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Sumario
Editorial
Pág.3.
Dossier
Redacción: “Los daguerrotipos del general San Martín: Una enigmática autoría”.
Sergio Fuster Por Carlos G. Vertanessian y Lucas Chillemi. Pág. 47.
Diseño:
Demis Juliá
Mail: revistahistopia@gmail.com
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Editorial
3
Afiche turístico-Año 1951 AGN
4
EL GOBIERNO DE BERNARDO
O’HIGGINS Y LA ORGANIZACIÓN
DE LA ESCUADRA1
Armando Cartes Montory2
Pretendo, en las páginas siguientes, contar desde Chile y desde el sur, pues soy de
Concepción, la complejidad enorme que significó, para el gobierno de Bernardo
O’Higgins, cumplir el compromiso de llevar la guerra y, con ella, la emancipación, hasta
Lima. Lo que significó la Expedición Libertadora para su gobierno y para él mismo,
como gobernante y como persona.
Bernardo O’Higgins asumió la dirección suprema del Estado en circunstancias muy
difíciles. Fue el 17 de febrero de 1817, a menos de una semana del triunfo de Chacabuco,
que una reunión de vecinos de Santiago le ofreció el poder, con una fórmula extraña que
1
Versión editada de la conferencia que el autor dictara en el seminario "Chile y La Libertad de América;
en el Bicentenario de la Expedición Libertadora del Perú 1820-2020”, organizado por la Universidad
Bernardo O’Higgins, de Chile, en agosto de 2020, con ocasión del Bicentenario del zarpe de la Expedición
Libertadora del Perú.
2
Doctor en Historia. Profesor titular de la Universidad de Concepción.
5
refleja la angustia del momento. Le piden elegir entre la “república absoluta” o la
dictadura 3. Es que la batalla de Chacabuco de ninguna manera aseguró la libertad de
Chile. Muchos realistas huyeron hacia el sur inaugurando una larga campaña, que
termina en el fracasado asalto a Talcahuano, en diciembre de ese año 4. Una nueva
expedición española, al mando de Mariano Osorio, el triunfador de Rancagua, trae la
guerra de vuelta al centro del país y, tras el desenlace incierto de Cancha Rayada, la
victoria se consolida en Maipú 5.
Entre ambas batallas, ocurren hechos extraordinarios, cuyo punto culminante es la
Declaración de la Independencia de Chile, en Concepción, el 1º de enero de 1818 6. Para
O’Higgins, no obstante, la consolidación jurídica de la independencia en ningún caso
aseguraba la libertad material, si no se derrotaba a los realistas a nivel americano. Para
ello, resultaba necesario llevar la guerra al Perú.
6
encargado a petición de la Primera Junta. Era de tipo defensivo, orientado a la defensa
de los puertos de la extensa costa de Chile, pero no planteaba la creación de una marina.
No había oficialidad ni hombres de mar formados.
Manuel de Salas viajó a Buenos Aires, en 1813, con la misión de unir las fuerzas de
ambos lados para llevar la guerra a Perú, a través de la creación de una marítima conjunta,
más el proyecto era muy prematuro y el proyecto se postergó. Para esa época, solo el
corso era la forma de hacer la guerra en el mar, pero por su falta de responsabilidad,
continuidad y unidad de mando no equivalía a una Marina de guerra. En la Patria Vieja
ya hubo episodios interesantes de guerra naval, sin que diera lugar a la creación de una
fuerza permanente.
Recordemos que Bernardo O’Higgins siempre tuvo una inclinación y una vocación
por la mar, reforzada por su educación en Lima y en Inglaterra, la principal nación
marítima del mundo en su época. No tuvo formación marítima en Lima, pero intentó
ingresar a una academia de navegación militar en Inglaterra. Navegó el Estrecho dos
veces y a Lima también dos veces10. Recordemos que la Academia de Guardiamarinas,
que fue el origen de la Escuela Naval de Chile, se creó en agosto de 1818, durante su
gobierno.
En la Reconquista, O’Higgins era partidario de tomar Concepción y formar una Marina
de Guerra para bloquear los tres puertos chilenos de entonces: Coquimbo, Valparaíso y
Talcahuano. Así lo planteó en Mendoza, pero el proyecto se desechó. Lo que resultó muy
lamentable pues, tal como lo había predicho, postergar la captura del puerto facilitó la
llegada de una nueva expedición española y la alianza de los realistas con los mapuches
del sur.
El logro fundamental que da origen a nuestra tradición marítima, que dio un duro golpe
a la causa realista fue la Captura de la fragata María Isabel, el 28 octubre de 1818. Se
realizó con una escuadra recién formada que ganó con ello experiencia, confianza y un
buque muy poderoso, además de los trasportes Dolores, Magdalena, Elena, Jerezana y
Carlota.
El 20 de agosto de 1820, los ocho buques de la escuadra y los 17 transportes se hicieron
a la mar en Valparaíso, rumbo al Perú. Ese mismo día O’Higgins, quien observaba la
escena desde los cerros, cumplía 42 años. Miles de personas se hallaban apostadas en las
colinas, mujeres llorando a sus maridos, ancianos despidiéndose de sus nietos. Hubo
escenas de mucha ansiedad y angustia. Se oyeron arengas, cantos y poesías 11.
El General en Jefe del Ejército era el general José de San Martín, quien ostentaba el
grado de capitán general del Ejército de Chile. Iba como jefe del estado mayor, el general
Juan Gregorio de Las Heras. El parque seguía a cargo del sargento mayor Luis Beltrán,
el mismo fraile que lo había conducido en 1817, al cruzar la cordillera de los Andes. A
pesar de que era un ejército nuevo, sus nombres muestran la continuidad entre ambas
expediciones. Hubo que hacer un esfuerzo enorme para adquirir naves, avituallarlas,
artillarlas, obtener tripulaciones. Todo convergió en una poderosa fuerza naval de 25
navíos, con 6.030 almas a bordo, rumbo al Perú.
El tercer desafío fue concretar un ambicioso proyecto geopolítico ¿Cuál era el proyecto
detrás de la Escuadra? Es la llamada Confederación del Sur. Para 1820 O’Higgins había
renunciado a su inicial federalismo, pero creía en una confederación de naciones. Así lo
10
Sobre los años limeños e ingleses de O’Higgins, vs., Arancibia Clavel, R., Bernardo O’Higgins,
Descubriendo Lima (1790-1794), Ediciones UBO, Santiago, 2019; y, del mismo autor, Tras la huella de
Bernardo Riquelme en Inglaterra 1795-1799 Instituto Geográfico Militar, Santiago, 1995.
11
García Reyes, A., La primera escuadra nacional, en Historia Jeneral de la República de Chile (1810-
1831), por Benjamín Vicuña Mackenna, tomo IV, Imprenta Nacional, Santiago, 1868.
7
dice en un manifiesto a los pueblos de Chile, en 1818 y también al agente norteamericano
Worthington12.
La creación de la bandera de Chile, en noviembre de 1817, tuvo que ver con la creación
de la escuadra, que necesitaba una insignia. Una cuestión que surge con frecuencia es la
significación de la bandera de Chile, pero con tres estrellas, de la expedición Libertadora.
Algunos la relacionan con el escudo de Chile de tres estrellas, por las provincias de
Concepción, Santiago y Coquimbo, instaurado en 181913. En verdad, se explica por el
proyecto de la Federación del Sur, a que hicimos referencia, que compartían San Martín,
O’Higgins y la Logia, el cual implicaba unir a las naciones del Cono Sur; en contraste
con el proyecto de la Gran Colombia, que lideraba Simón Bolívar, en el norte del
continente.
El cuarto desafío era pelear una guerra… y sobrevivir políticamente en el intento. Para
el Libertador O’Higgins la campaña del Perú tuvo un alto costo. Su lealtad a San Martín
mermó su popularidad, pues la ciudadanía sentía que no se habían cumplido los objetivos
y que Thomas Cochrane el almirante había tenido un mejor papel 14.Pero el mayor costo
no fue económico y militar sino que, en definitiva, político. O’Higgins destinó todas las
energías del Estado a cumplir su plan continental, descuidando la situación del sur. No
era solo una guerra cruel y sangrienta, por algo se le llamó la Guerra a Muerte, sino que
generó una terrible hambruna y desolación.
Finalmente, el levantamiento del sur, tierra de la que O’Higgins era originario, fue la
consecuencia más grave de su lealtad al proyecto continental. El sur se levantó en armas
y, para evitar una guerra civil, prefirió abdicar. Marchó a Lima, rumbo a un exilio que
sería definitivo. Desde el mar dirigió una proclama de despedida. Repetía así el viaje que
hizo la Expedición Libertadora que tantos desvelos le provocara; y la travesía que había
hecho de adolescente, a educarse a la capital del virreinato. Perú lo recibió con
generosidad; allí vivió el último tercio de su vida. Allí, aunque menos activo en política,
igualmente mantuvo los ideales americanistas que habían marcado su vida.■
12
Cf., Pereira Salas, E., “La influencia norteamericana en las primeras Constituciones de Chile”, Boletín
del Seminario de Derecho Público de la Escuela de Ciencias Jurídicas y Sociales, año XIII, 1944, pp.
58-84.
13
Amunátegui, M.L., Los precursores de la Independencia de Chile, Vol. III, Encuadernación Barcelona,
Santiago, pp. 587-590.
14
Cox Balmaceda, R., La gesta de Cochrane, Editorial Francisco de Aguirre S.A., Buenos Aires, 1976.
8
LOS CAZADORES DE LOS ANDES Y
LA GÉNESIS DEL CUERPO DE
INFANTERÍA DE MARINA DE CHILE
Gabriel Popolizio15
15
Profesor en Física, en Matemática y Licenciado en Educación con Especialización en Matemática.
Docente terciario y secundario. Recreador histórico y modelista, especializado en dioramas históricos.
Ilustrador amateur.
16
Disponible en línea en el canal oficial de la Armada de Chile:
https://www.youtube.com/watch?v=f0dm9D9FXYU&t=91s
9
Fig. 1
¿Quiénes eran estos Cazadores? Para el año 1816, San Martín se encontraba dándole
forma al Ejército de los Andes, herramienta necesaria para llevar a cabo su tan ansiado
Plan Continental, concebido como una estrategia superadora a la ruta altoperuana para
lograr la independencia definitiva de los territorios de Argentina, Chile y Perú.
10
Una de las unidades creadas por San Martín fue el Batallón de Infantería N° 11. A
mediados de 1816, este cuerpo, bajo el mando del coronel Gregorio Las Heras, había
crecido demasiado en número. Debido a razones tácticas y estratégicas la unidad base del
Ejército de los Andes debía ser el batallón, y no el regimiento 17. Es por ello que el Director
Supremo Juan Martín de Pueyrredón 18, ordenó el 21 de julio de 1816 dividir al Nº 11 en
dos batallones. El primero conservaría su jefe y denominación, y el segundo pasaría a
llamarse Batallón Nº 1 de Cazadores de los Andes, quedando al mando del salteño
Rudecindo Alvarado.
Llegado el momento del cruce de Los Andes, el batallón tendría una plantilla de unos
594 hombres. Luego de la distribución de fuerzas efectuadas por San Martín, a los
Cazadores les corresponderá marchar con el grueso del ejército en la vanguardia a cargo
del general Soler, por Los Patos. Lo harán como parte del segundo escalón, cuyo mando
fuera confiado a Alvarado, iniciando la marcha el día 10 de enero de 1817, un día después
que lo hiciera el primero 19.
Durante la batalla de Chacabuco, el 12 de febrero, formó parte del ala derecha del
Ejército de los Andes, que intervino en un movimiento envolvente que aseguró el triunfo,
teniendo sólo una baja 20. Participó luego en numerosos hechos bélicos, entre ellos el
Desastre de Cancha Rayada, el 19 de marzo de 1818, y de la batalla de Maipú, el 5 de
abril de 1818. En febrero 1819 el batallón regresa junto a San Martín a Mendoza como
parte de una división compuesta también por Granaderos y Cazadores a Caballo, artillería
y el cuartel general. El resto del ejército quedará en Chile al mando de Las Heras.
El batallón de Cazadores se acantonará en San Juan, donde debían iniciar un proceso
de reorganización para convertirse en dragones 21. Mientras tanto se la anarquía se
propagaba en las Provincias Unidas. Rondeau, nuevo Director Supremo, decidió utilizar
todos los medios militares a su alcance para someter a los caudillos federales del litoral.
San Martín, que no deseaba participar de una guerra civil, renuncia a su cargo de
comandante del Ejército de los Andes y a principios de 1820 regresa a Santiago de Chile.
El 8 de enero se sublevará el Ejército del Norte, en Arequito, y el 9, los Cazadores de los
Andes. Si bien Alvarado marchó desde Mendoza, a reprimir a los sublevados, decidió a
pedido del Cabildo, no hacerlo para evitar sufrimientos a la población civil.
El motín fue finalmente desactivado diplomáticamente, pero no se pudo recuperar el
batallón, que fue disuelto, reincorporándose la mayoría de los oficiales al Ejército Unido,
regresando por orden de San Martín a Chile con Alvarado y los restos de la división.
Ahora bien, todavía no es posible establecer una relación entre los Cazadores y el Cuerpo
de Infantería de Marina de Chile. Para poder hacerlo, es necesario una primera
aproximación de tipo geográfica, a los sucesos que dieron lugar a la participación de los
Cazadores de los Andes en la génesis de este cuerpo trasandino.
La isla donde transcurre esta historia, forma parte del archipiélago Juan Fernández,
que es un conjunto de islas ubicado en el Pacífico Sur, a más de 670 km al oeste de la
17
Mitre, B., Historia de San Martín y de la Emancipación Sud-Americana, Tomo I, Félix Lajouane Editor,
Buenos Aires, 1887, p. 494.
18
Nellar G. y otros, Reseña histórica y orgánica del Ejército Argentino, Tomo I, Círculo Militar, Buenos
Aires, 1971, pp. 171-172.
19
Ornstein, L., La Campaña de los Andes a la luz de las doctrinas de guerra modernas, Talleres gráficos
del Instituto Geográfico Militar, Buenos Aires, 1931, pp. 302-303.
20
Ib. p. 354.
21
Soldados que hacía el servicio alternativamente a pie o a caballo, es decir, combatían como infantería o
caballería.
11
costa chilena (ver fig. 2). Lo componen las islas Robinson Crusoe (conocida hasta 1966
como Más a Tierra), Alejandro Selkirk (conocida hasta 1966 como Más Afuera), el islote
Santa Clara e islotes menores. Forma parte del territorio de Chile y administrativamente
pertenece a la provincia y Región de Valparaíso. Las Islas son famosas por la novela
Robinson Crusoe, escrita por el inglés Daniel Defoe y, a partir de 1935, parque nacional 22.
Justamente la Isla Más a Tierra, hoy llamada Robinson Crusoe, es donde transcurre la
acción que nos ocupa.
Fig. 2
Desde finales del siglo XVIII el archipiélago fue usado como presidio, remitiéndose
hacia allí “hombres avezados en la carrera del crimen i completamente incorrrejibles […]
Juan Fernández era la Bastilla en común de la América española occidental desde Panamá
al Cabo de Hornos.” 23 Hacia 1799 el número de prisioneros ascendía a 112. Durante la
Patria Vieja (1810 - 1814) se resuelve “devolver la isla a su tranquila i libre soledad de
los primeros tiempos, sin soldados, sin reos, ni cañones…” 24. Bajo el directorio de
Francisco de Lastra, en marzo de 1814 se evacúa la isla, quedando tan sólo 3 soldados,
de forma voluntaria.
Luego de la derrota de los patriotas chilenos en el desastre de Rancagua, el 2 de octubre
de 1814, muchos de ellos emigraron. Muchos otros, pensando que con sus actos no habían
22
Santibáñez, H.T., Cerda, M.T., Los parques nacionales de Chile: una guía para el visitante, Colección
Fuera de serie, Editorial Universitaria, Santiago de Chile, 2004, pp. 49-50.
23
Vicuña Mackenna, B., Juan Fernández. Historia verdadera de la isla Robinson Crusoe, Rafael Jover
Editor, Santiago de Chile, 1883, p. 301.
24
Ib., p. 404.
12
cometido delito alguno, o que su participación en el gobierno patriota había sido más bien
marginal, permanecieron en Chile. Sobre ellos, recayeron las represalias durante el
gobierno del Brigadier Mariano Osorio, ordenadas por el Virrey del Perú.
En su punto 13, las instrucciones del virrey establecían: “Si la toma de la capital fuese
a discreción o que la capitulación para entregarla de lugar a ello sin faltar en nada a lo
que se hubiere prometido, se pondrán en segura prisión a los cómplices que hayan tenido
parte en la primera revolución, o en la continuación de ella como motores o cabezas, i
asimismo a los miembros del gobierno revolucionario, los cuales se enviarán a Juan
Fernández hasta que, formulada la correspondiente sumaria, se les juzgue según las leyes,
con lo cual se quita el recelo de que puedan volver a conspirar” 25.
Y si bien Osorio había ofrecido garantías, en las oficinas del gobierno se comenzó a
elaborar una lista de las personas sobre las que caería la represión. El obispo electo, José
Santiago Rodríguez, haría lo mismo con los nombres de los religiosos que colaboraran
con los patriotas chilenos durante este breve período independiente 26.
Prácticamente todos los patriotas detenidos lo fueron en sus casas, entre el 7 y 9 de
noviembre, debido a que confiando en la promesa de Osorio, no habían tomado las
precauciones del caso. Sobre aquellos detenidos considerados como motores o cabezas
de los movimientos de la Patria Vieja, se procedió al destierro a Juan Fernández. Osorio
había hecho los deberes, haciendo habilitar nuevamente el presidio.
El día 10, los patriotas fueron enviados caminando hasta el puerto “sin más ajuar que
la ropa que llevaban puesta, ni más alivio en tan penoso viaje que el que podían adquirir
de sus guardas, con el poco oro que el acaso les permitió llevan consigo cuando fueron
prendidos…” 27. Finalmente se enviarán a Juan Fernández a prisioneros de tres clases: los
desterrados por su participación en los sucesos revolucionarios, los condenados por
insurgentes (es decir, que habían participado en hechos de armas contra la corona) y los
presos comunes, condenados por asaltos, asesinatos, violaciones y un largo etcétera 28.
Una vez instalados en Juan Fernández, el aprovisionamiento de víveres y demás sería
llevado a cabo cada dos meses por la corbeta Sebastiana. En San Juan Bautista, el poblado
(único de las islas) donde estaba el presidio, los prisioneros vivirían miserablemente. Las
mejores edificaciones se reservarían para la guarnición y el clero. Para los prisioneros, el
resto. Algunos, los más afortunados (por tener oro con qué negociar) fueron albergados
en “chozas miserables cubiertas de paja, expuestas al viento y a la intemperie” 29. Los
menos afortunados, habitarían en grutas que fueran excavadas por otros prisioneros
muchos años atrás. Todos los presos sin distinción sufrirán el ataque constante de avispas
y ratas, constituidas en plagas de la isla.
A eso habría de sumarle los padecimientos de los presos políticos, acostumbrados a la
comodidad y a no lidiar con la violencia que demostrarían los presos comunes. Además,
la escasez de abrigo, elementos esenciales y de víveres será siempre una constante, que
agudizará el padecimiento de todos los prisioneros. La corrupción se hizo carne en la
guarnición, a la que se le debían varios meses de sus sueldos, a tal punto que el mismo
gobernador les vendía a los prisioneros los alimentos y artículos enviados por sus
familias.
25
Barros Arana, D., Historia General de Chile, Tomo X, Santiago de Chile, Rafael Jover Editor, 1889, p.
22.
26
Romo Sánchez, M., Prisión de los patriotas chilenos en Juan Fernández, 1814-1817, Apostrophes
Ediciones, 2004, p.6.
27
Vicuña Mackenna, B., op. cit., p. 415.
28
Romo Sánchez, op. cit., p. 15.
29
Barros Arana, D., Historia General de la Independencia de Chile, T. III, Santiago de Chile, Imprenta
del Ferrocarril, 1857, p. 50.
13
Para colmo de males, el 5 de enero de 1816, se produjo un incendio de grandes
proporciones en el Presidio. Producto del mismo fue la destrucción de algunas de las
mejores edificaciones y la pérdida de algunas vidas. Y a pesar de que el 12 de febrero de
1816, el Rey Fernando VII había concedido un indulto general en beneficio de todos
quienes hubieran sido procesados y desterrados, Marcó del Pont (que había sustituido a
Osorio en 1815) se dio maña para no obedecer la orden real.
Estos abnegados patriotas deberán esperar al triunfo de las armas patriotas en
Chacabuco, el 12 de febrero de 1817. El día 16, Bernardo O'Higgins es elegido Director
Supremo de Chile, y entre sus primeras preocupaciones estará la de liberarlos. La primera
complicación para lograr este objetivo fue carecer de una embarcación adecuada para tal
cometido. El Teniente Coronel Rudecindo Alvarado, jefe del Batallón Nº 1 de Cazadores
de los Andes, que fuera nombrado Gobernador Político y Militar de Valparaíso en febrero
de 1817, ordenó mantener ondeando las banderas españolas de las baterías del puerto de
la ciudad, con el objeto de engañar a cualquier embarcación española que, ignorando el
triunfo de las armas patriotas, quisiera atracar en dicho puerto. Esta estratagema dará
resultado el 26 de febrero, cuando el bergantín español Águila de 220 toneladas penetró,
engañado, en el puerto. El alta del Águila como buque de la armada española había
ocurrido en 1796, cuando el bergantín (en ese momento estadounidense) con el nombre
de Eagle, fue capturado en Coquimbo cuando se determinó que venía desde Buenos Aires
con un contrabando de lencería. El barco, ya con nueva tripulación, fue llevado a
Valparaíso y reacondicionado como una nave de 50 cañones 30. Luego su derrotero se
pierde en la bruma de la historia hasta ese día.
30
López Urrutia, C., Historia de la Marina de Chile, Ed. Lulu, 2008, p. 22.
31
Mitre, B., Historia de San Martín y de la Emancipación Sud-Americana, Tomo II, Félix Lajouane Editor,
Buenos Aires, 1889, p.284.
32
Las carronadas eran piezas de artillería navales más pequeñas que los cañones, y de menor precisión,
pero muy eficaces en combates cerrados.
33
Mackay Schiodtz, E., “El teniente Raymond Morris, comandante del primer buque de la armada de
Chile”, En: Revista de Marina Nº 956, 2017, Santiago de Chile, pp. 14-19.
