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Tomo II

Textos
Revolucionarios
Textos Revolucionarios - Tomo II
Colección Pensamiento Político

PARTIDO REVOLUCIONARIO INSTITUCIONAL


COMITÉ EJECUTIVO NACIONAL

Presidente
César Camacho

Secretaria General
Ivonne Ortega Pacheco

COMITÉ NACIONAL EDITORIAL Y DE DIVULGACIÓN

Coordinador
Jesús Rivero Covarrubias

www.pri.org.mx

© Diseño: María Isela Bojórquez Canché

Edición del Comité Nacional Editorial y de Divulgación del


Partido Revolucionario Institucional.
Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra sin el
consentimiento expreso de los editores.
Índice

Corridos Revolucionarios 7

Antecedentes de la Ideología Agrarista


de la Revolución Mexicana 71

Causas de la Revolución Mexicana 107

Disposiciones revolucionarias 149

La toma de Zacatecas 1914 217


Los Corridos de
la Revolución
Los Corridos de la Revolución

Índice

• Los “corridos” de la Revolución


• Canto a Madero
• Laureles de gloria al mártir de la democracia
Aquiles Serdán
• Historia del pronunciamiento del
general E. Zapata
• La muerte de Madero
• Corrido dedicado a D. Venustiano Carranza
• Los combates de Torreón
• La toma de Zacatecas
• Los combates de Celaya
• La persecución de Villa
• Nuevas “mañanitas” al Estado de Morelos
• Trágico fin de Carranza
• La muerte de Francisco Villa
• La batalla de Ocotlán
• El asesinato del general Obregón

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Los Corridos de la Revolución

Los “Corridos” de la Revolución1

La música popular es una de las manifestaciones que mejor


retrata el espíritu de una nación. En un país en el que hay can-
tores para sus glorias y para sus héroes, el pueblo afinará su
sensibilidad y acrecentará su cariño por la Patria. México, por
medio de sus rapsodas populares, honra a sus héroes y canta
sus hazañas en los corridos.
Es pintoresco el aspecto que presentan los alrededores de los
mercados; junto a las inditas menudas que visten “huipil” y
ofrecen tortillas, los viejos matones de aspecto terrible que ex-
penden “barbacoa” y las garridas hembras de valiosos pendien-
tes antiguos y rebozo de bolita que venden “pozole”, están dos
tipos característicos: el merolico que ofrece remedios prodi-
giosos y saca muelas con un tornillo y el vendedor de corridos.
Este ejerce su singular comercio con gran éxito; alineadas en el
pavimento están las canciones impresas en papel de chillantes
colores y con truculentas ilustraciones trazadas por la imagi-
nación de dibujante ignorado. Pesadas lajas sobre las hojas de
canciones, impiden que las vuele el viento.
De nariz roja, pues es un gran bebedor de pulque, pantalones
mal fajados y camisa salida; mal encarado, de bigotes caídos,
cubre su cabeza alargada con un sombrero pringoso de palma,
1 Lie. Celestino Herrera Frimont. Los corridos de la Revolución, Biblioteca Enciclopédi-
ca Popular, No. 133, Secretaría de Educación Pública, México, 1946.

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Textos Revolucionarios

a la usanza popular. Afable deja que se acerque el público com-


puesto de la servidumbre que va al mercado a la compra del
diario alimento y una vez que lo ha reunido en suficiente nú-
mero y de halagar a las criaditas llamándolas cariñosamente:
Güerita, Chatita y otras lindezas por el estilo, con voz aguarden-
tosa empieza a cantar:
“Hay hombres que son valientes
pero ninguno fue igual
a Don Macario Romero
que tuvo triste final”.
“Era de buen corazón
y de buenos procederes
siempre amigo de los hombres
servidor de las mujeres”.
Y vende su mercancía a las “gatas” sentimentales que aprenden
esos cantos llenos de la dulzura del pueblo, mientras piensan
risueñamente en el gendarme o en el “chafirete” que se les ha
metido muy adentro del corazón.
Don Luis González Obregón estima que el corrido es una de-
rivación de los romances españoles, habiendo alcanzado gran
apogeo entre nosotros en los años anteriores a nuestra libera-
ción en que los conquistadores se valían de tales medios para
lanzar sus saetas a los insurgentes, que eran contestadas por
éstos de manera igualmente sangrienta.
Efectivamente parece ser que el corrido deriva directamente de
los romances caballerescos e históricos españoles a que dieron
origen las largas narraciones en verso sobre hechos militares y
heroicos que se conocen en la literatura castellana como canta-
res de Gesta. El romance popular, que recogido amorosamente,
llena con sus líricas manifestaciones una gran parte de la His-
toria de la época heroica de los Reinos de Castilla y Aragón, es
trasplantando a América que a la vez es el más vasto escenario
de las grandes hazañas de los héroes peninsulares; en la Colo-
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Los Corridos de la Revolución

nia se siguen escuchando los bellos romances moriscos tan en


boga en la metrópoli.

Pero un sentimiento popular distinto parecía deseoso de can-


tar a los héroes propios; también con el carácter popular del
romance español se propaga con características definidas el co-
rrido. Primero los esforzados insurgentes; más tarde los héroes
de guerras extranjeras; siempre las hazañas de algún hombre
divorciado del amor a la existencia o con alto espíritu de sacrifi-
cio, dan con exceso el material para los corridos populares que
nacidos del corazón del pueblo a él tornan en melodías hacien-
do nacer admiración y cariño para sus héroes.

El ranchero que venga su honra; el bandido generoso para los


pobres; el valiente que antes que entregarse muere matando; el
matador de toros en boga, unos años antes tan accesibles para
los corridos, a partir de 1910 ceden su puesto a la Revolución y a
sus hombres. El corrido parece tener una marcada predilección
por la tragedia y entre pesares y música va relatando la triste
historia de un pueblo oprimido que tiene que ofrendar su san-
gre a cambio de sus libertades. Muchos hombres, primero cele-
brados por su audacia o por su fortuna en la guerra, pasan por
la sencillez de los cantos populares que se duelen de su muerte:

“Pobre General Cepeda


ay que suerte le tocó
que por seguir de rebelde
el Gobierno lo mató”.

“Tenía dinero y poder


gozaba en esta Nación
y por querer más riquezas
se lanzó a la rebelión”.

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Textos Revolucionarios

Combates narrados con prolijidades infantiles, en sencillos


versos, forman otros corridos:

“El general Raúl Madero


con el Teniente Carrillo
le pidió licencia a Villa
para atacar por el “Grillo”.

“El señor Rosalío Hernández


valiente como formal
le tocó atacar los mochos
del cerro de San Rafael”.

El corrido popular sólo accidentalmente se ocupa ya de otro su-


ceso que no sea de la Revolución que parece recogerlo íntegro.
Manifestación popular sigue fiel y con él sufre o con él goza.

Los troveros populares prefieren para la composición de los co-


rridos el verso de siete u ocho sílabas distribuido en cuartetas;
quizá por adaptarse mejor a la melodía monótona con que se
cantan. Frecuentemente para completar la consonancia hacen
uso de vocablos completamente fuera del lugar en que los colo-
can y esta licencia poética es una de las pintorescas caracterís-
ticas de esta poesía popular. Cansado a veces de las largas na-
rraciones, el trovero se complace en hacer ironía o dogmático
aconseja, sin apartarse de la sencillez en el conjunto:

“Y liando su “¡tacatito”
y a despecho de “su nada”
se fue a la... vida privada
pesaroso y aun contrito”.

“Olviden ya las querellas


vuelvan a labrar la tierra
que ya no corra más sangre
ni en los llanos ni en la sierra”.
16
Los Corridos de la Revolución

“Sólo la paz ambiciona


este pueblo mexicano
no sostendrá otra guerra
de hermanos contra hermanos”.

En otras ocasiones, quizá horrorizado de la tragedia se lamenta


con amargura en su narración:

“Estos versos son abrojos


que con gusto quitaría
si no fuera que retratan
a José Chávez García”.

Y frecuentemente, para terminar sus composiciones, cree nece-


sario dirigirse a las aves o a las flores quienes le proporcionan el
motivo final del corrido, o para ello se disculpa con el auditorio:

“Ya con esta me despido


blancas flores de azucenas
ya les canté a mis amigos
el fin de Jesús Cárdenas”.

“Ya les canté este corrido


que es triste no hay que negar
pero si fue mal cantado
creo que me han de dispensar”.

Juan Ortega, Carlos M. Martínez, Leopoldo Bravo, Eduardo


Guerrero, Jorge Peña, Samuel Lozano y otros, son nombres que
ya se han hecho famosos junto a otros ignorados autores. Gue-
rrero y Vanegas Arroyo son los impresores que más han hecho
por la divulgación de los corridos y sus hojas impresas, muchas
de las cuales fueron genialmente ilustradas por el grabador Po-
sada, circulan hasta las más lejanas rancherías de la República.
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Textos Revolucionarios

Los brotes revolucionarios que desde 19052 amenazaban mi-


nar la hueca estructura de la tiranía de treinta años del General
Porfirio Díaz y que habían originado el destierro de los Flores
Magón, Rivera, Guerrero y Villarreal, encontraron una bandera
en el libro que a raíz de la conferencia del General Díaz con Cre-
elman publicó el señor Francisco I. Madero, y en el cual valien-
temente estudiaba la sucesión presidencial.

Todo el pueblo esperaba una renovación y hasta quizá llegó a


creer en que las palabras del Caudillo que había envejecido en
el poder fueran sinceras, pero después de las fastuosas fiestas
con que se conmemoró el Primer Centenario de nuestra Inde-
pendencia y habiéndose burlado en las últimas elecciones, una
vez más, el sufragio popular y encarcelándose a don Francisco
I. Madero, decidió ir a conquistar por las armas el derecho que
se le negaba, de elegir a sus mandatarios.

El 18 de noviembre de 1910, debido al descubrimiento de un


vasto complot que debería estallar unánimemente en distintos
puntos de la República, se adelantaron los acontecimientos en
la ciudad de Puebla en donde Aquiles Serdán, bravamente ayu-
dado por sus hermanos y por su esposa, parapetado en su do-
micilio supo resistir por algún tiempo las furiosas acometidas
de las fuerzas que mandaba el Coronel de la Llave. Al fin cayó
vencido y junto con sus heroicos acompañantes ofrendó la pri-
mera sangre en defensa del ideal revolucionario.

En el norte, las tropas revolucionarias acaudilladas por Madero,


encontraron un jefe en la persona del guerrillero de Chihuahua,
2 Destinado este trabajo para servir de prólogo a una edición popular de Corridos
a la Revolución, creo pertinente a efecto de evitar innúmeras citas hacer un somero
bosquejo histórico de la Revolución.

El plan primitivo para la publicación de “Los Corridos de la Revolución” abarcaba cerca


de cien diferentes corridos; necesidades editoriales impusieron una modificación, su-
primiéndose las composiciones dobles, es decir, dejando tan sólo una sobre cada per-
sonaje o hecho histórico a pesar de los méritos de las que también fueron seleccionadas
en un principio, y suprimiendo otras referentes a personajes de menor importancia
histórica.

18
Los Corridos de la Revolución

Pascual Orozco; apenas iniciadas sus actividades lograron algu-


nos triunfos sobre las fuerzas federales. Estos primeros núcleos
revolucionarios eran comandados por Argumedo, Caraveo, Vi-
llarreal, Hay, Villa y otros jefes. Al mismo tiempo en el sur de
la República levantaban la bandera revolucionaria los herma-
nos Figueroa y Emiliano Zapata, campesino éste del Estado de
Morelos quien conocedor del infortunio de peones y labriegos,
junto con la libertad del voto pedía se devolvieran las tierras de
los pueblos que manos rapaces les habían arrebatado.
Con la toma de Ciudad Juárez, (mayo de 1911) importante ciu-
dad fronteriza cuya defensa estaba encomendada al General
Navarro, la Revolución entró en pláticas con el Gobierno de
Díaz, y después de algunos incidentes, el viejo tirano renunció
a la Presidencia de la República el día 25 de mayo de 1911 y se
embarcó con destino a Europa; el licenciado Francisco León de
la Barra fue designado Presidente Provisional y la Revolución
tuvo una triunfal apoteosis con la entrada de Madero a la capi-
tal de la República.
Ambiciosos e inconformes, disgustados con el nuevo orden
de cosas que les arrebataba una situación que hubieran desea-
do eterna, iniciaron una serie de bochornosas intrigas con el
objeto de dividir a la gran familia revolucionaria y desgracia-
damente en parte lograron su objeto ya que al subir Madero
a la Presidencia se encontró entre otros con el problema mi-
litar creado por la sublevación en el norte, de Pascual Orozco
(marzo de 1912) y otros partidarios de uno de los candidatos a
la Vice-presidencia: Vázquez Gómez. En el sur Zapata exigía el
cumplimiento de uno de los postulados de la Revolución: el re-
parto de tierras; y cuando conferenciaba con Madero antes de
escalar éste la Presidencia, una de esas tenebrosas intrigas de
los enemigos de la Revolución distanció al guerrillero suriano
del revolucionario de Parras, declarándose en abierta rebelión.
Cuando las fuerzas federales al mando de Victoriano Huerta
habían logrado con las importantes acciones de Rellano y Ba-
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Textos Revolucionarios

chimba casi sujetar a los revolucionarios del norte, se inició la


campaña en el sur remontándose los zapatistas a sus monta-
ñas y fusil al hombro sembraban sus terrenos y entre combate
y combate recogían sus cosechas.

Después de asonadas sin importancia encabezadas por los ge-


nerales Bernardo Reyes en Nuevo León y Félix Díaz en Veracruz,
se encontraban estos jefes prisioneros en la Ciudad de México.
El general Manuel Mondragón al frente de los regimientos su-
blevados en Tacubaya y de los alumnos de la Escuela de Aspi-
rantes de Tlalpam, rescata de la Penitenciaría del Distrito y de
la Prisión Militar de Santiago a los generales Reyes y Díaz y se
aprestan a atacar el Palacio Nacional, en las primeras horas de
la mañana del 9 de febrero de 1913. Las fuerzas leales al mando
del general Villar se defienden y rechazan a los atacantes per-
diendo la vida el general Reyes; las calles adyacentes quedan
cubiertas de cadáveres; los amotinados se dirigen a la Ciudade-
la y se parapetan. El Presidente Madero escoltado por alumnos
del Colegio Militar llega al Palacio y arenga al pueblo que sigue
viendo en él a su legítimo representante.

La ciudad de México se estremece diez largos días con los com-


bates para lograr la rendición de la Ciudadela. Se pacta un ar-
misticio y de las fuerzas encargadas de sostener la firmeza de
las Instituciones surge la traición: Victoriano Huerta y Aurelia-
no Blanquet hacen causa común con los sublevados.

El Congreso acepta las renuncias que por la fuerza en su encie-


rro, se arrancan a don Francisco I. Madero y a don José María
Pino Suárez y nombra Presidente Provisional a Don Pedro Las-
curáin, Jefe del Gabinete quien dimite a las pocas horas nom-
brándose a Victoriano Huerta para sucederle.

El día 22 de ese mismo febrero los sicarios alevosamente asesi-


nan a Madero y Pino Suárez, y tratando de disfrazar su crimen
se inventa una ridícula mentira. Este ha sido uno de los sucesos
20
Los Corridos de la Revolución

más sentidos y a la vez una de las páginas más sangrientas de


nuestra Historia de esta época.
Maytorena y Carranza, gobernadores de Sonora y Coahuila,
respectivamente, son los primeros en desconocer al usurpador
y formulando el segundo de ellos el Plan de Guadalupe inicia
la Revolución Social. Las filas revolucionarias crecen como si
fueran ondas encrespadas de un mar turbulento; la avalancha
viene despedazando en su ira vengadora todos los obstáculos
que le opone el ejército de Huerta. Dos jefes revolucionarios se
singularizan por sus triunfos, Álvaro Obregón que comanda el
Ejército del Noroeste y Francisco Villa que es Comandante de la
División del Norte. Este obtiene los importantes triunfos de To-
rreón (marzo de 1914) donde desbarata a las fuerzas de Refugio
Velasco y de Zacatecas (abril de 1914) donde vence a Barrón y
con ellos abre el camino de triunfo a la Revolución.
El 21 de abril de 1914 las fuerzas americanas se posesionan del
puerto de Veracruz al mando del Almirante Fletcher; el pueblo
jarocho resiste bizarramente muriendo de manera heroica va-
rios cadetes de la Escuela Naval así como esforzados patriotas
entre los que se cuenta al teniente Azueta. El núcleo invasor no
avanza limitándose a la posesión del Puerto que no abandona
hasta el triunfo de la Revolución Constitucionalista.
Obregón en Teoloyucan parlamenta con el enemigo Huerta
que había abdicado el día 15 de julio de 1914, abandona el país
y asume la Presidencia Provisional el licenciado Francisco Car-
bajal, Presidente de la Suprema Corte. Las condiciones de los
revolucionarios imponen el licenciamiento del antiguo Ejérci-
to federal.
En agosto entraron a la ciudad de México las primeras fuerzas
revolucionarias y una vez que Carranza como Primer Jefe del
Ejército Constitucionalista asume el Poder Ejecutivo, convoca a
una Convención de Generales (septiembre de 1914) que se cele-
bra primeramente en México y después en Aguascalientes. Una
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Textos Revolucionarios

vez más en la tragedia de nuestra Historia, la intriga divide a


la familia revolucionaria en dos facciones poderosas a las que
coloca frente a frente. Por un lado a Carranza, quien se retira a
Veracruz para organizar la campaña militar, teniendo a su lado
a Obregón y a Pablo González; de otro a la Convención Militar
que aun cuando designa Presidente Provisional a Eulalio Gu-
tiérrez, está sometida a la autoridad militar del guerrillero más
audaz que ha producido México: Francisco Villa. Las fuerzas de
Zapata que han logrado el reconocimiento de los postulados
del Plan de Ayala se unen a los Convencionistas y elementos
del ex-ejército federal descontentos con su licenciamiento se
suman a este bando.

Una defección más, en el seno del Gobierno de la Convención,


hace que Gutiérrez abandone con otros jefes la ciudad de Mé-
xico; se designa Presidente a Roque González Garza y poco des-
pués al licenciado Francisco Lagos Cházaro. Mientras tanto las
fuerzas carrancistas vienen obteniendo ventajas y recuperan-
do plazas de importancia y obligan a la Convención a evacuar
México que es ocupado por los Constitucionalistas al mando
de Obregón, quien para continuar el desarrollo de sus planes
abandona la ciudad que es tomada por los zapatistas y nueva-
mente recuperada por las fuerzas de Pablo González, en los me-
ses de agosto y septiembre de 1916.

Obligado el flamante ejército villista a presentar combate con


las triunfantes huestes constitucionalistas, es completamente
derrotado en los combates de Celaya por las fuerzas de Obregón
y posteriormente dispersado en otras acciones. Aquel grueso
ejército, fuerte en cuarenta mil hombres, quedó reducido a una
guerrilla fiel a su irreductible jefe.

Después del triunfo y, habiendo cesado el período preconstitu-


cional. Carranza, electo Presidente, inicia su gestión adminis-
trativa con un vasto plan de reformas. En 1917 se reúne en la
ciudad de Querétaro el Congreso Constituyente y en materia
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Los Corridos de la Revolución

obrera se obtienen algunos progresos. Su administración tro-


pezaba a cada paso con el problema militar.
Villa, seguido de unos cuantos hombres había incursionado en
la población de Columbus, U.S.A. y cometido depredaciones en
Big Ben. El gobierno de Wilson envió una poderosa columna al
mando del General Pershing a perseguirlo y su entrada al terri-
torio mexicano provoca un conflicto internacional sin lograr la
captura del audaz guerrillero y sufriendo la muerte de nume-
rosos soldados que caen en los combates de Carrizal y Parral
en el Estado de Chihuahua. Al fin los conferencistas de ambas
naciones reunidos en New London logran el acuerdo de que sea
retirada la expedición “punitiva”, como se le llamó.
Por otra parte, durante el período de Carranza hay que lamentar
la desaparición de dos grandes revolucionarios, dos idealistas:
el general Felipe Ángeles y Emiliano Zapata. El primero, adicto
a Villa, es capturado y fusilado. El segundo, víctima de un plan
traicionero es muerto (abril de 1919) por el Coronel Guajardo,
de las fuerzas de Pablo González, pero su muerte no amengua
en nada el ideal campesino que se mantiene erguido en las se-
rranías surianas.
Ya para terminar su período, equivocadamente trató de impo-
ner Carranza la candidatura del ingeniero Bonillas y desde el
lejano Estado de Sonora se deja escuchar el grito de una Re-
volución encabezada por Adolfo de la Huerta y los generales
Obregón y González. Con la celeridad de un reguero de pólvora
que se inflama, cunde el descontento y el Gobierno Carrancis-
ta se ve obligado a evacuar la metrópoli. En su persecución las
fuerzas revolucionarias derrotan a las que aún lo seguían, man-
dadas por los generales Murguía y Urquizo en los combates de
Apizaco, San Marcos y Rinconada obligándolo en este punto de
abandonar los trenes en que se hacía fuerte, y casi toda su im-
pedimenta, y a emprender seguido de unos cuantos, a caballo,
una penosa jornada por las estribaciones de la serranía de Pue-
bla en busca de la costa.
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Textos Revolucionarios

En esta odisea, la noche del 21 de mayo de 1919 pernoctando en


el pueblo de Tlaxcalantongo en el Estado de Puebla, el pequeño
grupo que aún rodea a Carranza, sufre una emboscada y en ella
encuentra la muerte el que fuera Primer Jefe del Ejército Cons-
titucionalista.
Siendo Presidente Provisional Adolfo de la Huerta se convoca a
elecciones y resulta electo el general Álvaro Obregón. Durante
ese mismo período se logra la pacificación de la República en la
sumisión de Villa y otros rebeldes.
Durante la administración de Obregón, dentro del campo so-
cial revolucionario se obtienen más importantes progresos y se
reparten ejidos a los pueblos y a las congregaciones. El obrero
y el campesino que han dado su sangre en los campos de lucha
han conquistado su libertad y sus derechos.
En este tiempo (20 de julio de 1923) cae otro de los revolucio-
narios más grandes por su genio y su arraigo en el corazón del
pueblo: Francisco Villa es asesinado en la ciudad de Parral, Chi-
huahua, llevándose a la tumba, como Zapata, una leyenda de
heroísmo y el dolor de “sus hermanos de raza” como llamaba
al pueblo.
Con motivo de la sucesión Presidencial de1924, el 5 de diciem-
bre de 1923, en el Puerto de Veracruz, acaudillada por Adolfo de
la Huerta y Guadalupe Sánchez y en Guadalajara por los gene-
rales Diéguez y Estrada, surge otra rebelión que es una de las
más sangrientas que registra nuestra Historia. Muchos jefes re-
beldes mueren: Diéguez, Alvarado, viejos revolucionarios, Ca-
vazos, Vigil, Maycotte y otros caen en esta lucha, mientras las
fuerzas gobiernistas al mando de los generales Eugenio Mar-
tínez, Joaquín Amaro, Escobar, Amarillas y Serrano obtienen
importantes victorias en los combates de Puebla, Esperanza y
Ocotlán, Jalisco.
Durante esta revuelta se suma un mártir más a la lista de los
sacrificados en defensa de los ideales revolucionarios. Carrillo
24
Los Corridos de la Revolución

Puerto es villanamente asesinado en Mérida, capital del estado


de Yucatán del cual era Gobernador Constitucional.
Rápidamente se logra la total pacificación del país y verifica-
das las elecciones resulta triunfante el general Plutarco Elías
Calles, otro de los revolucionarios de abolengo. Su período se
caracteriza por la labor de reconstrucción llevada a cabo en to-
dos los ramos administrativos. México, sangrando aún por las
infinitas heridas de los largos años de revolución entrevé un
futuro halagüeño.
Nuevamente la sucesión presidencial provoca otro movimien-
to armado, acaudillado esta ocasión por los generales Francisco
Serrano y Arnulfo R. Gómez (octubre de 1927) candidatos a la
Presidencia de la República; el primero de ellos es apresado en
Cuernavaca, Morelos, y fusilado con varios de sus acompañan-
tes y el segundo después de los rudos combates de Ayahualuco
y otros puntos sostenidos por sus fuerzas contra las mandadas
por los generales Escobar y Aguirre, es capturado y fusilado en
Coatepec, Veracruz. Los generales Palacios, Rueda Quijano y
otros, también encontraron la muerte en esta insurrección.
Habiendo sido electo para asumir la Presidencia de la Repúbli-
ca nuevamente el general Álvaro Obregón, el 17 de julio de 1923
fue asesinado por José de León Toral durante un banquete en
el restaurante “La Bombilla”, en el Municipio de San Ángel. Su
muerte, sentida por todo el elemento revolucionario hizo que
al terminar el período el general Calles, entregara el poder al
licenciado Emilio Portes Gil, nombrado Presidente Provisional.
El 3 de marzo de 1929, los generales Escobar, Aguirre, Urbalejo,
Manzo, Cruz y otros, desconocen al Gobierno y ensangrientan
el país con una nueva rebelión en la que las fuerzas gobiernis-
tas mandadas por los generales Calles, Almazán, Cárdenas y
Acosta, derrotan rudamente en el norte, en Jiménez y Reforma,
a los infidentes y recuperan las plazas del Estado de Veracruz.
Ciudad Juárez y Nogales resistieron heróicamente el ataque re-
25
Textos Revolucionarios

belde y la asonada termina con la trágica muerte de Aguirre en


Almagres, Veracruz, y con el exilio de los directores del movi-
miento, que fue duramente criticado por la opinión popular.
Ahogado este último brote de rebelión, los gobiernos revolu-
cionarios, singularmente el presidido por el general Abelardo
L. Rodríguez, han seguido trabajando empeñosamente en la
realización del magno programa que se han trazado. La era ins-
titucional se inicia con firme acción y precisa ideología.
Después de años de lucha ruda y de angustiosa prueba, los idea-
les de la Revolución se mantienen enhiestos. En su prosecución
muchos hombres cayeron, unos con honor, otros engañados,
pero todos comprando con su sangre, terrible precio, la libertad
social y política de los mexicanos.
Y el dolor unánime de todo este momento aventó a los oprimi-
dos en apretadas filas a la Revolución. El ejército improvisado
fue acrecentándose hasta formar un núcleo fuerte y organiza-
do; “barreteros” salidos de las obscuras galerías de las minas
de plata de Pachuca y Guanajuato; “estibadores” de acerados
músculos templados en las faenas porteñas de Tampico y Ve-
racruz; campesinos a quienes se había despojado de sus tierras
en donde ya no podían hundir las rejas de sus arados; mañosos
“arrieros” colonches y huastecos que abandonaban sus “pun-
tas” de ganado para ir a pelear por sus libertades; “jarochos”
minados por las enfermedades de las selvas tropicales en don-
de cosechaban los “roatanes” de amarilla cáscara o “pizcaban”
la roja cereza del café, peones de tristeza atávica; norteños for-
nidos y austeros indios yaquis formaron aquella ola de plomo
y sangre, que vengadora se extendió por todos los ámbitos de
nuestra nación.
Los campamentos se erizaron de bayonetas y se llenaron de
canciones; hombres de todos los puntos cardinales, al entrever
la alborada de libertad, cantaron sus tristezas, cantaron sus es-
peranzas:
26
Los Corridos de la Revolución

“Noche adentro
los soldados
se arrancaron
del pecho
las canciones populares”3

El fragor de los combates templó las almas en heroísmos y sa-


crificios. Los héroes fueron cantados por los troveros popula-
res; sus hazañas repetidas de pueblo en pueblo y de rancho en
rancho llevaron en triunfo sus nombres por toda la República al
lado de las melodías de “La Adelita” y de “La Cucaracha”.

La tragedia segaba vidas y los corridos que ayer relataban las


hazañas de un héroe eran substituidos por aquellos en que tris-
temente narraban su muerte. El pesimismo se aunaba a las es-
peranzas de libertad.

A la hora del triunfo:

“Los trenes marciales y sonoros


donde hicimos cantando la Revolución” .

fueron repitiendo de norte a sur la buena nueva y lírica can-


ción. Los momentos de angustia preñados de ansiedades; el
fragor de los combates y los instantes de prueba, llenos de du-
reza, se alejaron.

La Revolución lega a los oprimidos libertades y progreso y tam-


bién deja como precioso legado de sentimiento y emoción los
corridos en que con palabras sencillas canta para los humildes
la dolorosa y brillante historia de su liberación; historia emo-
cional y bella, digna de la gesta que la inspiró.

C. Herrera Frimont
3 Revolución.- Poema de Manuel Maples Arce.

27
Textos Revolucionarios

Canto a Madero

Querido público, si puedes escuchar


mis torpes cánticos y mi poco saber,
hablaré del gran caudillo que libertad nos dio
y de tiranos nos quiso defender.
Con patriotismo yo dirijo esta ovación
sin ser poeta y sin ser un gran autor
y si agradecen mis cantares al oír
de esta historia voy a dar un pormenor.
Un pasajero que vagaba por doquier
manifestábale su amor a la Nación
y el Ser Supremo le dió ánimo y poder
y valentía en su noble corazón.
Vio a la Patria que estaba subyugada
en la más negra y cruel esclavitud
y dando una gran voz, a su llamada
acudieron los del Norte y los del Sur.
En San Luis lo encerraron en la cárcel
y con fianza de allí pudo salir
y marchóse burlando a su tirano
cuando menos pudiéronlo sentir.
A Lerdo llegó como proscrito
y el grito lanzó de rebelión,
al cual respondió Pascual Orozco
en la Sierra de Villa Concepción.
La heroica Puebla le manifestó su amor,
acaudillada por Serdán aquella vez
en fecha gloriosa que nunca olvidaré
seis de septiembre de novecientos diez.

28
Los Corridos de la Revolución

En Chihuahua crecieron las revueltas


pues se armaron muchísimos rancheros
y el gobierno creyó que la ahogaría
al instante mandando más guerreros.
A la fuerza opusieron su derecho,
a la estrategia sus riscos y collados,
y unas veces venciendo a derrotados
no menguaba ni un punto su valor.
El tirano Porfirio no se explica
ni sabe qué soldados ya oponer,
pues sus tropas regresan muy diezmadas
por el hambre, las balas y la sed.
Casas Grandes le vió correr su sangre,
al defender la libertad del suelo,
donde Juárez vivió, donde Morelos
peleó sin tregua por darnos libertad.
En El Paso la gloria la corona
al derrotar las huestes federales
y su nombre se eleva alto, muy alto,
cuando a Navarro liberta de sus males.
Al saber la Nación este gran triunfo
se estremece y airada se levanta,
y Gavira, Natera y Figueroa
gozosos ven sus tropas aumentadas.
El tirano en su silla se estremece
una tregua concierta con Madero
pues que sabe la lucha es infructuosa
cuando el pueblo se muestra ya altanero.

El tratado de paz se ajusta en breve,


la Nación ya respira sosegada,
que Porfirio cedió la Presidencia
y en su lugar se puso de la Barra.
29
Textos Revolucionarios

En vez del guerreador sublime y fiero


que con Orozco y Blanco tanto brega,
tórnase pacificador el gran Madero,
y a licenciar sus tropas él se entrega.

Varios jefes pretenden su egoísmo


y sólo buscan el medro personal
y Madero a todos los convence
y al que se opone lo quita de oficial.

En Yucatán, en Puebla y en Morelos


predícales la paz y la armonía,
y a su voz, esos malos ciudadanos
se someten y aclámanlo a porfía.

A este noble y honrado buen patriota


no le faltaron, cual siempre, detractores,
pero la Patria juzga por sus hechos
y lo quiso con todos sus amores.

México justo debió darle un premio


por su lealtad de antiguo espartano,
y por seis años unánimes nombrárnosle
Presidente del Pueblo Mexicano.

Quiso Dios que progresara victorioso


el gran caudillo que libertad nos dió,
su triunfo algo significó muy misterioso
pues que a su entrada la tierra se cimbró.

Benito Juárez desde su tumba umbría


guarda sus leyes en su pecho amoroso
y en Francisco Madero, se confió
que las cumpliera, haciéndose glorioso.
30
Los Corridos de la Revolución

Ilustre y gran caudillo, demócrata Madero


tu sangre generosa vertiste por amarnos
moriste asesinado a manos de verdugos
más no muere tu memoria, ni nunca morirá.
¡Vivan Madero y todos sus hermanos!
¡Gloria a Madero nuestro gran libertador!
¡Viva Madero, valientes mexicanos!
¡Mueran el gobierno científico y traidor!

Eduardo Guerrero y Samuel M. Lozano.

31
Textos Revolucionarios

Laureles de gloria al mártir


de la democracia: Aquiles Serdán

Hijos de Puebla, de rodillas ofrecedles


un homenaje con el más crecido afán,
a los obreros y estudiantes que como héroes
llenos de gloria sucumbieron con Serdán.
Hagan recuerdos del 18 de noviembre,
año por gracia de mil novecientos diez
cuando con sangre se escribió en páginas breves
una epopeya muy gloriosa en honra y prez.
Cuando Madero bajó a hacer su propaganda,
se adhirió en Puebla mucha gente a su favor,
los que sinceros exigían en su demanda
otro gobierno que no fuera el dictador.
Varios obreros y estudiantes se afiliaron
al candidato con el más crecido afán,
y como jefe del partido designaron
al invencible señor Aquiles Serdán.
Mudo Martínez cuando tuvo la noticia
hizo sobre ellos una cruel persecución,
porque el gobierno clerical y porfirista
había triunfado en su burlesca reelección.
El día 18 al nacer el nuevo día,
Miguel Cabrera con una orden imperial
llegó a la casa de Serdán y le exigía
que se le abriera, pues traía orden de catear.
Carmen Serdán al oír las amenazas
abrió la puerta, más la entrada le negó,
y entonces él como un esbirrio del Tetrarca
sin respetar al bello sexo la golpeó.

32
Los Corridos de la Revolución

En ese instante salió Aquiles iracundo


y al darse cuenta que a su hermana maltrataba
le pegó un tiro, y a Fragoso su segundo
preso en un cuarto ordenó que se dejara.
Pocos minutos después de aquella escena
llegaron tropas federales y gendarmes
para entrar a aquella casa tan famosa
donde se hallaba un conjunto de Titanes.
Quince patriotas mexicanos se aprestaban
para luchar contra dos mil ¡oh que heroísmo!
los que en la lucha desigual no se fijaban
ni los llenaba de pavor su cruel destino.
En un balcón hacia la calle apareció
Carmen Serdán portando un rifle con firmeza,
la que ante un grupo de curiosos se expresó
de esta manera, con un acto de nobleza.
¡Vengan esclavos a pelear su libertad
que aquí en la casa tengo parque y carabinas
sublime herencia que a sus hijos dejarán
de bienestar, no de baldón ni de ignominia!
Diciendo esto, y haciendo el primer disparo,
y abrióse el fuego sobre aquel bello edificio
tomando luego las alturas los sicarios
para poder bien dominarlos a toditos.
La primer víctima fue Máximo Serdán,
y así siguieron sucumbiendo uno por uno,
hasta que el fuego extinguióse, porque a par
de los patriotas no quedaba ya ninguno.
Al penetrar la soldadesca a aquella casa
sólo encontraron los despojos inmortales
que sucumbieron en defensa de una causa
como esforzados y valientes liberales.
33
Textos Revolucionarios

y un gendarme cerca ya de la oración,


vio una figura y disparóle sin tardanza
sin ver quién era quiso hacer la ejecución.

Era Serdán, el bravo Aquiles, que salía


de su escondite buscando una salvación
era un apóstol que más tarde se uniría
a su partido contra su reelección.

Salud, obreros y esforzados estudiantes,


que en unión del bravo Aquiles sucumbieron,
como coplero permitidme que les cante
esta epopeya donde de gloria se cubrieron.

Duerman en paz en sus tumbas silenciosas,


caros hermanos, estudiantes y obreros
glorificados como Ignacio Zaragoza
y ensalzados por un hijo de Morelos.

Carmen Serdán que igual a Leona Vicario


te hiciste grande por tu arrojo sin igual,
a ti vendrán llenas de lauros y de hinojos
las mexicanas vuestro nombre a venerar.

Marciano Silva.

34
Los Corridos de la Revolución

Historia del pronunciamiento del


General Emiliano Zapata

Atención te pido, público sensato,


voy a dar mi explicación,
aquí en esta historia que yo les redacto
en mi mal pronunciación.
Voy a dar un pormenor
citando lo positivo,
porque ya enterado estoy
como también persuadido.
El Jefe Zapata no estando conforme
después de haber conquistado,
se salió de Cuautla según los informes
pensando en los resultados.
Se fue rumbo a Nenecuilco
que era su tierra natal,
porque conoció el peligro,
pues lo iban a traicionar.
Estando en su casa aunque no tranquilo
pensando en lo que sería,
el nuevo gobierno quiso perseguirlo
por su grande bizarría.
Porque era un hombre valiente
nuestro General suriano,
querían políticamente
por completo exterminarlo.
Llegó la noticia según se declara
al pueblo de Nenecuilco,
que luego al momento él se retirara,
que iban a formarle sitio.

35
Textos Revolucionarios

Mandó tocar las campanas


nuestro invicto General,
vamos de nuevo a campaña
a defender nuestro ideal.

En aquel momento se reunió su pueblo


para ver lo que pasaba,
y les dió a saber que el nuevo Gobierno
asesinarlo trataba.

Yo no ambiciono la silla
ni tampoco un alto puesto,
siento a mi Patria querida
verla en tan cruel sufrimiento.

Hablóle a su hermano con toda firmeza


y le dijo en el momento:
rendir yo mis armas sería una tristeza,
sólo ya después de muerto.

Esta es política falsa,


la tengo bien conocida,
quieren que entregue las armas
para quitarnos la vida.

Respondió don Eufemio con acento fijo


y un valor sin segundo;
ya no condesciendas en tu armisticio,
morir peleando es orgullo.

Levantémonos en armas
vamos de nuevo a sufrir,
las conferencias dejarlas
hasta vencer o morir.
36
Los Corridos de la Revolución

Hoy lo que interesa es otra providencia


a lo que el tiempo depare,
para recibir de la Omnipotencia
lo que del cielo mandare.

Saldremos, después veremos


que descubra el firmamento,
al fin después volveremos
si nos da lugar el tiempo.

Día 30 de agosto dieron este grito,


todos en conformidad,
viva nuestra Patria y este requisito
de paz, tierra y de libertad.

Vámonos a padecer
vamos de nuevo a sufrir,
traidor nunca lo he de ser
por mi Patria he de morir.

Salieron de Ayala rumbo a Chinameca


donde se reunieron todos,
pidieron permiso con toda presteza
para jugar unos toros.

Dos días de toros jugaron;


nos quedan como recuerdos,
y un hombre vil por trasmano
mandó una parte a Morelos.

Aquí en esta hacienda se encuentra Zapata


si lo quieren agarrar,
trae muy pocos hombres y escasos de armas
ahora se han de aprovechar.
37
Textos Revolucionarios

Fórmenle una entretenida


sin dárselo a maliciar
denle todo lo que él pida
que su día se va a llegar.

Mandaron el parte a un Jefe, a Morelos


puesto por la Presidencia,
a traerme a Zapata se va Ud. al momento,
se halla en San Juan Chinameca.

Con mucho gusto lo haré,


ahora sí no se me escapa,
hoy mismo le traigo a usted
la cabeza de Zapata.

Con 600 hombres marchó entusiasmado


queriendo lograr su intento,
pero Dios que es dueño de todo lo creado
les frustró su pensamiento.

Como a las doce del día


por Santa Rita pasaron,
dos hombres iban de guía
al punto donde llegaron.

Hacia una rejilla donde dispusieron


dividirse por la altura,
y por la cañada doscientos se fueron,
los demás por la Herradura.

Sin saber que el General


había puesto su avanzada,
al pie de un tecorral
les preparó la emboscada.
38
Los Corridos de la Revolución

Cuando les mandaron el ¡alto, quién vive!


Figueroa, todos gritaron,
con un par de bombas que fue confundible
al momento contestaron.

Diez eran los Zapatistas


contrarios seiscientos fueron,
pero sus grandes conquistas
con valor las defendieron.

De cada descarga de los Zapatistas


diez o doce se tumbaron,
porque ya su gente estaba bien lista
y bien muertos los dejaron.

Los bombazos resonaban


sin cesar cada momento,
los Zapatistas peleaban
haciéndoles muchos muertos.

Cuando el General se hallaba gustando


con don Santiago Posadas,
llegó la noticia que el Gobierno había dado
que a la hacienda se acercaban.

Se montó en su buen caballo


paso a paso se fue yendo,
con unos cinco soldados
se quedó reconociendo.

Cuando el General divisó el Gobierno


que se acercaba al Poniente,
echó mano al rifle, se apeó muy sereno,
con cinco les hizo frente.
39
Textos Revolucionarios

Lo rodearon cuatrocientos
pero no se acobardó,
le hicieron fuego al momento
y entre ellos se resolvió.
A pocos momentos que se tirotearon
Zapata se despidió,
haciéndoles fuego con tres que quedaron
a los cerros se internó.
Dicen que los derrotaron
porque así corrió la voz,
pero sólo a tres mataron
contrarios sesenta y dos.
De testigo pongo aquí al siglo veinte
como certero y seguro,
para que noticie del hecho presente
de lo pasado y futuro.
De Zapata estos recuerdos
quedaron siempre grabados,
en todo el plan de Morelos
y los pechos mexicanos.

G.M.

40
Los Corridos de la Revolución

La muerte de Madero

Con lágrimas en los ojos


y el más profundo dolor,
vengo a cantar un corrido
por la muerte de un Señor.
Fué Presidente de México
por elección popular
y Don Francisco I. Madero
ocupó un gran lugar.
En mil novecientos diez
en armas se levantó
y por ideales sublimes
con esfuerzo batalló.
Su triunfo fue muy sonado,
y la Nación soberana
lo proclamó Presidente
de la República Indiana.
Sus ideales eran darle
al Pueblo un Gobierno sano
que la igualdad fuera un hecho
y nos viésemos como hermanos.
Era su corazón generoso
y sus costumbres muy buenas
pero el fruto está muy verde
tan libres no lo seremos.
Su nombre queda grabado
en el libro de la Historia,
pues que deseó al mexicano
un horizonte de gloria.

41
Textos Revolucionarios

Prometió cosas muy grandes Tan sólo ocho días estuvo


que no pudo ya cumplir Veracruz en su poder
y por eso muchos jefes pues las tropas federales
se lo quisieron servir. lo ocuparon sin quehacer.

A Pino Suárez propuso Mas el nueve de febrero


para ser después de él, fuerte guerra se encendió,
y esa fué una de las causas levantóse Félix Díaz
que lo hicieron más perder. y medio México tomó.

Muchos de varios partidos Madero nunca creyó


se sublevaron en contra lucha tan fenomenal
tuvieron o no razón pues que creía muy difícil
me lo dirá la Historia. lo llegaran a quitar.

