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Tomo II
Textos
Revolucionarios
Textos Revolucionarios - Tomo II
Colección Pensamiento Político
Presidente
César Camacho
Secretaria General
Ivonne Ortega Pacheco
Coordinador
Jesús Rivero Covarrubias
www.pri.org.mx
Corridos Revolucionarios 7
Índice
11
Los Corridos de la Revolución
13
Textos Revolucionarios
15
Textos Revolucionarios
“Y liando su “¡tacatito”
y a despecho de “su nada”
se fue a la... vida privada
pesaroso y aun contrito”.
18
Los Corridos de la Revolución
“Noche adentro
los soldados
se arrancaron
del pecho
las canciones populares”3
C. Herrera Frimont
3 Revolución.- Poema de Manuel Maples Arce.
27
Textos Revolucionarios
Canto a Madero
28
Los Corridos de la Revolución
31
Textos Revolucionarios
32
Los Corridos de la Revolución
Marciano Silva.
34
Los Corridos de la Revolución
35
Textos Revolucionarios
Yo no ambiciono la silla
ni tampoco un alto puesto,
siento a mi Patria querida
verla en tan cruel sufrimiento.
Levantémonos en armas
vamos de nuevo a sufrir,
las conferencias dejarlas
hasta vencer o morir.
36
Los Corridos de la Revolución
Vámonos a padecer
vamos de nuevo a sufrir,
traidor nunca lo he de ser
por mi Patria he de morir.
Lo rodearon cuatrocientos
pero no se acobardó,
le hicieron fuego al momento
y entre ellos se resolvió.
A pocos momentos que se tirotearon
Zapata se despidió,
haciéndoles fuego con tres que quedaron
a los cerros se internó.
Dicen que los derrotaron
porque así corrió la voz,
pero sólo a tres mataron
contrarios sesenta y dos.
De testigo pongo aquí al siglo veinte
como certero y seguro,
para que noticie del hecho presente
de lo pasado y futuro.
De Zapata estos recuerdos
quedaron siempre grabados,
en todo el plan de Morelos
y los pechos mexicanos.
G.M.
40
Los Corridos de la Revolución
La muerte de Madero
41
Textos Revolucionarios
Ed. A. Guerrero.
43
Textos Revolucionarios
Corrido dedicado a
D. Venustiano Carranza
44
Los Corridos de la Revolución
P. Vallejo.
45
Textos Revolucionarios
46
Los Corridos de la Revolución
49
Textos Revolucionarios
La Toma de Zacatecas
50
Los Corridos de la Revolución
Juan Ortega.
52
Los Corridos de la Revolución
53
Textos Revolucionarios
57
Textos Revolucionarios
Nuevas “Mañanitas”
al Estado de Morelos
58
Los Corridos de la Revolución
Eduardo Guerrero.
60
Los Corridos de la Revolución
61
Textos Revolucionarios
Melquíades C. N. Martínez.
63
Textos Revolucionarios
64
Los Corridos de la Revolución
Eduardo Guerrero.
66
Los Corridos de la Revolución
67
Textos Revolucionarios
Eduardo Guerrero.
69
Andrés Molina Enríquez
Antecedentes de la
Ideología Agrarista de la
Revolución Mexicana
Antecedentes de la Ideología Agrarista de la Revolución Mexicana
Índice
• Introducción
75
Antecedentes de la Ideología Agrarista de la Revolución Mexicana
Introducción
1 Molina Enríquez, Andrés, Los grandes problemas, nacionales, México, Ediciones del
Instituto Nacional de la Juventud Mexicana, 1964, pp. 73, 75, 76, 79-81, 82, 83, 84.
79
Textos Revolucionarios
86
Antecedentes de la Ideología Agrarista de la Revolución Mexicana
87
Textos Revolucionarios
89
Antecedentes de la Ideología Agrarista de la Revolución Mexicana
91
Textos Revolucionarios
Índice
• Introducción
111
Causas de la Revolución Mexicana
Introducción
114
Causas de la Revolución Mexicana
Luis Cabrera
La solución del conflicto1
115
Textos Revolucionarios
dad. Pero he ahí que la larga práctica de no aplicar las leyes con-
virtió en costumbre lo que no se había pensado que fuera más
que una excepción, y que los beneficiados con esa costumbre
comenzaron a pensar en la conveniencia de que el sucesor del
general Díaz continuara también “su sabia política “, erigida en
sistema de gobierno.
