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CALVARIO Y |QUES FORTINERAS LOS RELATOS, NARRAGIONES 0 ANECDOTAS, CONFIGURAN LA TRASTIBNDA DE LA HISTORIA CUARTA PARTE UNA: VEINTENA DE RELATOS FORTINEROS UNA VEINTENA DE RELATOS FORTINEROS LOROS CON ARROZ Nos encontrébamos en las postrimerias del afio 1934. El calor era sofocante y sin lugar a dudas Jas altas marcas termométricas, ‘nos hacian sufrir dias y noches vergonzantes. Yo me encontraba desde no hacla mucho, al mando de la Gran Guardia Cabo 1° Angel Lugones, valiente suboficial que habia sido asesinado por los indios pilagés en el afio 1919. En su recuerdo, el asiento del ter, escuadrén del Regimiento de Gendaimerfa de Linea habia recibido su nombre, el gue atin se conserva en.las cartas de guamnicién de esa region formiosefia. Siendo aproximadamente las 13.30 horas, el Sargento 1° Salto, encargado del escuadrén, solicité autorizacién para vermé en mi tancho alojamiento.. Concedida la misma me comunicé que habia Hegado a la guardia fortinera “Jefe acompafiado por cuatro civiles, De inmediato y previo colocarme mis armas, salf para recibir al Jefe y comisi6n a sus érdenes, Se trataba de una comisién topogréfica, al mando del Teniente Coronel Don Baldomero Biedma, el topégrafo sefior Fay y. tres ayu- dantes topégrafos, todos pertenecientes al. Instituto Geogtéfico. Mi- litar, los nombres de Jos ayudantes de topografia ya no los recuerilo, Era el Teniente Coronel Biedma, todo un soldado, observador militar, piloto ‘militar; -geodesta;-topégrafo- y--astrénomo,-en-sintesis—un_ver.__ dadero hombre. de ciencia. Yo habja ‘tenido el honor de conocerla, pues él y sui familia vivian entre. Villa Devoto y Villa del Parque, a pocas cuadras de mi casa paterna. El.y mi padre, el: Teniente Coronel de Caballeria, Expedicionario al Desierto, ‘Don Néstor Golpe; eran amigos y yo siendo subteniente, habla tenido: el honor de gozar de sus academias, en amistosas conversaciones que-él, galantemente me brindaba en: pocas oportunidades. Cual ‘no seria mi satisfaccién al. volverlo a ver después de muchos afios y tener el gusto de presen. 141 tarme militarmente, ofreciéndole mis servicios y poniendo a sus “6rdenes ta unidad que tenfa el orgullo de.comandar, a tantas y tantis® leguas de la verdadera civilizacién. Después de-un pequefio cambio de palabras, en relacién a su misién, el Teniente.Coronel Biedma que eta todo un criollo de ley, sin protocolo alguno me confesé que no” hablan’ almorzado y que s6lo habfan ingerido a las 7 de la mafiana un poco de café.caliente. Fue en ese instante que se me present el problema, nosotros habiamos comido“fiiestzo rancho a las 11.30 horas y no teniamos nada que ofrecer, pues los carros de aprovisionamiento estaban por llegar y nuestras provisiones escaseaban y se encontraban seriamente racionadas, Demds esti decir, que un buen soldado fortinero jamés debe tener un problema y si este se presenta en el acto le debe en- contrar solucién, y asf fue, lamé al soldado voluntar:o cocinero Narvaez y haciéndole una sefia que comprendié de inmediato, le dije, tome mi escopeta del 16 y diez cartuchos y dentro de una hora deberé usted presentar el almuerzo a estos caballeros, La orden era clara y sencilla, mi.cocinero tomé la posicién mi- litar, salud6 y sin cnistar s.quiera salid a cumplirla, De wnmediato invité a mis visitantes a pasar a mi rancho casino, donde Ics invité con una copita de cafia pasaguaya, inicindose una r4pida y entre- ten.da conversaci6n, con la yo queria dar tiempo al cocinero Narvaez, para que demostrar“fehacientemente sus habilidades en el arte culinario, del que é1 hacia gala, diciendo que era un as, Muy poco tiempo habia transcurrido, cuando empezaron = cise detonaciones, que yo bien conocfa,’a la par que un soldado re- cargado que observaba muy buena conducta y al que -el cocinero Narvaez habfa instruido como mozo para servirme la mesa, lenaba estos menesteres'en silencio y con rapidez. Faltaban unos pocos mi-. nutos para cumplirse el tiempo de una hora, que yo’ habia concedido a Narvaez, cuando éste entré, tomé la posicién ‘militar y dijo muy suelto de cuerpo: Mi Teniente Coronel, mi Teniente 1°, el almuérzo ya ser servido. Todos ocupamos nuestro lugar, en la cabecera el Jefe visitante y yo a su. derecha. Entré Narvaez con un fuentén enorme y dijo: Aves con arroz, empezando a servir a la cabecera, yo no comf pues yalo habla hecho, los demis fueron también servidos a su turno y Narvaez lo hacia como si fuera él un experto mozo del 142 Comedor de tropa del fortin “Yacaré". Plaza Hotel de Buenos ‘Aires. El Jefe visitante y sus compafieros de comisién, comieron con admirable apetito, felicitando a Narvaez por tan buen almuerzo. Al terminar el mismo, sirvié dulce de membrillo; de. donde Jo sac6 nunca lo supe, y al finalizar sirvié una infusién que é1 Ilamaba un bajativo, era simplemente un té de hojas de naranjo. Yo, ardia en. deseos por preguntar al coc.nero Narvaez de qué se componia el guisado que habia confeccionado y asi lo hice de- Jante de mis visitantes. Narvaez sin inmutatse y siempre en correcta pos.cién militar dijo: Mi Teniente 1° el guiso era de loros con arroz. Demés esth decir que todos se Hecharron a relf-y el topégrafo Fay, con incredulidad, dud6 de Ja palabra del cocinero, el que sin ofen- derse se retiré y volviendo con una gran bandeja de madera, la pre- sent con catorce cabezas de loros, guillotinados por él en la cocina fortinera. Mis visitantes se. quedaron un rato mirando las cabezas de los loros, luego se