Está en la página 1de 3

Todo ocurrió muy deprisa.

Polluelo estaba en la escuela del gallinero y


de repente empezó a dar vueltas, se puso muy nervioso. Pió, pió y pió, y
a punto estuvo de desmayarse. El gallo Torcuato, su profesor, se acercó
muy asustado.

- ¡Polluelo! ¡Polluelo! ¿Qué te ocurre Polluelo?

Observó que Polluelo miraba fijamente al tejado.

- ¡Guirigoy! ¡Guirigoy! ¡Guirigoy! - repitió varias veces señalando a ese


lugar.

- ¿Guirigoy? Pero ahí no hay nadie, Polluelo. ¿Quién es Guirigoy? - le


preguntó el gallo sin entender lo que decía.

Torcuato fue a hablar inmediatamente con don Pavo, el orientador de la


escuela. Él sabría qué hacer para ayudar a Polluelo.

- A Polluelo le ha dado un ataque de ansiedad. Algo le sucede. No le


quites ojo. Si le vuelve a suceder tranquilízalo, entretenlo hasta que se
le pase - le dijo don Pavo.

Cuando llegó la mamá de Polluelo el gallo Torcuato le contó lo ocurrido.

- ¡Ay, que dolor! - dijo la gallina suspirando- Polluelo empezó a hablar


de Guirigoy cuando visitamos el nuevo nido de mi amiga Pata. Por lo
visto miró por el agujero que hay en una pared que da al bosque. Es
un monstruo que ve en su imaginación. Le tengo dicho que no debe mirar
por ahí cuando la visitemos.

Mamá gallina se excusó y se marchó rápidamente porque siempre


andaba muy ocupada.

- ¡Guirigoy! ¡Guirigoy! ¡Guirigoy! - pió muerto de miedo Polluelo al otro


día señalando de nuevo el tejado del gallinero.

Torcuato miró detenidamente al tejado y vio que había una antena con
dos grandes brazos.

- Solo es una antena, Polluelo - le dijo a la vez que lo abrazaba entre sus
alas.

Más calmado jugó con sus compañeros pollitos al corro de las patatas.
Se dio cuenta el gallo profesor que Polluelo llegaba con grandes ojeras
de no haber dormido, y que temblaba con solo mirar al tejado del
gallinero. Estaba claro que Polluelo había visto algo por ese agujero que
le recordaba a la antena del tejado, y eso le estaba causando mucha
ansiedad. El gallo Torcuato estaba muy preocupado.

- ¡Guirigoy! ¡Está ahí! ¡Guirigoy! - pió y pió Polluelo a la mañana


siguiente.

Y otra vez comenzó a dar vueltas, muy nervioso, haciendo que los
demás pollitos lo miraran asustados. Torcuato le susurró al oído, lo
acarició con sus plumas, le contó un cuento y le cantó hasta que se
olvidó del monstruo.

Torcuato habló de nuevo con la mamá de Polluelo.

- Ayer se quedó un rato con mi amiga Pata y sus tres hijos patitos. En
algún descuido miraría otra vez por el agujero. Seguramente los patitos,
que son mayores que él, harían algún comentario que asustó a Polluelo.
Hablaré con Pata - le dijo a Torcuato.

Esta vez mamá gallina fue directa a casa de su amiga. Le contó todo lo
que estaba sucediendo y le pidió que tapara el agujero asegurándose de
que no se viera nada tras él.

- He mirado por el agujero antes de taparlo con pajas. Se veía un


enebro con las ramas extendidas. A veces juegan por aquí cuando
anochece. ¡Quizás eso lo asustó! - le dijo Pata al otro día.

Por su parte, Torcuato entretenía a Polluelo en la escuela para que


estuviera tranquilo y no se acordara del monstruo.

- ¡Solo es una antena, Polluelo! - le repetía si el pollito señalaba al


tejado.

Desde que Polluelo dejó de mirar por ese agujero se fue olvidando de
Guirigoy, dejó de nombrarlo y, con el tiempo, cesaron los ataques de
ansiedad.
Actividades de comprensión lectora sobre el
cuento corto para niños
A continuación te traemos estas preguntas de comprensión
lectora para que las leas con tu hijo:

1. ¿Qué le ocurría a Polluelo cuando veía al tejado?


2. ¿Cómo se llama el profesor de Polluelo?
3. ¿A quién le pidió ayuda el profesor de Polluelo?
4. ¿De qué se trataba en realidad Guirigoy en el tejado?
5. ¿Por qué tenía miedo Polluelo?
6. ¿En casa de quién había visto Polluelo a Guirigoy por primera vez?
7. ¿Cómo logró Polluelo superar sus ataques de ansiedad?

También podría gustarte