Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
CENoposiciones 2010 - Filosofia - 54 - 13 - Unlocked
CENoposiciones 2010 - Filosofia - 54 - 13 - Unlocked
54 FILOSOFÍA
La revolución científica.
Galileo y Newton
28-14665-13
Temario 1993
tema 54
filosofía
1. La revolución científica
1.1. Sentidos de «Revolución Científica»
2. Galileo
2.1. La astronomía de Kepler
3. Newton
3.1. La síntesis newtoniana
3
tema 54
filosofía
INTRODUCCIÓN
5
tema 54
filosofía
1 La revolución científica
A pesar de la hoy reconocida ambigüedad del término, se puede afirmar que la Revolución Científica
por antonomasia es la acontecida en Europa entre los siglos XVI y XVIII, cuya principal consecuencia
es el nacimiento de la ciencia moderna en el seno de profundos cambios económicos, sociales,
culturales y políticos. Limitada en el tiempo por los logros fudamentales llevados a cabo desde Co-
pérnico a mitad del XVI hasta Newton a finales del XVII, dicha revolución alcanzó madurez y difusión
entre los ilustrados del XVIII, y era percibida como tal por sus contemporáneos. La ciencia que pro-
tagoniza esta revolución es la física, si bien puede decirse que las transformaciones en astronomía,
química y fisiología, entre otras disciplinas, están inspiradas en buena medida por el espectacular
avance de la física.
Ha sido en el siglo XX cuando más se ha reflexionado sobre el sentido de aquella revolución. En con-
traposición a las tesis positivistas del siglo XIX, como la de Ernst Mach (1838-1916), quien encuentra
en la mecánica galileana el mejor ejemplo de método empirista y una prueba del progreso de la
ciencia, o la de Pierre Duhem (1861-1916), que apuesta por una visión continuista y acumulativa
del conocimiento, remontando los orígenes de la ciencia moderna al siglo XIII, la historiografía de la
ciencia en el siglo XX empieza a tener en cuenta el contexto propiamente histórico, social y cultural
del progreso científico. Por un lado, Herbert Butterfield (1900-1979) populariza en los años cuarenta
el término entre el público no especializado y, por otro lado, filósofos como Alexandre Koyré (1892-
1964) comienzan a inscribir la revolución en una historia discontinuista de la ciencia, representándo-
se como una «mutación intelectual» que cambia la visión del mundo. Otros, como el sociólogo de
la ciencia Robert K. Merton (1910-2003), subrayan además la relevancia de los factores «externos»,
sociológicos, como la situación religiosa, política y económica de la Inglaterra del siglo XVII.
Los estudios sobre el significado y alcance de la Revolución Científica llegan a su máximo apogeo en
los años sesenta con la obra La estructura de las revoluciones científicas (1962) del filósofo e historia-
dor Thomas S. Kuhn (1922-1996) . Mediante la noción clave de «paradigma», la historia de la ciencia
queda dividida en dos grandes grupos alternos: periodos de «ciencia normal», en los que la actividad
científica desarrolla un programa de investigación determinado, y periodos de «revolución», en los
que éste es puesto en cuestión por nuevas teorías que permiten solucionar aquellos problemas
que, engendrados por el anterior paradigma, es incapaz de resolver por sí mismo. Sin embargo, no
toda resolución de anomalías conlleva una revolución, pues ésta comprende todos los planos de la
investigación científica.
Mediante una explicación a la vez externalista e internalista, Kuhn considera que se produce una revo-
lución cuando una crisis en la ciencia normal desemboca no sólo en un cambio de contenido (princi-
pios, teorías, conceptos...), sino también de los métodos empleados por los científicos, los problemas
que resultan pertinentes, las normas adecuadas para su resolución y la organización institucional de la
comunidad científica. Así, una revolución es una transformación global, una ruptura en las tradiciones
que suele desembocar en una redefinición de las disciplinas científicas al alterar sus objetos de estu-
dio. Frente a la visión acumulativa del saber científico, Kuhn postula la inconmensurabilidad de los pa-
radigmas, pues cada uno supone una visión del mundo distinta al responder a problemas diferentes,
6
tema 54
filosofía
de modo que sus resultados no pueden ser comparados en un mismo plano. De esta forma, se limita
el progreso científico a los periodos de ciencia normal, entendiéndose entonces como el desarrollo
de un cierto programa de investigación y no como un acercamiento a la verdad.
¿Cuáles son los dos sentidos fundamentales de «Revolución Científica»? Determina cuál de
los dos es importante en este tema y explica dónde y cuándo tiene lugar su referente.
7
tema 54
filosofía
XX Renacimiento
El movimiento renacentista de los siglos XIV, XV y XVI puede considerarse como un precedente di-
recto de la ciencia moderna. A fin de cuentas, el espíritu que lo animaba era romper con la tradición
medieval y volver a los clásicos griegos y romanos. Sin embargo, en ese periodo conviven muchas
tendencias y se mantienen todavía muchos de los dogmas religiosos que impedían un acercamien-
to científico moderno a la realidad. Así, no fueron tanto los contenidos y métodos renacentistas
como su nueva actitud ante el hombre y la naturaleza lo que posibilitó la Revolución Científica.
