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REFERENCIAS.

La conquista territorial.
Sobre las exacciones, los abusos y las arbitrariedades, los atropellos de toda clase, los genocidios y las
atrocidades durante un siglo, no carece de interés volver a los escritos y descripciones de los protagonistas,
como fueron Cieza de León, Cristóbal de Salinas, Gonzalo Fernández, Pedro de Aguado, Bernardo Vargas
Machuca. Asimismo los relatos posteriores y de segunda mano de Pedro Simón, de Lucas Fernández.
Cieza de León llega hasta denunciar los “carniceros de indios” que “antes merecen castigo que premio”;
Salinas revela crímenes de sus compañeros que no son “sino ladrones que andan a robar”.
Con la descripción de las “entradas” y las ”correrías de rescate” y de “rancheo”, calificativos que significan
robo, saqueo, pillaje y despojo, incendios de pueblos y sus cosechas, exterminio de etnias enteras
“ajusticiadas” o su deportación, secuestro de niñas y mujeres (“las indias jóvenes que los españoles
arrebataban a sus padres”, admite Diego Garcés en su descarada apología del “carnicero” Belalcazar)
tenemos un cuadro negro de las infamias que acompañaron la invasión continental y que se repiten entre 1510
y 1590. Si se añade la resistencia aborigen y las insurrecciones del siglo XVII de “indios de guerra”, la
Conquista se convierte en “una guerra de cien años”(Alvaro Delgado).

La ciudad.
Y para no dejar dudas al respecto, en el centro de la Plaza Mayor, cercano a la cruz, se plantó el “árbol de
justicia”, el rollo del suplicio destinado tanto a los naturales rebeldes como a españoles rivales o malhechores
. El castigo del delito se ejecuta en público para ser ejemplar, para aleccionar a los demás, y ser demostración
espectacular del poderío Real y de sus instituciones.
Alrededor se extiende una corta aldea compuesta por unas diez o veinte manzanas sin cercar, apenas
deslindadas y separadas por caminos aun sin desherbar. En algunas esquinas se levantaron en guadua las
primeras chozas techadas con paja. Sus pobladores, calificados como “beneméritos”, “señores de indios” o
“nobles españoles” son plebeyos vueltos sicarios y guachimanes de ultramar del monarca, recompensados y
premiados por unos crímenes y fechorías considerados como hazañas heroicas. Allí vive el encomendero en
medio de criados nativos, perros, caballos, gallinas y marranos: pero “amancebado” y “echado con indias”
dice Cieza de León.

Quizá resulte algo fastidiosa o peregrina mi insistencia sobre este episodio, de todos conocido. Es que no
podía entender “la situación urbana” contemporánea sin recorrer su tránsito histórico y sin entender las
condiciones originarias de su génesis y el contexto que enmarca la hegemonía de un modelo peculiar de
diseño urbano.
Asimismo, sobre estos cimientos legales iniciales se levantó todo el armazón jurídico e ideológico que hasta
hoy y a pesar de diez constituciones, gobierna el país sin mayores cambios. Adicionalmente, las fechorías de
los protagonistas no son ni aisladas ni improvisadas, sino que son la ejecución de normas, “provisiones”,
prescripciones y leyes emanadas del poder central, y aplicadas en “tierra firme” por sus órganos
descentralizados en audiencias, gobernaciones y cabildos. Los aventureros a sueldo, sus secuaces y sus
sicarios o corregidores, no son más que los peones ejecutores de unas políticas y de un Derecho.

Es así como para mis objetivos específicos, resultó aclarador el obsesivo hambre que padecen los
expedicionarios y los pobladores de una “ciudad” donde desde el primer día adquieren precios exorbitantes
una gallina o un marrano. Estos hechos triviales explican “el rancheo” de maíz y plátano robados en los
campos, y permiten entender cómo en las fundaciones el gigantesco “latifundio residencial” que era el solar
de cuarto de cuadra, se convirtió de inmediato (y perduró durante siglos) en diminuta huerta casera con
sementeras de “pancoger” (maíz, plátano, fríjol, yuca, papa o batata, frutales), que se extendía detrás de un
miserable rancho pajizo esquinero: asimismo indican porqué su adjudicatario, generalmente nacido en una
choza campesina, pasó sin mayor dificultad de conquistador a colono.
Entonces puedo entender que el hambre sería la primera manifestación de la contradicción interna
representada por una apresurada ciudad divorciada de una previa e indispensable base productiva comarcal
asegurando los “suministros” alimenticios básicos. Pretendía ser una “ciudad de entrada” y “terciaria” -
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exclusivamente consumidora y parasitaria- sin tener el apoyo y disposición de recursos territoriales


“primarios”. Era como subirse al bus sin antes mirar a donde se dirige.
Y finalmente, logrado lo anterior puedo verificar que costaría tiempo superar esta contradicción, y
comprender porqué hasta los inicios del siglo XVII (Toro, San Juan de Castro, por ejemplo) desaparecieron
rápidamente numerosas fundaciones demasiado precipitadas y surgidas de la codicia; pero carentes de estos
cimientos y que no pasaban de ser meros campamientos militares provisionales, rudimentarios y sin futuro.
Con este corto ejemplo del solar solo quiero sintetizar mi manera de analizar y explicar el nacimiento y el
destino de un espacio urbano capital, hoy arcaico pero que perdura en el centro de varias metrópolis
colombianas.

Las villas.
Al contrario de las artificiales, parasitarias y muy vulnerables ciudades de entrada del siglo XVI, las villas de
libres resultan y son la culminación, de un poblamiento territorial y productivo anterior, y por lo tanto
asentamientos de salida. No surgen del poder sino de la producción. En estas condiciones adquieren fuerza,
dinamismo una perennidad asegurada, una identidad y una personalidad social propias, por ser el
producto urbano natural exigido por este procesus agrario previo, del cual son el complemento espacial y
social lógico.
La “villa de libres” sería el contrario y la rival de “la ciudad de españoles”, y de hecho el éxito de la villa
surge del fracaso de la ciudad. La ciudad se fundaba “de entrada”, poblada por soldados para la conquista
militar y territorial posterior; mientras la villa es resultado pluriclasista de un previo y largo proceso de
poblamiento agrario consolidado, y aspiración económica de un campesinado en busca de un mercado.
Antagónicas las villas “plebeyas” con la “ciudades de españoles y de cabildo”, indican el paso (político) de
una sociedad de castas a una sociedad de clases, el paso (territorial) del poblamiento urbano a la expansión
agraria, el nacimiento (social) de un campesinado, y presagian 1780 y 1810. De hecho el movimiento de los
comuneros no es solamente enfrentamiento social de “la plebe” versus “españoles”, sino que en su reflejo
espacial es de “villas” y contra las “ciudades”: la insurgencia y una nueva guerra de clases nacen en las villas
de Charalá, Barichara, Zapatoca, Socorro o San Gil, en protesta contra Pamplona, Tunja y Bogotá.
Medellín.
Nuestras labores nos permitieron formular una tesis -ratificando y apoyando aquella formulada en 1975 por
Manuel Castells- que parece indicar la existencia de una ley del poblamiento territorial. Según esta, en
Colombia todo proceso colonizador agrario que presenta un desenvolvimiento exitoso, culmina con la
necesidad y el nacimiento de un centro urbano. Un caso históricamente precoz es aquel de la villa de
Medellín, considerado por nosotros como la culminación “urbana” de la colonización de la cuenca del río
Medellín, e incluso ancestro y temprano precursor de la “colonización antioqueña”. Es además un claro
caso de caserío de metástasis poblado por inmigrantes comuneros : es decir por plebeyos abandonando la
letárgica noble ciudad de españoles de Santa Fe de Antioquia. Veremos que dichos pobladores, igual que en
muchos lugares se dedican primero a despoblar el sitio de sus ocupantes anteriores. En estas circunstancias
resulta un caso paradigmático para nuestros propósitos el proceso social y espacial del cual nació Medellín, y
que se puede resumir con la breve cronología de algunos aconteceres.
Recordemos en pocas palabras que fundada en 1541 Santa Fe de Antioquia , por una tropa que Latorre
Mendoza califica de “turbamulta”; una de estas bandas de mercenarios civiles enganchados y armados por un
contratista, literalmente paramilitares. De allí sale de inmediato una “correría” armada para explorar su
desmesurada jurisdicción; descubre el valle de Aburra donde vivían unas comunidades de agricultores
aborígenes regados en múltiples caseríos desde El Ancón hasta Barbosa.
Al poco tiempo, “por conveniencia” se trasladó el primer campamento a otro lugar y es solamente en 1547
que el caserío se emplazó definitivamente. Rápidamente agotadas las minas del entorno, el villorrio de Santa
Fe entró en tal letargo que en 1582 apenas quedaban en “la ciudad” unos 12 encomenderos, y unos 200
“comuneros” -literalmente gente del común- a todas luces mestizos siendo que nada indica la presencia de
mujeres españolas. Fenómeno entonces muy corriente finalizando el siglo XVI el morador de origen
ibérico es él que menos se ve en la “ciudad de españoles”.
Pasan treinta año y es un conquistador de segunda generación quien solicita en 1574 al Cabildo de Santa Fe
unas cuatro leguas (unos veinte kilómetros) en el valle “para hatos y estancias de comida”. Nada indica si
además fue nombrado encomendero de los pobladores.
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Transcurren cuarenta años y en 1616 un Visitador, en ejecución de una Cedula Real ordena la “reducción de
los indios de Aburrá” a pueblo de resguardo, por los lados del Poblado. Es al parecer entre 1616 y 1646 que
se fueron radicando paulatinamente en el valle unos tránsfugas de Santa Fe donde eran pobladores pobres y
comuneros: los cuales abren sementeras, hatos y estancias a las orillas del río Medellín. Rápidamente
invadido ilegalmente el resguardo del Poblado por mestizos, estos finalmente migran en 1646 a orilla del
riachuelo de Aná donde establecen el primer asiento definitivo de la futura Medellín.
Entonces los aconteceres se aceleran y el mismo año un sacerdote inicia la edificación del primer templo con
techo de paja, seguido por otro en 1649 con otra iglesia igualmente pajiza. Unos lideres locales buscan la
legalización del asiento, autorizada en 1667, y se inicia la disputa con el cabildo de Santa Fe, donde en 1670
no quedaban sino 18 vecinos (“principales”, o sea elegibles) y la “ciudad” se quedaba sin candidato a la
Alcaldía (J. Parsons). La terca oposición del cabildo y de la Iglesia genera un prolongado conflicto -incluso
entre párrocos enfrascados en rivalidades de campanario pero Santa Fe resultaría derrotada en 1674 por
decisión de la Corona.
En la nueva villa el censo de 1675 indicaba que los pobladores libres de su jurisdicción sumaban 280 hogares
con 3.000 moradores, reunidos en diez caseríos desde La Estrella hasta Barbosa. En el recinto urbano estaban
radicadas 85 familias.
Las óptimas perspectivas agropecuarias del valle y el destino de la producción quedan claramente expuestos
en 1676 por los pobladores, aunque con alusión apenas disimulada al descalabro de Santa Fe:
“…por tener bastimento de cosecha promete más duración que las otras tierras de oro donde el bastimento
entra de acarreo”.
En cuanto a los nativos:
“Había algunos blancos, mulatos, mestizos e indios…Los indios , en su mayoría se concentraban en San
Lorenzo de Aburrá (El Poblado) y La Culata (San Cristóbal)…en Aná puede verificarse la presencia de cinco
indígenas, cuatro hombres y una mujer… (F. Botero).
El mismo año de 1675 Medellín es proclamada Villa. Un siglo después, en 1798 en su jurisdicción se
registran 13 asientos sumando 481 casas (35 “de balcón”), 24 templos y tres conventos. Después de nuevos
pleitos de rivalidades con Santa Fe, Marinilla y Rionegro, en 1813 la villa es elevada a ciudad, y erigida
capital del Estado en 1826.
Los historiadores relatan lo anterior como mera cronología lineal y pacifica sin una palabra en lo que se
refiere al despojo y destierro de los naturales, el cual solo se desvela leyendo entre líneas. Sin embargo se
sabe que los primeros descubridores del siglo XVI hallaron un valle “ocupado solamente por indios” dice
Parsons (Citado por F. Botero). Resulta particularmente patético el desenlace de este episodio, con el ocaso
del poblamiento aborigen y el desvanecimiento total de una sociedad milenaria.
Desde los inicios del siglo XVII los inmigrantes labradores mestizos habían expulsados los (mal llamados)
“resguardados”, y creciendo la inmigración se habían apoderado de los rancheríos prehispánicos. Por eso en
1616 las autoridades los desalojan y destierran de las tierras planas para agruparlos en un “pueblo de indios”
en las tierras quebradas del Poblado. Una documentación tan escueta como discreta no indica los medios
utilizados para su traslado. No obstante, a lo largo del siglo XVII prosiguió la penetración de foráneos
blancos y mestizos en el valle y en el resguardo.
En los padrones demográficos de fines del siglo XVIII impuestos por la Corona, figuran los indios como
categoría censal. Pero en el cuadro del censo de Medellín de 1776, si bien están las diversas categorías
prescritas desapareció una : los indios. (ANC Genealogías, citado por Jaime Jaramillo quien no advierte esta
carencia). Es decir que la villa era el abigarrado conjunto social de “montañeses”, “mestizos”, “vecinos libres
de todos los colores” incluyendo “negros, pardos, mulatos e indios”. Era el melting pot -crisol- de una
sociedad urbana sincrética, mestiza y “plebeya”.
Con la villa de Medellín se cierra un temprano ciclo territorial: de una próspera empresa agraria brota su
ajustado centro urbano. Este caso precoz de tránsito socio-espacial desde lo rural hacia lo urbano, adquiere
luego el carácter de una ley, siendo que se verifica su generalización hasta hoy en la historia territorial del
país.
Y con este caso se verifica la pronta manifestación de otra ley del desenvolvimiento territorial nacional: el
desarrollo de las fuerzas productivas siempre fue acompañado por el necesario pero conflictivo ensanche de
su provisión en medios naturales de producción. Así se supera la contradicción entre la demanda social y la
propiedad privada de la tierra.
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Este último proceso siempre operó por descompresión de excedentes de población radicada en algún lugar,
hacia hábitats nuevos con sus recursos aun intactos. Desde el siglo XVI hasta hoy el país creció y se dilató en
su geografía con “desplazados” enfrentados; los que llegan y aquellos que se expulsan.
En líneas generales, el esquema del valle de Aburrá es como un modelo operativo del despojo, que se repite
entonces en varias regiones; aunque con un anecdotario diversificado en cuanto a las contradicciones, los
episodios y los pormenores de los conflictos. De hecho, un fenómeno algo parecido se observa en los mismos
años y en el oriente del país, con el nacimiento de los pueblos, parroquias y villas de libres en Santander,
mediante diversas modalidades de expropiación de resguardos y destierro de naturales; culminando con la
venta de sus tierras en subasta pública, la extinción definitiva de sus hábitats y la desintegración de sus
comunidades.

Vélez-Girón-Bucaramanga.
Un estudio de Ángela Guzmán, novedoso por su tema y de calidad excepcional, nos proporciona las citas de
esta sección; asimismo otro igualmente valioso de Armando Martinez y Juan A. Rueda, y los informes de los
virreyes transcritos por G. Colmenares. Con base en estas referencias se pudo armar una breve reseña.
Entre 1540 y 1550 recorren la región varias expediciones armadas que culminan con la fundación de dos
bases permanentes para una posterior “pacificación” territorial: Vélez al sur, Pamplona al norte. Desde
ambos campamentos militares se ordenan los descubrimientos de la región. Siguen “entradas “ y “correrías”
de aniquilamiento y destierro de “indios bravos”.
Otorgadas las mercedes de tierras y realizados los repartimientos a los encomenderos de los escasos indios
sobrevivientes de las matanzas y capturados, los amos entran a poblar y explotar tierras donde se da maíz,
fique, algodón, tabaco, caña de azúcar, batata, yuca, cacao, fríjol, inclusive algo de oro corrido. Este último se
descubre en el limite de jurisdicción entre ambas ciudades, el río de Oro. En estas circunstancias , muy
rápidamente se estanca Vélez siendo “que los encomenderos habían abandonado la ciudad, debido a lo cual
estaba despoblada y sus casas en ruina” (Guzmán).
En 1617 un Visitador redacta en Vélez su informe sobre la región y no puede sino constatar “que diferentes
españoles se han apropiado de las tierras de los resguardos, y se les ordena su desalojo” (A. Guzmán).
Con el fin de detener la dispersión de la mano de obra en los encomiendas para racionalizar la operación de
los cañaduzales y de numerosos trapiches, el funcionario ordena algunas “reducciones de indios”. Es así como
hacia 1620-1650 van brotando varios resguardos y “pueblos de doctrina” en diversos “partidos” de la
jurisdicción de Vélez y Pamplona.
Los archivos evidencian como los primeros encomenderos con títulos mercedes de reales encuentran en los
vecinos pobres procedentes de las ciudades un temprano mercado de tierras que propicia la penetración
foránea en proximidad de los resguardos .
Asimismo, en 1668, un español dueño de tierras en el resguardo de Guane presenta un memorial solicitando la
erección de un pueblo de españoles, con el fin de lograr su independencia de la ciudad de Vélez. Dona tierras
para “solares y huertos a los pobladores”, expones el proyecto prioritario de construcción de la iglesia y casa
cural y promete cumplir con “la necesidad de asegurar él y sus vecinos una renta anual de 150 patacones
para el cura que se nombre”. (Ángela I. Guzmán).
En otro caso :
“Yo Diego de Velazco…vendo realmente al padre Francisco Sánchez clérigo cura de Chanchón en mi
encomienda para él y sus herederos una estancia de ganado mayor…”
El sacerdote era cura doctrinero y “protector” del pueblo de indios.
Agregamos que son numerosos los párrocos que participan en estos negocios muy terrenales. Además no
escapan de la codicia generalizada y con sus prácticas más mercantilistas que apostólicas dejan a la Iglesia
muy mal librada. Se ven con frecuencia disputas por el cargo entre doctrineros de indios y clérigos de
parroquias de libres, chantaje de un párroco presionando un encomendero a propósito de sus estipendios, otros
sobornando o extorsionando un cacique, según el caso. Muchos curas terminan negociando como vulgares
mercaderes, las alpargatas o las ruanas que recibieron como “tributo” de los nativos.
Durante este periodo varios encomenderos-latifundistas venden parte de sus tierras a foráneos blancos, se
generaliza la siembra de caña, brotan los trapiches de mieles, y desde sus hatos y estancias se inicia sin tardar
el asedio de los resguardos contiguos. En Oibá en 1664 los naturales del resguardo denuncian los desmanes de
Juan Morillo quien desde años atrás deja irrumpir sus ganados y mulas en las sementeras, y piden amparo a
las autoridades. Pero “no ha sido posible…por ser como es hombre poderoso”.
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Es un temprano caso entre cien pues a lo largo del siglo XVIII se generalizan los conflictos con la penetración
y el establecimiento en los mismos resguardos de foráneos oriundos de Vélez, Pamplona o Girón. Y siempre
se dictan medidas de deslinde de resguardos y de reducción de indios a un pueblo de doctrina, que
invariablemente termina con el decrecimiento continuo de los pobladores nativos y una mayoría de foráneos
libres y mestizos, españoles y gente de color.
Finalizando el siglo XVIII, las autoridades siempre empadronan ambos estamentos sociales y se apoyan en
las cifras para liquidar el resguardo, entregar las tierras por remate a los libres, declarar la extinción del
pueblo de doctrina que transforman en parroquia de libres, primer paso a su erección en villa o en ciudad. El
imprescindible y eficiente Fiscal Moreno Escandón es el artífice de este último paso y con sus decisiones
desaparecen hacia 1770-1780 los últimos vestigios de las comunidades aborígenes .

Tuluá.
En estas circunstancias, los fondos de “Poblaciones Nuevas” del AGN y del ACC -entre otros- se llenaron con
las innumerables demandas que desde el siglo XVII y hasta la Independencia - incluso durante la República-
enfrentaron cabildos, villas y resguardos : en el valle alto del río Cauca, Tuluá surge de prolongados
conflictos.
Recordemos que en su recorrido desde Quitó Benalcazar se hizo merecedor del calificado de “carnicero de
Indios” y que ruinas y masacres señalan su ruta. A lo largo de su “entrada” capturaba indios y estos
prisioneros se tornaban esclavos de la tropa; los hombres como cargueros del “bagaje” y las mujeres para
servicios múltiples y especialmente cargadas. Son estos Yanaconas los que llegan al valle alto del Cauca,
donde después de varios encuentros los pocos nativos raizales que sobrevivieron huyen hacia las laderas,
según Cieza de León.
Con tanta escasez, en 1559 los repartimientos de encomiendas no pasaban de 3.000 tributarios en Cali, 5.000
en Buga y 4.500 en la Cartago del Quindío (G. Colmenares). De esta penuria resulta el reparto a algunos
encomenderos de los cargueros Yanaconas traídos del sur: entre ellos el propio Benalcazar que los sitúa en el
pueblo de indios de Yumbo.
Parece bien fundamentada la explicación según la cual los maltratos, accidentes y enfermedades diezmaron
rápidamente los cargueros puestos al servicio de mercaderes, para el transporte de los mantenimientos traídos
desde Buenaventura. Otro motivo seria la huida de cimarrones nativos hacia el cercano Chocó, y un tercer
factor radica en el imprescindible mestizaje, produciendo este siempre menos naturales y más libres.
El escenario geográfico, político y poblacional a fines del siglo XVI se caracteriza por dos jurisdicciones
territoriales ; Cali ocupando la mayoría de las tierras de la banda izquierda del río, mientras Buga se extiende
en la banda derecha.
No pasan de cincuenta individuos los beneméritos y encomenderos que titularon las tierras planas. Aquellos
de Cali habían "reducido" los aborígenes de los "pueblos de indios" de Yunde, Yanaconas, Arroyohondo,
Yumbo, Yotoco o Roldanillo, todos en la orilla izquierda del río Cauca, apretada por la cordillera y con pocas
tierras planas. Los encomenderos de Buga, tenían relegados los nativos en las amplias llanuras de la banda
derecha del río, aldeas de Amaime, Candelaria, Guacarí, Sabaletas, San Bartolomé de Tuluá.
Los descendientes de estos españoles serían los artesanos de la liquidación de estos hábitats
concentracionarios. Sus tataranietos, mestizos y empobrecidos, son los promotores de su disolución a lo largo
del siglo XVII, de su ocupación y sustitución a mediados del siglo XVIII. Hacia fines del siglo, cuando Tuluá,
logra estabilizarse sobre el camino real, breve escala de una noche entre Cartago y Buga, se ha convertido en
un poblado de mestizos.
Lograda una raquítica conquista del Chocó hacia 1690, el auge de la minería esclavista de oro y sus
necesidades logísticas aceleraron en el valle el paso del latifundio a la hacienda comercial. El nuevo mercado
de bastimentos para los Reales estimula la eclosión de nuevas unidades productivas de abasto (carne de res,
cerdos, mieles, quesos, tabaco, aguardiente, maíz, incluso arroz etc.), lo que incentiva el surgimiento de
numerosos hatos y trapiches. Sus rasgos principales son unos predios pequeños explotados por agricultores
calificados con frecuencia como “hortelanos” y “estancieros”, incluso “labradores”, adscritos a un nuevo
sector social llamado de los “vecinos libres y mestizos de todos los colores”.
Con su expansión, un nuevo mapa socio territorial se esboza a principios del siglo XVIII. En un registro fiscal
eclesiástico de 1721 realizado por Manuel de Abastas y Francisco J. Torrijano desde Caloto hasta Cartago,
estos funcionarios eclesiásticos de Popayán registran un total de 115 haciendas principales de ganado y
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trapiche; no olvidan señalar “las rocerías de maíces en el río de Palo para sustento de los negros de las
minas”, e incluso dos arrozales en Papayal.
Su minucioso censo identifica además:
“Las haciendillas de todos los vecinos pobres…los más vecinos pobres…sus haciendas muy cortas…las
demás haciendillas y porqueras de vecinos pobres…y otros frutos…las demás haciendillas de
Pance…algunas personas que hay en La Quebrada…Cosme Candela, ganado, yeguas y porquera, otros
mulatos allí con lo mismo…allí otras personas con porqueras…los mulatos de Palenque con sus
porqueras…otros mulatos con porqueras y un indio chanco…Juan Crespo indio, con ganado, yeguas y
porquera…los mulatos Rojas y otros agregados al dicho río del Bolo…las ovejeras…las porqueras y
maíces…de La Chipa color pardo…las que tienen otros pardos y un indio Chanco…las demás haciendillas
de labor y trapiche…las haciendillas que los vecinos pobres tuvieren en el ejido (de Cali)…
Es en este panorama general que se sitúa el caso de Tuluá. Es con algunos datos entresacados de nuestro
ensayo redactado en 1985 que se hará una breve reseña.
Talvez como resultado de las “composiciones de tierras” recién ordenadas, hacia 1640 un capitán bugueño
compra un gran globo en el llano de Tuluá. No es encomendero sino patrón de indios libres, al parecer traídos
de Ancerma, según se califican sus descendientes en 1718 en una queja contra las autoridades locales. Este
Juan de Lemos, contratista en 1655 de un quimérico camino del Valle hasta el Magdalena, luego acusado de
múltiples estafas resulta ser un delincuente, acusado de múltiples estafas. Abandona sus propiedades y
termina su vida nos se sabe donde, huyendo de la justicia. Los “naturales” quedan en sus labranzas y ranchos
a ambas orillas del río Tuluá.
También hacia 1640 otro encomendero tenía en estas tierras diez familias de indios deportados de una
encomienda del río Palo. Otros operaron igual destierros de indios deportados desde Supia y Quinchia, en
1690 y en 1719. En los mismos años unos siete indios libres, al parecer descendientes de siervos del
encomendero bugueño Diego de Bocanegra afamado “carnicero de indios” a principios del siglo XVII,
establecen unas estancias y sementeras entre los ríos Tuluá y Morales. Es una comunidad de colonos
aborígenes libres aquella que vive dispersada en un rancherio de sementeras de pancoger.
Pero la población rural de la zona va creciendo con la radicación de agricultores pobres foráneos comprando a
unos hacendados unas cortas parcelas en predios de una a cuatro cuadras siempre inferiores a cien patacones.
Entran a ser calificados por las autoridades como “plebe” y “gente de baja esfera dada a todos los vicios de
latrocinios, amancebamientos y demás pecados públicos” (G. Colmenares).
Entre 1710 y 1720 ya se producen numerosas controversias de propiedad enfrentando “naturales” y mestizos
pobres ocupando sus posesiones. En 1739 la información indica que en la zona se esta regando una población
dispersa de “indios , libres y mulatos”. Este grupo social se fortalece luego de tal manera que liderado por
algunos hacendados “nobles” planea un asiento definitivo en tierras de un colono indio. Los “invasores” están
emplazando “a son de campana” la aldea rustica de “una población de indios y libres”. El “curato de
doctrina de indios” asciende parroquia de “vecinos de la feligresía” con una capilla pajiza recién edificada y
párroco propio.
Es cuando uno de los perjudicados protesta ante las autoridades religiosas, pero el clérigo logra convencer al
labrador de entregar sus tierras “a tres cofradías”, a cambio de conseguir “asiento y sepultura” en la iglesia : y
en 1741 el indio Aguilar hace la “donación” que termina en manos del párroco. Fallecido este el mismo año,
es su sucesor que entra a beneficiarse con los alquileres de los solares y sementeras ya ocupados por los
estancieros y hortelanos mestizos. Es al parecer entre esta fecha y 1759 que el segundo cura lidera el trazado
del poblado e inicia el alquiler y la venta de solares residenciales a estancieros mestizos de las vecindades.
Prospera el negocio y poco después levanta en el lugar un tejar con horno.
La población de los labradores nativos libres alcanzaba entonces unos cuarenta hogares con ciento veinte
personas. Los estancieros mestizos eran mucho mas numerosos siendo un memorial de 1759 firmado por 102
de ellos, solicitando su erección en villa; con la inmediata protesta de los afectados, la petición de los libres
es rechazada por Buga y negada por Bogota. De allí en adelante, conseguido ilegalmente el dominio
territorial, los vencedores se empeñan durante varias décadas para cumplir con los procedimientos legales y
múltiples requisitos exigidos para acceder a su independencia política y administrativa. Pero los “naturales”
resisten a su expoliación y en una larga contienda de tinta y papel sellado enfrentan los “vecinos
españoles” que poco a poco van reduciendo su hábitat.
El informe redactado en 1788 por el visitador Pedro Becaría Espinosa no deja duda alguna sobre el proceso
social y espacial que experimentó el lugar y su desenlace :
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“En la jurisdicción de Buga hay dos pueblos de indios que se llaman Guacarí y Tuluá ; en el primero solo
hay cuatro tributarios y todo el terreno , que es de presumir sea perteneciente a dicho pueblo, se halla
poblado no por indios sino por blancos, mestizos y demás gente, todos con casas y haciendas . El segundo
tiene ocho tributarios, su terreno se halla en iguales términos que el de Guacarí y el pueblo formado que
aparece una villa según el mucho vecindario que hay…Roldanillo tiene cura doctrinero…se halla poblado
de mucha gente de todas clases y lo mismo que el de Tulúa, más parece villa que pueblo de indios…
Menciona la misma escasez de indios en Arroyo, Yumbo y Anaconas y en todos señala “que muchos indios
se hallan casados con mujeres no indias… por consiguiente los hijos de estos , están libres de pagar
tributo”.
Francisco Silvestre haría la misma reflexión en 1789:
“Es que los indios no se han minorado donde los había, sino que se han ido españolizando, y pasando a otras
castas”.
Con eso nos informan del subterfugio con el cual los aborígenes se tornan “mestizos libres” y como lo logran
renunciando a su comunidad, abdicando el legado de su cultura, y sacrificando hasta su identidad .
El golpe de gracia se da en 1803 , cuando los nuevos tulueños, en un asalto final no vacilan en pedir el
traslado de los últimos aborígenes hacia el “pueblo de indios de Riofrío”, y solicitan que “sus resguardos” -en
rigor no lo eran- se vendan en subasta pública .
Conseguido el título de villa en 1824, es cuando se manifiestan las herederas mestizas del colono nativo
despojado por el clero en 1741. Nuevamente tratan de salvar los predios invadidos desde tiempo atrás y para
retomar sus derechos vuelven a iniciar unos eternos pleitos. En 1825 la nieta del indio Aguilar, la mestiza
María Josefa Palacios, y sus hijas igualmente mestizas, para recuperar “sus herencias” entablan una
demanda “contra los indios”.
El inesperado desenlace inesperado resulta patético:
“ Buga 6 de abril de 1882,
Señor Nacianceno Vélez , Procurador del ,distrito de Tuluá.
….el conocimiento que tengo de los hechos en mi calidad de comprador de una parte del terreno que fue de
la finada María Josefa Palacios…y como abogado que fui de la mencionada señora en los últimos
pleitos…que terminaron en 1842…
…cuando la señora Palacios quiso entenderse con los que se habían adueñado del terreno para que se lo
pagasen…entonces me buscó a mi para que la defendiera, previas las ventas que me hizo de todo el terreno
que había reservado para si, por la mitad de la suma en que se había valorado, siempre que yo sostuviera a
mi costa los mencionados pleito…triunfé en todos ellos ; pagué el precio de la venta y quedé de dueño y
señor de todo el terreno de la señora Palacios , en la parte ocupada de la Población … Francisco . F.
Martinez”.

