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‘Habrá una vez’… cuando ‘hablemos

colores’. A propósito de los cuentos


del subcomandante insurgente
Galeano

Carlos Alberto Ríos Gordillo 18/11/2018

“¿Qué queremos? Una clave para entender el


mensaje subterráneo del zapatismo está en los
pequeños relatos que, sobre la niña indígena
autodenominada “Defensa zapatista”, aparecen
aquí”

Habrá una vez…

“En Defensa Zapatista está no un mundo


nuevo, cierto, pero tal vez está algo más terrible
y maravilloso, su posibilidad”

Hablar Colores.

1. “Había una vez”[1]. Este es el inconfundible punto de partida de los cuentos fantásticos.
Narraciones cortas y maravillosas que suelen ser la compañía nocturna de los jóvenes lectores,
quienes encuentran en ellos una sonda de penetración a mundos tan lejanos y antiguos, que es
imposible saber a ciencia cierta cuándo y dónde existieron. Inciertos y variables, estos mundos
extraordinarios escapan al tiempo y al espacio, pero son fácilmente accesibles a través de la
portentosa capacidad mítica de las niñas y los niños de todo el mundo. El cuento, y en particular el
cuento fantástico, es el sustituto de la experiencia sobre esa época de la historia cuando lo
maravilloso era cotidiano, cuando la realidad superaba a la ficción. A través de los cuentos, nuestra
imaginación se salpica de acciones heroicas y épicas, dramáticas y terroríficas, amorosas y llenas de
valentía.

En esta época incierta y lejana habitan duendes, hadas, elfos, ninfas, unicornios, gnomos, duendes,
troles, dragones, hombres lobo, brujas, hechiceros, magos, genios comarcales e hidras cabezonas.
Estos personajes viven en una naturaleza salvaje e indomada, que expone a peligros invisibles al
viajero solitario que osa atravesar por bosques oscuros, pantanos insalubres, marismas pestilentes y
montañas inaccesibles, como si fuesen muros infranqueables que están custodiados por centinelas
sobrenaturales. En estas tierras vírgenes, imposibles de conquistar, reside el miedo arcaico ante
estas criaturas sin nombre que deambulan por doquier[2], conjurando peligros que sólo la valentía
más decidida y el corazón más puro pueden desafiar.

En las tradiciones populares, las sagas y los relatos antiguos, está presente la huella de
lejanas creencias populares paganas, que el cristianismo tergiversó y colonizó violentamente, y que
posteriormente la literatura narrativa modernizó en el medioevo, asimilándolas, no obstante, con las
creencias sobre el maligno, el príncipe de este mundo, el diablo. Por debajo de esta violenta
asimilación subyace una potente tradición oral, madre de leyendas y mitos, que recrea, una y otra
vez, las antiguas acciones de los seres fantásticos que poblaron la tierra. Como se ha dicho: “el
pueblo es un originalísimo poeta”. [3]

2. Las relaciones entre el cuento y el mito, o sus vínculos con la religión, fueron estudiados por
Vladimir Propp en su magnífico libro, Morfología del cuento, cuando se planteó el enorme desafío de
explicar las semejanzas entre los cuentos del mundo entero, echando mano de la morfología y la
comparación de las partes constitutivas de los cuentos fantásticos. Por ejemplo: las acciones
idénticas que, en los cuentos del más variado origen, desempeñan personajes distintos. “Los
nombres de los protagonistas (y sus atributos) varían, pero sus acciones, o funciones, no varían”,
considera. Y agrega: “De dónde puede llegarse a la conclusión de que, con frecuencia, los cuentos
otorgan idénticas acciones a personajes diferentes. Ello nos permite estudiar los cuentos según las
funciones de los personajes”. De acuerdo con esta idea: “Lo importante es saber lo que hacen los
personajes del cuento y no quién lo hace ni cómo”, que para Propp son cuestiones accesorias[4].
Son las funciones de los personajes lo que representa las partes fundamentales, los caracteres
originales de los cuentos.

Por tanto, si en los cuentos del Sup se aprecia el carácter excepcional y extraordinario del
mundo zapatista: “Tal vez no me crean ustedes, pero esto que les cuento pasó hace apenas unos
días, unas semanas, unos meses, unos años, unos siglos”, escribió, “Cuando el sol de abril
abofeteaba la tierra, no para ofenderla, sino para que despertara”[5]; eso que pasó hace apenas
unos días o hace unos siglos, ahora es conocido por nosotros a través de la función de una niña
indígena que, en estos cuentos se llama, a sí misma y con orgullo, Defensa Zapatista.