Un ejemplo de ello es Nicolás de Cusa (1401-1464). Aun siendo cardenal de la Iglesia, renegó de
Aristóteles y recuperó el pensamiento platónico (derivando hacia el pitagorismo) en su convicción
de que el Universo podía ser matematizado. En este sentido, empleó las matemáticas para elaborar
complicados argumentos místicos, cuyas conclusiones podrían parecer revolucionarias (la Tierra no
es el centro de universo porque, si sólo Dios es absoluto en el Universo, entonces toda posición es
relativa; los astros no se mueven en circunferencias perfectas porque sólo a Dios corresponde la per-
fección; el universo no es ni finito ni infinito, pues sólo Dios es infinito y, si fuera finito, estaría limitado
por algo, pero no lo está, etcétera). No fueron revolucionarias porque, a pesar de defender el uso de
las matemáticas y la experimentación, sus conclusiones tenían una base teológica y no científica.
Aunque su método seguía siendo en el fondo medieval, estas nuevas conclusiones abrieron el ca-
mino a las novedades científicas.
8
tema 54
filosofía
Donde más se hizo notar este cambio de actitud fue en la llamada «filosofía de la naturaleza». Pen-
sadores de influencia neoplatónica, rechazaron la Escolástica y la metafísica aristotélica para volver
su atención a la naturaleza. Concebida como la physis griega, pensaban que por debajo de la expe-
riencia sensible la naturaleza estaba llena de fuerzas ocultas que la animaban y que, por tanto, era
preciso conocerlas para poder controlarla. Eso implica que las fuerzas naturales ya no son trascen-
dentes (designios divinos) sino inmanentes; que, aunque criatura de Dios, la naturaleza posee su
propia dinámica que es preciso conocer. Supone además una nueva confianza en las capacidades
del hombre, que se propondrá como tarea el desvelar los misterios de la naturaleza. Así, el hombre
puede conocerla si la estudia directamente, sin necesidad de recurrir a argumentos teológicos. Esta
nueva autonomía de la naturaleza permitirá romper con la cosmología aristotélico-ptolemaica, pues
comenzará a calar la idea de la similitud entre el macrocosmos y el microcosmos. En una naturaleza
autónoma y unificada, se buscarán las mismas leyes, rigiendo tanto para lo más grande como para
lo más pequeño.
A pesar de todo, esta concepción de la naturaleza todavía no es científica, pues en ella aparecen ele-
mentos típicos de la magia y la alquimia. Paracelso (1493-1541), por ejemplo, hace uso de una proto-
química basada en principios alquímicos (mercurio, sal y azufre) para elaborar una medicina distinta
a la galénica. Frente a la teoría de los humores, propone la búsqueda de la quintaesencia, principio
(en el sentido del arché presocrático) de la vida. Dejaba de considerar así las enfermedades como
desequilibrios para dotarlas de entidad propia, localizándolas en determinadas partes del cuerpo y
teniendo sus propias características. Defendía además que la medicina no debía estudiarse en los
libros sino mediante la experiencia, desvelando los secretos de la naturaleza mediante la práctica. Se
lo conoce por sus esfuerzos por introducir productos químicos en medicina, en la convicción de que
un veneno, en pequeñas dosis, era capaz de curar.
Todos estos cambios tuvieron como fondo el desarrollo de la técnica, que se produjo a partir del siglo
XIV con el nacimiento de las ciudades. No sólo aumentaron los problemas técnicos (suministro de
agua y alimentos, desagües, armamento y defensa en la guerra) sino que, sobre todo, se incrementó
el comercio, y con él los medios de comunicación. Junto a ellos nace la burguesía, nueva clase social
que comienza a mirar la naturaleza como un medio, sobre todo, en el sentido de medio útil. Eso
incide en el deseo de conocerla para dominarla, controlarla y, en última instancia, sacar beneficio.
Por otra parte, maestros artesanos y experimentadores emplean las lenguas vernáculas en lugar del
latín, que desconocen, lo que da lugar a un doble movimiento cuya consecuencia es la extensión
del conocimiento científico. Por un lado, la ciencia empieza a hacerse en lengua vernácula (el Gres-
ham College será la primera institución que en 1598 imparta todas sus clases en inglés) de manera
que los artesanos comienzan a aprender geometría, etc. A su vez, al carecer éstas del vocabulario
adecuado para expresar ciertos conceptos y relaciones científicas, comienzan a emplearse las mate-
máticas como lengua universal. El manejo de estas matemáticas convertía a los meros artesanos en
ingenieros y artistas, dándoles el estatus de artes liberales que antes se les negaba. Se reconoce así,
por primera vez, que en el trabajo manual participa también lo mental, lo que supone un uso de las
matemáticas, que ya no es simplemente teórico, sino eminentemente práctico.
