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Introducción

Esta entrevista nunca fue publicada en texto, sino que fue


una nota radial del año 2007 de Radio Atomika de
Argentina por Federico Di Paolo, Rodolfo Jorajuría y Martín
Butera.

Rodrigo Bacigalupe de Montevideo Portal - Montevideo


COMM la transcribió y publicó el 8 de febrero 2023 para
rescatar el material, que estaba perdido en el olvido del dial.

La introducción presentando al "Señor de los Venenos" del


histórico editor de Cerdos & Peces fue escrita por su pluma
también.
Prólogo de Rodrigo Bacigalupe

La complejidad de un ser se define por el grado de distancia


que mantiene con el abismo, desde el "no somos nada" de
las plañideras, hasta sumergirse en el misterio de la nada
misma que representa la conciencia de nuestra condición
de mono errante y errático, necesitado de una verdad que
lo justifique, cuando en realidad, no hay NADA que justificar.

Seguir un viaje propio de ficción, dejándote llevar por el


guion, esa es la forma de ser feliz, pero, ah, qué difícil si
quieres parar cinco minutos a tomar un café, entre escena y
escena. Lo peor: volverse el Kubrick de nuestros propios
sentimientos.

Enrique Symns es un experiodista, escritor y monologuista


que supo compartir escenario con varias bandas de rock
argentinas y latinoamericanas. Cuenta su leyenda —que él
mismo construyó— que aprendió a leer ya de grande, y que
comenzó por la filosofía. Que desde muy joven manejó
armas de fuego, que llegó a colaborar en robos, que vivió
en los mejores países del mundo (España, Brasil y
Colombia —según su opinión—) y que los más grandes
grupos de rock, los que van a perdurar, son las de rock
conceptual, sinfónico, a lo Pink Floyd o Radiohead.
Es también autor de narraciones como El señor de los
venenos (2004), En busca del asesino (2005) y Big bad city
(2006) y de una enorme cantidad de textos periodísticos,
biografías de artistas como el músico Fito Páez (Páez,
1996).

Pero sobre todo hay que destacar su labor como periodista.


Es uno de los estandartes del llamado periodismo gonzo
latinoamericano, en sintonía con el creador del género, el
célebre escritor norteamericano Hunter Thompson.

Además, su desempeño en la revista contracultural – de


carácter legendario en el mundo de la imprenta argentina –
Cerdos & Peces lo ha vuelto a él mismo un personaje de
leyenda. El argentino se desempeñó como director de dicha
revista, y llegó a escribir en ella bajo diversos seudónimos.

Su narrativa transita por los caminos de un realismo


eufórico en el que los personajes de sus historias están a la
cacería. A la búsqueda constante de aventuras (o
desventuras), del éxtasis de la vida, ya sea a través de las
drogas, o del sexo desenfrenado o la violencia. Mediante
una escritura sin pausas, ya sea que hablemos de acciones
o de pensamiento, crea un universo narrativo en el que todo
está por suceder.

Hoy en día, Enrique Symns tiene setenta y seis años y vive,


gracias al apoyo y la solidaridad de algunos amigos.
Entrevista de Radio Atomika

¿Cómo le va, Enrique? Ahora sí, ya formalmente


presentado en esta charla que vamos a hacer entre
sandwiches de miga y vino tinto…

¿Qué responder a esa pregunta? Cómo me va a ir, mal, me


va mal.

¿Por qué?

La vida tiende a ser eso. Pero vamos mejor a ponernos a


charlar de otras. Uno de los trucos de la nueva
globalización y de ese silencio que se ha apoderado de
todas las conversaciones (porque yo escucho silencio, nada
más, en las charlas de la gente)...

En realidad te dicen, ¿cómo te va, bien? Porque no quieren


saber. Es una manera de sacarte de encima. O sea que las
preguntas son muy importantes…

¿Para no desperdiciarlas?

Para introducirse en el alma de una persona. Para conocer


un tema hay que preguntar bien.
Todo un desafío para mí en estos minutos.

Para meterte en un problema te lo dije (risas).

Bueno, le cuento, esto es una radio de rock,


básicamente. Yo le quería preguntar sobre el rock en el
que usted estuvo tan metido y está tan metido…

No, ahora no estoy metido. Estuve metido muchos años por


un azar de la vida y por haber conocido desgraciadamente
a Los Redonditos de ricota… Bah, no sé si
desgraciadamente.