Quince meses solamente Diez días duró ese combate


estuvo en la Presidencia, En Ciudadela y Palacio
guerreando con los rebeldes pereciendo mucha gente
luchando por su existencia. por pelearse tan despacio.

El Ejército no quiso Por fin suspendióse el fuego


nunca a Madero por sí, el dieciocho de febrero
pues sólo lo respetaba quedando en poder de Huerta
por su sillón carmesí. el Presidente Madero.

Nunca quiso hacerle guerra Después de haber renunciado


y le sirvió con ardor lo mandaban a presidio
y aunque cumplió como bueno pues que lo iban a juzgar
fue siempre con desamor. como reo de homicidio.

El día dieciséis de octubre A deshoras de la noche


un caso raro se vió los sacaron de Palacio
que la Heroica Veracruz y aunque fue poca la escolta
Don Félix Díaz la tomó. no esperaban un fracaso.
42
Los Corridos de la Revolución

En las partes descampadas Por un tiro muy certero


junto a Penitenciaría su cuerpo cayó en la tierra,
se pararon los dos autos
y los esbirrios vaciaron
que a las víctimas traían.
su pistola traicionera.
Madero bajó primero,
luego el infame asesino Tras los muros de la cárcel
de nombre Francisco Cárdenas descansaron sus despojos
que era un rural muy indigno.
y la gente pudo verlos
Al verse atrás de Madero con sus espantados ojos.
el instante aprovechó,
y de un disparo certero Sus familiares pidieron
la existencia le quitó sus cadáveres al punto
Los sesos fueron regados y en cristiana sepultura
a diez metros de distancia, descansan por siempre juntos.
y el Presidente tirado
bocabajo, ya sin ansia. Los muertos se sienten mucho
cuando son como éste buenos,
El pobre de Pino Suárez
del otro auto se bajó nos enseñó democracia
cuando oyó el primer disparo y jamás le olvidaremos.
y a Madero rodar vió.
Sostengamos al Gobierno
“¡Infame, vil asesino!
que es nuestro deber primero,
a Cárdenas le gritó,
dame a mí pronto la muerte”, aunque la Nación está triste
y en el rostro le escupió. por la muerte de Madero.

Ed. A. Guerrero.

43
Textos Revolucionarios

Corrido dedicado a
D. Venustiano Carranza

Primer Jefe de las Fuerzas Constitucionalistas

Don Venustiano Carranza, Ese Victoriano Huerta


Gobernador de Coahuila, no se le vaya a olvidar,
por defender a la Patria que debe una cuentecita
puso en peligro su vida. y la tendrá que pagar
Ese Estado de Coahuila ¡Muera Victoriano Huerta!
dicen que le pertenece, ¡Muera el Gobierno fatal,
se levantó a defenderle y vivan los Carrancistas
en mil novecientos trece. que nos dieron libertad!
Don Venustiano Carranza, Don Venustiano Carranza
Jefe de resolución, tiene palabra de rey,
lo eligen por hombre honrado que ha tomado muchas plazas
y dará paz a la Nación. y también a Monterrey.
En el nombre sea de Dios Estaban unas mujeres
en él pongo mi esperanza, debajo de unos portales,
¡Viva Don Francisco I. Madero conocieron a Carranza,
y Don Venustiano Carranza! padre de los Federales.
Don Venustiano Carranza Don Venustiano Carranza
reclama una causa justa, y por eso día con día
y como no tiene miedo reclama ser Presidente,
por eso nadie lo asusta. se le recarga más gente.
En mil novecientos trece De Monterrey a Laredo,
no me quisiera acordar, y de Lerdo a Torreón,
en ese puerto del Carmen se echaron los carrancistas
comenzaron a pelear. toda la Federación.

44
Los Corridos de la Revolución

Y también en el Saltillo Pronto tendremos la paz


comenzaron a pelear, toditos los mexicanos,
hasta que fueron venciendo terminará ya la guerra
a la hermosa capital. y acabarán los tiranos.
Huerta ya tiró las trancas La sangre que es derramada
se salió por un corral, por montes y serranías,
cuando supo que Carranza es por el traidor de Huerta,
tomaría la capital. Mondragón y Félix Díaz.
Ese Victoriano Huerta Ahora sí el señor Carranza
era un vil traicionero, hasta aquí puso una raya
que asesinó al Presidente para que no corra más sangre
por interés del dinero. en los campos de batalla.
Serán últimos combates De ustedes ya me despido
que Carranza fue a pelear, y en Dios pongo mi esperanza
al tomar la capital Vivan Francisco I. Madero
pa´poder todo mandar. y Venustiano Carranza.

P. Vallejo.

45
Textos Revolucionarios

Los combates de Torreón

Voy a cantar un corrido El camino concluyó


con muchísima atención; llegando a Guadalajara
vamos a hacer un recuerdo y si nos echan del tren,
de la toma de Torreón. ¿cómo nos queda la cara?
En la ciudad de Torreón Huerta no se conformó,
buen susto les arrimaron cuando se fue para Atlixco
a todos los federales cuatro millones robó
que ni para atrás voltearon. en casa del Arzobispo.
Madre mía de Guadalupe Los unos decían que sí,
mándame tu bendición los otros decían que no;
que aquí no me pase nada y cuando Madero llegó
en la toma de Torreón. hasta la tierra tembló.
Huerta ya se fue de aquí Vuela, vuela palomita,
se ha largado el muy bribón, párate en aquel romero,
lo mandó el señor Carranza anda y saluda gustosa
a traer changos de Torreón. a don Francisco I. Madero.
¡Quién lo pudiera agarrar! Vuela, vuela palomita,
dice todo comerciante: llégate hasta ese rosal
éste nos vino a voltear y dile al señor Madero
lo de atrás para adelante. que le sigo siendo leal.
La máquina pasajera Vuela, vuela palomita,
es la mayor principal, vuela, que así no te alcanza
que a fuerza de fuego y agua que triunfó en la Capital
ya mero la hacían volar. don Venustiano Carranza.
Cuando salí de mi tierra Ya se fue Huerta de aquí,
cuatro suspiros tiré, se largó de la Nación,
le dije a la vida mía: lo mandó el señor Carranza
sabe Dios si volveré. a traer changos al Japón.

46
Los Corridos de la Revolución

Las tropas que defendían Es una perla engarzada


a la ciudad de Torreón entre el Nazas y el Meyrán,
eran gentes reclutadas con sus campos de algodones
sin pedirles su opinión. que gran cosecha les dan.

Muchos de ellos se pasaron Es emporio del comercio


sin que hicieran resistencia de aquella inmensa región
y otros murieron, los pobres y con sus cintas de acero
sin tener de ello conciencia. es un buen lazo de unión.

Aunque nos llenen de orgullo Dos centinelas la guardan


hay páginas en la historia como Sultana querida
que por traer tristes recuerdos pues Lerdo y Gómez Palacio
no debieran ser de gloria. la completan y la cuidan.

Los combates de Torreón, Villa se unió con Urbina


admiran por el valor y con don Maclovio Herrera,
que el soldado mexicano con Pereyra y los Arrieta,
desplegó con gran ardor. Aguirre y el Jefe Contreras.

Actos de mucho heroísmo Se acercaron cautelosos,


y de empuje sobrehumano después de ocupar Durango,
se anotaban diariamente y cuando menos sintieron
en los cerros y en el llano. los atacaron de flanco.

La sangre corrió a torrentes En Avilés fue el combate


pero era sangre de hermanos, primero de aquellos días
que en esa lucha homicida que destruyó la potencia
empapáronse las manos. de las fuerzas de Munguía.

Torreón es ciudad preciosa, El dieciocho y dos días más


de riqueza sin igual, de julio del año trece,
y es el centro del comercio se estuvieron tiroteando
de esa comarca fatal. con valor que mucho crece.
47
Textos Revolucionarios

Pero faltos ya de parque Los carrancistas se fueron


y con bajas numerosas el treinta y uno de julio,
los federales hicieron dejando el campo regado
retiradas desastrosas. con muertos de su peculio.

Volvieron con poca fuerza Cuatro mil bajas tuvieron


a la ciudad de Torreón los sitiadores al fin
y la gente supo luego y tres mil se registraron
que ya venía la facción. entre sitiados también.

El general Campa, y Reyna Los asaltos fueron dados


resistieron el embate por la noche diariamente,
de los soldados de Villa pero fueron rechazados
rechazando el fuerte ataque. castigados duramente.

Allí se vieron hazañas de Por la falta de cañones


valor tan temerario no tuvo éxito su empresa,
que no cejaba ninguno y aunque perdían mucha gente
ni dió la espalda al contrario. Villa estaba a la cabeza.

Siempre fue muy codiciada El general Bravo estuvo


su posesión por Carranza, muy acertado él también
y a Villa tenía encargada mandando a los federales
su captura y la venganza. que se portaron muy bien.

Y empezaron los combates Otra vez las municiones


que por diez días sostuvieron faltaron a los pelones,
los federales adentro y a Torreón se fueron luego
y los Villistas afuera. con Urbina a los talones.

Diez días de luchas terribles En el Cerro de la Cruz


y de esfuerzos valerosos, los asaltantes subían
donde triunfó la defensa para quitar los cañones
con efectos desastrosos. que desde allí los barrían.
48
Los Corridos de la Revolución

Al dispararse las piezas Dentro de la misma plaza


por cientos quedaban muertos, los rebeldes disfrazados
pero otros cientos llegaban desde techos y ventanas
para ocupar esos puestos. tiraban a los soldados.
Y así murieron por miles Los de Defensa Social
en ese cerro famoso sacaban de aquellas casas
los soldados carrancistas a todos los moradores
y allí quedan en reposo. fusilándolos sin tasa.
En el cañón del Huarache Esos carrancistas se fueron
y en Metalúrgica quedo a Chihuahua y a Durango
dió una carga muy notable y quedaron unos pocos
el general Argumedo. en Lerdo por tiempo largo.
El general Bravo enferma
y es cambiado por Munguía,
y éste mandó expediciones
al rumbo de Picardía.

49
Textos Revolucionarios

La Toma de Zacatecas

Por Villa, Urbina y Natera. Por Ceniceros, Contre-


ras, Raúl Madero y Herrera

Ahora sí, borracho Huerta, Luego mandó que se fuera


ya te late el corazón cada quien a su lugar,
al saber que en Zacatecas que a la siguiente mañana
derrotaron a Barrón. todos tenían que pelear.
El día veintitrés de junio Al general Felipe Ángeles,
habló con los más presentes, jefe de la artillería
fue tomada Zacatecas le mandó emplazar las piezas
por las tropas insurgentes. con las que dispararía.
Al llegar Francisco Villa La seña que les dió Villa,
sus medidas fue tomando a todos en formación,
y a cada uno en sus puestos para empezar el combate
bien los fue posesionando. fue un disparo de cañón.
Ya tenían algunos días El general Raúl Madero
que se estaban agarrando con el teniente Carrillo
cuando llegó el General le pidió licencia a Villa
a ver qué estaba pasando. para atacar por el Grillo.
Les dijo el General Villa: El señor Rosalío Hernández
con que está dura la plaza, valiente como formal
ya les traigo aquí unos gallos le tocó atacar los mochos
que creo que son de buena raza. del Cerro de San Rafael.
El veintidós dijo Villa, Se metió por las Mercedes
ya después de examinar, el General Ceniceros,
mañana a las diez del día con el General Rodríguez
el ataque general. como buenos compañeros.

50
Los Corridos de la Revolución

Robles y Maclovio Herrera Gritaba el General Villa


los dos con sus batallones, ¿dónde te hallas Argumedo?
entraron por la Estación, ven y párate aquí enfrente
persiguiendo a los pelones. tú que nunca tienes miedo.

Les tocó atacar la Bufa Les decía el General Villa


a Arrieta, Urbina y Natera, échenme al viejo Barrón;
pues allí tenían que verse yo creo que todos me quedan
lo bueno por su bandera. guangos como el pantalón.

Al disparo de un cañón Y empezaron a quitarles


como lo tenían de acuerdo fortines y posiciones,
empezó duro el combate comenzaron a bajarse
por lado derecho e izquierdo. para el centro los pelones.

Pues el Coronel García Entraron los maderistas


de la brigada Madero dentro de la población
se le miró bien pelear y a todo el pueblo, contento
porque fue de lo primero. se le alegró el corazón.

Estaban todas las calles Corrieron a las iglesias


de muertos entapizadas, a repicar las campanas
lo mismo estaban los cerros y por las calles las bandas
que parecían borregadas. solemnizaban con dianas.

Andaban los federales ¡Ay! hermosa Zacatecas


que ya no hallaban qué hacer, mira cómo te han dejado,
pidiendo enaguas prestadas la causa fue el viejo Huerta
para vestirse de mujer. y tanto rico malvado.

Lástima de generales Quitaron ametralladoras


de presillas y galones, buen número de cañones
pues para nada les sirven se hallaron un almacén
si son puros correlones. repleto de municiones.
51
Textos Revolucionarios

Zacatecas fue saqueada Ah, dijo el General Villa


por los mismos federales el parte a Chihuahua luego,
no crean que los maderistas que tomamos Zacatecas,
les hayan hecho estos males. pero que fue a sangre y fuego.
Al salir ya los pelones Pues la orden que les doy
el martes por la mañana, la deben de respetar,
bombardearon la gran finca porque los que llegue a ver
que le nombraban la Aduana. les tendré que fusilar.
Debajo de esta gran finca Dos mil quinientos pelones,
quedaron muchos pelones fueron los que se agarraron
muchas armas y más parque los llevaron a las filas
y otros veintidós cañones. pero a ninguno mataron.
Le dijo Villa a Natera, ¿Cómo estarás viejo Huerta?
cuando triunfó y vió el fin, harás las patas más chuecas
dé la orden, que ahorita mismo al saber que Pancho Villa
no me quede un gachupín. ha tomado Zacatecas.
Ese mismo día en la tarde Ya te puedes componer
tan macizo les tupieron con toditos tus pelones
que a las siete de la noche no te vayas a asustar
casi todos se rindieron. espera a los CHICHARRONES.

Juan Ortega.

52
Los Corridos de la Revolución

Los Combates de Celaya

En mil novecientos quince, Por la derecha e izquierda


Jueves Santo en la mañana rompen las caballerías,
salió Villa de Torreón por el centro de las líneas
a combatir a Celaya. marchan las infanterías.
Corre, corre, maquinita, Qué combate tan reñido
no me dejes ni un vagón, que a todos causó temor,
nos vamos para Celaya, pero más fuerte se oía
a combatir a Obregón. el sonido de un tambor.
De Salamanca a Irapuato Ese tambor que se oía
se reconcentraron los trenes era de los carrancistas,
y allí llegaron villistas cuando batían con denuedo
todos haciendo cuarteles. a los soldados villistas.
Tenían ellos guarniciones Villa tenía mucha gente
de los más valientes hombres, regada por donde quiera,
y subieron al Cerro Gordo pues en San Luis Potosí
toda la Brigada Robles. dejó a la Brigada Natera.
Ahí vienen los carrancistas Vuela, vuela, palomita,
llenos de mudo coraje, vuela, con la mariposa,
porque les habían quitado la primera contraseña
a ese Cerrito del Guaje. era un trapo color rosa.
Querían quitarle los trenes No le temo a la metralla
que iban encarrerados, ni al cañón que poco avanza,
y Villa los recibió otros gritaban sus vivas
con su escolta de Dorados. a Venustiano Carranza.
Porque eran hombres valientes Estaban los carrancistas
todos los que iban con él, afortinados en magueyes
unos tirando balazos y combatió muy formal,
y otros levantando el riel. toda la Brigada Reyes.

53
Textos Revolucionarios

Ángeles, el general, En la ciudad de Celaya


no le temía a la metralla, eran terribles las horas;
le pidió permiso a Villa cómo cayeron Villistas
para bombardear Celaya.
por las ametralladoras.
En el molino Victoria
anteojo estaba echando, De Salamanca e Irapuato
y por doquiera se veían hay quince leguas a León
los carrancistas vagando. fue donde perdió su brazo
el general Obregón.
Sale don Francisco Villa
con sus trenes de insurgentes, En la estación de Irapuato
para concentrar sus tropas
cantaban los horizontes:
en la ciudad de Aguascalientes.
hoy combatió muy formal,
Dice don Francisco Villa, la Brigada Bracamontes.
de nuevo voy a atacar,
me han matado mucha gente, Decía don Francisco Villa:
su sangre voy a vengar. no sé qué me está pasando,
Qué combate tan reñido; estoy perdiendo la acción
les digo a mis amigos, por los que se están volteando.
comienzan a salir trenes
salen toditos los heridos. Decía don Francisco Villa:
amigos, yo ya perdí,
Vuela, vuela, palomita,
pero dentro de poco tiempo
anda a ver lo que ha pasado,
la segunda contraseña nos veremos por aquí.
era un trapo colorado.
Decía don Francisco Villa:
Dice don Francisco Villa adiós, adiós. Mexicanos,
está muy mala la cosa, ya me voy para Columbus
están cayendo soldados a ver a los americanos.
del Batallón Zaragoza.
Ya no le temo al cañón
Dios le ayudó mucho a Villa
y le puso en su memoria, ni tampoco a la metralla
que pusiera diez mil hombres aquí da fin el corrido
en el molino Victoria. del Combate de Celaya.
54
Los Corridos de la Revolución

Aquellos soldados muéstranse


La Persecución de
biliosos
Villa por las marchas penosas bajo
el sol
De nuestra patria, México
y burlándose de ellos Pancho
querido
Villa
gobernando Carranza en el País,
les enviaba recados de dolor.
pasaron doce mil americanos
queriendo a Villa castigar por Pancho Villa ya no anda a
un desliz. caballo
¡Ay! Carranza les dice afanoso su gente tampoco andará,
si son valientes y lo quieren Pancho Villa es dueño de aero-
perseguir planos
concedido les doy el permiso y los alquila con gran comodi-
para que así se enseñen a morir. dad.

Organizaron tras él persecucio- Cuando creyeron que Villa esta-


nes ba muerto
sin llegarle jamás divisar todos gritaban con gusto y con
y regresaban muy tristes y
afán
abatidos
ahora sí, queridos compañeros,
por no poder a Villa castigar.
vamos a Texas cubiertos de
Los soldaditos que vinieron honor.
desde Texas
los pobrecitos comenzaron a Más no sabían que Villa estaba
temblar vivo
muy fatigados de ocho horas de y con él nunca habían ya de
camino, poder,
los pobrecitos se querían ya hay si quieren hacerle una visita
regresar. está en Parral, lo pueden ir a ver.
55
Textos Revolucionarios

Comenzaron a echar expediciones


Pancho Villa también se transformó
se vistió de soldado americano
toda su gente también se transformó.

Más cuando vieron que flotaba


la bandera que Villa les pintó
se equivocaron también los pilotos,
se bajaron y prisioneros los cogió.

Pancho Villa les dice en su mensaje


que en Carrizal seiscientos les mató,
que agradezcan a Don Venustiano
los prisioneros él fue quien se los salvó.

¡Ay! Carranza les dice afanoso


si son valientes y lo quieren perseguir
yo les extiendo amplio permiso
para que así se enseñen a morir.

Toda la gente allá en Ciudad Juárez


toda la gente asombrada se quedó
de ver tanto soldado americano
que Pancho Villa en los postes colgó.

Qué pensarían estos americanos


que combatir era un baile de carquís
con su cara llena de vergüenza
regresaron otra vez a su país.

Como saben que en México se mata


y que de diario se mueren por acá,
con un solo soldado mexicano
nuestra bandera en sus manos flotará.
56
Los Corridos de la Revolución

Cuando entraron los gringos a Chihuahua


todos pensaban que nos iban a asustar
pensarían que iban para Nicaragua,
muy asustados pudieron regresar.

57
Textos Revolucionarios

Nuevas “Mañanitas”
al Estado de Morelos

Triste despedida de Emiliano Zapata

Voy a cantar un corrido


que vale la pura plata,
donde les doy la noticia
de la muerte de Zapata.
Adiós montes del Ajusco
adiós, cerro del Jilguero,
adiós, montañas y cuevas
donde anduve de guerrero.
Adiós, querido Morelos,
adiós. Nación Mexicana,
viva las leyes del cielo
— María Guadalupana.
Adiós, República entera,
adiós, México querido,
ya se terminó la vida
de quien tanto habías temido.
El Atila me llamaron
los que a mí me combatían
pero ya todo acabóse
y murió ya a quien temían.
Me trataron con respeto
todos mis soldados leales,
para ellos no había tormento.
Adiós, firmes generales.

58
Los Corridos de la Revolución

Adiós muy heroica Cuautla, Saquen todo mi dinero


adiós torres de Morelos, que dejé bien enterrado,
adiós las de Tenepantla, búsquenlo cerro por cerro
pues ya nunca nos veremos. no se lo lleve un malvado.

Adiós los que me ayudaron Tenía Casa de Moneda


los nueve años de batalla en una cueva allá arriba
en que nos vimos cubiertos y allí dejó mucha plata
por la terrible metralla. para mi madre querida.

Adiós, Yautepec hermosa Búsquenla pronto, por Dios,


y la bella Tetecala, que ya estamos derrotados
Jojutla y sus arrozales por el General González
donde no tiré una bala. o se quedan arruinados.

Pintoresca Cuernavaca Me jugaron una trampa


no te volveré a admirar, de que se habían sublevado
ni en Tlaltizapán querido y me creía de Guajardo
echaré ya más un pial. siendo yo un gallo jugado.

Ayala, donde hice el Plan Como a las tres de la tarde


y donde espere ser viejo del nueve tan memorable,
cuántos gallos fui a pelear Jesús rodeó mi cantón
y cuántos recuerdos dejo. y me mató cual culpable.

Pero llevo un orgullito, Ahora pretendo el perdón


que yo a nadie respeté, de todito el mundo entero,
sólo a mi Dios infinito pues me parte el corazón
a ese nunca le falté. mi vida de guerrillero.

Adiós, mi señora madre Adiós Palafox, Murillo,


adiós, todos mis chamacos, Ayaquica y Genovevo,
adiós, todos mis amigos, Vázquez y don Everardo
les encargo a mis muchachos. en mis recuerdos os llevo.
59
Textos Revolucionarios

Palacios mi secretario Adiós, ferrocarrileros


también cayó prisionero ya nunca los volaré
muriendo como valiente compongan todos sus trenes
sin quitarse su sombrero. que al mundo no volveré.

Cuántos hombres fueron muertos Mi alma ya desaparece


y cuántos ajusticiados, del Estado de Morelos
todo por la triste guerra y el pueblo pido que rece
que ya nos tiene agobiados. ante el Señor de los Cielos.

Muerto está ya el guerrillero Olviden ya las querellas


que a ninguno respetó, vuelvan a labrar la tierra
pues a Madero y Carranza que ya no corra más sangre
bastante guerra les dió. en los llanos ni en la sierra.

Hoy de todos se despide Que mi muerte sea fecunda


con tristísima amargura y traiga paz y ventura
y pide que no lo olviden al Estado de MORELOS
en su obscura sepultura. donde está mi sepultura.

Adiós le digo a Carranza, Adiós, adiós, mi alma vuela


al que siempre combatí, a presencia del Creador,
pues ya perdí la esperanza quiéranse amados paisanos
y en polvo me convertí. como manda el Redentor.

Aunque siempre me podía


tuve que hacer fusilar
a muchos por revoltosos
para hacerme respetar.

Eduardo Guerrero.

60
Los Corridos de la Revolución

Trágico fin de Carranza

Señores, vengo a explicarles Dijo el Primer Magistrado,


de qué manera pasó ese jefe criminal
la triste y fatal tragedia que su hermano estaba herido
en que Carranza murió. y lo mandaba llamar.
Después del fiero desastre Le contestó el Presidente
que Carranza recibió al oír tal petición,
en Rinconada y San Marcos, que fuera a ver a su hermano
en la Sierra se metió. sin ninguna dilación.
Con muy poco contingente Carranza dijo a su gente
emprendió su retirada que estuviera prevenida
más no sabía que su suerte pues pudiera ser celada
contra de él se rebelaba. y atentaran a su vida.
Al encontrarse en camino Herrero luego marchó
al pueblo de Patla llegó con su plan muy bien urdido
donde con Rodolfo Herrero para matar a Carranza
por primera vez trató. cuando estuviera dormido.
Rodolfo Herrero a Carranza Herrero había designado
se le ofreció como leal con una astucia infernal
sin demostrar que tramaba la choza para Carranza
un plan terrible y fatal. aislada del Personal.
Después Rodolfo se unió Aconsejó que la escolta
a la escolta de Carranza se situara a la entrada
y al Presidente siguió muy lejos del Presidente
sin inspirar desconfianza. Norte y Sur de la Cañada.
Después de muchas fatigas Los flancos dejaron solos
a un pueblecito llegaron porque había dos precipicios
de nombre Tlaxcalaltongo y que estando muy seguros
y a descansar se aprestaron. no hiciera más sacrificios.

61
Textos Revolucionarios

En ese veinte de mayo Seis compañeros ya muertos


quién se había de imaginar que no hicieron resistencia
que al Presidente Carranza formaban guardia macabra
algo le había de pasar. a quien perdió la existencia.

De madrugada a las cuatro Se retiraron temprano


por las barrancas de al lado dispersos a descansar
escalaron las alturas porque estaba llueve y llueve
las chusmas del desalmado. y se tenían que secar.

Todas las gentes dormían Sus despojos los trajeron


en el pueblito nombrado en el tren de Beristáin
cuando fuerte gritería en humilde caja blanca
rompió el silencio sagrado. que hizo el obrero Margáin.

Descarga tras descarga En la estación lo esperaban


y gritos: ¡Viva Peláez! diplomáticos, civiles,
se escuchaban de continuo obreros y diputados,
por las gentes del mal “jaez”. y señoras y aún ediles.

La escolta del Presidente Se organizó en procesión


no pudo ni hacerles fuego toda la gente formada
porque estaban bien rodeados y respetuosa escoltó
y morirían desde luego. los restos a su morada.

Carranza muy angustiado Desfiló la muchedumbre


al sentir su pierna herida ante la caja mortuoria
les pedía una carabina y a las cuatro de la tarde
para defender su vida. Carranza se ungió de gloria.

El pobre don Venustiano Pues la gente conmovida


al alzarse de la cama lo acompañó hasta el panteón,
recibió bastantes tiros y lo llevaron en hombros
sin importarles su fama. hasta su última mansión.
62
Los Corridos de la Revolución

Esta fue en tercera clase Es ya mártir el caudillo


porque así lo había pedido, y es un emblema sagrado
entre pobres descansar que al morir villanamente
y así se le ha concedido. a México ha deslumbrado.
A los acordes del Himno Hoy no tiene ya enemigos
de la Nación Mexicana todos le honran a porfía
bajó a la última morada que ha subido a tanta altura
víctima de vil hazaña. que ninguno lo creería.
Todos pedimos justicia
y esperamos que se hará;
sólo un castigo ejemplar
esta mancha borrará.

Melquíades C. N. Martínez.

63
Textos Revolucionarios

La muerte de Francisco Villa

Señores, tengan presente, Contra las tropas huertistas


y no había otro en la nación, Villa mucho combatió
que en el día veinte de julio y después de tanta lucha
Villa ha sido asesinado. la Constitución triunfó.
Año de mil novecientos, Don Venustiano Carranza
en el veintitrés actual, cuando triunfante se vió
mataron a Pancho Villa mirándose en el poder
en Hidalgo del Parral. a Villa desconoció.
Villa era un pollito fino Desde entonces Pancho Villa
y no había otro en la nación, prosiguió la rebelión,
como le tuvieron miedo que causó grandes tristezas
lo mataron a traición. a toda nuestra nación.
Siempre peleaba justicia, En mil novecientos veinte
no ambiciones de la silla, que la guerra terminó,
y regocijaba el alma don Adolfo de la Huerta
el nombre de Pancho Villa. con Villa conferenció.
Porque aunque a todos les pese Y les pidió garantías
dió pruebas de su valor, este valiente caudillo,
en los Estados del Norte y el Gobierno le cedió
Pancho Villa era el terror. la hacienda de Canutillo.
Villa fue leal partidario, En los trabajos de campo
siempre benigno y sincero, él puso su inteligencia,
vengó la horrible traición y a los tres años cumplidos
que le hicieron a Madero. le quitaron la existencia.
Cuando ese infame de Huerta El día veinte en la mañana
a Madero traicionó para su hacienda salió
Francisco Villa en el Norte de la ciudad de Parral
en armas se levantó. donde la vida perdió.

64
Los Corridos de la Revolución

Amaro mandó el ataque Agarrados a dos fuegos los


con grande brío y decisión rebeldes se dispersaron
y con fuego de artillería y las tropas del Gobierno
preparó tan ruda acción. sobre el campo pernoctaron.

Los aviones bombardearon Acorazaron un tren


a las tropas de Alvarado, con lámina de grueso acero
pero con muy poco efecto, y arriesgaron el pasarlo
porque estaban bien tapados. con resolución y esmero.

También a alguna distancia Los infidentes quisieron


mandaron pasar el río resistirse en Poncitlán
a los mayos con Aguirre, más los soldados de Cruz
gente de valor y brío. les desgraciaron su plan.

Pero descargas cerradas Evacuaron Guadalajar


de rifle y ametralladora los soldados de Alvarado,
los hicieron replegar y en Sayula esperarán
para intentarlo a otra hora. a ver si son derrotados.

A las cuatro de la tarde Diéguez y Estrada intentaron


se logró pasar un cable auxiliar pronto a Alvarado,
y con otros varios después más los derrotó Escobar
se tuvo el puente deseable. en Palo Verde mentado.

Solamente la mitad Cruz y Amarillas entraron


de los mayos lo pasaron el día doce de febrer
pues la otra murió a balazos a la Perla de Occidente
o en la corriente se ahogaron. con un gozo muy sincero.

Luego que el Lerma pasaron Morelia fue conquistada


por retaguardia atacados por Luviano Rentería,
hicieron salir corriendo pero Ortiz ha prometido
a la gente de Alvarado. que pronto la ocuparía.
65
Textos Revolucionarios

El Combate de Ocotlán Muy cerca de dos mil bajas


fue sangriento como pocos hubo en tan sangrienta acción
pero ha dado fuerte golpe teniendo sonado triunfo
a los que obran como locos. el general Obregón.
Que el pueblo ya no desea Madre mía de Guadalupe
siga la guerra de hermanos dános ya tu bendición,
que la Paz es la que quieren haz que la guerra se acabe
toditos los mexicanos. y que muera la ambición.

Eduardo Guerrero.

66
Los Corridos de la Revolución

El asesinato del General Obregón

Pobrecito de Obregón, Como fue muy campechano


cuando estaba por triunfar el General Obregón,
vino la Parca tras él aceptó muy complacido
y su vida fue a segar. y siguió con su reunión.
Cinco balazos le dieron Cuando le vió distraído,
al General Obregón, aquel malvado asesino,
decían las gentes muy quedo, le descargó por la espalda
después de un comelitón. cinco tiros con buen tino.
Los rumores aumentaban Era una pistola escuadra,
cuando la tarde avanzó, la que utilizó en el caso,
y entonces salió en los diarios, y como era un pobretón,
y a todos nos consternó. creen por otro, dió ese paso.
Era cierta la tragedia Los amigos de Obregón
de la muerte del magnate, muy justamente indignados
que después de una comida, le tiraron de balazos
hicieron tal disparate. al asesino malvado.
Fue el diecisiete de julio, Pero algunos los calmaron
ni me quisiera acordar, y le hicieron aprehender,
que a don Álvaro Obregón esperando que delate
lo llegaron a matar. quién el crimen mandó hacer.
Si lo había ya adivinado Fue golpeado con rigor
un perrito de su casa, por todos los comensales,
que aullando estuvo ese día que llenos de indignaciónlo
ese perro de mala raza. dejaron sin molares.
Fue invitado por amigos El General Obregón
a comer en “La Bombilla” fue llevado hacia su hogar,
que es un sitio pintoresco creyendo que estaba herido,
de San Ángel en la orilla. para allí hacerlo curar.

67
Textos Revolucionarios

Después de comer gustoso Comenzó el Presidente


en plática se encontraba, generales y coroneles,
cuando se acercó un muchacho, luego fueron diputados
que a retratarlo empezaba. y al último los ujieres.

Los médicos que llegaron Pero en la calle Jalisco,


lo inyectaron con formol, donde habitaba hace poco,
para poderlo trasladar recibieron desengaño,
al suelo donde vió el sol. pues que lo mató aquel loco.

El salón de Embajadores Fue un hombre trabajador


del Palacio Nacional, que no gozó de riqueza,
fue transformado en capilla y hasta los veintidós años
aquella noche fatal. no empezó su grande empresa.

Y a las ocho de la noche En mil novecientos doce


la comitiva partió, se reunió a varios amigos
llevando una gris carroza para combatir a Orozco
el cuerpo que se inyectó. de Madero ya enemigo.

Al pasar el cuerpo yerto De teniente coronel,


el centro de la ciudad pasó a coronel muy luego,
las gentes se descubrían y después fue general
con respetuosa piedad. porque nunca tuvo miedo.

El cuerpo llegó a Palacio Combatió contra de Huerta,


a través de un mar de gente, el marihuano infernal,
que contemplaba en silencio y unido a Pablo González
aquella escena imponente. tomó esta gran capital.

Fue subido al Salón Verde Contra de Villa peleó


donde se veló al difunto por mandato de Carranza,
y le dieron guardia luego y al triunfar en toda línea
desde nueve y media en punto. perdió un brazo en la matanza.
68
Los Corridos de la Revolución

Luego recibió mal pago Derrotó a de la Huerta


de Carranza y sus aliados cuando se fue a rebelar
y tuvo que hacerles guerra y entregó el mando a Calles
con triunfos muy renombrados. cuando bajó del lugar.
Quedó de primera figura Unánime la Nación,
en la política actual, lo eligió de Presidente
y lo eligió Presidente para otro nuevo período,
el pueblo en lo general. más la suerte fue inclemente.
Así fue honrado por todos Enviaron ya su cadáver
este grande ciudadano a Sonora, en que nació;
que perdió valiosa vida después de hacer los honores
herido por tan cruel mano. que en su vida mereció.
En Siquisiva, Sonora, ¡Quién se lo había de decir
nació don Álvaro Obregón al General Obregón,
y en México fue a morir, que después de aquel banquete,
causando consternación. perdería vida y sillón!

Eduardo Guerrero.

69
Andrés Molina Enríquez
Antecedentes de la
Ideología Agrarista de la
Revolución Mexicana
Antecedentes de la Ideología Agrarista de la Revolución Mexicana

Índice

• Introducción

• Influencia de las leyes de Reforma sobre la


propiedad

• Efectos de la Ley de Enajenación de


Terrenos Baldíos

• Filosofía de mis ideas sobre reformas


agrarias

75
Antecedentes de la Ideología Agrarista de la Revolución Mexicana

“Los propietarios, una vez que han adquiri-


do una heredad, han tenido más el interés
por el orgullo del dominio, que propósitos
de verdadero aprovechamiento”.
andres molina enriquez

Introducción

La economía de un país esencialmente rural como el nuestro,


dependía en el siglo pasado de la estructura de propiedad y uso
de la tierra y de quienes la trabajaban. Cuando a los indígenas
se les desconoció su más mínimo derecho a la tierra de las co-
munidades, que antes los alimentaba, al amparo de la Ley de
1894, que permitió a compañías particulares deslindar tierras
mediante contratos, se formaron enormes y poderosos latifun-
dios, muchos de los cuales quedaron en manos de compañías
extranjeras, que llegaron a abarcar una cuarta parte del territo-
rio nacional.
Este período resultó en muchos lugares de la República más
desastroso que la propia conquista, porque al menos los con-
quistadores estaban obligados en parte a respetar las tierras de
los indios. Don Andrés Molina Enríquez, ideólogo, agrarista
precursor de la Revolución Mexicana, analizó certeramente en
su obra Los Grandes Problemas Nacionales la condición del cam-
po mexicano. Los dos primeros textos que se publican en este
folleto de divulgación corresponden a esta obra y el tercero, es
una respuesta que, desde la cárcel, dio a Wistano Luis Orozco.
Molina Enríquez nació en Jilotepec, Estado de México, en la
séptima década del siglo XIX. Desde muy joven mostró ideas li-
berales y fue partidario ferviente de los campesinos indígenas,
cuyos problemas conoció desde su propio pueblo natal. Termi-
nó sus estudios de abogado en la entonces Escuela Nacional de
Jurisprudencia y regresó a hacerse cargo de la notaría de su pa-
77
Textos Revolucionarios

dre en Jilotepec. Esta experiencia y la que obtuvo como aboga-


do y juez de El Oro, Tlalnepantla y otros pueblos, le permitieron
conocer en detalle el proceso de concentración de la tierra en
unas cuantas manos, mediante el sistemático despojo de ran-
chos y ejidos a los indios y mestizos que carecían de dinero para
defender sus tierras colectivas. Los ejidos de los pueblos y las
propiedades comunales se fueron concentrando en las grandes
haciendas, y los campesinos que intentaban resistir acababan
sujetos a la deportación o a la leva.
Empezó a publicar en los folletines del periódico “El Tiempo”
unos apuntes con el nombre de “Estudios de Sociología Mexi-
cana” que modificados y rehechos todos, vinieron a constituir
su libro Los grandes problemas nacionales, que publicó en
1909, antes de cumplir 50 años, con el fin de explicar la historia
de México como una lucha entre grupos étnicos con conteni-
dos eminentemente económicos.
En 1911, antes de la llegada al poder de Francisco I. Madero, se
lanzó a la lucha armada proclamando el Plan de Texcoco, al cual
se anexaban diversos decretos con proposiciones para resolver
los problemas agrarios y en los que se asentaba que no era sólo
por el postulado “Sufragio Efectivo, No Reelección” que las ma-
sas populares se habían levantado contra la dictadura de Díaz,
sino también por afán de mejorar sus condiciones económicas.
Por ello, en esos decretos del Plan de Texcoco se denuncian los
abusos de los latifundistas y de sus administradores, la vena-
lidad de los jefes políticos, el sistema de tiendas de raya y los
bajos salarios de los campesinos, proponiendo a su vez que se
reparta la gran propiedad.
Su pensamiento influyó decisivamente en el Plan de Ayala, en
la Ley Agraria del 6 de enero de 1915 y en el Artículo 27 cons-
titucional, en cuyo proyecto, sin ser diputado constituyente al
Congreso de Querétaro, participó destacadamente.
Hasta su muerte, en 1 940, siguió escribiendo sobre temas agra-
rios y de la Revolución Mexicana. Murió siendo Magistrado del
Tribunal Superior del Estado de México, su Estado natal.
78
Antecedentes de la Ideología Agrarista de la Revolución Mexicana

Influencia de las Leyes de Reforma


sobre la propiedad1

Ojeada general a las leyes de desamortización...La primera


alteración trascendente que sufrió ese estado (el de la propie-
dad), fue la que le causaron las leyes de desamortización y de
nacionalización en la revolución de la Reforma. Las primeras,
como dijimos en su lugar, no tuvieron otro objeto que el de
quitar a la Iglesia sus bienes para darlos a los mestizos. Si esto
se hubiera hecho de un modo directo y preciso, habría tenido,
cuando menos, la ventaja de que sus efectos hubieran quedado
circunscritos a los bienes de la Iglesia, y no hubieran producido
en los de las de comunidades civiles, y en la propiedad comunal
indígena, las profundas perturbaciones que produjo y que no
han podido ser remediadas todavía de un modo completo. En
la intentada movilización de la propiedad raíz amortizada, por
una parte, se perdió de vista el objeto principal con que se hacía
y era el interés de los mestizos; por otra, no se tomó en consi-
deración la gran propiedad individual propiamente dicha, que
como veremos más adelante, constituye en nuestro país una
verdadera amortización; por otra, se comprendieron los bienes
de las comunidades civiles y de las comunidades indígenas,
que era inútil, extemporáneo e impolítico desamortizar; y por
último aunque se usó el pensamiento desamortizador, como de

1 Molina Enríquez, Andrés, Los grandes problemas, nacionales, México, Ediciones del
Instituto Nacional de la Juventud Mexicana, 1964, pp. 73, 75, 76, 79-81, 82, 83, 84.