miraron entre ellos y todos estuvieron acordes en confesar, que el guiso era buenisimo. El Teniente Coronel Biedma, me pidiéd que recomendara el ascenso del Cocinero Narvaez a cabo, asi lo hice y al mes y medio Narvaez lucia las doradas ginetas de cabo. Diez afios después, 1944, un crudo invierno nos brindaba en la Capital Federal gripes y resfrios a granel. Un amigo mio, de la ciudad de Avellaneda, me visit6 con un joven, buen mozo, bien plantado, despejado, de mirada inteligente e inquieta, era su nico hijo. El muchacho tenia profesién, era un buen dibujante lineal, su nico y muy honesto deseo, recibirse de topgrafo militar. El padre, mi ‘amigo, deseaba que yo Jo guiara y ayudara en el cumplimiento total de sus deseos 7-vocacién. Jamés me he negado a apoyar.con la mayor firmeza e interés aun joven con aspiraciones razonables y 143 honestas, causa: por la cual recordé de inmediato que el antiguo Jefe visitante ‘de mi Gran Guardia, "Teniente Coronel Baldomero Biedma, habia Megado ya a lucir Jas palmas de oro del generalato, méxima ambicién de un verdadero soldado profesional. Y ademés, se desem- pefiaba en el alto puesto.de Director del Instituto Geogréfico Militar, casualmente, crisol de donde, después de un estudio de dos aiios, egresan ‘los verdaderos topégrafos militares. Asi fue que, en compafifa del joven aspirante, una mafiana frla el mes de julio de 1944, me presenté en Palermo, a la Direccién del Instituto Geogréfico Militar, Por la ayudantia, pasé mi tarjeta al Director General de Brigada. Don Baldomero Biedma. En el acto pasé a su presencia, Me abraz6 con afecto y me pregunté en qué podia servirme. Aunque yo vestia ropas de paisano, pues me habia retirado del servicio ya hacia dos afios, tomé la posici6n militar ‘y contesté con voz clara, mi General, vengo a cobrar a Ud, el guiso de loros con atroz, que Je brindé como almuerzo, en mi Comando de Gran Guardia, hace’ diez afios, Sin’ dilacién alguna, el General contest, “pago mi distinguido Capitin”. Era don Baldomero Bied- ma todo.un general y un verdadero criollo de ley. Pocos dias después, el joven que yo le presenté, formaba parte de las listas. de revista de los empleados del Instituto Geogrdfico Militar y al finalizar el afio 1946 se habia recibido con excelentes calificaciones; de topé- grafo militar. (/ LA TOMA DEL MANDO Mi comandante de Gran Guardia en Ja linea Yuncé, del ‘er. escuadrén del Regimiento de Gendarmeria de Linea, era a principios —de-1934;- ef Gapitén-Don-Aberto-Da-Rocha;-excelente-soldado;-Heno- de recursos, perpicaz,- algo. sociélogo y esctitor de buena. pluma, esctibia ya-en esa €poca en los mejores diarios de Cérdoba y fue autor. de dos libros interesantes y' hermosos, Tierra: de Esteros’ y Cuentos de Fogén. Yo era en Ja linea uno de ‘sus oficiales, el mas antiguo, Teniente 1" y Jefe del. Fortin Yacaré, el, més adelantado hacia el Norte'y frente al Paraguay, gozaba yo y con orgullo de un concepto sobresaliente con mi capitan, concepto éste, que puede ser Jeido en su libro Tierra de Esteros, pagina 102-y que lisa y “Ilana- 144 mente dice asi: “Fortin: Yacaré”, su Jefe el Teniente 1° es uno de mis sibditos.’ Tiene pip de estar ‘bi es i parte. Por: eso esté bien aqui, donde dudo ‘se hallaran. a armas ciudadanos en todo el. pals. “El Fortin tonsta de una sola cuadra debajo del piso, que le sirve de techo tiene Golpe su domicilio, Si hace. frfo.o-se inunda, se rebaja en subir a la cuadra. Su ‘infaltable asistente Artejin, a quien acompafia su mujer, la Gnica dama “Ya- carense”, tiene cerca una especie de toldo”... A fines del afio 1934. principios de-1935, mi capitdn, asciende a mayor y la superioridad lo nombra 2° Jefe del Regimiento de Gen- dacmeria de Linea, quedando asi el Comando ‘de Ja Gran Guardia Lugones acéfalo. Por mi jerarquia y mi antigiiedad, me correspondié ami, el -comando-de la Gran Guardia y la Linea Yuncé, cubierta siempre por’ dotaciones del primer escuadrén. No cabia en mi de orgullo y. verdadera emocién al sentirme su sucesor. El también sentfa ‘mucho. agrado de que las cosas pasaran asi, —me ‘lo manifesté en. varias oportunidades—, me estimaba, me conocia muy bien y estaba seguto que yo seguiria sus pasos en 1a forma sensata, firme, valerosa y.patridtica, que fue siempre su-norma de subordinado so!- dado de ‘la Repiblica. Todos los oficiales de’ mi Reginsiento sentian y procedian ‘asi, sabfan que sus solitarios ‘comandos ‘0 jefaturas de fortines, obligaban. a excederse en el cumplimiento del -deber,- las 6rdenes .s¢ cumplian. sin dilaciones, la disciplina se imponia al mé- ximo, pues ella tiené como derivados quimicos:el: orden y el. método. Las jecarquias se-imponian, en el ejemplo del superior a sus subalternos.’ Todos: se sacrificablan - por igual en-el .cumplimiento. del deber y ‘por. cierto,-en 1a misma ‘medida. Con raz6n, con ecuani- midad, y.con justicia. ‘No se admitia:en ningiin acto del:-servicio la —Regligsncia o o peters se sancionaba con justicia pero con la ma- yor firmeza. Sélo as{"un oficial en una jefatura aislada, a cientos: de kilémetros ‘de sus comandos naturales, era respétado con. afecto por-sus ‘subordinados, EI desemipefiarse bien; arbitrandose los medios, dentro del panorama de soledad inhéspita’ 7 peligrosa que imponen Ja selva y el desierto, modelaban su cardcter y lo enmarcaban.en una definida ‘personalidad. Un solo. pensamiento, el de ‘la’ Patria; un solo objetivo, el cumplimiento del’ deber, el que imponen claramente’ las normas que Jegislan y reglamentan la vida ‘del Ejército. 