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TEMA 10 LA ILUSTRACION Caracteristicas y contexto sociohistérico EI movimiento intelectual que se conoce con el nombre de llustraci6n se inicia en Francia a finales del siglo XVII, para alcanzar toda su fuerza a lo largo del siglo XVIII, extenderse por Inglaterra y Alemania hasta culminar con la Revolucién Francesa de 1789. Sus caracteristicas principales son: una decidida postura antidogmatica y escéptica en religién, que llevé desde la exigencia de tolerancia, la critica de los elementos legendarios o milagrosos, el anticlericalismo, etc... hasta un abierto materialismo ateo; entusiasmo por lo racional entendido como calculo matematico, observacién empirica y andlisis; vocacién antitirénica y liberal en lo politico, preocupacién por la “felicidad publica” que va desde el despotismo ilustrado hasta el igualitarismo democratico; fe optimista en el progreso ya ininterrumpido del espiritu humano y de las instituciones sociales. Predomina el menosprecio del pasado, la conviccién de que a partir del sigio XV comienza la verdadera historia del hombre, finalmente en vias de librarse del oscurantismo y la supersticién en que le habian mantenido las falsedades de los sacerdotes y el terror a los déspotas. Frente a las tinieblas de la magia y la leyenda, el siglo XVIII quiere ser el Siglo de las Luces: luces de la razon humana, desprejuiciada y rigurosa —el mayor elogio que podia hacerse de alguien era declararle poseedor de un “espfritu geométrico"—, para despejar las nieblas de la verdad revelada, los dogmas de la Iglesia 0 el arbitrario derecho divino de los monarcas. A comienzos del siglo ilustrado, Francia vivia los dltimos afios del préspero pero absolutista y autoritario reinado de Luis XIV. El periodo de la Regencia relajé mucho las pautas de autoridad, al tiempo que aument6 grandemente la corrupcién y la licencia de las costumbres: el barniz divino que preservaba la jerarquia social de las reivindicaciones populares comenzaba a perder su lustre. Los reinados de Luis XV y Luis XVI pretenderian amalgamar después el absolutismo autocratico del Rey Sol con la “douceur du vivre” inaugurada por el Regente, con el resultado de que la nobleza, debilitada y convertida en cortesana por Luis XIV, terminaria por corromperse totalmente, en provecho de una burguesfa educada y critica, dispuecta a no respetar los privilegios pasados ni la administracién teoldgica del conocimiento, que ella debia encauzar hacia el desarrollo técnico y la democracia constitucional. Los principales precedentes tedricos de la Ilustracién los hallamos en las filosofias de Spinoza y Locke, més influyentes en los, ilustrados que las del también muy presente Leibniz: damos por supuesto que estos autores —asi como el ya plenamente ilustrado David Hume— han sido estudiados en capitulos anteriores. El primer autor francés que inicia lo que serd después la Ilustracién es Pierre BAYLE, que publica su “Diccionario histérico y critico” en los tltimos aiios del siglo XVII. Esta obra es un monumento de inteligente escepticismo: Bayle muestra que las polémicas teolégicas de la época, por ejemplo la que habfa enzarzado a jansenistas y jesuitas, son irrelevantes y no pueden llevar mas que a la confusién y la intoleran: pues versan sobre temas que escapan al control de la razén humana. En realidad, lo més util y fiable de la raz6n es su lado critico y negativo, que muestra los errores de las creencias establecidas; en cambio, los intentos positivos de explicar racionalmente la naturaleza de Dios o de probar su existencia, las justificaciones del mal y su conciliacién con la omnipotencia divina, etc... han acabado siempre en estrepitosos fracasos teéricos, agravados por sangrientas persecuciones inquisitoriales contra los escépticos o disidentes. En estas materias no racionales, sino raveladas, lo recomendable es la fe privada y la tolerancia publica. Un punto importante en la obra de Bayle es que éste separa la moral de la religi6n: es posible tener una correcta conducta ética sin creer en Dios ni en la inmortalidad, como prueba el caso de los, saduceos judios, que rechazaban la resurreccién pero practicaban una moralidad més elevada aue los fariseos ue si crefan en ella. El protagonista de la llustracién francesa es sin duda el philosophe, figura que no puede confundirse sin mas con el “filésofo” 282 en sentido tradicional. El philosophe no fue generalmente un fildsofo académico ni dedicado a la ensefianza publica; tampoco se interesé por las causas primeras de las cosas, ni por los principios universales y necesarios de la realidad: la mayoria de ellos no publicaron ningtin libro sobre los grandes temas metafisicos y ninguno fue tedlogo. El philosophe fue el hombre culto, informado en ciencias y artes, libre de la supersticiOn religiosa y de énimo liberal y tolerante; sus temas predilectos fueron las ciencias fisicas, la filosofia de la naturaleza, la matemitica, la economia, la denuncia de las leyendas creidas a pies juntillas y la orientacién de las costumbres hacia una mayor felicidad privada y piblica. No vivié alejado de! mundo ni fue hostil a los placeres y ventajas de la convivencia. En la voz “Philosophe” de la Enciclopedia (mas adelante hablaremos de esta obra), articulo escrito por el gramético Dumarsais, se dice: Nuestro philosophe no se cree exilado en este mundo; no se considera tampoco en pais enemigo; quiere gozar con sabia economia de los bienes que la naturaleza le brinda; quiere encontrarse a gusto con los otros: y para encontrarse a gusto, hay que saber darlo: de modo que pretende convenirse con aquéllos que por azar 0 elecci6n viven con él... es un hombre honrado que quiere agradar y ser atil. El philosophe es pues un hombre honrado que actéa en todo momento regido por la razén y que une a un espiritu de reflexién y precision las costumbres y cualidades sociables. Si pudiéseis convertir a un soberano en un tal philosophe, seria el perfecto soberano. Para completar este marco de pujante, autocomplaciente y combativa burguesia en el que nace la llustracién, es preciso decir una palabra acerca de los sa/ones. Eran éstos una suerte de amplias tertulias dedicadas a la charla amable, ingeniosa o cultural que tenian lugar en casa de alguna dama distinguida y en torno a la figura solar de |a anfitriona, Todos los philosophes asistian a ellos, divulgaban 0 confrontaban sus opiniones y hacian pesar su influencia social, intelectual y hasta politica. La duefia del sal6n era la figura mas importante de éste y pieza clave de su éxito: la relevancia de estas mujeres inteligentes y discretas en la ilustracién dieciochesca no puede ser exagerada. De una de ellas se escribié este retrato que vale para muchas: “Poseia en el grado mas eminente ese arte tan dificil y tan precioso de hacer resaltar el ingenio de los otros, de interesarlo, de ponerlo en juego, sin ninguna apariencia de coaccién ni esfuerzo. Sabia reunir los tipos de ingenio més diferentes, incluso los més opuestos; sin que pareciera tomarse la molestia, por medio de una palabra dejada caer habilmente, sostenfa la conversacién, la reanimaba y la variaba a su antojo.” Y no s6lo como estimuladoras del ingenio ajeno brillan estas damas: en sus correspondencias, fundamentales para entender este siglo radicalmente epistolar, muestran frente a las mas dignas cabezas pensantes de su tiempo una penetracién, una exactitud de juicio, un apasionamiento, incluso a veces una desesperacin, que las convierte mucho més en protagonistas que en amables comparsas de su época. Quizé lo mas profundo del siglo de las luces no se halle en Voltaire ni en Rousseau, sino en las cartas de Madame du Deffand, de Julie de Lespinasse o de Madame de Staal-Delaunay... 