79
Textos Revolucionarios

un disfraz que ocultara la intención verdadera de la reivindica-


ción de los bienes eclesiásticos, ese disfraz a nadie engañó.
Crítica de las leyes de desamortización hecha con el criterio de
Ocampo. En detalle, las leyes de desamortización estuvieron
muy lejos de haber servido para hacer la inmensa transforma-
ción de la propiedad que iniciaron. Las fundamentales, o sean
las de 25 de junio de 1 856 y su reglamento, trataron de convertir
a los arrendatarios de los bienes de comunidades o corporacio-
nes, en propietarios de esos bienes, mediante la obligación de
pagar una alcabala y de hacer los gastos del contrato respectivo,
quedándose a reconocer el precio a interés, sin plazo fijo y a tí-
tulo hipotecario, sobre los mismos bienes: en el caso de que los
arrendatarios no hicieran uso de sus derechos, éstos pasaban
a denunciantes extraños: los bienes no arrendados, debían ser
enajenados en subasta pública, quedando el comprador a reco-
nocer sobre ellos el precio de remate...
... En efecto, el primero y principal resultado de la desamor-
tización, fue la desamortización de una parte de la propie-
dad eclesiástica rural; pero de la gran propiedad, y no por los
arrendatarios, sino por los denunciantes. Dadas las condicio-
nes originales de la propiedad en nuestro país, ella ha consti-
tuido siempre una verdadera amortización, por cuanto a que
los propietarios, una vez que han adquirido una heredad, han
tenido hasta ahora, como hemos dicho en su oportunidad, más
el interés de la vinculación por el orgullo del dominio y por la
seguridad de la renta, que propósitos de verdadero aprovecha-
miento. Perteneciendo como pertenecía toda la propiedad raíz
a los criollos señores, o a la Iglesia, y resistiendo tanto aquéllos
cuanto ésta toda clase de enajenaciones, la adquisición de la
propiedad era punto menos que imposible, como no se tratara
de propiedades situadas fuera y lejos de la zona fundamental
de los cereales.
Ventajas alcanzadas por los “criollos nuevos”, merced a las leyes
de desamortización. Siendo así, como era efectivamente, los crio-
80
Antecedentes de la Ideología Agrarista de la Revolución Mexicana

llos nuevos, que merced a la minería, al comercio, al contraban-


do o al agio privado u oficial, habían logrado reunir capitales
de relativa consideración, no podían fincar sus capitales para
darles la seguridad y firmeza que tiene siempre, aun en los paí-
ses más agitados, la propiedad raíz. Si a eso se agrega que la
propiedad de las instituciones eclesiásticas era la mejor, por el
número, situación y condiciones de las fincas en que consistía,
se comprende la codicia que inspiraría a todos los capitalistas,
y a los criollos nuevos en particular. Expedidas las leyes de desa-
mortización, los arrendatarios, como lo comprueba el testimo-
nio de Ocampo, no pudieron aprovechar las ventajas que ella
les daba, porque tales ventajas eran ilusorias, ni pudieron, por
lo mismo, obtener en propiedad por adjudicación, fincas que
tenían en realidad que adquirir por compra; pero los criollos
nuevos, a los que Ocampo por repugnancia instintiva de raza,
llamaba pillos (véase Juárez, su obra y su tiempo, por el señor li-
cenciado don Justo Sierra), obrando como denunciantes, sí
pudieron aprovecharse de dichas leyes, a virtud de ellas adqui-
rieron fincas que antes no podían adquirir, porque no estaban
en el comercio, no estaban jamás en venta. Estas adquisiciones
fueron las primeras operaciones de desamortización. Si ellas
hubieran llegado a consumir toda la propiedad eclesiástica, las
leyes relativas hubieran llenado su objeto principal...
Imposibilidad de los mestizos para aprovecharse de las leyes de
desamortización. Los mestizos que, hemos dicho repetidas ve-
ces, eran pobres cuando no desheredados por completo, no
podían aprovechar los beneficios de las leyes de desamortiza-
ción de los bienes eclesiásticos, porque siendo toda operación
de desamortización una verdadera compra a plazo, gravada
por un impuesto de transmisión de propiedad, carecían de los
recursos necesarios para pagar ese impuesto, para cubrir los
costos de la escritura y para hacer los gastos de conservación y
aprovechamiento de los terrenos adquiridos, cuando esos bie-
nes eran, como casi todos los de la Iglesia, de alto valor; por lo
mismo, con no poco descontento, se dedicaron a buscar bienes
81
Textos Revolucionarios

por desamortizar, al alcance de sus recursos. De pronto la cir-


cunstancia de que la forma natural de la desamortización era la
conversión de los derechos de los arrendatarios y denunciantes
en derechos de propietarios, no les permitió ver que la propie-
dad comunal de los pueblos indígenas era también desamorti-
zable; pero tan luego que se dieron cuenta de ello, trataron de
desamortizarla, con tanto más empeño, cuanto que era mucho
más fácil de ser desamortizada que la de la Iglesia, porque de
seguro la defenderían menos los indígenas en su estado habi-
tual de ignorancia y de miseria. Algunos pueblos comenzaron
a ser desamortizados, y como era lógico, los indígenas despoja-
dos ya, y los demás amenazados de igual despojo, se levantaran
en armas promoviendo los disturbios de Michoacán, Queréta-
ro, Veracruz y Puebla, que dieron motivo a una circular lírica
del Gobierno, que nada remedió...
Desastrosas consecuencias de la aplicación de la circular de 9 de
octubre de 1856 a la división de los pueblos de indígenas. El resulta-
do de la repartición de los terrenos de los pueblos de indígenas,
fue que los indígenas perdieron dichos terrenos. No podía ser
de otro modo. La comunidad tenía para los indígenas notorias
ventajas. Desde luego, aunque los terrenos comunes eran en lo
general estériles y de mala calidad, ofrecían a los mismos in-
dígenas medios de vivir en todos los estados de su evolución,
desde el de horda salvaje hasta el de pueblo incorporado a la
civilización general: rendían esos terrenos muchos aprovecha-
mientos de que los indígenas podían gozar sin gran trabajo,
sin capital, y lo que es más importante, sin menoscabo alguno
apreciable de dichos terrenos: entre esos aprovechamientos
podemos señalar los de los montes, como la madera que toma-
ban para vender, en leña, en viga, en morillos, en carbón, y para
alumbrarse, para calentar sus hogares y para caldear sus hor-
nos de teja, de ladrillo y de alfarería; los de las llanuras, como
pasto que utilizaban para la alimentación de sus animales, y no
sólo de sus animales grandes, sino pequeños, como guajolotes,
gallinas, etcétera; los de las aguas, como la caza de patos y otras
82
Antecedentes de la Ideología Agrarista de la Revolución Mexicana

aves, la pesca de peces y otros animales de alimentación tam-


bién; y otros muchos, como los del barro, el tequesquite, la cal,
etcétera, en los cuales el trabajo de producirlos y aderezarlos,
tocaba a la naturaleza, y a los indígenas sólo tocaba el pequeño
esfuerzo correspondiente a su grado evolutivo para consumir-
los o ponerlos en el mercado.

Además la comunidad ofrecía a los indígenas la ventaja de la


posesión de la tierra, y la de no perder esa posesión en las bajas
de su miserable fortuna; hoy, si alguno tenía recursos, toma-
ba un solar sin requisitos de titulación, sin pago de alcabala,
y sin dificultades de posesión, lo sembraba de maíz o de ceba-
da y aprovechaba la cosecha: si esa cosecha se perdía mañana,
abandonaba el solar y se dedicaba a vivir de otra cosa; pero si
después volvía a tener recursos, volvía a encontrar desde lue-
go otro solar en igualdad de circunstancias para recomenzar
el trabajo y hacerse labrador. Dentro de la comunidad, como
era consiguiente, se respetaba el derecho del ocupante, y poco
a poco se iba formando en ella una especie de propiedad indivi-
dual que se transmitía de padres a hijos. No ha acertado México
independiente, con un medio más eficaz de ayudar a la raza in-
dígena, que el de la comunidad.

La división adolecía desde luego, del defecto capital de tener


que reconocer la igualdad jurídica del derecho de todos los ve-
cinos y detener que hacer la repartición del terreno entre todos
esos vecinos por partes iguales, lo cual si se hacía, producía el
atropello de los derechos de ocupación adquiridos a favor del
tiempo, por algunos —los más aptos y los de mayores recur-
sos sin duda—, en beneficio de los demás. En esa forma, la di-
visión tenía que dar a cada parcionero una porción que si era
de cultivo, y el parcionero era agricultor, no era la que estaba
en relación con la situación de la casa de éste, ni tenía las di-
mensiones del solar anterior, ni reembolsaba al mismo agricul-
tor de las pérdidas consiguientes al abandono de lo que tenía
como suyo; si el parcionero no era agricultor y la fracción era
83
Textos Revolucionarios

de cultivo, aquél no tenía capacidad ni capital para aprovechar


ésta; si la fracción no era de cultivo y el parcionero era agricul-
tor, tenía éste que recomenzar de nuevo, sin capital, el trabajo
de preparación del terreno; si el parcionero no era agricultor y
el terreno no era de cultivo, éste no ofrecía ya los aprovecha-
mientos naturales del conjunto y ninguna utilidad ofrecía a
aquél. Esos aprovechamientos naturales venían a ser precisa-
mente la base de la alimentación de todos y a todos tenían que
hacer falta. Ahora, si respetando las posesiones anteriores, se
dividía entre los no poseedores, que no habían sido capaces
de ser poseedores siquiera, en propietarios haciéndolos saltar
por sobre el estado de poseedores que es intermedio, dándoles
con esto ventajas que ellos no sabían ni podían aprovechar, e
imponiéndoles obligaciones que sí tenían que serles pesadas,
como la titulación, el pago de impuestos, las operaciones nota-
riales sucesivas, los juicios de sucesión, etcétera. Se comprende
que en este caso, privados de los aprovechamientos comunes
de que vivían, bajo la imperiosa necesidad de vivir, y ante los
gravámenes de la calidad de propietarios, la mayor parte de
los indígenas no utilizaran sus fracciones sino vendiéndolas, y
vendiéndolas en condiciones de gran oferta, reducida deman-
da y apremiante necesidad de realización. Los mestizos se apre-
suraron a comprar: las fracciones de terrenos de indígenas se
valuaban en cinco, diez, cincuenta pesos, y se vendían en dos,
cinco, veinte, etcétera. Algunos Estados trataron de impedir
esas enajenaciones ruinosas, e impusieron duros gravámenes
a los compradores; fue inútil y altamente perjudicial, porque
depreció los terrenos, que se siguieron vendiendo sin más re-
quisito que la traslación del título. Esto ha llegado hasta nues-
tros días. Muchas veces, y de ello nosotros damos testimonio
personal fundado en observaciones hechas durante nueve años
en varias poblaciones pequeñas, los mestizos han gestionado la
repartición de los pueblos indígenas, han comprado casi todos
los terrenos, han hecho expedir los títulos correspondientes y
han recogido esos títulos desde luego, pagando los impuestos
a nombre de los adjudicatarios. Muchos indígenas de los adju-
84
Antecedentes de la Ideología Agrarista de la Revolución Mexicana

dicatarios no fueron un solo día propietarios de las fracciones


que les dieron en adjudicación, y si se hiciera una investigación
acerca de los precios de venta, se encontraría que un terreno ha-
bía costado al comprador algunas piezas de pan, otro algunos
cuartillos de maíz, y los más algunas jarras de pulque o algunos
cuartillos de aguardiente. Una vez que los indígenas enajena-
ban sus fracciones, no tenían ya de qué vivir; no habiendo ya
leña, viga, morillos, ni carbón que vender; no teniendo ocotes
con qué alumbrarse, ni rajas con que hacer sus tortillas, ni leña
muerta con que quemar los trastos de barro de su industria
alfarera; no teniendo con qué alimentar a sus animales; no te-
niendo ni caza, ni pesca, ni plantas de alimentación, con qué
alimentarse a sí mismos, careciendo en suma, de todo, dejaban
de ser hombres pacíficos para convertirse en soldados merce-
narios prestos a seguir a cualquier agitador...
Función de las leyes de nacionalización. Las leyes de nacionali-
zación corrigieron en mucho a las de desamortización, porque
hicieron entrar al dominio privado, todos los bienes de la Igle-
sia; no sólo los bienes raíces, sino los capitales impuestos sobre
ellos. Esto hizo que el movimiento de la propiedad, comenzan-
do por la desamortización, se limitara a sólo los bienes eclesiás-
ticos, deteniéndose y aun retrocediendo en los demás bienes
desamortizables. Por lo que respecta a aquéllos, la desamorti-
zación se confundió con la nacionalización, y esa circunstancia
facilitó y aceleró el movimiento iniciado, mostrando claramen-
te cuánto mejores fueron las leyes que hicieron la nacionaliza-
ción que las que pretendieron hacer la desamortización. Esas
leyes no impusieron alcabala, permitieron la división de las
fincas, sobre todo de las urbanas, facilitaron la redención de los
capitales que se quedaban a reconocer sobre las fincas naciona-
lizadas, favorecieron con grandes descuentos la adquisición de
los capitales nacionalizados también, y pusieron en suma, más
al alcance de todos, los bienes de la Iglesia, las raíces para que
fueran adquiridos por cortos capitales, y los capitales para que
fueran adquiridos los bienes raíces...
85
Textos Revolucionarios

Pero a pesar de las leyes de nacionalización, el abismo abier-


to entre la propiedad muy grande de origen colonial y la muy
pequeña que formaron las leyes de desamortización, no pudo
llenarse. Al contrario, habiendo desaparecido con los bienes
del clero el motivo radical de la contienda de propietarios que
seguían los criollos señores y el mismo clero, y habiendo pasa-
do la propiedad de éste a los criollos nuevos en calidad también
de gran propiedad, la propiedad grande se consolidó enfrente
de la pequeña, haciendo definitiva la separación de ambas...

Juicio sintético de la obra general de la Reforma. En suma, la


Reforma en lo que respecta a la propiedad, hizo una obra in-
completa y gravemente defectuosa; aun así fue una obra bené-
fica, porque poniendo en circulación toda la propiedad ecle-
siástica, una parte de la municipal y otra parte de la comunal
indígena, formó una nueva clase de intereses que fue la de los
criollos nuevos o criollos liberales, y ayudó a formar con los
mestizos, que ya eran la clase preponderante, uña nueva clase
de intereses también. El hecho de que los mestizos comenzaran
a ser clase de intereses, significó la consolidación de su prepon-
derancia y ha significado el afianzamiento de la nacionalidad
tanto en el interior cuanto para el extranjero, pero sin duda la
obra de la Reforma pudo haberse hecho mejor, porque pudie-
ron haber quedado con ella resueltos los grandes problemas
que son el objeto principal de este libro.

86
Antecedentes de la Ideología Agrarista de la Revolución Mexicana

Efectos de la Ley de Enajenación


de terrenos baldíos2

La ley de 26 de marzo de 1834, previno por un parte y en ge-


neral, la enajenación de los baldíos propiamente tales, a los
denunciantes que solicitaron esa enajenación ventajosa de di-
chos baldíos, a ellos sólo si la solicitaban dentro de cierto térmi-
no que ya está vencido, y vencido ese término, a ellos mismos
si la solicitaban, o a los denunciantes si la solicitaban primero,
teniendo aquéllos entonces sólo un derecho de preferencia en
ciertas condiciones.
Ahora bien, esas disposiciones tenían que ser y de hecho han
sido, como dijimos ya, de observancia incompleta, por causa de
la misma ley que las ha dictado. Desde luego esas disposicio-
nes no podían tener ni han tenido otra aplicación, que a la gran
propiedad, es decir, a las haciendas, que en lo general, son las
únicas bien tituladas; pero la ley olvidó que la titulación mis-
ma de las haciendas, en una gran parte, quedó descabezada por
las operaciones hechas a virtud de la expulsión de los jesuitas y
a virtud de la desamortización y de la nacionalización, puesto
que esas operaciones se hicieron sin los primordiales respecti-
vos que se perdieron o fueron ocultados; toda la gran propiedad
de los criollos nuevos estaban en ese caso, y por lo mismo, obli-

2 Molina Enríquez, op. cit., pp. 144-146.

87
Textos Revolucionarios

gada a nueva compra que como es natural, no todos los propie-


tarios han podido hacer.
En seguida, la misma ley, desconoció las condiciones en que la
desamortización vino a formar la propiedad pequeña, y muy
especialmente la de repartimiento en fracciones de menos
de doscientos pesos de valor. Es claro que no es fácil saber si
se trata en esas fracciones, de propiedad primordialmente
titulada o no.
Habiéndose hecho como se hizo la división, atendiendo sólo a
la existencia de la comunidad, nadie puede saber ahora si los
pueblos repartidos tenían títulos primordiales o no, ni dónde
se encontrarán los títulos de los que los tuvieron; tampoco es
posible que se vuelvan a reunir los propietarios de todas las
fracciones para celebrar una composición por el terreno que
fue común en conjunto si existieron los títulos primordiales,
o para volver a comprar ese terreno común como baldío, si di-
chos títulos no existieron o no pueden ser habidos; tampoco
podrá cada uno de los dueños de fracciones en particular, ce-
lebrar aquella composición o hacer esa compra, estando como
están esas operaciones fuera de proporción, por su gasto, con
el valor de dichas fracciones; tampoco podrá cada propietario,
por cada fracción, celebrar una composición especial o una
compra, porque si el valor de esa fracción no resiste los gastos
de una operación notarial, menos ha de resistir los gastos que
ocasiona el cumplimiento de todos los requisitos de la ley.
Por otra parte, la misma ley que venimos estudiando, descono-
ció igualmente por completo, la existencia de las comunidades
que hemos llamado rancherías, y dicho con eso está que desco-
noció dos circunstancias importantes de ella; es la primera, la
de que cuando las rancherías tienen títulos primordiales, éstos
están desligados de los actuales poseedores, lo cual como ha
dicho con razón el señor licenciado Orozco... en otro lugar, ha
puesto a los mismos poseedores en la imposibilidad de arreglar
sus composiciones y de defender sus terrenos de los denun-
88
Antecedentes de la Ideología Agrarista de la Revolución Mexicana

ciantes; y es la segunda, la de que si los actuales poseedores han


perdido sus títulos, están en la imposibilidad de arreglar sus
composiciones y de defender sus terrenos de los denunciantes.
Para los unos y para los otros, no queda ni el recurso de volver a
comprar sus terrenos como baldíos, porque los unos y los otros,
son pobres en lo general.
Pero en lo que principalmente desconoció la ley de referencia,
fue la existencia de todos los pueblos, tribus y grupos indígenas
que no habían podido llevar sus derechos territoriales, hasta el
estado en que esos derechos llegan a la titulación. Desconoció,
pues, la existencia de muchos pueblos existentes hasta en la re-
gión de los indígenas sometidos, la de muchos pueblos de los
incorporados, y la de todas las tribus y todos los grupos de la
región de los indígenas dispersos. Vino a desconocer pues, más
derechos qué la desamortización, y los resultados que pudo ha-
ber producido, habrían sido considerablemente mayores que
los de esa misma desamortización, de no haberse impuesto a
ella, la fuerza de las cosas creadas de hecho. No se nos borra-
rá jamás de la memoria, el caso de pueblos de Tixmadeje y de
Dongú, del Estado de México, pueblos fundados antes de la
Conquista y uno de ellos ya repartido a virtud de no tener títu-
los primordiales. Duele pensar que para ellos la República haya
sido menos justa que la dominación española que los respetó, y
más duele pensar, que si ésta les reconoció el derecho a existir,
por el solo hecho de existir desde antes de la Conquista, aquélla
no haya considerado suficiente ese hecho ni el de que hayan
tenido cuatrocientos años de posesión para reconocerles su
existencia.

89
Antecedentes de la Ideología Agrarista de la Revolución Mexicana

Filosofía de mis ideas sobre


reformas agrarias3

[contestacion al folleto del señor licenciado don


wistano luis orozco]
LAS DERROTAS DE DEGOLLADO
Si mal no recuerdo, en mi obra La Reforma y Juárez, expuse la
opinión de que en la memorable Guerra de Tres Años el triunfo
no se debió a la dirección del gabinete de Juárez, ni a las vic-
torias de González Ortega, sino a las derrotas de Degollado. La
obra de este hombre ilustre, fue la más señaladamente genial,
porque mantuvo a todo trance el estado de guerra durante el
tiempo que Miramón ocupó la capital de la República, y con
ello, a la vez que daba pasto constante a la energía liberal para
evitar desmayos, impidió a Miramón consolidar su gobierno, y
entregarse al solo cuidado de destruir el gobierno de Juárez que
a la sazón funcionaba en Veracruz.
En el trabajo de hacer la transformación social y económica
del país, para crear una nacionalidad orgánica, grande y fuerte,
rica y dichosa, por medio de reformas de muy distinta natura-
leza, pero entre las cuales tendrán que ser las más importan-
tes las agrarias, mi obra personal se parece a la de Degollado.

3 Tomado de ANEXOS a. Molina Enríquez, Andrés, Los grandes problemas nacionales.


Editorial ERA, México, 1979, p. 453-464.

91
Textos Revolucionarios

En efecto, desde hace veinte años, poco más o menos, en que


inicié la obra inmensa de la susodicha transformación, hasta
el momento en que estas líneas escribo, he llamado a todos los
combates, he luchado en todos los puntos, he usado todas las
armas, y he luchado en todos, contra las fuerzas, contra las per-
sonas y contra los ideales, de los grupos sociales que he consi-
derado como enemigos, por ser contrarios a la transformación
de referencia.

Confieso sin rubor, que en la mayor parte de las batallas que


he librado, el derrotado he sido yo, pero así y todo he logrado
llamar la atención general, hacia los problemas que la repetida
transformación entraña y enfrentar resueltamente al país con
esos problemas. Si otros méritos no logro hacer, para merecer
de mis conciudadanos el título de patriota, creo que ése cuan-
do menos, me deberá ser reconocido en justicia. Y no aspiro a
más porque creo, que yo como Degollado, no recibiré de mis
contemporáneos mientras viva otra recompensa que la prisión
que ya sufro, y que la indiferencia y el olvido que más adelante
sufriré.

El licenciado don Wistano Luis Orozco, es una autoridad en asun-


tos agrarios. He dicho todo lo anterior, para justificar la afirma-
ción de que aun en el supuesto de que el señor licenciado don
Wistano Luis Orozco tuviera plena razón en todo lo que dice en
el folleto que ha escrito para combatir mis proyectos de leyes
agrarias, bastante había yo hecho con provocar el resultado
de que dicho señor, enriqueciera la ciencia mexicana con una
obra suya más. Tengo al señor licenciado Orozco, por un sabio
en asuntos de propiedad jurídica territorial del país; he apro-
vechado sus trabajos para fundar los míos, como lo demuestra
la abundancia de citas que en mis obras he hecho de las suyas;
y me he asimilado no pocos de los tecnicismos que él emplea.
En la página 84 (156) de mi obra Los grandes problemas nacio-
nales, digo textualmente: “Nadie niega que las haciendas son
por lo común de muy grande extensión. Sin embargo, en apo-
92
Antecedentes de la Ideología Agrarista de la Revolución Mexicana

yo de la afirmación que hemos hecho sobre el particular, co-


piamos de la mejor obra que conocemos acerca de las cuestio-
nes de propiedad en nuestro país (Legislación y jurisprudencia
sobre terrenos baldíos por el señor licenciado don Wistano Luis
Orozco) las siguientes líneas, etcétera”. Escribí lo anterior entre
1905 y 1906.

Sin duda el señor licenciado Orozco, no ha leído mi obra cita-


da. Si la hubiere leído, habría encontrado la mayor parte de los
párrafos fundamentales de sus folletos, literalmente copiados
(como suyos por supuesto) en diversas partes de ella, y si hubie-
re leído juntamente con esos párrafos suyos, los complemen-
tarios míos, de seguro que al juzgar los dos proyectos de ley de
que se ocupa en su folleto, habría dejado de calificarlos a priori
de absurdos, porque realmente no lo son.

Explicación indispensable respecto de mis proyectos de ley. Debo


de hacer la salvedad, antes de seguir adelante, de que los dos
proyectos de referencia, eran anexos de un artículo que escri-
bí para decir al señor Madero, poco más o menos, lo siguiente:
el triunfo de la revolución de San Luis (puede llamársele así,
como se llamaron de Ayutla y de Tuxtepec, las de los planes de
sus nombres) se ha parecido al de la de Ayutla, por su origen
netamente popular, por el rápido derrumbamiento que produ-
jo del régimen dictatorial anterior, por el entusiasmo delirante
que encendió en las multitudes, y hasta por la misma glorifica-
ción del héroe que la llevó a su término feliz; que la revolución
de San Luis como la de Ayutla, había nacido del deseo de ur-
gentes reformas de carácter esencialmente agrario, reclamadas
por imperiosas necesidades de las clases bajas de la población
nacional; que él —el señor Madero—debía aprender la lección
histórica de Comonfort, porque si como éste, pretendía dete-
ner los impulsos reformistas revolucionarios para ponerlos de
acuerdo con las resistencias conservadoras, la paz de que en-
tonces se gozaba ya (escribía yo eso en junio anterior) se disi-
paría pronto, la revolución volvería, y arrollando a su paso para
93
Textos Revolucionarios

llegar a su fin, todos los obstáculos que encontrara en su cami-


no, lo arrollaría a él —al señor Madero—y al gobierno que in-
tentara establecer, teniendo entonces que lamentar la nación,
que la revolución en vez de encauzarse en reformas legales, se
hiciera desordenada y sin tino con los excesos consiguientes
a su ceguedad; y que por último, que habiendo yode seguir la
revolución de su propósito de traducir a hechos concretos sus
anhelos imprecisos, había yo formulado para ser aplicado a raíz
del triunfo, el primero de los dos proyectos que ponía a conti-
nuación, pero que por haberse cometido el inmenso error de
licenciara las fuerzas revolucionarias en la forma en que eso se
hizo, no podía ya pensarse en ese proyecto, sino en otro más ra-
dical y violento, como el que ponía yo después. Efectivamente,
después de ese artículo, puse los dos proyectos, cada uno con su
parte expositiva.
Llevé el artículo de que vengo haciendo referencia, al señor li-
cenciado don Trinidad Sánchez Santos, y lo acogió con buena
voluntad. El mismo señor licenciado Sánchez Santos, ai tratar
de dicho artículo, mostró no sólo la perfecta inteligencia con
que lo comprendía, sino la más absoluta convicción de que en-
cerraba una verdad tan evidente, que era indispensable que se
penetrara de ella todo el mundo. Me ofreció pues, que el artícu-
lo se publicaría.
No he podido saber a qué circunstancia material se debió que
al ser formada la plana dedicada al artículo, se quitara el artí-
culo propiamente dicho y se publicaran solamente los anexos,
trastocados y con un título general que yo no les había puesto.
Sentí mucho el percance, pero era irremediable ya: es tan difícil
disponer de una plana entera de un periódico como El País, que
no me fue ya posible rehacer la publicación.
Si entonces se publicaron los anexos sin el artículo, después mi
grande y buen amigo el señor don Paulino Martínez, me ofre-
ció publicar el artículo completo, en la Voz de Juárez, pero por
virtud de la extensión de los anexos, sólo el artículo se publicó.
94
Antecedentes de la Ideología Agrarista de la Revolución Mexicana

De modo que mi trabajo salió a luz dislocado, y no es extraño


que no haya sido bien comprendido.
La defensa de mis proyectos. Volviendo a los proyectos de que
se trata y cuya cualidad queda explicada ya, podría yo decir al
señor licenciado Orozco, que para simples esbozos de explica-
ción de una idea, son bastante buenos puesto que sirven para
comprobar lo que en ellos quise decir. Pero como los estudié,
medité, corregí y rehice en más de una ocasión, los creo en con-
diciones de no ser calificados de absurdos.
No obstante lo claros que son, el señor licenciado Orozco ha vis-
to en ellos ideas que no contienen, y precisamente por las ideas
que no contienen, es por las que tan duramente los califica.
El señor licenciado Orozco, supone que el límite de las quinien-
tas hectáreas, que el primer proyecto fija para que la Comisión
de Fraccionamiento y Colonización admita a división una finca,
es el límite que yo estimo como de separación entre la propie-
dad grande y la pequeña. Pues bien, se ha equivocado, porque
yo no intentaría jamás hacer como él lo hace, la determinación
de un límite imposible de trazar de un modo absoluto en un
país de tan variada configuración como el nuestro. El límite de
las quinientas hectáreas, es sólo un límite de procedimiento; es
sencillamente el límite mínimo de las fincas que se encargaría
de fraccionar la Comisión. Y tan es así, que en el segundo pro-
yecto, fijo como límite mínimo de las fincas expropiables, la ex-
tensión de dos mil hectáreas. Hecha esta explicación, huelgan
las apreciaciones que sobre el particular ha hecho el licenciado
Orozco.
Me desentiendo de la apreciación que hace también el señor
licenciado Orozco, respecto de la justificación del veinte por
ciento en efectivo que según el citado primer proyecto, debe-
ría recibir el propietario que solicitara el fraccionamiento de su
finca; y me desentiendo de dicha apreciación, porque leyendo
la exposición del mismo proyecto, el lector podrá juzgar de la
95
Textos Revolucionarios

importancia que tiene para evitar la reconstitución de una fin-


ca, la adquisición por el Estado, de los caminos intermedios de
las fracciones, y porque a todas luces es evidente que la prima
del veinte por ciento es todavía corta para resolver a los propie-
tarios. Solamente me ocuparé de destruir de un modo aplas-
tante, el valor de las enfáticas afirmaciones que hace el señor
licenciado Orozco, respecto de la pretendida tutela del Estado
que él llama un delirio condenado por la ciencia y relegado a los
manicomios de la historia, con sólo la exposición de dos razones,
entre otras muchas que yo podría escoger. Como en el caso de
las campanas del cuento, con una me bastaría.
Si la ley de mi proyecto impusiera como obligatorio para todos
los grandes propietarios el fraccionamiento por la comisión,
tal vez tendría razón el señor licenciado Orozco; pero desde el
momento en que es voluntario para los propietarios acogerse
o no al beneficio del fraccionamiento en las condiciones que
el proyecto indica, la imposición del tutor no existe, a menos de
considerar que las compañías de seguros tutorean a los asegu-
rados. Además, como el propietario mismo formaría parte de
la comisión, resulta que se tutorearía a sí mismo. Dejo al lector
que juzgue.
La segunda razón, es la de que el sistema de la comisión que
propongo, está sustancialmente tomado del sistema actual-
mente en uso en Alemania para el mismo fin. No le es permiti-
do al señor licenciado Orozco ignorar el sistema seguido por el
reino de Prusia para la germanización de la Prusia polaca, por
medio de la repartición de la propiedad polaca grande, de la
multiplicación de la población germánica como consecuencia
de esa repartición y de la disolución de la población polaca en
la más numerosa germánica así conseguida.
En Prusia la comisión es plenamente oficial, y se encarga de
la preparación de la finca, de su administración intermedia, y
hasta del cobro de los abonos de pago. Las leyes relativas están
en plena vigencia: yo tengo copia de ellas aunque un poco mal
96
Antecedentes de la Ideología Agrarista de la Revolución Mexicana

traducidas. En el boletín del Ministerio de Fomento, se publicó


hace algunos años, un estudio del señor ingeniero agrónomo
don Juan Ludewig en el que pueden verse las disposiciones fun-
damentales, los procedimientos seguidos y sobre todo los pro-
digiosos resultados que se han llegado a alcanzar. Entre esos
resultados debe apuntarse uno que aquí se juzgaría increíble:
avanzando la división de la propiedad en razón aritmética, el
ganado se multiplicaría en progresión casi geométrica. Y a otro
asunto, porque en éste, he cogido al señor licenciado Orozco
con el dedo tras de la puerta.

Tratándose de mi segundo proyecto, el señor licenciado Orozco,


hace consideraciones jurídicas sobre la expropiación forzosa
que yo impongo sobre las fincas de más de dos mil hectáreas de
extensión. Una razón tan aplastante como las precedentes me
bastará para demostrar que huelgan dichas consideraciones.

La propiedad existe para las sociedades, no las sociedades para


la propiedad. Las sociedades tienen existencia material y obje-
tiva: la propiedad es sólo una noción subjetiva. Siendo así, los
límites de la propiedad no deben de ir más allá de donde las
necesidades vitales de la sociedad lo exijan. Podría yo discutir
mucho tras esto con el señor licenciado Orozco, seguro de de-
rrotarlo completamente, porque siempre el sociólogo derrotará
al jurista. Pues bien, las sociedades por instinto limitan y hasta
desconocen la propiedad al tratarse de su propia conservación.
Un ejemplo concreto y nacional: las leyes de desamortización y
las de nacionalización. ¿En qué género de expropiación jurídica
constitucional coloca el señor licenciado Orozco, la expropia-
ción que decretaron esas leyes? Y no porque esa expropiación
no haya sido constitucional ni jurídica, las leyes citadas dejaron
de ser dadas, ni dejaron de producir inmensos beneficios.

Ataco al señor licenciado Orozco. El problema de la colonización.


Hasta aquí me he mantenido en la defensiva rechazando los
ataques que el señor licenciado Orozco ha dirigido a mis pro-
97
Textos Revolucionarios

yectos. Ahora voy a ser yo, quien ataque al señor licenciado


Orozco por sus opiniones.
Dice el señor licenciado Orozco que es enemigo de la coloni-
zación extranjera. Yo divido con él la opinión de que el pobla-
miento —perdóneseme la palabra— de nuestro territorio, debe
esperarse más, mucho más del desarrollo de nuestra propia
población, que de la imaginación extranjera, y en mi obra Los
grandes problemas nacionales. combato vigorosamente, lo que
llamo, el error criollo de esa inmigración; pero no hay que exage-
rar las cosas: ni por completo esperar todo de la inmigración
extranjera, ni por completo esperar todo de la población nacio-
nal. En este punto me parece que el señor Orozco juzga la cues-
tión, con cierta superficialidad excepcional en él. El problema,
no sólo es económico y jurídico, sino también antropológico y
requiere para ser resuelto, estudios profundos que el señor li-
cenciado Orozco, no ha emprendido todavía.
Sigo atacando al señor licenciado Orozco. La reforma exigida no
podrá ser pacífica. Respecto de la opinión, centro de todo el fo-
lleto del señor licenciado Orozco, de que la transformación de
la propiedad grande morbosa del país, la propiedad económica,
para no hablar de tamaños, debe hacerse por medios pacíficos
de lenta evolución, me permito decir al mismo señor licenciado
Orozco, que el estado de propiedad grande, llamado muy pro-
piamente por él, feudalismo rural, como todos los feudalismos,
que todos son rurales, siempre, en ningún pueblo de la tierra y
en ningún estado evolutivo de la humanidad, ha desaparecido
por virtud de una progresiva modificación: siempre, absoluta-
mente siempre, ha desaparecido por la acción violenta de una
revolución sangrienta e implacable.
El tipo de todas las revoluciones del género a que me he referi-
do, es la revolución francesa. La transformación de la propie-
dad grande feudal, tan desordenada y mal titulada en Europa
antes de esa revolución, cuanto lo es la propiedad feudal entre
nosotros, ahora, se hizo en Francia, por medio de la misma re-
98
Antecedentes de la Ideología Agrarista de la Revolución Mexicana

volución, y fuera de Francia, por las campañas napoleónicas.


Del mismo modo se hizo en Japón. Y la prueba de que no pue-
de hacerse de otro modo, la da Inglaterra. Esa inteligentísima
nación escapó al contagio de la revolución francesa, a costa de
una guerra nacional que duró todo el periodo de Napoleón, y
a costa de las enormes cantidades de dinero que gastó en las
coaliciones. Pero a pesar de ser inmensamente rica, altamente
ilustrada, y de tener el gobierno más libre de la tierra, no ha
podido hacer desaparecer de la misma el régimen feudal vin-
culado en la gran propiedad, y lleva todavía ese cáncer en las
entrañas. A pesar del alivio de sus colonias, Inglaterra se siente
enferma por el susodicho cáncer, y por virtud de él ha comen-
zado a declinar. En la actualidad se debate en las angustias de
un sufrimiento interior que amenaza producir una revolución
terrible, y ya se señala como objetivo de ella, la supresión de la
gran propiedad.
Los economistas de la Secretaría de Fomento, inspirados por un
alemán, el señor don Otto Peust, persona que nos ha declarado
raza inferior, que no pierde oportunidad de decir que la mayor
parte de los mexicanos somos animales con cara de hombre, y
que ha trabajado empeñosamente por organizar legalmente la
esclavitud en las haciendas; los economistas de la Secretaría
de Fomento, digo, se empeñan en sostener que si el gobierno
nacional contrata un empréstito de trescientos millones de
pesos en el extranjero, e invirtiera esos trescientos millones
en préstamos a los agricultores, haciendo esos préstamos al
mismo tipo de rédito en que el empréstito se obtenga, la pro-
ducción agrícola nacional se elevaría en un cuarenta por ciento
sobre la actual, y ese hecho determinaría la baja del precio de
los cereales; esa baja, la exportación, la nivelación de los pre-
cios interiores con los mundiales; esa nivelación, la quiebra de
la gran propiedad que ya no obtendría las ganancias actuales;
esa quiebra, el abandono de las tierras por los capitalistas, y ese
abandono, el necesario y natural fraccionamiento de las tierras
grandes. Si otras razones no hubiera para comprender lo falso
99
Textos Revolucionarios

de esas ideas, bastaría la del ejemplo de Inglaterra, y ese mismo


ejemplo basta también para demostrar lo falso de los medios
que enumera el señor licenciado Orozco.
En efecto, Inglaterra, tiene capitales abundantísimos y los de
más bajo rédito que hay en el mundo; tiene los precios mundia-
les para los productos agrícolas; gobierno libre, población ilus-
trada, justicia recta, catastros satisfactorios, leyes equitativas,
y todo en suma: y sin embargo , en ella persiste la gran propie-
dad. Y en tanto exista allá como aquí determinará totalmente,
que la legislación no la toque en cuanto se proponga destruirla.
Si en Prusia se ha hecho esa división en paz ha sido porque se
ha hecho en país conquistado, y por el gobierno dominador. No
hay que darle vueltas al asunto: la gran propiedad sólo puede
ser destruida, por la violencia.
Es perfectamente explicable que sólo una revolución pueda
destruir la gran propiedad. Yo he llegado más al fondo del aná-
lisis de la propiedad, que el señor licenciado Orozco, y mis con-
clusiones respecto de la firmeza que ella debe tener, son más
vigorosas y más trascendentes. Digo en mi libro Los grandes
problemas nacionales que el hombre verdadero, se compone del
hombre animal y del suelo que protege su vida como el molus-
co se compone del molusco animal y de la concha que su vida
protege. Por eso precisamente no puede haber paz orgánica en
un país, donde sólo un diez por ciento de los hombres cuen-
tan con la concha protectora y el noventa por ciento restante
no cuenta con ella; y precisamente porque tan completamente
se identifica el hombre y la propiedad, cuando ésta adquiere un
desarrollo anormal, sólo puede ser reducida a sus convenientes
proporciones, rompiéndola.
La naturaleza de la propiedad, impone en todos los pueblos, la
brusca fragmentación de la propiedad grande. Todo lo expuesto
nos conduce a la conclusión de que la naturaleza de la propie-
dad, impone para la destrucción de la propiedad grande, una
brusca dislocación, una violenta fractura de ella en fragmentos
100
Antecedentes de la Ideología Agrarista de la Revolución Mexicana

pequeños: después, ella sola se reconstruirá con arreglo a los


principios económicos indeclinables. Pero es un error, el creer,
que al reconstituirse, volverá a su estado anterior. Ese error es
semejante al que se cometiera creyendo que porque muriera
ahora el señor Madero, el gobierno volvería a recomponer el es-
tado nacional que concluyó con el señor general Díaz. Es claro
que las fuerzas mismas que determinan la fragmentación de la
propiedad, impiden la reconstitución de ésta.
Cuando sí es indeclinable la reconstitución, es cuando la frag-
mentación se hace parcialmente, porque como es natural, la
parte restante, por su propio interés de conservación trabaja
activamente por volver cuanto antes las cosas a su anterior es-
tado. Hay que hacer presente esta sencilla consideración para
no extraviarse con los inevitables fracasos de los intentos par-
ciales, entre los cuales pronto habrán de contarse los sugeri-
dos por la comisión agraria oficial que actualmente funciona.
Es claro que si de pronto se fracciona una sola hacienda en un
Estado, poco trabajo costará a los hacendados colindantes ad-
quirir de frente o por trasmano de los nuevos compradores, sus
fracciones respectivas, aun cuando aquéllos pierdan en el ne-
gocio grandes sumas.
En nuestro país, una vez hecha la fragmentación general de la
propiedad toda, bastará para impedir su reconstitución, con
declarar la libertad de entrada y salida de los cereales. Así ya
que no por la exportación, como pretenden los economistas de
Fomento, sí por la importación, los precios de los cereales baja-
rán hasta el punto de impedir todo sistema capitalista rural que
no fuera impuesto por las mismas condiciones territoriales,
porque de otro modo el capital no tendría rendimientos.
En cuanto a los medios de producir la dislocación, pueden ser
los míos u otros. Las grandes transformaciones sociales no se
hacen por la obra de un solo hombre. Lo principal, es como dice
mi inteligente amigo el señor don Carlos Basave, abrir el surco
que la corriente misma después, formará el cauce. La desamor-
101
Textos Revolucionarios

tización de los bienes de la Iglesia, no se hizo por la defectuo-


sísima, incompletísima y perjudicialísima ley de 25 de junio de
1856, sino por las disposiciones complementarias. Lo impor-
tante de esa ley, fue lo resuelto del arranque contra la propie-
dad privada de la Iglesia. Yo traté de indicar la manera de hacer
el arranque de la nueva reforma, con mis dos proyectos de ley.

La discusión de los dos proyectos que El País publicó, es ya


perfectamente inútil. No es tiempo de pensar en ellos, sino en
otro más radical. La discusión de mis dos proyectos de ley, es ya
completamente inútil. Como en estos tiempos no ha aparecido
en su puesto el hombre de Estado que exige la Revolución y que
El País ha estado pidiendo a gritos, la oportunidad del primer
proyecto, es ya de historia antigua, y la del segundo, es todavía
reciente, pero pertenece a la historia también. No es tiempo ya
ni del segundo proyecto.

Entre los decretos de mi fracasado Plan de Texcoco, figuraba


uno más rápido y eficaz que los dos que publicó El País, y ese
decreto circuló bastante. Pues bien, de todas partes me llegan
a diario indicaciones diversas para formular una ley más vio-
lenta todavía. Se cree generalmente que yo excito a las clases
populares para la ejecución de medidas extremas contra la
gran propiedad. Es un error. Yo me atribuyo ciertamente el mé-
rito de haber orientado con veinte años de trabajo incesante, la
atención de todos los movimientos sociales hacia la propiedad
como fuente de origen; pero a quienes quisiera yo convencer
a gritos, y a quienes he tratado de favorecer por la fuerza, es a
los hacendados. Las razones antes expuestas, no dejan lugar a
duda acerca de la seguridad que abrigo de que inevitablemente
vendrá una revolución francesa, mejor dicho, de que esa revo-
lución ha comenzado ya. Pues bien, mi esfuerzo se encamina a
conseguir que en ella no pierdan los hacendados ni su capital
ni su vida. Pero hay una especie de fatalidad que ciega en los
momentos supremos a los poderes sociales llamados a desapa-
recer. Los hacendados nacionales, no comprenden que como
102
Antecedentes de la Ideología Agrarista de la Revolución Mexicana

está pasando en Morelos, las fuerzas populares encontrarán


más llano y más sencillo ocupar las tierras sin pagarlas como
hicieron los campesinos en Francia cuando la revolución, que
comprarlas o pagar su precio en largos plazos, y los mismos
hacendados no comprenden tampoco, que si llevan sus resis-
tencias más allá de ciertos límites, serán contados, como en al-
gunos estados lo han sido ya... y no quiero decir lo demás para
no propagar ideas que muchas veces he oído expresar con toda
precisión. Y el peligro que insinúo es tanto más cierto y tanto
más grave, cuanto que coinciden las cuestiones de propiedad
con las cuestiones latentes de raza, siempre fáciles de provocar
hondos desacuerdos, y siempre en condiciones de transformar
esos desacuerdos en odios inextinguibles y en pasiones impla-
cables. ¡Si todos comprendieran lo que hay en el fondo de los
movimientos de Morelos y de Chiapas!

Siendo todo ello así, si las circunstancias me pusieran en el caso


de ser el hombre de Estado de esta situación, mandaría yo hacer
un rápido avalúo de todas las fincas grandes; autorizaría yo su
ocupación libre en lotes pequeños, mediante el aseguramiento
de la obligación de pagar esos lotes en las mejores condiciones
posibles, y echaría yo sobre el crédito de la nación, la obligación
de indemnizar a los propietarios, amortizando después la obli-
gación relativa de la nación, con las de los tenedores de bienes.
Pero no hay miedo de que sea yo el hombre de Estado y sólo
Dios sabe lo que va a pasar.

