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Bertrand Russell

Alejandro Albarrán Pérez

VIDA E INFLUENCIAS

Interés por la geometría euclidiana y por Kant. Vive desde 1872 hasta 1970,
escribió sobre casi todo, viajó mucho y tuvo intereses de todo tipo, con muchas
influencias. Hay que hablar de Russell en un periodo concreto, porque tuvo todo
tipo de ideas filosóficas. El Russell que vamos a estudiar es el del atomismo lógico
(1900-1925), con influencia de los idealistas de Cambridge (Bradley y McTaggart)
pero se acaba separando de ellos; Moore y Frege, la lógica de Peano y su alumno
Wittgenstein.

Los idealistas de Cambridge defienden que las relaciones son internas y


constituitivas de las esencias de las entidades. Monismo, frente al pluralismo
ontológico del atomismo lógico. Moore, su compañero, le lleva a romper con el
idealismo y reconocen el carácter externo de las relaciones como entidades
propias. Aquí es cuando entiende la ontología de objetos y relaciones, como
entidades distintas de los objetos, de Frege. Reconoce que la aritmética es
relacional, contra el idealismo. Influencia de Leibniz.

Influencia de Peano, un matemático leibniziano, que adapta las lenguas


europeas en uso. Influencia de Boole. Le comunica a Frege las paradojas de su
proyecto logicista. Los principios de la matemática (1903), distinta de Principia
matemathica, de 1910, con Whitehead, que acepta una nueva lógica más basada
en Frege, y no en Aristóteles. Nuevo concepto de filosofía como disciplina de
desarrollo cooperativo tras el Congreso de filosofía de París en 1900. En 1905,
Sobre la denotación, un artículo semántico y ontológico, su contribución más
importante a la filosofía según él. El ejemplo del verdadero análisis lógico, donde
presenta la teoría de las descripciones, influenciando a Quine. Responde al
problema de Frege sobre la falta de referencia. Diferencia entre la forma lógica y la
forma gramatical. Ocurrencias primarias y secundarias no demasiado importancia
en Descripciones, que influencia a todos los autores de filosofía del lenguaje.
Wittgenstein hace que Russell se adscriba al atomismo lógico en 1918 con La
filosofía del atomismo lógico. En el Tractatus, se confrontan.

TEMARIO
Distinción entre expresiones, lenguaje, y entidades, mundo real. Realidad
múltple y plural. La gramática se confunde a veces. Hay palabras, frases y
proposiciones / oraciones, más allá de Frege, donde solo había palabras y
compuestos de palabras. La fase intermedia es la frase. Las palabras son términos,
las frases son complejos, y las oraciones son proposiciones. Los términos son
constituyentes de las proposiciones, pueden ser conocidos. Quiere, como Frege, la
perfección lógica del lenguaje. La lógica debe solucionar los problemas de la
metafísica mediante el análisis del lenguaje. La lógica que subyace al lenguaje no
debe llevar a una metafísica falsa. Conexión entre lógica, metafísica y
epistemología. El lenguaje lógicamente perfecto tiene que tener una condición
semántica: isomorfismo. Correspondencia uno a uno entre lenguaje y mundo, que
cada palabra refiera a una entidad. Sustantivos, proposiciones… Las excepciones
son los adverbios, los conectores, las preposiciones, que son modos de componer
las oraciones, y se pueden simbolizar mediante los símbolos lógicos. La isomorfía
muestra la estructura lógica de los hechos que se afirman o se niegan. Sabe que los
lenguajes naturales no son como un cálculo lógico, que genera problemas, pero es
una ventaja comunicativa. El significado depende de la naturaleza de los objetos
que el hablante conoce, parecido al sentido en Frege, aunque no igual. La noción
de significado a veces es sentido, otras veces es referencia. El significado tiene que
ver con el conocimiento directo o por familiaridad, sin mediación de ningún
proceso de inferencia (Russell es un fenomenista porque se restringe a lo
fenoménico, la percepción, como lo único directo e inmediato. Lo constituye los
datos sensibles, las sensaciones, los estados psicológicos de acceso directo míos
como los recuerdos o el yo me siento de tal forma), según con lo que el hablante
está familiarizado. Es lo que yo conozco inmediatamente sin inferir nada. Es
distinto del conocimiento por descripción, que son los objetos físicos, que conozco
mediante procesos lógicos como que ese objeto tiene una duración en el tiempo.
El estado mental de otro es de este tipo. El conocimiento por descripción
sobrepasa la experiencia personal y directa, requiere inferir algo. Un conocimiento
fenoménico o por familiaridad es una intuición sin concepto, totalmente privado,
es ver un Ser ahí y ahora, mientras que el conocimiento por descripción es ver a
Miguel ahí sentado, porque implica que sé cómo se llama, una inferencia. Los
objetos lógicos como propiedad o individuo en el pensamiento son conocimiento
por familiaridad (platonismo de ideas innatas). El conocimiento fenoménico
debería ser la base del conocimiento, a lo que debería reducirse todo
conocimiento por descripción. Pero esto es una tarea individual y que tiene riesgo
de solipsismo, por eso acaba abandonadno el atomismo lógico. El significado que
le damos a las palabras debe ser algo con lo que estamos familiarizados, solo así
sabemos lo que signnfiican las palabras. El lenguaje perfecto debe ser privado
porque depende del conocimiento propio y personal, desde el punto de vista de su
vocabulario, pero no de su sintaxis, su forma lógica, que puede ser compartido, a
diferencia de la semántica. Las oraciones complejas se pueden descomponer en
simples, por lo que la verdad de una compleja depende de la verdad de sus partes.
El lenguaje perfecto solo tiene valores de verdad o falsedad.

