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Agustín de Hipona: Concepción

cristiana de felicidad.
Agustín de Hipona fue un teólogo y filósofo cristiano del siglo IV. Es una de las figuras más
importantes en el desarrollo del cristianismo occidental. Nació en Tagaste, Numidia, el 13 de
noviembre del 354 dC, de madre cristiana y padre pagano. Más tarde se convirtió en
partidario del maniqueísmo antes de convertirse al cristianismo a los 19 años. Se convirtió
en ciudadano romano a la edad de 37 años y se desempeñó como obispo de Hippo Regius
desde el 396 hasta su muerte en el 430 d.C.

El maniqueísmo fue una religión sincrética que se originó en el siglo III dC en Persia. Estaba
compuesto por elementos cristianos, zoroastrianos y budistas. El nombre proviene del
fundador, Mani (216-276). Mani creía que había dos principios coeternos: la Luz y la
Oscuridad. También creía que una lucha eterna entre estas dos fuerzas tiene lugar tanto en
la tierra como en el cielo. La creencia de que hay dos dioses con cualidades opuestas, el
bien y el mal, será bastante criticada por Agustín.

La filosofía de Agustín de Hipona se desarrolló influenciada por la filosofía de Platón. En


Confesiones describe cómo la idea platónica del alma como sustancia divina que pre existía
a la creación tuvo un profundo efecto en él, llevándolo a creer que no sería imposible que
Dios hubiera creado el mundo.

La teoría de la iluminación es una de sus contribuciones más notables a la filosofía. Afirma


que el conocimiento está en uno mismo y que la fe y la razón son dos fuentes
complementarias para alcanzarlo. La opinión de Agustín era que es imposible que los
humanos entiendan a Dios solo con la mente. Él creía que la razón sólo puede llevarnos
hasta cierto punto en nuestra búsqueda de Dios, pero la fe eventualmente será necesaria
para que podamos entenderlo.

En pocas palabras, Agustín asociaba la fe con la felicidad. Si basas tu felicidad en bienes


materiales vivirás en desgracia, en cambio, si basas tu felicidad en La Verdad, la creencia
de Dios, tendrás una felicidad mucho más constante. Puesto que la iluminación (Dios) es la
cuál nos conduce a esta. A esto se le conoce como Eudemonismo Augistiano.

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