145: Que me perdone el Jectcr amable, he derivado'en ‘varios grados mi deseo de narrar un hecho que sucedié-hace ya tantos .afins; tomo. de nuevo-el hilo de mi relato, en base’ a viejos recuerdos. Por.orden del dia del Regimiento fui nombrado comandante de Ia Gran Guar- dio Lugones, Jefatura de la que me hice cargo. dentro del lapso que os Reglamentos imponen. Asf fue, que una mafiana casi al toque de diana, legué a Lugones con mi inseparable asistente Florencio Arre- jin, su compafiera la Tomasa y su hijita de dos .afios,, Tomasita, 16- gicamente mi ahijada, Pedi novedades, estudié minuciosamente los inventarios de ‘recepcién y di la orden al Sargento. 1° Salto, encargado del ier, escuadrén, en el.’sentido de presentarme a la totalidad del personal formado, para saludar a todos los componentes de mi Uni- dad. ‘Asi se procedié, espetndoles yo, unas breves palabras, como saludo general. Por escrito, ya daria mis directivas y érdenes més ade- lante, en su totalidad o paulatinamente segin y a mi juicio correspon- diera.Pasé casi.una semana observando, inspeccionando y por cierto sacando y discriminando consecuencias, Notaba algo raro, que no podia definir concretamente, hasta que un hecho simple sucedié y fue el que me dié'en definitiva Ia pauta de lo que estaba-ocurriendo, En general mis Suboficiales y soldados voluntarios tenfan compafiera, por cierto no eran casados, quién los iba a casaz, si no habia Registro Civil, y mucho menos Iglesia. Ast Jas cosas, cada cual se las arreglaba como podia y en la primera de cambio se unia.en concubinato con alguna mujer fortinera o cualquier otra, argentina, paraguaya o boliviana de las que deambuiaban por los pequefios poblados de. Pozo de, Tigre, Pirané, La Saladas, Man- zanita, Banderia, Ing. Judrez o la propia Capital del Territorio- For- moseiio, Jamés vi, ni oi, que un voluntario de Gendarmeria de Linea, fuera Suboficial .o soldado, volviera de alguna comisién por los Iu- gares fuera de Ja'zona militar, que no se trajera alguna paisana en ancas, Las cosas sucedian asi, asi eran y asi habla que tomarles. Las formas de este hecho sociolgico se venian observando desde muchos afios ‘atrés, como solucién de un problema tipicamente fisiolégico surgido del medio ambiente y las raices del asunto:eran ya muy pro. fundas, Hermoso problema para los licenciados.y doctorados en Socio- logia, que-tedricos avezados, aunque pricticos poco experimentados, hubieran tomado el hecho en sf, lo hubieren estudiado en profundi- 146 dad, después lo hubieren teorizado, discriminado y desentrafiado tam- bién en profundidad y luego. lo habrian leg:slado. En consecuencia y después de una magnifica pérdida de tiempo adicionada a una largs verborragia terminolégica sin consecuencias inmediatas ni mediatas, el asunto hubiera seguido sucediendo como ‘antes y como también estoy seguro, sigue ahora. Asi fue que recordando el viejo adagio “No hay que ser més papista que el Papa’, me dije “Amén”, siga “Pancho por la via". Pero el motivo de mi relato si bien esté rela- cionado © ligado a lo precedentemente relatado, tuvo en mi Gran Guardia, mayores consecuencias. Un dia por la mafiana of grandes gritos, insultos miltiples en castellano y también en guarani, sali de mi rancho alojamiento y observé, que dos mujeres se habian tren- zado a golpes, atafiazos y feroces tirones del cabello; ambas se re- volcaban por el suelo'y ninguna de Jas dos cedia ni un tranco e‘pollo. La guardia de prevencién, situada a mds o menos 50 mts. del lugar del hecho, ya se habia movilizado y dos soldados de la misma, pre- surosos egaron y sin mayores cortesias las separaron y Jas condu- jeron ‘a la Guardia, Los pobres milicos no sabian que hacer para te- nerlas distantes a la una de la otra y tampoco podian hacerlas callar a ninguna de las dos, pues ambas estaban enfurecidas, deseando seguir hasta el fin de su singular pelea. Después de un rato fueron apaci-- guadas y surti6 mucho efecto para lograrlo el verme a mi, que con ‘paso tranquilo me dirigia al “detall”, que se encontraba'a pocos me- tros de la guardia de prevencién. Dos soldados de guardia, las acom- pafiaron por separado hasta sus ranchos alojamiento, que colindaban, aunque separados por alambrados de cuatro hilos. ~ No pregunté absolutamente nada y di el hecho por no sucedido. Todo parecia haber quedado tranquilo y hasta olvidado, pero no fue ast, yo lo palpitaba pero en mis observaciones me convenfa llegar hasta el final y luego tomar directa intervencién. Una ficticia tranquilidad ambiente me tuvieron observante y con ojo avisor, hasta que comprobé, que dos bandos femeninos se habian formado y que se iniciaban los -ptimeros encuentros de lios femeninos que distossionarian en el fu- turo la disciplina y buena forma de vivir en mi comando de Gran ‘Guardia y fue entonces cuando me decid{ a tomar intervenci6n que €s como decir, “*tomé el toro por las guampas”. 