Las oraciones más simples son proposiciones atómicas, que describen lo


más simple de los hechos, los hechos atómicos: esto es blanco (conocimiento por
familiaridad, los deícticos). Los hechos atómicos son algo que tiene una propiedad.
El atomismo lógico pretende llegar a estos hechos atómicos, conocidos por
conocimiento directo. Si el lenguaje es isomorfo con la realidad, analizar el
lenguaje sería analizar la realidad, de ahí pasar de lógica a metafísica. Propiedad
simple no analizable en cuanto percibida (el blanco lo ves y ya está, no puedes
dividirlo en nada más en tu percepción). Un particular no es definible, es el sujeto
de la proposición, un nombre propio en sentido lógico, y no según el lenguaje
natural. La propiedad, tampoco definible, es el predicado. La única manera de
hablar de entidades es nombrarlas, por ejemplo, con los deícticos “esto”. No se
analizan. Los nombres del lenguaje natural son descripciones encubiertas, por eso
la gramática me engaña. Solo podemos dar nombre a aquello de lo cual tenemos
conocimiento directo, solo mientras lo tengamos. Sócrates no es un nombre
propio lógicamente, sino una descripción encubierta. Quien no tenga
conocimiento directo de algo, no podrá nombrarlo. Sócrates se puede sustituir por
“el filósofo maestro de Platón”, una descripción, por lo que sé que no es un
nombre propio, ya que es una propiedad de x (x sería la persona Sócrates de carne
y hueso). Los deícticos no se pueden sustituir por descripciones, son nombres
porque denotan, designan particulares en momentos concretos, por lo que su
significado cambia constantemente. “Esto” cambia de significado continuamente
según lo que denotes. El significado será distinto según la persona y su percepción,
por lo que solo puede asegurarse en el sujeto personal (solipsismo). Todo lo
unívoco es descomponible. hombre es una descripción, una propiedad de x, sujeta
a decir “Sócrates es hombre, Platón es hombre, Aristóteles es hombre…..” “Esto”
no es unívoco, por lo que no es descomponible. De ahí su pluralismo ontológico. Es
una teoría referencialista del significado, donde la clave es el análisis lógico. El
nombre propio solo es inteligible desde el sujeto que lo usa y su experiencia
personal. Impide la comunicación, por eso lo abandona.

Es compatible con el empirismo fenomenista y el pluralismo ontológico.


