En momentos como es-
tos, se reconoce que el oficio de escribir colinda con la locura.
56
¿Por qué Escribir?
que mejor aprecia su propia obra, sino también, en cierta forma, en el que
más la critica. Visto desde esta perspectiva, el escribir es un acto de esclare-
cimiento propio, en el que traemos orden a ideas y sentimientos que de otra
manera quedarían confusos e inconexos.
Sobre todo, el escritor lee su propia obra con mayor placer que casi
cualquier otro lector. El finado John Wasserman, que se halla entre los
escritores más amenos que conozco, comprendía esto perfectamente. Era
famoso por reír a carcajadas cuando leía sus propias columnas y artículos, y
le encantaba hacer notar a sus colegas los giros estilísticos especialmente
traviesos que se le habían ocurrido. En pocas palabras, adoptó muy sensa-
tamente la lógica narcisista que protege a los escritores de la locura.
Sólo cuando el escritor reconoce que escribe para sí, trasciende las formas
más mezquinas de narcisismo que atormentan a los autores: el deseo de
dinero, progreso, prestigio. Irónicamente, el yo, despojado de sus pequeñas
vanidades, es también el punto de referencia más desinteresado del escritor:
pasa a ser un ejemplo de humanidad. Reconozco que aquí he entrado en
aguas turbulentas, pero creo que es sicológicamente correcto decir que el
escritor que siente que escribe para sí, también siente que escribe para la
humanidad, y que la convicción no está ligada a la cuestión de si será leído o
no. Al explorar y esclarecer el pensamiento propio, se tiene la sensación de
que se esclarece también la mente de la especie. La proposición puede
parecer inaceptable a primera vista, pero convendría compararla con las
demás motivaciones que he considerado aquí y que, a mi parecer, son mu-
cho menos convincentes.
58
WILLA CATHER: NOVELISTA DE LA
PRADERA
Por Robert Rushmore
El Impulso Autobiográfico
60
Willa Cather: Novelista de la Pradera
Tal parecía que no había nada que contemplar; no había cercas, riachue-
los o árboles, ni colinas o llanuras. Si había un sendero, no podía distin-
guirse a la vacilante luz de las estrellas. No había nada, sólo tierra; no
existía país alguno sólo el material de que están hechos los países.
Un Toque Europeo
Cuando por primera vez Willa Cather buscó en su propia vida el material
para My Antonia, relató la historia de una familia de Virginia a la que llamó
Bürden, y su interacción con los colonizadores europeos de la pradera. My
Antonia es una novela poco ortodoxa, casi excéntrica. Como comentó la
propia autora: " N o hay idilio, ni cortejo, ni lucha por el éxito". Ella hace
que Jim Bürden, el notable autor (y en muchos sentidos personificación de la
Willa Cather joven) declare en la introducción de su manuscrito: "Esto es lo
peculiar de Antonia: me concreté a escribir casi todo lo que su nombre me
recuerda. Supongo que no tiene forma".
En cierto sentido eso es verdad, aunque tras la aparente ausencia se
encuentra la mano modeladora de una autora inteligente y diestra. Salvo por
el orden cronológico del cambio de las estaciones, los incidentes parecen
vagar libremente uno tras otro. Jim Bürden, de 10 años de edad, llega de
Virginia a una aldea de la pradera en el mismo tren que la familia bohemia
Shimerda, incluyendo a Antonia, tres años mayor que el niño. En la estación
ferroviaria situada en este extraordinario paraje—donde Jim tiene la sensa-
ción de que "el mundo quedó atrás, que habíamos rebasado su límite y nos
hallábamos fuera de la jurisdicción del hombre"—descubre que los miste-
riosos extranjeros que no hablan inglés serán sus vecinos que habitarán una
casa semejante a una madriguera cavada en la tierra en un lugar agreste.
Bajo las condiciones inexorablemente severas de la colonización, Antonia y
el muchacho crecen juntos. El le enseña inglés. Ambos visitan a dos extra-
ños inmigrantes rusos cuya vida cambió a raíz de un horrendo ataque de
lobos en su país natal. Jim mata una víbora de cascabel ' 'como el símbolo del
Mal ancestral". Los acontecimientos de una vida agrícola elemental se de-
senvuelven en forma fortuita.
El padre de Antonia se deja llevar por la nostalgia del viejo terruño y por
la desilusión ante las condiciones de vida del nuevo, y se suicida de un
balazo, pecado mortal que le niega sepultura en tierra consagrada; se le
condena a una tumba improvisada en una encrucijada de la llanura. Esta
sepultura solitaria inspira a Willa Cather uno de sus pasajes más elocuen-
tes, al unir la profundidad de su amor por la tierra con su sentimiento casi
religioso hacia la amuerte y el sentido de la vida que ella creía fervorosa-
mente debía derivarse de los muertos:
La tumba, cuya crecida yerba roja nunca era segada, semejaba una pe-
queña isla; y en el crepúsculo, bajo una luna nueva o la clara estrella
62
Willa Cather: Novelista de la Pradera
La vastedad interminable de las llanuras de Nebraska: "No había nada, sólo tierra; no existía país alguno,
sólo el material de que están hechos los países".
