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RESIDUOS SOLIDOS

La minimización de residuos sólidos se define como la acción de reducir al mínimo


posible el volumen y peligrosidad de los residuos sólidos a través de cualquier
estrategia preventiva, procedimiento, método o técnica utilizada. La minimización
no es lo mismo que la segregación. Esta implica agrupar determinados
componentes o elementos físicos de los residuos sólidos para ser manejados en
forma especial. El proceso para el manejo de la segregación debe iniciarse en la
fuente de generación (en la vivienda, la oficina, la industria, entre otros). La
minimización, pues, no es lo mismo que la segregación. El reaprovechamiento de
los residuos sólidos se entiende como el proceso de volver a obtener un beneficio
del bien, articulo, elemento o parte del mismo, que constituye el residuo sólido. Se
reconoce como técnicas de reaprovechamiento: el reciclaje, la recuperación y la
reutilización.
La solución al problema de los residuos sólidos no está solo en la búsqueda de
respuestas institucionales, sino además en generar repuestas personales que
sustenten a aquellas. Una forma de hacerlo es practicando lo que se ha llamado las
3 R: reducir, reusar, reciclar. Reducir es la principal. Reduzcamos el consumo de
todo aquello que no sea importante. Por ejemplo, no pongamos a los artículos que
vendamos o compremos más envolturas de las necesarias y, al mismo tiempo,
consumamos menos de aquellos que no sean biodegradables o reciclables. Reusar
las cosas, teniendo una estrategia para ello. No compremos artículos descartables,
salvo que sea estrictamente necesario. Las botellas retornables o el uso de bolsas
de tela en lugar de plástico, es un ejemplo de cómo podemos contribuir en este
tema. No olvidemos que deben pasar 2 200 años para que se degrade
completamente una botella de plástico, tiempo durante el cual formará parte de la
basura de la ciudad. Reciclar aquello que podamos, usando los productos para otros
fines o transformándolos en otros productos, de tal manera que no incrementen la
basura que arrojamos. La actividad de reciclaje no es solo útil para mejorar la
limpieza de una casa, colegio u oficina, sino que, además, puede ser una actividad
rentable.
El problema de los residuos sólidos no es solo responsabilidad de las autoridades
gubernamentales. Requiere también de repuestas personales. Si bien es cierto que
el gobierno puede contribuir mejorando los servicios de recolección, los empresarios
pueden, por ejemplo, disminuir el uso de empaques innecesarios o que no sean
reciclables o biodegradables. Por su parte, los pobladores pueden reducir el
consumo de aquello que no sea necesario o no sea biodegradable, así como
pueden modificar su forma habitual de disposición de residuos. Desde nuestros
hogares podemos iniciar acciones para controlar el exceso de generación de
residuos. De igual forma que se nos educa en hábitos de cómo lavarnos las manos
antes de comer o después de ir al baño, podemos aprender a usar mejor los
recursos y minimizar la generación de residuos, así como aprender a almacenar los
residuos por separado, evitando, de esta manera, la generación de un mayor
volumen de residuos peligrosos. Existen muchas acciones que podemos realizar
para ayudar a resolver el problema de los residuos. De manera general, las acciones
que podemos llevar a cabo se pueden englobar dentro del concepto de las 3 R:
reducir, reusar y reciclar.
Ante la magnitud del problema de la contaminación provocado por los residuos
tóxicos, surge la necesidad de difundir información, partiendo de la comprensión del
riesgo que representa consumir irresponsablemente productos sin tomar en cuenta
los desechos generados. La gente debe ser consciente del potencial contaminante
de las pilas y de la necesidad de usarlas con mucha precaución en su vida cotidiana,
para evitar contaminar la vida presente y futura del ambiente. En otras palabras, se
debe generar una conciencia ambiental hacia un desarrollo sostenible. Las pilas
usadas suelen ser echadas a la basura. Este hábito negligente implica que el
destino final de las mismas sean los basurales o las plantas incineradoras. En
ambos casos, una vez destruidas las carcasas, se liberan metales pesados que
pasan con facilidad al ambiente. El más peligroso de estos metales es el mercurio,
que se incorpora a la cadena trófica de animales, con el agravante de su grado de
concentración, que aumenta de un eslabón al otro. Sus efectos tóxicos pueden
ocasionar la muerte. Una pila que tiene mercurio basta para contaminar 600.000
litros de agua y una pila alcalina, 167.000 litros, el doble de lo que consume una
persona en su vida.

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