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• El poder explota subliminalmente el odio a sí mismo.

El odio dirigido a los propios deseos, el odio a la falta de respuestas; ira dirigida hacia adentro en el
intento de acomodarse a la amenazante realidad.

Auto-odio ante la impotencia de luchar contra la realidad, hace al desposeído menos capaz,
impotente y eso genera auto-odio.

El auto-odio de los opresores por reconocerse miserables, se proyecta sobre los más débiles y
entonces tenemos pobres que odian a pobres en un terreno fértil preparado por los medios
dominantes.

Subliminalmente manejan la ira, la ansiedad de los pueblos oprimidos y los invitan al desprecio a sí
mismos y la identificación con el opresor.

Mientras que el más fuerte incita la ira del más débil (Milei) y se asegura de que éste la torne
impotente y volcada hacia sí, simultáneamente el más débil se siente temeroso de su propia ira y
de la ira del más fuerte.

Para el más fuerte, la ira está al servicio de pedir obediencia, su fortaleza los autohabilita a
fomentar dudas al más débil que se auto inhabilita dobreestimando la seguridad, la racionalidad y
la efectividad al servicio de los más fuertes. Sembrar dudas es su forma activa; imponer la
autocrítica al más débil como culpable de su propia miseria.

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