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ENTRE MIRADAS...

La mirada trasparenta el misterio de la propia persona, la mirada revela y desvela el


tesoro de la propia individualidad. Hoy nos acercamos al misterio de un encuentro
que comenzó y llegó a plenitud en el arco de dos miradas.
Nos acercamos a la mirada entre Jesús y Pedro, la historia va desde la primera
mirada que nos trasmite Juan, mirada de elección, a la mirada que nos trasmite
Lucas, mirada de perdón.
Nos acercamos a la historia de amistad entre Jesús y Pedro, sabiendo que Pedro
somos cada uno de nosotras, sabiendo que nuestra experiencia de fe va desde la
conciencia de ser miradas, elegidas, llamadas, amadas... a la conciencia de ser per-
donadas, ser devueltos a la Vida más verdadera, perdonadas, reconciliadas...

PRIMERA MIRADA SOBRE PEDRO: Elección Jn 1,42


“Jesús, fijando su mirada en él, le dijo: Tu eres Simón, el hijo de Juan, tú te llamarás
Cefas – que quiere decir: Piedra” (Jn 1,42).
La primera mirada de Jesús sobre Pedro ha escrutado con amor las profundidades
de su ser (Sal 139). Tuvo tal intensidad que le reveló su identidad, fue como
recrearle en el amor.
Hoy Jesús quiere seducirnos como a Pedro con su mirada, quiere descubrirnos el
infinito amor que Él y el Padre nos tienen. En la mirada de Cristo hay una fuerza de
amor que invita a seguirle. Dejarnos confrontar por la mirada de Cristo.
¿Qué identidad me revela?
¿Qué nombre nuevo me da?

LA BIENAVENTURANZA Y LA IMCOMPRENSIÓN
¿Qué entendió Pedro de aquella mirada?
En Mc 8, 29-33 sucede algo que esclarece mucho más la posición del apóstol. A la
pregunta que el Señor le dirige sobre su identidad, Pedro responde con una
exactitud impresionante: Tú eres el Mesías, el Cristo. En el Texto paralelo de Mateo
se precisa todavía más: El Hijo del Dios vivo (Mt 16,16-23)
Y Cristo añade: dichoso tú, Simón, hijo de Juan, no porque hayas comprendido quien
soy yo, sino porque eso no te lo ha revelado ningún mortal, sino mi Padre que está
en los cielos.
Pero Pedro no ha entendido hasta el fondo lo que ha dicho, lo vemos en el hecho de
que Cristo les prohibió terminantemente que hablaran a nadie acerca de él (Mc
8,30).

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Inmediatamente después Jesús empieza a hablar de su Pascua. Les hablaba con
toda claridad.
Entonces Pedro lo tomó aparte y se puso a increparlo (Mc 8,32).
El punto que suscita el problema es el sufrimiento, la muerte, la fragilidad humana.
Pedro se opone, en cierta manera, a un Cristo pascual. Aunque en las palabras de
Pedro podemos ver la bondad de quien se preocupa por el sufrimiento del amigo,
Pedro está ciego y en posiciones equivocadas: Dios no lo quiera, Señor; no te
ocurrirá eso (Mt 16,22).
Es fuerte la reacción de Jesús que volviéndose hacia los discípulos, dice a Pedro:
¡ponte detrás de mí, Satanás! Eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos
no son como los de Dios, sino como los de los hombres (Mt 16,23).
No se puede decir quién es Cristo mientras no se haya pasado por su Pascua.
Siempre la piedra de tropiezo suele ser, sobre todo, el sufrimiento, el dolor, el
fracaso, la muerte, la enfermedad, la fragilidad, la humillación.
En la última cena, cuando Cristo se puso en camino hacia el Huerto de los Olivos,
juró su fidelidad y amistad a Cristo. Cuando Cristo dijo: “todos vais a fallar”, Pedro
replicó y Jesús le predijo: “Te aseguro que hoy, esta misma noche, antes que el
gallo cante dos veces, tú me habrás negado tres”. Pedro insistió: “Aunque tenga
que morir contigo, jamás te negaré”. Y todos decían lo mismo (Mc 14,26-31)
Pedro y los discípulos están seguros de ser amigos de Cristo, de amarlo, de no
traicionarlo, porque le han oído decir que amar equivale a dar la vida. Así Pedro jura
que dará la vida. Confundimos el ideal con la realidad.

