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Sistema Monetario Internacional.

Regímenes cambiarios
El sistema monetario internacional es el marco institucional establecido para
efectuar pagos internacionales, acomodar los flujos internacionales de capital y
determinar los tipos de cambio entre las diferentes monedas. Es un conjunto de
acuerdos internacionales, instituciones, mecanismos, reglas y políticas
necesarios para que funcione la economía global.

La globalización intensifica los flujos internacionales de bienes, servicios y


capitales, lo que aumenta la necesidad de instituciones que los regulen y
faciliten. El sistema monetario internacional evolucionó en el tiempo y sigue
adaptándose a las nuevas realidades.

Los países siguen reglas distintas en lo que respecta a los regímenes


cambiarios y el grado de apertura. En un entorno de liberalización y
desregulación es el mercado el que define las reglas del juego e impone la
disciplina. La característica principal de los mercados financieros
internacionales en la actualidad es una alta volatilidad de todas las variables
económicas, en particular de los tipos de cambio. El pronóstico de los tipos de
cambio futuros es prácticamente imposible, por lo que surge la necesidad de
administrar el riesgo cambiario.

La volatilidad de los tipos de cambio se debe a las modificaciones constantes


de las variables económicas, el progreso tecnológico y la liberalización
financiera. Suben o bajan los precios relativos de los productos básicos como
el petróleo, el cobre, los productos agropecuarios; se transforma el poder
relativo de diferentes países (se acelera el desarrollo de China mientras que
Europa se estanca), y se forman nuevos bloques regionales.

En un régimen de libre flotación el debilitamiento de la moneda se llama


depreciación. El fortalecimiento se llama apreciación. La devaluación y la
depreciación tienen el mismo significado económico (el debilitamiento de la
moneda nacional), pero mientras que la primera es consecuencia de una
decisión política, la segunda es el resultado de las fuerzas del mercado. La
depreciación del peso frente al dólar es lo mismo que la apreciación del dólar
frente al peso, pero los porcentajes de depreciación y apreciación son
diferentes debido al cambio de la base. Supongamos que el precio del dólar en
México sube de 3.4 a 11 pesos. En este caso el dólar se aprecia 223.5 por
ciento.

Aunque la apreciación del dólar necesariamente implica la depreciación del


peso, sería absurdo afirmar que el peso se depreció 223.5%, ya que una
depreciación de 100% significa una pérdida total del valor. Para calcular el
porcentaje de la depreciación del peso tenemos que tomar en cuenta el tipo de
cambio inverso: dólares por peso.

Si el dólar sube de 3.4 a 11 pesos, el peso se deprecia 69.1%. En una


economía abierta la política cambiaria está relacionada con los objetivos de la
política macroeconómica. En términos generales podemos decir que el objetivo
de las autoridades es lograr el equilibrio interno y externo. Otro objetivo
importante es un crecimiento económico alto y sostenido.

El euro tuvo más éxito de lo esperado. Hasta 2008 los países del euro
registraron altas tasas de crecimiento, sobre todo en el sur del continente. Se
vio una clara convergencia de los niveles de vida con los países del sur,
alcanzando los niveles de vida del norte. Estofue demasiado bueno para ser
verdadero. Los salarios reales en los países del sur se incrementaban mucho
más rápido que la productividad de trabajo, volviendo estos países cada vez
menos competitivos. Por ejemplo, en el periodo 2000-2008 los salarios
crecieron 49% en Irlanda, 43% en España, 28% en Italia, mientras que en
Alemania sólo alcanzó 15%. En 2008 los salarios promedio en España e Italia
eran 30% más altos que en Alemania, mientras que la productividad de trabajo
era mucho más baja.

La crisis financiera de 2008 se agudizó más en Irlanda y España, donde la


burbuja de los bienes raíces alcanzó dimensiones extraordinarias. La crisis de
la deuda soberana, que empezó en Grecia en 2009, puso en duda la viabilidad
de la moneda común. Se levantaron voces, sobre todo en Gran Bretaña,
acerca de que, en principio, la idea del euro era mala y que su derrumbe era
inevitable. Se insistió incansablemente en la tesis de que una unión monetaria
sin una unión fiscal no tiene sentido y, por ende, es inviable.

Se hizo énfasis en las dificultades de un ajuste en los desequilibrios internos y


externos, sin una política monetaria autónoma y sin la posibilidad de una
devaluación de la moneda.

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