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Acab y Jezabel son los soberanos más conocidos del reino del norte.
Le habló en un suave susurro, quería enseñarle que gran parte de la labor espiritual no se realiza
por lo sensacional y la manifestación externa del poder divino, sino mediante la suave voz de la Palabra
obrando a través de la conciencia.
Dios le señalo que habían 7000 personas que no habían cedido a la idolatría
Puso en libertad al rey enemigo y se contentó con recobrar las ciudades hebreas
antes perdidas, y con un trato comercial favorable a Israel.
Grande fue su disgusto cuando fue reprendido por un profeta, el cual juzgó las
cosas desde el punto de vista espiritual. Dios pensaba en la protección de su
pueblo.
Ben-adad ya había causado extenso daño y muchas muertes, y tenía que ser
castigado.
Acab pagaría con su propia vida su desobediencia a Dios,
y su nación sufriría cosas indecibles en guerras futuras contra Siria.
Sucesos del reinado de Acab (1 Reyes 20:1–22:40)
Acab y la viña de Nabot (1 Reyes 21)
Acab codiciaba el pequeño viñedo que pertenecía a su vecino Nabot.
Jezabel mandó, en el nombre de su marido y con el sello real, cartas convocando a un ayuno
general y sobornó a dos personas perversas para que acusaran a Nabot de blasfemia y de
traición.
Ocozías, quien reinó durante los últimos meses del año 853 a.C. y los
seis primeros del año siguiente
No pudo recuperar a Moab cuando éste sacudió el yugo de la dinastía de
Omri (ver 2 Reyes 1:1; 3:5).
Fue repudiado por Josafat como socio en el proyecto de formar una
flota mercante en el golfo de Acaba (1 Reyes 22:48, 49; 2 Cró 20:35–37).
Elías pasó sus últimos años preparando a los “hijos de los profetas” y
estableció escuelas en Gilgal, Bet-el y Jericó.
La ida del profeta fue repentina y sin despedidas; en tanto que la otra fue
tranquila, pues Jesucristo bendecía a los suyos mientras ascendía.
Se cumplió esta predicción en el ministerio de Juan el Bautista, el cual vino con el espíritu y la
autoridad del profeta de fuego (Lucas 1:17; Mateo 11:14).
La reaparición de Elías con Moisés en la transfiguración de Jesús (Mateo 17:1–13), le da un lugar
especial en el movimiento profético. Elías habló con Jesús acerca de su partida (muerte en Jerusalén)
y este mensaje es eterno.
Se menciona más el nombre de Elías en el Nuevo Testamento, que el de cualquier
otro de los profetas (ver Marcos 9:13; Lucas 9:54; 4:25, 26; Romanos 11:2–4; Santiago 5:17
Eliseo sucede a Elías (2 Reyes 2)
Eliseo comienza su ministerio (2 Reyes 2:19–25)
Su ministerio comenzó con un milagro, el saneamiento de las aguas del manantial
cercano a Jericó.
No es probable que Eliseo fuese calvo, pues era un hombre relativamente joven, y por
consiguiente la burla era insultante y también afectaba a Jehová mismo.
Tanto los muchachos como los padres sufrieron por su falta de respeto
al representante de Dios.
Eliseo no mandó que dos osos lastimaran a los adolescentes
; solamente los maldijo. Dios fue quien los castigó
Eliseo predice la victoria sobre Moab (2 Reyes 3)
Eliseo les dijo que el ejército debía cavar zanjas en el desierto a fin de
recibir una gran cantidad de agua.
El profeta también llevó a cabo la misión dada a Elías de ungir a Jehú para destruir la
casa de Acab (2 Reyes 9:1–13)
La muerte de Eliseo (2 Reyes 13:14–25))
Eliseo murió después de un largo ministerio de más de cincuenta años,
desarrollado durante el reinado de seis reyes.
El joven monarca Joás lloró al lado del lecho de muerte de Eliseo. El acto simbólico de disparar
las flechas de la mano de Eliseo, tenía el propósito de demostrarle que él podía lograr victorias
sobre Siria si dejaba que la mano de Jehová reposara sobre él.