283 VOLTAIRE La figura que redne en una sola persona todos los vicios y virtudes de la llustracién es Frangois-Marie Arouet, que firmé sus obras, como VOLTAIRE. Nacido en una familia acomodada, educado por los jesuitas, Voltaire llevé una vida inquieta y triunfal, a veces perseguido, encarcelado y apaleado por sus incémodas ideas, en otras ocasiones festejado y glorificado por el mismo motivo. Fue poeta, autor dramatic y narrador, pero lo més importante para el gusto actual de su obra son sus optisculos y panfletos sobre los temas més diversos, todos ellos servidos por un estilo literario inconfundible, preciso y nervioso, elegante y armado de la mas punzante ironfa. Al final de su vida, rico y universalmente aclamado, se habia recluido en sus posesiones de Ferney, en la frontera entre Francia y Suiza convertido en una especie de ordculo de la Ilustracién, al que consultaban desde los sabios hasta los reyes. Murié en Paris en 1778, a los ochenta y cuatro afios de edad, tras haber asistido en el teatro al estreno de su Ultimo drama y haber recibido una enorme ovacién de la capital que le adoraba. En una de sus primeras obras, las “Cartas inglesas”, escritas a su vuelta de Inglaterra, convierte a este pais en modelo para Francia en el terreno religioso, politico, cientifico y hasta artistico. En realidad, mas que exagerar los méritos de las instituciones y personalidades inglesas, lo que hace es disefiar el proyecto ideal de lo que é! consideraba deseable e indeseable en cada uno de esos campos. En lo religioso, por ejemplo, Voltaire preconizé una religion despojada al maximo de dogmas, acorde con la naturaleza, sin jerarquia eclesidstica y absolutamente tolerante con cualquier creencia opuesta. Voltaire nunca fue ateo: profesé un vaporoso deismo, respetando a Dios entendido como buen gedmetra y arquitecto del universo, sin personalidad antropomérfica y sin intervencién sancionadora en la conducta humana. Al final de su vida se enfrenté a los materialistas ateos como el barén d'Holbach y siempre sostuvo la necesidad de algiin tipo de creencia religiosa para el pueblo bajo. Consideré al cristianismo, empero, como particularmente apto para fomentar el oscurantismo y suscitar la intolerancia, por lo que abrié cruzada contra él: solia acabar sus cartas con un ecrassez I'Inféme! que constituia su divisa en esta lucha. En politica, Voltaire no fue un revolucionario, ni siquiera un demécrata 0 un populista. Propugné vehementemente la libertad de expresi6n, porque le era esencial como escritor, lo mismo que al circulo de sus amigos intelectuales, pero no hubiera favorecido que se concediese a las capas inferiores de la sociedad: desconfiaba de cualquier intento de redimir a la canaille, a la que juntamente despreciaba y temfa. Su ideal era un despotismo benévolo e ilustrado, que crey6 ver corporeizado en su amigo Federico I! de Prusia o en Catalina de Rusia, la Semiramis del Norte, sin duda con excesivo optimismo por su parte. Intervino directamente en ocasién de condenas por delitos de creencia u opinién, tales como el famoso caso Calas, consiguiendo con hébil tenacidad la revisién de algunos procesos y el sobreseimiento de otros, hasta lograr finalmente una reforma 284 liberalizadora en la justicia de Francia. En el terreno cientifico y estrictamente filos6fico, destacé como ferviente defensor dé Newton frente a la fisica cartesiana, apoyada todavia por personalidades de la intelectualidad gala como Fontenelle. También fue un profundo admirador de Locke, cuyas opiniones sobre el entendimiento, el alma, la libertad, etc..., hizo suyas en casi todas sus obras. En lo tocante a la libertad, por ejemplo, sostuvo en su juventud el indudable testimonio a favor de la conciencia, para irlo abandonando poco a poco hasta llegar a considerar que la expresién “voluntad libre” es absurda, porque parece suponer que algo escape al universal principio de razén suficiente. También en su juventud fue partidario de un optimismo césmico a lo Leibniz y Pope, que abandons con ocasién del terremoto de Lisboa —sobre el que escribié un poema mas o menos metafisico— y del que se burlé en su soberbio cuentecillo o parabola “Candido”, quiz su mejor logro literario. En sus opiniones sobre arte fue de un clasicismo extremo y de un intelectualismo en Ultimo término esterilizador, que le llevé a condenar a Rabelais o Shakespeare como cimas de extravagancia y mal gusto. Respecto a sus obras histéricas, seran tratadas mds adelante en otro apartado de este mismo capitulo. El gran objetivo de Voltaire, hacia el que se orientan practicamente todas sus obras tedricas, es combatir el fanatismo, La summa de este antifanatismo fue su delicioso "Diccionario Filosético Portatil”, en el que se critican las creencias inverosimiles, los dogmas funestos, las leyendas milagrosas y todas las formas de depreci la vida, los sentidos y el progreso cultural. Es en este “Diccii donde estampa esta definicién del fanatismo, que le resume: “El fanatismo es a la supersticién lo que el arrebato es a la fiebre, lo que la rabia es a la célera. Quien tiene éxtasis, visiones, quien toma sus suefios por realidades y sus imaginaciones por profecias es un entusiasta; quien apoya su locura con el crimen, es un fandtico... No hay otro remedio contra esta enfermedad epidémica que el espiritu filoséfico, el cual, extendiéndose poco a poco, acaba por suavizar las costumbres de los hombres y previene los accesos del mal; pues, cuando ese mal progresa, hay que huir y esperar a que el aire se purifique.” Honra a Voltaire poder decir que él no siempre huy6. DIDEROT, D'ALAMBERT Y LA ENCICLOPEDIA El compendio de todo el esfuerzo intelectual de los ilustrados es la Encyclopédie, ou Dictionnaire raisonné des arts et des métiers, obra monumental en treinta y cinco volmenes que comenz6 a publicarse en 1751 y se concluyé en 1780. Lo que en un principio iba a ser sencillamente una edicién francesa puesta al dia del Dictionary de Chambers se convirtié después en un compendio no tanto de todo el saber de su época —Io que estuvo muy lejos de conseguir— sino de las opiniones de los philosophes sobre todos los aspectos y detalles del saber. La Enciclopedia fue un manifiesto colosal de heterodoxia, irreverencia y racionalismo, que debia forzosamente chocar con ios 285 poderes religiosos y politicos vigentes. Fue varias veces prohibida, sus directores fueron perseguidos y sdlo el apoyo inquebrantable de unos miles de suscriptores y las gestiones a favor de algunos influyentes personajes de la corte (entre otros Malesherbes y Madame de Pompadour) lograron que el proyecto se concluyese. En la obra colaboraron los mejores ingenios de la Ilustracién, aunando en el proyecto comin sus perspectivas forzosamente dispares: Voltaire colaboré junto a los materialistas D’Holbach o Helvetius, Condorcet hizo los articulos matematicos y Montesquieu algunos histéricos y politicos; a veces se invertian los papeles: Rousseau, al que también se le encargaron los temas de misica, escribié el articulo sob.2 “Economia Politica”, mientras el economista y luego ministro Turgot escribié la filos6fica entrada “Existencia”. Pero el alma de la Enciclopedia, la nica persona insustituible en ella, sin cuya tenacidad, arrojo e inteligencia jams se hubiera realizado la obra, fue Denis DIDEROT. Mientras otros, como Voltaire, negaban su participacién en la Enciclopedia, é| siempre dio la cara ante las autoridades en su calidad de director; otros abandonaron, incluso su colega en la direccién D’Alambert, mientras é| continuaba trabajando; viviendo en la estrechez, en la pobreza casi, escribié cientos de articulos, para la obra sobre los temas menos brillantes que nadie queria tratar, como oficios 0 técnicas agricolas, sacando sabe Dios de dénde tiempo para documentarse, redactarlos y proseguir ademés su propia y muy importante obra de creacién personal. Las reflexiones filos6ficas de Diderot adoptaron forma literaria dialogada 0 novelada, aunque también escribié algunos compendios de pensamientos filos6ficos y abundante critica de arte. La mayoria de sus obras fueron editadas péstumamente por razones de prudencia. En su “Coloquio entre D’Alambert y Diderot”, completado por el “Suefio de d’Alambert”, mantiene una postura materialista y evolucionista avant /a lettre: continuidad y parentesco esencial entre animales y seres humanos, cuyas diferencias se deben a variaciones en la disposicién de sus 4tomos, reduccién de todos los fenémenos psiquicos a alteraciones fisiolgicas, relatividad de cualquier consideraci6n individualizadora en el gran todo césmico... En su “Entrevista con la Mariscala XX” sostiene un agnosticismo précticamente ateo y opina que no s6lo es posible una moral elevada sin religién, sino que la religién ha fomentado hist6ricamente la hipocresfa y el crimen, por lo que es més bien un obstéculo que una ayuda para los auténticos ideales éticos. En uno de sus textos ms espléndidos, “El sobrino de Rameau”, presenta el retrato de un cinico subversivo y escéptico, parecido al Menipo o al