Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
***
***
***
—Es mejor que esto sea bueno —siseó Nate cuando saltaba sobre el banquillo
junto a mí—. Marissa y yo estábamos… indispuestos. No estaba feliz porque tuve
que irme.
—No es la única —murmuré en voz baja, mirando a mi cerveza.
—De acuerdo, deja de hablar contigo mismo y dime qué sucede. —Él
golpeteó sobre el mostrador y el cantinero se acercó—. Una Corona, por favor. —El
cantinero se alejó y él volteó hacia mí—. Ahora, escúpelo, Colt.
Aun mirando al frente, murmuré:
—Tengo un problema.
El sarcasmo repicó en su tono.
—Deduje eso. Y el problema es…
Me removí en mi asiento y me encontré con la irritación en su mirada. No es
que pudiera culparlo.
—No sé qué mierda está pasando.
—¿Lo que significa?
Mis respiraciones de repente fueron demasiado pesadas.
—Me encuentro pensando demasiado en… ese sujeto, Ja-Sean.
Él frotó su frente, como si esa fuera la última cosa de la que quisiera hablar
conmigo. Pero luego suspiró, su tono más tolerante.
—Continúa.
—Así que, fui allí… —Hice una pausa por una dosis de valentía líquida,
necesitando algo frío que reemplazara el calor cubriendo mi piel—. Y nosotros
estábamos…
Él levantó una mano, su boca levantándose en una sonrisa.
—No necesito detalles. Ve al punto.
Me reí.
—No lo sé, comenzó a actuar extraño. Dijo que quería asegurarse que lo
quería o alguna mierda como esa. Entonces, me dijo que me fuera. Es jodidamente
confuso —mascullé, tomando otro profundo trago de mi cerveza.
—Oh, mierda.
Miré en su dirección.
—¿Qué?
—Realmente te gusta el sujeto.
Tomé el resto de mi cerveza y luego la puse sobre la barra.
—No dije eso.
—No tienes que hacerlo. —Me palmeó en la espalda—. Esta es la forma en
que te pones cuando estás enganchado de alguien. Todo en ti lo grita. También
comenzaste de esta forma con Willow.
Willow.
Mis hombros se hundieron con la mención de su nombre.
—Pero, apenas conozco al sujeto, y luego está Willow. —El cantinero regresó
con la cerveza de Nate y me dio una muy necesitada pausa. Mi mirada se alejó a
medida que observaba fijamente a las botellas detrás de la barra.
—¿Y qué? —preguntó y apretó mi hombro—. No tienes que conocer bien a
alguien para sentir una atracción. —Dudó un momento, su mirada pesada sobre mi
perfil—. ¿Es el hecho de que él es un chico? ¿Eso es lo que te molesta?
Miré hacia él, la certeza en mi voz sorprendiéndome incluso a mí.
—En realidad, no. Esa parte no me molesta en lo absoluto. Aparte del hecho
de que, cuando estuve con Willow esta noche, estaba pensando en él. No me
malinterpretes. Aún estoy muy enganchado con ella. —Suspiré—. Pero esta noche,
le dije que tenía que irme. Que no estaba de humor para hacer nada, después de que
ella me rogó bastante. Así que, ahora me siento como un imbécil. —Mi risa fue
amarga pero arrepentida—. Especialmente cuando toda esta cosa comenzó como
una forma de hacerla feliz. No creo que ella esté demasiado feliz en este momento,
si supiera lo que estaba pensando.
Nate bebió su cerveza antes de girar su botella sobre el mostrador.
—¿Quieres saber lo que pienso? Solo sé honesto. Háblalo con Sean y luego
dile a Willow. Tú y ella tienen una clase de relación abierta de cualquier forma. —Él
rio, intentando aligerar una situación a la que no parecía encontrarle el humor—.
Esta fue su idea, el comenzar esto, y ahora, creó un monstruo.
Entrecerré mis ojos.
—Muy divertido. —Alguien tosió al final de la barra, haciendo levantar la
vista. Casi caí del banquillo cuando resultó ser Sean—. Oh, mierda.
—¿Qué?
Supe que él me notó porque, incluso desde esta distancia, su atención erizó
los vellos de mi nuca.
—Sean está aquí.
La cabeza de Nate giró.
—¿Dónde?
Lo golpeé en el brazo.
—Mierda, Nate, ¿podrías ser un poco más obvio? —Mis ojos volaron al final
de la barra, pero él se había ido. La decepción supuró en la boca de mi estómago, y
la alejé.
—Colt. —El profundo timbre de la voz de Sean se hundió en mí como un
gancho. Casualmente, miré sobre mi hombro e intenté actuar más inafectado de lo
que me sentía.
—Hola, Sean.