147 A todo esto debo agregar que por supuesto:y con sabor’.amargo. en la boca, habla .comprobado que los. hombres y sobre todo los “con- cubinos” se hacian fos otarios, como si nada ocurriera ‘en sus ranchos en Ja Gran Guardia, motivo comprobado, que.no me sorprendi6, pero eso:si, me iridignd, Los camaradas que me conocen, saben'y muy bien que cuando me sacan de mis casillas y me enojo, suelo ser muy duro. ¥ ya no aflojo, aunque vengan degollando. Llamé al Sargento 1° encargado de 1a Unidad y le ordené, que esa tarde a las 17 horas, en el rancho casino, tuviera reunidos en semicirculo a todos los hombres que--tuvieran compafiera, pues yo tenia que hablarlos .y darles una-orden terminante, no comuriicin- dole tampoco a él, el motivo de la: reuni6n. : A la hora’indicada el Sargento 1” Salto, me presenté én semi- circulo: y en correcta. posicién militar, al personal’ indicado. Di las buenas tardes, hice’ poner’ en descanso y hablé as{: “Sefiores, esta Gran Guardia parece ‘estar manejada por las mujeres, hecho indigna més que peligroso, causa por ‘la cual esta noche el trompa de ser- vicio, después de -terminar: el toque de ‘silencio, dard el toque de atencién y ‘tres puntos y terminado el iltimo’ de ellos, cada*uno de ustedes retomard el mando de su casa. El procedimiento a elegir, para conseguirlo queda librado al criterio de cada uno de ustedes: Les:aseguro que nadie serd castigado por haber elegido. mal, bieu © mejor ‘la forma de ‘la toma del mando. Sargento 1°, usted, por su: jerarquia, y antigiiedad, estoy. seguro tomard: una excelente deter- minaciéni. Sefiores’ buenas tardes y. que el Sefior los ilumine. Pueden tetirarse”. = - ‘ . . 3 Cayé ‘la noche, una hermosa noche, cargadade estrellas en: el limpido’ cielo formosefio. .La ‘luna .clara y ‘himinosa’ parecia’ una ‘enorme. candela jamés cansade de alumbrar, ee Soné estridentemente €l clarin ‘de Jos: fortines, que. filigraneado en su embocadura, por Jos ‘habiles y gruesos labios del trompa de, servicio. provocaba los recuerdos; las afiotanzas, la felicidad y los placeres que Tas lejanas cudades, capitales, brindan @ granel a sus habitantes, ampatados por la civilizacién organizada, por la sociedad bien constituida, por los hogares. amorosos, dignos y -felices.. Todo esto nos estaba vedado, ;s6lo elevaba. nuestros espfritus engrande- ciendo nuestras almas el saber que ‘cumpliendo con un sagrado deber 148 para con nuestra Patria, ella nog reconocia como avanzados centinelas de la civilizacién, de que los demés ciudadanos seguitlan gozando,’ mientras nosotros en las lejanas fronteras, con la dureza del acero, firmes en las obligaciones que imponen al soldado sacrificios, do-1 Jores y sangre, simplemente con'dignidad y cristiana humildad, cum- pliamos con nuestros deberes para con la Patria y nuestro Gobierno. Finaliz6 el toque de silencio y se oyé el toque de atencién y tres puntos. Luego... pocos minutos después en cada rancho alojamiento se apagaron las luces... se sentlan ruidos raros, extrafios... jalgu- nos ayes de dolor!... js6lo alguno que otro grito aislado!... jal- guna esporédica corrida, nada mis, todo quedé en silencio! Al parecer se volvié a imponer el patriarcado y los hombres volvieron a tomar su mando natural. Supe mucho después que cada concubino habia esgrimido sus razones con toda contundencia. La paliza fue general y todo quedé en silencio, todo se olvidé y la paz reind desde ese dia en mi Gran Guardia. La enfermerfa trabajé mucho, fue inusi- tada la movilidad del Sargento enfermero y sus ayudantes, se gasté bastante alcohol, drnica e iodo; determinado nimero de gasas, al- gunos metros de venda, unas docenas de aspirinas y nada més. Asunto concluido y.expediente al archivo, para ser cremado. Sé que los. afectos a la Sociologia, los Doctores y licenciados en esta ‘magnifica y necesaria disciplina, pueden no coincidir y no estar de acuerdo conmigo, pero qué otra determinacién podia tomar yo que desco- nocfa en-absoluto el “‘metier” y que.ademis estaba lejos, por ejemplo de 1a. Facultad del Salvador?... 4No le parece estimado’ lector? Yo procedi como pude, posiblemente sin inteligencia, pero-eso si, lo hice con. viveza -y el resultado me-dio la razén y sin pérdida de tiempo. Comandé la Gran Guardia Lugones, durante dos afios y sin no- vedad, ~~ Le -aseguro amigo lector, que recordé mucho el viejo adagio-que nos dice: ‘A Dios rogando’y con el mazo dando”, EL BAILE DE LOS SABADOS ‘En las Grandes Guardias y Fortines las diversiones eran muy: es- casas por no decir que no existlan, Sin embargo los sdbados por la tarde ylos domingos, que se consideraban dias de descanso, siempre se improvisaban algunos partidos de futbol, tiro al blanco, sobre 449, todo blasicos mévviles, juegos de baraja, ajedrez, damas y dados, pero, el cumplimiento de esta orden tenia por cierto una relative elasti- Cidad, pues el personal jugaba por tarros de durazno que no habia, Pero que podrfan llegar alguna vez, en carros de comerciantes que tecorrian la zona militar con su debida autorizacién y que no sélo trafan tarros de durazno, sino bebidas, cigarrillos, prendas femeninas de vestir, espuelas, maneas, cabezadas de bonito y hébil trenzado, Cigarros, algunas frutas de estacién, naranjas, melones y sandias, ci- Garros pof y poguazi paraguayos, etc., una mezcla indiscriminada, dual y versatil, que Sorprend{a, pero que en el espacio de un dia y su noche, el comerciante vendia en su totalidad. El hombre de fortin compraba cualquier cosa, todo, hasta lo més intitil o innece- sario alli valia y se compraba, quizés a doble precio, pero se ad- quitia, la cuestién. era gastar el dinero en algo, lo que fuera, Los comerciantes con permiso, los cantineros de las Grandes Guardias y los némades mercachifles, hacian su Agosto recorriendo con sus carros bién provistos de chucherfas la linea de fortines, eran bien recibidos y muy esperados, las razones obvias.... En relacién con Jas casi nulas posibilidades de promover ‘algunas o por lo menos al: guna diversién honesta para mis hombres, ordené y reglamenté Jo que se dio en Iamar “el baile de los sfbados”. As{ fue que reunf en mi rancho Casino, a todos mis