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rr Capitulo XII LA ETICA DEL PSICOMOTRICISTA Van Gogh no murié a causa de una definida condicién delirante, sino por haber Iegado a ser corporalmente el campo de accién de un problema a cuyo alrededor se debate, desde los origenes, el espiritu inicuo de esta humanidad, el del predominio de la came sobre el espiritu, o del cuerpo sobre la carne, 0 del espiritu sobre uno y otro. zY dénde estd, en ese delirio, el lugar del yo humano? Antonin Artaud Van Gogh, el suicidado por la sociedad De Ia etologia a la p: ‘omotricidad Para introducir esta compleja tematica recurrimos a un ejemplo de etologia: la mantis religiosa es un Pequeo insecto (de la rama de los mantidcos) que para Teproducirse, para copular, y por lo tanto para mantener viva su especie, realiza un movimiento particular gene- ralmente previo a la acci6n de copular (aunque también puede realizarlo durante o después de la Cépula). Este movimiento consiste en que la mbra le “arranca”, devora, la cabeza del macho, y éste, sin su cabeza, dou los movimientos espasmédicos que posibilitan y prolongan la cépula. Si cualquiera, en cualquier momento, cortara con una lijera la cabeza 271 Escaneado con CamScanner del macho, éste realizaria los mismos movimientos correspondientes a Etica y saber la reproduccién, Desde la mitologia, Ia mantis religiosa es considerada desde repre- sentante de lo ‘0 (mal de ojo) hasta representante del bienestar La historia de la ética se rel: y de Io divino, No olvidemos que la hembra no s6lo mata al macho, ficamente dénde sino que ta se lo devora vorazmente, i ie. Asi surgen Partamos del absurdo: {para \seclo pequefio, hay una ética en ¥¢ ubica un objeto (por ¢} juego? {Hay una cleccidn posible? {Hay psicomouricidad? ¥ tF0 (en este ejemplo: la Las mismas preguntas podrfamos extenderlas a todo el reino ar En cl dmbito incluyen la temat tas ocupan un lugar cent ni elegir, ponden univocamente a un saber instintivo producido pot icas de Ca (poseen un objeto nas) a la represién c Escaneado con CamScanner surge el camino que en dife i en el rechazo de la palabra y en ; una cosa en de . El pequeto insecto 0 el gran animal no realizan un acto psicomotor ese a que infinidad de veces 1a accién es mucho mds refinada que un ‘acto humano, Ejecutan una accién mouiz acerca de la cual no se Preguntan ni se responden nada. No pueden hacerlo, como no pueden ser un sujeto y por lo tanto tener un cuerpo subjetivado. Cuando se habla de un sujeto hablamos de un acto psicomotor por- wuciin). . { © sea, descos que lo sostienen desde un lugar Ouro, En este recorrido dialéctico el cuerpo como cosa se picrde. La ‘aus por la cual el humano recurre a mitos y nitos para afimmacisn primordial, esta huella, esta inscripcién uestas a Sus enigmas acerca de su cuerpo, de su origen, desgara, perdiendo su condici6n de cosa (“das Ding”) ransformandose c 3 rie. en deseante, 10 un gesto, no slo denota a un referente, sino que Pero pucde ocurrir que la afirmacién primordial (Bejahung) no esté que cn ese sonido, en esa postura, en esa imagen inscripta, no se constituya; con lo cual opera otro mecunismo, al decir lo que denota. de humaniz: a pensar en la temitica de la estuvimos escribiendo de Nosotros, como no podia ser de otra manera. {Pero de qué ética hablamos? Troee ale memoria clap cumide ex el pasate. in intentando retornar desde afuera, tapar 10 que no wvo lugar, lo que no se inscribi6, 1o que no demarc6 al cuerpo). 10S este rodeo para llegar a establecer que cuando una practica eo \ en nombre de mbit psicomotor o corporal echara,expulsa . . 5 RS epaot cat sentido de la Verwerfung freudiana, la palabra para que surja “el Tampitecr ona (dea © one Te © Ienguaje corporal” o la emocién corpérea, a punto que se llega a Compleredacia . 1981, p. 49. Sigucticar © Lmkom - * Roger Gentis, Lecciones del cuerpo, Barcelona, Gedi 22 SEA ECO Ee rohi 2 i Prohibie la palabra, lo que se interumpe es el circuito enue la FepresentaciGn cosa’ y ta represen cin G2bi ser simbolizado, alirmado, en ef aereao gee Bejahung, ex exp ! deuimento de la palabra), y I 7 mene Csentacin cosa y la representacién palabra, mas sed menos se simboliza (de Provoca). Asi, Se operaria del lado de la cor terapeula. Ya que es mediante la pal en tanto significantes, donde la conexién entre lo no simbol EI sujeto supuesto saber di supuest fel cual parte cl psi hos apoyamos para la direccién de la cura en le sj0s de operar en el circ pri {erapeuta el cuer po en lo que justamente debia ser ligado entre ¢l efecto puramente imaginario que del encadenamiento significante, in repetitiva, del goce del propio los gestos, el movimiento, Se juega la posibilidad de que se opere Que hace obsticulo (representacion- icante (represen mpi (es ésta la tentacién) que el sujeto nos otorga y del cual to iste por uc el sujeto nos o.orga y del cual nos in ¢l sulrimiento que padece. El psicoandlsis viene a operar en el campo sl que padece. El psicoandlisis viene a a olor este efecto de iado cl deseo del suje Hoy el psicoanilisis nos ocupa del modo en que s se lo deja actuar; atravi eyes conceptuales y se ara el sujeto alli donde todo espacio Esta posicién clinica surge gufan ciertas précticas, de donde se desprende k bien, 0 lo que es errado y esti transforma ion singular donde queda la practica y ¢: ia e 5: abre, en sintesis, un lugar le cerraba con un saber.? en contraposi luc es correcto y est mal del jugar, del desear, del accionar del sujeto. Saber que lo sabe . ¥ entiende todo, respondiendo omnipo- tentemente desde ese lugar con los concomitantes efectos que ya ice descripto. Desde la dimensionalidad ética de la prctica psi D rictica psicomotriz que hemos venido sosteniendo, el psicomouicista tendré que “pagar” algo para poder sustentar su funcién en ica Este pago implica una pérdida que se transforma en un oper: rador fundamental para la direccién de Ia cura en la clinica psicomouis. + Alfredo Jerusalinsky, Buenos Aires, Nueva Visidn, 1988, pp. 274 coandlisis en los problemas del desarrello infantil, 19 y 20 ta?, 2 qué pago nos referimos?, ;-on {Qué pierde el psicomouri terapeuta psicomouriz exgar una respuesta. Paga con su cuerpo, con sus \ervenciones, con sus Movimientos, con sus palabras. pues en la wansferencia y por ella, las pierde cada ver en funcidn del desco del paciente que se pone en escera, y que podriamos enunciarlo asi: en un sentido les pertenecen. ‘Lo que sc pierde en definitiva es la persona del terapeuta (su cuerpo, sus interprewaciones, sus gestos, sus movimientos) en tanto por la transferencia ésta queda de lado (renunciando a sus propios valores ¢ ‘en pos del sujeto de la transferencia, jugando su deseo y 20 rapeuta psicomotor. joLcista 0 terapeuta esté posicionado como jeros, sin pérdidas, sin fallas, 0 que dad de que el propio sujeto aparezca gestos, con sus Paya acorde con su deseo. Por el contrario, si el cuerpo del psicomotricista esti en falta, agujereado, fallado, 10 que 3¢. con: estructura de ficcidn (que es ta estructura misma de la escena). Donde su cuerpo podri ser moldeado, como aquello que esté alli causando el propio desco del sujeto, en tanto éste se constituye como sujeto mortal, como sujeto en tanto tal, algo tiene que ‘personajes” del andamiaje ica que poran, ga a panir de la nominaci la sostenga: funcion del tcrapeuta, En este sentido, el