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PROCEDIMIENTO

Ordinario
MATERIA Indemnización de perjuicios
DEMANDANTE
Casino y Eventos Sociales Ambigú Limitada
RUN 76.705.886 - 1
DOMICILIO Talcamavida n° 670 Comuna de Maipú
REPRESENTANTE
Natalia Morales González
RUN 16.744.710 - 4
DOMICILIO Talcamavida n° 670 Comuna de Maipú
ABOGADO Mario Loguercio Flores
RUN 5 080 067 - 9
DOMICILIO Huérfanos 1160 oficina 1114
CORREO loguercio.mario@gmail.com
DEMANDADO Arzobispado de Santiago Compañía de María – Marianistas
Residencia Universitaria Cardenal Caro
RUN 81.795.162 - 7
DOMICILIO Dieciocho 173 Comuna de Santiago
REPRESENTANTE
Ricardo Ezzati Andrello
RUN 4.812.114 - 4
DOMICILIO Plaza de Armas 444 Santiago
EN LO PRINCIPAL: Demanda incumplimiento de contrato con daños y
perjuicios; PRIMER OTROSI: Documentos; SEGUNDO OTROSI:
Patrocinio y poder.

S. J. L.

Natalia Morales González, administradora de empresas y chef


internacional de profesión, en representación de Casino y Eventos Sociales
Ambigú Limitada, como se acredita con la escritura de sociedad que acompaño
en un otrosí de esta presentación, empresa dedicada al giro que su nombre
indica, domiciliadas ambas en Talcamávida n° 670, comuna de Maipú, a US
respetuosamente digo.
Que en la representación que invisto vengo a demandar
civilmente por incumplimiento de contrato con indemnización de daños y
perjuicios, al Arzobispado de Santiago, Instituto Eclesiástico de la Iglesia
Católica chilena, representado legalmente por el señor Ricardo Ezzati Andrello,
arzobispo de Santiago, sacerdote, domiciliados ambos en Plaza de Armas 444
en Santiago, propietario y mantenedor de la Residencia Universitaria Cardenal
Caro, con domicilio en calle Dieciocho n° 173 en Santiago, para cuya atención
de casino y servicios de comida celebré un contrato de concesión, en
representación de la empresa individualizada, con su directora administradora
doña Pamela Andrea Cordero Álvarez, con fecha 1 de marzo de 2017, que fue
gravemente incumplido, causándonos grandes perjuicios por lo que ahora vengo
a demandar la indemnización debida, conforme a la ley.
Fundamento la presente demanda en los hechos que paso a
exponer circunstanciadamente y en las normas de derecho que invoco.

