Está en la página 1de 2

EL ESCRITOR QUE “PREDIJO” EL HUNDIMIENTO DEL TITANIC

EN UNA NOVELA

Catorce años antes del hundimiento del Titanic, el escritor Morgan


Robertson escribió una novela sobre un naufragio muy similar. Se habló
de maldición e incluso se dijo que el autor tenía visiones del futuro, pero
¿qué hay de cierto en todo ello?

En 1898, catorce años antes del hundimiento del RMS Titanic, se publicó
por primera vez la novela El hundimiento del Titán: O la inutilidad, del
escritor estadounidense Morgan Robertson. La historia hablaba del
naufragio de un transatlántico considerado insumergible debido a la
colisión con un iceberg y de la muerte de casi todos sus pasajeros por
culpa de la falta de botes salvavidas.

El libro pasó bastante desapercibido hasta que, la madrugada del 15 de


abril de 1912, se hizo realidad con el hundimiento del Titanic. Entonces
los medios de comunicación se fijaron en las numerosas similitudes entre
la historia ficticia y la real: se habló de maldición, de profecía e incluso se
dijo que Robertson tenía visiones del futuro ya que, según él, había creado
la trama a partir de un sueño que tuvo.

La novela que nos ocupa describe el viaje de un transatlántico llamado


Titan que viaja desde Nueva York hacia Irlanda, en la ruta inversa que
hacía el Titanic durante su viaje inaugural. Tras chocar con un iceberg el
barco se hunde y solo 13 personas sobreviven. El libro saltó a la fama
catorce años después de su publicación por las similitudes entre su historia
y la tragedia real. Además, el autor dijo haberse inspirado en un sueño que
tuvo para escribir el argumento: la trama estaba servida para que los
medios de comunicación hablaran de profecías y maldiciones.

¿PROFECÍA O CASUALIDAD?
La novela de Robertson tiene ciertamente coincidencias inquietantes con
la realidad, empezando por el nombre tan similar de los barcos. Hay
muchas otras: el tamaño y diseño del Titan son muy similares a los del
Titanic (aunque este último era algo más largo, 267 metros frente a los 244
del Titan), ambos llevan botes salvavidas insuficientes y ambos se hunden
en abril.

No obstante, también hay diferencias notables: en la novela, el barco


choca con el iceberg debido a las condiciones adversas de navegación y
casi todos los que van a bordo (unos 3.000) mueren, mientras que en el
Titanic sobrevivieron alrededor de 700 personas, que representaban entre
una cuarta y una tercera parte entre tripulantes y pasajeros.
COINCIDENCIAS NO TAN EXTRAÑAS
Más allá de la semejanza en los nombres de los barcos, las coincidencias
entre la realidad y la ficción no deberían de resultar tan sorprendentes.
Robertson había pasado más de 20 años en el mar y tenía un gran
conocimiento sobre los barcos y los peligros de la navegación. Los
naufragios eran una tragedia relativamente común en aquellos tiempos y
los icebergs eran una amenaza siempre presente para cualquiera que
navegase a ciertas latitudes.

Así pues, más que de maldición o de profecías, se podría decir que


Robertson imaginó el peor escenario posible en su novela y que la tragedia
del Titanic demostró que podía hacerse realidad.

También podría gustarte