TEMA 10
LA ILUSTRACION
Caracteristicas y contexto sociohistérico
EI movimiento intelectual que se conoce con el nombre de
llustraci6n se inicia en Francia a finales del siglo XVII, para alcanzar
toda su fuerza a lo largo del siglo XVIII, extenderse por Inglaterra y
Alemania hasta culminar con la Revolucién Francesa de 1789.
Sus caracteristicas principales son: una decidida postura antidogmatica
y escéptica en religién, que llevé desde la exigencia de tolerancia, la
critica de los elementos legendarios o milagrosos, el
anticlericalismo, etc... hasta un abierto materialismo ateo; entusiasmo
por lo racional entendido como calculo matematico, observacién
empirica y andlisis; vocacién antitirénica y liberal en lo politico,
preocupacién por la “felicidad publica” que va desde el despotismo
ilustrado hasta el igualitarismo democratico; fe optimista en el progreso
ya ininterrumpido del espiritu humano y de las instituciones sociales.
Predomina el menosprecio del pasado, la conviccién de que a partir delsigio XV comienza la verdadera historia del hombre, finalmente en vias
de librarse del oscurantismo y la supersticién en que le habian
mantenido las falsedades de los sacerdotes y el terror a los déspotas.
Frente a las tinieblas de la magia y la leyenda, el siglo XVIII quiere ser el
Siglo de las Luces: luces de la razon humana, desprejuiciada y rigurosa
—el mayor elogio que podia hacerse de alguien era declararle poseedor
de un “espfritu geométrico"—, para despejar las nieblas de la verdad
revelada, los dogmas de la Iglesia 0 el arbitrario derecho divino de los
monarcas.
A comienzos del siglo ilustrado, Francia vivia los dltimos afios
del préspero pero absolutista y autoritario reinado de Luis XIV. El
periodo de la Regencia relajé mucho las pautas de autoridad, al tiempo
que aument6 grandemente la corrupcién y la licencia de las
costumbres: el barniz divino que preservaba la jerarquia social de las
reivindicaciones populares comenzaba a perder su lustre. Los reinados
de Luis XV y Luis XVI pretenderian amalgamar después el absolutismo
autocratico del Rey Sol con la “douceur du vivre” inaugurada por el
Regente, con el resultado de que la nobleza, debilitada y convertida en
cortesana por Luis XIV, terminaria por corromperse totalmente, en
provecho de una burguesfa educada y critica, dispuecta a no respetar
los privilegios pasados ni la administracién teoldgica del conocimiento,
que ella debia encauzar hacia el desarrollo técnico y la democracia
constitucional. Los principales precedentes tedricos de la Ilustracién los
hallamos en las filosofias de Spinoza y Locke, més influyentes en los,
ilustrados que las del también muy presente Leibniz: damos por
supuesto que estos autores —asi como el ya plenamente ilustrado
David Hume— han sido estudiados en capitulos anteriores. El primer
autor francés que inicia lo que serd después la Ilustracién es Pierre
BAYLE, que publica su “Diccionario histérico y critico” en los tltimos
aiios del siglo XVII. Esta obra es un monumento de inteligente
escepticismo: Bayle muestra que las polémicas teolégicas de la época,
por ejemplo la que habfa enzarzado a jansenistas y jesuitas, son
irrelevantes y no pueden llevar mas que a la confusién y la intoleran:
pues versan sobre temas que escapan al control de la razén humana. En
realidad, lo més util y fiable de la raz6n es su lado critico y negativo, que
muestra los errores de las creencias establecidas; en cambio, los
intentos positivos de explicar racionalmente la naturaleza de Dios o de
probar su existencia, las justificaciones del mal y su conciliacién con la
omnipotencia divina, etc... han acabado siempre en estrepitosos
fracasos teéricos, agravados por sangrientas persecuciones
inquisitoriales contra los escépticos o disidentes. En estas materias no
racionales, sino raveladas, lo recomendable es la fe privada y la
tolerancia publica. Un punto importante en la obra de Bayle es que éste
separa la moral de la religi6n: es posible tener una correcta conducta
ética sin creer en Dios ni en la inmortalidad, como prueba el caso de los,
saduceos judios, que rechazaban la resurreccién pero practicaban una
moralidad més elevada aue los fariseos ue si crefan en ella.
El protagonista de la llustracién francesa es sin duda el
philosophe, figura que no puede confundirse sin mas con el “filésofo”
282en sentido tradicional. El philosophe no fue generalmente un fildsofo
académico ni dedicado a la ensefianza publica; tampoco se interesé por
las causas primeras de las cosas, ni por los principios universales y
necesarios de la realidad: la mayoria de ellos no publicaron ningtin libro
sobre los grandes temas metafisicos y ninguno fue tedlogo. El
philosophe fue el hombre culto, informado en ciencias y artes, libre de
la supersticiOn religiosa y de énimo liberal y tolerante; sus temas
predilectos fueron las ciencias fisicas, la filosofia de la naturaleza, la
matemitica, la economia, la denuncia de las leyendas creidas a pies
juntillas y la orientacién de las costumbres hacia una mayor felicidad
privada y piblica. No vivié alejado de! mundo ni fue hostil a los placeres
y ventajas de la convivencia. En la voz “Philosophe” de la Enciclopedia
(mas adelante hablaremos de esta obra), articulo escrito por el
gramético Dumarsais, se dice: Nuestro philosophe no se cree exilado
en este mundo; no se considera tampoco en pais enemigo; quiere gozar
con sabia economia de los bienes que la naturaleza le brinda; quiere
encontrarse a gusto con los otros: y para encontrarse a gusto, hay que
saber darlo: de modo que pretende convenirse con aquéllos que por
azar 0 elecci6n viven con él... es un hombre honrado que quiere agradar
y ser atil. El philosophe es pues un hombre honrado que actéa en todo
momento regido por la razén y que une a un espiritu de reflexién y
precision las costumbres y cualidades sociables. Si pudiéseis convertir
a un soberano en un tal philosophe, seria el perfecto soberano.
Para completar este marco de pujante, autocomplaciente y
combativa burguesia en el que nace la llustracién, es preciso decir una
palabra acerca de los sa/ones. Eran éstos una suerte de amplias
tertulias dedicadas a la charla amable, ingeniosa o cultural que tenian
lugar en casa de alguna dama distinguida y en torno a la figura solar de
|a anfitriona, Todos los philosophes asistian a ellos, divulgaban 0
confrontaban sus opiniones y hacian pesar su influencia social,
intelectual y hasta politica. La duefia del sal6n era la figura mas
importante de éste y pieza clave de su éxito: la relevancia de estas
mujeres inteligentes y discretas en la ilustracién dieciochesca no puede
ser exagerada. De una de ellas se escribié este retrato que vale para
muchas: “Poseia en el grado mas eminente ese arte tan dificil y tan
precioso de hacer resaltar el ingenio de los otros, de interesarlo, de
ponerlo en juego, sin ninguna apariencia de coaccién ni esfuerzo. Sabia
reunir los tipos de ingenio més diferentes, incluso los més opuestos; sin
que pareciera tomarse la molestia, por medio de una palabra dejada
caer habilmente, sostenfa la conversacién, la reanimaba y la variaba a
su antojo.” Y no s6lo como estimuladoras del ingenio ajeno brillan estas
damas: en sus correspondencias, fundamentales para entender este
siglo radicalmente epistolar, muestran frente a las mas dignas cabezas
pensantes de su tiempo una penetracién, una exactitud de juicio, un
apasionamiento, incluso a veces una desesperacin, que las convierte
mucho més en protagonistas que en amables comparsas de su época.
Quizé lo mas profundo del siglo de las luces no se halle en Voltaire ni en
Rousseau, sino en las cartas de Madame du Deffand, de Julie de
Lespinasse o de Madame de Staal-Delaunay...
283VOLTAIRE
La figura que redne en una sola persona todos los vicios y
virtudes de la llustracién es Frangois-Marie Arouet, que firmé sus obras,
como VOLTAIRE. Nacido en una familia acomodada, educado por los
jesuitas, Voltaire llevé una vida inquieta y triunfal, a veces perseguido,
encarcelado y apaleado por sus incémodas ideas, en otras ocasiones
festejado y glorificado por el mismo motivo. Fue poeta, autor dramatic
y narrador, pero lo més importante para el gusto actual de su obra son
sus optisculos y panfletos sobre los temas més diversos, todos ellos
servidos por un estilo literario inconfundible, preciso y nervioso,
elegante y armado de la mas punzante ironfa. Al final de su vida, rico y
universalmente aclamado, se habia recluido en sus posesiones de
Ferney, en la frontera entre Francia y Suiza convertido en una especie
de ordculo de la Ilustracién, al que consultaban desde los sabios hasta
los reyes. Murié en Paris en 1778, a los ochenta y cuatro afios de edad,
tras haber asistido en el teatro al estreno de su Ultimo drama y haber
recibido una enorme ovacién de la capital que le adoraba.