psicomotricista nominard a pani del cuer- po, de las posturas, de los gestos y fundamentalmente de la mirada y a voz. Pendulando en este pasaje de lo escdpico (mirada) y lo invocante (voz), de esta puesta en escena del cuerpo y kt motricidad a la interro~ y el sentido de ta misma, implica que el psicomotncista tendri que tomar que no tiene que saber todo lo que hace en psico- id, sino que, por el Contrario, parte de este accionar le es permanece pura él mismo vedado. Es esta pérdida la Esta falta reg cestd en falta pura que se pongan en juego ‘a la investidura sim! herida narcisista que tendrd que asumie para q n la direccidn que estamos proponiendo, la de la dimen- bilica det cuerpo. ' puede afirmar con total pre aque en una sesignr de jad se deberia esevanescenic y Como ico. Si se ccrrara en las 25 Escaneado con CamScanner telarafas de la certeza, se transformari . fa en una orden, respuesta a un estimulo, bere ee respec lo. El saber y el hacer nunca se saben nite har EI nifto apresado en su cue i x cuerpo y su motricidad ick co 1.8 i a idamente, con similares personajes, argument ‘os Sera Sea rome ey ei ‘Remos como posibilidad dindmica para que el cuerpo del nino'ocmpe Posicién con relacién al ou, el espacio y el tiempo, CP lerrogantes acerca de la formacién ro. Pues ésta se transforma en el bass, se pon Restos, de las posturas, de un si ence esos. de postu fe un sujeto, en donde se encuentra se basa en cuatro ejes 4 aa especifica . de las post tono muscular y los gestos, 0 sea lo que denominamos el dei creel del sujeto; c) la supervisién, y d) la formacién te6rico-clinica, El andlisis personal Con €1 nos referimos al andlisis personal que le correspond terapeuta de acuerdo con su propio recomido. De esie modo, t¢ un elemento fundamental para que lo que entre en juego en la escena clinica (y mds si del cuerpo y el movimiento se trata) sea el sujeto que consulta y no la persona del terapeuta. Cuando alli ésta aparece lo que Surge son las propias resistencias de! tcrapeuta, su propia imposibilidad que paraliza de permitir su despliegue) el uayecto de la cura. Las resistencias son del propio terapeula, 1o que hace resistencia es €l yo, 1a propia subjetividad que hace obstéculo, que tiende a paralizar (de alli también el valor de la supervisién), Berges nos aclara: En Is formacién del psicomouicista, como en ous, hay férmula de Lacen, cuando dice: “La ignorancia es uns pai pee 276 términos de falta), la dimensidn subjetiva del nifo. Por ser terapeuta en psicomotricidad consideramos que seria necesario analizarse o haber pasado por una experiencia analitica La formacién relativa al decir corporal del sujeto En esta formacién en constante elaboracién y re-laboraciGn, poxtremos aportar algunas ideas que, de acuerdo con nuestra expen: nos resultan fundamentales. Teniendo en cuenta las alrededor de la cl lenguaje, ta ria dirigirse la formacion, pues es alli don planieo psicomotor. Es el nifio quien en sus demandas y sus sintomas nos crea (vamos a decirlo asi) nuestra especificidad en el acto clinico, y 90 la especi- ficidad la que produce y crea al nif, Es la singularidad de cada sujeto lo que determina que se construya movimiento, en sus pustaras. no desde una posicita energeuica, (20 relacida con un sinuoma en el cuerpo, ea ‘Apuntamos a tomar el cuerpo y el mo: efectivista (en relsciéa con la la carga y descarga de energia), sino que serd el cuerpo y ¢l movimicna singular del sujelo, que ef su mouicidad habla y se articula su ced hist6rica, + Jean Bergts, Seminario distaso en Busooe Aire, octubre 198, Escaneado con CamScanner re iCémo mirar esta singularidad desde nuestra éptica psi Armando, constuyendo esta date verens: por un Tad del Por el otro, el entzelazamiento de éste con relacién al movimient tong muscu, el euro, las postures los gests ‘uesto saber “eficaz” (del cual pantimos) en torno del estos as posuas, el espacio, el tiempo, el tono, el movie, os tendria sentido sin la singularic Ie Seto sin a singular quel radicalmente y por Es en las mismas i estuti cuban’ Produccones del cuerpo donde se encuenra la necesario bucear en las profundids ‘cul sino que merece la lecture, nueeos sic oranda también eccrine 1 que como tal es 10 y, (0, al en el cuerpo mismo, No se trata en la formacién det Aerapeuta e ici andlisis corporal st, como tal, no existe, seria meron et ya que el andlisis desde cualqu ‘También nos conduce a cami ‘esta herida narcisista salida. Pero que no la haps ina ‘ano intento de encontrar la totalidad, la armonta icndo, por otro lado, que ona Y por lo tanto inmanejable y disamdnion, “ Ho del propio cuerpo no da respuesta acerca del lugar Posicién que se ird produciendo nto y de alli la necesidad de la en cambio, el cuerpo del psicomotri ierida) est en fi una posiciOn que se funda en una falta icista (y fundamentalmente in del deseo del otro, desde de suber (causuda desde la pérdida del objeto), 0 sea, desde el cuerpo en falta, éste podré ser do como para motorizar cl deseo del nifo. psicomotricista dispone, como estrategia, del cuerpo en juego para jugar. No se confunde con el cuerpo, no se transforma en cuer- po, no “hace de cuerpo”, sino que juega con el juego del cuerpo si fen ese singular momento del tratamiento la inclusién del mismo instrumentaliza la posibilidad de escritura y pasaje al regisuo simbélico. Es el niflo quien reclama en sus demandas que el cuerpo del terapeuta se ponga en juego, para entonces jugar el suyo; no olvidemos que alli se encapsula su sinuomatologia y con ella su sufrimiento. Es menester detenemos brevememte a interrogarnos sobre la funcién del “toque” en nuestra operacién clinica, ya que. como lo hemos venido sosteniendo, se truta de un toque significante. Es un tocar claramente discursivo que viene a enmarcar y a ubicar en una posiciOn el cuerpo del niflo especificado en su postura. De este modo, el toque queda enlazado y ligado en una red de significancias. ‘Asi, por ejemplo, momentos de relajacién espontinea se entroncan id de situar el cuerpo frente a una hipotonia, una reaccién parat6nica, 0 periodos de gran inestabilidad psicomowriz, nos de hacer borde-superficie fracasen, y -ordantes e impurables movimientos corporales. El terapeuta con su “toque” intenta hacer letra y generar mirada, lo ramdtica representacional donde la sus postura escribe y el “toque” di Recuerdo un niflo de tres aos y dos meses con una inestabilidad psicomotriz muy severa. El pequetlo, ademas, soportaba una par en sus miembros superiores, acompaftada de sincinesias y Su cuerpo y sus movimientos aparecian descontrolados, lo que le provocaba constantes golpes y cafdas. Su nocién d Pequeta, lo que constintemente hacia temer cualquier tipo de accidente, comunicaba ta ast como también tuna escena lidicra que ocupara su aten- uidarlo para que no salicra de su sal th siempre movi padres del niftlo se encontraban separados, aunque se veian periddicamente y mantenian la apariencia de estar juntos. Esta situacin 219 Escaneado con CamScanner © complejizaba ain més con desaparicion, i : ¢sporidicas del padre, y las consecuentes réplicasy quejas dea eed que Finalmente aceptaba la situacién y el circuito se volvig one sintomdticamente una y otra vez, 8 pai En las entrevistas que realicé con los _ Eni Padres comencé a despej sitwacién intentando desplegar el ino deena Ge toda 1a histrie Te splege jugar que