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SUEÑO REPETIDO

YO- Soñé que me comía unas bragas con cuchillo y tenedor. Venían
precocinadas, dentro de un estuche de aluminio, y no había más que
meterlas dos minutos en el microondas. Eran bragas de parafarmacia, o de
herboristería. Eran impersonales.

TERAPEUTA- ¿De verdad cree usted que eran impersonales?

YO- Yo, al menos no las había visto nunca.

(El se calló. Lo cierto es que no podía dejar de pensar en el sabor de las


bragas. Al salir de la consulta pasé por una herboristería)

YO- Disculpe, ¿Ésta es la sección de comida?

VENDEDOR@: Si, la sección de pasta y arroz. ¿Qué está buscando?

YO: No, nada… solo miraba.

VENDEDOR@: Si, necesita algo me dice.

(No me atreví a preguntar por las bragas, pero miré todos los productos de
la tienda, uno a uno, y puedo asegurar que no las había)

VENDEDOR@: ¿No quiere que le ayude? Estoy aquí para eso.

(Salí de la herboristería y telefoneé a una amiga con la que tengo mucha


confianza)

YO- Soy yo ¿podemos hablar?

AMIGA- Si, claro. Dime

YO- Quizá te suena raro lo que te voy a preguntar…

AMIGA- ¿Raro tú? Si eres el fundador de “raromanía”.


YO- Estoy buscando unas bragas comestibles. ¿Existen?

AMIGA- No, creo que no… creo que hay unas de papel… quizá existen con
sabores… yo que sé… pero ¿a ti que te pasa?

(Al día siguiente fui a la farmacia)

YO- Me podría dar un paquete de kleenex.

FARMACEUTIC@- Claro, ¿Algo más?

YO- (casi en susurro) Bragas de papel

FARMACÉUTIC@- ¿Cómo? ¿No le escucho?

YO- Bragas de papel.

FARMACÉUTIC@- ¡Ah! Bragas de papel.

YO- (tratando de justificarse) Es que estoy muy acatarrado.

FARMACÉUTIC@- ¿Qué tamaño quiere? Las tenemos de dos tamaños.


También tenemos éstas de varios colores. Estas blancas, negras, también…

YO- Blancas, blancas. Pequeñas.

(Una vez en casa, abrí el paquete y, en efecto, eran bragas de papel, pero
no tenían nada que ver con las de mi sueño. Si uno se empeñaba se podían
comer, pero daban sed. Me deshice de ellas.)

TERAPEUTA- ¿Y no ha vuelto a soñar con las ellas? Cierre los ojos y


visualícelas, a ver si recuerda otro sueño.

YO- Si quiere saber más de esas bragas, tendrá que soñar usted mismo con
ellas. Yo raramente repito el mismo sueño.

(Otro día, ya más avanzado el análisis)

YO- He conocido a una chica y acabamos en la cama. Me levanté para ir al


baño y allí vi sus bragas, en el suelo, junto a la cama, no me lo podía
creer… ¡Eran las del sueño! Me las llevé a la cocina, las puse sobre un
plato y, sin calentar ni nada, me las comí con cuchillo y tenedor.

TERAPEUTA- ¿Se comió las bragas de verdad?

YO- Si.

(En la terapia nunca miento, creo que la mentira es una forma de


resistencia)

YO: Luego me quedé dormido. No la he vuelto a ver. La llamé pero me


había dado un teléfono falso.

TERAPEUTA- ¿No habrá soñado usted ese encuentro?

YO- No, no creo… lo real tiene otra textura, otro volumen que los sueños.

TERAPEUTA- Pero usted vino aquí porque confundía las cosas.

YO- Es verdad. Pero en lo que respecta a las bragas siempre tengo los pies
en la tierra.

TERAPEUTA- ¿Recuerda las primeras bragas que vio en su vida?

YO- Las primeras bragas las soñé.

TERAPEUTA: Pero acaba de decirme que en lo que se refiere a las bragas


tiene los pies en la tierra.

YO.- ¡La tierra de las bragas son los sueños!

(Silencio. Me metí la mano en el bolsillo para sacar un pañuelo y saqué


unas bragas. Mi terapeuta se arrojó sobre mí, me las arrebató, y se las
metió en la boca)

YO.- ¿Creía que eran las del sueño? (Silencio) Eran unas de papel que
había guardado para engañarle. ¿Podemos continuar con la terapia sin
interrupciones?

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