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Para otros usos de este término, véase Luna (desambiguación).
Luna
Desde el espacio, la Luna luce como una esfera gris-blanquecina, con
cráteres de varios tamaños.
Orbita a Tierra
Elementos orbitales
Inclinación 5,1454 °
Excentricidad 0,0549
Características físicas
Diámetro 3474.8 km
Perigeo 33' 28,8"
Diámetro angular
Apogeo 29' 23,2"
Medio 31' 5,2"
Albedo 0,12
Oxígeno 43%
Composición corteza
Silicio 21%
Aluminio 10%
Calcio 9%
Hierro 9%
Magnesio 5%
Titanio 2%
Níquel 0,6%
Sodio 0,3%
Cromo 0,2%
Potasio 0,1%
Manganeso 0,1%
Azufre 0,1%
Fósforo 500 ppm
Carbono 100 ppm
Nitrógeno 100 ppm
Hidrógeno 50 ppm
Helio 20 ppm
Características atmosféricas
Presión 3 × 10-10 Pa
Mínima 40 K (-233 °C)
Temperatura
Media (día) 380 K (107 °C)
Media 120 K (-153 °C)
(noche)
Máxima 396 K
(123 °C)
Helio 25%
Composición
Neón 25%
Hidrógeno 23%
Argón 20%
Metano ?
Amoníaco ?
Dióxido de carbono trazas
La Luna es el único satélite natural de la Tierra. Con un diámetro ecuatorial de 3474,8 km, es el quinto satélite más grande del sistema solar,
mientras que en cuanto al tamaño proporcional respecto a su planeta es el satélite más grande: un cuarto del diámetro de la Tierra y 1/81 de su
masa. Es, además, después de Ío, el segundo satélite más denso. Se encuentra en relación síncrona con la Tierra, siempre mostrando la
misma cara hacia el planeta. El hemisferio visible está marcado con oscuros mares lunares de origen volcánico entre las brillantes montañas
antiguas y los destacados astroblemas.
A pesar de ser, en apariencia, el objeto más brillante en el cielo después del Sol, su superficie es en realidad muy oscura, con una reflexión
similar a la del carbón. Su prominencia en el cielo y su ciclo regular de fases han hecho de la Luna un objeto con importante influencia cultural
desde la antigüedad, tanto en el lenguaje como en el calendario, el arte o la mitología. La influencia gravitatoria de la Luna produce las mareas y
el aumento de la duración del día. La distancia orbital de la Luna, cerca de treinta veces el diámetro de la Tierra, hace que se vea en el cielo con
el mismo tamaño que el Sol y permite que la Luna cubra exactamente al Sol en los eclipses solares totales.
La Luna es el único cuerpo celeste en el que el ser humano ha realizado un descenso tripulado. Aunque el programa Luna de la Unión
Soviética fue el primero en alcanzar la Luna con una nave espacial no tripulada, el programa Apolo de Estados Unidos realizó las únicas
misiones tripuladas al satélite terrestre hasta la fecha, comenzando con la primera órbita lunar tripulada por el Apolo 8 en 1968, y seis alunizajes
tripulados entre 1969 y 1972, siendo el primero el Apolo 11 en 1969, y el último el Apolo 17. Estas misiones regresaron con más de 380 kg
de roca lunar, que han permitido alcanzar una detallada comprensión geológica de los orígenes de la Luna –se cree que se formó hace
4 500 000 000 (cuatro mil quinientos millones) de años después de un gran impacto–, la formación de su estructura interna y su posterior
historia.
En 1970 la Unión Soviética puso en la superficie el primer vehículo robótico controlado desde la Tierra: Lunojod 1. El rover fue enviando
fotografías y vídeos de la superficie que recorrió (10 km.) durante casi un año.1
Desde la misión Apolo 17, en 1972, ha sido visitada únicamente por sondas espaciales no tripuladas, en particular por
el astromóvil soviético Lunojod 2. Desde 2004, Japón, China, India, Estados Unidos y la Agencia Espacial Europea han enviado orbitadores.
Estas naves espaciales han confirmado el descubrimiento de agua helada fijada al regolito lunar en cráteres que se encuentran en la zona de
sombra permanente y están ubicados en los polos. Se han planeado futuras misiones tripuladas a la Luna, pero no se han puesto en marcha
aún.
La Luna se mantiene, bajo el Tratado sobre el espacio ultraterrestre, libre para la exploración de cualquier nación con fines pacíficos.
Etimología[editar]
La palabra que designa al satélite de la Tierra, «luna», procede del latín. En esta lengua era originalmente la forma femenina de un adjetivo,
'luminoso', que deriva de la raíz *lūc-/lŭc- ('brillar', 'ser luminoso'), de donde proceden igualmente luceo ('lucir'), lumen ('lumbre'), lux ('luz'), etc. A
su vez, esta raíz procede de la raíz indoeuropea *leuk-, que se encuentra en otras lenguas en términos relacionados con la luz, como
el griego λευκός (leukós), 'blanco', o λύχνος (lýjnos), 'lámpara'.2 Probablemente, el epíteto *leuksno-/ *louksno-, 'la luminosa', ya era utilizado
para designar a la luna en protoindoeuropeo.
En protoindoeuropeo también existió un nombre masculino para la Luna, formado sobre la raíz *mēns-, del que se conservan formas en varias
lenguas, como el griego μήν, μηνός (mên, mēnós, 'mes'); e incluso manteniendo el sentido primitivo, como en el inglés Moon o en lenguas
itálicas como el umbro (ablativo singular) "menzne" ('Luna'). En latín, esta forma *mēns- ha evolucionado semánticamente para designar el
'mes', que en origen seguía las fases de la luna. De «luna» procede el término «lunes», que en su original latino designaba al 'día de la luna'
(dies lunae).3
Asimismo, el término griego Selene (en griego antiguo Σελήνη Selênē, nombre de la diosa mitológica asociada a la Luna) ha pervivido en el
español y en otros idiomas como una forma culta para expresar determinados conceptos relacionados con la Luna; como, por ejemplo: las
palabras «selenografía», que designa la cartografía lunar; o «selenita», el gentilicio de los supuestos habitantes del satélite; o «selenio»,
elemento químico llamado así por analogía con el telurio, cuyo nombre procede de la tierra (télos).