En una de sus primeras obras, las “Cartas inglesas”, escritas a su
vuelta de Inglaterra, convierte a este pais en modelo para Francia en el
terreno religioso, politico, cientifico y hasta artistico. En realidad, mas
que exagerar los méritos de las instituciones y personalidades inglesas,
lo que hace es disefiar el proyecto ideal de lo que é! consideraba
deseable e indeseable en cada uno de esos campos. En lo religioso, por
ejemplo, Voltaire preconizé una religion despojada al maximo de
dogmas, acorde con la naturaleza, sin jerarquia eclesidstica y
absolutamente tolerante con cualquier creencia opuesta. Voltaire nunca
fue ateo: profesé un vaporoso deismo, respetando a Dios entendido
como buen gedmetra y arquitecto del universo, sin personalidad
antropomérfica y sin intervencién sancionadora en la conducta
humana. Al final de su vida se enfrenté a los materialistas ateos como
el barén d'Holbach y siempre sostuvo la necesidad de algiin tipo de
creencia religiosa para el pueblo bajo. Consideré al cristianismo,
empero, como particularmente apto para fomentar el oscurantismo y
suscitar la intolerancia, por lo que abrié cruzada contra él: solia acabar
sus cartas con un ecrassez I'Inféme! que constituia su divisa en esta
lucha. En politica, Voltaire no fue un revolucionario, ni siquiera un
demécrata 0 un populista. Propugné vehementemente la libertad de
expresi6n, porque le era esencial como escritor, lo mismo que al circulo
de sus amigos intelectuales, pero no hubiera favorecido que se
concediese a las capas inferiores de la sociedad: desconfiaba de
cualquier intento de redimir a la canaille, a la que juntamente
despreciaba y temfa. Su ideal era un despotismo benévolo e ilustrado,
que crey6 ver corporeizado en su amigo Federico I! de Prusia o en
Catalina de Rusia, la Semiramis del Norte, sin duda con excesivo
optimismo por su parte. Intervino directamente en ocasién de condenas
por delitos de creencia u opinién, tales como el famoso caso Calas,
consiguiendo con hébil tenacidad la revisién de algunos procesos y el
sobreseimiento de otros, hasta lograr finalmente una reforma
284liberalizadora en la justicia de Francia. En el terreno cientifico y
estrictamente filos6fico, destacé como ferviente defensor dé Newton
frente a la fisica cartesiana, apoyada todavia por personalidades de la
intelectualidad gala como Fontenelle. También fue un profundo
admirador de Locke, cuyas opiniones sobre el entendimiento, el alma, la
libertad, etc..., hizo suyas en casi todas sus obras. En lo tocante a la
libertad, por ejemplo, sostuvo en su juventud el indudable testimonio a
favor de la conciencia, para irlo abandonando poco a poco hasta llegar
a considerar que la expresién “voluntad libre” es absurda, porque
parece suponer que algo escape al universal principio de razén
suficiente. También en su juventud fue partidario de un optimismo
césmico a lo Leibniz y Pope, que abandons con ocasién del terremoto
de Lisboa —sobre el que escribié un poema mas o menos metafisico— y
del que se burlé en su soberbio cuentecillo o parabola “Candido”, quiz
su mejor logro literario. En sus opiniones sobre arte fue de un
clasicismo extremo y de un intelectualismo en Ultimo término
esterilizador, que le llevé a condenar a Rabelais o Shakespeare como
cimas de extravagancia y mal gusto. Respecto a sus obras histéricas,
seran tratadas mds adelante en otro apartado de este mismo capitulo.
El gran objetivo de Voltaire, hacia el que se orientan
practicamente todas sus obras tedricas, es combatir el fanatismo, La
summa de este antifanatismo fue su delicioso "Diccionario Filosético
Portatil”, en el que se critican las creencias inverosimiles, los dogmas
funestos, las leyendas milagrosas y todas las formas de depreci
la vida, los sentidos y el progreso cultural. Es en este “Diccii
donde estampa esta definicién del fanatismo, que le resume: “El
fanatismo es a la supersticién lo que el arrebato es a la fiebre, lo que la
rabia es a la célera. Quien tiene éxtasis, visiones, quien toma sus
suefios por realidades y sus imaginaciones por profecias es un
entusiasta; quien apoya su locura con el crimen, es un fandtico... No hay
otro remedio contra esta enfermedad epidémica que el espiritu
filoséfico, el cual, extendiéndose poco a poco, acaba por suavizar las
costumbres de los hombres y previene los accesos del mal; pues,
cuando ese mal progresa, hay que huir y esperar a que el aire se
purifique.” Honra a Voltaire poder decir que él no siempre huy6.
DIDEROT, D'ALAMBERT Y LA ENCICLOPEDIA
El compendio de todo el esfuerzo intelectual de los ilustrados es
la Encyclopédie, ou Dictionnaire raisonné des arts et des métiers, obra
monumental en treinta y cinco volmenes que comenz6 a publicarse en
1751 y se concluyé en 1780. Lo que en un principio iba a ser
sencillamente una edicién francesa puesta al dia del Dictionary de
Chambers se convirtié después en un compendio no tanto de todo el
saber de su época —Io que estuvo muy lejos de conseguir— sino de las
opiniones de los philosophes sobre todos los aspectos y detalles del
saber. La Enciclopedia fue un manifiesto colosal de heterodoxia,
irreverencia y racionalismo, que debia forzosamente chocar con ios
285poderes religiosos y politicos vigentes. Fue varias veces prohibida, sus
directores fueron perseguidos y sdlo el apoyo inquebrantable de unos
miles de suscriptores y las gestiones a favor de algunos influyentes
personajes de la corte (entre otros Malesherbes y Madame de
Pompadour) lograron que el proyecto se concluyese. En la obra
colaboraron los mejores ingenios de la Ilustracién, aunando en el
proyecto comin sus perspectivas forzosamente dispares: Voltaire
colaboré junto a los materialistas D’Holbach o Helvetius, Condorcet
hizo los articulos matematicos y Montesquieu algunos histéricos y
politicos; a veces se invertian los papeles: Rousseau, al que también se
le encargaron los temas de misica, escribié el articulo sob.2 “Economia
Politica”, mientras el economista y luego ministro Turgot escribié la
filos6fica entrada “Existencia”.
Pero el alma de la Enciclopedia, la nica persona insustituible en
ella, sin cuya tenacidad, arrojo e inteligencia jams se hubiera realizado
la obra, fue Denis DIDEROT. Mientras otros, como Voltaire, negaban su
participacién en la Enciclopedia, é| siempre dio la cara ante las
autoridades en su calidad de director; otros abandonaron, incluso su
colega en la direccién D’Alambert, mientras é| continuaba trabajando;
viviendo en la estrechez, en la pobreza casi, escribié cientos de articulos,
para la obra sobre los temas menos brillantes que nadie queria tratar,
como oficios 0 técnicas agricolas, sacando sabe Dios de dénde tiempo
para documentarse, redactarlos y proseguir ademés su propia y muy
importante obra de creacién personal.
