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El cardenismo, una etapa crucial en la historia de México, se desarrolló bajo el

liderazgo de Lázaro Cárdenas, quien asumió la presidencia en 1934. Este periodo


marcó importantes transformaciones políticas, sociales y económicas en el país.

Al inicio, Cárdenas buscó consolidar el Partido Nacional Revolucionario (PNR),


sucediendo al presidente Plutarco Elías Calles. Este proceso pretendía mantener la
estabilidad política y avanzar en la consolidación de la Revolución Mexicana. Sin
embargo, pronto se gestaron tensiones entre Cárdenas y Calles, llevando a que
este último se exiliara, disminuyendo su influencia pero dejando una impronta en el
proceso político.

Cárdenas, en su afán de fortalecer la base social de su gobierno, apoyó a los


sindicatos, otorgándoles mayor autonomía y derechos laborales. Este respaldo a los
trabajadores se evidenció en la creación del Sindicato de Trabajadores de la
Industria Eléctrica (SITIE), así como en la promulgación de leyes laborales que
favorecieron a los obreros.

A pesar de los esfuerzos de Cárdenas por impulsar reformas sociales, también se


enfrentó a diversas corrientes, entre ellas el sinarquismo, un movimiento
conservador y anticomunista que desafiaba la orientación ideológica del gobierno.
Este choque ideológico se intensificó durante el conflicto conocido como la Guerra
Cristera, donde grupos católicos se opusieron a las políticas anticlericales del
régimen.

En el ámbito económico, Cárdenas implementó el Plan Sexenal, un programa de


desarrollo que buscaba la industrialización del país, la expansión de la educación y
la reforma agraria. Este último aspecto fue esencial, ya que se promovió la creación
de comunidades agrarias para redistribuir la tierra entre los campesinos.

A nivel político, el cardenismo también atrajo a distintas corrientes ideológicas,


desde socialistas y comunistas hasta anarquistas. La apertura de espacios para
estas corrientes enriqueció el debate político, contribuyendo a la diversidad
ideológica en el país.

En el ámbito cultural, el cardenismo también dejó su huella. El cine adquirió


relevancia como medio de difusión y propaganda, con la creación de la empresa
Producciones Films Mundiales y la producción de películas que reflejaban los
ideales y los logros del gobierno, como "¡Vámonos con Pancho Villa!" dirigida por
Fernando de Fuentes.

Ricardo López, un destacado líder sindical, jugó un papel clave en este periodo,
abogando por los derechos de los trabajadores y participando en la conformación de
políticas laborales más justas.
En resumen, el cardenismo fue una etapa de profundos cambios en México, donde
convergieron diversos actores y corrientes ideológicas. La gestión de Cárdenas dejó
un legado significativo en la historia política y social del país, estableciendo bases
para la construcción de una nación más justa y equitativa.

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