14
época) era Raymond Harvey Morris. Su origen, es controversial. Algunos historiadores
sostienen que era estadounidense, otros afirman que su origen era irlandés y que había
servido en la Royal Navy británica. Mitre refiere que arribó a Chile como parte del
Ejército de los Andes34, y Schiodtz, agrega que lo hizo “comandando una compañía de
artillería” 35.Todos coinciden, eso sí, en que su comportamiento en la batalla de Chacabuco
fue tan notable que llamó la atención de O’Higgins, quien enterado de su carrera como
oficial naval lo destinó a Valparaíso.
Buscando en los documentos del Archivo General de la Nación Argentina, finalmente
llegué a un hallazgo asombroso: Morris, no sólo pertenecía al Ejército de los Andes, sino
que además era oficial del Batallón N° 1 de Cazadores de los Andes. En un oficio del 18
de enero de 1817 (es decir, previo al cruce de los Andes) se informa haberse expedido
(con fecha del día anterior) de, entre otros, el despacho de teniente segundo de la 1ª
compañía del Batallón N° 1 de Cazadores de los Andes al subteniente de la 4ª a Don
Reimundo (sic) Morris36. Esto entonces colocaría a los Cazadores de los Andes no sólo
como origen de la Infantería de Marina de Chile, sino también como el cuerpo que
proporcionó el comandante al primer barco de la Marina Chilena, duplicando el mérito
de este cuerpo en la formación de la armada del país hermano allende los Andes.
Retornando a la misión de rescate, una vez comisionado Morris al mando del Águila,
como segundo se nombró al chileno Pedro de la Cruz y como pilotos a Santiago (James)
Hurrel y Juan (John) Young, estos últimos ingleses. La tripulación se completaba con 25
marineros ingleses y 18 chilenos. El gobierno, el 3 de marzo le ordenaría a Alvarado lo
siguiente: “Luego que reciba V. ésta, dispondrá que a la mayor brevedad se apronte el
bergantín Águila, incluyendo en él víveres bastantes para alimentar por espacio de dos
meses a doscientos individuos y la aguada suficiente para llegar a Juan Fernández.-
Cuidará V. de que su tripulación sea de la mayor confianza y deberán ir a bordo
veinticinco Cazadores armados y municionados, al mando del oficial Morris o de otro
que sea de plena satisfacción, dándome pronto aviso en el momento en que esté todo
dispuesto” 37. Estos 25 Cazadores, no serían otros que los integrantes de un piquete del
Batallón N°1 de Cazadores de los Andes, al mando de un oficial de ese cuerpo, de nombre
Antonio Martel.
Martel era un veterano de las campañas de la Patria Vieja en Chile, ya que había
formado parte como cirujano, del contingente cordobés que se sumaría en Mendoza a
otras tropas que con la denominación de Batallón de Auxiliares de Chile, cruzaría la
cordillera para combatir junto a los patriotas chilenos contra los realistas 38. Luego de la
derrota de los chilenos en Rancagua, los Auxiliares argentinos les brindarían a los
emigrados chilenos que cruzarán los Andes rumbo a Mendoza la protección necesaria
para que lo hicieran sin ser molestados. Una vez en esa ciudad, los Auxiliares formarán
la base del Ejército de los Andes, y pasarán a ser el núcleo del Batallón N° 11 al que
pertenecerá, en un principio Martel. Para 1815 era uno de los dos cirujanos encargados
de la pata médica de la selección de hombres para el Ejército de los Andes 39. A partir de
la formación del Batallón N° 1, pasará a revistar dentro de sus filas. Es en este batallón,
donde servirá en Chacabuco, y luego, en su doble calidad de cirujano y oficial, será
34
Mitre, B., op. cit., Tomo II, p.284.
35
Mackay Schiodtz, E., op. cit. p. 15.
36
Archivo General de La Nación (en adelante AGN), Sala X, Legajo 428, folios 135-136.
37
Romo Sánchez, M., op. cit.0, pp. 54-55.
38
Ferrero, R., Córdoba y los Auxiliares argentinos de 1813, Asociación Cultural la Vuelta del Guerrero,
Córdoba, 1999.
39
Carelli A., Historia de los servicios médicos para el ejército de los Andes durante la campaña libertadora
del general San Martín, Casa Ceylan, Buenos Aires, 1946, p. 65.
15
enviado a Juan Fernández, para además de comandar el piquete de Cazadores, controlar
la salud de los prisioneros liberados.
El Águila llevaría a bordo también al comandante realista teniente coronel de artillería
Fernando Cacho (que había sido tomado prisionero en Chacabuco) y a José Antonio
Rodríguez Aldea (ex hombre de confianza de Osorio que luego de Chacabuco pasaría a
colaborar con O’Higgins) para acordar con el gobernador español de la isla la entrega de
los prisioneros. Debido a la falta de viento, el Águila pudo zarpar desde Valparaíso recién
el día 18 de marzo. A Morris, se le darán, entre otras, las siguientes órdenes:
“El objeto de esta expedición es sacar de la isla a nuestros prisioneros.
El buque va en clase de cartel o parlamentario. Su arribo a la isla se ejecutará
anclando fuera del tiro de cañón. Desde allí mandará en el esquife a los parlamentarios
con los papeles adjuntos, para que capitulen con el Gobernador en la isla.
Si las proposiciones son admitidas, se recibirán los prisioneros, cuantos puedan
caber en el buque, y enseguida se entregarán a la isla los víveres que lleva el bergantín,
quedándose sólo con los necesarios para su vueltaa Valparaíso, hacia donde la tomará con
la mayor presteza.
Si quedasen algunos prisioneros se les ofrecerá cordialmente volver por ellos,
invocando el nombre del Gobierno.
Los víveres, por ningún motivo, se darán a la isla, sino después de estar a bordo
con los confinados.
Una vez llegados a destino el 24 de marzo, a las 11 de la mañana, Morris hizo que el
bergantín anclara fuera del alcance de los cañones del presidio, y envió al grupo que
oficiaría de parlamentarios, junto a un nutrido grupo del piquete de Cazadores de los
Andes, perfectamente equipados y amunicionados, como elemento extra de presión.
Apenas desembarcado, el teniente coronel Cacho puso en conocimiento del capitán del
regimiento Talavera, Ángel del Cid gobernador del archipiélago, de una comunicación
que O’Higgins le ordenara transmitirle. En ella se le indicaba “que tres mil prisioneros de
guerra españoles con sus jefes y el presidente Marcó del Pont, responderían por la
seguridad de los desterrados y su inmediata entrega al coronel Cacho; que el gobernador
podría acompañarlos, si así le convenía, en cuyo caso sería recibido con hospitalidad y
remitido al punto que designase”40.
Ante tales condiciones, suponiendo que en el bergantín habría más Cazadores
embarcados, vencedores en Chacabuco prestas a entrar en acción, el gobernador aceptó
los términos de la rendición y se embarcó junto con los patriotas rescatados. A cargo
interinamente de la gobernación, quedó un capitán realista perteneciente a la guarnición
del presidio, de apellido Puga, con un piquete de cuarenta soldados, para custodiar a un
grupo de delincuentes comunes que permanecerían en la isla. Se les prometió enviar
cuanto antes otra nave para hacerlos retornar al continente, debido a que la capacidad del
Águila estaba a tope.
Los preparativos para el viaje se produjeron en tiempo récord, partiendo la nave de
regreso el día 25 a la tarde, un día y medio después de haber llegado al archipiélago.
Durante el retorno hubo de lamentar en un primer momento “dos días de un viento
contrario, y repetidas calmas” 41 del mismo. Pero la complicación mayor no fue lo
imponderable del clima, sino la actitud de la marinería inglesa que trajo muchos dolores
de cabeza, no sólo a Morris, sino a Martel, el oficial a cargo de los Cazadores embarcados
en el Águila, y a los pasajeros. Durante la travesía de vuelta al continente, varios de los
40
Colección de Historiadores y de Documentos relativos a la Independencia de Chile, Tomo XII, Imp.
Cervantes, Santiago de Chile, 1904, p. 351.
41
AGN, Sala X, Legajo 428, folio 248
16
tripulantes ingleses cometieron excesos, “llegando su atrevimiento al término de tomar
las armas contra sus oficiales y la tropa que guarnecía el buque; introduciendo la
confusión y el temor entre los señores que venían de la isla, robándoles su equipamiento
y, por último, sin obedecer autoridad alguna” 42. Los Cazadores se impusieron finalmente
a la marinería desquiciada, pudiéndose evitar el derramamiento de sangre. Sin embargo,
al verse impedidos de tomar las armas de los Cazadores, se dedicarían a la sustracción de
dinero y efectos personales a los pasajeros.
Finalmente el Águila arribará a Valparaíso el 31 de marzo de 1817, trayendo de vuelta
al continente a unas 154 personas (la copia del informe presentado por Morris presente
en el Archivo General de la Nación Argentina determina esta cifra, mientras que en el
Archivo O´Higgins contabiliza 152 43. He elegido la primera debido a que pude tener en
mis manos el documento y fotografiarlo, mientras que lo que figura en el segundo es una
transcripción moderna del oficio real al que no pude acceder).
Total 154
Este último personaje, era un “pobre hombre, de alta condición social [que] estaba sin
condena y sin saberse su delito ni tiempo” 45.
Morris en su informe a O´Higgins, reconoce que “no pudiendo desentenderse de los
clamores de todos los habitantes de aquel Presidio que me pedían también la libertad,
tuve que admitir a bordo a los que también se expresan con distinción en la misma
relación, persuadido firmemente que la generosidad de V. E. no tiene límites quando se
trata del alivio de la humanidad oprimida” 46.
El 1 de abril, O’Higgins enviará un oficio a San Martín informándole que: “La Águila
ha regresado felizmente de Juan Fernández, trayéndonos el precioso cargamento de 78
ciudadanos ilustres que gemían en aquel destierro, bajo la tiranizante conducta de los
peninsulares, como anuncian los papeles adjuntos. V. E. se complacerá conmigo por tan
interesante adquisición, recibiendo de nuevo la gratitud de Chile por esta reiterada victoria
que corona las gloriosas fatigas del Ejército de los Andes” 47. En otro oficio, esta vez
dirigido al Director Supremo de las Provincias Unidas, además de informar de la
42
Archivo De Don Bernardo O’Higgins (en adelante ABO), Tomo XIX, Editorial Universidad Católica,
Santiago de Chile, 1959, pp. 434-435.
43
ABO, Tomo XIX, op. cit., pp. 425-430.
44
La lista incluye nueve sacerdotes desterrados allí por adherir a las ideas revolucionarias.
45
Romo Sánchez, M., op. cit., p.60.
46
AGN, Sala X, Legajo 428, folio 248.
47
ABO, Tomo XIX, op.cit., p. 432.
17
liberación de los prisioneros y de su llegada sanos y salvos a Valparaíso, calificará al
hecho “como un nuevo triunfo debido a las valerosas Armas Argentinas” 48. Ese día se
festejará el hecho haciendo replicar las campanas de la capital, y disparando el cañón de
la fortaleza. Unos días más tarde, San Martín remitirá también un oficio al Director
Supremo de las Provincias Unidas, junto con el parte del gobernador de Valparaíso. Desde
el gobierno se decide publicar la noticia en la Gaceta de Buenos Aires, dándosele una
amplia cobertura en el número 17, aparecido el 26 de abril 49, incluyendo el nombre de
todos los liberados
48
AGN, op. cit., ff. 248-250.
49
Gaceta de Buenos Aires (1810-1821), Reimpresión Facsimilar, Junta de Historia y Numismática
Americana, Tomo V, Cía. Sudamericana de Billetes de Banco, Buenos Aires, 1914, pp. 99-100.
18
A pesar de considerarse a esta acción como génesis del Cuerpo de Infantería de Marina,
se tomará como fecha de nacimiento tanto de este cuerpo como de la Armada Chilena el
16 de junio de 1818, cuando O´Higgins firmó el decreto que designó el primer mando en
Jefe a Flote, nombrando al capitán John Higginson como comandante interino de la
primera flotilla de la Armada 50.
Epílogo
Apenas arribado el buque, el gobernador de Valparaíso deberá lidiar con las secuelas
producto de esos “excesos que escandalosamente se cometen por los indignos que tripulan
el bergantín” 51. Alvarado, según informaría ese mismo día a O´Higgins, ordenará a
Morris enviar a tierra a la mitad de la tripulación, mientras que reforzaría el buque con
otros 25 cazadores, que junto a sus compañeros iniciarán un “escrupuloso registro del
buque…” 52, con el objetivo de dar con una gran cantidad de dinero y objetos valiosos
sustraídos a sus dueños. El 4 de abril Alvarado enviará otro oficio al Director Supremo
de Chile, haciéndole saber que todos los marinos ingleses involucrados en el pillaje de
los equipajes habían sido arrestados. Además le informará que las pesquisas en el buque
sólo permitirán encontrar algo de ropa sustraída, pero no el dinero. Al cabo de unos días,
y a fuerza de azotes, se lograrán recuperar unos 200 pesos, fracción mínima de lo
sustraído.
Las medidas tomadas por el gobernador serán aceptadas por O´Higgins, quien le
manifestará en un oficio el 8 de abril que “todo lo obrado por V. sobre este particular ha
sido de la suprema aprobación, y [le pide] que en lo sucesivo apure todos los resortes de
su celo, sin consideraciones que lo embaracen, a fin de escarmentar la inicua conducta de
estos individuos” 53. Finalmente sólo se recuperará una pequeña parte de lo sustraído, que
ascendía a unos 3.000 pesos, la mayor parte sino todo, del equipaje del gobernador
depuesto de Juan Fernández, Ángel del Cid.
Mientras esto sucedía en el continente, los ánimos en Juan Fernández se agitaban. Un
fraile llamado Manuel Delgado y un sargento de la guarnición de nombre Agustín
Gallegos, iniciaron una sublevación contra la autoridad de Puga, el gobernador interino.
Este movimiento tuvo éxito, y pocos días después los insurrectos obtuvieron la ayuda de
la fragata norteamericana Enterprise, que condujo a la totalidad de las personas que
quedaban en la isla (unas 272) hasta Valparaíso, puerto al que arribaron el 8 de julio. En
recompensa a esta acción, San Martín incorporará al sargento Gallegos al Ejército Unido
y le concederá un ascenso, incorporándolo al Estado Mayor del flamante Batallón Nº 2
de Infantería de Chile como subteniente abanderado, extendiéndose el despacho de su
nombramiento del 24 de julio. Delgado, por su parte, será nombrado Capellán de la Casa
de Moneda el 21 de agosto de ese año.
Finalmente el Águila será renombrado Pueyrredon el 14 de julio de 1818, en honor al
Director Supremo de las Provincias Unidas, e integrará la segunda división de la escuadra
del Almirante Cochrane. Luego formará parte de la Escuadra de la Expedición
Libertadora del Perú. Naufragó en Ancón, en 1821 cuando servía de pontón 54. Si bien
estaba desarmado y había sido declarado inservible, tanto O'Higgins como San Martín
planeaban conservarlo como reliquia, por lo que fue recuperado. Luego sería desguazado
50
ABO, Tomo XI, op. cit., pp. 127-128.
51
ABO, Tomo XIX, op. cit., p. 434.
52
Ib., p. 435.
53
Ib., p. 437.
54
Academia de Historia Naval y Marítima de Chile, Disponible en línea en
http://historianaval.cl/programas/inicio/index.php?opcion=bm90aWNpYXNfZGV0YWxsZQ%3D%3D&
id_pub=NTAz
19
en El Callao por orden de Cochrane, lo que generaría una agria disputa entre San Martín
y Cochrane.
En cuanto a Morris, su nombre vuelve a aparecer en los registros como segundo al
mando de la corbeta Rosa de los Andes, que en mayo de 1819 iniciará una travesía con
patente de corso. Luego de dos años operando en el Pacífico, en julio de 1820, la corbeta
varará en la boca del río Iscuandé, en la actual Colombia, y los esfuerzos por hacerla zafar
de esta situación serán en vano. El capitán, de apellido Illingworth, licenciará a la
tripulación, que tomará rumbos diversos. Mientras él, junto a un grupo de tripulantes se
incorporaría al ejército de la Gran Colombia el resto, entre los que se encontraba Morris,
decidirá regresar a Chile. Hacia 1824, es posible encontrar a Raimundo registrado 55en un
archivo como parte del escalafón de la Marina de Chile con el grado de teniente 2°. Es a
partir de allí donde se pierde finalmente el rastro de El Loco, el Cazador que fuera el
primer comandante de la naciente marina de Chile.
Con respecto a Martel, el primer comandante de la naciente infantería de marina
chilena, es posible encontrarlo un año después en una “Relación de los Señores Jefes y
Oficiales del Ejército de los Andes que se hallaron en la acción de los Cerrillos de Maipú,
el día 5 de abril de 1818”56. En ella figura como “ayudante mayor” 57. Por dos años no se
lo vuelva a mencionar, pero es posible reconstruir su derrotero al menos en parte en los
años posteriores, ubicándolo en febrero de 1819 cruzando los Andes de Chile a San Juan
con el grueso de los Cazadores en febrero de 1819 junto a San Martín y Alvarado. El 6
de marzo de 1820 se le ordena recruzar desde San Juan a Chile para formar parte de la
expedición libertadora que se embarcará hacia el Perú 58. Para ese entonces, contaba con
el grado de capitán de ejército. A partir de allí, su nombre se desvanece en las brumas del
tiempo.
El último gobernador realista de la isla, el capitán del Talavera Ángel del Cid, seguirá
un tiempo más en Chile, solicitando por medio de una serie de oficios sueldos atrasados
y recomposición de los caudales robados para poder embarcar y volver a España.
Finalmente, debido a “que la exhaustez y apuros del erario desisten erogación más
generosa”59se le darán 200 pesos y un pasaporte, para que pueda cruzar los Andes y
embarcar en Buenos Aires, rumbo a Europa.
Sobre Fernando Cacho (el prisionero enviado por Alvarado a conferenciar a Juan
Fernández) se conoce bastante más. En un oficio reservado enviado al gobierno central
del 14 de mayo de 1817 por San Martín, éste reconoce que si bien le había prometido
liberarlo y dejarlo partir hacia Lima a cambio de su ayuda en favor de los prisioneros, no
podría finalmente cumplir con lo prometido, debido a que “siendo la salud pública la
Suprema Ley, y considerando que los conocimientos de Cacho en el servicio de los
enemigos deven [sic] perjudicar a la causa de la América”60. Es por ello que enviará un
oficio a Belgrano para que una vez llegado a Tucumán, en vez de dejarlo partir hacia
Lima por el Alto Perú, lo enviara a Buenos Aires, para que pasara “a la Península en
alguno de los Buques ingleses que zarpen para Inglaterra” 61.
Y si bien el gobierno central le responderá a San Martín que le dará la libertad, cuando
Cacho llega a Buenos Aires, es detenido y llevado a Las Bruscas, el principal campo de
55
Mackay Schiodtz, E., op. cit., p. 19.
56
Documentos del Archivo de San Martín, Cancha rayada y Maipú, Tomo IV, Imprenta de Coni Hermanos,
Buenos Aires, 1910, p. 88.
57
Ib.
58
Documentos del Archivo de San Martín, San Martín, Belgrano, Balcarce y Monteagudo, Tomo VI, Impr.
de Coni Hermanos, Buenos Aires, 1910, pp. 243-244.
59
ABO, Tomo XI, Editorial Universidad Católica, Santiago de Chile, 1952, p. 444.
60
AGN, Sala X, Legajo 428, folio 248.
61
Ib.
20
detención de prisioneros realistas en el territorio de las Provincias Unidas del Río de la
Plata. De este centro de detención, ubicado a orillas de la laguna Santa Elena, cerca de la
actual ciudad de Dolores, y habitado en su mayor parte por realistas capturados en las
campañas de Chile y Montevideo, huirá Cacho. Pasará primero a Montevideo y luego a
Río de Janeiro, para después seguir viaje al Alto Perú, a través de una dura marcha por el
Mato Grosso. Llegará a Arequipa en agosto de 1818, y finalmente a Lima. Continuará
siendo comandante de artillería, siendo ascendido a coronel graduado por la defensa del
Callao contra Cochrane. En 1824, con el grado ya de Brigadier, comandará la artillería
realista en la batalla de Ayacucho. Luego de la capitulación, se embarcará hacia España,
continuando en el servicio de las armas del rey hasta 1854, cuando fallece.
Hacia fines de 1817, los buques españoles llevaban a cabo un exitoso bloqueo sobre el
puerto de Valparaíso. Para contrarrestarlo, Alvarado organizó una flotilla naval,
agregando al Águila dos buques arrendados: la fragata mercante inglesa Marta y el
bergantín estadounidense Ramblary. Durante ese tiempo, la cantidad de Cazadores
embarcados se incrementó, puesto que ahora debían cubrir las guarniciones en los tres
buques: 35 soldados pasaron a formar parte permanente de la dotación las naves,
comenzando a utilizarse la denominación de “infantes y artilleros de marina” 62 para
referirse a ellos. Incluso se los menciona en el primer documento naval del gobierno de
la Patria Nueva, el Reglamento Provisional de Marina, fechado el 17 de noviembre de
1817, como Batallones de Marina y Brigada de Artillería.
El gobierno de Chile había incorporado a la naciente armada al capitán de artillería del
Ejército de los Andes, Guillermo Miller, quien se encargó de completar, a partir de los
Cazadores, la dotación de infantes y artilleros con soldados y milicianos, en un número
cercano a la compañía, de la flamante fragata Lautaro, en abril de 1818.
Pocos días después, el 26 de abril, la Lautaro enfrentó a la fragata española Esmeralda,
en el combate naval que pusiera fin al bloqueo de Valparaíso. Ya para esa ocasión, los
infantes de marina y artilleros utilizarían uniformes adquiridos a comerciantes ingleses y
que pertenecían a un regimiento de esa nacionalidad. Despojados incluso de sus antiguos
uniformes, los Cazadores serán formalmente incorporados a la Armada chilena el 25 de
septiembre de 1818, decretándose la creación de una brigada de artillería “para el servicio
de la Marina del Estado y teniendo ya conocimiento en esta arma el piquete del Batallón
Nº 1 de Cazadores que, desde hace meses pasados ha existido a bordo de la
Escuadra[…]Se declara a todos sus individuos que constan de un sargento, tres cabos y
treinta y un soldados por incorporados, empezando a considerárseles en ese servicio
[…]desde el día primero de octubre, en cuya fecha serán dados de baja en el Batallón a
que han pertenecido” 63.
Infantes y artilleros servirán a las órdenes de Guillermo Miller, ascendido a sargento
mayor graduado, quien se ocupará de convertirlos en una fuerza capacitada tanto para el
combate a bordo como para realizar desembarcos. Es así que el 28 de octubre de 1818
lucharán, ya no como Cazadores, sino como infantes de marina y artilleros de la marina
chilena, en el célebre combate naval de Talcahuano. En dicha acción efectuarán un
desembarco en apoyo de la toma de la fragata española María Isabel, y luego participarán
de la toma de cinco transportes españoles con tropas enviadas como refuerzo desde Cádiz.