Mientras tanto, quienes aún se aferraban a Aristóteles (averroístas y alejandrinos principalmente), se
alejaban de la ortodoxia para, a través de los comentarios de Averroes (1126-1198) y Alejandro de
Afrodisia (fl. 200), volver al Aristóteles físico y observador, defendiendo la teoría de la doble verdad
(científica y religiosa) y la posibilidad de una ciencia única y universal.
9
tema 54
filosofía
10
tema 54
filosofía
un día, lo que obligaba a continuas precisiones). Postular el Sol como centro del cosmos permitía
relacionar el tiempo empleado por los planetas en realizar una revolución con su distancia respecto
al Sol, lo que simplificaba los cálculos. Todos los planetas adquirían además el mismo estatus y se
evitaba el recurso a los conceptos de estación y retrogradación que tanto complicaban el sistema.
Sin embargo, aunque este heliocentrismo significó la gran innovación del desplazamiento del cen-
tro de la Tierra al Sol, se mantuvieron antiguos postulados, como el movimiento circular y uniforme
de los astros. Así, la aparente inmovilidad de la Tierra se integra en este movimiento astral provocado
por su «inercia» al girar en torno al Sol. Del mismo modo, la caída de los cuerpos se explica según
su tendencia intrínseca a alcanzar el centro de la Tierra, y no como un sistema de atracciones entre
distintos cuerpos.
De esta forma, a pesar de que este nuevo sistema heliocéntrico no supuso un progreso en las predic-
ciones ni en las observaciones, ni siquiera en las matemáticas empleadas, y no se pronunciaba sobre
la finitud del universo cerrado por la esfera de estrellas fijas ni acerca de la dicotomía entre mundo
lunar y mundo sublunar, sentó las bases para la germinación de una nueva astronomía.
Resume los principales cambios que se dan en el pensamiento científico desde finales
de la Edad Media hasta la instauración del heliocentrismo.
11
tema 54
filosofía
2 Galileo
Puede afirmarse que Johannes Kepler (1571-1630) es el auténtico instaurador de la astronomía mo-
derna, pues no sólo elaboró un potente sistema heliocéntrico, sino que se interrogó por primera
vez sobre la causa del movimiento de los planetas. Preguntarse por esa razón que impulsa a unos
cuerpos naturalmente estáticos a girar alrededor del Sol abrió la puerta a las investigaciones sobre el
papel que podía jugar el Sol en las revoluciones astrales y, por tanto, a la formulación de la atracción
de los graves.
Recogiendo las observaciones de su maestro Tycho Brahe (1546-1601), sus mayores aportaciones en
astronomía fueron estas tres leyes:
1. Ley de las órbitas. Se abandona definitivamente el movimiento circular de los cuerpos celestes,
estableciendo las órbitas elípticas.
2. Ley de áreas. Los planetas barren áreas iguales en tiempos iguales, lo que favorece una armoniza-
ción del Universo.
3. Ley de los periodos. Los cuadrados de los periodos de revolución de dos planetas cualesquiera son
proporcionales al cubo de sus distancias medias al Sol.
La astronomía kepleriana expuesta en Mysterium cosmographicum (1596), Astronomia nova (1609)
y Harmonice mundi (1619) se presenta por tanto como una superación del sistema heliocéntrico
copernicano, pues el principal problema al que se enfrentaba en su obra, y por el que llega a estas
tres leyes, era la demostración del porqué del movimiento planetario, es decir, la postulación del Sol
como fuerza motriz opuesta a la tendencia natural de los planetas al reposo, o «inercia» en términos
de la dinámica aristotélica. Recurriendo a un modelo magnético, que explicaría la atracción de los
planetas y el Sol, la gran novedad era la construcción de una astronomía basada en causas físicas y
no en sistemas geométricos. Kepler despeja finalmente la configuración espacial del sistema solar,
abriendo el camino para la interpretación del patrón celeste en términos de un equilibrio dinámico
de las fuerzas y la unificación de la mecánica celeste y terrestre.
A pesar de este realismo astronómico y de la importancia de los cálculos matemáticos y de las ob-
servaciones, Kepler mantiene elementos de la mentalidad metafísica de su época. Por ejemplo, para
explicar la rotación de los planetas sobre sí mismos, los dota de un alma motriz que, en el caso de la
Tierra, manifestaría sus sentimientos en forma de fenómenos meteorológicos. Del mismo modo, su
aceptación del modelo heliocéntrico se basaba también en razones metafísicas: el Sol, gobernador
del universo y dispensador de luz, debía estar en el centro. De ahí que llegara a comparar el universo
con la Trinidad: el Padre sería el Sol, el Hijo la esfera de estrellas fijas y el Espíritu Santo, el espacio
intermedio.