ocupaba este niflo dentro nes demostraba una ansiedad desbor aba a moverse constantemente sin pausa, Movimientos aoa, Viarlo, lo volvianatensionar. Aunque hacia intontos de ose, PO de juego, el mismo se perdia en la turbulencia de oop seciones, en el remolino desu movildad. ‘Al poco tiempo de iniciado cl tratamiento, el nin i t el nit propuso un juego gue consistiaen arojar pelos y cuando una de ella tocaba el cierto de cualquiera de los dos, 61 exclamaba ";Caete, cacte!" Durante ver iNo se revolcaba En una de estas caidas, estando tirado en el suelo le pregunto: ““cQuerés que te ayude?”, al responderme con un gesto afirmative, acerco y le toco la espalda; al mismo tiempo que lo realizo pronuncio tun sonido que acompafa el toque, y también saludo al cuerpo, por ejemplo, de este modo: Hola espalda, realizo el toque y el sonido Poin, cémo estan los hombros (Tion-Tian), aquf estd la columna (Pin- lin) y este es el eje de tu cuerpo lo en mis palabras, en los sonidos, 0 sca, en est toque, el nifto por primera vez se relajaba y permanecia moverse. En este particular toque matiza su cuerpo, con lo cual sus detienen en la melodia que implica silencios, diferencias, quictud, Titmo, 0 sea, un espacio para ser escuchado, mirado y tocado, més alld de la propiocepcién, es decir, desde una red simbélica en donde puede uubicarse y tener un seferente, con lo cual no tiene ya que hacerlo a costa de poner en juego su propio cuerpo. En esta nueva posicién el nifio puede aprehender su cuerpo desde el espacio que le ofrece al Ouro, que, como tal, ¢s causa de la posibilidad de la representacién del cuerpo y la’ motsicidad del sujeto, ‘Transformaci6n en representacin-palabra donde el puro cuerpo y la ura accién comicnzan a simbolizarse. En las posteriores sesiones la escena mencionada tras el pedido del nifio se prolongaba y se desarroliaba a lo largo de un cierto periodo. A la par se fue complejizando tanto el toque como los sonidos, 280 enerando todo un recorrido por distintas partes del cuerpo que gencralmente abarcaba miembros superiores e inferiores y la zona de la columna vertebral. En toda esta seric de toques, palabras, sonidos y juegos, en toda esta “presentacin” del cuerpo, las paratonias y su movilidad descontrolada fueron disminuye su jugar comenzé a poder Los padres notaban la diferencia y afirmaban que estaba “un poco mds tranquilo y menos inquieto”. A su vez la mamé empieza a relacionarse desde otro lugar ‘cuerpo de su hijo. Ya él, no era s6lo un problema movedizo 9: jino que encontraba momentos fe presentacién smo nos lanza ‘no s6lo la representacién del propio ‘cuerpo sino el funcionamiento de la funcién motriz, en el registro del placer y no en el del gace mismo, 0 sea, su realizacién funcionante. ue significante adquiere importancia fundamen- Para el nifio este toque sig quiere i os tanto la experiencia propiocept consolidan desde la posicién que el tera misma, En esta consolidacién el su. conjunto. . - Es esta direccién que se relaciona con el uso del cuerpo y la mirada la que tendremos que profundizar en pareceria ayudarnos en esta compleja trea. dimensién artist Arie y psicomotricidad “.,. el arte —nos dice Freud— constituye un reino intermedio entre la realidad que le niega los deseos, y el mundo de las fantasfas que las cumple." «Sigmund Freud, “El interés por el psicoan ‘Amorros, 1986, tu, p. 190, a Escaneado con CamScanner Este reino intermedio (del cual se vale Winnicott para su teorizacién ‘acerca de los fendmenos transicionales) advertimos que es un hacer, en tanto construccién creativa, donde ¢l espectador, mediante su pretacién, se implica en él en tanto lectura que completa la cr ién, invita a que la mirada del espectador la penetre, descompletindola y re-creéndola en cada mirar. La obra de ane esté ‘espectador —lector— qui a la mirada de un oro, consciente, es mirado, asuvez lo mira, El ane, alrededor de un vacio, mira y, més allé de su intencionalidad creada, que de este modo ica, nos mira y se estructura cel que el anista hace caer la mirada, la voz reino de los ecos del deseo, wonces —afirma Hegel en la Fenomenologia del 1u— que detrds del telén que debe cubrir el interior de las cosas, ‘no hay nada que ver, a menos que penetremos nosotros mismos tas 41, tanto para que haya alguien que vea como para que haya algo que pueda ser visto.” Esta construccién del artista (en muchos sentidos similar a la del cuerpo) transforma y sublima lo que Freud dio en llamar el malestar en la cultura, que no es ot70 que el malestar del cuerpo. Transformacién del malestar en una produccién, en una tarea cuyo horizonte simbélico fos permite re-encontramos en ese acto de amor que virtualmente es la creacién, aginemos, por un instante, que mirando una escena teatral ésta impacta, hace un impacto en nuestro cuerpo, nos emociona. Si es eS de algdn modo porque esa escena nos habla, nos escenifica, nos ica en la escena. Somos pane a través de la mirada que como tal nos dice de ese encuentro (re-encuentro) que nos caplura, y a su vez nos lanza a ese enigma misterioso de la realizacién anistica, reador, en ese a-ser que nos conmucve, trasciende stica como ese don transferible, acto de amor propio ‘que hay en todo sujeto. a escritura, es de este modo una ropias preguntas-respucs! susiniadas en ese aco, que lene implicates de iucds el ane creador €s una combinatoria de sonidos, colores, pulabra ‘movimientos, imagenes, que como tales provecan efectos dinimi acto no es la accié eleccién, un atravesamicni Bestos, icos de borde generando superficies y, a su vez, nuevas combinatorias que en ravillost in las diferencias. oe es pre una esansién un cambio de psicin: wvilidad de la signil ytal vez la conquista mas dificil sea la del sin ‘esclavitud del significado, hilvanando azaro- semrente miltiples sentidos ante lo real de la cosa en si, Jo imposible $s propone como lope. oS esuecha “igarén del ane con la temética del cuerpo, desde el ‘cultura, coloca a la experiencia artistica en ¢l justo para extracr de ella los elementos que nos ayuden a la construccién del edificio formativo y tedrico del Ambito psicomotor, rente 10 que Hamamos la mirada del psi te sentido, lo expresado anteriormente en rel sta, la mirada y la escena nos convoca a articularlo con nuesto specifico en donde se combinan estos componentes de un Este anlisis nos permitiré descubrir nuevos mauices que nos son desconocidos en torno de la puesta en escena del acto corporal de un sujeto, incluyendo la mirada, el cuerpo y Ia lectura del terapeuta. Hemos encontrado en la creacién antistica (su andlisis, su ‘estructura, su proceso y su acto) una de las vias que facilita este camino de descubrimientos. La ocupacién preferida y mas intensa del nifio [nos dice Freud] es el juego. Acaso tendriamos derecho a decir: todo nifo que juega se ‘comporta como un poeta, pues se crea un mundo propio 0, mejor dicho, ‘cosas de su mundo en un nuevo orden que le agrada. Ademis, oner que no toma en serio ese mundo: al contrario, toma muy en serio su juego, empleaen él grandes montos de afecto. Lo opuesto al juego no es la seriedad, sino... la realidad efectiva? Como puntualiza Freud, el juego del niio se estructura como el de la creacién del artista, o sea, ésta igual que aquélla, Este jugar es esencial en nuestra uestra operacién en esta estructura de ficcién que se monta, o que muchas veces pretendemos alcanzar, pues el nino no termina de constituirla, Estos nexos entre el iN, el poeta y la clinica nos conducen a considerar otros jo en relacién al fantasear literario sino, entre ous, nto con Ia historia de 1a creador literario y el fantaseo", Obras Completas, Buenos tx p17. 