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UNIDAD N°3

1- Análisis anatómico y funcional del Cerebro:


ANATÓMICA MACROSCOPICA DEL ENCÉFALO
a- Corteza cerebral: Surcos, cisuras, circunvoluciones y lóbulos
El sistema nervioso está formado por una serie de órganos que permiten a todo humano
relacionarse con el medio ambiente en forma adecuada y la de regular las funciones de otros
órganos para mantener una homeostasis.
Es por ello que el SN se divide:
Desde el punto de vista FUNCIONAL en dos grande sectores que están relacionados uno con
otro:
SISTEMA NERVIOSO CEREBROESPINAL: encargado de la vida de relación social y experiencia
vivida.
SISTEMA NERVIOSO VEGETATIVO O AUTÓNOMO: cuya función es la regulación del medio
interno.
Desde el punto de vista ANATÓMICO se describe un:
SISTEMA NERVIOSO CENTAL (SNC): está compuesto por el encéfalo, que a su vez este está
compuesto por el cerebro (zona cortica y subcortical), el cerebelo y tronco o tallo encefálico
(mesencéfalo, protuberancia y bulbo raquídeo) y la medula espinal que también constituye al
SNC, esta se encuentra contenida por la raquis, mientras que el encéfalo lo está por la cavidad
craneal.
 En el SNC las formaciones que pertenecen desde el punto de vista funcional al sistema
nervioso cerebroespinal y autónomo están entrelazadas.
SISTEMA NERVIOSO PERIFÉRICO (SNP)
LÓBULO FRONTAL
El lóbulo frontal está situado en el polo anterior del cerebro, siendo el de mayor extensión y el
de mayor importancia funcional en la especie humana, ya que regula todas las funciones
cognitivas superiores. Comprende todo el territorio situado por delante de la Cisura central y
sus límites están definidos por las cisuras centrales y laterales junto a sus respectivas
prolongaciones. En la especie humana el lóbulo frontal constituye la tercera parte del total del
cerebro, mientras que en los chimpancés supone el 17% y en los perros el 7%.
El lóbulo frontal se encuentra por encima de la cisura de Silvio y por delante de la de Rolando y
se divide en dos grandes territorios: la corteza motora y la corteza prefrontal, que ocupan
respectivamente la mitad posterior y la mitad anterior de su superficie.
Podemos distinguir cuatro áreas funcionales dentro del lóbulo frontal: corteza motora
primaria, corteza premotora, Área de Broca y Área prefrontal.
Corteza motora La función básica de la corteza motora es el control de las actividades motoras
voluntarias incluido el lenguaje expresivo y la escritura. Está dividida en tres áreas
anatomofuncionales: corteza motora, corteza premotora y opérculo (Área de Broca).
Corteza motora
La función básica de la corteza motora es el control de las actividades motoras voluntarias
incluido el lenguaje expresivo y la escritura. Está dividida en tres áreas anatomofuncionales:
corteza motora, corteza premotora y opérculo (Área de Broca).
Corteza motora primaria
Está situada en la circunvolución frontal ascendente, inmediatamente por delante de la Cisura
de Rolando (Área 4) y es el Área motora primaria, donde se origina la vía piramidal, encargada
de transmitir las órdenes de los movimientos voluntarios hacia las neuronas localizadas en el
tronco cerebral y la médula espinal del lado opuesto del cuerpo. Sus neuronas se proyectan en
todas las motoneuronas contralaterales del organismo, pero especialmente sobre las que
controlan la actividad de los dedos de las manos y los pies, los músculos faciales y los
fonatorios. También alberga el Homúnculo Motor de Penfield, que representa las eferencias
motoras de cada miembro y órgano del cuerpo, observándose la existencia de un repertorio
mayor de movimientos para las manos, la cara y los músculos fonatorios que para el tronco
(Figura 3.8). Su lesión produce parálisis contralateral, con pérdida de la movilidad voluntaria de
la zona afectada correspondiente, con la excepción de la cara, que tiene representación
bihemisférica.

Corteza premotora
La corteza premotora (AB 6 en la superficie lateral; figura 6-1) recibe la mayor parte de su
entrada de la corteza parietal superior (Wise et al., 1997). La enorme cantidad de axones que
abandonan la corteza premotora terminan en la corteza motora primaria. Aproximadamente
30% de los axones en el tracto corticoespinal surgen de las neuronas en la corteza premotora.
Las acciones de las neuronas corticoespinales premotoras difieren de las neuronas
corticoespinales motoras primarias en cuanto a que las primeras controlan la musculatura de
las extremidades más proximales.