Hay que poner manos a la obra cuanto antes, sin perderse en


bizantinismos. Todas las obras trascendentes tropiezan en su
ejecución, con la obra obstruccionista de los espíritus didácti-
cos de segundo, tercero y cuarto órdenes, que sin fuerzas su-
ficientes para abarcar de una ojeada el conjunto de una gran
concepción, se ocupan de hacer la crítica de los detalles de
ella, generalmente expuestos con cierta superficialidad para
que pueda ser más fácilmente comprensiva la idea dominante.
Contra tales obras, surgen a millares los polemistas que en su
103
Textos Revolucionarios

afán de lucir abundancia de erudición y superioridad de talen-


to, apuran el análisis de tal o cual punto sin importancia; y del
mismo modo aparecen los doctores en matemática doctrina de
siempre, constituidos en comisión oficial, extendiendo largos
y aburridos dictámenes para demostrar con la suficiencia auto-
ritaria del poder en que se apoyan, la imposibilidad de encon-
trar los nuevos caminos del oriente. Los primeros son siempre
incapaces de comprender que ningún general, por más Napo-
león que se le suponga, puede resolver de antemano todas las
dificultades que tendrán que encontrarse en una campaña y
que requerirán ser resueltas al presentarse; y los segundos, son
siempre los encargados de detener el curso de toda innovación
por miedo de las consecuencias que ella pueda producir.
Digo lo anterior, porque con motivo de mi trascendente propó-
sito de determinar en el país, la transformación completa de
nuestro sistema de propiedad, se ha extremado y se extrema to-
davía la discusión de muchas cuestiones que para las ideas fun-
damentales de que dicho propósito se deriva, y para la urgencia
que exige la pronta realización de ese mismo propósito, tienen
la importancia de las discusiones bizantinas sobre la naturale-
za de la luz del Tabor, en el momento preciso de la catástrofe. Yo
bien sé, mejor, mucho mejor que mis contradictores oficiales y
privados, que no se pueden trazar líneas exactas de separación
entre la propiedad grande y la pequeña; que no se puede limi-
tar con leyes la extensión de la propiedad grande; que el brus-
co fraccionamiento de la propiedad grande producirá muchos
trastornos; que los individuos llamados como compradores a
la adquisición de los lotes de fraccionamiento, no conservarán
los lotes; que no hay entre las clases bajas nacionales recursos
acumulados suficientes para que de plano todos los campesi-
nos se conviertan en agricultores; que los fraccionamientos no
persistirán de igual modo en todas las regiones de la República;
y que las reformas agrarias requieren una multitud de medi-
das complementarias de muy diverso carácter. Sé, en su suma,
todas esas cosas y otras muchas más, porque hace veinte años
104
Antecedentes de la Ideología Agrarista de la Revolución Mexicana

que hago estudios sobre todos los particulares de los proble-


mas más importantes que presenta la vida de la nación, y esos
estudios podrán tener muchos superiores por su inteligencia,
pero ninguno por su magnitud. Pues bien, así y todo, insisto
en la necesidad de la fragmentación violenta de la propiedad
grande, para que ella sola se reconstituya después, con arreglo
al libre juego de las fuerzas múltiples económicas que se han
sentido en la nación y que de seguro no reconstituirán las en-
comiendas, ni determinarán de nuevo las asignaciones de esta-
dos enteros a una sola persona.

Los resultados de la gran reforma. Hechas las reformas que el


país requiere, y muy especialmente la gran reforma agraria,
centro de todas ellas, el primer resultado que se obtendrá, será
el de la paz permanente. Consumada esa reforma, las crisis pe-
riódicas de hambre, origen verdadero de todas nuestras evolu-
ciones, no volverán. Es claro, que si el maíz baja de precio hasta
que la carga llegue a valer cuatro o cinco pesos, como precio
normal, si la abundancia de las cosechas en la gran producción
que es de esperarse en la multiplicación del cultivo, baja a ese
precio, entonces los agricultores lo harán subir procurando
hasta donde les sea posible la exportación, y si por la pérdida
de las cosechas, ese mismo precio sube, lo hará bajar la impor-
tación. El precio del maíz pues, oscilará poco, y dado su bajo
nivel medio el valor del trabajo adquirirá una enorme potencia
de adquisición que determinará de un modo absolutamente in-
dudable, el bienestar general.

Es absolutamente seguro que cuando se retire el capital de las


grandes empresas agrícolas directas, ese capital abundará para
ser dedicado al crédito rural en préstamos hipotecarios a los
agricultores pequeños, y para ser dedicado a otras empresas;
que cuando por los fraccionamientos de tierras y por las faci-
lidades de los créditos hipotecarios, sea posible que haya más
agricultores, muchas si no todas de nuestras mejores unidades
de trabajo que ahora emigran, se convertirán en agricultores y
105
Textos Revolucionarios

se fijarán fuertemente en el país; que la multiplicación de los


trabajos agrícolas requerirá un número inmensamente supe-
rior al actual de jornaleros, y el acrecimiento de ese número,
elevará el jornal o lo mantendrá por lo menos, en su estado pre-
sente aunque baje mucho el precio de los cereales, que en este
caso, la mayor potencia de adquisición de ese jornal, equivaldrá
aún ascenso real y efectivo; y que cuando por las condiciones
del jornal, la población rural se sostenga en buenas condicio-
nes, las fábricas se descongestionarán, los obreros fabriles
escasearán y subirá por esa razón el salario. Por otro lado, es
absolutamente seguro también, que habiendo más capital dis-
ponible, trabajo barato que lo será siempre el trabajo en el país
aun suponiendo un alza de los jornales y salarios, y habiendo
un ensanchamiento considerable de los mercados de consu-
mo correspondiente a la multiplicación de los agricultores y al
acrecimiento de la riqueza consiguiente a la mejor producción
agrícola, la industria saldrá del sopor actual y se tornará prós-
pera y opulenta. Y a todo esto habrá que agregar, el desarrollo
de la población, la inmigración que vendrá en compradores de
buenos terrenos, el acrecentamiento de los negocios, la tripli-
cación por lo menos de las rentas públicas de la Federación y
de los estados, y otros muchos beneficios que sería largo enu-
merar.
La palabra final. Aquí pongo punto final al presente artículo
ya demasiado extenso, no sin suplicar a todas las personas que
lo lean y se interesen por los estudios que lo motivan, se dirijan
a mí por medio de la prensa o en lo privado, para todas las am-
pliaciones y explicaciones que quieran, y que estoy dispuesto a
hacer y a dar, sin otro deseo que el de que ellos y yo podamos
fijar nuestras ideas, lo mejor que sea posible para bien del país.
Es necesario que nos esforcemos todos para hacer que la patria
sea verdadera madre, no sólo para algunos privilegiados, sino
para todos sus hijos.

Penitenciaría de México, a 30 de octubre de 1911.

Andrés Molina Enríquez


106
Luis Cabrera
Causas de la
Revolución Mexicana
Causas de la Revolución Mexicana

Índice

• Introducción

• La Solución del Conflicto

111
Causas de la Revolución Mexicana

Introducción

En abril de 1911, el senador porfirista Estaban Maqueo Caste-


llanos señaló al licenciado Luis Cabrera Lobato que era más fá-
cil criticar que apuntar soluciones. Por tal motivo, el licenciado
Cabrera publicó un artículo, los días 18 y 19 de abril de 1911, en
La Opinión, de Veracruz, Ver., al que tituló “La Solución del Con-
flicto”. Este es el texto revolucionario que contiene el presente
folleto de divulgación ideológica.

El licenciado Cabrera se inició como periodista en El Hijo del


Ahuizote, del cual era editor su tío Daniel Cabrera. Sus artícu-
los políticos los firmaba como Lie. Blas Urrea (anagrama de
Luis Cabrera L.) y los literarios como Lucas Ribera (anagrama
de Luis Cabrera). También colaboró en otros periódicos inde-
pendientes de su época, tanto de la capital como de los Estados,
como El Partido Democrático, El Tiempo, El Diario del Hogar, El
Voto, El Dictamen.

El licenciado Cabrera es una de las cumbres del periodismo


político en México, tanto por su estilo elegante y preciso como
por el contenido de sus trabajos. Nació en Zacatlán, Puebla, en
el año de 1876. Fueron sus padres Cesáreo Cabrera y Gertrudis
Lobato. Se recibió de abogado en 1901 en la Escuela Nacional de
Jurisprudencia y fue abogado postulante en el despacho del Lic.
Rodolfo Reyes. Años más tarde se asoció con el Lic. Andrés Mo-
lina Enríquez, de quien recibió una gran influencia ideológica.
113
Textos Revolucionarios

Fue diputado federal en la XXVI Legislatura por el XI distrito


electoral del Distrito Federal; fue miembro del “Grupo Reno-
vador” que se enfrentó al famoso “Cuadrilátero” de Moheno,
García Naranjo, Olaguibel y Lozano. Secretario de Hacienda del
Presidente Carranza en 1 915 y en 191 9-20. Acompañó al Pre-
sidente Carranza a Tlaxcaltongo en mayo de 1920. Luchó por
resolver los problemas agrarios y por devolver la salud econó-
mica y financiera a la nación, en momentos en que siete años
de contienda habían hundido la producción; los acreedores ex-
tranjeros amenazaban con echarse sobre la República; la pren-
sa amarillista norteamericana de Hearst anatematizaba al nue-
vo régimen; no había moneda de curso regular y la bancarrota
financiera, aunada a la presión de los bancos liquidados como
emisores de billetes, cobraban acentos afrentosos. Cabrera lo-
gró abrir los primeros cauces a la apremiante rehabilitación, no
sin que sus drásticas pero indispensables medidas le echasen
encima a tirios y troyanos. Y logró salvar la situación financiera
del país. Su flema y su humor inventaron, en tan escandaloso
apremio, aquella frase que sería célebre en su momento: “La
Revolución es la Revolución”.
En 1931, por razón de una disputa, fue arbitrariamente apre-
hendido y deportado a Guatemala. Se le rehabilitó y regresó al
país. Cabrera escribe axiomas. Lo son todas las páginas de Los
problemas trascendentales de México, lo son, por modo sobre-
saliente, las que componen los capítulos Problemas humanos y
Problemas sociales.
Insiste Cabrera, con toda razón, en que somos víctimas de un
vicio que nació con la República y es la causa de nuestros más
desdichados desajustes: el de la apasionada y absurda imita-
ción de formas de vida que nos eran y nos son ajenas.
Luis Cabrera Lobato murió en la Ciudad de México, D.F. el 12 de
abril de 1954

114
Causas de la Revolución Mexicana

Luis Cabrera
La solución del conflicto1

Después de haber procurado demostrar en tres artículos polí-


ticos que se publicaron en “El Diario del Hogar” de esta capital
y en “La Opinión” de Veracruz, que los medios empleados por
el gobierno del general Díaz para restablecer la paz han sido in-
eficaces, me propongo ahora exponer los remedios que en mi
concepto debería emplear el gobierno para lograr ese fin.

Analizaré, pues, con la concisión que permite la complejidad


del asunto: a) la materia del conflicto; b) las reformas legisla-
tivas que deben hacerse; y c) las bases de una transacción que
podría celebrarse.

Las causas del conflicto

La prensa semioficial comenzó sosteniendo que la actual per-


turbación de la paz se debía a la ambición personal de Madero y
de sus amigos; pero las proporciones alarmantes que ha toma-
do la revolución, han hecho comprender que el verdadero ori-
gen del movimiento revolucionario es un gran malestar social
respecto del cual el levantamiento de Madero no fue más que el
reactivo que lo puso en fermentación.
1 Tomado de: Luis Cabrera, Obras Completas, t. III, Obra política. Ediciones Oasis, S.A.,
primera edición, México, 1975, p. 211 -233. (Publicado originalmente en el periódico La
Opinión de Veracruz, Ver.)

115
Textos Revolucionarios

Las principales causas de descontento que la opinión pública


ha podido precisar, clasificadas según su origen aparente, son
las siguientes:
El caciquismo: o sea la presión despótica ejercida por las autori-
dades locales que están en contacto con las clases proletarias,
y la cual se hace sentir por medio del contingente, de las pre-
siones arbitrarias, de la ley fuga, y de otras múltiples formas de
hostilidad y de entorpecimiento a la libertad del trabajo.
El peonismo: o sea la esclavitud de hecho o servidumbre feudal
en que se encuentra el peón jornalero, sobre todo el engan-
chado o deportado del sureste del país, y que subsiste debido
a los privilegios económicos, políticos y judiciales de que goza
el hacendado.
El fabriquismo: o sea la servidumbre personal y económica a que
se halla sometido de hecho el obrero fabril, a causa de la situa-
ción privilegiada de que goza en lo económico y en lo político
el patrón, como consecuencia de la protección sistemática que
se ha creído necesario impartir a la industria.
El hacendismo: o sea la presión económica y la competencia
ventajosa que la gran propiedad rural ejerce sobre la pequeña,
a la sombra de la desigualdad en el impuesto, y de una multi-
tud de privilegios de que goza aquélla en lo económico y en lo
político y que producen la constante absorción de la pequeña
propiedad agraria por la grande.
El cientificismo: o sea el acaparamiento comercial y financiero y
la competencia ventajosa que ejercen los grandes negocios so-
bre los pequeños, como consecuencia de la protección oficial
y de la influencia política que sus directores pueden poner al
servicio de aquéllos.
El extranjerismo: o sea el predominio y la competencia ventajosa
que ejercen en todo género de actividades los extranjeros sobre
los nacionales, a causa de la situación privilegiada que les resul-
116
Causas de la Revolución Mexicana

ta de la desmedida protección que reciben de las autoridades y


del apoyo y vigilancia de sus representantes diplomáticos.
Todas estas y otras causas de descontento que no han llegado a
precisarse todavía, son de naturaleza tan varia, que cada indivi-
duo, según su ocupación, su raza, su posición social, las juzga de
distinto modo: para el agricultor el problema es agrario; para el
comerciante, es económico; para el obrero, es industrial; para
el abogado, es jurídico; para el político, es democrático; para el
proletario, lo es todo.
Es un error, sin embargo, creer que las causas del malestar sean
exclusivamente económicas, o exclusivamente internaciona-
les, o exclusivamente de raza; ni que esas causas sean comu-
nes a todas las clases sociales o a todas las regiones del país,
sino que son tan complejas, que ni siquiera puede decirse de
qué naturaleza principal son para cierta región o para cierta
clase social.
Pero así como las enfermedades, que cualquiera que sea su etio-
logía o su naturaleza, casi todas se manifiestan por medio de la
fiebre, que es el síntoma más común de un estado patológico,
así también en las sociedades, cualesquiera que sean sus males,
éstos se traducen siempre por el síntoma de la fiebre política, lo
cual hace suponer que el problema es solamente político.
Mas como el síntoma político es de fácil percepción y el único
que admite remedios directos, en todas las crisis sociales los
esfuerzos principales tienden a resolver la cuestión política.
Esta conducta se explica porque, así como en las enfermeda-
des puede llegar un momento en que la fiebre constituya por
sí sola el peligro principal que hay que conjurar, así también
en las sociedades hay situaciones en que la crisis política por
sí sola es tan grave, que debe atenderse con preferencia res-
pecto de los otros problemas, aunque éstos sean en el fondo
las causas principales del mal. Tal es nuestra situación en los
momentos actuales.
117
Textos Revolucionarios

Es, pues, necesario, conocer las necesidades políticas y urgente


atender a remediarlas.
El problema político de México puede resumirse como sigue:
Las leyes constitucionales y sus derivados garantizan para to-
dos los habitantes de la República una suma igual de libertades
personales, civiles y políticas; esas leyes, en teoría, son todo lo
avanzadas que pudiera desearse y están a la altura de las que
puedan existir en cualquier país civilizado. Pero esas leyes no
se ejecutan con igualdad, sino que su aplicación se había veni-
do dejando al prudente arbitrio del Presidente de la República,
de los Gobernadores de los Estados y aun de las pequeñas auto-
ridades locales. Así venían las cosas desde mucho tiempo atrás,
aunque sin hacerse sentir con caracteres de malestar, sino que
por el contrario se explicaba esa suspensión discrecional de ga-
rantías como una necesidad del momento para obtener la con-
solidación de la paz.
Desde que el general Díaz reasumió la presidencia en 1884, los
principios de libertad y de igualdad conquistados en 1857 no
habían sido puestos en vigor, porque se suponía que lo más
conveniente era dejar al criterio del general Díaz el decidir has-
ta dónde podían cumplirse las leyes y en qué casos aconsejaba
la prudencia una tiranía convencional.
El resultado de este sistema ha sido que los extranjeros y un re-
ducido grupo de privilegiados gozaran aún mayores garantías
y mayores libertades que las que teóricamente conceden las le-
yes; que otra clase social más numerosa, pero también limitada
gozara escasamente con más o menos esfuerzo de conquista,
de esas libertades, mientras que la gran mayoría de la Nación
y sobretodo las clases proletarias, casi no tuvieran garantías
ningunas, ni disfrutaran de libertades, ni pudieran ejercer los
derechos que las leyes les conceden en teoría.
Mientras esta desigualdad se consideró como una situación
transitoria todos se sometieron a ella, reconociendo su necesi-
118
Causas de la Revolución Mexicana

dad. Pero he ahí que la larga práctica de no aplicar las leyes con-
virtió en costumbre lo que no se había pensado que fuera más
que una excepción, y que los beneficiados con esa costumbre
comenzaron a pensar en la conveniencia de que el sucesor del
general Díaz continuara también “su sabia política “, erigida en
sistema de gobierno.

Las clases proletarias que ya comenzaban a resentir las conse-


cuencias de la persistencia del sistema personalista, protestan
por primera vez y ya para la segunda reelección del general
Díaz en 1892, se dieron cuenta de que la mencionada política
era innecesaria e inconveniente. En 1899 esa política, que se
ha venido considerando como personal y exclusiva del general
Díaz, no contaba con la tolerancia general, la prueba es que para
que pudiera continuarse requirió el apoyo de algunos trabajos
políticos en que tomaron parte los extranjeros y las demás cla-
ses beneficiadas con ella. Pero cuando se hicieron evidentes el
malestar y el descontento de las clases proletarias, fue en 1907
en ocasión de la crisis económica por la cual atravesaba el país.

Hasta entonces el malestar social no había tenido manifesta-


ciones políticas, sino caracteres sumamente vagos, que no po-
dían precisarse. Pero cuando en 1909 el general Díaz declaró en
la famosa entrevista Creelman que deseaba retirarse a la vida
privada, el espíritu público se vio obligado a despertar y el pro-
blema se concretó: ¿Debía o no continuarse la misma política
que había venido empleando el general Díaz?

Con este motivo se acentuaron dos tendencias y se delinearon


dos partidos políticos: Uno, el de la minoría dominante y pri-
vilegiada, que deseaba la continuación del mismo estado de
cosas, notoriamente favorable a sus intereses; otro, el de la ma-
yoría dominada, que deseaba algún cambio que no acertaba a
definir.
119
Textos Revolucionarios

El primero se llamó o pudo llamarse partido reeleccionista,


continuista, neo-conservador, etc. El segundo se llamó o pudo
llamarse reformador, renovador, igualitario, etc.
El partido continuista expuso claramente su programa dicien-
do que lo único deseable para México era la reelección cons-
tante de funcionarios, y la “continuación de la sabia política del
general Díaz” personalizada en la candidatura “Díaz-Corral”.
El partido renovador, con menos elementos y menos facilida-
des para organizarse, manifestó sus deseos de que se efectuara
“algún cambio” que rompiera la monotonía del continuismo y
se opuso a la candidatura Díaz-Corral. Tres fueron los princi-
pales sub-grupos de este partido: los demócratas que hicieron
gran labor doctrinal y de propaganda, pero que no llegaron a la
lucha electoral; los reyistas que mostraron grandes energías y
que habrían llegado hasta el fin de la campaña si no hubieran
quedado sin jefe, antes de las elecciones federales; y los anti-
rreelecio- nistas que considerados como utopistas y mirados
con indiferencia y hasta con desprecio en un principio, hallaron
sin embargo, un hombre alrededor del cual pudieron adquirir
cohesión y llegaron hasta la lucha electoral, en la cual fueron
arrollados enteramente por el gobierno del general Díaz, que
naturalmente se había aliado a los continuistas.
El partido continuista se preparaba ya a saborear su triunfo
cuando uno de los grupos del partido renovador se levantó en
armas.
La aventura fue calificada de absurda y descabellada. El mismo
general Díaz declaró públicamente poder dominar muy pron-
to la situación suponiendo que contaba como en otras épocas,
con toda la opinión pública; pero después de cuatro meses de
esfuerzos ha visto que es difícil dominar la revolución, porque
tiene que habérselas no solamente con la rebeldía armada de
los antirreeleccionistas, sino también con la rebeldía pacífica
de los demás renovadores y aun con la hostilidad pasiva de los
120
Causas de la Revolución Mexicana

continuistas, que en los momentos de crisis se han desatendi-


do de sus deberes de partido, y han entrado en esa neutralidad
desconfiada y egoísta, peculiar de los cómplices que eluden la
responsabilidad de un fracaso.

El general Díaz convencido de la verdadera dificultad de sofo-


car el movimiento y en el temor de que se prolongue esta si-
tuación o de que surjan complicaciones internacionales, está
procurando, bajo la dirección del señor Limantour, emplear
otros medios que no sean los que siempre se habían empleado
en estos casos.

Al efecto, y sin dejar de mostrar un desprecio oficial a los rebel-


des, ha enarbolado la bandera de la Revolución misma decla-
rando que ya no es continuista, sino renovador, y que se halla
dispuesto a introducir en las leyes, en su sistema de gobierno y
en el personal de su administración, los cambios que exige el
partido renovador.

Ahora bien, las promesas de reformas del Gobierno no resul-


taron todo lo explícitas ni todo lo radicales que algunos espe-
raban que serían en vista de la gravedad de la situación, dando
por resultado que los revolucionarios dudaran de la buena fe y
de la aptitud del gobierno del general Díaz para llevarlas a cabo.
Por otra parte, como los cambios efectuados en el gabinete del
general Díaz no parecieron indicio claro de que éste se propu-
siera cambiar de sistema político, no es de extrañar que los
antirreeleccionistas levantados en armas no hayan dado paso
a deponerlas y crean que la actitud del general Díaz es una sim-
ple estratagema para debilitarlos.

Por su parte, los demás renovadores se mantienen en actitud de


reserva expectante, mientras que los continuistas comienzan
a hacer oír un sordo rumor de desconfianza y desaprobación.

121
Textos Revolucionarios

El camino de la solución
La solución del conflicto político actual es una cuestión tan
compleja y tan difícil, que sería presunción que un solo hom-
bre pretendiera abarcar todos sus aspectos. Voy sin embargo, a
plantear el problema y a buscar la solución conforme a mi ma-
nera de ver las cosas.
El problema político no es de principios, porque los principios
están ya conquistados y escritos en la leyes; el problema es de
efectividad de esos principios; de efectividad de garantías, de
efectividad de libertades, y sobre todo de igualdad en la aplica-
ción de las leyes, tanto por lo que se refiere a la excesiva protec-
ción que gozan algunas clases sociales, como por lo que hace a
la deficiencia de garantías de que padecen las inferiores.
Tratándose pues, como se trata, de una cuestión de cumpli-
miento de las leyes, nada raro tiene que el Gobierno se haya re-
signado a cambiar de conducta antes que dimitir, puesto que
sólo dando un golpe de Estado, podía rehusarse oficialmente al
cumplimiento de las leyes y al restablecimiento de los princi-
pios constitucionales escritos.
Tuvo pues que prometer, como medio de salvar su existencia,
un cambio en su sistema de gobierno.
Pero el cambio de sistema, después de tantos años de gobierno
dictatorial, no es una cosa que pueda lograrse por un sólo acto
de voluntad del jefe del Estado, sino que requiere un firme y
persistente propósito de abdicación de facultades y una labo-
riosa y complicada serie de medidas encaminadas a la reforma
radical del Gobierno.
La reforma del sistema, o sea el restablecimiento y efectivi-
dad de las leyes exige tres clases de medidas, que por orden de
importancia son:
lo.—Un cambio de personas.
122
Causas de la Revolución Mexicana

2o.—Un cambio de métodos.

3o.—La expedición de algunas leyes encaminadas a consoli-


dar el cambio del sistema.

Por vía de método invertiré el orden al tratar estos tres puntos,


comenzando por el menos importante.

Reformas legislativas

Es muy común creer que con leyes se resuelven las cuestiones


políticas. Esto es un error en muchos casos, pero en el presente
lo es más que nunca.

Lo que necesitamos no son leyes nuevas, sino hombres nue-


vos y sistemas nuevos que estén de acuerdo con las tendencias
nuevas.

Las reformas legislativas son en mi concepto la parte menos ur-


gente de la transformación que se propone sufrir el Gobierno,
pero es la más laboriosa y la que requiere hacerse con más de-
liberación.

Las únicas reformas legislativas urgentes son aquellas que


tiendan a consolidar el cambio de sistemas de Gobierno, evi-
tando que los hombres nuevos continúen la rutina y los mé-
todos de los antiguos. Por eso las leyes que se necesitan son
aquellas que tienen por objeto restringir el probable abuso de
las autoridades, dar a los gobernados un medio de controlar
la aplicación de las leyes y defenderse contras las tendencias
absorbentes de las autoridades, encerrándolas dentro de sus
facultades legales.

Las cuestiones de más urgencia que tienen que resolverse por


medio de reformas legislativas, son las siguientes:2
2 La mayor parte de las reformas propuestas por el autor en este artículo, fueron más
tarde adaptadas por la Revolución Constitucionalista e incorporadas a la Constitución
de 1917.

123
Textos Revolucionarios

• No-reelección.
• Efectividad del sufragio.
• Rehabilitación del poder municipal.
• Supresión de las jefaturas políticas.
• Supresión del contingente como medio de
reclutamiento militar.
• Defensa de la pequeña propiedad agraria.
• Revisión de las leyes de enjuiciamiento civil y penal.
Al mencionar aquí adelante las leyes que en mi concepto deben
expedirse, no me ocuparé de los medios de lograr su expedi-
ción, sino que, dando por supuesta la necesidad de cada ley, me
limitaré a enumerarla, como parte de la labor del gobierno del
general Díaz, entendiéndose que esas leyes serían expedidas
por la Federación o por los Estados según su respectiva compe-
tencia constitucional.
NO-REELECCION.— Es urgentísimo establecer en la Consti-
tución Federal y en las de los Estados el principio de la no-re-
elección absoluta. No deseo discutir si este principio es o no
democrático; basta decir que es de vida o muerte para la nacio-
nalidad mexicana, porque en él se cerrará la puerta a futuras
revoluciones y que ineludiblemente facilitará la educación de-
mocrática del pueblo y sobre todo la formación de un personal
político abundante que ahora no tenemos.
SUFRAGIO EFECTIVO.— Es urgente hacer una seria y honrada
revisión de nuestras leyes electorales, tanto locales como fede-
rales, teniendo cuidado de reglamentar en forma práctica la in-
tervención de las autoridades en la convocación y ejecución de
las elecciones.
Mucho se ha hablado y por cierto de memoria, sobre las cuestio-
nes de voto directo o indirecto y de sufragio universal o limita-
do, pero todos los que han externado sus ideas sobre la materia,
124
Causas de la Revolución Mexicana

han olvidado que el problema pide soluciones distintas según


la categoría de los funcionarios elegidos; porque es obvio que
las condiciones de una elección municipal difieren de las de
una elección de diputado local y más aún de las de una elección
de Gobernador, Senador o Presidente; pues mientras tratándo-
se de las elecciones municipales no se ve inconveniente serio
en que el sufragio sea universal y directo, apenas se trata de la
elección de un diputado local o federal o de la de Gobernador,
comienza a palparse el absurdo de aplicar este mismo sistema a
toda clase de elecciones.

En mi concepto la cuestión de sufragio universal o limitado, di-


recto o indirecto, debe pensarse aparte y resolverse de distinto
modo, según que se trate:

de funcionarios municipales;
de funcionarios distritales, como diputados o jueces;
de funcionarios del Estado: Senador, Gobernador,
Magistrados;
de altos funcionarios federales, Presidente, Vicepresidente,
Ministros de la Suprema Corte.
PODER MUNICIPAL.— Sería necesario reformar las leyes de
algunas entidades, devolviendo a los Ayuntamientos el poder
que se les había quitado. 3

JEFATURAS POLITICAS.— En el supuesto de que los Ayunta-


mientos vuelvan a ser verdaderos gobiernos municipales pue-
de ya plantearse el problema de las jefaturas políticas, el cual
tiene que resolverse, o haciendo al jefe político un funcionario
temporal de elección popular, o como en Nuevo León se resol-
vió suprimiendo al jefe político y cambiando la división distri-
3 El principio del Municipio Libre fue implantado por Carranza, quien expidió en
Veracruz el decreto de 22 de diciembre de 1914, y más tarde incorporado en la Constitu-
ción de 1917, artículo 115.

125
Textos Revolucionarios

tal en división municipal para abrir paso a relaciones directas


entre el gobierno y los municipios.
En mi concepto el jefe político es un órgano de difícil amputa-
ción, sobre todo en los Estados grandes, y convendría tal vez
convertirlo por lo pronto en un funcionario temporal y resi-
denciable o en una especie de visitador transitorio, como teóri-
camente se hace en Tamaulipas, para transformarlo más tarde
en una autoridad temporal designada por los mismos Ayunta-
mientos para un término no mayor de dos años e irrelegible. 4
SERVICIO MILITAR.— Es urgente la reforma de nuestras leyes
de reclutamiento militar, de modo que por ningún motivo que-
den al arbitrio de las autoridades locales las consignaciones al
servicio de las armas. El problema es tan complejo que ha re-
querido un comisionado especial para su estudio, el cual debe-
ría desde luego formular sus opiniones o proyectos.4
Es también urgente el restablecimiento de la segunda reserva
cuya supresión ha atrasado la organización de una defensa na-
cional cuya falta ahora deploramos.5
REFORMAS AGRARIAS.— La creación de la pequeña agricul-
tura es un problema vital, pero de larga solución. Por ahora lo
único urgente es que las autoridades locales y federales em-
prendan una serie de reformas y medidas administrativas, en-
4 La supresión de las Jefaturas Políticas fue principio también adoptado por la Revo-
lución Constitucionalista.
5 Una de las causas más justas de descontento, era “el contingente de sangre” que
debían dar los Estados para formar el Ejército, y que consistía en cierto número de “con-
signados al servicio de las armas”. Estos eran escogidos por los Jefes Políticos, dizque
por sorteo entre los que pudieran servir. Los sorteos eran una farsa, y la verdad es que
“el contingente” era simplemente una leva en que la selección se hacía por medio de
los odios y venganzas que quisieran ejercer las autoridades políticas o sus favoritos o
amigos. Muchas veces el sorteo era un comercio con la libertad de los hombres, pues
los Jefes Políticos recibían dinero por la exclusión de tal o cual recomendado, y en otras,
recibían dinero por la inclusión de tal o cual hombre de quien un hacendado o un po-
deroso quisiera deshacerse.

En opinión del autor, el “contingente” fue el procedimiento de represión más inhuma-


no y la lacra más odiosa del Régimen Tuxtepecano.

126
Causas de la Revolución Mexicana

caminadas a perfeccionar los catastros para poner sobre un pie


de igualdad ante el impuesto a la grande y pequeña propiedad
rural; y aun tal vez convendría dar ciertas ventajas a la pequeña
propiedad sobre la grande.

Más tarde se estudiarán los medios económicos de desmem-


bración de la gran propiedad rural, así como los de evitar el
desmoronamiento de ciertas propiedades comunales que es un
error haber desintegrado.6

LEYES CIVILES.— Nuestras leyes civiles no requieren revisión


urgente, pero su aplicación es desastrosa. Lo más apremian-
te sería lograr la independencia del poder judicial; pero como
esto no se obtiene con leyes, la acción legislativa debe limitarse
a una revisión de las leyes de procedimientos civiles tanto en
los Estados como en el centro, con la mira de facilitar el enjui-
ciamiento, formar una jurisprudencia en lo civil, y sobre todo
hacer efectiva la protección a la posesión mueble o inmueble,
que es ahora en lo que más se hace sentir la deficiencia de la
legislación procesal.

Es también urgente restablecer el antiguo texto constitucional


para dar entrada al amparo de garantías en cualquier estado de
los juicios civiles, reformando a la vez el procedimiento para
evitar el abuso del recurso que tan torpemente se quiso repri-
mir.7

LEYES PENALES.— Los Códigos Penales de toda la República


requieren una completa revisión, aunque no de urgencia.

La protección teórica que la Constitución y los Códigos prestan


a la libertad individual, sería suficiente con tal que fuera efec-
tiva; pero como no es así, se necesita hacer por lo pronto en los
Códigos de Procedimientos Penales locales y federales, algunas
6 La Ley Agraria de 6 de enero de 1915. expedida por Carranza en Veracruz, y el artí-
culo 27 de la Constitución de 1917, dieron forma legal a estos principios enunciados por
el autor en 1911.
7 Véanse los artículos 103 y 107 de la Constitución de 1917.

127
Textos Revolucionarios

reformas, sobre todo en lo relativo a las facultades de los jueces


para ordenar detenciones, decretar formales prisiones, y excar-
celar, que ahora son ilimitadas y arbitrarias.

La detención puede quedar a juicio de los jueces en ciertos deli-


tos, pero en otros debe estar perfectamente reglamentada.

La formal prisión no debe dejarse al arbitrio judicial como aho-


ra está, y debe además tener una revisión rapidísima por los
Tribunales de Segunda Instancia.

Las excarcelaciones de todas clases deben estar perfectamente


previstas por la ley y ser de estricto derecho, eliminándose de
ella el arbitrio judicial tan nocivo en el actual sistema.8

Por cuanto a los delitos de imprenta, es indispensable una ley


especial en la cual se remedien los abusos que más han servido
para vestir las persecuciones políticas. Es preciso ante todo de-
finir la responsabilidad exclusiva de una sola persona, abolir la
práctica de considerar a la empresa editorial como instrumen-
to de delito, definiéndose los casos en que pueda suspenderse
o clausurarse una publicación, y conceder a todos los delitos
cometidos por medio de publicaciones periódicas una libertad
caucional que no quede a discreción del juez. De paso diré que
me parece ingenuo querer restablecer el fuero especial para de-
litos de imprenta.9

Los reglamentos de policía en toda la República, necesitan una


revisión urgentísima en lo que se refiere a la intervención de la
policía en las aprehensiones, buscándose medios prácticos de
hacer efectivas las garantías constitucionales, sin entorpecer la
averiguación de los delitos.

Tales son las reformas urgentes.


8 La Constitución de 1917, en su artículo 20, acogió casi en todas sus partes,
esas ideas anticipadas por el Lic. Blas Urrea en 1911.
9 Véase el artículo 7o. de la Constitución de 1917.

128
Causas de la Revolución Mexicana

Otras muchas pueden ser necesarias como las relativas a res-


ponsabilidad de funcionarios, a la condición del jornalero en
las fincas agrícolas, a la del obrero en las fábricas, etc.; pero no
las considero de tanta urgencia, pues por ahora bastaría que se
iniciara una era de aplicación inteligente y honrada de las leyes
relacionadas con esos puntos.10

El cambio de sistemas
La tarea de enumerar las prácticas abusivas e ilegales que se
necesita abolir, tanto entre autoridades federales como entre
las locales, sería larguísima y equivaldría a la repetición de las
numerosas causas de descontento que existen contra el siste-
ma actual.
El cambio de sistemas de que tanto se habla no es otra cosa que
el restablecimiento de la independencia de los poderes por me-
dio de la elevación del nivel moral de éstos y de la abstención de
los funcionarios ejecutivos; una vez restablecido el equilibrio
los poderes se controlarán mutuamente y la reforma se efec-
tuará por sí sola. El cambio de sistemas puede pues reasumirse,
diciendo: independencia del Poder Legislativo, independencia
del Poder Judicial, independencia del Municipio e indepen-
dencia de los electores. La dificultad de la tarea depende de lo
arraigado que se encuentra el vicio de la consigna, el cual ha
llegado a ser tan común, que los cuerpos legislativos, los jue-
ces, los llegado a ser tan común, que los cuerpos legislativos,
los jueces, los Ayuntamientos y los colegios electorales no sólo
se someten a las indicaciones del Ejecutivo, sino que con gusto
las obsequian, más aún, las piden, las presumen, las necesitan,
casi pudiera decirse las exigen. Y cuando un vicio ha llegado a
convertirse en una necesidad, ya se comprende que es difícil
desarraigarlo.
10 Véanse los títulos IV y VI de la Constitución de 1917. Para cerrar estas referen-
cias a la Constitución, que adoptó muchas ideas del Lic. Blas Urrea, debemos decir que
el autor no tuvo injerencia ninguna en la redacción del proyecto de Constitución, y que
ésta se discutió y aprobó en Querétaro cuando el Lic. Urrea se hallaba ausente del país.

129
Textos Revolucionarios

Por lo demás, es un error creer que los remedios deben dirigirse


exclusivamente sobre el Poder Ejecutivo, y no sobre los otros
poderes complacientes, como sería un disparate querer curar
un caso de embriaguez habitual, creyendo que los compañeros
de vicio del paciente son la única causa de sus males.

En realidad, y si hemos de hablar con franqueza, un cambio de


sistema en política, nunca se ha logrado más que por medio de
un cambio general de personas; esto es lo que nos enseñan a
diario los parlamentarios europeos, para los cuales no se con-
cibe una nueva orientación política sin un cambio ministerial.

En efecto, es imposible que las autoridades por sí mismas con


sólo buenos propósitos de enmienda, se transformen de arbi-
trarias en justas.

Los bajos empleados no pueden transformarse porque no son


más que instrumentos de sus superiores. Los funcionarios con
alguna libertad de acción, no serán los que voluntariamente se
despojen de la noche a la mañana de un poder ilimitado de que
han gozado hace tanto tiempo y que tantas ventajas les propor-
ciona. Los altos funcionarios a su vez no cambiarán de sistemas
por esa misma razón y además por la de que no tendrían la su-
ficiente autoridad sobre sus inferiores para exigirles el cumpli-
miento estricto de la ley, después de haberles estado tolerando
o tal vez aun exigiendo, cosa distinta durante mucho tiempo.

El problema de un cambio de sistemas se confunde pues con el


de la renovación del personal político.

Los cambios de hombres

En realidad lo único práctico que puede hacerse para re-


mediar la situación actual, es una remoción general de los
hombres que se encuentran actualmente en el poder, sustitu-
yéndolos por otros que, no estando viciados por las prácticas
130
Causas de la Revolución Mexicana

tuxtepecanas, puedan abrir una nueva era de aplicación de las


leyes.

Esta es, en realidad, la tendencia de toda la opinión pública y


ésta la bandera de la Revolución maderista.

Este cambio, sin embargo, no es cosa fácil.

Desde luego es evidente que salvo el caso de triunfo comple-


to de la Revolución, ni legal ni prácticamente sería factible un
cambio inmediato radical y general de todas las autoridades
actuales por otras nuevas, no sólo por el sacudimiento que esto
produciría, sino porque no sería fácil encontrar desde luego un
personal político adiestrado, y porque el gobierno nuevo, para
ponerse al corriente de los negocios necesitaría por algún tiem-
po conservar a su servicio las segundas manos.11

Hay pues, que pensar en una renovación paulatina y ordenada


que comience por la separación de aquellos funcionarios que
más pudieran influir en la perpetuación del sistema porfirista,
y su sustitución por otros hombres que por sus ideas y por su
carácter sean suficiente garantía de que continuarían procu-
rando la renovación del personal y la implantación de los mé-
todos constitucionales. Esos cambios, deben, además, comen-
zar por aquellos puestos de fácil renovación legal, para evitar
nuevos sacudimientos sociales, que se producirían si se convo-
cara de golpe a nuevas elecciones federales y locales en toda la
República.

Cambios locales

Para nadie es un secreto la necesidad de la remoción del 99


por ciento de las autoridades políticas locales. Esta remoción
teóricamente es fácil, supuesto que los jefes políticos son todos
11 No solamente durante el interinato de De la Barra, sino que durante todo el gobier-
no del Sr. Madero, las segundas manos del gobierno de Díaz todavía seguían manejan-
do los asuntos públicos.

131
Textos Revolucionarios

de nombramiento facultativo y revocable, pero de hecho no lo


es tanto, y no se lograría sino con el cambio de algunos gober-
nadores. El cambio de gobernadores es menos fácil, aunque
Puebla, Chihuahua y Yucatán han mostrado no ser tampoco
imposible, pues la forma de hacer esos cambios por medio de
renuncias o licencias seguidas de designaciones de las legisla-
turas locales, poco numerosas, proporcionan el medio de re-
mover con relativa tranquilidad a algunos gobernadores.
Puebla, Nuevo León, Tamaulipas, Campeche y Yucatán, pueden
esperar a sus próximas elecciones.
Combinando prudentemente las renuncias con licencias tem-
porales, o indefinidas, podría lograrse la remoción de otros
varios gobernadores, sin necesidad de elecciones extraordina-
rias, o escalonando éstas según la situación de cada Estado.
Así podrían sustituirse por hombres nuevos los gobernado-
res de Sonora, Coahuila, Sinaloa, Durango, San Luis, Colima,
Guanajuato, Querétaro, Hidalgo, Tlaxcala, Veracruz, Chiapas,
Oaxaca, México, Morelos y Michoacán, que son los que menos
probabilidades ofrecen de evolucionar y transformarse por sí
solos.
Los cambios de esos gobernadores traerían como consecuencia
cambios en la mayor parte de las autoridades locales de los res-
pectivos Estados. En los demás Estados, por contagio, se efec-
tuarían también cambios inferiores.

Cambios federales
El Gobierno Federal ha iniciado algunos cambies en el Gabi-
nete, que según he dicho en otra ocasión no pueden tomarse
como un intento serio de modificar el sistema de gobierno,
porque el Gabinete en su parte esencial volvió a quedar consti-
tuido por hombres del antiguo régimen, y porque aunque fue-
ran nuevos, no podrían contrarrestar la tendencia del general
132
Causas de la Revolución Mexicana

Díaz a continuar gobernando conforme a su único sistema co-


nocido. De todo esto se deduce que los cambios en el gobierno
tendrán que producir resultados distintos según que el general
Díaz permanezca en el poder o se retire de él. En efecto, y su-
poniendo hombres nuevos con intenciones de innovar, éstos
tendrían, o que entrar en pugna con el general Díaz, o que guar-
dar sus buenos propósitos para cuando éste muera, difiriendo
el principio de la reforma para la cual fueron llamados. Esto sin
contar con que de aquí a entonces los nuevos hombres corre-
rían el riesgo de aprender el sistema tuxtepecano y de encon-
trarlo preferible al legal.

La primera cuestión que hay que resolver es, pues, si el general


Díaz debe continuar en el poder, o debe retirarse.

Fuera de algunas ventajas personales privadas que a él le sig-


nificaría su retirada, cuando menos para salvar su reputación
ante la historia, pero que a mí no me toca analizar, voy a permi-
tirme señalar las siguientes de carácter público.

—La retirada del general Díaz en estos momentos facilitaría el


restablecimiento de la paz, porque simplificaría considerable-
mente el problema de una transacción entre el Gobierno y la
Revolución.

—La retirada del general Díaz daría lugar a iniciar desde luego
un cambio de sistema.

—La retirada del general Díaz traería consigo la retirada de mu-


chos elementos hondamente marcados con su sello y que son
obstáculos en la actualidad para un nuevo orden de cosas.

