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Érase una vez en un paraje muy muy muy muy… pero muy lejano, donde
habitaban unas extrañas criaturas que construían y agrandaban más su
aldea de los colores que veían en otros lugares del mundo.
Por eso la aldea se llamaba, “la colina de los mil colores”.
Había una criaturita llamada “Yuari”, ella se dedicaba a imaginar e
inventar objetos y artefactos para mejorar la vida de los demás.
Ella tenía unos amigos llamados, Choko y Zuky, que le daban ideas.
Un día jugando entre el bosque de los árboles oonkwuais, encontraron
una llave mágica, qué brillaba demasiado y que al tocarla se abrían
portales a otros mundos.
Eso los asusto mucho, tanto que Choko les advirtió que eso les traería
problemas, Zuky que era la más inquieta e intrépida, toco la llave y se
abrió a un portal que los llevaba a un mundo muy colorido, en ese
momento Zuky tomo de las manos a Yuary y a Choko y los llevo al portal,
ahí el mundo estaba lleno de cascadas de colores azules, morados y lilas y
unas aves con plumas de diversos colores.
En la mente de Yuari había un artefacto para capturar esos colores pero
aún no lo había construido, Zuky vio que en un oonkwuais, había varias
plumas que un pájaro había perdido cuando salió volando al verlos llegar.
-Continuara-