121
Textos Revolucionarios
El camino de la solución
La solución del conflicto político actual es una cuestión tan
compleja y tan difícil, que sería presunción que un solo hom-
bre pretendiera abarcar todos sus aspectos. Voy sin embargo, a
plantear el problema y a buscar la solución conforme a mi ma-
nera de ver las cosas.
El problema político no es de principios, porque los principios
están ya conquistados y escritos en la leyes; el problema es de
efectividad de esos principios; de efectividad de garantías, de
efectividad de libertades, y sobre todo de igualdad en la aplica-
ción de las leyes, tanto por lo que se refiere a la excesiva protec-
ción que gozan algunas clases sociales, como por lo que hace a
la deficiencia de garantías de que padecen las inferiores.
Tratándose pues, como se trata, de una cuestión de cumpli-
miento de las leyes, nada raro tiene que el Gobierno se haya re-
signado a cambiar de conducta antes que dimitir, puesto que
sólo dando un golpe de Estado, podía rehusarse oficialmente al
cumplimiento de las leyes y al restablecimiento de los princi-
pios constitucionales escritos.
Tuvo pues que prometer, como medio de salvar su existencia,
un cambio en su sistema de gobierno.
Pero el cambio de sistema, después de tantos años de gobierno
dictatorial, no es una cosa que pueda lograrse por un sólo acto
de voluntad del jefe del Estado, sino que requiere un firme y
persistente propósito de abdicación de facultades y una labo-
riosa y complicada serie de medidas encaminadas a la reforma
radical del Gobierno.
La reforma del sistema, o sea el restablecimiento y efectivi-
dad de las leyes exige tres clases de medidas, que por orden de
importancia son:
lo.—Un cambio de personas.
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Causas de la Revolución Mexicana
Reformas legislativas
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Textos Revolucionarios
• No-reelección.
• Efectividad del sufragio.
• Rehabilitación del poder municipal.
• Supresión de las jefaturas políticas.
• Supresión del contingente como medio de
reclutamiento militar.
• Defensa de la pequeña propiedad agraria.
• Revisión de las leyes de enjuiciamiento civil y penal.
Al mencionar aquí adelante las leyes que en mi concepto deben
expedirse, no me ocuparé de los medios de lograr su expedi-
ción, sino que, dando por supuesta la necesidad de cada ley, me
limitaré a enumerarla, como parte de la labor del gobierno del
general Díaz, entendiéndose que esas leyes serían expedidas
por la Federación o por los Estados según su respectiva compe-
tencia constitucional.
NO-REELECCION.— Es urgentísimo establecer en la Consti-
tución Federal y en las de los Estados el principio de la no-re-
elección absoluta. No deseo discutir si este principio es o no
democrático; basta decir que es de vida o muerte para la nacio-
nalidad mexicana, porque en él se cerrará la puerta a futuras
revoluciones y que ineludiblemente facilitará la educación de-
mocrática del pueblo y sobre todo la formación de un personal
político abundante que ahora no tenemos.
SUFRAGIO EFECTIVO.— Es urgente hacer una seria y honrada
revisión de nuestras leyes electorales, tanto locales como fede-
rales, teniendo cuidado de reglamentar en forma práctica la in-
tervención de las autoridades en la convocación y ejecución de
las elecciones.
Mucho se ha hablado y por cierto de memoria, sobre las cuestio-
nes de voto directo o indirecto y de sufragio universal o limita-
do, pero todos los que han externado sus ideas sobre la materia,
124
Causas de la Revolución Mexicana
de funcionarios municipales;
de funcionarios distritales, como diputados o jueces;
de funcionarios del Estado: Senador, Gobernador,
Magistrados;
de altos funcionarios federales, Presidente, Vicepresidente,
Ministros de la Suprema Corte.
PODER MUNICIPAL.— Sería necesario reformar las leyes de
algunas entidades, devolviendo a los Ayuntamientos el poder
que se les había quitado. 3
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Textos Revolucionarios
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Causas de la Revolución Mexicana
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Textos Revolucionarios
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Causas de la Revolución Mexicana
El cambio de sistemas
La tarea de enumerar las prácticas abusivas e ilegales que se
necesita abolir, tanto entre autoridades federales como entre
las locales, sería larguísima y equivaldría a la repetición de las
numerosas causas de descontento que existen contra el siste-
ma actual.