suboficiales, algunos voluntarios y al cantinero Duarte y en conversacién franca y amistosa, em zamos a organizer la diversién. En principio se hablé de orquesta, que con rapidez fue fotmada, componiéndose ella de un violinista,- dos guitarras, un bombo y un ‘flautista, un quinteto que resolvimos Se conocieran ‘entre sf y s¢ ejercitaran diariamente, durante no menos de dos horas, En principio las piezas -bailables a tocar serfan, vals, zamba, polca (Chamamé), tango, paso doble, chacarera, Santr Fe, etc, De pieza en-pieza: diez minutos de descanso. para los misicos, 2 los que cada cinco piezas con entusiasmo tocadas, se-les servirian una copita, administrada por el Cantinero, don Duarte y sus dos asistentes designados en. cada baile, como mozos de servicio, los que también podfan ‘gozar del baile, en el descanso: de los menesteres. a cumplir, 7 ‘La concurrencia masculina y femenina al baile de los S&bados, se decret6 obligatoria, Slo podian no concurrir los enfermos o enfermas, 150° debidamente’controladas estas inasistencias, por ¢l encargado’ del. es- cuadrén Sargento'1* Salto. Como habia algunas mujeres que en sus ilegales un.ones, tenfan hijos, algunos muy pequefios y mamando, se ordend que debajo del tinglado de las cuadras, frente a la plaza de ‘armas de la Gran Guardia transformada en pista de baile, se coloca- an no menos de 10 camas con mosquiteros, para alojar debidamente a los pequefios, los que debian ser observados cuidadosamente, por-el imaginaria nombrado para el cumplimiento de tan serio y hogarefio trabajo. La duracién del baile se teglamenté en no menos de 4 horas, empezando Ja misica.a las 21,30. El baile en sino se podia empezar hasta la Megada del comandante del escuadrén, en este caso yo. El encargado del-escuadrén presentaba la reuni6n bailable, daba las no- vedades por escrito, yo daba al conjunto las buenas noches y al arran- car los misicos con la pieza bailable elegida, me adelantaba y solici- tando: galantemente el baile a la concubina de mi Sargento 1°, la Dofia Antonia, la funcién bailable se declaraba ‘abierta, todos sacaban sus compafieras y lo.demés ya se sabe, cada cual hacia gala de sus conocimientos en 1a danza como mejor pudiera, Se pasaban momentos muy agradables, se bailaba, se conversaba, se contaban Cuentos y todos se sentian agradados y felices; ¢qué me- nos se les podia brindar a todos estos hombres que s6lo cumplian con dignidad y discaplina sus deberes militares? La guardia de prevencién custodiaba que Ja gente, tanto.mujeres como hombres, no se pasaran en la bebida, ni deyaran de ser educados y galantes con las damas for- tineras; el que se desviaba de estas normas, pasaba como huesped a uno de los calabozos fort.neros, llamados mas bien “vinchuqueras”, pues habitaban en ellos cantidad de vinchucas negras,.peores que los tébanos, pués eran menos cordiales y més insistentes en sus ataques que aquellos. Recién al otro dia se los sancionaba con recargos en el trabajo’ diario, Sin embargo, muy pocas veces sucedian estos hechos desagradables, todos se comportaban con correccién, ademés sabian que el insistir en mal comportamiento podia traer como consecuencia Ja suspensién del baile de los Sdbados. Ast.eran’ estos hombres, casi como nifios, yo sabla que eran ca- paces de matar-y morir, din’ que se Jes moviera un’ pelo, pero también sabia y mucho, sobre su bondad humana, su valor infinito y. su leal- 151 Carro aguatero. El agua se cargaba en el Madrején y se repar~ ta en el fortin. tad sin limites. Hablan conquistado mi carifio y yo los cuidaba como si fueran mis hijos. En mis conversaciones con ellos siempre les recor- daba: que las “‘diversiones eran placer y las obligaciones un deber”. wv LOS AMORES DEL CABO ALMIRON No recuerdo donde, habia leido un concepto sobre el amor, que || me parecié de perlas. La verdad filos6fica que encerraba su profundo contenido me hizo reflexionar y finalicé mi andlisis descriminativo dandole la raz6n ‘al ‘desconocido autor. El contenido era simplemente este: “Los amores.son como los hongos.. No se saben’si son nocivos i ". Lo cierto del asunto es que.no pocos. amores-han Ilevado al ser humano.a complicaciones tan serias como Ja separacién, el. divorcio y lo. que-es peor hasta el ‘crimen, que los jutistas aman pasional. i z Bien, el asunto qu voy a relatar sucedié hace mucho ti més.o menos 30 afios atrds. Me desempefiaba como Jefe del Fortiel “Descanso” dependiente de la Lines del 2° Escuadrén, cuya Gran Guardia era, "La Soledad’ al mando en esos atios, del Capitin Don t ‘Orlando Ferreyra. g 152 Dentro de la dotacién de'mi fortin, tenia yo un-Cabo de apellido Almir6n, correntino por cualquier costado que se lo mirara. Era Al- mirén enormemente gordo, pesaria en aquel entonces unos 122 kilos y aunque su estatura era mayor de lo regular, su barriga impresionaba por lo voluminosa, Con todo, sus movimientos, eran de una agilidad sorprendente para su excesivo peso. Su inteligencia bastante reducida, aunque era vivo y habiase demostrado hombre valiente en. muchas oportunidades. Después de una comisién que se Je encomends para el transporte de la correspondencia y un carro de Las Lomitas, asiento de la Jefatura' del Regimiento, comision que dur6 4 semanas, volvid 1 Cabo Almirén, pero no solo. De su peculio personal habia com- prado una mula de andar y encima de la misma, trafa “una dama”, una “guaina” como el decia, joven y buena moza, que habia enamo- rado en Las Lomitas y segiin después se supo, Ja ilevé con consenti- miento de la madre, a 1a que