3. Habrá una vez … es el primer libro del Subcomandante Insurgente Galeano, antes Marcos y,
además del prólogo, incluye 11 cuentos. Con 4 cuentos, Hablar colores, es el segundo. ¿Por qué
cambió de nombre y por qué es necesario recordarlo? El 2 de mayo de 2014, en el Municipio
Autónomo Rebelde Zapatista, San Pedro de Michoacán, del Caracol La Realidad, José Luis Solís
López, Galeano, Votán de La Escuelita Zapatista, fue cobardemente asesinado. La destrucción de la
escuela y la clínica, la emboscada contra las bases de apoyo y el asesinato de Galeano, son el
lenguaje cotidiano de la contrainsurgencia en territorio zapatista.

La fecha fatídica no fue olvidada. No obstante, la que sería recordada por los insurgentes no fue la
de su muerte, sino el día en el cual se le rendiría un homenaje en los 5 caracoles de la geografía
rebelde. De este modo, al ocupar un momento en el calendario zapatista el recuerdo del Votán
Galeano sería fijado en el tiempo. “Luchamos por el miedo a morir la muerte del olvido”[6], habían
dicho los zapatistas en la Cuarta Declaración de la Selva Lacandona, y ahora lo reafirmaban.
“Porque nosotros nos preguntamos no qué hacemos con su muerte, sino qué debemos hacer con su
vida”,[7] según expresó el Subcomandante Marcos, quien añadió que para Galeano: “todo su
empeño, su sacrificio cotidiano, invisible para quien no fuera nosotros, fue por la vida”. “Porque
nosotros recordamos a los compañeros por lo que luchan en vida”, señaló en el mismo tono el
Subcomandante Moisés.[8]

De este modo, en aquél homenaje sucedió un hecho insólito e inesperado. El vocero y líder militar
del EZLN, el Subcomandante Insurgente Marcos, llamado así en honor a un compañero suyo de las
Fuerzas de Liberación Nacional (FLN)[9], dejó de existir. En una suerte de rito iniciático y muerte
simbólica, de afianzamiento de la vida en medio de la muerte, aquél personaje (“un simpático y
encantador guerrillero que se dice jefe militar de los zapatistas”[10]) por cuya voz desde 1994 habían
hablado el EZLN y la conciencia memoriosa de los pueblos zapatistas, cesó intempestivamente. En
el homenaje a Galeano, él decretaba su propia muerte. De este modo: “el personaje fue creado y
ahora sus creadores, los zapatistas y las zapatistas, lo destruimos. Como él mismo lo destacó, si los
zapatistas determinaron “necesario que uno de nosotros muera para que Galeano viva”, el personaje
llamado Marcos debía morir para que a su vez naciera otro: el Subcomandante Insurgente Galeano.
Así, la muerte de uno se personificaba en la vida del otro, pero haciéndolo como un recuerdo que
evoca a una lucha colectiva. Así fue como nació el autor de Habrá una vez… y de Hablar colores;
tiene ahora cuatro años y medio, dos libros publicados y decenas de comunicados.

4. Ambos son relatos, narraciones cortas, cuentos sobre el carácter extraordinario de la vida
cotidiana en las comunidades zapatistas. A Galeano le ha gustado escribir desde que era Marcos.[11]
A través de personajes, como El Viejo Antonio, Sombra el Guerrero, Don Durito de la Lacandona,
Elías Contreras y, la Niña Defensa, la rebeldía y la resistencia han sido contadas desde 1994 hasta
el día de hoy. En estos personajes destaca la función que tienen en el zapatismo: si el Viejo Antonio
es un anciano sabio y generoso, depositario de la sabiduría ancestral, los mitos y las leyendas de los
pueblos, convertidos después en zapatistas, la Niña Defensa es la nueva generación de mujeres que
viven en territorio rebelde, construyendo cotidianamente la autonomía. “Ambos dos, mutuamente
juntos los dos”, como escribe el Sup. son proyectos políticos que se encuentran; son tiempos que
confluyen: uno construyó el pasado, otra edifica el futuro.