RELACIÓN CIRCUNSTANCIADA DE LOS HECHOS


El arzobispado de Santiago mantiene una residencial para
estudiantes universitarios ubicada en la calle Dieciocho n° 173 en Santiago,
llamada Residencia Universitaria Cardenal Caro. Este instituto necesitó licitar
la concesión de su casino, para lo que comisionó a doña Pamela Cordero
Álvarez, recientemente nombrada directora, encargándole que la efectuara en el
mes de septiembre de 2016; ella conocía de mi título de Chef Internacional
obtenido en el Instituto Profesional Culinary, ubicado en La Dehesa n° 2541,
comuna de Lo Barnechea, en el que cursé estudios de administración de
empresas hoteleras, artes culinarias y servicios, por lo que decidió contactarse
conmigo. Con tal intención me envió un correo electrónico el 23 de septiembre
de 2016 informándome que en la Residencia Universitaria, que ella
administraba en representación del Arzobispado de Santiago, necesitaban licitar
la atención del casino que brindaba atención a los jóvenes residentes, para
tenerlo funcionando a partir del mes de marzo de 2017, sugiriéndome que
enviara una propuesta al respecto.
Yo había iniciado mi empresa dedicada al rubro el año 2012
con el nombre de Casino y Eventos Sociales Ambigú Limitada, a cuyo nombre
me contacté con la directora de dicha institución. Según lo dicho se trataba de
atender a noventa personas aproximadamente que recibían vales de consumo
regularmente por $2.900.- cada uno, que daban derecho a 1 de 4 comidas diarias
y a un sencillo desayuno, como ella lo calificó, compuesto de una taza de café
y un sándwich. El horario del servicio de casino era de 8 A. M. a 21 P. M.
durante la semana y los domingos y festivos solo se atendía el almuerzo.
En el mismo momento me solicitó evaluar la posibilidad de
generar un plan de trabajo, en base a la propuesta hecha, invitándome a
reunirnos con ese fin. Agregó que el directorio de la Residencia tenía por afán
mejorar la calidad de los alimentos distribuidos por su casino, con el valor ya
comprometido, por lo que habían decidido licitar la atención. No podían pagar
más según me explicó, pero si ofrecían máquinas adecuadas para el servicio,
con los espacios convenientes y necesarios para bodegas y máquinas de frío,
con la respectiva mantención que correría por cuenta de la Residencia,
asegurando conjuntamente el consumo de electricidad y agua. Todo se
facturaría a nombre del Arzobispado de Santiago quien se comprometía a pagar
las cantidades correspondientes sin dilación alguna.
Acepté la sugerencia considerando la seriedad que ella
ofrecía, dado el instituto que aparecía efectuándola, por lo que envié mi
propuesta por correo electrónico, enterándome después que había competido
con otras dos empresas.
El Directorio me comunicó que ganaba mi propuesta
agregando algunas condiciones que fueron, en general, las que siguen: querían
mejorar aún más los almuerzos y cenas, para lo que la Residencia aportaría con
lácteos, cereales, frutas y otros agregados contundentes, considerando que los
beneficiarios eran jóvenes estudiantes. Estas mayores y mejores porciones se
cobrarían con vales especiales que entregaría la Residencia. También se me
propuso adquirir por mi cuenta nuevos equipos, indispensables para el
funcionamiento de un establecimiento de comidas, tales como máquinas de frío,
estantes de acero inoxidable, además de otros implementos propios del giro de
casino, incluyendo hasta basureros, que la Residencia no tenía. Se hizo evidente
que el casino necesitaba esas inversiones para poder operar debidamente
autorizado, por lo que esperaban que yo comprara paulatinamente el material
señalado ofreciendo reintegrarme el dinero gastado.
Por mi parte, deseosa de colaborar con un buen servicio,
acepté la proposición que se me hacía porque me pareció una buena oportunidad
de desarrollar un negocio de gran utilidad, confiando en la seriedad del dueño
de la Residencia, el Arzobispado de Santiago, que prometía responder por el
negocio y a cuyo nombre debía emitir las facturas en su momento, aun cuando
agregaba nuevas exigencias y peticiones que no estaban en la oferta original.
Recibí, sin embargo, las seguridades que la inversión se
pagaría en el lapso de dos meses, emitiéndose la factura correspondiente. En
cuanto al servicio, su pago lo efectuaría el Arzobispado de Santiago a más tardar
el día 5 del mes siguiente a aquel en que este se hubiera prestado, iniciándose
en marzo de ese año. En todo caso en cada cuota se satisfaría todo lo
concerniente a la concesión propiamente, agregándose el pago del crédito
aportado por mí para el funcionamiento del casino, puesto que el aporte
solicitado hube de financiarlo con mis tarjetas de crédito.
Me pidieron también, como condición, que yo debía contratar
para la atención a dos trabajadoras que habían sido empleadas del anterior
concesionario, doña Margarita Pratt y doña Solange Andreotti, quienes
aparecían respaldadas por los curas del lugar. Además de lo dicho, los dueños
del recinto me pidieron que prestara las dependencias del casino que quedaría
a mi cargo, a los jóvenes beneficiarios para realizar sus fiestas y celebraciones,
para lo cual se comprometían a proporcionarme, llegado el momento, los
implementos necesarios.
Como una forma de incentivar mi participación me ofrecieron
oficiar de banquetera en las frecuentes cenas de bienvenida de los residentes,
que se realizaban durante todo el año y en las reuniones y ceremonias de los
curas marianistas, que oficiaban de administradores reconocidos de la
Residencia.
En estas condiciones la concesión empezó a operar el 1° de
marzo de 2017 en el recinto señalado en calle Dieciocho. A esa época yo ya
había provisto al casino de todo el material faltante, aportando al efecto mi
crédito bancario vigente y disponible, como he dicho, para que el casino y
concesión pudieran funcionar regularmente, todo en cumplimiento de lo
acordado y de las disposiciones legales al respecto. Debo precisar que todo este
material aportado quedaría en definitiva como propiedad de la Residencia, pero
hice la inversión haciendo fe que el negocio ofrecido era serio, traería utilidades
y que los pagos se efectuarían conforme a lo pactado, esto es a mes vencido, a
partir del día 5 del mes siguiente, consultando la devolución del crédito y lo
concerniente a la concesión propiamente.
Este sistema operó con regularidad hasta julio de 2017, pero
limitándose al solo pago de los consumos del casino, produciéndose los
primeros atrasos en cuanto al pago del crédito, lo que me generó grandes
dificultades y daño financiero, pues yo hice las adquisiciones comprometidas
utilizando mis tarjetas de crédito, de modo que debí seguir pagando las cuotas
en su oportunidad descapitalizándome injustamente. Esta situación empeoró a
partir del mes siguiente, debido a que el directorio aumentó las exigencias,
pidiéndome primeramente mejorar aún más las porciones, para después iniciar
los reclamos por el servicio propiamente tal, aun cuando siempre mi empresa
había tenido la máxima preocupación por el cumplimiento de lo pactado.
Habiéndose producido los primeros inconvenientes, pedí a los
administradores que hicieran una encuesta entre los beneficiarios para medir de
primera fuente la mayor o menor satisfacción con el servicio y efectuar los
cambios que parecieran convenientes. Curiosamente esta petición no solo fue
rechazada sino que se me prohibió efectuarla por mí cuenta, sin razón valedera
que explicara esta decisión.
El servicio cumplido y facturado por mí empresa tuvo atrasos
gravísimos en cuanto al pago por parte de la administración de la residencia,
quedando en gran medida sin retribución el trabajo realizado y el abastecimiento
de insumos, ocasionándome con ello una gran y definitiva pérdida. Ante mis
reclamos empezamos a recibir en parcialidades el pago de los servicios
facturados, por lo que debí dirigirme al superior de los curas marianistas, que
operaba como rector del hogar, el cura señor José María Arnaiz, para poder
exigir el cumplimiento de lo pactado.
Así, por ejemplo, las facturas de los meses de septiembre y
noviembre de 2017, cuyas copias acompaño a esta presentación, emitidas a
nombre del Arzobispado de Santiago como correspondía no se pagaron en la
oportunidad. Solo recibimos muy atrasadamente un pago parcial, lo que me
llevó a reclamar exigiendo el cumplimiento de lo pactado, pero fuera de las
promesas y buenos deseos, no recibí los pagos debidos. Esto se mantuvo hasta
principios de noviembre de 2017, cuando la misma administradora que me
había invitado a participar de la licitación del servicio para el casino, en
compañía del cura mencionado, me comunicó que su intención era no persistir
en la concesion. Posteriormente me envió una comunicación escrita al respecto,
argumentando solamente que habría menos residentes de lo esperado de manera
que no podían financiar el casino. El 23 de octubre de 2017 la administradora
me informó que debido a problemas internos no podían seguir con los pagos,
pero que abonaban algunas cantidades de inmediato y entregaban un cheque
para el 5 de enero de 2018 en abono de lo debido. Me hicieron entrega del
documento en un sobre cerrado que yo acepté de buena fe.
La atención del casino se mantuvo hasta fines de diciembre de
2018, fecha en la que debí retirarme del lugar sin recibir pago alguno por la
deuda acumulada. Mi situación económica era ya extremadamente mala pues
había cubierto todos los gastos e inversiones para el funcionamiento sin recibir
las retribuciones correspondientes. La relación terminó abruptamente porque
cuando hube de cobrar el cheque ya mencionado descubrí que me había
entregado un documento de la cuenta del Arzobispado sin firma de modo que
había sido engañada. Pedí de inmediato que me pagaran todo lo adeudado, pero
me contestaron que no pagarían nada y el cheque lo firmaban solo si yo
entregaba de inmediato las llaves del local, devolvía el inventario de todos los
implementos que había adquirido para el funcionamiento del casino y
abandonaba los controles de acceso al lugar. Mi situación me obligó a aceptar
tales condiciones, de manera que dejé allí todos los implementos adquiridos y
sin obtener los pagos adeudados.
De esta manera fui prácticamente expulsada de la concesión,
sin que se efectuara la correspondiente liquidación y negándose la contraria a
pagarme todo lo adeudado.

