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Ministerio: Hogares Elim

Tema: Vida devocional

LECCIÓN VIII. ORACIÓN Y AYUNO


1. La oración
“Los grandes héroes de la fe fueron hombres de oración”
Daniel oraba tres veces al día (Daniel 6:10). Fue consejero de reyes y tuvo
grandes visitaciones de Dios. Por causa de la oración lo echaron en el foso de los
leones, pero éstos nada pudieron hacerle. (Daniel 6:16-22).
David fue rey de Israel. Era varón conforme al corazón de Dios. ¿Cuál era
su secreto? Oraba tres veces al día con clamor, lamento y lágrimas y Dios lo
escuchaba. (Salmo 55:16).
El apóstol Pablo predicó multitudes. Evangelizó a miles. Le predicó a los
reyes y gobernadores y Dios hizo milagros de todo tipo a través de su ministerio.
Nos dejó la doctrina del Señor para la iglesia del Nuevo Testamento. La Biblia dice
que su vida era una vida de oración, ayuno, vigilias y actividades espirituales de
todo tipo. Oraba en el Espíritu continuamente (Efesios 6:18, 2 Corintios 6:5, 1
Corintios 14:14-18).
Jesús venció al diablo. Redimió toda la humanidad dando su propia vida en
sacrificio por el pecado. Resucitó de entre los muertos y ahora está sentado a la
diestra del Padre y tiene el nombre que es sobre todo nombre. Su vida fue una
profunda comunión con el Dios que le envió. Oraba de madrugada (Mr. 1:35). A
veces velaba toda la noche en oración (Lc. 6:12). Se apartaba a los lugares
solitarios (Lc. 5:16). Entraba en agonía en la oración (Lc. 22:44).
¿Qué es la oración?
Es comunión con el Padre. Es un acto solemne. Durante la oración debemos estar
conscientes que vamos a hablar con el Creador. Es importante comprender y
entender que Dios está junto a nosotros cuando oramos. La comprensión de que
Dios está realmente presente es lo que hace de la oración algo vital y poderoso.
(Heb. 11:6).
Los primeros discípulos entendieron la importancia de la oración. Pudieron
visualizar que sin oración jamás podrían llegar a ser como Él. Su interés llegó a tal
punto que le pidieron a Jesús: “Señor, enséñanos a orar” (Lc. 11:1). Esto nos
muestra que había una forma correcta de orar. Cristo accedió a revelarles el
secreto y les dijo que ellos deberían orar de esta manera: “Padre nuestro que
estás en los cielos, santificado sea tu nombre”. Notamos dos puntos
fundamentales. Primero, que toda oración va dirigida al Padre y segundo que toda
oración comienza con adoración (Juan 14:13).
La oración no es una fórmula, ni algo mecánico donde repetimos como
autómatas algo aprendido de memoria. Es una conversación cara a cara con Dios
donde lo hablamos al Padre y usamos el nombre de Cristo para asegurar que nos
oye y al mismo tiempo le alabamos de todo corazón.
Si como siervo de Dios no oras diariamente en abundancia las fuerzas de
las tinieblas se movilizarán contra ti y paralizarán fácilmente. Es menester
depender de Dios diariamente.
La oración en el Espíritu
Al orar en lenguas tu espíritu ora y el Espíritu Santo te da la inspiración (1 Cor.
14:14). Hay oración mental y oración espiritual. Al orar en lenguas se ora en el
Espíritu. Si oras con tu entendimiento, se ora de la mente. Debemos orar en
ambas formas.
El pueblo de Israel conocía este secreto. En los momentos de
desesperación ellos proclamaban ayuno y lloraban gimiendo por horas delante de
Dios hasta conquistar las victorias (Jueces 20:26; Isaías 66:8).
Cristo y la oración
La victoria de Cristo como humano se debió a la oración (Heb. 5:7-9). En la
oración estaba el gran secreto de su victoria. El lugar que ocupó la oración en su
vida debe ser el lugar que debe ocupar en la nuestra. Su vida estuvo saturada de
oración. En la oración estaba la fuerza con el Padre, la oración, le dio la victoria
sobre todo tipo de tentación.
La oración era lo más importante para el Señor (Mt. 14:23). En este pasaje
vemos que despidió a las multitudes y también los discípulos los hizo entrar a la
barca y que se fueran delante de Él a la otra orilla. ¿Por qué? Tenia que orar. La
oración era lo primero en su vida.
Lc. 6:12 dice: “se fue al monte a orar, y pasó toda la noche orando a Dios”.
En Mr. 1:35 dice: muy de mañana cuando todavía estaba oscuro, se levantó, y se
fue a un lugar solitario, y allí oraba. Aun se negaba así mismo, el descanso físico
por orar. Su vida estaba dedicada a hacer la voluntad de Dios (Jn. 4:31-34) y eso