Yumbo.
A propósito de Yumbo en 1788 informa el Visitador Pedro Becaria:
“En dicha jurisdicción (de Cali ) hay tres pueblos nombrados Arroyo, Yumbo y Anaconas (por Yanaconas) .
El primero tiene ocho tributarios, el segundo 39 y el tercero 22 y es de notar que muchos de los indios en los
referidos pueblos y aun de los que llevo hecho mención se hallan casados con mujeres no indias, de lo que se
sigue al Rey nuestro señor mucho perjuicio porque por consiguiente los hijos de éstos, están libres de pagar
tributo”
Hacia 1798 no quedan sino "tres casas de indios" en Arroyohondo y las autoridades de Cali tratan de llevarlos
a Yumbo, en donde protesta el cacique. En 1789 Francisco Silvestre suministra algunas cifras de la
demografía en la gobernación de Popayán. Extrapolando las diversas "castas" de mestizos, indios y esclavos,
estas cifras indican que a escala regional la población mestizada alcanzaba el 79% del total. Las cifras del
censo local del año sólo indican que en Yumbo -donde se señala una iglesia con techo de teja- se
empadronaron "159 indígenas, 59 montañeses, 56 mulatos libres y 13 esclavos".
En abril de 1825 siguen reclamando los “Yndios del pueblo de San Sebastián de Yumbo", 133 hogares y
familias en total, quejándose de “la intrución de hombres foranios que sin ningún permiso se an apoce-
cionado en nuestra tierra, y otros pastando sus ganados con total perjuicio de las nuestras…
El procurador general de Cali contesta que "todavía los indígenas pueden celebrar un pequeño cavildo", pero
escamotea así su solicitud de un alcalde propio:
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“...los indígenas de Colombia llamados Yndios en el Código Español se hallan el día de hoy igualados en
todo a los demás ciudadanos, debiéndose gobernar por unas mismas leyes. No puede pues accederse a la
solicitud de los Yndios de Yumbo en el nombramiento de un alcalde Indio”.
En 1831, un cambio en la terminología indica que "el partido" cambió de categoría; el censo de Cali menciona
el "cantón" de Vijes y las "parroquias" de Jamundi y de Yumbo. Esta última reúne 1.178 habitantes, de los
cuales 640 (el 54%) son registrados en la rúbrica de los esclavos.
En el Libro Capitular No. 60, del cabildo de Cali (folios 151/ 154) queda registrado un nuevo reclamo de la
reducida parcialidad, presentado en el año 1837: la comunidad solicita nuevamente alcalde y "pequeño
cabildo". El fallo de las autoridades es igual al anterior: considera que estos "indígenas que llamaban indios
en las Leyes de Yndias", ahora "igualados" con los demás habitantes de la república, están regidos por las
leyes de todos; se les niega un régimen especial. Negando el colectivismo productivo y laboral de la co-
munidad, es con las leyes que los terratenientes del cabildo de Cali podrán seguir despojándolos legalmente e
individualmente de sus tierras.
En 1838 la parroquia adquiere categoría administrativa de distrito y por fin éste es erigido en municipio en
1864. No se hallaron más documentos de las pugnas interétnicas para este periodo. Pero se aclara el ocaso de
la parcialidad, con el estudio de Magda Ferreira y Maria Cecilia Ramírez (Universidad del Valle, 1982),
donde analizan la fase final de los años 191O-1920, durante la cual la unión de los latifundistas, especuladores
de tierras y empresarios del ferrocarril, logran desmantelar los últimos vestigios del resguardo, creado en
1637.
Un nuevo litigio surge en 1910 cuando el Ferrocarril del Pacifico necesita comprar tierras del resguardo para
abrir la carrilera: el mismo año aparece sorpresivamente un supuesto "pequeño cabildo indígena".
Visiblemente nombrado a dedo, de toda evidencia compuesto por títeres mestizos disfrazados de indios para
la circunstancia, se reúne y no tiene dificultad en declarar que juzga obsoleta la antigua legislación sobre
resguardos. En 1913, la compañía presiona para adquirir las tierras que necesita para el último tramo de la
ferrovía que por fin conecta Cali con el puerto de Buenaventura.
Según los documentos, la comunidad no recibió un solo centavo por esta cesión y al año siguiente el
"pequeño cabildo", muy complaciente, entrega al municipio un globo que este necesita para la ampliación del
casco urbano. Corre el año 1914, se inaugura el ferrocarril, atravesando el poblado y las colinas vecinas.
Es cuando alguien logra convencer a los supuestos indígenas de no aceptar el reparto individual de parcelas,
previsto en las leyes sobre disolución de resguardos. Por el contrario, se aconseja una donación total y
colectiva al municipio. En 1917, el alcalde hace firmar a unos doscientos indígenas una petición-suicidio de
transferencia al municipio de las últimas tierras de la comunidad, y en 1920 se produce un desenlace
relámpago: en julio-agosto sale a la luz la Ley 32, por medio de la cual se declara "extinguida la parcialidad
indígena de Yumbo"; en los últimos días de diciembre se firma la donación. Al año siguiente, en Cali, declara
con entusiasmo uno de los artífices del despojo:
" Ha sido demolida la muralla obstructiva del progreso de un pueblo…La propiedad del suelo, base
fundamental del progreso público y privado, no existía prácticamente allí y la Ley la ha establecido,
efectuando así una transformación con enorme beneficio para los habitantes, como éstos lo anhelaban
unánimemente. Reciban nuestra felicitación los Yumbeños…y nuestro aplauso los que contribuyeron a esa
transformación eminentemente benéfica”.
Tan lúcido como indignado, un abogado que descubrió la cínica superchería, declara a los expoliados:
“Lo que han hecho es un robo, pues los gamonales se quedaron con todo y los indios sin nada”.
El epílogo es fácil de imaginar: a pesar de una tardía reacción de los "tierristas" contra los "municipalistas" y
de un pleito de más de diez años, que finalmente ganan los últimos, desde 1922 el municipio está vendiendo
en subasta pública las tierras cedidas en forma gratuita por “la comunidad". De la parcialidad, del resguardo y
del hábitat aborigen prehispánico, no quedaban más que unas escasas huellas de su arte escultórico y unos
petroglifos esparcidos en los rastrojos de las laderas de Yumbillo y Mulaló. Expulsados los "Yndios
bárbaros", no se volvería a esculpir una sola estatua en Yumbo.

Tierradentro de la costa caribe.


Desde esta región de Tierradentro de la costa caribeña, zona sometida a un profundo proceso de remodela-
ción étnica, nos viene la definición de una nueva categoría social: "el libre", caracterizado en 1772 en estos
términos por el obispo Diego de Peredo :“El nombre de Sitio se da en esta Provincia a todo lugar que tenga
alguna población aunque corta como no sea ciudad, villa o pueblo (que es significativo de los que lo son de
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indios), el vecindario de los sitios es mixto y común de españoles, mestizos (que lo son los hijos de españoles
con indias), negros mulatos (que Dominan así a los hijos de blancos y negras), zambos (a los hijos de
mulatos e indias) (negras dice el documento) y otros de tales mixtiones que tienen sus determinadas
denominaciones; y éstos generalmente se nombran LIBRES por distinguirse de los indios tributarios.”
La empresa se revela problemática: dura más de cuarenta años y cuando se detiene, hacia 1780, sus resultados
son muy distantes del propósito inicial. Se identifican tres zonas principales, en las cuales opera la política
oficial de "agregaciones" y ocurren en periodos distintos y según diversas modalidades.
Una primera zona coincide hoy en forma general con el departamento del Atlántico. Allí se articula la
Intervención militar y la reagrupación forzosa de vecinos, con la iniciativa propia del mismo campesinado
mestizo. Nombrado por el virrey Sebastián de Eslava, el funcionario Pérez de Vargas, alcalde pedáneo de
Barranquilla y Soledad, oficializa la fundación de Sabanalarga y, según parece, en 1743-45 organiza colabora
en las "agregaciones de libres", de las cuales surgieron los pueblos de Malambo, Baranoa, Galapa. Polonuevo,
Tubará. Juan de Acosta v Santo Tomás. En esta zona. al parecer las autoridades en varios casos sólo actúan
después de la acción fundadora del campesinado, llegando a posteriori para administrar el nuevo poblado.
Gracias a las minuciosas indagaciones documentales de José Agustín Blanco, el caso de Sabanalarga es aquel
que nos proporciona mayor información al respecto.
Según parece de la lectura de los documentos, desde el siglo XVII las autoridades de Cartagena velan con
preocupación la formación en las sabanas y montes de un abigarrado campesinado Independiente,
colonizando estas tierras ocupadas en forma de posesiones. La población está compuesta por mestizos,
mulatos y zambos, con pequeños núcleos chimila en condiciones de semi-ilegalidad, y unas comunidades
clandestinas de esclavos cimarrones. Para proteger las haciendas contra la progresión de los colonos o
favorecer su ensanche, se combina una doble política de "pacificación" militar y de "civilización y
catequización". Tanto la visión de las autoridades como su propósito, se evidencian por medio de un párrafo
de las Relaciones de Mando, reproducido por José Agustín Blanco. El objetivo consiste en la "translación de
los pueblos infestados del horrendo exceso de la idolatría" y más adelante se habla de "este barbarismo" de la
gente libre ... formando sus casas en el monte y selva. .. carecían de la subordinación al cura y a la Justicia y
así vivían tan licenciosamente que no había exceso que no cometieran. . . "; la descripción sigue con este
tono.
La solución consiste en "dar principio a su reducción, por la parroquia de Sabanalarga", para agrupar en el
poblado la masa rural dispersa en 52 lugares distintos. A los testarudos se les obligará al destierro y a la
deportación "manu militari"; "los inobedientes quemándoles sus casas y conduciéndolos a las que había ya
fabricadas en la población".
Así sacados "del tenebroso albergue de aqueIlas selvas", en adelante tendrán que residir en una población
"numerosa y bien repartida en caIles tiradas a cordel, plaza espaciosa, cárcel muy segura y casa del cura".
El historiador José Agustín Blanco, en busca de algún héroe no vacila en destacar en forma elogiosa las
actuaciones "del fundador" Pérez Vargas, pero pasando de sus citas cuidadosamente censuradas a los
documentos que utilizó en el Archivo Nacional, se pudo comprobar
que glorifica a un feroz expulsor y enemigo del campesinado. En sus informes dirigidos al Virrey Eslava,
Pérez Vargas siempre se ufana de hazañas como estas :
“En el sitio nombrado Pinto mandé quemar unas casas …por no haber cumplido con lo mandado, de unas
mujeres que vivían en ellas arrochelando maldades, a las que se les notificó que en el término de tres días
desocupasen esta jurisdicción. Y al sitio de Arroyo de Piedra , Luruaco y los Zorros, mandé un oficial a que
ejecute lo mismo …Y algunos de estos feligreses se han ido huyendo al Partido de Real de la Cruz…doy esta
noticia para que V. Exa. determine si fuese servido . someterme su decreto para para que pase a aprehender
sus personas donde que los hallen. Y amarrados se traigan a vista de los vecinos de esta fundación para que
con este ejemplar , los demás no intenten lo mismo…” (José A. Blanco).
Autorizado, obedece sin tardar:
“… se halla del todo fundada dicha Parroquia con todos sus feligreses …viviendo ella en este dicho sitio a
excepción de algunos que se hallan fugitivos en el Partido del Real de la Cruz …a donde paso personalmente
a traerlos a su Parroquia …y con sus familias…y estaré a la mira para si contraviniesen …remitirlos presos
a esa cárcel…Tengo presente el orden de V.Exa. sobre la aprehensión de los desertores y vagamundos que
puedan haber … y aunque no dudo haya algunos, estos es necesario gran maña para su aprehensión…”
Desde Cartagena le da nuevas instrucciones el Virrey:
“..y persiga a los que habitaren en los montes huyendo de las poblaciones de su Parroquias”.
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Otra carta de Pérez al Virrey informa a este último que también expulso unos viviendo en pueblos de
naturales y añade:
“…dispuse en el ínterin despachar el sargento y quatro hombre a demoler el citio nombrado Cascabel…un
Ambrosio Melgarejo no había querido jamás ir a la Iglesia…y unido en ilícita amistad con una
india…dispuse se cogiese como verá V.Exa. que ahí se lo remito con esos tres indios…He repartido las
órdenes necesarias para que los vecinos de Juncalejo que tocan a la parroquia de Santo Tomás se trasladen
a ella y de la misma suerte proseguiré hasta quedar completa mi comisión…”.
…inmediatamente pasé el día 18 del corriente a las seis de la tarde con el Cabo de Esquadra y dos
hombres...y hallé ser cierto estaban todos con sus casas nuevamente fundadas y materiales para otra... Al
punto hice sacar los trastes que tenían y las derribé… Y al Salvador a quien le quemé la casa traxelo preso a
este sitio donde 1o tengo bien asegurado…
Y en este caso se trataba precisamente, en 1745, de las dificultades que encontraba el diligente incendiario
para trasladar los habitante de Cascabel a Sabanalarga; lugar, sitio, curato, vice parroquia o parroquia, así
surge en la costa, hacia mediados del siglo XVIII un "pueblo de libres".
Pero los campesinos se niegan a abandonar sus lejanas parcelas, se demoran en construir sus casas en el
poblado, aduciendo la distancia de sus sementeras "y la falta de tierras en la población". Otros se fugan al
poco tiempo y un primer balance indica que sólo se logró reunir 170 familias, antes esparcidas en 40 lugares.
Lo reconoce Pérez Vargas cuando escribe, en un informe dirigido al Virrey:
“. . .lo que sucede Señor es que huyendo del trabajo como ha sucedido con el de la cárcel que se ha echo
(sic) , se han ido ya más de sesenta familias”.
Terminadas las redadas, incendios, destrucciones y otros desmanes de sus esbirros Pérez había logrado
“reducir a villas” en Sabanalarga y Ponedera unas 200 familias de campesinos deportados de unos 40 sitios,
“pero 80 de ellos no se poblaron…y permanecieron arrochelados “. (José A. Blanco)
Para estos mismos años varios documentos (Poblaciones Varias, tomo X) mencionan, en varios lugares de la
gobernación, la oposición generalizada de los chimilas, negros Y mestizos a la política oficial de las
"agregaciones". Prosigue durante varios años el intento de agregación forzosa y en 1793 se destruyen las
casas de un caserío vecino para obligar a sus moradores a trasladarse en Sabanalarga.
Una segunda ola se caracteriza por la articulación entre los operativos militares contra los aborígenes y la
ampliación de los latifundios ganaderos . Opera desde Santa Marta primero entre esta ciudad y el valle de
Upar y luego se intensifica la operación desde Mompox, más que todo a lo largo del río, y desde El Banco
hasta El Plato. Actuando primero bajo órdenes del gobernador de Santa Marta, luego nombrado por el virrey
Eslava desde Cartagena, se destaca el principal protagonista de estas "agregaciones", el capitán español José
Fernando de Mier y Guerra. Inicia su triste carrera exterminando koguis, arhuacos y chimilas de los
contrafuertes occidentales de la Sierra Nevada; combinando los intereses de "ambas majestades" con su bene-
ficio propio, tan pronto despoja los aborígenes presenta solicitud de mercedes sobre sus tierras. Elabora una
táctica sumamente eficiente: primero, gracias a su cargo militar, consiguió tropas de mestizos, pardos y
libertos; con ellas emprende los operativos de aniquilamiento, expulsión y despojo de las comunidades. Luego
se apropia las tierras conquistadas; por fin "agrega" colonos mestizos o libres, deportándolos a la fuerza si es
necesario, en función de sus propios intereses. Así funda unos 22 "pueblos de libres", desde la Sierra Nevada
hasta el río Magdalena, entre 1744 y 1770.
Se necesitaría un trabajo especial en los archivos para elaborar los mapas de sus propiedades, regadas en toda
la región, siendo apenas algunas las que citan José Agustín Blanco u O. Fals Borda. Va acumulando el pillo
tierras extensas en San Sebastián de Rábago, supuestamente fundada como colonia de libres con el propósito
de suministrar trigo a Santa Marta, pero en 1773 no hay ni colonos ni trigo, pero sí el ganado de Mier y
Guerra. En 1741 había recibido merced de 1,6 caballerías, es decir más de ocho mil hectáreas, entre
Chiriguaná y La Jagua. Según el listado de Fals Borda, posiblemente incompleto, entre 1730 ,y 1767 el
dinámico capitán se adueña de unas veinticinco propiedades, haciendas, hatos y estancias, dispersas desde San
Sebastián hasta Valencia de Jesús, desde Loba y El Banco hasta San Benito Abad, en Tenerife y Chiriguaná,
en El Plato y en Mahates.
Concretamente, desde la década de 1730 hasta finales del siglo XVIII dominan la región en forma feudal, y
desde Mompox, tres españoles pertenecientes al mismo clan familiar: José Fernando de Mier, Juan Bautista
de Mier y Gonzalo Hoyos. Los dos últimos alcanzarían a comprar un titulo de nobleza que les vende, a un
precio muy alto, la Hacienda Real de un rey en apuros. Desde el río San Jorge hasta el San Sebastián y la
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región de Valle de Upar, no es nada exagerado evaluar la extensión total de sus propiedades en unas 500.000
hectáreas hacia 1780.
En estas inmensidades, fundaron los De Mier unas veinte aldeas: estas fundaciones se presentan a las
autoridades como inscritas en la estrategia militar de contención, contra las guerrillas chimilas. Cuando rinden
Informes al gobernador, siempre aducen operativos bélicos para legitimar una "fundación". Cuando el anciano
Juan Bautista de Mier solicita desde Mompox (20 de junio de 1754) al virrey José Solis la autorización para
fundar a San Angel, argumenta:
“…Tomaría mayor estado la reduzzión de chimilas, con mejor logro….Como se nezesitan reconozer aquellos
montes y las Beredas que he franqueado, no basten azierto conzepto de aquellos terrenos, y habitazi6n de los
Bárbaros Chimilas; he nezesitado y prosigo divirtiendo quarenta hombres a Razión y sueldo con respectivas
Provisiones a superar la covardía destas gentes, que aunque volumptorias, fingen prettexttos para sus
retiros...Luego solicita un misionero capuchino "y que las milicias inmediatas estén a mi orden. . ."
Su sobrino José Fernando explica sus objetivos de conquista, cuando legitima así una nueva fundación entre
San Antonio y Remolino:
“...y proseguir mi sistema sitiando con poblados la belicosa nazión Chimila...”
Pero funda con poblaciones desterradas de sus parcelas, deportando los agricultores de la zona hacia el lugar
escogido. Y poco después los expulsores piden titulación de las tierras arrebatadas a los aborígenes o a los
labradores mestizos libres. De Mier, soldado, terrateniente ganadero y esclavista, es el ejecutor militar,
nombrado por la gobernación de Cartagena y el propio virrey, entonces radicado en este puerto, de una
política económica de poblamiento territorial, en la cual también participa activamente el clero, y con varios
objetivos que se exponen abiertamente en los documentos consultados. Por medio de "nuevos
descubrimientos", se busca la ampliación de las tierras en producción con el fin de incrementar la
ganadería. El motivo radica en la supuesta necesidad de aumentar el abasto en carne de la ciudad de
Cartagena, en donde los refuerzos de la guarnición para enfrentar los ataques de las armadas francesas
e inglesas, incrementaron la demanda. En realidad este pretexto oculta que gran parte de la carne,
salada o en tasajo, abastece el contrabando hacia el exterior. Por consiguiente es preciso, en primer lugar
expulsar de estas tierras a "los indios flecheros chimilas sublevados", es decir, a una población indómita dos
siglos después de que supuestamente concluyó "La Conquista". Con este fin se reclutan milicias urbanas o
pueblerinas, incluso liberando sus integrantes de las cárceles, "blancos pobres, mestizos y zambos" para 1as
expediciones armadas, 1as incursiones y "entradas".
Además, existe también la preocupación tanto de las autoridades civiles como eclesiásticas, de reagrupar a la
diabólica población mestiza y zamba en pueblos, sacándola de los "montes" en donde viven "arrochelados”
según sus "costumbres perversas" y "en libertad", pecado mortal al parecer. El obispo de Santa Marta
insiste en múltiples oportunidades, dando hasta lecciones de táctica militar, con el fin de "aumentar el
cobro del diezmo". En cuanto a los pormenores de las incursiones militares, De Mier es muy prudente en la
redacción de los Informes que dirige periódicamente al gobernador de Cartagena o al virrey. Más francos y
descarados resultan los informes de sus subalternos, capitanes de pandillas y "comisionados" cuando
presentan los resultados de una entrada". Consignan de manera inequívoca sus procederes, con comunicados
como estos:
“Lunes 16 (de enero de 1764). Salimos entre dos luces del monte Sicatá y al salir quemamos tres chozas y
cuatro leguas más adelante quemamos cinco casas... a la retirada se vio un indio, el que se escapó; media
legua hacia la nevada se quemaron dos casas grandes…
Martes 17. Quemamos tres casas y una choza, llegamos a Río Frío al medio día.
Miércoles 18. Llegamos a este pueblo de San Juan y entregamos la india y china al señor capitán aguerra,
quien en nombre del señor gobernador nos regaló una botija de aguardiente y el padre cura cantó misa y
tedéum en acción de gracias y después bautizó la china poniéndole por nombre María del Rosario José…”
Desde San Ángel, el día 7 de agosto de 1754 rinde Informe un "comisionado":
“Muy señor mío: el día 7 del corriente, habiendo salido la gente a recorrer la tierra. se encontraron a orillas
de la sabana con una emboscada de indios… consiguieron haber muerto un indio… remito a usted la cabeza
del indio. Nota: La cabeza no va porque conviene hasta mejor ocasión y tener mal olfato. Sal necesito y
cacao y bizcocho. Expulsada o masacrada la población chimila ¿cómo procede el carnicero De Mier para la
"agregación"? El mismo lo explica en uno de los numerosos informes conservados en el AHNC y recopiIados
por José Maria De Mier (Siglo XVIII, Poblamientos en la Provincia de Santa Marta):
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“Reconocida por mí o alguno de mis comisionados de más satisfacción reservadamente la situación donde se
ha de hacer la nueva fundación (...) se 'solicitan con ruegos e instancias, dádivas, ofertas y demás medios
Que pueda elegirse, dos o tres vecinos con sus familias (...) para que den principio a la fundación (...) y al
mismo tiempo que esto se practica, mis comisionados y yo con vigor vamos sacando la gente dispersa de "las
rochelas donde viven y poblándola en la nueva población; pónese al cuidado de los voluntarios, que ya uno
de éstos tiene el titulo de cabo de escuadra…”.
Para desalojar y trasladar el pueblo mestizo de San Juan de Hato, así se procedió:
“Hasta que el día 6 de mayo (de 1746) se resolvió el despojo de algunos ranchos, con percepción de sus
dueños y con el desbarato de los demás, se tumbaron todos a su total demolición y quema, y con citación y
despojo de aquella iglesia quedó desbaratada

Yen ciertos casos, no vacila en reclutar delincuentes para poblar sus fundaciones;
Pedí facultad de poder admitir a ella todos los fugitivos por varios delitos, a excepción del de lesa majestad,
cuyo indulto poblará allí muchos sujetos de bríos y oportunos a sostener las avenidas de dichos
indios…)sirviéndoles de bastante indulto la fundación y vecindad… más breve y pronto lograría concluir y
perfeccionar con algunos buenos pobladores y de bríos dichas dos agregaciones y las otras que pretenda e
intente en adelante, pues sujetos de tal calidad necesitan. . .
En las arremetidas ejecutadas por De Mier con su soldadesca a sueldo, el "conquistador" no se preocupa
mucho de averiguar en las notarias la tradición de las tierras; consecuencia, un sinnúmero de demandas por
parte de vecinos de Mompox, de hacendados del val1e de Upar, Santa Marta o Cartagena despojados de paso
por sus milicias de forajidos. Las demandas son las más variadas y no se citarán aquí sino algunas piezas del
abundante catálogo. En 1776 una vecina de Mompox afirma que el vivo fundó Buenavista en sus tierras:
quiere cobrar alquiler a los vecinos. Al año siguiente entabla pleito un hacendado de Calenturas: sus
ganaderías tituladas figuran en las 16 caballerías adjudicadas al capitán. Muerto éste, sus familiares heredan
tanto las tierras como las demandas: los vecinos piden la propiedad de las tierras arrebatadas que les alquilaba
el difunto en San Antonio de Buenavista. En 1779 uno de sus hijos litiga la confirmación de sus propiedades
en San Luis Beltrán, y lo mismo ocurre en 1785 con el hato de Loba.
En el Archivo Nacional, el Fondo de Poblaciones Varias está plagado de documentos provenientes de Mier y
Guerra y aclarando sus dudosas actuaciones de conquistador trasnochado exterminando "indios", en vísperas
de la Independencia. Algunos nos proporcionan pistas aclarando las circunstancias de la génesis de San
Sebastián de Rábago.
Según parece, un "pueblo de indios" agrupando aborígenes de varias encomiendas de "vecinos principales" de
Santa Marta, se disuelve poco a poco por fuga de los koguis. Se les acusa en 1735 del asesinato de un español
y se afirma que para protestar "se confederaban con los de la nación de Chimilas", En la década siguiente el
capitán De Mier emprende, desde Santa Marta, la "pacificación" de la región, En 1751, ya residenciado en
Mompox presenta "la nueva y utilísima fundación de San Sebastián de Rábago", en la cual se radicaron "46
vecinos y 137 almas"; estos son mestizos y seis de las familias llegaron con un esclavo. El español describe la
colonia como "nueva fundación de Españoles y Libres y de los Naturales de San Sebastián de Rábago. En
otro informe del mismo año nos revela que hizo reunir en Tamalameque algunas familias del rió Magdalena,
y unas quince familias de "reinosos" procedentes de Santa Fe de Bogotá; en Tamalameque fueron puestas a
órdenes de un capitán que las llevó a San Sebastián. También en 1751 De Mier y Guerra castiga con cárcel
a un opositor de la colonización. El año siguiente De Mier interviene en un litigio relativo a la división entre
las tierras de la colonia y aquellas que pertenecen al resguardo kogui. En 1753 un texto del conquistador
evidencia las operaciones militares de exterminio y desalojo:
"Estoy fundando en la Provincia varias poblaciones en los terrenos mal proporcionados para contener la
audacia de los Yndios Caribes que la Infestan".
Una carta fechada en Mompox en 1755 suministra la lista de seis pueblos en territorio de "emboscadas y
asaltos de los chimilas".
Sigue el inevitable desenlace; de los nuevos hatos sale ganado para el abasto de Santa Marta y Cartagena.
Tanto es así que en 1773 la gobernación de Santa Marta entabla una demanda contra el español: lo acusa
judicialmente por engaño, siendo que sus ganados pastan en San Sebastián, en tierras que había prometido
dedicar al cultivo del trigo, lo que era el objetivo de la colonia agrícola. Cuestionados sus títulos, al año
siguiente reafirma sus derechos sobre las tierras y hatos de San Sebastián.
39

A pesar de veinte años de fechorías en toda la región, sus operativos militares no tuvieron sino un éxito fugaz
y siguieron resistiendo las comunidades chimilas, caribes, arahuacos y koguis. En 1780 se quejan los "libres"
del Piñón : queda un reducto chimila en Puntagorda. En 1792 un informe fechado en Mompox solícita "la
reducción" de unos "Indios fugitivos" ocupando unas tierras en Loba. En 1804 el heredero de un hato en el
valle de Upar descubre que está ocupado "por los Indios Chimilas" . Y siguen litigando desde 1789 los del
resguardo de Gaira, durante más de cuarenta los de la is1a de Salamanca, aún en 1810 los cultivadores
aborígenes de Ciénaga. Se iba a pasar de la Colonia a la República sin haber logrado aun "la Conquista".
La tercera ola de "agregaciones' y fundaciones de parroquias y villas de libres en la Costa ocurre entre 1774 y
1780. Se puede medir su magnitud territorial, sabiendo que en menos de seis años se plasma en 43 pobla-
ciones, agrupando 7.380 familias y totalizando 41.733 personas, y que se desarrolló este programa de
urbanización territorial en una extensa región, desde Arjona hasta Lorica, Sahagún y Montería. A su ejecución
queda asociado el nombre del capitán de infantería Antonio de La Torre actuando bajo mando del gobernador
de Cartagena Juan Pimienta, primero y luego comisionado por los virreyes Manuel Guirior y Manuel Antonio
Flores.
Pero su misión exige más tacto que fuerza. No se trata de aniquilar nativos siendo que éstos ya no existían
como comunidades autónomas, sino fusionados y confundidos con los "libres". Ahora la cuestión era distinta
y surgía precisamente de la fuerza peligrosa adquirida por la población mestiza: el campesinado de los
"libres" contenía un peligro social. José Manuel Groot define así esta abigarrada población rural de las
llanuras:
“…descendientes de los desertores de tropas y marinería; muchos polizones que sin licencia ni acomodo
vinieron de España en los primeros tiempos; negros esclavos cimarrones, y criminales escapados de los
presidios y cárceles; de indios que mezclados con esas gentes habían propagado una abundante casta de
zambos, mestizos y otros matices… Vivían en rancherías diseminadas entre aquellos espesos bosques,
ciénagas y caños... sin trabajo, manteniéndose con el plátano y la pesca... sin vestidos, de que no necesitaban
por no tener frío ni vergüenza.” (Citado por Carlos Martínez).
Aquí también el propósito oficial es el de reagrupar y nuclear o sea “reducir” , esta población rural dispersa,
"almas sacadas de los montes donde vivían sin ley ni gobierno, casi estado salvaje". Para neutralizar la
amenaza y dominar a los "libres" hay que "reducir a policía civil todos estos alzados", y reducirlos "a son de
campana". Esta supuesta principal motivación, no era más que la justificación moral encubriendo propósitos
meramente terrenales, literalmente. El balance que produce Latorre en su "Noticia" sobre los nuevos pueblos
de "libres", agregados por "persuación y convencimiento" suma según Adolfo Meisel 7.442 familias con
40.717 habitantes.
Varias de estas aldeas no prosperaron y tuvieron una existencia miserable y fugaz. Otras quedaron
deshabitadas cuando fueron desertadas por sus habitantes, poco convencidos de su beneficio: había
desaparecido su entorno agreste y al frente de la casa solo veían una iglesia y una cárcel. Muchos regresaron
al poco tiempo a su "estado salvaje, sin ley ni gobierno", en otras palabras, a sus lejanas parcelas y su
libertad. No obstante muchas localidades lograron permanecer; fueron la trama sobre la cual se diseñó la
sectorización administrativa de los municipios, después de la Independencia. Hoy la mayoría de ellos son
cabeceras municipales en los departamentos de Atlántico, Sucre, Córdoba o Bolívar.
El profesor Carlos Martínez, quizá engañado por su fuente secundaria (Groots) , no se percató del carácter
limitado y meramente político, económico e ideológico de la obra de Antonio de Latorre: se entusiasma con
el personaje, lo canoniza como "urbanista", creyendo haber descubierto a un precursor colonial de Le
Corbusier. Pero el capitán nunca diseñó ni ciudades ni pueblos, su misión era otra; su labor fue policiva
(aunque con guantes de seda), pero no urbanística sino urbanizadora. Desde su poder conglomera campesinos
dispersos en algún lugar, con el fin de "reducirlos a son de campanas", y no más. A lo sumo suministra
algunas normas para que los vecinos vayan construyendo iglesia y cárcel; además, cuando algún caserío sirve
a su propósito, no puebla un lugar nuevo sino que se apoya en el núcleo preexistente.