Las reflexiones filos6ficas de Diderot adoptaron forma literaria
dialogada 0 novelada, aunque también escribié algunos compendios de
pensamientos filos6ficos y abundante critica de arte. La mayoria de sus
obras fueron editadas péstumamente por razones de prudencia. En su
“Coloquio entre D’Alambert y Diderot”, completado por el “Suefio de
d’Alambert”, mantiene una postura materialista y evolucionista avant /a
lettre: continuidad y parentesco esencial entre animales y seres
humanos, cuyas diferencias se deben a variaciones en la disposicién de
sus 4tomos, reduccién de todos los fenémenos psiquicos a alteraciones
fisiolgicas, relatividad de cualquier consideraci6n individualizadora en
el gran todo césmico... En su “Entrevista con la Mariscala XX” sostiene
un agnosticismo précticamente ateo y opina que no s6lo es posible una
moral elevada sin religién, sino que la religién ha fomentado
hist6ricamente la hipocresfa y el crimen, por lo que es més bien un
obstéculo que una ayuda para los auténticos ideales éticos. En uno de
sus textos ms espléndidos, “El sobrino de Rameau”, presenta el
retrato de un cinico subversivo y escéptico, parecido al Menipo o al
Diégenes que pinté Luciano pero ambientado en el ancien régime: las
convenciones de la moral burguesa, las falsas 0 verdaderas
sublimidades del arte, los ideales mismos de la sabiduria son puestos
en solfa por este personaje inolvidable y dnico en la literatura de los
philosophes, a quienes juntamente prolonga y desmiente. En su
“Suplemento al viaje de Bougai , extrapolacién sobre los datos
aportados por un oficial francés de ese nombre que viajé alrededor del
mundo y pasé una temporada en Tahiti, hace un elogio de la libertad
286sensual y pacifica de los salvajes frente a los “civilizados” reprimidos y
siempre listos a la rapifia o la violencia. En otro de sus escritos mas
sutiles, la "Paradoja del comediante”, sostiene que el mejor actor no es
el que mas siente, sino el que vive menos su papel y conserva mas fria y
\iicida la mente para fingir la pasion que no experimenta. También son
interesantes su novela "Jacques el fatalista”, curiosa meditacién sobre
lo irrevocable del destino, su “Carta sobre los ciegos para uso de los
que ven” y otros muchos escritos breves: en todos brilla el jugoso brio
de su estilo, su curiosidad siempre alerta, su profundidad de percepcién
y su nobleza moral, sin punto de mojigateria ni afectacion y muy
consciente de las contradicciones de la ética
El otro director de la Enciclopedia y autor de su “Discurso
Preliminar’, fue Jean le Rond D'ALAMBERT, uno de los matematicos y
cientificos més distinguidos de su momento. En sus "Elementos de
filosofia” expone puntos de vista semejantes a los del posterior
positivismo. Segtin él, la filosofia debe purgarse de sus ilusorias
vanidades metafisicas, que aspiran a conocer la entrafia oculta y
fundamental de las cosas, y limitarse a constatar las correlaciones entre
fenémenos y a deducir comprobables propiedades secundarias de otras,
propiedades primarias que fueron verificadas del mismo modo
anteriormente. Las ciencias no son pura acumulacién de datos y
enfoques sin conexién entre si, sino parte de un mismo despliegue de la
inteligencia humana: por eso D’Alambert insiste en la funcion de
unificacién que debe tener el conocimiento, hasta mostrar que todos
los fendmenos forman parte de un sistema homogéneo que las ciencias
van desvelando poco a poco. Las reflexiones éticas de D’Alambert
tienden a separar la moral de toda sancién religiosa, como es norma
casi general entre los ilustrados; insiste en la condicién esencialmente
social de los preceptos éticos y sefiala que nuestro auténtico interés y el
interés comunitario coinciden, debiendo el fildsofo ilustrar al hombre
comiin sobre el puesto en la sociedad en el que puede ser més util a los
dems y, por tanto, mas auténticamente feliz.
SENSUALISTAS Y MATERIALISTAS
Una corriente importante entre los pensadores del dieciocho es
la de los que funden la dualidad entre res extensa y res cogitans de
Descartes, supeditando el principio psiquico o espiritual al material. Los
avances de la medicina, en particular de la neurofisiologia, fueron el
punto de partida inmediato de estas teorfas. El mds interesante y
matizado de estos philosophes fue Etienne Bonnot de CONDILLAC,
sumamente influido por Locke, al que empero criticd en varios puntos
sustanciales. En su “Tratado de las sensaciones”, por ejemplo, rechaza
la distincién que hace Locke entre ideas de la sensacién e ideas de la
reflexi6n y sostiene que todas las ideas provienen de sensaciones.
Incluso las operaciones mentales como la volicién, el juicio, la
comparacién, etc... no son més que “sensaciones transformadas”
provienen de la asociacién y memoria de diversas sensaciones, mas 0
287menos fuertes, desagradables o gratas, etc... En su famosa pardbola de
la estatua que va siendo gradualmente dotada de sentidos, Condillac
aspira a probar que de un solo sentido, el del olfato, por ejemplo, puede
derivarse toda la interioridad humana y todas las operaciones de la
mente. Pese a esta doctrina, Condillac no fue materialista, pues
admitié, ademés de la existencia de Dios, la de un alma inmaterial e
inmortal que seria algo asi como el principio de unidad de las diversas
sensaciones. En otras de sus obras, Condillac atacé las generalizaciones
sintetizadoras de los metafisicos tradicionales y propugné el método
analitico que nunca abandona la esfera de lo dado. En su “Ensayo sobre
el origen de los conocimientos humanos” hace interesantes reflexiones
sobre la importancia del lenguaje en nuestro desarrollo mental: gracias
ala conexién de una sensacién con un signo verbal nuestras ideas
quedan fijas y somos capaces de acumularlas y relacionarlas. El
lenguaje ordinario es imperfecto y seria deseable que alcanzase la
precisi6n del lenguaje matematico. En todo caso, puede afirmarse que
el hombre es un ser racional porque es un ser parlante.
Un continuador mas extremoso del sensualismo de Condillac fue
Claude Adrien HELVETIUS, que provenia de una familia de médicos
suizos. Su obra "Del espiritu” provocé escéndalo y atrajo represalias
contra él; no es de extrafiar que su otro libro, “Del hombre, sus
facultades y su educacién” se editase péstumamente. Tal como para
Condillac, para Helvetius todas las facultades y funciones del psiquismo
humano derivan de la sensacién, pero su principal aportacién —y la
fuente del escéndalo causado por sus obras— es sacar conclusiones
éticas de ese planteamiento gnoseolégico. E! hombre no busca més
que su placer, entendido éste como conjunto de sensaciones corpéreas
agradables; incluso los movimientos animicos més altruistas derivan de
este principio, pues el hombre compasivo y filéntropo actuaré a favor de
los demas no por otro motivo sino porque el espectaculo del dolor ajeno
le causa disgusto y sufrimiento propio, mientras que la benevolencia le
es placentera. Pero a partir de aqui Helvetius no va a predicar ningun
individualismo egoista, sino muy por el contrario daré a las nociones de
bien y virtud un sentido puramente social. Es en sociedad donde el
hombre puede ser mas dichoso y gozar de més placeres y menos
dolores, por tanto “el bien publico es la ley suprema” y ser virtuoso es
ser sociable. Helvetius hace mucho hincapié en la funcién de la
educaci6n para llegar a difundir la virtud, pues a través de la educacién
puede conseguirse cualquier modificacién en la conducta y convivencia
humana. Si esto no ocurre, es por culpa de los gobiernos despéticos y
del clero oscurantista: s6lo un gobierno libre conseguiré educar
virtuosamente a los ciudadanos y llevard a cabo un reparto igualitario
de las riquezas nacionales. Este gobierno acabaré con la tenebrosa y
represiva religion vigente, sostén de los tiranos: “La voluntad de Dios,
justo y bueno, es que los hijos de la tierra sean felices y gocen de todo
placer compatible con ei bien publico. Esta es la verdadera religion, la
que la filosofia debe revelar al mundo.”
También participé de ideas semejantes el médico Julien Offray
de LA METTRIE, cuyas obras le hicieron ser desterrado de Francia y
288Holanda hasta hallar final refugio en la corte de Federico de Prusia. En
su “Historia natural del alma” mantiene que toda la vida psiquica de!
hombre nace de las sensaciones y se acrecienta y afirma por medio de
la educacin: a més sensaciones, més ideas; a mejor educacién, mas
ricas y numerosas ideas y donde no hay sentidos o falta la educacién
conveniente, no puede haber ningun tipo de ideas 0 seran
‘extremadamente pobres. En su libro “El hombre maquina” critica el
dualismo cartesiano y reduce toda la realidad del hombre a materia,
pero a una materia que no es solamente extensa, como en Descartes,
sino que también tiene los atributos del movimiento y la sensacién. Sin
embargo, es de Descartes de quien toma la idea del cuerpo vivo como
maquina, que luego mejoré con una analogia vegetal en su “El hombre
planta’: en realidad, la naturaleza es un continuo y en ella no hay otros
niveles jerdrquicos que las diferencias de grado producidas por diversos
tipos de organizacién material. Sus ideas éticas se contienen en “El arte
de gozar o la escuela de la voluptuosidad’’: como se verd, La Mettrie
tenia buena mano para acertar en cada caso con el titulo mas
provocativo; este ultimo podfa pertenecer a una novela del marqués de
Sade.