283 Escaneado con CamScanner escultura, pues desde el comienzo hombre y la mirada del otro, 0 sea c tecer psicomotor, La escultura egipcia, que duré aproximadamente 6000 afl, est comprendida dentro de un primer perfodo llamado “de la frontal que abarcaria més 0 menos unos 27.000 aftos: la pri de hace unos 300 siglos y este periodo se exti hasta el siglo va, C. Segin José frontalidad escul se entrelaza con la del cuerpo del “On Componentes claves en el acon- hay cuatro elementos indisolubles en este 1a saber: a) la cabeza dando siempre al espectador (de alli su nombre); la columna vertebral siempre erecta (Gnica pose); el principio de identidad del personaje (a cada actor una sola postura, siempre la misma e inmutable); Pie, brazos soldados al cuerpo, piemas juntas, iema izquierda adelantada, y la posicién sedenie), La construccién del cuerpo escultérico frontal se da con estas caracteristicas y con él nace la escultura del cuerpo. La historia del cuerpo humano en la escultura se relacionarfa con el rompimiento de esta frontalidad (cuerpo univoco, sin movilidad, estético), Asi surge la aparicién de miiltiples cuerpos draméticos, de Posiciones dindmicas, de proyecciones ¢ imagenes anticuladas, de nue- vas figuraciones en el propio cuerpo escultérico, y con ellas el surgi miento de nuevos espacios. La frontalidad intenta captar del cuerpo su realidad y para ell al cuerpo, lo ubicé en una actitud rigida, e intent6 aprehenderlo modo inmutable, Pantiendo del principio de identidad del personaje (a=a), o sea la Postura de a, es igual al personaje a, donde s6lo hay una imagen lineal posible. ste sabemos, la identidad est4 sostenida por la diferencia y nunca coincide del todo con la imagen, por eso surge el rompimiento de la actitud corporal univoca, que el escultor Mir6n (siglo v a. C.) acentia en su famosa obra escultérica El discdbolo, que quiebra la columna vertebral erecta, generando esponténeamente una multiplicidad de actitudes e imagenes a partir de una nueva postura, tanto en el que mira como en Io mirado. Este cambio de postura, esta modificacién postural que acarrea * José Alonso, “Antivesis Esculévica”, La Plata, 1984. transformaciones en el propio arte escultérico, nos recuerda una refe- fencia freudiana a un cambio postural fundamental para la cultura, co- ‘mo fue para el hombre el pasaje a la bipedestacién, a la marcha erecta. fer humano respecto de la marcha, que vuelve hasta entonces encubierios y idica a la mirada otro estatuto en relacién con la sexualidad y el cuerpo, sino que ademés libera las manos ‘como zona que comienza a cumplir otras funciones y por lo tanto otros Placeres. también que La espejo especial importancia a las modificaciones posturales del girar éste la cabeza y buscar la referencia de su madre para interesarse or la imagen especular. Este sutil ¢ importante movimiento postural Que se dirige al Otro demanda de ésta que certifique y ratifique esa imagen que lo conmueve. Estas y otras transformaciones posturales que re-arman y constituyen el recorrido libidinal en el cuerpo le otorgan a las posturas y actitudes corporales un lugar inscripcional en el devenir de la imagen y el esquema corporal. Muchas veces nos encontramos en nuestra practica clinica con que al ubicar a un nifio en una nueva postura, 0 al permitisle y po: Ja marcha 0 un salto o el weparse a una mesa haciendo equilibri Provocan no sélo placer el movimiento y la nueva postura, sino que @ partir de alli se abren nuevas dimensiones lidicras hasta el momento impensadas, La posicién postural adi se liga y anticula en la quiere asf una categoria representacional que bélica. Y Se mostraba a la vista en el periodo de inmévil a la mirada del ouo, que oncomit sin variantes y sin combinatorias. Lo vista seria en ese perfodo lo que se ve sin virwalidad, sin profundidad, en el sentido espacial del término, Sigmund Freud, “El malestar en la cutun”, Obras Completas, Buenos Aires, Amorron, 1986, xx, p. 97. oven 285 Escaneado con CamScanner EI frontalismo de la imagen y ta escultura no: recuerda a lo que en la actualidad hemos denominado el saber tecni ¥ univoco en el careciendo del horizonte de ipcios y principalmente 0s y dimensionalidades, ntra algo fijo, inmutable porta Pues alli el espectador que mira ya no encue ¥ estatico, sino lo dindmico que su mirada aj Es el otro (espectador-actor) que al m dinamismo y movilidad, Participando de la mirada y en su cuerpo), de los siglos, ‘a misma (en su sin terminar de completarla nunca pese al paso La imagen motriz escena escultérica, Esta representacién del movimiento proviene del espacio del otro que al mirar la escena la mueve, en esa sutil dimensionalidad dramstica que se propaga y se extiende como ecos, que en su sonoridad conmue- ven la voz y el propio cuerpo esculiérico en una circulacién espiralada, Es a este mirar (que rompe el frontalismo del cuerpo al que nos referimos cuando intentamos leer y pensar el decir corporal de un sujeto: la mirada psicomouriz en ta infancia. Recorricndo estos espirales podriamos arriesgamos a establecer cierta correspondencia entre la constitucién del cuerpo y la constitucion el movimiento, de la movicidad. Los padres, antes del iento del nio (como ya lo explicamos Sporunamentc), se imaginarizan el cuerpo del pequefio que va a hacer, Cuerpo que es imaginado por un Ouro. A la vez podriamos Postular que también hay un movimiento imaginado en ese cuerpo que ellos se imaginan y constituyen con el poder de anticipacién propio de las imagenes. Esta anticipacién imaginaria del cuerpo lo es también del mi miento, no es un cuerpo fijo y estitico sino en movi imaginan corriendo, sultando, caminando, jugando, etc 286 En este sentido pareceria haber una imagen del movimiento que Posteriormente, y lo sostenemos a titulo de hipdtesis, se transformaria en la imagen inconsciente del movimiento, Esia temética sera abarcada més ampliamente en un proximo escrito actualmente en desarrollo, no haremos aqui mas que enunciarla, Asi como el atravesamiento del lenguaje (campo del Otro) en el Cucrpo, genera como efecto en su vertiente simbélica la imagen del cuerpo y, en el tope con lo real, el esquema corporal. Los efectos del lenguaje (continuando con nuestra hipstesis), en felacién con la movricidad, generarian, por un lado, la imagen inconsciente del movimiento y, por ou, 10 que es denominado ef proyecto motor. En un principio sosteniendo esta hipdtesis recurrimos, una vez mas, . Corroboramos que en nifios con parilisis cerebral ‘no sélo hay imposibilidad efectiva de realizar determinado movimientos por la Ie: movimiento gencraria rompimiento y fracturas en la construccién de su imagen de movimiento y de su proyecto motor, més alld de la pro- blemética orgénica, Creemos comprender asi por qué niflos con el mismo cuadro neurol6gico poscen disimiles y aparentemente con rias.evo- luciones en relacién con la po: de funcionamiento de su cuerpo. En la préctica clinica, cuando se llega a instalar luego de un recorrido twansferencial (én del movimier placer de su funcio- Mamiento, nos encontramos con que y sus padres pueden comenzar a rearmar el circuito dei funcionamiento del movimiento, y con él, su im; necesaria para moverse y ser ", ¥ NO en el del goce sintomético que n, Esta imagen peurificada en el nifio (y generalmente en los padres del mismo), que sintomaticame! movimiento del cuerpo. 