El Cerrito.
Con la escasez de datos oficiales anteriormente señalada, algunos indicios posteriores nos suministran pistas.
En primer lugar, para analizar el nacimiento de la aldea nueva es preciso separar dos hechos articulados,
según las fuentes aunque estas resulten muy débiles:
1- La donación de la modesta estanciera Sebastíana Cárdenas “a la Virgen”, de un pequeño predio - quizá del
tamaño de un solar o el máximo de una cuadra, no lo sabemos- en sus tierras, y vecino de su propia casa. El
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recién nombrado párroco Manuel José Guzmán, capellán de la hacienda vecina de San Agustín probablemente
facultado por dicha virgen es quien recibe la donación, supuestamente en 1825, donde erige una capilla
provisional, especie de cobertizo pajizo para una primera misa.
Al parecer del mismo año de 1825 es una donación por Petrona Cárdenas, hermana de Sebastíana, de un
predio para cementerio, quizá el mismo que aun se nombra como “cementerio viejo”, tres cuadras al norte de
la plaza (Diego Carvajal).
2- La muy probable cesión de tierras (que no es “donación”) por las vecinas hacendadas Arango de un predio
de su hacienda de San Agustín para el traslado de un molestoso “poblacho”, donde vivían quizá unos
agregados, arrendatarios, terrazgueros, labriegos o peones (Gustavo Arboleda).
Pero debemos reconocer que no hemos conseguido datos oficiales fidedignos e irrefutables sobre dichos
aconteceres. Suponen trámites consignados y registrados tanto por las autoridades eclesiásticas, como en
notarias municipales a los cuales no tuvimos acceso, si es que existen.
En el despacho parroquial, se hallaron empastados y en buen estado todos los libros de bautismos,
casamientos y defunciones desde 1825. Pero nada relativo al padre Guzmán fuera de su signatura en los
registros de bautismos desde el 18 de diciembre de 1825 hasta diciembre de 1835. Finalizando este año,
aduciendo su estado de salud renuncia a la parroquia: “por mis enfermedades, cura fundador de esta nueva
parroquia” la cual entrega a su sucesor el cura Patricio Paredes quien la recibe: “Recibí”.
Es de añadir que si bien en este documento reivindica su protagonismo en la fundación de la parroquia, no se
conoce documento extendiendo este papel hasta la fundación del poblado, que tanto afirman unos autores
nativos (Ver adelante el sondeo de bautismos).
En el archivo notarial, excepcionalmente conservado con un cuidado ejemplar, las escrituras se inician en
1865, cuando por “descentralización” se abre en Cerrito una notaria segunda de Buga, a cargo de Ramón
Saavedra. Lo cual deja suponer que en el archivo notarial bugueño se deben conservar las escrituras
registradas entre 1825 y 1865.
Pero en las escrituras consultadas, todas del periodo 1865-1872 “la tradición” nunca se devuelve -con una
excepción- hasta “la fundación” y ninguna menciona al supuesto “fundador” (Ver adelante el sondeo en el
Archivo notarial).
En estas circunstancias el testamento de Sebastíana Cárdenas es el único documento irrefutable, pero
restrictivo siendo que no cedió tierras para el poblado, limitándose a donar el predio de la primera capilla.
Hemos consultado directamente en la notaria primera de la “villa de Palmira”, (esta última con relativa
autonomía civil y administrativa desde 1824 y temprano escribano público en 1821) el original del testamento
de Sebastíana dictado el 31 de diciembre de 1832. Así pudimos comprobar que no deja más información que
los pocos datos que nos comunicó el profesor Carvajal (Ver página 12, bibliografía).
Su texto es el siguiente :
“Yo Sebastíana Cárdenas vecina de Buga, hija legítima de Cayetano Cárdenas y Martina Hernández…
4ª- Yten Declaro que me he mantenido en el estado del Celibato, pero tube por mis hijos naturales tres que
fueron Estefanía, Manuel José y Martin de los que hoy no existe ninguno …fallecieron sin hijos.
5ª- Yten declaro por bienes mios el derecho de tierras en el Citio del Serrito en donde esta fundado el pueblo
el qual derecho es bien conocido por sus linderos y en la misma tierra tengo fundada mi casa propia,
declárolo para que así conste.
El ítem 6 enumera sus joyas y el 7º su donación de tierra en 1830 a un señor Arana “en atención a sus buenos
servicios”.
8ª- Yten declaro que la tierra en que esta fundada la Iglesia de paja de la Parroquia del Zerrito, es decir el
marco de la Yglesia, hice gracia y donación a la Virgen - Lo que declaro para que conste.”
Al final y como corrigiendo un olvido, se agrega:
“ En este estado declaro que es mi voluntad que el solar que esta frente a mi casa se le dé al niño Ángel
Olaya por la buena voluntad que…me ha servido…en mi enfermedad…”
En el archivo de la misma notaria hicimos unas pesquisas en los primeros libros desde 1821 hasta 1837
(primero “poblado de Llanogrande”, luego “Sitio de Llanogrande”, y a partir de 1827 “Villa de Palmira”). Así
nos enteramos que Sebastíana falleció unas semanas más tarde, en febrero de 1833, que su testamento se abrió
en marzo y que diversos trámites, entre ellos los interrogatorios de los testigos, culminaron en julio. Según
estos últimos documentos la declarante tenían entonces unos cuarenta años.
Con todo lo anterior solo se comprueba:
- Que en 1832 existían tanto el pueblo como la primera iglesia pajiza.
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- Que los Cárdenas explotaban un predio rural titulado (es “derecho de tierra” y no “posesión”) que se integró
a la parte más céntrica de la aldea, posiblemente enclavado en tierras de la hacienda San Agustín de la familia
Arango quienes -según G. Arboleda- “cedieron” unos predios para trazar el nuevo poblado.
- Que con anterioridad y antes de 1830 había fallecido Cayetano Cárdenas padre de Sebastíana -calificado por
el padre Guzmán con “fundador”- y que la heredera escrituró en 1830 parte de su herencia con la donación de
un derecho de tierras a Antonio Arana “en atención a sus buenos servicios”, a quien designa como albacea.
También obsequia a Angel Olaya un solar frente a mi casa .
- Declara deber trece o catorce pesos a Toribio Arango, integrante de la familia propietaria de San Agustín.
- Que no donó más que el solar para Iglesia, pero no menciona fecha ni tampoco el padre Guzmán.
- Que la Iglesia rústica seguía siendo pajiza en 1833. En una conversación con Diego Carvajal nos señaló la
existencia de un documento del ACC (Popayán) en el cual el padre Guzmán solicita de sus superiores, hacia
1827 la autorización para construir en firme pero más tarde siendo que no tiene recursos, una nueva iglesia
“en el mismo sitio de la iglesia pajiza, sitio acordado por la feligresía”.
- Unos detalles, las tierras, la venta de yeguas, el listado de sus enseres y joyas, el hecho de no saber firmar,
evidencian la humildad de su situación social.
Pero llegando a este punto debemos admitir que todavía no tenemos dato seguro alguno sobre la propiedad del
lugar del trazado inicial, sobre la modalidad del reparto de solares, y sobre los primeros pobladores.
Referido al segundo punto, la información inicial resultó igual de escasa y se limita a escritos modernos.
No obstante abre una pista Gustavo Arboleda cuando escribe a propósito del párroco Guzmán :
“…Se le reputa fundador de ella (la nueva parroquia) pues cooperó a la traslación del antiguo poblacho de
San Agustín, media legua al este, mediante cesión que hicieron los Arangos, dueños de la hacienda”.
Recordemos que dicho eclesiástico era entonces el capellán de la capilla de San Agustín, hacienda ganadera
propiedad de Mercedes y María Teresa Arango.
Este sendero se abre cuando unos autores señalan a “los hermanos José Toribio y José Julián Arango” como
las personas que supuestamente ayudaron al párroco en el trazado de la aldea. Podemos suponer -no más- que
eran familiares de las hacendadas, hermanos o hijos cuando el mismo autor afirma:
En el archivo parroquial cada acta caracteriza los interesados con calificativos como “montañeses”, “libres”,
”blancos”, “pardos”, “esclava”. Se suman a los calificativos usados por los funcionarios como son
“hortelano”, ”estanciero”, “mulato”, “mestizo”, para evidenciar la existencia de un amplio espectro de
categorías socio-laborales y seudo étnicas.
3- Se elucidó con el sondeo la cuestión de los mecanismos impositivos utilizados para en adelante identificar
los esclavos, antes de la ley 21 de 1851 y el censo de 1858-60, con el apellido de los amos.
4- El sondeo sobre 100 actas entre el 18 de diciembre de 1825 y septiembre de 1826 (9 meses, unos diez cada
mes) indica estas categorías de los padres: suman 64 los descendientes de africanos. Completan la muestra 36
casos interesando “libres”, “montañeses”, “blancos”.
5- Es notoria la presencia muy frecuente de los vecinos hacendados Barandica, Cabal y Arango. Evidencia
que parroquia y párroco en gran parte tenían su actividad y su sustento directamente dependientes de los
servicios prestados a los terratenientes esclavistas del entorno. Si bien se fundó la aldea para “libres”, a la
capilla parroquial y su cura solo acudían los esclavistas para bautismos y “casamiento” de sus esclavos.
1- Sorpresivamente, tanto fundadores como agrimensores adhieren a las medidas y normas de las “leyes” de
1513-1525. Se traza la cuadricula estrictamente ortogonal -llamada también “damero”- con vías de 10 varas
de ancho (8 metros) separando manzanas de 100 varas de costado (80 metros).Este patrón se aplica partiendo
del emplazamiento de una plaza con medidas aproximativas de 120 x 120 varas (100 metros)
En El Cerrito, igual que en otros lugares, el respeto de estas medidas es relativo pero no absoluto. Se notan
pequeñas diferencias del ancho de una misma vía entre una cuadra y la siguiente, y por consecuencia
deformación en la estricta ortogonalidad de varias manzanas. No obstante la relativa regularidad del patrón y
de las medidas básicas sugiere el perímetro del área inicialmente deslindada.
2- Igualmente sorpresivo resulta en tiempos de la Independencia el respecto de la partición de la manzana en
cuatro inmensos solares esquineros, igualmente prescrita en las Leyes de Yndias del siglo XVI. En El Cerrito
hemos podido identificar sobre las planchas catastrales modernas en escala 1/1.000 y 1/500 la persistencia en
alguna manzanas centrales de esta inesperada división predial republicana. En razón de la persistencia
histórica de los linderos originales, se identifica este modo de partición de la cuadra en las manzanas inscritas
entre las calles 5ª y 9ª, y entre las carreras 9ª y 14, o sea un conjunto de veinte manzanas.
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3- Más sorprendente aun, las escrituras notariales indican que hacia 1850-1872 el “latifundio urbano” del
solar de cuarto de manzana -y por lo tanto del 1/4 de una plaza de 6.400 M2- seguía vigente en las
compraventas, lo mismo que en el trazado y la partición de nuevas manzanas alrededor del núcleo inicial.
Pero también indican sus dimensiones y su uso, que más que prestigiosos predios residenciales, eran en la
aldea “solares huertas” -o minifundios agro-urbanos- con sementeras y frutales de pan coger en la casi
totalidad de su superficie. Todo lo anterior nos lleva a ver en el propósito de los promotores, más que una
fundación “urbana” de alta categoría, una parcelación agraria para labradores pobres. Lo cual se explica si se
considera que el propósito de los terratenientes era el traslado hacia un nuevo hábitat de los molestosos
labriegos del “poblacho”.

El Chocó.
Después de una infortunada "entrada" al Chocó, las dificultades encontradas quedan registradas en un
informe del Capitán Sánchez de Nárvaez, redactado en Ancerma en el año 1553, en el cual su autor señala que
los aborígenes “...estaban en las ladroneras de barbacoas escondidos...las ladroneras de dichos
indios...muchos de los que están en las montañas y barbacoas...indómitos e belicosos...bárbaros e
idólatras"...los indios que están en las montañas y barbacoas...que estuviesen huidos en las dichas
barbacoas...huidos en sus ladroneras a esconder...se irían a meter con los demás en las barbacoas..."
Más adelante a insiste en las "ladroneras de los dichos indios", asocia "montañas y barbacoas". Ya se adoptó
el término de barbacoas para designar la casa alta, sobre pilotes, que luego se llamaría bohío o tambo.
Un capitán bugueño Velásquez, entrando por el Valle del Cauca y penetrando al Chocó por el alto río Tatamá
no tendrá más éxito y su tentativa de fundación de la ciudad minera de Toro, en 1573, poco tiempo resiste a
los embates de los campesinos embera. En un informe de 1580 un Visitador recuerda “que han desbaratado
las entradas de seis capitanes”. A principios del siglo XVII varias expediciones efímeras tratan de subir por
el río San Juan, una en 1601, otra en 1605, con igual desastre. El mismo año, desde Santafé de Bogotá y en un
informe oficial , el capitán Vasco Mendoza hace el recuento de estas frustraciones:
“...A la fama de la gran riqueza de las dichas provincias entró en ellas el adelantado don Diego de Almagro
con docientos soldados y en ellas tuvo poblado un pueblo de españoles en las riberas de la mar del Sur, en el
sitio que llaman hoy los naturales Puerto Quemado, porque los indios dieron sobre el dicho pueblo y con
muerte de cuarenta españoles le asolaron y quemaron y de un flechazo quebraron un ojo del dicho capitán
Almagro y le forzaron a embarcarse con los demás heridos“.
“Habiendo tenido noticia de que en el paraje de Puerto de Piñas había un valle poblado de muchos indios
adornados de joyas de oro, entró a los pacificar por esta parte Baeza con ciento y cincuenta españoles y fue
tanto el número de indios que sobre él vinieron que mataron al capitán y a la mayor parte de los dichos
soldados, y con su muerte dejó nombre al valle, que después acá le llaman de Baeza“.
“A la noticia desta tierra han entrado, con ánimo de descubrirla y poblarla, con gran cantidad de españoles
y en diferente tiempos, los capitanes Gómez Hernández, Juan de Cavalla, Melchor Velásquez, Francisco
Redondo, Pedro Martín y otros, que por no haber aceptado elegir buenos caminos, no han podido vencer las
dificultades que la tierra tiene en sus entradas de lagunas y anegadizos; se han vuelto perdidos y
desbaratados”.
De paso hace una breve descripción geográfica de la región, luego relata las últimas expediciones ordenadas
por él en 1601: por primera vez se menciona un topónimo: “unas ricas minas de oro que nombran de Sant
Francisco de Nóvita”. Parece ser el primer descubrimiento y el término “minas” no designa la explotación
sino la presencia de yacimientos del mineral. El relato, muy detallado y con numerosos pormenores
anecdóticos sobre el contacto y las relaciones pacíficas con los moradores, evidencia que se trataba entonces
del primer asentamiento español en la región. Finaliza su informe el Capitán con este proyecto de
poblamiento:
“...La grandeza de la tierra y abundancia de naturales es tal que se podrán poblar en ella cuatro o cinco
pueblos de españoles y todos los más a las riberas de los ríos referidos...”
En el mismo legajo del Archivo Nacional (Protocolos -1605-1810, No. 6.162) figuran varios folios del año de
1608; establecen que las primeras entradas se hicieron entre 1593 y 1606 por Cartago y la primera Toro, la
cual ya desapareció...“después que se despoblaron las minas de Toro…y la misma ciudad de Toro que está
perdida…” No obstante, el autor del informe, Melchor de Salazar, de regreso a Cartago, reitera que ”habrá
suficiente copia de naturales para poblar tres o cuatro pueblos o ciudades de españoles”.
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Por otra parte, descubiertos los yacimientos y registrados los Reales, sus dueños no tienen aún resuelto el
mayor problema: su explotación mediante alguna mano de obra. Este dilema estaba presente en el informe del
Visitador Magaña del año de 1547, en donde desvela los mecanismos de la acumulación original del capital
por parte de los empresarios mineros:
“...En todos los pueblos de esta Gobernación sacan el oro de minas con los naturales y con ayuda de algunos
negros, porque si no lo sacasen, es tanta la pobreza de los vecinos, que no se podría remediar de otra manera
por ser la tierra muy estéril y muy costosa, y están muy adeudados; ya con este socorro de oro de minas se
van remediando y comprando algunos negros con que los Reales quintos de Vuestra Majestad cada día se
van aumentando...”
A principios del siglo XVII repetidas provisiones de una Corona acosada por las dificultades financieras que
suscitan sus continuas guerras contra Francia, Inglaterra u Holanda, tratan de “nuevos descubrimientos”. Muy
concretamente, ordenan repetidamente y en forma imperativa la conquista de los territorios auríferos del
Pacífico. Se logra precozmente hacia 1610-1630, implantar de manera estable tres primeros enclaves mineros;
aquél del sur en los ríos Telembí y Patía centrado sobre el poblado de Barbacoas, aquél del Raposo (vecino de
la Buena Ventura del río Anchicayá), y al norte los Reales de Minas de San Juan de Nóvita.
Algunas fuentes afirman que solamente en 1654 se inician las labores mineras en el San Juan, y primero con
esclavos aborígenes explotados bajo el falaz disfraz de la Encomienda y del “tributo”. Del mismo año parece
ser la fundación por los jesuitas del asiento originario de Citará, destruido poco después por una ofensiva de la
resistencia Embera. Sólo resurge a partir de 1702, en otro lugar, con el nombre de “pueblo de San Francisco
de Quibdó”.
Entonces se forman las primeras compañías militares mixtas, con infantes “montañeses”, pardos, mulatos,
libertos y mestizos. Es así como en 1681, para hacer frente a la intrusión británica en el Pacífico, el Cabildo
de Cali decide formar “cuatro compañías, una de españoles y mulatos agregados, dos de mestizos, y la del
mismo señor Caicedo, que sumaban trescientos veinte hombres”.
En julio 12 de 1688, desde “este pueblo de Lloró”, el Capitán Antonio de Veroiz da cuenta de la
“pacificación” de la provincia de Citará emprendida en enero de 1687. Se logró crear unas bases mineras en
Lloró y Negua ; sin embargo, su explotación padece una penuria de mano de obra, y añade con marcado
desencanto:
“Esta provincia, señor, no tiene tanta gente como la envidia ha publicado...”
No es que la provincia esté deshabitada sino que "viven en retiros inexpugnables los indios". La dispersión de
los habitantes es al mismo tiempo un peligro militar, y un factor de limitación de la mano de obra minera.
Más adelante señala la provincia indómita de Tatamá en donde “...viven en retiros inexpugnables los indios”,
y para conseguir “su poblazon” (entender “su reducción a pueblos”, es decir su agrupación con fines laborales
y doctrinales) recomienda el envío de “dos sacerdotes de buenas y sanas costumbres y vida”. Se refiere luego
a una expedición de “pacificación” salida de Anserma en 1686.
El memorial deja en claro la existencia de dos pueblos, Lloró y Negua. Según el autor, Lloró “es el mejor por
haber en él ajusticiado, el maestro de campo don Juan de Caicedo, más de treinta indios de los más
soberbios, que al enfermo del accidente violento siempre le aprovecha la sangría”. Al parecer los españoles
no explotan el mineral con esclavos sino que adquieren este mediante tributos de los Embera.
En un nuevo informe del año de 1695 fechado en Citará, Veroiz recuerda que desde 1692-1693 se ordenó:
“que en el río de Bebará hiciese pueblo con los indios naturales de él y de los retirados que quisiesen salir de
sus retiros y poblarse allí”. (Caciques e Indios, Tomo X)
Pero fracasó en su intento de “salir a unos retiros a sacar indios retirados”, encontró la hostilidad de otros
españoles “opuestos a la población de Bebará”: éstos lo echan a la cárcel. No obstante termina su memorial
indicando:
“El pueblo de Bebará está en el camino de Antioquia, en parte sana a la orilla del río, se han poblado
cincuenta y dos indios tributarios con sus familias(...) Subiendo desde el mar por el río grande de Atrato, el
primer pueblo es el de Bebará...”
Todos los informes de mando de los Virreyes señalan la persistencia y la magnitud del cimarrónismo aborigen
durante el siglo XVIII. Antonio Manso en 1729, el Oidor Eslava en 1751, Solís en 1760, Moreno Escandón en
1772, Manuel Guirior en 1776, José Ezpeleta en 1796, Pedro Mendinueta en 1803, mencionan todos la huida
continua de los aborígenes, cuando no sus rebeliones, levantamientos e incluso “los frecuentes insultos de los
indios Cunacunas... acometan, incendian la vigía de Atrato, cometen muertes, roban lo que encuentran y
ponen en consternación a las provincias”.
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Apoyado en un documento del cabildo de Cali en 1730, escribe Gustavo Arboleda:


“...Había en el Chocó 3.000 negros; los indios del Citará residían en cinco pueblos fundados y reducidos
todos a son de campana, aún en medio de los alzamientos y rebeliones que habían ejecutado. En jurisdicción
de Nóvita había otros cuatro pueblos, con más los de Tatamá y Chamí...”

Observando con inquietud el crecimiento de la población esclavizada escribe F. Silvestre en 1789 :


“...Aunque para fomentar las minas convienese aumentar el número de esclavos, sería falta de política,
atendiendo el corto número de blancos. Porque si se levantaban los indios, se les unirían tal vez los esclavos
para no serlo, sin poderlos contrarrestar los otros libres y blancos, que no alcanzan a la tercera parte; y si
los negros, no había que contar con los indios, que se irían a los montes… Hay milicias para sostener
cualesquiera turbaciones de los negros, y contener los indios del Darién por el Atrato”.
En cuanto a estos últimos, con su lucidez, Silvestre no vacila en explicar e incluso legitimar el cimarronismo
persistente de los “naturales”.
“...Los Corregidores sólo cuidan de emplear a los indios, para cobrarles el tributo y hacer su negocio; y los
curas de hacer su negocio también, cobrándoles su estipendio. Son pocos los indios que hablan el castellano,
y muchos los que huyen a los montes que hacen sacar los Corregidores para que les trabajen”.
Un informe redactado en Cartagena en el año de 1780, por el Capitán de Ingenieros Juan Jiménez Donoso
figura en la “Historia Documental del Chocó”. Comisionado con este propósito, señala distintos fuertes -o
"sitios apropiados"- a lo largo del Atrato para impedir la penetración de las armadas extranjeras: Loma de las
Pulgas, Beté, Murrí. Menciona a los pueblos de Bebará, Quibdó y al Arrastradero de San Pablo. Observa la
escasa población de las provincias de Citará y de Nóvita, 14.662 habitantes, “número inferior a el de sólo
Cartagena”.
Muy obsesionado por “los indios cimarrones” denuncia su presencia en varios lugares (Domingodó,
Riosucio)“todos parajes a propósito para quitar los escondites a los indios”. Indica el cazador que con el
fin de fomentar el poblamiento "... en 1758 se sacaron varias familias de indios de los pueblos de Tigre,
Terena, etc. y se fundaron en el río Murindó; pero doce años después, hallándose mal contentos, mataron su
Capitán y Fiscal y se volvieron al Tigre y Tarena, etc. escapándose el cura por fortuna".
Pero prosiguió la resistencia y enseguida señala la existencia de varios pueblos cunas y emberas de
cimarrones, lo cual evidencia nuevamente cómo la supervivencia de las comunidades y su amparo son
garantizados por el modelo territorial de hábitat disperso:
“Estos indios, huyéndose de los pueblos, se esconden por las quebradas de los ríos, lo que, como están tan
despobladas, les es facilísimo, y de los que había fugitivos cerca de Pabarandó se formó allí, no ha muchos
años, una población como hoy sucede también en Cupica, paso o arrastradero a la mar del sur por el río de
este nombre y aún dicen hay un pueblo de estos huidos en las cabeceras de Lloró”.
Más adelante Jiménez relata diversas escaramuzas con los cunas atacando las vigías del río, en la comarca de
Riosucio, quemando el puesto militar y exterminando la guarnición, en 1766, y repitiendo el ataque en 1774.
Del pueblo de "indios reducidos" de Murrí, nos indica que fue primero fundado hacia 1728 en el río Bojayá, y
que se pasó al río de Murrí antes de 1741; que los moradores huyeron y que un capitán los volvió a traer a
Murrí. Sobre la configuración del asentamiento de Bebará lo define como hábitat disperso de cultivadores:
“...está el pueblo de este nombre, dividido y esparcido, en tanto no se termina el litis sobre el paraje de la
formal reunión y lo cierto es que mientras más cerca de Atrato, este será mejor”.
Se vuelve obsesivo obligar a los aborígenes al cambio de hábitat, buscando "parajes a propósito para quitar
los escondites a los indios...de los indios que había cimarrones en estos retiros...en el río Domingodo, los
plátanos de los sembrados por los indios cimarrones".
Estas notas indican la larga tradición de los hábitats-refugios en las cabeceras de los ríos del Chocó. También
informan sobre un cimarronismo que no fue "privilegio" de los esclavos negros sino que también fue modelo
de hábitat selvático clandestino, alejado de los centros de represión, que permitió la supervivencia de las
comunidades emberas. El autor señala cómo los intentos de "reducción" y el continuo cimarronismo nativo,
provocan la fundación repetida cuatro veces entre 1728 y 1780, en sitios distintos, del pueblo de Murrí.
No menos testaruda fue la resistencia ideológica de los habitantes. Había declarado con desprecio Lucas
Fernández a mediados del siglo XVII:
"Tenían alguna noticia del diluvio y de la creación del mundo: pero con tanta adición de disparates, que
fuera indecencia reducirlos a la pluma".
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Ciento cincuenta años más tarde el gobernador constataba en estos términos la persistencia de la cultura
embera:
"Los indios... De nada sirve que en los días que aportan a sus pueblos los recoja el cura para doctrinarlos,
porque siendo rudos e inseparables de su idioma, no pueden aprovechar con una enseñanza momentánea.
Por eso sus costumbres no han perdido las raíces del barbarismo y la superstición nada declina al olvido".
Solo falta agregar aquí como la Iglesia católica instaló en los centros mineros (Quibdó, Nóvita, Guapi,
Barbacoas) unos “protectores de indios” que rápidamente se tornaron sus explotadores, expulsores y
perseguidores, en solidaridad y complicidad con los dueños esclavistas de las minas y las autoridades de
policía y los todopoderosos corregidores. . .
Tropelías, abusos, arbitrariedades e incluso crímenes, y matanzas después del levantamiento de 1684, fueron
continuos y numerosos por parte de curas “de doctrina” o misioneros franciscanos (Eric Werner Cantor). Es
de anotar que entre las cincuenta minas chocoanas del listado de Jaime Jaramillo para 1759, cinco de ellas
eran propiedades de sacerdotes y prelados esclavistas.
Escribían en 1943 los autores de la "Geografía Económica del Chocó":
"Todavía a fines del siglo XVIII, organizada la Colonia, se formaron expediciones con ánimo de dominarlos
y hace apenas cincuenta años se libró en el Golfo de Urabá un verdadero combate contra el cacique
Iñapaquiña, a quien extraños quisieron desconocer su autoridad y sus dominios".
De hecho, finalizando el siglo XIX los Cunas seguían resistiendo en Urabá, y un documento informa sobre
las actuaciones de las autoridades nativas:
“Prefectura del Atrato, Quibdó, 17 de abril de 1896
Señor Secretario de Gobierno, Popayán.
“Me es honroso comunicarle recibo de su atenta nota No. 60 fechada el 23 de marzo, en la cual se sirve usted
ordenar a esta prefectura la adopción de medidas enérgicas pero prudentes para traer a la obediencia a los
indígenas residentes en la banda occidental del Golfo de Urabá, quienes parecen tratar de oponerse a mano
armada a que se dé posesión al Señor Antonio Ambrosio, de las minas que él denunció con los nombres de
“Espiritusanto del Darién”, “San Antonio de Padua” y “Castilla de Oro”.
En debida oportunidad me pondré de acuerdo con el señor Ambrosio para obtener el sometimiento de dichos
indígenas, una vez que este señor haya ofrecido sostener con sus propios recursos la fuerza que sea
menester para aquel fin...Célimo Rayo”.
Dicha carta reposa en el A.C.C, Gobernación del Cauca 1887-1910, paquete 233, legajo 46, donde la pueden
consultar con indudable provecho los futuros historiadores del "paramilitarismo empresarial" en Urabá...