Muchos axones descienden de lacorteza premotora a través de la cápsula interna hasta la
formación reticular del tallo cerebral, en donde influyen en los tractos reticuloespinales, que
forman parte del sistema motor descendente medial principal, cuya función es en apoyo de la
postura corporal y la locomoción mediante el control axial y proximal de la musculatura de las
extremidades. (Los músculos axiales y proximales se utilizan predominantemente para
mantener el equilibrio y la postura; por el contrario, los músculos distales se utilizan para
actividades de manipulación finas.)
Las áreas prEmotoras se activan cuando se inician los programas motores o cuando se
modifican los programas motores aprendidos. Las neuronas prEmotoras comienzan a
dispararse en anticipación a un movimiento. Una clave aprendida puede generar una ráfaga de
disparos; de tal manera que la acción de estas neuronas puede representar una repetición o el
intento de una determinada respuesta motora. Al parecer, las áreas premotoras participan en
la generación de una secuencia motora que viene desde la memoria y que exige un tiempo
preciso (Halsband et al., 1993), de la cual se tiene entendido desempeña una función
importante en el aprendizaje motor sensorial condicionado. Los pacientes con lesiones en el
área premotora manifiestan deficiencias en los movimientos que se orientan visualmente y
son incapaces de hacer que correspondan los estímulos visuales con movimientos previamente
aprendidos.
Se ha informado que la visión pasiva de rostros genera la activación del área premotora ventral
derecha y que la visión imitativa produce una activación bilateral. Esto indica que el hemisferio
derecho posiblemente desempeñe una función importante en la producción de movimientos
faciales empáticos. Los individuos que obtienen puntuaciones elevadas en las pruebas de
empatía también manifiestan el efecto camaleón, es decir suelen imitar inconscientemente las
expresiones faciales del individuo con quien hablan y hasta experimentan el estado anímico
del su interlocutor.
Los estudios clínicos señalan que la influencia descendente de la corteza premotora es sobre la
musculatura axial y proximal de las extremidades. Las lesiones unilaterales en la corteza
premotora generan una debilidad moderada en los músculos del hombro y pélvicos
contralaterales: la fuerza del antebrazo no se ve afectada, pero se deterioran los movimientos
de sujeción cuando dependen de la acción de apoyo del hombro, los movimientos son lentos y
hay una perturbación en su estructura cinética; se altera la secuencia proximal-distal normal
de la acción muscular, y los movimientos de molinete de los brazos por debajo del nivel del
hombro son normales cuando se realizan hacia adelante, pero anormales cuando se intenta
realizarlos hacia atrás. Los movimientos de bicicleta de las piernas no se ven afectados.
Campo ocular frontal
El campo ocular frontal tradicional se situa en la corteza frontal dorsolateral y corresponde al
AB 8. La parte que de éste participa realmente en la generación de los movimientos oculares
parece que se localiza en las profundidades de la unión del surco paracentral y el surco frontal
superior.
Existen básicamente dos movimientos oculares importantes generados por la corteza. La
sacada es un movimiento rápido, cuya función consiste en restablecer la posición del ojo al
nuevo objetivo; durante ésta, se inhiben las señales visuales que van de la retina a la corteza.
El segundo movimiento ocular es la búsqueda. Los movimientos oculares propios de éste
ocurren una vez que el objetivo de interés se coloca en la fóvea. La búsqueda permite que el
ojo dé seguimiento a un objeto en movimiento.
La corteza frontal actúa como ejecutivo y elige un objetivo de entre todos los disponibles,
luego genera y desencadena una sacada para que los ojos se muevan hacia el objetivo
seleccionado. Existe una relación íntima entre la función CPFDL (corteza prefrontal
dorsolateral) y campo ocular frontal en el control voluntario del movimiento ocular, que es
uno de los órdenes superiores de procesamiento cognitivo en los primates, incluidos los
humanos.
Área del habla de Broca
El área del habla de Broca ocupa las AB 44 y AB 45 en el giro frontal inferior y consta del pars
opercularis y el pars triangularis se le considera parte de la corteza prefrontal y la integran la
corteza prefrontal heteromodal y la corteza premotora. Esta región se especializa en la
producción del habla en el lado dominante de la corteza, y su principal canal de información
proviene del área de Wernicke a través del fascículo arqueado, área que corresponde a la
región posterior del giro temporal superior (AB 22). Las fibras que se originan en las células del
área de Broca se proyectan a la región facial de la corteza motora primaria, que controla
directamente los músculos del habla. El área comparable a la de Broca en la corteza no
dominante es responsable del componente emocional y melódico del habla.
Las evidencias indican que esta región se activa durante el habla interna en los sujetos
normales y puede ser crucial en las alucinaciones verbales que experimentan pacientes con
esquizofrenia. En pacientes con lesiones en el área de Broca y en otras regiones de CPFDL se
perciben deterioros en la soltura verbal.