En estos relatos de la Niña Defensa encontramos los llamados a la memoria por los pueblos
zapatistas, que se fundamentan en una condición subalterna que existe históricamente entre éstos
últimos (tzotziles, tzeltales, tojolabales, choles, zoques y mestizos, que integran el mundo zapatista)
con aquéllos a quienes se retrotrae (los ‘ancestros’, los primeros pobladores de estas tierras’), a
partir del hecho de que todos ellos son, como decía Walter Benjamin, parte de la “tradición de los
oprimidos”.[12] Pero esta evocación al pasado no es más que la explicación del presente: la rebeldía
y la resistencia de miles de hombres y mujeres, desde 1994, hasta la época de una Niña Defensa,
que anda con su balón de futbol, con un ojo en la cancha y el otro puesto en un muro que otros
golpean una y otra vez. Ella es la nueva generación de entre todas las mujeres zapatistas, tres veces
humilladas y despreciadas: como pobres, como indígenas, como mujeres. Es el símbolo de la mujer,
del futuro, del mundo nuevo que puede ser parido por una mujer sin miedo.

5. Sin embargo, su importancia reside en su función: es la línea defensiva del zapatismo; la última
barricada. A propósito:

“Como de costumbre en estos partidos, nadie pregunta nombres. Uno o una o unoa no se
llama Juan o Juana o Krishna. No. Es la posición que tienes la que te nombra. “¡Oyes
portería!” ¡Pásala volante! ¡Duro defensa! ¡Dale Atacante! ¡Acá delantero!”, se escucha en la
algarabía del potrero, con las vacas indignadas porque el ir y el venir de los equipos les
arruina la comida.

En una orilla, una niña inquieta hace por calzarse unas botas de hule que, se nota, le quedan
grandes.

“Y vos, ¿cómo te llamas?” Le pregunta el hombre a la niña.

“Yo, defensa zapatista”, dice la niña y pone su mejor cara de “si no quieres morir, retírate”

El hombre sonríe. No ríe abiertamente. Sólo sonríe.

La niña, es claro, está reclutando elementos para retar al equipo que pierda.

Sí, porque acá, cuando el equipo gana, se va a darle al muro. Y el equipo que pierde sigue
jugando, “hasta que aprenda”, dicen.[13]

Atenta, curiosa, la Niña Defensa indaga, interpela, convoca: quién eres, qué haces aquí, a qué te
dedicas; y lo hace para meterlos al juego. Es una actitud ante la vida, o gracias a la vida en
resistencia. La niña es pequeña, aunque imbatible y desafiante. No es la élite del equipo defensivo:
su habilidad no reside en su fuerza, sino en “buscar y encontrar a quien se sume, quien trabaje en
equipo, y es, al mismo tiempo que parte del equipo, el puente para incorporarse a él (…) y pone
como requisito único querer jugar, es su forma de decir: “querer luchar”.[14] Así, ella es el “puente”,
la conexión entre los que no juegan y quienes sí lo hacen; entre los que contemplan el muro y los
que van a derribarlo.

Así es como aparecen en los cuentos Eduardo Galeano e Incluso Sherlock Holmes (se pronuncia
“Cherloc”): sí, el célebre detective cuyo apellido es en realidad “Jol-mes” (que, en tzeltal, quiere decir
“cabeza de escoba”), acompañado por el doctor Watson, de Waj-tson, o sea “pelo de tortilla” (“waj”
es tortilla y “tson” es pelo, en tzeltal) Cabeza de escoba y pelo de tortilla son algunos de los nuevos
amigos de la Niña Defensa Bueno… Ella y un caballo tuerto que en aquéllas latitudes es, más bien,
el “caballo choco”. Pero he aquí su función como personaje del cuento: ella es el puente que
comunica las rebeldías y las resistencias del Planeta Tierra.

El zapatismo elaboró la parábola de ser puente. Se proponen como un puente para que el
movimiento pase de un espacio a otro. De un espacio de pasividad y sometimiento
naturalizado a otro de participación, protagonismo y producción. En ningún caso se proponen
como un modelo a seguir o copiar, no imponen un código sino que, en todo caso, promueven
la creación de nuevas codificaciones a identificarse (…) reproduciendo lo diferente como
espacio de igualdad, para comunicar fuerzas de producción, de insubordinación y de
insurgencia.[15]

De este modo, la Niña Zapatista es la última fase de la organización planetaria del zapatismo con
movimientos, colectivos, grupos y organizaciones de los cinco continentes; un esfuerzo que
comenzó en 1994 y continúa hasta el día de hoy. “Y cuando habla colores”, aclara el Sup, “tal vez
está probando nuevas formas de comunicación para ese mundo que ni imaginamos, pero que ella ya
asume como por venir”. Es el nuevo lenguaje de la rebeldía planetaria, la gramática anticapitalista y
el imaginario común de insubordinación que corresponde al espíritu de la Sexta Declaración de la
Selva Lacandona: “así como hay una globalización neoliberal, hay una globalización de la rebeldía”.
Con razón, el subcomandante escribió: “No me imagino algo más zapatista que lo que en el esfuerzo
de esta niña se sintetiza”.[16]