63
FACETAS
Confianza en la Intuición
El arte de Willa Cather desafía a los críticos que gustan de fijar pautas
definidas a la carrera de un escritor. En su edad madura, después de una
breve y venturosa incursión en el periodismo neoyorquino, abandonó esa
actividad para regresar al Medio Oeste estadounidense, en el que se había
formado. Allí encontró una visión que era, como señaló un crítico, "pecu-
liarmente suyo. . . un primitivismo que le permitió mantener la puerta pos-
terior de su mente abierta al rumor y al movimiento de poderes ancestrales y
agentes instintivos". Al descubrir ese material, Willa Cather tenía que triun-
far en la lucha más grande para un escritor: desechar lo puramente cerebral o
conscientemente temático, y confiar en lo que se percibe por intuición. O,
como ella misma escribió sobre el proceso:
64
Willa Cather: Novelista de la Pradera
66
Willa Cather: Novelista de la Pradera
La Tentación de lo Primitivo
68
Willa Cather: Novelista de la Pradera
"La arcaica ciudad india de los barrancos yacía en una niebla dorada contra la oscura caverna".
Me recosté en el fondo del valle sobre una roca solitaria que era como
una isla y miré hacia arriba. La gris artemisa y las rocas de color azul
grisáceo que me rodeaban ya estaban a oscuras, pero en lo alto de los
farallones del cañón había colores flamígeros pintados por el crepúsculo,
y la ciudad de los barrancos yacía en una niebla dorada contra la oscura
caverna. . . Sobre el cañón, el arco del cielo era de un azul plateado con
su pálida Luna amarilla y las trémulas estrellas semejantes a cristales
caídos en agua nítidamente clara.
69
FACETAS
Ideas Finales
70
Willa Cather: Novelista de la Pradera
71
FACETAS
TERMINAL
Por Linda Pastan
Por cada partida
hay una llegada.
Es la ley del hacha
cuyo mango era árbol.
Es el secreto
que el fuego descubre
cuando el humo desaparece
por su propio sendero.
Las hojas levantan el vuelo otra vez:
una flota completa de pequeños veleros
y nadie sabe dónde atracarán.
ELOGIO
Por Robert Penn Warren
Quiero elogiar a la que amo,
Maestra en la gloria del corazón,
Que se precipita por la vida con furia benigna,
O camina sola en el alto pinar.
Copyright ® 1977 por United Chapters of Phi Beta Kappa. Poema de Linda Pastan, reproducido de The American Scholar.
72
ALGUNOS TEMAS DE LA POESÍA
ESTADOUNIDENSE CONTEMPORÁNEA
Por Vernon Young
73
FACETAS
. . .Admitamos
que la poesía es uno de los oficios peligrosos.
No importa a cuántos conozcamos que hayan sido incitados
por oscuras promesas de entregar
sus cuerpos al azul ventisquero de la muerte,
pero no fue de poesía, sino de vida, de lo que murieron.
74
Algunos Temas de la Poesía Estadounidense Contemporánea
("Aprensiones")
75
FACETAS
Extraños en el Extranjero
("De viaje")
Rima y Estrofa
El Terruño
78
Algunos Temas de la Poesía Estadounidense Contemporánea
Estás perdido
en una inmensidad de tierra sin gente, sin
temor de ser encontrado, en la agilidad
de los conejos, el airoso paso de los antílopes, remolinos
que se funden y estruendo de corrientes.
la película del Oeste; por la otra, el melodrama de la gran ciudad. Cabe notar
que la ética de ambos géneros suele estar al margen de la ley; es una fe en la
justicia intuitiva impartida por un héroe solitario.
Aun así, el nuevo "naturalista" norteamericano—que habla al bosque,
camina sobre la nieve, duerme al lado de un río—no comparte la filosofía de
"inhumanismo" proclamada por el más importante poeta estadounidense
del paisaje, Robinson Jeffers (1888-1965) quien, en su épico y estremecedor
preludio a The Women at Point Sur (las mujeres en Point Sur) escrito en
1927, declaró:
81
FACETAS
Wagoner no es nativo de los bosques sobre los que escribe ahora. Hizo su
aprendizaje con innumerables poemas sobre temas extraídos de los ambien-
tes más vulgares del Medio Oeste, tales como carnavales y reuniones de
evangelistas, alcohólicos y pandilleros: el enjambre humano. Pero el Pací-
fico noroccidental es el habitat que dio un carácter definitivo a su poesía, sin
paralelo entre los bardos que cantan a las fronteras de la tierra y al espíritu
que levanta el campo. El tema geotrópico de la raíz y el río, de Wendell
Berry, es bellamente impugnado por la invocación de movilidad en "Con-
versación con Barr Creek", de Wagoner:
82
Algunos Temas de la Poesía Estadounidense Contemporánea
Tu constante inconsistencia,
Tus saltos y tus remansos, tus trechos de negro y ámbar,
Tu azul y tu blanco, tu prolongada extinción,
Tu súbita quietud.
Desde el lago de la montaña, diez millas colina arriba hasta el anchuroso río,
Enséñame tu espíritu que se va y no obstante permanece, es,
Nace, se desvanece, perdura.