Por otro lado, también fueron revolucionarios sus avances en óptica, a los que llegó a través de sus
estudios astronómicos. Generalizando el problema de la refracción y la reflexión, concluyó que la
retina era el verdadero receptor sensitivo y estudió las causas de la miopía y la hipermetropía.
12
tema 54
filosofía
Como constataba René Descartes (1596-1650), las matemáticas pasaban a formar parte de la lógica
científica más como una herramienta neutral de investigación que como un determinante a priori
de la naturaleza de las cosas. El cambio en la condición de las matemáticas no tuvo lugar en la astro-
nomía, sino en la mecánica, en la que surge el método científico experimental-matemático. Así, la
gran preocupación metodológica de Galileo pasaba por determinar la función de las matemáticas
en el método científico y por la resolución del problema del grado de correspondencia entre los
objetos físicos y las figuras geométricas, es decir, entre la naturaleza y las matemáticas, para lo que
propone concebir la materia de todo cuerpo como si de una magnitud matemática se tratase. La
nueva ciencia es exclusivamente cuantitativa y elimina toda teleología, sin considerar ninguna clase
de fin en relación con los fenómenos observados. Materia y movimiento son ahora los dos concep-
tos explicativos clave. Este mecanicismo concibe ahora al universo, frente a la concepción orgánica
del mismo, como una especie de máquina compuesta por piezas extensas en movimiento. Esta
reducción mecanicista de la realidad a elementos cuantificables (cantidad, extensión, movimiento)
permite la matematización de todo fenómeno.
Con Galileo, el método matemático-experimental alcanza su plena madurez mediante esa aplica-
ción de las matemáticas a los fenómenos físicos: frente a Bacon, el campo de investigación debe ser
restringido a la observación de las cualidades medibles de los objetos, esto es, hay que ignorar sus
cualidades no medibles y desestimar algunos fenómenos medibles menos pertinentes para permitir
la simplificación del estudio y poder centrarse en lo fundamental. Así, la intención de Galileo radica-
ba en generar unas condiciones experimentales lo más perfectas y matemáticas posibles para poder
obtener de ese modo una información que trascienda las condiciones particulares del experimento
concreto. De ahí viene, por tanto, la posibilidad de aplicación de las matemáticas: se propone como
estructura una teoría abstracta a partir de la cual se predicen unas consecuencias que serían contras-
tadas mediante ulteriores experimentos.
Ahora bien, esto implica también un límite para el método galileano, ya que no es capaz de abordar
fenómenos no medibles, para los que el método baconiano, cualitativo e inductivo, era mucho más
apto. Sin embargo, la aportación de Galileo indicó el valor de la demostración matemática en la
ciencia gracias a este tipo de experimentos mentales: el conocimiento de un solo hecho adquirido
mediante el descubrimiento de sus causas prepara la mente para entender y conocer otros hechos
sin necesidad de recurrir a nuevos experimentos empíricos. Esto supuso un enorme avance para
la ciencia, puesto que se abría ahora la posibilidad de demostrar algo que posiblemente no había
sido nunca observado a partir de otros fenómenos ya conocidos, suministrando a esa demostración
una explicación de esos fenómenos, que queda a su vez verificada mediante el descubrimiento
experimental de los hechos predichos. Ello, por otro lado, suministra por fin un criterio de elección
para dirimir entre hipótesis rivales, pues no deja únicamente al azar el descubrimiento de nuevos
fenómenos que corroboren una u otra teoría.
A partir de aquí, Galileo inaugura el nuevo método hipotético-deductivo, cuyas bases expone en el
Diálogo sobre los dos sistemas máximos del mundo (1632). Mediante la interacción de tres personajes,
Sagredo (observador neutral), Simplicio (posición aristotélica) y Salviati (posición galileana), Galileo
expone cómo es posible explicar un fenómeno sin necesidad de llevar a cabo un experimento real
sobre el asunto, esto es, simplemente considerando una hipótesis: realizando un experimento men-
tal. Así, por ejemplo, Simplicio comienza argumentando aristotélicamente contra la idea del movi-
miento terrestre: si la Tierra girase, todo proyectil lanzado al aire necesariamente debería caer al Este
del lugar de lanzamiento en virtud del movimiento de la Tierra. Seguidamente, Salviati replica que si
se diera tal caso, cualquier proyectil lanzado desde el mástil de un barco debería caer lejos del mástil
según el movimiento del barco. Esto, afirma, no puede ocurrir; sin embargo, no ha realizado nunca
realmente tal experimento: simplemente realizando un experimento mental, es decir, un artificio in-
telectual, Galileo prueba que las teorías de sus oponentes conducen a contradicciones irresolubles,
desacreditando tanto la mecánica como la cosmología aristotélica.