La Mettrie fue agnéstico en cuestién religiosa, aunque no sélo
consideraba posible —como Pierre Bayle— una repiblica de ateos
moralmente sana, sino probable y deseable. En cambio corresponde
una postura més agresivamente atea a Paul d'HOLBACH, rico barén en
cuya casa de Paris se reunian los philosophes y a la que acudian con
mayor 0 menor entusiasmo visitantes ilustres como David Hume y
Horace Walpole. En su "Sistema de la naturaleza o de las leyes del
mundo fisico y del mundo moral”, d’Holbach recopila las doctrinas,
materialistas que hemos resumido en los autores anteriores: en el
mundo no hay més realidad que las diversas organizaciones de los
4tomos de la materia, cuyas diversas combinaciones y movimientos
crean las diferentes cosas existentes y la variedad de los seres vivos.
Cada cosa aspira a perseverer en su ser, tal como sefialé Spinoza, y
esta tendencia es lo que en el hombre se llama “amor propio”. Pero
este amor propio es perfectamente compatible con el bien social, hoy
dificultado por la permanente influencia de la religion, nacida de la
ignorancia y del temor ante los fenémenos naturales y apoyo de todas
las fuerzas reaccionarias de orden politico. La desaparicién de la
religion favorecerfa la llegada de un régimen social que combatiese la
miseria y la injusticia, aunque d’Holbach no crefa que fuera deseable
que tal régimen llegase tras una revolucién, porque pensaba que los
movimientos revolucionarios crean mas males de los que solucionan
Era rigurosamente determinista, lo que le reproché el sagaz Federico el
Grande: en efecto, si los hombres estén totalmente determinados como
cualquier otro elemento material del universo, gqué sentido tiene hacer
reproches morales a sacerdotes y tiranos o propugnar el advenimiento
de un nuevo orden social?
Las tendencias antes expuestas se acentian hasta la caricatura
en los escritos del también médico Pierre CABANIS, para quien “los
nervios son todo el hombre” y el cerebro segrega pensamiento como el
289higado segrega bilis. Para concluir, digamos una palabra sobre
Donatien Alphonse-Francois, marqués de SADE, el mas ilustre de los
libertinos, como se llamé a los ilustrados mas declaradamente
antirreligiosos y hedonistas, en cuyas novelas se explotan las *
derivaciones que un pleno materialismo y un ateismo consecuente
aportarian a las relaciones erdticas y también a la convivencia social. La
doble cara de la Naturaleza, por un lado madre provisora y por otro
despiadada aniquiladora del débil y potenciadora de monstruos, la
complicidad entre deseo, transgresién y crimen, son calas que la
audacia de Sade arriesga en la cara oscura del Siglo de las Luces, esa
vertiente que los philosophes rara vez quisieron afrontar.
ROUSSEAU
EI pensador més profundo, brillante y original del siglo dieciocho,
cuyo nombre ha quedado indisolublemente unido a los términos de
“Ilustracién” o “Enciclopedia”, no fue precisamente un ilustrado ni un
philosophe: compartié algunas caracteristicas de éstos, pero sus
discrepancias fueron mucho mayores. En realidad, fue el iniciador de la
posterior reacci6n antienciclopedista y en esto no se equivocaron los
Voltaire, Diderot 0 D'Holbach al tenerle por su principal enemigo. Jean
Jacques ROUSSEAU nacié en Ginebra, hijo de un relojero de esa
localidad. Fue aprendiz de grabador, preceptor de hijos de noble,
copista; pasé del protestantismo al catolicismo y de éste al
protestantismo de nuevo: llev6 una vida errabunda, emocional y
fisicamente muy ineStable, pero tenazmente insumisa ante los dictados
de lo obvio y de la opinién comin, Su carécter enfermizo y suspicaz
favorecié poco sus relaciones con los otros, sobre todo en la segunda
mitad de su vida, cuando su incipiente mania persecutoria se vio
reforzada por persecuciones bien reales. Sus buenos contactos iniciales
con los enciclopedistas —Diderot le encargé los articulos de musica, en
la que era muy versado, para la Enciclopedia, ademés de introducirle en
el salén del barén d'Holbach— se convirtieron luego en abierta
enemistad y en una campafia contra él, dirigida por Voltaire, que le llevo
al exilio y estuvo a punto de precipitarle en la locura. Para justificarse o
al menos explicarse esoribié una serie de obras autobiograficas, las
“Confesiones”, “Rousseau juez de Jean Jacques”, “Las ensofiaciones
de un paseante solitario”, en las que se pinta con una sinceridad en la
que entran a partes iguales la espontaneidad licidamente autocritica y
el exhibicionismo; crispados a veces, finalmente serenos, estos libros
crean practicamente no s6lo un género literario, sino todo un gusto,
recogido luego por el Sturm und Drang y el romanticismo.
éCuales fueron los motivos tedricos de la ruptura de Rousseau
con los ilustrados? En primer lugar, su critica de la cultura y la
civilizacién como origen de los males del hombre, realizada en sus dos
obras iniciales. La primera de ellas, el “Discurso sobre las artes y las
ciencias”, fue escrita para participar en el concurso abierto por la
Academia de Dijon en torno al siguiente tema: el progreso de las artes y
290las ciencias ha contribuido a purificar o més bien a corromper la
moralidad? No hay duda de cual hubiera sido la positiva y progresista
respuesta de cualquiera de los philosophes, pero Rousseau gané el
concurso sosteniendo precisamente la posicién contraria: las artes y las
ciencias han contribuido a nuestra artificiosidad, nos hacen
avergonzarnos de lo que somos y nos obligan a fingir constantemente
para prosperar en sociedad, acaban por propiciar costumbres disolutas
y la consecuente decadencia de los pueblos. Esta doctrina se refuerza
en su segundo escrito, el “Discurso sobre el origen y fundamento de la
desigualdad entre los hombres”: en primer término, Rousseau describe
la sencillez ingenua de la vida natural, en la que los hombres sin
instituciones sociales ni organizacién de ningtin tipo, sin bienes ni afan
de poseerlos, actuaban movidos por un amor propio que era instinto de
conservaci6n pero no egoismo, pues este nace de la comparacién con
otros; pero a continuacién aparecié la propiedad privada y con ella el
Estado, la cultura y la desigualdad entre los hombres. “El verdadero
fundador de la sociedad civil fue el primer hombre que, tras cercar una
porcién de tierra, tuvo la ocurrencia de decir esto es mio y tropez6 con
gente lo suficientemente obtusa como para hacerle caso." De ese
momento fundacional deriva la institucién estatal que “aplicé nuevas
ataduras al pobre y dio nuevos poderes al rico; destruyd
itrecuperablemente la libertad natural, fij6 eternamente la ley de la
propiedad y la desigualdad, convirtié la astuta usurpacién en derecho
inalterable y, para ventaja de unos pocos individuos ambiciosas,
sometid la humanidad entera al trabajo, la esclavitud y la miseria a
perpetuidad”. Las injusticias sociales no son pues, como opinaban los
ilustrados, fechorias de los tiranos y los curas, sino fruto intrinseco del
propio Estado; no avanzamos de las tinieblas y la esclavitud hacia la luz
y la libertad, como creia el optimismo dogmaticd de los philosophes,
sino que hemos decaido de una relativa bienaventuranza natural a una
cierta maldicién civilizada. Como se ve, no era facil reconciliar posturas
tan opuestas.
En segundo lugar, Rousseau chocé con los filésofos ilustrados al
exaltar el sentimiento y la pasién por encima de la raz6n y sus célculos.
Es cierto que otros ilustrados habfan reconocido toda la enorme
importancia de las pasiones humanas en el logro de nuestra plenitud,
tales como el moralista Vauvenargues o el mismo Diderot, para quien
“sin pasion nada grande se ha hecho en este mundo”. Pero la raz6n y la
educacién dirigida a potenciarla seguian siendo lo ms alto y lo mas
deseable, aquello de lo que habia que esperar la salvacién. Para
Rousseau, en cambio, el secreto de la dicha esté en volverse hacia
dentro, a escuchar la voz del “sentimiento interior”, cuya doctrina es e!
