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Los pools de manipulación profesional


Wyckoff aprendió mucho de las enseñanzas de Charles Dow. De los aspectos más importantes que aprendió
de él, y que pudo vivir en primera persona en su etapa con los hermanos Wasserman, fue cómo se gestan los
grandes movimientos del mercado, y cuya raíz hay que buscarla en las acciones de manipulación
perpetradas por los grandes inversores.

Otro aspecto de especial relevancia que aprendió de Dow fue las tres leyes fundamentales que rigen el
movimiento de los precios y que nos ayudan a decodificar la acción del “dinero profesional”, como son la ley
de la oferta y la demanda, la ley de causa y efecto, y la ley de esfuerzo y resultado.

¿Cómo podríamos definir el concepto de pool?

Dow (Nelson, 1902) dijo que un pool es, básicamente, un profesional o grupo de profesionales que, tras
valorar que una acción está demasiado barata (en principio, sus métodos de valoración no son relevantes
para nosotros), deciden, de forma más o menos coordinada, empezar a comprar acciones de dicha
compañía. Al mismo tiempo merodean otros profesionales, que al conocer sus técnicas de actuación se unen
a ese interés comprador, intensificando así el grado de manipulación sobre el precio del activo. El inversor
amateur, víctima del pánico que acompaña a los mercados bajistas, y alentado por las malas noticias de los
medios de comunicación, se ve impulsado a vender sus activos, con lo que se convierte, sin ser consciente de
ello, en la contrapartida del pool profesional, que es quien adquiere poco a poco todos los activos, en una
fase que denominada “de acumulación”. Cuando el interés vendedor ha remitido, todo el stock está en poder
del pool. Sin presión vendedora, el precio no puede hacer otra cosa nada más que subir, lo que le proporciona
al profesional sus primeros beneficios. Pasado un tiempo, cuando el miedo se empieza a diluir y el gran
público vuelve a interesarse por la inversión en Bolsa, viene la fase “de participación”. Los inversores mejor
informados, que son capaces de detectar la acción profesional de forma prematura, aún podrán sacar algo de
tajada de las subidas de los precios; el resto, la gran masa de inversores desinformados, entrarán al juego
demasiado tarde. Entonces será el mismo profesional que compró en los mínimos quien le transmita sus
propios títulos al amateur, en un proceso que denominamos “de distribución” y que culminará, tarde o
temprano, en un desplome de las cotizaciones, justo en el preciso momento en que el interés comprador
haya desaparecido por completo. Esto dejará encerrados a todos aquellos operadores que entraron en la
cima con la esperanza de que la fiesta alcista no tuviera final.

En el libro “El juego de Wall Street”, el autor compara las maniobras de los pools con las campañas militares
dirigidas por un gran general:

Las campañas alcistas se inician después de que finalice con éxito la campaña bajista, que empezará cuando los
precios estén bajos y cuando el público tenga un claro sentimiento bajista. En ese momento, todas las noticias tendrán
un claro sesgo bajista. Habrá nubes negras en el horizonte de las finanzas. En ese momento, los generales que manejan
el dinero profesional están callados y secretamente movilizando sus fuerzas. En otras palabras, están acumulando
acciones y guardándolas en sus cajas fuertes. Estos hombres actúan bajo el principio de que el momento de comprar es
justo cuando los precios están bajos, y que el momento de vender es cuando los precios están altos. Los profesionales
compran en las épocas malas y venden cuando todo parece estar bien. Las campañas alcistas se inician en la
oscuridad y finalizan en la gloria. (HOYLE, 1898)
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