El cambio de sistemas de que tanto se habla no es otra cosa que
el restablecimiento de la independencia de los poderes por me-
dio de la elevación del nivel moral de éstos y de la abstención de
los funcionarios ejecutivos; una vez restablecido el equilibrio
los poderes se controlarán mutuamente y la reforma se efec-
tuará por sí sola. El cambio de sistemas puede pues reasumirse,
diciendo: independencia del Poder Legislativo, independencia
del Poder Judicial, independencia del Municipio e indepen-
dencia de los electores. La dificultad de la tarea depende de lo
arraigado que se encuentra el vicio de la consigna, el cual ha
llegado a ser tan común, que los cuerpos legislativos, los jue-
ces, los llegado a ser tan común, que los cuerpos legislativos,
los jueces, los Ayuntamientos y los colegios electorales no sólo
se someten a las indicaciones del Ejecutivo, sino que con gusto
las obsequian, más aún, las piden, las presumen, las necesitan,
casi pudiera decirse las exigen. Y cuando un vicio ha llegado a
convertirse en una necesidad, ya se comprende que es difícil
desarraigarlo.
10 Véanse los títulos IV y VI de la Constitución de 1917. Para cerrar estas referen-
cias a la Constitución, que adoptó muchas ideas del Lic. Blas Urrea, debemos decir que
el autor no tuvo injerencia ninguna en la redacción del proyecto de Constitución, y que
ésta se discutió y aprobó en Querétaro cuando el Lic. Urrea se hallaba ausente del país.
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Textos Revolucionarios
Cambios locales
131
Textos Revolucionarios
Cambios federales
El Gobierno Federal ha iniciado algunos cambies en el Gabi-
nete, que según he dicho en otra ocasión no pueden tomarse
como un intento serio de modificar el sistema de gobierno,
porque el Gabinete en su parte esencial volvió a quedar consti-
tuido por hombres del antiguo régimen, y porque aunque fue-
ran nuevos, no podrían contrarrestar la tendencia del general
132
Causas de la Revolución Mexicana
—La retirada del general Díaz daría lugar a iniciar desde luego
un cambio de sistema.
—La retirada del general Díaz daría lugar a una mejor defini-
ción de los partidos políticos, disolviendo su grupo, que es me-
ramente personalista.
—La retirada del general Díaz haría ver claro en un gran núme-
ro de problemas que no pueden precisarse ahora y descubriría
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Textos Revolucionarios
134
Causas de la Revolución Mexicana
En ese supuesto, tres son los cambios que se imponen; una re-
novación general de las Cámaras Legislativas, sobre todo de la
de Diputados, la reorganización del Gabinete y el cambio de Vi-
cepresidente.
Por vía de ejemplo, entiéndase bien que digo por vía de ejemplo,
señalaré algunas personas que en mi concepto podrían formar
un Gabinete de transición entre el antiguo y el futuro régimen.
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Causas de la Revolución Mexicana
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Textos Revolucionarios
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Causas de la Revolución Mexicana
La vicepresidencia
De todos los problemas políticos actuales, ninguno es tan de-
licado y tan trascendental como el de la Vicepresidencia de la
República, porque significa nada menos que buscar el hombre
en quien debe recaer tarde o temprano el supremo poder de la
Nación.
La dificultad de su atinada resolución es tal, que el mismo ge-
neral Díaz con todo su conocimiento del país y de los hombres,
y a pesar de la habilidad política que era costumbre reconocer-
le, se equivocó por completo al resolverlo, y esa equivocación
fue para él de tanta trascendencia, que la obstinación de querer
imponer a un hombre que no era el adecuado, le trajo el aleja-
miento y la desconfianza del pueblo.
El problema de la Vicepresidencia de la República, vuelve a ser
el problema principal en estos momentos, no porque se crea
que Corral puede agravarse y morirse de un momento a otro,
sino porque al contrario, pudiera sanar y volver a ser un factor
político militante. Es, pues, urgente la resolución del problema
vicepresidencial antes que Corral comience a recobrar con las
esperanzas de salud, las de su resurgimiento político.18
Creo inútil tratar de demostrar que la renuncia de Corral es una
condición Sine qua non del restablecimiento de la paz: basta
decir que esa renuncia es la primera medida política que de-
bía tomarse entre todas las que tienden al cambio de sistema,
porque sería la demostración más evidente de que el general
Díaz ha abandonado la idea de seguir gobernando al país des-
pués de muerto, por medio de un continuador de su política
personalista.