Una lesión en el área de Broca en el lado dominante genera una incapacidad para producir el
habla (afasia motora o expresiva), aunque mantiene la capacidad para entender la escritura y
el habla. Con la recuperación, aprende a hablar con dificultad, produciendo sólo sustantivos y
verbos claves, y deja fuera adjetivos y adverbios modificadores. La misma corteza en el lado no
dominante se considera que es responsable de la información musical del habla (prosodia).
Una lesión en ese lugar genera una aprosodia expresiva en la cual el paciente es incapaz de
modular efectivamente el habla (es decir, el habla se vuelve monótona, sin expresiones
faciales).

Área 4 realiza movimientos voluntarios cuando las neuronas se terminan de desarrollar, sin
embargo el área 6 que se encuentra.
Lóbulo occipital
Anatomía funcional
El lóbulo occipital está demarcado claramente desde el lóbulo parietal en la superficie medial
por el surco parietooccipital y la extremidad anterior de la fisura calcárea (figura 4-1). La
pequeña sección del surco parietooccipital en la superficie dorsolateral se utiliza como base
para una línea imaginaria que se extiende ventralmente hasta la muesca preoccipital. Esta
línea imaginaria es el borde entre los lóbulos occipital y parietal y el lóbulo temporal en la
superficie cortical lateral. El borde entre el lóbulo occipital y el lóbulo temporal en la superficie
ventral está menos diferenciado.
Toda la corteza del lóbulo occipital está dedicada a la visión y consta de las áreas de Brodmann
(AB) 17, 18 y 19. El AB 17 es la corteza visual primaria (corteza estriada) y ocupa una gran parte
del aspecto medial del lóbulo occipital. Buena parte de la corteza visual primaria se encuentra
dentro de la fisura calcárea, la cual se extiende aproximadamente 2.5 cm dentro del lóbulo
occipital.

Luego, una parte de AB 17 se curva alrededor de la superficie posterolateral del lóbulo


occipital. Las AB 18 y 19 se reconocen como áreas visuales secundaria y terciaria,
respectivamente, y presentan el área de asociación visual del lóbulo occipital. Existen muchas
conexiones directas e indirectas entre el lóbulo occipital y otras regiones corticales. El fascículo
occipitofrontal superior (subcallosal) enlaza las cortezas occipital, parietal y temporal con las
regiones insular y frontal.
Corteza visual primaria (AB 17; V1; corteza estriada) Las fibras que se originan de los cuerpos
celulares nerviosos localizados en el cuerpo geniculado lateral (tálamo) se proyectan a V1, en
donde terminan en forma ordenada para producir un mapa retiniano. Las áreas maculares de
la retina se representan cerca del lóbulo occipital y ocupan un extensión relativamente grande
de la corteza visual. La visión periférica se representa en forma más anterior. Los pequeños
puntos de luz son muy efectivos para excitar a las células de la retina y el cuerpo geniculado
lateral. En contraste, las células de la corteza visual primaria responden sólo a las imágenes
visuales que poseen propiedades lineales (líneas y bordes). Las neuronas de la corteza visual
primaria interpretan los contornos y los límites de un objetivo visual en términos de
segmentos lineales. Una lesión en V1 producirá un área de ceguera (escotoma) en el campo
visual contralateral. La pérdida de un área tan grande como un cuadrante entero de la visión
puede pasar desapercibida para el paciente. Una lesión en toda la corteza visual primaria a
ambos lados genera una ceguera cortical.
Corteza visual secundaria y terciaria (AB 18 y AB 19)
A las AB 18 y 19 se les conoce a menudo como corteza visual estriada.
Estudios recientes demuestran que las áreas de las cortezas tanto temporal como parietal
también participan en el procesamiento visual.
AB 18 (V2; corteza preestriada) recibe la entrada de información binocular y permite la
apreciación de tres dimensiones (estereopsis). La distancia del objetivo se codifica por medio
de algunas neuronas.
Neuronas de AB 19 integran las señales visuales con señales auditivas y táctiles.
V1 transmite información por dos rutas, llamadas la franja dorsal y la franja ventral.
 La franja dorsal comienza con V1 cruza a través del área visual V2, luego por el área
dorsomedial y el área visual MT (también conocida como V5) y llega a la corteza
parietal posterior. La franja dorsal es llamada a menudo como la «ruta dónde» o «ruta
cómo», está asociada al movimiento, representación de objetos locaciones, y control
de los ojos y brazos, especialmente cuando la información visual es usada para
guiar sacadas o alcance.
 La ruta ventral comienza en V1, va a través del área visual V2, luego a través del área
visual V4, y a la corteza temporal inferior. La franja ventral es llamada a menudo como
la "ruta qué", está asociada a la forma reconocimiento y representación del objeto,
también está asociada con el almacenamiento de la memoria de largo término.

