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Saul, el primer rey de Israel, cuando se vio derrotado y acorralado, consultó a una adivina y

más tarde se suicidó. Cuando David se vio acoorralado por su mismo hijo, dijo: Quizá mirará
Jehová mi aflicción, y me dará Jehová bien…2 Samuel 16:12. Quien una persona es en
realidad se puede notar cuando esa persona está en medio de la angustia. A punto de ser
capturado por sus enemigos, el Señor Jesús experimentaba algo que él mismo describió de la
siguiente manera: Mi alma está destrozada de tanta tristeza, hasta el punto de la
muerte. Mateo 26:38 (NTV). Y en esos momentos se comienza a ver de manera más que clara,
ante la miradad de todo el mundo, quien es el Señor Jesús, el carpintero de Nazareth,
Salvador nuestro. Y en los detalles que los evangelios nos dan de los momentos que Jesús
vivió hacia el final de su vida, tenemos para nosotros, las enseñanzas más punzantes del Señor
para nosotros:
JESUCRISTO, DESDE LA CRUZ DEL PADECIMIENTO
PRIMERA PALABRA. 33Y cuando llegaron al lugar llamado de la Calavera, le crucificaron allí,
y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. 34Y Jesús decía: Padre,
perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí sus vestidos, echando
suertes 35Y el pueblo estaba mirando; y aun los gobernantes se burlaban de él, diciendo: A
otros salvó; sálvese a sí mismo, si éste es el Cristo, el escogido de Dios. Lucas 23:33-35. El
Señor desplegó amor sacrificial; se negó a sí mismo para favorecer a toda la humanidad.
¿Podría haberse salvado a sí mismo? ¡Por supuesto que sí! Confiaba tanto en Dios, que en vez
de pedir por sí mismo y para ser librado de un dolor temporal, pidió por toda la humanidad;
porlos que lo estaban atacando en ese momento y por quienes lo han denostado después,
aún hasta el día de hoy. Si hubiera pedido ser librado de aquel sufrimiento, nuestra salvación
no habría llegado. No se habría cumplido lo que el profeta dijo: Todos nosotros nos
descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el
pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue
llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su
boca. Isaías 53:6-7. Si acaso abrió su boca, fue para interceder pos sus agresores. Porque ellos
también necesitaban de su sacrificio. Estoy seguro que en medio del alboroto de su
crucifixión, quien se dio cuenta de lo que hizo Jesús en este momento, le debe haber
sorprendido su misericordia. Pero a nosotros, que lo vemos a la distancia y a quienes él ha
salvado, después de escucharlo decir esta primera palabra desde la cruz, ¿qué debiera dejar
en nosotros esta muestra del carácter de Jesús?
SEGUNDA PALABRA. 39Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo:
Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros. 40Respondiendo el otro, le reprendió,
diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? 41Nosotros, a la
verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas
éste ningún mal hizo. 42Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.
43
Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso. Lucas
23:39-43. El Señor fue dadivoso a su máxima expresión. Nadie puede compartir tanto como
Jesús podría, porque de lo que él es dueño, nadie más lo puede tener: el Reino de Dios. Y eso
es lo que él vino a compartir: dejó su trono de gloria, para llevarnos allá con él. Así lo dijo: En
la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a
preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os
tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. Pero allí no queda
todo. Le pido que vea lo que pudieron percibir quienes, en medio del alboroto de la
crucifixión, percibieron este momento: Jesús le comparte un lugar en la gloria a quien menos
lo merecía: un maleante que jamás se granjeó el Reino de Dios. Eso debe haber sorprendido a
quienes lo vieron hacer esto. Y a nosotros, que lo vemos a la distancia y a quienes él ha
salvado, después de escucharlo decir esta segunda palabra desde la cruz, ¿qué debiera dejar
en nosotros esta muestra del carácter de Jesús?
TERCERA PALABRA. 25Estaban junto a la cruz de Jesús su madre, y la hermana de su madre,
María mujer de Cleofas, y María Magdalena. 26Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a
quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo. 27Después dijo
al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa. Juan
19:25-27. Nadie puede negar que Jesús estaba a punto de morir. Pero es precisamente lo que
sucede en estos momentos lo que nos deja ver al más esplendoroso Jesús. Cuando todos
pensarían que el dolor lo tenía cegado, vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba y
demostró su carácter: él tiene cuidado de los suyos y tiene visión del futuro, de nuestro
futuro. Pedro, quien lo conoció de primera mano nos dice: …echad toda vuestra ansiedad
sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros. Sed sobrios, y velad; porque vuestro
adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual
resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en
vuestros hermanos en todo el mundo. Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria
eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os
perfeccione, afirme, fortalezca y establezca. 1 Pedro 5:7-10. Él no pierde de vista que en los
tiempos más difíciles, el Dios de gracia sigue teniendo cuidado de nosotros y ante la desgracia,
Dios tiene futuro para cada uno de nosotros. Quienes se dieron cuenta de que un Jesús
agonizante sigue teniendo cuidado de los suyos deben haberse sorprendido. ¿Qué debiera
dejar en nosotros esta muestra del carácter de Jesús que vemos en su tercera palabra desde la
cruz?