Diégenes que pinté Luciano pero ambientado en el ancien régime: las convenciones de la moral burguesa, las falsas 0 verdaderas sublimidades del arte, los ideales mismos de la sabiduria son puestos en solfa por este personaje inolvidable y dnico en la literatura de los philosophes, a quienes juntamente prolonga y desmiente. En su “Suplemento al viaje de Bougai , extrapolacién sobre los datos aportados por un oficial francés de ese nombre que viajé alrededor del mundo y pasé una temporada en Tahiti, hace un elogio de la libertad 286 sensual y pacifica de los salvajes frente a los “civilizados” reprimidos y siempre listos a la rapifia o la violencia. En otro de sus escritos mas sutiles, la "Paradoja del comediante”, sostiene que el mejor actor no es el que mas siente, sino el que vive menos su papel y conserva mas fria y \iicida la mente para fingir la pasion que no experimenta. También son interesantes su novela "Jacques el fatalista”, curiosa meditacién sobre lo irrevocable del destino, su “Carta sobre los ciegos para uso de los que ven” y otros muchos escritos breves: en todos brilla el jugoso brio de su estilo, su curiosidad siempre alerta, su profundidad de percepcién y su nobleza moral, sin punto de mojigateria ni afectacion y muy consciente de las contradicciones de la ética El otro director de la Enciclopedia y autor de su “Discurso Preliminar’, fue Jean le Rond D'ALAMBERT, uno de los matematicos y cientificos més distinguidos de su momento. En sus "Elementos de filosofia” expone puntos de vista semejantes a los del posterior positivismo. Segtin él, la filosofia debe purgarse de sus ilusorias vanidades metafisicas, que aspiran a conocer la entrafia oculta y fundamental de las cosas, y limitarse a constatar las correlaciones entre fenémenos y a deducir comprobables propiedades secundarias de otras, propiedades primarias que fueron verificadas del mismo modo anteriormente. Las ciencias no son pura acumulacién de datos y enfoques sin conexién entre si, sino parte de un mismo despliegue de la inteligencia humana: por eso D’Alambert insiste en la funcion de unificacién que debe tener el conocimiento, hasta mostrar que todos los fendmenos forman parte de un sistema homogéneo que las ciencias van desvelando poco a poco. Las reflexiones éticas de D’Alambert tienden a separar la moral de toda sancién religiosa, como es norma casi general entre los ilustrados; insiste en la condicién esencialmente social de los preceptos éticos y sefiala que nuestro auténtico interés y el interés comunitario coinciden, debiendo el fildsofo ilustrar al hombre comiin sobre el puesto en la sociedad en el que puede ser més util a los dems y, por tanto, mas auténticamente feliz. SENSUALISTAS Y MATERIALISTAS Una corriente importante entre los pensadores del dieciocho es la de los que funden la dualidad entre res extensa y res cogitans de Descartes, supeditando el principio psiquico o espiritual al material. Los avances de la medicina, en particular de la neurofisiologia, fueron el punto de partida inmediato de estas teorfas. El mds interesante y matizado de estos philosophes fue Etienne Bonnot de CONDILLAC, sumamente influido por Locke, al que empero criticd en varios puntos sustanciales. En su “Tratado de las sensaciones”, por ejemplo, rechaza la distincién que hace Locke entre ideas de la sensacién e ideas de la reflexi6n y sostiene que todas las ideas provienen de sensaciones. Incluso las operaciones mentales como la volicién, el juicio, la comparacién, etc... no son més que “sensaciones transformadas” provienen de la asociacién y memoria de diversas sensaciones, mas 0 287 menos fuertes, desagradables o gratas, etc... En su famosa pardbola de la estatua que va siendo gradualmente dotada de sentidos, Condillac aspira a probar que de un solo sentido, el del olfato, por ejemplo, puede derivarse toda la interioridad humana y todas las operaciones de la mente. Pese a esta doctrina, Condillac no fue materialista, pues admitié, ademés de la existencia de Dios, la de un alma inmaterial e inmortal que seria algo asi como el principio de unidad de las diversas sensaciones. En otras de sus obras, Condillac atacé las generalizaciones sintetizadoras de los metafisicos tradicionales y propugné el método analitico que nunca abandona la esfera de lo dado. En su “Ensayo sobre el origen de los conocimientos humanos” hace interesantes reflexiones sobre la importancia del lenguaje en nuestro desarrollo mental: gracias ala conexién de una sensacién con un signo verbal nuestras ideas quedan fijas y somos capaces de acumularlas y relacionarlas. El lenguaje ordinario es imperfecto y seria deseable que alcanzase la precisi6n del lenguaje matematico. En todo caso, puede afirmarse que el hombre es un ser racional porque es un ser parlante. Un continuador mas extremoso del sensualismo de Condillac fue Claude Adrien HELVETIUS, que provenia de una familia de médicos suizos. Su obra "Del espiritu” provocé escéndalo y atrajo represalias contra él; no es de extrafiar que su otro libro, “Del hombre, sus facultades y su educacién” se editase péstumamente. Tal como para Condillac, para Helvetius todas las facultades y funciones del psiquismo humano derivan de la sensacién, pero su principal aportacién —y la fuente del escéndalo causado por sus obras— es sacar conclusiones éticas de ese planteamiento gnoseolégico. E! hombre no busca més que su placer, entendido éste como conjunto de sensaciones corpéreas agradables; incluso los movimientos animicos més altruistas derivan de este principio, pues el hombre compasivo y filéntropo actuaré a favor de los demas no por otro motivo sino porque el espectaculo del dolor ajeno le causa disgusto y sufrimiento propio, mientras que la benevolencia le es placentera. Pero a partir de aqui Helvetius no va a predicar ningun individualismo egoista, sino muy por el contrario daré a las nociones de bien y virtud un sentido puramente social. Es en sociedad donde el hombre puede ser mas dichoso y gozar de més placeres y menos dolores, por tanto “el bien publico es la ley suprema” y ser virtuoso es ser sociable. Helvetius hace mucho hincapié en la funcién de la educaci6n para llegar a difundir la virtud, pues a través de la educacién puede conseguirse cualquier modificacién en la conducta y convivencia humana. Si esto no ocurre, es por culpa de los gobiernos despéticos y del clero oscurantista: s6lo un gobierno libre conseguiré educar virtuosamente a los ciudadanos y llevard a cabo un reparto igualitario de las riquezas nacionales. Este gobierno acabaré con la tenebrosa y represiva religion vigente, sostén de los tiranos: “La voluntad de Dios, justo y bueno, es que los hijos de la tierra sean felices y gocen de todo placer compatible con ei bien publico. Esta es la verdadera religion, la que la filosofia debe revelar al mundo.” También participé de ideas semejantes el médico Julien Offray de LA METTRIE, cuyas obras le hicieron ser desterrado de Francia y 288 Holanda hasta hallar final refugio en la corte de Federico de Prusia. En su “Historia natural del alma” mantiene que toda la vida psiquica de! hombre nace de las sensaciones y se acrecienta y afirma por medio de la educacin: a més sensaciones, més ideas; a mejor educacién, mas ricas y numerosas ideas y donde no hay sentidos o falta la educacién conveniente, no puede haber ningun tipo de ideas 0 seran ‘extremadamente pobres. En su libro “El hombre maquina” critica el dualismo cartesiano y reduce toda la realidad del hombre a materia, pero a una materia que no es solamente extensa, como en Descartes, sino que también tiene los atributos del movimiento y la sensacién. Sin embargo, es de Descartes de quien toma la idea del cuerpo vivo como maquina, que luego mejoré con una analogia vegetal en su “El hombre planta’: en realidad, la naturaleza es un continuo y en ella no hay otros niveles jerdrquicos que las diferencias de grado producidas por diversos tipos de organizacién material. Sus ideas éticas se contienen en “El arte de gozar o la escuela de la voluptuosidad’’: como se verd, La Mettrie tenia buena mano para acertar en cada caso con el titulo mas provocativo; este ultimo podfa pertenecer a una novela del marqués de Sade. La Mettrie fue agnéstico en cuestién religiosa, aunque no sélo consideraba posible —como Pierre Bayle— una repiblica de ateos moralmente sana, sino probable y deseable. En cambio corresponde una postura