13
tema 54
filosofía
Galileo intentó organizar todos sus descubrimientos en un corpus doctrinal al modo arquimediano,
esto es, desarrollado geométrica y deductivamente a partir de supuestos y principios indudables,
para así construir una mecánica unificada que sintetizase la estática y la dinámica. Aunque no pudo
resolver todos los problemas de fundamentación y consistencia de esta ciencia, el desarrollo del mé-
todo matemático-experimental implicó la elaboración de instrumentos de medida que permitiesen
el apoyo de las matemáticas en los fenómenos. Así, con el desarrollo del telescopio, hay un giro en el
objetivo de Galileo: ahora se trata de defender la teoría copernicana. Mediante el telescopio descu-
brió numerosos hechos nuevos en los cielos, recogidos en su obra Sidereus nuncius (1610), aunque
curiosamente la mayoría de sus observaciones astronómicas fueron de carácter cualitativo. Galileo
construyó varios telescopios para observar la Luna, gracias a lo cual descubrió que:
1. La Luna es una tierra yerma con montañas y valles.
2. La Vía Láctea consta de innumerables estrellas.
3. Existen en torno a Saturno dos cuerpos extraños.
4. Júpiter posee cuatro satélites, lo que significaba la constatación de la existencia de astros que no
giran en torno al Sol.
5. La superficie solar tiene manchas, lo que lleva al descubrimiento de la rotación del Sol.
Toda esta serie de descubrimientos lleva a Galileo a la confirmación de la mutabilidad celeste, conci-
biendo el cambio como mera transposición de las partes. Ello supone un gran golpe para la ortodo-
xia aristotélica, que concebía el cielo como no sujeto a generación o corrupción en contraposición
a la caducidad de los cuerpos terrestres. Galileo llegó a publicar la mayoría de sus descubrimientos
en torno a 1620, pero esa aparición de nuevos elementos de juicio a favor de una nueva astronomía
provocó la radicalización de la oposición a la misma, pues ya no se podía concebir como meramen-
14
tema 54
filosofía
te hipotética y sin pretensión de verdad alguna. Si ya no hay diferenciación entre cuerpos celestes
y terrestres, tampoco hay dos tipos de conocimiento, sino un único conocimiento universal para
todo dominio físico, por lo que el estudio de los cuerpos terrestres podía llegar a proporcionar un
conocimiento universal de la naturaleza. Así, Galileo manifestó tanto el valor objetivo del copernica-
nismo, como su inclinación al heliocentrismo, de lo que fue obligado a abjurar por la Inquisición en
1615, aunque había redactado una serie de cartas defendiendo la necesidad de la autonomía de la
investigación científica.
Resume las principales propuestas metodológicas de Galileo y expón sus avances en mecá-
nica y astronomía. ¿Cómo consigue aunar experimentación y razonamiento matemático?
15
tema 54
filosofía
3 Newton
Isaac Newton (1642-1727) es seguramente el símbolo de la Revolución Científica, pues con él culmi-
na y se asienta definitivamente la ciencia moderna. Su obra fundamental son los Philosophiae natu-
ralis principia mathematica (1687), referidos habitualmente como los Principia, donde se establecen
las bases de la mecánica clásica a partir de las tres leyes del movimiento y de la ley de gravitación
universal.
Considerado el padre de la entonces llamada «mecánica racional» (la ciencia del movimiento, a ni-
vel macroscópico, de cosas tales como proyectiles, planetas, partes de una máquina...), el valor de
la figura de Newton se basa en que supo sintetizar los trabajos de sus predecesores, asumiendo y
ampliando los contenidos y relaciones científicas que en ellos aparecían. Proporcionó además un
método universal, una manera de hacer ciencia que se convertiría en la manera de hacer ciencia,
unificando por tanto las prácticas científicas en un mismo ideal. Newton representa al científico
positivista, pero es a su vez una figura ambigua, pues nunca se reconoció a sí mismo como tal. Él se
consideraba un filósofo, y sus preocupaciones iban mucho más allá de la física. Partiendo siempre
de la experimentación y la observación, sus conclusiones debían demostrar, además, la necesidad
de Dios y de su actuación en el universo. Caben por tanto en su pensamiento exigencias empiristas
pero también inquietudes teológicas e incluso alquímicas, pues se interesó por la tradición del Cor-
pus hermeticum.
En cuanto a su labor de síntesis, él mismo lo reconoce cuando afirma que su sistema ha sido po-
sible porque se encontraba «a hombros de gigantes». Newton asume la cinemática de Galileo, la
astronomía de Kepler, el atomismo de Piere Gassendi (15921655) y las ideas de Descartes sobre el
movimiento, dotándolas de coherencia y creando un nuevo sistema que unificó la física de los astros
y la de la naturaleza, empleando tanto las matemáticas como la experimentación con artefactos
técnicos. Se sitúa en los albores de la física como disciplina, y ello gracias a su síntesis metódica, que
combina el método experimental (inductivo) con el matemático (deductivo) en aras de una explica-
ción de los fenómenos naturales.