Tus objetos percibidos no son mis objetos percibidos, por lo que hay pluralismo.
Componiendo proposiciones atómicas obtengo proposiciones moleculares, pero
no hay hechos moleculares. Hechos solo hay simples y atómicos, y solo ellos
pueden tener contacto con la realidad. Un hecho es lo que hace verdadero o falso
a una proposición. Si unas proposiciónes atómicas es verdadera también lo será la
proposición molecular.

Proposiciones problemáticas:

La forma gramatical me puede engañar, pues “el autor de el quijote es


portugués parece verdadera, pero lógicamente no puede serlo, porque sabemos
que no describe nada, que es falsa. Me encontré con un hombre: gramaticalmente
se parece a me encontré con juan, pero son cosas distintas, porque un hombre es
una propiedad concreta que no es juan. Los nombres no son mas que deícticos,
Hugo o Homero son descripciones abreviadas en realidad.

En este capítulo, Bertrand Russell diferencia, en primer lugar, entre


descripciones definidas e indefinidas. Las descripciones definidas expresan la
forma “el tal- y- tal”, con artículos determinados, mientras que las indefinidas
expresan la forma “un tal-y-tal”, con artículos indeterminados. En el presente
capítulo solo se ocupará del singular, dejando el plural para el siguiente capítulo.
Respecto a las descripciones indefinidas, pone el ejemplo de “Me encontré
con un hombre”. En dicha aseveración, no entra en juego ningún hombre efectivo
en concreto, pero sí el concepto de hombre en cuanto tal. Por eso, aunque el
enunciado sea falso, es perfectamente significativo. Lo mismo ocurre si digo “Me
encontré con un unicornio”, pues aunque esta afirmación no contiene como
elemento “un unicornio”, pues los unicornios no existen, sí que alberga el
concepto significativo “unicornio”. En referencia a esto, y en oposición a muchos
lógicos, Russell pretende mantener una conexión con la realidad (es pertinente
recordar que, en Los problemas de la filosofía, Russell confiesa que concibe la
verdad como la adecuación entre el pensamiento y la realidad). Por tanto, no es
válido lógicamente acudir a los unicornios porque no existen realmente, de modo
que, según Russell, en el análisis de las proposiciones lógicas, no se debe aceptar
nada irreal. “Un unicornio” es una descripción indefinida que no describe nada
porque el símbolo “un unicornio” no tiene significado por sí mismo, no es un
constituyente de la proposición, ya que es irreal, aunque en el conjunto “Me
encontré con un unicornio” sí haya un significado. En línea con lo anterior, Russell
procede a demostrar lógicamente que las proposiciones sobre “un tal-y-tal”
pueden ser significativas aunque sean irreales, pues la propiedad sobre un mismo
objeto de ser significativo e irreal a la vez no es siempre falso.

Similarmente a Frege, Russell distingue entre el es de Sócrates es humano,


que predica algo sobre el sujeto, y el es de Sócrates es un hombre, que hace es una
expresión de identidad entre un objeto nombrado, es decir, un nombre, y un
objeto indefinido o ambiguo. Lo distintivo de las descripciones indefinidas (“x” es
“un tal-y-tal”) es que “x” puede tener más de un valor, es decir, que puede haber
muchas proposiciones verdaderas de la misma forma, y no una sola, como ocurre
en las descripciones definidas. “Existe un hombre” se sigue de múltiples
proposiciones además de “Sócrates es un hombre”, como “Platón es un hombre,
“Aristóteles es un hombre”… etc....

Respecto a las descripciones definidas, estas se tomarán bajo la forma “el


tal-y-tal”, y se caracterizan por su unicidad. Russell comienza aclarando que las
proposiciones indefinidas como “un hombre” no se pueden encontrar en el mundo
como entidades en tanto tal, sino que siempre nos atenemos a un hombre
específico, determinado y concreto. Con ayuda del ejemplo “Scott es el autor de
Waverley”, Russell explica la diferencia entre nombre y descripción definida,
cuando ambos designan al mismo objeto. Scott es un nombre, y un nombre es un
símbolo particular e individual que solo puede aparecer como sujeto. Además, es
un símbolo simple porque no se puede dividir en partes simbólicas (aunque podría
haber nombres relativos). Por tanto, un nombre designa a un individuo, lo que es
su significado, autosuficiente e independiente del resto de significados de
palabras.