més agresivamente atea a Paul d'HOLBACH, rico barén en cuya casa de Paris se reunian los philosophes y a la que acudian con mayor 0 menor entusiasmo visitantes ilustres como David Hume y Horace Walpole. En su "Sistema de la naturaleza o de las leyes del mundo fisico y del mundo moral”, d’Holbach recopila las doctrinas, materialistas que hemos resumido en los autores anteriores: en el mundo no hay més realidad que las diversas organizaciones de los 4tomos de la materia, cuyas diversas combinaciones y movimientos crean las diferentes cosas existentes y la variedad de los seres vivos. Cada cosa aspira a perseverer en su ser, tal como sefialé Spinoza, y esta tendencia es lo que en el hombre se llama “amor propio”. Pero este amor propio es perfectamente compatible con el bien social, hoy dificultado por la permanente influencia de la religion, nacida de la ignorancia y del temor ante los fenémenos naturales y apoyo de todas las fuerzas reaccionarias de orden politico. La desaparicién de la religion favorecerfa la llegada de un régimen social que combatiese la miseria y la injusticia, aunque d’Holbach no crefa que fuera deseable que tal régimen llegase tras una revolucién, porque pensaba que los movimientos revolucionarios crean mas males de los que solucionan Era rigurosamente determinista, lo que le reproché el sagaz Federico el Grande: en efecto, si los hombres estén totalmente determinados como cualquier otro elemento material del universo, gqué sentido tiene hacer reproches morales a sacerdotes y tiranos o propugnar el advenimiento de un nuevo orden social? Las tendencias antes expuestas se acentian hasta la caricatura en los escritos del también médico Pierre CABANIS, para quien “los nervios son todo el hombre” y el cerebro segrega pensamiento como el 289 higado segrega bilis. Para concluir, digamos una palabra sobre Donatien Alphonse-Francois, marqués de SADE, el mas ilustre de los libertinos, como se llamé a los ilustrados mas declaradamente antirreligiosos y hedonistas, en cuyas novelas se explotan las * derivaciones que un pleno materialismo y un ateismo consecuente aportarian a las relaciones erdticas y también a la convivencia social. La doble cara de la Naturaleza, por un lado madre provisora y por otro despiadada aniquiladora del débil y potenciadora de monstruos, la complicidad entre deseo, transgresién y crimen, son calas que la audacia de Sade arriesga en la cara oscura del Siglo de las Luces, esa vertiente que los philosophes rara vez quisieron afrontar. ROUSSEAU EI pensador més profundo, brillante y original del siglo dieciocho, cuyo nombre ha quedado indisolublemente unido a los términos de “Ilustracién” o “Enciclopedia”, no fue precisamente un ilustrado ni un philosophe: compartié algunas caracteristicas de éstos, pero sus discrepancias fueron mucho mayores. En realidad, fue el iniciador de la posterior reacci6n antienciclopedista y en esto no se equivocaron los Voltaire, Diderot 0 D'Holbach al tenerle por su principal enemigo. Jean Jacques ROUSSEAU nacié en Ginebra, hijo de un relojero de esa localidad. Fue aprendiz de grabador, preceptor de hijos de noble, copista; pasé del protestantismo al catolicismo y de éste al protestantismo de nuevo: llev6 una vida errabunda, emocional y fisicamente muy ineStable, pero tenazmente insumisa ante los dictados de lo obvio y de la opinién comin, Su carécter enfermizo y suspicaz favorecié poco sus relaciones con los otros, sobre todo en la segunda mitad de su vida, cuando su incipiente mania persecutoria se vio reforzada por persecuciones bien reales. Sus buenos contactos iniciales con los enciclopedistas —Diderot le encargé los articulos de musica, en la que era muy versado, para la Enciclopedia, ademés de introducirle en el salén del barén d'Holbach— se convirtieron luego en abierta enemistad y en una campafia contra él, dirigida por Voltaire, que le llevo al exilio y estuvo a punto de precipitarle en la locura. Para justificarse o al menos explicarse esoribié una serie de obras autobiograficas, las “Confesiones”, “Rousseau juez de Jean Jacques”, “Las ensofiaciones de un paseante solitario”, en las que se pinta con una sinceridad en la que entran a partes iguales la espontaneidad licidamente autocritica y el exhibicionismo; crispados a veces, finalmente serenos, estos libros crean practicamente no s6lo un género literario, sino todo un gusto, recogido luego por el Sturm und Drang y el romanticismo. éCuales fueron los motivos tedricos de la ruptura de Rousseau con los ilustrados? En primer lugar, su critica de la cultura y la civilizacién como origen de los males del hombre, realizada en sus dos obras iniciales. La primera de ellas, el “Discurso sobre las artes y las ciencias”, fue escrita para participar en el concurso abierto por la Academia de Dijon en torno al siguiente tema: el progreso de las artes y 290 las ciencias ha contribuido a purificar o més bien a corromper la moralidad? No hay duda de cual hubiera sido la positiva y progresista respuesta de cualquiera de los philosophes, pero Rousseau gané el concurso sosteniendo precisamente la posicién contraria: las artes y las ciencias han contribuido a nuestra artificiosidad, nos hacen avergonzarnos de lo que somos y nos obligan a fingir constantemente para prosperar en sociedad, acaban por propiciar costumbres disolutas y la consecuente decadencia de los pueblos. Esta doctrina se refuerza en su segundo escrito, el “Discurso sobre el origen y fundamento de la desigualdad entre los hombres”: en primer término, Rousseau describe la sencillez ingenua de la vida natural, en la que los hombres sin instituciones sociales ni organizacién de ningtin tipo, sin bienes ni afan de poseerlos, actuaban movidos por un amor propio que era instinto de conservaci6n pero no egoismo, pues este nace de la comparacién con otros; pero a continuacién aparecié la propiedad privada y con ella el Estado, la cultura y la desigualdad entre los hombres. “El verdadero fundador de la sociedad civil fue el primer hombre que, tras cercar una porcién de tierra, tuvo la ocurrencia de decir esto es mio y tropez6 con gente lo suficientemente obtusa como para hacerle caso." De ese momento fundacional deriva la institucién estatal que “aplicé nuevas ataduras al pobre y dio nuevos poderes al rico; destruyd itrecuperablemente la libertad natural, fij6 eternamente la ley de la propiedad y la desigualdad, convirtié la astuta usurpacién en derecho inalterable y, para ventaja de unos pocos individuos ambiciosas, sometid la humanidad entera al trabajo, la esclavitud y la miseria a perpetuidad”. Las injusticias sociales no son pues, como opinaban los ilustrados, fechorias de los tiranos y los curas, sino fruto intrinseco del propio Estado; no avanzamos de las tinieblas y la esclavitud hacia la luz y la libertad, como creia el optimismo dogmaticd de los philosophes, sino que hemos decaido de una relativa bienaventuranza natural a una cierta maldicién civilizada. Como se ve, no era facil reconciliar posturas tan opuestas. En segundo lugar, Rousseau chocé con los filésofos ilustrados al exaltar el sentimiento y la pasién por encima de la raz6n y sus célculos. Es cierto que otros ilustrados habfan reconocido toda la enorme importancia de las pasiones humanas en el logro de nuestra plenitud, tales como el moralista Vauvenargues o el mismo Diderot, para quien “sin pasion nada grande se ha hecho en este mundo”. Pero la raz6n y la educacién dirigida a potenciarla seguian siendo lo ms alto y lo mas deseable, aquello de lo que habia que esperar la salvacién. Para Rousseau, en cambio, el secreto de la dicha esté en volverse hacia dentro, a escuchar la voz del “sentimiento interior”, cuya doctrina es e! recuerdo de la vieja armonfa y justicia perdidas. De este modo, en su tratado sobre educacién titulado “Emilio”, en lugar de propugnar una educacién que ensefie a dominar los impulsos naturales y a desarrollar \a razén por medio del aprendizaje de las ciencias, sefialé como el fomento de los sentimientos y pasiones espontaneos del nifio, siempre mas “morales” que las normas civilizadoras que tratan de constrefiirles. En efecto, el amor propio es el sentimiento més natural, 291 pero va también naturalmente acompafiado de la compasién, que lo modera y encauza hacia el respeto al resto de los semejantes. En la cuestién religiosé Rousseau discrepaba no menos del planteamiento ilustrado: pues si bien en “La profesién de fe del vicario saboyardo”” critica la corrupcién y superfluidad de la Iglesia institucional y del clero, sefialando al modo de los philosophes las crueldades y persecuciones que habia propiciado, no por ello postulé una religion natural que no tuviese otro contenido que lo que dicta la razén humana, sino antes bien un retorno al sentimiento més intimo que, en el interior de cada alma, habla de Dios, de inmortalidad, de libre albedrio y de entrega a lo transcendente. Para los philosophes, Rousseau predicaba a fin de cuentas con una voz tan oscurantista y reaccionaria como los clérigos a los que combatfan, Pero Rousseau no se dedicé exclusivamente a deplorar los males que la sociedad civil habia aportado al hombre, pues el puro estado de naturaleza es una beatitud irrevocablemente perdida “o quiz algo que nunca se ha dado ni puede darse”, como admite el propio Jean Jacques. Es preciso estudiar la constitucién de esa sociedad civil, las raices de la coaccién que el poder estatal impone a sus subditos, a fin de averiguar cémo ha de ser la organizacién social més adecuada y legitima a la que pueda aspirarse. Este es el tema de la obra més influyente de Rousseau, “El contrato social”, que comienza con estas CSlebres palabras: “E! hombre nace libre, pero en todas partes se encuentra encadenado. Uno se cree duefio de los demés pero sigue siendo mas esclavo que ellos. Cémo se produjo este cambio? No lo sé. éQué puede legitimarlo? Creo que puedo dar respuesta a esa pregunta.” A continuacién, el ginebrino traza el esquema ideal de lo que ha de ser el estado democrético moderno, idealizacion todavia respetada y aceptada por muchos te6ricos politicos con pocas modificaciones. La sociedad civil es una especie de cuerpo tinico, una persona piiblica producida por el pacto social segin el cual cada individuo renuncia a sus poderes naturales y consiente en formar parte de la comunidad: “Cada uno de nosotros pone su persona y todo su poder en comin bajo la direccién suprema de la voluntad general y en nuestra condici6n asociada recibimos a cada miembro como una parte indivisible del todo.” En este pacto 0 contrato social no se cede el poder @ un soberano que quede por encima y fuera de la convencién, como ocurria en el caso de Hobbes, sino que el pueblo todo es el soberano. Cada individuo sufrira as{ una curiosa escisi6n: por una parte, sera ciudadano, en cuanto participe del poder soberano del todo, y por otra, sdbdito, en cuanto sometido individualmente a dicho poder. Rousseau insiste en que no hay otra soberania que la de la asamblea de todos los ciudadanos, hasta el punto de que tal asamblea ni siquiera puede elegir representantes del pueblo: “La soberania no puede representarse, por la misma razé6n que la hace inalienable; descansa esencialmente en la voluntad general y no admite representacién. O es la misma o es otra: no hay ninguna posibilidad intermedia. Por lo tanto, los diputados del pueblo no son ni pueden ser sus representantes, son simplemente sus. administradores y no pueden llevar a cabo ningtin acto definitivo. Toda 292 ley que el pueblo no haya ratificado directamente es nula y vacia...” {Quiere decirse, entonces, que la voluntad general no es més que la opinién numéricamente predominante en la asamblea de los ciudadanos? Ciertamente, no: eso no seria mas que un “abuso de la estadistica”, como dice Borges de la democracia. Hay que distinguir entre voluntad general y voluntad de todos: la primera es la del sujeto colectivo, el todo, y siempre pretende el bien comin, mientras que la segunda no es mas que una simple suma de intereses particulares, contradictorios las ms de las veces con el verdadero bien comin. Las votaciones pueden no dar a luz la auténtica voluntad general, pues “por si mismo el pueblo siempre quiere el bien, pero por si mismo no siempre es capaz de verlo. La voluntad general siempre esté en lo justo, pero el juicio que la guia no siempre es ilustrado”’. Para ilustrar ese juicio, piensa Rousseau, es preciso un legislador que prepare las leyes que verdaderamente expresen el dictamen de la voluntad general, para que luego sean refrendadas por la asamblea de los ciudadanos. Como logra el legislador conocer mejor que la asamblea misma de ciudadanos lo que la voluntad general del todo quiere como bien comin, eso es un misterio que Rousseau deja sin aclarar. La escisién en ciudadano y sibdito de cada individuo se refleja también en el problema de la libertad: la coaccién estatal, que obliga al sdbdito discrepante a aceptar el dictamen de la voluntad general por la fuerza, no hace més que certificarle como ciudadeno y cumplir asi su verdadera voluntad, pues en tanto ciudadano su auténtico querer no es otro sino el bien comin. “Esto significa nada menos que aquél sera obligado a ser libre”, asegura enérgicamente Rousseau. Ya hemos sefialado la gran influencia de Rousseau en los roméanticos y en el Sturm und Drang, por su hincapié en el sentimiento, la vida natural sin artificio ni hipocresfa, el apego a la patria frente al cosmopolitismo escéptico, el rechazo del materialismo ateo, el elogio del matrimonio frente al libertinaje, etc... Pero ain m4s profunda si cabe fue su influencia en la Revolucién Francesa, en la que peso mucho més que Voltaire 0 cualquier enciclopedista. “El contrato social” fue la Biblia de Robespierre y los jacobinos. Si bien es cierto que la critica antirreligiosa (y, sobre todo, anticlerical) volteriana contribuyo decisivamente a minar las reservas ideolégicas del ancien régime, asi como también su postulacién de tolerancia y justicia favorecieron la caida de los privilegiados, fue Jean Jacques Rousseau quien doté a los revolucionarios del modelo teérico de sociedad a la que aspirar. En cierto sentido, para bien y para mal, muy pocos hombres han influido tan decisivamente con sus ideas en el nacimiento del mundo contempordneo. EL ORIGEN DE LA FILOSOFIA DE LA HISTORIA La relacién de la Ilustraci6n con la historia fue ambivalente: por un lado, se escriben excelentes obras sobre el pasado, en las que por primera vez se da més importancia a las costumbres y la cultura 293 que a las batallas o los conquistadores —asi la “Historia de Carlos XII" y “El siglo de Luis XIV" de Voltaire, la “Historia de Inglaterra” de Hume, la “Decadencia y cafda del Imperio Romano” de Gibbon, la “Historia de Luis XI" de Pinot Duclos, etc...— pero, por otro lado, la firme conviccién progresista de la superioridad del siglo XVIII sobre todos los anteriores vicia la perspectiva y resta objetividad a la consideracién del pasado, cuyas ideas y logros se minimizan 0 se reducen a simple preparacién del aventajado presente. En todo caso, es en este siglo cuando nace la filosofia de la historia, la cual alcanzaré la mayor importancia en el pensamiento contempordneo a partir de Hegel. Me referiré aqui muy brevemente a los principales autores en esta linea. E| mas importante de todos ellos no puede considerarse en modo alguno como un ilustrado, sino més bien como una figura sumamente original, solitaria y notablemente incomprendida en su tiempo. Nos referimos al gran filésofo italiano Giambattista VICO, autor de los “Principios de una ciencia nueva en torno a la naturaleza comtin de las naciones”. Vico sostenta que el Gnico criterio indudable de verdad consiste en haber hecho el objeto que estudiamos: por eso las mateméticas son la més rigurosa de las ciencias y la de verdad mAs inapelable, porque sus objetos son ficciones fabricadas por los hombres. Su lema era verum factum, conocer lo verdadero y hacerlo son lo mismo. Por eso pensaba que la historia es una ciencia més apta para ser comprendida por el hombre que la naturaleza fisica, pues de ésta s6lo podré tener ciencia fiable Dios, que es quien Ia ha hecho, mientras que los hombres pueden conocer rigurosamente lo tocante ala sociedad humana, sus leyes, su mitologia osu lenguaje, puesto que todo esto es obra de los hombres mismos. En su “Ciencia nueva”, Vico estudia, con una originalidad y riqueza de detalle a la que no podemos aspirar aqui, las etapas del pasado humano: desde el “estadio de las familias”, sedentario y patriarcal, pasando por el “estadio de los héroes”, en el que predomina la excelencia de los fuertes patricios, hasta el “estadio de los hombres”, en el que los mas numerosos reclaman sus derechos a los fuertes y se fundan las primeras republicas