adotné con unos pesos y otros regalos que le hizo, de manera que efectiviz6 su conquista y se la trajo. El hecho sin consecuencias en lo ambiental de 1a zona militar en que ocurria, quedé definitivamente consumado ya otra cosa, Conociendo Almirén las normas consuetudinarias al respecto sobre’ amores, con- cubinatos, separaciones y otras yerbas, dej6é en la casa del Sargento 1” Retirado Sobrino, el que habia sentado sus reales'a 2/2. kilémetros® al sud del Fortin, en su casa y comercio de frutos-del pafs, como el la Mamaba, a la “Guaina” ya la mula que la transports. : Se ptesenté en la Guardia al’ Sargento-Ciceres, mi segundo. en-el mando. y después de dar novedades, entregar la correspondencia .ofi- cial y personal que transportaba desde Las Lomitas, contd sus ‘cuitas 7 Cheeres, el que serio y sereno, lo escuché hasta el. final, diciéndole ote aa me ae cuenta al Sr; Tenienle Jefe-del Eels Serian " -de-la-mafiana y-ya-el-personal _dejabs_los-teabajos-: ordenados para higienizarse y esperar el ansiado toque de saacho, “ee aeat —s segundo, me did. is ‘novedades; me a genci inali | que el comideraba adecudament el servic, me cont todo sob lor al a Almitén y me comunicé la ‘proximidad de la dama leads na, demi comando. Los dos, continudbamos miréndonos ren » Pero ambos .con una, amplia ‘sonrisa que culminé ‘en una catcajada: Bueno dijé yo, que después de Ja siesta, o sea.a las 153.) 16 més o menos, que el cabo Almirén y su futura, se me presenten en el “detall” del fortin, agregando, “Ud. también debe presentarse”. Dije buenos dias y Ciceres, mi segundo, se retiré. A las 16 en punto me encontraba ya sentado en mi silla de junco frente a mi mesa ue madera sin iustrar y alli recibi con la mayor se- tiedad a los recién casados, presentados a mi por Céceres, mi segundo en el mando, Salude a toaos con cordial.dad, di la mano a Ja dama, Jos hice sentar, y con ceremonia de registro civil o juzgado de paz, Jes espeté un pequefio discursillo, que recuerdo fue asi: Bueno sefiora, aqui Ud. es bién recibida, pero depe saber que en estos casos y en la zona militar que el Regumento controla, depe Ud. encuadrarse en lo que la costumpre nos aconseja seguir como norma de conducta y esto se resume en : 1°) Debe Ud. cudar el equipo de su esposo, tenerlo limp.o y listo para ser utilizado en cualquier momento; 2") Debe Ud. Cuiaar primorosamente de todo efecto, objeto o encer que el fortin le provee; 3°) Debe Ud. ser respetuosa con los que mandan y buena y servicial vecina con todos los otros hogares constituidos, dentro de Ja zona del fortin y sus alrededores; 4") Debe Ud. hacer una vida decente, no provocando ni aceptando disturb.os de ninguna naturale- za; 5°) Debe ser Ud. fiel a su compaiiero en todo momento y ocasién; 6*) No debe Ud. ser chismosa, caiumniadora o mentirosa; debe Ud. fespetar y hacer respetar toda regla moral impuesta en Ja vida en co- min dentro de la pequefia Sociedad en que desarrollar4 su presente y futura vida fortinera, Después del pequefio discursillo, que era a mi entender una buena raspa de pelo y contrapelo, bien clara y compren- sible di el asunto por terminado y de inmediato dije: bueno- Cabo Almirén, leve su mujer y preséntela 2 los demés, luego y momen- ineamente déjela a vivir en lo del Sargento 1° Retirado Sobrino. El cabo saludé y se fue con su mujer que creo se Mamaba o la apodaban la Tranquilins. Quedé solo conmigo mi segundo el Sargento Céceres, a quien ordené hiciera construir un alojamiento de cuarto, cocina y bafio para Ja nueva pareja. Con trabajo firme y constante esta orden se cumpl:6 debidamente en quince dias bdbiles y yo anmenté en un stbdito ms mi dotacién femenina fortinera. Asi las cosas, empez6 a correr el tiempo y al mes y medio empezaron los tropiezos, las nove- dades y Jos lios provocados segiin declan. todos, por la Tranquilina, que a decir verdad no hacia honor a su nombre, pues era. vivaracha, 154 por demés conversadora, sumamente provocativa y amante de los en: treveros, donde el chisme se imponia peligrosamente. Muy pronto y después de una investigacién a fondo comprobé, que la tal Tranqui- Jina, ademis de todo lo ya observado y comprobado, tampoco tenia Jas virtudes de Penélope. Cada vez que el Cabo Almirén, salia en cumplimiento de alguna misin u orden del servicio, ella aprovechaba el hecho y Je era absolutamente infiel. Esto no podia suceder y mucho menos ser soportado en silencio. Llamé a mi segundo Cfceres y tuve con é1 una interesante conversacién, el también ya se habia anoticiado de todo lo que ocurria, asi fue que lo llamamos ‘al Cabo -Almiréa, le expresamos lo que sabiamos y le ordenamos que dentro de las 24 ho- ras siguientes la evacuara del fortin llevdndola.a Las Lomitas de donde la habia traido, le recomendamos que si él vela una posibilidad de entregirsela a 1a madre, as{ lo hiciera y a otra cosa. El correntino Al- mirén, tom6 Ja cosa con tranquilidad y.hasta me parecié que ya él habia olido lo que pasaba, pues sin opinar nada a las 24 horas ya habia vensillado y él y la Tranquilina tamaron al trotecito en direccién a Las Lomitas. A la semana Almirén, mi gordo Cabo, estaba de vuelta y fAuevamente soltero, Era un milico bueno, h4bil en todo trabajo gaucho, yo sentia por el gran simpatfa y por ello fue que me.cref obligado a conversar con el a solas, Fue asi que recordé la filoséfica verdad que contenfa aquella bien formada frase: “Los amores son como los hon- -B0S, no se sabe si son nocivos hasta que ya es demasiado tarde”. Lé- Bicamente que se la expliqué, desmenuzando