El Opón-Carare y Barrancabermeja.
Barrancabermeja surge en tierras nacionales y por lo tanto disputadas en el momento que su aparente
esterilidad superficial revela la riqueza de su trasfondo. Se presenta el caso muy peculiar de un prolongado
conflicto social en torno a baldíos, pero no con miras a su explotación agro-pecuaria sino por un
yacimiento de tipo minero y subterráneo. Algunas situaciones, fenómenos y aconteceres particularmente
significativos para nuestros objetivos, ilustran la trayectoria socio espacial de la región.
Es de recordar que en la región las adjudicaciones se habían iniciado en el siglo XIX, y el catalogo del AHNC
indica que entre 1837 y 1908 8 extranjeros ( entre los cuales Cortissoz- unas 30.000 has - Lengerke, mas de
20.000, Robert Joy, 16.100 hectareas) recibieron mas de 70.000 hectareas en Aguachica, el Opón, Zapatoca,
Girón etc. Unos presentaron bonos de deuda publica , otros recibieron las tierras en virtud de un contrato y
como parte de pago para la construccion de una ferrovia o la apertura de un camino.
En 1837, ocurre en Socorro el temprano fraude en el cual encontramos implicada nuevamente la familia
Lopez un siglo después. Sólo lo denunció El Siglo en 1942 en vísperas de elecciones presidenciales, tirándole
esta cáscara de banano a Alfonso López Pumarejo cuando aspiraba a su reelección. Una adjudicación original
de 435 fanegadas en el Carare, hecha en 1837, se queda así hasta 1905. Pero informados en Vélez de la
concesión a De Mares, unos estafadores transforman la adjudicación en escrituras falsas por 150.000
fanegadas situadas adentro de la concesión , entre los ríos Carare y Opón. Aquí surgen conflictos entre los
mismos ladrones, vendiendo una parte de los títulos falsos a una empresa petrolera británica , la Lobitos
Oilfields Limited. Se suceden varias peripecias judiciales pero finalmente la Lobitos denuncia el fraude y los
culpables santandereanos pasan unos días en la cárcel hacia 1932.
Mientras tanto, unos de los títulos llegan en 1918 a una sociedad comercial en la cual encontramos un tal
Pedro Ignacio Uribe; comerciante entonces socio del general Virgilio Barco en la fantasmal Colpet
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(Colombian Petroleum) recién fundada para explotar la concesión del Catatumbo. Pero Barco tenía la ventaja
de ser general sin que nada indique en qué gloriosas batallas mereció sus estrellas, en realidad recompensado
como acólito de Reyes, mercader-general vuelto presidente. Tan pronto legalizada (si se puede decir) su
concesión, Barco arma unas expediciones militares para conquistar el Catatumbo; es decir despejar el terreno
de los obstáculos, los aborígenes baris, o motilones. De Mares aquí, Barco acá, la historia se repite en ambas
comarcas a lo largo de los Santanderes: antes de perforar el suelo hay que "perforar" los moradores, aniquilar
a tiros yariguies y motilones.
Es que la historia de ambas concesiones resulta muy parecida : regalada por Rafael Reyes a uno de sus
allegados; seis negociantes indígenas dispuestos a todo: y tres norteamericanos con capitales . Según una carta
de estos, seguramente más precavida que imprudente, cuando mas tarde se hace el traspaso de la concesión a
los petroleros estadounidenses , estos pagan 40.000 dolares a Pedro Ignacio Uribe, mientras Barco recibe
100.000 dolares. Al poco tiempo fusionan la firma Uribe y Tellez con la Casa Pedro A. López y Cia ; esta
ultima se encuentra en 1919, año crucial de las leyes petrolíferas, en posesión de los títulos falsos de los
campos petrolíferos del Carare. Se cierra así un anillo del Catatumbo al Opón -Carare , y de los Barco a los
López.
Durante la controversia que se desata en los años treinta los López ganan el pleito gracias a la ley 160 de 1936
que según algunos autores ellos mismos hicieron votar por el Congreso, aprovechando sin tardar la presencia
de Alfonso en el Palacio de Nariño. Entonces la familia crea la Compañía Explotadora del Carare S.A., en la
cual figuran como socios tres generaciones de los López. En 1942 Alfonso López P. estaba a la vez
interesado en su reelección y en la venta de los títulos falsos en Estados Unidos. Elegido pero implicado poco
después en otros escándalos , tendría que renunciar a la Presidencia. Pero no renunciaba a sus pretensiones
sobre 150.000 fanegadas de baldíos de la Nación; en el mapa de la concesión de Mares elaborado por la
Tropical Oil Company hacia 1945 y publicado en la Geografía Económica de Santander, las tierras situadas
entre el río grande, el Opón , el Carare y el Guayabito llevan la mención " Titulo Carare López".
Sobre "El Titulo falso del Carare", como se conoce, existen varios documentos en el AHNC, Fondo
Ministerio de Gobierno, Tomo 144 del año de 1920. El primero , con fecha de junio 24 de 1920 , es un
atrevido memorial que presenta Pedro A. López y Compañía al Ministro de Gobierno "en demanda de
protección para que se impide la explotación de los bosques ubicados en los municipios de Puerto Carare,
Puerto Aquileo y Barrancabermeja, que dicen ser de su propiedad". Diez días mas tarde, el 2 de julio,
contesta el Ministro de Agricultura y Comercio, solicitando " el envío de los títulos en que fundan su
derecho". Los pretendidos propietarios , el 29 de julio presentan los controvertidos títulos de Uribe , Téllez y
Compañía . El 31 replica el Ministro "que estos títulos no lo son " y solicita la presentación de los
documentos de tradición. El 12 de Agosto la firma de Pedro A. López manda otro memorial , refiriéndose a la
adjudicación de baldíos que se hizo en 1837 a favor de Juan Florentino Sánchez por 150.000 fanegadas en El
Guayabito. El mismo día contesta el Ministro :
"El vendedor de cosa ajena solo contrae una obligación, pero no transfiere el dominio....porque nadie puede
transferir lo que no tiene...la duda del Ministerio es más que fundada porque no hay constancia de que a un
particular se le haya hecho una adjudicación de baldíos de tanta magnitud".
Estaba el Señor Ministro o mal informado o muy distraído, pues en sus propias oficinas existían desde el siglo
XIX archivos con registros de varias adjudicaciones "de tanta magnitud", e inclusive más extensas aún.
Enseguida el Ministerio decide abrir una encuesta , con la cual se revela la superchería y la falsificación. En
1837 Sánchez adquirió de la Nación 450 plazas de tierras. Las vendió a Jerónimo Arguello , según la
escritura Nº 11 de noviembre 21 de 1862 registrada por el Juez notario de Florez. Examinada dicha escritura ,
revela "alteraciones de suma gravedad y con las cuales se convierten las 450 plazas en 450.000". Los
agentes del gobierno central investigando en la notaria rinden un informe , destacando :
"...de cuatro cientos cincuenta mil fanegadas ,( aquí la palabra "mil" está en letra distinta de la del cuerpo
de la escritura, escrita con tinta más pálida y como metida entre las dichas palabras "cincuenta " y
"fanegadas").....
Según el mismo informe , igualmente se falsificaron los linderos en la escritura. Termina el Ministro diciendo
:
"...Parece que los señores Pedro A. López y Compañía se creen dueños de esa inmensa extensión ".
El asunto toma al poco tiempo una dimensión mayor y se integra a la guerra de las petroleras. En octubre de
1920 ,la empresa británica Lobitos Oilfields Company manda un memorial de queja al Ministro de Gobierno;
la empresa Pedro a. López y Compañía se opone a las labores que vienen desarrollando sus peones en los
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campos petrolíferos. El 16 de febrero de 1921, interviene en la controversia Eduardo López Pumarejo,


senador e hijo de Pedro López, con una carta al Ministro en la cual se queja de las actuaciones de la Lobitos
Oilfields Company. El día siguiente, en febrero 17 de 1921 , los hermanos Tracey, apoderados y dueños de la
Lobitos, desde Bogota mandan al Ministro de Gobierno una carta protestando por el lanzamiento inminente
de sus trabajadores, a solicitud de Pedro A. López.
En Mayo interviene la Legación Británica, manda agentes para investigar los hechos en San Vicente y en los
campos petrolíferos de La Tempestuosa y La Llana: los diplomáticos encuentran su labor entorpecida por las
autoridades locales y la Policía. El asunto adquiere tamaño de controversia diplomática entre gobiernos, y
desencadena varias demandas que se prolongarían durante muchos años.
Recordemos que 450.000 plazas equivalen a unas 290.00 hectáreas, o sea que cubren una superficie igual a
aquella del contrato inicial a De Mares y en la misma región. El reclamo de los López se extiende en 150.000
plazas , equivalentes a unas 100.000 hectáreas, es decir a la jurisdicción que se atribuiría unos meses mas
tarde al nuevo municipio de Barrancabermeja.
Lo anterior explica porque en la zona encontramos a principios del siglo una competencia por las tierras , y
de pronto la presencia de otras empresas yanquis. En el Libro Primero de 1926 de la Notaria de Barranca
recién creada , según las escrituras 31-32 y 33 , David Mac Allister compra el mismo día tres propiedades
rurales en la vereda La Tempestuosa, en representación y nombre de la Lobitos OilFields Limited. No
sabíamos entonces qué ocurrió luego con las propiedades que iba adquiriendo una empresa británica adentro
de la concesión de la Tropical -Standard. Un voluminoso legajo de documentos del Ministerio de Gobierno ,
aclaró luego el asunto, pero nos obligó a construir un nuevo capitulo dedicado a la guerra de las petroleras.
Ahora bien , durante la "feria de los baldíos" la mayor parte de estas adjudicaciones desmesuradas no tuvieron
ninguna proyección productiva. Al propósito observa Aquileo Parra:
"...se solicitó y se obtuvo también grandes adjudicaciones de terrenos baldíos a inmediaciones del camino
(del Carare ),adjudicaciones que ojalá no hubieran sido hechas , porque no habiendo emprendido y sostenido
hasta ahora ninguno de los adjudicatarios el cultivo de una parte siquiera de esos terrenos, solo han servido
de obstáculo para llevar nuevos pobladores al camino".
Efectivamente, solo crearon latifundistas de "hectáreas" de papeles y kilómetros de escrituras, más que de
tierras; y perspectivas futuras de innumerables fricciones y litigios con el campesinado. En ciertos casos,
despajes de un breve auge y una rápida quiebra, las tierras quedaron sin uso durante décadas.
En el Opón-Carare, para garantizar la óptima “circulación de la propiedad”, se inicia la "circulación" forzosa
y los desalojos de colonos , con el apoyo de las leyes, el poder de las escrituras, el respaldo de los jueces , la
ayuda de los abogados; y si es el caso con la intervención de la Policía Municipal. Este es el sentido de la
adjudicación a los Valenzuela , otra fechoría de Rafael Reyes según el policía Valbuena, quien relata al
propósito:
"Otra concesión desmallada del gobierno del señor general Reyes fue la de los terrenos de la banda derecha
del río Lebrija a unos señores Valenzuela, de Bogota(...) En una ocasión acompañe en un viaje a quien fue
miembro distinguido del foro colombiano y notable hombre público, al doctor Pedro León Mantilla, que a
nombre de aquellos señores Valenzuela se propuso tocar en todas las cabañas , barracas y en cuantos
pequeños núcleos de población avía en aquellas riberas, para descubrirles a sus habitantes y notificarlos,
con muchos cumplidos y gentileza, de cómo eran los señores Valenzuela los dueños de esas tierras y a
quienes se debía pagar algún tributo...Los mestizos montaraces (...) le respondían al caballero notificado,
variando la forma pero no sus firmes propósitos: "Jé! Que vengan esos señores para pagarles!" y de una vez
ponían la mano sobre el machete. "
Quien cuenta tan jocosamente este despojo era el policía al mando de la escolta del leguleyo , ambos al
servicio de los expulsores bogotanos .
Igualmente participan de la feria de los baldíos los contratistas de obras públicas y los mismos topógrafos y
agrimensores , siendo que en razón de la pobreza de la Hacienda ,el Estado con frecuencia cancela sus
compromisos monetarios mediante adjudicaciones de tierras nacionales, a veces con extensiones
descomunales. Es así como en 1872 el Ministro Aquileo Parra , para contratar la construcción del puente de
Girardot, recibe en su despacho "cinco distinguidos sujetos con una carta del Presidente":
"Acordado que fue el valor de la construcción del puente en la suma de $100.000....quedaba por fijar la
cantidad de tierras baldías que, como estimulo debían adjudicarse a los contratistas. Y como les preguntase
que cantidad de hectáreas pretendían ellos que se les adjudicase, contestaron que 200.000."
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En el Opón -Carare, como se vio, actuó muy temprano la rapiña sobre las tierras nacionales por parte de estos
personajes. Inclusive tratan desde el Capitolio y por medios legales de apoderarse de los últimos reductos
yariguies. Eso es lo que demuestra esta carta conservada en el AHNC ( Fondo del Congreso, Legajo Nº 1 ,
folio 669)
" Republica de la Nueva Granada
Secretaria de la Cámara de Representantes
Bogota , 13 de Marzo de 1840
Al Sr Secretario del Ministerio de Interior
Señor
Tengo orden de esta cámara para solicitar de Ud una noticia sobre la estensión (sic) que puedan tener los
baldíos llamados Yariguies comprendidos en el territorio de la provincia del Socorro hacia las vertientes
occidentales de la cordillera central de los Andes i si el Poder Ejecutivo en virtud de sus atribuciones ha
dispuesto de estos baldíos o parte de ellos.
El objeto de esta noticia es el de poder resolver una solicitud de la cámara provincial del Socorro en que
pide se adjudiquen a sus rentas los baldíos expresados.
Soy de Usd......Pastor Ospina"
La respuesta negativa y lacónica figura en el margen :
" ...no se ha practicado su mensura i que el Poder Ejecutivo no ha dispuesto de ninguna parte de ellos."
Algunos años mas tarde el mismo Pastor Ospina , siendo presidente su hermano , seria nombrado a la
Gobernación de Cundinamarca . Entonces actuaría, en beneficio propio para expulsar los colonos del oriente
de Cundinamarca , hechos que denunciaría su opositor político Fermín López en su libelo "El desencanto".
Regresando a las selvas del Opón, es de suponer que Lengerke había invertido antes de 1860 sus ganancias
comerciales en la adquisición de tierras en Zapatoca, donde fundó las plantaciones de la hacienda de
Montbello. Pero surge la necesidad de exportación de su producción ; es cuando se liga el binomio
comunicaciones-adjudicaciones . Los documentos registrados en la Gobernación indican que Lengerke
recibió una adjudicación correspondiente a cada uno de los contratos para la apertura de vías. En 1863 , dos
contratos significan, uno 200 hectáreas y el otro 10.000 hectáreas. Un nuevo contrato , tambien firmado en
1863 tiene por objeto "abrir dentro de cuatro años un camino de herradura que conduzca de la cabecera de
este distrito (Zapatoca) al punto de Barrancabermeja..." y allá construir bodegas "seguras y capaces , con
techo de teja" , lo mismo que varios tambos-escalas en el trayecto del camino . Entre diversos privilegios el
contratista recibe entonces "12.000 hectáreas de tierras baldías, de las que posee el Estado (Nota: El Estado
Soberano de Santander) en el trayecto del camino, en los puntos que el elija.." Este contrato se firma el 31 de
diciembre de 1863 y lo aprueba el presidente del Estado de Santander, Eustorgio Salgar quien tampoco
desdeño las adjudicaciones personales según el Listado del Ministerio de Industrias elaborado en 1933. Era
este otro genio graduado de abogado a los 20 años , general a los treinta años, embajador en Washington a los
33, presidente de Colombia a los 39 años en 1870; y del cual según se desprende de su biografía, el mayor
logro es que no hubo guerra en el país durante los dos años de su administración.
Con las cifras anteriores, por lo demás incompletas, es probable que los títulos de Lengerke sumaban mas de
20.000 hectáreas. Incluso, en 1873 las propiedades del germano sirven de lindero cuando la administración
demarca el corregimiento de Chucuri:
"...por el sur , las líneas geodesicas que por este lado demarcan los terrenos de Geo Von Lengerke..."
Como era de esperar, al poco tiempo estallan las primeras controversias al calor del desarrollo productivo de
las tierras, y de la demanda de ciertos productos. Se recrudecen los litigios cuando asoman las perspectivas
del café, del tabaco, del caucho, de la quina o de la tagua en los mercados internacionales. Igual que en otras
regiones los diferendos de propiedad se encuentran estimulados o agudizados por la demanda externa; al
parecer, en Colombia tradicionalmente, cada vez que se exporta algo se importa una guerra.
En este sentido resulta muy ilustrativo el episodio siguiente en el cual se libran una guerra , con ejecitos
privados, y en territorio colombiano un empresario alean y su rival venezolano, acudiendo además cada
uno a las autoridades indignas para fallar en su favor. Retrocediendo una legua , la Ley 19 de 1865 había
determinado que los Estados Soberanos podian disponer de sus tierras baldías y adjudicarlas a particulares.
No obstante , en 1880 el gobierno central tramita una adjudicación solicitada por el venezolano Manuel
Cortissoz, negociante establecido en Bucaramanga donde era cónsul de Venezuela. El mismo año, Lengerke
funda una Sociedad Industrial y firma con el gobierno del Estado Soberano de Santander un contrato de
explotación , transporte y exportación de la quina. El gobierno da en explotación sus baldíos desde la serranía
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de La Paz hasta las riberas del Magdalena , zona de la cual Cortissoz esta gestionando su adjudicación en
Bogota. Escriben Sandoval y Echandia:
"...Por lo general los baldíos entregados eran muy extensos y sus limites inexactos, lo que inducía a las
compañías a que mantuvieran un sistema de vigilancia que las defendiera, aún por la fuerza, de la
penetración clandestina de los explotadores individuales o de otras compañías.
"En 1880, el gobierno de la Unión adjudica a Manuel Cortissoz 20.000 hectáreas de tierras baldías en la
misma zona en que el Estado Soberano de Santander le había entregado a Lengerke 12.000 hectáreas. El
gobierno seccional consideró, en una Asamblea Extraordinaria bajo la presidencia de Solon Wilches, que
con esto se violaba su soberanía y declaró nulas las adjudicaciones hechas por la Unión...
"...Las dos grandes compañías por su parte, convirtieron la zona de explotación en un verdadero campo de
batalla. Las bandas armadas que tenían se atacaban mutuamente para robarse la quina extraída, los
víveres, las armas, etc. Así los aborígenes defendiendo algo a lo cual tenían derecho: su tierra, tomaban
parte como un tercer combatiente y enemigo común, en la guerra declarada entre las compañías quineras
mencionadas".
Las dos empresas se enfrentan , cada una pertrechada con un nutrido grupo de apoderados nativos ,
"generales" y "doctores", calificados como "socios" o "agentes" . En realidad no eran sino los factotums
locales encargados por los extranjeros de resolver sus diferendos jurídicos con la administración indígena;
práctica colonialista entonces corriente en Asia y Africa. Se llega incluso a un conflicto epistolario entre el
presidente del Estado Solón Wilches apoyando a Lengerke, y Rafael Nuñez presidente de la Union,
respaldando a Cortissoz. Incluso se encuentra en el archivo de baldíos del AHNC (Tomos 3 y 4 de 1879-
1881) las solicitudes oficiales que dirige desde El Socorro el presidente Wilches al presidente de la Unión en
Bogota: reclama la cesión al Estado Soberano de Santander de 120.000 hectáreas de baldíos nacionales.
Mientras tanto en los campos, más que cartas se usan productos recién importados por ambos comerciantes:
Winchester, Remington y Smith and Wesson. El venezolano arma una cuadrilla comandada por un "general"
, y este en los caminos hacia Puerto Santander intercepta los envíos y "decomisa" la quina de Lengerke. El
germano replica organizando una tropa de peones para enfrentar a su competidor venezolano. Agresiones ,
mutuos atropellos, escaramuzas y combates se desarrollan durante varios meses del año de 1881. La muerte
de Lengerke en 1882 y la crisis de la quina el mismo año , ponen el punto final al enfrentamiento y no
volvemos a encontrar datos sobre la adjudicación a Cortissoz, quien regresa a Barranquilla. Pero en "la feria
de los baldíos" los nativos no se quedan atrás y este mismo año de 1880 , Manuel Díaz Granados "y otros"
(formula que indica la existencia de una Sociedad comercial fundada para su explotación) titulan en Betulia y
Girón cuatro adjudicaciones sumando cerca de 13.000 hectáreas.
Otra guerra de papel mantienen durante meses los dos rivales. Lengerke siempre acude a Solon Wilches y en
los archivos de El Socorro y Bucaramanga se conserva lo esencial de sus reclamos. Por el contrario Cortissoz
se dirige al Gobierno de los "Estados Unidos de Colombia" , y su correspondencia se encuentra en Bogota,
conservada en numerosos folios que llenan los tomos 2,3 y 4 del Fondo de baldíos. En julio 5 de 1880
Cortissoz, entonces en plena contienda contra Lengerke, solicita del gobierno central "2.000 hectáreas de
terrenos baldíos a orillas del río Opón". Tres semanas más tarde, en julio 26 de 1880, esta gestionando una
solicitud anterior , aún pendiente, de "20.000 hectáreas de terrenos baldíos situadas en los distritos de
Zapatoca y Betulia". Su apoderado es Manuel Díaz Granados, quien además esta tramitando otras
adjudicaciones en beneficio propio.
Desde luego no tardan las protestas de Lengerke, e incluso de Wilches, dirigidas al Presidente de la Unión,
mediante correspondencia de julio, agosto y septiembre de 1880. Enseguida contrataca Cortissoz, en varias
oportunidades. En su prolija correspondencia destaca un largo memorial de nueve paginas, fechado en
Bucaramanga ( agosto 8 de 1880) y dirigido al Secretario de Hacienda de la Unión. El venezolano se queja de
de "derechos atropellados" por las actuaciones regionales federales contra sus empresas. Insiste en que la casa
comercial de Barranquilla que el representa en Bucaramanga ha invertido muchos capitales en la explotación
de los bosques santandereanos, y en varias oportunidades reitera el argumento de los gastos en "esa industria".
Más adelante hace un recuento de su solicitud de 20.000 hectáreas en Zapatoca y Betulia " como tenedor de
bonos territoriales en cantidad suficiente". Entre los testigos que cita como declarantes de la calidad de
baldíos de los globos solicitados, figura su apoderado y socio Miguel Díaz Granados. Es de suponer que este
actuaba como testaferro cuando solicitaba para él unas adjudicaciones en realidad codiciadas por Cortissoz.
Más adelante, este acude a un arsenal de leyes , asegurando "ser libre la explotación de los bosques
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nacionales", y luego se acoge a la protección de estas leyes amparando "la propiedad a los colonos y
cultivadores", pretendiendo a esa calidad. Hablando de la quina , escribe:
"...Yo tengo invertidos fuertes capitales en esa explotación y en ese cultivo".
Luego asegura:
"...Tengo grandes desmontes, tengo fuerte cantidades de quina, mantengo alla más de 400 hombres con sus
capataces desde hace meses".
Se vuelve a quejar de sus gastos, "mucho dinero" dice, desarrolla una argumentación tendiente en rechazar
los motivos por los cuales el presidente Wilches negó la solicitud , y añade:
"Es lo cierto que en ese asunto no es el articulo 918 lo que obra , sino un proyecto particular y de lucro
personal. Se dice por la voz pública que el Presidente de Santander , con pretexto de cuidar los bosques
nacionales (los cuales no deben cuidarse porque son de libre explotación) va a enviar a mis baldíos a un
concuñado suyo, señor Domingo Moreno, a explotarlos por cuenta de ambos , apoyados en la fuerza
pública".
Insistiendo por ultima vez en sus "cuantiosos gastos" , termina excusándose de su tono "airado":
"...No se puede guardar recato con los que salen a quitarle a uno lo que tiene con el rémington disfrazado de
progreso".
Con todo eso , la política clasista de los baldíos se evidencia muy temprano cuando apenas se otorgan
adjudicaciones , bien sea a mimados de algún régimen o "en recompensa de servicios", bien sea a los
especuladores traficando con bonos de deuda publica; incluso falsificados y reciclados en una oficina estatal
en Bogota. Pero se hace más evidente aun, cuando la presión del campesinado de colonización obliga el
gobierno a promulgar la ley 71 de 1917 sobre adjudicaciones menores de 20 hectáreas. Entonces los mimados
y traficantes , a veces en forma muy expedita , mediante el trafico de influencias o el soborno de un burócrata
extorsionista, logran titular latifundios que si quiera conocen; mientras tanto un labrador quindiano, tolimense
o de Aracataca puede demorarse años para cumplir con los requisitos exigidos para escriturar veinte
hectáreas.
Es más , el propio Estado con frecuencia niega a los cabildos las tierras baldías solicitadas por nuevos
municipios, y luego las adjudica sin dificultad a particulares. Eso es precisamente lo que ocurre en 1880-1883
a la "Aldea de San Vicente de Chucuri", que acababa de ser erigida en municipio. Según el folio 80 del Tomo
4 del fondo de baldíos del AHNC, mediante una petición fechada en El Socorro (abril 13 de 1883), el cabildo
de San Vicente solicita al Secretario de Hacienda de la Unión 20.000 hectáreas de baldíos para el municipio;
legitiman su petición recordando su condición de "entidad de reciente creación e imperiosa necesidad la
construcción de los locales públicos de casa Municipal y Cárcel, escuelas, carnicerías y cementerio". Con
este laconismo contesta el Poder Ejecutivo:
"...Se abstiene de acceder a esta solicitud ".
Obtener baldíos era entonces más fácil para un traficante extranjero que para un nuevo municipio colombiano;
en la misma región y época , como se vio se estaban entregando extensiones muy superiores a Lengerke,
Cortissoz, Díaz Granados, Robert Joy, y otros candidatos al latifundio.
Igual conflicto oponiendo el Estado, los colonos y concesionarios o adjudicatarios extranjeros de las tierras ,
es aquel que tambien a principios de siglo encontramos en la zona Bananera de San Marta concesión de
United Fruit Company (UFCO). La política ambigua de Reyes suscita cantidades de diferendos, controversias
, litigios y pleitos de los cuales algunos tendrían un desenlace violento y prolongadas consecuencias . El
Fondo de baldíos del AHNC, tomo 28 de 1907 , nos informa que los vecinos de Sevilla (Aracataca) mandan a
Rafael Reyes un telegrama solicitando una adjudicación de terreno para el nuevo caserío . Lo firman en forma
de memorial colectivo numerosos agricultores, entre los cuales varios extranjeros (apellidos Schuller,
Edmonson, Ropain, etc). Otro telegrama de los mismos , del 10 de junio, insiste:
" Es asunto de vida o muerte para vecinos de este caserío".
Lo firman masivamente 76 agricultores. En el tomo 36 de 1912, folio 57 , el señor William Crane solicita
copia de los terrenos de "Macondó (San Juan de Cordoba) fracción de Sevilla". En el Tomo 37 , diciembre 19
de 1913 (folio 251) el cultivador Pedro Vargas manda un telegrama al Ministro de OOPP quejándose de los
atropellos que contra sus cultivos de la región de Naranjos esta cometiendo la "Yunai". Otro mensaje va
dirigido por el especulador Manuel Davila al presidente Holguin en 1922 , pidiéndole su apoyo en un pleito
de tierras en el cual el primero estaba acusado en demanda criminal. No obstante, el vivo termina así su
telegrama al Presidente de la Republica de Colombia : "Affmo amigo".
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Poco después , el Teniente costeño Noguera Conde se dirige con cierto candor al General Presidente Pedro
Nel Ospina, para denunciar uno de los mecanismos mediante los cuales unos corruptos samarios trafican
baldíos en beneficio de la United Fruit Company.
" Memorandum Teniente General S.E. Gral Ospina.
"...De los varios casos que conozco de despojos hechos a la Nación por individuos particulares concreto el
siguiente en la región bananera;
Hace más de 35 años le adjudicó la Nación a un sugeto (sic) cerca de (2.000) dos mil hects las cuales vendió
en vida y algo más de lo que se le adjudicó por escrituras públicas.
Poco después de su muerte , un heredero vendió a distintas personas , por escritura pública, más de (1.800)
mil ochocientas hectáreas cuando el padre en vida las había vendido. Esa venta se hizo sin sucesión .
Otro heredero consiguió hace poco que unos abogados y tinterillos sin escrúpulo siguieran el juicio de
sucesión que estaba paralizado desde hacia más de diez (10) años por sustracción de materia o de bienes
adjudicables.
Como lo digo , los tales tinterillos , obrando en la mayor reserva y contando con la sorpresa al Juez, resultan
hoy adjudicándose más de doce mil (12.000) Hect., casi todas de la Nación y de las cuales vendieron ya (
1.500) mil quinientas a un individuo y (1.500) mil quinientas a otro y siguen ofreciendo en venta el resto.
Pero no han continuado porque el Dr Ysmael Noguera Conde ,mi hermano, se dirigió al Fiscal en Sta Marta
dándole el denuncio del caso y parece que esto los tiene aterrorizados.
Hay otros casos como el del "Astillero" que de (784) setecientas ochenta y cuatro fanegadas que le adjudicó
el Gobierno hace muchos años a un ingles Mr Campbell, los mismos tinterillos de Cienaga y Sta Marta,
secundados por abogados elevaron la adjudicación a siete mil y pico (7.000) de Hects, primero y más tarde ,
a treinta y cuatro mil (34.000). Pero afortunadamente el Ministerio del ramo tuvo conocimiento del timo y
pudo impedirlo.
Hay más , la "United Fruit Co " está en posesión de miles de hectáreas indebidamente. Compró por ejemplo
quinientas ( 500) Hect. y encerró mil y más con este titulo.
Existen casos en que quintuplicó la Cantidad a ciencia y paciencia de las autoridades. Y es al tratarse de esta
poderosa Compañía que S.E. debe fijarse en la selección que haya para designar al Representante de la
Nación y en este particular tambien puedo ayudar al Gobierno por el Conocimiento que tengo de aquel
personal.
Son muchos los interesados en engañar al Gobierno: muchos vendidos a la Compañía y otros que aspiran a
venderse. Conocemos tanto mi hermano como yo , algunos de los actores ejecutores de esos atentados y de
los encubridores. Yo estoy a las ordenes del Gobierno .
Bogota , abril 17/ 23.
Teniente Noguera Conde.
Tienen estos últimos documentos un carácter meramente anecdótico . Pero es cierto que en el sólo Fondo de
baldíos, los legajos 51,52,56,59,60 y 61 los conforman exclusivamente miles de documentos relativos a los
conflictos que brotaban como hongos en la región bananera , y solamente en los diez años 1920-1930 . La
gravedad de lo que ocurre en la zona es tal que los mensajes oficiales usan códigos de criptografía. Con
frecuencia un agente encuestador del gobierno central rindiendo informe a Bogota , manda desde la poco
confiable oficina del telégrafo de Santa Marta un marconi codificado con un cifrado numérico por grupos de
10 cifras; sistema criptográfico por lo demás sumamente elemental y fácilmente descifrable, pero muy seguro
en Colombia en esa época.
Es de todos conocido el feliz desenlace que tuvieron en Cienaga en 1928, los conflictos entre la Yunai y el
campesinado de la región gracias al Ejercito Nacional…
En definitiva el Fondo de baldíos evidencia un fenómeno generalizado. Hacia 1900-1930, se observa en la
correspondencia múltiples reclamos de colonos enfrentando compañías extranjeras, mineras unas (bien sea de
oro o de petróleo) agrícolas otras, con amenazas de despojo y atropellos de toda clase; conflictos surgidos de
la contradictoria política de los sucesivos gobiernos. En efecto, el Estado otorgó a las empresas foráneas
concesiones en tierras habitadas por cultivadores, y según la legislación y los contratos estos tienen que
desocupar el lugar. En términos mas sencillos, el gobierno alquila tierras que considera baldías ignorando
que están en posesión activa de ocupantes campesinos que las estaban explotando con anterioridad.
Inscrito en este contexto histórico , surge un nuevo tipo de confrontaciones en la zona petrolera
santandereana. La concesión no es adjudicación; tiene carácter de arriendo pero no de propiedad . Inclusive ,
el contrato inicial de 1905 prevé , y distingue , la posibilidad por De Mares de conseguir en propiedad unas
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adjudicaciones de baldíos. Y resulta que adentro de la concesión están radicados desde años atrás numerosos
colonos, posesionados pero sin títulos.
En 1915, corre hasta Bogotá la noticia de la próxima llegada de los empresarios yanquis de la Tropical.
Enseguida, con sus títulos debajo del brazo desembarcan en el puerto los dueños de títulos, y otros que
aspiran a escriturar algún predio . Treinta años más tarde, recordaba el agrimensor Francisco Andrade:
"Llegaba a su fin el año de 1.915 cuando las primeras actividades para iniciar las exploraciones hicieron
que los poseedores de títulos en esa región se preocuparon por su estudio y localización. Uno de ellos se
dirigió a mi para que localizara y estudiara sus terrenos".
A partir de 1916 los clientes de Pittsburg titulan sus adquisiciones en forma legal, a medida que compran
predios en Puerto Galan : por lo tanto solicitan a los vendedores la presentación de sus escrituras. Enseguida
numerosos posesionados tratan de oficializar su posesión, legalizar sus predios; otros solicitan adjudicación
acudiendo a los procedimientos legales. Algunos se enteran, salen del caserío, ocupan un pedazo de manigua,
lo desmontan , construyen un rancho y esperan las ofertas de los empresarios para negociar su "mejora".
Llegan siempre mas "colonos" a ocupar más tierras vírgenes en los alrededores del pueblo. Es una carrera de
velocidad para anteceder la empresa en la ocupación del espacio circundante, tanto cercano como en los
campos petrolíferos de Infantas y de La Colorada.
Por otra parte en 1917, en el mismo momento que la Tropical inicia sus perforaciones , se promulga la ley 71
a favor del pequeño campesinado de colonización. Como era previsible , enseguida los colonos se precipitan
para titular sus "derribos" y la empresa petrolera inicia los desalojos. Opera, según el caso y la relación de
fuerza, mana militar o comprando mejoras.
A partir de este momento nos toca aunar la política de adjudicaciones con aquella de concesiones, siendo que
actúan ambas en forma contradictoria. De hecho prevalece la segunda , negando la primera : no obstante el
Estado sigue dando en propiedad a los colonos , tierras que tiene arrendadas a los petroleros. Es decir que
en forma más que ambigua pretende satisfacer a los campesinos colombianos pero sin perjudicar a las
empresas extranjeras. La vaguedad del contrato inicial es tal que ni siquiera considera la existencia del caserío
naciente, el cual queda como parte integrante de la concesión. Tampoco tiene en cuenta que esta se extiende
en miles de hectáreas que son patrimonio nacional, con estatuto de tierras baldías .
De tal manera que surgen de entrada las óptimas condiciones para el desarrollo de múltiples polémicas, entre
la legislación de baldíos, a la cual acuden tanto el campesinado como los nuevos colonos, y la legislación de
las Concesiones Mineras, con la cual batallan los empresarios extranjeros. Los colonos defienden sus
adjudicaciones , pero la empresa defiende un contrato que según el Derecho le da poder para incluso abrir
pozos, si así lo deciden, hasta en el parque de Bolivar y los solares urbanos de los barranqueños.
Atascado en sus contradicciones, el Estado colombiano tiene que escoger ; sin vacilar un instante, ampara a
los mas pudientes. Además desde el principio los redactores del contrato de 1905 consideraron este amparo, y
este dice en su articulo 6:
"El Gobierno se obliga a permitir la extracción de petróleo en los terrenos " etc.
Lo cual era una manera velada de asegurar la protección necesaria a los empresarios. Esta cláusula se "aclara"
y modifica en la Resolucion Ministerial del 23 de agosto de 1919 autorizando el traspaso de la concesión de
Mares a la Tropical , y en la escritura notarial definitiva del día 25:
"El Gobierno se obliga a permitir la extracción de petróleo en los terrenos que eran baldíos de la Nación el
seis de diciembre de mil novecientos cinco, situados dentro de la zona definitiva de la concesión", etc.
Con veinte palabras, se anulaban casi quince años de derechos adquiridos por los colonos y se abría la puerta
jurídica a su expulsión. Reciben los campesinos el golpe más duro de parte del ministro Esteban Jaramillo ,
cuando bajo dictado de los petroleros, da a conocer la Resolución de 14 de Marzo de 1921 que fija el limite
oriental de la Concesión a la Tropical. Mientras tanto en los alrededores de las perforaciones y de los
campamentos de la Tropical; en Infantas y La Cira no tardan los primeros litigios entre colonos y petroleros.
Estos hechos y conflictos sociales en torno a las tierras aledañas repercuten directamente sobre los inicios
urbanos de Barrancabermeja. A solicitud de los norteamericanos la Gobernación envía en febrero de 1922 un
cuerpo de policía departamental a Barrancabermeja, al mando de Martiniano Valbuena, nombrado primero
"agente inspector de hidrocarburos de las petroleras de Infantas" y poco después "Comisario de las riberas del
Magdalena"; flamante cargo escondiendo un chafarote puesto al servicio incondicional de la Tropical, y
respaldado por funcionarios locales sobornados, como el mismo lo dice mas adelante. Apenas nombrado ,
rinde en marzo de 1922 un informe a la Asamblea Departamental en el cual solicita "una fuerza efectiva por
lo menos de 50 hombres"; argumentando varias patologías sociales en la región , no puede menos que señalar:
53