En un sentido obvio, el yermo de David Wagoner es, a los ojos del mundo,
una experiencia privativa de los EUA. Sin embargo, es también intrínseca-
mente estadounidense mirar en dos direcciones, con igual escepticismo:
hacia Europa (y todo el pasado conocido) y en torno a uno, en el terruño.
Creo que vale la pena destacar, en la poesía de Hecht y Slavitt, la presencia
reconocida de W. H. Auden, quien tratara tan diestramente la ambigüedad
trasatlántica. Detrás de Auden estaba T. S. Eliot quien, en un momento
importante, estuvo vinculado con Ezra Pound, ambos estadounidenses tras-
plantados a Europa. Y estos nombres evocan las figuras principales de la
auténtica revolución de hace 60 años, conocida como poesía moderna. El
fruto de dicha revolución—incluida la aceptación de una distancia irónica
entre el poeta y el tema—permitió al bardo estadounidense no sólo encontrar
su voz en suelo nativo, sino también conservar la libertad de vivir y expresar
en forma diversa el mundo extranjero, sin limitaciones idiomáticas ni supo-
siciones insulares.
83
EL PAPEL DE LOS TRABAJADORES
ORGANIZADOS EN LA POLÍTICA
ESTADOUNIDENSE
Por Arch Puddington
Ataque Conservador
La Experiencia Histórica
86
El Papel de los Trabajadores Organizados en la Política
Esta atmósfera antisindical imperante a fines del siglo XIX y principios del
XX, no explica en sí la falta de interés de los trabajadores en la formación de
un partido laboral, pero es una de las razones principales de la actitud
totalmente pragmática que guió las decisiones políticas de la fuerza de tra-
bajo. Los primeros líderes de la AFL también comprendieron que la socie-
dad estadounidense difería radicalmente de la europea, y que si los sindica-
tos norteamericanos intentaban emular las tácticas de sus camaradas euro-
peos, con toda seguridad irían al fracaso. En los Estados Unidos la tierra era
abundante y barata; las fronteras entre clases no eran rígidas; la adopción
relativamente temprana del sufragio masculino generalizado restó fuerza a
una cuestión (la democracia política) que resultó ser particularmente explo-
siva en Europa, donde la primera lucha de los trabajadores fue en favor del
derecho de voto; el predominio de excéntricos y utopistas en los partidos
políticos secundarios y potencialmente pro trabajadores, restó popularidad a
Gompers y a los demás líderes de la AFL; la diversidad étnica de la fuerza
laboral industrial impidió la acción de la clase trabajadora como un todo; la
estructura del sistema político estadounidense, con su énfasis en una presi-
dencia fuerte y su falta de representación proporcional en las legislaturas
nacional y estatales, debilitó en gran medida las oportunidades de éxito de
un tercer partido.
Estos son los factores históricos que constituyen la base del concepto del
"excepcionalismo estadounidense"; el concepto de que la geografía, el de-
sarrollo político, las estructuras económicas y la composición demográfica
de los Estados Unidos siguieron un curso tan distinto del de las sociedades
más viejas que hicieron imposible el éxito de partidos de clase, social-
demócratas o laborales. En realidad, el problema del trabajo organizado en
sus años formativos no se limitó a las grises perspectivas de acción política
independiente. Los líderes sindicales también se mostraron inseguros res-
pecto a la forma de relacionarse con los dos partidos establecidos, ya que
ninguno de ellos mostraba un interés particular por el bienestar de la clase
trabajadora o el fortalecimiento de ella como contrapeso de los intereses
empresariales. La carencia general de interés en las cuestiones laborales por
parte tanto de los republicanos como de los demócratas es una de las razo-
nes que explican el ingreso relativamente tardío de los trabajadores en los
asuntos políticos.
Una segunda razón fue la curiosa oposición de Samuel Gompers y otros de
los primeros líderes de la AFL a las reformas sociales que posteriormente
constituirían la médula de la legislación nacional del Nuevo Trato y que, en
la actualidad, representan el aspecto más importante del programa de legis-
lación laboral. Sólo cuando surgió una nueva generación de líderes labora-
les—la generación que se encargó de fundar el Congreso de Organizaciones
Industriales (CIO) en la década de 1930—respaldaron los trabajadores aque-
FACETAS
88
El Papel de los Trabajadores Organizados en la Política
90
El Papel de los Trabajadores Organizados en la Política
Pero aun cuando los sindicatos hubieran logrado que se eligiera a Hum-
phrey, no es probable que hubieran alcanzado una posición de predominio
permanente dentro de la coalición demócrata, ni que hubieran intentado
siquiera "capturar" permanentemente al partido. Incluso Walter Reuther,
que como presidente del Sindicato Unido de Trabajadores de la Industria
Automotriz invitaba constantemente a los trabajadores a asumir un papel
más activo en el Partido Demócrata, se opuso a la transformación del partido
en un vehículo controlado por los trabajadores: " . . .si el movimiento
obrero llega a capturar al Partido Demócrata, se destruirá la amplia base que
es esencial para hacer de un partido político un instrumento eficaz para la
transformación de políticas acertadas en acción gubernamental. La tarea
esencial del movimiento obrero es aprender a trabajar dentro del partido sin
tratar de capturarlo".