Para diferenciar nombre y descripción, Russell demuestra que la


proposición “Scott es el autor de Waverley” es distinta de “Scott es Scott” o “Scott
es Sir Walter” si sustituimos la descripción “Waverley” por un nombre como
“Scott” de nuevo, o “Sir Walter”. Tanto el nombre como la descripción refieren al
mismo objeto, pero de distinta forma. Habitualmente caemos en el error de
confundirlos, y usar el nombre “Sir Walter”, en la frase “Scott es Sir Walter”, como
una descripción. Esto es, que el individuo, en vez de ser nombrado, se describe
como la persona que tiene ese nombre. Pero esto no formaría parte del hecho
aseverado, sino de una función simbólica, en la que las palabras simbolizan un
pensamiento. En tanto nombres, da lo mismo, para la proposición “Scott es el
autor de Waverley”, decir “Scott” o “Sir Walter”, esto es, que sería lo mismo “Scott
es Scott” y “Scott es Sir Walter” en la medida en que ambos son usados como
nombres, y no como descripciones.

Esta distinción se muestra también en la demostración lógica de que “El


autor de Waverley es el autor de Waverley”, al ser descripciones, no es siempre
verdadera, mientras que la ley de la identidad sí se da en nombres, por ejemplo, si
decimos “Sócrates es Sócrates” o “Platón es Platón”. También aclara Russell que
para ser verdaderas las proposiciones “el tal -y-el tal” es “el tal-y-el tal”, han de
existir en la realidad, por lo que “El actual rey de Francia” es “El actual rey de
Francia” es falso, pues no hay ningún rey de Francia en la actualidad (Francia es
una república). Las funciones proposicionales que son siempre verdaderas pueden
convertirse en falsas si sustituimos los nombres por descripciones, ya que el
resultado de la descripción no es un valor de la función proposicional que se tiene
en cuenta.

A continuación, Russell introduce la variable “c” como correspondiente a


“escocés” en la proposición “El autor de Waverley era escocés”, en vistas a explicar
esta descripción definida. Esta proposición implicaría que al menos una persona, y
como máximo una, escribió Waverley, y que, quienquiera que lo escribió (x), era
escocés (c). El término c, tal que x escribió Waverley (función de x), es siempre
equivalente a “x” es “c”. Es decir, que las dos funciones que sacamos de aquí es
que “x escribió Waverley” y “x es c”, que son ambas equivalentes. Considerando la
equivalencia de estas dos funciones de x para los valores de x, la función resultante
de c es al menos una vez verdadera, de modo que podemos aseverar que “El autor
de Waverley existe”. El término, por tanto, “El autor de Waverley” satisface la
función “x escribió Waverley” (las descripciones definidas siempre refieren a
algunas funciones proposicionales).

Al final del texto, Russell añade que, en sentido estricto, los nombres, que
son símbolos simples, en realidad, son abreviaciones o simplificaciones de una
descripción, que es un símbolo complejo. Tan solo de las descripciones, definidas o
indefinidas, y no de los nombres, que siempre nombran algo que existe realmente,
se puede afirmar la existencia o no de algo o alguien. Por último, diferencia entre
ocurrencias primarias y secundarias cuando las descripciones aparecen en
proposiciones. Las ocurrencias primarias serían, por ejemplo, “El actual rey de
Francia”, una proposición falsa porque no describe nada. Las ocurrencias
secundarias las podemos apreciar en la proposición “El actual rey de Francia no es
calvo”. Esta proposición es ambigua porque, por un lado, si sustituimos “x es
calvo” por “El actual rey de Francia es calvo”, y luego, por “El actual rey de Francia
no es calvo”, “El actual rey de Francia” es una ocurrencia secundaria, y por tanto
verdadera; por otro lado, si sustituimos “x no es calvo” por “El actual rey de
Francia no es calvo”, “El actual rey de Francia” tiene una ocurrencia primaria, y por
tanto es falso. La confusión entre ocurrencias primarias y secundarias, según
Russell, da lugar a muchas falacias en las descripciones.

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