—La retirada del general Díaz daría lugar a una mejor defini-
ción de los partidos políticos, disolviendo su grupo, que es me-
ramente personalista.

—La retirada del general Díaz haría ver claro en un gran núme-
ro de problemas que no pueden precisarse ahora y descubriría
133
Textos Revolucionarios

la existencia de otros muchos que no han surgido aún, debido a


la conservación de un régimen artificial.
6.—Por último, la retirada del general Díaz, aseguraría una
defensa nacional más uniforme en caso de que surgiera algún
conflicto internacional en los momentos actuales.
Todos estos resultados que yo considero importantísimos,
me han conducido al convencimiento de que la medida más
sabia, más práctica, más rápida, más patriótica y más radical
que pudiera tomarse para alejar peligros internacionales, para
restablecer la paz y para efectuar un cambio de sistema de go-
bierno en todo el país, sería la retirada del general Díaz a la
vida privada.
La permanencia del general Díaz al frente del gobierno se ex-
plicaba hace dos años por un temor vago de perturbaciones
del orden y del crédito no bien definidas, y por la suposición
de que su sola presencia bastaría a conjurar ese peligro; pero
ahora que los acontecimientos enseñan que el peligro existe
y que precisamente la dificultad para conjurarlo es la super-
vivencia de la personalidad física e histórica del general Díaz
sobre su personalidad política, no queda otra explicación que
dar para su continuación en el gobierno, que cierta creencia en
una especie de sacrificio que la Patria de hoy debiera hacer por
gratitud al hombre de ayer, idea que fue hábil y discretamen-
te refutada hace poco por el embajador americano Mr. Henry
Lane Wilson en la Asociación Cristiana de Jóvenes al referirse a
los libertadores americanos.12
No quiero sin embargo, suponer que Prenuncia del general Díaz
sea la única solución existente y voy a continuar el estudio de
los cambios que se requieren en el gobierno, en el supuesto de
12 Henry Lane Wilson, desde muy al principio de su llegada, comenzó a hacer decla-
raciones públicas que tocaban mañosamente la cuestión política interior de México,
hostilizando al general Díaz, lo cual si bien indicaba algo favorable para los revolucio-
narios y renovadores, era, sin embargo, el principio de la descarada injerencia que más
tarde habría de tomar este hombre funesto en la política interior de México.

134
Causas de la Revolución Mexicana

que el general Díaz continuara como presidente honoris cau-


sa y de que su retirada se aplazara para cuando el país recobre
la calma.

En ese supuesto, tres son los cambios que se imponen; una re-
novación general de las Cámaras Legislativas, sobre todo de la
de Diputados, la reorganización del Gabinete y el cambio de Vi-
cepresidente.

La renovación de la Cámara de Diputados no parece factible,


porque no sería cosa fácil escoger de entre los suplentes hom-
bres mejores que los propietarios, ni sería prudente una disolu-
ción. Por lo demás, si bien en la Cámara hay un grupo compacto
que pudiera ser un obstáculo a la nueva política del gobierno,
ese mismo grupo y el resto de la Cámara tienen una gran duc-
tilidad que permitiría manejarlos con más o menos esfuerzo,
mientras llegan las nuevas elecciones de 1912.

La reorganización del gabinete

La reorganización del Gabinete se impone, entiéndase bien,


como medida de transición para facultar el ordenamiento del
nuevo régimen; diríase una especie de armazón o cimbra, sobre
la cual pudiera construirse el nuevo gobierno, pero destinada a
desaparecer.

Para esto se necesita buscar hombres de gran energía, de in-


dependencia de carácter y de relieve político propio, de modo
que puedan constituir agrupados un gobierno más fuerte que
el del general Díaz y si es posible, que resten elementos a la Re-
volución, o que cuando menos algunos de ellos puedan ejercer
cierto control sobre los grupos políticos militantes o latentes.

Los secretarios del nuevo Gabinete deberían, pues, ser hombres


que conociendo la política porfirista, hayan dado sin embargo,
algunas pruebas o hecho promesas de practicarla en forma
135
Textos Revolucionarios

atenuada y con tendencias a hacerla evolucionar hacia un régi-


men constitucional.

Los subsecretarios, en cambio, como parte más esencial del Ga-


binete, deben ser todos de ideas renovadoras bien definidas.

Por vía de ejemplo, entiéndase bien que digo por vía de ejemplo,
señalaré algunas personas que en mi concepto podrían formar
un Gabinete de transición entre el antiguo y el futuro régimen.

RELACIONES.—Como Secretario bastaría don Guillermo de


Landa y Escandón, don Sebastián B. Mier, o cualquiera otro
hombre suficientemente decorativo.

Como Subsecretario se requiere un diplomático joven, de gran


energía e inteligencia, de ideas propias, de independencia de
carácter, con tendencias francamente latinas y bien empapado
en la política internacional suramericana. Bartolomé Carbajal
y Rosas, por ejemplo.13

GOBERNACION.— Como Secretario, don Teodoro A. Dehesa,


podría servir si se sintiera capaz de independerse de Félix Díaz
y de algunas otras influencias que serían un obstáculo para la
nueva política.

Los nacionalistas y demócratas han creído ver en él un hombre


de tendencias nuevas, pero esto es un error, pues no es natural
que después de veinte años de gobierno tuxtepecano, ahora re-
sulte constitucionalista. Su presencia en la Secretaría de Gober-
nación, que es la de manejo más delicado, tendría no obstante
la ventaja de su experiencia, de su influencia en las Cámaras y
de sus múltiples conexiones políticas con el porfirismo, con el
reyismo y con el maderismo, que le facilitaría la labor de prepa-
rar y llevar a cabo las reformas políticas y administrativas que
requiere la situación.
13 Bartolomé Carbajal y Rosas, fue el Subsecretario encargado del Despacho de Rela-
ciones durante los primeros meses del interinato de De la Barra.

136
Causas de la Revolución Mexicana

De no ser Dehesa, habría que pensar en un hombre enteramen-


te pasivo, como González Cosío.
El Subsecretario, en cambio, necesita ser de tendencias reno-
vadoras bien definidas, inteligencia clara, espíritu práctico, do-
tes políticas y un verdadero carácter. Manuel Garza Adape, por
ejemplo.14

GUERRA.— Como Secretario ninguno sería más a propósito


que el general Reyes, cuya presencia en el Gabinete tendría una
significación trascendental; en lo administrativo, por el impul-
so que daría al ramo, y en lo político por los elementos de con-
solidación que aportaría al gobierno.

El general Reyes cuyos procedimientos genuinamente tuxte-


pecanos le reprochan los maderistas, representa, sin embargo,
tendencias nuevas, si no personalmente, cuando menos porque
sus partidarios son la porción más importante y más vigorosa
del partido renovador.

El general Reyes sería sin duda alguna un hombre muy a pro-


pósito para un régimen de transacción entre los antiguos y los
nuevos sistemas.

Como Subsecretario, bastaría un militar joven y de gran capaci-


dad de trabajo. Salas o Eguía Lis, por ejemplo.

JUSTICIA.— Como Secretario es indispensable un hombre que


pueda hacer de la administración de Justicia un ramo casi me-
ramente administrativo para independerlo de la política; para
esto se requieren grandes cualidades de independencia, hon-
radez, energía y conocimientos. Un agobado idóneo sería don
Manuel Vázquez Tagle, por ejemplo.15
14 Manuel Garza Aldape pudo haber sido un eficaz colaborador de De la Barra o de
Madero, pero distanciado de éste por cuestiones locales coahuilenses, se echó en bra-
zos del felicismo y llegó a ministro de Huerta, con quien no lo ligaba ni amistad ni co-
munidad de credos políticos.
15 Vázquez Tagle fue el Ministro de Justicia de De la Barra, escogido por la Revolu-
ción.

137
Textos Revolucionarios

Como Subsecretario, Vera Estañol sería el indicado por su ener-


gía, su tesón, su conocimiento de las necesidades del Ramo y
sus relaciones en el foro; pero tal vez no se resignaría a descen-
der. Carlos F. Uribe sería tan idóneo como Vera Estañol y tal vez
más, por su disciplina intelectual y su ilustración.

HACIENDA.— La permanencia del Sr. Limantour en la Secre-


taría de Hacienda, sería una especie de garantía que el nuevo
régimen pudiera dar al grupo científico, y constituiría como
Reyes, un albacea del antiguo régimen.

Como Subsecretario Toribio Esquivel Obregón sería el indica-


do, por su preparación en la materia, sus ideas avanzadas y su
gran relieve político entre el partido renovador.16

FOMENTO.— Como Secretario, aun Damián Flores sería más


útil de lo que se supone, siempre que contara con un Subsecre-
tario joven y de iniciativa; ya fuera un abogado como Calero o
ya un ingeniero como Ezequiel Ordóñez o José G. Aguilera.

COMUNICACIONES.— Como Secretario, Marroquín y Rivera.


Como Subsecretario, Alberto Robles Gil.

INSTRUCCION PUBLICA.— Como Secretario el Dr. Vázquez Gó-


mez, cuyo ingreso al Gabinete, además de significar una prenda
para el partido antirreeleccionista, aportaría el contingente de
su infatigable laboriosidad, su espíritu práctico y sus ideas am-
plias y equilibradas en materias educativas.17
16 De Esquivel Obregón puede decirse lo mismo que de Garza Aldape: si Madero hu-
biera querido, habría sido su ministro de Hacienda. Pero los elementos científicos de la
familia Madero que rodeaban al Presidente no lo dejaban aproximarse a ciertos hom-
bres que, como los ya mencionados, y como Urrutia mismo, eran elementos nuevos y
enteramente sanos, que cayeron en manos del huertismo por persecuciones sufridas
durante el gobierno de Madero.
17 El doctor Vázquez fue precisamente el ministro de Instrucción Pública, puesto por
la Revolución al lado de De la Barra. Para cerrar estas citas, debemos advertir que el au-
tor no tuvo la menor injerencia ni hizo sugestiones personales para la designación del
gabinete de De la Barra, que estaba ya acordado y fue formado en Ciudad Juárez, y del
cual no podía tener conocimiento ni barruntos cuando escribía este artículo.

138
Causas de la Revolución Mexicana

Como Subsecretario, Valentín Gama, por ejemplo, o Agustín


Aragón.

La vicepresidencia
De todos los problemas políticos actuales, ninguno es tan de-
licado y tan trascendental como el de la Vicepresidencia de la
República, porque significa nada menos que buscar el hombre
en quien debe recaer tarde o temprano el supremo poder de la
Nación.
La dificultad de su atinada resolución es tal, que el mismo ge-
neral Díaz con todo su conocimiento del país y de los hombres,
y a pesar de la habilidad política que era costumbre reconocer-
le, se equivocó por completo al resolverlo, y esa equivocación
fue para él de tanta trascendencia, que la obstinación de querer
imponer a un hombre que no era el adecuado, le trajo el aleja-
miento y la desconfianza del pueblo.
El problema de la Vicepresidencia de la República, vuelve a ser
el problema principal en estos momentos, no porque se crea
que Corral puede agravarse y morirse de un momento a otro,
sino porque al contrario, pudiera sanar y volver a ser un factor
político militante. Es, pues, urgente la resolución del problema
vicepresidencial antes que Corral comience a recobrar con las
esperanzas de salud, las de su resurgimiento político.18
Creo inútil tratar de demostrar que la renuncia de Corral es una
condición Sine qua non del restablecimiento de la paz: basta
decir que esa renuncia es la primera medida política que de-
bía tomarse entre todas las que tienden al cambio de sistema,
porque sería la demostración más evidente de que el general
Díaz ha abandonado la idea de seguir gobernando al país des-
pués de muerto, por medio de un continuador de su política
personalista.
18 Alusión a la enfermedad de Corral, que entonces el autor creía sólo un pretexto
para obtener la licencia del Congreso.

139
Textos Revolucionarios

Pero la renuncia del señor Corral haciendo recaer la Vicepre-


sidencia de la República en el Secretario de Relaciones sólo
sería el primer paso de la resolución del problema. Se necesi-
taría convocar desde luego a nuevas elecciones dando lugar a
una nueva lucha de partidos y exponiéndonos a otro sacudi-
miento político, que no podría evitarse sino procurando que el
nuevo candidato satisfaciera las aspiraciones de la mayoría del
país y contara con el apoyo de los principales grupos políticos
militantes.
Mucho se dice que la reciente actitud del Gobierno ha hecho
desaparecer toda división política; pero tal cosa no es cierta,
porque el cambio sólo de bandera del gobierno no es suficiente
para borrar la profunda división que existe entre conservado-
res y renovadores. Una cosa es que el general Díaz para salvar
la situación se haya pasado a los renovadores y otra sería que
los continuistas abandonaran sus intereses, sus pretensiones,
su situación privilegiada y sus ambiciones personales.19
La división política subsiste: el Vicepresidente tiene que ser
forzosamente continuista, o renovador. Pero para el efecto que
se busca de restablecer la paz, no se concibe que el nuevo Vi-
cepresidente fuera continuista; tiene pues, que ser renovador.
Ahora bien, los grupos sociales que pudieran tener interés en
oponerse y combatir la designación de un renovador, o en es-
torbarle más tarde, son aquellos a los que convendría que se
perpetuara un orden de cosas favorable a las clases privilegia-
das, es decir, los continuistas, encabezados por el grupo cientí-
fico que es el representante genuino de los grandes terratenien-
tes, de los grandes industriales, y de los grandes negociantes.
Podemos, pues, decir que hay tres elementos interesados en
que el nuevo Vicepresidente no fuera un renovador:
Los extranjeros, los científicos y el general Díaz.
19 Así fue durante el interinato y durante el Gobierno de Madero, hasta que lograron
dar el cuartelazo de febrero de 1913.

140
Causas de la Revolución Mexicana

Desde luego podemos descartar a los extranjeros, porque aun-


que han sido de los más favorecidos por el régimen tuxtepeca-
no, no tienen preferencias personales en la política. Lo único
que les interesa es el pronto restablecimiento de la paz, para
volver a su vida ordinaria de trabajo, en la cual tienen suficien-
tes garantías y ventajas por su sola condición de extranjeros;
desde este punto de vista sólo son partidarios del gobierno más
fuerte. En cuanto a las condescendencias que han encontrado
en el régimen tuxtepecano, no las consideran de tanta impor-
tancia que no crean hallar la compensación en el progreso na-
tural del país bajo un régimen legal. Más aún: los extranjeros
bajo un sistema de aplicación estricta de la ley, estarían en me-
jores condiciones que antes, porque se verían libres del fuerte
tributo de influencia que han estado pagando al grupo cientí-
fico en todos sus negocios, no sólo por sus servicios como in-
termediario para obtener privilegios sino aun para obtener el
cumplimiento de la ley en muchos casos.

El grupo científico podría ser el opositor más vigoroso que en-


contrara la candidatura de un Vicepresidente renovador. Pero
esta oposición está apartada hasta cierto punto, pues la plana
mayor del partido prudentemente aconsejada por el señor Li-
mantour, parece haber comprendido la necesidad de retirarse
por ahora de los puestos de peligro, desapareciendo voluntaria-
mente de la escena política mientras se conjura la crisis, y de-
jando a cargo del señor Limantour el cuidado y la vigilancia de
los grandes intereses del grupo, con el fin de que no sean objeto
de represalias. Por lo demás, el Vicepresidente nunca podrá ser
un científico, pues precisamente el conflicto que se trata de re-
solver ahora, tuvo como origen la obstinación del general Díaz
en sostener a Corral.

El general Díaz no podría personalmente oponerse a que el


nuevo Vicepresidente sugiera del seno del partido renovador,
puesto que ha declarado oficialmente su divorcio de los conti-
nuistas; pero celoso de su política personal y de su prestigio de
141
Textos Revolucionarios

estadista, tal vez no creería deber admitir a su lado a un hombre


salido del partido que ha puesto su poder en peligro, condenan-
do la política que había seguido durante toda su vida.
Cuando se creía que el único modo de renovar los poderes con-
sistía en transmitir el gobierno por herencia, se dijo mucho que
el Vicepresidente debía ser ante todo un hombre de la entera
confianza del Presidente, enterado de sus secretos de estado y
aleccionado por él.
Creo que ahora ya se pensará distinto. Es cierto que el Vicepre-
sidente no debe ser ni un enemigo personal ni un competidor
político del Presidente; pero para lograr esto bastará que el
nuevo Vicepresidente sea un hombre que le ofrezca garantías
de lealtad en lo personal y en lo político. Y si como debe ser,
el Vicepresidente no tiene participación activa en el gobierno
mientras subsiste el Presidente, desaparecerá hasta el último
escrúpulo del general Díaz para que el Vicepresidente sea un
hombre del partido renovador.
Quedaría por averiguarse la actitud de los elementos íntima-
mente allegados al general Díaz; pero la influencia de éstos no
sería tan grande, pues pronto tendremos ocasión de convencer-
nos de que quedan pocos porfiristas puros, fuera de un reduci-
do círculo íntimo del general Díaz, y los que quedan, o ya tie-
nen sus ambiciones propias, o no son de significación política
alguna.
Quedan los renovadores entre los cuales hay que buscar al Vi-
cepresidente.
Los principales grupos renovadores son los reyistas y los made-
ristas que se consideran como los renovadores de acción.
Todo el mundo alcanza a comprender lo inconveniente que se-
ría, como medio de acabar con el conflicto, elevar a la Vicepre-
sidencia a Madero o a Vázquez Gómez; ellos mismos lo com-
prenden así y repetidas veces han indicado su buena voluntad
142
Causas de la Revolución Mexicana

para renunciar sus pretensiones políticas personales, a fin de


facilitar la paz.

Por otra parte, para nadie es un secreto la rivalidad latente entre


el maderismo y el reyismo puros que aunque subrupos del par-
tido renovador, tienen en el fondo grandes puntos de desacuer-
do. La postulación del general Reyes, que hace un año y medio
habría contado con el apoyo de los antirreeleccionistas, y aun
de Madero mismo, sería en los momentos actuales un motivo
para retardar la sumisión de los rebeldes. Por lo demás al ge-
neral Reyes tampoco le convendría de seguro colocarse en una
falsa y difícil situación entre científicos y maderistas, teniendo
a ambos de enemigos en este momento político tan delicado.20

El hombre que deba ser postulado para la Vicepresidencia en


los momentos actuales y como medio de restablecer la paz,
debe pertenecer pues, al partido renovador; ser de francas ten-
dencias democráticas sin desconocer los sistemas porfiristas,
siquiera sea para evitarlos en su parte ilegal; no debe ser cien-
tífico ni amigo incondicional del general Díaz; debe tener un
prestigio político propio, poder restar elementos importantes a
la Revolución y ser el lazo de unión entre los maderistas y reyis-
tas del modo que fuere necesario.

En lo moral, ese hombre debe ser respetuoso de la ley, esclavo


de sus compromisos políticos, de honradez y rectitud cívicas y
de grandes cualidades de energía y de independencia de carác-
ter.

¿Pero ese hombre existe?


20 Madero demostró siempre en todos sus discursos y escritos políticos, un aversión
enconada e irreductible contra Reyes, y éste, por su parte, no escatimaba ocasión de
mofarse de aquél, a quien nunca tomó en serio. El triunfo de Madero, exacerbó este
antagonismo, de modo que pronto muchos reyistas se convirtieron en enemigos de
Madero, llegando hasta ligarse con el ex partido científico y con los corralistas contra
el Nuevo Régimen. Diose el caso de que aun el mismo Rodolfo Reyes, hijo del general
don Bernardo, fraternizara después con los redactores de “El Debate”, que tan sangrien-
tamente habían befado e insultado a su padre.

143
Textos Revolucionarios

Sí existe; es muy conocido en la frontera, donde su nombre goza


de prestigio más uniforme que los de Reyes o Madero; pero te-
niendo el gran defecto de ser modesto, no es bien conocido en
el resto del país.

Se llama don Venustiano Carranza.

Creo honrada y firmemente que Carranza es el hombre más a


propósito para la Vicepresidencia en los momentos actuales,
pero me abstengo de hacer el elogio de sus cualidades, porque
como escritor tengo contraído conmigo mismo el compromi-
so de no adular jamás a nadie. Debo, sin embargo, decir unas
cuantas palabras acerca de él como hombre público.

Es amigo personal del general Díaz pero no incondicional. Sólo


ha prestado sus servicios a la administración actual como se-
nador que es, desempeñando el cargo con lealtad y rectitud y
sobre todo conservando incólumes su independencia y su dig-
nidad. El general Díaz sin embargo lo conoce bien y se da cuen-
ta de su valer, puesto que lo admitió en 1908 como candidato al
gobierno de Coahuila y que desde hace cuatro meses el único
temor serio que tiene acerca de la frontera es el que Carranza
pudiera ayudar a los rebeldes.

No es científico; pero Limantour es amigo suyo, lo estima y sabe


a qué atenerse respecto de él.

Madero y Vázquez Gómez lo respetan y lo aprecian, y conside-


rándolo como uno de los hombres de más valor político en la
actualidad, han hecho grandes esfuerzos por atraérselo.

El general Reyes es también su amigo personal, sin haberlo


considerado nunca como partidario suyo, sino como un valioso
aliado político de prestigio propio.

Carranza reúne pues, las condiciones que en los actuales mo-


mentos necesita tener el Vicepresidente; por sus tendencias
renovadoras, por su honradez e independencia, por su valer
144
Causas de la Revolución Mexicana

político propio y por su situación especial que le permite con-


trolar los elementos más importantes del partido renovador, y
ser por lo tanto una garantía de cambio de sistemas y de resta-
blecimiento de la paz.21

Las bases de transacción

He querido exponer con toda amplitud todos los antecedentes


que se necesitan para entender el por qué de los términos en
que formulo las bases de transacción que van en seguida.

Una transacción significa siempre el abandono de las mutuas


pretensiones, o de una parte de ellas, y por lo tanto, no debe ex-
trañar que en las bases que propongo no se contengan solucio-
nes radicales, sino que me haya preocupado por buscar condi-
ciones que, salvando el decoro del Gobierno, den satisfacción a
las justas exigencias del partido renovador y aseguren el pronto
restablecimiento de la paz y sin dar tiempo a que la actual revo-
lución comience a producir jacobinismos peligrosos.

Las bases de transacción que en mi concepto pueden aceptarse


decorosamente por el general Díaz y por los revolucionarios,
son las siguientes:

lo.—Reorganización del Gabinete del general Díaz, en condi-


ciones tales, que ofrezca garantías de querer y poder llevar a
cabo un cambio en los sistemas de gobierno y en el personal
administrativo que tiendan a la efectividad e igualdad en la
aplicación de las leyes.
21 La breve semblanza aquí trazada, fue escrita a mediados de abril de 1911, cuando
nadie conocía a Carranza, fuera de Coahuila. El autor apenas había sido presentado con
él una vez, meses antes. Casi nadie sabía que Carranza estaba de acuerdo con Madero.
Sin embargo, y no obstante la compleja situación del país, el sinnúmero de hombres
nuevos que surgían a la luz pública para luego desaparecer, el torbellino de ambiciones
que se levantaba, y los acontecimientos que tan rápidamente se precipitaban día a día,
el autor tiene como uno de sus más legítimos orgullos de político, haber sido el primero
en descubrir al hombre que más tarde habría de ser el jefe de una revolución y el futuro
Presidente de la República.

145
Textos Revolucionarios

2o.—Renuncias o licencias ilimitadas de los gobernadores ac-


tuales de Sonora, Coahuila, Sinaloa, Durango, San Luis, Colima,
Guanajuato, Querétaro, Hidalgo, Tlaxcala, Veracruz, Chiapas,
Oaxaca, México, Morelos y Michoacán.

3o.—Substitución de esos gobernadores por hombres nuevos


que presten garantías de reformar el sistema de gobierno y el
personal administrativo de sus antecesores, procurando la
efectividad e igualdad en la aplicación de las leyes.

4o.—Renuncia definitiva y formal del Sr. Corral a la Vicepresi-


dencia de la República.

5o.—Celebración de nuevas elecciones de Vicepresidente de la


República.

6o.—Amnistía general para todos los delitos políticos y los mi-


litares que tengan relación con ellos.

7o.—Sumisión de Madero y demás jefes revolucionarios y re-


conocimiento por ellos del Gobierno constituido conforme a la
transacción.

8o.—Reforma de la Constitución Federal y de las locales, esta-


bleciendo el principio de no-reelección absoluta respecto de los
Poderes Ejecutivos.

9o.—Reformas a las leyes electorales, federales y locales, con el


fin de asegurar la efectividad del sufragio.

10o.—Diversas reformas políticas, fiscales, civiles y penales,


que sean necesarias para asegurar de un modo permanente el
cambio de sistema de gobierno, exigido por la opinión pública.

Tales son las bases que creo decorosas para el Gobierno y acep-
tables para los rebeldes. Su desarrollo y forma definitiva no me
toca a mí hacerlos.
146
Causas de la Revolución Mexicana

Pero para llegar a convenir en esas bases, o en otras mejores,


lo primero que se necesita es que el general Díaz se decida a
tratar franca, abierta y hasta oficialmente con los rebeldes.
La vacilación del Gobierno para hacerlo así está produciendo
los peores resultados sin proporcionar ventajas apreciables.
En los momentos en que esto escribo comienza a palparse ya
la falta de escrúpulos y el deliberado propósito de los ameri-
canos de provocar un conflicto internacional, que explique su
intervención.
Con buena voluntad, la paz puede hacerse en 24 horas; pero
cada minuto perdido es un nuevo peligro para la Patria.
En estas condiciones, yo, que he sido uno de los más francos
impugnadores de la política tuxtepecana, pero que no me he le-
vantado en armas; por causa de la paz y en nombre de la Patria,
vuelvo a exhortar al general Díaz para que haciendo a un lado
sus resentimientos de hombre, su orgullo de gobernante, y su
amor propio de pacificador, procure inmediatamente una tran-
sacción con los revolucionarios, y si necesario fuere, comience
él mismo, dando el ejemplo de amor a la paz, invitándole a tran-
sigir, y si ellos se rehúsan, porque le desconfíen, debe darles el
ejemplo de la abnegación, haciendo el sacrificio de su propia
personalidad, y retirándose a la vida privada.

147
Disposiciones
Revolucionarias
1913-1917
Disposiciones Revolucionarias 1913-1917

Índice

• Reivindicaciones agrarias

• Reivindicaciones obreras

• Disposiciones de intereses nacional y


social

153
Reivindicaciones

Agrarias
Textos Revolucionarios

156
Disposiciones Revolucionarias 1913-1917

Invitación al pueblo a la ceremonia de


repartición de tierras1

La Comisión Agraria encargada de la repartición de tierras en


los Estados de Nuevo León y Tamaulipas tiene el honor de invi-
tar a usted a la ceremonia que tendrá verificativo el día 30, con
motivo de la inauguración de sus trabajos, conforme al adjunto
programa. Matamoros, agosto 29 de 1913. La Comisión.
PROGRAMA. I. La Marsellesa. II. Discurso Oficial por el doctor
Ramón Puente. III. Marcha Viva Madero. IV. Lectura del ma-
nifiesto que sobre cuestiones agrarias lanza a sus soldados el
general Lucio Blanco, jefe de las Fuerzas Constitucionalistas
en los Estados de Nuevo León y Tamaulipas. V. Entrega de tí-
tulos de propiedad de tierras a representantes del proletariado
e individuos a quienes les fueron arrebatados sus terrenos. VI.
Marcha Constitucionalista. Vil. Discurso por el C. Jefe del Estado
Mayor, C. mayor Francisco J. Múgica. VIII. Demarcación de los
linderos de algunas de las tierras que se repartirán durante este
acto. IX. Himno Nacional.
AVISO. Interesante al pueblo: Habiendo terminado la Comisión
Agraria los trabajos que sobre repartimiento de tierras le enco-
mendara el C. general Lucio Blanco, jefe de las Armas en este
Estado y en el de Nuevo León, se pone en conocimiento de los
1 Tomado de: Fuentes para la Historia de la Revolución Mexicana. I. Planes políticos
y otros documentos, Prólogo de Manuel González Ramírez, F.C.E., México, 1974, p. 165.

157
Textos Revolucionarios

vecinos de este lugar que se ha resuelto proceder a la reparti-


ción de una parte de la hacienda de Las Borregas conocida con
el nombre de San Vicente del Chiquihuite y La Canasta, entre
aquellos individuos que no tengan terrenos o hayan sido despo-
jados de ellos y deseen dedicarse a la agricultura; a cuyo efecto
los interesados deberán acudir a la Oficina de Fraccionamiento
y Reivindicaciones, situada en el edificio de la Aduana, con el
fin de llenar los requisitos establecidos.
Libertad y Constitución.
H. Matamoros, a lo. de septiembre de 1913. La Comisión.

158
Disposiciones Revolucionarias 1913-1917

Decreto sobre abolición de las


deudas de los peones2

Pablo González, General de División del Ejército Constitucio-


nalista y Comandante en Jefe del Cuerpo de Ejército del Nores-
te, con las facultades que está investido, decreta lo siguiente:
PRIMERO. Quedan abolidas todas las deudas de los peones en
todas las haciendas y ranchos de los Estados de Puebla y Tlaxca-
la. SEGUNDO. Quedan también abolidas todas las deudas de los
artesanos y mozos y toda clase de empleados en las ciudades,
distritos y municipalidades de los Estados de Puebla y Tlaxca-
la. TERCERO. El que contravenga esta disposición, exigiendo
deudas pasadas a las clases menesterosas, sufrirá una pena de $
100.00 a $ 5,000.00. Por tanto, mando se imprima, publique y
se le dé el debido cumplimiento.
Dado en el Cuartel General de Puebla de Zaragoza, a los 3 días
del mes de septiembre de 1914.
El Gral. en Jefe del Cuerpo de Ejército del Noreste, Pablo González.
El Jefe de Estado Mayor, Tte. Cnel. Alfredo Rodríguez.

2 Tomado de: Fuentes para la Historia de la Revolución Mexicana. /. Planes políticos


y..., op. cit., p. 170.

159
Disposiciones Revolucionarias 1913-1917

Decreto relativo al proletariado rural3

Luis F. Domínguez, Gobernador Militar del Estado de Tabas-


co, de acuerdo con los generales brigadieres y el coronel Dele-
gado del Presidente Provisional de la República que suscriben,
teniendo en cuenta que la situación por la que atraviesan los
peones del campo es el de una verdadera esclavitud y siendo de
urgente necesidad remediar este mal en el Estado y a fin de em-
pezar a dar cumplimiento a las promesas que hiciera la Revolu-
ción de la Chontalpa y de los Ríos cuyos ideales son los mismos,
ha tenido a bien expedir el siguiente decreto: 1o. Quedan amor-
tizadas las deudas de los peones de campo. 2o. Queda abolido
el sistema de servidumbre adeudada. 3o. Todo sirviente adeu-
dado que pise el territorio tabasqueño queda libre por ese solo
hecho. 4o. Ningún peón podrá ser obligado a prestar servicios
personales por un jornal diario menor de setenta y cinco centa-
vos con asistencia, o de un peso diario sin ella. 5o. No se podrá
adelantar a un peón más del importe de media mensualidad,
quedando sujeto el propietario a lo prescrito en el Art. lo. de
este decreto, por el adelantamiento de numerario. 6o. Ningún
peón de campo estará obligado a trabajar más de ocho horas
diarias. 7o. Los hacendados que contravengan este decreto,
fuera de los casos especificados con pena determinada, sufri-
rán una multa de cien pesos o de una cantidad igual a la amorti-
zada en su caso. 8o. Toda persona que denuncie las infracciones
3 Tomado de: Idem, p. 175-176.

161
Textos Revolucionarios

anteriores tendrá un treinta por ciento sobre el importe de las


multas. 9o. Habrá inspectores para el mejor cumplimiento de
estas disposiciones. 10. Se nombrará una comisión para Regla-
mentos y demás anexos a este decreto, que se publicarán opor-
tunamente. 11o. Todo hacendado o propietario de bienes raíces
que, por eludir el cumplimiento de este decreto, suspenda sus
labores será consignado al Comité de Salubridad Pública para
que, hecha la averiguación del caso, determine lo que corres-
ponda conforme a la Ley particular y Reglamentos que comple-
mentarán este Decreto. 12o. Todo hacendado o propietario que
azote a los peones o les imponga cualquier otro castigo corpo-
ral sufrirá una pena de uno a seis meses de prisión inconmu-
tables. 13o. Este decreto surtirá sus efectos desde el día de su
publicación.
Constitución y Reformas.
San Juan Bautista, Tab., septiembre 19 de 1914.

El Gobernador Militar, Luis F. Domínguez. El General Brigadier,


Ramón Sosa T. El General Brigadier, Carlos Greene. El General Bri-
gadier, Pedro C. Colorado. El Coronel Delegado, Pascual Morales y
Molina. El Secretario General Interino, Aureliano Colorado.

162
Disposiciones Revolucionarias 1913-1917

Reglamento de la Comisión Agraria4

Cándido Aguilar, Gobernador y Comandante Militar del Esta-


do Libre y Soberano de Veracruz-Llave, a sus habitantes, hace
saber: Que en uso de las facultades de que se halla investido
y por creerlo así conveniente para el exacto cumplimiento del
decreto número 8 de esta misma fecha, he tenido a bien expe-
dir el siguiente Primer Reglamento de la Comisión Agraria.
Art. 1o. La Oficina Central de la Comisión Agraria residirá en
la Capital del Estado y se ocupará: I. De efectuar la revisión de
los títulos que amparen las propiedades en el Estado. II. De or-
denar, con la aprobación del C. Jefe de la Sección de Fomento
y Agricultura de la Secretaría de Gobierno, la distribución en
el Estado de las diversas subcomisiones y fijar el número de
ellas. III. De redactar en cada caso el pliego de instrucciones
a que, en lo general, deberán sujetarse para el desempeño de
sus labores. IV. De cumplir racionalmente todos los datos que
le suministren las diversas subcomisiones y los propietarios
de tierras, hasta formar la Carta General de la Propiedad Terri-
torial en el Estado de Veracruz. V. De compilar racionalmente
todos los demás datos que le suministren las subcomisiones
y deducir de ellos las medidas que debe proponer al Jefe de la
citada Sección, como conducentes al aumento de la riqueza
del Estado, al mejoramiento de las condiciones del pueblo, al
aumento de las exportaciones, a la supresión de las plagas que
4 Tomado de: Idem, p. 171-174.

163
Textos Revolucionarios

asuelan a las sociedades de personas, de animales y de plantas


y en general al bienestar del mayor número en relación con la
posesión de la tierra. VI. De revisar y completar todos los tra-
bajos enviados por las subcomisiones hasta obtener de ellos el
resultado requerido. VIl. De estudiar el sistema de fracciona-
miento propuesto por las subcomisiones respecto de las tierras
que hayan deslindado, en vista de los informes de las mismas y
del padrón que se forme. VIII. De proponer al Superior Gobier-
no del Estado, previa la aprobación de la Sección de Fomento,
las condiciones en que deban ser enajenadas las parcelas y las
listas de los agraciados en atención a los informes aludidos y
al costo total de los trabajos de fraccionamiento y deslinde. IX.
De formar extractos e informes sobre los títulos de propiedades
y demás datos de que disponga para someterlos al estudio del
Departamento Consultivo, en los casos de incertidumbre sobre
los derechos de los terratenientes. Art. 2o. Las subcomisiones
en cada uno de los trabajos que hayan de desempeñar llevarán
un pliego de instrucciones generales a que deberán atender, sin
perjuicio de que inicien y ejecuten los que las circunstancias
les aconsejen de acuerdo con las prácticas de ingeniería. Art.
3o. Cada ingeniero deberá llevar con claridad sus registros, los
cuales serán de la propiedad del Estado, no debiendo figurar en
un solo libro de campo datos relativos a dos o más expedicio-
nes. Art. 4o. Los ingenieros deberán emplear en los registros
las abreviaturas y signos que crean convenientes; pero al fin
de cada libro deberán figurar las explicaciones de todas ellas
con tanta claridad como sea necesaria para que cualquier in-
geniero o calculador pueda interpretarlas. Art. 5o. Fuera de la
capital del Estado, los trabajos de cada subcomisión serán de
preferencia trabajos de campo y sólo en los casos de imposibi-
lidad de ejecutarlos se empleará el tiempo disponible en: I. La
formación del informe quincenal de que habla el artículo si-
guiente. II. En la ejecución de todos los cálculos conducentes al
conocimiento de las coordenadas en los diversos puntos y en la
formación de croquis de los detalles, configuración, etc. III. En
la construcción de los dibujos correspondientes en borrador y
164
Disposiciones Revolucionarias 1913-1917

en el despacho de la correspondencia. Art. 6o. Las subcomisio-


nes se encargarán de las instrucciones contenidas en el pliego
que recibieren de la Oficina Central: I. De rendir cada quince
días un informe detallado de los trabajos llevados a cabo y del
estado en que se encuentren. II. De enviar a la Oficina Central
copia, extracto de títulos o los originales mismos, con informes
sobre las razones que aleguen sus tenedores y los interesados
en contra sobre los derechos de propiedad de la tierra. III. De
proponer, de acuerdo con las autoridades municipales del lu-
gar, la extensión de las parcelas, el número de ellas, tomando
en consideración el padrón y la extensión territorial de que se
disponga. IV. De enviar a la Oficina Central el proyecto mejor
de fraccionamiento, con las razones en que se funda. V. De lo-
calizar las parcelas y dar posesión de ellas a los agraciados, en
combinación con las autoridades municipales. VI. De formar
de acuerdo con esas mismas autoridades el padrón que servirá
de base al reparto de tierras. VII. De clasificar las tierras y re-
cabar datos sobre su valor y sobre la producción media anual
por hectárea en los diversos cultivos acostumbrados. VIII. De
deslindar los diversos predios de acuerdo con los títulos y con
las resoluciones que en cada caso les sean comunicadas. IX. De
recabar datos sobre las materias primas y artículos necesarios
para la vida que se produzcan en las diversas regiones y lugares
que se visiten, así como de los demás recursos con que cuenta
o pueda contar la región para su desarrollo. X. De aconsejar la
mejor manera de acrecer en cada región la riqueza pública. Art.
7o. A fin de conocer la necesidad de tierras que haya entre los
habitantes de los pueblos y fijar el número, extensión y valor
de las parcelas y para proponer los medios conducentes al me-
joramiento de las condiciones de vida de esos mismos pueblos,
las subcomisiones informarán además: I. Sobre el importe del
jornal. II. Sobre la nacionalidad de los diversos terratenientes,
latifundistas de la región. III. Sobre el carácter de los habitan-
tes. IV. Sobre las diversiones en que en general se aficionan. V.
Sobre si está en ellos arraigado el vicio de la embriaguez o el
del juego. VI. Sobre cuál es la raza indígena predominante. Vil.
165
Textos Revolucionarios

Sobre cuáles son las enfermedades endémicas. VIII. Sobre el


clima de la región. IX. Sobre la escasez o abundancia de brace-
ros. X. Sobre los hacendados que se distinguen por el mal trato
a los peones. XI. Sobre los principales cultivos a que se dedican
los habitantes. XII. Sobre los productos naturales explotados.
XIII. Sobre los productos naturales explotables. XIV. Sobre los
medios de comunicación que se emplean para la extracción de
los productos. XV. Sobre los medios de comunicación más eco-
nómicos que se pudieran crear. XVI. Sobre si son navegables
los ríos o son susceptibles de canalizarse, transformándolos en
vías económicas de comunicación. XVII. Sobre los centros de
consumo de los productos y la distancia a que se encuentran
de ellos predios de la región que exploren. XVIII. Sobre cuá-
les son los productos de exportación. XIX. Sobre la extensión
aproximada de la tierra absolutamente estéril. XX. Sobre las
tierras estériles que puedan hacerse fértiles por algún medio
económico. XXI. Sobre las tierras fértiles que necesitan riego
para ser abiertas al cultivo. XXII. Sobre los medios seguros y
económicos de suministrar riego. XXIII. Sobre las tierras na-
turalmente fértiles y que no requieren el riego para ser cultiva-
das. Art. 8o. Estos informes serán enviados a la Oficina Central
con el proyecto de fraccionamiento, si este es el caso, o bien al
fin de cada trabajo en casos distintos. Art. 9o. Por intermedio de
la Secretaría de Comunicaciones se gestionará con las compa-
ñías ferrocarrileras la adquisición de pases generales o especia-
les, según el caso, para los empleados de la Comisión Agraria.
TRANSITORIO. Este Reglamento comenzará a surtir sus efectos
a contar desde esta fecha.

Dado en el Palacio de Gobierno de la ciudad de Xalapa-Enrí-


quez, a los 13 días del mes de octubre de 1914.

C. Aguilar M. Pérez Romero, Secretario General Interino.


166
Disposiciones Revolucionarias 1913-1917

Decreto sobre tierras expedido en


nombre del Jefe de la División del Sur5

El C. General Brigadier Héctor F. López, Jefe de las Operacio-


nes de la División del Sur en los Distritos de Montes de Oca y
Galeana, del Estado de Guerrero, y Salazar del de Michoacán,
a sus habitantes sabed: Que en virtud de las facultades de que
me hallo investido y por instrucciones del C. General en Jefe
de la División del Sur, considerando que en la jurisdicción de
mi mando no se han hecho efectivas las promesas de la Revo-
lución, devolviendo a los indígenas las tierras de que han sido
injustamente despojados, quitando los elementos de que pue-
dan disponer los enemigos de la Revolución y no existiendo au-
toridades ni procedimientos para ministrar pronta y cumplida
justicia al pueblo oprimido, ni existiendo garantías suficientes
para que se protejan los intereses y derechos del obrero y del
jornalero, como se ha llevado a efecto en todos los lugares do-
minados por la División del Sur, como es público y notorio, he
tenido a bien acordar: I. Se establecen en todas las cabeceras de
Distrito una oficina Interventora y otra de Reclamaciones, las
que se sujetarán en todo a los decretos expedidos por el C. Ge-
neral en Jefe de la División del Sur para el Estado de Michoacán
y que se han hecho extensivos a los lugares de otros Estados
ocupados por las fuerzas de la expresada División. II. Esta dis-
5 Tomado de: Idem, p. 180.

167
Textos Revolucionarios

posición empezará a regir desde la fecha en que sean fijados en


los lugares públicos de costumbre los referidos decretos.
Dado en el Cuartel General de Coahuayutla de Guerrero, a los
28 (veintiocho) días del mes de febrero de 1915.
El general Brigadier, Héctor F. López.
El jefe del Estado Mayor, Manuel López.