¿Qué hay qué decir de la vida? La vida de un hombre se


puede definir como lo que le sucedió, o como lo que no le
sucedió. Y hay enclaves, momentos emblemáticos en el
tiempo que a uno le toca transcurrir en que tomás
decisiones. Bah, no sé si existen las decisiones. Te dejás
llevar por cierto viento.

Así que bueno, lo único que sé ahora del rock es que es


una música que escucho, antes era un fenómeno del que
participaba. Creo que, como todo género musical, se va a
extinguir. Imaginate que si se extinguió J.S. Bach y se
extinguió Beethoven, la música más talentosa que existió
en el planeta –música que parecía que existían los dioses–,
cómo no se va a extinguir el rock. Yo creo que se nota un
poco ya, porque las grandes bandas (que son todas
inglesas)...
Yo creo que ahora el rock quedó alojado exclusivamente en
Inglaterra. De todas maneras, no sé si hay alguna de ellas
que supere… Mi banda predilecta es Radiohead. Me parece
la banda más talentosa. Lo más curioso del rock, a mí las
bandas que más me gustaron fueron las que hacían discos
conceptuales, y, sobre todo, rock sinfónico. Pink Floyd es el
J. S. Bach de la música. En el siglo XXII nadie va a
acordarse de los Beatles (quizás sí, o quizás no), pero
seguro se van a acordar de las obras maestras de la
música que creó esa banda.

No escucho más rock argentino porque es denigrante.


Después de Los Redondos, que fue para mí la última banda
de rock, junto con Soda Stereo y Virus… todo ese momento
glorioso de la poética... Después del fenómeno denigrante
en que consisten las canciones de Los Piojos, La Renga, y
los Bersuit Bergarabat (que son los más antipoético).
Parece que coincidiera con una descripción que dio
Petinatto en la época de Luca: “Los músicos argentinos
componen leyendo el diario”, sobre todo por esa exaltación
espantosa de la argentinidad.

Como dijo Spinetta hace poco: “Es increíble que esa sea la
herencia musical”. Aunque yo creo que ahora en los
sucuchos, en boliches como en Plasma, donde yo he
estado, están apareciendo nuevos fenómenos.
Y eso, ¿tiene que ver con el underground? ¿Existe el
underground todavía?

No, no existe más, a menos que exista de una nueva


manera, no lo sé. El under parecía un fenómeno que no se
iba a extinguir nunca. Ya llegó atrasado –porque nosotros
vivimos diez años atrás del imperio–. Cuando John Lennon
dijo que “el sueño había terminado”, acá recién empezaba
(¡era muy loco!).

Para mí empezó en el año ‘70, ‘71, un fenómeno que


involucraba no solo a músicos, con bandas emblemáticas
como fueron para mí Led Zeppelin, Pink Floyd, toda una
serie de bandas, con la aparición del fenómeno paralelo,
adyacente y amistoso con el fenómeno beatnik, la aparición
de grandes escritores y un periodismo paralelo al rock, que
se constituyó en el meollo de toda una movida que,
además, transformaba la vida de los que participaban.

Yo era un tipo careta –que usaba corbata y creía que había


que ir a la Universidad, que había que ser un pelotudo– y
gracias a la música y a un libro alucinante que fue En el
camino de Jack Kerouac, salí a las rutas y me convertí en
otro ser.
A veces la Universidad es como una masturbación
teórica.

Yo creo que la Universidad es la tumba del saber y la cuna


del poder. De la Universidad salen todos los malditos
hombres que después nos acusan de delitos, nos revisan el
cuerpo, nos dictaminan enfermedades mortales, son los
abogados que nos llevan y nos traen a Tribunales. Sale
toda la porquería humana.

Lo peor de la humanidad es el intelectual, es la escoria.


Después está la escoria del hombre gen, el hombre clon, el
hombre que no es nada, el hombre que es una masa, un
ser de plástico al que le sale el mundo y le entra. Dicen que
la consciencia humana es una gota de licor en un océano
de mierda.