"...llegando esta ola de abusos hasta los colonos de vieja data de vida entre el monte, cuyos derechos
quedaron desamparados desde que ciertas autoridades se entregaban incondicionalmente a la Compañía
petrolera en la esperanza , sin duda, de ser recompensados más tarde por ella, como casos se han visto."
Unos días después supuestamente con base en las quejas del campesinado pero quizás a solicitud de la
Tropical, el Congreso manda una comisión de encuesta, primero a Barranca , luego a Infantas . La preside
Nemesio Camacho, es miembro de ella Miguel López Pumarejo, y al propósito escribe el corresponsal de
Vanguardia Liberal que "los comisionados en nombre del pueblo le expusieron ligeramente los motivos de
quejas que existen contra las autoridades y empleados de la Tropical". Valbuena presenta su versión de los
aconteceres:
"...muy pequeña la guarnición de policía para contener la desmoralización, reprimir las contiendas, riñas,
borracheras, robos y otros muchos desordenes que nos desacreditaban antes los mismos extranjeros que
intervenían en los negocios petroleros".
Es cuando Nemesio Camacho , obedeciendo las demandas de la empresa, sin esperar su regreso a Bogota,
envía desde Puerto Wilches al Ministro de Gobierno un telegrama en el cual preconiza reforzar de inmediato
el aparato policivo , señalando:
..." la premiosa necesidad pronta ejecución localizar Sección Policía Nacional allí y en Infantas. La
Empresa Petrolera ofrece el local para alojar treinta hombres, que permitímonos insinuar sean dirigidos
por probado personal del interior",etc.
Contesta apresuradamente el ministro V.M. Salazar el 21 de abril:
"Estaba ausente. Ahora ocúpome organizar Sección Policía para Barrancabermeja, y espero despacharla el
lunes próximo, de manera que llegue a su destino el jueves 26",etc.
De inmediato, la Asamblea de Santander emite reservas, viendo en esta decisión el primer paso hacia la
nacionalización de la región de Barrancabermeja ; el Ministro de Gobierno tranquiliza Bucaramanga el 24 de
abril en estos términos:
"....esta medida , cuyo objeto es satisfacer una necesidad imperiosa en que se hallan en juego valiosos
intereses no solo de carácter seccional sino también nacional...no tiene otro alcance que el de prestar mano
vigorosa a las iniciativas oficiales y particulares del Departamento para la implantación y sostenimiento del
tren administrativo que la Asamblea estudia y que el creciente desarrollo de la riqueza petrolífera exige
imperiosamente en aquel importante territorio".
Mientras tanto, las actuaciones de Valbuena no tardan en suscitar varias protestas. Lo denuncia al
gobernador, con marconi del 23 de abril un tinterillo al servicio de los colonos expropiados por la Tropical y
atropellados por la tropa:
"Ruególe imponer medidas enérgicas fin reprimir abusos, infamias cometidas por autoridades
Barrancabermeja, quienes asegurase son comprados por Compañia Tropícal"(...)Benedicto Uribe .
Seria constante esta denuncia de la corrupción administrativa local que tenia su mismo origen en las
actuaciones de De Mares desde 1913. De tal modo que en Barranca la población protesta , obligando el
Gobernador al cambio continuo del alcalde y al propósito dice Valbuena:
"Alcaldes ha habido que se vieron forzados a tomar las de Villa Diego, perdiendo la autoridad a trueque de
conservar la vida".
De regreso a Bogota la comisión rinde su informe : menciona " las disputas de intereses que ya se suscitan y
que aumentan de día en día , " el hacinamiento de gentes de diversas procedencias y razas, suele dar motivos
a ejecución de hechos delictuosos que la más de las veces quedan sin correctivo o sanción por falta de una
autoridad inmediata y competente", y concluye que es necesario crear en Barranca un nuevo Circuito Judicial.
Enseguida presenta con prontitud al Congreso el proyecto de ley por el cual se crea el Circuito Judicial de
Barrancabermeja. Era el 3 de mayo : apenas una semana antes había sido inaugurado el nuevo municipio.
Iniciaba su vida administrativo con un alcalde y su secretario, un personero, un juez municipal y dos
secretarios, un jefe de la Policía con treinta agentes...y dos maestros de escuelas .
Con base en esta política represiva, asegura S. Galvis que el gobierno "le puso coto a esta situación" ; pero
veamos como actuó entonces el ministro Victor Salazar desde Bogota :
"Por medio de sus respectivos representantes en Colombia ha solicitado del Gobierno la Tropical Oil
Company que se la ampare contra las usurpaciones y perturbaciones de algunos individuos que invaden con
frecuencia parte de los terrenos ubicados en el Departamento de Santander , en que se hallan situadas las
fuentes de petróleo cuya explotación ha emprendido en su carácter de cesionaria de la concesión que fue
otorgada por el Gobierno en 1905 al señor Roberto De Mares. En memorial dirigido al excelentisimo señor
54

presidente de la Republica con fecha 6 de junio ultimo dice el señor William F. Montavon, Apoderado y
representante general de la expresada Compañía…”
Sigue la queja de los empresarios recordándole sus deberes al gobierno:
"El Gobierno dará al contratista , por conducto de las autoridades de la región y dentro de sus atribuciones
, la protección legal necesaria para hacer efectivos los derechos que adquiere por el presente contrato".(....)
"El arrendador es obligado : 3º A librar al arrendatario de toda turbación o embarazo en el goce de la cosa
arrendada".
"Me he permitido hacer las anteriores citas convencionales y legales, para pedir muy respetuosamente a
Vuestra Excelencia la protección necesaria a que la Compañía tiene derecho contra las usurpaciones y
mortificaciones de ciertos individuos que con frecuencia penetran a los terrenos de la concesión, derriban
allí árboles, dañan los puentes u otras obras construidas por la Compañía e indispensables a ella, e impiden
el trazado de vías férreas , etc.(....) la Tropical oil Company debe ser protegida , por existir un contrato que
así lo dice y también porque lo manda la ley, contra los usurpadores y gentes que impiden a la Compañia
ejercer libremente sus derechos."
Retoma la palabra el ministro para dar la razon a la Tropical y dictar esta resolución contra los colonos:
"En merito de las anteriores consideraciones, se dispone oficiar al señor Gobernador del departamento de
Santander , para que a su vez lo haga a las demás autoridades administrativas de su dependencia a fin de que
se haga saber al público que los terrenos objeto de la concesión no pueden ser ocupados en forma alguna
por particulares sin permiso de la Compañía y para que por dichas autoridades se le preste a ésta el apoyo
legal contra toda perturbación que le impida ejercer libremente sus derechos". ( Resolución Nº 126,
Ministerio de Gobierno, julio 13 de 1922)
Tiene el interés pedagógico esta Resolución de consignar por escrito el modelo de las actuaciones de los
gobernantes colombianos de esa época, cuando por conciencia y defensa de clase se ponían al servicio
incondicional y servil de los intereses extranjeros. Ahora bien , tanto se "puso coto" con esta intervención que
la situación empeoró rápidamente. De tal modo que esta medida contribuiría a unir el campesinado y el
proletariado en la primera huelga obrera del año de 1924.
De febrero hasta mayo de 1922 , el cuerpo de policía tiene su base en el puerto , pero a insistencia de la
empresa se muda en junio para quedar al pie de los pozos, en Infantas y al servicio directo de la Tropical
como lo deja en claro su jefe:
" No ha mucho dije al señor Gobernador que no entendía yo de que arte se valiera Benedicto Uribe para
asustar a la Tropical y arrancarle tal suma no habiendo ella hecho otra cosa que reclamar su derecho que
era perfectamente claro y yo amparárselo lanzando a Piedrahita como ocupante de hecho..."
"...pues mi policía y yo tuvimos que dejar a Barrancabermeja para establecernos en Las Infantas"...
En septiembre , Benedicto Uribe se dirige al periódico El Tiempo para denunciar nuevos atropellos del
chafarote :
"El comisario Martiniano Valbuena(...) es temido en esta región por sus innumerables atropellos y sus
inauditos abusos. Despoja frecuentemente los colonos, viola los domicilios y dispone de la vida y honra de
los ciudadanos a ciencia y paciencia del gobernador Garcia Hernandez (...) Benedicto Uribe."
Alertado el gobernador envía el 20 de septiembre este telegrama a su jefe de la Policía:
" Colonia antioqueña quejase a excelentisimo Presidente de que usted aprisiona, cobra multas, viola
domicilios,despoja colonos, defrauda tesoro, comete inauditos abusos a ciencia y paciencia del gobernador
Garcia Hernández. Para poder contestar los cargos sirvase presentarme sus descargos. Servidor, J.M.
Garcia Hernandez".
El Jefe de la Policía justifica en octubre sus actuaciones :
" ..hace cuatro meses mi policía y yo prestamos servicio aquí en Infantas. Los trabajadores se alojan en
campamentos semejantes a cuarteles de campaña, pertenecientes a la Tropical, en los cuales hay un
verdadero cosmopolitismo de hombres solos que se hace necesario inspeccionar de tiempo en tiempo o
cuando ocurren altercados entre los obreros".(...) Tengo suma fe en que si se protege a la compañía como es
de esperarse , se salvan tambien numerosos trabajadores y grandes intereses de esta zona llamada a un
envidiable porvenir".
Quizás por eso sigue expulsando colonos :
"A los perturbadores venidos después de la resolución citada se les ha prevenido que aventuran cualquier
trabajo que emprendan en los terrenos de la concesión. En todo caso espero la acción del señor alcalde en
estos asuntos, decidido a prestarle el apoyo que necesite".
55

Mas adelante justifica las expulsiones con esta argumentación, sobre la cual volveremos mas adelante:
"El público ávido de granjerías(....) se infiltraba dentro de los dominios de la concesión de Mares.(...) Se
internaban en los bosques y de pronto aparecían con un pequeño desmonte con el fin de reclamar los
derechos como antiguos colonos a quienes perjudicaba dicha Compañía al pasar por allí sus carreteras u
otra clase de trabajos.(...) El ministerio de Gobierno dictó la aludida resolución(...) Entonces vinieron los
lanzamientos de los simulados colonos y de los traficantes de indecorosos procederes(...) contra quienes
tuvimos que sostener los derechos de la Compañía y los mandatos del gobierno."
(Varios folios relativos al asunto se conservan en el Archivo de la Presidencia)
Efectivamente, el olor a dólar con petróleo atrae una turbia fauna de vividores y traficantes; algunos, gracias
a sus complicidades en la alcaldía presentan apresuradamente una solicitud de adjudicación de tierras baldías
en la concesión. Su único fin es revender los predios ya como "mejoras", a la empresa petrolera, víctima dos
veces de sus actuaciones; primero despojada y luego extorsionada. Pero los vivos no hacían sino seguir con
una vieja práctica, incluso aprendida de las conductas de la clase dominante.
En noviembre de 1920 (FB. Tomo 46) el Secretario de Hacienda de la Gobernación en Bucaramanga, envía
una larga carta al Ministro de Agricultura y Comercio: son cinco folios sobre adjudicaciones de baldíos en
tierras del caserío de Barranca. En un aparte el funcionario se refiere discretamente a las expulsiones:
"...existen en los mismos terrenos propiedades de infelices trabajadores que después de largos años de
fatigas han logrado establecer allí sus habitaciones".
Según el FB. Tomo 47, diciembre 2 de 1920, surge otro litigio inesperado: quince colonos del corregimiento
redactan en BB un memorial dirigido al Ministro de Agricultura y Comercio protestando contra la pretensión
de adjudicación de "imaginarias minas de oro" que presentó un recién llegado a la zona. No tardan en
presentarse controversias y conflictos entre la Tropical y los colonos radicados previamente en su concesión.
En el Tomo 49 de 1922 (Folios 99 hasta 103) se hallan cinco paginas relativas a lanzamientos de colonos por
la Troco. Las quejas llegaron al Ministro de Gobierno , y desde la alcaldía Nepomuceno Gómez le pregunta el
4 de octubre de 1922:
"¿Pueden despojarse colonos establecidos dentro zona arrendada a la Tropical Oil Company? Compañía
solicitalo . Ruego ilustrarme."
Presionado por la empresa, insiste el 6 de octubre:
"Ruego contestarme tele.156. Tropical urgeme".
Igualmente consultado el Gobernador, el prudente mandatario devuelve la pregunta al Ministro:
"Señor Ministro Gobierno.
" Consulta Alcalde Barranca Bermeja si Colonos en Infantas, establecidos antes de ser expedida la
Resolución 126 sobre amparo a la Compañía Tropical, cesionaria de la concesión de Mares deben desocupar
los terrenos comprendidos dentro de tales señalados en ella. Aunque estimo que la Resolución no tiene efecto
retroactivo siempre creo prudente que sea el Ministerio quien lo resuelve. Servidor.
J.M. García Hernández. "
Según la costumbre, en todos los asuntos candentes figura la respuesta prudente del Ministro al revés de la
carta o del telegrama. En este caso el Mingobierno elude la respuesta , tira el litigio al Ministro de Agricultura
para que decida y conteste al alcalde. En otro telegrama vuelve a la carga el primer alcalde de BB:
"¿ Por terrenos adjudicados recientemente, cultivados después de 1905, puede Tropical atravesar líneas
férreas sin indemnización , sin juicio previo?".
Se asoma otro tipo de dificultades en el telegrama que manda la Gobernación a los ministros de Relaciones
Exteriores, de Gobierno, de Agricultura y Comercio, en Enero 9 de 1922 ( FB, tomo 50):
"Pretensiones compañías petroleras región San Vicente Chucuri, permanentes juicios policivos sobre
amparo posesión continuos, desagradables, peligrosas ocurrencias originadas por estas encontradas
pretensiones hacen ya imposible consecución Alcalde para aquel Municipio y la vida allí es verdaderamente
azarosa. El alcalde modelo para una compañía es prevaricador y pésimo empleado para los otros..."
Detrás del lenguaje sibilino se asoma el hecho de que las autoridades locales estaban al servicio de la empresa
petrolera y que unos de los funcionarios eran empleados suyos. Además la situación se venia complicando
con la irrupción de empresas rivales. Contesta el 11 un Ministro de Agricultura y Comercio que parece
preparar alguna reelección:
"....que trabajara gustoso con el fin de que el Congreso expida alguna ley que ponga fin a la lamentable
situación creada en la región de San Vicente , por las pretensiones de las compañías petroleras".
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Con anterioridad , un telegrama proveniente de Barranca, puesto en Puerto Wilches en Enero 3 de 1922 y
dirigido al Ministro, precisa esta situación y confirma el servilismo de los funcionarios locales (FB. Tomo 50,
folio 372):
"Empleados de la T.O.C. vulneran diariamente derechos colonos nacionales; actualmente atropellan
nuestras propiedades legalmente adquiridas. Toda solicitud amparo ante autoridad esta es nugatoria. Ante
ambiciones empresa mencionada inspector Policía gasta lenidad incalificable."
Andrés A.Nuñez- Agustín Nuñez M."
En octubre 27 de 1922 , la Procuraduría General de la Nación envía al Ministro de Agricultura y Comercio
la copia de un telegrama firmado en BB por 6 colonos (FB. Tomo 50 ). Puesto en el telégrafo de Puerto
Berrio es un memorial de atropellos de la T.O.C. Una semana antes , el día 19 llegaron al campamento de
Infantas el alcalde y un representante de la empresa:
"...allí acompañados Jefe Policía Departamental, bien armados, dirigieronse a nuestras habitaciones y su
diligencia , termino preventivo llevaron efecto bárbaro, violento, arbitrario despejo sin que ninguno de
nosotros, interesados, estuvieramos presentes: desenclavaron cerraduras, violentaron puertas, penetraron
habitaciones, tiendas , sustrajeron todo cuanto había; remitiendo efectos camiones este puerto, arrojaron
familias carretera: siguiente día provistos hachas, dinamita ,bien armados destruyeron edificios, antes
haber disparado fusiles habitaciones, solas sirvientas escaparon vida milagrosamente"...etc.
Admite el moderado informe del CPU de Uniandes en 1970:
"..la función de la policía nacional , ubicada en los edificios construidos y donados por la Compañía, no fue
nítidamente clara en el control de las situaciones sociales ni permitió definir con precisión el concepto de
seguridad industrial. En ciertas situaciones la seguridad industrial dependía de la Compañía y en otras ,
particularmente en los conflictos sociales, de las fuerzas del Estado".
Referido a la colonización , la misma fuente caracteriza la actitud de la T.O.C. :
" ...no propició un racional programa de colonización y, antes por el contrario, la obstaculizó, hecho que se
convirtió en uno de los puntos de reclamo en la huelga de 1924. El patrón de colonización de la región fue ,
pues, subrepticio y controlada la circulación por la zona rural".
Lógicamente , la ley 71 estimulaba la radicación rápida y continua -algo simulada y siempre clandestina- , de
nuevos colonos tratando de ganar de velocidad a la petrolera y pidiendo adjudicaciones al Ministerio de
Industrias. Estas solicitudes se incrementaron en los años 20-25 lo mismo que las arbitrariedades de la
Tropical, las controversias, y las confrontaciones triangulares entre el Poder, la empresa yanqui y los colonos.
Además , actuando en forma muy ambigua , la Gobernación siguió adjudicando baldíos , como lo
mencionaba en 1925 el Secretario de Gobierno en su Informe anual al Gobernador:
"Baldíos.
La importancia de esta sección crece día a día por causa de las numerosas solicitudes sobre titulación y
adjudicaciones de tales tierras. El actual despertar económico , proveniente del vigoroso impulso dado a las
vías férreas y del establecimiento se poderosas compañías extranjeras en algunas regiones...ha determinado
a muchas personas, naturales o jurídicas, a concurrir a hacerse propietarias de porciones mas o menos
considerables de acuerdo con las prescripciones legales al respecto , por medio de la ocupación y el
trabajo... Al aclimatarse definitivamente el capital extranjero en nuestra Patria, irán aumentando las
solicitudes de terrenos baldíos.
Al presente cursan 135 expedientes sobre la materia; 11 de estas han sido resueltas con los respectivos
Decretos de adjudicación , a saber ... "etc.
Curiosamente, el listado que sigue se refiere exclusivamente al municipio de Barrancabermeja. Seis
adjudicaciones se refieren a lotes urbanos para vivienda; cinco beneficiados son hombres y el sexto solar se
titula a Micaelina Estrada. Cinco predios más , evidentemente más extensos y supuestamente destinados a la
agricultura , se localizan "en jurisdicción del municipio" : sorpresivamente, aunque no tanto, volvemos aquí a
encontrar en " el punto denominado La Esperanza" el afortunado "colono" Eduardo Sierra Tamara,
terrateniente urbano y suburbano , y hermano de un concejal..
De hecho, se intensifica tanto la codicia como la carrera de velocidad entre los distintos competidores. No se
detiene en la década del treinta y escribía en su Informe del año de 1932 el Secretario de gobierno
Departamental :
"Baldíos.- Desde varios años a esta parte se han venido otorgando concesiones por baldíos en las mejores
tierras de Santander, situadas frente al río Magdalena y especialmente en la regiones petroleras como
Barranca y el Carare. Al principio esas adjudicaciones se hicieron por un crecido numero de hectáreas, y es
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la verdad que quienes las tomaron a título de colonos no han hecho otro cosa que despojar a los verdaderos
cultivadores, no haciendo en esas tierras obra alguna que beneficie la región, pues en general todos esperan
la valorización de esas tierras para venderlas a compañías extranjeras, especulando así con la riqueza
común. Si esto es un mal, no es menor el que se causa a los hombres de trabajo, pues la posesión de esos
terrenos los priva de la oportunidad que puede ofrecerles la explotación de maderas y otros recursos que se
quedarán estancados por muchos años sin beneficio para nadie. Buena labor haría el Gobierno Nacional
revisando esos títulos y haciendo que se cumplan las obligaciones que tiene contraídas los actuales
propietarios."
La carrera por los baldíos proseguía en los años cuarenta. Veinte años antes, se había construido un
proletariado industrial con un campesinado sin tierras. Ahora jubilados o retirados, los viejos trabajadores de
la TOC desmontaban una parcela en La Cira o titulaban una finquita en Infantas. En 1949 la TOC aria dibujar
un mapa escala 1/10.000 del tamaño de una sabana ( 84 centímetros por 2 metros con 16) titulado "Mapa
General de Infantas y La Cira. Predial de colonos. Indice de parcelas" , en el cual se localizaron entonces 507
lotes de los más diversos tamaños, ocupados por las mejoras de los colonos que habían acudido a la región
desde 1920 , y que se extendían desde la Colorada y el pozo numero 1 , al sur, hasta El Centro, la Cría,
llegando al norte un poco antes de la entrada a la ciudad portuaria. ( Mapa IOC Nº 145, archivo UIS , mapa Nº
8)
Con lo anterior, la historiografía de las guerras civiles santandereanas es a todas luces incompleta. Del siglo
XIX , desconoce la guerra de la quina entre un alemán y un venezolano, en torno al dominio de los baldíos ,
de los bosques y de la planta misma, de los caminos hacia la exportación. Igualmente, es muy lacónica a
propósito de la prolongada guerra que libraron el Estado republicano y los mercaderes mestizos del oriente,
para lograr el exterminio y la extinción de las ultimas comunidades yariguies.
Del siglo XX , falta aún indagar sobre la guerra anglo-norteamericana de las petroleras: o sea la contienda en
la cual, entre 1920 y 1922, se enfrentan violentamente en el Opón- Carare, y mas precisamente en las tierras
de La Tempestuosa y de La LLana, la Tropical Oil Company , La Leonard Exploration Compañy, ambas de
Estados Unidos, contra la Lobitos Oilfields Limited Company británica. No obstante, esta confrontación
internacional , con marconis, papel sellado y el plomo de las Winchester en unas veredas santandereanas,
ilustra la sentencia que se regó en los años veinte en los círculos políticos bogotanos: en Colombia la
industria del petrolero era mas que todo una industria de pleitos. Lo cierto es que en el Opón-Carare, a la
guerra germano-venezolana de la quina, hay que agregar la guerra anglo-norteamericana del petróleo.
El conflicto , aunque se asomaba desde 1920, al parecer estalla el año siguiente y culmina en 1922. Esta
documentado principalmente por unos cien folios (de 516 hasta 619) del tomo 159 del Fondo Ministerio de
Gobierno (Varios) conservado en el AHNC. Los documentos cubren desde diciembre de 1921 hasta Agosto
de 1922; algunos más están esparcidos en otros tomos del mismo fondo. En esa ultima fecha, en la fase mas
álgida del enfrentamiento se interrumpe la información. Los documentos brincan al año de 1923 , y no se
sabrá nada más sobre el desenlace de la guerra de las petroleras yanquis y británicas en Santander.
De una vez se pueden identificar los principales protagonistas :
1) La Tropical Oil Company norteamericana. (En adelante la llamaremos TOC)
2) La Leonard Exploration Company norteamericana.(En adelante LEC)
3) La Lobitos Oilfieds Company de Gran Bretaña. (En adelante LOC)
4) El mercader-banquero Pedro A . López y sus hijos.
En cuanto al periodo señalado no es casual sino que en 1920-22 confluyen y se mezclan los diversos
ingredientes del estallido:
1) La ley 120 de diciembre de 1919, y la inmediata proliferación de empresas extranjeras.
2) El traspaso simultaneo del Titulo falso del Carare a la sociedad comercial de la familia López.
3) La nueva delimitación de la concesión de Mares, con deslinde ampliado a favor de la Tropical-Standard, y
la Resolución respectiva firmada por el ministro E. Jaramillo en marzo de 1921.
4) Las ordenanzas de erección del municipio de Barrancabermeja en Marzo y abril de 1922.
Ahora bien , a medida que se agudiza el litigio entran en la disputa nuevas tropas:
1) Los pretendidos beneficiados de la antigua concesión adjudicada a Cortissoz en 1881.
2) Los colonos con posesiones y mejoras en La Llana , la Tempestuosa y otras veredas del municipio de San
Vicente.
En cuanto se refiere al primer punto, se hizo un listado de las Legalizaciones de Compañías Extranjeras, por
parte de la Presidencia, entre 1888 y 1922, tales como aparecen autorizadas en el Fondo Ministerio de
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Gobierno del AHNC; cada una con su respectiva publicación en el Diario Oficial. La estadística indica lo
siguiente:
Años Nº de Empresas
1888-1890 14
1906-1907 16
1907 21
1908 27
1909-1910 23
1911 10
1912 15
1913 16
1914-1915 10
1916-1917 11
1917-1918 18
1919 12
1920 24
1921 19
1922 16