Desde las áreas V1 y V2 surgen tres vías, relacionadas con las áreas V3, V4 y V5.
• La conexión entre V1 y V2 con V3 da lugar a la vía occipitoparietal o Corriente Dorsal
(participa en la acción visual, ejerciendo una función en la guía visual del movimiento), y se
dirige desde el área V1 hasta las áreas visuales temporales.
• La conexión de V1 y V2 con V4 da lugar a la vía occipitotemporal o Corriente ventral
(vinculada a la percepción de los objetos incluido el color), y se dirige desde el área V1 hasta
las áreas visuales temporales.
• Y la conexión entre V1 y V2 con V5 da lugar a la vía del Surco Temporal Superior (STS) o
Corriente del STS (importante en las funciones visoespaciales y sus áreas responden a distintas
combinaciones de vías aferentes, auditivas, visuales y somatosensitivas). Se dirige desde el
área V1 hacia el surco temporal superior.
Ceguera cortical
Cuando se lesiona la corteza visual primaria o el haz de fibras aferentes a esa región desde el
tálamo, se produce una hemianopsia homónima contralateral. La ceguera completa es
consecuencia de la destrucción total de las áreas visuales primarias situadas en torno a la
Cisura calcarina o más frecuentemente por lesión de las radiaciones ópticas. Afecta tanto a la
sustancia gris como a la sustancia blanca, por lo que en realidad sería más preciso hablar de
ceguera cerebral, aunque su denominación más frecuente es la de ceguera cortical.
Suele estar causada por lesiones bioccipitales de la arteria cerebral posterior, generalmente
como consecuencia de un infarto cerebral. Si las áreas visuales de ambos lóbulos occipitales
resultan destruidas en su totalidad se produce una hemianopsia bilateral homónima,
equivalente a ceguera real, aunque puede persistir una vaga percepción de luz o movimiento y
están preservados los reflejos fotomotores.
La ceguera cortical raramente aparece como un cuadro aislado, sino que se acompaña de otros
trastornos como amnesia, confusión mental, confabulación, desorientación espacial o
acalculia. Además, es característico que estos pacientes presenten anosognosia, no siendo
conscientes de su trastorno, incluso si se golpean con obstáculos mientras caminan. Se explica
la falta de conciencia de su ceguera porque suelen existir alucinaciones visuales acompañando
al cuadro y también grave amnesia anterógrada, lo que impide memorizar la ceguera.
Puede existir una recuperación parcial de la función visual, aunque la recuperación total no se
suele producir. El pronóstico es pesimista cuando la pérdida de la visión tras el accidente
cerebral es total, sin percepción de la luz. La mejoría –cuando se produce– comienza con la
visión de sensaciones luminosas elementales o fotismos, y continúa con la capacidad de
apreciar movimientos primitivos; posteriormente emergen los contornos, siendo la visión de
los colores la última fase de recuperación del cuadro.
Una variedad de ceguera cortical es el Síndrome de Anton, causado por la interrupción de las
conexiones occípito-talámicas. Lo característico del cuadro es la presencia de confabulación y
anosognosia, con negación de la ceguera como consecuencia de lesión en las áreas asociativas
visuales, lo que le impide al paciente tener conciencia de su problema. Suelen persistir vagas
sensaciones luminosas porque el tálamo recibe las primeras sensaciones visuales, procedentes
del sistema visual.
Alucinaciones visuales
Ciertas lesiones del lóbulo occipital pueden causar alucinaciones e ilusiones visuales. Las
alucinaciones visuales son más graves si está afectada la zona asociativa occípito-temporal. Las
alucinaciones simples –denominadas fotismos– se producen en el hemicampo contralateral al
lugar de la lesión en el Área 17 y consisten en la visión de destellos, figuras geométricas
elementales o puntos.
Las alucinaciones visuales también pueden estar asociadas a crisis epilépticas originadas en los
lóbulos occipitales, produciéndose ilusiones visuales en las que la forma de los objetos aparece
distorsionada (macropsia, micropsia). La estimulación de las áreas visuales puede producir
percepción de sombras, colores, movimientos o experiencias visuales elementales, pero nunca
producirán alucinaciones visuales complejas, que sólo se presentan tras la estimulación de
áreas asociativas, especialmente temporo-occipitales.
LÓBULO PARIETAL
El lóbulo parietal se encuentra debajo del hueso parietal del cráneo. Su borde anterior en el
aspecto lateral está marcado por el surco central y su borde posterior está marcado por la
fisura parietooccipital.
En el aspecto medial, se extiende inferiormente al giro cingulado, antes del surco central y
luego del parietooccipital.