Nate volteó en su asiento, y luego se paró, mirándome con una sutil sonrisa
mientras esperaba una presentación. Cuando él no consiguió una lo suficientemente
rápido, tomó el asunto en sus propias manos. Asintió hacia Sean.
—Hola, hombre. Soy Nate.
—Oh, lo lamento. Sean, este es un buen amigo mío, Nate Tomlinson. Nate,
Sean Sterling.
—Un gusto conocerte —ofreció Sean antes de que su mirada encontrara la
mía, la sinceridad en su expresión haciéndome difícil el alejar la mirada—. ¿Podemos
hablar?
Nate aclaró su garganta, interrumpiendo nuestra conexión visual.
—En realidad, estaba a punto de irme. Marissa está esperándome. Un gusto
conocerte, Sean. Colt —me disparó un guiño—, te veo mañana.
—Hasta luego, Nate.
Sean esperó que Nate se alejara antes de señalar al banquillo de la barra.
—¿Puedo?
Me encogí de hombros.
—Seguro.
Él ordenó dos cervezas más antes de voltear hacia mí.
—Entonces, no respondiste mis mensajes de texto.
—Estaba ocupado.
—¿Con Nate?
No estoy seguro de por qué el sonido de los celos en su tono, diferente a su
engreído tono me complació. Le regresé mi sonrisa.
—No, no en la forma en que piensas. Nate es mi mejor amigo, y también mi
compañero de casa. Así que, no. Antes estaba con mi… chica, Willow.
—Ya veo.
Justo entonces, no podía leerlo en lo absoluto. Mi mente giró, tratando de
descubrirlo.
—De cualquier forma, ¿qué estás haciendo aquí? Nunca antes te he visto por
aquí.
—Eso es porque solo estoy aquí los viernes en la noche, para jugar al billar.
Pero, esta noche —se detuvo durante un segundo—, necesitaba salir. Necesitaba una
distracción. —Alejó la mirada por un momento antes de regresar su atención a mí—
. Estoy feliz de que hayas aparecido aquí, porque quería disculparme. —Él sonrió y
su confianza regresó—. Es algo que no hago a menudo. Así que, disfrútalo.
—Es bueno saberlo. Y te estás disculpando por…
El cantinero llegó con nuestras cervezas. Sean levantó un dedo luego drenó la
mitad de la botella.
—Por alejarte más temprano. Eso no es lo que quería.
—¿No? —respondí con mucha prisa—. ¿Qué quieres decir?
—En realidad, es demasiado simple. —Su mirada, ahora seria, vagó por mis
rasgos, rozando hacia abajo a mi pecho antes de subir a mi cara—. Te… deseo. —
Inclinó su cuerpo más cerca hasta que nuestros hombros se estaban tocando y ese
calor familiar quemó a través de la tela de mi camisa. En una voz susurrada, agregó—
: De hecho, eres básicamente todo lo que deseo justo ahora. Lo cual… es inusual
para mí y no estoy seguro qué hacer con ello. Por lo tanto, eso explica mi
comportamiento de antes.
Regresó a su cerveza y me tomé un minuto para pensar en ello antes de
expresar algo que estaba en mi mente.
—¿Puedo hacerte una pregunta?
—Claro, dispara.
Desde un lado, miré el afilado contorno de su perfil.
—¿Eres gay?
La manzana de Adán de su garganta se movió difícilmente antes de que
hablase.
—Gay, no. Bi, sí. —Asentí, digiriendo esa información y preguntándome por
su pasado. El silencio se extendió entre nosotros hasta que sus palabras tranquilas lo
interrumpieron—. Estuve casado… hace años. —Ya que él estaba solamente a la
mitad de sus veintes, eso me confundió. Pasó su dedo pulgar sobre la condensación
de su botella y permanecí quieto, esperando que continuara—. Lily y yo éramos
jóvenes, y estábamos locos de amor. —Dejó salir una risa sin aliento que tenía un
aire de tristeza en ella—. Sabes, el tipo de amor que desafía todas las razones, que
ignora la lógica. Que te hace sentir que puedes flotar, ocasiona que vueles de tu
asiento en tus pantalones. —Mira en mi dirección antes de ver su cerveza—. Ese tipo
—agrega, suspirando—. De cualquier forma, nos casamos cuando cumplimos
dieciocho, mucho para consternación de todos alrededor de nosotros. —Agachó su
cabeza, su garganta pasando otro duro trago—. Ella murió en un accidente de bote
un año después.
Aspiré una inhalación aturdida.
—Jesús, Sean. Lo siento.