62
Toledo Leal, G., “Continuidad histórica y orgánica de la Infantería de Marina en la Armada de Chile”,
En: Revista de Marina Nº 853, Santiago de Chile, 1999, p. 526.
63
Ib, p. 528.
21
Estos veinticinco Cazadores de los Andes, se habían convertido ya, como dice la
canción, en “Bravos soldados del mar”.■
22
RECURSOS EMPLEADOS POR LOS
AGENTES DEL EJÉRCITO DE LOS
ANDES
La guerra de Zapa
Javier Campos Santander.64
64
Javier Campos Santander es Diseñador Gráfico, Conservador-Restaurador e Investigador histórico.
Coleccionista de monedas y medallas latinoamericanas, es el gestor de “Medalla Histórica de Chile”,
iniciativa que ha logrado, a la fecha, la acuñación de las medallas Bicentenario Batalla de Chacabuco
(2017), Bicentenario Batalla de Maipú (2018) y 160 años de la Revolución Constituyente (2019). También
participa como recreador histórico en la Asociación Histórico Cultural Guerra de Independencia de Chile,
siendo además coautor del “Catálogo de Monedas Coloniales de Plata, ceca de Santiago de Chile” (2019)
junto a Pablo Moya Mascaró y autor del libro “Tras la huella de Manuel Rodríguez” (Ignición Editorial,
2021).
23
En el marco de la investigación realizada para mi libro «Tras la huella de Manuel
65
Rodríguez» entre los años 2012 y 2020, me ha sido posible recabar una serie de
antecedentes quizás no tan conocidos respecto al «modus operandi» de los agentes
revolucionarios enviados a Chile por el general José de San Martín durante el periodo que
la historiografía chileno-argentina ha denominado tradicionalmente como «Reconquista»
española —y en tiempos más recientes, como «Restauración monárquica»— y que
comprende el tiempo transcurrido desde el fracaso del proyecto independentista chileno
en la Batalla de Rancagua (1 y 2 de octubre de 1814) hasta el triunfo del Ejército de los
Andes en Chacabuco (12 de febrero de 1817). De forma paralela a la organización del
Ejército de los Andes en Mendoza, y en la necesidad de conocer los recursos con los que
contaba el enemigo en Chile, dimensionar su contingente militar y conocer su distribución
y desplazamientos, el general San Martín montó una verdadera red de espionaje,
desinformación y hostigamiento armado que buscaba, además, mantener al enemigo en
agitación constante, despistado y disperso a lo largo de un frente extremadamente amplio,
y por tanto, difícil de cubrir. Este conjunto de estratagemas es lo que ya en la época se
conocía como «Guerra de Zapa».
Cabe señalar, y quizás no se ha reparado lo suficiente en ello, que una de las principales
inspiraciones de San Martín para la aplicación de la Guerra de Zapa en América fue su
experiencia personal en las filas del ejército español, especialmente durante la resistencia
contra la invasión del ejército napoleónico a la península ibérica, durante la cual destacó,
según consta de su foja de servicios de 1808,«en la guerra contra el gobierno de Francia,
[donde] se halló mandando las guerrillas, habiendo tenido una acción distinguida contra
los enemigos en Arjonillaen julio de 1808.». 66
El sistema organizacional
El historiador y político argentino Enrique Pavón Pereyra, en su estudio «La Guerra de
Zapa: El servicio de informaciones en las campañas de Chile y de Perú» (1954), sugiere
65
Ignición Editorial, 2021.
66
Vicuña Mackenna, B., El General don José de San Martín, Santiago, 1863, p. 13-14; Bragoni, B., San
Martín, Una biografía política del libertador, Buenos Aires, 2019. p. 30-31, 90, 114.
67
Barros Arana, D., Historia Jeneral de la Independencia de Chile, t. III, Santiago, 1857, p. 335-336;
Historia Jeneral de Chile, t. X, Santiago, 1889, p. 331; Latcham, R. Manuel Rodríguez, el Guerrillero, 1932,
p. 123; Pavón Pereyra, E., La Guerra de Zapa: El servicio de informaciones en las campañas de Chile y de
Perú, Santiago, 1954 p. 281-282.
24
que San Martín implementó, de forma simultánea y complementaria, dos sistemas para la
coordinación del servicio de informaciones: uno de tipo celular, «para todas las
actividades que, además de proporcionarle informes sobre los realistas, debían cumplir
tareas de carácter subversivo» sobre áreas geográficas mayores, dirigido por jefes de
célula —entre ellos Manuel Rodríguez, Antonio Merino, José María Palacios, Juan Pablo
Ramírez, Miguel Ureta, Pedro Segovia y «N. Graña»— y uno radial, compuesto por
colaboradores a quienes se les encomendaban «misiones específicas aisladas, en las
cuales los agentes vieron disminuidas sus posibilidades de actuar, ya sea por la acción del
contraespionaje enemigo o por dificultades de otra índole». Entre éstos, habrían destacado
el ex comisario de guerra Domingo Pérez, Francisco Silva, Santiago Bueras, Feliciano
Silva y quien sucedería a Manuel Rodríguez como comandante militar de Colchagua,
Antonio Rafael Velasco. 68
Seudónimos y claves
Otro aspecto fundamental para operar en la clandestinidad, además de una rigurosa
organización, era el anonimato. Como lo podemos comprobar en los escasos documentos
sobrevivientes del periodo, los emisarios revolucionarios adoptaron uno o varios alias; de
esta forma, Manuel Rodríguez firmaba sus comunicaciones como «El Alemán»,
«Chancaca», «Kipen» o «Kiper», «Chispa», «Antonio Gómez» y «Español»; Diego
Guzmán era «Víctor Gutiérrez», Antonio Merino era «El Americano», Juan Pablo
Ramírez era «Antonio Astete», Ramón Picarte era «Vicente Roxas», Manuel Fuentes era
«Feliciano Núñez», José María Palacios era «Alfajor», Francisco Salas era «Planchón» y
«Chiflito» y N. Vivar era «Quinto». 69
Tanto Diego Barros Arana como Ricardo Latcham han hecho alusión, además, al uso
de un sistema de escritura en clave entre los agentes, que habría permitido remitir
información de forma encriptada y segura. Según esta clave, cuyo original se conserva en
la colección de manuscritos Barros Arana, 70«lluvia» significaría expedición; «nueces»,
soldados de infantería; «pasas», de caballería; «uvas», de artillería; «trigos», victorias
peruanas y «papas» derrotas realistas.
Incentivo al desorden
Una vez en el país, los agentes tenían la misión de reclutar a un contingente capaz de
generar el ruido suficiente como para mantener cautiva la atención del ejército
monárquico, sin entrar en confrontación directa. Más que una conversión imbuida de un
repentino fervor patriótico, como se suele explicar en la historiografía tradicional, el
bando independentista instrumentalizó y alentó el bandidaje rural preexistente para
atentar contra el orden interno. 71
Bajo la promesa de suministro de armas y de protección de los hacendados
simpatizantes del movimiento revolucionario, se logró volcar a favor a bandas
compuestas, generalmente, por hombres jóvenes, sin lazos familiares ni asentamiento fijo,
68
Pavón Pereyra, op. cit., p. 277-280.
69
Barros Arana (1889) op. cit., p. 428-429; Latcham, op. cit. p. 151, 154; López Rubio, S., Los Vengadores
de Rancagua, Universidad de Virginia, 1987, p. 157-158. Por otra parte, el escritor Guillermo Parvex, en
su novela « ¿Quién asesinó a Manuel Rodríguez?» (2019) p. 40 también le asigna, sobre bases que
desconocemos, los seudónimos de «Virgilio», «Donaire» y «Arknán». Hasta donde hemos investigado,
estos no figuran en ningún documento perteneciente o atribuido a Rodríguez, y a nuestro juicio
corresponden a una invención del autor.
70
Campos Santander, J., «Tras la huella de Manuel Rodríguez», Santiago, 2020, p. 86.
71
Pinto Vallejos, J., y Valdivia Ortíz de Zárate, V., ¿Chilenos todos? la construcción social de una nación
(1810-1840). Santiago, 2009, p. 99-105.
25
que hasta entonces subsistían del abigeato y el asalto o «salteo» de caminos, y que por
tanto eran dueños de una encomiable destreza en el manejo del caballo además de
excelentes conocedores de la geografía del país, cualidades de las que carecía tanto el
gobernador Marcó del Pont, que no salió de Santiago sino para intentar escapar
precipitadamente a Lima, como parte importante de su oficialidad y tropa. Entre estas
bandas de montoneros, que operaron principalmente en la zona central de Chile,
destacarían las conformadas por el reputado salteador José Miguel Neira, señalada en
algunas fuentes como «Los Neirinos», que asolaba en los valles de Curicó y Colchagua;
y la implementada, armando a sus propios inquilinos, por el propietario de las haciendas
de Teno y Comalle, Francisco Villota.
¿Palomas mensajeras?
El escritor, militar y académico chileno Sergio López Rubio, en su obra «Los vengadores
de Rancagua» (1980) sugiere la utilización de palomas mensajeras por parte de los
agentes del Ejército de los Andes, cosa que deduce de una comunicación enviada a
«Diego López» —por lo visto, López Rubio consideraba que este nombre era un
seudónimo de San Martín— por el agente Pablo Segovia el 16 de abril de 1816, en la que
señala: «Sea como fuere, nuestra correspondencia ha de continuar, sino por esa vía, será
por los aires, pues lo adverso de la estación es corto obstáculo para privarnos del sumo
gusto que las[cartas] de usted nos proporcionan.». 72
El autor agrega, no sin razón, que esto fue un recurso muy efectivo empleado por los
grandes ejércitos de la antigüedad, por los de las guerras napoleónicas e incluso por los
involucrados en las guerras mundiales de la primera mitad del siglo XX, sólo comenzando
a decaer con la invención del telégrafo sin hilos. En vista a los antecedentes, no
deberíamos descartar, en absoluto, su utilización durante la Guerras de Independencia
americanas.
La «tinta simpática».
Otra teoría muy interesante es la señalada por Enrique Pavón Pereyra respecto a la
utilización de «tinta simpática» o invisible, es decir, aquella que no puede revelarse sino
mediante la aplicación de algún agente químico o físico, y que puede elaborarse a partir
de algo tan simple como jugos vegetales que contengan goma, mucílago, albúmina o
azúcar. El autor apunta:
Anotamos aquí, que tal vez ésta fuera una de las causas de la falta documental de las
instrucciones impartidas por el Cuartel General en Mendoza a sus agentes en Chile. Dado
que no sería nada difícil que, para evitar cualquier ulterioridad a consecuencia de posibles
interceptaciones del contraespionaje realista, San Martín escribiese dichas instrucciones
72
López Rubio, S., op. cit., p. 154; versión completa en Comisión Nacional del Centenario, Documentos
del Archivo de San Martín, 1910, tomo III, p. 111-114.
26
con tinta simpática y luego hayan sido destruidas. Por otra parte, la acción del tiempo
hubiera borrado todo vestigio de escritura simpática, sobre todo teniendo en cuenta la
técnica deficiente de aquella época». 73
«Mi amigo:
Veo que su carácter tiene algo de fosfórico. ¡Qué diablos se ha hecho usted que me ha
tenido todo el invierno sin sus noticias! Yo creía que las nieves de los Andes serían
derretidas por el calor de esa imaginación de fuego, y con él se hubiera abierto un paso
para hacerme sus comunicaciones, pero todo ha sido ilusión; á la verdad, si no fuesen los
avisos del amigo Graña, creería ó que había fenecido ó que estaba en poder de Marcó». 75
Luego le encomienda «salir de su cueva» para dirigirse a San Fernando, donde debía
reunir 1000 caballos para el uso del Ejército de los Andes, además de recabar información
sobre posibles fortificaciones en Talca, San Fernando, Curicó y Concepción. La segunda
carta adquiere un tono más colérico:
«Son ustedes los chilenos, una especie de hombres que no sé á qué clase corresponden.
El carácter de ustedes es el más incorregible que he conocido, todo lo quieren saber y
nada alcanzan. ¡Porra, que ya me tienen aburrido! ¿Á qué diablos y con qué objeto han
empezado ustedes á poner el sur en movimiento? ¿No les tengo dicho repetidas veces que
se mantengan en la concha hasta mi arribo? ¿Á qué empezar á despertar al hombre y con
qué objeto? Yo no encuentro otro que el de trastornar todo el plan; por ventura ¿se han
creído ustedes que Neyra había de conquistar á Chile? Por si no ¿á qué despertar del sueño
profundo en que estaba el hombre! Por otra parte ¿qué puede hacer un Neyra si no
desopinar la causa y retraer los hombres de influencia? Ningún sensato deseará estar bajo
la férula de un salteador. Sí, mi amigo; si usted y los demás no hubieran promovido
semejante disparate, el hombre no hubiera enviado fuerzas al sur, como me dice Graña
que han salido bajo el mando de Sánchez, y tal vez nos va á costar mucha sangre, que
hubiéramos ahorrado sin estos alborotos intempestivos. Ahora bien ¿cómo con esta fuerza
se reúne la caballada de que tanto necesitamos? Más, ¿cómo se hará la explosión estando
el Perú dominado por la fuerza? C... [carajo (?)] que son ustedes dignos de que Marcó les
ponga el pie en el pescuezo eternamente; en fin, vamos (si es posible) á remediar lo hecho.
Al efecto, se verá usted con Neyra y le prevendrá que se retire á los toldos del cacique
73
Pavón Pereyra, op. cit., p. 290-291.
74
Mitre, B., Historia de San Martín y de la emancipación sudamericana, Buenos Aires, 1890, p. 490. En
el Archivo San Martín se presentan, además, como «Dos cartas á Manuel Rodríguez, calculadas para que
caigan en poder del enemigo y hagan creer á este que se va á invadir por el sur en diciembre de 1816».
75
Comisión Nacional del Centenario, op. cit., p. 37-38.
27
Pañichiñé, que éste lo auxiliará con los víveres que necesite […] Siga la guerra de zapa;
ésta y no los disparates que ustedes han hecho, nos tienen que salvar.». 76
76
Comisión Nacional del Centenario, op. cit., p. 39-41.
77
Campos Santander, op. cit., p. 104.
78
Biblioteca Nacional de Chile, Últimos días de la Reconquista Española. Proceso seguido de orden del
Virrey del Perú a los Jefes y Oficiales del Ejército Real derrotado en Chacabuco. Colección de
Historiadores y de documentos relativos a la Independencia de Chile, tomo XXVIII, Santiago, 1932, p. 124.
28
Andes, que el 14 de febrero hacía su entrada en la capital, la que pese a los esfuerzos
realistas, jamás volvería a caer bajo dominio monárquico.■
29
LOS PREMIOS MILITARES DE SAN
MARTIN
Eduardo Dargent79
Hace doscientos años, la escuadra libertadora comandada por el general José de San
Martín, capitaneada por Lord Cochrane y financiada por Bernardo O’Higgins llegó a las
costas de Paracas el 8 de setiembre de 1820 y en esa fecha se inicia la campaña de la
independencia. Ya el año anterior la flota de Lord Cochrane había atacado constantemente
las costas del Perú preparando el camino para lo que sería la invasión.
Durante el resto del año 1820, mientras San Martín tomaba posiciones y buscaba llegar
a acuerdos con el gobierno virreinal se dieron tres hechos de interés para este estudio: El
acto heroico de Pringles en Chancay; El paso del batallón Numancia a los patriotas y la
batalla de Pasco.
30
Premios al batallón Numancia
Al Batallón Numancia
El paso del Numancia fue un duro golpe a las fuerzas realistas y San Martín, en
reconocimiento, los encargó de cuidar la bandera nacional y les otorgó una medalla de
forma irregular colgada de una cinta bicolor. La medalla lleva en el anverso. Una espada
y una bayoneta cruzadas sobre una corona de laurel y la inscripción, “LA LEALTAD A
LOS MÁS BRAVOS”. En el reverso muestra un sol radiante rodeado de la inscripción:
“LIMA – EJERCITO LIBERTADOR”.
La batalla de Pasco
El tercer acontecimiento del año 1820 y primer triunfo militar premiado con una medalla
fue la batalla de Pasco. San Martín despachó una avanzada al mando del general Juan
Antonio Álvarez de Arenales a la sierra. El día 6 de diciembre de 1820, en las
inmediaciones de la población minera de Cerro de Pasco, se dio un enfrentamiento con
las tropas realistas comandadas por el irlandés al servicio de España Diego O’Reilly del
cual, a pesar de la superioridad numérica del enemigo, salieron victoriosas las tropas
patriotas.
San Martín, enterado de las buenas nuevas, le comunicó a Arenales que el 18 del mismo
mes se había expedido un decreto en el cual se destacaba que:
“La división libertadora de la sierra ha llenado el voto de los pueblos que la esperaban”
y en la carta le describe la medalla que ha dispuesto se les otorgue por la acción, de la
siguiente manera:
1.- Que luego que las circunstancias lo permitan, se grabará una medalla que represente
las armas del Perú, provisionalmente adoptadas, y en el reverso esta inscripción: “A LOS
VENCEDORES DE PASCO”.
2.- El general de la división la traerá en oro, y lo mismo los demás jefes de ella; los
oficiales la usarán de plata.
3.- Los sargentos, cabos y soldados, traerán un escudo bordado sobre el pecho con las
mismas armas y una inscripción al exergo: “YO SOY DE LOS VENCEDORES DE
PASCO”.
31
Escudo a los vencedores de Pasco
Esta, la de Pasco, es, como se mencionó arriba, la primera medalla ordenada para
premiar a los soldados del Ejército libertador por el triunfo en una acción de militar en
territorio peruano.
Ya entrado el año 1821, y antes de la Jura de la Independencia en Lima, se dieron dos
hechos de armas que por su resultado merecieron ser premiados con sendos escudos
bordados a ser llevados en la manga del uniforme. El primer encuentro fue la batalla de
Mirabé. Y el segundo el ataque y toma de los Castillos del Callao.
El 21 de mayo de 1821 el general Miller que había desembarcado en Sama, en Tacna
y se encontró con un destacamento de 800 hombres que bajo el comando del coronel José
Santos La Hera había avanzado hacia Tacna a detenerlos.
Miller decidió pasar al ataque aunque sus fuerzas eran menores, pero previendo que el
plan de La Hera consistía en reunirse con otros grupos realistas en la zona y “con 350
infantes y un piquete de marineros, 2 coheteras, 70 granaderos a caballo y unos 60
paisanos voluntarios bien montados” entendió que tenía que cortar el avance y se puso en
marcha.
Escudo de Mirabé.
32
El 20 de junio siguiente en el Boletín del Ejército Unido Libertador del Perú se informó
que se había acordado dar a los que triunfaron en esta acción “un escudo de paño” bordado
con hilo de oro con la leyenda: “A LOS BRAVOS DE MIRABE”.
El escudo lleva en el campo “Picos de montañas detrás de los cuales hay un sol naciente
y al pie de las montañas la fecha “1821”, todo rodeado de palma y laurel bordado sobre
paño azul con letras de oro.
A continuación, en los artículos 3 y 4 del mencionado decreto, dio los detalles de cómo
debían ser las condecoraciones que en adelante usarían los jefes, oficiales y tropa que
había participado en la campaña:
33
“Art. 3° Todos los oficiales del Ejército y Escuadra que salieron en la expedición
libertadora y se haya existentes en el día son reconocidos Oficiales del Perú:
Art. 4° Los individuos comprendidos en el artículo anterior y los empleados que se
hallen en el mismo caso gozarán, aunque después queden de simples particulares, una
medalla, de oro los oficiales y de plata las demás clases, con esta inscripción: “YO FUI
DEL EJERCITO LIBERTADOR”, Y al reverso las armas del estado.
Art. 5° La misma distinción gozaran los individuos de la Escuadra, con la diferencia
del mote que dirá: “YO FUI DE LA ESCUADRA LIBERTADORA”.
Con el pasar de los días y adecuándose a las circunstancias se realizaron algunos ajustes
en el diseño de las medallas. La “Historia de los premios militares” se clasifican y
describen cuatro variantes. Para comenzar, una vez acuñadas las medallas, ninguna tiene
reverso que, según el documento inicial, debía llevar las armas del estado. Los elementos
generales a las cuatro variantes son: Una medalla oval con un escudo a cuyos lados están
las banderas de Argentina y de Chile, con un sol naciente en la parte superior y el todo
rodeado de una corona de laurel. En todos los casos el broche está conformado por ramas
de laurel.
Partidas de guerrillas.
Cuando el 6 de julio de 1821 el Virrey La Serna abandonó Lima, tras el fracaso de sus
conversaciones con San Martín, tomo el camino del valle de Cañete en su repliegue hacia
Huancavelica. Iba La Serna acompañado de un contingente de dos mil soldados. En su
ascenso pasó por Lunahuaná la quebrada de Yauyos, el paso de Yauli y por Huarochirí.
Los pobladores de la zona estaban a favor de la independencia y lo demostraron usando
la vieja táctica que ya habían usado en la resistencia a la conquista, esto es, rodando
gruesas galgas desde los cerros para herir al enemigo. Esto forzó al ejército realista a
retroceder al tiempo que sufrían bajas tanto en el personal como en los equipos.
Igualmente los habitantes de Canta opusieron tenaz resistencia a las fuerzas españolas
que avanzaban hacia Pasco. Situación similar se produjo en las inmediaciones de Jauja y
Tarma y Cangallo. Ante esta demostración de patriotismo de la población, San Martín el
24 de noviembre de 1821 declaró que:
“La constancia y señalado patriotismo que han acreditado durante la campaña los
peruanos del departamento de Tarma y provincias de Cangallo, Huarochiré (sic) Canta,
81
Santos, 1831: T.I, p 36.
34
Yauli y Yauyos, los hacen acreedores a la estimación pública y del Gobierno” por lo que
declara en el primer artículo del decreto correspondiente que:
Los peruanos de las tres provincias mencionadas desde la edad de 15 hasta los 50 años
llevarán un escudo elíptico en el brazo izquierdo, de paño encarnado con ésta inscripción
bordada de hilo de plata:” “A LOS CONSTANTES PATRIOTAS DE HUAROCHIRÍ”
San Martín creó la Orden del Sol por decreto del 8 de octubre 1821 para honrar a quienes
habían servido a la patria en tres grados, Fundadores y Beneméritos y Asociados. San
Martín explica en el decreto que considerando el sacrificio y esfuerzo de tantos
ciudadanos a lo largo de diez años por la libertad del Perú, y el hecho de haber
desaparecido los títulos y órdenes españolas. Considera conveniente crear o establecer
una orden denominada la Orden del Sol, que sea el patrimonio de los guerreros
libertadores, el premio de los ciudadanos virtuosos y la recompensa de todos los hombres
beneméritos. Además indica que la Orden del Sol era hereditaria.