El lóbulo parietal consta de la corteza somatosensorial primaria (AB 1, AB 2 y AB 3), el lóbulo
parietal superior (LPS; AB 5 y AB 7) y el lóbulo parietal inferior (LPI; AB 39 y AB 40). Forma
cerca de una quinta parte de toda la neocorteza.
El lóbulo parietal anterior, formado por el giro postcentral (aspecto lateral) y el lóbulo
paracentral posterior (aspecto medial), tiene que ver con las sensaciones somatosensoriales –
tacto, dolor, temperatura y posición de las extremidades (propiocepción).
El lóbulo parietal posterior, que consiste de AB 7, AB 39 y AB 40 (Mesulam, 1998), integra las
señales somatosensoriales con las de los sistemas visual, auditivo y vestibular (integración
sensorimotora).
El lóbulo parietal es importante en la interacción con el mundo que nos rodea. Opera
evaluando y respondiendo momento a momento a los estímulos ambientales en forma
ascendente. Los movimientos se preparan aquí y pueden ejecutarse en cooperación con la
corteza motora gracias a la autorización de la corteza prefrontal.
El lóbulo parietal presta atención a objetivos ambientales atractivos (destacados) y los localiza
en términos de coordenadas en un mapa. La entrada del lóbulo temporal informa sobre la
identidad del objetivo y, a partir de la experiencia pasada, sobre su peso anticipado, textura y
posible valor. El lóbulo parietal formula planes motores en cooperación con el lóbulo frontal y
las estructuras subcorticales para generar movimientos de los ojos, la cabeza y las manos (y
supuestamente movimientos de las piernas), a fin de interceptar dichos objetivos. Los planes
motores se transmiten al lóbulo frontal, lo que incluye las áreas que actúan como depósitos
del comportamiento socialmente aceptable, y se ejecutarán a menos que se consideren
inapropiados o se inhiban por movimientos voluntarios generados en las áreas motoras del
lóbulo frontal.
El plan motor formulado por el lóbulo parietal puede ir desde los movimientos oculares que se
utilizan para leer cuando uno se sienta, hasta los movimientos necesarios para atrapar una
pelota en vuelo mientras uno está corriendo. En respuesta a las claves visuales y auditivas, el
lóbulo parietal selecciona y genera un habla apropiada a la situación social que se está
viviendo, con lo que contribuye por tanto a la personalidad. Responde en modo casi
automático a las señales sensoriales y presta atención al objetivo más destacado (p. ej., un
globo rojo entre muchos globos azules). Esto se describe como procesamiento ascendente. En
contraste, puede regirlo el lóbulo frontal para buscar un determinado objetivo (p. ej., tratar de
ubicar a la suegra cuando llegan los pasajeros de un avión). Éste es un procesamiento
descendente, no es tan automático como el procesamiento ascendente y puede exigir un
esfuerzo mental considerable
Corteza somatosensorial primaria (SI)
La corteza somatosensorial primaria (SI) ocupa el giro postcentral (AB 3, AB 1 y AB 2). Las
proyecciones al giro postcentral comprenden las fibras talamocorticales de los núcleos
posteromedial ventral (PMV) y posterolateral ventral (PLV) del tálamo (cuadro 9-1). Estos
núcleos transmiten señales somatosensoriales de ambos lados del rostro y del cuerpo
contralateral, respectivamente. Las señales del tacto y propioceptivas se proyectan
predominantemente a AB 1. Las señales de dolor se proyectan a AB 3. Un mapa somatotópico
del cuerpo contralateral llamado homúnculo sensorial existe a lo largo del giro postcentral
lateralmente y se extiende medialmente al lóbulo parietal. La pierna y los genitales se
representan en el aspecto medial de la corteza, y el resto del cuerpo y la cabeza en el aspecto
lateral.
Las áreas 1,2,3 de Brodman que forman el giro post-rolándico, se encarga de recibir todas las
sensaciones táctiles, articulares y musculares del lado contralateral del cuerpo.
Los daños a esta área producirán confusiones en la percepción táctil del individuo
(temperatura, presión, dolor, tacto).
Lóbulo parietal superior
Las AB 5 y 7, en el aspecto lateral, forman el lóbulo parietal superior.
El LPS recibe una fuerte entrada de la corteza somatosensorial primaria. Las fibras de
asociación corticales lo conectan con la corteza adyacente, incluidos el lóbulo occipital, el
lóbulo temporal y el lóbulo insular, por tanto proporciona acceso directo a las señales táctiles,
visuales, auditivas y vestibulares.
