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MARIE LISE LABONTÉ

Las familias
de almas

CO N CI EN CI A E XPA N D I DA

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C APÍTU LO 1

Si me contaran la encarnación...

Tu experiencia terrestre es un medio, no un fin o una limitación.

Has nacido de la Fuente. No existen palabras terrestres para des-


cribir a la Fuente divina. La única palabra es... Fuente. Podemos
referirnos a ella como un sol radiante, como un mar de destellos en
vibración constante, que todo lo abarca y que emite una vibración
de amor incondicional. Tu alma, surgida de la luz, ha nacido de este
sol con un código genético único: la divinidad de la que procede.
Esta chispa divina, este destello de luz que has sido y eres puede
dividirse varias veces antes de atravesar el primer sas3 vibratorio.
Tiene la virtud de multiplicarse y, en un momento dado, puede ele-
gir la vía de la identidad vibratoria, la vía del alma. En este caso, se
pasa por un primer sas vibratorio, que es una puerta vibratoria a la
que nosotros llamamos Alma Madre. En su periplo, puede atravesar
dos, tres, cuatro, cinco, seis o siete sas vibratorios que irán afinando
su identidad. ¿Su meta? Servir a la Fuente. ¿No es maravilloso?
El Alma Madre no es propiamente un alma: es el sas princi-
pal que surge de la Fuente, es pura vibración en la que se bañan
las familias de almas. Con el fin de ayudar a comprender esta di-
mensión, podríamos decir que la chispa divina o destello de luz
nace de la Fuente y que el alma nace del Alma Madre. En el sas del

3 Umbral o espacio de iniciación y tránsito. (N. del T.).

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Alma Madre, esa emanación divina reviste el manto vibratorio que


la acompañará en el transcurso de la encarnación y que recibe el
nombre de alma. Unas almas pasan directamente del Alma Madre
a su familia de almas. Otras atraviesan distintos sas vibratorios, que
son como puertas a través de las que el alma transita para afinar
y confirmar su identidad. Algunos de estos sas forman una especie
de aglomerados, de cofradías de chispas divinas: son los ángeles,
arcángeles, numinosas…4 vibraciones que acompañan constante-
mente a las almas. Quizá algunos de ustedes sientan cierta afinidad
con los ángeles o con los arcángeles, lo cual se explica fácilmente por
el hecho de que el alma ha podido pasar por uno o varios de estos sas
o puertas vibratorias para afinar su identidad. Así pues, en el seno
de algunas familias hay almas que han experimentado un solo sas,
mientras que otras han conocido dos, tres, cuatro o cinco.
Tu alma, habitada siempre por la luz, por la chispa divina, se
dirigió hacia la familia de la que había decidido formar parte para
servir a la Fuente y ocupó una posición concreta.5 Algunas almas se
dirigieron hacia el núcleo o centro de la célula familiar, depositario
de la identidad de toda la célula. Otras, en cambio, se posicionaron
en la franja que rodea al núcleo para ejercer funciones de filtro y de
protección. Algunas se ubicaron en la franja que rodea al filtro con
la misión de conservar el equilibrio dentro de la célula. Por último,
hubo almas que se dirigieron a la franja periférica, que es la que sella
y delimita la célula.
La familia, a su vez, dispone de una identidad que no puede
compararse ni con el ego ni con el karma. Estos términos no exis-
ten en el más allá. Cuando vivas la experiencia de conectar con tu
familia, tendrás que olvidar estas expresiones: ego, inconsciente,
astral, personalidad... porque no puedes reducir la experiencia de

4 Conglomerado de chispas divinas que no se han revestido con el manto del alma
(N. del T.).
5 Para una explicación más extensa de las distintas posiciones, ver Capítulo 3.

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la familia de almas a la vibración terrestre ni proyectar en ella lo