Así que imagínate la posibilidad que tiene. Pero, digamos,


en la Universidad se gesta el poder, de eso no hay duda. El
95% de los universitarios son gente de clase media, no
vamos a encontrar bolitas (N. del R: bolivianos).

Y todos los presidentes han ido a la Universidad.

Todos los presidentes, todos los jueces, todos los dueños


de laboratorios, toda la clase dirigente del mundo. La
democracia en realidad es el gobierno de los empresarios.
Los que gobiernan no son los presidentes…
El gobierno del pueblo…

Una buena vestimenta del capitalismo. La publicidad de la


democracia... para existir necesita apoderarse de las
conciencias humanas y sumergirlas en una invención que
han realizado que es la de la dicha, la familia, una moral
media, una idea de la sexualidad, de las drogas, una idea
tan mediocre y tan fraudulenta que eso demuestra que el
ser humano no ha evolucionado en nada.

El 70% de la humanidad vive en la Edad Media porque aún


cree en las cosas que ya la Ciencia ha derrotado, como la
idea de Dios, y sin embargo la gente sigue creyendo que va
a resucitar, y son capaces de bombardear, de convertirse
en suicidas… Una creencia tan infame, tan tarada. Vos
podés desconfiar que el universo sí realmente tiene un
misterio –tiene varios– pero no en esa invención sacerdotal.

Antes hablábamos del under y lo ligamos con lo


alternativo porque consideramos que es un medio
alternativo. No sé si a esa palabra usted le da un lugar,
o le parece que es mierda la palabra alternativo.

No, son palabras que no te dejan pensar, porque se usaron


tanto y nos involucraron tanto. Cuando hice Cerdos & peces
me decía “underground”, me decían “alternativo”, entonces,
no te dejan pensar. Las etiquetas son de lo que se
caracteriza el sistema para envolverte.
¿Qué es un fenómeno mágico? Es un fenómeno que
contiene más misterio que razón. Yo no creo que fuéramos
alternativos o underground, éramos raros, misteriosos. Ser
misterioso es ser misterioso hasta para uno mismo. Yo creo
que Cerdos & peces –la revista que yo hice en la década
del ‘80– era una revista inconsciente de su destino. Estaba,
por supuesto, influida poderosamente por la pasión que
habían generado tipos como Hunter Tompson
(principalmente Hunter Tompson), Ernest Hemingway –eran
nuestros héroes–, Tom Wolfe…

¿Tenía un para qué, en ese momento, la revista?

Para joder más la vida. Para joder más las cosas. Yo creo
que tenía un impulso animal. Los intelectuales tienen
espíritu y no creen que son animales. Es muy raro que el
intelectual piense que es un animal. Yo sé que soy un simio.
El alma de un animal, justamente, por ser un ser “almado”,
no un “desalmado” como un torturador. Sos un mamífero,
un ser voluptuoso, apasionante –sobre todo por los líquidos,
no por los pensamientos–.

Las ideas (esa maldita invención de Platón) no han servido


para nada. El hombre vive en una prisión cósmica que es
irreductible. Ningún filósofo ha descubierto el sentido del
cosmos. En su libro del origen del universo (Historia general
de la naturaleza y teoría del cielo) Kant, en el prólogo,
sostiene esto “hay que recordar que el tiempo y el espacio
no existen: son invenciones de la mente para comprender lo
inaudito”, y esto coincide con la frase de los tebanos más
primitivos que decían que “el universo cabe en la palma de
un bebé”.

Es así de misterioso, y una frase más misteriosa es: ”el


cielo es azul, y el piso es duro porque alguien lo dijo”. Y
todas las biblias comienzan con lo mismo: primero fue el
verbo. Lo que diga un hombre sobre el mundo, en eso se va
a constituir. Si hay una guerra en el mundo es la guerra del
discurso –en este momento sumergida en un silencio total–.
No hay cantantes, no hay pintores, no hay escritores, no
hay filósofos que estén liberando a la palabra de sus
ataduras. Ya la palabra no sirve.

¿No hay discurso hoy?

Discursos hay todo el tiempo, lo que no hay es palabra


mágica, transformadora, extática. No hay la aventura de las
personas de lanzarse a lo inaudito, todos están con un plan
que tiene que ver con la evolución de su trabajo, de su
camino en el mundo. No hay un extravío. La vida consiste
en extraviarse, no en perderse. Que son cosas distintas.