En cuanto a la descripción se especifica que era “una banda blanca que baje del hombro
derecho al costado izquierdo donde se enlazará terminando en dos borlas de oro: Una
placa de oro sobre el lado que corresponde, con las armas de la Orden. El artículo
siguiente indica que los “Beneméritos” de la Orden también usarán la medalla de oro pero
en este caso la llevaran al cuello en una banda blanca, y los Asociados, según el artículo
siguiente llevarían “la misma medalla” pero de plata al lado izquierdo del pecho con una
cinta blanca.”
El artículo 19 procede a describir las armas de la Orden, las cuales:
“Deberán ser las del Estado en un escudo elíptico, que resalte en el centro, y en la parte
superior del exergo ésta inscripción sobre campo blanco “EL PERÚ” y en la inferior de
él, y en la inferior de él, sobre campo encarnado, la siguiente leyenda en letras de oro, “A
SUS LIBERTADORES”.
A continuación, en el mismo artículo 19 se indica que una vez consolidada la
Independencia, la mencionada leyenda se sustituiría por otra como sigue “AL MÉRITO
ACENDRADO. Antes de terminar el mes, el día 31 de octubre, sin embargo, un nuevo
decreto firmado por San Martín y por Bernardo Monteagudo explica que por las
dificultades que se han encontrado para la ejecución de la placa de oro con el escudo
elíptico en el centro como estaba especificado, “ha hecho indispensable la variación de
las decoraciones de la Orden” por lo que declaran que:
“Art. 1 la decoración de los fundadores de la Orden del Sol a más de la banda blanca
que expresa el art. 16 citado, será un sol de oro en lugar de la placa; con el diámetro que
indica el modelo que se ha pasado al director de la Casa de Moneda, conservándose la
misma inscripción que previene el artículo 19 alrededor del globo que representa aquel
astro.
Art. 2 Los beneméritos de la Orden usarán un Sol también de oro con la diferencia del
menor diámetro colgado al cuello con una cinta blanca.
Art. 3 Los asociados usarán el mismo Sol de oro de un diámetro menor que el de los
Beneméritos pendiente del ojal de la casaca con un pequeño lazo de cinta blanca” 82.
82
Oviedo J., Colección de leyes, decretos y ordenes, publicadas en el Perú desde 1821 hasta el 31 de
diciembre de 1859. (Y IV), Felipe Baily. (ed), Lima, 1861, p.10
35
La Orden del Sol
La lista de los que recibirían la orden en el grado de fundadores está encabezada por el
Supremo Director de Chile General Bernardo O’higgins como corresponde por su
participación definitiva en la creación y financiamiento de la Escuadra Libertadora.
Siguen a éste sus tres ministros de Estado, al intendente del Ejército, a los jefes de los
cuerpos que componían el Ejército a la salida de Valparaíso y otros importantes
colaboradores entre los que estaba el Marqués de Torre Tagle.
Durante la visita de San Martín a Guayaquil para la famosa entrevista con Bolívar, le
impuso éste la orden del sol al Libertador en el grado de Fundador con una joya de
diamantes que se conserva en Caracas.
San Martín otorgó también la Orden del Sol A Manuelita Sáenz por su contribución a
la Independencia.
La idea de San Martín al crear la orden fue de mantener la costumbre de las antiguas
órdenes europeas hereditarias. Incluso el 27 de diciembre de 1821 en un decreto de esa
fecha indica que en adelante la nobleza peruana podrá usar sus antiguas armas, variando
los jeroglíficos que sean opuestos a los principios proclamados.” Esta idea sanmartiniana,
mal manejada y abusada por algunos receptores de ella, sin embargo, hizo que la orden
fuera suprimida en 1825.
El 11 de enero de 1822, queriendo premiar San Martín a las “que tienen los nombres
expresivos de madre, esposa o hija” y que se habían destacado por su patriotismo y habían
“sufrido el mayor número de sinsabores”, expidió un decreto en cuya primer artículo
especificaba:
“Las patriotas que más se hayan distinguido por su adhesión a la causa de la
independencia del Perú, usarán el distintivo de una banda de seda bi-color, blanca y
encarnada que baje del hombro izquierdo al costado derecho donde se enlazará con una
pequeña borla de oro, llevando acia (sic) a la mitad de la misma banda una medalla de
oro con las armas del estado en el anverso, y esta inscripción en el reverso: “Al
patriotismo de las más sensibles”.
Al pie de página en la “Colección de Leyes” de donde se ha tomado esta información se
aclara que el decreto “en seguida cayó en desuso” 83.
La batalla de Riobamba
Las dos siguientes batallas, aunque no se pelearon en suelo peruano fueron definitivas
para la terminación de la guerra en la parte norte de Sudamérica. Primero fue la Batalla
de Riobamba, el 21 de abril de 1822 y luego la de Pichincha, el 24 de mayo siguiente, con
83
Oviedo, 1861: T.IV Op. Cit. p.7.
36
la que se selló la independencia del Ecuador en ambas combatieron tropas peruanas
enviadas por el General José de San Martín. Los peruanos que participaron en estas dos
contiendas recibieron premios por su destacada labor.
Riobamba
La batalla de Pichincha
La Batalla de Pichincha ocurrió el 24 de mayo de 1822 en las faldas del volcán Pichincha,
a más de 3.000 metros sobre el nivel del mar, cerca de la ciudad de Quito.
El encuentro enfrentó al ejército independentista bajo el mando del general venezolano
Antonio José de Sucre y al ejército realista comandado por el general Melchor Aymerich,
úÍltimo gobernador de Quito. La Batalla selló la independencia del Ecuador y fue prolífica
en la producción de los premios militares habiéndolos ecuatorianos, peruanos y
colombianos. La primera medalla fue la ecuatoriana.
Cinco días después de la batalla, el 29 de mayo de 1822, se juró la independencia de
Quito y se redactó un acta de diez artículos el segundo de los cuales especifica que como
testimonio de reconocimiento a las divisiones de Colombia y del Perú, conceden:
37
“Una medalla o cruz de honor pendiente al pecho de una cinta azul celeste. La medalla
será un sol naciendo sobre las montañas del Ecuador, y unidos sus rayos por una corona
de laurel: entre las montañas en letras de oro, la inscripción COLOMBIA, y alrededor
del Sol, LIBERTADOR DE QUITO de esmalte azul: en el reverso VENCEDOR DE
PICHINCHA 24 DE MAYO – 12. y el nombre del agraciado. El pueblo regalará estas
medallas que serán para los generales, con esmaltes en los rayos, de piedras preciosas,
para los oficiales de oro, y para la tropa de plata”
.
La condecoración peruana de Pichincha
2.-Todos los gefes, oficiales y tropa de la división del N. del Perú que tuvieron parte en
la importante jornada de Pichincha que dio la libertad a Quito, llevarán pendiente del
cuello una medalla orlada de laurel con la inscripción siguiente en el centro del anverso
A LOS LIBERTADORES DE QUITO: en el reverso LA PATRIA AGRADECIDA, y en
la base de ambos lados los trofeos militares que sean más alusivos a las armas de
Colombia, del Perú, y las provincias argentinas.
3.-.Los gefes y oficiales de que trata el artículo anterior usarán la medalla de oro,
pendiente de una cinta de seda tejida de color encarnado, con la diferencia que el lazo de
que penda la medalla será de color blanco para los primeros y encarnada para los
segundos.
4.-Los sargentos y cabos llevarán la medalla de plata pendiente de una cinta de aguas
también encarnada, pero sin lazo.
38
5.-Los soldados llevarán la misma medalla que los sargentos y cabos, en el ojal izquierdo
de la casaca, pendiente de una cinta blanca.
6.-Son comprendidos en la gracia dispensada en los artículos anteriores los bravos del
ejército de Colombia, y de las tropas de Guayaquil, que unidos a la división del Perú
partieron con ellas de las fatigas de la campaña y los laureles del triunfo en la batalla de
Pichincha.
Dado en el Palacio del supremo gobierno en Lima a 1° de julio de 1822. – 3° - Firmado.-
Trujillo. – Por orden de S.E. – Tomas Guido”.
La acción militar y la participación de los peruanos tuvieron tal relevancia que además
del premio decretado por el gobierno peruano, los patriotas nacionales recibieron también
medallas de reconocimiento tanto del Ecuador como de Colombia. Los decretos
otorgándolas son los siguientes:
39
Un segundo encuentro se dio el 19 de diciembre siguiente, estando en Chunchanga,
lugar próximo a Pisco, un grupo de Húsares al mando del coronel Correa, fue rodeado
por un destacamento realista del batallón San Carlos que les exigió su inmediata
rendición. Correa por el contrario, cargó contra los enemigos y logró desmontar a su
comandante luego de lo cual lograron la victoria.
La Suprema Junta Gubernativa del Perú, el 18 de enero de 1823 en dos órdenes
separadas indica que se entregue un premio a los oficiales y tropa que participaron en las
batallas de Caucato y de Chunchanga, consistente en un escudo de las siguientes
características:
“Chunganga:
1.- Los oficiales y tropa que se hallaron en la jornada de Chunchanga, llevarán en el brazo
un escudo de paño azul orleado de dos palmas bordadas de realce con esta inscripción:
LA PATRIA A LOS VALIENTES DE CHUNCHANGA.
2.- El de los oficiales será bordado de oro; el de los sarjentos de plata y el de los cabos y
soldados de hilo.
Caucato:
1.- Los oficiales y soldados que tuvieron parte en la brillante acción de Caucato, llevarán
en el brazo un escudo de paño grana orleado de dos ramos de laurel bordados de realce,
con esta inscripción: AL VALOR HEROICO EN CAUCATO.”
2.- El de los oficiales será bordado de oro: el de los sarjentos (sic) de plata y de seda el
de los cabos y soldados”.
En la Gaceta del Gobierno del miércoles 8 de enero de 1823, se incluyen dos decretos de
la Suprema Junta Gubernativa del Perú que en los cuales se indica que, “considerando los
importantes servicios que ha hecho y está haciendo” el general don Juan Antonio Álvarez
Arenales y el general don Rudecindo Alvarado, se les otorga con fecha 3 y 2 de enero
respectivamente, una medalla de oro que llevarán al cuello pendiente de una cinta bicolor
y que tendrá la inscripción siguiente:
“EL CONGRESO CONSTITUYENTE DEL PERÚ – AL MERITO DISTINGUIDO –
AÑO de 1823. – 4° DE LA INDEPENDENCIA Y 2° DE LA REPÚBLICA”84.
En ambos decretos se especifica que el modelo de la condecoración se daría después,
cosa que debió cumplirse adecuadamente ya que hay cuadros de ambos luciendo la
medalla al cuello.
No todo fueron triunfos para los patriotas como era de suponer, en especial teniendo en
consideración la superioridad en número con la que contaba el ejército del Rey. Así, el 7
de abril de 1822 se produjo la Batalla de Ica, también llamada Batalla de Mamacona,
entre las tropas realistas comandadas por el general Canterac y una división patriota al
mando del general Tristán.
El general Canterac bajó desde Jauja a la costa enviado por el virrey La Serna para
cortar el paso a las tropas de Tristán que se estaban replegando desde Ica hacia Pisco para
evitar el enfrentamiento con las fuerzas del general Valdez que habían ocupado Arequipa.
84
Gaceta del Gobierno de Lima Independiente. (Edición facsimilar) Tomos I a III. Año del Libertador San
Martín. Universidad Nacional de La Plata, 1950.
40
Los realistas, en ésta ocasión, vencieron a los patriotas destruyendo la división patriota
de Tristán. En reconocimiento por sus esfuerzos y el valor mostrado, los españoles
premiaron a quienes participaron en ella con una medalla formada por una cruz de cinco
brazos y la inscripción “BATALLA DE YCA”, en el anverso y “AÑO DE 1822” en el
reverso.
Casi un año después, el 19 de enero de 1823 se dio la batalla de Torata, entre las tropas
realistas al mando del brigadier Jerónimo Valdés y las patriotas comandadas por el
general argentino Rudecindo Alvarado en las cercanía del pueblo de Torata, en Moquegua
al sur de Arequipa. Esta batalla terminó en la derrota de los patriotas.
Los españoles premiaron a sus hombres con una medalla. En forma de cruz con un
rombo en el cual estaba inscrito en dos líneas “TO – RATA” y al reverso la fecha “XIX
- ENE - 1823. Y adicionalmente el brigadier Jerónimo Valdés recibió por su desempeño
en ésta campaña el título de Vizconde de Torata.
La tercera derrota patriota se dio en la Batalla de Moquegua que tuvo lugar el 21 de
enero de 1823 en las inmediaciones de la villa de Moquegua, durante este enfrentamiento
el Ejército Libertador del Sur al mando del general Rudecindo Alvarado que ya había
sufrido una derrota en Torata, fue completamente destruido por el Ejército Real del Perú
al mando del general José de Canterac.
Los españoles premiaron a sus oficiales y tropa con “La Cruz de Moquegua” que
consistía en una cruz con los cuatro brazos y esmalte verde y hojas doradas en los ángulos.
Al centro un medallón oval con la inscripción “MOQUEGUA” en el anverso y “ANO
DE 1823” en el reverso.
La batalla de Zepita
Los honores repartidos entre los combatientes fueron importantes. A los batallones
segundos y terceros de los Húsares se les nombró “Vencedores de Zepita” con un premio
de 7 ½ reales mensuales. Quizás lo más llamativo fue que el capitán Morante que fuera
herido en el campo y falleció luego, por su valor se le declaro “benemérito de la patria en
grado eminente”, su compañía llevaría en adelante su nombre y pasaría revista como
presente. Además la familia recibiría integro el sueldo que le correspondería y
41
adicionalmente, dice el decreto firmado por Santa Cruz en el cuartel de Desaguadero el
28 de agosto de 1823, “Si tiene un hijo varón será desde luego considerado oficial del
regimiento de Húsares.
En cuanto a la condecoración creada con el mencionado decreto que es de 30x25mm,
el artículo cuarto indica que:
“Los escuadrones vencedores de Zepita y la parte de los cuerpos que han coadyuvado a
la victoria hallándose presentes en el campo de batalla, llevarán, por distintivo una
medalla den figura pentagonal pendiente de la cinta nacional; los jefes y oficiales de oro,
los primeros con dos laureles sobre los costados superiores, los segundos sencilla y los
individuos de tropa de plata, ambas en el anverso con ésta inscripción. “EN LA CUNA
DE LOS TIRANOS LABRÉ SU SEPULCRO”.Y en el reverso, los escuadrones de
vencedores: “AL VALOR DE LOS HÚSARES DE ZEPITA”, y los demás cuerpos:
“ZEPITA AGOSTO 25 DE 1823”.
Con la batalla de Zepita termina el periodo Sanmartiniano de la guerra de
independencia del Perú. San Martín renunció su mandato ante el congreso considerando
que había llegado el momento de retirarse, y tras rechazar las solicitudes de los delegados
que fueron a visitarlo a su casa de La Magdalena a pedir que reconsiderase su decisión,
se embarcó en el Callao de regreso a su patria.■
Bibliografía
Gaceta del Gobierno de Lima Independiente. (Edición facsimilar) Tomos I a III. Año del Libertador San
Martín. Universidad Nacional de La Plata, 1950.
Ministerio de Guerra, Historia de los premios militares. República Argentina, Talleres Gráficos . Arsenal
principal de Guerra, Buenos Aires, 1910.
Oviedo J.. Colección de leyes, decretos y ordenes, publicadas en el Perú desde 1821 hasta el 31 de
diciembre de 1859. (Y IV), Felipe Baily, Lima. (ed) 1861.
Tauro, A., Enciclopedia ilustrada del Perú, Peisa, Lima, 1987.
42
DOCUMENTOS EXISTENTES SOBRE
EL GENERAL JOSÉ DE SAN MARTÍN
María Teresa Fuster85
85
Profesora de Enseñanza Media y Superior en Historia (Universidad de Buenos Aires) Licenciada en
Historia (Universidad de Buenos Aires) Especialista en historia colonial. Académica correspondiente de la
Academia Argentina de Artes y Ciencias de la Comunicación. Miembro del Comité Argentino de Lucha
contra el Tráfico Ilícito de Bienes Culturales (UNESCO) y miembro del Consejo Consultivo Honorario
(Ministerio de Cultura de la Nación). En la actualidad se desempeña en el Área de Comunicación del
Archivo General de la Nación (Argentina).
43
Martín. Su muerte fue sorpresiva para su hija Mercedes y su yerno Mariano Balcarce
quienes lo acompañaban.
La vida y obra del gran Libertador de América puede ser reconstruida desde muchas
vías, como el testimonio de contemporáneos tanto testigos oculares como cronistas
posteriores, y la principal a mi entender que es la documentación existente sobre su
persona sea ésta producida por el mismo como la recibida en forma de correspondencia
tanto personal como oficial, así mismo toda documentación relativa a sus campañas
militares producida por organismos políticos o militares. Mediante el análisis de esta
documentación es posible recrear la vida y hazaña del Libertador de América.
El mayor repositorio documental de nuestro país es el Archivo General de la Nación.
La documentación existente sobre su figura, su vida y sus campañas militares es muy
abundante y variada. Abarca tanto documentación en soporte papel, como fotográfica y
fílmica.
Con relación a la documentación escrita original que el Archivo posee sobre Don José
de San Martín podemos mencionar correspondencia de índole personal, comunicaciones
políticas y militares tanto oficiales como secretas, muchas de ellas codificadas, detalle
de campañas, partes y planos de batallas, estrategias, movimientos de tropas,
instrucciones, cuentas, listas de revistas, para mencionar solo algunas.
Tal documentación puede ser fácilmente consultada por el público en los Fondos de
Sala X Gobierno Nacional, Sala VII Documentación Donada y Adquirida, Fondo
Biblioteca Nacional, Fondo Museo Histórico Nacional, Sala III Contaduría Nacional y
Mapoteca. Todos éstos Fondos poseen catálogos para un rápido acceso a la
documentación requerida.
Mientras que en Sala X - Sección Gobierno encontramos documentación de tipo oficial
principalmente referida a las relaciones del General San Martín con el gobierno y a su
desempeño militar como detalle de campañas, relaciones con generales como Manuel
Belgrano y otros de la época, sobre el gobierno de Mendoza, preparativos y estrategias
del Ejército de los Andes, armado de estrategias, conformación de los distintos cuerpos
del ejército, listados de provisiones, armamento, etc. En Sala III - Contaduría Nacional
encontramos todo lo referido a la contaduría del Ejército como listas de revistas, ajustes,
pagos según regimientos, solicitudes de armamentos, altas y bajas de soldados,
almacenes de guerra, tomas de razón de despachos, premios, pensiones y montepíos, entre
otros.
En Sala VII que resguarda documentación que el Archivo General de la Nación obtuvo
de particulares por compra o donaciones encontramos documentación sumamente
valiosa, de tipo personal, especialmente correspondencia tanto familiar como con
amistades, donde es posible conocer, entre otras cosas sus apreciaciones, durante el
destierro, del derrotero de la política americana y la situación por la que atravesaba la
Provincia de Buenos Aires.
Algunos de los Fondos o Colecciones de esta Sala que contienen valiosa documentación
son:
44
Como curiosidad podemos mencionar que en un legajo de Documentación Donada y
Adquirida Sala VII N° 1462 se encuentra una caja original forrada en tela con un gajo o
rama de la corona que los jefes y oficiales del crucero alemán Panther depositaron en la
tumba del General San Martín el 25 de mayo de 1910 en el marco de los festejos del
Centenario.
Puerta de la casa del general San Martín en Boulogne sur Mer (AGN)
45
en los albores de la cinematografía, noticieros y documentales como el de la iniciación
del año sanmartiniano en 1950 para mencionar solo algunas de las joyas cinematográficas
que componen este maravilloso acervo fílmico que custodia el Archivo General de la
Nación.
Gracias a que un 28 de agosto de 1821, hace casi 200 años el gobernador Martín
Rodríguez daba lugar a una iniciativa de su ministro de gobierno Bernardino Rivadavia
de crear el Archivo General de la Nación, hoy es posible contar con esta documentación
que mantiene viva nuestra historia y la hace accesible a toda la ciudadanía.
46
LOS
DAGUERROTIPOS
DEL GENERAL
SAN MARTIN
Una enigmática
autoría
Carlos G. Vertanessian y Lucas Chillemi86
86
Carlos G. Vertanessian es historiador especializado en historia de la fotografía, autor de numerosos libros
y Lucas Chillemi es ingeniero agrónomo, fotógrafo profesional y escritor.
87
Henry-Adolphe Gérard fue abogado, director de varios periódicos y secretario de la Cámara de Comercio
de Boulogne-sur-mer. Dueño de la casa que habitó el general San Martin, cuyo piso inferior ocupaba con
su familia. Se convirtió en su amigo, y fue uno de los testigos que firmó su acta de defunción y se ocupó
de los arreglos funerarios. Escribió sus primeros necrológicos cinco días después de su muerte, de la cual
derivaron incontables homenajes póstumos.
88
Obituario publicado, por el director del diario Gérard Adolphe en, “Necrologie. Le Général don José de
San-Martin”, L’Imparcial, Boulogne-Sur-Mere, 22 de agosto de 1850. Reproducido en la segunda edición
comentada: Fernández Latour de Botas O. E., La ofrenda de Gérard al Libertador San Martín, Obras de
Ferlabó, Buenos Aires, 2000.