recuerdo de la vieja armonfa y justicia perdidas. De este modo, en su
tratado sobre educacién titulado “Emilio”, en lugar de propugnar una
educacién que ensefie a dominar los impulsos naturales y a desarrollar
\a razén por medio del aprendizaje de las ciencias, sefialé como
el fomento de los sentimientos y pasiones espontaneos del
nifio, siempre mas “morales” que las normas civilizadoras que tratan de
constrefiirles. En efecto, el amor propio es el sentimiento més natural,
291pero va también naturalmente acompafiado de la compasién, que lo
modera y encauza hacia el respeto al resto de los semejantes. En la
cuestién religiosé Rousseau discrepaba no menos del planteamiento
ilustrado: pues si bien en “La profesién de fe del vicario saboyardo””
critica la corrupcién y superfluidad de la Iglesia institucional y del clero,
sefialando al modo de los philosophes las crueldades y persecuciones
que habia propiciado, no por ello postulé una religion natural que no
tuviese otro contenido que lo que dicta la razén humana, sino antes
bien un retorno al sentimiento més intimo que, en el interior de cada
alma, habla de Dios, de inmortalidad, de libre albedrio y de entrega a lo
transcendente. Para los philosophes, Rousseau predicaba a fin de
cuentas con una voz tan oscurantista y reaccionaria como los clérigos a
los que combatfan,
Pero Rousseau no se dedicé exclusivamente a deplorar los
males que la sociedad civil habia aportado al hombre, pues el puro
estado de naturaleza es una beatitud irrevocablemente perdida “o quiz
algo que nunca se ha dado ni puede darse”, como admite el propio
Jean Jacques. Es preciso estudiar la constitucién de esa sociedad civil,
las raices de la coaccién que el poder estatal impone a sus subditos, a
fin de averiguar cémo ha de ser la organizacién social més adecuada y
legitima a la que pueda aspirarse. Este es el tema de la obra més
influyente de Rousseau, “El contrato social”, que comienza con estas
CSlebres palabras: “E! hombre nace libre, pero en todas partes se
encuentra encadenado. Uno se cree duefio de los demés pero sigue
siendo mas esclavo que ellos. Cémo se produjo este cambio? No lo sé.
éQué puede legitimarlo? Creo que puedo dar respuesta a esa
pregunta.” A continuacién, el ginebrino traza el esquema ideal de lo que
ha de ser el estado democrético moderno, idealizacion todavia
respetada y aceptada por muchos te6ricos politicos con pocas
modificaciones. La sociedad civil es una especie de cuerpo tinico, una
persona piiblica producida por el pacto social segin el cual cada
individuo renuncia a sus poderes naturales y consiente en formar parte
de la comunidad: “Cada uno de nosotros pone su persona y todo su
poder en comin bajo la direccién suprema de la voluntad general y en
nuestra condici6n asociada recibimos a cada miembro como una parte
indivisible del todo.” En este pacto 0 contrato social no se cede el poder
@ un soberano que quede por encima y fuera de la convencién, como
ocurria en el caso de Hobbes, sino que el pueblo todo es el soberano.
Cada individuo sufrira as{ una curiosa escisi6n: por una parte, sera
ciudadano, en cuanto participe del poder soberano del todo, y por otra,
sdbdito, en cuanto sometido individualmente a dicho poder. Rousseau
insiste en que no hay otra soberania que la de la asamblea de todos los
ciudadanos, hasta el punto de que tal asamblea ni siquiera puede elegir
representantes del pueblo: “La soberania no puede representarse, por
la misma razé6n que la hace inalienable; descansa esencialmente en la
voluntad general y no admite representacién. O es la misma o es otra:
no hay ninguna posibilidad intermedia. Por lo tanto, los diputados del
pueblo no son ni pueden ser sus representantes, son simplemente sus.
administradores y no pueden llevar a cabo ningtin acto definitivo. Toda
292ley que el pueblo no haya ratificado directamente es nula y vacia...”
{Quiere decirse, entonces, que la voluntad general no es més que la
opinién numéricamente predominante en la asamblea de los
ciudadanos? Ciertamente, no: eso no seria mas que un “abuso de la
estadistica”, como dice Borges de la democracia. Hay que distinguir
entre voluntad general y voluntad de todos: la primera es la del sujeto
colectivo, el todo, y siempre pretende el bien comin, mientras que la
segunda no es mas que una simple suma de intereses particulares,
contradictorios las ms de las veces con el verdadero bien comin. Las
votaciones pueden no dar a luz la auténtica voluntad general, pues “por
si mismo el pueblo siempre quiere el bien, pero por si mismo no
siempre es capaz de verlo. La voluntad general siempre esté en lo justo,
pero el juicio que la guia no siempre es ilustrado”’. Para ilustrar ese
juicio, piensa Rousseau, es preciso un legislador que prepare las leyes
que verdaderamente expresen el dictamen de la voluntad general, para
que luego sean refrendadas por la asamblea de los ciudadanos. Como
logra el legislador conocer mejor que la asamblea misma de ciudadanos
lo que la voluntad general del todo quiere como bien comin, eso es un
misterio que Rousseau deja sin aclarar. La escisién en ciudadano y
sibdito de cada individuo se refleja también en el problema de la
libertad: la coaccién estatal, que obliga al sdbdito discrepante a aceptar
el dictamen de la voluntad general por la fuerza, no hace més que
certificarle como ciudadeno y cumplir asi su verdadera voluntad, pues
en tanto ciudadano su auténtico querer no es otro sino el bien comin.
“Esto significa nada menos que aquél sera obligado a ser libre”,
asegura enérgicamente Rousseau.
Ya hemos sefialado la gran influencia de Rousseau en los
roméanticos y en el Sturm und Drang, por su hincapié en el sentimiento,
la vida natural sin artificio ni hipocresfa, el apego a la patria frente al
cosmopolitismo escéptico, el rechazo del materialismo ateo, el elogio
del matrimonio frente al libertinaje, etc... Pero ain m4s profunda si
cabe fue su influencia en la Revolucién Francesa, en la que peso mucho
més que Voltaire 0 cualquier enciclopedista. “El contrato social” fue la
Biblia de Robespierre y los jacobinos. Si bien es cierto que la critica
antirreligiosa (y, sobre todo, anticlerical) volteriana contribuyo
decisivamente a minar las reservas ideolégicas del ancien régime, asi
como también su postulacién de tolerancia y justicia favorecieron la
caida de los privilegiados, fue Jean Jacques Rousseau quien doté a los
revolucionarios del modelo teérico de sociedad a la que aspirar. En
cierto sentido, para bien y para mal, muy pocos hombres han influido
tan decisivamente con sus ideas en el nacimiento del mundo
contempordneo.
EL ORIGEN DE LA FILOSOFIA DE LA HISTORIA
La relacién de la Ilustraci6n con la historia fue ambivalente:
por un lado, se escriben excelentes obras sobre el pasado, en las que
por primera vez se da més importancia a las costumbres y la cultura
293que a las batallas o los conquistadores —asi la “Historia de
Carlos XII" y “El siglo de Luis XIV" de Voltaire, la “Historia de
Inglaterra” de Hume, la “Decadencia y cafda del Imperio Romano”
de Gibbon, la “Historia de Luis XI" de Pinot Duclos, etc...— pero, por
otro lado, la firme conviccién progresista de la superioridad del
siglo XVIII sobre todos los anteriores vicia la perspectiva y resta
objetividad a la consideracién del pasado, cuyas ideas y logros se
minimizan 0 se reducen a simple preparacién del aventajado
presente. En todo caso, es en este siglo cuando nace la filosofia de la
historia, la cual alcanzaré la mayor importancia en el pensamiento
contempordneo a partir de Hegel. Me referiré aqui muy brevemente
a los principales autores en esta linea.
E| mas importante de todos ellos no puede considerarse en
modo alguno como un ilustrado, sino més bien como una figura
sumamente original, solitaria y notablemente incomprendida en su
tiempo. Nos referimos al gran filésofo italiano Giambattista VICO,
autor de los “Principios de una ciencia nueva en torno a la naturaleza
comtin de las naciones”. Vico sostenta que el Gnico criterio
indudable de verdad consiste en haber hecho el objeto que
estudiamos: por eso las mateméticas son la més rigurosa de las
ciencias y la de verdad mAs inapelable, porque sus objetos son
ficciones fabricadas por los hombres. Su lema era verum factum,
conocer lo verdadero y hacerlo son lo mismo. Por eso pensaba que la
historia es una ciencia més apta para ser comprendida por el hombre
que la naturaleza fisica, pues de ésta s6lo podré tener ciencia fiable
Dios, que es quien Ia ha hecho, mientras que los hombres pueden
conocer rigurosamente lo tocante ala sociedad humana, sus leyes,
su mitologia osu lenguaje, puesto que todo esto es obra de los
hombres mismos. En su “Ciencia nueva”, Vico estudia, con una
originalidad y riqueza de detalle a la que no podemos aspirar aqui,
las etapas del pasado humano: desde el “estadio de las familias”,
sedentario y patriarcal, pasando por el “estadio de los héroes”, en el
que predomina la excelencia de los fuertes patricios, hasta el
“estadio de los hombres”, en el que los mas numerosos reclaman
sus derechos a los fuertes y se fundan las primeras republicas
democraticas, tales como la antigua Roma. Pero en esta era de
tolerancia, el desarrollo de la raz6n deriva en intelectualismo
escéptico y esterilizador, mientras que la igualdad hace declinar la
energfa civica y asi se entra en una fase de decadencia que
desemboca en un retorno a la barbarie, como sucedié al final del
Imperio Romano. Entonces el ciclo se repite de nuevo, aunque en
otro plano: el cristianismo naciente anuncia una era patriarcal de los.
dioses, en la Edad Media se repite la etapa de los héroes y a partir
del siglo XVII se abre un nuevo estadio de los hombres, al que
amenaza el mismo peligro de decadencia que acabé con el anterior.