Una de las novedades más importante que introduce a nivel metódico es la noción de experimen-
tum crucis. Siguiendo la tradición baconiana, Newton quiere llegar, basándose en experimentos (y
si éste es lo bastante fuerte, incluso en uno sólo) a una estricta demostración que conduzca a las
verdaderas causas, y no a meras hipótesis. En este sentido afirma hypotheses non fingo, declaración
de intenciones que implica que no admitirá ninguna proposición que no haya sido deducida en la
experimentación. Rechaza así tanto los principios metafísicos cartesianos (la identificación de mate-
ria y extensión) como las proposiciones dogmáticas de la teología o las hipótesis ad hoc. En el libro
II de sus Principia establece las cuatro reglas del método científico:
1. No hay que admitir más causas de las que son necesarias y suficientes para explicar un fenómeno.
2. Deben asignarse, siempre que sea posible, las mismas causas a los efectos naturales del mismo
género.
3. Las propiedades que, tras repetidos ensayos, encontramos en todos los cuerpos, deben ser con-
sideradas como cualidades de los cuerpos en general. Éstas serán la extensión, la impenetrabili-
dad, el movimiento inercial y el peso.
4. Las hipótesis que han sido inducidas de los experimentos y no contrariadas por ningún hecho,
deben ser consideradas verdaderas.
16
tema 54
filosofía
Newton comenzó su carrera de científico con publicaciones matemáticas, y nunca abandonará este
interés en el método matemático. En este ámbito destacan el desarrollo del binomio (a+b)², que
permitía evaluar áreas formadas por curvas, y sobre todo el cálculo de fluxiones, un antecedente de
lo que hoy conocemos como análisis matemático. Éste se basaba en la postulación del movimiento
como capaz de generar medidas geométricas. Así, las matemáticas pasan a ser descritas por un
movimiento continuo y no por la yuxtaposición de pequeñas partes. Fue objeto de discusión con
Leibniz, quien había elaborado su cálculo infinitesimal por la misma época.
Por otro lado, sus estudios de Robert Boyle (1627-1691) y Walter Charleton (1619-1707) sobre óptica
lo llevan a enunciar la tesis de la heterogeneidad de la luz blanca, compuesta por rayos de diferentes
grados de refracción y reflexión que dan lugar a los distintos colores. Revoluciona así las concep-
ciones anteriores, que postulaban la formación de los colores a partir de la luz del Sol, uniforme y
homogénea, por los procesos de reflexión y refracción. Para ello, realiza en 1672 lo que denominó el
experimentum crucis: proyectar un haz de luz refractado por dos prismas y dos tableros con un orifi-
cio en el centro situados entre ellos, que aseguraban que todos los rayos convergían con el mismo
ángulo en el segundo prisma. El resultado fue una diferente refracción entre los rayos rojos y azules,
lo que confirmaba la hipótesis de la composición heterogénea de la luz.
Los Principia constan de tres libros. En el primero trata del movimiento, determinado por fuerzas
que son independientes del medio. En el segundo desarrolla la mecánica de fluidos, donde estudia
el movimiento en medios que oponen resistencia. El tercero lo dedica a los movimientos celestes.
Su proceder es similar al modo geométrico desarrollado por Euclides: partiendo de definiciones y
axiomas, llega a conclusiones por deducción. En esta obra aparece su Ley de la Gravitación Universal,
que determina que dos partículas de materia se atraen con una fuerza cuyo valor es directamente
proporcional al producto de sus masas e inversamente proporcional al cuadrado de su distancia.
Esta ley permitía dar cuenta no sólo de la caída de los graves en la Tierra determinada por la cinemá-
tica de Galileo, sino que ponía este hecho en conexión con el movimiento de los astros.
Tras las definiciones preliminares de la «cantidad de materia» como la medida de su densidad por
su volumen, de la «cantidad de movimiento» de un cuerpo como el producto de la velocidad por
su materia, de la «fuerza infligida» como la fuerza ejercida sobre un cuerpo para modificar su estado
de reposo o movimiento rectilíneo uniforme, y la «fuerza centrípeta» como la fuerza que atrae los
cuerpos de todas partes, los empuja y confiere una tendencia hacia un punto o hacia un centro,
establece las tres leyes o axiomas del movimiento:
1. Ley de inercia: «Todo cuerpo persevera en su estado de reposo o movimiento rectilíneo unifor-
me, a no ser en tanto que sea obligado por otras fuerzas impresas a cambiar su estado».
2. Ley de fuerza: «El cambio de movimiento de un cuerpo es proporcional a la fuerza motriz impresa
y ocurre según la línea recta a lo largo de la cual aquella fuerza se imprime». En términos actuales,
se podría transcribir como F = ∆ (mv), donde F representa la fuerza, m la masa, v la velocidad y ∆
el cambio de movimiento.
3. Ley de acción y reacción: «Con toda acción ocurre siempre una reacción igual y contraria, o sea,
las acciones mutuas de dos cuerpos siempre son iguales y dirigidas en direcciones opuestas».