168
Disposiciones Revolucionarias 1913-1917

Decreto sobre materia agraria6

El C. Coronel Emiliano G. Saravia (Jr.), Gobernador Provisional


Interino del Estado Libre y Soberano de San Luis Potosí, a sus
habitantes, sabed: Que al hacerme cargo del Gobierno de este
Estado me propuse, por considerarlo de una obligación im-
prescindible y por ser uno de los más altos ideales porque ha
propugnado la actual Revolución, llevar a la práctica con toda
brevedad y en la forma debida el reparto de terrenos, a cuyo fin
he dictado algunas disposiciones y se hallan en estudio varios
proyectos de ley tendientes a resolver el problema agrario y con
objeto de que el estudio de tales leyes se haga de la mejor ma-
nera posible, así como para que se empiece a dar cumplimiento
al mencionado reparto de tierras, he creído conveniente esta-
blecer una Oficina que con sujeción a lo que establece el pre-
sente decreto, ejerza todas aquellas funciones encaminadas al
mencionado propósito. Por tanto, he tenido a bien decretar lo
siguiente:
Art. 1º. Entretanto se promulga la ley agraria que debe ser la
base fundamental para el reparto de tierras y del fomento real
y efectivo de la agricultura, se establece en esta Capital, con ju-
risdicción en todo el territorio del Estado, una oficina técnica y
administrativa dependiente del Ejecutivo, la cual se denomina-
rá: “Dirección de Agricultura”, se compondrá de un Presidente,
dos Vocales y un Secretario y se ocupará de todos los asuntos
6 Tomado de: Idem, p. 187.

169
Textos Revolucionarios

relacionados con el problema agrario, así como de la adminis-


tración de las fincas rústicas intervenidas por el Gobierno del
mismo Estado. Art. 2o. Esta Dirección tendrá anexa una sección
técnica compuesta del número de ingenieros necesarios y se
ocuparán del estudio de las tierras en las distintas regiones del
Estado, de la vigilancia de todas las obras para la captación de
aguas y en general, de todo aquello relacionado con la agricul-
tura, que tenga un carácter técnico. Art. 3o. El Ejecutivo fijará
los sueldos y el número de empleados que sean necesarios para
el funcionamiento de la Dirección General de Agricultura. Por
tanto, mando se imprima, publique, circule a quienes corres-
ponda.
Dado en el Palacio de Gobierno del Estado de San Luis Potosí, a
15 de abril de 1915.
Emiliano G. Saravia Jr. León Flores, Secretario.

170
Disposiciones Revolucionarias 1913-1917

Ley General Agraria (Villista)7

Francisco Villa, general en jefe de Operaciones del Ejército


Convencionista, a los habitantes de la República hago saber:

Que en virtud de las facultades extraordinarias contenidas en


el Decreto de 2 de febrero del presente año, expedido en la ciu-
dad de Aguascalientes, y de las cuales estoy investido, y

Considerando: Que siendo la tierra en nuestro país la fuente,


casi única de riqueza, la gran desigualdad en la distribución de
la propiedad territorial ha producido la consecuencia de dejar
a la gran mayoría de los mexicanos, a la clase jornalera, sujeta a
la dependencia de la minoría de los terratenientes, dependen-
cia que impide a aquella clase el libre ejercicio de sus derechos
civiles y políticos.

Que la absorción de la propiedad raíz por un grupo reducido


es un obstáculo constante para la elevación de los jornales en
la justa relación con la de los artículos de primera necesidad,
prolonga así la precaria situación económica de los jornaleros
y los imposibilita para procurar su mejoramiento intelectual y
moral;

Que la concentración de la tierra en manos de una escasa mino-


ría es causa de que permanezcan incultas grandes extensiones
7 Tomado de: Gaceta Oficial (del gobierno convencionista provisional), t. I, No. 16,
Chihuahua, junio 7 de 1915.

171
Textos Revolucionarios

de terreno y de que, en la mayoría de éstas, sea el cultivo tan de-


ficiente que la producción agrícola nacional no basta a menudo
para satisfacer el consumo; y semejante estorbo a la explota-
ción de los recursos naturales del país redunde en perjuicio de
la mayoría del pueblo;
Que la preponderancia que llega a adquirir la clase propietaria
en virtud de las causales anotadas y bajo el amparo de gobier-
nos absolutistas favorece el desarrollo de abusos de todo géne-
ro que obligan finalmente al pueblo a remediarnos por la fuer-
za de las armas, haciéndose así imposible la evolución pacífica
del país.
Que por estas consideraciones ha venido a ser una apremiante
necesidad nacional el reducir las grandes propiedades territo-
riales a límites justos, distribuyendo equitativamente las exce-
dencias.
Que la satisfacción de esta necesidad ha sido una solemne pro-
mesa de la Revolución; y por tanto, debe cumplirlas sin demora
al Gobierno Provisional emanado de ella, conciliando en lo po-
sible los derechos de todos;
Que una reforma social como la que importa la solución del
problema agrario, que no sólo afecta a todo el país sino que
trascenderá a las generaciones venideras, debe realizarse bajo
un plan sólido y uniforme en sus bases generales, rigiéndose
por una misma ley;
Que la Ley Federal no debe sin embargo contener más que los
principios generales en los que se funda la Reforma Agraria de-
jando que los estados, en uso de su soberanía, acomoden esas
bases a sus necesidades locales; porque la variedad de los sue-
los y de las condiciones agronómicas de cada región requieren
diversas aplicaciones particulares de aquellas bases; porque las
obras de reparto de tierras y de las demás que demanda el de-
sarrollo de la agricultura serían de difícil y dilatada ejecución
si dependieran de un centro para toda la extensión del territo-
172
Disposiciones Revolucionarias 1913-1917

rio nacional; y porque las cargas consiguientes a la realización


del reparto de tierras deben, en justicia, reportarlas los direc-
tamente beneficiados y quedan mejor repartidas haciéndolas
recaer sobre cada región beneficiada;
Que no obstante la consideración contenida en el párrafo ante-
rior para exonerar a la Federación del supremo deber de cuidar
que en todo el territorio nacional se realice cumplidamente la
Reforma Agraria y de legislar en aquellas materias propias de
su incumbencia, según los antecedentes jurídicos del país que
complementan la reforma.
En tal virtud he tenido a bien expedir la siguiente:

Ley General Agraria:


Artículo 1º Se considera incompatible con la paz y la prospe-
ridad de la República la existencia de las grandes propiedades
territoriales. En consecuencia, los gobiernos de los estados, du-
rante los tres primeros meses de expedida esta Ley, procederán
a fijar la superficie máxima de tierra que, dentro de sus respec-
tivos territorios, pueda ser poseída por un solo dueño; y nadie
podrá en lo sucesivo seguir poseyendo ni adquirir tierras en ex-
tensión mayor de la fijada, con la única excepción que consigna
el artículo 18.
Artículo 2º Para hacer la fijación a que se refiere el artículo an-
terior, el Gobierno de cada Estado toma en consideración la su-
perficie de éste, la cantidad de agua para el riego, la densidad de
su población, la calidad de sus tierras, las extensiones actual-
mente cultivadas y todos los demás elementos que sirvan para
determinar el límite más allá del cual lo gran propiedad llega a
constituir una amenaza para la estabilidad de las instituciones
y para el equilibrio social.
Artículo 3º Se declara de utilidad pública el fraccionamiento de
las grandes propiedades territoriales en la porción excedente
173
Textos Revolucionarios

del límite que se fije* conforme a los artículos anteriores. Los


Gobiernos de los Estados expropiarán, mediante indemniza-
ción, dicho excedente, en todo o en parte, según las necesida-
des locales. Si sólo hicieren la expropiación parcial, el resto de
la porción excedente deberá ser fraccionado por el mismo due-
ño con arreglo a lo prescrito en el inciso IV Artículo 12 de esta
Ley. Sí i este fraccionamiento no quedare concluido en el plazo
de tres años, las tierras no fraccionadas continuarán sujetas a la
expropiación decretada por la presente Ley.

Artículo 4º Se expropiarán también los terrenos circundantes


de los pueblos indígenas en la extensión necesaria para repar-
tirlos en pequeños lotes entre los habitantes de los mismos
pueblos que estén en aptitud de adquirir aquéllos, según las
disposiciones de las leyes locales.

Artículo 5º Se declara igualmente de utilidad pública la expro-


piación de los terrenos necesarios para fundación de poblados
en los lugares en que se hubiere congregado o llegare a con-
gregarse permanentemente un número tal de familias de la-
bradores, que sea conveniente, a juicio del gobierno local, la
erección del pueblo; y para la ejecución de obras que interesan
al desarrollo de la agricultura parcelaria y de las vías rurales de
comunicación.

Artículo 6º Serán expropiadas las aguas de manantiales, presas


y de cualquiera otra procedencia, en la cantidad que no pudiere
aprovechar el dueño de la finca a que pertenezcan, siempre que
esas aguas; pudieran ser aprovechadas en otra. Si el dueño de
ellas no las utilizare, pudiendo hacerlo, se le señalará un térmi-
no para que las aproveche, bajo la pena de que si no lo hiciere,
quedarán dichas aguas sujetas a expropiación.

Artículo 7º La expropiación parcial de tierras comprenderá,


proporcionalmente, los derechos reales anexos a los inmue-
bles expropiados, y también la parte proporcional de muebles,
174
Disposiciones Revolucionarias 1913-1917

aperos, máquinas y demás accesorios que se necesiten para el


cultivo de la porción expropiada.
Artículo 8º Los Gobiernos de los Estados expedirán las leyes
reglamentarias de la expropiación que autoriza la presente y
quedará a su cargo el pago de las indemnizaciones correspon-
dientes. El valor de los bienes expropiados, salvo en el caso de
convenio con el propietario, será fijado por peritos nombrados
uno por cada parte y un tercero para caso de discordia. Este
será designado por los primeros peritos y si no se pusieran de
acuerdo, por el juez local (de Primera Instancia. En todo caso en
que sea necesario ocurrir al tercer perito, se fijará el valor defi-
nitivo de los bienes expropiados, tomando la tercera parte de
la suma de los valores asignados, respectivamente, por los tres
valuadores.
Artículo 9º Si la finca en que se verifique la expropiación repor-
tare hipotecas u otros gravámenes, la porción expropiada que-
dará libre de ellos mediante el pago que se hará al acreedor o
acreedores de la parte del crédito que afectare a dicha porción,
proporcionalmente, y en la forma en que se haga el pago al due-
ño. Si hubiere desacuerdo acerca de la proporcionalidad de la
cancelación, será fijada por peritos. La oposición del deudor el
pago se ventilará en juicio con el acreedor sin suspender la can-
celación, depositándose el importe del crédito impugnado.
Artículo 10. Se autoriza a los Gobiernos de los Estados para crear
deudas locales en la cantidad estrictamente indispensable para
verificar las expropiaciones y sufragar los gastos de los fraccio-
namientos a que se refiere esta Ley, previa aprobación de los
proyectos respectivos por la Secretaría de Hacienda.
Artículo 11. Los Gobiernos de los Estados no podrán decretar la
ocupación de las propiedades objeto de esta Ley, ni tomar po-
sesión de los terrenos expropiados, sin que antes se hubiere
pagado la indemnización correspondiente en la forma que dis-
ponga la Ley local; pero podrán decretar las providencias con-
175
Textos Revolucionarios

venientes para asegurar los muebles necesarios de que habla el


Artículo 7o. Los dueños de las fincas que puedan considerarse
comprendidos en esta Ley tendrán obligación de permitir la
práctica de los reconocimientos periciales necesarios para los
efectos de la misma Ley.

Artículo 12. Las tierras expropiadas en virtud de esta Ley se frac-


cionarán inmediatamente en lotes que serán enajenados a los
precios de costo además de gastos de apeo, deslinde y fraccio-
namiento, más un aumento de diez por ciento que se reservará
a la Federación para formar un fondo destinado a la creación
del crédito agrícola del país.

Compete a los Estados dictar las leyes que deban regir los frac-
cionamientos y las adjudicaciones de los lotes para acomodar
unos y otras a las conveniencias locales; pero al hacerlo, no po-
drán apartarse de las bases siguientes:

Las enajenaciones se harán siempre a título oneroso con los


plazos y condiciones de pago más favorables para los adquiren-
tes en relación con las obligaciones que pesen sobre el Estado a
consecuencia de la deuda de que habla el Artículo 10.

No se enajenará a ninguna persona una porción de tierra ma-


yor de la que garantice cultivar.

Las enajenaciones quedarán sin efecto si el adquirente dejare


de cultivar sin causa justa durante dos años la totalidad de la
tierra cultivable que se le hubiere adjudicado; y serán reducidas
si dejare de cultivar toda la tierra laborable comprendida en la
adjudicación.

La extensión de los lotes en que se divida un terreno expropia-


do no excederá en ningún caso de la mitad del límite que se
asigne a la gran propiedad en cumplimiento del Artículo lo. de
esta Ley.
176
Disposiciones Revolucionarias 1913-1917

Los terrenos que se expropien conforme a lo dispuesto en el


Artículo 4o. se fraccionarán precisamente en parcelas cuya ex-
tensión no exceda de veinticinco hectáreas y se adjudicarán so-
lamente a los vecinos de los pueblos.

En los terrenos que se fraccionen en parcelas se dejarán para


el goce en común de los parcelarios los bosques, agostaderos y
abrevaderos necesarios.

Artículo 13. Los terrenos contiguos a los pueblos que hubieren


sido cercenados de éstos a título de demasías, excedencias o
bajo cualquiera otra denominación y que habiendo sido des-
lindados no hubieren salido del dominio del Gobierno Federal,
serán fraccionados desde luego en la forma que indica el inciso
V del artículo anterior.

Artículo 14. Los gobiernos de los estados modificarán las leyes


locales sobre aparcería en el sentido de asegurar los derechos
de los aparceros en el caso de que los propietarios abandonen
el cultivo de las labores o de que aquellos transfieran sus dere-
chos a un tercero. Los aparceros tendrán en todo caso el dere-
cho de ser preferidos en la adjudicación de los terrenos que se
fraccionen conforme a esta Ley o por los propietarios respecto
de las parcelas que hubieren cultivado por más de un año.

Artículo 15. Se declaran de jurisdicción de los Estados las aguas


fluviales de carácter no permanente que no formen parte de lí-
mites con un país vecino o entre los Estados mismos.

Artículo 16. Los Gobiernos de los Estados, al expedir las leyes


reglamentarias de la presente, decretarán un revalúo fiscal ex-
traordinario de todas las fincas rústicas de sus respectivos te-
rritorios y se tomará como base de los nuevos avalúos el valor
comercial de las tierras, según su calidad, sin gravar las mejoras
debidas al esfuerzo del labrador. Sólo quedarán exentos del im-
puesto los predios cuyo valor resulte inferior a quinientos pe-
sos oro mexicano.
177
Textos Revolucionarios

Artículo 17. Los Gobiernos de los Estados expedirán leyes para


constituir y proteger el patrimonio familiar sobre las bases de
que éste sea inalienable, que no podrá gravarse ni estará sujeto
a embargos. La transmisión de dicho patrimonio para herencia,
se comprobará con la simple inscripción en el Registro Público
de la Propiedad, del certificado de defunción del jefe de la fami-
lia y de su testamento o en caso de intestado, de los certificados
que acrediten el parentesco. Se considerará parte integrante del
patrimonio familiar todo lote de veinticinco hectáreas o menos
adquirido en virtud de los fraccionamientos que ordena esta
Ley.

Artículo 18. El Gobierno Federal podrá autorizar la posesión ac-


tual o adquisición posterior de tierras en cantidad mayor que la
adoptada como límite, según el Artículo lo, en favor de empre-
sas agrícolas que tengan por objeto el desarrollo de una región,
siempre que tales empresas tengan carácter de mexicanas y
que las tierras y aguas se destinen al fraccionamiento ulterior
en un plazo que no exceda de seis años. Para conceder tales au-
torizaciones se oirá al Gobierno del Estado al que pertenezcan
las tierras de que se trate y a los particulares que manifiesten
tener interés contrario a la autorización.

Artículo 19. La Federación expedirá las leyes sobre crédito agrí-


cola, colonización y vías generales de comunicación y todas las
demás complementarias del problema nacional agrario. Decre-
tará también la exención del Decreto del Timbre a los títulos
que acrediten la propiedad de las parcelas a que se refiere esta
Ley.

Artículo 20. Serán nulas todas las operaciones de enajenación y


de fraccionamiento que verifiquen los Estados contraviniendo
las bases generales establecidas por esta Ley. Cuando la infrac-
ción perjudicare a un particular, dicha nulidad será decretada
178
Disposiciones Revolucionarias 1913-1917

por los tribunales federales en la vía procedente conforme a la


Ley de Administración de Justicia del Orden Federal.
Dado en la ciudad de León, a los veinticuatro días del mes de
mayo de 1915. Francisco Villa.
Al C. Lic. Francisco Escudero, Encargado del Departamento de
Hacienda y Fomento. Chihuahua.

179
Disposiciones Revolucionarias 1913-1917

Ley Agraria (Zapatista)8

El Consejo Ejecutivo, en uso de las facultades de que se halla


investido, a los habitantes de la República Mexicana, hace sa-
ber:

CONSIDERANDO: que en el Plan de Ayala se encuentran con-


densados los anhelos del pueblo levantado en armas, espe-
cialmente en lo relativo a las reivindicaciones agrarias, razón
íntima y finalidad suprema de la Revolución; por lo que es de
precisa urgencia reglamentar debidamente los principios con-
signados en dicho Plan, en forma tal que puedan desde luego
llevarse a la práctica, como leyes generales de inmediata apli-
cación.

CONSIDERANDO: que habiendo el pueblo manifestado de di-


versas maneras su voluntad de destruir de raíz y para siempre
el injusto monopolio de la tierra para realizar un estado social
que garantice plenamente el derecho natural que todo hombre
tiene sobre extensión de tierra necesaria a su propia subsisten-
cia y a la de su familia, es un deber de las Autoridades Revolu-
cionarias acatar esa voluntad popular expidiendo todas aque-
llas leyes que, como la presente, satisfagan plenamente esas
legítimas aspiraciones del pueblo.
8 Tomado de John Womack, Jr., Zapata y la Revolución Mexicana, Siglo XXI, México,
1969, p. 398 403

181
Textos Revolucionarios

CONSIDERANDO: que no pocas autoridades, lejos de cumplir


con el sagrado deber de hacer obra revolucionaria que impone
el ejercicio de cualquier cargo público en los tiempos presen-
tes, dando con ello pruebas de no estar identificadas con la Re-
volución, se rehúsan a secundar los pasos dados para obtener la
emancipación económica y social del pueblo, haciendo causa
común con los reaccionarios, terratenientes y demás explota-
dores de las clases trabajadoras; por lo que se hace necesario,
para definir actitudes, que el Gobierno declare terminante-
mente que considerará como desafectos a la causa y les exigirá
responsabilidades, a todas aquellas autoridades que, olvidando
su carácter de órganos de la Revolución, no coadyuven eficaz-
mente al triunfo de los ideales de la misma.

Por las consideraciones que anteceden, y en atención a que el


Consejo Ejecutivo es la autoridad suprema de la Revolución,
por no estar en funciones actualmente la Soberana Convención
Revolucionaria, decreta:

ARTICULO lº— Se restituyen a las comunidades e individuos,


los terrenos, montes y aguas de que fueron despojados, bastan-
do que aquello posean los títulos legales de fecha anterior al
año de 1856, para que entren inmediatamente en posesión de
sus propiedades.

ARTICULO 2º — Los individuos o agrupaciones que se crean


con derecho a las propiedades reivindicadas de que habla el
artículo anterior, deberán aducirlo ante las comisiones desig-
nadas por el Ministerio de Agricultura dentro del año siguien-
te a la fecha de la reivindicación, y con sujeción al reglamento
respectivo.

ARTICULO 3º— La Nación reconoce el derecho tradicional e


histórico que tienen los pueblos, rancherías y comunidades de
la República, a poseer y administrar sus terrenos de común re-
partimiento, y sus ejidos, en la forma que juzguen conveniente.
182
Disposiciones Revolucionarias 1913-1917

ARTICULO 4º.— La Nación reconoce el derecho indiscutible


que asiste a todo mexicano para poseer y cultivar una exten-
sión de terreno, cuyos productos le permitan cubrir sus nece-
sidades y las de su familia; en consecuencia, y para el efecto de
crear la pequeña propiedad, serán expropiadas por causa de
utilidad pública y mediante la correspondiente indemnización,
todas las tierras del país, con la sola excepción de los terrenos
pertenecientes a los pueblos, rancherías y comunidades, y de
aquellos predios que, por no exceder del máximun que fija esta
ley, deben permanecer en poder de sus actuales propietarios.
ARTICULO 5º— Los propietarios que no sean enemigos de la
Revolución, conservarán como terrenos no expropiables, por-
ciones que no excedan de la superficie que, como máximo, fija
el cuadro siguiente:

Hectáreas

Clima caliente, tierras de primera calidad y de riego ................ 100


Clima caliente, tierras de primera calidad y de temporal .......... 140
Clima caliente, tierras de segunda calidad y de riego ............... 120
Clima caliente, tierras de segunda calidad y de temporal ......... 180
Clima templado, tierras de primera calidad y de riego.............. 120
Clima templado, tierras de primera calidad y de temporal ....... 160
Clima templado, tierras pobres y de temporal .......................... 200
Clima templado, tierras pobres y de riego ................................ 140
Clima frío, tierras de primera calidad y de riego....................... 140
Clima frío, tierras de primera calidad y de temporal................. 180
Clima frío, tierras pobres y de riego ......................................... 180
Clima frío, tierras pobres y de temporal ................................... 220
Terrenos de pastos ricos .......................................................... 500
Terrenos de pastos pobres ....................................................... 1000
Terrenos de guayule ricos ....................................................... 300
Terrenos de guayule pobres..................................................... 500
Terrenos henequeneros .......................................................... 300
En terrenos eriazos del Norte de la República, Coahuila, Chihuahua,
Durango, Norte de Zacatecas y Norte de San Luis Potosí ........... 1500

183
Textos Revolucionarios

ARTICULO 6º— Se declaran de propiedad nacional los predios


rústicos de los enemigos de la Revolución.
Son enemigos de la Revolución, para los efectos de la presente
Ley:
. Los individuos que, bajo el régimen de Porfirio Díaz, formaron
parte del grupo de políticos y financieros que la opinión públi-
ca designó con el nombre de “Partido Científico”.
. Los gobernadores y demás funcionarios de los Estados que,
durante las administraciones de Porfirio Díaz y de Victoriano
Huerta, adquirieron propiedades por medios fraudulentos o
inmorales, abusando de su posición oficial, apelando a la vio-
lencia o saqueando el tesoro público.
. Los políticos, empleados públicos y hombres de negocios que,
sin haber pertenecido al “Partido Científico”, formaron fortu-
nas, valiéndose de procedimientos delictuosos, o al amparo de
concesiones notoriamente gravosas al país.
. Los autores y cómplices del cuartelazo de la Ciudadela.
. Los individuos que en la administración de Victoriano Huerta
desempeñaron puestos públicos de carácter político.
. Los altos miembros del Clero que ayudaron al sostenimiento
del usurpador Huerta, por medios financieros o de propaganda
entre los fieles; y
. Los que directa o indirectamente ayudaron a los gobiernos
dictatoriales de Díaz, de Huerta y demás gobiernos enemigos
de la Revolución, en su lucha contra la misma.
Quedan incluidos en este inciso todos los que proporcionaron
a dichos gobiernos, fondos o subsidios de guerra, sostuvieron o
subvencionaron periódicos para combatir a la Revolución, hos-
tilizaron o denunciaron a los sostenedores de la misma, hayan
hecho obra de división entre los elementos revolucionarios, o
184
Disposiciones Revolucionarias 1913-1917

de cualquiera otra manera hayan entrado en complicidad con


los gobiernos que combatieron a la causa revolucionaria.

ARTICULO 7º.— Los terrenos que excedan de la extensión de


que se hace mención en el artículo 5o, serán expropiados por
causa de utilidad pública, mediante la debida indemnización,
calculada conforme al censo fiscal de 1914, y en el tiempo y for-
ma que el reglamento designe.

ARTICULO 8º— La Secretaría de Agricultura y Colonización


nombrará comisiones que, en los diversos Estados de la Repú-
blica y previas las informaciones del caso, califiquen quiénes
son las personas que, conforme al artículo 6o, deben ser consi-
deradas como enemigas de la Revolución, y sujetas por lo mis-
mo, a la referida pena de confiscación, la cual se aplicará desde
luego.

ARTICULO 9º— Las decisiones dictadas por las comisiones de


que se han hecho mérito, quedan sujetas af falto definitivo que
dicten los Tribunales especiales de tierras que conforme con lo
dispuesto por el artículo 6o, del Plan de Ayala, deben instituir-
se, y cuya organización será materia de otra ley.

ARTICULO 10º — La superficie total de tierras que se obtenga


en virtud de la confiscación decretada contra los enemigos de
la causa revolucionaria, y de la expropiación que debe hacerse
de las fracciones de predios que excedan del máximo señalado
en el artículo 5o, se dividirá en lotes que serán repartidos entre
los mexicanos que lo soliciten, dándose la preferencia, en todo
caso, a los campesinos. Cada lote tendrá una extensión tal que
permita satisfacer las necesidades de una familia.

ARTICULO 11º— A los actuales aparceros o arrendatarios de


pequeños predios se les adjudicarán éstos en propiedad, con
absoluta preferencia a cualquier otro solicitante, siempre que
esas propiedades no excedan de la extensión que cada lote debe
tener conforme lo dispuesto por el artículo anterior.
185
Textos Revolucionarios

ARTICULO 12º A efecto de fijar la superficie que deben tener


los lotes expresados, la Secretaría de Agricultura y Coloniza-
ción nombrará comisiones técnicas integradas por ingenieros,
que localizarán y deslindarán debidamente dichos lotes, respe-
tando en todo caso, los terrenos pertenecientes a los pueblos y
aquellos que están exentos de expropiación conforme al artí-
culo 5o.

ARTICULO 13º — Al efectuar sus trabajos de deslinde y fraccio-


namiento, las expresadas comisiones decidirán acerca de las
reclamaciones que ante ellas hagan ¡os pequeños propietarios
que se consideren despojados en virtud de contratos usurarios,
por abusos o complicidad de los caciques o por invasiones, o
usurpaciones cometidas por los grandes terratenientes.

Las decisiones que por tal concepto se dicten, serán revisadas


por los Tribunales especiales de tierras, que menciona el artí-
culo 9o.

ARTICULO 14º— Los predios que el Gobierno ceda a comuni-


dades o individuos, no son enajenables ni pueden gravarse en
forma alguna, siendo nulos todos los contratos que tiendan a
contrariar esta disposición.

ARTICULO 15º— Sólo por herencia legítima pueden transmi-


tirse los derechos de propiedad de los terrenos fraccionados y
cedidos por el Gobierno a los agricultores.

ARTICULO 16º. A efecto de que la ejecución de esta ley sea lo


más rápido y adecuada, se concede al Ministerio de Agricultura
y Colonización, la potestad exclusiva de implantar los princi-
pios agrarios consignados en la misma, y de conocer y resolver
en todos los asuntos del ramo, sin que esta disposición entrañe
un ataque a la soberanía de los Estados pues únicamente se per-
sigue la realización pronta de los ideales de la Revolución, en
cuanto al mejoramiento de los agricultores desheredados de la
República.
186
Disposiciones Revolucionarias 1913-1917

ARTICULO 17º— La fundación, administración e inspección de


colonias agrícolas, cualquiera que sea la naturaleza de éstas, así
como el reclutamiento de colonos, es de la exclusiva competen-
cia del Ministerio de Agricultura y Colonización.
ARTICULO 18º— El Ministerio de Agricultura y Colonización
fundará una inspección técnica ejecutora de trabajos que se de-
nominará: “Servicio Nacional de Irrigación y Construcciones”,
que dependa del Ministerio citado.
ARTICULO 19º— Se declaran de propiedad nacional los mon-
tes, y su inspección se hará por el Ministerio de Agricultura, en
la forma en que la reglamente, y serán explotados por los pue-
blos a cuya jurisdicción correspondan, empleando para ello el
sistema comunal.
ARTICULO 20º— Se autoriza al Ministerio de Agricultura y
Colonización, para establecer un banco agrícola mexicano de
acuerdo con la reglamentación especial que forme el citado Mi-
nisterio.
ARTICULO 21º— Es de la exclusiva competencia del Ministerio
de Agricultura y Colonización, administrar la institución ban-
caria de que habla el artículo anterior, de acuerdo con las bases
administrativas que establezca el mismo Ministerio.
ARTICULO 22º— Para los efectos del artículo 20o, se autoriza
al Ministerio de Agricultura y Colonización, para confiscar o
nacionalizar las fincas urbanas, obras materiales de las fincas
nacionales o expropiadas, o fábrica de cualquier género, inclu-
yendo los muebles, maquinarias y todos los objetos que conten-
gan, siempre que pertenezcan a los enemigos de la Revolución.
ARTICULO 23º— Se declaran insubsistentes todas las conce-
siones otorgadas en contratos celebrados por la Secretaría de
Fomento, que se relacionen con el ramo de Agricultura, .o por
ésta, en el tiempo que existió, hasta el 31 de Diciembre de 1914,
quedando al arbitrio del Ministerio de Agricultura y Coloniza-
187
Textos Revolucionarios

ción, revalidar las que juzgue benéficas para el pueblo y el Go-


bierno, después de revisión minuciosa y concienzuda.

ARTICULO 24º— Se autoriza al Ministerio de Agricultura y Co-


lonización, para establecer en la República escuelas regionales
agrícolas, forestales y estaciones experimentales.

ARTICULO 25º — Las personas a quienes se les adjudiquen lo-


tes en virtud del reparto de tierras a que se refieren los artículos
10o, 1lo, y 12o de la presente ley, quedarán sujetas a las obliga-
ciones y prohibiciones que consigna el artículo siguiente:

ARTICULO 26º — El propietario de un lote está obligado a culti-


varlo debidamente, y si durante dos años consecutivos abando-
nare ese cultivo sin causa justificada, será privado de su lote el
cual se aplicará a quien lo solicite.

ARTICULO 27º— El 20% de importe de las propiedades nacio-


nalizadas de que habla el artículo 22o., se destinará para el pago
de indemnizaciones de las propiedades expropiadas tomando
como base el censo fiscal del año 1914.

ARTICULO 28º — Los propietarios de dos o más lotes podrán


unirse para formar Sociedades Cooperativas, con el objeto de
explotar sus propiedades o vender en común los productos de
éstas, pero sin que esas asociaciones puedan revestir la forma
de sociedades por acciones, ni constituirse entre personas que
no estén dedicadas directa o exclusivamente al cultivo de los
lotes. Las sociedades que se formen en contravención de lo dis-
puesto en este artículo, serán nulas de pleno derecho, y habrá
acción popular para denunciarlas.

ARTICULO 29º— El Gobierno Federal expedirá leyes que regla-


menten la constitución y funcionamiento de las referidas so-
ciedades cooperativas.
188
Disposiciones Revolucionarias 1913-1917

ARTICULO 30º— La Secretaría de Agricultura y Colonización


expedirá todos los reglamentos que sean necesarios para la de-
bida aplicación y ejecución de la presente ley.

ARTICULO 31º— El valor fiscal actualmente asignado a la pro-


piedad, en nada perjudica las futuras evaluaciones que el fisco
tendrá derecho a hacer como base para los impuestos, que §n lo
sucesivo graven la propiedad.

ARTICULO 32º— Se declaran de propiedad nacional todas las


aguas utilizables y utilizadas para cualquier uso, aún las que
eran consideradas como de jurisdicción de los Estados, sin que
haya lugar a indemnización de ninguna especie.

ARTICULO 33º— En todo aprovechamiento de aguas se dará


siempre preferencia a las exigencias de la agricultura, y sólo
cuando éstas estén satisfechas se aprovecharán en fuerzas u
otros usos.

ARTICULO 34º— Es de la exclusiva competencia del Ministe-


rio de Agricultura y Colonización, expedir reglamentos sobre
el uso de las aguas.

ARTICULO 35º — De conformidad con el decreto de lo. de oc-


tubre de 1914, se declaran de plena nulidad todos los contratos
relativos a la enajenación de los bienes pertenecientes a los
enemigos de la Revolución.

Artículos transitorios

Primero: Quedan obligadas todas las Autoridades Municipa-


les de la República a cumplir y hacer cumplir, sin pérdida de
tiempo y sin excusa ni pretexto alguno, las disposiciones de la
presente Ley, debiendo poner desde luego a los pueblos e indi-
viduos en posesión de las tierras y demás bienes que, confor-
me a la misma Ley, les correspondan, sin perjuicio de que en su
oportunidad las Comisiones Agrarias que designe el Ministe-
189
Textos Revolucionarios

rio de Agricultura y Colonización hagan las rectificaciones que


procedan, en la inteligencia de que las expresadas Autoridades
que sean omisas o negligentes en el cumplimiento de su deber,
serán consideradas como enemigas de la Revolución y castiga-
das severamente.
Segundo: Se declara que la presente Ley forma parte de las fun-
damentales de la República siendo, por lo tanto, su observancia
general y quedando derogadas todas aquellas leyes constitui-
das o secundarias que de cualquier manera se opongan a ella.
Dado en el salón de actos del Palacio Municipal, a los veintidós
días del mes de octubre de mil novecientos quince.
Por lo tanto, mandamos que se publique, circule y se le dé su
debido cumplimiento.
REFORMA, LIBERTAD, JUSTICIA Y LEY.
Cuernavaca, octubre 26 de 1915.9

Manuel Palafox,
Ministro de Agricultura y Colonización.
Otilio E. Montaño,
Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes.
Luis Zubiría y Campa,
Ministro de Hacienda y Crédito Público.
Jenaro Amézcua,
Oficial Mayor Encargado de la Secretaría de Guerra.
Miguel Mendoza L. Schwertfegert
Ministro de Trabajo y de Justicia.
Estados Unidos Mexicanos.
Consejo Ejecutivo.

9 Según Womack, hay aún copia mala de esta Ley, fechada equivocadamente el 28 de
oc tubre de 1915.

190
Reivindicaciones

Obreras
Disposiciones Revolucionarias 1913-1917

Decreto creando el descanso general


obligatorio y la duración de la jornada10

Decreto del Gobernador del Estado de Aguascalientes relati-


vo a la limitación del trabajo. Aguascalientes, agosto 10 de 1914.
Gobernador del Estado. Chihuahua. Agradeceré dar publici-
dad al decreto número 14 que he expedido en ésta declarando
la limitación del trabajo en bien de la clase obrera. DECRETO
NUMERO 14. Alberto Fuentes D., Gobernador Constituciona-
lista y Comandante Militar del Estado de Aguascalientes, a sus
habitantes, sabed: Que en atención al excesivo trabajo a que
han sido obligados los empleados y obreros de las haciendas,
fábricas y negociaciones mercantiles, considerando de justi-
cia limitar los días y horas de trabajo para dichos empleados
y operarios, teniendo en cuenta por otra parte el alcance de las
energías del individuo y apoyado en el principio de moralidad
y equidad social, encontrando en la organización del trabajo un
recurso para conseguir nuestra regeneración nacional, he teni-
do a bien decretar: lo. Todos los encargados de haciendas, fá-
bricas, talleres y negociaciones mercantiles deberán conceder
a la semana un día de descanso a los empleados que de ellos de-
pendan; para los efectos consiguientes se entenderá que el día
consta de veinte y cuatro horas. 2o. Los propietarios que perso-
nalmente se encarguen de la administración de sus negocios
10 Tomado de: Fuentes para la Historia de la Revolución Mexicana. /. Planes Políti-
cos... Op. Cit., p. 168 169.

193
Textos Revolucionarios

comprendiéndose entre éstos especialmente los comerciantes


en pequeño, cerrarán sus establecimientos un día de la sema-
na. 3o. El máximo de tiempo que se señale a cada empleado será
de nueve horas diarias. 4o. Las nueve horas de trabajo señala-
das no deberán ser consecutivas. 5o. Aquellos establecimientos
y talleres que, para beneficio del público, no deben interrumpir
sus labores a ninguna hora del día ocuparán los empleados su-
ficientes para que se turnen convenientemente y ninguno de
ellos trabaje más de los días y horas estipuladas en el presente
decreto, mientras quedan incluidos dentro de este decreto los
servicios domésticos. 6o. Quedan exceptuados de este decreto
los vendedores ambulantes y cocheros. 7o. La limitación del tra-
bajo no será en ningún caso objeto de disminución de salario.
Este decreto comenzará a regir desde el día de su publicidad.
Constitución y Reformas.
Dado en el Palacio de Gobierno del Estado, a los 8 días del mes
de agosto de 1914.
El Gobernador y Comandante Militar, Alberto Fuentes D. El
Secretario de Gobierno, David G. Berlanga. Salúdolo afectuosa-
mente. El Gobernador y C.M., A. Fuentes D.

194
Disposiciones Revolucionarias 1913-1917

Decreto sobre el salario mínimo del


General Eulalio Gutiérrez11

Eulalio Gutiérrez, general de Brigada del Ejército Constitu-


cionalista, Gobernador y Comandante Militar del Estado de
San Luis Potosí, en uso de las facultades de que se halla inves-
tido, decreta lo siguiente: LEY SOBRE SUELDOS DE PEONES.
Art. 1o. El tipo mínimo del salario para el trabajador en el Esta-
do de San Luis Potosí, a contar del día 16 de los corrientes, será
de $0.75 (setenta y cinco centavos) diarios y el tiempo máximo
de trabajo será de nueve horas diarias. En las minas el salario
mínimo será de $1.25 (un peso veinte y cinco centavos) diarios.
En los lugares o en las negociaciones o industrias en que se ha-
yan estado pagando salarios mayores que el mínimo que ahora
se fija no podrán disminuir aquéllos. Art. 2o. En las fincas de
campo no se le cobrará al trabajador el agua ni la leña que hu-
biere menester para su gasto doméstico y se le proporcionará
gratuitamente casa habitación que reúna las mejores condicio-
nes posibles de higiene y comodidad. Art. 3o. El salario que de-
vengue el trabajador le será cubierto precisamente en moneda
de circulación legal y sin descuento alguno, semanariamente.
Art. 4o. El comercio es libre en el Estado. Quedan prohibidas en
absoluto las tiendas de raya. Las que existen en las Haciendas,
empresas industriales, ranchos, etc., sólo podrán continuar
como establecimientos ordinarios, sin que se obligue a los peo-
11 Tomado de: Idem, p. 188-190.

195
Textos Revolucionarios

nes a comprar en ellas o recibir mercancías a cuenta de pagos o


jornales. Se prohíbe que los hacendados o patrones favorezcan
directa o indirectamente a algún comerciante en perjuicio de
los demás. El dueño o encargado de todo rancho, hacienda o
empresa industrial, de acuerdo con una comisión o delegación
del Ayuntamiento respectivo, designará un sitio a propósito
que se destinará a mercado plaza de comercio, haciendo, de co-
mún acuerdo también, la distribución equitativa de lotes entre
aquellos comerciantes que los soliciten y quienes no pagarán
otros impuestos que los determinados expresamente por las le-
yes. La plaza de comercio no tendrá menos de cien metros por
lado. Art. 5o. Los trabajadores de las fincas de campo pueden
tener en ellas, sin pagar arrendamiento por concepto de pas-
tos, aguas, etc., aparte de los animales domésticos de cualquier
clase necesarios para su uso personal y el de su familia, has-
ta cinco animales de ganado mayor y diez de menor. Respecto
del exceso pagarán cuotas, previa autorización de la autoridad
política, pagándoles entretanto la mitad de las acostumbradas.
Art. 6o. En lo sucesivo las deudas contraídas por los trabajado-
res de campo prescribirán de oficio en el término de un año,
contándose éste, para cada préstamo o cargo en cuenta desde
la fecha del mismo préstamo o cargo, aun cuando el trabajador
se le lleve cuenta corriente. Art. 7o. Queda absolutamente pro-
hibido poner cualquier género de trabas que de alguna mane-
ra dificulten al obrero o trabajador que en todo tiempo pueda
cambiar de residencia o simplemente ir a otra parte en busca
o aceptación de trabajo. Art. 8o. No procede contra los obreros
y trabajadores la providencia de arraigo por asuntos civiles.
Art. 9o. No son susceptibles de embargo los salarios. Tampoco
lo es el que a los trabajadores corresponda en los contratos a
partido o de aparcería o a destajo. Art. 10o. El hacendado que
diere tierras a partido, proporcionando al trabajador los útiles
de labranza necesarios, inclusive las yuntas y semillas, cuando
las tierras sean de temporal y estén abiertas, no podrán percibir
más del veinte y cinco por ciento de la cosecha. Si las tierras
fueren de riego y estuvieren abiertas y el hacendado propor-
196
Disposiciones Revolucionarias 1913-1917

cionare los elementos necesarios para el trabajo, la parte que le


corresponderá no podrá ser mayor del cincuenta por ciento de
la cosecha. En ambos casos se entenderá que ésta será recibida
a la orilla de las mismas labores y su conducción y transporte,
adonde convenga a los interesados, será por cuenta de ellos.
Art. 11o.
(Fracción A). Los anticipos que el hacendado haga al trabajador
para el sostenimiento de su familia o pago de jornal, hasta le-
vantar su cosecha, será en dinero efectivo y se devolverán al re-
cogerse ésta, bien sea que el trabajador venda lo que le corres-
ponde o pague su adeudo al hacendado o que a éste le convenga
tomar semillas o lo que tenga el trabajador, siempre que sea el
precio de la plaza más cercana y con deducción solamente de
los fletes que reporten. Art. 11o. (fracción B). Se considera deuda
de peón, redimible en las condiciones que establece la fracción
anterior, hasta la cantidad de $50.00 (cincuenta pesos) anua-
les, considerando lo que exceda de esa cantidad como deuda
civil sujeta a las leyes vigentes. Art. 12o. El gobierno establecerá
en esta ciudad una oficina que se denominará “Departamen-
to del Trabajo”, que estará a cargo de un Director con el núme-
ro de empleados competentes, y la cual conocerá de todos los
asuntos relativos al trabajo. Procurará el mejoramiento de la
clase obrera y muy especialmente, que esta ley se haga efectiva
e investigará la oferta y demanda de trabajo, a fin de que los
trabajadores puedan fácilmente encontrar trabajo y mejorar su
situación. El mismo “Departamento de Trabajo” procurará que
las empresas críen, en relación a su capital y utilidades, fondos
que tengan por objeto obras de beneficencia en favor de sus
propios trabajadores. TRANSITORIOS. Art. 1o. Los beneficios de
esta ley no son renunciables en ningún caso. Art. 2o. Se concede
acción popular para la denuncia de las infracciones a la mis-
ma. Art. 3o. Todas las quejas relativas a sus transgresiones serán
por conducto de las autoridades políticas inmediatas, para que
éstas las hagan llegar a conocimiento del Ejecutivo. Art. 4o. Es
facultad del Ejecutivo imponer las multas que a su juicio crea
197
Textos Revolucionarios

pertinentes a los infractores de esta ley. Art. 5o. Habiendo sido


hasta hora exclusivamente bajos los salarios, deben estimarse
como un complemento de ellos los anticipos, préstamos o car-
gos en general, hechos a los trabajadores por los hacendados
o patrones y, por lo tanto, se declaran pagados por los peones
o trabajadores del campo todas las cuentas que con tal moti-
vo se hayan llevado y que tengan saldo en su contra. Por tanto,
mando se cumpla y ejecute el presente decreto y que todas las
autoridades lo hagan cumplir y guardar y, al efecto, se imprima,
publique y circule a quienes corresponda.
Dado en el Palacio de Gobierno del Estado de San Luis Potosí, a
los 15 días del mes de septiembre de 1914.
Eulalio Gutiérrez. León Flores, Oficial Mayor.