LA RELACION CONTRACTUAL
Los hechos relacionados dan cuenta del contrato de
concesión, celebrado como efecto de la licitación efectuada para satisfacer los
requerimientos de la Residencia Universitaria Cardenal Caro, propiedad del
Arzobispado de Santiago, que tuvo por objeto la atención en el casino de la
institución, que mi empresa se adjudicó y cuya atención se inició el 1° de marzo
de 2017.
Por este trato se asumieron las siguientes obligaciones. Por
parte de mi empresa, conforme a lo ofertado y aceptado por la contraria, nos
obligamos a proporcionar atención de casino a todos los residentes que
presentaran los respectivos vales, entregados por la administración de la
Residencia Universitaria y dotados de un valor previamente acordado. La suma
mensual de estos adminículos sería pagada al día 5 del mes inmediatamente
siguiente al consumo. Mi parte asumió, igualmente, la obligación de adquirir
máquinas de frío e implementos necesarios indispensables para el
funcionamiento del casino, utilizando al efecto su crédito bancario,
comprometiéndose a tenerlas a disposición a la época de inicio de las
actividades.
Por su parte el concedente contrajo la obligación de pagar a
mes vencido los servicios realizados, teniendo como plazo para ello el día 5 del
mes siguiente al de la prestación. Asumió igualmente la obligación de pagarme,
en el lapso de dos meses, el crédito de mi cuenta con el que se adquirieron las
máquinas e implementos indispensables para el funcionamiento del casino.
Se comprometió, igualmente, a darme exclusividad en la
atención de banquetes y otras celebraciones efectuadas, como cenas de
bienvenida de los residentes que, según dijo, se efectuaban durante todo el año,
como también en las ceremonias y reuniones de los curas marianistas,
administradores reconocidos de la Residencia por parte del Arzobispado.
Sin embargo de lo dicho, la contraria no cumplió ninguna de
las obligaciones enumeradas y precisadas. Efectivamente, no pagó los servicios
de alimentación que se otorgaron, conforme a lo pactado, contra la entrega de
vales que harían los beneficiarios y que serían pagados de inmediato al día 5 de
cada mes, contra la factura correspondiente emitida a nombre del Arzobispado.
Tampoco pagó las cuotas del crédito con las que se adquirieron los implementos
de funcionamiento, como se ha dicho, ni en dos meses según lo acordado, ni
posteriormente. No respetó la exclusividad comprometida para la celebración
de bienvenidas de los residentes, ni para las ceremonias y reuniones de los
marianistas, también según lo pactado.
En palabras claras y simples, la contraria no cumplió con el
contrato que ella misma me invito a celebrar, utilizando mis servicios solo para
ensayar la atención que requería para su residencia universitaria, con lo que me
generó un gran daño, totalmente injusto, al privarme no solo de los ingresos que
legítimamente esperaba, sino también al descapitalizarme cuando no pagó el
crédito que yo obtuve para el funcionamiento del casino cuyas cuotas debí
satisfacer y que, además, le permitió adquirir en propiedad las máquinas e
implementos que compré para habilitar su negocio.
De esta manera, el vínculo existente con la contraria está
referido al contrato de concesión que celebramos. En consideración al hecho
cierto de ser éste un contrato innominado, meramente consensual, por el cual
una parte, el concedente, en este caso el Arzobispado de Santiago, entrega a
otra, el concesionario, en lo presente mi empresa, la exclusividad de la venta de
ciertas mercancías o la administración comercial específica de un negocio,
asegurando esta última la atención del caso según lo pactado. En este caso
precisamente el casino de la residencia universitaria.
Ambas partes concordamos en su momento que el pacto que
celebrábamos era la concesión cuya causa era, precisamente, la licitación
efectuada por el Arzobispado para conseguir la atención que requería el casino
de su Residencia. Con este criterio, le dimos aplicación práctica a los acuerdos
tomados, que significaban en sustancia, que mi empresa tenía la exclusividad
de la atención señalada y que, para hacerla efectiva, yo concurría con la
adquisición de implementos que permitían el funcionamiento del negocio. Por
su parte, la contraria se obligó a asegurar el pago de los insumos utilizados en
la atención, cuanto el pago de los implementos adquiridos y las exclusividades
que se han dicho ya.
Esta aplicación práctica configura el criterio establecido por
el artículo 1567 del Código Civil, de manera que no cabe duda alguna acerca
del contrato celebrado y las obligaciones que generó, así como el
incumplimiento de estas en que incurrió la demandada.