democraticas, tales como la antigua Roma. Pero en esta era de tolerancia, el desarrollo de la raz6n deriva en intelectualismo escéptico y esterilizador, mientras que la igualdad hace declinar la energfa civica y asi se entra en una fase de decadencia que desemboca en un retorno a la barbarie, como sucedié al final del Imperio Romano. Entonces el ciclo se repite de nuevo, aunque en otro plano: el cristianismo naciente anuncia una era patriarcal de los. dioses, en la Edad Media se repite la etapa de los héroes y a partir del siglo XVII se abre un nuevo estadio de los hombres, al que amenaza el mismo peligro de decadencia que acabé con el anterior. Esta concepcién cfclica de la historia choca con el progresismo lineal de la vision ilustrada, a la que tampoco habia de agradarle ver ala raz6n convertida en factor de decadencia. Ademés, Vico dio la mayor importancia para la comprensién histérica al elemento poético y 294 mitico: lejos de considerar las religiones y mitos como amajios oscurantistas de los sacerdotes, vio en todo ello una espléndida respuesta simbélica a las més hondas necesidades de la naturaleza humana, Ya dentro de la Ilustracién francesa, el primer autor a considerar es Charles de Sécondat, baron de MONTESQUIEU. En su magna obra “El espiritu de las leyes”, estudia los diversos sistemas juridicos de los pueblos no como fruto del azar 0 del capricho, sino como producto de la interrelacién de diversos factores geograficos, climatolégics, econémicos, caracteriolégicos, de tradicién politica, etc... Sefiala la existencia de tres tipos de gobierno: republicano, monérquico y despético. El principio en el que se basa el gobierno republicano es la virtud civica; el del mondrquico es el honor, mientras que los despotismos se apoyan en el temor. Obviamente, cada uno de los tres tipos de gobierno tendra una relacién distinta con las leyes cuya gestion representa. No hay un tipo de gobierno ni un tipo de leyes que convenga a todos los pueblos: “las leyes deberian adaptarse al pueblo para el cual se promulgan, de tal modo que las de una naci6n resultaran muy improbablemente apropiadas para otra”. Montesquieu fue un firme y decidido partidario de la libertad politica; fue el primero en sefalar que la mejor garantia contra la tirania y la opresi6n es la separacién de poderes, es decir, que la instancia legislativa, ejecutiva y judicial no deben recaer en la misma persona 0 grupo de personas. Todavia hoy no hay més clara sefial de totalitarismo politico que no respetar de hecho la separacién de poderes. El ya comentado VOLTAIRE escribié, ademas de obras histéricas propiamente dichas, una breve "Filosofia de la historia”, unas “Acotaciones sobre la historia” y unas “Nuevas consideraciones sobre la historia” en las que aconseja desconfiar de los historiadores antiguos propicios, segtin él, a la fabula y la supersticién— y dedicarse fundamentalmente a los modernos, mucho més fiables. Ademés, la historia antigua es indtil como ejemplo o gufa de conducta para los modernos y sdlo puede ser estudiada por curiosidad, mientras que el estudio de la historia realmente importante segtin Voltaire —la que se ocupa del periodo que comienza a finales del siglo XV y llega hasta él mismo—es una auténtica necesidad. Voltaire abogé por desterrar la historia exclusivamente politica, la de guerras y regicidios, y ocuparse mas de la vida cotidiana, artes y adelantos cientificos de cada época; a fin de cuentas, el resultado de una batalla dice bien poco sobre los pueblos que intervienen en ella: “No conozco a los francos y a los sarracenos por la batalla de Charles Martel ms de lo que conozco a los tartaros y a los turcos por la victoria de Tamerlén sobre Bayaceto.” En esta linea, el estudio historico mas interesante de Voltaire es su “Ensayo acerca de la historia general y de las costumbres y el espiritu de las naciones desde Carlomagno hasta nuestros dias”, en el que, pretextando continuar la historia teocéntrica de Bossuet, acaba en realidad con toda imagen de una 295 providencia divina cumpliéndose en los asuntos humanos y deja la mejor solucién de éstos encomendada a la razén y a la formula politica que le parece mas acertada, el despotismo ilustrado. La figura politicamente més radical y una de las més curiosas. en cuanto a biografia de la Ilustracién es la de un amigo y admirador de Voltaire, Jean Antoine Nicolés Caritat, marqués de CONDORCET llamado “‘el ultimo de los philosophes”. Condorcet, que habia sido colaborador con articulos matematicos en la Enciclopedia, fue demécrata republicano, apoyé con entusiasmo la Revolucién Francesa e incluso llegé a ser elegido diputado de la Convenci6n. Varias discrepancias con el proyecto de constitucién adoptado por la Convencién —Condorcet era mas radical en materia de igualdad de derechos de la mujer y en cuestiones de educacién—, asi como su oposicién a la pena de muerte y al encarcelamiento de los. girondinos, le enfrentaron con los jacobinos, que le declararon enemigo de la Repiiblica. Condorcet vivié escondido durante varios meses, mientras el Terror y la guillotina se ensefioreaban de Paris. En su escondite, escribié su “Esbozo de un cuadro histérico de los progresos del espiritu humano’, obra optimista y llena de confianza en ol futuro. Condorcet se declara enemigo de la monarquia, del clero y de cualquier forma de oscurantismo religioso: las violencias, que en aquel momento se vivian eran el residuo de las nefastas instituciones pasadas. Describe el desarrollo de la humanidad en nueve etapas, desde la barbarie primitiva hasta la llustracién misma, en las que el progreso hacia formulas més racionales y justas de convivencia nunca ha cesado: prevee una décima etapa en la que se conseguiré la efectiva igualdad de derechos entre los ciudadanos de todas las naciones, se lograré la paz y un notable perfeccionamiento fisico y moral de los hombres. Concluida su obra, Condorcet abandoné su escondite, fue detenido y murié en prision. Una decidida reaccién contra el modo de hacer historia de los ilustrados y a la par un interesante paso adelante en el terreno de la filosofia de la historia lo supuso Johann Gottfried HERDER, poligrafo alemén que escribié sobre temas tan variados como lenguaje, arte, psicologia, gnoseologia, etc... En su “Otra filosofia de la historia”, Herder ironiza sobre la pretension de los ilustrados de ser la cispide del progreso humano hasta la fecha, pues su racionalismo ha debilitado los impulsos sentimentales que favorecen la nobleza y la generosidad; ademés, se habla triunfalmente de libertad en Europa pero se calla la esclavitud de las clases populares. No se puede ver la historia como la confirmacién de un esquema previo que lleva del ‘oscurantismo a la racionalidad, de la opresién a la libertad, de la desdicha a la felicidad; cada cultura y cada época son un fin en si mismas, tienen sus propias virtudes y su propia felicidad: deben ser estudiadas en si mismas y no meramente como parte de un progreso universal. La obra mas importante de Herder sobre este tema son sus “Ideas referentes a la filosofia de la historia de la humanidad”, empefio monumental que pretende abarcar desde los fundamentos fisicos y antropolégicos de la especie humana hasta las més 296 recientes aportaciones histéricas. También aqui Herder polemiza con los ilustrados, sobre todo por su desprecio de todo lo primitivo y su conviccin de que el Estado modemo es un logro del desarrollo de la raz6n, Para Herder, en la formacién del Estado modero hay poco de racionalidad y es fécil suponer que otras formas de convivencia preestatales son preferibles a ésta actual en la que “centenares de hombres tienen que morir de hambre para que uno pueda complacerse y nadar en el |ujo”. Herder tiene poca simpatia por la autoridad estatal y le parece que el mejor gobernante seria el que hiciese superfluo el gobierno, mientras que la mayoria de las autoridades son como esos malos médicos que perpetdan la enfermedad de sus pacientes haciéndoles que necesiten por siempre seguir siendo atendidos. Frente al ideal del despotismo ilustrado, tan querido por Voltaire, sostuvo: “El hombre que necesita un sefior es un animal; en cuanto se convierte en ser humano, deja de necesitar un sefior. BIBLIOGRAFIA Sobre la época puede consultarse: La edad de Voltaire, de Will y Ariel DURANT, Ed. Sudamericana, Una excelente edicién de los panfletos y opasculos de Voltaire ha recientemente en Clasicos Alfaguara. Elcontrato social de ROUSSEAU, traducido por Consuelo Bergés, est editado en la Biblioteca de Iniciacién Filoséfica, Ed. Aguilar. Sobre la filosofia de Rousseau, vale la pena consultar la obra de ese titulo aparecida en Alianza Editorial. La Ciencia Nueva de VICO esté traducida en cuatro volimenes en la B.I.F. de Ed. Aguilar. Una’suficiente antologia de la Enciclopedia se encuentra en la coleccién Punto Omega, de Ed. Guadarrama. io editada TEXTOS 1. El “Tratado sobre la tolerancia” fue escrito por Voltaire en 1763, con motivo del caso Calas, un protestante falsamente acusado de haber asesinado a un hijo suyo que queria convertirse al cristianismo y que fue ejecutado por su supuesto delito. El libro acaba con esta “Oracién.a Dios”. Como todos los textos de este capitulo, ha sido directamente tracucido del francés para esta antologia. 