terrenal y sus condicionamientos. Todo esto está fuera de lugar. En
el seno de esta familia has optado por encarnarte, junto con algunos
de sus miembros, en la Tierra, para vivir el fin de un milenio y el
nacimiento de otro. Luego (utilizamos esta expresión simplemente
para que nos entiendas, porque el tiempo no existe en el más allá),
sus almas se prepararon para esta experiencia de común acuerdo
con sus guías de encarnación, acuerdo que pudo producirse en el
interior de la familia o en determinados sas, y entonces decidieron
«abandonar» el emplazamiento que ocupaban en la familia de al-
mas para reunirse con su familia terrestre.
Empleamos la palabra «abandonar» aun sabiendo que no se ade-
cúa a nuestra realidad celeste, porque como estás unido a ella en
permanencia nunca la abandonas. Algunas almas son trasladadas,
siempre en el seno del Alma Madre, a un lugar específico donde se
encuentran con sus guías para «planificar» la futura encarnación.
La familia de almas es una forma de membrana que contiene a todas
las almas, aunque no siempre se localizan dentro de la familia, ya
que pueden entrar y salir para realizar misiones concretas. El flujo
es constante.
Decidiste, a continuación, encontrarte con otras almas y crear
una familia según los criterios de la Tierra, con el papá, la mamá,
etc. Una situación ideal, ¿verdad? Plenamente conscientes de que la
separación no existe, llevando contigo la vibración y la identidad
de tu familia celeste hasta la familia terrenal, empezaste a visitar a
esta futura familia manteniéndote en relación constante con la de
almas. El alma sabía, sabe y sabrá siempre que estás de paso en la
Tierra y que la encarnación responde a un fin: la sanación interior,
la trascendencia, la fusión con la divinidad y la experiencia de la
familia de almas en la densidad de un planeta. Y también el del re-
encuentro con tus hermanos y hermanas de luz, para así tejer una
tela, un tejido conjuntivo energético en el planeta Tierra que rege-
nera y une innumerables circuitos en el Cielo y en la Tierra y a las

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familias entre sí, sembrando y llevando por doquier la luz y el amor,


facilitando la reunión de los códigos genéticos de la personalidad
y del alma, así como la fusión del más allá y el más acá, en tránsito…
en tránsitos.
La identidad vibratoria de tu alma es fundamental. Cuanto ma-
yor sea su reconocimiento, mayor será la capacidad de alinearse.
A medida que vayas reconociendo y alineando tu acción en el seno
de la célula, vas a recrear más y más los lazos de amor. A medida
que vayas reconociendo a tus hermanos y hermanas de luz, vas a
recrear la célula y las uniones potenciales en la densidad. Acordando
este Planeta con los planos vibratorios celestes, unirás los Planetas
entre sí, invitando al Universo a alinearse. El alineamiento exige
desapego, purificación del ego y elevación de la frecuencia vibrato-
ria. Entraña, además, una desintoxicación (debida a una especie de
negatividad interior) y alinea los chakras, la sushumna, el corazón
y la esencia.
Debes tomar conciencia de que, cuanto más redescubras la iden-
tidad propia de tu alma, de tu familia y de su misión, tanto más sem-
brarás y compartirás esta visión sobre el planeta Tierra. Esta toma
de conciencia ayuda a las almas flotantes, aquellas almas que no
reconocen su pertenencia a una familia y a las que les resulta difícil
saber cuál es su misión. En la medida en que se reagrupen de forma
consciente, en esa misma medida ayudan a que los demás se alineen
con la visión que les es propia, y colaboran así en la realización de la
visión planetaria. En el Universo todo tiene un sentido.
La identidad vibratoria de tu alma existe en el seno mismo de la
Fuente. No hay separación entre las distintas familias ni tampoco
entre tu identidad y la Fuente. Son uno desde el nacimiento de tu
alma. Puede que, debido al filtro de encarnación terrestre, percibas
una divergencia entre la condición humana y la divina. Te comuni-
camos que, antes que nada, en cada cosa y después de todo, somos
divinos. Nuestra naturaleza es espiritual. La identidad del alma
circula por tu sangre y por tus células. Es esto lo que eres.

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Tu alma posee una vibración específica, una densidad vibrato-


ria que le permite encarnarse y vivir con una envoltura física más
densa que los cuerpos sutiles. Tu alma cobija la llama, la chispa di-
vina desprendida de la Fuente. ¡Acuérdate! Eres esa luz, esa energía
divina. La identidad vibratoria es importante no para envanecer
al ego sino para guiarnos en la encarnación actual. Cuanto más
reconozcan las almas esa identidad, más se alinearán a la hora de
actuar, asociándose con otras almas que también aspiran a alinear
su acción, la cual apunta por encima de todo a servir a la evolución,
al amor, a la luz, a la llama interior, a la Fuente.
Nuestra intención es ayudarte a reencontrar el mundo del que
desciendes. Tu alma está rodeada de otras llamas y se baña en el
fluido de la familia de almas. En la densidad del mundo encarnado,
¡quizá solo tu perro reconozca la llama! Quizá el gato te mire fija-
mente o tu hijo se entretenga contemplando los destellos de luz que
revolotean alrededor de tu coronilla.
Te invitamos a experimentar el momento presente y la fase ac-
tual de tu Planeta. Desarrolla la percepción de los vínculos con tu
familia de almas, con las chispas divinas y con todos los seres de luz
que te acompañan.