Mediante estas tres leyes del movimiento, primero estudiadas en las relaciones que establecen entre
dos cuerpos para, seguidamente, introducir un tercero, Newton posibilita la unificación de la dinámi-
ca terrestre y celeste y por tanto la aparición de una nueva ciencia. Tratando la Luna, el Sol y la Tierra
como tres cuerpos cualesquiera, Newton llega en el libro III a la formulación de la Ley de Gravedad
Universal antes mencionada, estableciendo definitivamente la relación entre la caída de los graves
y la atracción de los cuerpos.
17
tema 54
filosofía
Newton también introduce en los Principia la distinción entre tiempo y espacio absolutos y rela-
tivos. Así, mientras que el tiempo absoluto es el tiempo matemático, sin relación a nada externo
(duración), el tiempo relativo es la «medida vulgar, sensible y externa» en horas, días, meses, años,
etcétera, de aquel tiempo. Del mismo modo, al espacio absoluto, matemático e inmóvil, se opone
un espacio relativo y sensible en el que situamos los cuerpos que sirven para medirlo.
La tesis básica del mecanicismo es que la naturaleza se compone de materia y movimiento. La ma-
teria es pasiva, la acción causal se produce por el contacto o choque entre partículas. Se construye
así una filosofía de la naturaleza basada en el atomismo (bajo la forma de átomos o corpúsculos),
la inercia de la materia y el uso sistemático de las matemáticas. Aunque estos puntos mínimos los
comparten Galileo, Gassendi, Descartes, Newton, etcétera, el mecanicismo newtoniano se distancia
progresivamente del mecanicismo cartesiano dominante hasta el momento.
Descartes formula su sistema completo de filosofía de la naturaleza y su fundamentación metafísica
en los Principios de filosofía natural (1644). Partiendo del dualismo metafísico entre res cogitans y res
extensa, concibe el mundo como una máquina. La materia está formada por corpúsculos, que no
se diferencian cualitativamente entre ellos, de modo que las cualidades secundarias de la materia
derivan de sus diferentes tamaños y configuraciones y de la velocidad a la que se desplazan. Una
vez creada la materia y dotada de movimiento, éste se transmite y conserva según las leyes de la
naturaleza creadas por Dios. Presenta su filosofía natural como un sistema basado en la razón en el
que no tiene cabida el recurso a fuerzas o entidades que no sean estrictamente materiales. Partien-
do del principio metafísico que identifica la materia con la extensión, Descartes construirá la física
siguiendo un modelo deductivo: proponiendo hipótesis o conjeturas compatibles con aquel primer
principio para luego demostrarlas mediante la experimentación o la observación. Para Descartes,
todas las verdades se pueden obtener mediante la razón siguiendo una cadena deductiva.
Newton está, sin embargo, en desacuerdo con esta manera de proceder, pues en el sistema car-
tesiano la experiencia por sí misma no dice nada: un hecho no puede establecerse simplemente
porque se haya observado. Hay que deducirlo de los principios, aunque haya sido descubierto por
la experiencia. Eso significa para Newton que hay que introducir principios metafísicos en la expli-
cación de los fenómenos físicos, o sea, hipótesis. Y las hipótesis, según Newton, son proposiciones
dogmáticas y no leyes de la experiencia. Ésta es la primera diferencia entre el sistema cartesiano y el
newtoniano, que puede caracterizarse someramente como la diferencia entre el racionalismo y el
empirismo. Sin embargo, esta clasificación (que además no es del todo exacta, pues encontramos
elementos de ambas tendencias en los dos pensadores) no explica por qué terminó imponiéndose
el newtonianismo.
Aunque el debate sigue abierto, se consideran más factores además de que, simplemente, Newton
«acertó» más. El sistema newtoniano era muy satisfactorio en muchos puntos, más que el cartesiano;
sin embargo eso se descubrió más tarde. Lo que hay que explicar es por qué en Inglaterra el newto-
nianismo se aceptó tan rápidamente, mientras que en Francia no lo hizo hasta bien entrado el siglo
XVIII. Hubo probablemente más razones institucionales y religiosas detrás de la adhesión nacionalis-
ta a una u otra filosofía que propiamente físicas.
A lo largo del siglo XVII se produce un movimiento inédito hasta entonces: la institucionalización
de la ciencia. Sin la creación de estas instituciones nacionales, dedicadas a la investigación y la edu-
cación científica, no hubiera sido posible ni la creación y difusión del conocimiento científico ni su
disciplinarización. En 1660 se crea la Royal Society de Londres, interesada en la filosofía experimental.
A partir de 1665 se crea la revista Philosophical Transactions, en la que publican todos los descubri-
18
tema 54
filosofía
mientos que realizan y que alcanza una gran difusión, siendo traducida a varias lenguas. En 1666 se
crea la Académie Royale des Sciences de Paris, concebida como brazo del Estado absolutista. Tiene
también su publicación: Journal des Sçavants. Con mayor o menos dependencia del Estado, tanto
una como otra apoyarán de manera oficial la filosofía creada en su nación.
