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El Trastorno Limite de la Personalidad (TLP), o borderline, es conocido como un cuadro clínico

abigarrado con una gran cantidad de matices sintomáticos que lo convierte en una de las "bestias
negras" de nuestra practica clínica diaria.
En los últimos años hemos pasado de una casi inexistencia diagnostica del mismo a una autentica
inflación de casos, diagnosticando como tal otras entidades clínicas por no decir otras situaciones
que no son, en si mismas, patológicas como niños consentidos, maleducados, psicópatas que no son
trastorno de personalidad y todo aquella situación que aparece en nuestras consultas y que no
sabemos filiar en el concreto espacio de lo categorial.
Lógicamente que lleguemos a esta situación nos ayuda la falta de un cuerpo teórico que de una
respuesta ecléctica y satisfactoria a todo lo que son los trastornos de personalidad, ya que nos
debatimos ambivalentemente entre una escueta concreción categorial y una prolija, cuantiosa,
diversa y confusa dispersión dimensional, además los instrumentos diagnósticos, admitiendo su
mejora, al ser subsidiarios de una u otra clasificación no solventan nuestras dudas, siendo sabido
por todos que un psicodiagnostico mediante cualquiera de los instrumentos existentes o es
ininteligible o tiene escasa aplicación practica o nos da un elenco de posibilidades diagnosticas por
medio del cual etiquetamos al paciente con varios trastornos de personalidad, quedándonos tan
tranquilos al decirnos que hay una gran comorbilidad intra eje II o todavía mas tranquilos, si cabe,
adjudicando al paciente la tranquilizadora (para nosotros) etiqueta de "trastorno de personalidad no
especificado". Seamos sinceros a mi todo esto no me cuela.
Si nos acogemos, casi por obligación, a la clasificación DSM, tenemos que admitir que esta ha
servido de utilidad como unificadora de criterios, facilita un mismo lenguaje, pero en el caso de los
TP existe poca concreción, hay un gran solapamiento sintomático entre los diversos TP, genera
muchos falsos positivos y además, considero, que es empobrecedor pues ignora la riqueza
psicopatológica que presenta este trastorno, en definitiva resumiría que si se quiere entender y
abordar clínicamente el trastorno límite de la personalidad (TLP) no nos podemos quedar en lo
categorial.
Existe un lógico y polémico debate entre la biogenia o psicogenia del trastorno límite de la
personalidad (TLP), son muy numerosos los estudios que abogan por una u otra opción, de
cualquier manera defender como única la existencia de una u otra es absurdo y además
científicamente insostenible, es evidente que la génesis del trastorno límite de la personalidad (TLP)
es una aglutinación de diversos factores y circunstancias genéticas, bioquímicas, neurofisiologicas y
también aprendidas, trasmitidas y moduladas de una forma dinámica desde la infancia a la etapa
adulta, no siendo desdeñable una vulnerabilidad en el sujeto borderline.
En la Tabla 1 diseccionamos los 9 criterios diagnósticos del trastorno límite de la personalidad
(TLP) según el DSM IV-TR en sustrato de predominancia psicosocial o de predominancia
biológica, pudiendo apreciar como hay mas criterios psicosociales que biológicos, pero en definitiva
todos ellos llevan a lo que quizá mas complica la existencia de un paciente TLP; la complicación o
dificultad de relación con los demás e incluso consigo mismo, que es lo mismo que “un patrón
general de inestabilidad en las relaciones interpersonales, la autoimagen y la afectividad”.

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