Ejercicio
Siéntate cómodamente, de ser posible con la columna vertebral
recta, pero no tensa. Respira profundamente y que tu respiración,
soplo de vida, llegue hasta todos los centros de energía. Reposa en
la energía del corazón, de la conciencia y del hara. Invoca cons-
cientemente la energía de los planos superiores de conciencia, de
las familias de almas, y pídele que descienda hasta el fondo de tus
raíces terrestres.
Te invitamos ahora a recitar un mantra, el mantra capaz de in-
vocar a tu alma y tu familia. Se trata de una invocación vibratoria.
La A, sonido del alma, unida a UM, el sonido universal, crea un lazo

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telepático entre el alma y su familia. Este mantra suscita el desper-


tar, la emanación de las vibraciones de tu alma y el reconocimiento
de tu identidad. Recítalo, déjate llevar por su vibración, déjate acu-
nar por este canto sin perder el enraizamiento.

Preguntas
P. —¿Puede encarnarse la chispa divina?
R. —No,porque no dispone de identidad vibratoria, no lleva
puesto el manto del alma. Es pura vibración.

P. —La chispa divina, ¿es la misma en el más allá que en el más acá?
R. —Esla misma vibración, tanto si escoges la luz como la os-
curidad, la Tierra o el Cielo. La chispa divina es incondicional
y eterna. Es la esencia, es el código genético de tu alma.

P. —¿Por qué algunas almas deciden pasar por un solo sas vibra-
torio mientras que otras pasan por varios?
R. —Por necesidad de afinar su identidad. Los sas afinan, es
decir, «personalizan» la identidad. El alma que atraviesa diversos
sas vibratorios se vuelve más sólida, su identidad vibratoria es más
«densa», más fuerte, lo cual facilita la encarnación terrestre. Eso no
está ni bien ni mal, es así. Dicha densidad puede servir al alma en
la luz o en la oscuridad, porque esa densidad puede llevarla a que
se «separe» de su luz. Tal como decíamos, la densidad favorece la
encarnación terrestre; ahora bien, se corre el riesgo de que el alma
se extravíe en una densidad demasiado fuerte. El alma que solo
ha pasado por un sas es más «ligera», está más cerca de la chispa
divina, su identidad es menos firme, más transparente. En conse-
cuencia, la encarnación terrestre resulta más costosa y estas almas
están imbuidas del anhelo de abandonar este plano y regresar al
mundo del que provienen.

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P. —¿Hay que volver a convertirse en chispa divina para cambiar


de familia de almas?
R. —Lo recomendamos encarecidamente, porque es más fácil
ese camino y fundirse de nuevo en la Fuente antes de cambiar de
familia de almas.

P. —Para convertirse en chispa divina, ¿es preciso alcanzar el


anillo exterior?
R. —No, porque entonces se produciría una especie de conges-
tión, de embotellamiento en el anillo exterior. No estás obligado a
experimentar las posiciones más ligeras. Puedes pertenecer al nú-
cleo6 y vivir una transmutación tal que te envíe allí directamente.
Deberías saber que la posición en la familia no es una cárcel.

P. —¿Podrías hablar más acerca de la «densidad» del alma?


R .—El alma tiene cierta densidad. No es igual que la madera,
pero podríamos utilizar esta comparación como ejemplo. Es esta
densidad la que le permite encarnarse. Si pudieran ver el alma y tu-
vieran la oportunidad de contemplarla cuando abandona la envol-
tura física, en la experiencia de lo que ustedes llaman la «muerte»,
verían que del cuerpo de la persona se desprende una energía si-
milar a la escarcha, una especie de nebulosa. Si colocaran la mano,
sentirían una ligera densidad, la del alma en tránsito que se eleva.
Podrían palparla, percibir incluso su olor, no el olor del cuerpo
sino el del alma. También captarían su color vibratorio y sentirían
su presencia, ya que el alma se acercaría y los acariciaría al partir.
En esta densidad ligera existe la llama, la chispa divina. Eso son
ustedes. La Fuente misma.
Supongamos que el alma fuera algo opaco y que, de encarna-
ción en encarnación, decidieras pasar por determinados periodos
de transmutación para purificarte. Poco a poco, el alma se iría

6 Para una explicación más extensa, ver Capítulo 3.

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volviendo cada vez más transparente, hasta llegar a ser como un


velo translúcido. Tú continuarías siendo un alma depositaria de la
chispa divina. Esos espacios o periodos de transmutación te con-
ducirían a una transparencia total que revelaría tu esencia y ello
te permitiría volver a ser chispa divina, fundirte con la Fuente
y renacer de nuevo. ¿No es maravilloso?