47
dirigida por un solo brazo, se organizaba formidablemente. Hombres de una elocuencia
frenética arengaban a la multitud en las esquinas de las calles; otros tocaban a rebato en
las iglesias; se fundía plomo, se hacían cartuchos; los árboles de los bulevares, los
urinarios, los bancos, las verjas, los faroles, todo era arrancado y derribado; París
amaneció cubierto de barricadas. La resistencia no duró mucho; la guardia Nacional
intervenía en todas partes, de tal modo que a las ocho el pueblo, de grado o por fuerza,
era dueño de cinco cuarteles, casi todas las alcaldías y los puestos estratégicos más
seguros. Por sí sola, sin sacudidas, la monarquía se disolvía rápidamente…” 89
París es un lugar inseguro. Transita la tercera y última revolución francesa promovida
por sectores pequeño-burgueses, obreros y estudiantes forzando la abdicación del rey Luis
Felipe, tras la cual se instalará la Segunda República. Un par de daguerrotipos tomados
desde una ventana sobre la calle Saint-Maur los días 25 y 26 de junio de 1848 muestran
las barricadas y los riesgos que supondrían para el desplazamiento de las personas. El
General teme lo peor. Recuerda bien lo que las masas populares fuera de control son
capaces de hacer. Lo ha vivido. Durante su juventud al servicio de la Corona, esa
experiencia casi le costó la vida. Más tarde se empeñó en libertar América, pero ahora es
su momento. Lo transcurre en familia, vela por su seguridad y no se permite arriesgar
nada. Tiene pensado dejar la metrópolis y dirigirse hacia los horizontes más calmos de
Inglaterra, pero quedará en Boulogne-sur-Mer –a siete horas de París por el “camino de
fierro”. Allí transcurrirá sus dos últimos años de vida junto a su hija Mercedes, su yerno
Mariano Balcarce, y sus dos nietas María Mercedes y Josefa Dominga (Pepita). En el
supuesto de que la situación se tornara insostenible, pasaría rápidamente a Inglaterra por
el Paso de Calés.
Merceditas lo conduce a un estudio fotográfico en las cercanías de su departamento
parisino que habitó en el primer piso de la 35 de la calle St. Georges, donde junto a una
ventana desvencijada tres placas recuerdan aún hoy su morada: “Aquí vivió desde 1835
hasta 1848 el General José de San Martín. Libertador de la Argentina de Chile y del Perú.
28 de mayo de 1931” La galería de retratos debió estar en un piso en alto –aislado de las
inclemencias del tiempo propias del nivel de calle–, y con la luz natural necesaria para el
retrato daguerreano. Ronda los setenta años de edad, cumplidos el 25 de febrero, y no es
difícil imaginar que la celebración motivará la toma fotográfica para la memoria familiar;
para la posteridad.
A pesar de su personal afición al arte y en particular la pintura de marinas, es posible
que el prócer considerara superfluo posar largas horas para que un artista plasmara su
retrato. Sin embargo, es sabido que unos pocos fueron de su preferencia y hasta lo
acompañaron en sus frecuentes mudanzas. Podemos suponer también que –como muchos
otros de su generación– preferiría no posar para la cámara. En 1828 desde Bruselas había
cumplido a desgano con el pedido del General Miller enviándole un retrato artístico
realizado por Jean Baptiste Madou, pero también “asegurándole será el último retrato que
haga en mi vida”. Desde ese momento –quizás por esta promesa autoimpuesta–, se retrajo
tanto de otros artistas como de la cámara. Sin embargo, veinte años más tarde se encuentra
junto a su hija en diálogo con el daguerrotipista (¿un conocido de la familia?) mientras
revisan el muestrario de retratos que dan prueba de la calidad de su trabajo y donde quizás
reconociera a alguna personalidad retratada antes que él –militares, políticos, artistas–;
eligen una pose, un tamaño de placa y finalmente un marco para exhibirlo en la intimidad
del hogar.
89
Flaubert G., Educación sentimental, Losada, Buenos Aires, 2006, pp. 215-216.
48
E. Castan “Don José de San Martín” (Aguafuerte-1850 MHN)
49
viceversa. La gran calidad, contraste y definición de la imagen del daguerrotipo son tales
que llevaron a Samuel Morse –inventor del telégrafo, pintor y fotógrafo– a definirlo como
un “Rembrandt perfeccionado”.
Durante la célebre sesión el artista realizó al menos dos tomas ligeramente diferentes
–tanto para cambiar de pose como para lograr una mejor expresividad–, cada una de
menos de un minuto de tiempo de exposición. En total la visita habría durado alrededor
de una hora. Mientras que en una toma colocó su mano derecha al estilo napoleónico
dentro de la levita, en la otra ambas descansan sobre el apoya brazos. Frente a
personalidades como la suya el esmero era máximo, y no se ahorraría en placas o en
tiempos. Solo sobrevive el primer original daguerreano, que se conserva en el Museo
Histórico Nacional. ¿Habrá quedado algún otro retrato suyo en poder del daguerrotipista?
El héroe mira a la distancia, hacia la derecha de la cámara. Sin embargo, el artista lo
observa girado hacia la izquierda. ¿Imagina un futuro venturoso para las naciones que
libertó?, ¿o bien rememora sus glorias pasadas? En cualquier caso, sus ojos están
nublados por cataratas impiadosas, dándole a su semblante un aspecto sombrío, casi
melancólico.
La autoría de estos únicos retratos fotográficos del General ha planteado un enigma
histórico que pareciera insoluble. ¿A quién confiaría la familia un compromiso de este
calibre? A falta de testimonios de su círculo familiar y relacional íntimo –que quizás algún
día aparezcan–, el camino por desandar es poco menos que incierto. Debemos recurrir
tanto a indicios directos extraídos del objeto/imagen daguerrotipo, indirectos del
ambiente social de la familia, como así también del barrio que habitaron en el
convulsionado París de 1848.
El análisis del daguerrotipo sugiere el trabajo de un artista comercial, o a lo sumo de
un amateur avanzado. El pulido de la placa y su corte oval, 90 pose, iluminación, y factura
en su conjunto, señalan a un practicante experto y consistente en su desempeño para
producir placas de la calidad observada. Según las guías de comercio de 1848,91 en París
operaban poco más de treinta daguerrotipistas profesionales y miríadas de entusiastas
aficionados y proveedores de materiales fotográficos. Alrededor de la mitad tenían galería
en las cercanías del 35 rue de Saint Georges. De hecho, ese mismo año muchos migraron
desde el Palais-Royal, hacia los Bulevares cercanos a la calle Vivienne 92 a menos de diez
cuadras de la morada del General.
90
La placa fue analizada por el especialista canadiense Mike Robinson en 2019, en el Museo Histórico
Nacional. Su conclusión es la expuesta: se trata del trabajo de un profesional daguerreano. Por otra parte,
consultado otro especialista norteamericano, Alex Novak, nos señaló que el marco oval y la falta de
paspartú le sugieren más un trabajo de la década de 1850, lo cual indicaría que el daguerrotipo sufrió el
reemplazo de su marco y forma de presentación. Sin embargo, la oxidación periférica del original parece
sugerir que placa y marco se corresponden perfectamente desde origen. La incógnita sobre estas cuestiones
sigue así vigente.
91
En el Annuaire du commerce, de l’industrie de la Magistrature et de l’administration de Firmin Didot
Fréres de 1848, figuran los siguientes trece “artistas fotógrafos” establecidos: Bodson, Bourquin M. H.,
Chevalier (C), Chevalier Charles, Gaban, Levy, Plumier (VOR), Richebourg, Sabatier (B.H.), Sabatier-
Blot, Vaillat, y Lerebours. Se destacan los nombres de Sabatier-Blot y Richebourg, quienes retratarona
Daguerre. Sin embargo, la lista no es completa ya que faltan, entre otros: Henri Le Secqy Warren T.
Thompson, quien operaba a diez cuadras del domicilio de San Martín. Por otra parte, la ciudad contaba con
cuarenta y cuatro proveedores de materiales fotográficos, de los cuales cuatro fueron también “artistas
fotógrafos”.
92
Tenemos a los hermanos Bisson en el 11 del Boulevard des Italiens; a Warren Thompson en el 14bis del
Boulevard Poissonnière; y sobre las calles adyacentes a Féliz Moulin en el 23 de la calle Richer, Euègene
Piot en el 20 calle Saint-Fiarce, Gustave Le Gray en 110 de calle de Richelieu, los hermanos Mayer en el
13bis pasaje Verdeau.
50
Laura Malosetti 93 ha esbozado la posibilidad de que el elegido por la familia haya sido
Olimpe Aguado (1830-1893), cuya crianza quedó a cargo del General por pedido de su
amigo y padre del joven, el banquero español Alejandro Aguado Marqués de las
Marismas. Si bien Olimpe fue uno de los fotógrafos amateurs más destacados de su
generación, y un innovador constante del arte en la década siguiente 94, recién se habría
iniciado en la fotografía en 1849, por lo cual desalienta su atribución, visto que la
literatura indica que el daguerrotipo del General fue realizado en febrero de 1848. Sin
embargo, no hemos podido encontrar hasta ahora testimonio o documentación fehaciente
alguna que confirme el año. Es decir que, de haber sido tomado al año siguiente en alguna
visita a París, la atribución de Aguado podría retomar fuerza. A diferencia de otros países,
Francia vio surgir una generación de fotógrafos amateurs de la alta sociedad –en gran
medida también pintores académicos–, que abrazaron la fotografía con especial ímpetu,
gran inventiva para su mejoramiento, con proyectos de producción y edición de
envergadura sin fin de lucro aparente y mayormente destinados a elevarla a la categoría
de un verdadero arte. Olympe Aguado y su amigo Joseph Vigier (1821-1894)95 fueron
dos destacados exponentes en este sentido.
Esta vía de estudio nos acerca otros nombres. Aguado se inició en fotografía de la mano
de sus amigos Gustave Le Gray (1820-1884)96 y Joseph Vigier. El primero a su vez fue
amigo de Henri Le Secq (1818-1882)97 y Charles Nègre (1820-1880)98 , e integraron un
grupo de artistas que asistieron a la escuela de pintura del afamado Paul Delaroche, y más
tarde ingresaron a la Escuela de Bellas Artes. Si bien todos participaron de los salones
anuales de pintura y tuvieron relevancia como fotógrafos a partir de 1849 con la fotografía
93
Malosetti L., “Destinos públicos de los daguerrotipos”, En Ciencia Hoy, Buenos Aires, V. 22 número
129 octubre - noviembre 2012, p. 13-21. Aquí se esboza la posibilidad de la autoría de Olympe Aguado, ya
que su padre Alejandro Aguado, Conde de Marismas había designado a San Martín albacea testamentario
de su fortuna y tutor de sus hijos. Sólo se conoce un daguerrotipo de Aguado que está fechado en 1851 y
que se encuentra en la Société Francaise de Photographie. Recién entre los años 1853-54 Olympe instaló
un estudio-taller junto a su hermano Onesipe en su departamento parisino de Pláce Vendome, cuando se
encontraba avanzado en la práctica de la fotografía en papel.
94
Olimpe Aguado (1830-1893): hijo del banquero español Aguado de Las Marismas del Guadalquivir,
también Olympio, llamado Olympe, se inició en fotografía con Le Gray y el visconde de Vigier, es conocido
como uno de los mejores practicantes amateurs de su época. Daguerrotipista y luego calotipista, utilizó
también en negativo de vidrio al colodión húmedo. Abordo temas variados, como el retrato, paisaje,
crónicas de la vida familiar, animales, trabajo en el campo, marinas, fotografía astronómica, naturalezas
muertas. Pionero de la carte de visite y de las ampliaciones. Organizó en 1855 un atelier en su hotel privado,
de lujosa decoración y los aparatos más modernos.
95
Aguado aprendió fotografía de Gustave Le Gray y del conde Joseph Vigier (1821-1894), otro nombre
del entorno del joven, hombre político y practicante por esa época. Vigier heredó de su abuelo paterno el
famoso establecimiento de Baños Vigier sobre el Sena. ¿Habrá sido visitado por San Martín?
96
Jean-Baptiste Gustave Le Gray (1820-1884), pintor y fotógrafo, se inició en 1848 y comenzó a dar clases
en 1849. Publicó numerosos manuales donde describe el proceso de negativo de papel encerado que
desarrolló y que alterna con negativos de vidrio al colodión. Miembro fundador de la Sociedad Heliográfica
(1851) y participa junto a Le Secq y otros de la Misión Heliográfica para relevar los monumentos a nivel
nacional. Miembro fundador de la SFF (1855). Fue quien hizo la toma del retrato oficial del Louis-Napoleón
Bonaparte (futuro Napoleón III) y poco después fue el fotógrafo oficial de la familia Imperial.
97
Henri Jean Louis Le Secq (1818-1882), pintor y fotógrafo. Se inició en el calotipo –fotografía con
negativo de papel– con Le Gray, y fue además amigo de Charles Nègre. Miembro fundador de la Sociedad
Heliográfica en 1851 y participante junto a Le Gray de la Misión Heliográfica.
98
Charles Nègre (1820-1880), pintor y fotógrafo, arribó a Paris para incorporarse al taller de Paul
Delaroche, después de Drolling e Ingres. Fue admitido a la Escuela de Bellas Artes en 1841. Comenzó a
realizar daguerrotipos en 1844, y sobre papel en 1849, por la técnica del calotipo. Amigo de Le Secq y Le
Gray.
51
en papel, al menos Le Gray (desde 1848) y Nègre (desde 1844) se iniciaron y ejercieron
la daguerrotipia de forma temprana.
N. Desmadryl “Don José de San Martín” (Litografía- 1857) Colección del Autor
El joven pintor Le Gray llegó a París en marzo de 1847 y se instaló en el 110 de la calle
Richelieu, muy cerca de la Biblioteca Nacional, donde instaló su primer estudio en febrero
de 1848. Esta dirección se encuentra a tan solo diez minutos de caminata de la casa del
General. Le Gray permaneció allí al menos un año más, durante el cual Aguado se inició
en el arte junto a él. De este artista se conoce varios daguerrotipos, como los que tomara
de Le Secq y sus padres a mediados de 1848, en fecha cercana a su matrimonio, el día 11
de julio. Finalmente, se sabe que de mayo a junio del mismo año Le Gray estuvo
retratando diariamente al daguerrotipo en el apartamento prestado de su amigo Auguste
Mestral, en un quinto piso con amplio balcón en el 48 de la Rue Vivienne, a menos de 10
52
cuadras de la calle Saint Georges. Puede no ser casualidad que el retrato que le hiciera a
Le Secq sea de formato oval como el del General. Sin embargo, todos los retratos al
daguerrotipo que se conocen de Le Gray llevan estampado su nombre sobre la placa, y en
el retrato de San Martín falta. La causa para esta omisión podría radicar en que se trató
de un trabajo temprano del artista –anterior a mediados de 1848–, o que su nombre se
perdiera al cortar la placa en forma oval, o que, en verdad, no haya sido Le Gray el
favorecido por la familia. Finalmente, y a partir de las características de la placa y su
corte oval se puede pensar también en al menos otros dos candidatos. Esta forma se puede
asociar al trabajo de Pierre Eugene Fixon (1811- ¿?) con estudio en el 33 de la calle
Vivienne (de 1840 a 1872), y al de Warren Thompson 99 (¿? - ¿?) en el 14bis del Boulevard
Poissonnière (de 1847 a 1849); ambos a poco más de un kilómetro de distancia del
General. Los dos fueron artistas de cierto renombre que trabajaron este tipo de recorte y
presentación de placa.
Puede no ser un dato menor el hecho de que Thompson y Robert Jefferson Bingham
tuvieran estudio en la misma dirección entre 1855 y 1859 –en el 22 de la calle de
Choiseul–, donde el segundo continuó hasta 1867. Este conocimiento mutuo pudo ser el
nexo que explique que la familia favoreciera a Bingham –como veremos–para realizar la
reproducción del segundo daguerrotipo de San Martín, que quizás así haya tomado
Thompson en 1848.
Vale preguntarse finalmente la razón por la cual –si en verdad Aguado tomó el
daguerrotipo del General– no fue él también el elegido para realizar las copias en papel
de formato tarjeta de visita, de las que fue pionero. Aguado desarrolló una carrera
prestigiosa, en tanto miembro fundador de la Sociedad Francesa de la Fotografía (SFF,
1854); fue reiteradas veces jurado y recibió diversos premios en exposiciones universales,
y hasta incursionó en las tomas astronómicas. En 1867 tenía un atelier con los mejores
equipamientos y tres empleados; debió haber sido así la elección de rigor para copiar en
papel el célebre daguerrotipo. Sin embargo, no fue así, y, de hecho, ningún otro integrante
de la familia posó para una cámara daguerreana, y de los retratos conocidos de Merceditas
y de Mariano Balcarce ninguno llevan su firma. En su lugar, la pareja optó por el estudio
del polaco Alexandre Ken (1831-1874), quien fue también miembro de la SFF, y se
especializó en el formato tarjeta de visita desde su estudio del 10 del boulevard
Montmartre (1861-1865), para luego pasar al 11 de la calle Faubour-Saint-Honoré.
La atribución sigue aún abierta pero más acotada a algunos probables candidatos:
Aguado –de confirmarse que el retrato fue tomado en fecha posterior a la conocida– y la
tríada Le Gray-Négre-Le Secq –sobre la base del núcleo de relación del primero, amigo
de la familia–; y por otro lado Warren Thompson, como resultado del trabajo y las
relaciones profesionales. Sin embargo, a falta de una confirmación de la fecha y la ciudad
en que tuvo lugar la toma y hasta que no surja algún testimonio o prueba documental
adicional y fehaciente, estaremos dentro del terreno de meras especulaciones basadas en
evidencias circunstanciales.
Gracias a una intervención poco conocida de Merceditas a la muerte del General –
ocurrida el17 de agosto de 1850–, el daguerrotipo sirvió de modelo para un grabado que
ilustró el primer obituario publicado en Francia. El mismo está firmado por “Gerard S
99
Warren Thompson (¿?-¿?), norteamericano, en Filadelfia entre 1840-1846, y en París desde 1846.
Especialista en grupos numerosos, retrato estereoscópico, desnudo y escenas de género. Operó en el 14bis
Boulevard Poissonière (1847-1849), en el 24 calle Basse-du-Rempart (1852), y en 1853 en el 22 de la calle
de Choiseul (1853-1859); misma dirección en la que Bingham operó entre 1855 y 1867. En 1843 se le
asignó la cuarta patente fotográfica de los Estados Unidos, por su coloreado de daguerrotipos. Pionero en
la ampliación fotográfica a tamaños extremos (1855). A través de la firma Charles Christofle introdujo en
Francia su “sistema americano”, que involucraba una capa galvánica de plata adicional sobre la placa
daguerreana.
53
C.”100, que corresponde al pintor e ilustrador Jean Gérard Alfred Séguin, quien grabó un
dibujo de Édouard Coppin La nota periodística incluyó la aclaración de la proveniencia:
“Le debemos el excelente retrato que ilustra esta nota a la amabilidad de la digna hija del
héroe, Doña Mercedes, esposa de M. Mariano de Balcarce, hijo de un presidente de la
república Argentina, y hoy ministro plenipotenciario en Francia”. Estamos frente a la
primera mención que demuestra que Mercedes se involucró en circular el retrato al
daguerrotipo de su padre.
A partir de estas primeras versiones, diversos artistas tomaron como base su efigie
fotográfica para incluirla en crónicas y biografías (1853-1854),101 y hasta llegó a integrar
una Galería de Celebridades en 1857, editada por el litógrafo Narciso Desmadryl. Fue la
primera vez que se lo vio en sentido natural en el país, es decir, mirando hacia la izquierda.
El artista se basó en el daguerrotipo “napoleónico” que un amigo de la familia–José P. de
Guerrico102. ¿Trajo a Buenos Aires, y que el 22 de abril de 1900 pasó al Museo Histórico
Nacional en respuesta a la solicitud que le enviara Adolfo Carranza. La placa daguerreana
presenta buenas condiciones de conservación, lo que quizás pueda atribuirse a que
permaneció bajo el cuidado de los Guerrico hasta la donación. Es notorio que no se
conozcan copias fotográficas de época de este daguerrotipo “napoleónico” del prócer, y
que se optara por reproducir sólo la segunda toma daguerreana y sus versiones
litográficas.
A diez años de su desaparición, la familia contratará la realización de una litografía al
artista francés Edmond Castan–quien ya había creado un aguafuerte–basada en el
segundo daguerrotipo que nunca llegó al país. Castan tenía su atelier a pocas cuadras de
donde vivió el general y su familia. Por su gran calidad, esta litografía se confunde con
un retrato fotográfico. Esta circuló en Buenos Aires gracias a que su hija y su yerno
enviaron numerosas copias a familiares, amigos y personalidades locales. Por otra parte,
se incluyó en el libro publicado para la inauguración de la estatua ecuestre del francés
Daumas en Plaza San Martín, el 13 de julio de 1862103.
En su litografía, Castan dibujó un apoyabrazos más elaborado que la superficie lisa de
la silla visible en el daguerrotipo. Es similar al que pintó Mercedes en el retrato al óleo
de su padre en 1856, y que pertenece al MHN. Finalmente, las copias litográficas –
firmadas al pie “Dibujada y grabada por Edmond Castan”– que se han podido analizar
fueron enviadas y dedicadas a comienzos de la década de 1860.
¿Cuál habrá sido el destino del segundo daguerrotipo? Su rastro se pierde hacia 1868-
1870, cuando todavía en poder de la familia se le encargó al estudio parisino de Robert
100
Gerard S C., figura como dibujante con su nombre artístico “Gérard-Séguin”en la nómina de
colaboradores de la revista. Se trata del pintor e ilustrador Jean Gérard Alfred Séguin, sin relación alguna
con su homónimo parcial A. Gérard, amigo del general, a quien se atribuyó erróneamente la ilustración. El
agregado de “S C.” al final, viene de “Sculpit” que en Latín significa talló, o esculpió.
101
Quizás la primera reproducción haya sido la realizada por la Litografía de Rodolfo Kratzenstein,
publicada en la traducción de la obra de Woodbine Parish, Buenos Aires y las Provincias del río de la Plata,
editada por Justo Maeso en 1853. En 1854, apareció otro retrato similar en la Biografía del General D. José
de San Martín, publicada por la Imprenta de Mayo. Ambos retratos están invertidos, como el original
daguerreano.
102
José Prudencio de Guerrico Maza (1837-1902) fue un ingeniero y político argentino que se destacó tanto
por su actividad profesional como por sus grandes donaciones al Museo Nacional Bellas Artes.
103
El monumento al General San Martín fue inaugurado y como celebración se editó un libro –La Estatua
del General San Martín y su inauguración el día 13 de julio de 1862, Imprenta del Comercio del Plata,
Buenos Aires–, que llevó una pegada una fotografía original anónima. Al menos un ejemplar lleva inserta
la litografía de E. Castan. Veáse Ferrari R., Publicaciones argentinas con fotografías originales (1855-
1900). Bibliografía razonada con un apéndice latinoamericano. Ediciones en Foco, Buenos Aires, 2019,
p. 22.
54
Jefferson Bingham (1824-1870)104 reproducirlo en papel fotográfico. Estas copias
permitieron conocer la existencia del otro original daguerreano de la sesión de 1848. Una
carta enviada por Mariano Balcarce al recién electo Domingo Faustino Sarmiento–
fechada en París en enero de 1869–pone en evidencia la importancia que la familia le
adjudicara a este semblante: “le remito una fotografía del Gral. San Martín, que es la
mejor que existe, y creo tendrá el gusto en poseerla.” 105
Cuando cerró el estudio fotográfico en 1870 por la muerte del fotógrafo Bingham, y
seguida por la de Merceditas en 1875, se pierde el rastro del segundo daguerrotipo de
manera definitiva. ¿Habrá desaparecido junto al archivo del estudio cuando fue
liquidado? ¿Pasaría a manos de sus nietas, sin que se conozca su derrotero posterior?