Las células piramidales que se hallan en el LPS aportan mucho a las fibras que se proyectan al
tallo cerebral y a la médula espinal. Las fibras eferentes del LPS también se proyectan a centros
de control motores como el núcleo rojo, los ganglios basales, el colículo superior y el tegmento
pontino. Largos haces de asociación conectan el LPS con el lóbulo frontal (figura 4-5). Las
conexiones de las comisuras del cuerpo calloso se interconectan con los LPS izquierdo y
derecho. El LPS derecho (no dominante) forma parte del sistema de atención posterior. Es
crucial en la selección de la ubicación de un estímulo entre muchos. También se desconecta y
cambia la atención hacia un nuevo objetivo cuando es apropiado.
El LPS integra la sensación del tacto y la propiocepción con la visión lo mismo que con la
audición, lo que la destaca como un área integradora multimodal. Es especialmente
importante en la planeación y ejecución de acciones de alcance visualmente orientadas. Se
activa durante la exploración táctil de los objetos y la localización de partes corporales, y
durante el rastreo visomotor.
También se activa durante el cambio de la atención, es decir, cuando la atención visual pasa de
un objetivo a otro (Rees et al., 2002). El lóbulo parietal tiene que ver con la selección de y la
atención a un objetivo específico localizado en la piel o en el espacio extrapersonal cercano. El
área de asociación parietal superior anterior (AB 5) ofrece la capacidad para apreciar el peso y
la textura de un objeto sostenido en la cabeza. El LPS anterior (AB 5 y AB 7 anterior) participa
en la evaluación de la forma y el tamaño de los objetos sobre la base del tacto.
El área 7 es una fuerte área de asociación que integra información espacial sensitiva del
cuerpo. Podríamos decir que el reconocimiento corporal en un espacio y de dominio propio,
esta dominado en el área 7. Sin ser demasiado pretencioso el área 7 integra información de un
reconocimiento espacial.
El LPS tiene que ver con el lugar “donde” se ubica un objetivo (corriente visual dorsal).
Proporciona información sobre la localización del objetivo, incluida la dirección y velocidad del
movimiento del mismo. Puede programar un plan para interceptar el objetivo con ayuda de
movimientos oculares sacádicos y movimientos de las manos y el cuerpo.
En conclusión las áreas sensitivas secundarias: 5 y 7 se encargan de recibir la información del
sentido de la vista, procesarla y controlar los movimientos corporales que nacen como
respuesta a estos estímulos visuales.
Lóbulo parietal inferior
El lóbulo parietal inferior (LPI) corresponde al giro supramarginal (AB 40) y al giro angular (AB
39; figura 4-2), y se han propuesto otras subdivisiones más: sobre la base de sus características
histológicas y de imágenes por resonancia magnética, el giro supramarginal (AB 40) se divide
en cinco áreas y el giro angular (AB 40) en dos.
Las áreas 39 y 40
Se corresponde con las de Brodman, situados en los giros angulares y supramarginal
respectivamente, que rodean la parte más posterior de la cisura de Silvio.
LPI tiene conexiones recíprocas con los núcleos pulvinar y talámico lateral. Las fibras de
asociación cortas lo conectan con los lóbulos occipital y temporal cercanos.
El LPI recibe señales que representan la sensación del tacto, la propiocepción y la visión e
integra dichas señales para determinar la identidad de un objetivo. La ubicación estratégica del
giro angular entre el lóbulo occipital y el área del habla de Wernicke da por resultado que sea
“la región que convierte el lenguaje escrito en lenguaje hablado y viceversa…”
La función del LPI es codificar y recuperar secuencias motoras. Se ha propuesto que diferentes
áreas dentro de él codifican diferentes tipos de secuencias; por ejemplo, el giro angular
participa particularmente en la evaluación de los mensajes visuales y la selección de una
secuencia motora apropiada en respuesta (Ruby et al., 2002); el LPI y el giro supramarginal se
activan en el aprendizaje de habilidades (lado derecho) y el uso de herramientas (lado
izquierdo). Se especula que el giro supramarginal almacena información sobre las posiciones
de las extremidades y las manos con base en la experiencia previa. La recuperación de un
recuerdo motor previamente formado puede ser importante en la elaboración de la habilidad
y para adaptarla a una nueva situación.
Área 37 de Brodmann Vinculada al reconocimiento de rostros, la comprensión de las
metáforas y permite el desarrollo del lenguaje de signos.
LÓBULO TEMPORAL
Anatomía El lóbulo temporal comprende todo el territorio situado por debajo de la Cisura de
Silvio y su prolongación, limitando con el lóbulo occipital y parietal por su zona posterior.
Según su procedencia histológica más o menos reciente, se divide en neocórtex y paleocórtex.
La superficie externa corresponde al neocórtex y está constituida por 6 capas que se
distribuyen en cuatro circunvoluciones: Circunvolución de Heschl (Áreas 41 y 42), plano
temporal (Área 22), circunvolución temporal media (Áreas 21, 37 y 38) y circunvolución
temporal inferior (Áreas 20 y 37).