297 Oracién a Dios Yano es, pues, a los hombres a los que me dirijo. de todos los seres, de todos los mundos y de todos los tiempos: est permitido a débiles criaturas perdidas en Ia inmensidad e imperceptibles para el resto del universo atreverse a pedirte algo, a ti que lo has dado todo, a ti cuyos decretos son tan inmutables como eternos, dignate mirar con piedad los errores apegados a nuestra naturaleza; que estos errores no provoquen nuestras calamidades. Ta no nos has dado un corazén para odiarnos, ni manos para degollarnos; haz que nos ayudemos mutuamente a soportar la carga de una vida penosa y pasajera; que las pequefias diferencias entre los vestidos que cubren nuestros débiles cuerpos. entre todos nuestros lenguajes insuficientes, entre todos nuestros usos ridiculos, entre todas nuestras leyes imperfectas, entre todas nuestras opiniones insensatas, entre todas nuestras condiciones, tan desproporcionadas a nuestros ojos y tan iguales ante los tuyos; que todos estos pequefios matices que distinguen los atomos llamados hombres no sean sefiales de odio y de persecucién; que los que encienden cirios en pleno mediodia para celebrarte toleren a los que se contentan con la luz de tu sol; que los que cubren su vestido con una tela blanca para decir que hay que amarte no detesten a los que dicen lo mismo bajo un manto de lana negra; que sea igual adorarte en una jerga formada con una lengua antigua o con una jerga més nueva; que aquellos cuyo traje esté teftido en rojo o en violeta, que dominan sobre una pequeiia parcela de un pequefio montén del barro de este mundo, y que poseen unos cuantos fragmentos redondeados de un cierto metal, gocen sin orgullo de lo que ellos llaman grandeza y riqueza, y que los otros los miren sin envidia: pues Td sabes que no hay en esas vanidades nada i jada de lo que enorgullecerse. I pudiesen todos los hombres recordar que son hermanos! iQue tengan en tanto horror a la tirana ejercida sobre las almas como tienen en execracién el bandidaje que arrebata por la fuerza el fruto del trabajo y de la industria pacifica! Si los azotes de la guerra son inevitables, no nos odiemos ni desgarremos unos a otros en el seno de la paz y empleemos el instante de nuestra existencia en bendecir igualmente en mil lenguas diversas, desde Siam hasta California, tu bondad que nos ha dado este instante. 2. El tono de las exhortaciones piblicas de Voltaire contrasta vivamente con el de sus marfifestaciones privadas sobre tema religioso, bastante ms radicales, como puede verse en esta carta escrita a Federico de Prusia el 5 de enero de 1767. Tenéis mucha razén, sire; un principe valeroso y sabio, con nero, tropas y leyes, puede gobernar muy bien a los hombres sin ayuda de la religién, que no esté hecha més que para engafiarles; pero @],tonto pueblo se inventaré enseguida una, pues en tanto que haya bribones e imbéciles, habré religiones. La nuestra es sin disputa la més ridicula, la mas absurda y la mas sanguinaria que haya infectado jamés la faz de la tierra. Vuestra Majestad prestaré un servicio eterno al género humano destruyendo esta infame supersticién, no digo entre la canalla, que no 298 es digna de ser ilustrada y a la cual convienen todos los yugos; me refiero a entre la gente honrada, entre los hombres que piensan, entre los que quieren pensar. El némaro de éstes es muy grande: a'vos corresponde alimentar su alma; a vos corresponde dar el pan blanco a los hijos de la casa y dejar el pan negro a los perros. 3. Dénis Diderot, director y alma de la Enciclopedia, escribié numerosisimos articulos de ésta, entre ellos la misma voz “Enciclopedia”, incluida en el tomo V de la obra, aparecido en 1755, donde se da cuenta de los radicales objetivos de la obra. ENCICLOPEDIA, esta palabra significa encadenamiento de conocimientos y ests compuesta de la preposicién griega ” de los sustantivos “kiklos”, circulo y “paideia”, conocimiento. En efecto, el objetivo de una Enciclopedia es reunir los conocimientos esparcidos por la faz de Ia tierra; exponer el si general de ellos a los hombres con los que vivimos, y transmitirlos a los hombres que vendrén después de nosotros; a fin de que los trabajos de siglos pasados no hayan sido trabajos initiles para los siglos que han de sucederles; que nuestros vastagos, al hacerse més instruidos, se hagan al mismo tiempo més virtuosos y més folices, y que no muramos sin haber merecido agradacimiento del género humano (...). He dicho que s6lo a un siglo filoséfico le correspondia intentar una Enciclopedia; y lo he dicho porque esta obra exige en todas sus partes mas audacia de espiritu de la que suelen tener los siglos de ime. Hay que examinarlo todo, removerlo todo, sin miramientos (...). Hay que pisotear todas las, devolver a las ciencias y a las artes la libertad que les es tan preciosa y decir a los admiradores de la antigiiedad que llamen al “Mercader de Londres” (drama de George Lillo, 1731) como quieran, pero que convengan en que esta pieza refulge con bellezas sublimes. Hacia falta un tiempo razonador en el que no se buscasen las reglas en los autores sino en la naturaleza y en el que se sintiesen lo falso y lo verdadero de tantas poéticas arbitrarias; tomo el término poética en ‘su acepcién més general, como sistema de reglas dadas, segin las, cuales, sea en el género que sea, se pratende que hay que trabajar para obtener 6xito (... 4. Como ejemplo del estilo de Montesquieu, presentamos unos fragmentos de “El espiritu de las leyes”, pudlicado en 1748. Sobre la libertad No hay palabra que haya recibido significados més diferentes y que haya impresionado a los espiritus de tantas maneras como la de libertad. Los unos la han tomado por la libertad de depdner a aquel al que habian dado un poder tirénico; los otros, por la facultad de elegir aquel a quien debian obedecer; otros, por el derecho a estar armados Y a poder ejercer la violencia; aquéllos, por el privilegio de no st gobernados més que por un hombre de su nacién o por sus propias 299 leyes. Cierto pueblo ha tomado durante mucho tiempo la libertad por el uso de llevar una larga barba. Algunos han unido ese nombre a una forma de gobierno y lo han excluido de los otros. Los que se inclinaban por el gobierno republicano, la pusieron en ese gobierno; los que hablan gozado de un gobierno monérquico, la pusieron en la monarqula. En fin, cada uno ha llamado libertad al gobierno que era ‘més conforme con sus costumbres y sus inclinaciones; y como, en una repiblica, no siempre se tienen ante los ojos y de una manera tan presente los instrumentos de los males que se deploran, y también las leyes parecen hablar més y los ejecutores de la ley hablar menos, se la Pone ordinariaments en las repdblicas y se la excluye de las. monarquias. En fin, como en las democracias el pueblo parece hacer poco mas 0 menos lo que quiere, se Ha puesto la libertad en ese tipo de gobiernos y se ha confundido el poder del pueblo con Ia libertad del pueblo. Es cierto que en las democracias el pueblo parece hacer lo que quiere; pero la libeftad politica no consiste en hacer lo que se quiera. En un Estado, es decir, en una sociedad en la que hay leyes, la libertad no puede consistir mas que en poder hacer lo que se debe querer y no verse obligado a hacer aquello que no se debe querer. Hay que entender bien claramente lo que es la independencia y fo que es la libertad. La libertad es el derecho de hacer todo lo que las leyes permiten: y si un ciudadano pudiera hacer lo que prohiben, ya no habria libertad, porque también los otros tendrian ese mismo poder. La democracia y la aristocracia no son estados libres de por si. La libertad politica no se halla m&s que en los gobiernos moderados. Pero no siempre esté en los Estados moderados: no esté mas que cuando no se abusa del poder; pero es una experiencia eterna que todo hombre que tiene poder se ve inclinado a abusar de 6; y asi lo hace hasta que encuentra algdn limite. ¢Quién lo dirfa? Hasta la virtud necesita limites. Para que no se pueda abusar del poder, es preciso que, por la disposicién de las cosas, el poder detenga al poder. Una constitucién puede ser de tal modo que nadie se vea obligado a hacer cosas a las que la ley no obliga y a no hacer las que la ley permite. 