¿Cuál es la diferencia?

La diferencia es que en el extravío te convertís en un gran


marino que le dice al rumbo que lo quiere perder. Te
convertís en un barco ebrio y aparecés donde no sabías
que ibas a aparecer. A pesar de que creo que hay un
destino inexorable. Si hay un funcionamiento que tiene el
tiempo, este es al revés de lo que el hombre cree. La
secuencia correcta es: después, ahora y antes. Yo vengo de
un certero futuro y me hundo en un ignoto y miserable
pasado.

Borges comprendía eso cuando escribió el famoso poema


de Laprida, que había sido un arquitecto, un genio, se
encuentra con una espada en la mano peleando en el barro
con un paraguayo y se pregunta “¿Para qué he vivido?”, y,
finalmente, descubre que ha sido para eso, para morir
lanceado por un paraguayo.

(...) Fragmento de la pregunta omitido por los editores


del vídeo, alusivo, evidentemente, al mundo de las
drogas.

A raíz de tu pregunta sobre las drogas… Hay que recordar


que las castas sacerdotales siempre han tratado de impedir
dos fenómenos. Uno, la sexualidad, a través de la creación
de una palabra de origen polinesio muy misteriosa llamada
tabú, que quiere decir “terror sagrado”. Palabra que existe
hace trescientos mil años.

Hablo de la sexualidad porque la sexualidad es la orgía.


Nada que no sea orgiástico es sexo, menos el amor
(inventado en el año 1240). Cada vez castraron aún más lo
que era el paganismo sexual, que siempre es multitudinario.
Si cuando te pajeás, recordás a dos personas, cuando dos
personas cogen, recuerdan cuando eran veinte. Por eso
está lleno de fantasmas el erotismo. Una de las cosas que
produce éxtasis es esa sexualidad compulsiva,
sorprendente. No en plan “vamos a tomar un café”. Esa es
la diferencia entre pulsión y deseo.

El deseo es una mariconería: decir(le) “vamos a tomar un


café”, en lugar de la pulsión, que es agarrar(le) una teta. Y,
en segundo lugar, la otra cosa que prohibieron fueron las
drogas, que también producen éxtasis. Porque lo que hace
falta en el mundo no es ni techo, ni comida, sino éxtasis,
magia, necesario para pasar esos noventa, setenta,
sesenta años que corren a la carrera, ¿para qué? Las
drogas, lo que hacen es subvertir al hombre.

Por eso los borrachos, por ejemplo. Una de las drogas más
poderosas que no han logrado prohibir es el alcohol (porque
además se convirtió en un negocio) fue el alcohol. Alcohol,
en árabe, quiere decir: “sed del alma”, y yo creo que todos
los adictos estamos sedientos de una sustancia que no
existe, deseamos lo que no hay. No es que nos escapemos
de la realidad ¡la buscamos! Porque esto no es la realidad,
esto es una pesadilla colectiva donde la vida es denigrada.
Da una tristeza enorme tener que vivir en este mundo y las
drogas te ayudan al respecto.
Escohotado las clasifica en tres: acuáticas, que te
sumergen en el fondo de tu conciencia (heroína, morfina),
terráqueas, que son para pelear (cocaína, anfetaminas, etc)
y aéreas o enteogénicas, las drogas de los dioses
(mescalina y sus millones de derivados).

¿Resulta difícil controlar las drogas de origen natural?

Sí. Yo he sufrido mucho con las plantas. Las he tomado


todas. Desde la ayahuasca (yagé), la belladona (atropa
belladona), el floripondio (brugmansia arbórea), la datura
(stramonium), peyote (lophophora williamsii)... Yo creo en
las naves de la NASA.

Creo que una droga sintetizada es perfecta porque te lleva


a donde vos querés (...) A mí las drogas naturales me han
hecho vivir el miedo. Hunter Thompson, por ejemplo, a
quien admiro, se inyectaba adrenalina –que es puro
miedo–. Todo su trabajo periodístico lo hizo a través del
miedo.

¿Tuvo experiencias muy traumáticas?