incluía la oración como fundamento principal.
La voluntad de Dios en la oración
Podemos tener absoluta confianza en que Dios nos oye al orar si lo que pedimos
es conforme a su voluntad (1 Juan 5:14). Muchas veces al orar, oramos en
tinieblas. No sabemos cuál es la voluntad de Dios y estamos sencillamente orando
en obscuridad.
No olvides que la Escritura dice que, si venimos con confianza y pedimos
conforme a su voluntad, sabemos que él nos oye y que ya tenemos las peticiones
deseadas. Al orar por tus familiares, tienes la absoluta confianza que vendrán a
Cristo. Así lo hablas continuamente y se lo confiesas al Señor y en todas tus
oraciones le das las gracias por su salvación.
El ayuno
La importancia del ayuno
Lo primero que debemos entender es que el ayuno no es una cuestión de si usted
lo desea o no, sino que es un precepto establecido por el Señor para su pueblo.
Cristo lo ordeno y nosotros tenemos que hacerlo para alcanzarlo madurez
espiritual. En Mateo 9:14 nos relata que los discípulos de Juan el Bautista vinieron
a Jesús y le preguntaron porque sus discípulos no ayunaban. Jesús les dijo:
¿acaso pueden los que están de bodas estar de luto entre tanto que el esposo
está con ellos? Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces
ayunarán. Fíjate bien que mientras Jesús estuvo en persona con los discípulos
ellos no ayunaron, pero Él les dijo que cuando Él fuera quitado ayunarían. Ahí el
maestro estableció que su pueblo tendría que ayunar. Joel 2:12 nos explica que
para alcanzar una conversión de todo corazón, con plena madurez y fruto para
Dios, el ayuno es una necesidad y ese es el llamado grande de Dios a su pueblo
en estos días postreros.
En Marcos 9:14-29, nos muestra que los discípulos no pudieron echar fuera
un demonio de un niño epiléptico. Cristo apareció en la escena y el demonio fue
reprendido por Jesús y el niño quedó sano. Los discípulos le preguntaron al Señor:
¿Por qué no pudimos nosotros expulsarlo? Les dijo: “ese género no puede ser
expulsado sino con oración y ayuno.” Esta claro que hay demonios que de
ninguna manera salen si no es con ayuno y oración.
Mantén tu ayuno lo más privado posible (Mt. 6:16-18). Ora lo más que
puedas en los días de ayuno. No pierdas el tiempo, ora y lee la Palabra para que
recibas el máximo beneficio. No ostentes nada, ni ayunes para que te vean o te
elogien. El propósito es para alcanzar bendición espiritual, romper los yugos del
diablo y ganar almas para Dios.
El profeta Daniel en 9:2-3 dice que en ayuno oraba e intercedía por Israel
clamando a Dios por misericordia. Te muestra eso que para interceder por otros,
sean los familiares o los vecinos perdidos, la oración en ayuno es un instrumento
poderoso. La Biblia nos muestra que después de la oración y el ayuno de Daniel,
un ángel del cielo se le presentó y le habló y le reveló eventos proféticos a ocurrir.
El Salmo 35:11-13 nos dice que cuando se levantaron testigos de iniquidad
contra David, el varón de Dios entró en ayuno y clamaba por ellos, pues Dios los
enfermó. Observa que en pruebas y tribulaciones el ayuno es un instrumento
poderoso de victoria.
En el ayuno servimos a Dios. Lucas 2:37 dice que Ana, la profetiza era una
viuda como de 87 años que vivía en el templo y servía a Dios en sus ayunos y
oraciones de día y de noche. Dios la honró pues cuando el niño Jesús fue traído al
templo por José y María, el Espíritu lo reveló a Ana y ella llena de gozo dio
testimonio al pueblo del Redentor.
El propósito
El profeta Jeremías 36:9. Todo el pueblo se reunió en ayuno para oír palabra de
Dios. 1 Reyes 21:27, nos muestra que Elías anunció al rey Acab el juicio de Dios
que venía por causa de la maldad que imperaba en el reino. El rey se humilló a
Dios en ayuno y el Señor no derramó el juicio en los días de Acab. Ahora mismo
nuestro mundo está sumido en profunda maldad. Los asaltos, crímenes, robos, la
adicción a droga, el adulterio, juegos de azar, la prostitución, los abortos, la
idolatría. El pecado provoca ira de Dios sobre los pueblos. Esta es la época de
hacer como Acab y orar y ayunar por nuestro país para que Dios nos ayude.
Bibliografía
Ávila, Y. (1973). El ayuno del Señor . Colombia: Unilit.

Ávila, Y. (2002). La ciencia de la oración. Colombia: Unilit .

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