18 Alusión a la enfermedad de Corral, que entonces el autor creía sólo un pretexto
para obtener la licencia del Congreso.
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Textos Revolucionarios
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Causas de la Revolución Mexicana
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Textos Revolucionarios
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Textos Revolucionarios
Tales son las bases que creo decorosas para el Gobierno y acep-
tables para los rebeldes. Su desarrollo y forma definitiva no me
toca a mí hacerlos.
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Causas de la Revolución Mexicana
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Disposiciones
Revolucionarias
1913-1917
Disposiciones Revolucionarias 1913-1917
Índice
• Reivindicaciones agrarias
• Reivindicaciones obreras
153
Reivindicaciones
Agrarias
Textos Revolucionarios
156
Disposiciones Revolucionarias 1913-1917
157
Textos Revolucionarios
158
Disposiciones Revolucionarias 1913-1917
159
Disposiciones Revolucionarias 1913-1917
161
Textos Revolucionarios
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Disposiciones Revolucionarias 1913-1917
163
Textos Revolucionarios
167
Textos Revolucionarios
168
Disposiciones Revolucionarias 1913-1917
169
Textos Revolucionarios
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Disposiciones Revolucionarias 1913-1917
171
Textos Revolucionarios
Compete a los Estados dictar las leyes que deban regir los frac-
cionamientos y las adjudicaciones de los lotes para acomodar
unos y otras a las conveniencias locales; pero al hacerlo, no po-
drán apartarse de las bases siguientes:
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Disposiciones Revolucionarias 1913-1917
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Textos Revolucionarios
Hectáreas
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Textos Revolucionarios
Artículos transitorios
Manuel Palafox,
Ministro de Agricultura y Colonización.
Otilio E. Montaño,
Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes.
Luis Zubiría y Campa,
Ministro de Hacienda y Crédito Público.
Jenaro Amézcua,
Oficial Mayor Encargado de la Secretaría de Guerra.
Miguel Mendoza L. Schwertfegert
Ministro de Trabajo y de Justicia.
Estados Unidos Mexicanos.
Consejo Ejecutivo.
9 Según Womack, hay aún copia mala de esta Ley, fechada equivocadamente el 28 de
oc tubre de 1915.
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Reivindicaciones
Obreras
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Textos Revolucionarios
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Disposiciones Revolucionarias 1913-1917
195
Textos Revolucionarios
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Disposiciones Revolucionarias 1913-1917
199
Textos Revolucionarios
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Disposiciones Revolucionarias 1913-1917
203
Textos Revolucionarios
DECRETO
Artículo 1o. Se confirma en todas sus partes, declarando que es
perfectamente obligatorio el decreto expedido por el señor Ál-
varo Obregón en Celaya, el día 9 del corriente mes de abril, cuyo
tenor es siguiente:
ALVARO OBREGON, General en Jefe del Ejército de Operacio-
nes, en nombre de la Revolución y autorizado por el C. Primer
Jefe del Ejército Constitucionalista, don Venustiano Carranza, a
los habitantes del Estado hago saber: 1o. Que, desde hoy, el sala-
rio mínimo en efectivo de los jornaleros deberá ser de setenta y
cinco centavos cada día, aumentando la ración de cereales que
actualmente se les tiene asignada en un veinticinco por cien-
to. 2o. En este aumento de sueldo deben quedar comprendidos
proporcionalmente los que hoy disfrutan los mozos, cocineros,
lavanderos y demás domésticos, cualesquiera que sea su carác-
ter o denominación. 3o. Este aumento de jornal no autoriza a
los patrones para aumentar las horas de trabajo, de destajos o
tareas. 4o. En esta disposición están comprendidos los Estados
de Michoacán, Querétaro, Hidalgo y Guanajuato, que están
controlados por este Ejército de Operaciones. 5o. Respecto a los
jornaleros en las demás entidades federativas que aún están
en poder de la reacción, se irán dictando las mismas disposi-
ciones, en proporción con las ya establecidas, tan pronto como
sean controladas. 6o. Al ser violadas estas disposiciones, el tra-
bajador deberá presentar su queja a la autoridad constitucio-
nalista correspondiente, quien ordenará el reintegro inmediato
de la cantidad que se le haya dejado de pagar, más lo correspon-
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Disposiciones Revolucionarias 1913-1917
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Disposiciones de interés
Nacional y social
Textos Revolucionarios
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Disposiciones Revolucionarias 1913-1917
Número 3
Considerando, 1o. Que la mayor parte de los terrenos petrolífe-
ros pertenecientes al territorio de este Estado ha sido vendida
o dada en arrendamiento en forma desastrosa para los dueños,
aportando beneficios enormes solamente a los arrendatarios,
abogados, litigantes, ingenieros y notarios que han intervenido
en estos contratos, muchos de ellos verdaderamente leoninos.