CUARTA PALABRA. 33Cuando vino la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la
hora novena. 34Y a la hora novena Jesús clamó a gran voz, diciendo: Eloi, Eloi, ¿lama
sabactani? que traducido es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? Marcos
15:33-34. Su situación era la más terrible. Y su fe en Dios llevó a Jesús a hablar con Él su
situación, reconociendo su necesidad y la majestad divina. ¿Qué parte del carácter de Jesús
nos deja ver este momento? Intimidad con Dios. Creo que lo que todos pudieran haber
esperado era escuchar un Jesús que despotricara, que maldijera y hasta se enojara con Dios.
Había sido bueno toda su vida, el mejor, el único sin cometer pecado por temor de Dios,
¿cómo no reclamar? ¿Qué clase de pago era éste? Para Jesús, este era momento de clamar a
Dios y presentarle a él lo que sentía, con respeto, reconociendo el señorío divino. La pregunta
entonces: ¿qué debiera dejar en nosotros esta muestra del carácter de Jesús que vemos en su
cuarta palabra desde la cruz?
QUINTA PALABRA. 28Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado, dijo,
para que la Escritura se cumpliese: Tengo sed. 29Y estaba allí una vasija llena de vinagre;
entonces ellos empaparon en vinagre una esponja, y poniéndola en un hisopo, se la
acercaron a la boca. Juan 19:28-29. Ahora escuchamos al Hijo de Dios, aquél por quien el
universo fue creado, pidiendo ayuda. ¿Pidiendo ayuda? Sí. Algunos en la antigüedad
queriendo menoscabar el sacrificio de Jesús argumentaron que quien estuvo en la cruz no era
el Dios hombre sino uno que no tenía cuerpo humano y por lo tanto no había sufrido. He aquí
al Dios hombre necesitado, a expensas de la reacción humana ante su desgaste y su dolor.
¿Qué parte de su carácter nos deja ver? Sencillez y humillación llena de esperanza. No la
reacción cargada de enojo de los que sufren, sino el clamor expectante de los que sufren…con
esperanza. Entonces, ¿qué debiera dejar en nosotros esta muestra del carácter de Jesús que
vemos en su quinta palabra desde la cruz?
SEXTA PALABRA. 30Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Juan 19:30.
Jesucristo estaba en la cruz dando cumplimiento a las profecías. Él conocía las Escrituras. Y
aquí estaba repasando todo lo que Dios había dicho. El salmo 22:15 dice: Como un
tiesto se secó mi vigor, Y mi lengua se pegó a mi paladar, Y me has puesto en el polvo de
la muerte. Se había cumplido cada dicho de Dios. En el peor de los sufrimiento, en el climax de
la agonía, Jesús no perdió de vista ningún detalle de lo que tenía que cumplir. Podía estar
muriendo pero no dejó de lado su integridad y el cumplimiento cabal de su misión. Pregunto
entonces: ¿qué debiera dejar en nosotros esta muestra del carácter de Jesús que vemos en su
sexta palabra desde la cruz?
SÉPTIMA PALABRA. 45Y el sol se oscureció, y el velo del templo se rasgó por la mitad.
46
Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu . Y
habiendo dicho esto, expiró. Lucas 23:45-46. ¿Qué seguía para Jesús? La muerte: ese paso
que a muchos aterroriza. Y aquí está Jesús llegando a ese moemento antecedido de dolor
físico, emocional y espiritual como nadie antes había experimentado y después de él tampoco.
¿Qué nos deja ver Jesús aquí? La manera de confiar en Dios aún en la más terrible de las
condiciones. Como escuchar: “No sé qué siga, pero dejo en tus manos el final de la historia”.
¿qué debiera dejar en nosotros esta muestra del carácter de Jesús que vemos en su sexta
palabra desde la cruz?
¿Qué debiera dejar en nosotros la demostración del carácter de Jesús desde la cruz del
dolor?
 Misericorda en vez de egoismo.
 Generosidad para quien no lo merece.
 Cuidado por los nuestros y visión de futuro: la vida no se acaba hoy.
 Reconocimiento del señorío divino en medio del dolor.
 Sencillez y humillación cargadas de esperanza.
 Integridad en tiempo de pruebas
 Confianza en la fidelidad de Dios ante lo inesperado y desconocido.
Vivimos en el mismo mundo en el que Jesucristo sufrío y murió. Estamos a expensas de la
misma esfera de dolor que él atravesó por nosotros. El sacrificio por medio del cual también
nos salvó nos deja enseñanza para vivir a quienes hemos creído en él, porqu no somos
inmunes a las circunstancias de la vida que traen dolor. Hoy agradezcamos que él murió por
nosotros y para salvarnos. No tenemos con qué pagar esta entrega sólo adorarle. Y
dispongámonos a honrar esa entrega aprendiendo a vivir como él: atravesar valle de sombra
de muerte con:
 Misericorda en vez de egoismo.
 Generosidad para quien no lo merece.
 Cuidado por los nuestros y visión de futuro: la vida no se acaba hoy.
 Reconocimiento del señorío divino en medio del dolor.
 Sencillez y humillación cargadas de esperanza.
 Integridad en tiempo de pruebas
 Confianza en la fidelidad de Dios ante lo inesperado y desconocido.
Amén.

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