Funciones
Audición
La Circunvolución de Heschl, (Áreas 41,42) contiene las áreas auditivas primarias, que son
responsables del procesamiento sensorial de los estímulos auditivos procedentes del oído
interno. Cada uno de los lóbulos temporales recibe información auditiva procedente de los dos
hemisferios, ya que las vías auditivas son dobles: unas transmiten información al mismo
hemisferio, mientras que otras cruzan al hemisferio opuesto, siendo estas últimas más gruesas
que las vías ipsilaterales. Las zonas posteriores del lóbulo temporal contienen las áreas
auditivas de asociación, responsables de la interpretación de los sonidos lingüísticos, musicales
o de otro tipo.
Integración sensorial multimodal
La zona posterior del lóbulo temporal, en convergencia con las áreas visuales es responsable
de la integración de las informaciones visoauditivas, permitiendo dotar de significado a los
estímulos visuales.
Memoria
La importancia del lóbulo temporal como centro de almacenamiento de la información se
conoce desde 1899, cuando Bekcherev describió alteraciones de la memoria causadas por
lesiones temporales. Las zonas internas de este lóbulo, especialmente el hipocampo y las
estructuras adyacentes, son los principales centros de registro mnémico, permitiendo el
archivo de la información a corto plazo para facilitar la consolidación de la memoria. La zona
externa del lóbulo temporal también participa en los procesos mnésicos, aunque no de un
modo tan específico como la zona medial.
Lenguaje comprensivo
Desde tiempos de Wernicke en 1874, se conoce la implicación del lóbulo temporal en el
procesamiento del lenguaje comprensivo. El Área 22, corresponde anatómicamente al
Plano Temporal, siendo la zona donde se sitúa el Área de Wernicke, que es el principal centro
de lenguaje comprensivo. En la mayoría de las personas el Área de Wernicke está localizado en
el lóbulo temporal izquierdo, siendo la zona especializada en la codificación fonológica y
semántica del lenguaje. El homólogo de Wernicke, situado en el Área 22 del hemisferio
derecho tiene funciones pragmáticas relacionadas con la prosodia, permitiendo distinguir las
distintas entonaciones del lenguaje y siendo más activo en el procesamiento de los estímulos
auditivos no verbales como los sonidos del entorno o la melodía musical.
Regulación emocional
El lóbulo temporal proporciona una tonalidad afectiva a todas las informaciones, gracias a las
estrechas relaciones que establece con el sistema límbico. Es responsable de añadir
propiedades connotativas o emocionales a los estímulos, asociando propiedades afectivas a
estímulos particulares.
La cara interna de los lóbulos temporales, denominada también corteza de asociación límbica,
es responsable del procesamiento emocional de los estímulos sensoriales, gracias a la acción
concertada de diversas estructuras como la amígdala o el hipocampo.
Patología
Trastornos auditivos
Las lesiones de la corteza auditiva primaria en casos leves pueden producir dificultad para
discriminar sonidos aislados o discriminación defectuosa de sonidos presentados
simultáneamente. Las lesiones unilaterales de las zonas auditivas primarias no tienen un efecto
notorio sobre la agudeza auditiva, ya que se produce compensación gracias a la existencia de
vías cruzadas y no cruzadas. La lesión bilateral completa de las áreas auditivas primarias
correspondientes a la Circunvolución de Heschl produce sordera cortical, caracterizada por la
pérdida de audición asociada a sentimientos anosognósicos que le impiden el reconocimiento
de su defecto.
La lesión de las áreas auditivas del lóbulo temporal izquierdo produce deficiente capacidad
para la discriminación de los sonidos del habla, mientras que las lesiones homólogas del lado
derecho producen discriminación defectuosa del ritmo, sonoridad, timbre y memoria tonal en
la música, así como dificultad para la localización de los sonidos.
Como consecuencia de ciertas lesiones de la zona lateral superior del lóbulo temporal de
cualquier hemisferio pueden aparecer paracusias o alucinaciones auditivas elementales
(sonidos diversos, murmullos, etc.), mientras que las alucinaciones auditivas complejas (temas
musicales por ejemplo), se relacionan más con lesión del hemisferio dominante.
Agnosias auditivas
La lesión de las áreas asociativas del lóbulo temporal produce agnosias auditivas, con deterioro
en la capacidad para reconocer el significado de los estímulos acústicos no verbales, sin que
existan déficits sensoriales. Existen diferentes modalidades de agnosia auditiva que afectan a
la comprensión de sonidos, el reconocimiento de la música o el reconocimiento verbal.