—Gracias. Me arruinó muy mal por un rato cuando estaba en la universidad,
pero mi padre me ayudó a regresar al carril… gracias a Dios. —Volteó para
enfrentarme entonces, sus ojos arrugados por el dolor que en ese momento le
agregaron años—. La amaba como loco. Quiero decir, mirando en retrospectiva, no
sé si tuvimos el tipo de amor que hubiera durado toda una vida. Éramos tan jóvenes
y teníamos tanto por vivir… pero, habíamos sido amigos desde que éramos niños.
Era tan alegre y eléctrica, nunca paraba. La extraño… mucho.
Mi mano terminó en su hombro.
—No puedo imaginar lo difícil que fue para ti. Me apena que hayas tenido
que pasar por eso.
Miró mi mano, y luego mi rostro, antes de que una pequeña sonrisa se alzara
de las esquinas de su boca.
—La vida pasa, ¿sabes? Solo tenemos que rodar con ella.
Dejé que mi mano cayera y tomé la etiqueta de mi botella, inseguro de lo que
era, y por qué importaba lo suficiente para preguntarle en primer lugar.
—Sabes, hasta hace poco. —Le lancé una mirada rápida—. Habría dicho que
eras hetero. Pero ahora, no lo sé. Ya no es verdad, supongo. Quiero decir, eres el
segundo chico hacia cual me he sentido atraído, pero el primero con el que he
actuado.
Un hombro se levantó en encogimiento y él sonrió.
—Te dije, tengo ese poder.
Me reí, examinando su rostro antes de aterrizar en sus labios y recordar cómo
se sienten moviéndose contra los míos.
Y queriendo volver a visitar ese recuerdo.
Como si él pudiera leer mis pensamientos, su lengua salió para mojar su labio
inferior.
—Ven a casa conmigo.
A pesar de que todo dentro de mí estaba gritando sí, todo lo que salió fue:
—¿Por qué?
Sean se giró en su asiento hasta que nuestras rodillas estaban tocándose, el
calor disparándose hacia arriba por mi columna vertebral ante esa simple conexión.
—Porque tú también lo quieres.
Mis ojos vagaron desde nuestras piernas a su sonrisa presumida.
—Eso es muy presuntuoso de tu parte.
Él se rascó el rastrojo a lo largo de su barbilla.
—¿Estoy equivocado?
—No.
Su mano descendió bajo la barra y se detuvo.
—Hay una razón más… porque yo quiero que lo hagas. —Agarró mi muslo y
mi pene pulsó contra la cremallera—. Realmente quiero que lo hagas.
Los pensamientos de él arrastrando su lengua a lo largo de mi polla me tenían
atragantándome con mi cerveza y tratando de mantener de alguna forma mi fuerza
de voluntad. No se sentía bien ir a su casa con él después de dejar a Willow como lo
hice. Necesitaba hablar con ella primero. Su boca descansando sobre mi oído me
trajo de vuelta cuando susurró:
—No estaba bromeando antes. Estoy doliendo por ti. Mi polla está dura… —
Sus labios rozaron mi lóbulo y me estremecí—… por ti. —Justo cuando pensé que
estaba a punto de retroceder para poder respirar y adaptarme, susurró—: Quiero
follar tu boca de nuevo.
Jesús.
—Sean —le advertí, pero no tenía ni idea de qué le estaba advirtiendo. ¿Qué
dejara de hablar así antes de venirme en mis malditos pantalones? ¿Antes de que lo
apoyara contra la pared y lo clavara? Ambas sonaban muy bien para mí.
Él se movió entonces, pero no lo suficientemente lejos para que ya no pudiera
oler su aroma amaderado, sentir el calor que irradiaba su cuerpo. Todo lo que le
rodeaba rezumaba ese atractivo sexual y me sorprendió que no tuviera multitudes de
hombres y mujeres persiguiéndolo. Tal vez lo hacían, pero por alguna razón se había
fijado en mí. No es que me quejara.
—¿Te molesta sentirte atraído por mí? —preguntó, sacándome de mi zona.
—¿Molestarme? No. Pero voy a admitir que al principio más que nada me
aturdió. O me tomó por sorpresa, debería decir. —Giré en mi asiento, queriendo
mirarlo completamente—. De hecho, me gustas, lo creas o no. Hay algo en ti… —
Mi voz se desvaneció y él dio una sonrisa en mi dirección—. Ya que estamos en el
tema, ¿cómo es que te involucraste en toda esa cosa del video? Para ser honesto,
cuando vi que eras ingeniero, no puede hacer que concordaran ambos.
El taburete crujió cuando se giró y le ofrecí atención absorta.
—Comenzó como un tipo de broma cuando estaba en la universidad. Un
amigo quería hacer un video para dárselo a alguien y me ofrecí. Era… infeliz, y
necesitaba algo. Una distracción de todo el duelo. Y me hizo sentir bien. De cualquier
forma, disfruté haciéndolo y como que se quedó. —Alzó su cerveza, haciendo un
gesto moviendo su barbilla—. ¿Qué hay de ti? ¿En qué trabajas?