198
Disposiciones Revolucionarias 1913-1917

Decreto sobre el salario mínimo del


General Fidel Ávila12

El general Fidel Ávila, Gobernador del Estado Libre y Sobera-


no de Chihuahua, a los habitantes del mismo hago saber: Que
en uso de las facultades extraordinarias que me ha conferido la
Soberana Convención Constitucionalista y Considerando: Que
todo Gobierno tiene el deber imperioso de procurar el afianza-
miento de la paz pública y el mejoramiento social y económico
de las clases trabajadoras; Que esa obligación crece de pronto
respecto a los gobiernos de elección popular, porque sin la li-
bertad económica es imposible la libertad política y sin ésta
no puede existir la verdadera democracia, como no existe en
donde el pauperismo, por la mezquindad de los salarios ape-
nas puede cubrir las más apremiantes necesidades de la vida,
sin tiempo siquiera para dedicarse al ejercicio de los deberes
cívicos; Que en México, desde el advenimiento del Gobierno
colonial, los campesinos han llevado la vida más precaria bajo
la férula de los encomenderos, clase que engendra el feudalis-
mo actual de los hacendados, en cuyos dominios los labradores
pobres han sido hasta hoy verdaderos siervos de la gleba, sin
otros derechos que las graciosas concesiones de sus señores,
ni otra voluntad que los avaros caprichos de aquellos déspotas;
Que este vicioso sistema, contrario a la justicia, a la dignidad
12 Tomado de: Idem, p. 177-179.

199
Textos Revolucionarios

humana y al progreso de los pueblos, ha mantenido a la Repú-


blica en constante estado de rebelión, estancando sus riquezas,
impidiendo su desarrollo intelectual y moral y exponiéndonos
con frecuencia a la pérdida de nuestra autonomía; Que los ha-
cendados, salvo raras excepciones, en alianza criminal con los
gobiernos despóticos del país, han mantenido sistemáticamen-
te en la ignorancia a la población rural para explotarla mejor
bajo aquel ruinoso sistema, sin preocuparse jamás por implan-
tar los modernos cultivos que, aumentando la producción, ten-
drían como consecuencia para el pueblo su emancipación de la
miseria. Por lo expuesto y mientras tanto la Legislatura que se
elija constitucionalmente reglamenta el Art. 5o. de la Constitu-
ción General, he tenido a bien expedir el siguiente:
DECRETO: Art. 1o. Ningún jornalero o empleado mayor de diez
y ocho años disfrutará en el Estado una remuneración inferior
a un peso diario, cualquiera que sea el trabajo a que se dedi-
que. Art. 2o. El jornal de los menores de diez y ocho años será
cuando menos de cincuenta centavos al día. Art. 3o. No quedan
comprendidos en las disposiciones de los artículos anteriores
que preceden los domésticos, los aprendices, ni los meritorios,
quienes podrán prestar sus servicios sujetándose libremente
a los pactos que celebren con sus principales o maestros. Art.
4o. Ningún particular o compañía podrá detener el pago de
sus empleados, peones o contratistas bajo ningún pretexto, y
en caso de duda sobre la liquidación respectiva, resolverá en
justicia y en audiencia verbal la primera autoridad política del
lugar, haciendo un examen minucioso de las alegaciones de
las partes y de las constancias o pruebas que éstas presenten.
Art. 5o. En caso de inconformidad sobre la resolución dictada
de acuerdo con el artículo anterior, ocurrirán las partes al Juez
de Primera Instancia de las cabeceras de Distrito o al Menor de
las municipalidades, quienes resolverán en definitiva y en vista
del informe que rendirá la respectiva autoridad política. Esta
resolución se pronunciará dentro de las veinte y cuatro horas,
previa audiencia verbal, y sin más recurso que el de responsa-
200
Disposiciones Revolucionarias 1913-1917

bilidad, que se exigirá por el Ejecutivo del Estado a virtud de


queja de la parte agraviada. Art. 6o. No podrán ser despedidos
del servicio los empleados y peones a que se refiere el artículo
anterior, ni los domésticos, sino en los términos prescritos por
los artículos relativos de los códigos Civil y de Comercio, y en
todo caso se liquidarán los sueldos o jornales en el acto de la
separación. Art. 7o. Cuanto a los encargados de las obras o de
destajo a precio alzado se observarán las prevenciones anterio-
res por lo que hace a pagos parciales o al total, sin perjuicio de
las reclamaciones procedentes según los términos de sus con-
tratos, lo que, en todo caso, se otorgarán por escrito recogiendo
un ejemplar cada parte para su resguardo, y otro tanto se hará
con las liquidaciones parciales o absolutas. Art. 8o. Queda ab-
solutamente prohibido forzar directa ni indirectamente a los
contratistas, empleados y trabajadores o recibir total o parcial-
mente sus sueldos o jornales en efectos o mercancías. Art. 9o.
Los artículos que se vendan a los trabajadores en las fincas de
campo, minas y factorías, éstos no tendrán más recargo que un
diez por ciento sobre su costo, según facturas, agregando el fle-
te al lugar de consumo. Art. 10o. Toda persona que violare las
disposiciones de este decreto, ya sea pagando a sus empleados
o sirvientes menor jornal que el aquí estipulado o forzándolos
a recibir mercancías o vendiéndoles éstas a un precio mayor del
fijado en el artículo que precede, sufrirá una multa de diez a
cien pesos por la primera infracción y doble pena en caso de
reincidencia. En defecto de la multa se aplicará el arresto co-
rrespondiente, que no bajará de diez días ni excederá de trein-
ta. Art. 11o. Las autoridades políticas respectivas vigilarán, bajo
su más estrecha responsabilidad, el cumplimiento de estos
preceptos y, en su caso, aplicarán las penas correspondientes;
pero no podrán hacerlas efectivas sin la revisión previa del Eje-
cutivo, que oirá sumariamente a los interesados. Art. 12o. Las
autoridades a que se refiere este decreto que queden convictas
de negligencia, cohecho o parcialidad serán destituidas de su
empleo y castigadas con arresto de dos a seis meses por la au-
toridad judicial respectiva y previa consignación del Ejecutivo,
201
Textos Revolucionarios

atentas las circunstancias del delito, siendo además responsa-


bles de los delitos que causaren. Por tanto, mando se imprima,
publique, circule y se le dé el debido cumplimiento.
Es dado en el Palacio del Poder Ejecutivo, en Chihuahua, a los 9
días del mes de enero de 1915.
El General Fidel Ávila. El Secretario de Gobierno,
Silvestre Terrazas.

202
Disposiciones Revolucionarias 1913-1917

Decreto del General Obregón sobre el


salario mínimo13

Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército Constitucionalis-


ta, Encargado del Poder Ejecutivo de la Unión, a los habitantes
de ella y a cuantos el presente vieren, hago saber: Que en uso
de las amplias facultades de que estoy investido, conforme al
artículo 2 del decreto de 12 de diciembre de 1914; y teniendo en
consideración: Que, para hacer más intensa y fructuosa la cam-
paña que en defensa del principio de legalidad y de los ideales
nacionales encarnados en la Revolución Constitucionalista,
está haciendo el señor general Álvaro Obregón en el interior
de la República, fue ampliamente autorizado por esta Prime-
ra Jefatura no solamente para dictar las medidas relacionadas
directamente con las operaciones militares que tiene a su car-
go, sino también para expedir las demás que tuvieren por fin el
bienestar y mejoramiento de las clases sociales en general y es-
pecialmente el de las clases menesterosas, a quienes es debido
hacer llegar desde luego los beneficios de la Revolución; Que
en virtud de esta autorización, el señor general Obregón expi-
dió en Celaya, con fecha 9 del corriente mes de abril, un decreto
relativo al tipo de jornal mínimo y a algunas relaciones entre
patrones y obreros; Que examinando este decreto, se ha visto
desde luego que responde a las necesidades del momento,, las
cuales llena de manera satisfactoria; y Que, si bien esta Primera
13 Tomado de: Idem, p. 181-182.

203
Textos Revolucionarios

Jefatura tiene en estudio una ley general sobre regulación del


contrato de trabajo, en la que se establecen reglas sobre la jor-
nada máxima de los trabajadores y sobre el salario mínimo que
deben percibir, esa ley no se ha expedido todavía, por lo que el
decreto de referencia expedido por el señor general Obregón
suple desde luego la falta de una ley especial de carácter gene-
ral y puede regir la materia hasta la expedición de esa ley: He
tenido a bien expedir el siguiente:

DECRETO
Artículo 1o. Se confirma en todas sus partes, declarando que es
perfectamente obligatorio el decreto expedido por el señor Ál-
varo Obregón en Celaya, el día 9 del corriente mes de abril, cuyo
tenor es siguiente:
ALVARO OBREGON, General en Jefe del Ejército de Operacio-
nes, en nombre de la Revolución y autorizado por el C. Primer
Jefe del Ejército Constitucionalista, don Venustiano Carranza, a
los habitantes del Estado hago saber: 1o. Que, desde hoy, el sala-
rio mínimo en efectivo de los jornaleros deberá ser de setenta y
cinco centavos cada día, aumentando la ración de cereales que
actualmente se les tiene asignada en un veinticinco por cien-
to. 2o. En este aumento de sueldo deben quedar comprendidos
proporcionalmente los que hoy disfrutan los mozos, cocineros,
lavanderos y demás domésticos, cualesquiera que sea su carác-
ter o denominación. 3o. Este aumento de jornal no autoriza a
los patrones para aumentar las horas de trabajo, de destajos o
tareas. 4o. En esta disposición están comprendidos los Estados
de Michoacán, Querétaro, Hidalgo y Guanajuato, que están
controlados por este Ejército de Operaciones. 5o. Respecto a los
jornaleros en las demás entidades federativas que aún están
en poder de la reacción, se irán dictando las mismas disposi-
ciones, en proporción con las ya establecidas, tan pronto como
sean controladas. 6o. Al ser violadas estas disposiciones, el tra-
bajador deberá presentar su queja a la autoridad constitucio-
nalista correspondiente, quien ordenará el reintegro inmediato
de la cantidad que se le haya dejado de pagar, más lo correspon-
204
Disposiciones Revolucionarias 1913-1917

diente al tiempo que haya empleado en sus gestiones, fijando la


misma autoridad el castigo debido.
Constitución y Reformas.
Dado en el Cuartel General, en Celaya, Gto., a 9 de abril de 1915.
El General en Jefe, Álvaro Obregón.

Artículo 2o. El decreto confirmado subsistirá hasta que se expi-


da la ley general sobre el contrato de trabajo que ha de regir en
toda la República. Publíquese para su conocimiento.
Dado en H. Veracruz, Ver., el 26 de abril de 1915.
V. Carranza. Rúbrica.

205
Disposiciones de interés

Nacional y social
Textos Revolucionarios

208
Disposiciones Revolucionarias 1913-1917

Decreto sobre terrenos petrolíferos14

DECRETO expedido por el Gobernador y Comandante Militar


del Estado de Veracruz, general Cándido Aguilar. CANDIDO
AGUILAR, Gobernador y Comandante Militar del Estado de Ve-
racruz-Llave, a sus habitantes, sabed:

Número 3
Considerando, 1o. Que la mayor parte de los terrenos petrolífe-
ros pertenecientes al territorio de este Estado ha sido vendida
o dada en arrendamiento en forma desastrosa para los dueños,
aportando beneficios enormes solamente a los arrendatarios,
abogados, litigantes, ingenieros y notarios que han intervenido
en estos contratos, muchos de ellos verdaderamente leoninos.
Considerando, 2o. Que casi en su totalidad todos esos terrenos
explotados por compañías extranjeras que no se resignan a su-
frir en sus intereses, cuando la Patria mexicana atraviesa por
etapas dolorosas, sin tomar en consideración que ya que nues-
tro pródigo suelo se presta para que los especuladores impro-
visen fortunas fabulosas, justo es que cuando el país pasa por
períodos de crisis los extranjeros deben soportar los mismos
perjuicios que los nacionales. Considerando, 3o. Que nuestra
lucha actual ha puesto de manifiesto la amenaza para la Nación
14 Tomado de: Idem. p. 166 167.

209
Textos Revolucionarios

que viene a constituir el predominio de los capitales extranje-


ros en determinada zona, al grado de solicitar sus poseedores el
apoyo de fuerzas armadas extrañas, dizque para venir a defen-
der intereses que más de una vez, si bien representan grandes
sumas en manos de los actuales propietarios, lo que el vende-
dor mexicano recibió por ellos es verdaderamente insignifi-
cante. Considerando, por último, Que todo progreso nacional
debe tener la imprescindible condición de ser benéfico para los
nativos y jamás peligroso para nuestra integridad, he tenido a
bien, mientras las circunstancias permiten la expedición de le-
yes propias para salvaguardar los intereses del país, decretar lo
que sigue:

Art. 1o.: Para todo contrato de arrendamiento, enajenación, ce-


sión, hipoteca u otro gravamen cualquiera sobre terrenos en
los cantones de Ozuluama, Tuxpan, Tantoyuca, Chicontepec,
Misantla y Minatitlán, los contratantes se servirán recabar de
este Superior Gobierno la autorización respectiva. Art. 2o. Sin
la autorización a que se refiere el artículo anterior, no podrá ser
válido ninguno de los actos que comprometan a los expresa-
dos terrenos, ni tampoco podrán ser registrados los contratos
que con ellos se relacionen. Art. 3o.: Los que burlando las pre-
sentes disposiciones hicieren algún contrato clandestino serán
castigados con la decomisación de los terrenos que trataren de
comprometer.

Dado en el Palacio de Tuxpan, a los 3 días del mes de agosto de


1914.

El Gobernador y Comandante Militar del Estado, General Cándido


Aguilar. El Secretario General de Gobierno, General Heriberto Jara.

210
Disposiciones Revolucionarias 1913-1917

Decreto sobre patrimonio familiar15

El C. Coronel Emiliano G. Saravia Jr., Gobernador Provisional


del Estado Libre y Soberano de San Luis Potosí, a sus habitan-
tes, sabed: CONSIDERANDO: Para comenzar a cumplir con una
de las promesas de la Revolución y a fin de que los habitantes
del Estado vean palpablemente el fruto de los esfuerzos em-
prendidos y de los derechos conquistados y ya que el Gobierno
local ha entrado en propiedad y posesión de los terrenos de la
hacienda de la Tenería, teniendo concertada la indemnización
correspondiente a la compañía anterior propietaria de tal finca,
he acordado se haga la distribución de esas tierras entre el ma-
yor número posible de ciudadanos en la proporción más justa y
conforme a las disposiciones que he creído del caso. Por tanto,
he tenido a bien decretar lo siguiente:
Art. 1o. Procédase al fraccionamiento y adjudicación, a la mayor
brevedad posible, de los terrenos de la hacienda llamada “La
Tenería”, en el municipio de esta capital. En el concepto de que
las tierras que van a fraccionarse y adjudicarse son aquellas no
comprendidas en la jurisdicción de la presa de San José.
Art. 2o. Una vez hecho y aprobado por el Gobierno el plano de
fraccionamiento, amojonados y numerados los lotes, se publi-
carán avisos para que los ciudadanos puedan hacer, a la Secre-
15 Tomado de: Idem, p. 183-186.

211
Textos Revolucionarios

taría de Gobierno, las correspondientes solicitudes de compra-


venta, con vista de los terrenos ya marcados y del precio, forma
de pago, plazos, réditos y demás condiciones que en los avisos
se fijen.

Art. 3o. Las solicitudes deberán contener con toda claridad lo


siguiente:

El nombre, apellido y edad del solicitante, su estado civil, do-


micilio y profesión; expresión de si es originario del Estado o
solamente vecino de él y en este caso desde cuándo; el número
de personas que se hallan bajo su dependencia, diciendo por
qué lo están los mayores de edad, si los hubiere.

Si posee elementos propios para ejercer la agricultura o si ca-


rece de ellos y, en este caso, la forma en que pretende propor-
cionárselos. Si solicita el auxilio del Gobierno manifestará la
cuantía o clase de ayuda que desee y las garantías que ofrezca
para el pago de ellas. III. El número de hectáreas, dentro del tér-
mino que esta Ley fija, que desee obtener para formar su par-
cela y la clase de cultivo a que piensa dedicarla, expresando si
conoce o no tales labores. IV. Si hubiere prestado servicios a la
Revolución, un extracto de ellos y la fecha en que empezó a ser-
vir en armas si fuere militar, o la clase de funciones públicas
que hubiere desempeñado. V. Los nombres y demás generales
de dos personas conocidas y solventes que en la misma solici-
tud declaren, bajo protesta de decir verdad, ser cierto y constar-
les lo expresado por el solicitante, así como que éste carece de
otras tierras y que abonen su conducta, comprometiéndose a
poner en conocimiento del Gobierno o de la Dirección Agraria,
cuando se establezca, cualquier infracción en que el interesado
incurriere respecto a lo pactado, en caso de que obtenga la ad-
judicación de una parcela. Si el Gobierno o la Dirección Agraria
lo estima conveniente, puede hacer ratificar las firmas y decla-
raciones de las personas que abonen al solicitante.
212
Disposiciones Revolucionarias 1913-1917

Art. 4o. Todo ciudadano tiene derecho a que se le adjudique,


conforme a los prevenido en esta ley y Reglamento respectivo
que se expedirá, una parcela de tierra no mayor de tres a cinco
hectáreas, según la calidad del terreno, contrayendo la obliga-
ción de cultivarla asidua y debidamente y pagarla en abonos, de
tal manera cómodos que no impidan atender las necesidades
de la familia y sin que el rédito de la parte insoluta pase de un
cinco por ciento ni se capitalicen los réditos vencidos.

Art. 5o. La parcela, con sus servidumbres y bienes a ella ligados,


constituirá un patrimonio familiar indivisible, inalienable y no
podrá ser el objeto de hipoteca, censo ni obligación alguna, ni
de embargo, ocupación, lanzamiento ni expropiación de nin-
guna clase, aún de parte de la autoridad judicial, con excepción
de los frutos, que estarán afectos solamente al pago de abonos
hasta la completa satisfacción del precio y después al pago de
las contribuciones en su pago y tiempo. Gozará de todas las ga-
rantías que a la propiedad conceden las leyes y estará ampa-
rada y sujeta a las disposiciones de la ley que sobre creación y
protección del Patrimonio Familiar se expedirá oportunamen-
te. Se tramitará solamente en caso de muerte u otros que expre-
samente determine la mencionada ley y sin más solemnidades
que las que ella disponga, en favor de los parientes y personas
que señale la misma:

Art. 6o. Los lotes o parcelas se adjudicarán sin otra preferencia


ni condición que las que se expresan en seguida. I. Al que fuere
nativo del Estado se le preferirá y especialmente si está domici-
liado en el barrio de Tequisquiapan, sobre el que solo fuere ve-
cino del Estado, y a éste sobre el que residiere fuera del mismo.
II. Al que tuviere familia se le preferirá sobre el que tuviere me-
nos y éste sobre el que no tuviere ninguna o fuere soltero. III. En
igualdad de circunstancias se preferirá al que hubiere prestado
su contingente a la Revolución, según su antigüedad, a partir
del 20 de noviembre de 1910, y su constancia en el servicio mi-
213
Textos Revolucionarios

litar, cualquiera que fuere el grado que tuviera. En caso de duda


sobre estos puntos se decidirá por la suerte.

Art. 7o. El valor o precio de la hectárea no podrá pasar de


$400.00, cuatrocientos pesos si fuere de tierra de la mejor cali-
dad y será pagado en abonos que no excederán anualmente de
la cuarta parte, ni bajarán de la quinta de los productos que ob-
tuviere, a cuyo efecto deberán cultivarse las parcelas constante
y activamente a satisfacción del Gobierno o de la Dirección de
Agricultura, que inspeccionarán periódicamente los cultivos.

Art. 8o. Los títulos justificativos de la adjudicación y propiedad


de las parcelas serán autorizados por el Ejecutivo del Estado y
contendrán todas las declaraciones, condiciones y obligaciones
que deben constar en toda escritura de compraventa, tanto res-
pecto de una como de otra de las partes y, además, contendrá la
prohibición de enajenar o gravar la parcela y expresión de que
sólo se podrá trasmitir por herencia en los términos que dis-
ponga la Ley sobre Patrimonio de Familia. Constará igualmen-
te la obligación que adquiere el comprador de cultivar constan-
temente su tierra, so pena de perderla con los abonos hechos
a cuenta del precio, si suspendiere la labranza por dos años
dentro del término*en que deba hacer el pago. Estos títulos se
registrarán y expedirán por cuenta del Gobierno y una vez en
poder de los respectivos propietarios no será menester que se
les dé posesión especial de los terrenos adquiridos, que podrán
ocupar desde luego de por sí o por persona de su confianza.

Art. 9o. Los adjudicatarios adquieren la obligación de plantar


árboles en número y distancia convenientes, atendiendo a su
riego, poda y cuidado y reponiéndolos en caso necesario. Tam-
bién quedan obligados a auxiliarse mutuamente los parcelarios
para la extirpación de los parásitos y demás plagas, así como a
procurar la conservación en buen estado de los caminos, calza-
das y zanjas de la colonia.
214
Disposiciones Revolucionarias 1913-1917

Art. 10o. La Oficina encargada del Abastecimiento de Aguas mi-


nistrará periódicamente a los parcelarios la cantidad de ellas
que necesitaren para sus cultivos y a un precio no mayor de la
mitad de aquel a que se proporcionen al público. Gozarán de
esta franquicia por un tiempo igual al en que debe cubrirse el
precio de los terrenos. Por tanto, mando se cumpla y ejecute el
presente decreto y que todas las autoridades lo hagan cumplir
y guardar y al efecto se imprima, publique y circule a quienes
corresponda.
Dado en el Palacio de Gobierno del Estado de San Luis Potosí, a
15 de abril de 1915.
Emiliano G. Saravia Jr. León Flores, Oficial Mayor.

215
La Toma de Zacatecas 1914:
Felipe Ángeles
La Toma de Zacatecas 1914: Felipe Ángeles

Índice

• Síntesis Biográfica del general Felipe


Ángeles

• La Toma de Zacatecas

221
La Toma de Zacatecas 1914: Felipe Ángeles

Síntesis Biográfica del


general Felipe Ángeles1

Fue Felipe Ángeles uno de los más destacados militares de la


Revolución Mexicana. Nació en Zacualtipán, Hidalgo, en 1869;
su padre era un pequeño agricultor del mismo nombre que lle-
gó a coronel luchando contra las intervenciones extranjeras de
1847 y de 1864-1867. A los 14 años de edad ingresó al Colegio Mi-
litar, del que fue un distinguido alumno, sobresaliendo en las
materias de matemáticas y ciencias físicas. Fue profesor de esta
institución y de la Escuela de Tiro y recibió preparación adicio-
nal en Francia y Estados Unidos. Se le catalogó como a uno de
los oficiales mejor preparados del ejército, especialmente en
artillería. Escribió libros de texto sobre geometría, balística
y física.
Cuando Madero fue presidente de la República, Ángeles fue
nombrado director del Colegio Militar y ascendido a briga-
dier. Al rebelarse Pascual Orozco contra el gobierno del presi-
dente Madero, organizó batallones de voluntarios para com-
batir al insurrecto y pronto llegó a ser hombre de confianza
del Presidente.
Posteriormente fue nombrado comandante de las fuerzas que
operaban en el estado de Morelos contra Zapata. En esta cam-
paña mostró su carácter humano al proponerse evitarlos ex-
1 Elaborada con base en la información de la Enciclopedia de México. 1978.

223
Textos Revolucionarios

cesos que contra la población campesina cometían las tropas


de los jefes que lo antecedieron. Años más tarde, en un largo
artículo titulado Genovevo de la O, reconoció la capacidad de Za-
pata y la justa razón de su rebeldía y criticó la crueldad de los
comandantes que le habían precedido en esa zona. Esta actitud
humanitaria le permitió más tarde establecer trato político con
el Caudillo del Sur.

Al producirse el cuartelazo de la Ciudadela, Madero dudó de la


lealtad de Victoriano Huerta y dispuso que el general Ángeles
se trasladara a la capital, con el propósito de nombrarlo jefe de
la plaza y encargarlo de las operaciones contra los rebeldes. Sin
embargo, consideraciones de jerarquía militar y la adversa opi-
nión del gabinete impidieron que ese designio se concretara.
La posición secundaria que ocupó evitó que su participación
fuera eficaz.

Fue aprehendido al mismo tiempo que Madero y Pino Suárez


e, incluso, encerrado en el mismo cuarto del Palacio Nacional.
Aunque se le respetó la vida, se le mantuvo preso hasta el 29
de junio de 1913 cuando, simulándose una comisión militar,
fue desterrado a Francia. En este país se puso en contacto con
el licenciado Miguel Díaz Lombardo, representante del movi-
miento constitucionalista, y regresó secretamente a México,
presentándose ante Venustiano Carranza en Sonora. Al no po-
der entenderse con el Primer Jefe, pues consideraba que éste
no se apegaba al espíritu legalista y democrático de Madero,
buscó un acercamiento con Francisco Villa, quien lo invitó a in-
corporarse a la División del Norte como jefe de su artillería. En
una primera etapa las relaciones con Villa fueron muy satisfac-
torias para ambos, y combinando sus respectivas capacidades
lograron importantes victorias en Torreón, San Pedro de las Co-
lonias, Paredón, Zacatecas y Ramos Arizpe, batallas en las que
se distinguió Ángeles y de las que dejó en su diario vividas y
humanas descripciones, de las que aquí presentamos, La Toma
de Zacatecas.
224
La Toma de Zacatecas 1914: Felipe Ángeles

Derrotado Victoriano Huerta y agravadas las dificultades entre


Villa y Carranza, el general Ángeles comienza su etapa política,
produciendo escritos y discursos para justificar la rebeldía de la
División del Norte. Fue un importante promotor de la Conven-
ción de Aguascalientes, que desconoció a Carranza como Pri-
mer Jefe, y convenció a Zapata de que enviara representantes
a esa asamblea. Sin embargo, cuando se resolvió la lucha entre
convencionistas y carrancistas, la suerte cambió para Ángeles.
Derrotado Villa en 1915, el general Ángeles se exilió en el vecino
país del norte. Desde El Paso, Texas, y más tarde-desde Nueva
York, se dedicó a organizar a los exiliados políticos contrarios
a Carranza, para lo cual escribió numerosos artículos en los pe-
riódicos de diversas poblaciones norteamericanas. Junto con
Antonio I Villarreal, José María Maytorena y Roque González
Garza, fundó la Alianza Liberal Mexicana, organización que
agrupaba a los anticarrancistas.
El 11 de diciembre de 1918 regresó a México para reunirse con
Villa. En esta nueva etapa, las relaciones entre ambos no mar-
charon bien y se separaron después de cinco meses. A la cabeza
de una docena de hombres armados, tomó su propio camino y
anduvo errante por el estado de Chihuahua hasta que, traicio-
nado, fue aprehendido el 15 de noviembre de 1919 por tropas
del gobierno, sin oponer resistencia.
En el Consejo de Guerra, Ángeles habló largas horas, no tanto
para defenderse, pues daba por segura la sentencia a muerte,
sino para justificar su vida y formular su testamento político.
Fue fusilado en la capital del estado de Chihuahua el 26 de
noviembre de 1919.

225
La Toma de Zacatecas 1914: Felipe Ángeles

La Toma de Zacatecas2
Por el general Felipe Ángeles

Día 17 de junio (1914)

Barren con el enemigo

El miércoles 17 de junio de 1914 nos embarcamos en Torreón,


desde muy temprano, para marchar hacia Zacatecas. Mi artille-
ría iba en cinco trenes; cuatro para sendos grupos, y el quin-
to para mi Estado Mayor, el servicio sanitario, la proveeduría
y los obreros.

A las 8 de la mañana tenía que partir el primer tren y cada uno


de los demás, 15 minutos después del anterior; pero el quinto
descarriló al salir; por mal estado de la vía, y no pudo partir sino
hasta las dos de la tarde.

El viaje fue lento. Repetidas veces llovió sobre la tropa sin abri-
go. Día 19 de junio

El 19 de junio en la mañana, llegamos a Calera y desembarca-


mos inmediatamente.
2 Tomado de: Batallas de la Revolución y sus Corridos, prólogo y preparación; Daniel
Moreno, Editorial Porrúa, México, 1978, pp. 85-103.

227
Textos Revolucionarios

Calera está como a 25 kilómetros de Zacatecas. Ahí habían


desembarcado las tropas que me precedieron y permanecían
acampadas en las inmediaciones.

Por la buena amistad y confianza que me dispensaba el jefe de


la División, tomé la iniciativa para hacer el reconocimiento y
distribuir las tropas alrededor de Zacatecas, en posiciones cer-
canas, de donde partieron para el ataque.

Fue a mi carro a visitarme el señor general Chao, que acababa


de llegar. Me indicó dónde estaba acampada su tropa y me pro-
metió una escolta de treinta hombres para un reconocimien-
to hacia Morelos, que le anuncié. —Yo mismo acompañaré a
usted— me dijo.

En el camino encontramos un ranchito abandonado, San Vi-


cente, a tres kilómetros de Morelos, que mandé reconocer. Ahí
nos alcanzó la escolta, que se dividió en tres partes para explo-
rar: un reconocimiento de oficial dirigido hacia los cerros de
enfrente; otro, hacia una hondonada y luego a unos cerros de la
izquierda, y el resto hacia Morelos.

Vecinos de este pueblo y labradores de los campos por donde


atravesábamos, nos informaron que venían huyendo del ene-
migo que acababa de llegar a Morelos, pretendiendo quemar
los forrajes y provisiones; nos mostraban las siluetas de los
jinetes enemigos en las crestas de los cerros próximos y nos
aseguraban que los disparos que se escuchaban por la derecha
eran del enemigo que había pasado ya por Morelos.

Probablemente el enemigo vio que éramos pocos, tal vez has-


ta nos contó, y decidido, avanzó sobre nosotros, al galope
y tiroteándonos.

Nos retiramos al paso, observándolo, hacia San Vicente; allí nos


parapetamos y sostuvimos un pequeño tiroteo de media hora,
hasta que el enemigo se retiró, en orden.
228
La Toma de Zacatecas 1914: Felipe Ángeles

Luego se oyó un tiroteo en el campamento de Calera; el gene-


ral Urbina envió en nuestra ayuda al intrépido general Trinidad
Rodríguez con su brigada ‘’Cuauhtémoc’’, que barrió al enemi-
go de los cerros de enfrente, a donde subimos en seguida.

Desde un cerro alto que está junto a Morelos, vimos un nuevo


paisaje, hermosísimo. A los lejos, la capilla de Vetagrande se
encaramaba atrevida y se proyectaba en los cielos; un poco a la
derecha, cerros muy altos y misteriosos, llenos de excavaciones
de minas o fortificaciones: tal vez sobre ellos estaría el enemi-
go; más a la derecha y a nuestros pies, la alfombra verde de los
campos, sembrados de pueblos y de árboles. Allá abajo, en el
nacimiento del cerro desde donde observábamos, un ladrar de
perros y el tiroteo de los soldados: los enemigos que huían y los
nuestros que los perseguían con entusiasmo y precipitación,
tratando algunos de cortar a aquéllos la retirada.

Sería bueno, dijo el general Trinidad Rodríguez, que su tropa


se detuviera en Morelos y enviara puestos avanzados a aquellas
lomas de enfrente. Yo voy a traer la artillería para acantonarla
en Morelos.

El mayor Bazán fue a ese pueblo para buscar alojamientos; los


demás nos regresamos a Calera. Di la orden para que la artille-
ría marchara a Morelos. El grupo de Carrillo partió desde luego.

Formidable aguacero

Un oficial me pedía instrucciones de parte del general Maclo-


vio Herrera; informándome que acababa de llegar.

Fui a ver al señor general Herrera; le dije que no había yo recibi-


do órdenes para tomar el mando de las tropas de Calera, que tal
vez tuviera ese mando el general Urbina; pero que le aconsejaba
yo se fuera a Cieneguita, lugar aún no ocupado por tropas, con
agua y forrajes, y desde donde podía partir para el ataque cuan-
do se ordenara. Yo no conocía Cieneguita más que por informes
229
Textos Revolucionarios

de mi guía y por la carta. Prometí al general Herrera visitarlo al


día siguiente para estudiar el terreno desde el punto de vista del
empleo de la artillería y resolver cuánta podría enviarle.
Los grupos de Saavedra, Jurado y Luévano, partieron también
para Morelos.
Cayó un formidable aguacero y luego sopló un viento fuerte.
Bastante avanzada la noche llegaron a Morelos los tres grupos y
mi Estado Mayor. Supe ahí, que Trinidad Rodríguez había per-
seguido al enemigo más allá de Las Pilas y de Hacienda Nueva,
y que había pedido auxilio al grupo de Carrillo para atacar al
enemigo, hecho fuerte en el cerro y mina de Loreto.

Día 20 de junio
Tomé mi baño en una tinita minúscula.
El general Pánfilo Natera fue a saludarme; iba montado en un
caballo muy chico, pero de ley. Nos desayunamos juntos. Pro-
metió acompañarme con su escolta y aun guiarme en el reco-
nocimiento.
Marchamos desde luego a Vetagrande, un mineral famoso;
pueblito ahora muy triste, casi muerto.
En la cima del cerro cercano vimos un panorama hermoso. A
la derecha el valle de Calera y Fresnillo, muy grande y muy allá
abajo, con muchos poblados disueltos en la radiosa luz de la
mañana. Al frente, un extremo de la ciudad de Zacatecas, entre
los cerros del Grillo y de la Bufa; dos formidables posiciones
fortificadas. Entre los dos cerros allá en el fondo, detrás de la
punta visible de la ciudad, el cerro del Clérigo. Detrás de La Bufa
una montaña coronada por una meseta muy amplia, azuleando
en la lejanía, bajo algunas nubecillas vaporosas, como copos de
algodón ingrávido. A nuestra izquierda, un talweg que arranca
casi de nuestros pies y remata cerca de Guadalupe; pueblo que
230
La Toma de Zacatecas 1914: Felipe Ángeles

no se ve, pero que se adivina detrás de un cerrito cónico. En la


misma dirección y más lejos, el espejo de una laguna, en cuyas
orillas se ven alegres caseríos. Y entre nosotros y Zacatecas, dos
líneas de lomeríos, una hacia El Grillo y la otra hacia La Bufa,
partiendo ambas, de las ruinas de un caserío de adobes, que fue
en otro tiempo la mina de La Plata.

Ahí tendría lugar seguramente la parte más importante de la


batalla. De ahí no podía desprender los ojos. Poco a poco me fui
dirigiendo a ese campo futuro de batalla; el general Natera me
seguía de cerca, el coronel Gonzalitos, discretamente, como a
cien metros; los oficiales del Estado Mayor y la escolta yacían
ocultos y desmoronados del otro lado del cerro alto.

“Sería bueno —dijo el simpático general Natera—, que se traje-


ran nuestros caballos y que la escolta avanzara a ese caserío (la
mina de La Plata) y se apoderara de él, para que viéramos más
de cerca y con más tranquilidad”.

Al pasar la escolta por el camino del pueblo, tronó repetidas ve-


ces el cañón de La Bufa y después se oyó el tiroteo en el caserío,
que al fin fue tomado por la escolta, mandada por el mayor Ca-
loca, un joven que el año pasado abandonó el Colegio Militar de
Chapultepec, en busca mía, y respecto a quien el señor Carran-
za ordenó se quedara con el general Natera.

Después de reconocer bien ese terreno, anduvimos un poco por


el talweg que termina cerca de Guadalupe y regresamos a co-
mer a More- los. Ordené al mayor Bazán que en la tarde mar-
chara con los dos primeros grupos a Vetagrande y que en la
noche emplazara esa artillería en posiciones desenfiladas, que
batieran El Grillo y La Bufa.

Comimos bien y alegremente con el general Natera y nos dimos


cita para las tres de la tarde, con objeto de ir a reconocer el te-
rreno por Cieneguita, donde estaban las tropas de los generales
Herrera y Chao.
231
Textos Revolucionarios

Sostén para la artillería

Como a las dos fui a visitar al general Urbina, alojado en la


casa municipal. Estaban con él Natera, Triana, Contreras y otros
oficiales. Ya habían convenido en que las tropas de los tres últi-
mos generales mencionados, más las de Bañuelos, Domínguez
y Caloca irían a Guadalupe a tomar posiciones. Así es que, me
dijo Natera, quedo ya relevado del compromiso de acompañar
a usted en reconocimiento de la tarde. Informé a Urbina de que
iba a mandar dos grupos a Vetagrande para emplazarlos en la
noche en el terreno en que a mi juicio iba a desarrollarse la par-
te más importante de la batalla, y le supliqué me enviara tropas
que sirvieran de sostén a esa artillería. Me envió, en efecto, par-
te de su brigada, la brigada al mando del general Ceniceros y un
regimiento de la brigada “Villa’’.

Un enviado del general Herrera fue a buscarme a Morelos y a


recordarme que le había prometido ir a visitarlo para estudiar
el terreno desde el punto de vista del empleo de la artillería. El
mayor Cervantes, el capitán Espinosa de los Monteros y yo, mar-
chamos hacia San Antonio, a donde ya las tropas de Herrera y
Chao habían avanzado. La artillería del Grillo batía el terreno
que recorríamos, cercano de la vía férrea, y había acertado un
cañonazo a una locomotora de nuestros trenes, tendidos desde
Pimienta a Fresnillo.

“Cuidado por ahí, ¡más vale por acá!”, nos decía el oficial en-
viado del general Herrera, que nos servía de guía. “Por no to-
mar precauciones nos hirieron al oficial fulano y a zutano. Allí
arriba, ¿ve usted esa tierra removida?, es de una mina, ahí hay
muchos federales, nos han hecho un fuego del demonio”.

Mí caballo Ney ya no manqueaba* y era una delicia su paso lar-


go y su galope vigoroso, pero sin sacudidas, al impulso de sus
delgados y potentes remos.
232
La Toma de Zacatecas 1914: Felipe Ángeles

Encontramos al general Herrera en San Antonio, dentro de una


casa oscura, llena de oficiales tendidos en el suelo. De entre
ellos salió el general, con su buen humor de siempre.
“Buenas tardes, mi general, ahorita vamos a ver el terreno; es-
pero nada más que ensillen mi caballo, o me iré en éste, ¿de
quién es este caballo?
Y subimos a una lomita. “¡Cuidado, señores, pongan pie a tie-
rra, desde allá hacen muy buenos tiros!”.

El Enemigo en Acecho

Obedecimos; desmontamos para ir a la cresta; el general He-


rrera permaneció a caballo.
Enfrente de la lomita que ocupábamos había otra baja también,
y luego otra más alta, bien ocupada por el enemigo y domina-
da muy de cerca por El Grillo y La Bufa. A la derecha estaba el
cerro del Clérigo, coronado por puntitos negros (el enemigo en
acecho) y más a la derecha, la montaña cuya cima era la alta y
amplia mesa, vista ya en la mañana detrás de La Bufa. También
en esa mesa había puntitos negros; ¿eran amigos o enemigos?
No lo sabíamos.
“¿Ve usted, mi general —me decían— aquella mina? Esa es El
Rayo, y ¿aquellas otras casas?, ¿aquel corralón largo? Allí hay
muchos pelones; pero mándenos usted unos cañones y les pe-
gamos hasta debajo de la lengua. ¿Aquí estará bueno para tirar
sobre aquellas posiciones?
“No, aquí está muy lejos —contesté—. Voy a mandar seis caño-
nes que tengo disponibles, pero no los emplacen aquí; por lo
menos en esa lomita de enfrente, y mejor sería por allá, del lado
derecho. Hay que acercar los cañones para ver claramente que
se está batiendo al enemigo; y no hay que tirar más que cuan-
do la infantería se lanza al asalto. Ya sabe, la artillería intimida;
cuando el cañón truena, el enemigo se esconde y nuestra arti-
233
Textos Revolucionarios

llería avanza, y cuando el enemigo se atreve a asomar la cabeza,


ya tiene a la infantería nuestra encima, y abandona apresurado
la posición”.

El enemigo no nos hizo un solo disparo.

Nos despedimos deseando estar juntos durante el combate. Un


oficial nos acompañó para que a su regreso sirviera de guía a la
artillería que yo enviaría.

¡Cómo cambia el aspecto del terreno a la vuelta!, y es más largo


el camino, sobre todo para los caballos. En el cerro de La Sierpe
se oía un tiroteo persistente. De Zacatecas salía una humare-
da que se elevaba muy alto y me pareció un indicio de que la
guarnición federal iba a abandonar Zacatecas. Me informaron
que desde la posición del general Herrera se podía ir más rápi-
damente a Guadalupe que desde Vetagrande, sobre todo para
la artillería, y pensé que sería conveniente enviar todo el tercer
grupo a San Antonio, en lugar de las seis piezas que primero
había resuelto mandar. Si los federales se retiraban se irían por
Guadalupe, y era necesario que el general Herrera tuviera una
artillería numerosa para que estuviera en aptitud de perseguir-
los con más eficacia.

Al pasar por Las Pilas ordené al mayor Carrillo que inmedia-


tamente marchara a San Antonio a ponerse a las órdenes del
general Herrera para apoyar sus ataques.

Cenamos contentos y dormimos felices.

Día 21 de junio

Tomé mi baño un poco preocupado por no saber si las tropas


que servían de sostén a los dos grupos de artillería, establecidos
la noche anterior entre Vetagrande y Zacatecas, estarían bien
colocadas y serían eficaces.
234
La Toma de Zacatecas 1914: Felipe Ángeles

Ordené al coronel Gonzalitos que su batallón marchara de Las


Pilas a Vetagrande para ayudar a proteger la artillería, y en se-
guida marché con mi Estado Mayor, un poco de prisa.

Llegamos a Vetagrande cuando un enviado del general Natera


me entregó un pliego de éste, en el que me preguntaba qué sa-
bía yo del ataque de ese día y qué misión tendrían sus tropas.

Le contesté también por escrito que no creía que ese día comen-
zara el ataque, porque aún no había llegado el general Villa y
él debía ser quien dirigiera la batalla; segundo, porque aún no
habían llegado las tropas y era una falta militar no emplear to-
das las disponibles; y tercero, porque aún no habían llegado las
municiones, y no debía principiar la batalla sin las municiones
de reserva.