Trastornos de percepción visual
Las lesiones del lóbulo temporal no producen grandes deficiencias sensoriales en la visión,
pero sí pueden generar trastornos en la percepción visual, ya que son responsables de la
integración multimodal de las experiencias visuales con todas las otras formas de percepción
sensorial que llegan desde los receptores espaciales y desde los sentidos corporales.
Generalmente las alteraciones visuales causadas por lesiones del lóbulo temporal producen
dificultades para la denominación.
Trastornos del lenguaje
Las lesiones del lóbulo temporal pueden producir distintas modalidades de afasia,
especialmente Afasia de Wernicke, Afasia de conducción y Afasia anómica. Otras lesiones
provocan trastornos del lenguaje de naturaleza no afásica, con problemas para el
establecimiento de asociaciones entre palabras sencillas (perro-gato).
La lesión del Área 22 (corteza de asociación temporal izquierda) se ha asociado con
alteraciones en la capacidad para el reconocimiento de palabras. La Afasia de Wernicke se
vincula a una lesión de esta Área en el hemisferio izquierdo, mientras que en otros casos más
extremos se producen sordera para las palabras.
Trastornos de memoria
La extirpación bilateral y completa de los lóbulos temporales mediales produciría amnesia
anterógrada masiva, con efectos dramáticos, ya que impediría el aprendizaje de cualquier tipo
de nuevo material. La lesión del hipocampo produce pérdida de memoria directamente
proporcional a la cantidad de tejido lesionado o extirpado, aunque no afecta al recuerdo
inmediato de material, como por ejemplo recordar una serie de dígitos. En cambio, sí se verá
afectado el recuerdo del material aprendido hace algunos minutos o varias horas.
Las lesiones temporales izquierdas afectan más a la memoria verbal (listas de palabras,
historias cortas, etc), mientras que las lesiones temporales derechas afectan a la memoria de
figuras geométricas, mapas, caras y melodías.
Epilepsia del lóbulo temporal
Las características neuropsiquiátricas y neuropsicológicas de la epilepsia del lóbulo temporal
han sido muy estudiadas, ya que están asociadas a numerosas alteraciones emocionales.
Lennox introdujo por vez primera el término de epilepsia del lóbulo temporal para referirse al
conjunto de alteraciones emocionales que se producían como consecuencia de las lesiones del
lóbulo temporal que acompañan a la epilepsia. Con frecuencia estos pacientes presentan
síntomas característicos como pegajosidad, pedantería, excesivas preocupaciones religiosas,
verborrea, paranoidismo y tendencia a los ataques de agresividad.
La lobectomía temporal produce efectos similares a los de la epilepsia del lóbulo temporal,
existiendo un efecto diferenciado según la localización de la lesión, ya que las lesiones del
lóbulo temporal derecho se asocian más estrechamente con paranoia, comportamiento
pedante, egocentrismo, verborrea y actitud pegajosa, que las homólogas del lóbulo temporal
izquierdo.
El término de “personalidad epiléptica” durante muchos años sirvió para definir a los sujetos
que junto a epilepsia del lóbulo temporal presentaban las alteraciones emocionales descritas;
sin embargo la utilización de este término ha sido definitivamente desechada, dada la intensa
variabilidad que existe entre los sujetos que presentan esta modalidad de epilepsia. En más de
la mitad de los cuadros de epilepsia del lóbulo temporal se aprecia un cambio significativo de
la conducta sexual, siendo más frecuente la disminución del interés sexual. Esta circunstancia
podría estar causada por el efecto de la actividad bioeléctrica anormal en las estructuras
temporales y límbicas.
Síndrome de Klüver-Bucy
Como consecuencia de determinados procesos demenciantes, traumáticos, infecciosos o
vasculares pueden resultar destruidas amplias zonas de la corteza temporal medial, incluyendo
amígdala, uncus e hipocampo, lo que produce Síndrome de Klüver-Bucy, que se caracteriza por
estos síntomas:
a) Conducta pasiva, con gran placidez e indiferencia frente a estímulos externos.
b) Hiperoralidad, con ingesta compulsiva de alimentos e incluso de cosas no comestibles.
c) Hipermetamorfopsia, caracterizada por la tendencia a tocar los objetos de manera impulsiva
y continuada, como consecuencia de la dificultad para el control de la atención sostenida.
d) Hipersexualidad que puede llegar a ser de tipo indiscriminado, aunque este síntoma sólo ha
sido descrito en simios, a los que se les ha inducido experimentalmente la lesión del lóbulo
temporal.
e) En animales experimentales se produce desaparición de las respuestas de miedo aprendido
por condicionamiento, como consecuencia de la destrucción de la amígdala.

a- Sistema reticular y sistema límbico

UNIDAD N°6

b- Pensamiento: bases neurofuncionales.

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