bien su contenido con faciles y sencillas palabras; Almirén me comprendi6, me dio las gra- cias, yo le tendi mi mano que él, muy. respetuoso, apreté diciéndome; esto lo voy a tener muy en cuenta para més adelante mi Teniente. Y como final de este veridico relato, recordamos a Shakespeare, cuando sostiene que, “la mujer es un manjar digno'de los dngeles, cuando no Jo’ guisa_ el diablo”. EL LEVANTAMIENTO CIVIL DE INGENIERO JUAREZ . Estimado lector, yo s6lo relato lo que wi, of e hice, lo hago no ‘como avezado escritor literato .o estilista, sino simplemente y con sen- cillez, segin ocurrieron los hechos;.ni sal, ni pimienta.o pimentén, agtego a ninguno-de-ellos y que me libre“el-Sefior de. ser pesado en .Mis,.nacraciones, como aquel escritor y novelista que era tan pesado que sus libros parecian: ‘tratados de minetalogla./Repito que. si no Buatdo estilo es porque reconozco que se manejar un sable mucho ymejor que una estilogrdfica, eso si, estoy lleno de recuerdos, feliz los revivo y yn deseo inmenso me subyugs, por ello bien o mal, log vuel- co al papel y los transmito como puedo al lector complaciente. Esta chonesta y sincera declaraci6n, casi me pone a salvo, segin creo, de la critica fuerte y en profundidad que mis relatos merezcan. Después: de todo, soy yo, quien més se critica. Luego de-este intcoito, que con- ;sidero muy necesario, entraré de leno a relatarles lo que pasé en el levantamiento civil de Ingeniero Judrez. Corrla segtin recuerdo el verano de 1933. El Gobernador del’ | Tertitorio de Formosa, que no era atin Provincia, el Coronel Toledo y el ' Jefe de la Guarnicién Militar, el Tte. Coronel Don Julio Tesén, con ‘asiento en Las Lomitas; este poblado ya con pretensiones de ciudad ‘e Ingeniero Juarez se encontraban enclavadas en I linea del ferrocartil de Formosa a Embarcacién, linea férrea, cuya construccién en aquel sentonces, no se habia terminado, La guerra entre dos Naciones her- manas, Bolivia y Paraguay continuaba y con violencia. Ingeniero Jué- “ez ya no pertenecia a 12 Zona Militar que guacnecia nuestra unidad, el Regimiento de Gendarmerfa de Linea y tenia en ese entonces al- gunas autoridades civiles. Una comisaria no muy bien dotada de ele- mentos'ni de personal, era mandada por el subcomisario Loizaga y contiba'con un sargento, un cabo’ y tres agentes, en total 6 hombres. ‘Un rancho viejo de chorizo y'techo dos aguas de totora, lucia en su frente un’ asta y una flamante bandera nacional, esa era la Comisaria del poblado ‘de Ingeniero Judrez. Yo me encontraba circunstancial- mente en Las Lomitas instruyendo dos sumarios, uno civil, por .ase- —-sinate;-que-debie-ser-elevado-al_Jueztetrado-del_territorio,-hecho_de' sangre, que habla sucedido dentro de la Zona Military el ‘otro, un sumario militar por insubordinacibn. As{’ las cosas, fui Ilamado'con urgencia por el Jefe del Regimiento, Eran las 16 horas de un dia muy caluroso y nublado, un molesto y aplastante viento norte soplaba sin interrupcién, poniendo los nervios de punta. Era verdaderamente agobiador soportar el viento’ norte durante varios dias, nadie se en- contriba cémodo cuando esto ocurria y les aseguro que sucedia ‘con da mayor frecuencia, Son dias estos, en que toda ‘clase de, viboras salen- 156 de paseo y no es nada dificil ni sorprendente, encontrarse dentro del rancho alojamiento con una Yarara, una cascabel o una de la cruz, Nada raro, sélo hay que advertirlas, matarlas y 2 otra cosa, Me presenté a mi Jefe, muy tranquilo por cierto, era hombre de + nervios-de aceto, [leno de recursos-y habilisimo en 1a seleccién y ma- nejo de los hombres. Me dijo: Vea ‘Tte. Golpe, acabamos de ‘recibir. por la linea telegrafica del Ferrocarril, un comunicado donde se nos pide nuestra colaboraci6n, pues al parecer existe una grave alteracién del orden piblico en'el poblado de Ingeniero Judrez. He confirmado el comuriicado y hablado con el Gobernador Coronel Toledo, el que ademés me pide sea Ud. el que mande la comisi6n; demés esté de- citle que he aceptado complacido porque: estoy seguro que Ud. cum- plird debidamente con'el.cometido de la misién que se‘le asigna. Emocionado agradeci al quetido Jefe la confianza que en mi de- positaba y me preparé con rapidez para el cumplimiento de Ja orden. Elegi al Sargento Pacheco como mi segundo en. el mando, al. cabo Pérez, al trompa Yegro y di la orden a Pacheco para que seleccionata 1.10 voluntarios, del 3er. escuadrén con asiento en Lomitas. 50 :car- . tuchos por hombre, catabina y sable largo, equipo liviano, una manta, mosquitero y caramafiola, un cuaderno, lapices negto, colorado y azul, lo demés en mi cartera portapliegos de reglamento, Se nos puso a dis- posicién un -auto, de via con su motorista, el vehfculo-y :el motorista eran del ferrocarril y por ende un civil, no beligerante. La orden me fue dada a las 16,30 horas, a las 18 horas partimos. Enel Japso' de ° ‘preparacién: del personal, Iegé otro telegrama por Ia estacién de Las Lomitas, donde se nos comunicaba’ que, la. Comisatia y la estacién hhabian sido tomadas y ocupadas por los elementos subversivos,. unos 250 camioneros que -deambulaban por la zona de. Ingeniero: Jidrez ; como. transporistat se_provisiones de: toda. Indole. para_tzopas_del. ‘Ejército ivia en guerra con el Paraguay. El'telegrama‘agregaba. que el Subcomisario Loizaga, habia recibido una pufalada, whee dose si habia fallecido o se encontraba: mal herido y ‘grave, El‘asunto- se ponia cada vex mis interesante y la‘aventura‘prometia-ser magni. fica, Me despedi de mi Jefe en 1a Estacién. Las Lomitas, di Ja‘ orden. de embarque y @un toque de atencién ef vehfculo, auto de via ferro. °: Viario, partié hacia Ingeniero Juirez, mi reloj,.mércaba 193°18,30 hs.