En cuanto a la misión que incumbía a sus tropas, cuando ataca-


ran Guadalupe, creía yo que debía ser doble: primero, impedir
la llegada de refuerzos de Aguascalientes, destruyendo la vía
férrea y destacando tropas para detener esos refuerzos; segun-
da, impedir la salida de la guarnición de Zacatecas por el rumbo
de Guadalupe hacia Aguascalientes, por medio de tropas situa-
das en Guadalupe y sus inmediaciones. Ambas tropas deberían
estar ligadas para prestarse mutuo apoyo.

Habían en las estrechas calles de Vetagrande acumulación de


carros y servicio de aprovisionamiento de la artillería. Mandé
buscar locales para alojar a mi Estado Mayor y establecer el hos-
pital; fuimos en seguida a ver desde el cerro alto las posiciones
tomadas por la artillería.

Algunas bajas

La batería del capitán Quiroz había sido designada para ocu-


par la cima de ese cerro alto; sus carros obstruían el camino; la
entrada en batería marchaba muy lentamente por la gran pen-
diente del terreno que exigía doblar los tiros de mulas. Pusimos
235
Textos Revolucionarios

pie a tierra. Allá arriba vimos dos cañones y a sus sirvientes


muy afanados, obrando sobre las ruedas y la cantera para llevar
los cañones a sus posiciones definitivas. Los generales Trinidad
y José Rodríguez vinieron a saludarme entusiasmados, como
siempre apenas comenzaba el combate. Sobre la falda opuesta
el enemigo del cerro alto, donde estábamos, había muchos ca-
ballos ensillados y sueltos pertenecientes al sostén de la artille-
ría que estaba emplazándose. El enemigo cañoneaba con ardor
nuestra batería; los soldados del sostén yacían pecho a tierra,
detrás de pequeños parapetos de piedra y los artilleros trabaja-
ban recelosos, porque la artillería enemiga ya les había hecho
algunas bajas. En un momento de descuido de los artilleros, un
avantrén resaltó, primero lentamente, luego más aprisa; algu-
nos artilleros quisieron detenerlo sin éxito. El avantrén empezó
a voltear rápidamente y se dirigió hasta donde estaban los ca-
ballos sueltos; ya fue imposible detenerlo y todo mundo sentía
angustia por los caballos que en su carrera podría matar; pero
éstos se hacían a un lado oportunamente y el avantrén seguía
volteando y saltando a veces hasta que llegó al fondo del abis-
mo. Allá a lo lejos se veía el valle inmenso sembrado de puebli-
tos y de árboles envueltos en la deslumbrante claridad del día.

Del otro lado del cerro alto, en la dirección de Guadalupe y so-


bre el lomerío de la mina de La Plata, se veían las cinco bate-
rías, con sus artilleros inmóviles detrás de las corazas, o bien
haciendo sus trincheras para abrigarse mejor del fuego persis-
tente del enemigo. Las baterías habían recibido orden de tomar
posiciones, y no de tirar, a pesar del fuego del adversario. En-
frente de las baterías se distinguían los sostenes, con sus sol-
dados vestidos de kaki, tendidos pecho a tierra o bien entre las
ruinas del caserío.

Muy lejos y a la derecha, en la mina de Loreto, el enemigo se


batía con las brigadas “Villa” y “Cuauhtémoc”, tendidas a lo lar-
go de una cresta situada allá abajo, sobre el costado. Más lejos
aún, ascendía la cresta de La Sierpe parecida al espinazo de un
236
La Toma de Zacatecas 1914: Felipe Ángeles

animal gigantesco poblada de puntitos negros, enfilados des-


de el cerro alto de donde observábamos, pero asomando sólo
la cabeza del lado de Hacienda Nueva y de Las Pilas, en donde
teníamos tropas.
Los cañones de El Grillo y de La Bufa tronaban siempre y nues-
tros artilleros, inmóviles, recibían las granadas enemigas.
Allá, en el extremo diametralmente opuesto a nuestra posi-
ción. Chao y Herrera se batían.
En la tarde establecimos el hospital en los bajos de nuestro alo-
jamiento, visitamos las baterías avanzadas y elegimos los pues-
tos de socorro para los heridos.
Llovió despiadadamente sobre nuestros artilleros sin abrigo.
Al retirarnos a Vetagrande, oímos los lamentos desgarradores
de los heridos graves y vimos los muertos que yacían en el pa-
tio, tendidos sobre las camillas, cubierta la cara con un pañuelo.
Alguien nos contó los grandes destrozos que habían hecho dos
granadas, una del enemigo que había pegado en una coraza de
la batería de Quiroz y otra nuestra que hizo explosión en las
manos del artillero que le ponía el percutor.
Los cañones Schneider-Cannet al hacer algunos tiros de arre-
glo, no pudieron volver a entrar en batería y el mayor Cervantes
partió para San Antonio, ya de noche en busca del teniente Per-
domo, para que pusiera en corriente los frenos de esos cañones.
Tras la fatigosa caminata, Cervantes regresó con Perdomo a Ve-
tagrande, a las tres de la mañana.

Día 22 de junio
Desperté muy temprano, preocupado por las lluvias que ha-
bían caído sobre mis soldados, por el servicio de alimentación
de la artillería que no era tan satisfactorio como hubiera yo de-
237
Textos Revolucionarios

seado y porque los frenos de los cañones Schneider-Cannet no


funcionaban bien, tal vez porque los obreros los habían carga-
do mal o porque las cargas de proyección de los proyectiles eran
defectuosas.
Recomendé a Bazán fuera a dar sus órdenes para el buen fun-
cionamiento del servicio de avituallamiento, a Perdomo y a Es-
pinosa de los Monteros, que fueran a tratar de componer los
frenos, y al mayor Ángeles que estableciera los puestos de so-
corro de los heridos.
Supe que había llegado a Morelos la brigada “Zaragoza”, bajo
el mando del general Raúl Madero, y partí para ese pueblo con
objeto de llevarnos a Vetagrande la brigada; pero, platicando
con el general Urbina, en Morelos, me enteré de que ya esta-
ba destinada la brigada “Zaragoza” a otra posición y hube de
conformarme con interesar a Raúl a que visitara las posiciones
cercanas a Vetagrande.
Yendo de camino para este mineral, nos alcanzó un oficio y nos
dijo que el general Urbina había modificado la orden para la
brigada “Zaragoza”, en el sentido de que fuera al terreno ocu-
pado por la artillería. Esto me comprobó una vez más el buen
tacto del general Urbina para mandar y el deseo de complacer a
todo el mundo sin perjuicio del servicio.
Visité con Raúl la batería de Quiroz, desde donde le mostré to-
das las posiciones.
Después de comer, Raúl se fue a ver a su tropa y yo me enca-
minaba a visitar la artillería, cuando el teniente Turcios me
hizo saber que el general Villa acababa de llegar y venía tras
de nosotros.

Villa se presenta

Lo vimos, como siempre, cariñoso y entusiasta, montado en


un caballo brioso del general Urbina.
238
La Toma de Zacatecas 1914: Felipe Ángeles

Me ofrecí a mostrarle las posiciones del campo de batalla. Fui-


mos a ver las baterías y cuando avanzábamos más allá, nos en-
contramos a Gonzalitos que nos guió por los caminos mejor
cubiertos. En las ruinas de La Plata examiné los grandes corra-
lones, para avanzar a ellos en la noche con las baterías. Ordené
a Espinosa de los Monteros fuera a traer al mayor Jurado para
señalarle las posiciones que deberían tomar esa misma noche
sus tres baterías y a Saavedra la posición de una de las suyas,
cerca del caserío de la mina y enfrente de La Bufa. Gonzalitos
me informó de otra posición muy buena para tirar sobre La
Bufa y la colina próxima de ésta, y lo comisioné para que la se-
ñalara a Saavedra y le ordenara tomarla en la noche.

De regreso, llevé al señor general Villa a la posición de Quiroz,


desde allí le mostré el campo de batalla. Me dijo:

“Usted y Urbina entrarán por ahí, al frente de las baterías; yo


vendré al costado derecho, también atacando el cerro de Lore-
to”. Urbina recomendó que la batería de Quiroz tirara sobre un
cerro que flanqueaba a las tropas del general Villa, que ataca-
rían Loreto.

Ya para retirarme, me ordenó el general Villa que relevara con


la brigada “Zaragoza” la parte de la de “Morelos” que servía de
sostén a la artillería.

Hicimos avanzar a la brigada “Zaragoza” por un camino desen-


filado. Sólo al pasar por un puerto quedaba descubierta; pero
ahí ordenamos que pasara la tropa por pequeños grupos y al
galope. En el talweg que está detrás de la posición que aún tenía
la artillería, la tropa de la brigada puso pie a tierra y se formó
sin caballos.

Madero, el mayor Ángeles, Espinosa de los Monteros y yo, avan-


zamos para mostrar al primero las posiciones que con su tropa
debía relevar.
239
Textos Revolucionarios

La noche estaba húmeda, nublada y sumamente oscura. La


única claridad era la luz del faro de La Bufa que giraba conti-
nuamente, deteniéndose a veces sobre el terreno que deseaba
vanamente explorar.
A pesar de que en el día había yo visto varias veces el campo
que recorríamos, esa noche andaba con extrema dificultad,
metiéndome frecuentemente en los numerosos charcos que
habían formado los aguaceros. Por fortuna nos encontramos a
un muchacho de nuestras avanzadas que nos guió.
Regresamos con dificultad. A ratos parecía que la escasa luz del
faro nos seguía. Por fin encontramos a la tropa de la brigada
“Zaragoza”, pie a tierra, y ella nos indicó el lugar donde estaban
nuestros caballos. Montamos y partimos hacia Vetagrande,
bajo la menuda lluvia, por el camino más corto, que no estába-
mos acostumbrados a seguir, por la necesidad de ir desenfila-
dos.
El que iba a la cabeza era el único, tal vez, que hacía esfuerzos
por adivinar el camino; nosotros seguíamos confiados y taci-
turnos la marcha del primero. Era una procesión deliciosa, una
procesión de fantasmas, alejándose del enemigo que dormía
sueños de pesadilla, allá alrededor de aquel faro, que no era
sino síntoma de miedo; que no servía para otra cosa sino para
hacer creer que servía de algo.
Cenamos alegres en compañía de don Ángel Caso y de dos mé-
dicos del servicio sanitario de la brigada “Zaragoza”. El primero
me consultó [desde dónde podría presenciar la batalla del día
siguiente. Dormimos bien.

Día 23 de junio
Despertamos tarde; me afeité y cambié de ropa; nos desayu-
namos, montamos a caballo; yo en mi Curely, brillante y mus-
culoso. Un ayudante del coronel Gonzalitos pedía instruccio-
240
La Toma de Zacatecas 1914: Felipe Ángeles

nes por escrito, se las di y repetí verbalmente al mismo coronel,


a quien encontramos más adelante.

Fuimos a ver al general Ceniceros para señalarle su misión en el


combate. El y Gonzalitos tomarían el cerro de La Tierra Negra,
vecino de La Bufa, bajo el amparo del fuego de las baterías de
Saavedra; Raúl Madero tomaría el cerro de La Tierra Colorada
(el de Loreto), bajo el amparo de las baterías de Jurado, al mismo
tiempo que atacaran por la derecha las tropas que vendrían con
el general Villa.

Dejamos los caballos al abrigo de las balas, y pie a tierra avanza-


mos a las ruinas de la mina de La Plata.

Nuestra artillería había desaparecido de sus posiciones primiti-


vas para tomar otras invisibles y muy próximas al enemigo; tres
baterías (el grupo Jurado) fueron colocadas dentro de los corra-
lones de las ruinas de las minas de La Plata; una de Saavedra,
próxima a esas ruinas, sobre el llano, pero detrás de la cresta de
una pequeñísima eminencia y frente a La Bufa; otra en la extre-
ma izquierda, también frente a La Bufa y bien cubierta, detrás
de una cresta; la tercera batería del grupo de Saavedra conti-
nuaba en el cerro alto de Vetagrande. El enemigo debe haberse
sorprendido de la desaparición de nuestras baterías; su cañón
callaba, pero las balitas de los fusiles silbaban como mosquitos
veloces de vuelo rectilíneo.

Adentro de los corralones encontramos a Raúl Madero. “Todo


está listo, mi general, pero no son más que las nueve”. A las diez
debía comenzar la batalla. El ingeniero Enrique Valle, que lle-
gaba corriendo, me dijo: “Vengo a ponerme a sus órdenes para
lo que le pueda servir, ¿me entiende usted?

Un oficial del general Aguirre Benavides me dijo que la briga-


da “Robles” que traía éste, esperaba órdenes de alguno. “Que se
sirva traerla aquí”, contesté, “la emplearemos como reserva”;
pero después, creyéndola más útil en el ataque sobre el cerro de
241
Textos Revolucionarios

La Tierra Negra, lo invité a que la lanzara en cooperación con el


general Ceniceros y el coronel Gonzalitos.
“Que vengan los jefes de grupo”, mandé, y al presentarse les re-
iteré las órdenes para los ataques. No faltaban más que veinte
minutos; todos debían estar en sus puestos y empezar el fuego
a las diez en punto.
Por allá, en la dirección de Hacienda Nueva, se oyó el primer
tiroteo. Ahí venía el general Villa. Los veinticuatro cañones
próximos, emplazados entre Vetagrande y Zacatecas, tronaron.
Sus proyectiles rasgaron el aire con silbidos de muerte y explo-
taron unos en el cerro de La Tierra Negra y otros en Loreto. Las
entrañas de las montañas próximas parecieron desgarrarse.mil
veces por efecto del eco. Y las tropas de infantería avanzaron
sobre el manto de esmeralda que cubría las lomas.
Por el lado de San Antonio, allá; por la alta meseta y por la Villa
de Guadalupe, tronaban también los cañones y fusiles y silba-
ban millares de proyectiles; las montañas todas prolongan la
detonaciones, como si millares de piezas de tela se rasgaran en
sus flancos.
De Zacatecas, de El Grillo, de La Bufa, del cerro del Clérigo y
de todas las posiciones federales, tronaban también las armas,
intensificando aquel épico concierto. Las granadas enemigas
comenzaban a explotar en nuestra dirección; pero muy altas y
muy largas. Alguien me dijo que nos creían demasiado lejos,
detrás de los paredones; otro aseguró que tiraban sobre la ca-
ballería nuestra, que entraban en acción por la derecha. Otras
granadas caían detrás de nosotros, tal vez tirando sobre la más
próxima batería de Saavedra.
Uno llegó corriendo y nos informó que la batería de la derecha
de Jurado había sido batida por la artillería enemiga; otro dijo
que nos habían matado dos mulas de un granadazo; un tercero,
que habían desmontado la primera pieza de la más próxima ba-
tería de Saavedra.
242
La Toma de Zacatecas 1914: Felipe Ángeles

“Venga usted a ver, mi general, por aquí, por esta puerta, vea
usted cómo los rastrillazos caen detrás de la batería”. Las gra-
nadas enemigas zumbaban y estallaban en el aire lanzando su
haz de balas y rebotaban con golpe seco y estallaban después
lanzando de frente sus balas y de lado las piedras y tierra del
suelo; era aquel un huracán trágico y aterrador.
Volví a mi observatorio primitivo, desde donde no podía ver el
efecto de las baterías que tiraban sobre el cerro de La Tierra Ne-
gra y donde sólo percibía el de las baterías que batían el cerro
de La Tierra Colorada y el cerro de Loreto.

Puntitos negros

Quizá allá en la tierra colorada removida, nuestras granadas


soplarían también su huracán trágico; pero vistas por nosotros
causaban una impresión de regocijo, aunque (después de los
primeros minutos) parecía que caían sobre parapetos y trin-
cheras abandonadas, porque los puntitos negros que primero
se agitaban sobre la roja tierra, ya habían desaparecido.
“Mire usted a los nuestros, ¡qué cerca están ya del enemigo! Vea
usted la banderita nuestra, es la más adelantada”.
“¡Vea usted, vea usted; véalos pasar, vea usted cómo se van ya!”.
Nuestros soldados lanzaron gritos de alegría; las piezas alarga-
ron su tiro y nuestros infantes se lanzaron al ataque, precipi-
tadamente. La banderita tricolor flameó airosa en la posición
conquistada. Eran las diez y veinticinco de la mañana. Poco
tiempo después la falda de acceso al cerro de Loreto se pobló de
infantería nuestra que subía lenta y penosamente; los caballos
fueron llegando, lentamente también. Después todos se veían
bien formados y abrigados.
Era llegado el tiempo de cambiar de posición. Ruego al mayor
Cervantes vaya a ordenar que traigan nuestros caballos para
hacer el reconocimiento de Loreto y decidir el camino y nue-
243
Textos Revolucionarios

vo emplazamiento del grupo de baterías de Jurado. El capitán


Durón batía a la sazón la posición intermedia entre Loreto y El
Grillo; aprobando, lo autoricé a que continuara.

Nos sigue el fuego

Galopando con mi Estado Mayor hacia Loreto, encontramos


al general Villa y su séquito; aquél venía en su poderoso alazán
requiriendo la artillería para establecerla en Loreto. Ya viene,
mi general, le contesté y proseguimos al paso hacia Loreto. „
¿Se percataría el enemigo de que en el grupo de jinetes en que
íbamos marchaba el general Villa? Tal vez; pero por lo menos
debe haber adivinado en el encuentro la fusión de los estados
mayores importantes, porque nos siguió con sus fuegos en todo
el trayecto. El jefe nos imponía el aire y nosotros obedecíamos.
¿Quiénes caerían en el camino? ¡Ojalá no fuera el jefe! Las balas
pasaban zumbando y se incrustaban en la tierra con un golpe
recio y seco. El caballo del mayor Bazán fue herido en un casco
y su asistente en un hombro. Eso fue todo.
En Loreto la lluvia de las balas era copiosa. ¿De dónde venían?
Quién sabe. Tal vez de todas partes; pero no se pensaba en tirar
sobre ese enemigo misterioso; toda la atención se concretaba
en apoyar el ataque de la infantería del general Servín, que as-
cendía por los flancos de la elevada sierra y estaba a punto de
ser rechazado. Todas nuestras tropas de Loreto tiraban sobre la
cima de La Sierpe, sin que la ayuda a Servín pareciera eficaz. El
general Villa hizo establecer en el ángulo de una casa, una ame-
tralladora que abrió su fuego sobre La Sierpe, sin que tampoco
ella facilitara el avance de Servín.
Y la artillería no podía llegar. ¡A veces los minutos parecen ho-
ras! Por fin, llegó un cañón y luego otros, al mando de Durón. El
primer cañonazo sonó alegremente en los oídos nuestros y es
probable que muy desagradablemente en los de los defensores
de La Sierpe. Los primeros tiros que hicieron blanco, regocija-
244
La Toma de Zacatecas 1914: Felipe Ángeles

ron a toda nuestra tropa de Loreto, y al cabo de quince minutos


el enemigo comenzó a evacuar la posición; nuestra banderita
tricolor flameó en la cima y nuestros soldados lanzaron frené-
ticos hurras de entusiasmo. La infantería toda de Servín subió
por los empinados flancos de La Sierpe a la anhelada cima.

Cambio de cañones

Y como ésta domina al Grillo, su toma fue el segundo paso


para la conquista de la más fuerte posición del enemigo. Los
cañones que batieron La Sierpe no podían ser utilizados en la
misma posición para tirar sobre El Grillo; había que pasarlos
al frente de las casas en un patio limitado hacia el enemigo,
por un muro de arco de círculo que tenía aberturas utilizables
como cañoneras. Pero de ese lado de las casas soplaba un hura-
cán de muerte; las balitas del fusil zumbaban rápidas y las gra-
nadas estallaban estruendosamente. Pocos cuerpos quedaban
erguidos; pocas frentes se conservaban altas.

Di orden al capitán Durón de que mandara traer los armones


y entrar en batería frente a las casas, pasando por la derecha,
por donde estuvo establecida la ametralladora, y me dirigí en
seguida a hacer entrar las demás piezas que apercibí por la iz-
quierda. Había por ese lado, detrás de las casas, un amontona-
miento desordenado de soldados, de caballos, de carruajes, de
artillería con los tiros pegados, pero sin sirvientes ni oficiales.

Costó mucho trabajo conseguir que reaparecieran los trenistas


y los oficiales y que éstos condujeran los cañones al patio de
que se hacía mención, pasando por un camino estrecho, muy
visible del enemigo y perfectamente batido por su artillería.
Menester fue hacer uso del revólver y revestirse de la más feroz
energía.

245
Textos Revolucionarios

Soldados heroicos

Bajo el mismo impulso que movió la artillería, avanzó tam-


bién la parte de nuestra infantería que se había rezagado; avan-
zó con el dorso encorvado y quiso ponerse al abrigo del muro
circular, de donde la empujamos hacia el enemigo, mostrán-
dole el ejemplo del resto de la infantería nuestra que se batía
mil metros adelante. Era interesantísimo el seudo avance de
esa nuestra infantería rezagada; parecía que soplaba delante
de ellos un viento formidable que muy a su pesar oblicuaba su
marcha y la hacía retroceder cuando quería avanzar.

¡Queridos soldados del pueblo, obligados por deber a ser heroi-


cos, cuando sus almas tiemblan y sus piernas flaquean!

Una batería quedó emplazada en aquel sitio; una batería que


tiró sobre El Grillo, mientras recibía no sólo el fuego de la arti-
llería de esa posición, sino también y sobre todo, el de La Bufa.

Si nos rechazaban de Loreto, si de ahí rechazaban a la artillería


ya no podría nuestra infantería proseguir sobre El Grillo, era
necesario batirse denodadamente a pesar del violento fuego
que el enemigo tenía, casi todo concentrado sobre Loreto.

La artillería, un momento antes aterrorizada estaba de nuevo


enardecida y brava; trabajaba ahora heroicamente en medio de
la lluvia de plomo y acero. El general Villa, de pie sobre un mon-
tón de piedras, seguía atentamente el trabajo de los artilleros,
el progreso muy lento y penoso de nuestra infantería y la febril
actividad del enemigo que ya había sentido el rudo empuje de
la División del Norte y presentía la derrota, aunque tal vez no la
gran hecatombe, la gran catástrofe final.

De repente una gran detonación; a tres metros de nosotros una


nube de humo y polvo y alaridos de pavor. Creíamos que un tor-
pedo enemigo había hecho blanco sobre la pieza más próxima a
nosotros y que tal vez había matado a todos sus sirvientes.
246
La Toma de Zacatecas 1914: Felipe Ángeles

Estalla una granada

Cuando el humo y el polvo se disiparon, varios muertos; uno,


con las dos manos arrancadas de cuajo, mostrando al extremo
los huesos de los antebrazos, la cabeza despedazada y el vientre
destrozado y con las ropas ennegrecidas; yacía inmóvil, como si
hiciera horas que estuviera muerto. Otro de los que más impre-
sionaban, era un herido que tenía cara de espanto y en la boca
un buche de sangre de la que se escapaba un hilo por los entre-
abiertos labios, tembloroso de dolor. No había sido un torpedo
enemigo, sino una granada nuestra que al prepararse había es-
tallado. Era necesario no dejar reflexionar a nuestros artilleros;
que no se dieran cuenta del peligro que había en manejar gra-
nadas; era necesario aturdirlos, cualquiera que fuera el medio.

“No ha pasado nada —les grité—, hay que continuar sin des-
canso; alguno se tiene que morir, y para que no nos mura-
mos nosotros es necesario matar al enemigo. ¡Fuego sin
interrupción!”.

La infantería, cansada

El fuego continuó más nutrido que antes. El general Villa se


retiró algunos pasos y se acostó en un montón de arena. “No
sabe usted —me dijo— cuánto dolor me causa una muerte se-
mejante de mis muchachos. Que los mate el enemigo, pasa;
pero que los maten nuestras mismas armas, no lo puedo sopor-
tar sin dolor”.

“¿Qué haremos —continuó— para que nuestra infantería siga


avanzando? Me parece que está ya un poco quebrantada”.

“Está ya muy cansada” —contesté— de un solo empuje no se


puede desalojar al enemigo de todas sus posiciones; ¿quiere
usted que Cervantes vaya a dar la orden para que la infantería
avance?”. Y partió Cervantes entusiasmado de ver que se le uti-
lizaba en esa comisión. Allá le vimos muy lejos, con su som-
247
Textos Revolucionarios

brero arriscado de un lado, al galope acompañado de su caballo


alazán.

El general Raúl Madero dijo que sus tropas estaban agotadas


y pedía tropas frescas para lanzarlas al asalto de El Grillo. Mi
asistente Baca nos trajo la comida que compartimos con el ge-
neral Villa y con los oficiales que por allí estaban. Comimos
alegremente dentro de un caserón de techo acribillado por las
granadas nuestras; nunca con más gusto he visto un destrozo
semejante.

Para hacer la digestión, Cervantes y yo salimos a dar un paseo:


nos encontramos un caballo herido que rematamos por com-
pasión. Muy débiles nos parecían las detonaciones de las pisto-
las a nuestros oídos ensordecidos. A medida que avanzábamos
se nos hacía más perceptible el ruido de la lucha y otra vez vol-
vimos a enardecernos.

Por seguir el ataque en dirección de El Grillo, casi desde el prin-


cipio me vi precisado a abandonar mis baterías que atacaban en
dirección de La Bufa. ¿Y Gonzalitos, qué haría? ¿Habría comi-
do? ¿Habría sido herido?

“Vamos de aquel lado”, decidí, y dejé un recado para el general


Villa, participándole mi alejamiento.

Envié al capitán Quiroz la orden de que abandonara el cerro


alto de Vetagrande y se trasladara a El Grillo, donde recibiría
nuevas órdenes. Creía seguro que mientras tardaba Quiroz en
trasladarse, El Grillo caería en nuestro poder. Saboreamos el
galope de nuestros caballos, cuando apercibimos a Gonzalitos,
cojeando. Se había dislocado un pie.

“Sí, señor, ya comí”, me dijo sonriendo.

Todo iba bien de aquel lado; la colina de La Tierra Negra fue to-
mada desde luego y ahora sus soldados se batían con los de La
Bufa. Mandé avanzar una de las baterías de Saavedra a la colina
248
La Toma de Zacatecas 1914: Felipe Ángeles

que está a la espalda de La Tierra Negra, desde donde se veían


admirablemente Zacatecas, la Bufa y el camino de Zacatecas a
Guadalupe. Por allá lejos, del otro lado de Zacatecas, ente La
Bufa y El Grillo, se veían tropas, seguramente nuestras, que se
habían apoderado de una casa blanca y de un gran corralón
de junto. Probablemente eran las tropas de Herrera, de Chao y
Ortega. Cerca de nosotros, en nuestra posición, había algunos
infantes rezagados, de esos que siempre tienen pretexto para
quedarse atrás.

La batería de Saavedra se emplazó en la nueva posición y abrió


su fuego sobre La Bufa. Ya la lucha tenía un aspecto completo
de victoria próxima; La Bufa y El Grillo hacían débil resistencia.
En mi concepto todo era cuestión de tiempo, para dejar germi-
nar en el enemigo la idea de derrota. Del centro de la ciudad se
elevó de pronto un humo amarillo como si estuviera muy mez-
clado con polvo. Tal vez un incendio; quizá una explosión.

Sacamos los relojes: eran las cinco horas cincuenta minutos de


la tarde. Por todos lados nuestras tropas circundaban al enemi-
go, lo estrechaban más y más. ¿Qué va a ser de él? ¿Por dónde
intentarán salir?

El ingeniero Valle, el mayor Cervantes, mi hermano y yo veía-


mos muchas tropas en el camino de Zacatecas a Guadalupe y
nos alegraba verlos tan distintamente. A medida que el tiem-
po transcurría se veían más soldados, más atrapados y como
si trataran de formarse. Luego apercibimos una línea delgada
de infantería que precedía a los jinetes, estando estos últimos
formados en columna densa. ¿Qué intentaban? ¿Acaso una
salida? ¡Pero en ese orden! Los vimos avanzar hacia Guadalu-
pe; después, retroceder desorganizados, sin distinguir bien a la
tropa nuestra que los rechazaba. En seguida se movieron hacia
Jerez y retrocedieron. Intentaron después salir por Vetagrande,
del lado donde estábamos, y mandamos a cazarlos a los infan-
tes rezagados que estaban con nosotros. “No tengan miedo —
249
Textos Revolucionarios

les dije— no han de combatir ya, van ya de huida, no se trata


más que de exterminarlos”. Volvieron a retroceder.
¡Ya ganamos!
Finalmente, nos pareció que hacían un último esfuerzo, para
lograr salir por donde primero lo intentaron, por Guadalupe.
Y presenciamos la más completa desorganización. No los veía-
mos caer, pero lo adivinábamos. Lo confieso sin rubor, los veía
aniquilar en el colmo del regocijo, porque miraba las cosas des-
de el punto de vista artístico, del éxito de la labor hecha, de la
obra maestra terminada. Y mandé decir al general Villa: “¡Ya
ganamos, mi general!” Y efectivamente, ya la batalla podía dar-
se por terminada, aunque faltaran muchos tiros por dispararse.
Por el sur, del lado de los generales Herrera, Chao y Ortega, allá
en la casa blanca con un corralón inmenso, se veían los res-
plandores de los fogones del cañón, como cardillos de espejitos
diminutos. Del Grillo empezaban a descender poco a poco los
puntitos negros, rumbo a la ciudad. Abajo de nosotros, a orilla
del camino a Vetagrande, vimos una presa de agua azul, muy
limpia, al borde de unas casitas tranquilas. Fuimos a visitarlas
a pie, de paseo; la batalla ya no nos inquietaba.
A medida que nos alejábamos de las baterías de la izquierda,
percibíamos mejor los cañonazos de la derecha, que tiraban
sobre El Grillo, de cuya cima se iban retirando los federales, al
parecer tranquilos y lentamente. En las casitas abandonadas de
junto a la presa reinaba una gran quietud, turbada sólo por una
pareja de asnos que se hacían caricias. De vez en cuando, zum-
baba una que otra bala, extraviada tal vez.
El mayor Cervantes, al lado del ingeniero Valle y del mayor Án-
geles, yacía vientre en tierra y apoyado, por detrás, en las puntas
de los pies y por delante en los codos, con el sombrero a media
cabeza para observar en el campo de sus gemelos los detalles
del combate en La Bufa, entre las casas de la pintoresca Zaca-
tecas, o allá lejos, en la casa blanca con su corralón adjunto, en
250
La Toma de Zacatecas 1914: Felipe Ángeles

donde a la simple vista se percibían algunas siluetas de jinetes


y el cardillo perenne del grupo del mayor Carrillo.

Margarito Orozco, el valiente y entusiasta mutilado, venía al


galope de su brioso caballo.

“Buenas tardes, mi general, parece que ya vamos acabando”.

“Sí, eche pie a tierra, daremos una vuelta por la presa”.

Nos sentamos a platicar en el muro de la presa, de nuestros


ideales, de la felicidad de todo el mundo, y me dejó encantado
el alma grande y buena de mi amigo. Un soldado nuestro ve-
nía de Zacatecas, muerto de sed; bebió aventándose el agua a la
boca con la mano. La brisa de la tarde nos llevaba la peste de un
caballo muerto, tirado a pocos pasos. Regresé a unirme a mis
ayudantes y vi la cima del Grillo llena ya de infantes nuestros,
que descendían de derecha a izquierda sobre Zacatecas, y tam-
bién vi que empezaban a entrar tropas nuestras a La Bufa, por
la izquierda. Ahora, pensé, ya no falta más que la parte final,
muy desagradable, de la entrada a la ciudad conquistada, de la
muerte de los rezagados enemigos, que se van de este mundo
llenos de espanto.

Cervantes y Valle se interesaban por ver esta faz de la lucha; los


comisioné para que entraran desde luego a Zacatecas y busca-
ran alojamiento para la tropa y el Estado Mayor, mientras noso-
tros iríamos a Vetagrande, al arreglo del traslado del hospital y
las cocinas. El capitán Espinosa de los Monteros fue el comisio-
nado para llevar la orden a las baterías de marchar a Zacatecas y
acuartelarse donde el mayor Cervantes indicara. Orden que fue
recibida con hurras de alegría.

Eran las seis cuarenta y cinco de la tarde; la temperatura era


deliciosa; el sol de la gloria de ese día, 23 de junio, moría apaci-
blemente.
251
Textos Revolucionarios

Regresé con mi hermano y mi asistente. Por aquel terreno, que


fue mucho tiempo del enemigo y que pocas horas antes era fu-
riosamente disputado, podíamos marchar tranquilos, por su
gran ruta visible de Zacatecas, por el puerto lleno de rastrillazos
de las granadas enemigas.
“Muchachos, pueden irse ya a Zacatecas: la ciudad es nuestra”,
decía yo a los soldados que encontraba en el camino.
El doctor Wichman vaciló primero y nos siguió gran trecho;
pero al fin se decidió por entrar esa misma noche a Zacatecas.
En Vetagrande recibieron con gran gusto la noticia del triunfo.
Mi excitación al principio de toda la lucha se había disipado a la
hora del crepúsculo, y ahora, en las tinieblas, yacía yo tranqui-
lamente tendido en mi catre de campaña y volvía a ver las fases
de la clásica batalla adivinada, con tropas revolucionarias, que
se organizaban e instruían a medida que crecían.
Volvía a ver el ataque principal hecho sobre la línea La Bufa-EI
Grillo, de frente por las tropas de Ceniceros, Aguirre Benavides,
Gonzalitos y Raúl Madero, apoyadas por la artillería, y de flanco
por las tropas de Trinidad y José Rodríguez, de Rosalío Hernán-
dez, Almanza y toda la infantería, en suma de diez mil hombres.
Rechazada la defensa de este frente principal, la guarnición no
podría continuar la resistencia, por estar la ciudad ubicada en
cañadas dominadas por El Grillo y La Bufa, y pretendería salir
por el sur o por el este. La salida por el sur era improbable, por-
que la línea de comunicaciones estaba al este por Guadalupe
hacia Aguascalientes. Bastarían, pues, tres mil hombres nues-
tros que atacando por el sur taparan la salida de ese rumbo. En
cambio, en Guadalupe era necesaria fuerte reserva, siete mil
hombres, en el centro en Guadalupe y las alas obstruyendo la
salida para Jerez y Vetagrande. Allí se daría el golpe al enemigo,
desmoralizado por el ataque principal y dispuesto a abandonar
la ciudad.

252
La Toma de Zacatecas 1914: Felipe Ángeles

Cooperación armónica

Y en el desarrollo de la acción: qué corrección y qué armo-


nía en la colocación de la infantería y la artillería. La artille-
ría obrando en masa y con el casi exclusivo objeto de batir y
neutralizar las tropas de la posición que deseaba conquistar la
infantería, pues apenas si se empleaba una batería como con-
trabatería, y la infantería marchando resueltamente sobre la
posición, desde la que la neutralización se realizaba. ¡Qué sa-
tisfacción la de haber conseguido esta liga de las armas, apenas
iniciada en San Pedro de las Colonias, con Madero y Aguirre
Benavides, después del desconocimiento de Torreón, ganada a
fuerza de tenacidad y bravura! ¡Y haberla realizado con tanta
perfección, al grado de que todo el mundo sienta la necesidad
de esa cooperación armónica!

Y volvía a ver la batalla condensada en un ataque de frente de


las dos armas en concierto armónico, la salida del sur tapada y
la reserva al este, para dar el golpe de maza al enemigo en de-
rrota.’ Y sobre esta concepción teórica que resumía en grandes
lineamientos la batalla, veía yo acumularse los episodios que
más gratamente me impresionaron: la precisión de las fases;
el ímpetu del ataque; el huracán de acero y plomo; las detona-
ciones de las armas multiplicadas al infinito por el eco que si-
mulaba un cataclismo; el esfuerzo heroico de las almas débiles
para marchar encorvados contra la tempestad de la muerte;
las muertes súbitas y trágicas tras las explosiones de las gra-
nadas; los heridos heroicos que como Rodolfo Fierro anda-
ban chorreando sangre, olvidados de su persona, para seguir
colaborando eficazmente en el combate; o los heridos que de
golpe quedaban inhabilitados para continuar la lucha y que se
alejaban tristemente del combate, como el intrépido Trinidad
Rodríguez, a quien la muerte sorprendió, la vida le decía ena-
morada: “No te vayas, no es tiempo todavía”. Y tantas y tantas
cosas hermosas. Y finalmente, la serena caída de la tarde con la
plena seguridad de la victoria que viene sonriente y cariñosa a
253
Textos Revolucionarios

acariciar la frente de Francisco Villa, el glorioso y bravo soldado


del pueblo.
Bajo el encanto de la obra clásica de ese día feliz, me hundía
plácidamente en un sueño reparador y sin aprensiones.

Día 24 de junio
A la mañana siguiente entramos a Zacatecas, visitando el
campo de batalla por el lado de La Bufa: en verdaderos nidos de
águilas se había hecho fuerte el enemigo.
Pocos muertos había por ahí; pero casi todos estaban atroz-
mente heridos y sus actitudes revelaban una agonía dolorosa.
Buscábamos como botín, los útiles de zapa y el material y mu-
niciones de artillería. Con vigilantes asegurábamos la posición
de las cosas que íbamos hallando, mientras mandábamos tro-
pas a recogerlas.
Dentro de la ciudad había mucho más muertos: con las heri-
das invariablemente en la cabeza. La acumulación de nuestros
soldados por todas partes hacía intransitables las calles de la
ciudad. Los escombros de la Jefatura de Armas obstruían las ca-
lles circunvecinas. Según decían en la ciudad familias enteras
perecieron en el derrumbe de ese edificio, hecho por los federa-
les no sé con qué propósito. Tanta era la tropa que Cervantes no
pudo encontrar alojamiento para la artillería y decidí ir a bus-
carlo en la dirección de Aguascalientes, en Guadalupe o más
allá, cerca de la laguna de Pedernales, cuyo espejo vimos desde
que por primera vez subimos al cerro alto de Vetagrande.
“Oh, el camino de Zacatecas a Guadalupe”.

Montones de cadáveres

Una ternura infinita me oprimía el corazón; lo que la víspera


me causó tanto regocijo, como indicio inequívoco de triunfo,
254
La Toma de Zacatecas 1914: Felipe Ángeles

ahora me conmovía hondamente. Los siete kilómetros de ca-


rretera entre Zacatecas y Guadalupe y las regiones próximas, de
uno y otro lado de la carretera, estaban llenos de cadáveres, al
grado de imposibilitar al principio el tránsito de carruajes. Los
cadáveres allí tendidos eran, por lo menos, los ocho décimos de
los federales muertos el día anterior en todo el campo de bata-
lla. Los caballos muertos ya no tenían monturas ni bridas, y los
soldados, ni armas ni tocado, ni calzado, y muchos ni aun ropa
exterior.
Por la calidad de las prendas interiores del vestido muchos de
los muertos revelaban haber sido oficiales. Gracias a la fría
temperatura de Zacatecas los cadáveres aún no apestaban y se
podían observar sin repugnancia. Todos los caballos estaban ya
inflados por los gases, con los remos rígidos y separados. En los
soldados, aunque ya habían sido movidos al despojarlos de sus
zapatos y ropa exterior había infinidad de actitudes y de expre-
siones: quienes habían muerto plácidamente y sólo parecían
dormir; quienes guardaban actitud desesperada y la mueca del
dolor y del espanto.
¡Y pensar que la mayor parte de esos muertos fueron recogidos
de leva por ser enemigos de Huerta y por ende amigos nues-
tros! ¡Y pensar que algunos de ellos eran mis amigos, que la
inercia del rebaño mantuvo al lado de la injusticia!
En Guadalupe, como en Zacatecas, los vecinos estaban ame-
drentados: ¿Sus propiedades serán respetadas? Está bien —de-
cían— que aprovechen los soldados lo que tengo, para eso es;
pero que respeten mi vida, la de mi esposa y las de mis hijos.
Una señora, en un parto prematuro, había muerto de espanto.
Y todos pedían salvoconductos, y todos se disputaban el honor
de invitar a comer a los jefes principales, para que les dieran
garantías. La guerra, para nosotros los oficiales, llena de encan-
tos, producía infinidad de penas y desgracias; pero cada quien
debe verla según su oficio. Lo que para unos es una calamidad,
para los otros es un arte grandioso. En la mina de La Fe me alojé
255
Textos Revolucionarios

con el Estado Mayor; la tropa quedó en Guadalupe, Muy agra-


decidos quedamos de la hospitalidad confortable que nos die-
ron los señores Noble.

Día 25 de junio
Sobre mi Turena que saltaba deliciosamente los muros y las
anchas zanjas, fui a rogar al general Villa que me diera cuatro
brigadas de caballos para ir a tomar Aguascalientes.
“Le voy a dar siete, mi general”. Y dio las órdenes a los jefes de
ellas; y yo di las mías de marchas para el día siguiente. Gozo-
sísimo me frotaba las manos; el domingo entraríamos, segu-
ramente, a Aguascalientes. Pero la suerte dispuso las cosas de
otro modo.
Nuestro jefe se había desvelado pensando en la situación de
la División del Norte. Confiados en que como nosotros, todos
los demás guerreros constitucionalistas no tendrían más afán
que marchar hacia el sur, sobre México, nos íbamos yendo muy
adelante. Pero no teníamos municiones para dos grandes bata-
llas: por Ciudad Juárez no podríamos introducir municiones;
ni nuestros amigos las dejaban pasar por Tampico, ni sacar car-
bón por Monclova.
El licenciado Miguel Alessio Robles, enviado del Cuerpo del
Ejército del Noroeste, para iniciar pláticas con nosotros, se
había informado de que nuestra actitud era enteramente de
armonía; que si nosotros desobedecimos la-orden para que el
general Villa dejara el mando de la División del Norte, se debió
a que esa orden traería como consecuencia males incalculables
para la Patria, que estábamos en la obligación de evitar, que no
teníamos más deseo que marchar rápidamente hacia México, y
que invitábamos al Cuerpo del Noroeste, a marchar desde lue-
go sobre San Luis Potosí. Esa invitación fue contestada lo mis-
mo por el licenciado Alessio Robles desatentamente. Y nuestro
regreso al norte se hizo indispensable.
256
La Toma de Zacatecas 1914: Felipe Ángeles

Después del pacto de Torreón y cuando nos apercibimos de la


trascendencia de la batalla de Zacatecas, pensamos: nuestros
amigos pueden entrar fácilmente a la capital de la República; si
acaso es necesaria nuestra ayuda en el combate, marcharemos
hacia el sur; pero mientras tanto vale más regresar al norte y
alejar la posibilidad de una nueva crisis, 3tan fácil de provocar.
Día 8 de julio
¡Triste y a la vez delicioso rodar de nuestros trenes por los
ahora verdes campos del estado de Chihuahua! ¡Rápido desfile
de postes y arbustos ante el cuadro de una ventanilla, tras de la
cual garabateo estos apuntes sobre mis rodillas!

3 Se refiere a los desacuerdos con Venustiano Carranza.

257
Corridos Revolucionarios

Antecedentes de la Ideología Agrarista


de la Revolución Mexicana

Causas de la Revolución Mexicana

Disposiciones revolucionarias

La toma de Zacatecas 1914

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