4 como la mano se construye y se hace al tocar (didlogo ténico libidinal) y ta boca se arma y constituye al succionar, la motricidad se constituye y se hace al mover. f movido, es moviente, moviendo al Otro a mover, y 10S, mover, moverse, ser movido por Ouo generan estos, 287 Escaneado con CamScanner imagen, Imagen del movimiento que de este m forma invertida en el campo del Otto. Freud en el “Proyecto de psicologta” menci imagen del movimiento del siguiente modo: }odo se constituye en ‘iona por primera vez esta Las noticias de la descarga refleja se producen i n Fc Porque cada movimies ere eat se el orn, eitaciones sensibles (de piel y de miisculos ) que dan por resultade Y una imagen-movimiento La representacién del movimi del lado de lo simbético 1a que el tope, en el limite con lo real lento se sostendria en dos vertientes: genera imagen del movimiento, y en la que genera el proyecto motor, las raxias. El 6rgano motor po MO NO crea la representacién mo- uz, ésia surge del atravesamiento del lenguaje, que es el que produce como efectuacion dramatica la imagen del movimiento, y con ella el Placer del funcionamiento de la funcién, su realizacién funcionante Asi nos ocurre cuando una melodia invoca nuestros ofdos produ: ciendo imagenes que nos convocan a movernos mds alld de la pura funcién motriz: ésta no s6lo no evoca a una ausencia que le da sentido, ica psicomotriz nos encontramos con la pura funcién motriz intentamos wansformarla, construir una historia, imaginarizarla (ésta seria la construccién del terapeuta), haciendo de to motor lo cuerpo en el plano significante permitiendo la dimensién el funcionamiento de . En esta reformulacién de la clinica psicomotriz reconsideramos conceptualizaciones wallonianas, pero desde un lugar epistemolégico diferente; por ejemplo, Wallon, ya en 1925 nos deci es ante todo la nica expresin y el primer instrumento del psiquismo”. Desde nuestra perspectiva reformulamos el papel de la mouricidad, pues ‘nuestro camino clinico nos demuestra que no es por el lado expresivo por donde deberfamos reconocer 1a problemética psicomouriz, sino por i I. be gts "Bn esta veriente no slo lo expresvo es efecto del lengua, sno que si iment es instrument del psiquismo, fos et taio iencia significante, 0 sea, inscripto en una serie transforma en-un acto. psicomotor. Es por elo que hemos propuesto 7 Sigmund Freud, “Proyecto de pricologia", Obras Completas, Buenos Aires, ‘Amorronw, 1986, & 1, p. 363 288 Ia relacion entre lo que denominamos 1a imagen inconsciente del et Y el proyecto motor o, dicho de otro modo, la elacién entre 'a representacién motriz y las praxias motoras Como insistentemente to hemos sostenido, el movimiento por st 10 RO es mds que una accién muscular, no se anuda con las Significaciones, é1 mismo necesita de la representaciGn del movimiento ara poder anclarse en el universo del sentido y la ligaz6n discursiva, ue no es otro que el de la propia historia, Rescatamos de Wallon su preocupacién por la motricidad, el tono ‘muscular, las posturas, la actitud y su relacién con lo emocional en el desarrollo psicomotor del nifto, pero al hacerlo desde nuestra posi- cin sus propuestas son relanzadas, lo que inevitablemente y como no Podria ser de otro modo las modifica sustancialmente, abiéndonos huevos ¢ inesperados caminos en nuestra prictica clinica cotidiana. Lo que implica una constante revisién critica de sus puntos de vista, en especial de aquellos donde se acerca al cuerpo pero olvidindose del sujeto. 'No podemos pasar por alto las consecuencias perjudiciales que dicho olvido acarrea para nuestros pacientes; por otro lado, resultaria con- tradictorio con el mismo Wallon cuando afirma: “En la vida mental, Ro hay relaciones univocas” y a continuacién propone alejarse dei “viejo determinismo mecanicista” para sustituirlo por el dialéctico. Nosotros partimos del determinismo inconsciente y desde alli radican ‘uestras diferencias. smo mecanicista que menciona Wallon, en la actualidad. Por ejemplo en relacién al nifo hiperkinético (Ilamado también inestable psicomotor), un manejo psicofarmacoldgico y ‘medicamentoso basado en estimulantes que, entre otros, deberia estar Compuesto por anfetaminas (benzedrina, dexedrina), metilfenidato (rotalin), pemolina y cafeina, También se adosan’ medicamentos coadyuvantes (de resultados variables) como antidepresivos: imipraminas (tofranil, anafranil, pertofrin, norpramin, avantyl, etcétera), y tranquilizantes: menor ium, benadryl, librium, etcétera. Se agregan también anquilizantes mayores y anticonvulsivantes. Todo este aparataje medicamentoso modificaria la conducta y el comportamiento del nifio, en especial en el rendimiento escolar: por Supuesto que se ocupan de aclarar que la farmacoterapia “es slo una Parte del tratamiento integral”. Ya que segin estos postulados el {tratamiento debe estar acompatado no silo del control farmacolégico sino de un abordaje psicoterapéutico que entre sus consejos, écdenes, bremios, castigos, indicaciones, ¢ instrucciones para realizar con el nid nos dicen: 289 ~-- ena oe Escaneado con CamScanner Las érdenese instrucciones deben darse una sola vez y en f Con nifos comunes, uns disposici 0 Ind ‘manos, seré exitose dindose smanitas porque ya es hora deco Yeu pap eid por lege. cee.” En eambio en el caso del io hriperkinético lo més operante serd decir algo como est elas smanos!”.,.. No importa qué juguete escoja para divertirse, ni si prefiere colorear un dibujo; sin embargo no podré escoger entre baftarse 0 no bafarse cuando su madre ardene hacerlo En la serie de los premios y los castigos se indica: En materia de castigos, silo que se busca no es simplemente que el nfo técnica mis operante aio, jmenos en el closet!) uperado su autocontrol. Este castigo se recomienda sobre todo en el caso de los “berrinches" y los actos agresivos, aunque 1 debe seguirse de un forcejeo que conduzca al nifo a “disculparse” © prometer que “no lo volveré a hacer? Desde una 6ptica diametralmente opuesta a estas postulaciones mecanicistas y técnicas, nos proponemos recuperar al sujeto que se Pone en escena en sus demandas y en sus sintomas psicomotores. La Clinica psicomotriz que estamos sugiriendo nos marca el camino que dia nos delinca el nifio en sus trastomnos motores, en sus problemas espaciales-posturales, en sus dificultades en su esquema corporal, en su descontrol ténico-postural. Volviendo a la escultura antistica, asi como ella tuvo que romper Progresivamente en su mirada y su hacer el frontalismo de la imagen y el personaje, la psicomotricidad tuvo que romper progresivamente “el frontalismo” del cuerpo y la motricidad para poder encontrarse con el ‘cuerpo en movimiento de un sujeto. También el campo artistico del teatro en su biisqueda necesité Conquistar nuevos personajes, para poder romper la correspondencia biunivoca entre la personificacién del actor, el texto de la obra y fundamentalmente el personaje a representar. Este giro en el texto pudo haber posibilitado las multifacetas y multiplicaciones draméticas del personaje en la obra tcatral, no teniendo ya el actor que representar una sola actitud por obra, sino que el mismo personaje (y la libertad del texto lo hacia posible) presentaba diferentes actitudes y posiciones en la misma escena, Rafael Feminder Velas 0, Lik Npetntice, Mein, Tl, 1985p 7 * Idem, p. 88, " eae 290 Nos ‘encontramos cntonces con el mismo personaje, que antc fos contlicios draméticos escenifica diferentes actitudes. Por otro la misma actitud adquicre distintos valores y sentidos acorde a ta miro, leyéndola y paricipando de la escena, en ese lugar Jar en el que como espectadores somos capturados por el brillo ma, de la cual apenas se pued cuenta. . ‘Schiller, al ocuparse de'la belleza, la explica a partir de s, uno que ¢s la vida y el ovo que es el de la forma. El abjeto comin de ambos impulsos seria un tercer impulso denominado impulso de juego. “Este nombre —afirma Schi justificado por el uso ¢ juego todo fo que ni objetiva ni subjetivamente es contingente ‘embargo, no coacciona ni al exterior ni al imterior."'