Muy traumáticas. Es largo de contar. Las alucinaciones son


muy difíciles de manejar. Yo, por ejemplo, tomé, en el
término de un mes, más de cien ácidos. Viví en ese estado
durante treinta o cuarenta días. Es lo más parecido a estar
en estado de psicosis –¡estás en estado de psicosis!–, te
desnudás en la calle, tenés un discurso de delirio místico…
Yo terminé en el Borda. Esas son experiencias terroríficas,
de desubicación en el mundo.

¿Le falta probar alguna droga?

No, las probé todas. La que me faltó fue la heroína, que la


utilizaría si me quedara poco tiempo de vida.

¿Cuánto le queda por vivir, Enrique?

Muy poco. Bueno, no voy a ser tan pelotudo de fijar mi


muerte, aunque creo que hasta tengo una fecha que trato
de borrar. Borges decía que si uno supiera el día de la
semana en que va a morir, por ejemplo el miércoles de la
semana próxima, el jueves previo sos feliz, el viernes y el
sábado, pero el domingo ya te empezás a preocupar, el
lunes estás realmente ansioso, y el martes estás sufriendo
como un condenado.

Le tengo mucho miedo a la muerte. Le tengo miedo a la


desaparición absoluta. Porque dejar de existir es como no
haber existido nunca. ¿Vos pensás que existe John Lennon
o Jesucristo? ¿De qué le sirve a su alma que todos hablen
de sus de él y sus canciones? No creo que el ser humano
haya evolucionado gracias a los fantasmas de los que se
fueron yendo.
¿Cómo plantea eso de no existir pero, a su vez, dejar
algo?

Es lo que sucede. Lo que me da bronca es que van a ganar


plata conmigo cuando me muera. Van a hacer una película
sobre mí. Todo eso va a pasar. Voy a ser más famoso que
ahora. Soy una especie de leyenda. Hay una diferencia
entre mito y leyenda. Un mito tiene valores arbitrarios
colocados sobre él, una leyenda, no.

Creo que me he mantenido en el campo legendario. Cosa


que no han hecho ninguno de mis coetáneos (Indio Solari,
Ricardo Ragendorfer, Tom Lupo). Todos han sido atrapados
por lo que Néstor Perlonguer llamaba la pasión
abolicionista. Él decía: “cuando el viaje hacia el éxtasis
fracasa el individuo cae más atrás de sí”. Entonces el dealer
se convierte en testigo de Jehová, el guerrillero en diputado
nacional, la gran prostituta en ama de casa…

¿En qué se convirtió el Indio Solari?

En un ama de casa, en un mediocre creador, un hombre


encerrado en un camping con perros asesinos y hombres
con escopetas, un dibujo animado.

Sigue siendo, no obstante, uno de los más grandes poetas


del rock argentino (...). Hace veinte años que pasó todo
eso.
¿Qué pasa con la fama, que la nombra
constantemente?

Hay muchas formas de fama. Los intelectuales le llaman


prestigio. Los medios de comunicación necesitan generar
un escenario en el que hay unos pocos famosos. Son un
porcentaje ínfimo de la población total (...).

En el caso de los artistas, son de los peores


colaboracionistas del engaño colectivo. Son los elegidos por
el sistema. Me corrijo, en realidad debiéramos hablar de
auspiciantes, porque artistas hay tres o cuatro por siglo.
Poetas hay dos o tres por siglo. Trotsky ya lo dijo. Los
artistas nunca se han rebelado. Muy pocos.

Si tan malos son los artistas, ¿por qué siempre se ha


rodeado de artistas?

Me rodeé de la gente que había en ese momento, que era


mágica… No me arrepiento, porque creo que estuve
rodeado de las mejores almas de aquel momento. Como
todo está en transformación…

El mecanismo de adaptación forzosa hace que la vida sea


una porquería, una cosa siniestra. Pero, por otra parte, está
la existencia. Existir es otra cosa. Cuando se genera una
conciencia que flota por encima de la vida. Hay una ley de
la vida que dice que no se puede retroceder. No se puede
volver atrás, jamás. La aceptación de esa idea te permite
ver hacia dónde va todo. Esta globalización en la que
vivimos ya era percibida hace mucho tiempo.