6. ¿Jugar a golpear al muro? Un escarabajo estercolero; un don quijote que es el alter ego del Sup,
le cuenta a este último:

Dice Durito que los poderosos han hecho plano el mundo. Que, a fuerza de guerras, de
muerte y destrucción, lo han ido achatando hasta quitarle su redondez.

“Y no sólo”, dice Durito, “ya achatado, los poderosos han colocado el mundo como si fuera
una pared que divide a unos de otros. Pero no es una pared así como la conocemos, no. Es
una pared acostada. O sea que no sólo hay un lado y otro lado, sino que hay un arriba y un
abajo”

“Dice Durito que del lado de arriba del muro, viven los poderosos en impresionantes palacios,
con autos lujosos, grandes jardines, piscinas, altos edificios. Dice Durito que allá arriba hay
mucho espacio y poca gente. Pocos, muy pocos.
“Del lado de abajo del muro”, dice Durito, “vive la gente muy así, muy común y corriente,
habita en casa humiles, amontonadas una encima de las otras, el aire está como sucio, igual
el agua. Acá bajo hay poco espacio y mucha gente. Muchos, muy muchos. [17]

Dice Durito que hay una gran grieta en el muro, que el Neoliberalismo trata de resanar echando
mano de la clase política, mientras que la rebeldía de los de abajo consiste menos en esquivar el
muro, pasando por arriba o por debajo, que en debilitarlo de forma que acabe desmoronándose, y
así no haya ni uno ni otro lado, ni un arriba ni un abajo. El muro es el capitalismo; debilitar al muro es
la tarea de la izquierda anticapitalista. Su primer logro es confiar en que puede ser debilitado,
horadado, desquebrajado, derribado. No considera que el cambio es pintarlo de colores para hacerlo
menos grisáceo, intentando quitarle lo feo, lúgubre y desangelado que es. Ese muro no puede ser
consentido ni es posible vivir con él. La única lucha real y efectiva, dicen los zapatistas, es contra
ese muro. “Pero ahora lo importante es la grieta, que no se cierre, que se agrande”,[18] porque, una
tras otra, podrían generar el mismo efecto que el de “un millar de pequeñas cortadas”,[19] y
derrumbar el muro del capitalismo. De ahí que, día y noche, en todos los rincones del planeta, se
agriete el muro. Quién puede saberlo: quizá las pequeñas acciones tengan grandes resultados.

7. Mateo, mi Votán en La Escuelita, me dijo un día: “aquí lo imposible se hace fácil”.[20] Sin
embargo, al haber nacido en el siglo XX, nosotros fuimos “criados para el arte de interpretar lo malo
como menos malo a la luz de la posibilidad de lo peor”, [21] aprendimos que las utopías son
imposibles en un mundo donde la esperanza no tiene lugar, y lo único que existe es la sobrevivencia
a una vida dañada.[22] Inculcado desde arriba, el mando y la obediencia imponen la ilusión de que el
cambio social debe serlo de tal manera que todo cambie para que todo siga igual. Inclusive, genera
el espejismo de que es posible reformar al capitalismo para coexistir con él, sacándole provecho;
transformándolo una vez, dos veces, tres veces, hasta lograr la cuarta transformación. Este es el
mejor de los ardides de la cabeza madre de la hidra capitalista, que de vez en cuando se posa en lo
más alto del muro: persuadirnos de que su ferocidad no existe y puede ser domesticada hasta
quitarle su naturaleza depredadora, asimilándola dentro de nosotros, reproduciéndola dentro de
nuestras formas de vida y construyendo el mundo a partir de la esperanza que de ella emana. “La
esperanza de que todo va a cambiar, de que ahora sí [llegará] el bienestar, la democracia, la justicia,
la libertad”; la esperanza que “los iluminados de arriba le arrebatan a los jodidos de abajo y luego se
la venden”.[23]