Esta concepcién cfclica de la historia choca con el progresismo lineal
de la vision ilustrada, a la que tampoco habia de agradarle ver ala
raz6n convertida en factor de decadencia. Ademés, Vico dio la mayor
importancia para la comprensién histérica al elemento poético y
294mitico: lejos de considerar las religiones y mitos como amajios
oscurantistas de los sacerdotes, vio en todo ello una espléndida
respuesta simbélica a las més hondas necesidades de la naturaleza
humana,
Ya dentro de la Ilustracién francesa, el primer autor a
considerar es Charles de Sécondat, baron de MONTESQUIEU. En su
magna obra “El espiritu de las leyes”, estudia los diversos sistemas
juridicos de los pueblos no como fruto del azar 0 del capricho, sino
como producto de la interrelacién de diversos factores geograficos,
climatolégics, econémicos, caracteriolégicos, de tradicién
politica, etc... Sefiala la existencia de tres tipos de gobierno:
republicano, monérquico y despético. El principio en el que se basa
el gobierno republicano es la virtud civica; el del mondrquico es el
honor, mientras que los despotismos se apoyan en el temor.
Obviamente, cada uno de los tres tipos de gobierno tendra una
relacién distinta con las leyes cuya gestion representa. No hay un
tipo de gobierno ni un tipo de leyes que convenga a todos los
pueblos: “las leyes deberian adaptarse al pueblo para el cual se
promulgan, de tal modo que las de una naci6n resultaran muy
improbablemente apropiadas para otra”. Montesquieu fue un firme y
decidido partidario de la libertad politica; fue el primero en sefalar
que la mejor garantia contra la tirania y la opresi6n es la separacién
de poderes, es decir, que la instancia legislativa, ejecutiva y judicial
no deben recaer en la misma persona 0 grupo de personas. Todavia
hoy no hay més clara sefial de totalitarismo politico que no respetar
de hecho la separacién de poderes.
El ya comentado VOLTAIRE escribié, ademas de obras
histéricas propiamente dichas, una breve "Filosofia de la historia”,
unas “Acotaciones sobre la historia” y unas “Nuevas
consideraciones sobre la historia” en las que aconseja desconfiar de
los historiadores antiguos propicios, segtin él, a la fabula y la
supersticién— y dedicarse fundamentalmente a los modernos,
mucho més fiables. Ademés, la historia antigua es indtil como
ejemplo o gufa de conducta para los modernos y sdlo puede ser
estudiada por curiosidad, mientras que el estudio de la historia
realmente importante segtin Voltaire —la que se ocupa del periodo
que comienza a finales del siglo XV y llega hasta él mismo—es una
auténtica necesidad. Voltaire abogé por desterrar la historia
exclusivamente politica, la de guerras y regicidios, y ocuparse mas
de la vida cotidiana, artes y adelantos cientificos de cada época; a fin
de cuentas, el resultado de una batalla dice bien poco sobre los
pueblos que intervienen en ella: “No conozco a los francos y a los
sarracenos por la batalla de Charles Martel ms de lo que conozco a
los tartaros y a los turcos por la victoria de Tamerlén sobre
Bayaceto.” En esta linea, el estudio historico mas interesante de
Voltaire es su “Ensayo acerca de la historia general y de las
costumbres y el espiritu de las naciones desde Carlomagno hasta
nuestros dias”, en el que, pretextando continuar la historia
teocéntrica de Bossuet, acaba en realidad con toda imagen de una
295providencia divina cumpliéndose en los asuntos humanos y deja la
mejor solucién de éstos encomendada a la razén y a la formula
politica que le parece mas acertada, el despotismo ilustrado.
La figura politicamente més radical y una de las més curiosas.
en cuanto a biografia de la Ilustracién es la de un amigo y admirador
de Voltaire, Jean Antoine Nicolés Caritat, marqués de CONDORCET
llamado “‘el ultimo de los philosophes”. Condorcet, que habia sido
colaborador con articulos matematicos en la Enciclopedia, fue
demécrata republicano, apoyé con entusiasmo la Revolucién
Francesa e incluso llegé a ser elegido diputado de la Convenci6n.
Varias discrepancias con el proyecto de constitucién adoptado por la
Convencién —Condorcet era mas radical en materia de igualdad de
derechos de la mujer y en cuestiones de educacién—, asi como su
oposicién a la pena de muerte y al encarcelamiento de los.
girondinos, le enfrentaron con los jacobinos, que le declararon
enemigo de la Repiiblica. Condorcet vivié escondido durante varios
meses, mientras el Terror y la guillotina se ensefioreaban de Paris.
En su escondite, escribié su “Esbozo de un cuadro histérico de los
progresos del espiritu humano’, obra optimista y llena de confianza
en ol futuro. Condorcet se declara enemigo de la monarquia, del
clero y de cualquier forma de oscurantismo religioso: las violencias,
que en aquel momento se vivian eran el residuo de las nefastas
instituciones pasadas. Describe el desarrollo de la humanidad en
nueve etapas, desde la barbarie primitiva hasta la llustracién misma,
en las que el progreso hacia formulas més racionales y justas de
convivencia nunca ha cesado: prevee una décima etapa en la que se
conseguiré la efectiva igualdad de derechos entre los ciudadanos de
todas las naciones, se lograré la paz y un notable perfeccionamiento
fisico y moral de los hombres. Concluida su obra, Condorcet
abandoné su escondite, fue detenido y murié en prision.
Una decidida reaccién contra el modo de hacer historia de los
ilustrados y a la par un interesante paso adelante en el terreno de la
filosofia de la historia lo supuso Johann Gottfried HERDER, poligrafo
alemén que escribié sobre temas tan variados como lenguaje, arte,
psicologia, gnoseologia, etc... En su “Otra filosofia de la historia”,
Herder ironiza sobre la pretension de los ilustrados de ser la cispide
del progreso humano hasta la fecha, pues su racionalismo ha
debilitado los impulsos sentimentales que favorecen la nobleza y la
generosidad; ademés, se habla triunfalmente de libertad en Europa
pero se calla la esclavitud de las clases populares. No se puede ver la
historia como la confirmacién de un esquema previo que lleva del
‘oscurantismo a la racionalidad, de la opresién a la libertad, de la
desdicha a la felicidad; cada cultura y cada época son un fin en si
mismas, tienen sus propias virtudes y su propia felicidad: deben ser
estudiadas en si mismas y no meramente como parte de un progreso
universal. La obra mas importante de Herder sobre este tema son
sus “Ideas referentes a la filosofia de la historia de la humanidad”,
empefio monumental que pretende abarcar desde los fundamentos
fisicos y antropolégicos de la especie humana hasta las més
296recientes aportaciones histéricas. También aqui Herder polemiza con
los ilustrados, sobre todo por su desprecio de todo lo primitivo y su
conviccin de que el Estado modemo es un logro del desarrollo de la
raz6n, Para Herder, en la formacién del Estado modero hay poco de
racionalidad y es fécil suponer que otras formas de convivencia
preestatales son preferibles a ésta actual en la que “centenares de
hombres tienen que morir de hambre para que uno pueda
complacerse y nadar en el |ujo”. Herder tiene poca simpatia por la
autoridad estatal y le parece que el mejor gobernante seria el que
hiciese superfluo el gobierno, mientras que la mayoria de las
autoridades son como esos malos médicos que perpetdan la
enfermedad de sus pacientes haciéndoles que necesiten por siempre
seguir siendo atendidos. Frente al ideal del despotismo ilustrado, tan
querido por Voltaire, sostuvo: “El hombre que necesita un sefior es
un animal; en cuanto se convierte en ser humano, deja de necesitar
un sefior.
BIBLIOGRAFIA
Sobre la época puede consultarse: La edad de Voltaire, de Will y Ariel
DURANT, Ed. Sudamericana,
Una excelente edicién de los panfletos y opasculos de Voltaire ha
recientemente en Clasicos Alfaguara.
Elcontrato social de ROUSSEAU, traducido por Consuelo Bergés, est editado
en la Biblioteca de Iniciacién Filoséfica, Ed. Aguilar.