Cuando leí a Marshall McLuhan (N. del R: 1911-1980), él


decía que los autos son la publicidad de los caminos, y los
caminos son la publicidad de los tanques. Todo es guerra.
Lo único que importa en la vida es la guerra (...).

Él decía que el trabajo de los artistas en el futuro será el de


desenchufar al hombre eléctrico. Acabar con la luz, que no
haya más radio, guitarra eléctrica, que no haya nada. Volver
al silencio de la naturaleza, la luz de las velas, y volver a ser
lo que somos: monos tribales encerrados en estas chozas
de barro.

Este barro… que es el mismo que el barro del hombre


primitivo. Solo que en lugar de estar alrededor de una
hoguera de fuego estamos en derredor de una hoguera
catódica que nos atraviesa con treinta mil rayos y nos
perfora el alma. Así estamos viviendo. Eso es la televisión,
por ejemplo. La computadora es lo mismo, o peor. Es un
mata almas. Si hay un mata almas ese es internet, que nos
traslada a un mundo abstracto, inexistente, que no sirve
para nada (...) excepto para ganar plata.

¡Pobrecitas las almas! La tecnología llega a la gente cuando


ya no sirve. Es un mundo de una crueldad insensata, por
más que otros digan que hay un plan.
¿Es usted un apocalíptico, entonces, no un integrado?²

McLuhan era un integrado, por ejemplo. (...). Él era un


enemigo de la electricidad, a pesar de ser el que
organizaba las campañas de publicidad del Papa.

¿Puede ser que usted también se esté desenchufando?

No sé si has leído Las enseñanzas de Don Juan³…

No.

En ese libro se dice que hay cuatro enemigos: el miedo, el


poder, la claridad y el único que no se puede vencer, la
vejez (...). Estoy llegando ahí y no me gusta nada. La vida
pasa muy rápido, de repente. Te dormís cuando tu abuelo te
cuenta un cuento y despertás contándoselo a tu nieto. Así
es la vida.

En la pausa nos habló del concepto de máquina,


cuéntenos un poco más al respecto.

El concepto de máquina me lo insertó Bourdieu hace mucho


tiempo. A una máquina todo le sucede, y a tu cerebro, que
es como una radio —por algo se llama ratio— transmite
programas pero no sabés de dónde, y ni siquiera movés el
dial, se mueve solo. Te vas a dormir a la noche y aparecen
imágenes. Cuando querés meterte en ese circuito, a
analizarlo, ahí empieza la locura. La locura tiene que ver
con ese misterio que es el universo.

¿La locura tiene que ver con querer descubrir ese


misterio?

La locura… Hay una frase de Nietzsche que es singular y


dice: “cuando miras al abismo el abismo te mira a ti”. A mí
me pasó toda mi vida. Por eso soy sabio. El abismo te da
todo pero te destruye la vida. Tom Lupo me lo decía en el
sentido freudiano: “si mirás al inconsciente el inconsciente
te hace sufrir”.

Freud domesticó el concepto de abismo, lo convirtió en el


concepto de inconsciente para tener más poder él, pero la
palabra abismo es la mejor. Somos la carne del abismo,
somos una tostadita del abismo, y el universo es una
parrilla donde se quema todo: galaxias, amebas, pedos,
almas, libros, obras de arte….

¿A vos te parece que al universo le importa lo nada lo que


le pasa a esta tortita frita que es un punto en la nada? Nos
tenemos que aferrar a algo. Somos una tribu de monos
perdida en la selva de la negrura. Sin embargo, existe el
misterio. La palabra misterio viene de mística y se opone a
la religión, que ha tapado todas las utopías… La religión
asesinó los misterios del cosmos. El código genético es una
terrible trampa para que suceda lo que ha de suceder
inexorablemente.
Tal vez los testigos de Jehová lo acerquen más a la
verdad, Enrique.

Te voy a decir un secreto de la vida: entre un trotskista y un


testigo de Jehová —que ambos están equivocados— confiá
en un testigo de Jehová, que nunca te va a traicionar. Y un
trotskista es un traidor. Yo no soy ni testigo ni trotskista.

¿Y usted qué es?