De tal forma que en ocasiones el enemigo no se reproduce fuera de nosotros sino en nuestro
interior: se metaboliza lentamente segregando un veneno que corroe todo lo que toca, haciéndose
cada vez más fuerte en la medida que su huésped es destruido, sin que pueda identificar la causa de
sus males. Este sentido común tiene efectos políticos extraordinarios: da pie a una forma de
dominación (la cooptación vía persuasión) eficaz y, en ocasiones, difícil de percibir incluso por
quienes se rebelan ante ella. La asimilación de la esperanza que de arriba viene, subsume y aliena
las esperanzas que de abajo surgen. Porque el engaño y la confusión que difuminan las fronteras
entre la derecha y la izquierda, entre el hacer autogestivo y la política social estatal, tienen como
objetivo despojar a los movimientos de su autonomía, desgarrar la solidaridad militante, destruir los
colectivos de base para conducir esa energía social a la política social del Estado.[24]

Esta es la diferencia de la otra política zapatista, que en las nuevas generaciones florece entre los
campos de futbol. He ahí por qué le pegan a un muro, una y otra vez, desde entonces, hasta hoy.
Del resultado de esa lucha, depende el horizonte de nuestro futuro.

8. Volvamos al punto de partida: al había una vez, o “Habíaunavez”, el personaje del cuento de Lucía
Laragione “¿Dónde hay una princesa?”,[25] quien es una especie de orquestador de la puesta en
escena poco antes de que comience la obra, cuando todos los personajes están listos y responden
al pase de lista:

“¡Presente!”, -cantaron los soldados.

“¡Presente!”, -relinchó el caballo del rey.

“¡Presente!”, dijo el príncipe.

Lanzando una inmensa llamarada, el dragón dio su presente…

El rey y la princesa… Ninguno respondió.

El rey y la princesa… Silencio.

Habíaunavez los llamó de nuevo… No pasaba nada.

Los personajes cruzaron miradas nerviosas, preocupadas. Después de un rato, llegó el monarca,
agitado y lloriqueando. Mientras lloraba a moco tendido, exclamó entre hipos y lágrimas: “¡Se me
perdió la princesa!”.

De inmediato, todos lo cuestionan: ¿qué?, ¿cómo?, ¿dónde? Si no hay princesa, “¿con quién se
supone que voy a casarme yo después de vencer al dragón?”, inquirió el príncipe. “¡Puedo comerte
de una vez, y se acabó el problema!”, dijo el dragón con soberbia naturalidad.

“¡Silencio!”, ordenó Habíaunavez. “Hay que encontrar a la princesa porque sin ella no hay cuento”. Y
en el cuento sin princesa, después de mil y un peripecias, el rey y su caballo lograron dar con ella.

“Bueno” -dijo Habíaunavez -. “Ahora ya estamos todos. Entonces, podemos empezar…” Y así
comenzó el cuento, con un: “Había una vez”.
Pero este es tan sólo el pasado inmediato; el punto de partida de lo que existió antes de nosotros. A
través de los cuentos del Sup Galeano y las aventuras de una Niña Defensa, queda claro que lo que
está en juego es el futuro: la posibilidad y la esperanza; la utopía y el mundo para la vida. Ése es el
tiempo del porvenir, del Habrá una vez… cuando hablemos colores…

[1] Habrá una vez… Sin pie de imprenta y sin fecha. 78 páginas (23 bellas ilustraciones de
¿Andrea?, más la portada); y Hablar colores. Ilustrado por Andrea. Estampa Artes Gráficas, México,
2018, 56 páginas (21 ilustraciones, más portada). Este comentario es la versión corregida de la
presentación de los libros, en el evento organizado con motivo de los 35 años de la fundación del
EZLN, el 15 de noviembre de 2018, en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, plantel
Cuautepec. Éste fue organizado por los Colectivos “La Ciencia Social Crítica”, “Grietas en el Muro” y
“REDMyCZapatista”, y contó con la participación de los compañeros del Rincón Zapatista de la
Ciudad de México. Agradezco a todos ellos su invitación.

[2] LECOUTEUX, Claude, Demonios y genios comarcales en la Edad Media. Prefacio de Régis
Boyer. Medievalia, Barcelona, 1999.

[3] ÁLVAREZ, María Edmée, Prólogo y selección”, Cuentos de Grimm. Porrúa, México, 17ª ed. 2004,
p. XII

[4] PROPP, Vladimir, Morfología del cuento. Colofón, México, 1999, p. 28.

[5] Subcomandante Insurgente Galeano, Habrá una vez… op. cit. p. 17.

[6] EZLN, Cuarta Declaración de la Selva Lacandona. 1 de enero de 1996.

[7] SCI Marcos, “Fragmentos de la realidad”, 13 de mayo de 2014.