—Soy ilustrador por computadora para una pequeña compañía de
animaciones.
Sus ojos se ampliaron con interés.
—¿Dibujas?
—Sí. —Jugueteé con la servilleta frente a mí—. Desde que era niño. Comencé
dibujando personajes de historietas y evolucioné desde ahí.
Él recargó sus codos sobre la barra y cruzó sus brazos.
—Eso es genial. Hago bosquejos de diagramas técnicos, aunque la mayoría
de las veces uso un programa de ayuda en la computadora. Pero disfruto más el
bosquejo a mano —admitió, y en ese momento miré hacia él.
Su expresión se profundizó.
—¿Tienes que irte?
—No, mirar mi reloj es habitual para mí. Tiendo a estar en reunión tras
reunión durante el día y se ha convertido en una segunda naturaleza.
Sus labios se inclinaron en una media sonrisa.
—Entiendo. —Se volteó para mirar detrás de él y luego de vuelta a mí—. Ya
que no vas a venir a casa conmigo —comenzó y me guiñó—, ¿quieres jugar al billar?
Revisé mi reloj nuevamente. Todavía era bastante temprano y no pensaba
volver con Willow esta noche, así que, ¿por qué no?
—Claro —contesté y él inclinó su cabeza en dirección al salón donde estaban
las mesas de billar—. No te sorprendas cuando te azote el culo.
Su risa en respuesta fue un profundo retumbar.
—Haz tu mejor intento.
Unas pocas personas se alejaban de una mesa cuando nos acercamos, y Sean
agarró dos palos de billar. Me pasó uno, sonriendo.
—Te dejaré quebrar si quieres, tipo duro.
—Nah. —Sonreí en respuesta—. Adelante. Creo que probablemente vas a
necesitar la ventaja.
Pasó por mi lado y procedió a acomodar las bolas antes de inclinarse sobre la
mesa para estabilizarse y tirar. Mis dientes se presionaron en mis labios a medida que
miraba su culo, mi mente divagando con pensamientos de estar dentro de él, lo cual
no podía negar, me aterrorizaba. Pero también me excitaba mucho.
Tres bolas rayadas volaron a través de la mesa y zigzaguearon su camino a las
entroneras. Sean golpeó ligeramente su taco contra el suelo, evaluándome con una
ceja levantada.
—¿Con qué estabas divagando? ¿Con azotar mi culo?
Me acerqué a su lado, golpeando deliberadamente su hombro.
—Tres bolas no hacen un juego —reprendí, inclinándome sobre la mesa y
alineando mi cuerpo con la bola blanca. Mirándola, estaba a punto de tomar el
disparo cuando Sean se acercó detrás de mí, apoyando su cuerpo contra el mío. La
longitud de su polla, ahora dura, presionándose contra mi culo y haciéndome inhalar
de forma entrecortada—. ¿Estás tratando de distraerme?
—Tal vez. —Se restregó contra mí—. ¿Está funcionando?
Mi respiración se aceleró y miré hacia él, manteniendo mi voz baja.
—Me estás poniendo duro.
Él prácticamente gruñó, su peso dejándome mientras se inclinaba para
susurrar en mi oído:
—Quiero hacer cosas a ese culo. Con mis dedos… con mi pene… con mi
lengua.
Traté de empujar las imágenes fuera de mi mente. Fue un reto por decir lo
menos.
—Deja de intentar distraerme. —Sonreí—. Tengo que concentrarme. —Se
enderezó, pero se mantuvo cerca a medida que me preparaba para el disparo—.
Verde en la tronera de la esquina. —La bola cayó con un fuerte sonido y sonreí—.
¿Estabas diciendo?
Mordió el interior de su mejilla mientras sus ojos se alzaban pensando.
Cuando volvió a bajar la mirada, se frotó el dedo índice de un lado a otro sobre su
labio.
—¿Qué tal si hacemos una pequeña apuesta?
—¿Qué clase de apuesta?
Ladeó la cadera contra la mesa, cruzando los brazos sobre su pecho.
—Si gano, vuelves a casa conmigo.
Incliné la cabeza, imitando su postura.
—¿Y si yo gano?
El espacio entre nosotros pulsaba con la tensión sexual.
—Lo que quieras.
El calor viajó hacia el sur, hacia mi pene.
—Acepto.
***
Traductores
Âmenoire
Antonietta
Clau-Clau
Flochi
Genevieve
Knife
Lyla
Diseño
Genevieve
Realizado sin fines de lucro para promover la lectura. Apoyemos a los autores
comprando el original.