Considerando, 2o. Que casi en su totalidad todos esos terrenos
explotados por compañías extranjeras que no se resignan a su-
frir en sus intereses, cuando la Patria mexicana atraviesa por
etapas dolorosas, sin tomar en consideración que ya que nues-
tro pródigo suelo se presta para que los especuladores impro-
visen fortunas fabulosas, justo es que cuando el país pasa por
períodos de crisis los extranjeros deben soportar los mismos
perjuicios que los nacionales. Considerando, 3o. Que nuestra
lucha actual ha puesto de manifiesto la amenaza para la Nación
14 Tomado de: Idem. p. 166 167.
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Textos Revolucionarios
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Disposiciones Revolucionarias 1913-1917
211
Textos Revolucionarios
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La Toma de Zacatecas 1914:
Felipe Ángeles
La Toma de Zacatecas 1914: Felipe Ángeles
Índice
• La Toma de Zacatecas
221
La Toma de Zacatecas 1914: Felipe Ángeles
223
Textos Revolucionarios
225
La Toma de Zacatecas 1914: Felipe Ángeles
La Toma de Zacatecas2
Por el general Felipe Ángeles
El viaje fue lento. Repetidas veces llovió sobre la tropa sin abri-
go. Día 19 de junio
227
Textos Revolucionarios
Formidable aguacero
Día 20 de junio
Tomé mi baño en una tinita minúscula.
El general Pánfilo Natera fue a saludarme; iba montado en un
caballo muy chico, pero de ley. Nos desayunamos juntos. Pro-
metió acompañarme con su escolta y aun guiarme en el reco-
nocimiento.
Marchamos desde luego a Vetagrande, un mineral famoso;
pueblito ahora muy triste, casi muerto.
En la cima del cerro cercano vimos un panorama hermoso. A
la derecha el valle de Calera y Fresnillo, muy grande y muy allá
abajo, con muchos poblados disueltos en la radiosa luz de la
mañana. Al frente, un extremo de la ciudad de Zacatecas, entre
los cerros del Grillo y de la Bufa; dos formidables posiciones
fortificadas. Entre los dos cerros allá en el fondo, detrás de la
punta visible de la ciudad, el cerro del Clérigo. Detrás de La Bufa
una montaña coronada por una meseta muy amplia, azuleando
en la lejanía, bajo algunas nubecillas vaporosas, como copos de
algodón ingrávido. A nuestra izquierda, un talweg que arranca
casi de nuestros pies y remata cerca de Guadalupe; pueblo que
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La Toma de Zacatecas 1914: Felipe Ángeles
“Cuidado por ahí, ¡más vale por acá!”, nos decía el oficial en-
viado del general Herrera, que nos servía de guía. “Por no to-
mar precauciones nos hirieron al oficial fulano y a zutano. Allí
arriba, ¿ve usted esa tierra removida?, es de una mina, ahí hay
muchos federales, nos han hecho un fuego del demonio”.
El Enemigo en Acecho
Día 21 de junio
Le contesté también por escrito que no creía que ese día comen-
zara el ataque, porque aún no había llegado el general Villa y
él debía ser quien dirigiera la batalla; segundo, porque aún no
habían llegado las tropas y era una falta militar no emplear to-
das las disponibles; y tercero, porque aún no habían llegado las
municiones, y no debía principiar la batalla sin las municiones
de reserva.
Algunas bajas
Día 22 de junio
Desperté muy temprano, preocupado por las lluvias que ha-
bían caído sobre mis soldados, por el servicio de alimentación
de la artillería que no era tan satisfactorio como hubiera yo de-
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Textos Revolucionarios
Villa se presenta
Día 23 de junio
Despertamos tarde; me afeité y cambié de ropa; nos desayu-
namos, montamos a caballo; yo en mi Curely, brillante y mus-
culoso. Un ayudante del coronel Gonzalitos pedía instruccio-
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La Toma de Zacatecas 1914: Felipe Ángeles
“Venga usted a ver, mi general, por aquí, por esta puerta, vea
usted cómo los rastrillazos caen detrás de la batería”. Las gra-
nadas enemigas zumbaban y estallaban en el aire lanzando su
haz de balas y rebotaban con golpe seco y estallaban después
lanzando de frente sus balas y de lado las piedras y tierra del
suelo; era aquel un huracán trágico y aterrador.