5. De “El hombre méquina” de La Mettrie, publicado en 1746. Es cierto que el célebre filésofo Descartes se ha equivocado mucho y eso nadie lo duda. Pero por lo menos ha conocido la naturaleza animal; ha sido el primero que ha demostrado perfectamente que los animales eran puras mAquinas. Pues bien, tras un descubrimiento de esta importancia y que supone tanta sagacidad, icémo, sin ingratitud, no perdonarle todos sus errores! Todos se rescatan, a mis ojos, por esta gran confesién. Pues en fin, sea lo que fuere lo que predica sobre la distincién entre las dos sustancias, es visible que no es mas que una sutileza astuta, un disimulo de estilo para hacer tragar a los tedlogos el veneno oculto a la sombra de una analogia que impresiona a todo el mundo y que ellos son los Unicos en no ver. Pues es ella, es esa fuerte analogia la que fuerza a todos los sabios y a los verdaderos jueces a confesar que esos seres arrogantes y vanos, més distinguidos por su orgullo que por el 300 nombre de hombres, por muchas ganas que tengan de elevarse, no son en el fondo mas que animales y maquinas perpendicularmente reptantes. Todas ellas tienen ese instinto maravilloso, que la educacién convierte en espiritu, y que tiene su asiento siempre en el cerebro, y, en su defecto, como cuando falta o esté osificado, en la médula alargada, pero nunca en el cerebelo, pues yo lo he encontrado considerablemente herido y otros lo han encontrado con tumores sin que Ser maquina, sentir, pensar, saber distinguir el bien de! mal como el azul del amarillo, en una palabra, haber nacido con inteligencia y un seguro instinto moral, y no ser mas que un animal, son cosas que no son més contradictorias que ser un mono o un loro y saber proporcionarse placer. Pues, ya que se presenta la ocasién de decirlo, ;quién habria adivinado nunca a priori que una gota del licor que se lanza en el acoplamiento hiciese sentir placeres divinos y que de ella naceria un dia una pequefia criatura que podrla, a su tiempo, gozar de las mismas delicias! Considero al pensamiento tan poco incompatible con la materia organizada que me parece que es una de sus propiedades, como la electricidad, la facultad motriz, la impenetrabilidad, la extensi6n, etcétera. 6. Madame du Deffand presidié uno de los mas importantes salones de Paris. Muy inteligente y estupenda escritora, su amplia correspondencia es uno de los més interesantes testimonios intelectuales del siglo XVIII. Su corrosivo escepticismo la puso a veces a las puertas de la desesperacion, como se muestra en esta carta a Horace Walpole, escrita el 1 de abril de 1769. Decidme: zpor qué, detestando la vida, temo a la muerte? Nada me indica que todo no acabaré conmigo; al contrario, advierto el devastamiento de mi espiritu tanto como el de mi cuerpo. Todo lo que se dice en contra no me hace ninguna impresién. No me escucho més que a mi misma y no encuentro més que duda y confusién. Creed, me dicen, es lo més seguro; pero zcémo creer en lo que no se comprende? Lo que uno no comprende puede exi duda; por tanto no lo niego; soy como un sordo 0 un ciego de nacimiento; hay sonidos, colores, convengo en ello; pero 2acaso sé en lo que convengo? Si basta con no negar, ya esté todo resuelto, pero no basta con no negar. ¢Cémo decidirse entre un comienzo y una eternidad, entre lo Hleno y lo vacio? Ninguno de mis sentidos puede servirme en esto y {qué utilizaré, si no son mis sentidos? Sin embargo, sino creo en lo que hay que creer, estoy amenazada con ser mil veces mas. desdichada tras la muerte de lo que lo soy durante mi vida. 2P or qué decidirse, si acaso es posible decidirse por algo? Os lo pregunto a vos, que tenéis un caracter tan veridico que debéis encontrar la verdad por simpatia, si es que la verdad es encontrable. Lo que quiero son ias del otro mundo y que me digdis si estamos destinados a jugar en él algin papel Me contento con hablaros de este mundo. Os digo en primer ‘término que es detestable, abominable, atc... Hay gentes virtuosas 0 que por lo menos pueden parecerlo, mientras uno no tropiece con su pasién dominante, que en esas gentes suele ser por lo comin el amor 301 ala gloria y a la reputaci6n. Ebrios de elogios, a menudo parecen ™modestos; pero el esfuerzo que hacen por conseguirlos revela su motivo, y deja entrever la vanidad y el orgullo. Tal es el retrato de la gente de bien. En los otros hay interés, envidia, celos, crueldad, maldad y perfidia. No hay una sola persona a la que pueda una Confiarle sus penas sin darle una maligna alegria y sin emvilecerse ante sus ojos. ¢Que lo que se cuenta son hace nacer odio. , Hackis el bien? El.agradecimiento pesa y busca razones para desquitarse. Comatéis algunas faltas? Jamés se borran y nada puede repararlas, 2Tratdis a personas inteligentes? Nunca se ocupan més que de s{ mismos y pretenderén deslumbraros sin tomarse el trabajo de iluminarnos. Os codedis con gentes poco inteligentes? Se sienten molestos por su papel; os culparén de su esterilidad y falta de luces. Puede una encontrar, a falta de inteligencia, sentimientos? Ningunos, ni sinceros ni constantes. La amistad es una quimera; no se conoce mas que el amor jy qué amor! Pero ya asté bien, n producto del insomni 7. Fragmento de “El contrato social” de Jean Jacques Rousseau, escrito en 1762. Hallar una forma de asociacién que defienda y proteja con toda la fuerza comtin la persona y los bienes de cada sociedad y por la cual cada uno, al unirse a todos, no obedezca sin embargo més que a si mismo y siga tan libre como antes.” Tal es el problema fundamental al que ol contrato social brinda solucién, Las cldusulas de este contrato estén tan deter naturaleza del acto, que la menor modi nulas y sin efecto; de suerte que, aunque nunca hayan podido ser formalmente enunciadas, son las mismas en todas partes y en todas Partes se hallan técitamente admitidas y reconocidas, hasta el punto que, una vez violado el pacto social, cada uno recupera sus derechos primigenios y vuelve de nuevo a su libertad natural, al perder libertad convencional por la que renuncié a ella. Estas clausulas, claro est4, se reducen todas a una sola, a saber, la alienacién total de cada asociado con todos sus derechos a toda la comunidad; pues, en primer término, como cada uno se da por entero, la condici6n es igual para todos: y cumo la condicién es igual todos, ninguno tiene interés en hacerla onerosa a los otros. Ademés, como la alienacién se hace sin reservas, la unién es tan perfecta como puede serlo, y ningtin asociado tiene nada que reclamar; pues si quedasen algunos derechos a los particulares, como ingdn superior comdn que pudiese pronunciarse entre ellos Yel publico, cada cual, siendo en cierto aspecto su propio juez, pretenderfa pronto serlo en todo; ol estado de naturaleza subsistiria y la asociacién se haria necesariamente tira ninguno: y, como no hay ningun asociado sobre el que no se adquiera el mismo derecho que se le cede sobre uno mismo, se gana el equivalente de todo lo que rde y adin més fuerza para conservar lo qui tien si se aparta del pacto social todo lo que no pertenece | 8@ encontraré que queda reducido a los términos siguientes: “‘Cada uno de nosotros pone en comtn su persona y todo su poder bajo la suprema direccién de la voluntad general; y jimos ademés a cada miembro como parte indivisible del todo.” En ese mismo instante, en lugar de la persona particular de cada contratante, este acto de asociacién produce un cuerpo moral y colectivo, compuesto de tantos miembros como votos tiene la asamblea; el cual recibe por este mismo acto su unidad, su yo comén, su vida y su voluntad. 303

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