° ; Tanto el nifio como el artista juegan y en esta basqueda creadora el sujeto construye, combina y enmarca imégenes-formas del cuerpo. Estas formas en el campo anistico son el contenido mismo del arte. Et artista es el creador de estas formas que a su vez en la mirada del espectador se de-forman y se forman incansablemente. El cuerpo es una forma-superficie constituida por el desec del Ouro. Asi como el artista crea la dramética de 1a forma, el terapeuta en Psicomotricidad se ocupa de esa forma dramética que es el cuerpo. En estos puntos de contacto, el arle y sus recursos permiten pensar al cuerpo los gestos, las posturas y el movimiento, en el horizonte virtual de las formas que se de-forman, formando miltiples superficies de Proyeccién dramatica. quién Proceso estructural del acto creativo, y Sus recursos, para formar nuestra mirada psicomotriz del cuerpo de un nino jugando (creando ese universo particular del jugar). Los recursos del ante, en particular Ja misica, el titere y la escultura (la plastica), enriquecen no s6lo la posibitida artista marca claramente su Bustaria ser la obra de arte de alguien” y, podrfamos agregar, menos ain del terapeuta, '* Juan Federico Schiller, Cartas sobre la‘ educacién estdtica del hombre, Buenos Aires, Aguilar, 1981, p. 90. Escaneado con CamScanner ndirse-con el personaje que Dues si no se romperia la eseena monnas c (tansforméndose, a modo alucinatorio, e actor en personaje), el terapeuta en psicomoticidad no poding onfundir perversamente su cuerpo, su tono, su postura, con la vel ave teats ona una difcultad encarnada en su cuerpo. 7 i esta confusidn se efectiviza, ali el te 4 del pequet, rompiéndose cualquier escena clinica poable moses ee ¢l goes del terpeuta a cota dela subjividad de arte y sus recursos facilitan al terapcuta en su camino de formacién, sostener una mirada en relaioncon cae los gestos y el movimiento del nitio més alld de la pura maquindvia motriz, ya que en el ante el cuerpo del antista aparece. se da aver co los trazos que con uno y otro recurso privilegiado construye su oben Seré en la anticulacién de esta mirada con el campo elinico que ei psicomotrcista podri ary estos recursos en favor del despliegue deseante del sujeto. ‘Este constante desdoblamiento de la mirada clinica en psicomotricidad rompe la via especular que indefectiblemente levaria ala fascinacién o al odio, abriendo el eje imaginario no especular que lo anuda a lo real y a lo simbélico. La formacién antistica y sus recursos en la articu y del hacer del psicomotricista, wa corporal de éste en un semblante. Dil ni constituir él su propia versién En esta formacién que proponemos, proviene del arte, sin confundirlo con la mirada psicomouiz especifica, sino que tomamos elementos del acontecer artistico que enriquecen ‘nuestra formacién en este singular mirar psicomotor del decir corporal de un sujeto, No es el arte en su correlato esiético (en {érmino) el que fundamentalmente convoca, 5 intido clisico del ‘el acto creativo, no s6lo porque su estructura es 1a del jugar de la infancia (en donde el rio constituye su cuerpo), sino ambién porque en ese acto de amor estén en juego el mirar y ¢l cuerpo que articulados a la obra creativa la trascienden. La supervision Al considerar el cuerpo y cl movimiento de un sujeto, el trabajo clinico requiere de otro desdoblamiento més, de otro espacio, ya no con la presencia efectiva del paciente sino con los interrogantes que el recorrido uansferencial va generando. En este nuevo espacio que se monta entra en escena otro personaje, el supervisor, que, partiendo de las propias dudas y cuestionamientos del psicomotrcista acerca de los diferentes momentos del watamiento, ayuda a mirar_y a analizar el material clinico que por diferentes circunstancias le preocupa. AL nto que soporta un sintoma psicomotor se lo ve. Como afirmamos lo visto, la cosa en sf, se transforma en la mirada del psico- motricista en dar a ver. OperaciGn simbélica que apuesta a articular cierta demanda del lado del mirar con sentido, del deseo en la mirada, Este efecto de suponer una significacién fuera del puro cuerpo- cosa, de lo real, esta efectuacién de interrogar desde la vertiente it construccién) eso imposible que no tiene lugar i6n, es el justo momento en que por esta maniobra ‘@ anticularse en una serie que permanecfa coartada. Esta oper a ocuparnos de lo real a través de lo simbélico. En esta construccién simbélica se pone en escena la mirada del psicomotricista y con ella su deseo. La posibitidad de la su que siempre supone otorgar cierto saber al supervisor que les en esta construccién, las implicancias que detienen el trayecto cura, especialmente en ese punto sobre el cual se desvanecen nuestros esfuerzos. No basta con la honestidad y mucho menos con el sentido comin. Es fundamental armar y bosquejar una versién, tener cierta mira (: que precisamente ésta sea unfvoca) que nos posibitite suspender nuestro saber para que emerja la dimensi6n subjetiva. El psicomotricista construye este armado para que el nifio pueda armar cl suyo. ‘A esta armaz6n, a esta construccién que muchas veces implica corrimientos de posiciones y re-ubicacién de lugares propios de tratamiento, contribuye y motor jo de Ia supervision. las propias resistencias del psicomotricista que devenit del tratamiento podrén ser analizadas y dialectizadas en ese trasCondo transferencial que surge de la experienc’ clinica, La misma no es mas que una experiencia de decires en donde’ 293 Escaneado con CamScanner el cuerpo esth comprometide y compromete mds alld de 1 : en- cionalidad consciente. ‘on ellos 0 derivarlos ripi un psicélogo para liberurse de esta “pesada carga”. Segiin lo demucsira a dialéctica clinica, aquello que se intenta rechazar 0 excluir termina al fin retomando compulsivamente. Seria cl caso de un pasaje al acto de los padres, al sacar del tratamicnto a su hijo sin siquiera pr s0. Otro ejemplo ya tratado en este escrito bray su siniestro retomno. __ No podemos no incluir ef discurso y el mito familiar, Estamos incluidos en ellos, no se puede desconocerlos y esquivar el “bulto”, hacerlo no compromete la continuidad del tatamicnto (lus resistencias son det terapeuta). Las intervenciones del psicomotricista producen aniculaciones en el discurso parental. No tenemos Porque hay un sujeto y no una cosa en juego. sdobla : rig motriz que especifica una praxis en donde el cuerpo y la son la prueba, la marca del impedimento del Otro en irlo. Lo que hay es una prici psicomotricidad, una ina, ni una técnica, ni ica psicomotriz Prictica clinica que le es propia. El psicomouricista tendré que encontrar y reencontrar su estilo, inventindolo en el acontecer mo, En la supervisi6n, el psicomot interpela en referencia a alguna ue hace obsticulo en el tra- tamiento, © que le resulta interesante para continuar pensando el wanscurrir de la clinica y que puede llevarlo a interrogarse por la teorfa y la préctica mismas, Hay que considerar que el actor conduce el tratamiento) y no el su nada, sino tan solo otra mirada “siper", se wansforma en el condenando 0 no, lo que el otro inapelable. leva una problemética que lo Principal es el que supervisa (quien isor (quien de “sper” no tiene lectura). Si el supervisor se cree Prototipo del controlador, juzgando, dice 0 hace, al modo de una sentencia 294 Si hay un obsticulo en el tratamiento, la funcién del supervisor es integrarlo en el contexto clinico que ya esti dado, otorgindole una referencia simbélica di que permita desentraftar el sefuelo tuansferencial en el que el psicomouricista, por el desco del ouo, se encuentra entrampado. 1, de este modo, queda ubicado en un plano segundo con ypeuta, evitando la competencia con él y el peligro siempre latente de que su palabra, su interpretacién, quede situada como un imperative a tansmitir al paciente. ‘Cuando de lo que se trata es de que el soporte de la supervisién) pueda reconst blero uransferencial, para, a partir de al (un acto) que pueda hacer surgir una destrabar el anudamiento sintomatico. Asi, tanto la supervisién pro- duce efectos sobre el tratamiento como éste provoca efectos en la inica se interrelacionan y modifican mutuamente, La teoria interroga abriendo diferentes posibilidades clinicas que de ‘otro modo no aparecerian y la clinica descubre a su vez insospechados caminos te6ricos. Fluide que permite la ranscripcién de la teorfa en laclinica y de la clinica en ta teorfa, Transcripeién que arma y construye el lugar det terapeuta en psicomowricidad. La formacién tedrico-clinica Constantemente a partir de los cuestionamientos e interrogantes que la teoria y la prictica suscitan, En ellas se fundamenta el acontecer clinico en el campo psicomotor, wansformdndose en una herramienta Componentes neuro En esta articulacién, pivotea el campo clinico de la psicomotricidad, Constituyendo su miruda particular acerca del cuerpo en mov de un sujeto, As{ como el psicoanalista en “atencién flowante” se ocupa del deseo inconsciente que “se da a oir en lo que el discurso calla”, el psicomotri- vss) Escaneado con CamScanner cista se ocupa del cuerpo en movimiento que “se da a ver en lo que en mirar del Otro fal La escucha es al psicoanz ta lo que la mirada es al psi esquema corporal y el proyecto motor. {Cémo es posible que el psicomotricista ‘Surge entonces la pregunt pueda ser mirada y toque si El cuerpo y el movimi ‘mirada del Otro), mientras que la palabra se da a oft. Hay una diferencia estructural entre el hacerse ver y el hacerse oir que delinea la operacién ‘omotricista est en condiciones de “autorizarse™ a ejercer este singular mirar? Llegado este punto, la respuesta es también singular, y en gran medida dependeré del propio andlisis personal y de la formacién psicomotriz en cada una de las instancias a las cuales nos referimos. ficultad mayor se encuentre en la renuncia a los propios presupuestos, a la propia mirada personal. La capacidad de renuncia abre el espacio a un nuevo mirar donde ene cabida el sujeto que se mueve torpemente, que no domina su uerpo, que no consigue una postura, que retarda la movilidad, que ibe Ia. actiud corporal, que desequilibra su marcha toméndola inestable, que se da a ver demandando ser mirado. En este autorizarse a ser terapeuta, la transmisin del psicoandlisis nos aporta otro elemento fundamental para nuestra especificidad, relativo a Ia idem id. El terapeuta en psicomotricidad, para ubicarse en esa puede set idéntico a st mismo, porque sino, si lo es, se miraria sus propio? Dies. yno se puede olvidar que son los pies del sujeto y no Tos del psicomouricista los que estén en juego. . : Se eae ge imponerie aun sujto nuestros ideaes, ni de estrucwrar su destino, 0 sea, no intentamos aduefiamos de Su cuerpo 1 Alfredo Jeruslinsky, “A formagio da imagem corpora”, Ercritr Da Criangs, N®3, Pon Alegre, 1990. dem. 296 © de su motricidad como si fuera un emblema que da pres i rm stigio. Freud, en esta problematica, es tajante: ied ‘hacer del paciente que se pone en ‘un patrimonio personal, a plasma 10 ideales y con la arrogancia del ‘obra luego de haberlo formado & ‘complacernes en janza La cura en la clinica psicomotriz no esté en relaci6n con forzar ‘en buscar la redondez o globalidad del la cosa, c silos o formas de ser en la vida, sino en faci psicomouriz de un sujeto. ‘Para que esta mirada tenga sus efectos se tendrd que establecer una relacién a-simétrica, de incomplewd, que posibilite el recom iansferencial y la escansi6n necesaria para que aparezca ¢l sujeto. esta construccién no se produce se correrd siempre el peligro —com« nos advierte Freud— “de no descubrir jamas sino lo que ya sabemos”. nesta conquista que implica subvert el ordena- spira a tener una mirada que no homologa cuerpo y li ta distancia, esta hiancia, producida por el lenguaj desmitifica el cuerpo, cortando i todo y que nunca se llega a saber que intervenimos introduciendo el horizonte det equivoco, de la pluralidad de sentidos que no se cierran y se deslizan en un decir. EI poeta nos transmi El poets waslads el lengusje de Ia iusin, de lo inequivoco, al reino de fecunda equivocidad. Pone al descubierto que el lenguaje no cesa de "Sigmund Freud, “Nuevos caminos de la terapia pricoanaities”, Obras Completas, Buenos Aires, Amorrorw, 1986, t xvu, p. 160. Be Escaneado con CamScanner erundial,¢s un “siendo", no termina de constituirse jamés; jamés la correspondencia erética plena con su objeto." El pocta se enfrenta a la el universo metaférico que e frente a la traducci sturas y el movimiento, estacdndose en la obviedad de la cosa, en el iada que ocupa el psicomotrcista en relacién itada por la propia especi Propio andlisis i6n tedric jer mirar (y ef Poder de la mirada), Dentro de la formacin te6rico-clinica podriamos iscriminar dos niveles: uno en relacién con la ensefunza de la Y Otro en relacion con la transmisién de la misma, La psicomouricidad no es una manera de estar y de ser. No es una Concepcién del mundo. No es un saber terminado, acabado.y completado, En este sentido cualquier certeza lejos de convertirse en realidad encierra, cercena y a la vez empobrece, enlorpeciendo debate. Es este uno de los grandes problemas que iones, cuando no hay espacio para las discrepancias ‘Que son las que ciertamente pueden mover los prejuicios ideoldgicos, Cuando ‘nos referimos al nivel de la ensefanza lo hacemos en relaci6n con los cursos, ateneos, seminarios, debates clinicos, jomadas © discusiones que no s6lo tienen la funcién de informar e de cieno saber, por ejer cémo se estructura y se de la exposicién, pues cl de estructurar esta ense fensefa, ya que en esos puntos se pone en escena la \erapeuta realiza y que se conecta intrinsecamente con la tran: Con el nivel de la transmisién en la Posicién simbdlica a la que se ve lanzado por el deseo del nifo. Lo Que se wansmite (que abarca wmbién la supervisin 0 el propio andlisis), ¢s c6mo cada terapeuta se enfrenta indefectiblemente con ese lugar transferencial del supuesto saber.” ; Se transmite y no se ensefta, pues de la enseflanza se es consciente, el acto de ensefiar implica una vertiente pedagégica. Mientras que la A io largo de exte excrito descanamos el mine “contratransferencia”, poet feeogiendo las ensefunzas de Lacan bablamos de wransferencia del terapeuta, 0 sea, lot fetes producides por el decir coponl del pacienie en el picomatcis | 4 'Saniago Kovadloff y Roberto Harari, Produccién podiica; produccién Pricoonaliica, cundemillo N* 11, Maytutica, Buenos Aires, 1985, pp. 34 y 35. 