Sin duda, el punto de vista de Reuther se basaba en la comprensión de que
por enorme que llegara a ser el poder político del sector laboral, su papel
estaría limitado por la desconfianza del pueblo estadounidense frente a una
gran acumulación de poder institucional. La empresa poderosa, el sector
obrero poderoso y, más recientemente, el gobierno poderoso, son conside-
rados por muchos como una ingrata trinidad a la que se deben muchos de los
problemas sociales de los Estados Unidos. Si los republicanos han sufrido
por la impresión generalizada de que su partido está dominado por intereses
empresariales, a los demócratas se les acusa de estar controlados por líderes
laborales cuyo principal objetivo es buscar la ayuda del gobierno para obte-
ner ventajas específicas para sus miembros a costa del público en general.
FACETAS
92
El Papel de los Trabajadores Organizados en la Política
El Reto de la Ideología
nacido en Rumania, aunque no había reconocido su pomposo título. "¿De sea habilidad especial alguna como instalador de metrónomos. Tú o yo lo
dónde vas a sacar 100 metrónomos antiguos?" podríamos hacer igual que él. Además, Raymond Chandler tenía razón al
" N o lo sé; esa es una de las razones por las que necesito la ayuda del escribir: 'No hay éxito donde no hay posibilidad de fracaso, no hay arte si
departamento. Después de todo, es el único gasto del espectáculo. Mis no es necesario superar las dificultades del medro utilizado' " .
amigos y yo podemos darles cuerda fácilmente y ponerlos a funcionar", Andrew no respondió a esto. Estaba evidentemente decepcionado, pero
sonrió. "Está bien, si no se pueden conseguir 100, Ligeti ha dicho que hizo otro intento. "¿Quieres pensarlo? Regresaré mañana y quizás tengas
bastan 99". una actitud más liberal". Le prometí que lo intentaría.
"Bien", dije, "ya veo que tu espectáculo sería una gran publicidad para
los metrónomos con mecanismo de reloj; ¡claro, si todavía hay quien los Un Acopio de "Arte Experimental"
venda! Por cierto que los prefiero a los modernos. ¿Te has quedado con la
perilla de uno electrónico en la mano y has tratado luego de reajustarlo? . . . La promesa que le hice fue tanto por mí propio provecho como por el
Pero eso es aparte. No hemos llegado a la cuestión básica: ¿Es música? ¿Por suyo. Durante algunos años he aplazado la tarea de organizar mis ideas
qué ha de patrocinarla nuestro departamento?" sobre los problemas planteados por la aparición de obras como la de Ligeti
" H a sido aceptada como música. Se ha tocado, entre otros lugares, en un en el escenario del arte; obras que no aceptan ninguna tradición en cuanto a
concierto en la Universidad Stanford". medios, organización o expresión y sin embargo exigen el título honorífico
"¿Y cualquier cosa que se interprete en un así llamado concierto se puede de arte. A través de los años, he conservado recortes de periódicos y revis-
considerar música?" tas, programas y reseñas sobre exposiciones y espectáculos a los que he
A manera de respuesta sacó un recorte de su bolsillo y me lo entregó. Era asistido (una colección de artículos reunidos al azar que me han parecido
la reseña de Richard Ellmann sobre la obra de teatro Travesties de Tom adecuados al tema). Anoche saqué mi archivo y lo revisé. Su lectura me
Stoppard en el Times Literary Supplement de Londres. Señaló una cita provocó melancolía. Presento en seguida una muestra pequeña pero bas-
subrayada de Tristan Tzara (el Tzara de Stoppard) que decía así: "En nues- tante representativa.
tros días, artista es quien consigue que la palabra arte signifique precisa- En la Bienal de Venecia de 1972, una exposición de "piedra angular"
mente lo que él hace". consistía en 10.000 huevecillos de mariposa en incubación en la Piazza San
"Ligeti, ¿lo ves?, ha logrado que la palabra música signifique precisa- Marco. (Tengo entendido que muy pocos incubaron.) El mismo año, Christo
mente 100 metrónomos. De modo que él es músico y los metrónomos hacen (no usa apellido) logró extender con éxito una cortina anaranjada sobre la
música' '. cañada Rifle Gap, en Colorado. Posteriormente cubrió también la ensena-
" Y supongo que si rehuso apoyarte, me pongo en el pedante papel de da de King's Beach, en Rhode Island, con casi 14.000 metros cuadrados de
John Carr. Habrás notado que Ellmann está de acuerdo con la respuesta tela de polipropileno.