Sobre la filosofia de Rousseau, vale la pena consultar la obra de ese titulo
aparecida en Alianza Editorial.
La Ciencia Nueva de VICO esté traducida en cuatro volimenes en la B.I.F. de
Ed. Aguilar.
Una’suficiente antologia de la Enciclopedia se encuentra en la coleccién Punto
Omega, de Ed. Guadarrama.
io editada
TEXTOS
1. El “Tratado sobre la tolerancia” fue escrito por Voltaire en
1763, con motivo del caso Calas, un protestante falsamente
acusado de haber asesinado a un hijo suyo que queria
convertirse al cristianismo y que fue ejecutado por su supuesto
delito. El libro acaba con esta “Oracién.a Dios”. Como todos los
textos de este capitulo, ha sido directamente tracucido del
francés para esta antologia.
297Oracién a Dios
Yano es, pues, a los hombres a los que me dirijo.
de todos los seres, de todos los mundos y de todos los tiempos:
est permitido a débiles criaturas perdidas en Ia inmensidad e
imperceptibles para el resto del universo atreverse a pedirte algo, a ti
que lo has dado todo, a ti cuyos decretos son tan inmutables como
eternos, dignate mirar con piedad los errores apegados a nuestra
naturaleza; que estos errores no provoquen nuestras calamidades. Ta
no nos has dado un corazén para odiarnos, ni manos para
degollarnos; haz que nos ayudemos mutuamente a soportar la carga
de una vida penosa y pasajera; que las pequefias diferencias entre los
vestidos que cubren nuestros débiles cuerpos. entre todos nuestros
lenguajes insuficientes, entre todos nuestros usos ridiculos, entre
todas nuestras leyes imperfectas, entre todas nuestras opiniones
insensatas, entre todas nuestras condiciones, tan desproporcionadas
a nuestros ojos y tan iguales ante los tuyos; que todos estos pequefios
matices que distinguen los atomos llamados hombres no sean
sefiales de odio y de persecucién; que los que encienden cirios en
pleno mediodia para celebrarte toleren a los que se contentan con la
luz de tu sol; que los que cubren su vestido con una tela blanca para
decir que hay que amarte no detesten a los que dicen lo mismo bajo
un manto de lana negra; que sea igual adorarte en una jerga formada
con una lengua antigua o con una jerga més nueva; que aquellos cuyo
traje esté teftido en rojo o en violeta, que dominan sobre una pequeiia
parcela de un pequefio montén del barro de este mundo, y que poseen
unos cuantos fragmentos redondeados de un cierto metal, gocen sin
orgullo de lo que ellos llaman grandeza y riqueza, y que los otros los
miren sin envidia: pues Td sabes que no hay en esas vanidades nada
i jada de lo que enorgullecerse.
I pudiesen todos los hombres recordar que son hermanos!
iQue tengan en tanto horror a la tirana ejercida sobre las almas como
tienen en execracién el bandidaje que arrebata por la fuerza el fruto
del trabajo y de la industria pacifica! Si los azotes de la guerra son
inevitables, no nos odiemos ni desgarremos unos a otros en el seno
de la paz y empleemos el instante de nuestra existencia en bendecir
igualmente en mil lenguas diversas, desde Siam hasta California, tu
bondad que nos ha dado este instante.
2. El tono de las exhortaciones piblicas de Voltaire contrasta
vivamente con el de sus marfifestaciones privadas sobre tema
religioso, bastante ms radicales, como puede verse en esta
carta escrita a Federico de Prusia el 5 de enero de 1767.
Tenéis mucha razén, sire; un principe valeroso y sabio, con
nero, tropas y leyes, puede gobernar muy bien a los hombres sin
ayuda de la religién, que no esté hecha més que para engafiarles; pero
@],tonto pueblo se inventaré enseguida una, pues en tanto que haya
bribones e imbéciles, habré religiones. La nuestra es sin disputa la
més ridicula, la mas absurda y la mas sanguinaria que haya infectado
jamés la faz de la tierra.
Vuestra Majestad prestaré un servicio eterno al género humano
destruyendo esta infame supersticién, no digo entre la canalla, que no
298es digna de ser ilustrada y a la cual convienen todos los yugos; me
refiero a entre la gente honrada, entre los hombres que piensan, entre
los que quieren pensar. El némaro de éstes es muy grande: a'vos
corresponde alimentar su alma; a vos corresponde dar el pan blanco a
los hijos de la casa y dejar el pan negro a los perros.
3. Dénis Diderot, director y alma de la Enciclopedia, escribié
numerosisimos articulos de ésta, entre ellos la misma voz
“Enciclopedia”, incluida en el tomo V de la obra, aparecido en
1755, donde se da cuenta de los radicales objetivos de la obra.
ENCICLOPEDIA, esta palabra significa encadenamiento de
conocimientos y ests compuesta de la preposicién griega ”
de los sustantivos “kiklos”, circulo y “paideia”, conocimiento.
En efecto, el objetivo de una Enciclopedia es reunir los
conocimientos esparcidos por la faz de Ia tierra; exponer el si
general de ellos a los hombres con los que vivimos, y transmitirlos a
los hombres que vendrén después de nosotros; a fin de que los
trabajos de siglos pasados no hayan sido trabajos initiles para los
siglos que han de sucederles; que nuestros vastagos, al hacerse més
instruidos, se hagan al mismo tiempo més virtuosos y més folices, y
que no muramos sin haber merecido agradacimiento del género
humano (...).
He dicho que s6lo a un siglo filoséfico le correspondia intentar
una Enciclopedia; y lo he dicho porque esta obra exige en todas sus
partes mas audacia de espiritu de la que suelen tener los siglos de
ime. Hay que examinarlo todo, removerlo todo, sin
miramientos (...). Hay que pisotear todas las,
devolver a las ciencias y a las artes la libertad que les es tan preciosa y
decir a los admiradores de la antigiiedad que llamen al “Mercader de
Londres” (drama de George Lillo, 1731) como quieran, pero que
convengan en que esta pieza refulge con bellezas sublimes. Hacia
falta un tiempo razonador en el que no se buscasen las reglas en los
autores sino en la naturaleza y en el que se sintiesen lo falso y lo
verdadero de tantas poéticas arbitrarias; tomo el término poética en
‘su acepcién més general, como sistema de reglas dadas, segin las,
cuales, sea en el género que sea, se pratende que hay que trabajar
para obtener 6xito (...
4. Como ejemplo del estilo de Montesquieu, presentamos unos
fragmentos de “El espiritu de las leyes”, pudlicado en 1748.
Sobre la libertad
No hay palabra que haya recibido significados més diferentes y
que haya impresionado a los espiritus de tantas maneras como la de
libertad. Los unos la han tomado por la libertad de depdner a aquel al
que habian dado un poder tirénico; los otros, por la facultad de elegir
aquel a quien debian obedecer; otros, por el derecho a estar armados
Y a poder ejercer la violencia; aquéllos, por el privilegio de no st
gobernados més que por un hombre de su nacién o por sus propias
299leyes. Cierto pueblo ha tomado durante mucho tiempo la libertad por
el uso de llevar una larga barba. Algunos han unido ese nombre a una
forma de gobierno y lo han excluido de los otros. Los que se
inclinaban por el gobierno republicano, la pusieron en ese gobierno;
los que hablan gozado de un gobierno monérquico, la pusieron en la
monarqula. En fin, cada uno ha llamado libertad al gobierno que era
‘més conforme con sus costumbres y sus inclinaciones; y como, en
una repiblica, no siempre se tienen ante los ojos y de una manera tan
presente los instrumentos de los males que se deploran, y también las
leyes parecen hablar més y los ejecutores de la ley hablar menos, se la
Pone ordinariaments en las repdblicas y se la excluye de las.
monarquias. En fin, como en las democracias el pueblo parece hacer
poco mas 0 menos lo que quiere, se Ha puesto la libertad en ese tipo
de gobiernos y se ha confundido el poder del pueblo con Ia libertad del
pueblo.
Es cierto que en las democracias el pueblo parece hacer lo que
quiere; pero la libeftad politica no consiste en hacer lo que se quiera.
En un Estado, es decir, en una sociedad en la que hay leyes, la libertad
no puede consistir mas que en poder hacer lo que se debe querer y no
verse obligado a hacer aquello que no se debe querer.
Hay que entender bien claramente lo que es la independencia y
fo que es la libertad. La libertad es el derecho de hacer todo lo que las
leyes permiten: y si un ciudadano pudiera hacer lo que prohiben, ya
no habria libertad, porque también los otros tendrian ese mismo
poder.
La democracia y la aristocracia no son estados libres de por si.