[8] SCI Marcos, “Entre la luz y la sombra”, 25 de mayo de 2014.

[9] SCI Marcos, “Palabras en la Casa-Museo del Doctor Margil A.C.”, en Contrahistorias, núm 20.
México, febrero-agosto, 2013, p. 46.

[10] SCI Marcos, “Carta y cuentos del caballito de mar. 22 de agosto de 1997”, en EZLN,
Documentos y Comunicados, Era, México, 2003, T. 4, p. 84.
[11] Incluso considerando la creatividad y la invención propia (Don Durito de la Lacandona, Elías
Contreras, el Viejo Antonio, Votán-Zapata y Sombra, el guerrero, entre otros personajes), en los
cuentos, historias y novelas hay más que literatura: una tradición de lucha y resistencia de los
pueblos indígenas de Chiapas, que el Sup ha captado con singular sensibilidad. Véase, por ejemplo:
Relatos del Viejo Antonio. Prólogo de Armando Bartra. San Cristóbal de Las Casas, CIACH 1998;
Los otros cuentos. Relatos del Subcomandante Marcos. Artes Gráficas Chilavert, Buenos Aires, 2008
; Don Durito de la Lacandona. Prólogo de José Saramago. San Cristóbal de Las Casas:
CIACH,1999; En algún lugar de la Selva Lacandona. Aventuras y desventuras de Don Durito, Artes
Impresas Eón, México, 2008; Huellas de Elías Contreras. Ediciones Rebeldía México 2010;
Según cuentan nuestros antiguos… Relatos de los pueblos indios durante La Otra Campaña.
Rebeldía-ArtezGráficaz, México, 2007; Noches de Fuego y Desvelo, Colectivo Callejero, México,
2007; y con Paco Ignacio Taibo II, Muertos Incómodos, Joaquín Mortíz. México, 2005.

[12] BENJAMIN, Walter, Tesis sobre la historia y otros fragmentos. Traducción y presentación de
Bolívar Echeverría, Contra historias, México, 2005, p. 22

[13] Subcomandante Insurgente Galeano, Habrá una vez… op. cit. p. 11.

[14] Subcomandante Insurgente Galeano, Hablar colores op. cit. p. 53

[15] RODRÍGUEZ LASCANO, Sergio, La crisis del poder y nosotros. México: Ediciones Rebeldía,
2010, p. 79.

[16] Subcomandante Insurgente Galeano, Hablar colores op. cit. p. 53

[17] Subcomandante Insurgente Galeano, Hablar colores, op. cit. p.5.

[18] Subcomandante Insurgente Galeano, Habrá una vez… op. cit. p. 10.

[19] WALLERSTEIN, I. La crisis estructural del capitalismo. Contrahistorias, México, 2005, pp. 209-
213.

[20] RÍOS GORDILLO, Carlos Alberto, “Lo imposible se hace fácil”. Algunas lecciones de la Escuelita
Zapatista”, en Contrahistorias, núm. 21, México, 2014, p. 88.

[21] ECHEVERRÍA, Bolívar, El discurso crítico de Marx. Era, México, 1988, p. 11. (2ª Ed. FCE,
México, 2017)
[22] ADORNO, Theodor. Mínima moralia. Reflexiones desde la vida dañada. Akal, Madrid, 2004.

[23] Subcomandante Insurgente Galeano, “El Muro y la Grieta. Primer Apunte sobre el Método
Zapatista” en EZLN, El Pensamiento Crítico Frente a la Hidra Capitalista, Tomo I, sin pie de
imprenta, México, 2015 p. 88

[24] RÍOS GORDILLO, Carlos Alberto, “A la caza de la hidra capitalista: pensamiento crítico,
neozapatismo y movimientos antisistémicos”, en Bajo el Volcán, número 27. Departamento de
Sociología, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México, 2018 (en prensa).

[25] LARAGIONE, Lucía, La bicicleta voladora y otros cuentos. Ilustrado por Mariela Glüzmann y
Muriel Frega. Colección Mar de Papel, Argentina, 2006, pp. 17-24.

Carlos Alberto Ríos Gordillo


es profesor del departamento de Sociología de la Universidad Autónoma Metropolitana,
Unidad Azcapotzalco

Fuente: www.sinpermiso.info, 18-11-18


URL de origen (Obtenido en 15/04/2019 - 07:23):
http://www.sinpermiso.info/textos/habra-una-vez-cuando-hablemos-colores-a-
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