298 transmisi6n del lugar en el que es tomado el psicomouricista, su cuerpo, Sus posturas y su movimiento en la rama transferencial, va més alld {dc.un contenido a desarrollar 0 de un saber a aprender conscientemente, implica una lectura donde justamente su saber se suspende. Esta suspensién del saber que posibilita la emergencia del sujeto no se ensefa, sino que se transmite en ese més allé del contenido en si mismo, Es esta verticnte clinica la que no queda nunca fuera de la escena y la que confronta al verapeuta en psicomotricidad con su propia narracién de un caso clinico (que ya escritura) no significa que todo ocurrié “‘correctamente” como tendria que ocurrir, ni que el tratamiento fue “de punta a punta” un éxito, y, Por otro lado, se omiten los casos “oscuros” o dificultosos, donde Las ropi iciones conflictivas con los padres, posi wansferenciales AS que no son tenidas en cuenta y pueden generar interrupciones en el watamiento, etcétera. No se trata de anular o maquillar “Ia oscuridad” . Que el caso aparezca mas claro y con cieno brillo de felicidad. sino de transmititlo, de ponerlo a producir, de enhebrarlo en una tama hist6rica. Este verdadero trabajo rompe el dogmatismo del saber y de la ensefanza que pervierte el proceso de transmisién. Ya que con ese ‘maquillaje se genera la fascinaci6n por un terapeuta o linea tebrica ideal, y su correlato, el adoctrinamiento, tan comin y tan cosioso en nica nos enfrenta con la paradoja que consiste en de lo intransmisible, Por los efectos de la wansmisién, La formacién en clinica psicomotriz no termina ni se agota con la Gn de conocimientos. No podemos olvidar que lo que 'za al cuerpo de un sujeto no es intercambiable para otros ismo Ocurre con cada postura, con cada gesto, con motoriz nos plantea. ese saber en falta, por ese saber que nos transmite el S, nO quiere decir wansformamos en psicoanalistas, y Mucho menos crear nuestro propio psicoandlisis, sino que implica Escaneado con CamScanner preguntamos acerca del deseo que habita el Cuerpo en movimiento del nifio. Lo que nos lleva a oponernos a la terapia psicomotriz, que se basa en elementos puramente fenomenolégicos de lo corporal, o a la tera- péutica cuyas referencias son Gnicamente imaginarias, La dimensién ética que sustentamos enuncia una articulacién posible con algunos puntos del psicoandlisis sin confundirnos con él, ni intentar arbitrariamente modificarlos para ahorramos nuestras propias resis- tencias en la transmisién de la psicomotricidad clinica. Sobre esta temdtica, Freud, ante una sugerencia de Jung para sustituir el término libido por otro menos ofensivo para la ensefianza, le contesta: Ain cuando designemos al inconsciente como “psicoide”, continuar& siendo el inconsciente, y atin cuando no designemos como “libido” aquello que impulso en mi concepto ampliado de la sexualidad, seguiré siendo la libido, y en consecuencia volveremos a aquello de lo cual queriamos apartar con la denominacién. No podemos ahorrarnos las resistencias, por qué entonces no provocarlas de inmediato? La agresién es la mejor defensa, creo yo. Quizds infravalora usted la intensidad de estas resistencias cuando espera enfrentarse a ellas mediante pequefias concesiones. Lo que se nos exige no es otra cosa sino que reneguemos de la pulsién sexual. Creamos, por tanto, en ella.! La clinica y las conceptualizaci6n que estan en ella y derivan de la misma no resisten cualquier derivacién de sentido, cualquier inter- pretacién. La teorfa tiene consistencia por los efectos de su Iégica, no se pueden hacer yuxtaposiciones por doquier para evitar las propias resistencias. Si en el dmbito psicomotor hablamos de sujeto, de imagen y esquema corporal, de cuerpo libidinal, del deseo, de la transferencia, de la pulsién, del placer, del lenguaje, entre otros muchos conceptos que provienen del campo psicoanalitico, no podemos renegar de ellos sino articularlos en nuestra especialidad. Para a su vez recortar nuestra Propia mirada particular centrada en el cuerpo y el movimiento. La imagen corporal es inconsciente; el deseo es deseo en tanto pérdida, falta en juego; la tansferencia se sostiene en cl sujeto Supuesio saber; el placer supone una inscripcidn; el lenguaje, una estrucura que humaniza; el sujeto es sujeto dividido. Si partimos de aquf, cada uno de estos u otros operadores enriquecerin nuestro ‘acontecer clinico; de otro modo, correremos el riesgo sicmpre latente o " Sigmund Freud y Cart-Gustay Jung, Correspondencia, Madrid, Taurus, 1979, p. 300 Escaneado con CamScanner a de Manejar sin timén y sin bri diferencia de que de entrada No hay clinica psicomotriz de un ‘ijula en la mitad de la tormenta, cor hay un niflo naufragado a Tosca, care sin cucrpo, sin mirada y sin movimi, sujeto, No hay clinica psicomotriz, sin el aporte de la ncurol y del Psicoanilisis. Hay clinica psicomotriz en tanto articula El psicomotricista trabaja en esa articulacién, entre lo pulsional Cuerpo y el cuerpo mismo, entre lo pulsional del movimiento funcién mouriz. Desde aquello que la articulacién nos dice y aqu’ que la articulacién hace imposibilidad desde lo mecdnico. 4C6émo lo tabajamos? {Desde qué posicién, desde el sujeto o de: Jo mecanico? Desde el sujeto, al hacerlo en esta posicién, nos poder confrontar con lo mecénico que falla, pero allf ya entrard dentro d historizaci6n del sujeto. El sujeto no pucde representarse un cuerpo sujeto. Es siempre en esta historia que desde nuestra especificid, operamos. Precisamente porque ¢l cuerpo se constituye en un saber © falta. Saber que no es necesario saber, sino hilvanar. El psicomouricista tendré que poder alcanzar el estatuto de sal ignorar lo que sabe del cuerpo, del gesto, de las posturas. movimiento, para que advengan en su posici6n subjetiva, encontrand asi con los enigmas impredecibles que ella plantea. En este azarog recorrido clinico se rompe la certeza del propio dogmatismo. si el psicomowicista dogmatizara su prdctica, sélo toleraria lo previamente ha prefijado. Si asf no lo hace, lo que aparece es el cur disonante de un sujeto. Claro est4 que para ello tendr4 que soportar propia ignorancia, y a esta muerte no todos est4n dispuestos cuan que determina una continua transformacién ya que cada vez, con cat paciente, comienza el trayecto jalonado de particularidades, que no, \ culmina sino en un recomenzar de nuevo ¢ implica dar constant testimonio de su quehacer. Reinvencién y descubrimiento inagotabl que plantea el acto inaugural de la transmisién. 301 @ a Escaneado con CamScanner

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