Newton además contaba con el apoyo de la Iglesia, pues en su sistema Dios tenía una participación
activa: no sólo dotaba de movimiento a la materia, sino que era necesaria su constante intervención
para que el universo no se colapsara. El universo cartesiano era, sin embargo, demasiado determi-
nista y materialista, con lo que le era más fácil a los ateos y librepensadores de la época suprimir a
Dios del sistema.
En Francia, aunque se aceptaban las conclusiones newtonianas, se rechazaban sus principios, pues
el mecanicismo reduccionista cartesiano no podía admitir conceptos como la acción a distancia.
Hubo que esperar a la traducción que Mme. de Châtelet hizo de los Principia en 1756 y a los co-
mentarios de Voltaire (1694-1778) y Pierre Louis Maupertuis (1698-1759) para que el newtonianismo
entrara definitivamente en Francia, mientras que en otros países ya lo había hecho. Tal era el presti-
gio de Newton y su filosofía, que Adam Smith (1723-1790) en Escocia tomó su enfoque para darle
una nueva orientación a su teoría económica, mientras que Immanuel Kant (1724-1804) en Prusia lo
tomó como guía y principio renovador de la metafísica.
19
tema 54
filosofía
CONCLUSIÓN
20
tema 54
filosofía
BIBLIOGRAFÍA
GALILEI, G. (1981): Consideraciones y demostraciones matemáticas sobre dos nuevas ciencias. Madrid: Edito-
ra Nacional. Original: Discorsi e dimostrazioni matematiche, in torno a due nuove scienze, 1638.
NEWTON, I. (1987): Principios matemáticos de filosofía natural. Madrid: Tecnos. Original: Philosophiae natu-
ralis principia mathematica, 1687.
BIAGIOLI, M. (2008): Galileo cortesano. La práctica de la ciencia en la cultura del absolutismo. Madrid: Katz.
Monográfico clásico de Galileo, donde se discuten las implicaciones políticas y religiosas de sus conclusiones
científicas. Interesante no sólo por la lectura que realiza de las aportaciones de Galileo, sino también por la
manera histórica y cultural de encarar el estudio de la ciencia.
BLAY, M. y HALLEUX, R. (1998): La science classique. XVI-XVIII siècle. Dictionnaire critique. Paris: Flammarion.
Enciclopedia muy útil organizada en torno a cuatro ejes: instituciones y redes del saber, personajes, conceptos,
territorios del saber. Incluye numerosas láminas ilustrativas.
COHEN, B. (1989): El nacimiento de una nueva física. Madrid: Alianza.
Obra monográfica dedicada al surgimiento de la física.
ELENA, A. (1983): Nicolás Copérnico, Thomas Digges, Galileo Galilei. Opúsculos sobre el movimiento de la
Tierra. Madrid: Alianza.
Interesante recopilación de textos, especialmente porque incluye el Commentariolus de Copérnico, de difícil
acceso en castellano
ELENA, A. (1989): A hombros de gigantes. Estudios sobre la primera Revolución Científica. Madrid: Alianza.
Colección de ensayos que suponen una nueva lectura de la Revolución Científica, pues le da importancia a
otras disciplinas y tradiciones y a la influencia de las instituciones científicas.
FLORIS, H. (1994): The scientific revolution. A historiographical inquiry. Chicago & London: The University of
Chicago Press.
Interesante en la medida en que recorre la historia de la noción de «revolución científica», exponiendo las di-
versas interpretaciones teóricas que se han dado de ella.
21
tema 54
filosofía
22
tema 54
filosofía
RESUMEN
La revolución científica.
Galileo y Newton
23
tema 54
filosofía
Con sus experimentos sobre caída de los graves, demostró 3.3. Triunfo de Newton sobre el
que los cuerpos pesados no caen más deprisa que los lige-
ros, lo cual le suministró además pistas para la formulación
mecanicismo cartesiano
de su ley de caída. El mecanicismo de Descartes es geométrico: asume que
la naturaleza se compone en último término de cuerpos
materiales en movimiento, de modo que toda explicación
científica debería recurrir tan sólo a esas dos nociones.
3. Newton
3
El mecanicismo de Newton añade las fuerzas como causa
de los movimientos y subraya la importancia de la observa-
3.1. La síntesis newtoniana ción en el método científico.
24
tema 54
filosofía
AUTOEVALUACIÓN
4. ¿Cuáles son las tres fases que definen el método de Bacon descrito en su Novum organum?
a. Realización de una «historia natural», deducción y experimentación.
b. Realización de una «historia natural», inducción y observación.
c. Realización de una «historia natural», inducción y experimentación.
d. Realización de una «historia natural», deducción y observación.
25
tema 54
filosofía
6. ¿Quién postula, por primera vez, el movimiento elíptico de las órbitas astrales?
a. Galileo.
b. Kepler.
c. Copérnico.
d. Newton.
26