de Carr a Tzara: 'Artista es quien tiene un don que le permite realizar en John Cage, el compositor norteamericano, posiblemente mejor conocido
forma más o menos satisfactoria algo que harían mal o no podrían hacer por una composición que consiste en 4 minutos 33 segundos de silencio, ha
quienes no estén igualmente dotados'. Bien, aceptaré eso, al menos para el producido otras obras por medio de la grabación de sonidos al azar en la
propósito que nos ocupa. No tengo ninguna razón para creer que Ligeti po- ciudad de Nueva York. Ciertamente, ese tipo de ruidos ambientales parece
FACETAS
Sí, pero ¿se trata de obras de arte? A la luz de los ejemplos que se acaban
de citar, podría pensarse que arte es todo lo que un artista produce con la
intención de producir arte. Pero esa definición solamente sustituye un pro-
blema por otro, ya que ¿en qué forma podemos reconocer a un artista si no
es porque sus obras corresponden a lo que aceptamos como arte? ¿O es que
debemos llamar artista a cualquiera que afirme que lo es? Quizás deberíamos
solicitar la ayuda del crítico: su tarea consiste en identificar al arte y a los
artistas, y lo son todos los que él designa como tales. Pero inmediatamente
surge una dificultad análoga: ¿De dónde obtiene su autoridad el crítico?
¿Cómo podemos reconocer al crítico fidedigno? Obviamente por su preci-
sión para reconocer el arte y los artistas genuinos. La persistencia de este
círculo vicioso nos fuerza a apreciar no sólo la agudeza sino también lo
oportuna que resulta la norma sugerida por el Tzara de Stoppard. La circula-
ridad de su definición resume con precisión nuestra situación actual. El
artista es quien nos impele a aceptar que es arte lo que él hace. Yo iría más
lejos y aplicaría el mismo tipo de definición al crítico: él es alguien que nos
hace aceptar sus designios acerca del arte. Desde nuestro punto de vista
como público, el resultado es el mismo: arte es todo lo que nos hacen
aceptar como tal. Y si la crónica periodística, la exhibición en museos y las
compras de coleccionistas particulares son criterio válido de aceptación
98
Cien Metrónomos
pública, entonces las cortinas de Christo, las heridas de Bürden y los ladri-
llos de Andre son obras de arte (junto con los metrónomos de Ligeti).
' 'La cerca móvil' ' de Christo es una enorme cortina que se extiende a través del paisaje californiano. ¿Es arte?
Cien Metrónomos
¿Qué resta por hacer? ¿Cómo podremos establecer la línea divisoria entre
arte y no arte, cómo delimitaremos los medios de expresión, cómo estable-
ceremos o confirmaremos las normas, sin inhibir al mismo tiempo la experi-
mentación, la innovación y en general la creatividad?
Mi solución es sencilla. Pongamos en la lista de las palabras y frases
prohibidas locuciones tales como "arte", "artista" y "obra de arte". Natu-
ralmente, la prohibición no puede ser absoluta. Los grandes museos de
Nueva York y Boston e incontables departamentos universitarios no pueden
carecer de nombre. En contextos históricos los términos pueden preser-
varse, por supuesto; mi propuesta se refiere a su empleo contemporáneo.
Pero en esto habríamos de ser despiadadamente estrictos: no deberíamos
llamar artistas a las personas vivientes ni arte a lo que ellas producen. En-
tonces ¿cómo los llamaremos? Únicamente lo que sean.
Esta restricción no es tan penosa como parece a primera vista. Conside-
remos al fabricante de candeleras. En el siglo XYII o XVIII, si era un buen
artífice, algunos de sus candeleras quizás podían catalogarse como obras de
arte en virtud de su diseño escultórico; arte menor, pero genuino. Mas si se
le hubiera preguntado en cualquier momento cuál era su profesión y a qué
se dedicaba, él habría respondido: "Soy fabricante de candeleras; a eso me
dedico". Sin duda le habría complacido pensar que sus candeleros se exhibi-
rían alguna vez en un museo de arte, pero habría sido totalmente posible que
bajara a la tumba sin haberse considerado a sí mismo un artista, ni evocar
jamás el concepto del arte.
Los ejemplos no deben restringirse necesariamente a las artes menores.
Durante siglos, los arquitectos se preocupaban menos por la calidad artística
de sus construcciones que por su estabilidad y durabilidad. Un pintor profe-
sional era el que por encargo producía frescos, retratos o retablos decorati-
vos. Algunos compositores de ópera que hoy admiramos producían una obra
tras otra en respuesta a la demanda de entretenimiento. Todo el mundo sabía
lo que era un edificio, un cuadro, o una ópera. Casi cualquiera podía decir si
el edificio era estable y bien proporcionado, si el retrato conservaba el
parecido con el modelo, si el cuadro estaba bien equilibrado en composición
y colorido o si la ópera era melodiosa y espectacular. Cada obra tenía una
función que cumplir y era juzgada ante todo en relación con su capacidad
para cumplir dicha función (el mérito artístico se derivaba de la elegancia
con que hubiera resuelto el autor ese problema primordial).