Se puede comprobar la actuación de la Ley 120 , siendo que en el periodo 1920-22 se registran 59
legalizaciones de empresas extranjeras de las cuales 14 son firmas petroleras británicas o con sede en
Estados Unidos. Entre estas la L.O.C. , registrada en 1921 y la L.E.C. , del año de 1922. En otras palabras,
con la Ley 120 se despejó el horizonte para las petroleras que deseaban invertir en la prospección de los
campos petrolíferos colombianos.
Referido al segundo ingrediente , como se vio unas paginas atrás, se inicia con una falsificación de escrituras.
Unos de los falsificadores lograron engañar a la LOC. y esta compró parte de los "derechos". Otros de los
falsificadores aportan sus títulos fraudulentos a una sociedad que fusionó con la Casa Comercial Pedro A.
López, en el año de 1919.
En cuanto al tercer punto es preciso recordar que en 1905 , De Mares pretendía haber descubierto los
manantiales de La Llana y Hospital, región que ni siquiera conocía. Luego, y en medio de sus sucesivas
intrigas , nunca omite insistir sobre sus pretendidos privilegios en estas dos veredas. Cuando en agosto de
1919 el gobierno autoriza el traspaso por de Mares de la concesión a la Tropical, los apoderados de esta
disputan tenazmente el lindero oriental. En 1920 recorre la zona la Comisión Técnica del Ministerio de Obras
Públicas y finalmente se emite al respecto la Resolución del Ministro de OOPP Esteban Jaramillo, con fecha
de Marzo 14 de 1921. Incluye explícitamente "las fuentes petrolíferas denominadas "La Llana" y "El
Hospital".... en donde la Lobitos ha comprado tierras a particulares y está organizando los campamentos de
sus primeras perforaciones".
Lo anterior significa que los británicos, desde años atrás, iban adquiriendo propiedades afuera de la
concesión ; pero presionado por la TOC el ministro no vacila en decretar que quedaron adentro de la
concesión a De Mares, decisión que este último nunca había podido conseguir.
Finalmente , en estos mismos meses crece el interés de la Tropical de escapar a la burocracia de San Vicente
y de tener su propio cabildo en Barranca Bermeja. Actúa para difundir la idea que el municipio debe ser
"amplio" , vale decir coincidiendo su jurisdicción con los linderos de la concesión. El juego político en las
esferas de Bogota y de Bucaramanga, contraria este propósito : La Llana quedaría en la jurisdicción de San
Vicente de Chucuri donde la administración local , al parecer es favorable a la empresa inglesa.
En cuanto a la cronología de los acontecimientos, estos van surgiendo a medida que uno voltea las hojas
amarillentas de los documentos.
En la pagina 12.613 de la Gaceta de Cundinamarca , de julio 23 de 1920, figura en los anuncios legales la
traducción del documento notarial de creación de la sociedad ,expedido a la Leonard Exploration Company
por el notario de Wilmington, Delaware.( En la misma pagina se registra la constitución de la "Fidelity Phenix
Fire Insurance Company de New York" , la cual confiere poder a Pedro A . López y Compañía, documentos
protocolizados por Miguel López Pumarejo).
En febrero 16 de 1921 interviene su hermano Eduardo López Pumarejo en defensa de "los derechos" de la
sociedad familiar en el Carare, quejándose de las actuaciones de la LOC:
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"...que en los últimos días han llegado hasta el extremo de impedir a mano armada las pacificas labores que
con pleno derecho llevan a cabo nuestros empleados y agentes".
El documento y los que siguen indican que los López se quejan porque la loc. compró, y sigue comprando
predios a ocupantes, dentro del globo del titulo falso del Carare, del cual aún se pretenden dueños. Hablando
claro, lo anterior significa que tienen el descaro de acudir a la justicia del Estado para amparar su delito.
En el Tomo 144 de 1921 los folios 32 hasta 134 tratan de diversos asuntos relacionados con la Lobitos
Oilfields Company. En el Tomo 16 figura la Resolución firmada el 30 de abril de 1921 por el presidente
Suárez y el encargado del Ministerio de Gobierno, Miguel Abadía Méndez . La Empresa declara su sede en
Londres y sus apoderados son los tres hermanos Trace, importadores y exportadores con casas de comercio en
Bogota, Medellín y Barranquilla.
En Mayo de 1921, el conflicto desborda las veredas y toma rasgos de diferendo de diplomacia internacional,
con intervención de la Legación Británica en defensa de sus súbditos. Después de seis meses de silencio en la
documentación, en noviembre 21 de 1921 (Tomo 18) se registra el apoderado de la Leonardo Exploración
Company , el colombiano Carlos R. Restrepo y en enero 11 de 1922 se registra esta empresa , fundada en
Wilmington , delante el mismo notario que registró la Tropical en 1915. Igual que entonces, no aparece John
Leonard como socio, sino que figuran tres desconocidos. Poco después se señala la presencia de la Leonard
Exploration Company prospectando en los yacimientos de Marta y el Rio Sogamoso.
Mientras tanto surgen los primeros diferendos oponiendo la LOC a sus rivales . En diciembre 12 de 1921
(Tomo 159 f. 516) el Mingobierno envía un telegrama al alcalde de San Vicente mencionando "actos
despojos por acciones policivas intentadas ante Usted por compañía Lobitos Oilfields". El mismo día
contesta el alcalde (f. 517):
" Compañía Lobitos comprobó con cinco declaraciones posesión un terreno predio Llana".
Lo cual al parecer significa que al interior de la concesión De Mares , en tierras baldías de las cuales la
Tropical-Standard es apenas arrendataria de la Nación, la LOC esta comprando mejoras a colonos que carecen
de escrituras de propiedad. Pero la LEC irrumpió en la zona y entra a competir con la LOC en la consecucíón
de predios , comprando tambien, a sus ocupantes tierras no tituladas. Efectivamente el alcalde se puso de
parte de la LOC y en seguida protesta el abogado de la Leonard , pidiendo además la cabeza del funcionario.
(f. 524) Desde Bogota manda el 12 de diciembre de 1921 al Gobernador un telegrama con rasgos de
ultimátum :
" Sorprendidos inesperado aviso haber sido lanzados violentamente por Alcalde San Vicente, señor Clemens
y trabajadores que por cuenta mía y de la Leonard Exploration Company estaban ejecutando trabajos en La
Llana, en virtud de derechos que como arrendatarios y comuneros tenemos en dicho terreno. Alcalde
consumó despojo con manifiesta parcialidad puesto que no hizo caso alguno de contratos de arrendamiento y
escrituras de propiedad que exhibieronsele oportunamente violando art. 14 ley 57 de 1915 mostrando
deplorable incompetencia que oblígame dirigirme a usted para suplicarle que delicado puesto Alcalde San
Vicente sea colocado en manos persona competente e imparcial ya que está para vencerse periodo señalado
por Codigo Político Municipal. S. Fado. Carlos R. Restrepo".
Desde Bucaramanga le contesta el gobernador el día 14, revelando que los litigios venían acumulándose
desde meses atrás :
"Refiérome suyo 12 corrientes. En espacio diez meses ha habido cuatro Alcaldes distintos en San Vicente.
Unos han agradado a la Lobitos otros a la Leonard, según han sido sus resoluciones en juicios por intereses
encontrados aquellas Compañías . Tengo conciencia haber escogido para tal puesto el mejor personal entre
los que resignanse vivir allí con sueldo exiguo fijó la Asamblea. Imposible seguir haciendo cambios
indefinidos, que seguramente no satisfarán a ambas Compañías . Queda a estas recurso alzarse contra
Resoluciones estimen ilegales, lesivas sus derechos, e intentar acción criminal para exigir responsabilidad a
Alcalde Prevaricador, si puede comprobársele afrentoso cargo. Lamento no encontrar otro medio que,
acorde justicia , dejarlo a usted satisfecho,que es mi anhelo. S. Fdo. J.M. García Hernández ".
(Cuatro meses más tarde , el Gobernador nombraba un nuevo alcalde en San Vicente, protestaba el
"renunciado" ante el Ministro de Gobierno y varias cartas ilustran una nueva polémica que se extendió entre
mayo y junio de 1.922.)
Fiel a su costumbre , el Gobernador sagaz se ampara mandando copia de ambos mensajes al Mingobierno. En
Enero de 1922 este recibe las quejas de la Lobitos, con copias de los marconis de los días 19-21 y 22 que el
gerente recibió de su agente Mac Allister (f. 530). Este informa sobre los enfrentamientos que ocurren a
diario en La Llana entre las peonadas de las empresas y los mismos capataces contratados por la LOC y la
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TOC, utilizando en varias oportunidades el término "los enemigos". Los agentes de la TOC afirman que esta
"entrara a La Llana por bien o por la fuerza" y Mac Allister describe el ambiente que reina en los frentes de
trabajo :
"Sobornan nuestros trabajadores . Derraman oro con el fin de impedir que nuestra compañía consiga peones
. Almacenan en linderos fabulosas cantidades de víveres y de herramientas. El pueblo en general en favor de
ellos por derroche de dinero".
El 24 , el alcalde de San Vicente se dirige al Mingobierno y el 25 es el apoderado Arévalo quien desde esta
localidad avisa a la sede de la loc. en Bogota con este dramático mensaje( f. 531):
"...las amenazas de los contrarios de arrebatar La Llana a sangre y fuego...Que conozca ese telegrama el
Procurador y el Ministro Británico pues aquí desatose borrasca salvaje de soborno y violencia bajo
bandera yanqui...repito, peligran derechos y vidas...Invadieron La Llana..." etc.
Tambien se dirige el mismo día al Ministro de Gobierno ( f .528):
"Como abogado Compañía Lobitos esta región atentamente su conocimiento: Compañía Lobitos como
dueña, poseedora predio LLana fue amparada en su posesión por mandato Providencia conocen su
despacho , de autoridad competente fecha diez (10) Diciembre ultimo , contra ocupación de hecho, ataques
y perturbaciones de Agentes de Tropical Oil Company y Leonard Exploration , pantalla de Tropical .Tal
virtud cesaron transitoriamente perturbaciones, pero desde mediados semana pasada mismos y nuevos
agentes han renovado violentos ataques contra mismo predio, invadieronlo a la fuerza, violando así no solo
derechos reconocidos sino mandato autoridad.
Ayer abogados de tales Compañías intimaron Alcalde , que "están resueltos arrebatar predios "Llana",
desobedeciendo fallos autoridad y a toda costa "... etc.
El 27 el Gobernador resume muy bien la situación en un marconi enviado al Ministro(f.534):
"...motivo de haber varias compañías extranjeras disputándose cuantiosos intereses".
Con toda evidencia las dos empresas yanquis trataban de impedir la implantación en la región de la empresa
inglesa. La Standard Oil había creado la Leonard no solo para ampliar la acción de la Tropical bajo otro
rotulo, sino además con el objeto de oponerse a la loc. y detener su progresión en la zona fronteriza de la
concesión .
En estos días el diferendo se agudiza, obligando la intervención del Procurador General de la Nación quien
en Enero 20 de 1922 , en un memorial de varias paginas trata largamente del enfrentamiento entre las tres
empresas extranjeras. ( f. 537 y siguientes)
El día primero de febrero de 1922 el alcalde de San Vicente manda al Ministro de Gobierno un mensaje
particularmente dramático (f.543):
"Acabo regresar predio Llana donde fui comisionado Prefectura practicar lanzamiento Agente Lobitos.
Diligencia suspendiose por imposibilidad verificar linderos. No obstante fue inminente peligro ocurrieran
partes vías de hecho, hubieran ocasionado considerable numero de victimas . Casualmente pude impedirlo.
Para evitar cerramiento sangre dime obligado ordenar a ambas partes suspensión provisional trabajos ,
pero temo sea violada esta disposición y entonces será imposible impedir sacrificio numerosas vidas pues
Lobitos creese amparada posesión con lanzamiento practique diciembre..Americanos creense autorizados
entrar con lanzamiento decretado prefecto , el cual comprende predio ampare Lobitos. Actitud hostil asumida
ayer por ambas partes, gran aglomeración peones acrecientase por momentos, resolución no ocultan ,
entrar los unos , defender los otros, predio litigan, haceme temer puedan ocurrir hechos perturben
tranquilidad pública , comprometan soberanía Nación ''.

Lo cual significa que el Prefecto, desautorizando al alcalde , echa atrás el lanzamiento de la Leonard y opta
por el lanzamiento de la Lobitos. Se comprobaría luego - y llegaría la noticia hasta la prensa regional- que el
Prefecto era agente y ex empleado de la Tropical oil Company.
En febrero 3 , el Gobernador rinde un informe al Ministro (f. 542), mencionando una comunicación que
recibió del alcalde de San Vicente "sobre inminente choque sangriento entre peonadas compañías
Leonardo y Lobitos".
Efectivamente ,el alcalde de San Vicente constató que las petroleras poco respetan sus decisiones , y el 7 de
febrero alerta Bogota con otro mensaje (f. 540):
"Americanos continúan hostilizando contra prohibición...Creo mañana choquen peonadas haya
victimas...necesito fuerzas pues con solo cuatro (4) agentes aspiran colocarse perturbadores , me es
imposible salvar dignidad Gobierno, evitar derramiento sangre... etc. .
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El 9 de febrero, Arévalo confirma lo anterior , señala la actitud de insubordinación de la Policia , y en


nombre de la LOC británica hace esta curiosa solicitud al Ministro (f. 548):
"...Tiene (el Alcalde) tres (3) agentes que tambien desobedecen por que aspiran colocarse con
perturbadores...consulto con respeto ¿ puedo armar servidores Lobitos y repelar fuerza por fuerza?
En abril 25 de 1922 , en su Nº 805 "Vanguardia Liberal" publica en primera plana varias denuncias:
" Desde hace varios meses prosperaba, sordamente, la versión callejera de que el tren administrativo de la
Provincia de Zapatoca, eran en su mayor parte, agentes privados de la Tropical Oil Company.El
nombramiento recaído en don Rafael Ariza para Prefecto de aquella Provincia vino a agravar más esta
sospecha, por haber sido dicho caballero antiguo agente de la Compañía Americana....el oro de la Tropical
Oil Company había empezado a entrar , como dueño, a la Gobernación de Santander..."
Al lado de este articulo figura otro del abogado Rafael Arévalo, apoderado de la LOC, ampliando las
denuncias: Rafael Ariza actúa en La Llana contra la Lobitos y a favor de la Tropical:
"...una rosca cuyo fin es el predominio irrestricto de la Tropical Oil Company en las regiones petroleras de
Chucuri....la cortesanía de parte de los empleados sindicados como vasallos de la Tropical Oil Company...
comprados unos y compradores los otros, si efectivamente el dinero de la Compañía Americana ha servido
para hacer desviar el peso de la administración pública hacia donde los intereses de aquella la van
exigiendo..."
El día siguiente 26 contraataca "El Heraldo" en su Nº 545 , acusando a Arévalo de ser el abogado de la LOC
en Zapatoca y San Vicente. Se evidencian las rivalidades oponiendo en San Vicente las tres empresas. En la
ultima pagina replica el magistrado Carrizosa , implicado por Arévalo.
Aquí se presenta otro vacío en la documentación, hasta Mayo . No obstante , nos enteramos que entraron en la
contienda nuevos protagonistas ; los agricultores propietarios, ocupantes o posesionados , de unos fragmentos
de la concesión adjudicada a Manuel Cortissoz en la guerra de la quina en 1881. Según sus intereses, unos y
otros se alistan con una de las tres empresas petroleras.
Pero la Corona Británica no iba a quedar pasiva frente a las amenazas de desalojo provenientes de
Washington . La Legación inglesa protesta en Bogota contra las actuaciones de los "yanquis", calificados de
"el enemigo", lo cual nos devuelve a la terminología de 1776. Varios documentos evidencian que en Bogota
se desarrolla otro tipo de manejos involucrando, además del Ministerio de Gobierno y el Ministerio de
Industrias, la Procuraduría General de la Nación, el Ministerio de Relaciones Exteriores, la Embajada de
Estados Unidos y la Legación Británica, y los abogados y gerentes de las tres empresas en la capital .
En Mayo 10 , desde los campamentos de Vizcaina y La Llana el agente ingles de la Lobitos manda a Frank
Tracey , el gerente en Bogota el siguiente telegrama (f. 561):
" La Llana atacada de nuevo violentamente . Dos trochas. Una parte de la vega de Jiménez hacia
Guaimaral, cuchilla del Guamito, y otra de este punto hacia Veracruz. Supongo irá a Vizcaina o a Toldos
buscando campamento americano Numero seis. Para iniciarla rompieron cerca, atravesaron sementeras
plátano y pasto de la Lobitos. Hacen vía amplia sin pendientes y rápidamente. Amenazan atravesar el predio
en mes y medio y pasar maquinaria en dos meses entrando por Guamito".
Se suceden los choques armados , de los cuales Allister sigue informando a Tracey. Este decide acudir al
presidente Holguín (encargado) y el 3 de junio le dirige un memorial (f. 600) en el cual reproduce un
telegrama recibido el 2, relativo al lanzamiento de la LOC ejecutado por el Prefecto Ariza:
"...El Prefecto a medida que recorría el predio con escolta de policia y gran numero de agentes yanquis
hacia ocupar los tambos y las casas construidos por la Lobitos. Rompieron cercas y de los potreros de
Veracruz echaron ganado fuera , el cual se derrotó por montes y caminos...Mas de quinientos (500)
trabajadores invadieron La Llana. Rodrigo Ferreira."
El 12 de junio , el Gobernador García Hernández rinde el siguiente informe al Ministro (f. 601) , con lo cual
se comprueba que la Lobitos , sin mas esperar la autorización solicitada en Febrero, había decidido armar sus
tropas de peones:
"Doctor P.E. Salazar apoderado Leonard Exploration Company denuncia ante este despacho que día siete
corriente cuadrilla como de treinta (30) hombres armados machetes , revólveres, por orden David Mac
Allister, Agente Lobitos, presentase campamento Leonard, intimando trabajadores esta, cortaron
violentamente Cables Suspensión Taladro, que perforaba un pozo y llevaronselo. Agrega denuncia que
misma cuadrilla intentó destruir habitaciones trabajadores Leonard".
Ante las múltiples y contradictorias denuncias contra las actuaciones de la Policia , el 21 de junio tiene que
intervenir el Ministro Salazar , revelando de paso la generalización de la corrupción :
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"Dígase
"Esta tarde o mañana muy temprano llegará a Barrancabermeja Sección Policía Nacional destinada ese
Municipio. Entre instrucciones que Ministerio trasmitió a Jefe dicho Cuerpo, encuéntrase la prohibición
absoluta de Aceptar obsequios de ninguna clase de parte de particulares o de las Compañias petrolíferas
radicadas allí, afín de que la Policia conserve su completa independencia y mantenga en alto el prestigio de
la autoridad, condiciones indispensables para que, en caso de posibles conflictos entre dichas Compañias,
no sea recusada por falta de imparcialidad. Esta prohibición se hace extensiva a la aceptación de locales
para alojamiento, anticipaciones de dinero, a buena cuenta de sueldos, y en general, de toda clase de
elementos que las Compañias le ofrecen a la Policia..." etc.
Poco después , entra a operar la Resolución 126 , actuando a favor de la Tropical y en contra de sus rivales.
Con lo cual quedan sin efecto las instrucciones del Ministro. De tal modo que el 23 de agosto, desde
Zapatoca, el abogado de la Lobitos Oilfields Limited británica, manda a Frank Tracey este telegrama:
"Ayer llegó aquí de Barranca Bermeja un americano de la Tropical Oil Company acompañado por un agente
de la Policía Nacional. Hoy llegará Kluge con otros dos agentes. No nos explicamos por qué Policía
Nacional hallase órdenes incondicionales de semejantes personas. Seguramente el Gobierno no tiene
conocimiento. Ellos dicen escolta obedece temor ser atacados por David Allister y demás agentes de la
Lobitos Oilfields, Ltd; temor infundado que en ningún caso autoriza para que se les ponga policía a su
servicio; pues ellos explotan ante el público esta ventaja para sus pretensiones".
El mismo día, en Bogota ( Tomo 156 , f. 494) la Lobitos dirige un memorial de quejas al Ministro siendo que
" los americanos de la Tropical Oil Company andan escoltados con agentes de la Policia Nacional".
En este momento particularmente agudo de la contienda se interrumpe la correspondencia conservada en la
Biblioteca Nacional y tampoco se halló en el Archivo de la Presidencia. Solo sabemos que más tarde la
"propiedad de la Llana" se torna "Contrato de la Tropical Oil Co", y así aparece delimitada en la cartografía
de la empresa hacia 1940.
No obstante , en su Informe a la Asamblea Departamental de 1923 el Gobernador no puede evitar de
mencionar estos conflictos; señalando ademas un curioso "problema racial " y el extraño riesgo de
contaminación con el cual "elementos racialmente inferiores" amenazaban una supuesta pureza santandereana
:
“…y por lo que dice relación al problema racial, que adquirió ha poco palpitante interés a causa de una
alarma, afortunadamente injustificada según expresas declaraciones de la Tropical Oil Company, él no se
ha agravado sensiblemente de entonces acá , y es de esperar por el contrario, que vaya mejorando por virtud
de la atención sostenida que al asunto se haya prestado por el Congreso, las autoridades ejecutivas y la
compañía misma en cuyo interés está no desmejorar las condiciones étnicas del santandereano, y
guardarse de inyectar en su población elementos racialmente inferiores y de desaprovechar las excelentes
condiciones del trabajador nativo, frugal, honrado, vigoroso y de natural pacífico e inteligente. Este
trabajador, regularmente pagado y atendido, y vigilado de cerca en su trabajo por capataces o inspectores
santandereanos que conozcan su índole, rinde un trabajo excelente y cumplido dentro de un ambiente
pacífico y de orden.
Como elemento indispensable de religiosidad y alta moralidad, os recomiendo favorezcáis la institución y
funcionamiento normal de la parroquia de Barrancabermeja. Su señoría el Vicario Capitular de la Diócesis
del Socorro está animado de toda voluntad en el particular; y el señor Montaban, Gerente de la Tropical,
se halla dispuesto a favorecer, por su parte, eficazmente, el ejercicio del Ministerio Parroquial."

Sintetizando :

Ahora bien en San Vicente, realmente se enfrentan dos empresas la Británica Lobitos Oilfields por una parte,
y por otra la Standard Oil, disimulada esta bajo el nombre de Tropical Oil Company , y con una fachada
nueva llamada Leonard Exploratión Company ; fundada esta ultima por el mismo agente encubierto de la
Standard que años antes había sido encargado de fundar a la Tropical.
Las tres sobornan por igual las autoridades locales , secretarios, jueces, inspectores , alcaldes y policías,
cambian los funcionarios a su antojo. Estos "comprados" , no son mas que mercenarios amorales y que se
pasan alegremente de un bando a otro según las ofertas y el mejor postor. Desarrollándose sobre otro plano ,
se desata una guerra de papel, de denuncias mediante la prensa y el telégrafo, la cual opone otro tipo de
protagonistas: los leguleyos-mercenarios al servicio de los tres rivales. Finalmente estalla el episodio más
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patético de esta guerra en los montes del Opón-Carare : las tropas de peones colombianos harapientos y con
malaria, por un peso diario se enfrentan en la selva en beneficio de los monopolios extranjeros.
La Tropical estimula y acelera la segregación de Barranca del municipío de San Vicente para asegurarse el
apoyo irrestricto de las autoridades locales compradas con antelación en el corregimiento. Mientras tanto, al
parecer la Lobitos actúa en forma igual con la alcaldía de San Vicente. El trazado de la jurisdicción de
Barranca , favorable o perjudicial para San Vicente sería, segun el caso y el deslinde oriental, favorable o
perjudicial para la LOC, la TOC o la LEC. En resumen una pugna de intereses económicos entre tres
empresas extranjeras, es la que dicta los limites de varios municipios colombianos.
Ahora bien, en vísperas del Tratado por Panamá el desenlace no podía ser otro,. En la espera angustiada de los
25 millones, los británicos tenían que salir derrotados. El mapa de 1940 indica como terminó el litigio : en la
parte oriental de la concesión , la Tropical había conseguido 7.857 hectareas.

El exterminio de los Yariguies.


