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El seno de Abraham era el habitáculo para los justos antes

de de Moshiaj. Cuando Moshiaj vino, el vació el Seno de


Abraham y llevó a los espíritus (no los cuerpos) de los de
la fe al cielo. Hoy los espíritus de los justos de acuerdo a
Hebreos 11, se reúnen con los patriarcas y las matriarcas
en el cielo esperando el día de la resurrección.

Mientras estamos vivos tenemos suficiente enseñanza


para aceptar al Mesías y Su Toráh, después de la muerte
no hay remedio. La Escritura dice que toda rodilla se
doblará ante El, los muertos implorando perdón también,
pero ya es muy tarde.
El rico pensó que sus cinco hermanos sin duda creerían a
un mensajero que resucitara. Pero Jesús dijo que si no
creyeron a Moisés y a los profetas, los que siempre
hablaban de la importancia de cuidar de los pobres, ni
siquiera una resurrección los convencería. Note la ironía
en la declaración de Jesús en su camino a Jerusalén hacia
la muerte, estaba totalmente seguro de que, si resucitaba,
gran parte de los líderes religiosos no lo aceptarían.
Estaban aferrados a su manera de pensar y ni las
Escrituras ni el Hijo de Dios mismo lograrían variar su
posición.

Los fariseos consideraban la prosperidad como una


prueba de rectitud. Jesús los alarmó con esta historia
donde se premia a un mendigo enfermo y se castiga a un
hombre rico. El rico no fue al infierno por sus riquezas, sino
por egoísmo. No alimentó a Lázaro, no le permitió entrar
en su casa, ni cuidó de su salud. A pesar de sus muchas
bendiciones, fue un hombre duro de corazón. La cantidad
de dinero que tengamos no es lo más importante, sino la
forma en que lo usamos. Los ricos pueden ser generosos
o avaros, lo mismo sucede con los pobres. ¿Cuál es su
actitud frente a sus posesiones? ¿Las acapara con
egoísmo o las usa para bendición de los demás?

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