En ocasiones un nuevo medio o cuasi medio de expresión puede surgir
como ampliación o aditamento de otro ya establecido. De esta manera,
la admisión de los temas no representativos amplía las posibilidades de la
pintura, en tanto que la aceptación del collage como método afín expande
nuestro concepto de la producción de obras pictóricas en general. Este es
un ejemplo de cómo se desarrollan los convencionalismos bajo la presión
de los avances creativos. Un cuadro se ha convertido no necesariamente
FACETAS
Mientras tanto, debe dejarse que cada quien goce libremente de su propia
actividad (pero siempre bajo el rubro de su descripción exacta). Alguien
cuyos trabajos encajen claramente en una categoría conocida como pintura o
escultura, puede asignarles a éstos el nombre tradicional. Pero aquél cuya
producción no pueda ser clasificada bajo ningún criterio debe encontrar otra
definición para la misma, de preferencia una que explique exactamente su
función. Con ese procedimiento, el problema de la definición del medio
empleado desaparecería. De esta manera, si Douglas Huebler desea estudiar
los efectos del calor sobre la nieve en su "Location Pièce No. 7", magnífico;
(siempre que no presente los resultados como escultura o fotografía sino
como una demostración de ciertos principios de física elemental). Los auto-
móviles comprimidos de César habrían de contemplarse como ejercicios de
demolición. Y cuando el "dibujo de pared" de Sol Le Witt consista en una
serie de introducciones para el logro de una construcción exacta, habrá de
presentarse como ejercicio de geometría.
Cada uno de estos medios recién definidos aporta además sus propias
normas: claridad de presentación en el Huebler, concisión compacta en el
Cesar, elegancia matemática en el LeWitt. (Sospecho que con este criterio
Le Witt obtendría bajas marcas: uno de sus juegos de instrucciones se for-
mula en una frase—o frase parcial—de más de 400 palabras.)
Finalmente, el problema de arte versus realidad quedará resuelto. En
cuanto a las mordeduras de Acconci se les niegue el apelativo prohibido de
arte, se verán como lo que son: verdaderas mordeduras. Deben evaluarse
según sü efecto; por ejemplo, ¿le dolieron?
Por supuesto, los estudiantes seguirán obteniendo reconocimiento aca-
démico por su destreza en el dibujo y la pintura, pero no se concederán
grados en abstracciones como "artes creativas". Cualquiera que desee ob-
tener reconocimiento por un recipiente lleno de toallas de papel usadas
tendrá que encontrar un departamento dispuesto a quedar registrado como
Cien Metrónomos
La Prueba Decisiva
106
LITERATURA CHICANA: FIESTA DE
LOS VIVIENTES
Por Tomás Rivera
la casa de mi padre
la casa de mi padre
la de las alcobas mil
my people will sleep
cama de piedra
tierra mojada—our floor
y palmas verdes—our roof
the cantos
corridos y jaranas
boleros
baladas tristes
and the melancholia of our passion
to announce our arrivai
la hacienda
y sus portones abiertos
open and waiting for La Raza
to swell
in space
to draw from
and shape
dimensions three
en la casa de mi padre.
109
FACETAS
Recuerdo. . .
110
Literatura Chicana
envidio tu sonrisa
rojos labios
tiernos
envidio tu pelo
sedosos mechones
húmedos
envidio tu sudor
beautiful child
brown eyed sun
on the pyramid of joy
contemplating
Chicano infante
niño de ilusión
envidio tu pureza
tu candor
tu gloria
tú eres feliz
y lo serás
serás feliz. . .
nuestro barrio
nuestro barrio
en las tardes de paredes grabadas
los amores de pedro con Virginia
en las tardes
barriendo
dust about
swept away in the wind of our breath
111
FACETAS
112
Literatura Chicana
113
LIBROS
LA REFORMA UNIVERSITARIA
Por George Levine
El autor de esta reseña es presidente del de visión imparcial, aunque benévola que
departamento de inglés de la Escuela se necesita para que las reformas recien-
Superior Livingston en la Universidad
Rutgers, en New Jersey. Su reseña está
tes sean algo más que un mal informado
reproducida de The New York Times contragolpe.
Book Review. Los autores toman en serio todo, des-
de los grupos de encuentro de la Escue-
la Superior Kresge en la Universidad
The Perpetual Dream: Reform and Ex- de California en Santa Cruz, hasta el
periment in the American College (El ideal de las obras escogidas de la Escuela
sueño perpetuo: reforma y experimen- Superior St. John's en Annapolis, con
to en la universidad estadounidense). una patente entrega al rigor intelectual y
Por Gerald Grant y David Riesman. Chi- una resistencia saludable a la jerga y a la
cago: University of Chicago Press. 474 intimidación moral que a veces hacen di-
págs. fícil distinguir una reforma seria de la au-
tocomplacencia o de la capitulación ate-
as reformas y experimentos de los morizada. Aportan a la investigación el
114
cialmente en ciencias—luego del lanza- La tipología da lugar a ciertas distin-
miento del primer sputnik soviético en ciones pertinentes. Se encomia a St.
1957, y la conciencia de "opresión" que John's por mantener vivo "el ideal de las
surgió de los movimientos pro derechos humanidades, es decir, el interés por la
civiles, a principios de los sesentas. Iró- integridad de la experiencia intelectual".
nicamente, muchos de los dirigentes del Kresge no sale tan bien librada, pero el
cuerpo docente eran académicos muy ideal de la continuidad de intelecto y sen-
preparados quienes, casi como los cris- timiento que la guía se toma debida-
tianos vueltos a nacer, de repente vieron mente en serio. Y con todas sus dificul-
la luz, rechazaron el sistema competitivo tades de operación y la pesada carga de
e insensible que los había creado, y tra- responsabilidad moral que impone a los
taron de establecer instituciones que no estudiantes—que en su conjunto lo único
cometieran los mismos errores que se que desean es un buen empleo—la Es-
habían cometido con ellos. cuela Superior de Servicios Humanos
surge como una institución casi heroica
Cuatro Tipos Experimentales en su dedicación.