Cuesta imaginar un descuido en el destino del único retrato original que permanecía en
poder de la familia –ya que el otro estaba en Buenos Aires–, por lo cual queda viva la
expectativa de que algún día pueda reaparecer.
Desde la llegada de la fotografía en papel hacia mediados de la década de 1850 y hasta
el Centenario de la República, los retratos del prócer se reprodujeron en diversos tamaños
fotográficos, por ejemplo la pequeña “tarjeta de visita” (como las copias de Bingham), o
la más grande “tarjeta de gabinete”. Con la llegada de los medios fotomecánicos de
impresión y la postal, el uso de las reproducciones fotográficas fue cayendo en desuso
por los mejores costos y masividad de las nuevas tecnologías.
Para el centenario de su muerte en 1950, el Instituto Nacional Sanmartiniano se vio en
la necesidad de dar a conocer los retratos que mostraban el verdadero rostro del
Libertador. Se multiplicaban por doquier versiones apócrifas, por lo cual se imponía
difundir la voz oficial. El Instituto definió cuatro originales para los que habría posado de
propia voluntad, tres de ellos son retratos artísticos, sólo uno fotográfico. Así, el San
Martín viejo del daguerrotipo –convertido en las escuelas en “el abuelito de la patria”–,
convivió, entre otros, con el óleo de José Gil de Castro (1818) y el de autor desconocido 106
enfundado en la bandera argentina (Bruselas, 1829), difundidos como representaciones
del Libertador heroico. Sin embargo, entendemos ahora que faltó incluir el otro
daguerrotipo que fue reproducido por Robert J. Bingham en París, es decir que la lista se
amplía a cinco retratos que deben ser considerados el espejo veraz del máximo héroe de
la Independencia y Padre de la Patria.
La atribución de las dos tomas daguerreanas sigue hasta la fecha sin ser resuelta. Hemos
propuesto una serie de nombres de artistas daguerreanos que, por distintas razones,
pudieron haber sido los elegidos de la familia para la célebre sesión. ¿Cuál fue la fecha
real de la sesión? ¿Fue en París, o quizás tuvo lugar en Boulogne-sur-Mer? ¿Cuál fue el
104
Robert Jefferson Bingham (1824-1870), este fotógrafo inglés llegó a París en 1855, y fue miembro de
la SFF. Fue reconocido especialista en la reproducción de obras de arte, cuadros y grabados. Utilizó todos
los procesos sobre papel fotográfico. A su arribo operó una galería en la misma dirección del 22 de la calle
Choiseul que Warren Thompson, y al mudarse en 1867 pasó a la calle 58 de La Rochefoucauld, compartida
con a Adam-Salomon. En 1870 pasó al 66 del pasage Jouffroy; y en febrero del mismo año murió en
Bélgica.
105
Existen dos cartas enviadas por Balcarce adjuntando fotografías de San Martín, una para fin de año
fechada en París el 24 de diciembre de 1868 (MHS-ME934) –“La señora le envía una fotografía de Padre,
que le ruega acepte en su nombre, con unas felicitaciones de año nuevo y votos sinceros por su dicha y
prosperidad”–; y otra fechada el 24 de Enero de 1869 (MHS-ME935), en la cual dice: “Por conducto del
amigo Dn. Manuel José de Guerrico le remito una fotografía del Gral. San Martín, que es la mejor que
existe, y creo tendrá el gusto en poseerla.” Ambas cartas pertenecen al archivo del Museo Histórico
Sarmiento, de Buenos Aires.
106
Bonifacio del Carril atribuye este óleo a un artista desconocido, quizás una profesora de dibujo de
Mercedes, su hija, con la colaboración del propio Jean Baptiste Madou, reputado dibujante, pintor y
litógrafo, de los Países Bajos.
55
destino del segundo daguerrotipo? Todas estas preguntas siguen vigentes a la espera de
algún testimonio o documento, que ayude a darles respuesta concluyente. Así, la
búsqueda continua.
En cualquier caso, el General San Martín posa “sentado en la habitación con la
Historia”–en el decir del poeta Dionee Brand–, y forja así su propio y fidedigno molde
para los grabados y bronces que se le tributarían como padre de la patria.■
56
Arqueología
EL MONTE ACONCAGUA EN LA
HISTORIA DE LA ARQUEOLOGÍA
DE ALTA MONTAÑA
María Constanza Ceruti107
Introducción
107
Constanza Ceruti es arqueóloga, posee un doctorado, es miembro de la Academia Nacional de Ciencias
de Buenos Aires, investigadora del CONICET y profesora en la UCASAL. Es autora de más de cien trabajos
científicos y veinte libros sobre antropología de montañas sagradas. Ha recibido numerosos premios
internacionales, incluyendo la Medalla de Oro de la International Society of Woman Geographers.
57
En el filo sudoeste del macizo se destaca una cumbre secundaria, de forma triangular
casi perfecta, que recibe el nombre de Pirámide. Un niño sacrificado y enterrado por los
Incas en la base del contrafuerte Pirámide, puso en evidencia la realización de una
ceremonia de capacocha en homenaje a esta imponente huaca, hace más de medio
milenio.
Ascendí exitosamente en dos oportunidades a la cima del Aconcagua en los años
noventa. Aproveché la experiencia para realizar observaciones de carácter etno-
arqueológico tendientes a la elaboración de hipótesis y modelos explicativos para otros
santuarios de altura andinos. Dichos modelos me permitieron, tiempo después, interpretar
aspectos logísticos vinculados a las ceremonias incaicas en el volcán Llullaillaco, el sitio
arqueológico más alto del mundo (donde descubrimos junto con el antropólogo
norteamericano Johan Reinhard las momias de tres niños incas y sus ofrendas asociadas).
Asimismo, colaboré académicamente durante más de una década con el Juan Schobinger,
quien condujo el rescate y estudio de la momia del niño del Aconcagua.
El presente trabajo aborda al Centinela de Piedra desde una perspectiva arqueológica,
etnoarqueológica e histórica. Se basa en mis experiencias personales como andinista,
investigadora científica y discípula del Dr. Juan Schobinger, profesor de la Universidad
Nacional de Cuyo y pionero de los rescates arqueológicos en alta montaña y de los
estudios de momias congeladas en Argentina.
108
Véase Schobinger 1966.
109
Véase Schobinger 1985 y 1995.
110
Véase Schobinger 2001.
111
Véase Schobinger 2004.
112
Véase Schobinger y Ceruti 2001.
58
El Dr. Juan Schobinger y la autora en un congreso de americanistas en Santiago de Chile
(© María Constanza Ceruti)
113
Véase Schobinger 1995.
59
Una vez transportada a Mendoza, la momia quedó depositada en cámara frigorífica y
fue estudiada a través de autopsia y exámenes de laboratorio. La separación de las más
de 20 piezas textiles que formaban la envoltura del fardo funerario contó con la
colaboración de los especialistas chilenos, Julie Palma y Luis Solar. Los estudios médico-
biológicos y la autopsia estuvieron a cargo del Dr. Carlos de Cicco, director del cuerpo
médico-legal de la provincia de Mendoza. Los resultados de los trabajos
interdisciplinarios fueron compilados en un libro dedicado al santuario incaico del
Aconcagua 114.
El niño sacrificado estaba vestido con dos uncus de lana, calzado con ojotas, y
adornado con un collar de cuentas. Roberto Bárcena detectó la presencia de pigmentos
rojizos obtenidos probablemente del achiote (bixaorellana) tiñendo el cuerpo del niño, y
en el contenido intestinal resultante de su última ingesta. El fardo funerario, cuyos textiles
fueran procesados por Clara Abal y Julio Ferrari, constaba de una tela marrón externa, un
manto de plumas engarzadas, un gran tocado de plumas de guacamayo, un manto beige
con guarda de aves, una gasa anaranjada empleada como faja o amarra, un cordón de lana,
un cordón de fibra vegetal, un manto grueso de lana marrón oscuro, un gran manto beige
de algodón con ornamentación bordada de aves y guardas geométricas, una faja de lana
natural, una plaquita de oro, cinco uncu o camisetas andinas, tres taparrabos o huaras, un
par de ojotas y dos bolsitas de fibra vegetal, entre otros elementos destacados por su
exquisita manufactura. Incluyendo las estatuillas, se trata de un ajuar formado por un total
de 36 elementos, que fueron albergados en el Museo Arqueológico de la Facultad de
Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo.
En el año 2002 fui invitada a una expedición convocada por Schobinger y acompañada
por algunos de sus antiguos colaboradores, con el objetivo de revisitar el lugar donde
había sido rescatada la momia del niño Inca. Los escaladores evaluaron que el terreno
presentaba peligro de derrumbe y por ello no se logró llegar al sitio del hallazgo, aunque
sí recorrimos gran parte de la ruta de ascenso hasta la base del contrafuerte Pirámide,
incluida la canaleta glaciar.
Por otra parte, los dos ascensos exitosos que realicé por mi cuenta a la cumbre principal
del macizo, siguiendo la vía normal, me permitieron adquirir una perspectiva singular
para apreciar la importancia del Aconcagua como montaña sagrada de los Incas,
convertida medio milenio después en una suerte de “centro de peregrinaje” que atrae a
centenares de visitantes de todo el mundo.
Con sus casi siete mil metros sobre el nivel del mar (6962 metros, para ser más exactos),
la cumbre del Aconcagua es el punto geográfico más elevado del continente. El hecho de
que sea la montaña más alta de América la ha sacralizado, convirtiéndola en una especie
de “meca” a la que cientos de alpinistas llegan en busca del privilegio de escalar “la
cumbre más elevada del planeta fuera de los Himalayas”. Este monte mendocino ha
quedado convertido así en un peculiar centro de peregrinaje de alta montaña moderno, el
cual cada temporada estival congrega a miles de montañistas procedentes de todas partes
del globo. Algunos caminan hasta los campamentos base y otros permanecen en la
montaña durante veinte días, para intentar ascender a la cima del “Techo de América”.
Aproximadamente uno de cada diez logra su cometido.
114
Véase Schobinger 2001.
60
En la cima del Aconcagua. (© María Constanza Ceruti)
Cabe advertir que el Aconcagua cumple efectivamente con todos los requisitos para ser
considerado un centro de peregrinaje: (a) el lugar en sí mismo es sagrado, o bien presenta
o conserva un objeto sagrado, pudiendo tratarse simplemente de un rasgo sobresaliente
del paisaje; (b) los “devotos” que atrae son de procedencia multiétnica o multinacional,
de un amplio espectro sociopolítico, económico, cultural y espacial; (c) la instancia de
peregrinar ofrece una oportunidad única para generar cambios en la jerarquía social; (d)
el centro de peregrinaje es atendido por una población transitoria y (e) el lugar se ubica
geográfica y socialmente separado de las comunidades de procedencia de quienes lo
visitan.
Las diferencias de status social, procedencia étnica y ocupación profesional de los
modernos peregrinos se amalgaman bajo la categoría de “montañistas”. Toda la vida en
los campamentos base y de altura gira en torno a las ascensiones, sus peligros y sus
recompensas. En apariencia, se trata solamente de hazañas deportivas; pero en la práctica,
la montaña es continuamente venerada (y de algún modo sacralizada) con las
expectativas, los éxitos y los fracasos de quienes la desafían.
Escalé el Aconcagua hasta su cumbre en enero de 1997 y en febrero de 1998. Fueron
ascensiones individuales, realizadas con mucho esfuerzo personal y prácticamente sin
recursos. En ambas oportunidades invertí cinco días desde la parada del autobús en Puente
del Inca hasta la cumbre del coloso de América. No me acompañó ningún guía, ni hubo
porteadores contratados (cargué todo mi equipo sola). En la segunda ascensión compartí
la cima con un montañista salteño; en tanto que en mi primer ascenso, estuve sola en la
cumbre del Aconcagua por más de una hora.
Tras descender de la cima, permanecí algunos días suplementarios en el campamento
base. Realicé ascensos a cumbres más bajas en las inmediaciones y documenté el uso del
espacio y las dinámicas de ascensión, con observaciones que resultaron de interés para
mis ulteriores investigaciones sobre santuarios de altura. También encaré el salvataje de
61
un andinista afectado por un grave cuadro de edema cerebral, ya que en aquellos tiempos
aún no se había constituido el grupo de rescates en altura 115.
A diferencia de la mayoría de las grandes montañas en el noroeste argentino, el
Aconcagua cuenta con una particular infraestructura logística que se monta cada año en
época estival. Ofrece por ello una oportunidad única de observar mecanismos y dinámicas
relacionados con la prestación de servicios para el mantenimiento de un centro de
peregrinaje de alta montaña. La etno-arqueología es la sub-disciplina dentro del campo
de la antropología que realiza observaciones etnográficas en contextos actuales a fin de
elaborar hipótesis y modelos que permitan interpretar el registro arqueológico del pasado.
En los próximos párrafos se sintetizan las observaciones etno-arqueológicas que llevé
a cabo en el monte Aconcagua y que resultaron pertinentes para el estudio de otros
complejos ceremoniales de alta montaña de los Incas. Las mismas fueron expuestas
inicialmente en mi libro “Cumbres Sagradas del Noroeste Argentino”, publicado por
EUDEBA116.
Para comenzar, cabe considerar que el proceso de escalar una montaña puede
segmentarse con fines analíticos, en etapas de aproximación, aclimatación, porteo,
ascensión y descenso. Todas ellas son importantes para la seguridad y el éxito de una
empresa alpina.
115
Véase Lise 2017.
116
Véase Ceruti, 1999.
62
Confluencia. Horcones, Ibáñez y Colombia son utilizados como lugares de descanso
durante la marcha.
Ruta normal del Aconcagua vista desde Plaza de Mulas (© María Constanza Ceruti)
Plaza de Mulas se ubica a 4300 metros sobre el nivel del mar, a los pies de la vertiente
noroeste del Aconcagua, junto al actual frente del glaciar Horcones. Sobre un terreno
regado por un arroyo de deshielo y jalonado por morrenas en continuo cambio por la
acción del glaciar, se disponen numerosas carpas que ocupan una superficie de varias
hectáreas de extensión. El campamento se mantiene en actividad entre los meses de
noviembre a marzo.
En las temporadas estivales de 1997 y 1998, Plaza de Mulas contaba con una población
semi-permanente de aproximadamente cuarenta personas, que comprendía a guías de
montaña, porteadores, guarda-parques, médicos y cocineros; así como también
encargados que coordinaban la prestación de los servicios. Dicha población
acondicionaba las instalaciones del campamento base, atendía las necesidades de los tres
mil montañistas que acudían cada temporada (hoy en día son muchos más). Sus tareas
específicas incluían el labrado de plataformas para la instalación de las carpas
estructurales de los prestatarios y para el armado transitorio de las carpas de los
montañistas; los servicios de porteo de mochilas y cargas hasta los campamentos de
altura, la preparación de comidas calientes, la remoción de residuos fuera del área del
Parque, el control de entrada y salida de montañistas, el mantenimiento de las
63
instalaciones, la intervención en caso de rescates, la evacuación de heridos y los primeros
auxilios.
Asimismo, los trabajadores se ocupaban de la construcción de nuevos refugios en los
campamentos de altura, el transporte de cruces y libros de cumbre, el servicio de guardería
de carpas, mochilas y demás elementos dejados en depósito durante la ascensión, el
alquiler de equipos de escalada (crampones, linternas, sogas, etc.) y el asesoramiento
sobre dificultades en la ascensión y como superarlas. Adicionalmente, aportaban
información meteorológica, servicios de comunicaciones a distancia (radioteléfono, en
aquel entonces) y coordinaban el movimiento de arrieros con mulas cargueras desde y
hacia Puente del Inca.
La ascensión de altas montañas como el Aconcagua, requiere habitualmente de
permanencias más o menos prolongadas en los campamentos base. Entre dos y siete días
suelen ser empleados por los escaladores en Plaza de Mulas a los fines de favorecer la
aclimatación. Se efectúan caminatas por los alrededores y se anticipan las tareas de
porteo, con el objeto de que el cuerpo ponga en funcionamiento los mecanismos
fisiológicos necesarios para optimizar el rendimiento físico en el entorno de montaña.
Entre los andinistas se considera que una persona se encuentra adecuadamente aclimatada
cuando no presenta síntomas de mal de altura, tiene apetito y sueño casi normales y es
capaz de movilizarse activamente cargando pesos. En el caso de mis ascensos al
Aconcagua, la etapa de descanso se limitó a una sola jornada, dado que me encontraba
entonces adecuadamente aclimatada, gracias a mi trabajo como arqueóloga de alta
montaña.
64
refugios de madera, con capacidad para cuatro a ocho personas sentadas, que podían ser
usados en caso de mal tiempo. En 1998 se construyó un tercer refugio, con capacidad
para una docena de personas. El número de carpas instaladas en Berlín en aquellas
temporadas oscilaba entre diez y veinte, cuando el buen tiempo lo permitía, ya que en
caso de tormentas se recomendaba descender a los campamentos inferiores.
A casi 6300 metros se encuentran las ruinas del refugio Independencia, del cual se
decía entonces que era “el más alto del mundo”. Al momento de realizar mis ascensos se
encontraba fuera de uso, por haber perdido el techo a causa del viento.
Algunos grupos de montañistas eligen pernoctar sucesivamente en Canadá o Alaska,
Cóndores y Berlín, antes de partir para la cumbre del Aconcagua. Otros ascienden en una
jornada a Nido de Cóndores, y desde allí a la cima. Mi experiencia me indica la
conveniencia de ascender directamente a Cóndores, pernoctar allí y luego subir a Berlín
para pasar otra noche, antes de avanzar a la cumbre.
Porteo es el nombre que recibe la actividad de transporte de cargas sobre la espalda.
Ciertas expediciones ascienden y descienden reiteradamente entre los campamentos de
altura, transportando equipo y víveres, como ejercicio para acelerar la aclimatación; otras
contratan porteadores. En las expediciones con guía, la estrategia habitual de ascensión
implica una permanencia de varios días a grandes alturas y demanda porteos intensivos
para contar con víveres suficientes. En cambio en mis dos ascensiones logré un ascenso
rápido (en tres días desde la base), optando por portear (yo misma) solamente lo
indispensable, y descendiendo tras haber coronado la cima.
117
Véase Ceruti 2016.
65
técnicas en la Cordillera Real de Bolivia, las Dolomitas y otras cadenas montañosas del
planeta.
El descenso, aunque mucho más breve y menos exigido que la ascensión, no está
exento de riesgos, debido al cansancio acumulado, a las dificultades del terreno y al riesgo
de tormentas imprevistas. Lleva unas tres o cuatro horas bajar de la cima del Aconcagua
hasta el emplazamiento de Berlín (e idéntica cantidad a Nido de Cóndores, si se emplea
el Gran acarreo como atajo). Para regresar hasta Plaza de Mulas se requieren
aproximadamente siete horas. En general, se prefiere pasar la noche en el último
campamento de altura, para descender al campamento base durante la jornada siguiente.
118
Véase Ceruti 2012.
119
Véase Ceruti 2003.
120
Véase Schobinger1986.
66
incorporada a los complejos que funcionaban como campamentos base de los santuarios
de altura, como en el caso del volcán Llullaillaco 121 y del volcán Licancabur122. Los
campamentos base habrían servido, además, como lugares para la aclimatación de los
ritualistas que sí participarían de las ceremonias en la cumbre.
En cuanto a las ocupaciones requeridas para el funcionamiento de un centro de
peregrinaje de alta montaña, la lista de actividades observadas entre la población que
trabaja en Plaza de Mulas resulta un compendio bastante ilustrativo: labrado de
plataformas, carga y descarga de animales, acondicionamiento de campamentos de altura,
porteo de cargas, guía durante la ascensión, preparación de comidas, mantenimiento de
instalaciones del campamento base, rescates de heridos o afectados por el mal de altura,
entre otras. Todas estas actividades hubieron de tener lugar en los campamentos base de
los santuarios de altura que funcionaron como centros de peregrinaje en tiempos de los
Incas.
La observación del trabajo físico de los porteadores en el Aconcagua aporta datos
concretos para entender el esfuerzo humano requerido para la construcción de
arquitectura incaica de altura: una persona efectúa aproximadamente 20 porteos por
temporada, aunque en días pico de trabajo pueden llegar a realizarse dos ascensiones en
una misma jornada (y hasta doce porteos en una semana). Se transportan entre 20 y 30 kg
de carga y se superan entre 1000 y 1700 metros de desnivel, en altitudes que oscilan entre
4300 y 6000 metros. Las ascensiones se efectúan con una rapidez asombrosa, requiriendo
habitualmente la mitad del tiempo que invierten los montañistas visitantes para completar
la misma tarea. La clave del rendimiento físico excepcional de los porteadores radica en
su óptima aclimatación, obtenida por medio del propio trabajo realizado, y por la
permanencia de varios meses en el campamento base de la montaña. Quizás la asignación
de poblaciones semi-permanentes para la atención de ciertos santuarios de altura incaicos
haya respondido a un criterio de optimización en la administración del recurso que es la
fuerza de trabajo humana.
Otros detalles que se revelan a la observación etno-arqueológica incluyen las
semejanzas existentes entre las sendas en zigzag en los sayales de la ladera norte del
Aconcagua, y las que se conservan desde tiempos prehispánicos en ciertas localidades
arqueológicas de altura. Asimismo, los pircados semicirculares y ovales construidos para
ayudar en el armado de las carpas y mitigar el impacto del viento, presentan similitudes
con los que he documentado en el registro arqueológico de altura123. Además, los
espacios elegidos para los campamentos responden a criterios de selección semejantes:
superficie llana, protección contra el viento, disponibilidad de agua.
Por último, llama la atención la exhaustiva denominación toponímica de los lugares
por los que se ha trazado la ruta normal de ascenso al Aconcagua. No hay roca llamativa
ni paraje apropiado para el descanso que no haya recibido su topónimo, el cual es
conocido por todos los que residen en Plaza de Mulas. Los visitantes no tardan en
aprenderlos, ya que constituyen información valiosa, por ejemplo para describir el
paradero de personas heridas que necesiten ser rescatadas (particularmente años atrás,
cuando el uso de GPS no estaba tan extendido). Sin necesidad de mapas ni localizadores
satelitales, el sistema de topónimos prueba ser una forma muy eficaz de apropiación
cognitiva de la montaña. Indudablemente, el conocimiento prehispánico de las rutas de
ascensión en las montañas elegidas como santuarios de altura, debió fundamentarse en un
sistema comunicacional de características semejantes.