Volví a mi observatorio primitivo, desde donde no podía ver el
efecto de las baterías que tiraban sobre el cerro de La Tierra Ne-
gra y donde sólo percibía el de las baterías que batían el cerro
de La Tierra Colorada y el cerro de Loreto.
Puntitos negros
Cambio de cañones
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Textos Revolucionarios
Soldados heroicos
“No ha pasado nada —les grité—, hay que continuar sin des-
canso; alguno se tiene que morir, y para que no nos mura-
mos nosotros es necesario matar al enemigo. ¡Fuego sin
interrupción!”.
La infantería, cansada
Todo iba bien de aquel lado; la colina de La Tierra Negra fue to-
mada desde luego y ahora sus soldados se batían con los de La
Bufa. Mandé avanzar una de las baterías de Saavedra a la colina
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La Toma de Zacatecas 1914: Felipe Ángeles
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La Toma de Zacatecas 1914: Felipe Ángeles
Cooperación armónica
Día 24 de junio
A la mañana siguiente entramos a Zacatecas, visitando el
campo de batalla por el lado de La Bufa: en verdaderos nidos de
águilas se había hecho fuerte el enemigo.
Pocos muertos había por ahí; pero casi todos estaban atroz-
mente heridos y sus actitudes revelaban una agonía dolorosa.
Buscábamos como botín, los útiles de zapa y el material y mu-
niciones de artillería. Con vigilantes asegurábamos la posición
de las cosas que íbamos hallando, mientras mandábamos tro-
pas a recogerlas.
Dentro de la ciudad había mucho más muertos: con las heri-
das invariablemente en la cabeza. La acumulación de nuestros
soldados por todas partes hacía intransitables las calles de la
ciudad. Los escombros de la Jefatura de Armas obstruían las ca-
lles circunvecinas. Según decían en la ciudad familias enteras
perecieron en el derrumbe de ese edificio, hecho por los federa-
les no sé con qué propósito. Tanta era la tropa que Cervantes no
pudo encontrar alojamiento para la artillería y decidí ir a bus-
carlo en la dirección de Aguascalientes, en Guadalupe o más
allá, cerca de la laguna de Pedernales, cuyo espejo vimos desde
que por primera vez subimos al cerro alto de Vetagrande.
“Oh, el camino de Zacatecas a Guadalupe”.
Montones de cadáveres
Día 25 de junio
Sobre mi Turena que saltaba deliciosamente los muros y las
anchas zanjas, fui a rogar al general Villa que me diera cuatro
brigadas de caballos para ir a tomar Aguascalientes.
“Le voy a dar siete, mi general”. Y dio las órdenes a los jefes de
ellas; y yo di las mías de marchas para el día siguiente. Gozo-
sísimo me frotaba las manos; el domingo entraríamos, segu-
ramente, a Aguascalientes. Pero la suerte dispuso las cosas de
otro modo.
Nuestro jefe se había desvelado pensando en la situación de
la División del Norte. Confiados en que como nosotros, todos
los demás guerreros constitucionalistas no tendrían más afán
que marchar hacia el sur, sobre México, nos íbamos yendo muy
adelante. Pero no teníamos municiones para dos grandes bata-
llas: por Ciudad Juárez no podríamos introducir municiones;
ni nuestros amigos las dejaban pasar por Tampico, ni sacar car-
bón por Monclova.
El licenciado Miguel Alessio Robles, enviado del Cuerpo del
Ejército del Noroeste, para iniciar pláticas con nosotros, se
había informado de que nuestra actitud era enteramente de
armonía; que si nosotros desobedecimos la-orden para que el
general Villa dejara el mando de la División del Norte, se debió
a que esa orden traería como consecuencia males incalculables
para la Patria, que estábamos en la obligación de evitar, que no
teníamos más deseo que marchar rápidamente hacia México, y
que invitábamos al Cuerpo del Noroeste, a marchar desde lue-
go sobre San Luis Potosí. Esa invitación fue contestada lo mis-
mo por el licenciado Alessio Robles desatentamente. Y nuestro
regreso al norte se hizo indispensable.
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La Toma de Zacatecas 1914: Felipe Ángeles
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Corridos Revolucionarios
Disposiciones revolucionarias