Pero los mayores problemas que pre-
La investigación se extiende a 3.000 senta la reforma son sus efectos sobre
instituciones formales de educación su- todas las universidades, experimentales
perior, de las cuales 400 fueron visitadas y tradicionales, que formaban parte de
por los autores, y cerca de 12 en forma tradiciones institucionales más sólidas o
frecuente. Con este material elaboran que no tenían metas claras y definidas.
una tipología de lo que ellos llaman re- En tales casos, la reforma a menudo sig-
formas "intencionales", "reformas diri- nificó sólo el relajamiento de los requi-
gidas hacia una concepción diferente del sitos, una instrucción menos rigurosa,
propósito de los estudios de licencia- una inflación de las calificaciones y la
tura", en contraposición a las más di- multiplicación de los medios para obte-
fundidas reformas de los "medios". Los ner un grado académico. Con demasiada
cuatro tipos que identifican son el "neo- frecuencia, y luego de analizar con pre-
clásico", representado por St. John's cisión las insuficiencias de las universi-
que considera la educación como "prin- dades tradicionales orientadas hacia la
cipio y fin por derecho propio"; "el ex- investigación, el cuerpo docente y la ad-
presivo estético", representado por la ministración consideraron que la refor-
Escuela Superior Black Mountain, que ma requería únicamente rechazar las
se esfuerza por "fomentar la creatividad antiguas tradiciones escolares. Sin em-
y experimentar la belleza"; "el expre- bargo, un experimento genuino exige
sivo social", representado por Kresge, más, no menos, rigor y atención al de-
que busca el "crecimiento mutuo en el finir y adaptar metas y medios.
apoyo al grupo, mediante la accesibili-
dad hacia los demás", y el "activista ra- Metas Contradictorias
dical", representado por la Escuela Su-
perior de Servicios Humanos, de Nueva
En los sesentas, muchos reformistas
York, que trata de cambiar a la sociedad
no se percataban de que las diversas me-
y prepara a sus alumnos para el trabajo
tas de la reforma eran incompatibles: el
en la sociedad.
rigor intelectual era incongruente con
115
FACETAS
Isa Kapp colabora en varias publicacio- losa presentación del lenguaje, y·—sin
nes con temas literarios y culturales. duda uno de sus grandes atractivos—un
Hace crítica de libros para The New
Leader, donde apareció esta reseña por
tono burlón que separa al lector no ordi-
primera vez. El volumen que aquí se exa- nario de la torpeza y la trivialidad de la
mina obtuvo el premio Pulitzer de no- experiencia común.
vela en 1979. Cheever ha sido llamado el Chejov
norteamericano, y es cierto que ambos
The S tories of John Cheever (Los cuen- escritores tienen un estilo meditativo, se
tos de John Cheever). Por John Cheever. extienden con nostalgia sobre las opor-
Nueva York: Alfred A. Knopf. 693 págs. tunidades perdidas y son maestros en la
evocación de un estado de ánimo, una
/ /~~K~~ a habitación estaba ordenada yexcitación de los nervios, una nube de
I .tranquila, y por las ventanas que emoción sin nombre suspendida en el
J -idaban al oeste entraba la luz de aire. Pero cuando abordan su tema favo-
los últimos días del verano, brillante y rito e idéntico, la oscilación entre la
clara como el agua. Nada había sido des- tranquilidad y la conmoción en el matri-
cuidado", escribe John Cheever en "El monio, vemos cuan enorme es el papel
esposo de campo", uno de los cuentos que desempeña el accidente de la dispo-
más característicos de su nueva colec- sición en la creación de la jerarquía del
ción, compilada de cinco volúmenes an- arte. Las respuestas llanas y flexibles
teriores. Describe aquí la casa suburbana de Chejov nos hacen sentir que la fal-
a la que acaba de regresar Francis Weed ta de armonía conyugal es sólo un aspec-
tras casi perder la vida en un accidente to de la vida, parte del orden natural
de aviación. "No era el tipo de casa de las cosas, y no un motivo de indig-
donde, después de forzar una cigarrera nación. Nos percatamos de la intuiti-
va compasión del escritor ruso por to-
que estaba atorada, se encontraría uno
dos sus personajes. La compasión de
un botón de camisa y una moneda oxi-
Cheever rebota inexplicablemente hacia
dada. El piso de la chimenea estaba ba-
el observador, como si éste fuera per-
rrido, las rosas sobre el piano se refleja-
sonalmente ultrajado, ofendido en lo más
ban en la amplia superficie pulida de la
noble de su sensibilidad por las ruines
tapa, y había un álbum de valses de
narraciones del autor. Sus héroes y he-
Schubert en el estante". Durante tres
roínas suelen ser sorprendidos en fla-
décadas, la fluida prosa de Cheever ha
grante delito espiritual, un poco torpes
sido tan elegante e incitante como un y patéticos al hacer su aparición a tra-
anuncio publicitario en The New Yorker, vés de una helada ironía.