121
Véase Ceruti, 2003.
122
Véase Ceruti, 2005.
123
Véase Ceruti 1999 y 2008.
67
Conclusiones sobre el Aconcagua, la montaña sagrada más alta del mundo inca
124
Véase Ceruti 1999.
125
Véase Ceruti 2013.
68
del Incanato. Dicho nevado protegía simbólicamente los confines meridionales del
Tawantinsuyu 126.
Lo cierto es que la utilización que los Incas hicieron de la sagrada geografía del gran
Coloso de América fue breve. No aparecen grandes tamberías incaicas asociadas a la base
del Aconcagua, como si ocurre en montañas situadas más al norte, tales como el monte
Mercedario127 o el cerro El Toro128, ambos en la provincia de San Juan. Otros complejos
ceremoniales que funcionaron como importantes centros de peregrinaje en época Inca
incluyen el volcán Llullaillaco y el volcán Licancabur 129, en la región atacameña.
Llullaillaco cuenta con el sitio arqueológico de propósito ceremonial más elevado de
todo el planeta. El volcán llegó a ser bien conocido por los escaladores Incas, quienes
pudieron elegir la mejor ruta de ascenso -por la vertiente noreste- y equiparla con
sucesivas estaciones intermedias, que facilitaron la realización del sacrificio de tres niños
incas en la cima misma de la montaña. En 1999 codirigí junto con el antropólogo Johan
Reinhard la expedición arqueológica al volcán Llullaillaco, en la que descubrimos y
pusimos a resguardo las momias de la doncella, la niña, el niño del Llullaillaco 130. Las
momias y sus ofrendas fueron preservadas y estudiadas inicialmente en la UCASAL, y
actualmente se conservan en el Museo de Arqueología de Alta Montaña de Salta. La
reconstrucción e interpretación de las actividades logísticas que habrían hecho posibles
los sacrificios y ofrendas incaicas en el volcán Llullaillaco se basó, en gran medida, en
las observaciones etno-arqueológicas que yo había efectuado durante mis sucesivos
ascensos al Aconcagua131.
“Del Aconcagua al Llullaillaco” es el título de un capítulo que escribí por invitación
de la Universidad austríaca de Graz, para un libro dedicado a la máxima altura de los
Andes132. Entre estas dos magníficas montañas se hilvanan los capítulos más
sobresalientes de la historia de la arqueología de altura en Argentina.■
Referencias citadas
126
Véase Gentile 1996.
127
Véase Ceruti 2004.
128
Véase Ceruti 2009.
129
Véase Ceruti 2005.
130
Véase Reinhard y Ceruti 2010.
131
Véase Ceruti 2003.
132
Véase Ceruti 2006.
69
Montañas y deidades andinas: acerca del poder y la autoridad entre los Incas. Inka Llaqta N° 3 (3): 109 -
132. Lima, 2012.
Propuestas para la puesta en valor del santuario de altura del cerro Penitentes, mirador del Aconcagua
(Mendoza, Argentina). Revista Parques N° 1: 1-11. Red Latinoamericana de Cooperación Técnica para
Parques Nacionales y Áreas Protegidas, 2013.
-----Montañas Místicas: poemas y vivencias de una mujer andinista. Mundo Editorial. Salta, 2016.
Gentile, M., La Dimensión sociopolítica y religiosa de la Capacocha del Cerro Aconcagua. Boletin del
Instituto Francés de Estudios Andinos 25 (1): 43-90. Lima, 1996.
Lisé, G., Donde el Cielo besa la Tierra: biografía de Constanza Ceruti, la arqueóloga de alta montaña que
descubrió las momias del Llullaillaco. Mundo Editorial. Salta, 2017.
Reinhard, J. y Ceruti, C., Rescue Archaeology of the Inca Mummy on Mount Quehuar, Argentina. En
Journal of Biological Research LXXX (1), 2006 pp.303-307
-----Inca Rituals and Sacred Mountains: a study of the world´s highest archaeological sites. Cotsen Institute
of Archaeology. UCLA. Los Angeles, 2010.
Schobinger, J., La momia del Cerro El Toro: Investigaciones arqueológicas en la Cordillera de la
Provincia de San Juan. Anales de Arqueología y Etnología. Suplemento al tomo 21.Universidad Nacional
de Cuyo. Mendoza, 1966.
-----Descripción de las estatuillas que conforman el ajuar acompañante del fardo funerario hallado en el Co.
Aconcagua, Prov. de Mendoza. Separata de las Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología 16:
175 - 190. Nueva Serie. Buenos Aires, 1985.
-----La red de Santuarios de Alta Montaña en el Contisuyu y el Collasuyu: Evaluación general, problemas
interpretativos. El Imperio Inka (Comechingonia especial): 297- 317. Córdoba, 1986.
-----Aconcagua: Un enterratorio incaico a 5.300 metros de altura, Mendoza, 1995.
-----El santuario incaico del monte Aconcagua. EDIUNC. Mendoza, 2001.
-----El santuario incaico del nevado de Chuscha. CEPPA. Buenos Aires, 2004.
-----La Momia del Cerro El Toro. Segunda Edición. EDIUNC. Mendoza, 2008.
Schobinger, J. y Ceruti, C., Arqueología de alta montaña en los andes argentinos. En Historia Prehispánica
Argentina. Eduardo Berberián y Axel Nielsen directores. Editorial Brujas. Córdoba, 2001.
70
Estudio de planos coloniales
El registro gráfico que aquí se presenta corresponde a un expediente que contiene el dibujo en planta del
Fuerte del Río Negro y un detalle de Gastos Extraordinarios y el Total Principal del Fuerte del Río Negro
y el Fuerte del Río del Valle en las Fronteras de Salta y Jujuy.
En el largo período que comprende la Guerra del Gran Chaco, los españoles avanzaron
y desplazaron mediante acciones bélicas casi sin interrupciones a los errantes pueblos
nativos que habitaban su extensión, aunque también debieron soportar sus embates
tratando de contenerlos en sus intentos de invadir a las pequeñas ciudades de Salta y
Jujuy, y a las reducciones y haciendas asentadas en las cercanías de las fortificaciones.
Para ir asegurando el territorio que con el tiempo y las numerosas corridas y entradas
fueron ganando en avanzadas hacia la llanura, necesitaron además ir fijando
paralelamente su presencia mediante la instalación de bastiones – refugios, que de alguna
forma marcaban entonces la débil línea de frontera. De las acciones militares, hayan sido
corridas, marchas o expediciones, siempre tomaba parte al menos un integrante de la
Orden de los Jesuitas, directa o indirectamente como capellán de la tropa, como
evangelizador de naturales o ambas. Con respecto a las construcciones que designaron
“Fuerte” en la documentación de la época, en realidad eran precarias edificaciones que
contaban con cuarteles, casas y otras dependencias menores; las que por lo general y
debido a la urgente necesidad de contar con ellas y a la abundancia de estos recursos,
eran construidos con paredes de empalizada, algunas quizás fueron revestidas con barro.
Y a su vez, todo el conjunto estaba rodeado por un muro del mismo material. De muy
pocos hay referencias que algunos de sus sectores haya sido levantado con adobes o
piedras. Algunos escritos agregan además la presencia de baluartes o cubos en las
esquinas desde donde se vigilaban los alrededores, y que seguramente era el sitio donde
colocaban los pedreros, cañones y/o esmeriles para alcanzar mayor distancia de tiro.
El Coronel don Juan Victorino Martínez de Tineo, Gobernador y Capitán General de
la Provincia de Tucumán, en uno de sus tantos escritos expresa: “El 9 de setiembre de
1752 se concluyó la obra del Fuerte de Los Dolores del Río Negro su figura es una estrella
de empalizada igualmente que los cuarteles, casas y capilla, la artillería montada y
pertrechado de cuanto conduce a su defensa con su respectiva guarnición de partidarios
Residencia del Comandante de la Fortaleza; escribí al Coronel don Agustín de Leyva
Alcalde de la ciudad de Jujuy reclutase prontamente cuarenta o 60 hombres para
reemplazar los partidarios desertores y los que deben salir con licencia a sus casas
fenecida la campaña. Y al Coronel don Diego Thomas mande mantuviese hasta 88
133
Gustavo Flores Montalbetti realizó estudios universitarios en las carreras de Arqueología, Geología y
Museología capacitándose en las áreas de Historias, Turismo y Gestión Cultural. Realizó las primeras
investigaciones arqueológicas sistematizadas en el Valle de Cianca. Fue director del Museo Arqueológico
Pío Pablo Díaz (Cachi, Salta). Adjunto del Museo Antropológico de Salta. Actualmente trabaja en
proyectos de investigación documental siglos XVI al XIX como miembro de la Asociación Argentina de
Investigadores en Historia.
71
Partidarios distribuidos en los fuertes y que teniendo sus respectivas guarniciones,
despidiese a sus casas a la gente de los tercios recogiendo las armas y municiones que de
cuenta del Rey se los suministre para el servicio de esta campaña, como las herramientas
para el trabajo de nuevos fuertes y que en el término de 8 días se retiren estos tercios para
el más breve logro de que descansen en sus casas (…)”
Actualmente sabemos de modo irrefutable que de todas las fortificaciones construidas
en el espacio geográfico comprendido entre el Presidio de Nuestra Señora de las
Angustias del Valle de Centa en el Norte, hasta las inmediaciones de la llamada Puerta
de Macomita ubicada al naciente de San Luis de Los Pitos -establecimiento cercano al
extremo austral de las serranías que integran el Sistema de Santa Bárbara Norte hacia la
margen izquierda del Río Juramento-, los más importantes por su ubicación estratégica y
por su actividad militar trascendental en la segunda mitad del siglo XVIII fueron el Fuerte
del Río Negro y el Fuerte del Río del Valle. Aunque, las crónicas señalan muchos otros
establecimientos que oportunamente se construyeron en diferentes entradas o
expediciones, que por distintos motivos tuvieron una duración efímera, o bien, relativa
importancia. Otro documento ha sido encabezado por el mismo funcionario con el
siguiente párrafo:
“A partir de las expediciones que se realizaron en varias jornadas que se caminaron por
mí y otros Cabos, desde 2 de junio de 1749 que tomara posesión en la capital ciudad de
Córdoba, hasta el 25 de noviembre de 1754.
Firmo en Salta = Juan Victorino Martínez de Tineo”
El documento tratado en el presente trabajo consta de seis carillas, la primera de las
cuales presenta un dibujo en planta de la unidad fortificada construida oportunamente en
el Río Negro. La misma tiene forma de estrella de cuatro puntas con una sola puerta
ubicada hacia el frente en uno de los ángulos internos y todas sus dependencias se
encuentran distribuidas sobre ambos lados de cada una de las puntas; con excepción de la
capilla que se situó entre dos construcciones hacia la izquierda de la entrada, y en la que
se observan sendas torres coronadas con banderas a los lados de la puerta y una cruz sobre
la cumbrera de la cubierta. Si bien Martínez de Tineo dejó establecida la fecha de
conclusión de la citada obra, la misma no concuerda con la expresada en aquél primer
documento, aunque sí parte de la descripción que incluye. De todas formas, Montenegro
hizo un detalle con los nombres de los Constructores y el monto percibido por cada uno,
–quizás contratados solamente para la edificación y/o la terminación de la Capilla-. Este
dato y otros posteriores dejan entrever un marcado interés por resaltar la presencia del
aspecto religioso dentro de un contexto militar. En el apartado que comprenden los Gastos
Extraordinarios se incluyen montos abonados por conceptos muy variados, que van desde
el pago de servicios personales hasta el pago de bienes de consumo de la tropa y el de
materiales para terminación de las Iglesias y elementos para su ornamentación. En otra
foja muestra el detalle del Total Principal de Ambas Fronteras donde incluye el monto de
dinero abonado a los Partidarios de los Fuertes del Río Negro y del Río del Valle. Es
sorprendente la mención de la compra de una alfombra para el Templo de Santa Bárbara.
Como también en algún párrafo se hace alusión a La Viña (seguramente la Hacienda de
La Viña del Campo Santo donde existía el destacamento del Cuerpo de Milicias de
Caballería), y en otro, a Santa Ana (también llamado Fuerte de Cobos, que entonces ya
había dejado de tener la trascendencia de sus primeros años, y que recobró hacia
principios del siglo XIX).
72
“Constructores
Maestro mayor don Antonio Arcos de 3 de mayo de 53
Hasta 7 de setiembre de dicho a 12 reales al día _ _ _ _ _ _ _ P 190 p 4
73
Herrero Miguel Gómez 3 meses 16 días a 2 reales al día_ _ _ P 028
En dicho día 13 de mayo llevo Ud. para el Río Negro para los
Trabajadores un fardo de tabaco de esos de Echalar _ _ _ _ P 000
74
Por la gratificación al Predicador P 025
Por uno más a don Antonio Ruiz con 2025 libras netas_ _ _ _ P 041
Por un tercio de tabaco de los otros remitido al Río del Valle con
Andrés Castillo en 13 de setiembre P 000
------------------
P 0528 p 3 ¾
A la Vuelta
75
con orden apercibiendo aquel tercio al estar acuartelado P 006
De frente
1/8 _ _ Por el tercio de yerba de Ruiz remitido al Río del Valle en 2 de mayo de 54
con Andrés Castillo y víveres para la Corrida el tercio de Catamarca P 000
Por otro al Río del Valle en 27 de dicho llamado Christoval Vázquez P 002
-----------------
P 528 pesos 3 ¾
76
Total Principal de Ambas Fronteras
20.041 pesos 7 ½
Por manera que como consta y parece de esta suma Importe totalmente todo lo que he
dado a ambas fronteras en el año que acaba con el Señor en veintiocho de febrero del
cincuenta y cuatro, veinte mil cuarenta y un pesos siete y medio reales salvo yerro y de
que he dado Juro a Dios Nuestro Señor y la Santísima.
Salta, 20 de Junio de 1.754
77
PLANO DE CÓRDOBA
CONFECCIONADO POR JACINTO
DÍAZ DE LA FUENTE
Año 1790
Federico G. Bordese134
134
Director General del Archivo Fotográfico de Córdoba, Miembro de la Academia Provincial de Historia
de Córdoba, Miembro Correspondiente de Jóvenes Revisionistas, Buenos Aires.
78
Es el más requerido pero a su vez, el menos estudiado por aquellas personas que
conocen de su existencia pero en fotografía. Por ello, muchos de ellos han sostenido que
el plano “esta desaparecido”, ya que supuestamente han buscado 135 pero sin encontrarlo,
además los historiadores como Pedro Grenón S.J.136 y el Dr. Carlos Luque Colombres 137
comentaron de su inexistencia, ya que supuestamente había sido desaparecida del Archivo
General de la Nación Argentina, puesto que allí –al parecer– se hallaba en un comienzo.
Nuestra investigación nos llevó a indagar sobre el plano (manuscrito), percatándonos
de que nunca estuvo en el AGN como se pensó.
El plano topográfico de la ciudad de Córdoba (de algún modo) terminó en manos del
sacerdote Dr. Saturnino del Corazón de Jesús Segurola Lezica138 quien era un estudioso
y coleccionista de antigüedades.
Nació en Buenos Aires el 11 de febrero de 1777 y cursó sus estudios en el Real colegio
de San Carlos, hasta consagrarse de presbítero; en Chile obtuvo el título de doctor en
teología. Desde joven coleccionó documentos y mapas muy valiosos. Fue el primero que
hizo introducir la vacuna contra la viruela en Chile y Argentina en 1805. El 13 de
setiembre de 1810 Segurola había ingresado a la biblioteca como segundo bibliotecario.
En 1812 fue electo diputado en la Asamblea general constituyente y el 7 de septiembre
de 1821 designando director de la citada biblioteca. Contemporáneamente y durante
dieciséis años consecutivos, tuvo a su cargo la tarea, a título gratuito, de conservar y
administrar el fluido vacuno y el establecerse la administración, por decreto del 29 de
octubre de 1821, fue nombrado miembro de la Junta, como también de la Sociedad
Lancasteriana de Londres. De noviembre de 1820 en adelante, Segurola perteneció al
Cabildo, que le confirió, como gran distinción por sus “servicios y virtudes”, asiento
perpetuo con voz y voto en sus deliberaciones. En 1835, y siendo tesorero general de las
obras de la catedral, donando a beneficio de la misma, una casa de su propiedad.
Dictaba una cátedra de anatomía y cuando desempeñaba la inspección general de escuelas
y la regencia de la Casa de Expósitos, Rosas dispuso la clausura de ésta y en 1841 recibió
el título de la Sociedad de Anticuarios de Estocolmo.
El 23 de abril de 1854 fallecía en la ciudad de Buenos Aires 139; habiendo una gran
repercusión sobre ello, pues las voces de la época lamentaban su deceso siendo una
persona célebre con muchas cualidades, por ello el Nacional del 25 de abril de 1854,
dirigido por el entonces coronel don Bartolomé Mitre le dedicó un escrito: “Segurola ha
dejado de existir el día 23, después de una larga y dolorosa enfermedad. La muerte del
doctor Segurola no es un hecho común, así como su vida, consagrada toda ella al bien de
135
Hemos percatado que algunas personas, han dicho que estuvieron en el Archivo General de la Nación
buscando el documento pero luego nos percatamos que esto no fue así; Simplemente aparentaron
“consultar” o “buscar” el documento pero que jamás lo hicieron otro si lo hicieron, por ello la poca
capacidad e inutilidad de muchos historiadores (con o sin título) a la hora de investigar sobre la historia de
Córdoba, como corresponde.
136
Autor: sin especificar. Título: “Cartografía de Córdoba – N° 3”,Editora: Revista de la Junta Provincial
de Historia de Córdoba N° 3. Año: 1969.
137
Colombres, C. L. “Orígenes Históricos de la propiedad urbana de Córdoba. Siglos XVI y XVII”,
Córdoba 1980, lámina entre pp. 438 y 439.
138
Con ello confirmamos que el plano jamás estuvo en manos del napolitano Pedro de Angelis, otro
coleccionista de planos y mapas como comentaba Furlong Cárdiff, y posteriormente demás historiadores
expusieron lo mismo.
139
Su sepulcro se halla en la Iglesia Catedral Metropolitana: “Cgo. SATVRNINO SEGVROLA / +23 de
Abril de 1854 / R.I.P.”. Declarado monumento por Decreto N° 2236 del 4 de julio de 1946.
79
sus semejantes, y que puede ser contada entre las más notables y más dignas de imitarse.
En cualquier parte del mundo donde hubiese existido un hombre como el que acabamos
de perder, el pueblo, agradecido a sus beneficios, le levantaría estatuas. Hombres de su
temple no se encuentran entre nosotros. Podemos presentar altas ilustraciones del foro,
de la milicia, de las letras, hombres públicos notables artistas y profesiones consumados,
pero hombre de tan alta virtud, poseídos de un amor tan puro por el bien de sus semejantes
y de un desinterés tan noble, como el doctor Segurola, son raros, rarísimos entre nosotros,
como lo son en todas partes. Es digno de los homenajes de todo un pueblo y merece las
lágrimas de la generación presente a las bendiciones de la posteridad, como benefactor
que fue de la humanidad doliente.”
Los herederos comunes de Segurola habían decidido donar a la Biblioteca Pública
(actual Biblioteca Nacional de la República Argentina “Mariano Moreno”) “todos sus
manuscritos y demás papeles históricos de América” pertenecientes a Segurola.
Documentos obrados en la Biblioteca Mariano Moreno en relación al Deán Segurola,
devela donaciones efectuadas por los herederos de este:
“Diciembre 1° de / 854
Pase al Director de la Biblioteca (Dr. Carlos Tejedor) para que, poniendose de acuerdo
con el Albacea del finado Canónigo Dr. Dn Saturnino Segurola, proceda á recibirse de
los objetos donados por los herededores de dho finado; debiendo dar cuenta después de
terminada la entrega – Avisese al enunciado albacea dándosele las mas espresivas gracias
á nombre del Gobierno por la generosa donación, hecha por los herederos del finado
Segurola y publíquese
Portela”141
140
Biblioteca Nacional, Sección Manuscritos, “Archivo – 1854 – 1857”. Carpeta N° 23.
141Ib.
80
Como se observa en ambas cartas, los herederos de Segurola, ponen en conocimiento
de éste la resolución de donar a la Biblioteca todos los manuscritos y demás papeles
pertenecientes al Deán, y en los días siguientes, el director de la Biblioteca Pública redacta
una nota al Ministro de Gobierno, en donde comenta haber recibido la donación realizada
por los herederos:
“BIBLIOTECA PÚBLICA
Del cuantioso material recibido, el plano topográfico de Córdoba fue clasificado bajo
el título de MAPAS, en donde se anotó lo siguiente: “N° 44 Plano de la Ciudad de
Córdoba del Manuscrito Tucumán, por D.n Jacinto Díaz de la Fuente = Año 1790…”143;
Dicho inventario aún se pueden observar en la misma biblioteca, Sección Manuscritos
“Archivos – 1854 – 1857”, Carpeta N° 28 aunque también los inventarios fueron
publicados en la “Revista de la Biblioteca nacional, Tomo IV - N° 13”. Editor: Imprenta
de la Biblioteca Nacional. Año: 1940”.
El director de la Biblioteca entiende que la valiosa donación debe estar en el museo,
sin embargo, el Dr. Ireneo Portela establece que el director y encargado del Museo, deben
ponerse de acuerdo para saber a dónde deberían estar los materiales y qué documentos
deberían llevarse al museo o biblioteca:
“Enero 29 de 1855
Oficiese al Encargado del Museo para que poniendose de acuerdo con el Director de la
Biblioteca, á quien con tal objeto volverá esta nota, proceda /á recibirse de aquellos
objetos que entre los donados por los herederos del finado DorSeguola,
142
Biblioteca Nacional, Sección Manuscritos, “Archivo – 1854 – 1857”. Carpeta N° 28.
143
Aclaración: El plano es el manuscrito mismo y está fechado en 1790, no en 1791.
81
coprrespondanadjudicarse al Museo, debiendo elevarse copia del inventario que ambios
formen de los que se destinen á cada establecimiento respectivo.
Portela”.144
144
Ib.
145
Martínez de Sánchez, Ana María. Título “Imaginería y piedad privada: en el interior del virreinato
rioplatense”. Editor: Phrisco-Conicet. Año: 1996. La autora comentó que dicho plano se “…conserva en
la BNRA, Sección Reservados, bajo el n° 416…”. Pág. n° 30, sin embargo esto es erróneo. Aunque hemos
observado que dicha signatura (erróneamente) se halla en el catálogo on-line de dicha biblioteca.