Pero el episodio anterior solo pudo ocurrir después de la conquista de las tierras bajas. Entonces se abre el
capítulo mas vergonzoso del cuento : la conquista militar y violenta del Opon-Carare durante la Republica,
a solicitud y en beneficio de los mercaderes extranjeros. Postergada una conquista que no pudo realizarse
en el contexto de la sociedad feudal colonial española, la logró la nueva conquista del capitalismo
mercantilista europeo del siglo XIX.
Durante más de cincuenta años los yariguies son acosados, presionados y cercados por los caminos y el
avance de los colonos recolectores de tagua , quina o caucho, a los cuales muy a menudo unos mercaderes y
estafadores urbanos venden predios de baldíos usurpados. Entonces estas diminutas comunidades se internan
siempre más adentro, y van mermando sus hábitats hasta volverse meros reductos. Aún así, los últimos
grupos siguen resistiendo con armas de cacería, enfrentando los expoliadores mediante una estrategia de
golpes rápidos y de operaciones destinadas a infundir terror.
La historiográfica de este episodio es de una sola vía, la escribieron los mestizos considerándose
"civilizados" y actuando en pro del progreso contra " la barbarie de los indios salvajes". El exterminio
sistemático no aparece por ningún lado, aunque múltiples alusiones dejan asomarse la realidad . Se halla en
varias obras , pero dispersa, una cronología de la resistencia, escrita desde las posiciones ideológicas de los
agresores, y con la doble carga racista de los europeos y de los acomplejados mestizos santandereanos.
Dando el tono general, un autor escribe que estaban "los bosques poblados por salvajes de aguerrida
ferocidad". Solo evidencia la tenacidad de los aborígenes para defender sus últimos hábitats: es cuestión de
vida o muerte para sus familias y las mermadas comunidades.
En 1850, con el libre cambio y la "libre Navegación" surgen las primeras escaramuzas : los gobiernos parecen
ignorar que los yariguies no habían permitido ni firmado con Inglaterra , acuerdo alguno de libre circulación
en sus territorios. Ocultadas hoy con cierta vergüenza, no obstante las expediciones militares quedan
registradas en unos escasos documentos de los archivos de la Gobernación de Santander. Precisamente en
1850 el gobierno nacional realizó una ofensiva militar de exterminio en la región , con asesinatos de los
hombres , incendios de chozas, destrucción de labranzas, raptos de niños y ancianos , entrega de las
mujeres a la soldadesca, en el puro estilo de las "entradas" y "correrías" del siglo XVI . Pero al fin y al
cabo sin mayor éxito , pues una vez retirado el ejercito se reanudó la resistencia ; creció la guerrilla yarigui y
se multiplicaron las emboscadas. Entre 1853 y 1855 se señalan "seis incursiones de los indios que causaron
la muerte a veinte personas inofensivas", entre los cuales un pescador en Carare, "dos sujetos que picaban
guaduas para construir una balsa", y en el rió La Colorada "nueve sujetos que viajaban en una canoa
cargada de mercancías con destino a Zapatoca".
Hacia 1890, recordando sus andanzas de mercader por la región, escribe en sus "Memorias" Aquileo Parra a
propósito de las vicisitudes del camino del Carare:
"...Inútil esfuerzo ! La escasez de productos exportables y principalmente la constante amenaza de los
indios salvajes -quienes habiendo asaltado a varios pasajeros y sacrificado dos familias de las establecidas a
orillas del rió Carare, obligando a emigrar a otras- dificultaron a tal punto la marcha de los negocios, que
fue preciso suspenderlos....El camino volvió a caer , por consiguiente en el más completo abandono; y lo que
no había podido el clima contra esta civilizadora empresa, vino a ser obra del salvaje".
Más adelante dedica numerosas páginas a una violenta diatriba contra los aborígenes. Recuerda que en 1855
se dirigió a las autoridades para "solicitar del Gobierno de la Provincia el auxilio de la fuerza pública para ir
yo mismo en busca de los agresivos salvajes". Luego , "auxiliado por treinta hombres de tropa, a ordenes del
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Capitán Lorenzo Sarria emprendí en Julio de aquel año la penosa expedición". Regresando la expedición
militar de las márgenes del rió Guayabito , al poco tiempo el Gobernador de Veles presenta un informe
redactado en estilo de parte militar de victoria.
El Diario Oficial publica en su Nº 1252 de junio 12 de 1868 una Ley de Civilización de Indígenas en la cual
se lee:
"... El poder ejecutivo dispondrá la captura de las tribus de indígenas que ataquen los poblados o los
establecimientos agrícolas o que estorben el comercio o el libre tránsito por los caminos y ríos de la
República".
En 1869 el presidente Salgar expide un decreto (Ley XVII, sobre reducción de indígenas) tendiente a
fortalecer la colonización entre los ríos Sogamoso y Carare, desde la cordillera oriental hasta el Magdalena.
Unifica la instalación de colonias agrícolas, bajo administración misionera y con apoyo de "la fuerza
pública", con guarniciones en la vía de Barranca y en aquella del Carare. Los primeros cinco artículos están
redactados en un tono civilizador y humanitario. Pero cambia el tono con el ultimo articulo:
“Art. 6º. Mientras se establecen las colonias y misiones de que trata esta Ley, el Presidente del Estado
dispondrá que se verifique una expedición militar, con el objeto de ahuyentar los indígenas y proteger el
tránsito en los caminos del Carare y Barranca Bermeja, y los establecimientos agrícolas fundados en
jurisdicción del distrito de Betulia, y abandonados a consecuencia de las amenazas de los salvajes".
Recién abierto el camino de Lengerke , ademas de vía para la circulación de mercancías , se convirtió en
cuña de penetración militar . Referido al envío de misiones, en Bogota el arzobispo no se mostró muy
entusiasmado y solicitó una contribución estatal "con doscientos pesos fuertes , anuales," para mandar
apenas dos misioneros en cada colonia que el mismo sitúa con mucha prudencia "sobre las pendientes de la
cordillera que caen en las tierras planas de la hoya del Magdalena". Pero no podía surtir efecto alguno un
decreto tratando de revivir en vísperas del siglo XX , la política de la cruz y la espada de los conquistadores .
Entre los mercaderes incursionando en el Carare-Opón esta Aquileo Parra, del cual dice un biógrafo que
suspendió escasos estudios, y a los quince años andaba de cacharrero. Luego se dedicó al negocio de los
sombreros en Neiva , antes de aparecer con tienda en Vélez hacia 1865-1870; se alista en uno que otro
ejercito, ocupa unos ministerios y brinca al Palacio en 1876. Era diputado de Santander en la misma década,
y Ministro de Hacienda en 1874 y 1875 , cuando explora la región y en asocio de varios mercaderes de Vélez
funda la Sociedad Comercial del Carare.
En una obra que no carece de inexactitudes afirma Ignacio Arizmendi a propósito del FFCC del Norte:
"Tal fue el entusiasmo de Parra por dicha obra que pidió una licencia (como Ministro) de varios meses para
irse a las selvas del Carare- que conocía desde su juventud- para servir de guía a los ingenieros
exploradores".
En 1869 , desde sus almacenes de Vélez , el comerciante, empresario y político Aquileo Parra, entre dos
guerras defiende sus negocios del Carare y apoya la estrategia de "la cruz y la espada" . Visiblemente actúa
con fines políticos y como vocero beligerante de un amplio sector de mercaderes, dueños de recuas o
especuladores inversionistas en tierras baldías. Se dirige al Presidente del Estado y de su larga carta se
pueden extraer unos apartes:
"...El ciudadano presidente del Estado , debe tener ya conocimiento oficial del asalto dado por los indios del
Carare a una embarcación tripulada por cuatro hombres que subían el rió Carare y en la cual venia el señor
Gabriel Mesa, administrador de correos nacionales de Bocas del Carare. Este suceso ha llenado de alarma a
los nuevos pobladores del camino y a los dueños de recuas, que ven aumentar cada día el atrevimiento de los
indios. Me permito llamar la atención a usted , hacia los peligros que amenazan la existencia de la vía del
Carare, y la de las industrias con ella relacionadas, si por parte del Gobierno Nacional y del Estado no se
pone eficaz remedio.
Hasta el año de 1853 los indígenas no inspiraban temor, pues apenas se tenia noticia de un asalto dado por
ellos a unos pasajeros, hace mas de 50 años, en un sitio que ha conservado el nombre de Playa de los Indios.
De 1853 para acá, las agresiones han sido continuas y los indios han cometido en este tiempo mas de 40
asesinatos. Por el camino de Carare no se había hecho un comercio regular y constante , sino de dos años a
esta parte. Antes de esa época el tráfico estaba reducido a los pocos efectos que se llevaban a las ferias de
la Costa, y de las mercancías que se traían en retorno, todo lo cual no alcanzaba a 80 cargas por año. A
pesar de esa falta de tráfico, y de que el camino estaba completamente obstruido, la fertilidad del suelo y la
facilidad de llevar los productos al Magdalena realizando buenas ganancias , había traído a muchos
pobladores. De manera que en 1853 se hallaban establecidas más de doce (12) familias entre Guayabito y
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Bocas del Carare, sin contar las que residían en este último punto , que era el mayor número de las que hoy
existen. Los indios asesinaron a algunas de aquellas familias .Las otras se vieron obligadas a huir
abandonando sus casas y plantaciones. Dos tentativas se han hecho hasta ahora para contener las
agresiones de los indios y proteger el tráfico y los establecimientos agrícolas del Valle del Carare. La una en
1855, hecha por el gobierno nacional, a solicitud del gobernador de la provincia de Vélez, señor Ricardo
Vanegas, y la otra en 1866, hecha por el gobierno del Estado durante la administración del señor
Villamizar Gallardo. La primera expedición fue dirigida por el capitán Lorenzo Zarria, que con un piquete
de 20 hombres del ejercito nacional, penetró hasta el Opón y sorprendió una partida de indios que huyeron
al verlos, dejando en su poder a un niño de 7 años. La expedición produjo el resultado de atemorizar a los
indios que suspendieron sus hostilidades durante tres años. Después de los asesinatos cometidos por los
indios en julio de 1866, el presidente del Estado , señor Villamizar G. , autorizó al jefe de este
departamento para que organizase una nueva expedición que fue dirigida por el señor Eusebio Morales,
quien logró cautivar una familia de cinco personas que fue traída a esta ciudad sin inferírsele daño
alguno.(....)
A principios de 1868 los indios asesinaron a los conductores del correo nacional , y en el congreso de ese
mismo año se expidió una ley autorizando al Poder Ejecutivo para situar partidas de la fuerza publica en los
lugares expuestos a las agresiones de las tribus salvajes, con el objeto de proteger los establecimientos
agrícolas y de custodiar los correos. Tanto el gobernador federal , como el del Estado , están pues,
autorizados para emprender la reducción de una tribu hostil a los intereses de la parte civilizada de la
población; y con buena voluntad y alguna perseverancia de parte de los gobiernos, el infrascrito tiene la
persuasión de que en pocos meses podrá alcanzarse el fin que se desea. La tribu no es errante y se sabe que
no es imposible entrar en amistad con ella, pues el doctor Céspedes estuvo entre los indígenas y aun logró
sacar dos a Bogotá. El principal móvil que los guía a cometer sus hostilidades parece ser el de
proporcionarse herramientas , pues son los únicos efectos que roban, sin que hasta el momento hayan hecho
daño en las casas y embarcaciones.
Si el gobierno nacional quisiera destinar por algunos meses una partida de unos 25 a 30 hombres a apoyar
los esfuerzos de una misión cristiana que costearía la compañía del camino , no hay duda de que se lograría
la reducción de aquellos infelices indígenas , a quienes se les proporcionarían herramientas , semillas,
animales y vestidos, a cambio de que guardasen la paz.
Si el gobierno desatiende la protección que en justicia debe a los colombianos comprometidos en empresas
en la vía del Carare, esas empresas hoy incipientes tendrán que encallar; pues no será fácil lograr la entrada
de trabajadores que empiezan a aterrarse con las continuas agresiones de los indígenas. Estos , por su parte
crecen en atrevimiento ; no temen ya atacar partidas de cuatro hombres, ni respetan aproximarse a las
plantaciones; pues recientemente se han descubierto huellas de indios a inmediaciones del establecimiento
que están fundando los señores Codazzi y Zapata a orillas del Guayabito. Al continuar las hostilidades de los
indios, sin que el Gobierno dicte medida alguna para impedírselos, el tráfico por el camino del Carare,
tendrá que suspenderse , y este tráfico que apenas principia, produce hoy, anualmente al tesoro nacional, en
derechos de importación, una suma mayor de la que costaría la reducción de la tribu. Cerrado el camino ,
las siembras de café que se están haciendo en el Departamento son empresas frustradas, pues dicho
articulo no podría soportar los gastos de exportación por las vías de Honda y de Barrancabermeja.
A nombre de la compañía del Carare, de que es director, el infrascrito solicita del ciudadano presidente del
Estado que recabe del Poder Ejecutivo Nacional , el envío de una partida de fuerza nacional, que venga a
dar seguridad a los establecimientos agrícolas que se están fundando en la línea del camino, a custodiar los
correos nacionales , y a apoyar los esfuerzos de un misionero cristiano, que de acuerdo con el Gobierno del
Estado , enviará la compañía con el objeto de reducir la tribu de indígenas que habitan en las selvas del
Carare. (....) Aquileo Parra. Vélez , agosto 2 de 1869."
Este memorial del chantaje y de la represión , ilustra el doble avance de los mercaderes y del campesinado de
colonización ; refleja los antagonismos y contradicciones que surgen de la avidez de algunos mercaderes y
que tiene que resolver el Estado : es tan claro en su cándido cinismo que no merece insistencia . Mas tarde el
explorador y mercader , desde la silla presidencial mandaría la tropa al Carare para exterminar a las
comunidades, con el pretexto de su "reducción", eufemismo que se utilizaba desde la conquista del siglo
XVI.
Dos meses mas tarde , es Lengerke quien se queja a la asamblea legislativa reunida en Socorro. De entrada ,
relata una emboscada entre Santander- donde tiene su bodega - y Montebello -donde quedan sus haciendas y
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plantaciones- , de la cual fue victima uno de sus peones arrieros , y que el mismo encontró media hora
después en el camino , "tendido en el suelo y atravesado por una multitud de flechas". Luego explica que dio
la orden a uno de sus compatriotas , Briedler "para que reuniera toda la gente posible " para perseguir a los
agresores, siendo que "es el segundo asesinato que los indios de Chucuri han cometido en el camino, pero en
otro punto de la misma montaña han salido a cometer crímenes no menos horrorosos". Mas interesante
resulta para nosotros la parte central del memorial en la cual se advierte como se esta transformando la
región.
"La vía de Barrancabermeja se halla en perfecto estado de tránsito; en el año ultimo se hicieron en ella muy
costosas reparaciones ; nuevos pobladores habían empezado a descuajar esas selvas ; se aumentaban los
establecimientos agrícolas; había establecido más potreros el empresario, y los transeúntes con sus recuas
encuentran allí actualmente toda clase de recursos. Los acontecimientos a que aludo pueden hacer que la
comunicación se interrumpa, pues los arrieros temen trabajar hoy, y los pobladores se alejan, con lo cual
sufrirá una empresa que cuesta tanto sacrificio; seria un mal de gran trascendencia que se cerrara el
camino de Barrancabermeja , única vía que tenemos hoy hacia el Magdalena, en el interior del Estado, que
satisfaga las necesidades del comercio, y que se cerrara cuando empieza a servir después de haber gastado
en ella muchos millares de pesos, y sacrificándose muchas existencias. El tráfico era ya considerable; en los
últimos doce meses transitaron por allí cerca de seis mil cargas , y el comercio de exportación y de
importación aumentaría indefectiblemente. Dos grandes y nuevos vapores llegarían pronto a la costa con
destino principal al servicio del camino de Barrancabermeja.(...) Si hoy el gobierno no toma providencias
enérgicas para reducir estas tribus bárbaras, si no presta su poderoso apoyo , todo lo hecho será perdido,
pues con mis propios recursos me es imposible emprender esta reducción. (....) "
Finalmente " el empresario del camino" expone a los diputados su propuesta y les indica lo que tienen que
hacer. Concretamente solicita al gobierno costear y armar un ejercito bajo su mando , para eliminar la
resistencia nativa que estorba sus negocios entre las plantaciones y el río.
"...Os pido que autoriceis al Poder Ejecutivo para que de acuerdo con el empresario del camino a
Barrancabermeja, dicte todas las medidas necesarias para reducir o ahuyentar las tribus salvajes del
Chucuri, y para impedir en los sucesivo nuevos atentados. Debeis autorizarle para que haga los gastos que
tales progresos exijan, si no deseáis que se arruinen todos los establecimientos de Chucuri , y que vuelva a
dominar en aquellas regiones la barbarie, a la cual con el camino al Magdalena había ya reemplazado la
civilización.
Si queréis evitar la ruina de la empresa y la pérdida del comercio en los departamentos de Guanentá,
Socorro y Soto, dictad, ciudadanos diputados, las providencias que respetuosamente solicito.Socorro
,octubre 18 de 1869. Geo Von Lengerke."
Y para impresionar todavía más a los diputados, añade a su memorial la carta que Nicolás Briedler su
mayordomo del sitio de Caballero, manda al mayordomo de Montebello, A. Spohr. En esta el primero expone
detalladamente el resultado de la expedición punitiva contra los nativos y concluye con esta palabras:
".....a mi me encanta lo novelesco de la situación y quedaría muy contento si tuviera mas armas, que espero
que me mandarán inmediatamente".
Poco después, en 1870, el propio presidente del Estado admite que tanto en el camino a Barranca como en
aquel del Carare hubo "algunos asaltos de los indios del Opón". Enseguida felicita la acción militar de
Lengerke y la construcción en el camino de un tambo donde mandar "el resto de un compañía de la Guardia
Republicana" siendo que ya una tropa de la misma protegía el empresario alemán.
En Julio 3 de 1878, las autoridades acusan a Lengerke de incumplimiento en el mantenimiento del camino de
Zapatoca a Barranca, y lo multan con 2.000 pesos . En seguida replica el negociante, y el 5 de julio se
defiende con esta argumentación :
"....Yo no estoy en posesión actual del privilegio que se me concedió para la apertura de aquel camino ;¿y
por que? Porque los salvajes de los desiertos que habitan en los bosques que atraviesa el camino , se han
apoderado de el y en el han sacrificado a pasajeros y jornaleros , razón por la cual desde enero del presente
año no he encontrado ni a peso de oro jornaleros ni arrieros que quieran trabajar ni conducir arrías por
aquel camino , por temor de ser sacrificados por las flechas de los salvajes. De tales hechos es sabedor tanto
el gobierno ejecutivo del Estado como el legislativo, de quienes he recabado con razones poderosas el
auxilio de gente armada para darles garantías a los jornaleros y arrieros y la única contestación que he
recibido ha sido su profundo silencio.
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(...) Si el comercio de Zapatoca está sufriendo de aquel camino , yo sufro mucho más que el, porque
considero perdido todo el capital que pasa de doscientos mil pesos ($ 200.000.00), que se han invertido en la
apertura y establecimiento de él, aparte de los valores de los tambos , que han sido destruidos por los
salvajes.(...)
Como el gobierno por su parte no ha cumplido con el deber que ha tenido de darme garantías y seguridades,
para el sostenimiento del camino que conduce al puerto de Santander, hoy me veo en la imprescindible
necesidad de renunciar, como formalmente renuncio , el privilegio que tengo en el camino.(....)
Luego, se declara incapaz de hacer "descender del cielo ángeles, únicos seres invulnerables a las flechas de
los indios", y enfrentar "aquellos salvajes" si no le da el gobierno "fuerza armada bastante para repelerlos".
Agrega que "no tiene poder sobre los espíritus ni los fondos bastantes para sostener 300 o 400 hombres para
ahuyentar a los salvajes". Termina esta parte de la misiva afirmando en forma tajante que "ni pagará la multa
de dos mil pesos, ni emprenderá los trabajos del camino al puerto de Santander hasta tanto que el gobierno
del Estado no cumpla con su deber, reduciendo los salvajes que pueblan los bosques que atraviesa el camino
de Santander". Mas adelante insiste sobre "los hechos atroces cometidos por aquellos salvajes" del cual ha
informado las autoridades en varias oportunidades. Concluye repitiendo que no ha podido conseguir la
"seguridad para trabajar en los bosques poblados por los salvajes" , palabra está que figura ocho veces en su
libelo.
Escriben al propósito Sandoval y Echandia:
"Sin embargo el conflicto por tierras no se quedó en esto. Los indígenas Yariguies, los del Opón y el Carare,
al ver que los caminos por y para el interés quinero se adentraban en su territorio, que sus tierras eran
usurpadas por el "Blanco Colonizador" (Entiéndase quineros y empresarios) se lanzan a una cruenta guerra
contra el invasor."
En 1880, el contrato entre Lengerke y el Estado para la explotación quinera hace obligación al germano
"cooperar en la reducción a la vida civil de los individuos salvajes que habitaban aquella cordillera". En
1882 la inseguridad por el "camino de Lengerke" y los continuos asaltos obligan las autoridades a suspender
el servicio de correo entre Barranca y San Vicente. En 1884, Hettner comenta la situación :
" Mientras que el camino del Carare está en abominable estado , otro construido por el señor von Lengerke
para comunicar a Zapatoca con Barrancabermeja vía Montebello , no era utilizable por temor a los ataques
de los indios bravos , cuyo territorio atraviesa . Debido a su escaso uso y el consiguiente abandono, el
camino en su parte inferior se deterioró completamente".
En 1887 un grupo de yariguies atacan a Barranca dejando dos muerto y un herido. En 1890 vuelve a agitarse
en al Asamblea de Santander el asunto de las misiones (Ordenanza Nº 8). Los legisladores tienen entonces el
cinismo de reconocer a gente radicada en este territorio desde algunos milenios, la propiedad de las tierras
"con una ocupación continua de un año por lo menos". Excluyéndose eso si "el territorio de propiedad
nacional que los indígenas salvajes no hubieran cultivado y que ocuparan solamente para sus cacerías".
Solo faltaba un francés en este siniestro safari. En 1895 recorre la zona otro "conquistador", el ingeniero
Georges Brisson. Paradójicamente , pasó el auge de la exportación de la quina, pero el galo , en su equipaje
trajo de Francia la milagrosa quinina. Ingeniero civil algo aventurero, llegó a Buenaventura en 1891 se dirigió
hacia Cali y de allí a Medellín . Contratado como "explorador", entró al servicio de una Sociedad
Exploradora del Chocó (explotadora , más bien ) fundada por los ricos mineros Amador y sus socios . En
estos años los mineros antioqueños proyectaban llenar el vacío dejado por los payaneses, tratando de
recuperar las minas del alto Choco abandonadas desde la manumisión por los arcaicos esclavistas caucanos.
Con el fracaso de la expedición y la disolución de la Sociedad, Brisson se embarca en Quibdó y llega poco
después a Cartagena en donde busca el apoyo de Nuñez y Roman . En un vapor se dirige luego hacia Bogotá
en donde estas recomendaciones le aseguran un empleo oficial. Es cuando un Ministerio de Hacienda
preocupado por las costosas inversiones en un fantasmal camino de Vélez al Carare, lo encarga de realizar
una inspección; la cual se inicia en octubre de 1895 y termina en enero de 1896. El moderno "visitador"
permanece unos dos meses en el Opón- Carare, y la presencia invisible y silenciosa de los yariguies llena su
diario de viaje:
"...Casi no hay indios salvajes en las orillas del Carare: están en el Opón á 20 leguas de distancia......En San
Fernando (Puerto Carare) a donde había todavía, hace dos años , unas dos familias, tuvieron que retirarse
porque los indios les quemaban las casas..."
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Los yariguies son " enemigos de los blancos , cuyo contacto evitan cuidadosamente..." y en cuanto a su
numero "no pasan de un millar" según Camacho Roldan pero "el señor F.J. Vergara y V. dice que los
salvajes del Carare-Opón no pueden estimarse en menos de 3.000".
De tal modo que Brisson entre las 16 arrobas de su equipaje no olvida :
"...seis machetes ó peinillas, dos rémingtons con cien balas, una escopeta, un revolver , un hacha"...
Más adelante anota :
" Los indios hacen frecuentes incursiones hasta por estas comarcas del Alto Guayabito , y hace un año y
medio , no más , mataron , en el caserío mismo, a dos peones que trabajaban en un cacaotal.."
En cada campamento :
"Cuido que los rifles y demás armas estén listos y que la hoguera quede encendida durante la noche , porque
hay que guardarse de los 3 grandes enemigos: indios, tigres y mosquitos. Mando inmediatamente dos
hombres a pescar bajo la vigilancia del Sr Ricardo Patiño que lleva uno de los remingtons, porque por aquí
no hay que dejar alejarse nunca ningún peón solo o desarmado del campamento y tampoco abandonar este
un instante sin vigilancia. Al atravesar la quebrada de San Isidro encontramos los rastros de una tropa de 10
a 12 indios.....Atravesamos la hondonada llamada Hoya de los Muertos , porque allí mataron los indios a dos
hombres que iban de Guayabito al Puerto de San Fernando....Durante las marchas hemos visto huellas de
indios y oído gritos de ellos... fundaciones y sementeras abandonadas actualmente o destruidas por los
indios... Creo que lo que ha desterrado a los ribereños que habitaban o cultivaban las orillas del Carare ,
años atrás , debe atribuirse a dos cosas: 1º al miedo de los indios y a la falta de protección contra ellos.
Efectivamente , en todas estas plantaciones , han cometido los indios asesinatos, incendios, robos y
depredaciones.....
Concluye con una sugerencia no muy original:
"... De modo que el único inconveniente que puede haber actualmente para los colonos son las incursiones de
los indios, inconveniente que desaparecerá inmediatamente cuando los inmigrantes sean en número
suficiente y tengan alguna protección del Gobierno. Una pequeña guarnición en la primera colonia es
necesaria ; tambien se podrá trasladar allí una sección de presidio".
José F. Gutiérrez escribe en "Santander y sus municipios":

"Algún caballero que a fines del siglo pasado tuvo que entenderse con empresas comerciales de conducción
de mercancías por el rió Opón, nos explicaba cómo con tales gentes no hay más recursos que
adelantárselas con una certera puntería. Con ellos no había que intentar medios blandos ni conciliatorios.
Carniceros y terribles como tigres, con ellos no valen sistemas distintos a los bélicos."
A fines del siglo , escribe S. Galvis sobre los recolectores de tagua, los caucheros y los buscadores de quina:
"Iban a los bosques en grupos y armados; los viandantes y las canoas siempre salían en convoyes. Cuando
eran atacados por los indios se defendían, pero se hacían carnicerías también salvajes y sin control
abandonando los cadáveres y guardando a veces el secreto de lo ocurrido , para evitarse complicaciones."
El mismo autor integra a su crónica los recuerdos de un veterano poblador evocando los últimos años del
siglo XIX:
"El peligro de los antropófagos del Opón era el terror de las personas encargadas de la recolección de la
tagua , pero sabían que durante el día en la cogida, nada les hacían y que los asaltos los verificaban en las
mañanas o en las tardes, arrasándole todo y hasta quemándoles los ranchos. Muchos fueron los que
murieron acribillados por la flecha del indio que los acechaban , hasta el extremo de no poder salir una sola
embarcación , y así sucedía para conseguir el chapapote en Infantas, pues se corría el peligro del asalto por
estar todos estos ríos poblados de indios".
Incluso el temor se regó a lo largo del río y es en Honda , en 1.898 que escribe el viajero francés Pierre
D´Espagnat :
"¿ Quién creería que a tres jornadas más allá , al otro lado de estas selvas próximas y del Magdalena, en las
mismas proximidades del río , monta la guardia la fracción traidora de las tributas salvajes , restos
inextirpables de los primitivos pobladores de la manigua americana , indios bravos, desnudos, feroces ,
ladrones, guerreros y antropófagos, con plumas en la cabe, con anillos en la nariz y con los despojos del
enemigo colgados en la cintura? Tal es , por lo menos , la descripción que corrientemente se hace de estas
tribus del Opón y del Carare, a cuyos territorios el mismo gobierno no se atreve a enviar tropas".
En 1902 , se asoman unos aborígenes en cercanías del puerto, quebrada de Las Lavanderas. Este año atacan
un puerto-bodega del río Opóncito en donde raptan dos mujeres. En el mismo sitio en 1904 atacan a los
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bogas de una canoa cargada de mercancías: perseguidos por una tropa de colonos , estos "encontraron el
bohío de los indígenas al que atacaron a bala causando varios muertos entre los cuales hallaron el cadáver
de una de las mujeres robadas".
Desde cincuenta años atrás los únicos periodos de tranquilidad y tregua para los nativos , coincidieron con las
guerras políticas durante las cuales los ejércitos enfrentados entre si, por lo menos los dejaban en paz .
Recordando su llegada en febrero de 1903 , escribía en 1929 el aventurero Bohórquez :
"...Muy grandes eran los peligros que allí se vivía , pues las fieras hacían casi vida común con los moradores
, y la vecindad de los indios salvajes , que amenazaban con frecuencia , mantenía en terrible expectativa de
alarma al vecindario".
El año siguiente se torna recolector de caucho y tagua:
"...Me interné en los bosques...a pesar de los cuentos fantásticos de los ataques de los indios y demás fieras
de esas montañas".