EL DERECHO
El contrato de concesión es innominado, no está regulado
específicamente en la ley, de modo que las partes pueden convenir libremente
dentro de la libertad contractual que las asiste. Es el caso presente,
encontrándose el Arzobispado de Santiago en la necesidad de cubrir las
necesidades de alimentación de los estudiantes que llegan a su residencia y no
pudiendo hacerlo directamente a través de personal suyo, licitó el servicio. Por
esta causa contrató con mi empresa la correspondiente concesión, una vez que
acogió mi propuesta.
De acuerdo con este antecedente mi demanda se apoya en el
artículo 1545 del Código Civil que hace ley para las partes el contrato celebrado.
El que, además, según el artículo 1546 del mismo Código, debe ejecutarse de
buena fe, vale decir, en primer lugar deben efectuarse los pagos pertinentes en
los tiempos y plazos acordados. Nada de esto se cumplió, de modo que
corresponde al derecho propender a que el acreedor reciba las prestaciones que
esperaba por efectos del contrato, cuanto a obtener las reparaciones
correspondientes por los daños y perjuicios causado por su incumplimiento,
como reza el artículo 1556 del Código Civil cuando declara que la
indemnización de perjuicios comprende el daño emergente y el lucro cesante,
habiéndose incumplido totalmente la obligación o imperfecta o retardadamente,
en su caso. Todo ello como efecto del carácter obligatorio del vínculo
contractual.
De esta manera se dan en la especie los requisitos de la
responsabilidad contractual que emana de los presupuestos del caso,
generándose para el demandado la obligación de indemnizar los perjuicios
causados a la demandante. Efectivamente existe un hecho imputable al deudor,
cual es la infracción de la obligación, incumplida y la existencia de perjuicios
causados por la culpa del deudor, toda vez que nada le impedía cumplir su
obligación según correspondía, puesto que no existieron hechos ajenos que se
lo impidieran como fuerza mayor o caso fortuito. Es decir, se generaron
perjuicios cuya existencia es consecuencia de no haberse cumplido la
obligación en tiempo y forma, pese a los reiterados requerimientos del acreedor,
que debió retirarse del lugar de ejercicio de la concesión alegada perdiendo sus
insumos e instalaciones, practicadas para el funcionamiento del negocio, como
ya se ha explicado. De acuerdo con este criterio y en cumplimiento de lo
dispuesto por los artículos 1545, 1546, 1547, 1551, 1556, 1558 y 1564, que
regulan el efecto de las obligaciones y la interpretación de los contratos este
último, todos ellos del Código Civil, es que vengo ahora a demandar la
correspondiente indemnización de daños y perjuicios. Indemnización sobre la
cual hago expresa reserva, en cuanto a discutir su monto en la ejecución del
fallo o en otro juicio diverso, en los términos del artículo 173 del Código de
Procedimiento Civil.