146
Llamada así por Resolución BN 77/2003, quien fue uno de los directores más importantes de la
institución.
147
Hemos tomado precaución en indagar si algunos de los miembros de la Junta de Historia de Córdoba
sabían de su ubicación, o alguna otra información pero sólo conocían que el plano había sido confeccionado
por De la Fuente en 1790 pero que estaba desaparecida y nada más; Lo cual fue el asombro de todos oír
cierta información sobre el tema y la redacción de un trabajo de investigación, por ello el Prof. (miembro
de la Junta) Luis Quiterio Calvimonte definió el trabajo de “asombroso y único, bien realizado e
investigado”.
En su agradecimiento por el reconocimiento de esta obra, lo recordamos ya que falleció de cáncer a los 76
años el 8 de julio de 2011, siendo enterrado en el Cementerio Parque del Recuerdo. Córdoba, Capital.
148
Editor: Buenos Aires. Año: 1964.
82
Análisis y estudio del plano
El plano mide 42 por 54 cm. aproximadamente y está montado sobre tela. Se halla en
perfecto estado, a excepción de una leve rotura del lado centro-derecha pero
perfectamente restaurado y cuidado.
Es un documento a color pues está pintada con gama roja acuarelada y en la parte
superior derecha hay un título en cartela decorada con motivos vegetales y marinos que
dice: “PLANO DE LA CIU-DAD DE CORDOBA DEL TUCUMAN. Situada en 31
Grados 15 m’ Latitud Austral y 314 g° 10 m’ long. levantado y delineado por
D. Jacinto Diaz De la Fuente.”, y en ángulo superior izquierdo, en forma de óvalo señala:
“EXPLICACION A. La Catedral, B. Casa Capitular (cabildo), C. Las Carmellitas, D. Las
Catalinas, E. Santo Domingo, F. S Francisco, G. Colegio de Monserrat, H. Las Huerfanas,
Y. Colegio del Rey, J. La Merced, L. Los Bethlemitas (En esa época, allí funcionaba el
Hospital San Roque que estaba administrada por la orden Betlemita), M. La Charidad
(Hermandad de Caridad, y colindando a ella está la Iglesia del Pilar), N. San Roque, O.
La Cañada, P. La Alameda Anti.a (Antigua) 149, Q. Paseo nuevo (actual “Paseo de
Sobremonte”).”.
Dicho plano acuarelado muestra las cuadras de la ciudad con los edificios principales
pintadas en color rojo, además de quintas, arbolados, como también se pueden observar
las cuadrículas ocupadas y otras no, presentando más irregularidades que
homogeneidades: las barrancas, curvas del río, arroyo de la Cañada, etc. Así mismo
visualizamos dos alamedas: la primera que colindaba con el arroyo de la Cañada y la otra,
recorría cuatro cuadras de la calle ancha o Sto. Domingo que fue concluido (en parte150)
por Sobre Monte quien pretendía colocar una lápida con una inscripción conmemorativa.
Por ello mandó a que se presentaran varias ideas para una inscripción, en donde una de
ellas decía: “Reinando Cárlos III, el marqués de Sobre-Monte, primer gobernador de esta
provincia estableciendo este recreo dio á la República decoro, á la fatiga descaso y á la
virtud consuelo.” 151.
149
Se le llamaba de ese modo porque se había creado en los primeros años de la fundación de la ciudad.
Durante una sesión cabildense fechada en la ciudad de Córdoba el 26 de noviembre de 1589, en nombre
del Gobernador del Tucumán (1587 – 1593) Juan Ramírez de Velasco, daba por comienzo la reunión en
donde se debatieron ideas y anunciaron otras que debían realizarse; Entre ellas se nombró al Capitán Tristán
de Tejeda, como Juez de Comisión por ser una persona de confianza. Ante su nombramiento, se le
encomendó varias tareas… Entre ellas la de crear una alameda de “sauces de la suerte” y otros tipos de
árboles, en el lugar más conveniente luego de una inspección sobre los espacios de la ciudad. Aunque
también aclararon que dicho paseo debía tener una extensión de dos cuadras, y que “…nynguna persona de
qualquier calidad estado o condición que sean no corten varas ni otras arboledas de la dicha alameda que
asi se hiziere so pena de cien pesos aplicados la tercia parte para la rreal camara y la otra tercia parte para
gastos de justicia y denunciador en los quales desde luego les daba e dio por condenados lo contrario
haziendo y a las dichas dos quadras y alameda se le ha de dar agua como a las demás quadras que para todo
ello le dava e dio comysion en forma al dicho tristan de tejeda con sus yncidencias e dependencias
anexidades e conexidas y asi lo proveyó e mando e firmo—Jhoanrramirez de velasco—ante mi —
Jhoannyeto—Escribano publico e del cabildo.”.-“Archivo Municipal de Córdoba (Argentina). Libro II”.
Editorial: Establecimiento Tipográfico del Eco De Córdoba. Año: 1882. Página 146, 147 y 148.
150
Sobre Monte aclara que había construido el Paseo de la Alameda y procuró “…formar una Alameda de
sauces en la Calle ancha de Santo Domingo regada con el desagüe de la fuente por ser el árbol más vistoso
del Pais, y sin embargo de haber repetido el plantío por agosto, ó julio, meses al propósito, ya sea por el
terreno, ó ya sea por el terreno o ya sea por la abundancia de hormigas, no he podido conseguirlo
completamente.”.- “La revista de Buenos Aires / Historia Americana, Literatura, Derecho y Variedades /
Periódico dedicado á la República Argentina, la Oriental del Uruguay y la del Paraguay”. – Tomo XXI.
Autores: Bajo la dirección de Vicente G. Quesada y Miguel Navarro Viola (abogados). Editor: Imprenta y
Librería de Mayo. Año VIII. Buenos Aires, Abril de 1870. N° 84. Página n° 433.
151
Quesada, G. Vicente y Viola, Miguel Navarro (abogados). Título: “La revista de Buenos Aires / Historia
Americana, Literatura, Derecho y Variedades / Periódico dedicado á la República Argentina, la Oriental
83
El marqués leyó todas las opciones pero optó por la de “Reinando Cárlos III”, aunque
le pareció que las frases eran “…muy superiores al mérito de la obra puse tal entiendo lo
de decir que disponiendo este lugar de placer dio decoro á la República, descanso al
trabajo y consuelo á la virtud, y me parece que fácilmente estaba enmendado, con decir
que deseoso de dar decoro á la ciudad, descanso al trabajo y alivio á la virtud dispuso este
lugar de placer, ú otra cosa que rebaje la especie de elojio que se descubre en afirmar que
dio estos bienes : riego á V- S- que rebaje cuento pueda el sentido de estas espresiones
que por otra parte tienen elegancia, y devuélvamelas para que Elías las coloque en su
tamaño.
De V.S .siempre.”152.
Así redactaba Sobre Monte, en una carta dirigida al Dr. Gregorio Funes, ya que él había
redactado la frase para luego pasarla en latín, y al costado izquierdo de la carta, hay una
aclaración como nota: “Aun lo de consuelo ó alivio á la virtud le hallo un poco alto, que
por otra parte manifiesta no sabe V. S. hacer cosas bajas: pero cuatro pilares de ladrillo,
ciento y cincuenta duraznos y sus bancos de madera no merecen tanto, por mas que V.S
. Quiera favorecer al autor”.
Funes modificó la frase por la siguiente:
“Reinando Carlos III por
dicha de España y de
America
El Marques de Sobre-Monte,
Gobernador-intendente
de esta provincia
Descoso de decorar esta leal ciudad,
Capital de ella,
Compuso este lugar de concordia
Y de virtuosa entropelia
Año de 1786.”153.
del Uruguay y la del Paraguay”. – Tomo VI. Editor: Imprenta y Librería de Mayo. Año II. Buenos Aires,
Enero de 1865. N° 61. Página n° 504 y 505.
152
Ib.
153
Ib.
154
Texto ubicado en la Biblioteca Nacional de la República Argentina “Mariano Moreno”.
84
construidas por Juan Manuel López155; Que por S. M. en Real Cédula suscripta en
Aranjuez del día 18 de febrero de 1794, el Rey Carlos IV le concedió el título de ingeniero
voluntario, propiciado por el ayuntamiento como reconocimiento a la labor desarrollada
en Córdoba y su jurisdicción, siendo conferido con un sueldo de 300 pesos anuales sobre
los ramos de Frontera.
La primera fuente se inauguró el 8 de noviembre de 1791, y la otra (de la plaza 156)
recién el 9 de junio de 1792 157; Así mismo Sobre Monte había narrado sobre el estado de
la Provincia-Intendencia de Córdoba al dejar el mando, bajo Causa de Policía en donde
comentaba que para (…) “…facilitar el transito á este bajo de Quintas, y paseo público
de estanque dispuse en la Cañada que divide la ciudad un puente cómodo con las ofertas
que me hicieron los vecinos deseosos de su construcción, cuyo espediente para en la
secretaria de Gobierno, así como el del estanque en la escribanía de él. Las quintas están
divididas por calles iguales á las de la Ciudad, y se ha permitido á los que tienen dos
cuadras las mantengan unidas por la comodidad de su cuidado y cultivo, permitiendo, y
aun promoviendo que las inmediatas á la Acequia estén cerradas para evitar el tránsito
por ellas, porque además de no ser necesario, contribuye á la limpieza del agua.”158.
Otro punto a tener en mente, es la poca importancia que le dio al estanque, cierto que
la menciona como “Paseo nuevo” 159 (explicación señalada con la letra Q) pero no la
destaca con mas trazos a pesar de que fue finalizada en 1786 160. Luego de muchas décadas
155
Anotación: El documento de no haberse firmado, muchos supondrían que el plano habría sido elaborado
por López debido al dibujo de las fuentes.
156
Como anotación diremos que en el Museo Histórico Provincial Marqués de Sobre Monte, se halla una
lápida reconstruida y que estaba adosada a la fuente mayor: “D(O)N CARLOS IIII Y SIENDO / DE ESTA
P[RO]V(IN)CIA EL BRIG(ADIE)R / …[M]ONTE SE HIZO ESTA / …STO Y FUENTES. DIRIJI /…
[MANUE]L LOPEZ Y APROBADA / A DE 18, DE FEBRERO DE 1794.”.
157
Archivo General de Indias, Sevilla, Sección V. Gobierno, Audiencia de Buenos Aires, legajo n° 80.
Carta n° 26 del Marqués de Sobre Monte a Antonio de Porlier y Sopranis (primer) Marqués de Bajamar,
fechada en Córdoba 24 de septiembre de 1792 y luego remitida por el virrey Nicolás de Arredondo con carta
n° 106, Buenos Aires, 25 de octubre de 1792.
158
“La revista de Buenos Aires / Historia Americana, Literatura, Derecho y Variedades / Periódico
dedicado á la República Argentina, la Oriental del Uruguay y la del Paraguay”. – Tomo XXI. Autores: Bajo
la dirección de Vicente G. Quesada y Miguel Navarro Viola (abogados). Editor: Imprenta y Librería de
Mayo. Año VIII. Buenos Aires, Marzo de 1870. N° 83. Página n° 333.
159
Comentario: En el plano observamos que no existía un puente comunicaba (actual 27 de abril) sobre La
Cañada con el Paseo nuevo; Ya que en 1796 Sobre Monte, recién mandó a construir uno.
Para realizar su construcción se decidió recolectar dinero por suscripción popular entre los vecinos de la
zona; La tarea de recoger el capital, se nombró a los señores Francisco del Signo y José Manuel de Alfaro.
Y para enero del mencionado año comentaron que 80 personas habían aportado de 1 a 35 pesos, ésta última
prometida por el Sr. Manuel Montes quien argumentó que era lo que debían en el curato de San Javier,
también contribuyó con 25 pesos la Sra. Isidora Zamudio, al igual que Prudencio Jijena que lo hizo en
nombre del alcalde Sr. José de Isasa; Y con 12 pesos se anotaron a Pedro Lucas de Allende, el coronel
Allende y Damiana Figueroa. Siendo estos las tres personas quienes más aportaron, llegando a la suma total
de 320 pesos.
Se había recogido un buen ingreso pero no alcanzó cubrir el costo del puente, por ello Sobre Monte puso
el resto de su dinero (a voluntad propia) y en los recibos de pagos de mano de obra y materiales, se observa
que estos últimos fueron para comprar materiales como la piedra, ladrillos y cal; Siendo maestros de obras
los Sres. Pedro Gerardi y Juancho.- Archivo Histórico de la Provincia de Córdoba, Gobierno. Caja 17 carp.
2, exp. 11.
160
Cuando se investiga en documentos, no debemos confundir los textos referentes a tresobras proyectadas,
construidas y concluidas durante el gobierno de Sobre Monte en 1786:
1- El Paseo de Sobremonte: Conocida como el “Acueducto de Córdoba”, “Paseo nuevo” o “Estanque
nuevo”.
2- La Alameda: Conocida como “Paseo de la calle ancha”, “nueva acequia”, “Tajamar” y “Paseo de la
Alameda”.
85
se volvió a embellecer con mejores materiales para embellecer el estanque colocando
hileras de álamos y sauces llorones, con calles de arena y bancos de mampostería, además
de rejas (no las actuales) que circundaban y colindaban con las calles, siendo inaugurado
en 1792. Así mismo se había agregado un monolito en su centro, motivo por la cual De
la Fuente no le da más detalles.
Este plano histórico-topográfico demuestra la delineación las calles de la ciudad de
Córdoba, según en función de las directivas de las Leyes de Indias, resaltando los templos
y plazas, sin embargo no delimita el espacio de la “plaza nueva” 161 o “plaza del Rey”162,
que era un espacio público creado en zona de Las Quintas en 1782. Dicho espacio había
sido tratado por los cabildantes (durante la Junta Provincial de Temporalidades) para
disponer de una cuadra para plaza en las “Quintas del Rey” de Santa Ana 163; no obstante
aquél espacio era utilizado ocasionalmente por los estudiantes de la Real Universidad de
San Carlos y de Nuestra Señora de Monserrat, y no tenemos constancia de que haya
existido alguna edificación o árboles que hermosearan el espacio. El motivo de su poco
uso fue la lejanía de la urbe, por ello el constante abandono que terminó por desaparecer
en el siglo XIX sin caducar oficialmente mediante documento. El agricultor (sin
especificar) simplemente se presentó ante el Cabildo para pedir aquél espacio para sus
cosechas, comprendiendo un total de cuatro manzanas que le permitían obtener todas las
hortalizas o verduras de la zona, aquellas tierras eran huertas con arboleadas, es por ello
que De la Fuente dibuja el espacio como anexo a las otras cuadras para el granjero.
3- Antigua acequia: Que recorría toda la calle ancha pero cuando asumió el Marqués, hacía décadas que
no funcionaba; Luego decidió mejorar la acequia con nuevos materiales y agua más fresca traída desde otro
punto.
161
Carlos A. Page narró en su libro “El Espacio Público en Las Ciudades Hispanoamericanas: El Caso de
Córdoba (Argentina), Siglos XVI a XVIII”. Editora: Ilustrada. Año: 2008. Pág. n° 128 lo siguiente
“…destinar una cuadra para plaza, aunque la misma no se confirmó y por cierto no ha llegado hasta la
actualidad.”; No obstante esto es equívoco pues si se llegó a formar un espacio; De lo contrario, en otros
planos referido a la “zona de las quintas” no se hubiera demarcado como tal.
162
Comentario: Comúnmente las personas han confundido al decir que había sido la plaza de los jesuitas
pero esto es erróneo ya que el 12 de julio de 1767, la Real Pragmática de Carlos III ordenaba el
extrañamiento de la Compañía de Jesús de todos los dominios de España, Indias e Islas Filipinas y demás
adyacentes.
163
A. M. Ley 38, f. 72. (citado por Pedro Grenón).
164
Aclaramos que Buenos Aires, Córdoba…, aún se hallaba dentro del Virreinato del Perú ya que todavía
no se había creado el del Río de la Plata (1776).
165
Archivos del Arzobispado y de la Catedral y del Histórico, Esc. 29; leg. 702, exp. 10.
86
Voto, de la cual ocupó hasta el día de su muerte el 20 de agosto de 1801166 (enterrado en
la Catedral), realizándose Sucesión 167 para sus hijas y esposa. En 1790 había recibido el
encargo de realizar un relevamiento de la ciudad y alrededores para registrar la situación
actual de ese momento. Por entonces el Gobernador-Intendente era Rafael de Sobre
Monte, quien había solicitado un “levantamiento” de la ciudad.
De la Fuente mantuvo muy buenas relaciones con los cordobeses y logró recaudar
buenos ingresos monetarios e invertirlos tanto que llegó a ser propietario de dos cuadras
unidas168 en la zona de “las quintas”, que las adquirió en cesión el 3 de febrero de 1789.
En la ciudad conoció a la señorita Juana Luisa Arias de Cabrera y Ceballos 169; se caso en
la Catedral de Córdoba ante el Cura Interino Pedro Arias, la ceremonia fue el 28 (o 18)
de julio de 1775 (no fue el 3 de abril de 1796). Y en 1777 nació su hija llamada María
Restituta, y en 1778 María Inocencia.
Desde los inicios de la fundación de la Hermandad de la Santa Caridad en 1768, De la
Fuente se encargó y organizó la Hermandad o Cofradía como una institución análoga
encargada de cumplir las últimas obligaciones con los muertos, demostrando que estuvo
involucrado mucho antes de crearse y luego de fundada la Hermandad, y en un informe
elevado al Rey el 25 de Junio de 1787, se narra que De la Fuente pertenecía a la
Hermandad, desempeñando el cargo como “hermano mayor”. En dicha carta comenta que
acredita parte de la obra de caridad realizada por la Hermandad: desde antes de su
establecimiento y después de constituida, había dado sepultura a mil seiscientos noventa
y cuatro por pobres, inclusive diez que habían asistido al suplicio.
Jacinto tenía su domicilio al norte, calle Real de por medio con el Noviciado viejo;
cuarto de cuadra sudeste de la esquina de la actual peatonal Rivera Indarte o Av. Colón,
colindando con la casa de Bernarda Zeballos, y por el fondo con las señores Lujares.
En su casa vivía un sobrino de 15 años, natural de España y se llamaba José de Palacios
Barrerda. También se menciona a otro joven de 27 años, nativo de España y llamado Juan
Arias Ceballos.
En su inventario redacta que disponía de dos negros y tres negras esclavas, los cinco
menores de 13 años, y según Grenón S.J. tenía terrenos en la zona Las Quintas que “linda,
por el Naciente con Quinta de Don Felipe Roca. Calle Real de por medio; por el Poniente,
con Santa Ana; y, por el Sur, con los Altos de esta ciudad; y por el Norte, con Quinta [s]
de Don Jacinto Díaz la Fuente Calle Real de por medio.” 170.
De la Fuente también ejercía el comercio de mulas, ya que era la demanda principal,
así narran algunos documentos171 pues un tal Sr. Bustos vende 400 mulas a De la Fuente
en 1771, así mismo se comenta que Jacinto vuelve a comprar mulas con Manuel Antonio
Becerra y Fugencio Ortiz unas treinta a cambio de 487 con 4 reales en “efectos de
Castilla”, y en 1784 De la Fuente tenía unas 300 mulas y en 1786 unas 600.
166
Carlos A. Page comentó que falleció el 12 de agosto de 1812 pero es erróneo. – “El Espacio Público en
Las Ciudades Hispanoamericanas: El Caso de Córdoba (Argentina), Siglos XVI a XVIII”. Editora:
Ilustrada. Año: 2008. Pág. n° 272. Así mismo aclaramos que De la Fuente no llegó a la ciudad en 1776.
167
Archivo Histórico de la Provincia de Córdoba, Escribanía n° 2. Año: 1801. Legajo 102. Expediente 10.
Partes: Jacinto Díaz de la Fuente. Causa; Sucesión.
168
En el inventario de 1789 narra que cultivaba dos cuadras de egidos en el Bajo de Santa Ana, suburbio
Oeste de la ciudad, en donde estaban cercadas con horqueta (Palo de dos puntas para sostener las ramas de
los árboles) que abrazaban ramas horizontales pisadas, y un cuarto con varazar de ramas (Baraza: trenza,
cordel, hilo, bramante, etc., para atar cualquiera cosa).- Archivo Histórico de la Provincia de Córdoba,
Escribanía 4, exp. 6, 1789.
169
Hija del Capitán Juan Luis Arias de Cabrera y Gutiérrez, dueño de la Estancia de San Javier.
170
Grenón, Pedro. Título “Documentos históricos - Sección Patriótica: Patriotas cordobesas”. Editor:
Talleres Gráficos de la Penitenciaría. Año: 1931.
171
Archivo Histórico de la Provincia de Córdoba, Hacienda n° 17 (Libro de Cargos y Entradas Generales
de Nuevo Impuesto - 1781) y n° 19 (Libro de Pases y Permisos para viajar a Córdoba – 1783).
87
Por lo investigado172 hemos observado que también se dedicó al dibujo, realizando
bosquejos y cartografía173, motivo por la cual podemos entender por qué se le solicitó sus
servicios para realizar el relevamiento de la ciudad y alrededores.
En conclusión, la escala del plano es de 500 varas castellanas y está orientado con rosa
de 8 vientos con lis, el norte hacia abajo, ligeramente a la derecha y puede interpretarse
como un plano-relevamiento, el más exacto en cuanto a su histórico-tiempo, aportando
un valioso testimonio visual que ayuda a comprender mejor el panorama de la ciudad y
alrededores de aquellos tiempos, demostrando que Sobre Monte fue un verdadero
ilustrado que transformó enteramente la ciudad.■
172
Anotación: Del librito titulado “Cartografía de Córdoba”. Autor: Pedro Grenón S.J.. Editor: Junta
Provincial de Historia. Año: 1969; Hay mucha confusión y contradicción respecto a la breve biografía del
Sr. De la Fuente.
173
En el inventario de 1789, figuraban varias cosas aunque destacamos los puntos que nos interesan:
-Un libro en pergamino, con varios mapas sobre la arquitectura en general.
-1 docena y media de mapas azules, con varios dibujos “alegorías” y “aluciones” de media vara de largo y
el ancho correspondiente.
-1 mapa sobre la Asamblea del Concilio Tridentino.
-5 estampas al humo, con papel de marquillas grandes.
-23 pliegos de papel marca mayor para mapas.
-8 pliegos para mapas más pequeños.
-Planos de “pleito por las tierras llamadas “Puente de Totoralejo”.
Demostrando que De la Fuente ejercía esta profesión, entre otras.
88
Afiche 1947 (AGN)
89
ρ
90