EL PROCESO EN EL PATIO
Mientras Jesús es juzgado ante el Sanedrín, Pedro es juzgado en el “Patio”.
 Pedro reniega de Cristo:
Una criada dice a Pedro: “También tú andabas con Jesús de Nazaret. Pedro lo negó
diciendo: No sé ni entiendo de qué hablas(Mc 14,67.68).
Pedro niega haber estado con Jesús, y añade que ni tan siquiera sabe qué quiere
decir eso. Pedro no sabe qué es “andar con Jesús”.
Es la ruptura entre la fe y la vida. Pensamos pero no vivimos con Jesús. No salimos
de nosotros mismos, no nos confiamos a Él. No nos dejamos amar por Jesús y no nos
convertimos.
 Pedro reniega de la Iglesia:
“Este es uno de ellos, dice la criada”. Pedro vuelve a negar. No sólo niega a Cristo,
niega a los discípulos, niega la Iglesia. Esta historia se repite en nosotros. Cuántos
propósitos, juramentos rotos en infidelidades.
 Pedro reniega de sí mismo:
“Ciertamente, tú eres uno de ellos. El entonces comenzó a jurar: Yo no conozco a ese
hombre del que me habláis”(Mc 14,70-71)

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En realidad los criados hablan de Pedro, Él responde que no conoce a ese hombre.
Pedro reniega de sí mismo. El hombre es imagen de Dios y Dios es amor, fuera del
amor el hombre se vuelve contra sí mismo.

Pedro ha perdido todas las seguridades, ya no tiene nada donde afirmarse. Ahora
está en condiciones de ser encontrado por el amor. Descubrir el amor es descubrir
que se es amado sin merecer el amor. El amor no se merece. Descubrimos que
estamos en el amor cuando ya no hay autoafirmación, autosuficiencia. El amor se
encuentra cuando desenmascaramos nuestro yo hinchado.
En esta situación, hundido respecto a la idea de sí mismo, Pedro se encuentra con la
mirada del Señor que le mira abajo en el patio.

SEGUNDA MIRADA SOBRE PEDRO: Perdón


“Entonces el Señor se volvió y miró a Pedro. Pedro se acordó... (Lc 22,61).
Cuando Pedro no acierta a decir quién es, se encuentra a sí mismo en aquella
mirada. En la mirada de Aquel del que ha renegado primero. En el perdón,
descubrimos quienes somos.
El Bautismo es el primer encuentro de amor. Pedro vive su Bautismo en el patio del
Sumo Sacerdote. En la Cuaresma estamos llamados a revivir el Bautismo.
En los ojos misericordiosos de Jesús, Pedro encuentra su verdad tan viva, que ya
nunca la podrá olvidar.
Pedro ha muerto y ha resucitado tal cómo lo ha visto el Señor. Ya puede recibir la
segunda llamada a la que no responde sin duda. Tu lo sabes todo, tu sabes que te
amo.
Sí, Jesús sabe lo que ha ocurrido entre Él y Pedro, sabe cómo le ha alcanzado el
amor. Pedro puede exclamar: Tu Señor sabes mi verdad, tú sabes cómo me has
mirado. Pedro ya no busca tener razón, ya sólo sigue al Señor.
Nuestra situación es semejante a la del patio de Sumo Sacerdote. Cristo con su
mirada de Misericordia recoge los trozos de mi vida, vierte aceite en mis heridas,
extiende el bálsamo sin pedir explicaciones. Mirar en las llagas del amor de Cristo
todo mi mal. Mirar a Cristo que asume mi historia, mi vida.
Cristo esta tarde nos quiere mostrar su amor y hacer comprender que lo que se
quiere salvar no se debe apretar en un puño sino que hay que entregarlo al amor
porque al tercer día resucitará.
Hacemos memoria de nuestras negaciones:
De Cristo,
De los hermanos
De nosotras mismas.

TERCERA MIRADA SOBRE PEDRO: misión Jn 21


Jesús volverá a mirar a Pedro después de la Resurrección, y le preguntará por el
amor: Pedro ¿me amas?
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“La mirada es la confirmación de la misión, y también con la mirada Jesús" pide
confirmación sobre el amor de Pedro. Tres veces el Señor pide a Pedro que
proclame su amor y le insta a alimentar a sus ovejas. A la tercera pregunta, Pedro
"se entristeció, casi llorando".

Haz memoria de tu experiencia de perdón


Implora, agradece, vuelve tu mente, tu corazón, tu voluntad hacia Jesús.
Mírale, y déjate mirar por Él.

¡Déjate mirar por Jesucristo, tu Señor!

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