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TRADUCCIÓN EDIPO REY (1-213)

EDIPO: oh hijos descendencia nueva de Cadmo antiguo ¿porque tenéis


actitud sedente ante mi, coronados con ramos suplicantes? Por una parte,
la ciudad está llena del incienso a la vez que de súplicas y gemidos 5 estimo
justo él no escuchar por otros mensajeros, hijos yo mismo he venido. El
llamado de Edipo famoso entre todos, pero, oh viejo, pues ponte a hablar
por condición, dime en nombre de todos ¿cuál es que estáis en tal postura?
10 temerosos o por deseo? pues yo querría dar mi (ayuda) por completo,
pues insensible sería si no me compadeciera de semejante suplica.
SACERDOTE: ¡oh, Edipo gobernante de mi país ves que nosotros ancianos
nos sentamos 15 cerca de los altares. Unos aún sin fuerzas para volar lejos y
otros por la vejez torpes (somos) sacerdotes yo (lo soy) de Zeus y estos
seleccionados entre los jóvenes. El resto de linaje permanece sentado en las
plazas, suplicantes junto a los dos templos de Palas 20 junto la ceniza
profética Ismeno, pues la ciudad como tú mismo ves está ya demasiado
agitada y no es capaz todavía de levantar la cabeza de las profundidades
por la sangrienta sacudida. 25 Se debilita en las plantas fructíferas de la
tierra, en los rebaños de bueyes que pacen y en los partos infecundos de las
mujeres, además la divinidad portadora del fuego, la peste aborrecible
precipitándose sobre la ciudad vacía la casa de Cadmo entretanto el negro
Hades se enriquece con quejidos y lamentos 30 por una parte yo no por
juzgarte igual a los dioses ni a estos niños estamos arrodillados junto al
hogar por considerarte el primero de los hombres en los sucesos de la vida
y en las vicisitudes originadas por los dioses. Tú al llegar a la a la ciudad
Cadmea nos liberaste 35 del tributo de la cruel cantora el que ofrecíamos y
de nosotros sin haber visto nada más, ni ser informado pero con ayuda de
un dios se dice y se cree que enderezaste nuestra vida ahora, oh Edipo (que
eres) la mejor cabeza para todos 40 te imploramos los postrados aquí que
tú no consigas alguna ---- si bien al oír la voz de un dios o bien lo
conozcamos por una orden pues por las gentes con experiencia veo
resultados más seguros de los consejos 45 ¡Ea el mejor de los mortales!
reconstruyendo la ciudad ¡ea cuídate! por ahora la ciudad te celebra como
el salvador por el favor antiguo, recordamos de tu reinado mantenido en la
prosperidad y nos precipitamos más tarde 50 pero restablece la ciudad por
seguridad y pues con suerte por los pájaros oportunos nos procuraste y se
nos igual ahora porque si realmente si has de gobernar en esta tierra como
la gobiernas es mejor reinar con hombres en ella vacía 55 que nada es una
fortaleza ni una nave vacías en el interior de hombres pobladores.
EDIPO: ¡oh hijos compasivos! Me es conocido y no lo ignoro para mí
deseando lo que nos une pues bien sé que todo sufrís y sufriendo que yo 60
no hay nadie entre vosotros que sufra de igual modo, el dolor vuestro llega
a cada uno en sí mismo y ningún otro, mientras mi alma se duele por la
ciudad, por mí y por ti. Porque no he dormido me despertáis estando
dormido 65 sino que sabéis muchas lágrimas exactamente y muchos
caminos he recorrido con el curso de mi pensamiento y bien mirándolo y he
encontrado un único remedio el cual practiqué. Pues al hijo de Meneceo,
Creonte cuñado para mi envié a la 70 Pitica mansión de Febo, para que
averiguarse lo que tenía que hacer y lo que decir para salvar a la ciudad y
hoy ya calculando con el tiempo me aflige qué cosas ocurrirán pues contra
lo natural ya está ausente más tiempo del fijado 75 Cuando llegue, entonces
yo sería malo si no cumpliera todo cuánto el dios manifieste.
SACERDOTE: tú con oportunidad has hablado precisamente estos me dan la
señal de que Creonte se acerca.
EDIPO: Soberano Apolo por pues si en suerte liberados viniera 80 radiante
con los ojos.
SACERDOTE: es conjeturable al menos complacidos: pues nos vendría la
cabeza con muchas guirnaldas de laurel con bayas.
EDIPO: con prontitud lo sabremos, pues está adecuado para escuchar,
príncipe cuñado mío, hijo de Meneceo 85 llevando para nosotros nos traes
que respuesta del dios.
CREONTE: una buena pues digo que las aflicciones si se acaban rectamente
todas pueden resultar bien.
EDIPO: ¿cuál es la respuesta?, pues me acabas de decir ni siento confianza,
ahora ni temor. 90
CREONTE: si quieres oírme estando aquí cerca estoy listo para hablar o si
(quieres) entrar dentro.
EDIPO: habla delante de todos, pues los cuales llevo _________ el duelo que
por mí ánimo,
CREONTE: escucha entonces lo que recibí del dios 95 Febo príncipe nos
ordena claramente arroja un miasma de esta tierra, como si subiera criado
en esta tierra y no mantener la para que llegue a ser irremediable.
EDIPO: ¿con qué rito purificatorio? ¿cuál (es) la índole de la naturaleza?
CREONTE: con el destierro del hombre o bien liberando un antiguo
asesinato 100 con otro como derramando la sangre (que azota) la ciudad.
EDIPO: ¿pues de cuál de los hombres denuncia tal desgracia?
CREONTE: fue Layo señor, de antaño soberano de esta tierra, antes que tú
rigieras esta ciudad.
EDIPO: escuchándolo lo sé. pues no lo vi jamás. 105
CREONTE: una vez muerto él ahora sabiamente nos ordena tomar venganza
contra los asesinos con su mano.
EDIPO: ¿y esos en qué país están? ¿dónde encontrará la huella de una
antigua culpa, difícil de investigar.
CREONTE: decía en esta tierra lo que se busca se puede 110 coger, pero se
escapa lo que decimos.
EDIPO: acaso en las casas o en los campos. Layo o sobre esta tierra se
encuentra con este asesinato.
CREONTE: saliendo de la ciudad según dijo de nuevo a la casa ya no llego
después de su partida. 115
EDIPO: ni un mensajero ni un colaborador de viaje dio, de cuyos
informándose se hubiera servido.
CREONTE: pues estando muerto, excepto un orco a la causa del miedo
habiendo huido de las cosas que vio ninguna podía decir sabiendo una.
EDIPO: ¿la cual? una sola cosa encontraría (llegado el caso) podría
aprender 120 de muchas si cogiéramos un corto principio de esperanza.
CREONTE: hijo habiéndose encontrado a los bandidos, le dieron muerte no
con única fuerza sino con una multitud de manos.
EDIPO: ¿cómo ese bandido hubiera llegado a tal punto de ignorancia, si no
hubiera hecho algo con plata desde aquí? 125
CREONTE: lo que creía era eso, pero habiendo muerto Layo ningún
vengador le surgió entre nuestras desgracias.
EDIPO: cuál desgracia como estorbo habiendo caído así la monarquía,
impedía conocer completamente eso.
CREONTE: La esfinge de muchos cantos conducía a nosotros habiendo
abandonado 130 el examinar lo que teníamos a los pies.
EDIPO: desde el comienzo de nuevo esas cosas yo sacaré, pues dignamente
Febo, dignamente tu compusisteis esta revolución en favor del muerto de tal
manera que con justicia veréis también a mí como aliado 135 tomar
venganza para esta tierra y para el Dios que me veréis igualmente pues no
por los amigos de lejos pero yo de mi dispensaré esta marcha pues
cualquiera que era habiendo matado aquel, quizá con manos semejante
quería castigar 140 y para aquel ayudando no a mí mismo beneficiare, pero
muchachos vosotros levantados de estas gradas recoged esas ramas de
suplicantes, otro congregaba al pueblo de Cadmo aquí, haciendo todo para
mí ayudado 145 por un dios apareceré triunfante o fracasado.
SACERDOTE: ¡Oh hijos levantémonos! pues hemos venido aquí a lo que el rey
nos promete Febo que nos envió estos oráculos llegué como salvador y
terminador de la enfermedad. 150