Soy un alma perdida, extraviada. En una época coincidí con


los anarquistas, pero porque los leí. Trotsky es un genio, a
pesar de la ejecución de sus ideas. Ni hablar de Freud, uno
de los más grandes genios de la humanidad. Un libro que
yo les recomiendo es Totem y tabú (1913) y llega, aunque
esto no lo dice explícitamente, a un punto parecido al de
2001. Odisea en el espacio (Kubrik, 1968), “una fuerza
exterior ha traído la palabra”, y esto te lo puede decir
cualquier epistemólogo.

El hombre es un ser alienígena, no es de este mundo. Es


como si hubiesen tomado todo lo que el hombre hizo, lo
metemos en la cabeza de una aguja, lo disparamos hacia el
espacio, cae en un planeta y se desarrolla toda la película
que hay acá, así le pasó al hombre, No sé quién tiró esa
maldita aguja. El universo es eso. Por eso la importancia de
la mirada. Yo creo que nos están viendo. Los que miran las
abejas, por ejemplo, hacen un aparato para ver a la abeja
reina, que nunca vio el sol. Imaginate que hubiera algo así
dentro de todos nosotros. Nos están viendo.

Nos duele la mirada, porque siempre es lacerante. El ojo no


es un sentido, es un arma, un cuchillo filoso que te
atraviesa, te pincha. Encima todo el sistema de
pensamiento occidental, desde Platón hasta hoy, se fundó
sobre la vista. Heidegger tiene una frase que sintetiza mi
pensamiento: “el agua no es H2O, es aquello con lo que me
lavo las manos”. Si aceptas la nomenclatura científica,
cagaste, ya entrás en el mundo de los sabiondos…

¿Qué hace usted, Enrique, después de haber venido a


la radio?

No hago nada. Estoy prisionero de una serie de rutinas muy


aburridas. No es que me guste estar ahí… En la cárcel, por
ejemplo, hay dos tipos de prisionero: el que está siempre
pensando en fugarse y el que se adapta. Hay momentos en
que me asusto, porque pierdo la esperanza de la fuga.
Dicen que para fugarse hay que hacer un motín. Mueren
veinte y se escapa uno. Pero siempre en grupo me siento
solo.

La palabra soledad… edad del sol. El sol está solo, se


quema como un bonzo, se incendia inútilmente, congelado
en lo profundo de su corazón. Con una temperatura de
cincuenta millones de grados bajo cero. Para alimentarnos
con luz y calor. Si querés saber cuál es nuestro padre,
nuestro dios, está ahí, incendiándose en el cielo.

¿Escuchó a Pity Álvarez?

Mirá, cuando apareció el pelado Cordera le digo: “la verdad


que, comparado con vos, el Indio Solari es Truman Capote”.
Ahora tendría que decirle a Pity: “comparado con vos, el
pelado Cordera es Truman Capote”. El descenso de la
inteligencia es muy notable. El Indio Solari es un tipo que
había leído, precisamente, a Truman Capote, a Marshall
McLuhan, a Norman Mailer —fanático de Mailer—. Al final,
debo confesar que aceptar es importante, a pesar de que la
lectura me parece una actividad deplorable.

¿Deplorable?

Y sí, porque el tipo que inventó la imprenta (y de esto hace


poco), inventó la interioridad. Empezás a verte reflejado en
los libros. Ahora ya es tarde. Siempre es tarde. En la
década del 60, de hace setenta millones de años, el mundo
era maravilloso. No se puede volver a los pantanos. No sé
si vengo de un mandril o de un gorila.

Dicen que el gorila es el único hombre que se negó a


hablar. Yo vi en Barcelona al famoso gorila blanco (N. del.
R: Copito de nieve) y vi la mirada más humana que vi en mi
vida. Me puse a llorar instantáneamente cuando lo vi. Una
mirada que no encontrás en un ser humano ni en pedo.
Y eso que he estado con gurús… Una mirada desgarrada
que también la vi en la mirada de un buitre. El buitre lo
había mirado todo y no había encontrado nada, por eso se
comía los cadáveres.

No hay nada, en realidad…. Eso sucede también con el


complot… No lo hay. Vivimos en una pesadilla confortable,
rodeado de almas duplicadas y de un silencio
estremecedor. Nadie habla. Hablar es acuchillar el alma del
otro. Burroughs dice: “hablar es mentir, y vivir es ser
cómplice” ■

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