P. —¿Por qué tantas almas desean irse y abandonarlo todo?


R. —Son libres y en cualquier momento pueden decir: «¡Basta!»,
«¡Adiós!». Son libres. Algunas almas intentan marcharse y regre-
san, otras se van y no vuelven. Las visiones respectivas de cada
familia y de las almas que la componen no se oponen unas a otras.
Las almas forman un todo, y su objetivo primordial es servir a la
Fuente. Las almas que eligen la oscuridad y deciden servir a la des-
trucción también son portadoras de la chispa divina. ¿Cuál es, pues,
su responsabilidad como almas encarnadas? ¡Reconocerse! No se
pueden imaginar la potencia que se manifiesta cuando el ego acepta
el reconocimiento de la identidad del alma; al que sigue inmedia-
tamente el reconocimiento de la identidad terrestre sin perjuicio
alguno. La visión es servir, así pues, ¿qué forma de servicio elegirá
tu grupo de almas? Esa es la cuestión.

P. —¿Es preciso morir para volver a ser chispa divina?


R. —En el más allá, existen sas vibratorios, estructuras vibra-
torias por las que atraviesa el alma para depurarse, disolver capas
y aligerar su densidad; mediante estas etapas de transmutación, el
alma se vuelve más y más transparente hasta convertirse en luz
primigenia. Los sas vibratorios también pueden vivirse en la en-
carnación. Te pondremos un ejemplo: la muerte clínica. Algunas
entidades que pasan por la muerte clínica transmutan su vibración
y regresan al mundo encarnado con una visión más clarificada o a
veces incluso completamente realineada. No estamos refiriéndonos
al fenómeno llamado «walk-in», al cambio de alma en la envoltura

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física; estamos hablando de la misma alma en la misma envoltura.


Si la persona, por ejemplo, recibe un golpe en la cabeza y entra en
coma, el alma podría aprovechar ese espacio para vivir determi-
nadas etapas de transmutación. En ocasiones, el alma decide partir
y no volver al plano terrestre. En otras, decide proseguir con la
encarnación y despertar del coma; su densidad será entonces mu-
cho menor, puesto que habrá modificado su alineamiento y habrá
conectado con su visión.

P. —¿Se trata de un proceso infinito? ¿Se pasa de una familia a


otra sin cesar? ¿Existe un punto final?
R. —La palabra «final» no se aplica en el más allá porque el
tiempo no existe. Resulta difícil, desde la perspectiva del tiempo
terrestre, imaginar que ahí donde estamos el tiempo no exista.
Distinguimos entre las chispas divinas y las almas. Estas entidades
vibratorias evolucionan unas al lado de otras. No están separadas,
porque ustedes también son chispas divinas. No ocurre del mismo
modo que en la encarnación terrestre, que tiene un principio y un
final. El ciclo de la encarnación también tiene un principio y un
final. Los hábitos no tienen nada que ver con el alma. No se puede
proyectar la dimensión terrestre en el universo de las almas. ¿Se
acabará la Fuente? ¿Dejará de obrar en breve plazo? ¿Está a punto
de completarse su ciclo? ¿Se pondrá un punto final a la Fuente?
¿Qué respuesta se le puede dar a estas preguntas? Permanecen en
la eternidad. Claro está que a ustedes, seres encarnados, la eter-
nidad les puede parecer muy larga, porque proyectan en ella la
dimensión terrestre.
Cuando decimos que las almas pueden terminar el ciclo de la en-
carnación, alcanzar la iluminación y escoger el regreso a la Tierra,
las almas encarnadas exclaman: «¡No, de ninguna manera! ¡Esto es
terrible!». Y nosotros contestamos: «¡No, en absoluto, en absoluto!
El alma está contenta de volver otra vez para servir». ¿Comprenden
qué grande es la diferencia de matiz?

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P. —¿Por qué algunas almas sienten más afinidad con el arcángel


Miguel y otras la sienten con otros ángeles?
R. —Algunas almas están más asociadas que otras a determi-
nadas vibraciones que las han guiado en muchas encarnaciones e
incluso más allá de la encarnación: ángeles, arcángeles, etc. Esta
asociación vibratoria no está forzosamente relacionada con el hecho
de que el alma haya atravesado un sas.
Las células del manto del alma pueden acordar con una vibra-
ción específica, nuestra vibración, por ejemplo, que es un cúmulo,
un reagrupamiento de chispas divinas denominado arcángel, deno-
minado conciencia arcangélica, denominado simplemente Miguel.

P. —¿Podrías decirnos qué es un egregor?


R. —Esun reagrupamiento de chispas divinas o de almas. El
egregor no es un sas. Sin embargo, en el egregor puede haberlos,
porque los sas son espacios de iniciación, fases de tránsito.

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