Está en la página 1de 1

Carta marrueca sobre las

características de la literatura.
Trabajemos nosotros a las ciencias positivas, para que no nos llamen bárbaros los extranjeros;

haga nuestra juventud los progresos que pueda; procure dar obras al público sobre materias útiles,

deje morir a los viejos como han vivido, y cuando los que ahora son mozos lleguen a edad madura,

podrán enseñar públicamente lo que ahora aprenden ocultos. Dentro de veinte años se ha de haber

mudado todo el sistema científico de España insensiblemente, sin estrépito, y entonces verán las

academias extranjeras si tienen motivo para tratarnos con desprecio. Si nuestros sabios tardan algún

tiempo en igualarse con los suyos, tendrán la excusa de decirles: -Señores, cuando éramos jóvenes,

tuvimos unos maestros que nos decían: «Hijos míos, vamos a enseñaros todo cuanto hay que saber

en el mundo; cuidado no toméis otras lecciones, porque de ellas no aprenderéis sino cosas frívolas,

inútiles, despreciables y tal vez dañosas». Nosotros no teníamos gana de gastar el tiempo sino en lo

que nos pudiese dar conocimientos útiles y seguros, con que nos aplicamos a lo que oíamos. Pero a

poco fuimos oyendo otras voces y leyendo otros libros, que, si nos espantaron al principio, después

nos gustaron. Los empezamos a leer con aplicación, y como vimos que en ellos se contenían mil

verdades en nada opuestas a la religión ni a la patria, pero sí a la desidia y preocupación, fuimos

dando varios usos a unos y a otros cartapacios y libros escolásticos, hasta que no quedó uno. De

esto ya ha pasado algún tiempo, y en él nos hemos igualado con ustedes, aunque nos llevaban siglo

y cerca de medio de delantera.

También podría gustarte