Comprensión de textos escritos - 2023 Tercer Grado
Dédalo y su hijo Icaro
Existió hace muchísimos años un hombre llamado Dédalo, que llegó a la isla de Creta en compañía de su hijo Ícaro. Dédalo era un gran inventor. Por ello, el rey de Creta le encargó algunos trabajos, entre ellos, fabricar unas estatuas maravillosas que podían hablar y moverse. El rey estaba tan contento con los trabajos de Dédalo que lo invitó a quedarse a vivir en la isla para poder continuar haciendo inventos. Así, el monarca le mandó construir un edificio para el Minotauro, un monstruo con cabeza de toro y cuerpo de hombre. Atendiendo la demanda del máximo gobernante, Dédalo construyó un enorme laberinto del que era imposible salir. Sin embargo, para impedir que Dédalo contara el secreto del laberinto a otras personas, el rey lo encerró en él con su hijo.
Un día Dédalo e Ícaro miraban al cielo, contemplando a
las aves que volaban libremente. Entonces, al inventor se le ocurrió la idea de construir unas alas como las de los pájaros, con plumas de verdad pegadas con cera. Padre Luis Sánchez Arce 112 Comprensión de textos escritos - 2023 Tercer Grado
e hijo tardaron mucho tiempo en fabricarlas. Hasta que un
día, por fin, concluyeron su trabajo. Entonces, se ataron las alas a los brazos el uno al otro y comenzaron a agitarlas. Comenzaron a elevarse poco a poco, y volaron cada vez más alto, sin poder ocultar su alegría. Dédalo, al ver la altura que habían alcanzado, advirtió a su hijo para que no se elevara más. Pero Ícaro, feliz, subía y subía a través del cielo azul. El joven se acercó tanto al Sol que el calor del astro rey comenzó a derretir la cera, y las plumas empezaron a despegarse. Sin alas, Ícaro no pudo sostenerse en el aire y su vuelo terminó en las agua del mar, donde se ahogó. Su padre lloró amargamente su muerte, y bautizó la zona cercana a donde había caído su hijo como Icaria, en la actual Grecia.