POR TANTO,
RUEGO A US que, en mérito de lo expuesto y de lo dispuesto
en los artículos 254 y ss y 173 del Código de Procedimiento Civil y artículos
44, 1437, 1545, |1546, 1547, 1551, 1556, 1558 y 1564, del Código Civil, tenga
por presentada demanda civil de indemnización de daños y perjuicios por
incumplimiento de contrato, en contra del Arzobispado de Santiago,
representado por el señor Ricardo Ezzati Andrello. domiciliados en Plaza de
Armas n° 444 en Santiago y acogerla a tramitación para declarar, en definitiva,
que la demandada incumplió las obligaciones surgidas de la concesión que
contrató con mi empresa por efectos de la licitación de la atención del casino
que mantiene en la Residencia Universitaria Cardenal Caro, iniciada el 1 de
marzo de 2017, ya especificadas en el cuerpo de esta presentación, causándome
graves perjuicios, en los términos del artículo 1556 del Código Civil en cuanto
al daño emergente y lucro cesante provocados, con respecto a cuyo monto
vengo a hacer expresa reserva para discutir esta cuestión en la ejecución del
fallo o en otro juicio diverso, de acuerdo con el artículo 173 inciso 2° del Código
de Procedimiento Civil, con costas.
PRIMER OTROSI:
Acompaño los siguientes documentos, con citación:
1- Certificado de estatuto actualizado, del Registro de Empresas y Sociedades
que da cuenta de la existencia de la empresa Casino y Eventos Sociales Ambigú
Limitada, constituida el 21 de febrero de 2017, con las cláusulas y socios que
se dicen en la escritura acompañada.
2- Factura electrónica N° 7 de fecha 6 de septiembre del 2017emitida a
Arzobispado de Santiago Compañía de María Marianistas.
3- Factura electrónica N° 14 de fecha 6 de septiembre del 2017emitida a
Arzobispado de Santiago Compañía de María Marianistas.
4- Mandato judicial de Casino y Eventos sociales Ambigu limitada y Natalia
Morales a favor del abogado don Mario Loguercio.
POR TANTO,
RUEGO A US tenerlos por acompañados.
SEGUNDO OTROSI:
Vengo a designar abogado patrocinante a don Mario
Loguercio Flores, domiciliado en Huérfanos 1160 oficina 1114 en Santiago, a
quien además confiero poder para que actúe conjunta o separadamente con la
abogada doña Katherine Andrea Orellana Cabello, de su mismo domicilio,
firmando ambos en señal de aceptación.
POR TANTO,
RUEGO A US tenerlo presente

Firmado digitalmente por


Mario Loguercio Mario Loguercio Flores
Flores Fecha: 2018.12.11
17:19:25 -03'00'

Katherine Andrea Firmado digitalmente por Katherine


Andrea Orellana Cabello
Orellana Cabello Fecha: 2018.12.11 17:24:03 -03'00'

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