compartiendo con la revista que ha pu-
blicado casi todos sus cuentos una celosa En "La estación del divorcio", una
atención a las superficies, una escrupu- joven y activa madre mayorquina recibe
de un conocido un regalo de rosas, y eso
© 1978 por la American Labor Conference on International Affairs,
Inc. basta para provocar ondas amenazado-
117
FACETAS
dentro de él, y tal vez por esta razón su La mayoría de estos personajes nove-
última novela, Falconer, pese a la vio- lescos han viajado en circuitos cerrados
lencia y la brutalidad entre los prisione- que van desde el bar de la estación
ros, es una obra fuerte y plausible. Grand Central hasta los suburbios de
Asimismo, porque Cheveer se enfren- Nueva York y Nueva Inglaterra. Pero en
ta de lleno a una situación penosa sin 1956 Cheever pasó un año en Italia, y es
exagerarla ni poetizarla, "Adiós, her- notable la infusión de vigor y encanto
mano", escrita en los comienzos de su que da a su literatura el cambio de am-
carrera, es uno de sus mejores cuentos. biente. En los cuentos italianos—por
Tiene lugar en una espaciosa casa de ejemplo, "La bella lengua" y "La du-
verano en una isla frente a la costa de quesa"—las albercas y los adulterios de
Massachusetts, y trata de una reunión Shady Hill están muy lejos de él, y
familiar estropeada por la aparición del Cheever se convierte en el más agrada-
hermano más joven, un censurador Sa- ble de los escritores. Se inclina hacia
vonarola de la Nueva Inglaterra que ve atrás, adquiere perspectiva y toma un in-
lo peor que hay en todos. La narrati- terés vivo en la vida de otras personas.
va está salpicada de detalles evocado- "La edad de oro" son las deliciosas
res, como la sombra de la doncella en un memorias de un escritor norteamericano
jardín oscuro y los juegos de chaquete de guiones para televisión que alquila un
después del café; y por una vez el paisa- castillo en la Toscana y es conocido en
je—dunas, pasto grueso, mar abierto— los alrededores como "il poeta". Está
amplía en lugar de distraernos de las avergonzado porque su comedia de si-
austeras emociones. tuaciones (Cheever fue alguna vez guio-
El sentido del humor puede obrar ma- nista de televisión) será presentada esa
noche en la televisión italiana, y él apa-
ravillas en un estado de ánimo sombrío,
recerá, en este país de costumbres senci-
y por fortuna Cheever es un escritor lo
llas y arte elevado, como un escritor
bastante diverso para dejar salir más
mercenario, un heraldo del barbarismo y
de una vez, en medio de sus desencan-
la vulgaridad. Pero cuando sale la luna
tos, una frase o idea cómica. En "Una
observa algunas figuras que ascienden
visión del mundo", el narrador está en
hacia él. Una chiquilla le ofrece flores y
un supermercado y selecciona algunos
el alcalde lo abraza. "Oh, pensamos,
panecillos cuando la música trasmitida
signore", dice el alcalde, "que usted era
desde control remoto cambia de una can- tan sólo un poeta".
ción romántica a un ritmo de cha cha
cha, y él dice a una mujer sin gracia que En Italia Cheever se vuelve más flexi-
se halla a su lado: "¿Quiere usted bai- ble, entusiasta y natural, y la melancó-
lar, señora?" En "Una norteamericana lica niebla de "dolor y dulzura" se aleja
culta" una enérgica dama de edad, con de sus cuentos. El lente con que enfoca
una espléndida cabellera blanca, es ta- al mundo parece estar fijo en un punto
chada de farsante: "La seráfica mirada más seguro, a la mitad del camino entre
que adoptaba cuando escuchaba música el triunfo y la desilusión, agregando un
era la de alguien que trata de recordar sentido de equilibrio moral a su prosa
un viejo número telefónico". clara y elegante.
Créditos: pág. 3, foto de Paul Keating; pág. 7, toto cortesía de Richard A.
Meek; pág. 14, reproducido de The Labyrinth por Saúl Steinberg, con autori-
zación de Harper & Row Publishers, Inc.; e 1954, 1955, 1956, 1957, 1958,
1959, 1960 por Saúl Steinberg-, pág. 22, foto central de James U. Cryan;
pág. 29, dibujo de Deborah Menzell; pág. 58, dibujo de Cheryl Willette β
1971 por Saturday Review, Inc.; pág. 71, dibujo de Richard E. Harrison; pág.
76, foto de la izquierda de Emily Schumacher; pág. 80 foto de la izquierda de
James Baker Hall; foto central de Thomas Victor; foto de la derecha de Glenn
J. Rudolph; pág. 95, foto de Ulli Steltzer; págs. 96-97 dibujo de Sue Lloyd;
pág. 106, dibujo de la New Jersey Museum Collection, compra; pág. 118, foto
β
1977 de Nancy Crampton.