CORO: ¡oh oráculo dulce de Zeus!, con que (ánimo) viniste de la Pítica
mansión, rica en oro, a la ilustre Tebas, estoy entonces con el ánimo
tembloroso, con gritos de muchos, oh dios de Delos invocado sobre esto que
obligación nueva me vas a imponer 155 o inmediatamente después
cumpliéndose los años realizados. Dímelo a mi, ¡oh hija de la aurea
esperanza, Fama inmortal!
CORO: Te invoco primera, hija de Zeus, inmortal Atenea 160 y a tu hermana
protectora de esta tierra Artemis, en el glorioso trono en la ilustre ágora se
sienta, y a Febo flechador aparecedme en protectora tríada, Si alguna vez
anteriormente en socorro de una desgracia sufrida 165 por la ciudad me
echasteis fuera la llama de la miseria, ahora venid también.
CORO: ¡Ay de mi! Pues llevo innumerables penas: el mal afecta a todo mi
pueblo y no hay arma de pensamiento 170 que nos defienda, ni pues crecen
los frutos gloriosos de la tierra ni las mujeres soportan las fatigas dolorosas
de los partos. Uno tras otro cual pájaro bien alado 175 más raudos que la
llama infatigable los ves a la ribera del dios de las sombras.
CORO: La ciudad perece en número incontable portadores de la muerte los
retoños sin piedad yacen, sin obtener ninguna compasión 180. Entretanto
esposas canosas y también madres junto a los bordes de los altares unas y
otras lloran sus penas lamentables, suplicantes. Brilla el peán y se escucha
un sonido de lamentos, 185 por ello, ¡aurea hija de Zeus! envíanos tu ayuda
placentera.
CORO: que el violento Ares que ahora sin el bronce 190 de escudos me
quema entre clamores, atacándome se da la vuelta en su carrera,
desandando el camino de mi patria o hacia el tálamo enorme de Anfitrite o
hacia las ondas inhóspitas 195 de las costas de Tracia, pues si la noche deja
terminar contra ello arremete el dios, a ese oh (tú) de los abrasadores rayos
la fuerza dispensas 200 ¡oh Zeus padre, bajo tus rayos fulmínalo!
CORO: Príncipe Liceo, quiero que tus flechas invencibles partidoras de
cuerdas trenzadas en oro se distribuyeran colocadas delante, como
protectoras las antorchas 205 llameantes de Artemis las que recorre los
montes de Licia. Invoco al de la mitra de oro, el que (da) nombre al lugar 210,
Baco, el de color de vino, compañero de las Ménades, resplandeciente
acércate con brillante antorcha contra el dios odioso entre los dioses.

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