~ Angen.ero Juarez quedaba después de dos estaciones, Banderita y Man- 157" zanita, quizfs a-unos 90 kilémetros de Las Lomitas. Mis ‘6rdenes las di frente a todo el personal mientras el vehiculo recorria Ja distancia 4 no menos de 40 kilémetros por hora. A las 20 horas velamos ya. los faroles bombillos de kerosene, que mediocremente alumbraban la es- tacién de Ingeniero Judrez. we Las érdenes dadas por mi eran claras y terminantes. A 500 me- tros de la estacién alto. Pie a tierra y en 2 columnas de 1 suboficial y 5 hombres a cada lado de la via, Yo y el trompa de érdenes en el centro de la misma, carabinas cargadas, en seguro y a la bandolera. Avanzariamos 4 pie y sobre la estaci6n, el trompa Yegro tocaria aten- cién y carga. La estacién estaba zepleta de sombras que se movian de -un lado al otro y casi seguro éra que ya nos‘habian avistado cuando echamos pie a tierra’a ambos costados de la via. Llegamos y. yo re- forcé el toque-de carga, con dos dispazos de mi pistola de Reglamento, esta actitud ya la conocian mis hombres los que en el acto desenvaina- ton los sables:largos y pot ambos andenes, entraron a repartir planazos a diestra y‘siniestra, sin consideracién alguna, pero eso si metédica y disciplinadamente, exacto y como yo lo habia ordenado. Diez minutos. después la estacién estaba absolutamente evacuada, podiamos decir li- teralmente limpia, salvo unos diez hombres que habian sufrido algunas heridas cortantes leves, pero que debian ser algo dolorosas por 1a for- ma en que.se quejaban. En general, en una sableada de cierta enver- gadura, alguno de mis*hombres habré’ creido que el golpe de filo, seria més eficaz que el ya conocido planazo. Yo me dije, jjAmén!! Pues reconozco que en entrevero tal, cualquiera se equivoca, sin deseo alguno de provocar males: mayores. A los contusos ordené me- terlos en Ia pequefia sala de espera de la estacién dejéndolos custodia- dos por uno ‘de'mis hombres armado, Bl jefe de la-estacién y su auxiliar salieron de su domicilio, pélidos y gorra en mano me presentaron sus respetos y se pusieron a mis érdenes. Les pregunté si.el telégrafo fun- cionaba'y me contestaron que sf, pero que los amotinados no les k abfan permitido utilizatlo, Marché de inmediato a la Comisarla, donde en- contré al Subcomisario Loizaga, con una herida de arma blanca en el costado derecho del pecho y a la altura de Ja tetilla, séguramente tenia - interesado ‘su ‘pulmén, Lo cuidaban en ese instante dos de. sus vigi- lantes y el idéneo de farmacia del poblado, al-yue ordené se trasladara a la salita de espera de Ja estaciéa, con algunos elementos de primeros* 158 tan soldado voluntario que sprendia el 0. auxilios para curar a Jos contusos que alli habia dejado. Hice colocar una colchoneta sobre un eldstico de una cama chica, de una plaza, donde con los recaudos debidos al caso, pusimos al subcomisario he- rido y lo levamos a la estacién embarcdndolo en el auto de via, con destino a Las Lomitas, donde el médico del Regimiento, Tte. 1° Reyes Oribe, se haria cargo de él y tomarfa sin duda alguna, las. medidas necesarias para su curaci6n absoluta en Ja enfermeria, 0 lo evacuaria, en el tren hacia Formosa, Yo con el resto del personal me alojé en la Comisaria donde ubiqué mi Comando. Puse bajo mis 6rdenes al Sar- gento, cabo, y vigilantes, instalé una Guardia de prevenci6n y sentén- dome en el escritorio del Subcomisario Loizaga, escribi un bando mi- Jitar, claro, pero con érdenes firmes y terminantes, que decia més o menos lo siguiente: Bando Militar, De orden de la autor'dad Militar, que ha tomado bajo sus érdenes el Pueblo de Ingeniero Judrez, a sus habitantes afincados en é1, como asimismo a los transeiintes y pasajeros en el mismo, que se ajustardn estrictamente al cumplimiento de lo que este bando: militar ordena: 1° Toda persona que entre o salga del Pueblo de Ing. Judrez, de- berd presentarse al Destacamento Militar con sus documentos de identidad, ‘2° Todos los negocios, almacenes, bares, etc., cerrarin sus puertas @ las 20 horas, 159 3° No se podré portar armas de. fuego o' blancas. 4 Se prohibe terminahtemente cualquier retinién de personas en las calles o en las casas, a cualquier hora del dia o la noche. 5° Bl toque de queda se. tocaré con clarin a las 21 horas. 6 ‘Después del toque de queda todas las personas que s¢ encuentren fuera de sus domicilios o alojamientos, serén arrestadas y condu- _cidas.al Destacamento Militar. T° ‘Caalquier’ desobediencia o. infraccién a estas drdenes, serd san- cionada con ‘la mayor rigurosidad. . 8° Todo.conductor de camionés 0 carros deberd presentarse a las 8 horas de! dia de mafiana con todos los documentos personales de identidad y los correspondientes vehiculos del cual sea con- ductor. 9° Desde el momento que este bando militar, sea colocado en lu- gates a [a vista del poblado de Ingeniero Judrez, se dard. por co- nocido-y se aplicardn sanciones a toda persona que no ajuste sus procederes al mismo. 10* Nadie-podré poner-en marcha su -vebiculo, hasta que Ja Jefatura Militar lo ordene, por escrito. EL Jefe Militar Firma y grado Sin petdida de tiempo el Sargento de pdlicia, que tenia muy bue- na ‘Jetta, confeccioné 10 ejemplares que fueron fitmados por.mi. Mi segundo el Sargento Pacheco los pegé en la estacién y en los nego- “

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