La libertad politica no se halla m&s que en los gobiernos moderados.
Pero no siempre esté en los Estados moderados: no esté mas que
cuando no se abusa del poder; pero es una experiencia eterna que
todo hombre que tiene poder se ve inclinado a abusar de 6; y asi lo
hace hasta que encuentra algdn limite. ¢Quién lo dirfa? Hasta la virtud
necesita limites.
Para que no se pueda abusar del poder, es preciso que, por la
disposicién de las cosas, el poder detenga al poder. Una constitucién
puede ser de tal modo que nadie se vea obligado a hacer cosas a las
que la ley no obliga y a no hacer las que la ley permite.
5. De “El hombre méquina” de La Mettrie, publicado en 1746.
Es cierto que el célebre filésofo Descartes se ha equivocado
mucho y eso nadie lo duda. Pero por lo menos ha conocido la
naturaleza animal; ha sido el primero que ha demostrado
perfectamente que los animales eran puras mAquinas. Pues bien, tras
un descubrimiento de esta importancia y que supone tanta sagacidad,
icémo, sin ingratitud, no perdonarle todos sus errores!
Todos se rescatan, a mis ojos, por esta gran confesién. Pues en
fin, sea lo que fuere lo que predica sobre la distincién entre las dos
sustancias, es visible que no es mas que una sutileza astuta, un
disimulo de estilo para hacer tragar a los tedlogos el veneno oculto a
la sombra de una analogia que impresiona a todo el mundo y que ellos
son los Unicos en no ver. Pues es ella, es esa fuerte analogia la que
fuerza a todos los sabios y a los verdaderos jueces a confesar que esos
seres arrogantes y vanos, més distinguidos por su orgullo que por el
300nombre de hombres, por muchas ganas que tengan de elevarse, no
son en el fondo mas que animales y maquinas perpendicularmente
reptantes. Todas ellas tienen ese instinto maravilloso, que la
educacién convierte en espiritu, y que tiene su asiento siempre en el
cerebro, y, en su defecto, como cuando falta o esté osificado, en la
médula alargada, pero nunca en el cerebelo, pues yo lo he encontrado
considerablemente herido y otros lo han encontrado con tumores sin
que
Ser maquina, sentir, pensar, saber distinguir el bien de! mal
como el azul del amarillo, en una palabra, haber nacido con
inteligencia y un seguro instinto moral, y no ser mas que un animal,
son cosas que no son més contradictorias que ser un mono o un loro y
saber proporcionarse placer. Pues, ya que se presenta la ocasién de
decirlo, ;quién habria adivinado nunca a priori que una gota del licor
que se lanza en el acoplamiento hiciese sentir placeres divinos y que
de ella naceria un dia una pequefia criatura que podrla, a su tiempo,
gozar de las mismas delicias! Considero al pensamiento tan poco
incompatible con la materia organizada que me parece que es una de
sus propiedades, como la electricidad, la facultad motriz, la
impenetrabilidad, la extensi6n, etcétera.
6. Madame du Deffand presidié uno de los mas importantes
salones de Paris. Muy inteligente y estupenda escritora, su
amplia correspondencia es uno de los més interesantes
testimonios intelectuales del siglo XVIII. Su corrosivo
escepticismo la puso a veces a las puertas de la desesperacion,
como se muestra en esta carta a Horace Walpole, escrita el 1
de abril de 1769.
Decidme: zpor qué, detestando la vida, temo a la muerte?
Nada me indica que todo no acabaré conmigo; al contrario, advierto
el devastamiento de mi espiritu tanto como el de mi cuerpo. Todo lo
que se dice en contra no me hace ninguna impresién. No me escucho
més que a mi misma y no encuentro més que duda y confusién.
Creed, me dicen, es lo més seguro; pero zcémo creer en lo que no se
comprende? Lo que uno no comprende puede exi duda; por
tanto no lo niego; soy como un sordo 0 un ciego de nacimiento; hay
sonidos, colores, convengo en ello; pero 2acaso sé en lo que
convengo? Si basta con no negar, ya esté todo resuelto, pero no basta
con no negar. ¢Cémo decidirse entre un comienzo y una eternidad,
entre lo Hleno y lo vacio? Ninguno de mis sentidos puede servirme en
esto y {qué utilizaré, si no son mis sentidos? Sin embargo, sino creo
en lo que hay que creer, estoy amenazada con ser mil veces mas.
desdichada tras la muerte de lo que lo soy durante mi vida. 2P or qué
decidirse, si acaso es posible decidirse por algo? Os lo pregunto a vos,
que tenéis un caracter tan veridico que debéis encontrar la verdad por
simpatia, si es que la verdad es encontrable. Lo que quiero son
ias del otro mundo y que me digdis si estamos destinados a jugar
en él algin papel
Me contento con hablaros de este mundo. Os digo en primer
‘término que es detestable, abominable, atc... Hay gentes virtuosas 0
que por lo menos pueden parecerlo, mientras uno no tropiece con su
pasién dominante, que en esas gentes suele ser por lo comin el amor
301ala gloria y a la reputaci6n. Ebrios de elogios, a menudo parecen
™modestos; pero el esfuerzo que hacen por conseguirlos revela su
motivo, y deja entrever la vanidad y el orgullo. Tal es el retrato de la
gente de bien. En los otros hay interés, envidia, celos, crueldad,
maldad y perfidia. No hay una sola persona a la que pueda una
Confiarle sus penas sin darle una maligna alegria y sin emvilecerse
ante sus ojos. ¢Que lo que se cuenta son
hace nacer odio. , Hackis el bien? El.agradecimiento pesa y busca
razones para desquitarse. Comatéis algunas faltas? Jamés se borran
y nada puede repararlas, 2Tratdis a personas inteligentes? Nunca se
ocupan més que de s{ mismos y pretenderén deslumbraros sin
tomarse el trabajo de iluminarnos. Os codedis con gentes poco
inteligentes? Se sienten molestos por su papel; os culparén de su
esterilidad y falta de luces. Puede una encontrar, a falta de
inteligencia, sentimientos? Ningunos, ni sinceros ni constantes. La
amistad es una quimera; no se conoce mas que el amor jy qué amor!
Pero ya asté bien, n
producto del insomni
7. Fragmento de “El contrato social” de Jean Jacques Rousseau,
escrito en 1762.
Hallar una forma de asociacién que defienda y proteja con
toda la fuerza comtin la persona y los bienes de cada sociedad y por la
cual cada uno, al unirse a todos, no obedezca sin embargo més que a
si mismo y siga tan libre como antes.” Tal es el problema
fundamental al que ol contrato social brinda solucién,
Las cldusulas de este contrato estén tan deter
naturaleza del acto, que la menor modi
nulas y sin efecto; de suerte que, aunque nunca hayan podido ser
formalmente enunciadas, son las mismas en todas partes y en todas
Partes se hallan técitamente admitidas y reconocidas, hasta el punto
que, una vez violado el pacto social, cada uno recupera sus derechos
primigenios y vuelve de nuevo a su libertad natural, al perder
libertad convencional por la que renuncié a ella.
Estas clausulas, claro est4, se reducen todas a una sola, a
saber, la alienacién total de cada asociado con todos sus derechos a
toda la comunidad; pues, en primer término, como cada uno se da por
entero, la condici6n es igual para todos: y cumo la condicién es igual
todos, ninguno tiene interés en hacerla onerosa a los otros.
Ademés, como la alienacién se hace sin reservas, la unién es
tan perfecta como puede serlo, y ningtin asociado tiene nada que
reclamar; pues si quedasen algunos derechos a los particulares, como
ingdn superior comdn que pudiese pronunciarse entre ellos
Yel publico, cada cual, siendo en cierto aspecto su propio juez,
pretenderfa pronto serlo en todo; ol estado de naturaleza subsistiria y
la asociacién se haria necesariamente tira
ninguno: y,
como no hay ningun asociado sobre el que no se adquiera el mismo
derecho que se le cede sobre uno mismo, se gana el equivalente de
todo lo que rde y adin més fuerza para conservar lo qui tien
si se aparta del pacto social todo lo que no pertenece
| 8@ encontraré que queda reducido a los términossiguientes: “‘Cada uno de nosotros pone en comtn su persona y todo
su poder bajo la suprema direccién de la voluntad general; y
jimos ademés a cada miembro como parte indivisible del todo.”
En ese mismo instante, en lugar de la persona particular de
cada contratante, este acto de asociacién produce un cuerpo moral y
colectivo, compuesto de tantos miembros como votos tiene la
asamblea; el cual recibe por este mismo acto su unidad, su yo comén,
su vida y su voluntad.
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