Más adelante , indica que su socio De Mares, después de su visita de 1911 a los bosques de Las Infantas :
"...no quiso volver a esa región...temiendo los ataques de los indios , pues en esa época aquellas montañas
aun estaban habitadas por tribus de antropófagos que asaltaban constantemente a los recolectores de frutos
en los bosques ".
En 1908 escribe Luis Colina , corregidor de Barranca, con un sorprendente tono de denuncia e indignación :
"...Hoy se les ha abierto una guerra a los infelices indígenas que ven arrasadas sus labranzas por los
caucheros y tagueros , que en numero considerable se encuentran dispersos desde frente a Nare, Baúl,
Palancal, La Llana, Cascajales, Las Arrujas, Meseta de los Caballeros, Alizama, La Putana, etc, donde
además de las legumbres que les roban y para crearse derecho bruto , los tiran como animales de cacería
reservándose el crimen entre compañeros porque saben que el castigo es la represalia de su salvajismo
criminoso".
Del mismo tenor es este parrafo del viajero Camilo Forero Reyes:
"El 17 de diciembre de 1908, a las ocho y media de la mañana, después de que los bogas hubieron cargado
las canoas con nuestros equipajes y unas cuantas cargas de panela, nos acomodamos en ellas como mejor se
pudo, cuatro bogas, el coronel Amaya, el señor Hernández, Muñoz, dos italianos, Tomasa y yo; y una vez
instalados a bordo, los conductores empujaron nuestra canoa a la mitad del río y la corriente la arrastró
con velocidad de un caballo desbocado…En aquellas riberas los bogas nos enseñaron las palmeras
productoras de la tagua, y el sitio en que, no hacia mucho tiempo, los indios del Opón acribillaron a
flechazos a un hombre, como represalia de las crueldades ejercitadas con ellos por los caucheros y
tagueros de aquellas apartadas montañas”.
En junio del mismo año caen dos tagueros en una emboscada . En agosto de 1909 mueren flechados dos
recolectores en la selva del río Opóncito y desaparece otro.
Cuando el gobierno declara la caducidad de su contrato de concesión por incumplimiento, "los indios" sirven
de pretexto a Roberto De Mares ; en 1910, utiliza esta mentira en su alegato:
"Pero la estación de las lluvias, las enfermedades y , más que todo los indios nos han impedido seguir
trabajando".
Según Simón Galvis, en 1911 " también asaltaron los indios a los tagueros que en el Opón tenia el señor
Juan Valdés" y en junio de 1912 , sobre el río La Colorada perecen dos tagueros. Este mismo año se levanta
un Censo Nacional de Población; en el entonces municipio de San Vicente, además de los hombres
catalogados como Blancos, Mezclados, Negros, también registra los Indios: son 48.
En 1913 la situación es de tal gravedad que las propias autoridades de Barranca organizan "un ataque
masivo", "una batida de persecución de los indígenas por las montañas": si no se realizó fue por prohibición
de tipo táctico por parte del Gobierno Nacional. El año siguiente se manifiesta sorpresivamente Roberto de
Mares, concesionario petrolero, pero dedicado a otras faenas y vuelto cazador de indios. Aquí cabe la carta
(Fondo de Baldíos del AHNC, Tomo 37 folios 100 y 101), que manda al Ministro de Obras Publicas :
"La Gloria , Abril 30 de 1913
Señor Ministro de Obras Públicas, Bogotá
Señor Ministro
Tengo el honor de avisar a S.S. que en el curso del presente mes se han logrado extraer de los bosques de
"Bovali" , la cantidad de cincuenta y ocho (58) bultos de Tagua, de cinco (5) arrobas cada bulto , de buena
calidad, de conformidad con las prescripciones del Contrato que con ese Ministerio tengo celebrado.
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No dudo, que a mediados del mes próximo , y una vez pasadas las elecciones para Representantes al
Congreso, que tan ajitados (sic) traen a los partidos; vuelta la calma a los espíritus, y la normalidad al país,
el Ministerio de la Guerra dará orden para que se nos devuelvan los elementos que nos fueron quitados,
para que con esos medios de defensa, nuestros trabajadores puedan con más tranquilidad y mayores
garantías , aventurarse hacia el Centro de la Cordillera sin mayor temor a los Indios.
Aún cuando no es esta la ocasión para hacerlo, ni estar tampoco autorizado para ello, me aventuro a
informar a S.S. que tanto la Tagua que se exporta por este Puerto, proveniente de los Baldíos del Catatumbo
y Culebritas, como aquella que se extrae de los ríos Opón, Oponcito, La Colorada, La Llana etc. la están
recolectando "biche", es decir , descabezándola, como se dice por aquí vulgarmente; por consiguiente , con
ese sistema, están dañando los Bosques y perjudicando el buen nombre que el articulo tiene en los Mercados
del Exterior. Este aviso se lo doy en mi carácter de hombre honrado, deseoso siempre del progreso y
adelanto de su patria. No culpo a los pobres trabajadores que buscando el pan diario para llevar a sus
hogares se aventuran, aún a riesgo de su vida, por aquellos bosques plagados de feroces indios ; el miedo ,
y la premura del tiempo, los obliga a cojer (sic) los frutos no maduros aún, por temor a perder su trabajo, y
tambien por no volver a sus casas con las manos vacías; cada hombre allí tiene la espada de Damocles
suspendida de su cabeza , porque no sabe a que hora la flecha certera de un Indio corta el hilo de la vida.
Si el Gbño (sic) quisiera prestarme su apoyo en este sentido , no pasaríamos por la pena , por no decir
vergüenza, de tener a tres (3) leguas del río Magdalena, arteria principal de la Republica, tribus Salvages
(sic) y Canivales (sic) , que tan mal hablan de nuestro estado como Nación Civilizada.
Apelo a los sentimientos de hidalguía y generosidad que animan a S.S. lo mismo que a los de sus demás
Colegas en los diferentes Ministerios, para que en las Sesiones del Honorable Consejo de Ministros, y de
acuerdo con el Exmo . Señor Presidente, se trate de este asunto, y se escojite (sic) ó dicte una Disposición
que nos dé mayores garantías a todos aquellos que nos aventuramos a buscar en las soledades de las Selvas
, y luchando contra toda clase de elementos - puesto que hasta la misma Naturaleza nos es hostil- el pan de
nuestros hogares y la educación de nuestros hijos.
Reciente está aún el horroroso asesinato del noble amigo Señor D. Vicente Olarte O. y el de sus
desgraciados Compañeros de que di cuenta a S.S. en mi anterior comunicación fechada en Barranca
Bermeja, y ya que hablo de este lugar , y como un acto de justicia, permítome citarle el nombre del Señor
Alcalde de aquella población señor D. Pedro Serrano, que se preocupa por el adelanto de aquella localidad.
Señor Ministro
Roberto de Marés "(sic, con tilde en la e).
Son de señalar dos "lapsos" del autor . En primer lugar Barrancabermeja siendo corregimiento carecía de
Alcalde y estaba administrado por un Inspector de Policía, un tal Raimundo Tamayo.
En 1914, y muy lejos del Carare, "los clientes" que están negociando con De Mares su concesión fantasma,
meditan en EEUU sobre lo que significa internarse en estas selvas; entre múltiples dificultades señala Michael
Benedum, empresario petrolero:
"...¿"cómo nos las arreglaríamos con los cazacabezas de la región?"
Los ingenieros yanquis tenían que penetrar en unos bosques donde seguían resistiendo los últimos reductos
aborígenes. Lo recuerda Francisco Andrade en "El último Yarigui" (Bogotá ,1944). Contratado por un
terrateniente bogotano para deslindar sus propiedades, el agrimensor llega al puerto en 1915, descubre
enseguida las dificultades de comunicaciones para llegar a los predios a través de la selva, y añade:
"Pero...el peligro mayor lo constituyan los indios".
Relata distintos incidentes recientes con varias victimas y agrega:
"...Y así eran innumerables las historias de los ataques de los indios; por lo tanto la travesía de la trocha era
asunto grave. La situación de nervios en que se hacia era tal, que ni siquiera se abotonaban las fundas de los
revólveres."
En 1915 , el Gobernador dedica en la "Gaceta de Santander" un capitulo especial de su informe anual a "la
catequización de las tribus salvajes que residen en nuestras montañas orientales y en las regiones del Opón y
del Carare" . Señala que "fue apropiado en el Presupuesto la suma de $ 4.431, 80 con destino a fundar una
misión para la reducción de las primeras y para el sometimiento de las últimas". Añade esta argumentación:
" Del Carare se ha dado cuenta de que hay algunos indígenas , procedentes de las tribus errantes en esas
selvas, que han sido atraídos hacia los caseríos de la margen derecha del río, pero que carecen los
moradores de allí de recursos para retenerlos, halagándolos con el ofrecimiento de obsequios apropiados
tales como ropa , algunas herramientas, etc.
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Tambien se ha informado que dos individuos , prófugos de distintas Cárceles, se han domiciliados en una
ranchería de indígenas , a cuyos moradores enseñan el uso de armas de fuego, constituyendo un peligro
para los civilizados que por allí residen. Se cree que seria fácil sorprender dicho grupo y capturar a los
prófugos, procurando la reducción de los indígenas por medio de sus antiguos compañeros que ya lo están ,
pero para ello se requiere disponer de algunos recursos en dinero y situar en la región un destacamento
armado confiado a gente prudente y avisada que no ejecute hechos violentos , los cuales son
contraproducentes para el efecto buscado ".
Más adelante felicita la acción de la policía departamental en la región :
" Notorios son ya los buenos resultados del servicio de que trato en esas apartadas regiones, habitadas
todavía en la parte cubierta de selvas por tribus salvajes , algunas compuestas de indios muy feroces y en
donde antes de la creación de la Comisaría , no había llegado a sentirse la acción de la autoridad por
carencia de fuerza que hiciera efectivas las ordenes de los encargados de aquella e impusiera a cuantos allí
habitan el respeto a la Ley y al ajeno derecho ".
En el Nº 30 (agosto 12 de 1916) de la revista Cromos, un señor Augusto Rozo defiende uno de los trazados
del ferrocarril de Cucuta al Magdalena y enumera sus beneficios:
"c) El Ferrocarril que atraviesa ciertas regiones aun incultas y habitadas por salvajes , será la única forma
factible para llevar allí la colonización y el cultivo de suelos fértiles y ricos".
En 1917 , el prefecto de Zapatoca sigue insistiendo en el establecimiento de misiones y de guarniciones
militares ; se dirige en estos términos al Gobernador:
" Existen todavía en las montañas del Opón algunos indígenas que seria fácil reducir a la vida civilizada si
se estableciera una misión (....) compuesta cada una de dos sacerdotes y un cuerpo de policia, que podría ser
el mismo que hoy existe en las riberas del Magdalena(....) con el apoyo de la fuerza acantonada en
Barrancabermeja..."
El mismo año el Gobernador expone las gestiones que realizo con el Arzobispo de Bogotá para la
recuperación de unas comunidades que venían siendo desalojadas de sus hábitats por la Policía
Departamental y las comisiones de las primeras exploraciones de la Tropical Oil Company en La Colorada :
" Catequización de indígenas.
En el mes de octubre último se presentó en el Corregimiento de Puerto Carare un número regular de
indígenas de todas edades y sexos , procedentes de las riberas de los ríos Opón y Carare ...Además de lo
dicho, la Gobernación, creyendo que la ocasión que se ofrecía , con motivo de la presentación de los salvajes
, era de excepcional importancia para acometer en forma racional y estable la reducción y catequización de
esos compatriotas, se dirigió por medio del telegrama siguiente , al Ilustrísimo y Reverendísimo señor
Arzobispo Primado de Bogota, Presidente de la Junta Arquidiocesana Nacional de Misiones Católicas, en
demanda de apoyo para lo que no era una ilusión sino una realidad".
Sigue el telegrama del 22 de octubre de 1917 :
"…hanse presentado Puerto Carare cerca de cuarenta (40) salvajes deseosos vida civilizada.
Suplico…asignar alguna suma para catequización tribus Carare”.
Termina el Gobernador :
" Ninguna respuesta se ha recibido a esta comunicación ".
Otro autor explica en estos términos el destierro y la deportación de los últimos habitantes, y de paso ilustra el
triste papel que cumplió el clero en la tarea de limpiar la comarca en beneficio de los nuevos dueños:
"Posteriormente, en el año de 1.918, por gestiones del cura Párroco de San Vicente de Chucuri, el doctor
Tapia, se logró llevar los restos de los opones a esta población. La tribu estaba reducida a unas 30 personas"
(Francisco Andrade).
En 1919 un funcionario se dirige al gobernador informando que el cura de San Vicente obtuvo del último
cacique :
..."que le confiara dos sobrinos para civilizarlos (...) con dos más que están aprendiendo el castellano y
alguna instrucción primaria; al Socorro ha sido trasladada una niña llamada Teresa y está en poder de la
Reverenda Madre Marcela."
El mismo año el Gobernador , ritualmente dedica en su informa anual un imprescindible capítulo a la
"Catequización de indígenas...nuestros coterráneos que aún llevan vida salvaje en las regiones del Opón: El
Párroco de San Vicente de Chucuri, encargado de la misión , entró en relaciones con el Cacique Inaich, que
hoy llaman Carlos , y obtuvo que le confiara dos sobrinos para civilizarlos ; al efecto en su propia casa los
tiene con dos más que están aprendiendo el Castellano y alguna instrucción primaria; al Socorro ha sido
72

trasladada una niña llamada Teresa y está en poder de la Reverenda Madre Marcela…Los Decretos números
290 y 21...tienden a facilitar a los misioneros su tarea, apoyados por la Comisaría de Policía de las riberas
del Magdalena y demás autoridades comarcanas...esas centenas de colombianos confundidos con las fieras
de los bosques vendrán, no muy tarde, a hacer vida común con los que llevamos el sublime nombre de
cristianos y disfrutamos de las ventajas de la civilización...El R.P. Jesús María Fernández se propuso
aprender con los dos indígenas que tiene bajo su protección, el idioma que se habla en dichas tribus, y eso
permitirá a los RR. PP. Misioneros hacer obra fecunda en sus trabajos de catequización."
Según un estudio del CPU de Uniandes sintetizando estos datos, en las vecindades del puerto se registraron
entre 1853 y 1855 seis incursiones de aborígenes ocasionando la muerte de veinte personas. Siguen siendo el
terror de los recolectores de tagua hacia 1896, y se multiplican sus ataques en 1902,1904,1908,1911,1912
terminando en 1913 con la muerte de los últimos indómitos.
Dicen los diversos cronistas: "posteriormente no se volvieron a presentar ni ataques ni robos de los indios".
Efectivamente , con la paz del cementerio ya no quedaban yariguies, habían sido en su totalidad
exterminados, o despojados y expulsados. Desterrados por la Policía Departamental colombiana colocada al
servicio de las petroleras norteamericanas, los últimos sobrevivientes , ancianos con harapos regalados,
deambulaban como mendigos en alguna aldea mestiza; raptados y cautivos, unos niños y niñas estaban al
servicio de un parroco o "en poder" de unas monjas. En adelante los yariguies incluso desaparecerían de los
atlas de etnologia colombiana.
En cuanto se refiere a los baris motilones, existe en El Centro, un museo del Petróleo, con una sección
histórica dedicada, más que todo al elogio de Bohórquez y la gloria de De Mares y Barco. Las fotografías
exhibidas evidencian que el Estado Colombiano, procedió igual que con los yariguies del Opón-Carare;
proporcionó en 1906-1907 a la naciente Colombian Petroleum la ayuda militar necesaria para su exterminio.
Destinadas quizá a la propaganda en el exterior para tranquilizar los inversionistas yanquis, las fotografías se
transforman en tarjetas postales , con este tipo de leyendas en inglés:
"Colombian Soldiers ready for march to Campo Barco."
Otra, para el uso doméstico dice:
"Soldados del General Barco en marcha al Catatumbo,1906."
Aquí falta aclarar si dicho militar actuaba entonces como general de Reyes y con tropas oficiales, o como
mercader con ejército propio privado . Pues estos mismos documentos también muestran que Virgilio Barco,
además del ejército, había contratado en el Zulia y con el mismo propósito, su propia tropa particular formada
por jóvenes peones descalzos, civiles equipados con armas importadas ; fusiles Gras, Mauser o Winchester,
revólveres Colt 44 o Webley.
Como vemos, los ejércitos paramilitares privados son una vieja "tradición" en los Santanderes, y hoy como
ayer la herramienta última y radical a la cual acude la oligarquía en defensa de sus intereses de clase.
Las comunidades indo americanas resistieron trescientos años a los españoles pero lo que no logró la
administración colonial indiana, lo alcanzó el régimen republicano precapitalista. Entre 1850 y 1900 la
República exterminó las comunidades que no habían podido reducir los españoles durante tres siglos. El
ejercito nacional logró con la masacre y el destierro, cumplir con la empresa en la cual habían fracasado las
soldadescas españolas desde 1536. Con esta infamía culminaba concluye un inicuo episodio historico de la
República, y del primer asalto del capitalismo en la región.

El papel de la Iglesia y del clero.


Declaraba en 1766 durante su misión al Chocó el franciscano Fernando de Jesús Larrea: "En esta ocasión
hubo escandalosas sublevaciones de los mulatos de San Agustín y Bebará, y con la ayuda de Dios apagué los
motines”. Era este mismo beligerante cruzado que en 1735, y en otro informe se felicitaba de haber logrado
echar a la hoguera treinta marimbas, en la plaza de Barbacoas.
- En el río Naya “la iglesia publicó en junio 26 de 1958 una lista de personal que estaba ocupando los
terrenos ejidos que pertenecen a la iglesia en San Francisco del Naya ... De 32 cabezas de familia, 10
pagaron tributo en metálico, 8 reconocieron la deuda, 7 firman la notificación... y 2 dicen que no reconocen
nada a la iglesia por que no tiene documentación”. Ante su negativa el párroco acude a la policía. (Mario D.
Romero)
- En 1917 llega a Neguá el misionero español Virginio Belarra, quien jocosamente nos cuenta sus prácticas
extorsivas con el vecindario :
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“En el pueblo de Neguá, donde está, según dicen, el oro mejor del mundo, comencé una casa cural...He
tenido que luchar mucho y constantemente, y recoger yo mismo la limosna por los ríos y en el mercado...Yo
les grito, les amenazo, etc. Si me piden un baile (pues nunca suelen bailar sin mi permiso), si me parece bien
se lo concedo, y otras veces se lo niego. Muchas veces, cuando están bailando, voy de incógnito, cuando
menos piensan...las mujeres se escapan como sabandijas a esconderse. Siempre que voy, ya se supone que les
pongo una cuota para la casa cural, y que si no me la pagan ya no bailan más...Poco a poco hemos ido
reuniendo plata, y la casa está ya para terminar. “
- En abril de 1915, el padre misionero Francisco García, Hijo del Inmaculado Corazón de María, realizó
arriba de Bagadó y San Marino, en el alto Andágueda, una “excursión apostólica” de la cual es de destacar la
siguiente hazaña:
“En las cabeceras del río Chuigo vivían como parapetados y amparados por la soledad varios adúlteros y
otros amancebados, todos de muy mala fama. A casa de todos llegué; pero no pudiendo hacer ningún otro
arreglo con los adúlteros, intimé a las mujeres que salieran inmediatamente; hicimos una balsa y las
pusimos a todas en ella, y mandamos a un peón que las fuera dejando en casa de sus padres o familias”.
- En 1918 es el padre Fermín de Larrazábal que llega al alto Andágueda para reiniciar un proyecto fallido de
“reducción a pueblo” del campesinado embera;
“...los misioneros...habiendo palpado las dificultades de su instrucción, mientras lleven esa vida nómada y
aislada, se habían propuesto la dura labor de reducirlos”. El misionero logra “convencerlos de las ventajas
de la vida civil, para lo cual érales indispensable abandonar su vida aislada y resolverse a convivir unidos,
formando población...y se comenzó la construcción de cuatro pueblos con sendas escuelas y capillas”.
- Al parecer la perniciosa fiebre de las minas ingresó hasta las sacristías del Choco para contagiar el clero
católico. En diciembre de 1912 el presbítero Demetrio Salazar, cura de Tadó “otorga opción de compra” a
Jorge Mercado por “las minas de su propiedad denominadas Chiquinquirá y Galicia, en el río San Agustín,
Sipí”. Presenta unos frescos títulos de concesiones apenas secos, con fechas de 5 de diciembre de 1911 y 12
de julio de 1912 “otorgadas a su favor por la Intendencia del Choco”. El precio de venta es de “cada una en
20.000 pesos oro americano, o sean 40.000 pesos de dicha moneda siendo de cargo de Mercado todo gasto
que la negociación y venta de estas minas ocasione”. Más adelante queda aclarado que el sacerdote
encargaba a Mercado las gestiones de venta de las minas (Archivo notarial, Buenaventura).
- Después de una breve prosperidad San Francisco del Naya entró en un declive al cual contribuyo la política
misional de poblamiento. Fundada en 1927 la Prefectura Apostólica de Tumaco y nombrado Prefecto
Bernardo Merizalde en 1928, opina este que “los ríos Saija, Micay, Naya, Yurumanguí y Cajambre
necesitaban una buena atención” pero que ésta “no podía realizarse desde el remoto San Francisco de
Naya”. Por eso decidió “fundar un pueblo en el mejor (?) sitio posible como centro estratégico para la
evangelización de estos ríos”. Fundación “planeada con los vecinos más conocedores de la región”
(F.Arango).
Hoy en día el personaje nutre aun la crónica local y los recuerdos anecdóticos que cuentan unos ancianos con
una sonrisa maliciosa. Resumiendo, digamos que el diligente misionero de Dios colaboró activamente en el
poblamiento del lugar con una discreta contribución personal en su prosperidad demográfica. La misma obra
del misionero dejó su paso en las cercanías de Iscuandé, incluso con una aldea llevando también su apellido a
orillas del río Satinga: “Merizalde, seducido por los atractivos de las mujeres de la región...habría
engendrado varios “hijos naturales”...que las gentes denomina y describe como las “mulas”: unos híbridos,
sufrientes y marginales seres humanos con horripilantes cabezas de equinos” (O. Almario).
- Durante décadas el campesinado del río Naya enfrentó el bloque cerrado de los herederos de sus antiguos
amos, la Universidad de Cauca, sus sucesivos administradores, las autoridades civiles nombradas desde
Popayán, y un pletórico ejercito de sacerdotes y misioneros igualmente a su servicio. La documentación del
profesor Romero atestigua que el clero católico participó activamente en diferentes formas de atropellos a los
moradores. Obsesiva fue la denuncia y reiterativa la persecución, contra los “amancebados” por parte del
puritano párroco de San Francisco del Naya; no podía admitir el matrimonio tradicional de facto
prescindiendo de la Iglesia. Además concibió una nueva forma de tributo, y para asegurar su sustento acudió a
unas prácticas más venales que caritativas. Algún día decretó la supuesta propiedad parroquial de imaginarios
“terrenos ejidos que pertenecen a la Iglesia” -categoría inexistente en la Constitución-, para luego pretender
cobrar alquiler a los ocupantes de los predios. Y en alguna oportunidad, no vaciló en promover el lanzamiento
de 32 familias de “invasores” con apoyo de las autoridades municipales y de Policía.
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“Los “terrazgueros” fueron constantemente presionados y obligados a pagar a la Universidad del Cauca, a
los administradores de ésta, a la administración pública de San Francisco del Naya, y hasta a los curas de la
iglesia de San Francisco“ (M.D. Romero).
En caso de negativa, “desocupar” amenazaban la Universidad, su administrador local, y el Inspector de
Policía de San Francisco nombrado desde 1903, después de una solicitud de la Universidad al Gobernador del
Cauca, y también pidiendo el envío de un agente de la policía de Guapi.
- Desde los vicariatos de Misiones ingresaron a partir de 1915 unos fanáticos misioneros católicos, quienes de
inmediato entraron en rivalidades territoriales con los curas locales. Evocaron estos antagonismos, tanto el
cronista local Francisco Celorio, como el misionero agustino Bernardo Merizalde, y el párroco de
Buenaventura José Ramón Bejarano en los cuadernos de su autobiografía (Diócesis, Buenaventura).
La controversia se asomó hacia 1920 cuando el poder y los estipendios de los sacerdotes nombrados desde
Cali o Popayán, eran cuestionados -y amenazados- por la llegada de los misioneros. De estas divergencias
resultó afectada la parroquia de San Francisco del Naya , y victoriosos los misioneros, cuando las autoridades
de la Iglesia deciden emplazar una nueva base de evangelización comarcal en el delta del Naya.
En estas circunstancias, el misionero Bernardo Merizalde, con la fundación de Puerto Merizalde fomenta el
desplazamiento hacia la nueva localidad de los moradores radicados río arriba, hacia San Francisco y San
Lorenzo. Con esta competencia, de inmediato San Francisco de Naya perdió categoría y futuro.
- A pocos kilómetros al sur del río Naya y con un curso paralelo a este, corre el río San Juan de Micay. Aquí
cabe este breve párrafo del misionero Merizalde recorriendo la región hacia 1915 y llegando a Zaragoza (Río
San Juan de Micay) :
"Los indios señorearon a Zaragoza y a las tierras aledañas hasta el año de 1841 en que se vieron obligados a
dejar el pueblo y a dispersarse por los ríos y bosques a causa de la matanza que de ellos hicieron los
soldados que estaban por el Gobierno legítimo...Los negros esclavos se insurreccionaron, capitaneados
por el astuto y fogoso Manuel de Jesús Zamora, y consigo arrastraron a los indios. Los jefes legitimistas
Cabal y Guerrero tuvieron que obrar enérgicamente, y después de la reñida batalla de Guapi, que dio remate
a la guerra en la Costa, fusilaron en este pueblo a muchos negros y en Zaragoza, con un rigor que a la
clara luz de la historia puede calificarse de extremado, quitaron la vida a numerosos indios...los indios
dejaron el pueblo a merced de los negros y huyeron a los bosques, pero ellos todavía se creen los verdaderos
dueños de él, y tanto así que varias veces han ido a Popayán a tratar este asunto con los Gobernadores; y
recordamos que en la noche del 12 de octubre de 1916, animados por la jarana y bebidos, fueron varios a la
casa cural a gritar que eran los amos de Zaragoza" (Bernardo Merizalde).
- Con un “nuevo título de minas revalidado” en 1866, los hermanos Tomás, Manuel María y Vicenta
Mosquera, herederos de los Arboleda, permanecían “dueños de las minas y tierras del río de Timbiquí, con
sus afluentes”, aduciendo“una posesión inmemorial (sic) de más de doscientos años”. Más adelante el
documento indica que desde el siglo XVIII el abuelo Arboleda había perdido parte del globo “por violento
despojo” de un tal Aguado. Por su parte un avispado cura Erazo registró a su nombre la propiedad y la vendió
luego al sacerdote caleño Andrés Saa, cura de minas del Yurumangui, quien en 1772 las revende mediante
“transacción” al dueño Arboleda; este “en 1780 registró todo el curso del río e incluyó sus afluentes”. (G.
Colmenares)

En 1735, residenciado en Cali, el misionero franciscano Fernando Larrea se enteró que en las minas de
Barbacoas los esclavos se atrevían a bailar con marimbas. Es con mucho orgullo que este adepto de la
hoguera refirió con cinismo a sus superiores la siguiente proeza :
" Mandé que me trajesen cuantas marimbas se hallasen, porque deseaba hacer unas luminarias nunca vistas:
me trajeron más de treinta...hice quemar en la plaza las marimbas; formóse un gran fuego y en el hice
quemar todos los dados y barajas. No hubiera logrado tan admirable triunfo a no estar toda la gente
convertida".
- En 1915 a orilla del río Arquía (cercano al río Unguía) el Padre Francisco Gutiérrez, Prefecto Apostólico del
Chocó realiza una “excursión apostólica”; especie de redada de indios para “expulsar el demonio”, bautizar
“moros” y casar “amancebados”.
“…Era ya hora de dar principio a nuestro trabajo, que, tratándose de indios había de ser obra de mucha
paciencia por su extrema rudeza y casi absoluta ignorancia de la doctrina...uno de los acompañantes dijo al
cacique que porqué no traía sus santos para que los viera el Padre…accedió…puso ante nuestra vista una
serie de estatuitas de madera, imperfectas y ridículas por sus formas, cuyo simbolismo religioso era
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imposible descifrar. ¿Eran verdaderos ídolos en quienes los indios creían y adoraban como verdaderos
dioses?…adquirimos el convencimiento que los indios…las consideraban como medianeros para obtener del
cielo lo que piden, o como unos instrumentos por conducto de los cuales el Dios verdadero concede sus
favores.
Mientras contemplábamos tan grotescas figuras, sucedió que, medio asqueado al pensar en que aquellos
monigotes fueron tenidos por Dios, dejé caer con cierto aire de desprecio el que entonces tenía en la
mano…el cacique al observar el desdén con que había dejado caer el figurín, cerró la caja con aire de
indignación y se llevó sus santos…”
- Por su parte, la Iglesia Católica y los celosos clérigos locales, en muchos lugares mostraron una codicia y
una venalidad más terrenales -incluso sub terrenales- que celestiales. No vacilaron en asociarse con
especuladores en dudosos negocios de tierras y minas. Asimismo, a partir del Convenio de Misiones de 1903,
los diligentes misioneros de las Prefecturas Apostólicas, participaron activamente en múltiples formas de
explotación y persecución del campesinado aborigen y de los “libres”. Además de agredir sus costumbres
muy a menudo fueron artífices de su expoliación y destierro por medio de su traslado forzado, es decir su
deportación hacia obligadas “reducciones” al estilo colonial que eran modernos “pueblos de indios” o
“pueblos de doctrina”. En varios lugares (ríos Neguá, Andagueda, Naya, Timbiqui, etc) esta política
misionera de “reducciones” operaba, objetivamente, en beneficio de la penetración de las empresas mineras
capitalistas extranjeras.

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